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Brittana: El aire que Ella respira. cap 42, 43, 44 , 45 Y EPILOGO
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Re: Brittana: El aire que Ella respira. cap 42, 43, 44 , 45 Y EPILOGO
Pues Britt al deshacerse de lo Sam esta dando un paso hacia delante con o sin San, cuando le diga lo que sabe supongo que necesitará un tiempo para asimilar las cosas, pero si como dice la ama va a luchar por su familia, osea Britt y Lexie.
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: Brittana: El aire que Ella respira. cap 42, 43, 44 , 45 Y EPILOGO
:o !!!! Creó que ya era tiempo de que San supiera la verdad, hubiera sido mejor que lo supiera por Britt pero bueno.... Blaine metiéndose siempre.
Esperó que Britt de la cara pronto, y que traten de explicar todo lo que esta pasando
Esperó que Britt de la cara pronto, y que traten de explicar todo lo que esta pasando
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: Brittana: El aire que Ella respira. cap 42, 43, 44 , 45 Y EPILOGO
Britt tardo demasiado en decirle la verdad a san...
Ahora ponen en juego su amor... A ver cuanto tardan en si para hablar, y aclarar las cosas...
Ahora ponen en juego su amor... A ver cuanto tardan en si para hablar, y aclarar las cosas...
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: Brittana: El aire que Ella respira. cap 42, 43, 44 , 45 Y EPILOGO
blaine es una rata asquerosa y espero que britt se convenza de ello, por otra parte lo que esta haciendo brittany es muy cobarde, apartarse sin una explicacion???? lexie tambien quiere a garrapata asi que dar la cara seria bueno!!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: Brittana: El aire que Ella respira. cap 42, 43, 44 , 45 Y EPILOGO
Hola chicas, estoy leyendo sus comentarios, pero perdon por no contestar es por cuestion de tiempo, una prueba de ello es que vean a que hora estoy actualizando. Y tienen toda la razon Blaine es una rata asquerosa espero que Santana le parta la vida. Aqui nueva act.
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CAPITULO 36
—¿Entonces por qué el tratamiento del silencio? ¿Por qué te ves cómo una persona sin hogar? —Se sentó a mi lado. —Porque no puedo hablar con ella nunca más. No puedo estar con ella. —Le conté sobre el accidente, le expliqué por qué las cosas con Santana no podrían funcionar. La seriedad que llenaba su mirada era algo que no conseguía a menudo de Rachel, que atestiguara la seriedad y realeza de la situación. —Cariño, tienes que decirle. Se está cayendo a pedazos tratando de averiguar lo que hizo mal.
—Lo sé. Es sólo que... la amo. Y sé que a causa de esto, la perderé.
—Escucha, no sé mucho sobre el amor, y cuando se rompió mi corazón, arrojé mierda. Literalmente arrojé mierda. Después de que terminé tirando la mierda, todavía me sentía desconsolada y triste. Alguien me dijo que la angustia valió la pena, porque al final, al menos, tienes que experimentar el amor. Asentí y me acosté, mi cabeza en su regazo. —¿Cuándo se detiene la vida de hacerte daño? —Cuando aprendemos a decirle a la vida que se joda y nos encontramos con los motivos más pequeños para sonreír.
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CAPITULO 36
BRITTANY
Tienes cuatro segundos para abrir esta puerta antes de que vaya a encontrarte, mujer! —gritó Rachel frente a mi puerta. Cuando abrí la puerta, se quedó sin aliento—. Por el amor de Dios, ¿cuándo fue la última vez que te duchaste? Llevaba pijama, llevaba mi cabello recogido en el moño más desordenado del siglo, y tenía mis ojos hinchados. Levanté mi brazo un poco y olí mi axila. —Me puse desodorante. —Oh, cariño. —Frunció el ceño, entrando en mi sala de estar—. ¿Dónde está Lexie?
—El viernes por la noche duerme fuera —le expliqué, dejándome caer en el sofá. —¿Qué está pasando, Britt? Tu novia entró en el café diciendo que no has estado hablando con ella. ¿Te lastimó? —¿Qué? No. Es... es perfecta. —¿Entonces por qué el tratamiento del silencio? ¿Por qué te ves cómo una persona sin hogar? —Se sentó a mi lado. —Porque no puedo hablar con ella nunca más. No puedo estar con ella. —Le conté sobre el accidente, le expliqué por qué las cosas con Santana no podrían funcionar. La seriedad que llenaba su mirada era algo que no conseguía a menudo de Rachel, que atestiguara la seriedad y realeza de la situación. —Cariño, tienes que decirle. Se está cayendo a pedazos tratando de averiguar lo que hizo mal.
—Lo sé. Es sólo que... la amo. Y sé que a causa de esto, la perderé.
—Escucha, no sé mucho sobre el amor, y cuando se rompió mi corazón, arrojé mierda. Literalmente arrojé mierda. Después de que terminé tirando la mierda, todavía me sentía desconsolada y triste. Alguien me dijo que la angustia valió la pena, porque al final, al menos, tienes que experimentar el amor. Asentí y me acosté, mi cabeza en su regazo. —¿Cuándo se detiene la vida de hacerte daño? —Cuando aprendemos a decirle a la vida que se joda y nos encontramos con los motivos más pequeños para sonreír.
—Lamento que Finn rompiera tu corazón. Se encogió de hombros, tirando de mi lazo del pelo de mi cabello antes de empezar a peinar con sus dedos a través de él. —Está bien. Sólo se quebró un poco. Así que, ¿qué haremos por el resto de la noche? Podemos ser totalmente femeninas y ver Diario de una pasión o alguna mierda, o... podemos pedir una pizza, conseguir algo de cerveza, y ver Magic Mike XXL. Magic Mike ganó. A la tarde siguiente, Lexie y yo caminamos hacia Cosas Necesarias para encontrar a Santana sonriendo detrás del mostrador de café. —¡Hola, chicas! —dijo con la sonrisa más amplia que nunca. —¡Hola, Garrapata! —exclamó Lexie, subiendo en una de las sillas. Ella se agachó y agarró su nariz. —Eh, Tock. ¿Chocolate caliente? —¡Con malvaviscos adicionales! —gritó. —¡Con malvaviscos adicionales! —repitió ella, dándole la espalda. Su feliz actitud era un poco desagradable. No sabía lo que quería decir, o cómo tomarlo. No hablamos en días, sin embargo, ella actuaba como si todo se encontrara perfecto—. Brittany, ¿puedo conseguirte algo? —Me llamó Brittany, no Britt. —Sólo agua —le dije, sentándome al lado de Lexie—. ¿Está todo bien? —le pregunté mientras me sirvió un vaso de agua y le entregó a Lexie su chocolate caliente al que siempre añadía unos cubitos de hielo. Ella saltó de su silla y corrió para encontrar a Zeus.
—Todo está bien. Todo está bien. Levanté una ceja. —Deberíamos hablar. Sé que probablemente estés molesta porque he estado evitándote... —¿Tú? —Sonrió—. No me di cuenta. —Sí, es sólo… Comenzó a limpiar el mostrador. —¿Que tu esposo mató a mi familia? Sí, no, eso está bien.
—¿Qué? —Mi nudo en la garganta y mis oídos sonaron cuando repetí las palabras que acababan de salir de su boca—. ¿Cómo…? —Tu mejor amigo Blaine se detuvo un momento ayer. Él quería, ya sabes, tratar de hablar con el Sr. Henson sobre cerrar su tienda. Así que él y yo tuvimos una charla. Pensó que era dulce cómo fui capaz de mirar más allá del hecho de que, ya sabes, tu esposo mató a mi familia. —Santana. Puso el trapo sobre el mostrador, se puso de pie frente a mí, y se inclinó. —¿Cuánto tiempo hace que lo sabes? —Yo... quería decirte. —¿Por cuánto tiempo? —San... No sabía... —¡Maldita sea, Brittany! —gritó, golpeando su puño. Lexie y el señor Henson se volvieron hacia nosotras con miradas de curiosas preocupación. Ella se apresuró introduciendo a Lexie en la trastienda—, ¿Cuánto tiempo? ¿Sabías cuando me dijiste que me amabas?
Me quedé quieta. —¿Lo sabías en la boda? Mi voz temblaba. —Pensé... pensé que iba a perderte. No sabía cómo decírtelo. Sonrió con una apretada sonrisa y asintió. —Increíble. Eso será de dos dólares y veinte centavos por el chocolate caliente. —Déjame explicarte. —Dos veinte, Brittany. Sus ojos tormentosos se veían fríos, una vez más. Tenía una frialdad que no vi en su mirada desde el primer día que la conocí. Metí la mano en el bolsillo, saqué algo de cambio, y lo puse delante de mí. Santana cogió el dinero y lo arrojó a la caja registradora. —Hablaremos más tarde esta semana —le dije, mi voz temblorosa—. Si me dejas, te lo explicaré todo lo mejor que puedo. Se encontraba de espaldas a mí, y se aferró de la encimera de la máquina de café. Bajó la cabeza, y pude ver cómo sus manos se tornaban rojas de su agarre. —¿Necesitas algo más? —preguntó. —No. —Entonces por todos los medios, permanece de una puta vez fuera de mi vida. —Santana dejó caer su agarre sobre el mostrador, llamó a Zeus, quien salió corriendo hacia ella, y luego los dos salieron de la tienda, la campana de encima sonando con su salida. El Sr. Henson y Lexie salieron de la trastienda. —¿Qué pasó? —preguntó el Sr. Henson, caminando hacia mí. Puso una mano en mi hombro, pero no impidió que mi cuerpo temblara. —Creo que la perdí.
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: Brittana: El aire que Ella respira. cap 42, 43, 44 , 45 Y EPILOGO
CAPITULO 37
SANTANA
7 DE ABRIL DE 1994
EL ADIOS
Me paré en la cima de una colina en el extremo posterior del cementerio con Zeus a mi lado. Todos los demás se situaron en torno a los ataúdes lado a lado, todos vestidos de negro, con lágrimas en los ojos. El cuerpo de mamá se sacudía en el agarre de papá. Todos los amigos de Marley y mios se hallaban presentes, con el corazón roto. La maestra de Santiago apareció y lloraba todo el tiempo. Probablemente pensaba que era tan injusto. Era tan injusto que Santiago nunca tendría la oportunidad de aprender cómo manejar fracciones o qué era el álgebra. Que no volvería a aprender a patear. Que nunca se tendría que aplicar a la universidad o enamorarse y desenamorarse. Que no bailaría lento con su madre en su boda. Que nunca llegaría a presentarme a su primogénito. Que nunca tendría la oportunidad de decir adiós... Me sequé los ojos y sorbí mientras Zeus se acercó a mí y puso su cabeza en mi zapato. Maldita sea, no podía respirar. Bajaron a Marley al suelo primero y mis piernas temblaron. —No vayas... —susurré.
Bajaron a Santiago después. —No... —rogué. Mis piernas se desplomaron. Caí al suelo y mis manos taparon mi boca mientras Zeus me consoló, lamiendo mis lágrimas, tratando de hacerme creer que estaba bien, que estaba bien, que todo de alguna manera, de alguna manera, resultaría bien.
Pero no le creí. Debería haber bajado y parado cerca de mis padres, pero no lo hice. Debería haberle dicho tanto a Marley como a Santiago que los amaba tan jodidamente mucho, pero mi voz calló. Me puse de pie y volteé, la correa de Zeus envuelta con fuerza en mi agarre. Me aparté de Marley. Me alejé de mi hijo. Y supe cuánto daño hace finalmente decir adiós. —Así que estas huyendo —me dijo el señor Henson una semana más tarde cuando me estacioné delante de su tienda para decir nuestro último adiós.
Me encogí de hombros. —No huyendo. Sólo siguiendo adelante. Las cosas van y vienen; usted debe saberlo mejor que nadie. Pasó los dedos contra su barba gris. —Pero eso no es lo que estás haciendo. No estás siguiendo, estás corriendo de nuevo. —No entiende. El marido de ella… —No es ella.
—Señor Henson... —Mi primer amor adoraba la magia. Él pasó toda nuestra vida juntos tratando de conseguir que apoyara su sueño de abrir una tienda de tarot en esta ciudad. Creía en el poder de la energía, en el poder curativo de los cristales. Creía que la magia tenía una manera de hacer la vida más llevadera. Pensé que estaba loco. Trabajé en un trabajo de nueve a cinco y apenas le presté atención. Llamé a sus sueños de ser dueño de su propia tienda ridícula. Éramos ya dos hombres homosexuales, vivir ya era bastante difícil para nosotros. La última cosa que necesitamos era ser dos hombres homosexuales que creían en la magia. »Y entonces, un día, se fue. Al principio parecía tan fuera de la nada, pero a medida que pasaba el tiempo, me di cuenta de que fue todo mío. No lo valoré cuando lo tuve, así que cuando lo perdí, me golpeó duro. Cuando se fue, me sentí tan solo. Me di cuenta de que probable siempre se sintió de esa manera. Nadie debe sentirse solo cuando se encuentran enamorados. Dejé mi trabajo e intenté hacer que su sueño de la magia cobrara vida. Estudié el poder de los cristales y las hierbas curativas. Trabajé duro para entender sus sueños, y para el momento que lo hice, ya era demasiado tarde. Había continuado con alguien que lo quería en el momento. »No te alejes de Britt por algo que ella no tiene nada que ver. No te alejes de una oportunidad de ser feliz a causa de un accidente. Porque al final del día, no se trata de las cartas del tarot, o los cristales, o los tés especiales. Eso no es donde vive la magia. La magia está en los pequeños momentos. Los pequeños toques suaves, las sonrisas, las risas tranquilas. La magia se trata de vivir por hoy y permitirte respirar y ser feliz. Mi querida muchacha, el amor es la magia. Me mordí el labio inferior, asimilando todas sus palabras, todos sus pensamientos. Quería creerle, y pensé que una gran parte de mí realmente entendía sus palabras. Pero otra parte de mí, enterrado profundamente dentro de mi alma, sintió la culpa. Marley merecía más. El que yo incluso considerara amar a otra persona después de un corto período de tiempo era egoísta. —No sé cómo hacerlo. No sé realmente cómo amar verdaderamente a Britt viendo cómo nunca dije adiós a mi pasado. —¿Vas a regresar a decir adiós? —Creo que volveré a aprender a respirar de nuevo. El señor Henson frunció el ceño, pero dijo que entendía. —Si alguna vez necesitas un lugar para descansar y un amigo para llamar, estaré aquí. —Bien —dije, tirando de él en un abrazo—. Y si alguna vez vende su tienda a un idiota, voy a estar de nuevo aquí para luchar con uñas y dientes. Se rió. —Trato. Abrí la puerta principal, escuchando el timbre sonar encima por última vez. —¿Cuidarás de ellas? ¿Lexie y Britt? —Me aseguraré de que su té y cacao no estén demasiado caliente. Después que nos despedimos, me dirigí fuera de la tienda, saltando en mi auto y empecé a conducir con Zeus. Fuimos en auto por horas. No sabía a dónde iba o si incluso tenía un lugar para ir, pero conducir sin sentido tenía sentido para mí en ese momento.
Llegué a casa después de las tres de la mañana, y su luz del porche se encontraba encendida. Cuando era niña, me hubiera quedado fuera más allá del toque de queda demasiado a menudo y habría hecho la vida imposible para ellos. A pesar de eso, mamá siempre mantenía la luz del porche encendida para hacerme saber que todavía esperaban a que yo llegara a casa. —¿Qué dices, muchacho? ¿Te parece si entramos? —le pregunté a Zeus, que se acurrucaba en el asiento del pasajero del auto, moviendo la cola—. Bien. Entremos. Una vez pisé en el porche, llamé un total de cinco veces antes de escuchar el desbloqueo de la puerta. Papá y mamá se hallaban allí en pijama mirándome, casi como si estuvieran viendo un fantasma. Me aclaré la garganta. —Miren, sé que he sido una hija de mierda este año pasado. Sé que desaparecí y no dije una palabra. Sé que he estado perdida y deambulando en mi mente tratando de encontrar mí camino. Sé que he dicho algunas cosas terribles antes de irme, culpándoles de lo sucedido. Pero yo... —Mi mano rozó mi boca antes de que metiera mis manos en los bolsillos de los pantalones vaqueros. Empecé a patear alrededor las rocas invisibles en el suelo—. Me preguntaba si me podría quedar aquí por un tiempo. Porque, todavía estoy perdida. Todavía estoy desviada. Pero no creo que pueda hacerlo sola. Sólo necesito... um... Sólo necesito a mi mamá y papá por un tiempo, si eso está bien. —Salieron al porche, envolviendo sus brazos alrededor de mí.
Casa.
Me dieron la bienvenida a casa.
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: Brittana: El aire que Ella respira. cap 42, 43, 44 , 45 Y EPILOGO
CAPITULO 38
BRITTANY
¿Qué quiere decir con que se ha ido? —le pregunté al señor Henson. Mis manos agarraban la barra del mostrador de su tienda mientras me hacía una taza de té en la tarde del viernes. Acababa de dejar a Lexie en casa de sus abuelos para pasar la noche, y dándome cuenta de que no había visto u oído de Santana en unos pocos días, me hallaba en mi punto de quiebre. Necesitaba hablar con ella o, al menos, saber que estaba bien.
—Se fue hace dos días. Lo siento, Britt. —La personalidad alegre del señor Henson se fue, lo cual me asustó. —¿Cuándo volverá?
Silencio.
Mis manos aterrizaron en mis caderas y golpeteé mi zapato contra el suelo de madera. —Bueno, ¿a dónde fue?
—No lo sé, Britt.
Me reí, los nervios y la preocupación acumulándose dentro de mí.
—No responderá mis llamadas. —Mi mandíbula se sacudió mientras las lágrimas se formaban en mis ojos. Mis hombros subieron y cayeron—. No responderá mis llamadas. —Cariño, ambas han pasado por mucho. Y sé que esto tiene que ser duro para ti… —No. No para mí. Quiero decir, puedo tratar con ella no contestando a mis llamadas. Puedo tratar con ella ignorándome. Pero tengo una niña de cinco años preguntando dónde están Garrapata y Zeus. Preguntando dónde han ido sus dos amigos. Preguntando por qué Zeus no ha estado para jugar con la pelota o por qué Santana no ha estado leyéndole por la noche. Así que sí, estoy triste de que no me hable, pero estoy más allá de molesta porque dejara a Lexie así, sin una palabra, sin un pensamiento. Estoy enojada debido a que ella ha estado llorando porque los extraña. Y eso rompe mi corazón ya que no puedo ni siquiera decirle dónde está ella o si volverá. Ella dijo que lucharía por nosotras, pero cuando esto se ha desmoronado, ni siquiera lo ha intentado. —Mi voz se rompió—. Ella se merece lo mejor. Él extendió su mano y la colocó en la parte superior de la mía. Una suave oleada de consuelo fluyó a través de mí. —Ustedes merecen algo mejor que eso.
—Está bien, mejor me voy. Sólo, si oye de ella… —Mis palabras se desvanecieron. No sabía si quería que el señor Henson le dijese a Santana que volviera o se fuera al infierno. Así que me fui de la tienda con una mente confusa. Esa noche, me fui a la cama antes de las diez. No dormía, sino que miraba fijamente al techo de mi oscura habitación. Me puse de lado y miré el espacio vacío junto a mí. Cuando recibí una llamada de Kathy diciendo que Lexie quería volver a casa temprano esa noche, hubiera mentido si hubiese dicho que no me sentía contenta. Cuando volvió, se tumbó a mi lado en mi cama. Le leí un par de capítulos de la Telaraña de Charlotte en mi mejor voz de zombie, y ella se rió, recordándome las cosas importantes. Después de la historia, ambas nos tumbamos de costado, cara a cara. Besé la punta de su nariz y ella besó la mía. —¿Mamá? —dijo. —¿Sí? —Te amo. —Te amo, nena. —¿Mamá? —dijo una vez más. —¿Sí? —La voz de zombi de Garrapata era buena, pero la tuya es mejor. —Bostezó y cerró los ojos. Peiné su salvaje cabello rubio con mis dedos mientras empezaba a perderse en el sueño—. ¿Mamá…? —susurró por última vez esa noche. —¿Sí? —Extraño a Zeus y Garrapata.
Me acurruqué a su lado, cayendo dormida sólo un par de minutos después que ella. No le dije nada, pero también los echaba de menos. Muchísimo.
La mañana siguiente, me levanté de la cama de golpe ante el sonido de una pala raspando contra la acera fuera de mi casa. —Santana… —murmuré para mí misma, poniéndome mi bata y pantuflas, apresurándome al frente de la casa. Cuando abrí la puerta, la pequeña pizca de esperanza que tenía, fue demolida cuando vi a Blaine de pie en mi acera, deshaciéndose de la nieve recién caída. —¿Qué haces? —pregunté, cruzándome de brazos. Me miró con una sonrisa al revés y se encogió de hombros. —Quería venir y ver cómo lo estaban haciendo Lexie y tú. —Paró de palear y descansó su barbilla contra el mango—. Además, estoy bastante seguro de que estás cabreada conmigo. Resoplé. ¿Cabreada?
Me sentía más allá de cabreada… me encontraba lívida. —No tenías derecho a decirle a Santana sobre el accidente. —Mis ojos intentaron bloquearse con los suyos. Tal vez si miraba fijamente mis ojos, pudiera ver lo mucho que me hirió. Tal vez si miraba fijamente mis ojos, pudiera ver cómo arruinó las cosas para Santana y para mí. ¿No te sientes mal en absoluto? Él no se encontraría con mi mirada. Sus ojos titubearon en el suelo, y pateó la nieve con sus botas. —Pensé que ya se lo habías dicho.
—Blaine, sabes que no lo hice. No sé qué te pasa últimamente. ¿Es porque no iría a una cita contigo? ¿Es porque te sentías avergonzado? He estado pensando sin parar por qué harías algo tan cruel y no se me ocurre nada. Literalmente no puedo entender por qué me harías eso. Pasó la palma de su mano por su boca y susurró algo. —¿Qué? —pregunté—. Habla alto.
No lo hizo. Bajé las escaleras del poche y me paré delante de él. —Has estado en mi vida durante años, Blaine. Estuviste en mi boda. Eres el padrino de mi hija. Me sostuviste en el funeral de mi esposo. Así que, si hay una razón para que estés actuando raro, si hay una razón para que nos separaras a Santana y a mí, entonces dímelo. Porque si hay una verdadera y legítima razón por la que crees que no debería estar con ella, entonces quizás pueda superar este sentimiento dentro de mí. Tal vez podría encontrar una manera de mirarte y no sentirme enferma del estómago. —No lo entenderías —dijo con su cabeza todavía baja.
—Pruébame.
—Pero…
—¡Blaine!
—¡Maldita sea, te amo, Brittany! —gritó, finalmente encontrando mi mirada. Sus palabras me golpearon duro, haciendo que tropezara hacia atrás mientras mi corazón dejaba de latir por un momento. Dejó caer la pala y luego alzó sus manos con derrota—. Estoy enamorado de ti. He estado enamorado de ti durante años. Desde la primera vez que te conocí. Escondí mis sentimientos durante tanto tiempo porque mi mejor amigo te amaba también. Y tú lo amabas. Nunca dije una palabra porque sabía que si había alguien merecedor de tu amor, era Sam. Pero después de que muriera… —Vino en mi dirección y peinó mi cabello suelto detrás de mis orejas—. No planeé quererte tanto como lo hice una vez que volviste a la ciudad. Enterré mis sentimientos profundamente. Pero entonces, esta tipa Santana vino y permanecí atrás una vez más, mirando a alguien más hacerte reír, alguien más hacerte feliz, alguien más amándote.
»Así que cada día, me sentía más celoso. Cada día quería que me quisieras. Quería tus risas, tus sonrisas, a ti. Te quería, Britt. Entonces, intenté separarlas a Santana y a ti. Sé que fue una cosa de mierda para hacer y sé que no puedo pedirte que me perdones, pero… —Suspiró y entrelazó sus dedos con los míos—. Sólo te amo tan malditamente tanto y no estoy seguro de si mi corazón puede soportar no tenerte. Sus dedos se unieron con los míos, pero en lugar de la calidez que Sam siempre me traía, en lugar de la ternura que Santana me transmitía, sólo sentí frialdad. Sostener la mano de Blaine me hizo sentir más sola que nunca.
—Nos hiciste romper deliberadamente —dije atónita. Dejé caer su asimiento y luego pasé mis manos por mi cabello—. Literalmente interferiste en mi vida, en mis elecciones, ¿porque me amas? —Ella no es buena para ti. Negué con la cabeza. —Tú no decides eso. —Ella te habría hecho daño. Es un monstruo, sé que lo es. Y mira lo que ha pasado a la primera señal de problemas, ha desaparecido. Yo no te dejaría, Britt. Lucharía por ti. —Sin embargo, tal vez deberías. Alzó una ceja.
—¿Tal vez debería qué? ¿Tal vez debería luchar por ti? Lo haré, te lo prometo, lo haré. —No. —Me crucé de brazos, con la cabeza bien alta—. Tal vez deberías irte.
—Britt…
—No —siseé, mi voz lastimando sus oídos—. No me llames así. Estás loco si crees que querría tener algo contigo. Cuando amas a alguien, no te sales de tu camino para hacerles daño. Cuando realmente amas a alguien, quieres su felicidad más que la tuya propia. Santana no es un monstruo, Blaine. Tú eres el único por el que la gente debería preocuparse. Estás enfermo. Delirante. Ahora, déjame sola. No vuelvas a mi casa. Si me ves en la ciudad, mira hacia otro lado. Porque verdaderamente no quiero tener nada contigo. —No quieres decir eso. —Su cuerpo temblaba y todo el color había desaparecido de su cara. Empecé a subir las escaleras de mi porche, todavía escuchando sus gritos—. ¡No quieres decir eso, Britt! ¡Estás enojada, pero estaremos bien! Estaremos bien, ¿verdad? Cuando mis pies se encontraban dentro de la casa, di un portazo y me apoyé contra la puerta. Mi corazón latía contra mi caja torácica y continuaba oyendo a Blaine gritando fuera sobre cómo íbamos a solucionar las cosas… cómo estaríamos bien. Pero no lo haríamos. La única manera en que yo estaría bien era si nunca veía su cara de nuevo.
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: Brittana: El aire que Ella respira. cap 42, 43, 44 , 45 Y EPILOGO
CAPITULO 39
SANTANA
Semanas pasaron después de mi partida de Meadows Creek, seguido de meses. Pasé la mayor parte de mi tiempo en el patio trasero de mis padres, cortando madera y tallando en ella. Construí cosas con mis manos, porque construir se sentía como lo único que me quedaba de mí misma.
Cuando mayo llegó, todavía pensaba en Brittany. Todavía extrañaba a Lexie. Todavía aprendía cómo decir adiós a Marley. Todavía quería a Santiago de vuelta. No sabía que era posible perder mi mundo dos veces en un período de tiempo tan corto. —Santana —dijo mamá, dando un paso en su porche trasero—. ¿Quieres venir a cenar? —No, estoy bien.
Frunció el ceño. —Bueno. Mi mano descansaba contra el hacha en mis manos, y bajé mi cabeza. —En realidad, creo que comeré. El nivel de emoción que se apoderó de ella casi me hizo sonreír. A pesar de que sabía que estaba lejos de tener hambre, la alegría que le trajo me hizo querer rellenar mi cara. Mamá pasó por muchas cosas desde el accidente. No podía imaginar la cantidad de culpa que probablemente coloqué en sí misma, el número de luchas con las que lidiaba por saber que ella estuvo detrás del volante, y no hice que fuera más fácil para ella. Lo menos que podía hacer era sentarme y cenar con ella y papá. —¿Estás pensando en vender la casa en Meadows Creek? —preguntó papá.
—No lo sé. Probablemente. Comenzaré todo eso la próxima semana o algo así. —Si necesitas algo de ayuda, házmelo saber. No sé mucho acerca de la venta de una casa, pero puedo buscar en Google mejor que la mayoría de la gente de mi edad —bromeó. Me reí. —Lo tendré en mente. —Cuando levanté mi mirada, vi a mamá mirando hacia mí con ese mismo ceño fruncido que llevaba afuera. Me moví en mi asiento—. La cena está grandiosa —dije, haciendo un cumplido a sus habilidades. Ella seguía luciendo triste. —Gracias. —¿Qué está mal? —pregunté, frotando la parte de atrás de mi cuello. —Estás sola… ¿Qué te ha pasado? Pareces tan afligida. —Estoy bien. —No lo estás. Papá se aclaró la garganta y le dio a mamá una mirada severa. —Vamos, Mary. Dale tiempo. —Lo sé, lo sé. Es sólo, soy una madre, y la peor sensación del mundo es saber que tu hija está sufriendo y que no puedas arreglar ese dolor. Extendí la mano sobre la mesa y agarré su mano con la mía. —No estoy bien. Pero lo estaré.
—¿Lo prometes? —preguntó. —Lo prometo. No me había detenido por el cementerio desde que regresé a la ciudad. Pasé demasiadas horas en el auto, tratando todo lo posible para averiguar lo que se suponía que debía hacer con mi vida. Cómo se suponía que debía seguir adelante. Cuando me encontré sentada estacionado en frente del cementerio, sentí mi estómago atarse con nudos. Tomó todo en mí para salir del auto y caminar. No había estado allí desde el entierro. De pie delante de las lapidas de Marley y Santiago hizo que mis ojos se llenaran de lágrimas mientras acostaba flores contra ellas. —Hola, chicos. Lamento no haberlos visitado. La verdad es que intentaba todo lo posible para huir de ustedes, porque no sé vivir sin ustedes. Los abandoné y me fui a buscar un reemplazo. Por alguien que ni siquiera existe, porque no podía imaginar no tener una familia más. No podía imaginar vivir en un mundo en el que ambos no estaban. No sé cómo hacer esto sin ustedes. No sé cómo existir... así que sólo díganme qué hacer. Por favor. Estoy tan jodidamente perdida. No creo que pueda hacer esto sin ustedes. —Mi corazón latía fuertemente contra mi pecho mientras me deslizaba hasta el suelo, permitiéndome finalmente a mí misma sentir la pérdida de Marley y Santiago. Ellos eran mi mundo. Santiago era mi corazón, y Marley era mi alma, y los defraudé dándole la espalda a los dos. Por no hacer duelo por su memoria en la forma en que se lo merecían—. Por favor despiértenme. Despiértenme. Despiértenme y díganme que soy más fuerte de lo que creo que soy. Despiértenme y díganme que mi corazón no se está rompiendo más. Me quedé con ellos hasta que el sol empezó a ponerse. Mis brazos se envolvían alrededor de mis rodillas, y permanecí quieta, mirando a las palabras en las piedras. Extrañando a las personas, extrañando personas que conocían mejor de lo que conocías tú mismo el vacío izquierdo dentro de ti. Traté de llenar ese vacío, pero tal vez se suponía que debía ser dejado hueco dentro de mi corazón. Cada día, sentí el dolor, los recuerdos. Cada día, ambos se cruzaron por mi mente; supuse que era la bendición tras el corazón roto. —Si pudiera contarte un secreto, Marley, me gustaría decirle que la amo todavía. Te diría que Brittany es algo bueno y correcto en el mundo. Te diría que es la razón por la que empecé a respirar de nuevo. Entonces, ¿qué se supone que debo hacer? ¿Cómo comienzo a avanzar de ella sabiendo que no puede ser mía? Sólo deseo… —Me aclaré la garganta, sin saber lo que deseaba. Respuestas a preguntas no hechas, suponía—. Sólo deseo saber que estarían de acuerdo con esto. Me gustaría saber que estaba bien para mí enamorarme otra vez. —Mientras me levantaba para irme, me besé en los labios dos veces y puse mis dedos sobre las lápidas grises. Justo antes de dar la vuelta para irme, una pequeña pluma blanca llegó flotando desde arriba hacia abajo y aterrizó en mi brazo. Una ola de consuelo se apoderó de mí mientras asentía. —Estaré bien. Voy a estar bien —murmuré, sabiendo que era un beso de mis seres queridos. Sabía que estaría bien un día, porque era evidente que no me hallaba sola.
—¿Qué estás mirando? —me preguntó mamá una tarde mientras me encontraba sentada en la mesa de comedor que papá le hizo para Navidad un par de años antes. Me aferré a la fotografía que Lexie tomó de Brittany y yo con las plumas blancas muchos meses antes. La miraba todos los días desde que me fui. —Nada. —Déjame ver —dijo, sentada a mi lado. Le pasé la fotografía y escuché un ligero jadeo caer de sus labios—. Esa es ella. —¿Esa es quién? —¡Kevin! —gritó, llamando a papá a la habitación—. ¡Kevin! ¡Ven acá! Se precipitó en la habitación. —¿Sí? Le pasó la imagen a papá, y él entrecerró sus ojos mientras mamá comenzó a explicar. —El día del accidente, esa era la chica. Me estaba cayendo a pedazos en la sala de espera, mientras que Marley y Santiago, ambos, entraron en cirugía. Lloraba incontrolablemente, y esta mujer se acercó a mí y me abrazó. Se quedó conmigo todo el tiempo, evitando que me desintegrara, diciéndome que estaría bien. —¿Esa es ella? —pregunté, señalando la fotografía—. ¿Estás segura? Asintió. —Lo sé sin lugar a dudas en mi mente. Es ella. Cuando Marley y Santiago salieron de la cirugía, no sabía qué hacer, a quién comprobar primero… así que se sentó con Marley mientras yo me sentaba al lado de Santiago. —Me miró con confusión en su mirada—. ¿Por qué tienes una foto con ella? Tomé la foto de vuelta de papá y me quedé mirando a una Brittany sonriendo, tratando de obtener control sobre lo que sucedía. Se quedó al lado de Marley. —No lo sé.
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
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Re: Brittana: El aire que Ella respira. cap 42, 43, 44 , 45 Y EPILOGO
tenia la esperanza de que santana entendiera que britt no habia tenido la culpa pero el hecho de que briit se lo cayara destrozo todo, sera que santana regresa, y britt, aun la estara esperando???????
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
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Re: Brittana: El aire que Ella respira. cap 42, 43, 44 , 45 Y EPILOGO
Es difícil de asimilar lo que paso...
Necesitan tiempo cada una para pensar y darse cuenta que en si britt no tiene la culpa....
A ver que pasa sabienos parte de lo que paso en el accidente después...
Necesitan tiempo cada una para pensar y darse cuenta que en si britt no tiene la culpa....
A ver que pasa sabienos parte de lo que paso en el accidente después...
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
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Edad : 33
Re: Brittana: El aire que Ella respira. cap 42, 43, 44 , 45 Y EPILOGO
Pues Britt ya saco de su vida a Blaine al menos.
Pensé igual que San no culparía a Britt del accidente, tiene que sanar sí, pero ahora le hizo daño a Lexie y no se vale al menos de ella se hubiera despedido....
Y bueno se ve que la vida planeaba juntarlas de un modo u otro, ojala San regrese pronto por la familia que dejo atrás
Pensé igual que San no culparía a Britt del accidente, tiene que sanar sí, pero ahora le hizo daño a Lexie y no se vale al menos de ella se hubiera despedido....
Y bueno se ve que la vida planeaba juntarlas de un modo u otro, ojala San regrese pronto por la familia que dejo atrás
JVM- - Mensajes : 1170
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Re: Brittana: El aire que Ella respira. cap 42, 43, 44 , 45 Y EPILOGO
Que difíciles son estas situaciones!!!
Por lo menos Blaine afuera!!
Saludos
Por lo menos Blaine afuera!!
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
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Re: Brittana: El aire que Ella respira. cap 42, 43, 44 , 45 Y EPILOGO
micky morales escribió:tenia la esperanza de que santana entendiera que britt no habia tenido la culpa pero el hecho de que briit se lo cayara destrozo todo, sera que santana regresa, y britt, aun la estara esperando???????
hola, pues si que le ha dolido, pero Britt penso que la perderia si se lo contaba creo que ella tampoco lo asimilo muy bien y todo se salio de las manos por el estupido de Blaine, pero no era justo tampoco que Santana huyera de esa manera, creo que no todo esta perdido, una de las dos tendra que dar su brazo a torcer. Saludos
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
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Re: Brittana: El aire que Ella respira. cap 42, 43, 44 , 45 Y EPILOGO
3:) escribió:Es difícil de asimilar lo que paso...
Necesitan tiempo cada una para pensar y darse cuenta que en si britt no tiene la culpa....
A ver que pasa sabienos parte de lo que paso en el accidente después...
sip necesitan tiempo como dicen el tiempo lo cura todo, pero no creo que soporten estar tanto tiempo lejos. ya bastante conexion entre ellas. Saludos
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: Brittana: El aire que Ella respira. cap 42, 43, 44 , 45 Y EPILOGO
JVM escribió:Pues Britt ya saco de su vida a Blaine al menos.
Pensé igual que San no culparía a Britt del accidente, tiene que sanar sí, pero ahora le hizo daño a Lexie y no se vale al menos de ella se hubiera despedido....
Y bueno se ve que la vida planeaba juntarlas de un modo u otro, ojala San regrese pronto por la familia que dejo atrás
Hola, sip ya Britt abrio sus ojos y espero que mantenga a Blaine lejos, lo mas lejos posible, y igualmente espero que Santana regrese o que Britt vaya en su busqueda. Saludos
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: Brittana: El aire que Ella respira. cap 42, 43, 44 , 45 Y EPILOGO
monica.santander escribió:Que difíciles son estas situaciones!!!
Por lo menos Blaine afuera!!
Saludos
Hola, si muy dificil para ambas, espero que Blaine desaparezca de la historia, para bien o para mal.
Saludos.
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
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Re: Brittana: El aire que Ella respira. cap 42, 43, 44 , 45 Y EPILOGO
CAPITULO 40
BRITTANY
ADIOS
No, —dije en voz baja, de pie en la sala de espera mientras un médico se hallaba de pie frente a mí. —Lo siento mucho. Él no pudo salir de la cirugía. Hicimos todo lo posible para detener la hemorragia, pero no hemos podido... —Sus labios seguían moviéndose, pero no lo podía escuchar más. Mi mundo acababa de ser robado de mí, y mis piernas cedieron mientras me bajé a sentarme en la silla más cercana. —No —murmuré otra vez, cubriendo mi cara con las palmas de mis manos. ¿Cómo podía haberse ido tan rápido? ¿Cómo iba a dejarme aquí sola? Sam, no… Antes de la cirugía, sostuve su mano. Le dije que lo amaba. Lo besé por última vez. ¿Cómo puedes haberte ido? El médico se alejó después de decirme que lo sentía mucho, pero no me importaba. Kathy y Lincoln se presentaron unos momentos después, y sus corazones se hicieron añicos junto con el mío. Nos alojamos en el hospital durante más tiempo, hasta que Lincoln dijo que debíamos salir, tuvimos que empezar a planificar. —Nos encontraremos de vuelta en tu casa —dije—. Dios. Lexie está en la casa de Rachel. ¿Crees que puedes recogerla?
—¿A dónde vas? —me preguntó Kathy. —Sólo permaneceré aquí por un poco más. Frunció el ceño. —Cariño. —No, realmente, estoy bien. Lo estaré pronto. Puedes sólo... ¿puedes esperar para decirle a ella? Kathy y Lincoln estaban de acuerdo. Me quedé durante horas en esa sala de espera, insegura de qué esperaba. Parecía que todo el mundo en la sala de espera hacía exactamente eso: esperando una respuesta, esperando una oración, esperando la esperanza. En la esquina se encontraba una mujer mayor llorando a moco tendido, completamente sola, y no podía evitar sentirme atraída por ella. Su cuerpo se hallaba golpeado, maltratado, como si sólo se hubiera alejado de un evento impío. Sin embargo, el dolor en sus ojos tormentosos era lo que más me perseguía. No debería haber entrado en su mundo de esperar, pero lo hice. La abracé y ella no me apartó. La abracé, y nos vinimos abajo juntas. Después de algún tiempo, una enfermera informó a la mujer que su nieto y su nuera se encontraban ambos fuera de la cirugía, pero en estado crítico. —Los puede ver. Puede sentarse en sus habitaciones, pero no responderán. Sólo para que sepa. Sin embargo, puede sostener sus manos. —¿Cómo...? —Sacudió su voz y cayeron las lágrimas—. ¿Cómo elijo a quien ver primero? ¿Cómo puedo…? —Me sentaré con uno de ellos hasta que pueda —le ofrecí—. Voy a sostener su mano. Me envió a sentarme con su nuera. Cuando entré en la habitación, un escalofrío corrió a través de mí. La pobre mujer fue drenada de todo su color. Era casi un fantasma viviente. Acerqué una silla a su lado y tomé su mano en la mía.
—Hola —le susurré—. Esto es raro y ni siquiera estoy segura de qué decir. Pero, bueno, soy Brittany. Conocí a tu suegra y está muy preocupada por ti. Así que necesito que luches. Ella dijo que tu esposa está en camino de regreso de un viaje, muy preocupada. Así que necesito que sigas luchando. Sé que tiene que ser difícil, pero sigue adelante. —Las lágrimas cayeron de mis ojos mientras miraba a la desconocida que parecía tan familiar para mi corazón. Pensé en cuán rota hubiera estado si no hubiera podido por lo menos sostener la mano de Sam antes de su fallecimiento—. Tu pareja necesitará que seas fuerte. —Me incliné cerca de su oído y le susurré, esperando que mis palabras encontraran su alma—. Hay que asegurarse de que tu esposa está bien. Hay que asegurarse de que pueda abrazarte. Hay que asegurarse de que pueda decir que te ama. No puedes dejarla ir todavía. Sigue. Luchando. Sentí sus dedos apretarse contra los míos, y mi mirada se trasladó a nuestras manos. —¿Señora? —dijo una voz. Me volví hacia la puerta para ver una enfermera mirándome—. ¿Es familia?
—No. Yo sólo… —Voy a tener que pedirle que se vaya. Asentí una vez.
Y me solté de su mano. —Ella sigue dejando estas notas adhesivas. —Suspiré, sentada en el balancín con Rachel mientras Lexie jugaba en las barras y bajaba por el tobogán—. De vez en cuando encuentro una en mi ventana, y yo simplemente no sé qué pensar sobre los mensajes. Dice que todavía me ama y me quiere, pero luego... nada. No sé qué pensar.
—Está jugando juegos de mente, y eso no está bueno. Sólo que no entiendo por qué iba a hacer un poco de basura como eso. ¿Piensas que está siendo grosera? Al igual que, ¿volviendo a ti por no decirle sobre el accidente? —No. —Negué con la cabeza—. Ella no haría eso. —Han sido meses, Britt. No ha llamado una vez. No ha salido a excepción de algunas piezas al azar de papel de vez en cuando. Eso no es normal. —Nunca hubo nada de normal entre Santana y yo. Ella empujó el sube y baja hacia abajo y me miró. —Quizás es el momento de encontrar una nueva normalidad, entonces. Mereces una vida normal. No contesté, pero tal vez tenía razón.
Sólo deseaba que las notas no me trajeran tanta comodidad de que podría volver a mí un día.
Sólo necesito tiempo para resolver las cosas. Volveré pronto. Te quiero.
—SL.
Espérame.
—SL.
Todo el mundo se equivoca acerca de nosotras. Sólo por favor espérame.
—SL.
—Hay cosas púrpura en tus labios, Jake —dije cuando entré en la cafetería en mi turno. Él fue rápido para pasar sus manos sobre su boca mientras veía sus mejillas enrojecerse. Para las últimas semanas, Finn empezó a tirar a Jake en la cocina para el servicio de almuerzo para aprender a cocinar el menú de la cafetería. Parecía tan feliz finalmente haciendo algo que amaba, y resultó que era bastante sorprendente en ello.
—Gracias —dijo, levantando una pila de platos para llevar a la sala de lavado. Mientras caminaba por la puerta, Rachel salió, y se hizo un tango incómodo de “quién sale fuera del camino primero.” Cuando Rachel me vio, gritó en mi camino, me saludo. Sonreí. —Agradable barra de labios de color púrpura que tienes, amiga. Ella sonrió. —¡Gracias! Me lo acabo de comprar. —Juro que lo he visto antes. —Nop. —Sacudió la cabeza—. Lo acabo de conseguir anoche. —No, quiero decir, creo que lo he visto, hace cinco segundos en los labios de Jake. Su rostro enrojeció, y giró sus dedos juntos, corriendo hacia mí. —Oh, Dios mío, ¡mierda! ¿Espeluznante Jake lleva la misma barra de labios que yo? Necesito encontrarme un nuevo color. Levanté una ceja. —Estás tan llena de mierda. Así que dime.
—¿Decirte algo? —Su apodo para su ya-sabes-qué. Puso los ojos en blanco. —Oh, Dios mío, Britt. Tenemos casi treinta años. ¿Crees que podemos no actuar como de cinco años por un día? —La seriedad en su voz mientras se acercaba al mostrador para conseguir a un cliente un queso danés me hizo pensar si realmente estaba creciendo, hasta que gritó a través del cuarto—: ¡Super Tamaño Jake! Me eché a reír. —Y pensar que estos últimos meses me has convencido de que Jake era un inmundo.
—Oh, lo es. Es un inmundo total. Como, que hizo estas cosas realmente asquerosas la noche anterior —explicó, sacando una silla en una mesa vacía y sentándose. Todavía me sentía completamente confundida sobre cómo se las arregló para mantener su trabajo en ese lugar. —¿Qué hizo? —pregunté, sentándome frente a ella. Si no puedes con ellos, úneteles.
—Bueno, para empezar, siempre pregunta qué estoy haciendo, eso es simplemente extraño. Es casi como si quisiera saber de mí. —Amiga. Está bien, es un territorio completamente raro —me burlé. —¡Claro! ¡Y entonces! Ayer por la noche, llegó a mi casa, y le pregunté en cual cuarto quería follar y fue todo como: “No, quiero llevarte a alguna fantasía”. Como, ¿qué? Y luego después de la cena y las bebidas, me acompañó hasta mi puerta, ¡me besó en la mejilla, y dijo que le encantaría salir conmigo otra vez! Ni siquiera trató de llenar mi vagina anoche. —¡QUÉ CANALLA! —¡LO SÉ! —Hizo una pausa, mirando hacia atrás a la cocina, donde Jake encendía la plancha. Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios antes de volverse hacia mí—. No es tan raro, supongo. —No, creo que no. Estoy tan contenta de que lo pongan a trabajar en la cocina también. Recuerdo que me decía lo mucho que quería hacer eso.
—Sí, además, es sólo locamente increíble allí. —Me sorprende que Finn le permitiera cocinar. Se encogió de hombros. —El tipo tenía que hacerlo. Lo chantajeé con la amenaza de enviar el video de él bailando desnudo como las Spice Girls a todos los que trabajan aquí a menos que le diera a Jake una oportunidad. —Eres una persona terrible, Rachel. —Me levanté de la silla y fui para regresar al trabajo—. Sin embargo, una gran amiga. —Es ese escorpiano en mí. Te amo hasta que hagas algo para molestarme. Entonces me convierto en tu satanás personal. Me reí. —Oh, mierda —gritó Rachel, saltando de su asiento, colocando sus manos sobre mis hombros, y girándome de frente a las ventanas delanteras—. Bueno. No te asustes. —¿Acerca de qué? —Bueno, ¿recuerdas cuando tu marido murió y desapareciste por un año y luego regresaste, pero te sentías muy deprimida y comenzaste a follar una capulla que resultó no ser una idiota, pero sólo que la tipa resultó herida porque su esposa e hijo murieron? Y luego cayeron en un relación sexual rara donde fingían que eras tanto otra persona, pero entonces un día estabas como “pero quiero que seas tú y yo ser yo”, así que te enamoraste. Y luego te enteraste de que tu marido se hallaba involucrado en las muertes de su familia, y luego la mierda se puso rara y la tipa se fue del pueblo, pero por alguna razón pensaba que estaba bien seguir dejándote notas adhesivas que sólo te dejaban aún más confusa y herida y totalmente “oh, Dios mío, se siente como que estoy con síndrome premenstrual durante cuatro semanas de cada mes y ni siquiera puedo comer más helado porque mis lágrimas calientes lo derriten cada vez que lloro en el Ben & Jerry’s.” ¿Recuerdas todo eso? Parpadeé varias veces. —Sí, creo que suena familiar. Gracias por el paseo de los recuerdos.
—De nada. Bueno, está bien, no te asustes, pero aquí está la cosa. ¿Esa tipa de la que te enamoraste? Está al otro lado de la calle en la tienda de vudú. Mi cuerpo se disparó a alrededor, y vi a Santana de pie en la tienda con el señor Henson. Mi corazón se disparó de mi pecho a mi garganta, y pude sentir mi cuerpo cosquilleando con nervios.
Santana.
—Te estas volviendo loca —dijo.
Negué con la cabeza. —No lo estoy.
—Te estás volviendo loca —repitió.
Asentí. —Lo estoy. —Mi voz temblaba—. ¿Qué hace aquí?
—Creo que deberías ir a averiguarlo —dijo Rachel—. Mereces una respuesta por todas esas malditas notas adhesivas.
Tenía razón. Necesitaba saber. Necesitaba un cierre. Necesitaba seguir adelante olvidando cualquier esperanza de que algún día volvería a mí porque yo definitivamente seguía esperando.
—Finn, Britt está tomando una pausa del almuerzo —gritó Rachel. —¡Acaba de llegar! ¡Y es la hora del desayuno! —respondió. —Bien. Está tomando un descanso del desayuno. —De ninguna manera. Ella trabajará todo su turno. —Rachel empezó a tararear “Spice Up Your Life” por las Spice Girls, y la cara de Finn se puso roja como tomate—. Toma todo el tiempo que necesites, Britt.
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
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Re: Brittana: El aire que Ella respira. cap 42, 43, 44 , 45 Y EPILOGO
CAPITULO 41
SANTANA
Estacione frente a la tienda del señor Henson y me apresuré a entrar. Él me llamó el día anterior y sonó muy angustiado, me dijo que la tienda iba a cerrar debido a problemas con el idiota de la ciudad. Sabía que Blaine tenía algo que ver con eso, y sabía que el señor Henson probablemente se caía a pedazos. Tenía que comprobarlo para ver cómo podía ayudar, después de todo, él fue uno de los primeros en estar ahí para mí cuando me sentía completamente perdida. Cuando entré a Cosas Necesarias, mis ojos se abrieron cuando vi el Sr. Henson empacando la tienda. Era como si todo lo mágico en el lugar se hubiera ido. Todos los estantes vacíos. Todos los elementos misteriosos guardados en cajas. —¿Qué diablos está pasando? —dije, moviéndome hacia el señor Henson. —Blaine consiguió su deseo. Estoy cerrando la tienda. —¿Qué? Pensé que me llamaste aquí para tratar de resolver esto. —Mis dedos corrieron por mi cabello—. No puedes cerrar tu tienda. ¿Hizo esto en la reunión del ayuntamiento? ¡No puede hacer esto! —No importa, Santana. Ya vendí la tienda. —¿A quién? La recuperaré. Cueste lo que cueste. ¿A quién se la vendiste? —Al imbécil del pueblo. —Blaine no puede tener esta tienda. No puedes dejarle ganar.
—No hablaba de Blaine. —Entonces, ¿de quién hablas? Se volvió hacia mí y me tomó la mano, colocando un juego de llaves en mi mano. —De ti.
—¿Qué? —Es tuya, cada centímetro cuadrado —cantó el Sr. Henson.
—¿De qué hablas? —Bueno —dijo, sentándose encima de una de las cajas—. He vivido mi sueño. He visto la magia que este lugar puede crear. Ahora es el momento de dársela a otra persona que necesite algo de magia en su vida. Alguien que necesite soñar un poco. —No voy a tomar tu tienda. —Oh, pero verás, esa es la belleza de todo. No la estás tomando. Ya es tuya. He hecho todo el papeleo. Todo lo que tienes que hacer es firmar la línea punteada. —¿Qué podría hacer yo con todo esto? —le pregunté.
—Tienes un sueño, Santana. Los muebles que tu padre y tú crean atraerán mucha más atención a este espacio, que lo que mis viejos cristales alguna vez hicieron. No dejes que nadie jamás mate tus sueños, hija mía. —Se levantó de su caja, se acercó a la barra, y recogió su sombrero. Se lo colocó en la cabeza y comenzó a caminar hacia la puerta principal. —¿Qué pasa contigo? ¿Qué vas a hacer? —le pregunté, mirándolo abrir la puerta y haciendo sonar la campana. —En cuanto a mí, bueno, buscaré un nuevo sueño, porque nunca se es demasiado viejo para soñar un poco, para descubrir un poco de magia. He oído que hay rumores de que la ciudad podría necesitar algunas reparaciones, y tengo unos cuantos dólares por ahí. Hablaremos sobre los detalles más adelante, pero por ahora, nos estaremos viendo. —Me guiñó un ojo, saliendo por la puerta. Me acerqué a la puerta de la tienda y la abrí rápido, mirando en la dirección en que el Sr. Henson desapareció. Mi mente empezó a preguntarse si había sido algún tipo de rara alucinación, pero cuando bajé mi mirada a las llaves en mis manos, supe que era real. —¿Qué haces aquí? Me di la vuelta para ver a Brittany de pie detrás de mí, con los brazos cruzados. —Britt —murmuré, casi sorprendida de verla de pie tan cerca—. Hola. —¿Hola? —resopló, irrumpiendo en la tienda. La seguí adentro—. ¡¿Hola?! —gritó—. ¿Desapareces durante meses, no me das la oportunidad de explicarme, y luego apareces al azar en el pueblo, y todo lo que puedes decir es “hola”? ¡Eres una... eres una... una cabrona! — Britt —dije con los ojos entrecerrados, dando un paso hacia ella. Ella dio un paso atrás. —No. No te me acerques. —¿Por qué no? —Porque cada vez que estás cerca de mí, no puedo pensar con claridad, y tengo que pensar claramente en este momento para decir lo que debo decir. —Dejó de hablar y se tomó un momento para mirar alrededor de la tienda—. Oh, Dios mío. ¿Dónde está todo? ¿Por qué está todo guardado en cajas? Puse mi pulgar entre mis dientes y estudié sus características. Tenía el cabello más largo, más claro también. No llevaba nada de maquillaje, y sus ojos todavía tenían la capacidad de hacer que me enamorara de ella. —Te quedaste con ella. —¿Qué? —preguntó con la espalda apoyada contra el mostrador.
Me acerqué más, encerrándola con mis manos descansando contra la encimera. —Te quedaste con Marley. Su patrón de respiración se volvió irregular, y se quedó mirando mis labios mientras miraba los de ella. —Santana, no sé de qué estás hablando. —El día del accidente, mi mamá se encontraba en la sala de espera sola porque papá y yo todavía estábamos volando de vuelta de Detroit. Tú la viste, y la abrazaste. —¿Esa era tu mamá? —preguntó, con los ojos entrecerrados. Asentí. —Y ella dijo que cuando Marley y Santiago salieron de cirugía, tú te sentaste con Marley. Le tomaste la mano. —Mis labios se cernieron sobre los de ella, y podía sentir las pequeñas exhalaciones dejando su boca—. ¿Qué pasó cuando entraste en esa habitación con Marley? Su voz tembló, y parpadeó un par de veces antes de inclinar la cabeza hacia atrás ligeramente para encontrar mi mirada. —Me senté junto a su cama, cogí su mano, y le dije que no se hallaba sola. —Mis dedos se frotan contra mi frente, entendiendo sus palabras—. Ella no sentía dolor, Santana. Cuando murió, los médicos dijeron que no sufrió ningún tipo de dolor. —Gracias —dije. Necesitaba saber eso. Mi mano izquierda se movió a la parte baja de su espalda, y la acerqué más a mí. —Santana, no. —Dime que no te bese —le rogué—. Dime que no lo haga. No dijo una palabra, pero su cuerpo se estremeció contra el mío. Mis labios rozaron los de ella y la besé con fuerza y profundo, pidiendo disculpas por todo lo que hice, todos los errores que cometí. Cuando nuestras bocas se separaron, seguía temblando contra mi agarre.
—Te amo —dije.
—No. No lo haces.
—Lo hago.
—¡Me dejaste! —gritó, alejándose de mí. Cruzó la habitación, pasando las manos contra sus labios, y se mantuvo fuerte—. Me dejaste sin darme la oportunidad de explicarme. —No supe cómo manejar todo lo que pasaba. Jesús, Britt. Todo en los últimos meses pasó tan rápido.
—¿No crees que sé eso? Vivía las mismas pesadillas que tú, pero quería explicarte lo que pasó. Quería hacer que funcionara. —Todavía quiero hacer que funcione. Se rió con sarcasmo. —¿Es por eso que te mantuviste dejando las notas adhesivas? ¿Era esa tu señal de querer hacer que funcionara? Porque eso sólo me confundió más. Sólo me dolió más.
—¿De qué hablas? —La notas adhesivas. Las que dejaste todas las semanas en la ventana de mi dormitorio durante los últimos cinco meses con tus iniciales. Las mismas notas que utilizamos para escribir la una a la otra. Mis ojos se estrecharon. —Britt, yo no te dejé ningún mensaje.
—Para con los juegos mentales. —No, en serio. No volví a la ciudad hasta hoy. Me miró como si no tuviera ni idea de quién era yo. Di un paso más cerca de ella, y se alejó hacia atrás. —Detente. Sólo… no quiero seguir jugando, Santana. No quiero jugar tus juegos más. De pronto si hubieras aparecido hace dos meses, te habría perdonado. O tal vez hace un mes, pero no hoy. Detente con las notas, y deja de jugar con mi corazón, con el corazón de mi hija. —Se dio la vuelta y salió de la tienda, dejándome muy confundida. Cuando salí, ya caminaba de nuevo a la cafetería de enfrente.
Mi estómago se hallaba en nudos mientras caminaba de vuelta a Cosas Necesarias. Cuando la campana encima de la puerta sonó, mi cuerpo se volvió, con la esperanza de ver a Brittany mirándome. En cambio, volteé y vi a Blaine de pie en mi puerta. —¿Qué haces aquí? —preguntó, con urgencia en su voz. —Ahora no, Blaine. Realmente no estoy de humor.
—No, no, no. No puedes estar aquí. No puedes estar de vuelta aquí. —Comenzó a caminar de ida y vuelta, frotándose las manos contra la parte posterior de su cuello—. Vas a arruinar todo. Ella empezaba a volver de nuevo a mí. Empezaba a confiar en mí otra vez. —¿Qué? —La expresión de su rostro hizo que mi estómago se retorciera—. ¿Qué hiciste? Resopló. —Es realmente un poco ridículo. Quiero decir, te largas, dejándola sola durante meses y meses, y al segundo que vuelvas, ya está cayendo por ti. Besándote como si fueras su maldito príncipe azul. Bueno, mierda, felicitaciones. —Rodó los ojos y volvió a salir—. No se suponía que fuera así —murmuró para sí mismo mientras lo seguía fuera de la tienda y en la calle a su tienda de autos. —¿Has estado dejando notas en la casa de Brittany? —¿Qué? Lo siento, ¿tú eras la única que podía hacer eso?
—Firmaste con mis iniciales. —A ver, Sherlock. —Fue a uno de los autos, abrió el capó, y empezó a juguetear con las cosas. —Pero sabías que ella pensaría que eran de mi parte. ¿Cómo sabías siquiera que intercambiábamos notas? —Cálmate. No es como si tuviera pequeñas camaritas espiándolas. —Levantó la mirada hacia mí con una sonrisa inquietante. Cargué contra él, agarrando su camisa y golpeándolo contra el auto. —¿Eres un hijo de puta psicópata? ¡¿Qué carajo es lo que te pasa?!
—¡¿Qué carajo me pasa?! —gritó—. ¡¿Qué carajo me pasa a mí?! ¡Gané el cara o sello! —dijo entre dientes—. ¡Y él la tomó de mí! ¡Dije cara, y él dijo sello, y la moneda dijo cara! Pero él pensó que podía simplemente tomarla y hacerla amarlo. Jodió nuestras vidas. Ella era mía. Y él se burló de mí una y otra vez por ello durante años. Pidiéndome que fuera su padrino. Rogándome para que fuera el padrino de su hija. Años y años de tirarlo en mi cara cuando Brittany debería haber sido mía. Así que lo manejé.
—¿Qué? —dije, soltando mis manos de su camisa. Sus ojos se encontraban muy abiertos, enloquecido, y no podía dejar de sonreír—. ¿Manejaste qué? —Dijo que su auto estaba raro. Me pidió que revisara debajo del capó porque él y Lexi se iban de viaje fuera de la ciudad para el día. Supe que el que él viniera a mí ese día era una señal, quería que yo lo hiciera. —¿Hacer qué? —Cortar el cable del freno bajo su capó. Él devolvía a Brittany de nuevo a mí. Porque gané el sorteo. Y todo iba genial, excepto que cuando llevó el auto a la autopista, Lexi no se hallaba en el asiento trasero. Estaba enferma en casa. No podía entender sus palabras. No podía creer lo que decía. —¿Intentaste matarlos? ¿Jodiste su auto?
—¡Gané el cara o sello! —gritó, como si estuviera realmente teniendo sentido. —Estás demente. Lanzó una bocanada de aire. —¿Yo estoy demente? ¡Estás aquí sentada enamorada de una mujer cuyo marido mató a tu familia! —Él no los mató. Tú lo hiciste. Mataste a mi familia.
Hizo un gesto con el dedo hacia atrás y adelante. —No, Sam iba al volante conduciendo el auto. Él era el que manejaba. Yo simplemente fui el mecánico bajo el capó. Lo golpeé contra el auto una y otra vez. —Esto no es una especie de juego, Blaine. ¡Son las vidas de las personas con las que estás jugando! —La vida es un juego, Santana. Y te aconsejo que retrocedas. Porque yo la gané. Ahora es el momento para que recoja mi premio, y lo último que necesito es a alguien más en mi camino.
—Estás enfermo —dije, caminando lejos de él—. Y si te acercas a Brittany te mataré yo mismo. Blaine volvió a reír. —Vamos, amiga. ¿Tú me matarás? Cuando se trata de matar, estoy bastante seguro de que te llevo tres veces a cero. Cuatro si cuentas la de más tarde esta noche.
—¿Qué? —A ver. No puedes creer que podría tener a Brittany con una niña que siempre le recordará a su marido muerto, ¿verdad? —Si tocas a Lexi… —le advertí, a segundos de golpear mi puño contra su rostro.
—¿Qué? ¿Qué vas a hacer? ¿Matarme? Ni siquiera recuerdo golpearlo.
Pero sí recordé cómo se derrumbó al suelo. —¡ Britt! —grité, entrando en la cafetería—. Tenemos que hablar. Apenas miró en mi dirección, y me dio la espalda. —Santana, estoy trabajando. Y estoy bastante segura que ya hemos hablado lo suficiente. Envolví mi mano alrededor de su antebrazo y ligeramente la halé. —Britt, en serio. —Suéltala —dijo Rachel, marchando delante de nosotras—. ¡Ahora! —Rachel, no entiendes. Britt, fue Blaine. Todo esto fue él. Él era el que estaba detrás de las notas, el accidente, se encontraba detrás de todo esto. —¿De qué estás hablando? —preguntó Brittany, confusión flotando en sus ojos. —Te lo explicaré todo más tarde, pero por ahora lo que necesito saber es donde está Lexi. Está en problemas, Britt. —¿Qué? Rachel jadeó suavemente. —¿Qué le hiciste a Blaine? —preguntó, mirando a través de la calle. Dos policías hablaban con él, y Blaine apuntaba en mi dirección. Mierda. —Está loco. Dijo que iba a lastimar a Lexi. Brittany temblaba, los nervios controlándola. —¿Por qué dices algo así? Sé que Blaine tiene sus momentos, pero él nunca haría... Fue interrumpida cuando los policías entraron en la cafetería. —Santana Lopez, está bajo arresto por el ataque a Blaine Anderson. —¿Qué? —Brittany se quedó sin aliento, pasándose las manos por el cabello, la confusión en sus ojos—. ¿Qué está pasando? El policía siguió hablando mientras ellos me esposaban. —Resulta que esta chica fue captado por las cámaras de seguridad de la tienda de autos de Blaine Anderson atacándolo. —Empezó a hablarme—. Usted tiene el derecho a permanecer en silencio. Cualquier cosa que diga puede y será usado en su contra en un tribunal de justicia. Usted tiene el derecho a un abogado y si no puede pagarlo, se le será designado uno. Me arrastraron fuera de la tienda, y Brittany se apresuró fuera para seguirnos. —Espera, esto es un malentendido. Santana, diles. Diles que es un error —rogó. —Britt. Comprueba a Lexi. ¿Vale? Sólo asegúrate de que está bien. —Realmente esperaba que me creyera. Realmente esperaba que se asegurara que Lexi estaba bien. —Dejo la tienda contigo durante tres horas y vuelvo para encontrarte encerrada tras las rejas —bromeó el Sr. Henson. —¿Qué haces aquí? —le pregunté, confuso. Arqueó una ceja cuando un policía abrió la puerta de mi celda. —Creo que estoy pagando tu fianza. —¿Cómo sabías que estaba aquí? —Oh. Hice una lectura del tarot. —Entrecerré los ojos y se rió—. Santana, este es el pueblo más chismoso de todos los pueblos. Oí a la gente hablando de ello. Además —dijo mientras doblábamos la esquina del pasillo—, este pajarito me dejó caer una frase. Brittany se levantó del banco en el vestíbulo enfrente y corrió hacia mí. —Santana, ¿qué está pasando? —¿Está Lexi segura? Asintió. —Está con sus abuelos.
—¿Les dijiste lo que está pasando? —Todavía no, sólo les pedí que la vigilaran. Sinceramente, ni yo sé qué está pasando, Santana.
—Blaine hizo esto, Britt. Todo esto fue Blaine. Él te dejó las notas estos últimos cinco meses, no yo. Fue el que causó el accidente con el auto de Sam. Me dijo que fue él, Britt. Tienes que creerme. Él piensa que todo esto es una especie de juego enfermo, y estoy seguro de que no se detendrá hasta que consiga el premio.
—¿Cuál es el premio?
—Tú.
Tragó saliva.
—¿Qué hacemos? ¿Cómo podemos demostrar que está detrás de todo esto? —No lo sé. No sé cuál es su siguiente paso, pero tenemos que hablar con Jake y llevar unos policías a tu casa. —¿Qué? ¿Por qué?
—Blaine dijo algo acerca de cámaras. Creo que podría haber puesto unas cuantas alrededor de tu casa. —Sus manos comenzaron a temblar, y la agarré—. Está bien. Vamos a resolver esto. Todo va a estar bien.
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
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Edad : 43
Re: Brittana: El aire que Ella respira. cap 42, 43, 44 , 45 Y EPILOGO
joder Blaine se volvió completamente un psicópata,...
espero que lo agarren antes de le haga algo la lex,..
espero que lo agarren antes de le haga algo la lex,..
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
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Edad : 33
Re: Brittana: El aire que Ella respira. cap 42, 43, 44 , 45 Y EPILOGO
Que locura con Blaine :s
Ojala que no le haga nada a Lexie y que lo detengan antes de que cometa otra tragedia. Pobre Britt el saber que alguien tan cercano fue quien destruyó tu vida :(
Lo bueno es que San esta de nuevo a su lado
Ojala que no le haga nada a Lexie y que lo detengan antes de que cometa otra tragedia. Pobre Britt el saber que alguien tan cercano fue quien destruyó tu vida :(
Lo bueno es que San esta de nuevo a su lado
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: Brittana: El aire que Ella respira. cap 42, 43, 44 , 45 Y EPILOGO
Blaine esta re chapa!!!!!!
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: Brittana: El aire que Ella respira. cap 42, 43, 44 , 45 Y EPILOGO
maldito loco, por lo menos santana volvio y estara con britt y lexie!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
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Edad : 54
Re: Brittana: El aire que Ella respira. cap 42, 43, 44 , 45 Y EPILOGO
Hola chicas aqui les dejo los ultimos capitulos de esta bella historia los subo de un tiron por que no es justo dejarlas en ascuas solo con dos capitulos, por que todos los capitulos estan tejidos unos con otros y no quiero que sientan que las dejo a medio camino, tambien subo el epilogo de esta bella historia, Gracias por comentar y espero les haya gustado tanto como la he disfrutado yo.
Saludos.
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: Brittana: El aire que Ella respira. cap 42, 43, 44 , 45 Y EPILOGO
CAPITULO 42
BRITTANY
Un equipo de policías llegó a mi casa junto con Jake y su padre, y buscaron en toda la casa por cámaras. Ocho fueron encontradas, incluyendo la última, que fue colocada en el interior de mi jeep. Me voy a enfermar. Eran las mismas diminutas cámaras de las que Jake me habló cuando cambié las cerraduras en mi casa la primera vez. —No puedo creer esto. Maldita sea, Brittany, lo siento mucho —dijo Jake, frotando su frente—. Blaine era la única persona en la ciudad a la que vendí estas nuevas cámaras. —¿Cuántas les vendiste? Tragó saliva. —Ocho.
—¿Cómo pudo hacer esto? ¿Cómo pudo poner las cámaras allí? ¿Nos ha estado observando todo este tiempo? —pregunté a los policías, que recogían las cámaras. —Es difícil decir cuánto tiempo ha estado haciendo esto, pero vamos a encontrar una respuesta. Vamos a procesar sus huellas digitales y ver si surge algo. Resolveremos esto, señora. Después de que todos partieron, Santana envolvió sus brazos alrededor de mí. —Deberíamos ir a buscar a Lexie. Deberías estar con ella. Asentí. —Sí, deberíamos. Santana puso un dedo debajo de mi barbilla e inclinó mi cabeza para que pudiera mirarla fijamente a los ojos. —Vamos a arreglar todo esto, Brittany. Te lo prometo. Todo el viaje a la casa de Kathy y Lincoln, recé para que resolviéramos todo esto. —Britt, ¿qué haces aquí? —preguntó Lincoln, abriendo la puerta principal. Santana esperaba en su auto por mí. —Sé que se suponía que Lexie pasara la noche aquí, pero me sentiría realmente más cómoda si se queda en casa conmigo esta noche.
Lincoln levantó una ceja mientras Kathy se acercó a saludarme. —Britt, ¿qué está pasando? —Sólo recogiendo a Lexie. —Sonreí—. Te lo explicaré todo más tarde, lo prometo. —Pero Blaine acaba de detenerse a recogerla. Dijo que tenías teniendo problemas con el auto y querías que la dejara en tu casa. Oh, Dios mío. Me di la vuelta para mirar a Santana. La preocupación en mis ojos debe haber sido clara como el agua porque apretó su puño contra su boca mientras corría de nuevo hacia ella. —Blaine la tiene. —Llama a emergencias —ordenó mientras me subía al coche y se marchaba. Hablé con la policía y me dijeron que iban de camino a mi casa para reunirse con nosotras. No podía dejar de temblar. Mi mente empezaba a cerrarse y no podía ver a través de mis lágrimas. Mi cabeza se volvía más y más vertiginosa mientras cada segundo transcurría. Me iba a desmayar. Me iba a desmayar. Me iba a… —Brittany —dijo Santana severamente mientras agarraba mi mano entre las suyas—. ¡Brittany! ¡Mírame, ahora! —ordenó. Sollocé, incapaz de detenerse mientras giraba en su camino—. Necesitas tomar un respiro por mí. ¿Bueno? Necesito que respires. Inhalé profundo. Pero no estaba segura de que siguiera una exhalación. —¿Puedes pensar en cualquier lugar en que podría haberla llevado? —me interrogó un oficial de policía. —No. No. —Su compañero se hallaba junto a él, tomando notas. El proceso de todo era lento, y no entendía por qué se tomaban su tiempo cuando podrían haber estado por ahí buscando—. Lo siento, ¿cuándo empezarán a buscarla en realidad? Santana comenzó a llamar a todos. Se aseguró de que todo el mundo estuviera al tanto de toda la información, y no pasó mucho tiempo antes de que Rachel, Jake, Kathy, y Lincoln se hallaran de pie en la sala de mi casa, y mamá ya se habían puesto en camino con Ed para estar allí pronto. —Señora, sé que está preocupada, pero hay un proceso que tenemos que pasar cuando un niño desaparece. Vamos a necesitar las fotos más actualizadas que tiene de ella, y necesitaremos conocer más detalles sobre el color de su cabello, color de ojos. ¿Tenía alguna razón para tal vez escaparse de su casa? —¿Bromeas? —Resoplé, incapaz de creer las palabras que acababan de salir de su boca—. ¿No acabamos de encontrar cámaras ocultas en mi casa, y entonces usted tiene el valor de preguntar si tal vez, sólo tal vez, mi hija se escapó en lugar de ser secuestrada? ¡Blaine Anderson tiene a mi bebé, así que qué tal si sólo hace su maldito trabajo y la encuentra! —les grité, sin intención de desquitármela con los oficiales, pero no teniendo a nadie más a quien culpar. Me sentí tan impotente. Hice esto. Esto es mi culpa. Mi bebé podría estar herida, o peor aún… —Brittany, no pasa nada. La encontraremos —susurró Santana en mi oído—. Estará bien.
Pero no la encontramos esa noche. La búsqueda continuó y continuó, y registramos cada pulgada de la ciudad, cada pulgada del bosque arbolado, pero no había nada que encontrar. Nada de nada. Mama y Ed se presentaron, pero no estaban exactamente seguros de qué decir que no sea: “La encontrarán”. Me hubiera gustado que las palabras trajeran más comodidad, pero no lo hicieron. Todo el mundo parecía tan aterrado como yo. Le dije a todo el mundo que fueran a casa, pero todos se negaron y me quedé dormida en la sala de estar. Cuando por fin llegué a mi habitación, Santana se encontraba allí para sostenerme. —Lo siento tanto, Brittany. —No es más que un bebé... ¿Por qué la lastimaría? Ella es mi mundo. Me sostuvo durante unos minutos más antes de que oyera un leve golpe en la ventana de mi habitación. Cuando nos volvimos a mirar, había una nota adhesiva posada contra de ella. Tantos libros en este cobertizo. ¿Me pregunto cuál querría leer Lexie? —BA.
—Oh, Dios mío —murmuré. —Tenemos que llamar a la policía —dijo Santana, alcanzando su teléfono. Miré por la ventana y vi a Bubba sentado en el suelo.
—No, Santana. No podemos. —Abrí la ventana y salí—. Dijo que sólo a nosotras. Me siguió y recogió el animal de peluche que tenía otra nota adhesiva. Las bibliotecas y los cobertizos son una mezcla extraña. Los cobertizos parecen ser mejores para los autos si me preguntas.
—B.A.
—Está en tu cobertizo —le dije a Santana, que puso su mano en frente de mí, negándose a dejar que vaya primero. —Quédate detrás de mí —ordenó mientras caminábamos hacia su patio trasero. —Qué héroe que eres, Santana. —Se rió Blaine, mirando el camino. Su cuerpo se veía como una sombra hasta que se acercó a la luz del cobertizo—. Cuidando de Brittany. —Blaine, ¿qué está pasando? —pregunté, confundida y aterrada.
—¿Has oído eso? —me dijo Santana al oído. Me detuve a escuchar, escuchar el sonido de un auto en marcha en el interior del cobertizo. —Lexie está ahí, ¿verdad? —pregunté a Blaine. —Siempre has sido inteligente. Es por eso que te amaba. Distante como la mierda, pero aun así, inteligente. —Tienes que dejarla salir, Blaine. Los productos químicos del auto le harán daño. Podrían matarla. —¿Por qué la elegiste? —preguntó, apoyado en la sierra de mesa de Santana—. Sólo no lo entiendo.
—No elegí a Santana, Blaine. Simplemente sucedió. Santana se acercó al cobertizo y Blaine siseó entre dientes. —No, no, no. Alto ahí, Casanova. O disparo. —Metió la mano en el bolsillo de atrás y sacó una pistola. Oh, Dios mío. —¿Qué quieres de nosotras? —Lloré. Mis ojos se movieron hacia el cobertizo donde el coche seguía en marcha. Mi bebé…—. Blaine, por favor, déjala salir. —Sólo te quería —dijo, agitando la pistola alrededor—. Desde el primer día, te deseaba. Y luego, Sam te tomó. Yo te vi primero, y no le importaba. Gané el lanzamiento de la moneda, y aun así te llevó lejos de mí. Y después de su muerte, te di tiempo para estar de luto. Para extrañarlo. Me encontraba aquí, esperando por ti, y de la nada, ¡esta tipa llega y te roba! —Blaine limpió sus manos sobre sus ojos llenos de emoción—. ¿Por qué no me escogiste, Britt? ¿Por qué no has venido por mí? ¿Por qué ni siquiera me has visto a mí? —Blaine —dije, caminando con cautela hacia él—. Te veo. Él negó con la cabeza. —No. Tienes miedo. No soy estúpido, Britt. No soy estúpido. Me quedé mirando a sus ojos llenos de pánico y seguí caminando. Tomó todo en mí para mantener mi miedo dentro de mi cuerpo. Tomó todo en mí para parecer un poco calmada. —No tengo miedo de ti, Blaine Anderson. No lo tengo. —Di un paso más cerca de él y puse mi mano en su mejilla. Sus ojos se dilataron, y sus respiraciones se volvieron pesadas—. Te veo. Cerró sus ojos, posando su cara en mi mano. —Jesús, Britt. Eres todo lo que quería. Mi boca se movió sobre la suya y sentí su aliento caliente contra mí. —Soy tuya. Soy tuya. Podemos huir juntos —dije, mis manos cayendo en su pecho—. Podemos empezar de nuevo. —¿Sólo nosotros? —susurró. Mi frente cayó a la suya. —Sólo nosotros. Su mano libre se envolvió alrededor de mi espalda baja, y me estremecí por su contacto. Sus dedos levantaron mi camisa, y sintió mi piel desnuda. —Dios. Siempre he querido esto. —Suspiró contra mi cuello, besándome ligeramente, enviando escalofríos a través de mí. Su lengua se deslizó de su boca y se posó sobre mi piel, lamiéndome lentamente. Oímos el sonido de las puertas del cobertizo abriéndose detrás de nosotros, y los ojos de Blaine se abrieron de golpe. —¡Perra! —dijo entre dientes, viéndose traicionado por mi cercanía. Me empujó al suelo y sostuvo su arma en alto, a segundos de disparar hacia Santana, que acababa de desaparecer en el cobertizo. Mientras Blaine fue a perseguir a Santana, agarré su pierna, haciéndolo caer al suelo conmigo.
El arma se deslizó de su mano, aterrizando entre nosotros. Los dos dimos un salto para agarrarla, y empezamos a luchar entre nosotros. La pistola se hallaba apretada en nuestras manos, y Blaine me empujó con el codo, golpeándolo contra mi ojo. —¡Suéltala, Britt! —gritó, pero no lo haría. No podía. Santana tenía que conseguir sacar a Lexie de forma segura. Tenía que salvar a mi hija—. Juro por Dios, te dispararé, Britt. Te amo tan jodidamente mucho, pero lo haré. Déjala ir. ¡Por favor! —exclamó.
—Blaine, ¡no hagas esto! —le rogué, sintiendo mi agarre en el arma resbalarse—. Por favor —le supliqué, queriendo que esta terrible pesadilla llegara a su fin. —Te amaba —susurró, con las lágrimas cayendo de sus ojos—. Te amaba. El sonido de la pistola disparando una vez fue lo que oí primero. Luchamos entre nosotros. El segundo disparo, lo siguiente que oí. Luego, una sensación de ardor se deslizó en mi interior, haciendo el vómito elevarse a mi garganta. Mis ojos se encontraban muy abiertos, aterrados por toda la sangre. ¿Estaba sangrando? ¿Me estaba muriendo? —¡Brittany! —gritó Santana, corriendo fuera del cobertizo con Lexie en sus brazos. Me volví hacia ella, mi cuerpo en un estado de shock, completamente cubierto de sangre que no era la mía. Blaine yacía debajo de mí, su cuerpo inmóvil como la sangre derramada por debajo de él. Oh Dios mío—. Lo maté. Lo maté. Lo maté. —Lloré, temblando incontrolablemente. En ese momento todos los que habían estado dentro de mi casa se hallaban de pie en el patio trasero. Me pareció oír alaridos, gritos. Alguien dijo que llamaran a emergencias. Una mano aterrizó en mi hombro, rogándome que me pusiera de pie. Lexie no respiraba, dijo alguien. Otra voz dijo a Santana que siguiera haciendo reanimación cardiopulmonar. Mi mundo estaba girando. Todo el mundo se movía en cámara lenta a mí alrededor. Las luces rojas, blancas y azules en frente de nuestra casa quemaban en mi alma. Los profesionales se hicieron cargo del cuidado de Lexie. Mamá lloraba. Rachel sollozó. Alguien gritó mi nombre. Había tanta sangre. Lo maté.
—¡Brittany! —dijo Santana, golpeándome de nuevo en la realidad—. Brittany, bebé. —Se inclinó y puso sus manos alrededor de mi cara. Mis lágrimas caían contra sus manos, y me dio una sonrisa rota—. Bebé, estás en estado de shock. ¿Te dispararon? ¿Te hirió? —No, lo maté —susurré, volviendo la cabeza para mirar a Blaine, pero Santana se negó a dejarme. —Bebé, no. No. No fuiste tú. Sólo necesito que vuelvas a mí, ¿de acuerdo? Brittany. Necesito que pongas el arma abajo. Bajé la mirada a mis manos cubiertas de sangre, que todavía apretaban el arma. —Oh, Dios mío —murmuré, dejando caer la pistola a un lado. Santana fue rápida para levantarme en sus brazos, lejos del cuerpo inmóvil de Blaine. Mi cabeza cayó en su hombro mientras veía a los policías y a los paramédicos precipitarse sobre él. —¿Dónde está Lexie? —pregunté, volviendo la cabeza hacia atrás y hacia delante, buscando en la zona—. ¡¿Dónde está Lexie?! —Va de camino al hospital —explicó Santana. —Tengo que ir —dije, saliendo de su agarre. Mis piernas temblaban, y casi caí al suelo—. Tengo que ir a asegurarme de que está bien. —Brittany —dijo, sacudiendo mis hombros—. Necesito que te concentres durante un segundo. Tienes los ojos desenfocados, tu ritmo cardíaco por las nubes, y tu respiración es caótica. Necesito que dejes a este paramédico revisarte.
Sus labios seguían moviéndose, y entrecerré mis ojos tratando de escuchar sus palabras, pero simplemente se volvieron murmullos. Mi cuerpo quedó inerte, mis ojos se cruzaron. Todo se desvaneció a negro.
—¡LEXIE! —grité, abriendo mis ojos y sentándome. Un dolor agudo me atravesó y me acosté de nuevo. Mis ojos miraron por la habitación, y miré todas las máquinas, armarios y suministros hospitalarios. —Bienvenida de nuevo, querida —dijo mamá, sentada al lado de mi cama. Entrecerré los ojos, confusión pulsando a través de mi cabeza. Se inclinó hacia delante y pasó los dedos por mi pelo—. Está bien, Britt. Todo va a estar bien. —¿Qué pasó? ¿Dónde está Lexie? —Santana está con Lexie.
—¿Ella está bien? —le pregunté, tratando de incorporarme, pero el dolor disparó a través de mi lado—. ¡Jesús! —Relájate —ordenó mamá—. Una de las balas te golpeó en el costado. Lexie está bien, estamos a la espera de que despierte. Tiene un tubo de respiración para ayudarla un poco, pero está bien. —¿Santana está con ella? —pregunté. Mamá asintió. Mi mente comenzó a ponerse al día mientras miraba hacia abajo a mi cuerpo. Mi lado izquierdo se hallaba envuelto en vendas, y tenía mi cuerpo cubierto de sangre, alguna era mía, alguna era...—. Blaine... ¿Qué pasó con Blaine? Mamá frunció el ceño. Sacudió su cabeza. —No lo logró.
Volví la cabeza y miré por la ventana. No sabía sí me sentía llena de alivio o confusión completa. —¿Puedes ir a ver a Lexie? —pregunté. Besó mi frente y me dijo que volvería. Sin embargo, tenía la esperanza de que no corriera. La soledad parecía bien para mí.
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
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Re: Brittana: El aire que Ella respira. cap 42, 43, 44 , 45 Y EPILOGO
CAPITULO 43
SANTANA
Me senté al lado de la cama de Lexie, mirando a una pequeña niña que pasó por más cosas de las que cualquiera de cinco años de edad debe experimentar nunca. Sus pequeños pulmones trabajaban duro mientras inhalaba y exhalaba, su pecho subía y bajaba. Los pequeños tubos respiratorios que pasaban por su nariz trajeron tantos recuerdos terribles. Las máquinas pitando a su alrededor me recordaban el día en que sostuve la mano de Santiago por última vez. —Ella no es Santiago —murmuré para mí misma, haciendo lo mejor para no comparar las dos situaciones. Los médicos dijeron que Lexie iba a estar bien, que sólo podría tomar algún tiempo para que ella abriera los ojos, pero no podía dejar de preocuparme y recordar los pasados dolores de mi alma. Envolví su pequeña mano en la mía y me deslicé más cerca de su cama. Susurré—: Hola, Tock. Vas a estar bien. Sólo quiero que sepas que vas a estar bien, porque sé quién es tu madre, y sé que gran parte de su fuerza vive dentro de ti. Así que sigue luchando, ¿de acuerdo? Sigue luchando y luchando, y luego quiero que abras los ojos. Necesito que vuelvas a nosotras, Tock. Necesito que abras los ojos —le rogué, ligeramente besándole la mano.
Las máquinas que nos rodeaban comenzaron a sonar más y más rápido. Mi pecho se tensó al mirar alrededor. —¡Alguien que me ayude! —llamé, y dos enfermeras corrieron para ver qué sucedía. Me puse de pie y di un paso atrás. Esto no puede estar sucediendo de nuevo. Esto no puede suceder… Aparté la vista, tapándome la boca con la mano, y dije una oración. Me hallaba lejos de ser del tipo de persona que ora, pero tenía que intentarlo, por si acaso Dios me escuchaba ese día. —Garrapata —susurró una vocecita. Volviendo sobre mis talones, me apresuré a regresar hacia el lado de Lexie. Tenía abiertos sus ojos azules abiertos y se veía tan confusa, tan perdida. Tomé su mano en la mía y me volví hacia las enfermeras. Sonrieron y una habló—: Ella está bien. —¿Está bien? —le hice eco. Asintieron. Está bien. —Jesús, Tock. Me asustaste —le dije, besando su frente. Sus ojos se estrecharon, y ligeramente inclinó la cabeza hacia la izquierda. —¿Regresaste? Me aferré a su mano con más fuerza. —Sí, regresé. —Ella abrió la boca para hablar, pero sus respiraciones eran ásperas y comenzó a toser—. Tómate tu tiempo. Respira profundamente.
Hizo lo que le dije y se recostó contra la almohada, sus párpados pesados. —Pensé que tú y Zeus se habían ido para siempre como papi. —Empezaba a caer en el sueño de nuevo y sus palabras rompían mi corazón. —Estoy justo aquí, amiguita. —¿Garrapata? —susurró, sus ojos cerrados desvaneciéndose. —¿Sí, Tock? —Por favor no nos dejes otra vez.
Deslicé la palma de mi mano sobre mis ojos y parpadeé un par de veces. —No te preocupes. No voy a ir a ninguna parte. —¿Zeus tampoco? —Zeus tampoco. —¿Lo prometes? —Bostezó, ya dormida antes de que pudiera responder. Pero sí respondí, suavemente susurrando en sus sueños—: Lo prometo. —Santana. —Me volví para ver a la madre de Britt mirándome. —Acaba de despertar —le dije, poniéndome de pie—. Se encuentra bastante agotada, pero lo está haciendo bien. Alivio llenó sus ojos y sus manos aterrizaron sobre su corazón. —Gracias a Dios. Britt está despierta en la otra habitación y me pidió que viniera a verla. —¿Despertó? —pregunté. Empecé a ir hacia la puerta para ir a ver a Brittany, pero hice una pausa, mirando a Lexie. —Me quedaré con ella. No va a estar sola. —Despertaste —dije, mirando a Brittany, que miraba por la ventana. Se volvió hacia mí, y una pequeña sonrisa apareció en sus labios. —¿Lexie está bien? —Sí. —Me acerqué a la cama y me senté a su lado—. Lo está haciendo bien. Tú mamá está con ella en este momento. ¿Cómo te sientes? —Tomé su mano y su mirada cayó a nuestros dedos.
—Supongo que me dispararon. —Me asustaste hasta la mierda, Brittany. Apartó su mano de la mía. Un pequeño respiro cayó de sus labios y cerró los ojos. —No sé cómo hacer frente a todo esto. Sólo quiero irme a casa con mi pequeña. Mi mano se apretó contra la parte trasera de mi cuello, y estudié cada centímetro de ella. El vendaje alrededor de su lado izquierdo. Su cuerpo manchado de sangre. Su ceño fruncido. Quería que se sintiera mejor, quería hacerla sentir menos sola, pero no sabía cómo. —¿Puedes averiguar cuándo nos podemos ir? —preguntó. Asentí. —Por supuesto. —A medida que me ponía de pie, me detuve en la puerta—.
Te amo, Brittany.
Sus hombros subieron y bajaron antes de que ella volviera la cabeza lejos de mí. —No puedes simplemente amarme porque me dispararon, Santana. Deberías haberme amado antes de eso. Lexie fue capaz de volver a casa antes que Brittany, y ella se quedó en la casa con su abuela. No dejé el lado de Brittany hasta que fue capaz de volver a casa. Cuando llegó la hora de irse, no ignoró mi oferta de llevarla a su casa, pero no me dijo ni una palabra. —Aquí, déjame ayudarte —dije, saltando fuera del asiento del conductor y corriendo a ayudarla a salir del coche. —Estoy bien —me susurró al oído, sin querer mi ayuda—. Estoy bien. La seguí a la casa, y dijo que me podía ir, pero no lo hice. La mama de Britt y Lexie dormían en la cama pequeña de Lexie. —Santana, en serio te puedes ir. Estoy bien, estoy bien. Me pregunté cuántas veces podría decir esas palabras antes de darse cuenta de que eran una mentira. —Sólo voy a tomar una ducha y luego iré a la cama. —Se dirigió hacia el baño y tomó una inhalación profunda, agarrando el marco de la puerta. Su cuerpo se puso un poco flojo, y corrí a su lado para ayudarla a sostenerse. Ella se alejó de mí—. No te necesito, Santana. Estoy bien sin ti —dijo con frialdad. Pero al fondo de su tono de voz oí más miedo que otra cosa—. No necesito a nadie, excepto a mi niña y a mí. Estamos bien, estoy bien. Estoy bien. —Habló en voz baja, agarrándose a mi camiseta para no caer—. Estoy... estoy... —Comenzó a llorar, y la acerqué más a mi cuerpo. Lloró en mi camiseta—. Me dejaste. —Lo siento tanto, nena. —Suspiré. No supe qué decir, porque las dejé a ella y a Lexie. Escapé cuando las cosas se pusieron reales. No supe cómo lidiar con el hecho de que la amaba, porque amarla quería decir que algún día podría perderla, y perder a alguien era la peor sensación del mundo—. Me asusté. Me enojé. Y lo manejé todo completamente mal. Pero necesito que me escuches ahora: no me voy a ninguna parte. Estoy aquí. Estoy aquí y para quedarme. Se echó hacia atrás, se limpió la mano por debajo de la nariz, y se rió un poco, tratando de contener las lágrimas. —Perdóname. Sólo necesito una ducha.
—Voy a estar aquí cuando hayas terminado. Sus hermosos ojos azules se clavaron en los míos, y una pequeña sonrisa creció en sus labios. —Bueno. Cerró la puerta del baño. Oí el sonido de la ducha abierta y me apoyé en la puerta del baño, esperando a que terminara. —Estoy bien, estoy bien —se dijo una y otra vez. Su voz comenzó a temblar mientras lo decía, y la oí llorar otra vez. Mi mano se envolvió alrededor del pomo de la puerta, y la abrí para verla sentada en el fondo de la bañera, con las manos cubriendo su cara mientras lloraba, sangre seca lavándose fuera de su cabello. Sin pensarlo, me metí en la bañera con ella y me envolví alrededor de ella—. ¿Blaine se ha ido? —preguntó, sacudiéndose contra mí. —Sí. —¿Lexie está bien?
—Sí.
—¿Yo estoy bien? —preguntó en voz alta.
—Sí, Brittany. Estás bien.
Me quedé con ella toda la noche. No me acosté a su lado en la cama, pero me senté en la silla en su escritorio, dándole la distancia que necesitaba, pero también, haciéndole saber que no estaría sola de nuevo nunca más.
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
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