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[Resuelto]FanFic Brittana: Un Vuelo con Escalas (Adaptada) Epílogo
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Lucy LP
Elita
Daniela Gutierrez
micky morales
monica.santander
paroan
Paola Perry
23l1
12 participantes
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Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Un Vuelo con Escalas (Adaptada) Epílogo
Lucy LP escribió:Al fin no duemo esperando que subas otro capítulo jejejeje... Saludos ;)
Hola, jajajaajaj XD lo siento XD jajaja aquí el siguiente cap! Saludos =D
Elita escribió:Jaja quien las entiende?!
Primero se gritan & luego Santana se pone feliz xD
eso me dio risa xD
Hola, mmm ellas¿? jajaajaja no tampoco lo creo XD ajajajjajajajaja. Jajajajaja las cosas del amor, no¿? jajaajajajajajaaj. El amor, el amorrrr!! ajajajaj. Saludos =D
monica.santander escribió:A bueno!!!!!
Ahora si que quede
Hola, jajaajajajajaj suelen causar ese efecto no¿? jajajaajajaj. Saludos =D
MeryBrittana escribió:Me está encantando muchísimo!! Quiero más besos brittana!!!
Hola, jajaajajaj eso es bueno, espero y siga así jajajajaajajajaj. Esperemos y vengan mas jajajaaj. Saludos =D
micky morales escribió:regrese! brittany dio el primer paso a ver como van las cosas ahora, aunque como son un par de histericas nunca se sabe con que puedan salir!
Hola, jajaja si estuviste un poco perdida la verdad ¬¬ Jajajajajajjaajajajajajajajajajaaj "aunque como son un par de histericas" ajajajajaja toda la razón ai jajaajajajajajaj XD difícil saber lo que pasara con ellas XD jajajaaj. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Un Vuelo con Escalas (Adaptada) Cap 22
Capitulo 22
La botella vacía resbaló de la mano de Brittany y cayó desde la mesita baja al suelo, provocando el sonido característico al chocar contra la madera rígida del parqué del salón.
Se había bebido ella sola un Juanito el caminante de luto, un etiqueta negra muy caro.
Su abrigo de paño tres cuartos estaba desparramado y arrugado cerca de su bolso blanco. Nada más llegar a casa, había lanzado por los aires su patética obsesión por el orden, puesto que en aquel momento su vida era símbolo de lo contrario, un desbarajuste absoluto sin solución.
A duras penas podía moverse por el sofá.
Hizo un esfuerzo sobrehumano de coordinación motriz para recobrar el vidrio tumbado del suelo. Permanecía bocabajo, con el pelo tapándole la vista. Reptó y gateó hasta el borde del asiento cercano al reposabrazos. Su mano buscaba la botella a tientas, sus dedos se empaparon de whisky.
La televisión estaba encendida con el volumen silenciado. Las diez de la noche y la ciudad entraba en calma, al contrario que ella, que luchaba por conservar la poca cordura que le quedaba.
Otro pequeño charco de alcohol bañaba el mando a distancia sobre la mesa, que fue pisado por el culo de la botella al posarse de nuevo ahí, de donde nunca debió haberse movido.
Una fuerte arcada la levantó de un salto.
El pequeño pasillo hacia el baño fue como recorrer el circuito de F1 de Mónaco. Llegó a tiempo para no salpicar la tapa del inodoro. Enterró la cabeza en el WC y vomitó mientras sus manos se aferraban al borde con muchísimo temblor.
No paró hasta notar que estaba vacía por dentro, en todos los sentidos.
El espejo sobre el lavabo le devolvió el fiel reflejo de lo que era y en lo que se había transfigurado. Un ruido blanco, martilleante, punzaba sus oídos. Y sus párpados, pesados, enfocaban vagamente la realidad.
Se limpió con el dorso de la mano un hilito que le había quedado en la comisura de los labios. Ese reguero inmundo y apestoso era su premio por aquel exceso.
¿Pero no estaba su vida últimamente llena de eso?
Exceso era el haberse dejado arrastrar por la debilidad, exceso era saberse enamorada de una mujer, exceso era el haberse mostrado tal y como era con Santana y exceso había sido haberla besado esa tarde, con una máquina de café como único testigo.
Se lavó la cara y la boca. Al secarse con la toalla, se la echó completamente por la cabeza.
No veía nada.
No sentía nada.
Sólo aquel pitido en su cabeza que no cesaba.
Cerró los ojos con fuerza, deseando que el mundo, por ello, pudiera dar marcha atrás lo suficiente como para cambiar el pasado, el presente y el futuro.
Caminó con dificultad, apoyando las manos en la pared, de vuelta a la sala de estar. Con el estómago del revés y la cabeza a punto de estallar, se sentó de nuevo en el sofá y apagó la TV.
—Dios mío… Tengo que acabar con esto… No puedo más.
Alargó la mano esta vez para coger el inalámbrico que descansaba en una mesita contigua. Buscó en la agenda y encontró el fijo de Santana.
Como llevada por una orden dada por un encantador en una sesión de hipnosis, Brittany apretó el botón de llamada.
Un tono, dos, tres, cuatro…
Cuando ya pensaba que nadie contestaría, una voz la asustó al otro lado de la línea, haciendo que sus pulsaciones se dispararan.
—¿Sí? ¿Hola…? ¿Quién es?
Colgó inmediatamente.
“Joder, Santana me lo ha cogido… Espero que no haya oído mi respiración, porque estoy a mil por hora. De verdad, Brittany, como acosadora de teléfono… es que no tienes precio, hija…”
Tiró sobre el sofá el teléfono, amilanada y detestando su cobarde reacción.
¿Cuál era, entonces, la solución a su problema?
Si no podía ni cruzar una palabra con Santana, debido a la vergüenza que sentía de sí misma, menos podría volver a mirarla a la cara.
“¿Y qué vas a hacer mañana? ¿Vas a pedir traslado de nuevo a Iberia? Tú estás loca… No puedes dejar ver que te afecta. Quítale importancia y, entonces, lo hará ella. Pero no, primero tienes que aclarar las cosas, tienes que decirle… que no sabes que te pasó, que besarla era la única manera de hacerla callar para que dejara de hacerse daño, que te morías por estrecharla entre tus brazos cuando viste que se le estaban saltando las lágrimas por culpa de lo que le soltaste para herirla a conciencia… que besarla fue tu forma de pedirle perdón por no saber cómo manejar tus sentimientos”.
Brittany se vistió con la misma ropa arrugada que había dejado tirada en el suelo de su habitación momentos antes. Se colocó su cazadora de cuero motera y el casco integral. Cerró el apartamento con llave y bajó en el ascensor hasta la planta subterránea del parking de su edificio.
Le costó arrancar la moto, porque no le apetecía meterse en el coche y llevaba tiempo sin usarla.
Su visibilidad no era muy buena y su equilibrio dejaba mucho que desear. Pero finalmente subió la rampa con un acelerón que chirrió haciendo eco en las paredes, consiguiendo salir a la calle cuando la puerta automática del garaje empezaba a cerrarse lentamente.
Sabía de memoria su dirección.
La había releído tantas veces en su agenda…
Mentalmente buscó la ruta más corta hacia el domicilio de Santana, sin importarle si cruzaba las calles a toda velocidad y en sentido contrario.
No había reglas ni normas, sólo su objetivo era importante en aquel momento.
“Ojalá esté todavía despierta… ¿Querrá verme? Ni siquiera sé si me abrirá la puerta. Si ella supiera… Si ella supiera que me muero por decirle tantas cosas… Que me duele tanto tratarla así y que lo que me gustaría es poder ser sincera y demostrarle cuánto me importa, cuánto la valoro y cuánto he llegado a quererla… Y que ella, no otra u otro, tiene la culpa de esta obsesión… Su forma de hablarme, su humanidad, sus detalles… Esos días que me ha hecho sentir la mujer más especial de la tierra, sin quererlo, con sus muestras de afecto, su modo de tratarme, con cada sonrisa y cada palabra cariñosa… Para qué me voy a engañar. Esto es una locura. No sé el motivo concreto por el que estoy haciendo esto, pero ahora no puedo volverme atrás. Hay una fuerza contra la que no puedo luchar que me lanza, a pesar de que no tengo la certeza de que esto vaya a salir bien. Hay que ver lo complicado que es ser consecuente con una misma”.
Inmersa en su lucha interna estaba cuando no vio aquel semáforo en rojo al final de la calle.
Un veloz deportivo de color azul petróleo se le echó encima al llegar al cruce. La tremenda colisión la lanzó por los aires.
Tan deprisa sucedió todo, que cuando abrió los ojos ya estaba en el suelo.
Delante de sus narices y su casco abollado y roto, la rueda trasera de su moto giraba todavía por la propia inercia.
Se desmayó al momento, al sentir que era su sangre la que resbalaba por su frente y su mejilla.
Se había bebido ella sola un Juanito el caminante de luto, un etiqueta negra muy caro.
Su abrigo de paño tres cuartos estaba desparramado y arrugado cerca de su bolso blanco. Nada más llegar a casa, había lanzado por los aires su patética obsesión por el orden, puesto que en aquel momento su vida era símbolo de lo contrario, un desbarajuste absoluto sin solución.
A duras penas podía moverse por el sofá.
Hizo un esfuerzo sobrehumano de coordinación motriz para recobrar el vidrio tumbado del suelo. Permanecía bocabajo, con el pelo tapándole la vista. Reptó y gateó hasta el borde del asiento cercano al reposabrazos. Su mano buscaba la botella a tientas, sus dedos se empaparon de whisky.
La televisión estaba encendida con el volumen silenciado. Las diez de la noche y la ciudad entraba en calma, al contrario que ella, que luchaba por conservar la poca cordura que le quedaba.
Otro pequeño charco de alcohol bañaba el mando a distancia sobre la mesa, que fue pisado por el culo de la botella al posarse de nuevo ahí, de donde nunca debió haberse movido.
Una fuerte arcada la levantó de un salto.
El pequeño pasillo hacia el baño fue como recorrer el circuito de F1 de Mónaco. Llegó a tiempo para no salpicar la tapa del inodoro. Enterró la cabeza en el WC y vomitó mientras sus manos se aferraban al borde con muchísimo temblor.
No paró hasta notar que estaba vacía por dentro, en todos los sentidos.
El espejo sobre el lavabo le devolvió el fiel reflejo de lo que era y en lo que se había transfigurado. Un ruido blanco, martilleante, punzaba sus oídos. Y sus párpados, pesados, enfocaban vagamente la realidad.
Se limpió con el dorso de la mano un hilito que le había quedado en la comisura de los labios. Ese reguero inmundo y apestoso era su premio por aquel exceso.
¿Pero no estaba su vida últimamente llena de eso?
Exceso era el haberse dejado arrastrar por la debilidad, exceso era saberse enamorada de una mujer, exceso era el haberse mostrado tal y como era con Santana y exceso había sido haberla besado esa tarde, con una máquina de café como único testigo.
Se lavó la cara y la boca. Al secarse con la toalla, se la echó completamente por la cabeza.
No veía nada.
No sentía nada.
Sólo aquel pitido en su cabeza que no cesaba.
Cerró los ojos con fuerza, deseando que el mundo, por ello, pudiera dar marcha atrás lo suficiente como para cambiar el pasado, el presente y el futuro.
Caminó con dificultad, apoyando las manos en la pared, de vuelta a la sala de estar. Con el estómago del revés y la cabeza a punto de estallar, se sentó de nuevo en el sofá y apagó la TV.
—Dios mío… Tengo que acabar con esto… No puedo más.
Alargó la mano esta vez para coger el inalámbrico que descansaba en una mesita contigua. Buscó en la agenda y encontró el fijo de Santana.
Como llevada por una orden dada por un encantador en una sesión de hipnosis, Brittany apretó el botón de llamada.
Un tono, dos, tres, cuatro…
Cuando ya pensaba que nadie contestaría, una voz la asustó al otro lado de la línea, haciendo que sus pulsaciones se dispararan.
—¿Sí? ¿Hola…? ¿Quién es?
Colgó inmediatamente.
“Joder, Santana me lo ha cogido… Espero que no haya oído mi respiración, porque estoy a mil por hora. De verdad, Brittany, como acosadora de teléfono… es que no tienes precio, hija…”
Tiró sobre el sofá el teléfono, amilanada y detestando su cobarde reacción.
¿Cuál era, entonces, la solución a su problema?
Si no podía ni cruzar una palabra con Santana, debido a la vergüenza que sentía de sí misma, menos podría volver a mirarla a la cara.
“¿Y qué vas a hacer mañana? ¿Vas a pedir traslado de nuevo a Iberia? Tú estás loca… No puedes dejar ver que te afecta. Quítale importancia y, entonces, lo hará ella. Pero no, primero tienes que aclarar las cosas, tienes que decirle… que no sabes que te pasó, que besarla era la única manera de hacerla callar para que dejara de hacerse daño, que te morías por estrecharla entre tus brazos cuando viste que se le estaban saltando las lágrimas por culpa de lo que le soltaste para herirla a conciencia… que besarla fue tu forma de pedirle perdón por no saber cómo manejar tus sentimientos”.
Brittany se vistió con la misma ropa arrugada que había dejado tirada en el suelo de su habitación momentos antes. Se colocó su cazadora de cuero motera y el casco integral. Cerró el apartamento con llave y bajó en el ascensor hasta la planta subterránea del parking de su edificio.
Le costó arrancar la moto, porque no le apetecía meterse en el coche y llevaba tiempo sin usarla.
Su visibilidad no era muy buena y su equilibrio dejaba mucho que desear. Pero finalmente subió la rampa con un acelerón que chirrió haciendo eco en las paredes, consiguiendo salir a la calle cuando la puerta automática del garaje empezaba a cerrarse lentamente.
Sabía de memoria su dirección.
La había releído tantas veces en su agenda…
Mentalmente buscó la ruta más corta hacia el domicilio de Santana, sin importarle si cruzaba las calles a toda velocidad y en sentido contrario.
No había reglas ni normas, sólo su objetivo era importante en aquel momento.
“Ojalá esté todavía despierta… ¿Querrá verme? Ni siquiera sé si me abrirá la puerta. Si ella supiera… Si ella supiera que me muero por decirle tantas cosas… Que me duele tanto tratarla así y que lo que me gustaría es poder ser sincera y demostrarle cuánto me importa, cuánto la valoro y cuánto he llegado a quererla… Y que ella, no otra u otro, tiene la culpa de esta obsesión… Su forma de hablarme, su humanidad, sus detalles… Esos días que me ha hecho sentir la mujer más especial de la tierra, sin quererlo, con sus muestras de afecto, su modo de tratarme, con cada sonrisa y cada palabra cariñosa… Para qué me voy a engañar. Esto es una locura. No sé el motivo concreto por el que estoy haciendo esto, pero ahora no puedo volverme atrás. Hay una fuerza contra la que no puedo luchar que me lanza, a pesar de que no tengo la certeza de que esto vaya a salir bien. Hay que ver lo complicado que es ser consecuente con una misma”.
Inmersa en su lucha interna estaba cuando no vio aquel semáforo en rojo al final de la calle.
Un veloz deportivo de color azul petróleo se le echó encima al llegar al cruce. La tremenda colisión la lanzó por los aires.
Tan deprisa sucedió todo, que cuando abrió los ojos ya estaba en el suelo.
Delante de sus narices y su casco abollado y roto, la rueda trasera de su moto giraba todavía por la propia inercia.
Se desmayó al momento, al sentir que era su sangre la que resbalaba por su frente y su mejilla.
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FanFic Brittana: Un Vuelo con Escalas (Adaptada) Cap 23
Capitulo 23
Quinn acabó con el segundo plato y se limpió los labios con la servilleta.
Santana aún masticaba un bocado cuando le soltó a su amiga lo que ésta ya se temía.
—Estoy hecha un lío.
—Ya—Quinn le dio un sorbo a su refresco y continuó—Eso te lo estaba notando yo, pero no te lo he querido decir para que no te me pusieras peor.
—¡Eres una capulla!—afirmó Santana—Sabes que puedes decir de todo, pesada.
—No, que luego te arrepientes de pedirme que sea yo misma—Quinn se rió y volvió a beber.
—Mi vida está en blanco ahora mismo—Santana recogió los platos—¿Qué quieres de postre, Q?
—¿Tienes algo de chocolate?
—He comprado mousse.
Santana dejó los cacharros sucios apilados en el fregadero.
—Como me conoces, Sanny—Quinn se relamió de alegría—Bueno a ver, que nos distraemos de lo importante. Me lo vas a explicar con pelos y señales, porque son las diez y media de la noche y mañana tenemos que madrugar.
El teléfono interrumpió el inicio de la interesante charla. Santana se levantó del sofá y fue a por el inalámbrico. Descolgó. Al otro lado, silencio absoluto.
—¿Sí? ¿Hola…? ¿Quién es?
Antes de colgar, pudo levemente distinguir una respiración agitada. Quien fuera, cortó la comunicación inmediatamente después.
—¿Quién era?—dijo Quinn intrigada.
—Nadie—Santana se encogió de hombros, quitándole importancia—Se habrán confundido.
Sacó dos mousse de chocolate de la nevera, dos cucharas y dejó todo en la mesa baja en donde estaban cenando.
—A ver, cuéntame ya. ¿Qué te ha hecho Atila?—Quinn destapó su postre y probó una cucharada—Ummmh… Diosssss… me voy…
—Exagerada. Ni se te ocurra mancharme el sofá.
Santana le ofreció una servilleta para que se sentara en ella.
—¿Tuvieron alguna discusión gorda durante el viaje?
—¡Qué va! Si eso es lo mejor de todo, no te lo pierdas. En Teherán era otra persona. Su gemela buena, supongo.
—O la que no tenía furor uterino porque estaba bien follada.
De nuevo Quinn, siendo ella misma.
—¡Q…! Pero qué burra eres…—Santana le respondió con media sonrisa.
—Está claro. Vuelve a estar en secano y oootra vez de morros contra el mundo. ¿Qué pasó? ¿Que ahí se tiró a Blaine o qué?
—Blaine es gay, Quinn.
—Bueno entonces, no lo entiendo.
Zanjó Quinn a la vez que se terminaba el postre, rebañando los últimos restos con energía.
—Vas a perforar el plástico. Si quieres otro, sólo tienes que decírmelo, Q.
—No, que este cuerpo no se cuida solo—Quinn rechupeteó la cuchara, satisfecha.
—A lo mejor… No. No es posible, porque no nos despegamos ni un segundo—el entrecejo de Santana se arrugó un instante—Que yo sepa… no ligó con nadie, ¡no hubo tiempo!
—Bueno será que sólo se toma la medicación cuando sale fuera del país, yo qué sé—soltó Quinn—De todos modos, dame más detalles.
—Por ejemplo… En Irán trabajaba en equipo, aceptaba críticas, hablaba algo de sí misma. Cuando Dani y yo nos poníamos a decir tonterías, participaba… Vamos, una Brittany irreconocible. Su dualidad me asusta. Cuando estábamos a solas, en la habitación que compartíamos, era… tan vulnerable. Como con una mezcla entre ingenuidad, frescura, debilidad… Algunas veces la miraba… y era como ver a una niña pequeña.
—Y te entraban ganas de abrazarla como a un Winnie the Pooh de peluche, no te jode—contestó Quinn con su particular sarcasmo.
—Exacto.
—Estooo… Estaba bromeando.
Quinn se asustó con la afirmación de Santana.
—Yo no, Quinny. Ése es el problema.
—Me estás asustando, morena.
Quinn se cruzó de brazos, a la espera de que Santana le descubriera nuevas sorpresas.
—Puede que fuera producto de mi imaginación o que yo misma me autosugestionara… Pero tiene cosas…. Tiene cosas de Dani.
—Ahora sí que estoy preocupada, San. O sea, para. Estás viendo algo que no existe, me parece—Quinn se rascó la cabeza, algo inquieta—Sé que fui yo la que te aconsejó que rehicieras tu vida, pero no así. No, porque no es bueno.
—Quinn, lo último que deseo en este mundo es sustituir a Dani, porque eso es imposible, ¿me entiendes? Si te he dicho esto es porque me ha sorprendido tanto como a ti. Sabes que jamás intentaría engañarme para olvidar el amor y el dolor que me traen el recuerdo de mi mujer. Porque eso es lo que fue y es Dani para mí. Mi mujer.
—Pero… tú misma lo has dicho. Quizás fue autosugestión.
—Puede que sí, pero tuvo reacciones que…—Santana negó con la cabeza—Ella no sabe… Es más, excepto mi compañera Kitty, nadie en la oficina sabe nada de mi vida. Ahí sólo se habla de trabajo y de pájaros y flores. Así que dudo mucho que hiciera cosas de Dani sólo para hacerme daño.
—Bueno, ¿pero qué repercusión ha tenido eso en tu relación con ella?
—Para mejor, sin duda. Nació una complicidad que me encantó. Se mostró agradecida cuando tenía detalles con ella, si la veía de bajón, trataba de hacerla reír y ella me sonreía… Y te recuerdo que estamos hablando de Brittany… Una mujer que la última vez que sonrió… ¡fue cuando lo de la Empanadilla de Móstoles en el ochenta y seis!—las carcajadas de las dos se escucharon por toda la casa—Es como si hubiera provocado en mí un sentimiento de protección, unas ganas de mimarla… Porque sigo teniendo la sensación de que guarda cosas dentro… que no quiere enseñar porque tiene miedo. Si no, no tendría sentido su mal humor de siempre—le cogió la mano a Quinn y la miró seria—Pero vamos, que puedo estar completamente equivocada y la Brittany que vi en Irán fue un papel perfectamente interpretado para conseguir buena fama, porque se cuchichea tanto de ella en la redacción…
—¿Me prometes que no estás intentando compararla con Dani a toda costa?
Quinn no estaba del todo convencida.
—¿Tan desesperada me ves?
Quinn suspiró con gesto pensativo.
—Y si lo estuviera, te aseguro que Brittany sería la última mujer que me convendría. Tan tonta no soy, joder. Bastante daño me hago ya con los recuerdos de la muerte de Dani, como para que encima me deje dar caña por mi jefa… No llego hasta ese punto de autodestrucción, gracias a Dios.
Santana carraspeó y se echó más refresco en su vaso para beber un poco después.
—A lo que me refiero con lo de que me ha recordado a Dani es que… me ha demostrado que, en el fondo, parece ser buena tía. Sensible, alegre y hasta tierna.
—Vamos, que la viste como era ella en verdad.
—Eso mismo, Quinny querida—asintió la morena.
—Y a ti te ha dejado en bragas.
—Exac… ¡No, espera!
—¡Te pillé!—contestó Quinn señalándole maliciosa y notando la mirada asesina de Santana.
—Encima, hoy por la tarde…
Lentamente y con dudas, Santana inició una confesión difícil.
—¿Sí?
Las cejas de Quinn se levantaron despacio.
—Me besó—los ojos de Santana se encontraron directamente con los de Quinn—Y me gustó.
—Qué me estás contando…
—Lo que oyes—añadió la morena con mucha vergüenza.
—¿Pero Brittany no era hetero?
Santana suspiró profundamente y se encogió de hombros. Apoyó la espalda en el mullido sofá, mirando hacia el techo.
Un chirrido y un golpe muy fuerte provenientes de la calle atravesaron la estancia.
—Si es que van como locos… Seguro que se ha matao—comentó Quinn, cuando se dejó caer, como su amiga, en el respaldo.
Santana no le prestó atención a lo que hubiera podido suceder en las calles anexas a su domicilio y continuó callada, cavilando.
No era la primera vez que oía algo así, ya que que vivía en una zona muy concurrida y con mucho tráfico.
Mientras, a tres calles de ahí, Brittany tenía un accidente de tráfico debido a su flagrante estado de embriaguez.
Santana aún masticaba un bocado cuando le soltó a su amiga lo que ésta ya se temía.
—Estoy hecha un lío.
—Ya—Quinn le dio un sorbo a su refresco y continuó—Eso te lo estaba notando yo, pero no te lo he querido decir para que no te me pusieras peor.
—¡Eres una capulla!—afirmó Santana—Sabes que puedes decir de todo, pesada.
—No, que luego te arrepientes de pedirme que sea yo misma—Quinn se rió y volvió a beber.
—Mi vida está en blanco ahora mismo—Santana recogió los platos—¿Qué quieres de postre, Q?
—¿Tienes algo de chocolate?
—He comprado mousse.
Santana dejó los cacharros sucios apilados en el fregadero.
—Como me conoces, Sanny—Quinn se relamió de alegría—Bueno a ver, que nos distraemos de lo importante. Me lo vas a explicar con pelos y señales, porque son las diez y media de la noche y mañana tenemos que madrugar.
El teléfono interrumpió el inicio de la interesante charla. Santana se levantó del sofá y fue a por el inalámbrico. Descolgó. Al otro lado, silencio absoluto.
—¿Sí? ¿Hola…? ¿Quién es?
Antes de colgar, pudo levemente distinguir una respiración agitada. Quien fuera, cortó la comunicación inmediatamente después.
—¿Quién era?—dijo Quinn intrigada.
—Nadie—Santana se encogió de hombros, quitándole importancia—Se habrán confundido.
Sacó dos mousse de chocolate de la nevera, dos cucharas y dejó todo en la mesa baja en donde estaban cenando.
—A ver, cuéntame ya. ¿Qué te ha hecho Atila?—Quinn destapó su postre y probó una cucharada—Ummmh… Diosssss… me voy…
—Exagerada. Ni se te ocurra mancharme el sofá.
Santana le ofreció una servilleta para que se sentara en ella.
—¿Tuvieron alguna discusión gorda durante el viaje?
—¡Qué va! Si eso es lo mejor de todo, no te lo pierdas. En Teherán era otra persona. Su gemela buena, supongo.
—O la que no tenía furor uterino porque estaba bien follada.
De nuevo Quinn, siendo ella misma.
—¡Q…! Pero qué burra eres…—Santana le respondió con media sonrisa.
—Está claro. Vuelve a estar en secano y oootra vez de morros contra el mundo. ¿Qué pasó? ¿Que ahí se tiró a Blaine o qué?
—Blaine es gay, Quinn.
—Bueno entonces, no lo entiendo.
Zanjó Quinn a la vez que se terminaba el postre, rebañando los últimos restos con energía.
—Vas a perforar el plástico. Si quieres otro, sólo tienes que decírmelo, Q.
—No, que este cuerpo no se cuida solo—Quinn rechupeteó la cuchara, satisfecha.
—A lo mejor… No. No es posible, porque no nos despegamos ni un segundo—el entrecejo de Santana se arrugó un instante—Que yo sepa… no ligó con nadie, ¡no hubo tiempo!
—Bueno será que sólo se toma la medicación cuando sale fuera del país, yo qué sé—soltó Quinn—De todos modos, dame más detalles.
—Por ejemplo… En Irán trabajaba en equipo, aceptaba críticas, hablaba algo de sí misma. Cuando Dani y yo nos poníamos a decir tonterías, participaba… Vamos, una Brittany irreconocible. Su dualidad me asusta. Cuando estábamos a solas, en la habitación que compartíamos, era… tan vulnerable. Como con una mezcla entre ingenuidad, frescura, debilidad… Algunas veces la miraba… y era como ver a una niña pequeña.
—Y te entraban ganas de abrazarla como a un Winnie the Pooh de peluche, no te jode—contestó Quinn con su particular sarcasmo.
—Exacto.
—Estooo… Estaba bromeando.
Quinn se asustó con la afirmación de Santana.
—Yo no, Quinny. Ése es el problema.
—Me estás asustando, morena.
Quinn se cruzó de brazos, a la espera de que Santana le descubriera nuevas sorpresas.
—Puede que fuera producto de mi imaginación o que yo misma me autosugestionara… Pero tiene cosas…. Tiene cosas de Dani.
—Ahora sí que estoy preocupada, San. O sea, para. Estás viendo algo que no existe, me parece—Quinn se rascó la cabeza, algo inquieta—Sé que fui yo la que te aconsejó que rehicieras tu vida, pero no así. No, porque no es bueno.
—Quinn, lo último que deseo en este mundo es sustituir a Dani, porque eso es imposible, ¿me entiendes? Si te he dicho esto es porque me ha sorprendido tanto como a ti. Sabes que jamás intentaría engañarme para olvidar el amor y el dolor que me traen el recuerdo de mi mujer. Porque eso es lo que fue y es Dani para mí. Mi mujer.
—Pero… tú misma lo has dicho. Quizás fue autosugestión.
—Puede que sí, pero tuvo reacciones que…—Santana negó con la cabeza—Ella no sabe… Es más, excepto mi compañera Kitty, nadie en la oficina sabe nada de mi vida. Ahí sólo se habla de trabajo y de pájaros y flores. Así que dudo mucho que hiciera cosas de Dani sólo para hacerme daño.
—Bueno, ¿pero qué repercusión ha tenido eso en tu relación con ella?
—Para mejor, sin duda. Nació una complicidad que me encantó. Se mostró agradecida cuando tenía detalles con ella, si la veía de bajón, trataba de hacerla reír y ella me sonreía… Y te recuerdo que estamos hablando de Brittany… Una mujer que la última vez que sonrió… ¡fue cuando lo de la Empanadilla de Móstoles en el ochenta y seis!—las carcajadas de las dos se escucharon por toda la casa—Es como si hubiera provocado en mí un sentimiento de protección, unas ganas de mimarla… Porque sigo teniendo la sensación de que guarda cosas dentro… que no quiere enseñar porque tiene miedo. Si no, no tendría sentido su mal humor de siempre—le cogió la mano a Quinn y la miró seria—Pero vamos, que puedo estar completamente equivocada y la Brittany que vi en Irán fue un papel perfectamente interpretado para conseguir buena fama, porque se cuchichea tanto de ella en la redacción…
—¿Me prometes que no estás intentando compararla con Dani a toda costa?
Quinn no estaba del todo convencida.
—¿Tan desesperada me ves?
Quinn suspiró con gesto pensativo.
—Y si lo estuviera, te aseguro que Brittany sería la última mujer que me convendría. Tan tonta no soy, joder. Bastante daño me hago ya con los recuerdos de la muerte de Dani, como para que encima me deje dar caña por mi jefa… No llego hasta ese punto de autodestrucción, gracias a Dios.
Santana carraspeó y se echó más refresco en su vaso para beber un poco después.
—A lo que me refiero con lo de que me ha recordado a Dani es que… me ha demostrado que, en el fondo, parece ser buena tía. Sensible, alegre y hasta tierna.
—Vamos, que la viste como era ella en verdad.
—Eso mismo, Quinny querida—asintió la morena.
—Y a ti te ha dejado en bragas.
—Exac… ¡No, espera!
—¡Te pillé!—contestó Quinn señalándole maliciosa y notando la mirada asesina de Santana.
—Encima, hoy por la tarde…
Lentamente y con dudas, Santana inició una confesión difícil.
—¿Sí?
Las cejas de Quinn se levantaron despacio.
—Me besó—los ojos de Santana se encontraron directamente con los de Quinn—Y me gustó.
—Qué me estás contando…
—Lo que oyes—añadió la morena con mucha vergüenza.
—¿Pero Brittany no era hetero?
Santana suspiró profundamente y se encogió de hombros. Apoyó la espalda en el mullido sofá, mirando hacia el techo.
Un chirrido y un golpe muy fuerte provenientes de la calle atravesaron la estancia.
—Si es que van como locos… Seguro que se ha matao—comentó Quinn, cuando se dejó caer, como su amiga, en el respaldo.
Santana no le prestó atención a lo que hubiera podido suceder en las calles anexas a su domicilio y continuó callada, cavilando.
No era la primera vez que oía algo así, ya que que vivía en una zona muy concurrida y con mucho tráfico.
Mientras, a tres calles de ahí, Brittany tenía un accidente de tráfico debido a su flagrante estado de embriaguez.
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Un Vuelo con Escalas (Adaptada) Epílogo
siempre quedo con ganas de mas... tengo que hacerme ver. Saludos
paroan* - Mensajes : 37
Fecha de inscripción : 01/06/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Un Vuelo con Escalas (Adaptada) Epílogo
Lo que faltaba, no?
Elita- - Mensajes : 1247
Fecha de inscripción : 17/06/2012
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Un Vuelo con Escalas (Adaptada) Epílogo
Nooooooooooooooo seas mala!!!!!!
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Un Vuelo con Escalas (Adaptada) Epílogo
Y me vuelvo a preguntar porque pero porque lo dejas ahí????? :( ya no te quiero... Jejeje mentira no se te puede dejar de querer como dices tu es el efecto que causas en las personas jajaja
Lucy LP**** - Mensajes : 168
Fecha de inscripción : 01/07/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Un Vuelo con Escalas (Adaptada) Epílogo
ooooooooooooo porque lo dejas asii ?
pido mucho ya seee pero maraton please?¨
jaja me encantaaaa
pido mucho ya seee pero maraton please?¨
jaja me encantaaaa
itzel7** - Mensajes : 70
Fecha de inscripción : 10/03/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Un Vuelo con Escalas (Adaptada) Epílogo
Hola chica...
Dios me voy 3 días y haces fiestas con los capítulos, vaya que me he perdido bastante...
Y en resumen, Britt necesita decirle sus sentimientos a San y San a Britt.
Y por la manera de actuar de Brittany solo aleja a San.
Y ahora solo espero que Britt este bien y se recupere pronto para que pueda hablar con su amor, su Sanny.
Saludos.
Cuídate mucho, TE AMO
Dios me voy 3 días y haces fiestas con los capítulos, vaya que me he perdido bastante...
Y en resumen, Britt necesita decirle sus sentimientos a San y San a Britt.
Y por la manera de actuar de Brittany solo aleja a San.
Y ahora solo espero que Britt este bien y se recupere pronto para que pueda hablar con su amor, su Sanny.
Saludos.
Cuídate mucho, TE AMO
Daniela Gutierrez***** - Mensajes : 281
Fecha de inscripción : 03/07/2014
Edad : 27
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Un Vuelo con Escalas (Adaptada) Epílogo
paroan escribió:siempre quedo con ganas de mas... tengo que hacerme ver. Saludos
Hola, jajajaj bueno aquí más! Saludos =D
Elita escribió:Lo que faltaba, no?
Hola, ajajajaajajaj XD problemas, problemas ¬¬ Saludos =D
monica.santander escribió:Nooooooooooooooo seas mala!!!!!!
Hola, jajaajajaja aquí los siguientes caps! Saludos =D
Lucy LP escribió:Y me vuelvo a preguntar porque pero porque lo dejas ahí????? :( ya no te quiero... Jejeje mentira no se te puede dejar de querer como dices tu es el efecto que causas en las personas jajaja
Hola, no soy yo, ai termianan =/ Jajjaajjaja obvio es imposible no kererme, es el efecto que causo Saludos =D
itzel7 escribió:ooooooooooooo porque lo dejas asii ?
pido mucho ya seee pero maraton please?¨
jaja me encantaaaa
Hola, jaajajaj esk el cap termina ai =/ Jajajajajajajaaj tendría que ser el fin xq ahora no tengo casp, pero tampoco creo que se pueda, xq calculando los caps la historia estaría terminado el jueves... podría ser el maratón para la historia siguiente¿? pero me haces acordar si! Que bueno que te guste! Saludos =D
Daniela Gutierrez escribió:Hola chica...
Dios me voy 3 días y haces fiestas con los capítulos, vaya que me he perdido bastante...
Y en resumen, Britt necesita decirle sus sentimientos a San y San a Britt.
Y por la manera de actuar de Brittany solo aleja a San.
Y ahora solo espero que Britt este bien y se recupere pronto para que pueda hablar con su amor, su Sanny.
Saludos.
Cuídate mucho, TE AMO
Hola dani, jajajaajaj xD esk me di cuanta que eran muy cortitos para subir solo uno, no¿? o subo uno noma¿? O SI! eso mismo pienso yo ¬¬ Uf sip, no estan haciendo bn las cosas no¿? Y yo! Gracias tu igual! jaajajaj es el efecto que causo en las personas Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Un Vuelo con Escalas (Adaptada) Cap 24
Capitulo 24
De nuevo, la oficina.
Todavía estaba oscuro cuando Santana cruzó las puertas de la redacción aquel martes. Habían subido las temperaturas, a pesar de que todavía estaban en pleno invierno. Así que aquel día no llevaba su habitual bufanda.
Todo estaba muy callado.
Solía ser una de las primeras en entrar, junto con Brittany, que siempre se le adelantaba, por lo que se le hizo raro no encontrarla ya sentada en su mesa.
—Buenos días, Santana. Mira, a eso de las diez van a venir a ponerte tu mesa y a configurarte el ordenador—Will la saludó con una sonrisa.
—Ah… Estupendo. La verdad es que por ahora Brittany y yo nos hemos apañado bien—ella se mostró igualmente simpática—Voy a la máquina, ¿quieres un cafecito?
—No, gracias. Acabo de tomarme uno y no sé si serías capaz de aguantarme con un subidón de cafeína.
Los dos se despidieron riendo. Al entrar en el office, se encontró con Blaine, que sacaba su tradicional cortado con doble de azúcar.
—¿Qué? ¿A por el vicio?—le dijo Santana.
—No, es que en realidad no tenía nada que hacer en casa y me he dicho… ¿por qué no vas a trabajar? A lo mejor te lo pasas bien y todo—le contestó Blaine con una risita.
Los teléfonos ya sonaban a lo lejos. La oficina comenzaba a despertar, a cobrar la vida de siempre. Un goteo incesante de redactores entraba y se sentaba ante sus ordenadores.
Will descolgó para atender a quien fuera que estuviera llamando tan insistentemente.
—Revista Voyager, buenos días. Soy Will, de Plus Ultra. Sí. ¿Brittany? ¿Qué ha…? Ajá. ¿Ella cómo está? Dios… Dios mío—su rostro se tensó y sus ojos se abrieron de par en par—De acuerdo, informaré ahora mismo.
Blaine y Santana bromeaban mientras terminaban sus cafés. Santana miró su reloj y negó con la cabeza.
—Anda, vamos, que como haya llegado Brittany… me mata.
—Siento ser indiscreto chicos, pero Brittany…
Todavía estaba oscuro cuando Santana cruzó las puertas de la redacción aquel martes. Habían subido las temperaturas, a pesar de que todavía estaban en pleno invierno. Así que aquel día no llevaba su habitual bufanda.
Todo estaba muy callado.
Solía ser una de las primeras en entrar, junto con Brittany, que siempre se le adelantaba, por lo que se le hizo raro no encontrarla ya sentada en su mesa.
—Buenos días, Santana. Mira, a eso de las diez van a venir a ponerte tu mesa y a configurarte el ordenador—Will la saludó con una sonrisa.
—Ah… Estupendo. La verdad es que por ahora Brittany y yo nos hemos apañado bien—ella se mostró igualmente simpática—Voy a la máquina, ¿quieres un cafecito?
—No, gracias. Acabo de tomarme uno y no sé si serías capaz de aguantarme con un subidón de cafeína.
Los dos se despidieron riendo. Al entrar en el office, se encontró con Blaine, que sacaba su tradicional cortado con doble de azúcar.
—¿Qué? ¿A por el vicio?—le dijo Santana.
—No, es que en realidad no tenía nada que hacer en casa y me he dicho… ¿por qué no vas a trabajar? A lo mejor te lo pasas bien y todo—le contestó Blaine con una risita.
Los teléfonos ya sonaban a lo lejos. La oficina comenzaba a despertar, a cobrar la vida de siempre. Un goteo incesante de redactores entraba y se sentaba ante sus ordenadores.
Will descolgó para atender a quien fuera que estuviera llamando tan insistentemente.
—Revista Voyager, buenos días. Soy Will, de Plus Ultra. Sí. ¿Brittany? ¿Qué ha…? Ajá. ¿Ella cómo está? Dios… Dios mío—su rostro se tensó y sus ojos se abrieron de par en par—De acuerdo, informaré ahora mismo.
Blaine y Santana bromeaban mientras terminaban sus cafés. Santana miró su reloj y negó con la cabeza.
—Anda, vamos, que como haya llegado Brittany… me mata.
—Siento ser indiscreto chicos, pero Brittany…
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Un Vuelo con Escalas (Adaptada) Cap 25
Capitulo 25
—En serio, Pierce… Ya me quedo yo esta noche. Deben descansar un poco, no han dormido nada en días—insistió Santana.
—Tú también deberías irte a casa, cariño—la mamá de Brittany acarició afectuosamente el rostro de Santana—Mañana tienes que trabajar y no puedes seguir así…
—No se preocupe por mí, Whitney. Yo estoy bien. Con café, aguanto lo mío—Santana sonrió al matrimonio—De verdad, vayan a casa que esta vez hago guardia yo.
Tras despedirse de ellos con un fuerte abrazo, fue hasta la máquina de cafés del pasillo y se sacó uno bien cargadito. Bostezó a la vez que disolvía el azúcar con la esmirriada cucharita de plástico y recorrió con la mirada todas aquellas salas que contenían personas postradas en estado grave.
Otra vez iba a esperar la llegada de una nueva mañana entre las paredes blancas del hospital.
En los días anteriores no había quitado ojo a Brittany. Siempre que hacía noche frente a la habitación de la U.C.I., se quedaba cerca del cristal que permitía observar a la paciente desde fuera.
Una enfermera, con la cual había hecho buenas migas, se encargaba de dejar siempre una parte de la cortina descorrida para que Santana pudiera vigilar a la paciente.
Ya habían transcurrido quince días desde que el fatídico accidente dejara a Brittany en coma por un fuerte traumatismo craneoencefálico.
Unas tremendas ojeras enmarcaban los ojos de Santana, que no se separaba de Brittany y que hacía esfuerzos sobrehumanos para compaginar trabajo y trasnoche.
El horario de visitas hacía tiempo que había llegado a su fin.
Todo seguía como siempre.
Parpadeaban y pitaban las mismas máquinas, el respirador continuaba insuflando oxígeno con su continuo movimiento del fuelle y los ojos de Brittany permanecían cerrados por aquel sueño que perduraba para desgracia de todos los que la querían.
Apareció la enfermera a la cual conocía Santana. Entró en la habitación de la mujer inconsciente, revisó el gotero de suero y la frecuencia cardíaca. Santana la esperó fuera.
—Hola, Emma. ¿Cómo la ves?—le preguntó a la mujer, a la que abordó nada más salir.
—Bueno, la verdad es que el postoperatorio está yendo bastante bien. Como le drenaron a tiempo el hematoma cerebral, está remitiendo favorablemente. El doctor Puckerman ha dicho que ha tenido suerte, teniendo en cuenta cómo suelen acabar este tipo de cosas. El daño cerebral ha sido mínimo gracias a que llevaba casco, pero eso de que todavía siga en coma… nos hace permanecer alerta.
—Anda, déjame pasar un momento—le suplicó Santana.
—No puedo, ya no es hora de…
—Por favor, cinco minutos—Santana volvió a insistir.
La enfermera no pudo negarse, porque el rostro demacrado de Santana le había partido el alma.
—Está bien. Diez minutos—Emma le señaló con el dedo, firme.
Santana no pudo hacer otra cosa que abrazarla, inmensamente agradecida. Antes de entrar, tuvo que ponerse una bata y lavarse las manos, por motivos de asepsia. Cerró la puerta y miró al cristal que la separaba del resto del mundo.
La enfermera la volvía a advertir con la mirada y un gesto con su reloj de pulsera, haciéndola reír por la insistencia de aquella fiera guardiana.
—Hoy no tengo mucho tiempo. Emma me tiene controlada y no puedo abusar, Britt-Britt
Se sentó frente a Brittany, como cada vez que la visitaba, y tomó su mano suavemente.
Miró la pantalla que indicaba la frecuencia cardíaca. El corazón de Brittany latía tranquilo, ajeno a todo. El rostro sereno de la mujer postrada no manifestaba ningún signo de novedad.
La misma expresión, la boca cerrada, los pómulos relajados. Su pecho subía y bajaba en una danza pausada, hipnotizando a Santana.
En unos segundos, dejó la silla para sentarse ahora en el borde de la cama. Besó con ternura la frente de Brittany y le retiró un mechón de cabello que tenía cerca de los ojos.
Sus manos protegieron con celo la de Brittany, mimando con su contraste de piel, sus dedos de la palma abierta que no ofrecía resistencia alguna al contacto.
—Dicen que la vida no es complicada, sino que la complicamos nosotros. Yo no pienso así, ¿sabes? Porque los demás se olvidan del factor suerte. Tú y yo, de hecho, podríamos llevarnos bien, pero la suerte, la mala suerte, está consiguiendo su propósito negativo de mantenernos separadas. Pero me niego a creer que lo que mal empieza, mal acaba—los ojos de Santana se humedecieron—Britt, yo… no quiero que esto termine. No soportaría verte marchar sin antes poder haberte dicho lo mucho que te echo de menos… Quién me iba a decir que extrañaría tus broncas, ¿verdad? No sé, desde que estás en mi vida, es como si volviera a ser parte del mundo. He estado mucho tiempo apartada de él, demasiado quizás… Pero claro, eso tú no lo sabes—se secó las lágrimas con el dorso de la mano y continuó—, Ni tienes porqué saberlo. Britt-Britt, no puedes irte sin más, tienes tantas cosas por hacer aún… Tengo tanto que aprender de ti… Te admiro, ¿eh? Me ha costado mucho admitirlo, porque ya sabes que a cabezota no me gana nadie, ni siquiera tú—se rió con tristeza—Pero es evidente que te mereces lo lejos que has llegado. Para mí ha sido un orgullo hacer un trabajo tan bueno como el que hemos hecho en Irán… Y encima el premio de que lo hayan reconocido… es que no tiene precio. Gracias a ti he conseguido lo que jamás pensé que conseguiría—se tomó un momento para proseguir—No he sabido verlo, pero tú eres la oportunidad que tantas veces le he pedido a la vida—la besó suavemente en la mejilla, a pesar de que Brittany no sentiría nada—Estás tan bonita cuando duermes…—se quedó embobada observándola—Tienes el mismo humor de tu papá, bueno el otro lado que me dejaste ver. Pobrecillo… Pero están bien, porque los dos saben que vas a salir de ésta. Yo lo sé—miró un momento la hora en su reloj. Se acababa el tiempo—Es curioso… Hace unos meses tenía la firme convicción de que jamás podría volverme a enamorar.
Santana posó una de sus manos en el vientre de Brittany y luego pegó delicadamente su cabeza, para escuchar su respiración.
—No sé si estás escuchándome, pero me da igual. Voy a estar contigo hasta el final, Britt-Britt…
Encogida sobre el abdomen de Brittany, comenzó a tararear en voz baja una canción lenta que estaba reproduciendo en su cabeza. Permanecía con los ojos abiertos, como contrapunto al estado de ensueño de Brittany que continuaba inmóvil e inconsciente.
Su melodía fue interrumpida por un llanto que trató de ahogar. Besó el vientre cubierto por la sábana y volvió a mecerse en aquel refugio cálido que era el cuerpo de Brittany.
De pronto, lo sintió.
Un leve temblor en una de las manos que ella tenía agarrada.
—Se… se ha movido.
Emma apareció en el mejor momento para echarla de ahí. Santana la vio y le gritó, rebosante de euforia.
—¡Se ha movido!
La enfermera corrió a apoyarse en el cristal que la separaba de la habitación aislada y observó a Brittany que aún no se había despertado.
—¡Ha movido la mano!—dijo Santana.
Emma entró como una exhalación para comprobar que estaba en lo cierto. Hizo una prueba de reflejos a la paciente y ésta comenzó, lentamente, a abrir los ojos.
—Tú también deberías irte a casa, cariño—la mamá de Brittany acarició afectuosamente el rostro de Santana—Mañana tienes que trabajar y no puedes seguir así…
—No se preocupe por mí, Whitney. Yo estoy bien. Con café, aguanto lo mío—Santana sonrió al matrimonio—De verdad, vayan a casa que esta vez hago guardia yo.
Tras despedirse de ellos con un fuerte abrazo, fue hasta la máquina de cafés del pasillo y se sacó uno bien cargadito. Bostezó a la vez que disolvía el azúcar con la esmirriada cucharita de plástico y recorrió con la mirada todas aquellas salas que contenían personas postradas en estado grave.
Otra vez iba a esperar la llegada de una nueva mañana entre las paredes blancas del hospital.
En los días anteriores no había quitado ojo a Brittany. Siempre que hacía noche frente a la habitación de la U.C.I., se quedaba cerca del cristal que permitía observar a la paciente desde fuera.
Una enfermera, con la cual había hecho buenas migas, se encargaba de dejar siempre una parte de la cortina descorrida para que Santana pudiera vigilar a la paciente.
Ya habían transcurrido quince días desde que el fatídico accidente dejara a Brittany en coma por un fuerte traumatismo craneoencefálico.
Unas tremendas ojeras enmarcaban los ojos de Santana, que no se separaba de Brittany y que hacía esfuerzos sobrehumanos para compaginar trabajo y trasnoche.
El horario de visitas hacía tiempo que había llegado a su fin.
Todo seguía como siempre.
Parpadeaban y pitaban las mismas máquinas, el respirador continuaba insuflando oxígeno con su continuo movimiento del fuelle y los ojos de Brittany permanecían cerrados por aquel sueño que perduraba para desgracia de todos los que la querían.
Apareció la enfermera a la cual conocía Santana. Entró en la habitación de la mujer inconsciente, revisó el gotero de suero y la frecuencia cardíaca. Santana la esperó fuera.
—Hola, Emma. ¿Cómo la ves?—le preguntó a la mujer, a la que abordó nada más salir.
—Bueno, la verdad es que el postoperatorio está yendo bastante bien. Como le drenaron a tiempo el hematoma cerebral, está remitiendo favorablemente. El doctor Puckerman ha dicho que ha tenido suerte, teniendo en cuenta cómo suelen acabar este tipo de cosas. El daño cerebral ha sido mínimo gracias a que llevaba casco, pero eso de que todavía siga en coma… nos hace permanecer alerta.
—Anda, déjame pasar un momento—le suplicó Santana.
—No puedo, ya no es hora de…
—Por favor, cinco minutos—Santana volvió a insistir.
La enfermera no pudo negarse, porque el rostro demacrado de Santana le había partido el alma.
—Está bien. Diez minutos—Emma le señaló con el dedo, firme.
Santana no pudo hacer otra cosa que abrazarla, inmensamente agradecida. Antes de entrar, tuvo que ponerse una bata y lavarse las manos, por motivos de asepsia. Cerró la puerta y miró al cristal que la separaba del resto del mundo.
La enfermera la volvía a advertir con la mirada y un gesto con su reloj de pulsera, haciéndola reír por la insistencia de aquella fiera guardiana.
—Hoy no tengo mucho tiempo. Emma me tiene controlada y no puedo abusar, Britt-Britt
Se sentó frente a Brittany, como cada vez que la visitaba, y tomó su mano suavemente.
Miró la pantalla que indicaba la frecuencia cardíaca. El corazón de Brittany latía tranquilo, ajeno a todo. El rostro sereno de la mujer postrada no manifestaba ningún signo de novedad.
La misma expresión, la boca cerrada, los pómulos relajados. Su pecho subía y bajaba en una danza pausada, hipnotizando a Santana.
En unos segundos, dejó la silla para sentarse ahora en el borde de la cama. Besó con ternura la frente de Brittany y le retiró un mechón de cabello que tenía cerca de los ojos.
Sus manos protegieron con celo la de Brittany, mimando con su contraste de piel, sus dedos de la palma abierta que no ofrecía resistencia alguna al contacto.
—Dicen que la vida no es complicada, sino que la complicamos nosotros. Yo no pienso así, ¿sabes? Porque los demás se olvidan del factor suerte. Tú y yo, de hecho, podríamos llevarnos bien, pero la suerte, la mala suerte, está consiguiendo su propósito negativo de mantenernos separadas. Pero me niego a creer que lo que mal empieza, mal acaba—los ojos de Santana se humedecieron—Britt, yo… no quiero que esto termine. No soportaría verte marchar sin antes poder haberte dicho lo mucho que te echo de menos… Quién me iba a decir que extrañaría tus broncas, ¿verdad? No sé, desde que estás en mi vida, es como si volviera a ser parte del mundo. He estado mucho tiempo apartada de él, demasiado quizás… Pero claro, eso tú no lo sabes—se secó las lágrimas con el dorso de la mano y continuó—, Ni tienes porqué saberlo. Britt-Britt, no puedes irte sin más, tienes tantas cosas por hacer aún… Tengo tanto que aprender de ti… Te admiro, ¿eh? Me ha costado mucho admitirlo, porque ya sabes que a cabezota no me gana nadie, ni siquiera tú—se rió con tristeza—Pero es evidente que te mereces lo lejos que has llegado. Para mí ha sido un orgullo hacer un trabajo tan bueno como el que hemos hecho en Irán… Y encima el premio de que lo hayan reconocido… es que no tiene precio. Gracias a ti he conseguido lo que jamás pensé que conseguiría—se tomó un momento para proseguir—No he sabido verlo, pero tú eres la oportunidad que tantas veces le he pedido a la vida—la besó suavemente en la mejilla, a pesar de que Brittany no sentiría nada—Estás tan bonita cuando duermes…—se quedó embobada observándola—Tienes el mismo humor de tu papá, bueno el otro lado que me dejaste ver. Pobrecillo… Pero están bien, porque los dos saben que vas a salir de ésta. Yo lo sé—miró un momento la hora en su reloj. Se acababa el tiempo—Es curioso… Hace unos meses tenía la firme convicción de que jamás podría volverme a enamorar.
Santana posó una de sus manos en el vientre de Brittany y luego pegó delicadamente su cabeza, para escuchar su respiración.
—No sé si estás escuchándome, pero me da igual. Voy a estar contigo hasta el final, Britt-Britt…
Encogida sobre el abdomen de Brittany, comenzó a tararear en voz baja una canción lenta que estaba reproduciendo en su cabeza. Permanecía con los ojos abiertos, como contrapunto al estado de ensueño de Brittany que continuaba inmóvil e inconsciente.
Su melodía fue interrumpida por un llanto que trató de ahogar. Besó el vientre cubierto por la sábana y volvió a mecerse en aquel refugio cálido que era el cuerpo de Brittany.
De pronto, lo sintió.
Un leve temblor en una de las manos que ella tenía agarrada.
—Se… se ha movido.
Emma apareció en el mejor momento para echarla de ahí. Santana la vio y le gritó, rebosante de euforia.
—¡Se ha movido!
La enfermera corrió a apoyarse en el cristal que la separaba de la habitación aislada y observó a Brittany que aún no se había despertado.
—¡Ha movido la mano!—dijo Santana.
Emma entró como una exhalación para comprobar que estaba en lo cierto. Hizo una prueba de reflejos a la paciente y ésta comenzó, lentamente, a abrir los ojos.
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Un Vuelo con Escalas (Adaptada) Epílogo
Nooo!! Porque lo dejas ahi ? Ahora tendre que esperar un buen para seguir leyendo.
Canek** - Mensajes : 87
Fecha de inscripción : 30/09/2014
Edad : 31
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Un Vuelo con Escalas (Adaptada) Epílogo
No se vale muy corto los capítulos eso es trampa ... Mejor has maratón jejeje saludos
Lucy LP**** - Mensajes : 168
Fecha de inscripción : 01/07/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Un Vuelo con Escalas (Adaptada) Epílogo
pobre brittany espero de verdad que ahora que santana ha estado cuidandola las cosas se relajen un poco y pdan darse una oportunidad!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Un Vuelo con Escalas (Adaptada) Epílogo
Sabes? No lo había pensado antes, pero.... eso no era todo no?
PD: Apoyo la idea del maratón! :D
PD1: ACTUALIZA RÁPIDO! Por favor :D
PD: Apoyo la idea del maratón! :D
PD1: ACTUALIZA RÁPIDO! Por favor :D
Elita- - Mensajes : 1247
Fecha de inscripción : 17/06/2012
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Un Vuelo con Escalas (Adaptada) Epílogo
Siiii que despierte por favor!!!
San creo que se gano a los padres de Britt!!!
Saludos
San creo que se gano a los padres de Britt!!!
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Un Vuelo con Escalas (Adaptada) Epílogo
no veo la hora ke hagan cositas de una vez jejeje
paroan* - Mensajes : 37
Fecha de inscripción : 01/06/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Un Vuelo con Escalas (Adaptada) Epílogo
Canek escribió:Nooo!! Porque lo dejas ahi ? Ahora tendre que esperar un buen para seguir leyendo.
Hola, jajaja en mi defensa el cap termina ahi xD Jajajj lo siento XD pero aquí te traigo los siguientes caps! Saludos =D
Lucy LP escribió:No se vale muy corto los capítulos eso es trampa ... Mejor has maratón jejeje saludos
Hola, jajajaajaj xD por eso subo dos... muy pocos XD ajjaajjaja. Jajajaja esk no tengo caps adelantados, tendría que ser para el sabado o domingo, pero la historia esta terminando asik no podre =/ pero podría hacer un maratón de la nueva historia no¿? Saludos =D
micky morales escribió:pobre brittany espero de verdad que ahora que santana ha estado cuidandola las cosas se relajen un poco y pdan darse una oportunidad!
Hola, osea tiene que pasar eso, san ya se dio cuenta de lo que siente y se kedo con britt, ella tiene escuchar a san... vrdd¿? Saludos =D
Elita escribió:Sabes? No lo había pensado antes, pero.... eso no era todo no?
PD: Apoyo la idea del maratón! :D
PD1: ACTUALIZA RÁPIDO! Por favor :D
Hola, jajaajaj nop osea como, recien empieza jajajaajajaj. Saludos =D
Pd: jjajaaj esk no tengo caps adelantados y los podre adelantar el sabado o domingo, pero para ese dia la historia abra acabado XD pero podría ser un maratón de la nueva historia no¿?
Pd2: jajajaaj aquí los siguientes caps!
monica.santander escribió:Siiii que despierte por favor!!!
San creo que se gano a los padres de Britt!!!
Saludos
Hola, jajaajja que despierte para darse amor!!!! O siii!!!! ajjaajajaj yo también jajaajajaj. Saludos =D
paroan escribió:no veo la hora ke hagan cositas de una vez jejeje
Hola, Q! jajajaajajajajajaaj el amor, el amor! ajjajaaj Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Un Vuelo con Escalas (Adaptada) Cap 26
Capitulo 26
Pulsó el timbre y, en unos pocos segundos, le abrió la puerta una señora que ya conocía.
—Hola, Whitney. ¿Cómo está usted?
—Muy bien, pero… ¡Tutéame!—Whitney la abrazó y la besó en la mejilla—Anda, pasa, que está en el salón.
Santana cruzó el pasillo del departamento de Brittany con cierta timidez. La encontró en el salón, sentada en el sofá, con la pierna que tenía escayolada descansando en un reposapiés. Estaba leyendo una revista de viajes de la competencia.
Al ver entrar a Santana, Brittany se quitó las gafas, avergonzada de que hubieran descubierto su secreto.
—Hola… No sabía que usaras gafas—dijo Santana, divertida ante la reacción de su compañera.
—Eh… Es que las uso sólo en casa, para descansar de las lentillas. A todo esto, ¿por qué te tengo que dar yo explicaciones?
—¡Britty, qué pesada eres a veces! ¡Ha venido a verte!
Whitney le ofreció asiento a Santana con un gesto, para que se situara al lado de su hija.
Como respuesta, Brittany alzó una ceja y volvió a su lectura, obviando completamente a su nueva compañía.
—Bueno, yo las dejo, que tengo que acompañar a tu papá otra vez al dentista. Tiene una muela que le sigue dando problemas y luego la que lo aguanto soy yo—Whitney recogió el abrigo, el bolso y se acercó al sofá—Hasta luego, hija—le dio un beso exageradamente sonoro, cosa que Brittany detestaba, y otro a Santana—Vengo a la noche. Te dejo en buenas manos…
—Sí, seguro…
Brittany pasó la página y continuó leyendo.
—Desde luego… Estás de un humor…
Whitney se marchó. Se hizo el silencio, incómodo para ambas.
—Bueno… ¿Cómo te encuentras?
Santana miró a Brittany con entusiasmo.
—Genial, ¿no lo ves? Sólo ha sido un traumatismo craneoencefálico severo y una rotura limpia de tibia y peroné en la pierna derecha. Vamos, una tontería—le replicó con una ironía casi dañina.
—Brittany, ya vale…—dijo Santana, cansada.
—¿A qué has venido exactamente, Santana?
Santana frunció el ceño y la miró, incrédula.
—No… Por nada… Me aburría en casa y no tenía nada que hacer… Porque como llevo durmiendo menos de cinco horas desde hace casi tres semanas y al regresar de la oficina me aburro y no me apetece tirarme en la cama a descansar, he decidido utilizar mi tiempo de ocio para tocarte las narices—su espalda se pegó al respaldo del sofá—De hecho, pensaba venir vestida de payaso, pero no encontré unos zapatos diez tallas más grandes que mi pie.
A Brittany esa broma la pilló completamente desprevenida, de modo que se rió de lo lindo.
—Anda, pero si sabes reírte y todo…
—Santana, en serio, puedes irte. No te necesito.
—Me da igual que no me necesites—suspiró Santana—Tengo que ayudar a tus padres, no puedo dejarte sola porque hasta que no te recuperes, no puedes valerte por ti misma.
—Tengo dos muletas.
—Sabes que tienes que caminar lo menos posible. Los huesos tienen que soldarse bien o luego la pierna te dará problemas.
—No sabía que habías estudiado medicina. ¿Dónde te has dejado el título? ¿En la sala de revelado?
Brittany volvía a soltar sus comentarios de siempre.
—Esperaba que el golpe hubiera acabado con tu mal humor… Pero veo que la ha potenciado. Mira que le dije a tu mamá que no me hacía gracia que te operaran de la mollera…—ahora fue Santana la que lanzó sus dardos—Que por cierto, te han dejado un rapadito a lo punky antisistema que me están entrando ganas de darte un mechero para que salgas a quemar contenedores.
“Ahora mismo atraparía su cara entre mis manos y le daría un beso. Si es que se pone tan mona cuando cree que puede conmigo… Va, Brittany, céntrate, que te va a pillar mirándole a los labios… sus preciosos y carnosos labios”.
—Tengo sed—interrumpió Brittany para fastidiar a Santana—Tráeme agua.
Santana fue a la cocina sin rechistar y como una bala. Cuando volvía con lo que Brittany le había pedido, Brittany cambió de opinión.
—Mejor tráeme un refresco. Me apetecen burbujas.
El nivel de mal humor y ganas de matar de Santana subió con la rapidez de un termómetro en pleno agosto.
No tuvo más remedio que dar media vuelta.
Casi se estalla el vaso en la mano debido a la presión que estaba ejerciendo, por la tensión y violencia contenidas.
“¿Por qué me gustará tanto jugar con ella? ¡Es que me gusta hacerla rabiar! Está tan guapa cuando se enfada… Si Santana supiera lo que me gusta cuando se pone en plan sargento…”
De nuevo, Santana traía un vaso, esta vez lleno de Fanta de naranja. Miró con cinismo a Brittany que le extendía la mano para coger su refresco, que volvía a hojear con despreocupación la revista.
Santana vio el cielo abierto. Fingió torpeza y le derramó a Brittany todo el contenido, con toda su mala uva.
—¡Me cago en…!
Apartó la revista, pero era inútil porque estaba empapada, al igual que sus pantalones de chándal.
—¡Uy!, perdona…—contestó Santana fingiendo culpabilidad.
—Me has puesto perdida. ¡Has manchado hasta mis gafas!
—Eso te pasa por quitártelas y dejarlas sobre el sofá—añadió Santana, tranquilamente.
“¡Será idiota! Esto ya no me gusta tanto… Tengo que hacer algo o va a poder conmigo en el primer asalto. Vamos, Brittany… ¡Reacciona, coño!”.
—¡Qué asco! ¡Con lo que pringa el refresco! Voy a tener que cambiarme
Brittany comenzó a trazar sobre la marcha el plan de su venganza.
—Andevéeeee cómo m’ha puehto la Soleeeee… ¡Jaaaaajajajaa!
Santana estaba disfrutando de lo lindo.
Brittany puso cara de cabreo. Cogió las muletas que tenía apoyadas contra el brazo del sofá y trató de erguirse para levantarse.
—Espeeeeeeraaa, que ya te ayudo yo—Santana se ofreció conciliadora.
—Puedo yo sola.
Brittany se mostró, una vez más, antipática.
—Vale, tú dirás lo que quieras.
Se levantó y se aproximó a Brittany, sin darse cuenta de que la otra le hacía una zancadilla con una de las muletas.
Ocurrió justo lo calculado.
Santana fue al suelo.
Las carcajadas de Brittany resonaron en todo el departamento.
La mirada de incomprensión de Santana contrastó con la de Brittany, a la que casi se le saltaron las lágrimas de la risa.
“Me encanta que los planes salgan bien”.
Santana se sintió humillada. Brittany se dio cuenta y paró.
—Anda, dame la mano. No hace falta que me ayudes a cambiarme. Tampoco me has manchado tanto. Luego mi mamá me echará un cable en la ducha, no te preocupes.
Brittany le tendió la mano para que levantara el culo del suelo.
Santana la rehusó. Se puso de pie con el orgullo herido. Se alisó la ropa y miró desafiante a su superior.
—Espero que te recuperes pronto. Me voy.
Brittany se puso blanca.
En un segundo, se apoderó de ella un miedo atroz.
No quería quedarse sola.
—Santana, oye… Espera… ¡Que ha sido una broma!
Pero Santana no contestó.
Se limitó a mirarla mal y se marchó de ahí dando un portazo.
—Hola, Whitney. ¿Cómo está usted?
—Muy bien, pero… ¡Tutéame!—Whitney la abrazó y la besó en la mejilla—Anda, pasa, que está en el salón.
Santana cruzó el pasillo del departamento de Brittany con cierta timidez. La encontró en el salón, sentada en el sofá, con la pierna que tenía escayolada descansando en un reposapiés. Estaba leyendo una revista de viajes de la competencia.
Al ver entrar a Santana, Brittany se quitó las gafas, avergonzada de que hubieran descubierto su secreto.
—Hola… No sabía que usaras gafas—dijo Santana, divertida ante la reacción de su compañera.
—Eh… Es que las uso sólo en casa, para descansar de las lentillas. A todo esto, ¿por qué te tengo que dar yo explicaciones?
—¡Britty, qué pesada eres a veces! ¡Ha venido a verte!
Whitney le ofreció asiento a Santana con un gesto, para que se situara al lado de su hija.
Como respuesta, Brittany alzó una ceja y volvió a su lectura, obviando completamente a su nueva compañía.
—Bueno, yo las dejo, que tengo que acompañar a tu papá otra vez al dentista. Tiene una muela que le sigue dando problemas y luego la que lo aguanto soy yo—Whitney recogió el abrigo, el bolso y se acercó al sofá—Hasta luego, hija—le dio un beso exageradamente sonoro, cosa que Brittany detestaba, y otro a Santana—Vengo a la noche. Te dejo en buenas manos…
—Sí, seguro…
Brittany pasó la página y continuó leyendo.
—Desde luego… Estás de un humor…
Whitney se marchó. Se hizo el silencio, incómodo para ambas.
—Bueno… ¿Cómo te encuentras?
Santana miró a Brittany con entusiasmo.
—Genial, ¿no lo ves? Sólo ha sido un traumatismo craneoencefálico severo y una rotura limpia de tibia y peroné en la pierna derecha. Vamos, una tontería—le replicó con una ironía casi dañina.
—Brittany, ya vale…—dijo Santana, cansada.
—¿A qué has venido exactamente, Santana?
Santana frunció el ceño y la miró, incrédula.
—No… Por nada… Me aburría en casa y no tenía nada que hacer… Porque como llevo durmiendo menos de cinco horas desde hace casi tres semanas y al regresar de la oficina me aburro y no me apetece tirarme en la cama a descansar, he decidido utilizar mi tiempo de ocio para tocarte las narices—su espalda se pegó al respaldo del sofá—De hecho, pensaba venir vestida de payaso, pero no encontré unos zapatos diez tallas más grandes que mi pie.
A Brittany esa broma la pilló completamente desprevenida, de modo que se rió de lo lindo.
—Anda, pero si sabes reírte y todo…
—Santana, en serio, puedes irte. No te necesito.
—Me da igual que no me necesites—suspiró Santana—Tengo que ayudar a tus padres, no puedo dejarte sola porque hasta que no te recuperes, no puedes valerte por ti misma.
—Tengo dos muletas.
—Sabes que tienes que caminar lo menos posible. Los huesos tienen que soldarse bien o luego la pierna te dará problemas.
—No sabía que habías estudiado medicina. ¿Dónde te has dejado el título? ¿En la sala de revelado?
Brittany volvía a soltar sus comentarios de siempre.
—Esperaba que el golpe hubiera acabado con tu mal humor… Pero veo que la ha potenciado. Mira que le dije a tu mamá que no me hacía gracia que te operaran de la mollera…—ahora fue Santana la que lanzó sus dardos—Que por cierto, te han dejado un rapadito a lo punky antisistema que me están entrando ganas de darte un mechero para que salgas a quemar contenedores.
“Ahora mismo atraparía su cara entre mis manos y le daría un beso. Si es que se pone tan mona cuando cree que puede conmigo… Va, Brittany, céntrate, que te va a pillar mirándole a los labios… sus preciosos y carnosos labios”.
—Tengo sed—interrumpió Brittany para fastidiar a Santana—Tráeme agua.
Santana fue a la cocina sin rechistar y como una bala. Cuando volvía con lo que Brittany le había pedido, Brittany cambió de opinión.
—Mejor tráeme un refresco. Me apetecen burbujas.
El nivel de mal humor y ganas de matar de Santana subió con la rapidez de un termómetro en pleno agosto.
No tuvo más remedio que dar media vuelta.
Casi se estalla el vaso en la mano debido a la presión que estaba ejerciendo, por la tensión y violencia contenidas.
“¿Por qué me gustará tanto jugar con ella? ¡Es que me gusta hacerla rabiar! Está tan guapa cuando se enfada… Si Santana supiera lo que me gusta cuando se pone en plan sargento…”
De nuevo, Santana traía un vaso, esta vez lleno de Fanta de naranja. Miró con cinismo a Brittany que le extendía la mano para coger su refresco, que volvía a hojear con despreocupación la revista.
Santana vio el cielo abierto. Fingió torpeza y le derramó a Brittany todo el contenido, con toda su mala uva.
—¡Me cago en…!
Apartó la revista, pero era inútil porque estaba empapada, al igual que sus pantalones de chándal.
—¡Uy!, perdona…—contestó Santana fingiendo culpabilidad.
—Me has puesto perdida. ¡Has manchado hasta mis gafas!
—Eso te pasa por quitártelas y dejarlas sobre el sofá—añadió Santana, tranquilamente.
“¡Será idiota! Esto ya no me gusta tanto… Tengo que hacer algo o va a poder conmigo en el primer asalto. Vamos, Brittany… ¡Reacciona, coño!”.
—¡Qué asco! ¡Con lo que pringa el refresco! Voy a tener que cambiarme
Brittany comenzó a trazar sobre la marcha el plan de su venganza.
—Andevéeeee cómo m’ha puehto la Soleeeee… ¡Jaaaaajajajaa!
Santana estaba disfrutando de lo lindo.
Brittany puso cara de cabreo. Cogió las muletas que tenía apoyadas contra el brazo del sofá y trató de erguirse para levantarse.
—Espeeeeeeraaa, que ya te ayudo yo—Santana se ofreció conciliadora.
—Puedo yo sola.
Brittany se mostró, una vez más, antipática.
—Vale, tú dirás lo que quieras.
Se levantó y se aproximó a Brittany, sin darse cuenta de que la otra le hacía una zancadilla con una de las muletas.
Ocurrió justo lo calculado.
Santana fue al suelo.
Las carcajadas de Brittany resonaron en todo el departamento.
La mirada de incomprensión de Santana contrastó con la de Brittany, a la que casi se le saltaron las lágrimas de la risa.
“Me encanta que los planes salgan bien”.
Santana se sintió humillada. Brittany se dio cuenta y paró.
—Anda, dame la mano. No hace falta que me ayudes a cambiarme. Tampoco me has manchado tanto. Luego mi mamá me echará un cable en la ducha, no te preocupes.
Brittany le tendió la mano para que levantara el culo del suelo.
Santana la rehusó. Se puso de pie con el orgullo herido. Se alisó la ropa y miró desafiante a su superior.
—Espero que te recuperes pronto. Me voy.
Brittany se puso blanca.
En un segundo, se apoderó de ella un miedo atroz.
No quería quedarse sola.
—Santana, oye… Espera… ¡Que ha sido una broma!
Pero Santana no contestó.
Se limitó a mirarla mal y se marchó de ahí dando un portazo.
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FanFic Brittana: Un Vuelo con Escalas (Adaptada) Cap 27
Capitulo 27
Abrió los ojos al sentir un peso leve en el borde de su cama, como si alguien se hubiera sentado cerca de sus pies.
No se había equivocado.
Santana estaba ahí, mirándola con una sonrisa resplandeciente y sus hoyuelos diciéndole buenos días.
Brittany parpadeó varias veces, porque no sabía si aquel maravilloso espejismo era real como la vida misma o era un espectro fabricado por su soñolienta imaginación.
—Buenos días, dormilona…—le susurró Santana que le hablaba a un metro de distancia.
—Bue… buenos días, Santana—se restregó los ojos para tratar de enfocar mejor.
—Has dormido casi once horas… Vamos, eso no lo duermo yo ni en mis mejores tiempos…
—Estaba cansada…
Brittany se puso colorada.
—No sé si traerte el desayuno… Como ya son más de las doce…
Santana la miraba con cariño y le hablaba en un volumen suave, como si tuviera miedo de que alguien más la oyera.
—No, deja el desayuno… y ven aquí—Brittany se sorprendió al dejarse llevar por sus intenciones—Acércate, San—dio unas palmaditas en el edredón para que Santana se sentara cerca del cabecero.
Dicho y hecho.
Santana obedeció de buena gana y en unos segundos estuvo cara a cara con Brittany.
—¿Qué tal la pierna?
—Me molesta un poco. Los huesos deben estar pegándose por soldarse y creo que la tibia y el peroné están discutiendo para ver quién lo hace primero.
Con aquel comentario, Brittany dio muestras de que estaba de buen humor.
Su ocurrencia hizo reír a Santana, quien le apartaba el pelo de la cara y la observaba con una mirada de completa devoción.
—Bueno, ya es hora de irme—añadió Santana.
—¿Qué? No, todavía no… Quédate un poquito más, San.
El rostro de Brittany se fue apagando lentamente, así como la agradable sensación que había nacido en su pecho al despertarse junto a la mujer que amaba.
—No puedo, Britt. Va a venir tu mamá.
—No quiero que venga mi mamá—le soltó seria—Quiero que te quedes conmigo tú.
Agarró a Santana por la cintura para impedir que ésta se pusiera de pie.
—¡Oye! No me digas que te has levantado en plan niña consentida…
—Tu niña consentida, eso quiero ser yo, San.
Brittany dijo un pensamiento en voz alta.
Santana sonrió bobalicona porque se le habían caído los palos del sombrajo.
Ni siquiera intentó pensárselo dos veces.
Directamente se inclinó y besó con suavidad los finos labios de Brittany.
—Cariño, despierta…
El rostro de la mujer a la que Brittany besaba se desdibujó al separarse del suyo.
—Vamos, hija, que va a dar la una de la tarde y tú todavía en pijama.
En un santiamén, Santana se trasformó en Whitney, su mamá.
—Brittany, ayúdame a ponerte de pie, que sola no puedo. Hay que ir a la ducha.
Whitney zarandeó levemente la cabeza de su hija para que ésta espabilara.
—¡Mamáaa! ¡Déjame dormir!
Brittany se aferró aún más a la almohada que llevaba toda la noche abrazando inconscientemente.
—¡Ya me has jodido el sueño!
—Bueno nada, quédate ahí hasta que tengan que sacarte con una pala los de los servicios sociales, ¡como a la vieja loca de los gatos! Anda que de verdad, qué hija más pánfila tengo—Whitney hizo aspavientos con las manos.
—Echo de menos a Santana.
—Bueno ahora te aguantas. No haberla echado de tu casa. ¿Qué te ha entrado con ella? Con lo bien que te caía al principio…—Whitney comenzó a desvestir a su hija.
—Es un poco complicado.
Brittany miró hacia el techo, como si ahí fuera a encontrar las respuestas a sus preguntas.
—No, la complicada eres tú. Que no sé qué te ha pasado con ella o qué te ha hecho. Con lo bien que se ha portado contigo. Pero una cosa te voy a decir. Estuvo con nosotros todos los días que estuviste ingresada y despertaste del coma con ella. De verdad que como no hagan las paces, no te lo perdono.
—Las cosas han cambiado desde…—Brittany no pudo terminar la frase.
—Te recuerdo que hace un mes, nos contaste a tu papá y a mí que te entusiasmaba la idea de ir con Santana a hacer el reportaje a Irak.
—Irán, mamá—corrigió Brittany, con guasa.
—Bueno, da igual, porque ahí también llevan turbante.
Whitney prosiguió su exposición a la vez que levantaba con cuidado a su hija.
—Por cierto, ¿no te hacen daño estas bragas? Se te está clavando toda la gomilla en el culete.
—¡Mamá, es un tanga!—le censuró la joven.
—¡Ah! Yo es que estas cosas tan modernas… a tu papá…
—Por favor, no me des más detalles.
Brittany se tapó los ojos con la mano, tratando de no imaginarse nada.
—Anda, vamos al baño—le pasó el brazo por la cintura y la llevó despacio hasta la ducha.
Tenía preparada una banqueta de plástico en el plato de la ducha, para que Brittany pudiera estar sentada mientras ella la lavaba.
Metió en una bolsa de plástico la pierna escayolada de Brittany, la anudó bien para que no se colara el agua y abrió ambos grifos para que se templara el chorro.
Una vez que consiguió la temperatura deseada, con la alcachofa fue mojando el cabello de Brittany, que se quejó nada más empezar.
—¡Fríaaaaa! ¡Fríaaaaaaa!—gritó Brittany, sacudiéndose en el taburete.
—Ya va, ¡ya vaaaa!
Whitney retiró el chorro del cuerpo de su hija y siguió maniobrando con los grifos.
—A ver ahora, Britty.
Brittany se encogió por pura inercia. Al momento se destensó, ya que notó que el agua ahora sí estaba a su gusto.
—Bueno, entonces lo que estábamos hablando. Que me expliques de una vez por qué estás de morros con Santana, porque no tiene lógica.
Brittany puso cara de fastidio.
Aquél no era buen momento para dar explicaciones… y menos a su mamá que no estaba al corriente de nada.
—Uy, uy… me das miedo cuando te quedas callada. Algo guardas.
—No mamá. Es sólo que no me apetece hablar de eso ahora.
—Te conozco como si te hubiera parido—Whitney la miró fijamente—Y, como de hecho te he parido, esta reacción ya me la sé. Así que desembucha, porque no me chupo el dedo—pasó la alcachofa por el pelo mientras su hija se lo enjabonaba—Dime.
Brittany clavó las ojos en las de su mamá, que permanecía con el rostro sereno pero a la espera de algo gordo.
—Si… si estoy así con Santana es… porque…
Whitney le hizo un gesto con la cabeza para que prosiguiera porque estaba al borde del infarto.
—Estoy enamorada de ella, mamá.
A Whitney se le escapó la alcachofa de la ducha y esta fue a rebotar, con un golpe seco, en la cabeza de Brittany.
—¡Aayyy!
—¡Madre del amor hermoso!
Whitney se llevó las manos a la cabeza mientras el agua fue inundando todo el baño por culpa de una alcachofa fuera de control, en el suelo.
—¡Mamáaaaa! ¡Cierra el grifo o nos ahogamos!
Brittany reaccionó finalmente antes que Whitney y cortó el agua.
El resultado fueron dos mujeres empapadas, un suelo potencialmente resbaladizo (y peligroso) y una confesión que cayó como una bomba.
—Britty, pero tú estás segura de…
—Sí. Completamente—Brittany miró el gesto asustado de su mamá—No se los pensaba contar hasta que no viera el momento oportuno. Por eso, a raíz de nuestra vuelta… Es que no lo he podido evitar. Estoy colgada, colgada por Santana. Y me esfuerzo en echarla de mi vida no sabes cuánto.
Whitney optó por sentarse en la tapa del váter, porque se iba a caer de rodillas.
—Ya lo entiendo todo—continuo Brittany.
Whitney se llevó las manos al regazo, encajando las piezas de aquel puzle desordenado.
—No quiero que me vuelva a salir mal. Porque me he dado cuenta de hasta qué punto la quiero… Y si me dijera que no, si algo no saliera como yo espero… No lo soportaría.
Whitney seguía sin poder articular una palabra, digiriendo todo lo que estaba oyendo a velocidad de tortuga.
—Ayúdame, mamá. No quiero que me hagan más daño.
Brittany no pudo aguantar más y se echó a llorar.
Su mamá se lanzó enseguida a acunarla entre sus brazos. Whitney escuchaba los sollozos de su hija y en su cabeza todo eran dudas.
No se había equivocado.
Santana estaba ahí, mirándola con una sonrisa resplandeciente y sus hoyuelos diciéndole buenos días.
Brittany parpadeó varias veces, porque no sabía si aquel maravilloso espejismo era real como la vida misma o era un espectro fabricado por su soñolienta imaginación.
—Buenos días, dormilona…—le susurró Santana que le hablaba a un metro de distancia.
—Bue… buenos días, Santana—se restregó los ojos para tratar de enfocar mejor.
—Has dormido casi once horas… Vamos, eso no lo duermo yo ni en mis mejores tiempos…
—Estaba cansada…
Brittany se puso colorada.
—No sé si traerte el desayuno… Como ya son más de las doce…
Santana la miraba con cariño y le hablaba en un volumen suave, como si tuviera miedo de que alguien más la oyera.
—No, deja el desayuno… y ven aquí—Brittany se sorprendió al dejarse llevar por sus intenciones—Acércate, San—dio unas palmaditas en el edredón para que Santana se sentara cerca del cabecero.
Dicho y hecho.
Santana obedeció de buena gana y en unos segundos estuvo cara a cara con Brittany.
—¿Qué tal la pierna?
—Me molesta un poco. Los huesos deben estar pegándose por soldarse y creo que la tibia y el peroné están discutiendo para ver quién lo hace primero.
Con aquel comentario, Brittany dio muestras de que estaba de buen humor.
Su ocurrencia hizo reír a Santana, quien le apartaba el pelo de la cara y la observaba con una mirada de completa devoción.
—Bueno, ya es hora de irme—añadió Santana.
—¿Qué? No, todavía no… Quédate un poquito más, San.
El rostro de Brittany se fue apagando lentamente, así como la agradable sensación que había nacido en su pecho al despertarse junto a la mujer que amaba.
—No puedo, Britt. Va a venir tu mamá.
—No quiero que venga mi mamá—le soltó seria—Quiero que te quedes conmigo tú.
Agarró a Santana por la cintura para impedir que ésta se pusiera de pie.
—¡Oye! No me digas que te has levantado en plan niña consentida…
—Tu niña consentida, eso quiero ser yo, San.
Brittany dijo un pensamiento en voz alta.
Santana sonrió bobalicona porque se le habían caído los palos del sombrajo.
Ni siquiera intentó pensárselo dos veces.
Directamente se inclinó y besó con suavidad los finos labios de Brittany.
—Cariño, despierta…
El rostro de la mujer a la que Brittany besaba se desdibujó al separarse del suyo.
—Vamos, hija, que va a dar la una de la tarde y tú todavía en pijama.
En un santiamén, Santana se trasformó en Whitney, su mamá.
—Brittany, ayúdame a ponerte de pie, que sola no puedo. Hay que ir a la ducha.
Whitney zarandeó levemente la cabeza de su hija para que ésta espabilara.
—¡Mamáaa! ¡Déjame dormir!
Brittany se aferró aún más a la almohada que llevaba toda la noche abrazando inconscientemente.
—¡Ya me has jodido el sueño!
—Bueno nada, quédate ahí hasta que tengan que sacarte con una pala los de los servicios sociales, ¡como a la vieja loca de los gatos! Anda que de verdad, qué hija más pánfila tengo—Whitney hizo aspavientos con las manos.
—Echo de menos a Santana.
—Bueno ahora te aguantas. No haberla echado de tu casa. ¿Qué te ha entrado con ella? Con lo bien que te caía al principio…—Whitney comenzó a desvestir a su hija.
—Es un poco complicado.
Brittany miró hacia el techo, como si ahí fuera a encontrar las respuestas a sus preguntas.
—No, la complicada eres tú. Que no sé qué te ha pasado con ella o qué te ha hecho. Con lo bien que se ha portado contigo. Pero una cosa te voy a decir. Estuvo con nosotros todos los días que estuviste ingresada y despertaste del coma con ella. De verdad que como no hagan las paces, no te lo perdono.
—Las cosas han cambiado desde…—Brittany no pudo terminar la frase.
—Te recuerdo que hace un mes, nos contaste a tu papá y a mí que te entusiasmaba la idea de ir con Santana a hacer el reportaje a Irak.
—Irán, mamá—corrigió Brittany, con guasa.
—Bueno, da igual, porque ahí también llevan turbante.
Whitney prosiguió su exposición a la vez que levantaba con cuidado a su hija.
—Por cierto, ¿no te hacen daño estas bragas? Se te está clavando toda la gomilla en el culete.
—¡Mamá, es un tanga!—le censuró la joven.
—¡Ah! Yo es que estas cosas tan modernas… a tu papá…
—Por favor, no me des más detalles.
Brittany se tapó los ojos con la mano, tratando de no imaginarse nada.
—Anda, vamos al baño—le pasó el brazo por la cintura y la llevó despacio hasta la ducha.
Tenía preparada una banqueta de plástico en el plato de la ducha, para que Brittany pudiera estar sentada mientras ella la lavaba.
Metió en una bolsa de plástico la pierna escayolada de Brittany, la anudó bien para que no se colara el agua y abrió ambos grifos para que se templara el chorro.
Una vez que consiguió la temperatura deseada, con la alcachofa fue mojando el cabello de Brittany, que se quejó nada más empezar.
—¡Fríaaaaa! ¡Fríaaaaaaa!—gritó Brittany, sacudiéndose en el taburete.
—Ya va, ¡ya vaaaa!
Whitney retiró el chorro del cuerpo de su hija y siguió maniobrando con los grifos.
—A ver ahora, Britty.
Brittany se encogió por pura inercia. Al momento se destensó, ya que notó que el agua ahora sí estaba a su gusto.
—Bueno, entonces lo que estábamos hablando. Que me expliques de una vez por qué estás de morros con Santana, porque no tiene lógica.
Brittany puso cara de fastidio.
Aquél no era buen momento para dar explicaciones… y menos a su mamá que no estaba al corriente de nada.
—Uy, uy… me das miedo cuando te quedas callada. Algo guardas.
—No mamá. Es sólo que no me apetece hablar de eso ahora.
—Te conozco como si te hubiera parido—Whitney la miró fijamente—Y, como de hecho te he parido, esta reacción ya me la sé. Así que desembucha, porque no me chupo el dedo—pasó la alcachofa por el pelo mientras su hija se lo enjabonaba—Dime.
Brittany clavó las ojos en las de su mamá, que permanecía con el rostro sereno pero a la espera de algo gordo.
—Si… si estoy así con Santana es… porque…
Whitney le hizo un gesto con la cabeza para que prosiguiera porque estaba al borde del infarto.
—Estoy enamorada de ella, mamá.
A Whitney se le escapó la alcachofa de la ducha y esta fue a rebotar, con un golpe seco, en la cabeza de Brittany.
—¡Aayyy!
—¡Madre del amor hermoso!
Whitney se llevó las manos a la cabeza mientras el agua fue inundando todo el baño por culpa de una alcachofa fuera de control, en el suelo.
—¡Mamáaaaa! ¡Cierra el grifo o nos ahogamos!
Brittany reaccionó finalmente antes que Whitney y cortó el agua.
El resultado fueron dos mujeres empapadas, un suelo potencialmente resbaladizo (y peligroso) y una confesión que cayó como una bomba.
—Britty, pero tú estás segura de…
—Sí. Completamente—Brittany miró el gesto asustado de su mamá—No se los pensaba contar hasta que no viera el momento oportuno. Por eso, a raíz de nuestra vuelta… Es que no lo he podido evitar. Estoy colgada, colgada por Santana. Y me esfuerzo en echarla de mi vida no sabes cuánto.
Whitney optó por sentarse en la tapa del váter, porque se iba a caer de rodillas.
—Ya lo entiendo todo—continuo Brittany.
Whitney se llevó las manos al regazo, encajando las piezas de aquel puzle desordenado.
—No quiero que me vuelva a salir mal. Porque me he dado cuenta de hasta qué punto la quiero… Y si me dijera que no, si algo no saliera como yo espero… No lo soportaría.
Whitney seguía sin poder articular una palabra, digiriendo todo lo que estaba oyendo a velocidad de tortuga.
—Ayúdame, mamá. No quiero que me hagan más daño.
Brittany no pudo aguantar más y se echó a llorar.
Su mamá se lanzó enseguida a acunarla entre sus brazos. Whitney escuchaba los sollozos de su hija y en su cabeza todo eran dudas.
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Un Vuelo con Escalas (Adaptada) Epílogo
cuando brittany me cae bien la pone, se porto como una perra con santana, bien merecido que se haya marchado sin mas, que se cree!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Un Vuelo con Escalas (Adaptada) Epílogo
me dieron ganas de tirarle los pelos a britt, como tan tan...
paroan* - Mensajes : 37
Fecha de inscripción : 01/06/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Un Vuelo con Escalas (Adaptada) Epílogo
Que Britt se joda por tonta!!!!
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Un Vuelo con Escalas (Adaptada) Epílogo
QUE LA QUEMEEEENNN!
Naah! Brittany & su mala suerte xD
Jajajajajajaja en serio! XD
Pero en serio se pasó con San -.-
Pff!
Naah! Brittany & su mala suerte xD
Jajajajajajaja en serio! XD
Pero en serio se pasó con San -.-
Pff!
Elita- - Mensajes : 1247
Fecha de inscripción : 17/06/2012
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