[Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo

Capitulo 3

—Es melón.

—Es caléndula.

—¡Caléndula! Esto siria color calabaza antes que caléndula, pero eso no importa, porque es melón.

—Si crees que es melón, entonces necesitas examinarte los ojos, porque obviamente es…

—Rach, ¿Qué te paree? Esto totalmente es melón, ¿no es así? Sí, Rach, mira esto y dime como es el mundo esto es color melón.

—Dorado—fijo Rach.

—¿Qué? —pregunté, mirando a Emma.

Nos hallábamos de pie en el salón nupcial para damas en Neiman Marcus. Espera, quita eso. Yo me encontraba de pie en el salón nupcial para damas, en sujetador y bragas, mientras Emma y Rach se sentaban en unas presuntuosas sillas enormes, bebiendo champan.

—Dorado. Tu vestido es del color de esas galletas doradas de cheddar. Y es casi perfecto para tu tono de piel, en realidad—dijo Rach, llenando otro vaso y bebiéndolo completo—Ahora cállense ambas. Honestamente, escuchar a dos diseñaras discutir sobre el color de tu vestido de dama de honor es aburrido.

Con Emma nos miramos en el espejo y ambas levantamos las cejas.

—Muy bien, muy bien. Es dorado. Ahora, ¿puedes por favor probártelo? —dijo entregándomelo. Accedí, colocándome el vestido. Mientras subí la cremallera, la oí claramente murmurar: —Melón. —en voz baja.

Lo deje pasar.

Me volví hacia el espejo, vi mi reflejo  tuve que admitir que me veía bien en dorado.

Falda larga, escote amplio, tirantes finos y brazos desnudos. Con un bronceado, funcionaria muy bien. Mejor que bien. Me gire en el espejo, pero me detuve a la mitad cuando vi a Rach ir por el champan de nuevo.

—Emma, detenla, tuvo suficiente—dije.

Rach era apenas más grande que una botella de champan y más de dos vasos noqueaban su pequeño culo.

—No eres divertida, Britt—resoplo mientras Emma tomaba ese último vaso para ella misma.

Emma lucia triunfante mientras se acercaba al espejo, de pie detrás de mí.

—Luce estupendo—murmuro, alisando la falda.

—Gracias de nuevo por pedirme que sea tu dama de honor—le respondí, mirándola a los ojos.

Ambas sonreímos y luego nuestra sonrisa se hizo aún más grande cuando notamos a Rach haciendo ruidos de arcadas.

—Uf, ustedes dos son tan dulces, que voy a vomitar.

—Está bien, el momento se terminó. Quítate ese vestido y vamos a conseguir a Rach algo de comer—dijo Emma.

Rach vitoreo. Terminamos, salimos y tomamos una mesa en nuestro restaurante favorito en North Breach.

Una vez que nos instalamos y conseguimos algunos aperitivos para que Rach absorbiera el champan, hablamos de la luna de miel.

—Espera, espera, ¿Cuándo fue puesto Francia sobre la mesa? Pensé que ibas a Italia—dije, untando mantequilla a una pieza de pan.

—Bueno, con Will hablamos sobre ello y nos dimos cuenta de que ha pasado mucho tiempo desde que tuvimos unas vacaciones de verdad, que no fueran solo de un fin de semana. Así que queríamos extender el viaje un poco.

—¡Guau, eso será una luna de miel! Italia y Francia, suena increíble—conteste.

—Y Suiza. Añadimos Suiza también—agrego Emma, con una mirada culpable en el rostro.

Rach suspiro románticamente, aferrando su panecillo cerca de su pecho.

—Eso suena celestial, ¡una luna de miel europea! No puedo esperar para comenzar a planificar mi luna de mil. Quinn dijo que podemos ir a donde quiera, con tal de que utilice un montón de bikinis para que ella disfrute. Y me quite—se rio y luego hipo. El champan aun persistía.

—Espera, espera, espera, ¿vas a Suiza también? —pregunté, con incredulidad—¿Hay cualquier otra cosa que estas pensando que deba saber?

—Bueno, pensaba hablar sobre esto en la oficina, pero…

—Espera, ¿qué esta pesando? —pregunte

—En realidad, realizaremos un viaje con final abierto—dijo con total naturalidad—Sólo queremos vagar libremente y este parece ser un buen momento para hacerlo.

Me enderece en mi silla, con la cabeza dando vueltas.

—¿Por cuánto tiempo piensas irte?

—El suficiente para saber qué vas a necesitar un interno.

—Espera un minuto, espera un minuto ¿Un interno? En serio Emma, ¿Cuánto tiempo vas a estar fuera? —le pregunte, pensando en todos los proyectos que surgirían en el calendario, por no hablar del Hotel Claremont, si tenía la suerte de conseguirlo.

—Vamos a hablar sobre esto en la oficina, ¿de acuerdo? La comida esta aquí—dijo, señalando a nuestro camarero con la cena.

Cuando puso los platos delante de nosotras, Emma me miro a los ojos a través de la mesa.

—Hablaremos de esto en la oficina—dijo de nuevo—Todo bien, te lo prometo.

Fue una cena tranquila. Excepto por el hipo de Rach.


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-Mensaje de texto de San a Britt:

Oye, Britt- Britt, ¿Estas libre para el almuerzo?

Lo desearía, estoy abrumada de trabajo.

Puedo ir allí; incluso voy a llevar mis movimientos de muñeca.

Por mucho que me encantan tus movimientos de muñeca, estoy literalmente enterrada bajo un montón de lápices de colores en el momento.

Hmm, ¿Qué hay de cenar?

Negativo, Ghost Rider, me dirijo a Sausalito esta noche tan pronto como salga del trabajo.

¿Por el hotel? ¿Y simplemente usas a Top Gun en mí?

Sip, esta noche es la primera oportunidad que tengo para salir a ver realmente el lugar. Y sí, estoy totalmente usando Top Gun en ti. ¿Quieres encontrarme por ahí? Podríamos tomar una cena rápida después.

Podríamos tener un rapidito….

Bebé.

Lo siento. Está bien, envíame un mensaje de texto con la dirección y me reuniré contigo por ahí. ¿A las 7?

Perfecto.

Demonios Sanny, ahora todo en lo que puedo pensar es un rapidito.

Yyyyyyyyy estamos de vuelta. Nos vemos a las 7.

Camine alrededor de la propiedad, comprobando las líneas de visión y perspectiva, notando que la luz de la tarde llegaba a los edificios. Vi ventanas en lugares donde no deberían estar, paredes que podrían ser trasladadas para explotar el paisaje natural, y jardines que podrían ser reformados para darle una sensación verde a la estructura moderna.

Me hablaba emocionada por hacer una propuesta para este trabajo.

El bocinazo de un Range Rover me saco de mi ensueño. Me aparte de la pasarela frontal para ver Santana subiendo por el frete no habiendo terminado lo que hacía, levante un dedo para indicarle que necesitaba un minuto más. Aparco y se acercó a donde me encontraba.

—así que este es el lugar, ¿eh? —preguntó, envolviendo sus brazos a mi alrededor mientras miraba hacia la estructura.

—Sí, ¿Qué te parece?

—Creo que mi chica va patear algunos traseros en este proyecto—respondió, apoyando su mentón en mi hombro.

—En un lugar hermoso, ¿no?

—¿Cuál? ¿Sausalito? Sí, supongo.

—¿Es una broma? ¡Mira esa vista! —señale hacia atrás, sobre la bahía de la ciudad. San Francisco brillando en el crepúsculo, los autos yendo y viniendo por el puente. La torre Coit. El edificio Transamerica. Era encantador.

Entonces hice un giro de ciento ochenta grados y volví a mirar Sausalito. No era solo un gran lugar para mirar hacia San Francisco. Las casas brillaban contra la montaña, las farolas comenzando a encenderse, los veleros salpicando el puerto deportivo, la gente caminando por la costanera, caminos a cenar, de compras o regresando a casa.

—El restaurante no está lejos de aquí. Vamos a caminar—le dije, tirando de ella hacia la calle principal.

Entrelazo sus dedos con los míos, y mientras caminamos, hablamos.

Acerca de mis ideas para el diseño, sobre la boda próxima, sobre su próximo viaje. Se iba de nuevo en dos días, esta vez a Sudáfrica. Iba en un barco a buscar tiburones, para tomar fotos de los grandes tiburones blancos alimentándose.

Realmente no podía pensar en ello sin estremecerme.

Escalofríos.

—Entonces Emma me dijo hoy que agregaron Francia y Suiza a su luna de miel. Parece que van a estar fuera por un tiempo—dije mientras nos dirigíamos hacia el muelle donde se encontraba el restaurante.

—¿Ah, sí? Bien pro ellos. Sé que Will siempre ha querido viajar más.

—Emma también, pero estaba construyendo el negocio. Es difícil dejar una empresa como está a menos que tengas a Súper Brittany en casa dirigiendo el espectáculo—me reí, haciendo gala de mis músculos, los cuales apretó apreciativamente—Pero, admito que me sorprende que me sorprende que no parecen tenerlo muy planificado.

—Suena como si quisieran pasear por ahí.

—Claro, claro. Excepto que vagar sin un plan no es algo que hace Emma.

Santana se encogió de hombros.

—Es su luna de miel, Britt. Y no es como si no se pudieran permitir.

—Sí, estoy muy consciente de los activos gigantes de Will—conteste, consiguiendo una palmada en el trasero por eso. Santana consentía mi enamoramiento por Will, pero todavía me recordó cuales eran los activos de los que tenía que preocuparme—Solo estoy… un poco nerviosa, supongo. Esto es mucho para asumir.

—¿Has hablado con Emma al respecto?

—No, ya que surgió la propuesta del hotel. Esta tan ocupada con la boda en este momento, y todo lo demás que tiene en marcha, que apenas la veo.

—Estoy segura de que sabe lo que está haciendo. No se iría si no supiera que podías manejarlo, ¿no?

—Eso es lo que dijo—respondí, pensando en lo mucho de lo que realmente me hacía cargo aquí—Y dijo que traería una interna para mí, por si necesito ayuda.

—¡Genial! Moviéndose hacia adelante—exclamo, tarareando la melodía de The Jeffersons.

—Sim la presidente de la empresa de diseño se lanza por Europa durante quien sabe cuánto tiempo, pero tengo una interna de veinte años de edad para ayudarme hacer copias, por lo que no habrá ningún problema—le espete, alcanzando la puerta del restaurante. Una mano fina llego sobre la mía, intentando llegar antes a la puerta.

—Oye, va a funcionar, no te preocupes tanto—dijo empujando suavemente mi mentón con su dedos para que la mirara a los ojos. Mi repentina frustración se desvaneció cuando sus ojos marrones comenzaron a realizar su vudú.

—Probablemente tienes razón—suspire, dejando que abriera la puerta para mí y me guiara al interior, con una mano en la parte  baja de mi espalda.

—Por supuesto que al tengo—bromeo.

Una vez que nos sentamos, saque mi calendario.

—Está bien, regresas dos días antes de la boda, ¿no? Quiero estar segura de que tienes tiempo para instalarte antes de que comience los festejos.

—Sí, voy a estar de vuelta a tiempo y lista para todas las tareas de madrina.

—Justo en la fecha límite, ¿verdad?

—No es lo que estaba pensado cuando dije que haría este trabajo, pero está bien, puedo dormir durante los votos, ¿no? No me necesitan ara eso—bromeó.

Gire la palma de su mano sobre la mesa, trazando las líneas con mis dedos. Levante la vista hacia ella, notando que su mirada se volvió oscura bajo sus pestañas.

—No puedes dormir durante la ceremonia, Sanny. Además, hablara una dama de honor frente a ti teniendo los pensamientos más sucios imaginables.

—Sucios, ¿eh?

—Oh, sí; no estoy segura de ser capaz de controlarme ¿Tú? ¿En un vestido? Es letal—ronroneé, levantando la mano para presionar un beso rápido a sus dedos.

Cuando el camarero vino para conseguir nuestra orden de bebidas le quiñe un ojo, deje caer su mano y articulo:

—Más tarde.

Mientras Santana miraba la carta de vino, mire por la ventana la imagen de San Francisco. El sol se había puesto finalmente y la luz de la ciudad se reflejaba a través del agua. Sonreí, considerándome muy afortunada de llamar hogar a mi ciudad favorita.
 

Capitulo 4

Me senté frente a Max Camden, mis diseños estaban sujetos con tachuelas alrededor de la habitación y tenía mi presentación formal en la mano.

En un disco. Y en una carpeta. Y una copia de seguridad en una memoria USB en mi bolso.  Y una memoria USB en el bolso de Emma. Y después de una escapada a medianoche hacia el departamento de Marley, había otra en su joyero.

Tenía las memoras por toda la ciudad. ¿Pero conseguiría el visto bueno de Camden?

Los nervios le chocaron los cinco a las agallas por hacer juegos de palabras en uno de los momentos que pueden cambiar la vida.

Había estado dando vueltas por la habitación durante una hora, ordenando mis idas, fortalecida por las imágenes, trazos y más gráficos de los que vi en geometría en la secundaria. Emma intervino ocasionalmente, pero me dejo tomar la iniciativa.

La visión que conceptualice para el Claremont era clara y sencilla, con un guiño a los hoteles boutique que bordeaban la costa de California.

Mientras que los hoteles de Camden eran conocidos por su diseño modernista, había una razón por la que él no seguía con su equipo de diseño habitual. Buscaba algo nuevo, aunque todavía no lo supiera. ¿Se dejaría influenciar por lo que yo tenía que decir?

Sus ojos grises parpadearon hacia mí, su mirada era estrecha e intensa.

Este tipo era intimidante, y él lo sabía.

Mientras me presentaba me había interrumpido un par de veces, haciendo preguntas muy claras y concisas que eran exactamente las correctas.

Sin embargo, yo estaba lista. Estaba tan preparada como podría estarlo con el escaso tiempo que me dieron y creí que lo hice bastante bien. Ahora todo se reducía a quien iba a ver y si su visión coincidía con la suya.

Había llegado el momento de asegurarlo.

Le deslice una foto más sobre la mesa, una fotocopia de un viejo artículo del San Francisco Chronicle sobre el pueblo de Sausalito. Era viejo, de casi ochenta años, y la imagen mostraba que la ciudad era muy parecida a la actual. Pintoresca, pero bulliciosa, singular, pero enorgullecedora. Junto a su vecino mucho más grande de San Francisco, que podría haber vivido durante años en su sombra. Pero Sausalito tenía un latido único; su propio ADN. Era familiar, del modo en que la definieron los tiempos modernos.

—Puede ver, Sr. Camden, que mientras otros pueblos alrededor del Área de la Bahía se han desarrollado, Sausalito se contenta con permanecer en su propia conchita de ostra, delimitada por la bahía que hace que se una comunidad única. Para que un hotel nuevo tenga éxito aquí, también tiene que ser único. El hotel existente no puede lograrlo.

Este hotel necesita ser atractivo tanto para la clientela joven como para la mayor, siendo consciente  ecológicamente sin que lo parezca, siendo ambiental sin exagerarlo, con un diseño que se remonta a los inicios de la ciudad, pero hace un quiño futuro—le dije y luego tome un respiro. Jesús, odiaba las charlas motivadores—Un hotel moderno estará fuera de lugar aquí Sr. Camden. Esto tiene que fundirse en el paisaje, pero dejar un gran recuerdo de tal manera que una vez que estén aquí, nunca piensen en reservar en otro sitio.

Me recline en mi asiento, poniéndole la tapa a mi bolígrafo.

—Y eso es exactamente lo que se conseguirá con Diseños Emma—termine. Con la esperanza de que nadie se hubiera dado cuenta de que luchaba debajo de la mesa para volver a ponerme el zapato izquierdo. Lo había perdido en algún lugar entre remontarse al pasado y mirar hacia el futuro. Cuando me ponía nerviosa, mis pies teñí tendían a tocarse hacia  adentro.

La habitación quedo en silencio.

Camden me miro por un momento, sus ojos in indescifrables.

Todos permanecimos sentados, esperando que dijera algo. Suspiro, pro fin.

Mi corazón se hundió. Y se me salió el zapato derecho.

—Bueno, Max—dijo Emma, rompiendo el silencio—Estoy segura de que tienes mucho que pensar, así que nos aseguraremos de que tú y tu gente tengan todo lo que necesitan…

—¿Puedes terminar este proyecto a tiempo, jovencita? —me pregunto directamente cuando todos en su lado de la mesa empezaron a levantarse.

—Sí, señor.

—¿Y crees que puedas hacerlo con el presupuesto que propusimos aquí?

—Sí, señor—respondí, con los dedos de mis pies congelados en la búsqueda de mis zapatos. Todos los demás se cernieron en sus poses casi levantadas.

Él me sonrió, entonces se levantó…

—… y luego dijo: “Bueno, tienes el trabajo”, ¡Y salió! ¡Solo así! —chille—¡Me dieron el trabajo!

Le contaba la historia a Santana, que me llamo tan pronto como su avión aterrizó en la Ciudad del Cabo. La noticia más importante de mi carrera profesional y tenía que compartirlo con ella por teléfono. En fin.

—¡Eso es genial Britt-Britt! ¡Oh, Britt, eso es fantástico! Maldición, me gustaría estar ahí para llevarte a celebrar.

—Lo sé, a mí también me gustaría, que estuvieras aquí. Pero puedes besarme cuando regreses y luego celebraremos.

—Ten por seguro que voy  a besarte, además de otras cosas.

—En este momento me conformaría con los besos. Permíteme fantasear con las otras cosas—suspire en el teléfono. La escuche exhalar. Esa era su señal, justo antes de perder el control…

—De todos modos, antes de que las cosas se te vayan de las manos…

—¿Quieres decir de que tome el asunto con mis manos? —respondió en un tono ronco.

—Santana, contrólate. Estoy bastante segura de que sigues en el aeropuerto, ¿no? —le pregunte, y mi cara se sonrojo cuando la imagine caminando nerviosa e incómoda debido a su excitación.

—Te libraste por un tecnicismo. Entonces cuéntame. Te dieron el trabajo, ¿Qué sigue? —pregunto y su voz adquirió un tono serio. Me di cuenta de que luchaba por mantenerlo, así que no fui muy dura con ella.

—Lo próximo es que no voy a volver a respirar hasta la boda y luego tengo que entrar en el meollo de ella. En serio, no puedo ni siquiera comienza a decirte lo ocupada que esto y voy  a estar. Es algo bueno que estés en tu temporada alta, porque voy a estar saturada en el futuro inmediato. Mañana voy a entrevistar a las ultimas candidatas para la nueva interna, estoy poniendo de forma simultanea los toques finales a varios proyectos de los que normalmente me preocuparía de uno  a la vez… es una locura.

—Sin embargo, es una locura buena, ¿verdad? —pregunto y sonreí ampliamente.

—Sí, es una locura buena. Estoy tan contenta de que entiendas lo que se siente estar ensimismada de tu trabajo. Eres la mejor, mi Wallbanger.

—Mi objetivo s complacer.

—Me complaces; a  menudo—susurre y mi voz adquirió un tono ronco.

—Me estoy preparando para pasar por la aduana, Britt.

—¿Tienes idea de lo mucho que me complaces, San? Una y otra vez. Con solo pensar en ti, casi me dan ganas de complacerme a mí misma—murmure y la escuché gemir.

—¿Por negocios o placer, señorita López? ——escuche decir a una voz que parecía la de un oficial.

—Placer, por favor—respondí con picardía y Santana siseo.

—Te voy a colgar ahora—e hizo precisamente eso.

Me caí de nuevo en las almohadas, sonrojada y risueña. Las cosas que mi Wallbanger me obligaba a hacer.


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Mensaje de San a Britt quince minutos más tarde:

Alguien va a estar en problemas cuando llegue a casa.

¿Me lo prometes?

Mujer, me das ideas.

Por supuesto, ¿ahora?

Hablando en serio y dejando a un lado los mensajes sexuales, felicitaciones. Estoy orgullosa de ti.

Yo también estoy orgullosa de mí. Gracias.

Entonces, ¿Qué llevas puesto?

Lleva tu carnada al agua, Wallbanger.

¿Ahora lo llamamos así?

Suspiro. ¿Te acuerdas de la primera vez que me escribiste? ¿Desde Irlanda?

Sí.

¿Y recuerdas cuando fui al otro lado del pasillo y pateé tu puerta?


Hubo una breve pausa. Entonces:

Acabas de hacerlo ¿verdad?

Quizás.

Te amo.

Yo te amo más. Ten cuidado con Tiburón.



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—¿Tienes un minuto? —pregunte, de pie en la puerta de Emma. Había estado tratando de localizarla toda la semana para tomar una decisión final acerca dela interna que quería contratar, pero ella estaba completamente ocupada con los clientes y las citas de la boda de último momento.

—Tengo la última prueba de vestido en veinte minutos; ¿Qué pasa? —pregunto, luciendo agotada.

—Bueno, he entrevistado a todas las internas y lo reduje a tres que creo que querrás conocer, y una es…

—Escoge tú, Britt. Va a ser principalmente tu interna, así que elige tú—sonrió, apagando su computadora y agarrando su chaqueta del perchero.

—Um, bien, puedo hacerlo, pero… ¡espera! ¿Te vas ahora? ¡Pensé que te quedaban veinte minutos!

—Tengo que estar allá en veinte minutos, lo que significa que con el tráfico, voy a llegar tarde. ¿Me acompañas? —hizo un gesto para que la siguiera.

—Emma, necesito hablar contigo sobre algunas cosas. Hay unas cosas que tienen que resolverse antes de que…

—Brittany. Encárgate tú. Confió en ti. Contrata a la interna que te parezca mejor y voy a autorizarlo, ¿de acuerdo? —grito, pasándome y saliendo al pasillo.

Se va a casa, se va a casar, alégrate, alégrate, cante en mi cabeza.

—Está bien, pero tenemos que tener una reunión en serio sobre algunas cosas antes de que te vayas. No sé si…

—Haz una lista de todo lo que tenemos que llevar a cabo y envíamelo por correo electrónico, ¿de acuerdo? Lo leeré esta noche y hablaremos mañana a primera hora, lo prometo—respondió, bajando las escaleras y saliendo por la puerta principal, gritando de nuevo por encima del hombro:

—¿Y felicitaciones por tu primer interna!

Sonreí muy a mi pesar, viéndola entrar en un auto que la esperaba. Con el pelo perfectamente arreglado y tacones asesinos, salió a probarse el vestido con el que iba a casarse con su Príncipe Encantador.

Girando sobre mis propios tacones en poco menos caros, pero aun así letales, llame la atención de nuestras recepcionista

—Hola, Ashley, ¿puedes llamar a esta ultima, Mónica, de Berkeley? Hazle saber que es nuestra nueva interna—le dije. Con una tarea menos, me dirigí a mi oficina para enfrentar las próximas mil.

Capitulo 5

A la mañana siguiente, me encontraba esperando en la oficina de Emma cuando ella llego. Como pidió, le envié una lista de las preguntas y tareas que necesitaban su aprobación o contribución antes de la boda. Teníamos un montón que discutir, pero sobre todo, teníamos que resolver cuando iba a volver.

—Guau, llegaste temprano—exclamo, quitándose el abrigo y desenvolviendo su bufanda.

Arquee una ceja.

—Oye, mi jefa está volviéndose loca, se va casar este fin de semana, ya sabes. Imagine que sería mejor si hablaba con ella mientras pudiera.

Suspiro, hundiéndose en su silla

—¿He estado actuando como una perra?

—Nah, te caracterizaría más bien como la jefa fantasma—bromeé

—Cuidado, Pierce; no me gustaría tener que reportar a mi dama de honor por insubordinación—advirtió con un brillo en su ojos, pero lo suficientemente duro como para hacerme saber que se sentía pensada—Me puse a leer tu lista. Es larga.

—Sí. Y puedo manejar prácticamente dodo de ella. Solo necesito saber cuáles son tus planes y expectativas para mí, así puedo manejar las coas

—Lo sé, chica; lo siento, he estado un poco ausente últimamente. ¿Quién sabría que las bodas daban tanto trabajo?—sonrió—No puedo esperar para ver cuando tu pases pro todo esto. Es mucho trabajo—tomo la lista y una pluma.

—¿Cuándo yo pase por es todo esto? —le pregunte, mi respiración saliendo un poco, bueno, entrecortada.

—Seguro. ¿No crees que San y tu lleguen a ese punto eventualmente? —pregunto, poniéndose las gafas y posicionándolas para poder verme.

Atrevida.

—Eh, yo no, bueno, quiero decir, ¡¿Cómo podría, Emma?! —tartamudeé, la sangre inundando mi rostro ante la idea. Era un terreno desconocido para mí.

—Guau, ¿dije algo que te molestara?—pregunto, un brillo creciendo en sus ojos—¿No crees que San sea de las que se casan?

—Yo no… quiero decir… ella nunca ha estado en una relación más larga que en la que se encuentra actualmente, no creo que tengamos que insistir en el tema y, además, así estamos bien y… no sé si yo, quiero decir, ¿Qué si no quiero…?

—Asentarte, tigresa, asentarte—sonrió, complacida por haberme sacado de curso.

—Bueno, no estamos aquí para hablar de esto esta mañana. Necesitamos ver la lista y solucionar algunos problemas, y necesitamos saber ¡cuando vas a volver de tu luna de miel, mujer! —Santana y yo casándonos. Claro que sí.

—No estoy segura—dijo con calma.

—Espera, ¿Qué?

—No estamos seguros de cuándo vamos a regresar. ¿Quieres vigilar la casa?

—¿Vigilar la casa? —pregunte, mis ojos girando.

Suspiro, recostándose en la silla.

—La cosa es, Britt, necesito un descanso. Me encanta mi trabajo; tú sabes lo mucho que significa este negocio para mí, estoy muy orgullosa de lo que he logrado. Pero necesito unas vacaciones. Will y yo solo queremos ir a donde se nos dé la gana por un tiempo. ¿Tiene sentido?

Tenía perfecto sentido. Un hombre hermoso y su magnífica nueva esposa, con todo ese dinero para gastar de sus bonos o fondos o delo que sea que la gente realmente rica obtenía su dinero. Querían ver el mundo mientras estuvieran lo suficientemente jóvenes y sexys para hacerlo.

Demonios, yo lo haría si tuviera la oportunidad. ¿Unas vacaciones sin fin con Santana? ¡Paseos en góndola por Venecia? ¿Tirolesas en Sunt Moritz? ¿Follar en Frankfurt?

Pero no podía permitirme el lujo de pensar así. Tenía que pensar en la persona que se quedaba atrás, la persona que se quedaba a tras intentando sacar a flote la compañía. ¿Cómo podría funcionar Emma Desings, sin Emma?

—Ya he hablado con mi contador, él podrá guiarte en los problemas de nómina que puedan surgir. Y no es que vaya a estar en una cueva alejada de la mano de Dios. Haremos teleconferencias semanales; puedo ayudarte con lo que necesites. Ya veras, no habrá ningún problema—me aseguro con el rostro lleno de una confianza pro mí que no compartía.

¿Podría hacer eso? Emma parecía pensar que sí. Además, tendría una nueva interna. No quería negarme, no cuando sabía que ella contaba conmigo.

Esto era demasiado.

Pero también era una oportunidad. Una que probablemente nunca tendría de nuevo.

Mierda, si, podía hacerlo.

—Cuéntame lo de vigilar tu casa. ¿Incluye el Mercedes en tu cochera?

—Seguro que sí.

—¡Estoy dentro!

—¡Genial! Ahora, regresando a lo tuyo con San. Así que, no hay matrimonio por el momento, pero, ¿han hablado de vivir juntas?

Mordí mi lápiz de color.


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—¿Cómo está la diseñadora de interiores más sexy dela Costa Oeste?

—Me halagas. ¿Has estado manteniendo todas tus partes lejos de la semana del tiburón?

—Lo mejor que puedo. ¿Cómo están yendo las cosas en el trabajo? ¿Hablaste con Emma sobre cuánto tiempo estará de luna de miel? —pregunto Santana, hablándome por su llamada nocturna. Lo que en realidad significaba el desayuno en su horario. Era increíble lo rápido que te podías aprender todas las zonas horarias cuando tu novia pasaba  por todas ellas en un determinado mes.

Me deje caer sobre las almohadas en la cama

—Tengo una vaga idea. En algún lugar entre indefinido y año sabático.

—Guau, ¿en serio? ¿Qué significa eso para ti?

—¿En una palabra? Jodidamente ocupada.

—Esas son dos palabras, Chica Camisón.

—Estoy tan ocupada que no puedo explicarlo con una sola palabra. La buena noticia es que nos conseguí una casa con vistas magnificas a la bahía.

—¿Eh?

—Emma me pregunto si quería vigilar su casa mientras se encontraban de viaje.

—¿Y dijiste que si?

—Claro, ¿Cómo iba a rechazar eso? ¿Por qué? ¿No te quieres  quedar allá? Sera divertido.

—Sera aburrido—gimió

Rodé lo ojos. Sanana amaba su vida en la ciudad

—Oh, por favor, será genial. Además, no creo que tengamos que quedarnos allá cada noche. Creo que simplemente no quieren que el lugar este vacío durante todo el tiempo que estén afuera.

—Aja—fue su respuesta.

—Podemos usar el jacuzzi.

—Vale—fue su respuesta más interesada.

—Como recordaras, tiendo a perder el control cuando hay burbujas involucradas—le dije, pensando en la primera vez que usamos el jacuzzi en Tahoe.

—Es cierto. ¿Nadaremos desnudas?

—Puedes apostarlo.

—Mmm, me estas matando—gimió, pero esta vez de una manera muy diferente.

—De cualquier forma, por más ocupada que este, será bueno un cambio de lugar. Serán como unas vacaciones al otro lado del puente. Apenas seré capaz de viajar en los próximos meses.

—Hablando de vacaciones, acabo de reservar un puesto de trabajo en Bora Bora. ¿Quieres ir?

—¿Qué?

—Sí, después de la boda. ¿Qué dices? ¿Una choza de paja sobre el agua? ¿Bikinis de coco? ¿Sexo en la playa?

Apreté las manos en señal de frustración.

—¿Has escuchado algo de lo que he dicho? Estoy ocupada, y a punto de estar incluso más ocupada. No puedo ir a Bora Bora. Ni siquiera ir a Napa aunque quisiera—me contuve y respire hondo—Santana, es muy amable de tu parte, y sabes que no hay nada que me gustaría más que huir al Pacifico Sur contigo. Pero no puedo. En serio, no puedo ni siquiera pensar en ello hora, ¿está bien?

Se quedó en silencio durante un minuto. La línea se oía un poco crujiente, y me imagine cuán lejos se encontraba de mí esta noche. Cuan larga era esa conexión telefónica, extendiéndose hasta el otro lado del mundo hasta alcanzarme. Suspire en medio de esa conexión.

—Tienes razón, Britt, no lo pensé. Se lo importante que esto es para ti. Lo sabes.

—Claro que lo sé.

—Tal vez no es un buen año para ir a Rio—dijo, su voz tranquila, pero con un tono subyacente.

—No te atrevas. ¡Estoy deseando que llegue ese viaje más que nada! Las cosas se habrán calmado para entonces. Pero mientras tanto, no puedo dejar todo e irme.

Se quedó en silencio.

—Te amo—le susurré, deseando que estuviera aquí para abrazarla y sostenerla.

—Yo también te amo. Me alegro que quede poco para irme a casa—su voz se había suavizado un poco.

—Vamos a divertirnos en la boda—le dije, cambiando de tema—¿Vas a bailar conmigo?

—Puedes apostarlo. Incluso voy a hacer que nos pongan una canción de Glenn Miller.

—Eso siempre funciona—me reí.

—¿Brittany?

—¿Sí, San?

—Sé que funciona—se rio entre dientes.

Nos despedimos, y luego cruce el pasillo, entrando a su departamento.

Bajando la aguja del fonógrafo, regrese a mi departamento y me metí en la casa.

Glen Miller me hizo dormir a través de las paredes, y soñé que bailaba un una playa de Brasil con mi Fotógrafa.


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Tres noches antes de la boda, y aun me encontraba en el trabajo a las ocho y media, acababa de cancelar la cena con Marley y Rach.

A veces apestaba ser adulta.

Estuve en reuniones todo el día con la gente de Camden, finalizando los detalles de la construcción que comenzaría la próxima semana. No haríamos un desmontaje completo, solo cambiaríamos algunas cosas utilizando los plano ya existentes del hotel, pero rediseñándolo casi todo.

Mónica, la nueva interna, disfrutaba de su primera semana de prueba corriendo.

Fue arrojada a un pozo sin fondo y desconocido, pero iba bien. Había hecho recados, el papeleo, y presentado los permisos; en serio tomo un montón de mis pendientes. Y hablando de pendientes…

Mi estómago se quejó. Me dirigí hacia la cocina, bastante segura de que tenía un burrito escondido en algún lugar en el congelado, cuando mi teléfono sonó. Marley.

—Todavía no puedo creer que nos abandonaras, Pierce—soltó en mi oído, y me mordí el labio. En serio, ¿nadie entendí cuan ocupada estaba?

—Lo superaran, te lo prometo. ¿A dónde irán?

—A tu restaurante favorito en el barrio chino. Te lo perdiste, hermana. Tenemos de esos camarones con tallarines, ¿Cómo se llaman? ¿Ese que amas más que nada?

Mi estómago rugió aún más fuete, y apreté lo diente.

—Mei Fun.

—¡Nos divertiremos, gracias por preguntar—se rio en mi oído—Ahora, si dejaos entra, hace frío aquí afuera.

—Todavía estoy en el trabajo; te dije que trabajaría hasta tarde. ¿Por qué están en mi departamento?

—No estamos en tu departamento, idiota, estamos fuera de tu trabajo. Déjanos entrar—dijo. Podía oír a Rach refunfuñando en el fondo.

—Están fuera de mi… oh, por el amor de dios—camine por al escaleras hasta la puerta principal y allí, al otro lado del vidrio, se encontraban Rach y Marley. Con bolsas de comida china.

—Voy a colgarte—sonreí en el teléfono, desbloqueando la puerta y abriéndola de par en par—¿Qué en el mundo están tramando?

—Te trajimos la cena, tonta, y prometemos quedarnos solo un rato—contesto Rach, entrando y dirigiéndose directamente a mi oficina. Con los brazos llenos de la comida con el aroma más celestial dela tierra.

Marley se detuvo en la puerta, luciendo increíble. No quedaba nada de tristeza en ella; iba vestida ostentosamente, viéndose letal. Tenía el cabello recogido en una coleta alta, el maquillaje impecable, y una pequeña porción de su pierna se asomaba debajo de su gabardina

—No vas, a como, a dispararme, ¿verdad? —le pregunte.

—Diablos, no. Mamá tiene una cita después de que cenemos—sonrió y me entrego una bolsa.

—¿Mei Fun?

—Alguien va a divertirse esta noche, eso es seguro—me guiño un ojo, pasando por delante de mí—¡No te comas todo el wonton, pequeña idiota!

Rach le grito algo en respuesta, pero se oyó amortiguado por algo en su boca.

Mi dinero estaba en el wonton. Cerré la puerta, negando con la cabeza mientras seguía a mis amigas hacia mi oficina.

Diez minutos más tarde, nos encontrábamos sentadas en el suelo con las piernas cruzadas, los platos llenos con deliciosa comida. Fideos, camarones, empanizados, empandas chinas crujientes, verduras salteadas picantes; era un festín. Cogimos los palillos, y comemos.

—Esto de seguro es mejor que el burrito que iba a comerme—suspire, mi boca llena de fideos sazonados.

—Como sabíamos que ibas a quedarte hasta tarde, pensamos que lo menos que podíamos hacer era traerte la cena—respondió Rach, ofreciéndome un rollo de huevo.

Marley lo intercepto, empuñándolo como un megáfono

—Oh, por favor, lo hicimos porque así podía contarte de mí nuevo juguete. ¡Eres imposible de contactar, señorita, y necesitaba contártelo!

Agarre mi propio rollo e imite a Marley.

—Así que cuenta.

Marley nos contó todo sobre la chica que había conocido en el gimnasio.

Una vez que decidió que iba a seguir adelante, y a buscar el amor (léase como una cita para la boda de Emma), no dejo piedra sin remover. Y esta piedra resulto ser una vendedora se seguros. Coches, vida, cualquier cosa;  nómbralo, y ella lo vendía. Mmm.

—Y déjame decirte que esta B-U-E-N-A, buena. Alta, morena, y guapa, increíblemente pecaminosa—se regodeo—voy a tener la cita más caliente de la boda.

—¿Acabas de usar una frase de vaselina? —pregunto Rach.

—Estoy bastante segura de que lo hizo. Esperemos que el nombre de esta tipa no sea Cha-Cha—respondí.

—Su nombre es Terry y es genial—insistió Marley.

—¿Cómo Gibb? —le pregunte.

—¿Cómo White? —intervino Rach.

—Como Derry—dijo Marley con los dientes apretados.

—Espera un minuto, detente. Detengan todo. ¿Su nombre es Terry…?—empecé.

—¿.. Derry? —termino Rach.

Nos derrumbamos en el piso en medio de aullidos, palillos y paquetes de soja.

—Silencio, perras, silencio. Además, Pierce, tu solías salir con un tipo llamado James Brown—espeto Marley.

—Claro que sí. Pero es fantástico comparado con Perry Derry—chille, secándome las lágrimas de los ojos. Lo que fue una idea terrible, ya que todavía tenía mostaza caliente en los dedos—¡Mierda!

—Te lo mereces—dijo Marley, y me entrego una pila de servilletas.

Rach seguía riéndose, murmurando algo sobre ella siendo peligrosa, y le di un codazo en las costillas.

A través de mi bruma, vi que Marley ponía una expresión llena de valentía, pero esta boda no iba a ser fácil para ella. Yo tampoco tenía muchas ganas de ver a Kitty. Fantaseaba con abordarla con el soporte del pastel hacerla atragantarse… sonreí alentadoramente.

—Estoy segura de que es una tipa genial, cariño. No podemos esperar para conocerla.

Todas permanecimos en silencio por un momento.

Rach se aclaró la garganta, dispuesta a cambiar de tema.

—¿Cuándo regresa San?

—El Jueves por la noche—le conteste y luego me acorde de mis noticias—¡Oigan, me olvide de decirles! ¿Adivinen quién va a cuidar la casa en Sausalito?

Ambas gritarón; a todas nos encantaba la casa de Emma. Especialmente el mirador.

—Eso va a ser muy divertido. ¿Qué dijo San? —pregunto Rach.

—San dice que será demasiado aburrido, pero Britt no está de acuerdo. Esa casa es jodidamente increíble, ¿a quién no le gustaría quedarse ahí? Además, está bastante cerca del Claremont, sería bueno una casa allá. Y no creo que vayamos a pasar todas las noches allí, solo algunas.

—Mírense, jugando a la casita. ¿No es dulce? —comentó Marley, ganándose una mirada de Rach—todo lo que digo es que lo que ustedes tienen es genial. Juntas, pero separadas. Separadas pero juntas. Todo se arruina cuando empiezan a comprar muebles juntas.

—Lo dice la chica que se fue a vivir con Kitty sin que siquiera hubieran pasado seis meses de relación—señalo Rach.

—Lo dice la chica que ya no está con Kitty—respondió Marley, agitando los palillos en el aire.

—Pero ese no es el por qué rompieron. Vivir juntas no tuvo nada que ver con ello. Se lo pasaron increíble viviendo juntas, no trates de decirme lo contrario.

—Sin duda, nos la pasamos muy bien. Pero fue demasiado pronto, separadas pero juntas, eso es todo lo estoy diciendo—dijo, sacando un pedazo de bambú de su escote.

Esto se estaba moviendo a un territorio peligroso. Y no me refería a solo al escote.

—De acuerdo, bien, gracias por el consejo, chicas, pero San y yo no vamos a vivir juntas. Solo vamos a cuidar la casa. Y aprovechar una casa asesina en la que tendremos momentos sexys. Así que…—termine.

La pila de papeles en mi escritorio gritaba de nombre y suspire, cogiendo un camarón más, y luego comencé a cerrar los contenedores. Las chicas hicieron lo mismo, dejándome con las sobras, así tendría algo para comer mañana.

—No tenían que hacer esto, pero me alegro de que lo hicieran.

—Se lo duro que has estado trabajando; solo pensé que no está de más un descanso— dijo Rach mientras caminábamos hacia la puerta principal.

—No hagas que parezca como si hubiese sido idea tuya. Fui yo quien sugirió traer la cena—dijo Marley—tu querías comprar tacos en la calle cuando nos canceló.

—¡Mentira! Fui yo quien dijo que deberíamos…—comenzó Rach, pero la detuve.

Sabia donde terminaría esto, así que las empuje por la puerta, riendo.

—Señoritas, las amo. Ahora, lárguense de aquí.

Se despidieron mientras comenzaban a caminar. Me dirigí de nuevo a mi oficina, moviendo un poco los hombros, y luchando contra los rollos de huevo que amenazan con controlarme. Luego encendí todas las luces del lugar puse Pearl Jam. Fuerte.

Santana y yo no nos mudaríamos juntas. Por favor.



**************************************************************************


Veinte minutos más tarde, recibí un mensaje de Rach:

¿San te dijo si Kitty iba a ir con alguien?

Si. ¿Qué dijo Quinn?

No me quiere contar nada, solo me dijo que llevaría una cita.

Fue lo mismo que me dijo San. Mejor que no sea bonita

Por supuesto que será bonita.

Lo sé. Esto podría ser malo, ya sabes…

Cuenta con ello. Además, ya de por si es malo, el nombre de la chica es Perry Derry, por el amor de Dios.

Que miedo…

Tranquila.



********************************************************************************

Santana debería haber regresado la noche del Jueves, pero su vuelo a Nueva York se retrasó, haciéndola perder su conexión con San Francisco.

Reservo un bueno para la mañana del Viernes, por lo que llegaría tarde al ensayo de la boda. Me envió un mensaje para hacerme saber que iba de camino al aeropuerto, y luego me envió un mensaje pidiéndome la dirección de la iglesia.

Luego otro pidiéndome la dirección del restaurante en el que se haría al cena del ensayo.

Emma se pasó por la oficina esta mañana para terminar algunas cosas.

Trate de convérsenla de que no trabajara el día antes de su boda, pero insistió en que solo necesitaba nos minutos para atar algunos cabos sueltos. Luego se iría para el almuerzo nupcial. Que era la razón por la que tendría una reunión de último minuto con el señor Camden.

Me hallaba en mi oficina imprimiendo frenéticamente los informes que necesitaba para mi reunión cuando Emma entro, campante.

—Ya me voy, Britt. ¿Te veo esta noche?

—Allí estaré.

—¿Crees que San llegue a tiempo? Will puede llevar a alguien para remplazarla, si es necesario.

—Llegara. Lo último que supe de ella es que se encontraba sentada en el aeropuerto, esperando a que tomaran vuelo.

En ese momento, mi teléfono sonó de nueva. Santana, queriendo saber si iba a tener que dar algún tipo de discurso esta noche. Le escribí un no, justo cuando la recepciones me llamo por el intercomunicador para hacerme saber que el equipo de Camden estaba aquí, y que había sido llevado a la sala de conferencia.

Mientras Mónica me ayudaba a cargar las cosas, mi teléfono sonó de nuevo

Se lo entregue.

—¿Puedes cuidarme esto mientras estoy en la reunión? Y si Santana necesita que le coloquen los zapatos o le suban el cierre del vestido o cualquier otra cosa, por favor dile que… no importa. Solo dile que estoy ocupada y que la veré cuando llegué—trate de sonreír, alisando mi camisa, así no parecería agotada. En serio que a veces la percepción era igual a la realidad.


Estoy tranquila.

Estoy tranquila.

Estoy tranquila.

—No hay problema, yo me encargo de todo lo que necesita está en la sala de conferencias; solo llámeme si necesita cualquier otra cosa.

Mientras caminábamos hacia la reunión, mi teléfono sonó de nuevo.

Reprimiendo un gruñido, la mire. Miro el mensaje y frunció el ceño.

—¿Le coloquen lo zapatos? ¿Le suban la cierren del vestido? —le pregunte, saludando con un asentimiento al equipo de Camden a través de la ventana de la puerta de la sala de conferencias.

—Eh, no exactamente. Quiere saber si puede recoger su vestido en el almuerzo.

Estoy tranquila.

Estoy tranquila.

Estoy tranquila.

Capitulo 6

Me senté en la parte trasera del taxi, tamborileando las rodillas y tratando de no mirar el reloj nuevamente. Llegaría al ensayo, pero odiaba llegar tan ajustada de tiempo. Para cuando terminé todo lo que necesitaba en el trabajo y me aseguré de que realmente podía tomarme el fin de semana libre, solo faltaba una hora antes del ensayo y todavía no me cambiaba. Por suerte, traje mí vestido a la oficina y rápidamente me cambie allí.

¡Puedo recoger su vestido en el almuerzo, ja! Ni siquiera comí en el almuerzo, pero no importa. Mónica, la interna maravilla, era lo suficientemente buena para realizar el mando, trayendo el vestido de regreso a la oficina con una sonrisa.

Era la mejor.

Lidiaría después con Santana.

Llegue al ensayo con uno momentos de sobra, y mientras entraba, recibí en texto de Santana. Venía en camino. Me encogí cuando pensé en lo agotada que estaría después de volar desde el otro lado del mundo. Pero no era su culpa que el vuelo se retrasara, y me hice una nota mental para facilitarle lo del vestido.

Saludando algunas de las otras damas de honor y mezclándome con la familia de Emma, camine dentro de la iglesia donde ella y Will charlaban con el ministro.

Maldita sea, ese hombre era impresionante.

Traje oscuro, piel hermosa, un poquito de canas en el borde de las sienes, y esos ojos que miraban llenos de diversión. Esta era la persona en el que querías que tu pareja se convirtiera un día. Me guiño un ojo mientras me saludaba, sabiendo muy bien que cuando encendía todo su encanto, todas nos volvíamos papilla.

—Hola, Will—le dije, ya en mi camino a Ciudad Papilla.

—Brittany, luces encantadora esta noche. —me acero a su lado con una sonrisa, y podía sentir la sangre elevar mis mejillas. Ahora era una papilla sonrojada—¿Y dónde está esa idiota de mi madrina?

—¡Aquí! ¡La idiota está aquí! —oí y entro apresuradamente Santana. Cabello todavía húmedo por la ducha, con un vestido  color rosa, corrió a mi lado—Oye, viejo, deja ir a mi chica.

Estrechando la mano y un beso en la mejilla de Will, y otro beso en la mejilla a Emma, luego giro hacia mí llevándome. Extendió la mano, alcanzo mi cintura y me atrajo hacia ella. Su mirada se encontró con la mía, mis manos apoyándose en su pecho. El rostro fue acariciando por el sol durante los días pasados en el mar.

Maldita mujer hermosa. ¿Y la mejor parte? La forma en que me miraba. Como si fuera la chica más guapa de la habitación.

—Hola, Britt-Britt.

La mujer era una poeta.

—Hola Sanny.

También yo lo era.

Se inclinó, ojos quedándose con los míos hasta un segundo después que sus labios tocaran los míos. El beso fue suave, ligero. Su boca rozo la mía una vez, luego dos veces, y luego por tercera vez, con mas que los labios involucrados.
La lengua salió, para empujar suavemente donde mis labios se unían, y cuando se separaron para ella, la movió para probarme.

¿Estábamos en una iglesia? No tenía idea, porque en ese momento, todo lo que sentía, lo único que conocía era Santana. Las manos inquietas en mi cintura, su cuerpo con perfectas curvas y firme presionando en todos los lugares contra el mío, el olor de su champú y del jabón, siempre encantador llenado mi nariz, y la boca orientándose en la mía.

Escuche toser, y cuando rompió nuestro beso para descansar al frente contra la mía, vi a Emma arqueando una ceja hacia nosotras.

—Sanny—le susurre, dentro de nuestra burbuja.

—¿Si?

—También te extrañe—dije, dándole otro beso rápido.

Sonriendo, me hizo girar, así me ubicaba a su lado, y giramos hacia Emma y Will.

Y la pequeña multitud que nos miraba.

—¿Qué? Extrañe a mi chica—me metí más a su lado y le sonreí—Ahora, ¿Qué vamos a ensayar? —pregunto.



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El ensayo estuvo bien, la cena aún mejor. Emma y Will escogieron un hermoso restaurante, alquilaron un salón privado con una terraza en la azotea. Vino y champan fluyeron, familias mezcladas y relacionadas; era un ambiente festivo. Servir aperitivos pesados en lugar de una cena formal, animo a todos a llegar a conocerse unos a otros mientras se movían de mesa en mesa.

Santana y yo permanecimos cerca una de la otra la mayor parte de la noche, cuando no ayudaba a Emma con detalles de última hora. Aunque tenía otras damas de honor y una dama de honor principal, Emma confiaba en mí, implícitamente, para ser los ojos y oídos en Todas las Cosas de la Boda. Es por eso que era la única con el kit de costura y la crema para las hemorroides en mi bolso.

Para los ojos hinchados.

Entre el encuentro entre primos segundos y socios de negocios de ambos lados, Santana se las arregló para robarme besos secretos y susurrarme palabras sucias en todos los rincones de ese restaurante.

—¿Qué mosca te picó? —le pregunte, sin aliento después de un beso apasionado en la terraza. Salí a tomar un poco de aire cuando fui arrinconada contra la barandilla de cristal por una manoseadora Wallbanger.

—En ti, ahora eso suena como una idea maravillosa—murmuro, girándome para que quedara de frente a la ciudad. Enjaulándome con los brazos, apretó su cuerpo contra el mío. Apoye la cabeza en el hombro mientras me distribuía besos húmedos arriba y debajo de mi cuello.

Suspire, dejando a mis manos extenderse hacia atrás y enredarse en su cabello.

—Pórtate bien, señorita.

—De ninguna manera—empujo con suavidad pero insistentemente en mi trasero. Mis ojos se abrieron de golpe, mientras mi interior se tensó instantáneamente—Te extrañe. ¿Cuánto tiempo tenemos que quedarnos aquí?

—Um, no creo que debamos irnos hasta que Emma y Will estén listos. Creo que eso sería… ¡guau! —mi cabeza cayo hacia atrás aún más, mientras ella pasaba una mano desde mi cintura hasta justo debajo de mis pechos.

—¿No deberías o no puedes?

Luche para pensar, para mantener la concentración.

—Uh, bueno, tal vez podríamos, mmm… —me hallaba indefensa, sus manos cada vez más seguras mientras comenzaba a levantar mí falda por mis muslo—Bien, ahora sí creo que deberíamos irnos. Esto es una locura.

—Buena chica—me tenía diciendo adiós en menos de un minuto, en el ascensor en res minutos, y en la parte trasera de un taxi cinco minutos después de eso.

Y cuando digo que me tenía, muchacha, era verdad.



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Después de defenderme con éxito de los intentos de Santana para meterse debajo de mi falta en el taxi, y luego debajo de mi falda mientras subíamos las escaleras a nuestro departamento, deje toda posesión de lo que se encontraba por debajo de mi ombligo cuando me inclino sobre el respaldo del sofá dentro de mi departamento y me quito las bragas. Con sus dientes.

¡Con sus encantadores dientes! ¡No puedo creerlo!

Leí esta escena en particular en muchas novelas románticas; nunca al había experimentado en la vida real. Siempre me preguntaba como sucedía exactamente. ¿Tomaría un gran bocado de la parte sobre la cadera? ¿Utilizaría un camino para desvestirme por el frente? Las novelas sexys solo mencionaban dientes, ¿entonces usar los labios seria trampa? Y hablando de hacer trampa, si usaba las manos para ayudarse, pero los dientes eran el método principal para quitar las bragas, ¿sería legal?

Novelas románticas, así es como Wallbanger lo hace.

Sus manos fueron dentro de mi falda a ambos lados tan pronto como abrimos la puerta principal. Mientras me guiaba hacia atrás por el departamento a oscuras, su boca fue mi cuello y las manos dentro de mi sujetador cuando la parte posterior de mis muslo choco con el sofá.

Que luego tuve el honor de sentir con mis ojos cuando golpee los almohadones con la cara, después de que me giro y empujo sobre el brazo con mi trasero al aire. ¿Creo que ni siquiera note que tenía una frente llena de sofá?

Por supuesto que no, tenía una Wallbanger de rodillas entre mis piernas.

Besos mojados fueron dejados por la parte trasera de mis piernas mientras mi falda era levantada por completo y quitada del camino. Sentí las manos separando mis rodillas, sentí el aliento cálido en el interior de mis muslos mientras los dedos se sumergieron en el interior del encaje de mis bragas. ¿Me vestí para mi mujer?

Oh, diablos, sí.

Blanco. Encaje. Lindo. Garantizado para hacerla jadear. Lo que hacía ahora, pesadamente. Me beso a través de la seda, su lengua incisiva y fuerte, incluso a través de la barrera. Grite, estando preparada para esa boca desde que me empujo contra la barandilla en el restaurante.

Con la mano alrededor de mi cintura, presiono la parte baja de mi espalda, dirigiéndome hacia su rostro. Gruñendo, y juro que es la única manera que puedo describir los sonidos guturales viniendo de su garganta, agarro la parte superior e mis bragas con los dientes y tiro de ellas. Por mis muslos y hacia mis rodillas, y se fueron, porque: Santana. Era. Impaciente.

Con el culo al aire y mis bragas en las rodillas, gimió.

—Mmm, ahí está ese dulce coño.

No todas las personas pueden manejar la palabra con C. y chica, ella puede manejarla muy bien. Ejem. Algunas personas la dicen todo el tiempo, algunas la utilizan en la conversación común. Pero una buena palabra con C es adecuada a  la ocasión: cuando decirla, se convierte en rutina. Nunca hacerlo, te estás perdiendo algo. Santana lo hacía a la perfección. Ella era como una razón perfecta de gachas indecentes: justo. Volvamos a ese bocado…

Me encontraba acabada, incluso antes de que sus labios se posaran en los míos.

Y quise decir eso, exactamente como lo dije.

Hay noches que la necesitaba lenta. Y hay noches en que la necesitaba dulce. Y luego están las noches cuando la necesito rápida y sucia.

¿Adivina que noche era esta?

Me bien dos veces en su boca. Y dos veces más cuando se puso de pies, bajo sus dedos y sumergió tres con un golpe rápido. ¿Cuándo su mano sobre tirando mi pelo para direccionarme exactamente como la necesitaba? Diablos, sí.

Eran profundos, era duro y era intenso. Y así, muy rápido y sucio.

¿Todavía usaba mis tacones cuando finalmente llegó al climas y grito mi nombre?

Dios mío, si


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Más tarde, amontonadas en el sofá con Santana usado mi  cadera como almohada, oí mi teléfono sonando. El cual se encontraba en mi bolso, apenas dentro de la puerta. Levante la cabeza, mirando por encima de mi hombro y alcanzándolo con la mano. Sabiendo que todavía se hallaba a diez metros de distancia.

—No puedo alcanzar mi teléfono.

—No necesitas el teléfono.

—Pero está sonando.

—Estoy bastante segura de que no suena—insistió, retorciéndose detrás de mí.

El teléfono dejo de sonar y me hundí de nuevo en los cojines. Entonces rápidamente empezó a sonar de nuevo.

—No puedo alcanzar mi teléfono—repetí calladamente. Ser arrollada así te pondrá un poco llena de cabeza—Oye, ¿me mordiste?

—No necesitas el teléfono. Y si, lo hice. Tengo dos bolas de delicia mirándome fijamente a la cara.

De hecho ella mordió una de las dos bolas. Rodé lo ojos y trate de ir  realmente por el teléfono.

—No me quites mis bolas, Britt, te lo advierto.

—Oh, bola esto—me burle, logrando colarme por debajo de ella y tomando mi bolso, tirando mi falda hacia abajo a medida que avanzaba.

Mientras buscaba mi teléfono, mire de nuevo a Santana, boca abajo en el sofá todavía con el vestido atrapado en sus tobillos y zapatos.

—Luces encantadora, Sanny.

—Encantadora esto—imito, señalando a una parte muy específica de su cuerpo.

Con una carcajada, mire a mi teléfono, viendo que era Marley. Era más de medianoche. Fruncí el ceño y le devolví la llamada.

—Hola, ¿Qué sucede?

—¿Por qué tiene que pasar algo? —su voz era baja.

No dijo nada, pero podía oírla. Sollozando.

—¿Es la boda?

Sniff

—¿No quieres ir?

Sniff sniff.

—¿Por qué vas a ver a Kitty?

Chillido. Clínex.

—Cariño, sabes que tienes que ir, ¿no?

Sniff.

—No solo porque Emma te espera, sino porque ahí tienes que verla finalmente y…

¡Chillido enojado!

—¿Quieres venir? Hice galletas de chocolate anoche.

Tintineo, tintineo. Este era el sonio del vestido de Santana siendo abrochado y se quitaba los zapatos, mientras se abría paso a la cocina.

—No, estaré bien. ¡Dios, esto solo apesta! —dijo finalmente, sonándose al nariz otra vez ruidosamente.

—Apesta totalmente, cariño, pero vas a estar bien. Eres una chica grande, estoy realmente por asustada de ti—dije.

—Eso es porque tú sabes que podría patearte el trasero. —Resoplo—¿Ella llevara a alguien?

—Si.

—Mierda. Realmente tengo que ir, ¿verdad?

—Absolutamente, tienes que ir—respondí, mordiéndome el labio. ¿Me atrevería? —Además, creo que la decepcionada seria Terry  Derry.

Silencio.

Entonces, carcajadas estallaron a través de la línea. En el medio, me dijo que me amaba y que me vería mañana. Luego colgó, sin dejar de reír.

Me dirigí a la cocina para ver a Santana, con las manos en el frasco de galletas.

Negué con la cabeza, luego le serví un vaso de leche.

—Es criminal cuánto te amo ahora –dijo, con la boca llena de galletas y sonrisa.


Me pare junto a ella, cuando termino con el bocadillo de medianoche, demasiado rápido, abrió los brazos y los envolvió alrededor de mí.

Acurrucándome en su pecho, me beso la cima de mi cabeza mientras la abrazaba tan fuerte como podía.

El día siguiente traería todo tipo de emoción, pero esta noche tenía mi Wallbanger en la cama. Y eso era todo lo que necesitaba.



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Mensaje entre Britt y Rach:

Tienes que vigilar a nuestra chica hoy. Te dirá que está bien, pero no lo está.

Oh, chica, ¿Qué paso?

Solo vigílala.

Hecho. ¿Cómo esta Emma?

Radiante.

Naturalmente.

Nos dirigimos a la iglesia en unas pocas horas.

Vigilare a nuestra chica, tu ve a ser una dama de honor.



Mensaje entre Rach  y Marley:

Hola, muchacha bonita, ¿todavía quieres venir con nosotras a la boda?

Si, solo recógenos de paso.

Todavía vas a traer a Terry, ¿verdad?

Si, solo recógenos de paso.

¿Cómo te sientes?

Rach.

¿Si?

Solo recógenos de paso.

Biiiieeeeeen.



Mensaje entre San  y Kitty:

¿Todavía vienes para el windsurf mañana?

¡Amiga, va a ser mucho frio, de ninguna manera!

Cobarde.

Amiga. Todo va a estar helado.

Cobarde. Nos vemos en la boda.

Oye, sobre eso, me olvide de enviar antes el regalo, ¿debo de llevarlo allá o qué?

Espera…


Mensaje entre San  y Britt:

El regalo que compraste, ¿es mío también?

Por supuesto que cómpranos un regalo. Lo firme a tu nombre.

¿Vamos a llevarlo a la boda?

No, ya ha sido enviado. Siempre lo envió con anticipación, lo último por lo que una novia tiene que preocuparse es asegurarse de que sus regalos son discutidos durante su boda.

¿Así que si alguien no lo envió antes de tiempo, no debería llevarlo?

Desde el punto de vista de etiqueta, está bien llevarlo. La gente siempre lo hace, a mí me gusta ocuparme de eso con anticipación… espera, ¿Por qué lo preguntas?



Mensaje entre San  y Kitty:

Amiga, está bien, puedes traerlo.

Genial. Nos vemos allá.



Mensaje entre Britt  y San:

Oye, señorita. ¿Por qué me estas preguntando acerca de llevar un regalo?

Por nada.

En serio, ¿Qué pasa?

Kitty quería saber si debería traer el regalo a la boda o no, eso es todo.

Dile que me llame, le diré donde pude enviar el regalo.

¿Te he dicho lo bonita que te ves en el vestido de dama de honor?

Siquiera me has visto todavía…

Es seguro de asumir.

Eres buena, Wallbanger.



Mensaje de Kitty  a Marley:

Hola. Solo quería decirte hola. Vas hoy, ¿verdad?

Ah. Todavía no me habas, ya veo.

Así que de todos modos, solo quería decirte que estaré contenta de verte. Creo que es hora de que hablemos. Todavía no puedo creer que cuelgues cada vez que te llamo, pero no quiero empezar con eso hoy. Estaré contenta de verte; me gustaría tener la oportunidad de explicarme.

¿Marley?

¿Mar?

Cómeme.