FanFic BRITTANA: "Madam President": Sinopsis + Cap. FINAL (08 de Marzo 2016)- 2da PARTE

Capítulo 19
Viernes, 7 de mayo.

El altavoz crujió, el auditorio de la escuela estaba cargado de excitación, cuando el director de la escuela anunció — Señoras y señores, estudiantes, empleados y profesores del instituto Jefferson, ¡la Presidenta de los Estados Unidos!

La banda del instituto empezó a tocar "Hell to the chief" y Santana sonrió a Marley mientras guardaba algunas notas en el bolsillo de su chaqueta. Inclinó su cabeza hacia la banda. — Hey, no son malos.

—No, Sra. Presidenta. Y se sienten muy honrados de que les escogiera para que tocaran para usted.

Santana se abotonó la chaqueta. — Bueno, para alguno de estos chicos es un gran momento. Creo que es mejor que salga ahí afuera.

Esta era otra de las muchas Visitas Comunitarias de Santana. Su objetivo era al menos hacer una al mes. Ya eran muy populares, y había peticiones de comunidades de todo el país. Sin embargo, ninguna de las visitas había sido muy lejos de Washington. Pero tenía planes para cambiar eso.

Estas visitas se realizaban en institutos o centros comunitarios y eran abiertas al público, pero, a petición de Santana, no eran televisadas. Quería una interacción lo más íntima posible, y pensaba que esta era su oportunidad de devolver algo y permanecer conectada a la gente.

—Buzz… — Marley sonó como un mosquito, justo como Jane le había enseñado.

Santana se rió. — Estoy preparada, estoy preparada. No hay nada después de eso, ¿verdad, Marley? Quiero intentar llegar a casa pronto esta noche.

—No, Sra. Presidenta. — Pulsando unos cuantos botones, la alta asistenta consultó su agenda electrónica y asintió. — Esto es todo.

Santana se inclinó sobre su asistente. — Supongo que no sabe nada de la Srta. Pierce.

—Lo siento, Sra. Presidenta. No sé nada. Podría llamar y que alguien…

Los ojos de Santana se dirigieron hacia su agente secreto, el cual le iba a dar la señal para entrar en el escenario. — No. Está bien. Llamará si necesita algo. — Como a mí, por ejemplo. Santana maldijo la reunión de gabinete de esa mañana que la había obligado a cancelar su viaje a Ohio para ver cómo estaba Brittany con sus propios ojos.

Recibió un ligero asentimiento de la agente. La Presidenta salió al escenario del auditorio del instituto. Sonrió y saludó a la multitud mientras miles de cámaras disparaban fotos sin parar. Sus flashes iluminaron por completo la habitación. Santana había aprendido a conceder unos segundos antes de empezar a hablar. Esta vez se dedicó a pasear de un lado a otro del escenario, manteniendo contacto visual con tanta gente como pudo.

La última vez que había hecho una de esas Visitas Comunitarias, había bajado del escenario, causando que el Servicio Secreto y Quinn, se volvieran locos. Pero después de que la Jefa de Personal le leyera la cartilla había prometido ser buena,.

Una vez la audiencia se calmó, tomó asiento en una alta silla, estilo barra de bar. Sonrió a la multitud y dijo, — Hola.

El auditorio estalló en aplausos.


Brittany se removió en su sillón mientras veía a su madre dormir. Unas sombras negras aparecían bajo los ojos de la anciana, y su pelo parecía no tener vida. Estaban en el hospital San Andrés de Lima-Ohio, en la misma ala en la que Brittany había visitado a su madre muchas otras veces. Los largos pasillos le traían a Brittany recuerdos que prefería olvidar, y, en esos momentos, la escritora deseaba estar en cualquier sitio excepto ahí.

A principio de semana, Howard había llamado a su hija y le había explicado detenidamente que la depresión de su madre había empeorado. Su madre había ido cuesta abajo desde navidad y, ahora, se había intentado suicidar.

La madre de Brittany fue a comprar y alimentó al gato antes de desnudarse y meterse en la bañera vacía. Howard no estaba seguro de por qué, pero por alguna razón, ni se molestó en llenarla de agua. Usando su afilado y punzante cuchillo de pesca, se hizo un corte profundo en ambas muñecas.

Anna estaba sollozando incontrolablemente cuando Howard llegó a casa buscando una aspirina. Este la encontró todavía viva y sangrando mucho.

Brittany miraba intranquila a su madre, la cual tenía un aspecto fantasmal. La visión de la mujer combinada con el olor a hospital y la tensión del día, la hicieron tiritar. Pero Brittany no podía decir que estuviera sorprendida por el intento de suicidio. La mujer mayor había estado luchando contra la depresión durante toda su vida. Este era el tercer intento de suicidio que Brittany pudiera recordar. Los otros dos habían marcado su niñez.

Cuando Brittany tenía ocho años, pilló a su madre intentando cortarse las venas. La mujer estaba llorando desconsoladamente con la hoja de una cuchilla de afeitar. Brittany había intentado calmarla, pero al final se vio forzada a tener que esperar hasta que su madre se desmayó para poder acercarse lo suficiente para ayudarla.

En su segundo intento Anna Pierce lo intentó con somníferos, pero acabó vomitándolos antes de que le hicieran daño. El resultado fue un insoportable dolor de cabeza y seis meses de internamiento, al final del cual, dijeron que estaba curada. Fue enviada a casa con un armamento de antidepresivos y somníferos. Irónico…

Pero esos días parecían muy lejanos, incluso cuando el dolor de su más reciente intento estaba tan fresco. Howard había ido a la cafetería a tomarse una taza de café, dejando a Brittany a solas con su madre en la habitación.

Un sol primaveral se colaba a través de los limpios ventanales, haciendo más cálida la habitación que había sido pintada en tonos verdes. Los párpados de la escritora se sintieron pesados, pero sabía que estaba demasiado cansada para dormirse. En lugar de eso, se acomodó tranquilamente y observó a la persona que se suponía que tenía observar.

Brittany se sentía triste. Pero también había rabia y poco de culpa, porque una gran parte de ella se preguntaba si su madre no estaría mejor si encontrara esa paz que tanto buscaba. ¿Era egoísta forzarla a continuar cuando ella no quería? Esto no era una manera de pedir ayuda. Se suponía que Howard estaría fuera toda la mañana y, al contrario que los otros intentos de Anna, no podía entenderse como un intento a medias. Había querido morir. Era tan simple y tan complicado como eso. ¿Quiénes eran los doctores, o su padre, o ella misma, para decirle que no podía?

Anna se movió, girando lentamente su cabeza hacia Brittany y abriendo los ojos por primera vez desde el día anterior. — Hola, cariño — dijo suavemente, cuando su mirada se fijó en su hija. La expresión de Anna era de desesperación, y Brittany miró con agonía cómo la cara de su madre se retorcía de dolor cuando se dio cuenta de dónde estaba, qué había pasado y qué iba a suponerle.

—Hola, mamá — contestó débilmente Brittany. Su barbilla temblaba un poco, pero tomó un respiro y rápidamente se dirigió hacia su madre. ¿Qué podía decir? "Me alegro de que estés viva, aunque tú no. Papá y los doctores te han salvado sólo para que puedas pasar Dios sabe cuánto tiempo en una institución o en casa drogada".

Anna trató de estirar los brazos. Entonces miró asombrada como unas fuertes correas la sujetaban a la cama. — No puedo hacer nada bien, ¿verdad? — susurró completamente derrotada. Después apartó la vista de Brittany, lamentándose por otro fallo más.

Un leve golpe en la puerta hizo que Brittany girara la cabeza.

Anna Pierce intentó sentarse confundida. Un quejido salió de su garganta. ¿Por qué nadie la dejaba sola?

—Shh… descansa, mama — dijo Brittany tranquilamente, intentando hacer lo posible por ignorar ese quejido inhumano que estaba clavándosele en el corazón. Tiernamente estiró la sabana de su madre, vigilando las correas que la sostenían y los vendajes que envolvían sus muñecas. — Iré a ver quién es.

Brittany se agachó y besó a su madre en la mejilla. Después se dirigió a la puerta, que estaba siendo abierta por una corpulenta enfermera. — ¿Sí? — dijo Brittany, preguntándose por qué se había molestado en tocar.

—¿Srta. Pierce? — La voz de la mujer era profunda.

—Sí.

—Tiene una llamada de teléfono, Sra. Es de la Casa Blanca, — dijo la enfermera. Brittany se asombró. — El doctor dice que puede contestarla en la sala de conferencias, aunque esta es sólo para el personal. Tiene que venir ahora. Es urgente.

Brittany asintió levemente. Otro ápice de preocupación se hizo patente en su barriga. ¿Qué pasará ahora? — Un segundo — Se giró hacia su madre. — Tengo que contestar a esta llamada, mamá. Es del trabajo. Enseguida vuelvo.

Por un momento pensó que su madre no la había oído. Pero entonces Brittany notó que unos ojos azules, como los suyos, estaban perdidos en el espacio. Estaba despierta, pero en otro sitio. Brittany había intentado entender… o descubrir dónde iba su madre cuando desaparecía dentro de ella misma. Quería seguirla y traerla de vuelta a casa.

No fue hasta que se convirtió en una adolescente, cuando se dio cuenta que a ese sitio tan lejano, sólo podía su madre sola. A pesar de sus esfuerzos, en su corazón sabía que no había manera humana de traer a su madre vuelta. Nunca la habría.

Con un suspiro Brittany salió de la habitación con la enfermera. — Vamos.

Al final del pasillo había una pequeña sala con una mesa redonda y seis sillas, una cafetera, y un teléfono con videoconferencia. Eso era todo.

—Puede contestar la llamada aquí, Sra. Cuando vuelva a la central les diré que le transfieran la llamada.

—¿Sabe…?

—Lo siento — dijo sinceramente la enfermera. — No sé nada más — Cerró la puerta tranquilamente y Brittany se frotó las manos durante los treinta segundos que tardaron en transferirle la videoconferencia.

Una imagen de Jane, de hombros para arriba, pareció sobre el teléfono y a lo largo de la mesa. Los ojos de la mujer estaban llorosos, y unas líneas de preocupación surcaban su frente. — ¿Brittany?

Brittany palideció al ver la expresión de la cara de Jane. Se humedeció los labios. — ¿Sí?

—Siento tener que ser… — Jane se detuvo un momento para reflexionar, y Brittany sintió como su ansiedad aumentaba. Lo que fuera que pasara, era malo. Muy malo. — Es Santana… ha habido un accidente. Umm… no, eso no es verdad — Jane se corrigió a sí misma rápidamente. — Le han disparado, Brittany.

Brittany parpadeó, mirando estúpidamente la imagen de Jane. Las palabras de la secretaria no habían penetrado bien en su cerebro. — ¿Que?

Jane sacudió la cabeza. — No en el último reporte, cielo. Pero no sabemos cómo es de grave todavía.

Los ojos de Brittany se cerraron. — Oh, gracias Dios — murmuró en voz baja. Su estómago seguía revuelto todavía. — Gracias Dios. — Dejó escapar un suspiro y se cubrió la cara con unas manos temblorosas. — ¿Qué ha pasado?

—Tenía un discurso en un instituto local. Cuando estaba abandonando el escenario, alguien abrió fuego. Estamos recopilando información todavía. — Unas lágrimas corrían por las mejillas de Jane. — Quinn quería llamarte. No quería que pensaras… bueno, ella quería estar segura de que no te enterabas por las noticias.

—Entonces… Los niños estaban en casa. No lo han visto. Están bien, ¿Verdad? — Brittany preguntó todo seguido. Su mente intentaba procesar rápidamente lo que le estaban contando. Tengo que volver allí. Tengo…

—Los niños están a salvo con Sue y Amy. No se lo han dicho todavía. No queríamos decírselo hasta que no tuviéramos informes reales. — Jane vaciló. Sabía que iba a poner a Brittany en un terrible compromiso con solo preguntarlo. Pero tenía que hacerlo. — ¿Le tengo que decir a Quinn que vuelves? O te tienes que quedar…

—¡No! Estaré ahí tan pronto como pueda. — No hubo ni un segundo de duda. Se lo explicaría a su padre mientras salía del hospital. — ¿Dónde esta?

—Quinn enviará a alguien a buscarte al aeropuerto. Ellos te llevarán hasta ella entonces. Su localización es clasificada. Van a hacer una rueda de prensa en cinco minutos.

—¿Clasificada? ¡Mierda! De acuerdo. Supongo que aterrizaré en Dulles. No sé aún la hora. — Brittany masajeó sus sienes. — Yo no sé en qué compañía. Quizá pueda alquilar un avión o… — Estaba empezando a apoderarse de ella el pánico.

—Brittany, cálmate querida. Yo lo arreglaré todo. Tú sólo ve al aeropuerto. Te traeremos a costa de lo que sea. Te llamaré al móvil y te haré saber donde tienes que ir.

Brittany asintió. — De acuerdo, de acuerdo. Voy para allá en estos momentos. — Se levantó de un salto, temblando un poco cuando sus piernas amenazaron con venirse abajo. Brittany estaba a punto de salir de la habitación, sin darse cuenta que no se había despedido. Se giró de nuevo hacia Jane. — Dile a Santana… bueno… sólo… tú dile que no haga nada estúpido como morirse, ¿de acuerdo? Estaré ahí tan pronto como pueda, Jane — Sin esperar una réplica, Brittany salió de la sala, dejando a Jane con el sonido de sus pasos en el pasillo del hospital.


Quinn permanecía de pie frente a la limusina, metiendo y sacando las manos de los bolsillos una y otra vez mientras el jet que había alquilado para traer a Brittany se detenía. Había conseguido llegar desde el hospital de Lima-Ohio a Washington DC en sólo tres horas. La puerta del avión se abrió y Brittany salió, llevando una pequeña bolsa de mano. Inició una carrera a toda prisa hacia la Jefa de Personal.

Cuando llegó hasta Quinn estaba jadeando. Por favor, no me digas que he llegado tarde. No, Quinn no estaría aquí si Santana estuviera… — ¡Quinn! ¿Está…?

Ella la detuvo, señalando a la prensa que estaba esperando cerca, sus cámaras estaban disparando sin parar y las grabadoras esperando registrar parte de la conversación. El mundo estaba convulsionado desde que se había anunciado la noticia. La prensa estaba en todos lados, persiguiendo cada movimiento que hacía cualquier empleado de la Casa Blanca. Buscaban información oculta detrás de cada actividad o decisión.

Quinn abrió la puerta de la limusina y empujó a Brittany hacia adentro. La puerta acababa de ser cerrada, cuando el coche, seguido de una escolta policial, se abría camino.

Quinn se sentó enfrente de ella. Las primeras palabras que pronunció Quinn una vez estuvieron a solas fueron. — Está viva.

Brittany dejó escapar un suspiro, pero antes de que pudiera saborear ese momento de alivio, una ola de ira la asaltó, apoderándose de ella y guiando sus actos. Se inclinó hacia delante y clavó furiosa un dedo en el pecho de Quinn. — ¿Dónde estaba toda su seguridad, Quinn? — Su tono de voz aumentaba con cada palabra. — ¡Se suponía que estaban ahí para protegerla!

La culpabilidad nublaba sus ojos. — Brittany, fue disparada mientras abandonaba el escenario. Ellos reaccionaron rápidamente, exactamente de la manera en la que están entrenados a hacerlo. La sacaron de allí y la llevaron al hospital. Cogieron al asesino. — Su mandíbula tembló. — Sabes tan bien como yo, que si alguien tiene la determinación suficiente, ¡nada le puede parar!

Brittany bajó su mano, su postura seguía siendo desafiante. — Esto no son más que excusas para mí. ¡Si hubieran estado haciendo su trabajo, habrían cogido al asesino antes de que le disparara! — Se desmoronó sobre su asiento con los brazos cruzados. Brittany sabía que estaba siendo irracional. Que se estaba descargando con alguien que no se lo merecía. Pero estaba furiosa, y se sentía como si estuviera perdiendo el control de sus emociones. Era mucho a la vez. Su madre. Santana…..su Santana.

Quinn se arriesgó y se sentó al lado de Brittany, la cual permaneció inmutable. Pudo observar como está temblaba, de modo que la envolvió con su brazo y la condujo hasta su hombro. — ¿Has llorado ya?

Brittany intentó apartarlo violentamente. Era incapaz de soportar la cercanía porque no quería salir las emociones que estaba conteniendo. Pero Quinn no se movió. Permaneció allí como una roca. Los empujones de Brittany fueron cediendo poco a poco, mientras su respiración se hacía más intensa y dolorosa al luchar, más contra ella misma que contra Quinn. — Yo… no… necesito… — Intentó hablar claramente a pesar de sus apretados dientes, pero su discurso fue interrumpido por una temblorosa barbilla y unos sollozos que descubrió que eran los suyos propios. Sintió unos largos brazos alrededor de ella, y se hundió en su calidez y comodidad. Otro sollozo y el llanto finalmente apareció. Brittany enterró su cara en el pecho de Quinn y empezó a llorar. Por todo.

—Eso es. Sácalo todo. Está bien — le dijo suavemente, sabiendo demasiado bien que el iba a tener que hacer lo mismo en los brazos de su mujer esta noche. — Sácalo antes de que lleguemos al hospital.

Viajaron varias millas antes de que las lágrimas empezaran a retroceder, y Brittany empezara a serenarse.

Quinn soltó un profundo suspiro. — Te voy a decir una cosa por la que ella me matará después, pero necesitas saberlo. En la ambulancia, era a ti a quien estaba llamando.

—¿De… De verdad? — Brittany sorbió, secándose los ojos con un pañuelo que Quinn le había prestado.

Ella asintió, haciéndose un poco para atrás para darle a Brittany un poco de espacio para respirar y recomponerse. — De verdad. Te quería a ti. Sólo se relajó después de asegurarle que estabas de camino.

Brittany secó su cara una vez más y soltó un gran suspiro. Dios, necesitaba eso. — Gracias, Quinn. — Sus ojos se tornaron en verdadero arrepentimiento y alcanzó y acarició su brazo. — Lo siento. No debería haber dicho esas cosas, especialmente a ti.

Ella se rió. — ¿Qué crees que fue la primera cosa que dije? Sólo que yo no fui tan educada como tú.— Giró su cuello y sus hombros. — Ha sido un día largo. ¿Bueno, quieres que te cuente los detalles antes de que lleguemos, o necesitas más tiempo para asimilarlo todo?

Brittany sacudió la cabeza. — No. Cuéntamelo así no me derrumbaré en el hospital. — Dirigió una tierna sonrisa a Quinn. — En lugar de eso, me derrumbaré… otra vez… aquí contigo, si lo necesito.

Ella le dirigió una sonrisa consoladora. — Para eso estoy aquí. Tengo unos hombros muy anchos. — Quinn colocó su mano sobre la que Brittany tenía descansando en su brazo. — Hubo cuatro disparos y San fue alcanzada tres veces. Una en la cadera, otra en el hombros y otra rozó su cabeza — Se detuvo cuando vio que la cara de Brittany perdía el color. Pobre niña. Lleva unos días que están siendo un infierno para ella.

Los ojos de Brittany se abrieron como platos y tragó saliva, intentando contener una ola de angustia. — ¿Tres veces? Dios — Brittany tembló y se abrazó ella misma intentando encontrar sosiego. Acto seguido se dirigió a Quinn con unos brillantes y determinados ojos. — ¿Se va a poner bien?

Quinn asintió. — Con descanso y mucha ayuda de sus amigos, sí, se pondrá bien. Salió de una operación para reparar daños hace una hora. Fue muy bien. Tana es una mujer muy fuerte. — Envolvió con sus brazos a Brittany y esta no se resistió. — Cuando ves el video, parece peor de lo que es; las heridas en la cabeza sangran mucho. La herida del hombro fue limpia, y la bala entró y salió. Sin embargo la bala de la cadera tuvo que ser sacada. Va a necesitar mucha rehabilitación y terapia para volver a caminar. Y si su humor con la salmonelosis fue algo insoportable, ahora vamos a querer morirnos. No esta acostumbrada a estar inactiva. Creo que tenemos mucho trabajo por delante.

Brittany se secó los ojos con las manos. — Siempre y cuando esté bien, puede ser todo lo gruñona que quiera.

La risa de Quinn sonó por primera vez durante todo el día. — Tú y yo estamos hablando sobre la misma Santana Marie López, ¿verdad? Sabes como se pone. ¿Crees que estás preparada para eso?

Brittany se rió con la Jefa de Personal. — Umm… Bueno, sonaba bien en ese momento. Pero tienes razón. Estamos hablando de Santana, de modo que nadie está preparado para eso.

Quinn bajó la cabeza para dirigirle a Brittany una seria mirada. — Ella te tiene cariño, Brittany — Era algo más que eso y ella lo sabía. Por eso un segundo después añadió. — Mucho cariño. Va a necesitarte. Necesitar tu amistad — Le dijo para evaluar su reacción.

Unos ojos azules rebosaban de lágrimas. Ella puso derecho la arrugada chaqueta de Quinn y sonrió cariñosamente al hombre que se había acabado convirtiendo en un amigo. — No te preocupes, Quinn. Ella puede contar con eso — Y con mucho más.



La nariz de Santana empezó a arrugarse al percibir una fragancia familiar. Era tan lejano que apenas era detectable, pero era un aroma fácilmente reconocible por ella, incluso en su estupor inducido por la medicación. El perfume de Brittany. Santana abrió forzosamente unos pesados párpados, parpadeando con exagerada lentitud. — ¿Está…? — su voz era rasposa, y sentía la lengua gruesa. Se chupó los labios para humedecerlos. — ¿Está Brittany en su casa todavía? — Intentó mirar alrededor de la habitación, pero su cabeza daba vueltas por efecto de los analgésicos y la anestesia.

Santana sintió como la cama se movía levemente y sintió junto a ella la presencia de alguien. Su fría y floja mano fue levantada y cubierta por dos mucho más calientes que la suya. — Hola, Mujer Maravilla — una suave voz con acento sureño la saludó. — No te puedo dejar sola ni un minuto, ¿verdad?

Santana intentó borrar la tonta sonrisa de su cara mientras enfocaba la imagen de Brittany. — Hola Súper Ratón. Adivina qué.

Brittany acarició con sus dedos la mejilla de Santana. Está bien, está aquí. — ¿qué? Santana.

—Morfina es amiga mía. Y me encanta tu acento. ¿Sabías que te sale más marcado cuando no estás pensando? Es tan dulce. — Se rió. Por alguna razón encontraba eso divertido. — Hay muchas cosas sobre ti… — se detuvo cuando sus ojos empezaron a cerrarse.

Las lágrimas empezaron a llenar los ojos de Brittany de nuevo, incluso cuando se estaba ruborizando. — Gracias —. Sus dedos se deslizaron hacia el vendaje que rodeaba la cabeza de Santana.

¿Cómo debió sentirlo? Los ojos dilatados que intentaban mantener el contacto con los suyos, estaban confundidos pero esperanzados. No encerraban ni un ápice de la desesperación que había en los de su madre, y Brittany era capaz de apreciar un gran contraste entre esta habitación y la otra en la que había estado sólo unas horas antes.

Los ojos de la Presidenta se abrieron, siguiendo la dirección de la mano de Brittany. — No te preocupes, cariño, la tengo demasiado dura como para herirla realmente. — Se chupó los labios de nuevo e intentó golpearse la cabeza para demostrar su dureza, pero su mano cayó sin fuerza a la cama después de haberse levantado a penas unos centímetros. Dejó escapar otra pequeña carcajada y empezó a decir lo suficientemente alto para que lo oyera todo el mundo, — ¿He mencionado últimamente lo preciosa que estás? — Una expresión soñadora cruzó su cara.

Los ojos de Brittany viajaron por toda la habitación observando las indulgentes y sonrientes caras. Su rubor se hizo más acusado. — Oh, Dios — murmuró mientras se llevaba las manos hasta las mejillas para notar como le ardían. — San, Um… ¿Sabes que no estamos solas? — preguntó en voz baja. Pero incluso en medio de su embarazo, se le formó una gran sonrisa. ¿Cariño? ¿Cree que estoy preciosa? Casi se desmaya.

Santana todavía no podía enfocar claramente, pero podía percibir la risa en la voz de Brittany. — Sí, ¿Y? Nunca estoy sola. Ese es parte de mi problema. — Respiró hondo. — ¿Te puedes hacer una idea de lo nerviosa que me pones? Balbuceo como una idiota cuando estoy contigo.

—No, no lo haces. — Mintió Brittany. Su tono era medio serio, pero había un trasfondo de broma también. — Eres encantadora, y lo sabes.

Quinn, Jane y varios agentes educadamente se apartaron un poco de la conversación de las mujeres, sintiéndose intrusos en un momento privado.

—¿Cómo te sientes, Santana? — unos ojos claros se dispersaron ante la visión de los múltiples goteros, de las máquinas monitorizando su corazón, su sangre, su respiración… y muchos otros aparatos que Brittany no sabía para qué eran. Se había preparado mentalmente lo mejor que pudo, pero aún, ver a alguien que quieres herido es muy duro.

Cuando la Presidenta no contestó, Brittany continuó. — Me has vuelto a asustar mucho, ¿sabías? — Brittany torció la cabeza hacia un lado y sonrió ante los vanos intentos de su amiga de mantener los ojos abiertos. Esta era la segunda vez que veía a Santana rodeada de instrumental médico. — Esto se está convirtiendo en un hábito que no me gusta nada. Tenemos que arreglarlo.

—No fue mi intención… — Santana intentó disculparse por asustar a Brittany. No quería hacer nada que pudiera entristecer a la joven, pero las palabras empezaron a liarse en su cabeza. Gruñó como una niña pequeña que intentaba resistirse a ir a la cama. Su mente empezó a dar vueltas de nuevo, pero se sintió mejor con el cálido cuerpo que reposaba en su cama.

Brittany dio una palmada en el pecho de Santana, evitando cuidadosamente el pesado vendaje del hombre. Se inclinó sobre la oreja de Santana y depositó un suave beso en su mejilla antes de susurrar — Dulces sueños, cielo. Estaré aquí cuando despiertes.

Hola……….buenos días a todas/os……….espero que disfruten los 4 capítulos de hoy, sé que se los debía……..así que a LEER….


Mantengo mi posición sobre el episodio final de la serie, este final fue bueno, pero no colmo del todo mi expectativas para el cierre de lo que fue y será una gran serie: GLEE……lo que lamento es que no se haya dado a conocer el futuro o líneas de dialogo a otros personajes importantes (creo yo) para saber de ellos, por ejemplo: Santana, Brittany, Quinn, Puck o Mike, etc. Demás está decir que por ahora supongo que o mientras creo que voy a distraerme con los fic’s (benditas adaptaciones o historias originales por hacer que me distraiga un poco de la realidad jejejeje)……..








*Para quienes no hayan leído las historias anteriores, estas son las direcciones:







http://www.gleeklatino.com/t20759p300-resueltofanfic-brittana-5ta-avenida-neoyorkina-2da-parte-primero-viene-el-amorluego-viene-el-matrimonio-epilogo
(5ta Avenida Neoyorkina)






http://www.gleeklatino.com/t21732p330-resueltofanfic-brittana-play-with-me-epilogo
(Play with Me)






http://www.gleeklatino.com/t22139p255-fanfic-brittana-safe-with-me-capitulo-bonus-track-halloween-con-el-clan-familiar-de-los-pierce-31-de-agosto
(Safe with Me)






http://www.gleeklatino.com/t22314p90-resueltofanfic-brittana-beautiful-stranger-cap-16-final-12-de-noviembre
(Beutiful stranger)







http://www.gleeklatino.com/t22405p135-fanfic-brittana-lick-sinopsiscapitulo-22-final-09-de-enero#536524
(Lick)




http://www.gleeklatino.com/t22471p135-resueltofanfic-brittana-breathe-with-me-epilogo-06-de-abril-2015#540911
(Breathe With Me)




http://www.gleeklatino.com/t22548-fanfic-brittana-the-mighty-storm-2da-parte-wethering-the-storm-sinopsis-epilogo-23-de-junio-2015
(“The Mighty Storm” / 2da Parte "Wethering the Storm)





http://www.gleeklatino.com/t22579p165-resueltofanfic-brittana-sweet-home-2da-parte-sinopsis-prologo-capitulos-37-epilogo-capitulo-extra-07-de-septiembre-2015
(Sweet Home: 1ra y 2da parte)





https://gleelatino.forosactivos.net/t22614p75-fanfic-brittana-sweet-hope-sinopsis-prologo-epilogo-capitulo-extra-24-de-octubre-2015
(Sweet Hope)




https://gleelatino.forosactivos.net/t22620p90-resueltofanfic-brittana-before-california-ave-sinopsis-cap-28-epilogo-02-de-diciembre-2015#549251
(Before California Ave)




https://gleelatino.forosactivos.net/t22632-resueltofanfic-brittana-ecos-de-la-calle-escocia-sinopsis-prologo-caps-26-27-epilogo-05-de-enero-2016
(Ecos de la calle Escocia)



*Actualización: día JUEVES…….si pudiera actualizar antes se los haré saber (pero si no, tengan la seguridad que lo haré en el día señalado)






Sin más que decir por el momento……….no las aburro más, disfruten del capítulo






Me encantará recibir sus críticas, comentarios, sugerencias, etc.………….así que a escribir.







Y la canción del día es……….




https://www.youtube.com/watch?v=KFy5Y_VGFjE

NOTA DE ACLARACIÓN PERMANENTE E IMPORTANTE.- El presente trabajo es una adaptación a mi pareja favorita de Glee (Brittana), aclaro que NO modifiqué el título de la historia (simplemente me limité a conservar el título original de la historia), ya saben que no es lo mío ponerle nombre a algo o las cosas jejejeje……..La historia original obviamente no me pertenece …………esta obra se titula “Madam President” y es de autoría de T. Novan y Blayne Cooper (todos los derechos reservados para estas estupendas escritoras, así como a todos los involucrados en la publicación de su trabajo) (así que a estas distinguidas escritoras mis más grandes felicitaciones y admiración por la forma y estilo literario que realizan); honestamente en honor a la verdad por más que revisé los archivos pdf que hallé hace tiempo en internet, no hallé ningún dato de algún foro o editorial que tuvo la gentileza de poner el archivo en internet…así que de todas maneras: gracias a todos quienes hacen posible que el resto de las personas podamos disfrutar de tantas maravillosas obras (dichos archivos los podrán encontrar en distintos sitios de internet).








Aclaro que si bien en la obra, los lugares recurrentes que se mencionan son Nashville y algunos otros lugares como Washington; tomando en cuenta las características y sitios donde se desarrolló GLEE desde su primera hasta la sexta temporada…….decidí que los lugares donde se desarrollará la historia sea Lima-Ohio y naturalmente Washington (Espero les parezcan estas alternativas). Sobre el resto de los personajes, considerando las características de algunos de la obra original y en correlación con los de Glee puse a quienes se ajustaban a estas personalidades, aunque en algunos casos me deje llevar por la emoción del momento y puse a quienes creí conveniente jejejeje.











Algo más……enfatizo nuevamente que esta historia se compone de 2 libros que consta de: 1.- Libro 1 (no describe con precisión de cuantos capítulos tiene, pues solo muestra fechas, por ejemplo 6 de noviembre, etc.); 2.- Libro 2 (12 capítulos más el capítulo final o epílogo)………Espero disfruten de esta historia






Ahora……….solo queda esperar sus opiniones.

Capítulo 20
Lunes, 10 de mayo.

El agente que había en la puerta de la habitación del hospital en la que estaba Santana le dirigió a Brittany una irritada sonrisa mientras se dirigía a la búsqueda de algo de cafeína. Cuando Brittany entró en la habitación, fue recibida por el sonido de unas voces frustradas.

—¡No quiero esperar! — Dijo Santana.

Brittany pudo escuchar como la preciosa latina luchaba por recobrar el aliento, incluso antes de poder verla. — Quiero verlo ahora, Quinn!

—Sra. Presidenta…

—Ahórrate esa gilipolles de Sra. Presidenta, Quinn. ¡Ordena que traigan el video antes de que tenga que llamar a alguien más para que lo haga!

—Pero… — Quinn volvió a intentarlo.

Brittany pasó alrededor de la Jefa de Personal para ver a Santana agitándose con el gotero y los cables intentando incorporarse más.

—Jesús, Santana. — Brittany corrió hacia su lado. — ¿Estás loca? ¡Vas a hacer que se te salten los puntos!

Santana pareció calmarse tan pronto como vio a Brittany. — Ayúdame, entonces.

Brittany inmediatamente se dirigió a coger la mano de Santana. — No lo entiendo. ¿Qué pasa? — Intentó desliar el tubo del gotero, maldiciendo el desastre que la Presidenta había hecho. ¿Por qué no había llamado a una enfermera si quería levantarse? ¿O pedido ayuda a Quinn? Brittany cogió los mandos de la cama, que habían acabado en el suelo.

—Quiero ver el video del disparo. — Santana estaba jadeando, y lanzaba indirectas a Quinn — Pero algunas personas creen que no estoy preparada.

Brittany apretó un botón y el respaldo de la cama de Santana se fue levantando hasta que la morena asintió.

— "Algunas personas" probablemente tiene razón, Santana. La cinta no va a ir a ningún sitio. Hace menos de dos días.

Santana se giró a mirar a Brittany, cuyas mejillas estaban rojas del frío aire de primavera, y el pelo le olía a flores. — ¡Oh, no te pongas rebelde conmigo también! ¡Todavía estoy al mando!

Brittany dirigió a Santana una mirada en parte irritada y en parte concesiva. — Vas a seguir insistiendo en hacer eso, ¿verdad?

—No debería tener que insistir, debería tener que pedirlo, solamente. — Miró a Quinn otra vez, el cual movió las manos disgustada.

—Entonces me quedo a verlo también — Brittany insistió, su tono dejó claro que no sería disuadida. Cada célula de su cuerpo le decía que no quería ver la cinta. Pero si alguna vez Santana había necesitado una amiga… este era ese momento, y Brittany se juró a sí misma que no iba a fallarle. Pero por favor, que no sea muy horrible. Respiró hondo. ¿Cómo no va a ser horrible? ¡Alguien le disparó tres veces!

—¡De acuerdo! Me rindo — Quinn cogió el teléfono e hizo una llamada.

Santana miró a Brittany, dando un ligero apretón a su mano y acercándola a ella para que se sentara en el borde de la cama. — No quiero que veas esto — No quiero verte triste nunca.

Una pequeña arruga apareció en la frente de Santana y la escritora tuvo la urgencia de alisarla. La mirada determinada de Brittany se suavizó cuando miró a Santana a los ojos. — Y yo me siento exactamente igual al respecto sobre ti.

—Sí, pero yo necesito verlo. Aunque sólo sea para saber que no tengo que hacer la próxima vez. — Santana se rió por lo bajo, retorciéndose cuando una ola de dolor la golpeó proveniente del hombro y la cadera.

La mirada de Quinn cayó al suelo. Aunque intelectualmente sabía que había hecho lo que había podido para evitar que esto pasara, todavía se sentía como si estuviera fallando a Santana y a los niños. Suspiró… Y a Brittany, y a la maldita entera nación.

Brittany apretó la mano de Santana. — Sabes que un día u otro lo tendría que ver. Vamos a acabar con esto juntas. — Necesita que seas fuerte. No te marees o empieces a llorar como una patética bebe otra vez.

En unos minutos todo estaba preparado, y Santana había ordenado que todo el mundo, excepto Brittany, saliera de la habitación. Se acercó un poco más a la escritora. — ¿Estás preparada? — La afirmación de la joven mujer parecía indeciso, y Santana consideró la idea de detener todo aquello y esperar a ver la cinta a que Brittany se hubiera ido. Pero Brittany tenía razón. Tendría que verla tarde o temprano. Y al menos así estarían juntas. — Um… Brittany, esto es una combinación de varias cintas que grababan al mismo tiempo. Han sido seleccionadas según los mejores ángulos. Estas no son las que han sido hechas para la televisión. El Servicio Secreto filma todas mis apariciones públicas por razones de seguridad. Pero lo que pasó, la parte del disparo, no está editada. Lo sabías. ¿Verdad?

Brittany mantuvo su voz serena y sus ojos firmes. — Lo sé.

Santana asintió. — Empezar video.

Brittany se encontró a sí misma respirando profundamente y conteniendo el aire cuando la imagen apareció frente a ellas. Sonrió cuando vio aparecer a Santana con su traje oscuro, camisa blanca y chaqueta. Los aplausos del auditorio fueron cesando y Santana se sentó en una silla para dirigirse a los estudiantes.

—¿Quién te llamó para contarte lo que había pasado? — preguntó la morena tranquilamente. Tenía la boca cerca del oído de Brittany, pero su mirada no se apartaba del video.

Brittany se humedeció los labios, recordando la cara pálida de Jane y su voz temblorosa. — Umm… Jane — respondió suavemente. — Jane me llamó.

La presidenta asintió. — Fue una buena elección para el trabajo. Jane siempre se mantiene entera, pase lo que pase. —Santana se acordó cuando le fue comunicado el accidente de Samantha. Fue Jane también quien le dio la noticia.

Brittany asintió. Su atención estaba repartida entre la voz real de Santana, que sonaba tranquila en su oído, y la imagen de Santana a los pies de la cama. — Lo hizo genial.

El agarre de Santana a la mano de Brittany se hizo más estrecho a medida que el video continuaba. En un momento se dio cuenta que podía estar haciéndole daño, aunque Brittany no se había quejado.

Brittany había estado tan ocupada los dos días anteriores que no había tenido tiempo de pensar sobre las exactas circunstancias de los disparos. Había pasado incontables horas en el hospital. Y, a petición de Santana, se había asegurado de que los niños supieran qué había pasado, pero sin ser asustados. Aunque no estaba completamente segura de haber cumplido completamente esa misión. Los niños ya habían perdido una madre. Las miradas de sus pequeñas caras cuando Brittany les dijo que Santana estaba en el hospital casi le rompieron el corazón. Gracias a Dios Sue acudió en su ayuda cuando Brittany empezó a flaquear.

Brittany miraba el video con ojos intensos, buscando en la multitud al loco que había intentado matarla. Pero nadie parecía fuera de lugar. Todos estaban contentos de que la Presidenta hubiera hecho un hueco para ellos en su apretada agenda.

—¿Dónde esta? — Susurró Brittany para sí misma, frustrada de no poder encontrarlo. Un asesino debería ser inmediatamente reconocible, ¿no? Él debería… bueno… parecer culpable, siniestro, algo. Brittany sabía que era un pensamiento ridículo e inocente. Pero no podía evitar pensarlo. Haría las cosas más fáciles. — Yo siempre lo dejo presagiar en mis libros.

Santana se giró. — ¿Qué? Pausar video. — Ordenó en voz alta. — ¿Qué has dicho?

Brittany frunció el ceño. — No lo he visto en ningún sitio. La cámara esta enfocando a la audiencia, pero no puedo verlo.

—Bueno si hubiera sido tan fácil estoy segura que el Servicio Secreto lo habría detenido antes de disparar cuatro veces. Yo no estoy muy segura de quién fue. Pero los disparos vinieron del centro, justo cuando la gente empezó a aplaudir y yo me disponía a bajar del escenario — Santana movió la mano en dirección a la imagen congelada. — Vamos a saltarnos todo el rollo sobre que la legislación del Registro de ADN podría ayudar a capturar criminales. — Se rió. — Aunque en este caso por ejemplo no habría importado. El que disparó nunca había tenido ni una multa por exceso de velocidad.

Brittany sonrió. No era tan capaz de disfrutar de la ironía como Santana. Podía notar como su estómago se había vuelto un nudo de tensión y sus manos sudaban mucho. Sus latidos aumentaron de intensidad anticipándose a lo que iba a venir, e inconscientemente se acercó más a Santana para asegurarse de que estaba allí, de que estaba viva.

—Adelantar video — Los ojos de Santana observaban los eventos que volaban ante sus ojos cinco veces más rápido que su velocidad normal. Movió su mano lentamente dejándola reposar sobre el brazo de Brittany. — Alto. Velocidad normal.

Ellas vieron juntas como Santana hizo unos cuantos comentarios antes de despedirse y soltó una broma que los estudiantes rieron y aplaudieron. Se despidió y se dispuso a salir. La banda no había empezado a tocar todavía cuando un joven adolescente, que unos segundos antes le había estado sonriendo y aplaudiendo con el resto, se levantó y sacó una pistola de la cintura de sus pantalones. La levantó y gritó — ¡Muere, puta! — mientras disparaba cuatro veces, dejando una pausa entre el tercer y el cuarto disparo.

Santana se encogió cuando los disparos sonaron. Vio con un extraño sentimiento de distancia como su cuerpo temblaba y empezaba a salirse sangre del hombro, la cadera y la cara. Con el último disparo, el que le dio en la cabeza, cayó al instante.

El cuerpo entero de Brittany se convulsionó con el sonido de los disparos. Su estómago dio una sacudida, y el corazón se le puso en la garganta. El dolor del momento la dejó fuera de sí durante unos segundos. Sabía que estaba a punto de pasar. Pero aún así no estaba preparada para ver el cuerpo de Santana retrocediendo violentamente y cayendo al suelo por el fuerte impacto de las balas.

— Dios, Santana — Susurró Brittany. Cerró los ojos lentamente cuando un cálido brazo la envolvió y la acercó más.

De pronto, el ángulo de la cámara cambió, y la imagen de Santana en el suelo se hizo más grande y más cercana. El sonido y la calidad eran un poco peor por el murmullo general, pero aún dejaba oír perfectamente lo que Santana decía.

—Dios… — Santana se quejó, apartando la sangre que le caía a los ojos.

Tres agentes inmediatamente descendieron sobre ella, cubriéndola con sus cuerpos mientras unos cuantos agentes del Servicio Secreto atrapaban al chico y lo desarmaban. El ángulo de la cámara cambió de nuevo. Jake Puckerman fue el primer miembro del personal de la Presidenta en llegar hasta ella.

—Tienen al francotirador. La Jefa de Personal y el Vicepresidente Vincent han sido avisados, Sra. Presidenta. — Explicó Jake preocupadamente mientras un agente presionaba con su chaqueta el hombro de Santana para detener la hemorragia.

Brittany soltó un rápido suspiro en respuesta al dolor de Santana.

—Los niños… —Santana murmuró mientras dos hombres la colocaban en una camilla.

Jake miró a la audiencia que estaba siendo sacada del auditorio. — Están bien Sra. Presidenta. Nadie del auditorio resultó herido.

—¿Mis hijos? — Los ojos de Santana se cerraron mientras intentaba mover su brazo izquierdo, cosa que le resultó imposible.

—Están bien también. El atentado ha sido notificado, y todas las precauciones de seguridad han sido tomadas.

Santana abrió los ojos y los fijó en uno de los agentes, el cual estaba presionando un montón de gasas contra su cadera. — ¿Mal?

—No, Sra. Presidenta. — Se inclinó sobre ella y le susurró. — Esto no es nada para La Mujer Maravilla.

Santana parpadeó. Su confusión era evidente y miraba como si estuviera entrando en Shock. — Súper Ratón…

Brittany estalló en lágrimas cuando la oyó decir su apodo al Servicio Secreto.

—Tranquila — susurró Santana. — Todo ha salido bien — Los hombres de la Presidenta habían hecho un buen trabajo. La habían cubierto y sacado de allí más rápido de lo que ella recordaba. Aunque, para ser sincera, no podía recordar mucho más que el dolor de hombro y de cadera, y el olor a sangre.

El video se detuvo después de que la camilla de Santana fuera retirada. La mirada de Santana cayó hasta sus piernas y se concentró en ese día. — Ese chico. Lo recuerdo. Estuvo sonriéndome…

—¿Lo recuerdas? — Brittany se giró para poder ver la cara de Santana. La Presidenta había visto el video sin apenas un sobresalto, sin embargo, a Brittany no se le escapó que la cara de Santana estaba más pálida que al principio. — ¿Entre toda esa multitud?

—Sí. Estaba justo ahí. Sonriéndome: Escuchándome. Mirándome —Santana sacudió la cabeza. — Pensé que estaba interesando en lo que tenía que decir.

El enfado de Brittany aumentaba al imaginar al adolescente midiendo el tiempo, esperando para matar a Santana, sonriendo cuando ella intentaba conectar con él y sabiendo que iba a matarla.

¡Bastardo! Se giró y fue golpeada de nuevo por la imagen del ensangrentado escenario. — Jesús…— apuntó a la imagen. — ¿Puedes…?

—Lo siento. Apagar imagen. — Santana miró a Brittany que perecía que iba a devolver. — ¿Estás bien? Las lágrimas llenaron de nuevo los ojos de la rubia. — Yo… yo…

—Hey — dijo Santana suavemente mientras dirigió la mano a la mejilla de Brittany y la acarició. — Estoy bien. A lo mejor se me sale el agua por los agujeros cuando beba, pero estoy bien — bromeó.

Esta vez Brittany se rió a pesar de las lágrimas. — De acuerdo. Tienes razón. Perdón por ser como un bebé.

—No lo sientas — Dios, Santana. Ni siquiera le has preguntado por su madre. ¿Qué tipo de amiga eres?

— ¿Cómo está tu madre? — Sintió como Brittany se ponía rígida. — ¿Necesitas volver a Ohio para estar con ella? — Su corazón se salió del sitio.

Brittany se apartó un poco, sintiéndose de pronto incómoda. — ¿Qué… mmm... Qué sabes exactamente sobre mi madre? — Miró a Santana.

—Sé lo que pasó, Brittany. Y entiendo si no quieres hablar conmigo sobre eso. No soy de la familia.

— Ha estado aquí, por mi estos últimos días cuando probablemente su corazón esté en Ohio.

— Si quieres hablar, estoy aquí. ¿De acuerdo?

Brittany asintió, pero continuó separándose. No estaba preparada para esta conversación. Sobre todo ahora. Después de todo lo que había pasado con Santana. Brittany se sintió como si estuviera entre dos aguas y, aunque una gran parte de ella quería hablar sobre ello con alguien, sabía que no estaba preparada.

El padre de la escritora no había entendido que dejara a Anna para volver a Washington D. C. Había intentado explicarle que Santana no era sólo parte de su trabajo, que también era una buena amiga, pero eso tampoco había funcionado. Tuvieron una horrible discusión en el hospital, y, a pesar de que no se sentía unida a ninguno de sus padres, las palabras de despedida de su padre le habían dolido más de lo que ella creía posible.

La escritora cogió un pañuelo de la mesa que había al lado de la cama de Santana. — No necesito volver. — Se secó los ojos. — No hay nada que pueda hacer allí —Santana permaneció en silencio, pero Brittany podía adivinar que quería saber más, y su pecho se encogió ante la idea. La habitación empezó a hacerse más pequeña. Aire. Eso era lo que necesitaba. Aire puro, sin olor a desinfectante. Necesitaba salir del hospital.

Brittany se bajó de la cama, dejando asombrada a Santana. — Yo… Um… voy a decirle a Quinn que hemos acabado. — Y sin mirar atrás atravesó la habitación y salió por la puerta.

—¡Brittany! ¡Espera! — Santana se maldijo cuando la escritora salió por la puerta. Quería seguirla e intentar disculparse por entristecerla. Quería abrazarla y decirle que todo saldría bien.

Santana se quejó al intentar incorporarse. Una ola de dolor le invadió la cadera. Se quitó el cable del monitor de corazón, y la habitación se llenó de pronto de un pitido insoportable.

Capítulo 21
Jueves, 1 de junio.

Santana estaba sentada con la cabeza colgando entre las rodillas. Estaba jadeando levemente mientras su fisioterapeuta estaba sentado tomando notas en la ficha de la Presidenta. El terapeuta era joven y prometedor en su campo, habiéndose ganado las mejores recomendaciones de los médicos de Santana. El hombre respiró y se giró hacia la mujer que estaba sentada a horcajadas en el bando. Habían completado ya dos tercios de la rutina de rehabilitación y podía apreciar las líneas de cansancio y dolor en la cara de su paciente. Las cosas se iban a poner feas.

—¿Sra. Presidenta?

—¿Qué? — gruñó, sin molestarse en levantar la cabeza. El sudor le caía por la frente y la barbilla hacia el banco cubierto de vinilo en el que estaba sentada.

—Necesitamos hacer otra tabla con su brazo. — El terapeuta levantó la vista al ver a Brittany entrar tranquilamente en la habitación.

Brittany cerró la puerta tras ella y le indicó al hombre que no alertara a Santana de su presencia.

—No quiero — La Presidenta negó con la cabeza, notando el dolor que ese pequeño movimiento causaba a sus estresados músculos. — Hemos acabado por hoy.

—Señora, es necesario que usted siga una rutina para… — se detuvo justo a tiempo de ver como una pequeña botella de agua volaba por encima de su cabeza.

—A la mierda la rutina! He dicho que hemos acabado por hoy! — Los hombros de Santana se pusieron rígidos. — Ahora déjeme sola, — susurró, ignorando la culpabilidad que ya sentía.

Brittany se aclaró la garganta, haciendo que dos pares de ojos se fijaran en ella. — Hola, eres Julio, verdad? — La rubia extendió su mano hacia el terapeuta. — Soy Brittany Susan Pierce.

El joven sonrió y se adelantó unos pasos para darle la mano. — Encantada de conocerla, Srta. Pierce. Estaba a punto de irme. Estaré fuera si me necesitan.

Brittany vio como el terapeuta salía hastiado de la habitación. Decidió ignorar el bajón de Santana. Había querido acudir a una de las sesiones de Santana anteriormente. Pero siempre había sucedido algo. Se sincera, Britt. No quieres verla sufrir. Y no sabes qué decirle después de salir huyendo del hospital como una idiota hace un par de semanas. Te da vergüenza estar con ella en privado.

La escritora lentamente se acercó a un banco cerca de Santana y se sentó. Estudió a la Presidenta cuidadosamente. La cara de Santana estaba colorada y sudada. Estaba claro que estaba dolorida. Los pensamientos de Brittany viajaron hasta el que intentó matar a Santana, Louis Henry. Hijo de puta.

Cuando estuvo claro que la Presidenta no iba a decir nada, Brittany soltó un suspiro, apesadumbrada. — Hola, Santana — dijo suavemente. — ¿Has terminado hoy? — Inclinó la cabeza hacia un lado. — Marley dijo que ibas a estar por lo menos otra media hora.

—Marley se equivocó — Santana se secó los ojos con el reverso de la mano. — Eso es lo mejor de ser Presidenta. Puedo decirle a la gente que se acabó todo y me tienen que obedecer.

Brittany se incorporó ante la elección de palabras de Santana. — Ya veo — contestó seriamente. — ¿Y eso me incluye a mi también?

Santana le dirigió a Brittany una mirada llena de remordimiento. — No.

Brittany vio como la Presidenta intentaba cerrar el puño del brazo que había sido herido. No podía hacerlo. — Sólo estoy cansada — Su voz era resignada. — Y me duele mucho.

Brittany tuvo que sentarse sobre sus manos para contenerse de acariciar a Santana. No estaba segura si sería bien recibida y si estaba todavía caminando por terrenos peligrosos. — Ya lo sé. Pero hay algo más que seguro que tú no sabías.

—¿Qué?

—Tú eres la persona más fuerte que he conocido. — Brittany se levantó y se colocó detrás de Santana. Se puso a sacarle el pelo de debajo del cabestrillo. — Y nunca te rindes. — De acuerdo, aquí es cuando te grita por no comprender por lo que está pasando. Brittany cerró los ojos y esperó.

—No soy tan fuerte como piensas, Brittany. He pasado muchas cosas y ya estoy cansada. Lo único que quiero es irme a mi habitación y acostarme.

OK, eso no funcionó. — Y puedes volver a la habitación y echarte una siesta. — Esperó hasta que vio alzarse la cabeza de Santana para añadir firmemente. — Justo después de terminar tu terapia.

—¿Disculpa? ¿Qué pasa con mi poder de mandato?

Brittany levantó una ceja y le dio un pequeño golpecito a Santana — Que ha sido aplacado por el poder de mandato de Brittany. Anda, no hagas que me enfade contigo, Santana. Las mujeres sureñas somos implacables y perderías de todas formas.

Santana la miró por un momento. Brittany lo decía en serio, pero las palabras también contenían un toque de humor. Era algo que había echado de menos las pasadas semanas. — Sabía que en algún lugar a lo largo del camino, encontraría a alguien que me pudiera dominar. Aunque siempre imaginé que sería Jane o Sue. — Santana cuadró los hombros y levantó la barbilla. — Supongo que le debo una disculpa a Julio por ser una auténtica bruja, verdad? — Santana reposó el brazo en el cabestrillo.

—No estaría mal, Sra. Presidenta. Iré a decirle que estás preparada para continuar.

—De acuerdo, no iré a ninguna parte. Umm… gracias — Quería que Brittany se quedara, pero una gran parte de ella no quería que Brittany la viera así. Débil, miserable. Una disgustada mirada cruzó la cara de Santana. Quería que este día acabara.


Brittany se paró en el marco de la puerta esperando, por alguna razón, cualquier palabra de Santana para que se quedara. Después de unos segundos, suspiró fuerte y abrió la puerta. — La Presidenta está lista para continuar su terapia, Julio. — Le sonrió simpáticamente. — Gracias por ser tan paciente.

El hombre se ruborizó y se miró las zapatillas. — No hay problema, Srta. Pierce. Es mi trabajo. — Miró hacia atrás. — Realmente le duele mucho.

La ceja de Brittany se arqueó con preocupación. — Lo sé. Inclinó la cabeza hacia el gimnasio. — ¿Entra conmigo?
—No — Brittany se mordió los labios antes de colocarse las gafas bien. — No me necesita. — Pero ojala lo hiciera.


Quinn entró en la habitación justo cuando el video del intento de asesinato acababa con una toma del suelo ensangrentado del escenario. Sacudió la cabeza. ¿Por qué lo paraban siempre en ese preciso momento? Su temperamento salió a flote y unos enfadados ojos recorrieron la sala, fijándose en cada hombre y mujer que allí había.

—¿Cómo demonios pasó eso?! — apuntó a la imagen. — ¿Podría alguien explicarme por qué la Presidenta de los Estados Unidos está actualmente en rehabilitación por culpa de tres heridas de bala? — Quinn paseó por toda la habitación y de pronto golpeó con sus puños la mesa alrededor de la cual estaban sentados los agentes. — ¿Bien?

El silencio era insoportable, y nadie se atrevía a mirar a Quinn. Esta, enfadada, se aflojó la chaqueta y se desabrochó su primer botón. — Pónganse cómodos, señoras y señores, porque nadie va a salir de esta habitación hasta que tenga la respuesta que quiero.

Varios agentes se encogieron.

Quinn se quitó la chaqueta y la tiró sobre el sofá. Con rápidos y enfadados movimientos se arremangó la camisa. — Lo primero que quiero saber es cómo un crío de 15 años tiene una pistola. Después, cómo consigue entrar con ella al instituto. — La piel enrojecida de Quinn ahora era prácticamente de color escarlata. — Y, finalmente, cómo consigue sacarla y ponerse en una perfecta posición para matar a la Presidenta de los Estados Unidos! Maldita sea! Quiero saber por qué lo hizo!

Un hombre mayor al otro lado de la mesa respiró hondo y levantó un poco los pies antes de hablar.

—¿Sí, Agente Rothsberg?

—Fue un crimen de odio, señor. — Empezó tentativo.

—¡Habla!

—Un crimen de odio, señora Fabray. — Su voz era un poco más sólida esta vez. — El sospechoso intentó disparar a la Presidenta porque es una mujer y porque es lesbiana. — El agente empujó un archivo hacia Quinn, deslizándolo por la mesa.

—No lo intentó — añadió Quinn. — — Disparó a la Presidenta varias veces!

El agente asintió rápidamente. — Sí, señor. Toda la información que tenemos está ahí. — Apuntó al archivo que le acababa de pasar. — Es lo último que tenemos.

Quinn cogió el archivo y lo ojeó. — Estuvo muy cerca de matarla — continuó la Jefa de Personal mientras leía. — ¿A quién de ustedes le gustaría tener que confesar que fue bajo vuestra vigilancia cuando mataron a la Presidenta de los Estados Unidos? Porque si continuamos siendo tan descuidados, eso es exactamente lo que va a pasar!

Quinn sacó una silla vacía de la mesa y se sentó, mientras seguía con las narices metidas en el archivo. — Dios, hace casi 60 años de la muerte de Kennedy. Será mejor que recen para que la investigación pruebe que ese chico tuvo suerte. — Cerró el expediente. — Porque si descubro que algo de esto fue por un fallo en sus obligaciones, y que de algún modo hicieron el atentado posible… — El final de la amenaza no lo dijo, pero había quedado bastante claro.

Unos profundos ojos verdes viajaron por cada cara de la sala. Todo lo que Quinn vio fue tristeza, vergüenza y culpa, lo cual le hizo sentir un poco mejor. Por ahora podría creer que ese chico tuvo suerte. Pero esto no podía pasar otra vez. De algún modo, de alguna manera, encontrarían dónde estaba el fallo. No iba a haber una segunda oportunidad.

—Rebobinar video — ordenó Quinn. — De acuerdo chicos, allá vamos de nuevo. Vamos a verlo una y otra vez hasta que sepamos dónde y qué estaban haciendo cada uno de ustedes cuando la Presidenta fue abatida. Reproducir video.

Capítulo 22
Viernes, 4 de junio.




Santana se quejó al dejarse caer en la cama y colocar la muleta sobre la pared. Su cadera todavía dolía mucho, y echaba de menos no ser capaz de correr o trabajar. Se preguntó si alguien se sorprendería cuando le quitaran el cabestrillo y golpeara a varias personas con él. Probablemente no. Ella sabía que podía ser una auténtica perra cuando no se encontraba bien. Pero desde que había perdido la timidez con su terapeuta, había tenido que hacer milagros para contener y no descargar con él la frustración.

Suspiró al notar como el cálido sol entraba a la habitación a través de los altos ventanales. Santana se estaba recuperando en el Solarium, que daba la casualidad que era su habitación favorita de la residencia. Lo irónico era, que en esa misma habitación el Presidente Reagan se había recuperado de un disparo 40 años atrás.

Santana miraba a través de la ventana. Bueno, soy la primera Presidenta de América de este siglo que alguien ha odiado tanto como para intentar asesinarla. Lo malo es que fuera un tonto antimujeres y antilesbianas el que lo hizo. A él ni siquiera le importaba mi política!

Marley entró por la puerta flanqueada por dos agentes y dejó sobre la mesa una pila de carpetas. — Si se siente preparada, Sra. Presidenta, debería echarle un ojo a esto y firmarlos.

Santana cogió el primer expediente, feliz de poder entretenerse con algo que no fuera la autocompasión. — Estaré encantada de hacerlo. Los tendré listos a la hora de comer.

Marley sonrió. Jane había insistido en que le diera a Santana algo que hacer para que parara de aterrorizar a todos los empleados de la Casa Blanca. Como siempre, la vieja secretaria de Santana había tenido razón.

—Brittany ha ido a por los niños. Vamos a pasar unos minutos con ellos aquí. — Bueno, por lo meno yo los voy a pasar. No sé si Brittany se quedará. Parece que desde que recibí los disparos tiene miedo de estar conmigo. No puedo culparla. ¿Quién quiere estar cerca de un objetivo? Debo tener también una diana tatuada en el trasero. Y luego voy y me meto en sus problemas familiares. Si me hubiera querido hablar sobre su madre lo habría hecho. Eres una idiota. Joder.

—Esa es una noticia estupenda — Marley miró el reloj. Desde que había preparado la cita para Brittany y Casey, había estado evitando a la escritora. Le había oído a Sue que Brittany iba detrás de su — trasero yankee — . Marley no estaba muy segura de lo que eso significaba. Pero estaba bastante segura de que era malo. Muy malo. Pero al menos Casey era feliz. Ella y Candace Delaney se iban a casar en otoño!

Marley le entregó a Santana un bolígrafo y miró nerviosa hacia la puerta. — ¿Debería transferir la llamada del Primer Ministro Británico aquí? — dijo mientras se dirigía a la puerta. — Es una llamada de cortesía pero a lo mejor quiere hablar sobre la Comida de Estado para Su Majestad en septiembre.

Santana asintió ausentemente. — Claro. Probablemente pasaré el resto de la tarde aquí. Así que transfiere todo lo que no sea clasificado.

—Sí, señora. — Marley se disponía a marcharse cuando los niños entraron corriendo deteniéndose justo antes de chocar con la cama de su madre. Rodeó a Ashley, evitando a propósito la mirada diabólica de Brittany al cruzarse fuera de la habitación. Marley se asustó cuando oyó un gruñido.

¿Brittany o Gremlin?¿Quién había sido?

Los niños eran cuidadosos con las heridas de su madre, pero aún así le dieron abrazos entusiasmados y fuertes besos. Acto seguido se tiraron al suelo a pintar con sus dibujos y colores. La agente del Servicio Secreto de Ashley, Amy, se unió a ellos en la alfombra, dejando que Santana y Brittany hablaran tranquilamente en la esquina.

—Quería agradecerte que estés pasando tanto tiempo con ellos durante estas semanas. — Dijo Santana tranquilamente, notando que Brittany se había sentado en el centro del sofá y no en una de las esquinas que estaban más cerca de la cama.

Brittany se movió incómoda. Santana ya le había agradecido esto, varias veces además.

Ellas nunca habían discutido su marcha de la habitación del hospital varias semanas atrás, y desde entonces, las cosas entre ellas habían estado… suspiró apesadumbrada… tirantes. Santana se comportaba con cautela con ella, y ella no lo hacía mucho mejor. La breve conversación que habían tenido durante la terapia de Santana días atrás, había sido la vez que más habían hablado en una semana. Los silencios que una vez fueron confortables, ahora eran incómodos. Y en ese momento, era dolorosamente obvio que Santana estaba hablando de cosas sin importancia para evitar uno de esos silencios.

Brittany se mordió el labio. Esto era por su culpa. Lanzó una mirada de disculpa a Santana. — No me importa pasar tiempo con ellas, Santana. — Era la verdad. — El libro va a salir mejor gracias a ello. Y ado… quiero decir… tus hijos son geniales.

Santana no pudo evitar una sonrisa que transformó su cara. — Gracias. Están locos contigo. Excepto Christopher, claro.

Brittany se inclinó hacia delante y se extrañó. — ¿De verdad? — Su mirada viajó hasta el niño que estaba tumbado en la alfombra. Volvió a mirar a Santana mientras su mente analizaba qué podía haber pasado. Ellos, siempre se habían llevado genial. — Pero… pero…

—Él no solo está loco contigo — aclaró Dev, — Está locamente enamorado de ti y me preguntó el otro día si estabas casada.

Brittany se rió. — Wow. Me habías preocupado! ¿Le dijiste que estaría disponible para cuando él crezca?

Y una mierda estarás libre. Santana sonrió. Esto marchaba mejor de lo que esperaba. Las bromas que había echado de menos durante las pasadas semanas parecían estar volviendo. — Claro que no. Quiero tener nietos, y por ese entonces tú serás…

—No mucho más mayor de lo que tú eres ahora! — Brittany cruzó los brazos sobre el pecho y arrugó la frente.

—Sí. Una vieja! —Santana le guiñó y las dos se rieron suavemente.

Santana estaba determinada a que esta conversación siguiera. — Por lo que he podido sonsacarle a Quinn, parece que piensa que el libro va genial. Pero me sigue amenazando con revelar algunas historias embarazosas si no me porto bien y hago toda la terapia. — Su cara se enrojeció cuando recordó la última vez que estuvieron juntas. — Siempre ha sido un chantajista, y si hubiera visto como me comporté el otro día en el gimnasio me habría pegado una patada en el culo.

Brittany hizo un gesto pero no la corrigió.

—Lo siento.

—No tienes…

Santana la detuvo con una mirada.

Brittany sonrió y dobló la cabeza simpáticamente. — Disculpas aceptadas, Santana. — Su mirada cayó al suelo durante un momento antes de cambiar de tema. Parecía nerviosa. No estaba segura de cómo se sentiría Santana sobre las entrevistas personales que necesitaba. — Hablando de mí progreso en el libro… Creo… que ya he terminado con la investigación que podía hacer desde la Casa Blanca.

Santana, de pronto, sintió como el corazón se le paraba y un nudo se le ponía en la garganta. Además le estaba costando trabajo respirar y tuvo que aclarar la garganta y tomar un trago de café para poder hablar. Se preguntaba si su pánico se estaba reflejando en su cara. Se va a ir! Se quiere mudar. Piensa en algo, rápido! — Ah… — la mente de Santana se quedó en blanco totalmente. — ¿Qué te parece conocer a mis padres? — dijo un poco más deprisa y más alto de lo que pretendía. Pero es que no creía que su corazón se pudiera arriesgar a perder a Brittany justo ahora. Quizás en algunas semanas, cuando me encuentre mejor, pero no ahora. Por favor, no ahora. No puedo perderla a ella también.

Brittany arrugó la frente y se levantó y se dirigió hacia la cama. Dudó durante un segundo si sentarse en el borde, y al final lo hizo. Quería acariciar la pierna de Santana, o coger su mano, pero no lo hizo. En lugar de eso, se colocó la mano debajo de su pierna para sujetarla. — ¿Qué te pasa, Santana? — Su voz preocupada era suave y cálida e hizo a la Presidenta querer estallar en lágrimas.

—Yo… Umm… estaba pensando que, después de todo lo que ha pasado, quizás necesitara unas vacaciones. Mis padres tienen una bonita cabaña en Ohio y podríamos tomarnos unos cuantos días libres. Los niños podrían ver a sus abuelos y nosotras… bueno… podríamos descansar y estar tranquilas. Y mis padres podrían ser entrevistados para el libro. — Santana se arriesgó y dejó que sus dedos acariciaran la pierna de Brittany muy suavemente. Si Brittany se iba a ir, quería tener tantos recuerdos como fuera posible.

Con la palabra "Ohio", Ashley se había levantado y corrido alegre hacia la cama de Santana. — La abuela y el abuelo! ¿Podemos? Por favor, mama? Eso sería maravilloso! ¿Podemos llevarnos a Gremlin?

Santana golpeó suavemente la espalda de la niña. — Sí, cariño — se rió. — Iremos a verlos. Pero sólo nos podemos llevar a Grem si Brittany viene con nosotros. — La Presidenta sonrió abiertamente, sabiendo que estaba poniendo a Brittany en un compromiso, pero estando dispuesta a utilizar todas las armas que le fueran posibles.

Los labios de Brittany se curvaron. — Muy rastrero, Presidenta López. Sabes que tus hijos consiguen de mi lo que quieren, como Gremlin — Intentó no reírse cuando Christopher, que estaba ahora a los pues de la cama de Santana con Aaron, se colocó las gafas nerviosamente esperando una respuesta. Entonces parpadeó asombrada. ¿Eso se le ha pegado de mí?

Antes de que Brittany pudiera contestar a Santana, Aaron corrió hacia ella y se subió a su regazo, mirándola con unos ojos azules que rivalizaban con los de su madre fallecida. El niño, al igual que Gremlin, tenía algo especial cuando a manipular a Brittany se refería. — Por favor — pidió. La cabeza de Brittany cayó hacia delante y sus hombros empezaron a temblar debido a una silenciosa risa. — Sí!— gritó alegre. — Gremlin y yo iremos!

Los niños gritaron y Aaron se bajo de las piernas de Brittany para ir a celebrarlo con sus hermanos. Ya había cumplido su misión.

Brittany se giró hacia Santana que estaba sonriendo como una tonta. — Me encantaría hablar con tus padres. Estaba a punto de pedirle a Quinn que me concertara una entrevista. Pero verte con ellos y hablar con ellos en persona será mucho mejor. — Ella necesita esto. Todos lo necesitamos.

Santana todavía tenía ojeras, y había perdido peso a lo largo de esas semanas. Pero todavía era la mujer más hermosa que Brittany había visto. — Creo que a ambas nos harían bien unas vacaciones.— Sonrió. — Me encantaría salir de la ciudad por un tiempo. — Contigo.

La sonrisa con la que le respondió Santana hizo que estallara en carcajadas. De pronto, sus ojos la miraron profundamente y bajó la voz para que solo la Presidenta pudiera oírla. — Aunque tenemos que hablar pronto, ¿de acuerdo? — Inclinó la cabeza esperando la respuesta de Santana.

—De acuerdo — asintió Santana, un poco aprensiva. — De lo que quieras y cuando quieras. — Se humedeció los labios. — Brittany, si hubiera hecho algo que te haya molestado, me lo dirías ahora, verdad?

—No, no lo haría — respondió la rubia seriamente. — Prefiero hablar de esto a solas.

El nudo del estómago de Santana aumentó. El teléfono sonó y dejó escapar un gruñido de frustración.

— Hijo de… — se detuvo cuando se dio cuenta de que los niños estaban a solo unos metros. — Activar teléfono.

La imagen del Primer Ministro Británico empezó a tomar forma. — Sra. Presidenta. — Miró alrededor y sonrió. — Espero no estar interrumpiendo un momento familiar. Sólo estaba preocupado por usted. ¿Cómo se encuentra hoy?

Santana se transformó en la Presidenta. — Bueno, para ser honesta, Primer Ministro Hawkins, he tenido días mejores. Pero espero que vuelvan pronto. ¿Cómo está usted y su familia?

Capítulo 23
Viernes, 11 de junio.

Santana, con la ayuda de su muleta, caminaba lentamente por el pasillo. Era su primer día de vuelta en el Despacho Oval desde que recibió los disparos. Incluso desde el hospital había estado desempeñando sus labores como Jefa Ejecutiva, pero este era su primer día — oficial — de vuelta al trabajo.

Quinn y Sharon habían hecho un maravilloso trabajo manteniendo a la prensa informada, y actualmente disfrutaba de un 65% de ratings de apoyo. Maldita sea, si me hubiera dado la cuarta bala estaría muerta o disfrutaría del 80%!

—Buenos días, Sra. Presidenta. — Jane ya estaba de pie cuando Santana entró en la oficina exterior. Había oído los rítmicos pasos de Santana y el sonido de la muleta al golpear contra el suelo del pasillo. Jane sonrió y le ofreció a su jefa la que sería la primera de seis o siete tazas de café.

Unos cuantos segundos después de Santana entró Marley, con la nariz metida en su agenda electrónica.

—Buenos días, Jane. — Santana sonrió lo mejor que pudo a pesar del punzante dolor que sentía en el hombro y en la cadera. — ¿Puedes pasar a mi despacho un momento, por favor?

—Por supuesto.

Las tres mujeres entraron pero Marley se separó de las otras dos, cogiendo la taza de la mano de Santana y colocándola en el escritorio de la Presidenta. Inmediatamente volvió a trabajar en la agenda copiando las citas de la agenda electrónica al libro de citas de Santana.

Santana se volvió hacia Jane cuando la puerta se cerró. Se dirigió hacia ella y la abrazó. — Gracias. Gracias por ser un punto de apoyo para mi familia otra vez. No sé lo que haría sin ti.

Jane, que no era nunca partidaria de los momentos emotivos, le dio a Santana un caluroso abrazo. — Perderías la cabeza si Quinn, Sue y yo no te la sujetáramos al cuerpo.

La presidenta entornó los ojos pero rápidamente accedió. — Tienes toda la razón.

—Y ahora Marley se ha Ganado un puesto en esa lista también, Santana. Esa chica no gana suficiente para todo lo que hace.

Las cejas de Santana se arquearon. — Tienes razón de nuevo. Le debería mandar flores, ¿no crees? — preguntó en un susurro.

—Qué gran idea, Sra. Presidenta. — Jane le respondió susurrando también. — Me ocuparé de eso.

—Gracias — Dev se dirigió hacia su escritorio, pero se detuvo. — Oh, Jane.

—Sí?

—Pídete para ti uno de esos asquerosos cactus que te gustan, también. Santanase enfurruñó. — Debería comprarme dos. Y muy caros!

Santana sonrió y sacudió la cabeza al oír a la mujer mayor abandonar el Despacho Oval. La Presidenta se sentó cuidadosamente en el escritorio, tomándose tiempo para consultar su agenda y tomarse el café. — Marley, ¿Dónde se ha tenido que ir corriendo Brittany esta mañana?¿Lo sabe? — Apoyó la muleta en el escritorio, pero fuera de la vista.

—Sí, Sra. — Marley se retorció un poco al oír el nombre de la escritora. — La Srta. Pierce tenía varias reuniones en el Capitolio. Entrevistas para el libro con los congresistas y senadores de Ohio, creo.

—Dios, espero que todos estén de buen humor por allí esta mañana, — Santana murmuró mientras firmaba varios documentos. Se detuvo mirando un largo papel delante de ella. — ¿Qué demonios es esto? ¿La lista del supermercado?

Marley se asomó sobre el hombro de Santana. — Es el menú sugerido para la Comida de Estado, Sra. Presidenta.

—Ah, llévalo a la secretaria social para que le eche un vistazo. Si tiene alguna pregunta, que hable directamente con Jane o incluso con Rachel Fabray. Ellas se encargan de los papeles de la Primera Dama mucho mejor que yo. Además, siempre y cuando no sirvan chucrut, no me importa lo que comamos.

Los ojos de Marley se abrieron de par en par. — Hablaré con Jane inmediatamente.

Santana se rió. — Hazlo, Marley.

La joven mujer cogió el archivo de las manos de Santana y le pasó media docena más.

Santana la miró, pero no había odio real en su mirada. Levantó una ceja. — ¿Obtienes un placer perverso al hacer eso, verdad?

Marley sonrió. — Me niego a contestar a una pregunta que podría volverse contra mí.

—Ah, sí? Bien, no has mirado tu reloj en los últimos diez segundos.

—No necesito mirar mi reloj para saber que tiene cuatro minutos hasta que el Jefe de Personal y el fiscal lleguen.

La sonrisa de Santana desapareció. Dejó caer la cabeza sobre el escritorio, — ¿Tengo que hacerlo?

—Sí, señora. Pero mírelo de esta manera. Hoy es el último día de la semana. A esta hora mañana, usted, los niños, la Srta. Pierce y los Fabray estarán de camino a Ohio para unas merecidas vacaciones.

—Eso es verdad. Mañana por la noche, Brittany será sometida, sin duda, a la carne asada de mi madre.

Marley le dirigió una sonrisa. ¿Cuántas veces había mencionado la Presidenta a Brittany en lo que iba de mañana? — ¿Está buena?

Santana leyó otro papel antes de contestar. — Nunca he dicho eso — firmó sin levantar la mirada.

Riendo, Marley se excusó justo cuando Quinn y un hombre alto, de pelo negro, entraban en el Despacho Oval. Quinn se dirigió hacia el escritorio, inclinándose sobre él y apoyando sus manos sobre el borde, — Marley parecía bastante feliz. Me alegro de ver que no has perdido tu habilidad de hacer reír a la gente.

—Eso era pena, amiga. Sabe que vamos a cenar con mis padres mañana por la noche.

Los ojos de Quinn se salieron de las órbitas. — ¿Va a cocinar tu madre? — tragó saliva. — Si va a hacerlo, tengo que decirle a Rachel que lleve el antiácido.

—Bueno, esa es la amenaza que se cierne sobre nuestras cabezas, compañera. Su mundialmente conocida, carne asada. Y ni se te ocurra pensar en rechazarla. Sabes que herirías sus sentimientos— Cerró el último archivo y miró al hombre que estaba esperando detrás de Quinn. Empezó a levantarse, pero Quinn le indicó que siguiera sentada.

Santana le dio las gracias y entrelazó los dedos. — Así que, entiendo que están aquí para discutir el procesamiento de un chico de 15 años.

—Sra. Presidenta, — comenzó Quinn, — este es el fiscal, William Miller.

—Sr. Miller. — Santana extendió la mano, las estrecharon formalmente. — Por favor, tome asiento.

El hombre se desabrochó la chaqueta y cuidadosamente se sentó en uno de los sillones al otro lado del escritorio de Santana. Quinn ya estaba sentando en uno de ellos. — Gracias, Sra. Presidenta.

Santana presionó el botón intercomunicador. — Jane, podrías mandar a alguien-.

—Con una bandeja con café. Está de camino, Sra. Presidenta.

—Por supuesto… Siento haber dudado de ti, Jane.

Quinn se sorprendió del lapsus de Santana. Jane nunca olvidaba el café y galletas.

—Son los calmantes. Te perdono. — Bromeó desde el otro lado del intercomunicador.

—Muchas gracias — Santana miró a Quinn que le estaba dirigiendo una desaprobadora mirada. — No puedo evitarlo, soy adicta al café. Por eso es por lo que Sue me hace beber vasos de leche por la noche. Está intentando cubrir el agujero de mi estómago. — Se reclinó sobre su asiento, respiró profundamente y habló seriamente. — Bueno, díganme qué está pasando con este joven.

—Intentamos procesarlo y que caiga sobre él todo el peso de la ley, Sra. Presidenta. — Millar dijo autoritariamente mientras sacaba un expediente de su carpeta.

—¿Y qué hay sobre las personas que le pusieron el arma en su mano y le enseñaron a usarla? — Quinn cogió uno de los archivos que le ofrecían. — Un chico no consigue una pistola de la nada. La roba, la compra o se la dan. Tuvo ayuda.

Millar asintió. — Estamos buscando cómplices, señora presidenta. Pero de momento no hemos llegado a nada.

—Bien. Porque quiero a todos los responsables de esto ante la justicia. Santana se cruzó de brazos. — ¿Quinn?

—Sí, Sra. Presidenta?

—Supón que lo hizo el sólo. No hay leyes contra ser intolerante.

—Pero sí la hay sobre intento de asesinato, — Quinn respondió. — ¿Y de dónde sacó el arma? Esa persona es responsable también.

El fiscal Miller interrumpió. — El arma fue adquirida en la calle. Se ha seguido su pista hasta un pequeño departamento de policía en Wyoming de donde fue robada a un oficial que fue asesinado. El arma no va a ser una pista.

—Jesús. — Santana dejó caer la cabeza. — La pistola tiene bastante historia.

—Sí, Sra.

—Sabes — dijo Santana. — Eso me da una idea. — Se inclinó y escribió una nota en una hoja.

—Tus ideas pueden ser peligrosas, San — murmuró Quinn. — No olvides que nos vamos de vacaciones mañana.

—No lo olvido. — Santana levantó la vista. — Sr. Millar, si el chico es procesado, ¿qué tipo de sentencia le va a caer?

—Cadena perpetua.

Soltó un disgustado suspiro y cerró los ojos. — Vaya asco — No es mucho más mayor que Ash. Y toda su vida ha acabado.

—San, lo que ese chico intentó hacerte… Bueno, no es diferente a lo que Ted Harris hizo a Sam. — Quinn se movió incómoda en su silla. Sabía que estaba golpeando bajo mencionando a Samantha. Pero podía asegurar que Santana estaba apunto de hacer algo estúpido. Una cosa era actuar compasiva con sus padres, sus hermanos y la comunidad que ayudó a criarla. Pero era una muy distinta actuar abiertamente como si lo que el chico hizo pudiera ser perdonado. Si lo hacía, estaría abriendo la puerta a cada tonto que quisiera disparar al Presidente o Presidenta.

Hola……….buenos días a todas/os……….espero que disfruten los 4 capítulos de hoy, sé que se los debía……..así que a LEER….


Mantengo mi posición sobre el episodio final de la serie, este final fue bueno, pero no colmo del todo mi expectativas para el cierre de lo que fue y será una gran serie: GLEE……lo que lamento es que no se haya dado a conocer el futuro o líneas de dialogo a otros personajes importantes (creo yo) para saber de ellos, por ejemplo: Santana, Brittany, Quinn, Puck o Mike, etc. Demás está decir que por ahora supongo que o mientras creo que voy a distraerme con los fic’s (benditas adaptaciones o historias originales por hacer que me distraiga un poco de la realidad jejejeje)……..








*Para quienes no hayan leído las historias anteriores, estas son las direcciones:







http://www.gleeklatino.com/t20759p300-resueltofanfic-brittana-5ta-avenida-neoyorkina-2da-parte-primero-viene-el-amorluego-viene-el-matrimonio-epilogo
(5ta Avenida Neoyorkina)






http://www.gleeklatino.com/t21732p330-resueltofanfic-brittana-play-with-me-epilogo
(Play with Me)






http://www.gleeklatino.com/t22139p255-fanfic-brittana-safe-with-me-capitulo-bonus-track-halloween-con-el-clan-familiar-de-los-pierce-31-de-agosto
(Safe with Me)






http://www.gleeklatino.com/t22314p90-resueltofanfic-brittana-beautiful-stranger-cap-16-final-12-de-noviembre
(Beutiful stranger)







http://www.gleeklatino.com/t22405p135-fanfic-brittana-lick-sinopsiscapitulo-22-final-09-de-enero#536524
(Lick)




http://www.gleeklatino.com/t22471p135-resueltofanfic-brittana-breathe-with-me-epilogo-06-de-abril-2015#540911
(Breathe With Me)




http://www.gleeklatino.com/t22548-fanfic-brittana-the-mighty-storm-2da-parte-wethering-the-storm-sinopsis-epilogo-23-de-junio-2015
(“The Mighty Storm” / 2da Parte "Wethering the Storm)





http://www.gleeklatino.com/t22579p165-resueltofanfic-brittana-sweet-home-2da-parte-sinopsis-prologo-capitulos-37-epilogo-capitulo-extra-07-de-septiembre-2015
(Sweet Home: 1ra y 2da parte)





https://gleelatino.forosactivos.net/t22614p75-fanfic-brittana-sweet-hope-sinopsis-prologo-epilogo-capitulo-extra-24-de-octubre-2015
(Sweet Hope)




https://gleelatino.forosactivos.net/t22620p90-resueltofanfic-brittana-before-california-ave-sinopsis-cap-28-epilogo-02-de-diciembre-2015#549251
(Before California Ave)




https://gleelatino.forosactivos.net/t22632-resueltofanfic-brittana-ecos-de-la-calle-escocia-sinopsis-prologo-caps-26-27-epilogo-05-de-enero-2016
(Ecos de la calle Escocia)



*Actualización: día SÁBADO…….si pudiera actualizar antes se los haré saber (pero si no, tengan la seguridad que lo haré en el día señalado)






Sin más que decir por el momento……….no las aburro más, disfruten del capítulo






Me encantará recibir sus críticas, comentarios, sugerencias, etc.………….así que a escribir.







Y la canción del día es……….




https://www.youtube.com/watch?v=1kVIk3WXHJE

NOTA DE ACLARACIÓN PERMANENTE E IMPORTANTE.- El presente trabajo es una adaptación a mi pareja favorita de Glee (Brittana), aclaro que NO modifiqué el título de la historia (simplemente me limité a conservar el título original de la historia), ya saben que no es lo mío ponerle nombre a algo o las cosas jejejeje……..La historia original obviamente no me pertenece …………esta obra se titula “Madam President” y es de autoría de T. Novan y Blayne Cooper (todos los derechos reservados para estas estupendas escritoras, así como a todos los involucrados en la publicación de su trabajo) (así que a estas distinguidas escritoras mis más grandes felicitaciones y admiración por la forma y estilo literario que realizan); honestamente en honor a la verdad por más que revisé los archivos pdf que hallé hace tiempo en internet, no hallé ningún dato de algún foro o editorial que tuvo la gentileza de poner el archivo en internet…así que de todas maneras: gracias a todos quienes hacen posible que el resto de las personas podamos disfrutar de tantas maravillosas obras (dichos archivos los podrán encontrar en distintos sitios de internet).








Aclaro que si bien en la obra, los lugares recurrentes que se mencionan son Nashville y algunos otros lugares como Washington; tomando en cuenta las características y sitios donde se desarrolló GLEE desde su primera hasta la sexta temporada…….decidí que los lugares donde se desarrollará la historia sea Lima-Ohio y naturalmente Washington (Espero les parezcan estas alternativas). Sobre el resto de los personajes, considerando las características de algunos de la obra original y en correlación con los de Glee puse a quienes se ajustaban a estas personalidades, aunque en algunos casos me deje llevar por la emoción del momento y puse a quienes creí conveniente jejejeje.











Algo más……enfatizo nuevamente que esta historia se compone de 2 libros que consta de: 1.- Libro 1 (no describe con precisión de cuantos capítulos tiene, pues solo muestra fechas, por ejemplo 6 de noviembre, etc.); 2.- Libro 2 (12 capítulos más el capítulo final o epílogo)………Espero disfruten de esta historia






Ahora……….solo queda esperar sus opiniones.

Capítulo 24
Sábado, 12 de junio.

Brittany se secó las manos nerviosamente en los vaqueros mientras se acercaba a la puerta del despacho de Santana en el Air Force One. Llevaban en el aire 45 minutos y finalmente había reunido el coraje suficiente. Sabía que no podía retrasar esta discusión con Santana mucho más. Había pasado casi un mes y eso ya era mucho.

Su amistad esta sufriendo y no dormía bien a causa de eso. Brittany no se había dado cuenta de cuánto dependía de pequeños gestos de intimidad entre ellas hasta que todo esto pasó, apartándola de algo que había empezado a querer… quizás incluso necesitar, en su vida. Se sintió tonta y culpable. Su relación se le escurría entre los dedos como granos de arena y estaba permitiéndolo. Ya no más. Necesito arreglar esto.

Respirando hondo levantó una meno y golpeó tres veces en la puerta. No hubo respuesta. Lo intentó una segunda vez. Todavía nada. Que raro. Sé que está dentro. Arriesgándose, abrió la puerta despacio y se asomó. — ¿Santana?

Santana estaba acostada en el sofá dormida con la primera novela de Adrienne Nash abierta sobre su pecho. Los ojos de la rubia se suavizaron y su corazón se conmovió ante la imagen de la Presidenta durmiendo y su pecho subiendo y bajando en un tranquilo y lento movimiento.

Brittany empezó a retroceder cuando Santana gritó y sus ojos empezaron a moverse debajo de unos párpados cerrados. — No — susurró. — Por favor.

La escritora dudó sólo un segundo antes de cerrar tras ella la puerta del despacho y atravesar la habitación. Se arrodilló en el suelo al lado de Santana. — Santana — La calmó Brittany. — Tranquila.

Los brazos de Santana empezaron a agitarse y golpeó el libro que estaba en su pecho enviándolo al suelo. — Por favor no — susurró otra vez mientras su respiración se volvía mas agitada y empezaba a revolverse.

La necesidad de tocar a Santana era demasiado fuerte para ignorarla, y Brittany dirigió y depositó sus cálidas manos en los brazos de Santana, usando sus dedos para acariciarla. — Todo esta bien, querida. No estás sola. Y es sólo un sueño — La agitación se paró de pronto, y la respiración entrecortada de la mujer se empezó a tranquilizar y volver a la normalidad.

Brittany se mordió el labio inferior mientras se preguntaba qué pesadilla tendría Santana con Samanta… el disparo? o quizás otra cosa. Apartó un oscuro mechón de pelo de la frente de Santana, teniendo cuidado con la cicatriz todavía reciente que tenía en el lado izquierdo de la frente.

En este escenario, tranquilo y semi-privado, con Santana dormida, Brittany se sintió cómoda. Estudió la cara relajada de Santana, sus ojos… Dios, eres tan bonita. Su mirada cayó hacia sus labios y se sintió atraída. Un mechón de pelo se escapó y Brittany lo acomodó detrás de la oreja mientras se inclinaba y olía el ligero aroma del champú y la piel de Santana. Necesito besarla. Este pensamiento no le era ajeno. Solo que esta vez venía acompañado de un sentimiento de urgencia. Si no la beso, voy a morir.

Unas inesperadas turbulencias hicieron que el avión se agitara levemente y la cara de Santana se girara, abriendo los ojos de pronto. Parpadeó medio alarmada hasta que enfocó una cara muy cerca de la suya.

—Hola — la voz de Santana era la de alguien recién levantado. Se inclinó un poco, restregándose los ojos con una mano. — ¿Qué haces aquí?

—Lo siento — dijo avergonzada. — Toqué a la puerta y no hubo respuesta y-.

—Brittany — Santana detuvo el balbuceo de la joven. Antes de que Brittany pudiera escapar, Santana atrapó la mano de la escritora, sosteniéndola firmemente. Se sentó mientras sus ojos buscaban el libro.— Me alegro de que estés aquí.

Brittany se agachó y lo cogió del suelo, devolviéndoselo a Santana sin decir una palabra. Santana añadió. — Sólo estaba leyendo.

Brittany se rió al observar las marcas que el sofá había hecho en una de las mejillas de Santana. Decidió no mencionar la pesadilla ya que Santana no parecía muy afectada por ella. — Ya lo veo — Brittany recorrió con un dedo la cara marcada de Santana. — Espero que eso no sea un reflejo de lo que produce la historia.

—Oh, no! — Santana la corrigió rápidamente, ruborizándose. — La primera es todavía una de mis favoritas. — Con un delicado gemido, bajó sus pies del sofá haciendo sitio para Brittany. Golpeó el almohadón de al lado en señal de invitación.

Unas mariposas empezaron a revolotear alegremente en la barriga de la joven. Discúlpate ahora, cobarde, antes de que pase otro minuto. Y entonces bésala.

—Entonces… — Santana comenzó, sin soltar la mano de Brittany. Su cuerpo se tensó al ver a Brittany, la cual no parecía muy feliz.

—Sí — Brittany exhaló despacio.

Santana levantó la mirada. — ¿Qué he hecho para molestarte, Brittany? Por favor dímelo. Las cosas no han sido iguales desde aquel día en el hospital. — Y eso me está matando.

Los hombros de Brittany se desplomaron. — Tú no has hecho nada. Yo… Yo…

—¿Estás enfadada conmigo? — Aventuró Santana, preparándose para el enfado de Brittany.

—No! — La frente de Brittany se arrugó mientras esta sacudió la cabeza. — Soy yo, no tú.

Los labios de Santana repitieron — yo, no tú — murmuró. Eso suena como el beso de despedida. No puede romper conmigo! Ni siquiera estamos juntas… — ¿Qué significa eso exactamente?

Brittany se humedeció los labios, dejando escapar un leve suspiro. — Significa que no has hecho nada mal. Yo necesito… Umm… necesito disculparme por salir corriendo en el hospital… — Brittany sintió un pinchazo en el pecho cuando pensó en lo que había hecho. — Necesitabas una amiga y yo salí corriendo — admitió suavemente. — Lo siento tanto.

—Hey — Santana se acercó a su compañera, aunque casi no había espacio entre ellas. Se obligó a no retorcerse cuando levantó su brazo y envolvió con el los hombros de Brittany. Hacía poco que se había quitado el cabestrillo y todavía le quedaban varias semanas de rehabilitación por delante hasta que volviera a la normalidad. — No tienes que disculparte. He estado preocupada por ti.

La voz de Brittany estaba llena de auto-recriminación, y se apartó del confortante abrazo. — Pero te dejé sola después de ver ese horrible video!

—Eso no importa — Santana la volvió a acercar.

—Sí importa, Santana!

—No, no importa. Y si hubiera sabido que eso era lo que te estaba atormentando, te lo habría dejado claro semanas atrás.

La acuosa mirada de Brittany se levantó para encontrarse con la de Santana, donde encontró sólo una sincera curiosidad y preocupación. No había nada de enfado, o peor aún, nada de pena. — Te veo todos los días y aún así te echo de menos.

Al oír esas dulces palabras, Santana tuvo que contener las lágrimas. — Yo también te echo de menos.

—Ese día estaba avergonzada. — Brittany se detuvo y después añadió. — Y cansada y enfadada.

—¿Enfadada?

Brittany asintió. — Cuando me dijiste que sabías lo de mi madre, de pronto me sentí como si estuvieras espiándome. Era como si todos los trapos sucios de mi familia estuvieran siendo lavados enfrente de ti me gustara o no.

Santana hizo una mueca ante la veracidad de las palabras. Sabía que Brittany estaba teniendo problemas para ajustarse a la vida en esa "pecera". Y sus actos, aunque fueran con la mejor de las intenciones, no habían ayudado mucho. — Yo… no pretendía hacerte sentir así. Estaba preocupada por ti. Sólo hice que Quinn se informara de lo que pasaba por si podía ayudar. — La mirada de Santana cayó hacia el suelo. — No pretendía entrometerme. Sólo quería ser capaz de ayudar si me necesitabas, pero… — No pude ir contigo cuando quise. No pude estar ahí cuando realmente necesitabas una amiga.

—Lo sé — ¿Cómo puedo explicar esto? — Pero es muy duro. Mama… mi madre… quiero decir… — dejó escapar un suspiro frustrado. — Si hubiera estado pensando correctamente, habría asumido que tú descubrirías qué había pasado — Brittany hizo un gesto de dolor. Veía imágenes de ella misma más joven y unas muñecas rajadas y un charco de sangre en el suelo. — Es tan personal y feo lo que intentó hacer.

—Es duro — Santana se tragó el dolor de su próxima admisión. Nunca le había mentido a Brittany y no iba a empezar ahora. Pero esto iba más allá de eso. Su mente política le decía que avisara que esto no lo podía publicar, pero sabía que Brittany no traicionaría su amistad.

La cara de Santana se puso muy seria pero su voz era tranquila y suave. — Algunas personas no pueden luchar contra esa necesidad. Quieren escapar. Brittany, voy a contarte algo que nunca le he dicho a nadie — Podía sentir el peso de la mirada expectante de Brittany y unos pequeños dedos que se ajustaban más fuertemente a los suyos. Santana la miró a los ojos. — Cuando Sam fue asesinada, pensé en ello. No sabía cómo afrontar la pérdida. No podría, no encontraba un lugar para la angustia y el dolor y eso empezó a superarme. No podía respirar sin que me doliera. Cada latido era doloroso. — Las lágrimas que brillaban en los ojos de Brittany casi la hicieron detenerse. Pero no lo hizo. — De alguna manera, después de un tiempo, encontré el camino de vuelta. A través de mis hijos. Pero hay gente que no puede luchar.

Brittany cerró los ojos. Había encontrado difícil imaginarse a la fuerte mujer pensando en rendirse. Pero entonces recordó la imagen del video de Santana testificando en el juicio de Theodore Harris. Sólo una palabra le venía a la mente. Rota. Estaba rota. Pero de algún modo alguien la había "arreglado", o lo había hecho ella misma. — Pero yo no pude ayudar a mamá — susurró Brittany. — Lo he intentado! Toda mi vida! Pero yo no era suficiente para ella! — Nada era nunca suficiente.

Oh, Brittany. No te hagas eso a ti misma. — Cariño, tú la has ayudado incluso aunque no lo sepas. La has ayudado creciendo y convirtiéndote en una mujer tan inteligente y generosa. Estando ahí cuando ella te ha necesitado. E intentando superarte día a día. Muchas veces la gente no puede evitar lo que hace o cómo se siente. Si quieres, contrataremos nuevos doctores para que la vean. Pueden intentar ayudarla, Quizá haya una nueva técnica o medicina o-.

—Ha tenido los mejores doctores que he podido encontrar. Mis facturas son suficiente para darte cuenta de eso — ¿Cariño? Dejó que la palabra se le metiera en lo más profundo de su ser, curando heridas provocadas por la preocupación y el temor. Nunca me ha llamado así desde el hospital. — Aprecio tu oferta. Pero no creo que haya nada en lo que puedas ayudarnos. — Acarició la mano de Santana. — A parte de continuar siendo mi mejor amiga.

Brittany sorbió con la nariz, y sonrió cuando oyó a Santana hacer lo mismo. Vaya dos. — Después de salir corriendo del hospital, sentí que tampoco era suficiente para ayudarte a ti. Todo lo que estabas haciendo era ser amable conmigo. Pero en lo único que podía pensar era en salir huyendo.— Brittany levantó la mano y limpió una lágrima que estaba suspendida en el ojo de Santana esperando para caer. — Siento mucho lo que pasó — susurró. — Y siento especialmente estar tan avergonzada como para disculparme antes — Di el resto! — Las cosas entre nosotras se han vuelto raras y no me gusta. Yo… — una pausa — Yo quiero cogerte la mano… mucho… y no puedo hacerlo si no nos sentamos al lado. — Contuvo la respiración y esperó, rezando para que Santana se sintiera de la misma manera.

Una sonrisa brillante se dibujó en la cara de Santana y, al instante, ese gesto se reprodujo en su cara.

— Pues — La presidenta se encogió de hombros un poco, esperando camuflar un poco su alegría y contenerse de ponerse a saltar como una niña pequeña. — Siéntate a mi lado. No muerdo. Incluso te daré un abrazo si lo necesitas. Y mis manos están siempre libres para que las cojas.

Brittany asintió tímidamente. Brittany levantó sus manos entrelazadas. — En esto ya estamos a medio camino. ¿Pero que tal un abrazo?

—OK — Santana usó el brazo que descansaba sobre los hombros de Brittany para acercarla más. — Esto no es un bicho — se burló — Soy yo abrazándote. No quiero confusiones. — Cuando Brittany estuvo completamente pegada a ella, ambas mujeres dejaron escapar un largo suspiro. Santana descansó la mejilla sobre el pelo de Brittany. — Sé que no hemos hablado sobre el tema de la privacidad. Pero quizás podamos ir poco a poco.

Brittany murmuró su acuerdo contra la clavícula de Santana. — No dejaré que las cosas se nos vayan tanto de las manos, lo prometo. — Se hundió en el abrazo, sin pensar qué significaba o hacia donde se dirigían. Sólo aceptaba el afecto y la comodidad que Santana le estaba ofreciendo. E intentando devolvérselo lo mejor que podía.

—Pero sabes algo más?

—Mmm...?

—Nash todavía necesita una novia.

Brittany empezó a moverse debido a una silenciosa risa.

Entonces Santana sintió unos suaves roces en el hueco de su garganta. Se quedó completamente parada y sus ojos se cerraron Oh Dios, me está besando!

Brittany presionó de nuevo los labios contra la suave piel, maravillándose por el pequeño hormigueo que le subía por la espalda y la ola de calidez que le corría por las venas calentándola desde dentro. Los ligeros besos eran dolorosamente íntimos y se sentía tan bien al mostrarle finalmente a Santana cómo se sentía, cómo se interesaba por ella, que Brittany no tenía intención de parar todavía. Se inclinó y rozó levemente la garganta de Santana con su boca, sintiendo como el pulso de la mujer morena se aceleraba en respuesta.

El avión se tambaleó de nuevo, mandando a Brittany hacia un lado e interrumpiendo el perfecto momento. Santana iba a hablar pero la escritora se volvió a acercar, moviendo la cabeza y dirigiéndose a Santana seriamente. — No — su voz era amable pero insistente.

Brittany levantó ambas manos y suavemente acarició las mejillas de Santana, disfrutando de la cálida y suave piel contra sus manos. Miró profundamente hacia unos ojos llenos de pánico pero cargados de deseo y afecto. — Nada va a interrumpirnos otra vez. ¿De acuerdo? — Un leve momento de inseguridad se hizo presente pero fue desechado ante la respuesta de Santana.

La mujer morena soltó un agitado suspiro y asintió, inclinando su cabeza y presionando su mejilla más firmemente contra la firme pero delicada caricia de Brittany. Cayó conscientemente en unos ojos que estaban tan llenos de honesta amistad y devoción que el pecho de Santana se contrajo ante la visión. — De acuerdo — dijo suavemente, sorprendida honestamente de poder hablar, considerando que su corazón se sentía como si fuera a salirse del pecho de un momento a otro. Ya se sentía mareada y aún ni se habían besado. Por favor, no dejes que me desmaye ahora.

Los ojos de la Presidenta se cerraron cuando tan ligeros como una pluma, unos suaves labios se posaron contra los suyos. Acto seguido se depositaron más firmemente. Un gemido escapó de su garganta y enredó una mano en el pelo de Brittany, manteniendo la cabeza de Brittany mientras le devolvía el beso. La boca de Brittany era suave; unos inquisitivos labios estaban haciéndola arder. La joven mujer se dejó llevar por esa mutua exploración y Santana sintió como su cuerpo entero se había convertido en una hoguera.

Duró un largo y dulce momento, no deteniéndose hasta que unas tentadoras lenguas salieron de su lugar y probaron lo que habían estado queriendo tanto tiempo. Finalmente, Brittany empezó a separarse, ligeramente sin aliento. Pero Santana se inclinó sobre ella y mordió el labio inferior de Brittany, para volver a remolcarse hasta su boca en un movimiento que produjo en la escritora un sensual gemido. Pero la alta intensidad del momento se desvaneció rápidamente cuando Santana empezó a morder y a hacer rabiar a Brittany con sus dientes hasta que las dos estallaron en carcajadas.

Esta vez fue Santana quien empezó a aflojar los dedos que tenía enredados en el pelo de Brittany, pero antes de que pudiera apartarse completamente, Brittany se vengó por lo anterior lanzándose repentinamente sobre Santana y besándola apasionadamente. Sus temores iniciales se habían esfumado y ahora actuaba por puro instinto, dejando que el momento las embargara y profundizando su beso. Giró la lengua sobre la de Santana hasta que la sexy morena empezó a gemir. Sí! Gritó la mente de Brittany. Esto era lo que quería. Era hambre y deseo lo que se escondía tras cada caricia, cada mirada inocente, cada gesto tierno. Y ahora lo estaba probando.

Brittany sintió como su cuerpo respondía tanto a los sonidos que salían de Santana como a las maravillosas caricias que estaba recibiendo. Su estómago estaba empezando apretar cuando una combinación de hormonas y adrenalina corrió por sus venas.

Cuando finalmente se separaron, soltó un profundo suspiro, ligeramente atontada y bastante mareada. Brittany sonreía felizmente y la cara de Santana inmediatamente se sonrojó. La mujer más joven estalló en carcajadas.

—Eso fue… Um… — Santana buscó las palabras adecuadas.

—Eso fue maravilloso, Santana, y ojala lo hubiéramos hecho hace siglos.

Santana estaba asintiendo antes de que Brittany pudiera terminar su frase. Suspiró aliviada, todavía un poco aturdida por los efectos del apasionado y maravilloso beso.

Brittany sonrió otra vez, encontrando la timidez de Santana, mezclada con placer y una buena dosis de nervios, totalmente encantadora. — Creo que, considerando que soy la que nunca ha hecho esto antes… con una mujer, me refiero, debería ser yo la que está asustada. — Levantó la mano y con la punta de uno de los dedos trazó la figura de una deliciosa boca que ya estaba rogándole que volviera a perderse en su suavidad.

La voz del piloto se oyó a través de los altavoces informando a los pasajeros del avión de que iban a emprender el descenso al aeropuerto internacional Port Columbus y que debían abrocharse los cinturones.

Santana se sentó y empujó a Brittany con ella. Juntas se colocaron los dos cinturones.

—Creo que tenemos varias cosas sobre las que hablar en este viaje, Brittany — dijo Santana seriamente, pero sus brillantes ojos dejaban ver su deleite por el giro de los acontecimientos.

Brittany no podía dejar de sonreír mientras se acomodaba en su asiento. — Creo que va a ser toda una aventura.


Mientras viajaban hacia la casa familiar de Santana, Brittany se sintió impresionada por el ambiente familiar que flotaba en la limusina. Sue y Amy estaban sentadas enfrente de ella y Santana. Ash estaba profundamente dormida con la cabeza apoyada sobre el regazo de Sue, Christopher estaba quedándose dormido en los brazos de Amy y Brittany miró al pequeño niño que tenía sobre sus piernas. No pudo resistirse a depositar un tierno beso en la frente de Aaron mientras este dormía en sus brazos. Incluso Gremlin parecía contento de echarse una siesta en el suelo de la limusina.

Santana buscó en el bolsillo y sacó un pequeño frasco de pastillas. Se colocó una en la mano y volvió a cerrarlo. Cogiendo una botella de agua de la bandeja, estaba a punto de tomar un trago cuando se dio cuenta de la mirada que Sue le estaba dirigiendo. — ¿Qué?

—¿Necesitas eso?

—Es ibuprofeno, Sue. Nada peligroso. — Miró a Brittany y se sintió en la obligación de darle una explicación. Su mirada cayó hacia el frasco. — Umm… esto no es algo que se haya hecho público, pero después de la muerte de Samantha, — dudó y después se apoderó de ello un fuerte rubor. — Tuve un pequeño problema con los somníferos. — Miró a Brittany, la cual la miraba sin ningún gesto de reproche. — Pero ya no.

—Me alegro de que no. — Dijo la escritora suavemente, empujando juguetonamente el hombro sano de Santana con el suyo. Brittany sonrió cuando Santana dejó caer su mano libre y envolvió sus dedos con los suyos. Santana era tan distinta de cualquier persona que hubiera conocido. Siempre era totalmente honesta consigo misma. Incluso aunque fuera algo que quisiera mantener en privado, sabía que si alguien le preguntaba, diría la verdad.

Pero Brittany se había prometido que no publicaría ni una sola palabra que pudiera hacer daño a Santana o a su familia. También ayudaba a eso el hecho de que no hubiera descubierto nada que pudiera ser realmente perjudicial. Y rezaba para no hacerlo.

La escritora miró como Santana cerraba los ojos y encogía los hombros. Acto seguido la cabeza de la Presidenta cayó hacia delante. La cara de Brittany mostraba su preocupación. — ¿cansada?

—No. Rezando.

Brittany se sorprendió. — Rezando?

—Sí. Rezando para mi padre no permita a mi madre cocinar para nosotras.

—Amén — dijeron Sue y Amy a la vez. A lo largo de los años, ambas mujeres habían sido sujeto de los ofrecimientos de Maribel López. La mujer era tan dulce como era posible. Quería a su marido y a Santana más que a su vida, y cocinar era un hobby que había disfrutado desde la niñez. Desafortunadamente, su habilidad había permanecido en el mismo nivel desde la niñez.

Dr. Frank López, el padre de Santana, siempre había tenido una cocinera. Afortunadamente para Santana, eso no cambió cuando se casó. Pero su madre se sentía todavía en la necesidad de "ayudar" a la cocinera de vez en cuando. Especialmente cuando tenía invitados.

—Oh, vamos — unos ojos azules se entornaron. — No puede ser tan malo — Brittany miró cada cara. — Nadie es tan mal cocinero. — Bueno, vale, yo lo soy. Pero al menos no hago que la gente se lo coma.

—Bueno, digamos sólo que prefiero comer otra vez las gambas de aquella fatídica cita con Candace Delaney que ser sometida a la comida de mi madre. Adoro a mi madre, no me malentiendas, pero…

Brittany se rió, causando que Aaron se asustara un poco. Inmediatamente se detuvo y lo acercó más a ella. Los niños no se asustaban tanto cuando estaban durmiendo.

Santana miró a Brittany y sonrió, sacándole la lengua y haciéndole burla.

Brittany sacó también la lengua para contestar pero sabía que Santana tenía razón. Estoy atrapada por cada uno de los miembros de la familia López, o qué?

Dos horas después estaban entrando en la casa familiar de los López. Brittany se colocó detrás de Sue y Amy, observando la bienvenida que Frank y Maribel daban a su hija y nietos. Quería sacar fotos del momento pero se resistió, no sabiendo cómo reaccionarían el Sr. y la Sra. López. Brittany miró incómoda como Maribel López, que parecía una versión reducida de Santana, colocaba sus brazos alrededor de su hija y lloraba de alegría.

Frank López permanecía más atrasado con un nieto en cada brazo, y dirigiendo una sonrisa indulgente a su nieta, la cual estaba abrazada a su cintura. Era alto y delgado, con un espeso pelo blanco y barba.

—Oh, nena! — Maribel López colocó sus manos sobre las mejillas de Santana. — Estoy tan contenta de que estés en casa. — Arrugó la frente cuando vio la cicatriz de la cara de su hija, a pesar de que esta ya estaba desapareciendo. — ¿De verdad estás bien?

—Mama, estoy bien. Me conoces, demasiado cabezota para… — Santana se detuvo cuando se dio cuenta de lo que estaba apunto de decir. Permaneció en silencio mientras su madre retrocedía y la examinaba de pies a cabeza. — Te lo juro mamá, estoy totalmente intacta.

—Yo juzgaré eso, jovencita. — De pronto sus ojos se suavizaron. — Parecías muy cansada cuando llamábamos. No sé por qué no nos dejaste ir y hacerme cargo de ti.

—Tengo una casa llena de gente que…

—Ellos no son tu madre — cortó la pequeña mujer mientras golpeaba a Santana con un dedo. Brittany intentó no soltar una risa, pero fracasó.

Maribel giró la vista e hizo contacto visual con Brittany. Ah, la famosa Brittany Susan Pierce. Arqueó una ceja.

Así que Santana lo ha sacado de ella. Brittany intentó parecer arrepentida mientras bajaba la mirada.

—Ah, mamá, papá, recuerdan a Sue y Amy — Santana dirigió a sus padres hacia sus otros invitados. Las bienvenidas fueron rápidas y pronto la atención de todo el mundo se giró sobre Brittany. La joven mujer empezó a temblar visiblemente ante la presencia paternal de Maribel y Frank. Volvió unos ojos suplicantes hacia la Presidenta que gritaban "ayuda!".

Santana casi sonrió ante la mirada de pánico de la cara de Brittany. — Y esta, — Santana extendió su mano hacia la escritora y la adelantó. — es Brittany Susan Pierce. Está escribiendo mi biografía, como saben. Va a entrevistaros a los dos. Así que… podríais intentar no contarle todas mis historias embarazosas de golpe, por favor?

—Pero no me importaría que me contaran unas cuantas — intervino Brittany.

—Oh, estoy seguro que podría ocurrírseme una cosa o dos sobre Apestosa. — Frank le guiñó el ojo. — Encantado de conocerla, Srta. Pierce. Bienvenida a nuestra casa.

—Por favor, llámeme Brittany. Y gracias Sr. López. — La escritora ahora estaba deseosa por saber de dónde le venía el mote de Apestosa. Iba a tener que esperar para oír la historia.

—Entonces tú, jovencita, deberías llamarme Frank — sonrió encantadoramente.

Brittany asintió y le devolvió la sonrisa. El acento sureño de Frank era incluso más pronunciado que el suyo. — Gracias. — Respiró profundamente y miró a quien de verdad contaba aquí. — Encanta de conocerla, Sra. López. Santana me ha hablado mucho de usted.

—Es un placer conocerte, Brittany. — La pequeña mujer tomó la mano de la escritora. Brittany sabía que estaba siendo examinada y puso derechos los hombros y estrechó su mano firmemente. — Y llámame Maribel. La Sra. López era mi suegra. Que Dios tenga en su gloria a esa bruja, pu-.

—Mamá — la detuvo Santana.

Maribel sonrió inocentemente. — Que Dios la tenga en su gloria.


Quinn, su mujer Rachel, y Brittany estaban retorciéndose de la risa. Las lágrimas resbalaban por sus caras mientras sus ojos viajaban de la ruborizada cara de Santana a la sonrisa malévola de Frank. Maribel estaba intentando no estallar también ocupándose de la cafetera que acababa de ser depositada sobre la mesa. Pero sus hombros se agitaban irremediablemente.

Frank López parecía satisfecho mientras se reclinaba sobre la silla. Había cumplido con su papel de padre y le había regalado a la audiencia la historia de cuando Santana se quitó el pañal en medio de una comida familiar.

Santana le entornó los ojos a su madre y murmuró algo detrás de la servilleta que estaba sujetando contra su cada.

—Bueno, — Brittany tomó un trago de agua cuando por fin dejó de reírse. — Cuéntame de dónde viene lo de Apestosa.

Santana levantó la vista con unos ojos abiertos de par en par, y rápidamente colocó su mano sobre la boca de Brittany. Miró hacia su padre. — No has oído eso. Ella no ha preguntado nada. No has oído eso.

Brittany lamió la mano, haciendo que Santana la quitara. La escritora asintió antes de que Santana pudiera recobrarse de gritar "Kew" y de secar su mano en los vaqueros. — Sí me ha escuchado!

Frank rió alto. — Bien, Santana tenía alrededor de 15 años, creo…

—OH DIOS! Mátame ahora, se lo va a contar! —Santana se hundió en la silla y empezó a rogar clemencia.

Frank ignoró felizmente a su hija. — Salió de acampada con un grupo de tres amigas. Parece ser que nuestra pequeña Santana y una jovencita amiga suya decidieron ir a bañarse desnudas al estanque.

Las cejas de Brittany casi ocuparon media frente. Se giró hacia Santana. — Bañarte desnuda? Oh, Sra. Presidenta. ¿Quién iba a saber que tenías un lado tan travieso?

Santana miró a su padre. — Bueno, si esto sale en mi biografía, el mundo entero lo sabrá!

Brittany palmeó la rodilla de Santana y se volvió a fijar en Frank, haciéndole un rápido gesto con las manos. — Continúa, continúa.

—Aparentemente, todo iba bien hasta que una de las acompañantes las oyó chapotear y reírse en el lago y decidió ir a mirar. Las niñas debieron ver la luz de la linterna, porque salieron del agua, cogieron sus ropas y empezaron a correr, de vuelta al campamento, desnudas por todo el bosque…

Santana soltó un quejido y se dejó caer un poco más. ¿Era posible morir de vergüenza? Quinn la estaba apuntando riendo histéricamente. Sí, decidió, era posible.

Brittany se tapó la boca con la mano. Intentó imaginarse a Santana mojada y desnuda, corriendo por el bosque. Oh… ¿Cuánto pagaría por ver eso? Joder, pediría un préstamo. Su cara se enrojeció y sacudió la cabeza para liberarse de esos pensamientos lascivos. — Lo pillo, una desnuda y adolescente Santana corriendo por el bosque. — Esperó expectante a que Frank continuara. No estaba segura qué estaba disfrutando más, la batallita, o la mirada mortificada de Santana. — ¿Hay más?

—Uh — El padre de Santana asintió. — Su amiga volvió bien y no la vieron. — Miró a Santana y apretó los labios y después se rió. — Pero Santy no tuvo tanta suerte. — Su desnudo cu- — se detuvo abruptamente y se aclaró la garganta. — trasero, topó con un nido. Un nido con una madre mofeta sobreprotectora y cuatro pequeñas mofetitas. Todas ellas asustadas por la desnuda y mojada humana que se había colado entre ellas. ¿Tú sabes lo que hacen las mofetas asustadas, Brittany?

Brittany estalló en carcajadas. Entonces arrugó su nariz mirando a Santana. — Oh, que asco Santana.

Santana se recuperó lo suficiente como para rascarse la mejilla y lanzarle a la vez la servilleta a su padre. — Muchas gracias, papá. Ahí va lo poco que conservaba de dignidad ante los ojos de Brittany.

Quinn y Rachel se miraron mutuamente. — Oímos que vomitaste encima de ella, San. Ya no te había nada de dignidad después de eso.

Santana se cubrió la cara con las manos. — ¿Fue idea mía esta visita? — gruñó.

—Sí! — corearon todos.

Frank continuó. — Costó dos semanas, y treinta galones de zumo de tomate poder estar en la habitación con ella sin que te lloraran los ojos. Y de ahí es de donde viene el apodo Apestosa.

Brittany sintió un poco de compasión por Santana, la cual todavía tenía escondida la cara. Una vez que la escritora mantuvo la risa bajo control, alcanzó y acarició la espalda de Santana. Brittany se inclinó y se susurró. — Si te sirve de algo, siempre he pensado que olías genial.

Santana le contestó susurrando sin mover un músculo. — Sí que sirve — Brittany pudo apreciar una sonrisa en sus palabras.

Capítulo 25
Domingo, 13 de junio.

Brittany mordió una tostada y bebió un trago de zumo mientras se sentaba en el porche de la casa para disfrutar del sol matutino. Era un hermoso lugar, y el hecho de que el Servicio Secreto hubiera sido situado a varios cientos de yardas le hacían sentir cómoda y segura. Sólo se podía preguntar cómo sería la cabaña a la que iban a ir después. A la escritora le gustaba la casa principal.

Santana la había dejado dormir esta mañana. Aunque, para ser justos, desde el disparo había podido dormir hasta las 6: 30, mientras Santana estaba haciendo su terapia. Pero sus sesiones diarias habían sido reducidas a tres veces por semana y Julio le había dado esta semana libre por buen comportamiento. Santana pensó que era un descanso terapéutico para sus músculos.

Se había despertado por una suave brisa veraniega soplando en su ventana, las voces de los niños riendo y jugando, y el olor a bacón. Añádele sexo y Brittany habría jurado que estaba en el paraíso, no en Ohio. Dejó que ese pensamiento rondara por su cabeza hasta que sintió una punzada en el estómago y en puntos más al sur. Brittany se imaginó a Santana inclinándose sobre ella y… suficiente! Se obligó a salir de la cama y se dirigió hacia el cuarto de baño. Hora de una ducha. Una ducha muy fría.

Después de la ducha, Brittany se secó el pelo con la toalla y se lo ató. Después se lavó los dientes y se dirigió hacia el porche trasero. Vio como los padres de Santana jugaban con sus nietos. Gremlin estaba con ellos en medio del caos, corriendo, ladrando y mirando un disco que Frank le iba a tirar de un momento a otro. Pequeño saco pulgoso. Nunca ibas a coger lo que te tiraba! Traidor.

Amy y Sue estaban sentadas en una mesa de picnic disfrutando de su desayuno. Brittany sonrió. Estaban cotilleando. Se pondría al día con ellas luego.

Brittany había visto a Quinn y a Rachel paseando cogidas de la mano por el bosque. La única persona que estaba desaparecida era Santana. Se metió una mano en el bolsillo de sus pantalones y tomó otro trago de zumo.

La mujer rubia alzó la vista cuando oyó un suave sonido dirigiéndose hacia ella. Se le paró la respiración cuando observó de dónde venía el ruido, y quién lo estaba produciendo. Santana estaba montada en un precioso caballo, llevando unos ajustados pantalones negros. Una ancha camiseta de color azul claro y unas grandes botas, completaban el vestuario. Brittany suspiró. Eso era más que suficiente para que la joven rubia se desmayara. Para la escritora, la Presidenta estaba absolutamente fantástica. Voy a necesitar otra ducha.

Santana cabalgó lentamente hacia el porche. — Buenos días, señora. — Dijo Santana, sondando casi como su padre.

Brittany no pudo detener una sonrisa. Se puso la mano encima de los ojos para cubrirse mientras miraba a Santana. — Buenos días.

—¿Has dormido bien?

Brittany asintió lentamente, no era capaz de apartar los ojos de Santana. — Muy bien. ¿Tú qué tal?

—Oh, yo estaba genial hasta que papá vino y me levantó para dar de comer a los caballos.

La joven arrugó la nariz. — Déjame adivinar. A las 5: 00? Es de ahí de donde te viene?

—Justo.

—A propósito, — Brittany apuntó hacia el alto y castaño animal. — ¿Cómo te has subido al caballo más grande que he visto en mi vida con tu cadera herida? ¿Sabes que no deberías-.

Santana levantó una mano. — Antes de que me regañes como mamá — gruñó — usé una pila de heno y papá me ayudó. Estoy bien, lo prometo.

—¿No te duele? — Preguntó Brittany escépticamente.

—¿Si digo que sí besarás la herida y harás que se cure?

Brittany se atragantó con el zumo — ¿Quién eres tú y qué has hecho con la Presidenta? — tosió.

—Oh, todavía soy yo. Supongo que olvidé comentarte que estoy mucho más relajada en casa — Santana se rió y se compadeció de su amiga cambiando de tema. — ¿Has desayunado algo?

—Umm… sí, de hecho la cocinera tiene un plato en el horno para mí, para cuando esté lista.

Santana asintió. — Sí, esa es Dottie. Ha sido la cocinera de la familia desde que era una niña. Y tiene bastante éxito manteniendo alejada de la cocina a mamá. Nadie pasa hambre en la casa López si está Dottie alrededor. Si tengo suerte, hará su especialidad, galletas Devil.

Brittany sonrió inocentemente y recorrió con su mano arriba y abajo una de las vigas del porche. — ¿Me quieres contar de donde te viene el apodo Devil o debería preguntárselo a tu madre? — Apoyó la cabeza sobre el poste, y respiró hondo captando el aroma a hierba fresca, a caballo y el champú de Santana. Sintió como sus piernas le temblaban un poco.

Santana se encogió de hombros. — Sencillamente viene de mi naturaleza traviesa y diabluras de infancia. Ya sabes, como Dev-astador — murmuró en una voz muy sexy. Se inclino sobre Brittany la cual estaba casi a su nivel gracias al alto porche. — Y Dev-astadora, y Dev-orar… — Sonrió dirigiéndole a la escritora una malévola sonrisa.— Sólo surgió de una manera natural.

Los ojos de Brittany se posaron sobre los de Santana. — No lo olvidaré.

—Como tú.

Brittany se contuvo, intentaba no sonreír.

—Hey, así no se escribe!

Brittany ni se inmutó. — Digamos que es una licencia artística.

Santana reflexionó sobre eso durante un minuto. — Uh, de acuerdo, te lo permitiré. Pero sólo porque eres preciosa.

Dios mío estamos flirteando. Si esto dura dos segundos más voy a besarla otra vez. Juro que lo hago. Brittany se apartó del poste y se inclinó hacia Santana hasta que pudo sentir el calor de la mujer y la montura del caballo. Cerró los ojos y sus respiraciones se mezclaron…

—Hey, San!

Brittany retrocedió de golpe ante la voz de Frank López.

—Mierda — Se quejó Santana, poniéndose derecha en la montura. — Más tarde, Srta. Pierce — Era una promesa.

Brittany se colocó las gafas y sonrió. — Más tarde, Sra. Presidenta.

Capítulo 26
Martes, 15 de junio.

Santana caminaba lentamente hacia la cabaña donde ella, Brittany, Quinn y Rachel pasarían los próximos días mientras los niños estaban con sus abuelos en una tienda de campaña unas yardas atrás.

Brittany había pasado un día bastante aprovechado con los padres de Santana. Y su morena sospechaba que ahora les gustaba más Brittany que ella misma. Supongo que era inevitable.

Santana divisó varios agentes del Servicio Secreto de reojo. Estaban en caravanas varios cientos de yardas más allá. Quería darle a Brittany un poco de sensación de intimidad. Con todo lo que había pasado, todos necesitaban descansar.

Miró hacia abajo cuando sintió que un brazo se enganchaba al suyo — Hola, querida madre.

—Efectivamente, Santana Marie López.

Santana conocía ese tono. Era el tono de mama para decir "estás en problemas". — ¿Qué he hecho ahora? — Suspiró.

Maribel dio una patada a una piedra mientras caminaba. — ¿Qué esta pasando entre tú y Brittany?

—Nada.

—No le mientas a tu madre — golpeó suavemente el brazo de Santana. — He visto la manera en que se miran.

La mujer más baja se giró sobre sus talones, haciendo que las dos se detuvieran de golpe. Levantó una mano y acarició la mejilla de su hija. — No habías mirado a nadie así desde Samantha. ¿Te estás acostando con ella?

—No! — Santana se retiró un poco. — Sabes que nunca… quiero decir… no puedo… quiero decir…

Los ojos inquisidores de Maribel parpadearon y sacudió la cabeza. Empezaron a andar de nuevo. — Lo sé. Siempre has sido horriblemente antigua en este aspecto. Casi vuelves loca a Samantha. Pensé que la pobre niña iba a tener en algún momento una combustión espontánea.

—¿La volví loca?

—Uh uh. Antes de que se casaran me llamó y me preguntó si estaba haciendo algo mal y por qué tú no intentabas llevártela a la cama. Santana, en mis tiempos tus acciones habrían sido consideradas mojigatas. Ahora, ya es simplemente completamente arcaico. Necesitas tranquilizarte un poco. No es como si alguna de las dos fuera a quedarse embarazada — Maribel se rió de su propio chiste.

Santana se detuvo y se llevó las manos a la cintura. — Madre, ¿me estás sugiriendo que me lleve a Brittany a la cama?

—Tú la quieres, ¿verdad?

Santana dudó. — No lo sé.

—Santana Marie López, no te atrevas… — movió un dedo delante de la cara de su hija. — No puedo creer que me beses con esos labios mentirosos.

Unos ojos marrones se entornaron y Santana prácticamente miró al suelo. — Mamá!

—San, sabes que no me meto en tu vida a no ser que piense que estés haciendo algo realmente estúpido. — La postura de Maribel era un calco de la de su hija. — Creo que mantenerte apartada de Brittany es realmente estúpido. Es buena para ti, cariño. No es necesario un técnico especial para ver eso.

—Es una mujer muy atractiva, dulce y lista. Por lo que pude entender, me estuvo sonsacando información cuando pasamos el día juntas — La voz de Maribel estaba llena de honesta admiración.

— Y por si no lo habías notado, tus hijos la adoran.

—Mamá…

—Y te mira con unos ojos que prácticamente adoran cada movimiento que haces.

La mente de Santana volvió a los besos que compartieron en el Air Force One. — Me besó — admitió tranquilamente.

—Bien por ella! Parece ser que sus padres no criaron a una gallina.

La mandíbula de Santana cayó por completo. — ¿Me estás llamando gallina?

—¿Le devolviste el beso? — Giraron una esquina y ahora se dirigían hacia una gran cabaña de madera, con un pequeño porche y unos trozos de madera apilada para la chimenea.

—Mamá puedo ser antigua, pero no estúpida. Por supuesto que le devolví el beso!

—¿Y qué pasó entonces?

—El avión aterrizó. Llegamos aquí papá le contó la historia de "Apestosa". Nunca va a querer besarme otra vez.

—Oh, yo no estaría tan segura de eso — Maribel golpeó suavemente a su hija en las costillas. — Creo que si le das una señal, hará algo más que besarte, San.

—Mama! — La Presidenta se frotó la cara esperando quitarse algo de rubor de sus mejillas.

—Has estado sola mucho tiempo, cariño. Deja que el pasado permanezca en el pasado y mira hacia el futuro. Necesitas a alguien en tu vida. Te conozco. Tú no te enamoras fácilmente y no te tomas estas cosas a la ligera. Pero despiértate y huele el café, Santana. Estás enamorada de esa chica. — Maribel ayudó a Santana a subir las escaleras. — Había un dicho cuando yo era pequeña que creo que es muy apropiado para este momento. Si te duermes, pierdes. (You snooze, you lose).


La mujer de Quinn, Rachel, se levantó del sofá de la cabaña y se dejó caer sobre el duro suelo de madera. Rachel era un poco más baja que Brittany, con amplias caderas y una nariz excesiva. Tenía un ingenio y un sentido del humor muy rápido, y una sonrisa más rápida aún. Era profesora de Historia Americana en la Universidad de Georgetown. Rachel y Brittany enseguida habían encajado y se habían pasado toda la tarde inmersas en una conversación intelectual, riéndose y bebiendo cerveza.

—Bueno — dijo Rachel alegremente. — ¿Por qué no jugamos a algo?

—¿A qué algo? — Quinn arrugó la frente y se hundió más en el sofá — ¿A las strip-damas, por ejemplo?

Rachel se rió y le dio una palmada a su esposa en la rodilla. — Pervertida.

—Y tú eres su mujer — Le recordó Santana. — ¿Qué dice eso de ti?

Rachel tomó un trago de su cerveza mientras consideraba el comentario de Santana. — Buena observación — admitió finalmente. Se giró hacia Brittany. — Estaba pensando en algo que nos pudiera ayudar a conocernos mejor.

—Rachel — El tono de Santana era de aviso.

Rachel alzó la botella, su contenido brillaba ante el reflejo de la chimenea. — Podríamos jugar a la botella — Rió de nuevo cuando su rubia esposa de pronto se incorporó de golpe. — Pero no quiero que a Quinn le de un infarto — Rachel sonrió dulcemente a su esposa. — Está justo en los años de riesgo.

—No lo estoy!

—Sí lo estás!

—Entonces en qué estabas pensando? — Preguntó Brittany. Finalmente la curiosidad había podido con ella. Depositó la tercera botella de cerveza en el suelo al lado de su silla y se dejó caer al suelo, imitando a Rachel. La escritora cruzó las piernas al estilo indio, disfrutando del ligero mareo por el alcohol y el olor a roble de la chispeante chimenea.

—Podríamos comprobar cómo es de valiente la Sra. Presidenta. — Rachel le guiñó un ojo a Santana. —¿Qué les parece “atrevido o verdad”?

—Adelante con esto Rachel! Si puedo manejar o soportar un Congreso controlado por Republicanos, puedo soportar a tres miserables Demócratas.

Brittany resopló, saliéndole cerveza por la nariz. — Muchas gracias, Santana — rió. La rubia catalogó mentalmente sus más embarazosos momentos y sus peores pecados y decidió que merecería la pena compartirlos sólo para oír los de Santana. — De acuerdo, Rachel. Yo juego.

Quinn intervino. — Ya me conocen, soy un juego hecho persona.

—Todas son unas paganas, pero yo también jugaré. Tengo el sentimiento de que yo soy la chica buena del grupo.

Rachel entornó los ojos. — Olvidas a quién les estás hablando, Tana. Brittany puede que se creyera lo que fuera que contaras, pero no lo intentes conmigo o Quinn. Te conocemos desde hace mucho.— Tomó otro trago de cerveza — San, estás muy chulita esta noche. Creo que deberías empezar tú. ¿Atrevido o verdad, Sra. Presidenta?

Tres pares de ojos expectantes se giraron hacia Santana.

—Bueno, vamos a dejar de lado la tontería esa de Presidenta de los Estados Unidos por lo que queda de semana. Y elijo verdad.

Brittany se rió cuando Quinn hizo un sonido como de claxon, indicando que Santana había cometido un gran error al elegir verdad.

Rachel felizmente cogió el mando. — Verdad: ¿Con cuanta gente te has acostado?

—¿Debo asumir que te refieres a acostarme en sentido sexual? — ¡Santana dio un sorbo de cerveza y le dirigió a Rachel una mirada que gritaba "guarra"! — Con una — dijo muy bajito.

A Brittany se le cayó la botella en sus piernas y empezó a maldecir al notar como el frío líquido se colaba por sus vaqueros. — Joder… está frío — Giró unos sorprendidos ojos hacia Santana. — ¿Una?! Quieres decir que con sólo una persona, — A lo mejor quiere decir que con una cada vez. Dios, espero que no esté interesada en acostarse con más de una a la vez.

Quinn y Rachel estallaron en carcajadas.

—¡Sí! — suspiró Santana. — ¿Qué otra cosa querría decir? — Santana hizo una mueca cuando se dio cuenta de que su voz se había teñido de un tono de indignación que la hacía sonar como su tía Myrtle. — Sé que suena penoso y patético pero… Um… bueno…

—No es para nada penoso ni patético! Es realmente… err… — Brittany buscó desesperadamente la palabra correcta. Le venían a la mente algunas como "increíble" y "sorprendente". — Dulce — Esa, esa es una buena palabra ¿Una? Estaba completamente en shock mientras alargaba el brazo para alcanzar otra cerveza. Es prácticamente virgen! Oh, por favor, que no me pregunten a mi eso. Por favor, por favor. Comparada con ese "una" voy a parecer una auténtica puta! Por favor, por favor, por favor.

Santana suspiró mientras consideraba quién debía ser su primera víctima. Se sintió tentada a escoger a Rachel para vengarse, pero sentía mucha más curiosidad por la escritora. — De acuerdo, Brittany, atrevido o verdad?

—Atrevido! — Exclamó Brittany, aliviada de poder evitar la pregunta que le había sido formulada a Santana.

Las otras tres empezaron a reírse debido a la rapidez con la que la escritora había tomado la decisión. Las tres supieron que eso significaba que tenía algo que esconder y ahora podrían trabajar en equipo para averiguarlo. — De acuerdo — sonrió Santana. — Dame tu sujetador. — Se rió y gesticuló casualmente. — El que llevas puesto.

La boca de Brittany se abrió de par en par.

Rachel se inclinó sobre Quinn y tapó sus ojos con una mano, causando las quejas de la rubia ojiverde. — Cállate, Quinn!

Brittany sacudió la cabeza y miró hacia Santana. Le encantó ese ligero brillo en sus ojos marrones. — ¿Estas borracha?

—No — Un poquito. — Estoy… contenta — . Si no puedes jugar con los mayores, Súper Ratón.

Una ceja rubia se arqueó y Brittany se puso de rodillas. Se giró hasta que estuvo completamente encarada a Santana. — Mi sujetador, ¿verdad? — Se llevó las manos a los botones de su camisa vaquera y Santana paró de respirar.

El silencio que de golpe se había apoderado de la habitación alertó a Quinn de que algo estaba pasando y la rubia empezó a moverse, intentando ver algo a través de los dedos de su mujer. Ambas empezaron a reír y Rachel empezó a golpear a Quinn en las costillas. — ¡Ni lo sueñes!

Brittany lentamente se desabrochó el primer botón, manteniendo su mirada en la de Santana.

Santana vio como Brittany se detenía un momento y entonces empezaba de nuevo con el segundo botón. Ooo..., tengo que intentar algo o callarme. Pero es que si se quita la camiseta, voy a morir. Mi cerebro ya está derretido y saliendo por las orejas. Santana sabía que estaba sonriendo como una total idiota, y ruborizada completamente, pero se encontró con los ojos de Brittany y no vaciló. — Eso es lo que he dicho — . — Por supuesto, aún te puedes echar atrás y elegir verdad — .

Los dedos de Brittany se detuvieron. — ¿Quieres que cambie la elección, Santana? — preguntó suavemente.

Quinn sacudió la cabeza y estaba apunto de gritar "no" cuando su mujer le tapó la boca con la otra mano.

Peligro! Peligro, Hill Robinson! — Yo quiero que hagas lo que tu quieras hacer — La Presidenta se humedeció los labios y tomó un trago de cerveza, sabiendo que había devuelto la pelota al tejado de la escritora.

Brittany asintió. Quiero pedirte que vengas aquí y me lo quites tú. Pero como eso, probablemente, no es una buena idea –esta noche- lo tendré que hacer yo. La escritora se desabrochó el segundo y el tercer botón, deslizando sus manos dentro de la camisa para encontrar una piel caliente. Su sujetador se desabrochaba por delante, y con un rápido clic, las copas cayeron. Su camisa y sus manos taparon los puntos más delicados. Sonrió cuando Santana empezó a abanicarse pero sin apartar la mirada.

—Date prisa, Brittany — dijo Rachel. — Te ha dicho que le des el sujetador, no que le hagas un strip- tease!

Santana finalmente se mordió el labio y apartó la vista hacia su cerveza, el tiempo justo para que Brittany apartara sus manos y se sacara el sujetador. Se abrochó el tercer botón pero dejó los otros dos botones abiertos. Era lo suficiente para dejar un generoso escote, pero no lo bastante para ser arrestada. Entonces se arrastró a gatas muy lentamente hacia Santana y sujetó la prenda enfrente de su cara. — Creo que me pediste esto.

Santana cogió el sujetador y lo miró. Acto seguido, se limpió la frente con él y lo guardó en el bolsillo de sus pantalones. — Sí — su voz se quebró como la de un crío en la preadolescencia. — Gracias.

Rachel finalmente apartó sus manos de la cara de Quinn. — Ningún reto más de quitarse ropa! Cuánto creen que puedo aguantarla?

—Bueno, Rachel, la has aguantado durante casi 15 años. ¿Qué son otros 15 minutos? OK, Brittany, tu turno.

Brittany no volvió a su sitio. En lugar de eso, se sentó al lado de Santana, la cual se había dejado caer al suelo también. La Presidenta levantó la botella para dar otro trago, pero justo cuando la botella tocaba sus labios Brittany se la arrebató de las manos y se la terminó de un trago. — Ah… — respiró. — Gracias. Estaba empezando a hacer calor aquí.

—Ya te digo! — Rachel se colocó la botella en la frente.

Santana recuperó su botella y la levantó hacia la luz. — Me has robado la cerveza. Joder, ¿le pides un sujetador a una chica y tienes que darle tu cerveza? Por una cerveza deberías haberme dado las bragas también!

Esta vez fue Brittany la que se ruborizó. Oh, sí. Santana está borracha. Nadie se podría creer que estoy jugando a un juego de adolescentes con la Presidenta de los Estados Unidos.

—Tu turno — le recordó Rachel a Brittany.

De acuerdo — Brittany sacó la punta de la lengua mientras se concentraba. Se colocó bien las gafas.

— Quinn…

La ojiverde se puso derecha.

—Verdad.

Brittany sonrió malévolamente. — ¿Cuál es la última cosa mas embarazosa que Santana haya hecho y tu hayas mantenido fuera del alcance de la prensa?

—Quedó con Candy Delaney.

—Ey! Eso no es justo — protestó. — Eso ya lo sabía.

Santana le hizo un gesto a la Jefa de Personal. — Además, idiota, eso fue por tu culpa. Tú me preparaste la cita con ella. Personalmente, creo que el hecho de que confundiera los discursos la semana pasada, podría servir para eso. ¿Cuándo fue la última vez que un Presidente empezó a dar un discurso escrito para La Asociación Nacional de Criadores de Ganado a la Liga Mundial de Vegetarianos?

Brittany se rió. — Eso fue embarazoso. Pero Quinn no podría contestar eso, considerando que lo estuve leyendo en los periódicos durante dos días.

—Quinn! — Le regaño Rachel. — Se supone que debías mantener esas cosas escondidas.

—Sé que piensan que soy el gran y poderoso Oz-.

—¿Quieres decir que no lo eres? — Preguntó Rachel con inocencia a la vez que Quinn se inclinaba y le robaba un beso.

La rubia ojiverde cerró los labios felizmente cuando el beso acabó. — De acuerdo, San, ¿Atrevido o verdad?

—Verdad.

Quinn sonrió y cogió un puñado de palomitas. — ¿Cómo te rompiste el dedo pequeño, Sanny?

Santana se inclinó sobre su cerveza y arrojó el tapón hacia la cabeza de Quinn. — Ya sabes como me lo rompí, tramposa.

—Pero yo no — apuntó Brittany felizmente. Sonrió a Rachel, la cual le devolvió la sonrisa. Oh, esto debe ser interesante.

Santana respiró hondo y dio un trago de cerveza. — Una noche tenía la mano sobre una ventana… — pretendía dar otro trago, esperando que eso hubiera colado como respuesta.

Brittany levantó una ceja hacia la Presidenta. — ¿Y?

—Y se rompió el dedo cuando la ventana se cerró de golpe sobre él.

Quinn se metió las manos en los pantalones. — La parte que se está dejando es que estaba desnuda y bajo los efectos de la pasión cuando le ocurrió. Cogió la ventana y tiró de ella cerrándola sobre su propia mano.

Santana se giró y le golpeó en el hombro. — ¡Gracias, compañera!

Brittany empezó a reírse. Se inclinó y cogió el dedo meñique de Santana. Lo sostuvo y lo examinó considerando seriamente si besarlo o no. — ¿Y cómo sabes tú eso, Quinn?

—Por que ella se había presentado y tenía posibilidades para el cargo de Gobernadora, y me llamaron primero para avisarme de que se le había caído la ventana atrapando la mano. Samantha pensó que teníamos que llamar a los bomberos. Querían que yo me encargara de que no apareciera en los periódicos.

Rachel empezó a retorcerse. ¡Adoraba esta historia! Sabía que Quinn sería lo suficientemente cruel para sacarla durante el juego. ¡Amaba a Quinn!

Brittany y Quinn se unieron a las risas hasta que Santana, que estaba sentada con los brazos cruzados, tuvo suficiente.

—Muy bien. Ríanse, ríanse, ratas bastardas. ¿Atrevido o verdad. Pierce?

Brittany apuntó con su dedo hacia Rachel. — Es su turno!

—No pasa nada — dijo Rachel. — Como a nadie le interesa nada de mí, estaré encantada de cederle a Santana mi turno. Tómalo San, y úsalo bien.

Brittany le sacó la lengua a Rachel. — De acuerdo, elijo atrevido. — No me vas a pillar en esa pregunta de sexo esta noche, Santana Marie López.

—Me apuesto lo que sea a que tienes un tatuaje en algún lugar. Si es así, muéstralo.

—Ni hablar! Ella no es del tipo de llevar tatuajes. Apuesto cien a que no tiene ninguno. — Dijo Quinn.

—Apuesta aceptada — Santana estiró el brazo y sacudieron las manos en señal de trato.

Unos ojos azules se entrecerraron. ¡Mierda! — ¿Qué te hace pensar que tengo un tatuaje? — Las palabras de Brittany mostraban tanta indignación como fue capaz. Lo cual era mucha, considerando que sí tenía un tatuaje. Pero Quinn tenía razón. Ella no era de ese tipo. Fue algo estúpido que había hecho cuando estuvo en la universidad. Más o menos algo como lo que estaba haciendo justo ahora.

—Conozco el tipo — Santana pronunció firmemente. — Aparentemente guapas, y muy inocentes, como la chica de la puerta de la lado. — Se rió ante el aspecto de la hermosa cara de Brittany. — Ustedes siempre tienen un tatuaje porque en algún momento de su vida desafian al sistema y o salen con un motero u se hacen un tatuaje. — Santana tomó un trago de cerveza. — Y tú no encajas con el tipo de quedar con un motero.

Mierda, odio cuando tiene razón. Y salir con un motero habría sido algo mucho menos permanente! Brittany miró nerviosamente a Quinn y a Rachel, las cuales la estaban mirando fijamente esperando su respuesta. Se inclinó sobre la oreja de Santana y susurró. — Umm… suponiendo por un momento que tuviera un tatuaje, ¿a quién exactamente tendría que enseñárselo? No a todos, ¿verdad? — Había un tono de súplica en su voz.

Santana miró a Quinn y a Rachel, dirigiéndoles un pequeño gesto. — Confian en mí para comprobarlo y decir la verdad, ¿no Rachel?

Rachel sonrió. — Absolutamente, San — Quinn iba a protestar cuando su mujer le dio un pellizco.

— Y Quinn también. Confiamos en ti.

Santana giro su alegre y juguetona cara hacia Brittany y arrugó la frente. — Entonces sólo a mi. Sólo tienes que enseñármelo a mí. Vamos Brittany. — Insistió, casi sin poder controlar su risa.

Brittany soltó un suspiro. — ¿Sólo a ti?

Santana asintió. — Sólo a mí. ¿Dónde lo tienes? — La sonrisa de Santana se hizo más amplia. Ella no había creído realmente que la escritora tuviera un tatuaje. ¿Alguien cerca de ella con una aguja? — Estabas inconsciente cuando te lo hiciste, verdad?

Brittany asintió. — Lo sabes.

La rubia se giró hacia Rachel y Quinn y les hizo un gesto con el dedo para que se dieran la vuelta. Las Fabray les dieron la espalda, pero no sin antes unas cuantas protestas por parte de Quinn. Levantó una ceja. — Prométeme que no te vas a reír.

—No, no voy a prometer eso. — Dios, si no la vuelvo a besar pronto voy a morir. — Cuando una chica te da su sujetador antes de que la invites a cenar, renuncia totalmente al derecho de que no se rían de ella. — Se burló Santana.

—Guarra — murmuró Brittany mientras se levantaba y empezaba a desabrocharse el pantalón. — Está en mí… — una pausa. — cadera. Más o menos.

Santana exhaló profundamente, levantando la mano. — ¿Qué quieres decir con más o menos? — Bájate las bragas y moriré.

—Quiero decir, más o menos. Está, bueno, supongo que te lo tengo que enseñar. No existe una palabra para describir exactamente dónde está. Pero si prefieres que pare-.

—No, no, sigue — Sólo deseo poder recordar esto mañana.

Brittany se mordió el labio pero asintió. — Estúpido juego — Se posicionó enfrente de Santana y miró sobre su hombro a Rachel y Quinn que estaban haciendo el tonto y no prestaban atención a lo que ellas estaban haciendo.

Se desabrochó los pantalones con una agonizante lentitud, entonces empezó a deslizarlos por sus caderas.

Santana sintió que el corazón le latía tan fuerte que estaba segura de que iba a salírsele del pecho en cualquier momento. Gimoteó dolorosamente cuando divisó unas bragas que hacían juego con el sedoso sujetador de encaje. Su visión de pronto se empezó a nublar y sintió como la cabeza se le iba. Acto seguido todo se puso negro.

Rachel y Quinn se giraron al oír el ruido.

Brittany se subió los pantalones y se quedó mirando el cuerpo de Santana. Quinn saltó — Jesús, Brittany, la has matado! Dónde diablos está esa cosa!

Brittany apuntó hacia el cuerpo de Santana, — Todavía está respirando! Yo no la he matado! Si ni siquiera había llegado a las proximidades!


Todos se retiraron poco después de que llevaran a una roncante Santana hacia la cama. Esto los había dejado agotados ya que la habitación de Santana, al igual que la de Brittany, estaba en el piso de arriba. Brittany se fue a su habitación, la cual estaba conectada con la de Santana mediante un baño compartido. Quinn y Rachel ocuparon el dormitorio principal del piso de abajo porque tenía una cama más grande.

Brittany se cambió y se puso un par de bóxers de algodón y una vieja camiseta. Sostenía las bragas en una mano, preguntándose si Santana le devolvería el sujetador o se quedaría sin el conjunto para siempre.

La escritora colocó las gafas sobre la mesilla de noche y se metió en la cama, suspirando ante la maravillosa sensación de las sábanas limpias y el colchón. — Oh, que bien — Cerró los ojos, todavía un poco atorada por el juego al que ella y Santana habían estado jugando toda la noche. Su cabeza estaba un poco ida, debido a la cerveza, pero estaba segura de que no había bebido lo suficiente como para no acordarse de nada por la mañana.

Brittany no estaba segura de qué la había despertado. Le llevó un momento o dos registrar los sonidos. Mantuvo los ojos cerrados y estrujó una almohada contra su cara. — Ahora precisamente esto es lo que menos necesito — murmuró contra la almohada de plumas. Un particular gemido captó su atención y la hizo reír. No estaba segura de si era Rachel o Quinn. — Alguien está muy feliz en este momento — cuando los sonidos continuaron, Brittany consideró meter una sábana o una toalla en el conducto en el que se oían los eróticos sonidos.

Finalmente, cuando no pudo aguantarlo más, se dirigió al cuarto de baño, esperando que si Quinn y Rachel oían pasos sobre ellos, bajarían el tono de sus gemidos, en deferencia a aquellos que no eran tan afortunados.

No encendió la luz –una pequeña lámpara de noche le proporcionaba luz más que suficiente. Brittany se lavó las manos. Sonrió al espejo cuando se dio cuenta que no les oía desde allí. Puedo dormir en la ducha! No habría sido la primera vez. Pero era una ducha de pie, así que con un infeliz gruñido, desechó la idea. Esto podía durar toda la noche. Había estado casada tres años. Podía asegurar eso con conocimiento!

En ese momento otro sonido captó la atención de Brittany. Era Santana, La escritora no dudó en abrir la puerta que dirigía a la habitación de Santana para ver qué le pasaba a su amiga.

—No… — La voz de la Presidenta estaba suplicando de nuevo; aparentemente estaba en medio de otra pesadilla.

Brittany entró en la habitación y se dirigió hacia el borde de la cama de Santana. Notó dos cosas. Santana estaba girando sin parar por toda la cama liada entre las sábanas. Y estaba desnuda como el día en que nació. Al menos de cintura para arriba. La parte de arriba de su pijama estaba hecha una bola en el suelo.

—No! — Santana gritó de nuevo. Su respiración se agitó.

Brittany suspiró al notar como la impotencia se apoderaba de ella, haciéndola casi llorar. Otra pesadilla? Dios, San, cada cuánto las tienes?

—Por favor… por favor. No te vayas! — Santana se revolvía, luchando con las sábanas y agitándose más a cada momento.

Brittany se arrodilló en la cama. — Santana — susurró. — Es solo un sueño, cariño. — Brittany cuidadosamente estiró las sábanas de Santana e intentó ponerlas sobre los pechos desnudos de Santana, los cuales estaban bañados en una plateada luz de luna. La sábana se acabó justo debajo de lo que estaba intentando tapar. — Joder — Brittany cerró los ojos y respiró fuerte. Los quejidos de Santana se hicieron más fuertes y nada parecía consolarla. Brittany se echó sobre la cama acunando y abrazando a la mujer.

Santana dejó escapar un gran suspiro, encogiéndose instantáneamente sobre Brittany y abrazándola por la cintura. Hizo unos cuantos ruidos más que fueron seguidos por un suave quejido y finalmente por unos leves ronquidos.

Brittany presionó su mejilla contra el pelo de Santana y le devolvió el abrazo. — Ya está. Tranquila — respiró, percibiendo el olor de la piel de Santana. Brittany intentó no pensar en los cálidos y suaves pechos que estaban contra ella. No me quiero mover, aunque tengo que hacerlo. Con qué estás soñando, Santana?

Capítulo 27
Miércoles, 16 de junio.

Santana estaba atrapada en ese maravilloso espacio entre estar dormida y despertarse, donde el menor gesto te lleva hacia un lado u otro. Estaba teniendo el sueño más maravilloso: Brittany estaba en sus brazos, podía sentirla, olerla, y si buscaba con los labios, podía saborear su calida y suave piel. Apretó la almohada más hacia ella. Pero con su siguiente respiro de pronto estaba más despierta que dormida.

El pánico se apoderó de ella cuando pudo sentir la suave respiración de su almohada contra su sensible piel. No te asustes, López! Es demasiado tarde! De acuerdo, no te acuerdas de nada después de lo del tatuaje. Pero eso no significa nada. Relájate. Santana pudo oír unos pasos en el piso de abajo y por el ángulo de los rayos de sol que entraban por la ventana, podía asegurar que era, por lo menos, media mañana. Despiértala, pero no hagas nada estúpido. — ¿Brittany?

—¿Mmm...? — Brittany murmuró apretándose más contra ella.

—¿Brittany? Vamos, cariño. Es hora de levantarse.

Brittany negó con la cabeza y murmuró gruñonamente que no. — Vete — susurró, pero se apretaba más contra Santana, presionando su cara contra el pecho de Santana. Suspiró y empezó a bufar suavemente.

Santana gimoteó. Se mordió el labio, unos escalofríos le bajaron por la espalda y se le puso la piel de gallina. Podría estar así durante un rato. ¿Qué habría de malo en ello? Recorrió con sus dedos el pelo alborotado y rubio de Brittany. Le encantaba su sedosa textura.

Estaba apunto de intentarlo de nuevo cuando se oyó un golpe en la puerta, justo un segundo antes de que esta se abriera. — San, el desayuno está preparado y yo— Maribel se detuvo sorprendida mientras Santana rápidamente se cubría con una sábana el torso desnudo y a la mujer que estaba durmiendo en sus brazos.

—Mamá!

Los ojos de Brittany se abrieron de golpe, estaba oscuro. Podía sentir algo rozándole la mejilla. Su mente intentó identificar desesperadamente qué era. — Oh, Dios Mío! Un pezón! — gritó, agitándose salvajemente mientras Santana la sujetaba.

La cara de Santana se puso totalmente roja y su madre empezó a reírse sin parar. — Bueno, Santy querida, es bueno saber que reconoce las partes importantes! — La mujer echó la cabeza hacia atrás volviendo a estallar en carcajadas. Cuando finalmente pudo recomponerse dijo, — El desayuno está preparado por si estan interesadas. — La mujer continuó riéndose incluso cuando cerró la puerta. — Frank, pon un par de platos en el horno, quizás tarden en bajar. Gracias a Dios!

Santana gimió, intentando decidir quién la iba a matar primero. Sospechó que iba a ser Brittany.

Cuando Santana finalmente aflojó el agarre de la sábana, la escritora prácticamente salió disparada de la cama, aterrizando en el suelo con un glorioso golpe sordo. Miró alrededor de la habitación.

¿La habitación de Santana? En ese momento los acontecimientos de la noche anterior volvieron a su mente. — Tú — Brittany tragó saliva. — Estabas soñando.

Santana no hizo ningún esfuerzo por moverse. Simplemente se reclinó con los brazos a los lados. — Aparentemente — Después de un momento añadió. — ¿Sabes, por un casual, dónde está mi camiseta?

—Yo no te la quite! — Respondió Brittany a la defensiva. En ese momento se detuvo y miró fijamente el cuerpo semidesnudo de Santana, el cual, increíblemente, era incluso mejor a la luz del día que a la luz de la luna. — Jo, Santana.

Santana se giró hacia un lado, cubriéndose con la sábana e intentando esconder la sonrisa que le provocó la obvia apreciación que Brittany estaba haciendo de su cuerpo. — No dije que lo hicieras. Puedes ir a ese armario detrás de ti y darme una camiseta? Sabrás que son mías porque llevan bordado en ellas el sello Presidencial — bromeó esperando que Brittany no estuviera tan a la defensiva.

Estaban ahí para relajarse y Santana iba a hacerlo y a solucionar esto sin que causara ningún problema entre ella y Brittany. Más besos, menos problemas. ¿Era mucho pedir?

—¿Por qué estás tan preocupada sobre tu camisa. — Replicó enfadada. — Soy una chica también, sabes? — Ignoró el hecho de que había estado observando el cuerpo desnudo de Santana como si fuera una adolescente de 16 años. — Tenemos que preocuparnos por tu madre! Nos ha pillado…— Brittany movía las manos en el aire. — En la cama juntas!

Santana respiró hondo y se levantó, buscando por los alrededores hasta que encontró la camisa del pijama en el suelo cerca de la cama y se la puso. — Primero, quería la camisa porque, lo creas o no, soy vergonzosa — Cuando no bebo cerveza. — Y segundo, ¿Parecía mi madre decepcionada o enfadada por el hecho de habernos encontrado juntas en la cama? — Santana inclinó la cabeza hacia un lado, finalmente pudiendo echar un vistazo a los boxer de Brittany y a la fina camiseta. Preciosa, realmente preciosa.

—No lo sé. No podía oír muy bien porque uno de mis oídos estaba contra… — Apuntó hacia Santana y se puso como un tomate. — Ya sabes contra qué!

—Oh, sí, lo sé. — Santana suspiró y se adelantó un paso tentativamente. — Confía en mí. Mi madre no estaba disgustada. Así que no hay razón para que tú lo estés, a no ser que lo que te molestase es que estuvieras en la cama conmigo — Seguramente será eso, idiota. Dios, Santana, ¿Qué demonios hiciste anoche? — Yo… lo siento si hice algo indebido, Brittany. Nunca quise hacerte daño. Para ser honesta, ni siquiera estoy segura de cómo acabamos aquí juntas. Pero si te he hecho daño o te he decepcionado.

Brittany levantó las manos. — Detente — Los padres de Santana no son tus padres, Britt. Relájate. Ella no está disgustada, su madre no se ha asustado. No van a estar enfadados con ella, y nadie va a entrar cargando una escopeta. Con esfuerzo, Brittany consiguió que parte de la tensión desapareciera. — No hiciste nada. Estabas teniendo una pesadilla, y entré para ver si podía ayudarte. — Se estiró de la camiseta mientras se acercaba a Santana. — Estaba preocupada. No te despertabas cuando te movía, por eso me subí a la cama y entonces te calmaste. Yo… Um… supongo que me quedé dormida — admitió avergonzada.


Santana sonrió. — viniste para ayudarme con una pesadilla? Eso fue muy dulce por tu parte. He tenido problemas para dormir últimamente. Aparentemente tú… uh… bueno, las dos hemos dormido como bebes esta noche. Gracias por quedarte. Sé que debe haber sido difícil para ti — Por favor, dime que no lo ha sido. Por favor por favor por favor.

Brittany alzó la vista tímidamente. — ¿Difícil? — se rió. — Umm… así no es exactamente como yo lo describiría, Santana. — Alzó la mano y acarició un mechón de pelo negro.

Santana cogió la mano de Brittany y le besó muy suavemente. Cuando sus ojos se encontraron, una sonrisa se dibujó en sus labios. — ¿Sabes qué, Brittany Susan Pierce?

Brittany negó con la cabeza y miró fijamente a Santana. — ¿Qué?

—Me muero por besarte justo ahora. ¿Crees que sería correcto? ¿O tienes miedo de que mi madre vuelva otra vez? — Sonrió pícaramente a la mujer rubia de ojos azules y se acercó un poco a ella, respirando profundamente y acariciando la mejilla de Brittany con la parte de atrás de su mano.

Los párpados de Brittany se cerraron lentamente cuando sintió la calidez del cuerpo de Santana descansar contra el suyo. Su corazón empezó a latir con fuerza a la vez q se ponía de puntillas. — ¿La madre de quién?

Santana deslizó las manos alrededor de la pequeña mujer y rozó levemente sus labios con los de Brittany. Acto seguido, en un impulso, suspiró y decidió mostrar a Brittany cómo se sentía exactamente. El beso fue lento, y paciente, y tan lleno de amor como fue capaz.

Brittany gimió cuando Santana gentilmente pidió más, accediendo a sus súplicas sin dudar ni un momento.

La escritora sintió los dedos de Santana enredarse en su pelo y acercarla más, profundizando así el beso. Oh, sí. Esto es bueno de muchas maneras. Los pensamientos de Brittany lentamente pasaron de cuán bueno era el beso a qué más merecía la pena probar.

Cuando finalmente se separaron, Santana sonrió y acarició con un dedo los labios de Brittany. — Son tan suaves. Ahora tengo otra pregunta para ti.

—Sí — Brittany suspiró ensoñadoramente. — Sea lo que sea, siempre y cuando pueda seguir disfrutando de besos como este, la respuesta es sí.

Santana se puso derecha y sonrió abiertamente. — De acuerdo. Si vamos a salir, lo menos que puedes hacer entonces es elegir el sitio.

Brittany parpadeó. — ¿Me estás pidiendo una verdadera cita, pero de verdad de la buena?

—Sí. Y ahora no te puedes echar atrás. — Bromeó Santana. — Ya has dicho que sí.

Una alegre expresión se apoderó de la cara de Brittany. — Oh, no iba a volverme atrás, Santana Marie López. Sólo estoy considerando tu propuesta — Se colocó un dedo en la barbilla y fingió estar pensándoselo. — Donde quiera que vayamos, habrá un equipo de agentes del Servicio Secreto vigilando en cada esquina?

—Si. A menos que tengas alguna fantasía rara de la que no me has avisado y que requiera a varios agentes.

—Ha! Qué más te gustaría a ti — Le respondió Brittany robándole un pequeño beso. — Debo ir a vestirme. — se giró sobre sus talones y se dirigió hacia el baño. — No tienes que llevarme a ningún sitio, Santana. Por lo que a mi respecta, podemos pasar tiempo en casa juntas. Siempre y cuando sea juntas.

—De hecho me gustaría saber. — Le dijo Santana. — Ahora tenemos que bajar las escaleras y enfrentarnos a la familia, por no mencionar a Quinn y a Rachel. ¿Estás preparada para eso? — En casa? Acaba de decir en casa? Pregúntaselo estúpida. No. Espera. Una cosa cada vez. Pregúntaselo después.

Brittany se giró mientras abría la puerta del baño. La madera del suelo hacía que sus pies estuvieran fríos, pero ella podía sentir el calor interior. — ¿Vamos a hacerlo juntas, verdad?

Santana asintió.

—Entonces estoy preparada si tú lo estás.



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Pequeños adelantos de la siguiente actualización.....



—No es la Presidenta quien se los regala. — Santana miró a su asistenta y arrugó la frente. — ¿Vas a venir a la fiesta?

Marley se mordió el labio nerviosa. — ¿Está segura que la Srta. Pierce no me va a tirar por la ventana?

—No. Ya ha superado todo la historia de Casey.

—¿De verdad? — preguntó Marley esperanzada.

—Umm… no. — Se rió Santana. — Pero la mantendré ocupada. — De repente se detuvo, girándose y mirando a la secretaria con interés. — ¿Por qué le preparaste una cita con una mujer? ¿Cómo supiste que no iba a salir corriendo? Brittany, por lo que tengo entendido, nunca había mencionado sus preferencias sexuales.

Todo lo que pudo decir Marley antes de estallar en carcajadas fue — ¿Ha visto alguna vez cómo la mira Brittany, Sra. Presidenta?.
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Santana continuo el camino sin decir nada. Se detuvo en la puerta del cine privado, miró a Brittany y sonrió. — ¿Conoces esa peli nueva que iban a estrenar la semana que viene? Esa de ese director que te gusta tanto?

—Sí — Brittany suspiró. Sabía que probablemente no tendría oportunidad de verla mientras estuviera en el cine.

Santana abrió las puertas y la luz se encendió automáticamente. — Bueno, como resulta que tengo una casa con cine, pensé que podrías disfrutar de un preestreno. Pero si apesta, no se lo puedes decir a la prensa. El director vendría y me mataría personalmente — Bromeó Santana.

La mandíbula de Brittany se desencajó. — ¿Tienes una copia de la película antes de su estreno? Vale. Eres la líder del mundo libre. A veces aún lo olvido. — Miró a Santana con pura adoración. — Esto ha sido muy dulce. — Brittany abrazó a la Presidenta. — Gracias.
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- Lo sé. — Sue negó con la cabeza y sonrió. — Me alegro de que esté descansando un poco. Toma, — le alargó a Brittany un pesado paquete, — esto ha llegado esta mañana al correo personal de Tana, pero está dirigido a ti. Parece que es un regalo de cumpleaños.

Brittany examinó el envoltorio marrón. El remite ponía "Casa", pero el matasellos era de Lima, Ohio. — Debe ser de los padres de Santana.

Sue asintió. — Sí, estoy segura de que esa es la letra de Maribel. Pero la única manera de estar completamente segura es abriéndolo.

Brittany se rió y empezó a rasgar el papel. — Exactamente — Era un libro, y cuando finalmente lo hubo desenvuelto ella y Sue se pusieron más rojas que un tomate. — Oh, Dios mío. — Susurró Brittany, sintiendo como le ardían las mejillas.

Sue empezó a reírse tan fuerte que se tuvo que apartar de la puerta de Brittany por miedo a despertar a Santana. — Oh, sí — rió — definitivamente esto te lo envía Maribel López. Sólo ella sería capaz de hacerlo. Dios bendiga su alma liberal. Santana salió a su padre, un poco más tradicional, pero aún así puedes ver aspectos de Maribel en ella. — Sue abrió la portada y ojeó algunas páginas. — Por lo menos te ha regalado el libro y no la versión electrónica. No creo que las ilustraciones fueran igual en una pantalla, verdad?




Y AQUÍ ES DONDE SUPONGO QUE SE PREGUNTARÁN ¿DE QUE TRATABA EL LIBRO QUE LE REGALÓ MARIBEL A BRITT?..............Y sólo que da esperar la siguiente actualización