[Resuelto]FanFic Brittana: Parejas (Adaptada) Cap 41 - Final

Capitulo 12

—Confía en mí, San es la experta en margarita—dijo Rachel riendo.

—He probado mi parte de margaritas, sí. Y el Rio Rita es el mejor.

—Bueno, entonces voy a tener que probar uno—dijo Brittany mirando a su menú—¿Cuál es la especialidad aquí?

—Enchiladas de pollo—dijeron al unísono y Brittany se echó a reír.

—Veo que vienen aquí a menudo.

—Santana se niega a comer comida mexicana en cualquier otro lugar—dijo Quinn.

—Sí, pero contigo, me cuesta conseguir margaritas—Santana se volvió a Brittany—Quinn no bebe mucho, y cuando lo hace, es cerveza. Y en un día caluroso de verano cuando estamos en el barco pescando, está bien, pero incluso ahora cuando vamos a tomar una copa después de trabajar, me hace ordenar cerveza. Así que esta noche, tengo que disfrutar.

—¿Quién tiene un barco?

—Rach y yo—dijo Quinn—Es un yate que mantenemos en el lago de Eagle Mountain.

—Me dejan acompañarlas a veces—dijo Santana—No hay nada mejor que salir a cubierta y pescar todo el día, luego pasar la noche en el agua—Santana se echó a reír—Por supuesto, eso es si podemos convencer a Rach para que nos cocine.

—Bueno, creo que es genial que ustedes hagan cosas fuera del trabajo. Nunca tuve eso en todos mis años en el cuerpo. En Fort Worth, bueno, yo era la única mujer y creo que los chicos o querían protegerme porque les recordaba a sus hijas, o pensaban que estaba ahí sólo para asegurarme de que la cafetera estuviera siempre llena.

—Hay algunos veteranos que piensan de esa manera—dijo Rachel—Pero en su mayoría, no tenemos ese estigma. Es todo muy justo con el género.

Rachel tocó el brazo de Quinn.

—No es que Quinn no haya participado en riñas.

Brittany asintió.

—He escuchado algunas de las historias.

—No creas todo lo que oyes—dijo Quinn.

—Sí. Sólo alrededor del noventa por ciento de eso es verdad—dijo Santana con una sonrisa y se volvió por un toque en su brazo—Holly—dijo poniéndose de pie para saludar a la mujer mayor.

—Si es mi detective favorita—Holly les sonrió cálidamente—Y veo que trae a sus buenas amigas. Hola, Quinn y Rachel.

—Hola, Holly.

—¿Están hacinadas en un puesto pequeño, Santana? ¿Por qué no viniste a buscarme? Yo podría haberles encontrado una mesa.

—A Quinn y Rach les gusta este lugar. Mira lo cerca que pueden sentarse.

Brittany no pudo dejar de sonreír cuando un rubor apareció en el rostro de Quinn, pero Rachel simplemente se acercó aún más a ella, completamente a gusto.

Santana dio un paso atrás.

—Y esta es Brittany Pierce.

—Oh, sí. ¿Cómo estas, Brittany Pierce? Siempre soy tan feliz cuando Santana trae una amiga. Eres muy hermosa—Holly dijo, tomando la mano de Brittany—Santana puede ser un terremoto. No dejes que te asuste—Holly le guiñó un ojo—Dicen que es un buen partido.

Brittany levantó una ceja y sonrió cuando el rostro de Santana cambió a un lindo rojo.

Para dos policías duras, Santana y Quinn se avergonzaban fácilmente.

—Voy a tratar de mantenerla bajo control.

—Las bebidas serán por cuenta de la casa.

Holly se dio la vuelta, aplaudió con sus manos y un camarero apareció.

—Mantén a mis amigas felices, Jake—Holly hizo una reverencia en su dirección—Disfruten de sus comidas, señoras. Quinn y Rachel, me alegro de verlas de nuevo. Y, Brittany, asegúrate de que Santana te traiga nuevamente y pronto.

—Lo siento mucho—susurró Santana cuando Brittany se deslizó a su lado.

—No hay problema.

—Deberías haberle mostrado tu anillo.

Brittany miró el diamante en su dedo. Era obscenamente grande, en su opinión. Nunca había sido una de joyas y piedras. Incluso sus pendientes eran sencillos pendientes de diamantes, nada escandaloso.

Recordó cuando Sam le había dado el anillo. Se había quedado sin palabras. Él había asumido que era de alegría y por lo impresionante de su tamaño.

No.

Era por darse cuenta de que tendría que llevar esa cosa.

Se había acostumbrado a él y apenas pensaba en él, pero por alguna razón, parecía burlarse de ella esta noche, así que metió la mano debajo de la mesa y fuera de la vista.

—¿Qué puedo traerles de beber?

—Tres Rios Ritas—dijo Santana—Y una cerveza para Quinn.

—Una Corona—dijo Quinn.

—Excelente. Traeré inmediatamente las papas fritas y la salsa.

—Espero que Holly no te haya hecho sentir incómoda—dijo Rachel—Ella siempre juega a la casamentera con Santana.

—No, está bien.

—Entiendo que estás comprometida—sonrió Rachel—No sé cómo es contigo, pero cuando yo estaba saliendo con Jesse, él pensaba que ser una mujer policía tenía que ser el trabajo más peligroso del planeta.

—Sabes, es gracioso. Sam realmente nunca ha tenido mucho que decir acerca de mi trabajo en los años que le conozco. No hasta la otra noche cuando se enteró de que mi pareja era otra mujer. Entonces comenzó con el argumento de que al menos uno de ustedes debería ser un hombre en caso de que necesiten disparar a alguien—dijo.

—¿Estás bromeando?—Quinn sacudió la cabeza—Hombres—murmuró provocando risas en la mesa.

Santana le dio un codazo, y luego movió sus cejas en broma.

—Voy a ser el hombre.

Brittany rió.

—Sólo si me ganas.

Todas alcanzaron las papas al mismo tiempo cuando el camarero colocó la canasta a su alcance.

—Mmm, la salsa es excelente—dijo Brittany mientras tomaba porciones de ambas, del cuencos rojo y del verde—Hay un lugar en Fort Worth donde sólo sirven burritos envueltos. Creo que ocho variedades diferentes. De todos modos, la salsa verde es para morirse—Brittany miró a Santana—Sus margaritas no son tan calientes sin embargo.

—Bueno, entonces ¿cuál es el punto?

—¿Te gusta Dallas? Es decir, comparado a Fort Worth—Rachel preguntó antes de morder una papa.

—Uno no pensaría que las actitudes de las dos ciudades pudiesen ser tan diferente ¿verdad? Yo estuve en Homicidios ahí por seis años, con más o menos la misma gente todo el tiempo. Creo que hice un buen trabajo, a pesar de las limitaciones. Para el público, la igualdad era la palabra. Pero en mi equipo, yo era la mujer, y punto. Ellos amablemente mantenían las puertas abiertas para mí, y se apresuraban en pasar sus tazas de café vacía para que las llenara nuevamente.

—¿Cómo lo soportabas?—preguntó Quinn—Yo le hubiera disparado a alguien.

Brittany se echó a reír.

—El pensamiento cruzó por mi mente. Pero después de seis u ocho tazas rotas, aprendieron a buscar su propio café, por lo que no tuve que utilizar mi arma.

—Damas, aquí tienen. Tres Rios Ritas y una… cerveza—dijo Jake, provocando una mirada severa de Fabray—"¿Han decidido que van a cenar?

Santana se volvió hacia Brittany, enarcando las cejas y Brittany asintió.

—Sí, voy a probar las famosas enchiladas de pollo.

—Nosotras también—dijo Rachel.

—Igual para todas—dijo Santana—Gracias.

—Tenían razón. Esto es fabuloso—dijo Brittany, bebiendo de su bebida.

—Mmm, no venimos aquí lo suficiente—dijo Rachel.

—No es por mi falta de insistencia—dijo Santana.

Rachel agarró otra papa y la llenó con la salsa, pero se detuvo antes de comer.

—Por cierto, ¿qué piensas de que nosotras compremos una casa?

Las cejas de Santana se alzaron y se quedó mirando a Quinn.

—¿Qué?

Rachel también miró a Quinn.

—¿No se lo dijiste?

—No. Y este es el por qué.

Santana miró de una a otra.

—¿Quieren mudarse? ¿Lejos de mí?

—No lejos, San.

—Pero aun así.

Rachel se inclinó sobre la mesa y apretó la mano de Santana.

—No es lejos, lo prometo—miró a Brittany—Vivimos en el lago White Rock, al igual que Santana. Pero estamos en un departamento y Santana en esta linda casita.

—Casita es la palabra clave—dijo Santana.

—¿No son costosas las viviendas en esa zona?—preguntó Brittany.

—Bueno, está el lado bueno del lago y el lado malo.

—Actualmente, estamos en el lado barato—dijo Santana.

Rachel se inclinó hacia adelante y le sonrió a Santana.

—¿Cómo suena el country club para ti?

—¡Oh, Dios mío! ¿No hablas en serio?—Santana miró a Quinn—¿El Country Club, Fabray? ¿Qué demonios?

—Le dije a Rach que mientras estuviéramos cerca del trabajo y del lago, no me importa.

—Sí, pero ¿el country club?—Santana bajó la voz—¿Permiten que las lesbianas entren ahí?

Brittany rió, disfrutando de la conversación.

—Hemos encontrado una casa que es algo razonable—dijo Rachel—Y en comparación con los precios de las casas nuevas que están construyendo en el lado norte, esto es como una ganga.

—Pero el country club. Eso no está bien—Santana golpeó la mesa con sus dedos—¿Así que tendremos que jugar al golf ahora?

—Dudo que te dejen a ti o a mí entrar en el campo, López.

Santana sonrió.

—Sí, pero podríamos andar en un carro de golf, beber una cerveza o dos, y echar un vistazo a las damas. Ya sabes, manejar por la piscina, cosas así.

Rachel agarró el brazo de Quinn y se rió.

—No lo harás.

Brittany se encontró riendo con ellas, entonces se sorprendió cuando golpeó juguetonamente el hombro de Santana.

—Suenas como que eres la alborotadora—bromeó.

—¿Yo?—sonrió Santana—No, en absoluto.

—No le creas—dijo Rachel—Pon a las dos juntas y tendrás un puñado de travesuras.

Brittany tomó un sorbo de su bebida, disfrutando la tarde y la compañía. Le hacían sentir a gusto y nunca fue excluida de la conversación, siempre haciendo un alto para explicarle de lo que estaban hablando.

En el momento que se sirvió la cena, todas estaban charlando como viejas amigas. Y recordó lo que Santana le había dicho acerca de Quinn y Rachel. Todo lo que tenías que hacer era echarles un vistazo y sabrías que estaban profundamente enamoradas.

La mano de Rachel nunca estuvo lejos de Quinn, tocándola frecuentemente mientras hablaban. Y Quinn, bueno Santana tenía razón. Quinn se convertía en una gran bola de masa blanda alrededor de Rachel.

Era obvio de cuanto se preocupaban la una por la otra.

Dejó que sus ojos cayeran sobre Santana, de nuevo preguntándose por qué estaba sola. Era muy agradable, encantadora, divertida y conversadora.

¿Por qué no había encontrado a alguien a quien amar?

Santana se volvió entonces, mirándola a los ojos. Brittany fue sorprendida por la mirada gentil. Brittany le devolvió la sonrisa, y luego hizo un gesto con su cabeza a la pila de tortillas calientes.

—¿Puedo?

—Puede, Detective Pierce—dijo Santana con una sonrisa, tomando una y se la entregó—¿Está bien?

—Excelente.

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Capitulo 13

—No puedo creer que te hayas quedado aquí durante el fin de semana—dijo Brittany.

—¿Por qué no? Soy la único sin una vida—dijo Santana mientras se detenía en una plaza de aparcamiento.

—No es como si estuviera haciendo algo emocionante. Podrías haberme llamado.

—No tiene sentido que los dos estemos dando vueltas hasta la medianoche. Además, no vi nada fuera de lo ordinario.

—Y no hubo reportes del mirón desde esta zona.

—Ahí lo tienes. Un fin de semana perdido.

Santana extendió las piernas y trató de ponerse cómoda. Serían tres largas horas.

Ese era el plan, de todos modos.

Santana y Brittany tomarían los lunes, miércoles y viernes. Fabray y Hudson tomarían los martes y jueves. Decidirían los fines de semana más tarde, pero a Santana no le importaría ser voluntaria. Como había dicho, era la única sin una vida, a pesar de que había sido aburrido como el infierno pasar el fin de semana por su cuenta.

Brittany desdobló la hoja de cálculo que había traído, entonces apuntó su pequeña linterna de bolsillo en él.

—¿Hiciste Brookhaven?—Santana preguntó.

—Sí, pero requiere caminar. El estacionamiento está lejos del edificio. Pero el área común del interior se abre a todas las unidades de la planta baja.

—¿Puertas corredizas en los patios?

—Sí. Brookhaven es uno de los más accesibles. Podemos ir ahí la próxima vez.

—Pensamos que Creekside sería difícil—le recordó.

—¿Lo revisaste?

—Sí. Las unidades de la planta baja, pero todas ellas tienen algo de privacidad alrededor de los patios, así que no puedes ver hacia adentro. Y todas las puertas del frente dan hacia el frente de los edificios opuestos. No creo que nuestro hombre vaya a atacar Creekside.

—Y estoy segura que revisaste Twin Peaks—dijo con una sonrisa.

—Lo hice. Y no creo que nuestro hombre vaya a elegir un viernes o sábado por la noche para su negocio. Hay demasiada actividad. Le sería difícil andar a escondidas. Sin mencionar, que la mayoría de las personas salen los viernes y sábados en la noche.

—El primer asesinato fue un lunes en la noche, el segundo fue un domingo.

—Sí, las dos noches más tranquilas. Sin embargo, el mayor número de llamadas sobre nuestro mirón fueron hechas los miércoles y los jueves.

Brittany dobló la hoja y la puso a un lado.

—Tal vez es cuando está haciendo su vigilancia. Solo va a ser cuestión de tiempo si tenemos suerte con él.

—Me temo que si.

Guardaron silencio y Santana cerró sus ojos por un segundo. Estaba cansada. Había estado fuera, hasta la medianoche, las dos últimas noches patrullando alrededor de los departamentos. Para el momento en que llegaba a casa y lograba relajarse, se hacían las 2 am, que era cuando conseguía meterse en la cama. Desafortunadamente, su reloj interno la despertaba a las 5:30 am, su tiempo habitual para levantarse.

—Realmente disfruté cenar con ustedes la otra noche—Brittany dijo después de un rato.

Santana abrió los ojos y rodó su cabeza a lo largo del asiento.

—¿Sí? Bien.

Sus ojos se encontraron por un momento.

—Estás agotada.

Santana asintió.

Estaba demasiado cansada para mentir.

—Sí, no dormí mucho este fin de semana.

—Seguramente no patrullas por aquí toda la noche, ¿verdad?

—No. Sólo hasta la medianoche—suspiró—Tengo el hábito de...bueno, relajarme, me siento fuera en mi terraza en la oscuridad y veo el lago, y simplemente disfruto de la tranquilidad y todo—Santana cerró los ojos de nuevo—Y tal vez un par de copas de vino.

—¿Ese es tu ritual? Antes de dormir, ¿te sientas fuera en la oscuridad?—Brittany se recostó contra el asiento—Pienso que eso suena maravilloso.

Santana sonrió.

—Si. Estar en el lago me recuerda momentos más feliz—dijo en voz baja—Mi abuelo tenía un lugar fuera en el lago Fork. Cuando era más joven, solíamos ir allá.

—Pero te escuché decirlo, no tienes familia. Creo que elegiste la opción: no hermanos.

—¿Es ésta tu manera sutil de sacarme información?

—¿Está funcionando?

Santana se enderezó en su asiento y se frotó la cara.

—Supongo que deberíamos hablar o podría quedarme dormida sobre ti—se aclaró la garganta—¿Qué quieres saber?

—Ya me dijiste que tu mamá está en California y no son cercanas, pero dibujaste una línea cuando mencioné hermanos.

—Lo hice, ¿no?

Santana golpeó el volante con aire ausente, su mente perdiéndose de vuelta al pasado, fragmentos de eventos y conversaciones pasando a la velocidad del rayo.

Le había contado a Quinn y a Rachel sobre su vida. Antes de eso, no le había contado realmente a nadie, no toda la historia de todos modos.

Todavía era un recuerdo doloroso, pero no hablar de ello no haría que desapareciera.

Sintió unos cálidos dedos acariciando su antebrazo antes de apretar. Miró a
Brittany, preguntándose por qué su toque hacía que su corazón acelerara su ritmo.

—No quiero entrometerme, Santana. Si se trata de algo de lo que prefieres no hablar, entonces dime que me meta en mis propios asuntos y pasamos a temas más ligeros.

Santana se encontró con los ojos de Brittany en las sombras, sorprendida por la gentil preocupación que vio ahí.

Santana esperó, sintiendo una extraña sensación de pérdida cuando los dedos de Brittany se apartaron de ella.

—Tengo un hermano—dijo.

Santana suspiró de nuevo, sintiendo cuan pesado era.

—Es diez años mayor que yo—Santana tragó, tratando de conseguir que desapareciera el bulto de su garganta—Y una vez estuvimos muy unidos.

Santana alcanzó los binoculares, mirando a un hombre que paseaba a su perro. Los bajó de nuevo y sonrió.

—Vi a ese tipo anoche también.

Santana tamborileó sus dedos sobre la pierna, preguntándose por dónde empezar con su historia.

—Tuve una infancia bastante horrible—dijo finalmente—Mis padres se odiaban. Luchaban constantemente. Golpeando, gritando, peleando. Todo el tiempo.

Santana miró a Brittany.

—Pensé que eso era todo lo que la vida conyugal significaba, sabes. Pensaba que los padres de todo el mundo hacían eso.

—¿Tu hermano aún estaba en casa?

—Hasta que tuve ocho años. Él y tres compañeros consiguieron un departamento cuando fueron a la universidad. Él solo se fue a Denton, lo suficientemente cerca de casa. De todos modos, se puso peor cuando Diego se fue. Él era un tipo grande. Era un amortiguador.

—¿Por qué se quedaron juntos?

—Oh, se separaron una vez, cuando Diego era joven. Pero se unieron de nuevo.

Santana se señaló a sí misma.

—Yo soy el resultado de esa noche salvaje. Estoy bastante segura de que fue la última vez que durmieron juntos—dijo con una sonrisa—Era todo tan extraño, ya sabes. Durante la semana, era el infierno con ellos, pero cada domingo por la mañana nos vestíamos y nos dirigíamos a misa. Y los domingos eran los mejores días. Era como si hicieran una tregua los domingos. Pero eso terminó también. Y el divorcio fue asqueroso. Ordenes de restricción y acusaciones y más peleas. Y al final, el juez le concedió la custodia a mi madre y a mi padre no se le permitieron visitas por el supuesto abuso.

—Lo siento mucho—dijo Brittany—Cuando dijiste doloroso, no tenía idea.

—Ni siquiera estoy en la parte dolora, Britt. Eso ocurrió siendo adulto.

—No lo entiendo.

—Mi papá nunca me golpeó. Le pegó a mi mamá un par de veces, pero en la forma como llegaron a eso, no podía culparlo. Quiero decir, ella solía darle palizas.

—¿Te hubieras ido con tu papá?

Santana negó con la cabeza.

—Los amaba y los odiaba a los dos por igual. Eso no era realmente un problema. Y de todos modos, Diego venía por mí los fines de semana, la mayoría los fines de semana, y me llevaba al lago Fork y nos quedábamos con mi abuelo. Esa era la única vez que me sentía normal, ya sabes. No había ninguna pelea. No había conflictos. Sólo pasaba el rato con mi hermano mayor. Incluso cuando se casó, él venía y me llevaba. En ese entonces creo que tenía catorce años. De todos modos, tenía un par de hijos y yo era la tía Santana, e incluso eso era normal. Y él me ayudó a entrar en la universidad, me ayudó con dinero, dejaba que me quedara con ellos algunas veces. En ese momento, mi madre se había mudado. Ella se mudó ese verano justo después de que me graduara en la secundaria, por lo que solo éramos nosotros. Su familia y yo.

—Pero tuvieron una pelea—adivinó Brittany.

—Creo que se puede llamar así—Santana apretó el volante—Su hija, Bree, ella pensaba que yo colgaba de la luna. Quería estar conmigo, sin importar nada. Y cuando me hice policía, pensó que era genial—dijo Santana con una sonrisa tranquila.

—Si.

Santana no se sorprendió cuando la mano de Brittany encontró su brazo y le dio un reconfortante apretón.

Brittany era cariñosa.

A Santana le gustaba eso de Brittany.

—Bree era un poco marimacho. Y quería ser como la tía Santana. Quería ser policía, al igual que la tía Santana. Y fue entonces cuando mi hermano se asustó. Porque ser como la tía Santana significaba ser gay. Y a pesar de que tanto él como su esposa me aceptaban, al parecer, ellos trazaron un límite a su hija.

Santana se volvió y miró a Brittany quien estaba sentada en silencio observándola.

—Él muy amablemente, pero con firmeza, me prohibió que volviera.

—¿Tienes que estar bromeando?

—Bree tenía doce años. Yo tenía veintisiete años—Santana inclinó la cabeza—Estaba devastada.

—¿Asumo que tu papá ya había partido?

—Sí. El murió pocos años después de su separación. Cayó muerto de un ataque al corazón un día. Pero sí, éramos sólo mi hermano y yo. Así que fui a ver a mi abuelo. Quiero decir, él estaba entrado en años, pero pensaba que éramos cercanos, pensaba que tal vez podría hacer entrar en razón a Diego—tomó una respiración profunda—No. Él estuvo de acuerdo con Diego. Bree tenía potencial, dijo. No querían que yo la dañara.

—Dios, lo siento mucho, Santana.

—Así es que cuando me preguntas si tengo familia, si tengo hermanos, es por eso mi respuesta es no.

—¿Y nunca los volviste a ver?

—Mi abuelo murió, oh, hace tres o cuatro años, supongo. Traté de ponerme en contacto, quería ir al funeral. Pero mi hermano dijo... él dijo que no.

Santana liberó el volante y frotó sus manos entre sí, notando la humedad. Inclinó la cabeza hacia atrás, y luego enderezó los hombros, sintiéndoles sonar.

—Así es que esa es mi horrible pequeña historia—dijo tratando de sonreír.

—En pocas palabras.

—Después de todo eso, estoy totalmente asombrado por ti.

—¿Qué quieres decir?

—Eres una persona feliz. A pesar de que eres muy seria, tienes una sonrisa en tu cara, y aunque lo ocultes estas de buen humor. No puedo creer que no estés amargada y cabreada con el mundo.

—No, esa es mi mamá—dijo Santana—Ella siempre me decía que ella había sido jodida por la vida. Decía que le había repartido una mala mano—Santana negó con la cabeza—No quería ser como ella. Si te toca una mala mano, te pliegas y pides nuevas cartas. No tiene sentido mantenerse colgada en eso durante años, esperando que las cosas cambien.

—Así que esa es la verdadera razón por la que no te has establecido ¿no es así? Tienes miedo de que vayas a terminar como tus padres.

Santana pasó sus dedos por el cabello un par de veces, finalmente asintiendo.

—Sí. Supongo. Es decir, la única vez que lo intenté, no terminó bien. Al final, había muchas discusiones, dimes y diretes. Muchas peleas, de verdad. Pero como he dicho, ella no era la elegida. Y me negué a forzar las cosas para que ella lo fuera. Porque creo que eso fue lo que hicieron mis padres. Ellos trataron de forzarse el uno al otro a ser algo, alguien, que no eran.

Permanecieron en silencio por un momento, ambas mirando por el parabrisas, viendo el puñado de personas que caminaban cerca del complejo. Después de un rato, Brittany se volvió hacia ella.

—Sin ánimo de ofender, pero tu hermano es un idiota.

Santana se rió en voz baja, pero no dijo nada. Sí, ella había usado esa palabra una o dos veces.

Santana se enderezó, encendiendo la camioneta.

—Vamos a probar con otro, ¿eh?

—Por supuesto. ¿Brookhaven?

—Sí, pero recuerda, vamos a tener que caminar por él.

—Está bien. Es mejor que permanecer sentada durante tanto tiempo.

—Sí, por lo menos está más fresco esta noche. ¿Te imaginas haciendo esto en medio del verano?

La respuesta de Brittany se vio interrumpida por el celular de Santana. Ella lo desenganchó del cinturón sin mirar.

—Sí, López—contestó Santana.

Santana desvió su mirada hacia Brittany, escuchando.

—Estamos a cuatro o cinco cuadras de distancia.

Santana cerró el teléfono y luego aceleró, girando en el siguiente cruce.

—Era Will. Tienen un cuerpo en Deep Ellum. Parece ser un vagabundo. Homicidio.

—¿Dónde?

—En el callejón detrás Curtain Calls. Es un club de comedia.

—No conozco esta área en absoluto.

—Va a tomar tiempo—dijo Santana dando la vuelta de nuevo en Elm Street y dirigiéndose hacia el centro.


Había tres coches patrulla con las luces intermitentes, y Santana se detuvo junto a la acera. Ella sostuvo su placa antes de que uno de los oficiales pudiera detenerla.

—López, de Homicidios. Esta es la detective Pierce. ¿Tienes un cuerpo para nosotras?

—Sí, señora. Al final del callejón.

—Gracias.

Caminó hacia adelante, luego se detuvo.

—¿El laboratorio de criminalística?—Santana preguntó.

—Sí, señora, ya han sido notificados. Y al M.E.

—Está bien, gracias.

Santana miró a Brittany con una media sonrisa.

—Nunca he levantado una escena sin Fabray o Hudson—explicó.

—Eso es lo primero que Fabray pregunta.

—Vamos a estar bien.

Pero tan pronto como llegaron al callejón, se detuvieron, cubriéndose la boca cuando el olor dulce y podrido de la muerte les golpeó.

—Jesús—murmuró Santana. Miró a una de las patrullas—¿Qué diablos?

—Ha estado muerto por varios días.

—Ya veo.

Su mirada seguía por donde él señalaba, encontrándose con un bulto debajo de una manta.

—¿Quién lo encontró?

—Uno del club estaba sacando la basura. Lo olió.

—¿Es este un lugar de reunión?—preguntó Brittany, mirando a su alrededor.

—Hay un montón de cajas rotas.

—"Sí. Muchas de las personas sin hogar duermen aquí—dijo—Ellos desaparecen durante el día.

—¿Alguno de ellos estaban por aquí?

—Sí, se dispersaron cuando llegamos, pero hablamos con algunos.

—¿Este tipo tiene un nombre?—preguntó Santana mientras se acercó, movió la manta a un lado con el pie.

—Dependiendo de a quién le preguntes, o es Rudy o Bobby.

Santana dejó caer la manta y dio un paso atrás.

—Maldición, su garganta ha sido cortada—miró a Brittany—Vamos a ver si podemos encontrar a alguien que hable con nosotras.

—Hay un par de tipos que permanecen, están hacia el final.

Pero cuando se dirigieron hacia ellos, los tipos se fueron.

—Hey, esperen. Sólo tenemos algunas preguntas—Santana les llamó mientras les perseguía.

Los alcanzaron en la calle.

—Hey, hombre. Sólo unas cuantas preguntas.

—No quiero ningún problema.

—No habrá problemas—le aseguró Santana.

Hizo un gesto a Brittany con la cabeza, que se fue tras el segundo tipo

—¿Duermes aquí afuera?

—A veces, sí.

Santana lo miró, suponiendo que su edad era de unos sesenta o algo así, aunque sabía que la calle envejecía. Su cabello y su barba, estaban sucias y enmarañadas, con canas. Sus ropas estaban viejas y desgarradas, la chaqueta casi en jirones.

—¿Lo conoces?

El hombre se encogió de hombros.

—¿Sabe su nombre?

—Rudy.

—¿Era su puesto regular?

El hombre asintió con la cabeza. Santana inclinó su cabeza.

—¿Y me imagino que no sabes quién lo mató?

—No sé nada.

—¿Cuánto tiempo lleva muerto?

El hombre cerró los ojos y Santana lo imaginó contando Abrió los ojos de nuevo.

—Tres días.

—¿El viernes por la noche?

Él se acercó más y Santana trató de no alejarse de su olor.

—No siempre sabes qué día es en las calles.

Santana finalmente dio un paso atrás y el hombre hizo lo mismo.

—Si sabía que estaba muerto ¿por qué nadie avisó a la policía?

—No quiero ningún problema.

—¿Crees que tal vez tenía algo que alguien quería? ¿Dinero? ¿Bebida?

El hombre negó con la cabeza.

—Si anotas, no vuelves aquí hasta que se ha terminado.

—¿Dónde comen?

—En el refugio.

—¿Rudy iba ahí?

—La mayoría de los días.

—¿Tuvo alguna pelea con alguien? ¿Alguien le acosaba?

El hombre dio otro paso atrás.

—No sé nada.

Santana se acercó más.

—¿A quién le tienes miedo?—preguntó en voz baja.

El hombre miró a su alrededor rápidamente, luego negó con la cabeza.

—No sé nada.

Se dio la vuelta para irse y Santana se lo permitió.

Si sabía algo, no lo diría.

Miró hacia el final de la calle encontrando a Brittany. Ella seguía hablando con su hombre y Santana aprovechó la oportunidad de mirarla sin ser vista.

Alta, estaba vestida de manera similar en pantalones vaqueros y botas ligeras, su cabello rubio despeinado por el viento y rebelde.

Santana asintió.

Brittany encajó.

Los primeros días, había llevado pantalones ajustados y mocasines de lujo. Pero ahora, seguía el ejemplo de Quinn y el de ella, vestirse para las calles, no para la oficina.

Mientras le miraba, Brittany se dio vuelta, atrapándola. Sus ojos se encontraron por un breve momento, entonces Brittany anotó algo en su bloc de notas antes de dirigirse hacia ella. Santana esperó, finalmente alzó las cejas cuando Brittany se acercó.

—Bobby.

Santana sonrió.

—El mío dijo Rudy.

Brittany se encogió de hombros.

—Bueno, será Rudy Bobby.

Santana echó un vistazo a sus notas.

—Él había estado por aquí la mayor parte del año. Ni peleas con nadie, ni enemigos. Se mantenía a sí mismo. Lleva muerto un par de días.

—Sí, lo mismo que tengo yo.

Santana miró alrededor de la calle, vio a varias personas que las observaban.

—Entonces, ¿qué te dice tu instinto?

—Que él sabe quién lo hizo pero tiene miedo de decirlo.

Santana la miró fijamente, encontrándose con sus ojos.

—Es curioso, eso es lo que mi instinto me dice.

—¿Otro vagabundo? ¿Alguien que ellos ven todos los días?

—Lo más probable—Santana tomó una respiración profunda—Nunca vamos a lograr que hablen. No confían en los policías. Si el asesino fuera un desconocido de la calle, ellos se presentarían. Habrían informado el asesinato. Pero no esto. No cuando es uno de los suyos.

—¿Sólo seguirán adelante?

—Sí. Aquellos que saben lo que pasó, encontrarán otro lugar donde dormir. No quieren problemas—Santana se dirigió al callejón—Vamos al refugio. Tal vez alguien quiera hablar con nosotras. Si hay algún tipo de guerra territorial pasa, ellos sabrán al respecto.

Pero incluso ahí, parecían nerviosos, incapaces de hablar. Santana finalmente perdió los estribos después de que la cuarta persona le dijo que no sabía nada.

—Mira, corta la mierda, bien—le dijo—No estoy de maldito humor para juegos. Sabemos que él vino aquí a comer, así que sabes de quién demonios estamos hablando.

Pero el hombre todavía sacudió la cabeza.

—No. Hay tantas personas. Yo no lo conozco.

Miró a su alrededor rápidamente.

—Regresa mañana. Pregunta por Emma.

Él se alejó de ellas y Santana metió las manos en los bolsillos de sus pantalones vaqueros.

—¿Qué pasó con los viejos tiempos cuando un policía podía hacer una simple pregunta, conseguía un respuesta sencilla y detenía al malo de la película?

Brittany sonrió.

—TV.

Santana inclinó su cabeza, mirando como Brittany enroscaba los dedos en su cabello, retirando el flequillo que caía sobre sus ojos.

—Son casi las diez y media. ¿Lista para terminar por hoy?

Brittany le siguió afuera, haciendo una pausa en la calle.

—¿Deberíamos investigar con Mercedes o Artie?

—No. No trabajarán en esto hasta mañana. Además, si ellos encuentran algo, nos llaman—dijo Santana mientras regresaban a su camioneta.



El viaje de regreso a la brigada se hizo en silencio.

Santana miró un par de veces a Brittany, que se limitaba a mirar por la ventana, con una expresión pensativa en su rostro. Santana quiso preguntarle en varias oportunidades que estaba pensando, pero se las arregló para frenar su curiosidad.

Santana se detuvo al lado del coche de Brittany y apagó el motor. Se quedó quieta por un momento, luego Brittany se volvió en su asiento mirándole de frente.

—De lo anterior…—dijo—…He disfrutado mucho nuestra conversación—Brittany levantó la vista, mirando a los ojos de Santana—Gracias por hablarme de ti. Espero no haberme entrometido demasiado.

Santana negó con la cabeza.

—No. No, está bien.

—Bien. Porque realmente quiero que seamos amigas. Mis otras parejas, siempre eran hombres, siempre mayores. En realidad, nunca teníamos una relación que no fuera de trabajo.

Santana se movió en su asiento, volviéndose hacia Brittany, cuyo rostro estaba oculto por las sombras.

—Es gracioso. Siempre me he llevado con mis compañeros, los he considerado amigos, pero si pienso al respecto, realmente sólo éramos amigos en la superficie. No hay uno solo de ellos a quien le hubiera contado mi historia. Yo les conocía y conocía sus familias, pero supongo que ellos nunca me conocieron realmente.

Brittany la sorprendió acercándose más y tirando de ella dándole un abrazo rápido.

—Gracias por confiar en mí.

Santana asintió en silencio, mirando como Brittany abría la puerta y salía.

—Nos vemos mañana, López.

Santana mostró una rápida sonrisa, esperando que Brittany pusiera en marcha su coche antes de alejarse. Entonces respiró hondo y soltó el aire poco a poco, entrando en el tráfico sin pensar, su mente todavía se centraba en el rápido abrazo.

Y el olor carácterístico del perfume de Brittany.



Brittany se incorporó en la autopista y en el tráfico, con las manos agarrando con fuerza el volante.

¿Por qué tuviste que darle un abrazo?

¡Jesús!

¿Por qué en realidad?

—Me gusta.

Sí, Santana era ese tipo de persona.

¿A quién no le gustaríá?

¿Pero un abrazo?

No sólo le abrazaste.

La gente no sólo abraza.

Se preguntó qué pensaría Santana de ella.

En primer lugar, se entrometió en su vida personal, prácticamente arrastrando sus recuerdos dolorosos.

Entonces tenía que ir y abrazarla.

Me gusta tocar, se recordó.

Maldición, pero sí, siempre había sido así.

Cuando se sentía a gusto con alguien, cuando sentía afecto, les tocaba cuando hablaba. Y por alguna razón, cuando estaba cerca de Santana, simplemente se sentía atraída por ella.

—No hay nada malo con eso.

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Capitulo 14

Brittany se volvió, su mirada persistente cuando Santana entró a la brigada, su nivel de energía parecía elevado.

Santana se detuvo al lado del escritorio de Brittany, con los ojos centelleantes.

—Para la hermosa dama, un moca con crema batida adicional.

Santana le guiñó un ojo mientras sacaba una taza de café de la bolsa.

—He coqueteado con la chica del café, lo obtuve gratis—bromeó.

—¿No eres dulce? Tener que coquetear con lindas adolescentes por mi crema batida. Debe haber sido doloroso—dijo Brittany con una sonrisa.

Quinn resopló y puso los ojos.

—Es una estudiante de primer año en la universidad, muchas gracias—Santana se volvió—Y para la rubia amargada, capuchino—dijo Santana, entregándole a Quinn su taza.

—Gracias, asalta cunas.

—Ah, sólo estás celosa, rubia.

Santana respondió de vuelta y se volvió hacia Finn.

—Y para mi chico favorito hetero—dijo ella, tendiéndole el café.

Hizo una demostración exagerada tratando de ocultar como le deslizaba un pastel sobre la mesa.

—Dulce.

—Oh, no. No, no, no, López. No es justo. No puedes traer pasteles para uno y no para todos. Ya conoces las reglas—dijo Quinn mirando primero a Santana, luego a Hudson cuando él mordió el fresco pastel con un gemido—¿Cómo diablos Hudson ganó un pastel?

—Él es mi niño.

—Niño de juguete, tal vez—murmuró Quinn, provocando la risa de Santana.

—Aquí tienes, calabacita. Tengo uno para todo el mundo, sólo estoy jugando contigo.

Santana le tiró uno a Quinn, luego colocó otro delante de Brittany.

—Me encanta hacerle eso. Se irrita tanto.

—Cállate, López.

—Maldita sea, estás de mal humor esta mañana, Fabray. ¿No hubo nada anoche o qué?

Brittany casi escupe su café por la mirada que Quinn le dio a Santana, lo que sólo provocó más risas entre Santana y Finn. Su sonrisa se desvaneció cuando Quinn volvió su ceño en su dirección.

—Oh, Fabray, no trates de asustar a la nueva niña.

Santana apretó su hombro, luego se inclinó, susurrando lo bastante alto para que Quinn escuchara.

—Ella solo ladra, no muerde.

Brittany rió de nuevo cuando Santana le lanzó un beso exagerado a Quinn.

—¿Qué diablos te pasa esta mañana, López? ¿Finalmente follaste?

—Desearía—Santana se movió a su propio escritorio—No. Es un hermoso día y estoy feliz. Además, he tomado tres tazas de café y estoy un poco acelerada.

—Sólo un poco—coincidió Brittany, luego se volvió cuando el teniente Will caminó detrás de ella.

—¿Pierce? ¿Tienes un minuto?

Brittany asintió.

—Por supuesto—se levantó preguntándose qué estaría pasando. Miró a Santana quien simplemente se encogió de hombros.

—Entra, siéntate—dijo Will, cerrando la puerta detrás de ella.

Brittany esperó a que él se sentara detrás de su escritorio, se agarró de las manos con nerviosismo mientras trataba de pensar si había hecho algo mal.

Brittany tomó una respiración profunda.

—¿Hay algún problema, Teniente?

—Oh, no. No, no, nada de eso.

Él sonrió y se inclinó sobre la mesa, sus manos entrelazadas sobre un archivo.

—Pero es tu segunda semana. Sólo quería comprobar las cosas, ver cómo está yendo todo.

Brittany frunció el ceño.

—¿Yendo?

—Quiero decir, ya sabes, tú y Santana, ¿todo funciona bien?

—Oh—Brittany se relajó—Sí, por supuesto. Santana ha sido grandiosa. Nosotras nos llevamos bien. No veo ningún problema, Teniente.

—Bien, bien—abrió las manos, golpeando sus dedos índices entre ellos—Todo ha cambiado desde que Santana llegó aquí—él miró hacia fuera de la ventana—Ella mantiene las cosas ligeras, siempre de buen humor. Mantiene a Quinn a rayas, eso es seguro.

—Sí. Parecen buenas amigas. Había oído historias acerca de Fabray, por supuesto. Todo el mundo las tiene. Ella no es nada de lo que imaginaba.

Notó la sonrisa afectuosa que cruzó la cara de Will.

—No, ella ha cambiado. Rachel lo hizo—él la miró—¿Conoces a Berry?

Brittany asintió con la cabeza.

—Fui a cenar con ellas una noche. Ella es muy agradable.

—¿Ah, sí?

—Santana me invitó a unirme a ellas.

—Ya veo—él se movió incómodo en su asiento—Pensé que tú estabas...bueno, comprometida.

—Lo estoy.

—Con un hombre—añadió rápidamente.

Brittany se echó a reír.

—Sí, con un hombre. ¿Hay algún problema?

—No, por supuesto que no. Es sólo que…

—Todas fueron muy agradable. Creo que Santana y Quinn están tratando de incluirme, eso es todo.

—Bien. Los tiempos han cambiado, eso es seguro. Hace unos años, antes de Berry, no había socialización entre los detectives. No creo que ninguno de ellos podía soportar la compañía mutua—dijo frotándose la cabeza—Todo el mundo está ajustado ahora. Incluso Hudson y Quinn. Me gusta eso.

—A mí también.

Se levantó entonces.

—Bueno, sólo quería tocar base contigo, asegurarme de que todo estaba bien—él miró por la ventana, luego a ella—Somos muy abiertos por aquí. Si tienes una queja, una preocupación, puedes venir a mí—él sonrió con sinceridad—¿Está bien?

Brittany asintió con la cabeza, todavía confundida por sus preguntas.

Cuando regresó a su escritorio, los otros permanecieron en silencio, mirándola fijamente.

Alzó las cejas inquisitivamente.

—Así es que, Pierce—dijo Santana en voz baja, imitando a Will—¿Todo va bien? ¿Crees que va a funcionar? Quiero decir, tienes que vigilar a López. Ella piensa que es un imán para las chicas. No confíes en ella.

Brittany rió.

—Y ese Hudson, no le des la espalda, persigue cualquier cosa con faldas.

Finn se echó a reír, pero le lanzó un bolígrafo. De pronto, su sonrisa se desvaneció. Lo mismo hizo Brittany cuando escuchó a Will aclarar su garganta.

Santana cambió a varias tonalidades de rojo mientras lo miraba.

—¡Cristo! ¿Quién se supone cubriría mi espalda aquí?

Hubo un momento de silencio, y luego Will se echó a reír.

—Estás mejorando, López. Eso estuvo muy bueno.

—Gracias, Teniente—dijo Santana débilmente.

Él se acercó.

—Ahora, ¿qué pasa con este vagabundo?

Santana se pasó las manos por el cabello dos veces.

—Sí. Sí, señor. El vagabundo. Bien.

—Ella ha tomado mucha cafeína—dijo Brittany, saliendo en su rescate—Fuimos al refugio anoche, pero no pudimos encontrar a alguien dispuesto a hablar. Vamos a regresar ahí esta mañana.

Brittany miró a Santana por confirmación, quien asintió.

—Sólo tenemos un nombre de la calle hasta el momento.

—¿Qué vagabundo?—preguntó Quinn.

—Ayer por la noche mientras estábamos fuera—explicó Santana—Había estado muerto por días. A una cuadra de Elm.

—¿Deep Ellum?

—Sí.

—¿Natural?

—Oh, no. Le cortaron la garganta.

—Buena suerte con eso. Ellos no hablan con los policías.

—Sí, ya lo descubrimos—dijo Brittany—Incluso la gente que trabaja en el refugio no quieren hablar.

—Eso significa que uno de ellos es el asesino—dijo Quinn—Un sin techo mata a un sin techo, ellos no van a hablar.

Brittany y Santana se miraron.

—Bueno, vean que revela el post. Tal vez el equipo de Artie encontró algo—dijo Will—No permitan que esto se les pase a través de los dedos. Un homicidio es un homicidio.

Santana asintió.

—Sí, señor.

Santana lo miró irse, luego se volvió a los otros.

—No puedo creer que me dejaran atrapar—dijo bajo su aliento.

Quinn se rió.

—Te lo mereces listilla.

—Tal vez debí quedarme con el jugo de la mañana.

—Tal vez deberías limitarte a una taza.

Se puso de pie.

—Está bien, Pierce. Hora de trabajar.

—Estoy lista—dijo mientras tomaba el último sorbo de café.

Brittany sólo se había comido la mitad de su pastel. Miró a Santana elevando sus cejas.

—¿Lo quieres?

—Sí, tráelo. Pelearemos por él en el camino.

—Hey, espera un minuto—dijo Quinn—¿Qué pasó anoche? Los departamentos.

—Nada—dijo Brittany—Tengo un registro establecido en la hoja de cálculo que hice. Voy a actualizarla esta tarde, entonces podrán llevarla con ustedes esta noche.

—Está bien, gracias.

—Nos pondremos al día más tarde chicos—dijo Santana.

Brittany se sorprendió al sentir la mano de Santana tocando ligeramente la parte baja de su espalda mientras se alejaban. La mano desapareció rápidamente y le sonrió. Lo más probable era que Santana ni siquiera era consciente de que había estado tocándola.

En la puerta, Santana la abrió, manteniéndola abierta para que Brittany pasara.

—No tienes que hacerlo todo el tiempo, ya sabes.

—Lo siento. Hábito—Santana se rió—Te dejaré ser el hombre mañana.

—No, no. Eres buena en eso. No me importa.

Santana se detuvo en la puerta de su camioneta. Ella la abrió, entonces sacó su celular.

—Déjame consultar primero con Artie. Ver si ya han trabajado en ello.

Brittany se metió, preguntándose si debía ofrecerse su coche para variar. En Fort Worth, siempre tomaban los coches asignados por el departamento, nunca los propios. Incluso cuando trabajaba en Asalto, era raro que utilizaran sus propios vehículos.

Santana entró y cerró la puerta, poniéndolo en marcha rápidamente y encendiendo el aire acondicionado.

—Lo siento, sé que está caliente.

—El calendario dice que es septiembre.

—Sí, las personas calendarios no vive en Texas, ¿no?

Santana retrocedió, luego salió a la calle.

—Artie dijo que aún no han trabajado en eso. La programación de Mercedes para hacer el post es a las dos.

—Así es que vamos a trabajar en Emma entonces.


Y sorprendentemente, Emma, que no era mucho mayor que ellas, estaba más que feliz de visitar con ellas. Se las llevó a través de la cocina, donde no menos de quince personas trabajaban en la preparación del almuerzo. La puerta de atrás, marcada con una señal en color rojo de NO SALIR, estaba abierta, dejando salir algo de calor.

Emma empujó la puerta, sosteniéndola mientras ellas caminaban hacia el callejón. Ahí, entre el contenedor y la basura, ella se volvió para mirarlas de frente.

—Esto es lo mejor que puedo hacer por privacidad—dijo.

—No hay problema—dijo Santana.

—Las he estado esperando, por supuesto. Sabía que con el tiempo su muerte se descubriría.

—Tenemos dos nombres. Rudy y Bobby—dijo Brittany.

—Lo conocía como Rudy. Para algunos, era Bobby.

—¿Supongo que no sabes su nombre verdadero?

—La mayoría de ellos ni siquiera saben sus nombres verdaderos.

—Está bien. ¿Entonces no creo que sepas quién lo mató?—Santana preguntó.

Emma se dio la vuelta y miró detrás de ella, y luego las alejó más de la puerta.

—Él fue asesinado la noche del viernes. Vio algo que no debió haber visto.

Brittany miró a Santana, enarcando las cejas.

—Si sabía que estaba muerto ¿por qué no lo denunció?—Brittany preguntó.

—No. Esa no es la forma como se hace en las calles, Detective Pierce. Podría ponerme en peligro y a quienes me lo dijeron.

—Así es que, ¿sabes quién lo mató?

—Sólo tengo un nombre. Lo llaman Patrick.

—Pero este Patrick ¿no viene por aquí?

—Si lo hace, yo no lo conozco como Patrick. No hay nadie llamado Patrick por aquí.

—Pero es que alguien de la calle—le preguntó Santana.

—Sí.

—Y tienen miedo de este Patrick?

—Oh, sí. Y para que ellos tengan miedo, es porque debe ser más jóven, tener más activos…

—¿Activos?

—Dinero, bebida, ropa, comida y al parecer un cuchillo.

—Así que, incluso en la calle, hay un orden jerárquico.

—Oh, sí. Muchísimo.

Brittany se adelantó.

—Perdóname por ser tan ignorante sobre todo esto, pero el refugio, ofrece comidas, catres, ¿verdad?

—Sí. Y la ropa cuando podemos conseguirla.

—Sin embargo, no todo el mundo se beneficia de eso.

—Por desgracia, no. Por supuesto, si todos lo hicieran, me temo que se acabaría rápidamente. Emitimos boletos para las duchas. Dos por semana. Tratamos de encontrarles trabajo, aquellos que son capaces, aquellos que están dispuestos. Si podemos encontrarles trabajo, con el tiempo, podemos encontrarles viviendas con bajos alquileres. Tratamos de sacarlos de las calles. Pero es una batalla perdida.

—Cualquiera puede venir y comer, ¿no?

—Sí. Y a pesar de que ofrecemos catres, sólo se llenan durante los días más fríos de invierno. Ellos prefieren estar en la calle. Ahí es donde se sienten más cómodos.

Santana sacó su tarjeta y se la entregó a Emma.

—Puedes ponerte en contacto conmigo día y noche. Si tienes más información, o si escuchas algo...

—Por supuesto, detective.

Santana se volvió para irse, pero Brittany le agarró del brazo, deteniéndola.

—¿Emma, qué es lo que crees que Rudy vio? ¿Qué pudo llevarlo a la muerte?

Emma se encogió de hombros.

—Vio un crimen, supongo.

—¿Qué tipo de crimen?

—Oh, podría ser cualquier cosa. Pero, obviamente, era algo que Patrick no quería que se revelara.

—¿Cómo lo sabes?—preguntó Santana.

—Porque él estaba gritando: “No lo voy a decir, no lo voy a decir” antes de que muriera.

—Jesús—Santana negó con la cabeza—¿Y las posibilidades de encontrar a este Patrick?

—No van a denunciarlo. Ni siquiera a mí.

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Capitulo 15

Santana se detuvo en su camino, sacudiendo la cabeza mientras el Sr. Sylvester de pie en una escalera, limpiaba su cuneta. Detuvo la camioneta y salió corriendo, saltando fácilmente la pequeña cerca que separaba sus jardines.

—¿Qué demonios cree que está haciendo?—dijo mientras agarraba la escalera—¿Ya no hemos tenido esta conversación?

—Oh, Tana, te preocupas demasiado. Estoy perfectamente bien.

—Tiene setenta y ocho años de edad. No necesita estar subiendo escaleras—Santana miró hacia arriba—¿Qué demonios estás haciendo de todos modos?

Tenía una pequeña pala en sus manos y la tendió.

—Se supone que va a llover mañana.

—¿Y?

—Los canales no se han limpiado en todo el verano.

—Oh, santo cielo. Baje ahora.

—Acabo de empezar.

—Yo terminaré—dijo Santana—¿Dónde está Sue?

—Ella estaba durmiendo la siesta.

—Y ella va a matarlo cuando le diga lo que estaba haciendo. Ahora baje.

Sostuvo la escalera mientras él bajaba lentamente, ayudándolo a bajar los dos últimos peldaños.

—Ronnie, tienes que ser cuidadoso. ¿Qué va a hacer Sue si algo te pasa?

—Lo sé—se quitó los guantes e hizo una bola con ellos—Es que, a veces, quiero hacer algo.

—Oh, hombre, lo siento—Santana lo abrazó rápidamente—Lo sé.

Él levantó la mirada hacia la cuneta.

—Parecía una buena idea.

—Vamos. ¿Quiere una cerveza?

Él sonrió.

—Eso dio en el clavo.

—Bueno, te espero. Permítame ponerme unos pantalones cortos y vamos a matar un par de cervezas antes de abordar las cunetas, ¿de acuerdo?

—Eres demasiado buena con nosotros, Tana.

Santana se limitó a sonreír.

Él decía esas palabras cada vez que les ayudaba con algo alrededor de su casa. Cortar el césped, acarrear sacos de abono para sus flores, arreglar las goteras en el grifo del baño, y sacar su basura hacia la acera todos los martes y viernes por la mañana. Pero eran las cosas que disfrutaba hacer por ellos.

Tenían dos hijos y siete nietos, y en los seis meses que Santana llevaba viviendo ahí, solo les había visto visitarles dos veces. La casa estaba llena de fotografías, pero podía ver la tristeza en sus ojos cuando hablaban de sus nietos.

Al parecer, nadie tenía tiempo para visitarlos.


Más tarde, después de que ella y Ronnie habían terminado sus cervezas, abordaron las cunetas. Su recompensa fue llegar a compartir la cena con ellos. Sue hizo empanadas de pollo y Santana, a pesar de sus protestas, fue enviada a casa con las sobras.

Era una de sus comidas favoritas y Sue lo sabía.


Ahora, mientras se sentaba en la oscuridad bebiendo su vino, las luces de sus vecinos se habían apagado. Había sido un día caluroso, incluso ahora, cerca de las 10, la humedad estaba aún elevada.

Santana estiró las piernas haciéndolas descansar a lo largo de la barandilla de la cubierta, aplastando un mosquito ocasional. Miró hacia el agua oscura, notando las brillantes luces a lo lejos de la orilla. Al otro lado del camino estaba el country club y el campo de golf. Ella sonrió, preguntándose si Quinn y Rachel realmente seguirían con la idea de comprar una casa ahí.

A ella no le importaría, de verdad.

Eso sería mejor que ellas mudándose a algún lugar, lejos de ella.

Santana echó la cabeza hacia atrás, mirando las numerosas estrellas, permitiendo que su mente viajara. No se sorprendió cuando pensamientos sobre Brittany vinieron a ella.

En cuanto a la parte de ser parejas, no podía quejarse.

Parecían percibir mutuamente sus preguntas y acciones. No había habido ni siquiera un indicio de problemas entre ellas.

Brittany le gustaba.

Le había contado prácticamente la historia de su vida. Y disfrutaba sus conversaciones, incluso disfrutaba la tarea monótona de vigilar los departamentos. Y como dijo Brittany, sería agradable si se hicieran amigas.

Sin embargo sería mejor si ella fuera vieja y anticuada.

Santana sonrió.

—O fea y corpulenta—dijo en voz alta.

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Capitulo 16

—Está bien, reportaron cuatro posibles mirones... ¿qué es eso?—preguntó Brittany—Quiero decir, ni siquiera teníamos un posible.

Ella y Santana caminaban por la acera, la mañana fresca dando paso al calor de la tarde. En la puerta del laboratorio, Santana se detuvo, permitiendo que Brittany pasara primero.

—Gracias, Detective López.

—Mi placer.

Pasaron junto a la recepción con un gesto de saludo y Brittany notó la rápida sonrisa que Santana le dio a Marley. Y la persistente mirada que Marley le dio a Santana.

Había descubierto que Santana le gustaba coquetear.

Lo hacía de una manera sutil y amable, lo que por alguna razón, lo hacía agradable.

—Está bien, así es que sus mirones…—dijo de nuevo—…O lo están convirtiendo en un concurso, y bueno, digamos que están haciendo trampa—dijo Santana con una sonrisa—O tenemos diferentes descripciones de lo que constituye un mirón. Quiero decir, si vamos a reportar cada varón que camine en el área común como un potencial, entonces podemos. Sólo creo que desordenaría las cosas.

—Estoy de acuerdo. Tal vez tenemos que aclarar con ellos lo que ambas estamos buscando.

Santana se detuvo en la puerta de Artie y tocó.

—Entre.

Abrió la puerta y se hizo a un lado para permitirle que Brittany entrara primero.

Brittany rozó su brazo mientras entraba, dándole una sonrisa. Con cualquier otra persona, podía haber pensado que era un acto condescendiente lo de abrir constantemente la puerta para ella.

Pero no con Santana.

Se había dado cuenta de que Santana lo hacía con casi todo el mundo, incluyendo Quinn.

—Buenos días, damas. Tomen asiento.

—Hey, Artie. ¿Tienes algo bueno?—preguntó Santana.

—Creo que sí—Artie le pasó un trozo de papel a través de su escritorio—Echale un vistazo.

Santana lo cogió y lo sostuvo en alto para que Brittany pudiera ver también. Era una fotografía de dos piezas de hilo o lana.

—Está bien. ¿Y?

—Son idénticos.

Santana le entregó nuevamente el papel.

—Maravilloso. Estoy tan feliz—Santana se inclinó hacia delante—¿Qué demonios significa eso?

Artie inclinó la cabeza.

—Es pavoroso el parecido entre tú y Fabray algunas veces.

—Por favor, no somos para nada iguales—se burló Santana.

Artie miró a Brittany.

—Seguro—dijo secamente—Las fibras son idénticas. La primera fue encontrada en la escena del crimen de Dana Burrow.

—¿La víctima del segundo departamento?

—Sí. Mercedes encontró la fibra en el área genital. No coincidía con nada en su departamento. Lo registramos como transferencia.

—¿Y la segunda?—preguntó Brittany.

—La segunda es de tu vagabundo. Es de la manta con la que estaba cubierto.

—Así que, en teoría, eso pondría a nuestro vagabundo dentro del departamento de Dana Burrows.

—En teoría.

Brittany negó con la cabeza.

—No puedo verla abriéndole la puerta a un extraño, especialmente a alguien de la calle. Quiero decir, las personas no hacen eso. Especialmente las mujeres jóvenes que viven solas. Sencillamente no haces eso.

Santana asintió.

—¿Así es que? ¿Trasferencia del asesino? Eso significaría que nuestro asesino estuvo en contacto físico con nuestro vagabundo antes de matar a Dana—se volvió hacia Brittany con las cejas levantadas—¿Patrick?

—¿Quién es Patrick?—preguntó Artie.

—Alguien llamado Patrick mató a Rudy Bobby.

Artie frunció el ceño.

—¿Quién?

—El vagabundo. Rudy Bobby.

—No sabía que le teníamos un nombre.

—No sé su nombre legal, no.

—¿Algún otro enlace?—preguntó Brittany—Su garganta fue cortada. Igual que Dana Burrows. ¿Podemos compararlo?

Artie asintió con la cabeza.

—Tengo a Ryder repasando las fotos ahora. Te informaré tan pronto como él haya terminado.

Santana se levantó.

—Está bien. Gran trabajo, Artie. Voy a informarle a Fabray.

—Gracias. Y voy a enviarte por e-mail el informe. El post de Mercedes fue sencillo para Kitty, nada salió. Tendremos que volver con tox mañana.

—Gracias.


De vuelta al exterior, se dirigieron hacia el edificio, manteniéndose en el lado sombreado de la calle.

Nada de esto tenía sentido para ella.

Extendió la mano, deteniendo a Santana.

—Parece demasiado como para ser una coincidencia—dijo alejando su mano del brazo de Santana—Si teorizamos que Dana Burrows no le abriría la puerta a Rudy Bobby, un vagabundo ¿por qué iba a abrirle a Patrick, otro vagabundo?

—Puede que nunca sepamos eso. Dudo que ella supiera a quién le estaba abriendo. Quiero decir, podría haber sido a cualquier. Nos imaginamos a un repartidor de pizza o de cualquier otra cosa. Y si se enteró de cuál era su nombre, por lo que simplemente llama a su puerta y dice su nombre con una voz amigable. Tal vez ella piensa que es un vecino o algo así y solo abre.

—Aterrador.

—Síp.
En la puerta de su edificio, Santana hizo una pausa.

—Todo está bien contigo, ¿verdad?

Brittany frunció el ceño.

—¿Qué quieres decir?

—Quiero decir esta noche, con Sam.

—Oh. ¿Lo dices porque estaré contigo vigilando los departamentos?

—Sí—Santana le abrió la puerta—Quiero decir, si yo fuera él, te querría en casa. Los civiles no siempre entienden el trabajo.

—Gracias. Pero me temo que él no va a extrañarme. Los Rangers están en la ciudad. Todos van al juego de esta noche.

—Bien. Entonces no me sentiré mal.

—¿Por qué te sentirías mal? Es mi trabajo.

Santana sonrió.

—Porque si yo tuviera una mujer caliente esperándome en mi casa, esperaría que te sintieras mal porque yo tuviera que ir a una vigilancia.

—Oh, así que estás suponiendo que Sam está caliente ¿es eso?

—Asqueroso. No vayamos ahí.

Brittany rió y apretó el brazo de Santana rápidamente mientras entraban.

Hudson estaba sentado solo en la sala de la brigada. Quinn no se veía por ninguna parte, y Brittany miró los dos escritorios vacíos que estaban alejados de los cuatro de ellos.

Karofky y Smythe.

Brittany los había visto una sola vez desde que había llegada a la brigada. De hecho, había olvidado que ellos estaban juntos en el mismo. Pero a juzgar por la distancia de sus escritorios con respecto a los otros, probablemente no se sentían como si fueran parte del equipo.

—¿Dónde está Fabray?

—Fue a hacer pis.

Brittany sonrió, todavía se sorprendía por la falta de formalidad entre ellos. Pero Hudson algunas veces debía sentirse como un hermano en una casa llena de hermanas.

Y sospechaba que le gustaba.
—Bueno, Artie encontró algo. Es posible que hayamos encontrado una apertura—Santana lo miró—Por supuesto, no sabemos si termina no siéndolo.

—¿Qué tipo de apertura?

Todos se volvieron cuando Quinn entró en la habitación. Santana señaló su monitor.

—Artie iba a enviarte un e-mail. ¿Pero recuerdas el post de Dana Burrows? Mercedes encontró una fibra y que no coincidía con nada en su departamento.

—Sí. ¿Y?

—Artie dijo que era una coincidencia exacta con la manta que cubría a Rudy Bobby.

—¿Quién diablos es Rudy Bobby?

—Oh, lo siento. Ese es nuestro vagabundo. No se sabe muy bien su nombre.

—¿Rudy Bobby?

—Algunos lo llamaban Rudy, otros Bobby—explicó Brittany—Santana y yo nos referimos a él como Rudy Bobby.

—Ya veo—Quinn abrió su correo electrónico, escaneando el informe—¿Así que, transferencia?

—Están comprobando las heridas del arma blanca en ambas víctimas, pero es muy probable que quien mató a Dana Burrows también mató a nuestro vagabundo.

Quinn respiró hondo y se inclinó hacia atrás.

—Está bien, sabionda, ¿cuál es tu teoría?

Santana sonrió.

—Dejaré que Pierce te la diga.

Brittany asintió.

—Emma en el refugio, dijo que su nombre era Patrick, o al menos eso es lo que le dijeron. Ella no conoce de un Patrick que frecuente el refugio. Pero se trata de otro vagabundo, es por eso que ellos no lo denunciaron. Basado en las últimas palabras de Rudy Bobby…

—No voy a contarlo, no voy a contarlo…—Santana expresó teatralmente.

—Creemos que Rudy Bobby sabía que Patrick mató a Dana Burrows. Por lo que la fibra fue transferida de Rudy Bobby a Patrick y luego a Dana, o Rudy Bobby estaba realmente en el departamento y sólo estamos adivinando en este punto.

Quinn se inclinó hacia delante.

—¿Cómo sabes que esas fueron sus últimas palabras?

—Él fue asesinado la noche del viernes, presuntamente mientras estaba en cama, al igual que los otros que utilizaban ese callejón.

—Y eso fue lo que los otros le dijeron a Emma que habían escuchado—añadió Santana.

Quinn asintió.

—Está bien. ¿Y ahora qué?

—Bueno, creo que ese es el problema. Todavía estamos buscando un mirón.

—Hablando de eso—dijo Brittany—¿Cómo es que tienen cuatro posibles?

—Conseguimos cuatro sospechosos merodeando—dijo Hudson.

—¿Merodeando? ¿Merodeando dónde?

—Ya lo sabes. En los alrededores.

—Mira, si vamos a empezar a enlistar cada individuo sospechoso que esté merodeándo—dijo Santana—Entonces estamos perdiendo el tiempo. Este no es un concurso, ya sabes—Santana levantó sus cejas hacia Quinn—O ¿no?

—No—Quinn sonrió a Hudson—Estábamos aburridos. Se hizo un poco más emocionante tener un posible.

—Así que en otras palabras, realmente no tienen nada.

—No, López, supongo que no lo tenemos—dijo Hudson—Pero Quinn me obligó a hacerlo.

—Ajá—dijo Santana lanzándole su bolígrafo a Quinn—La verdad sale a relucir.

Quinn rió.

—Sabía que no serías capaz de soportarlo.

—¿Yo? Pierce fue la que dijo que ustedes estaban fumando crack o algo así. Yo solo dije que estaba haciendo trampa.

Will sacó la cabeza fuera de su oficina.

—¿Qué está pasando?
Quinn le hizo un guiño a Santana, luego se volvió hacia el teniente.

—Sólo discutimos el caso.

Él asintió con la cabeza.

—Acabo de leer el informe de Artie. Es algo por lo menos.

—Sí, señor—dijo Santana.

—¿Ustedes dos van a salir esta noche?—preguntó señalando a Brittany y Santana.

—Sí, Teniente—dijo Brittany.

—Está bien. Bueno, tengan cuidado.

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