[Resuelto]FanFic Brittana: Sin Condiciones (Adaptada) Cap 47 Final

Capitulo 23

Brittany no estaba segura sí estaba feliz o no de ver a Santana, cuando vio la camioneta del Departamento del Sheriff esperándola en el comienzo del sendero a la mañana siguiente.

Había decidido que si Santana no estaba ahí…ya eran cinco minutos después de la hora acordada…se iría.

Pero no.

El viaje de esquí parecía inevitable mientras Santana le sonreía ampliamente.

—Llegas tarde.

Brittany arqueó una ceja.

—Y muy cansada. También deberías estarlo. Tal vez deberíamos cancelarlo—dijo.

—No, no. Me siento muy bien. Llena de energía, de hecho.

—Qué bueno.

Santana se acercó.

—¿No te sientes llena de energía, Britt-Britt?

—Me gusta que me digas así. Y respondiendo a tu pregunta, llegué a casa a las 3 a.m. No, no me siento llena de energía. Necesito más de tres horas de sueño.

—Te pedí que te quedaras, Britt—dijo Santana—Además, dormiste un poco conmigo ¿no?

—Dormí brevemente ¿Y cómo iba a explicar que llegaba a casa a las 6?

—Es invierno ¿Quién está afuera a esa hora?

—Por ejemplo, Bryan Ryan trabaja en Gunnison y está en el camino a las seis.

—Bueno, si alguien te ve, siempre puedes decir que estabas afuera patrullando más temprano.

—Correcto. Como has dicho, es invierno—sacó su equipo de la parte de atrás de su camioneta—Incluso Artie se lo toma con calma en el invierno—frunció el ceño mientras Santana se quedaba de pie sosteniendo sus esquís—¿Dónde está tu equipo?

—¿Qué equipo?

—Tu equipo de pesca.

Santana negó con la cabeza.

—No tengo ningún equipo de pesca.

Brittany la miró.

—Estoy aquí afuera en el amanecer para llevarte de pesca y ¿no tienes ningún equipo? ¿Me estás tomando el pelo?

—Estás un poco de mal humor esta mañana.

—¿Eso crees?

—Bueno, pensé, como la guía de pesca, deberías ser tú quien proporcionara el equipo—dijo con una sonrisa exagerada.

—¿Guía de Pesca? ¿Quieres un guía de pesca? contrata a Ryder Lynn y págale sus cien dólares por hora para levantarse al amanecer—dijo Brittany en voz alta mientras pisoteaba hacia el lado de su camioneta en busca de sus esquís—No lleva equipo—murmuró—Figúrate.

—¿Qué?

—Ya me escuchaste.

—Vas a tratar de lanzarme al agua ¿no es así, S.pierce?

—No descuidaría mi espalda si fuera tú, Marie.

Santana la miró a los ojos.

—Es curioso. Ayer por la noche querías que me volteara…

Brittany levantó la mano.

—No vayas ahí.

Sí, ayer por la noche había querido hacer un montón de cosas con Santana López.

Pero eso fue anoche.

Hoy, con la perspectiva de una caminata de dos millas hacia el río, quería lanzar a Santana López hacia el torrente. Sin embargo, el viaje a través de la pradera fue fácil y después de unos minutos, Brittany cedió ante la belleza de la mañana que penetraba sus sentidos. La pradera aún estaba inmaculadamente blanca por la nieve, un agudo contraste con el verde oscuro de los abetos que cubrían los bordes. En la primavera, este prado era su lugar favorito ya que volvía a la vida con los colores de las flores silvestres. Y en otoño, tarde en la noche, aquí era donde venías, si querías ver ciervos y alces foráneos antes del anochecer.

—Escuché el rumor de que Marley pesca—dijo Santana, rompiendo el silencio.

—No es un rumor. Es verdad. Es muy buena y le encanta. Creo que si lo tuviera en mente, podría abrir su propio servicio de guía—Brittany sonrió—Tal vez deberías hacer que ella te llevara de pesca a partir de ahora—expresó por encima del hombro, escuchando la risa de Santana.

—Tina dice que va a cumplir los treinta.

—Eso también es verdad.

—¿Y nunca se casó?

Brittany se detuvo, girando con cuidado con sus esquís.

—Sé a dónde vas con esto, pero ella es hetero. Cuando Marley y yo nos hicimos amigas, su mamá pensó que estaba detrás de ella. Empezó a molestarla con eso de mudarse a Gunnison, comenzar la universidad y estar con gente de su misma edad.

—No eres tan mayor. Dijiste que tenías… ¿qué?... ¿36?

—Voy a cumplir 36 años en Mayo ¿Tú?

Santana asintió.

—37.

—En fin, Marley está contenta aquí—Brittany se encogió de hombros—Al igual que yo. Las perspectivas de una relación romántica son escasas, pero hay muchas otras cosas en la vida. Marley disfruta del aire libre. Así que trabajar en el bar de Finn durante el turno de noche le da la oportunidad de jugar todos los días.

—Has hablado de su mamá ¿así que supongo que es de aquí?

—Sí. Nacida y criada. Sus dos hermanos trabajan en el rancho de St. James, que es donde la mayoría de los locales trabajan. Los que no atienden a los turistas, quiero decir. O el puñado que conduce a Gunnison todos los días.

—Como Bryan Ryan, que podría espiarte mientras llegas a tu casa desde mi cabaña, a primera hora de la mañana—bromeó Santana.

Brittany sonrió.

—¿Ves? Estás aprendiendo.

Hicieron el resto del viaje hasta el río en silencio. Brittany estaba demasiado absorta en la belleza a su alrededor para ofrecer conversación. Supuso que Santana sentía lo mismo. Como si sus voces pudieran perturbar el esplendor de alguna manera. En la orilla del río, descartaron sus esquís, la nieve que rodeaba el borde casi se había derretido por el sol brillante. El esfuerzo de esquiar hizo que ambas se quitaran sus chaquetas con rapidez.

Brittany se quitó el suéter también y quedó en una franela manga larga, similar a la que Santana llevaba.

—Bonito, Britt-Britt—dijo Santana mientras miraba como se desvestía.

—Compórtate, San.

—Estaba hablando del río.

—Seguro que sí.

Santana sonrió y volvió sus ojos a la corriente de agua. Brittany vio como la sonrisa desaparecía de su rostro. Preguntándose si Santana de alguna manera podía sentir el fantasma de su papá.

Antes de poder detenerse a sí misma, se acercó, deslizando los brazos sobre los hombros de Santana y la atrajo hacia ella en un fuerte abrazo. Sintió el cálido aliento de Santana en su cuello y cerró los ojos, sorprendida por la reacción de su cuerpo ante el abrazo platónico. Retrocedió antes de que sus labios se movieran a través de la piel de Santana.

—Gracias—murmuró Santana. Inclinó su cabeza—Juré que nunca tendría nada que ver con botes o agua. O la pesca…nunca jamás. Sin embargo, aquí estoy.

—No tenemos que pescar.

—No. Es una tontería. Pescar no lo mató.

—Y tú no lo mataste, San—dijo Brittany con firmeza.

Santana cuadró los hombros y respiró profundamente.

—Siempre me encantó pescar. Lo extraño—se dio la vuelta—Pero ya sabes, si te da igual, creo que voy a saltarme eso este viaje. Quiero decir…

—No tienes que explicar. Es una hermosa mañana, tuvimos un agradable viaje de esquí no extenuante y si quieres hacerlo, podemos esquiar a lo largo del río por un rato.

—¿Qué, S.pierce, estas realmente sugiriendo más esquí?

Brittany sonrió. Por alguna razón, que Santana usara hoy su nombre no le estaba molestando. Pero aun así, para guardar las apariencias.

—Si me llamas así una vez más, voy a lanzarte al río.

—Amenaza en vano, mi amor. Amenaza en vano.

Brittany se adelantó y agarró los brazos de Santana, empujándola juguetonamente hacia el agua. Pero Santana dio la vuelta a las dos y Brittany se encontró aferrándose a Santana mientras se balanceaba cerca del borde.

—Ni se te ocurra, San—Brittany chilló mientras Santana la inclinaba hacia atrás sobre el agua.

—¿O qué?—bromeó.

—¡Santana!

Santana sonrió dulcemente y atrajo a Brittany hacia ella fuera de peligro.

—¿Me das un beso como recompensa por haberte salvado?

—¿Salvado? Creo que eras tú la que me estaba empujando—los ojos de Brittany descendieron hacia los carnosos labios de Santana, que estaban peligrosamente cerca.

—Sabes, mientras más me dices que no puedo darte un beso, más quiero hacerlo.

—Sí, bueno, tengo esta regla ¿ves? Y besar no está permitido—dijo mientras trataba de alejarse de los brazos de Santana.

—Dime otra vez por qué.

—Sabes por qué.

—¿Y si te dijera que quiero romper esa regla?

Brittany se rió.

—Sí, sé que quieres romper la regla. Pero no.

—Realmente beso muy bien.

—No lo dudo. Tengo una idea de lo que tu boca puede hacer, ya sabes.

Brittany sintió que se ruborizaba tan pronto como las palabras salieron de su boca.

Las cejas de Santana se elevaron.

—Y como lo sé. De hecho, ayer por la noche…

Brittany cubrió la boca de Santana con la mano.

—No voy a hablar de sexo contigo, San.

—Tu comenzaste—Santana murmuró sobre la mano de Brittany.

Apartó la mano cuando sintió la lengua de Santana golpeando en su palma.

Pero mientras se volteaba, los dedos de Santana rodearon su brazo, tirando de ella hacia atrás. Los ojos oscuros capturaron los de ella, sosteniéndola en su lugar sin esfuerzo. Con su pulso golpeando con demasiada rapidez, Brittany miró más allá de Santana hacia los picos nevados de las montañas y el verde oscuro de los abetos. Hasta trató de escuchar la charla de los arrendajos grises y el llamado insistente de los carboneros de montaña.

El aire fresco, el cielo cristalino, los sonidos de la selva...nada de eso pudo distraerla de la mujer que estaba de pie ante ella.

Una mujer que quería besarla.

Su mirada se posó en los labios de Santana y tragó saliva, con la garganta seca. Fue en ese mismo instante, que supo que si permitía un beso entre ellas, perdería todas las apuestas.

La quería demasiado, la disfrutaba demasiado. Alzó los ojos hacia los de Santana.

—No voy a darte un beso, San—expresó antes de alejarse.

Hizo un puño, odiando la facilidad con la que Santana podía acelerar su ritmo cardíaco. Una cosa era que lo hiciera por la noche cuando estuvieran solas, pero no durante el día, no cuando se suponía que solo debían hacer una caminata agradable en los esquís, no cuando no había nada más en su relación que sexo.

Se suponía que no tendría que lidiar con estas emociones.

Se suponía que no la querría tanto, de esta manera.

O que le gustara tanto como lo hacía ahora.

—Es realmente muy hermoso aquí afuera ¿no es así?—preguntó Santana inesperadamente—Brittany asintió, viendo como la mirada de Santana viajaba a lo largo del río y luego de vuelta a la pradera—Apuesto a que es bonito en primavera.

—Las flores silvestres son una preciosidad, sí—Brittany regresó hacia donde estaban sus esquís apoyados contra un árbol—¿Quieres esquiar hacia abajo por el río?

—Si estás a la altura, S.pierce—dijo en voz baja detrás de ella.

Brittany levantó la vista, mirándola a los ojos, preguntándose cómo el nombre que más odiaba, podía sonar casi como una palabra cariñosa cuando Santana lo utilizaba.

—Estoy a la altura, Marie.

Capitulo 24

Santana se recostó en su silla y cruzó las manos detrás de su cabeza mirando la pantalla oscura de su computadora. El día libre estaba a una hora y no podía dormir. Después de la caminata, ellas se habían separado en el prado.

Y a las nueve de esa noche, sin tener noticias de Brittany, Santana finalmente había aceptado el hecho de que iba a estar sola esa noche. Así que durmió a ratos, volteándose y saltando por toda la cama, sintiendo una inquietud de la que no estaba acostumbrada. Ayer por la noche, se hubiera negado a creer que tendría algo que ver con la ausencia de Brittany.

¿Pero esta mañana?

La echaba de menos.

Y no sólo por el sexo.

Se levantó y fue a la oficina principal por otra taza de café. Bueno, si la echaba de menos o no, era lo que era. Su arreglo era para que se reunieran de vez en cuando y tener relaciones sexuales. No se hizo mención de tener compañerismo, de cenar o de ver una película juntas. Todas las cosas normales que se esperaban cuando dos personas estaban saliendo.

Y ellas no estaban saliendo.

Bebió un sorbo de café, mirando a la calle oscura y tranquila del pueblo de Lake City, sabiendo que estaba ante otro día tranquilo. Demasiados días sin incidentes en una semana sin incidentes. La navidad llegaría y se iría en ocho días y luego el nuevo año. Y luego estarían atrapados en medio del invierno, refugiándose, como dijo Tina, esperando para salir. La primavera llegaba poco a poco en este lugar.

Al menos eso fue lo que le dijeron.

Y en Abril, si sobrevivía, el deshielo de primavera comenzaría. Y la primavera traería un clima más cálido, flores brillantes, así como hierba verde.

Y la primavera traería el verano.

Y el verano traería a los turistas y el fin de los días sin incidentes. Se preguntaba si el verano también pondría fin al arreglo entre Brittany y ella.

Espero que no.


************************************************************************************


Brittany colgó su chaqueta en el perchero de la esquina después de una breve inclinación de cabeza a Mercedes que ya tenía sus cosas de tejer listas. Era una señal sobre los tiempos lentos del invierno, cuando Mercedes pasaba la mayor parte de su tiempo trabajando en su último afgano. Echó un vistazo a la oficina de Noah, viendo el periódico regado.

—Buenos días—dijo mientras sacaba su silla.

—¿Cómo estuvo el esquí?

Brittany miró a Mercedes e hizo una mueca.

—Esquiar fue esquiar. Al menos no hacía frío.

—¿Pescaron?

—No.

—Pensé que ese era el objetivo.

—Ella no tenía equipo y pensó que yo iba a proveerlo. Como si yo fuera una maldita guía—añadió esperando que su tono sonara tan molesto como quería que sonara.

—Si no quiere a Ryder Lynn, debería preguntarle a Marley— dijo Mercedes.

—Sí, le dije que la próxima vez que tuviera la locura de ir a pescar, que no me llamara.

Brittany rebuscó en su mochila, buscando la botella de ibuprofeno que mantenía ahí todo el tiempo. Tenía tres días de adelanto, pero había empezado su período esta mañana. Y con él, llegaron los calambres. Y la hinchazón. Y tal vez estaba un poco irritable.

Esa irritabilidad fue lo que le impidió ir con Santana la noche anterior. Eso y el hecho de que pensaba que toda la situación se estaba volviendo un poco, bueno, incómoda.

Después de sólo unos días juntas, ya estaba perdiendo su agarre en los hilos del arreglo. Se sentía demasiado como si estuvieran saliendo, demasiado como si fuera normal y demasiado correcto el estar juntas.

El sexo era fácil... natural.

Así que ella se alejó anoche, tratando de poner un poco de distancia entre ellas.

Capitulo 25

Santana oyó el tintineo de campana y escuchó una voz familiar. Otra noche había pasado y todavía no tenía noticias de Brittany. Pensaba que tal vez ella podría pasar y visitarla, pero fue la voz de un hombre la que escuchó.

—Claro, ella está adentro. Pasa.

Santana frunció el ceño. Era inusual que Tina dejara pasar a alguien sin avisarle. Se puso de pie cuando un hombre grande llenó su puerta.

—Jefa López—la saludó con una voz fuerte y extendió la mano—Soy Sebastián Smythe, encantado de conocerla.

Ella tomó su mano y asintió.

—Correcto. Estoy viviendo en su cabaña. Gracias—él se sentó en la silla de visitantes sin preguntar, indicándole a Santana que tomara asiento. Santana se quedó de pie—¿Qué puedo hacer por usted, Sr. Smythe?

—Oh, sólo quería visitarla. Como uno de los comisionados, considérelo un comité de bienvenida—dijo con una sonrisa.

—Bueno, he estado aquí dos meses, así que es un poco tarde.

—Lo lamento por eso. El otoño es mi época más ocupada del año. Tengo un servicio de suministros y que tenemos una gran cantidad de cazadores de fuera del estado, que vienen aquí. Estoy seguro que ha oído de mi lugar, el B & B Resort está por encima del lago.

Ella negó con la cabeza mientras se acomodaba en su silla.

—No, no he oído hablar de él.

—Oh, bueno, realmente no hacemos negocios con los lugareños—se rió—Supongo que la mayoría de ellos están enojados al respecto de todos modos. Tengo mi propia pequeña tienda ahí, un restaurante, cabañas de caza. No hay necesidad de que mis clientes incluso bajen al pueblo por suministros.

—Es un comisionado del condado ¿y aun así le da placer hacer negocios lejos de la gente del lugar? Me sorprende que sea reelegido.

—Soy reelegido porque tengo más dinero que nadie en el condado, a excepción de Jesse St. James.

—¿Así que él es un comisionado también?

—Sí. Jesse, Hunter Clarigton y yo.

—¿Y qué hace el señor Clarigton?

—Él es dueño de la cima de la montaña RV Resort, subiendo Cinnamon Pass.

—Sí, he estado por ahí. Un buen lugar.

—Sí, está lleno cada verano—se inclinó hacia delante—En realidad vine a darle las gracias—dijo.

—¿Gracias por qué?

—Por tomar el puesto de trabajo, por un lado. Estuvimos muy presionados cuando Figgins decidió irse a la mitad de su mandato. No pensábamos que íbamos a encontrar a nadie para ocupar su lugar. Y la idea de Artie como sheriff interino durante dos años no era atractiva para nadie—él le tendió la mano—Si hay algo que necesite, lo que sea que podamos hacer por usted, sólo hágamelo saber.

Ella le dió la mano y luego miró la tarjeta que casualmente dejó caer en su escritorio.

—Gracias, señor Smythe, pero como ya sabe, sólo estaré por aquí un año. Si el plazo de Figgins era por dos, entonces supongo que tendrán que lidiar con Artie como interino, después de todo.

—Tenemos la esperanza de que cambie de opinión sobre eso. Puede que no sea un local y que nadie la conozca, pero vienen tiempos de elecciones, todos votarían por usted y no por Artie—se rió—Porque ellos conocen a Artie.

Se fue tan rápido como había entrado, ofreciéndole un rápido buen día a Tina ante que el tintineo de la campana avisara su salida. Agarró su tarjeta, dándole vueltas en la mano, viendo su garabateado número de teléfono móvil en la parte posterior. Dejó escapar un profundo suspiro y luego arrojó la tarjeta en el cajón. No podía imaginar al condado produciendo una gran cantidad de ingresos y sospechaba que la asignación que recibían del Estado era pequeña para la pequeña población con menos de mil habitantes.

Lo más probable era que Smythe y St. James pagaban las cuentas y por eso eran reelegidos. Los lugareños podrían resentirlos, pero también sabían que los necesitaban. Era así como la política trabajaba en los pueblos pequeños.

Sin embargo, eso no era su preocupación, se recordó a sí misma. Diez meses más y sería libre de irse.

Pero mientras tanto... Cogió el teléfono y llamó a la oficina del Servicio Forestal, escuchando pacientemente mientras Mercedes saludaba.

—Soy la jefa López ¿Está Britt ahí?—preguntó cortésmente.

—La Jefa López para ti—dijo Mercedes a través de la habitación.

Brittany miró fijamente el teléfono y luego volvió a mirar a Mercedes que la estaba mirando.

No podía ignorarlo, incluso si quisiera. Así que usó su tono más profesional para contestar.

—Britt aquí ¿en qué puedo ayudarle?

—Hola, S.pierce.

Brittany apretó los dientes.

—Jefa López.

—No te he visto por aquí últimamente. Me pregunto si he hecho algo que te haya molestado.

Brittany le dio la espalda a Mercedes sólo para encontrarse a sí misma mirando a Noah, que la observaba desde su oficina.

Por Dios ¿Podría ella tener un momento de intimidad?

—Estoy bien—dijo.

—¿No puedes hablar?

—Correcto.
—Es una pena. Quería decirte lo mucho que te he echado de menos y que no puedo esperar para verte desnuda nuevamente y que quiero que vengas esta noche para poder hacer el amor contigo.

—¿Es eso cierto?

—Absolutamente. Pero ya que no puedes hablar ¿cómo voy a saber si quieres hacer el amor conmigo?

Brittany cerró los ojos, odiando el hecho de que su corazón se estaba acelerando.

Maldita mujer.

Miró a Mercedes, que le seguía mirando.

—Es casi almuerzo ¿Quieres que nos encontremos en el bar de Finn y podamos discutir sobre eso?

—Voy hacia allá.

Brittany sonrió mientras colgaba.

Sí, se había alejado de Santana López a propósito.

Tener su período era una excusa tan buena como cualquier otra. Pero las dos noches en la que había paseado inquieta en su cabaña se había obligado a permanecer en casa.

Y al parecer Santana la había echado de menos.

Se puso de pie, arrastrando su silla rápidamente hacia atrás y puso su mochila en su hombro.

—Voy al bar de Finn—dijo ella.

Mercedes se limitó a asentir y Brittany supo que tan pronto como saliera por la puerta, Mercedes estaría en el teléfono. Primero con Tina, luego, con Rachel, informándoles. No sabía por qué estaban tratando de mantener su relación en secreto. Sabía que la especulación ya corría desenfrenada entre los lugareños.



Y ahí estaba Santana, esperándola con impaciencia, golpeando la mesa mientras descansaba en una mesa de la esquina, con dos vasos de té frente a ella.

—Eres mala—dijo Brittany mientras se deslizaba en frente de ella.

Santana se echó a reír.

—Lo siento. No pude evitarlo. Te pedí queso a la parrilla. Kurt dijo que era tu costumbre.

—Gracias—Brittany la miró fijamente, tratando de recordar exactamente por qué se había mantenido alejada. Ahora los ojos de Santana eran amables, sinceros y sus carnosos labios estaban relajados en una sonrisa. Y sí, ella también la había echado de menos—Comencé mi período—soltó Brittany. Las cejas de Santana se elevaron—Lo siento—Brittany apoyó los codos sobre la mesa—Es por eso que no vine—dijo ella.

De alguna manera era la verdad.

—Podrías haber venido de todas maneras. No siempre tenemos que tener sexo, Britt—dijo en voz baja—Podemos ver una película o...o compartir una comida juntas. No tienes que estar lejos por eso.

Brittany negó con la cabeza.

—Eso es como salir—dijo—Y creo que fue una de tus estipulaciones. No querías salir con nadie. Sólo estabas buscando sexo.

Santana se recostó contra el asiento.

—Dije eso ¿no?—se encogió de hombros—Ya que me voy en un año, salir no sería realmente justo.

—Correcto.

—Eso no significa que no podamos vernos. Ya sabes, como amigas. A menos que sólo estés interesada en mi compañía si solo se trata de sexo.

—No. Da la casualidad que disfruto de tu compañía. La verdad es que, bueno, me pongo un poco de mal humor cuando inicio mi período. Pensé que era mejor evitarte—dijo Brittany con una sonrisa tranquila.

Era cierto.

Disfrutaba de la compañía de Santana, con o sin sexo. Le gustaba el hecho de que podían burlarse entre sí de una manera amistosa, incluso con la tensión sexual subyacente que parecía seguirlas. Incluso ahora, sentada con ella en un lugar muy público, cuando sus ojos se encontraban, había esa familiaridad que sólo existía entre las amantes.

—De mal humor o no ¿por qué no vienes esta noche? Te ofrecería la cena, pero ya hemos discutidos mis limitaciones en esa área.

—Sabes, hay una tienda de comestibles en el pueblo.

—Sí. Paso por ella todos los días. De hecho, me he bajado un par de veces por necesidad de papitas y mantequilla de maní.

—Está bien, voy a confesar. Mi falta de comida no tiene nada que ver con que no sé cómo hacerlo sino con el hecho de que odio hacerlo.

—¿Así que puedes cocinar?

—Sí, puedo. Creo que lo odio porque mi mamá solía insistir en darme lecciones de cocina cuando era una niña. En lugar de estar afuera jugando, quedaba atrapada en la cocina, cortando verduras, dorando carne de hamburguesa y aprendiendo a hacer salsa de espagueti de la nada.

—¿Salsa de espagueti hecha en casa?

—Vamos a empezar con algo sencillo ¿Qué tal una cazuela o algo así?

—Me dices qué comprar y voy a la tienda de comestibles—dijo Santana—¿Qué pasa con el vino? La tienda de licores al final de la calle siempre tiene un cartel de cerrado ¿Están fuera del negocio?

Brittany negó con la cabeza.

—No. Pero en el invierno, sólo abre los sábados. En Mayo, vuelven al horario regular. Pero tengo un par de botellas. Llevaré una.

—¿Ves? ¿No es esto agradable? Planificar una cena sin mencionar el sexo.

—¿Así que crees que voy a cocinar de manera gratuita?

Santana se inclinó acercándose.

—Si quieres jugar, podemos hacer algo con tu mal humor—Santana la miró a los ojos—Odiaría perder una oportunidad de estar contigo.

Brittany sintió la agitación de su pulso y tomó su té. Siempre tenía una visión cuando Santana mencionaba estar juntas. Una visión que las incluía desnudas y húmedas.

Santo cielo.

Se preguntaba cómo sería su reacción si realmente estuvieran saliendo.

Santana tenía una voz suave y sensual que enviaba escalofríos por su espina dorsal. Por suerte, se salvó de responder cuando Kurt trajo el almuerzo.

—Hola, Britt. Espero que el queso a la parrilla esté bien—dijo mientras ponía el plato delante de ella, con una generosa porción de papas fritas apiladas al lado del sándwich.

—Perfecto, Kurt. Gracias—levantó las cejas cuando una ensalada con pollo a la parrilla se colocaba delante de Santana—¿Cansada de hamburguesas?

—Estaba soñando con vegetales, creo. Gracias, Kurt.

—Por supuesto. Háganme saber si necesitan otra cosa.

—¿Por qué él y Marley no se lían?—preguntó Santana cuando las dejó—Son de la misma edad ¿no?

Brittany asintió.

—También son primos. Ambos se refieren a Finn como tío Finn.

—¿Así que los dos nacieron y se criaron aquí y nunca salieron?

—No, Kurt fue a la universidad. Fue a Ft. Lewis en Durango, pero no terminó. Cuando regresó, Finn le dio un trabajo para no tuviera que trabajar en el rancho de St. James—dijo mientras tomaba un bocado de su sándwich—Esto está muy bueno. Y me hará engordar.

—Casi pido uno para mí—dijo Santana—Hablando del rancho de St. James, Sebastián Smythe vino a verme esta mañana.

—¿Ah sí? No sabía que estaba de vuelta.

—¿De vuelta de dónde?

—Ellos vuelan a las Bahamas cada año después de la temporada de caza. Ese es su momento más activo en el B & B. A pesar de que también están llenos durante el verano.

—Tengo la impresión de que él y St. James manejan las cosas en el condado.

—Por supuesto. Si no tienes dinero, no tienes conexiones. Tenemos la población más pequeña de todos los condados en el estado, por el momento, sin embargo, no nos faltan fondos estatales cuando se trata de reparaciones de carreteras y esas cosas por el estilo. Incluso tan aislados como nos sentimos en el invierno, ellos se las han arreglado para asegurarse de que los quitanieves no se olviden de nosotros después de una tormenta. El aporte de las contribuciones financieras de los legisladores del estado tiene sus ventajas.

—Sin embargo ¿tiene su propia mini-ciudad en su resort?

Brittany se rió.

—A él le gusta pensar que sí. Contrató a algunos chef de Denver para dirigir su restaurante, pero todo es comida italiana. Sus cazadores acuden aquí al bar de Finn en la noche por carne—mordió una papa frita—¿Por qué fue a verte?

—Sólo para presentarse y para darme las gracias por tomar el trabajo.

—Él no sabe nada de la mujer del alcalde ¿verdad?—bromeó.

—Supongo que no.

—¿Así que estaba agradeciéndole a su estrellas de la suerte que Artie no fuese el sheriff?

Santana asintió.

—Más o menos, sí. Y sé que Artie está un poco fuera de su liga, pero de seguro no tanto como Barney Fife ¿verdad?

Los ojos de Brittany se ensancharon.

—No le permitiste tener balas en su pistola ¿verdad?

—Supongo que las tiene. Es un asistente ¿no?

—Me sorprende que Tina no te haya informado. Figgins le permitía llevar un arma de fuego, pero no podía mantenerla cargada. Mantenía los cartuchos en su coche debajo del asiento en caso de emergencia—dijo.

—¿Qué sucedió para que eso pasara?

Brittany rió.

—Ahora es gracioso, pero podría haber sido muy trágico—empujó su plato a un lado después de sumergir una patata en salsa de tomate—Una noche que estaba de patrulla, vio una luz en la tienda de Blaine. Bueno, había sido un día ajetreado de verano con una gran cantidad de turistas en la ciudad, por lo que tenía en mente que alguien estaba irrumpiendo. Pero era Blaine que estaba a escondidillas buscando un helado. Artie irrumpió justo en el momento que Blaine apagó la luz. Disparó seis rondas en la tienda.

—Oh, Dios mío.

—Disparó al cristal de la puerta del refrigerador, disparó a la caja, disparó dos veces en el congelador. Entonces se dio la vuelta y disparó por la ventana del frente de la tienda, la bala entró en su camioneta, rompiendo el cristal. El último tiro se fue al techo.

Santana se echó a reír.

—¿Estoy asumiendo que Blaine no fue herido?

—No fue herido, pero estaba muy cabreado. El condado pagó la cuenta en las reparaciones, obviamente, pero la única manera para que Artie mantuviera su trabajo consistía en que estuviera de acuerdo en que no tendría balas. Eso fue hace seis años.

—¿Así que estás diciendo que tengo que inspeccionar su arma para ver si la tiene cargada?

—Yo lo haría.

—Y él va a ser tu próximo sheriff ¿eh?

Brittany puso los ojos.

—Dudo que ellos permitan que llegue a eso. Ellos significan Smythe y St. James. Van a hablar con alguien para que compita contra Artie.

—¿Y sabe Artie cómo todo el mundo se siente?

—Probablemente no tiene ni idea—Brittany apoyó los codos sobre la mesa y apoyó la barbilla en sus manos—¿Cómo suena Stroganoff de carne?

—¿Para la cena?

—Sí.

—¿Puedes hacer eso?

—No es difícil. Tengo una buena botella de merlot que va a ir bien con él.

—¿Y vas a enviarme de tiendas?

—Yo me encargo de eso. Se me hace difícil imaginarte comprando alimentos.

Santana se inclinó sobre la mesa y robó una patata frita de su plato, con los ojos centelleantes mientras la metía en su boca.

Capitulo 26

—¿Sacacorchos?—Santana frunció el ceño—No puedo decir que he visto uno aquí—sacó un cajón de la cocina y buscó en ella, pero se detuvo—Tengo una navaja suiza—sonrió—Siempre es buena para algo, ¿no?

Brittany se rió, mirándola ir a toda prisa hacia su habitación y volver con el cuchillo rojo familiar.

—Perfecto.

—¿Crees que alguien realmente utiliza esto como un cuchillo?

Brittany sacó el sacacorchos y cuidadosamente lo montó, retorciéndolo con fuerza en el corcho. Se lo entregó a Santana.

—Puedes hacer los honores—dijo mientras volvía a la cocina para drenar los fideos de huevo.

—Eso huele muy bien, por cierto—Brittany sonrió al escuchar el pop característico del corcho al ser liberado—Stroganoff de carne es fácil de hacer. Solo suena difícil. Además, esta es la versión de los pobres—Brittany asintió cuando Santana señaló la copa de vino—En lugar de carne de res molida, debes utilizar solomillo o lomo de corte fino. Y champiñones frescos en lugar de enlatados.

—¿Pero Blaine no tenía?

—Sí. Las verduras frescas son dudosas durante el invierno. Depende del tiempo que el vehículo está programado para bajar de Gunnison. Además Blaine no le gusta pedir tanto cuando sólo compran los locales. No es que haya mucho de nosotros.

—¿Y supongo que algunos hacen el viaje a Gunnison para ir de compras?

—Oh, sí. Algunos no pueden vivir sin su dosis de Wal-Mart—llenó dos platos con fideos, luego los cubrió con la mezcla del Stroganoff de carne y agrega una cucharada de judías verdes en un lado—¿Lista?

—Muero de hambre.

Brittany fue conmovida por la mesa que Santana había puesto. Con las luces bajas y dos velas encendidas en la mesa, chocó la copa con la de Santana en un saludo silencioso.

—Acogedor—dijo.

—Estaba tratando de que fuera romántico—dijo Santana.

—Está bien, es romántico. Simplemente no quise decirlo en caso de que estuvieras tratando de hacerlo acogedor—bromeó.

Santana gimió cuando tomó su primer bocado de la cena y Brittany se sintió complacida en secreto.

—Oh, Dios mío—Santana murmuró con la boca llena—Esto está muy bueno.

—Gracias. A cada cocinero le gusta escuchar eso—tomó un sorbo de vino—Los gemidos ayudan también.

Santana sonrió mientras tomaba otro bocado.

—Estoy en el cielo. He vivido de la comida del bar de Finn desde que llegué aquí. Mis papilas gustativas están haciendo la danza feliz.

—Como mucha sopa en el invierno—dijo Brittany—Sin embargo, es enlatada. Sé que debo cocinar más, pero es mucho trabajo por una sola persona.

—Bueno, ahora hay dos. Deje que eso sea tu motivación—dijo Santana mientras señalaba hacia su plato—Porque esto está delicioso, Britt.

—Creo que podría hacer un esfuerzo por cocinar de vez en cuando. Pero no esperes eso todas las noches, San.

—¿Eso?—Santana sonrió—¿A qué te refieres con eso?

Brittany rió.

—Sí, tampoco esperes eso cada noche.

Comieron en silencio durante un momento, entonces cuando Santana volvió a llenar las copas dijo.

—Háblame de Jackson.

Brittany levantó la vista, sorprendida. Sólo había mencionado a Jackson una vez. No pensaba que Santana lo recordaría.

—Jackson era, bueno, él era mi amigo—dijo avergonzada cuando surgieron las lágrimas. Apartó la mirada—Lo siento. Pero lo echo de menos.

—Está bien, Britt-Britt. Háblame de él.

Brittany recordó el día que lo consiguió y sonrió. Su primer perro.

—Fue una cosa de impulso del momento y una de las mejores decisiones que he tomado—dijo—Fui trasladada al desierto de Arizona. Hacia las tierras comunitarias, muy remotas. Me dijeron que los inviernos estarían ocupados, mientras los vehículos recreativos se reunían ahí para esperar que pasara el frío. Sin embargo, los veranos eran largos, calurosos y solitarios. Así que, un día antes de irme, me encontré con un anuncio de cachorros Labradores. Nunca había tenido un perro, pero pensé que necesitaría una especie de compañero si iba a estar atrapada en el medio de la nada—se echó a reír—Y piensas que Lake City es lejana.

—He oído hablar de Quartsite en Arizona, donde tienen orgías de vehículos recreativos—dijo Santana—¿Estabas cerca de ahí?

—A ochenta kilómetros de distancia, pero el mismo concepto—Brittany dejó el tenedor y tomó su copa de vino en su lugar—Tenía siete semanas cuando lo tomé. Y llegamos a nuestro nuevo puesto cuando los vehículos recreativos se iban. Y el verano fue largo y caluroso. Pero en realidad no tan solitario mientras Jackson y yo llegábamos a conocernos. Y los manantiales fueron una gran ventaja. Jackson amaba el agua y era el único lugar para refrescarse. Casi tuvimos el verano para nosotros mismos. Sólo llegaban campistas ocasionalmente. En Octubre, los vehículos recreativos comenzaron a regresar. Era todo lo contrario de lo que tenemos aquí. De Octubre a Abril era mucho más concurrido como los veranos de aquí. Pero el resto del año, era brutal. Duré cuatro temporadas, luego fuí trasladada a Colorado. Se suponía que debía estar desde el distrito de Gunnison a Blue Mesa, pero fui enviada a Lake City en último momento—se encogió de hombros—Después del shock inicial, realmente fue lo mejor. La pequeña casa que tengo, está justo en el borde del bosque. Jackson amaba la libertad que tenía aquí. Si hubiéramos estado en Gunnison, habría estado en un patio en la centro.

—Así que tuvo una buena vida.

—Sí, la tuvo. Hizo también de la mía la mejor.

—¿Pero no estás lista para otro?

Negó con la cabeza.

—No estoy segura de estar lista alguna vez. Éramos tan cercanos. Siento como si hubiera perdido una parte de mi familia y no estoy segura de poder reemplazar eso.

Santana llevó los platos al fregadero y los enjuagó.

—Nunca he tenido una mascota—dijo—Incluso de niños, nunca tuvimos una mascota en la casa—señaló hacia la estufa—Vas a dejar que me quede con esto para sobras ¿no?

—Es todo tuyo—Brittany se levantó y llevó sus copas al fregadero—¿Terminaste con el vino?

—Creo que sí. A menos que quieras un poco más.

—No, estoy bien—se cubrió la boca cuando un bostezo se le escapó—Lo siento.

—Ve y relájate mientras limpio—dijo Santana.

—Realmente debería ponerme en marcha. Si me siento, podría dormirme.

—Puedes quedarte aquí esta noche, ya sabes, Britt.

Pero Brittany negó con la cabeza.

—No estoy de humor para esta noche, San. Además, ya sabes, sigo teniendo mi…

—Lo sé, Britt. Y debes pensar que soy un monstruo sexual o algo así. Sólo quise decir que podrías quedarte aquí. Dormir aquí—dijo—He disfrutado de tu compañía. Y te he echado de menos.

Brittany la miró un tanto sorprendida por la admisión de Santana de que la había extrañado. No que había extrañado tener relaciones sexuales, pero sí que había extrañado tenerla alrededor. Se le ocurrió entonces que el arreglo de tener una relación física, sexual, sin ataduras funcionaría mucho mejor si las dos partes no se gustaran tanto la una a la otra. Pero en su caso, su amistad se hacía cada vez más fuerte, lo que hacía que la parte sexual en su relación fuese menos física y más emocional.

Y ese pensamiento le asustó de muerte.


**************************************************************************************


Brittany se volvió, alejándose de los brazos de Santana y miró el reloj.

5:15.

Cerró los ojos de nuevo, sabiendo que debía irse, pero estaba demasiado cálido bajo las sábanas y estaba demasiado cómoda justo donde estaba.

—¿Qué hora es?—le susurró Santana al oído.

Brittany suspiró y se acurrucó más cerca hacia su calor.

—Más de las 5—murmuró.

Sintió la caricia de los labios Santana sobre su piel.

—Viviendo en el peligro ¿no es así?

Brittany se rodó hacia Santana, apretando muy cerca sus cuerpos.

—Es agradable y cálido aquí. No quiero levantarme—gimió cuando las manos de Santana se deslizaron por su cuerpo ahuecando su trasero y apretándolo—No empieces, San—susurró.

—Fue tu idea el dormir desnudas, Britt-Britt.

—Siempre duermo desnuda—dijo y volvió a gemir cuando los labios de Santana mordieron su cuello—No podemos hacer esto—detuvo la mano de Santana antes de que pudieran capturar su pecho—Debo irme, San.

—Quiero besarte, Britt-Britt.

—Oh, no, tú no quieres—Brittany gruñó y se alejó. Se estaba haciendo muy difícil. Quería besarla. Quería tocarla. Quería hacer el amor con ella esta mañana. Y más aún cuando le decía Britt-Britt, le gustaba mucho cuando que la llamara así. En vez de eso, se alejó de sus brazos—Debo irme, San—dijo de nuevo.

Oyó suspirar a Santana y sintió que se alejaba de ella.

—Lo sé—Brittany tiró las sabanas y se apresuró para ponerse su camiseta, el frío de la mañana le hacía temblar—¿Quieres que me encienda el fuego?

—No, no. Estoy bien. Vuelve a dormir, San—se dio la vuelta, poniendo las mantas alrededor de Santana nuevamente.

—Gracias por quedarte anoche—dijo Santana adormilada—Fue muy agradable, Britt.

Brittany asintió.

—Sí. También me gusta dormir contigo, San—pero la respiración de Santana le dijo que estaba profundamente dormida otra vez.

La observó durante un momento más, sus ojos fueron atraídos por sus carnosos labios. Sin pensarlo, se acercó más y le dio el más casto de los besos.

Pero fue suficiente para que quisiera más.

Se obligó a alejarse de Santana y alejó los ojos de sus labios, necesitaba toda su fuerza de voluntad para salir de la habitación cuando lo que realmente quería era volver a meterse en la cama con ella. Cerró la puerta de la habitación en silencio y luego se recostó contra ella y cerró los ojos.

Sí, había pasado la noche.

Sí, habían dormido desnudas.

Y no, no habían tenido relaciones sexuales.

Se habían acurrucado como dos personas en medio de un hermoso cortejo...tocándose pero nunca cruzando la frontera mientras se quedaban dormidas. Y fue un sueño maravilloso mientras se abrazaron durante la noche.

Se apartó de la puerta, diciéndose a sí misma que todavía estaba en control de la situación. Sólo era natural tener cierto apego emocional son la persona con la que estabas teniendo relaciones sexuales.

¿Cierto?

Cierto.