[Resuelto]FanFic Brittana: Sin Condiciones (Adaptada) Cap 47 Final

Capitulo 27

—Buenos días, Tina—dijo Santana mientras se dirigía a su oficina.

—Jefa—murmuró Tina sin levantar la vista del periódico de la mañana.

Santana hizo una pausa.

—¿Dónde está Artie?

Tina la miró entonces.

—¿Por qué?

Santana arqueó una ceja.

—Porque soy la jefa, él es el asistente y tú eres la secretaria y quiero saber dónde está—ella señaló la radio—¿Quiere despertarlo por mí?

—Tiene un teléfono celular—murmuró mientras recogía la radio— Artie ¿me copias? La jefa te está buscando—cuando no hubo respuesta, Tina dijo—Sabe que son apenas las ocho. Tal vez él esta…

—Son casi las ocho y media.

—Es posible que haya trabajado el turno de noche

—¿Qué turno de noche?—señaló el teléfono—Llame a su celular.

—Rayos, ojalá hubiera pensado en eso.

Santana ocultó una sonrisa cuando Tina marcó. Estaba en un estado de ánimo combativo esta mañana, notó Santana.

—¿Artie? ¿Dónde estás?—Tina miró a Santana—Ya veo. Bueno bien, la jefa quiere hablar contigo—los ojos de Tina se ampliaron—Sí—dijo lentamente deslizando su mirada hacia Santana.

Santana puso los ojos y tomó el teléfono de Tina.

—¿Artie? ¿Dónde diablos estás?

—Jefa López...yo...bueno, debo haberme quedado dormido—dijo con la voz todavía ronca—Estuve hasta tarde anoche. En patrulla, ya sabe.

—En patrulla ¿eh? No te he visto en tres días. Ahora mueve el culo de aquí—colgó el teléfono bruscamente—En patrulla mi culo—murmuró en voz baja mientras se dirigía a su oficina—¿Qué está patrullando? ¿Viendo cómo el hielo se forma en el lago?

—¿Quieres café?

—Yo lo hago, Tina. No dejes que te impida hacer tu trabajo diario.

—Bueno, estás de un humor—dijo Tina lo bastante alto como para que la escuchara.

¿Estaba de humor?

Tal vez.

Su grato recuerdo de acurrucarse temprano con Brittany esa mañana se había desvanecido cuando se despertó sola.

Sola, con frío y en una casa vacía.

No podía creer lo rápido que la presencia de Brittany…o la falta de ella…había afectado su vida.

Estaba acostumbrada a estar sola.

Y desde luego no estaba acostumbrada a tener una única pareja sexual. Ni siquiera cuando ella y Elaine habían sido algo parecido a una pareja todos esos años.

Porque en realidad no habían sido una pareja.

Elaine trabajaba en vicios. Santana en estupefacientes. Su relación era más bien un alivio del estrés que otra cosa. Y después de tres años, terminaron por distanciarse, su tiempo juntas había sido cada vez menos hasta que se detuvo por completo. Esa fue la única vez en su vida, en la que había estado cerca de tener una relación con alguien.

No que ella considerara que lo que ella y Brittany tenían fuera una relación.

Una aventura, eso lo describiría más adecuadamente.

Una aventura que Brittany quería mantener en secreto. Que en cierto modo le quitaba importancia. Pero cuando llegabas a un acuerdo para un arreglo sexual físico sin la molestia de los lazos emocionales, no había una gran cantidad de bases de todos modos.

Era sólo sexo.

Dos personas que realizaban un acto.

Eso era lo que se pretendía, al menos.

Pero ayer por la noche, mientras dormían juntas, abrazadas, no hubo sexo, no hubo un acto. Y si fuera honesta, no había nada físico o sexual en eso.

¿Emocional?

Sí.

Debido a que sentía una conexión con Brittany que era más profunda que sólo la relación sexual a la que habían acordado. Sospechaba que lo mismo era cierto para Brittany.

Se dio la vuelta en su silla y miró por la ventana, preguntándose si tal vez era necesario frenar las cosas. Reducir la velocidad un poco. Tal vez hacer lo que Brittany había sugerido al principio. Sólo reunirse una vez a la semana. Ella suspiró. Quería más que una vez a la semana. La atracción sexual entre ellas era demasiado fuerte. Por desgracia, la atracción emocional iba creciendo en su cabeza también. Una atracción que hacía que Santana no anhelara una vez a la semana con Brittany sino todos los días. Era un deseo peligroso, lo sabía. Pero no tuvo más tiempo para contemplar su relación al oír el tintineo de campana y luego la voz distintiva de Artie mientras saludaba a Tina.

—Ven aquí, Artie—llamó Santana. Él se arrastró por el corto pasillo, deteniéndose en la puerta—Siéntate. Cierra la puerta.

Se movió nerviosamente mientras cruzaba el umbral.

—¿Qué pasa, jefa?

Ella le hizo señas para que pasara.

—Sólo entra, Artie. Cierra la puerta.

—Si estás enojada porque me quedé dormido…

—No tiene nada que ver con eso—señaló hacia la silla—Ahora siéntate—finalmente se sentó en una de las sillas del visitante. Ella se echó hacia atrás en su silla y se cruzó de brazos, mirándolo—Tengo una preocupación, Artie.

—¿Qué es?

—Hubo un incidente en la tienda de Blaine hace varios años ¿Me quieres contar sobre eso?

Su cara se puso roja y miró hacia otro lado.

—Estoy seguro que lo ha escuchado.

—No he escuchado tu versión.

—Realmente no tengo una versión. Todo sucedió muy rápido y creo que me entró el pánico. Estaba equivocado—dijo en voz baja.

—Ya veo ¿Y cuál fue el resultado de ese incidente?

—¿Qué quieres decir?

—Sabes lo que quiero decir, Artie—se sentó—Déjame ver tu arma.

—¿Por qué?

Le tendió la mano, esperando. Finalmente se movió, el cuero de su cinturón crujió mientras se movió, soltando la correa que sujetaba el arma en su lugar.

La sacó y luego se la entregó presentando primero la culata. Era un arma policial edición estándar, Smith and Wesson. Liberó la recámara, deslizando el cargador en su mano. El cargador estaba lleno. También se encontró con una bala en la recámara.

—¿Qué demonios, Artie?

—Soy un maldito oficial de la policía—dijo en voz alta—Yo debería ser capaz de…

—Cállate—dijo mientras ponía la pistola y el cargador en su escritorio—Eres un ayudante del sheriff con muy poco entrenamiento. Esa es la línea de base. Quieres ser un maldito policía pero no lo eres—levantó la mano cuando él iba a hablar—Sin embargo, el hecho de que mi predecesor te permitiese llevar un arma sin munición es una locura—se levantó y se acercó a la ventana, mirando hacia afuera—¿Qué crees que debemos hacer, Artie?

—No lo sé.

Ella lo miró.

—Ahora no puedo tener a mi asistente desarmado ¿o sí?—se encogió de hombros—¿Planeas conseguir este trabajo cuando me haya ido?

—Sí.

—Entonces vas a necesitar algún tipo de formación.

—Pero yo he estado…

—Al parecer no es suficiente—dijo—No puedes simplemente querer ser policía, Artie. Hay mucho más en el trabajo que sentarse en esta silla y decir que eres el Sheriff del Condado de Hinsdale—sonrió—El hecho de que llevemos armas es ridículo tomando en cuenta que no hemos tenido un incidente policial en el siglo actual.

—Pero…

—Lo sé, lo sé. Esto no es Mayberry—suspiró—Toma tu arma, Artie. Conserva el cargador. Pero por el amor de Dios, no mantengas una bala en la recámara. Podrías dispararte en la maldita pierna si te encuentras con un bache en el camino.

—¿Quiere decir que puedo mantener las balas?

—Como dijiste, eres un oficial de policía. Sin embargo, en este caso, creo que hubiera sido prudente que me contaras de tus restricciones anteriores ¿No es así?

—No quiero que piense que era incapaz de hacer el trabajo.

—No hago las evaluaciones en base a lo que otros dicen, bueno o malo. Pero voy a meterte en algunas sesiones de entrenamiento. El invierno es un buen momento, ya que todo está lento—se sentó de nuevo—Ahora, vamos a hablar de por qué estabas en la cama a las ocho y media de la mañana. Y me sobra la mierda de que estabas patrullando de noche. No tenemos patrulla, Artie. Es invierno. No hay nada para patrullar.

—Estaba jugando al póquer con algunos de los chicos. Se hizo tarde.

Ella se echó a reír.

—Ahora eso me gusta más. Sé que no hay nada que hacer ahora, Artie. No hay turistas en problemas. No hay infractores de velocidad sobre el paso. Pero es nuestro trabajo tener una presencia en el pueblo. Lo que estoy diciendo es que no dejes pasar tres días sin mostrar tu cara por aquí otra vez.

—Pero he estado alrededor. Simplemente no veo el punto de venir aquí y sentarme.

—Bueno, compláceme viniendo ¿quieres?—hizo un gesto hacia la puerta—Ahora ¿qué tal un poco de patrullaje durante el día ¿eh?

—Por supuesto, jefa—Artie se detuvo en la puerta, colocando su arma nuevamente en la funda—Yo...se lo agradezco, Jefa López—acarició la pistola—No voy a hacer nada estúpido.

—No. No creo que lo hagas—hizo un gesto hacia la ventana—Está empezando a nevar. Ten cuidado allá fuera.

Él asintió con la cabeza y luego se dirigió hacia fuera, con la cabeza un poco más alta que cuando había llegado.

Claro, ella tenía sus reservas.

En base a lo que todo el mundo decía, Artie era sólo un niño grande con ganas de jugar a los policías. Pero podía ver en sus ojos que tenía el deseo.

Sólo que nunca lo habían instruido. Lo más probable era que el único entrenamiento que Figgins le había dado, había sido lo básico. Aprendió a disparar su arma y todos los controles que su vehículo de policía tenía.

Eso era todo.

Si pensaba dirigir la ciudad después de que ella se fuera, necesitaría algún tipo de entrenamiento. Era lo menos que podía hacer por Lake City.

Capitulo 28

Brittany cerró de golpe la puerta de la oficina y sacudió la nieve de sus hombros.

—Hombre, realmente se está viniendo abajo—dijo.

—Las temperaturas están vibrantes—dijo Noah—Va a ver más hielo que nieve.

—Hay mucho viento.

—¿Dónde has estado?

Brittany se quitó el abrigo y lo colgó en el perchero de la esquina.

—Conduje hasta el paso. Está bastante atascado por ahí. Creo que la Jefa López debería cerrar la carretera.

—No que alguien vaya a viajar—dijo Noah—Mercedes ¿por qué no te vas a casa? No tiene sentido permanecer por aquí.

—No tiene que decírmelo dos veces—dijo mientras recogía su labor de punto.

—Y llama en la mañana. Si está feo, llamémoslo un día de nieve—dijo.

Brittany enarcó las cejas.

—¿Eso va para todos nosotros?

—Oh, diablos, Britt, es casi Navidad. No hay nada que hacer. Mientras uno de nosotros esté aquí, creo que estamos cubiertos.

Ella sacó su silla y se sentó moviéndose por su ratón para limpiar su protector de pantalla.

—Pensé que sería sólo nieve—dijo mientras buscaba el sitio del tiempo—No sé por qué nos molestamos con las previsiones.

—Por lo general las evito yo mismo—dijo Noah—Sabes que cuento con ustedes para mantenerme informado. Sin embargo, a menos de una semana para la Navidad, una buena tormenta de nieve siempre es bienvenida.

—Sabes que Rach se va en un par de días ¿no?

—¿Se va para dónde?

—Su suegra se decidió por una Navidad en Florida este año. Se van el 22.

—¿Desde dónde?

—Harán un puente desde Gunnison a Albuquerque—hizo un clic en el marcador de tiempo de Gunnison—Maldita sea, podríamos conseguir un par de pies.

—Oh, bien. Bueno para las pistas—dijo mientras volvía a su despacho—Con Rach yéndose ¿qué vas a hacer en Navidad?

Brittany se encogió de hombros.

Todo el mundo sabía que pasaba cada día de las fiestas con Rachel y su familia. De hecho, Noah generalmente también se unía a ellos.

¿Pero este año?

Estaba Santana.

Brittany incluso dudaba que ella le hubiera dado un pensamiento a la Navidad.

—¿Qué vas a hacer tu Noah?

—Estoy pensando en ir al sur por una semana más o menos. Tal vez pescar un poco.

—¿Sur dónde?

—¿Conoces a mi amigo Mike Chang? se retiró y se mudó cerca de Tucson.

—Él es el que perdió a su esposa el año pasado ¿no?

—Sí. Pensé que podría ir a visitarlo. Sin embargo, odio tener que dejarte aquí sola, y ahora que Rach se va…

—Oh, Noah, voy a estar bien. Conoces como soy con los festivos.

—¿Estás segura?

—Por supuesto. Has tus planes. Tengo todo cubierto.

Y lo tenía.

Aunque Santana tuviera otros planes…que todavía dudaba…ella estaría bien.

Ya había pasado vacaciones a solas anteriormente. Así que si no estaba con Santana, por lo menos tendría la oportunidad de alquilar una moto de nieve con los Schuester y disfrutar de los senderos.

Echó un vistazo a la oficina de Noah, escuchándolo hablar por teléfono con Mike. Fue agradable ver la sonrisa relajada en su rostro. En los siete años que había estado aquí, él nunca había tomado unas vacaciones, sólo tomaba unos días de aquí y de allá para hacer algo de pesca. Le haría bien una escapada de una semana.

Suspiró mirando alrededor de su escritorio muy ordenado, tratando de pensar en algo que hacer para ocupar su tarde. En esta época del año, las horas sólo pasaban y sólo se podía navegar por Internet lo suficiente como para no enloquecer. Sacudió el ratón nuevamente, preguntándose si iba a terminar como Mercedes tomando eventualmente el tejido.

No.

Así que visitó sitios web, comprobando el tiempo, leyendo el periódico de Denver en línea y respondiendo el correo electrónico de su mamá.

No, no sería capaz de ir para Navidad este año.

Y como último recurso, jugó solitario.


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Estaba a punto de cerrar y salir cuando Noah salió apresurado de su oficina.

—¿Tienes el escáner encendido, Britt?

—No ¿Por qué?

—Algún tipo de accidente. En Dead Man’s Ridge.

—Oh, no ¿De seguro nadie ha salido hasta allá?—agarró su mochila—¿Fue un local? ¿Qué has oído?—frunció el ceño mientras él extendía una mano hacia ella—¿Noah?

—Es el vehículo de la sheriff.

—Oh, mi Dios—entró el pánico—¿Santana?—tomó una respiración profunda—¿O Artie?

—No lo sé, Britt. Traté de llamar, pero Tina no respondió.

—Voy hasta allá—dijo rápidamente mientras pasaba rápidamente junto a él—Artie ha manejado ese camino unas mil veces. Él conoce las curvas. Santana no las conoce.

—No tienes que ir hasta allá Britt. Obviamente, los caminos están difíciles. Solo vas a estorbar.

—No. No voy a estorbar.

Cerró la puerta con brusquedad detrás de ella y casi se cayó en el trayecto de entrada cuando golpeó un trozo de hielo. Sus manos temblaban cuando puso en marcha su camioneta y encendió las luces. La oscuridad llegaba temprano en el invierno, especialmente en un día de nieve como el de hoy.

Condujo tan rápido como se atrevió, reduciendo la velocidad en cada curva. Sí, también había conducido hasta Dead Man’s Ridge miles de veces. No había ninguna barrera de protección en la parte superior. Demonios, no había espacio para poner una barrera de protección. Se trataba simplemente de una caída en picada hacia el cañón. Se sentía culpable por esperar que fuera Artie y no Santana, pero no podía evitarlo. La idea de Santana saliéndose del camino, su camioneta cayendo por el cañón le hacía sentirse enferma del estómago. Cuando llegó al último zigzag hacia la montaña, pudo ver las luces intermitentes de emergencia en la parte superior de la cumbre y el corazón le dio un vuelco.

—Oh, por favor, Sanny—susurró.

No se detuvo a considerar el alcance de su ansiedad mientras conducía lentamente por la colina, sus manos se aferraron firmemente en el volante.

Capitulo 29

Santana estaba acostada sobre su estómago, avanzando hasta el borde de la carretera y mirando por la borda. La oscuridad se movía con rapidez, pero era capaz de distinguir el casco del camión de Artie. Parecía estar en posición vertical, no estaba volteado de lado. O peor aún, al revés.

—¿Algo?

Retrocedió y se puso de rodillas, tomando la mano de Ryder Lynn permitiendo que la pusiera sobre sus pies.

—Apenas puedo ver la camioneta, mucho menos movimiento ¿Alguna noticia del rancho de St. James?

—Tienen un camión con un montacargas. De unos treinta metros. Eso podría bajarla lo suficiente para llegar a la cornisa. Luego otros diez metros o más para bajar—Ryder arqueó las cejas—Con la nieve y el hielo, eso podría ser muy peligroso para ti, jefa.

—No hay otra opción. Será otra media hora o más antes que el equipo de fuego y rescate lleguen de Gunnison—levantó la vista cuando unos faros se acercaron desde abajo de la montaña, desde el pueblo.

—Voy a detener esa camioneta—dijo a toda prisa—¿Puedes voltear tu coche y hacer frente a la orilla? Cualquier luz extra será de ayuda—dijo.

Caminó en medio de la carretera, agitando las manos hacia el camión que se acercaba. Sus cejas se unieron al ver que se trataba de Brittany. Corrió y abrió su puerta, viendo los ojos asustados de Brittany.

—Britt, el camino está terrible. No deberías estar aquí.

—Yo...lo siento. Yo sólo…

Santana la tomó del brazo y la sacó de la camioneta.

—¿Qué pasa, Britt?

—Noah oyó en el escáner, pero no sabíamos si…

Santana finalmente entendió y atrajo a Brittany en un fuerte abrazo, sin importarle que Ryder Lynn probable estuviera viéndolas.

—Y pensaste que era yo—dijo en voz baja al oído de Brittany. La sintió asentir con su cabeza y sintió que sus manos se agarraban nerviosamente a su espalda—Lo siento—le dió un beso en la mejilla y luego se alejó—Debí haber sabido que Noah tendría un escáner, pero simplemente no estaba pensando.

Brittany se apartó, pero mantuvo un fuerte agarre sobre su brazo.

—¿Qué tan malo es?

—No lo sé todavía. Estoy esperando al equipo de fuego y rescate de Gunnison—miró su reloj—Con este tiempo, dijeron que podría tomarles una buena hora de viaje.

—Eso es ser generoso. Creo que una hora y media, por lo menos.

—Ryder Lynn está aquí. Él vio bajar la camioneta. Dijo que iba detrás de Artie y Artie pisó los frenos alrededor de la curva, comenzó a hacer un trompo y se fue directo por la borda. Golpeó el hielo negro.

—Dios mío—susurró Brittany.

—Él llamó a un amigo suyo en el rancho de St. James. Jake algo u otra cosa. Va a traer un camión con un montacargas.

—Jake Puckerman. Sin embargo, ese cable no va a sacar la camioneta de Artie.

Santana negó con la cabeza.

—No. Es para que yo baje—los ojos de Brittany se ampliaron y la tomó del brazo alejándola de la luz, lejos de la mirada curiosa de Ryder—Es la única opción por ahora, Britt.

—¿Vas a amarrarte en el extremo de una cuerda y bajar por Dead Man’s Ridge? Entonces, ¿qué? Ese cañón tiene doscientos metros de profundidad.

—La camioneta no bajo todo camino hacia el cañón. Ryder estima que alrededor de ciento treinta pies.

—¿Y cuánto tiene el cable?

Santana hizo una pausa.

—Unos cien—observó como la mandíbula de Brittany se tensaba.

—No voy a decirte que es una locura, San. Sé que es tu trabajo.

—Gracias.

—Pero sabes cómo ese cañón obtuvo su nombre ¿no?

—Creo que puedo adivinarlo, sí.

Brittany la sorprendió al caer en sus brazos.

—Por favor, ten cuidado—dijo en voz baja—Te echaría de menos terriblemente, San.

Santana sintió los labios de Brittany arrastrarse por su mejilla mientras se alejaba de sus brazos.

No sabía qué decir.

Simplemente asintió con la cabeza, sin apartar los ojos de Brittany. Pero ahora no era el momento de contemplar los labios que casi habían rozado los de ella.

Vio como Brittany hizo un giro cuidadoso bajando por la montaña, entonces penosamente tomó el camino hacia donde Ryder esperaba. Le dio una media sonrisa y luego él hizo un gesto con la cabeza hacia donde Brittany había estado.

—Ella es un poco especial por aquí—dijo él.

—Sí.

—Todo el mundo la cuida un poco—Santana asintió—Usted también está cuidando de ella ¿eh?

Santana sonrió.

—Algo así—caminó hasta el borde mientras una enorme oscura descendía sobre ellos.

A lo lejos se oyó el zumbido de un camión.

—Ese debe ser Jake—dijo Ryder.

—Muy bien—fue a la parte trasera de su camioneta y abrió la caja de herramientas, buscando una cuerda gruesa que mantenían ahí para tirar de los coches varados en la nieve. La tiró hacia él—Tu pescas ¿Eres bueno con los nudos?

—Oh, claro ¿Qué necesita?

—Una especie de arnés para mí. No quiero colgar ahí abajo simplemente aferrada a una cuerda.

Ryder asintió con la cabeza y se dirigió al resplandor de los faros de su camión.

—Claro, puedo arreglarlo.

Santana caminó a la mitad de la carretera para esperar, su mente se alternaba entre Artie, que probable estuviera muerto y Brittany cuyos ojos asustados y fuerte abrazo habían sacudió el corazón de Santana.

Maldición.


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—Lento, maldita sea—gritó Santana—¿Están tratando de matarme?

—Mi culpa—gritó Ryder hacia ella—No había sacado la tensión.

Ella se alejó de la pared de roca, iluminando con su linterna hacia abajo. La camioneta de Artie, estrellada en el infierno, descansaba en sus neumáticos. A juzgar por las abolladuras en el techo, podía adivinar que al menos una vez se había volteado.

Miró de nuevo hacia Ryder, haciéndole señas para que la bajara nuevamente. El arnés improvisado que habían montado estaba fijo en sus muslos y espalda sintiéndose apretado. Poco a poco, la bajaron por el cañón, el frío punzante de los gránulos de hielo caían sobre su rostro haciendo que se diera cuenta de lo precaria de la situación.


Si Artie aún estaba vivo, sin duda, la hipotermia estaría haciendo estragos. Y si el camión se había estrellado, el marco doblado, le daría un jodido trabajo para sacarlo.

Dirigió la luz nuevamente por los alrededores, al ver que el camión ahora estaba más cerca. Pudo distinguir a Artie, su cuerpo estaba desplomado sobre el volante. Supuso que estaba a unos cincuenta metros de distancia y si el cable se detenía ahora, no habría puntos de apoyo para ella. De ninguna manera podría alcanzarlo. Así que mientras se deslizaba hacia abajo, se dio la vuelta, apuntando la luz contra la pared del cañón, tratando de encontrar una pequeña repisa donde pudiera obtener equilibrio, algo para apoyarse mientras se bajaba del arnés. La suerte había querido que el borde de la barranca donde la camioneta de Artie descansaba, fuera rocosa e irregular.

Sus pies ahora rozaron un borde y la camioneta de Artie todavía estaba a unos treinta metros de profundidad. Se sacudió cuando el cable se detuvo. Levantó la vista, al ver a Ryder en la luz, dándole un pulgar hacia arriba.

—Eso es todo, jefa—gritó hacia abajo—Lo mantendremos firme.

Era más fácil decirlo que hacerlo.

Pateó la pared para poner un poco de oscilación en la cuerda, su impulso la llevó contra la pared de roca. Se aferró, encontrando el equilibrio. Probó la roca con su peso y se sostuvo. Tirando un poco de la holgura en la cuerda, rebuscó el nudo en su cintura, con cuidado de no deshacer el lazo corredizo que Ryder había hecho para el arnés. Una vez libre, se deslizó hacia la roca, con un ruido sordo cuando sus botas aterrizaron en el borde de la roca.

Alumbrando alrededor, buscó el camino más seguro hacia abajo, luego hizo cuidadosamente su camino…deslizándose sobre una roca cubierta de nieve y cayendo duro sobre su culo…hacia Artie.

Se detuvo cuando se deslizó nuevamente, pequeñas rocas salieron de la cornisa y las escuchó rebotar hacia el cañón. Se dio la vuelta hacia el lado del conductor, que estaba cerca de la pared del cañón. La ventana estaba rota y se estiró tocando el cuello de Artie para sentir el pulso. Sus ojos se abrieron con sorpresa al sentir un ritmo constante.

—Artie—dijo en voz alta, apretando su hombro. Todavía estaba desplomado sobre el volante y vio la sangre en su rostro—Artie ¿puedes oírme?—dio un paso atrás, observando la puerta. El techo estaba roto, doblado en el marco de la puerta. Lo agitó de todos modos, pero no se movió—Artie, vamos—dijo—Despierta—se puso de pie en el estribo, mirando el interior del camión. Tenía su cinturón de seguridad puesto, gracias a Dios y las bolsas de aire se habían desplegado pero ahora estaban desinfladas. Iluminó alrededor e hizo una mueca cuando vio que una viga caía sobre sus piernas. Una se inclinaba grotescamente y la sangre había empapado la pernera de su pantalón—Jesús—susurró. Buscando a su alrededor, sacó su radio portátil—¿Ryder, me copias?—esperó—Ryder, adelante—le había dado a Ryder su propia radio, con la esperanza de comunicarse.

Hubo un poco de estática antes que la voz de Ryder apareciera.

—Sí, jefa. Puedo oírte.

—Él está vivo. Inconsciente. Su pierna está gravemente fracturada, hay pérdida de sangre. Tiene una laceración en la frente ¿Me copias?

—Sí, 10-4, jefa.

—Me quedaré aquí hasta que el equipo de fuego y rescate llegue—soltó el botón y esperó. Nada—¿Copiaste?

—Sí. Lo siento, jefa. Nunca aprendí a usar estas malditas radios.

—Simplemente no quiero que tires de la cuerda nuevamente.

—Sí, señora.

Santana asintió, iluminando nuevamente la cuerda, a unos diez metros de distancia. La transmisión por radio a veces se torcía y esperaba que no hubiera pensado que había dicho que tirara de la cuerda hacia arriba. Pero colgaba perezosamente por el acantilado, la brisa la balanceaba ligeramente.

Giró la cabeza cuando escuchó el gemido de Artie.

—¿Artie? ¿Puedes oírme?—le tocó el rostro. Se sentía frío y pegajoso. Le acarició la mejilla suavemente—¿Artie? Despierta, hombre—sus ojos se abrieron y luego se cerraron nuevamente—Vamos, quédate conmigo. Te sacaremos de aquí en poco tiempo.

—¿Jefa?

—Sí. Estoy aquí, Artie—metió la cabeza por la ventana nuevamente—No quise moverte. ¿Puedes sentarte?—él se echó hacia atrás lentamente, revelando la fea herida en su frente—Jesús, hombre.

—No puedo sentir mis piernas—murmuró.

—Están atrapadas debajo del tablero. Una está rota de seguro. No puedo ver la otra—se salió de la camioneta y trató de abrir la caja de herramientas en la parte posterior. No se movió—¿Dónde está el kit de primeros auxilios?

—Yo... no me acuerdo.

—Está bien. Voy a tratar de abrir la caja de herramientas. Es probable que esté ahí.

—No me dejes.

Ella hizo una pausa.

—No voy a dejarte. Voy a estar aquí—apretó su hombro, se maldijo por no haber pensado en traer su propio kit de primeros auxilios con ella. Pero, sinceramente, esperaba lo peor. Sí, como había dicho Brittany, este cañón había obtenido su nombre por una razón. Abrir la caja de herramientas demostró ser una lección de paciencia. Santana no pudo encontrar nada para hacer palanca y abrirla, así que se conformó con dos rocas. Una, plana con un borde puntiagudo que colocó contra la tapa de la caja de herramientas. La otra, que utilizó como martillo. Finalmente, la tapa cedió y fue capaz de abrirla lo suficiente para ver el bolso negro con grandes letras blancas: PRIMEROS AUXILIOS. Lo agarró y lo abrió, encontrando las grandes vendas estériles y algunas gasas y cinta adhesiva—Inclina tu cabeza hacia atrás, Artie. Tienes un corte—dijo mientras rasgaba las pequeñas tiras de cinta—Tu cabeza está abierta.

—Eso podría explicar el dolor de cabeza—murmuró.

Ella sonrió brevemente, luego cubrió la herida, manteniendo el vendaje en su lugar con una mano mientras fijaba las esquinas con la otra, tan fuerte como se atrevió.

—No es mucho…—dijo ella—…pero tal vez pueda ayudar con el sangrado.

—¿Qué tan mal está mi pierna?

—Se ve mal. Fractura abierta.

Giró la cabeza hacia Santana con los ojos apenas abiertos.

—¿Eso es cuando el hueso se rompe a través de la piel?—Santana asintió con la cabeza—¿Está sangrando?

Ella asintió nuevamente.

—Si.

Sus ojos se cerraron.

—Lamento haber sido malvado contigo cuando llegaste.

Santana se rió en voz baja.

—No fui exactamente la reina de la amabilidad.

Silencio por un momento y luego él dijo.

—¿Cómo llegaste hasta aquí?

—Jake Puckerman trajo un camión con un cable.

—Estás más loca de lo que yo pensaba—murmuró.

Santana se estremeció por el frío, la nieve seguía cayendo suavemente alrededor de ellos.

Sí, una locura.

Pero era su trabajo.

—¿Tienes frío?

—No lo sé. No siento mucho.

—Vamos a salir de aquí pronto.

Espero.

—¿Gunnison?

—Sí. Fuego y rescate—ella miró su reloj—Deberían estar aquí en cualquier momento.

La radio se rompió en estática luego la voz de Ryder Lynn apareció.

—¿Jefa?

—Sí, adelante.

—Vemos luces que vienen.

—Maravilloso. Dígales que van a necesitar hachas. La puerta está atascada.

—10-4 jefa.

Santana se echó a reír.

—Buen trabajo, Ryder.

—Gracias ¿Artie está consciente todavía?

—Sí. Le dije que ibas a hacerte cargo de su puesto de trabajo, te estás volviendo muy bueno con estas radios.

—10-4.

—¿Cómo encontraste a Ryder?—preguntó Artie.

—Él iba detrás de ti en el camino. Vio lo que pasó—le apretó el hombro—Tienes mucha suerte de que alguien te viera caer—levantó la vista cuando vio las luces intermitentes de emergencia a través del cañón—Rescate está aquí—dijo—No pasará mucho tiempo ahora.

—Gracias por estar conmigo.

—No me lo agradezcas, Artie. Habrías hecho lo mismo por mí ¿verdad?

Él sonrió.

—Seguro ¿Cree que podría llamar a mi mamá?

—Por supuesto.

—Ella vive en Gunnison ahora. Tina tiene su número.

—Voy a llamarla. Haré que te encuentre en el hospital ¿Qué tal eso?

—Eso estaría bien—dijo, en voz baja.

Ella le dio una palmadita en el hombro mientras sus ojos se cerraban nuevamente, pero su respiración era uniforme y constante. Miró hacia el borde del cañón y vio dos figuras oscuras que ya comenzaban su escalada hacia abajo.

Capitulo 30

Brittany se quedó mirando el fuego, agitando distraídamente su copa, escuchando el tintineo del hielo, su trago de whisky se había terminado.

Esperaba que a Santana no le importara, había encontrado la botella de whisky, todavía sin abrir. Y necesitaba algo para calmar sus nervios. No que el alcohol hubiera hecho mucho para reducir su ansiedad, notó mientras colocaba el vaso sobre la repisa de la chimenea.

Así que aquí estaba, esperando en la cabaña de Santana, temiendo por la vida de Artie, temiendo por la seguridad de Santana. A pesar de que se había dicho a sí misma que era una tontería preocuparse, que era el trabajo de Santana, que era muy capaz...aun así, se preocupada. Y eso por sí mismo era perturbador.

No eran una pareja.

No tenían una relación.

Sin embargo, había ignorado el sentido común y conducido a la montaña para asegurarse de que no era Santana quien había caído fuera del camino.

Y aquí estaba, esperando en casa de Santana, esperando como si tuviera el derecho de esperar por ella.

—Es sólo sexo. Sólo sexo—dijo.

Nada más.

Pero estaba empezando a sentir como si fuera algo más.

Apenas un mes después de este...este acuerdo y ya estaba teniendo dificultades para mantenerlo en el contexto que estaba destinado a estar.

Sin ataduras, sin compromisos, nada de nada.

Sólo sexo.

El portazo de la puerta de una camioneta la hizo volverse y levantó la vista al mismo tiempo que Santana abría la puerta. Sus ojos se encontraron a través de la habitación y Santana le dio una media sonrisa.

—Estoy muy contenta de que estés aquí, Britt-Britt—Brittany tragó saliva frenando el impulso de lanzarse a los brazos de Santana. Observó en silencio mientras Santana golpeaba sus botas sobre el tapete y sacudía la nieve de su abrigo antes de colgarlo. Pero cuando Santana entró en la habitación, la luz mostró la tensión en su rostro así que Brittany cedió a su instinto y caminó por la habitación, envolviendo sus brazos alrededor de Santana. Y Santana la abrazó con fuerza, hundiendo su rostro en el cuello de Brittany—Está vivo—dijo Santana—Un milagro, pero parece que su camión se volcó y cayó en posición vertical.

Brittany se apartó ligeramente.

—¿Qué tan malo?

—Una pierna mal herida. Fractura compuesta en dos lugares. Su cabeza se abrió en la frente, pero estaba consciente—Santana fue hacia el fuego y extendió las manos hacia el calor. Vio el vaso vacío—Encontraste mi Scotch ¿eh?

—Espero que no te importe.

—En realidad, me encantaría algo para mí.

—Déjame servirte.

—¿Britt?—Brittany se volvió, mirándola a los ojos—Acerca de salieras esta noche…

—Lo siento, San. Sé que no debí haber…

—No, no. Fue...fue agradable. No estoy acostumbrada a que alguien se preocupe por mí.

—Me entró el pánico. Yo…

—Me sentí bien, Britt-Britt. Me sentí como, bueno, ha pasado desde…siempre…desde que sentí como si fuera parte de algo, de alguien... como si yo importara. Y cuando te vi y vi el miedo en tus ojos...eso significó mucho.

Brittany sintió que sus defensas se derrumbaban con las palabras de Santana, sintió los pequeños indicios en su corazón.


Se movió acercándose, colocando su mano detrás del cuello de Santana y acercándola, uniendo sus labios por primera vez con los de ella.

Su beso fue gentil, explorando suavemente y dejó que Santana la apretara entre sus brazos, su boca se abrió y su lengua se encontró tímidamente con la de Santana, gimiendo cuando las manos de Santana se deslizaron hasta sus caderas uniendo aún más sus cuerpos.

Olvidaron el whisky y olvidaron la regla de no besos.

Permanecieron ahí durante lo que parecieron horas, besándose...tocándose.

Pero la pasión de la una por la otra pronto exigió ser escuchada y Santana la bajó hasta la alfombra, el fuego ardía acaloradamente mientras su mano se deslizaba dentro de los vaqueros de Brittany, la boca de Santana ni una sola vez abandonó la suya.

Brittany se corrió casi al instante y se aferró a Santana, ya no temiendo por la seguridad de Santana, sino temiendo por su propio corazón.

Hola, 1.- Beso! (como se debe) ajajaj. 2.-Vieron que ya dieron fecha para la ultima temporada en fox¿?. Saludos =D