[Resuelto]FanFic Brittana: Sin Condiciones (Adaptada) Cap 47 Final

Capitulo 34

Santana seguía sonriendo cuando giró en la curva hacia el sur por Hines Creek Road, pero la sonrisa se desvaneció cuando se topó con un banco de nieve que bloqueaba el camino. Clavó los frenos, la tracción de cuatro ruedas se mantuvo mientras la camioneta se detenía sin patinar. Miró por la ventana por encima de donde el camino había sido cortado en la ladera de la montaña.

Las fuertes nevadas, que esta última tormenta había vertido, tenían que ir a alguna parte. Retrocedió, buscando un lugar donde dar la vuelta, esperando que no tuviera que regresar todo el camino por la carretera de montaña.

—Rory, adelante—dijo en su radio.

—Aquí, jefa.

—Hines Creek Road tiene un deslizamiento ¿Todavía no han limpiado la carretera que va a Gunnison?

—Diez-cuatro. Casi han terminado.

—Está bien. Hágales saber acerca de esto—se detuvo mientras retrocedía en un estrecho desvío—Voy a ir hasta Slumgullion.

—Diez-cuatro jefa.

Santana rodó los ojos mientras bajaba la radio. Nunca pensó que diría esto, pero echaba de menos a Artie. Y pasarían, al menos, otras seis semanas antes de que estuviera listo para volver. Incluso después de dos cirugías en su pierna, probablemente caminaría con una cojera el resto de su vida. Pero como a Artie le gustaba decir, mejor lento que muerto. Mientras se dirigía por el paso hacia Slumgullion, llamó a Brittany. Por el sonido de su respiración laboriosa, Santana supo que estaba afuera en los esquís.

—Britt ¿qué demonios estás haciendo?

—Me alegro de que hayas llamado, San. Sus rastros conducen hacia el sendero de la cumbre, no el valle.

—Mierda. Está bien. No trates...y lo digo en serio, Brittany…no trates de ir tras ellos.

—San, voy a ir…

—Maldita sea, no, no vas a ir, Brittany—dijo en voz alta—Déjame llamar a búsqueda y rescate.

—Dime Britt- Britt o Britt. Sanny, hay avalanchas en todo el estado ¿Cómo diablos vas a lograr que venga un equipo hasta aquí?

—Entonces hazme caso. Llamaré a fuego y rescate en Gunnison. Tienen un helicóptero.

Brittany respiró profundo.

—Él es mi amigo, Sanny—dijo en voz baja—Y Emma aún cree que fueron al valle. Tengo que decirle.

—Lo sé, Britt. Y voy en mi camino ahora mismo. Pero tienes que dejar que los expertos hagan esto. Sin ánimo de ofender, pero no estás entrenada—escuchó el suspiro, escuchó como Brittany aclaraba su garganta, sin duda, conteniendo las lágrimas—Britt, estoy a diez minutos. Nos vemos en el hospedaje—hizo una pausa—Por favor, Britt-Britt.

Brittany no podía contradecir a Santana cuando le decía ”Britt-Britt, y también sabía que tenía razón en lo que le estaba pidiendo.

—Lo sé. Tienes razón.

—Bien. Ahora déjame llamar ¿Por qué no te pones en contacto con Rach? Ver si puede salir.

—Sí, lo haré. Ella y Emma son buenas amigas.

—Está bien. Estaré ahí pronto—Santana no esperó una respuesta mientras desconectaba, luego buscó en su teléfono otro número.


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Cuando Brittany colgó con Rachel, ambas habían trabajado en controlar la histeria. Rachel estaba en camino. Y ahora que se había quitado los esquís y los había sumergido en un banco de nieve, tenía la tarea de decirle a Emma.

Por supuesto, podía esconderse afuera y esperar a Santana. Pero Emma no conocía a Santana. Noticias como esta era mejor escucharlas de un amigo.

Realmente, no había noticias.

Por todo lo que sabía, Will y Daniel podrían haber cruzado el sendero del paso de la avalancha y estarían a salvo al otro lado cuando ésta cayó.

Seguros pero atascados.

Con toda esta nieve, de ninguna manera podrían abrirse paso en la montaña, y el camino que los podría llevar hasta la cumbre había sido enterrado con la caída. Pero era un mejor pensamiento que ellos quedando atrapados por la avalancha.

Vio a Emma salir del hospedaje y supo que no tendría ningún indulto. Era mejor acabar de una vez con eso. Así que negó con la cabeza, encontrándose de frente con los ojos de Emma.

—Tomaron el sendero de la cumbre—dijo.

—Oh, Dios, no.

—Ya he llamado a la Jefa López. Ella está llamando a un equipo de búsqueda—los ojos de Emma se ampliaron—No entres en pánico, Emma. Podrían haber hecho todo el camino antes de que cayera la avalancha. Podrían haber subido todo el sendero lo suficiente como para estar fuera de peligro.

—O podrían estar enterrados—Emma se giró, sus hombros temblaban mientras trataba de controlarse.

Brittany caminó detrás de ella y le dio la vuelta, tirando de ella en un fuerte abrazo.

—Van a traer un helicóptero. Vamos a ser capaces de detectarlos—dijo—Llamé a Rach. Viene en camino. Se quedará contigo. Voy a tener que ayudarles con las coordenadas.

Emma asintió.

—Lo sé. Y tienes razón. No debería entrar en pánico—se apartó y se secó los ojos—¿Por qué siempre pensamos lo peor en momentos como éste?

Brittany se encogió de hombros.

—Es justo lo que hacemos.

—Bueno, no voy a pensar lo peor. Will es experimentado. Él nunca se arriesgaría con Hummel’s Ridge, no después de toda la nieve que hemos tenido. Él sabe que no debe.

—Sí, pienso eso.

—Tal vez estaban bajando por el cañón hacia río.

—Tal vez sea así—aunque Brittany sabía que era mejor.

El cañón era demasiado empinado para esquiar. Tendrían que ir más arriba en la cumbre antes de ser capaces de esquiar por el cañón. Y eso significaba cruzar Hummel’s Ridge.

—Gracias, Britt. Eres una buena amiga. Ahora creo que voy a hacer lo que mejor hago y eso es ocuparme de la cocina—miró Brittany—Pienso que están bien ¿No es así?

Brittany no pensaba tal cosa.

Estaba más allá de la preocupación y por lo general exageraba.

¿Por qué si no, conduciría a través de hielo y la nieve hasta el cañón Dead Man’s para comprobar a Santana estaba bien?

Pero no podía decirle eso a Emma.

Así que asintió con la cabeza.

—Pienso que están muy bien.


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Santana se ajustó el auricular, mirando como Brittany se agarraba con fuerza cuando el helicóptero se ladeó a la derecha.

—A lo largo de la cumbre, debemos ser capaces de ver el trayecto a la izquierda—dijo Brittany.

Pero mientras llegaban a la cima una ráfaga de viento los atrapó y Santana sintió que se levantó de su asiento.

—Sosténganse—dijo el piloto lacónicamente en sus auriculares.

Estabilizó la nave y luego las llevó abajo hacia Hummel’s Ridge.

—Oh, Dios mío—dijo Brittany—Esta es la primera vez que veo una caída desde el aire.

—Es enorme—dijo Santana, pero otra ráfaga de viento los alejó de su curso nuevamente.

—Miren rápido—dijo el piloto—Hay demasiado viento para otro recorrido.

—Pero…

—No, señora—le dijo a Brittany—No puedo poner más vidas en peligro. Hay demasiado viento para mantenernos arriba—Santana se acercó y apretó el brazo de Brittany. A decir verdad, probablemente no debieron haber intentado siquiera un recorrido en el sitio. No había nada más que blanco debajo de ellos mientras volaban a través de la canaleta de la avalancha y la montaña cubierta, regresaron al hospedaje—El viento se calmará en la mañana—dijo él—Si piensa que puede encontrar un lugar donde quedarnos esta noche, haremos otro recorrido al amanecer.

—Estoy segura de que Emma puede alojarlo en el hospedaje—dijo Santana.

Estuvieron en el suelo en cuestión de minutos y Rachel y Emma se situaron en las escaleras del hospedaje, esperando.

—Les contaré—se ofreció Santana mientras saltaba primero.

—Gracias.

Pero no tuvo que decir nada. Emma lo supo.

—Hay demasiado viento para volar ¿verdad?

—Cierto. Solo pudimos hacer un recorrido por el sendero, eso fue todo. Dijeron que saldrían nuevamente al amanecer.

Emma asintió.

—Está bien. Bueno, menos mal que tenemos habitaciones—enderezó los hombros—Tengo un estofado de carne a fuego lento. Tú y Britt también pueden quedarse a cenar, Santana. Hay un montón.

Mientras se alejaba, Santana se volvió hacia Rachel.

—¿En negación? ¿O qué?

—En parte, sí. Y en parte ella dice que no siente como si estuvieran en problemas—Rachel se encogió de hombros—Todo el mundo tiene su propia manera de enfrentar las cosas—hizo un gesto hacia Brittany que se acercaba con los dos miembros de la tripulación—¿Cómo está ella?

—Preocupada.

—Sí. Eso es todo lo que podemos hacer ¿no es así?

Santana asintió.

—Me temo que sí.

La cena transcurrió con tranquilidad mientras Rachel trataba de forzar la conversación entre ellos. Emma, por su parte, fingió que todo estaba bien, contándole a Wade y Matt…los dos miembros de la tripulación de Fuego y Rescate de Gunnison…historias sobre algunos de sus clientes más atrevidos que se habían arriesgado en Hummel’s Ridge con las motos de nieve.

Brittany estaba sentada en silencio a su lado, hablando poco y Santana reconoció la preocupación en sus ojos.

Este era el pueblo de Brittany.

Esta era su gente.

Ella los amaba y se preocupaba por ellos.

Era algo de lo que Santana no estaba acostumbrada. Después de salir de Las Vegas, saltaba de un pueblo turístico a otro, sin permanecer demasiado tiempo en un mismo lugar, nunca había aprendido a preocuparse realmente por la gente de esos lugares.

Solo estaba haciendo un trabajo.

Pero ahora envidiaba la cercanía que Brittany tenía con Emma y Rachel, dos personas que sólo había conocido desde que fue trasladada aquí. Dos personas que había dejado entrar en su vida.

No como Santana, que mantenía a todos a distancia. No era de extrañar, que incluso después de seis meses, todavía se sintiera como una extraña. Como Brittany le había dicho una vez, era más fácil para ella salir corriendo si no se involucraba en sus vidas.

Todos menos Brittany.

Por mucho que había tratado, no podía decir que no estaba involucrada con Brittany.

Ella lo estaba.

Ahora mismo, en este mismo instante, Brittany era la cosa más importante en su vida.

Y eso le asustaba de muerte.

Sonrió levemente cuando sintió un ligero toque sobre su muslo y los dedos de Brittany la apretaron suavemente. Miró al otro lado de la mesa, encontrando los ojos de Rachel sobre ellas.

No le importaba.

Metió la mano bajo la mesa y cubrió la mano de Brittany, sosteniéndola con fuerza contra su pierna.

El fuerte sonido del teléfono en la cocina interrumpió a Emma que estaba a media frase y casi corrió hacia él. Todos escucharon con atención mientras la voz de Emma se hacía más fuerte.

—¿Qué? ¿Burt? Apenas puedo escucharte.

—Burt Hummel— dijo Brittany a Santana.

Emma regresó con el teléfono aún a la oreja, los ojos muy abiertos.

—Oh, Dios mío—Santana se levantó, tomando el teléfono de Emma. Y Emma casi se cayó en los brazos de Rachel—Ellos están vivos. Dijo que estaban vivos.

Santana sintió una oleada de alivio.

—Soy Santana López—dijo en el teléfono.

—¿Quién?

—La sheriff buena para nada—dijo sonriendo a Brittany que estaba escuchando.

—Oh, jefa López. Sí. Soy Burt. Apenas tengo señal en este teléfono celular de lujo. ¿Puedes oírme?

—Puedo oírte ¿Dónde estás?

—Tuve que caminar hasta la cima de la maldita montaña para conseguir una señal. Estoy de pie con la nieve hasta la cintura, es donde demonios estoy.

—¿Qué hay de Will y Daniel?

—El chico tiene una pierna rota, es lo mejor que puedo decir. Los imbéciles estaban en la base de la canaleta cuando esta se corrió. Estaban esquiando en la parte elevada del cañón para vencerlo, probablemente cayeron veinte o treinta pies. Fui a revisar después de oír la caída. Oí a alguien gritar por ayuda.

—Maldita sea, Burt. Lo has hecho bien.

—Sí, bueno, nos costó un infierno llegar al chico. Él no puede poner ningún peso sobre la pierna izquierda.

—¿Dónde están ahora?

—Oh, me imagino que están junto al fuego en mi cabaña. Pero él pensó que todo el mundo estaría preocupado por subir aquí ¿Y quién era el maldito tonto volando el helicóptero con este viento? Pensé que tendría que hacer otro rescate de la manera en que estaba rebotando allá arriba.

Santana se echó a reír.

—Ese sería Britt y yo, junto a la tripulación de Gunnison.

—Y ella me llamó viejo tonto y loco—él se rió—El viento se calmará en la mañana. Haga que esos muchachos pasen por aquí con su helicóptero. Hay un espacio abierto en la parte trasera de la montaña. Britt sabe dónde está. Haremos un trineo o algo parecido para llevar al chico.

—Voy a informarle a todos. Gracias, Burt. Vamos a estar por ahí en la mañana.

Emma agarró su brazo, tan pronto como colgó.

—Bueno ¿qué dijo? ¿Cómo están?

—Están en su cabaña. Él piensa que Daniel tiene una pierna rota. Esa es la única lesión que mencionó.

—¿Cómo? Quiero decir…

—Como Burt dijo, los imbéciles estaban en la base de la canaleta cuando se corrió. Dijo que tuvieron que esquiar dentro del cañón.

—Es demasiado empinado ahí para esquiar—dijo Brittany.

—Sí. Ese fue el problema. Dijo que fue una caída de veinte o treinta pies.

—Oh, Dios—dijo Emma—Podría haber sido mucho peor.

Santana miró a Brittany.

—Dijo que había un claro en la parte de atrás de la montaña. Ellos van a esquiar ahí mañana y esperar que el helicóptero los recoja ¿Sabes de lo que está hablando?

—Sí. Básicamente se trata de un campo de rocas, sin vegetación. Con esta cantidad de nieve deben ser capaces de esquiar con facilidad. Pero ¿qué pasa con Daniel?

—Dijo que lo pondrían en un trineo o algo así—miró a Wade y a Matt quienes estaban escuchando—¿Eso está bien?

Ellos asintieron.

—Esa es una gran noticia—dijo Matt—Por supuesto que podemos recogerlos.

—No sé cómo agradecerles a todos ustedes—dijo Emma con sus ojos llenos de lágrimas—Podría haber sido tan trágico. Esos dos son mi vida. No sé cómo lo hubiera enfrentado si los hubiera perdido.

—Pensé que no estabas preocupada—bromeó Rachel.

—Mentí—dijo mientras las lágrimas y las risas llegaron al mismo tiempo.

Capitulo 35

Santana se detuvo en la acera cuando la cálida brisa sopló a su alrededor, mirando el cartel PELUQUERÍA DE JACOB.

Miró a Brittany.

—Tú fuiste quien no quiso a April—le recordó Brittany.

Sí, eso era cierto.

La semana anterior, cuando se sentaron en las sillas de jardín en espera de que el carbón se calentara, Brittany se había extendido revolviéndole el cabello.


—Necesitas un corte de cabello.

Santana había tratado de domesticarlo.

—Lo sé. Nunca había estado tan largo.

—¿Por qué no vas a ver a April?

—Oh, no. Ella tiene cien años de edad. La única vez que fui, utilizó un rizador de cabello y amenazó con alisármelo hasta la espalda, así dijo.


Así que aquí estaban en la calle principal de Gunnison, combinando un viaje al supermercado con un viaje de corte de cabello para Santana.

—Vamos entra—dijo Brittany—Voy a ver escaparates—miró por la calle—Todo el mundo se está preparando para la temporada turística ¿Puedes sentirlo?

—Sí. Unas semanas más—señaló hacia la tienda—Te encontraré cuando termine.

Brittany se rió y levantó su teléfono celular.

—No me buscaras demasiado tiempo.

Santana sonrió.

—Supongo que sería más fácil si solo te llamara—se detuvo en la puerta—Que te diviertas. No debe tomarme mucho tiempo—pero cuando vio la tienda llena de gente, todas las señoras hablando a la vez, se alegró de haber tenido la precaución de hacer una cita. Miró a la niña sonriente en el mostrador—Soy Santana López—dijo ella.

—Bienvenida, Santana. Trate de encontrar un asiento. Solo serán unos minutos—Santana volvió a mirar a la sala de espera, viendo cada asiento ocupado por la abuela de alguien. Adorable. Pensó que todas las personas mayores de setenta años tenían una cita esta mañana. Pero no tuvo que esperar mucho tiempo. Una mujer, no mucho más joven que la vieja April en Lake City la llamó—Usted debe ser nueva en la ciudad, cariño—dijo mientras llevaba a Santana a una silla e inmediatamente hundió ambas manos en el cabello de Santana—Lindo. Cabello grueso. Muy saludable ¿Sólo necesita un ajuste?

Santana la miró a los ojos en el espejo.

—Buscando más un corte de verano—dijo—Normalmente no lo llevo tan largo.

—Bueno, ya que no sé cómo normalmente lo usaba ¿le gustaría ver unas fotos en una revista?

—No—dijo Santana rápidamente—Definitivamente no—miró de lado a lado y luego nuevamente a la mujer en el espejo—Mire, no soy realmente una persona de cabello largo. No es gran cosa para mí. Sólo córtelo un poco.

La mujer levantó el cabello.

—¿Sobre los hombros?

—No tan corto.

—¿Flequillos?

—Dios, no.

La mujer hizo girar la silla y desordenó la parte superior.

—De todos modos no le vendría para flequillo.

—¿Yo no tengo el cabello para flequillo?

Ella sonrió.

—Cariño, tu cabello es muy lindo para un flequillo, créeme.

Santana entrecerró los ojos.

—Sólo córtelo.

—Bueno, voy a hacer mi mejor esfuerzo, pero no quiero ninguna queja de su parte.

—No, señora—y de pronto sacó una botella de agua, la mujer roció su cabello para mojarlo, moviendo sus dedos a través de él mientras sacudía la cabeza en señal de desaprobación—¿Qué?

—Tan bonito su cabello grueso y quiere cortarlo—Santana apretó los dientes. Tendría que haber ido con April. Pero la mujer hizo un trabajo rápido, sus tijeras trabajaron mientras su cabello oscuro caía en sus hombros y era recogido en una capa de plástico antes de caer al suelo. Pero mientras veía, se ponía más y más corto. Cuando la mujer cortó casi por su hombro, Santana arqueó una ceja—Usted tiene un rostro tan bonito. Linda mandíbula fuerte. Sentí que más corto era el camino a seguir—dijo.

—Uh-huh.

Desabrochó la capa y sacudió el pelo en el suelo.

—Hora de un champú y un secado.

—Eso no es realmente necesario—dijo Santana mientras se levantaba de la silla.

—Por supuesto que lo es. Tiene pequeños cabellos sobre usted.

—Normalmente no me lavo ni seco.

La mujer la miró, sus ojos moviéndose desde sus botas y vaqueros hasta la camiseta manga larga de las pistas de esquí Winter Park que tenía metida en los pantalones y ahora con su cabello más corto.

—¿¡No me diga!?—señaló hacia la habitación contigua—Ahí dentro—Santana no discutió mientras se acomodaba en el lavabo, inclinó la cabeza hacia atrás y luego casi saltó por el agua hirviendo que golpeó su cabeza—Lo siento, cariño—pero todo terminó muy pronto y la mujer arrojó una toalla a Santana quien secó vigorosamente su cabello. La mujer tomó la toalla y limpió el cuello de Santana, sacudiéndole los cabellos sobrantes—¿Seguro que no quieres que lo seque un poco?

—Estoy segura—Santana pasó la mano a través de él, los mechones más cortos resultaron una sensación extraña para ella—Se va a secar muy pronto.

La mujer se encogió de hombros.

—Como quieras.

—¿Cómo te llamas?

—Shelby. Todo el mundo me llama Shel

Santana asintió y le entregó un billete de 25.

—¿Esto lo cubre?—la mujer le arrebató el dinero de las manos—Muy bien—de vuelta en la acera, Santana caminó bajo el sol, aun frotándose el cabello para secarlo. Vio a Brittany que venía hacia ella. Le tomó un segundo a Brittany para reconocerla—Está muy corto, lo sé—dijo Santana.

—Wow.

—Lo sé. Le dije…

—No, me encanta—dijo Brittany acercándose—Se ve muy bien en ti—sus ojos se encontraron—Sexy.

Santana sintió que su rostro se ruborizaba.

—Sexy ¿huh?

—Definitivamente. De hecho, tengo ganas de arrastrarte a un callejón oscuro y aprovecharme de ti.

Santana levantó las cejas.

—Wow ¿eso es todo lo que se necesita? ¿Cortarme el cabello para que quieras saltar sobre mis huesos?

Brittany le apretó el brazo.

—No creo que haya algo que falte en esa área ¿verdad?

No.

Definitivamente no.

No después de haberse tomado casi una hora en la ducha esta mañana, tocándose la una a la otra aún después de que el agua caliente se había agotado.

La mirada de Santana bajó a sus labios.

—Quiero besarte, Britt-Britt—dijo sin pensar.

Por supuesto no era posible, paradas donde estaban en el centro de Gunnison. Brittany sonrió y le cogió del brazo llevándola con ella, llevándola nuevamente a la camioneta.

—Puedes robar un beso en la camioneta, San—y Santana lo hizo, inclinándose rápidamente hacia Brittany quien manejaba hacia la tienda de comestibles—Eso no fue un beso—se quejó Brittany.

—Sé cómo mis besos te distraen—dijo con una sonrisa—No quiero que tengas un accidente.

Brittany se rió y la miró.

—Me encanta tu cabello. No sé cómo voy a ser capaz de mantener mis manos lejos de ti.

—Realmente no veo eso como un problema.

—¿No?

Brittany se inclinó sobre el asiento, moviendo sus dedos sobre el muslo de Santana y entre sus piernas, haciendo que Santana se tambaleara hacia adelante.

Santana cerró sus ojos.

—No me hagas esto, Britt—susurró.

—Dios, podría hacerte el amor ahora mismo, Sanny

Santana apretó sus piernas uniéndola, presionando los dedos de Brittany contra ella. Escuchó la respiración entrecortada de Brittany que hacía juego la suya.

—No podemos hacer esto, Britt—dijo mientras sus caderas comenzaron a mecerse contra la mano de Brittany—Estás conduciendo, por el amor de Dios.

—Te deseo, Sanny.

Santana inclinó la cabeza hacia atrás, abriendo sus piernas y dándole espacio a Brittany para que la tocara. Y mientras se dirigían lentamente a través de la ciudad, la mano de Brittany encontró su camino dentro de los vaqueros de Santana, moviéndose a través de su humedad encontrando su clítoris, duro y palpitante, adolorido por su tacto. La acarició rápidamente y Santana luchó por mantener sus ojos abiertos, rezando para que no tuvieran un accidente.

¿Cómo demonios podrían alguna vez explicar esto?

Pero ese miedo pronto se desvaneció cuando Brittany la llevó muy cerca del límite, con una mano en el volante y la otra empujando entre sus piernas. Su respiración era laboriosa y se aferró a la puerta con fuerza, sintiendo que caía, perdiendo el control mientras los dedos de Brittany se movían con increíble rapidez contra ella. Mordió con fuerza su labio cuando quiso gritar y apretó los dedos de Brittany contra ella mientras llegaba al clímax. Las dos respiraban rápidamente cuando Brittany se detuvo en el semáforo, con la mano todavía en el interior de los pantalones de Santana.

Brittany sonrió con malicia.

—¿Crees que estoy en peligro de hundirnos en la cuneta después de esto?

Santana rió mientras sacaba la mano de Brittany de sus vaqueros.

—Eso fue muy agradable—dijo Santana—Peligroso, pero agradable, Britt-Britt.

—Lo siento, Sanny. No estaba pensando. Sólo quería tocarte.

—No me quejo, Britt—apretó la mano de Brittany, aun sintiendo su humedad en los dedos de Brittany.

Más tarde, apenas resistió el impulso de agarrar la mano de Brittany mientras caminaban por el estacionamiento hacia la tienda de comestibles. Brittany sonrió y golpeó su hombro juguetonamente.

—Olvidé decirte…—dijo Brittany—…la semana pasada cuando estaba en la tienda Blaine, cuando me dio los filetes de salmón congelado, él me dijo: nunca habría pensado que a la jefa le gustara el salmón ¿Y puedes creer el buen tiempo? ¿No ha estado agradable?

Santana se rió.

—Así que incluso Blaine sabe ¿no?

—Lo sabe todo el pueblo. Te lo juro, no hay privacidad.

—Podría ser peor. Podríamos estar condenadas al aislamiento o algo así. Al menos, todo el mundo parece aceptarlo.

—Ya sabes, para ser un pequeño pueblo de la frontera…—dijo Brittany—…son muy progresistas. Pero estando tan aislados como estamos, hay más sentido de comunidad. Amar a tu prójimo y todo eso. Hay un gran sentido de vivir y dejar vivir.

—También son una gran mezcla de personas, por lo que he visto. Todavía están los residentes antiguos y de toda la vida, pero también hay toda una mezcla de artistas. No tenía idea de que todas esas tiendas estaban realmente funcionando hasta que Mayo llegó y comenzaron a abrir—dijo mientras sacaba un carrito de la parrilla empujándolo a través de las puertas—La mayoría cierra y se dirigen a climas más cálidos durante el invierno. Supongo que simplemente asumí que lo sabías, siendo la sheriff y todo eso—Brittany bromeó.

—Bueno, ya sabes, me propuse no saber esas cosas.

—Sí, lo sé. Pero…

—¿Britt? ¿Eres tú?—Santana se volteó ante el sonido de la voz desconocida, escuchando como Brittany susurraba Oh, mi Dios, detrás de ella—Eres tú—expresó la mujer—No te he visto en meses.

Brittany le dio una rápida sonrisa.

—Realmente ¿Y cómo está Terri o Becky? ¿Nuevamente quién era?

—Sugar.

—Correcto. Sugar ¿Cómo está?

—Se graduó y se fue. Ya sabes cómo es todo.

—Sí, los estudiantes universitarios tienden a hacer eso ¿no es así?

Santana se sorprendió por el tono de voz de Brittany y la curiosidad pudo más que ella.

Extendió la mano.

—Santana López, actual sheriff en el condado de Hinsdale—dijo ella.

—Soy Dani Haynes, una vieja amiga de Britt. Encantada de conocerte—se volvió hacia Brittany—Wow ¿una sheriff? Es bueno tenerlos como amigos ¿no?

—Tiene sus ventajas—dijo Brittany con una rápida mirada hacia Santana—Tenemos que irnos.

—Espera—dijo Dani deteniéndola con un toque en su brazo—¿Puedo llamarte alguna vez? ¿Tal vez para cenar?

Antes de que Brittany pudiera responder, Santana se adelantó.

—Claro, tal vez puedas venir a casa. Podríamos asar carne o algo así—sintió como Brittany se acercaba a ella y Santana esperaba que no estuviera fuera de lugar.

Sintió la incomodidad de Brittany, pero no estaba segura si la única razón era porque había implicado que vivían juntas. Una parte de ella sentía la necesidad de reclamar su derecho sobre Brittany.

—Ya veo. Por supuesto—dijo Dani—Tal vez te llame luego.

Ella se alejó rápidamente y Brittany se volteó con una sonrisa en sus ojos.

—Gracias, San.

Santana se inclinó galantemente, luego caminó al lado de Brittany, empujando el carro.

Finalmente se echó a reír.

—Brittany Susan Pierce, no puedo creer que me haya encontrado con una de tus ex.

Capitulo 36

—Cuando dijiste que la temporada turística te mantendría ocupada, no tenía ni idea—dijo Santana—Te echo de menos, Britt.

Brittany cerró los ojos asintiendo.

—Yo también te echo de menos, Sanny. Estaré en casa en una hora. Sólo tengo que verificar los campamentos más allá de Slumgullion—hizo una pausa—¿Ya cenaste?

—Todavía no. Todavía estoy en la oficina.

Brittany sonrió.

—Estabas esperando por mí ¡Qué dulce!, Sanny.

—¿Quieres que recoja algo en el bar de Finn para nosotras?

—¿Sabes qué? Me encantaría una cerveza ¿Quieres que nos encontremos ahí? ¿O es demasiado tarde para ti?

—No voy a morir de hambre, si es eso lo que quieres decir. Nos encontraremos ahí.

—Está bien. Me daré prisa.

—Ten cuidado, Britt.

Brittany suspiró mientras guardaba su teléfono en la funda de su cadera.

Memorial Day Weekend era el comienzo tradicional de la temporada turística y este año no sería la excepción. Parecía que cada camping disponible estaba lleno. Pero el tiempo había estado fabuloso las últimas dos semanas, así que no estaba muy sorprendida por la cantidad de personas que bajaron hacia ellos. Ocupada no podía describir adecuadamente cómo había estado su semana. Ella y Rachel se habían esforzado por mantener en funcionamiento las bombas de agua que estaban establecidas en los campamentos y habían ayudado al personal de mantenimiento de Noah a despejar los claros en los sitios donde los campistas vivirían durante el verano. Por desgracia, sólo tenían cuatro campamentos donde vivían los anfitriones. Los otros ocho, Brittany y Rachel tenían que patrullarlos, cobrar las tarifas y mantenerlos limpios. Bueno, Rachel tenía la tarea de mantener las letrinas limpias. Esa era una de las ventajas de su puesto, pensó Brittany.

Pero todo eso le había dejado poco tiempo para Santana. Y la echaba de menos. Había llegado a su casa bien entrada la noche todas las noches la semana pasada y había permanecido fuera sábado y domingo. Y hoy, Memorial Day, las cosas empezarían a calmarse cuando los lugareños hicieran sus viajes de regreso a Gunnison o Pagosa Springs, o al este hasta Alamosa. Pero el Memorial Day marcaba el comienzo de los visitantes de fuera del estado, por lo que no sólo los fines de semana estarían ocupado, sino cada día de la semana también.

Lo cual dejaría poco tiempo para ellas.

No que ellas no estaban juntas cada noche, no.

Pero a menudo estaba demasiado cansada para siquiera considerar hacer el amor y mucho menos hacerlo. Hasta el momento, Santana había entendido, aparentemente contenta de tenerla durante la noche. Y cada mañana, cuando Brittany sabía que tenía que salir de la cama, Santana sólo tenía que tocarla, besarla, para hacerla olvidar todo acerca de sus obligaciones. Más a menudo que no, habían pasado los últimos minutos de cada mañana haciendo el amor, tocándose hasta el último minuto en el que Brittany tenía que levantarse y correr hacia la ducha.

—Estoy enamorada de ella.

Las palabras salieron con tanta facilidad que no se sorprendió por ellas.

Agarró el volante firmemente cuando el significado de ellas le golpeó.

Sí, estaba enamorada de Santana.

Había sido una tonta al pensar que podía permanecer indiferente ante ella, una tonta al pensar que podía evitar enamorarse. La verdad era que eran tan compatibles en todos los aspectos de sus vidas.

¿Cómo no iba a enamorarse?

¿Y como no podía Santana enamorarse también?

Brittany no era tan ingenua como para suponer que Santana sentía de la misma manera que ella, pero obviamente había algo de apego.

Lo sabía por la forma en que Santana la miraba, por la forma en que Santana le hacía el amor.

Pero no habían hablado de eso.

No habían hablado de nada.

Y en unos pocos meses, Noviembre estaría aquí.

Y ella me dejará.

El dolor se apoderó tan rápido de su corazón, que se tocó el pecho y presionó la mano con fuerza contra él.


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—Oh, esto está bueno—dijo Santana después de tomar un largo trago de su cerveza fría—Gracias, Marley.

—Claro—Marley hizo un gesto hacia la puerta—Y aquí está ella—sonrió y llenó un vaso de cerveza helada—Hey, Britt.

Santana se volteó sonriendo mientras Brittany se acercaba. Se sentó junto a ella, acercándose más y presionando brevemente su brazo en señal de saludo.

—Día largo ¿eh?

—Sí. No puedo esperar por una ducha. Contigo—agregó en voz baja—Hola, Marley ¿Cómo te va?

Marley puso el vaso de cerveza delante de Brittany.

—Ocupado. Pero eso es bueno. Mantiene a Finn feliz. Escuché que los campamentos están llenos.

—Más o menos, sí. Pobre Rach. Está en el puesto de basura esta semana. Ha estado luchando con los osos cerca de Cinnamon.

—Sí. Ken Tanaka estaba contando que su esposa corrió a dos de ellos fuera de su garaje la otra mañana. Él lo había dejado abierto cuando se fue a trabajar.

—¿Son siempre tan comunes?—preguntó Santana.

—En esta época del año, sí—dijo Brittany—Los campistas llevan comida y basura, dos cosas que los osos adoran. Eso disminuye a finales de verano, luego, regresan en el otoño, ya que tratan de atiborrarse antes del invierno.

—Griten cuando quieran otra—dijo Marley—Tengo que ayudar a Kurt con las mesas—hizo una pausa—¿Van a querer cena?

Brittany negó con la cabeza.

—No en este momento. Sólo quiero sentarme y relajarme.

Cuando se fue, Santana se inclinó aún más cerca.

—¿Estás bien, Britt?

Brittany la miró a los ojos.

—No.

—¿Qué pasa?

—Quiero hacerte el amor, San.

Santana reconoció la mirada en los ojos de Brittany. A ella le encantaba.

Trago con dificultad.

—¿Ahora mismo?

—Quiero empezar en la ducha y terminar en nuestra cama.

Nuestra cama.

Otra cosa que Santana amaba. Se acercó más.

—Quiero besarte, Britt-Britt.

Brittany sonrió.

—Tú siempre quieres besarme, San.

—¿Eso es malo?

—¿Recuerdas mi regla de no besos?

Santana se echó a reír y tomó su vaso nuevamente.

—Gracias a Dios que rompiste esa.

—¿Y después mi regla de ser discretas?

—No tengo la culpa de que todo el mundo sepa, Britt-Britt.

Brittany se giró en el taburete y la miró de frente, sus rodillas se presionaban contra muslos de Santana.

Santana volteó la cabeza, encontrando la mirada nublada de Brittany sobre ella.

—Quiero hacer el amor contigo, Sanny—dijo de nuevo.

No lo dijo en broma esta vez.

No, esta vez su voz estaba ronca, había deseo en los ojos de Brittany y la llamo Sanny.

Santana asintió.

—Vamos a casa, Britt-Britt.


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Brittany no estaba segura de lo que se había apoderado de ella, pero quería mucho a Santana. Miró en el espejo y vio los faros de Santana detrás de ella.

Está bien, tal vez sabía lo que se había apoderado de ella.

Admitir que estaba enamorada de la mujer podría tener algo que ver con eso.
Sólo rezaba que esas palabras se le salieran.

Apenas se detuvo antes de saltar de la camioneta y corrió hacia la puerta principal. Se había quitado la camisa y desabrochado el sujetador para el momento en que Santana entró.

No dijo nada.

No quería hablar.

Apretó a Santana contra la puerta, buscando con su boca con la de Santana, gimiendo cuando sus lenguas se encontraron. Sus dedos desabotonaron torpemente los botones de los vaqueros de Santana, mientras Santana agarraba sus pechos y sus pulgares rozaban sus pezones. Brittany estaba jadeando por aire cuando su mano se deslizó dentro de los pantalones de Santana, bajándolos lo suficiente como para tener espacio.

—Te deseo tanto, San—susurró contra la boca de Santana.

Santana la atrajo hacia sí, con la boca en el cuello de Brittany, succionando con fuerza, su respiración era tan laboriosa como la de Brittany.

Brittany abrió los dedos, ahuecando a Santana sintiendo como su humedad cubría su mano.

Gimió cuando sus dedos se movieron por su sedosidad, cerrando los ojos cuando sus dedos llenaron a Santana. Los dientes de Santana mordisquearon su cuello mientras sus caderas se sacudían contra la mano de Brittany, su jadeo causó que Brittany se moviera más rápido, bombeando con más fuerza dentro de ella, amando la tensión de los músculos de Santana contra sus dedos.

—Córrete para mí—susurró en la oreja de Santana—Córrete para mí, Sanny.

No tuvo que esperar mucho tiempo.

Sintió el temblor familiar cuando Santana se acercaba al orgasmo, reconoció los sonidos que Santana emitía cuando estaba a punto de llegar al clímax.

Y segundos después, con un último empuje, Santana dijo su nombre, ahogando su grito contra el cuello de Brittany, antes de casi colapsar entre sus brazos.


Brittany sacó sus dedos, pero no se movió, permaneció ahí apretada contra Santana, sintiendo el corazón de Santana golpeando contra su pecho, escuchando la respiración rápida mientras Santana trataba de recuperar el aliento.

Cerró los ojos.

Te amo.

Dos pequeñas palabras que no deben causar tanto dolor.

Pero que lo causaban.

Finalmente se movió, moviendo sus labios lentamente por el rostro de Santana, buscando sus carnosos labios, besándola suavemente. Cuando se alejó y miró los ojos de Santana, podía jurar que vio en ellos su amor reflejado en respuesta. Pero Santana bajó la mirada, besando su boca nuevamente, con tanta ternura que Brittany casi lloró.

—¿Ducha? ¿Luego cama?—Santana sonrió contra su boca—¿No era ese el orden?

—Empecé antes, San—dijo Brittany—Sin embargo, ahora voy a tomar esa ducha contigo.

Capitulo 37

Brittany sabía que era hora de levantarse, pero no lograba salir de los brazos de Santana.

Habían pasado dos semanas desde que había admitido que estaba enamorada de ella. Dos semanas desde la noche de su frenesí sexual.

Santana debía pensar que era insaciable y se había sentido de esa manera.

No podía dejar de tocarla.

No podía dejar de desearla.

Era la madrugada cuando finalmente cayeron exhaustas en un profundo sueño. Y así como cuando la regla de no besar fue rota, hubo un ligero cambio en su relación.

Era obvio para ella, si no para Santana.

Sus caricias eran más tiernas, si es que eso era posible. Sus besos parecían tener más significado. Las miradas entre ellas no tenían barreras, reflejando la pasión subyacente a punto de explotar bajo la superficie, reflejando el amor. O tal vez lo veía porque eso era lo que quería ver. Tal vez todo esto era simplemente su imaginación porque había aceptado el hecho de que estaba enamorada de Santana. Y también había aceptado el hecho de que Santana se iría.

Nada había cambiado en ese sentido.

Ellas no hablaban de eso.

Al igual que nunca hablaban de la posibilidad de que Santana se quedara. No era un tema que alguna de ellas abordara. Pero a mediados de Junio amenazando con convertirse en finales de Junio, los meses y semanas pasaron más y más rápido y Noviembre se acercaba, ya no era un mes que sólo acechaba en la distancia. Era un mes que se acercaba a ellas, un mes que haría pedazos su mundo. Cerró los ojos con fuerza, con el corazón adolorido.

Ella guardó todo…la preocupación, el miedo… poniendo un rostro feliz, fingiendo que este arreglo estaba bien, justo lo que esperaba.


La verdad era que sentía que iba a explotar si no lo sacaba. Pero no a Santana.

Nunca a Santana.

Movió sus labios, dejando que permanecieran sobre la piel de Santana, sonriendo mientras Santana temblaba. Finalmente se alejó en silencio para no despertar a Santana. Se vistió rápidamente, decidiendo ir a su propia casa y ducharse ahí.

No había puesto realmente un pie en su casa desde Mayo.

Y después de la ducha, se encontraría con Rachel y la llevaría a algún lugar donde pudieran tener un poco de privacidad...y hablar.