[Resuelto]FanFic Brittana: Rojo (Adaptada) Cap 34 - Final

Capitulo 17

La semana comenzó muy ajetreada para Brittany, le estaba dando la última revisión a la editorial, antes de que la revista se fuera a la imprenta, cuando Marley entraba en la oficina con un hermoso arreglo de rosas rojas.

―Tres docenas de rosas rojas para Brittany Pierce―canturreó su amiga―Toma la tarjeta y léela en voz alta para oírte.

―Brittany: aún no he recibido tu respuesta, me encantaría invitarte a salir. Di que sí por favor. Llámame, Sam.

―Vaya con el hijo del senador―dijo Marley―No se da por vencido.

―Creo que debería llamarlo y decirle que no quiero salir con él.

―¿No quieres salir con él?

―Bueno es agradable, pero Santana me ha dicho que no es lo que parece y no sé, pienso que él está mal interpretando las cosas, apenas si hablamos en la gala, no veo a qué viene tanta insistencia de salir.

―Qué te puedo decir amiga. Te dejo voy a almorzar con Tina, necesita un hombro en el que llorar ¿Vas a salir?

―No, creo que pediré algo para comer aquí. Tengo que terminar unos papeles.

―Bueno nos vemos al rato.

Brittany se quedó sola en su oficina.

Tenía muchos papeles que revisar.

En ese instante sonó el teléfono de su oficina.

―Diga.

―Rubia te invito a almorzar―la voz de Santana en el alta voz inundó la habitación.

―Hola San. Me encantaría, pero no puedo, estoy muy ocupada.

―Pero tienes que alimentarte.

―No te preocupes, al rato le digo a alguien que me traiga algo de la cafetería que está cruzando la calle.

―Pero yo quería almorzar contigo.

―Hoy no puedo San, dejémoslo para mañana.

―Bien rubia te dejo por ahora. Te mando un beso. No mejor dos. No, te mando mil besos.

―Gau, mil besos, gracias abogada. Yo te mando mil más de vuelta. Y ahora te dejo, o si no, no avanzo.

―Bien, adiós Britt.

―Adiós San.

La llamada terminó y la rubia volvió a su trabajo con una enorme sonrisa en la cara.





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Santana estaba caminando por la calle, para dirigirse a la oficina de Brittany.

Tenía la intención de almorzar con ella, pero le había rechazado la invitación por tener demasiado trabajo.

Decidió que le daría una sorpresa y se encaminó hacia un restaurante para pedir unos sándwiches y así podría estar con ella a la hora de almuerzo como estaba deseando.

Llegó al edificio, al verla la recepcionista alzó las cejas y la miró de arriba abajo sonrojándose.

Le dijo que iba a anunciarlo con Brittany, pero le pidió que no digiera nada, quería que fuera una sorpresa.

Caminó hacia la oficina de Brittany.

La vio sumergida en unos papeles en su escritorio.

―Señorita Pierce, ¿nadie le ha dicho que trabajar tanto es malo para su salud?

Brittany levantó la vista y vio a Santana apoyada en la puerta con unas bolsas.

―Sanny. ¿Pero qué haces aquí?―se levantó, llegó hasta donde la morena se encontraba y la besó con pasión.

―Quería almorzar contigo, espero que te guste lo que traje.

―Sé que me encantará.

Brittany le quitó las bolsas de las manos y las dejó en una pequeña mesa lateral.

Santana miró el escritorio y se dio cuenta que en verdad tenía mucho trabajo. Pensó en dejarla sola, pero era egoísta y quería estar con la ojiazul en ese momento.

Bueno eso no era verdad, el quería estar con Brittany en cada momento del día.

Mientras Brittany acercaba unas sillas y sacaba la comida de las bolsas, Santana paseó la vista por la oficina.

Vio con satisfacción, que la orquídea que le había regalado, estaba en un lugar especial al lado de su escritorio. Siguió curioseando hasta que algo llamó su atención en un rincón.

Se acercó hasta el ramo de rosas rojas, aprovechó que Brittany estaba de espaldas y tomó la tarjeta que asomaba entre las rosas. Leyó la nota de Sam y sintió que una ira le recorría el cuerpo entero.

―Veo que tienes un admirador―dijo ofuscada.

―¿Qué?―Brittany se volteó y se encontró con Santana al lado de las rosas, con la tarjeta de Sam en la mano.

―Tres docenas de rosas rojas, vaya y te invitó a salir, qué bien.

―San, son solo flores. No deberías actuar así.

―No me digas cómo tengo que actuar Britt, conozco a Sam hace mucho y sé lo que trama. Te dije que te mantuvieras alejada de él.

―Pero si ni siquiera lo he visto. Él me envió estas rosas y yo no he hablado con él ¿De qué va todo esto Santana? quiero que me lo digas.

Santana tenía la mandíbula tensa por la rabia.

―No quiero que te acerques a él.

―¡No!

―¿No? Qué quieres decir con No.

―Eso, que no. Mira, sé que tienes un problema con Sam, el cual no me quieres contar y respeto tu silencio, pero yo soy libre de hablar o ver a quien quiera. No puedes venir aquí a exigirme que no vea a alguien. Él solo quiere ser amable.

―Britt…

―Mira Santana, que durmamos juntas no te da derecho a dirigir mi vida, yo no pensaría en inmiscuirme en tus asuntos y decirte con quién tienes que salir y con quién no.

―¡Brittany te quiero lo más lejos posible de él!

―Y yo te dije que no. Soy mayor de edad y se cuidarme sola. ¡Por favor!

―Por favor nada. Este maldito no va a parar hasta conseguir su objetivo. Siempre ha querido tener lo que es mío.

Era a Brittany, a quien ahora, le empezaba a subir la ira por los pies y le estaba estallando en la cabeza.

―¿Lo que es tuyo? De eso se trata, de una maldita competencia.

―No, es que… no me entiendes…

―Te entendí perfectamente. Esa noche en la gala tú te acercaste porque él estaba a mi lado, y me sacaste de ahí para ganar la competencia que tienen entre los dos.

―No. No fue así.

―¿No? A mí me parece que sí. Y entérate, que yo no soy de nadie, tengo libertad para ir dónde quiera y con quién quiera. Ya puedes dejar de fingir interés por mí. Ya te descubrí el juego.

―Yo no finjo nada Britt. Me importas mucho y sé lo que te digo sobre Sam.

―No me importa, resuelve tus problemas con él, a mí déjame fuera de todo esto. Y ahora si eres tan amable, ¿puedes dejarme sola? Tengo que volver al trabajo.

―Maldición Britt, no te enojes conmigo.

―Adiós Santana―se sentó y agachó la cabeza para volver otra vez en su trabajo.

Santana la miró un instante y luego salió de la oficina hecho una furia.

Una vez sola, a Brittany le dieron ganas de romper todo lo que se encontraba en su oficina.

Tenía unas enormes ganas de gritar, pero no se vería bien si lo hacía en su oficina.

Se sentó y comenzó a respirar profunda y lentamente para calmarse y seguir con su trabajo. Luego de un momento lo consiguió y volvió nuevamente en sus papeles.




Santana caminó a toda velocidad las calles que la separaban de su lugar de trabajo.

Sentía cómo una furia brotaba en su interior y esperaba que nadie se le cruzara al llegar a la firma, porque se desquitaría con el primero que viera.

Gracias a Dios, la mayoría del personal de la oficina estaba en su hora de almuerzo, así es que no tuvo que hablar con nadie hasta que entró en su oficina.

Dio vueltas en la habitación, tenía un par de horas libres, las que había pensado usar en compañía de Brittany, pero ahora las utilizaría golpeando el saco de boxeo, que se encontraba en el gimnasio del edificio.

Llegó al gimnasio, se cambió de ropa y colocándose los guantes de entrenamiento se dirigió al saco y lo comenzó a golpear con toda la furia que llevaba en su interior.

Si el saco fuera una persona, ya habría subido al reino de los cielos.

Santana pasó casi una hora golpeando el saco sin parar, descargando toda la rabia contenida.

Recordaba a Brittany y le carcomían los celos de pensar en Sam acercándose a ella.

Cuando estuvo un poco más calmada, se duchó y volvió a su despacho, tenía una reunión con un cliente que no podía posponer.


Una vez que terminó con su cliente, recogió sus cosas y decidió ir a casa de Brittany, tenía que pedirle disculpas por su comportamiento, y de paso le contaría toda la historia del problema que tenía con su ex amigo.

Llegó a la casa de Brittany, pero ella no estaba, decidió esperarla sentada en el portal.


Casi una hora más tarde, Santana sintió el ruido de un motor acercarse, era el Mercedes blanco de Brittany.

La rubia vio el auto de la abogada estacionado fuera de su casa y detuvo el suyo. Se bajó y se dirigió al portal, donde encontró a Santana sentada.

―Hola Santana ¿Qué haces aquí?

―Necesito hablar contigo Britt.

―No creo que sea una buena idea. Dejémoslo para otro día, ¿quieres?

―No, quiero hablar contigo ahora, por favor dame cinco minutos.

―No tengo ganas de hablar.

Brittany quería lanzarse a sus brazos desde que la vio en su portal.

Si bien había estado de mal humor desde su discusión en la revista, ahora que la tenía ahí, ya casi había olvidado todo.

Pero no iba a ceder tan rápido.

―Britt, no me voy a mover de aquí hasta que hable contigo.

Santana la miró directo a los ojos, esos ojos que eran la perdición de Brittany, rogándole que la escuchara. Al fin la rubia no se pudo negar, era demasiado débil cuando miraba los ojos de Santana.

―Está bien, solo cinco minutos.

Era una mentira, le daría todo el tiempo del mundo si la morena se lo pedía.

Entraron en la casa de Brittany. Ésta dejó sus llaves y su bolso en la mesita de la entrada, se quedaron frente a frente, mirándose, sin decir una palabra. Hasta que la rubia rompió el incómodo silencio reinante:

―¿Quieres tomar algo?

―No gracias. Britt… yo quería pedirte disculpas por lo que dije en tu oficina. Pero pensar en Sam acercándose a ti me pone celosa, no lo aguanto.

Santana deseaba tomar a la rubia entre sus brazos y besarla, pero no quería tentar a la suerte.

―Santana, creo que deberías explicarme, qué es lo que pasa entre tú y Sam, ¿no crees?

―Tienes razón.

―Te escucho.

Brittany se sentó en el sofá y le hizo un gesto con la mano para que Santana tomara asiento a su lado.

―Mira, la verdad es que Sam y yo éramos los mejores amigos en el colegio y luego en la universidad. Estudiamos la misma carrera, nos graduarnos, yo me fui a trabajar con mi papá y el siguió estudiando política internacional. Seguimos frecuentándonos, y junto con Kitty, salíamos a recorrer los clubes de la ciudad los fines de semanas. Un año después, comencé mi relación con Elaine, ella y Sam se llevaban muy bien. Cuando ya llevábamos poco más de un año de relación tuvimos una discusión, ella quería casarse y yo no. Eso la enfureció me dijo que se la iba a pagar. Unos días después, en una de las fiestas de la firma, que se realizaban en la casa de mis padres, sorprendí a mi novia y a mi mejor amigo teniendo sexo en la biblioteca. Cuando los encaré, ella salió huyendo y él riéndose me dijo que no era la primera vez, que hace unos meses él y Elaine se estaban viendo a mis espaldas.

―Y tú crees que yo podría hacer lo mismo que Elaine, por eso te pones así. Mira si piensas eso, es mejor dejar esto hasta aquí y…

―No, tú no eres Elaine, pero no confió en Sam, sé que trama algo. Mira la verdad es que el resentimiento que tengo con él no es por haberse metido con Elaine.

―¿No? Entonces.

―Si te soy sincera creo que me hizo un favor. Lo que me dolió fue que fuera él, mi mejor amigo. Fue más que nada la traición a nuestra amistad de años. Pero que él se quiera acercar a ti, eso si que no lo voy a aguantar.

―Santana escucha, yo…

―No escucha tú, que él se metiera con Elaine me da lo mismo, ella nunca me importó. Pero a ti Britt… a ti te quiero y mucho, maldición, te amo Britt-Britt, nunca he amado a nadie como te amo a ti, es más―saco una tarjeta de su bolsillo―Si quieres vamos ahora mismo a la clínica y quedamos embarazadas, ya sabes tú con mis óvulos y yo con los tuyos. O podemos esperar, pero quiero tener tus hijos y tú los míos.

A Brittany se le erizó toda la piel al escuchar las palabras de Santana, la miró fijamente a los ojos que brillaban.

Estaba muda, ¿qué podía decir en ese momento?

Santana le tomó la mano y se la besó con extrema dulzura.

―Esto es nuevo para mí Britt, pero te amo, no puedo estar sin ti. Me estoy volviendo loca.

Santana se acercó y la besó, con toda la pasión que tenía en el corazón, Brittany estaba en una nebulosa, entre la confesión que acaba de escuchar y los sentimientos que empujaban por salir de su corazón.

Pero no podía, no podía decir nada, se había prometido que no volvería a decir te amo a ninguna persona sobre la tierra.

Santana se separó y tomó la cara de Brittany entre sus manos.

―Di que me perdonas y que me puedo quedar esta noche contigo Britt.

Brittany solo sonrió y eso fue todo lo que la morena necesito como respuesta.

Se levantó del sillón de un salto y tiró de Brittany para cargarla hasta llegar a la habitación, donde se amaron con desesperación y pasión.



Esa noche, mientras Santana dormía, Brittany miraba a la hermosa mujer que estaba a su lado.

Con su dedo índice, acarició suavemente las cejas y luego recorrió su nariz, hasta llegar a la boca.

Miró detenidamente el rostro de Santana y en su mente resonaban las palabras que unas horas antes la morena había pronunciado.

¿De verdad Santana estaría enamorado como decía?

Quería creerle, definitivamente Santana no era como su ex.

Tenía que ordenar su cabeza y su corazón, sabía que tenía un fuerte sentimiento hacia la abogada, pero no creía ser capaz de confesarlo. Tenía miedo de que una vez ella dijera algo, el hechizo en el que estaba se rompiera, volviéndola de golpe a la realidad.







Era domingo, Brittany estaba esperando a que Santana la pasara a buscar.

Habían quedado de acuerdo para almorzar en casa de la mamá de Santana y como ya estaba comenzando a hacer calor, pasar la tarde juntas en la piscina.

Se habían cumplido dos semanas desde que Santana le confesara su amor y estaban más felices que nunca, aunque ella aún no le había dicho las palabras mágicas a la abogada.

Estaba en la cocina tomando café como de costumbre, cuando escuchó el sonido del timbre que la sobresaltó, ya que faltaba más de una hora para que Santana llegara.

Al abrir la puerta, se encontró con su hermana, que venía cargando a su sobrino.

―¡Quinn! qué sorpresa, pero pasa, ¿y Rachel? ¿Dónde está Rachel Quinn?

Brittany vio la cara de preocupación de su hermana y supo que algo había sucedido con su cuñada.

―Britty, necesito que cuides de Blaine, es una urgencia, a Rach la ingresaron en el hospital.

―¿Qué pasó? Cuéntame.

―Le diagnosticaron peritonitis, en media hora más entra a pabellón. No puedo estar con Blaine en urgencias y los padres de Rachel llegaran mañana. Lamento molestarte, pero no tengo a quién más recurrir.

―No seas tonta, claro que me puedes dejar a Blaine todo el tiempo que necesites. Ahora anda, vete al hospital junto a mi cuñada y apenas puedas me llamas, ¿ok?

―Gracias hermana. Te debo una. Voy por su bolso al auto.

―Déjame también la silla para el auto, quizá salgamos a dar una vuelta por ahí.

Brittany tomó al niño en brazos, el que se aferró fuertemente de su cuello.

Quinn volvió con la silla y el pequeño bolso de su hijo, se despidió y rápidamente voló hasta su auto, para dirigirse hacia el hospital.

Brittany no lograba que Blaine se despegara de su cuello, el niño estaba asustado, ella lo tranquilizó, pero así y todo el pequeño no la soltaba.

Decidió que llamaría a Santana y que cancelaría el almuerzo en casa de su mamá.

Se dirigía a buscar su teléfono cuando el timbre de la puerta sonó.

Con el niño aferrado a su cuello llegó a la puerta. Cuando la abrió vio a Santana, que al verla con un niño en sus brazos, se quedó un momento sin palabras para luego decirle:

―Cariño, ¿tienes algo que contarme? Porque creo que este sería un buen momento para hacerlo―le dedicó una sonrisa y ella se apartó de la puerta para que entrara a la casa―Las cuentas no me cuadran, ¿sabes? Así que dime quién es este niño.

Blaine levantó la cabeza para mirar a Santana y por fin soltó el cuello de
Brittany y ella le habló:

―Cariño esta es Santana, ¿quieres decirle cómo te llamas y quién eres?

El niño mirando a Brittany dijo:

―Me llamo Blaine y soy tu amor.

―Vaya,―dijo Santana divertida―Creo que tengo dura competencia aquí por tu amor rubia.

―No lo dudes. San, te presento a mi sobrino Blaine, se está quedando conmigo hoy, a su mamá la están operando de urgencias y mi hermana me pidió que lo cuidara. Estaba por llamarte para cancelar el almuerzo en casa de tu mamá.

―¿Cancelar? ¿Por qué?

―Porque no quiero incomodar a tu familia llevando a Blaine, puede ser un niño muy curioso, ¿sabes?

―Pero así deben ser los niños, ¿no crees? A mi abuela y a mi mamá les encantará que Blaine revolotee por la mansión. Además podemos pasar la tarde en la piscina, será divertido.

―No sé, él no tiene bañador, ni chaleco salvavidas y tu piscina es enorme para un niño.

―No te preocupes, vamos al centro comercial y compramos todo lo necesario.

―Está bien, si lo pones así, no puedo negarme.

―Genial… ahora pequeño amigo,―dijo Santana sonriéndole a Blaine―¿Me dejarías besar a mi novia? Desde que llegué solo te ha prestado atención a ti. Yo soy muy celosa, ¿sabes?

Brittany sonrió y se acercó a besar a Santana. Cuando lo hizo, Blaine se soltó de ella para colgarse ahora del cuello de Santana.

―Creo que has encontrado un nuevo amigo abogada.

―Sí, es que soy adorable e irresistible. Y con él creo que podré tener conversaciones más profundas que con mi prima.

―Voy por mis cosas y nos vamos.

Brittany tomó su bolso y el del niño, cuando volvió a la sala, miró a Santana que llevaba en brazos a su sobrino, se imaginó cómo sería la morena como mamá, de seguro una maravillosa.

Salieron de la casa y de pronto Blaine se soltó de los brazos de Santana y echó a correr gritando.

―Bee…. Bee

―¡Blaine cuidado!―gritó Brittany, pero al darse cuenta el porqué de la reacción de su sobrino, comenzó a reír

―Bee… tíaaaa…

El niño corría hacia el Camaro amarillo de Santana y pasaba sus pequeñas manos por todo el auto, alucinado de encontrarse frente a su juguete favorito de tamaño real.

―Sí cariño, es Bumblebee, pero hoy no se puede transformar, porque está descansando.

Blaine miraba a su tía con los ojos muy abiertos y asintiendo con la cabeza.

―Vamos arriba―le dijo Santana instalando la silla para el niño, Blaine se subió feliz de poder estar dentro del robot.

―Ves rubia, no soy a la única a la que le gusta mi auto amarillo.

Brittany se acercó y besó a Santana con ternura, luego le dio una gran sonrisa.

Se subieron al auto y se dirigieron al centro comercial, les esperaba un agradable día soleado por delante.

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Capitulo 18

Santana y Brittany entraron al centro comercial, cada una tomando una mano del niño, parecían una familia.

Blaine era de piel clara como Brittany y tenía el cabello negro como el de Santana, podía pasar perfectamente por su hijo.

Mientras recorrían las tiendas, Brittany le dijo a Santana que buscaran una tienda para niños para comprar el bañador. Encontraron una, Brittany entretenida en las vitrinas de las tiendas cercanas, no se dio cuenta cuando Santana y Blaine entraron en la tienda sin esperarla.

Los buscó hasta que los encontró.

Se quedó observando en una esquina cómo Santana, tomando de la mano a Blaine, recorrían la tienda y cómo las vendedoras se les acercaban. A Blaine le apretaban la mejilla y le hacían caritas y a Santana le sonreían y le batían las pestañas.

Brittany se acercó con cautela para escuchar lo que decían las vendedoras:

―Este bañador le gustará a su hijo señorita, es del súper héroe de moda.

―¿Te gusta este Blaine?―preguntó Santana, el niño negó con la cabeza.

Brittany siguió acercándose, si bien era divertido ver a Santana en el papel de mamá, no aguantaba que las mujeres se le lanzaran encima.

―Creo que a tu hijo le gustará más este, que es de los dibujos animados del momento―dijo una rubia y guapa mujer, que cargaba a un niño de unos dos años.

A Brittany le hirvió la sangre y decidió acercarse, no aguantaba ni un coqueteo más a su mujer.

Santana la vio acercarse por detrás de la rubia mujer, con una media sonrisa entre divertida y enfadada.

Solo sonrió.

―Cariño estaban aquí, pensé que no los iba a encontrar.

Brittany pasó por delante de la mujer y se acercó a Santana para besarla. La morena solo sonrió, le gustaba que Brittany la reclamara como suya delante de otras personas.

―Te estábamos esperando, hemos visto algunos modelos de bañadores, pero a Blaine no le ha gustado ninguno.

La rubia se alejó al ver que Santana abrazaba a Brittany y no prestaba atención a nadie más.

Santana la tomó por la cintura y la atrajo más para darle un suave beso y decirle:

―Me encantas así celosa, te ves más sexy si es posible.

―¿Celosa yo?―le dijo abriendo los ojos y alegando una falsa inocencia.

―Sí tú, aunque no lo quieras reconocer, vi tu celosa mirada sobre la mujer que me estaba hablando.

―Te estás imaginando cosas San, yo no soy ni un poco celosa.

Brittany sintió como su cara se calentaba, de lo roja que seguramente estaba en ese momento.

―Cómo tú digas cariño―la volvió a besar y la soltó dedicándole una sexy sonrisa.


Después de un rato encontraron todo lo que necesitaban para el pequeño y se dirigieron hasta la mansión López.

Una vez que entraron y saludaron a las mujeres de la familia, Brittany se dedicó a perseguir a su sobrino, que revoloteaba por todo el salón de la mansión, nerviosa de que fuera a romper algo.

―Quédate quieto Blaine por favor.

El niño no escuchaba lo que su tía decía y seguía corriendo y arrastrándose por el suelo.

―Déjalo querida,―le dijo la abuela de Santana, que reía ante la escena―Deja que haga lo que quiera, que juegue tranquilo.

―Es que no quiero que vaya a romper algo. No sé por qué está tan inquieto hoy. ¡Blaine para por favor!

―¿Inquieto? Este niño es un angelito al lado de Santana y Kitty. Esas dos eran unos terremotos cuando entraban en este salón.

Brittany se imaginó a Santana de niña y sonrió ante la imagen que se dibujó en su mente.


Santana entró en el salón y al ver al pequeño corriendo sonrió y corrió tras él, alcanzándolo para luego agarrarlo y tomarlo entre sus brazos.

―Mira Maribel, que lindo se ve tu hija con un niño en brazos.

―Pero abuela, ¿qué te dio con el tema de los niños?, deja ya de presionar quieres―le dijo Santana con una gran sonrisa.

―Pero es verdad hija―intervino Maribel―Te ves muy bien con un niño en brazos.

―Ya mamá, déjalo tú también por favor.

Brittany solo miraba en silencio en un rincón, quería pasar lo más desapercibida posible.

―Está bien, está bien hija, no digo nada más, el almuerzo está listo, lo serviremos en la terraza.

Todos se dirigieron a la terraza.

En ese momento llegó Emily, quien se unió a la mesa y al ver a Blaine lo sentó junto a ella.

Todos conversaban y reían, el pequeño se comportó mejor y Brittany estaba más relajada.

Luego de un rato, entró en la terraza Kitty con su gran sonrisa que nunca le abandonaba la cara.

―Preciosa, llegas tarde―dijo su abuela.

―Sí abuela, lo siento, me quedé dormida, pero ya estoy aquí. ¿Y este niño quién es?―Kitty miró a Brittany y luego a Santana―Vaya prima, ¿algo que contarme?

―No seas payasa prima, este jovencito es Blaine, el sobrino de Britt.

―Ya veo, es un gusto Blaine―Kitty le tendió la mano y le dio un beso en la mejilla y el niño repitió el acto.

―Kitty, ¿decidiste qué vas a hacer por tu cumpleaños? ¿Almuerzo o cena?―le preguntó Maribel―Mira que tu mamá no quiere ningún detalle fuera de lugar y me tengo que ocupar de todo.

―Es verdad tía, quisiera que fuera un cocktail, nada muy grande. Solo con la gente más cercana ¿está bien para ti?

―Por mi perfecto, pero sabes que a tu mamá no le gustará algo pequeño, querrá invitar a toda la gente importante de la ciudad y si tienen alguna hija soltera mejor.

Brittany miró a Kitty y sus ojos se encontraron. La ojiverde levantó ambas cejas en forma graciosa y le dedicó una media sonrisa forzada.

―Es verdad preciosa, tu mamá quiere que en este cumpleaños ya te decidas por alguna chica, de alguna familia influyente, para que sea tu novia―ahora hablaba su abuela―Y sabes que la hija de los Jones cuenta con todo su apoyo.

―Ya veremos abuela. Pero tú sabes que ese no es un tema para mí no quiero que me echen la soga al cuello todavía. No creo que exista alguna chica que me haga cambiar de opinión.

Brittany sentí la rabia correr por su sangre.

¿Qué pretendía Kitty?

¿Acaso no sentí nada por Marley?

Sabía que la castaña estaba muy entusiasmada con la rubia bajita. Marley nunca se involucraba tanto con una persona, pero con Kitty había sido distinto, sabía que Marley se estaba enamorando y por lo que estaba escuchando, de parte de Kitty en ese momento, no sentí nada por su amiga.

Tendría que hablar con la ojiverde y dejarle unos cuantos asuntos claros.



Después del almuerzo, los más jóvenes se dirigieron a la piscina, donde disfrutaron con el pequeño Blaine.

Emily convenció a Brittany de saltar en la cama elástica. Santana observaba cómo la rubia saltaba y reí como una niña.

―Quita esa cara de tonta Santana, te la está comiendo con la mirada―le dijo Kitty dándole un palmetazo en la cabeza.

―Creo que debería pedirle que se case conmigo―soltó Santana, dejando a su prima con la boca abierta.

―¿Qué ¿Te has vuelto loca? Santana despierta, vuelve en ti. ¿Estás drogada?

―No prima, estoy más lúcida que nunca.

―Entonces por qué dices esta locura. No lo puedo creer, Santana, ¿escuchaste lo que dijiste?

―Sí le voy a pedir a Britt que sea mi esposa.

―No, no lo hagas.

―¿Por qué no? No sé qué sientes tú por Marley, pero yo a Britt la amo y quiero que esté conmigo para siempre.

―Piénsalo bien prima, no tomes una decisión tan precipitada por favor.

―Ya la tomé y se lo voy a pedir pronto.

Kitty se levantó.

―¿Adónde vas?―le preguntó Santana al ver que su prima no estaba tan contenta con lo que le había confesado.

―Voy al bar a buscar algo más fuerte que tomar―y se en caminó hasta la mansión con paso firme.


Brittany vio que Kitty entraba en la casa y decidió que sería mejor hablar en ese momento con ella.

Debí saber qué intenciones tenía esta mujer en miniatura con su amiga.

Brittany se detuvo ante Santana y la besó para luego separase y decirle que iba al baño y que volvería enseguida.

Cuando entró en la mansión se encontró con Kitty en el bar del saló sirviéndose una copa de licor.

―Kitty, que bueno que te encuentro, ¿Tienes un momento para hablar?

La rubia más baja la miró extrañada, pero no podía negarse a hablar con la ojiazul.

―Claro Brittany, dime para qué soy buena.

―Mira Kitty, sé que no me corresponde inmiscuirme en la vida de los demás, pero en este caso se trata de mi amiga.

―No entiendo, ¿Qué quieres decir? ¿Qué pasa con Marley?

―Quiero saber qué te pasa a ti con Marley. Kitty, no sé qué clase de relación tienes con mi amiga, pero veo que ella está muy entusiasmada contigo, más de lo que la he visto con cualquier otra persona con la que haya salido.

Kitty abrió sus ojos ante lo que Brittany le estaba diciendo.

―Solo te diré esto una vez y olvidaré que tuvimos esta conversación. Si estás interesada en otra persona no sigas insistiendo con Marley. No quiero que ella sufra.

―Brittany yo…

―No me digas nada, solo quiero que pienses lo que está haciendo y si no sientes nada por ella, la dejes para que pueda encontrar a alguien que realmente la aprecie.

―Pero yo la aprecio Brittany.

―Tal vez es verdad que la aprecias, pero ella se está enamorando, porque tú le está haciendo creer cosas que no son. Solo te pido, que si ella es un juego para ti, te alejes ahora que estás a tiempo.

Kitty no pudo articular palabra, qué podía decir.

Estaba loca por Marley, pero no podía pensar en lo que diría su mamá si la presentaba como su novia.

Marley era todo lo que deseaba en una mujer, pero sabía que su mamá le haría la vida imposible a la chica.

Tal vez Brittany tenía razón y era mejor alejarse de la castaña en ese momento antes de que hubiera más sentimientos involucrados.

Kitty no dijo nada, miró a Brittany por unos segundos y salió del bar para dirigirse a su auto y marcharse.





Luego de que Brittany bañara y vistiera al pequeño Blaine, le pidió a Santana que cuidara de él, mientras ella se daba una rápida ducha y se cambiaba de ropa.

Santana se dirigió con el pequeño al saló familiar, donde se encontraba la televisión, y buscaron un canal de dibujos animados. Ahí se quedaron los dos, sentados frente al televisor, mientras esperaban a Brittany.


Media hora después, Brittany bajó al saló buscando a Santana y a su sobrino.

No los encontró y empezó a deambular por la casa, hasta que el ruido de un televisor encendido le llamó la atención. Se dirigió hacia la habitación de la cual salí el ruido del canal para niños y los encontró sentados.

Rodeó el sillón para verlos y se encontró con la más tierna imagen que jamás había visto. Buscó su teléfono móvil para hacer una fotografía.

Ahí en el sofá del salón familiar, estaba Santana dormida abrazando a Blaine, que también dormía acurrucado a su lado.

Los observó por un momento y luego los despertó, debían ir al hospital para ver cómo se encontraba Rachel.




Ya en el hospital, Brittany buscó a su hermana, hasta que la encontró en la sala de espera tomando café.

―Hermana, ¿Cómo está mi cuñada? ¿Salió todo bien?

Brittany abrazó a su hermana y Quinn se fijó que tras ella, entraba una mujer cargando a su pequeño que aún dormía.

―Sí Britty, Rach salió bien de la operación. Estoy aquí bebiendo un poco de café para luego volver a la habitación―Quinn se alejó del abrazo de su hermana para dirigirse a Santana y tomar a su hijo.

―Hola, soy Quinn, la hermano mayor de Brittany, ¿tú eres…?

―Hola Quinn, soy Santana―le extendió la mano para saludarla―La novia de Brittany.

―¿Novia? No sabía que mi hermanita tuviera novia y, ¿desde cuándo son novias?

Brittany sabía que su hermana quería molestar un poco a Santana, era una clase de examen que haría al pretendiente de su hermana.

―Desde hace poco más de dos meses―contestó Santana.

―¿Y a qué te dedicas?

―Ya Quinn, deja a Santana tranquila…

―No Britt, deja que tu hermana pregunte todo lo que quiera―dijo Santana, que aunque se sentí en un interrogatorio policial, estaba dispuesta a contestar cada una de las preguntas que le hiciera Quinn―Soy abogada y antes de que preguntes, tengo mi propio departamento, un buen sueldo y sí quiero seriamente a tu hermana.

A Quinn se le dibujo una gran sonrisa en la cara.

―Eso es una buena respuesta abogada. Creo que mi hermanita está en buenas manos. Pero solo te digo una cosa, la haces sufrir y ni el mejor cirujano plástico del país te podrá reconstruir la cara, ¿oíste?

―¡Lucy!―Brittany no podía creer lo que su hermana acababa de decir.

―Sí te oí fuerte y claro. Pero no te preocupes, me golpearía a mí misma antes de hacer sufrir a Britt.

―Bueno Britty, creo que cuando Rach se recupere, puedes traer a tu novia a cenar a casa.

―¡Me encantaría!―dijo Santana realmente entusiasmada.

―Bueno, eso lo vemos después,―Brittany miró a su hermana y luego a Santana, se acercó a Quinn para cargar a su sobrino―Ahora nos vamos para que Blaine descanse.

―Gracias hermana, mañana lo voy a buscar temprano, mis suegros deberían estar ya en la ciudad.

―No te preocupes, ahora te dejo, saluda a Rachel de mi parte, nos vemos.

Brittany besó a su hermana y luego Santana se despidió y se dirigieron a la casa de Brittany.


Una vez dentro de casa, Brittany fue a acostar a su sobrino en la cama y volvió al salón, donde se encontraba Santana bebiendo un jugo.

―Estoy celosa de Blaine, ¿sabes?

―Qué dices San.

―Claro, hoy dormirá en tu cama, mientras yo me voy a mi departamento y dormiré solita, ¿no te da pena?

Brittany le dio una linda sonrisa.

―Es solo una noche. Después te lo compensaré―se acercó y la besó tiernamente.

Santana se apartó del beso y la miró fijamente.

―Sé exactamente cómo me lo vas a compensar.

La sonrisa que le mostró Santana, hizo que a Brittany se le paralizara el corazón, los ojos de la abogada brillaban.

―¿Y qué tienes en mente? Por tu cara debe ser algo interesante.

―Muy interesante―le dijo mientras le tomaba las manos entre las suyas.

―¿Y eso sería?―Brittany la miraba cada vez más intrigada.

―Cásate conmigo.

Brittany se paralizó sus ojos se abrieron en asombro y de golpe soltó las manos de Santana.

―¿Qué pasa Britt? Sé que no es la forma más romántica de pedirte que seas mi esposa, pero ya no aguanto estar lejos de ti ni un día más, te amo tanto y quiero estar contigo cada noche. Qué me dices, ¿aceptas o no?

Brittany quería salir corriendo de ahí solo que no podía, estaba en su casa.

Pensaba en cómo rechazar la propuesta de Santana sin que se enojara.

―San no sé qué decir, yo creo que…

―Britt, ¿no quieres casarte conmigo?

―Creo que es muy pronto para pensar en eso, estamos recién conociéndonos. Esto es una decisión importante.

―Lo sé. Sé que es muy importante, pero yo quiero casarme contigo, nunca he pensado en esto, tú eres la única mujer con la cual quiero vivir el resto de mi vida, con la cual tener hijos, hasta los de la clínica saben que eres mi pareja y que en cualquier momento estamos por allá.

Santana sentí un nudo en el estómago al ver que Brittany no saltaba de felicidad ante la propuesta.

Brittany bajó la mirada, todo el episodio de su fallida boda con Rory vino nuevamente a su mente y un escalofrió de miedo recorrió su cuerpo.

―¿Por qué haces esto Brittany? ¿Por qué me rechazas?―Santana miraba desconcertada a la rubia y un sentimiento triste se apodero de ella.

―No te estoy rechazando San, es solo que…

―Pero tampoco es que esté feliz con la propuesta―la interrumpió Santana.

―San, creo que deberíamos hablar otro día.

―No, no hablaremos otro día.

Santana ya sentí correr la furia por sus venas y solo una palabra de la rubia bastaría para aplacar a la bestia, que quería salir al exterior, pero esa palabra no asomaba en los labios de Brittany.

Brittany levantó la mirada a sus ojos, para suplicarle que no siguiera con eso, pero se encontró con una muralla de hielo en los ojos de Santana.

―Por favor San, no quiero hablar ahora, estás alterada, para mí esto es un tema delicado y no tengo deseos de hablar ahora.

Santana sintió de repente que su corazón se partía, sentía que Brittany no la quería con la intensidad que ella lo hacía.

―¿Sabes? Me doy cuenta que he sido una total y completa idiota. ¡Claro! Cómo no me di cuenta antes.

Brittany abrió los ojos, contuvo la respiración, no sabía a qué se refería Santana, a qué conclusión había llegado ante su silencio.

―Tú no me amas.

Brittany quiso gritar que sí que la amaba, pero ni una sola palabra salió de su boca.

―Qué estúpida, y se me ocurre pedirle matrimonio a la única mujer que he llegado a amar, ¿y qué pasa? ella no me ama.

―San…

―No déjalo, me voy, olvida todo lo que dije sobre el matrimonio e hijos. Debí de darme cuenta antes que no estábamos en la misma sintonía.

―San, no te vayas, escucha…

―No Brittany, me voy―dicho esto se dirigió hacia la puerta la abrió y salió dando un portazo que estremeció toda la casa y a Brittany.


A toda prisa Santana llegó a su auto y marcó el número de su prima.

―Dime―le contestó Kitty al segundo tono.

―¿Está en casa?―le preguntó cortante.

―Sí ¿Qué pasa prima?

―¿Estás sola?

―Para mi desgracia, sí Pero, ¿qué pasa Tana?

―Voy para allá llego en quine minutos―y colgó.

Miró una última vez hacia la casa de Brittany, encendió el auto, y arrancó con tanta rapidez, que las ruedas echaban humo a su paso.




Brittany vio el auto alejarse y cayó sobre sus rodillas.

―Soy una cobarde, soy una cobarde―se repetí una y otra vez.

¿Por qué no le había dicho a Santana antes que la amaba?

Santana no era Rory, la morena no le haría daño.

―Estúpida, estúpida y cobarde.

Ahora, ¿qué haría?

Sería muy difícil que Santana la escuchara.

Llorando fue a buscar su teléfono y marcó el número de su amiga, en ese momento necesitaba hablar con alguien y esa era Marley.

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Capitulo 19

Santana llegó al departamento de su prima.

Kitty le abrió la puerta y la abogada pasó por delante de ella, como alma que lleva el diablo, dirigiéndose directo al bar.

Kitty solo observaba a su prima, que tomaba una botella de whisky y servía el licor en un vaso, para luego bebérselo de un solo trago.

―¡Hey! Que eso no es agua, ¿sabes?

―Lo sé―le contestó Santana mientras se servía otro vaso y realizaba el mismo proceso.

―Antes de que caigas en coma etílico, dime, qué es lo que pasa.

Santana miró a su prima, tomó la botella, el vaso y caminó hasta el sofá para luego sentarse y beber otro vaso de whisky. Negó con la cabeza y siguió bebiendo.

―San dímelo, qué te pasa, ¿tiene que ver con Brittany verdad?

Ahora Santana asintió con la cabeza, pero de su boca no salió ni media sílaba.

―Vamos Santana dime, qué fue lo que pasó para que estés en este estado.

Santana levantó los ojos hacia el rostro de su prima, después de tres vasos de licor, ya estaba lista para contarle todo.

―No me ama Kitty, Brittany no me ama―cuando dijo esas palabras sintió cómo el corazón se le volvía a desgarrar.

―Qué estás diciendo Santana. Creo que el licor te está nublando la mente.

―No sé cómo no me di cuenta, Brittany nunca me ha amado.

―Pero, ¿por qué dices eso Santana? Creo que estás equivocado. Yo no sé mucho de amor, pero veo que ella te adora.

Santana dio otro trago de licor, al paso que iba ya en media hora estaría total y completamente borracha y eso era lo que justamente pretendía.

No quería sentir nada esa noche.

―Le pedí que se casara conmigo y tener hijos.

―Ya… ¿y?

―No me respondía, me dijo que no quería hablar de eso, que era demasiado pronto y cuando le dije que ella no me amaba, no dijo nada ¿Qué significa eso?

―Bueno prima, tal vez tiene fobia al compromiso, pero eso no significa que no te ame. Además coincido con Brittany en que es muy pronto para hablar esos temas.

―Pero cuando le pregunté si me amaba ella no dijo nada.

―¿Y estás segura que la dejaste hablar? Porque te conozco y cuando te pones a discutir y crees que tienes la razón, no hay quién te haga callar. Por algo eres una de las mejores abogadas de la ciudad.

―No sé Kitty, solo sé que ahora deseo beber y olvidarme de este maldito día.

Y así fue, Kitty la dejó beber hasta que Santana cayó inconsciente.

La levantó y la llevó hasta uno de los cuartos del departamento. Le quitó la ropa como pudo y la tumbó de lado en la cama, tapándola, para dejarla dormir.

De seguro despertaría mañana después del medio día y con una gran resaca.

Kitty sintió pena por su prima, nunca la había visto así por una mujer.

Sabía que realmente se había enamorada de Brittany y presentía que la rubia no podía ser indiferente a Santana.





****************************************************************************************************************





Brittany llamó a su amiga para contarle, entre lágrimas, lo que había sucedido con Santana.

―Cálmate Britt, ¿quieres que vaya hasta tu casa?

―No Mar, no hace falta, solo necesito hablar un rato hasta que me desahogue.

―Ahora que estás más tranquila dime, qué pasó.

Brittany tomó una gran bocanada de aire y comenzó a contarle a su amiga todo lo sucedido.

La propuesta de matrimonio, la propuesta de tener hijos, que Santana se fue de su casa y ella no pudo decirle que realmente la amaba.

―Pero Britt, entiendo que tengas tu reticencia a lo de la boda, pero debiste decirle que la amas. Si es lo que sientes de verdad debiste habérselo dicho.

―Lo sé, no me regañes. Me quedé petrificada, hace tiempo que me prometí no decir te amo, pero no lo puedo evitar, estoy enamorada de Santana hasta los huesos y ahora por mi estupidez, ella se fue de aquí creyendo que solo pasamos el rato.

―Amiga creo que debes calmarte, dejar que pasen unos días y buscarla. Santana no es Rory, búscala y dile tu verdad.

―Pero Mar…

―No amiga, si la quieres búscala y dile lo que sientes. Ahora, si decides quedarte callada, asume las consecuencias de vivir sin la mujer que amas.

―No sé si lograré hacerlo.

―Tienes que hacerlo.

―¿Y si no me quieres escuchar?

―Oblígala a que te escuche. Britt, ella te ama y no tiene miedo de gritarlo a los cuatro vientos, mientras tú estás aterrorizada de sentir el amor que sientes. Pero piensa, qué difícil es que dos personas que se aman puedan coincidir en el momento preciso de la vida, no dejes que el miedo te domine, no pierdas tu oportunidad de ser feliz.

Brittany solo pudo pensar en la mirada que Santana tenía antes de irse, en sus ojos había dolor y amor.

Marley tenía razón, debería hablar con la morena, aunque presentía que la abogada no se lo iba a hacer tan fácil.





Al día siguiente Brittany estaba lista para irse a trabajar, solo esperaba a su hermana, que venía a buscar al pequeño Blaine.

Cuando Quinn llegó, notó la cara de tristeza de su hermana, ella no la pudo engañar y tuvo que contarle el episodio del día anterior con Santana.

―Britty, sé que tienes miedo, pero por lo que vi Santana es una buena persona, no tiene nada que ver con Rory. No te reprimas, dile que la amas.

―Creo que es tarde, ella no me quiso escuchar anoche.

―Porque estaba enojada, pero en unos días te escuchará. Tienes que hablar con ella y ser completamente sincera. Contarle el porqué de tus temores y ella te entenderá

―¿Y si no quiere nada conmigo?

―Bueno Britty deberá aceptar su decisión, nada más que eso, pero antes de darte por derrotada debes hablar con ella con el corazón en la mano.

―Gracias Quinny.

―De nada, ahora me voy, luego te llamo y me cuantas cómo vas, ¿ok?

Una vez se despidió de su hermana, Brittany se dirigió a la revista donde se taparía de trabajo para tratar de quitarse de la mente a Santana.







*****************************************************************************************************




Santana abrió un ojo y un terrible dolor le cruzó la cabeza.

Tomó la almohada y se tapó para que la luz del sol, que se colaba por la ventana, no le diera en la cara.

―Buenos días bella durmiente―dijo su prima entrando en el dormitorio.

―¿Qué haces en mi casa tan temprano?―dijo Santana desde su escondite bajo la almohada.

―Pasa del medio día y está en mi departamento. Toma, te traje esto para el dolor de cabeza que seguramente tienes.

Santana levantó la cabeza y vio que su prima le extendí un vaso de agua con hielo y una tira de aspirinas.

Miró alrededor y se fijó en la habitación en la que se encontraba, efectivamente no estaba en su cama.

―¿Cómo llegué aquí ¿Por qué estoy aquí?

―¿No te acuerdas de nada? ¿No recuerdas la fiesta y a las chicas de anoche?

Santana abrió los ojos.

¿Qué había hecho?

Lo último que recordaba era la pelea con Brittany y llegar al departamento de su prima.

Recordó haber bebido en exceso y luego todo era negro en su memoria.

―No es cierto, dime qué pasó anoche.

Kitty miraba divertida a su prima y decidió seguir con la broma.

―Prima, cómo no te acuerdas. Estábamos bebiendo y llamaste a unas amigas, no me acuerdo el nombre, pero la pelirroja no te soltó en toda la noche y terminaste aquí en este dormitorio.

Santana se tapó la cara con las manos.

¿Qué había pasado?

Kitty miró que a Santana en cualquier momento le estallaría la cabeza tratando de recordar la noche anterior y decidió poner fin a su broma, no era justo torturarla más, si ya una mujer se había hecho cargo de torturar su alma la noche anterior.

―Tranquila prima, no pasó nada, solo quise gastarte una broma.

―¡Idiota!, no vez que no recuerdo qué pasó anoche, te creí cada palabra―Santana se incorporó de golpe en la cama.

Tenía que ir a trabajar, era lunes y debí presentarse en tribunales.

―¿Dónde vas?

―Al trabajo, es muy tarde, me tengo que duchar, préstame una falda, una camisa, no tengo ir a mi casa a buscar mi portafolio y...

―Santana, tranquila está todo arreglado. Llamé temprano a la firma y le dije a tu secretaria que estabas muy enferma y que no irías hoy por allá. Tranquila, descansa, duerme, ¿quieres algo de comer? Voy a ver a un cliente, vuelvo más tarde, ¿quieres qué te traiga algo?

―Sí una botella de whisky.

―Santana, no vas a solucionar nada bebiendo, anoche bebiste casi una botella entera y hoy está peor, beber solo te adormece por un rato el dolor

Kitty tenía razón, el alcohol no serviría para matar el dolor por siempre.

Descansaría ese día y mañana se dedicaría a sus casos para aminorar el dolor.

―¿Si te dejo sola prometes no arrasar con el bar?

―Sí no te preocupes, comeré algo y dormiré otro poco.

―Bien, nos vemos al rato.

Santana se quedó mirando el techo, pensando en el por qué tuvo que abrir su boca y hacerle la proposición de matrimonio a Brittany.

Si no le hubiera dicho nada aún seguiría con la rubia.

Necesitaba sentirla a su lado, sentir el aroma de su cuerpo, sentir sus labios.

Pero si Brittany no la quería lo mejor era separarse ahora. No podía obligarla a que la amara.

Este, era el castigo que recibí, por haber sido una mujeriega y haber jugado con los sentimientos de las mujeres con las que había salido.






******************************************************************************************************************




Brittany estaba en su oficina trabajando como una hormiga.

Tenía tanto que hacer, pero así y toda la tonelada de trabajo, cada cinco segundos pensaba en Santana.

A cada rato miraba su móvil para ver si había alguna llamada de la morena, pero nada. Ya pasaba del medio día y no había dado señales de vida.

Pero que más esperaba, Santana estaba herida y no la iba a llamar.

Pensó y pensó y decidió llamarla a su oficina.

La atendió una muy gentil secretaria llamada Sue, quien al enterarse que era Brittany, le dijo que la señorita López no había ido a trabajar porque se encontraba enferma. Brittany se alarmó y decidió llamarla al móvil, pero este la enviaba al buzó de voz.

¿Qué le había pasado a Santana?

Al final decidió llamar a Kitty y preguntarle si sabía algo de Santana.

―Diga―contestó Kitty al segundo tono.

―Eh… Hola Kitty soy Brittany.

―Hola Brittany.

―Kitty, estaba tratando de ubicar a tu prima, la llamé al trabajo y me dijeron que estaba enferma. ¿Tú sabes algo?

El silencio al otro lado del teléfono alarmó a Brittany.

―Sí lo sé―para Kitty, la llamada de Brittany, era la confirmación de que a su primo le importaba.

―¿Y qué pasó con ella? ¿Está bien?

―Sí está bien, solo con una gran resaca, pero bien.

―Ah... qué bien―Brittany sintió un gran alivio al escuchar a Kitty―No te molesto más gracias por tu ayuda...

―Brittany…―le dijo Kitty antes de que colgara―Como tú me dijiste ayer, no quiero inmiscuirme donde no me llaman, pero Santana es mi hermana y no quiero verla mal. Si puedes solucionar este problema, hazlo por favor.

―Eso trato de hacer Kitty.

―No te lo va a poner fácil, ¿sabes? Está dolida, cree que no la amas. Vas a tener que hacer un gran esfuerzo.

―Me esforzaré al máximo,..

―Bien dicho Brittany, suerte con Santana, adiós.

―Adió Kitty.

En ese instante Brittany decidió que debí hablar con Santana y volver con su morena cómo fuera.

Si tenía que darle una gran sorpresa, lo haría. Busco algo entre sus tarjetas.

Solo había estado un día sin Santana y ya morí por verla.




Los días pasaron y Santana no le hizo la vida fácil a Brittany.

Rechazaba sus llamadas, siempre estaba en reuniones o en el tribunal.





*********************************************************************************************************



A Santana, el buen humor con el que aparecía en las mañanas, se le había esfumado.

Su secretaria estaba a punto de renunciar, ya nadie la aguantaba.

Los primeros días, ella no quería contestar las llamadas de Brittany, porque estaba enojada, pero ya había pasado una semana y quería ver hasta dónde era capaz de llegar la rubia.





Brittany, como todos los días, volvió a llamar a la firma y una amable Sue le contestó el llamado.

―Hola Sue, buenos días, ya sabe para que llamo. Puede decirle a Santana que quiero hablar con ella.

―Buenos días Brittany. Espere un momento, voy a ver si “miss simpatía” la quiere atender hoy.

Sue llamó por el intercomunicador a su jefa para anunciarle sobre la llamada de Brittany.

―Señorita López, la señorita Brittany Pierce en la línea desea hablar con usted.

A Santana se le dibujó una sonrisa en la cara, le encantaba saber que Brittany la llamaba, pero quería hacerla sufrir un poquito más.

¿Cuánto aguantaría Brittany?

―Sue, ¿qué hacemos todos los días cuando la señorita Pierce llama?

―Le digo que usted está en alguna reunió, pero señorita López, creo que debería…

―Sue, haga lo que hace todo los días, pero hoy además, dígale que no vuelva a llamar por favor, que no pierda más su tiempo.

―Muy bien señorita.

A la secretaria le dieron ganas de estrangular a su jefa.

Desde que no estaba con su novia, casi deseaba tener algún accidente en el camino, que le impidiera llegar a su lugar de trabajo.

―Lo siento Brittany, me ha dicho lo mismo de todos los días, pero además, me dijo que no la llamara más por favor.

A Brittany se le calentó la sangre de rabia.

Tenía que hablar con la morena, aunque fuera una vez, aunque fuera la última vez.

―Sue quiero pedirle un favor muy grande, necesito hablar con su jefa, necesito explicarle algo. ¿Sabe usted si tiene algún espacio hoy en su agenda?

―No tiene, pero si usted necesita y con tal de que me ayude a quitarle el mal humor que tiene, soy capaz de cambiar alguna reunió y darle ese espacio a usted.

―Gracias Sue, pero no quiero que tenga problemas en su trabajo.

―Qué más da, ya tengo problemas en mi trabajo. Ahora le haré un espacio a las dos, ¿está bien para usted?

―Perfecto, voy a estar en deuda eternamente con usted.

―No es nada y venga con armadura para hacer frente a este monstruo.

La secretaria pensó que ya era hora de actuar y ayudar a su jefa a recuperar el estado de humor de antaño.

Nada perdía en darle un empujoncito a la pareja y por si no resultaba, ya comenzaría a buscar trabajo en otro lado.


Brittany pensaba en que haría para que Santana la escuchara y se le ocurrió una idea.

Llegó al ropero de la revista y buscó entre las prendas de diseñador que estaban ahí colgadas. Encontró justo lo que deseaba.

Se cambió su vestido negro, por una blusa blanca de gasa, que tenía una ligera transparencia. Era abotonada, sin mangas y para completar, una falda lápiz de color rojo. La falda se amoldaba perfectamente a sus caderas y todo completado con unos altísimos tacones negros.

Se soltó la melena que colgaba como cascada en grandes ondas y retocó su maquillaje.

Cuando llegó a su oficina su amiga se la quedó mirando.

―Vaya… qué guapa te ves con esa falda. ¿A dónde vas?

―A la guerra amiga,―contestó Brittany―Deséme suerte.

―De seguro ganas, te deseo suerte.

Brittany tomó su bolso y se encaminó hasta el edificio de Santana.

Mientras caminaba, por las calles que la separaban de su destino, Brittany era objeto de las miradas de los hombres y una que otra mujer que la veían pasar.

Recibió varios piropos mientras caminaba, pero ella como si nada.

Estaba muy concentrada en su objetivo… Santana López.

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Capitulo 20

Una vez entró en el edificio, Brittany tomó el ascensor hasta llegar a la oficina de la abogada.

Cuando cruzó las puertas de cristal, preguntó por la oficina de Santana y le indicaron que se encontraba al final del pasillo. Ella se encaminó y se encontró con una mujer mayor de pelo corto y rubio, ojos celestes, vestida muy elegante con su traje dos piezas color azul.

―¿Sue?

―¿Señorita Pierce?

Brittany asintió con la cabeza.

―Qué bien que vino. La señorita Santana está sola, no la puedo anunciar, porque ella se negará a recibirla. Pero vamos hacer un escándalo, ¿qué le parece? ¿Cómo se le da la actuación?

La secretaria le guiñó un ojo y Brittany le sonrió cómplice.




***********************************************************************************************************************



Santana estaba en su escritorio, ojeando unos papeles, cuando escuchó lo que le parecía una discusión.

―No señorita, la señorita López no está, ya le dije. No insista.

―Sé que ella está en su oficina. Necesito hablar con ella.

‹‹¿Brittany?››

Santana pensaba que estaba alucinando, pero le pareció escuchar la voz de su amada Brittany.

―Quítese, déjeme entrar―gritaba Brittany.

―No puedo, váyase o llamaré a seguridad―contestaba la secretaria.

Sue resultó ser una excelente actriz, estaban las dos en la puerta, forcejeando, hasta que la secretaria la abrió y dejó que Brittany entrara.

Santana se levantó de golpe de su silla y se quedó mirándola boquiabierta.

―Señorita―dijo Sue ―La señorita Pierce no entiende que usted no la puede recibir, ¿quiere que llame a seguridad?

Santana se quedó sin palabras, tantos días sin verla y ahora la tenía frente y con una falda roja de muerte.

―Señorita López, ¿qué hago? Señorita―preguntó Sue.

Santana reaccionó, pero no le quitó la vista de encima a Brittany.

―No Sue, no es necesario. Retírese, cualquier cosa la llamo.

―Bien señorita―la secretaria cerró la puerta sonriendo y cruzando los dedos para que todo saliera bien con la pareja.



A Brittany le recorría una corriente eléctrica de la cabeza a los pies, solo de ver a la morena frente a ella, había pasado tantos días sin sus besos, sin sus caricias.

Santana fue la primera en hablar:

―Brittany, creo que te he dejado más que claro que no quiero hablar contigo.

La rubia la miró, tiró su bolso en el sofá que había en esa oficina y comenzó a hablar.

―San yo….

―Brittany, es en serio, no quiero hablar contigo.

―San quiero explicarte…

―No Brittany, ahora no tengo tiempo para escucharte.

―San solo será un momento, yo…

―No, estoy ocupada y además no quiero―miraba como Brittany apretaba las manos en puños, lista para dar pelea.

Y así fue.

A Brittany le subió un calor hasta la cabeza, la rabia se hacía cargo de ella en ese momento, se paró frente a la pelinegra y mirándola directo a los ojos la desafió.

―Te quieres callar un momento para poder hablar ¡maldita sea!―le gritó―Vine hasta a aquí para hablar contigo y explicarte lo que pasó el otro día, así es que lo mejor será que cierres tu boca.

―No quiero, y no mes des órdenes…

―¡Bueno te aguantas! Quieras o no me vas a tener que escuchar. No me voy a ir de aquí hasta que diga la última palabra que tengo para decir ¡¿Entendiste?!

Santana la miró sorprendida, no fue capaz de articular palabra. Estaba tan hermosa enojada, que se quedó mudo observándola, deseándola.

―¿Me vas a escuchar?

Santana asintió con la cabeza.

―¿Sin interrupciones?

Otro movimiento de cabeza.

Santana volvió a tumbarse en su sillón de cuero de gran ejecutivo, mientras la rubia seguía de pie, solo las separaba el gran escritorio.

Brittany tomó una profunda bocana de aire y elevó una plegaria, para luego comenzar a hablar.

―San, sé que estás dolida por lo pasado hace unos días. Sé que mi reacción a tu propuesta de matrimonio y tener hijos no fue la mejor, pero espero que después de que te cuente mi historia, puedas entender el porqué de esta.

Santana la miraba embelesada, la rubia seguía de pie de frente. Quería abalanzarse sobre la más alta y hacerle el amor en el suelo, no le importaba que se encontraran en su oficina.

Brittany continúo con su relato.

―Hace unos años, estuve comprometida con un hombre al que creí amar mucho, vivimos juntos un año o así. Todo ese tiempo escuché rumores sobre sus infidelidades.

Santana tenía los puños apretados, sentía deseos de matar a alguien, más precisa, matar a ese tipo.

―Un día lo encaré sobre un rumor y tuvimos una fuerte pelea. Él desapareció por tres días, y cuando volvió, me propuso matrimonio. Yo acepté de inmediato, estaba en las nubes.

‹‹¿Por qué aceptó? ¿Por qué no hizo lo mismo con mi propuesta? Claro si no me ama›› pensaba Santana y una punzada se instaló en su corazón.

―Organicé todo y el día de la boda llegó. Cuando iba a la iglesia, Marley me llamó para decirme que el novio no aparecía. Me enteré por un mensaje, que él se dignó a enviar en ese momento, que no se casaría conmigo porque no me amaba.

Se quedaron mirando unos segundos.

Luego Brittany siguió hablando:

―El día de tu propuesta recordé todo el dolor que pase ese día. ¿Entiendes ahora por qué no quise aceptar tu propuesta?

―Sí, puedo entenderte.

Fue todo lo que pudo decir Santana.

Brittany se acercó hasta a la morena, rodeando el escritorio, para acortar la distancia que había entre ellas. Ahora ella se apoyaba en el escritorio y Santana seguía en su silla.

Ahora que la tenía tan cerca, sería fácil subirla al escritorio y desnudarla pensó la más baja.

―San, ese día tú dijiste que no te amaba y que esa era la razón por la cual no había aceptado tu proposición ¿Por qué crees que no te amo?

―Brittany, desde que estamos juntas yo te he dicho que te amo muchas veces, yo no recuerdo que tú me hayas dicho lo mismo ni una sola vez. Luego pasó lo de la proposición y cuando te lo pregunté no contestaste, te quedaste callada mirándome, tu silencio hizo que asumiera que no me amas.

Brittany miraba en los ojos de Santana el dolor que le provocaba hablar de esto.

―Cuando pasó lo de mi matrimonio fallido, estaba tan dolida, tan deprimida, me enamoré con toda el alma y me engañaron. Ese día prometí que no me volvería a enamorar, que no le volvería a decir a ningún hombre o mujer te amo otra vez. No quería volver a sentir ese dolor. Pero cuando te conocí, fuiste botando cada barrera que había levantado en mi corazón. Tenía miedo de revelar mis sentimientos y sufrir de nuevo, pero me di cuenta que tú no eres como mi ex novio y te amo Santana, te amo demasiado―le acercó su mano y acarició el rostro de Santana―No quiero que, porque no acepté tu propuesta de matrimonio, creas que no te amo.

―Dices que me amas, pero no te quieres casar conmigo ni siquiera tener hijos. No entiendo Brittany.

―Aún creo que es demasiado pronto para dar este paso San, ¿podemos hablar de eso en unos meses más? Solo si quieres claro. Los de los bebés puede ser, pero si quieres puedes tenerlos tú con mis óvulos o bien yo llevarlo, pero en un tiempo más, ¿no te parece? Pero quien sabe y te doy una sorpresa con tu segunda petición.

Se miraron y la rubia se acercó para besar a la morena suavemente. La extrañaba y quería volver a sentir esa boca.

Santana se estremeció con el contacto de los labios de Brittany y pensó que si la ojiazul no quería casarse o intentar hacer bebés ahora lo aceptaría, solo quería estar con ella y hacerle el amor ahora ya.

―Bien Britt, creo que tienes un poco de razón en eso de que es demasiado pronto para un matrimonio, pero solo te diré una cosa; la próxima vez que hablemos sobre esto, tú tendrás que proponerme matrimonio, ¿oíste rubia? Y bueno el tema de los bebés… si quieres que yo sea la primera en tener nuestro hijo no tengo problema, pero quiero que tú tengas nuestro bebé primero, y si quieres esperar, esperaremos, pero si me quieres dar esa “sorpresa” a mí no me molestaría adelantar los planes, ya sabes.

Brittany abrió los ojos como plato.

―¿Cómo dices?

―Lo que escuchaste, cuando volvamos a hablar de matrimonio, será porque tú harás la petición de mi mano, yo no paso otra vez por un rechazo. Tengo mi orgullo, ¿sabes? Y tú tienes la decisión sobre los hijos.

Brittany le dio una sonrisa, si la morena solo supiera sus planes y todo resultaba bien.

Santana se abalanzó sobre ella besándola con desesperación, la tomó por las caderas y la sentó en su escritorio.

Comenzó a desabrochar los botones de la blusa y siguió besándola, como si fuera el último día que fuera a estar con la rubia.

Brittany se apartó un poco para poder respirar.

―Sanny, estamos en tu oficina, tu secretaria está tras esa puerta, compórtate.

Santana le besaba el cuello y los hombros, mientras seguía bajando la blusa, hasta deslizarla por sus brazos.

―Debiste de pensar en eso, antes de vestirte con esta falda de infarto que traes puesta y que solo he pensado en sacarte desde el momento en que entraste en mi oficina. Ya sabes, el rojo es mi color favorito y tú te aprovechas de eso rubia.

Le levantó la falda hasta la cintura, no había tiempo de quitársela. La recostó para empezar a besarle el vientre, bajar hasta sus piernas, para repartir pequeños besos de arriba abajo. Brittany gimió y la morena la acalló con un suave beso.

―Silencio por favor Britt-Britt, estamos en un respetable despacho, no quiero que todos sepan lo que estoy haciendo en mi oficia en horas de trabajo―dijo Santana dándole una sonrisa burlona.

―Si no quieres que se enteren entonces deja de hacer lo que me estás haciendo.

Brittany se retorcía bajo el toque y los besos de Santana.

La más baja se quitó con prisa se subió la falda, no quería ni podía esperar más.

Era una locura, estaban ahí, en su oficina, podría entrar cualquiera de los socios y verlas sobre el escritorio, pero sabía que su secretaria no dejaría que nadie la molestara.

―Britt no puedo esperar más, prométeme que no gritaras muy fuerte, ¿ok?

Brittany solo movió la cabeza, no era capaz de hablar. Hasta que Santana les quitó a ambas la ropa interior lo más rápido que pudo y unió sus centros.

A la rubia la recorrió una corriente eléctrica por toda su columna vertebral y se retorció sobre el escritorio de la abogada.

Santana soltó un gemido que fue apaciguando sobre el cuello de Brittany.

―Te he echado tanto de menos Britt, no tienes idea la falta que me has hecho.

―Yo también San, te he echado mucho, mucho de menos. Te amo.

Y eso fue música para sus oídos, escucharla decirle que la amaba, hizo que se excitara más si era posible.

Santana aumentó el ritmo de sus estocadas, Brittany la miró mordiéndose el labio inferior para no gritar, ya estaban cerca, unos movimientos más y la morena se apoderó de la boca de Brittany para ahogar el grito de ambas llegando al clímax.

Santana se desmoronó sobre la rubia, ambas con la respiración agitada, sus corazones a mil.

―Creo que todos los días que esté en esta oficina, firmando algún papel con algún cliente, veré tu cuerpo retorciéndose de placer en este escritorio. Te he extrañado y deseado tanto estos días Britt―Santana le besaba el cuello y luego le recorría la mandíbula mordiendo y besando.

―Y si tanto me extrañabas, ¿por qué no me atendías las llamadas abogada?―Brittany le acariciaba el cabello y la besó con ternura, tomándose todo el tiempo del mundo.

―Tenía que hacerme de rogar, no soy una chica fácil―Santana se incorporó para arreglarse la ropa y levantó a Brittany del escritorio para que ella también se arreglara la blusa y la falda que estaba levantada hasta la cintura.

―Bueno San, creo que dejé mi punto claro, no te distraigo más, te dejo continuar con tu día de trabajo―Brittany comenzaba a arreglarse el cabello, que lucía un poco enmarañado, producto de la pasión vivida hace unos minutos.

―¿Tu casa o la mía?―preguntó Santana dedicándole una traviesa sonrisa―No pensarás que hemos terminado de hablar.

―Me imagino,―dijo devolviéndole la sonrisa―Entonces en mi casa.

―Perfecto, estaré impaciente toda la tarde, contando las horas que faltan para estar dentro y junto a ti―se acercó a Brittany, la atrajo hacia ella por la cintura, para volver a besarla.

Salieron juntas de la oficina, Brittany se despidió con una sonrisa de Sue y Santana la acompañó hasta el ascensor.

Cuando volvía a su oficina, Santana se encontró que su secretaria estaba con la vista fija en un legajo de documentos, pero en su boca tenía una pícara sonrisa.

Se acercó y apoyó las manos en el escritorio y se inclinó para hablarle.

― Sue, presiento que usted tiene que ver con que mi novia haya entrado en mi oficina como un huracán.

―Me parece que no le ha molestado o, ¿me equivoco señorita?

Santana le sonrió como hace días no lo hacía, su jefa había vuelto y ella estaba contentísima, que solo pudo devolverle el gesto.

―No me ha molestado, me ha encantado, quería agradecerle. Sé que me ha tenido que aguantar el humor estos días.

―Señorita, lo importante es que todo está arreglado con la señorita Pierce.

―Le debo una Sue.

―No me debe nada, soy feliz con que haya vuelto a ser la misma de antes.

Santana volvió a dedicarle un amplia sonrisa a su secretaria y se encaminó hacia su oficina, se sentó en su sillón de ejecutivo y fijó sus ojos en el escritorio, donde unos minutos antes, la mujer que amaba, gemía de placer.

Sonrió al recordar aquello, estaba tan sumido en sus pensamientos que no se dio cuenta cuando la puerta se abrió de pronto.

―Necesito que me ayudes―era Kitty, que hacía ingreso en el despacho de su prima a toda prisa.

―Hola Kitty, ¿cómo estás?―le dijo Santana con una amplia sonrisa.

―No tan bien como tú ¿Qué te ha pasado? ¿Ganaste la lotería?

―Mucho mejor que eso prima.

―Mucho mejor que eso, qué puede ser… si no ganaste la lotería, entonces volviste con Brittany. Eso explicaría la sonrisa boba que tienes en tu cara en este momento.

―Sí, volví con Brittany, pero qué pasa contigo, ¿por qué necesitas que te ayude?

―Es por la fiesta de cumpleaños del viernes.

―¿Qué pasa con eso? Ya sabes que será igual que la del año pasado y que la del año anterior, mucha gente como le gusta a tu mamá.

Kitty se paseaba de un lado al otro en la oficina de Santana. Tenía el ceño fruncido, lo que indicaba que algo la preocupaba realmente.

―Quieres dejar de pasearte de un lado a otro, me vas a dejar un surco en la alfombra. Ahora dime, qué es lo que tanto te preocupa.

―Quiero que me ayudes con Marley, necesito que la vigiles.

―¿Cómo que la vigile? No te entiendo.

―Santana, no quiero que mi mamá sepa que estoy saliendo con ella, si se entera le hará la vida imposible. Necesito que la vigiles para que no se le ocurra a ninguna de las dos conocerse esa noche.

Santana miraba la desesperación en la cara de su prima, sabía cómo de desagradable podía llegar a ser su tía.

―Pero Kitty, qué le dirás a Marley, ella querrá pasar la noche a tu lado.

―Ya se me ocurrirá algo, solo necesito mantenerla alejada de mi mamá.

―¿Sabes prima?, creo que estás actuando mal. Deberías replantearte la relación que tienes con Marley.

―Qué dices Santana, me encanta estar con Marley, es solo que…

―Te encanta, pero no eres capaz de decirle la verdad a tu mamá ¿Sabes que invitó a los Jones con su hija?

Kitty asintió con la cabeza, la morena continuo:

―Y cómo crees que lo tomará Marley, si se llega a enterar, que esa chica es la que tu mamá, y todos sus amigos, esperan que sea tu novia oficial.

―Santana vine aquí para que me ayudes, ¡no para que me regañes!―le gritó Kitty.

―Prima, yo solo te digo lo que pienso, pero no te preocupes, te ayudaré en lo que pueda.

―Gracias Santana. Ahora me voy no quiero interrumpirte más.

Y abrazando a su prima, Kitty salió de la oficina, envuelta en un mundo de contradicciones.

Si bien le encantaba estar con Marley, no sabía cómo enfrentar a su mamá.

Sabía que ese día llegaría, tal vez antes de lo que pensaba.

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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D

Capitulo 21

La semana había pasado rápido.

Brittany y Santana habían vuelto a vivir su idílico amor.

Brittany le había dicho a Santana que la amaba y se sentía libre. El juramento, que años atrás se había echo sobre el amor, ahora estaba enterrado y estaba feliz de vivir su historia con su amada abogada.



Era viernes y Marley estaba en su casa, revisando por quinta vez, qué ponerse para la fiesta de cumpleaños de Kitty.

Quería estar hermosa para la ojiverde y además quería dejar una buena impresión en su familia.

Si bien no habían hablado de noviazgo ni nada, ella sentía que el tiempo que llevaban saliendo juntas era casi como mantener una relación seria. A ella le encantaba pasar los días con Kitty y las noches le encantaban aún más.

Despertar con la rubia bajita, abrazándola, era lo que más amaba en el mundo.

Temía que estaba enamorada de Kitty hasta el tuétano, pero no le había insinuado nada, hasta estar segura cien por cien que la rubia sentía lo mismo.

Almorzaban juntas seguido, Kitty la llamaba muy a menudo y a distintas horas del día, solo para saber cómo estaba o qué estaba haciendo. Era atenta y una amante excepcional.

Sin lugar a dudas Kitty sentía algo por ella.

Al fin se decidió por un vestido strapless negro, que llegaba a la altura de su rodilla, con un delgado cinturón dorado como único adorno.

Su larga cabellera castaña, que normalmente la llevaba lisa y con su sexy flequillo, se había convertido en una cascada de grandes y sedosas ondas.

Se maquilló haciéndose el ahumado de ojos y solo un toque de brillo rosa en sus labios.

Ya estaba lista, Santana y Brittany pasarían a buscarla.

Estaba emocionada, quería ver la cara de Kitty cuando la viera con ese vestido. Aunque la rubia le había advertido, que no podría atenderla demasiado esa noche, ya que debía atender a agente importante para sus negocios y promover sus proyectos arquitectónicos, pero que la compensaría más tarde, con una celebración privada en su casa.


Brittany llegó al departamento de su amiga con Santana. Bajó del auto para ir a buscarla.

―¡Vaya, qué guapa!―exclamó Brittany, cuando la castaña le abrió la puerta y la dejaba entrar en el departamento.

―Gracias amiga, voy por mi bolso y nos vamos.

―Kitty se va a volver loca cuando te vea con ese vestido.

―Esa es la idea,―Marley le guiñó un ojo a su amiga―Ya tengo el bolso vámonos.




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Kitty estaba en la mansión que ya se estaba llenando de gente.

Su mamá había invitado a mucha gente influyente de la ciudad, además de unas cuantas amigas de la universidad y algunos compañeros de trabajo, pero en su mayoría era gente con la que no deseaba celebrar tan importante fecha.

Además de todo, tenía que soportar a su mamá y la idea de que se fijara en la hija de los Jones, los magnates de las telecomunicaciones. Si bien Alice Jones era una chica guapa, a ella le resultaba totalmente insulsa.

Kitty miraba insistentemente la puerta de entrada, quería ver cuando apareciera Marley.

―¿Qué pasa hija, esperas a alguien?―preguntó Amelia a su hija, al darse cuenta, de que ésta miraba insistentemente la entrada de la mansión con cierto nerviosismo.

―Qué dices mamá, no estoy esperando a nadie.

―Cómo estás mirando impacientemente a la entrada, pensé que tal vez esperabas ver a alguien.

―No mamá, a nadie.

Kitty seguía al lado de su mamá, saludando a la importantísima gente, que ella se empeñaba en que conociera.

Miró de reojo hacia la entrada y la vio.

No era justo pensó, se veía más hermosa si era posible. El pelo en una castaña cascada de ondas y ese vestido ajustado la dejó paralizada.





Marley buscaba en el salón a Kitty, pero era mucha la gente que ahí se encontraba, de seguro le llevaría un rato encontrarla.

Kitty se escabulló como pudo de su mamá, quería hablar con Marley.

A Amelia, la llegada de su sobrina y su novia, más la chica castaña que estaba a su lado, no le había pasado desapercibida, se fijó en cómo su hija la miraba.

Debía investigar quién era esa mujer.




Santana y las amigas se pusieron conversar animadamente con un grupo de amigos de la familia.

Kitty se acercó a ellas, saludo a su prima y a Brittany, para luego darle un beso en la mejilla a Marley.

―Te vez preciosa―le dijo a Marley susurrándole al oído.

―Gracias, feliz cumpleaños.

Kitty posó su mano en su espalda sin querer, solo deseaba estar con ella.

Ese gesto llamó aún más la atención a su mamá y decidió que debía actuar antes de que fuera demasiado tarde.

Pero era el cumpleaños de su hija y no quería un escándalo. Se ocuparía de la castaña apenas tuviera la ocasión.

―Marley, nos vemos en un rato, tengo que seguir atendiendo a mis invitados―le volvió a besar la mejilla y se apartó de ella.

Kitty siguió con la insoportable misión de saludar a los invitados, pero apenas tenía oportunidad, fijaba su mirada en Marley, quien se la devolvía con todo el deseo que tenía contenido en su interior.

Solo deseaba que la noche acabara luego para comenzar la verdadera celebración entre las sabanas.



Los pensamientos de Marley y el Champagne que había estado bebiendo hicieron que se acalorara un poco.

―Santana, ¿dónde hay un baño?―preguntó la castaña.

―En la planta de arriba, a mitad del pasillo, encontrarás uno desocupado.

―Gracias, vuelvo enseguida.

―¿Te acompaño?―le preguntó su amiga.

―No Britt, voy y vuelvo, no te preocupes.


Marley subía las escaleras hasta llegar al baño.

Una vez dentro se refrescó la nuca con su mano empapada, luego se retocó el maquillaje y frente al espejo se miró por todas partes.

Cuando vio que lucía esplendida, salió del baño para encontrarse con un par de fríos ojos que la miraban con curiosidad.

―Lo siento querida, creo que no tengo el gusto de conocerte. Soy Amelia Wilde, la mamá de la cumpleañera.

A Marley se le heló la sangre, no sabía cómo actuar ante la mamá de su adorada Kitty.

―Mucho gusto señora, soy Marley Rose.

Qué más podía decirle, soy la chica con la que su hija se está acostando desde hace unos meses.

―¿Y conoces a mi hija de...?

―Bueno, yo, he…―Marley no sabía qué contestar, hasta que decidió decir la verdad, no tenía nada que ocultar―Yo estoy saliendo con su hija. La conocí el mismo día que mi amiga Brittany conoció a Santana.

―Así que estás saliendo con mi hija―la voz de Amelia era fría y plana.

―Sí, desde unos dos meses más o menos.

Amelia sentía cómo la rabia comenzaba a subirle por los pies.

Que su hija estuviera saliendo con una chica, que no pertenecía a su círculo de amistades, era lo último que podría soportar.

Entró en acción antes de que fuera demasiado tarde y Kitty se enamorara de ella.

―Querida voy a preguntarte algo, ¿quieres a Kitty?

―Claro señora, cómo no la voy querer, si me hace la mujer más feliz del mundo―contestó con una sonrisa soñadora.

―Creo que deberías saber algo, y qué lástima que tenga que ser yo quién te lo diga.

Marley estaba helada, no le estaba gustando el tono que estaba tomando la conversación con la mamá de su amada.

―Mi hija es una mujeriega, ¿vez a todas estas chicas que están aquí? Kitty ha tenido aventuras con más de la mitad de ellas.

―¿Por qué me está diciendo esto señora?

―Porque no quiero que te ilusiones con Kitty―Amelia tomó a Marley por el codo y la acercó a la escalera―¿Vez a esa bella chica con el vestido verde?

Marley asintió con la cabeza cuando ella le indicó a una bella y elegante morena parada en una esquina junto a un grupo de hombres.

―Ella será la esposa de mi hija.

―Perdón, pero me perdí ¿Cómo dijo?

―Lo que oíste, Kitty se casará con esa chica, que es heredera de un imperio de las telecomunicaciones. Eso es lo que más deseo.

―¿Y usted se ha detenido a pensar cuáles son los deseos de su hija?―Marley sentía tanta rabia ante las palabras de esta mujer.

¿Cómo era posible que fuera ella la mamá de Kitty?

Seguro era adoptada.

―No sé qué te ha dicho mi hija, pero ella no quiere nada serio. Tú no eres de nuestro círculo social. Ella nunca se fijaría en ti para otra cosa que no fuera sexo.

―¿Ella le dijo eso?―preguntó Marley con voz temblorosa.

―No, pero no hay que ser adivino para darse cuenta. Según tú llevan más de dos meses saliendo y no ha sido capaz de presentarte a su familia, eso es porque no quiere nada serio.

Punto para la bruja, pensó Marley, no podía discutirle eso.

Si bien ella se estaba enamorando de Kitty, ésta nunca le había dicho nada.

El alma se le cayó al suelo.

―Solo quiero que te apartes antes de que salgas herida.

―¿Y si no quiero?―la desafió ella.

Amelia decidió que iba a utilizar toda la artillería pesada en contra de Marley.

―Mira niña, vas a salir perdiendo, Kitty no te quiere. Si haces elegir a Kitty ella siempre elegirá el bienestar de su familia.

―No le da pena, es como si prostituyera a su hija.

―Quiero un buen matrimonio para mi único hija, y claramente tú no se lo puedes dar.

―Qué sabe usted de lo que le puedo dar o no.

―Mira… ¿Marley dijiste que era tu nombre?―Amelia se acercó más hasta quedar frente a frente―Kitty nos debe todo lo que es a su papá y a mí. Si ella no hace lo que quiero me encargaré de cerrarle todo los contactos para su trabajo.

―Cómo puede ser tan cruel con su hija, ¿no le importa que se case sin amor?

―Y quién te dijo que ella no ama a Alice ¿Acaso te ha dicho que te ama?

Nuevo punto para la bruja.

Marley no pudo responder nada.

Era verdad, Kitty nunca le había hablado nada de amor.

En ese momento a ella se le rompió el corazón por la mitad.

―Sé que te has enamorado de ella, pero créeme cuando te digo que Kitty está solo jugando contigo, tarde o temprano te dejará y se casará con Alice Jones tal cual como lo hemos hablado. Ahora creo que será mejor que te vayas por donde viniste. Eres una chica guapa, ¿sabes? no te faltará algún pretendiente a tu altura del cual te puedas enamorar.

Marley no pudo decir nada y las lágrimas comenzaron a brotar. Se giró sobre sus talones y comenzó a bajar la escalera.

Sentía que se ahogaba, solo quería largarse de ahí.

Brittany vio bajar a su amiga con la cara descompuesta. Algo le había pasado.

―¿A dónde vas?―le preguntó Santana.

―Voy a ver qué le pasa a Marley. La vi bajar del baño muy afligida, ya vuelvo.

Santana miró hacia la escalera y se fijó que su tía hacía aparición con una gran sonrisa en el rostro. Algo había pasado entre ella y Marley, comenzó a buscar a su prima entre el gentío, para decirle lo que estaba ocurriendo.

―Marley espera, ¿qué te pasa?―le gritaba Brittany a su amiga, que caminaba todo lo rápido que le permitían los tacones que llevaba puestos.

―Quiero salir de aquí ¡Sácame de aquí Brittany!

―Tranquila amiga, ¿qué pasó para que estés así? Cuéntame.

―No quiero, ahora no quiero… ¡vámonos de aquí por favor!

―Está bien, voy a buscar a San para que nos lleve, ¿ok?

En ese momento Kitty aparecía ante Marley seguido por su primo Santana.

―¿Marley qué pasa?―preguntó una asustada Kitty.

―Me quiero ir… necesito irme lo más rápido de aquí.

―Tranquila―le dijo Kitty agarrándola por el brazo.

―¡No te atrevas a tocarme!―le gritó y se soltó bruscamente de su agarre.

―¡Se puede saber qué diablos te pasa!

―¿Por qué me invitaste Kitty? ¿Por qué me has hecho pasar por esta humillación?

Santana y Brittany miraban la escena, con lo ojos muy abiertos, cada una en guardia para ayudar a su amiga.

―¿De qué hablas? No te entiendo.

―¡Tu mamá me lo contó todo!

Kitty sintió un golpe de puño en el estómago, ¿qué había hecho su mamá?

―¡Te contó qué!―la volvió a agarrar por el brazo.

―¡Que me sueltes!―le dijo con lágrimas en los ojos―¡Espero no volver a verte nunca más!

―Mar escucha, no sé qué te ha dicho mi mamá, pero…

―No te molestes, ella me dejó todo muy claro. Nunca voy a estar a tu altura, ¿verdad?

Santana y Brittany se miraron.

Brittany quería ahorcar a Kitty por hacer sufrir a su amiga y Santana solo repetía en su mente, te lo dije prima, te dije que esto podía llegar a pasar.

―No, qué dices, escucha…

―¡No!, escucha tú, no quiero ver tu maldita cara otra vez en mi vida.

―Kitty, ¿se puede saber qué pasa?

―Uff, la que faltaba―dijo por lo bajo Santana, ante la llegada de su tía.

―Ahora no mamá―dijo un desesperada Kitty.

―Kitty tus invitados te esperan, te necesito adentro ahora.

Kitty miraba a Marley, a sus bellos ojos color gris, quería tomarla y salir de ahí corriendo, al fin del mundo, donde nadie las encontrara.

―Por favor mamá, déjame aclarar este asunto.

―Este asunto está más que claro―le dijo Marley con rabia, tan cerca de su cara, que a Kitty se le erizó la piel.

―Kitty, sabes que esto es importante, entra ahora, el señor y la señora Jones preguntan por ti.

―Ve con mami Kitty―dijo Marley con voz burlona.

Kitty sintió cómo el alma se le desprendía del cuerpo, no sabía bien lo que su mamá le había dicho a Marley, pero no había sido nada bueno.

No quería hacer un escándalo ante toda la importante gente que su mamá había invitado y decidió dar la vuelta para entrar a la casa.

―¡Eres una maldita cobarde Kitty!―le dijo Marley con toda la rabia que en ese momento la invadía.

―Lo siento Marley―le dijo sin voltear a verla―Lo siento mucho―y entró detrás de su mamá a la mansión.

―¡Sácame de aquí maldita sea!―le gritó Marley a su amiga.

―Está bien, tranquila, te sacaremos de aquí ahora―le dijo Brittany.


Santana llevó a las amigas a casa de Brittany.

Sabía que ese fin de semana su novia estaría cuidando a su amiga y que no tenía cabida en esa terapia.

Llegaron a la casa y Santana se despidió, ahora le tocaba a ver cómo consolar a su prima.

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