[Resuelto]FanFic BRITTANA “Sweet Home” (2da parte) - Sinopsis + Prólogo + Capítulos 37 & Epílogo + Capítulo Extra (07 de Septiembre 2015)

Hola……….buenos días a todas/os……….uhhh, las cosas empiezan a tomar un rumbo interesante en la historia (poco a poco entenderán porque….aunque el factor drama estará presente un poco más adelante) ………créanme cuando les digo que van a “odiar increíblemente” a los padres de Santana




Mantengo mi posición sobre el episodio final de la serie, este final fue bueno, pero no colmo del todo mi expectativas para el cierre de lo que fue y será una gran serie: GLEE……lo que lamento es que no se haya dado a conocer el futuro o líneas de dialogo a otros personajes importantes (creo yo) para saber de ellos, por ejemplo: Santana, Brittany, Quinn, Puck o Mike, etc. Demás está decir que por ahora supongo que o mientras creo que voy a distraerme con los fic’s (benditas adaptaciones o historias originales por hacer que me distraiga un poco de la realidad jejejeje)……..








*Para quienes no hayan leído las historias anteriores, estas son las direcciones:







http://www.gleeklatino.com/t20759p300-resueltofanfic-brittana-5ta-avenida-neoyorkina-2da-parte-primero-viene-el-amorluego-viene-el-matrimonio-epilogo
(5ta Avenida Neoyorkina)






http://www.gleeklatino.com/t21732p330-resueltofanfic-brittana-play-with-me-epilogo
(Play with Me)






http://www.gleeklatino.com/t22139p255-fanfic-brittana-safe-with-me-capitulo-bonus-track-halloween-con-el-clan-familiar-de-los-pierce-31-de-agosto
(Safe with Me)






http://www.gleeklatino.com/t22314p90-resueltofanfic-brittana-beautiful-stranger-cap-16-final-12-de-noviembre
(Beutiful stranger)







http://www.gleeklatino.com/t22405p135-fanfic-brittana-lick-sinopsiscapitulo-22-final-09-de-enero#536524
(Lick)




http://www.gleeklatino.com/t22471p135-resueltofanfic-brittana-breathe-with-me-epilogo-06-de-abril-2015#540911
(Breathe With Me)




http://www.gleeklatino.com/t22548-fanfic-brittana-the-mighty-storm-2da-parte-wethering-the-storm-sinopsis-epilogo-23-de-junio-2015
(“The Mighty Storm” / 2da Parte "Wethering the Storm)







*Próxima actualización: día JUEVES…….si pudiera actualizar antes se los haré saber (pero si no, tengan la seguridad que lo haré en el día señalado)






Sin más que decir por el momento……….no las aburro más, disfruten del capítulo






Me encantará recibir sus críticas, comentarios, sugerencias, etc.………….así que a escribir.







Y la canción del día es……….














https://www.youtube.com/watch?v=fmT9U4kgdZg





NOTA DE ACLARACIÓN PERMANENTE E IMPORTANTE.- El presente trabajo es una adaptación a mi pareja favorita de Glee (Brittana), aclaro que conserve el título de la historia porque me pareció lo más conveniente, además de que soy malísima para ponerle nombre a algo o las cosas jejejeje……..La historia original obviamente no me pertenece …………esta obra se titula “Sweet Home” y es de autoría de Tillie Cole (todos los derechos reservados para esta estupenda escritora, así como a todos los involucrados en la publicación de su trabajo) (así que a esta distinguida escritora mis más grandes felicitaciones y admiración por la forma y estilo literario que realiza); la traducción, corrección y diseño de dicha obra fue realizada por la fabulosa comunidad virtual SIMPLY BOOKS (gracias a todos quienes hacen posible que el resto de las personas podamos disfrutar de tantas maravillosas obras) (la obra original traducida la podrán encontrar en distintos blogs).








Aclaro que si bien en la obra, los lugares recurrentes que se mencionan son Inglaterra y EE.UU (Alabama, Tusscalosa fundamentalmente), tomando en cuenta las características y sitios donde se desarrolló GLEE desde su primera hasta la sexta temporada …….decidí que los lugares donde se desarrollará la historia sea Inglaterra y Lima-Ohio (Espero les parezcan estas alternativas). Sobre el resto de los personajes, considerando las características de algunos de la obra original y en correlación con los de Glee puse a quienes se ajustaban a estas personalidades, aunque en algunos casos me deje llevar por la emoción del momento y puse a quienes creí conveniente jejejeje.











Algo más……enfatizo nuevamente que esta historia se compone de dos libros, el primero consta de: sinopsis + prólogo + 27 capítulos + epílogo + capítulo extra (aunque el último capítulo corresponde a la rememoración de uno de los primeros capítulos desde el punto de vista de Santana, en el caso de esta adaptación) / (este primer libro es absolutamente desde el punto de vista de Brittany; el segundo libro se compone de: sinopsis + prólogo + 37 capítulos + epílogo + capítulo extra (este segundo libro es narrado desde la perspectiva de Santana rememorando varios capítulos descritos en el primer libro, a la par que se agregan otros más)………Espero disfruten de esta historia










Ahora……….solo queda esperar sus opiniones.






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Capítulo 11

Me desperté, estirando las manos por encima de mi cabeza, flexionando las torceduras de mi tensa espalda. Me extendí a mi lado por Santana. Nada. Se había ido. Por costumbre, quise hacer agarrar las gafas de mi mesita de noche, olvidando que ya hacía falta.

Me senté y fruncí el ceño ante la ausencia de Santana, nunca me dejó sin un adiós. Las sábanas estaban frías y desordenadas donde ella había dormido, pero apoyada en la almohada había una nota. La recogí y comencé a leer:

“Tenía entrenamiento esta mañana temprano.
No quería despertarte porque te veías tan hermosa.
Tuya por siempre….Santana”

Enterré mi cabeza en la almohada, sonriendo, cuando un golpe sonó en mi puerta. La abrí para Marley, quien tenía cruzados sus brazos, una expresión de "no te metas conmigo" en su cara, y una ceja levantada de manera impresionante.

Ella irrumpió más allá de mí y cerrando la puerta, y se sentó en el borde de mi cama sin hacer.

—Así que... ¿Quieres decirme por qué vi a Santana bajando de tu balcón esta mañana?—Su voz era engañosamente tranquila.

Caminé hacia ella, jugueteando con mis manos, y cuando llegué a la cama, me deje caer a su lado, mirando sin ver mis paredes blancas. —Pasó la noche conmigo.

—Supuse que sí. ¿Cuánto tiempo ha estado pasando esto?

—¿Qué? ¿Pasar la noche o vernos la una a la otra?

Ella sacudió la cabeza con sorpresa. —Bueno, las cosas definitivamente han progresado más de lo que yo había asumido. Supuse que algo estaba pasando por la forma en que está siempre mirándote y tú siempre estás sonrojándote en respuesta, y por supuesto, los besos. ¿Es en serio?

Asentí con la cabeza, mordiendo la uña de mi pulgar nerviosa.

—Así que ¿están oficialmente juntas?

—Sí.

Ella sonrió ampliamente, los ojos marrones brillantes, y dio un empujón a mi hombro. —¡Mi prima en una relación auténtica! Nunca pensé que vería el día, pero estoy tan contenta. —Marley tocó mi rodilla, luego inclinó la cabeza, mirándome—. ¿Dónde están tus lentes, cariño?

Metí mi cabello detrás de mí oreja. —Tengo lentes de contacto ahora. Su rostro se iluminó.

—¿Santana lo hizo? ¿Para qué Shelly no pueda humillarte otra vez?

—Sí.

—Bueno, en absoluto. ¡Santana mostrando afecto y compasión a una chica! —Ella se rió con incredulidad.

Bajé la cabeza, avergonzada. —Ha sido muy dulce para mí.

Con mis palabras, sus ojos se desorbitaron de sus órbitas. —¡Mi prima y la palabra dulce no pertenecen en la misma frase, pero de nuevo, ella ha sido totalmente diferente contigo desde el primer día. Me asustó al principio, pero ahora me encanta! Eres buena para Santana, chica.

Marley se puso de pie y se dirigió a la puerta, pero justo antes de irse, se volvió hacia mí dirigiendo una expresión seria.

—Britt, tienes que entender que Santana puede ser una chica bastante compleja. Ha tenido que aguantar mucho de sus padres en los últimos años y eso la ha golpeado muy duro. ¡Tienes que darle tiempo y perdonarla si se pone demasiado prepotente. Veo cómo es a tu alrededor, y te puedo decir que, para ella, tú eres diferente. Creo que si ambas siguen adelante con esta relación, eres exactamente la persona que podía romperla por completo si las cosas van mal. Sé paciente con ella, preocúpate por San, atesórala... Se lo merece.

Se fue sin decir otra palabra.




El día resultó ser caluroso, así que para el almuerzo, Rachel, Kitty, Marley, Quinn y yo decidimos sentarnos en el césped en los extensos terrenos del patio interior. Parecía que todo el mundo tuvo esa idea también, el lugar estaba repleto.

—Así que Quinn, háblame de ti —le pedí, mientras holgazaneábamos en un círculo improvisado en el césped recién cortado. Me encantaba el olor de la hierba cortada. Me recordaba las mañana de verano, cuando era pequeña y me despertaba para ver a mi padre sesgando nuestra pequeña parcela de jardín. Sonreí para mis adentros. Fue uno de los pocos recuerdos felices que he tenido desde mi juventud.

—Bueno, soy una tejana de Houston y juego tenis en el equipo universitario. Tengo veintiún años, y cuando me gradúe, con un grado en ciencias del medio ambiente, volveré de nuevo a Houston y trabajaré en el rancho de ganado de mi padre.

—¿No quieres jugar al tenis profesionalmente también?

—Me encantaría, pero los cazadores de talento deportivo no me van a reclutar y eso no me importa en lo mínimo. Voy a volver a casa, conseguirme algo de ganado, y espero que esta pequeña potranca esté alrededor también —dijo mientras se acurrucaba en Rachel, besándola en la mejilla.

Marley me tocó el brazo y cuando levanté la vista, Santana se estaba dirigiendo hacia nosotras vestido con un hermoso vestido. A su izquierda había un hombre alto, moreno, muy tatuado, vestido con ropa negra holgada con cadenas colgando de grandes aros de su cinturón adornado, guapo si no un poco escalofriante en su apariencia. A su derecha, el polo opuesto, un niño muy americano, con pelo castaño claro, ojos azules, piel bronceada, completamente formal. Escaneé alrededor y vi mientras las chicas y chicos abiertamente comprobaban a Santana mientras caminaba. Ciertamente, ella podría llamar la atención de todos.

—Hola, San, Noah, Ryder. ¿Qué hacen por aquí con nosotras? —Quinn preguntó mientras miraba a Santana, saludando a quienes se acercaban a ella.

Santana fijó sus ojos en mí y me sonrió. —Sólo viendo a mi chica.

Todo el mundo se congelo.

San dio un paso hacia mí y se sentó elegantemente, tirando de mí sobre su regazo, y moviéndose cerca por un beso, no sólo un piquito, un beso que dijo al mundo que yo era suya. Me poseyó con ese beso y me sometí de todo corazón.

Después de besarme absolutamente sin sentido. Santana se separó, dejando su pulgar para acariciar mi labio inferior.

—¿Cómo estás hoy, nena?

Luché para recuperar el aliento. —Estoy bien. Genial, en realidad.

—Bueno, supongo que eso responde a mi pregunta de si le gustas —dijo Rachel, sacándome de mi neblina inducida por Santana—. Ayer en la cafetería, pensé que algo no cuadraba. Todos sabemos que Santana no se relaciona, así que pensé que estaba siendo extrañamente agradable. Pero las lentes de contacto, Britt desapareciendo durante horas... ¡tiene sentido ahora totalmente!

Santana dio un beso en mi frente y respondió. —Esto es diferente. Estamos juntas, una pareja, ¿verdad, Brittany? —Esbozó una pequeña sonrisa hacia mí. Supuse que mantenernos bajo el radar ya no era una opción de acuerdo con mi novia, y ella parecía no arrepentirse de su "divulgación " improvisada de nuestra relación.

—Sí. Estamos juntas —anuncié en voz baja. Me moví en su regazo, sentándome a su lado, y San envolvió sus brazos alrededor de mi cintura.

Observé nuestro pequeño grupo de amigos que nos estaban mirando a los dos, inseguros de si estaban viendo cosas.

Santana señaló a sus amigos uno por uno. —A todos, estos son Noah y Ryder.

—Noah Puckerman y Ryder Lyn, compañeros y amigos de los equipos deportivos de la universidad, no hay necesidad de presentarse. La reputación de los deportistas universitarios habla por sí misma. —Rachel sonrió, un poco emocionada por las nuevas incorporaciones a nuestro grupo.

Kitty, que había estado mirando boquiabierta a Noah, levantó su mano diminuta firmemente en el aire. —Ehh... No es que no esté feliz, pero ¿cuándo diablos pasó esto y por qué no han dicho ni una maldita palabra al respecto? —Ella me miró enojada.

Hice una mueca al ver su expresión cabreada. —Durante el último par de semanas. Sólo quería mantenerlo en silencio por un tiempo.

—¡No puedo creer que estén juntas! No es que haya algo malo en ello, pero no lo puedo creer. Brittany, la tímida súper-cerebro, con la más sexy y contundente jugadora de tenis de la universidad, ¡cosas más extrañas han sucedido, supongo!

—Bueno, créanlo. Ella es toda mía, incluyendo su súper-cerebro —declaró Santana con orgullo, arqueando alegre sus cejas y un dando golpecitos a mi cabeza, haciendo que sus compañeros de equipo sacudieran la cabeza en estado de shock por su extraño comportamiento.

—¡Demonios sí! ¡Creo que es malditamente increíble, cariño! —gritó Rachel.

—Gracias, Rachel.

Nuestro pequeño círculo feliz conversó durante la mayor parte de una hora, nuestros amigos acostumbrándose a Santana y a mí como una pareja auténtica.

Santana y yo tratamos de bloquear las miradas y burlas del resto de los estudiantes mientras nos sentamos envueltos en brazos la una de la otra, Las miradas amenazantes de San y su reputación mantuvieron la mayor parte de los comentarios sarcásticos claramente fuera del alcance de nuestro oído.

Habíamos ignorado con éxito los murmullos incesantes de los transeúntes, por lo menos estábamos teniendo éxito, hasta que una integrante del equipo de baloncesto pasó con sus amigos, riéndose de nosotras juntas. Santana se tensó de inmediato, preparándose para la confrontación.

La alta y desgarbada jugadora de baloncesto, de cabello marrón se detuvo ante nosotras, un puño cerrado en su boca, deteniendo su risa.

—¡Vaya, Snix, si no lo veo no lo creo!¿Renunciaste a todos los coños del campus por eso? Dime, ¿ella, al menos, te satisface?

Antes incluso que tuviera la oportunidad de sentirme ofendida por sus calumnias, Santana se levantó y derrumbó a la tipa al suelo, nuestros amigos frenéticamente corrieron en su dirección. Los estudiantes se apresuraron a donde estaban rodando en el suelo, creando un amplio círculo alrededor de Santana y la jugadora de baloncesto para ver la algarabía de cerca.

Quinn, al verme levantarme, aferró a mi brazo mientras trataba de correr hacia Santana. —Déjalas hacerlo, cariño. Déjala hacerlo a su manera.

Sacudí de nuevo mi brazo. —¡No! No quiero que pelee. Párenla. —Me volví hacia Noah y Ryder—. ¡Detenerla!

—¿Quieres estar con San, querida, entonces, acostúmbrate a esto. —Quinn hizo un gesto hacia las dos forcejeando—. Sucede todo el tiempo.

Me quedé mirando a Quinn y Ryder asombrada. Noah había unido a la creciente multitud. —Ella es tu amiga. ¡DETENLA antes que se haga daño!

Ryder puso su mano en mi hombro. —Snix no será la que saldrá herida, Brittany. No es como si ella no hubiera peleado antes. Y no te ofendas, pero NO voy a acercarme a Tana cuando está así. Me gusta mi cabeza firmemente sobre mis hombros, ¡gracias!

—¡Puf! ¡Muy bien! ¡Lo haré yo misma! —Me abrí paso entre el círculo e irrumpí a través de la parte delantera. Santana se sentaba a horcajadas sobre la jugadora de baloncesto, claramente sin tocar, con el cuello de la camiseta de la tipa en la mano, aplastándola contra el suelo.

—No te atrevas nunca hablar de Britt así de nuevo. ¿Me entiendes, imbécil?

La chica debajo de ella sonrió, goteando sangre de su labio y un moretón floreciente formándose en su mejilla. Estaba disfrutando de incitar a Santana.

—La friki esa, no es nada bueno para ver, pero claramente tiene lo suyo si ha domado a la gran Santana López. ¿Lo hace? ¿Folla como una puta con experiencia?

Santana gruñó amenazadoramente en voz baja cuando se volvió una sombra brillante de color rojo, su loca ira tomando el control, y echó hacia atrás el puño. El amigo del jugador de baloncesto intentó saltar para detener a Santana, pero Noah se lanzó hacia adelante, luchando en defensa, envolviendo sus brazos en un blocaje seguro detrás de su espalda. Por lo menos uno de sus amigos estaba tratando de ayudarla.

Cuando el puño de Santana hizo una pausa, suspendido en el aire, agarré su muñeca y la cabeza se volvió bruscamente hacia mí, con los ojos oscuros salvaje. La multitud retrocedió con cautela.

—Santana, no —le supliqué. Trató de alejarme.

—Por Dios, retrocede, Britt.

—¡Brittany! ¿Qué demonios? —Rachel estaba detrás de mí, tratando de tirar de mí hacia fuera del peligro, Kitty y Marley se acercaron, con expresiones suplicantes.

Me encontré con la mirada de Santana de nuevo, estrechando la mano de Rachel de mi brazo.

—Santana, para. Ahora. ¡Eres mejor que esto!

—Sí, Santana, para. Escucha a tu chica.

Me quejé de la estupidez de la chica en el suelo, quien obviamente deseaba morir. Apretando los dientes, Santana se inclinó a su oído, silbando.

—Tienes suerte de que no haga un agujero en tu maldito cráneo, ¡pero no voy a hacerlo delante de mi chica!

Santana se levantó bruscamente y me envolvió en sus brazos, su corazón latía como un tambor en el pecho. Me aferré a ella con una mano, la otra frotando la tensión de su espalda.

Sentí a San darse la vuelta y gritar por encima de mi hombro—: Vete a la mierda, Micaela, ¡y sal de mí vista antes de que cambie de opinión y acabe con esto!

Los amigos de Micaela la levantaron del suelo, arrastrándola lejos, el círculo de espectadores se rompió con caras de decepción, ahora el show había llegado a un anti- clímax.

San besó la parte superior de mi cabeza, suspirando. —Debería haberla golpeado bien después de lo que dijo.

Me eché hacia atrás, agarrando sus palpitantes brazos. —No, no deberías hacerlo. ¿Qué sentido hubiera tenido? Las dos sabíamos que estar en una relación "oficial" iba a causar alguna habladuría.

—Sí, pero ella se lo merecía desde hace mucho tiempo, nena. La maldita se merece una buena paliza.

—¿Por qué estaba tan hostil contigo en primer lugar?

Santana se quedó quieta e incliné su barbilla para mirarla a los ojos aprensivos. Su expresión preocupada me hizo fruncir el ceño.

—¿Qué?

—Yo...

—¿Qué? —le presioné cuando Santana me miró con una expresión ansiosa, obviamente debatiendo si debería ser honesta o no—. Sólo escúpelo, San.

—Me acosté con su chica hace unos meses.

Mi estómago se encogió y me aparté de su abrazo.

—Ahora que estás enojada conmigo. ¡Voy a patear totalmente su trasero ahora mismo!—Se volvió para correr detrás de Micaela que se retiraba.

Mantuve un férreo control de su mano. —Déjala.

Ella me miró con recelo. —Estás enojada, ¿verdad?

Puse mis manos en mis caderas. —Bueno, no estoy haciendo volteretas exactamente al oír que te follaste a su novia, ¿verdad?

Santana inclinó la cabeza en señal de advertencia en mi tono. —Voy a dejar esto ir ya que estás claramente molesta, y supongo que con razón. —Su mal humor me hizo sonreír y sacudí la cabeza con exasperación. Solía encontrar su actitud intimidante, ahora he encontrado su malhumor obstinado, divertido... y realmente bastante lindo.

—¿Oíste lo que dijo de ti? —continuó San, ignorando mi diversión.

—Sí, pero no me importa, nunca me ha importado lo que otros pensaran de mí.

Dejó caer la cabeza, intentando en serio calmarse los nervios.

—Ven, siéntate conmigo un rato más —dije, tirando de su mano.

Santana se pasó la mano por la cara. —Britt. Permíteme poner en su lugar a esa cretina de una vez por todas. Eso les enviará un mensaje a todos los demás para que nos dejen en paz. Hay muchos más idiotas que he cabreado y que disfrutarán molestarnos por estar juntas.

Negué con la cabeza de manera cortante, mostrándole que no me importaba.

Con una mueca de sus labios, ella enganchó su brazo alrededor de mi cuello, dejando caer un beso en la cabeza. —¡Rayos, Britt, voy a obtener una nueva reputación: Santana López, nuevo miembro de Dominadas!

Nuestros amigos habían regresado a su anterior lugar en el césped, pero San y yo nos sentamos debajo de un árbol a unos metros a su izquierda, al refugio lejos de la atención del resto de los estudiantes. Charlamos acerca de cosas frívolas y, finalmente, Santana enfrió su temperamento, sosteniéndome firmemente en sus brazos.

Nos pusimos de pie para ir a clase de filosofía cuando una sombra se proyectó sobre nuestro lugar relajado debajo de los árboles, como una tormenta que arruina un día brillante y soleado. La mismísima reina de las putas, Shelly, se había detenido para ofrecer sus saludos, elevándose por encima de todas nosotras con la cara llena de furia.

—¿Qué demonios es esto?

Santana gimió y me acercó más a su abrazo protector. —Ahh, vete a la mierda, Shel. ¡Ya he tenido suficiente de lidiar con imbéciles por un día!

—¿Estás en serio con ella? —Me miró como si se hubiera tragado algo desagradable.

—Sí, en serio estoy con ella. —Y ella bajó la cabeza y tomó mis labios en un beso abrasador para probar su punto. Envolví mi mano alrededor de su cuello para fomentarlo aún más.

—Sabes que no se quedará contigo, ¿verdad, cariño? —escupió, haciendo que Santana y yo nos separásemos.

—¿Y por qué?

—Porque mamá y papá López no aceptarán una puta caza fortunas para su niña, y realmente pueden ser persuasivos. Ellos me quieren a mí y me van a conseguir, se puede contar con eso. —Ella sonrió como si tuviera Santana envuelta alrededor de su dedo meñique.

—Divertido, una puta caza fortunas, eso es exactamente lo que dijo mi Santana sobre ti — le contesté.

—¡No eres nada! Una pieza pura de…

—Cierra la boca, y lárgate antes de que haga algo de lo que me arrepienta —advirtió Santana con un tono sin sentido.

Ella se rió condescendientemente. —Voy a darles un mes y luego ya veremos lo que tus padres hacen. Estarás de vuelta en mis brazos en cualquier momento. ¡A tu mamá le va a dar un infarto!

—Nunca te tocaría de nuevo y no estaría contigo aunque fueras la última persona en la Tierra. Eres una perra vengativa y amargada. En cuanto a mis padres, estoy aprendiendo rápidamente que no me importa lo que digan. Quiero a Britt y ella me quiere. Fin de la discusión. Nada que tú o mis padres digan hará una maldita diferencia para cambiar eso. Ahora déjanos en paz, estúpida. —Giró su cuerpo y se dirigió al resto de la pandilla—. Eso se aplica a todos. ¡Déjennos malditamente en paz o lidiarán conmigo! ¡La siguiente persona que interfiera o incluso respire mal en nuestra dirección, no voy a ser tan malditamente indulgente con ellos!

Suspiré y cerré los ojos. Aborrecía la violencia.

Shelly se alisó el cabello y, al ver cientos de ojos mirando con nerviosismo a nuestra escena, se alejó. Vi como sacó su iPhone rosa —no necesitaba ser un genio para adivinar a quién estaba llamando.

Santana inclinó la cabeza a mi oído.

—No le hagas caso, ¿de acuerdo? Lo que dijo, son sólo palabras; no lo confundas con la verdad.

Me mudé para sentarme en el otro lado del árbol, cayendo abatida al suelo. No podía mover mi malestar por lo que Shelly había dicho y odiado, sólo unas horas después de anunciar que estuvimos juntas, la cantidad de problemas que habíamos tenido en nuestro camino. No podía dejar de preguntarme si los padres de Santana pensarán que estaba con ella por su dinero. ¿Si tratarían de hacer que San me dejara por Shelly?

Santana en silencio se agachó delante de mí y presionó su frente contra la mía, con sus manos yaciendo ligeramente sobre mis hombros. —Te has quedado muy callada conmigo, Brittany. No me gusta.

Forcé una sonrisa. —Estoy bien, cariño. No te preocupes.

Mis amigos se dirigieron a nosotras, mirándonos con ansiedad a las dos, comprobando claramente que estábamos bien. Sonreí en garantía de que todo estaba bien.

Santana me miró con escepticismo por última vez antes de anunciar—: Voy a llevarte a una cita el sábado después del partido. A una cita real. No más estar a escondidas. Ya es hora que muestre a todos que eres mía.

Nuestros amigos sonrieron de alegría ante su evidente afecto hacia mí, pero negué con la cabeza.

—¿Qué? —dijo Santana mientras tensaba sus hombros. Pensó que la estaba rechazando.

Puse mi mano en su brazo y apreté suavemente. —Ya he accedido a ir a bailar con esta banda, cielo. —Hice un gesto al grupo.

Observé que sus hombros se relajaron. —Entonces te llevaré a bailar con tus amigos. Iremos todos —afirmó, poniendo fin a la conversación una vez por todas.

—Está bien, será divertido —le dije un poco más tranquila, pero rápidamente perdí mi sonrisa—. Oh, solo tengo veinte años, sin embargo. Ellos no me dejaran entrar, ¿verdad?

Quinn se quitó el sombrero. —Sácate una foto esta noche y te conseguiré una identificación falsa, ¿de acuerdo, frijol de azúcar? Sé de algunas personas por estos lares.

—Está bien, seguro.

Santana tomó mi mano, tirando de mí para levantarme, y entrelazó sus dedos con los míos.

—Todo va a estar bien. Por cierto, ¿sabes cómo bailar un paso doble?

—Eh... no. —Le contesté, sin saber siquiera qué diablos era el paso doble.


La risa estalló a mí alrededor, y Rachel cantó—: ¡Este sábado va a ser muy malditamente divertido!

Capítulo 12

— ¿Qué hay de este?

—Tiene borlas en los pezones, por el amor de Dios.

Rachel se encogió de hombros, poniendo el ridículo encaje negro todo en uno en el estante y se movió a la siguiente línea de lencería.

—¿Qué hay de este, entonces?

Miré a mi buena amiga tejana y quedé boquiabierta, Marley y Kitty rompieron en un ataque de risas detrás de mí.

—¿Bragas sin entrepierna? ¡Por Dios, Rachel! ¡Quiero lucir linda, no como una prostituta!

Dejó de un golpe las bragas de vuelta en el estante, murmurando en voz baja. —Tuve estas en rosa ardiente y verde neón, y ¡no soy una maldita prostituta! Quinn las adora, fácil acceso, ¡en cualquier lugar, en cualquier momento! ¡Son prácticas!

Me dejé caer en el asiento de terciopelo rojo en la tienda de lencería lujosamente decorada y puse mi cabeza entre mis manos. Kitty se sentó a mi lado y me chocó con su hombro. —¿Lo estás haciendo bien, Britt?

Deslizando mis manos por mi cara, me di vuelta para mirarla. —¿Qué está mal con mi ropa interior normal? Estoy segura de que cuando finalmente tenga una noche de pasión con Santana, no le importará exactamente lo que estaba usando antes.

—Probablemente. Pero disfruta de todos modos, chica. Solo consigue algo con lo que te sientas cómoda. Quizás un camisón o algo para después. —Sonrió, con sus ojos brillando—. Te quieres sentir sexy, ¿no?

Suspiré. —Si, por supuesto.

—¿Qué hay de este, cariño? —Marley sostuvo una bata de seda negra de media longitud para que la viera—. Tiene un camisón a juego. Es sexy sin ser… bueno… —Señaló a Rachel, que estaba presionando un corsé sin sujetador contra su pecho, asintiendo con aprobación—. Bueno, francamente… ¡pornográfico!

Me levanté y Marley me dio la prenda para que la examinara. Era hermoso —suave, y delicado— y si iba a vestirme un poco más sexy, esto funcionaria bien.

Asentí y sonreí. —Me gusta. Me lo quedo.

—Estos también —dijo Kitty mientras me daba tres conjuntos de ropa interior negra que combinaban, uno de encaje, uno de seda y otro de satén. Tomé las cosas y me dirigí a la caja.

Rachel caminó a mi lado, saltando en mi lugar, ondeando unas esposas mullidas de color rosa, una larga botella de lubricante, y una lata de pintura de chocolate comestible en aerosol.

—Me voy a quedar con estos. A diferencia de Sandra “Brittany” Dee aquí, me gusta mis sesiones de sexo salvaje e indomable.

Diez minutos después, todas estábamos agobiadas por nuestras compras, riéndonos y pasando un gran momento paseando por la calle, cuando Rachel se detuvo en medio de la vereda, causando que me golpeara justo contra su espalda.

Se giró hacia mí de repente, con cara de pánico. —Oye, yo-yo necesito regresar. Yo- yo olvidé algo.

—¿Qué, chica? ¿Qué te olvidaste? —gimió Kitty. Planeábamos ir por comida.

Los ojos de Rachel se agrandaron con alarma. —Necesito…necesito. —Chasqueó los dedos, triunfal—. Lencería comestible. Necesito volver a la tienda para comprarla con urgencia. Necesitaría que vayan a juego con esto. —Levantó sus esposas y pintura, luego se limpió la frente—. Quinn y yo lo hablamos anoche. ¡Fue un caliente buen momento!

Miré de Kitty a Marley, quienes también estaban sorprendidas frente a la confusión de Rachel. Mientras me giraba de vuelta hacia Rachel, ella estaba sacudiendo su cabeza repetidamente, mirando a Marley, urgiéndola a que viera algo sobre su hombro. Me giré de nuevo hacia Marley, que estaba congelada en el lugar, masticando su labio.

Rachel agarró mi brazo, una enorme sonrisa falsa en su cara. —Vamos. Todas saben cuánto me gustan mis revolcones diarios. ¡Apóyenme, amigas!

Saqué mi mano y tiré todas mis bolsas de compras al suelo. —¿Qué demonios te pasa?

Marley y Rachel trataron de actuar confundidas por mi pregunta. Kitty estaba mirando boquiabierta sobre mi hombro con una expresión consternada, Marley le dio un codazo y Kitty me enfrentó, plasmando una enorme sonrisa en su rostro.

Algo no estaba encajando.

Fui a girarme cuando Rachel sujetó mi mano alrededor de mi brazo. —¡Brittany!

—¡¿QUE?! —grité frustrada.

La cara agobiada de Rachel se suavizó con mi arrebato. —Vayamos a casa. Por favor, vámonos.

Los nervios se alborotaron alrededor de mi estómago. Mis amigas estaban escondiéndome algo, algo que necesitaba ver. Lentamente me di la vuelta, mi corazón se hizo añicos cuando vi lo que las tenía tan nerviosas.

Santana estaba sentada en un restaurante de lujo en la lujosa terraza con Shelly y otras dos mujeres. Todo el aire desapareció de mis pulmones en un rápido silbido.

La mano de Marley se envolvió alrededor de mi hombro, apretándome en apoyo. — Brittany, la mujer de pelo negro es la madre de Santana y la pelirroja la de Shelly, la Señora Blair. Las dos son realmente un par de cuervos mal hablados.

Asentí lentamente, mirando la escena. Shelly sentada al lado de Santana, justo al lado de ella, su brazo presionado contra el de San y su mano yacía en su rodilla. Las dos mujeres mayores sonreían con deleite a las dos mientras sorbían su vino, mientras yo luchaba contra la reacción de las náuseas.

—Ella ha estado mintiéndome —dije mientras la devastación tomó el control total de mis sentidos.

—Solo vámonos. Habla con Santana después —urgió Rachel una vez mas

—¡No! Quiero mirar. Quiero asegurarme de tener toda esta situación correcta.

—¿Por qué, Brittany? No te hagas esto —Kitty se detuvo frente a mí. Tratando de bloquear mi línea de visión. La moví gentilmente a un lado.

—Porque quiero recordar cómo se siente, solo en caso de que estúpidamente decida dejar entrar a alguien más otra vez.

Marley entrecerró los ojos. —¡No creo que esto sea lo que parece! Mi prima no te engañaría, Britt. Especialmente con ella. ¡Tú eres todo lo que San quiere!

—Obviamente no.

Todas nos congelamos en el lugar, mirando la historia avanzar como si se tratara del último lanzamiento de gran éxito. Shelly se inclina y besa la mejilla de Santana en respuesta a algo que ella acababa de decir. Aparentemente, era muy divertido si sus travesuras eran una indicación.

Rachel cruzó sus grandes brazos sobre su pecho.

—Shelly está toda encima de Santana, pero ella no le está prestando ni un poco de atención. De hecho, luce miserable. ¿Quizás Marley tiene razón?

Lucia incómoda, molesta incluso, pero en ese momento, todo lo que vi era una bruma roja que bordeaba mi visión y una diana de neón justo en el medio de la cabeza de Shelly.

Me giré para irme mientras las lágrimas escocían mis ojos. —Me voy a casa. No puedo ver esto.

Dos cosas pasaron a la vez. Rachel y Kitty estaban delante de mí, bloqueando mi camino como guardaespaldas, y Marley empezó a correr cruzando la calle dirigiéndose directamente al restaurante.

—¿Qué está haciendo? —exclamé con un tono agudo, con mi corazón latiendo en doble de rápido mientras ella se acercaba.

La señora López notó a Marley primero mientras esta se detenía en la acera al otro lado de su mesa, con los brazos cruzados y su pie rebotando. La señora López lucia totalmente disgustada y también se cruzó de brazos en un descarado despido de su sobrina.

No pude escuchar lo que estaban diciendo, pero la vuelta de la atención de todos hacia mi posición me alertó del hecho de que Marley había revelado mi presencia. Las expresiones fueron variadas. La señora López entrecerró los ojos con una mirada dura mientras se concentraba en mí. La señora Blaire simplemente lucia perpleja. Shelly se abalanzó sobre el brazo de Santana con una sonrisa satisfecha en sus labios escarlata y Santana palideció, tirando agresivamente del brazo de Shelly y saltando de su silla.

Nuestras miradas se encontraron. Al parecer no podía alejarme, y Santana comenzó a acribillar a preguntas a Marley. Su cara se contorsiono y su cabeza cayó entre sus manos. Lucia rota, pero no iba a acercarme a ella. Podría irse al infierno con todo lo que me importaba ahora mismo.

—Rachel, voy a parar un taxi.

Rachel y Kitty suspiraron y Rachel pateó la pared de ladrillo más cercana, raspando sus botas negras antes de poner sus manos en mis hombros. —Está bien, cariño. Haz lo que tengas que hacer. Te veremos en casa. Mejor esperamos por Marley, y ¿supongo que quieres estar sola?

Asentí, recogiendo mis bolsas de compras, para ir a detener un taxi.

—¡Brittany! —La voz tensa de Santana clavó mis botas vaqueras en el lugar. Miré sutilmente hacia atrás y Santana, vestido con ropa casual, me miró aterrada desde su posición en el restaurante, con su cuerpo presionado contra las vallas blancas.

La señora López se rió amenazadoramente, inclinándose para susurrar en el oído de Santana.

Ella palideció y dejó caer los hombros derrotada. Presencié, de primera mano, el poder que su madre ejercía sobre su hija, justo como el ataque de su padre hacia unas semanas atrás —ellos estaban controlando al títere de Santana con sus manipulaciones.

Santana tensó su mandíbula y la señora López movió sus dedos en un gesto maleducado en mi dirección detrás de la espalda de ella.

A ella solo le faltaba la carcajada obligatoria.

Marley levantó sus manos frustrada y tomé eso como una señal para irme y buscar un taxi.

Corrí por la calle, sostenido la mano hacia un taxi que se acercaba, y le agradecí a
Dios que empezara a detenerse.

—¡Santana, no te atrevas! —gritó con voz autoritaria la señora López, y escuché el sonido del chirrido de unas ruedas y bocinas a todo volumen detrás de mí. Antes de que el taxi se detuviera, abrí la puerta trasera y entré.

El alarmado conductor frunció el ceño hacia mí en el espejo. —¿A dónde?

—A la Universidad estatal.

Hizo una señal para alejarse. Me incliné hacia atrás en el asiento, cerrando mis ojos, cuando de repente unos puños golpearon la ventana.

—Brittany, cariño, escucha… —Santana estaba en la puerta, corriendo alrededor de taxi, tirando frenéticamente de puerta bloqueada del taxi y golpeando el techo. Giré mi cabeza apartándola de su cara preocupada, apretando mis ojos cerrados.

—Nena, puedo explicarlo. Por favor, Britt, ¡para!

Crucé los brazos alrededor de mi estómago, temblando de ira.

El conductor se giró hacia mí muy confundido. —¿Necesitas que pare?

Suspiré mientras Santana desaparecía de la vista y apreté más fuerte el cinturón.

—No, necesito que me lleve a casa. Necesito que me lleve lejos de ese chica… tan rápido como pueda.






Mientras entraba a mi habitación, mi ropa nueva se desparramó por el suelo, como resultado de tirar las bolsas con furia, y me dejé caer en mi cama.

Así que esto es lo que se siente al tener el corazón roto. Así es como se siente… sentir. Había pasado tanto tiempo desde que experimenté mis emociones que no podía recordar realmente.

Mi teléfono sonó otra vez. Había estado sonando sin parar. Sabía que era Santana. Ella probablemente estaba corriendo hacia aquí para explicar. Explicar cómo mintió sobre ir al gimnasio esta tarde y en cambio llevó a su arreglada prometida a almorzar mientras ella manoseaba alegremente su pecho para el deleite de su dictatorial madre y su secuaz a la derecha. Yo no podía entender como San podía dejarla hacer eso. Después de todo lo que dijo de Shelly

Me quedé mirando mis cortinas de gasa blanca ondeando con la brisa y me senté de golpe. Santana trataría de trepar por mi balcón.

Me deslicé de mi cama y bloqueé mis puertas. Siempre las dejaba abiertas para ella, pero no esta noche. Simplemente podía largarse. Regresé a mi cama y cerré los ojos.

Veinte minutos después, escuché el susurro del enrejado. Diez segundos después de eso, unas fuertes pisadas en las baldosas, y cinco segundos después, las puertas del balcón vibraron, negando la entrada de Santana.

—¡Britt! Abre la estúpida puerta. ¡Sé que estás ahí!

Cubrí mi cabeza con la almohada mientras continuaba el asalto a las puertas de madera de dos metros, hasta que de repente, se detuvo.

Me senté lentamente, arrastrándome hasta el fondo de mi cama para mirar por debajo de las puertas, ningún movimiento…nada.

Volví de vuelta a la almohada y enterré de nuevo mi cabeza.

—¿¿Qué demonios?? No puedes entrar ahí simplemente… ¡espera!

—¡MUEVETE!

—¡Brittany! ¡Brittany! Cuidado…

La puerta de la habitación se abrió de golpe con un ruidoso “crack” cuando Santana entró. Cait, mi hermana de la fraternidad, corrió detrás, jadeando, con su pelo castaño claro balanceándose sobre su cara.

—Traté de detenerla, pero ella no se iba. ¿Quieres que llame a seguridad?

Miré a Santana, tenía una expresión feroz en sus rasgos.

—Ni siquiera. Lo. Pienses —amenazó, enfatizando cada palabra. Me giré hacia Cait y negué.

Cait se acercó, mirando de cerca de Santana. —¿Estás segura?

Suspiré. —Sí. Gracias Cait.

Curvó sus labios con disgusto hacia Santana; ella no era fan de de ningún equipo deportivo de la universidad.

—Grita si me necesitas. —Y cerró la puerta. Santana bloqueó la puerta, atrapándome adentro.

—Solo vete, Santana. No tengo nada que decirte.

Se acercó a la cama y puso sus manos en el colchón a mi lado. —¡Bueno yo sí tengo algo que decirte!

—¿Qué? Que me has estado mintiendo y engañando todo este tiempo cuando decías que estabas entrenando en el gimnasio, ¿lo que en realidad querías decir es que estabas viendo a tu querida mami y a esa puta?

Se sentó de golpe, con los puños apretados. —¡Eso no es lo que pasó, en absoluto!

—Da igual. No me importa. Vete. —Me acosté de vuelta, mirando sin ver la pared blanca.

Sus manos agarraron mis antebrazos y Santana me empujó contra su pecho.

—Mi mama me pidió que nos encontráramos hoy. Algún lugar de caridad para los niños en los que esta le pidieron una camiseta universitaria firmada para una subasta .Fui a dejársela y cuando llegué allí, Shelly y la señora Blair estaban esperando con ella en el restaurante.

Tragué mientras me liberaba, arrodillándome en el colchón y ella se dejó caer de rodillas, agarrando apretadamente mis muslos con sus manos.

—Ellas me bombardearon. Shelly les contó sobre ti y empezaron a hablar sobre cuán irresponsable era y toda esa estupidez. Mi madre se inclinó hacia mí y me dijo que si no rompía contigo, ella se aseguraría de hacerlo. No podía dejar que eso te pasara.

Me miró brevemente antes de enfocarse en el suelo.

—Mis padres… ellos… mira, cariño. Me tratan realmente mal, no me lo merezco, pero lo hacen, ¡y soy su hija! No podía dejar que ella te molestara de la misma forma, así que invente una mentira sobre ti, diciendo que eras solo un pasatiempo, una amiga. Shelly es tan tonta que ni siquiera se dio cuenta de que estaba mintiendo. Me quedé a almorzar para apaciguar a mi madre. De ninguna forma dejaría que algo te pasara. Tendrían que pasar a través de mi primero.

¿Su madre había planeado esta basura? ¿Planeó tenderle una emboscada para persuadirla de que termináramos? Un montón de preguntas casi se derraman de mis labios: ¿Por qué la tratan tan mal? ¿Qué le habían hecho a lo largo de los años? Pero me quedé en silencio. Estaba vibrando con ira y no tenía corazón para presionarla más.

—¿Por qué mentiste y dijiste que irías al gimnasio? ¿Por qué no ser honesta conmigo?

Habló a través de sus dientes apretados. —Fui honesta, lo juro. Ella me llamó cuando terminé. El plan solo era dejar la camiseta e irme.

—Pero Shelly estaba tocándote. ¡Te besó y la dejaste hacerlo! ¿Cómo pudiste hacer eso?

Santana tiró su cabeza hacia atrás y lamentó. —¡Porque no quería que mis padres vinieran por ti! Tuve que seguirles la corriente… para protegerte. ¡Tú no entiendes como son! Son poderosos, Britt. Por aquí son tan poderosos.

Acercándose, Santana gentilmente tomó mi cara en sus manos. —Dios, cariño. Nunca haría nada para perderte. Créeme cuando digo que me senté ahí y soporté su maldita charla para protegerte. Que se fastidie Shelly, ¡no puedo soportarla! —Se puso de pie y se paseó delante de mí, la sinceridad goteaba de cada acción—. No importa ahora por supuesto.

Fruncí el ceño. —¿Por qué?

Se detuvo y exhalo una risa sin humor.

—Porque le dije a mamá que tirara su matrimonio arreglado de porquería Blair/López cuando corrí detrás de ti.

Un destello de esperanza revoloteó en mi pecho. —¿Lo hiciste?

Ella caminó más cerca, subiéndose a la cama, forzándome sobre mi espalda. —Mm- hmm. Le dije que no me casaría con Shelly porque estaba contigo. Que terminara con sus planes porque estaba contigo. Además, corrí por la calle detrás de tu taxi, gritando golpeando la carrocería. Estoy segura de que captó mi punto.

Extendí la mano, agarré su pelo y la llevé hacia mis labios, solo rompiendo el contacto para decir—: Tienes que decirme si pasas por estas cosas con tus padres. Dímelo y así no podré dudar de ti. Es difícil para mí confiar, pero estoy aprendiendo a confiar en ti. Por favor… confía en mí.

Santana rozó su rostro a lo largo de mi garganta, inhalando mí colonia.

—Cielo… estas a salvo conmigo, y te habría contado todo lo que había pasado cuando llegara a casa. No esperaba verte. Dios, casi me destruye cuando vi tu reacción al otro lado de la calle… y luego huiste, después de prometer que nunca huirías de mí.

Sus caderas se inclinaron hacia mí y pude sentir cuan necesitada estaba de afecto y contacto. Tuve que morder mi lengua para evitar que saliera un fuerte gemido.

—Confío en ti. So-solo se veía mal. Ella besándote. No… no me gustó eso. Necesitaba alejarme.

Santana continuó moviéndose contra mí, mis ojos moviéndose de placer. —Nunca te engañaría, Britt. Eres importante para mí por eso. Te dije que nunca te engañaría, no me gusta que duden de mí.

Una nerviosa excitación surgió en mí con su habitual tono brusco. —Está bien.

Apreté las sabanas en mis puños mientras ella presionaba y aceleraba sus anteriores movimientos y caricias, y sentí ese delicioso sentimiento construyéndose en la base de mi espalda.

Miré a los ojos de Santana y brillaron.

—Santana —murmuré mientras se movía y empezaba a ponerse a los pies de mi cama—. ¿Qué…

—Shh…

Las manos de Santana se desviaron a mis muslos desnudos y debajo de mi vestido. Mi respiración quedó atrapada en mi garganta cuando dos dedos agarraron el borde de mis bragas y lentamente tiraron de ellas hacia abajo.

Mi cabeza presionó la almohada mientras Santana tiraba mi ropa interior al suelo y se acomodaba para levantar mi vestido hasta mis caderas. Me aseguré de que mi tatuaje estuviera bien cubierto.

—Voy a probarte, cariño. Vas a venirte en mi boca.

—¡Ah…Dios! —susurré, solo para levantar de repente mi espalda del colchón cuando la boca de Santana se pegó a mí.

—Solo te quiero a ti, Britt. ¿Me entiendes? —dijo mientras su lengua aumentaba la velocidad.

—¡Sí! ¡Te entiendo! —grité, incapaz de concentrarme, mi boca laxa.

—Por Dios, eres tan hermosa.

No se detuvo hasta que exploté, jadeando febrilmente mientras sostenía con fuerza su pelo oscuro, solo empujándola lejos cuando sus acciones se volvieron demasiado para soportarlas.




Santana se puso de rodillas, enderezando mi vestido, bebiéndome, me acomodó sobre mi espalda, y gateó hacia mí, envolviéndome apretadamente en sus brazos. Sabía que estaba más tranquila después de haber recuperado un poco de control, reflejado sobre su cara sonrojada.

Una vez que recuperé mi respiración, me giré y recorrí su mejilla con la parte de atrás de mi mano. —Dios Santana. Me tienes tan confundida. Nunca sé si estoy yendo o viniendo contigo.

—Siempre viniendo espero —dijo socarronamente, frunciendo los labios. Le doy un puñetazo juguetón en sus costillas y veo su sonrisa desvanecerse lentamente—. No estoy segura de si entiendes el significado de lo que hice hoy yendo detrás de ti, dejando a mi mama como lo hice. —No lo hacía, pero comprendí que por su comportamiento agitado era algo grande.

Santana agarró los lados de mi vestido, el dolor era evidente en sus grandes ojos. Alisé el pelo de su cara. —¿Qué sucede, cariño?

Tragó y miró a través de las puertas de mi balcón, antes de fijar su atención devuelta en mí, con un susurro desgarrador. —Nunca me dejes.

Sentí que mi corazón perdía el ritmo en respuesta a su suplica desesperada

—Oye, ¿qué es todo esto?

Santana presionó su frente en el calor de mi estómago, envolviendo sus brazos apretadamente alrededor de mi cintura.

—Simplemente no puedo creer que te tenga en mi vida. Tú haces todo mejor y no quiero perderte.

Pasé mis dedos a través de su pelo, preocupada por su extraño comportamiento. — No te dejaré.

—Casi lo hiciste hoy. Me dijiste que te dejara.

—Fue un malentendido. —Tragué nerviosamente—. La verdad, Santana, ¿cuántos problemas van a causarnos tus padres?

Me estremecí al recordar la cara disgustada de su madre y el gesto asqueado de su mano. Incluso hoy, podía decir que ella no iba a dejar que nuestra relación continuara, y las emociones erráticas de Santana estaban jugando pesadamente con mi mente.

—No lo sé. No voy a dejarte estar cerca de ellos para que te arriesgues a descubrirlo. Voy a protegerte sin importar como. Les expliqué a tus amigas lo que pasó. Ellas entendieron, pero Rachel me golpeó en el estómago y me llamó estúpida cabeza de mierda por lastimarte. Quinn tiene sus manos llenas con esa. ¡Esa chica da miedo!

Me reí y guíe su boca de fuera de mi estómago hacia mis labios antes de apoyar mi cabeza al lado de la suya en la suave almohada.

—¿Qué susurró tu mamá en tu oído cuando me vio? Palideciste.

Santana inmediatamente aplastó su boca contra la mía y habló contra mis labios.

—Cállate, Pierce. Terminé de hablar y necesito mostrarte otra vez cuanto lo siento por lastimarte.

La maestra de la reflexión habló otra vez.

Capítulo 13

Sábado llegó, y cuando abrí mis ojos, descansando en lugar de Santana en su almohada estaba una preciosa camiseta deportiva universitaria para chicas en color rojo, el número siete (preferido de San) en la parte de atrás con el nombre LÓPEZ sobre él en letras blancas grandes. Pasé mis manos por la escritura y le di vuelta hacia el frente. Su número estaba allí de nuevo y en la esquina superior del lado izquierdo había un trébol de cuatro hojas cosidas en la tela. Con una nota clavada en el cuello:

“Mi camiseta favorita para que MI chica la utilice en el partido.
Siéntate con Marley e iré a recoger mi dulce beso de buena suerte.
Tuya por siempre…..Santana”

El estadio estaba lleno. Era un amplio mar de camisetas rojas y blancas. Grupos de estudiantes se habían pintado el pecho de color rojo con letras blancas formando el nombre de la universidad y marcando su piel. Por el lado del equipo de tenis visitante para los partidos individuales y en pareja, las camisetas azul marino y blancas dominaban las gradas.

Rachel, Marley y yo compramos una Coca Cola y aperitivos de los vendedores en el interior y caminamos hacia nuestros asientos. Tan pronto como pasamos las gradas llenas, la gente comenzó a aplaudir y cuando las tres miramos confundidas a la pantalla, ahí estaba yo, éramos seguidas por la cámara, con digitales tréboles de cuatro hojas esparcidos alrededor de mi cara, creando un borde. Tropecé ante la vista de Rachel y Marley gritando.

—¡Oh Dios mío, Brittany, eres famosa! —trinó Rachel asombrada mientras saludaba a la cámara y lanzaba un beso. Ella estaba en su típico Stetson y vaqueros, vistiendo una camiseta de Quinn y disfrutando de toda la atención.

Corrí hasta los asientos, cubriendo mi cara con mi refresco, totalmente humillada y coreando en voz baja. —¡Oh Dios mío, oh Dios mío, Oh Dios mío!

Traté de ignorar los abucheos y silbidos dirigidos hacia mi dirección. Marley y Rachel se sentaron a mis costados, riendo y aplaudiendo junto con todos los demás. Estaba agradecida de que se hubieran decidido a aplicarme más maquillaje de lo habitual y me había asegurado que mi melena castaña estuviera por lo menos recogida en un moño desordenado.

Después de unos minutos de tortuoso infierno con los hinchas centrados, que también incluyó el equipo de las animadoras frente a mí, agitando sus pompones, a excepción de Shelly, quien frunció el ceño y se negó a reconocerme en las presentaciones del equipo de arranque que comenzaba en la gran pantalla. Rachel gritó y gritó y me arrastró hasta levantarme para bailar con la música de bombeo a través del sistema de sonido. Cuando un segmento mostraba los aspectos más destacados de Santana jugando a la perfección, no podía dejar de saltar y reír junto con mi loca amiga tejana mientras el ambiente contagioso previo al partido se arraigaba.

La música cambió mientras las imágenes de la línea de partida viajaron a través de la gran pantalla. Una imagen de Santana estaba por último y sus estadísticas iban acompañadas por el rugido ensordecedor de la multitud.

El locutor tomó el micrófono mientras las animadoras se apresuraban a lo largo de la línea animada de la banda desde el túnel hacia el campo.

—Lima-Ohio, ponte de pie para tu equipo universitariooooooo…

El equipo explotó en la cancha y el estadio casi se levantó de sus cimientos por la energía. Noah y Quinn lideraban al equipo, agitando sus manos saludando a la multitud.

Miré frenéticamente a Santana y en la parte de atrás, ligeramente por detrás de todos los demás, salió, agitando su raqueta con sus manos, con la cámara siguiendo todos sus movimientos.

Al llegar a la cancha, parecía que cada partidario comenzó a cantar.

"Beso, beso, beso, beso". Una y otra vez hasta que seguramente podía oírse en el estado de al lado. Marley agarró mi mano mientras la cara divertida de Santana controlaba el norte y sur con las pantallas gigantes y con un saludo de su mano, giró hacia la dirección de nuestros asientos, irrumpiendo en un suave trote.

Cuando llegó al final del campo, nuestras miradas se encontraron y dobló su dedo para que me acercar a ella. La multitud simplemente aumentó su volumen ante esa actitud.

Mis pies estaban plantados en el suelo, el temor me sujetaba con fuerza en el lugar. Sabía que mis ojos estaban abiertos como platos a medida que se movían alrededor de la rugiente multitud.

Sentí una mano en mi espalda y Rachel me empujó hacia adelante, obligándome a moverme. —Adelante, chica. ¡No la hagas esperar delante de toda esta gente!

Le lancé una mirada asesina por encima de mi hombro y ella agitó su mano en despedida.

Me enfrenté al campo una vez más y Santana estaba a solo unos metros de distancia con una expresión hambrienta y sus manos en sus caderas, esperando a ver qué iba a hacer.

—Puedes hacer esto, puedes hacer esto —repetía en un canto silencioso mientras mis botas me impulsaron hacia adelante.

Cuando llegué al borde del campo, Santana agarró mi mano y me lanzó hacia adelante contra su pecho, su otra mano llegó arriba, acunando la parte de atrás de mi cabeza.

La multitud perdió el control.

Presionó su frente con la mía y no me dejó otra opción más que centrarme exclusivamente en ella, dejando el ruido ensordecedor del estadio desvanecerse en el fondo.

—Hola, Britt.

—Hola, tú.

—¿Vas a darme ese dulce beso de la suerte?

—Si eso es lo que quieres.

Sus fosas nasales se dilataron. —Indudablemente sí. —Inclinó su cabeza y apretó su boca contra la mía, apasionado y consumiéndolo todo, antes de retroceder, guiñando un ojo, y regresando al campo, dejándome inmóvil como una idiota sin sentido, sedienta de amor.

Por un momento, pensé que no podía caminar, pero me di la vuelta sin levantar mi cabeza para hacer frente a los gritos, prácticamente corrí de regreso a mi asiento. Marley y Rachel se reían de mi vergüenza y nos quedamos quietas ya que el juego comenzó.

Santana estaba teniendo un juego increíble al igual que el resto del equipo de nuestra universidad. Al menos, parecía que lo estaba, y por los codazos y choques de palmas de Marley y Rachel, estaba bastante segura de que tenía razón. En el entretiempo, iban líderes por doce puntos de ventaja y todo el mundo estaba seguro de que iba a ser una victoria convincente.

Estaba sentada en mi asiento, simplemente disfrutando de la atmósfera electrizante, cuando capté a Marley mirándome. —¿Qué?

Inclinó su cabeza evaluándome. Me hizo sentir inquieta. —Sabes, en todo este tiempo, nunca te he visto con el cabello suelto. ¿Es largo?

—Sí, probablemente a cerca de mi cintura. ¿Por qué?

Sus ojos brillaban con intriga. —Nos vamos a casa inmediatamente después del partido.

—Está bien…

—Tú, señorita Brittany, te vas a ver sexy esta noche —dijo entusiasmada.

—No creo que pueda ser clasificada como sexy, Marley. —Estaba bastante segura de que había tenido una insolación.

—Eso es porque nunca te han enseñado cómo serlo. Voy a arreglar eso esta noche. Tenemos la misma talla de ropa, así que puedes usar uno de mis vestidos. Uno que va a enloquecer a Santana totalmente.

—Vamos por ello, Britt. ¿Por qué no tener a “Snix” jadeando por tocarte?—añadió Rachel, haciendo lo mejor para ser alentadora.

Inclinando mi cabeza hacia atrás, gemí en voz alta. —De ninguna maldita manera. ¿Qué crees que es esto, una película de adolescentes de mal gusto o algo así?

Los ojos marrones de Marley mostraban enojo. —Mis habilidades de cambio de imagen son inigualables. Vamos a hacerlo.

Me quedé mirando la cara de Marley y agaché mi cabeza. —¡Ah, ¡mierda! Realmente estoy muy intrigada de ver cómo te las arreglas con todo esto —dije, gesticulando hacia la montaña de mis cabellos.

Dejó de fruncir su ceño y bailó sobre su asiento. —Duda de mí si quieres, pero San se volverá loca cuando te vea. Le diremos que nos encontraremos a las nueve y ni un minuto antes.

—Lo que tú digas. Eso sí, ¡no hagas que me arrepienta de esto!

El juego de los integrantes de nuestro equipo arrancó la segunda mitad y al final, ganaron. Santana hizo sus entrevistas habituales después del partido, y Noah fue considerado como el “Jugador Más Valioso”, lo que tenía a Kitty dando vueltas sobre su lugar de pura alegría.

Permanecí en mi asiento, esperando que la multitud se calmara antes de decirle que nos dirigíamos a casa. Con una palmada en la espalda a sus amigos de equipo, Santana llegó corriendo y cuando me alcanzó, me levantó y me dio la vuelta, haciendo que los chicos se burlarán y las mujeres dijeran “awwww”.

Envolví mis brazos alrededor de su cuello y susurré—: Bien hecho, cariño. Estoy tan orgullosa de ti.

—Gracias —dijo con voz ronca, una voz ronca llena de emoción y me dio un beso ligero como una pluma en mis labios. Cuando me bajó al suelo, Marley se acercó y la abrazó felicitándolo.

Santana tomó mi mano. —Quédate aquí, ¿de acuerdo? Volveré pronto y te llevaré a cenar antes de dirigirnos al club.

—No puede hacerlo. La voy a llevar a casa a prepararse, ahora —informó Marley con una sonrisa empalagosa.

La mirada que Santana le disparó, debería haberla tenido retrocediendo de miedo, pero ella simplemente golpeó su brazo y le dijo—: No te molestes en tirar esas amenazas visuales sobre mí, San. Puedes estar sin ella durante unas horas.

Sus ojos se estrecharon amenazadoramente. —No quiero estarlo. La estoy llevando fuera, fin de la discusión.

Puse mis manos en su cara. —Ve a comer con los chicos y ven a nuestra casa a las nueve. Por favor... por mí.

—Está bien. Por ti. Pero voy a estar allí a las nueve en punto y será mejor que estés lista —lamentó y marcándome con un beso ardiente antes de pegarme en el trasero, un poco más duro de lo que se considera juguetón, regresó al campo de un humor oscuro, hosco.

Suspiré. —Genial, ahora está enojada conmigo.

Marley se encogió de hombros.

—Lo superará.

—Será mejor que tengas razón.




—¿Qué piensas? —preguntó Marley mientras destapaba mis ojos frente al espejo de cuerpo entero.

—¡Vaya! —susurré mientras miraba a la chica en el reflejo, capturando a las chicas riendo en el fondo.

—¡Viéndote así, Britt, puedo hacer eso! —bromeó Rachel, chasqueando su lengua sugestivamente.

—Te dije que era buena —dijo Marley con aire de suficiencia.

—Lo hiciste —contesté, todavía impresionada por la vista.

Marley ciertamente había cumplido. Ni siquiera reconocía a la chica que me miraba. Tenía el cabello largo, liso y recto en la parte superior y suelto en los extremos. Mechas de color ascendían sobre el color rubio, dándole un toque de frescura y su piel estaba iluminaba con un resplandor inigualable. La sombra ahumada hacía que sus ojos azules impactaran y su figura de reloj de arena se sintió halagada por el ajustado vestido negro, sin tirantes con escote corazón, corto a la medida, con botas altas de vaqueras negras finalizaban el look.

Mi mirada fija en el espejo fue interrumpida por un golpe ferviente en la puerta, y Cait entró en la habitación.

—Oye Marley, Santana y los integrantes del equipo de tenis están esperando abajo. —Cait parpadeó sorprendida—. Brittany... Casi no te reconozco. Te ves guapísima, cariño.

—Gracias, Cait —contesté ruborizada.

Nos dirigimos a las escaleras y vi a Santana en el fondo, llevaba un sugerente vestido de color rojo, y por todo lo más sagrado, se veía tan hermosa.

Noah, que vestía en su habitual todo de negro, nos vio primero. Vi como sus ojos se abrieron al darse cuenta de que la chica de atrás era yo. Santana estaba compartiendo una broma con Quinn mientras casualmente se apoyaba contra la puerta y Ryder comenzó a tocar su brazo. Santana giró su cabeza hacia él, frunciendo el ceño disgustado, pero Ryder ignoró su mirada severa y señaló en silencio en mi dirección.

Mientras San alzó su vista, casi me reí de su reacción. Saltó de apoyo en la pared y se abrió paso hasta la parte inferior de las escaleras. Mientras daba cada paso, crecía mi confianza y si la expresión sobre-impresionada en el rostro de Santana era un indicio, diría que el plan de Marley había funcionado.

Cuando llegué al último escalón, estábamos casi a la misma altura. Agarré la uña de mi pulgar entre mis dientes mientras me retorcía bajo la silenciosa atención de todos.

Sigilosamente, las manos de Santana se extendieron hacia adelante, agarrando mi trasero y tirando de mí hacia ella. Las chispas de deseo volaron de sus cálidos ojos marrones. Supe en ese instante que esta noche iba a ser una prueba de nuestro control. Mis entrañas se quejaron casi dolorosamente por la lujuria sexual; un calor deslumbrante se había apoderado de mi cuerpo. Y por la sensación de las manos suaves y errantes de Santana y sumada a ello mi cercanía con ella, estaba luchando por mantener su compostura también.

Santana se inclinó y presionó sus labios suaves contra los míos. Jugué con los mechones de cabello de la parte de atrás de su cuello, y susurró—: Cielos, Britt. Estás poniendo a prueba mi autocontrol así de hermosa. ¿Cómo demonios se supone que debo pasar la noche? Voy a estar peleando con los cretinos que traten de pasarse de listos contigo. Ellos van a meterse en problemas si te miran un segundo.

—Solo te quiero a ti, cariño. Ya lo sabes —le aseguré y vi como una ola de tranquilidad cruzó su rostro. Me estiré alrededor, entrelazando su mano en la mía—. Vamos a irnos. Estoy emocionada porque me enseñes cómo es el paso doble.

Soltó una carcajada mientras envolvía su brazo alrededor de mi cuello. —Ya no importa el paso doble, tú eres lo único que me importa. Te quiero siempre junto a mí, bailando lento “toda la noche”.










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Breves adelantos de los caps. 14, 15 & 16




Levanté mi mano, haciendo un gesto para que se callara y se detuviera. —¡No había ninguna necesidad, Santana! ¡Absolutamente ninguna condenada necesidad de hacer lo que acabas de hacer! ¡No tenías que ser tan malditamente agresiva con el pobre hombre!

Los labios llenos de Santana se fruncieron en un mohín. —Pero él te tocó.

—¿Así que lo amenazaste?

—Tú eres mía y él te tocó. No me gustó eso.

—Cristo, San, eso está completamente excesivo.

Dejó escapar un largo suspiro.—Lo arruiné otra vez, ¿no? —Parecía tan perdida. Caminé hacia ella y envolví mis brazos alrededor de su cuello. —Sí, lo hiciste.

Su labio se torció en una sonrisa mientras su mano caía para correr por encima de mi trasero. —¿Estoy perdonada?

Mi respiración se detuvo y puse mi frente contra la suya. —Soy tuya. Tranquila.

****
Me froté contra su cuerpo, sintiendo como estaba de ansiosa. —Ni de lejos terminaste conmigo esta noche, Santana. Te quiero pensando en eso hasta que dejemos este club. Pero vinimos aquí a bailar y quiero bailar. Muéstrales a todas tus conquistas pasadas que ahora eres mía y que necesitan alejarse como del infierno de mi chica.

Fui a alejarme cuando ella me echó hacia atrás, levantándome del suelo, envolví mis piernas alrededor de su cintura.

—Di eso otra vez—ordenó con severidad, la Santana juguetona desapareció completamente y la Santana oscura levantó su cabeza.

—¿Decir qué?

—Lo que acabas de decir.

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Su aturdida mirada encontró la mía. —¿Un tatuaje, Britt? Me sorprendes. Nunca me has dejado ver esto antes. —Inmediatamente se dejó caer de rodillas y estudió la escritura, su rostro nivelado con mi estómago, su cálido aliento sopló entre mis piernas, provocando un gemido ahogado en la parte trasera de mi garganta.

San acarició el tatuaje con su dedo y la ansiedad comenzó ante el recuerdo de su origen, y tropecé y tomé un respiro hueco y revelador.

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Con un giro repentino, Santana cayó sobre su espalda y envolví mi brazo a través de su estómago, mi cabeza yaciendo cómodamente en su pecho.

—Mmmm… —reflexioné.

—¿Qué, cariño? —preguntó, acariciando mi cabello.

—Solo cuan increíble suena escuchar otro latido además del mío.

—Britt…

—Shhh… solo… déjame escuchar. Me hace sentir increíblemente… completa.

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Me agaché y besé sus suaves labios entre risas. Cuando me retiré, su rostro volvió a adquirir una expresión taciturna.

Acaricié su mejilla. —¿Qué está mal?

Tomando un largo y profundo suspiro dijo—: Adivina

—¿Tus padres?

—¡Bingo!

—¿Y ahora qué? —pregunté, temiendo la respuesta.

******
—¡Oye! ¿Qué es todo esto? ¿Por qué no fui invitada? —lo dije en tono de broma, pero un poco en serio. Nuestro cuarteto era casi inseparable, me encantaba tener tan buenas amigas ahora. Reales, auténticas amigas, pero estaba un poco ofendida de que me hubiesen excluido de esta reunión.

Rachel se acomodó en la cama y se estiró sobre la colcha, echó su cabeza hacia atrás, y comenzó a sacudir sus caderas.

—¡Ahhh…! ¡Santana… Agh…! Cielos…! Yo… yo… ¡SANTANA!

Kitty le siguió la corriente e hizo algunos movimientos acordes a la dramatización de Rachel.

—¿Te gusta, Britt? ¡DIME que te gusta! Woww… ¡SÍ! —gritó Kitty

Coloqué mis manos en mi cara, para ocultar mi completa mortificación, y ellas estallaron en un ataque de risas.

Rachel intervino primero. —Lamamos en tu puerta, querida rubia, pero después de los gemidos que oímos de ustedes, pensamos que debíamos dejarte. ¡Sonaba como una sesión de sexo caliente!

Marley puso sus brazos alrededor de mi cuello, y besó mi cabeza. —Olvídate de esas dos, pero sólo para que sepas, las paredes de este lugar son realmente delgadas y a pesar de que soy tu amiga, Santana es mi prima, y ¡no quiero volver a escucharla hacer ese tipo de cosas!

Kitty tenía un ataque de risa, girando sobre la cama, agarrándose su estómago.

Hola……….buenos días a todas/os……….uhhh, las cosas empiezan a tomar un tinte distinto en la historia………creo que mejor me voy antes de que ubiquen mi localización antes de que me atrapen por dejar el fic con los adelantos que verán al final del capítulo 16 (sé que planearan diversas formas de torturar a los padres de cierta morena jejeje)




Mantengo mi posición sobre el episodio final de la serie, este final fue bueno, pero no colmo del todo mi expectativas para el cierre de lo que fue y será una gran serie: GLEE……lo que lamento es que no se haya dado a conocer el futuro o líneas de dialogo a otros personajes importantes (creo yo) para saber de ellos, por ejemplo: Santana, Brittany, Quinn, Puck o Mike, etc. Demás está decir que por ahora supongo que o mientras creo que voy a distraerme con los fic’s (benditas adaptaciones o historias originales por hacer que me distraiga un poco de la realidad jejejeje)……..








*Para quienes no hayan leído las historias anteriores, estas son las direcciones:







http://www.gleeklatino.com/t20759p300-resueltofanfic-brittana-5ta-avenida-neoyorkina-2da-parte-primero-viene-el-amorluego-viene-el-matrimonio-epilogo
(5ta Avenida Neoyorkina)






http://www.gleeklatino.com/t21732p330-resueltofanfic-brittana-play-with-me-epilogo
(Play with Me)






http://www.gleeklatino.com/t22139p255-fanfic-brittana-safe-with-me-capitulo-bonus-track-halloween-con-el-clan-familiar-de-los-pierce-31-de-agosto
(Safe with Me)






http://www.gleeklatino.com/t22314p90-resueltofanfic-brittana-beautiful-stranger-cap-16-final-12-de-noviembre
(Beutiful stranger)







http://www.gleeklatino.com/t22405p135-fanfic-brittana-lick-sinopsiscapitulo-22-final-09-de-enero#536524
(Lick)




http://www.gleeklatino.com/t22471p135-resueltofanfic-brittana-breathe-with-me-epilogo-06-de-abril-2015#540911
(Breathe With Me)




http://www.gleeklatino.com/t22548-fanfic-brittana-the-mighty-storm-2da-parte-wethering-the-storm-sinopsis-epilogo-23-de-junio-2015
(“The Mighty Storm” / 2da Parte "Wethering the Storm)







*Próxima actualización: día LUNES…….si pudiera actualizar antes se los haré saber (pero si no, tengan la seguridad que lo haré en el día señalado)






Sin más que decir por el momento……….no las aburro más, disfruten del capítulo






Me encantará recibir sus críticas, comentarios, sugerencias, etc.………….así que a escribir.







Y la canción del día es……….














https://www.youtube.com/watch?v=0oq9g4dlrBU





NOTA DE ACLARACIÓN PERMANENTE E IMPORTANTE.- El presente trabajo es una adaptación a mi pareja favorita de Glee (Brittana), aclaro que conserve el título de la historia porque me pareció lo más conveniente, además de que soy malísima para ponerle nombre a algo o las cosas jejejeje……..La historia original obviamente no me pertenece …………esta obra se titula “Sweet Home” y es de autoría de Tillie Cole (todos los derechos reservados para esta estupenda escritora, así como a todos los involucrados en la publicación de su trabajo) (así que a esta distinguida escritora mis más grandes felicitaciones y admiración por la forma y estilo literario que realiza); la traducción, corrección y diseño de dicha obra fue realizada por la fabulosa comunidad virtual SIMPLY BOOKS (gracias a todos quienes hacen posible que el resto de las personas podamos disfrutar de tantas maravillosas obras) (la obra original traducida la podrán encontrar en distintos blogs).








Aclaro que si bien en la obra, los lugares recurrentes que se mencionan son Inglaterra y EE.UU (Alabama, Tusscalosa fundamentalmente), tomando en cuenta las características y sitios donde se desarrolló GLEE desde su primera hasta la sexta temporada …….decidí que los lugares donde se desarrollará la historia sea Inglaterra y Lima-Ohio (Espero les parezcan estas alternativas). Sobre el resto de los personajes, considerando las características de algunos de la obra original y en correlación con los de Glee puse a quienes se ajustaban a estas personalidades, aunque en algunos casos me deje llevar por la emoción del momento y puse a quienes creí conveniente jejejeje.











Algo más……enfatizo nuevamente que esta historia se compone de dos libros, el primero consta de: sinopsis + prólogo + 27 capítulos + epílogo + capítulo extra (aunque el último capítulo corresponde a la rememoración de uno de los primeros capítulos desde el punto de vista de Santana, en el caso de esta adaptación) / (este primer libro es absolutamente desde el punto de vista de Brittany; el segundo libro se compone de: sinopsis + prólogo + 37 capítulos + epílogo + capítulo extra (este segundo libro es narrado desde la perspectiva de Santana rememorando varios capítulos descritos en el primer libro, a la par que se agregan otros más)………Espero disfruten de esta historia










Ahora……….solo queda esperar sus opiniones.






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Capítulo 14

El Club Flux estaba lleno de pared a pared con los seguidores de los equipos universitarios que habían estado en el juego y tan pronto como llegamos, Santana fue abordada con elogios y apretones de manos de felicitaciones. Me agarró firmemente, con su brazo alrededor de mi hombro y mi cabeza metida contra el hueco de su cuello.

A nuestro grupo se le dio un puesto en la esquina del club, el beneficio de estar con Santana López.

Nos estábamos dirigiendo a la esquina apartada cuando un estudiante ebrio luciendo un jersey universitario me agarró el brazo y me empujó contra su pecho sudoroso.

—¡El amuleto de la buena suerte de Snix! ¡Estás salvando la temporada, cariño! ¡Te mereces un gran beso de agradecimiento!

El tipo fue inmediatamente empujado lejos de mí y Santana lo sostuvo por el cuello de su camiseta. —¿Qué diablos crees que estás haciendo?

El fan universitario palideció instantáneamente y levantó sus manos en rendición. — Snix… Yo… yo solo estaba mostrando mi aprecio.

—Entonces apréciala desde lejos. Tócala otra vez y nos estarás mirando desde el suelo. ¿Me entiendes?

—Sí, sí, te entiendo morena. Retrocederé. L… lo siento… —Santana lo dejó en el suelo y el asustado fan inmediatamente se alejó a través de la multitud. Cuando Santana se giró hacia mí, me quede mirándola con los brazos cruzados y un ceño fruncido enojado.

—Cielo… —trató de aplacarme, avanzando poco a poco.

Levanté mi mano, haciendo un gesto para que se callara y se detuviera. —¡No había ninguna necesidad, Santana! ¡Absolutamente ninguna condenada necesidad de hacer lo que acabas de hacer! ¡No tenías que ser tan malditamente agresiva con el pobre hombre!

Los labios llenos de Santana se fruncieron en un mohín. —Pero él te tocó.

—¿Así que lo amenazaste?

—Tú eres mía y él te tocó. No me gustó eso.

—Cristo, San, eso está completamente excesivo.

Dejó escapar un largo suspiro.—Lo arruiné otra vez, ¿no? —Parecía tan perdida. Caminé hacia ella y envolví mis brazos alrededor de su cuello. —Sí, lo hiciste.

Su labio se torció en una sonrisa mientras su mano caía para correr por encima de mi trasero. —¿Estoy perdonada?

Mi respiración se detuvo y puse mi frente contra la suya. —Soy tuya. Tranquila.

Una ola de paz se apoderó de su cara y asintió secamente antes de chocar sus labios con los míos, robando un beso.

Nos dirigimos hacia una mesa privada y nos unimos a nuestras amigas. En minutos, una camarera rubia llegó para tomar nuestros pedidos. Desde el minuto en el que llegó, nunca quitó sus ojos verdes de San. Había llegado a esperarla. Ella atraía a la gente, ya sea por su buena apariencia o para quien jugaba. Pero ella estaba actuando diferente, la miraba como si la conociera…íntimamente.

Después de que ordenamos varias botellas de cerveza, y la aparente ignorancia de San a la constante atención de la camarera, me relajé y finalmente fui capaz de inspeccionar el club. Era una masa de cuerpos apretados, girando y los hombres balanceaban a sus parejas con entusiasmo alrededor de la pista de baile, asumí que era de parejas. Todo era bastante entretenido.

Llegaron nuestras bebidas y una vez más, la camarera se detuvo delante de Santana y esta vez supe que mis sospechas estaban justificadas. Ella la ignoró, lo que provocó que ella bloqueara nuestra línea de visión con sus pechos de plástico y dijera. —Hola, Snix ¿Cómo te ha ido?

Mis cejas se juntaron inmediatamente y miré a San, que estaba completamente quieta.

—Eso es todo—replicó fríamente.

La rubia tetona, con el vestido negro obscenamente corto, se inclinó sobre la mesa, empujando su escote con sus brazos, ignorando su despido. —Nunca me llamaste después de la noche que pasamos juntas.

Me tensé y Santana me apretó más contra su pecho, anticipando correctamente que estaba a punto de huir de la incómoda escena. Era huir o actuar con la intensa ira que corría a través de mi cuerpo.

—No pensaba a hacerlo tampoco. Te lo diré otra vez… eso es todo. —Se inclinó ligeramente hacia adelante—. O si necesitas una respuesta más simple…vete a la mierda.

La cara de la chica cayó y espetó—: Escuché en el viñedo que tú eras una estúpida dominada, un desperdicio de un cuerpo tan sexy. —Me miró por encima de su hombro y se rió—. Y para esa también. Ella debe follar mejor de lo que usa ese vestido de mierda. — Se levantó bruscamente, balanceando sus curvas y acortando su camino a través de la multitud. Mis puños estaban apretados, las puntas de mis uñas clavándose en mis palmas.

Marley miró a Santana y negó con desaprobación. No me atreví a mirar a nadie más. Me revolví liberándome de sus brazos. San trató de agarrarme con más fuerza pero me las arreglé para llegar al final del reservado.

—Necesito usar el baño —solté.

Santana se adelantó, su rostro duro, y fulminante. —No te atrevas a huir, no después de todo lo que dijiste.

La silencié, lo que fue recibido con una fuerte contracción de su boca. Ella no estaba acostumbrada a que lo callaran y sabía que le molestaba.

—¡Voy al baño! —espeté y vi su cara congelarse. Sus ojos se entrecerraron con mi tono brusco y sacudí mi cabello con desdén, sin importarme, me alejé.

Escuché a Marley gritar—: ¡Espera, Brittany! —Pero no me detuve.

Casi alcancé el baño cuando alguien agarró mi mano con fuerza y me empujó detrás de ellos. Tercamente permanecí inmóvil, tirando de mi brazo, Santana fijó su agarre a mí alrededor con su mirada furiosa

Soltando un gruñido enojado y tomando mi mano apretadamente otra vez, me arrastró a un pasillo vacío, probando varias puertas para ver si estaban cerradas. Cuando una se abrió, un armario de almacenaje, me empujó dentro, apagó la luz, trabó la puerta, y se giró hacia mí, sus manos firmemente en su cadera.

—La follé una vez. El año pasado. No fue más que eso. No tienes que estar enojada por eso y ciertamente no necesitas huir.

La miré. —¡Bueno, discúlpame si no disfruto de las hazañas que tus putas alardean delante de mi cara!

Las fosas de Santana se agrandaron y acercó más. —¿Quieres saber todo de mi pasado sexual? ¿Todos los sórdidos detalles? ¡Bien! Follé a un montón de chicas, de muchas formas diferentes, en muchos lugares diferentes. Se tiraron en mi camino y les di lo que querían, y claro que lo amaron.

Antes de saber lo que pasó, golpeé su cara con mi mano, la fuerte bofetada fue amplificada por la pequeña acústica del cuarto de cajas.

La sangré rugió en mis venas, mi pecho dolía y San se tornó una sombra de violeta oscuro.

—¿Se sintió bien eso? ¿Lo tienes fuera de tu sistema ahora? —espetó, frotándose la mano por su mejilla.

Las lágrimas se agolparon en mis ojos. No quería golpearla, pero nadie había evocado tal reacción en mí antes. Estaba temblando con la súbita oleada de adrenalina.

Santana se inclinó contra la pared opuesta, bajando su cabeza. —Ellas solo buscaron a Snix. ¡Solo follaron a Snix….no a mí!

Mi respiración se detuvo con el dolor. —Lindo, Santana. Realmente lindo. ¿Es eso lo estás haciendo conmigo? ¡¿Dejarme follar a la gran Snix López, darme lo que quiero y sigues adelante?!

Se movió hacia adelante, forzándome a dar la vuelta hasta que mi espalda estuvo al ras contra los fríos estantes de acero, con sus brazos encerrándome a cada lado.

—En absoluto, Pierce, pero escucha esto. Follar…claro que lo haremos, pero también voy a hacerte el amor. Voy a poseer cada pieza de tu alma y nunca voy a dejarte ir. Vas a gritar mi nombre una y otra vez hasta que esté grabado por siempre en tu garganta y tu alma. Tú no vas a ser sólo un revolcón para mí, Britt… ¡Tú serás y eres mi salvación!

Tragué mientras ella ponía su mano en mi barbilla, urgiéndome a mirarla, a verla. — Tú me harás el amor a mí, Santana, no a una patética alter ego jugadora de tenis. Tu tendrás a mi verdadero yo, todo de mí, siempre y para siempre. ¿Te quedó eso lo suficientemente claro?

Cerró los ojos, presionando su frente contra la mía. —¡Cristo, Britt! Nunca he hecho esto antes. Si hubiera sabido que estarías esperándome, nunca hubiera follado a todas esas chicas. Pero no puedo revertirlo.

Me dejé caer hacia atrás contra el rígido metal. —Es demasiado, ¿no? Tu familia obviamente me odia, Shelly no retrocederá, tú te enloqueces cuando alguien siquiera me mira, y estas… chicas con las que has estado en el pasado no parecen ser capaces de dejarte ir. Tengo mis propios problemas, Santana, tu sabes esto y junto con los tuyos… sólo es demasiado. ¿Cómo vamos funcionar bajo todo este estrés?

El pánico cundió en sus rasgos. —No. ¡No hagas eso!

—¿Hacer qué?

—No nos des por perdidas. No huyas cuando las cosas se ponen difíciles. —Agarró mi barbilla—. Lucha con tus problemas del pasado. Voy a aprender a controlar mi ira. Lucharemos contra mi familia. Ignoraremos a todos los demás ¡Vamos a superarlo! No te atrevas a renunciar a mí ahora, Brittany. ¡No te atrevas!

—San…

Sus ojos marrones me buscaron con desesperación. —¡No! No te dejaré ir. Sé que soy mala para ti en muchas formas, pero tú me cambiaste. ¡Tú me cambiaste! ¡¿Puedes ver eso?! Vas a enfrentar esto conmigo. ¡Dilo! Por favor, cariño, ¡dímelo!

Negué, lista para discutir, arrastró sus pies hacia adelante hasta que me mantuvo cautiva con su cuerpo irresistible. —Di que me entiendes, ¿Britt?

—San, yo… —gemí

Un puño golpeó los estantes de atrás, causando que las cajas se estrellaran con fuerza contra el suelo.

—No vas a huir. ¿ME ENTIENDES?

—¡SI! ¡SI, MALDITA SEA TE ENTIENDO! —grité, empujando su pecho. Incluso a pesar da la dureza de sus palabras, podía sentir el miedo pulsando en su cuerpo con el pensamiento de perderme.

Sus manos agarraron mi nuca. —¿Estás en esto? —susurró, buscando cada parte de mis ojos.

Suspiré y enganchó mi pierna sobre su cadera, luchando para acercarse más. —Lo estoy.

Las pupilas de Santana se dilataron y un rubor se propagó por su adusto rostro. —Cielos, te deseo tanto. Haces que todo lo que digo me ponga a mil solo contigo.

Me incliné hacia adelante y besé el punto justo debajo de su oreja. Retrocedí lentamente, tomando su mano, levanté mis vestido y la puse su mano contra mi excitación.

—Britt…Cristo —gimió mientras sus dedos se deslizaban a lo largo de mi centro—.Me estás matando.

Mi lengua rodeó el lóbulo de su oreja. —Me gusta cuando mandas, cuando reafirmas tu autoridad. Me excita.

—Vaya… puedo decirlo y me gustas que te sometas. Me… calma. Tú eres lo que necesito. Maldición, para mí eres perfecta. Hermosa, sexy como el infierno con un cuerpo que hace llorar a los artistas.

Los dedos de San comenzaron su exploración y perdí toda la aparente cordura. Envolvió su mano en mi largo cabello y me abrazó fuertemente mientras sus dedos entraron en mí, haciendo imposible moverme. Siseé y su mirada se oscureció.

—No habrá nadie más. Por primera vez, me estás dando lo que quiero, lo que necesito. Me das todo el control, y me encanta. A ti también, ¿no es verdad? Tú lo adoras…

La familiar ola de necesidad devastadora empezó a pasar por mis piernas y mis jadeos sin aliento llenaron cada rincón del cuarto.

Me agarré a sus hombros y contesté—: Sí, me encanta. ¡Lo adoro!

Su sonrisa burlona me encendió y me enfureció, y sus dedos se movían en mí a una velocidad endiablada

Mis manos alcanzaron su ropa y rugió.

—¡Suéltame! Ahora. Esto no se trata de mí. No me tocaras a menos que yo lo diga.

Hice lo que ordenó y cuando un tercer dedo entró en mí, tiré mi cabeza hacia atrás gritando con la liberación. Mi pecho pesaba con la sensación y agarré el cabello de Santana, aplastando sus labios en los míos, transmitiéndole mi completa aceptación de quien era, de quien era yo, lo que éramos juntas

El ritmo de la música en la pista de baile golpeó la tranquilidad de nuestro pequeño cuarto, podía sentir la batería y el bajo pasando a través del pecho de San hacia el mío. Santana sacó su mano de mis bragas y me besó suavemente, poco a poco y amorosamente, un contrasentido directo de sólo unos minutos antes.

—¿Estamos bien? —susurró contra mi boca, sus ojos vigilantes, asustados incluso. Besé su frente y sonreí, causando que un brillo iluminara su cara. —Te quiero, Santana. Me diste algo que ni siquiera sabía que necesitaba.

—¿Incluso aunque lo haya estado arruinando durante años? ¿Haciendo las cosas más difíciles para ti? ¿Que soy como una mercancía dañada?

Pasé mis manos por sus brazos. —No puedo fingir que estoy bien con eso, pero si soy tuya y solo tuya, entonces lidiaré con ello.

—Tú lo eres. Ni siquiera veo a las otras chicas ahora, no lo he hecho desde nuestro primer beso. —Parecía que era casi doloroso para ella admitir esas palabras.

—¿Santana?

Sus dedos acariciaron mi cara y miró cada movimiento que hacía. —¿Mmm?

—¿Estamos mal? ¿Es así como vamos encontrar… completamente placer, en serio? Tu ordenándome como una sexy militar y yo obedeciendo tus órdenes.

Sonrió oscuramente con mi preocupación. —Voy a decir un rotundo sí.

Asentí, apartándome lentamente. Me tiró de mí hacia atrás con cara divertida. —¿Te gusta, Britt? ¿Disfrutas conmigo cuando estoy al mando?

Mis ojos rodaron, calor abrazador amenazaba incendiarme con la sola idea. —Si… cada vez.

—Entonces no estamos mal. De hecho, no hay dos personas que encajen mejor.

Llenamos un gran vacío emocional que ambas habíamos perdido. Aspiré una carcajada. —¿Fatídicos amantes desventurados?

Sonrió otra vez. Fue casi una sonrisa completa que nunca había visto en ella antes, tan despreocupada y libre.

—Creo que necesitamos parar de citar esa maldita obra de Shakespeare, Pierce. Siento que somos la versión más femenina, sexy y caliente de Romeo y Julieta.

No pude evitar estallar en carcajadas, con Santana uniéndose. Arreglé mi vestido y tomé su mano. —Ahora, vamos a bailar.

—Me voy a volver loca. Vas a volar mi mente solo con mirarte moverte. Tus curvas son peligrosas, cariño.

Me froté contra su cuerpo, sintiendo como estaba de ansiosa. —Ni de lejos terminaste conmigo esta noche, Santana. Te quiero pensando en eso hasta que dejemos este club. Pero vinimos aquí a bailar y quiero bailar. Muéstrales a todas tus conquistas pasadas que ahora eres mía y que necesitan alejarse como del infierno de mi chica.

Fui a alejarme cuando ella me echó hacia atrás, levantándome del suelo, envolví mis piernas alrededor de su cintura.

—Di eso otra vez—ordenó con severidad, la Santana juguetona desapareció completamente y la Santana oscura levantó su cabeza.

—¿Decir qué?

—Lo que acabas de decir.

—¿Qué eres mía?

—Si—dijo con voz áspera mientras sus manos acariciaban mis piernas.

—Tú eres mía ahora. Sin condiciones. Como yo para ti.

Gimió y me empujó contra la pared. No la iba a detener de tomar lo que necesitaba y por la expresión en su cara, ella tampoco. Iba a entregarme sin condiciones ni reservas a mi novia en un armario para que ambas disfrutáramos de nuestro amor y pasión, y honestamente, no podía importarme menos.

Santana se acercó peligrosamente con esa mirada tan oscurecida por la pasión y el deseo, y el pomo de la maldita puerta comenzó a vibrar.

—Oigan, ¿quién hay ahí? Abran —gritó una voz masculina desde el pasillo.

—¡NO! —rugió a través de los dientes apretados, sus manos dobladas en mi cintura casi dolorosamente

—¡Abran o traeré a seguridad!

La cabeza de Santana cayó en mi hombro y amortigüé mi risa en su largo cabello. Me bajé, acomodando su ropa y moviéndome fuera de su alcance, entrelazando su mano con la mía.

—Vamos cariño. Vamos a realmente tener nuestra cita.

Asintiendo bruscamente, ahuecó mi cara. —Sal y muéstrales a todos que estamos juntas. Que te pertenece esto…nosotras. Hora de ser valiente, mi amor. Deja las cosas claras.

Una sonrisa lenta apareció en mi cara, una sensación de calor estalló en mi pecho. Ella me mostraba que éramos irrompibles. Era hora de poner esa creencia en práctica.

Santana abrió la puerta y el joven gerente del bar en el otro lado dio un paso atrás con una apariencia severa en el rostro.

Nos movimos a través de la multitud y fuimos de vuelta al reservado. Nuestras amigas estaban en la pista de baile, así que agarramos nuestras cervezas y enfriamos nuestras calientes hormonas con el alcohol.

Vi a la camarera pechugona de antes e hice señas para llamar su atención. Santana me miró cuidadosamente mientras ella se acercaba, preparada para intervenir si era necesario. Me subí en su rodilla y le dejé que me abrazara orgullosamente en sus brazos.

Sus ojos pequeños y brillantes se arrugaron entre nosotras y murmuró algo en voz baja antes de pintar una sonrisa falsa. —¿Puedo ayudarlas?

Miré juguetonamente a Santana, que puso una sonrisa confusa ante mi aparente nueva confianza. Nuestra cita en el armario había aliviado mis celos, si una pareja podía sacar ese tipo de temperamento la una en la otra, no tenía rivales ni amenazas.

—Tomaremos una ronda de tequila, dobles, y... —Y arrastré los dedos bajando por los pechos de Santana hacia sus rodillas, y sus caderas estremeciéndose en reacción—. ¿Tú qué quieres, cariño?

Los ojos de Santana brillaban con lujuria sin restricción y me habló sólo a mí. — También deberíamos pedirle otra cerveza a todas, preciosa.

Mire y giré devuelta hacia la camarera. —¿Lo entendiste todo?—asintió bruscamente y fue a dar la vuelta, girando los ojos mientras lo hacía. Me enfadé. —Oh, una cosa más —grité mientras se iba. Se dio la vuelta, sin fingir, el fastidio irradiaba de su mirada maliciosa.

Sonreí, una sonrisa brillante. —Ahora ella es mía. Corre la voz a cualquier otra puta que quiera una segunda ronda con mi novia que no está disponible. —Miró a Santana con furia, y luego se escurrió entre la multitud. Mi corazón latía a un ritmo endiablado.

Santana me hizo girar, mordiendo mi cuello en éxtasis maniaca. —Te necesito en el armario de nuevo…ahora. Cielos, eso fue tan erótico, Britt —gimió.

—¿Fue eso lo suficientemente valiente para ti? —pregunté.

Se empujó contra mí, diciendo: —¡Valiente como el infierno! Claro que amo a esta nueva tú.

—No es nueva. Solo estaba dormida.

—¡Entonces despiértala de una vez, cariño! Despiértala.

Rachel vino pavoneándose con Quinn, aplaudiendo fuertemente.

—¡Brittany Susan Pierce! Nunca te escuché hablarle así a nadie. ¡Jodidamente lo amé! ¡Creo que lo tomaré prestado de ti! Sin embargo, la próxima vez dirige eso a Shelly. ¡La perra necesita una dosis de la nueva Brittany malhablada! —Se inclinó y besó mi cabeza como una mama orgullosa.

Cinco minutos después, todas teníamos nuestras bebidas y bailábamos en la pista de baile más cercana a nuestra mesa. Mientras estábamos en ella sonó Save a Horse (Ride a Cowboy) de Big & Rich’s a través de los altavoces, los ojos de Santana bailaron con burla mientras me presionaba contra ella, girando al compás. Rachel y Quinn bailaban en pareja como ninguna otra, la multitud ofreciéndoles un amplio espacio, y Noah hacía a Kitty saltar en su espalda como un caballo cuando el coro cantaba.

Con cada trago de tequila, mis inhibiciones bajaban y Santana aprovechó para tomar ventaja, bordeando mis costados con sus manos, rozando su lengua por mi piel y susurrando murmullos ilícitos en mi oído.

No nos sentamos en dos horas y nos las habíamos arreglado para movernos a la otra punta del club, aislándonos de la constante atención de las personas. Santana estaba apoyada contra la pared y yo bailaba alrededor de ella, contra ella, sobre ella. Sentí su necesidad de que estuviéramos juntas a solas y fue en ese momento que tomé una decisión.

Me acurruqué contra ella mientras comenzaba a sonar de How Country Feels de Randy Houser empezaba a sonar, envolví mis brazos alrededor de su cuello y la miré mientras una sonrisa estalló en su cara mientras que alternaba los movimientos alrededor de mi cintura.

—¿Estás bien?

Negué y puse mala cara.

Sus cejas se fruncieron, su adorable línea del ceño hizo su aparición. —¿Por qué?
¿Qué está mal?

Pasé mis dedos por su cabello largo, y mi boca en su oreja. —Quiero ir a casa.

—¿Estas enferma? ¿Algo está mal?

Suspiré y asentí —¿Qué pasa? Dime —me presionó, con su dura actitud protectora saliendo a la superficie. Era exactamente lo que quería que pasara.

—Quiero que me llevas a casa y me lleves a la cama.

Su lengua trazó su labio inferior y su cara se veía toda confundida. —Está bien, ¿estás cansada? Todavía es bastante temprano.

Negué y continué. —Quiero que me lleves a la cama…te metas dentro conmigo… y hagamos el amor.

Ante esas palabras, se sobresaltó y sus ojos color cacao se iluminaron con excitación instantánea.

—¿Lo dices en serio?

—Mortalmente.

Suavizando su tono, murmuró—: No quiero que te sientas presionada, sabes que me encanta cuando te hago mía, pero tú no necesitas hacer algo conmigo si no sientes que estés preparada. Has estado bebiendo. No quiero que te arrepientas de ello por la mañana.

—No estoy tan ebria para que mis sentimientos sean falsos. Te deseo, Santana, sin arrepentimientos.

—Entonces suplícame.

Notando mi reacción confundida, murmuró con un timbre grave. —Te dije que ambas haríamos el amor cuando me suplicaras, cuando me quisieras como a nadie más. Si estás en ese punto, Britt, tendrás que probármelo. Tendrás que suplicar.

Recuerdo sus palabras y estremecimientos bailan a lo largo de mi piel. Ella me excita.

Su juego previo verbal me lleva con éxito a su juego.

—Santana López, quiero que me lleves a la cama, quiero que me desvistas lentamente y quiero que me hagas completamente tuya. Por favor, Santana, déjame hacerte el amor… esta noche.

Por un fugaz momento, pensé que sólo me iba a tomar justo contra la pared, cuando me ordenó.

—Ve y agarra tu bolso. Te esperaré fuera. Y no tardes mucho. —Desapareció entre la multitud y pude ver sus manos apretarse en puños frustrados mientras que empujaba agresivamente su camino hacia la salida.

Fui hasta el reservado casi en un estado de ensueño, recogí nuestras cosas, me excusé con nuestros amigos y fui a unirme con ella afuera.

Tan pronto como traspasé la salida, los ojos lujuriosos inmediatamente se cernieron sobre mi excitada cara y Santana me acechó como una depredadora acecha a su presa. Movió la barbilla, diciéndome sin palabras que me acercara. Caminé con los pies pesados y me detuve frente a ella. Inclinándome hacia adelante, ella presionó un beso suave a un lado de mi cuello, agarrando mi mano sin decir una palabra e hizo señas a un taxi.

Saltamos en el asiento de atrás, con nuestros muslos frotándose uno contra el otro y la tensión entre nosotras era palpable.

Incluso el hombre de mediana edad, de cabello gris se movió en su asiento y nos miró repetidamente por el espejo retrovisor, probablemente preocupado de que estuviéramos a punto de perder el control sobre la tapicería de cuero.

No podía quedarme quieta ante la expectativa y la mano de San agarró mi rodilla rebotando. —Para.

Traté de acercarme más, para robarle un beso o tocarla, justo algo que apaciguara mi cuerpo hambriento un poco más de tiempo.

Santana vio que iba a moverme y se inclinó sobre mi oreja. —Decide ahora si quieres que nos arresten por indecencia pública, porque si te mueves incluso un milímetro más cerca, haremos el amor justo aquí, justo ahora, no es broma. Tú eliges, Pierce.

Me encogí contra la puerta, bajando la ventanilla para dejar entrar un poco de aire y traté de reenfocar mi mente descarriada, preguntándome qué me estaba pasando.

Cuando finalmente se detuvo frente a la casa de mi hermandad, después de lo que pareció una eternidad, salimos a la calle tranquila y Santana dijo—: Tú ve por delante sola, yo iré por el balcón. Y se rápida, cariño. Lo digo en serio. No me pruebes justo ahora.

Capítulo 15

Tan pronto como entré a la habitación, Santana estaba contra mí, su aliento soplando en mi cálida piel, una mezcla de menta y cerveza, refrescando mi ruborizada complexión.

—Camina hacia la cama y quítate las botas. —Su voz era tensa y severa.

Mis piernas se movieron hacia adelante como si estuvieran perfectamente sincronizadas a sus órdenes. Llegué a la cama me quité las botas.

—Da la vuelta y mírame.

Hice lo que dijo, temblando en un embriagante coctel de aprensión y emoción. San se quedó apoyada contra la pared -el resplandor de la luna mostraba su hermosa cara- observando mi silueta mientras complacía ansiosamente con sus instrucciones.

—Quítate el vestido… lentamente.

Levanté el dobladillo suavemente sobre mi cabeza, dejándolo caer en al suelo, de pie solo con mi nuevo sostén sin tirantes y bragas de seda. Santana caminó decididamente ante mí y comenzó a circular alrededor de mi figura ligeramente vestida, absorbiendo la visión de mi cuerpo casi desnudo con una sonrisa cómplice. Detuvo sus evaluadores ojos en la parte superior de mi cadera y recorrió un dedo a lo largo de las líneas de mi pequeño tatuaje.

Su aturdida mirada encontró la mía. —¿Un tatuaje, Britt? Me sorprendes. Nunca me has dejado ver esto antes. —Inmediatamente se dejó caer de rodillas y estudió la escritura, su rostro nivelado con mi estómago, su cálido aliento sopló entre mis piernas, provocando un gemido ahogado en la parte trasera de mi garganta.

San acarició el tatuaje con su dedo y la ansiedad comenzó ante el recuerdo de su origen, y tropecé y tomé un respiro hueco y revelador.

Santana alzó su mano sin levantar la mirada y tomó la mía firmemente en la suya. El pánico inmediatamente se filtró, sanándome con su toque.

—Eres para mis pensamientos como el alimento a la vida, o como el dulce y condimentado rocío lo es para la tierra —murmuró mientras leía la cita en voz alta, presionando un beso en mi cadera sobresaliente. Levantó la mirada y preguntó—: ¿Qué es esto, cariño? ¿Por qué estas palabras toman un lugar preferente en este hermoso cuerpo? — Toques ligeros como pluma continuaron trazando los intrincados giros y pendientes de la escritura.

Pasé mis manos a través de su cabello y ella sostuvo mi trasero firmemente en el hueco de su brazo libre, manteniéndome cerca.

—Es de William Shakespeare, uno de sus sonetos de amor, numero setenta y cinco—le confesé mientras luchaba por reprimir un gemido mientras sus dedos se hundían en la unión de mis muslos.

Sus ojos se abrieron. —Pero, ¿por qué es tan importante, como para marcarte con eso para siempre?

Mis ojos se llenaron de lágrimas y mordí mi labio para evitar desmoronarme.

Su fuerte agarre en mis caderas se ajustó en advertencia y lamió a lo largo de mi vientre bajo. —Dime, Britt. No lo preguntaré dos veces. Te tengo, no dejaré que seas destruida.

—E… es sólo una cita que me gusta. Eso es todo —respondí evasivamente.

Los ojos oscuros de Santana se entrecerraron. —Sé que esa no es la historia completa, nena, pero puedes explicármelo más tarde. —Solté una respiración reprimida que ni siquiera sabía estaba conteniendo.

Santana se levantó. Tragué forzadamente cuando sus manos cayeron lentamente sobre mis hombros y abajo hasta las afiladas escapulas en mi espalda. Mi corazón latía con fuerza cuando se detuvo en el broche de mi sujetador. Instintivamente me acerqué y me sujeté a ella para enderezar mis pies inestables.

Sentí aflojar mi sujetador y caer de mi pecho, revelando mis pechos redondos a su caliente escrutinio. Mis ojos bajaron a mis manos en su cintura, incapaz de soportar la presión de mi desnudez. Las manos de San presionaron contra la piel desnuda de mi espalda y se movieron hacia arriba para sujetar mi cabello en su puño, levantando mi barbilla.

Mis ojos estaban cerrados, pero aun así podía sentir su mirada cortante a través de mis parpados delgados como papel.

—Ábrelos.

Negué con mi cabeza, insegura de poder enfrentarme a la intensidad de la tensión que irradiaba entre nosotras, el aire casi crujía con estática sexual.

Su puño se tensó y la presión creció en la coronilla de mi cuero cabelludo. —Ábrelos. No te lo diré de nuevo.

Respiré con calma y levanté mis pesados parpados. Santana se inclinó, presionando un fuerte beso en mis labios, y deslizó sus dedos a lo largo de mi clavícula, hasta sujetar mi pecho izquierdo en su mano. Dejé salir un gemido en su boca y su lengua se deslizó contra la mía en movimientos circulares mientras su palma rozaba sobre mi pezón, una y otra vez, lanzando una necesidad eléctrica en mi sexo.

Ella se alejó de mis hinchados labios con un jadeo y como si un cordón tensado se hubiera roto con ella, me levantó en sus brazos y me dejó caer en el centro de la cama.

Mientras me miraba con devoción y anhelo, Santana apretó los picos de mis pechos con sus dedos y casi entro en erupción ante la sensación, mi espalda se arqueó en las sabanas. El cuerpo esbelto de Santana se cernía sobre mí y se deshizo de ropa que cubría la parte superior de su cuerpo, quedando sólo con sus jeans que se balanceaban en su cintura.

—Eres hermosa, mi amor…..no sé que sería de mi vida si no te tuviera a ti en ella.

Me retorcí cuando se inclinó sobre mí, tomando mi boca en un saludo devastador. Su lengua saqueando, sólo retirándose para lamer mi garganta y chupar con sus suaves labios alrededor del centro de mis pechos, mis caderas moviéndose instintivamente contra el colchón, buscando la liberación.

Su mano se lanzó dentro de mi ropa interior y sus dedos trabajaron furiosamente en mi centro. Sujeté su cabello, tirando de algunos mechones para anclar mi lujuria. Gimiendo a mi tratamiento rudo, se levantó bruscamente, agarrando mis piernas, arrastrándome para tenerme más cerca.

Santana me libró de mis bragas en segundos, y temblé en anhelo. Nunca había estado tan a la vista, tan abierta, y ella lo vio en mi cara.

Inclinándose, acarició el cabello de mi frente. —Voy a hacerte mía ahora, como nunca antes. Voy a mostrarte lo que significas para mí, lo mucho que te deseo, y demostrarte que eres mía. ¿Me entiendes, Britt?

—Te entiendo, San….porque tú y solo tú provocas los mismos sentimientos en mí cuando creía que jamás seria capaz de amar.

La piel de gallina corrió a lo largo de su piel ante mis palabras y me levanté, acariciando sus pechos y apoderándome de su cuello con besos abrasadores. Expulsó un gemido gutural y me empujó hacia atrás, con fulgor en sus ojos.

Santana se movió al final de la cama, liberándose de sus jeans, y observé como cayeron al suelo. También se quito la lencería que llevaba y mordí mi labio mientras la observaba con lujuria y deseo. Tomé la vista de su delicioso cuerpo en toda su desnuda perfección, con mi corazón palpitando aceleradamente ante la visión.

Gateando sobre la cama, Santana se colocó a horcajadas contra mi cuerpo, con su mano descansando provocadoramente contra mi muslo. Con su mano libre levantó mi rodilla y la dobló, sus dedos vagaron en mi calor para asegurarse que estaba lista. Nunca había estado más lista para cualquier cosa en toda mi vida.

El cuerpo de Santana se alejó de mí y sólo me veía detenidamente. —San, qué...

—Tú eres mi todo —dijo, mirándome de vuelta.

Toqué su brazo con mi mano, y sé que pudo ver lo mismo en mis ojos. —Igual que tú, cariño.

—Britt… —gimió.

—Por favor… solo te quiero a ti, nunca lo dudes.

En un segundo, estaba sobre mí, su expresión era brutal y salvaje. Sujetó mis brazos febrilmente y me quedé sin aliento cuando sentí sus labios besándome con desesperación. En un momento de ternura, se inclinó y me besó con una delicada caricia. Presionando su frente contra la mía, mientras su mano izquierda se ocupaba de acariciarme apasionadamente, dejó que la derecha se ocupara de hacerme ver las estrellas en un movimiento rápido.

Me moví debajo de ella ante la repentina sensación de plenitud, pero el cuerpo de Santana me sujetó abajo, asegurando que no me alejara. Sus ojos y todo su cuerpo me demostraban su ansiedad por mí. Arrastré mis uñas a lo largo de su espalda e hinque mis dientes en su piel expuesta para evitar gritar en placer, como también buscaba hacerle sentir lo mucho que la deseaba con mi mano libre que vagaba errante por sus piernas.

—San… Dios… no puedo soportarlo… es demasiado…

Levantando su cabeza, rozó un beso en la punta de mi nariz. —Sí, sí puedes, cariño. Te encantará. Se trata de nosotras; así es como debemos estar siempre.

Se detuvo y dijo. —Ahora te voy a hacer gritar mi nombre.

Mis ojos se agrandaron en anticipación y Santana logró que me estremeciera como nunca antes.

—Britt, eres increíble.

Apreté mis ojos cerrándolos y mis dedos se enterraron más en la piel de su foco de placer. — ¡Santana!

Sus caderas se movieron frenéticamente y mi mano libre sujetó su cuello. Ella tomó nuestras manos libres para juntarlas, usando la postura para aumentar nuestro frenesí, robando mi corazón. Unos gemidos se escaparon involuntariamente de mis labios mientras una insoportable presión creció en la parte inferior de la espalda.

—Te gusta, ¿cariño? ¿Te gusta que estemos juntas? —gimió.

Mis dedos se curvaron. —Sí. Sí… —Llameadas de deseo lamieron a lo largo de mi piel y mis muslos se contrajeron.

—Déjate ir, Britt. Déjate ir ahora —ordenó Santana con la voz entrecortada.

Cerré mis ojos mientras mi cuerpo zumbaba con éxtasis y con un grito, me dejé ir.

Los fuertes gemidos de Santana aumentaron al ver mi propio éxtasis y mis ojos parpadearon abriéndose para ver su boca abierta, sus ojos apretados y liberó un exagerado gemido retumbante. El clímax de Santana había llegado poco después del mío y luego su cuerpo se acomodó al mío.

Nuestras respiraciones eran rápidas después, y me sujeté fuertemente a ella. Cuando finalmente se levantó, la tranquila serenidad en su rostro me dejó sin aliento, y pasé mi mano sobre su frente húmeda y sonreí.

—Hola, Britt.

—Hola, tú.

Me premió con una sonrisa, una sonrisa completa, me derribó por cuan deslumbrante se veía. Me pregunté cómo era posible que alguien tan atractiva existiera... y me quería a mí.

Hundiendo su cabeza hacia mi garganta, comenzó a mordisquear mi piel húmeda.

—Eres todo lo que pensé que nunca podría tener. Hacer el amor contigo, fue... sabes... más... —Enterró su cabeza, incapaz de completar la frase.

Arqueé mi cuello, dándole acceso completo, y acaricié su cabello suavemente. — Santana… fue… hermoso.

Sus labios húmedos se arrastraron por mi garganta, enganchándose en mi boca, suavemente mordisqueando mis labios y chupando la punta de mi lengua mientras me miraba con amor. Me estremecí y contuve el aliento.

Santana levantó su cabeza para estudiar mi cara. —¿Te duele, fui muy ruda contigo esta vez?

Vacilantemente atraje mis piernas juntándolas y me estremecí. —Sí. Te lo dije, no tengo mucha experiencia con todo esto. Era prácticamente virgen. ¡Definitivamente dejaste tu marca!

Sonriendo, colocó su cabeza en mi estómago, sorprendiéndome con su afecto, y sus dedos se deslizaron lentamente a lo largo de la unión de mis muslos.

—Lamento que te duela, nena, pero no voy a mentir. Me gusta que te sientas completamente mía.

Giré mis ojos. —Me alegra que estés contenta contigo mismo.

Levantó su cabeza ante mi obvio sarcasmo, entrecerrando sus ojos. —Oh, no tienes ni idea Pierce. Sólo espera hasta que veas que más tengo guardado para ti.

Me estremecí con sus palabras y el brillo conocedor en su expresión me mostró que estaba satisfecha con mi hambre recíproca.

Acomodándose junto a mí, tiró de mí dentro de su abrazo y jugó con mi cabello. — Dime algo que nunca le hayas dicho a nadie.

Me tensé y enrolló su mano libre en mi la mía de forma preventiva implorándome hablar. —¿Cómo qué?

Se encogió de hombros. —Lo que sea. Solo algo que nadie más sepa. Algún profundo secreto o miedo que tengas.

Miré a sus esperanzados ojos, y valientemente decidí hacer lo que pedía. Compartiría lo que más dolía. —Me siento tan sola a veces, literalmente pienso que me matará.

La devastación envolvió sus rasgos y rodó sobre mí, urgentemente presionando su boca en mis labios, en mis mejillas, en mi frente. —Brittany, cariño, estás rompiendo mi corazón.

Sutilmente me limpié una lágrima. —Es verdad y nunca se lo he dicho a nadie hasta justo ahora… hasta ti. Para mí, ha sido la cosa más difícil. Es increíble cuan alto el sonido del silencio puede estar gritándote sin descanso, recordándote que estás completamente sola en el mundo.

Santana lamió su labio inferior ansiosamente y sus ojos comenzaron a brillar. — ¿Puedo decirte algo?

Asentí tímidamente. Arrastró su dedo por mi mejilla, pero casi como si la acción encendiera su fuerza en lugar de darme confort. —Estoy desesperadamente sola, también.

No pude evitarlo. Las lágrimas fluyeron como un torrente de mis ojos y San escondió su rostro en mi cuello, respirando a través de nuestro dolor combinado. Sosteniéndonos la una a la otra como si fuéramos el salvavidas de la otra.

Pude probar el sabor amargo de la sal goteando en mis labios y después de varios minutos de tan necesitada cercanía, Santana levantó su cabeza y una tranquila calma se había instalado escudando sus ojos.

—No tenemos que seguir sintiéndonos solas, Britt. Te tengo y tú a mí.

—Esto es una locura, Santana. Hace tan poco que nos conocemos, sin embargo, me siento como si te conociera por toda la vida.

Una sonrisa se extendió en sus labios. —Somos unas desventuradas, Pierce. Fatídicas amantes desventurados. Tenemos toda una vida para llegar a conocernos, a diferencia de nuestros homónimos en apodos, ya sabes “Romeo y Julieta”. Me aseguraré de que tengamos nuestro "felices para siempre".

La acompañé hasta mi boca con mis manos en sus mejillas sonrojadas. Me dejó guiarla por un momento antes de alejarse y provocativamente mover su dedo frente a mi cara para no empujar los límites de sus controladores límites.

Con un giro repentino, Santana cayó sobre su espalda y envolví mi brazo a través de su estómago, mi cabeza yaciendo cómodamente en su pecho.

—Mmmm… —reflexioné.

—¿Qué, cariño? —preguntó, acariciando mi cabello.

—Solo cuan increíble suena escuchar otro latido además del mío.

—Britt…

—Shhh… solo… déjame escuchar. Me hace sentir increíblemente… completa.

Las manos seguras presionaron mi cabeza apretadamente contra mi pecho y me relajé escuchando el ritmo en trance inducido por su corazón.

Después de varios minutos de silencio, Santana preguntó—: Esa cita en tu cadera, háblame sobre ella. —Me tensé y el brazo de Santana me sostuvo más fuerte—. Te tengo, nena.

—Mi… —Aclaré mi garganta, llena de emoción—. Mi padre la citó en su nota de suicidio. Solía decírmela a la hora de dormir cada noche y quería algo para recordarlo, solo para no olvidarlo nunca.

Escuché a Santana suspirar en silencio en simpatía, y luego preguntó—: ¿Te la sabes de memoria?

Asentí contra su piel cálida y desnuda. —Sí. Está bien y verdaderamente está impresa allí, pero aún tengo la nota.

Ella se movió ligeramente. —¿En serio?

Me levanté sobre mis codos, contemplando su comportamiento nervioso. Pude ver que no tenía ni idea de que decir en respuesta. —¿Te gustaría leerla?

Se veía sorprendentemente asustada. —¿Por qué?

—Porque nadie más aparte de mi abuela y yo lo ha hecho. Me gustaría compartirlo contigo. Siento que quiero dejarte entrar más y más cada día. Puede ayudarte a entender algunas cosas… sobre mí.

—Está bien —concordó con ojos muy abiertos.

Me levanté lentamente de mi cama y fui a mi armario. Bajé el cuadro de roble antiguo que estaba escondido en mi estante superior y me giré hacia San, quien estaba admirando descaradamente la vista de mi cuerpo desnudo.

Negué con la cabeza y me reí. —Eres incorregible.

—Solo para que lo sepas. Vamos a hacer el amor de nuevo esta noche. Adicta, a Brittany Susan Pierce. Soy tan adicta a ti.

Los temblores habituales se retorcieron a través de mis entrañas y caminé de vuelta hacia ella. Me acurruqué en su calor corporal y abrí la caja y saqué la desgastada, pieza amarillenta de papel protegida por el plástico laminado, y con manos temblorosas se la di a Santana, quien comenzó a leerla con esmero para sí misma.

El silencio reino fuertemente y decidí dejarle algo de espacio. Me deslicé en mi recién comprada bata de seda hasta la altura de la rodilla y caminé hacia mi balcón, inhalando el fresco aire profundamente mientras los árboles de alrededor se balanceaban gentilmente en la brisa de la tarde. Sin importar cuando veces leía la carta, dolía cada vez, y no podía evitar sino recitar cada palabra en mi cabeza:


“Mi pequeña Brittany-pops, esta es la carta más difícil que he tenido que escribir nunca.

Primeramente, quiero que sepas que te he amado más de lo que cualquier papá ha amado a su pequeña niña desde el inicio del tiempo. Eres la luz de mis ojos y la mejor cosa que he hecho en toda mi vida.

Sé que esto es demasiado para que lo entiendas ahora, pero lo harás, con el tiempo. Quiero explicarte por qué te he dejado y quiero que sepas que no es a causa de que hayas hecho nada malo.

He amado muchas personas en mi vida, pero la manera en que amé a tu madre iba más allá de cualquier cosa que pueda explicar. El día que naciste fue el más triste y el más feliz día de mi vida. El más feliz porque te tuve a ti, pero el más triste al perder a la otra mitad de mi alma.

Estaba destrozado, Brittany, y nadie salvo Dios podía arreglarme.

Un día, mi dulce niña, alguna persona afortunada vendrá y te ayudará a entender el significado del amor. Te enamorará y te mostrará lo que es colocar tu corazón al cuidado de alguien más y voluntariamente le ofrecerás el regalo de tu alma, y esa persona te tendrá completamente. Asegúrate que merezca el tesoro de tu corazón y haz todo lo que puedas para proteger lo que tienen juntos.

En el futuro, cuando seas mayor y más sabia, podrás mirar atrás, a mi partida y tener preguntas, inseguridades, y culparme por abandonarte a tan joven edad, y para eso no puedo ofrecer nada que te de paz. Las personas pueden decirte que fui egoísta por dejarte atrás, pero creo que es más egoísta dejarte vivir con medio padre.

Desde que tu mami murió, he vivido una vida triste y solitaria, tú y la abuela eran la única luz en mi oscuridad. Quiero que sepas que estoy en paz ahora y en el lugar más feliz que puedo imaginar, en los brazos de tu mami para toda la eternidad.

Vive la vida al máximo, mi querida niña, y un día, cuando Dios lo desee, estaré esperando para verte otra vez en las puertas del paraíso, para que una vez más saltes a mis brazos abiertos para girarte alrededor, decirte cuan bonita eres, y presentarte a tu madre… que se parece tanto a ti.

“Eres para mis pensamientos como el alimento a la vida, o como el dulce y condimentado rocío lo es para la tierra”. William Shakespeare.

Te amo. Papi”


Sabía que Santana había terminado la carta cuando la sentí a mi espalda, el calor de su cuerpo cortando a través de la delgada barrera de seda. Colocando suaves besos en mi nuca, cuidadosamente me giró en sus brazos y silenciosamente me levantó. Su expresión era ilegible mientras envolví mis brazos alrededor de su cuello, sosteniendo fuertemente a nuestra nueva intimidad profunda.

Santana me llevó sin palabras al escritorio en la esquina del balcón y me puso en la mesa blanca, abriendo el amarre anudado de mi bata, el material cayendo para cubrir mis costados. Sus suaves besos de mariposa tocaron de mi tobillo a mi muslo antes de envolverlos flojos alrededor de su cintura. Cerniéndose sobre mí, Santana se dedicó a acariciarme, laboriosamente, y me hizo el amor. Sus besos y caricias eran dadas tan gentilmente, envolviendo mi mirada en la suya que solo reflejaba amor, y alcanzando nuestra liberación al unísono, suspirando mudamente en la calma de la noche.

La caricia suave del dedo de Santana recorrió adoradoramente abajo por mi mejilla.

—Gracias por mostrarme la carta, cariño. Gracias por confiarme con conocer tu pasado.

Besando mis tres pecas favoritas en su nariz y la pequeña cicatriz blanca en su barbilla.

—Llévame a la cama, Santana.

Haciendo lo que pedí, Santana me acostó debajo de las mantas como si no pesara más que una pluma, llevándome a su pecho, y caímos en un feliz satisfecho sueño.


Estaba completa e irremediablemente enamorada.

Guardé los cambios finales en mi archivo de Word, con un emocionado clic en el botón izquierdo del ratón. Había terminado finalmente con la última parte de investigación para el artículo de la Profesora Holliday, con la sensación, merecida, de haber concluido una hazaña. Ahora podría pasar mi tiempo libre con Santana y no encadenada al escritorio de la biblioteca.

Me senté de nuevo en la tumbona de mi balcón para tomar un muy necesitado descanso, respiré el húmedo aire de Lima, cuando escuché un delatador sonido en la reja.

Santana saltó sobre la barandilla del balcón, con una expresión taciturna y me sentí triste. Caminó directo hacia mí y tomando mi cara entre sus manos, me robó un largo y sensual beso. Cuando se retiró, sus ojos ardían, y yo me encontraba sin aliento, pero simplemente se sentó en la silla blanca libre.

—Todavía trabajando duro, por lo visto. —Sonrió, pero de modo forzado

—Sí, la profesora Holliday me dijo esta mañana que tenemos un receso de tiempo antes de presentar nuestro trabajo en Oxford… nos vamos en un par de meses. Es una carrera contra reloj desde ahora hasta que quede terminado. Pero por lo menos he terminado mi parte.

Santana se incorporó hacia delante en su asiento, con la boca tensa. —¿Te vas a Inglaterra en unos meses? ¿Desde cuándo lo sabes?

Retorcí mi bolígrafo entre mis dedos, mirando a sus ojos cautelosamente. —Desde siempre. Voy a asistir a la presentación. Esto ayudará inmensamente cuando elija dónde hacer mi PHD (doctorado). Si es bien recibida, podré elegir la escuela de posgrado. Incliné mi cabeza preguntando—: ¿Por qué?

Se dejó caer melodramáticamente en la silla. —No quiero que me dejes. Te extrañaría demasiado, además la final del campeonato universitario es por esas fechas. Te necesito en las gradas, viéndome. Tienes que estar ahí para que me vaya bien… el beso de la buena suerte ¿recuerdas? No querrás que miles de fans universitarios se  enojen contigo.

Moví mi cabeza con exasperación, me levanté para sentarme en su regazo, y envolvió sus brazos fuertemente alrededor de mi cintura, rozando su nariz en mi mandíbula.

—Volveré a tiempo. Nunca me perdería la final del campeonato universitario y más si tú estas allí. No puedo interponerme entre la gente de Lima y los deportes ¿no es cierto?

Pellizcó mi trasero. —¡Oh! Llegaré hasta ahí, Britt. No hay duda al respecto, y tú estarás sentada en las gradas, apoyándome, gritando mi nombre… antes, durante y después del partido.

Me agaché y besé sus suaves labios entre risas. Cuando me retiré, su rostro volvió a adquirir una expresión taciturna.

Acaricié su mejilla. —¿Qué está mal?

Tomando un largo y profundo suspiro dijo—: Adivina

—¿Tus padres?

—¡Bingo!

—¿Y ahora qué? —pregunté, temiendo la respuesta.

—Quieren conocerte. Nos invitaron a cenar mañana por la noche. Están reconsiderando sus tácticas.

Retrocedí en shock. —¿En serio? Nunca pensé que quisieran conocerme… jamás.

—Yo tampoco.

Resoplé ante el aguijoneo. Me tomó del brazo. —¡Oye! No fue mi intención lastimar tus sentimientos, pero ellos no están contentos con nosotras, Britt. No hay nada   extraño en ello.

Me abracé nuevamente a su pecho. —Lo sé, sólo apesta.

—Les voy a decir que no.

Me levanté sacudiéndome. —¡No! Al diablo, vayamos. Mostrémosles lo bien que estamos juntas. Viéndonos, quizás los ayude a comprender.

Me dio una mirada de incredulidad total. —No van a entender, y no quiero que te ataquen. Me he enfrentado a eso durante años, no voy a ver cómo te dan el mismo trato. Has visto a mi padre en acción. No tolera la desobediencia. Mi madre es vengativa y cruel. ¿Por qué querrías conocer oficialmente a unas personas como estas?

—Porque quiero cerrar está grieta entre ustedes, por tu bien. —Su expresión se suavizó, y besó el dorso de mi mano.

Aparté sus largos cabellos de su cara. —¿Alguna vez me contarás la verdadera historia entre tus padres y tú? ¿Con sus imperfecciones y todo?

Movió su cabeza hacia atrás, y me miró como si lo hubiera rezongado. —No vamos a ir ahí. Estoy terriblemente decepcionada de ellos. Los detalles nimios, no importan.

—Lo sabes todo de mí… mi padre, mi vida. Déjame entrar —protesté.

Me acarició los brazos, que se encontraban recostados contra ella. —Lo sé. Pero… sólo déjalo. Por favor.

Dejé de insistir, cuando sus ojos se nublaron, dejándome fuera.

Suspiró largamente y confesó—: Últimamente están peor. Algo está sucediendo, pero no tengo idea de qué es. Siempre me presionaron con lo de Shelly en todas las formas que pudieron, y más cuando supieron que me gustaban las chicas y no los chicos, pero últimamente es como si estuvieran más desesperados que nunca para que me case con ella. Mi padre nunca se había mostrado tan insistente hasta ahora. Definitivamente algo está sucediendo. Simplemente no puedo descifrar qué es. Las llamadas telefónicas comenzaron a ser veinticuatro horas los siete días a la semana. —Su frente se arrugó, absorto en sus pensamientos.

—Quiero ir.

Gimió dramáticamente. —Va a ser como el infierno, ¿no te das cuenta? No puedo ponerte conscientemente en esa situación. Sé que no hablo mucho de mi pasado, pero ellos no son buenas personas, Britt. Los conozco bien. Soy producto de ellos después de todo.

—Nunca vuelvas a hablar de ti de esa forma. Tú no eres injusta o cruel. Eres amable e increíblemente cuidadosa, sobre todo conmigo. Llámalos y dile que aceptamos la invitación.

Se levantó, acunándome en sus brazos y me llevó hasta la cama, soltándome en el centro. Se deshizo de su chaqueta. —Iremos, pero necesitas desnudarte, y persuadirme, de por qué debería gustosamente dejarte entrar en la guarida del león.

—Me desnudaría para ti en cualquier momento, sólo estás buscando una excusa.

El resto de su ropa cayó al piso y tragué ruidosamente ante su delicioso cuerpo desnudo.

—No estás desnuda, Pierce. Hazlo o lo lamentarás —amenazó

Seguí sus instrucciones, me saqué el vestido por encima de mi cabeza y enseguida sentí su boca cerrarse sobre mi seno.

—Iremos, pero cancela tus actividades para el resto del día. Voy a necesitar una gran cantidad de persuasión para convencerme, de que esto no es un maldito desastre a punto de suceder… y mucho.






Un par de horas después, luego de que Santana se fuera a su entrenamiento, golpeé la puerta de Marley.

—¿Sí?

—Marley, soy yo, ¿puedo pasar?

Se abrió la puerta, dejando ver la hermosa cara de Marley, y sobre su cama se encontraban Rachel y Kitty.  Agitando mi mano mientras entraba.

—¡Oye! ¿Qué es todo esto? ¿Por qué no fui invitada? —lo dije en tono de broma, pero un poco en serio. Nuestro cuarteto era casi inseparable, me encantaba tener tan buenas amigas ahora. Reales, auténticas amigas, pero estaba un poco ofendida de que me hubiesen excluido de esta reunión.

Rachel se acomodó en la cama y se estiró sobre la colcha, echó su cabeza hacia atrás, y comenzó a sacudir sus caderas.

—¡Ahhh…! ¡Santana… Agh…! Cielos…! Yo… yo… ¡SANTANA!

Kitty le siguió la corriente e hizo algunos movimientos acordes a la dramatización de Rachel.

—¿Te gusta, Britt? ¡DIME que te gusta! Woww… ¡SÍ! —gritó Kitty

Coloqué mis manos en mi cara, para ocultar mi completa mortificación, y ellas estallaron en un ataque de risas.

Rachel intervino primero. —Lamamos en tu puerta, querida rubia, pero después de los gemidos que oímos de ustedes, pensamos que debíamos dejarte. ¡Sonaba como una sesión de sexo caliente!

Marley puso sus brazos alrededor de mi cuello, y besó mi cabeza. —Olvídate de esas dos, pero sólo para que sepas, las paredes de este lugar son realmente delgadas y a pesar de que soy tu amiga, Santana es mi prima, y ¡no quiero volver a escucharla hacer ese tipo de cosas!

Kitty tenía un ataque de risa, girando sobre la cama, agarrándose su estómago.

Pensé en salir corriendo. Cuando me giré hacia la puerta, Rachel se lanzó fuera de la cama, me tiró encima de su hombro, y me dejó caer sobre un mar de cojines, chasqueando y sacudiendo su cabeza.

—Bromeábamos contigo, Britt. Todas estamos recibiendo algo de atención… Sólo que parece que tú la recibes más que otras. —Guiñó un ojo y dramatizó movimientos imaginarios de besos y caricias apasionadas.

—Por favor, ¿podemos no hablar de esto? —susurré, mientras mordía mi labio hasta el punto de saborear la sangre.

—Déjenla en paz, chicas. —Marley se sentó a los pies de la cama. Rachel y Kitty se tiraron a mi lado.

—¿Qué hay de nuevo, ninfo? —Rachel chasqueó cadenciosamente su lengua entre sus dientes. Y no pude evitar sonreír.

Golpeé a Rachel en el brazo y enfrenté a Marley.—Los padres de Santana nos invitaron a cenar mañana. Quieren conocerme… oficialmente.

Marley frotó su frente, con cara de total desolación. —¡Demonios!

No era la reacción que quería. —Santana no quiere que vaya, pero creo que será una buena cosa, ¿no te parece? Ya sabes, mejorar la relación entre nosotras.

—No lo creo. —Enfatizó—. Britt, no son buena gente, has visto un poco de lo que son capaces. Hazte un favor y retrocede. No vayas. Se feliz con Santana sin sus interferencias.

—Quinn, me dice que son una gran pieza de trabajo, chica. Santana y tú están bien. No lo arruines —dijo Rachel con cara sería y golpeándome la mano.

—Tendré que conocerlos finalmente ¿Por qué no ahora?

Marley se bajó de la cama y empezó a caminar. —Porque los invitaste a entrar y harán lo que sea para asegurarse de que te vayas. —Se acercó y se aplastó junto a mí—. ¿Esto queda dentro de este cuarto, verdad? —Se quedó mirando fijamente a Rachel y Kitty, ellas asintieron en acuerdo.

Con sus dedos apretó su sien y su rostro se transformó con una expresión de profunda angustia. —Nunca quise que te enterarás de esto por mí. No creo que me corresponda a mí, pero siento que te puede ayudar a decidir lo mejor para ustedes en cuanto a conocer a los famosos magnates López.

Tragué con aprensión.

—¿Sabes? Jamás conocí a unos padres que pudieran odiar a sus hijos e hijas. Los padres están hechos para idolatrarlos, pero ellos no. Ellos la odian furiosamente. Santana nunca hace las cosas bien a sus ojos.

—Cuando era pequeña, si ella hacía algo tan tonto como ensuciarse la ropa, o cualquier cosa que los disgustara de alguna estúpida manera, su padre se volvía completamente loco con ella, la golpeaba con un cinturón y la mandaban a su habitación. La golpeaban. Mucho. Era castigada durante semanas, y semanas… Una pequeña niña aislada, a la que le decían una y otra vez cuánto les disgustaba, hasta que pareció entumecerse, volviéndose cada vez más introvertida. Mi padre nunca se ha perdonado por lo que Santana ha tenido que pasar y ninguno de nosotros sabía hasta qué punto.

—Mis padres y yo nos mudamos a Chicago cuando era muy pequeña, por lo tanto sólo la veía en algunas ocasiones, pero en cada visita ella se veía peor y peor. De todos modos, este tipo de trato duró justo antes hasta de que entró a la universidad. Pero sus garras aún están firmemente en ella. No puede liberarse. Ha tenido una vida dura y si ella no se casa con la maldita ShMarley Blair… bueno —ella se interrumpió con los ojos brillantes.

Retomó su compostura, me cogió la mano, y me rogó. —Tú, Brittany Susan Pierce, eres una gran piedra en su camino. Si vas a cenar, te garantizo, que no es para-llegar-a- conocerte. Si estoy en lo cierto, es una forma para sacarte de sus vidas… Permanentemente. Son malos, malas personas. No vayas, prométemelo. No hagas pasar por esto a Santana. Ella te necesita más de lo que pareces darte cuenta.

Tragué reflexionando. Flashes de su padre abofeteando duramente su rostro, danzaban en mi cabeza, y las palabras de Marley flotaban dentro de mi cabeza, ellos no son buenas personas.

Pero los dejé a un lado. Si los padres de Santana pudieran sólo entender que queremos estar juntas, su vida sería mucho mejor. Yo debía intentarlo, por ella.

Inhalé fuerte. —Ellos no me van a asustar.

Rachel golpeó mi espalda como apoyo. —¡Muy bien, chica! Golpea a esos putos ricos bastardos.

Marley me miró seria, ignorando a Rachel. —Espero que eso sea así, porque sé que mataría a Santana perderte, chica.

—No me perderá, ella significa mucho para mí.

Con su labio temblando, Marley dijo—: Brittany, por favor… no vayas. Te lo estoy suplicando.

—¡No! Tengo que ir. Tengo que intentarlo… por ella. Para que ellos finalmente dejen ir toda esa estupidez con Shelly y nos dejen estar juntas. Es como una nube negra constante sobre nuestras cabezas, esperando para golpearnos. Sé que Santana piensa en eso constantemente… esto tiene que terminar —grité.

Ella asintió pasivamente, abrió su armario, y comenzó a escarbar en una masa de vestidos de diseño.

—Bueno, si insistes en pasar por este campo minado de peligro de cena, debemos asegurarnos de que vistas adecuadamente, por lo menos. Les daremos la menor munición posible contra ti.







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Breves Adelantos de caps. 17 & 18




—Ellos probablemente se meterán con todo lo que puedan esta noche, con saña. Cualquier cosa que digan, no dejes que te afecte. Te protegeré. Si necesitas irte cuando quieras, por cualquier razón, nos iremos, sin peros. Pero prométeme que no les permitirás herirte. —Su voz tenía una nota de desesperación y sus ojos se nublaron con una emoción indescriptible, desconocida.

—Lo prometo.

—Entonces ¿por qué tengo una sensación de que estoy a punto de perderte?

No podía soportar su triste mirada. —Detente.

Santana no dudó y las ruedas crujieron sobre la grava gruesa cuando nos detuvimos abruptamente a un lado de la carretera. Me moví hasta quedar a horcajadas sobre su regazo, peinando hacia atrás su cabello con mis dedos.

—No me perderás.
*****
Santana se enfrentó a sus padres. —Estoy harta de todos ustedes. Elijo a Brittany. Prefiero no estar en esta miserable vida. ¡Jesucristo! ¿Qué más puede hacerme? Eres la peor de las personas que he conocido. Soy tu única hija y no me soportas. —Caminó ligeramente hacia adelante, implorándole a sus padres que escucharan—. ¿Alguna vez incluso me has querido? ¿Alguna vez en la vida has sentido algo por mí?

El Sr. y la Sra. López se miraron uno al otro y se desternillaron de risa, haciendo eco alrededor de la gran sala. Yo estaba convencida que simplemente había presenciado la personificación de la maldad.

Su padre se adelantó. —¿Cómo puede alguien amarte? ¿Cómo puede alguien amar a una piedra en su zapato? Eres una gran decepción. Pero cumplirás con tu deber para esta familia, cueste lo que cueste. Encontraremos una manera de hacerte entrar en razón, recuerda mis palabras.

Shelly deslizó sus pies en el diván, incapaz para esconder su incomodidad en toda la escena. Al menos no parecía tan vengativa como sus padres, más bien como un peón desorientado en su esquema.

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Extendí mi mano, para calmarla. —No me importa lo que dijeron de mí, pero me preocupa lo qué te están haciendo. ¿Por qué te odian tanto, Santana? Tiene que haber alguna razón. Eso fue más allá de cruel. ¿Qué clase de padre odia a su hija sin razón? — Envolví mis brazos alrededor de mi cintura, siéndome deprimida y triste—. Tu madre, la forma en que te golpeó, ¿cómo puede tratar a su única hija de esa manera?

Los dedos rígidos de Santana se pasaron fuertemente por su cabello desordenado.

Podía decir que estaba luchando por decirme algo.

Después de un momento, se inclinó hacia delante, agarrando mis hombros con desesperación. —¡Porque no soy suya! —gritó tan fuerte que sentí un zumbido en mis oídos.
****
—Santana, yo…

Observé su expresión tensa mientras me apartaba de sus brazos. —Vas a dejarme, ¿verdad? Sabía que te perdería. Lo sabía. ¿Quién va a soportar a mis padres de porquería? No valgo todo por lo que ellos van hacerte pasar, si seguimos juntas, ¿verdad? —La pena llenaba sus rasgos y se dejó caer en el viejo sofá marrón que estaba frente a una mugrienta chimenea apagada. Las cálidas lágrimas corrían por sus mejillas y sus hombros se estremecieron por la fuerza de los intensos sollozos. Nunca la había visto llorar.

Esto por poco me mata.

Me uní a ella en el sofá y la envolví en mis brazos mientras lloraba con la cabeza en mi regazo. Lloré con ella. Lloré por la niña pequeña que no conoció el amor. Lloré por la niña pequeña que había perdido su infancia, y lloré por la mujer que tenía mucho que ofrecer al mundo, pero que había sido refrenada por las inflexibles ataduras de sus padres abusivos y manipuladores.

Cuando controló sus sollozos, envolví el rostro de Santana en mis manos y la obligué a mirarme. —Santana...

—Te amo... Te amo —susurró una y otra vez, con los ojos amplios y frenéticos, las yemas de sus pulgares se movieron suavemente sobre mis húmedos pómulos.

—¿Q…que? —Mi corazón se aceleró.
****
—Completamente. Finalmente sé lo que es amar y ser amada. Pero me da miedo como el infierno que vaya a terminar. Mis padres no se darán por vencidos tan fácil.

—Me voy a quedar contigo.

—¿Me juras eso?

—Lo juro. Te amo. Soy tuya.

Santana llevó  mi  mano  a  su  boca  y  besó  cada  dedo.  —¿Y  ahora  qué? ¿Tenis? ¿Grandeza? ¿Dominar el mundo?

Se encogió de hombros. —Supongo.

—¿Qué quieres, Santana? ¿Qué es lo que más deseas en la vida?

—Tú.

Hola……….buenas noches a todas/os……….uhhh, las cosas empiezan a tomar un rumbo interesante en la historia………una buena (pero que a lo futuro se verá frustrada por uno de los padres de Santana) noticia pone en evidente emoción la relación de las chicas.





Mantengo mi posición sobre el episodio final de la serie, este final fue bueno, pero no colmo del todo mi expectativas para el cierre de lo que fue y será una gran serie: GLEE……lo que lamento es que no se haya dado a conocer el futuro o líneas de dialogo a otros personajes importantes (creo yo) para saber de ellos, por ejemplo: Santana, Brittany, Quinn, Puck o Mike, etc. Demás está decir que por ahora supongo que o mientras creo que voy a distraerme con los fic’s (benditas adaptaciones o historias originales por hacer que me distraiga un poco de la realidad jejejeje)……..








*Para quienes no hayan leído las historias anteriores, estas son las direcciones:







http://www.gleeklatino.com/t20759p300-resueltofanfic-brittana-5ta-avenida-neoyorkina-2da-parte-primero-viene-el-amorluego-viene-el-matrimonio-epilogo
(5ta Avenida Neoyorkina)






http://www.gleeklatino.com/t21732p330-resueltofanfic-brittana-play-with-me-epilogo
(Play with Me)






http://www.gleeklatino.com/t22139p255-fanfic-brittana-safe-with-me-capitulo-bonus-track-halloween-con-el-clan-familiar-de-los-pierce-31-de-agosto
(Safe with Me)






http://www.gleeklatino.com/t22314p90-resueltofanfic-brittana-beautiful-stranger-cap-16-final-12-de-noviembre
(Beutiful stranger)







http://www.gleeklatino.com/t22405p135-fanfic-brittana-lick-sinopsiscapitulo-22-final-09-de-enero#536524
(Lick)




http://www.gleeklatino.com/t22471p135-resueltofanfic-brittana-breathe-with-me-epilogo-06-de-abril-2015#540911
(Breathe With Me)




http://www.gleeklatino.com/t22548-fanfic-brittana-the-mighty-storm-2da-parte-wethering-the-storm-sinopsis-epilogo-23-de-junio-2015
(“The Mighty Storm” / 2da Parte "Wethering the Storm)







*Próxima actualización: día JUEVES…….si pudiera actualizar antes se los haré saber (pero si no, tengan la seguridad que lo haré en el día señalado)






Sin más que decir por el momento……….no las aburro más, disfruten del capítulo






Me encantará recibir sus críticas, comentarios, sugerencias, etc.………….así que a escribir.







Y la canción del día es……….
















https://www.youtube.com/watch?v=18WSOWAX-8E






NOTA DE ACLARACIÓN PERMANENTE E IMPORTANTE.- El presente trabajo es una adaptación a mi pareja favorita de Glee (Brittana), aclaro que conserve el título de la historia porque me pareció lo más conveniente, además de que soy malísima para ponerle nombre a algo o las cosas jejejeje……..La historia original obviamente no me pertenece …………esta obra se titula “Sweet Home” y es de autoría de Tillie Cole (todos los derechos reservados para esta estupenda escritora, así como a todos los involucrados en la publicación de su trabajo) (así que a esta distinguida escritora mis más grandes felicitaciones y admiración por la forma y estilo literario que realiza); la traducción, corrección y diseño de dicha obra fue realizada por la fabulosa comunidad virtual SIMPLY BOOKS (gracias a todos quienes hacen posible que el resto de las personas podamos disfrutar de tantas maravillosas obras) (la obra original traducida la podrán encontrar en distintos blogs).








Aclaro que si bien en la obra, los lugares recurrentes que se mencionan son Inglaterra y EE.UU (Alabama, Tusscalosa fundamentalmente), tomando en cuenta las características y sitios donde se desarrolló GLEE desde su primera hasta la sexta temporada …….decidí que los lugares donde se desarrollará la historia sea Inglaterra y Lima-Ohio (Espero les parezcan estas alternativas). Sobre el resto de los personajes, considerando las características de algunos de la obra original y en correlación con los de Glee puse a quienes se ajustaban a estas personalidades, aunque en algunos casos me deje llevar por la emoción del momento y puse a quienes creí conveniente jejejeje.











Algo más……enfatizo nuevamente que esta historia se compone de dos libros, el primero consta de: sinopsis + prólogo + 27 capítulos + epílogo + capítulo extra (aunque el último capítulo corresponde a la rememoración de uno de los primeros capítulos desde el punto de vista de Santana, en el caso de esta adaptación) / (este primer libro es absolutamente desde el punto de vista de Brittany; el segundo libro se compone de: sinopsis + prólogo + 37 capítulos + epílogo + capítulo extra (este segundo libro es narrado desde la perspectiva de Santana rememorando varios capítulos descritos en el primer libro, a la par que se agregan otros más)………Espero disfruten de esta historia










Ahora……….solo queda esperar sus opiniones.

Capítulo 17

Santana no había dicho ni una palabra todavía. Había estado aterradoramente silenciosa durante todo el trayecto a casa de sus padres. Moviéndome en el asiento, dejé mi pierna descansar sobre ella y apoyé mi cabeza en su hombro, mientras miraba fijamente su rostro sombrío. Ella me dedicó una triste sonrisa y dejó caer un beso en mi cabello, agarrando firmemente a mi muslo desnudo.

Marley y las chicas me habían ayudado a prepararme, y llevaba un vestido de Valentino negro con manga de tres cuartos ajustado, que se detenía justo debajo de mis rodillas, tacones negros, con mi cabello rubio rizado suelto, recogido a ambos lados por unos pasadores, y pendientes de diamante en mis orejas. Santana llevaba un elegante vestido de color rojo. Nunca la había visto tan formal y parecía tan incómoda como me sentía yo.

—Quiero que me escuches, ¿de acuerdo? —anunció enfáticamente.

Asentí y le presté toda mi atención.

—Ellos probablemente se meterán con todo lo que puedan esta noche, con saña. Cualquier cosa que digan, no dejes que te afecte. Te protegeré. Si necesitas irte cuando quieras, por cualquier razón, nos iremos, sin peros. Pero prométeme que no les permitirás herirte. —Su voz tenía una nota de desesperación y sus ojos se nublaron con una emoción indescriptible, desconocida.

—Lo prometo.

—Entonces ¿por qué tengo una sensación de que estoy a punto de perderte?

No podía soportar su triste mirada. —Detente.

Santana no dudó y las ruedas crujieron sobre la grava gruesa cuando nos detuvimos abruptamente a un lado de la carretera. Me moví hasta quedar a horcajadas sobre su regazo, peinando hacia atrás su cabello con mis dedos.

—No me perderás.

No parecía convencida. —No puedo, Britt. Significas mucho para mí. ¿Sabes? ¿Te das cuenta de lo que siento por ti? ¿Cuánto te necesito? Porque es así. Sé que no hablo mucho sobre de mis sentimientos, pero… pero… yo… yo…

—Shh… no necesitas hacer esto. —El amor me golpeó como un meteorito estrellándose en la superficie de la tierra y tuve que morderme el labio para evitardesfallecer en sus brazos. Sus ojos descendieron y una tristeza sofocante envolvió el compartimento de la camioneta.

—Santana, me has dado una razón para estar contenta. No he estado bien desde hace mucho tiempo. Me has devuelto a la vida. ¿Lo sabías?

—Ellos no son buenas personas, cariño. Sé que no me crees, pero esta noche es muy posible que no se trate de otra cosa que afirmar su poder sobre mí. Siempre se trata de eso. —Su cabeza se cayó a mi pecho—. Nunca van a dejarme ir, nunca van a dejarme ser feliz contigo. Harán algo; siempre hacen algo para arruinar mi vida. Su cuerpo se sacudió y trató de bajarme de su rodilla—. Volvamos a casa. No hagamos esta tontería.

Apoyé mis manos en sus hombros y presioné abajo con toda mi fuerza. —Sí, lo haremos.

Los brazos de Santana se envolvieron alrededor de mi cintura y nos quedamos en silencio, abrazadas, tranquilas, y calmando nuestros frenéticos nervios. Finalmente, ella levantó su cabeza cansada, su pétrea arrogante fachada, que casi esconde con éxito la niña perdida en ebullición bajo la superficie.

Casi.

Me incliné hacia delante, besándola dulcemente, y deleitándome en su aroma que desprendía. Con un abrazo final, bajé a mi asiento suspirando, y Santanaencendió el motor. Nos incorporamos nuevamente a la tranquila carretera rural y me reí sin humor.

—¿Qué? —preguntó rígidamente.

—Soy la ingenua Julieta Capulet, arriesgando todo para cenar con los Montagues.

Levantó la mirada con gesto de desesperación. —Julieta no fue tan malditamente tonta como para correr ese riesgo. Sólo escaparon y se casaron en cambio… buen plan. Pero en mi versión de Julieta decide que esta reunión con su enemigo mortal ayudará a nuestra causa. Pronto veremos si es cierto, pero quiero señalar ahora que esto me parece una estúpida idea.

Odiaba verla tan aprehensiva.

Aclaró su garganta. —Sin embargo, una cosa es indiscutiblemente lo mismo

—¿Y cuál es?

—Que yo siento por ti lo mismo que Montague sentía por Julieta. —Entrelazó sus dedos con los míos—. Lo daría todo por ti también.

Apoyé la cabeza en su hombro, mientras miraba a través del parabrisas cómo el sol descendía bajo el cielo. Respiré profundamente y sonreí satisfecha. Nada de lo que sus padres pudieran decir o hacer me ahuyentaría.

Nada.






Santana y yo subimos los empinados escalones de la enorme y extensa casa con columnas blanca de la finca, con nuestras manos estrechadas. Las mías temblaban aún, pero San no dijo nada. Sólo las mantuvo con firmeza.

Llegamos a la puerta y se volvió hacia mí. —En primer lugar, te ves preciosa, cariño.

—Gracias.

—En segundo lugar, recuerda lo que dije. No dejes que te hagan daño. No importaqué.

Hice una cruz sobre mí corazón con el dedo y justo cuando ella iba a llamar, abrieronla puerta, mostrando a un ultra glamoroso hombre moreno de unos cincuenta y tantos, sacudiendo su cabello la madre iba vestida con un traje de chaqueta rojo y perlas, sosteniendo un whisky extra-grande, el fuerte olor que casi me hace vomitar.

Sus labios rojo rubí se curvaron en una cruel mueca mientras miraba fijamente a Santana, ignorando completamente mi presencia.

—Llegas tarde.

Santana se tensó. —Madre. Siempre es un placer.

La señora López hizo una mueca de asco. —Es una vergüenza que no pueda decirse lo mismo de ti. —Ella dio vuelta y, obviamente muy ebria, tropezó en los pies inestables con la entrada en forma de arco alto a su izquierda.

Santana inhaló despacio, con los ojos cerrados pensando. Podría decir que este tipo de comportamiento no era nada nuevo. Con su reacción estaba todo dicho. Cuando ella me miró, le sonreí para tranquilizarla, pero tuve que dejar de rechinar los dientes. Estaba furiosa.

Seguimos en la dirección de su madre, y cuando giramos la esquina hacia un enorme salón decorado en blanco y negro, el Sr. López se encontraba de pie junto a las ascuas de un gran fuego esperando nuestra llegada, vestía un traje gris perfectamente entallado. Me sentí inmediatamente incómoda en su compañía.

La señora López se unió a su marido y el padre de Santana se enderezó, colocando sus manos en sus bolsillos, casi burlonamente. No hubo ningún saludo, ningún cálido abrazo, sólo la suficiente frialdad para hacerme "temblar" de la cabeza a los pies.

El Sr. López movió su barbilla hacia Santana. —Nos has mantenido esperando en nuestra invitación para cenar esta noche, muchacha. No es aceptable.

Santana se movió incómoda. —Pensé que podría ir practicando. Pero no resultó. Volví aquí en cuanto pude.

El Sr. López parecía ofendido. —Bueno, por suerte para nosotros —pronunció sarcásticamente—. No sé por qué continúas perdiendo tu tiempo con todas esas tonterías del tenis todavía. Ambos sabemos que no vas a entrar en el proyecto de los cazadores de talentos deportivos.

Mis ojos se fijaron en San por la sorpresa, pero el endurecimiento de su mandíbula y su falta de respuesta fueron los únicos indicadores de que las palabras de su padre la hubieran impactado de alguna manera.

La Sra. López hizo sonar una campanilla antes de que Santana pudiera responder y gesticuló hacia el lujoso sofá de color bronce. —¿Por qué no nos sentamos todos? —dijo arrastrando las palabras.

San y yo nos trasladamos inexpresivamente hacia el sofá, con su mano agarrando la mía con fuerza, negándose a dejarme ir.

Unos minutos más tarde, una sirvienta vestida con el uniforme monocromático en blanco y negro caminó dentro del salón.

—Bollinger para los cuatro —ordenó la Sra. López, con un borde afilado a su demanda. La anciana sirvienta se inclinó y salió de la habitación.

El Sr. y Sra. López se trasladaron para sentarse frente a nosotras en un sofá idéntico.

—Entonces, Brittany, ¿no? —La Sra. López preguntó sin rodeos.

Asentí. —Sí.

Su labio superior se arrugó con lo que parecía ser un gruñido hastiado. —¿He oído que te has trasladado?

—Sí, vine para finalizar mi Master a principios de este curso académico.

—¿Y cómo conociste a Santana?

Me volví hacia Santana y sonreí. Ella me lanzó una ojeada desde la comisura de su ojo y apretó con su mano la mía. —Nos conocimos el primer día de clases.

Santana sonrió y se inclinó hacia delante, presionando un tierno beso en mi cabeza.

—Diablos, el mejor día de mi vida.

—Bueno, ¿no es eso... dulce? —dijo la Sra. López, destilando hipocresía en cada palabra.

Santana y yo irrumpimos nuestra atención para volver de nuevo a sus padres cuyos respectivos ceños mostraban que no estaban impresionados por nuestra pequeña muestra de afecto.

La anciana sirvienta volvió a entrar en el salón, rompiendo el incómodo momento, llevando nuestras bebidas y procedió a entregarnos a cada uno una copa. Tomé un sorbo rápidamente cuando no se brindó y la Sra. López terminó la suya de un trago largo, volviéndola a llenar con whisky escocés de la botella grande delante de ella en la mesa.

—Entonces, Brittany, ¿supongo que eres consciente de los planes de Santana para después de la universidad? —preguntó la Sra. López.

—¿Con el tenis? —contesté, ligeramente confundida por el tono extraño en su voz. Los padres de Santana se rieron en voz alta con expresión condescendiente.

—¡Absolutamente no! Estamos hablando de su deber de hacerse cargo del negocio familiar —arremetió el Sr. López con frialdad.

—Papá —le advirtió Santana.

—Ella necesita saberlo, Santana Marie —respondió con una sonrisa burlona. Pude ver que tramaba algo—. Necesita saber que no tendrás tiempo para continuar tu estilo de vida de jugadora de tenis.

—¡Déjalo! —Santana chasqueó, esta vez con mucho más fuerza—. No continuaré esto contigo esta noche.

La cara del Sr. López intensificó su color escarlata por la reprimenda de Santana y la tensión se convirtió en sofocante cuando padre e hija se quedaron mirando fijamente el uno al otro.

Aclaré mi garganta. —¿Puedo utilizar su baño, por favor? —Necesitaba algo de espacio, necesitaba un momento para tranquilizarme y prepararme para el resto de la noche.

Santana me observó con una mirada de preocupación, rompiendo su mirada a supadre. —Voy a mostrarte donde está, cariño.

Nos pusimos de pie y fuimos hacia fuera del salón sin mirar atrás, dejando a sus padres murmurando el uno al otro en el sofá.

Como entramos en el amplio pasillo, me quedé helada a medio paso. —¡Increíble! — maldijo Santana, con su mano libre fuertemente apretada.

Shelly estaba entrando en la casa, vistiendo un ajustado vestido negro, tacones altos de vértigo y una astuta sonrisa en su rostro.

Santanase tensó. —¿Qué demonios estás haciendo aquí?

Shelly dio pequeño giro y se detuvo delante de nosotras. —Santana, querida/. Tu mamá me invitó a verte esta noche.

Mi estómago se encogió y la decepción se apoderó de mí. Ellos nos la habían jugado.

Santana y yo miramos cómo Shelly paseaba por el salón recibiendo una acogedora bienvenida de los Lópezs, y luego los tres volvieron su atención hacia nosotras.

La madre de Santana se encontraba de pie orgullosamente detrás de Shelly con una sonrisa cruel en su rostro excesivamente engominado, todos falsos cumplidos ahora habían desaparecido.

Santana dio un paso adelante, con todo su cuerpo tenso bajo su vestido camisa. —¡¿Cómo te atreve a hacernos esto?!

—¿Hacer qué? Shelly es de la familia y Brittany necesitaba saber algunas cosas que pueden afectar su pequeña… relación —dijo el Sr. López con voz tranquila.

Santana retrocedió. —¡No empieces con esta tontería de nuevo, y mientras estás en ello, trata a Brittany con algo de respeto!

El Sr. López exageró una regia reverencia hacia mí, con una sonrisa burlona en sus labios. —¿Su Majestad, cómo está la reina? —Shelly y la madre de Santana se rieron de su comportamiento, y mi cuero cabelludo me hormigueaba de la humillación.

—¿Nos invitaste a cenar, para encontrarme con ella, ¿por qué? —El dolor envolvía cada nota en la voz de Santana—. ¿Era todo mentira? ¿Era tu plan para atacarla en cuanto ella atravesó la maldita puerta?

El Sr. López gruñó. —¿Por qué diablos querríamos ver a una puta caza-fortunas, y mucho menos entretenerla durante la cena? Ella probablemente se pelea incluso para utilizar los cubiertos, es tan pobre. Shel nos ha contado muchas cosas sobre tu novia.

No me retrocedí, tratando de no parecer afectada. No estaba muy segura que estuviera funcionando.

El Sr. López se rió de mi silencio. —Esta noche era una intervención. Teníamos que conseguir que trajeras a tu nueva golosina de alguna manera ante nosotros, una invitación para cenar parecía lo mejor. Así que, ahora que estás aquí y tenemos su atención. Harás lo que se te indica y acabaras con esta farsa. Inmediatamente. Envía a tu putita británica de regreso... preferiblemente de vuelta al otro lado del Atlántico.

Santana tropezó. —¿Nos has invitado aquí para separarnos? ¡Cristo, esto es excesivo, incluso para ti!

Su madre se rió y su bebida ambarina completamente llena salpicó por encima del borde de su vaso. —Brittany necesita saber que su maquinación no funcionará. —Ella se encontró mi mirada—. Déjala en paz. ¿No tienes ni idea de lo que estás tomando, ¿verdad? Shelly está comprometida con Santana y ninguna pueblerina de tres al cuarto nos conseguirá apartarla de eso. Fue un acuerdo de hace años. —Su mirada fría estaba más allá del miedo—. Siempre consigo lo que quiero, querida. Simplemente recuerda eso.

—¡No estoy comprometida con ella y nunca lo estaré! ¡Métete tu puta fortuna donde te quepa; no quiero nada que tenga que ver con ella!

Santana agarró mi mano y tiró de mí hacia la puerta. Observé cómo su madre furiosa iba hacia nosotras y cuando Santana se desvió para ver qué había llamado mi atención, ella levantó su mano y le dio una bofetada cruzándole la cara, el crujido de contacto de piel con piel me provocó ganas de gritar y cubrir mi boca.

—¡Tú, niña insolente! ¿Te atreves a hablarnos así después de todo lo que te hemos dado? ¡Eres lo peor que ha pasado en esta familia, pedazo de mierda desagradecida!¿Nunca haces nada al derecho, verdad? Siempre arruinando las cosas, y esto es lo peor que has traído a nuestras vidas hasta la fecha —chilló ella mientras apuntaba su dedo muy cerca de mi cara.

—Retira lo dicho —dijo Santana a través de los dientes apretados mientras me protegía bloqueándome completamente con su cuerpo.

La Sra. López llevó sus cuidadas manos rojas a su boca y aspiró. —¿O qué, Santana?¿Vas a golpearme, a tu mamá? ¿En serio vas a hacerlo?

—¡Basta! —El padre de Santana gritó bruscamente, imponiendo silencio en el salón. Caminó hacia adelante y puso su mano en el hombro izquierdo de Santana, arrastrándola cerca. Santana le permitió hacerlo, adoptando una mirada vacía en sus ojos.

—Háblale otra vez así a tu madre y acabaré contigo. No voy a discutir más este asunto. Olvídate de la maldita chica y afronta lo que está pasando. ¡Tú maldito propósito en esta vida es hacer lo te que digamos y cumplir con tu deber como una verdaderaLópez! ¡Así que hazlo! ¡Y deja de ser una idiota testaruda! —Su voz era profunda y siniestra, exigiendo obediencia absoluta de Santana.

El Sr. López lanzó a Santana hacia mí y tuve que asegurarme de detenerla antes de que me derribara al suelo. Santana se enderezó y puso sus manos en mi cara, comprobando que estaba bien. Y no lo estaba. No creo que nadie lo estuviera después de haber sido atacado de una manera tan aborrecible. Vio mi dolor reflejado en ella y con un gemido, me envolvió firmemente en su abrazo.

Su peor pesadilla se había hecho realidad.

Santana se enfrentó a sus padres. —Estoy harta de todos ustedes. Elijo a Brittany. Prefiero no estar en esta miserable vida. ¡Jesucristo! ¿Qué más puede hacerme? Eres la peor de las personas que he conocido. Soy tu única hija y no me soportas. —Caminó ligeramente hacia adelante, implorándole a sus padres que escucharan—. ¿Alguna vez incluso me has querido? ¿Alguna vez en la vida has sentido algo por mí?

El Sr. y la Sra. López se miraron uno al otro y se desternillaron de risa, haciendo eco alrededor de la gran sala. Yo estaba convencida que simplemente había presenciado la personificación de la maldad.

Su padre se adelantó. —¿Cómo puede alguien amarte? ¿Cómo puede alguien amar a una piedra en su zapato? Eres una gran decepción. Pero cumplirás con tu deber para esta familia, cueste lo que cueste. Encontraremos una manera de hacerte entrar en razón, recuerda mis palabras.

Shelly deslizó sus pies en el diván, incapaz para esconder su incomodidad en toda la escena. Al menos no parecía tan vengativa como sus padres, más bien como un peón desorientado en su esquema.

Santana tomó mi mano y casi grité en voz alta con la constricción de sus dedos alrededor de los míos. —Nos vamos. La mayor decepción de su vida se va para siempre.

Santana tiró de mí hacia ella, me arriesgué a echar un vistazo atrás por encima de mi hombro y vi la rabia desenfrenada en las caras de sus padres.

—¡Regresa aquí, chica! ¡Esto no se ha terminado! —gritó El Sr. López. Santana no se detuvo, y tuve la sensación de que sólo habíamos avivado una llama muy peligrosa.

Pasamos de prisa a través de las puertas y Santana me llevó a la camioneta. Abrió la puerta y prácticamente me introdujo en ella, vi cómo saltaba a mi lado y giraba sus ruedas por el camino de entrada.

Unas gotitas de agua salpicaron en mis manos pálidas que se encontraban apoyadas en mis muslos, y cuando levanté mi mano temblorosa, encontré que las lágrimas mezcladas con rímel negro vertían incontroladamente de mis ojos. Santana /irradiaba tensión. No me miró ni una sola vez por lo que lentamente me hundí con desesperación en la suave tapicería de cuero negro.

—Santana… —susurré.

—No ahora. ¡Dios! cállate… —espetó mientras sus ojos se arrugaron con el dolor. Retrocedí y me acurruqué contra la ventana y lejos de su ira.

Ella me había advertido; Marley me había advertido. Y no escuché, había ignorado la verdad. Había presenciado el ataque de su padre, pero nunca imaginé que Santana había vivido con eso. Soportando años de crueldad y violencia así.

Mi hombro estaba presionado con fuerza contra la puerta del auto de metal cuando Santana giró a la derecha y me di cuenta de que nos dirigíamos hacia el arroyo. Sólo quería volver a casa. Quería olvidar toda la noche y decidir qué hacer a continuación.

El suave fluir del arroyo apareció a la vista, casi plateado en el crepúsculo oscuro, yme sorprendí cuando no nos detuvimos.

Fuimos unos metros más lejos por el camino, profundizando entre los campos dealgodón, cuando llegamos a una pequeña, cabaña de troncos de madera oscura de una sola planta quedó a la vista. La camioneta derrapó hasta detenerse en seco y Santana tiró de su puerta abriéndola e irrumpió en la cabaña, encendiendo una luz suave. Los choques y ruidos aplastantes sucedieron posteriormente.

Me quedé inmóvil en el Dodge. No quise ir dentro. Por primera vez, el arrebato de Santana me asustó. No creí que me hiciera daño, pero tampoco quería estar cerca de ella ahora. Era más impredecible de lo que nunca había visto antes.

Mi cabeza se desplomó derrotada contra el frío cristal de la ventanilla, y miré hacia los millones de estrellas en el cielo oscuro, siempre me sentía pequeña e insignificante en la inmensidad del universo. No esta noche, sin embargo. Sabía que no importa cómo de pequeño eran nuestros problemas, se encontraban en el gran esquema de cosas, no podía dejar de repetir una y otra vez lo que había pasado sólo unos minutos a antes.

¡Por Dios, nunca había visto nada igual!

Los López odiaban a Santana. Sus padres realmente la odiaban y parecían casi orgullosos de ese hecho. Le pegaron, amenazaron y la habían despedazado verbalmente.

¿Cómo había podido lidiar con eso toda su vida?

Puede que yo haya pasado por una época dura con la pérdida de mi familia, pero conocí el amor, amor incondicional. Nunca fui maltratada. La vida para Santana debe de haber sido un absoluto infierno.

La culpa cayó deslizándose a través de mi cuerpo cuando pensé cómo ella había pasado semanas interminables ayudándome, diciéndome que era valiente y fuerte, persuadiéndome a salir de mi caparazón. Cuando en realidad era su fuerza la que la inspiraba. Ella necesita apoyo.


Según pasaba el tiempo, la noche creció extrañamente silenciosa. Sabía que tenía que estar con ella, para consolarla, demostrarle que no me había rendido, y decirle, por fin, cuánto la amaba.

Capítulo 18

La desvencijada puerta de la cabaña chirrió al abrirse, la pequeña habitación con un entarimado de color irregular, un viejo sofá marrón desgastado, y una mesa para dos personas llena de polvo eran su única decoración. Santana estaba al fondo de la pequeña y polvorienta habitación. Tenía la cabeza al ras de la pared, seguramente estaba perdida en sus pensamientos.

Sabía que me había escuchado entrar por la tensión en los músculos de su espalda. Cerré la puerta y cuando me di la vuelta, Santana estaba en mi camino inmóvil, con resentimiento distorsionando su hermoso rostro.

—Nunca debiste hacernos venir aquí —gritó, mi cuerpo se sobresaltó con el volumen y la intensidad de sus palabras—. ¡Te lo advertí! Te dije que no estaban contentos con nosotras, pero no me escuchaste. Me dijiste que estaría bien, que iban a vernos juntas y darse cuenta de lo que significamos la una para la otra. ¡Pero no! En cambio, acordaste tu maldita propia ejecución. ¡Cristo, Britt! La forma en que te trataron...

Dejé que se desahogara. No dije nada, pero mantuve mi cabeza en alto y le permití soltar su rabia.

Caminó con pasos firmes hacia mí, se detuvo a sólo unos metros de distancia. —Te dije que me odiaban, que iban a odiarte a ti también. Nos causamos dolor y ahora voy a perderte. Vas a dejarme ¿no es así?

—San…

—¡Pude haberlo detenido… debería haberlo hecho! Sabía de lo que eran capaces de hacer y todavía confiaba que podía manejarlo. Pero vi tu cara ahí, Britt… Tú no estabas bajo mi protección maldita sea.

Extendí mi mano, para calmarla. —No me importa lo que dijeron de mí, pero me preocupa lo qué te están haciendo. ¿Por qué te odian tanto, Santana? Tiene que haber alguna razón. Eso fue más allá de cruel. ¿Qué clase de padre odia a su hija sin razón? — Envolví mis brazos alrededor de mi cintura, siéndome deprimida y triste—. Tu madre, la forma en que te golpeó, ¿cómo puede tratar a su única hija de esa manera?

Los dedos rígidos de Santana se pasaron fuertemente por su cabello desordenado.

Podía decir que estaba luchando por decirme algo.

Después de un momento, se inclinó hacia delante, agarrando mis hombros con desesperación. —¡Porque no soy suya! —gritó tan fuerte que sentí un zumbido en mis oídos.

—¿Q… qué?

—Porque. No. Soy. Suya. Querías saber por qué me odian tanto. Bueno, esa es la razón.

—No... —susurré en voz baja.

Ella me soltó de su agarre y restregó las manos por la cara, caminando de un lado a otro sobre la vieja y desgastada alfombra amarilla.

—Mamá era estéril. La maldita inútil era estéril. Lo único que necesitaba para hacerla la esposa perfecta era ser capaz procrear y no podía dar a luz, no podía darle al gran magnate petrolero López de Lima-Ohio un heredero.

—¡Oh dios mío! San…

—No podían adoptar, porque eso sería una humillación, ¿no? No podían contratar un vientre y arriesgarse de que toda Lima supiera que ella no podía tener hijos. Pero, bueno, el destino decidió intervenir justo a tiempo.

Mi corazón se rompía a cada instante, escuchando a Santana desmoronarse con la confesión. No podía hablar. Me sentía incapaz de hacer otra cosa que observarla descargaraños de aplastante carga de su pecho.

—Una de las muchas conquistas de mi papá había aparecido en su puerta, embarazada de un hijo que ella seguro no quería pero estaba deseosa de entregarlo al nacer a su padre biológico... por un buen precio.

Mi corazón se oprimió.

—Sí, Britt. Era yo. Mi padre consiguió una prueba de paternidad confidencial y era de él, la maldita heredera de su fortuna. La cretina puso una condición, sin embargo. Tenían que conservar el segundo nombre que me había dado. Ella quería el control, para jugar un juego retorcido con su conquista más frecuente, probablemente tan enojada porque nunca sería más que un polvo para él. Mi nombre sería el recordatorio de por vida de dónde vengo, y mi madre lo despreciaba, me despreciaba sólo al verme.

—Marie. —Supuse.

—Marie. —Se paso una mano por el rostro—. Así que ahí lo tienes. Soy la hija ilegítima de la conquista de mi padre además, pero tenían que tenerme, ¿no es así? Estaba esperando tener niños, un heredero o heredera. Mi llegada garantizó que todavía podía suceder. El mayor interés de mi padre era mantener sus activos en la familia. Ellos le pagaron a la joven para tenerme en secreto. Luego mis padres desaparecieron durante un año, ya sabes, se fueron en algunos cruceros de vacaciones, y volvieron con un nuevo bebé… Y, por supuesto, las mentiras del gran multimillonario fueron creídas.

Pareciendo mucho más tranquila, Santana se apoyó en el respaldo del sofá, dejando caer su cabeza. —Mi maldita mamá me odia. Soy el vivo recordatorio de que mi padre laengañaba. Pero esa no es la única razón por la que son de esa forma. Esperaban una dócil niña obediente, que, cuando le dijeran salta, preguntaría como de alto. Pero no su decepcionante hija, ¿verdad? Terminé siendo extremadamente buena en los deportes, tenía mis propios pensamientos y sueños… inaceptable para un López.¿Cómo soy capaz? ¿Cómo soy capaz de querer algo para mí, después de que me habían acogido tan desinteresadamente? Me acogieron y me recordaron cada minuto de cada maldito día que era el resultado de un polvo pagado. Me golpearon hasta que no podía siquiera sostener una pelota de tenis, y mucho menos lanzarla y golpearla correctamente… Si estás lesionada, no puedes jugar, ¿no? Así que mi papá lo hacía con frecuencia, una tradición semanal entre padre e hija.

—¿N…nadie te ayudó? ¿Lo descubrieron? —le pregunté a través de mi garganta apretada.

Ella rió sombríamente. —¿Quién se iba a enfrentar a un poderoso multimillonario y preguntarle por qué su hija se encoge de dolor cada vez que alguien la toca?

Solté un sollozo y traté de aliviar el ácido ardiendo en mis pulmones. Todo este personaje de tipo duro de Santana se estaba desintegrando ante mis propios ojos.

—Luego, para empeorar las cosas, su fracasada hija que esperaba entrar en el Proyecto de los principales cazadores de talentos deportivos, dos veces, y fue obligada a decir que no, a sacrificar sus sueños sólo por si acaso alguna persona descubría que en realidad no es la alegría y orgullo biológico de Maribel López. ¡El secreto tenía que estar muy bienguardado!

Santana se levantó delante de mí, con los brazos extendidos, y la humillación evidente en su postura.

—Así que ahí tienes, Britt. Es por eso que mis padres me odian y por qué estar contigo acaba de añadirse a su ya gran montaña de decepción de su maldita amada hija.

Di un paso adelante con cautela, enderezando la tela de su vestido con mis temblorosas manos. —Es por eso que todo el mundo te llama Santana, no Marie... por qué lo odias demasiado. Te recuerda a tu pasado.

Observó todas mis acciones con ojos tímidos. —Sí, mi madre biológica dijo que si ellos no conservaban Marie ella iría a los medios de comunicación a divulgar la historia, y ellos no querían que eso pasara, así que estuvieron de acuerdo... a regañadientes. La hicieron firmar algunos contratos para que guardara silencio. —Rió sin humor—. ¿Qué clase de maldito segundo nombre es Marie para la hija preciada de la familia más rica en Lima? Mis viejos siempre me llamaron Santana en público, pero en privado, era Marie. Lo usaban como una burla y blasfemia. Marie, hija de la prostituta, Marie la desagradable y detestable regalo que no podía ser devuelto y nunca, jamás me dejaron olvidarlo.

Le di varios tiernos besos bajo su garganta. —¿Dónde se fue, tu madre biológica?

—Probablemente volvió al agujeró del que salió arrastrándose.

—Santana, yo…

Observé su expresión tensa mientras me apartaba de sus brazos. —Vas a dejarme,¿verdad? Sabía que te perdería. Lo sabía. ¿Quién va a soportar a mis padres de porquería? No valgo todo por lo que ellos van hacerte pasar, si seguimos juntas, ¿verdad? —La pena llenaba sus rasgos y se dejó caer en el viejo sofá marrón que estaba frente a una mugrienta chimenea apagada. Las cálidas lágrimas corrían por sus mejillas y sus hombros se estremecieron por la fuerza de los intensos sollozos. Nunca la había visto llorar.

Esto por poco me mata.

Me uní a ella en el sofá y la envolví en mis brazos mientras lloraba con la cabeza en mi regazo. Lloré con ella. Lloré por la niña pequeña que no conoció el amor. Lloré por la niña pequeña que había perdido su infancia, y lloré por la mujer que tenía mucho que ofrecer al mundo, pero que había sido refrenada por las inflexibles ataduras de sus padres abusivos y manipuladores.

Cuando controló sus sollozos, envolví el rostro de Santana en mis manos y la obligué a mirarme. —Santana...

—Te amo... Te amo —susurró una y otra vez, con los ojos amplios y frenéticos, las yemas de sus pulgares se movieron suavemente sobre mis húmedos pómulos.

—¿Q…que? —Mi corazón se aceleró.

Santana cambió de posición doblando sus rodillas, acercándome mientras se reclinaba, recostándome encima de ella. —Te amo. Te amo por encima de cualquier cosaque podría haber imaginado que fuera posible.

Me incliné hacia delante, apoyando mi pecho contra el suyo, nuestros dos corazones latiendo a un ritmo enloquecido, y admití—: Te amo, también, cariño. Te amo tanto, demasiado.

Sus angustiados ojos se agrandaron. —Britt, ¿lo haces? Incluso después…

—No voy a ir a ninguna parte. Vine aquí para decirte eso. Estaba en la camioneta, escuchando tu sufrimiento, y supe que tenía que estar contigo, no importa qué, te lo digo, nunca voy a dejarte.

—Pero mis padres...

—Sí, tus padres esta noche fueron de lo peor, pero jamás me alejaran de ti, de amarte. Somos desventuradas amantes, Santana. Los entrometidos padres vienen como parte del paquete. —Le guiñé un ojo en broma.

Una sonrisa vacilante apareció lentamente en sus magullados labios, la acción transformó su rostro preocupado. —Me siento en evidencia ahora mismo, como si alguien ha desgarrado mi pecho y todo lo que estás viendo es un corazón destrozado unido por cicatrices irregulares.

Bajé lentamente el cierre de su vestido, y besé a lo largo de la parte donde estaba su corazón. Ella soltó un gemido y presioné mis labios contra la morena piel caliente.

—Nadie ha sabido nunca como ellos eran realmente detrás de las puertas cerradas. Nunca se lo he dicho a nadie. Fuiste un gran ladrillo antiguo atravesando su fortaleza decristal esta noche. Pude ver el pánico en los ojos de mi padre. Podrías destruir cada cosa por la que han trabajado tan duro.

Tracé el contorno del tatuaje en sus costillas. —Tan malo como eso fue, me alegro de haber estado allí, de saber ahora lo que afrontas. No podemos borrar los secretos y malos recuerdos de nuestro pasado, pero podemos construir el siguiente capítulo de nuestras vidas las dos juntas.

Unas lágrimas silenciosas caían por sus mejillas. —Britt...

—Shh... —Deposité besos a lo largo de su cuello y fui bajando lentamente hacia sus pechos. Empujé su vestido al suelo mientras la acariciaba con ternura. Me atreví a echarle una mirada a Santana, sus ojos estaban ardiendo, brillando salvajemente mientras me miraba en mi seductor acto, su oscuro iris desenfrenado y salvajes.

La delicada lencería que ella llevaba cayó con facilidad en mi desesperación por deshacerme de ella, y la acaricié a lo largo de la cima de sus muslos. La deseaba y necesitaba más que el aire.

Al verla desnuda delante de mí se me hizo agua la boca. Me acerqué lentamente, besándola con pasión y adoración, y la cabeza de Santana se echó hacia atrás rápidamente con un gemido.

Eso fue todo el incentivo que necesitaba.

Me dediqué a hacerla mía con mi boca y sus caderas se elevaron, su mano se encontraba asegurando la parte posterior de mi cabeza mientras movía rápidamente su pelvis. Me sentía poderosa. Me sentía a cargo, y me encantó su sumisión.

—Cielos, Britt. ¡Tu boca! —dijo entre dientes, e hice un sonido de satisfacción, al sentirla loca por mí. Agarré fuertemente sus piernas, sólo para agacharme una vez más para darle una gran cantidad de besos húmedos por sus muslos. Me dediqué a hacerla delirar, mis dientes rozando cada rincón de su clítoris. Ella gimió y se quedó inmóvil, envolviendo mi pelo en sus puños.

Santana López se había recuperado.—Levántate —ordenó enérgicamente.

Inmediatamente me levanté y observé mientras se movía rápidamente, se puso detrás de mí, desnuda, excitada, y emitiendo absoluto poder. Agarrando mis hombros, Santana me dio la vuelta y en un movimiento rápido, tiró de la cremallera de mi vestido hasta mi espalda baja, liberando la prenda y dejándola caer en el suelo en un montón arrugado.

Una de sus manos abrió rápidamente mi sostén, mientras la otra desató los lazos en el lateral de mis bragas negras. Todo el material sedoso cubriendo mis partes hasta el suelo, cayó suavemente junto con todas las heridas y el dolor de la noche.

En un gemido ronco, Santana me condujo de nuevo hacia el sofá, su palma caliente empujando mi pecho mientras acariciada mis piernas. —No te dije que me hicieras ver las estrellas, Pierce. Sabes que necesitas pedir permiso primero. —Sus ojos seestrecharon y supe lo que necesitaba. Necesitaba recuperar el control después de que sus padres tan brutalmente le quitaran su orgullo.

—Ahora es mi turno —anunció y cerró su boca hambrienta en mi centro, su lengua trazo incesantes círculos, succionándome dentro de su boca. El placer que sentí de repente me hizo sacudirme sin control fuera del sofá.

—Agarra mi cabello.

Hice lo que me ordenó mientras estremecimientos de gran placer recorrían mi piel.

—¡Tira de mi pelo! ¡Estoy hablando en serio!

Tiré con fuerza, consiguiendo un gemido de satisfacción. No le tomó mucho tiempo hacerme venir, y tiré de su cabello mientras me deshacía contra su boca.

Sus cálidas manos recorrían mi acalorado cuerpo hasta mi cintura, y Santana utilizó su fuerza para darme la vuelta sobre mi estómago. Girándome, por lo que mi pecho estaba al ras contra el respaldo, el cuerpo de Santana se cernía detrás de mí. Aferró mi cabello y guió mis labios de lado hacia su boca en espera, besándome completamente, permitiéndome probarme a mí misma en su lengua.

La mano de Santana se movió entre mis piernas, separándolas, y en un rápido movimiento me hizo suya al deslizar sus dedos en mi interior. Estaba siendo aplastada contra el suave material, con mi cuerpo inmovilizado mientras ella no paraba de decirme lo mucho que me amaba y con cada caricia y movimiento me arrancaba un fuerte gemido. Santana dirigía nuestra manera de hacer el amor, exactamente cómo ella consideraba adecuado… rudo, duro, pero lleno de amor incondicional.

—Dime que me amas —ordenó con un gemido

Giré mis ojos mientras me mordía el labio. —Te amo. Te amo tanto, demasiado.

Ella gimió fuertemente y me hizo suya con desesperación. No iba a durar.

—Dime que nunca me dejarás.

No podía hablar a través de la tormenta embriagadora de deseo y mis manos apretaron fuertemente la vieja manta color crema que ahora yacía a mi lado.

Se detuvo en seco, y traté de moverme para sentir el adictivo placer una vez más.

Santana me mantuvo agarrada fuertemente.

Aliento mentolado rozó mi oreja mientras las manos de Santana se presionaban en el respaldo, sus pechos apoyados en mi espalda. —Haz lo que digo o no te daré lo que quieres, lo que sé que necesitas de mí.

—¡Santana! ¡Detente! —protesté con desesperación.

Su risa burlona hizo que mi piel sintiera hormigueo. —Hazlo. ¿Me entiendes? —dijo a través de sus dientes apretados, tirando de mi cabello.

—¡Ah! —dije bruscamente, completamente frustrada, mi cuerpo gritando por la interrupción. Eché un vistazo rápidamente por encima de mi hombro y su mandíbula se apretaba por mi mala actitud.

Ella no iba a ceder.

Mi frente golpeó el cojín derrotada. —Sí, te entiendo malditamente.

Sin advertencia, apoyó su mano que se dedicaba a complacerme contra mí y murmuró antes de deslizar sus dedos nuevamente en mi interior—: Tú me entiendes, mi amor. Tú eres la única que alguna vez me entiende. —No se detuvo, su ritmo más rápido y más duro que antes, la cercanía de su piel hacia fricción a lo largo de mi espalda.

—Dime que nunca me dejarás.

—¡Nunca te dejaré!

Dejando escapar un profundo gemido, su mano libre acunaron mis pechos y pasó la punta de mis pezones entre sus dedos.

—Nunca huirás.

—¡Nunca voy a huir!

—Prométemelo.

—¡Te lo prometo! —grité de una manera aguda mientras su mano entre mis piernas, masajeaba mi sexo.

—Santana... yo... ¡ah! —Mi orgasmo me atravesó como un rayo, deshaciéndome en millones de pedazos, dejándome lánguida y débil.

La boca de Santana succionó la piel de mi hombro, marcándome como suya, antes de hacerme suya con mayor desesperación.

Me dejé caer sobre el suave cojín mientras pasaba su nariz perezosamente hacia arriba y abajo por mi cuello.

—Te amo, nena —susurró y me arrastró hacia ella protectoramente mientras recobrábamos el aliento.

Santana López era un caleidoscopio humano. Me hacia suya como si me odiara, pero su adoración y amor siempre estaba presente, y no la podía imaginar de ninguna otra manera.

Estuvimos saciadas y sin movernos durante varios minutos antes de estremecerme por el frío de la noche que entraba por las rendijas de las envejecidas paredes de madera.

—¿Tienes frío? —preguntó suavemente.

—Un poco.

Con un último beso en mi sien, Santana se alejó de mí, y encendió el fuego con una caja de cerillas que estaban sobre la chimenea. Me recosté en el sofá, completamente exhausta, y observé su perfecto cuerpo moreno con los efectos de nuestra escapada amorosa. Me maravillé con la forma en que su cuerpo me encendía con cada movimiento que hacía.

Santana se volvió en mi dirección y atrapó mi mirada fija, descarada. Extendiendo sus manos, girando en un círculo completo, adoptando una sonrisa arrogante.

—Sabes lo mucho que disfrutas cuando hacemos el amor, nena. No es necesario que me digas que soy la mejor.

Me reí y lancé un cojín rojo que huele a humedad a su cabeza, que esquivó rápidamente, pretendiendo estar cabreada.

Mientras se acercaba lentamente hacia mí, negó. —Pequeña Brittany Susan Pierce, ¿no sabes que no debes meterte con un animal salvaje?

—¿Supongo que tú eres el animal salvaje en este escenario?

Frunció sus labios, la pequeña herida de su madre hecha con enojo con el revés de su mano estaba imponente sobre su piel blanda.

—Oh, no tienes ni idea... soy realmente salvaje.

Cerniéndose sobre mí, Santana se movió para recostarse sobre mi cuerpo exhausto, perdiendo su velo de oscuridad, y remplazándolo por luz.

La acerqué a mis labios con una suave mano en su nuca, y el calor de su cuerpo al instante me calentó. Liberando su mano de nuestra unión, Santana extendió la mano y tomó la manta con parches color crema, sobre el asiento acolchonado de respaldo, colocándola sobre nosotras, envolviéndome en sus brazos, mientras trazaba su tatuaje con la uña de mi dedo.

—¿Estás bien, cariño? —pregunté en voz baja.

Los duros músculos se tensaron por un instante antes de que ella dijera con voz ronca—: Lo estaré. Te tengo a ti.

Descansé mi barbilla en su pecho, mirándolo sus oscuros ojos, notando la tristezaque la embargaba. —Me elegiste.

La tristeza se desvaneció con la felicidad, una sonrisa de satisfacción en sus labios. — Y lo haría de nuevo sin dudarlo.

Me sonrojé. —¿Han sido alguna vez tus padres agradables contigo?

Negó e inclinó su mentón para mirar al techo, luchando contra los difíciles recuerdos, estaba segura. Extendí la mano y tomé su mano en la mía. Siempre funcionaba cuando lo hacía para mí. Volvió la cabeza hacia un lado y me dio una pequeña sonrisa.

—¿Alguna vez fuiste feliz?

Negando, susurró—: No.

—¿Lo eres ahora?

—Completamente. Finalmente sé lo que es amar y ser amada. Pero me da miedo como el infierno que vaya a terminar. Mis padres no se darán por vencidos tan fácil.

—Me voy a quedar contigo.

—¿Me juras eso?

—Lo juro. Te amo. Soy tuya.

Santana llevó mi mano a su boca y besó cada dedo. —¿Y ahora qué? ¿Tenis?¿Grandeza? ¿Dominar el mundo?

Se encogió de hombros. —Supongo.

—¿Qué quieres, Santana? ¿Qué es lo que más deseas en la vida?

—Tú.

—No, en serio, cariño, ¿qué quieres? Ahí está para que tú lo poseas.

Suspiró, bajando la mirada. —Sólo tú, nena. Te sientes como mi hogar.

Me aferré a su cintura, hundiendo mi cabeza en su cuello.

—Me tienes a mí. Todo de mí, por todo el tiempo que quieras.

—¿En serio? ¿Te tengo para siempre? Porque prácticamente acabo de distanciarme de la única familia que tengo.

—Santana, eres mi familia. Tú lo eres. Tú y mis locas amigas son toda mi razón de ser.¿Cómo puedes no saber eso?

—Porque no puedo creer que sea verdad.

—Somos tú y yo, Santana.

Tensándose, preguntó—: Pero, ¿qué sucederá cuando me escojan? ¿Qué pasa si vas a una universidad al otro lado del país? ¿O incluso fuera de los Estados Unidos? Nunca hablas de tu futuro conmigo y me preocupo por eso todo el maldito tiempo. Ahora te tengo a ti, no puedo imaginar dejar que te vayas.

Besé sus labios, pasando mi lengua a través del pequeño espacio para encontrar lasuya. —Lo resolveremos a medida que pase el tiempo.

La verdad era que no había pensado sobre mi propio futuro tan lejano.

Las caderas de San se deslizaron hacia mí, y me atrajo a sus brazos. —Mmm... Está bien, vamos a hacer que las cosas funcionen sin importar lo que pase.

—Santana.

—Te quedas aquí conmigo esta noche, delante del fuego.

—¿Qué es este lugar de todos modos?

—La antigua casa de la servidumbre.

Mis ojos se ampliaron. —¡¿El qué?!

Soltó una carcajada.

—Relájate, nena. Se ha reformado desde entonces, o yo lo limpié un poco. Venía aquí mucho cuando cosas se ponían mal en casa. Mis padres nunca vinieron. Es un poco como mi verdadera casa de alguna manera.

Las manos de Santana vagaban por mi cuerpo acariciándome traviesamente y los músculos de mi estómago se tensaron.

—Entonces sí, voy a pasar la noche. —Apreté sus brazos extendidos sobre el sofá—.¿Puedo dirigir? ¿Sólo por esta vez?

Negó lentamente, la Santana controladora regresando para jugar. —No. Pero buen intento, Pierce.

De repente, di la vuelta, el peso de Santana presionando sobre mi cuerpo desnudo, haciéndome gemir. Con una mordida juguetona en mi oído, fui puesta sobre mis rodillas.

—No te preocupes, cariño, yo me encargaré de ti.





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Breves adelantos de los caps. 19 & 20





—¡Guau, chica! Pareces Grouch de Barrio Sésamo. —Abrí mis ojos—. ¡Puag, retiro lo dicho! ¡Simplemente te ves como una mierda!

Forcé una sonrisa. —¡Oye, Rachel!

Ella se agachó, recogiéndome con sus brazos y me puso de pie. —¿Aun sientes nauseas?

Fruncí el entrecejo. —Sigue avanzando a oleadas. Digo que lleguemos a casa ahora antes de que regresen.

—En ello estamos, chica. Mi camioneta está fuera.

Rachel llamó con antelación y Kitty y Marley estaban en mi cuarto cuando llegué, estaban equipadas con Advil, Alka-Seltzer, Pepto-Bismol, y paños calientes y fríos. No pude evitar reír pero con sus esfuerzos.

******

—Estoy embarazada…….el error de la enfermera de la clínica tuvo sus consecuencias —dije, apenas lo suficientemente fuerte para que me oyera.

Se quedó inmóvil, sin una gota de color en su rostro moreno, sus dedos indagando en mi piel.

—¿Estás embarazada? —Me dio la vuelta para preguntarme de nuevo con más urgencia—. ¿Estás embarazada?

Las lágrimas escocían en mis ojos, pero me centré en retenerlas. —Sí, estoy embarazada, Santana. Estoy embarazada de tu bebé.

Se retiró, descansando su trasero en sus pantorrillas y con sus manos a través de su cabello con los ojos firmemente cerrados. La miré como un halcón, tratando de averiguar lo que estaba sintiendo.

Después de unos minutos de sofocante silencio, pensé que no era nada bueno. — Concertaré una cita para ver a un doctor. Voy a deshacerme de él inmediatamente.

Los ojos oscuros se abrieron de golpe, con la desilusión reflejada en su mirada color chocolate.

—¿Matarías a nuestro bebé?


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La vida era de pronto una locura, pero estar embarazada no era tan aterrador como había pensado al principio.

Había concertado una cita con el obstetra y ginecólogo y, a causa de las complicaciones de mi madre en el embarazo, que al final causaron su muerte, pensé venir de inmediato para una revisión completa. Santana recurrió rápidamente a su cuenta de ahorro, pagando únicamente el mejor médico, por lo que a diferencia de la mayoría de los mortales, probablemente veríamos a nuestro bebé mucho antes de lo normal.

Santana y yo estábamos sentadas en la sala de espera esterilizada rodeadas de mujeres con un embarazo avanzado, de todas las edades e inquietos niños gritando y gateando a nuestros pies, eso era suficiente para aterrorizarnos a las dos, y por las miradas divertidas en las caras de los otros padres, nuestro miedo era evidente. Me estaba riendo de Santana, que estaba mirando fijamente un pequeño niño en medio de una rabieta, susurrando: “Jesús” en voz baja, cuando oí mi nombre.

*****

Al principio era sólo borrosa, nublada toma de nada, hasta que él movió hábilmente el dispositivo y lo oímos, el maravilloso ritmo de un pequeño corazón latiendo. Algo apareció rápidamente en el monitor y allí estaba, nuestro bebé, ubicado cómodamente en mi vientre, casi del tamaño de un guisante. Cualquier temor se disipó con cada bombeo rítmico del pequeño latido del corazón de mi bebé, y Santana apretó los labios con fuerza mientras una lágrima caía lentamente de su ojo. Levanté mi dedo pulgar y la quité suavemente, amando lo mucho que quería a este niño... a nosotras.

En ese momento, me convertí en madre y por la mirada asombrada en el hermoso rostro de Santana, se convirtió en madre.

El doctor Adams ajustó la máquina y sonrió. —Todo parece muy bien y mide como si estuvieras... de... ah... unas ocho semanas.

Ocho semanas.

El doctor Adams presionó un botón y una copia salió de una impresora, y me entregó un pequeño pedazo de película cuadrado que contenía la imagen de nuestro pequeño ángel, la palabra cariñosa con la que Santana había empezado a llamar a nuestro pequeño hijo o hija.