[Resuelto]FanFic Brittana: Rojo (Adaptada) Cap 34 - Final

Capitulo 7

El lunes comenzó caótico para Brittany.

Al día siguiente, tendrían una editorial de alta noche con vestidos de gala.

Después de llamar a la agencia, para recordarles a qué hora debían de llegar la pareja de modelos elegidos por ella, se reunió con el fotógrafo de la revista y organizaron todas las tomas. El tema de la editorial era” una noche de fiesta”.

Brittany decidió llamar a una nueva modelo, la chica era encantadora y tenía un aspecto fresco y elegante. Su acompañante sería un chico con el cual ya habían trabajado en otras ocasiones.

Después se dedicó a elegir los vestidos que se usarían para la sesión y entre todos ellos vio uno rojo que le encantó, era de Alexander Mcqueen, luego se lo probaría.



Al llegar a su oficina, Marley le informó que el director de la revista necesitaba hablar con ella, y que la esperaba en la sala de juntas. Sin tiempo que perder se dirigió al encuentro con su jefe.

Entró en la sala y vio que él estaba sentado esperándola. Cuando la vio llegar, se levantó y con una sonrisa cálida la fue a saludar:

―Brittany, pasa, tengo un tema que quiero discutir contigo―el hombre le besó ambas mejillas e hizo el gesto para que se sentara frente a él.

―Tú dirás Arite.

―Bueno, creo que sabes que hemos estado teniendo “problemitas” con la oficina de Francia.

―Sí, ya me he enterado.

―Bueno, esta mañana me ha llamado el jefazo del grupo y está pensando hacer una reestructuración en la parte de la editorial. Él está asombrado por tus logros aquí en tan poco tiempo, y quería saber, si en el caso de que se abra la vacante, tú estarías dispuesta a ir a París y ocupar el puesto de editora en jefe por cuatro meses, hasta que él tenga todo solucionado.

Brittany sorprendida por lo que su jefe le estaba diciendo, tardó un poco en reaccionar, pero colocó sus ideas en orden antes de hablar:

―¿Pero qué pasa con Unique? ella es una excelente profesional, lleva más tiempo que yo en esto y creo que ella es la indicada…me siento alagada de que pensaran en mí, pero no entiendo de qué va esto.

Brittany se sintió feliz de que pensaran que su trabajo era bueno, más viniendo del jefazo, pero algo tenía que pasar para que no consideraran a Unique, que era su mano derecha.

―Bueno, por lo que sé, Unique está pasando por un mal momento. Se acaba de divorciar y se ha tomado un permiso de un mes, porque la está afectando una pequeña depresión.

―Ya veo―a Brittany se le encogió el corazón.

Sentirse así era lo peor, ella lo sabía de primera mano, ese dolor no se curaría en un mes.

―Unique es la primera para ser considerada y pidió este tiempo para recuperarse, pero tú y yo sabemos que esto puede llevar varios meses. Así es que quieren saber, si Unique no vuelve, ¿querrías ir tú a París?

Brittany no lo volvió a pensar, a ella le fascinaba París.

―Sería una experiencia genial, claro que sí, si Unique no puede yo cubro los cuatro meses.

―Muy bien Brittany, no esperaba menos de ti, ahora te dejo, iré a comunicarle esto al jefazo. Adiós.

Se despidieron nuevamente con dos besos y ella se dirigió a su oficina.

Una vez ahí, Marley entró para interrogarla.

Brittany le contó lo hablado con su jefe y de la decisión a la que habían llegado.

―Maravilloso amiga, París, qué daría yo por ir a París. Pero si te vas, ¿quién quedará en tu lugar?

―Obviamente tú, Marley.

La castaña abrió los ojos como platos.

―¿Yo?

―Sí tú. Sabes todo acerca de cómo hacer la editorial, si yo voy, tú me cubres acá. Es solo por cuatro meses, sería una buena experiencia para ti.

―Gracias amiga. Si eso pasa no te defraudaré. Pero ahora volvamos al trabajo. Casi lo olvido, este sobre llegó para ti.

―¿Qué es?

―La invitación para la gala del museo de la moda. Es este sábado, este año está ligada a una fundación que trabaja con niños con cáncer. “Moda con un propósito” y tienes que elegir un vestido.

―Creo que ya lo tengo―dijo Brittany pensando en el Mcqueen rojo que había visto temprano―, Vamos, acompáñame a probármelo.

Las amigas se tomaron del brazo y se dirigieron al ropero de la revista, donde Brittany había dejado el vestido esa mañana.







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Santana estaba feliz, no parecía ser la ogra del fin de semana pasado en casa de su mamá.

Estaba en su despacho con un cliente, celebrando que habían ganado un millonario juicio. El cliente, era dueño de una automotora de autos de lujos y Santana le salvó literalmente el pellejo.

―Te debo la vida Santana. No sé cómo lo hiciste para ganar este caso, vales cada centavo que cobras. Mañana tendrás en tu cuenta los honorarios, y cualquier favor, ya sabes, solo tienes que hablar y lo tendrás.

―Pensando en eso, ya que sacaste el tema, sabes que soy una amante de los autos de lujo. Estoy pensando en comprar otro y me preguntaba si me harías un buen precio si lo compro en tu automotora.

Santana que era una coleccionista de autos, no podía perder esta oportunidad de conseguir uno a un buen precio.

―¿Qué auto quieres?

―Un Camaro.

―Te diré algo, vamos a mi oficina y saquemos a dar una vuelta al Camaro, si te convence es tuyo.

―¿Cómo mío? ¿De qué hablas?

―De eso Santana, si el auto te gusta es tuyo. Me has hecho ganar millones con esta demanda, lo mínimo que puedo hacer es darte ese auto como recompensa. Si lo quieres es tuyo ya.

La abogada se le iluminó la cara como a una niña cuando le llega el regalo que pidió por navidad.



Una hora más tarde, Santana daba vueltas por la ciudad, en su nuevo Camaro amarillo.




El martes, Santana llegó a la casa de su mamá a buscar a Emily.

El juicio que tenía se había prorrogado para otro día, por lo que se desocupó antes del tiempo previsto y decidió ir a por su hermana, para acompañarla como lo habían acordado.

Santana llegó con su nuevo auto y se estacionó frente a la entrada de la casa, su hermana se quedó sorprendida al ver de qué auto se trataba.

―Hola hermanita, ¿te gusta mi nuevo auto?

Emily no dijo nada, solo miraba fijamente el auto. Se acercó y lo rodeó fijándose en cada detalle y luego se puso a mirar a su alrededor, como si buscara algo.

Tan seria como podía, miraba al horizonte y se giraba sobre si misma, mirando de un lado a otro. Santana que ya no aguantaba más la interrumpió:

―¿Qué buscas Emily? ¿Se te perdió algo o alguien?

Ella sonrió y le dijo:

―Sí, se me perdió Optimus Prime. Hermana, ¿por qué te compraste un Camaro amarillo como Bumblebee?

―¡Ja!, que graciosa. Para que sepas que a todos le ha gustado mi auto y sobre todo por el color. Súbete.

―Me da miedo subirme y que en mitad de la carretera se transforme.

―Bueno, si sigues ofendiendo a mi auto te vas sola.

―Pero hermana, que gruñona estás, guarda ha Snixx, ya no aguantas ni una bromita.

―Bueno vamos, súbete o llegarás tarde a tu trabajo.


Tomaron la carretera para dirigirse a la ciudad.

Siguieron conversando animadamente, hasta que llegaron al centro, al edificio donde Emily tenía que presentarse a trabajar.

Aparcaron el auto en el estacionamiento y subieron en el ascensor hasta el décimo piso, donde se encontraba la revista, para la cual Emily debía realizar una sesión de fotos.

Llegaron a recepción, Santana se quedó a un lado, mientras su hermana preguntaba a una secretaria, dónde debía dirigirse para la sesión.

Todas las personas, que estaban en el vestíbulo en ese momento, se quedaron mirando a Santana.

Aunque vestía unos jeans gastados, zapatillas, un polo azul y una gorra de baseball de su equipo favorito calzada hasta las cejas, para ninguna pasó desapercibida.

Así vestida parecía una modelo.

Emily la tomó de la mano y se dirigieron al estudio que le indicaron.




Marley estaba parada en la oficina de Brittany, que se encontraba en lo alto del piso, sus paredes eran ventanas de techo a suelo, por lo que dominaba todo el vestíbulo.

Cuando la castaña miró sin querer hacia abajo, se dio cuenta en la pareja que cruzaba el vestíbulo.

La chica morena más alta era la modelo que Brittany había escogido para la sesión y la morena más bajita…

¿Santana?

―¿Qué hace el aquí? ¿Y de la mano de la modelo?

Marley pensó un minuto, debía avisarle a su amiga, pero no alcanzaría a llegar al estudio antes que la pareja.

Brittany se iba a llevar una tremenda sorpresa, así es que decidió dirigirse a la sesión, para ver la reacción de su amiga.



Santana y Emily entraron al estudio por una puerta que estaba al fondo de la habitación.

Esa parte quedaba casi en penumbras, toda la iluminación se dirigía a un telón blanco, ubicado en la pared más grande del estudio.


Cuando se fueron acercando, Emily apretó más la mano de su hermana, estaba muy nerviosa.

―Tranquila―le susurró Santana―Todo irá bien.

Se acercaron un poco más y Santana vio algo que lo dejó paralizada.

De espaldas a ella, inclinada hacia una mesa, donde se encontraba el equipo que mostraba el trabajo del fotógrafo, había una mujer, vestida con una falda lápiz negra hasta la rodilla, que se ajustaba a sus caderas, tacones altísimos y una blusa blanca sin mangas.

Pero lo que le llamó más la atención, era el largo cabello color amarillo que caía como cascada por su espalda.

Emily tuvo que tirar de ella para que avanzaran.

―No puede ser―susurró.

Mientras más se acercaban más se convencía que aquella mujer era su chica de rojo.

―¡Llegaron las modelos!―gritó Kurt, el fotógrafo encargado de la sesión.

Brittany se volteó de golpe y quedó helada al ver que la chica a la cual había elegido, venía tomada de la mano de la abogada.

Sintió un vació en su estómago y por unos segundos perdió la noción de dónde se encontraba.

Ahí, frente a ella, estaba la dueña de los ojos con los que había soñado las últimas noches.

¿Qué hacía ahí?

Las dos se quedaron sin palabras, mirándose fijamente.

Brittany estaba ahí, Santana contenta de volver a verla.

Santana estaba ahí, tomado de la mano de otra mujer.

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Capitulo 8

Santana y Brittany seguían sin decir nada, solo se miraban.

Emily pasaba su mirada de una a otra, de la rubia a la morena, como si estuviera viendo un partido de tenis.

¿Qué pasaba ahí?

Decidió interrumpir el duelo de miradas que se traían esas dos.

―Hola Brittany, espero que no te moleste que trajera acompañante a la sesión, es que no quería venir sola. Estoy un poco nerviosa.

Brittany salió del trance al escuchar la voz de la chica, que seguía tomando la mano de Santana.

―No te preocupes, no me molesta en absoluto.

Santana veía cómo la rubia se ruborizaba y cayó en cuenta que Emily no la había presentado, y que además, aún seguían tomadas de la mano.

Brittany debía pensar que Emily era una conquista.

―Brittany te presento a…

―Hola Brittany, ¿cómo estás?―se adelantó Santana a saludar antes de que su hermana hablara.

―Hola Santana, no me digas que ahora quieres ser modelo.

Santana curvó los labios, en una sensual sonrisa, esa que a Brittany le había gustado tanto, pero con la que estaba viendo, pudo comprobar que la morena era una mujeriega rematada.

Sintió un dolorcito en el corazón.

¿Por qué?

¿Qué era esa sensación?

―No, no me interesa el mundo del modelaje, solo vine a acompañar a mi hermanita pequeña en su primer trabajo importante. Me lo pidió y no puedo negarle nada a ésta señorita―dijo Santana, besando los nudillos de la mano de su hermana con cariño, dedicándole una sonrisa.

Brittany sintió que un gran alivio la inundaba, era su hermana.

¡Su hermana!

¿A qué venía tanta alegría por saber que la bella chica era de su familia?

En ese momento llegó Marley, quería ver cómo estaba su amiga.

Se acercó a su lado y saludó a la morena más baja que se encontraba entre ellas:

―Hola, Santana, ¿cómo estás?

―Marley... Muy bien, ¿y tú?

―Bueno hermana―habló por fin Emily, que se había dado cuenta que Santana conocía a las dos mujeres.

Pero juraría que Brittany le gustaba, cuando la miraba le brillaban los ojos.

―Veo que no necesito presentaciones.

―Las modelos a preparase―gritó Kurt, dando unos aplausos al aire para que se apuraran―Vamos, vamos chicas. Querida tú a maquillaje y peinado, y tú guapa morena a maquillaje y a ponerte el vestuario que está colgado en tu vestuario.

―No Kurt, Santana no es modelo, es la hermana de Emily―dijo Brittany.

―¿Cómo de que no? Pero mira la percha que tiene éste mujer por Dios, podría ser perfectamente una modelo famosa.

―No es modelo y voy a llamar a la agencia a ver qué pasó con el chico que nos iban a mandar para la sesión.

Brittany tomó su móvil y se apartó un poco para llamar a la agencia de modelos.

Santana y Marley se quedaron solas conversando divertidas, pero la morena seguía cada movimiento de la ojiazul.

Recorría con los ojos su cuerpo, de arriba a abajo y de vuelta otra vez, deteniéndose un largo rato en sus caderas, que se acentuaban deliciosamente con esa falda.

Brittany estaba enfadada, discutiendo por el teléfono, fruncía el ceño y entornaba los ojos de vez en cuando, se notaba que lo que le decía la persona del otro lado no era de su agrado.

―¿Cómo qué no sabes dónde está? , debería haber llegado hace una hora. Sí, a ella la tengo aquí, pero te dije que era una pareja. Te pagué por una pareja y si Noah no podía venir, debes mandarme a alguien que lo pueda reemplazar, ¿no crees?

Brittany estaba furiosa, no podía retrasar esta sesión, era la editorial principal de la revista, diez páginas que debía llenar con una pareja vestida de gala.

―¿Cómo qué no tienes un reemplazante? ¿Qué clase de agencia manejas? No, no puede ser para mañana, lo necesito hoy, eso decía el contrato que firmamos.

A Santana le gustaba cada vez más la mujer furiosa que tenía cerca.

Era tan apasionada y decidida, se imaginó que si estuvieran solas le quitaría esa ira contra la pared.

―¡No!, no me sirves, ya veré lo que hago, pero que sepas que esto lo veremos en tribunales ¿Cómo que por qué? A ver déjame pensar…. Se llama incumplimiento de contrato. No es la primera vez que tengo problemas contigo, pero hoy colmaste mi paciencia. Bueno, adiós.

Y dio un resoplido por la rabia que le hacía hervir la sangre.

―¿Qué pasó corazón?―preguntó Kurt, viendo la rabia dibujada en la cara de Brittany.

―Que en la agencia de modelos no saben por qué Noah no ha llegado, él no contesta su teléfono y no tienen un modelo para reemplazarlo. Dime Kurt, ¿qué diablos hago yo ahora? La sesión se tiene que hacer ya.

Emily ya estaba lista, pero estaba preocupada, porque sin una pareja, la sesión no podría realizarse.

―Se me ocurre algo―dijo Kurt y las cuatro cabezas que se encontraban en la habitación se giraron hacia él―Tú―dijo apuntando a Santana―Tú serías perfecta. Podríamos cambiar al hombre y colocar a dos mujeres, dos perfectas morenas.

―¿Yo qué?

―Sí, tú, el vestido te quedará de lujo y solo tienes que pararte al lado de Emily, ella hará toda la magia.

―Creo que no. No soy modelo ni me interesa serlo.

Emily intervino para convencer a su hermana, mientras Brittany aún no podía procesar todo lo que estaba pasando, y Marley solo miraba divertida cómo trataban de convencer a esta morena para que posara ante la cámara.

―Por favor San, hazlo por mí, ayúdame, sabes lo importante que es esto por favor.

―No Em, ya hice bastante con traerte hasta aquí, no me pidas más.

―Pero San, son solo unas fotos, no te cuesta nada.

―Te dije que no.

Santana se giró y se encontró con los claros ojos de Brittany.

La rubia sabía que no era lo que tenía planeado, pero Santana era guapísima y podría servir para salvar la sesión.

El problema al cual se enfrentaba ahora, era el de convencerla y tomó la decisión.

Ella debería hablar con Santana y lograr que se pusiera el vestuario y modelara junto a su hermana.

Se acercó a Santana y la cogió por un brazo apartándola del grupo.

―Disculpen. Santana necesito hablar contigo.

Se apartaron un poco para que nadie las escuchara.

―Si me vas a pedir que modele, te digo que por nada…

―Santana por favor―la interrumpió―Esto es muy importante para tu hermana y para mí, te pido que me ayudes, solo eso. Como dijo Kurt, solo tienes que pararte ahí, la cámara estará centrada mayormente en Emily.

―NO―contestó tajantemente.

―¿Puedo saber por qué no?

―Porque no quiero, búscate a otra, además necesitas un hombre, no una estupenda mujer como yo.

―Escucha, estoy contra el tiempo… Santana, te necesito, la idea de Kurt es buena.

A Santana esas palabras le erizaron la piel.

Se imaginó a la rubia diciendo esas mismas dos palabras en otra situación, que involucraba una cama y estar desnudas.

Se le ocurrió que tal vez esto podría ser beneficioso para ella.

―Así que me necesitas, ¿eh? ¿Y qué hay de lo que yo necesito?

―¿Qué necesitas Santana?―Brittany hizo la pregunta y tragó en seco.

¿Por qué tenía la impresión de que esta conversación estaba tomando un tono sexual?

―Necesito… una cita contigo―dijo cruzándose de brazos y con una pícara sonrisa instalada en su cara.

―¿Qué? creo que eso no es posible.

―Esa es mi oferta. Tú me quieres en tu sesión, yo quiero una cita contigo, negociemos.

―Una cita no―contestó―Qué tal un café, hoy después que hagas la sesión.

―Rubia, creo que con el desplante que me hiciste la otra noche, merezco más que un simple café.

La paciencia de Brittany estaba al límite, sentía que iba a estallar, iba a mandar todo a la mierda, comenzando por la sexy morena que tenía frente a ella sacándola de sus casillas.

―¿Sabes abogada? te estás llevando el último gramo de paciencia que me queda hoy. Si no quieres lo que te ofrezco, bueno no me queda más que cancelar la sesión, gracias de todas formas. Ahora ve y enfrenta a tu hermanita, porque cuando le diga que todo esto se cancela, será más fácil lidiar con la furia de cien leones que con ella.

‹‹¿Qué había pasado ahí?›› pensó Santana. ‹‹¿En qué momento se dio vuelta la tortilla?››.

Ahora Brittany tenía todas las de ganar.

No podía defraudar a su hermana y quería estar con Brittany, aunque fuera tomándose un mísero café, la quería cómo fuera.

Santana miró a Emily y luego a Brittany.

¿Qué estaba haciendo?

¿Qué le pasaba con esta mujer?

―Y bien Santana, ¿esa es tu última palabra?

Brittany alzó una ceja y Santana concentrada en esos ojos claros llenos de pasión y rabia, no se pudo negar más.

―Está bien, lo haré. Pero terminando la sesión te cobro el café.

Brittany le dedicó una sonrisa, media de triunfo, media sexual.

―Gracias Santana, nos acabas de salvar la vida. Vamos, te mostraré lo que tienes que ponerte para la sesión.

Se acercaron al grupo, la rubia adelante, la more naatrás mirando cómo esa falda se ajustaba a su trasero.

―Bien, Santana ha aceptado participar en la sesión. Kurt revisa la luz con Emily mientras yo llevo a Santana a ponerse el vestido.

Emily saltó sobre su hermana contentísima, le agradecía y la besaba en la cara repetidamente. Cuando ella se apartó, Santana se acercó a Brittany y le susurró al oído:

―¿Ves?, así es cómo se agradece Britt.

Brittany soltó una risa.

―Ella es tu hermana. Yo en este momento soy tu jefa, no se vería bien si te agradeciera de esa forma, ¿no crees?

Se dirigieron hacia el vestuario, donde se encontraba colgado un impecable vestido negro. Brittany lo descolgó y le pasó. Con un gesto de cabeza le indicó que entrara a un pequeño probador

―Toma, entra y ponte esto.

―Pero qué mandona eres. No me gusta que me manden.

―Por hoy te aguantas, entra y cámbiate.

―Está bien, entro y me cambio jefa.

Santana estaba divertida con la situación que estaba viviendo ese día con esta mujer que le gustaba cada vez más.


Al poco rato salió del probador, la ojiazul la miró de arriba abajo, ahora debería colocarse la peinarse.

―Bien, creo que te queda genial. Ahora pruébate estos zapatos, si no son de tu talla dime para buscar otros.

Santana se los calzó sin problemas, parecía como si el vestido y los zapatos hubieran sido hechos para ella.

―Bien, ¿y ahora qué jefa?―le dijo Santana con una media sonrisa en la cara.

Brittany sonrió pícara y la miró a los ojos.

―Bien... hay que peinarte.

Mirándola fijamente Santana hizo lo que la rubia le pidió.

Se hacerlo a un espejo y se arregló el cabello de una forma sutil y sofisticada, dejando su perfecto cuello al descubierto, Brittany era espectadora en primera fila de aquel magnífico cuello, donde días atrás ella había posado su boca.


Marley observaba todo desde el otro lado de la habitación, eso iba a acabar en algo caliente, se notaba que entre esas dos había una tensión sexual que inundaba todo el ambiente.


Brittany trataba de ser todo lo profesional que podía, estaba acostumbrada a vestir a los modelos para las sesiones de fotos, pero con la abogada sentía que algo se encendía en el interior de su cuerpo.

Ojalá Santana no lo notara, no quería que viera cuánto le afectaba estar a su lado.


Santana se dio la vuelta y Brittany se acercó y le acomodo algunos cabellos, se acercó al cuello de Santana para acomodarlos, la morena aspiro el olor a fresas que la rubia despedía y su cuerpo reaccionó.

Brittany pasó sus manos por la parte superior, alisando el vestido, hasta llegar a la cintura, Santana soltó un jadeo cuando sintió la mano de Brittany tan cerca.

―Si hubiera sabido que me ibas a hacer esto, hubiera dicho que sí antes de entrar por esa puerta.

―Trata de ser profesional, ¿quieres? Y ahora gírate para verte por detrás.

Santana se giró y Brittany miró cómo el vestido se le ajustaba a su trasero y sonrió para ella:

―Perfecto―dijo casi en un susurro.

―Gracias, trato de ejercitarme a diario. Para tener un trasero así hay que dedicarle trabajo, ¿sabes?

Brittany se sonrojó más que nunca.

¿Cómo podía la morena saber que le estaba mirando justo ahí?

Se volvió a sonrojar, más si era posible y tratando de ponerse seria le colocó un collar y ahora le tocaba el turno a sus orejas.

La agarró por el brazo y lo dirigió a una silla, donde estaban los aretes.

Emily al ver a su hermana sonrió, se veía tan guapa, podría pasar perfectamente por una modelo profesional.

―Hermana, creo que te equivocaste de carrera, deberías dedicarte a ser modelo, arrasarías.

―Em, vas a hacer que papá se revuelva en su tumba. Esto lo estoy haciendo solo por ti, ¿ok? Y ni se te ocurra decirle a Kitty, si lo llega a saber, me tendré que aguantar sus bromas hasta el año que viene.

―Gracias Tana por aceptar hacer esto, de verdad que te lo agradezco, sabes que es muy importante para mí.

―De nada hermanita, ya tendrás tiempo para devolverme el favor.

Santana sonrió y Brittany tragó el nudo que tenía en la garganta.

Brittany huyó de la ardiente mirada de la abogad y se fue a revisar que todo estuviera en orden para la sesión fotográfica.

Todo estaba listo, Santana y su hermana se paraban frente a la cámara y para la sorpresa de todos, la morena mayor resultó ser una buena modelo, captaba las instrucciones y era muy fotogénica.

Brittany estaba embelesada mirando a la abogada, se veía guapísima.



Luego de más de una hora de trabajo, Brittany dio por finalizada la sesión y todos aplaudieron.

La editorial se había salvado gracias a Santana, que no tenía idea de qué era ser modelo, pero que lo había hecho fantástico.

―Bueno Britt, yo cumplí con mi parte del trato, ahora te toca a ti cumplir con la tuya―dijo Santana acercándose al oído de la rubia―, Me cambio y nos vamos por ese café.

―No te preocupes, sé que tengo que cumplir mi parte. Te espero en mi oficina, frente a este edificio hay una cafetería que tiene cien sabores distintos. Cuando estés listo nos vamos.

Santana se fue a cambiar la ropa y buscó a su hermana para decirle que no podría llevarla de vuelta a casa.

―¿Qué? ¿Por qué me tengo que ir en taxi? ¿Dónde vas Tana?

―Voy a tomar algo con Brittany, por favor no me hagas un berrinche hermanita.

―No se me ocurriría hacerte algo así San, solo te pido que no te involucres con Brittany.

―Pero qué dices, es solo un café, creo que te diste cuenta que nos conocemos. Ella y yo tenemos una conversación pendiente, solo eso.

―Eso no te lo crees ni tú. Sé que ella te gusta, lo veo en tus ojos cuando la miras y también sé de tu reputación de mujeriega. Solo te pido que te mantengas alejado de ella. Brittany es la editora en jefe de esta revista y quiero que ella me siga dando trabajos importantes, ¿sabes? No lo arruines hermana, no quiero que ella me odie solo por llevar tu misma sangre.

―Tranquila, te dije que es solo un café. ¿Tienes dinero para el taxi?

Emily asintió con la cabeza, Santana la besó en ambas mejillas y se alejó para ir en busca de la mujer que la tenía de cabeza.



Brittany estaba en su oficina escuchando a Marley, que hablaba del destino y otras cosas.

Estaba feliz porque Brittany saldría con Santana, aunque solo fuera a la calle de enfrente, pero ese podría ser el paso para algo más.

―Si te invita a salir, dile que sí.

―Déjalo ya Mar.

―Se nota que le gustas amiga, no desperdicies este momento. Esto es obra del destino, una segunda oportunidad.

―Ya cállate, es solo un café y nada más que eso.

En ese momento, Santana aparecía por la puerta, con una gran sonrisa puesta en su cara.

―¿Lista?

―Sí, vamos. Marley, si pasa algo importante me llamas al móvil, ¿ok?

―Sí, no te preocupes. Ya ándate.

―Adiós Marley―se despidió Santana besándole la mejilla a la castaña, sabía que en ella encontraría una aliada para conquistar a Brittany.

―Adiós Santana―le dijo ella mientras le guiñaba un ojo.

Salieron del vestíbulo y entraron en el ascensor.

Brittany se colocó lo más alejada de Santana que pudo en un espacio tan reducido.

El trayecto de los diez pisos se le hizo eterno.

Las dos estaban nerviosas y no hablaron en lo que duró el viaje. Por fin salieron a la calle y cruzaron hacia la cafetería.

Brittany demasiado ansiosa, con el corazón a mil.

Santana decidida a conseguir una noche con esta mujer, que le había trastocado su mundo.

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Capitulo 9

Llegaron a la puerta de la cafetería, Santana la abrió para que Brittany pasara primero.

A esa hora, el local se encontraba lleno de hombres y mujeres con trajes de oficinistas.

Esa calle albergaba las oficinas de muchas empresas, desde agencias de publicidad, corredoras de bolsas y firmas de abogados.

Al entrar, Brittany se dirigió a la barra para hacer su pedido, en su camino, era seguida por la mirada de varias personas que se encontraban en la cafetería.

A Santana le dieron ganas de tener con ella su bate de baseball y golpear a cada una de esas personas que posaban la mirada sobre el trasero de la rubia.

‹‹Maldita falda›› pensó, se veía tan tentadora con ella, pero en ese minuto le hubiera gustado verla con un hábito de monja.


Llegaron a la barra, Santana se acercó y posó delicadamente su mano en la cintura de la rubia. Brittany sintió el contacto de la mano de Santana y su piel se erizó.

Hicieron el pedido y llegaron a una pequeña barra de taburetes altos, que se encontraba en un rincón de la cafetería.

Era el espacio más privado con el que contaba ese local.

Se sentaron, Brittany le dio un sorbo a su café, Santana solo era capaz de mirarla.

―Santana, quería agradecerte mucho lo que hiciste hoy, de verdad y no exagero cuando te lo digo, hoy me salvaste la vida―dijo un poco nerviosa.

―Bueno, la verdad es que no tenía muchas ganas de hacerlo, pero lo que dijiste, acerca de la furia de mi hermana, fue lo que me convenció. No conviene cruzarse con la ira de una mujer de mi familia. Aprecio mucho mi vida, y morir en las manos de esas mujeres, puede ser una manera horrorosa de dejar este mundo.

Brittany no pudo aguantar las ganas de reír ante tal ocurrencia. La última vez que habían estado juntos ella se había divertido mucho conversando con Santana.

Por su parte Santana quería preguntarle por esa noche que habían pasado juntas. No le gustaba darle demasiadas vueltas a las cosas, así es que tomando por sorpresa a Brittany le preguntó:

―¿Por qué te fuiste esa noche Brittany? ya sabes, me dejaste sola en el hotel. Te fuiste sin despedirte.

―Santana, no viene al caso hablar de eso. Ya pasó. Fuimos a ese hotel, porque las dos queríamos sexo esa noche. No creo que haya que darle más vueltas, y si me fui fue porque ya no tenía nada más que hacer ahí, ¿entiendes? además te ahorré el teatro de la despedida.

Santana la escuchaba, era como si hubiera sido una más.

De pronto se vio reflejada en la rubia.

Todo lo que Brittany le estaba diciendo, se lo había dicho, más de alguna vez, a alguna chica con la que se había acostado.

Así que eso era lo que se sentía.

Pero a esta mujer le gustaba y mucho, sabía que no le era indiferente y decidió jugar todas sus cartas.

―Britt, no me gusta andar con rodeos. Tengo que decirte que me gustas y mucho. Esa noche me hiciste sentir demasiadas cosas, no sé si tienes idea de lo sensual que eres. Me encantó estar unida a ti, me gustó todo lo que hicimos.

Brittany sentía que un escalofrío le bajaba por la espalda, esta mujer la descolocaba, pero no quería dejarse llevar por sus palabras.

Una vez escuchó a un hombre igual de hermoso y sexy y terminó destruida, le costó mucho salir desde el fondo del pozo.

Sabía que no debía comparar el comportamiento de un hombre con de una mujer, pero no quería acabar como antes.

Ahora, no estaba dispuesta a pasar por lo mismo, ella se había jurado no volver a sentir así nunca más por otra persona, sin importa del sexo que fuera.

No podía negar que la abogada le gustaba, pero sería mejor alejarse de ella ahora, que aún estaba a tiempo.

―¿Por qué no quieres una cita conmigo?

―Porque no.

―No me vale esa respuesta Brittany. Quiero salir contigo a cenar, al cine, donde tú quieras, quiero conocerte. Sé que estoy actuando como una demente, pero créeme que ni yo mismo me conozco. Solo sé que necesito estar contigo.

―Santana, no te puedo mentir, esa noche lo pase genial, pero solo fue esa noche. No quiero salir contigo ni con nadie.

Santana sentía, cómo la sangre comenzaba a hervirle de rabia ante la negativa de esta mujer.

¿Por qué la rechazaba?

No podía encontrar una explicación lógica.

Brittany le había dicho que no tenía pareja y entonces se le vino a la mente el porqué.

―¿Tanto daño te hizo?

Brittany se congeló ante su pregunta y trató de responder con toda la tranquilidad de la que fue capaz.

―¿A qué te refieres? No entiendo tu pregunta.

―La persona que te hizo daño. Para que actúes así, debe haber sido algo muy grave.

―Santana, deberíamos dejar esta conversación hasta aquí.

―Puedo ser muy insistente, ¿sabes? Siempre consigo lo que quiero, no por nada soy una de las mejores abogadas de la ciudad.

―No pierdas tú tiempo abogada, conmigo tu insistencia no te servirá de nada.

Brittany se levantó de la silla y se dirigió hacia la salida, Santana fue detrás de ella.

Cruzaron la calle.

Brittany hecha una furia y sin mirar atrás, entró en el vestíbulo del edificio y pulsó el botón para llamar el ascensor.

Santana venía tras la rubia como un toro de San Fermín, la tomó del brazo girándola hacia ella y sin importarle la gente, que a esa hora se encontraba en el edificio, la aprisionó contra la pared y la besó.

Fue un beso apasionado, con rabia, un beso que prometía sexo y algo más.

Santana le sujetaba las manos contra la pared a la altura de sus caderas. Brittany sorprendida abrió la boca para recibir su lengua y así el beso se intensificó.

Cuando Santana sintió que la ojiazul le respondía, se apartó de golpe y se quedó mirándola, las respiraciones de ambas estaban agitadas.

―No me voy a dar por vencida contigo Britt―le dijo sobre la boca de la rubia―, Te dije que puedo ser muy insistente, más cuando algo me gusta.

Santana se volvió a acercar, pero esta vez para pasar su lengua por el labio inferior de la rubia.

―Adiós Britt-Britt―Santana se apartó, se volteó y desapareció por la entrada del edificio a la calle.

Brittany no daba crédito a lo que había pasado ahí.

Sonó el timbre del ascensor y subió. Pulsó el botón de su piso y no se dio cuenta cuando el ascensor llegó a su oficina.

Como una zombie, caminó hasta su escritorio y se tiró en su silla a pensar en aquella mujer que había llegado a mover su mundo.

En ese instante entraba Marley a la oficina.

Quería saber qué había pasado entre Santana y su amiga.

Como una metralleta le disparó con preguntas.

―Amiga, cuéntamelo todo. ¿Cómo te fue? ¿Qué te dijo? ¿Britt? Britt, ¿qué te pasa?

Brittany estaba blanca y callada.

Se levantó de golpe, tomó su bolso y caminó hacia la puerta de su oficina.

―¿A dónde vas? Brittany háblame, ¿qué te pasa?

―¡Me pasa, que no quiero que me preguntes nada!―le dijo levantando la voz―Me pasa que quiero estar sola, déjame en paz por favor. Me voy a mi casa, no me siento bien, mañana nos vemos.

Marley la siguió, no podía dejar que su amiga se fuera sola en ese estado.

―Espera Britt, te acompaño.

La rubia ni la escuchó, pero su amiga la alcanzó y bajaron hasta el estacionamiento.

―Las llaves Brittany, dame las llaves del auto.

―¿Qué? Es mi auto, yo lo voy a manejar.

―No sé qué te pasó, no te voy a preguntar, pero en este estado no puedes manejar. Así es que dame las llaves.

Brittany se las dio, Marley tenía razón.

No era prudente manejar en ese estado.

Subieron al auto y se dirigieron a casa de Brittany.

Una vez ahí la rubia se quitó los zapatos y se fue directo hasta el bar. Revisó las botellas, hasta encontrar lo más fuerte que tenía para tomar.

―Jeam Bean, perfecto, justo lo que necesito.

Se sirvió un vaso, con tres dedos de licor y se lo tomó de golpe, haciendo una mueca y ante la atónita mirada de Marley.

Luego se sirvió otro y se sentó en el sofá de su sala, cerrando los ojos para tratar de calmarse.

Su amiga solo miraba, no iba a preguntarle nada, aunque se muriera de ganas en ese momento.

¿Pero qué era lo que había pasado?

―¿No me vas a preguntar nada Mar?

―No me atrevo.

―Pero vamos, te mueres por saber, anda pregunta―Brittany lucía una sonrisa amarga, triste.

―Britt, ¿qué fue lo que pasó? Dime por favor, me tienes preocupada.

Brittany dio otro largo sorbo a su trago que quemaba su garganta como el demonio.

―Santana me pidió una cita, pero le dije que no. Me dijo que le gusto y mucho, pero la rechacé. Luego me besó y se fue. Eso fue lo que pasó.

―Pero Britt, ¿por qué la rechazaste? te dijo que le gustas y mucho. Pero sí se le nota a leguas que la traes de cabeza.

―No sé Marley, no sé qué me pasa. Pensé que si la veía otra vez no iba sentir nada, pero es como si mi cuerpo necesitara estar cerca de ella y eso me da miedo. Santana me gusta y estoy aterrada. No quiero pasar por eso otra vez, ella es el tipo de persona bella, mujeriega, que se cree dueña del mundo y cree que nadie puede decirle que no.

―Pero ¿cómo sabes que es así? Quizá te llevas una sorpresa. Britt, Santana no es Rory, ni siquiera es hombre. ¿Por qué no te das el tiempo de conocerla?

―Porque tengo miedo Marley, no quiero volver a entregarme a una persona y volver a sufrir.

Brittany no pudo contener las lágrimas y comenzó a llorar como una niña. Su amiga se acercó y la abrazó con todas las fuerzas que pudo. Hace tiempo que no veía a Brittany llorar así tan desconsolada. La última vez fue cuando pasó lo de su novio Rory.

Brittany conoció a Rory cuando ella comenzaba a trabajar en la revista.

Rory era un ex modelo que había decidido seguir el camino de la fotografía y trabajaba para la revista haciendo las editoriales.

Era un hombre hermoso, alto, de cabello castaño y unos penetrantes ojos celestes.

A Brittany le gustó al instante en que lo vio. Aunque él no se acercó a ella hasta que pasaron unos seis meses y le pidió salir.

Rory era encantador, sexy, ella quedó prendada de él en la primera cita, y cuando la besó, cayó completamente enamorada.

Continuaron saliendo, pero todo los meses, a ella le llegaban rumores sobre lo mucho que a Rory le gustaban las mujeres y terminaban discutiendo, pero al otro día volvían a reconciliarse y así siguieron por un año.

Salían y se divertían, Brittany estaba cada vez más enamorada.

Le seguían llegando rumores, pero ella hacía oídos sordos.

Un día, después de una discusión por una llamada que alertaba a Brittany sobre una infidelidad de Rory, él desapareció, para volver tres días después a la casa de ella y pedirle de rodillas que se casara con él, diciéndole que ella era la única mujer en el mundo y que quería vivir con ella hasta el final de sus días.

Brittany no podía más de felicidad.

Dieron la noticia a toda la gente más cercana y decidieron poner fecha para tres meses después.

Todo estaba listo, Brittany con la ayuda de su gran amiga Marley, escogió un hermoso vestido.

El gran día se acercaba.

Como Brittany había perdido a sus padres en un accidente de transito, su hermana Quinn cumpliría el papel de entregarla en el altar.

El día de la boda, Quinn quiso sorprenderla y alquiló un Rolls Royce para llevarla a la iglesia.

Salieron de la casa media hora antes de la ceremonia. Cuando ya faltaban quince minutos para que comenzara la ceremonia, Marley que se encontraba en la iglesia organizando todo, llamó a la hermana de Brittany para decirle que dieran otra vuelta, porque el novio aún no aparecía.

A la ojiazul le entró el pánico, algo tenía que haberle pasado a su amor para que no llegara a la iglesia.

Otra vuelta y pasó media hora y él aún no daba señales de vida.

Marley le dijo a Quinn, que un mensaje había llegado al celular de Brittany, que ella tenía en ese momento en su poder.

Tal vez fuera de él, pero Marley no se atrevió a abrirlo, presintiendo lo que pasaría si lo hacía.

Dirigieron el auto nuevamente a la iglesia, Marley salió a su encuentro, se subió en el auto y le extendió el móvil a Brittany. Ella lo tomó con manos temblorosas y abrió el mensaje.

Lo leyó, palideció y dejó caer el teléfono, pidiéndole a su hermana que la llevara a su casa.

Una vez en ella, se tiró al suelo y comenzó a llorar desconsolada.

El mensaje que Rory le había enviado, decía que no podía casarse con ella, que se había dado cuenta que no la amaba y que lo perdonara por no decírselo antes, pero que no podía seguir con la mentira que era esa relación.

Brittany entró en una depresión que la hizo pedir un mes de permiso en su trabajo. Apenas comía y la única persona que podía estar con ella era su amiga Marley.

En ese tiempo se fue enterando de todos los engaños de Rory.

Él había salido con la mitad de las chicas que trabajaban en la revista, se sentía una idiota.

Un día, ya cansada de llorar en el hombro de su amiga, tomó la decisión de que no valía la pena seguir en ese estado.

Se prometió volver a ser la misma de antes y mejor.

A poner la sangre en el trabajo, que era lo único fiel que tenía, y la promesa que jamás rompería por nada del mundo, nunca más entregaría su corazón a una persona.

Sobre todo si era guapa y tenía fama de mujeriega.

No importaba si era hombre o mujer.

Podría volver a entregar su cuerpo al sexo, pero su corazón al amor nunca más.

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Capitulo 10

Después de que el martes, Brittany se fuera a su casa a llorar en el hombro de su amiga y tomarse casi media botella de Jeam Bean entre las dos.

Brittany decidió que el miércoles no iría a trabajar, ya que estaba con una terrible resaca. Su amiga la cubrió y la mantuvo informada de todo lo referente al trabajo.

Marley decidió no volver a tocar el tema de Santana.

Brittany se negaba a darse una oportunidad de conocerla más. Mientras Marley le decía que no tenía por qué ser igual que su relación anterior, que las mujeres no eran igual a los hombres, que por último fuera su amiga y que de vez en cuando terminara con su amiga en la cama, fue imposible sacar a Brittany de su línea.

Al final, Marley se dio por vencida y la dejó tranquila.




Antes de finalizar el día, la castaña llamó a su amiga para ver cómo estaba:

―Hola Britt, ¿estás mejor?

―Hola Mar, claro que estoy mejor. Ya no me duele la cabeza y adelanté un montón de trabajo para mañana. Y a ti, ¿cómo te fue hoy?

―Uy… amiga, estoy feliz. Kitty me llamó y me invitó a cenar, así es que ahora me voy a mi departamento, para cambiarme y esperar a que me pase a buscar.

Brittany se alegró por su amiga y sintió un poquito de envidia. Hace tiempo que no veía a Marley así de feliz.

―Qué bien Mar. Cuídate, pásalo bien y mañana me cuentas.

―Bien, nos vemos, te mando un beso. Adiós.


Brittany se dio un baño de tina y al rato se colocó su camiseta de dormir y se relajó en su cama, para al poco rato quedarse profundamente dormida.




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Santana se encontraba en el departamento de Kitty.

Hace días que no hablaba con ella personalmente y decidió hacerle una visita. Pero cuando llegó, se encontró con que éste se estaba arreglando para salir.

Santana le había contado por teléfono todo el episodio vivido con Brittany y Kitty le dijo que lo siguiera intentando hasta que lo lograra.

―Prima, quería hablar contigo, pero veo que vas a salir.

―Sí Santana, creo que tendremos que dejarlo para mañana, no me gustaría hacer esperar a Marley, ¿me entiendes verdad?

Santana miraba divertida cómo su prima se arreglaba para su cita.

―Pero a ti te dio fuerte con Marley.

―¿Y a ti no prima? O me vas a decir que Brittany no te trae loca y que si ella quisiera podrías barrerle el suelo por donde ella pasa con la lengua.

―¡Ja!, no diré nada, pero creo que tienes razón, me pondría de alfombra si ella me lo pidiera. Pero bueno Kitty, mejor me voy, espero que tengas mejor suerte que yo. Nos vemos.

Kitty sintió un poco de pena por su prima, la veía tan desolada por esta mujer.

Nunca antes había actuado así, tan desesperada por conseguir algo en la vida.

―Bueno San, mañana hablamos, ¿ok?

―Sí prima, mañana hablamos.

Santana salió del departamento de Kitty y se dirigió al suyo, se tiró sobre su enorme cama, aún vestida y cayó en un sueño de ojos claros, vestido rojo y tres lunares en la cadera.






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Llegó el día sábado y Brittany venía entrando a su casa directo de la peluquería.

Era la gala del museo de la moda y decidió recogerse su larga melena rubia, en un moño alto.

El hermoso vestido rojo era largo, tipo sirena, con unas pequeñas mangas y un cinturón metálico en color dorado. Por delante el vestido era recatado, pero por atrás era tremendamente sexy. Toda su espalda al descubierto hasta la cintura.

Llamó un taxi, no tenía ganas de conducir, menos con ese vestido y con los tacones asesinos que llevaba puestos.

A esa gala estaban invitados todos los medios de comunicación, importantes diseñadores, figuras políticas y del espectáculo.

Este año, la gala tenía un sentido especial, ya que se estaba apadrinando a un centro de niños enfermos de cáncer “moda con un propósito” decía la invitación.


El taxi llegó al museo y ella se bajó.

Había una alfombra roja, por donde tenían que pasar los invitados y donde se encontraban los fotógrafos de diarios y revistas, para tener las mejores fotografías para sus respetivos medios.

Cuando Brittany llegó a la altura donde se encontraban los fotógrafos, los destellos de las cámaras la atacaron, se veía tan bien con ese vestido rojo, que parecía una estrella de cine.

Entró al gran salón del museo, que ya se empezaba a llenar de gente, paseó su mirada por todo el salón tratando de ver si había algún conocido, pero todo lo que veía era gente y más gente desconocida.

Los hombres todos vestidos elegantemente con smoking y las mujeres guapísimas con sus vestidos de diseñador.

De pronto, una voz le llegó a Brittany, una voz familiar que la llenó de alegría:

―¡Siempre tan bella señorita Pierce!

Ella se giró para saludar al hombre que tenía a su lado.

―¡Hola Will, tanto tiempo! Me alegro mucho de verte.

Ella se acercó y abrazó a este hombre.

Era William Schuester, director del diario financiero del país. William era el mejor amigo del papá de Brittany y también su padrino.

―¿Cómo estás pequeña? Cuánto tiempo sin verte y mira dónde nos venimos a encontrar. Ven, vamos por una copa.

Ella lo tomó del brazo y se encaminaron a por una copa.

―Brittany estás bellísima en ese vestido. Creo que hoy me quedaré toda la noche contigo para espantar a los moscos.

―Qué dices Will―ella le dedicó una tierna sonrisa.

Ese hombre era muy importante para ella, él la había ayudado cuando su papá murió, aunque no se veían tan a menudo como quisiera, sabía que siempre podía contar con él.

En ese momento se acercaba a ellos un hombre también mayor. Iba acompañado de otro hombre de un poco más de treinta, rubio de ojos verdes, muy guapo.

―Schuester, usted siempre rodeado de bellas mujeres.

―Senador, tanto tiempo ¿Cómo está?

Los hombres se estrecharon las manos amistosamente, se notaba que se conocían hace mucho.

―Senador Evans, le presento a mi ahijada, la señorita Brittany Pierce,
Brittany te presento al senador Thomas Evans.

El hombre le besó la mano a Brittany, como un antiguo caballero y siguió hablando para presentar al hombre que estaba a su lado.

―Señorita Pierce, un placer conocerla. Will quizás te acuerdas de mi hijo.

―¿Sam? Pero mírate si ya eres todo un hombre ¿Tanto tiempo ha pasado? Si hace nada que eras un adolescente.

―Sí Will, han pasado muchos años desde que nos vimos.

Se estrecharon las manos y luego el repitió el gesto de su padre y besó la mano de Brittany.

―Señorita Pierce, Sam Evans, es un placer conocerla.

Ella solo asintió con la cabeza a forma de saludo.

Un mesero se acercó con copas de champagne y los cuatro se pusieron a conversar sobre distintos temas.

Para sorpresa de Brittany, el hijo del senador era muy simpático, ella le contó de su trabajo, él le dijo que había estudiado derecho y política internacional y que ahora trabajaba con su padre en la campaña de reelección de éste.

La banda musical, que animaba la velada, comenzó a tocar acordes de bossa nova y las parejas comenzaron a acercarse a la pista de baile que se había montado en el salón contiguo.

Sam le extendió la mano a Brittany para invitarla a bailar y ella aceptó. Llegaron a la pista y él le tomó una mano y la otra la posó en la cintura de Brittany, apenas le rozaba con un dedo la espalda desnuda.

―Me alegra que mi papá me haya obligado a venir a este evento, ¿sabes?

Brittany le dedicó una sonrisa nerviosa, el tipo era guapo, pero algo dentro de ella le decía que mejor lo mantenía a distancia.

―¿Por qué dices eso?

―Porque te pude conocer a ti. Yo no asisto mucho a estas galas de beneficencia, sé que eso no es bueno para alguien que trabaje con un senador, pero estar con tanta gente estirada me molesta un poco.

―Entonces deberías plantearte tu vocación, quizás a ermitaño.

Él sonrió y apretó un poco más a Brittany cerca de él. Siguieron bailando y conversando de la vida.



En el otro extremo del salón, se encontraba Maribel López con su hija mayor Santana.

Maribel era la presidenta de la fundación de niños a la cual estaba destinada esta gala.

Maribel, del brazo de su hija, caminaba por el salón saludando a conocidos.

Llegaron a un lado de la pista de baile y Santana vio a su ex amigo Sam bailando con una mujer que vestía un sexy vestido rojo, ella no veía su cara, pero tenía la vista de una bella y sensual espalda.

―Lo que faltaba, encontrarme aquí a este bocha-trucha―dijo Santana para si misma.

Hace unos dos años ella y Sam habían tenido un problema que hizo que su amistad se quebrara por completo.

Santana seguía observando a la pareja hasta que ésta hizo un giro y cambió de posición.

Santana quedó de piedra.

La mujer con la hermosa espalda era Brittany, su chica de rojo, y estaba bailando muy risueña con el carbón de su ex amigo o mejor dicho su enemigo en este momento.

A Santana se le calentó la sangre, quiso correr hacia la pareja y arrancar a la rubia de las garras del hijo del senador.

―Porqué se puso ese vestido―susurró entre dientes, con la mandíbula apretada por la rabia.

¿Qué podía hacer?

No montaría un espectáculo en un acto de beneficencia y más si era organizado por su mamá.

Pasó un mesero, cogió una copa y se la bebió de golpe, para al instante tomar otra.

Vio que la pareja salía de la pista y los siguió con la miraba. Llegaron donde se encontraba el senador con Will Schuester.

Santana conocía a Will de hace algunos años, ya que su papá había tenido negocios con él.

Santana solo esperaba que Brittany se alejara para poder hablar con ella.

¿Qué hacía ella del brazo de Schuester?

Santana estaba cegada por la ira de verla sola con tres hombres y más con Sam.

Apenas si escuchaba lo que su mamá hablaba.

―Tana, hija, acompáñame a saludar al senador Evans y al señor Schuester. Quiero agradecerle personalmente al senador su presencia esta noche.

―Genial―dijo Santana, mascullando las palabras entre sus dientes.

Se acercaron al grupo, Maribel del brazo de su hija. El senador fue el primero en darse cuenta de la presencia de aquellas mujeres.

―Querida Maribel, ¿cómo estás? Te felicito por la organización de la gala, siempre tan perfecta.

Brittany que estaba bebiendo de su copa, casi la derrama cuando levantó la vista y vio a Santana frente a ella. Trató de actuar con toda la calma que pudo, pero sentía que su cara ardía como si le fueran a salir llamas.

Sam le dedicó una mirada asesina a su ex amiga, pero Santana ni se fijó, solo tenía ojos para Brittany.

Maribel saludó a los hombres con dos besos en las mejillas y al igual que Santana. Aunque hubiera querido hacerle una llave de lucha libre a Sam cuando le dio la mano con un saludo rápido e impersonal.

―Y esta bella joven, ¿quién es?―preguntó Maribel, mirando con una gran sonrisa a Brittany.

‹‹ Mamá, ella es la mujer que me trae por el piso››, quiso responder Santana.

Pero Will Schuester se adelantó.

―Querida Maribel, tengo el agrado de presentarte a mi ahijada, la señorita Brittany Pierce. Brittany ella es Maribel López, la organizadora de este evento.

Maribel se acercó y le besó ambas mejillas.

―Querida, un gusto conocerte. Will no sabía que tenías una ahijada tan bella.

Brittany se ruborizó y Maribel continuó para presentar a su hija:

―Brittany, te presento a mi hija...

―¿Cómo estás Britt?―dijo Santana, cortando la presentación de su mamá.

Santana se acercó y le besó una mejilla. Brittany se derretía ante el contacto de sus labios en su cara.

Brittany pensó, que la última vez que se vieron, ella terminó llorando en su casa, por no tener claros sus sentimientos por la morena. Pero verla frente a ella, en un ajustado vestido y con esos preciosos ojos que tanto le gustaban, hizo que su sangre se calentara a mil grados.

Solo quería estar con la morena, besarla, tocarla.

Ni ella se entendía, en un minuto quería salir huyendo y en otro quería perderse con la morena en alguna cama.

―Hola Santana―dijo casi con un hilo de voz.

Maribel miró a su hija y vio un brillo intenso en sus ojos, y miró a Brittany que estaba sonrojada.

―Al parecer ustedes se conocen.

―Sí señora López. Soy editora de una revista de modas y su hija menor hizo una editorial para mí.

No iba a contarle la verdad de cómo se conocieron a la mamá de Santana, siguió:

―Su hija Santana la acompaño ese día y ahí nos conocimos.

―Pero que pequeño es el mundo, ¿verdad hija?

―Sí mamá, muy pequeño―dijo Santana sin quitarle de encima los ojos a Brittany.

Sam, que veía las miradas ente Brittany y Santana, se acercó más a la rubia y le ofreció otra copa de champagne. Ésta la aceptó y desvió la mirada hacia su acompañante, él le susurró algo al oído y ella sonrió.

A Santana le dieron ganas de descuartizar al tipo en ese momento.

Brittany miraba de reojo a la abogada, se veía tan guapa parado al lado de su mamá, pero notaba un poco de tensión entre ella y el hijo del senador.

Notó que, desde que Santana se había acercado al grupo, Sam se había pegado más a ella.

Santana ya había contado hasta mil para tratar de calmarse y no sacar a Brittany a rastras como una troglodita.

Tener delante de ella a la mujer que le quitaba el sueño, al lado de su ex amigo, era algo insoportable.

En ese momento decidió terminar con el calvario.

Se acercó a la rubia y habló con voz muy calmada:

―Britt, ¿me harías el honor de bailar conmigo por favor?

Brittany la miró y no fue capaz de negarse a la hermosa morena que le revolucionaba las hormonas.

Posó su mano sobre la que Santana le extendía y le dedicó una sonrisa nerviosa.

―Mamá, caballeros, si me permiten voy a la pista con esta bella señorita.

―Cuídamela Santana―le dijo Will con una sonrisa cómplice.

Maribel, con una enorme sonrisa en su cara, veía cómo su hija se alejaba con la joven hasta llegar a la pista.

Sabía de la fama que rondaba a su hija, pero con esta chica había sido distinto.

Algo en su mirada le decía que a Santana, la rubia la le gustaba, y ella les prendería una vela a todos los santos para que su hija sentara cabeza de una vez.

Santana y Brittany llegaron a la pista y se colocaron una frente a la otra. Tomándola por la cintura la acercó más.

Todo lo que había deseado esos días era tenerla así de cerca, sentir su aroma, su respiración.

Luego subió un poco su mano, tocando la espalda desnuda de Brittany, ésta sintió una corriente que le recorría desde la cabeza a los pies.

¿Qué tenía la morena que con solo un roce la desarmaba por completo?

Le gustaba, pero se negaba a sentirse así, le daba medio.

En cambio a Santana no le importaba nada ni nadie.

Solo quería estar con la ojiazul, no la conocía bien, no sabía nada de su vida, pero ella se había convertido en una exquisita obsesión.

Por un rato se quedaron así, solo meciéndose al ritmo de la música, sintiendo la respiración una de la otra, hasta que Santana rompió el silencio:

―No sabía que te interesara la política Britt.

―¿Qué problema tienes con el hijo del senador?

Santana se sorprendió ante la pregunta.

¿Tan obvió era que ninguno de los dos se soportaba?

―Muchos, pero no quiero hablar de eso ahora. Lo único que voy a decir es que te mantengas alejada de él por favor.

―Vaya, sí que tienes problemas con Sam―le contestó Brittany con el ceño fruncido―, A mí me pareció un tipo encantador.

Santana sintió que iba a explotar.

―¿Encantador? Ese de encantador tiene lo que yo de célibe.

―Santana, si vas a seguir así o me cuentas que pasó o mejor vuelvo al lado de mi padrino.

―No me gusta mucho hablar de ese tema. Solo te contaré que, Sam y yo nos conocemos desde el colegio, era mi mejor amigo junto con mi prima. Luego estudiamos leyes en la universidad. Tuvimos un problema y nuestra amistad se quebró.

Brittany supo en ese momento que el problema había sido una mujer, pero no quería preguntar más, una punzada de celos la invadía.

A ella no le correspondía entrometerse en ese tema, ellos no eran nada y no debía ponerse en el plan de novia celosa cuéntamelo todo.

―Britt, no quiero seguir hablando de este tema, solo quiero estar contigo y no pensar en nadie más.

Santana se acercó más a la rubia y depositó un beso entre el lóbulo de su oreja y su cuello.

Brittany se estremeció, lo único que quería era besar a esta mujer.

Santana sentía que Brittany se estremecía por el contacto de sus labios y la tomó por la mano para salir del salón, necesitaba estar a solas con ella.

―Ven, sígueme.

―¿A dónde vamos?

―A tomar aire a la terraza.

Una vez ahí, llegaron a la orilla del balcón, Brittany se apoyó en la baranda, mirando la espectacular vista que tenía de la ciudad.

Santana se paró detrás de la ojiazul, observando su espalda, era demasiado sexy, debería ser ilegal.

Avanzó hasta quedar más pegada.

La rubia cerró los ojos al sentir su respiración. Santana le plantó un beso en la nuca y Brittany perdió la razón.

Luego, deslizó su dedo índice por toda su columna vertebral, un calor comenzó a emerger desde lo más profundo de la rubia.

Un beso más y Santana podría hacer con ella lo que quisiera.

―¿Por qué este vestido Britt?

―¿No te gusta abogada?

―Nooo… me encanta, sobre todo esta parte―y le dio un perezoso beso en medio de la espalda―Pero así como me encanta, saca lo peor de mí. Todas las personas te estaban mirando en el salón―otro beso―Me entraron unas ganas de asesinar a más de alguna y no vine con mi arma―otro beso.

Brittany apretaba las manos en el balcón para no tambalearse.

Santana la giró y la aprisionó más a la baranda. Se miraron durante unos segundos y Santana no resistió más, la tomó por la nuca para besarla, con tanta intensidad, que Brittany se entregó en ese momento a todo lo que esta mujer quisiera hacerle.

Brittany la tomó por la cintura, acercando más sus caderas.

Santana beso comenzó a intensificarse y Brittany pensó que perdería la cabeza, ya no le importaba nada. Solo quería estar con la morena, dónde y cómo fuera, le hacía que su sangre ardiera y eso le gustaba, la hacía sentir viva.

Santana terminó el beso y colocó su frente sobre la de Brittany, las dos jadeantes deseosas de más.

―Britt… dime que sí por favor.

―¿Qué sí?―dijo media atontada.

―Ven conmigo a mi casa. Te deseo como no te imaginas. Por favor.

Brittany alargó el silencio, no porque no quisiera, sino porque no le salían las palabras.

Santana se puso tensa pensando que el silencio significaba que Brittany la volvería a rechazar.

―Sí San, yo también te deseo, iré contigo dónde quieras.

‹‹Ay, por qué dije eso›› se reprochó para sí misma Brittany.

El deseo por esta hermosa mujer la convertía en una boba, ella iría y disfrutaría con la morena, eso lo tenía claro.

Lo que no tenía claro era la lucha de sentimientos que comenzaba en su corazón.

No podía mostrar sus sentimientos a Santana.

Se daría el tiempo de conocerla, como le había dicho Marley, pero no le dejaría entrar en su corazón, eso estaba decidido.


Santana con una gran sonrisa la tomó de la mano para sacarla de la terraza y volver al salón.

―Vamos, tengo el coche estacionado en el subterráneo. Nos despedimos de mi mamá y salimos de aquí.

Brittany solo asintió con la cabeza.

Llegaron hasta donde se encontraba Maribel, quien no podía creer que su hija se acercaba a la rubia, con esta chica de la mano. Les dedicó una gran sonrisa, con los ojos iluminados, igual que los de su hija.

―Mamá, me tengo que ir ¿Te molestaría volver en el auto con la tía Amelia? Voy a llevar a Britt a casa.

―Claro que no hija, ve, yo me las arreglo acá.

Maribel miró a Brittany con ternura, no sabía por qué la muchacha le había caído tan bien sin conocerla.

―Mañana te llamo―le dijo Santana a su mamá.

Maribel se acercó a Brittany para despedirse.

―Fue un placer conocerte Brittany. Espero que Santana te invite un día a mi casa, a almorzar o a cenar. Cuando tú quieras.

Y se despidió de ella con un beso en la mejilla y un abrazo. Luego abrazó a su hija y acercándose a su oído le susurró:

―No lo eches a perder Santana, ella es para ti―y le besó la mejilla, para luego pasarle la mano por la misma.

―Adiós mamá, te quiero.

Y cogiendo de la mano a la chica de rojo, que se encontraba a su lado, salieron del museo para dirigirse a su auto.


Santana estaba feliz, nunca pensó que ese día el destino estaría de su parte.

La llevaría a su casa, y si fuera necesario, la amarraría a la cama para que no se escabullera por la noche.

Lo único que Santana quería era amanecer con esa mujer entre sus brazos.

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Capitulo 11

Santana condujo su auto sobre el límite de la velocidad, solo podía pensar en que Brittany estaba con ella y lo que haría con la rubia.

¿Qué le estaba pasando?

La llevaba a su casa, rompía las reglas que se habían puestos años atrás con su prima.

Pero era Brittany y la quería en su casa y en su cama.


Llegaron al edificio donde Santana tenía su departamento. Un edificio de cinco pisos, el departamento de Santana estaba en el último. Eran dos departamentos por piso, pero Santana tenía el último piso solo para ella.

Tomaron el ascensor y una vez adentro Santana la abrazó y comenzaron a besarse como si fuera la primera vez.

Llegaron al departamento y entraron dando tumbos entre manoseos y besos.

Brittany soltó el pequeño bolso de fiesta que tenía entre sus manos y este cayó al suelo.

Santana la apretó contra la pared del vestíbulo, le fue levantando el vestido, para hundir sus manos en los muslos de ella.

―Brittany, te deseo tanto.

Bruscamente la giró, la rubia quedó con su cara pegada a la pared. Santana besaba su espalda y le daba pequeños mordiscos.

―Este vestido te queda malditamente bien, hace que mi atención se fije en tu espalda. Nuestra primera parada será en mi cama, pero te voy a dejar el vestido puesto, quiero hacerte el amor mirándote la espalda, que se ve extremadamente Sexy.

La levantó en vilo y la llevó a su cuarto. Lo poco que pudo mirar Brittany del departamento, mientras la morena se dirigía a su dormitorio, le gustó.

La decoración era elegante, sillones en cuero negro. El negro, el gris y el blanco dominaban toda la decoración de la sala.

Llegaron al dormitorio y Santana la posó en el suelo. Se el vestido y lo tiró sobre un sitial, que estaba en un rincón del cuarto. Se paró frente a la rubia y la besó suavemente, pasando su lengua por el labio inferior de Brittany, terminando con un pequeño mordisco.

Brittany le sacó el sujetador. Entonces Santana la giró y la depositó boca abajo en la enorme cama. La rubia ladeó la cabeza, dejando aprisionada una mejilla sobre el suave cobertor de plumas blanco que cubría la cama.

Santana se inclinó hacia ella para besar la espalda de la rubia.

Beso tras beso Brittany gemía y se estremecía.

La necesitaba junto y dentro de ella ahora, esto era una dulce tortura, pero la morena se tomaba todo el tiempo del mundo.

Hace días que soñaba con tenerla en su cama, así es que se lo iba a tomar con calma.

Brittany tenía las manos a la altura de su pecho, con las palmas apoyadas en la cama, Santana apoyó su pecho en la espalda de ella, le besó y mordisqueó el cuello.

―Mm...Me excitas tanto rubia, nunca antes me había sentido así.

Comenzó a subirle el vestido, acariciándole los muslos hasta dejar al aire su trasero, hoy cubierto con un tanga de seda roja.

―Eres la chica de rojo de pies a cabeza.

Brittany soltó una risa y Santana le bajó el tanga lentamente. Luego le besó el trasero.

Brittany no podía hablar, se le secaba la boca, iba a morir por combustión.

Santana se quitó las bragas, lentamente comenzó baja su mano hasta la cavidad de la rubia y la penetro con dos dedos. Brittany al sentirla dentro, se empujó con sus manos y arqueó su espalda, lanzando un gemido.

Santana se movía lento, entraba y salía pasando su mano libre de arriba abajo por la deliciosa espalda de la ojiazul, luego se detenía y la besada.

Pasaba su lengua por toda la columna vertebral, otro gemido de Brittany y Santana comenzó a acelerar el ritmo.

Con cada entrada y salida, Brittany se acercaba al orgasmo y apretaba fuertemente el cobertor con sus manos.

―¡Santana!―balbuceaba Brittany, perdida en ese instante, el orgasmo era inminente, cada vez más cerca.

Santana también gemía, sentía que estaba llegando al cielo y que no quería volver a la tierra jamás.

Brittany ya no podía más, el aceleró una última vez, ella gimiendo, mordiéndose el labio y levantado la cabeza hacia atrás, fue presa de un orgasmo.

Santana sintió cómo Brittany se estremecía bajo ella y en una última estocada, también se dejó ir cayendo sobre la rubia.

Brittany sentía el jadeo de la respiración de la abogada en su oído. Era tan excitante, sentía su peso sobre ella, pero no le importaba.

Santana se levantó y salió de ella. Le bajó el cierre al vestido de Brittany y la levantó para sacárselo.

Brittany se sacó las horquillas, que sujetaban el moño que le habían realizado en el salón, dejando que sus ondas color amarillo cayeran sobre sus pechos.

Luego Santana abrió la cama y juntas se metieron abrasadas, mirándose cara a cara en silencio.

Santana miraba a Brittany, no podía creer que ella estuviera en su cama, acababan de tener sexo y la noche recién empezaba.

Se le pasó por la mente todas las poses que quería probar con ella y esbozó una sonrisa.

―Creo que ahora si querrás salir conmigo, ¿no?

―Tal vez…―dijo Brittany, dedicándole una sonrisa, toda sensualidad.

―¿Cómo que tal vez?―Santana se incorporó en la cama de golpe.

―Todo depende―dijo.

―¿Depende de qué?

―De lo bien que me lo hagas pasar esta noche.

Para Santana esa fue una clara invitación.

Brittany la deseaba tanto como ella.

―Bueno señorita, espero que esté preparada para no dormir, hoy pasará la mejor noche de su vida.

Las dos rieron y Santana se abalanzó sobre Brittany, para besarla con tanta pasión, que a la rubia le costaba respirar.

Comenzó a repartir besos por todo el cuerpo de la rubia, mientras le decía lo mucho que la deseaba y ella gemía.



Y así continuó su interminable noche de sexo, probando un sinfín de posiciones.

Ya cerca de la madrugada cayeron rendidas y se durmieron.





Brittany abrió un ojo muy despacio, se sentía firmemente atada.

Miró hacia abajo y vio, que el brazo de Santana, la tenía sujeta con tanta fuerza, que ella apenas podía moverse.

No podía soltarse de la morena.

Si se movía, más la apretaba Santana contra su pecho, la tenía tan firmemente aprisionada, como temiendo que algo o alguien se la fuera a quitar.

Brittany miró por la ventana de la habitación, ya había amanecido y los rayos del sol se colaban por las cortinas.

¿Qué hora sería? pensó Brittany.

Seguía tratando de soltarse del fuerte agarre sin éxito.

Hasta que decidió despertarla.

―San―le susurró, pero la morena ni siquiera se movió.

―San despierta.

Nada, la morena seguía en su placido sueño.

Brittany inmovilizada, trataba de moverse, a ver si así Santana despertaba.

Era como si le hubiera hecho una llave de lucha, abrazándola fuertemente y su pierna pasada por encima de las de ella.

Era una especie de cucharita marcial extrema.

―¡Santana despierta!

Santana se movió un poco, pero no la soltó.

―¡Santana!

―Hmmm…

Fue todo lo que recibió por respuesta.

―Santana, por favor.

―¿Qué pasa rubia?―le contestó, aún con los ojos cerrados, dormitando.

―¿Me puedes soltar un poco por favor? necesito ir al baño, vamos muévete.

Santana abrió un poco los ojos y se dio cuenta que era de día.

Con el temor de que la ojiazul se fuera y la dejara sola en la cama otra vez, se quedó dormida con la rubia entre sus brazos, pidiendo al cielo que no se fuera, no se había dado cuenta de lo fuerte que la tenía abrazada.

―San por favor, necesito ir al baño.

―No quiero soltarte, quédate quieta―Santana sonreía y estrujaba más a Brittany, era maravilloso despertar con ella en su cama.

―¡Santana, te lo ruego suéltame, necesito ir al baño!

―Ok, ok, te soltaré―dijo en tono divertido.

Le besó el cuello y la cara y la soltó.

Tanto miedo había tenido que la rubia la dejara, que casi la estrangula.

Brittany se levantó desnuda y corrió al baño. Santana la miró hasta que desapareció por la puerta del baño.

Santana se estiró como un gato sobre la cama, feliz de lo que había hecho durante toda la noche con la mujer que ahora estaba en el baño.

Rodó sobre la cama y quedó sobre la almohada que ocupaba Brittany, hundió su nariz y el olor a fresas le llegó al cerebro excitándola nuevamente.

Giró la cabeza para ver el reloj, que se encontraba en la mesita de noche, marcaba las siete de la mañana. Se quedó en esa posición esperando a que la rubia saliera.


Brittany estaba por salir del baño, pero le entró la urgencia de cepillarse los dientes.

Pero, ¿cómo lo haría?

―Seguro que debe tener un cepillo nuevo por aquí.

Y comenzó a abrir los cajones del mueble del lavamanos. En el primero nada, en el segundo nada, hasta que en el tercero había unos cuantos cepillos nuevos.

Tomó uno y al sacarlo, algo en el fondo del cajón llamó su atención. Sonrió maliciosamente, pensando que Santana, le pagaría el haberla apretujado de esa manera.

Se lavó los dientes, la cara y salió del baño.

Santana levantó la cabeza cuando la rubia entró en la habitación, aún estaba medio adormilada por la increíble noche que había pasado con Brittany y no pensaba soltarla en todo este día que tenía por delante.

Brittany se paró frente a la cama y le preguntó:

― ¿Tienes las llaves de estas?

Santana se levantó sobresaltada, al ver que del dedo índice de Brittany colgaban unas esposas.

Eran el recuerdo de una despedida de soltera de una compañera del trabajo.

Un regalo para la novia, pero Kitty se las metió en el bolsillo de la chaqueta a Santana para hacerle una broma. Cuando llegó a su departamento las encontró en su bolsillo y las tiró en el tercer cajón del mueble del baño y ahí habían permanecido hasta ahora.

―Sí...las tengo en alguna parte en la mesa de noche, ¿las piensas… usar?

―Me encantaría.

A Santana le brillaron los ojos, pura excitación.

―¿Y qué vas a hacer? Si se puede saber claro.

Brittany se acercó para besarle suavemente los labios.

―Estás segura que tienes las llaves, ¿verdad San?

Brittany miraba alrededor de la habitación, qué podría hacer con las esposas, hasta que miró la cabecera de la cama. Era de madera, forrada en cuero negro, el centro de la base de la cabecera, estaba formado por una hilera tabiques de madera color nogal.

Y una idea cruzó su mente.

―Sí, estoy segura que las tengo. Pero, ¿qué vas a hacer? Cuéntame.

―Ay abogada, no preguntes y entrégate. Te prometo que lo pasaremos bien.

Brittany le sonrió juguetonamente y se subió a la cama. Luego se subió a horcajadas sobre la morena y la besó.

Fue un beso corto, que la dejó con ganas de más.

Santana comenzó a acariciarle los pechos y los muslos, recorriendo todo el cuerpo.

Brittany negó con la cabeza y la reprendió.

―No San, nada de tocar.

La morena abrió los ojos como platos, cómo no lo iba a hacer, si deseaba tocarla a cada segundo del día.

―, Confía en mí, ¿me dejarás hacer lo que yo quiera?

―Sí...―dijo casi sin pensarlo―Sí, lo que quieras.

―Bien, entonces sube las manos y agárrate de las barras de la cabecera.

Santana hizo tal como le había pedio. Brittany se inclinó para besarla y en un rápido movimiento, pasó las esposas por los tabiques y se las colocó en cada muñeca a Santana.

La tenía prisionera, solo para ella, y ahora iba a empezar a disfrutar a esta hermosa mujer.

―Britt suéltame, no resisto no tocarte, necesito tocarte.

―Lo sé, pero tú dijiste que me ibas a dejar hacer lo que yo quisiera. Ahora no te muevas tanto y disfruta. O prefieres que me vaya dejándote esposada, podrían pasar horas o días en que alguien viniera a por ti. Si haces esto por mí y te quedas quietecita, luego hacemos algo que tú quieras, lo que sea ¿Te parece?

―Está bien. Serías una buena abogada, ¿sabes? eres buena negociando―le dijo sonriendo.

Brittany la miró fijamente a los ojos.

Ya estaba perdida en esa mirada, luego miró a la hermosa mujer que tenía bajo ella.

No sabía por dónde empezar, todo de la morena le gustaba.

Primero la besó lentamente, Santana abrió la boca para que ella jugara con su lengua. Santana en un movimiento reflejo levantaba las caderas.

Esto iba a ser un suplicio malditamente placentero.

Brittany comenzó a besar el lóbulo de su oreja y lo mordisqueó suavemente, luego fue recorriendo la mandíbula, besando y mordisqueando, hasta llegar a la otra oreja y repetir el proceso, para volver a besarla profundamente.

Santana gemía de placer, quería tener sus manos sueltas para recorrer todo el cuerpo de la rubia.

Brittany pasó a su cuello, la morena cerró los ojos y rogaba para que la ojiazul la soltara.

Brittany siguió bajando, ahora estaba en sus pechos, de un lado a otro la recorrió, besando y mordiendo. Llegó a sus pezones, primero beso uno, luego el otro.

Vio que Santana echaba la cabeza hacia atrás y decidió jugar un ratito por ahí.

Pasó su lengua lentamente por un pezón, soltando un pequeño gemido, luego lo mordió y tiró de él delicadamente. Santana jadeaba excitada, su cuerpo ya estaba listo.

―Por favor Britt, suéltame.

―No lo creo, tengo que darte un castigo por haberme apretujado casi al borde de la asfixia.

―Pero Britt…

―Pero nada abogada, no te voy a soltar hasta que termine contigo.

Brittany sonrió maliciosamente y siguió bajando con besos, mordiscos y lamidas. Llegó al vientre y lo besó de lado a lado. Siguió a su cadera, le dio un mordisco fuerte, no tanto para hacerle daño, pero si para dejarle una marquita de sus dientes.

Santana soltó un grito, pero de placer.

―Rubia suéltame, quiero tocarte―Santana se empezó a mover, quería soltarse de las esposas, pero la rubia no se lo permitiría.

―Estate quieta, o te dejo sola y amarrada Santana.

―No puedo estar quieta, estoy desesperada por tocarte, por agarrarte y hacerte el amor, Britt-Britt ¡¡¡por favor!!!

―Shhhhh, calladita, déjame jugar, no sabes cuánto lo estoy disfrutando y pronto tú también lo disfrutaras, así es que quédate tranquila y entrégate.

Santana se quedó quieto por el momento. Brittany miró el húmedo sexo de la morena que estaba ante ella en todo su esplendor, y pasó sus dedos.

Santana se sobresaltó y gruñó cuando la rubia pasó la lengua por la punta de su clítoris.

Brittany comenzó a recorrer todo el sexo con su lengua, lo saboreaba como si se tratara del manjar más delicioso sobre la tierra. Siguió subiendo y bajando con su lengua, succionando y volviendo a recorrer con su lengua.

Luego le introdujo la lengua y comenzó a penetrarla con fuerza.

Santana se retorcía de placer y comenzó a tirar de las esposas, con cada envestida que la ojiazul hacía, más cerca estaba del orgasmo.

Era lo más erótico que Brittany había visto alguna vez, esta morena retorciéndose y gimiendo de placer por lo que le hacía.

Santana empezó a tirar cada vez más de las esposas, mientras gemía por cada sensación que la rubia le hacía sentir.

Brittany paró sus movimientos, volvió a lamer y comenzó a darle atención a clítoris.

Santana pensó que en cualquier momento perdería el conocimiento.

―¡Suéltame! ¡Suéltame! Por favor, busca la llave y suéltame―gritaba la abogada, pero Brittany no la escuchaba y continuaba concentrada en lo que estaba haciendo.

Volvía chupaba y mordía, chupando, lamiendo, mordiendo.

Santana elevaba las caderas, ya no podía más. Tirando de las esposas, de pronto sintió un crujido en la madera, donde se encontraba prisionera.

―Britt, ya casi llego, voy acabar en tu boca. Si no quieres que eso pase suéltame ahora―logró decir entre jadeos y gemidos.

Brittany ni se movió y siguió.

Quería que Santana terminara en su boca y no iba a parar.

Un movimiento más y Santana estaría perdida.

Brittany mordió fuerte y Santana tiró fuertemente de las esposas, quebrando el pedazo de madera al cual se encontraba sujeto.

Gritando su nombre llego a la cima en la boca de la rubia. Brittany tragó todo lo que Santana le daba, se sentía como una diosa sexual.

Aunque sabía lo básico sobre el sexo, y había practicado algunas pocas poses, nunca se había atrevido a hacer algo como lo que le había hecho a Santana a su ex novio por ejemplo.

Brittany lo succionó todo hasta dejar seca y limpia, esa linda parte de la morena.

Santana la tomó por la cabeza acercándola y besándola con pasión, devoción, esta mujer era todo y más de lo que había imaginado.

Cayeron sobre la cama cansadas, sudadas.

―Ahora suéltame, busca en el cajón de la mesa de noche la llave y abre estas cosas por favor.

Brittany hizo lo que le pidió y le abrió las esposas. Una vez con las manos libres, Santana la tumbó sobre la cama, para empezar a acariciar todo su cuerpo, mientras la besaba.

―Ven, vamos a ducharnos y se me ocurre que puede ser muy divertido señorita.

Santana la levantó, Brittany le enroscó las piernas alrededor de las caderas.

Entraron en la ducha, Santana la apoyó contra la pared, mientras el agua les caía sobre sus cuerpos y ahí se entregaron nuevamente a la pasión de la cual eran prisioneras.

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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D