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FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 7 Primer15
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Activo Re: FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17 7/6/15)

Mensaje por lauravm98 Lun Sep 08, 2014 9:39 pm

No tardes quiero saber que es lo que trama Britt! Joder Santana se pasa xD y Rachel es toda una loquilla! Espero y no tardes tanto :D
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Activo Re: FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17 7/6/15)

Mensaje por monica.santander Mar Sep 09, 2014 1:23 am

hola me encanto!!!
No te pierdas
Saludos
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Activo Re: FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17 7/6/15)

Mensaje por micky morales Mar Sep 09, 2014 10:30 am

de verdad no se pq britt se molesta, ella sabe que santana es asi y esta con ella, sino le parece que la deje y ya!
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Activo Re: FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17 7/6/15)

Mensaje por Anddy Rivera Morris Miér Sep 10, 2014 1:10 pm

Sigo aquí desde siempre
sólo que leo desde el móvil y me es imposible comentar
y lo siento, pero lo que cuenta es que no he abandonado tu adaptación(?)
jaja muchos besos Dani, hasta la próxima c:
Anddy Rivera Morris
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Activo Re: FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17 7/6/15)

Mensaje por Dani(: Dom Sep 14, 2014 7:47 pm

3:) escribió:holap dan,...

la relación de britt y san es básicamente esto,.-----> Para nosotras, el dolor y el placer se excluyen mutuamente.!!! a que no???
san puede estar en el otro lado del universo pero va a tener os ojos en britt jajajaj
a ver que hacen usaran la frase de "lo que pasa en Las Vegas queda en Las Vegas" jajajaja

nos vemos!!!

Hola Hola!
TOTALEMENTE! y JAJAJAJAJ britt tbm juega a eso jajaja y creo que SI jaja
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lauravm98 escribió:No tardes quiero saber que es lo que trama Britt! Joder Santana se pasa xD y Rachel es toda una loquilla! Espero y no tardes tanto :D

Hola Hola!
:) jajajaj y averemos :P y ohhhhhhh rach jajaja
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monica.santander escribió:hola me encanto!!!
No te pierdas
Saludos

Hola Hola!
:) aqui estoy :P
Saludos FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 7 1206646864

micky morales escribió:de verdad no se pq britt se molesta, ella sabe que santana es asi y esta con ella, sino le parece que la deje y ya!

Hola Hola!
AH creo que no se son raras pero hermosas jajaj
Saludos FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 7 1206646864

Anddy Rivera Morris escribió:
Sigo aquí desde siempre
sólo que leo desde el móvil y me es imposible comentar
y lo siento, pero lo que cuenta es que no he abandonado tu adaptación(?)
jaja muchos besos Dani, hasta la próxima c:

Hola Hola!
Tranquilidad con que lo leas y te guste :)
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Activo Re: FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17 7/6/15)

Mensaje por Dani(: Dom Sep 14, 2014 11:03 pm

Capítulo 6


Acababa de meter mis cosas en la bolsa para el viaje de vuelta cuando oí el inconfundible sonido de la voz de Santana en la sala de estar. Por mis venas empezó a fluir una descarga de adrenalina Santana aún tenía algo que decir sobre lo que yo había hecho, pese a que habíamos hablando la noche anterior después de que Rachel y yo regresáramos de la discoteca y otra vez al despertarme por la mañana.

Fingir ignorancia destroza un poco los nervios me preguntaba si Clancy se las habría arreglado para hacer lo que le había pedido, pero, cuando volví a hablar con el guardaespaldas de mi padre, me aseguró que todo iba según lo planeado.

Descalza, me dirigí sin hacer ruido hacia la puerta abierta de mi dormitorio justo cuando Rachel salía de la suite Santana estaba plantada en el pequeño vestíbulo, con su inescrutable mirada fija en mí, como si esperara que yo apareciera en cualquier momento vestía unos vaqueros ajustados y una camiseta negra, y había echado tanto de menos su presencia que me dolieron los ojos.

—Hola, cielo.

Con los dedos de la mano derecha, no dejaba de toquetear, nerviosa, el tejido de mis pantalones negros de yoga—Hola, campeona.

Por un momento se le afilaron aquellos labios tan hermosamente delineados— ¿Tiene algún significado especial esa palabra cariñosa?

—Bueno... sobresales en todo lo que haces. Y es el apodo de un personaje de ficción que me chifla me recuerdas a ella a veces.

—No estoy segura de que me guste que te chifle nadie excepto yo, sea de ficción o no.

—Te sobrepondrás.

Moviendo la cabeza, echó a andar hacia mí— ¿Cómo me voy a sobreponer al luchador de sumo que me has puesto para que me siga los pasos?

Tuve que morderme los carrillos por dentro para no reírme Cuando pedía Clancy que buscara a algún conocido suyo de la zona de Phoenix para que vigilara a Santana como Sheila me vigilaba a mí, no había especificado mucho sobre el aspecto que debía tener dicho guardián.

Sencillamente le pedí que me encontrara a alguien y le proporcioné una lista, relativamente pequeña, de cosas ante las que debía intervenir.

— ¿A dónde va Rachel?

—Abajo, a jugar con el crédito que he dispuesto para ella.

— ¿No nos vamos ahora mismo?

Lentamente fue acortando la distancia entre nosotras el peligro inherente a su forma de acecharme era inconfundible. Se le notaba en la postura y en el brillo de los ojos. Me habría preocupado más si las inuosidad de su paso no hubiera sido tan descaradamente sexual.

— ¿Estás con el periodo?

Asentí con la cabeza—Entonces tendré que correrme en tu boca.

Enarqué las cejas— ¿En serio?

—Ah, sí—Torció la boca—No te preocupes, cielo primero me ocuparé de ti.

Me embistió, me cogió en brazos, entró a toda prisa en el dormitorio e hizo que las dos cayéramos sobre la cama. Yo grité y su boca estaba sobre la mía; su beso, profundo y voraz. Me vi arrastrada por su fogosidad y por aquella maravillosa sensación del peso de su cuerpo hundiéndome en el colchón Olía tan bien y su piel era tan cálida... —Te he echado de menos —gemí, envolviéndole con los brazos y las piernas—A pesar de que a veces eres francamente irritante.

—Y tú eres la mujer más exasperante y desquiciante que he conocido —masculló Santana.

—Ya, bueno, me cabreaste no soy una posesión, No puedes...

—Sí lo eres—Me dio un mordisquito en el lóbulo de la oreja, provocándome un dolor punzante que me hizo gritar—Y sí, puedo.

—Entonces tú también lo eres, y yo también puedo.

—Y lo has demostrado ¿Tienes idea de lo difícil que es hacer negocios con alguien cuando ese alguien no puede acercarse a ti a menos de un metro de distancia?

Me quedé de piedra, porque la regla del metro de distancia sólo era aplicable a mujeres— ¿Y por qué iba alguien a acercarse tanto a ti?

—Para señalar áreas de interés en esquemas de diseño extendidos delante de mí y para caber a mi lado dentro del campo visual de una cámara para una teleconferencia, dos cosas que me has puesto muy difíciles. —Levantó la cabeza y me miró—Yo estaba trabajando; tú, jugando.

—Me da igual si es bueno para mí, es bueno para ti. —Pero en mi fuero interno me alegraba de que Santana hubiera aguantado las inconveniencias, como lo había hecho yo.

Bajando las manos, me agarró por el dorso de los muslos y me separó más las piernas—No vas a conseguir un cien por cien de igualdad en esta relación.

— ¡Y una leche que no!

Encajó las caderas en el hueco que había hecho empezó a balancearse, restregando su muslo y su sexo contra mi sexo—Te digo que no —repitió, hundiendo las manos en mi pelo para agarrarme y mantenerme quieta.

Meneando las caderas, me frotó mi clítoris hipersensible la costura de sus vaqueros rozaba en el lugar apropiado para activar mí siempre hirviente deseo de ella La excitación me repercutía en el flujo menstrual.

—Para no puedo pensar cuando haces eso.

—No pienses Tú escucha, Britt La persona que soy y lo que he creado me convierten en un objetivo Sabes lo que pasa, porque sabes lo que es vivir en la opulencia y la atención que eso atrae.

—La tipa del bar no era un peligro.

—Eso es discutible.

Noté que empezaba a sublevarme era la evidente falta de confianza lo que me mosqueaba, sobre todo porque ella no me confiaba sus secretos, y yo tenía que lidiar con ello—Quítate de encima.

—Estoy muy cómoda aquí—Meneó las caderas, frotándose contra mí.

—Y yo estoy cabreada contigo.

—Ya veo—No dejaba de moverse—Eso no impedirá que te corras.

Traté de apartarla empujándole las caderas, pero pesaba demasiado para moverla.

—Cuando estoy enfadada no puedo.

—Demuéstramelo.

Andaba ella muy ufana, lo que me encorajinó aún más como no podía girar la cabeza, cerré los ojos para no verla no le importó. Siguió cimbreándose contra mí. La ropa que mediaba entre nosotras y la ausencia de penetración me hizo más consciente de la elegante fluidez de su cuerpo.

Aquella mujer sabía follar.

Santana no se dedicaba únicamente a meter y sacar los dedos se trabajaba a la mujer con ella, probando fricciones, cambiando ángulos y la profundidad de la penetración los matices de sus habilidades se perdían cuando yo estaba retorciéndome debajo de ella y centrada únicamente en las sensaciones que avivaba en mi cuerpo pero ahora los apreciaba todos.

Me resistí contra el placer, pero no pude reprimir un gemido—Eso es, cielo —me engatusaba— ¿Notas lo mojada que estoy por ti? ¿Notas lo que me haces?

—No utilices el sexo para castigarme —me quejé, hundiendo los talones en el colchón.

Se quedó quieta durante unos instantes, y entonces empezó a chuparme el cuello, ondulando el cuerpo como si estuviera follándome a través de la ropa—No estoy enfadada, cielo.

—Lo que tú digas. Me mangoneas.

—Y tú me estás volviendo loca ¿Sabes lo que ocurrió cuando me di cuenta de lo que habías hecho?

La miré desafiante con los ojos achinados— ¿Qué?

—Que me puse cachonda.

Abrí los ojos desmesuradamente—Inoportuna y públicamente—Me puso una mano en un pecho, acariciándome con el pulgar la punta endurecida del pezón—Tuve que alargar una reunión ya terminada para esperar a que me bajase. Me excita que me desafíes, Britt —Su tono de v oz era más bajo y áspero, y rezumaba sexo y pecado—. Me entran ganas de follarte... durante mucho, mucho tiempo.

— ¡Dios! —No dejaba de tirar de las caderas hacia arriba, y notaba cómo se me tensaba la vagina con la necesidad del orgasmo.

—Y como no puedo —ronroneó—, voy a hacer que te corras así y luego contemplaré cómo me devuelves el favor con tu boca.

Dejé escapar un quejido, haciéndoseme la boca agua ante la perspectiva de complacerla de esa manera. Estaba tan en consonancia conmigo cuando hacíamos el amor... El único momento en que realmente se dejaba ir y se centraba en su propio placer era cuando yo me ponía debajo de ella.

—Eso es —murmuró—, sigue frotándote el coño contra mí de esa manera. ¡Joder!, eres tan ardiente...

—Santana—Deslizaba las manos sin parar por su flexionada espalda y sus nalgas, mientras mi cuerpo se arqueaba y rotaba contra el suyo. Me corrí con un largo e interminable gemido, transformándose la tensión en una oleada de alivio.

Me cubrió la boca con la suya, absorbiendo los sonidos que yo hacía mientras me estremecía debajo de ella Yo la agarré del pelo, besándola a mi vez.

Santana hizo que rodáramos las dos de manera que ella quedó debajo de mí, llevándose las manos al botón de sus jeans y abriéndosela.

—Ahora, Britt.

Retrocedí a gatas hacia los pies de la cama, tan impaciente por saborearla como lo estaba ella porque lo hiciera en cuanto se bajó las bragas, baje hasta tocar su vello, pasándole los labios por su clictoris suavemente.

Gimiendo, Santana agarró una almohada y se la puso debajo de la cabeza Cruzamos la mirada y avancé un poco más.

—Sí —susurró, enredándome el pelo con los dedos de la mano derecha—Chupa deprisa, con fuerza; quiero llegar.

Aspiré su aroma, notando la satinada suavidad de su carne caliente en mi lengua entonces le tomé la palabra.

Ahuecando los carrillos, fui directo a su palpitante clictoris chupe una y otra vez Concentrada en la succión y en la velocidad, tan ávida de su orgasmo como lo estaba ella aguijoneada por los desinhibidos sonidos que emitía y por la visión de sus inquietos dedos clavados en el edredón.

Agitaba las caderas rápidamente, guiándome el paso con una mano aferrada a mi pelo.
— ¡Oh, Dios! —Me miraba con ojos oscuros y enardecidos—. Me encanta cómo me chupas es como si nunca pudiera saciarme.

Yo no podía Creía que nunca podría. Su placer significaba mucho para mí, porque era puro y verdadero. Para ella, el sexo siempre había sido algo representado y metódico Conmigo no podía contenerse porque me deseaba con locura. Dos días sin mí y estaba... perdida.

Me ayudé que su placer creciera metiéndole el dedo corazón en su caliente abertura un sonido desgarrado le brotó de la garganta estaba cerca, tenía la cara sonrojada y los labios separados por la respiración entrecortada. El sudor le perlaba la frente. Mi excitación crecía con la suya. Estaba completamente a mi merced, casi sin sentido con la necesidad de llegar al orgasmo, musitando obscenidades sobre lo que iba a hacerme la próxima vez que follara conmigo.

—Eso es, cielo... haz que me corra para ti. —Arqueó el cuello y le estalló el aire de los pulmones— ¡Joder!

Su orgasmo fue como el mío... intenso y brutal Masculló mi nombre, levantando las caderas hacia mi boca, tomando de mí todo lo que necesitaba, entregándome todo lo que tenía luego se enroscó a mí, ahogándome casi en un abrazo que me inmovilizó contra su pecho agitado. Me tuvo abrazada sin más durante un buen rato. Yo escuché cómo se le iba calmando el furioso latido del corazón y se le normalizaba la respiración.

Finalmente, habló con los labios en mi pelo.

—Lo necesitaba, Gracias.

—Te he echado de menos —dijo en voz baja, apretados sus labios en mi frente—Muchísimo. Y no sólo por esto.

—Ya lo sé. —Necesitábamos eso (la cercanía física, el roce frenético, la urgencia del orgasmo) para liberar parte de los abrumadores y tormentosos sentimientos que nos invadían cuando estábamos juntas—La próxima semana viene mi padre a verme.

Se quedó quieta Levantando la cabeza, me miró con expresión burlona— ¿Y tienes que decírmelo cuando aún estoy mojada?

Me eché a reír— ¿Te he pillado con los pantalones bajados?

— ¡Joder! —Me besó con fuerza en la frente, luego se puso boca arriba y se alisó la ropa—. ¿Has pensado y a cómo te gustaría que fuera el primer encuentro? ¿Cena fuera o en casa? ¿La tuya o la mía?

—Cocinaré yo en mi casa. —Me estiré y me desarrugué la camisa.

Ella asintió con la cabeza, pero cambiaron las vibraciones. Mi saciada y agradecida amante de hacía un momento se transformó en la mujer de expresión adusta que tanto veía últimamente.

— ¿Preferirías algo diferente? —pregunté.

—No, Es un buen plan y lo que yo habría sugerido se sentirá a gusto ahí.

— ¿Y tú?

—También—Apoyó la cabeza en una mano y me miró, retirándome el pelo de la frente—. Prefiero no darle con mi dinero en la cara si puedo evitarlo.

Respiré hondo—No es por eso. Sencillamente he pensado que estaré más tranquila, en caso de que organice un desastre, en mi cocina que en la tuya. Pero tienes razón, Santana Saldrá bien. En cuanto vea lo que sientes por mí, le parecerá bien que estemos juntas.

—Sólo me importa lo que piense si afecta a tus sentimientos. Si no le caigo bien y eso cambia algo entre nosotras...

—Sólo tú puedes hacer eso.

Me respondió con un cortante gesto de la cabeza, que no ayudó a que me sintiera mejor con respecto a lo que ella sentía en ese momento. A muchas personas les ponía nerviosas conocer a los padres de sus parejas, pero Santana no era como las demás personas ella no perdía la calma. Por lo general. Yo deseaba que mi padre y ella estuvieran relajados y tranquilos el uno con el otro, no tensos y a la defensiva.

Cambié de tema— ¿Solucionaste todo lo que tenías que solucionar en Phoenix?

—Sí. Uno de los directores de proyectos detectó algunas anomalías en la contabilidad, e hizo bien en insistir en que las examinara. No tolero la mal versación.

Me estremecí, pensando en el padre de Santana, que estafó millones de dólares a los inversores y luego se suicidó.

— ¿Qué proyecto es?

—Un centro de golf.

— ¿Clubs nocturnos, centros de recreo, viviendas de lujo, vodka, casino... con una cadena de gimnasios incluida para mantenerse en forma y disfrutar de la gran vida? —Sabía, por la página web de López Industries, que Santana tenía también una división de software y juegos, y una creciente plataforma de redes sociales para jóvenes profesionales—. Eres una diosa del placer en más de un sentido.

— ¿Diosa del placer? —Los ojos le brillaban con ironía—. Gasto toda mi energía adorándote.

— ¿Cómo has llegado a ser tan rica? —solté de repente, al venírseme a la cabeza las insinuaciones de Rachel sobre cómo Santana podía haber acumulado tanto siendo tan joven.

—A la gente le gusta divertirse, y está dispuesta a pagar por ese privilegio.

—No me refería a eso. ¿Cómo empezaste López Industries? ¿Dónde conseguiste el capital para poner las cosas en marcha?

Su mirada adquirió un brillo inquisitivo.

— ¿Tú qué crees?

—No tengo ni idea —respondí con sinceridad.

—Black Jack.

Parpadeé— ¿En las apuestas? ¿Me tomas el pelo?

—No—Se echó a reír y me estrechó entre sus brazos. Pero no veía en Santana a una jugadora.

Había aprendido, gracias al tercer marido de mi madre, que jugar podía convertirse en una enfermedad muy desagradable e insidiosa que provocaba una absoluta falta de control. Y no me imaginaba que alguien tan dueña de sí misma como Santana encontrara ningún atractivo en algo tan dependiente de la suerte y el azar.

Entonces caí—Conteo de cartas, eso es lo que haces. —Cuando jugaba—añadió ella—. Ya no. Y los contactos que hice en las mesas de juego fueron tan decisivos como el dinero que gané. Traté de asimilar aquella información, pugné con ella, luego la dejé pasar por un momento.

—Recuérdame que no juegue a las cartas contigo.

—El strip poker podría ser divertido.

—Para ti.

Bajó una mano y me pellizcó el culo—Y para ti. Ya sabes cómo me pongo cuando estás desnuda. Lancé una significativa mirada a mi cuerpo totalmente vestido.

—Y cuando no lo estoy.

Santana esbozó una deslumbrante e impenitente sonrisa— ¿Aún juegas?

—Todos los días pero sólo en los negocios y contigo.

— ¿Conmigo? ¿Con nuestra relación?

Me miró con placidez, con tanta ternura que se me puso un nudo en la garganta—Tú eres el mayor riesgo al que me he expuesto nunca—Apretó sus labios contra los míos—Y el mayor premio.

Cuando llegué a trabajar el lunes por la mañana, me sentía como si finalmente todo hubiera vuelto a su ritmo natural pre-Emily, Santana y yo tratábamos de amoldarnos a mi periodo, que nunca había sido una contrariedad para ninguna de las dos en relaciones anteriores, pero que lo era en la nuestra porque el sexo era la forma en que me demostraba sus sentimientos podía expresar con su cuerpo lo que no sabía comunicar con palabras, y la avidez que yo tenía de ella era como demostraba la fe en nosotras, algo que ella necesitaba para seguir conectada a mí.

Le decía que la amaba una y otra vez, y yo era consciente de que le conmovía que se lo dijera, pero necesitaba la entrega total de mi cuerpo —esa demostración de confianza que ella sabía lo mucho que significaba debido a su pasado— para creérselo de verdad.

Como me dijo en una ocasión, había sido objeto de muchos te quiero a lo largo de los años, pero nunca se los había creído porque no se basaban en la verdad, la confianza y la sinceridad. Esas palabras significaban poco para ella, razón por la que se negaba a decírmelas a mí. Procuraba que no se diera cuenta de lo mucho que me hacía sufrir que no me las dijera. Lo veía como un arreglo al que tenía que llegar para estar con ella.

—Buenos días, Britt.

Levanté la mirada de la mesa y vi a Kurt en mi cubículo Aquella sonrisa suya, ligeramente torcida, llevaba siempre las de ganar.

—Hola, Estoy lista para empezar cuando quieras.

—Primero, un café. ¿Quieres tú otro?

Cogiendo de la mesa mi taza vacía, me levanté—Por supuesto.

Nos dirigimos al cuarto de descanso—Te has puesto morena —dijo Kurt, echándome un vistazo.

—Sí, he tomado un poco el sol este fin de semana. Me ha sentado bienestar tumbada sin dar un palo al agua. En realidad, probablemente ésa es una de las cosas que más me gusta hacer, y punto.

—Te envidio Blaine no puede estar quieto durante mucho tiempo Siempre quiere arrastrarme a algún sitio para hacer algo.

—Mi compañera de piso es igual. No se cansa de ir de un lado a otro.

—Ah, antes de que se me olvide—Me hizo un gesto para que entrara yo primera en el cuarto—A  Shawna le gustaría hablar contigo. Tiene entradas para un concierto de no sé qué grupo de rock Creo que quiere saber si te interesan.

Pensé en la atractiva camarera pelirroja que había conocido hacía una semana. Era hermana de Blaine, y Blaine era el compañero de Kurt desde hacía muchos años. Los dos hombres se habían conocido en el colegio y eran pareja desde entonces. Me caía muy bien Blaine.

Estaba segura de que también me gustaría su hermana.

— ¿Te parece bien que trate con ella? —Tenía que preguntárselo, porque era, a efectos prácticos, la cuñada de Kurt y Kurt era mi jefe.

—Claro que sí. No te preocupes. No tiene nada de raro.

—De acuerdo. —Sonreí, confiando en contar con una amiga más en mi nueva vida en Nueva York— Gracias.

—Agradécemelo con una taza de café —dijo él, sacando una taza del armario y pasándomela a mí—Te sale más rico que a mí.

Le lancé una mirada—Mi padre utiliza el mismo pretexto.

—Debe de ser verdad, entonces.

—Debe de ser la típica artimaña masculina —repliqué—. ¿Cómo os repartís Blaine y tú la tarea de hacer el café?

—De ninguna manera. —Sonrió—. Tenemos un Starbuck s en la esquina de nuestra calle.

—Seguro que hay una forma de llamar a eso hacer trampas, pero aún no he tomado la suficiente cafeína para pensar en ella. —Le pasé su taza llena de café—. Lo que probablemente significa que no debería compartir la idea que acaba de ocurrírseme.

—Suéltala. Como sea desagradable, te la guardaré de por vida.

— ¡Vaya, gracias! —Sujeté mi taza con ambas manos—. ¿Funcionaría comercializar el café de arándanos como té en lugar de café? Ya sabes, un café en taza y platito de té, decorados con motivos chintz, y quizá con un scone y un poco de nata cremosa al fondo. Ofrécelo como algo para tomar a media tarde, pero con un toque de distinción. Añádele un inglés guapísimo tomándoselo a sorbitos.

Kurt frunció los labios mientras lo pensaba—Creo que me gusta. Vamos a contárselo a los creativos.

— ¿Por qué no me dijiste que te ibas a Las Vegas?

Suspiré para mis adentros cuando oí el tono agudo e irritado de la voz preocupada de mi madre, y me ajusté el auricular del teléfono de mi mesa.

Acababa de volver a colocar las posaderas en mi silla cuando sonó el teléfono me imaginé que si revisaba el buzón de voz, me encontraría con algún que otro mensaje de ella. Cuando se emperraba en algo, no lo soltaba.

—Hola, mamá. Lo siento. Pensaba llamarte a la hora del almuerzo para ponernos al día.

—Me encanta Las Vegas.

— ¿Ah, sí? —Yo creía que detestaba cualquier cosa remotamente relacionada con el juego—No lo sabía.

—Lo sabrías si me lo hubieras preguntado.

En la voz entrecortada de mi madre noté con pesar que estaba dolida.

—Lo siento, mamá —volví a disculparme, habiendo aprendido de pequeña que las disculpas reiteradas daban muy buenos resultados con ella—Rachel y yo necesitábamos pasar tiempo juntas. Pero podemos plantearnos un futuro viaje a Las Vegas, si alguna vez te apetece ir.
— ¿A que sería divertido? Me gustaría hacer cosas divertidas contigo, Britt.

—A mí también me gustaría. —Los ojos se me fueron a la foto de mi madre y Stanton. Ella era una mujer muy guapa que irradiaba una sensualidad vulnerable a la que los hombres no podían resistirse. La vulnerabilidad era real (mi madre era una persona frágil en muchos sentidos), pero también era una devoradora de hombres. Los hombres no se aprovechaban de mi madre; ella los arrollaba.

— ¿Tienes planes para almorzar? Podría hacer una reserva y pasar a buscarte.

— ¿Puedo llevar a una compañera? —Cuando entré, Megumi me había abordado para invitarme a almorzar, prometiendo que me haría reír con el relato de su cita a ciegas.

—Oh, me encantaría conocer a la gente con la que trabajas.

Esbocé una sonrisa de genuino afecto. Mi madre me volvía loca, pero, después de todo, su mayor tacha era que me quería demasiado.

Combinado con su neurosis, era un defecto exasperante, bienintencionado, eso sí.

—Vale. Recógenos a mediodía. Y recuerda que sólo tenemos una hora, así que tendrá que ser cerca y rápido.

—Me encargaré de que así sea. ¡Qué emoción! Hasta luego

Megumi y mi madre se gustaron inmediatamente. Reconocí esa mirada arrobada, tan conocida, en la cara de Megumi cuando se conocieron, porque la había visto muchas veces en mi vida Monica Stanton era una mujer despampanante, de esa belleza clásica que no podías evitar quedarte mirando porque no te podías creer que hubiera alguien tan perfecto.

Además, el regio tono violeta del sillón orejero donde había elegido sentarse era un increíble telón de fondo para su pelo rubio y sus ojos azules.

Por su parte, mi madre estaba encantada con el sentido de la moda que tenía Megumi.

Mientras que mi vestuario se inclinaba más hacia lo tradicional y ya confeccionado, a Megumi le gustaban las combinaciones y los colores excepcionales, similares a la decoración del moderno café cercano al Rockefeller Center al que nos había llevado mi madre.

Aquel lugar me recordaba a Alicia en el país de las maravillas, con su tercio pelos dorados y colores brillantes utilizados en muebles de diseños únicos. El diván en el que se había encaramado Megumi tenía un respaldo exageradamente curvado, mientras que el sillón orejero de mi madre tenía gárgolas por patas.

—Aún no me explicó qué le pasaba a esa tía —seguía contando Megumi— Yo no hacía más que mirar, ya te digo. Me refiero a que una tía tan increíble no debería rebajarse con citas a ciegas.

—Bueno, yo no diría rebajarse —protestó mi madre—. Estoy segura de que se está preguntando cómo ha podido tener tanta suerte contigo.

—Gracias—Megumi me sonrió—Estaba buenísima No tanto como Santana López, pero buenísima de todas formas.

—Por cierto, ¿cómo está Santana?

No me tomé a la ligera la pregunta de mi madre. Ella sabía que Santana estaba al tanto de los abusos que yo había sufrido de niña, y no lo llevaba nada bien. La avergonzaba sobremanera que no supiera lo que ocurría bajo su propio techo, y la culpa que sentía era inmensa, a la vez que totalmente inmerecida. No lo supo porque yo lo oculté. Nathan me había aterrorizado con lo que me haría si alguna vez se lo contaba a alguien Aun así, a mi madre le preocupaba que Santana estuviera al corriente. Yo confiaba en que pronto se diera cuenta de que Santana no le guardaba ningún rencor, como yo tampoco lo hacía.

—Trabajando mucho —respondí—. Ya sabes cómo es esto. Le he robado mucho tiempo desde que nos enrollamos, y creo que le está pasando factura.

—Te lo mereces.

Tomé un buen trago de agua cuando sentí la abrumadora necesidad de contarle que mi padre venía a verme. Sería una gran aliada para convencerle del afecto que Santana sentía por mí, pero era una razón egoísta para decir nada. No tenía ni idea de cómo reaccionaría si se enterara de la presencia de Victor en Nueva York, pero era muy posible que la afligiera, y eso nos haría la vida imposible a todos. Por las razones que fueran, ella prefería no mantener ningún contacto con él. No podía ignorar que se las había arreglado para no verle ni hablar con él desde que yo era lo bastante mayor para comunicarme directamente con él.

—Ayer vi una foto de Rachel en el lateral de un autobús —dijo.

— ¿De veras? —Me puse más derecha—. ¿Dónde?

—En Broadway  En un anuncio de pantalones vaqueros, creo que era.

—Yo he visto uno también —intervino Megumi—. No es que me fijara en la ropa que llevaba. Esa mujer es increíblemente guapa.

La conversación me hizo sonreír. A mi madre se le daba muy bien admirar a las personas Era una de las muchas razones por las que la adoraban; les hacía sentirse bien. Megumi estaba a su altura en lo que a la apreciación se refería.

—La reconocen por la calle —añadí yo, contenta de que en este caso estuviéramos hablando de un anuncio publicitario y no de una fotografía indiscreta conmigo en un periódico sensacionalista.

A los cotillas les parecía muy jugoso que la novia de Santana López viviera con un sexy modelo

—Por supuesto —dijo mi madre, con un ligero tono de reconvención— ¿A caso dudabas que terminaría por ocurrir?

—Confiaba en que así fuera—maticé—. Por ella—Aunque estaba segura de que Rachel triunfaría de algún modo. Desde el punto de vista emocional, ella no podía permitirse que fuera de otra forma.

Había aprendido a valorar tanto su físico que no creo que pudiera aceptar el fracaso. Uno de mis mayores temores era que su elección profesional acabara obsesionándole de maneras que ninguna de las dos podríamos soportar.

Mi madre dio un delicado sorbo a su Pellegrino. El café estaba especializado en opciones de menú con buenas dosis de cacao, pero tenía mucho cuidado de no gastar toda su asignación calórica diaria en una sola comida. Yo no era tan prudente. Había pedido una sopa, y un sándwich mixto, más un postre que iba a suponerme después al menos una hora más en la cinta de correr. Justificaba aquel lujo, recordándome que estaba con la regla, lo que, en mi opinión, daba carta blanca en lo que al chocolate se refería.

—Bueno —Monica sonrió a Megumi—, ¿vas a repetir tu cita a ciegas?

—Eso espero.

—Cariño, ¡no la dejes al azar!

Mientras mi madre compartía su sabiduría respecto al manejo delas personas, yo me eché hacia atrás y disfruté del espectáculo. Ella creía firmemente en que todas las mujeres se merecían tener a una persona rica que las adorara, y por primera vez en una eternidad, no centraba sus esfuerzos casamenteros en mí. Me inquietaba cómo congeniaría mi padre y Santana, pero sabía que eso no debía preocuparme en absoluto con mi madre. Las dos pensábamos que era la mujer adecuada para mí, aunque por razones diferentes.

—Tu madre mola mucho —dijo Megumi, cuando Monica se fue al lavabo a retocarse antes de marcharnos—. Y tú eres igual que ella, suerte la tuya ¿Cómo sería tener una madre mucho más atractiva que tú?

—Tienes que venir con nosotras más veces. Esto ha funcionado de maravilla —contesté, riéndome.

—Me encantaría.

Cuando llegó el momento de irnos, vi a Clancy con el coche aparcado junto al bordillo y me di cuenta de que quería dar un paseo para bajar el almuerzo antes de volver al trabajo.

—Creo que volveré a pata —les dije—. He comido demasiado. Marchaos sin mí.

—Me voy contigo —dijo Megumi—. Me vendrá bien un poco de aire, por caliente que sea. El aire enlatado de la oficina me seca la piel.

—Yo también voy —se apuntó mi madre.

Miré sus delicados tacones con escepticismo, pero, claro, mi madre no llevaba otra cosa que no fueran tacones. Para ella caminar con ese calzado era como hacerlo con zapato plano para mí.

Nos encaminamos al Lópezfire al ritmo habitual en Manhattan, que era algo así como un trote decidido y constante. Mientras que sortear obstáculos humanos formaba, por lo general, parte de ese proceso, resultaba mucho menos problemático con mi madre a la cabeza. Los hombres se echaban a un lado respetuosamente para dejarla pasar, luego la seguían con la mirada. Con su sencillo y sexy vestido cruzado azul intenso, tenía un aspecto relajado y refrescante, pese al calor húmedo que hacía.

Acabábamos de doblar la esquina para llegar al Lópezfire cuando se detuvo de golpe, provocando que Megumi y yo nos chocáramos con su espalda. Ella dio un traspiés hacia delante, tambaleándose, y la agarré del codo justo antes de que estuviera a punto de caerse.

Miré al suelo para ver lo que le había entorpecido, pero, como no vi nada, la miré a ella.

Estaba contemplando el Lópezfire deslumbrada por completo.

— ¡Dios mío, mamá! —La insté a que se apartara del flujo de peatones—.Estás blanca como el papel. ¿Te está afectando el calor? ¿Estás mareada?

— ¿Qué? —Se llevó la mano a la garganta. Seguía con los ojos muy abiertos clavados en el Lópezfire.

Volví la cabeza para mirar hacia donde ella miraba, tratando de ver lo que ella estuviera viendo.

— ¿Qué estás mirando? —preguntó Megumi, escudriñando la calle con el ceño fruncido.

—Señora Stanton. —Clancy, que había aparcado el coche a una distancia prudencial detrás de nosotras, se acercó— ¿Va todo bien?

— ¿Has visto...? —empezó a decir, mirándole de manera inquisitiva.

— ¿El qué? —pregunté, mientras él levantaba la cabeza y escrutaba la calle con su adiestrada visión. La intensidad de su concentración me produjo un escalofrío.

—Vamos, os llevo a las tres en el coche lo que queda de camino —dijo en voz baja.

La entrada al Lópezfire estaba, literalmente, al otro lado de la calle, pero había algo en el tono de Clancy que no admitía discusión Nos montamos todos, mi madre en el asiento de delante.

— ¿Qué pasaba? —Preguntó Megumi después de que nos bajáramos y entráramos en el fresco interior del edificio—Cualquiera diría que tu madre había visto un fantasma.

—No tengo ni idea. —Pero me sentía mal.

Algo había asustado a mi madre Terminaría por volverme loca si no averiguaba qué era.

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Hola Hola!

Perdon por el retraso pero aqui esta el capitulo :)

Espero que les guste y que dejen sus comentarios !

Saludos Y besos
 FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 7 1206646864
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Mensaje por micky morales Dom Sep 14, 2014 11:31 pm

estuvo excelente pero mi mayor comentario es no me hagas sufrir con la espera de saber lo que pasara, gracias y hasta pronto, espero.
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Mensaje por lauravm98 Lun Sep 15, 2014 9:59 am

Omg! Wanky comprendo a Britt, yo tampoco seria capaz de contener mi orgasmo cuando la que esta conmigo es Sra controladora López xD no tardes!
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Mensaje por 3:) Lun Sep 15, 2014 3:54 pm

holap,...

me gusto!!!
siempre son tan WANKY`S,....
a ver que pasa ahora para la mama de britt!!!

nos vemos!!
3:)
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Mensaje por Anddy Rivera Morris Mar Sep 16, 2014 1:23 am

FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 7 1215408055
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Mensaje por Dani(: Miér Sep 17, 2014 9:31 pm

micky morales escribió:estuvo excelente pero mi mayor comentario es no me hagas sufrir con la espera de saber lo que pasara, gracias y hasta pronto, espero.

Hola Hola!
ayyyyy aqui vengo a dejar un capitulo :)
Saludos FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 7 1206646864

lauravm98 escribió:Omg! Wanky comprendo a Britt, yo tampoco seria capaz de contener mi orgasmo cuando la que esta conmigo es Sra controladora López xD no tardes!

Hola Hola!
JAJAJAJAJAJAJJAJA MORI DE RISA JAJAJAJAJAJ ERES GENIAL JAJAJAJAJ
Saludos FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 7 1206646864

3:) escribió:holap,...

me gusto!!!
siempre son tan WANKY`S,....
a ver que pasa ahora para la mama de britt!!!

nos vemos!!

Hola HOla!
y jajajajajajajajaj que si que !
ya veremos!
Saludos FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 7 1206646864

Anddy Rivera Morris escribió:FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 7 1215408055

Hola Hola!
Me alegra que te gustara
Saludos FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 7 1206646864
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Activo Re: FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17 7/6/15)

Mensaje por Dani(: Miér Sep 17, 2014 10:28 pm

Capítulo 8


Caí de espaldas en la esterilla con tanta fuerza que me quedé sin respiración aturdida, parpadeaba mirando al techo, tratando de recuperar el aliento.

De repente apareció la cara de Sam Evans.

—Me estás haciendo perder el tiempo. Si quieres estar aquí, que sea al cien por cien. Y no con la cabeza a miles de kilómetros de distancia.

Agarré la mano que me tendió y, de un tirón, me puso de pie. A nuestro alrededor, Sam tenía unos doce estudiantes más de Krav Maga entrenando duramente. Aquel estudio ubicado en Brooklyn era todo ruido y actividad.

Tenía razón. No podía dejar de pensar en mi madre y en la forma tan extraña en que se había comportado cuando regresábamos al Lópezfire después de almorzar.

—Lo siento —musité—Hay algo que me preocupa.

Se movía como un rayo, agarrándome primero de una rodilla y luego del hombro con trepidantes manotadas.

— ¿Crees que el agresor va a esperar a que estés atenta y lista para ir a por ti?

Me agaché, obligándome a prestar atención Sam se agachó también, con los ojos serios y vigilantes con su pelo rubio y la piel leche que tenía le brillaban bajo la luz de los fluorescentes el estudio estaba en un almacén reformado, que se había deteriorado tanto por razones económicas como por el ambiente mi madre y mi padrastro estaban tan paranoicos que habían pedido a Clancy que me acompañara a las clases en la actualidad, el barrio estaba experimentando un proceso de revitalización, que en mi opinión era alentador; y en la suya, inquietante.

Sam volvió a por mí, pero esta vez conseguí bloquearle. El contraataque fue vertiginoso, y dejé las preocupaciones para más tarde.

Cuando Santana vino a verme al cabo de una hora, me encontró en el baño rodeada de velas de vainilla. Se desvistió y decidió acompañarme, aunque, por el pelo húmedo, se diría que ya se había duchado después de hacer ejercicio con su entrenador personal. La observé desnudarse, absorta. El juego de los músculos bajo la piel y la gracilidad intrínseca en su forma de moverse me produjeron una deliciosa sensación de contento.

Entró en la profunda bañera oval y se colocó a mis espaldas, deslizando sus largas piernas a cada lado de las mías. Me envolvió con sus brazos y me sorprendió levantándome y echándome hacia atrás, de manera que quedé sentada en su regazo y con las piernas sobre las suyas.

—Apóyate en mí, cielo —murmuró—Necesito sentirte.

Suspiré de placer, sumiéndome en la calidez de su cuerpo al tiempo que me mecía. Mis doloridos músculos se relajaron con la rendición, ansiosos, como siempre, por hacerse totalmente dúctiles a su tacto. Me encantaban aquellos momentos, cuando el mundo y nuestras reacciones emocionales quedaban muy lejos. Momentos en los que sentía el amor que no me declaraba.

— ¿Remojando más magulladuras? —preguntó con su mejilla pegada a la mía.

—Culpa mía, Tenía la cabeza en otro sitio.

— ¿Pensando en mí? —susurró, acariciándome la oreja con el hocico.

—Ojalá.

Hizo una pausa y cambió de repente—Dime qué te preocupa.

Adoraba la facilidad con que me leía el pensamiento, y cómo se acomodaba rápidamente a mi estado de ánimo. Yo procuraba ser tan adaptable con ella Realmente, la flexibilidad era un requisito esencial en una relación entre personas muy dependientes.

Entrelazando mis dedos con los suyos, le conté el extraño comportamiento de mi madre después del almuerzo.

—Casi esperaba darme la vuelta y encontrarme con mi padre o algo así Me preguntaba... Tenéis cámaras de seguridad en la fachada del edificio, ¿verdad?

—Por supuesto echaré un vistazo.

—Son unos diez minutos como máximo simplemente quiero ver si puedo averiguar lo que sucedió.

—Dalo por hecho.

Eché la cabeza hacia atrás y la besé en la barbilla—Gracias.

Ella posó los labios en mi hombro—Cielo, haría cualquier cosa por ti.

— ¿Cómo hablarme de tu pasado? —Noté que se ponía tensa, y me di de bofetadas mentalmente—No ahora mismo —y me apresuré a añadir—: pero en algún momento dime que lo harás alguna vez.

—Almuerza mañana conmigo en mi oficina.

— ¿Vas a hablarme de ello entonces?

Santana exhaló con aspereza—Britt.

Aparté la cara y me solté, decepcionada con su evasiva agarrándome a los bordes de la bañera, me dispuse a salir y a alejarme de la mujer que de algún modo me hacía sentir más unida a otro ser humano de lo que nunca me había sentido, pero que también era tremendamente distante estar con ella volviéndome loca me hacía dudar de las mismas cosas de las que estaba segura momentos antes vuelta a empezar.

—He terminado —musité, soplando la vela que tenía más cerca el humo ascendió en espiral y desapareció, tan intangible como lo que me ligaba a la mujer que amaba—Me salgo.

—No—Me rodeó los pechos con sus manos, sujetándome el agua salpicaba a nuestro alrededor, tan agitada como lo estaba yo.

—Suéltame, Santana —La agarré de las muñecas y le aparté las manos.

Ella hundió la cara en mi cuello, sujetándome con obstinación—Lo haré, ¿vale? Algún día... lo haré.

Me desinflé, sintiéndome menos exultante de lo que esperaba cuando le hice la pregunta y esperaba su respuesta.

— ¿Podemos dejarlo por esta noche? —preguntó con brusquedad, aferrándose aún a mí— ¿Dejarlo todo? Sólo quiero estar contigo, ¿vale? Pedir que nos traigan algo para cenar, ver la tele, dormir abrazada a ti ¿Es posible?

Dándome cuenta de que pasaba algo serio, me retorcí para mirarle a la cara— ¿Qué ocurre?
—Sólo quiero pasar tiempo contigo.

Se me saltaban las lágrimas había muchas cosas que no me decía...muchas más nuestra relación se estaba convirtiendo rápidamente en un campo minado de palabras no dichas y secretos no compartidos—Vale.

—Lo necesito, Britt Tú y yo, sin dramas. —Me acarició la mejilla con los dedos mojados—. Concédemelo por favor Y dame un beso.

Me di la vuelta, me puse a horcajadas sobre sus caderas y le rodeé la cara con mis manos. Ladeé la cabeza para buscar el ángulo perfecto y apreté mis labios contra los suyos empecé despacio, con suavidad, lamiendo y chupando le tiré del labio inferior, luego la hice olvidar nuestros problemas pasando juguetonamente mi lengua por la suya.

—Bésame, maldita sea —bramó, poniéndome las manos en la espalda, arrullándome sin descanso— Bésame como me amas.

—Lo hago —le aseguré, exhalándole las palabras—No puedo evitarlo.

—Cielo. —Con sus manos en mi pelo mojado, me abrazó como ella quería y me besó hasta dejarme sin sentido.

Después de cenar, Santana trabajó un rato en la cama, apoyada contra el cabecero de la cama y con el ordenador portátil sobre un soporte para portátiles. Yo me tumbé boca abajo en la cama, de cara a la televisión mientras agitaba los pies en el aire.

— ¿Te sabes todos los diálogos de esa película? —preguntó, intentando desviar mi atención de Ghost busters para que le mirase. Sólo llevaba puestos un sujetador negro y unas bragas negras también.

Me encantaba verla de aquella manera: relajada, cómoda, íntima me preguntaba si Emily habría visto aquella estampa alguna vez. De ser así, imaginaba su desesperación por volver a verla, porque yo deseaba desesperadamente no perder nunca ese privilegio.

—Es posible —reconocí.

— ¿Y tienes que decirlos todos en voz alta?

— ¿Tienes algún problema, campeona?

—No—Las ganas de reír le iluminaron los ojos y le curvaron los labios

— ¿Cuántas veces la has visto?

—Un montón de veces. —Me di la vuelta y me puse a cuatro patas— ¿Quieres más?

Una ceja oscura se enarcó— ¿Eres tú la Maestra de las llaves? —ronroneé, avanzando lentamente.

—Cielo, cuando me miras de esa manera, soy lo que tú quieras.

La miré desde debajo de mis pestañas y dije en un susurro: — ¿Deseas este cuerpo?

Sonriendo, dejó el portátil a un lado—En todo momento.

Me puse a horcajadas sobre sus piernas y me agarré a su torso. Le rodeé el cuello con mis brazos—Bésame, engreída.

—Eso no era así ¿Ya no soy la diosa del placer? ¿Ahora soy una engreída?

—Tú eres lo que yo quiera que seas, ¿recuerdas? Santana se aferró a mis costillas y me echó la cabeza hacia atrás.

— ¿Y qué soy?

—Mía—Le pellizqué el cuello con los dientes—Toda mía.

No podía respirar. Quise gritar, pero algo me tapaba la nariz... me cubría la boca. El único sonido que pude emitir fue un agudo gemido, las frenéticas llamadas de auxilio atrapadas en mi cabeza.

Quítate de encima. ¡Para! No me toques. Oh, Dios... por favor, no me hagas eso.
¿Dónde estaba mamá? ¡Ma-má!

Nathan me había tapado la boca, estrujándome los labios. El peso de su cuerpo me hundía, aplastándome la cabeza en la almohada. Cuanto más me resistía, más se excitaba él.

Jadeando como el animal que era, se abalanzaba sobre mí, una y otra vez... intentando penetrarme. Mis bragas se lo impedían, protegiéndome de aquel dolor desgarrador que había experimentado incontables veces.

Como si me hubiera leído el pensamiento, me bramó al oído: «Aun no has sentido dolor, pero lo harás».

Me quedé inmóvil Comprenderlo fue como un jarro de agua fría Yo conocía esa voz.
Santana ¡No!

La sangre me palpitaba en los oídos. Sentía náuseas. La boca se me llenaba de bilis.
Era peor, mucho peor, cuando la persona que intentaba violarte era alguien en quien confiabas plenamente.

El miedo y la rabia me inundaban. En un momento de claridad, oí las furiosas instrucciones de Sam Evans Recordé lo esencial.

Agredí a la mujer que amaba, a la mujer cuyas pesadillas se mezclaban con las mías de la manera más horrible ambas éramos supervivientes de abusos sexuales, pero en mis sueños yo seguía siendo una víctima. En los suyos, ella se había convertido en agresora, brutalmente decidida a infligir a su agresor el mismo tormento y la misma humillación que ella había sufrido.

Clavé mis agarrotados dedos en el cuello de Santana ella se encabritó y soltó un exabrupto; se movió, y yo le encajé un rodillazo entre las piernas anqué no tuviera pene eso dolía.
Doblándose por la mitad, se apartó de mí. Me levanté de la cama rodando y caí al suelo con un ruido sordo. Levantándome con dificultad, me precipité hacia la puerta que daba al pasillo.

— ¡Britt! —gritó con la voz entrecortada, despierta y consciente de lo que casi me había hecho mientras dormía—¡Por Dios! Britt, ¡espera!

Salí de golpe por la puerta y corrí hacia la sala de estar.

Encontré un rincón oscuro y me hice un ovillo, tratando de recuperar el aliento, resonando mis sollozos por todo el apartamento. Apreté los labios contra las rodillas cuando vi luz en mi dormitorio y no me moví ni hice ningún ruido cuando Santana entró en la sala después de una eternidad.

— ¿Britt? ¡Dios mío! ¿Estás bien? ¿Te he hecho daño?

El doctor Petersen lo llamó parasomnia sexual atípica, una manifestación del profundo trauma psicológico de Santana Yo lo llamaba infierno. Y las dos estábamos sumidas en él.
Me rompía el corazón ver la expresión de su cuerpo. Le pesaba la derrota en su porte por lo general orgullosa, caídos los hombros, agachada la cabeza. Estaba vestida y llevaba su bolsa de noche. Se detuvo en el mostrador de desayuno abrí la boca para hablar; entonces oí un ruido metálico en el cuarzo de la encimera.

La última vez la había detenido; la había hecho quedarse. Esta vez no me veía con fuerzas.
Esta vez quería que se marchara.

El ruido apenas audible de la cerradura de la puerta de la calle reverberó en mí. Algo murió en mi interior. Me invadió el pánico. La eché de menos desde el mismo momento en que se marchó. No quería que se quedara. No quería que se marchara.

No sé cuánto tiempo estuve sentada en el rincón hasta que tuve fuerzas para levantarme y caminar hasta el sofá. Me di cuenta vagamente de que empezaba a clarear cuando oí el distante sonido del teléfono móvil de Rachel Poco después, entró corriendo en la sala de estar.

— ¡Britt! —Se acercó a mí inmediatamente, agachado delante de mí con las manos en mis rodillas— ¿Hasta dónde ha llegado?

La miré sin dejar de parpadear— ¿Qué?

—López me ha llamado me ha dicho que había tenido otra pesadilla.

—No ha pasado nada—Noté que me rodaba una lágrima caliente por la mejilla.

—Tu aspecto es de que algo ha pasado pareces...

La agarré de las muñecas cuando se levantó de golpe soltando maldiciones—Estoy bien.
— ¡Joder, Brittany! Nunca te había visto así, No puedo soportarlo. —Se sentó a mi lado e hizo que me apoyara en su hombro— ¡Basta ya! ¡Corta con ella!

—No puedo tomar esa decisión ahora.

— ¿A qué estás esperando? —Volvió a desafiarme con la mirada—Esperarás demasiado tiempo y luego ya no será otra relación fracasada, sino la que te joderá de por vida.

—Si la dejo ahora, no tendrá a nadie. No puedo...

—Ése no es tu problema Brittany... Maldita sea no te corresponde a ti salvarla.

—Es que... Tú no lo comprendes... —Me abracé a ella, hundí la cara en su hombro y lloré—Ella me está salvando a mí.

Vomité cuando encontré las llaves de Santana de mi apartamento en el mostrador de desayuno.

Casi no llegué al fregadero.

Cuando se me vació el estómago, el dolor era tan atroz que no podía ni andar. Me agarré al borde de la encimera, jadeando y sudando, llorando de tal manera que dudaba que pudiera sobrevivir los siguientes cinco minutos, por no hablar del resto del día. Por no hablar del resto de mi vida.

La última vez que Santana me había devuelto las llaves, nos separamos durante cuatro días. Era imposible no pensar que repetir el gesto significaba una ruptura más permanente. ¿Qué había hecho? ¿Por qué no la había detenido? ¿Por qué no había hablado con ella? ¿Por qué no la había obligado a quedarse?

Oí que me había entrado un mensaje en mi smartphone me tambaleé hasta mi bolso y lo saqué, rezando para que fuera Santana Ya había hablado con Rachel tres veces, pero aún no se había puesto en contacto conmigo.

Cuando vi su nombre en la pantalla, sentí una intensa punzada en el pecho.

«Hoy trabajo desde casa», decía en su mensaje. «Angus te estará esperando a la puerta para llevarte al trabajo».

Volvió a contraérseme el estómago, de miedo. Había sido una semana muy difícil para las dos. Comprendía por qué se había rendido. Pero esa comprensión iba acompañada de un miedo que me reconcomía las entrañas, tan frío e insidioso que se me puso la carne de gallina.

Me temblaban los dedos cuando contesté a su mensaje: « ¿Te veré esta noche?».

Hubo una larga pausa, tan larga que estuve a punto de exigirle una respuesta con un sí o un no cuando ella me envió lo siguiente: «No cuentes con ello, Tengo cita con el doctor Petersen y mucho trabajo».

Sujeté el teléfono con más fuerza Tuve que intentarlo tres veces antes de poder teclear:

«Quiero verte».

Mi móvil permaneció en silencio durante un tiempo larguísimo estaba apunto de coger el teléfono fijo, presa del pánico, cuando contestó: «Veré lo que puedo hacer».

Oh, Dios mío... Casi no podía leer con las lágrimas me estaba destrozado.

«No huyas, Yo no lo hago».

Pasó lo que me pareció una eternidad antes de que contestara:

«Deberías».

Después de eso, me planteé llamar al trabajo para decir que estaba enferma, pero no lo hice. No podía. Había pasado por esto demasiadas veces. Sabía que podía volver fácilmente a los viejos hábitos autodestructivos de dolor sordo. Me moriría si perdía a Santana, pero me moriría de todos modos si me perdía a mí misma.

Tenía que seguir sobreponerme arreglármelas poco a poco.

Así que me subí al asiento trasero del Bentley, donde se me esperaba, y mientras el sombrío rostro de Angus sólo conseguía que me preocupara más, me aislé y puse el piloto automático del instinto de supervivencia queme ayudaría a superar las horas que tenía por delante.

La jornada pasó casi sin darme cuenta. Trabajé mucho y me centré en mi tarea, sirviéndome de ella para no volverme loca, pero no ponía el corazón en ella pasé la hora del almuerzo deambulando por ahí, incapaz de soportar la idea de comer o de hablar sobre trivialidades.

Cuando terminé mi turno, salí volando a la clase de Krav Maga, pero me atasqué y presté más o menos la misma atención a los ejercicios que la que había prestado a mi trabajo.

Tenía que seguir adelante, incluso aunque estuviera yendo en una dirección que me resultaba insoportable.

—Mejor —dijo Sam, durante un descanso—. Sigues estando en otra parte, pero lo haces mejor que anoche.

Asentí y me enjugué el sudor de la cara con una toalla. Había empezado las clases con Sam únicamente como una alternativa más intensa a mis ejercicios habituales en el gimnasio, pero lo que había ocurrido la noche anterior me había demostrado que la seguridad personal era algo más que un efecto colateral práctico.

Los tatuajes tribales que lucía Sam en los bíceps se flexionaron al llevarse la botella de agua a los labios, su sencilla alianza de oro brilló con la luz y me fijé en ella recordé que Santana me había regalado una y lo que me dijo sobre que las X engarzadas en el diamante que rodeaban el oro representaban su «apego» a mí. Me preguntaba si aún pensaría lo mismo; si aún pensaría que merecía la pena intentarlo. Dios sabe que yo sí lo pensaba.

— ¿Lista? —preguntó Sam, arrojando la botella vacía al contenedor de reciclaje.

—Vamos.

Sonrió—Ahí está.

Sam me dio una paliza, pero no sería porque yo no pusiera de mi parte. Estaba concentrada en todo momento, dando rienda suelta a mi frustración con un bueno y sano ejercicio. Las pocas veces que conseguía ganar espoleaban mi determinación de luchar también por mi inestable relación. Estaba decidida a dedicar tiempo y esfuerzo a estar ahí para Santana, para ser una persona mejor y más fuerte, de manera que pudiéramos superar nuestros problemas. E iba a decírselo, tanto si quería oírlo como si no.

Cuando se terminó la hora, recogí y me despedí de mis compañeros y a continuación empujé la barra de la puerta de salida y me entregué al aún cálido aire de la tarde Clancy había llegado ya con el coche hasta la entrada y estaba apoyado en la verja en una postura que sólo un imbécil creería que era espontánea a pesar del calor, llevaba puesta una chaqueta, que escondía el arma que llevaba colgada en el costado.

— ¿Van progresando las cosas? —Se irguió para abrirme la puerta del coche. Desde que le conocía, siempre había tenido el pelo rubio cortado al rape. Eso contribuía a dar la impresión de que era un hombre muy sombrío.

De camino a casa, me pregunté si Santana habría ido a ver al doctor Petersen o si habría cancelado la cita. Había accedido a la terapia individual sólo por mí. Eso ya no formaba parte de la ecuación, y podría considerar que no había razón para hacer el esfuerzo.

Entré en el sencillo y elegante vestíbulo del edificio de apartamentos de Santana y me anuncié en recepción. Fue cuando ya me encontraba sola en su ascensor privado cuando los nervios me traicionaron. Me había apuntado en su lista de personas autorizadas semanas antes, un gesto que significaba mucho más para ella y para mí que para los demás, porque para Santana su casa era su santuario, un lugar en el que admitía muy pocas visitas. Yo era la única amante que había recibido ahí y la única persona, aparte de los empleados del hogar, que tenía llave. El día anterior no había dudado de que sería bien recibida, pero hoy...

Salí a un pequeño vestíbulo decorado con azulejos de mármol estilo tablero de ajedrez y un aparador antiguo en el que había un inmenso arreglo floral con lirios de agua blancos. Antes de abrir la puerta, respiré hondo, armándome de valor por si me la encontraba. La vez anterior que me había atacado mientras estaba dormida la había dejado hecho polvo.

No podía dejar de temer lo que la segunda vez le habría provocado. Me aterrorizaba pensar que fuera su parasomnia lo que terminara por separarnos.

Pero en cuanto entré en su apartamento, supe que no estaba en casa. La energía que latía en aquel espacio cuando ella lo ocupaba estaba marcadamente ausente.

Las luces que se activaban con los movimientos se encendieron cuando entré en el amplio salón de estar, y me obligué a ponerme cómoda como si mi sitio estuviera allí. Mi habitación estaba al fondo del pasillo y me fui hasta allí, y me detuve en el umbral para asimilar la extrañeza de ver mi dormitorio reproducido en la casa de Santana La copia era asombrosa, desde el color de las paredes, los muebles y los tejidos, pero su existencia era más bien desconcertante.

Santana la había creado para que fuera mi cámara acorazada, un lugar a donde podía huir cuando necesitara un poco de tranquilidad. Supongo que ahora estaba huy endo, en cierto modo, al utilizarla en lugar de la suya.

Dejé la bolsa de deporte y mi bolso encima de la cama, me duché y me puse una de las camisetas de López Industries que Santana había cogido para mí. Traté de no pensar en por qué no estaba en casa. Acababa de servirme una copa de vino y de encender la televisión de la sala de estar cuando sonó mi smartphone.

—Hola —respondí, sin saber a quién correspondía el número de la llamada no identificada.

— ¿Britt? Soy Shawna.

—Ah, hola, Shawna. —Traté de que no se me notara la decepción en la voz.

—Espero que no sea muy tarde para llamar.

Miré a la pantalla del teléfono, fijándome en que eran casi las nueve los celos se me mezclaron con la preocupación ¿Dónde se había metido?

—No te preocupes, Estaba viendo la tele.

—Siento no haber oído tu llamada de anoche. Ya sé que esto es avisar con poca antelación, pero quería saber si te apetecería ir a un concierto delos Six-Ninths el viernes.

— ¿Un concierto de qué?

—De los Six-Ninths. ¿No los conoces? Eran indies hasta el año pasado.

Llevo un tiempo siguiéndolos y enviaron por email la lista con las primeras peticiones, y yo conseguí entradas. El caso es que a todos mis conocidos les gusta el hip-hop y el baile pop. No te voy a decir que eres mi último recurso, pero... bueno, eres mi último recurso. Dime que te gusta el rock alternativo.

—Me gusta el rock alternativo. —Sonó un pitido en mi teléfono. Una llamada Cuando vi que era de Rachel, dejé que saltara el buzón de voz no creía que fuera a estar mucho tiempo hablando con Shawna y podía llamarla después.

—Ya lo sabía yo—Se rio—. Tengo cuatro entradas si quieres traerte a alguien. ¿Quedamos a las seis? Comemos algo antes el concierto empieza a las nueve.

Santana entró justo cuando contesté: —No faltaré a la cita.

Entró y se quedó en la puerta con la chaqueta colgada de un brazo, un vestido negro y un maletín en la mano.

Llevaba puesta la máscara, y no mostró ninguna emoción en absoluto al encontrarme tirada en su sofá, con su camiseta y una copa de vino en su mesa y con su televisión encendida. Me miró de arriba abajo, pero aquellos hermosos ojos ni siquiera pestañearon de repente me sentí violenta e inoportuna.

—Te llamaré para decirte algo sobre la otra entrada —expliqué a Shawna, sentándome despacio para no mostrar nada—Gracias por pensar en mí.

—Me alegro mucho de que vengas lo vamos a pasar en grande.

Quedamos en hablarnos al día siguiente y colgamos. Mientras tanto, Santana había dejado el maletín en el suelo y arrojado la chaqueta en el brazo de uno de los sillones dorados que flanqueaban los extremos de la mesa de centro de cristal.

— ¿Cuánto tiempo llevas aquí? —preguntó.

Yo me levanté. Tenía las palmas húmedas sólo de pensar en que pudiera echarme—No mucho.

— ¿Has cenado?

Negué con la cabeza. No había comido mucho en todo el día. Había sobrevivido a la sesión con Sam gracias a una bebida proteica que me había comprado a la hora del almuerzo.

—Pide algo—Pasó a mi lado camino del pasillo—Los menús están en el cajón de la cocina, junto al frigorífico. Me voy a dar una ducha rápida.

— ¿Tú quieres algo? —pregunté a aquella espalda que se alejaba.

No se paró a mirarme.

—Sí, yo tampoco he cenado.

Finalmente me había decidido por una delicatess en que presumía detener una sopa orgánica de tomate y barras de pan recién hechas... —figurándome que mi estómago quizá podría con eso— cuando volvió asonar mi teléfono.

—Hola, Rachel —contesté, deseando que ojalá estuviera en casa en lugar estar a punto de presenciar una dolorosa ruptura.

—Hola, López ha estado aquí hace poco, estaba buscándote le he dicho que se fuera al infierno y que se quedara allí.

—Rachel—suspiré no podía culparla; yo habría hecho lo mismo por ella—Gracias por decírmelo.

— ¿Dónde estás?

—En su casa, esperándola acaba de llegar. Probablemente estaré devuelta en casa más temprano que tarde.

— ¿Le vas a dar la patada?

—C reo que eso está en el orden del día.

Exhaló ruidosamente—Sé que no estás preparada, pero es por tu bien. Deberías llamar al doctor Travis cuanto antes. Cuéntaselo Él te ayudará a poner las cosas en perspectiva.

Tuve que tragar saliva para que me pasara el nudo que tenía en la garganta—Yo... Sí. Tal vez.

— ¿Estás bien?

—Terminar cara a cara es más digno. Ya es algo.

Santana me quitó el teléfono de la mano—Adiós, Rachel —dijo, luego me apagó el teléfono y lo dejó en la mesa.

Tenía el pelo húmedo y se había puesto un pantalón de pijama que llevaba caído en las caderas y un top Verla me impactó mucho y me recordó todo lo que me disponía a perder, la espera y el deseo con la respiración entre cortada, la comodidad y la intimidad, la efímera sensación de que todo era como tenía que ser y que hacía que todo mereciera la pena.

— ¿Con quién has quedado?

— ¿Eh? Ah, con Shawna, la cuñada de Kurt Tiene entradas para un concierto el viernes.

— ¿Has decidido ya qué quieres cenar?

Afirmé con la cabeza, tirándome del dobladillo de la camiseta, que me llegaba a los muslos, porque me sentía cohibida.

—Sírveme una copa de lo mismo que estés tomando tú—Me rodeó y cogió el menú que había dejado encima de la mesa—Pediré yo ¿Qué quieres?

Me sentí aliviada al tener que acercarme al armario donde estaban las copas—Sopa y pan tostado.

Mientras descorchaba una botella de Merlot que había en el mostrador, la oí llamar a la tienda y hablar con esa voz firme y áspera que tenía y de la que me enamoré desde el primer momento que la oí. Pidió sopa de tomate y tallarines con pollo, lo que me hizo sentir una dolorosa tensión en el pecho. Sin que nadie se lo dijera, había pedido lo que yo quería.

Era otra de las muchas serendipias que siempre me habían hecho sentir que estábamos destinadas a terminar en el mismo sitio, juntas, si es que conseguíamos llegar ahí.

Le pasé la copa que le había servido y la observé mientras se tomaba un sorbo. Parecía cansada, y me pregunté si se habría pasado la noche en vela como yo.

Bajó el vaso y se lamió el rastro de vino que le había quedado en los labios.

—He ido a buscarte a tu casa. Supongo que Rachel te lo ha dicho.

Me toqué ahí donde tenía el profundo dolor en el pecho.

—Siento... todo esto y... —Me señalé lo que llevaba puesto— Maldita sea no lo planeé para que saliera así.

Se apoyó en el mostrador y cruzó un tobillo sobre el otro—Continúa.

—Pensé que estarías en casa tendría que haber llamado primero puesto que no estabas, tendría que haber esperado a otra ocasión en lugar deponerme cómoda. —Me froté los ojos, que me escocían—. Estoy... confusa sobre lo que está pasando no pienso con lucidez.

Expandió el pecho al respirar profundamente—Si estás esperando a que yo rompa contigo, ya puedes dejar de esperar.

Me agarré a la isla de la cocina para no caerme ¿Ya está? ¿Éste es el final?

—No puedo hacerlo —dijo con voz cansina—Ni siquiera sabría qué decir si te dejara marchar, si ésa es la razón por la que estás aquí.

¿Qué? Fruncí el ceño, perpleja.

—Dejaste la llave en mi casa.

—Quiero que me la devuelvas.

—Santana —Cerré los ojos y las lágrimas me resbalaban por las mejillas—Eres una imbécil.

Me di la vuelta y me dirigí a mi dormitorio con un ligero tambaleo que nada tenía que ver con la pequeña cantidad de vino que había bebido.

Casi no había llegado a la puerta de mi habitación cuando ella me agarró del codo.

—No entraré ahí contigo —dijo con brusquedad, inclinando la cabeza hacia mi oído—. Te lo prometo. Pero te pido que te quedes y hables conmigo. Escúchame al menos. Has venido hasta aquí...

—Tengo algo para ti. —Me era muy difícil hacer que las palabras me atravesaran la garganta.
Me soltó y me apresuré a coger mi bolso. Cuando la tuve otra vez de frente, le pregunté:

— ¿Estabas rompiendo conmigo cuando me dejaste la llave en la encimera?

Ocupó la entrada extendió las manos por encima de los hombros, blancos los nudillos de la fuerza con la que agarraba la jamba, como si estuviera reprimiéndose físicamente para no venir detrás de mí. Aquella postura mostraba su cuerpo maravillosamente, se le definían todos los músculos en sus hermoso torso, permitiendo que la cinturilla fruncida con cordón de sus pantalones le quedara justo encima de los huesos de la cadera y el top se le marcaran los pechos la deseaba con todas mis fuerzas.

—No estaba pensando con tanta antelación —reconoció—Sólo quería que estuvieras segura.
Apreté con más fuerza el objeto que tenía en la mano—Me hiciste polvo, Santana No tienes ni idea de lo que supuso para mí ver la llave allí, del daño que me hizo. Ni idea.

Cerró los ojos e inclinó la cabeza—No pensaba con claridad Creí que hacía bien.

—A la mierda. A la mierda con tu puñetera amabilidad o lo que coño lo considerases tú. No vuelvas a hacerlo —mi v oz se hizo más aguda—.Estoy hablando en serio, más en serio que nunca: si me devuelves las llaves otra vez, habremos terminado no hay vuelta de hoja, ¿comprendes?

—Yo sí, pero no estoy segura de que lo comprendas tú.

Solté el aliento temblorosamente. Me aproximé a ella—Dame la mano.

Tenía la mano izquierda apoyada en la jamba, pero me tendió la derecha—Yo nunca te di la llave de mi casa; sencillamente la cogiste—Sostuve su mano entre las mías y deposité mi regalo en la palma—. A hora te la estoy dando yo.

La solté y retrocedí, observando cómo miraba la reluciente anilla con el monograma a la que estaba unida la llave de mi apartamento. Fue la mejor manera que se me ocurrió de demostrarle que le pertenecía y que yo se la había dado libremente.

Cerró el puño con mi regalo dentro. Después de un ratito, levantó la vista hacia mí y descubrí las lágrimas que le mojaban la cara.

—No —le susurré, completamente. Le cogí la cara entre las manos y con los pulgares le acaricié las mejillas—, por favor, no...

Santana me levantó la cabeza y apretó sus labios contra los míos—No sé cómo alejarme.
—Shh...

—Te haré sufrir. Ya lo estoy haciendo. Tú te mereces algo mejor.

—Calla, Santana —Me encaramé a su cintura y la envolví con las piernas para sujetarme.

—Rachel me contó cómo estabas... —Comenzó a temblar violentamente—No ves lo que te estoy haciendo. Estoy destrozándote, Brittany.

—Eso no es cierto.

Se arrodilló en el suelo y me estrechó enérgicamente—Te he tendido una trampa con esto. A hora no lo ves, pero lo sabías desde el principio: sabías lo que te haría, pero yo no te dejé escapar.

—No voy a escapar nunca. Tú me has hecho más fuerte y me proporcionaste la razón para intentarlo por todos los medios.

—Dios mío. —Tenía una expresión de angustia en los ojos. Se sentó, estirando las piernas y acercándome más a ella—. Estamos jodidas, y yo lo he hecho todo mal. Vamos a matarnos la una a la otra Nos haremos pedazos mutuamente hasta que no quede nada de nosotras.

—Calla, No quiero oír más tonterías de ésas ¿Fuiste al doctor Petersen?

Dejó caer la cabeza contra la pared y cerró los ojos—Sí, maldita sea.

— ¿Le contaste lo de anoche?

—Sí—Apretó las mandíbulas—. Y dijo las mismas cosas con las que empezó la semana pasada. Que estamos demasiado involucradas y que vamos a ahogarnos recíprocamente.

Opina que necesitamos un poco de distancia, relacionarnos platónicamente, dormir separadas, y pasar más tiempo con otras personas y menos nosotras solas Yo pensé que eso sería lo mejor. Mejor para nuestra salud mental, mejor para nuestras perspectivas.

—Espero que tenga un plan B.

Santana abrió los ojos y me miró con el ceño fruncido—Eso es lo que yo dije, Otra vez.

—A sí que estamos jodidas en todas las relaciones hay problemas.

Santana dio un bufido—En serio —insistí—Vamos adormir separadas eso es ir demasiado lejos.

— ¿En camas separadas o en apartamentos distintos?

—Camas Hasta ahí puedo soportar.

—Vale —Suspiré y apoyé la cabeza en su hombro, agradecida por tenerla en mis brazos de nuevo y de que estuviéramos juntas

—Yo puedo cumplirlo de momento.

A ella le costaba trabajo tragar saliva—Cuando llegué a casa y te encontré aquí —sus brazos se cerraron a mi alrededor—, creí que Rachel mentía respecto a que no estabas, que sólo era que no querías verme pensé que estarías fuera...siguiendo adelante con tu vida.

—No es tan fácil prescindir de ti, Santana—No podía imaginarme prescindiendo jamás de ella estaba en mi sangre me enderecé para verle la cara.

Se puso la mano en el corazón, la mano de la llave—Gracias por esto.

—No la pierdas —la advertí.

—No te arrepientas de habérmela dado—Puso su frente sobre la mía sentí la calidez de su aliento en mi piel y me pareció que había susurrado algo, pero, si lo hizo, no le entendí No importaba.

Estábamos juntas después de un día largo y horroroso, ninguna otra cosa importaba.

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Hola Hola C:

Bueno vengo a dejarles este capitulo espero que les guste C:


Saludos Y besos FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 7 1206646864

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Mensaje por lauravm98 Jue Sep 18, 2014 12:39 am

Omg literalmente llore :'( Dios que capitulo con tantas emociones, al principio yo estaba joder Britt yo soy lo que tu quieres que sea... luego llore de tristeza y luego llore de ternura xD siguela, y no tardes eh...
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Mensaje por Anddy Rivera Morris Jue Sep 18, 2014 7:23 pm

Tuve una confusión tremenda pero luego luego le agarré la onda xD
Lloré casi todo el cap, fue uno de esos lleno de emociones y sin embargo me gustó bastante, fue uff bastante digamos emotivo
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Mensaje por micky morales Jue Sep 18, 2014 7:44 pm

fue algo intenso pero estuvo de lo mejor, hasta pronto!
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Mensaje por monica.santander Vie Sep 19, 2014 12:41 am

Como odio esas malditas manias!!!!! Espero que las resuelvan por que si no no se como van a terminar!1
Saludos
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Mensaje por 3:) Vie Sep 19, 2014 9:56 pm

holap dan,..

mierda literalmente están demasiado rotas por su pasado y les pesa mucho!!
se lastiman pero de cierta manera es la única forma de curarse!!!!

nos vemos!!!
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Mensaje por Dani(: Sáb Sep 20, 2014 3:56 pm

lauravm98 escribió:Omg literalmente llore :'( Dios que capitulo con tantas emociones, al principio yo estaba joder Britt yo soy lo que tu quieres que sea... luego llore de tristeza y luego llore de ternura xD siguela, y no tardes eh...

Hola Hola!
Yo tuve tus mismo sentimiento :( pero ellas luchan eso es hermoso <3
Saludos FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 7 1206646864

Anddy Rivera Morris escribió:
Tuve una confusión tremenda pero luego luego le agarré la onda xD
Lloré casi todo el cap, fue uno de esos lleno de emociones y sin embargo me gustó bastante, fue uff bastante digamos emotivo

Hola Hola!
Este cap estuvo muy sentimental pero asi es :3
Saludos FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 7 1206646864

micky morales escribió:fue algo intenso pero estuvo de lo mejor, hasta pronto!

Hola HolaC:
Me alegro que te gustara :P
Saludos FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 7 1206646864

monica.santander escribió:Como odio esas malditas manias!!!!! Espero que las resuelvan por que si no no se como van a terminar!1
Saludos

Hola Hola!
Poco a Poco asi es todo !
Saludos FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 7 1206646864

3:) escribió:holap dan,..

mierda literalmente están demasiado rotas por su pasado y les pesa mucho!!
se lastiman pero de cierta manera es la única forma de curarse!!!!

nos vemos!!!

Hola Hola!
Exacto es tan raro pero tan necesitadas !
Saludos FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 7 1206646864

Hola Hola!
Actualizo en un rato :3
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Activo Re: FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17 7/6/15)

Mensaje por Dani(: Sáb Sep 20, 2014 6:45 pm

Capítulo 9


El ruido que hizo la puerta del dormitorio al abrirse terminó con mi intrascendente sueño, aunque fue el delicioso aroma del café lo que me despertó realmente Me estiré, pero seguí con los ojos cerrados, disfrutando de él por anticipado.

Santana se sentó en el borde de la cama y empezó a pasarme los dedos por las mejillas.
— ¿Qué tal has dormido?

—Te he echado de menos ¿Es para mí ese café que estoy oliendo?

—Sí, si eres buena.

Abrí los ojos de repente— ¡Pero si te gusta que sea mala!

Aquella sonrisa suya me trastornaba Llevaba puesto un vestido increíblemente sexy y tenía mejor aspecto esa mañana que la noche anterior.

—Me gusta que seas mala sólo conmigo Cuéntame lo del concierto del viernes.

—Toca un grupo que se llama Six-Ninths es lo único que sé ¿Quieres ir?

—No se trata de si yo quiero ir o no, Si tú v as, yo también.

Hice un gesto de perplejidad levantando las cejas— ¡No me digas! ¿Y qué pasaría si no te hubiera preguntado?

Me cogió la mano y se puso a juguetear delicadamente con mi anillo de compromiso dándole vueltas alrededor del dedo.

—Pues que tú tampoco irías.

— ¿Cómo dices? —Me eché el pelo hacia atrás al observar la expresión de firmeza que tenía en su atractivo rostro, me incorporé—Dame ese café quiero que la cafeína me cargue las pilas para darte lo que te mereces.

Santana hizo una mueca y me entregó la taza.

—No me mires así —le dije en tono de advertencia— Fuera de broma, no me gusta nada oírte decir que no puedo ir a algún sitio.

—Estamos hablando en concreto de un concierto de rock, y no te digo que no vayas, sólo que no puedes ir sin mí. Lamento que no te guste, pero así son las cosas.

— ¿Quién ha dicho que vaya a ser rock? Puede que sea música clásica o celta o pop...

—Los Six-Ninths tienen contrato con Vidal Records.

—Ah, ya—Vidal Records estaba dirigida por Christopher Vidal sénior, el padrastro de Santana, pero ella tenía participación mayoritaria en la empresa.

Yo me preguntaba cómo había llegado a tomar parte en el negocio de la familia de su padrastro. Supuse que, cualquiera que hubiera sido la razón, era la misma por la que Christopher  junior, su medio hermano, la odiaba profundamente.

—Yo he visto vídeos de sus conciertos indies —me explicó con sequedad—, y no voy a permitir que corras riesgos entre semejantes multitudes.

Tomé un buen sorbo de café—Lo comprendo, pero no puedes dedicarte a mangonearme.

— ¿Que no puedo? Shh... —Me puso un dedo en los labios—No discutas, que no soy ninguna tirana de vez en cuando quizás me surja alguna inquietud, y tú serás lo suficientemente sensata como para aceptarla.

Le aparté la mano de un empujón.

— ¿Entendiendo por «sensata» que tengo que hacer lo que tú decidas que es lo mejor?

—Por supuesto

—Eso es una gilipollez.

Ella se mantuvo en sus trece—No vamos a discutir por una situación hipotética. Tú me pediste que fuera contigo al concierto del viernes y te contesté que sí. No hay nada que aclarar.

Dejé la taza de café en la mesilla, eché hacia atrás la ropa con los pies y salí de la cama.

—Santana, yo necesito poder vivir mi vida, seguir siendo yo misma o esto no funcionará.

—También yo necesito ser yo misma Y no tengo por qué transigir siempre.

Aquello me llegó al alma. No le faltaba razón: yo tenía derecho a esperar que ella me dejara espacio vital, pero ella tenía derecho a que se le comprendiese como la mujer que era. Yo tendría que hacer concesiones teniendo en cuenta sus reacciones emocionales.

— ¿Y si una noche quiero ir de discotecas con mis amigas?

Me cogió la cara entre las manos y me besó en la frente.

—Puedes llevarte la limusina y limitarte a los locales de mi propiedad.

— ¿Para qué tu personal de seguridad me espíe?

—Para que te vigile —me corrigió, pasando los labios por encima de mis cejas—. ¿Es eso tan terrible, cielo? ¿Resulta tan imperdonable que me fastidie apartar los ojos de ti?

—No tergiverses las cosas.

Me inclinó la cabeza hacia atrás y me dirigió una mirada resuelta e inflexible.

—Tienes que entender que aunque cojas la limusina y vayas sólo a mis discotecas, yo me volveré loca mientras no vuelvas a casa. Y si a ti te vuelven un poco loca mis precauciones respecto a tu seguridad, ¿no te parece que eso forma parte del «toma y daca»?

Solté un gruñido

— ¿Cómo consigues que algo desatinado parezca razonable?

—Es un don.

La agarré con ambas manos su macizo y espléndido culo y apreté—Necesito más café para enfrentarme a ese don tuyo, campeona.

Se había convertido en una costumbre que Kurt, Blaine (su compañero) y yo saliéramos a comer juntos los miércoles.


Cuando llegué con Kurt al pequeño restaurante italiano que él había elegido y vi a Shawna esperando con Blaine, me emocioné de verdad Kurt y yo teníamos una relación muy profesional, pero de algún modo habíamos conseguido que trascendiera a lo personal y significaba mucho para mí.

—Qué envidia me da tu bronceado —me dijo Shawna, que estaba monísima con ropa informal: vaqueros, camiseta sin mangas y un vaporoso fular—, a mí el sol sólo me pone roja y me salen más pecas.

—Pero tienes una melena preciosa de la que presumir —señalé, admirando aquel intenso tono pelirrojo.

Blaine se pasó una mano por el pelo, que era exactamente del mismo color que el de su hermana, e hizo un mohín.

— ¡Los sacrificios que hay hacer para estar guapa!

— ¡Qué sabrás tú! —Shawna se echó a reír y le dio un empujoncito en el hombro que no consiguió desplazarlo ni un centímetro. Mientras que ella era esbelta como un junco, Blaine era mediano y con músculos Sabía por Kurt que su compañero se implicaba también manualmente en la empresa de construcción donde trabajaba.

Entramos en el restaurante y nos acomodaron enseguida gracias a la reserva que había hecho cuando Kurt me invitó a comer. Era un local pequeño pero con mucho encanto. La luz entraba a raudales por las enormes cristaleras que iban de suelo a techo, y el aroma de la comida era tan apetitoso que se me hacía la boca agua.

—Estoy deseando que llegue el viernes —dijo Shawna, y sus ojos de un azul suave se iluminaron por el entusiasmo.

—Sí, va a llevarte a ti —observó Blaine con ironía—, y no a su hermano mayor.

—Esas cosas no te van —replicó ella—, a ti te molestan las aglomeraciones.

—Es cuestión de ir haciéndose sitio.

Shawna dirigió los ojos al techo en un gesto de impaciencia—No puedes andar dando codazos por todas partes.

La conversación sobre las aglomeraciones me hizo recordar a Santana y su vena protectora.
— ¿Te importa si llevo a la chica con la que salgo —pregunté—, o crees que nos aguaría la fiesta?

—En absoluto ¿Tiene algún amigo o amiga que quiera venir también?

—Shawna—Era evidente que Kurt se había escandalizado y le hablaba en tono de reproche— ¿Y Doug?

— ¿Qué pasa con Doug? No me has dejado terminar. —Se volvió a mí para explicarse—Doug es mi novio. Está pasando el verano en Sicilia en un curso de cocina es chef.

—Qué bien. Me molan los tíos que saben cocinar.

—Pues sí. —Sonrió, y luego dirigió una mirada fulminante a Kurt—Ya sé que merece la pena conservarle, así que si tu chica tiene un amigo o amiga a la que no le importe ocupar el asiento libre sin ninguna posibilidad de ligar, tráela.

Inmediatamente pensé en Rachel y esbocé una sonrisa.

Pero ese mismo día, más tarde, cuando Santana y yo ya habíamos vuelto a su apartamento, después de pasar un montón de tiempo con nuestros entrenadores personales, cambié de idea. Me levanté del sofá donde había estado intentando, en vano, leer un libro y fui silenciosamente por el pasillo hasta su despacho.

La encontré enfrascada en el ordenador, haciendo volar los dedos sobre el teclado. El brillo del monitor y el foco que iluminaba el collage de fotos colgado en la pared eran las únicas fuentes de luz, así que quedaba en sombras una gran parte de la habitación ella estaba sentada en medio de la penumbra, con el torso desnudo solo con su top, guapísima y muy dueña de sí misma.

Como siempre cuando trabajaba, se le veía apartada e inalcanzable. Yo experimentaba soledad con sólo mirarla.

La combinación de la distancia física, porque seguía con la regla, y la comprensible decisión de Santana de que durmiéramos separadas, despertaban en mí una profunda inseguridad y me hacían querer aferrarme a ella con más empeño y esforzarme para que concentrara su interés en mí.

El hecho de que estuviera trabajando en vez de pasar el tiempo conmigo no debería dolerme (sabía de sobra que tenía muchas cosas que hacer), pero me dolía. Me sentía abandonada y poco querida, lo cual era un indicativo de que estaba recayendo en mis malos hábitos. La sencilla realidad consistía en que Santana y yo éramos lo mejor y lo peor que nos había ocurrido.

Levantó la vista y me inmovilizó con la mirada. Observé cómo desviaba la atención de su tarea para prestármela a mí.

— ¿Te tengo desatendida, cielo? —me preguntó, reclinándose en la silla.

Me sonrojé, deseando que no me adivinase tan bien los pensamientos.

—Siento interrumpirte.

—Lo que tienes que hacer es venir siempre que necesites algo—Empujó hacia dentro la balda del teclado, señaló con unos golpecitos el sitio que quedaba vacío en su mesa, justo delante de ella, e hizo rodar la silla hacia atrás— Ven a sentarte aquí.

Un estremecimiento me recorrió todo el cuerpo, y me acerqué a toda prisa, sin molestarme en disimular mi entusiasmo. Me senté sobre la mesa, frente a ella, y sonreí abiertamente cuando la vi adelantar la silla y llenar el espacio entre mis piernas.

Pasó los brazos por encima de mis muslos y me rodeó las caderas, mientras decía:

—Tendría que haberte explicado que estoy tratando de quitarme de encima algunas tareas para que podamos tener libre el fin de semana.

— ¿De verdad? —Le pasé los dedos entre el pelo.

—Te quiero toda para mí durante un buen rato. Y de verdad, de verdad que necesito follar contigo durante mucho tiempo. Quizás todo el tiempo—Cerró los ojos cuando empecé a tocarla—Mis dedos echan de menos estar dentro de ti.

—Tú siempre estás dentro de mí —le susurré.

Su boca se curvó en una sonrisa lenta y pícara, y abrió los ojos.

—Estás haciendo que me moje.

— ¿Y cuál es la novedad?

—Todo.

Fruncí el ceño.

—Ya nos ocuparemos de eso —dijo—De momento, dime a qué has venido.

Titubeé, todavía concentrada en su críptico comentario.

—Britt —El tono enérgico que usó me hizo espabilar— ¿Necesitas algo?

—Un ligue para Shawna. Bueno... no realmente un ligue. Shawna tiene novio, pero está fuera del país. Estaría bien que fuéramos dos parejas.

— ¿No quieres pedírselo a Rachel?

—En un principio pensé en ella, pero Shawna es amiga mía. Se me ocurrió que tal vez te gustara traer a alguien que tú conozcas. Ya sabes, para igualar fuerzas.

—Vale, veré quién está libre.

En ese momento me di cuenta de que realmente no esperaba que me hiciera caso.

En mi cara debían de traslucirse algunas de mis cavilaciones, porque me preguntó:

— ¿Hay algo más?

—Yo... — ¿Cómo podía yo decirle lo que estaba pensando sin quedar como una imbécil—No, nada.

—Britt—su voz sonó adusta—, dímelo.

—Es una estupidez.

—No te lo estoy pidiendo.

Un hormigueo me recorrió las venas, como me ocurría siempre que ella hablaba en aquel tono autoritario.

—Yo creía que hacías vida social sólo por cuestión de negocios y que te tirabas a algunas mujeres ocasionalmente.

Me resultó difícil decir la última parte. Por muy patético que fuera sentir celos de las mujeres de su pasado, no podía evitarlo.

— ¿Creías que no tenía amigos? —me preguntó, claramente divertida.

—Nunca me has presentado a ninguno —le contesté con un poco de resentimiento, toqueteando al mismo tiempo el dobladillo de mi camiseta.

— ¡Ah! —Eso le hizo todavía más gracia, y le brillaban los ojos de la risa—Tú eres mi secretito sexy. Habrá que preguntarse en qué estaría yo pensando cuando me aseguré de que nos hicieran una foto besándonos en público.

—Bueno. —Se me fueron los ojos hasta el collage de la pared, donde podía verse aquella foto, una imagen que había circulado por todos los blogs de cotilleo durante v arios días—Mujer, diciéndolo así...

Santana soltó una carcajada, y aquel sonido se expandió por mi cuerpo en una cálida ráfaga de placer.

—Te he presentado a unos cuantos amigos cuando hemos salido por ahí.

—Pues yo pensaba que todos a los que había conocido en los acontecimientos a los que hemos asistido eran colegas profesionales.

—Pero guardarte toda para mí no es una mala idea.

Le lancé una rápida mirada y volví a plantear el mismo tema que cuando discutimos si y o iría a Las Vegas en vez de a Phoenix.

— ¿Por qué no puedes ser tú la que se tumbe desnuda esperando a que te follen?

— ¿Y qué tiene eso de divertido?

La empujé por los hombros y ella me llevó hasta sus rodillas, riendo.

No podía creer que estuviera de tan buen humor y me preguntaba qué se lo habría provocado. Eché una ojeada a la pantalla y lo único que vi fue una hoja de cálculo que me dejó bizca y un correo electrónico a medio escribir. Pero había algo distinto en ella. Y me gustaba.

—Sería muy placentero estar tumbada —murmuró, con los labios en mi cuello— y mojada para que tú me penetraras como quisieras.

El sexo se me contrajo al visualizar la escena mentalmente.

—Me estás poniendo caliente.

—Muy bien; así me gustas a mí.

—O sea, que si mi fantasía consiste en que tú me proporciones servicios  las veinticuatro horas del día...

—A mí me parece la realidad.

Le di un mordisquito en la mandíbula, y ella emitió un gruñido.

— ¿Quieres sexo duro, cielo?

—Quiero saber qué fantasía tienes tú.

Santana me colocó perpendicularmente a sus rodillas—Tú.

—Más te vale.

Esbozó una sonrisita.

—En un columpio.

— ¿Qué?

—Un columpio sexual, Britt Tu precioso culo en el asiento, los pies en unos estribos, las piernas bien abiertas y tu perfecto coño húmedo y esperándome —empezó a darme tentadores masajes circulares al final de la espalda—, completamente a mi merced, incapaz de hacer nada que no sea recibir todos los dedos que yo pueda darte Te encantaría.

La imaginé de pie entre mis piernas, desnuda y reluciente por el sudor, deslizando dentro y fuera de mí sus hermosos dedos.

—Me quieres indefensa.

—Te quiero preparada. Y no por fuera. Estoy buscando la forma de entrar.

—Santana...

—Nunca iré más allá de lo que tú puedas soportar —prometió, con un brillo de vehemencia en los ojos visible incluso con la tenue iluminación—, pero te llevaré al límite.

Yo me revolví, a la vez excitada e inquieta ante la idea de darle tanta ventaja.

— ¿Por qué?

—Porque tú quieres ser mía y yo quiero poseerte. Ya llegaremos. Metió una mano bajo mi camiseta y me cubrió un pecho; con los dedos tiraba del pezón y lo friccionaba, electrizando todo mi cuerpo.

— ¿Has hecho eso antes? —le pregunté ansiosamente—, ¿lo del columpio?

Su expresión se hizo hermética—No hagas ese tipo de preguntas.

¡Oh, Dios mío!

—Yo sólo...

Selló mis labios con los suyos y me mordisqueó el inferior. Luego, me introdujo la lengua en la boca, sujetándome justo donde quería tenerme y agarrándome del pelo. El dominio del acto era innegable. El deseo se apoderó de mí, una necesidad de ella contra la que no podía luchar y queme era posible controlar. Gemí, sintiendo un dolor en el pecho de pensar que ella invirtiera tanto tiempo y esfuerzo para obtener placer de otra persona.

Santana puso la mano entre mis piernas y me aprisionó el sexo. Yo di un respingo, sorprendida por la agresión. Emitió un leve sonido tranquilizador y comenzó a acariciarme esa carne tan sensible con la consumada habilidad a la que yo me había hecho adicta.

Interrumpió el beso, me arqueó la espalda con un brazo y así hizo llegar mi busto hasta su boca. Mordió el pezón a través del tejido de algodón; luego, rodeó con los labios el dolorido extremo y succionó con tanta fuerza que repercutió en lo más profundo de mi ser.

Me sentía cercada, y el deseo que me dominaba provocaba corto circuitos en mi cerebro. Introdujo los dedos bajo el borde de las bragas para llegar al clítoris: el contacto de la carne con la carne, justo lo que yo necesitaba Santana.

Levantó la cabeza y me miró con oscuros ojos mientras me corría. Grité cuando llegó la oleada de estremecimientos, la liberación de la ansiedad después de varios días de privación, casi demasiada para poder soportarla.

Pero ella no lo dejó ahí. Siguió acariciándome el sexo hasta que me corrí otra vez, hasta que unos violentos espasmos sacudieron mi cuerpo y cerré las piernas con todas mis fuerzas para acabar con aquel embate.

Cuando retiró la mano, me quedé desfallecida, laxa y jadeante. Me encogí pegada a ella, con la cara en su garganta y los brazos alrededor del cuello. Parecía que el corazón se me había agrandado. Todo lo que experimentaba por aquella mujer, todo el tormento y el amor, me abrumaban. Me aferré a ella, tratando de estar aún más cerca.

—Shh—Me abrazó bien fuerte, estrechándome hasta que se me hacía difícil respirar—. Te lo cuestionas todo y te vuelves loca.

—Esto me disgusta —le susurré—. No debería necesitarte tanto No es sano.

—Ahí es donde te equivocas —el corazón le latía vigorosamente bajo mi oreja—, y yo asumo la responsabilidad. He tomado las riendas para algunas cosas y te las he dado a ti para otras. Eso te ha dejado confusa y preocupada. Lo siento, cielo. Será más fácil seguir adelante.

Me incliné hacia atrás para verle la cara. Se me cortó la respiración cuando nuestros ojos se encontraron y ella me devolvió una mirada impasible. Entonces comprendí la diferencia: ella poseía una serenidad inquebrantable, sólida. Eso hizo que algo se asentara dentro de mí también.

El ritmo de mi respiración se ralentizó; mi ansiedad disminuyó.

—Eso está mejor. —Me besó en la frente—. Iba a esperar hasta el fin de semana para hablar de esto, pero ahora es un buen momento. Tenemos que llegar a un acuerdo y, una vez establecido, no hay vuelta atrás ¿Comprendes?

Tragué saliva—Lo intento.

—Tú ya sabes cómo soy. Me has visto en los peores momentos. Anoche, dijiste que me querías de todos modos. —Esperó a que yo asintiera—. Y yo la cagué. No confiaba en que tomaras esa decisión por ti misma y debería haberlo hecho. Porque yo he sido demasiado cauta Britt Me asusta tu pasado.

La idea de que Nathan indirectamente apartara de mí a Santana me resultaba tan dolorosa que me encogí todavía más, acercando las rodillas al pecho.

—No le atribuyas ese poder.

—No lo haré, pero tienes que darte cuenta de que hay más de una respuesta para todo. ¿Quién dice que tú me necesitas demasiado? ¿Quién dice que esa necesidad no es sana? Tú no. No eres feliz porque te frenas a ti misma.

—Los hombres no...

—A la mierda con eso. Ninguna de las dos somos típicas. Y eso está bien. No hagas caso a la voz que tienes en la cabeza y que te está fastidiando. Confía en mí para saber lo que necesitas, aun cuando creas que estoy equivocada. Y yo confiaré en tu decisión de estar conmigo a pesar de mis defectos. ¿Vale?

Me mordí el labio inferior para disimular el temblor y dije que sí con la cabeza.

—No pareces convencida —me dijo suavemente.

—Tengo miedo de perderme en ti, Santana Me asusta verme privada de esa parte de mí que tanto me costó recuperar.

—No permitiré que eso ocurra nunca —me prometió con vehemencia—Lo que yo quiero para las dos es que nos sintamos seguras. Lo que tú y yo tenemos en común no debería agotarnos de este modo, sino ser la única cosa sólida como una roca con la que ambas podamos contar.

Empezaron a escocerme los ojos por las lágrimas incipientes—Yo quiero eso —murmuré—Me interesa muchísimo.

—Y yo voy a dártelo, cielo—Santana inclinó su morena cabeza y rozó sus labios con los míos—. Voy a dárnoslo a las dos. Y tú me lo vas a permitir.

—Parece que las cosas van mejor esta semana —dijo el doctor Petersen cuando llegamos Santana y yo a nuestra sesión de terapia del jueves por la tarde.

Ésa vez nos sentamos la una cerca de la otra, con las manos enlazadas.

Santana me acariciaba los nudillos con el pulgar, y yo la miré y sonreí, notando que el contacto me calmaba.

El doctor Petersen quitó la funda protectora de su tableta y se acomodó en el asiento.
— ¿Hay algo en particular de lo que queráis hablar?

—El martes fue un día duro —respondí yo sin levantar mucho la v oz.

—Me lo imagino. Hablemos, entonces, del lunes. ¿Britt, puedes decirme qué pasó?

Le conté que me desperté en medio de una pesadilla de las mías y me encontré con otra de Santana Hice un repaso de aquella noche y del día siguiente.

— ¿A sí que ahora dormís separadas? —preguntó el doctor Petersen.

—Sí

—Tus pesadillas —levantó los ojos hacia mí—, ¿con cuánta frecuencia se producen?

—Pocas veces. Antes de salir con Santana, hacía casi dos años que no tenía ninguna. —Le contemplé mientras dejaba el lápiz electrónico sobre la mesa y se ponía a teclear rápidamente. Tenía una expresión sombría y eso me provocaba ansiedad—Yo la amo —solté de repente.

Santana, a mi lado, se puso tensa.

El doctor Petersen alzó la cabeza y me observó echó un vistazo a Santana, y luego otra vez a mí.

—No tengo ninguna duda ¿Qué te ha hecho decir eso, Brittany?

Me encogí de hombros, un poco violenta y consciente de que Santana tenía la vista fija en mi perfil.

—Busca su aprobación —dijo Santana en un tono grave.

Sus palabras me hicieron el efecto de un papel de lija frotado en la piel.

— ¿Es eso cierto? —me preguntó el doctor Petersen.

—No.

— ¿Cómo qué no? —La aspereza en la voz de Santana era palpable.

—Que no es cierto —sostuve, aunque había necesitado que ella lo pronunciara en voz alta para que yo lo comprendiera—Yo sólo... es la pura verdad es lo que siento.

Miré al doctor Petersen—Tenemos que hacer que esto funcione. Vamos a hacer que esto funcione —recalqué—. Sólo necesito saber que vamos en la misma dirección. Necesito saber que entiende que hay que descartar el fracaso.

—Britt —sonrió, comprensivo—, tú y Santana tenéis mucho en lo que trabajar, pero por supuesto que no es insuperable.

Suspiré con alivio.

—La quiero —dije otra vez, con un contundente gesto de la cabeza Santana se puso en pie, apretándome la mano enérgicamente.

— ¿Nos disculpa un momento, doctor?

Confusa y un poco inquieta, me levanté y la seguí hacia la zona de recepción, que estaba vacía. La recepcionista del doctor Petersen ya se había ido a casa, y nosotras éramos los últimos clientes del día. Yo sabía por mi madre que las citas por la tarde eran más caras, así que le agradecía mucho a Santana que estuviera dispuesta a pagarlas, y no una vez por semana, sino dos.

La puerta se cerró a nuestra espalda, y yo me dirigí a Santana:

—Te juro que no es...

—Shh—Me cogió la cara entre las manos y me besó, moviendo la boca sobre la mía suave pero ansiosamente. Sorprendida, no tardé ni un segundo en meter las manos debajo de su chaqueta y abrazarla por la delgada cintura. Cuando su lengua acarició profundamente el interior de la mía, dejé escapar un leve gemido.

Se apartó y la miré. Vi a la misma mujer de negocios guapísima con falda que había visto el día que la conocí, pero en sus ojos...

Me escocía la garganta.

La fuerza, la intensidad abrasadora, el deseo, la necesidad Con las yemas de los dedos me tocaba las sienes, las mejillas, la garganta. Me alzó la mandíbula y presionó mis labios delicadamente con los suyos no dijo nada, pero no era necesario. Yo había comprendido.

Entrelazamos los dedos y me condujo adentro de nuevo.

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Hola Hola C:

Bueno aqui vengo a dejarles otro capitulo espero que les guste :)


PD: SAN <3 sin decir nada dijo todo !

Saludos  FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 7 1206646864
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Mensaje por 3:) Sáb Sep 20, 2014 9:43 pm

holap dan!!!!

me gusto,...
amo a san!!! dios es un amor, a veces un silencio vale mas que cualquier cosa en el mejor momento!!!...
me encanta que san se este empezando a soltar, y tratar de contar a britt su pasado!!!

nos vemos!!!
3:)
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Mensaje por micky morales Sáb Sep 20, 2014 10:39 pm

san es sorprendente, hasta luego!
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Mensaje por lauravm98 Dom Sep 21, 2014 9:45 am

Awwww ame ese ultimo beso! Brittany tan tierna!
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Mensaje por Anddy Rivera Morris Dom Sep 21, 2014 1:40 pm

Estupendo FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 7 2145353087
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Mensaje por Dani(: Miér Sep 24, 2014 6:16 pm

3:) escribió:holap dan!!!!

me gusto,...
amo a san!!! dios es un amor, a veces un silencio vale mas que cualquier cosa en el mejor momento!!!...
me encanta que san se este empezando a soltar, y tratar de contar a britt su pasado!!!

nos vemos!!!

Hola Hola!
C: exacto a veces un silencio vale mas que mil palabras !
Saludos FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 7 1206646864

micky morales escribió:san es sorprendente, hasta luego!

Hola Hola!
C: san es askjhdkjashs !
Saludos FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 7 1206646864

lauravm98 escribió:Awwww ame ese ultimo beso! Brittany tan tierna!

Hola Hola!
C: fue hermoso no ? <3 y Britt <3
Saludos FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 7 1206646864

Anddy Rivera Morris escribió: Estupendo FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 7 2145353087

Hola HOla!
Me alegra que te gustara
Saludos FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 7 1206646864
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Mensaje por Dani(: Miér Sep 24, 2014 7:37 pm

Capítulo 10


Pasé a toda prisa las puertas de torniquete del Lópezfire y sonreí en cuanto vi a Rachel esperándome en el vestíbulo.

— ¡Hola, chica! —la saludé, impresionada por cómo se las arreglaba para que unos vaqueros gastados y una camiseta con cuello de pico parecieran caros.

— ¡Hola, desconocida! —Nos cogimos de la mano y salimos del edificio por la puerta lateral— Se te ve contenta.

El calor del mediodía me dio de golpe, como si me hubiera chocado contra una barrera.

— ¡Uf! Hace un calor infernal vamos a picar algo por aquí cerca ¿Qué tal unos tacos?

—De puta madre.

La llevé al pequeño restaurante mexicano que había conocido y o gracias a Megumi, y traté de que no se diera cuenta de lo culpable que me había hecho sentir su saludo llevaba unos días sin ir a casa y Santana estaba preparando un viaje para el fin de semana, lo cual significaba otros cuantos días sin estar con Rachel Fue un alivio que aceptara quedar conmigo para comer no quería que pasara mucho tiempo sin estar en contacto con ella y asegurarme de que se encontraba perfectamente.

— ¿Algún plan para esta noche? —le pegunté, después de pedir la comida para las dos.

—Uno de los fotógrafos con los que he trabajado da una fiesta de cumpleaños creo que voy a pasarme por allí a ver cómo está la cosa—Se balanceaba sobre los tacones mientras esperábamos los tacos y unos margaritas sin alcohol— ¿Sigues pensando en ir con la hermana de tu jefe? ¿Realmente queréis ir con ella?

—Cuñada —le corregí—, y tiene entradas para un concierto me dijo que yo era su último recurso, pero, aunque no fuera así, creo que lo pasaremos bien nunca he oído hablar del grupo, así que sólo espero que no sea una mierda.

— ¿Qué grupo es?

—Los Six-Ninths ¿Los conoces?

Abrió los ojos como platos— ¿Los Six-Ninths? ¿En serio? Son muy buenos te van a gustar.

Cogí las bebidas de la barra y dejé la bandeja con los platos para que la llevara ella.

—Tú los conoces y Shawna es muy fan de ellos ¿Dónde habré estado yo?

—Debajo de López y sus melones ¿Va a ir contigo?

—Sí—Me apresuré a coger una mesa cuando vi que dos hombres de negocios se levantaban para salir no le dije a Rachel nada de la oposición de Santana a que fuera sin ella Sabía que no le gustaría, y me sorprendía a mí misma lo fácilmente que yo había cedido normalmente Rachel y yo coincidíamos en cosas como ésa.

—No me imagino a López disfrutando del rock alternativo—Rachel se sentó enfrente de mí— ¿Sabe lo mucho que te gusta a ti? ¿Y especialmente las personas que lo tocan?

Le saqué la lengua—No puedo creer que salgas ahora con eso es agua pasada.

— ¿Y qué? Kitty estaba buenísima ¿No piensas nunca en ella?

—Con vergüenza—Cogí un taco de carne asada—Así que procuro no hacerlo.

—Era una buena tipa —dijo Rachel antes de darle un enorme sorbetón a una guachirle con sabor a margarita.

—No digo que no lo fuera, pero no era adecuada para mí—Sólo de pensar en aquella etapa de mi vida quería que me tragase la tierra Kitty estaba buenísima y tenía una voz que me ponía húmeda cuando la oía, pero también fue una de los principales errores de mi sórdida vida amorosa anterior—Cambiando de tema... ¿Has hablado con Finn últimamente?

La sonrisa de Rachel se desvaneció.

—Esta mañana.

Esperé pacientemente por fin, dio un suspiro.

—Le echo de menos echo de menos hablar con él es condenadamente inteligente, ¿sabes? Igual que tú vendrá conmigo a la fiesta de esta noche.

— ¿Cómo amigo o como pareja?

—Qué buenos están estos tacos—Le dio un mordisco a uno de ellos antes de contestar—Se supone que vamos como amigos, pero tú bien sabes que probablemente lo fastidiaré todo y me lo tiraré le pedí que nos reuniéramos allí y después volver a casa desde allí para que no estemos tan solos, pero siempre podemos follar en el cuarto de baño o en un puñetero armario de mantenimiento yo no tengo fuerza de voluntad y él no sabe decirme que no.
Su tono de abatimiento me dolió en el alma.

—Sé cómo son esas cosas —le recordé delicadamente así había sido yo una vez estaba tan desesperada por sentirme ligada a alguien... — ¿Por qué no... Ya sabes... haces algo al respecto antes? Tal vez sirva de algo.

En su atractiva cara se dibujó una sonrisa lenta e irónica— ¿Me lo puedes grabar en el contestador automático?

Le tiré mi servilleta, toda arrugada ella la recogió, riéndose.

—Mira que puedes ser mojigata algunas veces, Me encanta.

—A mí me encantas tú, y quiero que seas feliz.

Se llevó mi mano a los labios y la besó en el dorso.

—En ello estoy, nena.

—Aquí me tienes si me necesitas, aunque no pare en casa.

—Ya lo sé, Me dio un apretón en la mano antes de soltarla.

—La semana que viene voy a andar mucho por allí. Tengo que prepararlas cosas para la visita de mi padre—Mordí un taco y organicé un pequeño zapateado, entusiasmada con lo delicioso que estaba—Quería pedirte que el viernes, como yo tengo que trabajar, si tú estás en casa, que te ocupes de él haré una abundante provisión de la comida que le gusta y le dejaré algunos planos de la ciudad, pero...

—Tranquila —Rachel guiñó el ojo a una rubia muy mona que pasó—, estará en buenas manos.

— ¿Quieres venir con nosotros a algún espectáculo cuando él esté aquí?

—Britt, cariño, yo siempre me apunto a salir contigo sólo tienes que decirme dónde y cuándo para estar lo más libre posible.

— ¡Ah! —Mastiqué y tragué rápidamente—, me ha dicho mamá que el otro día vio esa jeta tuya tan bonita en el lateral de un autobús.

Rachel sonrió.

—Lo sé, Me mandó una foto que había hecho con el teléfono increíble, ¿verdad?

—Mucho tenemos que celebrarlo —dije, robándole la frase que le caracterizaba.

— ¡Venga!

— ¡Hala! —Shawna se detuvo en la acera del complejo de apartamentos donde vivía, en Brooklyn, mirando boquiabierta la limusina que esperaba al ralentí en la calle—Habéis tirado la casa por la ventana.

—Yo no —repliqué discretamente mientras examinaba la ropa que Shawna llevaba puesta:
ajustados shorts de color rojo y camiseta con estratégicos cortes y el nombre Six-Ninths impreso en ella Iba con su brillante melena alta y cardada y tenía los labios pintados a juego con los shorts. Estaba guapísima y lista para ir de marcha, y yo me sentí justificada en la elección de ropa que había hecho: falda plisada súper corta de cuero negro, camiseta blanca elástica, sin mangas, y unas Doc Martens de dieciséis agujeros de color cereza.

Santana, que estaba de espaldas a nosotros hablando con Angus, se dio la vuelta, y yo me quedé tan estupefacta como cuando la vi después de ducharse y cambiarse llevaba vaqueros negros ajustados, una sencilla camiseta blanca sin mangas con cuello negro y tacones negros; no sé cómo, pero aquella combinación tan austera e informal la hacía muy sexy, y me daban ganas de tirármela Con falda se la veía Oscura y Peligrosa, pero más todavía cuando se preparaba para un concierto de rock parecía más joven, y tan apuesta que se te ponían los dientes largos.

— ¡Joder!, dime que es para mí —me susurró Shawna, sujetándome la muñeca como unas tenazas.

—Oye, que tú tienes el tuyo, Ésta es mía —y decirlo me produjo una gran excitación mía para exigir, para tocar, para besar Y, luego, para follar hasta el agotamiento Oh, sí...

Ella se echó a reír cuando me vio balancearme de puntillas ante aquella perspectiva—Bueno, me calmaré para hacer las presentaciones.

Hice los honores y esperé a que ella entrase antes en la limusina estaba a punto de subir tras ella cuando sentí la mano de Santana debajo de la falda apretándome el trasero se pegó a mi espalda y me dijo al oído:

—Oye, cielo, asegúrate de que estoy yo detrás de ti cuando te inclines hacia delante o tendré que darte unos azotes en ese culo tan bonito que tienes.

Volví la cabeza y apoyé la mejilla contra la suya—Ya no tengo la regla.

Ella lanzó un gruñido a la vez que me pellizcaba las caderas con las yemas de los dedos.

— ¿Por qué no me lo has dicho antes?

—Demora de la gratificación, campeona —le contesté, usando una frase con la que ella me había atormentado una vez cuando me dejé caer en el asiento al lado de Shawna, seguía riéndome de la palabrota que había soltado Santana.

Angus se sentó al volante, nos pusimos en marcha y abrimos una botella de Armand de Brignac por el camino cuando llegamos a Tableau One, un nuevo restaurante de fusión con una serie de platos de comida saludable y del que salía hasta la calle una música muy potente, la combinación del champaña y la ardiente mirada de Santana a la longitud casi indecente de la falta hacía que me sintiera mareada.

Shawna se inclinó hacia delante en el asiento y miraba con los ojos muy abiertos a través de las ventanillas tintadas.

—Doug intentó reservar aquí antes de marcharse, pero la lista de espera es de dos meses puedes presentarte sin más, pero a veces hay que esperar varias horas y no hay garantía de que llegues a sentarte.

La puerta de la limusina se abrió y Angus la ayudó a salir primero a ella y luego a mí Santana se unió a nosotras y me cogió del brazo como si fuéramos vestidas de gala y no para asistir a un concierto de rock en cuanto entramos tuvimos escolta; el gerente era tan cordial y tan
efusivo, que yo miré a Santana y le pregunté sólo moviendo los labios: ¿Uno de los tuyos?

—Sí, soy socia.

Di un suspiro, resignada a lo inevitable.

— ¿Tu amigo va a reunirse con nosotras para cenar?

Santana asintió con un gesto de la cabeza—Ya está aquí.

Le seguí la mirada hasta un hombre bien parecido con vaqueros azules y camiseta de los Six-Ninths estaban fotografiándole con dos mujeres muy guapas a cada lado, y él le brindaba una amplia sonrisa a la persona que sostenía una cámara de un smartphone saludó a Santana con la mano y se excusó.

— ¡Oh, Dios mío! —Shawna se puso a dar brincos—. ¡Es Arnoldo Ricci!

Este restaurante es suyo ¡y tiene un programa en la Food Network! Santana me soltó para darle un beso en la mejilla y un ligero abrazo con Arnoldo haciendo saber que eran buenas amigas.

—Arnoldo, te presento a mi novia, Brittany Pierce.

Le tendí la mano, Arnoldo la cogió, me acercó más a él y me besó directamente en la boca.
—Atrás —le espetó Santana, poniéndome detrás de ella.

Arnoldo sonrió, y en sus ojos oscuros podía verse un destello de humor.

— ¿Y quién es esta fantástica criatura? —preguntó, volviéndose hacia Shawna y llevándose su mano a los labios.

—Shawna, él será tu acompañante, Arnoldo Ricci, si consigue sobrevivir a la cena—Santana le dirigió a su amigo una mirada de advertencia—Arnoldo, Shawna Anderson.

Ella irradiaba entusiasmo—Mi novio es una gran admirador tuyo; y yo también. Un día preparó lasaña con tu receta y estaba PA RA -MO-RIR-SE.

—Santana me ha dicho que ahora está en Sicilia —la voz de Arnoldo tenía un acento encantador—Espero que puedas ir a hacerle una visita.

Miré fijamente a Santana, con la certeza de que yo no le había dado tanta información sobre el novio de Shawna ella me devolvió la mirada con una expresión de fingida inocencia y una sonrisita burlona casi imperceptible.

Meneé la cabeza, exasperada, pero no podía negar que aquélla iba a ser una noche que Shawna nunca olvidaría.

La hora siguiente pasó volando en una nebulosa de excelente comida y vino selecto. Yo estaba zampándome un extraordinario zabaione con frambuesas cuando pillé a Arnoldo observándome con una sonrisa de oreja a oreja.

—Bellissima —dijo, galante—Siempre es un gozo ver a una mujer con buen apetito.

Me sonrojé, con un poco de vergüenza. No podía evitarlo; me encantaba la comida.

Santana extendió un brazo por el respaldo de mi silla y se puso a juguetear con el pelo de mi nuca. Con la otra mano se llevó un vaso de vino tinto a la boca y, cuando se pasó la lengua por los labios, supe que ella en realidad quería saborearme a mí El aire que había entre nosotras estaba impregnándose de su deseo Yo había sentido su influjo durante toda la cena.

Metí la mano debajo de la mesa, le metí la mano por los pantalones y le acaricie su clictoris, pero ella no dio ninguna señal visible de su excitación.

No pude evitar tomarlo como un desafío.

Comencé a acariciar en círculos su clictoris, procurando que los movimientos fueran lentos y cuidadosos para que los demás no los notaran con gran regodeo por mi parte, Santana continuó la conversación sin ningún problema y sin cambiar de expresión su autocontrol me provocaba, me hacía más atrevida busqué meter las manos debajo de sus bragas para sentir su piel.

Santana tomó otro sorbo pausadamente y luego dejó el vaso en la mesa.

—Sólo tú, Arnoldo —respondió secamente a algo que su amigo había dicho.

Me agarró por la muñeca justo cuando iba a meter bien la mano y se llevó mi mano a los labios, haciendo que su gesto pareciese una espontánea demostración de afecto el súbito mordisco que me dio en un dedo me pilló por sorpresa y me hizo jadear.

Arnoldo sonrió; era esa sonrisa de complicidad y un poco burlona que un soltero le dirige a otra al que le ha pescado una mujer dijo algo en italiano, y Santana le contestó, con una pronunciación fluida y sexy y un tono irónico Arnoldo echó hacia atrás su morena cabeza y soltó una carcajada.

Me removí en mi asiento. Me encantaba ver así a Santana, relajada y divirtiéndose.

Ella miró mi plato de postre vacío y después a mí— ¿Lista para marcharnos?

—Sí, sí. —Estaba deseando ver cómo discurría el resto de la noche y cuántas facetas más de Santana descubriría. Porque yo amaba a la mujer que era en aquel momento tanto como a la poderosa empresaria con falda y chaqueta, a la amante dominante en la cama, a la niña destrozada que no podía esconder las lágrimas y a la tierna compañera que me abrazaba cuando yo lloraba.

Santana era muy compleja, todavía un gran misterio para mí; apenas había escarbado en la superficie de su personalidad. Pero nada me detenía para seguir profundizando.

— ¡Son buenos estos chicos! —gritó Shawna cuando el grupo telonero se lanzaba a la quinta canción.

Nosotras nos habíamos levantado de los asientos después de la tercera abriéndonos paso entre la agitada masa de espectadores hasta la barrera que separaba la zona de butacas de la zona más cercana al escenario.

Santana me rodeó con sus brazos, resguardándome así por ambos lados, y puso las manos en la barrera. El público hacía presión a nuestro alrededor, empujando todo el mundo hacia delante, pero yo estaba protegida por su cuerpo, igual que Shawna, junto a nosotras, lo estaba por el de Arnoldo.

Tenía la seguridad de que Santana podría haber conseguido unos asientos muchísimo mejores, pero yo no tuve que decirle nada de cómo había conseguido las entradas sólo para las fans, y el hecho de que nos hubiera invitado ella significaba que no teníamos alternativa me encantó que lo comprendiera y que se dejase llevar por la corriente.

Giré la cabeza para mirarla.

— ¿Este grupo tiene también contrato con Vidal?

—No, pero me gustan.

Que Santana estuviera disfrutando del concierto me animaba mucho.

Levanté los brazos y di gritos, impulsada por la energía de la multitud y el ritmo de la música, y bailé dentro del contorno de sus brazos, empapada de sudor y con la sangre circulando impetuosamente.

Cuando el grupo telonero terminó, los tramos y vistas se pusieron manos a la obra inmediatamente desmontando el equipo de los primeros y montando el de los Six-Ninths. A gradecida por aquella noche, por la alegría, por el gustazo de desmadrarme con la mujer que amaba, me volví y eché los brazos al cuello de Santana, apretando mis labios contra los suyos.

Ella me levantó en vilo y me hizo poner las piernas alrededor de su cintura, besándome violentamente. Estaba húmeda yo lo sabía y me estrechaba incitándome a frotarme contra ella La gente que nos rodeaba silbaba y abucheaba, diciéndonos cosas como «buscaos una habitación» o «fóllatela, tía», pero a mí me traía sin cuidado y lo mismo a Santana, que parecía dejarse llevar tanto como yo por aquel arrebato sensual. Con una mano en mi trasero me restregaba contra su centro mientras que con la otra me agarraba del pelo, sujetándome dónde le convenía, a la vez que me besaba como si no pudiese parar, como si se muriera por mi sabor.

Nuestras bocas abiertas se recorrían con urgencia la una a la otra Introducía la lengua en movimientos rápidos y profundos, follándome la boca, haciéndole el amor. Yo la bebía, la lamía y la paladeaba, gimiendo ante su insaciable avidez ella me succionaba la lengua, deslizando el círculo de sus labios a lo largo de ella. Aquello era demasiado. Yo estaba toda húmeda y ansiosa por sus dedos, casi desesperada por la necesidad de sentirla llenándome.

—Vas a hacer que me corra —murmuró, y estiró mi labio inferior con sus dientes.

Yo estaba tan fundida con ella y su fogosidad que apenas me di cuenta de que los Six-Ninths habían empezado fue en el momento en que entró la vocalista cuando volví a la realidad.
Me puse rígida, y mi mente trató de abrirse camino entre la nebulosa de la pasión para procesar lo que estaba oyendo yo conocía aquella canción.

Abrí los ojos cuando Santana se echó hacia atrás por encima de sus hombros vi carteles escritos a mano que la gente sostenía en el aire.

¡KITTY WILDE ES MÍA!, ¡FÓLLAME, KITTY!, y mi favorito: ¡¡¡KITTY, ME LO MONTARÍA CONTIGO COMO UNA LOCA!!!

Joder. No podía ser.

Seguro que Rachel lo sabía. Lo sabía y no me había advertido.
Probablemente pensó que me parecería gracioso si me enteraba por casualidad en vez de a través de ella.

Aflojé las piernas en las caderas de Santana y ella me dejó en el suelo, protegiéndome de los frenéticos fans con el escudo de su cuerpo. Volví lacara hacia el escenario y sentí un tremendo hormigueo en el estómago. No me cabía duda, Kitty Wilde estaba al micrófono, derramando aquella voz profunda, poderosa, endemoniadamente sexy, sobre los miles de personas que habían ido a verla en acción. Llevaba el pelo largo y teñido de platino en los extremos. Había vestido su esbelto cuerpo con pantalones color aceituna y una camiseta negra sin mangas. Era imposible verla desde donde yo me encontraba, pero yo sabía que tenía los ojos de un brillante marrón y un atractivo rostro de facciones marcadas, y que su impactante sonrisa dejaba ver un hoyuelo que volvía locas a las personas.

Hice un esfuerzo por apartar los ojos de ella y miré a los otros miembros del grupo. Los reconocí a todos. Tiempo atrás, en San Diego, no se llamaban Six-Ninths, sino Captive Soul y yo me peguntaba qué les habría llevado a cambiarse de nombre.

—Son muy buenos, ¿verdad? —me dijo Santana con la boca en mi oreja para que pudiera oírla Tenía una mano apoyada en la barrera y la otra alrededor de mi cintura,
manteniéndome bien pegada a ella mientras se movía al ritmo de la música. La combinación de su cuerpo con la voz de Kitty producía un efecto perturbador en mí y a soliviantado apetito sexual.

Cerré los ojos, concentrándome en la mujer que tenía detrás y en la especial sensación que siempre había experimentado al oír cantar a Kitty.

La música vibraba en mis venas y me traía recuerdos, unos buenos y otros malos me agitaba entre los brazos de Santana, invadida por la excitación.

Era plenamente consciente de su deseo, que emanaba de ella como oleadas de calor que se infiltraban en mí y me hacían desearla hasta tal punto que la distancia física entre nosotras me resultaba dolorosa.

Le cogí la mano que había dejado a la altura de mi estómago y la llevé más abajo.

—Britt... —la pasión le ponía la voz más ronca. Yo había estado provocándola toda la noche, desde que le dije que mi menstruación había terminado, pasando por el «trabajo manual» bajo la mesa del restaurante, hasta el ardiente beso del intermedio.

Ella me tocó un muslo y apretó.

—Preparada.

Apoyé el pie izquierdo en la parte de abajo de la barrera, dejé reposar la cabeza en su hombro y un instante después ya había metido ella la mano debajo de la falda y, con la respiración agitada, me lamía el contorno de la oreja. La oí, y la sentí, dar un gemido al descubrir lo húmeda que estaba.

Una canción se mezclaba con la otra Santana me frotaba en la entrepierna, encima de los culottes, primero con movimientos circulares y luego verticales. Mis caderas se movían al ritmo de sus caricias, mis entrañas se contraían Iba a correrme allí mismo, al lado de un montón de personas, porque eso conseguía Santana A sí de locamente me excitaba. Nada importaba cuando ponía las manos en mi carne y toda su atención se concentraba en mí.

—Eso es, cielo. —Separó las bragas con los dedos y me penetró con dos de ellos—Voy a follarte este coño maravilloso durante días y días.

Con todos aquellos cuerpos apretujándonos, la música retumbando, y la intimidad garantizada solamente por la distracción de la gente, Santana hundió más los dedos en mi más que húmedo sexo y los dejó allí. Aquella penetración constante y estática me puso desenfrenada. Empecé a moverlas caderas en torno a su mano, esforzándome por conseguir el orgasmo que tanto necesitaba.

La canción acabó y las luces se apagaron. Sumida en la oscuridad, la multitud gritaba. Los espectadores iban cargándose de densa expectación hasta que el rasgueo de las guitarras la contuvo. Estallaron los gritos, y las luces de los encendedores empezaron a parpadear, convirtiendo aquel mar de personas en miles de luciérnagas.

Un foco iluminó el escenario, mostrando a Kitty sentada en un taburete, sin camiseta solo con un sujetador y brillante de sudor. Tenía el torso firme y bien definido y los abdominales marcando cada músculo. Ajustó la altura del soporte del micrófono, bajándola un poco las personas del público chillaron, incluida Shawna, que se puso a saltar y dio un silbido ensordecedor.

La veía del todo. Sentada, con los pies apoyados en los travesaños del taburete y sus brazos cubiertos de tatuajes negros y grises, Kitty estaba tremendamente sexy y daban ganas de tirársela Durante seis meses, casi cuatro años atrás, yo me había humillado para tenerla desnuda siempre que podía, así de encaprichada y desesperada me encontraba yo por sentirme querida y aceptaba cualquier migaja que me arrojara.

Santana comenzó a deslizar los dedos hacia dentro y hacia fuera. Entró el batería Kitty se puso a cantar una canción que yo no había oído nunca, con un tono bajo y conmovedor, y la letra clara como el cristal tenía la voz de un ángel caído. Fascinante. Seductora. Y una cara y un cuerpo apropiados para reforzar la tentación.

Chica rubia ahí estás tú.

Yo canto a la multitud, la música suena fuerte.

Estoy viviendo mi sueño, en la cresta de la ola, pero te veo ahí, con la luz del sol en el pelo, estoy dispuesta a marchar, desesperada por volar.

Chica rubia, Ahí estás tú.

Bailando para la multitud, la música suena fuerte.

Te quiero tanto que no puedo mirar a otro lado.

Luego, te pondrás de rodillas. Me suplicarás. Por favor.

Y luego te irás, sólo conozco tu cuerpo.

Chica rubia, ¿adónde te has ido?

Ya no estás ahí, con la luz del sol en el pelo.

Yo podía tenerte en el bar o en mi coche, en el asiento de atrás, pero nunca tuve tu corazón estoy deshecha.

Me pondré de rodillas y te suplicaré. Por favor.

Por favor, no te vayas. Hay tantas cosas que quiero saber de ti.

Brittany, por favor Estoy arrodillada.

Chica rubia, ¿adónde te has ido?

Yo canto a la multitud, la música suena fuerte.

Y tú no estás ahí, con la luz del sol en el pelo.

Brittany, por favor Estoy arrodillada.


El foco se apagó. Todavía pasó un buen rato hasta que la música se desvaneció. Volvieron a encenderse las luces y resonó batería. Las llamas dejaron de parpadear y la gente se volvió loca.

Pero yo estaba perdida entre el estruendo que llegaba a mis oídos, la opresión en el pecho y la confusión que me hacía tambalearme.

—Esa canción —murmuró Santana junto a mi oreja, mientras seguía follándome con los dedos enérgicamente—, me hace pensar en ti.

Puso la palma de la mano en el clítoris y masajeó: tuve un orgasmo clamoroso. Caían lágrimas de mis ojos. Lloré con vehemencia, temblando entre sus brazos, Me agarré a la barrera que tenía delante y dejé que me desbordara aquel placer imparable.

Cuando terminó el espectáculo, lo único en que podía pensar era en conseguir un teléfono y llamar a Rachel Mientras esperábamos a que la gente fuera saliendo, me apoyé pesadamente en Santana, buscando ayuda en la fuerza de sus brazos, que seguían rodeándome.

— ¿Estás bien? —me preguntó, acariciándome la espalda de arriba abajo.

—Sí, muy bien —mentí. La verdad era que no sabía cómo me sentía. No debería importarme que Kitty hubiera escrito una canción en la que diera a entender una versión diferente del rollo que tuvimos, Yo estaba enamorada de otra persona.

—Yo también quiero irme —murmuró—Me muero por estar otra vez dentro de ti, cielo casi no puedo pensar con claridad.

Metí las manos en los bolsillos traseros de sus pantalones—Pues vámonos.

—Yo tengo acceso a los bastidores—Me besó la punta de la nariz cuando levanté la cabeza para mirarla—No tenemos que decírselo a ellos, si prefieres salir de aquí.

Me quedé pensándolo durante un rato al fin y al cabo, la noche había sido, y seguía siendo, estupenda gracias a Santana Pero sabía que luego iba a arrepentirme si le negaba a Shawna y Arnoldo, que era fan también de Six-Ninths, algo que recordarían el resto de su vida. Y yo mentiría si dijera que no me apetecía echarle un ojo de cerca a Kitty No quería que ella me viera a mí, pero yo quería verla a ella.

—No, Que vengan ellos también.

Santana me cogió de la mano y habló con nuestros amigos, cuyo entusiasmo me proporcionó el pretexto de decirles que lo hacía sólo por ellos nos dirigimos hacia el escenario y nos desviamos hacia un lateral, donde Santana conversó con un tipo enorme encargado de la seguridad.

Mientras el hombre hablaba por el micrófono de sus auriculares, Santana sacó el teléfono móvil y le dijo a Angus que llevara la limusina a la parte de atrás. Durante ese tiempo, se cruzaron nuestras miradas. La intensidad de la suya y la promesa de placer que sugería me dejaron sin aliento.

—Tu chica es ella no va más —dijo Shawna, dirigiendo a Santana una mirada cercana a la veneración. No era una mirada depredadora, simplemente admirativa—; esta noche es increíble. Estoy en deuda contigo.

Y me dio un fuerte abrazo.

—Gracias.

Yo también la abracé a ella.

—Gracias por invitarme.

Un hombre alto, larguirucho, con mechones azules en el pelo y unas gafas muy elegantes de montura negra, se acercó a nosotros.

—Señora López —saludó a Santana tendiéndole la mano—, no sabía que vendría usted esta noche.

Santana le estrechó la mano.

—No se lo dije —respondió con soltura, y alargó el otro brazo hasta mí para hacerme avanzar un poco y presentarme a Robert Phillips, el mánager de los Six-Ninths. Después, presentó a Shawna y Arnoldo, y nos llevaron a todos entre bastidores, donde había mucha actividad y merodeaban los seguidores.

De pronto yo no quería ni ver a Kitty Resultaba fácil olvidar cómo habían sido las cosas entre nosotras mientras la oía cantar. Resultaba fácil querer olvidar después de oír la canción que ella había escrito. Pero aquella etapa de mi pasado era algo de lo que no estaba orgullosa precisamente.

—Los grupos están aquí dentro —decía Robert señalando una puerta abierta por donde salían sonidos musicales y risas estridentes—Les encantará conocerla.

Me paré de repente y Santana se detuvo y me miró con el ceño fruncido.

Me puse de puntillas y le susurré:

—No tengo ningún interés en conocerlos. Si no te importa, voy al cuarto de baño más
cercano y luego a la limusina.

— ¿Puedes esperar unos minutos y me voy contigo?

—No te preocupes, que no va a pasarme nada.

Me tocó la frente.

— ¿Te encuentras bien? Pareces sofocada.

—Estoy estupendamente. Ya lo verás en cuanto lleguemos a casa.

Aquello funcionó. Relajó la expresión y esbozó una sonrisa—Me daré prisa con esto —Miró a Robert Phillips e hizo un gesto a Arnoldo y Shawna—¿Puede acompañarlos ahí dentro? Vuelvo en un minuto.

—Santana, de verdad que no... —protesté.

—Voy contigo.

Yo conocía aquel tono, así que la dejé que anduviera a mi lado los pocos metros que nos separaban del baño.

—Puedo ir sola, campeona.

—Te esperaré.

—Entonces nunca vamos a salir de aquí. Vete a tus cosas, que no va a pasarme nada.
Me miró con expresión paciente—Britt, no voy a dejarte sola.

—Yo sé arreglármelas, en serio. Se sale por allí. —Señalé el corredor que llevaba hasta unas puertas abiertas, con un rótulo encendido encima donde ponía «salida». Los técnicos y a estaban sacando los equipos—Angus está ahí fuera, ¿no?

Santana se apoyó contra la pared y cruzó los brazos.

Levanté las manos.

—Vale, Está bien lo que tú digas.

—Estás aprendiendo, cielo —dijo con una sonrisa.

Refunfuñando por lo bajo, entré en el baño e hice mis necesidades.

Cuando estaba lavándome las manos, me miré al espejo y sentí vergüenza.
Tenía los ojos como un mapache de tanto como había sudado, con las pupilas oscuras y dilatadas.

¿Qué verá esa mujer en ti? Me decía a mí misma con cierta sorna, pensando en el impresionante aspecto que conservaba Santana Con todo lo excitada y sudorosa que había estado ella también, no tenía en absoluto mal aspecto, mientras que a mí se me veía empapada y exhausta. Pero, más que en mi exterior, pensaba en mis defectos personales.

No podía escapar de ellos, y menos mientras Kitty se encontrara en el mismo edificio que nosotras.

Me froté los ojos con un trozo de papel humedecido para quitarme las manchas negras y salí otra vez al pasillo Santana esperaba muy cerca, hablando con Robert, o, más propiamente, escuchándole. Era evidente que el mánager estaba alterado por algo.

Santana me vio e hizo un ademán con la mano indicándome que esperase un poquito, pero no quise arriesgarme. Yo le señalé a ella la salida, me di la vuelta y fui en aquella dirección antes de que pudiera detenerme. Pasé deprisa por delante de la habitación verde, aunque pude echar un vistazo dentro y distinguí a Shawna riéndose y con una cerveza en la mano.

La sala estaba de bote en bote y había mucho bullicio. Ella parecía estar pasándoselo en grande.

Me escapé con un suspiro de alivio, sintiéndome diez veces más ligera que un momento antes. Divisé a Angus de pie, cerca de la limusina de Santana, al otro extremo de la línea de autobuses. Le hice señas con la mano y enfilé hacia él.

Analizando cómo había ido la noche, me sentía fascinada por lo desinhibida que se había mostrado Santana No se parecía en nada a la mujer que había usado una jerga de fusiones y adquisiciones para conseguir llevarme a la cama.

Estaba deseando tenerla desnuda.

Una llama que se encendió en la oscuridad, a mi derecha, me pilló de sorpresa me detuve de repente y descubrí a Kitty Wilde acercando una cerilla al cigarrillo que sostenía entre los labios como estaba entre las sombras al lado de la salida, la luz temblorosa del fósforo le acariciaba la cara y me hizo retroceder en el tiempo durante un rato Kitty levantó los ojos, me miró largamente y se quedó helada Nos observamos la una a la otra. Mi corazón palpitaba como loco, en una mezcla de temor y emoción. De pronto dijo una palabrota y sacudió la cerilla, porque se había quemado los dedos eché a andar, esforzándome por llevar un paso tranquilo mientras iba derechita hacia Angus y la limusina.

— ¡Eh!, espera —me gritó Kitty—Oí sus pasos, que se acercaban al trote, y empecé a soltar adrenalina. Un técnico llevaba una carretilla muy cargada y yo corrí a ponerme detrás de él y esconderme entre dos autobuses apoyé la palma de la mano en el lateral de uno de ellos, con un compartimento de carga abierto a cada lado. Me oculté en la oscuridad, sintiéndome cobarde, pero sabiendo que no tenía nada que decirle a Kitty.

Ya no era la chica que ella había conocido.

La vi pasar a toda prisa decidí esperar, darle tiempo para mirar y darse por vencida Era consciente de que el tiempo corría y de que Santana saldría enseguida a buscarme.
—Brittany...

Me estremecí al oír mi nombre volví la cabeza y encontré a Kitty acercándose desde el otro lado. Mientras yo miraba a la derecha, ella apareció por la izquierda.

—Eres tú —dijo ásperamente. Tiró el cigarrillo al suelo y lo aplastó con la bota.

Me oí a mí misma diciendo algo rutinario.

—Deberías dejarlo.

— ¿A sí que sigues diciéndome eso? —Se aproximó con prudencia— ¿Has estado en el concierto?

Asentí con la cabeza Me aparté del autobús y retrocedí.

—Ha sido magnífico tocáis realmente bien me alegro por ti.

Ella daba un paso adelante por cada uno que yo daba hacia atrás.

—He esperado siempre encontrarte así, en algún concierto. Se me ocurrían un montón de ideas sobre qué pasaría si por fin te veía en alguno.

No supe qué contestar. La tensión entre nosotras era tan fuerte que podía masticarse.
Y la atracción seguía allí.

No era nada como lo que sentía por Santana Nada más que una mera sombra de aquello, pero estaba allí de todas maneras.

Me replegué hasta el espacio abierto, donde había más movimiento y pululaba un montón de gente.

— ¿Por qué corres? —me preguntó. A la luz de la farola de un aparcamiento, la vi con toda claridad. Estaba todavía más guapa que antes.

—Es que no puedo... —tragué saliva— No hay nada qué decir.

—Tonterías—La intensidad de su mirada me producía cierta turbación—Dejaste de venir. Sin decir ni una palabra, sencillamente dejaste de aparecer ¿Por qué?

Me froté el estómago porque sentía un nudo en él. ¿Qué podía decirle? ¿Por fin maduré un poco y decidí que merecía algo mejor que ser una de las muchas tías que te follabas en el cubículo de algún baño entre una actuación y otra?

— ¿Por qué, Brittany? Había algo entre nosotras y desapareciste sin más.

Giré la cabeza en busca de Santana o Angus Ninguno de los dos estaba a la vista. La limusina esperaba sola. Hacía ya mucho tiempo Kitty se abalanzó y me agarró por los brazos Me sorprendió y me asustó un poco aquel movimiento súbito y agresivo si no hubiéramos estado tan cerca de otras personas, tal vez me hubiera dado pánico.

—Me debes una explicación —soltó.

—No es...

Entonces me besó tenía los labios suavísimos y los estampó contra los míos cuando me di cuenta de lo que estaba pasando, y a me había sujetado los brazos con más fuerza y no podía moverme ni apartarla.

Y, durante un breve lapso de tiempo, no quería.

Incluso le devolví el beso, porque la atracción seguía todavía allí, y porque pensar que podía haber sido algo más que un ligue sexual pasajero aplacaba un malestar interior que yo tenía Kitty me sabía a tabaco, olía seductoramente a chica sexy, y había tomado mi boca con toda la pasión de un espíritu creativo. Me resultaba familiar en muchos sentidos muy íntimos.

Pero, al fin y al cabo, no importaba que ella me impresionara todavía no importaba que hubiéramos tenido una historia, por muy dolorosa que me hubiera resultado a mí. No importaba que me sintiera halagada y afectada por las letras que había escrito; que después de seis meses viéndola pasárselo bien con otras mujeres mientras follaba conmigo en cualquier parte donde hubiera una puerta que cerrara, fuera en mí en quien pensara cuando seducía desde el escenario a mujeres que se lo pedían a gritos.

Nada de eso importaba porque yo estaba locamente enamorada de Santana López, y ella era lo que yo necesitaba.

Me zafé de Kitty de un tirón...

... y vi a Santana lanzándose a la desesperada embestir contra Kitty, derribándola.


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Hola Hola!

Les vengo a dejar este capitulo espero que les guste C: Y que me dejen sus comentarios al respecto
FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 7 1206646864

Saludos Y besos FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 7 1206646864

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