[Resuelto]FanFic Brittana: Rojo (Adaptada) Cap 34 - Final

Capitulo 22

Brittany y Marley entraron en casa de la rubia.

Marley se tiró en el sillón y comenzó a llorar. Le contó a su amiga todo lo que la mamá de Kitty le había dicho y cuan tonta se sentía de haberse enamorado de la ojiverde.

Ella no era así, salía con distintas personas y se divertía, pero nunca se enganchaba a ninguna, para una vez que le pasaba y terminaba hecha trizas.






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Por su parte Kitty, después de vagar un rato por su fiesta de cumpleaños, decidió escapar de su mamá.

Se dirigió al bar y sacó una botella de whisky, para ir a esconderse en el cuarto que había sido de su prima, en la planta alta de la mansión.

Santana que seguía cada paso que daba su prima la siguió, y cuando entró en el cuarto la encontró sentada en la cama empinándose la botella.

Santana no dijo nada, sabía que Kitty lo estaba pasando mal, mañana hablaría con ella de todo lo ocurrido este día.

Luego de beber casi la mitad de la botella se tiró en la cama, tapó su cara con su brazo y repetía algo que solo ella entendía.

Después de un rato de estar así se quedó dormida.

Santana desvistió a su prima y la tapó con la colcha de la cama y ahí la dejó, durmiendo como un angelito.




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El lunes Brittany y Marley volvieron al trabajo.

Aunque Brittany le dijo a su amiga que podía tomarse unos días más, esta le dijo que no, que estaba bien y que le haría bien trabajar para distraer su mente.

Brittany decidió que iba a ayudar a su amiga para salir de ese estado. Le daría un trabajo que tendría que realizar fuera de la ciudad, el trabajo duraría un par de semanas, eso podría aminorar un poco el dolor que Marley estaba llevando estoicamente.




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Santana estaba en su oficina organizando todo para la fiesta de aniversario de su empresa.

Su mamá era una estrella para realizar banquetes, pero este año ella quería algo más familiar y menos formal, una barbacoa en la piscina le había especificado a su mamá.

Estaba ultimando los detalles cuando los golpes en su puerta la distrajeron de su tarea.

―Pase―dijo.

Cuando alzó la vista, vio que una visita non grata hacía ingreso en su oficina.

―Hola Santana, ¿cómo estás?

―Hola Elaine, estoy muy bien, ¿y tú?

―Excelente―le respondió ella con una gran coquetería, algunas cosas no cambiaban.

―¿Te puedo ayudar en algo?―preguntó Santana algo incómoda.

―Solo pasaba a saludar, vine a ver a papá y me dijo lo de la fiesta aniversario del fin de semana. Creo que nos veremos allá.

―¿Vas a ir? ¿De todos los años en que se ha realizado la fiesta, esta sería tú… ¿segunda vez?

―Tercera, y sí voy a ir, papá quiere que lo acompañe. Bueno eso era todo, me voy, que tengas un buen día Santana―se acercó y besó la mejilla.

A Santana ese contacto le provocó rechazo.

―Adiós Elaine.

Y contoneándose hasta la puerta salió de la oficina.

Pero qué pretendía esa mujer pensó Santana.

Elaine no se rebajaba a ir a la fiesta de los trabajadores.

¿Qué bicho le había picado?

Solo esperaba no tener ningún problema con esa mujer.




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El día sábado Brittany tomó su bolso con un cambio de ropa, se miró nuevamente al espejo, agarró las llaves de su auto y salió de su casa.

Llevaba puesto un vestido de algodón color azul y unas sandalias bajas, debajo el vestido solo llevaba su bikini color dorado que tanto le gustaba, ya que resaltaba su color de piel.

Subió a su auto y se dirigió hasta la casa de la familia de Santana, donde se realizaba el aniversario de la firma.

Se juntaría con Santana en el lugar de la celebración ya que la morena debía preocuparse de todo.


Cuando llegó vio que su hermosísima novia se acercaba a su auto a saludarla.

Santana vestía un vestido playero gris, estaba para comérsela.

Brittany bajó del auto y se lanzó a sus brazos para besarla.

―Qué bueno que llegaste, ven, quiero presentarte a todos.

―¿A todos?...

―Sí, quiero que todos sepan que eres mi novia, así de entrada no te miran más de la cuenta.

Brittany sonrió ante la ocurrencia de Santana y se dejó llevar por su morena.

Saludó a toda la gente que Santana le presentó. Divisó a Sue, la secretaria de la abogada, se acercó a ella y le agradeció por la ayuda que le había prestado hace unas semanas atrás.

Santana no se separaba de la rubia, tomándola por la cintura y besándola sin importarle quien los viera.

Brittany miró que en una esquina estaba Maribel y se separó de su novia para ir donde ella y saludarla.

―¡Maribel!

―Brittany querida, qué bueno que llegaste, ¿cómo estás? Espero que te guste todo lo que preparé para esta ocasión.

―Sí, me ha gustado todo, es una gran organizadora.

―Ni que lo digas, y eso que no has visto las bodas que me ha tocado organizar... tenme presente si necesitas mi ayuda en ese aspecto―Maribel le guiñó un ojo.

―Lo tendré presente Maribel, pero creo que de momento no la molestaré.

―Querida Maribel, siempre tan bella.

Brittany escuchó una voz grave tras ella y se giró para ver quién era su dueño.

―Joseph, qué bueno que has venido―Maribel se acercó al hombre para darle un amistoso abrazo.

―No podía perderme el evento del año Maribel. Pero dime, quién es esta encantadora y bella señorita que te acompaña.

―Joseph, esta encantadora y bella señorita, como tú dices, es Brittany Pierce la novia de mi hija mayor. Brittany, este señor es Joseph Bond, socio fundador de la firma de abogados.

Brittany le tendió la mano al hombre que estaba frente a ella y él la tomó entre las suyas para besársela.

―Encantado señorita, así que usted es la mujer que le quita el sueño a Santana. Debo reconocer que la muchacha tiene el mismo buen gusto en mujeres que su papá―dijo el hombre dedicándole una coqueta mirada a Maribel.

―Muchas gracias señor Bond, para mí también es un gusto conocerlo.

―¡Papá hasta que te encuentro!

Una voz chillona se acercaba hasta el grupo. Brittany se volteó y su estómago se apretó al ver de quién se trataba.

―Jenny querida, aquí estaba conversando con estas dos bellas mujeres.

Elaine, la ex novia de Santana, estaba frente a ella.

Vestía un short de lino blanco y una camiseta rosada, muuyyy ajustada para su gusto.

―Hola Maribel, qué gusto verte―Elaine saludó con dos besos a su ex suegra.

―Hola Elaine. Te presento a...

―Brittany, ya nos conocemos, Santana nos presentó hace un tiempo… hola
Brittany, ¿todo bien?

―De maravilla―dijo Brittany con una amplia sonrisa, aunque por dentro sentía algo por esa mujer que tenía al frente, algo que no podía explicar.

Rabia, celos, desconfianza, de todo un poco.

―Bueno, si me disculpan, voy a buscar algo de comer.

―Claro querida, ve, luego hablamos―dijo Maribel.

Y se alejó de ahí, buscando entre toda la gente, a su sexy morena.

Se acercó a una mesa, donde había una variedad de cosas exquisitas y tomando un plato se sirvió una gran hamburguesa. Le dio un mordisco y soltó un gemido de placer por lo rica que estaba.

―Mmm, ojalá gimieras así cuando estás conmigo―le susurró al oído Santana, que estaba detrás de ella tomándola por la cintura, para luego besarle sensualmente el cuello.

Brittany sonrió.

―Ay abogada, no oses compararte con esta deliciosa hamburguesa. Estaba con tu ex novia―soltó como si nada Brittany, a lo que Santana frunció el ceño.

―No pensé que vendría, ¿te ha dicho algo que pueda molestarte? La conozco y sé que puede ser algo bruja a veces.

―No, no me ha dicho nada, creo que se contuvo por la presencia de su papá y tu mamá. Hay algo en ella que no me gusta.

―A mí tampoco me gusta Britt-Britt. Pero ya no hablemos de gente desagradable ¿Vamos a la piscina?

―Sííí.

Santana le quitó el plato y lo dejó en la mesa para tirarla de la mano y llegar casi corriendo al borde de la piscina.

En una tumbona, al lado de la piscina, estaba Kitty sentada con una cerveza en la mano. Miraba cómo la pareja se acercaba en su dirección.

Hace varios días que no sabía de Marley y ahí estaba su mejor amiga, le entraron unas grandes ganas de hablar con ella y peguntarle por su castaña.

―Hola Kitty―saludó Santana.

Kitty levantó la botella de cerveza a modo de saludo.

Brittany la miró, no tenía ganas de saludarla, aún estaba enojada por lo que había pasado con su amiga, pero ante todo primaron los buenos modales en ella.

―Hola Kitty ¿Qué tal te va?

―Hola Brittany, aquí me vez, pasando el día―respondió con desgano.

Estaba ahí sentada, oculta detrás de sus gafas de sol, de seguro mirando a la nada.

―Ya veo―fue la única respuesta de la más alta.

Cuando Santana se giró para saludar a alguien de la oficina, Kitty se acercó a Brittany, que ocupaba la tumbona contigua.

Debía saber algo de Marley.

―Brittany disculpa, pero quería saber…

―No lo hagas Kitty,―la interrumpió―No voy a decirte nada de Marley, pierdes tu tiempo preguntándome.

―Solo quiero saber cómo está. Eso si puedes decirme, ¿no?

―No. Y disculpa si soy desagradable contigo, pero no creo que merezcas saber nada referente a ella, lo siento.

Brittany se levantó y se sacó el vestido para quedar en bikini. Santana se acercó, se quitó su vestido también quedando en un lindo bikini negro y luego tomadas de la mano se metieron en la piscina.


En el otro extremo del jardín, Elaine observaba a la pareja.

Se besaban y reían como si no estuvieran rodeadas de más gente.

Elaine sentía una rabia que por momentos le era difícil de contener. Tenía ganas de matar a la rubia que estaba colgada del cuello de Santana.

Algo tenía que hacer, Santana era solo de ella.



Brittany tenía las piernas enrolladas a las caderas de Santana y ésta la tenía tomada por la cintura, aunque deseaba poder tomarla por el trasero, pero debía contenerse ahí delante de toda la gente.

Brittany fue a separarse aunque le encantaba esa posición, no era prudente dar un espectáculo tan sexy delante de todos. Pero Santana no la soltó y la apretó más en contra.

―Sanny deberías soltarme, todos nos están mirando.

―Qué miren, son unos envidiosos porque no tienen una novia tan sexy como la mía, que luce preciosa en su bikini dorado, sin desmerecen a esta sexy morena en su impresionante bikini―le dijo para luego besarla en el cuello.

―San ya, deja de hacer eso, sabes que no lo resisto…

―Está bien, te soltaré solo por un rato, estoy pensando en echar a todos, para que nos dejen la piscina solo para nosotras.

Santana se separó a regañadientes, pero seguían una al lado de la otra conversando y riendo.

Realmente eran almas gemelas que se entendían a la perfección en todos los sentidos.


La mamá y la abuela de Santana las miraban sentadas en una mesa y rezaban para que pronto la pareja formalizara algo más que el noviazgo.

Un compromiso, ¿tal vez?

Sí, uno que terminara en un matrimonio cercano, ¿y por qué no? en la llegada de niños, lo más rápido posible.

Esa última parte de los niños era la que más ilusionaba a la abuela de la abogada.



La pareja salió de la piscina y se tendieron en las tumbonas.

El jardín de la mansión estaba lleno de gente, casi todo el despacho estaba ahí con sus familias.

Los niños corrían por el jardín y saltaban en las camas elásticas que se habían dispuesto cerca de la piscina.

Ese día la mansión era como un parque de diversiones, lleno de color y ruido.

―Voy arriba, necesito ir al baño―dijo Santana.

Se levantó y besó a Brittany para luego caminar hacia la casa.

Brittany la vio alejarse y un calor se albergó en su cuerpo.

Sacudió la cabeza, ¿qué estaba pensando?

Ahí estaba toda la gente del trabajo de Santana y su familia, no podían arriesgarse a ser descubiertos en pleno acto por alguien.

Se removió inquieta en la tumbona, tratando de sacarse de la mente la imagen de Santana desnuda.

Dio un largo trago a su bebida, a ver si así, el calor que se estaba apoderando de ella disminuía. Pero nada, cada segundo que pasaba, se hacía más intenso el deseo de estar con su mujer.

Luego de darle vueltas y vueltas al asunto y de que las imágenes que pasaban por su calenturienta mente, eran cada vez más sexy una que la otra, se levantó de la tumbona y se colocó el vestido de algodón, que hace un rato se había quitado, para ir en busca de su amada.

Lentamente, se fue encaminando hacia la mansión, para no despertar sospechas.

Sabía que Santana debía de estar en la que había sido su habitación y hacia ahí se dirigió escaleras arriba.




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Santana en su habitación, ya se estaba saliendo del baño y se aprovechó de cambiar el bikini y solo vestía con la parte de abajo del mismo.

Se encontraba de espaldas a la puerta cuando sintió que unas manos la abrazaban por la cintura y unos labios le besaban la espalda.

Sonrió al pensar que su rubia la había seguido hasta su dormitorio.

―Mmm, ¿quieres jugar cariño?―dijo ella sensualmente.

―Me encantaría.

Santana se giró de golpe para mirar a la mujer que se encontraba con ella en la habitación.

―Qué diablos haces tú aquí…

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Capitulo 23

Santana abrió los ojos al ver, que la mujer que estaba con ella en su dormitorio, era Elaine y no Brittany como deseaba.

―¿Qué haces aquí Elaine?―le dijo dando un paso atrás.

―¿Qué parece que hago Santana? Te seguí hasta aquí como lo hacía cuando éramos novias. En ese tiempo no te molestaba que estuviéramos las dos solas en tu habitación.

―Debes irte ¡Largo de aquí!

―Pero qué brusca Santana. Me encantas así―se acercó para acariciarle entre los pechos―vamos cariño, recordemos viejos tiempos, nadie se enterará.

―Déjame Elaine y sal de aquí o te saco a rastras―dijo mientras se colocaba la parte de arriba del bikini.

―No lo harías―le dijo Elaine, con una sonrisa burlona, acercándose más a la morena que quedó atrapada entre la cama y la castaña.

―No me pongas a prueba―trató de moverla, pero en un rápido movimiento la otra mujer se abalanzó sobre ella cayendo las dos juntas en la cama.

Elaine intentaba besar a Santana y ésta tomándole las manos a Elaine trataba de salir de debajo.

De pronto, la puerta de la habitación de Santana se abrió y Brittany asomó la cabeza, esperando encontrase a su sexy morena ojalá desnuda, pero lo que vio la dejó de piedra y parada en la puerta.

―Creo que tenemos compañía cariño―dijo Elaine, que fue la primera en darse cuenta de la presencia de Brittany.

―¡Britt! No es lo que tú crees, escucha por favor―dijo Santana, que parándose de golpe tiró a Elaine al suelo.

―No es lo que creo Santana, es lo que estoy viendo.

―Escucha rubia, es un mal entendido―la fue a tomar de las manos, pero la ojiazul bruscamente se soltó y se giró hacia la puerta.

―Britt, ¿qué haces?

―¿Qué parece que hago Santana? Me voy, no tengo nada que hacer aquí. Sigue con lo tuyo, lamento la interrupción―y salió por la puerta a toda prisa.

Santana buscó algo con qué vestirse, se puso unos jeans y una camiseta gris, se vestía mientras iba saliendo de su habitación. Salió descalza, no le daba tiempo para buscar los zapatos.

Elaine sonreía victoriosa había logrado su cometido.


A Brittany todo le daba vueltas, las lágrimas estaban a punto de salir, no podía creer lo que había visto.

Porqué otra vez se había enamorado y otra vez la engañaban.

Buscaba su bolso, pero no lo encontraba. Debía salir de ahí si armar alboroto.

Cuando logró dar con su bolso y encaminarse hacia la salida Santana llegó a su lado.

―Britt por favor, hablemos, déjame explicarte. Todo es un mal entendido.

―No quiero hablar Santana, deja que me vaya. No armes un escándalo.

―Britt-Britt escucha, esto es una trampa de Elaine, entiende…

―Cállate Santana, no quiero escuchar más―llegó a su auto y comenzó a buscar las llaves en su bolso, pero con lo nervios no las hallaba.

Hasta que las encontró.

―Dame las llaves―le dijo Santana con voz autoritaria y el ceño fruncido.

―¡No! ¡Me voy! ¡Déjame tranquila!

―No vas a manejar en el estado en que te encuentras.

―Tampoco me pienso quedar, así es que me voy.

―Dame las llaves, manejo yo.

―¿Qué? Cómo crees.

―Ya Britt, manejo yo y punto―le quitó las llaves de entre las manos y se subieron al auto.

Luego de manejar unos minutos en el más completo de los silencios Santana rompió la tensión:

―Britt, sé que te imaginas lo peor de mí, pero créeme que todo es falso.

―Sé lo que vi Santana, y no había nada de falso―le dijo y las lágrimas comenzaron a aflorar.

Con rabia se las secaba con el dorso de la mano, no quería que la morena la viera así de vulnerable.

―Por favor Britt, confía en mí.

―Te conté todo lo que me costó volver a tener una relación, volver a amar a alguien, ¿y qué haces tú? Te vas a revolcar con tu ex a la primera de cambio.

Santana manejaba tratando de mantener la calma, apretaba tan fuerte el volante del auto, que por momentos parecía que iba a quebrarse. Pero decidió no alterarse ahí, quería llegar a casa de Brittany y ahí conversar lo más tranquila que pudiera, pero le estaba costando una enormidad con Brittany alterada.

―Britt cálmate. Yo te amo, no te haría daño.

―No Santana, es tarde, ya me dañaste y no sabes cuánto.

A Santana se le hizo un nudo en el estómago y toda la tranquilidad de la que había hecho acopio se desvaneció.

―¡Maldita sea! ¿Tan difícil es creerme? Nunca te he mentido Britt, porqué dudas de mí.

Santana aumentó la velocidad, necesitaban llegar cuanto antes. Ya estaban entrando en el tráfico de la ciudad.

―¡Te vi Santana, estabas casi desnuda con ella en tu cama, qué quieres que crea!

―Yo estaba sola, ella me abrazó por detrás, pensé que eras tú…

―Ah y aprovechaste la oportunidad, ¿no? Qué más da una que otra ¡Eres de lo peor!

―¡No! Trataba de separarme cuando tú entraste ¡Quieres dejar de pensar que te he engañado!

―¡Basta, se acabó, no quiero hablar más!―la voz de Brittany sonaba desesperada.

―Tenemos que hablar y aclarar esto…

―¡No Santana! ¡Se acabó ¡Lo nuestro se acabó! ¿Entiendes?

Santana abrió mucho los ojos, su corazón latía desbocado.

No podía ser, Brittany no podía dejarla.

―¡Maldita Elaine! sabía que tramaba algo… no puedes terminar conmigo Brittany, te amo.

―No digas algo que no sientes Santana.

―Claro que lo siento, te amo. Te amo demasiado, no puedo estar sin ti Britt-Britt.

―¡Cállate! ¡Deja de mentir!―le gritó Brittany.

La conversación se había salido de control.

―¡Nunca te he mentido, entiende eso de una maldita vez!

―¡Santana cuidado!

De pronto sonó un gran estruendo y todo fue oscuridad.

Santana no se dio cuenta, que de una calle salí un todo terreno a gran velocidad, que impactó con gran fuerza el lado del conductor de el Mercedes de Brittany arrastrándolo unos metros.


Brittany despertó dolorida y mareada, se tocó la cabeza y se miró la mano empapada de sangre. Miró el lado y vio a Santana, que yacía sobre el volante inconsciente.

―!San! ¡San despierta! ¡Santana!

La ventana del lado del conductor tenía rastros de sangre. El todo terreno impactó ese lado, Santana parecí muerta.

Brittany se movió como pudo y trató de ver si la morena respiraba, pero con los nervios no pudo sentir nada.

―No San, no me dejes ¡San por favor!

El ruido de las ambulancias y de los equipos de rescate se escuchaba a lo lejos.

Un paramédico abrió la puerta del lado de Brittany.

―¡Ayúdenla a ella, yo estoy bien!―le gritaba al paramédico.

―Cálmese señorita, la sacaremos de inmediato.

―¡Sáquela ya! ¿No me escucha? yo estoy bien sáquela a ella primero. ¡Santana! abre los ojos por favor, ¡por favor!

―Tranquila señorita…

―No sáquela a ella por favor, le doy lo que quiera, ayúdela, ¡San!

―Si no la saco a usted primero, no podrá sacarla a ella. El lado del conductor no se puede abrir ¿hora cooperará conmigo y me dejará sacarla?

Brittany asintió.

―Pero dígame si está viva por favor.

El paramédico se acercó a Santana y le tocó el cuello buscándole el pulso.

―Tiene el pulso un poco débil, pero está viva. Ahora vamos.

Sacaron a Brittany y la pusieron en una camilla, en la cual, le inmovilizaron el cuello con un collarín.

Con toda la rapidez, de la que eran capaces los rescatistas, lograron sacar a Santana, que había recibido un fuerte golpe en el lado izquierdo de la cabeza.

―¿La sacaron?―preguntaba Brittany al paramédico―Dígame que ya la sacaron.

―Sí señorita, ya la sacaron y ahora al igual que a usted, se la llevaran al hospital.

―Quiero verla, quiero ir con ella. Déjeme estoy bien... ayyyy―Brittany hizo el intento de incorporarse y un agudo dolor en su mano derecha le hizo abortar la misión.

―Se fracturó la mano, deje de moverse o tendré que darle un calmante.

―No me diga qué hacer, quiero ir con mi novia, yo estoy bien por favor.

Una vez dentro de la ambulancia y como no se quedaba tranquila, el paramédico cumplió su amenaza y le colocó un tranquilizante a Brittany.

De pronto, todo se fue a negro para ella y cayó en un gran pozo, donde su cuerpo se hacía ligero.


Cuando Brittany abrió los ojos todo lo que vio fue blanco.

Trató de mover la cabeza, para poder ver dónde se encontraba, pero el collarín no se lo permití. Luego trato de moverse, pero un dolor le invadió todo el cuerpo.

―Mmm―gimió al darse cuenta que no había parte de su cuerpo que no le doliera.

―Tranquila Britty―Quinn su hermana se acercó.

―¿Quinny? ¿Dónde estoy? ¿Por qué me duele todo el cuerpo? Quiero agua por favor.

―Britty está en el hospital.

De pronto Brittany recordó todo lo ocurrido y se sobresaltó.

―San, ¿Dónde está Santana?―trató de incorporarse, pero su cuerpo no se lo permitía.

―Tranquila Britty no te muevas.

―¿Qué pasó con Santana? Dime por favor.

―Santana está a dos cuartos de este, se llevó la peor parte del accidente. Aún está inconsciente.

―¿Inconsciente?

―Recibió un fuerte golpe en el lado izquierdo de la cabeza. Debido a la contusión, no se ha despertado aún. Además se perforó un pulmón con las costillas y le tuvieron que operar la pierna izquierda, porque se la quebró en tres partes.

Brittany comenzó a llorar, se imaginaba a su amor tirada en una cama.

―Es mi culpa, es mi culpa―repetí Brittany.

―Qué dices Britty, no es tu culpa, fue un accidente.

―Es mi culpa Quinn. Estábamos discutiendo tan fuerte, que ella no se dio cuenta del auto que nos chocó Si me hubiera quedado a hablar tranquilamente, como ella me pidió esto no hubiera pasado.

―Britt no te culpes. Ahora lo importante es que está bien.

―Y Santana, ella no está bien. Si algo le pasa yo…―y volvió a llorar ahora con más ganas.

―Ya Britty, deja de llorar o le diré a la enfermera que te de otro calmante para que duermas dos días más.

―¿Dos días?

―Sí llevas dos días durmiendo. Shock post traumático dijo el médico.

―Por Dios… ¿qué tengo? ¿Qué te ha dicho el médico?

―Bueno, te cocieron un corte en la cabeza, te quebraste la mano derecha, tienes una contusión en las costillas, pero no te las llegaste a quebrar. El airbag te ayudó bastante, pero el airbag del lado del conductor no se abrió por eso Santana recibió la peor parte.

―¿La viste? ¿Viste cómo está?

―No, solo hablé con su mamá, que vino a ver cómo estabas y me contó que aún estaba inconsciente.

―Quiero verla Quinn―le pidió con la voz quebrada por el dolor tanto físico como el dolor del alma.

―No puedes Britt, tienes que mantenerte en reposo, hoy te hará una tomografía al cerebro para descartar alguna hemorragia, aunque dice el médico que está bien.

―Necesito verla Quinn―le rogó.

―Cuando te vea el médico le podemos preguntar, pero ahora cálmate, tienes que estar tranquila, ¿ok?

―Está bien, pero por favor ve y pregunta cómo está Santana.




Brittany llevaba dos días internada en el hospital, pero aún no podí moverse para ver a Santana.

Recibió la visita de su amiga Marley y de Maribel, a quien le contó todo lo que había sucedido antes del accidente.

No dejaba de culparse por lo sucedido, Santana no despertaba y era culpa suya, día y noche pensaba lo mismo.

Cuando cumplió la semana Brittany logró que el médico la autorizara a levantarse y le pidió a su hermana que la llevara al cuarto de Santana, a lo cual la ojiveerde no pudo negarse.

Le abrió la puerta y la dejó que pasara sola a la habitación, la esperaría afuera.

Cuando vio a su morena se quedó fría.

Ahí tendida sobre la cama, estaba Santana, la mujer que amaba.

Santana tenía la cabeza vendada y un gran hematoma en su mejilla izquierda.

Brittany se fue acercando de a poco, mientras las lárimas iban cayendo por sus mejillas. Llegó al lado de la plinegra y la miró detenidamente, Santana estaba conectada a unas mangueras que salín desde su boca, además se le veía la pierna escayolada.

Brittany había salido casi ilesa de aquel accidente, solo con una mano fracturada, unos cuantos golpes en las costillas y puntos en la cabeza.

Acercó una silla al lado de la cama y se sentó tomó la mano de Santana y la besó.

―Lo siento Sanny, lo siento, lo siento―le susurraba y sus lágrimas comenzaron nuevamente a brotar fuertemente―Despierta Sanny por favor.
Te amo, te necesito. Vamos amor abre los ojos, ¿quieres?

Brittany siguió ahí unos minutos más hablándole, diciéndole cuánto la amaba, hasta que su hermana le indicó que debí salir del cuarto. Ella a regañadientes lo hizo, le besó la mejilla derecha y le susurró al oído:

―Te amo San. Vendré cada día a verte hasta que abras tus hermosos ojos para mí.



Y así lo hizo cada día de los que permaneció en el hospital.

Cuando le dieron el alta, eso no fue un impedimento para ella, su hermana la llevaba al hospital cada mañana y la recogí por la tarde.

Santana llevaba dos semanas hospitalizada, los médicos decían que estaba todo bien y que solo tenía que despertar y lo podía hacer en cualquier momento y la rubia querí estar a su lado cuando eso sucediera.


Brittany se había quedado dormida, sentada al lado de la cama, tomando la mano de Santana entre las suyas y apoyando su cabeza sobre la cama.

De pronto sintió un movimiento, pensó que era su imaginación, deseaba tanto que Santana reaccionara, que ya estaba alucinando con eso.

Abrió los ojos y concentró la mirada en la mano que sujetaba entre las suyas.

Ahí estaba, una pequeña sacudida. Levantó la cabeza de golpe cuando escuchó a Santana quejarse.

―¡Santana!

―Hmmm.

Fue lo que recibió como respuesta, para luego ver que la morena comenzaba a abrir sus hermosos ojos.

Brittany apretó un botón para llamar a la enfermera y esta entró unos segundo después.

―¡Despertó ¡Santana despertó!

―Tranquila, llamaré al médico―la enfermera salió del cuarto y volvió con el doctor que era seguido por Maribel.

―Maribel ¡San ha despertado!

La mujer abrazó a Brittany, las dos lloraban de alegría.

El médico les pidió que salieran del cuarto, debí examinar a Santana y desentubarla.


Los minutos fueron eternos para Brittany, solo quería volver con su mujer, besarla y cuidarla.

En ese instante llegó Emily que, al ver a las dos mujeres llorando, pensó lo peor.

―¿Qué pasa? No me digan que Tana…

―Hija tu hermana ha despertado. Ahora la está examinando.

Madre e hija se abrazaron y Emily, igual que las otras dos mujeres, comenzó a llorar.

El médico salió y se encontró a las tres abrazadas y con los ojos llorosos.

―¿Cómo está mi hija doctor?

―Bueno, la desentubamos y en el examen que se le realizó no presentó ninguna anomalía. Le programaré una tomografía para la tarde, para que estemos completamente seguros que no tiene ninguna lesión. Tiene la garganta un poco delicada efecto del tubo y le molestará hablar por unos días. La mantendremos en observación, ahora pueden pasar a verla, si notan algún síntoma raro no duden en avisar.

―Claro doctor, gracias, muchas gracias―le dijo Maribel que estaba ansiosa por ver a su hija.

Ella fue la primera en entrar en la habitación, seguida de las dos chicas, que iban tomadas de la mano apoyándose una en la otra.

―¡Hija!―Maribel se acercó y le acarició la cara―Qué bueno que despertaste. Estoy feliz de que hayas vuelto.

―¿Mamá ¿Qué hago aquí ¿Qué sucedió?

―Tana tuviste un accidente, pero ya está bien gracias a Dios.

―¿Un accidente? ¿Cuándo?

―Hace unas dos semanas, has estado inconsciente desde ese día.

―No recuerdo nada, mi pierna, ¿qué le pasó a mi pierna?

―Tana tranquila. Te quebraste la pierna y tienes una contusión en la cabeza, por eso estabas inconsciente, pero ya regresaste―Maribel le besaba las manos y la cara.

De pronto, Santana se fijó en las chicas que estaban juntas a los pies de la cama, miró a Brittany con detención.

A la rubia se le iluminó la cara, estaba feliz, su amor había regresado a ella.

―A ti te he visto en otra parte, ¿nos conocemos de…?―le dijo a Brittany.

―Ya Tana, que no estamos para bromas―le dijo Emily―Hemos estado muy preocupadas y no nos haces gracia.

―¿Por qué ¿caso no puedo preguntar quién es tu amiga?

Las otras mujeres se miraron entre sí.

A Brittany le recorrió un frio desde la cabeza a los pies, no era capaz de hablar.

―Hija ella es tu novia, Brittany.

―¿Novia? Mamá tú sabes que no tengo novia hace años.

―Emily llama al médico.

La chica salió lo más rápido que pudo de la habitación, mientras Brittany se acercó más a Santana.

―Santana soy Brittany, por favor si es una broma termínala ahora.

―Qué dices, qué broma. Ustedes me están haciendo una broma al decir que eres mi novia.

―Santana―contenía las lágrimas―¿De verdad no te acuerdas de mí

―Tu cara me es conocida, pero no sé de dónde.

―Santana, ella es tu novia de hace más de tres meses, ¿de verdad no recuerdas nada?

―No, no la recuerdo, lo siento.

Brittany sentí como su corazón se volví a partir en mil pedazos.

Estaba feliz porque Santana había despertado, pero ahora se enfrentaba a algo mucho peor, la morena no la recordaba.

Y a Brittany se le hizo un nudo en el estómago y pensó ¿si nunca más logra recordarme?

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Capitulo 24

Brittany estaba paralizada mirando a Santana.

La mujer de quien se había enamorado locamente, no la recordaba. El dolor que cruzaba en ese momento su cuerpo era peor que el sufrido con el accidente

―¿Qué pasa? ¿Por qué están así mamá?

―Hija algo anda mal, vamos a llamar al médico para ver de qué se trata.

Brittany no sabía qué hacer, iba a comenzar a llorar y decidió salir de la habitación.

―¡Brittany!―le gritó Maribel.

―Lo siento, necesito salir un segundo.

Dicho esto abrió la puerta y salió de la habitación de Santana. Caminó a toda prisa hasta llegar a las sillas de la sala de espera, para dejarse caer de golpe en una de ellas.

Cruzó las manos sobre su estómago y comenzó a llorar.

No podía parar, quería tanto estar con Santana y ésta no la recordaba.





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―Mamá, ¿qué está mal?

―Hija, ¿recuerdas algo del accidente?

―No.

―Brittany iba contigo en el auto, cuando un todo terreno las chocó.

―No recuerdo nada de eso.

―¿Te acuerdas de la fiesta de la firma? ¿Recuerdas que estabas con Brittany en la fiesta?

―Recuerdo estar organizando algo y después todo es negro.

En ese instante el médico de Santana entró en el cuarto.

―Me cuenta su hija que nuestra paciente presentó un síntoma extraño.

―Sí doctor, no recuerda a su novia, no recuerda el accidente, solo recuerda fragmentos de ese día.

―Bueno es probable, que debido al fuerte golpe recibido en la cabeza, esté presentando una amnesia temporal.

―¿Amnesia? ¿Y eso cuánto le durará? ¿Por qué solo se olvidó de ella?

―No sabemos cuánto tiempo puede durar. Todo depende del daño que produjo el trauma, puede ser mañana como dentro de diez años. Y por qué se olvidó solo de ella, puede deberse a muchos factores. Estuvieron juntas en el accidente, su mente trata de borrar ese recuerdo y la borró a ella también. Vamos a adelantar la tomografía para dentro de quince minutos.

El médico se retiró del cuarto, dejando a Santana con su mamá y hermana.

―¿Por qué es tan importante que me acuerde de ella?―preguntó de mal humor, no sabía por qué su mamá dramatizaba tanto por una mujer.

―¿Qué dices San?―le dijo su hermana―Has perseguido a esa mujer hasta que decidió ser tu novia y preguntas si es importante. Es que si pudiera te daba un golpe en la cabeza, pero al otro lado, así quedas pareja.

―Ya Emy, que tu hermana no está bien, no es momento de pelear.

―Lo siento, qué quieren que diga, no me acuerdo de ella, me resulta familiar, pero nada más.

―Bueno hija, ahora no hablaremos más de eso, pronto te vendrán a buscar para hacerte la tomografía y veremos si nos muestra el porqué de esta amnesia.




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Brittany seguía sentada en la sala de espera pensando en todo lo ocurrido.

Pensó en cómo había vuelto a entregar su corazón y otra vez la vida volvía a arrebatarle la felicidad de golpe.

―Brittany, ¿estás bien?―escuchó la voz de Maribel tras ella.

―Estoy bien, gracias.

―¿Segura?―le preguntó sentándose al lado de ella.

Brittany le dedicó una pequeña sonrisa que no llegó a sus ojos.

―La verdad es que no. No estoy bien―lágrimas se asomaron a sus ojos y comenzaron a rodar por sus mejillas sin que ella pudiera evitarlo.

―Brittany tranquila, verás que pronto todo pasará y…

―¿Y si no pasa Maribel? ¿Y si nunca logra recordarme?

―No pienses así, ahora se la llevan para hacerle la tomografía y averiguar a qué se debe la amnesia. Piensa positivo.

―Es mi culpa...

―No Brittany, no es tu culpa, fue un lamentable accidente, deja ya de culparte.

―Pero me siento así, no lo puedo evitar. Pienso que si no hubiéramos discutido en el coche esto no hubiera pasado, no puedo evitarlo.

―Querida piensa que está viva, está bien. Ahora esperemos a ver qué nos dice el médico.

―¿Pero viste sus ojos Maribel? Cuando me miró eran fríos…no voy aguantar verla así, no puedo estar aquí, no puedo evitar sentirme una intrusa. Lo siento.

―Brittany ve a descansar un poco, has estado aquí todos los días. Yo te avisaré a penas sepamos algo. Pero tienes que descansar, tienes que estar fuerte para lo que sea que venga.

Brittany miró a la mamá de la mujer que amaba y le tomó las manos entre las suyas, para luego darle un gran abrazo.

Ella estaba sola, su hermana estaba trabajando, su mejor amiga fuera de la ciudad, lo que ella necesitaba en ese momento era ese abrazo.

―Bien―dijo secándose las lágrimas―Creo que tienes razón, me iré a casa a descansar, pero prométeme que me llamarás a penas sepas algo.

―¡Por supuesto!―exclamó Maribel―Te avisaré de inmediato, no te preocupes.

Se levantó de la silla, para abrazar nuevamente a Maribel, luego se encaminó hacia el ascensor que la llevaría hasta el primer piso. Salió del hospital y tomó un taxi para dirigirse a su casa.


Una vez allí decidió darse un baño de tina para calmarse y pensar en cómo ayudar a Santana a que la recordara.

Pensó y pensó y no se le ocurrió nada.




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Después de que le hicieran la tomografía, el médico le indicó que no había ninguna lesión grave y que solo era cuestión de tiempo que Santana volviera a recuperar su memoria, pero cuánto tiempo, no lo pudo determinar.

La dieron de alta y Maribel la llevó a la mansión familiar, para que recibiera todos los cuidados necesarios, que solo una mamá puede dar.

Santana debía comenzar en unas semanas con la fisioterapia para que no le quedaran secuelas en su pierna.


Brittany era constantemente invitada a almorzar o a cenar, pero a ella, eso cada vez le estaba pareciendo más un martirio. Santana la ignoraba y a ella se le caía el alma a los pies.

No sabía qué hacer.



Y así fueron pasando los días, ella visitaba la casa para ver a su morena, y ésta la ignoraba.



―¿En serio que aún no la recuerdas San?―le preguntó Kitty a su prima.

―No Kitty, en serio y ya para con el tema. No me acuerdo de ella.

―¿Has visto tu móvil? ¿Has visto las fotos que tienes con ella?

―Sí, ya las vi, Emily se empeña en que las vea a diario, estoy harta de que crean que miento. No la recuerdo.

―Qué mal prima, estaban tan enamoradas antes del accidente, luchaste tanto para conquistarla, y ahora todo se va al caño. La vida es una mierda.

―¿Pero qué quieres que haga? ¿Qué le diga que la amo y seguir como si nada? Mira, su cara me resulta conocida, es una chica bella no te lo voy a negar, pero no siento nada por ella. No he logrado tener ese sentimiento en todas estas semanas.

―Uff, prima qué lástima escucharte decir eso, después de todo lo que hiciste para estar con ella.

―No puedo recordarla, no sé qué hacer. Sé que ella viene a verme para que la recuerde, pero se ha vuelto molesto verla aquí a diario. Solo quiero recuperar la movilidad por completo de la pierna y largarme de aquí. No lo aguanto más.

―¿Por qué no hablas con ella? sé que si le explicas ella entenderá.

―Tal vez tengas razón, tal vez debería hablarle y decirle que continúe con su vida, no es justo que siga esperando por algo que no sabemos si pasará.

―Nunca pensé que te oiría decir esto prima. Tú dejando libre a Brittany, cuando lo único que has hecho estos meses, es tratar de atraparla a como dé lugar. Solo espero que sea lo mejor para las dos.

―Tiene que ser lo mejor. Ella se alejará y podrá comenzar de nuevo, me siento como una carcelera que la tiene retenida.

―Creo que va a ser lo más cruel que hayas hecho en tu vida, pero es tu decisión.



Santana estaba sola en su dormitorio, aún no recuperaba bien la movilidad de su pierna.

Le había pedido a su familia, que cuando llegara Brittany, la hicieran subir a su cuarto.

Tenía que hablar con ella, ya no aguantaba más a todos pidiéndole que recordara el gran amor que habían tenido.




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Brittany llegó a la mansión, y tal como le habían indicado, subió las escaleras hasta el dormitorio de Santana, sus piernas temblaban.

Con Cada paso que daba, algo en su estómago se retorcía más y más.

Tocó la puerta y Santana le dijo que pasara.

La encontró sentada a la orilla de la cama, la morena la miró y tragó en seco, no sabía cómo empezar aquella conversación.

Miraba a Brittany mientras ésta se acercaba hasta quedar al frente.

Estuvieron unos segundos así, mirándose fijamente, una a la otra.

Para Brittany, los ojos de Santana ahora eran dos murallas de hielo. Su brillo se había perdido y eso hizo que su corazón estuviera a punto de detenerse.

―Brittany, creo que tenemos que hablar de lo que está pasando.

La rubia solo asintió con la cabeza, no creía que de su garganta pudiera salir una palabra.

―La verdad―continuó con un tono suave, como si estuviera hablando con un niño―Es que esta situación se ha vuelto muy complicada y sé que no soy la única que lo está pasando mal.

Brittany casi no respiraba, hace semanas que iba a visitarla con la esperanza de que la recordara, pero nunca se había acercado a conversar como lo estaban haciendo ahora y eso la tenía al punto del paro cardiaco.

―Mira Brittany, sé que vienes a esta casa a verme, con la intención de que yo recuerde la relación que teníamos antes del accidente, que según todos en mi familia era un gran amor y me siento fatal de verte aquí y no poder recordar nada. No quiero que sigas perdiendo tu tiempo conmigo, eres una mujer hermosa y…

―San yo quiero, quiero estar a tu lado, te amo no hagas esto por favor.

―Pero Brittany, te hago daño… no aguanto ver tu cara y no poder recordar nada de ti. No es justo que esté ocupando tu tiempo en algo que no sabemos cuánto tomará.

―San escucha―le dijo acercándose más―Sé que esto es difícil para ti, porque para mí lo es. Verte y no poder tenerte es un martirio, pero te amo y soy capaz de esperar lo que sea.

Brittany luchaba porque sus lágrimas no escaparan, en ese momento necesitaba mantenerse todo lo entera que humanamente pudiera.

―Brittany no sé qué hacer, veo nuestras fotos y sé que teníamos algo grande, mi prima me dice que te perseguí, hasta que no tuviste más remedio que estar conmigo.

Brittany esbozó una sonrisa al recordar la insistencia de Santana.

―Pero no recuerdo nada, no recuerdo el amor que teníamos, creo que sería egoísta pedirte que me esperaras.

―No... Yo quiero esperarte...

―No Brittany...―tomó sus manos entre las suyas en una especie de súplica―Quiero que seas feliz. Desde que te vi en el hospital, no he podido ver ni una sola sonrisa como las que he visto en las fotografías, y sé que es culpa mía. No te mereces estar así de triste, tienes que recuperar tu vida.

―Pero mi vida eres tú, sin ti nada va a tener sentido.

―¿Y esto lo tiene? Que tú me ames y yo no recuerde que te amé alguna vez.

Esas palabras para Brittany fueron como una granada en su corazón, que lo destruyó en miles de pequeñas partes.

―¿Qué quieres que haga Santana? Lo siento no puedo dejar de amarte de un día para otro.

―Pero lo harás. Mira llevamos semanas en lo mismo. Yo estoy harta de que todo el mundo me diga qué tengo que hacer con respecto a ti, que tengo que recordar cuánto te amo, lo siento, pero no recuerdo nada de eso. Quiero que me dejen en paz de una maldita vez. Quiero que tú puedas recuperar tu vida y no estancarte aquí conmigo, esperando que nazca de nuevo el amor entre nosotras. Lo siento Brittany. Siento ser así de dura contigo, pero no puedo seguir viendo cómo gastas tu vida en mí y yo no te puedo devolver nada.

Brittany respiró hondo, Santana la estaba hiriendo de muerte.

Había decidido no darse por vencida y seguir ahí junto a la morena, hasta que lograra recordar todo lo que habían vivido juntas. Pero las palabras que le estaba diciendo, le estaban quitando las ganas de seguir, se estaba desmoronando de a poco.

Decidió que alejarse sería lo mejor.

Aunque no sabía cómo sobreviviría a estar lejos de Santana. Pero esa mujer, que estaba frente a ella, no era la Santana de meses atrás, la Santana de la cual se enamoró locamente.

Santana no la quería cerca y no podía obligarla a amarla si no lo sentía.

Con el corazón en la mano tomó la decisión más dolorosa de su vida y era alejarse de su Santana para siempre.

Pero antes debía pedirle algo.

Tragó el nudo de llanto que tenía alojado en su garganta y suspirando fuertemente comenzó a hablar.

―Bien Santana, veo que has decido por las dos. No puedo luchar contra lo que me dices. Solo quiero pedirte un último favor antes de irme.

Santana la miró, aquella bella mujer había decidido dejar de luchar con lo imposible.

―¿Qué favor?―preguntó en un susurro.

―Quiero un beso. Un último beso antes de que me vaya.

―No creo que sea buena idea.

―Santana, solo es un beso, después de eso no me verás más.

Santana se quedó pensando si debería o no besarla.

Después de unos segundos decidió que la besaría, era solo un beso, el último beso como decía. Luego no la vería más.

Santana se levantó de la cama y se colocó frente a la rubia. Miró los labios rosados de la más alta y luego miró sus ojos, vio tanto dentro de esos ojos, amor, tristeza, pasión y tomando su cara entre sus manos, se acercó más y la besó.

Fue un suave beso al principio, solo labios.

A Brittany le rodó una lágrima por la mejilla y a Santana una corriente eléctrica le recorrió por la espalda.

La pelinegra intensificó el beso y ahora utilizaba su lengua. Los labios de Brittany eran deliciosos, no podía detenerse y siguió besándola, hasta que recuperó la cordura y se separó de la ojiazul.

Cuando la miró, Brittany aún mantenía los ojos cerrados, guardando aquel precioso recuerdo.

Santana la miró y algo en su interior la obligó a seguir besando esa boca de finos labios rosados.

Ahora mordisqueaba el labio inferior.

Brittany estaba en el cielo, habían sido demasiados días sin sus besos y este sería el último. Santana la tomó por la cintura atrayéndola más. Un enorme deseo de poseerla le recorrió el cuerpo y luchaba en contra, no podía hacerle esto a la rubia.

No podía echarla de su vida, para luego hacerle el amor en ese momento, pero su cuerpo pedía a gritos a esta mujer que estaba junto a ella.

El beso se tornó más salvaje y a Brittany no pareció asustarle. La tomó y suavemente la fue deslizando sobre la cama, besando su cuello, estaba decidida a unir sus cuerpos.

Brittany solo se dejaba hacer.

Santana comenzó a desabrochar el pantalón de Brittany. Besó su vientre, y tenía toda la piel erizada por el contacto de los labios de Santana.

La morena no entendía por qué se estaba comportando así, pero era su cuerpo el que hablaba por ella.

Le deslizó la camiseta para sacársela y la vio en su cama, tendida solo en ropa interior. Bajó sobre ella y comenzó a besar los pechos de Brittany, ella se arqueó con un suave gemido.

De pronto, se quedó mirándola, era aún más bella ahí, cómo desearía recordarla.

―Brittany, dime que no quieres esto y me detendré, pero si quieres que continúe, tienes que saber que lo que pase aquí, no cambia en nada lo que hablamos antes.

Brittany solo deseaba tener a la morena, su morena, esa última vez fuera como fuera.

―Sí quiero, no te detengas.

Santana se abalanzó sobre la ojiazul volvió a sus pechos, a besarlos, succionarlos, morderlos y Brittany gemía ante cada contacto.

La morena se quitó la camiseta junto al sujetador y se sacó los jeans juntos con las bragas, cegada por el deseo.

Santana le quitó la tanga a Brittany y se quedó mirando la marca en su cadera.

Un flash llegó a su mente, una cadera con los lunares en forma del cinturón de Orión.

Su sangre hervía, no aguantó más y unió sus centros. Las dos se unieron en un gemido de placer.

Al sentirla otra vez, lágrimas comenzaron a rodar por las mejillas de Brittany, era su última vez con la persona que amaba.

Santana comenzó a moverse lento, disfrutando de la rubia. Verla retorcerse de placer, la éxito más aún.

Brittany pasaba sus uñas por la espalda de la más baja, de seguro le dejaría algún rasguño.

Santana fue aumentando el ritmo, Brittany le rodeó la cintura con las piernas. Se miraron y se volvieron a besar con pasión. Brittany sintió cómo su cuerpo se acercaba al orgasmo.

Santana gemía, el placer que esta mujer le provocaba, era indescriptible y sintió que ella comenzaba a estremecerse, ya estaba cerca, y ella misma también lo estaba.

Continuó con su ritmo hasta que la rubia se tensó y gritó su nombre, para Santana eso fue demasiado.

Oír a esa mujer muerta de placer, la elevó al cielo y se dejó ir, aferrándose más a la ojiazul, besándola para que no se escucharan sus gritos de placer.

Se quedaron un momento así, sin separarse, la morena encima de la rubia, con la cara posada en el espacio entre el hombro y el cuello.

Brittany abrió los ojos cuando sintió los pequeños besos que Santana le repartía en esa zona.

Después de tantos meses esperando por estar con su morena al fin la tenía unida a ella.

Pero ahora debía romper el contacto y separarse para siempre.

Santana seguía sobre ella, sin querer apartarse, su cuerpo no se lo permitía, éste tenía la memoria que a su cabeza le faltaba.

Su cuerpo recordaba perfectamente el de Brittany.

―Santana debo irme―dijo tratando de incorporarse.

―Brittany…

Ésta le cubrió la boca con un dedo.

―No digas nada. Me voy.

Santana se apartó para que Brittany se levantara y vio cómo se vestía a toda velocidad. Una vez lista se arregló el pelo, se dirigió a la puerta, no era capaz de mirar a la morena, solo quería salir de ahí.

Se acercó a la puerta para girar el pomo.

―Adiós Brittany―dijo Santana esperando que la mirara una última vez.

Ésta se detuvo, pero no se giró.

―Adiós Sanny―dijo y salió del dormitorio, para correr escaleras abajo hacia la salida de la casa de Santana.

Hacia la salida de su vida.

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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D

Capitulo 25

Brittany llegó escaleras abajo y se encontró con Maribel, Emily y Alma la abuela de Santana.

No podía salir de ahí corriendo, debía despedirse de estas mujeres a quienes apreciaba tanto.

―Brittany, ¿cómo ha ido la conversación con Tana?―preguntó Maribel al ver que la chica bajaba corriendo la escalera.

―Qué bueno que están las tres aquí. Me quería despedir de ustedes y agradecerles por todo.

―¿Cómo que despedirte?―intervino Emily.

―Hablé con Santana y llegamos a la conclusión de que es mejor no seguir con esto.

―A qué te refieres con no seguir con esto querida, ¿qué te dijo mi nieta?

―Bueno, ella no quiere que yo siga viniendo a verla, no se siente bien porque no me puede recordar y…

―¿Cómo es eso? Mi hermana se volvió loca.

―No Em, está bien, es mejor así. Ella no recuerda el amor que sentía por mí y no puedo obligarla a que me ame. Ella no se siente bien con eso y es mejor que siga con su recuperación tranquila. Respeten su decisión por favor.

―¿Y te vas a ir así, sin luchar?―la abuela de Santana estaba triste.

Sabía que su nieta amaba a esta mujer, pero nada se podía hacer para que la recordara.

―Lo siento, no puedo seguir luchando para estar junto a ella cuando lo que quiere es que me mantenga alejada.

Las mujeres se miraban una a la otra sin saber qué decir. Brittany se adelantó y comenzó a despedirse.

Primero abrazó a Alma.

―Bueno ahora me voy, cuiden mucho a Santana quieren―luego abrazó a Maribel―Y no le hablen más de cómo era nuestra relación, ojalá algún día pueda acordarse.

―Adiós Britt, cuídate mucho―la abrazó Emily―Espero volver a verte.

―Adiós y nuevamente gracias por todo.

Brittany caminó apresuradamente a la salida hasta llegar a su auto. Una vez dentro lloró, soltó todo lo que tenía acumulado hace horas.

A partir de ese momento estaba fuera de la vida de Santana.






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Santana se terminaba de vestir, cuando sintió que la puerta de su dormitorio se abría de par en par, como si una tropa de caballos salvajes hubiera entrado en la habitación.

―¡Qué hiciste! maldita hija… ¡Uyyyy que rabia! ¡No te puedo insultar porque tenemos la misma mamá!

Emily estaba fuera de sí gritando a su hermana. Santana solo la miraba con los ojos abiertos.

―Cálmate quieres… no me grites

―¡Qué me calme! ¿Cómo quieres que me calme? Brittany me acaba de decir que se va y para siempre porque tú le pediste que no volviera .Eres una desgraciada.

―Qué querías que hiciera, me dolía verla triste todo los santos días porque no puedo recordarla. Ella no se merece esto. Ella debe continuar con su vida.

―Imbécil, ¿qué vas a hacer cuando recuperes la memoria y ella ya no esté?

―Emily para eso pueden pasar meses. No es justo para ella que me ame y yo no recuerdo ese sentimiento hacia ella. Entiende es lo mejor.

―Tal vez es lo mejor para ti. Te juro que si pudiera te agarraba a golpes.

―Sé que me odias, pero, ¿no odias verla a ella cansada con toda esta situación?

―Ella te ama mucho Santana, hubiera esperado por ti ¡¡Te odio!!

Santana miró a su hermana y negó con la cabeza.

―Está bien hermana, ódiame todo lo que quieras, no voy a seguir hablando contigo, ahora hazme el favor y déjame sola.

Emily le dio una última mirada a su hermana y dando un gran portazo salió de la habitación de Santana.

La morena mayor se tiró sobre la cama y cerró los ojos.

Lo primero que se vino a su mente fue la marca en la cadera de Brittany. Recordó la manera en que la rubia gemía cuando hacían el amor y su cuerpo volvió a hervir ante el recuerdo.

Al rato se durmió y sus sueños eran sobre rubias de cabello como el oro, el cinturón de Orión y el color rojo.







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―¡¡¡Que esa mal nacida, ¿hizo qué?!!!

Fue el grito que se escuchó a través del teléfono.

―Mar cálmate...

―No me pidas eso después de lo que me has contado, cómo se atreve esa maldita a pedirte que te vayas.

―Entiende Marley, ella no logra recordar nuestra historia y…

―Pero eso no le da el derecho a echarte de su vida. ¡Porqué estaré tan lejos! Te juro que apenas ponga un pie en la ciudad voy y le digo hasta de lo que se va morir.

―Tranquila, no vas a hacer nada, creo que es lo mejor para las dos.

―¿Cómo que lo mejor amiga? Si ustedes se aman.

―Pero la situación se estaba volviendo muy incomoda para todos. Aunque yo quisiera seguir viéndolo, ella cree que es mejor que no estemos juntas.

Marley gruño.

―Es que las primas de esa familia son unas desgraciados, obviamente menos Emily. A Santana, casi la puedo perdonar porque tiene amnesia, pero aun así la odio.

―Ya amiga―trató de calmarla Brittany―Tú no odias a nadie, ¿está bien?

―Bueno dejemos de hablar de las ganas que tengo de matar a alguien con mis propias manos y dime qué vas a hacer ahora.

―La verdad es que no sé, me siento destruida, pero tengo que seguir adelante. Mar me haces tanta falta.

―Tú a mí también amiga. Pero ya falta poco, solo una semana y estaré de vuelta y podremos hablar, llorar y comer chocolate para pasar esta tristeza.

Brittany sonrió ante el comentario de su amiga, ella solucionaba todas las penas de amor comiendo chocolate.


Luego de charlar por un rato más y con la promesa de Marley que, apenas llegara a la ciudad no iría a matar a Santana si no que directo a la casa de su amiga, se despidieron.

Brittany se dirigió hasta la cocina para sacar una botella de vino blanco del refrigerador. Se sirvió una copa y fue bebiéndola mientras repasaba cómo había cambiado su vida en esos meses.

Pensó que ahora debía enfocarse en seguir viviéndola sin Santana en ella.





Brittany comenzó la semana de cabeza en el trabajo.

Quería estar lo más ocupada posible para que su cabeza no pensara en otra cosa que no fuera trabajo y más trabajo.



Al medio día recibía una llamada de Arite, su jefe, quien le pedía almorzar con ella ya que debían tratar un asunto.

Y ahí se encontraban los dos en un restaurante, sentados en una mesa, mientras la mesera tomaba sus órdenes.

―Bien Brittany, no me voy a andar con rodeos, necesito pedirte un favor.

―Claro Arite, tú dirás.

―Esta mañana he recibido una llamada de Unique. Ha presentado la renuncia y mañana deja de trabajar para nosotros.

―Pero, ¿por qué? Pensé que ya tenía todo bajo control.

―Yo pensé lo mismo, pero al parecer no era así.

―¿Y qué quieres que haga?

―Bueno esta conversación la habíamos tenido antes. Lo del viaje a París, ¿recuerdas?

―Sí, claro que recuerdo.

―Bueno necesito que viajes a París. Unique recomendó a su asistente para que ocupara su puesto, necesito que tú la entrenes hasta que la hagas una copia tuya. Pero necesito que viajes a más tardar mañana por la mañana. Qué me dices, ¿aceptas?

Brittany se quedó un momento sopesando la propuesta que le hacía su jefe.

Si hace unos meses se lo hubiera pedido, la respuesta habría sido no. No se hubiera alejado de Santana por nada del mundo, pero ahora Santana la había sacado de su vida y alejarse lo más posible por un tiempo, le pareció una idea genial.

Tendría mucho trabajo entrenando a su clon y así podría dejar de pensar en la abogada.

―Claro Arite, acepto. Cuenta conmigo.

―Está bien, prepararé todo y mañana estarás viajando a Francia.


Brittany llegó a su oficina a prepararlo todo para su viaje.

Lo único que sentía era no poder ver a su amiga cuando esta volviera.


Llegó a su casa a preparar su maleta y llamó a Marley para contarle todo lo sucedido. La castaña se alegró por su amiga, podría alejarse un poco de aquella ciudad, haber si así sacaba a Santana de su mente.





Muy temprano llegó un taxi a buscarla para llevarla al aeropuerto.

Cuando el avión despegó, una lágrima rodó por la mejilla de Brittany. Ese avión la estaba alejando de la persona que amaba, trataba de convencerse que eso era lo mejor para ella, pero a quién quería engañar, ella seguía pensando en Santana.







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Pasada una semana desde la última vez que se vieron, Santana comenzó a echar de menos a Brittany.

Se había acostumbrado a tenerla cerca, mirar esos ojos claros y ahora que la rubia no estaba, le parecía raro no verla.

Santana la había sacado de su vida y ahora la extrañaba.

Todas las noches tenía extraños sueños o recuerdos, no sabía bien. En ellos aparecía ella con Elaine en una cama y de pie otra chica las miraba, pero cuando trataba de ver su cara, era borrosa y luego desaparecía.

Otra vez soñó que besaba una deliciosa espalda femenina.

Y el sueño más recurrente de todos, era el del color rojo. Sábanas rojas, vestidos rojos.

Pensó por un momento que realmente se estaba volviendo loca.






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Brittany llegó a la oficina, que sería suya por los próximos cuatro meses, la chica que tenía que entrenar la esperaba con una cálida sonrisa en su cara.

―Buenos días, soy Sugar―le tendió la mano para saludarla―Encantada de conocerte Brittany.

―Lo mismo digo Sugar. Y bien, ¿te parece si nos ponemos manos a la obra?

―Claro―le dijo entusiasmada.

La chica aprendía rápido y eso tenía contenta a Brittany, ya llevaba casi un mes bajo su supervisión y los resultados habían sido excelentes.

Un día ella y Sugar decidieron ir a comer a una terraza cerca del edificio donde trabajaban. Salieron y fueron caminando calle abajo, hasta encontrarse con el pequeño restaurante, que Sugar se había empeñado en que Brittany conociera.

Y tenía razón, era encantador, aunque pequeño, pero eso no tenía la menor importancia, porque por lo que decía Sugar, ahí trabajaba uno de los mejores chef de Francia según su opinión.

Pidieron algo liviano para almorzar y jugos naturales para beber.

El mesero se acercaba con su pedido y se los dejó sobre la mesa. Brittany miró su plato, y de pronto, todo lo que estaba en el le pareció asqueroso.

―¿Qué pasa Brittany?―preguntó preocupada Sugar al ver la pálida cara de su jefa―¿Te encuentras bien?

―No, no me siento bien, tengo que ir al baño, disculpa.

Y salió a toda velocidad hasta llegar al baño y entrar a un cubículo, para luego devolver todo lo que había sido su desayuno hasta ese momento. Sintió cómo un sudor helado le cubría la cara, se incorporó y llegó al lavamanos para mojarse la cara y la nuca.


El almuerzo fue más corto de lo que hubiera querido, ya que no le apetecía comer nada.

Tenía el estómago revuelto.



Llegó esa tarde a su departamento, deseando tomarse un café y un pastelillo, ya que no había comido nada luego del incidente del restaurante.

Colocó la cafetera y se sirvió una taza de café que cortó con un chorro de leche. No alcanzó a beber media taza, cuando las nauseas la invadieron de nuevo.

Corrió al baño y se hincó ante el inodoro a devolver lo poco que contenía su estómago.

Ahí se quedó, tirada en el piso del baño, una idea cruzó su mente y un escalofrío su cuerpo.

―¿Y si estoy embarazada? ¿Y si al final si resulto? No, no puede ser. Debe ser algo que comí, algo me sentó mal.

Brittany empezó a recordar que iba hacer te todo para recuperar a su morena, y en ese todo era cumplir uno de los sueños que le pidió el ultimo tiempo.

Un Bebé.

Decido ir a la clínica que Santana le había dicho que tenía sus óvulos y que había dicho que ella ya era su pareja y futura mamá de sus hijos.

Y sí, se sometió al tratamiento para quedar embarazada con los óvulos de la morena, pero al pasar el tiempo no tuvo cambio y pensó que no había funcionado.

Había programado una cita con su ginecólogo para hacerse unas pruebas para ver si estaba o no embarazada, cita que siempre postergaba y cambiaba y a la que nunca llegó a ir.

No había síntomas ni cambios en su cuerpo.

Hasta ahora.

Ahora en París, en el baño de su departamento, la angustia se alojaba en ella.

Debía salir de dudas.

Se incorporó, tomó su bolso y se dirigió a la farmacia más cercana que encontrara para comprar una prueba de embarazo.

Llevaba la cabeza llena de pensamientos.

¿Qué haría si el resultado era positivo?

¿Debía o no contarle a Santana?

¿Qué le diría Marley o su hermana?

Luego de caminar unas seis calles, dio con una farmacia y a paso tembloroso entró y pidió al vendedor una prueba, la más certera que tuviera. Pagó y volvió a su departamento con la cabeza inmersa en los mismos pensamientos.

Cuando entró en el departamento lanzó el bolso en el sillón del salón y se dirigió hasta el baño. Abrió la caja que decidiría su destino, las manos le sudaban, leyó dos veces las intrusiones.

Llenó con orina el pequeño contenedor que traía la prueba y luego, con un gotario, colocó una pequeña cantidad de orina en el lugar indicado.

Cerró los ojos, muy apretados, como si así fuera a desaparecer de ese lugar.

Contó hasta cien y abrió los ojos lentamente, tomó una gran respiración y fijó su mirada en la prueba.

Una cruz roja cruzaba el pequeño aparato.

Una cruz roja que desde ese día cambiaba su vida.

Se dejó caer de rodillas al suelo y comenzó llorar, ¿por qué la vida seguía jugando con ella?

―Un hijo de Santana―dijo mientras abrazaba su vientre y las lágrimas salían más fuertes de sus ojos.

Tenía sentimientos encontrados.

Feliz por llevar una parte de Santana con ella y triste por no contarle a la otra mamá del bebé.

Pensaba en cómo se hubiera sentido Santana al saber una noticia así. Antes tal vez estaría feliz, pero ahora que no la recordaba, sería lo peor que le podría ocurrir.

Decidió mantener su secreto lo que más pudiera, incluso de su amiga Marley.





A la mañana siguiente, estando ya en su trabajo, concertó una cita con un ginecólogo para que la pusiera al tanto de lo que debía hacer.

Informó a Sugar que se retiraba antes para terminar algunos pendientes y se encaminó hasta la consulta del médico.


El doctor Finn Hudson la hizo pasar a la consulta y luego de hacerle unas pocas preguntas, le indicó que se recostara en la camilla, que se encontraba a un lado en la habitación, para realizarle un ultrasonido.

Se recostó en ella y dejó su vientre al descubierto, para que el médico le colocara un frío gel, luego deslizó el aparato y una imagen distorsionada se proyectó en la pantalla, que ella estaba mirando fijamente.

―Aquí―le dijo el médico―Este es el bebé, por el tamaño creo que está de unas cuatro semanas aproximadamente.

Brittany miraba alucinada la pequeña mancha, que se suponía era lo que crecía dentro de ella, para luego oír lo que el médico le dijo era el corazón de su bebé.

Lloró emocionada, se sentía sola, en un país extraño, sin querer contarle a nadie sobre lo que estaba viviendo.

El doctor le dio una fotografía del ultra sonido y ella la guardó en su agenda.

Luego de darle las indicaciones y las vitaminas, que tendría que comenzar a tomar, salió de la consulta feliz.

Llevaba una pequeña vida dentro de ella, aunque en un principio había estado muy asustada, ahora en su cara se dibujaba una hermosa sonrisa.


Llegó a su departamento y después de comer algo liviano, como le indicó el doctor, se dio un relajante baño, para rato después meterse en su cama.

Tocaba su vientre, pensando en que la vida la había alejado de la mujer que amaba, pero ella tendría un pedacito de la morena para siempre.

Pensando en lo que venía para su vida se hundió en un profundo y lindo sueño, con un pequeño de ojos oscuros que le sonreía.

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Capitulo 26

Brittany llevaba dos meses en París, al día siguiente de ir al ginecólogo, le comunicó a su jefe lo de su embarazo.

Él era la única persona sobre la faz de la tierra que sabía su secreto.

Cuando hablaba con Marley, se mordía la lengua para no soltar ni media palabra sobre su bebé. Sabía que si le contaba, Marley era capaz de ir hasta Santana y decirle todo.





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Santana estaba volviendo a hacer su vida normal.

Volvió a vivir a su departamento, aunque tuvo que escuchar los llantos de su mamá y su abuela para que no dejara la casa familiar, pero así y todo lo hizo.

Después de meses de fisioterapia su pierna estaba casi sin secuelas. Volvió a su trabajo y ya se estaba preparando para salir con su prima.

Ese viernes Kitty la llevaría a un club, donde según sus palabras, se juntaban las chicas más lindas y sexys de la ciudad.

Aunque Santana no sentía ni la mayor curiosidad por ir a este club, decidió que acompañaría a su prima, para que esta le dejara de dar la lata todas las semanas con las salidas.

Kitty la pasó a buscar a su departamento, una vez dentro del coche condujo hasta el exclusivo club.

―Vas a alucinar con este club San―comentaba con fascinación Kitty―Es uno de los mejores clubes de la ciudad, y cuando veas a las chicas que van ahí, la mayoría son modelos guapísimas.

―Veremos prima. La verdad es que no estoy de ánimos para fiestas, pero insististe tanto, que no me quedó de otra que acompañarte.

―Ah, pero ya verás que el ánimo se te sube rapidito cuando entres ahí.


Llegaron, y como era de suponer, no hicieron la larga fila que esperaba en la entrada. Entraron y se dirigieron a la barra del sector VIP, Kitty pidió unos tragos y le entregó uno a su prima, y se sentaron observando a la gente que ya repletaba el local.

Algo, en el fondo de la sala, llamó la atención de Santana.

Era un grupo de chicas que conversaba animadamente, pero su vista se fijó en la que le estaba dando la espalda, enfundada en un ajustado vestido rojo y su largo cabello rubio, sujeto en una coleta, que bajaba por su espalda.

Santana se levantó impulsado, cómo si fuera una marioneta y se dirigió a toda velocidad al grupo, ante la atónita mirada de su prima, que se levantó de un salto de su silla para seguirla.

Cuando estuvo cerca de la chica y sin explicación alguna, la tomó del brazo y la giró.

―¿Brittany?

Pero no era Brittany, ni siquiera sabía por qué había pensado que era ella.

La chica le sonrió, la morena era guapa, que más daba si la había confundido con otra.

―Disculpa, te confundí con otra persona―le dijo y se apartó del grupo, pero Kitty la detuvo.

―¿Qué fue eso Santana?

―Tengo que salir de aquí Kitty.

―¿Qué? Pero si acabamos de llegar. Además creo que dejaste una buena impresión a las chicas de ese grupo, vamos y nos presentamos.

Santana comenzó a andar buscando la salida.

Sentía que el encierro la estaba asfixiando.

Su prima la siguió hasta que llegaron a la calle.

―Santana, ¿qué bicho te picó ahora?

―Pensé que era Brittany.

―De qué hablas, qué tiene que ver Brittany aquí.

―La chica que vestía de rojo, me levanté y fui hasta ella porque pensé que era Brittany y no sé por qué.

Kitty miraba la cara de desesperación que tenía Santana por tratar de entender que le estaba ocurriendo.

¿Por qué tenía que acordarse de Brittany?

Hace meses que no sabía de ella.

Nunca más volvió a visitarla, tal cual como le había pedido.

―¡Prima!―exclamó Kitty con alegría―Esto es bueno, tal vez tu memoria quiere volver a ti.

―¿Por qué dices eso Kitty?

―El día que conociste a Brittany, ella vestía un ajustado vestido rojo. Cuando la viste por primera vez, ella estaba en la pista bailando de espaldas a ti, te quedaste mirándola embobada. Ella fue tu elección esa noche. Brittany siempre vestía con alguna prenda de color rojo y tú siempre decías que el…

―El rojo era mi color favorito.

Las primas se miraron y Kitty abrió mucho los ojos.

―Santana, te lo dije, tus recuerdos están volviendo ¿Recuerdas algo más?

―Todo es confuso, son como golpes de imágenes en mi cabeza, y no sé si son recuerdos o me lo estoy inventando.

―Creo que debemos ir a casa de tu mamá, decirle que llame a tu doctor y preguntarle sobre esto.



Las primas llegaron a la mansión de la mamá de Santana.

Le contaron lo sucedido a Maribel, que de inmediato y sin importarle la hora que era, llamó al médico tratante de su hija.

Este le dijo que se tranquilizara, que era bueno que Santana comenzara a recordar y que seguramente más recuerdos volverían, aunque no le aseguraba que fueran todos. De todas formas les pidió que fueran a la consulta para revisar a Santana.



Santana estaba en su despacho revisando su agenda.

Desde el día en que había ocurrido el incidente en el club, no había tenido más recuerdos sobre Brittany.

De pronto, sintió deseos de beber café, pero no el que preparaba la máquina de su despacho y decidió que, ya que no tenía nada programado hasta dentro de dos horas , salir y buscar una buena cafetería donde sentarse un rato y tomarse un delicioso café con algún exótico sabor.

Salió del edificio y comenzó a caminar por la calles observando a la gente que caminaba de prisa mirando al suelo.

Siguió su caminata, pero no sabía hacia dónde se dirigía, solo sabía que tenía que caminar y caminar.

Después de unos minutos, se detuvo frente a un edificio que albergaba oficinas de varias empresas, sus pies se dirigieron por su cuenta hacia la entrada del edificio y se subió al ascensor apretando el botón de un piso.

No sabía por qué estaba ahí.

Cuando el ascensor llegó a destino y dio un paso fuera, se encontró en un vestíbulo que le parecía familiar.

―Buenos días señorita López, qué bueno es verla por aquí otra vez―le dijo la recepcionista con una enorme sonrisa, Santana medio sonrió y siguió caminando, sin saber a dónde la llevarían sus pies.

De pronto se encontró con una mujer castaña que le cortaba el paso.

―¿Qué haces tú aquí?―la voz de Marley sonaba más que indignada.

―Perdona, ¿nos conocemos?―Santana miraba a su alrededor confundida.

―Claro que nos conocemos, ah pero si es verdad, casi olvido que perdiste la memoria―dijo la castaña con un poco de ironía.

Desde el momento que su amiga le contó que, Santana le había pedido que no la visitara más, juró odiar por siempre a esta mujer.

―Soy Marley, solía salir con tu prima. Pero no me has contestado, ¿qué haces aquí?

Santana la miró desconcertada, qué podía contestarle si ni ella sabía qué hacía ahí.

―La verdad es que… no sé.

―¿No sabes? , no te creo,

―Es verdad, estaba en mi despacho y salí a la calle, comencé a caminar y llegué aquí, no sé por qué.

―¿No recuerdas qué lugar es este?

―No. Podrías hacer el favor de decirme dónde me encuentro.

Marley se cruzó de brazos, en actitud de guerra, como si no le creyera lo de pérdida de memoria. La miró de arriba a abajo y se dio cuenta que la morena no mentía, se le veía confundida.

―Esta es la revista donde Brittany es la editora.

―¿Brittany trabaja aquí?―se sorprendió ante la revelación que Marley le hacía, otra vez Brittany.

―Sí, y esa que está arriba es su oficina.

Santana dirigió la vista hacia donde le indicaba la más alta y de pronto se movió con prisa para llegar hasta la oficina.

―¡Santana espera!―le gritó Marley, pero la morena no la oyó.

Llegó a la puerta de la oficina y miró en todas direcciones. Detuvo su vista en la maceta con la orquídea blanca y la imagen de besando a Brittany vestida de rojo se le vino a la mente como un latigazo.

―¿Dónde está? Necesito hablar con ella ¿Dónde está Brittany?

―Ella no está Santana.

―¿Y a qué hora la puedo encontrar? Es urgente que hable con ella, por favor dime a qué hora puedo volver para verla.

―Lo siento, pero eso es imposible.

Santana abrió mucho los ojos ante las palabras de Marley.

―¿Por qué es imposible? Sé que tal vez no me quiera ver, mira estoy recordando cosas, mi prima dice que son cosas que viví con ella. Ahora acabo de recordar, que esa orquídea que está al lado de su escritorio, se la envié yo, ella me contó que era su flor preferida―su mente estaba liberando recuerdos de Brittany, todo lo llevaba a la rubia―Por favor dime dónde la puedo encontrar ahora.

―Mira abogada, fuiste tú la que la sacó de tu vida, no me pidas que te ayude ahora después de ver cómo mi amiga sufrió ese día.

―Lo sé, sé que fui una imbécil, pero entiende, no sabía cuánto me demoraría en recordarla y no quería que perdiera su tiempo.

Marley miraba a Santana que se pasaba la mano por la nuca en señal de desespero al no saber qué hacer.

―Lo siento Santana, pero no puedo ayudarte.

―¿Por qué no quieres decirme dónde está ella?, ah ya sé, es por lo que pasó con Kitty ¿No crees que deberías dejar ese tema y ayudarme con Brittany? Mi prima fue una cobarde, pero no mezcles los temas y ayúdame.

―Santana…―Marley abrió mucho los ojos―Recordaste lo de Kitty y yo.

Santana también la miró sorprendida, acercó una silla y se sentó en ella casi desplomándose

―No sé qué pasa, todos los recuerdos están golpeando en mi mente. Es como si tuviera miles de fotografías en mi cabeza y golpean en mi cerebro como flashes.

―¿Recuerdas algo más sobre Brittany?

Santana frunció el ceño en señal de concentración.

―Sí, pero no sé…

De pronto recordó el accidente.

Se vio discutiendo por algo con Brittany dentro del auto, luego escuchó un golpe y todo se volvió negro.

―Recuerdo el accidente, Brittany y yo en su auto y discutíamos por algo. Estábamos muy exaltadas, luego ella grita mi nombre, oigo un fuerte ruido y luego todo lo que veo es oscuridad.

―¡Esto es genial, tu memoria ha vuelto!

―Necesito hablar con Britt, dime a qué hora puedo volver para hablar con ella.

―Santana, Brittany está fuera del país.

―¿Qué? ¿Pero dónde está? ¿Cuándo se fue?

―A los pocos días de que tú le dijeras que no querías que fuera más a tú casa.

―¿Dónde? ¿A qué país se fue?

―No sé si debería decírtelo.

―Por favor dime.

―Y qué vas a hacer, ¿ir a buscarla? Lo único que te voy a decir es que pronto estará de vuelta. Es mejor que la esperes.

―Veo que no me vas a ayudar.

―Santana, sé que ustedes se aman, pero la última vez que hablé con Brittany, antes de irse, estaba devastada por tu culpa. No te imaginas lo furiosa que estoy contigo por hacerla sufrir de ese modo. No pidas mi ayuda por favor, hoy te he dado demasiada información sobre ella.

Santana se dio por vencida, la castaña no le daría más ayuda.

Luego lo pensó mejor y esperaría a que su rubia volviera, tal vez todos los recuerdos que faltaban, volvieran a su mente antes de tenerla frente a ella.

―Está bien, respeto tu decisión. Sé que piensas que le hice mucho daño a tu amiga, pero créeme que no fue mi intención, no supe cómo reaccionar.

―Lo sé, pero no puedo dejar de sentir rabia por lo que le hiciste.

―Me voy, esperaré a que Britt vuelva de su viaje. Adiós y gracias por tu ayuda.

―De nada Santana y espero que todo esto se pueda solucionar.


Santana salió de la revista y recorrió su camino de vuelta pensando en Brittany y recordando pequeños instantes vividos con la rubia.

Cada vez se sentía peor de haberla alejado de su vida.



Entró en su despacho, se sentó en su gran sillón de cuero y al mirar su escritorio, la imagen de Brittany casi desnuda, retorciéndose de placer, le llegó de pronto y la recordó, recordó todo de golpe.

El sexo de reconciliación en su oficina.

La propuesta de matrimonio que la ojiazul rechazó, la semana que no quiso verla porque pensaba que no la amaba, la rubia diciéndole te amo con sus hermosos labios y por último el fatídico día del accidente.

Recordó cómo Elaine entró en su cuarto y trató de seducirla, y cómo Brittany las había encontrado sobre la cama forcejeando y pensó que la estaba engañando con su ex.

La discusión en el auto y luego el accidente.

―Soy una imbécil de mierda―se dijo a si misma agarrándose la cabeza con las dos manos.

Tomó el teléfono y llamó a su prima para contarle la buenas nuevas, bueno, no tan buenas, Brittany estaba fuera del país y eso era demasiado malo para ella.

―Hola San―le contestó Kitty al segundo tono.

―Me acuerdo de todo―le soltó de golpe Santana a su prima.

―Que te acuerdas de qué todo, habla claro Santana, no te entiendo.

―Qué volvió mi memoria Kitty, recuerdo a Britt, todo lo que viví con ella, el accidente…

―Eso es excelente prima. Tu mamá se pondrá feliz y que decir de Brittany.
Llámala, dile que te acuerdas de ella y que tienen que hablar.

―No estaba prima, Britt no estaba.

―Santana no te entiendo, ¿puedes ser más clara?

―Salí de la oficina y no sé cómo llegué al edifico donde trabaja Britt, pero ella no estaba.

―Ah, pero puedes volver más tarde y encontrarla…

―No está en el país. Marley me dijo que se fue a los pocos días que le pedí que no volviera a visitar la casa, y no me quiso decir en qué país está.

―¿Hablaste con Marley? ¿Cómo está? ¿Sigue tan bella? ¿Te preguntó por mí? Dime prima.

―Haber te contesto: sí, bien, sí y no ¿Te quedó claro? y concéntrate, no estamos hablando de ti, si no de mí.

―¿No te preguntó por mí? ¿Me estás diciendo la verdad Santana?

―Sí Kitty, no hablamos en ningún momento de ti, qué querías después de la canallada que le hiciste.

―Y tú, ¿qué me dices de la canallada que le hiciste a Brittany?―Kitty sintió que una rabia inmensa le recorría todo su ser.

―Sí, pero yo no la recordaba, en cambio tú…

―Lo sé, lo sé, ya no digas más ¿Qué piensas hacer ahora?

―Marley dice que estará pronto de vuelta. Voy a esperar a que regrese para conversar con ella calmadamente y decirle que he recordado todo lo de nosotras, y que la necesito de vuelta en mi vida.

―Ojalá todo salga bien prima, llama a tía Maribel y cuéntale todo, de seguro se alegrará mucho.

―Sí, tienes razón, nos vemos prima.

―Nos vemos Santana.

Santana cortó la conversación y marcó el número de la casa de su mamá.

―Mamá.

―Hola hija, ¿cómo estás? Qué pasa, ¿estás bien? Habla Tana.

―Mamá recuperé la memoria, me acuerdo de Britt y todo lo que he pasado con ella en los meses anteriores al accidente.

No se oyó nada al otro lado de la línea...

―¿Mamá? Mamá, ¿estás ahí?

―¡¡Mamá!!―se escuchó de pronto un grito―Hola―ahora era Emily al teléfono.

―¿Qué pasa Em? ¿Mamá está bien?

―¡No! ¡Tana… mamá se desmayó!

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Capitulo 27

―¡¿Cómo que Santana llegó a la revista?!―la voz sobresaltada de Brittany le llegaba a su amiga al otro lado del teléfono.

―Lo que te digo, al parecer recobró la memoria y apareció por aquí.

―¿Cómo que recobró la memoria? ¿Cuándo?

―Por lo que me contó, estaba caminando en la calle sin rumbo, hasta llegar al edificio y comenzó a recordar cosas. Y me dijo que quería hablar contigo.

A Brittany le palpitó más rápido el corazón y se abrazó el vientre.

―Y supongo que tú no le dijiste dónde estaba.

―Claro que no, solo le dije que estabas fuera del país y que pronto volverías. Ya falta poco amiga, tengo tantas ganas de verte.

―Yo también Mar, te echo muchísimo de menos, pero como tú dices, queda poco.

―¿Y qué vas a hacer cuando llegues y Santana te busque? No se va a quedar tranquila hasta tenerte frente a ella.

Brittany pensó en qué haría cuando tuviera que hablar con Santana.

Cómo le contaría lo del bebé, cómo reaccionaría.

Cómo reaccionaría ella misma al ver a la morena de nuevo.

No había pasado ni un solo día sin pensar en Santana.

―Supongo que tendremos que hablar y no sé, no puedo pensar en eso ahora.

―Amiga sabes que decidas lo que decidas cuentas conmigo, ¿verdad? Aunque sé que ustedes se aman, han pasado tantas cosas entre ustedes dos.

―Ni te lo imaginas―comentó por lo bajo Brittany―Pero ya veremos cuando llegue el día. Marley, ahora te dejo, voy a salir a arreglar unas cosas para dejar todo en orden cuando me vaya.

―Está bien Britt, pero dime, ¿qué día exactamente vuelves?

―Me quedan dos semanas para terminar el entrenamiento de Sugar, luego de eso puedo dejar París.

―Dos semanas amiga, estaré contando los días. Ahora si te dejo para que trabajes tranquila, te quiero amiga cuídate mucho.

―Yo también te quiero Mar, nos vemos pronto adiós.

―Adiós Britt.

En la mente de Brittany seguía la conversación que había tenido con Marley.

Lo que le había contado sobre Santana le había dado una enorme alegría.

Por fin la recordaba, recordaba su historia juntas.

Pensaba en qué haría cuando tuviera a Santana frente, qué haría la morena cuando supiera que sería mamá.

¿Estaría feliz?

¿O no?

¿Se molestaría por utilizar sus óvulos sin decirle nada?

No quería pensar lo peor.


Era su hora de almuerzo, y tenía que salir a la consulta de su ginecólogo.

Ya tenía casi cuatro meses y esa sería su última revisión en París.


Llegó a la consulta del doctor Finn Hudson, y este comenzó con su interrogatorio de rutina.

Después de responder todas las preguntas del médico, este la invitó a subirse a la camilla para hacerle un ultrasonido, necesitaba realizar un informe dirigido al médico que trataría a Brittany de vuelta en su ciudad.

Se subió a la camilla y dejó su vientre al descubierto. El médico comenzó a untarle el frió gel, y una vez listo, empezó con el ultra sonido.

El doctor Hudson tenía la mirada fija en el monitor y pasados unos minutos el médico comenzó a fruncir el ceño. Brittany al ver que el médico no hablaba y tenía la expresión seria se preocupó.

―¿Pasa algo doctor?

―Hay algo… algo que necesito comprobar

Brittany se tensó, ¿qué le pasaba a su bebé?

Le empezaron a sudar las manos y los nervios amenazaron con hacer aparición. Respiró hondo para tranquilizarse, fuera lo que fuera, debía estar serena para escuchar lo que el médico le diría.

De pronto, el doctor Hudson detuvo el ultrasonido, limpió el vientre de Brittany y tomó otro aparato entre sus manos.

―¿Qué está mal doctor? ¿Qué pasa? Dígame por favor.

―Brittany, voy a hacerle un ultrasonido transvaginal, necesito despejar una duda.

El médico le indicó que cambiara de postura para comenzar con el procedimiento.

Introdujo el aparato, que estaba cubierto por un preservativo, y comenzó a observar lo que se mostraba en la pantalla.

Brittany miraba y miraba sin entender qué era lo que el médico buscaba.

―¡Ahí está!―dijo el doctor con una amplia sonrisa.

―¿Qué es lo que está doctor? Dígame por favor, me tiene de los nervios.

―Brittany, no sé cómo decírselo.

―Dígalo de una vez por favor.

―Brittany, tienes dos bebés que están creciendo dentro de ti.

Brittany se incorporó de golpe en la camilla apoyándose en los codos, y con los ojos muy abiertos.

―¿Qué dijo?

―Por lo que veo estás esperando mellizos. ¡Felicidades mamá!

―No doctor Finn, tiene que haber un error, si hace unos meses era uno, no puede haberse multiplicado. Mire bien el monitor quiere y dígame que no hay dos bebés dentro de mí.

―No Brittany, no hay ningún error, tienes dos fetos creciendo en tu útero. En el primer ultrasonido estabas de muy poco tiempo y no se mostró ese día. Pero ahora se ve perfectamente. Es más, te puedo decir que es un niño y una niña.

Brittany volvió a recostar su cabeza sobre la camilla y comenzó a llorar, dos bebés, qué haría ella con dos bebés, qué diría Santana cuando se enterara que no era uno si no dos los bebés que estaban creciendo dentro de ella.

―Tranquila Brittany, sé que no te esperabas esto, pero tienes que estar contenta, vas a tener a dos pequeñines que te alegren los días. Bueno creo que terminamos, te voy a dar el informe para que se lo entregues a tu ginecólogo en tu ciudad. Sigue tomando las vitaminas y cuida tu alimentación.

―Está bien doctor, y gracias por todo. Disculpe mi reacción, comprenda que no me esperaba una noticia así.


Y una vez que el doctor le entregó los informes e indicaciones a seguir, salió de la consulta y comenzó a caminar lentamente por las calles.

Dos bebés crecían dentro de ella, otra vez la vida la sorprendía.

¿Cuándo sería el día que pudiera vivir sin sorpresas?

Pensó en Santana, había recuperado la memoria y de seguro cuando ella volviera la buscaría y no sabía cómo la enfrentaría.

¿Cómo le explicaría la “sorpresa” que le quería dar?

¿Qué utilizo sus óvulos en ella?

¿Cómo le diría que esperaba dos hijos suyos?

De seguro no le creería.



Llegó a su departamento, que dentro de poco dejaría para volver a su país y se sentó en su sofá.

Colocó sus manos sobre su pequeño vientre y comenzó a reír.

Dos hijos de Santana, dos pequeños de ojos oscuros. Más bien dicho una pequeña y un pequeño.






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Santana estaba inquieta en su oficina.

Hace semanas que no tenía noticias de Brittany y lo único que consiguió de su amiga Marley, era saber que pronto volvería, pero no tenía una fecha exacta y eso la desesperaba.

Su memoria había vuelto, necesitaba hablar con la rubia y pedirle perdón por cómo la había sacado de su vida.

La necesitaba a su lado más que a nada.

Caminaba todo el día de arriba abajo en la oficina, trataba de concentrarse en los casos, pero le era muy difícil, siempre que cerraba los ojos veía el rostro de la rubia, su rubia.







**************************************************************************************************************




A un día de dejar París, Brittany estaba en su departamento, contenta por dejar tan bien instruida a Sugar, la chica sería una buena editora con el tiempo.

Guardaba lo último en su maleta y se puso a mirar alrededor del departamento que en esos cuatro meses le habían servido de hogar.

Quería volver a casa y ver a sus seres queridos, sobre todo a Santana.

¿Qué haría la morena cuándo la viera?

Sería verdad que había recuperado la memoria como le había dicho Marley.

Pensó y pensó cual sería la mejor forma de enfrentarse a la pelinegra y contarle lo de los mellizos.

Y no solamente debía enfrentarse a la morena, sino que también a las recriminaciones de su hermana, cuñada, Marley, Maribel, Emily y la abuela de Santana.

Ya se imaginaba cómo la regañarían por ocultar algo tan grande.

Decidió buscar un vaso de leche y colocarse el pijama, para pasar la última noche en su departamento en París, ya mañana en el largo vuelo, se ocuparía de pensar qué decir a los suyos.






Después de un poco más de diez horas de vuelo, Brittany ya estaba en casa.

Gracias a Dios, los mellizos se habían portado bien durante el viaje y no tubo malestares, más que el cansancio provocado por tanto pensar y decidir qué haría una vez pusiera un pie en su país.

Cuando bajó del avión y buscó sus maletas, fue por un taxi para que la llevara a casa.

Era domingo por la mañana y quería darse una ducha y cambiarse de ropa, antes de enfrentar a la primera persona a la que le contaría lo de su embarazo.

Y esa sería Quinn, su hermana.


Después de ducharse, se puso un vestido primaveral ancho para ocultar su pequeño vientre, se subió a su auto y se dirigió a casa de su hermana.


Llegó a la puerta, ya pasaban de la una de la tarde y tocó el timbre. No pasaron ni veinte segundos y la puerta se abrió, mostrando el sonriente rostro de su cuñada Rachel.

―¡Britt!, estás de vuelta, ¿cuándo llegaste? ¿Por qué no nos avisaste? Te hubiéramos ido a buscar al aeropuerto, ¿estás bien?―Rachel se fundió en un abrazo con su cuñada.

―Sí, estoy bien cuñada. Y tus amores, ¿dónde están?

―Atrás en el patio, pero espera―Rachel detuvo por el brazo a Brittany cuando esta comenzaba a caminar para ir al patio trasero―Algo te pasa. Mírame Britt.

Brittany la miró y en sus ojos se agolparon las lágrimas. Rachel posó una mano en el vientre de su cuñada. Abrió los ojos sorprendida y luego se tapó la boca con las manos para no gritar.

―¿Es lo que creo Britt?

Brittany sonrió entre lágrimas y asintió con la cabeza.

―Britt, pero, ¿cómo?

―Rachel, vamos a ver a mí hermana y así les cuento a las dos de una sola vez.

―Está bien, pero quiero lujo de detalles. Tu hermana va a alucinar.

Las cuñadas llegaron al patio trasero, donde Quinn y el pequeño Blaine, jugaban al fútbol.

Cuando el vio a su hermana corrió a saludarla seguida del pequeño.

―¡Britty! ¿Cuándo volviste? ¿Por qué no nos avisaste?

―Ya Quinn, lo mismo le he preguntado yo―dijo Rachel.

―Llegué hoy, de madrugada y quise venir de inmediato, necesitaba tanto verlas y ver a este pequeño diablillo que amo―Brittany se agachó para abrazar y besar a su sobrino―Te he echado tanto de menos Blaine y tú, ¿me has echado de menos?

―Sí tiaaaa. Mucho de menos.

―Ah, qué bueno, pensé que te habías olvidado de mí.

―Nooo, tu eres mi tía y yo soy tu amor. Por siempre.

―Pero, ¿cómo estás? ¿Llegaste bien? ¿Quieres algo de beber?

―Ya hermana, cálmate estoy bien, pero me gustaría hablarte de algo. ¿Te parece que entremos al salón y nos ponemos cómodas?

―¿Es algo malo? por como lo dices, pareciera que sí.

―Cariño―le dijo Rachel a su esposa―Mejor entramos y nos enteramos de una vez, ¿no crees?

―Sí claro, vamos.

Brittany se sentó en el sofá con su sobrino y su cuñada a su lado, su hermana se ubicó frente a ella en un sillón pequeño.

―Bien Britty habla, ¿qué te pasa?

Brittany miró a su hermano y luego a su cuñada, para volver a mirar a su hermana. Tomó una honda respiración para comenzar a decir:

―Bueno Quinn, lo que te tengo que decir es que, dentro de unos meses y si todo sale bien, vas a ser tía.

El silencio se hizo en la sala.

Quinn ni siquiera pestañaba.

―Y hay algo más― Brittany rompió el incomodo silencio―Estoy esperando mellizos. Una niña y un niño. Así es que, Rachel, hermana, serán tías por partida doble.

―¡Mellizos, qué bien!―gritó Rachel y abrazó con alegría a Brittany.

Quinn aún estaba callada mirando a su pequeña hermana. No podía creer lo que acababan de escuchar sus oídos.

―Es una broma, ¿verdad Brittany?

―No hermana, es verdad. Mira mi vientre, estoy más o menos de cuatro meses.

―¡¡Le voy a partir la cara a alguien!!

―¡¡Quinn!!―gritaron Brittany y Rachel al unísono.

―Dime quién fue. Maldición ¡¡lo voy a matar!!

―Ya Quinn, tú no vas a matar a nadie. Cálmate quieres, para poder explicarte.

―Solo quiero saber cómo pasó esto y quién es el papá de tus bebés.

―Hermana…. Es mamá… la otra mamá es Santana.

―¿Cómo?

―Sí, Santana.

―Pero Brittany, Santana no puede embara… ¡No lo puedo creer! Se sometieron a un tratamiento y no me dijiste nada. ¡NADA!

―Fue algo así. Como te conté, yo tenía miedo de casarme con Santana, pero ella también quería tener hijos nuestros y bueno… quería demostrarle que si la amaba, pero no podía casarme, no aun… y bueno… ella me había contado que en una clínica tenía sus óvulos y que ya había dado la autorización de que yo era su pareja…pensé que darle un hijo, ahora dos, sería bueno. Esto es cosa mía, fue mi decisión.

―Pero, si Santana… ella no… ella no se acordaba de ti. Entonces, ¿cómo? ¿Fue antes?

―Mi amor―intervino Rachel―La cabeza de Santana no recordaba a Brittany, pero sacando las cuentas, esto si fue antes del accidente, Quinny―miró a su cuñada y le guiñó un ojo.

―Ya, cómo puedes decir una cosa así ¿Qué vas a hacer ahora Brittany? ¿Ella lo sabe?

―No, aún no. como dije esto fue cosa mía y quería darle una sorpresa, pero paso el tiempo y no había cambios o síntomas en mi, hasta que lo pude confirmar. Quería que tú fueras la primera en saberlo. Además, no sé cómo enfrentarme a ella. Ha pasado tiempo, ella no sabe que me sometí al tratamiento y no sé…

―Ella está loca buscándote. Me ha llamado todas las semanas para que le diga cuándo volvías. Creo que ella piensa que le mentimos cada vez que le decimos que no sabemos nada de ti. Tú qué crees que va a decir de esto Britt.

―Bueno, no lo sé…

―Te va a odiar. No puedes ocultarle algo tan grande a la persona que más te ama en el mundo.

―Pero, ella no estaba bien. No me recordaba cuando pasó esto.

―Sí, pero tú sabes que ha estado recordándote y ni por eso se te ocurrió llamarla o venir antes.

―Ya Quinny, creo que te estás pasando―otra vez Rachel al rescate de su cuñada―No creo que Santana odie a Brittany por no haberle dicho nada. Creo que estará contentísima.

―¿Eso crees Rach? Esto no es cómo ocultarle que el perro se comió su zapatilla favorita. Es demasiado importante.

―Pensé que estarías feliz por mí Quinn.

―Y lo estoy Britty, me tomaste de sorpresa con la noticia, aún estoy en shock. Perdóname, no quise ser pesada contigo, eres mi hermanita y no quiero que sufras. Estoy contenta porque voy a ser tía y por partida doble, pero pienso, ¿y si ella no quiere saber de los bebés?… no, si no quiere le parto la cara si o si.

―Ya Quinn, calma. Mira, no sé qué va a pensar Santana cuando le diga, ni siquiera sé cómo acercarme a ella para decirle, pero si no quiere nada con mis bebés, seguiré sola como siempre ¿Qué más puedo hacer?

Rachel tomó la mano e Brittany y le dijo:

―No estarás sola nunca. Ni a ti ni a los bebés le va a faltar nada, pero creo que nos estamos apresurando un poco. Creo que la reacción de Santana será de completa felicidad.

―Gracias Rachel, solo les pido un favor, si Santana llama y pregunta si volví ustedes no saben nada de mí, ¿está bien?

―Pero Britt―dijo Quinn en tono de reprimenda―No puedes seguir con esto.

―Solo dame tiempo. Promete que si te llama no le dirás nada.

―Está bien, no diré nada,―le dijo a regañadientes―Pero promete que no pasará de esta semana.

―Sí hermana, lo prometo.

Brittany abrazó su vientre, ya estaba en su país contándole todo a sus seres queridos.

Ya lo sabía su hermana y su cuñada, ahora debía contarle a su mejor amiga y planear un encuentro con Santana, para que supiera la verdad.

Ojalá y como decía su cuñada, Santana se volviera loca de felicidad.

No quería pensar lo peor, no ahora.



Después de comer con su familia, Brittany trató de ubicar a Marley, pero ésta no le contestaba el teléfono ni el móvil. Le dejó un mensaje para que supiera que ya había vuelto a la ciudad y que quería hablar con ella.

Brittany no pensaba volver a la revista hasta mediados de semana, debía organizar su casa y sus cosas.

Miles de imágenes pasaban por su cabeza, los ojos de Santana, su boca.

¿Qué pensaría de verdad Santana cuando le contara?

¿La odiaría como había dicho Quinn?

Sabía que a Santana le gustaban los niños, pero llegar al extremo de odiarla por no contarle, no lo creía posible.


Paseó un rato por su casa y se dirigió a la habitación de huéspedes, que pronto se convertiría en la habitación de sus hijos.

Dejó volar su imaginación, pensando de qué color pintaría las paredes, qué cunas compraría.

Después de seguir vagando y pensando por otro rato, decidió dormir.

Estaba realmente cansada, mañana podría salir y ver cosas para sus bebés.

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Capitulo 28

Brittany despertó con el sonido del teléfono.

Miró la hora en el reloj de la mesa de noche, que le indicaba las once de la mañana, había dormido toda la noche de un tirón.

Se acercó a la mesita de noche para tomar el auricular.

―Hola―dijo con la voz aún adormilada.

―¡Llegaste! ¿Por qué no me avisaste? Eres una mala amiga. Te hubiera ido a buscar para pasar el día juntas.

―Hola Mar, ¿cómo estás? Yo estoy bien, ¿sabes?

―Disculpa amiga, es que me emocioné con la noticia de que habías llegado. Escuché tus mensajes recién hoy en la mañana ¿Por qué no me avisaste Britt?

―No le avisé a nadie. Además, te llamé ayer y no te encontré ni el teléfono de tu casa, ni en el móvil.

―Estuve ocupada, meditando en un spa, pero si me hubieras avisado lo hubiera cancelado.

―¿Meditando? No sabía que tenías esa faceta tan mística, ¿desde cuándo?

―Hace poco. He estado intentando hacer cosas distintas, ya sabes, para olvidar.

―Bueno, luego me cuentas. Estaba pensando que nos viéramos para almorzar y para ponernos al día.

―Britt, creo que hoy no podremos juntarnos. Dentro de media hora tengo una reunión y a las dos me voy a la playa, para ver la locación de la próxima editorial, no volveré hasta el miércoles.

―Uf, veo que eres una mujer ocupadísima.

―Gracias a ti, pero ahora que has vuelto, podré bajar un poco el ritmo.

―Claro amiga, ya pronto volveré a mi trabajo y serás libre.

―Brittany, te tengo que dejar, te espero el miércoles para almorzar. Te llamo apenas llegue. Cuídate mucho, te quiero.

―Tú también cuídate, nos vemos.

Una vez terminó de hablar con su amiga, se dirigió a la cocina, no había comido nada desde la noche anterior y si no lo hacía pronto se desmayaría.

Tomó un tazón lleno de cereal, fresas y yogurt y se demoró nada en comerlo.
Se duchó, para luego vestirse con uno de sus primaverales vestidos con flores rojas. Gracias a Dios, los vestidos eran corte trapecio, lo que favorecía en ocultar su vientre, que ya se comenzaba a notar.

Decidió salir esa tarde al centro de la ciudad para ver las tiendas que vendían artículos para bebé.


Comenzó a caminar por la calle, donde estaban instaladas las tiendas más exclusivas del país.

Miraba las vitrinas y soltaba un suspiro de resignación cada vez que veía delante de ella algún vestido de diseñador, que sabía no podría comprarse por el momento.

Caminaba sumida en los pensamientos que inundaban su cabeza, que se sobresaltó al escuchar una voz conocida.

―Pensé que nunca más te volvería a ver, ¡Y mira dónde te vengo a encontrar!

Brittany volteó para ver al dueño de la voz que la estaba saludando.

―¡Sam! ¿Cómo estás?―solo lo saludó.

Pero él fue más allá y le besó la mejilla, en un lento beso, a la vez que le posaba las manos en los hombros en una especie de abrazo.

Demasiada confianza pensó Brittany.

―Ahora que te veo estoy mejor ¿Qué te has hecho?, hace meses que no se nada de ti.

―He estado fuera del país por unos meses y recién vuelvo a la ciudad.

―Nunca contestaste mis invitaciones a cenar―le pasó un dedo por la mejilla y ella dio un paso hacia atrás.

―Lo siento, en ese momento salía con alguien, ¿recuerdas? No se hubiera visto bien.

―Cierto… Santana. Qué lástima lo de su perdida de memoria, pero ahora no sales con ella, ¿o sí?

―No―contestó con un poco de duda en su voz.

No sabía por qué Sam le provocaba un rechazo.

¿Sería por lo que le había contado Santana?

―Bien, entonces te invito a almorzar ahora ¿Qué dices?

―La verdad, es que he quedado para almorzar con mi hermana y mi cuñada―mintió para sacárselo de encima―Gracias por la invitación, pero no.

―No seas mala, ¿hasta cuándo me vas a decir que no?

―Lo siento Sam, pero de verdad no estoy interesada. Me entiendes, ¿verdad?

Él abrió mucho los ojos, sorprendido por lo que escuchaba, como si Brittany digiera alguna locura imperdonable.

―Bueno, veo que no tengo cómo convencerte, fue un gusto verte de nuevo Brittany―y volvió besarle la mejilla para despedirse.

―Adiós Sam―y siguió caminando rápido calle abajo, pensando en el raro encuentro con el hijo del senador.


Entró en un restaurante a comer algo y cuando terminó, caminó mirando vitrinas por una hora más.

Compró algunas cosas pequeñas, hasta que se cansó y decidió volver a su casa a descansar.






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Era martes por la mañana y Kitty caminaba a toda velocidad, como alma que lleva el diablo, por el pasillo que conducía al despacho de su prima, en la firma de abogados.

Santana estaba sentada en su sillón ejecutivo de cuero negro, cuando vio que su puerta se habría de golpe y como un torbellino su prima caminaba hacia ella.

―Qué te pasa, ¡¿por qué entras así en mi oficina?!―le gritó Santana.

―Por esto―le dijo y le tiró el periódico en el escritorio.

Santana lo tomó y sus ojos oscuros se oscurecieron más si era posible de repente.

―¿Qué diablos es esto? ¿De cuándo es este periódico?

―De hoy prima. Las fotografías fueron tomadas ayer.

―¿Ayer? Pero… no puede ser.

Santana tomó el periódico para ver nuevamente la noticia que publicaban.

Era media página con unas fotografías, en las cuales salín Brittany y Sam.

Se les veía sonriendo, hablando, él besando la mejilla y acariciando su rostro. Insinuaban que se les había visto feliz paseando por la ciudad.

Santana arrugó entre sus manos el pedazo de papel y sintió que un calor, producto de la rabia, le recorrí el cuerpo. Se levantó de golpe y tomó las llaves de su auto.

―¿A dónde vas San?

―Voy a buscarla.

―No creo que se buena idea en el estado en que estás―Kitty trató de cortarle el paso.

―Quítate de mi camino Kitty, o te llevo por delante.

―San, siéntate y piensa bien lo que vas a hacer.

―No tengo nada que pensar, voy a buscarla para que me aclare esto―Santana trato de pasar, pero Kitty le volvió a cortar el paso.

―No seas imbécil, ¿qué le vas a decir? No tienes derecho de pedirle explicaciones, ella y tú ya no son nada, ¿comprendes?, nada.

―Déjame pasar Kitty, o no respondo.

―Santana, escucha…

Pero la morena no escuchó y empujó a su prima para salir, lo más rápido que sus pies le permitieran de su oficina.

―¡San! ¡Santana!―gritaba Kitty, pero Santana ya estaba en el ascensor, camino al estacionamiento.

Se subió a su auto y salió a toda velocidad del estacionamiento del edificio.

La primera parada que hizo, fue en la revista.

Llegó sobresaltado al vestíbulo y pasó de largo ante la atónita mirada de la recepcionista.

―¡Señorita López!―fue todo lo que le alcanzó a decir ella.

Santana pasó de largo, hasta llegar a la oficina que pertenecí a Brittany.

Estaba vacía.

Miró a un lado y luego al otro, pero no encontraba a Brittany.

―Señorita López, ¿puedo ayudarle?―preguntó la recepcionista que la había seguido.

―Necesito ubicar a Brittany.

―Ella no está aquí no vuelve al trabajo, creo que….

Santana no la dejó terminar la frase y salió de ahí rápidamente. Ahora debí ir a su segunda parada, la casa de Brittany.

Llegó a la casa, estacionó el auto, tomó el periódico y se bajó a toda prisa. Caminó hasta la puerta y comenzó a tocar el timbre.





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Brittany estaba en su sala viendo una película y comiendo un tazó de frutas.

Llevaba un short deportivo y una ancha camiseta, que Santana había dejado, en unos de los días que se había quedado a dormir con ella. Era tan grande, que parecí que no llevaba nada puesto bajo ella.

Su pelo aprisionado en una larga trenza de oro.

Escuchó el timbre, se levantó y fue caminando sin prisa hasta la puerta. El timbre volvió a sonar con más insistencia.

―¡Ya! ¡Ya voy!―gritó mientras caminaba, pensaba que era su hermana o Marley por la insistencia.

Cuando abrió la puerta, el corazón se le paralizó



Santana se quedó mirándola, no podía hablar.

Hace tanto tiempo que no la veía y ahora la tenía frente, sentí que le faltaba el aire.

―Santana…―dijo Brittany, tratando de no parecer nerviosa con la presencia de la mujer que amaba.

Al escuchar su voz, Santana reaccionó y recordó por qué había ido hasta ahí.

―¿Puedo pasar?―preguntó pero no esperó respuesta y pasó delante de la rubia, para ingresar a la casa.

Brittany se quedó mirando la espalda de la abogada. Vestía una falda de tubo gris grafito con camisa blanca.

Hace tanto que soñaba con la morena y verla vestida así era un suplicio. Su vientre se tensó.

Cerró la puerta y caminó lentamente hasta la sala donde la pelinegra se encontraba.

―¿Puedo ayudarte en algo?

Santana trató de calmar la rabia que traía dentro, cerró los ojos y se volteó para encararla.

―¿Cuándo volviste?

―El domingo.

―¿Por qué no me avisaste?

―¿Por qué tendría que avisarte?

―¿Por qué? ¡Sabes que desde que recobré la memoria he estado buscándote!―le gritó llevada por la rabia.

―Santana escucha, no permito que me grites en mi casa.

―!No, escucha tú¡ ¿!Por qué lo buscaste a él y no a mí!?

―No sé de qué hablas ¿A quién según tú busqué?

―Hablo de esto.

Santana le extendió el periódico y Brittany se sorprendió por lo que veía.

―¿Por qué Brittany? Si no es por este periódico, no me entero de que estabas de vuelta en el país y para colmo lo buscas a él.

―Esto es un error, yo me lo encontré en la calle.

―¡Una vez te dije que te mantuvieras alejada de é!

―¡Quién te crees que eres para venir aquí a gritarme!―Brittany sentía que la rabia se apoderaba de ella―Quiero que te vayas de mi casa.

―¡No me voy a ir hasta que aclaremos todo esto!

―No tengo nada que aclarar contigo, ¿no te acuerdas que nosotras ya no somos nada?

―¡Claro! ¡Ah y como no tenemos nada, te vas a juntar con ese cabrón!

Santana levantó tanto la voz, que Brittany sintió miedo, nunca la había visto tan enojada.

―¡Ándate Santana, sal de mi casa ahora!

―¡No! Quiero hablar contigo y va a ser ahora.

―¡Pero si lo único que has hecho es gritar!―Brittany sintió como su vientre se tensaba más y un dolor punzante se instaló en su útero.

Hizo una mueca de dolor y se encogió un poco, tratando de que Santana no se diera cuenta.

―Santana vete, no es el mejor momento para esto, por favor.

―¡No, quiero hablar ahora! No sabes todo lo que me he recriminado por aquel día que te pedí que no volvieras a casa de mi mamá. No sabes todo lo que he pasado.

―Y acaso tú te has preguntado por todo lo que yo he pasado. Lo que pasé cuando me echaste de tu lado―Brittany volvió a sentir otra punzada de dolor―Ándate por favor Santana, ¡por lo que más quieras ándate!

―Brittany escúchame, he recordado todo y…

―Santana, de verdad no quiero esto ahora, ayyyy…―se quejó ya no podía seguir ahí debí partir al hospital.

―¿Qué pasa Britt?

―Necesito ir al hospital. Llévame al hospital, ¡me duele!

Santana miraba que Brittany se ponía pálida y su frente se cubrí de sudor.

―Por favor Santana, llévame al hospital...

Santana asintió con rapidez y Brittany se dirigió hasta la puerta, tomó su bolso del pechero y salió delante de la morena.

Se subieron al auto y Santana lo puso en marcha. Brittany se puso a llorar y repetí un susurro que parecí una oración:

―No mis bebé, por favor, no mis bebé.

Santana no entendí qué decía Brittany, solo sabía que algo le debí de doler mucho, porque cada cierto tiempo, agarraba con tanta fuerza el bolso que tenía en su regazo, que las manos se le ponían blancas.

Estaba tan asustada que no era capaz de preguntar nada.


Llegaron a la entrada de emergencias, Santana estacionó el auto y ayudó a bajar a Brittany.

―No lo permitas, por favor―susurraba Brittany―No por favor, por favor.

―¿Qué pasa Britt? Dime qué pasa.

En ese instante, llegaba una enfermera con una silla de ruedas y Brittany se sentó en ella.

―¿Qué pasa? Dígame qué le pasa a la Señorita para hacer el ingreso.

―No lo sé dice que algo le duele, pero no sé que…

Brittany miró a la enfermera y llorando le dijo:

―A maternidad por favor, estoy embarazada, necesito que me revise un ginecólogo. Me duele… ¡Apúrese por favor! ¡por favor!

La enfermera tomó la silla y se dirigió lo más rápido que pudo con la rubia a la urgencia de maternidad.

Santana se quedó pasmada, quieta en la entrada de emergencia.

Trataba de poner en orden sus pensamientos, ¿abrí escuchado bien?

¿Maternidad?

¿Brittany estaba embarazada?

Un hombre la increpó por obstaculizar el paso en la entrada del hospital y volvió en sí.

Se dirigió al mesó de ingreso y habló con la enfermera, que le indicó que la señorita Pierce estaba en maternidad para ser revisada por el doctor de turno y que debí esperar hasta que éste saliera, para que le comunicara la situación de la paciente.

Santana estaba aún en shock, no sabía bien qué había escuchado.

Brittany embarazada, no, no podía ser.

Sacó su teléfono y llamó a Quinn para avisarle lo que sucedí con Brittany. Esta le dijo que salí de inmediato hacia el hospital.



Ya se había cumplido media hora desde que Brittany había ingresado a urgencia y el médico salió preguntando por los familiares de Brittany Pierce. Santana se levantó.

―¿Usted es…?―le preguntó el médico.

―Soy su novia―contestó con toda seguridad―Pero dígame, ¿cómo esta ella? ¿Qué pasó ¿Está bien?

―La señorita Pierce se encuentra bien, solo fue un susto, los mellizos está en perfectas condiciones.

Santana tragó en seco y las piernas le flaquearon.

¿Mellizos?

¿Él médico había dicho mellizos?

―La señorita debe descansar y tratar de evitar el estrés. Estará en observaciones por un par de horas y luego puede ir a casa, pero recuerde debe descansar, no es fácil llevar dos bebes dentro, ¿sabe?

Santana solo movió la cabeza, estaba blanca, no sabía qué decir o qué hacer.

―Bien, la dejo, dentro de unos minutos podrá pasar a verla.

―Gracias doctor―fue lo único que logró salir de la boca de Santana.

Volvió a sentarse, porque creía que podía desmayarse. Echó la cabeza hacia atrás, la apoyó en la fría muralla y cerró los ojos para poder recobrar un poco la tranquilidad perdida.

Brittany embarazada.

Nunca pensó que, cuando la volviera a ver, sería de esta forma.

¿Qué debí hacer?

Tenía tanta rabia porque Brittany no la buscó, rabia por enterarse por el periódico que estaba de vuelta y para colmo tener que verla junto a su ex amigo, al cual cada día odiaba más y por enterarse de esa manera que Brittany estaba embarazada de mellizos.

Recordó las veces que le pidió que tuvieran un hijo.

Un calor subió por su cabeza, su corazón comenzó a latir más fuerte.

De pronto, cayó en la cuenta que sería no le importaba que esos bebés no fueran suyos, si Brittany lo quisiera ella sería la otra mamá de esos bebés.

Estaba segura que ella sería la otra mamá de esos bebés, sin importar nada. La mujer que amaba más que a nada en el mundo iba a ser mamá y ella estaría ahí para todo.

Su mamá y su abuela estarían felices.
Imaginarse las caras de las mujeres cuando les contara la noticia hizo que una media sonrisa se esbozara en su boca.

Pero antes debería hablar con Brittany, estaba furiosa con la rubia por todo lo que había pasado, pero eso no importaba.

Trataba de pensar una forma tranquila para entrar en la habitación y hablar calmadamente con la ojiazul, pero cada vez que se acordaba de que ella había llegado y no le dijo nada, le bajaba la rabia y le daban ganas de patear algo.

Así estuvo un buen rato, pensando qué hacer, se tomaba la cabeza entre las manos y respiraba hondo, de repente soltaba una sonrisa y luego fruncí el ceño.

La gente que estaba cerca de ella, debí de pensar que era una paciente perdida de psiquiatría, una bipolar que estaba rondando por emergencias.

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