[Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo

Capitulo 22 - Parte 1

4:37 p.m., ese mismo día

—¿Ese es el jabón? No te resbales con el jabón.

—No me resbalaré con el jabón.

—No quiero que te resbales. Se cuidadosa.

—No me resbalaré con el jabón. Ahora date la vuelta otra vez y cállate, Britt.

—¿Callarme? Imposible, no cuando tu… mmm… y cuando tu… ooohhh… y luego cuando tú—ay, eso dolió, Santana. ¿Estás bien allá atrás?

—Me resbalé con el jabón.

Comencé a darme la vuelta para ver si ella de verdad estaba bien cuando repentinamente me presionó contra la pared de la ducha, sujetando mis manos con una de ella, extendiéndolas sobre mi cabeza contra el azulejo. Los labios me cosquillearon y el agua se roció en mi piel y a través de mis hombros mientras su cuerpo se flexionaba contra el mío.

Los pensamientos del jabón fugitivo desaparecieron de mi mente mientras ella  deslizaba dos dedos dentro de mí, largos y deliciosos. Mi aliento salió en un jadeo, amplificado por las paredes de azulejo, fue sexy por la caída del agua, y rápidamente seguido por otro jadeo mientras continuaba empujando dentro de mí, dolorosamente lento y con determinación, su mano libre ahora agarraban mis caderas.

Eché mi cabeza hacia atrás, girando mi cara para encontrar la mirada de Santana, desnuda y mojada. Sus cejas estaban fruncidas, su boca abierta mientras invadía completamente y sin disculpa, introduciendo en mi un tercer dedo. Caí en espiral rápidamente, perdiendo la conciencia y la capacidad de pensar claramente, palabras silenciosas escapándose de mi boca y hacia el agua, yéndose por el desagüe.

Ahora que esa O estaba de regreso, no se retrasaba. Hasta ahora, llegaba inmediatamente y sin cuestionamientos, destrozando los recuerdos de los días, semanas y meses de espera y llanto, rogando y suplicando. Me recompensaba con un continuo y constante desfile que me dejaba mareada y atontada, sin huesos y lista para más.

Gimiendo en mi oído, estremeciéndome y vibrando, Santana no pudo frenar su balanceo. Ella sabía intrínsecamente, como yo, que su chica estaba bien para uno más. Y entonces, con agonizante destreza, plantó un beso húmedo en mi cuello, dejó mi cuerpo, haciéndome girar rápidamente, y volvió otra vez con sus tres perfectos dedos dentro de mi  antes de que yo pudiera terminar de decir:

—Oye, ¿a dónde vas?

—A ningún lugar, Chica Camisón, no en un futuro cercano —murmuró, con rudeza agarrando mi culo con un brazo, mientras yo enrollaba mis piernas en su cadera y levantándome contra la pared, usando su peso para aplastarme contra el azulejo, apretándome a ella. Acompaño los movimientos de su mano, con movimientos pélvicos, su cuerpo se arqueó mientras el mío era aplastado, nuestra piel resbaladiza sintiéndose indescriptible una contra la otra. ¿Cómo había permanecido lejos de esta mujer tanto tiempo? No importa, ella estaba aquí, dentro de mí, y cerca de llevarme a otro O.

Me presioné contra ella solo lo suficiente como para abrir un espacio entre nosotras, apenas visible para dar un vistazo hacia abajo, el deseo empañó mi visión, pero no tanto para que no pudiera verla entrar en mí, una y otra vez, llenándome como ningún otro hombre o mujer lo ha hecho.

Ahora, ella misma bajaba la mirada para ver qué es lo que me tenía tan paralizada, también estaba cautivada y un sonido más como: “Umm” dejó su boca. Sus movimientos de sus dedos y pélvicos fueron más rápidos, más profundos, esa sensación, ese momento crítico que sentía tan cerca del dolor y tan cerca de la perfección. Esos ojos marrones, ahora llenos de lujuria y fuego, volaron hacia a los míos mientras las dos nos lanzamos de ese acantilado otra vez juntas.

Estremecida. Congelada. Cargada y descargada. Nos corrimos juntas con un rugido, un gruñido y un gemido que dejaron mi garganta en carne viva y mi “Ooooh” excitada.

La palabra “Ooooh”… era un gran nombre para… Umm…


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6:41 p.m.

Paseando en mi departamento solo con una toalla, esquivando montones de harina y puñados de pasas. Santana era un espectáculo para contemplar.

Cuando derrapó con una mancha de mermelada y chocó con la encimera me reí tan fuerte que me tuve que sentarme en el sofá. Ahora se detenía frente a mí con una rebanada de pan zucchini mientras yo reía, tenía una mirada divertida en su rostro. Continué riéndome, y mi toalla se resbaló, revelando más que un poco de mis atractivos. A la vista de mis pechos. Sus ojos ampliaron.

—¿Te das cuenta que me estás convirtiendo en una clase de máquina? —Santana se tomó el tiempo para poner su pan zucchini a salvo en la mesa del café.

—¿Cuán lindo es eso? Y que bueno es eso ahora—aplaudí.

—Puede que no estés enterada, pero como regla general, a ninguna mujer le gusta la palabra lindo en la misma oración cuando esta excitada.

—Pero es lindo que lo estés

—Britt no es lindo, es bueno.

—Bueno, mi culo. Lo que paso hace ratito en la ducha no fue bueno

—Necesitas acariciar mi ego Britt y creo que otra parte especifica de mi cuerpo también.

—Guau.

—No, en serio. Creo que encontrarás que soy un poco receptiva a ese tipo de atenciones.

—Ya veo, estaba pensando que tal vez sólo necesitas unos latigazos de lengua, pero si crees que esas atenciones...

—No, no, creo que una lengua funcionará bastante bien. Mi… ¡Maldición, Brittany!

Me incliné, trayendo a la tímida hacia adelante, y me abalance hacia su femineidad  e inmediatamente la acaricie con mi lengua. Sintiéndola como se excitaba, me acomodé en el borde del sofá, envolví mis brazos alrededor de ella y le solté la toalla.

Jalándola más cerca, y por lo tanto profundizando mi lengua en ella, canturrié en satisfacción mientras sentía que sus manos se levantaban en mi cabello y trazaban mi rostro. Con reverencia, colocó sus dedos en mis párpados, mejillas, sienes, finalmente enterrando una mano en mi cabello.

Mientras yo concentraba toda mi atención en su parte más sensible, con su mano libre se acarició el clítoris, algo que era posiblemente la cosa más sexy que alguna vez haya visto.

Sexy no es la palabra correcta para ella. Es inadecuado ante el arte de erotismo puro llegando a su fin enfrente de mí. Y hablando de frente de mí, canturrié otra vez en agradecimiento, sintiéndome excitada solo con el juego que mi boca estaba consiguiendo. Boca suertuda.

Caí hacia atrás contra el respaldo del sofá y jalé a Santana conmigo. Ella respondió usando ambas manos para sujetarse contra el respaldo del sofá, moviendo su cadera mi boca con convicción. El ángulo me permitió penetrarla más profundamente, y así  se hizo más fácil para mí para tomar más de ella, agarré su culo, sintiendo la excitación de atenderla, sabiendo que era yo, sólo yo, quién la tenía adentro de esta manera.


Podía sentirla acercándose. Ya estaba comenzando a saber sus reacciones inmediatamente. La deseaba otra vez. Era egoísta de esa manera.

Deleitándola con un fuerte jalón final, la empujé hacia abajo sobre sofá y la monté a horcajadas. Sintiéndome contra ella, empujó tres dedos dentro de mi y había ese momento

—¿Sabes ese momento? ¿Cuándo todo se siente expandiéndose y contrayéndose en la forma más deliciosa? Tu cuerpo reacciona: algo que no debería estar dentro ahora lo está y por un momento, es extraño, desconocido.

Y entonces tu piel siente su regreso como campeón, la memoria de tu músculo toma el control, y luego es tan bueno, la sensación de plenitud, de maravilla y de sobrecogimiento.

Y luego comienzas a moverte.

Agarrando sus hombros para apalancarme, enrollé mis piernas en las de ella, notando no por primera vez que ella había sido inteligentemente diseñada con las medidas exactas en mi mente. Encajaba dentro de mí cuerpo perfectamente, dos mitades de un entero, alguna clase de Lego Sexual. Ella también lo sentía, podía decirlo.

Colocó su mano libre extendida contra mi pecho, directamente encima de mi corazón.

—Asombroso —susurró mientras la montaba, dulce y caliente.

Mantuvo mi corazón en su mano mientras me mecía en ella. Ella luchaba para quedarse conmigo, para mantener sus ojos abiertos mientras su liberación se aceleraba. Tomé su mano de mi corazón y la coloqué más abajo, donde empezó a trazar esos malditamente perfectos círculos.

—Jesús, San... Oh, Dios... tan... taaan buena... yo... mmmm...

—Amo verte derrumbarte —gimió, y yo también. Y ella gimió.

Me derrumbé en ella, observándola hasta que la habitación dejó de girar y la sensación regresó a los dedos de mis manos y pies, serpenteando a través de mi cuerpo mientras me atraía hacia ella.

—Tus latigazos de lengua Ufff!. Qué idea —resopló, y solté una risita.


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8:17 p.m.

—¿Alguna vez has pensado en cambiar el color de la pintura aquí?

—¿En serio?

—¿Qué? ¿Tal vez un tono más claro de verde? ¿O incluso un azul? Azul podría ser agradable. Amaría verte rodeada de azul.

—¿Yo te digo como tomar fotos?

—Bueno, no...

—Entonces no me digas cómo seleccionar los colores de la pintura. Y sí, estoy planeando cambiar la paleta de colores, pero será más oscuro. Más profundo, puedo decirte.

—¿Más profundo, dijiste? ¿Cómo es eso?

—Eso es bastante bueno. Umm, es realmente bueno. De cualquier modo, como te decía, estoy pensando tal vez en un gris oscuro, con una nueva encimera de mármol en tono cremoso, las alacenas caoba oscuro. Santa mierda, eso se siente bien.

—Anotado. Más profundo es bueno, y muy profundo es incluso mejor. ¿Puedes poner tu pié en mi hombro?

—¿Así?

—Cristo, Britt, sí, así. Tan... nueva encimera, ¿dijiste? Mármol podría ser un poco frío, ¿no crees?

—Sí, sí, ¡sí! ¿Qué? Quiero decir, ¿qué? ¿Frío? Bueno, ya que generalmente yo no estoy extendida como pan en la encimera, el frío no me molesta. Además, las encimeras de mármol son las mejores para estirar la masa.

—No —advirtió, girando su rostro para besar la parte interna de mi tobillo


—¿No qué, San? —ronroneé, mi aliento atorándose mientras sentía su paso comenzando a acelerarse ligeramente, imperceptible para cualquiera excepto para mí, en quien ella estaba profundizando.

—No trates de distraerme con pláticas de masa. No funcionará —instruyó, quitando la mano de la encimera y pasándola ligeramente sobre mis pechos, una y otra vez, provocando que mis pezones se pusieran como picos duros con las puntas de sus dedos.

Una energía frenética comenzó a instalarse abajo, en mis caderas y mis muslos, en la boca de mi estómago y los puntos en medio.

—¿Nada de pláticas de masa? ¿No sucias pláticas de masa para Santana? Mmm, ¿pero no crees que un poco de distracción es buena de vez en cuando? Quiero decir, puedes solo imaginarme, inclinada en la encimera, trabajando tan duro para ti... —me fui apagando, recorriendo mis dedos a través de su cabello, inclinándome para besarla con una boca húmeda, lengua, labios y dientes intentando llevar sus grandioso dedos más profundo de mí.

Estaba colocada en el borde de la encimera, muy desnuda, igual que nuestra Srita. López, enterrando sus dedos en mi interior y determinada a hacer que esto dure tanto como sea posible. Queríamos ver cuánto tiempo podríamos llevar una conversación mientras... bueno... lo hacíamos. Hasta ahora diecisiete de los más intensos, sensuales, fantásticos minutos de mi vida, y eso no contaba el juego previo.

La O estaba bailando en la periferia, preguntándose por qué no le permitía salir ya. Pero ahora yo tenía el control de la perra, y esta dulce tortura era increíble. Valía la pena aguantar.

Eso fue hasta que Santana me pidió que pusiera mi pie en su hombro. Santo infierno, me estaba destrozando. Una pierna en su hombro, la otra la mantuvo abierta hacia un lado, sus caderas arremetiendo al igual que sus dedos en desesperantes círculos pequeños, aumentando el más pequeño de los ritmos.

Fue ella quien insistió en la conversación, y yo había sido capaz de mantenerla hasta el pie en el hombro. Repentinamente, partes que realmente no habían sido parte de esto antes, ahora estaban siendo estimuladas, y se volvía más y más difícil pensar. Pero realmente, ¿quién necesita pensar? Podría ser tonta. Siempre y cuando pudiera estar debajo de Santana, estaba bien con ser tonta.

Pero todavía podía jugar este juego, aun me quedaba algo de persistente inteligencia.

—No me pongas a prueba, Chica Traviesa. Voy a hablarte sucio justo en esta encimera.

—Mmm, San, ¿no puedes imaginarme? ¿Inclinándome sobre ella, un pequeño delantal con nada debajo, un rodillo de cocina en la mano y un tazón lleno de manzanas?

—¿Manzanas? Oh, Dios, amo las manzanas —gimió, levantando mi otro pie y colocándolo en el hombro contrario, su mano libre rudamente jalándome aún más hacia enfrente del borde, su ritmo aumentando otra vez sólo un poco.

—Sé que la amas, ¿con canela? Podría cocinarte una tarta, San. Tu propia tarta de manzana, incluso con una corteza casera... todo para ti, chica. Sabes que todo lo que tienes que hacer es pedírmelo... —sonreí con suficiencia, tratando de evitar que mis ojos se cerrasen mientras ella aceleraba otra vez sus movimientos, el sonido de la piel golpeándose ya no era divertido en lo absoluto. Ahí se fue otra pizca de inteligencia.

—¿Cómo se siente eso, Britt? ¿Bien? —preguntó, sorprendiéndome.

—¿Bien? Se siente increíble.

—¿Increíble? ¿De verdad? —retiró casi por completo los dedos antes de deslizarse otra vez dentro de mí, haciéndome sentir cada centímetro de ellos, pero ahora un tercer dedo acompañaba los movimientos.

Y la inteligencia es independiente.  

—Sabes, es increíble, pero de vuelta a las manzanas. ¿Te gustaría que tu tarta la sirviera caliente con helado de vainilla? Caliente y derretido con… oh Dios mío....

—¿En serio quieres hablar de eso en este momento? Porque si sigues con eso, voy a ponerme realmente sucia.

—¿Más sucia que hablar de la tarta de manzana? —pregunté, extendiendo y apuntando los dedos de mis pies hacia el techo, creando una nueva sensación.

—Que hay sobre esto, si no paras toda esa plática de la tarta de manzana —comenzó, inclinándose hacia abajo para poner su boca contra mi oído, haciéndome temblar. Su mano libre, ahora agarró mi pecho, con rudeza girando y pellizcando mi pezón, me hacía tensar y gritar

—Si no te detienes, voy a dejar de follarte, y confía en mí cuando te digo que ni siquiera he comenzado a follarte en todas las maneras que he soñado.

Retrocedió y empujó.

¿Última pizca de inteligencia? Adiós. No soy tan orgullosa para rogar.

—Dios, Santana, me doy por vencida. Sólo fóllame.

—¿Tarta de manzana para mí?

—¡Sí, sí! ¡Tarta de manzana para ti! Oh, Dios...

—Así es, tarta de manzana para mí, tarta de manzana para… Dios, estás apretada de esta forma —gimió, cambiando ambas piernas a un lado, sujetándolas con la mano libre,  mientras golpeaba con su cadera y dedos dentro de mí una y otra vez, nunca retirándose, solo avanzando, bajando la mirada hacia mí, observándome mientras mi espalda se arqueaba y mi piel se sonrojaba, el calor deslizándose mientras mi clímax rompía sobre mí, asombrándome en silencio con su intensidad mientras era sacudida en el centro de mi ser.

—Te amo,  Brittany, te amo, te amo, te amo —canturreó, empujando erráticamente ahora mientras se aceleraba hacia su propia liberación, sudor escurriendo de su ceja mientras se aferraba a mis caderas y yo me aferraba a ella internamente, sujetándome a ella tanto como podía, sintiendo su  peso sobre mí mientras ponía su cabeza en mi pecho.

¿Cómo su calor podía sentirse tan bien? Debería haber hecho que no pudiera respirar, opresión de los pulmones y todo eso, pero no lo hacía. Sosteniéndola, acunando su rostro mientras retiraba su cabello.

—Vas a matarme, de seguro mientras estoy tumbada aquí —gimió, besando en donde quiera que podía.

—Yo también te amo —suspiré, echándole un vistazo al techo de mi cocina. Pude sentir una sonrisa tan grande como la bahía de mi cara. O iba a estar muy cerca por un largo tiempo.

De ninguna manera voy a pintar mi cocina de azul.


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9:32 p.m.  

—No puedo creer que esta es la segunda vez que nos estamos limpiando la harina y el azúcar la una de la otra. ¿Qué está mal con nosotras?

—El azúcar es bueno para la exfoliación —expliqué—, no estoy segura que bien nos está haciendo la harina.

—¿Exfoliación?

—Sí, me imagino que cada vez tengamos sexo aquí, todo ese azúcar nos ayuda a remover las células muertas de la piel.

—¿De verdad, Britt? ¿Células muertas de la piel? haber que la exfoliación es buena, pero eso es difícilmente sexy, en estos momentos Britt.

—No te estabas quejando hace un rato.

—Bueno, no, ¿cómo podría? Prometiste hornearme una tarta de manzana. No olvides esa parte.

—No lo olvidaré, pero estaba de alguna forma bajo coerción.

—Estabas debajo de mí, no bajo coerción, debajo de mí.

—Sí, San, estaba debajo de ti.

—¿Lavo tu espalda?

—Sí, por favor.

Nos pusimos en lados opuestos de la tina, relajadas y remojandonos luego de otra ronda de menjunje de la cocina.

En algún momento, iba a tener que limpiar todo el desastre, pero ahora mismo lo único en lo que me podía concentrar era en esta mujer enfrente de mí.

Esta mujer, hasta arriba del cuello con burbujas aromáticas, brazos firmes estrechándome para llevarme más cerca. Giré en la tina como una boya, bamboleando de un lado al otro y me coloqué frente a ella.

Usó una toallita para remover gentilmente lo último viscoso que me cubría.

Entonces me jaló a su pecho, inclinándose contra el borde de la tina.

Los brazos me cubrían, rodeándome con agua caliente y un más caliente Santana.

Cerré mis ojos, disfrutando la sensación de todo. La seguridad, la dulzura, la sensualidad. Me moví, tratando imposiblemente de conseguir estar más cerca, y entonces sentí como se endurecían sus pezones contra mi.

—Por qué… hola ahí, amiga —murmuré, deslizando mi mano a través de las burbujas para encontrar su femineidad, el deseo lascivo.

—Brittany... —advirtió, dejando caer su cabeza en el borde de la tina.

—¿Qué? —pregunté inocentemente, siguiendo con mis dedos acariciándola justo donde quería.

—No tengo diecisiete, sabes —se rió, su voz creciendo ronca y necesitada a pesar de sus palabras.  

—Gracias a Dios, o tendría que responder por mis acciones… corrompiendo a una menor y todo eso —susurré, lentamente girándome para frotarme a su rostro, jabón, burbujas y agua haciéndome resbalosa.

Ella siseó ligeramente y sonrió.

—Vas a destrozarme, sabes eso, ¿cierto? Juro por todo lo que es santo que no soy una máquina—Cristo, no pares de hacer eso —gimió, empujandose en mi mano sin pensarlo.

—Ah, pausa, tonta. Sólo te quiero follar hasta que no puedas ver bien —ronroneé, introduciendo un dedo en ella, mientras ella salpicaba el agua un poco sobre un lado.

—Apenas puedo ver así como esta. Parece que son tres como tú —gimió, separando mis piernas y colocándome sobre ella.

—Apunta a Brittany que está en el centro, Santana —instruí, y deslicé otro dedo dentro de ella.

Sí, teníamos algo de agua que limpiar.


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11:09 pm

—Solo voy a buscar un poco de comida. Necesito sustento, mujer.

—Consíguela, y vuelve rápido a mí. Te necesito, San. ¿Por qué te arrastras por el piso?

—No creo que pueda caminar de pie en este punto. La máquina necesita un descanso. La máquina bien podría necesitar reparaciones. La máquina, espera, ¿qué estás haciendo por ahí Britt?

—¿Qué, esto?

—Sí, sí, eso luce como que tú… guau, ¿te tocas mucho tú sola de esa manera?

—No lo hago seguido, ¿por qué? Luce bien para ti, ¿eh?

—Sí, eso es… guau… um, esa es la puerta… el chico con la comida está aquí. Y… yo… y… comida… yo…

—¿Estas rimando justo ahora, Santana? Umm, esto se siente bien…

—¡Hola! Hola, ¿hay alguien ahí? Alguien pidió una orden… amiga, ¿cómo se supone que voy a darte tu cambio?

—Quédese con el cambio.

—Amiga, me pasaste cincuenta por debajo de la puerta. Sabes que eso es como un cambio de treinta dólares ¿verdad?

—Quédate con el cambio. Deja la comida. Brittany, sube a la cama.

—Mmm, tan cerca, Santana. Claro que no… quiero… yo… también… mmm acabado… Oooh. Amo cuando haces esto.

—Mmph, mumph, hah, hooo…

—No hables con la boca llena, Santana, San, tana, San, Saaantanaaaaaaaa…

—Está bien, amiga. Voy a dejar tu comida aquí. Um, gracias por la propina.


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1:14 am

Nos tumbamos en la cama, débiles y un poco estúpidas. Mi pobre Santana, la había montado al borde de la extinción. No era una adolescente, pero incluso ella se sorprendió por su… umm… aguante. Después de la última ronda en la ciudad loca, se arrastró de nuevo por el pasillo, sacó la comida, y comimos comida tailandesa en el centro de la cama. Rápidamente quité las sabanas por que las pasas y las nubes de harina seguían por todo el departamento.

La cantidad de trabajo con la que me iba a enfrentar en la cocina mañana era desalentadora, pero valía la pena. Todo ello. Todo valió la pena.

Ahora estábamos descansando, juntas, pero no revueltas.

Todavía envueltas alrededor de la otra, pero ahora vestidas con un camisón rosa y un par de pantalones de chándal con una camisa ancha.

Para que quede claro, me puse el camisón rosa. Nos tumbamos al lado de la otra, una frente a la otra, con las piernas enredadas y agarradas de la mano.

—¿Cuándo tienes que volver a trabajar?

—Le dije a Emma que volvería el Lunes, a pesar de que es la última cosa en la que estoy pensando en este momento.

—¿Qué estás pensando?

—España.

—¿Sí?

—Sí, fue increíble. Gracias por tomarme, y luego tomarme —La empujé con el codo.

—Ha sido un placer en ambos casos. Me alegro de que pudieras venirte… —bufó.

Ahora que O había regresado, podíamos bromear al respecto. Nos quedamos en silencio por un momento, simplemente disfrutando la música.

Santana había ido  poner un disco hace un rato.
 
—¿Cuándo te vas a Perú? Rayos, aun te odio un poco porque irás, pero ¿cuándo te vas?

—Cerca de dos semanas. Y no odies a la fotógrafa. Me tengo que ir, pero siempre regreso.

—Oh, para ser clara, no te odio por irte. Te odio porque yo también quiero ir, pero estoy divagando. Te amo más de lo que te odio, así que estamos bien.

—¿Estamos bien?

—Si, por supuesto. Tienes que viajar por tu trabajo. No es que no lo supiera.

—Bueno, sabes sobre eso y ser quien es dejada atrás son dos cosas diferentes —dijo con los ojos cada vez un poco más nublados. Alisé mi mano por su mejilla, sintiendo su nuca y la piel y mirándola inclinarse a mi tacto. Cerró sus ojos, y tarareó un murmullo de satisfacción.

—No me estas dejando atrás. Vivimos vidas muy ocupadas y continuaremos haciéndolo. El hecho de que metas tus dedos en mí ahora, no nos va a cambiar —le contesté.

Una lenta sonrisa se dibujó en su boca. Con los ojos todavía cerrados, pero sonriendo.

—A veces los dedos cambian personas —dijo a través de una sonrisa.

—Los dedos cambian lo que debe ser cambiado. A veces estos dedos lo hacen mejor.

—A veces los dedos lo hacen mejor, qué cosa tan extraña para decir.

—Quédate por aquí, quien sabe que voy a decir después.

—Me quedaré.

—Quédate.

—Voy a besarte ahora.

—Gracias a Dios —me reí mientras envolvía sus brazos a mí alrededor. Nos besamos en silencio, pensativas. Me senté en su regazo, encajando perfectamente y oliendo a gloria.

—Adoro este rincón.

—Bueno.

—Nadie más tiene este rincón

—Es tuyo.

—Sí, sí lo es. Asegúrate de decirles eso a todas las mujeres hermosas peruanas que traten de seducir a la caliente, de descendencia latina, pero que es americana.

—Me asegurare de decirles que mi rincón esta tomado.

Sonreí y bostecé. Un par de días agotadores. Tenía jet lag y había sido sacudida un centímetro de mi vida. Tendía a ser una chica cansada. Santana se inclinó sobre mí para apagar la luz y me metió de nuevo en su rincón.

1:23 am

—¿San?

—¿Umm?

—¿Estas durmiendo?

—Umm.

—Yo solo quería decir, bueno, que estoy muy contenta de que regresaras temprano a casa.

—Umm, yo también.

—Estoy bastante enredada contigo.

— Umm, yo también.

—Enredada como un gatito.

—Umm, yo también.

—Quién perdió sus guantes.

—Guantes, umm…

—¿San?

—¿Umm?

—¿Estas durmiendo?

—Umm…

—Te amo.

—Te amo también.
...
...
...

—¿Britt?

—Umm…

—Estoy contenta de haber venido a casa temprano también.

—Umm…

—Y estoy muy contenta de que te hayas venido.

—Basta.

—Buenas noches, Brit-Brit.

—Buenas noches, Sanny.

Y mientras Count Basie y su orquesta nos adentraba a los sueños, no acurrucamos alrededor de la otra y nos dormimos.

Capitulo 22 - Parte 2

Textos entre San y Britt el Martes siguiente:

Hable con un amigo mío. Le dije como sabían las gambas que hiciste cuando estábamos en España.

Perfecto, van a encajar en la fiesta española para el sábado. Todo el mundo irá, incluso Emma y Will.

¿Segura que no quieres hacerlo en mi casa?

No, va a ser más fácil en la mía. Tengo la isla, sirve mejor para preparar, pero voy a comandar tu horno.

¿Te puedo comandar en la isla?

Ese no es el uso correcto de la palabra “comandar”

Por favor, sabes lo que quiero decir.

Lo hago, y puedes.

Genial, ¿Has visto mis zapatos para correr?

Si, están en mi cuarto de baño donde los dejaste. Tropecé con ellos esta mañana.

¿Ese es el golpe que oí?

¿Lo oíste?

Sí, me despertó.

¿Y no viniste a ver si estaba bien?

No quería molestar a Lord Tubbington.

No puedo creer que haya estado durmiendo a tu lado. Gato traidor.

Ahora somos amigos… bueno, casi amigos. Se meo en mi sudadera de nuevo.

¡Ja! Tengo que volver al trabajo, ladrona de gatos. ¿Seguimos viendo una película esta noche?

Si así es cómo quieres llamarlo.  

Parece que tenemos planes.

Tengo planes. Oh, mujer, ¿tengo planes?

Como los tengo…

Estoy aquí sentada comiendo tu pastel de manzana… piensa en eso.

Eso es en todo lo que puedo pensar ahora… odiándote.

Tú no me odias.

Eso es cierto. Ve a comer mi pastel.

…Asfixia…


Texto entre Rach y Britt el Jueves:

¿Estás segura de que no puedo llevar nada el sábado?

Nah, Marley traerá las bebidas, y nosotras con san nos haremos cargo de lo demás.

Se oye tan bueno oírte en un ―nosotras de nuevo.

Sí, estoy disfrutando del “nosotras”

¿Y nosotras—nosotras?

¿Cuántos somos, siete? Si, el nosotras—nosotras es bueno.

Es bueno escucharlo. ¿Te has acostado en la cama del pecado todavía?

No, parece que seguimos en mi lugar. Siento que me sentiría rara en esa cama.

Muchos muros fueron golpeados por esa cama…

Exactamente. A eso me refiero, se sentiría extraño.

Tal vez sería bueno marcar su cama, por así decirlo. ¿Nueva era, nueva novia, nueva Wallbanger?

No sé, ya veremos… Sé que en algún momento voy a dormir allí, pero no todavía. Además, ella está teniendo mucha diversión con Lord Tubbington.

¿QUE? ¡Lord Tubbington odia a las chicas extrañas!

Han llegado a algún tipo de extraño entendimiento gatito/mujer. No lo estoy cuestionando.

Es como un nuevo orden mundial.

Lo sé.

¿Quieres que llegue temprano el Sábado para ayudar?

Lo único que quieres es entra en mis cajones otra vez.

Tienen que ser reorganizados…

Ven temprano.

¡Guau!

Necesito un poco de ayuda.


La tarde del Jueves todo estaba tranquilo. Santana y yo nos sentamos en el sofá, trabajando. Yo estaba dibujando un concepto de un salón de baile para alguien.

Síp, salón de baile. Este es el mundo que visité. Solo visitado, no viviendo.

Yo seguía en mi ropa de yoga. Santana cocinaba, usando mi cocina, en la que se estaba volviendo muy cómoda. Dijo que era más fácil ya que nos la pasábamos en mi lugar de todas formas, pero la atrapé levantando a Lord Tubbington sobre el mostrador para que “viera”. Puse entre comillas por que la palabra fue dicha por Santana a Lord Tubbington realmente. La frase completa, creo, fue: “Aquí tienes, amigo. ¡De esta manera tú puedes ver! Apuesto a que no se puede ver muy bien desde abajo en el suelo ¿cierto?”

Y Lord Tubbington contesto. Sé que era técnicamente imposible, pero el sonido sonó como si pronunciara: “Gracias”

Mi chica y mi gatito estaban unidos. Era lindo.

Estábamos sentadas, yo dibujando y Santana haciendo sus planes de viaje a Perú en línea. Tenía algo así como setenta billones de millas de viajera frecuente, y le gustaba hacer alarde de ello en mi cara.

Tan silenciosa como era, a excepción de mis lápices de colores en el papel y su clic-clac en el teclado. Y el clic de Lord Tubbington. El más terco gatito adoptado en el mundo.

Santana terminó y cerró su laptop, estirando sus brazos sobre su cabeza y dejando al descubierto su camino feliz. Puede que haya dibujado algo fuera de las líneas.

Apoyó la cabeza en el respaldo del sofá, con los ojos cerrados. Dentro de unos momentos, el más pequeño de los ronquidos comenzó, y sonreí en silencio.

Continúe con mi dibujo.

Diez minutos después sentí su mano arrastrarse por los cojines y agarrando mi mano.

Solo necesitaba una mano para dibujar después de todo.

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—¡Mierda, Brittany, estos langostinos están geniales! —gimió Rach en una forma que hizo que Quinn se tapara sus pechos, en un movimiento poco disimulado.

Era Sábado por la noche, y estábamos todos reunidos alrededor de la mesa del comedor, llena de comida Española y vinos Españoles. Me lo pasé de maravilla tratando de recrear toda la maravillosa comida que Santana y yo habíamos comido.

No es tan buena, por cierto, pero casi. Y por supuesto nos quedamos sin el ambiente costero, pero en cambio tuvimos la sensación hogareña que solamente una noche de otoño dentro de niebla en San Francisco puede proporcionar.

Las luces de la ciudad brillaban a través de las ventanas, el fuego crepitaba en la chimenea, cortesía de Will, y la risa llenaba el apartamento. Quien no se sentía nada intimidado por tener siete mujeres alrededor de él.

Me senté en mi silla, escondida al lado de Santana mientras nos reímos con nuestros amigos. Había estado un poco nerviosa de que seríamos sometidas a algún tipo de novatada, ya que nuestra inevitable relación había sido el tema de conversación durante tanto tiempo. Pero fue bueno, todo el mundo pasó la noche con sólo un mínimo de burlas. Santana y yo habíamos estado juntas la mayor parte de la noche, pero podía darme cuenta de que nos convertiríamos en una de esas parejas que no necesitaban eso.

Yo nunca quise ser esa pareja, la que era enteramente codependiente y en constante necesidad de reafirmación. Me encantaba Santana, eso estaba claro.

Una de nosotras viajaba, por amor de Dios, por lo que teníamos que lidiar con ello.

Y pensaba que lo haríamos. La sentí junto a mí, y me moví un poco más cerca.

Ella pasó un brazo alrededor de mi cintura, su mano acariciando mi brazo, apretando y sólo haciéndome más consciente de ella. Era consciente. Sus dedos trazaron pequeños círculos alrededor de mi codo, y yo suspiré mientras me da un beso rápido en la frente.

Nunca necesitaría el “cariño” en la piel o dicho. Sólo la necesitaba a ella y a sus pequeños círculos. Sólo necesitaba sentirla a mi lado cada vez que estuviera aquí.

Emma llamó mi atención desde el otro lado de la mesa y guiñó un ojo.

—¿Qué fue eso? —Le pregunté, tomando mi segunda copa de brandy.

Santana no iba a tener ningún problema para meterme en la cama más tarde esa noche, no es que alguna vez fuera difícil.

—Las cosas funcionaron bien, ¿verdad? —Preguntó, mirando hacia atrás y hacia adelante entre Santana y yo.

—No podría haber salido mejor. Subarrendarme tu apartamento fue la mejor decisión que has tomado. —Le sonreí, inclinándome hacia Santana mientras frotaba mi hombro.

—Emma me dio tu número para que pudiera escribirte textos desde Irlanda, ahora, esa es la mejor decisión que ella jamás ha tomado —añadió ella, guiñándole un ojo a Will desde el otro lado de la mesa.

—Oh, no lo sé. Fingir que no sabía de tu misteriosa vecina fue una maldita buena decisión también —dijo ella, con una sonrisa pícara iluminando su cara mientras Santana tosió en su brandy.  

—Espera, ¿qué? ¿Sabías todo el tiempo que yo vivía en la puerta de al lado?—Preguntó, farfullando mientras yo le tendía una servilleta—¡Pero ni siquiera has estado en mi departamento!

—Ella no, pero yo sí —habló Will, chocando su copa con la de su novia.

Santana y yo nos sentamos como cubas mientras los veíamos reír y felicitarse a sí mismos.

Bien jugado...


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—Bueno, ese es el último. No hay más platos —anunció Santana, cerrando el lavavajillas. Después de que todos finalmente se fueran, decidimos limpiar el resto del lío en lugar de dejarlo para la mañana siguiente.

—Gracias a Dios. Estoy derrotada.

—Y tengo las manos rojas. —Guiñó un ojo, y me mostró cómo de rojas estaban.

—Esa es la marca de una buena ama de casa. —Apenas escapé de sus acaparadoras manos.

—Solo llámame Sanny y trae ese fantástico culo de vuelta aquí —replicó, chasqueando un paño de cocina en mi dirección.

—¿Este culo? ¿Este culo justo aquí? —Pregunté, apoyándome a mí misma contra la isla solo así, inclinándome hacia adelante en mis codos.

—Quieres jugar ahora, ¿es eso? Pensé que estabas derrotada —murmuró, cogiendo mi trasero en sus rojas manos y dándome un ligero golpe.

—Tal vez estoy cogiendo mi segundo aliento. —Solté una risita mientras ella rápidamente me cargó por encima de su hombro en un afinamiento de bombero y se dirigió al dormitorio.
Me sigo sorprendiendo de fuerte que es, siendo más bajita que yo. Al revés, golpeé mis puños contra su trasero y la pateé, aunque no tanto como para conseguir realmente escaparme. Sus pies se detuvieron en la puerta del dormitorio.

—¿Olvidaste algo hoy? —preguntó, volviéndose para que yo pudiera ver el interior: cama despojada, sin sábanas.

—Maldita sea, me olvidé de poner las sábanas en la secadora. ¡Todavía están empapadas! —Refunfuñé.

—Problema resuelto. Fiesta de pijamas donde Sanny —anunció, abriendo el cajón de mi ropa interior—. Elije un camisón, cualquier camisón.

—¿Quieres quedarte en tu casa esta noche?

—Sí, ¿por qué no? Hemos estado durmiendo aquí desde que regresamos de España. Mi cama está sola. —Revolvió entre montones de encaje.

Umm, su cama estaba probablemente más solitaria que alguna vez había estado antes.

—Eh, elige algo que te guste. Voy a modelar para ti. —Sonreí ampliamente, hablando yo misma en esto. Vamos, no me resultaba difícil pasar la noche en su cama. Podría ser divertido. Vi algo familiar rosa y encaje haciendo su camino bajo su brazo, y luego nos fuimos a través del pasillo. Me las arreglé para golpear la puerta sobre el fondo, algo muy difícil de hacer al revés.


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Una vez más, me encontré en un cuarto de baño, poniéndome ropa interior para Santana. Realmente le gustaba todo lo que llevaba. Si se trataba de lencería real o una de sus viejas camisas, no parecía importarle. Y raramente duraban mucho tiempo.

Sin querer, pensé en todas las mujeres que habían venido antes de mí, todas las mujeres con las que había disfrutado y la habían disfrutado. Pero estaba aquí, y yo era a quien ella quería. Alisé la seda sobre mi cuerpo con una respiración profunda, mi piel ya comenzaba a sentir un hormigueo en anticipación de sus manos.

La oí perder el tiempo con su tocadiscos—el delatador crujido y el pop de la aguja en el vinilo, un sonido reconfortante

Glenn Miller. "Moonlight Serenade". Suspiré.

Abrí la puerta y allí estaba ella. De pie junto a la gigante cama Wallbanger del pecado. Su lenta sonrisa me alcanzó, y me miró de arriba abajo.

—Te ves bien —murmuró mientras caminaba entraba.

—Tú también.

—Estoy usando la misma ropa que llevaba antes, Brit-Brit.

Sonrió con satisfacción mientras rodeaba su cuello con mis brazos. Sus yemas de los dedos arrastrándose hacia arriba y hacia abajo de mis brazos, haciéndome cosquillas en el interior de mi codo.

—Lo sé —respondí, dándole un beso húmedo en la oreja—. Te veías bien entonces, y te ves bien ahora.

—Déjame darte una mejor mirada de ti —susurró, respondiendo con su propio beso húmedo en la base de mi garganta. Me estremecí. La habitación no estaba en absoluto fría.  

Ella me hizo girar como si estuviera en una pista de baile, y me sostuvo con el brazo extendido por un momento. El camisón rosa, su favorito. Ella había olvidado traer las bragas a juego, y me olvide de notarlo. Me giró de vuelta a ella, y de inmediato comencé a trabajar en los botones de su camisa.

—Toda una noche esta noche —señaló.

Dos botones abajo.

—¿Puedes creerlo? ¡No puedo creer que esos dos fueron los casamenteros desde el principio! Aunque no creo que puedan tomar el crédito por las otras dos parejas.
Eso fue todo de nosotras.

—¿Quién sabía que el amor estaba en el aire cuando golpeaste a mi puerta?

Otro botón.

—Por suerte, caíste ante mis encantos, era inevitable.

—Fue el camisón, Britt. Fue el camisón que me atrapó. Los encantos eran una ventaja. Yo no tenía idea que conseguiría una novia en el mismo trato.

Camisa fuera del pantalón y a punto de volar.

—¿De veras? ¡Y yo pensaba que sólo estábamos haciendo el tonto! —Solté una risita, luchando para conseguir la hebilla de su cinturón.

—Bueno, entonces, ¡aquí estoy para hacer el tonto con mi novia! —La hebilla del cinturón cedió, los botones de sus vaqueros estallando. Gracias a Dios por la bragueta de botón a la antigua. Me cargó, con mi parte inferior desnuda, he de añadir, y me llevó a la cama mientras yo quitaba su camisa. Me ayudó con las mangas.

—Me gusta ese sonido—le susurré al oído mientras me acostaba en la cama.

Pasando por encima de mí, colocando besos sobre mi pecho, siguió diciendo la palabra una y otra vez. Novia, luego un beso. Novia, novia, luego un beso.

—¿Sabías que Rach y Quinn están pensando en vivir juntas? ¿No es un poco pronto? Espero que sepan en lo que se están metiendo —Informó, arqueándome para satisfacer sus besos.

—Yo sé en lo que me estoy metiendo.

—¿En qué?

—En ti, tonta —dijo, y oí el bendito sonido de su cinturón de hebilla golpeando el suelo—. Sólo estoy preocupada por nuestro final feliz. O dos, o incluso tres.

Bebieron ese té de ginseng que me dejaste esta mañana... cuidado. —Se rió entre dientes, levantando una de mis piernas sobre su hombro y besando una ruta por el interior de mi pantorrilla.

—Final feliz, ¿eh?

—¿No crees que lo hemos ganado? —Preguntó, arrodillándose ahora, labios arrastrándose a lo largo de la parte superior de mi muslo mientras yo jadeaba.

—Oh, diablos, sí —me eché a reír, lanzando mis brazos por encima de mi cabeza y arqueándome para su encuentro. ¡Hola, O! Encantada de verte de nuevo. Con sus labios, me trajo uno. Con su lengua, me trajo otro. Y cuando deslizó dos dedos  dentro de mí y me empujó contra la cama, casi tuve otro en contacto.

La ropa ahora descartada, piel sobre piel sudorosa, mis piernas envueltas firmemente alrededor de sus caderas, que empujaban contra las mí al igual que sus dedos. Sus ojos ardían mientras sentía cada centímetro de su cuerpo. Dentro. Afuera. Alrededor de toda la ciudad.

—Oh, Dios —gemí. Y entonces lo oí.

Thump.

—Oh, Dios —gemí de nuevo.

Thump thump.

Solté una risita ante el sonido. Nosotras estábamos golpeando.

Me miró, levantando una ceja.

—¿Algo gracioso? —Preguntó, deteniendo sus movimientos. Empujó de nuevo en mí lentamente, muy, muy lentamente.

—Estamos golpeando las paredes. —Solté una risita de nuevo, mirando a sus ojos cambiar mientras comprendía mi risa

—Seguro lo estamos —admitió, riendo entre dientes un poco también—. ¿Estás bien?

Envolví mis piernas con más fuerza alrededor de su cintura, asegurándome de que estaba tan cerca de ella como podía estar.

—Adelante con ello, Wallbanger. —Guiñé un ojo y ella cumplió.

Yo estaba siendo impulsada hacia arriba de la cama con la fuerza de sus golpes.

Condujo sus dedos dentro mí con fuerza inquebrantable, dándome exactamente lo que yo podía tomar, entonces me empujó un poco más allá de ese borde. Bajó la mirada hacia mí, mostrando esa sonrisa conocedora. Cerré los ojos, dejándole saber cuán profundamente estaba siendo afectada. Y por profundo, quiero decir profundo...

Agarró mis manos, con su mano libre y las llevó por encima de mi cabeza hasta a la cabecera.

—Vas a querer aferrarte para esto —susurró y lanzó una de mis piernas por encima de su hombro mientras alteraba su cadera y dedos.

—¡Santana! —chillé, sintiendo mi cuerpo comenzando a tener espasmos. Sus ojos, esos condenables ojos marrones, ahora negros, penetraron los míos mientras me sacudía a su alrededor.

Ella me llamó por mi nombre, y de nadie más.  


**********************************************************************


Un poco más tarde, casi dormida, sentí el colchón inclinándose mientras Santana salía de la cama. Al oírle darle la vuelta al disco, me acurruqué más en la almohada. Mi cuerpo estaba deliciosamente cansado, después de sentirme adolorida en cada centímetro. Nosotras golpeamos esa pared, sí, de verdad.

Poseía ambos lados de esa pared ahora.

La escuché mascullar al final del pasillo y medio me pregunté qué estaba haciendo.

Pensé medio cansada, medio despierta, que debía estar buscando un poco de agua, me volví a dormir.

Unos momentos más tarde me despertaron sus brazos deslizándose a mí alrededor, tirando de mí en contra de su cuerpo caliente. Me besó en el cuello, luego la mejilla, y luego la frente mientras nos acomodamos. Entonces la escuché... ¿ronroneando?

—¿Qué fue eso? —Le pregunté, mirando alrededor.

—Pensé que podía estar solo —admitió Santana tímidamente.

Mirando por encima de mi hombro, vi a Santana y luego a Lord Tubbington.

Santana había ido a buscarlo. Lord Tubbington estaba ronroneando muy fuerte, muy satisfecho con toda la atención que había estado recibiendo últimamente. Asomó la nariz hacia mí y se acomodó en el rincón entre nosotras.

—Increíble —murmuré, rodando los ojos ante ellos dos.

—¿Estás sorprendida de qué? Tú sabes lo mucho que me encanta el gatito —dijo Santana sin expresión. Entonces su silenciosa carcajada sacudió la cama.

—Eres muy afortunada, te amo —añadí, dejando que sus brazos me sostuvieran firmemente.

—Lo sé.

Y entonces, mientras la carcajada se desvanecía y el sueño se apoderaba, reflexioné sobre lo que el futuro podría tener para mí y mi señorita Wallbanger.

Sabía que no siempre sería así de fácil. Pero seguro como el infierno de que sería un buen momento.

Final

Pov Lord Tubbington

Todo parecía tranquilo mientras yo vigilaba, confirmando que el perímetro estuviera seguro. Me estaba acostumbrando a mi nuevo territorio, tomando nota de cualquier cotonete que estuviera suelto. Tenía que encargarme que no se rebelaran. Si les permitía correr sin control se multiplicarían. Ya lo había visto suceder.

Me encontré con un estante curioso con nada más que botellas de vidrio en él.

Tiré una, mirándola caer al suelo. Tenía que volver a este lugar, pero por ahora tenía que seguir con mis rondas.

Checando la vista desde la ventana del frente, vi que desde aquí podía mantener el control de mi vecindario. Consideré una posible siesta en la otra ventana hacia el sur, luego me detuve al ver el búho de afuera. Ninguno de los dos cedió con la mirada, y pasaron otros quince minutos antes de que decidiera seguir checando a mi gente. Finalmente se habían quedado silenciosas después de varias rondas de maullidos. Honestamente.

La Alimentadora estaba, visiblemente, ocupando la mayor parte de la cama. La Bajita, acertadamente llamada así porque era más baja que La Alimentadora, hacía ese ruido otra vez —ese ruido que yo simplemente no podía tolerar.

La Alimentadora comenzaba a dar vueltas. No dormía bien con esos ruidos. Si no dormía lo suficiente, sería poco probable que quisiera jugar conmigo la siguiente tarde, así que esta situación tenía que ser remediada. Ella parecía disfrutar de nuestros juegos, así que podía una vez más tomar el asunto en mis propias patas.

Saltando desde el suelo hacia la cama con natural gracia —una gracia natural que no era totalmente apreciada por mi gente, comencé a sentir —navegué a través de rodillas y piernas, brazos y codos, hasta que llegué a la cima y descansé justo en su barbilla. Estirando mi pata, la coloqué sobre sus agujeros de respiración, deteniendo el ruido momentáneamente. La Bajita quiso apartar mi esfuerzo, aunque una vez que rodó sobre su lado, el ruido se detuvo. Se acurrucó, en una de las esquinas La Alimentadora le permitió que ella la acurrucara.

Mientras ella lo hacía, me quedé allí, haciendo mi mejor esfuerzo para mantener el perfecto balance. Otra vez, mi gente no lo apreciaba.

Acomodándome en un rincón entre ellas, descansé. Nuestra casa era segura, y ahora era vigilada por La Alimentadora y La Bajita, por lo que me permití soñar.

Con ella. La única que se me escapó…

Fin

Wallbanger 2 -"RustyNailed"

Jugar a la casita nunca fue tan divertido –ni tan confuso. Con su jefa en una luna de miel, Brittany está trabajando como loca para mantener la compañía de diseño de interiores sobre ruedas – especialmente ahora que es la diseñadora encargada de la renovación de un increíble e histórico hotel en Sausalito.

Y con Santana, su sexy novia fotógrafa viajando por todo el mundo por su trabajo, la pareja hace un buen equipo donde “la abstinencia hace crecer la pasión”. ¡No hay quejas sobre el sexo de reencuentro!

Luego de un viaje al vejo hogar de infancia de Santana, le hace cuestionarse sobre su vida nómada. Ella decide estar más en casa. Mucho más.

Y quiere a Brittany más en casa, también. Aunque la vida romántica de sus amigas le proporciona un montón de bienvenida distracción, eventualmente Brittany y Santana tiene que resolver los problemas de su relación. Claro, más tiempo junas es algo bueno – ¿Pero dejar de viajar y trabajar no es algo demasiado extremo? ¡Qué sigue, tartas de manzana y vallas blancas?

Capitulo 1

—Oh, Dios.

Pum.

—Oh, Dios.

Pum, pum.

—Brittany, no me digas esas cuando estoy tan lejos—Santana se rió entre dientes, su voz baja. Y siendo tan emocionante como lo era siempre.

—Tonta Santana, estoy simplemente reaccionando a los golpes al otro lado de la pared.

—¿Quién está al otro lado de la pared?

—El tipo con el martillo. Deberías verlo. Es muy ágil y tienes buenos movimientos de muñeca.

—Voy a tener que pedirte que no hables sobre la agilidad y movimientos de muñeca, de otra persona.

—Entonces, ven a casa e impresióname con tus movimientos y tu agilidad con la muñeca—Me reí cerrando la puerta de mi oficina para reducir el ruido.

Sin embargo, no sería mi oficina por mucho tiempo más tiempo. Estaba haciendo mi lugar en el mundo, o al menos al final del pasillo. Esa era la causa de los golpes: la renovación de mi nuevo espacio. Una oficina más grande, la oficina de la esquina, muchas gracias, justo al lado de la de Emma, mi jefa y propietaria de la compañía. La mejor vista de la bahía y casi dos veces el tamaño de mi antigua oficina, con una pequeña antesala para un posible futuro interno.

Algún día podría tener a algún interno ¿Cómo era esta mi vida?

—Estaré en casa mañana ¡Crees que puedas mantener tus pensamientos en mis movimientos hasta entonces?—pregunto. Eché un vistazo al calendario en mi escritorio, la llegada a casa de Santana rodeada con marcador.

—Voy a hacer mi mejor esfuerzo, Sanny, pero no deberías ver que tal son los movimientos de este tipo. Sin promesas—Santana gimió y me reí más fuerte. Me encantaba torturarla a través de múltiples zonas horarias—Y no te olvides de mí regalo.

—¿Lo he hecho alguna vez?

—No, eres una persona muy detallista, ¿no es así?

—No te olvides de mí regalo tampoco—dijo, su voz bajando de tono de nuevo.

—El camisón rosa está listo; voy a estar en el cuando llegues a casa.

—Y luego voy a estar en el, sobre el, en virtud del mismo, voy a …ups, tengo que irme, el taxi está aquí.

—Vamos a continuar la charla sobre el camisón en persona. Te amo—le dije.

—También te amo, Britt-Britt. —dijo y colgó.

Me quede mirando el teléfono por un momento, imaginándola al otro lado del mundo en Tokio. Solo este años, había registrado más millas de viajera frecuente que lo que la mayoría de la gente acumulaba en su vida, y ya estaba completamente reservada para el resto del año.

Todavía me encontraba sonriéndole al teléfono cuando Emma golpeo y entro campante, luego se sentó en la esquina de mi escritorio.

—¿Tienes algo en mente Emma?—le pregunte, sacando un pétalo marchito del florero de rosas teñidas de coral al lado de donde ella descansaba su culo revestido en cachemira.

—Puedo ver que tienes algo en tu mente, ¿Eran San al teléfono?—Pregunto mientas le sonreía—Solo ella puede hacer que tu rostro se ilumine así.

—Lo vuelvo a decir… ¿Tienes algo en mente, Emma? —repetí, pinchándola muy ligeramente con mi lápiz.

—Tengo algo en mi mente que podría hacer que ilumines aún más brillante, aunque estas de un interesante color de sopa de tomate en este momento—bromeo.

—¿Tu prometido te encuentra molesta como los que trabajan para ti lo hacen?

—Mucho más, mucho, mucho más ¿Lista para escuchar la gran noticia, o quieres seguir faltándome el respeto?

—Adelante—le dije con un suspiro.

Amo a mi jefa, pero en serio tiene un gusto por lo gramático. Al igual que cuando jugo a ser casamentera el año pasado con Santana y conmigo, haciéndose la tonta todo el tiempo. Pero su corazón se encontraba en el lugar correcto. También le pertenecía al cien por ciento, tal y completamente a Will, un capitalista de riesgo.

Habían estado juntos durante años y finalmente atarían el nudo en unas pocas semanas, en una boda de la que todo San Francisco estaba hablando.

Will era un bombón certificado que hacía que mies mejores amigas y yo nos comportáramos como unas colegialas siempre que estaba cerca.

Emma sabía que todas teníamos un flechazo no-tan-secreto por su hombre, y lo usaba, a modo de broma, contra nosotras tan a menudo como era posible. Ahora ella finalmente se casaría con nuestro hombre ideal, y saldría a una luna de miel de ensueño pen toda Europa.

—Entonces, ¿Recuerdas el trabajo que hicimos la pasada primavera para Max Camden? ¡El paseo marítimo Victoriano que hicimos antes de que su hija se casara?

—Sí, él se lo dio como regalo de bodas ¡Quien hace eso?

—Max Camden, él es quien. De todos modos, es dueño del viejo Hotel Claremont en Sausalito, y está buscando una nueva empresa de diseño para actualizarlo y darle un toque moderno.

—¡Fantástico! ¿Hiciste ya tu propuesta? —le pregunte, imaginando la propiedad.

Justo en la calle principal en Sausalito, el Claremont había estado allí desde el comienzo del siglo pasado, uno de los pocos que sobrevivieron el Gran Terremoto.

—No, porque tu harás la propuesta. Serás la diseñadora en jefe de este proyecto, si lo consigues—aclaro—¿Crees que puedo tener algo como esto? ¡Justo antes de mi boda? No voy a renunciar a mi luna de miel por el trabajo; he renunciado a demasiadas vacaciones en los últimos años de por sí.

—¿Yo? No, no, no, no, no, no estoy lista para eso, tu no estas lista para eso, ¿Qué estás pensando? —balbuceé, mi corazón saltando en mi garganta.

Esto era a lo grande, bebé.

—Por favor, tienes esto—me pateo suavemente—¡Sientes eso? Ese es mi pie, pateándote fuera del nido.

—Um, sí, he estado fuera del nido un tiempo ahora, pero esto es diferente—proteste, mordiendo mi lápiz.

El cual me arrancó de la boca

—¿De verdad crees que te daría esto si no estuvieras lista? Y dime la verdad, ¿No estas ni un poquito intrigada en lo más mínimo?

Me atrapo con eso. Siempre había querido hacer un proyecto de este tamaño ¡pero ser realmente la diseñadora en jefe de todo el rediseño de un hotel?

—Me doy cuenta de que estoy pidiendo mucho; de por sí, ya vas a estar dirigiendo todo por aquí mientras estoy en mi luna de miel ¿De verdad crees que esto es demasiado para sobrellevarlo al mismo tiempo?

—Vaya…solo…vaya—le conteste, tomando un respiración profunda.

Cuando inicialmente me había preguntado si me gustaría mantener las cosas funcionando mientras ella estaba en su luna de miel, eran cosas como asegurarse de que la alarma se programara casa noche y que Ashey se asegurara de pedir crema para el café. La lista había crecido de forma constante mientras proyectos más grandes se apilaban, pero todavía muy manejables, ¿Ahora esto?

Deje que la idea se asentara por un momento ¿Podía hacer esto? Emma parecía pensar que sí.

—Mmmm…

Me imagine el hotel: gran luz, excelente ubicación, pero necesitaba una reforma importante. Ya estaba pensando en paletas potenciales cuando ella me dio un golpecito en la cabeza con su lápiz.

—Vamos, Britt. Hola —dijo, agitando la mano delante de mi cara.

Le sonreí.

—Estoy dentro, vamos por ellos—le dije, mi cabeza ya llena de ideas.

Me devolvió la sonrisa y me ofreció chocarle el puño.

—Voy a dejarle saber al equipo que estas presentando.

—Presentando mi vómito, lo más probable—le dije, solo bromeaba a medias.

—Solo asegúrate de que coincida con las cortinas y estamos fuera de peligro.

Ahora, Vamos a celebrar eligiendo una canción para caminar hacia el altar—saco si iPod de su bolsillo y comenzó a desplazarse a través de él.

—¿Eso es para de mi trabajo?

—¿Qué me complazcas? Si, revisa tu contrato. Así que, cuando camine hacia el altar, la canción que debería…

Nadie, podía detenerla una vez que se ponía su sombrero de boda, así que me relaje un poco, a pesar de que mi mente daba vueltas. Este si era a lo grande, bebé, pero tenía esto.

¿Cierto?


******************************************************************************


Pase la tarde enmarcando los inicios de un modelo para Max Camden.

Mientras sacaba fotos archivadas del hotel y sus alrededores, las ideas empezaron a presentarse. Todavía no se habían formado completamente, pero hacía alusión a lo que podría ser un enfoque suficientemente interesante como para darle una oportunidad a una joven diseñadora. Sabía que la fuerza de mis idas se vería reforzada por la reputación de Emma; a cualquiera que era lo suficientemente buena como para trabajar con ella, generalmente se le concedía un pase de indulgencia. Sin embargo, todavía se reducía a quien tenía las mejores ideas, y quería que este concepto fuera épico.

Aun no meditando sobre el proyecto cuando gire la llave en mi puerta, oí un golpe distinto, seguido por un clic-clic-clic dirigido hacia mí.

Lord Tubbington.

Empujando a través de la puerta, recibí con los brazos abiertos a mi gato maravilla, mi pequeño pedazo de cielo felino. En un arranque de piel gris, mis tobillos estaban rodeados de ronroneos y pequeños empujones insistentes.

—Hola, chico dulce, ¿Fuiste un buen niño hoy? —le pregunte, inclinándome para rascar su sedoso pelaje.

Arqueándose en mi mano, me aseguro que sí, que era en realidad un chico dulce, y también un buen chico. Reprendiéndome por haberlo déjalo solo durante mil años, arrullo y gorgojo, arreándome hacia la cocina.

Halamos mientras preparaba la cena para él, que por supuesto era el propósito por el que vine al mundo, y nuestra conversación cubrió los temas regulares.

Que pájaros había visto desde la ventana el día de hoy, si alguna mota de polvo había salido de debajo de la cama, y si iba a encontrar algún juguete enterrado en la punta de mis pantuflas.

No quiso responder esta última pregunta.

Una vez que su comida estuvo en su cuenco, me ignoro por completo, y me dirigí de nuevo a la habitación para ponerme algo de ropa cómoda.

Quitándome mi suéter de cuello alto, me fui a al cómoda con espejo para tomar unos pantalones de yoga. Mientras tiraba de las mangas del suéter, mi corazón saldo de mi garganta cuando vi el reflejo de alguien sentado en mi cama.

El instinto se hizo presente y me di la vuelta, con los puños apretados, un grito listo para darle rienda suelta.

Mi cerebro solo proceso que era Santana después de lanzar mi primer puño.

—¡Espera, espera, espera! ¡Qué demonios, Brittany! —grito mientras agarraba su mandíbula.

—¿Qué demonios, Brittany? ¡Qué demonios Santana! ¿Qué demonios estás haciendo aquí? —le grite. Bueno saber que si alguna vez fuera realmente atacada, no me congelaría.

—Llegue a casa temprano para sorprenderte—se las arregló para decir, frotándose la mandíbula y haciendo una mueca.

Mi corazón aun latía en mi pecho, y mientras trataba de calmarme, me di cuenta de la maleta en la esquina. La que me había perdido cuando entre a la habitación. Baje la mirada y vi mi suéter todavía colgado de mi cuello como una bufanda.

—¡Podría simplemente matarte! —Grite de nuevo, arremetiendo contra ella y empujándola sombre la cama—¡Casi me matas del susto, tonta!

—Pensé en gritar para hacerte saber que estaba aquí, pero entonces me hubiera perdido toda la conversación con Lord Tubbington. No quise interrumpir—sonrió debajo de mí, enganchando sus manos alrededor de mi cintura y dentro y fuera de las presilla de mi cinturón.

Me sonroje

—¡Traidor—grite por el pasillo—Podrías haberme avisado que alguien estaba aquí…¡Eres un terrible gato vigilante!

Un maullido desinteresado floto de vuelta.

—Difícilmente soy solo alguien. Creo que califico un poco más alto que eso—dijo al lado de mi cuello, que ahora estaba llenando con los más pequeños y ligeros besos—Así que ¿Vas a saludar a tu novia que voló todo el camino a lo largo del mundo solo para mostrarte sus movimientos y agilidad de su muñeca, o vas a pegarme otra vez?

—Todavía no lo sé; sigo un poco asustada. Mi corazón está literalmente corriendo, ¿Puedes sentirlo? —le pregunte, presionando su mano sobre el lado izquierdo de mi pecho.

Solo para que pudiera sentir mi corazón. Sip. Esa es la única razón, mi corazón estaba de hecho encantado de tener a Santana en casa temprano; amaba un buen reencuentro romántico. Otras áreas se deleitaron también.

—Ves, ahora pensare que estaba corriendo por mí—dijo con una risita baja, sumergiendo su nariz a lo largo de la clavícula mientras “sentía mi corazón”.

—Sigue soñando Wallbanger—le dije, fingiendo indiferencia ¿La verdad? Mi corazón ahora se encontraba en mono Santana, y latía por ella.

Y hablando de golpes.

—¿Así que viniste a casa temprano para verme? —suspire en su oído, furtivamente dejando un beso húmedo justo debajo de ella. Sus manos se hundieron un poco más en mis caderas mientras se movía en la cama.

—Lo hice.

—¿Crees que me puedes ayudar con este suéter?

—Claro.

—Y después de eso, ¿Quieres mostrarme tus movimientos de muñeca? —le pregunte a la parte delantera de su camiseta, acariciándola, colocando mis piernas a cada lado de ella. En respuesta, se presionó contra mí y me hizo sentir electricidad corriendo entre nosotras. Me reí entre diente—Mmm,¿Voy a tener una demostración?.

Hice una mímica sellando mis labios justo antes de que me diera vuelta sobre mi espalda. Dios, amaba a esta mujer.

Sus labios bailaron a lo largo de mi clavícula, pellizcando de vez en cuando sus dientes de una manera que siempre supo me ponían toda caliente- la había echado de menos -Arqueando mi espalda, apreté mis pechos contra ella y sentí los suyos igual, retorciéndome y balanceándome para tener tanto contacto como fuera posible, mi piel necesitando sentir la suya.

Después de un año, todavía me podía traer mis rodillas en segundo con un solo toque, un beso, una mirada.

Me empuje contra ella, volteándonos una vez más y tirando de sus ajustados pantalones vaqueros.

—Fuera, ahora—le indique.

Cuando su cinturón estuvo fuera, sus botones desabrochados, tire de sus vaqueros para encontrar que mi mujer no llevaba ropa interior.

Es como que ella fuera puesta en la tierra solo para hacerme salir de mi piel.

Metí una mano en el interior, masajeando con fuerza su feminidad, sintiendo lo caliente que estaba; lista para llevarme y llevarla a mi propio viaje alrededor del mundo.

—Joder, te extrañe—susurro, su cuerpo delgado, firme y tenso. Me deslice por la cama, besando y lamiendo su piel color canela, con avidez.

Sus manos se acercaron a mi cara, sus dedos revoloteando a lo largo de mis pómulos, cepillando mi cabello hacia atrás. Así podría verme.


Lleve mi lengua y la introduce en ella. Sus manos se aferraron a mi cabello, manteniéndome en mi lugar, sosteniéndome exactamente como quería.

—Mmm, Brit-Brit—gimió, empujando su cadera hacia mi ligeramente. Ligeramente ni de broma, esta no era la forma en que estaba espectáculo se desarrollaría.

Retire mi lengua y luego la toma en boca de nuevo, fuerza. Usando mis manos para acariciarla, alternando mi tacto, por ella que nunca sabría de donde venía, utilizando mi lengua, labios y dientes, provocándola y tentándola, persuadirla a que digiera las más dulces y sucias palabras con esa boca envidiada-desde-el cielo suyo. Esa boca que sabía que iba a exigir la más dulce y sucia venganza por domo mi cuerpo.

La amaba de esta manera, amaba que pudiera volverla así de loca.

Pero justo antes de llegue llegara demasiado lejos, me levanto de su cuerpo y me quito la ropa interior antes de que pudiera decir: oye, esas son mis bragas.

Luego levanto mi falda, separando mis rodillas con las suyas. Mirándome con esos penetrantes ojos marrones, paso sus dedos por mí, a través de mí, haciéndome gemir y gritar y temblar y retorcerme.

—Tan hermosa así—jadeo mientras grite.

—Te necesito, San…¡Te necesito, por favor! —estaba lista para arrancarme los cabellos de la cabeza y lanzármelos, si creyera que así la tendría dentro de mi más rápido.

Cualquier otro pensamiento se desvaneció mientras sus grandiosos dedos se deslizaban a casa.

Firmes, largos y diez clases de fantásticos fueron todo lo que supe al segundo que Santana presiono sus dedos dentro de mí.

—Dios, eso es increíble—gemí, el sentimiento de ella dentro de mi llenándome me abrumaba.

Y cuando nos hizo rodar para estar encima de ella, y empujo con fuerza sus dedos dentro de mí, fue la perfección.

Hasta después, cuando nos acostamos en montón de miembros sudorosos, y me pregunto si me gustaban sus movimientos y su agilidad con la muñeca.

Eso fue más allá de la perfección.

Capitulo 2

A la mañana siguiente, me arrastre hacia afuera de debajo de Santana.

Luego de una segunda ronda de tiempo de golpeteo, cuando colapso en mí, agotada y… Espera un segundo. ¿Sabes en las novelas de romance, cuando ellos dicen que la chica o el chico colapsa sobre su pareja, ahotada y exhausta? Toma eso, agrega un vuelo transatlántico, y ahí tienes lo que le paso a Santana.

Literalmente se desplomó sobre mí, saciada y con jet-lag. Apenas tuve tiempo para poner mi alarma antes de que el peso de mi chica caliente colapsara sobre mí y no me dejara levantar.

Pero cuando estas semanas sin ese mismo peso en tu cama, la verdad es que se sintió bastante agradable dormir debajo de eso. O al menos, sólo un poco.

La amaba, pero amaba a mis pulmones también.

Luego de atender a Lord Tubbington, rápidamente me bañe. Al momento en que ya estaba vestida, él se encontraba en su puesto en la ventana del frente, asegurándose de que el vecindario seguía ahí afuera poniendo mi cabello húmedo en una coleta, me tome un momento para admirar a Santana, durmiendo en su short y polera ancha, su cabello oscuro desordenado, que mis propias manos desordenaron, caía por su cara. Nariz fina, pómulos definidos, cuello por el que valdría la pena un par de días de pecado y labios gruesos  que cantaron mi nombre varias veces justo antes de que… Mmmmmmm.

Tome otro momento para apreciar la obra de artes frente de mí: tendida, brazos sobre su cabeza, torso largo y delgado, y una más que promesa de sus perfectos pechos  y ese cuerpo era mi perdición, tapado por esa sabana.

Agite la cabeza para despejarme, luego cruce la habitación y me senté a su lado.

En su sueño, murmuro y me busco. Sonriendo, me deje a mí misma ser atrapada en un somnoliento abrazo de oso, besándola en al frente hasta que esos magníficos ojos marrones se abrieran para mí.

—Buenos días Britt-Britt—sonreí mientras me apretaba más fuerte.

Conocía ese juego. No tenía tiempo para ello.

—No, no tengo que irme. Las chicas están esperándome—desayuno con mis dos mejores amigas, Rach y Marley, era algo a lo que siempre le hacía tiempo, con o sin mi Wallbanger.

—¿Chicas? ¿Dónde crees que vas? Acabo de regresar—se quejó, aun media dormida.

—Voy a desayunar con las chicas. No se suponía que volvieras hasta mañana, ¿recuerdas?

—Pero estoy aquí ahora—murmuro, con los ojos luchando por mantenerse abiertos.

—Te quedas aquí y duermes un poco más. Sé que estas muy cansada—susurre, besando su frente otra vez y metiéndola de vuelta bajo las sabanas.
Lo que realmente era una vergüenza, porque, vamos, ¿Santana en una cama? Perecía un pecado cubrir eso.

Pero mientras amoldaba la almohada y se acomodaba de vuelta, se veía muy acogedora. Con un suspiro profundo, dijo:

—Me quedare aquí y dormiré un poco más.

Me trague una carcajada mientras ella se deslizaba de vuelta a la tierra del sueño.

Me dirigí a la puerta principal, cabeceando hacia Lord Tubbington y poniéndome la chaqueta.

—¿Todo luce bien ahí afuera hoy? —mero hacia afuera otra vez, luego de vuelta a mí. Pestañeo y estoy bastante segura de que se encogió de hombros.

Sonreí y deje a mis amores para desayunar con mis chicas.


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—Tomare dos huevos revueltos bien hechos, tostadas de pan integral con mantequilla de maní, una taza de bayas, y un café, por favor.

—Yo quiero la tortilla de clara de huevo con espinaca, tomates y queso feta, sin tostadas, y el batido de fresa, por favor.

—Tendré el plato grande de waffles con jarabe de arándonos y crema batida, por favor, acompañado de tocino, junto son salchichas, y una leche de chocolate. ¿Y puedo tener una porción de arroz con leche también?

Desayunada con Rach y Marley desde nuestro primer año en Berkeley.

Las tres nos conocíamos tan bien, tanto así que podíamos decir el humor de casa una basada en nuestras ordenes en el restaurante.

Rach y yo nos miramos con las cejas levantadas mientras Marley ordeno y luego volvió a hacer una ciudad con los frascos plásticos. Estaba elaborando, con ya bastantes edificios. Me encogí de hombros cuando Rach inclino la cabeza hacia Marley, tratando de hacerme sacar tema.

—Paren de hablar de mí, pásenme los frascos de la mesa de allá—espeto Marley, levantando la vista de su Ciudad de Frascos. Rodé los ojos pero se los pase.

—Aquí tienes. Asegúrate de poner un techo en el Ayuntamiento allí—asentí a la reciente adición.

—No, Britt, el Ayuntamiento es ese de allí. Ahora estoy trabajando en la estación de bomberos—resoplo.

Las cejas de Rach desaparecieron en la línea de su cabello.

—De acuerdo, eso es todo. Estoy planeando una intervención—gimió, tratando de tirar la ciudad fuera de la mesa.

—Tocas ese frasco y golpeare tu garganta—advirtió Marley, con la boca en un severa línea.

—Señoritas, no nos pongamos violentan tan temprano, ¿de acuerdo? Ni siquiera he tenido mi café aun—dije, justo cuando el mesero trajo mi café—De acuerdo, no importa. Peleen, ustedes dos—reí, reclinándome en mi asiento.

Marley le saco la lengua a Rach, que provoco una sonrisita en su pequeña cara.

Rach estaba encantadora como siempre esta mañana, vestida con una minifalda a cuadros, calcetas largas y un jersey de cuello alto. Dale unas coletas y una mochila, y se vería como una escolar, un traje que estoy segura que su prometida, Quinn, amaría.

Síp, Rach y Quinn estaban comprometidas. Como una escena de una comedia romántica con un giro, Rach y Marley conocieron a sus damas de brillante y lindos vestidos la misma noche. Las mejores amigas de mi Santana, Quinn y Kitty, cayeron de cabeza a los pies de mis chicas. Luego de un poco de cambios, claro está.

Así que entre Emma y Will, y ahora Rach y Quinn, la fiebre nupcial golpeo mi pequeño círculo en San Francisco.

Pero parte de mi círculo estaba roto. Destrozado, mas bien.

Mientras Marley y Rach discutían, note de nuevo cuan cansada lucia Marley. Ella no dormía bien, tampoco podía culparla.

Cuando nos dijo que Kitty la engaño, no supimos que hacer. Nuestro primer instinto fue quemas su auto, cosa que Santana sabiamente nos convenció de no hacer.

Cargos por incendios provocados son una cosa bastante dura para que te siga oda a vida.

Por un breve y loco momento consideramos irrumpir en el estudio durante una de sus transmisiones y decirle a sus espectadores que las noticias de deportes las daba una idiota infiel, pero de nuevo, cabezas más sabias prevalecieron.

Así que Rach y yo simplemente estuvimos junto a nuestra chica mientras ella se derrumbaba.

Todo comenzó cuando recibí una llamada de Marley muy tarde, después de medianoche. Maldecía sin parar; marineros de todo el mundo habrían estado orgullosos. Solo entendía frases ocasionales como “idiota engañadora” y “el descaro de esa mierda” y “sus tetas están en mis bolsillo”.

Para el tiempo en que se vino a mi departamento y subía las escaleras, las groserías comenzaron a parar y las lágrimas caían con firmeza. Declino mi oferta de una taza de té, trago un poco de whiskey, y me que paso. En el momento que llego Rach, todo estaba sobre la mesa.

Kitty tuvo una cena con una antigua novia; la cena a tragos de bajativo; luego los bajativos se convirtieron en besos. O un beso, dependiendo de quien contaba la historia. De cualquier modo, eso fue la causa para ella tirara las llaves del auto por el baño.

Todos estábamos atónitos, Santana, Rach, Quinn, Emma, Will y yo. Se veían tan felices; encajaban perfectamente y se combinaban en lo mejor de las maneras.

Kitty era la comentarista deportiva local para NBC, guapa, dulce, amable, una chica genial por todos lados. Que era una infiel, algo que nadie vio venir.

Marley termino con Kitty de inmediato, furiosa. Se negó a verla, a tomar sus llamadas, se negó a cualquier intento de tener algún contactó con ella a través de

Santana o Quinn. Estaba furiosa, luego muy triste, y ahora…

Bueno, pasaron semanas y estaba sentada en un restaurante con pijama y su fabuloso cabello castaño cayendo en mechones alrededor de su cara hinchada, sin maquillaje y siete kilos extra, y haciendo una ciudad de jarros. Una niña con prodigio musical, era una chelista en la Sinfonía de San Francisco. Una de las más hermosas y exitosas mujeres, ahora estaba haciendo nevar en la Ciudad Frasco…

Dios, no, no con caspa, con paquetitos de azúcar.

—Marley detente, detente… ¡Detente! —grite, tomando su mano y esparciendo nieve azucara en todos lados—Es suficiente. No más malas caras, no más esconderse. ¡Esto es ridículo!

—¡Sí! —intervino Rach.

—En serio, esto se ha alargado demasiado. No quiero ser como Afterschool Special, pero por Dios, mujer, ¡lava tu cabello!

—¡Sí! —añadió Rach.

—Eres malditamente candente, y genial, puedes tener a cualquiera. Si la estúpida de Kitty no llega a tenerte nunca más, a quien le importa, porque eres jodidamente asombrosa—termine.

—¡Sí, maldita sea! —fue la contribución de Rach.

La mesa quedó en silencio, Marley jugo con el último paquete de azúcar, pasándolo de las, luego se detuvo para realmente mirarla. Mordidas, ásperas, sin esmalte. Suspiro, y levanto la mirada hasta nosotras, dos grandes lágrimas rodando por sus mejillas.

—La odio—susurro, suspirando temblorosamente—Y la extraño.

—Lo sabemos, cariño—dijo Rach, tomando la mano de Marley en al de ella.

Me incline y le di a Marley mi servilleta, que uso para secar sus ojos. Miro a su sudadera, arrugada y manchada.

—Creo que apesto un poco—dijo con una mueca.

—Lo sabemos, cariño—dijo Rach otra vez, lo que saco una sonrisa de Marley por primera vez.

Un poco de color rosa apareció en sus mejillas. Saco una liga de su bolso y envolvió su cabello en un moño, lejos de su cara.



Miro hacia arriba mientras el mesero traía nuestra comida, sus ojos abriéndose cuando se dio cuenta de los montones de comida que encargo. Cuando él se fue, desplego su servilleta y la puso en su regazo.

—Bien, no me revolcare más. Lo ordene, así que lo comeré. Pero comenzando esta tarde, no revolcarse más incluye no comer más como un niño de trece años.

—Los niños de esa edad tienen que comer así. Deben mantener su fuerza por las muchas erecciones que tienen al día—dijo Rach de manera casual, separando los arándonos de las frambuesas, luego alineándolas en el lado de su plato como pequeñas alas de cañón. Marley y yo la miramos mientras explicaba el gran impacto de las erecciones en la vida social de los chicos de secundaria.

Como le explico un amigo, que al parecer era un experto.

—¿Realmente Punk te dijo todo esto? —pregunte mientras bebía mi batido.

—Síp, dijo que a su esa edad, ni por su vida podía mantener las manos fuera de sus pantalones—parloteo, ajena a la atención que la mesa de atrás nos prestaba—Se lo comenté a Quinny también y conversamos como lo hacíamos nosotras a nuestra edad.

—Tú y Quinn de seguro comparten un montón—dijo Marley, moviendo su cabeza incrédulamente mientras Rach demostraba una particular técnica que Punk adolescente empelo.

—Está bien, está bien, ¡no más! —proteste, agitando las manos—Es suficiente, saber que tú y Quinn tienen esas conversas, Dios, no poder mirarla a los ojos la próxima vez que la vea; no más detalles de su conversas de masturbación, de amigos o de ustedes. Cambiemos el tema ¿Quién tiene noticias?

La sección de cotilleo del desayuno comenzó oficialmente.

—Bueno, yo comienzo. Me entere de que el Palacio de Bellas Artes está disponible; ¡parece que mi recepción será ahí! —canto Rach.

—Emma me pidió dirigir el equipo de la licitación para rediseñar el Hotel Claremont en Sausalito.

—He pasado las últimas tres semanas en una nube oscura, así que no tengo nada. ¿Pero sabían que mi cabello es lo suficientemente lago que si me inclino hacia atrás puedo sentarme en él? —ofreció Marley.

Comimos.

—Una cliente me pregunto si me importaría organizar su colección de prono—dijo Rach.

—Quizás ordene una colección de porno a las tres de la mañana hace un par de días—dijo Marley dentro de su sudadera.

—San llego a casa temprano anoche y me sorprendió. Así que tuve un poco de acción porno en vivo y en directo.


—¿Llego a casa temprano? Guau, eso es impresionante. Parece que últimamente ha viajado más de lo usual—comento Rach, comiendo sus bolitas de cañón en orden alternativo. Arándanos. Frambuesa.

—Sí, ha estado más ocupada de lo usual ¿Qué puedo decir? Mi novia es la favorita en el mundo de la fotografía—sonreí, ruborizándome pensando en lo atractiva que se veía trabajando.

—¿Cómo ustedes hacen eso?, estar alejadas tanto tiempo. Moriría si no veo a Quinny todos los días… ¡simplemente moriría!—exclamo Rach. Arándanos frambuesa—¡No sé cómo no la extrañas como una loca!

—Por supuesto que la extraño, algunas semanas es muy duro. Pero esto es quien es ella, es como siempre ha sido, y lo hacemos funcionar. ¿Honestamente? A veces es un poco genial; tengo mi tiempo, ella tiene el suyo, y luego cuando está en casa, es nuestro tiempo—rodé un poco de la crema batida de Marley con mi dedo, evadiendo por poco su tenedor—De todas formas, me gusta la idea de que no somos una de esas parejas que tiene que dormir juntas casa noche. Admítanlo ¿No extrañas a veces tener la cama toda para ti?

Rach instantáneamente comenzó a negar con la cabeza, mientras que Marley evito el contacto visual.

—Bien, cambio de tema otra vez. Hablemos de la boda. La Boda del siglo—comencé, luego di marcha atrás tan pronto como vi la mirada de Rach— al menos hasta Rach tome ese lugar. Hasta que lo haga, sin embargo, ¡Emma va por ello! Y esperen hasta que vean el esmoquin de Will.  Buen señor, el  hombre puede usar colas como si no fuera asunto de nadie.

A la mención de Will todas nos animamos, incluso Marley. La categoría de hombre mayor sexy fue creada específicamente con él en mente, y todas suspiramos juntas.

—De todos modos, tenemos que comenzar a pensar en citas para ti, joven dama ¿A quién estás pensando llevar?-pregunte, mirando a Marley. Se volvió blanca.

—Oh mierda, ¡ni siquiera pensé en eso! Kitty va, ¿verdad? —pregunto, su expresión de puro pánico. Miro hacia abajo a sí misma, luego levanto la mirada a nosotras— ¡Ugh, no puedo dejar que me vea así! ¿Qué va a pensar? ¡Va a creer que estoy, como, en el suelo en un charco por ella!

Rach comenzó a interceder, pero puse la mano en su brazo y negué con la cabeza mientras Marley continuaba.

—¿Y si ella lleva a alguien? Mierda, definitivamente llevara a alguien, ¿no? ¿Verdad? Eso es, esa idita, ¿cree que puede mostrarme? ¿Qué puede tener algo mejor que yo? Demonios no, no en mi presencia. Estúpida niña rubia comentarista deportiva.

La conversación entera fue hecha por Marley sola mientras tomaba su bolso y caminaba al baño.

Una vez que se fue, tome el resto de waffles y los dividí entre plato de  entre mi plato y el de Rach. Chocamos tenedores y tragamos por unos minutos.

—¿Crees que lleve a alguien? —pregunte.

—Estoy segura de que sí. He tratado de preguntarle a Quinn sobre eso, pero se cobija bajo el código de amigas.

—lo mismo con Santana. Me pregunto si ellas—me detuve cuando Marley salió del baño.

La sudadera estaba atada alrededor de su cintura, la reveladora camiseta bien ajustada se cabello trenzado, el flequillo hacia atrás  revelando una cara limpia y brillante. Brillo labial añadido, también un poco de rubor. La chica se veía fabulosa una vez más; simplemente no podías mantener ese tipo de belleza oculta por mucho tiempo.

Pero lo que hacía que todos los hombres y mujeres miraran dos veces eran sus dobles B. acentuada más que nunca por el nudo apretado que le hizo a su sudadera, destacando perfectamente casa B a todo su potencial.

—¿Pueden creer que estaba preocupada por ganar un poco de peso? ¿Miren cuan geniales lucen mis pechos! —anuncio mientras volvía a la mesa—Vamos al parque y escojamos unos chichos o chicas calientes. Veamos cuantos puedo detener con estas—dijo, sacando un fajo de billetes de su bolso y  tirándolo a la mesa.

No podía hacer nada más que reír mientras ella tiraba a una protestante Rach lejos de su comida. Marley estaba de vuelta a la casa, y llevo a sus dos ayudantes lejos del restaurante.


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Fui al parque solo el tiempo suficiente para ver que Marley de hecho volvió de su coma. Dudaba que hubiese superado la situación con Kitty, pero a veces tienes que pretender sentirte mejor para sentirte mejor. Es por eso que comprar ropa deportiva te hace sentir como si quisieras hacer deportes.

Aun esperaba para que eso se hiciera realidad…

Me disculpe por no poder quedarme toda la tarde con la excusa de que tenía una Wallbanger en mi cama, lo que no necesitaba explicación. Mientras giraba en la esquina de mi calle después de bajar del autobús, pensé en lo que dijo Rach más temprano, sobre necesitar ver a Quinn todos los días.

Podían hacer eso fácilmente: ambas tenían trabajos en la ciudad y rara vez viajaban por trabajo. Rach era una organizadora por profesión, ayudando a familias a eliminar cosas y limpiar, mientras Quinn dirigía una empresa sin fines de lucro que ayudaba poniendo computadoras en colegio de zonas de bajo ingresos.

¿Me gustaría ver a Santana todos los días? Claro que sí, sus geniales abdominales por si los valen la pena el precio y ni hablar de sus pechos. Sip, eso vale la pena de admisión. Pero más que eso, nosotras solo… funcionamos bien juntas. Existe una facilidad en nuestra relación que no tuve con nadie más, quizás porque primero fuimos amigas. Y aunque teníamos nuestra cantidad de cejas levantadas como todas las parejas, rara vez peleábamos. Tal vez porque pasábamos menso tiempo juntas que la mayoría de las parejas.

Negué con la cabeza mientras subía las escaleras. No importaba porque funcionábamos, simplemente lo hacíamos. Y como Santana continuaría teniendo mucha demanda profesional, seguiríamos haciéndolo funcionar a larga distancia.

Me gustaba la idea de un romance no convencional, especialmente ya que nuestro comienzo fue así.

Estuve en una sequía de citas luego de pasar una noche con La Que No Debe Ser Nombrada — véase a Carla Weinstein— asustara mi orgasmo a la clandestinidad, desapareciendo de la faz de la tierra. Ido, ido, ido estaba; sin despedida, sin es un placer conocerte. Simplemente ido. Trate de recuperar ala O trayendo de vuelta a unos compañeros pero no funciono y por supuesto trate de reconectar usando a la Santa Trinidad de los Amantes de Fantasía —el Lete, el Damon y el Santo Clooney—, pero incluso con mi propia mano, la O abandono el edificio. Finalmente Santana y yo fuimos capaces de conjúrala de nuevo en un puf de harina en el suelo de mi cocina, rodeadas de pasas y miel.

Y hablando de no convencional, Santana nunca salió con nadie en el sentido tradicional. Cuando la conocí era la reina de las amigas con beneficios.

Con un harén real. Mientras ella y yo nos hacíamos amigas en eso días lejanos, me confeso que todas las mujeres con las que salió parecían querer la misma cosa: una cerca blanca. La convencí de que en realidad no todas las mujeres quieren eso, especialmente esta mujer en particular le dije:

“—La mujer correcta para ti no querría cambiar nada de s vida. No agitaría su bote, saltaría en el bote y lo navegaría contigo.”

Solía salir con alguien que quería que fuera su cerca blanca, su personal Señora Acéptalo Todo, O  Señor Sam Evans. El abogado.

¿Cercas blancas? Gracias, pero no. Me gustaba mi vida, me gustaba nuestra vida, era bastante genial.

El ejemplo perfecto era nuestra situación de vida. Mientras puse el seguro, mire por el pasillo hacia la puerta de su departamento. Cuando se encontraba en casa teníamos  tendíamos a pasar la mayoría  la mayor parte del tiempo en mi casa, pero me gustaba que aun teníamos nuestros apartamentos. Viví con compañeros de cuatro la mayor parte de mi vida adulta, y aun cuando técnicamente me subarrendaba Emma —de ninguna manera seria capaz de pagar por este increíble apartamento sin su control de renta—, seguía siendo mi propio lugar.

El cual compartía con un muy peculiar felino. Me permití entrar, buscando a Lord Tubbington pero sin verlo. Sin embargo, tenía una idea de donde podría estar.

Quitándome los zapatos, camine silenciosamente de regreso a la habitación, asomando la cabeza por la puerta.

Metida en la esquina de la cama, donde típicamente la dejaba, se encontraba Santana, aun durmiendo de su largo viaje a casa. Envuelta en una bola detrás de las rollas de Santana, Lord Tubbington abrió un ojo y registro que me encontraba en casa.

Movió una oreja y estiro su espalda, metiéndose más en su punto favorito.

Susurre:

—Oye, Lord Tubbington, ¿Cómo está mi dulce…

Me detuvo con un bajo pero muy corto miau.

Y me dio una mirada muy específica, dejándome saber que mis amores necesitaban su sueño y que debería dejar las cosas como estaban, me reí para mí misma mientras Santana dejaba escapar un ruidoso ronquido, luego retrocedió. Lord Tubbington permaneció detrás de las rodillas.

Las rodillas de Santana… que nombre tan genial para una banda.

Mientras mis amores dormían, lave algo de ropa, trabaje en algunos bocetos para el nuevo proyecto del hotel, y horneé. Hornear me centraba, me ayudaba a enfocarme y ver mi camino a la vuelta de las esquinas, especialmente cuando trabajaba en algo nuevo. Dos panes de calabacín después, me encontraba encaramada en la isla de la cocina con un lápiz de color en la boca cuando escuche movimiento.

Santana vino a la cocina, oliendo primero. Contuve el aliento, casi inhalando mi lápiz cuando la vi en esa polera ancha y short de  que usaba de pijama, cabellos suelto y desordenado, y expresión dormilona. Sabía que si presionaba mi rostro en el centro exacto de entre sus pechos, olería a Downy y chica caliente. El corazón, como siempre, se saltó un latido.

—¿Calabacín? —pregunto mientras olía el aire, sus ojos aun a media asta, pero buscando el pan.

—Calabacín—afirme, asintiendo.

Una lenta sonrisa se deslizo por su rostro; nada podía hacerla más feliz que pan casero. Bueno, casi nada.

—¿Quieres un poco? —pregunte.

Camino hacia mí, y el pan detrás de mí, con una miranda determinada en su rostro.

—Estas bromeando, ¿Cierto? —pregunto, descruzando mis piernas para posarse entre ellas—Siempre quiero un poco.

—¿Seguimos hablando de pan de calabacín? —pregunte, mientras sus manos se agarraban a mis caderas. Acercándome más a ella de pronto, presiono un beso mojado debajo de mi oído.

—Estoy hambrienta, si—susurro, con una voz que instantáneamente le dijo a mis muslos que se separaran—Y el pan de calabacín puede esperar.

Gemí, digo, por supuesto que gemí.

Todo bajo mi delantal se  todo bajo mi delantal se fue en sesenta segundo, lo cual fue volteado y sacado del camino. Se puso de rodillas, jalando mis caderas exactamente al borde del mostrado, mis piernas más o menos lanzadas sobre sus hombros.

—Cristo San, que trajo esto…¡oh!

Perdí el tren de mis pensamientos mientras su boca abierta se presionaba contra mí, su lengua fuerte y buscando. Con una lamida, me perdí, con una segunda lamida, me encontraba cerca de lo estúpido.

Con la tercera… aquí esta lo divertido de mi orgasmo. Una vez que estoy fuera de mi camino, era feliz de venir. Ejem.

—Oh Dios, tu…eso es…tan… vaya… mmm—gemí. Se movió, me moni. Ella vibro, temblé. Se hundió, yo… Oh, demonios. Falle.

—Sensible, ¿eh? —murmuro, levantando su cabeza y perversamente lamiendo sus carnosos labio. Enrosque mis manos en su cabello y no muy gentilmente la empuje de nuevo hacia abajo.

—Si te detienes ahora, te matare con este temporizador de huevo—logre decir, agarrando la única cosa que se encontraba cerca. Que solté tan pronto como ella regreso a mí, mi respiración era rápida y difícil de controlar. Enterré mis talones en su estadla, temerosamente flexionando mis caderas para acercarla más a donde la necesitaba. Dando una larga lamida por dentro de cada uno de mis muslo, extendió sus manos debajo de mí y alrededor de mis caderas, manteniéndome quieta lo mejor que pudo y abriéndome más para ella.

—Como si pudiera detenerme ¿No sabes que sueño con esto cuando estoy lejos? —pregunto, empujándome con su nariz, exactamente donde necesitaba que estuviera su boca.

—¿Tu… suelas con … esto? —pregunte, arqueando la espalda. Me encontraba tan, pero tan cerca.

—Joder, si ¿Bromeas? —aplasto su lengua y la arrastro por todo mi sexo, sumergiéndola en el interior y continuando hacia arriba, acercando su boca ahora y rodeándome con su labios. Liberándome con un gruñido suyo, bajo una mano, usando sus dedos para presionarme por dentro—Pienso en esto, y los sonidos que haces cuando te vienes, la forma en que sabes. Mmm… dulce Britt, me vuelves loca.

Sus palabras arremolinaron mis pensamientos, me levante en mis codos, con la piel en fuego, mi mirada difusa en esta hermosa mujer, con su boca en mí.

Montando su mano, mis caderas ondularon mientas su lengua y labios me consumían, sus ojos ardiendo en los míos, jadee cundo mi orgasmo me golpeo como un tren de carga. Temblando, caí de espaldas en el mostrador.

Se levantó, una mano seguía acariciando mi piel mientras me estremecía, la otra empujando sus short  de pijama abajo. Luego junto nuestros sexos. Su cabeza cayo hacia atrás mientras envolvía una mano en mi cadera y  la otra decencia hasta mi sexo. Usando mí peso como palanca hundió dos dedos dentro de mí.

Estaba perfectamente queta.

Bueno yo no tanto.

Simplemente no podía estarlo. Eso era demasiado; ella era demasiado.

Nunca me acostumbraría a sentir sus dedos dentro de mí, llenándome y estando perfectamente ahí, azote, me arquee, flexione. Y permaneció quieta.
Los músculos en sus brazos se fruncieron, su cuello con cuerdas, su toso brillo con la dulce tensión. Ella era como una traviesa trabajo de arte.

Luego levanto la cabeza y abrió los ojos. Singularmente enfocada, oscuro, y del conjunto de una mente.

Santana iba a coger.

Sacando casi completamente sus dedos, empujo de nuevo, ahora con tres dedos. Y fuerte.

Y me vine.

Siguió hundiendo sus dedos dentro de mí, y cuando inclino su cuerpo sobre el mío y canto las palabras más sucias imaginables en mi oído, me vine de nuevo. Igual que ella.

Envolviendo mis brazos a su alrededor, mantuve sus dedos dentro de mi tanto como pude. Aun cuando me levanto con su mano libre del mostrador luche contra  la perdida de sus deliciosos dedos, manteniendo mis piernas envueltas alrededor de su cadera mientras se reía. Me desenvolvió, me lanzo sobre  su hombro de una manera tipo bombero y palmeo mi trasero.

Aun me sigue sorprendiendo su fuerza.

Luego comió todo el pan completo de calabacín con sus pantalones alrededor de sus tobillos mientras se inclinaba en el mostrador, descansando su cabeza en mi trasero.


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—Entonces recuérdame nunca dejar de hornear para ti—dije quince minutos después, cuando finalmente se me permitió ponerme de nuevo los pantalones y comenzar a limpiar la cocina.

—¿Alguna vez pasara? —Santana parecía afligida. Ante la idea de que yo tal vez dejara de hornear, ¿o porque se acababa de comer el pan entero?

—Lo dudo. Es el tipo de cosas de beneficio mutuo, obviamente.

—Debería decirlo—sonrió y le serví algo de café y la lleve hacia el soba—¿Por qué estoy en el sillón?

—Porque estoy limpiando y estas en medio. Además acabas de regresar, así que déjame adularte un poco.

—Pero principalmente porque me encontraba en medio, ¿cierto?.

—Cierto—agarre una escoba y barrí algunas pasas. Lord Tubbington ya desapareció algunas; imagine que las encontraría en la cama esta noche.

Le encantaba esconderlas una por una. Deje de hacer preguntas.

Santana se relajó en el sillón, mirándome barrer y comentando cuando mi parte trasera lucia particularmente atractiva. Mirándome por la parte superior de su taza de café, pregunto:

—Oye, ¿Por qué hacías bocetos en sábado? ¿Tienes que trabajar hoy?

—Algo así.

—¿Algo así?

—Sí, un gran trabajo de Emma me dio. Lo presentaremos la siguiente semana, y luego si obtengo este trabajo significara… bueno, es algo grande—dude, ni siquiera queriendo decirlo en voz alta. Esto sería grande, gigante, enormes bolsas.

—¿Eso es genial Britt-Britt! ¿Qué tipo de trabajo?

—Un hotel den Sausalito. Emma me está dejando liderarlo, debido a la boda y su luna de miel. Así que si, una gran semana de trabajo—termine de barrer y lance las pasas a la basura. Agarrando mi cuaderno de bocetos, me dirigí a la sala y me senté a su lado, levantando mis pues a su regazo.

—Suena grande. Es bueno, Britt.

—Además, estoy como haciéndome cargo mientras ellos se encuentran de luna de miel. Estaré repleta de trabajo.

—Puedes manejarlo. Estoy orgullosa de ti.

—Bueno, enorgullécete de mí si obtengo el trabajo. Hasta entonces solo es una oferta. Pero dedos cruzados, ¿Cierto? —me reí, recostándome contra los cojines mientras ella frotaba mi talos.

—Tengo un buen presentimiento con esto. Tal vez tendremos algo de que celebrar la siguiente semana—dijo, meneando mi dedo gordo del pie—Hablando de celebraciones, ¿Te gustaría venir conmigo a Río en Diciembre?

¿Qué?

Digo otra vez, ¿Qué?

—Amo cuando sueltas consonantes—murmuro, acercándose más e inclinándose sobre mí.

—¿Lo dije en voz alta?

—Seguro que sí.

—De acuerdo. Bueno, entonces, mi respuesta es que.

—Nadie en el planeta ha dicho es palabra exacta antes—se rio, dibujando una línea con la punta de sus dedos hacia debajo de mi nariz y presionándola contra mi boca.

—¿Río? ¿En Diciembre?—murmure.

—Para navidad.

—¿Qué? —mientras se reía, trepe por debajo de ella—Explícamelo, por favor.


—Nada que explicar. Fiche un trabajo en Brasil. Caliente y sensual brisa del océano. Bebiendo caipiriñas, debajo de las linternas del festival. Aceite de coco. Bikini. Sanny en bikini.

¿Segunda navidad lejos de casa al hilo?

Regrese a navidades pasadas, creciendo. Tenía una tía y tíos favoritos… ¿No lo tienen todos? Técnicamente mi tía abuela y abuelo, Liz y Lou eran leyendas en nuestra familia. Nunca tuvieron hijos, y si eso era destino o naturaleza, nunca lo supe; nadie nunca hablo de ello. Pero tuvieron una visa con la que siempre soñé.
Viajaron cada año, y me refiero a que viajaron. Tío Lou hizo buen dinero, invertido sabiamente, y cuando se retiró a los sesenta y cinco agarraron camino.

Poseían una casa en San Diego, pero solo la usaban como una base. Tenían amigos pro todo el mundo y pasaron el tiempo en lugares como Madrid, Atenas, Roma, Lisboa, Amsterdam; Carcas y San Paolo. Rio de Janeiro. Fueron a donde quisieron, y a donde el viendo les digiera que fueran, solo se encontraban ocasionalmente cerca para navidad, y me encontraba emocionada de ver de donde provenían mi regalo cada año, de qué lugar lejano seria mi postal.

¿Amaba menos a su familia porque eligieron viajar por todo el globo para navidad? Nunca lo pensé, aunque algunos de los miembros más tradicionales de la familia sintieron que era raro y un poco egoísta que no quisieran estar cantando villancicos en casa de la abuela y comiendo pavo con todos los demás.

Pensé que era romántico, emocionante, y un poco impresionante.

Murieron hace pocos años, en un rango de tres meses entre uno  y otro.

Después de que sucedió ayude a sacar algunas de sus cosas y encontré sus pasadores. Estaban maltratados, usados y estampados con ciudades de todo el globo, algunas de las que nunca escuche.

Y cuando fui a Salzburg el año pasado para acompañar a Santana en navidad, no me sentí egoísta o extraña. Pensé que era romántico, emocionante, y más que un poco impresiónate. Lo más alejado de lo tradicional, pero, ¿Tal vez era tradición de Santana y Brittany?

Mentalmente calcule si las responsabilidades de mi trabajo adicional me permitirían tomarme un tiempo las vacaciones eran un periodo ocupado para nosotras, pero la semana entre navidad y año nuevo era muy manejable. Su invitación era inesperada, pero no fuera del mundo de lo posible.

Comencé  canturrear—La chica de Ipanema—una sonrisa lentamente se extendía por su rostro.

—¿Es un sí a Río? —pregunto.

—Es un diablos sí, mi Wallbanger, ¡diablos si a Río? —chille, envolviendo mis piernas alrededor de su cintura y viendo su mirada de emoción en su rostro antes de hablarlo para  halarla para un gran beso mojado.

El último año me invite sola. Este año me quería con ella. Joder, amaba a esta mujer.


Nos besamos un momento, luego regreso a su lado del sillón y siguió frotando mi pie y yo regrese a mis bocetos.

Unos minutos después, tuve un texto. Bufe, luego le dije a Santana:

—Oye, este es de Central de Bodas, necesitas ir por tu vestido, pronto. Emma dijo que se supone que tú y Will vayan juntos, el por su esmoquin y tú por tú vestido; se está volviendo loca.

—Lo sé, madrina y todo; necesito lucir bien—rodo los ojos.

Will le pido a Santana que se parara a su lado de la boda, era como perfecto. Ya que yo era una de las damas de honor de Emma.

—Te verás bien, a nadie le preocupa eso—me reí mientras presionaba la parte inferior de mi pies—Por la que me preocupo es Marley. Está deprimida desde esta mañana, y lista para comprar el vestido más sexy que pueda encontrar para la fiesta.

—Aja—respondió, concentrándose, concentrándose en mi empeine.

—Creo que todo lo  quiere es asegurarse de que se verá bien si Kitty viene, ¿ya sabes? Digo, ¿viene? ¡Segura?

—Aja—respondió de nuevo, un ceño más pequeño apareciendo en su frente, la deje frotar mi pie otro momento.

—Entonces, ¿traerá a alguien a la boda? —pregunte en el tono de menor interés posible.

—Brittany—advirtió

—¿Qué? Si traerá a alguien, es algo que sería bueno saber de antemano, ¿no lo crees? No es como si estuvieras traicionando el código de amigas solo por decirme si traerá a alguien, ¿cierto? —pregunte, golpeándola en la panza con mi dedo gordo del pie, provocando un sonrisa.

—Sí, traerá a alguien—acepto, mirando mi rostro cuidadosamente.

Exhale igual de cuidadosamente.

—De acuerdo, ves no fue tan malo, ¿o sí? —pregunte, empujando mi pie en su mano otra vez. Reanudo su amasado. Deje pasar un minuto.

—Así que, ¿es bonita? O ¿bonito?

—No voy hacer esto, además ya te dije que Kitty es lesbiana al igual que Quinn y yo—dijo, sacando mi pie de su regazo y levantándose.

—¿Qué ¿ solo estoy preguntando si es bonita? Y me olvido que eran lesbianas  y no bisexuales como nosotras —insistí mientras se giraba de espalda hacia mí.

—Te lo he chicho, no es algo de lo que podemos hablar. Te pones demasiado exaltada para ser racional, y yo…

—¿Me exalto? ¡Por supuesto que me exalto! Mi mejor amiga tiene el corazón destrozado porque tu mejor amiga fue una idiota que la engaño y…

—Por última vez ¡no la engaño! —espeto

—¿Besar es engañar! ¡Por supuesto qué es engañar! — espete en respuesta, levantándome para enfrentarla.

—Beso a su ex novia una vez, paso una vez. Y le dijo. ¡No tuvo que haberle dicho nada! Pudo habérselo ocultado, ¡pero le dijo!

—Oh, ¿ahora se supone que obtenga puntos por ello? ¿Por decirle después de que al engaño? —grite.

Cuando dije que Santana y yo no peleábamos, realmente no lo hacíamos.

Excepto por este asunto.

Así que aquí está toda la historia. Cuando la ex novia de Kitty vino a la ciudad y su cena termino con un beso, Kitty se lo dijo a Marley, y ella la dejo. Y desde entonces, se rehúsa hablarle, a verla, a tener nada que ver con ella.

Borro correos electrónicos y textos. No quería que ella intentara explicarle nada, porque en su mente no había nada que explicar.

El problema es que Santana y Quinn concordaron que lo que Kitty hizo, tan malo como era, no era suficiente para una ruptura. Por supuesto, Rach y yo concordamos que besar era engañar: tener sexo no tendría que ser el único motivo de llamar engaño.

Marley tenía todo el derecho de terminar las cosas con Kitty, y como engañadora, no tuvo mucho que decir sobre cómo fueron las cosas.

Por lo tanto, sus argumentos.

Rach y Quinn también pelearon por esto, era algo en lo que todas tenían una opinión, hasta Emma y Will, pero ellos no se metían tanto.

Opiniones que Santana y yo concordamos no valía la pena compartir, ya que nos hacía discutir cada vez que hablábamos de ello, aun así el asunto seguía saliendo.

¿Qué era un engaño? ¿Dónde se situaba esa línea de la que, si era cruzada, ya no podíamos regresar? ¿Era diferente para cada pareja, o era blanco y negro?

—No merece puntos por eso. Eso no es lo que quise decir, y sabes que…

—Ese tipo de cosas no solo suceden, Santana. Tomo una decisión…

—¡Un beso! ¿Y eso tenía que terminar con todo? ¿Qué hay de Marley? No le dará a la chica una oportunidad para explicar, ella…

—No hay nada que explicar, ¿no lo entiendes? —grite, lanzando mi cuaderno de bocetos por la habitación.

Silencio.

—No quiero hablar ya de esto—murmure, cruzando la sala para levanta mi cuaderno.

Ella atrapo mi mano mientras caminaba.

—Esto es exactamente el por qué no quería hablar del tema desde el inicio. No hay bueno o malo aquí—levanto un dedo a mis labios cuando comencé a explicar que sí, de hecho lo hay, o al menos hay un área gris—Pero no importa lo que sea, no vale la pena que peleemos por ellas, ¿cierto?

Suspire, dejándola jalarme a su pecho. Presione mi cara exactamente entre sus pechos. La esencia Downy me calmo.

—Correcto.

Me mantuvo cerca.

—Te amo Britt-Britt—dijo

—También te amo Sanny.

Ser la mitad de un nosotras algunas veces es difícil.