[Resuelto]FanFic Brittana: Rojo (Adaptada) Cap 34 - Final

Capitulo 12

Después de un rato, donde se devoraron mutuamente, Brittany salió primero de la ducha, se envolvió en una blanca y suave toalla y luego buscó algo que ponerse, tomó una camiseta grande de Santana y se la puso.

Le llegaba hasta las rodillas, pero era mejor que nada.

Se secó un poco el pelo y se lo acomodó como pudo. Se dirigió a la cocina, necesitaba café, eran las nueve de la mañana y a esa hora ella generalmente ya llevaba un par de tazas de café puestas encima.

La cocina del departamento era espaciosa y combinaba perfectamente con todo el resto de la decoración, todo en color negro y acero.

Encontró la cafetera y se dedicó a preparar café. Miró alrededor curiosa, todo era tan sobrio, nada de adornos ni cuadros, apenas unas lámparas y en el salón, en un mesa esquinada, habían fotografías, donde estaba Santana con su hermana, con su mamá, con un hombre que pensó debía ser su papá, con su prima y una mujer mayor, y una fotografía con un perro labrador café.

En todas las fotografías salía risueña, con esa sonrisa que a ella le encantaba cada día más.

El café ya estaba listo y se dirigió a la cocina para servirse una enorme taza, necesitaba sentir la cafeína correr por sus venas, se sirvió el café, se acercó la taza para oler el rico aroma y le dio un sorbo.

En ese instante, sonó el timbre del ascensor privado del piso y se abrió en el salón, ella se quedó donde estaba, ¿quién podría ser a esta hora?

Debía ser alguien conocido de Santana, de suma confianza, porque para subir por ese ascensor tenías que tener un código, no creía que le diera el código a todo el mundo, ¿o si?

Ella siguió tranquilamente en la cocina, seguramente quien fuera no se le ocurriría pasar por ahí. Siguió tomando el café y escuchó unos pasos acercarse hacia donde ella se encontraba ‹‹Mierda, ¿qué hago ahora?››

Miró para todos lados, pero decidió quedarse ahí y enfrentar a quien fuera en vez de salir corriendo como una ladrona, por lo menos no estaba desnuda.

La persona llegó frente a ella y se quedó mirándola, Brittany esbozó una pequeña sonrisa y siguió bebiéndose el café como si nada.

―Perdona, parece que me equivoqué de departamento ¿Pero tú no eres Brittany, la amiga de Marley?

―Sí Kitty, soy Brittany ¿Cómo estás?

Kitty aún no podía creer que, en la cocina del departamento de su prima y vestida solo con una camiseta, estuviera la mujer por la que Santana había estado más de una semana pensando y rabiando por no poder estar con ella.

¿Cómo habría logrado llevar a Brittany a su departamento?

‹‹Me lo va a tener que contar todo. Y para colmo se la ha traído a su casa. Ay… mi prima está mal, se pasó al bando de las personas enamoradas.››

―Perdona Brittany, pensé que Santana estaba sola. Y a propósito, ¿dónde está mi prima?

―Aquí estoy Kitty.

Santana entraba en la cocina en ese momento, vestida con una camisa parecida a la que usaba la ojiazul, se acercó a Brittany y la besó.

Brittany le respondió el beso ante la atónita mirada de Kitty, que tenía la boca más que abierta al ver a su prima comportándose como una adolescente.

―¿Qué pasa prima? ¿Qué haces aquí y a esta hora?

―Bueno hoy es domingo Santana.

―Sí, domingo, ¿y?

―Domingo final prima.

―Mierda, me olvidé por completo.

―Te he estado llamando para recordarte, pero ahora sé por qué no me devolvías las llamadas y no te culpo―dijo Kitty dedicándole una sonrisa a Brittany.

―¿Domingo final? ¿A qué te refieres con eso?―preguntó Brittany, que estaba intrigada por la conversación de las primas.

―En la firma tenemos un campeonato de baseball. Son cuatro equipos mixtos, abogados, pasantes, asistentes y administrativos. Nos juntamos cada quince días a jugar y hoy es la final. Santana no puede faltar. De su equipo es el mejor y la necesitan si quieren ganar―acotó Kitty.

―¿Y a qué hora empiezan a jugar?―preguntó Brittany, estaba entretenida en la conversación y le hubiese encantado ver a Santana jugar, pero ella no era nadie para invitarse al juego e entrometerse así en la vida de la abogada.

―A las once y sabes que el que tu equipo gane este año depende de ti prima.

Santana miró a Brittany, se había olvidado por completo del juego final.

Había planeado pasar todo el día domingo en la cama con la rubia y la miraba como pidiéndole perdón por tener que dejarla.

Brittany vio que la mirada de Santana cambiaba y con una gran sonrisa le dijo:

―Pero Santana, qué estás esperando… corre, vístete, no querrás que tu equipo pierda, ¿verdad?

―Pero Britt, yo…

―Mira, por mí no te preocupes, me visto y me haces el favor de darme un aventón a mi casa. O puedo llamar un taxi, anda que te esperan. Me voy a vestir, permiso―y comenzó a encaminarse al dormitorio para recoger su ropa, pero Santana se adelantó.

―Britt quiero que me acompañes al juego, ¿quieres venir?

Kitty sonrió para sus adentros, su prima estaba locamente enamorada de esta mujer y no se había dado cuenta en qué momento la ojiazul se había vuelto la dueña de su corazón.

A Brittany le encantó que le pidiera que la acompañara, pero ya se acercaba la hora y no tenía ropa que ponerse, no era justo que Santana se atrasara por ella.

―Me encantaría, pero seamos realistas, no tengo ropa y tú te estás retrasando, anda y vístete.

―Pero yo tengo la solución, ven acompáñame.

Tiró de la mano de la rubia y se dirigió hacia un pasillo donde habían dos puertas. Llegaron a la del final, Santana la abrió y tomándola de la mano la hizo entrar.

Era un pequeño dormitorio, ¿de quién sería?

¿De alguna de sus amantes?

A Brittany se le revolvió el estómago al pensar en esta opción.

Santana abrió el armario donde había un poco de ropa de mujer.

―Este cuarto es de mi hermana, a veces le gusta venir a quedarse a dormir aquí cuando sale con amigos y ha ido dejando ropa. Creo que puede haber algo que te sirva, ya que ella es más de tu estatura que yo. La mía te quedaría corta.

Brittany sintió un gran alivio cuando Santana dijo que el cuarto era de su hermana.

¿Pero qué le pasaba?

No le agradaba mucho la idea de vestirse con la ropa de Emily, pero realmente quería pasar el día con Santana, el lunes volvería a la realidad del trabajo y quería aprovechar cada minuto de ese domingo con la morena.

―Revisa todo hasta que encuentres lo que te sirva, no te preocupes por nada, me voy a vestir y te espero en veinte minutos para que desayunemos y nos vamos―la acercó y la besó como si fuera la primera vez que lo hacía.

Se separó y salió del cuarto dejando a la rubia en medio del armario.

¿Qué podría usar?

Primero buscó unas zapatillas, encontró unas negras de lona, por lo menos tenían el mismo número de calzado.

Luego encontró una camiseta, en eso no tendría problema ya que de arriba tenían casi las mismas medidas. Encontró una negra de Metálica, le encantó, pero para vestir la parte de abajo no creía que fuera a encontrar algo que ponerse, ella tenía más curvas que Emily.

Buscó entre unos jeans y encontró uno claro recto, miró la talla, era 42‹‹perfecto›› pensó ‹‹hoy es mi día de suerte›› Ya tenía todo lo que necesitaba, pero cayó en cuenta de que no tenía ropa interior, no podía andar por la calle sin tangas y brasier.

No quería hurgar en los cajones de Emily, pero no le quedó más remedio.

Con el brasier no tenía problemas en tener que ponerse uno que no fuera de ella, pero en cuanto a la bragas era muy quisquillosa, pero que remedio, si quería salir luego de ahí, debería ponerse lo que estuviera a mano.

Abrió el cajón y se encontró con la ropa interior. Sacó un brasier negro y miró la parte donde estaban las bragas, para su tranquilidad, Emily tenía unas cuantas nuevas aún con sus etiquetas, dio un saltito de alegría y se comenzó a vestir a toda prisa, buscó por último unos calcetines y rogó para que en el baño hubiera algo de maquillaje, ella solo tenía el labial en el bolso, y no quería ir al cuarto de Santana.

Y claro que había maquillaje y cuanto artilugio femenino necesitara

―Hoy debe haber una conjunción planetaria a mi favor―dijo riéndose mientras se miraba en el espejo.




En el dormitorio de Santana, ella se terminaba de vestir, mientras su prima le hacía mil preguntas.

La curiosidad podía más que cualquier cosa.

―Y bien, ¿me vas a contar cómo terminaste con Brittany en tu departamento? ¿Acaso la estás siguiendo o acosando de alguna forma? Uuuh prima, que miedo contigo, ¿la secuestraste?

―No, coincidimos en la gala benéfica, a la cual tú no fuiste, me acerqué a ella, conversamos y luego terminamos aquí.

―¿Tan fácil?, no te creo.

―Primero tuve que sacarla de las garras del león.

―¿A qué te refieres con las garras del león?―ahora si que Kitty estaba intrigada.

―Cuando la vi estaba bailando en la pista con Sam Evans.

―¿Con Sam? ¿Y qué diablos hacía él ahí?

―Es el jefe de campaña de su papá el senador. Estaban los dos en la gala. Además me enteré que Brittany es ahijada del viejo Schuester.

―¿De Will Schuester, el amigo de tu papá? Vaya qué pequeño es el mundo.

―Mi mamá me dijo lo mismo Kitty.

―¿La tía Maribel te vio con Brittany?

Santana asintió con la cabeza y sonrió, Kitty continuo:

―Debe estar alucinando, creo que aparte de Elaine, nunca te ha visto con otra mujer.

―A mamá le encantó, incluso la invitó a cenar a su casa.

―Vaya prima, no debería haberme perdido la gala. Bueno lo importante ahora es que ella está aquí y veo por tu cara que estás más que feliz, nunca te había visto esa cara de tonta que traes puesta ahora.

―Mira quién habla, acaso no te has mirado en el espejo últimamente.

Kitty soltó una risotada, Santana tenía razón, desde que estaba saliendo con Marley, tenía siempre una enorme sonrisa en la cara.

―A propósito de mi castañita, creo que si tú invitas a Brittany, yo debería llevar a Marley al juego.

―Genial y después podemos ir a almorzar. Vamos, llámala, yo voy por algo de desayuno.


Llegaron a la cocina, Kitty llamó a Marley, la cual al saber que su amiga estaba con Santana, casi deja a la pobre Kitty sin oído del grito que pegó.

Aceptó acompañarlos al juego y después a almorzar.



Brittany entró en la cocina, con la camiseta que tenía puesta, parecía una adolescente problemática.

Santana le sonrió al ver que se acercaba, aún con camiseta de rock y zapatillas, era la cosa más sexy que había visto.

Le sirvió un tazón con cereales y otro con frutas, también colocó frente a la ojiazul yogurt y jugo de naranja. Brittany rió al ver que Santana, al igual que ella, mezclaba la fruta y el cereal con el yogurt.

Brittany se sorprendió al ver que moría de hambre, pero como no iba a tener hambre, si la noche anterior la habían pasado sólo alimentándose de sexo.

―Toma, vas a necesitar esto.

Santana le extendió una gorra de baseball, Brittany se recogió el pelo en una larga trenza y se calzó la gorra que decía enfrente López, al igual que la camiseta que vestía Santana, que tenía su apellido con grandes letras en la espalda, claro era parte del uniforme del equipo.

―Gracias, y es roja, mi color favorito.

―El mío también―le dijo Santana al oído, en un susurro tan erótico, que a se le erizó toda la piel.

―Bien chicas, ya hablé con Marley y me voy a buscarla, nos vemos en la cancha, las dejo solas, pero no se demoren, ¿quieren?―Kitty les guiñó un ojo y se dirigió hacia el ascensor para marcharse.

―¿Qué quiso decir con que iba por Marley?

―La invitó al juego y pensé que podíamos almorzar las cuatro juntas después, ¿qué te parece?

―Fabuloso, pero vamos porque ya se nos hace tarde.

―Tienes razón, vamos.

Santana tomó su bolso de deporte y se calzó una gorra igual a la que tenía Brittany. Tomaron el ascensor y se dirigieron al estacionamiento.

Santana accionó el mando a distancia del Camaro y éste parpadeó las luces. Brittany quedó alucinada, a ella le encantaban los autos y este era un camaro y amarillo igual que el de la película.

―¿Tienes un Camaro amarillo?―preguntó con los ojos muy abiertos.

―Sí, ¿no te gusta?―Santana estaba esperando la broma sobre Bumblebee.

―¡Me encanta! ¿Me dejarías conducirlo?

Santana sonrió y le pasó las llaves, Brittany dio un saltito como una niña y se lanzó al cuello de la morena para besarla.

Se subieron y se colocaron el cinturón de seguridad.

―Me encantan los autos, pero conducir un camaro amarillo es fantástico.
Además estamos más que seguros en él.

―¿Por qué lo dices?

―Por si nos atacan los Decepticon, ¿sabes que Bumblebee tiene un cañón de neutrones en uno de sus brazos?―le dijo soltando una carcajada―Lo siento, no pude aguantar las ganas de jugarte una broma, de seguro que no es la primera, ¿verdad?

―Tienes razón, no es la primera, ahora que lo pienso, creo que será mejor cambiarle el color al auto, podría pintarlo de rojo, ¿qué opinas?

―¡No!, es hermosísimo como está, y ahora veamos que puede hacer esta hermosura.

Brittany salió del estacionamiento del edificio alucinando con el auto.

Santana le indicó, por dónde tenía que ir, para llegar al estadio de la universidad, donde se realizaban los partidos.

Brittany estaba feliz, para cualquier amante de los autos, manejar uno de estos era la gloria.

A Santana, Brittany la tenía cada vez más alucinada.

Nunca había conocido a una mujer como la rubia, le gustaban los autos, era divertida, era sexy, hermosa y le encantaba el sexo con ella.

Aunque era tan poco el tiempo en que se conocían, Santana ya sentía que la ojiazul se le estaba colando en el corazón. Si tenía que enamorarse de alguien, Brittany era la indicada.

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Capitulo 13

Brittany y Santana llegaron al estadio de la universidad.

Luego de un entretenido viaje, donde escucharon música y conversaron de variados temas, Brittany dejó el auto en una plaza del estacionamiento con una gran pena.

El auto le había encantado y quizá cuando tendría la oportunidad de volver a conducir otro.

Brittany divisó a su amiga entre las gradas, esta le hizo señas para que se acercara hasta donde se encontraba sentada con Kitty. Ella la saludó con la mano y esperó a que Santana sacara el bolso desde el auto y se encaminaron a las gradas.

Santana la tomó de la mano todo lo que duró el trayecto. Toda la gente que se encontraba ahí miraba a la abogada, aunque tenía fama de mujeriega, nunca se le había visto con una mujer, menos llegar con una de la mano a uno de los juegos.

Santana tomó a Brittany por la cara y la besó tiernamente.

―Deséame suerte cariño.

A Brittany le comenzó a latir el corazón más rápido al oír esa palabra.

―Suerte abogada, espero que seas tan buena como dice tu prima. Te voy a estar mirando todo el tiempo, ¿ok?

Santana le dedicó una gran sonrisa y la besó nuevamente, pero esta vez la levantó en un gran abrazo, sin importarle que todos sus compañeros y empleados la vieran o hablaran de ella.

La soltó y se fue hacia donde estaban sus compañeros de equipo.

Brittany siguió su camino hasta donde estaba su amiga con Kitty.

―¡Britt!―gritó su amiga al verla y la abrazó para saludarla―¿Cómo estás? Pero que pregunta, ¿no? Si estás más que bien. Luego me tendrás que contar todo oíste, todo.

―Ay Mar, ¿cuándo no lo hago? Kitty, ¿de qué juega tu prima?―preguntó Brittany, mientras observaba a Santana con su equipo, que se dirigían hasta el diamante, para hacer un calentamiento.

―Santana es la mejor lanzadora de su equipo. Cuando estudiábamos, ella jugó por el equipo de la universidad. Si no hubiera sido abogada, podría haber jugado baseball profesionalmente.

Brittany seguía mirando a Santana, se veía tan sexy en la cancha.

Luego, el equipo de la abogada se juntó a un lado para hablar sobre la estrategia del partido.

El equipo de Santana comenzaría al bate.

En ese momento, se acercaba un hombre mayor, de unos sesenta y algo.

De su brazo colgaba una mujer joven, no aparentaba más de treinta, alta, delgada, con una cabellera castaña, que le caía un poco más abajo de los hombros. Sus ojos ocultos en unas enormes gafas de sol, era delgada, tanto o más que las modelos con las que Brittany estaba acostumbrada a tratar en la revista. Era tremendamente elegante, vestía unos jeans, sandalias y una camiseta polo rosada, era una barbie Malibú.

―Mierda―dijo Kitty, al ver que la pareja estaba junto a su prima.

El hombre saludó a Santana. Fue un saludo efusivo, Santana sonrió a algo que el hombre le decía. Luego la mujer se acercó, apoyó una mano en su pecho y le dio un beso en cada mejilla.

A Brittany le dolió el estómago, era como si alguien le hubiera dado un golpe.

Se notaba que ellas se conocían en la intimidad. El lenguaje corporal de la más alta, le decía que a le gustaba Santana, mientras que ésta solo le sonreía.

La ojiazul no quiso preguntar nada, trataba de ocultar sus ojos calándose más la gorra.

La mujer tocaba los brazos de la abogada y le hablaba divertida.

Marley, que percibió que a su amiga le había molestado ver a Santana con otra, quiso averiguar más:

―Kitty, ¿quién es esa que toquetea tanto a Santana?

Brittany se obligó a mirar a otro lado, sacó su móvil para ver si tenía algún mensaje. Había uno de su hermana, que pedía que la llamara cuando pudiera.

―Es Elaine Bond, el tipo mayor que está con ella es su papá, Joseph, es uno de los socios de la firma. Elaine fue novia de Santana hace unos años atrás, pero no estaba en el país, no sé cuándo habrá llegado.

A Brittany lo que escuchó no le gustó nada, saber que aquella preciosa mujer era la ex novia de la mujer que le estaba robando el corazón, le había disgustado un poco y le dieron ganas de tomar un bate y golpearle la cabeza, hasta que la castaña melena le quedara roja de sangre.

Pero decidió que no debía darle importancia a esto.

Sí, a ella le estaba gustando mucho estar con Santana, pero la morena tenía su pasado y seguramente lo que estaban viviendo era una aventura pasajera.

‹‹No debo mostrar mis sentimientos›› se decía mentalmente como un mantra ‹‹no debo dejarlo entrar en mi corazón.››

Brittany marcó el número de su hermana y dio una pequeña mirada hacia donde estaba Santana, quien miró hacia ella.

Se levantó y se alejó para poder hablar con su hermana.

―¿A dónde vas?―le preguntó Marley a su amiga.

―Voy a llamar a mi hermana, tengo un mensaje donde pide que la llame―y se alejó un poco.


Santana vio que Brittany se levantaba, dejó el grupo para acercarse a la reja y llamar a Kitty.

―Qué mal prima, justo hoy aparece tu ex.

―Qué ex ni que nada, ¿dónde fue Britt?

―Recibió una llamada y la fue a contestar. Oye, no creo que te haga ganar puntos con ella, el que tu ex te esté toqueteando en su presencia.

―Kitty sabes cómo es Elaine, además, ¿cómo me safo de ella delante de su papá?

―Sí, yo sé cómo es ella, pero Brittany no. Bueno ahora ve a jugar y más te vale ganar o me harás perder la apuesta que hice con los administrativos, ¿oíste?

Santana se fue para empezar a jugar, trató de ubicar a Brittany, pero no la encontraba.


La rubia por su parte estaba hablando con su hermana.

―Hola Quinny, recibí tu mensaje, ¿cómo estás? ¿Cómo está el pequeño y Rach?

―Hola pequeña, bien, todo bien, ¿y tú?

A Brittany siempre le tranquilizaba hablar con su hermana, Quinn era la única familia consanguínea que le quedaba. Después de la muerte de sus padres, la ojiverde era su pilar y su confidente, siempre le daba buenos consejos.

―Bien, ahora estoy en un juego de baseball, alucinarías si estuvieras acá.

―Guau, hace mucho que no juego. Y, ¿de quién es el partido?

―Es la final de un campeonato de una empresa, en la que trabaja una amiga.

―¿Algo que me quieras contar Britty?, ¿algún novio al cual golpear?

Brittany sonrió, desde que había pasado lo de su matrimonio fallido, Quinn la sobreprotegía en el aspecto amoroso.

Le prometió, que si la hacían sufrir de nuevo, no le importaba ir a la cárcel, pero que el desgraciado o desgraciada dejaría de respirar a causa de sus puños.

―No, nada que contar ¿Cuándo vienen a verme? echo mucho de menos al pequeño Blaine.

―Apenas tenga un tiempo en el trabajo te caemos por ahí, Rach está loca por verte. Pero tú también nos puedes visitar Britty, vivimos en la misma ciudad, a menos de una hora y no nos vemos nunca.

―Tienes razón hermana, tendré que ir a visitarlos y pronto. Bueno ahora te dejo, que el juego va a empezar. Cuídate mucho y dale un beso de mi parte al pequeño y a mi cuñada. Te quiero mucho Quinny.

―Yo también pequeña, cuídate mucho y cualquier cosa me llamas, ¿bueno? A la hora que sea. Adiós.

―Adiós, un beso.

A Brittany le tranquilizó hablar con su hermana y volvió con una gran sonrisa.

Tendría que hacer un tiempo en su agenda para hacerles una visita, extrañaba mucho a su hermana y a su cuñada, pero sobre todo extrañaba a su sobrino.

―¿Cómo estaba Quinn? ¿Le pasó algo al pequeño?―preguntó Marley.

―Todo bien, solo quería hablar, ya sabes cómo es Quinn, si no la llamo en la semana se preocupa.


El juego ya había comenzado y era el turno de Santana para batear, habían logrado dos carreras y ya habían pasado cuatro bateadores.

Brittany vio que la castaña estaba sentada más abajo, frente al área de lanzamiento, trató de no hacer caso a nada y concentrarse en el juego.

―Kitty, ¿contra quién juega el equipo de Santana?

―Contra los administrativos.

Santana golpeó la bola, pero solo logró llegar a primera base.



El resto del partido, el equipo de Santana logró tres carreras más.

Estaban ganando por cinco carreras, pero ahora era el turno de los administrativos al bate y si Kitty había dicho la verdad y Santana era una gran lanzadora, el otro equipo no tendría mucha oportunidad.

Los equipos se tomaron un descanso y Kitty fue por refrescos para Santana y las amigas.

―Britt cuéntame, cómo es que terminaste con Santana anoche.

―Coincidimos en la gala del museo de la moda. Su mamá es la directora de la fundación, a la cual el museo apadrino este año y estaba con ella. Se acercó, bailamos, conversamos y terminamos en su casa. Pero no hablemos ahora, porque Santana viene subiendo para acá.

Santana subía hasta donde ella se encontraba, ante la atónita mirada de Elaine, que la vio pasar por su lado para sentarse junto a una chica, que iba vestida con una camiseta de un grupo de rock y zapatillas de lona.

Le intrigó ver a su ex con otra chica.

Santana se sentó al lado de la rubia y la besó. Elaine sintió un balde de agua fría.

Sabía que Santana era una mujeriega, pero nunca se mostraba abiertamente con sus conquistas, solo con ella, ella había sido su novia oficial.

Solo ella.



―¿Qué te ha parecido el juego?―preguntó Santana acariciándole la mandíbula.

―Hasta el momento bien, pero creo que debes ser mejor lanzadora, porque como bateadora no tendrías cabida en mi equipo―le dijo Brittany con una amplia sonrisa.

―Auch, eso hirió mi ego rubia. Ahora me verás en acción y tu opinión cambiará.

Kitty se acercaba con las bebidas y miraba cómo esta mujer, tenía a su prima como un perrito faldero, saltando a su alrededor, pidiendo atención.

―Señorita, le pido que no distraiga a la jugadora por favor. Me tiene que hacer ganar una apuesta, si no tendré que matarla y creo que eso a usted no le gustaría nada. Ahora tú anda y lanza bien, ¿quieres? Los administrativos no trajeron a su parche hoy y tienen tres mujeres en turno de bateo. Creo que puedes hacer tu magia con ellas, ¿no prima?

―Bueno, bueno ya me voy, cuídame a esta señorita. Nos vemos pronto rubia.

Santana le dio un largo beso a Brittany y bajó corriendo por las gradas, hasta llegar nuevamente con su equipo.

―¿Cómo es eso del parche?―preguntó Brittany con interés.

―Cada equipo puede tener un parche, o mejor dicho un jugador que no pertenece a la empresa. Alguien que puede jugar mucho mejor que todos los demás, que juegue en una liga o algo así. El equipo de los administrativos es el único que ha usado el parche este año en el campeonato, pero al parecer hoy no vino porque está lesionado.

A Brittany se le ocurrió una idea, pero primero quería ver cómo lanzaba Santana.

Comenzó nuevamente el juego, Brittany miraba cada lanzamiento de Santana y estudio sus movimientos, primero bola lenta, segundo bola rápida, tercera curva.

Listo, ya tenía la información que deseaba.

Ya habían tenido su turno al bate cinco jugadores y habían logrado tres carreras. El equipo de los administrativos pidió tiempo. Una de las jugadoras tenía problemas.

―Kitty―le preguntó Brittany―¿Puedes mover tus influencias y meterme en el juego?

―¿Qué quieres qué?―dijo Kitty, pensando que había escuchado mal.

―Quiero jugar, ¿puedes hacer que entre como parche? quiero ser la penúltima en batear.

―¿Estás segura de lo que quieres hacer?

―Segurísima, ¿puedes hacer que entre?

―Claro que puedo, pero tengo el presentimiento de que me voy a arrepentir de esto.

Kitty habló con el entrenador del equipo de los administrativos, le explicó lo que Brittany le había dicho y el entrenador aceptó. Una de sus jugadoras era una pésima bateadora y no quería jugar ese día.

Brittany bajó, se colocó la camiseta y la gorra del equipo, y esperó su turno sin que Santana la viera.

El sexto bateador solo logró llegar a la segunda base, el séptimo lo mismo. Ahora era el turno de Brittany, debía lograr un buen bateo para hacer las carreras y así ganarían el partido por una carrera.

Ella fue a ubicarse al lugar del bateador.

Cuando Santana la vio delante de se le cayó la mandíbula.

¿Qué hacía ella ahí?

Santana se le acercó para hablarle:

―Cariño, ¿qué haces aquí?

―¿Qué parece que hago? Quiero jugar y me dejaron. Ve a tu lugar y lanza abogada.

Santana sonrió, no creía que Brittany pudiera pegarle a la pelota ni por asomo.

―Britt, sabes lo que estás haciendo, ¿verdad?

―Lo tengo clarísimo. Ahora ve y lanza.

―Ya te dije una vez, que no me gusta que me manden rubia.

―Y yo recuerdo haberte dicho, que te aguantaras.

Brittany vio cómo Santana se alejaba con una enorme sonrisa en su cara.

Brittany se preparó colocando el bate a la altura para pegarle a la bola. Aunque no estaba con el uniforme adecuado, por lo menos los jeans la dejaban moverse bien, lo único que le incomodaba un poco eran las zapatillas, no sabía si podría correr todo lo rápido que necesitaba para lograr completar la carrera.

Se concentró, tenía que lograr un gran bateo, ojalá mandarla fuera del diamante, ella sabía que podía lograrlo, ya lo había hecho antes.

Santana le lanzó la primera bola, ella la dejó pasar.

La morena se reía, pensaba que Brittany con suerte llegaría a primera base.

Brittany observaba la sonrisa burlona de la abogada y pensó que Santana tendría que tragarse hasta la última sonrisita. Si lograba conectar el golpe claro.

Santana se ubicó en su lugar y le guiñó un ojo, coqueteándole abiertamente.

Brittany se concentró en todo lo que su papá y su hermana le habían enseñado, ella podía logarlo, ella iba a logarlo.

―¡Ayúdame papá!―pidió Brittany mirando al cielo.

Santana estaba lista para lanzar, Brittany lista para recibir.

Santana lanzó bola curva, Brittany golpeó la bola con toda el alma, que casi llegó fuera del diamante. Los jugadores lograron la carrera, los receptores no vieron la bola y se bloquearon, ninguno de los jardineros se dio cuenta que había pasado, mientras Brittany, con toda la rapidez de la que fue capaz, corrió como si de salvar su vida se tratara.

Tendría que llegar antes que la bola a la última base.

Casi no lo logra, pero se barrió y tocó base antes. Se levantó y miró a Santana, que no podía creer lo que pasaba, ella le lanzó un beso con la mano y le guiñó un ojo, para salir del campo, mientras el público gritaba y aplaudía a esta extraña, que había llegado con uno de los socios de la firma, y ahora gracias a su gran golpe, hacía que los administrativos les ganaran a los jefes por una carrera.

Brittany estaba feliz, el entrenador la invitó a formar parte de su equipo como parche, se notaba que Brittany sabía jugar y la querían para cuando comenzara el campeonato el próximo año. Ella se sintió alagada y dijo que lo pensaría.

―¡Hey rubia!―gritó Santana.

Brittany se volvió para mirarla, tenía una expresión divertida en la cara. Llegó a su lado, su mirada era de adoración.

―Así es que he estado durmiendo con el enemigo, ¿no?―le susurró―¿Por qué no me dijiste que jugabas tan bien?

―No lo creí necesario.

―¿Pero dónde aprendiste a batear así?

―En el barrio donde crecí, mi hermana y yo era la única niña, mi hermana formó un equipo con los demás chicos y mi papá era el entrenador. Un día me dijo si quería aprender a batear, se dio cuenta que era buena y me incluyó en el equipo.

―Vaya, estás llena de sorpresas Britt.

Santana la apretó fuerte contra ella y la besó, se dejaron llevar por aquel tierno y sexy beso, totalmente ajenas a las mirabas de los demás.

Entre esas miradas, había una mirada marrón, cubierta por unas enormes gafas.

Si las miradas mataran, Brittany habría caído convertida en pedacitos sobre el césped.

Elaine miraba cómo se comportaba Santana con esta chica, a ella nunca la había besado así, menos frente a la gente de su firma, nunca la había visto tan contenta con algo.

¿Quién sería esta mujer?

Tendría que averiguarlo, Santana era de ella, no iba a permitir que una chica sin clase se la robara.

Tenía que entrar en acción y pronto.



Después de que Santana tuvo que soportar que todos quisieran acercarse y felicitar a Brittany, logró sacarla del tumulto y se juntaron con Kitty y Marley.

Habían quedado en ir a almorzar las cuatro juntas.

―Brittany, sabía que meterte en el juego me traería problemas―le dijo Kitty en tono divertido―Me has hecho perder la apuesta que tenía con el otro equipo y para colmo se burlaron de mí por haberles ayudado a ganar. Santana, debes convencer a esta mujer para que se integre a tu equipo. Seamos honestas prima, como lanzadora no tengo nada que decir de ti, excepto hoy que te golpearon, pero como bateadora no tienes talento, deberías decirle a Brittany que te enseñe.

―Creo que tendrás que hacer fila, el otro equipo me ofreció unirme a ellos cuando comience el campeonato y les dije que lo pensaría.

―Santana usa tu influencia, no dejes que te roben a la jugadora. Seguro que puedes convencerla de alguna manera.

Santana miró a Brittany con deseo y una sexy sonrisa de medio lado.

―¿Hay algo que le pueda ofrecer, para que recapacite y se una a mi equipo señorita?

Brittany sonrió, se le ocurrían muchas cosas que la morena podría hacer para convencerla.

―Creo que de momento no abogada. Pensándolo bien, tal vez podríamos comenzar con un rico almuerzo, muero de hambre.

―Ya se me ocurrirá cómo convencerte, recuerda que puedo ser muy insistente si algo me interesa,―le susurró al oído―Ahora vamos, que yo también muero de hambre ¿Qué les parece comida italiana?

Todas gritaron sí y se encaminaron hacia los autos.

―¿Quieres conducir de nuevo?―Santana le mostraba las llaves a Brittany y ella las tomó más que contenta―Me encanta verte manejar este auto, te ves tan sexy, ni te imaginas lo que pasa por mi mente cuando te veo tras el volante.

―Cálmese abogada, no creo que a Bumblebee le guste que tengamos sexo sobre él.

Entraron en el auto y se dirigieron hacia el restaurante italiano.


Una vez ahí, disfrutaron de la riquísima comida y los excelentes vinos.

No se dieron cuenta del paso de las horas, la conversación que mantenían era tan divertida, que el tiempo había pasado volando.

Santana no quería alejarse de Brittany, cuando estaba con ella el tiempo se hacía poco.


Cuando dejaron el restaurante, las parejas se despidieron y se encaminaron cada una por su lado.

Ahora Santana tomó el control del auto y se dirigió a casa de Brittany.

Se estacionaron frente a la casa de la rubia, y a Brittany se le encogió el corazón.

No sabía si volvería a ver a Santana otra vez y eso causaba que el estómago se le revolviera.

Se quedaron mirando fijamente por unos segundos.

―¿Quieres pasar a beber algo? ¿Tal vez un café?―preguntó Brittany, esperanzada en que la morena quisiera entrar a su casa y tal vez quedarse con ella.

―Britt, creo que lo mejor será que me vaya.

A Brittany le dolió el corazón ante la negativa de la otra mujer.

―Claro, está bien, no te entretengo más. Nos vemos Santana, cuídate―se quitó el cinturón y movió la mano para abrir la puerta.

Santana la detuvo.

―Britt… me muero por entrar a tu casa, pero las dos sabemos que si pongo un pie dentro, no voy a ser capaz de mantener la ropa puesta. He pasado un fin de semana maravilloso, me encanta estar contigo, pero mañana las dos tenemos que trabajar y yo tengo que estar en tribunales temprano. Si me quedo contigo no dormiré en toda la noche.

Aunque lo que decía Santana era verdad, Brittany no dejaba de sentir un poco de desilusión.

De pronto se asustó, estaba dejando que esta morena se metiera demasiado en su corazón y ella se había prometido no volver a dejar entrar a nadie nunca más.

Tragó saliva y tratando de ser la mejor actriz del mundo para ocultar sus emociones, le dedicó una gran sonrisa a Santana, que en ese momento se acercaba a ella acariciándole la mejilla.

―Tienes razón, estas últimas horas no me has dejado dormir mucho. Bueno Santana, lo pasé genial hoy, gracias por todo y sobre todo por dejarme Manejar esta preciosura de Camaro. Adiós.

Santana la besó con desesperación, con adoración, esta mujer se le había metido bajo la piel. Nunca en su vida había tenido este sentimiento, no entendía bien que era esto que le pasaba con Brittany.

―Adiós Britt.

Brittany se bajó del auto, casi corrió hasta la puerta para entrar en su casa, sentía un nudo en la garganta.

―¿Qué me pasa? No, no, no puede ser…no puedo tener estos sentimientos por Santana.

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Capitulo 14

A la mañana siguiente Brittany llegó a la revista temprano.

Aunque no había podido dormir más de cuatro horas, se levantó y decidió que debía llenarse de trabajo y dejar de pensar en Santana.

Con ayuda del maquillaje, hizo que sus ojeras fueran menos visibles, y se colocó un hermoso vestido azul eléctrico para levantar el ánimo.

Entró por el vestíbulo y la recepcionista le dedicó una gran sonrisa, ella se la devolvió y siguió. Luego al pasar frente al escritorio de la secretaria de dirección, también le dedicó una enorme sonrisa y ella se la devolvió. Y así pasó, escritorio por escritorio era lo mismo, todos la saludaban con una enorme sonrisa.

Al acercarse a su oficina, vio que Marley caminaba a su encuentro, también venía con una pícara sonrisa.

―Me puedes mirar la cara Marley. Debo traer algo dibujado, ¿por qué todos me miran y me sonríen?

―Britt, ven vamos a tu oficina. Es por dos cosas, pero primero vamos a por la que más me intriga.

Cuando llegaron a su oficina, Brittany vio sobre su escritorio un enorme ramo de tres docenas de rosas rojas de tallo largo. Se le paralizó el corazón, eran hermosas.

―Vamos Brittany, lee la tarjeta, quiero saber, o mejor dicho queremos saber quién te las manda, anda abre la tarjeta. Seguro que tiene que haber sido Santana, quién más, ¿no?

Brittany tomó el sobre y lo abrió para sacar la tarjeta. Leyó el mensaje en voz alta, para que su amiga escuchara: “Estas rosas me recuerdan tu vestido, me encantaría verte de nuevo. ¿Cenas conmigo? Tú pones fecha y hora, te mando mi teléfono. Sam Evans”.


Las dos se miraron con cara de pregunta.

No había sido Santana, seguro no enviaba flores a las mujeres con las que se acostaba, pensó Brittany con un poco de rabia y tristeza.

―¿Sam? Y ¿Quién es Sam? porque hasta ayer yo solo sabía que salías con Santana ¿O me tienes algo que contar amiga?

―No, no te tengo que contar nada. Sam es hijo del senador Evans, nos conocimos en la gala, nos presentó Will, mi padrino, conversamos y bailamos. Eso es todo.

―Ah, ese Sam. Creo que le diste una buena impresión, como para mandarte tres docenas de rosas.

―Ya Marley, solo es amable, ni siquiera me despedí de él porque me fui con Santana, es muy agradable, sabes. Tal vez debería llamarle y aceptar su invitación.

Marley abrió los ojos como platos, a qué estaba jugando su amiga.

Se notaba a leguas que ella y Santana se gustaban mucho, no creía que se pudiera involucrar con otra persona, ¿o sí?

―Bueno como digas amiga. Y hablando de Sam, veamos la otra cosa, por la que todos te miraban a tu entrada, apareces en el periódico de hoy, en la página social.

Brittany tomó el periódico y con rapidez buscó la página social, eran dos planas dedicadas a la gala del museo.

Salían fotos de varia gente importante, de su padrino, del senador con varios invitados, de Santana con su mamá y por último, con una breve reseña, ella y el hijo del senador bailando.

―¿En qué momento me tomaron esta fotografía?

Salían risueños y el pie de foto decía: ”El hijo del senador Evans con su hermosa acompañante. Según los comentarios de la noche, la joven podría ser la novia de Sam Evans”


―Así que este es el hijo del senador, amiga es guapísimo, pero tú si que estás de suerte. Primero la muñeca de Santana y ahora este guapetón, estoy feliz de ser tu amiga. Y quién quita si terminas siendo nuera del senador….

―Para ya Marley―Brittany estaba irritada por la foto y por lo que escribían en la prensa―Solo bailé con él, ¿sí? Y ahora déjame sola, tengo mucho que hacer.

―Brittany lo siento, sabes que a veces hablo más de la cuenta y digo cosas que no debo, pero…

―Marley, sal de mi oficina por favor. No quiero hablar.

―Está bien, me voy. Lo siento―Marley salió de la oficina.

Su amiga estaba de mal humor, ¿qué podía haber salido mal?

Cuando la dejó el día anterior estaba radiante con Santana, ¿qué pudo haber pasado?

Por el momento dejaría a Brittany tranquila.

Solo por el momento.





*************************************************************************************************************




Santana entró en su despacho.

Sue, su secretaria, le ponía al tanto de las reuniones y el trabajo que tenía para el día. Le dejó documentos y correspondencia, para luego dejarlo sola.

Revisó todo lo pendiente que tenía.

Estaba contenta, la noche anterior se quedó dormido pensando en Brittany, en lo mucho que quería estar con ella y se acordó de algo que tenía que hacer.

Llamó a su secretaria y ella entró en el despacho.

― Sue, necesito que busque esto―le extendió un papel con unas indicaciones―Tiene que ser blanca y solo blanca. Una vez que la consiga, la envía con esta tarjeta a esta dirección por favor.

―Sí señorita― Sue salió y Santana se metió en su trabajo.



Media hora después la puerta de su oficina se abría, era Maribel su mamá.

―Mamá, ¿pasa algo? ¿Estás bien?

―No pasa nada Tana ¿Acaso no puedo venir a ver a mi hija?―Maribel se acercó a su hija y le besó en la mejilla.

―Es que tú nunca vienes a la oficina, por eso estoy sorprendida―Santana sabía que pasaba algo.

A su mamá no le gustaba ir a esa oficina que le recordaba a su difunto esposo.

―Ya que me tengo que enterar por otras personas, sobre la vida de mi hija, me vi obligada a venir y averiguar si es verdad lo que me han contado.

―Y qué te han podido contar de mí ahora mamá.

―Que tienes novia y que yo no la conozco.

―¿Qué?―Santana miraba divertida la cara de su mamá.

―Eso, que ayer fuiste a un juego de baseball y fuiste con tu novia. Todos te vieron, ¿me lo vas a negar Tana? Quiero saber quién es, porque yo recuerdo que el sábado de la gala, te fuiste del brazo con Brittany, la ahijada del señor Schuester.

―A ver mamá, primero quiero saber, quién te contó esto que me estás diciendo. Si es Kitty la voy a matar.

―No. No fue Kitty, fue Elaine.

Santana sintió que un puño se hundía en su estómago, ¿por qué su ex había llamado a su mamá para contarle lo del juego?

―¿Qué? ¿Elaine te llamó? Pero que le pasa a esa mujer. ¿Me puedes decir qué fue lo que te dijo exactamente?―la abogada sentía como poco a poco la rabia contra su ex iba creciendo.

―Me llamó, primero para saludarme, y me preguntó que quién era tu novia y hace cuánto tiempo que salías con esa chica. Imagínate, yo no tenía idea de que tú estuvieras con alguien. Le dije que estaba equivocada y ella se largó a decir, que llegaste al juego de la mano de una chica y que te estuviste besando con ella delante de todo el mundo. Quiero saber quién es. Sabes que lo que más deseo es que encuentres a alguien a quien ames y tengas tu familia, ¿me vas a decir quién es?

―Mamá, es verdad que fui al juego con una mujer, con una preciosa mujer, que me tiene loca pensando todo el día en ella. También es verdad que la besé delante de todos y no me importa que me hayan visto todo el mundo. Pero tengo que te, que esa increíble mujer, no es mi novia.

―¿Cómo? ¿Qué quieres decir con que no es tu novia? ¿La conozco?

Santana miraba cada vez más divertida a su mamá, estaba desesperada por saber quién era la mujer que le estaba robando el corazón a su hija mayor.

―Sí mamá, sí la conoces.

―¿La conozco? Tana te exijo que me digas quién es.

―Es Brittany mamá. La ahijada de Will Schuester, la bella mujer con la que me fui de la gala el sábado. Ella es la mujer con la que fui al juego y a la cual besé delante de todos.

A Maribel se le dibujó una gran sonrisa en la cara.

―Lo sabía, sabía que ella te gustaba, por como la miraste en la gala supe que sientes algo por esa chica. Entonces, ¿por qué aún no es tu novia?

Santana no sabía cómo contestar a esa pregunta de su mamá.

―Bueno mamá, nos conocemos hace poco y no sé…

―Pero ella te gusta, ¿verdad?

―Me gusta demasiado mamá. Pero quiero ir lento con ella.

―¿Cómo que lento? ¿Tú estás tonta? ¿Acaso no viste el periódico hoy?

¿El periódico?

Santana no sabía qué quería decir su mamá con lo del periódico.

―No, no he tenido tiempo aún para leer el periódico.

―Bueno deberías. A ver si así te espabilas y actúas.

Santana llamó a su secretaria y pidió que le trajera el periódico al cual se refería su mamá.

―Abre la página central y mira las fotos.

Abrió el periódico donde su mamá le dijo y se encontró con las fotografías de la gala del museo de la moda.

Estaban su mamá y ella. El señor Schuester, el senador Evans, y al último de la página, una fotografía de Sam con Brittany, sonrientes bailando, y leyó lo que decía el pie de foto.

Santana estaba blanca, en el diario daban por hecho que la rubia era su novia.

‹‹ ¡Cabrón!, siempre quiere lo que es mío››

―Hija, no sé qué problema tuviste en el pasado con Sam, pero sé que eso quebró su amistad. Por lo que vi el sábado, a él también le gusta Brittany, deberías replantearte mejor eso de ir lento con ella. No vaya a ser que venga otra persona y te la quite.

A Santana le dio un escalofrió de solo pensar en Brittany al lado de Sam.

Lo que había pasado antes con él no tenía importancia, nunca la tuvo. Casi podría decir que le hizo un favor, pero ahora era distinto, se trataba de Brittany y si él se interponía en su camino ahora lo mataría.

―Pero mamá, no quiero apresurar las cosas con ella.

―Bueno hijo yo solo te estoy diciendo lo que pienso, tú ves si tomas el concejo o no. Sé que vas en camino a enamórate de esta chica, si es que ya no lo estás.

―Mamá, creo que es demasiado pronto para enamorarse.

―Eso es mentira, hay amores fulminantes.

Santana escuchaba atentamente todo lo que su mamá decía sobre el amor, ¿sería posible enamorarse tan rápido de alguien?

―En tu caso creo que Brittany te a fulminado y no te has dado cuenta.

―Bueno mamá, por lo mismo, no quiero apresurar las cosas. Quiero hacerlo bien. Sé que ella no me es indiferente, pero de ahí a decir que siente algo más por mí, hay un gran paso.

―Entonces enamórala Tana.

La abogada miraba fijamente a su mamá y procesaba la información en su cerebro.

Enamorarla, esa era la tarea que debía llevar a cabo.

El silencio que reinaba entre mamá e hija en ese momento fue interrumpido por la voz de la secretaria de Santana en el altavoz:

―Señorita López, su encargo ya fue realizado, en veinte minutos será recibido en la dirección que indicó.

―Muchas gracias Sue.

Una gran sonrisa iluminó la cara de Santana, esperaba que lo que había hecho causara el efecto positivo que deseaba.

Maribel se levantó, ya había hablado con su hija y rogaba que actuara pronto con Brittany.

―Bueno hija ahora me voy, espero que de todo lo que conversamos, algo quedara en tu cabeza―besó las dos mejillas de Santana y luego se las acarició―Si vez a Brittany, invítala a cenar o a almorzar el domingo, ¿quieres?, a tu abuela y a mí nos encantaría recibirla en casa.

―Bueno mamá, veré qué puedo hacer. Adiós.

Santana se quedó sola, tratando de volver al trabajo, pero en su mente solo resoban las palabras de su mamá.






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Brittany estaba en su oficina con Kurt, el fotógrafo de la revista, revisaban las tomas de la sesión que le habían hecho a Santana y Emily.

Tenían muchas fotografías buenas, por lo que se les hacía complicado elegir y estaban discutiendo por eso.

En ese momento entró Marley, que venía con una entrega para su amiga.

Brittany seguía con la mirada perdida en las fotografías, por lo que no se dio cuenta que la castaña había entrado en su oficina.

―Entrega especial para Brittany Pierce―canturreó Marley.

Brittany lentamente levantó la vista de la mesa y posó la mirada en lo que traía su amiga entre las manos.

Su cara se iluminó y apareció una hermosa sonrisa en sus labios.

Lo que Marley tenía, era una delicada maceta de cerámica cuadrada, color negro, con una hermosa orquídea blanca, su flor favorita.

Brittany se quedó paralizada un momento.

Marley dejó la maceta sobre el escritorio.

―Vamos Britt, lee la tarjeta, queremos saber quién te la envía.

―Uf corazón, que envidia, primero rosas rojas y ahora una orquídea―decía divertido Kurt.

Brittany alargó la mano y tomó la tarjeta, que venía en la orquídea. Y la leyó, pero solo para ella.


“¿Almuerzo o cena? Tú eliges. Dijiste que la orquídea blanca era tu flor favorita, aunque yo la preferiría en rojo, que se ha vuelto mi color predilecto. Espero tu llamado. Santana”


A Brittany se le hizo un nudo en la garganta.

Después de la decepción de saber que las rosas rojas no se las había enviado Santana, ahora su corazón latía feliz.

La morena había recordado lo que ella dijo la noche que pasaron en el hotel.

Esto era mejor que las hermosas rosas de tallo largo que le envió el hijo del senador.

Sonrió al pensar en la morena y tomó su móvil para llamarla, claro que la llamaría, necesitaba oír su voz.

Este detalle había derribado un ladrillo más de la muralla que tenía construida en su corazón.

―Y bien Brittany, ¿quién te envió la orquídea?

―Fue Santana, y ahora necesito hacer una llamada, así es que les pido que salgan de la oficina por favor.

―Vamos Kurt, dejemos a Brittany sola para que haga su llamada.

Los dos salieron entre risas y Brittany marcó el número de Santana, al segundo tono escuchó la voz al otro lado y un escalofrío le recorrió toda la columna vertebral.



―Hola Britt―dijo Santana que estaba en el sillón de su oficina, con una enorme sonrisa pegada en la cara―¿Cómo estás?

―Hola San. Muy bien. Te llamo para agradecerte la hermosa orquídea.

―¿Te gustó?

―No, no me gustó… me encantó, es mi flor favorita, gracias.

―Lo sé, me lo contaste la primera noche que pasamos juntos.

Brittany sintió que se le empezaba a calentar la sangre al pensar en esa noche.

―Y bien, qué decidiste, ¿almuerzo o cena?

―Creo que será cena, estoy con mucho trabajo y no podré salir a almorzar.

―Bueno, cena entonces, ¿a qué hora paso por ti?

―A las ocho. Te espero en mi casa a las ocho.

―Muy bien a las ocho. No te entretengo más para que vuelvas a tu trabajo.

―Bien San nos vemos, adiós.

―Adiós Britt.




El día para Brittany pasó muy rápido, entre todo el trabajo que tenía con la editorial y su amiga, que no dejaba de hacerle preguntas, sobre la cena que tendría con Santana.


Cerca de las cinco y media de la tarde, Brittany se despidió de su amiga, quien le deseó lo mejor para la noche.



Media hora más tarde estaba en su casa, viendo que podría usar para su cena con la abogada.

Recorrió el closet, tenía claro que usaría vestido, y se decidió por un sencillo vestido ajustado, con un escote no muy pronunciado, pero que hacía resaltar sus senos. Aunque el vestido era sencillo, se ajustaba como guante a su cuerpo.

Pero lo que más le había gustado, era que el vestido era rojo y sabía que Santana se volvería loca con el color.

Se duchó y se colocó una sexy lencería negra de encaje. Se untó su loción de Victoria Secret, se vistió y luego se peinó.

Decidió llevar el cabello suelto, que caía en grandes ondas sobre sus senos y espalda.

Tomó su móvil y lo metió junto con su una barra de labial, en la pequeña cartera negra que llevaba.

Aún faltaba media hora, pero ella ya estaba lista.

Se volvió a mirar en el espejo y revisó su maquillaje.



Faltando quince minutos para las ocho, el timbre sonó, Brittany se calzó los altísimos zapatos negros, que le encantaban y se dirigió hacia la puerta.

Abrió y se encontró con la hermosa mirada de Santana.

La morena vestía un ceñido vestido gris y su cabello peinado despeinado, le daba un toque increíblemente sexy.

A Brittany se le aceleró el corazón y un calor recorrió todo su cuerpo. Abrió más la puerta para que entrara y la morena aceptó contento la invitación.

Una vez que cerró la puerta y se volteó, Santana se abalanzó sobre la rubia y la besó con toda la pasión que tenía dentro de su cuerpo.

Con una mano en la cintura la acercaba más a y la otra hundida en la nuca de Brittany, quien sintió que las rodillas le flaqueaban, Santana intensificaba cada vez más el beso.

Si no paraban, no saldrían a cenar esa noche.

Brittany fue la que tomó la decisión de cortar el beso para hablar. Con la respiración agitada miró a Santana.

―Hola San, yo también me alegro de verte.

―Hola rubia, no sabes cuánto deseaba verte y besarte―comenzó a darle pequeños besos por la mandíbula y luego por el cuello.

Brittany, con la piel de gallina por cada beso que plantaba sobre su piel, trató de separarse, pero no lo consiguió.

―San si sigues así no podremos salir, vamos, para por favor.

―¿No te gustan mis besitos Britt?

―Me encantan, por eso lo digo. Si no paras tendremos que pedir algo a domicilio.

―Está bien, tienes razón. Te invité a cenar y te llevaré a cenar. ¿Estás lista?

―Sí, listísima.

Santana la tomó de la mano y salieron de la casa.

Llegaron hasta el Jaguar de la abogada y le abrió la puerta para que entrara, luego entro ella.

―Vaya, veo que Bumblebee, tiene la noche libre.

―Sí, hoy tenía una reunión con los demás autobots. Ya sabes, es algo sobre salvar la tierra.

Las dos se miraron y se rieron a carcajadas.

―¿Tienes alguna petición especial para la cena? ¿Algo que no te guste?

―No, la verdad me gusta todo tipo de comida y que me dices de ti, ¿alguna comida preferida?

―La verdad es que sí, me encanta la comida china.

―Bueno, entonces será comida china―dijo Brittany.

Santana condujo por la ciudad, para media hora después, llegar a su restaurante de comida china favorito.

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Capitulo 15

Santana aparcó el jaguar en el estacionamiento del restaurante chino.

El lugar era una mezcla entre lo moderno de su mobiliario y la cultura china, que estaba presente en la decoración de sus paredes y las bellas lámparas que colgaban en cada mesa.

Cuando entraron en el local los recibió una joven, vestida con el tradicional vestido de seda chino, en color rojo con florcitas doradas.

Ella le dio una mirada de pies a cabeza a Santana, y luego de dedicarle una sonrisa, les indicó que la siguieran hasta la mesa que sería para ellas.

La chica, que iba delante de ellas, se contoneaba más de lo normal. Brittany puso los ojos en blanco y soltó un suspiro. Santana tomó la mano de Brittany para cruzar el local hasta llegar a la mesa que les indicaba la mesera, que les dejó la carta para que hicieran su pedido.

―Qué local más bonito ¿Vienes muy seguido?―preguntaba Brittany, mientras que con la mirada, recorría todo el local.

Le llamó la atención los dragones que estaban en una muralla.

―He venido varias veces a almorzar con algún cliente. Y bien, ¿quieres pedir algo especial o elijo yo?

―Ya que tienes más experiencia que yo en comida china, elige tú.

La camarera se acercó y Santana hizo el pedido, un variado menú que constaba de cinco platos.

Cuando les trajeron la comida Brittany tenía los ojos como platos, no creía que pudiera comer más que dos cucharadas de arroz.

―Te vi en el periódico―dijo Santana mientras se servía un plato con las delicias que estaban delante de ella.

Brittany levantó la vista y sus ojos se encontraron.

―Sí, también vi el periódico, no sé en qué momento me habrán tomado esa fotografía.

―También leí el pie de la fotografía. Así que ahora eres la novia del hijo del senador―Santana tenía una sonrisa forzada en la cara mientras decía esto.

―Bueno tú y yo sabemos que eso no es verdad.

―¿Qué te dijo Sam mientras bailaban?

―Me habló sobre su trabajo en la campaña de su papá y me preguntó sobre el mío ¿Pero qué problema tienes tú con Sam? Ya me contaste que eran amigos desde niños y compañeros de colegio, pero creo que tiene que haber pasado algo muy grave para terminar una amistad de tantos años.

―Tienes razón, pero hoy no quiero hablar de eso. Te prometo que algún día te lo contaré. Solo te pido que no te acerques a él. No es la persona que parece ser.

Brittany asintió con la cabeza, ahora estaba más intrigada por saber qué había pasado entre los dos, pero no quiso entrometerse más de lo que debía.


El resto de la cena hablaron de todo un poco.

Santana le contó su afición a los autos y sobre su familia. Brittany por su parte le dijo que su única familia era su hermana, que le encantaba su trabajo y que era una fanática de Rihanna.


Al terminar, Santana propuso ir a un bar por unos tragos, la rubia aceptó encantada, no quería que la noche terminara.


Entraron en el bar que estaba casi repleto.

Santana veía cómo las personas las miraban a su paso, con esos vestidos que parecía que los habían fabricado sobre sus cuerpos, en la morena despertó en el instinto animal de territoriedad.

Llegaron a la barra y se sentaron, Santana pidió un whisky y Brittany una copa de vino blanco.

Santana se acercó a la rubia y le dio un largo beso, y así dejar en claro a todo el que las miraba, que ellas venían juntas.


Ahí estuvieron conversando un buen rato entre risas, caricias y besos.

De pronto se escuchó una voz un poco chillona.

―¡¿Santana?! Pero mira dónde nos venimos a encontrar ¿Cómo estás?

Santana y Brittany se giraron al mismo tiempo para ver a la dueña de esa voz.

Era Elaine Bond, que se acercó a la abogada y la saludó con dos besos en la cara.

La chica vestía un cortísimo vestido negro y su cabello suelto. Completaban el conjunto unas altas sandalias doradas, que hacían que sus piernas se vieran kilométricas.

Santana, visiblemente incómoda con la situación, solo fue capaz de esbozar una media sonrisa forzada.

―Bien Elaine. Estoy muy bien.

―Pero, ¿qué haces acá? Estoy con un grupo de amigos, si quieres te nos puedes unir.

Brittany sentía, que el volcán que empezaba a crecer en su interior, no tardaría en hacer erupción.

Elaine ahora tomaba el brazo de Santana e ignoraba por completo la presencia de Brittany.

―Estoy en una cita Elaine.

―Oh, disculpa, no quise ser inoportuna.

Elaine se giró hacia la rubia y haciendo gala de su mejor actuación, se acercó a ella y le tendió la mano:

―Hola, soy Elaine Bond, la ex novia de Santana, pero ahora somos buenas amigas.

―Brittany Pierce. Es un placer conocerte Elaine.

Se estrecharon la mano, mirándose fijamente y lanzándose puñales con la mirada.

―Bueno no las interrumpo más, me voy con mis amigos. Fue bueno verte Santana, adiós.

Elaine se alejó para reunirse con su grupo.

Santana aún no lograba articular palabras.

¿Qué había sido todo eso?

Santana y Elaine no se hablaban hace tiempo.

El día del juego fue la primera vez que cruzaban palabra desde que habían terminado.

Algo tramaba la chica, debía tener cuidado con ella.

―Es bueno saber que te llevas tan bien con tus ex―le dijo Brittany, quien sonaba un poco enojada.

―Britt, lo siento, no sé por qué se ha acercado, yo…

―No tienes por qué explicar nada San.

―¿Quieres otra copa?―Santana notaba la molestia por lo sucedido en los ojos de Brittany y sintió que la noche había finalizado.

―No gracias, creo que debería irme a casa.

―Está bien vamos.

Santana pagó las copas y salieron del bar para subirse al auto y dirigirse a casa de Brittany.

Una vez fuera de la casa el silencio reinaba dentro del auto, solo se miraban, pero ninguna emitía ni un solo sonido.

―¿No me vas a invitar a pasar Britt?

LA rubia aún estaba molesta por lo sucedido en el bar con Elaine. Se sintió tonta por lo celos que en ese momento se habían apoderado de ella.

No debería sentirse de ese modo.

―¿Quieres realmente pasar San?―le preguntó Brittany levantando una ceja.

―Sabes que es lo que más deseo rubia―le dedicó una sexy sonrisa y se bajó del auto para abrir la puerta para la rubia.

Tomadas de la mano llegaron a la puerta, Brittany buscó las llaves y abrió para luego entrar en el vestíbulo. Santana la abrazó y comenzó a besarla, como si se le fuera la vida en ello.

―¿Dónde está tu cuarto?

―Arriba.

Santana la tomó de la mano y subieron corriendo por las escaleras hasta llegar al cuarto de Brittany.

En la habitación de Brittany dominaba el color blanco.

Una gran cama se encontraba en el centro cubierta por una colcha blanca y muchos cojines en el mismo tono.

Santana la abrazó por atrás y separándole el cabello hacia un lado, comenzó a besar lentamente el cuello de Brittany, luego el lóbulo de su oreja mientras la aprisionaba contra.

Brittany cerraba los ojos para disfrutar de todo lo que la morena le hacía.

Santana comenzó a subir el vestido, para luego introducir su mano en busca de la intimidad de Brittany. Ésta soltó un gemido, mientras la más baja seguía con su implacable asalto.

―Hmmm rubia, me vuelves loca, no puedo dejar de pensar en ti, le estás haciendo mal a mi salud, ¿sabes?

Brittany solo fue capaz de sonreír, no podía hablar, solo jadeaba por lo que Santana le estaba haciendo con su mano.

La morena le bajó el cierre del vestido y lo dejó caer a sus pies y la giró para volver a besarla, la ojiazul mientras tanto le bajaba el cierre del vestido, la tomó entre sus brazos, para dejarla caer sobre la cama, mientras se sacaba los zapatos e hizo lo mismo con la morena.

Santana en un movimiento rápido se lanzó sobre Brittany. Comenzó a besar su vientre con locura, eso a la rubia le provocaba cosquillas. Luego buscó el broche del brasier y se lo quitó, comenzó a morder un pezón, luego el otro, mientras ella se retorcía de placer bajo su boca.

Gemidos y jadeos eran la banda sonora de la noche en el cuarto de Brittany.

Luego deslizó el tanga de la rubia, dejando a la vista la marca que tanto le gustaba, esa marca con la que soñaba constantemente y se dispuso a besarla y mordisquearla.

Brittany arqueaba la espalda ante el contacto de la boca de Santana y en un rápido movimiento Santana la colocó boca abajo.

―Britt estoy muy excitada, y no creo que pueda aguantar mucho, pero prometo compensarte durante la noche.

Se quitó su ropa interior y se acomodó para unir sus cuerpos y las dos gritaron de placer.

Santana comenzó a moverse, primero lentamente, luego comenzó a aumentar el ritmo, desesperada. Enloquecida por los gemidos de Brittany, que le indicaban que ya estaba cerca, se movió más para que la rubia lograra el orgasmo.

Se alejó para volver a unir sus centros, ambas soltaron un gemido. La morena se agarró con más fuerzas a las caderas de la rubia, se volvió a mover, una vez más y el cuerpo de Brittany se sacudió en espasmos, llegando al orgasmo.

Santana se movió dos veces más y finalmente encontró su liberación.

Brittany cayó sobre la cama y la morena sobre ella, besando todo a su paso, adorándola.



Luego de un rato, volvieron a hacer el amor y cayendo rendidas se quedaron dormidos.



Santana dormía de lado y Brittany detrás, con la cara apoyada en su espalda y la mano en su cadera.

A las seis y media de la mañana sonó el despertador de Brittany. Lo apagó, Santana ni se movió por el ruido molesto.

Brittany comenzó a besar la espalda de la abogada, pero nada.

Decidió levantarse y ducharse, tenía que ir a trabajar.


Cuando salió de la ducha y entró en su cuarto, Santana aún seguía dormida, así es que decidió despertarla.

―San… despierta―después de varios llamados y zamarreos por fin la morena abrió un ojo.

―¿Qué hora es?―preguntó Santana con voz adormilada.

―Las siete de la mañana.

―¿Por qué te levantaste a esta hora de la madrugada?

―A esta hora me levanto todos los días.

―Déjame dormir un poco más cariño―Santana estaba igual que una niña pequeña tapado hasta la cabeza.

―No, levántate, ¿a qué hora tienes que llegar a tu trabajo?

―A las nueve, ¿y tú?

―A las nueve también.

―¿Y por qué madrugas? Deberías estar en la cama, a mí lado, para poder besarte y meterte mano.

―Me doy por vencida―dijo divertida―Voy a preparar café, vuelvo en media hora a levantarte, ¿oíste?


Mientras Brittany bajaba a la cocina, Santana se levantó y se metió en la ducha. Luego se vistió y bajó para encontrarse con Brittany en la cocina, ella le acercó un tazón con café y mientras picaba frutas y las ponía en platos.

Tomaron el café entre besos y caricias.

Luego Brittany se terminó de vestir y se dirigieron cada una a su auto.

―¿Por qué no te vienes en mi auto Britt?, yo te llevo a tu trabajo.

―No, no creo que deba desviarte del tuyo.

―Pero si me queda de paso―Santana insistía, le era muy difícil separarse de la ojiazul.

―San, creo que no es buena idea. Y ahora me tengo que ir.

―Está bien, no insisto más.

―Creo haberte escuchado alguna vez, que eras muy insistente, ¿me mentiste abogada?―Brittany le dedicó una linda sonrisa, mientras Santana se le acercaba y la abrazaba.

―Es verdad, pero hoy no quiero ser pesada. No quisiera que te aburrieras de mí tan pronto.

La besó con desesperación, no quería terminar el beso, pero con gran pesar se alejó de Brittany.

―Que tengas un buen día San.

―Tú también rubia, te llamaré, ¿ok? ¿Te parece si vamos al cine? O donde tú quieras.

―San hoy va a ser un poco difícil ¿Qué tal mañana?

―Está bien mañana, te llamo y nos ponemos de acuerdo.

La besó por última vez, antes de que subiera a su auto y verla marcharse.

Santana se sentía extraña, no le gustaba separarse de Brittany, cada día la necesitaba más y extrañamente eso le gustaba.




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Brittany tenía un nudo de emociones.

Estaba feliz por haber pasado la noche con Santana, pero tenía medio de sentir algo por la morena, no quería volver a sufrir.

Pero también sentía que Santana era muy distinto a su ex y no solo por ser de otro sexo.

Era algo de su interior.




Esa tarde Brittany salió de su trabajo y decidió ir a visitar a su hermana, debía aclarar su mente y Quinn era una buena consejera.

Llegó a la casa de Quinn y cuando se abrió la puerta, un pequeño de ojos verdes se lanzó a sus brazos.

―Tíaaaa.

―Blainy, ¿cómo estás mi amor? ¿Cómo te has portado?

El niño, colgado a su cuello, sonreía feliz por ver a su tía. Tras él, aparecía su cuñada Rachel.

―¡Britt qué alegría que vinieras. Quinny ya está por llegar. Pero ven siéntate, ¿quieres tomar algo?

―Sí, una coca-cola si tienes.

―Claro, te la traigo de inmediato.

Brittany siguió abrazando y besando a su sobrino. En ese momento, aparecía por la puerta su hermana, que se acercó a ella para abrazarla.

―¡Britty! qué alegría verte, por fin te dignas a visitarnos.

―Hermana no me regañes más, lo importante es que ya estoy aquí, ¿no?

―Sí, espero que te guste la pasta, porque es lo que preparé para cenar― dijo su cuñada mientras le entregaba la coca-cola y se acercaba a besar a su esposa.

―Sabes que me gusta todo lo que cocinas Rachel. La pasta estará más que bien para mí.

Rachel se dirigió al comedor para preparar la mesa, dejando solas a las hermanas y al niño, que aún estaba en los brazos de Brittany.

―¿Qué pasa Britty?― preguntó su hermana sin vacilar.

―¿Por qué crees que me pasa algo?

―Sabes que te conozco mejor que nadie, te conozco desde que naciste. Se leer tus expresiones, tus ojos, y sé que algo te incomoda ¿Me lo vas a contar?

Ella nunca podría engañar a Quinn, era cierto, la ojiverde podía ver a través de ella.

―Pero no ahora hermana, después de la cena, ¿quieres?

―Bien, después de la cena.




La cena estaba deliciosa y fue muy amena.

Brittany se divertida con su sobrinito.

El niño tenía tres años y medio y cada vez que ella le preguntaba, ¿cómo te llamas? él le respondía:

―Me llamo Blaine y soy tu amor.



Luego del postre, Rachel tomó al niño para llevarlo a su cuarto y hacerlo dormir, mientras las hermanas levantaban los platos de la mesa y los llevaban a la cocina.

―Bien Britty, dime cómo se llama, dónde vive, y si debo matarlo o matarla o no.

Brittany soltó una risa ante la ocurrencia de su hermana, pero como era de esperar, Quinn ya sabía el motivo de la preocupación de ella.

―No tienes que matar a nadie hermana, por lo menos no todavía.

―Y bien, ¿cómo se llama?

―Santana López.

― ¿A qué se dedica?

―Es abogada.

―Qué bien, abogada, ¿y cuál es el problema con ella?

Brittany no sabía por dónde empezar y se quedó muda, pensando qué contarle a su hermana.

―¿Estás saliendo son ella?

―Sí.

―¿Hace cuánto?

―Hace unas semanas.

―¿Es soltera?

―Sí.

―¿Te gusta?

―Mucho.

―¿Y entonces? Yo no veo ningún problema.

Brittany seguía en silencio.

En su cabeza tenía imágenes de Santana y ella juntas.

Una imagen de sus ojos, de su carnosa y linda boca, de su cuerpo.

Sí, le gustaba más de lo que quisiera.

Y ese era precisamente un problema.

―Hermana, sé que desde lo de Rory, no has salido con alguien por tanto tiempo. Y que te estés viendo con esta mujer, creo yo que es bueno para ti ¿Qué pasa? ¿Qué tiene de malo?

―Quinn, no sé cómo explicarlo, me gusta estar con ella. Es guapa, divertida, es todo lo que una persona puede querer. Como te dije me gusta y mucho y ese es el problema, no quiero que me guste mucho, no quiero darme cuenta de que estoy irremediablemente enamorada de ella, que pase algo y volver a sufrir lo que sufrí años atrás.

―Britt no todas las personas somos como el carbón de Rory. Deberías conocer más a esta mujer y darte la oportunidad de enamorarte de nuevo

Brittany escuchaba a su hermana, tratando de absorber cada una de sus palabras, Quinn siguió:

―No puedes ir por la vida escapando de las personas y de tus sentimientos. Me encantaría decirte que nunca más volverás a sufrir por amor en la vida, pero eso no lo podemos saber ni tú ni yo.

―Pero Quinn, sabes todo lo que me costó lo de Rory y…

―Primero, era un hombres y esta vez es una mujer. Segundo, con Rory te ibas a casar, eras más joven y era tu primera desilusión amorosa. Es obvio que te doliera más que nada en el mundo. Tercero, con Santana estás saliendo hace poco, desde lo que pasó con tu ex has madurado mucho. Si pides mi opinión no pienses en nada, solo vive todo lo que ella te pueda entregar, no hagas comparaciones odiosas eso es lo peor.

Brittany supo que debía hacer lo que su hermana le estaba diciendo. Era verdad que no podía comparar a Santana con su ex, eran totalmente distintos, decidió que se daría la oportunidad de seguir con lo que hasta el momento tenía con la morena.

Pero que trataría de ser cautelosa con sus sentimientos y no hacerlos tan obvios delante de Santana.

Porque ella nunca más, diría la palabra Te amo a otra persona.

―Y bien, ¿qué piensas hacer?

―Bueno, creo que tienes razón, como siempre, voy a hacer lo que me dices, sé que me va a costar un poco, pero me voy a dar la oportunidad de conocer más a Santana.

―Eso es hermana. Además me tienes aquí para lo que sea, esta vez si te hacen sufrir voy derechito a la cárcel, ¿oíste? Cuando pasó lo de Rory me detuviste de buscar y matar al desgraciado, pero ahora ni con toda la fuerza militar me paran.

―No vas a matar a nadie Quinn. No quiero que mi Blaine se críe con una de sus mamás en la cárcel.

Las dos se miraron y rieron de buena gana.

Luego Quinn abrazó a su hermana y así se quedaron durante un rato hasta que llegó Rachel, que al ver la escena, sabía que o algo ocurría con Brittany.

―Qué bueno es ver a las Pierce tan amorosas ¿Algo qué me tengan que contar?

―Amor, aquí mi hermana que se está enamorando de una mujer, pero ella no se lo quiere creer aún.

Brittany abrió los ojos como platos ante lo que había dicho su hermana.

―¡Lucy!―la regañó Brittany.

Lucy… mala señal para Quinn, siempre que estaba en problemas era Lucy, al igual que con Rachel.

―Qué bien cuñada, me alegro por ti ¿Cuándo la conoceremos? Si quieres podemos invitarla a cenar un día, ¿te parece?

―Lo pensaré Rachel, gracias. Bueno, creo que ya es hora de irme, otro día vendré y estaré más tiempo.

―Sabes que puedes venir cuando quieras hermana y como dijo Rach, puedes traer a Santana si quieres.


Se dirigieron todas juntas a la puerta.

Brittany besó en la mejilla a su cuñada, para luego abrazarla, y luego hizo lo mismo con su hermana.

―Hermana, espero que lo que hemos hablado te haya aclarado un poco las ideas, y recuerda, ¡date la oportunidad! por favor hermana.

Quinn la besó otra vez en la frente y la abrazó para luego verla encaminarse a su auto.


Una vez dentro del auto, Brittany pensó en las palabras de su hermana y decidió que no se cuestionaría más la relación que tenía con Santana.

Lo que tuviera que ser sería, se dijo para sí misma.

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Capitulo 16

Los días siguieron avanzando, así como la relación entre Santana y Brittany.

La morena invitaba la ojiazul a almorzar o cenar casi todos los días.

Necesitaban pasar tiempo juntas, terminaban las noches en alguna de sus casas y Brittany se sorprendió compartiendo espacio de su baño con Santana.

Brittany, en los días en que se quedaba sola, se sorprendía entrando en esta habitación y ver que el cepillo de dientes, así como el shampoo y acondicionador de la abogada, ocupaba lugar en sus estantes.


Otro día, Santana la invitó al cine y cuando llegaron la morena dejó que la rubia eligiera la película.

Ya estaba convencida de que Brittany elegiría alguna romántica o algo más intelectual, pero la sorprendió cuando le dijo que quería ver la última parte de Rápido y Furioso.

A Santana cada vez le gustaba más esta mujer.


Santana la sorprendió un día enviándole dos entradas de primera fila para el concierto de Rihanna. Brittany estaba feliz, Rihanna era su cantante favorita y podría verla de cerca.

Pero la más contenta con el concierto había sido Santana, ya que cuando la artista salió al escenario, con un diminuto short negro y esas kilométricas piernas, se le desencajó la mandíbula y Brittany la sorprendió varias veces pegándole codazos para que cerrara la boca.


Una noche en que se encontraban en casa de Santana, esta hablaba con su mamá.

Dentro de poco era el aniversario de la firma y Santana quería que ella organizara un almuerzo para todos los trabajadores y su familia en la mansión López.

―Pero hija, a ver si te entiendo, ¿quieres hacer algo cómo una gran barbacoa?

―Exacto mamá, contrataremos a una empresa especializada, para que prepare una gran barbacoa para todos. También podemos utilizar la piscina y quisiera contratar unos juegos para los hijos de los empleados.

―Está bien hija, me pondré en contacto con algunas personas que se dedican a esto y te aviso.

―Bien mamá, gracias por todo. Y ahora te dejo, porque estoy con Britt y me está esperando para cenar.

―Hija, ¿cuándo vas a traer a Brittany a casa? Tu abuela se muere por conocerla.

―Mamá, no sé cuándo pueda.

―Pero Tana, ya es tiempo, tráela el domingo a almorzar.

―Está bien, le voy a preguntar y te llamo. Pero si dice que sí, dile a la abuela que no se ponga pesada con eso del casamiento y los bisnietos, ¿ok? No quiero que me la espanten.[/]

Santana ya se estaba imaginando a su abuela con Brittany y cómo la anciana la bombardearía con preguntas, pero su mamá tenía razón, ya era tiempo.

[i]―Hija sabes que no puedo prometerte eso, tu abuela no escucha a nadie. Pero hablaré con ella y le diré que no hable más de lo justo y necesario.

―Bueno mamá, te dejo ahora, un beso, te quiero.

―Te quiero Tanita, salúdame a Brittany y dile que la espero el domingo. Adiós.

Santana se acercó a Brittany, la abrazó y la besó, para luego hacerle la invitación de la que había hablado con su mamá.

―Cariño, ¿tienes algo que hacer el domingo?

―Nada, ¿qué tienes en mente?

―Mi mamá nos invitó el domingo a almorzar, ¿qué me dices?

―Claro, me encantaría.

―Genial, la llamaré para que se prepare, pero tengo que advertirte que estará mi abuela y quizá te haga preguntas incómodas.

―¿Qué tan incómodas?

―Bueno, no sé… algo como qué opinas del matrimonio y cuántos hijos quieres tener. Es más, estoy segura que te dirá que yo ya tengo mis óvulos en la clínica.

Brittany, que no pensaba hacer ni una cosa ni la otra, por lo menos en unos cuantos años más, sonreía y se moría de curiosidad por conocer a esa mujer.

―¿Tienes tus óvulos congelados?

―Sí, hace un tiempo fui a una clínica y los congele, así cuando desee tener un bebé, si mi pareja lo quiere, puede usarlos―dijo como quien no quiere la cosa.

Brittany noto la sugerencia, pero no dijo nada al respecto.

―Creo que podré sopórtalo.

―Entonces iremos el domingo.






Llegó el día domingo y Brittany no sabía cómo vestirse para el almuerzo en casa de la familia de Santana.

Quería causar una buena impresión, pero quería estar cómoda.

Después de pasar por muchas opciones, se decidió por un vestido primaveral, escote en forma de V, de fondo blanco con flores rojas y zapatos de tacón alto también de color rojo.

El cabello se lo recogió en una coleta, por accesorios, solo usó su reloj y unos pequeños aros de diamantes herencia de su mamá.

Estaba nerviosa, aunque ya conocía a la mamá de Santana, apenas si habían cruzado un par de palabras cuando se vieron.


Santana llegó a buscarla.

La abrazó y la besó con todo el deseo que siempre le provocaba el verla.

Santana vestía unos jeans ceñidos y una camisa con motivos escoceses en tonos verdes y azules con las mangas remangadas, cual se ajustaba muy bien a su figura.

―Gau rubia, te vez preciosa.

―Tú tampoco estás mal morena.

―¿Lista para irnos?

―Sí.

Se subieron al auto y se dirigieron por la carretera hasta la mansión de la familia de Santana.


Una vez que llegaron, se bajaron del auto, Brittany miraba asombrada la majestuosidad del lugar.

Miró los hermosos jardines de rosales blancos y trató de imaginar cómo sería la mansión por dentro.

Cuando llegaron a la puerta Maribel salió a su encuentro.

―Tana querida, ¿cómo estás?

Saludó a su hija con dos besos y un abrazo, para luego separarse de ella y dedicarse a Brittany.

―Brittany, qué preciosa estás. Me alegra mucho que pudieras venir―besó la mejilla de la rubia y le dio un abrazo.

―Gracias por invitarme señora López.

―Llámame Maribel por favor. Pero vengan, que mi mamá está impaciente por ver a su nieta y su novia.

Santana le dio a Brittany una sonrisa pícara, mientras que las alarmas de la rubia se activaron ante la palabra ¡novia!

Si el exterior de la mansión le había gustado a Brittany, el interior lo había adorado, era hermoso.

Decorado con un gusto exquisito, elegante refinado.

Nada sobraba, todo combinaba, enormes sillones blancos, jarrones con hermosas flores y pisos de madera brillantísima que daba miedo pisar, eso era solo el salón donde generalmente se juntaba la familia.

Maribel entró primero en el salón, seguida por Santana y Brittany que venían tomadas de la mano.

La pelinegra estaba tremendamente nerviosa y apretaba con fuerza la mano de Brittany. Ésta, al contrario, se veía relajada y tenía una gran sonrisa en la cara, pero era solo una gran actuación, ya que por dentro, pensaba que en cualquier momento podría desmayarse ahí mismo delante de todos.

En el salón se encontraban un hombre de unos sesenta y algo como mucho, alto, bien parecido, de pelo castaño y ojos verdes. Junto a él, estaba una mujer tremendamente elegante, de melena rubia y los ojos del mismo color de la mamá de Santana.

Sentada en un sitial, se encontraba una mujer mayor, de pelo castaño rojizo, muy elegante y tenía una enorme y linda sonrisa, que a ella le transmitió serenidad ‹‹la abuela de Santana ›› se dijo para si misma Brittany.

La mujer se puso de pie cuando vio que su nieta entraba en el salón.

―¡Llegó mi nieta preciosa! ¿Cómo estás cariño?

Santana soltó la mano de Brittany para abrazar a su abuela y besarla sonoramente en la mejilla.

―Estoy muy bien abuela―luego volvió a tomar de la mano a Brittany para acercarla―Abuela, te quiero presentar a alguien muy especial para mí.

La mujer miró a Brittany y le tendió la mano.

―Ella es Brittany Pierce, Brittany esta es mi abuela, Alma.

―Querida, qué bueno es conocerte. Eres preciosa, ya veo por qué mi Tanita está loco por ti.

―Abuela, no empieces por favor.

Brittany reía por la cara de Santana ante las palabras de su abuela. Alma, por su parte, tomó de las manos a Brittany y la acercó para darle dos besos.

―Bienvenida Brittany.

―Gracias señora.

Luego Santana la acercó a la pareja que se encontraba de pie a un lado.

―Brittany, estos son mis tíos, George y Amelia, los padres de mi prima Kitty

Brittany les extendió la mano. El primero en saludarla, fue el hombre, que se notaba tenía la misma chispa que la hija.

―Encantado en conocerte Brittany, pero tengo que preguntarte, ¿qué le ves a Santana? Encuentro que eres demasiado para ella.

―Gracias por tu apoyo tío.

Rieron y Brittany se les unió en la carcajada general que inundó el salón en ese momento.

Luego le tocó el turno de Amelia, que no fue tan simpática como su esposo.

La miró de arriba abajo y solo la saludo con un suave apretón de manos y un “encantada querida”, pero fue como saludar a un témpano de hielo.

Brittany pensó, que si la relación de su amiga Marley llegaba a pasar más allá del tiempo con Kitty, no lo tendría nada fácil con la reina de los hielos.

La abuela de Santana tomó a Brittany de la mano y se sentó con ella en el gran sofá blanco, que dominaba la habitación, mientras Maribel le acercaba unos aperitivos a cada invitado.

Santana miraba a las dos mujeres y esperaba que su abuela no fuera tan indiscreta con las preguntas, porque si de algo estaba segura, es que la anciana comenzaría su interrogatorio pronto.


―¿A qué te dedicas querida?

―Soy editora en jefe de una revista de modas.

―¿Y hace cuánto que salen mi nieta y tú?

―Un poco más de dos meses.

La mujer siguió con las preguntas y Brittany contestaba a cada una de ellas.

Le preguntó por su familia y de su vida.

―Querida, sé que mi nieta te ha advertido que puedo ser peor que un policía con las preguntas.

Brittany soltó una risita.

―, ¿Pero sabes? Quiero lo mejor para mis nietas. Sé que los tiempos han cambiado y que el lugar que antes ocupaban el matrimonio y los hijos, ahora lo ocupa el trabajo y conseguir más cosas materiales en la vida. No te conozco Brittany, pero sé, por cómo te mira mi nieta, que lo haces feliz y eso es lo que quiero para ellas, que tengan una vida feliz. Por eso hay veces que me pongo pesada e insistente con que formen luego una familia y me den bisnietos y no me voy a dar por vencida.

Brittany sintió una gran conexión con esta mujer, pero no sabía cómo decirle a la anciana, que el matrimonio y los hijos no ocupaban un lugar preferente en su vida.

―¡Brittany! qué bueno verte.

‹‹Mi salvación›› pensó Brittany, mientras veía acercarse a Emily a toda velocidad para abrazarla.

Se sentó al lado de ella y su abuela.

―Espero que esta señora no te esté atosigando con sus preguntas indiscretas.

―Para nada, solo conversamos de la vida―dijo una risueña Brittany.

―¡Hola Familia!

En ese instante, hacía ingreso Kitty, con su sonrisa radiante. Saludó primero a sus padres, luego a su tía y a la morena mayor y se dirigió al sofá para saludar a su abuela.

―Hola preciosa, ¿cómo está hoy mi mujer favorita?

―Hola mi vida, estoy muy bien a aquí, conversando con Brittany. Y ahora te toca a ti.

―¿A mí qué?

―Presentarnos luego a una novia Kitty.

A la mamá de Kitty se le crisparon los pelos, y al escuchar eso, salió como siempre en defensa de ésta.

―Mamá, hasta cuándo con eso, deja a Kitty en paz. Ya sabes lo que opino, mi hija tiene que disfrutar su vida, y luego si hay alguien a su altura, y solo entonces, pensar en eso de formar familia, pero tiene que ser la mujer adecuada, ella sabe a quién me refiero.

Kitty saludó a Brittany con un beso y le dedicó una media sonrisa nerviosa.

L ojiazul pensó en su amiga, Marley estaba muy entusiasmada con Kitty, como nunca antes se había mostrado con otra persona. Desde que conocía a Marley, ella no mostraba el menor interés en el amor, solo ligaba con alguna persona y al otro día seguía su vida como si nada.

Pero con Kitty había sido distinto, a ella le interesaba y estaba en camino a enamorarse de la ojiverde si seguía así.

Pero por lo visto, la mamá de Kitty tenía otros planes para la vida de su hija.

Tenía que hablar con Kitty, no quería ver sufrir a su amiga a manos de la reina helada.

―Bueno pasemos a la mesa―fue Maribel quien interrumpió sus pensamientos con aquella invitación.

Santana se acercó a Brittany y tomándola de la mano la llevó al comedor, donde se encontraba una mesa elegantemente puesta.


La conversación fue animada y la cena exquisita.

Brittany se sentía muy a gusto con la familia de Santana y se sorprendió de este pensamiento en su cabeza.

Luego Santana la llevó a dar un recorrido por los jardines de la casa, a la rubia le encantó la enorme piscina y los rosales blancos.



Después de un gran día decidieron que ya era hora de irse.

―Querida, me alegró mucho conocerte y espero que vuelvas pronto a verme―la abuela tomaba las manos de Brittany, para luego darle un abrazo―Cuida a mi nieta por favor, que no trabaje tanto y se divierta más.

―No se preocupe señora, cuidaré de ella lo mejor que pueda, se lo prometo.

―Brittany, espero tenerte pronto por acá otra vez. Cuando quieras, esta es tu casa.

―Gracias Maribel, yo también espero volver pronto.

Luego de despedirse del resto de la familia Santana y Brittany se dirigieron al auto para emprender viaje de regreso a sus casas.

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