[Resuelto]FIC BRITTANA: Yo Estaré Contigo - Final

CAPÍTULO 29: DESEOS CONCEDIDOS

El día después de la fiesta, Quinn, Rachel, Brittany, Santana y Marley habían quedado en un parque para hablar de los agresores de la rubia. La policía les había dicho que sin pruebas no podían hacer nada, por lo que se reunieron con el objetivo de encontrar una manera de protegerse mutuamente. No querían que volviera a pasar lo de la otra vez. Estaban charlando cuando Kitty y Bree se encontraron con ellas.
– ¿Qué hacéis chicas? – Preguntó Wilde.
– Hemos ido a la policía para decirles quién había agredido a Brittany pero como no tenemos pruebas no van a hacer nada, por lo que estamos buscando la forma de protegernos. Tres de nosotras ya hemos sido agredidas por ellos, no permitiremos que Faberry también lo sean. – Informó Marley.
– ¿A ti también te agredieron? – Preguntó la cheerio enfadada.
– A Santana y a mí nos agredieron en nuestro anterior instituto. – Dijo la castaña.
– Tienen suerte de que no sé quienes son porque si no... – Dijo la estudiante del McKinley.
– De echo, si los conoces. Nos salvaste a Santana y a mí de ellos en el centro comercial. – Dijo Brittany.
– No debimos dejarlos vivos aquella vez... – Se lamentó Kitty.
Siguieron charlando, esta vez todas juntas y de temas más triviales. De repente, el teléfono de Pierce sonó. La rubia no reconoció el número, por lo que se separó un poco de sus amigas para poder hablar. Santana no apartó la mirada de su novia. Cuando la ojiazul volvió estaba a punto de llorar. Todas se asustaron y Santana se levantó para abrazarla.
– Los han atrapado. – Dijo Pierce.
– ¿Qué? – Preguntó la morena.
– Me acaba de llamar la policía. Al parecer, dos agentes estaban paseando cuando han visto a dos jóvenes encapuchados que agredían a otro. Los han detenido y han reconocido todas las agresiones. Están en comisaría a espera de que el juez los mande a prisión hasta el juicio. – Informó la rubia.
– ¿Sabes cómo está el agredido? – Preguntó preocupada Rachel.
– Está en el hospital. No me han dicho nada más. – Respondió Brittany.

La semana siguiente fue todo un caos para las chicas. Tuvieron que ir a enfrentarse a los agresores para completar sus declaraciones. Vocal Adrenaline ensayaban varias horas al día porque el sábado de la semana siguiente participaban en los nacionales. Santana habían aceptado mayor peso en esta actuación puesto que se sentíaa preparadaa para esa responsabilidad, por lo que lideraría al club en la competición. La morena mantenía conversaciones muy frecuentemente con Marley y, después de una semana de incertidumbre, el lunes finalmente le dijo que había empezado una relación con Kitty y que ésta había salido del armario delante de todas las animadoras del McKinley con el apoyo de todo el Glee Club.

El viaje a Nueva York fue impresionante. El instituto había preparado una excursión para que los chicos conocieran la ciudad, por lo que viajaron el miércoles. Santana y Brittany estaban fascinadas porque les encantaba la ciudad y descubrieron que las dos querían vivir allí, lo que les hizo muy felices. Ya se imaginaban en unos años, las dos triunfando en el mundo del espectáculo.

La competición llegó y Vocal Adrenaline eran uno de los 50 grupos que competía. Todos eran muy buenos, por lo que lo tenían difícil. Su actuación fue la última, por lo que estaban muy nerviosas. Antes de salir, Brittany se acercó a Santana y le dio un beso.
– Sé que lo vas a hacer genial. No tengas miedo. – Dijo la rubia.
– Por primera vez en la vida, no tengo miedo. – Contestó la morena sonriendo y se acercó a su novia para besarla.
– Y desde Ohio, Vocal Adrenaline. – Dijo una voz en off.
Los chicos se posicionaron en el escenario y la música comenzó a sonar. Brittany y Santana comenzaron a cantar Valerie. La canción era muy alegre y la coreografía era elaborada. La química de la pareja en el escenario hizo de la actuación algo mágico y muy difícil de igualar. Cuando terminaron, la latina cantó Girl On Fire. Era la canción que más nerviosa la tenía porque era su solo. Sin embargo, lo hizo perfectamente. Sus miedos habían desaparecido y dejó toda su voz, alma y cuerpo en ese escenario para poder llegar lejos en la competición. Para finalizar, Santana, Quinn y Rachel cantaron Lovesong. Todo fue perfecto. La coreografía, la afinación... La competencia era dura, pero habían estado fantásticos.

Cuando la lista de finalistas salió, Wendy se acercó a ver la información. Volvía seria hacia sus amigos...
– ¿Y bien? – Preguntó una chica.
– Nos hemos clasificado.
Todos se pusieron muy contentos y se dirigieron al escenario a esperar conocer cuál de los 10 finalistas había ganado.
– Y los ganadores son... Vocal Adrenaline.
Todos los chicos saltaron y se abrazaron. Rachel y Quinn se besaron otra vez sobre el escenario. Pero esta vez no fueron las únicas. Santana y Brittany también se besaron. Ese beso era especial. Su vida había cambiado tanto durante ese curso que se acababa... En ese momento ambas eran felices y no se sentían solas. La fiesta de celebración se alargó durante horas en Nueva York y además, en el vuelo de regreso a Ohio y en su llegada al Carmel, donde muchos de sus compañeros los estaban esperando para festejar la victoria.

El curso escolar ya había acabado y Brittany estaba sentada con Finn en el salón de su casa cuando su padre, su madrastra y su novia entraron en la sala con dos maletas.
– Brittany, hemos preparado tu maleta y la de Santana. Os vais de vacaciones una semana. – Informó Fred.
La rubia, sorprendida, se despidió de su familia y se dirigió al coche con su novia. Siguiendo las instrucciones de la morena llegaron al aeropuerto.
– ¿Dónde vamos? – Preguntó la ojiazul.




CAPÍTULO 30: ROMÁNTICA

– ¿Dónde vamos? – Preguntó la ojiazul.
– Supongo que ya no tiene sentido seguir ocultándolo, vamos a Los Ángeles, a casa de Amanda. – Respondió la menor.
Llegaron a Los Ángeles, a un bloque de apartamentos y Santana llamó a una puerta del tercer piso. Abrió una señora de unos 60 años.
– Hola, soy Santana, la hermana de Amanda.
– Si, claro. Soy Mary. Un segundo, ahora te doy la llave...
La mujer volvió a entrar y cuando salió le dio a la morena unas llaves.
– Si necesitáis cualquier cosa ya sabéis donde encontrarme. Tu hermana me ha contado vuestra historia y quiero que sepáis que estoy aquí para lo que necesitéis, sin tabús.
– Gracias. – Dijeron las dos menores al unísono.

Entraron al apartamento y todo estaba recogido. No era muy grande y no había muchos muebles. La cocina y el salón estaban juntos y había dos puertas. Una del baño y otra del dormitorio.
– ¿Y tu hermana? – Preguntó la rubia.
– No está aquí. Viene en tres días... – Respondió la morena mientras se dirigía al frigorífico. Cogió una botella de Champán y una bolsa, agarró la mano de su novia y se dirigieron hacia la habitación. Estaba adornada con pétalos de rosas y velas que la latina encendió. Sacó de la bolsa unos bombones y unas fresas.
– No tenemos que hacer nada si no quieres... Sólo quería hacer algo romántico para ti... – Dijo Santana con cariño mientras servía un poco de champán en las copas y le daba una a su novia.
Brittany no respondió. Bebió un pequeño sorbo de su copa y le quitó a la morena la suya. Las dejó en la mesa y se abalanzó a besar a su novia haciendo que ambas acabaran tumbadas en la cama. Comenzaron con una sesión de besos, que sólo detenían para respirar, beber un poco de champan o comer algo. Las dos se dedicaban a disfrutar del momento, sin prisas puesto que nadie las interrumpiría allí. Tenían tres días para demostrarse su amor. Brittany estaba muy nerviosa y la latina lo notaba. La rubia decidió innovar, cogió una fresa y se la puso entre los labios. La morena entendió el juego y besó a la ojiazul mordiendo la fruta. Las dos siguieron besándose de manera dulce. Llevaban mucho tiempo así cuando las manos de la latina comenzaron a desabrochar la blusa de su novia. Brittany comenzó a sentir algo de vergüenza porque no sabía si le gustaría a su novia.
– Me encanta. – Dijo Santana que había notado el sonrojo de la mayor. Comenzó a bajar dejando un camino de besos. Recorría minuciosamente cada centímetro de piel de la rubia hasta que llegó al cierre del sujetador, lo desabrochó y se lo quitó para mandarlo lejos.
– Ahora me toca a mí. – Dijo Brittany, quitándole el vestido a su novia, dejándola en ropa interior y poniéndose encima de ella. La rubia recorrió con las manos el cuerpo de su novia pero sus labios no se separaron del cuello de la morena.

La temperatura de la habitación aumentaba por segundos. Se notaba la inexperiencia que ambas tenían. Nerviosas pero decididas, pasaron mucho rato besándose y disfrutando de las nuevas sensaciones que les producía la piel que por primera vez conocían. Estaban extremadamente excitadas pero no dejaban que sus impulsos dominaran. Todo iba a ser perfecto, habían esperado a este momento.

Brittany sujetó el borde de las medias de la morena y se deshizo de esa prenda con delicadeza. Luego quitó el sujetador de la latina y atrapó uno de sus pezones con la boca, mordiéndolo y acariciándolo con la lengua mientras metía su mano por dentro de las bragas de la menor. Estuvo un rato así hasta que comenzó a bajar. Sus labios besaban el vientre mientras las manos despojaban a la más baja de lo poco que le quedaba de su ropa interior. Cuando terminó, se quitó ella sus pantalones y sus bragas de un rápido movimiento, quedando también desnuda.

La rubia se posiciona sobre su novia y vuelven a besarse. Levanta la pierna de Santana y se posiciona para que sus clítoris estén juntos. La ojiazul introduce sus dedos dentro de la menor y comienza a embestir a la morena mientras se mueve para crear fricción en sus clítoris. Se notaba su inexperiencia y les costó un poco encontrar la forma de disfrutar y estar cómodas pero la encontraron.

Las dos llegaron al orgasmo a la vez, mientras se besaban. La habitación olía a sexo y ellas estaban empapadas en sudor. A pesar de todo, no se ducharon ni se fueron a cenar. Siguieron tumbadas besándose y acariciándose hasta que el cansancio las venció y se quedaron dormidas.

Esa había sido su primera vez, la primera de muchas. Se amaban y estaban muy unidas. Parecía que nada se interpondría entre ellas pero a veces, las apariencias engañan...

CAPÍTULO 31: EL COMIENZO DEL FIN

Brittany se despertó en su cama. Miró a la cama contigua y vio a su novia durmiendo. La morena tenía una expresión de felicidad. Su respiración era lenta y pausada. La rubia recordó el momento en el que la conoció. Había cambiado tanto... Pero evidentemente era para bien. Ahora sonreía hasta dormida. Tardó mucho tiempo en ver la primera sonrisa sincera de la morena. Se sentía orgullosa de haber sido ella la persona que consiguió ese cambio en la latina. Pero lo que poca gente se daba cuenta era el cambio que había conseguido la menor en la rubia. Había perdido el miedo, se sentía con fuerzas de enfrentarse a lo que le viniera. Se sentía amada, valorada, querida, deseada... y sexy. Había perdido su virginidad con ella. Se lo había dado todo... y se lo seguiría dando. Si alguien un año antes le hubiera dicho cómo se encontraría en ese momento, no se lo habría creído. Se dio media vuelta para ver a su hermanastro. En esos momentos era él y quien le preocupaba. En el último mes había estado cambiando de animadora y en ese momento salía con Bree. Por lo demás, todo estaba fantástico. Su amiga Rachel estaba de vacaciones en Europa con Quinn. Recibía fotos del viaje, donde se veía a la pareja totalmente feliz. Marley y Kitty poco a poco se afianzaban en su relación. Parecía que las cosas funcionaban entre ellas. Drew y Wendy ya se habían marchado, la primera estudiaría en San Francisco y la segunda había conseguido una plaza en la Universidad de Columbia. Nadie sabía exactamente que había pasado entre ellas después de la fiesta de celebración de la victoria en los nacionales... Desaparecieron toda la noche, lo que no les haría dudar si no fuera porque ya se habían besado en una fiesta anterior. Por su parte, Sebastian salía con el amigo de Marley, de nombre James. Tina y Mike seguían juntos, al igual que Kurt y Blaine, eran las otras parejas dentro de sus amigos, el resto estaban solteros. Puck seguía como siempre, pensando en sexo, nada que no fuera de esperar. Artie estaba sumergido en uno de sus proyectos cinematográfico y Sam seguía con sus locuras. Mercedes seguía buscando a su hombre ideal, aunque parecía que podía tenerlo más cerca de lo que pensaba. Por último Santana y ella. Hacía dos semanas que habían vuelto de sus vacaciones en Los Ángeles. Habían pasado tres días solas, amándose y disfrutando de la privacidad del apartamento de Amanda. Los otros cuatro días restantes, los pasaron con la hermana de la morena, conociendo la ciudad y divirtiéndose con las bromas de la actiz.

De repente, sintió que Santana se movía. Se volvió para mirarla y la latina le dedicó una sonrisa sincera. Era pronto, las seis de la mañana y las dos estaban despiertas... Sigilosamente, Brittany cambió de cama y se acurrucó entre los brazos de su novia. No quería que pasara nada en ese momento, porque Finn estaba en la otra cama y Fred en otra habitación en la misma casa, pero eso no quitaba que ambas chicas sientieran deseo. Comenzaron con besos dulces, pero pronto subieron de intensidad. Había veces que simplemente no podían controlarse.
– Os estoy oyendo. – Advirtió Finn.
– Como si tu no hicieras lo mismo con Bree. – Reprochó la rubia.
– Pero no lo hago delante de vosotras. – Comentó el más alto.

Esa mañana todos desayunaban en la mesa cuando comenzó una conversación que se había producido a lo largo de esas dos semanas y que ponía nervioso a la morena.
– Ya tengo los formularios para las solicitudes del McKinley. – Dijo Fred.
– Genial. Va a ser maravilloso. Marley también se traslada allí. Vamos a ir todas juntas y ganaremos los nacionales y Santana y yo seremos las únicas que habremos ganado dos nacionales y eso nos ayudará a entrar en una buena universidad en Nueva York y buscaremos un piso que compartiremos y triunfaremos como actriz y bailarina y... – Se emocionó la rubia.
– Vale Brittany. A tus grandes planes les fallan dos cosas. Una, yo no me gradúo este año, sino el que viene y dos, yo no voy a ir al McKinley. – Interrumpió la morena.
– ¿Por qué? – Quiso saber la ojiazul.
– Cariño, mis padres me pagan el Carmel. Así se despreocupan de mí. Allí me dan de comer y tengo donde dormir. Está bien abusar de vuestra hospitalidad durante los fines de semana o el verano, pero ir a un instituto público implicaría tener que buscar un sitio donde vivir. – Explicó la menor.
– Santana, no abusas de nuestra hospitalidad, es un placer tenerte aquí. – Dijo Brenda.
– Gracias, de verdad, pero afrontemos la verdad. Aquí supongo un gasto que no os corresponde. Entiendo que me queréis y que me aceptáis. Pero una cosa es por unos días y otra... Además, ¿qué va a pasar el año que viene? Finn y Brittany se van... ¿Les vuelvo a pedir a mis padres que paguen el Carmel? ¿O me quedo aquí? Es todo mucho más complicado de lo que parece... No quiero ser una carga. Ni ahora ni dentro de un año. – Dijo la más baja.
– ¿Cuál es tu solución? ¿Que yo le haga pagar a mi padre la matrícula del Carmel? Sabes que quieren buscar una casa más grande para que al menos Finn tenga su propia habitación. – Añadió Brittany.
– Por mucho que me duela, la solución sería que tú fueras al McKinley y yo al Carmel. – Respondió cabizbaja Santana.
– No, eso no puede ser. – Dijo la rubia.
– ¿Se te ocurre algo mejor? – Preguntó la morena
– La verdad es que no...
Nadie dijo nada, no sabían que hacer. Por un lado entendían a la menor y por otro entendían a Brittany. La solución no era fácil. Ninguna de las dos cedería, sólo quedaba esperar que eso no afectara a su relación.



CAPÍTULO 32: TE CONVENCERÉ

Brittany decidió que tenía que convencer a su novia de que fuera al McKinley. Sabía que sería difícil, pero tenía que intentarlo. No tenía nada que perder, las cosas sólo podían mejorar. No podía pensar en que si no lo conseguía, no se verían casi. Eso la ponía triste. ¿Y si Santana conocía a alguien en el Carmel y se enamoraba? ¿Sería capaz su amor de sobrevivir a la distancia? ¿O por el contrario, se quedaría como ese primer amor que recuerdas con cariño, pero que no es eterno? ¿Tendría que volver a seguir adelante sola o por el contrario ya había encontrado a su compañera, su amiga, su amante para toda la vida?

Santana estaba sentada en el salón viendo la televisión. Las dos estaban solas. Brenda y Fred estaban en sus trabajos y quedaban horas para que vinieran a casa. Finn había quedado con Bree. La mente de la rubia viajó por todas las posibilidades que tenía de aprovechar esa privacidad... Finalmente se decidió.
– Mmm... Santana. – Dijo con el tono más seductor que pudo. La aludida se volvió para ver a su novia con una sonrisa. Intuía lo que iba a pasar y, para que negarlo, le apetecía.
– ¿Si...?
– ¿Sigues pensando que vas a ir al Carmel? – El tono de voz de la mayor no cambió.
– Si... – Respondió decidida, pero se puso seria, no esperaba ese giro en ese momento.
– ¿No tengo manera de convencerte? – Preguntó la ojiazul.
– No... – La morena miraba directamente a los ojos de su novia. En ese momento, la más alta se quitó la camiseta y se sentó encima de Santana, poniendo las piernas una a cada lado de la latina. Brittany besó a la menor de manera profunda y ansiosa. La menor soltó un gemido que causó más excitación en la rubia pero prefirió controlarse. No debía dejarse llevar por la tentación si quería conseguir su objetivo.
– ¿Segura? – Preguntó la mayor.
– Segura.
– Es una pena. Porque si fueras allí, podríamos buscar un lugar en el que hacer esto... – Volvió a besar a su novia, pero esta vez metió su lengua en la boca ajena. Cuando necesitaron aire, la ojiazul se separó y se bajó del regazo de Santana, poniéndose de rodillas enfrente de ella.
La rubia metió sus manos por debajo de la falda de su novia para quitarle las bragas. Cuando lo consiguió, levantó la prenda para poder poner su cabeza entre las piernas y comenzar a acariciar el clítoris de la menor con su lengua. La respiración de la latina se volvió errática, no paraba de decir incoherencias. Se sentía en una nube. Brittany no era una experta, apenas habían hecho eso un par de veces, pero eso no impedía que lo disfrutara cada centímetro de su cuerpo. La rubia notaba el placer que sentía su novia. Eso la hacía sentirse poderosa. Finalmente, la menor no aguantó más, su cuerpo se tensó, su cabeza se echó hacia atrás y llegó al orgasmo.
– Ahora me toca a mi. – Dijo Santana mientras intentaba sujetar a Brittany para intercambiar posiciones.
– Ah, no. Todavía tengo que mostrarte otras posibilidades que podemos hacer en el McKinley si decides estudiar allí. – Respondió mientras se levantaba. La morena también se levantó para intentar convencer a la rubia pero esta aprovechó el movimiento para empujarla contra la pared. Brittany levantó la pierna de su novia, metió un dedo en la entrada de la menor y comenzó a moverlo. Introdujo un segundo dedo y aumentó el ritmo de las embestidas. Para cuando introdujo un tercer dedo, la morena jadeaba sin descanso mientras acariciaba el clítoris de la otra de manera rápida. Brittany pensó que nunca se cansaría de convencer a la morena de que aceptara cambiar de instituto y que, si alguna vez lo convencía, tendría que buscar otra buena escusa para repetir. Le encantaba la sensación de llevar el control y la iniciativa, aunque era nueva para ella. Estaba disfrutando y haciendo que la otra chica también disfrutara. La primera en llegar al orgasmo fue Santana y poco después Brittany. La rubia notó que su novia temblaba. La sujetó y la miró a los ojos, estaba... ¿triste?. En ese momento, la latina besó a la ojiazul. Era un beso dulce y casto.
– Me gustaría que entendieras mis motivos... – Dijo mientras apoyaba su frente en la de su pareja.
– No digas nada, sólo bésame. – Suplicó la más alta. Su novia obedeció y la besó. Pero era un beso amargo, por el sabor del dolor que ambas sentían. Ahora tenía miedo. Pensó que conseguiría convencerla de este modo, pero no lo había hecho. Debía buscar un plan B... ¿Pero cual? Ver a la morena tan vulnerable no le era de mucha ayuda... No quería que pensara que no le importan sus sentimientos, pero no podía soportar la idea de estudiar en institutos separados ese año y luego tener que separarse porque ella se iría a Nueva York. Sus planes para el siguiente año eran que se fuera a vivir con ella a la gran ciudad... ¿Por qué no se dejaba guiar?

Por su parte, Santana estaba muy nerviosa. Desde luego que había disfrutado del momento de pasión con su novia, pero sentía que las cosas entre ellas habían cambiado. Desde el momento que Brittany había tomado la decisión de volver al McKinley, la morena tenía la sensación de que la perdía, de que se le escapaba entre los dedos. Y eso la asustaba. la rubia lo era todo para ella, no quería perderla, pero no sabía que hacer... ¿Cómo conservar su amor intacto?

Ninguna de las dos sabía en que momento se habían vestido de nuevo y se habían sentado en el sofá. Tampoco sabían en qué momento había comenzado el abrazo y mucho menos cuanto llevaban en esa posición. Tampoco sabían cuando habían comenzado a llorar, pero así estaban. ¿Tan difícil sería ir a un instituto diferente y sólo verse los fines de semana? ¿Tan seguras estaban de que su relación no sobreviviría a la distancia?

CAPÍTULO 33: ¿POR QUÉ NO ME RESPETAS?

Dos días pasaron desde ese incidente y Santana y Brittany se encontraban en casa acompañados de Bree y Finn cuando llamaron a la puerta. La más alta abrió y entraron dos chicas, una rubia y otra castaña que saludaron a los presentes antes de sentarse en el sillón con los demás.
– ¿Ya llegasteis de las vacaciones? ¿Qué tal por Europa? – Preguntó la menor.
– Genial. ¿Y vosotras? – Respondió Quinn.
– Tenemos unos cuantos problemas. – Informó la rubia.
– ¿Y eso? – Preguntó Rachel.
– Me tengo que trasladar al McKinley porque mi padre no me puede pagar la matrícula y Santana no quiere cambiar de instituto. – Informó la ojiazul.
– Nosotras también iremos al McKinley. Hemos decidido que lo que ahorremos de la matrícula este año podremos utilizarlo en la universidad. Sólo estábamos en el Carmel porque era segura... Pero ahora hay un instituto público donde se respeta a los gays y lesbianas por lo que iremos allí.– Informó la castaña.
– Lo ves cariño, Rachel, Quinn, Marley... todas se trasladan... ¿Por qué tú no? – Dijo Brittany.
– No puedes simplemente respetar mi decisión. – Dijo Santana.
– No, porque no la entiendo... – Respondió la rubia.
– Es muy facil de entender. No quiero ser una carga para la familia Pierce-Hudson. – Explicó la menor.
– No es por entrometerme, – Intervino Bree – pero en esto entiendo a Santana. Sé lo que es sentirse una carga en una casa que no es la tuya, yo pasé por lo mismo. Estuve un tiempo viviendo en casa de Kitty, me trataron genial pero me sentía como si interrumpiera su vida familiar porque yo no soy parte de esa familia.
– ¿Y si la acogemos entre todas? Quiero decir, entre todas no tendrá que pasar mucho tiempo en la misma casa, siendo una “carga” que por cierto no creo que sea. – Sugirió Quinn.
– ¿Y vivir con una maleta a cuestas? – Preguntó la latina.
– ¿Acaso no me amas lo suficiente como para hacerlo? – Preguntó la rubia.
– Eso ha sido un golpe bajo. – Respondió la morena claramente dolida.
– Es que lo que parece es que no quieres estar conmigo y que sólo buscas una escusa para alejarte de mí. – Se quejó Brittany.
– Es decir, ¿Si voy al Carmel es porque no te quiero?
– Si.
– ¿Me vas a hacer elegir?
– Si.
Santana soltó un bufido y salió de la sala. No soportaba esas discusiones. A veces se sentía que tenía que hacer lo que la rubia ordenaba. Que su opinión no importaba... ¿Acaso no era una relación en doble sentido? ¿Por qué siempre se tenía que salir Brittany con la suya? Acababa de decirle que si iba al Carmel era porque no la quería, ¿demostraba ella amor cuando la presionaba de esa manera para conseguir sus objetivos? ¿Por qué Bree con la que apenas tenía relación la apoyaba y Quinn y Rachel tomaban partido por la rubia?

Más tarde fueron Marley y Kitty las que visitaron a la pareja y acabaron hablando de lo mismo. Sin embargo, la castaña decidió hablar con su amiga a solas, por lo que las dos fueron a la cocina de la casa mientras las dos rubias charlaban sobre los rumores de que varias lesbianas se trasladaban al McKinley por ser el único instituto público tolerante con los homosexuales en todo el estado.
– ¿Qué es lo que te pasa? – Preguntó la ojiazul.
– Siento que se aleja, siento que se me va... No lo sé... Es como si tuviera que hacer lo que ella quiere o las cosas van mal entre nosotras. – Respondió la morena.
– Esto va a ser muy doloroso para las dos. – Dijo la más alta.
– Lo sé, de verdad. Pero no veo otra solución. – Comentó la latina.
– ¿Sabes que estoy para lo que necesites, verdad? – Preguntó Marley.
– Por supuesto, es sólo que... Brittany y tú vais a estar en el McKinley... Quinn y Rachel también... Wendy y Drew se graduaron... Me voy a sentir un poco sola en el Carmel. – Se sinceró la más baja.
– Estarán Thad y Sebastian... – Dijo la castaña.
– Eso si Brittany no los convence... – Añadió Santana.
– Le atribuyes poderes que no tiene... – Dijo Rose.
– Podrías... sólo... abrázame. – Pidió la morena.
Su amiga hizo caso a la súplica de la latina. Entendía la frustración que sentía. Sus mejores amigas y su novia irían al McKinley... Si hubiera algo que pudieran hacer... Entonces tuvo una idea, si con ese movimiento no conseguían que la más baja cambiara de instituto, entonces no había manera humana de conseguirlo... Necesitaba contactar con alguien urgentemente, sólo ella tenía la respuesta.

Kitty y Marley se fueron después de cenar en la casa de los Pierce-Hudson. La castaña no pudo hablar con la rubia sobre su plan, pero sabía que no se enfadaría por lo que iba a hacer, a la que temía era a Santana. Si todo salía mal podría ofenderse y eso no lo podría soportar, no quería perder a su amiga una vez más.

Esa noche fue la primera que Brittany y Santana se fueron a dormir enfadadas, la primera que no arreglaron sus problemas con un par de besos, la primera que ni siquiera se dieron las buenas noches, la primera de muchas...



CAPÍTULO 34: MI ÚLTIMA OPORTUNIDAD

Estaban Brittany y Santana discutiendo, como ya venía siendo habitual en los últimos días. El motivo, el de siempre, el instituto al que iría la morena. Por mucho que les doliese, no se ponían de acuerdo y eso dañaba seriamente a su relación. Distaban mucho de aquellas chicas enamoradas que aterrizaron en Lima después de unas maravillosas vacaciones en Los Ángeles. Sin embargo, el timbre interrumpió los gritos de la rubia que abrió la puerta y se encontró con Amanda.
– ¿Puedo pasar? – Preguntó la actriz.
– Claro. – La rubia se apartó para que entrara la visitante.
– Mandy. – Dijo la menor de las Lopez mientras corría a abrazar a su hermana.
– Quiero hablar contigo... ¿Podríamos ir a tomar algo las dos solas? – Preguntó la mayor.
– Cojo mis cosas y vamos al Lima Bean. – Dijo la latina mientras iba a la habitación.
– ¿Qué haces aquí? – Preguntó Brittany.
– Ejercer de hermana mayor. Hablé con Marley y me contó vuestros problemas. Me encargo a partir de ahora. – Respondió la invitada.
– ¿Vas a convencerla de que vaya al McKinley? – Preguntó la rubia ilusionada.
– No, voy a encargarme de elija la opción que le haga feliz. – Respondió la actriz dejando preocupada a la más joven. En ese momento entró Santana y se fueron a la cafetería. Una vez pidieron sus cafés comenzó una charla entre las dos hermanas.
– Quiero que me digas lo que está pasando entre Brittany y tú. – Pidió la mayor.
– Es muy sencillo, ella se tiene que transferir porque su padre no puede pagar la matrícula del Carmel y pretende que yo me cambie también. No puedo pasar dos años viviendo en casa de los Pierce-Hudson, no son mi familia. – Contó la latina.
– ¿Eso es todo? – Preguntó Amanda.
– Al principio si, pero luego la cosa se ha ido haciendo más grande. No acepta un no por respuesta. Tengo que hacer lo que ella quiere. Me siento como si mi opinión no valiera... Me llegó a decir algo así como que si voy al Carmel es porque no la quiero y quiero estar lejos de ella...
– Si pudieras elegir, si no habría problemas de alojamiento... ¿Dónde irías?
– Al McKinley. Es lo que Brittany quiere y...
– A mí me importa lo que opinas tú. Lo que piensa Brittany me da igual.
– Quiero estar con ella. Además allí también irán Marley, Rachel y Quinn...
– ¿Y si te digo que tengo la solución a tus problemas? Bueno, al menos al del instituto.
Santana no dijo nada, sólo miró a su hermana a los ojos tratando de encontrar una explicación.
– ¿Recuerdas a la tía Claudia?
– No...
– Vamos enana, la conociste. Desapareció de la vida de los Lopez cuando yo tenía unos 11 años...
– En ese caso yo tenía 4...
– Tienes razón. Bueno, la cosa es que de repente desapareció y yo pensé que estaba muerta y que no nos lo habían querido decir pero el otro día, hablando con mamá...
– Un momento, ¿hablas con mamá?
– Si, está arrepentida y nos echa de menos... ¿No ha hablado contigo?
– No...
– Eso no importa ahora, lo que te decía. Mamá me dijo que debería darle tus señas a la tía para que te ayudara. La “echaron” de la familia por ser lesbiana. Era una mala influencia para nosotras... En fin, la cosa es que está viviendo con su pareja desde hace años y quiere adoptar... Hablé con ella y podría acogerte. Vive en Lima y podrías trasladarte con ella... Además ella te será de más ayuda que yo... No sé nada de relaciones lesbianas, sexuales o amorosas, y alguien te debe dar “la charla” antes de que pierdas la gran V.
– Mandy, querrán adoptar un bebé no una chica de 16 años y en cuanto a lo otro... ya la perdí... No necesito la charla...
– ¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo?... Bueno, mejor no respondas al cómo, no quiero detalles.
– Una pareja joven y enamorada compartiendo apartamento solas durante tres días, habiéndote pedido que llenaras la habitación de velas y pétalos de rosa, sin contar la botella de champán y las fresas y bombones... ¿Qué pensabas que pasó?
– ¡¿Qué?! ¡¿En mi casa?!
– Oh, vamos. ¿De verdad que no te lo esperabas?
– Supongo que me gustaba pensar que mi hermanita conservaba la inocencia.
– Créeme, no la conservo. – Dijo con tono pícaro.
– Eres toda una Lopez...
– No sé si debo sentirme alagada con eso.
– Tienes razón. Eres un digno hermanita.
– Eso está mejor.
– Volviendo a lo importante... ¿Estás segura de que amas a Brittany y qué quieres estar con ella a pesar de todo?
– Si, la amo.
– No quiero que te haga daño... Mantenme informada de todo lo que pase y de la decisión que tomes. Tú eres la única que debe decidir qué hacer con tu vida. Por favor, eres muy joven para dejarlo todo por ella. No pienses sólo en ahora, piensa en tu futuro y como quieres que sea...
– Lo pensaré... Gracias. Te quiero Mandy.
– Yo también te quiero. Que no se te olvide...