|
Estreno Glee 5x17
"Opening Night" en:
"Opening Night" en:
Últimos temas
Los posteadores más activos de la semana
No hay usuarios |
Publicidad
[Resuelto]FanFic Brittana: Bambalinas (Adaptada) Epílogo
+2
monica.santander
23l1
6 participantes
Página 4 de 6.
Página 4 de 6. • 1, 2, 3, 4, 5, 6
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Bambalinas (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:Holap...
La imaginación y principalmente relacionada con fuego nunca es buena convinacion jamás ja ja ja
Mmmm amigas a la vista... en la misma ciudad las cuatro!! Interesante!!!
A ver como le va a britt y su enfermedad??? Enfermera perticular???
Nos vemos!
Hola lu, jajajajajajajaja no la vrdd esk no, no¿? jajajajajaja. Jajajjajajajaja eso es algo mas que bueno, no¿? jajajajajajaj. Esperemos y se mejore pronto... o san se preocupe algo más jaajajajaj. Eso es bueno jajajaja. Saludos =D
monica.santander escribió:Que grande San siempre en los detalles!!!!
Saludos
Hola, jajajajaajaj si es un amor! haga lo que haga es un amor! jajajajajaja. Saludos =D
micky morales escribió:Esa paige es algo intensa, aun no se ha dado cuenta que brittany no quiere ir mas alla con ella??? solo espero que esa cita no se de, y sobre todo que pase algo que haga que san y britt hablen sobre su relacion fallida de hace años atras!!!!!
Hola, mmm =/ no, parece que solo ve por ella =/ Jajajajaja espero lo mismo la vrdd jajajaja y no es de mala, solo q no jajaajajajaj. Y se merecen una conversa sobre eso, aunk no lo kieran =/ Saludos =D
JVM escribió:Creo que falta que hablen de su relación para cerrar ese ciclo, porque aun es un poco incómoda la situación y si pretenden ser amigas deberían aclarar todo.
De Paige pues aun tiene la esperanza de tener algo serio con Britt, como sea ella le sigue dando pie.
Esperó que la rubia se recupere tiene una buena enfermera :) jajaja
Hola, si, pienso igual, así cierran ese ciclo y abren otro jajajaajajaj, buen punto ai de nuevo la vrdd. Mmmm si, tienes razón, la rubia le sigue dando pie y por eso paige sigue adelante... cortar entonces jajajajaja. Jajajajajajaja y kien no¿? jajajajajaj. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Bambalinas (Adaptada) Cap 15
Capitulo 15
Cuando desperté al cabo de unas horas, la habitación estaba a oscuras salvo por la lamparita del escritorio.
El reloj de la mesita de noche marcaba las tres de la mañana. Alargué la mano hacia el vaso de agua y me sorprendí cuando alguien me lo acercó con delicadeza.
Entonces posé la mirada en la silueta cercana y distinguí a Santana sentada en la butaca de piel que había al lado de la cama.
—¿Cómo te encuentras?
Hice una autoevaluación para poder responderle.
La verdad era que me encontraba bastante mejor que la última vez que habíamos hablado.
—Todavía me duele la garganta, pero la cabeza ya no.
—Creo que hemos podido bajarte la fiebre con las pastillas y el descanso. ¿Te apetece un poco de sopa? Supongo que no has cenado nada—sacó un termo negro brillante de su bolsa.
—¿De dónde lo has sacado?—le pregunté.
—De mi departamento. Hice una olla de caldo de pollo antes de venir. Es una receta especial y garantizada para que repongas fuerzas. A lo mejor es algo que no sabías de mí, pero soy muy buena cocinera.
—¿Hay algo que no sepas hacer?—pregunté en voz alta.
—Matemáticas. Se me dan fatal las matemáticas.
—Lo dudo. Todavía no me puedo creer que hayas hecho todo esto por mí.
—Tú habrías hecho lo mismo por mí.
—Sí, pero tú tendrías que haberte conformado con sopa de sobre. A mí el rollo de Martha Ryder se me da peor.
—Creo que me las arreglaría. Ahora siéntate y como un poco.
Cogí la cuchara que me tendía y el pequeño termo redondo. Aunque me costaba un poco tragar, una vez que lo hice me quedé muy asombrada.
—Está muy bueno, San. No lo digo por decir. Oh, Dios mío.
—Lo sé. He pasado mucho tiempo perfeccionando esta receta a lo largo de los años. Tan bueno como la penicilina si me preguntas a mí.
—Seguramente mejor.
Tomé unas cucharadas más, que fue todo lo que logré tragar, por muy buena que estuviera. Todavía me dolía bastante la garganta aunque las pastillas hubieran suavizado el dolor.
Santana cogió la cuchara y el termo y los dejó en la mesita de noche por si más tarde me apetecía.
—Intenta dormir un rato más, ¿vale? A ver cómo te encuentras por la mañana.
Asentí y cerré los ojos poco a poco reconfortada por su presencia. Me sentía segura, cuidada y protegida.
El sol me recibió radiante a las ocho de la mañana y yo me incorpore lentamente. A mi lado, sobre la cama, había una nota de color rosa junto a una bolsita blanca.
Doblé la nota en tres partes y la metí en el cajón de la mesita.
El cruasán todavía estaba un poco caliente, así que no podía haber pasado
mucho rato. Decidí que el aroma del pan recién hecho era a lo que tenía que oler el cielo y le di un bocado cuidadoso.
Me alegré de comprobar que me encontraba bastante mejor.
Busqué el zumo de naranja que me había dejado Santana en el minibar y me lo bebí todo sintiéndome más fuerte.
Me pasé el resto del día viendo la tele y dormitando intermitentemente.
Todavía estaba algo cansada.
Pensé mucho en la naturaleza amable de Santana y en lo mucho que le agradecía que hubiera cuidado de mí la noche anterior.
Sobre el mediodía recibí un mensaje de texto de Santana desde el set.
¿Cómo está la paciente?
Mejor, gracias. Mañana volveré al trabajo.
Me alegro de oírlo. Estaba preocupada.
Espero no haberte dado muchos problemas.
Eso nunca.
Habiendo perdido dos días de rodaje de mis escenas, la producción se centró en recuperar el tiempo perdido durante toda la semana y yo trabajé más horas que nunca para compensar.
Como resultado estaba demasiado cansada para salir a tomar algo con los demás y básicamente me limitaba a desplomarme en la cama del hotel cada noche tras la larga jornada de rodaje.
Santana y yo parecíamos tener programas de rodaje completamente opuestos porque, aunque solíamos estar en las instalaciones al mismo tiempo, nunca acabábamos de cruzarnos.
Quería agradecerle en persona que me hubiera cuidado cuando estaba enferma, pero el universo tenía otros planes.
Intercambiamos un par de mensajes de texto durante la semana y bromeamos sobre cómo éramos fantasmas la una para la otra durante el rodaje.
La verdad era que la echaba de menos.
Acabábamos de terminar de rodar una pelea entre Marley y yo y estaba agotada tanto emocional como físicamente. Había sido una escena larga y habíamos tardado casi todo el día en rodarla, pero ya había anochecido y necesitaba comida y una cama de inmediato.
Todavía no había recuperado del todo las fuerzas y eso seguro que también influía.
De camino a nuestras caravanas, Marley y yo íbamos charlando de todo un poco.
—¿Le has echado un vistazo a alguno de los dailies de la semana?—me preguntó.
Negué con la cabeza.
—No. No me gusta verme. Los miro SJ hay algún aspecto del personaje que me cuesta, pero solo cuando me bloqueo. ¿Por? ¿Tú los has visto?
—Fui ayer y tengo que decir que el material tiene muy buena pinta. A lo mejor esta película llega a alguna parte. He oído que al estudio le gusta lo que ha visto y hablan de un lanzamiento más grande del que habían previsto originalmente. Podría ser algo grande.
Me alegré de oír su informe.
Nunca sabías si estabas haciendo un buen trabajo mientras filmabas una película. Con el teatro en directo podías leer al público de inmediato y tenías cierta noción de cómo estaban recibiendo el espectáculo porque sus reacciones ante tu trabajo eran instantáneas y podían juzgarse por las risas, los movimientos, los suspiros y los aplausos.
Al trabajar en una película no podías usar el mismo sistema de prueba y compensación: era como tirar dardos a una diana con los ojos vendados.
Había que asumir muchas cosas, confiabas en tu director para que te guiara en la dirección correcta y lo dabas todo, pero a veces llegabas a cuestionarte
tus propias habilidades.
—Dios, me hada falta oír eso, Marley. Es el tipo de revulsivo que necesito para seguir adelante a pesar de estar en modo de cansancio y megacansancio, aunque no creo que lo último salga en el diccionario. ¿Te puedes creer que solo nos quede una semana? Voy a echar de menos a todo el mundo.
—Yo no porque pienso llevaros a todos a mi casa—me rodeó con el brazo mientras andábamos—Será divertido. Podemos empezar nuestra propia sitcom. La llamaré Marley y sus amigos. ¿Qué te parece?
—Parece de mi estilo. Le diré a mi agente que llame al tuyo.
—Trato hecho, pero mientras—hizo un gesto de cabeza para señalar la calle—Parece que tenemos compañía.
Así era.
En las escaleras de mi caravana, enfrascada en una intensa conversación telefónica, estaba Santana, muy arreglada, muy atractiva y muy cabreada.
Llevaba unos vaqueros de talle bajo, un Henley rojo y botas de tacón alto.
Yo no podría haberle diseñado un atuendo mejor.
Exhalé poco a poco para apagar mi reacción visceral y me reñí en silencio.
Eso sí, a medida que nos acercamos miré más allá de mi reacción de adolescente hormonada y me di cuenta de que me alegraba sinceramente de verla.
Ella nos vio, nos saludó con la mano y señaló el teléfono poniendo los ojos en blanco. Nosotras asentimos para darle a entender que habíamos captado el mensaje y esperamos pacientemente a que terminara de hablar.
[i]—Te llamaré cuando sepa algo más... No, entiendo lo que tú quieres que haga, pero ahora ese tipo de decisiones las tomo yo. Tienes que hacerte a la idea y dejarlo estar... No quiero discutir, mamá, mis amigas han llegado. ¿Podemos hablar de eso luego?... Vale, pero luego... sí, ya sé que intentas ayudarme, pero a lo mejor no deberías intentarlo tanto. Vale... vale... vale. Adiós.[i]
—Hice una mueca de simpatía.
—¿Tu mamá?
—La única e inigualable.
Se metió el móvil en el bolsillo trasero del pantalón y me regaló una de las sonrisas más radiantes que le había visto hasta la fecha.
—Hola, guapa. Cuánto tiempo. Estás mucho mejor que la última vez que te vi—bajó las escaleras y me dio un caluroso abrazo.
—Gracias a ti—le contesté aspirando su aroma, una mezcla de champú de melón y Chanel.
Me soltó y dio un paso atrás para observarme preocupada.
—¿Has estado llorando?
—Sí le di un codazo a Marley, que seguía a mi lado—Esta se ha enganchado a las pastillas con receta y yo he sentido la necesidad de enfrentarme a ella.
Se ha puesto bastante intenso.
Marley me devolvió la mirada y asintió en gesto de disculpa.
—Ah. Han rodado la pelea. Vale.
—Y adivina quién ha ganado —dijo Michel con una sonrisa victoriosa y se alejó hacia su propia caravana dando puñetazos al aire.
—¡Todavía quedan escenas que rodar, bonita!—le grité entre risas—Esto no ha terminado—meneé la cabeza y volví a prestarle atención a Santana—¿Qué haces todavía en mi propiedad?—pregunte, y subí primero para abrir la puerta—Se ha terminado el rodaje por hoy, así que te hacía viviendo la vida loca en la gran ciudad como la chica popular que eres.
—Iba a salir, pero he pensado quedarme un rato para saludar. Últimamente hemos tenido horarios muy raros y después de que estuvieras enferma...
No sé. Supongo que sencillamente quería verte. ¿Te parece bien?
—Me parece genial—le sonreí.
Por dentro estaba bailando un zapateado de alegría porque quisiera verme.
Cada vez tenía más claro que sentía algo por Santana y ya era hora de que lo reconociera. La verdad era que, si lo pensaba bien, era una locura total y absoluta.
Santana era una persona maravillosa con la que había tenido una conexión sentimental en el pasado, eso sin mencionar que era guapísima.
La ecuación estaba clara.
Pero los hechos eran que ya lo habíamos intentado antes y no había funcionado.
Me había hecho mucho daño, tanto que no había tenido ninguna relación seria con ninguna mujer desde entonces.
—¿Cómo está Maribel?
—En su línea—refunfuñó y se dejó caer en el sofá, sentada estilo indio—Cometí el error de contarle lo de la oferta de Cabaret y está completamente en contra. Dice que sería un movimiento terrible para mi carrera, como dar un paso atrás después de todo lo que he conseguido. Además, dice que es un papel demasiado difícil para mí.
Parecía muy desanimada y, cuando volvió a hablar, lo hizo en apenas un susurro.
—Dice que haré el ridículo, Brittany.
La miré a los ojos y se me partió el corazón por ella. Se la veía tan triste, tan abatida. Le cogí la mano.
—Sabes que eso no es verdad, San. No sabe lo que dice. Tú misma lo dijiste: a ella lo que más le importa es el dinero y sabe que este proyecto no te va a aportar muchos ceros, así que claro que va a intentar convencerte de que no lo hagas. Eso ya podríamos haberlo visto venir.
—Ya lo sé, créeme, lo sé, pero es mi mamá. ¿Por qué no puede ser sencillamente mi mamá y decirme algo bonito de vez en cuando? Podría haberme dicho que era una oportunidad emocionante, pero le ha dado igual. Nunca le parecerá bien nada de lo que haga. Tabula rasa fue una experiencia maravillosa para mí, me gustaba ver cómo les impactaba a las chicas jóvenes, pero mi mamá dijo que era una cursilada—musitó y una lágrima le rodó por la mejilla.
—Ven aquí.
La abracé cariñosamente mientras lloraba y le fui acariciando el pelo para que se desahogara.
—Nadie merece algo así, San, y tú menos que nadie. Eres la persona más dulce y generosa que conozco y no me hagas hablar del talento que tienes, porque sobre eso ya sabes lo que opino—me aparté un poco para poder mirarla a la cara—Prométeme una cosa—me devolvió la mirada al tiempo que se enjugaba las lágrimas—Prométeme que harás lo que tú creas que es
mejor, no lo que crea Maribel que te conviene o lo que crea yo, o quien sea. Sigue a tu corazón y ten por seguro que tomes la decisión que tomes yo siempre te apoyaré. E igual que yo lo harán tus millones de fans en el mundo entero.
Se rio y yo me felicité internamente por lograr hacerla sonreír.
—Creo que millones es un poco optimista.
Le zarandeé la barbilla con afecto.
—Para nada.
Santana tomó aire y ladeó la cabeza sin apartar los ojos de los míos.
—Gracias por escucharme. No tenía intención de rallarte con todo esto cuando vine, no sé por qué lo he hecho. Es que me sentía...
—¿Cómoda?
Asintió.
—Sí, supongo que sí.
—Estoy aquí para ti siempre que me necesites. No lo olvides.
—Yo también contestó con suavidad.
Entonces sonrió, se puso en pie y se alisó la ropa.
—Gracias. Voy al club de jazz porque le prometí a Sebastián que me pasaría a escuchar unas cuantas canciones. Pásate si te apetece.
Sopesé la propuesta y decidí que no sería precisamente un movimiento muy inteligente por mi parte.
Vino, un bar con luz tenue, Santana, a la que acababa de tener entre mis brazos, cantando canciones sensuales... La combinación parecía peligrosa para nuestra recién estrenada amistad.
—Me gustaría, pero ya había hecho planes.
—En otra ocasión entonces—abrió la puerta y bajó las escaleras—Gracias de nuevo, Brittany, me ha ayudado hablar contigo.
—Cuando quieras.
El miércoles siguiente pasó muy deprisa y me dio el doble de pena el hecho de que el rodaje estuviera a punto de terminar.
Trabajar en aquella película había sido una experiencia única.
Ninguna de mis películas anteriores había sido tan social.
Aquel día sería el último que tendría que estar en el set y me sentía triste por acabar. Sentada en la caravana de maquillaje, me dediqué a cantar canciones de Pink con Lauren a pleno pulmón por última vez mientras me apuntaba sus datos de contacto en el móvil.
Ella terminó de darle los últimos retoques a mi aspecto.
—Preciosa.
Me miré en el espejo.
Ese día tenía un aspecto de chica normal, cercana. La escena que íbamos a rodar era un flashforward que mostraba dónde acababa mi personaje, básicamente empezando desde abajo y subiendo poco a poco en el mundo
de las revistas.
Atrás quedaba la ropa de marca y el peinado y maquillajes perfectos.
Estaba creciendo.
Me gustaban las lecciones que Sara había aprendido por el camino e intenté poder aplicar parte del arco de mi personaje a mi propia vida. El paralelismo, en aquel caso, era entre la deslumbrante y ostentosa vida del cine, que había
sido genial, y el menos glamuroso mundo del teatro, que añoraba.
Finn me había prometido que si hacía la película, me ayudaría a volver a los
escenarios, pero ahora que había llegado el momento ya no estaba tan segura.
Hacía tres años y medio que no pisaba un escenario y llevaba tanto tiempo sin bailar que no sabía cómo me respondería el cuerpo.
Durante uno de los descansos del rodaje lo estuve hablando con Marley.
—Britt, has estado haciendo ese tipo de trabajo desde que eras pequeña, ¿no es así?
—Sí —me senté en la silla de tela del rodaje—Pero ha pasado mucho tiempo.
—Estoy segura de que es como montar en bicicleta. Ten fe en ti misma, si no te arriesgas no ganas. Eso es lo que dice siempre mi papá.
Seguramente tanto Marley como su papá tenían razón, pero yo ya me había convencido a mí misma de que no iba a poder, y el daño estaba hecho.
Además, ¿por qué iba a querer fastidiar algo bueno?
El cine me había salido rentable y me había dado más éxitos que ninguna otra cosa antes.
Alejarme ahora sería romper la racha y eso no era precisamente productivo.
Vale, ni siquiera yo me creía aquella chorrada, pero era a lo que me estaba agarrando.
Mi última toma de Fase dos se acercaba y empezaba a ponerme nerviosa.
No quería despedirme de la gente.
Los iba a echar mucho de menos, incluida a Santana.
Había una conexión innegable entre nosotras y me daba cuenta de que quizá estábamos destinadas a estar la una en la vida de |a otra de algún modo.
Mientras esperaba a que me llamaran para la toma, observé a Santana que contemplaba el rodaje desde la silla de al lado, cada vez había menos luz, lo cual sembraba el pánico en el equipo que iba con prisas para acabar la escena a tiempo.
Sin embargo, en medio de la agitación, se la vela serena y paciente ahí sentada y yo no podía evitar que me cautivara su estampa. Le brillaban los ojos y sonreía ligeramente a los rostros familiares que iban de un lado para otro a nuestro alrededor.
Debió de notar que no podía apartar los ojos de ella porque se volvió para mirarme a la cara y yo bajé la vista a mi regazo, avergonzada de que me hubiera pillado mirándola fijamente.
—Ey—me llamo en voz baja—, ¿Qué tal?
—Me da mucha pena que se acabe.
Asintió.
—Creo que la película va a ser todo lo buena que esperábamos.
—Yo también, pero me refería más a la gente. Voy a echarlos de menos a todos, incluida a la presente, por cierto—repuse mirándola de reojo.
Ella meneo la cabeza despacio, casi incrédula, mientras sopesaba sus siguientes palabras.
—Nunca habría imaginado que estaría así sentada contigo otra vez al cabo de los años. Ya sabes, hablando o sin hablar, pero cómodas la una con la otra. Me hace feliz tenerte cerca de nuevo—me puso los dedos en la barbilla y me obligó a mirarla a los ojos—¿Lo sabes, verdad?
—Lo sé.
—Lo cual me recuerda... dijo, y se puso de pie para sacarse un papel doblado del bolsillo. Iba a esperar a que terminaras de rodar para dártelo, pero ahora parece mejor momento. Ábrelo.
Acepté el pedazo de papel que me puso en la mano y lo desdoblé. Reconocí la letra de inmediato.
Había una dirección en la parte de arriba del papel y una lista de fechas y horas de las próximas seis semanas.
—¿Qué es? —le pregunté.
—Es la dirección del estudio de ensayo que he alquilado para ti tres veces a la semana durante el próximo mes y medio. Ahí tienes las horas y los días y un poco de información sobre un espectáculo nuevo que deberías mirarte.
Yo la miré con curiosidad.
—Es un espectáculo de danza que Cassandra July estrena en Nueva York—explicó—Podría ser lo que estás buscando.
Había oído hablar del espectáculo al que se refería, Elevation. Estaba levantando mucho revuelo entre los medios especializados y Cassandra July era una coreógrafa innovadora.
En el fondo me preguntaba si podría haber algo para mí en aquel espectáculo aunque fuera un papel pequeño.
Lo suficiente para volver a arrancar.
Ella me cogió de la mano y continuó con total seriedad.
—Tienes que volver a salir ahí fuera, pero te conozco y sé que antes querrás estar preparada. Me dijiste que hacía tiempo que no bailabas y creo que es una pena. Como tú no lo habrías hecho nunca para ti, lo he hecho yo. Ya no tienes excusas.
Me había quedado sin habla.
Es más, me temblaban las manos.
No sabía qué decir.
Probablemente era lo más considerado que nadie había hecho por mí.
Se me había puesto un nudo en la garganta y no creía poder hablar sin que la emoción me sobrepasara, así que me disculpé para poder hacer una salida rápida.
—Gracias—dije sencillamente—Eh... será mejor que me vaya. Creo que ya están listos para mí.
El reloj de la mesita de noche marcaba las tres de la mañana. Alargué la mano hacia el vaso de agua y me sorprendí cuando alguien me lo acercó con delicadeza.
Entonces posé la mirada en la silueta cercana y distinguí a Santana sentada en la butaca de piel que había al lado de la cama.
—¿Cómo te encuentras?
Hice una autoevaluación para poder responderle.
La verdad era que me encontraba bastante mejor que la última vez que habíamos hablado.
—Todavía me duele la garganta, pero la cabeza ya no.
—Creo que hemos podido bajarte la fiebre con las pastillas y el descanso. ¿Te apetece un poco de sopa? Supongo que no has cenado nada—sacó un termo negro brillante de su bolsa.
—¿De dónde lo has sacado?—le pregunté.
—De mi departamento. Hice una olla de caldo de pollo antes de venir. Es una receta especial y garantizada para que repongas fuerzas. A lo mejor es algo que no sabías de mí, pero soy muy buena cocinera.
—¿Hay algo que no sepas hacer?—pregunté en voz alta.
—Matemáticas. Se me dan fatal las matemáticas.
—Lo dudo. Todavía no me puedo creer que hayas hecho todo esto por mí.
—Tú habrías hecho lo mismo por mí.
—Sí, pero tú tendrías que haberte conformado con sopa de sobre. A mí el rollo de Martha Ryder se me da peor.
—Creo que me las arreglaría. Ahora siéntate y como un poco.
Cogí la cuchara que me tendía y el pequeño termo redondo. Aunque me costaba un poco tragar, una vez que lo hice me quedé muy asombrada.
—Está muy bueno, San. No lo digo por decir. Oh, Dios mío.
—Lo sé. He pasado mucho tiempo perfeccionando esta receta a lo largo de los años. Tan bueno como la penicilina si me preguntas a mí.
—Seguramente mejor.
Tomé unas cucharadas más, que fue todo lo que logré tragar, por muy buena que estuviera. Todavía me dolía bastante la garganta aunque las pastillas hubieran suavizado el dolor.
Santana cogió la cuchara y el termo y los dejó en la mesita de noche por si más tarde me apetecía.
—Intenta dormir un rato más, ¿vale? A ver cómo te encuentras por la mañana.
Asentí y cerré los ojos poco a poco reconfortada por su presencia. Me sentía segura, cuidada y protegida.
El sol me recibió radiante a las ocho de la mañana y yo me incorpore lentamente. A mi lado, sobre la cama, había una nota de color rosa junto a una bolsita blanca.
Buenos días, enfermita. Espero que te encuentres un poco mejor esta mañana. He tenido que irme a trabajar, pero te he dejado un cruasán de la panadería de abajo y tienes zumo de naranja en el minibar. Intenta comer algo para conservar las fuerzas y tómate otra dosis de paracetamol. Te lo he dejado en la mesita de noche. Diré en el estudio que necesitas un día libre. Mejórate. Pensaré en ti.
-S.
-S.
Doblé la nota en tres partes y la metí en el cajón de la mesita.
El cruasán todavía estaba un poco caliente, así que no podía haber pasado
mucho rato. Decidí que el aroma del pan recién hecho era a lo que tenía que oler el cielo y le di un bocado cuidadoso.
Me alegré de comprobar que me encontraba bastante mejor.
Busqué el zumo de naranja que me había dejado Santana en el minibar y me lo bebí todo sintiéndome más fuerte.
Me pasé el resto del día viendo la tele y dormitando intermitentemente.
Todavía estaba algo cansada.
Pensé mucho en la naturaleza amable de Santana y en lo mucho que le agradecía que hubiera cuidado de mí la noche anterior.
Sobre el mediodía recibí un mensaje de texto de Santana desde el set.
¿Cómo está la paciente?
Mejor, gracias. Mañana volveré al trabajo.
Me alegro de oírlo. Estaba preocupada.
Espero no haberte dado muchos problemas.
Eso nunca.
Habiendo perdido dos días de rodaje de mis escenas, la producción se centró en recuperar el tiempo perdido durante toda la semana y yo trabajé más horas que nunca para compensar.
Como resultado estaba demasiado cansada para salir a tomar algo con los demás y básicamente me limitaba a desplomarme en la cama del hotel cada noche tras la larga jornada de rodaje.
Santana y yo parecíamos tener programas de rodaje completamente opuestos porque, aunque solíamos estar en las instalaciones al mismo tiempo, nunca acabábamos de cruzarnos.
Quería agradecerle en persona que me hubiera cuidado cuando estaba enferma, pero el universo tenía otros planes.
Intercambiamos un par de mensajes de texto durante la semana y bromeamos sobre cómo éramos fantasmas la una para la otra durante el rodaje.
La verdad era que la echaba de menos.
Acabábamos de terminar de rodar una pelea entre Marley y yo y estaba agotada tanto emocional como físicamente. Había sido una escena larga y habíamos tardado casi todo el día en rodarla, pero ya había anochecido y necesitaba comida y una cama de inmediato.
Todavía no había recuperado del todo las fuerzas y eso seguro que también influía.
De camino a nuestras caravanas, Marley y yo íbamos charlando de todo un poco.
—¿Le has echado un vistazo a alguno de los dailies de la semana?—me preguntó.
Negué con la cabeza.
—No. No me gusta verme. Los miro SJ hay algún aspecto del personaje que me cuesta, pero solo cuando me bloqueo. ¿Por? ¿Tú los has visto?
—Fui ayer y tengo que decir que el material tiene muy buena pinta. A lo mejor esta película llega a alguna parte. He oído que al estudio le gusta lo que ha visto y hablan de un lanzamiento más grande del que habían previsto originalmente. Podría ser algo grande.
Me alegré de oír su informe.
Nunca sabías si estabas haciendo un buen trabajo mientras filmabas una película. Con el teatro en directo podías leer al público de inmediato y tenías cierta noción de cómo estaban recibiendo el espectáculo porque sus reacciones ante tu trabajo eran instantáneas y podían juzgarse por las risas, los movimientos, los suspiros y los aplausos.
Al trabajar en una película no podías usar el mismo sistema de prueba y compensación: era como tirar dardos a una diana con los ojos vendados.
Había que asumir muchas cosas, confiabas en tu director para que te guiara en la dirección correcta y lo dabas todo, pero a veces llegabas a cuestionarte
tus propias habilidades.
—Dios, me hada falta oír eso, Marley. Es el tipo de revulsivo que necesito para seguir adelante a pesar de estar en modo de cansancio y megacansancio, aunque no creo que lo último salga en el diccionario. ¿Te puedes creer que solo nos quede una semana? Voy a echar de menos a todo el mundo.
—Yo no porque pienso llevaros a todos a mi casa—me rodeó con el brazo mientras andábamos—Será divertido. Podemos empezar nuestra propia sitcom. La llamaré Marley y sus amigos. ¿Qué te parece?
—Parece de mi estilo. Le diré a mi agente que llame al tuyo.
—Trato hecho, pero mientras—hizo un gesto de cabeza para señalar la calle—Parece que tenemos compañía.
Así era.
En las escaleras de mi caravana, enfrascada en una intensa conversación telefónica, estaba Santana, muy arreglada, muy atractiva y muy cabreada.
Llevaba unos vaqueros de talle bajo, un Henley rojo y botas de tacón alto.
Yo no podría haberle diseñado un atuendo mejor.
Exhalé poco a poco para apagar mi reacción visceral y me reñí en silencio.
Eso sí, a medida que nos acercamos miré más allá de mi reacción de adolescente hormonada y me di cuenta de que me alegraba sinceramente de verla.
Ella nos vio, nos saludó con la mano y señaló el teléfono poniendo los ojos en blanco. Nosotras asentimos para darle a entender que habíamos captado el mensaje y esperamos pacientemente a que terminara de hablar.
[i]—Te llamaré cuando sepa algo más... No, entiendo lo que tú quieres que haga, pero ahora ese tipo de decisiones las tomo yo. Tienes que hacerte a la idea y dejarlo estar... No quiero discutir, mamá, mis amigas han llegado. ¿Podemos hablar de eso luego?... Vale, pero luego... sí, ya sé que intentas ayudarme, pero a lo mejor no deberías intentarlo tanto. Vale... vale... vale. Adiós.[i]
—Hice una mueca de simpatía.
—¿Tu mamá?
—La única e inigualable.
Se metió el móvil en el bolsillo trasero del pantalón y me regaló una de las sonrisas más radiantes que le había visto hasta la fecha.
—Hola, guapa. Cuánto tiempo. Estás mucho mejor que la última vez que te vi—bajó las escaleras y me dio un caluroso abrazo.
—Gracias a ti—le contesté aspirando su aroma, una mezcla de champú de melón y Chanel.
Me soltó y dio un paso atrás para observarme preocupada.
—¿Has estado llorando?
—Sí le di un codazo a Marley, que seguía a mi lado—Esta se ha enganchado a las pastillas con receta y yo he sentido la necesidad de enfrentarme a ella.
Se ha puesto bastante intenso.
Marley me devolvió la mirada y asintió en gesto de disculpa.
—Ah. Han rodado la pelea. Vale.
—Y adivina quién ha ganado —dijo Michel con una sonrisa victoriosa y se alejó hacia su propia caravana dando puñetazos al aire.
—¡Todavía quedan escenas que rodar, bonita!—le grité entre risas—Esto no ha terminado—meneé la cabeza y volví a prestarle atención a Santana—¿Qué haces todavía en mi propiedad?—pregunte, y subí primero para abrir la puerta—Se ha terminado el rodaje por hoy, así que te hacía viviendo la vida loca en la gran ciudad como la chica popular que eres.
—Iba a salir, pero he pensado quedarme un rato para saludar. Últimamente hemos tenido horarios muy raros y después de que estuvieras enferma...
No sé. Supongo que sencillamente quería verte. ¿Te parece bien?
—Me parece genial—le sonreí.
Por dentro estaba bailando un zapateado de alegría porque quisiera verme.
Cada vez tenía más claro que sentía algo por Santana y ya era hora de que lo reconociera. La verdad era que, si lo pensaba bien, era una locura total y absoluta.
Santana era una persona maravillosa con la que había tenido una conexión sentimental en el pasado, eso sin mencionar que era guapísima.
La ecuación estaba clara.
Pero los hechos eran que ya lo habíamos intentado antes y no había funcionado.
Me había hecho mucho daño, tanto que no había tenido ninguna relación seria con ninguna mujer desde entonces.
—¿Cómo está Maribel?
—En su línea—refunfuñó y se dejó caer en el sofá, sentada estilo indio—Cometí el error de contarle lo de la oferta de Cabaret y está completamente en contra. Dice que sería un movimiento terrible para mi carrera, como dar un paso atrás después de todo lo que he conseguido. Además, dice que es un papel demasiado difícil para mí.
Parecía muy desanimada y, cuando volvió a hablar, lo hizo en apenas un susurro.
—Dice que haré el ridículo, Brittany.
La miré a los ojos y se me partió el corazón por ella. Se la veía tan triste, tan abatida. Le cogí la mano.
—Sabes que eso no es verdad, San. No sabe lo que dice. Tú misma lo dijiste: a ella lo que más le importa es el dinero y sabe que este proyecto no te va a aportar muchos ceros, así que claro que va a intentar convencerte de que no lo hagas. Eso ya podríamos haberlo visto venir.
—Ya lo sé, créeme, lo sé, pero es mi mamá. ¿Por qué no puede ser sencillamente mi mamá y decirme algo bonito de vez en cuando? Podría haberme dicho que era una oportunidad emocionante, pero le ha dado igual. Nunca le parecerá bien nada de lo que haga. Tabula rasa fue una experiencia maravillosa para mí, me gustaba ver cómo les impactaba a las chicas jóvenes, pero mi mamá dijo que era una cursilada—musitó y una lágrima le rodó por la mejilla.
—Ven aquí.
La abracé cariñosamente mientras lloraba y le fui acariciando el pelo para que se desahogara.
—Nadie merece algo así, San, y tú menos que nadie. Eres la persona más dulce y generosa que conozco y no me hagas hablar del talento que tienes, porque sobre eso ya sabes lo que opino—me aparté un poco para poder mirarla a la cara—Prométeme una cosa—me devolvió la mirada al tiempo que se enjugaba las lágrimas—Prométeme que harás lo que tú creas que es
mejor, no lo que crea Maribel que te conviene o lo que crea yo, o quien sea. Sigue a tu corazón y ten por seguro que tomes la decisión que tomes yo siempre te apoyaré. E igual que yo lo harán tus millones de fans en el mundo entero.
Se rio y yo me felicité internamente por lograr hacerla sonreír.
—Creo que millones es un poco optimista.
Le zarandeé la barbilla con afecto.
—Para nada.
Santana tomó aire y ladeó la cabeza sin apartar los ojos de los míos.
—Gracias por escucharme. No tenía intención de rallarte con todo esto cuando vine, no sé por qué lo he hecho. Es que me sentía...
—¿Cómoda?
Asintió.
—Sí, supongo que sí.
—Estoy aquí para ti siempre que me necesites. No lo olvides.
—Yo también contestó con suavidad.
Entonces sonrió, se puso en pie y se alisó la ropa.
—Gracias. Voy al club de jazz porque le prometí a Sebastián que me pasaría a escuchar unas cuantas canciones. Pásate si te apetece.
Sopesé la propuesta y decidí que no sería precisamente un movimiento muy inteligente por mi parte.
Vino, un bar con luz tenue, Santana, a la que acababa de tener entre mis brazos, cantando canciones sensuales... La combinación parecía peligrosa para nuestra recién estrenada amistad.
—Me gustaría, pero ya había hecho planes.
—En otra ocasión entonces—abrió la puerta y bajó las escaleras—Gracias de nuevo, Brittany, me ha ayudado hablar contigo.
—Cuando quieras.
El miércoles siguiente pasó muy deprisa y me dio el doble de pena el hecho de que el rodaje estuviera a punto de terminar.
Trabajar en aquella película había sido una experiencia única.
Ninguna de mis películas anteriores había sido tan social.
Aquel día sería el último que tendría que estar en el set y me sentía triste por acabar. Sentada en la caravana de maquillaje, me dediqué a cantar canciones de Pink con Lauren a pleno pulmón por última vez mientras me apuntaba sus datos de contacto en el móvil.
Ella terminó de darle los últimos retoques a mi aspecto.
—Preciosa.
Me miré en el espejo.
Ese día tenía un aspecto de chica normal, cercana. La escena que íbamos a rodar era un flashforward que mostraba dónde acababa mi personaje, básicamente empezando desde abajo y subiendo poco a poco en el mundo
de las revistas.
Atrás quedaba la ropa de marca y el peinado y maquillajes perfectos.
Estaba creciendo.
Me gustaban las lecciones que Sara había aprendido por el camino e intenté poder aplicar parte del arco de mi personaje a mi propia vida. El paralelismo, en aquel caso, era entre la deslumbrante y ostentosa vida del cine, que había
sido genial, y el menos glamuroso mundo del teatro, que añoraba.
Finn me había prometido que si hacía la película, me ayudaría a volver a los
escenarios, pero ahora que había llegado el momento ya no estaba tan segura.
Hacía tres años y medio que no pisaba un escenario y llevaba tanto tiempo sin bailar que no sabía cómo me respondería el cuerpo.
Durante uno de los descansos del rodaje lo estuve hablando con Marley.
—Britt, has estado haciendo ese tipo de trabajo desde que eras pequeña, ¿no es así?
—Sí —me senté en la silla de tela del rodaje—Pero ha pasado mucho tiempo.
—Estoy segura de que es como montar en bicicleta. Ten fe en ti misma, si no te arriesgas no ganas. Eso es lo que dice siempre mi papá.
Seguramente tanto Marley como su papá tenían razón, pero yo ya me había convencido a mí misma de que no iba a poder, y el daño estaba hecho.
Además, ¿por qué iba a querer fastidiar algo bueno?
El cine me había salido rentable y me había dado más éxitos que ninguna otra cosa antes.
Alejarme ahora sería romper la racha y eso no era precisamente productivo.
Vale, ni siquiera yo me creía aquella chorrada, pero era a lo que me estaba agarrando.
Mi última toma de Fase dos se acercaba y empezaba a ponerme nerviosa.
No quería despedirme de la gente.
Los iba a echar mucho de menos, incluida a Santana.
Había una conexión innegable entre nosotras y me daba cuenta de que quizá estábamos destinadas a estar la una en la vida de |a otra de algún modo.
Mientras esperaba a que me llamaran para la toma, observé a Santana que contemplaba el rodaje desde la silla de al lado, cada vez había menos luz, lo cual sembraba el pánico en el equipo que iba con prisas para acabar la escena a tiempo.
Sin embargo, en medio de la agitación, se la vela serena y paciente ahí sentada y yo no podía evitar que me cautivara su estampa. Le brillaban los ojos y sonreía ligeramente a los rostros familiares que iban de un lado para otro a nuestro alrededor.
Debió de notar que no podía apartar los ojos de ella porque se volvió para mirarme a la cara y yo bajé la vista a mi regazo, avergonzada de que me hubiera pillado mirándola fijamente.
—Ey—me llamo en voz baja—, ¿Qué tal?
—Me da mucha pena que se acabe.
Asintió.
—Creo que la película va a ser todo lo buena que esperábamos.
—Yo también, pero me refería más a la gente. Voy a echarlos de menos a todos, incluida a la presente, por cierto—repuse mirándola de reojo.
Ella meneo la cabeza despacio, casi incrédula, mientras sopesaba sus siguientes palabras.
—Nunca habría imaginado que estaría así sentada contigo otra vez al cabo de los años. Ya sabes, hablando o sin hablar, pero cómodas la una con la otra. Me hace feliz tenerte cerca de nuevo—me puso los dedos en la barbilla y me obligó a mirarla a los ojos—¿Lo sabes, verdad?
—Lo sé.
—Lo cual me recuerda... dijo, y se puso de pie para sacarse un papel doblado del bolsillo. Iba a esperar a que terminaras de rodar para dártelo, pero ahora parece mejor momento. Ábrelo.
Acepté el pedazo de papel que me puso en la mano y lo desdoblé. Reconocí la letra de inmediato.
Había una dirección en la parte de arriba del papel y una lista de fechas y horas de las próximas seis semanas.
—¿Qué es? —le pregunté.
—Es la dirección del estudio de ensayo que he alquilado para ti tres veces a la semana durante el próximo mes y medio. Ahí tienes las horas y los días y un poco de información sobre un espectáculo nuevo que deberías mirarte.
Yo la miré con curiosidad.
—Es un espectáculo de danza que Cassandra July estrena en Nueva York—explicó—Podría ser lo que estás buscando.
Había oído hablar del espectáculo al que se refería, Elevation. Estaba levantando mucho revuelo entre los medios especializados y Cassandra July era una coreógrafa innovadora.
En el fondo me preguntaba si podría haber algo para mí en aquel espectáculo aunque fuera un papel pequeño.
Lo suficiente para volver a arrancar.
Ella me cogió de la mano y continuó con total seriedad.
—Tienes que volver a salir ahí fuera, pero te conozco y sé que antes querrás estar preparada. Me dijiste que hacía tiempo que no bailabas y creo que es una pena. Como tú no lo habrías hecho nunca para ti, lo he hecho yo. Ya no tienes excusas.
Me había quedado sin habla.
Es más, me temblaban las manos.
No sabía qué decir.
Probablemente era lo más considerado que nadie había hecho por mí.
Se me había puesto un nudo en la garganta y no creía poder hablar sin que la emoción me sobrepasara, así que me disculpé para poder hacer una salida rápida.
—Gracias—dije sencillamente—Eh... será mejor que me vaya. Creo que ya están listos para mí.
**************************************************************************************************************************
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Bambalinas (Adaptada) Epílogo
Britttttttttt san va a pensar que te molestaste, aclaralo ya!!!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Bambalinas (Adaptada) Epílogo
Hola morra...
Mmmmm se cuidan mutuamente sea salud o trabajo!!...
El estudio de cass esta en NY.. mmm san esta en NY... coincidencias si las ahí en la vida no???? Jajajajja
Nos vemos !!!
Mmmmm se cuidan mutuamente sea salud o trabajo!!...
El estudio de cass esta en NY.. mmm san esta en NY... coincidencias si las ahí en la vida no???? Jajajajja
Nos vemos !!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Bambalinas (Adaptada) Epílogo
micky morales escribió:Britttttttttt san va a pensar que te molestaste, aclaralo ya!!!!!!!
Hola, ooo nononono ni lo digas que pasa! asik si, aclarar las cosas ya! jajajajaaj. Saludos =D
3:) escribió:Hola morra...
Mmmmm se cuidan mutuamente sea salud o trabajo!!...
El estudio de cass esta en NY.. mmm san esta en NY... coincidencias si las ahí en la vida no???? Jajajajja
Nos vemos !!!
Hola lu, mmmm esk es mas q bueno... si son las mejores jajajajaaj. JAjajajajajaajajaj las cosas de la vida, no¿? Mmm interesante jajajajaj. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Bambalinas (Adaptada) Cap 16
Capitulo 16
Filmamos la escena en poco menos de una hora y Santana se quedó en su silla viéndonos todo el rato.
En realidad no tenía por qué quedarse ahí puesto que no tenía programado rodar hasta más tarde, pero, en lugar de estar tranquilamente en su caravana, se quedó a ver mi escena y me fue sonriendo de vez en cuando al encontrarse nuestras miradas.
Era una fuente de apoyo silencioso y, durante un rato, recordé lo que se sentía teniendo a alguien de mi lado.
—Damas y caballeros. ¡Brittany Pierce ha terminado sus escenas!—anunció Jesse.
Sonreí cuando todos empezaron a aplaudir, a abrazarme y a darme palmaditas en la espalda al pasar.
Busqué a Santana para decirle adiós y que nos veríamos en la boda dentro de unas semanas. También para agradecerle una vez más su generosidad, para la cual no tenía palabras.
No obstante parecía que se había ido.
Seguramente era lo mejor, me dije, mientras acariciaba con el pulgar el papel doblado que llevaba en el bolsillo.
Paige, tal como me había dicho, llegó a mi hotel a las ocho y media clavadas al día siguiente para nuestra cita.
Verla me resultó refrescante: como un recordatorio de mi vida en Los Ángeles.
Era una presencia reconfortante y, no solo eso, estaba fantástica. Llevaba el corto cabello castaño recogido con una pinza de moda y un vestido de cóctel de color negro matador.
Yo estaba muy emocionada de verla.
Nos dimos un caluroso abrazo y fuimos dando un paseo de diez manzanas
al restaurante que había elegido mientras nos poníamos al día.
Había reservado en Ciao la semana de antes y, aun así, había tenido que tirar de algunos hilos para que nos dieran mesa. Según había oído, era el restaurante italiano más en boga de la ciudad y estaba fuera del distrito de los teatros, en Hell’s Kitchen.
Cuando llegamos, solo tuvimos que esperar un momento para nuestra mesa y yo me dediqué a estudiar la decoración.
Me pareció un sitio perfecto para pasar un rato a solas con Paige.
Los manteles eran blancos, las sillas negras y esbeltas y el área de comedor de dos niveles era íntimo y estaba iluminado con moderación por el resplandor de las dos chimeneas que había en cada esquina de la sala.
Era perfecto para la velada que había planeado para nosotras o, al menos, para parte de la velada que tenía en mente.
Le puse la mano en la parte baja de la espalda mientras nos conducía a nuestra mesa un maître de aspecto muy serio y estirado. Nos llevó a una mesa para dos al fondo del restaurante y, aunque el restaurante era pequeño, quedamos a algo de distancia del ajetreo y del ruido de la puerta y el tráfico.
Además, solo teníamos unas pocas mesas cerca.
Genial.
Hasta que no nos sentamos y nos dieron la carta, no me di cuenta de que Paige estaba mirando descaradamente la mesa de al lado.
Curiosa, seguí su mirada y me quedé de piedra al ver qué, o mejor dicho, quién había.
—¿Esa no es Santana López, la de tu peli?—me preguntó Paige en voz alta.
El decoro nunca había sido lo suyo.
En la mesa de al lado, se diría que Santana estaba teniendo una conversación similar con su acompañante, que también nos había visto.
—Eh, sí, sí que es. Me pregunto qué está haciendo aquí.
Pero lo cierto es que caí en la cuenta enseguida.
Estaba sentada con una atractiva castaña así que no cabía duda de que se trataba de Elaine, la mujer a la que había estado viendo, y de la cita para cenar que Santana había mencionado.
Me estremecí internamente y estuve a punto de sugerirle a Paige que fuéramos a otro restaurante, pero no sabía cómo iba a argumentárselo, ni a ella ni a la propia Santana en realidad.
—Ah, siempre he querido conocerla—exclamó Paige—Toda la gente que conozco que ha trabajado con ella dice que es genial en el set. ¿Te importaría presentármela?
No me dio la oportunidad de decir que no porque ya se había levantado e iba hacia ellas antes de que me diera tiempo a abrir la boca.
Se me fue el buen humor de golpe, como si explotaran un globo.
Inspiré hondo y la seguí con la esperanza de hacer una presentación rápida y salir de ahí.
Puse la mejor de mis sonrisas al acercarme a la mesa y me puse al lado de Paige.
—El mundo es un pañuelo—le comenté a Santana en tono jocoso.
—Supongo que las dos tenemos buen gusto con los restaurantes—respondió ella educadamente.
Noté que el encuentro inesperado la había desconcertado.
—Santana, te presento a Paige Connally. Fue directora de fotografía de Décima Avenida, y nos conocimos allí. Paige está esta noche en la ciudad así que hemos quedado para ponernos al día. Paige, esta es Santana López,
actriz y buena amiga mía.
Santana se levantó y saludó calurosamente a Paige, como solo ella sabía.
Yo me volví hacia la acompañante de Santana y extendí la mano.
—Hola, soy Brittany.
—Elaine—respondió la castaña, que me estrechó la mano y me sonrió de oreja a oreja.
Tenía un apretón de manos fuerte, me pareció.
—Es agradable conocer a una de las amigas de Santana. Qué coincidencia que hayamos venido todas aquí.
—Sí, menuda coincidencia—secundó Santana.
—Bueno, mejor las dejamos seguir cenando.
—Ah, no hemos pedido todavía—Elaine me apoyó la mano en el antebrazo—Deberían sentaros con nosotras. Sería genial, ¿no crees, cariño?
Primero, no me gustaba cómo sonaba que Elaine llamara a Santana «cariño».
En absoluto.
Segundo, no me parecía «genial» ni en sueños.
Intenté ahorrarnos a todas el sofoco.
—Oh, no. No queremos molestar. Además, Paige y yo...
—No, no, seguro que no molestaremos. Será divertido—dijo Paige—¿Seguro que no les importa?
—Para nada —aseguró Elaine.
Llamó al maître y le explicó en pocas palabras nuestros nuevos planes para la cena.
En un momento juntaron nuestras mesas y Paige y yo nos sentamos enfrente de Santana y Elaine. Yo miré a Santana en diagonal y nuestros ojos se encontraron un segundo.
Se la veía poco contenta de tenerme ahí.
¿Por qué me echaba a mí la culpa?
Si estaba disgustada por acabar cenando las cuatro, a la que tenía que agradecérselo era a su cita, no a mí.
En cualquier caso, estuvimos conversando hasta que vino el camarero a
preguntar qué queríamos de beber.
—¿Una botella de vino?—preguntó Elaine.
Ya notaba que era del tipo de personas que controlaba las situaciones. No de manera ofensiva, pero su aura de seguridad era innegable.
—Claro—dijo Santana.
—Sí—respondí yo al mismo tiempo.
Paige sonrió.
—Venga, lo que quieran.
Elaine echó un vistazo a la carta de vinos y se volvió hacia Santana.
—¿Te gusta el vino blanco, verdad?
—Tinto. Le gusta tinto—dije en tono neutro antes de poder evitarlo.
Santana me lanzó una mirada de irritación.
—Pero cualquiera de los dos estará bien.
Al poco rato pedimos la comida.
Nos habían traído una garrafa de merlot y no perdimos tiempo en servirnos. Di un sorbo de mi copa y contemplé cómo Elaine le cogía la mano a Santana y se la colocaba en el regazo. Entorné los ojos y bebí un trago más al tiempo que me arrimaba a Paige, que sonrió.
—Bueno, Elaine. He oído que trabajas en el mundo de la moda. Suena emocionante.
—Puede serlo—afirmó encantada de hablar de su trabajo—, Principalmente trabajo de relaciones públicas para algunos pesos pesados de la industria de la moda, pero también hago algo de estilismo para algunos desfiles sofisticados. El ritmo es bastante acelerado, pero me gusta mucho. No soy una estrella famosa de cine, pero me va bien.
—Elaine es muy modesta—intervino Santana—Está en lo más alto de su campo.
Asentí en un esfuerzo por parecer impresionada.
—¿Has hecho estilismo para la industria del espectáculo?—le pregunté para intentar conectar nuestros mundos de alguna manera.
—No—respondió—Siempre he encontrado el mundo del espectáculo demasiado superficial para mi gusto. Las actrices pueden llegar a ser muy frívolas.
Enarqué las cejas.
—Excluyendo a las presentes—rio, y se llevó el dorso de la mano de Santana a los labios para darle un beso tranquilizador.
Puede que pusiera los ojos en blanco.
No estoy segura.
Paige me acarició la nuca en gesto protector.
—Bueno, yo puedo certificar que Brittany es una actriz maravillosa y una persona con sustancia. Y, aunque nunca haya trabajado contigo personalmente, Santana, me encantan tus películas. De hecho, si te soy sincera, era una seguidora ferviente de Instituto Highland en su época. Era mi serie preferida.
Santana asintió con elegancia.
—Gracias, Paige, eres muy amable.
—¿Y tú, Elaine?—me serví otra copa de vino—¿Cuál es tu película de Santana favorita?
Elaine inspiró ante la pregunta y se volvió hacia Santana buscando su mirada.
—Bueno, yo no soy muy aficionada al cine. Tendré que contestártelo en otra ocasión.
—¿No has visto ninguna película suya?—me extrañé, puede que con cierta desaprobación en el tono de voz.
Ella se untó el pan con mantequilla.
—Aún no. Pero no temas, está en mi lista de cosas pendientes.
Llegó la comida y la conversación hizo un alto mientras nos concentrábamos en nuestros respectivos platos.
—¿Cómo está el tuyo, cielo?—le pregunté a Paige.
—Si le sorprendió el término cariñoso no lo exteriorizó.
—Diría que es la mejor comida que he probado en la vida. Deberíamos pensar en pedir postre.
—Sabes, tenía otra cosa en mente para el postre.
De acuerdo, estaba siendo bastante odiosa.
Paige se me acercó y me susurró al oído. Su aliento hizo que se me pusiera la piel de gallina.
—Eso se puede arreglar.
Me reí en voz baja y alcé la vista solo para encontrarme con la mirada más fría que le había visto jamás a Santana.
Enseguida me dije que no me importaba.
Aquella noche había salido para disfrutar y era lo que pensaba hacer.
—Bueno, Paige—dijo Santana—Eres directora de fotografía. ¿Eso significa que vives en Los Ángeles?
—La mayor parte del tiempo SI. Mi familia también vive en California, incluidos mis sobrinos, a los que estoy muy unida. Intento estar cerca de casa siempre que puedo, pero en mi trabajo no siempre es posible.
—Este negocio puede ser duro—afirmó Santana—La familia de Elaine es de Connecticut.
— ¿Vas a visitarlos a menudo?—le pregunté.
—De vez en cuando. Somos tres chicas en la familia y mis dos hermanas tienen cuatro hijos cada una. Cuando se juntan todos se parece un poco a un zoo. Supongo que puede decirse que paso el tiempo que tengo que pasar y luego pongo pies en polvorosa. No me malinterpretes, adoro a mi familia, pero no es mi rollo.
Asentí.
Ya empezaba a ver de qué pie calzaba aquella mujer.
—¿Estás interesada en formar tu propia familia algún día?
Santana abrió unos ojos como platos y me miró como si quisiera estrangularme desde el otro lado de la mesa, pero con dos copas de vino encima me había envalentonado.
—Me encantaría encontrar a alguien especial y echar raíces, sí—contestó Elaine ilusionada.
Santana le sonrió y a mí me lanzó una mirada de suficiencia.
—¿Niños? —insistí directa a la yugular.
—Eh, no me gustan tanto. Son geniales si los tienes a ratos, pero no es como me imagino mi vida.
—Tiene sentido —concluí.
Y volví a mi comida como si fuera el gato que acababa de tragarse al canario. Sin embargo, Santana no había terminado.
—Estoy segura de que Brittany puede identificarse contigo. Es una persona para quien su carrera es lo primero, por delante de todo —dijo sin más.
— ¿Y eso qué significa exactamente? —repliqué.
Paige me puso la mano en la rodilla por debajo de la mesa para que no perdiera los nervios.
—Significa únicamente que tu carrera es tu máxima prioridad. No hay nada malo en eso—contestó Santana en tono edulcorado y bordeando el paternalismo.
—A lo mejor no deberías asumir que sabes cuáles son mis prioridades —contraataqué exactamente en el mismo tono.
—¿Pedimos cafés?—preguntó Elaine.
Nos observó con curiosidad a Santana y a mí mientras nosotras nos mirábamos fijamente como si estuviéramos en una competición.
Paige asintió en muestra de acuerdo, pero yo me disculpe y me levanté de la mesa porque necesitaba un minuto.
Me encontré sola en el lavabo de señoras o, mejor dicho, en la zona con asientos que solía haber en la antesala del lavabo de señoras.
No sabía qué hacer conmigo misma.
Estaba enfadada, pero ya a solas, ante mi reflejo en el espejo, no sabía por qué y eso era lo que más me molestaba.
Supongo que porque mi cita con Paige había sido secuestrada o porque estaba celosa de Elaine o porque, lo que era más seguro, Santana no me estaba tratando ni con un mínimo de respeto.
Probablemente los tres motivos tenían algo que ver, pero la conclusión final era que necesitaba salir de ahí y me decidí a hacer exactamente eso.
Se abrió la puerta a mi espalda y me di la vuelta dispuesta a regresar a mi mesa con una razón fantástica para que Paige y yo nos saltáramos el café y volviéramos directas a mi habitación de hotel.
Me resistía a reconocer que un tiempo a solas con Paige no iba a hacerme sentir mejor e incluso podía acabar haciéndome sentir peor en el gran esquema de las cosas.
Pero cuando me giré, me encontré cara a cara con Santana.
Y no perdió el tiempo.
—¿De qué coño ha ido eso? —gritó.
Le devolví la misma mirada incendiaria que me dedicaba ella.
No daba crédito a que me estuviera acusando a mí.
—Yo podría preguntarte lo mismo.
—Bueno no, Brittany. Te has pasado ahí fuera.
— ¿Por intentar conocer mejor a tu cita? Lo siento, no me había dado cuenta de que tenías reglas para las conversaciones durante la cena.
—No querías conocerla mejor. Prácticamente la estabas interrogando y de paso avergonzándome a mí.
—¿Qué más da? Es la persona equivocada para ti, completamente —bufé.
Estaba haciéndome la dura, pero en realidad lo que sentía era más que enfado.
Estaba desesperada, frustrada y, por primera vez desde hacía tiempo, estaba siendo sincera.
A esas alturas, Santana echaba chispas por los ojos, pero yo solo podía pensar en lo guapa que estaba.
—¿Y por qué eso lo ibas a decidir tú? No tienes ni idea de lo que me conviene o me deja de convenir. ¿Quién te crees que eres?
Y en ese momento supe quién era.
Actué deprisa, avanzando sobre Santana y aplastando sus labios con los míos.
La intensidad de la pelea estuvo muy presente en cómo fue el beso: exigente, brusco y apasionado.
La fuerza de mi avance había empujado a Santana contra la pared y mi cuerpo la siguió y le dejó poco espacio para escapar.
Sorprendentemente, no lo intentó; a los pocos segundos me estaba devolviendo el beso.
Entreabrió los labios, lo cual fue todo el permiso que me hizo falta para meterle la lengua en la boca y besarla profundamente. Me acarició el cuello y me hundió las manos en el pelo para retener mi cabeza donde estaba al tiempo que yo la aplastaba con mi cuerpo.
—San—jadeé entre besos.
Quería más, pero el sonido de mi voz rompió el hechizo.
Santana dejó de moverse y me apoyó la palma de la mano en el pecho para obligarme a retroceder y salir de la pared.
Con expresión de alarma, dio varios pasos atrás y se tocó los labios como si se le hubieran quemado.
—¿Qué estoy haciendo?—le preguntó al aire.
Yo solo pude sostenerle la mirada como una boba.
— ¿Por qué has hecho eso?—me preguntó con voz forzada.
En esa ocasión sí se dirigía directamente a mí.
—No... no lo sé —fue todo lo que pude decir—Lo siento —di un paso hacia ella—No debí haberlo...
—No—levantó una mano para que no me acercase y retrocedió un paso—Elaine y yo nos vamos. Tú te quedas aquí.
Y lo hice.
Cuando Santana salió, me hundí en el sofá más cercano.
El sentido común volvió a mí de golpe, corno si me abofeteara en toda la cara.
Me sentía embotada, seguía mareada por el beso y por la culpabilidad, todo a la vez.
¿Quién podría culpar a Santana por estar furiosa conmigo?
Me había comportado como una idiota la mayor parte de la cena y luego la había empujado contra la pared del baño para abalanzarme sobre ella.
Yo sí que tenía clase.
Me quedé ahí sentada varios minutos, con la cabeza entre las manos, mientras me atormentaban un millón de remordimientos.
Me sentía ridícula y avergonzada por mi comportamiento, pero había un pensamiento insistente que no lograba apartar de mi cabeza: Santana me había devuelto el beso.
A lo mejor había sido un acto reflejo por su parte, pero lo que estaba claro es que no había parecido eso.
Paige me echó las manos encima incluso antes de que abriera la puerta.
Entramos en la habitación dando tumbos, con sus labios sobre mi cuello mientras me hacía caminar de espaldas. Chocamos con la butaca de piel que había cerca de la cama y una pila de libros se cayó al suelo con un sonoro golpetazo.
—He echado de menos este cuerpo —-jadeó Paige pasando de mi cuello a mis labios.
Cuando me comió la boca hice todo lo que pude por perderme en la sensación de sus caricias sobre mi piel y disfrutar del cuerpo de aquella mujer sexy y atractiva, pero cuanto más lo intentaba, menos lograba meterme en situación.
Su beso se volvió más profundo y yo la correspondí, pero fue algo robótico, como si lo único que hiciera fuera seguir los movimientos correctos.
Fue cuando una voz en mi cabeza me ordenó que parara.
Traté de ignorarla, pero eso solo la hizo más fuerte y me recordó a quién había estado besando una hora antes.
Cerré los ojos con fuerza y cabeceé deseando que todo parara.
Entonces me aparté de Paige.
—Espera, por favor.
Me miró sorprendida y, enseguida, preocupada.
—Britt, ¿estás bien? Háblame. Estás un poco pálida—me llevó con cuidado hasta el sofá—Venga, siéntate. Voy a traerte un vaso de agua.
Se metió en el baño.
Yo la llamé.
—Estoy bien, Paige. Dios, me siento tan estúpida.
—No pasa nada, cariño, has bebido un poco. A lo mejor se te ha subido a la cabeza—volvió y me dio un vaso de agua.
Enseguida di varios sorbos y apoyé la frente en la palma de la mano.
—No es el vino—suspiré derrotada—Lo siento, pero no debería haberte traído aquí.
Ella se sentó a mi lado muy despacio.
—Oh. ¿Ha sido por algo que he hecho? En la cena parecía que te apetecía.
—Así es. Es decir, así era. Ha pasado algo esta noche. O mejor dicho, alguien. Santana.
—Suena tan fácil cuando lo dices así... ¿Desde cuándo eres tan lista?
—Supongo que nunca te habías dado cuenta—suavizó la voz—Eres una buena persona, Brittany, y porque me importas te voy a dar un consejo. Dile cómo te sientes. Si ella siete lo mismo, nunca es demasiado tarde.
Asentí y rumié sus palabras.
—A lo mejor. Gracias, Paige, por entenderme—me puse de pie y le di un abrazo—Ojalá hubiera más personas como tú.
—Ohh, tonterías—dijo—Hablando de tarde, te voy a dejas descansar. Tienes mucho en qué pensar.
La acompañé a la puerta y se la abrí. Ella salió al pasillo antes de volverse.
—Es muy atractiva.
—Lo sé.
—Sólo pensar en ustedes dos juntas es... Guau. Pienso quedarme con esa imagen.
Le di un palmetazo juguetón.
—Anda, largo de aquí. Te llamo pronto.
Se despidió con la mano y se fue pasillo abajo dejando escapar un silbido. Puse los ojos en blanco, pero no pude evitar sonreír ante sus payasadas.
Cerré la puerta, me apoyé en ella y saqué el teléfono. Envié un mensaje de texto antes de acostarme: Lo siento.
Joder.
En realidad no tenía por qué quedarse ahí puesto que no tenía programado rodar hasta más tarde, pero, en lugar de estar tranquilamente en su caravana, se quedó a ver mi escena y me fue sonriendo de vez en cuando al encontrarse nuestras miradas.
Era una fuente de apoyo silencioso y, durante un rato, recordé lo que se sentía teniendo a alguien de mi lado.
—Damas y caballeros. ¡Brittany Pierce ha terminado sus escenas!—anunció Jesse.
Sonreí cuando todos empezaron a aplaudir, a abrazarme y a darme palmaditas en la espalda al pasar.
Busqué a Santana para decirle adiós y que nos veríamos en la boda dentro de unas semanas. También para agradecerle una vez más su generosidad, para la cual no tenía palabras.
No obstante parecía que se había ido.
Seguramente era lo mejor, me dije, mientras acariciaba con el pulgar el papel doblado que llevaba en el bolsillo.
Paige, tal como me había dicho, llegó a mi hotel a las ocho y media clavadas al día siguiente para nuestra cita.
Verla me resultó refrescante: como un recordatorio de mi vida en Los Ángeles.
Era una presencia reconfortante y, no solo eso, estaba fantástica. Llevaba el corto cabello castaño recogido con una pinza de moda y un vestido de cóctel de color negro matador.
Yo estaba muy emocionada de verla.
Nos dimos un caluroso abrazo y fuimos dando un paseo de diez manzanas
al restaurante que había elegido mientras nos poníamos al día.
Había reservado en Ciao la semana de antes y, aun así, había tenido que tirar de algunos hilos para que nos dieran mesa. Según había oído, era el restaurante italiano más en boga de la ciudad y estaba fuera del distrito de los teatros, en Hell’s Kitchen.
Cuando llegamos, solo tuvimos que esperar un momento para nuestra mesa y yo me dediqué a estudiar la decoración.
Me pareció un sitio perfecto para pasar un rato a solas con Paige.
Los manteles eran blancos, las sillas negras y esbeltas y el área de comedor de dos niveles era íntimo y estaba iluminado con moderación por el resplandor de las dos chimeneas que había en cada esquina de la sala.
Era perfecto para la velada que había planeado para nosotras o, al menos, para parte de la velada que tenía en mente.
Le puse la mano en la parte baja de la espalda mientras nos conducía a nuestra mesa un maître de aspecto muy serio y estirado. Nos llevó a una mesa para dos al fondo del restaurante y, aunque el restaurante era pequeño, quedamos a algo de distancia del ajetreo y del ruido de la puerta y el tráfico.
Además, solo teníamos unas pocas mesas cerca.
Genial.
Hasta que no nos sentamos y nos dieron la carta, no me di cuenta de que Paige estaba mirando descaradamente la mesa de al lado.
Curiosa, seguí su mirada y me quedé de piedra al ver qué, o mejor dicho, quién había.
—¿Esa no es Santana López, la de tu peli?—me preguntó Paige en voz alta.
El decoro nunca había sido lo suyo.
En la mesa de al lado, se diría que Santana estaba teniendo una conversación similar con su acompañante, que también nos había visto.
—Eh, sí, sí que es. Me pregunto qué está haciendo aquí.
Pero lo cierto es que caí en la cuenta enseguida.
Estaba sentada con una atractiva castaña así que no cabía duda de que se trataba de Elaine, la mujer a la que había estado viendo, y de la cita para cenar que Santana había mencionado.
Me estremecí internamente y estuve a punto de sugerirle a Paige que fuéramos a otro restaurante, pero no sabía cómo iba a argumentárselo, ni a ella ni a la propia Santana en realidad.
—Ah, siempre he querido conocerla—exclamó Paige—Toda la gente que conozco que ha trabajado con ella dice que es genial en el set. ¿Te importaría presentármela?
No me dio la oportunidad de decir que no porque ya se había levantado e iba hacia ellas antes de que me diera tiempo a abrir la boca.
Se me fue el buen humor de golpe, como si explotaran un globo.
Inspiré hondo y la seguí con la esperanza de hacer una presentación rápida y salir de ahí.
Puse la mejor de mis sonrisas al acercarme a la mesa y me puse al lado de Paige.
—El mundo es un pañuelo—le comenté a Santana en tono jocoso.
—Supongo que las dos tenemos buen gusto con los restaurantes—respondió ella educadamente.
Noté que el encuentro inesperado la había desconcertado.
—Santana, te presento a Paige Connally. Fue directora de fotografía de Décima Avenida, y nos conocimos allí. Paige está esta noche en la ciudad así que hemos quedado para ponernos al día. Paige, esta es Santana López,
actriz y buena amiga mía.
Santana se levantó y saludó calurosamente a Paige, como solo ella sabía.
Yo me volví hacia la acompañante de Santana y extendí la mano.
—Hola, soy Brittany.
—Elaine—respondió la castaña, que me estrechó la mano y me sonrió de oreja a oreja.
Tenía un apretón de manos fuerte, me pareció.
—Es agradable conocer a una de las amigas de Santana. Qué coincidencia que hayamos venido todas aquí.
—Sí, menuda coincidencia—secundó Santana.
—Bueno, mejor las dejamos seguir cenando.
—Ah, no hemos pedido todavía—Elaine me apoyó la mano en el antebrazo—Deberían sentaros con nosotras. Sería genial, ¿no crees, cariño?
Primero, no me gustaba cómo sonaba que Elaine llamara a Santana «cariño».
En absoluto.
Segundo, no me parecía «genial» ni en sueños.
Intenté ahorrarnos a todas el sofoco.
—Oh, no. No queremos molestar. Además, Paige y yo...
—No, no, seguro que no molestaremos. Será divertido—dijo Paige—¿Seguro que no les importa?
—Para nada —aseguró Elaine.
Llamó al maître y le explicó en pocas palabras nuestros nuevos planes para la cena.
En un momento juntaron nuestras mesas y Paige y yo nos sentamos enfrente de Santana y Elaine. Yo miré a Santana en diagonal y nuestros ojos se encontraron un segundo.
Se la veía poco contenta de tenerme ahí.
¿Por qué me echaba a mí la culpa?
Si estaba disgustada por acabar cenando las cuatro, a la que tenía que agradecérselo era a su cita, no a mí.
En cualquier caso, estuvimos conversando hasta que vino el camarero a
preguntar qué queríamos de beber.
—¿Una botella de vino?—preguntó Elaine.
Ya notaba que era del tipo de personas que controlaba las situaciones. No de manera ofensiva, pero su aura de seguridad era innegable.
—Claro—dijo Santana.
—Sí—respondí yo al mismo tiempo.
Paige sonrió.
—Venga, lo que quieran.
Elaine echó un vistazo a la carta de vinos y se volvió hacia Santana.
—¿Te gusta el vino blanco, verdad?
—Tinto. Le gusta tinto—dije en tono neutro antes de poder evitarlo.
Santana me lanzó una mirada de irritación.
—Pero cualquiera de los dos estará bien.
Al poco rato pedimos la comida.
Nos habían traído una garrafa de merlot y no perdimos tiempo en servirnos. Di un sorbo de mi copa y contemplé cómo Elaine le cogía la mano a Santana y se la colocaba en el regazo. Entorné los ojos y bebí un trago más al tiempo que me arrimaba a Paige, que sonrió.
—Bueno, Elaine. He oído que trabajas en el mundo de la moda. Suena emocionante.
—Puede serlo—afirmó encantada de hablar de su trabajo—, Principalmente trabajo de relaciones públicas para algunos pesos pesados de la industria de la moda, pero también hago algo de estilismo para algunos desfiles sofisticados. El ritmo es bastante acelerado, pero me gusta mucho. No soy una estrella famosa de cine, pero me va bien.
—Elaine es muy modesta—intervino Santana—Está en lo más alto de su campo.
Asentí en un esfuerzo por parecer impresionada.
—¿Has hecho estilismo para la industria del espectáculo?—le pregunté para intentar conectar nuestros mundos de alguna manera.
—No—respondió—Siempre he encontrado el mundo del espectáculo demasiado superficial para mi gusto. Las actrices pueden llegar a ser muy frívolas.
Enarqué las cejas.
—Excluyendo a las presentes—rio, y se llevó el dorso de la mano de Santana a los labios para darle un beso tranquilizador.
Puede que pusiera los ojos en blanco.
No estoy segura.
Paige me acarició la nuca en gesto protector.
—Bueno, yo puedo certificar que Brittany es una actriz maravillosa y una persona con sustancia. Y, aunque nunca haya trabajado contigo personalmente, Santana, me encantan tus películas. De hecho, si te soy sincera, era una seguidora ferviente de Instituto Highland en su época. Era mi serie preferida.
Santana asintió con elegancia.
—Gracias, Paige, eres muy amable.
—¿Y tú, Elaine?—me serví otra copa de vino—¿Cuál es tu película de Santana favorita?
Elaine inspiró ante la pregunta y se volvió hacia Santana buscando su mirada.
—Bueno, yo no soy muy aficionada al cine. Tendré que contestártelo en otra ocasión.
—¿No has visto ninguna película suya?—me extrañé, puede que con cierta desaprobación en el tono de voz.
Ella se untó el pan con mantequilla.
—Aún no. Pero no temas, está en mi lista de cosas pendientes.
Llegó la comida y la conversación hizo un alto mientras nos concentrábamos en nuestros respectivos platos.
—¿Cómo está el tuyo, cielo?—le pregunté a Paige.
—Si le sorprendió el término cariñoso no lo exteriorizó.
—Diría que es la mejor comida que he probado en la vida. Deberíamos pensar en pedir postre.
—Sabes, tenía otra cosa en mente para el postre.
De acuerdo, estaba siendo bastante odiosa.
Paige se me acercó y me susurró al oído. Su aliento hizo que se me pusiera la piel de gallina.
—Eso se puede arreglar.
Me reí en voz baja y alcé la vista solo para encontrarme con la mirada más fría que le había visto jamás a Santana.
Enseguida me dije que no me importaba.
Aquella noche había salido para disfrutar y era lo que pensaba hacer.
—Bueno, Paige—dijo Santana—Eres directora de fotografía. ¿Eso significa que vives en Los Ángeles?
—La mayor parte del tiempo SI. Mi familia también vive en California, incluidos mis sobrinos, a los que estoy muy unida. Intento estar cerca de casa siempre que puedo, pero en mi trabajo no siempre es posible.
—Este negocio puede ser duro—afirmó Santana—La familia de Elaine es de Connecticut.
— ¿Vas a visitarlos a menudo?—le pregunté.
—De vez en cuando. Somos tres chicas en la familia y mis dos hermanas tienen cuatro hijos cada una. Cuando se juntan todos se parece un poco a un zoo. Supongo que puede decirse que paso el tiempo que tengo que pasar y luego pongo pies en polvorosa. No me malinterpretes, adoro a mi familia, pero no es mi rollo.
Asentí.
Ya empezaba a ver de qué pie calzaba aquella mujer.
—¿Estás interesada en formar tu propia familia algún día?
Santana abrió unos ojos como platos y me miró como si quisiera estrangularme desde el otro lado de la mesa, pero con dos copas de vino encima me había envalentonado.
—Me encantaría encontrar a alguien especial y echar raíces, sí—contestó Elaine ilusionada.
Santana le sonrió y a mí me lanzó una mirada de suficiencia.
—¿Niños? —insistí directa a la yugular.
—Eh, no me gustan tanto. Son geniales si los tienes a ratos, pero no es como me imagino mi vida.
—Tiene sentido —concluí.
Y volví a mi comida como si fuera el gato que acababa de tragarse al canario. Sin embargo, Santana no había terminado.
—Estoy segura de que Brittany puede identificarse contigo. Es una persona para quien su carrera es lo primero, por delante de todo —dijo sin más.
— ¿Y eso qué significa exactamente? —repliqué.
Paige me puso la mano en la rodilla por debajo de la mesa para que no perdiera los nervios.
—Significa únicamente que tu carrera es tu máxima prioridad. No hay nada malo en eso—contestó Santana en tono edulcorado y bordeando el paternalismo.
—A lo mejor no deberías asumir que sabes cuáles son mis prioridades —contraataqué exactamente en el mismo tono.
—¿Pedimos cafés?—preguntó Elaine.
Nos observó con curiosidad a Santana y a mí mientras nosotras nos mirábamos fijamente como si estuviéramos en una competición.
Paige asintió en muestra de acuerdo, pero yo me disculpe y me levanté de la mesa porque necesitaba un minuto.
Me encontré sola en el lavabo de señoras o, mejor dicho, en la zona con asientos que solía haber en la antesala del lavabo de señoras.
No sabía qué hacer conmigo misma.
Estaba enfadada, pero ya a solas, ante mi reflejo en el espejo, no sabía por qué y eso era lo que más me molestaba.
Supongo que porque mi cita con Paige había sido secuestrada o porque estaba celosa de Elaine o porque, lo que era más seguro, Santana no me estaba tratando ni con un mínimo de respeto.
Probablemente los tres motivos tenían algo que ver, pero la conclusión final era que necesitaba salir de ahí y me decidí a hacer exactamente eso.
Se abrió la puerta a mi espalda y me di la vuelta dispuesta a regresar a mi mesa con una razón fantástica para que Paige y yo nos saltáramos el café y volviéramos directas a mi habitación de hotel.
Me resistía a reconocer que un tiempo a solas con Paige no iba a hacerme sentir mejor e incluso podía acabar haciéndome sentir peor en el gran esquema de las cosas.
Pero cuando me giré, me encontré cara a cara con Santana.
Y no perdió el tiempo.
—¿De qué coño ha ido eso? —gritó.
Le devolví la misma mirada incendiaria que me dedicaba ella.
No daba crédito a que me estuviera acusando a mí.
—Yo podría preguntarte lo mismo.
—Bueno no, Brittany. Te has pasado ahí fuera.
— ¿Por intentar conocer mejor a tu cita? Lo siento, no me había dado cuenta de que tenías reglas para las conversaciones durante la cena.
—No querías conocerla mejor. Prácticamente la estabas interrogando y de paso avergonzándome a mí.
—¿Qué más da? Es la persona equivocada para ti, completamente —bufé.
Estaba haciéndome la dura, pero en realidad lo que sentía era más que enfado.
Estaba desesperada, frustrada y, por primera vez desde hacía tiempo, estaba siendo sincera.
A esas alturas, Santana echaba chispas por los ojos, pero yo solo podía pensar en lo guapa que estaba.
—¿Y por qué eso lo ibas a decidir tú? No tienes ni idea de lo que me conviene o me deja de convenir. ¿Quién te crees que eres?
Y en ese momento supe quién era.
Actué deprisa, avanzando sobre Santana y aplastando sus labios con los míos.
La intensidad de la pelea estuvo muy presente en cómo fue el beso: exigente, brusco y apasionado.
La fuerza de mi avance había empujado a Santana contra la pared y mi cuerpo la siguió y le dejó poco espacio para escapar.
Sorprendentemente, no lo intentó; a los pocos segundos me estaba devolviendo el beso.
Entreabrió los labios, lo cual fue todo el permiso que me hizo falta para meterle la lengua en la boca y besarla profundamente. Me acarició el cuello y me hundió las manos en el pelo para retener mi cabeza donde estaba al tiempo que yo la aplastaba con mi cuerpo.
—San—jadeé entre besos.
Quería más, pero el sonido de mi voz rompió el hechizo.
Santana dejó de moverse y me apoyó la palma de la mano en el pecho para obligarme a retroceder y salir de la pared.
Con expresión de alarma, dio varios pasos atrás y se tocó los labios como si se le hubieran quemado.
—¿Qué estoy haciendo?—le preguntó al aire.
Yo solo pude sostenerle la mirada como una boba.
— ¿Por qué has hecho eso?—me preguntó con voz forzada.
En esa ocasión sí se dirigía directamente a mí.
—No... no lo sé —fue todo lo que pude decir—Lo siento —di un paso hacia ella—No debí haberlo...
—No—levantó una mano para que no me acercase y retrocedió un paso—Elaine y yo nos vamos. Tú te quedas aquí.
Y lo hice.
Cuando Santana salió, me hundí en el sofá más cercano.
El sentido común volvió a mí de golpe, corno si me abofeteara en toda la cara.
Me sentía embotada, seguía mareada por el beso y por la culpabilidad, todo a la vez.
¿Quién podría culpar a Santana por estar furiosa conmigo?
Me había comportado como una idiota la mayor parte de la cena y luego la había empujado contra la pared del baño para abalanzarme sobre ella.
Yo sí que tenía clase.
Me quedé ahí sentada varios minutos, con la cabeza entre las manos, mientras me atormentaban un millón de remordimientos.
Me sentía ridícula y avergonzada por mi comportamiento, pero había un pensamiento insistente que no lograba apartar de mi cabeza: Santana me había devuelto el beso.
A lo mejor había sido un acto reflejo por su parte, pero lo que estaba claro es que no había parecido eso.
Paige me echó las manos encima incluso antes de que abriera la puerta.
Entramos en la habitación dando tumbos, con sus labios sobre mi cuello mientras me hacía caminar de espaldas. Chocamos con la butaca de piel que había cerca de la cama y una pila de libros se cayó al suelo con un sonoro golpetazo.
—He echado de menos este cuerpo —-jadeó Paige pasando de mi cuello a mis labios.
Cuando me comió la boca hice todo lo que pude por perderme en la sensación de sus caricias sobre mi piel y disfrutar del cuerpo de aquella mujer sexy y atractiva, pero cuanto más lo intentaba, menos lograba meterme en situación.
Su beso se volvió más profundo y yo la correspondí, pero fue algo robótico, como si lo único que hiciera fuera seguir los movimientos correctos.
Fue cuando una voz en mi cabeza me ordenó que parara.
Traté de ignorarla, pero eso solo la hizo más fuerte y me recordó a quién había estado besando una hora antes.
Cerré los ojos con fuerza y cabeceé deseando que todo parara.
Entonces me aparté de Paige.
—Espera, por favor.
Me miró sorprendida y, enseguida, preocupada.
—Britt, ¿estás bien? Háblame. Estás un poco pálida—me llevó con cuidado hasta el sofá—Venga, siéntate. Voy a traerte un vaso de agua.
Se metió en el baño.
Yo la llamé.
—Estoy bien, Paige. Dios, me siento tan estúpida.
—No pasa nada, cariño, has bebido un poco. A lo mejor se te ha subido a la cabeza—volvió y me dio un vaso de agua.
Enseguida di varios sorbos y apoyé la frente en la palma de la mano.
—No es el vino—suspiré derrotada—Lo siento, pero no debería haberte traído aquí.
Ella se sentó a mi lado muy despacio.
—Oh. ¿Ha sido por algo que he hecho? En la cena parecía que te apetecía.
—Así es. Es decir, así era. Ha pasado algo esta noche. O mejor dicho, alguien. Santana.
—Suena tan fácil cuando lo dices así... ¿Desde cuándo eres tan lista?
—Supongo que nunca te habías dado cuenta—suavizó la voz—Eres una buena persona, Brittany, y porque me importas te voy a dar un consejo. Dile cómo te sientes. Si ella siete lo mismo, nunca es demasiado tarde.
Asentí y rumié sus palabras.
—A lo mejor. Gracias, Paige, por entenderme—me puse de pie y le di un abrazo—Ojalá hubiera más personas como tú.
—Ohh, tonterías—dijo—Hablando de tarde, te voy a dejas descansar. Tienes mucho en qué pensar.
La acompañé a la puerta y se la abrí. Ella salió al pasillo antes de volverse.
—Es muy atractiva.
—Lo sé.
—Sólo pensar en ustedes dos juntas es... Guau. Pienso quedarme con esa imagen.
Le di un palmetazo juguetón.
—Anda, largo de aquí. Te llamo pronto.
Se despidió con la mano y se fue pasillo abajo dejando escapar un silbido. Puse los ojos en blanco, pero no pude evitar sonreír ante sus payasadas.
Cerré la puerta, me apoyé en ella y saqué el teléfono. Envié un mensaje de texto antes de acostarme: Lo siento.
Joder.
**************************************************************************************************************************
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Bambalinas (Adaptada) Epílogo
Que pasará ahora???
Que bien se lo tomó Paige!
Saludos
Que bien se lo tomó Paige!
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Bambalinas (Adaptada) Epílogo
ok fuera paige de la ecuacion, falta saber como seran las cosas entre ellas ahora y sacar a la elaine del camino, aunque no parece tan facil como con paige!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Bambalinas (Adaptada) Epílogo
Hola morra...
Bueno del cuarteto ya se desapareció una...
Se me gacela que san va a terminar dejando a elaine aunque no creo muy rápido no tienen nada en común pero bueno!
A ver como van las cosas!!!???
Nos vemos!!!
Bueno del cuarteto ya se desapareció una...
Se me gacela que san va a terminar dejando a elaine aunque no creo muy rápido no tienen nada en común pero bueno!
A ver como van las cosas!!!???
Nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Bambalinas (Adaptada) Epílogo
monica.santander escribió:Que pasará ahora???
Que bien se lo tomó Paige!
Saludos
Hola, no lo se! pero espero que algo bueno entre ellas xD Sip, creo q siempre supo q britt ya tenia a alguien =) Saludos =D
micky morales escribió:ok fuera paige de la ecuacion, falta saber como seran las cosas entre ellas ahora y sacar a la elaine del camino, aunque no parece tan facil como con paige!!!!
Hola, bn! una menos! falta una! Mmmm esperemos y cambien las cosas para bn, osea si se pertenecen q vueltas le dan¿? mmm pero, no, no lo parece =/ Saludos =D
3:) escribió:Hola morra...
Bueno del cuarteto ya se desapareció una...
Se me gacela que san va a terminar dejando a elaine aunque no creo muy rápido no tienen nada en común pero bueno!
A ver como van las cosas!!!???
Nos vemos!!!
Hola lu, solo falta una y todo queda mas q bn! Esk eso es lo k tiene q pasar, osea tu misma lo viste, todos lo vimos, nada, pero nada en comun ¬¬ Aquí el siguiente cap para saber mas! Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Bambalinas (Adaptada) Cap 17
Capitulo 17
Le di un golpe al botón de stop del reproductor de CD con la palma abierta y apagué la música.
Me sentía absolutamente frustrada conmigo misma por haber fallado la difícil
combinación de mi número de exhibición de último año cuando en las dos últimas pasadas ya había conseguido clavarla.
Llevaba ya tres horas en el estudio de ensayo ese día y había practicado de manera constante durante las últimas cuatro semanas. Me terminé el agua de la enorme botella que llevaba y saqué una segunda botella de la bolsa.
Todavía me quedaba mucho que ensayar.
Ya sabía que iba a tardar mucho en ponerme en forma para bailar y estaba en lo cierto.
Tenía previsto usar todo el tiempo de estudio que me había regalado Santana y puede que incluso añadiese un poco más. Los progresos que había hecho hasta el momento eran alentadores y sentía mucha más confianza en mí misma como bailarina.
Por desgracia, las audiciones para Elevation habían sido la semana anterior.
En el fondo sabía que no estaba preparada y había decidido no asistir.
Aunque parecía un proyecto perfecto para mí, no había sido el momento adecuado.
Necesitaba más tiempo.
Había estado, eso sí, en contacto permanente con Finn y le había explicado mi objetivo de encontrar trabajo en Broadway, recordándole que había prometido ayudarme.
A regañadientes, se mostró de acuerdo pese a la disminución de ingresos que supondría para los dos, y dio voces en los círculos de castings de teatro por si a alguien le interesaba.
Tenía la suerte de que mi nombre era atractivo para un cartel gracias al renombre que me había dado el trabajo de los últimos años y mi reciente nominación.
Me informó de varias audiciones para espectáculos ya establecidos en Broadway. Incluso había una oferta en firme de volver a ser Alexis en Tabula,
esta vez con la compañía de Broadway, que seguía con buena salud y dando buenos resultados de taquilla en Nueva York seis años después de su estreno.
Aunque estaba dispuesta a considerar la oferta, tenía la esperanza de que surgiera algo nuevo en mi camino.
Estaría bien crear algo distinto y poder hincarle el diente a algo fresco.
Quería trabajar un personaje desde cero hasta hacerlo de carne y hueso y completamente mío.
Al terminar mi pausa, decidí divertirme un poco. Puse mi CD de música más rápida y rítmica y me dejé llevar en una coreografía libre, enlazando movimientos que conocía y añadiendo algunos nuevos.
En ese momento oí que llamaban ruidosamente a la puerta y no me dio tiempo a llegar antes de que la abrieran y se asomara un hombre rubio.
—Disculpe —le dije por encima de la música—Tengo la sala reservada una hora más.
—Está bien —me contestó—No he venido por la sala. Busco a Brittany Pierce—dijo leyendo el nombre de una pequeña hoja de papel que llevaba en la mano.
Sorprendida, atravesé la sala y apagué la música.
—Lo siento, ¿nos conocemos?
—No, no nos conocemos —vino hasta mí y extendió la mano con una sonrisa amistosa en el rostro—Soy Bryan Ryan. Una amiga suya me dijo que podría encontrarla aquí. Veo que tenía razón.
Estaba poniéndome un poco nerviosa.
Aquel hombre había venido de la calle y podía ser virtualmente cualquiera.
Dios, podía ser un asesino.
—No sé de qué va esto, pero tengo mucho trabajo que hacer y solo me queda una hora, de modo que...
—Por supuesto. Discúlpeme por irrumpir de esta manera, pero si me permite un momento para que se lo explique y luego todavía quiere que me marche, estaré encantado de complacerla —se sacó un pañuelo del bolsillo y se lo pasó por lo alto de la cabeza—Actualmente, estoy seleccionando el reparto para un espectáculo y busco a mi protagonista. A principios de semana estuve en una pequeña fiesta, una reunión con gente de la industria, y mantuve una agradable conversación con una joven que me dio su nombre. Me dijo que usted era exactamente lo que andaba buscando. Yo no sé si eso será cierto o no, pero según mi experiencia lo mejor es no dejar ninguna piedra por levantar.
Me puse un mechón de pelo detrás de la oreja.
Me había picado la curiosidad, pero aún me movía con cautela.
—¿Para qué espectáculo busca actrices?
—Se llama Elevation. Es un espectáculo de danza.
—Esas audiciones fueron la semana pasada.
—Así es, pero no hemos acabado de buscar, de ahí mi presencia aquí. Hagamos una cosa, le voy a dejar mi tarjeta —me entregó una tarjeta de visita que sacó del bolsillo de su chaqueta—Como ve, soy completamente legal.
— ¿Y quiere hacerme una audición?
El pulso se me aceleró solo de pensar en tener una segunda oportunidad.
—De manera informal, sí. Si está interesada, claro.
—No es eso. Me interesa, pero todavía no estoy en plena forma.
—¿Por qué no deja que yo juzgue eso? ¿Le importaría que me quedase un rato?
Inspiré hondo.
En cierta manera, dejar que Bryan me viera ensayar me parecía una intrusión, pero también me daba cuenta de que era una oportunidad como las hay pocas.
—Supongo que está bien—fui al centro de la sala—¿Le importa encender la música? La pista seis.
Bryan le dio a la música y yo empecé a moverme. Al principio era agudamente consciente de su presencia y de cómo sus ojos seguían cada paso que daba mientras se acariciaba la barbilla con gesto ausente.
Me concentré más para afina la precisión y la técnica, pero, a medida que sonaba la música, empecé a bailar para mí perdiéndome en los pasos como hacía a menudo y dándolo todo.
Ya no veía a Bryan ni los espejos que forraban el estudio de danza.
Estaba sola, bailando por instinto.
En los últimos compases me dejé ir por completo, moviéndome de manera salvaje, dando giro tras giro y ejecutando el último salto con un aterrizaje perfecto en la última nota de la canción.
Levanté la mirada desde donde había terminado, sin aliento y sintiéndome algo vulnerable al mirar a los ojos de mi espectador. Él no dijo nada, pero se le veía muy pensativo.
Puede que estuviera tratando de encontrar una manera educada de darme las gracias por mi tiempo antes de marcharse a voltear otras piedras.
Al final se levantó y se me acercó.
—Si puedo hacer que mi directora y mi coreógrafa estén aquí en una hora, ¿cree que podría volver a hacer eso?
—Eh, claro, pero solo tengo reservado el estudio hasta... —miré el reloj—Dentro de cuarenta y cinco minutos.
—Yo me ocuparé de eso, conozco a algunas personas por aquí. ¿Qué me dice?
—Si cree que no van a perder el tiempo, estaré encantada de bailar para ellas.
Él se dirigió a la puerta.
—Eso es todo lo que le pido.
Antes de que desapareciera le llamé.
—¿ Bryan?
Volvió a asomar la cabeza por la esquina.
—¿Le importaría decirme quién le habló de mí en esa fiesta?
—Santana López. Dijo que habían trabajado juntas en una gira.
Asentí.
—Gracias.
En menos de una hora, Cassandra July y su coreógrafa, April Rhodes, llegaron al estudio con Bryan.
Tras las presentaciones y las cortesías de rigor, volví a actuar para ellas igual que había hecho para Bryan.
Lo hice lo mejor que pude y luego me disculpé y salí de la sala para que pudieran hablar entre ellos.
Solo con haber tenido la posibilidad de bailar para Cassandra July el día había valido la pena.
Cuando regresé, ya me estaban esperando y Cassandra tomó la iniciativa.
—¿Cuánto tiempo llevas fuera de escena, Brittany?
—Han pasado poco más de tres años desde que hice Tabula rasa en Los Ángeles. Desde entonces he estado haciendo cine, pero siempre me he sentido más cómoda sobre los escenarios. Es lo que estoy intentando retomar.
—Definitivamente eres buena—dijo April—Pero todavía tienes mucho trabajo que hacer. El papel en cuestión es increíblemente exigente a nivel físico y pondrá tu cuerpo a prueba. ¿Crees que estás preparada para algo así?
—Sé que puedo hacerlo. Solo necesito el tiempo adecuado para ensayar.
—He de admitir que tienes muchas de las cosas que buscamos —intervino Cassandra —Te vi en Tabula rasa. Tiene muy buena imagen y sabes cantar. Si April cree que puede trabajar contigo, me gustaría ofrecerte el papel.
Contuve la respiración mirando a April, que estudió mi rostro un segundo como si evaluara la situación.
Al final cuando ya creía que me iba a explotar la cabeza si tardaba un segundo más en decir algo, sonrió lentamente.
—Vamos a hacerlo.
—¡Genial! —exclamó Bryan, que dio la mano mientras Holly me daba un abrazo de enhorabuena—Si me pasa los datos de contacto de su representante, nos pondremos a preparar el contrato.
Asentí sin habla.
Aquel tipo de momentos sencillamente no se daban.
Un hombre había entrado desde la calle y una hora después me habían fichado como protagonista de un espectáculo de Broadway que pronto se iba a estrenar.
Me sentía absolutamente frustrada conmigo misma por haber fallado la difícil
combinación de mi número de exhibición de último año cuando en las dos últimas pasadas ya había conseguido clavarla.
Llevaba ya tres horas en el estudio de ensayo ese día y había practicado de manera constante durante las últimas cuatro semanas. Me terminé el agua de la enorme botella que llevaba y saqué una segunda botella de la bolsa.
Todavía me quedaba mucho que ensayar.
Ya sabía que iba a tardar mucho en ponerme en forma para bailar y estaba en lo cierto.
Tenía previsto usar todo el tiempo de estudio que me había regalado Santana y puede que incluso añadiese un poco más. Los progresos que había hecho hasta el momento eran alentadores y sentía mucha más confianza en mí misma como bailarina.
Por desgracia, las audiciones para Elevation habían sido la semana anterior.
En el fondo sabía que no estaba preparada y había decidido no asistir.
Aunque parecía un proyecto perfecto para mí, no había sido el momento adecuado.
Necesitaba más tiempo.
Había estado, eso sí, en contacto permanente con Finn y le había explicado mi objetivo de encontrar trabajo en Broadway, recordándole que había prometido ayudarme.
A regañadientes, se mostró de acuerdo pese a la disminución de ingresos que supondría para los dos, y dio voces en los círculos de castings de teatro por si a alguien le interesaba.
Tenía la suerte de que mi nombre era atractivo para un cartel gracias al renombre que me había dado el trabajo de los últimos años y mi reciente nominación.
Me informó de varias audiciones para espectáculos ya establecidos en Broadway. Incluso había una oferta en firme de volver a ser Alexis en Tabula,
esta vez con la compañía de Broadway, que seguía con buena salud y dando buenos resultados de taquilla en Nueva York seis años después de su estreno.
Aunque estaba dispuesta a considerar la oferta, tenía la esperanza de que surgiera algo nuevo en mi camino.
Estaría bien crear algo distinto y poder hincarle el diente a algo fresco.
Quería trabajar un personaje desde cero hasta hacerlo de carne y hueso y completamente mío.
Al terminar mi pausa, decidí divertirme un poco. Puse mi CD de música más rápida y rítmica y me dejé llevar en una coreografía libre, enlazando movimientos que conocía y añadiendo algunos nuevos.
En ese momento oí que llamaban ruidosamente a la puerta y no me dio tiempo a llegar antes de que la abrieran y se asomara un hombre rubio.
—Disculpe —le dije por encima de la música—Tengo la sala reservada una hora más.
—Está bien —me contestó—No he venido por la sala. Busco a Brittany Pierce—dijo leyendo el nombre de una pequeña hoja de papel que llevaba en la mano.
Sorprendida, atravesé la sala y apagué la música.
—Lo siento, ¿nos conocemos?
—No, no nos conocemos —vino hasta mí y extendió la mano con una sonrisa amistosa en el rostro—Soy Bryan Ryan. Una amiga suya me dijo que podría encontrarla aquí. Veo que tenía razón.
Estaba poniéndome un poco nerviosa.
Aquel hombre había venido de la calle y podía ser virtualmente cualquiera.
Dios, podía ser un asesino.
—No sé de qué va esto, pero tengo mucho trabajo que hacer y solo me queda una hora, de modo que...
—Por supuesto. Discúlpeme por irrumpir de esta manera, pero si me permite un momento para que se lo explique y luego todavía quiere que me marche, estaré encantado de complacerla —se sacó un pañuelo del bolsillo y se lo pasó por lo alto de la cabeza—Actualmente, estoy seleccionando el reparto para un espectáculo y busco a mi protagonista. A principios de semana estuve en una pequeña fiesta, una reunión con gente de la industria, y mantuve una agradable conversación con una joven que me dio su nombre. Me dijo que usted era exactamente lo que andaba buscando. Yo no sé si eso será cierto o no, pero según mi experiencia lo mejor es no dejar ninguna piedra por levantar.
Me puse un mechón de pelo detrás de la oreja.
Me había picado la curiosidad, pero aún me movía con cautela.
—¿Para qué espectáculo busca actrices?
—Se llama Elevation. Es un espectáculo de danza.
—Esas audiciones fueron la semana pasada.
—Así es, pero no hemos acabado de buscar, de ahí mi presencia aquí. Hagamos una cosa, le voy a dejar mi tarjeta —me entregó una tarjeta de visita que sacó del bolsillo de su chaqueta—Como ve, soy completamente legal.
— ¿Y quiere hacerme una audición?
El pulso se me aceleró solo de pensar en tener una segunda oportunidad.
—De manera informal, sí. Si está interesada, claro.
—No es eso. Me interesa, pero todavía no estoy en plena forma.
—¿Por qué no deja que yo juzgue eso? ¿Le importaría que me quedase un rato?
Inspiré hondo.
En cierta manera, dejar que Bryan me viera ensayar me parecía una intrusión, pero también me daba cuenta de que era una oportunidad como las hay pocas.
—Supongo que está bien—fui al centro de la sala—¿Le importa encender la música? La pista seis.
Bryan le dio a la música y yo empecé a moverme. Al principio era agudamente consciente de su presencia y de cómo sus ojos seguían cada paso que daba mientras se acariciaba la barbilla con gesto ausente.
Me concentré más para afina la precisión y la técnica, pero, a medida que sonaba la música, empecé a bailar para mí perdiéndome en los pasos como hacía a menudo y dándolo todo.
Ya no veía a Bryan ni los espejos que forraban el estudio de danza.
Estaba sola, bailando por instinto.
En los últimos compases me dejé ir por completo, moviéndome de manera salvaje, dando giro tras giro y ejecutando el último salto con un aterrizaje perfecto en la última nota de la canción.
Levanté la mirada desde donde había terminado, sin aliento y sintiéndome algo vulnerable al mirar a los ojos de mi espectador. Él no dijo nada, pero se le veía muy pensativo.
Puede que estuviera tratando de encontrar una manera educada de darme las gracias por mi tiempo antes de marcharse a voltear otras piedras.
Al final se levantó y se me acercó.
—Si puedo hacer que mi directora y mi coreógrafa estén aquí en una hora, ¿cree que podría volver a hacer eso?
—Eh, claro, pero solo tengo reservado el estudio hasta... —miré el reloj—Dentro de cuarenta y cinco minutos.
—Yo me ocuparé de eso, conozco a algunas personas por aquí. ¿Qué me dice?
—Si cree que no van a perder el tiempo, estaré encantada de bailar para ellas.
Él se dirigió a la puerta.
—Eso es todo lo que le pido.
Antes de que desapareciera le llamé.
—¿ Bryan?
Volvió a asomar la cabeza por la esquina.
—¿Le importaría decirme quién le habló de mí en esa fiesta?
—Santana López. Dijo que habían trabajado juntas en una gira.
Asentí.
—Gracias.
En menos de una hora, Cassandra July y su coreógrafa, April Rhodes, llegaron al estudio con Bryan.
Tras las presentaciones y las cortesías de rigor, volví a actuar para ellas igual que había hecho para Bryan.
Lo hice lo mejor que pude y luego me disculpé y salí de la sala para que pudieran hablar entre ellos.
Solo con haber tenido la posibilidad de bailar para Cassandra July el día había valido la pena.
Cuando regresé, ya me estaban esperando y Cassandra tomó la iniciativa.
—¿Cuánto tiempo llevas fuera de escena, Brittany?
—Han pasado poco más de tres años desde que hice Tabula rasa en Los Ángeles. Desde entonces he estado haciendo cine, pero siempre me he sentido más cómoda sobre los escenarios. Es lo que estoy intentando retomar.
—Definitivamente eres buena—dijo April—Pero todavía tienes mucho trabajo que hacer. El papel en cuestión es increíblemente exigente a nivel físico y pondrá tu cuerpo a prueba. ¿Crees que estás preparada para algo así?
—Sé que puedo hacerlo. Solo necesito el tiempo adecuado para ensayar.
—He de admitir que tienes muchas de las cosas que buscamos —intervino Cassandra —Te vi en Tabula rasa. Tiene muy buena imagen y sabes cantar. Si April cree que puede trabajar contigo, me gustaría ofrecerte el papel.
Contuve la respiración mirando a April, que estudió mi rostro un segundo como si evaluara la situación.
Al final cuando ya creía que me iba a explotar la cabeza si tardaba un segundo más en decir algo, sonrió lentamente.
—Vamos a hacerlo.
—¡Genial! —exclamó Bryan, que dio la mano mientras Holly me daba un abrazo de enhorabuena—Si me pasa los datos de contacto de su representante, nos pondremos a preparar el contrato.
Asentí sin habla.
Aquel tipo de momentos sencillamente no se daban.
Un hombre había entrado desde la calle y una hora después me habían fichado como protagonista de un espectáculo de Broadway que pronto se iba a estrenar.
**************************************************************************************************************************
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Bambalinas (Adaptada) Epílogo
Hola morra...
Si que hizo una muy buena conversación o la vendió muy bien san a britt para el trabajo..
Por lo menos cass la vio y tiene referencias!!!
A ver como le va a britt en los ensayos?
Si que hizo una muy buena conversación o la vendió muy bien san a britt para el trabajo..
Por lo menos cass la vio y tiene referencias!!!
A ver como le va a britt en los ensayos?
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Bambalinas (Adaptada) Epílogo
Una Genia Santana!!!!!!!
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Bambalinas (Adaptada) Epílogo
excelente, esa es santana, nunca se olvida de britt!!!!! ahora solo espero un nuevo encuentro entre ellas!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Bambalinas (Adaptada) Epílogo
De nuevo paso algo entre ellas y se alejan....
Espero que le vaya bien a Britt en esta nueva oportunidad, y que se vuelvan a encontrar!
Espero que le vaya bien a Britt en esta nueva oportunidad, y que se vuelvan a encontrar!
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Bambalinas (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:Hola morra...
Si que hizo una muy buena conversación o la vendió muy bien san a britt para el trabajo..
Por lo menos cass la vio y tiene referencias!!!
A ver como le va a britt en los ensayos?
Hola lu, jajajajajajaja creo que fue una buena conversa jajajajaja. SI! las cosas estan saliendo bn, no¿? solo falta q digan juntas y ya! jajajajajaja. Esperemos y bn, ademas el baile es lo suyo jajaja. Saludos =D
monica.santander escribió:Una Genia Santana!!!!!!!
Saludos
Hola, o no¿? todo por su rubia jajajajaja. Saludos =D
micky morales escribió:excelente, esa es santana, nunca se olvida de britt!!!!! ahora solo espero un nuevo encuentro entre ellas!!!!
Hola, noooo siempre presente jajaja un amor! SI! yo tmbn! y q sea el definitivo! jajajaja. Saludos =D
JVM escribió:De nuevo paso algo entre ellas y se alejan....
Espero que le vaya bien a Britt en esta nueva oportunidad, y que se vuelvan a encontrar!
Hola, mmm si tienes razón, pero esta vez espero el juntas jajajajaja xD Espero lo mismo la vrdd, SI!! osea eso tiene q pasar si o si! Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Bambalinas (Adaptada) Cap 18
Capitulo 18
Desde que tenía uso de razón, la playa siempre había ejercido un efecto relajante en mí.
Era capaz de sentarme a mirar las olas durante horas y sentirme satisfecha.
Di otro sorbo de café y dejé que aquel líquido celestial me calentara desde dentro.
Era una mañana bastante fría, pero el sol brillaba sobre el agua y sabía que sería un día perfecto para Rachel.
Solo tenía unos minutos para relajarme en la terraza de la casa que había alquilado en la playa, pero quería disfrutar de cada segundo. Me gustaban los Hamptons y puede que algún día fuera lo bastante rica para comprarme una casita como aquella para hacer escapadas.
La casa de dos habitaciones que había alquilado para el fin de semana de la boda era modesta, pero muy acogedora.
Miré el reloj.
Faltaban solo unas pocas horas para la boda y tenía que darme prisa e ir yendo hacia la iglesia.
Me apoyé en la barandilla y suspiré profundamente; el torbellino de día estaba a punto de comenzar. Sabía que habría muchas caras conocidas en la boda y me hacía ilusión verlos a todos. Rachel me había dicho que gran parte del reparto de Tabula rasa estaba invitado y había confirmado su asistencia.
Casi sería una mini reunión con la gente de la gira.
Hacía siglos que no veía a Kurt ni a Sugar y pensar en volver a verlos me hacía sonreír.
La confirmación de Dani me iba a hacer pasar la tarde evitándola pero no tenía el menor interés de retornar los conflictos del pasado.
Aquel día era el día de mi amiga y quería que siguiera así.
Metí la bolsa en el coche de alquiler y colgué e| vestido en una percha en el asiento de atrás.
Me preguntaba si Santana ya estaba en la ciudad.
No había vuelto a verla desde la noche del restaurante hacía cuatro semanas y no me había contestado al único mensaje de texto que le había enviado para disculparme. Era de suponer que seguía enfadada y no quería saber nada de mí.
Joder, por lo que yo sabía, Elaine y ella habían cabalgado juntas hacia el atardecer.
Sacudí la cabeza con fuerza para apartar aquellas ideas de mi mente porque necesitaba centrarme.
Di un paso atrás y contemplé a Rachel con lágrimas en los ojos.
Miré a su mamá, que me cogió la mano y me la apretó emocionadísima igual que yo.
Estábamos las tres solas en la habitación de la novia en la iglesia y ver a Rachel con el vestido de novia por primera vez me dejó sin aliento. Era una visión llena de esperanza, de belleza y de todo lo que debía ser una novia.
Nos sonrió, pero estaba claro que también tenía los sentimientos a flor de piel en aquel instante, levantó una mano para protestar.
—Paren las dos. Ya estoy maquillada y no puedo llorar. Así que ya están aguantándose inmediatamente.
Nos reímos y yo la abracé.
—Gracias por pedirme que fuera parte de esto. Si hay una pareja destinada a estar unida, esas son Quinn y tú. Estás guapísima, Rach, sencillamente preciosa.
Noté que Rachel se daba aire en la cara con la mano por encima de mi hombro.
—Ahora sí que voy a llorar, maldita seas, Pierce—pero en lugar de eso se rio otra vez y me soltó—Yo también me alegro de que estés aquí. No veo el día en que pueda ir yo a tu boda.
—Bueno, pues esa va a ser una larga espera. Me temo que no soy ese tipo de persona.
—Antes lo eras.
—Sí, bueno. Eso fue en otra época y en otro lugar. La gente cambia—me encogí de hombros—Además, hoy no hemos venido a hablar de mí, ¿no?
—No, hoy es mi día—sonrió y se miró al espejo—Y pienso disfrutar cada segundo.
La emoción flotaba en el aire.
Yo caminaba como a saltitos y le deseaba toda la felicidad del mundo a Rachel en aquel hermoso día. Todos los temores o preocupaciones que hubiera podido albergar al llegar a la iglesia fueron reemplazados por optimismo y esperanza.
Dios, sonaba igual que un personaje de Disney.
Pero es que aquel día iba sobre el amor y creo que necesitaba un recordatorio de que la gente podía ser feliz. Ser consciente de eso era dar un paso en la dirección correcta, así que me congratulé por ello.
El cuarteto de cuerda empezó a interpretar el Canon de Pachelbel en Re mayor y yo, que siempre había sabido cómo hacer una buena entrada, esperé unos compases antes de dejar a Rachel al fondo de la iglesia con un guiño de despedida y empezar a recorrer el pasillo.
El templo, de proporciones modestas, estaba abarrotado de caras sonrientes. Claramente, aquellos dos tenían a mucha gente que los quería.
Me tomé mi tiempo para completar el corto pasillo que llevaba al altar, dedicándole sutiles gestos de cabeza a los conocidos. Blaine me lanzó un beso y a Sugar se le iluminó la cara cuando hicimos contacto visual. Le devolví una mirada que transmitiera mi «¡Dios mío, me alegro de verte!» al pasar.
Sin embargo, cuando posé los ojos en el siguiente rostro, fue como si la sala estuviera programada para congelarse.
Santana llevaba un vestido borgoña oscuro que era el epítome de la elegancia y del estilo. Llevaba el pelo parcialmente recogido los mechones sueltos le caían en delicados bucles sobre los hombros.
Nuestras miradas se encontraron y ella entreabrió los labios ligeramente al observar mi vestido en toda su longitud.
¿Eran imaginaciones mías o Santana me acababa de dar un repaso?
El rostro siguiente contestó a la pregunta de marera tajante.
Elaine le puso la mano en el hombro a Santana en un gesto posesivo y yo me obligué a mirar hacia delante y a concentrarme en mi destino.
La ceremonia fue breve y muy tierna, pero también muy emotiva y no dejamos de llorar.
Por suerte yo había colado un pañuelo en el ramo que llevaba y estaba preparada.
Cuando el pastor habló de «compromiso para siempre» y de «prometer amarse mutuamente» no pude evitar mirar a Santana de reojo. Recordé la versión más joven e idealista de mí misma que se había preguntado en su momento sí Santana seria «esa persona».
Con tristeza, me di cuenta de que seguramente ella nunca se había preguntado lo mismo.
Seguí mirándola mientras las novias intercambiaban sus votos y me permití el placer culpable de imaginar cómo habría sido si las cosas hubieran ido de manera diferente, si hubiéramos terminado igual que Rachel y Quinn, pero cuando las maravillosas imágenes y sensaciones de la fantasía empezaron a inundarme los sentidos, me interrumpieron unos aplausos envilecedores.
Rachel y Quinn se habían besado por primera vez como mujer y mujer y estaba recorriendo el pasillo.
«Ahora te toca a ti, estúpida.»
Me agité para despabilarme y acepté graciosamente el brazo del padrino de la rubia novia para regresar al exterior. Compuse una gran sonrisa para el personal, pero por dentro temblaba.
La combinación de las palabras del pastor, la felicidad absoluta en el rostro de Rachel y tener a Santana sentada no muy lejos con su cita bastaban para tenerme la cabeza hecha un lío.
En mi interior, deseé que el convite tuviera barra libre.
Pequeñas lucecitas blancas y parpadeantes caían en cascada desde los altos techos de la sala de baile del Plaza Club, y las mesas tenían manteles blancos y centros de mesa de hortensias de color violeta que creaban un ambiente muy a la moda para el convite.
Había un sexteto de jazz tocando música de fondo a un lado de la pista de baile y, en el centro de la sala, una escultura de hielo de dos cisnes con los cuellos entrelazados.
Miré en derredor maravillada.
Los enormes ventanales que iban desde el suelo hasta el techo, con una altura de unos dos pisos, ofrecían una vista preciosa de la puesta de sol sobre el agua.
Varios invitados socializaban en la terraza que rodeaba el edificio acariciados por la fresca brisa marina. Aquel sitio era increíble y no podía ni imaginarme cuánto se habían gastado los padres de Rachel en la celebración.
Cuando llegaron las novias, la recepción se activó. Los invitados se mezclaban entre ellos, charlaban y bebían champán que los camareros paseaban en bandejas de plata.
Había cola para firmar el libro de invitados y un grupito de niños estaba mojando fresas en la fuente de chocolate.
Eso sí, cuando anunciaron oficialmente la entrada de Rachel y Quinn, oda la sala les prestó atención, aplaudieron, vitorearon y felicitaron a las recién casadas.
Fui con Rachel y les llevé a ella y a Quinn una copa de champán para cada una, pero, cuando se abrieron paso entre la multitud para ir a hablar personalmente con su invitados, yo aproveché para escaparme un momento y recuperar el aliento.
Me agencié una copa de champán y me fui al final de la sala, lejos de la muchedumbre. Al final acabé saliendo a la terraza. El aire fresco fue una buena distracción y me busqué un rincón para apoyarme en la barandilla, repartiendo sonrisas a desconocidos al pasar.
Ahí estuve contemplando cómo el agua lamía los pilotes del edificio mientras bebía de mi copa, recuperando los ejercicios de respiración que había aprendido en la universidad para calmar los nervios y conseguir dejar de darle vueltas a la cabeza.
Estaba pensando en demasiadas cosas a la vez: tenía veintisiete años y ya me había resignado a pasarme el resto de mi vida sola.
Hasta hacía poco era algo que me parecía bien.
De hecho era lo que yo misma había elegido, concentrarme por completo en mi carrera y sacar lo máximo de todas las oportunidades que sugieran.
Sin embargo, en aquel día tan feliz para mi amiga, me sentía triste por mí y por la persona en la que me había convertido.
Me agarré a la barandilla con más fuerza y observé el horizonte.
—Un penique por tus pensamientos—dijo Santana, cuyos ojos resplandecían en la puesta de sol.
—Ah, valen mucho más que eso, me temo.
—Vaya, me he dejado el monedero en el coche.
—¿Vale para otra vez?
—Supongo que si—esbozó una sonrisa cauta, claramente insegura de cómo comportarse—Esto es precioso.
—Sí, Rach tiene mucha suerte de que haya hecho un tiempo tan bueno. El cielo parece sacado de una pintura.
Se volvió para contemplar el atardecer unos segundos antes de volverse hacia mí.
—Bueno, creo que deberíamos hablar.
—Seguramente—la miré a la cara—Fui una imbécil. Lo siento.
—Sí que fuiste una imbécil—afirmó—Una imbécil de tomo y lomo.
—Y si pudiera volver atrás y cambiar lo que hice, lo haría.
—¿Todo? —preguntó en voz baja.
Elaine escogió aquel instante para salir a la terraza con una copa de vino en cada mano.
Vino blanco.
Contuve el impulso de poner los ojos en blanco para demostrarle a Santana lo capaz que era de comportarme con madurez social. Yo me alegraba de que volviera a dirigirme la palabra.
Sí, estaba volviendo a enamorarme de ella, pero tras haber estado un mes entero sin ella, habría dado lo que fuera por recuperar lo que teníamos antes de la cena infernal.
Hablando en plata, la echaba de menos desesperadamente. Elaine no sería
un problema si yo lograba asegurarme de tener a Santana en mi vida de la manera que fuera.
Su largo periodo de silencio me lo había demostrado fácilmente.
—Hola, Elaine. Estás fantástica.
Y era verdad.
Llevaba un traje de noche amarillo de un sólo hombro con el corpiño cruzado. Muy propio de alguien que trabajaba en el mundo de la moda lo de dar una lección de estilo.
—Gracias, me alegro de volver a verte, Brittany. Tú también estás haciendo que se giren unas cuantas cabezas con ese vestido.
Me encogí de hombros y miré al cielo para ponerle un poco de humor coqueto a la escena.
Funcionó porque se rieron.
—¿Van a quedaros el fin de semana?—les pregunté—He alquilado una casa en la playa hasta el martes. Si van a estar aquí podrían pasarse y hacemos unos perritos calientes en la barbacoa.
—Estaría bien—dijo Santana—A lo mejor te tomamos la palabra. Elaine ha hecho reserva en el Yacht Club hasta el domingo. Pensábamos ver un poco la zona, ya sabes—explicó mirándonos a las dos—Es raro, pero con todos los años que he vivido en Nueva York, nunca había pasado tiempo en los Hamptons. Está bien tener el fin de semana libre para explorar y relajarse un poco.
—Tengo muchas ganas—añadió Elaine, aunque parecía distraída con algo que veía al otro lado del cristal—Si me perdonan un momento, creo que veo a una socia con la que solía trabajar en Bergdorfs. El mundo es un pañuelo, Brittany, ¿te importa hacerle compañía a mi cita unos minutos?
—Claro que no —contesté.
Elaine se marchó y Santana y yo nos sonreímos con timidez al quedarnos a solas. Todavía no sabíamos bien cómo comportarnos la una con la otra después de habernos peleado... y habernos besado.
—Parece genial. Elaine.
—No estoy convencida de que sientas eso de verdad, pero eres muy amable por decirlo. Sé que no te causó la mejor de las impresiones, pero una vez que la conoces es una persona fascinante. Creo que si le dieras una oportunidad se llevarían muy bien.
—Seguro que es cierto y lo haré—contesté en voz queda.
Sin embargo, no la estaba escuchando con tanta atención como debiera porque me embelesaba el modo en que a Santana le caía el flequillo sobre la frente. Mi instinto natural era pasarle los dedos por el flequillo y colocárselo a un lado afectuosamente, pero de alguna manera no habría sido lo más apropiado en aquella situación.
Santana debió de notar que estaba distraída.
Nos miramos inseguras.
Dio un sorbo de vino y contempló el agua.
—Oh, creo que tengo que felicitarte—comentó haciendo todo lo posible por devolvernos a la conversación—Sé que todavía no es oficial, pero un pajarito me ha contado que vas a hacer Elevation. Todavía me sorprendo por cómo se desarrolló todo: probablemente es la mejor historia de cómo pasar una audición que he oído nunca. Me alegro mucho por ti. Lo harás de maravilla.
Y así, de repente, volví a sentirme muy ilusionada, contagiada del entusiasmo de Santana.
—La razón de que todo funcionara fuiste tú, ¿sabes? Te debo una.
Negó con la cabeza.
—Para que conste, yo puede que le diera tu nombre al director de casting, Britt, pero al único al que le estaba haciendo un favor era a él. El buen partido eres tú, no él.
Significaba mucho para mí oírla decir aquello.
—Gracias por creer en mí cuando yo no las tenía todas conmigo. No tengo palabras para expresar cómo me siento por haberlo conseguido.
Sus ojos relucieron con un toque de resignación.
—Todo pasa por algún motivo.
—Supongo que sí—repuse notando el acostumbrado nudo que el anhelo me ponía en la garganta.
— ¿Y ya has podido hablar con todo el mundo de la pandilla? —me preguntó
—No, no he podido y llevo todo el día con ganas de verlos. ¿Están aquí?
—Sí, han cogido una mesa a la derecha del pastel. Deberías ir a saludar.
—Creo que lo haré—me separé de la barandilla y me dirigí a la puerta—¿Vienes?—pregunté mirando atrás.
—¿Sabes qué? Ve yendo tú. Yo voy a quedarme a disfrutar de las vistas unos minutos más.
Se volvió hacia la puesta del sol y su imagen en la barandilla hizo que me detuviera en seco.
Memoricé la estampa de su cuerpo silueteado en parte por los tonos rosa y naranjas del cielo colorido y el agua que relucía a sus pies. Era toda una visión, como las había pocas, y noté que el calor invadía todo mi cuerpo.
"Quieta ahí, tigresa"
Deslumbrada, volví a la barra y pedí un Martini con vodka prometiéndome que aquella sería la última bebida de la noche.
Al fin y al cabo estaba ahí por Rachel y quería ser responsable y poder ayudarla en cualquier cosa que necesitara.
Escaneé la concurrencia y la vi hablando con una pareja algo mayor al otro lado de la sala. Nuestras miradas se encontraron y ella me hizo un gesto con
el pulgar hacia arriba, que es lo que habíamos convenido antes para indicar que todo iba bien. Yo asentí y busqué a mis antiguos compañeros por la sala.
No tardé mucho en encontrarlos.
En cuanto Sugar y yo nos vimos, lanzamos un grito. Me rodeó con los brazos y yo trastabillé hacia atrás sin dejar de reír.
—¡Sugy, te he echado de menos!
—Lo sé. No nos vemos lo suficiente. Yo te echo la culpa a ti aunque sea culpa mía. ¿Qué hay de nuevo?
—No mucho. Acabo de terminar una película, fase dos, y ahora estoy a ver qué sale. ¿Tú sigues en Mamma Mía en Nueva York?
—Negativo. Estoy harta de hacer coros, hermana. Quiero entrar en el espectáculo nuevo de Cassandra July, Elevation. Muy exigente a nivel de danza. He oído que ya han encontrado a la protagonista, pero en el musical hay papeles secundarios interesantes y dentro de una semana y media voy a una segunda audición. Cruza los dedos por mí.
—Lo haré.
Decidí no contar nada de mi papel en Elevation todavía. Aún no había firmado oficialmente el contrato aunque ya lo tenía, y me pareció que lo mejor era esperar a que se secara la tinta.
Antes de poder preguntarle a Sugar nada más, Kurt se nos acercó y yo le sonreí a mi viejo amigo.
—Oh, Dios mío, pero si es una estrella de cine—bromeó Kurt con los brazos abiertos—¿Puedo pedirte un autógrafo?
—-No, pero puedes cerrar la boca—contesté, y le di un fuerte abrazo.
—Ah, y sigue siendo de armas tomar.
— ¿Lo dudabas?
A Kurt no le había visto desde que había dejado la gira y me daba mucha pena. Rachel me había contado que Blaine y él se habían asentado, se habían alejado un poco el mundo del teatro y habían creado su propia productora en Nueva York.
No había ninguna razón para no haber ido a visitarlos aparte de estar liada con el trabajo, pero era una excusa estúpida y lo sabía.
Kurt y Sugar me llevaron a su mesa y ahí pude saludar a varios viejos amigos de Tabula rasa.
Era una locura estar todos juntos de nuevo.
Contemplé los rostros reunidos alrededor de la mesa, repartí saludos y abrazos hasta que posé los ojos en la única persona a la que no quería ver, Dani Ivy.
Qué bien.
Sonrió tentativamente, toda una novedad en su caso en lo que a mí respectaba.
Casi le pregunté qué se sentía.
—Hola, Brittany, ¿cómo estás?
¿Así que íbamos a jugar a ser educadas?
Perfecto, yo también sabía serlo.
Después de todo éramos adultos reunidos por una amiga común.
—Bien, ¿y tú?
—Estoy genial, gracias por preguntar.
Bueno, hasta ahí ir de falsas.
Le había dispensado el saludo de rigor y ya no tenía nada más que decirle a Dani, así que me senté con mis amigos y pasé los siguientes tres cuartos de hora poniéndome al día de cotilleos y noticias.
Era capaz de sentarme a mirar las olas durante horas y sentirme satisfecha.
Di otro sorbo de café y dejé que aquel líquido celestial me calentara desde dentro.
Era una mañana bastante fría, pero el sol brillaba sobre el agua y sabía que sería un día perfecto para Rachel.
Solo tenía unos minutos para relajarme en la terraza de la casa que había alquilado en la playa, pero quería disfrutar de cada segundo. Me gustaban los Hamptons y puede que algún día fuera lo bastante rica para comprarme una casita como aquella para hacer escapadas.
La casa de dos habitaciones que había alquilado para el fin de semana de la boda era modesta, pero muy acogedora.
Miré el reloj.
Faltaban solo unas pocas horas para la boda y tenía que darme prisa e ir yendo hacia la iglesia.
Me apoyé en la barandilla y suspiré profundamente; el torbellino de día estaba a punto de comenzar. Sabía que habría muchas caras conocidas en la boda y me hacía ilusión verlos a todos. Rachel me había dicho que gran parte del reparto de Tabula rasa estaba invitado y había confirmado su asistencia.
Casi sería una mini reunión con la gente de la gira.
Hacía siglos que no veía a Kurt ni a Sugar y pensar en volver a verlos me hacía sonreír.
La confirmación de Dani me iba a hacer pasar la tarde evitándola pero no tenía el menor interés de retornar los conflictos del pasado.
Aquel día era el día de mi amiga y quería que siguiera así.
Metí la bolsa en el coche de alquiler y colgué e| vestido en una percha en el asiento de atrás.
Me preguntaba si Santana ya estaba en la ciudad.
No había vuelto a verla desde la noche del restaurante hacía cuatro semanas y no me había contestado al único mensaje de texto que le había enviado para disculparme. Era de suponer que seguía enfadada y no quería saber nada de mí.
Joder, por lo que yo sabía, Elaine y ella habían cabalgado juntas hacia el atardecer.
Sacudí la cabeza con fuerza para apartar aquellas ideas de mi mente porque necesitaba centrarme.
Di un paso atrás y contemplé a Rachel con lágrimas en los ojos.
Miré a su mamá, que me cogió la mano y me la apretó emocionadísima igual que yo.
Estábamos las tres solas en la habitación de la novia en la iglesia y ver a Rachel con el vestido de novia por primera vez me dejó sin aliento. Era una visión llena de esperanza, de belleza y de todo lo que debía ser una novia.
Nos sonrió, pero estaba claro que también tenía los sentimientos a flor de piel en aquel instante, levantó una mano para protestar.
—Paren las dos. Ya estoy maquillada y no puedo llorar. Así que ya están aguantándose inmediatamente.
Nos reímos y yo la abracé.
—Gracias por pedirme que fuera parte de esto. Si hay una pareja destinada a estar unida, esas son Quinn y tú. Estás guapísima, Rach, sencillamente preciosa.
Noté que Rachel se daba aire en la cara con la mano por encima de mi hombro.
—Ahora sí que voy a llorar, maldita seas, Pierce—pero en lugar de eso se rio otra vez y me soltó—Yo también me alegro de que estés aquí. No veo el día en que pueda ir yo a tu boda.
—Bueno, pues esa va a ser una larga espera. Me temo que no soy ese tipo de persona.
—Antes lo eras.
—Sí, bueno. Eso fue en otra época y en otro lugar. La gente cambia—me encogí de hombros—Además, hoy no hemos venido a hablar de mí, ¿no?
—No, hoy es mi día—sonrió y se miró al espejo—Y pienso disfrutar cada segundo.
La emoción flotaba en el aire.
Yo caminaba como a saltitos y le deseaba toda la felicidad del mundo a Rachel en aquel hermoso día. Todos los temores o preocupaciones que hubiera podido albergar al llegar a la iglesia fueron reemplazados por optimismo y esperanza.
Dios, sonaba igual que un personaje de Disney.
Pero es que aquel día iba sobre el amor y creo que necesitaba un recordatorio de que la gente podía ser feliz. Ser consciente de eso era dar un paso en la dirección correcta, así que me congratulé por ello.
El cuarteto de cuerda empezó a interpretar el Canon de Pachelbel en Re mayor y yo, que siempre había sabido cómo hacer una buena entrada, esperé unos compases antes de dejar a Rachel al fondo de la iglesia con un guiño de despedida y empezar a recorrer el pasillo.
El templo, de proporciones modestas, estaba abarrotado de caras sonrientes. Claramente, aquellos dos tenían a mucha gente que los quería.
Me tomé mi tiempo para completar el corto pasillo que llevaba al altar, dedicándole sutiles gestos de cabeza a los conocidos. Blaine me lanzó un beso y a Sugar se le iluminó la cara cuando hicimos contacto visual. Le devolví una mirada que transmitiera mi «¡Dios mío, me alegro de verte!» al pasar.
Sin embargo, cuando posé los ojos en el siguiente rostro, fue como si la sala estuviera programada para congelarse.
Santana llevaba un vestido borgoña oscuro que era el epítome de la elegancia y del estilo. Llevaba el pelo parcialmente recogido los mechones sueltos le caían en delicados bucles sobre los hombros.
Nuestras miradas se encontraron y ella entreabrió los labios ligeramente al observar mi vestido en toda su longitud.
¿Eran imaginaciones mías o Santana me acababa de dar un repaso?
El rostro siguiente contestó a la pregunta de marera tajante.
Elaine le puso la mano en el hombro a Santana en un gesto posesivo y yo me obligué a mirar hacia delante y a concentrarme en mi destino.
La ceremonia fue breve y muy tierna, pero también muy emotiva y no dejamos de llorar.
Por suerte yo había colado un pañuelo en el ramo que llevaba y estaba preparada.
Cuando el pastor habló de «compromiso para siempre» y de «prometer amarse mutuamente» no pude evitar mirar a Santana de reojo. Recordé la versión más joven e idealista de mí misma que se había preguntado en su momento sí Santana seria «esa persona».
Con tristeza, me di cuenta de que seguramente ella nunca se había preguntado lo mismo.
Seguí mirándola mientras las novias intercambiaban sus votos y me permití el placer culpable de imaginar cómo habría sido si las cosas hubieran ido de manera diferente, si hubiéramos terminado igual que Rachel y Quinn, pero cuando las maravillosas imágenes y sensaciones de la fantasía empezaron a inundarme los sentidos, me interrumpieron unos aplausos envilecedores.
Rachel y Quinn se habían besado por primera vez como mujer y mujer y estaba recorriendo el pasillo.
«Ahora te toca a ti, estúpida.»
Me agité para despabilarme y acepté graciosamente el brazo del padrino de la rubia novia para regresar al exterior. Compuse una gran sonrisa para el personal, pero por dentro temblaba.
La combinación de las palabras del pastor, la felicidad absoluta en el rostro de Rachel y tener a Santana sentada no muy lejos con su cita bastaban para tenerme la cabeza hecha un lío.
En mi interior, deseé que el convite tuviera barra libre.
Pequeñas lucecitas blancas y parpadeantes caían en cascada desde los altos techos de la sala de baile del Plaza Club, y las mesas tenían manteles blancos y centros de mesa de hortensias de color violeta que creaban un ambiente muy a la moda para el convite.
Había un sexteto de jazz tocando música de fondo a un lado de la pista de baile y, en el centro de la sala, una escultura de hielo de dos cisnes con los cuellos entrelazados.
Miré en derredor maravillada.
Los enormes ventanales que iban desde el suelo hasta el techo, con una altura de unos dos pisos, ofrecían una vista preciosa de la puesta de sol sobre el agua.
Varios invitados socializaban en la terraza que rodeaba el edificio acariciados por la fresca brisa marina. Aquel sitio era increíble y no podía ni imaginarme cuánto se habían gastado los padres de Rachel en la celebración.
Cuando llegaron las novias, la recepción se activó. Los invitados se mezclaban entre ellos, charlaban y bebían champán que los camareros paseaban en bandejas de plata.
Había cola para firmar el libro de invitados y un grupito de niños estaba mojando fresas en la fuente de chocolate.
Eso sí, cuando anunciaron oficialmente la entrada de Rachel y Quinn, oda la sala les prestó atención, aplaudieron, vitorearon y felicitaron a las recién casadas.
Fui con Rachel y les llevé a ella y a Quinn una copa de champán para cada una, pero, cuando se abrieron paso entre la multitud para ir a hablar personalmente con su invitados, yo aproveché para escaparme un momento y recuperar el aliento.
Me agencié una copa de champán y me fui al final de la sala, lejos de la muchedumbre. Al final acabé saliendo a la terraza. El aire fresco fue una buena distracción y me busqué un rincón para apoyarme en la barandilla, repartiendo sonrisas a desconocidos al pasar.
Ahí estuve contemplando cómo el agua lamía los pilotes del edificio mientras bebía de mi copa, recuperando los ejercicios de respiración que había aprendido en la universidad para calmar los nervios y conseguir dejar de darle vueltas a la cabeza.
Estaba pensando en demasiadas cosas a la vez: tenía veintisiete años y ya me había resignado a pasarme el resto de mi vida sola.
Hasta hacía poco era algo que me parecía bien.
De hecho era lo que yo misma había elegido, concentrarme por completo en mi carrera y sacar lo máximo de todas las oportunidades que sugieran.
Sin embargo, en aquel día tan feliz para mi amiga, me sentía triste por mí y por la persona en la que me había convertido.
Me agarré a la barandilla con más fuerza y observé el horizonte.
—Un penique por tus pensamientos—dijo Santana, cuyos ojos resplandecían en la puesta de sol.
—Ah, valen mucho más que eso, me temo.
—Vaya, me he dejado el monedero en el coche.
—¿Vale para otra vez?
—Supongo que si—esbozó una sonrisa cauta, claramente insegura de cómo comportarse—Esto es precioso.
—Sí, Rach tiene mucha suerte de que haya hecho un tiempo tan bueno. El cielo parece sacado de una pintura.
Se volvió para contemplar el atardecer unos segundos antes de volverse hacia mí.
—Bueno, creo que deberíamos hablar.
—Seguramente—la miré a la cara—Fui una imbécil. Lo siento.
—Sí que fuiste una imbécil—afirmó—Una imbécil de tomo y lomo.
—Y si pudiera volver atrás y cambiar lo que hice, lo haría.
—¿Todo? —preguntó en voz baja.
Elaine escogió aquel instante para salir a la terraza con una copa de vino en cada mano.
Vino blanco.
Contuve el impulso de poner los ojos en blanco para demostrarle a Santana lo capaz que era de comportarme con madurez social. Yo me alegraba de que volviera a dirigirme la palabra.
Sí, estaba volviendo a enamorarme de ella, pero tras haber estado un mes entero sin ella, habría dado lo que fuera por recuperar lo que teníamos antes de la cena infernal.
Hablando en plata, la echaba de menos desesperadamente. Elaine no sería
un problema si yo lograba asegurarme de tener a Santana en mi vida de la manera que fuera.
Su largo periodo de silencio me lo había demostrado fácilmente.
—Hola, Elaine. Estás fantástica.
Y era verdad.
Llevaba un traje de noche amarillo de un sólo hombro con el corpiño cruzado. Muy propio de alguien que trabajaba en el mundo de la moda lo de dar una lección de estilo.
—Gracias, me alegro de volver a verte, Brittany. Tú también estás haciendo que se giren unas cuantas cabezas con ese vestido.
Me encogí de hombros y miré al cielo para ponerle un poco de humor coqueto a la escena.
Funcionó porque se rieron.
—¿Van a quedaros el fin de semana?—les pregunté—He alquilado una casa en la playa hasta el martes. Si van a estar aquí podrían pasarse y hacemos unos perritos calientes en la barbacoa.
—Estaría bien—dijo Santana—A lo mejor te tomamos la palabra. Elaine ha hecho reserva en el Yacht Club hasta el domingo. Pensábamos ver un poco la zona, ya sabes—explicó mirándonos a las dos—Es raro, pero con todos los años que he vivido en Nueva York, nunca había pasado tiempo en los Hamptons. Está bien tener el fin de semana libre para explorar y relajarse un poco.
—Tengo muchas ganas—añadió Elaine, aunque parecía distraída con algo que veía al otro lado del cristal—Si me perdonan un momento, creo que veo a una socia con la que solía trabajar en Bergdorfs. El mundo es un pañuelo, Brittany, ¿te importa hacerle compañía a mi cita unos minutos?
—Claro que no —contesté.
Elaine se marchó y Santana y yo nos sonreímos con timidez al quedarnos a solas. Todavía no sabíamos bien cómo comportarnos la una con la otra después de habernos peleado... y habernos besado.
—Parece genial. Elaine.
—No estoy convencida de que sientas eso de verdad, pero eres muy amable por decirlo. Sé que no te causó la mejor de las impresiones, pero una vez que la conoces es una persona fascinante. Creo que si le dieras una oportunidad se llevarían muy bien.
—Seguro que es cierto y lo haré—contesté en voz queda.
Sin embargo, no la estaba escuchando con tanta atención como debiera porque me embelesaba el modo en que a Santana le caía el flequillo sobre la frente. Mi instinto natural era pasarle los dedos por el flequillo y colocárselo a un lado afectuosamente, pero de alguna manera no habría sido lo más apropiado en aquella situación.
Santana debió de notar que estaba distraída.
Nos miramos inseguras.
Dio un sorbo de vino y contempló el agua.
—Oh, creo que tengo que felicitarte—comentó haciendo todo lo posible por devolvernos a la conversación—Sé que todavía no es oficial, pero un pajarito me ha contado que vas a hacer Elevation. Todavía me sorprendo por cómo se desarrolló todo: probablemente es la mejor historia de cómo pasar una audición que he oído nunca. Me alegro mucho por ti. Lo harás de maravilla.
Y así, de repente, volví a sentirme muy ilusionada, contagiada del entusiasmo de Santana.
—La razón de que todo funcionara fuiste tú, ¿sabes? Te debo una.
Negó con la cabeza.
—Para que conste, yo puede que le diera tu nombre al director de casting, Britt, pero al único al que le estaba haciendo un favor era a él. El buen partido eres tú, no él.
Significaba mucho para mí oírla decir aquello.
—Gracias por creer en mí cuando yo no las tenía todas conmigo. No tengo palabras para expresar cómo me siento por haberlo conseguido.
Sus ojos relucieron con un toque de resignación.
—Todo pasa por algún motivo.
—Supongo que sí—repuse notando el acostumbrado nudo que el anhelo me ponía en la garganta.
— ¿Y ya has podido hablar con todo el mundo de la pandilla? —me preguntó
—No, no he podido y llevo todo el día con ganas de verlos. ¿Están aquí?
—Sí, han cogido una mesa a la derecha del pastel. Deberías ir a saludar.
—Creo que lo haré—me separé de la barandilla y me dirigí a la puerta—¿Vienes?—pregunté mirando atrás.
—¿Sabes qué? Ve yendo tú. Yo voy a quedarme a disfrutar de las vistas unos minutos más.
Se volvió hacia la puesta del sol y su imagen en la barandilla hizo que me detuviera en seco.
Memoricé la estampa de su cuerpo silueteado en parte por los tonos rosa y naranjas del cielo colorido y el agua que relucía a sus pies. Era toda una visión, como las había pocas, y noté que el calor invadía todo mi cuerpo.
"Quieta ahí, tigresa"
Deslumbrada, volví a la barra y pedí un Martini con vodka prometiéndome que aquella sería la última bebida de la noche.
Al fin y al cabo estaba ahí por Rachel y quería ser responsable y poder ayudarla en cualquier cosa que necesitara.
Escaneé la concurrencia y la vi hablando con una pareja algo mayor al otro lado de la sala. Nuestras miradas se encontraron y ella me hizo un gesto con
el pulgar hacia arriba, que es lo que habíamos convenido antes para indicar que todo iba bien. Yo asentí y busqué a mis antiguos compañeros por la sala.
No tardé mucho en encontrarlos.
En cuanto Sugar y yo nos vimos, lanzamos un grito. Me rodeó con los brazos y yo trastabillé hacia atrás sin dejar de reír.
—¡Sugy, te he echado de menos!
—Lo sé. No nos vemos lo suficiente. Yo te echo la culpa a ti aunque sea culpa mía. ¿Qué hay de nuevo?
—No mucho. Acabo de terminar una película, fase dos, y ahora estoy a ver qué sale. ¿Tú sigues en Mamma Mía en Nueva York?
—Negativo. Estoy harta de hacer coros, hermana. Quiero entrar en el espectáculo nuevo de Cassandra July, Elevation. Muy exigente a nivel de danza. He oído que ya han encontrado a la protagonista, pero en el musical hay papeles secundarios interesantes y dentro de una semana y media voy a una segunda audición. Cruza los dedos por mí.
—Lo haré.
Decidí no contar nada de mi papel en Elevation todavía. Aún no había firmado oficialmente el contrato aunque ya lo tenía, y me pareció que lo mejor era esperar a que se secara la tinta.
Antes de poder preguntarle a Sugar nada más, Kurt se nos acercó y yo le sonreí a mi viejo amigo.
—Oh, Dios mío, pero si es una estrella de cine—bromeó Kurt con los brazos abiertos—¿Puedo pedirte un autógrafo?
—-No, pero puedes cerrar la boca—contesté, y le di un fuerte abrazo.
—Ah, y sigue siendo de armas tomar.
— ¿Lo dudabas?
A Kurt no le había visto desde que había dejado la gira y me daba mucha pena. Rachel me había contado que Blaine y él se habían asentado, se habían alejado un poco el mundo del teatro y habían creado su propia productora en Nueva York.
No había ninguna razón para no haber ido a visitarlos aparte de estar liada con el trabajo, pero era una excusa estúpida y lo sabía.
Kurt y Sugar me llevaron a su mesa y ahí pude saludar a varios viejos amigos de Tabula rasa.
Era una locura estar todos juntos de nuevo.
Contemplé los rostros reunidos alrededor de la mesa, repartí saludos y abrazos hasta que posé los ojos en la única persona a la que no quería ver, Dani Ivy.
Qué bien.
Sonrió tentativamente, toda una novedad en su caso en lo que a mí respectaba.
Casi le pregunté qué se sentía.
—Hola, Brittany, ¿cómo estás?
¿Así que íbamos a jugar a ser educadas?
Perfecto, yo también sabía serlo.
Después de todo éramos adultos reunidos por una amiga común.
—Bien, ¿y tú?
—Estoy genial, gracias por preguntar.
Bueno, hasta ahí ir de falsas.
Le había dispensado el saludo de rigor y ya no tenía nada más que decirle a Dani, así que me senté con mis amigos y pasé los siguientes tres cuartos de hora poniéndome al día de cotilleos y noticias.
**************************************************************************************************************************
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Bambalinas (Adaptada) Epílogo
Hola morra...
En serio sigue con esa tonta???
Bueno por ahora va bien la.boda!!!
Un reencuentro tranquilo y a ver si pasan el fin de juntas??? Será? ??
Nos vemos!!!
En serio sigue con esa tonta???
Bueno por ahora va bien la.boda!!!
Un reencuentro tranquilo y a ver si pasan el fin de juntas??? Será? ??
Nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Bambalinas (Adaptada) Epílogo
Bueno San sigue con su querida Elaine :/, no es tan agradable pero algo tendrá por lo que esta con ella.
Y bueno por fin se volvieron a ver y al menos las cosas quedaron en paz, aunque las preguntas de San nada que ver, si esta con Elaine porque sigue dando pie a conversaciones del pasado.
En fin, haber que tal les va
Y bueno por fin se volvieron a ver y al menos las cosas quedaron en paz, aunque las preguntas de San nada que ver, si esta con Elaine porque sigue dando pie a conversaciones del pasado.
En fin, haber que tal les va
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Bambalinas (Adaptada) Epílogo
Que fastidio, parece que esto va para largo, cosa que me aburre por demas, hasta cuando santana con esa "fascinante" para todos lados, en fin.... a esperar a ver como siguen las cosas, por lo menos el teatro a mi si me parece fascinante!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Bambalinas (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:Hola morra...
En serio sigue con esa tonta???
Bueno por ahora va bien la.boda!!!
Un reencuentro tranquilo y a ver si pasan el fin de juntas??? Será? ??
Nos vemos!!!
Hola lu, jajajaja si ¬¬ Si, y como es boda, esperemos y termine bn! Si, van bn, no¿? espero lo mismo la vrdd jajajajaaj. Serpa que si! jajajajaja. Saludos =D
JVM escribió:Bueno San sigue con su querida Elaine :/, no es tan agradable pero algo tendrá por lo que esta con ella.
Y bueno por fin se volvieron a ver y al menos las cosas quedaron en paz, aunque las preguntas de San nada que ver, si esta con Elaine porque sigue dando pie a conversaciones del pasado.
En fin, haber que tal les va
Hola, mmm ¬¬ Mmmm si q si... algo tiene que tener =/ Eso es bueno y es un buen paso, no¿? Mmm no xD jajaajajajajajaj xq kiere volver, no¡? ajajaajajajaj. Aquí el siguiente cap para saber mas! Saludos =D
micky morales escribió:Que fastidio, parece que esto va para largo, cosa que me aburre por demas, hasta cuando santana con esa "fascinante" para todos lados, en fin.... a esperar a ver como siguen las cosas, por lo menos el teatro a mi si me parece fascinante!!!!!
Hola, jajajajaajajaj suele pasar jajajajajaajajajja. No se ¬¬ espero y hasta ahora la vrdd ¬¬ Aquí el siguiente cap para saber mas! Jajjaajaj lago bueno, por algo malo jajajaja. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Bambalinas (Adaptada) Cap 19
Capitulo 19
Al final me lo pasé muy bien.
Hasta Rachel y Quinn se acercaron y estuvieron charlando con nosotros unos minutos.
Mientras recordábamos los viejos tiempos, Rachel se puso detrás de mí y me apoyó las manos en los hombros. En un momento en que la conversación se deshilachó un poco, se inclinó para susurrarme al oído:
—Santana está al otro lado de la sala hablando con mi mamá. Deberías ir a hablar con ella.
—Ya hemos hablado.
— ¿Y?
—Y nada. Ahora ella está ahí hablando con tu mamá y yo estoy aquí hablando con ustedes.
—Quiero que bailes con ella.
— ¿Qué?
—Ya me has oído. Como regalo de bodas. Quiero que bailes con Santana.
Me volví y la miré con incredulidad.
—Estás de broma. No. Rotundamente no. Ha traído a una acompañante. Sería de mala educación.
Ella levantó una ceja.
—¿Acaso he sido una novia muy exigente? ¿Te he pedido demasiadas obligaciones como dama de honor?
Suspiré.
No lo había hecho y, siendo justos, ella no sabía nada del incidente con Santana en el restaurante.
—No, pero...
—Pero nada. Hazlo. Es tu trabajo estar a mi entera disposición durante el día de hoy.
Suspiré.
—¿Una canción y dejarás de hacer de casamentera?
—Eso es todo lo que pido—confirmó como si fuera lo más sencillo del mundo.
—Vale, pero si se niega, yo habré hecho lo que pedías igualmente. Y dirá que no.
—No lo hará, pero trato hecho—miró hacia el otro lado de la sala por encima de mi hombro—Y estás de suerte porque viene hacia acá.
Fabuloso.
Me volví y le dediqué una sonrisa fugaz a Santana antes de salir de en medio para que pudiera hablar con Rachel.
—Eres una novia absolutamente preciosa—le dijo dándole un beso en la mejilla—Obviamente tanto como Q, ambas son unas personas con mucha suerte.
—Gracias, y muchas gracias por venir. No habría sido lo mismo sin ti. Quinny te considera una de sus mejores amigas.
—Yo siento lo mismo. No me lo habría perdido por nada del mundo.
En ese momento fue cuando Rachel puso su plan en marcha.
—Oh, me encanta esta canción. ¿No te encanta esta canción, Britt?
Escuché la introducción a The Way Tou Look Tonight que tocaba el grupo, forcé una sonrisa y asentí sin dejar de asesinarla con los ojos.
—Es un clásico.
—Voy a coger a Quinny y que me saque a bailar. Ha sido un placer volver a veros, panda de rufianes. Luego hablamos un rato más.
Dicho lo cual, se marchó.
Yo me sentía nerviosa.
Era una estupidez, lo sabía, pero no por eso desaparecían los nervios.
Decidí lanzarme.
Hacerlo de golpe, como quien se quita una tirita.
Di un paso hacia Santana, que me miró con curiosidad, y le hablé cerca del oído para que los demás no nos oyeran.
—Es una canción muy buena. Deberíamos bailar.
Me miró como un animal atrapado y enseguida me morí de vergüenza por haberle preguntado y me sentí terrible por haberla puesto en aquella situación.
Se suponía que estaba haciendo todo lo que estaba en mi mano para recuperar nuestra amistad después de lo que había hecho para desmontarla.
¿Y saben qué?
Las amigas no bailaban lento.
Probablemente pensaba que estaba loca.
Al menos Rachel no podría echármelo en cara más tarde porque ya había cumplido con mi obligación.
—Vale
Lo dijo con cautela y tan insegura como me sentía yo, que me quedé de piedra.
—¿Seguro que a Elaine no le importará?
—Lleva media hora hablando con aquella amiga suya en un rincón. Además, ella no baila—me cogió de la mano y me sacó a la pista.
Encajamos con facilidad, pero aquello no me sorprendió porque siempre nos había pasado.
Cuando empezamos a bailar, mi mente trató de identificar la intensa emoción que me embargaba y la conclusión a la que llegó fue una: miedo.
Estábamos en terreno peligroso.
Se me encogió el estómago de aquel modo familiar, terrorífico y maravilloso y me sentí un poco mareada de tenerla tan cerca.
La canción siguió sonando y, de repente, sucedió algo inesperado.
Empecé a relajarme.
Había algo en ser abrazada por Santana y en devolverle el abrazo que me serenaba y acallaba mis pensamientos.
Me sentía segura, confiada.
Nos balanceamos al son de la música con nuestros cuerpos rozándose y su mejilla a un centímetro de la mía. Era familiar, maravilloso y no quería que terminara, así que me permití disfrutar del baile, deleitarme con el momento en lugar de analizar su peso en el gran esquema de las cosas, que era un pasatiempo mío muy común últimamente.
—Todavía usas el mismo perfume que cuando nos conocimos—comentó en voz baja.
Eché la cabeza hacia atrás, la miré y asentí.
—Y tú usas el mismo champú.
—Sí, supongo que sí.
Bailamos en silencio.
Notaba el latido de su corazón y eso me hizo atraerla más hacia mí. A ella no pareció importarle y colocó la cara muy cerca de mi cuello.
Sentí su aliento sobre la piel y empezó a dolerme todo el cuerpo porque quería más.
La canción no se había terminado, pero ella se quedó quieta entre mis brazos, dio un paso atrás y fue como si me arrancaran algo al perder el contacto.
—Debería ir a ver qué hace Elaine.
Santana parecía angustiada mientras se separaba y enseguida me sentí culpable por haberme aprovechado de la situación.
Asentí y la vi salir de la pista de baile, dejándome sola, hasta que me recompuse y fui a la barra. No era alcohol lo que buscaba, sino algo un poco más refrescante.
Pedí un vaso de agua con hielo y me apoyé en la barra de madera de caoba mientras esperaba. Noté que alguien se me acercaba y se ponía a mi lado, pero no acabé de procesarlo porque estaba muy ocupada mirando los dibujos de las vetas de la madera y preguntándome cómo iba a arreglar las
cosas y si debía intentarlo siquiera.
—Brittany, ¿podemos hablar un segundo?
Levanté la mirada.
Era Dani.
La última persona sobre la faz de la tierra con la que querría hablar en aquel momento.
—Si no te importa, Dani, preferiría que no. Ha sido un día muy largo.
—Bueno, hay algunas cosas que tengo que decirte. ¿Podemos salir fuera un minuto?
—No, no quiero salir fuera. Si no te importa...
—Brittany, es importante. ¿Por favor?—pidió y me tocó el brazo.
Me aparté y me erguí; enfadada, me giré hacia ella, pero me contuve porque Dani no parecía la misma de siempre y aquello me descoloró. En lugar de la sonrisa arrogante que estaba acostumbrada a verle, expresaba una emoción
sincera.
Se la veía humilde y, bueno, humana.
No sabía cómo tomármelo, así que me dejé llevar por la curiosidad y el deseo de entender a qué se debía el cambio.
—De acuerdo, solo un minuto.
Fuera ya era de noche y las estrellas vivían en el firmamento nocturno. A lo lejos se veía el resplandor de un faro cercano.
Me crucé de brazos contra la bajada de temperatura.
—Si hace demasiado frío, podemos entrar—dijo Dani—Solo he pensado que aquí podríamos hablar en privado.
—No pasa nada—mentí—¿De qué querías hablar?
Inspiró hondo.
—Es algo que llevo tiempo queriendo decirte, pero no tenía valor de buscarte, ya sabes, en el mundo real, pero ahora estás aquí y tengo que aprovechar la oportunidad. Quería decirte que lo siento, siento mucho todo lo que pasó entre nosotras en la gira. No, no es exactamente eso—sonaba nerviosa—Lo que quiero decir es que siento todo lo que te hice en la gira.
Fruncí el ceño mirándola de hito en hito.
—De acuerdo, lo sientes. ¿Hemos terminado?
A lo mejor podría haber sido algo más complaciente, pero no le veía sentido y a aquellas alturas no tenía ningún interés en reconciliarme con ella.
—Quiero que comprendas que la persona a la que conociste en aquel entonces no era yo. No, de verdad. Estaba de los nervios, hecha un lío. En aquellos momentos estaba luchando contra algunas adicciones, pero ahora llevo limpia dos años y parte del proceso es pedir disculpas a todos aquellos a los que has hecho daño en el pasado como resultado de la adicción. Definitivamente, una de las personas con las que recuerdo portarme mal eres tú.
La información me cogió por sorpresa.
Sí la había visto esnifar una raya de cocaína una o dos veces en alguna fiesta, pero no me había dado cuenta de hasta dónde llegaba el problema.
Reflexioné sobre lo que acababa de contarme.
—Empecé a odiarte cuando te dieron el papel que yo creía que me merecía y todavía escaló más cuando empezaste a salir con Santana. Te compliqué mucho la vida y lo siento.
No pude evitar sentirme un poco mal por ella.
Parecía completamente sincera y sí que la veía muy diferente solo con aquella conversación tan corta.
—Respeto lo que estás haciendo, Dani. Estoy segura de que te ha costado mucho esfuerzo llegar a donde estás y acepto tus disculpas—le dije, y le puse la mano en el hombro en gesto conciliador.
—Gracias. Supongo que también le debo una disculpa a Santana. Hace años que no hablamos. La última vez fue cuando estabas decidiendo si te ibas o no a Los Ángeles. También te pido perdón por contarle a propósito lo de tu oferta antes de que tuvieras tiempo de hacerlo tú. Me alegra ver que están juntas y que les va bien, así que al final no fastidié todo...
Negué con la cabeza.
—Santana y yo no estamos juntas.
Me miró a todas luces asombrada.
—Lo supuse al veros bailar. Había oído que han hecho una película juntas y habías arreglado las cosas.
—No, hasta hace unos meses no había vuelto a hablar con Santana desde que me fui a Los Ángeles.
—Ella no quería que te fueras, ¿sabes?—ladeó la cabeza—Le partió el corazón cuando te marchaste y tardó mucho tiempo en recuperarse.
Observé a Dani dudando de sus palabras.
—Si ese hubiera sido el caso, no se habría ido o al menos me habría pedido que no aceptara el trabajo.
—Lo pensó. Recuerdo decirle que la decisión tenías que tomarla tú, que si lo suyo era real, la escogerías por encima de cualquier trabajo—se llevó la mano a la frente frunciendo el ceño—No creía que lo que le dije la afectaría tanto, pero lo hizo, Brittany. Lo siento. Como te decía, en aquella época de mi vida no veía las cosas con claridad.
Asentí y le di las gracias a Dani por la charla.
Luego me rodeé con los brazos y paseé por la terraza. Tenía la cabeza hecha un lío después de bailar con Santana y de hablar con Dani y necesitaba desesperadamente estar sola.
Le envié un mensaje de texto a Rachel para decirle que estaba bien, pero que necesitaba un poco de aire.
Sabía que lo entendería.
Luego bajé los escalones de la terraza hasta la playa, me quité los zapatos
de tacón y los llevé en la mano mientras caminaba descalza sobre la arena para alejarme del Plaza Club todo lo posible.
Llegué a mi casa de la playa pasadas las dos de la mañana, aunque si no hubiera sido por el frío puede que hubiera seguido caminando.
No sabía qué había pasado en la fiesta después de marcharme ya que había apagado el móvil.
Claramente, estaba huyendo de la situación en lugar de afrontarla, pero me daba igual.
Muy bien, era una cobarde.
No me importaba.
Di la vuelta a la esquina para entrar por la puerta principal, pero aminoré el paso al ver a una figura solitaria sentada en las escaleras.
Era Santana y estaba claro que había estado llorando.
Tenía los ojos rojos e hinchados, y las mejillas empapadas de lágrimas. Se había soltado el pelo y prácticamente no llevaba maquillaje. Sentada con los brazos rodeándose las rodillas, intentaba sin duda mantener el calor corporal con su vestido sin mangas.
Tenía que estar helada.
Me acerqué un par de pasos y me detuve a cierta distancia preocupada.
—¿Estás bien? ¿Dónde está Elaine?
Fue a contestar, pero volvió a cerrar la boca porque no parecía capaz de responder a la pregunta.
Aguardé pacientemente sin saber qué hacer.
Ella hizo un gesto con la mano como si me pidiera que me acercara. Claramente estaba turbada, pero por fin logró explicar:
—Se ha ido a casa. Ha cogido un taxi para volver a la ciudad.
— ¿Por qué?
Me senté a su lado en el escalón.
Aquella no era la Santana segura de sí misma que yo conocía, sino que se la veía muy afectada, como una niña asustada.
Le aparté un mechón de pelo del ojo y se lo coloqué detrás de la oreja.
—Hemos terminado—señaló sus lágrimas en un gesto ausente—No sé por qué estoy llorando. Es una estupidez. Tampoco es que estuviéramos muy unidas—levantó la barbilla y se volvió hacia mí como si cayera en la cuenta de algo por primera vez—Lo siento, es tarde y ha sido muy desconsiderado por mi parte venir aquí ahora. ¿Quieres que me vaya?
—Claro que no—dije—Estás disgustada.
La verdad era que me mataba verla así de destrozada.
Sí, había tenido celos de Elaine, pero lo que implicaba aquella ruptura era, en aquel momento, la menor de mis preocupaciones.
Estaba concentrada en Santana y en asegurarme de que estaba bien.
—¿Sabes qué? Me estoy helando aquí fuera. Ven adentro. Creo que hay té en la cocina. Tenernos que entrar en calor.
Una vez dentro, Santana pareció relajarse un poco. Al menos ya se le habían secado las lágrimas. Se sentó a la mesa mientras yo hacía el té en el fogón con los ojos fijos en el hervidor de agua.
—Cuando lo miras nunca hierve, ya lo sabes.
—Lo había oído, sí.
Encajé la indirecta y me senté con ella mientras esperábamos. Empecé a entrar en calor y eso me ayudó a pensar con más claridad.
—¿Quieres contarme lo que ha pasado?
Ella se rio con un deje sardónico.
—No ha pasado nada, ese viene a ser el problema. Sé que en parte ha sido culpa mía, pero ella se ha pasado la noche con la rubia esa con la que trabajaba antes. Parecía que le interesara mucho más esa conversación que cualquier cosa que yo tuviera que decir. Yo se lo he dicho y ella prácticamente ha admitido que yo no soy más que una boba con la que no tiene nada en común intelectualmente. Ha tenido los arrestos de sugerirme que disfrutáramos del sexo juntas y dejáramos todo lo demás fuera de la ecuación—se apoyó en el respaldo de la silla y volvieron a llenársele los ojos de lágrimas—La he mandado a la mierda.
—Y aparte de eso, ¿qué tal la obra, señora Lincoln?
Santana se echó a reír probablemente cogida a contrapié por el comentario. Me hizo sentir mejor verla sonreír aunque fuera solo un momento.
—¿Quieres decir la fiesta? Ya no quedaba demasiada gente. Quinn y Rachel hicieron su salida triunfal y yo lo vi desde dentro con Blaine que, bueno, es un buen amigo.
Asentí al comprender que Santana ya había estado llorando en aquel momento.
—Ah, espera—se puso derecha—Hubo fuegos artificiales en el agua. Fueron preciosos.
Yo había visto los fuegos desde la playa y me había parado a mirarlos. No sabía que eran parte del convite.
—Rach no me comentó que fuera a haber fuegos artificiales.
—Ella no lo sabía. Eran un regalo de Quinn, una sorpresa.
Me sentí fatal.
Debería haber estado ahí para compartirlos con Rachel. Era su dama de honor, por amor de Dios, y la había dejado tirada.
¿Quién le haría eso a su mejor amiga?
Meneé la cabeza enfadada conmigo misma.
—Tendría que haber estado con ella.
—Si te sirve de algo, habló conmigo antes de irse. Me dijo que necesitabas un poco de aire y lo entendía, Brittany. De corazón. No te tortures.
—Supongo que tienes razón —cedí.
El hervidor empezó a silbar así que volví a la cocina, serví un par de tazas y dejé que las bolsitas de té se hicieran.
— ¿Y por qué te marchaste tú si no te importa que te lo pregunte?
Suspiré.
No veía necesidad de añadir más confesiones dramáticas cuando Santana había pasado una noche terrible.
—Estaba cansada, eso es todo. Había sido un día muy largo y el ruido y toda la gente me superaron un poco. Supongo que necesitaba un poco de espacio—cogí mi taza y me dirigí a la salita sin perder un segundo.
Santana me siguió.
—¿Eso es todo?—insistió como si viera a través de mi mentira.
—Oye, estoy agotada y seguro que tú también. Quizá lo mejor sería que nos fuéramos a dormir.
—Si es lo que quieres—repuso en voz queda.
Asentí.
—Me voy a la cama. Puedes quedarte aquí si no quieres volver al hotel tan tarde. Hay otra habitación al final del pasillo.
—Gracias, pero ya te he causado demasiadas molestias. ¿Te importa que me termine el té?
—Claro que no. Tómate el tiempo que quieras.
Hice una pausa.
¿Y ahora qué?
¿Se suponía que le tendría que dar un abrazo de buenas noches?
Era como si ya no supiera cómo comportarme con ella, ni cuál era el protocolo adecuado en aquel tipo de situaciones.
Así que hice lo más patético del mundo entero: extendí la mano.
Santana la observó unos segundos y, lentamente, la aceptó y me dio un suave apretón. Me miró a los ojos.
—Dulces sueños, Britt.
—Sí, buenas noches.
¿Cómo podía ser tan boba?
No me podía creer que de verdad le hubiera estrechado la mano. Me sentía ridícula, pero al menos a ella parecía que le había hecho hasta gracia.
Giré por el pasillo hacia mi dormitorio, en donde podría regodearme en la humillación sola y sin testigos.
Hacía viento fuera.
Lo sabía porque me estaba costando un montón dormir con el viento silbando contra la ventana que tenía encima de la cama.
Tras varias horas de dar vueltas y más vueltas en la cama, decidí que un vaso de agua me sentaría bien. Todavía no me conocía bien la casa, pero los numerosos ventanales permitían que la luz de la luna iluminara bien mi camino.
Me bebí un vaso entero con gusto, lo dejé en el fregadero y me dispuse a regresar a la cama. Sin embargo, me detuve a medio camino sin dar crédito a lo que veía.
Ahí estaba, hecha un ovillo en el sofá, profundamente dormida.
La contemplé mientras me debatía entre si era un sueño o no.
Su largo cabello estaba desparramado sobre el cojín del sofá y tenía los labios ligeramente fruncidos.
Parecía el modelo de una pintura italiana.
Embelesada, avancé hacia ella y me senté en el otro sofá, a su lado. La contemplé mientras dormía durante unos momentos, sin hacer nada más, hasta que ya no pude contenerme y le acaricié cariñosamente la mejilla.
Se la veía tan en paz, tan hermosa que casi dolía a la vista.
Reaccionó a la caricia, se removió un poco, abrió los ojos y me miró. Ninguna de las dos se movió al principio y tampoco retiré la mano que tenía en su mejilla hasta que, por fin, ella me la cogió, se la llevó a los labios y me besó suavemente la palma.
Cerré los ojos y saboreé la intimidad de aquel momento dejando que me inundara por entero. Cuando abrí los ojos de nuevo, Santana se había vuelto a dormir.
Miré a mí alrededor, localicé una manta doblada en la estantería del rincón y la cubrí con cuidado de no despertarla. Le di un beso en la frente y volví a mi cama.
Durante las siguientes cinco horas dormí a pierna suelta y, cuando desperté, se había marchado.
Hasta Rachel y Quinn se acercaron y estuvieron charlando con nosotros unos minutos.
Mientras recordábamos los viejos tiempos, Rachel se puso detrás de mí y me apoyó las manos en los hombros. En un momento en que la conversación se deshilachó un poco, se inclinó para susurrarme al oído:
—Santana está al otro lado de la sala hablando con mi mamá. Deberías ir a hablar con ella.
—Ya hemos hablado.
— ¿Y?
—Y nada. Ahora ella está ahí hablando con tu mamá y yo estoy aquí hablando con ustedes.
—Quiero que bailes con ella.
— ¿Qué?
—Ya me has oído. Como regalo de bodas. Quiero que bailes con Santana.
Me volví y la miré con incredulidad.
—Estás de broma. No. Rotundamente no. Ha traído a una acompañante. Sería de mala educación.
Ella levantó una ceja.
—¿Acaso he sido una novia muy exigente? ¿Te he pedido demasiadas obligaciones como dama de honor?
Suspiré.
No lo había hecho y, siendo justos, ella no sabía nada del incidente con Santana en el restaurante.
—No, pero...
—Pero nada. Hazlo. Es tu trabajo estar a mi entera disposición durante el día de hoy.
Suspiré.
—¿Una canción y dejarás de hacer de casamentera?
—Eso es todo lo que pido—confirmó como si fuera lo más sencillo del mundo.
—Vale, pero si se niega, yo habré hecho lo que pedías igualmente. Y dirá que no.
—No lo hará, pero trato hecho—miró hacia el otro lado de la sala por encima de mi hombro—Y estás de suerte porque viene hacia acá.
Fabuloso.
Me volví y le dediqué una sonrisa fugaz a Santana antes de salir de en medio para que pudiera hablar con Rachel.
—Eres una novia absolutamente preciosa—le dijo dándole un beso en la mejilla—Obviamente tanto como Q, ambas son unas personas con mucha suerte.
—Gracias, y muchas gracias por venir. No habría sido lo mismo sin ti. Quinny te considera una de sus mejores amigas.
—Yo siento lo mismo. No me lo habría perdido por nada del mundo.
En ese momento fue cuando Rachel puso su plan en marcha.
—Oh, me encanta esta canción. ¿No te encanta esta canción, Britt?
Escuché la introducción a The Way Tou Look Tonight que tocaba el grupo, forcé una sonrisa y asentí sin dejar de asesinarla con los ojos.
—Es un clásico.
—Voy a coger a Quinny y que me saque a bailar. Ha sido un placer volver a veros, panda de rufianes. Luego hablamos un rato más.
Dicho lo cual, se marchó.
Yo me sentía nerviosa.
Era una estupidez, lo sabía, pero no por eso desaparecían los nervios.
Decidí lanzarme.
Hacerlo de golpe, como quien se quita una tirita.
Di un paso hacia Santana, que me miró con curiosidad, y le hablé cerca del oído para que los demás no nos oyeran.
—Es una canción muy buena. Deberíamos bailar.
Me miró como un animal atrapado y enseguida me morí de vergüenza por haberle preguntado y me sentí terrible por haberla puesto en aquella situación.
Se suponía que estaba haciendo todo lo que estaba en mi mano para recuperar nuestra amistad después de lo que había hecho para desmontarla.
¿Y saben qué?
Las amigas no bailaban lento.
Probablemente pensaba que estaba loca.
Al menos Rachel no podría echármelo en cara más tarde porque ya había cumplido con mi obligación.
—Vale
Lo dijo con cautela y tan insegura como me sentía yo, que me quedé de piedra.
—¿Seguro que a Elaine no le importará?
—Lleva media hora hablando con aquella amiga suya en un rincón. Además, ella no baila—me cogió de la mano y me sacó a la pista.
Encajamos con facilidad, pero aquello no me sorprendió porque siempre nos había pasado.
Cuando empezamos a bailar, mi mente trató de identificar la intensa emoción que me embargaba y la conclusión a la que llegó fue una: miedo.
Estábamos en terreno peligroso.
Se me encogió el estómago de aquel modo familiar, terrorífico y maravilloso y me sentí un poco mareada de tenerla tan cerca.
La canción siguió sonando y, de repente, sucedió algo inesperado.
Empecé a relajarme.
Había algo en ser abrazada por Santana y en devolverle el abrazo que me serenaba y acallaba mis pensamientos.
Me sentía segura, confiada.
Nos balanceamos al son de la música con nuestros cuerpos rozándose y su mejilla a un centímetro de la mía. Era familiar, maravilloso y no quería que terminara, así que me permití disfrutar del baile, deleitarme con el momento en lugar de analizar su peso en el gran esquema de las cosas, que era un pasatiempo mío muy común últimamente.
—Todavía usas el mismo perfume que cuando nos conocimos—comentó en voz baja.
Eché la cabeza hacia atrás, la miré y asentí.
—Y tú usas el mismo champú.
—Sí, supongo que sí.
Bailamos en silencio.
Notaba el latido de su corazón y eso me hizo atraerla más hacia mí. A ella no pareció importarle y colocó la cara muy cerca de mi cuello.
Sentí su aliento sobre la piel y empezó a dolerme todo el cuerpo porque quería más.
La canción no se había terminado, pero ella se quedó quieta entre mis brazos, dio un paso atrás y fue como si me arrancaran algo al perder el contacto.
—Debería ir a ver qué hace Elaine.
Santana parecía angustiada mientras se separaba y enseguida me sentí culpable por haberme aprovechado de la situación.
Asentí y la vi salir de la pista de baile, dejándome sola, hasta que me recompuse y fui a la barra. No era alcohol lo que buscaba, sino algo un poco más refrescante.
Pedí un vaso de agua con hielo y me apoyé en la barra de madera de caoba mientras esperaba. Noté que alguien se me acercaba y se ponía a mi lado, pero no acabé de procesarlo porque estaba muy ocupada mirando los dibujos de las vetas de la madera y preguntándome cómo iba a arreglar las
cosas y si debía intentarlo siquiera.
—Brittany, ¿podemos hablar un segundo?
Levanté la mirada.
Era Dani.
La última persona sobre la faz de la tierra con la que querría hablar en aquel momento.
—Si no te importa, Dani, preferiría que no. Ha sido un día muy largo.
—Bueno, hay algunas cosas que tengo que decirte. ¿Podemos salir fuera un minuto?
—No, no quiero salir fuera. Si no te importa...
—Brittany, es importante. ¿Por favor?—pidió y me tocó el brazo.
Me aparté y me erguí; enfadada, me giré hacia ella, pero me contuve porque Dani no parecía la misma de siempre y aquello me descoloró. En lugar de la sonrisa arrogante que estaba acostumbrada a verle, expresaba una emoción
sincera.
Se la veía humilde y, bueno, humana.
No sabía cómo tomármelo, así que me dejé llevar por la curiosidad y el deseo de entender a qué se debía el cambio.
—De acuerdo, solo un minuto.
Fuera ya era de noche y las estrellas vivían en el firmamento nocturno. A lo lejos se veía el resplandor de un faro cercano.
Me crucé de brazos contra la bajada de temperatura.
—Si hace demasiado frío, podemos entrar—dijo Dani—Solo he pensado que aquí podríamos hablar en privado.
—No pasa nada—mentí—¿De qué querías hablar?
Inspiró hondo.
—Es algo que llevo tiempo queriendo decirte, pero no tenía valor de buscarte, ya sabes, en el mundo real, pero ahora estás aquí y tengo que aprovechar la oportunidad. Quería decirte que lo siento, siento mucho todo lo que pasó entre nosotras en la gira. No, no es exactamente eso—sonaba nerviosa—Lo que quiero decir es que siento todo lo que te hice en la gira.
Fruncí el ceño mirándola de hito en hito.
—De acuerdo, lo sientes. ¿Hemos terminado?
A lo mejor podría haber sido algo más complaciente, pero no le veía sentido y a aquellas alturas no tenía ningún interés en reconciliarme con ella.
—Quiero que comprendas que la persona a la que conociste en aquel entonces no era yo. No, de verdad. Estaba de los nervios, hecha un lío. En aquellos momentos estaba luchando contra algunas adicciones, pero ahora llevo limpia dos años y parte del proceso es pedir disculpas a todos aquellos a los que has hecho daño en el pasado como resultado de la adicción. Definitivamente, una de las personas con las que recuerdo portarme mal eres tú.
La información me cogió por sorpresa.
Sí la había visto esnifar una raya de cocaína una o dos veces en alguna fiesta, pero no me había dado cuenta de hasta dónde llegaba el problema.
Reflexioné sobre lo que acababa de contarme.
—Empecé a odiarte cuando te dieron el papel que yo creía que me merecía y todavía escaló más cuando empezaste a salir con Santana. Te compliqué mucho la vida y lo siento.
No pude evitar sentirme un poco mal por ella.
Parecía completamente sincera y sí que la veía muy diferente solo con aquella conversación tan corta.
—Respeto lo que estás haciendo, Dani. Estoy segura de que te ha costado mucho esfuerzo llegar a donde estás y acepto tus disculpas—le dije, y le puse la mano en el hombro en gesto conciliador.
—Gracias. Supongo que también le debo una disculpa a Santana. Hace años que no hablamos. La última vez fue cuando estabas decidiendo si te ibas o no a Los Ángeles. También te pido perdón por contarle a propósito lo de tu oferta antes de que tuvieras tiempo de hacerlo tú. Me alegra ver que están juntas y que les va bien, así que al final no fastidié todo...
Negué con la cabeza.
—Santana y yo no estamos juntas.
Me miró a todas luces asombrada.
—Lo supuse al veros bailar. Había oído que han hecho una película juntas y habías arreglado las cosas.
—No, hasta hace unos meses no había vuelto a hablar con Santana desde que me fui a Los Ángeles.
—Ella no quería que te fueras, ¿sabes?—ladeó la cabeza—Le partió el corazón cuando te marchaste y tardó mucho tiempo en recuperarse.
Observé a Dani dudando de sus palabras.
—Si ese hubiera sido el caso, no se habría ido o al menos me habría pedido que no aceptara el trabajo.
—Lo pensó. Recuerdo decirle que la decisión tenías que tomarla tú, que si lo suyo era real, la escogerías por encima de cualquier trabajo—se llevó la mano a la frente frunciendo el ceño—No creía que lo que le dije la afectaría tanto, pero lo hizo, Brittany. Lo siento. Como te decía, en aquella época de mi vida no veía las cosas con claridad.
Asentí y le di las gracias a Dani por la charla.
Luego me rodeé con los brazos y paseé por la terraza. Tenía la cabeza hecha un lío después de bailar con Santana y de hablar con Dani y necesitaba desesperadamente estar sola.
Le envié un mensaje de texto a Rachel para decirle que estaba bien, pero que necesitaba un poco de aire.
Sabía que lo entendería.
Luego bajé los escalones de la terraza hasta la playa, me quité los zapatos
de tacón y los llevé en la mano mientras caminaba descalza sobre la arena para alejarme del Plaza Club todo lo posible.
Llegué a mi casa de la playa pasadas las dos de la mañana, aunque si no hubiera sido por el frío puede que hubiera seguido caminando.
No sabía qué había pasado en la fiesta después de marcharme ya que había apagado el móvil.
Claramente, estaba huyendo de la situación en lugar de afrontarla, pero me daba igual.
Muy bien, era una cobarde.
No me importaba.
Di la vuelta a la esquina para entrar por la puerta principal, pero aminoré el paso al ver a una figura solitaria sentada en las escaleras.
Era Santana y estaba claro que había estado llorando.
Tenía los ojos rojos e hinchados, y las mejillas empapadas de lágrimas. Se había soltado el pelo y prácticamente no llevaba maquillaje. Sentada con los brazos rodeándose las rodillas, intentaba sin duda mantener el calor corporal con su vestido sin mangas.
Tenía que estar helada.
Me acerqué un par de pasos y me detuve a cierta distancia preocupada.
—¿Estás bien? ¿Dónde está Elaine?
Fue a contestar, pero volvió a cerrar la boca porque no parecía capaz de responder a la pregunta.
Aguardé pacientemente sin saber qué hacer.
Ella hizo un gesto con la mano como si me pidiera que me acercara. Claramente estaba turbada, pero por fin logró explicar:
—Se ha ido a casa. Ha cogido un taxi para volver a la ciudad.
— ¿Por qué?
Me senté a su lado en el escalón.
Aquella no era la Santana segura de sí misma que yo conocía, sino que se la veía muy afectada, como una niña asustada.
Le aparté un mechón de pelo del ojo y se lo coloqué detrás de la oreja.
—Hemos terminado—señaló sus lágrimas en un gesto ausente—No sé por qué estoy llorando. Es una estupidez. Tampoco es que estuviéramos muy unidas—levantó la barbilla y se volvió hacia mí como si cayera en la cuenta de algo por primera vez—Lo siento, es tarde y ha sido muy desconsiderado por mi parte venir aquí ahora. ¿Quieres que me vaya?
—Claro que no—dije—Estás disgustada.
La verdad era que me mataba verla así de destrozada.
Sí, había tenido celos de Elaine, pero lo que implicaba aquella ruptura era, en aquel momento, la menor de mis preocupaciones.
Estaba concentrada en Santana y en asegurarme de que estaba bien.
—¿Sabes qué? Me estoy helando aquí fuera. Ven adentro. Creo que hay té en la cocina. Tenernos que entrar en calor.
Una vez dentro, Santana pareció relajarse un poco. Al menos ya se le habían secado las lágrimas. Se sentó a la mesa mientras yo hacía el té en el fogón con los ojos fijos en el hervidor de agua.
—Cuando lo miras nunca hierve, ya lo sabes.
—Lo había oído, sí.
Encajé la indirecta y me senté con ella mientras esperábamos. Empecé a entrar en calor y eso me ayudó a pensar con más claridad.
—¿Quieres contarme lo que ha pasado?
Ella se rio con un deje sardónico.
—No ha pasado nada, ese viene a ser el problema. Sé que en parte ha sido culpa mía, pero ella se ha pasado la noche con la rubia esa con la que trabajaba antes. Parecía que le interesara mucho más esa conversación que cualquier cosa que yo tuviera que decir. Yo se lo he dicho y ella prácticamente ha admitido que yo no soy más que una boba con la que no tiene nada en común intelectualmente. Ha tenido los arrestos de sugerirme que disfrutáramos del sexo juntas y dejáramos todo lo demás fuera de la ecuación—se apoyó en el respaldo de la silla y volvieron a llenársele los ojos de lágrimas—La he mandado a la mierda.
—Y aparte de eso, ¿qué tal la obra, señora Lincoln?
Santana se echó a reír probablemente cogida a contrapié por el comentario. Me hizo sentir mejor verla sonreír aunque fuera solo un momento.
—¿Quieres decir la fiesta? Ya no quedaba demasiada gente. Quinn y Rachel hicieron su salida triunfal y yo lo vi desde dentro con Blaine que, bueno, es un buen amigo.
Asentí al comprender que Santana ya había estado llorando en aquel momento.
—Ah, espera—se puso derecha—Hubo fuegos artificiales en el agua. Fueron preciosos.
Yo había visto los fuegos desde la playa y me había parado a mirarlos. No sabía que eran parte del convite.
—Rach no me comentó que fuera a haber fuegos artificiales.
—Ella no lo sabía. Eran un regalo de Quinn, una sorpresa.
Me sentí fatal.
Debería haber estado ahí para compartirlos con Rachel. Era su dama de honor, por amor de Dios, y la había dejado tirada.
¿Quién le haría eso a su mejor amiga?
Meneé la cabeza enfadada conmigo misma.
—Tendría que haber estado con ella.
—Si te sirve de algo, habló conmigo antes de irse. Me dijo que necesitabas un poco de aire y lo entendía, Brittany. De corazón. No te tortures.
—Supongo que tienes razón —cedí.
El hervidor empezó a silbar así que volví a la cocina, serví un par de tazas y dejé que las bolsitas de té se hicieran.
— ¿Y por qué te marchaste tú si no te importa que te lo pregunte?
Suspiré.
No veía necesidad de añadir más confesiones dramáticas cuando Santana había pasado una noche terrible.
—Estaba cansada, eso es todo. Había sido un día muy largo y el ruido y toda la gente me superaron un poco. Supongo que necesitaba un poco de espacio—cogí mi taza y me dirigí a la salita sin perder un segundo.
Santana me siguió.
—¿Eso es todo?—insistió como si viera a través de mi mentira.
—Oye, estoy agotada y seguro que tú también. Quizá lo mejor sería que nos fuéramos a dormir.
—Si es lo que quieres—repuso en voz queda.
Asentí.
—Me voy a la cama. Puedes quedarte aquí si no quieres volver al hotel tan tarde. Hay otra habitación al final del pasillo.
—Gracias, pero ya te he causado demasiadas molestias. ¿Te importa que me termine el té?
—Claro que no. Tómate el tiempo que quieras.
Hice una pausa.
¿Y ahora qué?
¿Se suponía que le tendría que dar un abrazo de buenas noches?
Era como si ya no supiera cómo comportarme con ella, ni cuál era el protocolo adecuado en aquel tipo de situaciones.
Así que hice lo más patético del mundo entero: extendí la mano.
Santana la observó unos segundos y, lentamente, la aceptó y me dio un suave apretón. Me miró a los ojos.
—Dulces sueños, Britt.
—Sí, buenas noches.
¿Cómo podía ser tan boba?
No me podía creer que de verdad le hubiera estrechado la mano. Me sentía ridícula, pero al menos a ella parecía que le había hecho hasta gracia.
Giré por el pasillo hacia mi dormitorio, en donde podría regodearme en la humillación sola y sin testigos.
Hacía viento fuera.
Lo sabía porque me estaba costando un montón dormir con el viento silbando contra la ventana que tenía encima de la cama.
Tras varias horas de dar vueltas y más vueltas en la cama, decidí que un vaso de agua me sentaría bien. Todavía no me conocía bien la casa, pero los numerosos ventanales permitían que la luz de la luna iluminara bien mi camino.
Me bebí un vaso entero con gusto, lo dejé en el fregadero y me dispuse a regresar a la cama. Sin embargo, me detuve a medio camino sin dar crédito a lo que veía.
Ahí estaba, hecha un ovillo en el sofá, profundamente dormida.
La contemplé mientras me debatía entre si era un sueño o no.
Su largo cabello estaba desparramado sobre el cojín del sofá y tenía los labios ligeramente fruncidos.
Parecía el modelo de una pintura italiana.
Embelesada, avancé hacia ella y me senté en el otro sofá, a su lado. La contemplé mientras dormía durante unos momentos, sin hacer nada más, hasta que ya no pude contenerme y le acaricié cariñosamente la mejilla.
Se la veía tan en paz, tan hermosa que casi dolía a la vista.
Reaccionó a la caricia, se removió un poco, abrió los ojos y me miró. Ninguna de las dos se movió al principio y tampoco retiré la mano que tenía en su mejilla hasta que, por fin, ella me la cogió, se la llevó a los labios y me besó suavemente la palma.
Cerré los ojos y saboreé la intimidad de aquel momento dejando que me inundara por entero. Cuando abrí los ojos de nuevo, Santana se había vuelto a dormir.
Miré a mí alrededor, localicé una manta doblada en la estantería del rincón y la cubrí con cuidado de no despertarla. Le di un beso en la frente y volví a mi cama.
Durante las siguientes cinco horas dormí a pierna suelta y, cuando desperté, se había marchado.
**************************************************************************************************************************
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Bambalinas (Adaptada) Epílogo
Hola morra.....
Al fin joder al fin se la saco de encima!!! Era mas fácil e garantía a la luna que encontrar algo entre san y la flacucho (no me acuerdo el nombre jajajaja)
A ver como van a ir las cosas después de ahora...!!!???
Nos vemos!!
Al fin joder al fin se la saco de encima!!! Era mas fácil e garantía a la luna que encontrar algo entre san y la flacucho (no me acuerdo el nombre jajajaja)
A ver como van a ir las cosas después de ahora...!!!???
Nos vemos!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Bambalinas (Adaptada) Epílogo
Bueno por fin termino con Elaien, no tenían cosas en común y eso se notaba a kilómetros....
Y bueno la chicas tienen otra oportunidad espero la aprovechen !
Y bueno la chicas tienen otra oportunidad espero la aprovechen !
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Bambalinas (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:Hola morra.....
Al fin joder al fin se la saco de encima!!! Era mas fácil e garantía a la luna que encontrar algo entre san y la flacucho (no me acuerdo el nombre jajajaja)
A ver como van a ir las cosas después de ahora...!!!???
Nos vemos!!
Hola lu, jajajajaj si! bn algo bueno! jajajajaajaj. Jajajajajajajajajajaj nose xD jajajaaajajjajaja- Esperemos y mejor, no¿? ahora nada lo impide, no¿? jajajaja. Saludos =D
JVM escribió:Bueno por fin termino con Elaien, no tenían cosas en común y eso se notaba a kilómetros....
Y bueno la chicas tienen otra oportunidad espero la aprovechen !
Hola, si! bn, bn van avanzando jajajaajajajaj, toda, pero toda la razón! jajaajajajaj. Uff dicen que la tercera es al vencida, no¿? tiene q ser esta! jajajaja. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Página 4 de 6. • 1, 2, 3, 4, 5, 6
Temas similares
» [Resuelto]FanFic Brittana: Por Qué (Adaptada) Epílogo
» [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ti (Adaptada) Epílogo
» [Resuelto]FanFic Brittana: Tal Vez (Adaptada) Epílogo
» [Resuelto]FanFic Brittana: Por la Eternidad (Adaptada) Epílogo
» [Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
» [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ti (Adaptada) Epílogo
» [Resuelto]FanFic Brittana: Tal Vez (Adaptada) Epílogo
» [Resuelto]FanFic Brittana: Por la Eternidad (Adaptada) Epílogo
» [Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
Página 4 de 6.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Lun Mar 14, 2022 3:20 pm por Laidy T
» Busco fanfic brittana
Lun Feb 28, 2022 10:01 pm por lana66
» Busco fanfic
Sáb Nov 21, 2020 2:14 pm por LaChicken
» [Resuelto]Brittana: (Adaptación) El Oscuro Juego de SATANÁS... (Gp Santana) Cap. 7 Cont. Cap. 8
Jue Sep 17, 2020 12:07 am por gaby1604
» [Resuelto]FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Epílogo
Mar Sep 08, 2020 9:19 am por Isabella28
» Brittana: Destino o Accidente (GP Santana) Actualizado 17-07-2017
Dom Sep 06, 2020 10:27 am por Isabella28
» [Resuelto]Mándame al Infierno pero Besame (adaptación) Gp Santana Cap. 18 y Epilogo
Vie Sep 04, 2020 12:54 am por gaby1604
» Fic Brittana----Más aya de lo normal----(segunda parte)
Mar Ago 25, 2020 7:50 pm por atrizz1
» [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Lun Ago 03, 2020 5:10 pm por marthagr81@yahoo.es
» Que pasó con Naya?
Miér Jul 22, 2020 6:54 pm por marthagr81@yahoo.es
» [Resuelto]FanFic Brittana: Medianoche V (Adaptada) Cap 31
Jue Jul 16, 2020 7:16 am por marthagr81@yahoo.es
» No abandonen
Miér Jun 17, 2020 3:17 pm por Faith2303
» FanFic Brittana: " Glimpse " Epilogo
Vie Abr 17, 2020 12:26 am por Faith2303
» FanFic Brittana: Pídeme lo que Quieras 4: Y Yo te lo Daré (Adaptada) Epílogo
Lun Ene 20, 2020 1:47 pm por thalia danyeli
» Brittana, cafe para dos- Capitulo 16
Dom Oct 06, 2019 8:40 am por mystic
» brittana. amor y hierro capitulo 10
Miér Sep 25, 2019 9:29 am por mystic
» holaaa,he vuelto
Jue Ago 08, 2019 4:33 am por monica.santander
» [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Miér Mayo 08, 2019 9:25 pm por 23l1
» [Resuelto]FanFic Brittana: Comportamiento (Adaptada) Epílogo
Miér Abr 10, 2019 9:29 pm por 23l1
» [Resuelto]FanFic Brittana: Justicia V (Adaptada) Epílogo
Lun Abr 08, 2019 8:29 pm por 23l1