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[Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
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[Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
Sinopsis
Brittany Pierce tiene una vida ocupada sobre la que mantiene un control de hierro.
Criada por padres adictos a las drogas, está acostumbrada a cuidar a la gente que la rodea, con exclusión de sus propias necesidades.
Pero no esta noche.
Después de años de celibato, está dispuesta a pagar exactamente lo que quiere: entregar el control, haciéndolo desaparecer.
Después de haber trabajado como acompañante de alto precio durante años, Santana López no sólo disfruta de su trabajo, es muy buena en eso.
Peligrosamente sexy, sabe exactamente cómo satisfacer las fantasías de las mujeres que disfrutan de su tipo especial de ilusión, todo sin llegar a estar emocionalmente involucrada.
Cuando su noche de juego intenso se convierte en algo más, Brittany y Santana no pueden dejar de buscar una conexión en el mundo real.
Por desgracia, los viejos hábitos son difíciles de olvidar, y el amor no siempre es suficiente.
¿O lo es?
Criada por padres adictos a las drogas, está acostumbrada a cuidar a la gente que la rodea, con exclusión de sus propias necesidades.
Pero no esta noche.
Después de años de celibato, está dispuesta a pagar exactamente lo que quiere: entregar el control, haciéndolo desaparecer.
Después de haber trabajado como acompañante de alto precio durante años, Santana López no sólo disfruta de su trabajo, es muy buena en eso.
Peligrosamente sexy, sabe exactamente cómo satisfacer las fantasías de las mujeres que disfrutan de su tipo especial de ilusión, todo sin llegar a estar emocionalmente involucrada.
Cuando su noche de juego intenso se convierte en algo más, Brittany y Santana no pueden dejar de buscar una conexión en el mundo real.
Por desgracia, los viejos hábitos son difíciles de olvidar, y el amor no siempre es suficiente.
¿O lo es?
********************************************************************************************************************************
Hola, aquí les dejo el principio de esta nueva historia, espero y les guste!
Gracias por leer y comentar!
Pd: como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd2: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Pd3: aquí mis anteriores historias (adaptadas todas):
Hola, aquí les dejo el principio de esta nueva historia, espero y les guste!
Gracias por leer y comentar!
Pd: como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd2: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Pd3: aquí mis anteriores historias (adaptadas todas):
Wallbanger: https://gleelatino.forosactivos.net/t22310-resueltofanfic-brittanawallbanger-2-rustynailed-adaptada-final
El Affaire López: https://gleelatino.forosactivos.net/t22380-fanfic-brittana-el-affaire-lopez-4-algo-raro-y-preciso-adaptada-epilogo
A los 17: https://gleelatino.forosactivos.net/t22434-resueltofanfic-brittana-a-los-17-adaptada-cap-43-final
Tras el Telón de Pino: https://gleelatino.forosactivos.net/t22474-resueltofanfic-brittana-tras-el-telon-de-pino-adaptada-cap-36-final
Sin Condiciones: https://gleelatino.forosactivos.net/t22505-resueltofanfic-brittana-sin-condiciones-adaptada-cap-47-final
Blonde Girl: https://gleelatino.forosactivos.net/t22520-fanfic-brittana-blonde-girl-adaptada-prologo#538737
Ajuste de Cuentas: https://gleelatino.forosactivos.net/t22532-resueltofanfic-brittana-ajuste-de-cuentas-adaptada-cap-12-fin
Pídeme lo que Quíeras: https://gleelatino.forosactivos.net/t22535-fanfic-brittana-pideme-lo-que-quieras-adaptada-prologo#539712
Mi Mujer: https://gleelatino.forosactivos.net/t22564-fanfic-brittana-mi-mujer-3-confesion-adaptada-cap-35#542092
Sorpréndeme: https://gleelatino.forosactivos.net/t22576-resueltofanfic-brittana-sorprendeme-adaptada-epilogo#543891
Palabras para Ti: https://gleelatino.forosactivos.net/t22583-resueltofanfic-brittana-palabras-para-ti-adaptada-epilogo
Un Vuelo con Escalas: https://gleelatino.forosactivos.net/t22590-fanfic-brittana-un-vuelo-con-escalas-adaptada-cap-33-final#544923
Secretos del Pasado: https://gleelatino.forosactivos.net/t22595-resueltofanfic-brittana-secretos-del-pasado-adaptada-epilogo
En tus Brazos y Huir de Todo Mal: https://gleelatino.forosactivos.net/t22602-resueltofanfic-brittana-en-tus-brazos-y-huir-de-todo-mal-ii-pasion-adaptada-epilogo
Parejas: https://gleelatino.forosactivos.net/t22615p195-resueltofanfic-brittana-parejas-adaptada-cap-41-final#547481
La Chica de Servicio: https://gleelatino.forosactivos.net/t22617-resueltofanfic-brittana-la-chica-de-servicio-3-rindete-adaptada-epilogo-santana
A su Manera: https://gleelatino.forosactivos.net/t22622-resueltofanfic-brittana-a-su-manera-adaptada-cap-50-final
Pídeme lo que Quiéras 4: Y yo te lo Darpe: https://gleelatino.forosactivos.net/t22630-fanfic-brittana-pideme-lo-que-quieras-4-y-yo-te-lo-dare-adaptada-epilogo
Angel de Fuego: https://gleelatino.forosactivos.net/t22633-resueltofanfic-brittana-angel-de-fuego-adaptada-cap-39-fin
Después de Todo: https://gleelatino.forosactivos.net/t22642-fanfic-brittana-despues-de-todo-adaptada-epilogo
Pintando la Luna: https://gleelatino.forosactivos.net/t22644-resueltofanfic-brittana-pintando-la-luna-adaptada-epilogo
La Luna de Media Noche: https://gleelatino.forosactivos.net/t22647-resueltofanfic-brittana-la-luna-de-media-noche-adaptada-epilogo
Amor en Espera: https://gleelatino.forosactivos.net/t22651-resueltofanfic-brittana-amor-en-espera-adaptada-epilogo
Storms: https://gleelatino.forosactivos.net/t22657-resueltofanfic-brittana-storms-adaptada-epilogo
Fue un Beso Tonto: https://gleelatino.forosactivos.net/t22660-resueltofanfic-brittana-fue-un-beso-tonto-adaptada-epilogo
La Luna de Santana: https://gleelatino.forosactivos.net/t22664-resueltofanfic-brittana-la-luna-de-santana-adaptada-epilogo
Con Todo mi Corazón: https://gleelatino.forosactivos.net/t22666-resueltofanfic-brittana-con-todo-mi-corazon-adaptada-epilogo
La Esposa Del Vecino: https://gleelatino.forosactivos.net/t22668-resueltofanfic-brittana-la-esposa-del-vecino-adaptada-epilogo
Dulce Brittany: https://gleelatino.forosactivos.net/t22671-resueltofanfic-brittana-dulce-brittany-adaptada-epilogo
Eres Para Mí: https://gleelatino.forosactivos.net/t22674-resueltofanfic-brittana-eres-para-mi-adaptada-epilogo
Vampira: https://gleelatino.forosactivos.net/t22679-resueltofanfic-brittana-vampira-adaptada-epilogo
Rojo: https://gleelatino.forosactivos.net/t22687-resueltofanfic-brittana-rojo-adaptada-cap-34-final
Retroceder el Tiempo: https://gleelatino.forosactivos.net/t22695-resueltofanfic-brittana-retroceder-el-tiempo-adaptada-epilogo
Dulce Travesura: https://gleelatino.forosactivos.net/t22699-resueltofanfic-brittana-dulce-travesura-adaptada-epilogo
Compañeras: https://gleelatino.forosactivos.net/t22704-resueltofanfic-brittana-companeras-ii-carretera-del-infierno-adaptada-cap-34-y-35-fin
Pequeño Amor: https://gleelatino.forosactivos.net/t22711-resueltofanfic-brittana-pequeno-amor-adaptada-epilogo
Por la Eternidad: https://gleelatino.forosactivos.net/t22718-resueltofanfic-brittana-por-la-eternidad-adaptada-epilogo
Besos: https://gleelatino.forosactivos.net/t22720-resueltofanfic-brittana-besos-adaptada-epilogo
Bambalinas: https://gleelatino.forosactivos.net/t22725-resueltofanfic-brittana-bambalinas-adaptada-epilogo
Razonable: https://gleelatino.forosactivos.net/t22733-resueltofanfic-brittana-razonable-iii-adaptada-epilogo
Seducción: https://gleelatino.forosactivos.net/t22737-resueltofanfic-brittana-seduccion-adaptada-epilogo
Dilo a Otra: https://gleelatino.forosactivos.net/t22740-resueltofanfic-brittana-dilo-a-otra-adaptada-epilogo-parte-ii
En Equilibrio: https://gleelatino.forosactivos.net/t22741-resueltofanfic-brittana-en-equilibrio-adaptada-epilogo
Simplemente: https://gleelatino.forosactivos.net/t22743-fanfic-brittana-simplemente-ii-adaptada-cap-3
Nunca: https://gleelatino.forosactivos.net/t22747-fanfic-brittana-nunca-i-adaptada-cap-1#561488
Sexy Amor: https://gleelatino.forosactivos.net/t22748p175-resueltofanfic-brittana-sexy-amor-adaptada-epilogo#562089
Los Sentimientos: https://gleelatino.forosactivos.net/t22752-resueltofanfic-brittana-los-sentidos-adaptada-epilogo
Mia: https://gleelatino.forosactivos.net/t22754-resueltofanfic-brittana-mia-iv-adaptada-cap-5-fin
Respiro: https://gleelatino.forosactivos.net/t22755-fanfic-brittana-respiro-adaptada-sinopsis#562652
Por Qué: https://gleelatino.forosactivos.net/t22759-fanfic-brittana-por-que-i-adaptada-prologo#563064
De Mis Sueños: https://gleelatino.forosactivos.net/t22763-fanfic-brittana-mientras-ii-adaptada-cap-11#563491
Mientras: https://gleelatino.forosactivos.net/t22763-resueltofanfic-brittana-mientras-ii-adaptada-epilogo
A Un Angel: https://gleelatino.forosactivos.net/t22765-resueltofanfic-brittana-a-un-angel-adaptada-epilogo
Por Ahora:http: https://gleelatino.forosactivos.net/t22767-fanfic-brittana-por-ahora-adaptada-sinopsis#564383
Comportamiento: https://gleelatino.forosactivos.net/t22769-fanfic-brittana-comportamiento-adaptada-prologo#564737
Arco Iris: https://gleelatino.forosactivos.net/t22768-fanfic-brittana-arco-iris-adaptada-prologo#564693
Por Ti: https://gleelatino.forosactivos.net/t22773-fanfic-brittana-por-ti-adaptada-sinopsis#565129
Sin Compromiso: https://gleelatino.forosactivos.net/t22774-fanfic-brittana-sin-compromiso-adaptada-prologo#565160
Agárrate: https://gleelatino.forosactivos.net/t22775-fanfic-brittana-agarrate-adaptada-sinopsis#565438
Del Amor: https://gleelatino.forosactivos.net/t22776-fanfic-brittana-del-amor-adaptada-prologo#565521
EL Final: https://gleelatino.forosactivos.net/t22778-fanfic-brittana-el-final-adaptada-prologo#565842
El Acuerdo: https://gleelatino.forosactivos.net/t22780-fanfic-brittana-acuerdo-adaptada-sinopsis#566030
La Granja: https://gleelatino.forosactivos.net/t22783-fanfic-brittana-la-granja-adaptada-sinopsis#566263
Contrato: https://gleelatino.forosactivos.net/t22787-fanfic-brittana-contrato-adaptada-sinopsis#566875
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
Wow me enganchó de una vez ajaj
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
hola morra,..
se ve interesante!!!
a ver hasta donde llegan o que sacrifican??
nos vemos!!
se ve interesante!!!
a ver hasta donde llegan o que sacrifican??
nos vemos!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
A seguir leyendo!!!!!
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
interesante!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
Se viene bueno esto!!
Isabella28****** - Mensajes : 378
Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
Tati.94 escribió:Wow me enganchó de una vez ajaj
Hola, si¿? vamos bn entonces¿? espero y siga siendo asi la vrdd ajjaajaj. Saludos =D
3:) escribió:hola morra,..
se ve interesante!!!
a ver hasta donde llegan o que sacrifican??
nos vemos!!
Hola lu, vamos bn entonces¿? espero y siga así ajajajajaj. Mmmm interesante pregunta, interesante ajajajajaj. Saludos =D
monica.santander escribió:A seguir leyendo!!!!!
Saludos
Hola, eso es muy bueno! ajajajaja sigue así ajajajajaja. Saludos =D
micky morales escribió:interesante!!!!!
Hola, si¿? espero y lo siga pareciendo ajajajajajajaj. Saludos =D
Isabella28 escribió:Se viene bueno esto!!
Hola, vamos bn entonces¿? espero y siga así ajajajajaj. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Cap 1
Capitulo 1
Brittany Pierce casi dejó caer las llaves del coche cuando un fuerte brazo la atrapó alrededor de la cintura y una mano cubrió su boca, amortiguando su grito sorprendido.
Con el corazón palpitando locamente, se esforzó por alcanzar la manija de la puerta del lado del conductor, luego se congeló cuando los labios de su atacante le rozaron la oreja.
―Unicornio.
La palabra sin sentido de inmediatamente convirtió su cuerpo en gelatina mientras el miedo a una verdadera lesión se disipó.
La ansiedad y la anticipación permanecieron.
Había sabido esperar que esto pudiera suceder en cualquier momento, y ahora que había llegado la gran noche, esperaba poder seguir adelante con ello.
La mujer detrás de ella habló de nuevo.
―Unicornio, cariño―quitó su mano de su boca.
―Unicornio―repitió con una voz temblorosa más de lo que hubiera preferido―Entendido.
―Bien―el brazo alrededor de su cintura se tensó, empujando su espalda contra un cuerpo que se sentía un poco más bajo, más delgado y más fuerte que el suyo―Ahora vamos a entrar en tu coche y nos vas a llevar a donde te diga que vayas. Luego nos vamos a divertir juntas―la mujer movió la mano que había cubierto su boca hacia su pecho, amasándolo a través de su camisa.
Su ritmo cardíaco, que se había estabilizado un poco, volvió a despegar.
Hacía más de cuatro años que nadie la había tocado tan íntimamente. La caricia se sentía extraña y casi insoportablemente personal.
Pero este era su escenario de fantasía hasta el detalle más exigente, minucioso, exactamente como lo había descrito a Sue en la agencia Xtreme Encounters.
Estaba a punto de vivir sus deseos más sucios, oscuros con una desconocida, de renunciar al control que mantenía tan estrechamente en su vida cotidiana.
Una cosa era masturbarse con esta fantasía y otra experimentarla de verdad.
No había sabido cómo reaccionaría ante este tipo de fantasía en la vida real, pero no podía negar el torrente de excitación que las manos de su seudo secuestradora habían desatado.
La mujer agarró su pezón y lo retorció bruscamente.
―Entra en el maldito auto.
Jadeando, dio un paso adelante y abrió la puerta lateral del conductor. Se sentó en el asiento de cuero, agradecida de que ninguno de sus colegas se hubiera quedado en la oficina lo bastante tarde como para presenciar esta escena.
Lo último que necesitaba era que alguien llamara a la policía. No podía imaginar verse obligada a explicar que esto era consensual, que ella de hecho, había pagado el privilegio de ser abordada.
La decisión de ser secuestrada en su lugar de trabajo había sido una decisión arriesgada, pero la sensación mayor de peligro agudizó su excitación.
La puerta del pasajero se abrió y su secuestradora se dobló en el asiento.
Nerviosamente, echó una mirada de soslayo, curiosa por la mujer con la que iba a pasar la noche.
Había pedido una dominante, si era posible, definitivamente alguien fuerte, una mujer a la que podría honestamente creer que podría robarla para una noche de sexo rudo y dominante.
Una mujer lo suficientemente segura como para decir las crudas palabras que sabía que la pondrían húmeda.
Esta mujer parecía ser todo eso y más.
Con el pelo oscuro largo, atado en una coleta, llevaba una camiseta ajustada que mostraba sus brazos e increíbles pechos.
Dominante era un eufemismo.
Fuerte, tal vez incluso un poco peligrosa, esas palabras también describían a la mujer sentada a su lado.
Ella era perfecta.
Inhaló bruscamente cuando la mujer agarró su muslo, apretando fuerte.
―Arranca el coche, cariño.
Con las manos temblorosas, encajó la llave en el encendido y la giró para poner el motor en marcha.
―¿A dónde vamos?
―No te preocupes por eso ahora, chica buena―movió su mano entre sus muslos, acariciándola suavemente a través de sus pantalones―Adelante y entra en la 101, hacia el norte. Te diré cuándo detenerte.
Se alejó de su lugar de estacionamiento sin mirar a la mujer que la tocaba tan posesivamente. Tomó cada onza de su concentración para sacarlas del estacionamiento y entrar en la autopista.
Las puntas de los dedos jugaban a lo largo de la costura de sus pantalones, haciendo difícil concentrarse en manejar a través de la oscuridad.
No tenía ni idea de dónde iban, pero tenía una muy buena idea de lo que sucedería cuando llegaran ahí.
Sue en la agencia le había pedido que escribiera los actos sexuales y la charla sucia que quería que su acompañante incluyera en su encuentro.
Se retorció mientras revisaba mentalmente esa lista. Ansiosa por ver lo que diría la dominante preguntó:
―¿Qué vas a hacerme?
―Hacerte que me ruegues que te folle.
La mano entre sus piernas se retiró, dejándola fría con su ausencia. Trató de no dejar que su rostro mostrara su decepción.
Riéndose, la dominante dijo:
―Dime la verdad, ¿eso te asusta o te excita?
No quiso responder.
Admitir su excitación sería contra la naturaleza de su fantasía. En cambio dijo:
―¿Cómo te llamas?
―Santana.
Echó otra mirada a la preciosa mujer.
Santana. Le quedaba.
―¿Cómo sabes que no tengo un esposo en casa esperándome, quién llamará a la policía cuando se dé cuenta de que he desaparecido?
Claramente divertida, Santana forzó dos dedos dentro de su boca. Sorprendida, se apartó, pero la mujer agarró su brazo con la mano libre, manteniéndola inmóvil.
―Concéntrate en el camino―le ordenó.
Apretó las manos en el volante y miró fijamente hacia adelante, mortificada por lo mucho que el trato brusco de Santana la excitó. Los dedos de su boca barrieron su lengua, luego se retiraron.
―Para responder a tu pregunta, me niego a vivir en un mundo en el que esta bella boca tuya sea usada para cualquier cosa menos que para comer coños―dejó caer su mano para acariciarle el pecho, pellizcando y retorciendo su pezón lo suficiente para forzar un gemido desde su garganta―Así que no, no tienes un esposo esperando en casa. Eres toda mía esta noche.
Tragó, sorprendida por la humedad que empapaba sus bragas. Esperaba que Santana no la llevara demasiado lejos.
Cuanto antes pudieran encontrar una cama, mejor. Después de cuatro años sin relaciones sexuales, sintió que no podía esperar otros cinco minutos.
Sin embargo, su fantasía la obligaba a ser una participante no tan voluntaria, al menos al principio.
―Si me quisieras, podrías haberlo preguntado.
Santana sonrió.
―Más divertido de esta manera―continuó acariciándole el pecho como si la tuviera en su poder―¿Así que has comido el coño antes? ¿O esta noche será tu primera vez?
Su rostro ardía, parte de vergüenza y parte de excitación.
―Eso no es asunto tuyo.
―Oh, creo que es mi asunto―Santana movió su mano de regreso a su boca,
trazando sus labios mientras ella se apartaba en fingido enojo―Tengo que saber si tendré que enseñarte a complacer a una mujer, o no―aferró firmemente su barbilla―Así que dime, ¿eres un buena lame coños?
Mantuvo su atención fija en el camino y no permitió que su mirada se perdiera en Santana.
Ahora no tenía nada que fingir.
Su humillación era real.
―Sí.
Santana soltó su barbilla.
―Bien. No tienes ni idea de lo mucho que necesito correrme―señaló la señal de salida―Sal aquí y toma a la izquierda.
Que supiera lo que pasaría esta noche no disminuyó su excitación de ninguna manera.
El recuerdo de su fantasía escrita la puso tan ansiosa por el primer toque de la mano de Santana en su piel desnuda que tomó toda su fuerza de voluntad no simplemente pedirlo.
Agarró el volante con fuerza y siguió las instrucciones de Santana mientras las dirigía hacia el estacionamiento de un edificio de estilo español.
―Apaga el coche―Santana dijo después de que se metiera en un lugar marcado.
Lo hizo, luego retiró la llave y se movió para meterla en el bolsillo.
―No―extendiendo la mano, Santana dijo―Dámela.
Parpadeó sorprendida.
―¿La llave de mi coche?
―No quiero que vayas a ninguna parte, ¿verdad?
Esto no era parte de su guion, pero apreciaba la improvisación. Funcionaba bien con el tono general de su fantasía.
Le entregó el llavero.
―Bien.
Santana embolsó la llave, luego le soltó el cinturón de seguridad.
―Quiero que me sostengas la mano mientras entramos. ¿Puedo confiar en que te comportes?
―Sí.
Inclinándose, Santana agarró su barbilla y la miró a los ojos.
―A partir de ahora me llamaras ama.
Luchó contra sus instintos, lo que la obligó a alejarse de Santana. Esa era su necesidad de control que venía al frente, y esta noche se había prometido a sí misma que se rendiría por completo.
Además, la fuerza de la morena había casi destruido cualquier idea de fingir resistencia.
―Lo entiendo, ama.
―Bien.
Santana posó sus labios sobre los suyos, lanzando un gemido desde lo profundo de su pecho. Parecía tan displicente y necesitada que ni siquiera se reconocía a sí misma.
Cuando Santana la soltó abruptamente y salió del coche, tuvo tiempo suficiente para tomar algunas respiraciones tranquilizadoras antes de que la puerta del conductor se abriera. "
―Venga.
Tomó la mano de Santana, agradecida por el apoyo mientras salía de su coche. Sus piernas temblaban tanto que tuvo que apoyarse contra la morena para mantenerse en pie.
Sin perder un instante, Santana apretó la llave para cerrar las puertas, y luego las condujo a través del estacionamiento hacia la entrada del edificio.
Se mantuvo cerca de su lado y no dijo nada, concentrada sólo en la sensación de los fuertes dedos de Santana enroscados alrededor de los suyos.
Pronto esas manos la llevarían a lugares en donde nunca ha estado. Su estómago revoloteó ante una anticipación nerviosa.
La caminata en el edificio parecía durar una eternidad. Aliviada de que no pasaron a nadie en el camino, educó a su respiración y trató de no tropezar con sus torpes pies.
No quería que Santana supiera lo ansiosa que se sentía de repente. No importaba que fuese una profesional, quería tanto satisfacerla, y estaba asustada hasta la muerte de que no pudiera.
Santana tiró de ella hacia el ascensor del vestíbulo, luego presionó el botón del penthouse. Le lanzó una sonrisa fría cuando las puertas se cerraron.
―Dime tu nombre.
―Brittany―mantuvo su mirada baja, sintiendo que el contacto visual no sería alentado.
―Brittany―repitió, en un bajo retumbar―¿Y qué quieres?
Sin saber cómo responder, alzó los ojos y buscó en el atractivo rostro de Santana.
―Uh…
―Quieres complacerme.
Entendió.
―Sí, ama.
―Dímelo.
―Quiero complacerte, ama―su cara en llamas, trató de no inquietarse bajo el acalorado escrutinio de Santana.
Nadie la había mirado como estaba haciendo la morena ahora, como si fuera una golosina particularmente salada.
―¿Cómo?
Sus mejillas se ruborizaron más cuando recordó las palabras de Santana en
el coche.
―Comiendo tu coño.
La mano de Santana alcanzó y pellizcó su pezón izquierdo.
Duro.
―Ama―jadeó, corrigiendo su lapso.
Las puertas del ascensor se abrieron y Santana salió, soltando su mano mientras ella las dejaba entrar en el penthouse. La empujó hacia adelante, animándola a entrar primero.
Entró unos cuantos pasos y luego se esforzó por echar un vistazo a la gran habitación situada justo al otro lado del pasillo.
Casi había llegado al final del pasillo cuando Santana cerró su mano alrededor de su brazo, jalándola hacia atrás unos cuantos pasos.
―No―Santana dijo simplemente, luego cruzó los brazos y alzó una ceja―Quítate la ropa.
A pesar del hecho de que esta era su fantasía, palideció ante la idea de desnudar su cuerpo voluntariamente a una completa desconocida.
Santana la miró con ojos oscuros y depredadores, haciéndola sentirse vulnerable de una manera que bordeaba en incomodidad.
Tragando saliva, negó con la cabeza.
―No puedo, ama―se aseguró de dirigirse a Santana correctamente, consciente de que su negativa sería considerada transgresión suficiente―Lo siento.
Santana inclinó la cabeza, pero de otro modo no traicionó ninguna reacción.
―¿No puedes?
Con los ojos lagrimeando, estudió sus pies. Por un momento, consideró usar la palabra segura.
Al diablo con el dinero que había gastado en esta noche, que había tardado meses en destinar. Ahora que había llegado el momento de entregar verdaderamente el control, no podía hacerlo.
Tal vez sus fantasías estaban destinadas a quedarse seguramente dentro del reino de la ilusión.
Las botas de trabajo de la morena aparecieron a la vista, luego su olor ligeramente especiado llenó sus fosas nasales mientras rozaba sus labios contra su oreja.
―Eres una hermosa mujer. Por eso estás aquí. Y esta es la honesta verdad, Brittany, te deseo tanto que duele―murmuro―Ahora quítate la ropa para poder admirar lo que es mío.
Era como si Santana hubiera sabido exactamente lo que ella necesitaba oír.
Las palabras desencadenaron un estallido bienvenido de confianza, ahuyentando sus dudas.
Quería esto.
Demonios, lo necesitaba.
Y nunca había estado tan mojada.
Si se entregaba a esta experiencia, podría cambiarla. Por lo menos, le proporcionaría un escape de la carga de sentirse siempre responsable de todo a su alrededor.
Eso es todo lo que ella quería.
Una noche libre.
Asintió, decidida.
―Sí, ama.
Santana se apartó con un suave beso en la mejilla.
―Esa es mi chica.
Envalentonada por los elogios de Santana, llevó sus manos al borde de su camisa y, después de una breve vacilación, se la sacó por la cabeza.
Observó la mirada de la morena recorriendo su pecho, contenta de haber usado su sujetador negro de encaje. Era su favorito, y el hambre en los ojos de oscuros dejó claro que a ella también le gustaba.
―Muéstrame tus tetas.
Mordiéndose el labio, abandonó su lucha contra su vergüenza. Le había dicho a Sue que la charla sucia era esencial para esta fantasía, cuanto más
cruda mejor.
Ahora no podía creer que hubiera ayudado a escribir este guion.
No podía creerlo, excepto por el hecho de que estaba goteando de excitación.
Con un dócil asentir, alcanzó detrás de su espalda y desenganchó su sujetador, luego se encogió de hombros y lo dejó caer al suelo.
La tranquila inhalación de Santana parecía muy real.
―Preciosa―encontró sus ojos―Aprieta tus pezones para mí. Bonito y rudo. Ponlos duros.
Miró fijamente un punto en la pared sobre el hombro de Santana mientras obedecía. Gimió ante la presión de las yemas de sus dedos apretando sus pezones, luego siseó mientras los estiraba bruscamente.
Al ver la aprobación en los ojos oscuros, continuó con el duro tratamiento hasta que Santana levantó una mano para detenerla.
―Ahora tus pantalones. Ve lento.
―Sí, ama―todavía temblando, se desabotonó los pantalones y luego los deslizó por sus piernas tan lentamente como pudo.
Dudaba que pareciera muy sexy.
Más probable sólo asustada.
―Perfecto―Santana esperó hasta que ella pateó los jeans a un lado, y luego hizo un gesto hacia las bragas negras de encaje que coincidían con su sujetador―Muy bonito. Zorra.
No dijo nada.
De pie casi completamente desnuda frente a una mujer que acababa de conocer, no podía estar en desacuerdo con la valoración de la morena.
—Date la vuelta—Santana dijo, girando suavemente la mano en el aire—Déjame ver ese dulce culo.
Aliviada de que ya no tendría que mirarle rostro durante esta evaluación, hizo lo que le había pedido.
Bajó la cabeza, muy consciente del calor de la mirada oscura que ardía en su espalda.
—Agáchate, Brittany.
Vaciló.
Un sonido de palmada vino detrás de ella, lo suficientemente fuerte como para hacer que se sacudiera de sorpresa. Santana no hizo contacto con su piel, pero el simple ruido hizo el engaño.
—¿Tengo que forzarte a obedecer?
—No, ama.
No deseando probar la paciencia de Santana, se inclinó con cuidado hasta la cintura, consciente de cómo la posición la dejaba tan expuesta.
—¿Así, ama?
—Muy bien—la voz de la morena se profundizó—Ahora baja esas bragas de zorra al suelo. Monta un espectáculo para mí.
Cerrando los ojos, agarró la cinturilla de sus bragas y las arrastró deliberadamente por la longitud de sus muslos. El aire frío golpeó su abundante humedad, enviando un escalofrío por su columna vertebral. No podía imaginar cómo debía verse: obviamente excitada, los muslos interiores y el coño resbaladizo con la prueba de que disfrutaba ser dominada, hostigando cualquier protesta que pudiera hacer.
—Mira ese coño hinchado, rosado. Goteando humedad. Lista para ser follada—la excitación de Santana impregnó sus roncas palabras—Me dices que no otra vez, y no te dejaré correrte por un tiempo muy largo. Y ese coño mojado necesita correrse, ¿no es así?
—Sí, ama—susurró.
—Enderézate y ponte de frente.
Se enderezó. Su corazón tronó mientras se daba la vuelta, y no se atrevió a encontrarse con los ojos de Santana. Vio cómo usaba su pie para recoger su ropa en un montón suelto delante de ella antes de hacerle señas hacia adelante.
—Abajo de rodillas, justo aquí—Santana dijo.
Entendiendo que pretendía que la ropa aliviara el dolor de arrodillarse en el suelo de madera, se dejó caer sobre ello con gratitud.
—Sí, ama.
—¿Qué quieres?
Esta vez supo la respuesta.
—Complacerte—y era la verdad—Ama.
Santana le dirigió una sonrisa que le hizo sentirse agradecida de no estar de pie. Se habría caído las rodillas.
Arrastrando la yema de un dedo a lo largo de su mandíbula, Santana murmuró:
—Excelente. Desabotona mis jeans.
Alcanzó el botón, maldiciendo sus temblorosas manos. Se tomó una buena cantidad de tanteo antes de que pudiera abrirlo. Cuando levantó la cara, lista para recibir su siguiente instrucción, Santana metió un dedo en su boca.
—Chúpalo—Santana dijo.
Al principio estaba confundida, pero la morena movió el dedo y se dio cuenta de lo que se le pedía que hiciera. Consciente de sí misma, chupó a Santana, que sabía ligeramente a desinfectante para las manos.
Levantó los ojos, buscando aprobación.
—Muéstrame lo que puedes hacer con esa boca—retiró su dedo lentamente, luego volvió a entrar con una sonrisa maliciosa—Además de ponerte insolente conmigo, eso es.
Había abandonado desde hacía rato cualquier pretensión de resistencia. La energía dominante de Santana la rendía completamente servil y deseosa de obedecer.
Chupó más fuerte, haciendo girar su lengua en círculos sobre la almohadilla del dedo de la morena.
Un gemido bajo resonó profundamente en la garganta de Santana.
—Bájame el cierre.
Continuó lamiendo a Santana con la lengua mientras bajaba la cremallera de sus jeans. Jadeó cuando el dedo salió de su boca, luego observó sin aliento mientras la morena empujaba sus jeans por sus piernas, llevándose sus bragas negras con ellos.
Embelesada, miraba fijamente el triángulo cuidadosamente arreglado del vello sólo a pulgadas de su cara. Inhaló profundamente, salivando ante la idea de probar a su ama.
—Oh, tú quieres esto, ¿verdad?—Santana pasó una mano por su coño, extendiendo sus labios y exponiendo la carne resbaladiza, rosada—¿Quieres besarme aquí?
—Sí, ama.
Santana deslizó sus dedos por su humedad, luego los untó a través de los sus labios. Sorprendida, se estremeció, pero la morena la detuvo con una mano enredada en su cabello.
Santana recogió más jugos con su mano libre, esta vez presionando sus brillantes dedos directamente en su boca.
Era la primera vez en cuatro años que había disfrutado del sabor de una mujer.
No podía recordar ni a su anterior amante siendo tan dulce.
—¿Te gusta mi sabor?—Santana apretó su cabello.
Asintiendo con la cabeza murmuró alrededor de los dedos morenos:
—Me encanta, ama.
Santana retiró los dedos, luego empujó bruscamente su cara entre sus piernas.
—Entonces, cómeme como si lo necesitaras para sobrevivir.
Abrió la boca por instinto, gimiendo ante la forma en que el sabor de Santana se dirigía directamente a su cabeza. Mareada con su olor, bebió de la morena, empujando su nariz y labios en sus pliegues y lamiendo en su abertura.
—Ahí tienes—Santana acarició su mejilla tiernamente, llena de afecto—Esa es mi desagradable pequeña zorra.
Cerró los ojos, avergonzada por lo mucho que disfrutaba de los lascivos elogios.
La mano en su cara se calmó antes de abofetearla ligeramente. El contacto no fue doloroso, pero instantáneamente llamó su atención.
—Mírame—las palabras eran cortantes, su voz firme. Excepto por el ligero temblor de sus muslos, ella estaba en control total—Te quiero aquí. Presente.
Una sólida presión de la mano de Santana en su cabeza la mantuvo en su lugar, forzándola a luchar para mirarla a los ojos mientras continuaba lamiéndola.
Lo que vio ahí la excitó de una manera que sacudió sus mismos cimientos.
Se había preguntado si realmente disfrutaría de su pequeña fantasía sucia, pero ahora lo sabía.
Le encantaba.
—Es curioso, ya no actúas muy poco dispuesta—Santana rió—Ya no.
Se apartó el tiempo suficiente para decir:
—No, ama—luego volvió a trabajar.
Santana separó los pies e inclinó ligeramente las caderas, dándole un mejor acceso.
Moviendo la cabeza, rodeó su lengua alrededor de la abertura de la morena, emocionada por la forma en que ella gimió y se estremeció en respuesta.
—Me alegro de oír eso—Santana tomó un respiro, luego exhaló—Porque tengo grandes planes para ti esta noche. Te voy a follar, Brittany. Azotarte. Usar y abusar de ese hermoso cuerpo tuyo. Y me encantaría pensar que lo disfrutarás tanto como yo—tiró de su cabello hasta que volvió a mirarla—No necesito pensar eso, que te importa. Pero me encantaría.
Asintió, esperando que su respuesta fuera aceptable.
No quería detener lo que estaba haciendo, no cuando sintió que Santana se tambaleaba en el borde del clímax.
Como por magia, todas sus tensiones y preocupaciones habituales desaparecieron de su mente, reemplazado por un enfoque centrado en complacer a la mujer que se alzaba sobre ella.
—Mierda—Santana gimió, clavando su mano en su cabello para poder guiar su boca a su clítoris—Chúpame. Hazme correrme.
Obedeciendo con un murmullo feliz, plantó sus labios alrededor del clítoris caliente e hinchado y succionó suavemente. Santana estiró su mano y se apoyó en la pared, sacándole una sonrisa incluso mientras continuaba sus atenciones.
A pesar de su incertidumbre, las reacciones de Santana dejaron claro que estaba haciendo un buen trabajo.
La morena soltó su cabello y le dio otra suave palmada en la mejilla. El contacto no tenía la intención de inducir dolor, sino degradar, exactamente como había pedido.
Con sólo una ligera vacilación en su voz, Santana dijo:
—Más duro, puta. Chupa más duro.
Aumentó su succión, atrayéndola profundamente en su boca. Casi instantáneamente Santana se puso rígida, luego su cuerpo tembló en liberación.
No vocalizaba su placer, pero era obvio por la inundación de la humedad que empapó sus labios y la lengua que el orgasmo había sido fuerte.
Desconfiada de detenerse antes de que se lo dijeran, seguía lamiendo hasta que Santana la arrancó con ambas manos en el pelo.
—Suficiente.
Sentada sobre sus talones, permaneció en silencio y esperó más instrucciones. Sus propios jugos estaban saliendo de su coño palpitante, pero no era probable que encontrara alivio pronto.
Una gran parte de su fantasía había sido la idea de tener su orgasmo negado hasta que apenas podía soportarlo.
Ahora deseaba haberlo pensado.
Santana exhaló y dio un paso atrás.
—Eso me llevó al límite.
Deseó poder decir lo mismo. Arriesgándose, murmuró:
—Gracias, ama.
—¿Por qué?
—Por permitirme darte placer.
Los ojos de Santana brillaron con lo que parecía aprobación. Agarrándole el brazo la puso en pie.
—De nada, puta—tomándola de la mano las condujo más profundamente hacia el penthouse—Venga. Ahora podemos empezar.
Con el corazón palpitando locamente, se esforzó por alcanzar la manija de la puerta del lado del conductor, luego se congeló cuando los labios de su atacante le rozaron la oreja.
―Unicornio.
La palabra sin sentido de inmediatamente convirtió su cuerpo en gelatina mientras el miedo a una verdadera lesión se disipó.
La ansiedad y la anticipación permanecieron.
Había sabido esperar que esto pudiera suceder en cualquier momento, y ahora que había llegado la gran noche, esperaba poder seguir adelante con ello.
La mujer detrás de ella habló de nuevo.
―Unicornio, cariño―quitó su mano de su boca.
―Unicornio―repitió con una voz temblorosa más de lo que hubiera preferido―Entendido.
―Bien―el brazo alrededor de su cintura se tensó, empujando su espalda contra un cuerpo que se sentía un poco más bajo, más delgado y más fuerte que el suyo―Ahora vamos a entrar en tu coche y nos vas a llevar a donde te diga que vayas. Luego nos vamos a divertir juntas―la mujer movió la mano que había cubierto su boca hacia su pecho, amasándolo a través de su camisa.
Su ritmo cardíaco, que se había estabilizado un poco, volvió a despegar.
Hacía más de cuatro años que nadie la había tocado tan íntimamente. La caricia se sentía extraña y casi insoportablemente personal.
Pero este era su escenario de fantasía hasta el detalle más exigente, minucioso, exactamente como lo había descrito a Sue en la agencia Xtreme Encounters.
Estaba a punto de vivir sus deseos más sucios, oscuros con una desconocida, de renunciar al control que mantenía tan estrechamente en su vida cotidiana.
Una cosa era masturbarse con esta fantasía y otra experimentarla de verdad.
No había sabido cómo reaccionaría ante este tipo de fantasía en la vida real, pero no podía negar el torrente de excitación que las manos de su seudo secuestradora habían desatado.
La mujer agarró su pezón y lo retorció bruscamente.
―Entra en el maldito auto.
Jadeando, dio un paso adelante y abrió la puerta lateral del conductor. Se sentó en el asiento de cuero, agradecida de que ninguno de sus colegas se hubiera quedado en la oficina lo bastante tarde como para presenciar esta escena.
Lo último que necesitaba era que alguien llamara a la policía. No podía imaginar verse obligada a explicar que esto era consensual, que ella de hecho, había pagado el privilegio de ser abordada.
La decisión de ser secuestrada en su lugar de trabajo había sido una decisión arriesgada, pero la sensación mayor de peligro agudizó su excitación.
La puerta del pasajero se abrió y su secuestradora se dobló en el asiento.
Nerviosamente, echó una mirada de soslayo, curiosa por la mujer con la que iba a pasar la noche.
Había pedido una dominante, si era posible, definitivamente alguien fuerte, una mujer a la que podría honestamente creer que podría robarla para una noche de sexo rudo y dominante.
Una mujer lo suficientemente segura como para decir las crudas palabras que sabía que la pondrían húmeda.
Esta mujer parecía ser todo eso y más.
Con el pelo oscuro largo, atado en una coleta, llevaba una camiseta ajustada que mostraba sus brazos e increíbles pechos.
Dominante era un eufemismo.
Fuerte, tal vez incluso un poco peligrosa, esas palabras también describían a la mujer sentada a su lado.
Ella era perfecta.
Inhaló bruscamente cuando la mujer agarró su muslo, apretando fuerte.
―Arranca el coche, cariño.
Con las manos temblorosas, encajó la llave en el encendido y la giró para poner el motor en marcha.
―¿A dónde vamos?
―No te preocupes por eso ahora, chica buena―movió su mano entre sus muslos, acariciándola suavemente a través de sus pantalones―Adelante y entra en la 101, hacia el norte. Te diré cuándo detenerte.
Se alejó de su lugar de estacionamiento sin mirar a la mujer que la tocaba tan posesivamente. Tomó cada onza de su concentración para sacarlas del estacionamiento y entrar en la autopista.
Las puntas de los dedos jugaban a lo largo de la costura de sus pantalones, haciendo difícil concentrarse en manejar a través de la oscuridad.
No tenía ni idea de dónde iban, pero tenía una muy buena idea de lo que sucedería cuando llegaran ahí.
Sue en la agencia le había pedido que escribiera los actos sexuales y la charla sucia que quería que su acompañante incluyera en su encuentro.
Se retorció mientras revisaba mentalmente esa lista. Ansiosa por ver lo que diría la dominante preguntó:
―¿Qué vas a hacerme?
―Hacerte que me ruegues que te folle.
La mano entre sus piernas se retiró, dejándola fría con su ausencia. Trató de no dejar que su rostro mostrara su decepción.
Riéndose, la dominante dijo:
―Dime la verdad, ¿eso te asusta o te excita?
No quiso responder.
Admitir su excitación sería contra la naturaleza de su fantasía. En cambio dijo:
―¿Cómo te llamas?
―Santana.
Echó otra mirada a la preciosa mujer.
Santana. Le quedaba.
―¿Cómo sabes que no tengo un esposo en casa esperándome, quién llamará a la policía cuando se dé cuenta de que he desaparecido?
Claramente divertida, Santana forzó dos dedos dentro de su boca. Sorprendida, se apartó, pero la mujer agarró su brazo con la mano libre, manteniéndola inmóvil.
―Concéntrate en el camino―le ordenó.
Apretó las manos en el volante y miró fijamente hacia adelante, mortificada por lo mucho que el trato brusco de Santana la excitó. Los dedos de su boca barrieron su lengua, luego se retiraron.
―Para responder a tu pregunta, me niego a vivir en un mundo en el que esta bella boca tuya sea usada para cualquier cosa menos que para comer coños―dejó caer su mano para acariciarle el pecho, pellizcando y retorciendo su pezón lo suficiente para forzar un gemido desde su garganta―Así que no, no tienes un esposo esperando en casa. Eres toda mía esta noche.
Tragó, sorprendida por la humedad que empapaba sus bragas. Esperaba que Santana no la llevara demasiado lejos.
Cuanto antes pudieran encontrar una cama, mejor. Después de cuatro años sin relaciones sexuales, sintió que no podía esperar otros cinco minutos.
Sin embargo, su fantasía la obligaba a ser una participante no tan voluntaria, al menos al principio.
―Si me quisieras, podrías haberlo preguntado.
Santana sonrió.
―Más divertido de esta manera―continuó acariciándole el pecho como si la tuviera en su poder―¿Así que has comido el coño antes? ¿O esta noche será tu primera vez?
Su rostro ardía, parte de vergüenza y parte de excitación.
―Eso no es asunto tuyo.
―Oh, creo que es mi asunto―Santana movió su mano de regreso a su boca,
trazando sus labios mientras ella se apartaba en fingido enojo―Tengo que saber si tendré que enseñarte a complacer a una mujer, o no―aferró firmemente su barbilla―Así que dime, ¿eres un buena lame coños?
Mantuvo su atención fija en el camino y no permitió que su mirada se perdiera en Santana.
Ahora no tenía nada que fingir.
Su humillación era real.
―Sí.
Santana soltó su barbilla.
―Bien. No tienes ni idea de lo mucho que necesito correrme―señaló la señal de salida―Sal aquí y toma a la izquierda.
Que supiera lo que pasaría esta noche no disminuyó su excitación de ninguna manera.
El recuerdo de su fantasía escrita la puso tan ansiosa por el primer toque de la mano de Santana en su piel desnuda que tomó toda su fuerza de voluntad no simplemente pedirlo.
Agarró el volante con fuerza y siguió las instrucciones de Santana mientras las dirigía hacia el estacionamiento de un edificio de estilo español.
―Apaga el coche―Santana dijo después de que se metiera en un lugar marcado.
Lo hizo, luego retiró la llave y se movió para meterla en el bolsillo.
―No―extendiendo la mano, Santana dijo―Dámela.
Parpadeó sorprendida.
―¿La llave de mi coche?
―No quiero que vayas a ninguna parte, ¿verdad?
Esto no era parte de su guion, pero apreciaba la improvisación. Funcionaba bien con el tono general de su fantasía.
Le entregó el llavero.
―Bien.
Santana embolsó la llave, luego le soltó el cinturón de seguridad.
―Quiero que me sostengas la mano mientras entramos. ¿Puedo confiar en que te comportes?
―Sí.
Inclinándose, Santana agarró su barbilla y la miró a los ojos.
―A partir de ahora me llamaras ama.
Luchó contra sus instintos, lo que la obligó a alejarse de Santana. Esa era su necesidad de control que venía al frente, y esta noche se había prometido a sí misma que se rendiría por completo.
Además, la fuerza de la morena había casi destruido cualquier idea de fingir resistencia.
―Lo entiendo, ama.
―Bien.
Santana posó sus labios sobre los suyos, lanzando un gemido desde lo profundo de su pecho. Parecía tan displicente y necesitada que ni siquiera se reconocía a sí misma.
Cuando Santana la soltó abruptamente y salió del coche, tuvo tiempo suficiente para tomar algunas respiraciones tranquilizadoras antes de que la puerta del conductor se abriera. "
―Venga.
Tomó la mano de Santana, agradecida por el apoyo mientras salía de su coche. Sus piernas temblaban tanto que tuvo que apoyarse contra la morena para mantenerse en pie.
Sin perder un instante, Santana apretó la llave para cerrar las puertas, y luego las condujo a través del estacionamiento hacia la entrada del edificio.
Se mantuvo cerca de su lado y no dijo nada, concentrada sólo en la sensación de los fuertes dedos de Santana enroscados alrededor de los suyos.
Pronto esas manos la llevarían a lugares en donde nunca ha estado. Su estómago revoloteó ante una anticipación nerviosa.
La caminata en el edificio parecía durar una eternidad. Aliviada de que no pasaron a nadie en el camino, educó a su respiración y trató de no tropezar con sus torpes pies.
No quería que Santana supiera lo ansiosa que se sentía de repente. No importaba que fuese una profesional, quería tanto satisfacerla, y estaba asustada hasta la muerte de que no pudiera.
Santana tiró de ella hacia el ascensor del vestíbulo, luego presionó el botón del penthouse. Le lanzó una sonrisa fría cuando las puertas se cerraron.
―Dime tu nombre.
―Brittany―mantuvo su mirada baja, sintiendo que el contacto visual no sería alentado.
―Brittany―repitió, en un bajo retumbar―¿Y qué quieres?
Sin saber cómo responder, alzó los ojos y buscó en el atractivo rostro de Santana.
―Uh…
―Quieres complacerme.
Entendió.
―Sí, ama.
―Dímelo.
―Quiero complacerte, ama―su cara en llamas, trató de no inquietarse bajo el acalorado escrutinio de Santana.
Nadie la había mirado como estaba haciendo la morena ahora, como si fuera una golosina particularmente salada.
―¿Cómo?
Sus mejillas se ruborizaron más cuando recordó las palabras de Santana en
el coche.
―Comiendo tu coño.
La mano de Santana alcanzó y pellizcó su pezón izquierdo.
Duro.
―Ama―jadeó, corrigiendo su lapso.
Las puertas del ascensor se abrieron y Santana salió, soltando su mano mientras ella las dejaba entrar en el penthouse. La empujó hacia adelante, animándola a entrar primero.
Entró unos cuantos pasos y luego se esforzó por echar un vistazo a la gran habitación situada justo al otro lado del pasillo.
Casi había llegado al final del pasillo cuando Santana cerró su mano alrededor de su brazo, jalándola hacia atrás unos cuantos pasos.
―No―Santana dijo simplemente, luego cruzó los brazos y alzó una ceja―Quítate la ropa.
A pesar del hecho de que esta era su fantasía, palideció ante la idea de desnudar su cuerpo voluntariamente a una completa desconocida.
Santana la miró con ojos oscuros y depredadores, haciéndola sentirse vulnerable de una manera que bordeaba en incomodidad.
Tragando saliva, negó con la cabeza.
―No puedo, ama―se aseguró de dirigirse a Santana correctamente, consciente de que su negativa sería considerada transgresión suficiente―Lo siento.
Santana inclinó la cabeza, pero de otro modo no traicionó ninguna reacción.
―¿No puedes?
Con los ojos lagrimeando, estudió sus pies. Por un momento, consideró usar la palabra segura.
Al diablo con el dinero que había gastado en esta noche, que había tardado meses en destinar. Ahora que había llegado el momento de entregar verdaderamente el control, no podía hacerlo.
Tal vez sus fantasías estaban destinadas a quedarse seguramente dentro del reino de la ilusión.
Las botas de trabajo de la morena aparecieron a la vista, luego su olor ligeramente especiado llenó sus fosas nasales mientras rozaba sus labios contra su oreja.
―Eres una hermosa mujer. Por eso estás aquí. Y esta es la honesta verdad, Brittany, te deseo tanto que duele―murmuro―Ahora quítate la ropa para poder admirar lo que es mío.
Era como si Santana hubiera sabido exactamente lo que ella necesitaba oír.
Las palabras desencadenaron un estallido bienvenido de confianza, ahuyentando sus dudas.
Quería esto.
Demonios, lo necesitaba.
Y nunca había estado tan mojada.
Si se entregaba a esta experiencia, podría cambiarla. Por lo menos, le proporcionaría un escape de la carga de sentirse siempre responsable de todo a su alrededor.
Eso es todo lo que ella quería.
Una noche libre.
Asintió, decidida.
―Sí, ama.
Santana se apartó con un suave beso en la mejilla.
―Esa es mi chica.
Envalentonada por los elogios de Santana, llevó sus manos al borde de su camisa y, después de una breve vacilación, se la sacó por la cabeza.
Observó la mirada de la morena recorriendo su pecho, contenta de haber usado su sujetador negro de encaje. Era su favorito, y el hambre en los ojos de oscuros dejó claro que a ella también le gustaba.
―Muéstrame tus tetas.
Mordiéndose el labio, abandonó su lucha contra su vergüenza. Le había dicho a Sue que la charla sucia era esencial para esta fantasía, cuanto más
cruda mejor.
Ahora no podía creer que hubiera ayudado a escribir este guion.
No podía creerlo, excepto por el hecho de que estaba goteando de excitación.
Con un dócil asentir, alcanzó detrás de su espalda y desenganchó su sujetador, luego se encogió de hombros y lo dejó caer al suelo.
La tranquila inhalación de Santana parecía muy real.
―Preciosa―encontró sus ojos―Aprieta tus pezones para mí. Bonito y rudo. Ponlos duros.
Miró fijamente un punto en la pared sobre el hombro de Santana mientras obedecía. Gimió ante la presión de las yemas de sus dedos apretando sus pezones, luego siseó mientras los estiraba bruscamente.
Al ver la aprobación en los ojos oscuros, continuó con el duro tratamiento hasta que Santana levantó una mano para detenerla.
―Ahora tus pantalones. Ve lento.
―Sí, ama―todavía temblando, se desabotonó los pantalones y luego los deslizó por sus piernas tan lentamente como pudo.
Dudaba que pareciera muy sexy.
Más probable sólo asustada.
―Perfecto―Santana esperó hasta que ella pateó los jeans a un lado, y luego hizo un gesto hacia las bragas negras de encaje que coincidían con su sujetador―Muy bonito. Zorra.
No dijo nada.
De pie casi completamente desnuda frente a una mujer que acababa de conocer, no podía estar en desacuerdo con la valoración de la morena.
—Date la vuelta—Santana dijo, girando suavemente la mano en el aire—Déjame ver ese dulce culo.
Aliviada de que ya no tendría que mirarle rostro durante esta evaluación, hizo lo que le había pedido.
Bajó la cabeza, muy consciente del calor de la mirada oscura que ardía en su espalda.
—Agáchate, Brittany.
Vaciló.
Un sonido de palmada vino detrás de ella, lo suficientemente fuerte como para hacer que se sacudiera de sorpresa. Santana no hizo contacto con su piel, pero el simple ruido hizo el engaño.
—¿Tengo que forzarte a obedecer?
—No, ama.
No deseando probar la paciencia de Santana, se inclinó con cuidado hasta la cintura, consciente de cómo la posición la dejaba tan expuesta.
—¿Así, ama?
—Muy bien—la voz de la morena se profundizó—Ahora baja esas bragas de zorra al suelo. Monta un espectáculo para mí.
Cerrando los ojos, agarró la cinturilla de sus bragas y las arrastró deliberadamente por la longitud de sus muslos. El aire frío golpeó su abundante humedad, enviando un escalofrío por su columna vertebral. No podía imaginar cómo debía verse: obviamente excitada, los muslos interiores y el coño resbaladizo con la prueba de que disfrutaba ser dominada, hostigando cualquier protesta que pudiera hacer.
—Mira ese coño hinchado, rosado. Goteando humedad. Lista para ser follada—la excitación de Santana impregnó sus roncas palabras—Me dices que no otra vez, y no te dejaré correrte por un tiempo muy largo. Y ese coño mojado necesita correrse, ¿no es así?
—Sí, ama—susurró.
—Enderézate y ponte de frente.
Se enderezó. Su corazón tronó mientras se daba la vuelta, y no se atrevió a encontrarse con los ojos de Santana. Vio cómo usaba su pie para recoger su ropa en un montón suelto delante de ella antes de hacerle señas hacia adelante.
—Abajo de rodillas, justo aquí—Santana dijo.
Entendiendo que pretendía que la ropa aliviara el dolor de arrodillarse en el suelo de madera, se dejó caer sobre ello con gratitud.
—Sí, ama.
—¿Qué quieres?
Esta vez supo la respuesta.
—Complacerte—y era la verdad—Ama.
Santana le dirigió una sonrisa que le hizo sentirse agradecida de no estar de pie. Se habría caído las rodillas.
Arrastrando la yema de un dedo a lo largo de su mandíbula, Santana murmuró:
—Excelente. Desabotona mis jeans.
Alcanzó el botón, maldiciendo sus temblorosas manos. Se tomó una buena cantidad de tanteo antes de que pudiera abrirlo. Cuando levantó la cara, lista para recibir su siguiente instrucción, Santana metió un dedo en su boca.
—Chúpalo—Santana dijo.
Al principio estaba confundida, pero la morena movió el dedo y se dio cuenta de lo que se le pedía que hiciera. Consciente de sí misma, chupó a Santana, que sabía ligeramente a desinfectante para las manos.
Levantó los ojos, buscando aprobación.
—Muéstrame lo que puedes hacer con esa boca—retiró su dedo lentamente, luego volvió a entrar con una sonrisa maliciosa—Además de ponerte insolente conmigo, eso es.
Había abandonado desde hacía rato cualquier pretensión de resistencia. La energía dominante de Santana la rendía completamente servil y deseosa de obedecer.
Chupó más fuerte, haciendo girar su lengua en círculos sobre la almohadilla del dedo de la morena.
Un gemido bajo resonó profundamente en la garganta de Santana.
—Bájame el cierre.
Continuó lamiendo a Santana con la lengua mientras bajaba la cremallera de sus jeans. Jadeó cuando el dedo salió de su boca, luego observó sin aliento mientras la morena empujaba sus jeans por sus piernas, llevándose sus bragas negras con ellos.
Embelesada, miraba fijamente el triángulo cuidadosamente arreglado del vello sólo a pulgadas de su cara. Inhaló profundamente, salivando ante la idea de probar a su ama.
—Oh, tú quieres esto, ¿verdad?—Santana pasó una mano por su coño, extendiendo sus labios y exponiendo la carne resbaladiza, rosada—¿Quieres besarme aquí?
—Sí, ama.
Santana deslizó sus dedos por su humedad, luego los untó a través de los sus labios. Sorprendida, se estremeció, pero la morena la detuvo con una mano enredada en su cabello.
Santana recogió más jugos con su mano libre, esta vez presionando sus brillantes dedos directamente en su boca.
Era la primera vez en cuatro años que había disfrutado del sabor de una mujer.
No podía recordar ni a su anterior amante siendo tan dulce.
—¿Te gusta mi sabor?—Santana apretó su cabello.
Asintiendo con la cabeza murmuró alrededor de los dedos morenos:
—Me encanta, ama.
Santana retiró los dedos, luego empujó bruscamente su cara entre sus piernas.
—Entonces, cómeme como si lo necesitaras para sobrevivir.
Abrió la boca por instinto, gimiendo ante la forma en que el sabor de Santana se dirigía directamente a su cabeza. Mareada con su olor, bebió de la morena, empujando su nariz y labios en sus pliegues y lamiendo en su abertura.
—Ahí tienes—Santana acarició su mejilla tiernamente, llena de afecto—Esa es mi desagradable pequeña zorra.
Cerró los ojos, avergonzada por lo mucho que disfrutaba de los lascivos elogios.
La mano en su cara se calmó antes de abofetearla ligeramente. El contacto no fue doloroso, pero instantáneamente llamó su atención.
—Mírame—las palabras eran cortantes, su voz firme. Excepto por el ligero temblor de sus muslos, ella estaba en control total—Te quiero aquí. Presente.
Una sólida presión de la mano de Santana en su cabeza la mantuvo en su lugar, forzándola a luchar para mirarla a los ojos mientras continuaba lamiéndola.
Lo que vio ahí la excitó de una manera que sacudió sus mismos cimientos.
Se había preguntado si realmente disfrutaría de su pequeña fantasía sucia, pero ahora lo sabía.
Le encantaba.
—Es curioso, ya no actúas muy poco dispuesta—Santana rió—Ya no.
Se apartó el tiempo suficiente para decir:
—No, ama—luego volvió a trabajar.
Santana separó los pies e inclinó ligeramente las caderas, dándole un mejor acceso.
Moviendo la cabeza, rodeó su lengua alrededor de la abertura de la morena, emocionada por la forma en que ella gimió y se estremeció en respuesta.
—Me alegro de oír eso—Santana tomó un respiro, luego exhaló—Porque tengo grandes planes para ti esta noche. Te voy a follar, Brittany. Azotarte. Usar y abusar de ese hermoso cuerpo tuyo. Y me encantaría pensar que lo disfrutarás tanto como yo—tiró de su cabello hasta que volvió a mirarla—No necesito pensar eso, que te importa. Pero me encantaría.
Asintió, esperando que su respuesta fuera aceptable.
No quería detener lo que estaba haciendo, no cuando sintió que Santana se tambaleaba en el borde del clímax.
Como por magia, todas sus tensiones y preocupaciones habituales desaparecieron de su mente, reemplazado por un enfoque centrado en complacer a la mujer que se alzaba sobre ella.
—Mierda—Santana gimió, clavando su mano en su cabello para poder guiar su boca a su clítoris—Chúpame. Hazme correrme.
Obedeciendo con un murmullo feliz, plantó sus labios alrededor del clítoris caliente e hinchado y succionó suavemente. Santana estiró su mano y se apoyó en la pared, sacándole una sonrisa incluso mientras continuaba sus atenciones.
A pesar de su incertidumbre, las reacciones de Santana dejaron claro que estaba haciendo un buen trabajo.
La morena soltó su cabello y le dio otra suave palmada en la mejilla. El contacto no tenía la intención de inducir dolor, sino degradar, exactamente como había pedido.
Con sólo una ligera vacilación en su voz, Santana dijo:
—Más duro, puta. Chupa más duro.
Aumentó su succión, atrayéndola profundamente en su boca. Casi instantáneamente Santana se puso rígida, luego su cuerpo tembló en liberación.
No vocalizaba su placer, pero era obvio por la inundación de la humedad que empapó sus labios y la lengua que el orgasmo había sido fuerte.
Desconfiada de detenerse antes de que se lo dijeran, seguía lamiendo hasta que Santana la arrancó con ambas manos en el pelo.
—Suficiente.
Sentada sobre sus talones, permaneció en silencio y esperó más instrucciones. Sus propios jugos estaban saliendo de su coño palpitante, pero no era probable que encontrara alivio pronto.
Una gran parte de su fantasía había sido la idea de tener su orgasmo negado hasta que apenas podía soportarlo.
Ahora deseaba haberlo pensado.
Santana exhaló y dio un paso atrás.
—Eso me llevó al límite.
Deseó poder decir lo mismo. Arriesgándose, murmuró:
—Gracias, ama.
—¿Por qué?
—Por permitirme darte placer.
Los ojos de Santana brillaron con lo que parecía aprobación. Agarrándole el brazo la puso en pie.
—De nada, puta—tomándola de la mano las condujo más profundamente hacia el penthouse—Venga. Ahora podemos empezar.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
vaya, vaya!!!!! se viene lo bueno.
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
Haaaa empezaron suavecito las chicas!!!!! jjaajja!!
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
Hola morra...
Muy buen primer cap jajaja
A ver hasta donde llegan las dos esta noche??
Nos vemos!
Muy buen primer cap jajaja
A ver hasta donde llegan las dos esta noche??
Nos vemos!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
Ni un cafecito antes, a lo que venimos nomas.
Isabella28****** - Mensajes : 378
Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
jajajaja vaya forma de conocerse y de empezar todo...
mientras ambas disfrutando de la fantasía de Britt
mientras ambas disfrutando de la fantasía de Britt
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
micky morales escribió:vaya, vaya!!!!! se viene lo bueno.
Hola, jajajaajajaj o no¿? jajajaaj son unas loquillas jajajaajajajaj. SAludos =D
monica.santander escribió:Haaaa empezaron suavecito las chicas!!!!! jjaajja!!
Saludos
Hola, jajaajajajaj si q si, paso a paso, tranquilas por las piedras...si si jaajajaj. Saludos =D
3:) escribió:Hola morra...
Muy buen primer cap jajaja
A ver hasta donde llegan las dos esta noche??
Nos vemos!
Hola lu, jajaajaj dices tu¿? que sigan así¿? jajajaajaj. Aquí dejo otro cap para saber mas! ajjaja. Saludos =D
Isabella28 escribió:Ni un cafecito antes, a lo que venimos nomas.
Hola, ajajaajajajaj xD jajaaja nada de nada, vamos a lo q vinimos xD ajjaajajaj. Saludos =D
JVM escribió:jajajaja vaya forma de conocerse y de empezar todo...
mientras ambas disfrutando de la fantasía de Britt
Hola, jajajaajajajajaj no es la mejor, pero tampoco la peor, no¿? jajajaaj. Eso mismo, eso mismo ajajajajaj. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Cap 2
Capitulo 2
Santana la introdujo en un inmaculado cuarto de baño y cerró la puerta detrás de ellas, muy probablemente para evitar que escape, puesto que estaban solas en el penthouse y claramente mucho más allá de la cuestión de la privacidad.
Todavía desnuda, con el corazón acelerado, estaba junto al fregadero y observaba aturdida mientras Santana se sentaba en el borde de la bañera y abría el grifo.
Los brazos delgados flexionados mientras Santana probó el agua con su mano. La fácil confianza en sus movimientos hizo que su garganta se secara.
Apartó la mirada cuando la morena conectó el desagüe, nerviosa por lo que pasaría cuando la atención volviera a ella.
Santana no parecía tener ninguna prisa.
Destapó una botella de baño de burbujas y echó una generosa cantidad al agua humeante.
—Ven y dime si esto es demasiado caliente.
Extrañamente conmovida por el ofrecimiento, dio un paso hacia adelante.
—Sí, ama—mantuvo su mano bajo el flujo de agua. Estaba caliente, pero no más caliente de lo que le gustaba—Eso se siente maravilloso—se sorprendió cuando la mano de Santana acarició la curva de su culo desnudo.
—Tú también.
Se enderezó, sin saber qué decir. Una fuerte palmada en su trasero arrancó un jadeó de su garganta y provocó una respuesta precipitada.
—Gracias, ama.
—De nada—Santana deslizó la mano hacia abajo, acariciando suavemente. Trazó patrones con uñas romas, cada vez más cerca de la unión de los sus muslos—¿Estas mojada?
—Sí.
Golpeándole el interior de su muslo, murmuró:
—Abre.
Separó los pies, obedeciendo la orden como si hubiera sido entrenada para hacerlo. Santana hizo un ruido tranquilo y aprobador, y luego deslizó las yemas de sus dedos a través de la abundante humedad entre sus piernas.
Frunció el ceño y cerró los ojos. Era abrumador ser tocada tan íntimamente.
Había pasado demasiado tiempo.
—Oh—Santana dijo suavemente—Tan, tan mojada. Te gusta que te digan qué hacer.
Consideró la declaración.
Durante años se había puesto a sí misma en fantasías sobre ser tomada por una amante dominante. Hasta el momento sus deseos se habían trasladado fácilmente a la vida real.
—Sí, lo hago. Ama.
—Eso es bueno—introdujo sus dedos más profundamente en sus pliegues, haciéndola jadear—Te veías tan elegante en tu ropa de trabajo, como una buena chica. Pero no lo eres, ¿verdad? No eres una buena chica. No, la dulce, inocente Brittany usa sexy ropa interior negra debajo de su traje informal de negocios. Su coño goteando de emoción ante la idea de ser follada por una desconocida. Peor que eso, ser tomada por una desconocida.
Había esperado la humillación verbal, la degradación.
Después de todo, ella lo había escrito en el guion. Había pagado por ello.
Las palabras hicieron que sus mejillas ardieran incluso cuando su deseo aumentó. Confundida, evitó encontrarse con los ojos de Santana y simplemente disfrutó de la sensación de los dedos explorando sus labios vaginales.
Santana se retiró de entre sus piernas, llevó su mano a sus labios, encontrándose con sus ojos mientras usaba su lengua para limpiar sus dedos.
—Delicioso—Santana murmuró.
—Gracias, ama—sus rodillas se tambalearon.
Alargó la mano hacia atrás, desesperada por algo para agarrarse. Encontró el fregadero y se alejó inadvertidamente de Santana, apoyándose en la fría porcelana con un suspiro agradecido.
Esperando otra advertencia, contuvo el aliento y se encontró con la mirada oscura.
Santana la miró con su rostro en blanco. Casi frío.
—¿Te gusta ser follada?
Era difícil mantener su compostura bajo un interrogatorio tan contundente, mucho más difícil de lo que se había imaginado.
Su rostro estaba en llamas.
Sus manos temblaban.
—Yo...—un incómodo pensamiento se metió en su mente, ¿podría manejar lo que Santana iba a preparar?
Su fantasía era dura. Áspera.
Nunca había jugado esta dinámica antes en la vida real, y aunque el pensamiento seguro como el infierno la liberaba, no podía negar que ya estaba sacudida, y todavía tenían un largo camino por recorrer.
En su fantasía era siempre tan audaz cuando se sometió a un duro tratamiento.
En la realidad no podía relajarse.
—Creo que sí.
Santana levantó las cejas.
—¿Crees que sí?
—Ama—dijo rápidamente, esperando evitar el castigo.
Parándose, Santana cerró la distancia entre ellas con una sonrisa depredadora en su rostro.
Se preparó para lo que hubiera planeado.
Sin romper el contacto visual, la morena se quitó la camisa y la tiró al suelo.
—¿Te gusta ser follada?—repitió, observando su reacción.
Inhalando y susurró:
—Sí—incapaz de sostener la intensa mirada oscura, bajó su mirada y rápidamente perdió su aliento al ver los morenos pechos desnudos.
Sorprendentemente llenos y femeninos, estaban en marcado contraste con las duras líneas del resto de su cuerpo. El impulso de tomar uno de esos pezones rosados en su boca sobrepasó brevemente su temor, arrojándola a una mayor incertidumbre.
—¿Sí?
Se estremeció ante el tono divertido de Santana.
—Sí, ama—arrastró su atención hacia el rostro de la morena, aliviada de no ver ninguna ira o frustración en lo que de pronto se dio cuenta de que eran unos ojos cafés muy amables.
—Entonces a Brittany le gusta follar—su sonrisa reprimió sus palabras contundentes—No hay razón para ser tímida al respecto. No conmigo—puso
sus manos en su pecho, deslizándolas abajo para acunar sus pechos sensibles.
El placer onduló a través de su cuerpo mientras los delicados pulgares rozaban sus pezones turgentes.
—Porque voy a disfrutar follándote. Mucho.
Contuvo el aliento.
Estaba ferozmente atraída por Santana, más de lo que había sido con una posible amante.
Hacía que la verdadera entrega se sintiera casi imposible.
No quería decepcionar a esta sexy dominante o avergonzarse por ser incapaz de actuar sus propios deseos secretos. Un temor familiar de fracaso amenazó su compostura por lo que sentía como incontables veces desde que comenzó su sesión.
—Oye—el tranquilo murmullo de Santana atravesó su interior, movió sus manos de sus pechos y a sus hombros, luego le dio un tentativo apretón.
Una pregunta inexpresiva acechaba en sus ojos.
Podía usar su palabra segura en cualquier momento. Un unicornio y todo se detendría.
¿Pero entonces qué?
Tina estaba en la cabaña de los padres de un amigo durante el fin de semana. Con su hermana menor fuera, el departamento se sentiría deprimentemente vacío.
Y ella todavía estaría frustrada sexualmente.
También tendría una cantidad embarazosa de dinero. Más que eso, lamentaría no haberse mantenido firme.
No había pasado nada que ella no disfrutara honestamente, así que alejarse solo la haría sentirse estúpida después. Había revisado este escenario una y otra vez en su cabeza por una razón, era lo que quería, lo que necesitaba.
La rendición sin culpa, la emoción de tener una compañera más fuerte tomándola. No tenía que ser psicóloga para entender por qué una noche como esta eran sus vacaciones perfectas de sus formas obsesas de control.
Diablos, sería bueno para ella.
Tomando una respiración firme, entrelazó sus dedos y movió las manos de Santana a sus pechos.
Logró una sonrisa tentativa.
—Sólo... ha pasado un tiempo.
Santana no dijo nada, acarició sus pezones, primero con las palmas de las manos, luego con los nudillos. Se estremeció y se acercó más, gimoteando cuando la morena se apartó.
Entonces inhaló rápidamente cuando Santana la tomó por los brazos y la hizo retroceder hasta que sus hombros presionaron contra la puerta cerrada del baño.
Sin hablar, la morena capturó su boca en un profundo, estremecedor beso que sus dedos y borró toda duda de su mente, junto con su capacidad de formar un pensamiento racional.
Las manos fuertes y firmes estaban por todas partes, recorriendo la curva de sus pechos, a lo largo de sus costados, agarrando sus caderas.
Santana la sujetó contra la puerta, su sólido cuerpo pesado y cálido y eléctrico en su piel desnuda.
El beso fue apasionado, desenfrenado, y absolutamente convincente. Era como si ya no fueran acompañante y cliente, sino simplemente dos mujeres que se querían.
Era obviamente una reafirmación entregada profesionalmente, pero maldita sea si Santana no era brillante en ello.
La morena se apartó, jadeando y se quedó mirando fijamente su boca como si quisiera volver por más.
En cambio parpadeó y se reconcentró, buscando sus ojos.
—¿De acuerdo?
Respondió automáticamente.
—De acuerdo.
—Bien—no la soltó de su lugar contra la puerta. Deslizó una mano entre sus estómagos, peinando sus dedos por sus rizos recortados.
Movió un pie a un lado, abriéndose a la suave exploración de Santana. Se estremeció ante la sensación de los dedos rugosos deslizándose sobre sus labios vaginales.
Alzando una ceja, Santana le rodeó la abertura sensualmente, luego empujó dentro de ella.
Lento. Profundo. Gimió.
Santana llevó su boca a su oído:
—¿Te gusta ser follada con los dedos?
Cerrando los ojos, susurró:
—Sí, ama—contenta de que Santana había vuelto a saber una vez más la forma de tranquilizarla sin romper la escena, estaba finalmente lista para volver a entrar al personaje.
Y quedarse ahí, esperaba.
—Me pones tan malditamente dura—Santana añadió un segundo dedo, separándolos ligeramente, extendiéndola abierta—Espero que estés lista para mi polla dominante.
Por supuesto que estaba.
Tuvo que morderse el labio para no gritar.
—Lo estoy, ama.
Riéndose, Santana retiró sus dedos, dejándola tan vacía que le dolía.
—No hasta que me supliques por ello.
Por mucho que anhelaba ceder el control, no iba a dejarse ir tan rápido. La mitad de la diversión estaba en hacer que Santana la presionara a someterse.
—Entendido—dijo entre dientes—Ama—casi se desplomó cuando Santana retrocedió repentinamente, dejándola sola en sus débiles piernas.
La morena cruzó la pequeña habitación para cerrar el grifo. Burbujas fragantes, tentadoras se elevaron por encima del borde de la bañera, haciéndole señas para acercarse.
—Entra—tomando la delantera se metió en el agua humeante—Te voy a lavar.
Se metió en la bañera, sentada frente a la morena con un suspiro agradecido. Apretó las rodillas contra su pecho y envolvió sus brazos alrededor de ellas mientras observaba a Santana instalarse frente a ella, quien sacudió la cabeza y le hizo señas para acercarse.
—No puedo llegar hasta ahí.
Reconociendo que Santana había suavizado su tono ligeramente, se deslizó hacia delante sin vacilar. No quería que la morena suavizara todas las posibles asperezas de este encuentro. Aunque una sola palabra podría transformar esta tarde en una sesión de hacer el amor más tradicional, se negó a sucumbir a la comodidad de lo familiar.
Esta era su oportunidad única en la vida para representar su fantasía más sucia con su amante de los sueños. No quería que una duda momentánea arruinara meses de planificación.
Consciente de que la presunción podría dar lugar al castigo, se arriesgó y se sentó a horcajadas en las caderas de Santana.
No apoyó su peso en los muslos morenos, eligiendo en cambio flotar sobre ella y ofrecer fácil acceso a su cuerpo. Con un gesto de aprobación, deslizó un brazo alrededor de su cintura, sosteniéndola en su lugar.
—Ahora eres obediente—estirando el cuello, Santana lamió la punta de su pecho, luego tomó un pezón erecto entre sus dientes y aplicó una exquisita
presión.
Respiró hondo mientras el dolor se mezclaba con placer, pero tuvo cuidado de permanecer completamente inmóvil. Finalmente Santana soltó su pezón con un beso suave.
—Quizás eres una buena chica después de todo—sin previo aviso, la penetró de nuevo.
Se esforzó por mantenerse de rodillas. Los dedos de Santana se sentía tan bien, y su belleza masculina hacía que fuera difícil concentrarse. Apretando los dientes, luchó para permanecer en silencio.
No quería darle la satisfacción de gemir en voz alta.
Aún no.
Su resolución se debilitó cuando Santana rodeó su ano con la punta de su pulgar, enviando ondas de choque profundamente en su vientre. Se derrumbó pesadamente sobre los muslos morenos, incapaz de soportar su propio peso por más tiempo.
Santana se rió entre dientes.
—Oh, eres una cosa desagradable. ¿Te gusta ser follada por el culo?
Con las mejillas encendidas, se apresuró a levantarse, pero Santana la sostuvo en su regazo. Su mano siguió bombeando lentamente entre sus muslos, los dedos empujando profundamente.
Se retorció alrededor, deseando una estimulación más directa a su punto G. Pero sabía que Santana no la recompensaría tan fácilmente.
Consciente de que la morena necesitaba una respuesta, habló con honestidad:
—No lo sé, ama.
—¿No sabes?—parecía escéptica.
—Ama, nunca.... he hecho eso antes.
Era la verdad.
Después de una buena cantidad de debate interno mientras llenaba su cuestionario, había solicitado algún ligero juego anal. Estaba nerviosa ante la perspectiva, pero también excitada.
El acto figuraba profundamente en sus fantasías, aunque nunca se había sentido lo suficientemente cómoda para pedirlo en la vida real.
—Así que sinceramente no sé si me gusta.
El deseo oscureció los ojos de Santana. Se retiró de su coño, maniobrando para que las yemas de sus dedos rozaran el sensible arrugado de su ano.
—Bueno, estás a punto de descubrirlo.
Temblando, susurró:
—Sí, ama—mantuvo la cabeza baja mientras Santana vertía jabón en su mano, luego continuó masajeándola de una manera que nunca había experimentado antes.
Ávida por más contacto, se levantó sutilmente, inclinando sus caderas para darle a Santana un mejor acceso, quien al principio parecía contentarse con aplicar una ligera presión en su apretada abertura, pero cuando se meció contra ella cada vez con mayor urgencia, gruñó y empujó ligeramente dentro.
Ahogó un jadeó, sorprendida por lo extraño que sentía tener a Santana ahí.
—Relájate, cariño—presionó un beso con la boca abierta en su garganta—Quiero que esto se siente bien para ti, también—movió la punta del dedo—Relájate y déjame entrar.
Tomó una respiración profunda y deseó que su cuerpo se aflojara. Por desgracia, estar acurrucada en el regazo de la dominante más caliente que jamás había visto en realidad no inspiraba precisamente la calma.
La inspiración golpeó.
—Ama, ¿puedo frotar mi clítoris?
Afilados dientes rasparon sobre su cuello.
—Sí, puedes—continuó moviéndose dentro, pero no intentó empujar más profundo—Pero no te corras—levantó la cabeza y se encontró con sus—Eso es algo que sólo yo puedo darle. Y ni siquiera has estado cerca de ganarlo todavía.
Las palabras por sí solas sólo hicieron frotarse más fuerte contra la mano de Santana, haciendo que el largo dedo se deslizara más profundo dentro de su culo.
—Oh—murmuró, luego rápidamente llevó su mano a su clítoris y se frotó inconscientemente.
Un cálido placer se extendió por todo su cuerpo inferior, elevando aún más las llamas de su lujuria. Esperaba que Santana no la hiciera que dejara de tocar su coño en cualquier momento pronto.
Nunca se había sentido tan bien.
Santana llevó su pulgar hacia arriba para jugar con sus labios, luego hacia abajo para provocar la hendidura de su coño.
Se mordió el labio y cabalgó los dedos, gimiendo, temerosa de cuán rápido estaba alcanzando su punto máximo. Justo cuando decidió que estaba acercándose al orgasmo, Santana se quedó inmóvil.
Estaba al instante, innegablemente frustrada.
¿Por qué había pedido que se le retuviera la liberación?
—Por favor, ama—se frotó en la mano de Santana—Sólo un poco más, por favor.
Retiró cuidadosamente el dedo de su culo, luego quitó la mano de entre sus muslos. Empujó suavemente sobre sus hombros, obligándola a retroceder.
—No, eso es suficiente. Estás bien y limpia ahora.
Limpia era lo último que se sentía.
En este punto, quería correrse tanto que haría cualquier cosa que Santana le pidiera.
Cualquier cosa.
Tomando otra oportunidad, tocó el firme muslo moreno bajo las burbujas:
—Ama, por favor. Sólo…
Santana agarró la parte superior del brazo con agarre de hierro. Su mano libre la golpeó y dio una palmada en un tierno pecho, luego en el otro. Los golpes no eran excesivamente dolorosos, pero el duro castigo la sorprendió en aturdido silencio.
—Suficiente.
Santana irradiaba una calmada, confianza de sí misma que permitió que se ajustara a la escalada de la intensidad con facilidad.
Había pedido esto, y estaba definitivamente excitada. Su coño le dolía, sus pezones estaban tensos, y todo su cuerpo temblaba de anticipación.
Seguía habiendo una ligera ansiedad, pero su miedo había desaparecido.
Santana haría todo lo posible para asegurarse de que se sintiera segura, estaba segura de ello.
Alisó su mano sobre la carne punzante que rodeaba su pezón.
—Te dije que te haría rogar por ello. Es curioso, no me di cuenta que llegarías tan rápidamente. Realmente eres una sucia, puta zorra—pasó la mirada por su cuerpo desnudo y jabonoso—Te va a tomar más que gemir “por favor, ama” como una perra en celo para convencerme de dejarte correrte. Vas a tener que hacer lo que yo diga. Todo lo que diga.
—Sí, ama—con el pecho agitado, luchó para recuperar el control. Todavía tenían maneras de recorrer con esta fantasía, y Santana no le concedería su liberación en el corto plazo. Su única opción era disfrutar del viaje—Por supuesto.
—Sal de la bañera.
Se levantó inmediatamente, luego se congeló cuando se dio cuenta de que Santana no la estaba siguiendo, permanecía sentada, mirando hacia su cuerpo en una valoración inquebrantable.
Enervada por el escrutinio, salió rápidamente de la bañera antes de que Santana pudiera reprenderla por desobedecer. Puesto que la morena no le había dicho qué hacer a continuación, se quedó parada, goteando sobre la alfombra.
Esperando por instrucciones.
—Las toallas están al lado del fregadero—Santana se reclinó contra la parte trasera de la bañera, pareciendo completamente relajada—Tráelas.
Temblando, se apresuró a coger dos toallas esponjosas. Quería desesperadamente sacudir una y envolverla alrededor de su carne expuesta, pero eso sería un error.
Cuando había preparado este encuentro, había propuesto que la negación del orgasmo funcionaría como castigo. Eso fue cuando se había imaginado que estaría tentada a probar los límites.
Pero no lo estaba.
En este momento Santana tenía todo el poder, y ella sólo quería complacerla.
Ofreció una toalla a la morena.
—¿Te gustaría que te secara, ama?
Santana se rió entre dientes.
—Ella aprende rápido—se puso de pie, enviando agua para escurrir hacia abajo por sus suaves curvas—Por supuesto.
Con las manos temblorosas, desplegó una toalla y la alisó sobre el cuerpo moreno. Mantuvo su tacto ligero, emocionada por la forma en que la garganta de Santana se tensó cuando ella rozó los tensos pezones.
Su respiración se enganchó cuando el impulso de dejar caer la toalla y simplemente tocar la piel morena amenazó con apoderarse de ella.
—Gracias—Santana la agarró de la muñeca—Eso es suficiente—salió de la bañera y tomó la otra toalla, haciendo que girara para secarla.
Se mordió el labio ante la deliciosa fricción creada por la tela de felpa contra su carne sensible. La brusca fricción de Santana hacía difícil mantenerse en pie.
Se tambaleó ligeramente y luego jadeó cuando la morena dejó caer la toalla y la envolvió en un abrazo posesivo. El cuerpo ruborizado contra su espalda, le dio un beso en el lado de su cuello.
—¿Cuánto tiempo ha pasado?—capturando sus pezones entre sus dedos,
y los retorció hasta que provocó un grito agudo—¿Meses? ¿Años?
—Años—susurró—Ama.
—Casi como ser virgen otra vez—mordisqueó su lóbulo de la oreja, dejando caer una mano para peinar los vellos recortados entre sus muslos—Qué emocionante para mí.
Le tomó toda su fuerza de voluntad no extender las piernas para Santana.
—Sí, ama.
—¿Estás asustada?
Buena pregunta.
La respuesta era sí, pero no estaba segura de querer admitir su miedo. Tenía más que ver con sus patéticas inseguridades que la perspectiva de ser follada, de todos modos.
—Yo... la anticipación me está matando, ama.
Santana cogió su coño, agarrándolo ligeramente.
—Yo también—luego la soltó y abrió la puerta del baño—Vamos.
La siguió por el pasillo hasta una puerta cerrada. Le cogió la mano, abrió la puerta y entró en el dormitorio decorado de forma atractiva.
La decoración era ligera y casual, nada como la cámara de tortura que había imaginado en sus fantasías más paranoicas de lo que pagar por sexo pervertido podría significar.
La familiaridad del dormitorio la puso inmediatamente a gusto. Hasta que vio a una mesa llena de juguetes sexuales en la esquina.
Santana tiró de ella más cerca de la cama.
—Arrodíllate—dijo, señalando la alfombra al lado.
Obedeció, tratando de no dejar que sus ojos se perdieran en la increíble variedad de consoladores, azotadores, y demás cosas que había vislumbrado al entrar.
¿Qué estaba Santana planeando hacer con ella?
Había pedido por algún dildo con correa en el juego y nalgadas, pero la increíble variedad de juguetes sugirió un encuentro mucho más extenso de lo que había pagado.
La curiosidad se agitó, apretó los puños y esperó a ver lo que pasaría a continuación.
Santana levantó el pie derecho para posarlo en el borde del colchón, casi golpeando su barbilla con sus pliegues resbaladizos e hinchados. Mirándola, pidiendo permiso.
En lugar de hablar, Santana puso la mano en la parte posterior de su cabeza y tiró de ella bruscamente.
—Lámeme, puta—Santana gruñó.
Se puso a trabajar con un gemido entusiasta. Le encantaba hacer sexo oral, y estaba encantada de poder recuperar el tiempo perdido. Santana sabía tan ligera y deliciosa, y a pesar de lo que parecía un esfuerzo hercúleo por no reaccionar, ella era exquisitamente sensible.
Todo su cuerpo se estremecía cada vez que rodeaba su clítoris con la lengua.
Santana movió su mano hacia su garganta y la agarró con suavidad.
—No te cansas de eso, ¿verdad?
Sacudiendo la cabeza, chupó el clítoris de Santana en su boca, haciéndola estremecerse. Llevó las manos a los muslos firmes, esperando, pero la apartó.
—Mantén tus manos detrás de la espalda.
Hizo lo que Santana ordenó, nunca vaciló en sus atenciones. Ella alternó entre largas y duras lamidas hasta la longitud y gentiles, insistente succiones en su distendido clítoris.
El temblor de los muslos se intensificó con cada pasada, asegurándole que estaba definitivamente complaciendo a su ama. De alguna manera, eso significaba todo.
—Mierda—Santana gimió—Esa es mi chica buena—enredó sus dedos en su cabello, forzando su boca más abajo—Pon tu lengua dentro de mí.
Inclinando la cabeza, puso su lengua rígida y la empujó dentro de la hendidura de Santana, quien inmediatamente gritó, alcanzó su clítoris, y se frotó con fuerza hasta que se contrajo por el placer.
Este orgasmo fue mucho más desenfrenado, y más fuerte, que el primero en el pasillo principal. Con los ojos cerrados, no pudo reprimir una sonrisa ante la sensación embriagadora de hacer que su intensa, confiada ama se descontrolara.
Nunca se había sentido tan poderosa.
De repente, Santana le agarró la barbilla y bajó su pie en el suelo. Luego se alejó, con el pecho agitado:
—Ya vuelvo... Quédate ahí mismo. Y compórtate.
—Sí, ama—se encontró con los ojos oscuros y limpió el labio superior con la lengua, sonriendo al sabor que ahí permanecía—Gracias. De nuevo.
—Mierda—Santana respiró, exhalando en un apuro. Pasó la mirada sobre su cuerpo, luego sacudió la cabeza, pasando una mano sobre su cabeza—El gusto es mío.
Ocultó su sonrisa hasta que la morena salió de la habitación. Una vez que la puerta del dormitorio se cerró, se llevó la mano al pecho, presa de una oleada de felicidad pura.
Cuán increíblemente divertido había sido.
Cuán pecaminosamente sexy.
Esto era exactamente lo que necesitaba.
Cuando servía a Santana, no existía nada más. Ni las exigencias de su trabajo o la terrible presión de criar a su hermana menor.
Sólo estaba su cuerpo, y el de Santana, y el placer de dejarse ir.
Exhalando, echó un vistazo por encima del hombro, tratando de obtener una mejor visión de la mesa llena de instrumentos sexuales. Se moría de ganas de investigar, mientras Santana estaba fuera de la habitación.
La fantasía de esta noche incluía el sexo con dildo con cinturón, otra nueva experiencia.
No podía evitar preguntarse cómo se vería el consolador así.
Qué tan grande sería.
¿De verdad lo disfrutaría?
Incluso después de haber diseñado este encuentro, sintió que su ansiedad aumentaba mientras se preguntaba qué pasaría después.
Había respondido a las preguntas y esbozó los actos eróticos y el diálogo que quería disfrutar, pero dependía de la agencia, y la acompañante, reunir esos elementos para crear una fantasía adaptada de manera específica.
Eso significaba que, aunque sabía lo que pasaría, en general, no tenía idea de cuándo.
Estrictamente reglamentada por naturaleza, no pudo evitar dejar de sentirse inquieta ante la incertidumbre de la noche.
Echando un vistazo a los juguetes al menos eliminaría algunas de sus dudas que rodeaban el resto de la noche.
Sería rápida.
Santana nunca lo sabría.
Y si la atrapaban... bueno, estaba bastante segura de que podía manejar su
castigo.
Con placer.
Todavía desnuda, con el corazón acelerado, estaba junto al fregadero y observaba aturdida mientras Santana se sentaba en el borde de la bañera y abría el grifo.
Los brazos delgados flexionados mientras Santana probó el agua con su mano. La fácil confianza en sus movimientos hizo que su garganta se secara.
Apartó la mirada cuando la morena conectó el desagüe, nerviosa por lo que pasaría cuando la atención volviera a ella.
Santana no parecía tener ninguna prisa.
Destapó una botella de baño de burbujas y echó una generosa cantidad al agua humeante.
—Ven y dime si esto es demasiado caliente.
Extrañamente conmovida por el ofrecimiento, dio un paso hacia adelante.
—Sí, ama—mantuvo su mano bajo el flujo de agua. Estaba caliente, pero no más caliente de lo que le gustaba—Eso se siente maravilloso—se sorprendió cuando la mano de Santana acarició la curva de su culo desnudo.
—Tú también.
Se enderezó, sin saber qué decir. Una fuerte palmada en su trasero arrancó un jadeó de su garganta y provocó una respuesta precipitada.
—Gracias, ama.
—De nada—Santana deslizó la mano hacia abajo, acariciando suavemente. Trazó patrones con uñas romas, cada vez más cerca de la unión de los sus muslos—¿Estas mojada?
—Sí.
Golpeándole el interior de su muslo, murmuró:
—Abre.
Separó los pies, obedeciendo la orden como si hubiera sido entrenada para hacerlo. Santana hizo un ruido tranquilo y aprobador, y luego deslizó las yemas de sus dedos a través de la abundante humedad entre sus piernas.
Frunció el ceño y cerró los ojos. Era abrumador ser tocada tan íntimamente.
Había pasado demasiado tiempo.
—Oh—Santana dijo suavemente—Tan, tan mojada. Te gusta que te digan qué hacer.
Consideró la declaración.
Durante años se había puesto a sí misma en fantasías sobre ser tomada por una amante dominante. Hasta el momento sus deseos se habían trasladado fácilmente a la vida real.
—Sí, lo hago. Ama.
—Eso es bueno—introdujo sus dedos más profundamente en sus pliegues, haciéndola jadear—Te veías tan elegante en tu ropa de trabajo, como una buena chica. Pero no lo eres, ¿verdad? No eres una buena chica. No, la dulce, inocente Brittany usa sexy ropa interior negra debajo de su traje informal de negocios. Su coño goteando de emoción ante la idea de ser follada por una desconocida. Peor que eso, ser tomada por una desconocida.
Había esperado la humillación verbal, la degradación.
Después de todo, ella lo había escrito en el guion. Había pagado por ello.
Las palabras hicieron que sus mejillas ardieran incluso cuando su deseo aumentó. Confundida, evitó encontrarse con los ojos de Santana y simplemente disfrutó de la sensación de los dedos explorando sus labios vaginales.
Santana se retiró de entre sus piernas, llevó su mano a sus labios, encontrándose con sus ojos mientras usaba su lengua para limpiar sus dedos.
—Delicioso—Santana murmuró.
—Gracias, ama—sus rodillas se tambalearon.
Alargó la mano hacia atrás, desesperada por algo para agarrarse. Encontró el fregadero y se alejó inadvertidamente de Santana, apoyándose en la fría porcelana con un suspiro agradecido.
Esperando otra advertencia, contuvo el aliento y se encontró con la mirada oscura.
Santana la miró con su rostro en blanco. Casi frío.
—¿Te gusta ser follada?
Era difícil mantener su compostura bajo un interrogatorio tan contundente, mucho más difícil de lo que se había imaginado.
Su rostro estaba en llamas.
Sus manos temblaban.
—Yo...—un incómodo pensamiento se metió en su mente, ¿podría manejar lo que Santana iba a preparar?
Su fantasía era dura. Áspera.
Nunca había jugado esta dinámica antes en la vida real, y aunque el pensamiento seguro como el infierno la liberaba, no podía negar que ya estaba sacudida, y todavía tenían un largo camino por recorrer.
En su fantasía era siempre tan audaz cuando se sometió a un duro tratamiento.
En la realidad no podía relajarse.
—Creo que sí.
Santana levantó las cejas.
—¿Crees que sí?
—Ama—dijo rápidamente, esperando evitar el castigo.
Parándose, Santana cerró la distancia entre ellas con una sonrisa depredadora en su rostro.
Se preparó para lo que hubiera planeado.
Sin romper el contacto visual, la morena se quitó la camisa y la tiró al suelo.
—¿Te gusta ser follada?—repitió, observando su reacción.
Inhalando y susurró:
—Sí—incapaz de sostener la intensa mirada oscura, bajó su mirada y rápidamente perdió su aliento al ver los morenos pechos desnudos.
Sorprendentemente llenos y femeninos, estaban en marcado contraste con las duras líneas del resto de su cuerpo. El impulso de tomar uno de esos pezones rosados en su boca sobrepasó brevemente su temor, arrojándola a una mayor incertidumbre.
—¿Sí?
Se estremeció ante el tono divertido de Santana.
—Sí, ama—arrastró su atención hacia el rostro de la morena, aliviada de no ver ninguna ira o frustración en lo que de pronto se dio cuenta de que eran unos ojos cafés muy amables.
—Entonces a Brittany le gusta follar—su sonrisa reprimió sus palabras contundentes—No hay razón para ser tímida al respecto. No conmigo—puso
sus manos en su pecho, deslizándolas abajo para acunar sus pechos sensibles.
El placer onduló a través de su cuerpo mientras los delicados pulgares rozaban sus pezones turgentes.
—Porque voy a disfrutar follándote. Mucho.
Contuvo el aliento.
Estaba ferozmente atraída por Santana, más de lo que había sido con una posible amante.
Hacía que la verdadera entrega se sintiera casi imposible.
No quería decepcionar a esta sexy dominante o avergonzarse por ser incapaz de actuar sus propios deseos secretos. Un temor familiar de fracaso amenazó su compostura por lo que sentía como incontables veces desde que comenzó su sesión.
—Oye—el tranquilo murmullo de Santana atravesó su interior, movió sus manos de sus pechos y a sus hombros, luego le dio un tentativo apretón.
Una pregunta inexpresiva acechaba en sus ojos.
Podía usar su palabra segura en cualquier momento. Un unicornio y todo se detendría.
¿Pero entonces qué?
Tina estaba en la cabaña de los padres de un amigo durante el fin de semana. Con su hermana menor fuera, el departamento se sentiría deprimentemente vacío.
Y ella todavía estaría frustrada sexualmente.
También tendría una cantidad embarazosa de dinero. Más que eso, lamentaría no haberse mantenido firme.
No había pasado nada que ella no disfrutara honestamente, así que alejarse solo la haría sentirse estúpida después. Había revisado este escenario una y otra vez en su cabeza por una razón, era lo que quería, lo que necesitaba.
La rendición sin culpa, la emoción de tener una compañera más fuerte tomándola. No tenía que ser psicóloga para entender por qué una noche como esta eran sus vacaciones perfectas de sus formas obsesas de control.
Diablos, sería bueno para ella.
Tomando una respiración firme, entrelazó sus dedos y movió las manos de Santana a sus pechos.
Logró una sonrisa tentativa.
—Sólo... ha pasado un tiempo.
Santana no dijo nada, acarició sus pezones, primero con las palmas de las manos, luego con los nudillos. Se estremeció y se acercó más, gimoteando cuando la morena se apartó.
Entonces inhaló rápidamente cuando Santana la tomó por los brazos y la hizo retroceder hasta que sus hombros presionaron contra la puerta cerrada del baño.
Sin hablar, la morena capturó su boca en un profundo, estremecedor beso que sus dedos y borró toda duda de su mente, junto con su capacidad de formar un pensamiento racional.
Las manos fuertes y firmes estaban por todas partes, recorriendo la curva de sus pechos, a lo largo de sus costados, agarrando sus caderas.
Santana la sujetó contra la puerta, su sólido cuerpo pesado y cálido y eléctrico en su piel desnuda.
El beso fue apasionado, desenfrenado, y absolutamente convincente. Era como si ya no fueran acompañante y cliente, sino simplemente dos mujeres que se querían.
Era obviamente una reafirmación entregada profesionalmente, pero maldita sea si Santana no era brillante en ello.
La morena se apartó, jadeando y se quedó mirando fijamente su boca como si quisiera volver por más.
En cambio parpadeó y se reconcentró, buscando sus ojos.
—¿De acuerdo?
Respondió automáticamente.
—De acuerdo.
—Bien—no la soltó de su lugar contra la puerta. Deslizó una mano entre sus estómagos, peinando sus dedos por sus rizos recortados.
Movió un pie a un lado, abriéndose a la suave exploración de Santana. Se estremeció ante la sensación de los dedos rugosos deslizándose sobre sus labios vaginales.
Alzando una ceja, Santana le rodeó la abertura sensualmente, luego empujó dentro de ella.
Lento. Profundo. Gimió.
Santana llevó su boca a su oído:
—¿Te gusta ser follada con los dedos?
Cerrando los ojos, susurró:
—Sí, ama—contenta de que Santana había vuelto a saber una vez más la forma de tranquilizarla sin romper la escena, estaba finalmente lista para volver a entrar al personaje.
Y quedarse ahí, esperaba.
—Me pones tan malditamente dura—Santana añadió un segundo dedo, separándolos ligeramente, extendiéndola abierta—Espero que estés lista para mi polla dominante.
Por supuesto que estaba.
Tuvo que morderse el labio para no gritar.
—Lo estoy, ama.
Riéndose, Santana retiró sus dedos, dejándola tan vacía que le dolía.
—No hasta que me supliques por ello.
Por mucho que anhelaba ceder el control, no iba a dejarse ir tan rápido. La mitad de la diversión estaba en hacer que Santana la presionara a someterse.
—Entendido—dijo entre dientes—Ama—casi se desplomó cuando Santana retrocedió repentinamente, dejándola sola en sus débiles piernas.
La morena cruzó la pequeña habitación para cerrar el grifo. Burbujas fragantes, tentadoras se elevaron por encima del borde de la bañera, haciéndole señas para acercarse.
—Entra—tomando la delantera se metió en el agua humeante—Te voy a lavar.
Se metió en la bañera, sentada frente a la morena con un suspiro agradecido. Apretó las rodillas contra su pecho y envolvió sus brazos alrededor de ellas mientras observaba a Santana instalarse frente a ella, quien sacudió la cabeza y le hizo señas para acercarse.
—No puedo llegar hasta ahí.
Reconociendo que Santana había suavizado su tono ligeramente, se deslizó hacia delante sin vacilar. No quería que la morena suavizara todas las posibles asperezas de este encuentro. Aunque una sola palabra podría transformar esta tarde en una sesión de hacer el amor más tradicional, se negó a sucumbir a la comodidad de lo familiar.
Esta era su oportunidad única en la vida para representar su fantasía más sucia con su amante de los sueños. No quería que una duda momentánea arruinara meses de planificación.
Consciente de que la presunción podría dar lugar al castigo, se arriesgó y se sentó a horcajadas en las caderas de Santana.
No apoyó su peso en los muslos morenos, eligiendo en cambio flotar sobre ella y ofrecer fácil acceso a su cuerpo. Con un gesto de aprobación, deslizó un brazo alrededor de su cintura, sosteniéndola en su lugar.
—Ahora eres obediente—estirando el cuello, Santana lamió la punta de su pecho, luego tomó un pezón erecto entre sus dientes y aplicó una exquisita
presión.
Respiró hondo mientras el dolor se mezclaba con placer, pero tuvo cuidado de permanecer completamente inmóvil. Finalmente Santana soltó su pezón con un beso suave.
—Quizás eres una buena chica después de todo—sin previo aviso, la penetró de nuevo.
Se esforzó por mantenerse de rodillas. Los dedos de Santana se sentía tan bien, y su belleza masculina hacía que fuera difícil concentrarse. Apretando los dientes, luchó para permanecer en silencio.
No quería darle la satisfacción de gemir en voz alta.
Aún no.
Su resolución se debilitó cuando Santana rodeó su ano con la punta de su pulgar, enviando ondas de choque profundamente en su vientre. Se derrumbó pesadamente sobre los muslos morenos, incapaz de soportar su propio peso por más tiempo.
Santana se rió entre dientes.
—Oh, eres una cosa desagradable. ¿Te gusta ser follada por el culo?
Con las mejillas encendidas, se apresuró a levantarse, pero Santana la sostuvo en su regazo. Su mano siguió bombeando lentamente entre sus muslos, los dedos empujando profundamente.
Se retorció alrededor, deseando una estimulación más directa a su punto G. Pero sabía que Santana no la recompensaría tan fácilmente.
Consciente de que la morena necesitaba una respuesta, habló con honestidad:
—No lo sé, ama.
—¿No sabes?—parecía escéptica.
—Ama, nunca.... he hecho eso antes.
Era la verdad.
Después de una buena cantidad de debate interno mientras llenaba su cuestionario, había solicitado algún ligero juego anal. Estaba nerviosa ante la perspectiva, pero también excitada.
El acto figuraba profundamente en sus fantasías, aunque nunca se había sentido lo suficientemente cómoda para pedirlo en la vida real.
—Así que sinceramente no sé si me gusta.
El deseo oscureció los ojos de Santana. Se retiró de su coño, maniobrando para que las yemas de sus dedos rozaran el sensible arrugado de su ano.
—Bueno, estás a punto de descubrirlo.
Temblando, susurró:
—Sí, ama—mantuvo la cabeza baja mientras Santana vertía jabón en su mano, luego continuó masajeándola de una manera que nunca había experimentado antes.
Ávida por más contacto, se levantó sutilmente, inclinando sus caderas para darle a Santana un mejor acceso, quien al principio parecía contentarse con aplicar una ligera presión en su apretada abertura, pero cuando se meció contra ella cada vez con mayor urgencia, gruñó y empujó ligeramente dentro.
Ahogó un jadeó, sorprendida por lo extraño que sentía tener a Santana ahí.
—Relájate, cariño—presionó un beso con la boca abierta en su garganta—Quiero que esto se siente bien para ti, también—movió la punta del dedo—Relájate y déjame entrar.
Tomó una respiración profunda y deseó que su cuerpo se aflojara. Por desgracia, estar acurrucada en el regazo de la dominante más caliente que jamás había visto en realidad no inspiraba precisamente la calma.
La inspiración golpeó.
—Ama, ¿puedo frotar mi clítoris?
Afilados dientes rasparon sobre su cuello.
—Sí, puedes—continuó moviéndose dentro, pero no intentó empujar más profundo—Pero no te corras—levantó la cabeza y se encontró con sus—Eso es algo que sólo yo puedo darle. Y ni siquiera has estado cerca de ganarlo todavía.
Las palabras por sí solas sólo hicieron frotarse más fuerte contra la mano de Santana, haciendo que el largo dedo se deslizara más profundo dentro de su culo.
—Oh—murmuró, luego rápidamente llevó su mano a su clítoris y se frotó inconscientemente.
Un cálido placer se extendió por todo su cuerpo inferior, elevando aún más las llamas de su lujuria. Esperaba que Santana no la hiciera que dejara de tocar su coño en cualquier momento pronto.
Nunca se había sentido tan bien.
Santana llevó su pulgar hacia arriba para jugar con sus labios, luego hacia abajo para provocar la hendidura de su coño.
Se mordió el labio y cabalgó los dedos, gimiendo, temerosa de cuán rápido estaba alcanzando su punto máximo. Justo cuando decidió que estaba acercándose al orgasmo, Santana se quedó inmóvil.
Estaba al instante, innegablemente frustrada.
¿Por qué había pedido que se le retuviera la liberación?
—Por favor, ama—se frotó en la mano de Santana—Sólo un poco más, por favor.
Retiró cuidadosamente el dedo de su culo, luego quitó la mano de entre sus muslos. Empujó suavemente sobre sus hombros, obligándola a retroceder.
—No, eso es suficiente. Estás bien y limpia ahora.
Limpia era lo último que se sentía.
En este punto, quería correrse tanto que haría cualquier cosa que Santana le pidiera.
Cualquier cosa.
Tomando otra oportunidad, tocó el firme muslo moreno bajo las burbujas:
—Ama, por favor. Sólo…
Santana agarró la parte superior del brazo con agarre de hierro. Su mano libre la golpeó y dio una palmada en un tierno pecho, luego en el otro. Los golpes no eran excesivamente dolorosos, pero el duro castigo la sorprendió en aturdido silencio.
—Suficiente.
Santana irradiaba una calmada, confianza de sí misma que permitió que se ajustara a la escalada de la intensidad con facilidad.
Había pedido esto, y estaba definitivamente excitada. Su coño le dolía, sus pezones estaban tensos, y todo su cuerpo temblaba de anticipación.
Seguía habiendo una ligera ansiedad, pero su miedo había desaparecido.
Santana haría todo lo posible para asegurarse de que se sintiera segura, estaba segura de ello.
Alisó su mano sobre la carne punzante que rodeaba su pezón.
—Te dije que te haría rogar por ello. Es curioso, no me di cuenta que llegarías tan rápidamente. Realmente eres una sucia, puta zorra—pasó la mirada por su cuerpo desnudo y jabonoso—Te va a tomar más que gemir “por favor, ama” como una perra en celo para convencerme de dejarte correrte. Vas a tener que hacer lo que yo diga. Todo lo que diga.
—Sí, ama—con el pecho agitado, luchó para recuperar el control. Todavía tenían maneras de recorrer con esta fantasía, y Santana no le concedería su liberación en el corto plazo. Su única opción era disfrutar del viaje—Por supuesto.
—Sal de la bañera.
Se levantó inmediatamente, luego se congeló cuando se dio cuenta de que Santana no la estaba siguiendo, permanecía sentada, mirando hacia su cuerpo en una valoración inquebrantable.
Enervada por el escrutinio, salió rápidamente de la bañera antes de que Santana pudiera reprenderla por desobedecer. Puesto que la morena no le había dicho qué hacer a continuación, se quedó parada, goteando sobre la alfombra.
Esperando por instrucciones.
—Las toallas están al lado del fregadero—Santana se reclinó contra la parte trasera de la bañera, pareciendo completamente relajada—Tráelas.
Temblando, se apresuró a coger dos toallas esponjosas. Quería desesperadamente sacudir una y envolverla alrededor de su carne expuesta, pero eso sería un error.
Cuando había preparado este encuentro, había propuesto que la negación del orgasmo funcionaría como castigo. Eso fue cuando se había imaginado que estaría tentada a probar los límites.
Pero no lo estaba.
En este momento Santana tenía todo el poder, y ella sólo quería complacerla.
Ofreció una toalla a la morena.
—¿Te gustaría que te secara, ama?
Santana se rió entre dientes.
—Ella aprende rápido—se puso de pie, enviando agua para escurrir hacia abajo por sus suaves curvas—Por supuesto.
Con las manos temblorosas, desplegó una toalla y la alisó sobre el cuerpo moreno. Mantuvo su tacto ligero, emocionada por la forma en que la garganta de Santana se tensó cuando ella rozó los tensos pezones.
Su respiración se enganchó cuando el impulso de dejar caer la toalla y simplemente tocar la piel morena amenazó con apoderarse de ella.
—Gracias—Santana la agarró de la muñeca—Eso es suficiente—salió de la bañera y tomó la otra toalla, haciendo que girara para secarla.
Se mordió el labio ante la deliciosa fricción creada por la tela de felpa contra su carne sensible. La brusca fricción de Santana hacía difícil mantenerse en pie.
Se tambaleó ligeramente y luego jadeó cuando la morena dejó caer la toalla y la envolvió en un abrazo posesivo. El cuerpo ruborizado contra su espalda, le dio un beso en el lado de su cuello.
—¿Cuánto tiempo ha pasado?—capturando sus pezones entre sus dedos,
y los retorció hasta que provocó un grito agudo—¿Meses? ¿Años?
—Años—susurró—Ama.
—Casi como ser virgen otra vez—mordisqueó su lóbulo de la oreja, dejando caer una mano para peinar los vellos recortados entre sus muslos—Qué emocionante para mí.
Le tomó toda su fuerza de voluntad no extender las piernas para Santana.
—Sí, ama.
—¿Estás asustada?
Buena pregunta.
La respuesta era sí, pero no estaba segura de querer admitir su miedo. Tenía más que ver con sus patéticas inseguridades que la perspectiva de ser follada, de todos modos.
—Yo... la anticipación me está matando, ama.
Santana cogió su coño, agarrándolo ligeramente.
—Yo también—luego la soltó y abrió la puerta del baño—Vamos.
La siguió por el pasillo hasta una puerta cerrada. Le cogió la mano, abrió la puerta y entró en el dormitorio decorado de forma atractiva.
La decoración era ligera y casual, nada como la cámara de tortura que había imaginado en sus fantasías más paranoicas de lo que pagar por sexo pervertido podría significar.
La familiaridad del dormitorio la puso inmediatamente a gusto. Hasta que vio a una mesa llena de juguetes sexuales en la esquina.
Santana tiró de ella más cerca de la cama.
—Arrodíllate—dijo, señalando la alfombra al lado.
Obedeció, tratando de no dejar que sus ojos se perdieran en la increíble variedad de consoladores, azotadores, y demás cosas que había vislumbrado al entrar.
¿Qué estaba Santana planeando hacer con ella?
Había pedido por algún dildo con correa en el juego y nalgadas, pero la increíble variedad de juguetes sugirió un encuentro mucho más extenso de lo que había pagado.
La curiosidad se agitó, apretó los puños y esperó a ver lo que pasaría a continuación.
Santana levantó el pie derecho para posarlo en el borde del colchón, casi golpeando su barbilla con sus pliegues resbaladizos e hinchados. Mirándola, pidiendo permiso.
En lugar de hablar, Santana puso la mano en la parte posterior de su cabeza y tiró de ella bruscamente.
—Lámeme, puta—Santana gruñó.
Se puso a trabajar con un gemido entusiasta. Le encantaba hacer sexo oral, y estaba encantada de poder recuperar el tiempo perdido. Santana sabía tan ligera y deliciosa, y a pesar de lo que parecía un esfuerzo hercúleo por no reaccionar, ella era exquisitamente sensible.
Todo su cuerpo se estremecía cada vez que rodeaba su clítoris con la lengua.
Santana movió su mano hacia su garganta y la agarró con suavidad.
—No te cansas de eso, ¿verdad?
Sacudiendo la cabeza, chupó el clítoris de Santana en su boca, haciéndola estremecerse. Llevó las manos a los muslos firmes, esperando, pero la apartó.
—Mantén tus manos detrás de la espalda.
Hizo lo que Santana ordenó, nunca vaciló en sus atenciones. Ella alternó entre largas y duras lamidas hasta la longitud y gentiles, insistente succiones en su distendido clítoris.
El temblor de los muslos se intensificó con cada pasada, asegurándole que estaba definitivamente complaciendo a su ama. De alguna manera, eso significaba todo.
—Mierda—Santana gimió—Esa es mi chica buena—enredó sus dedos en su cabello, forzando su boca más abajo—Pon tu lengua dentro de mí.
Inclinando la cabeza, puso su lengua rígida y la empujó dentro de la hendidura de Santana, quien inmediatamente gritó, alcanzó su clítoris, y se frotó con fuerza hasta que se contrajo por el placer.
Este orgasmo fue mucho más desenfrenado, y más fuerte, que el primero en el pasillo principal. Con los ojos cerrados, no pudo reprimir una sonrisa ante la sensación embriagadora de hacer que su intensa, confiada ama se descontrolara.
Nunca se había sentido tan poderosa.
De repente, Santana le agarró la barbilla y bajó su pie en el suelo. Luego se alejó, con el pecho agitado:
—Ya vuelvo... Quédate ahí mismo. Y compórtate.
—Sí, ama—se encontró con los ojos oscuros y limpió el labio superior con la lengua, sonriendo al sabor que ahí permanecía—Gracias. De nuevo.
—Mierda—Santana respiró, exhalando en un apuro. Pasó la mirada sobre su cuerpo, luego sacudió la cabeza, pasando una mano sobre su cabeza—El gusto es mío.
Ocultó su sonrisa hasta que la morena salió de la habitación. Una vez que la puerta del dormitorio se cerró, se llevó la mano al pecho, presa de una oleada de felicidad pura.
Cuán increíblemente divertido había sido.
Cuán pecaminosamente sexy.
Esto era exactamente lo que necesitaba.
Cuando servía a Santana, no existía nada más. Ni las exigencias de su trabajo o la terrible presión de criar a su hermana menor.
Sólo estaba su cuerpo, y el de Santana, y el placer de dejarse ir.
Exhalando, echó un vistazo por encima del hombro, tratando de obtener una mejor visión de la mesa llena de instrumentos sexuales. Se moría de ganas de investigar, mientras Santana estaba fuera de la habitación.
La fantasía de esta noche incluía el sexo con dildo con cinturón, otra nueva experiencia.
No podía evitar preguntarse cómo se vería el consolador así.
Qué tan grande sería.
¿De verdad lo disfrutaría?
Incluso después de haber diseñado este encuentro, sintió que su ansiedad aumentaba mientras se preguntaba qué pasaría después.
Había respondido a las preguntas y esbozó los actos eróticos y el diálogo que quería disfrutar, pero dependía de la agencia, y la acompañante, reunir esos elementos para crear una fantasía adaptada de manera específica.
Eso significaba que, aunque sabía lo que pasaría, en general, no tenía idea de cuándo.
Estrictamente reglamentada por naturaleza, no pudo evitar dejar de sentirse inquieta ante la incertidumbre de la noche.
Echando un vistazo a los juguetes al menos eliminaría algunas de sus dudas que rodeaban el resto de la noche.
Sería rápida.
Santana nunca lo sabría.
Y si la atrapaban... bueno, estaba bastante segura de que podía manejar su
castigo.
Con placer.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
hola morra,..
definitivamente recién empieza la noche para britt,.. y la a ser muy divertido jajaja!!
cuidado que san no cree un monstruo después de ahora?!!!
nos vemos!!!
definitivamente recién empieza la noche para britt,.. y la a ser muy divertido jajaja!!
cuidado que san no cree un monstruo después de ahora?!!!
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
Las cosas que se le ocurren a britt jajaja mente perversa, pobre san que tiene que sacrificarse para cumplir los deseos de britt.
Isabella28****** - Mensajes : 378
Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,..
definitivamente recién empieza la noche para britt,.. y la a ser muy divertido jajaja!!
cuidado que san no cree un monstruo después de ahora?!!!
nos vemos!!!
Hola lu, jajaajajaj pienso lo mismo la vrdd jajajajajaja...lo crees¿? jajajajajajaj. Nose xq tmbn pense esoxD jaajaj alo cual no seria nada malo si siguen por ese camino, no¿? xD Saludos =D
Isabella28 escribió:Las cosas que se le ocurren a britt jajaja mente perversa, pobre san que tiene que sacrificarse para cumplir los deseos de britt.
Hola, jajaajajajaj es una loquilla esa rubia jajajajajajaja. Obvio, desde antes ya da todo lo suyo para complacer a la rubia, ni¿? jajajajaja. SAludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Cap 3
Capitulo 3
Santana López huyó de la habitación con las piernas temblorosas.
Su primer instinto después de un orgasmo como el que acababa de tener era colapsar en la cama y recuperarse.
Puesto que esa no era una opción, un escape rápido tendría que hacer. En realidad ya había planeado salir de la habitación en este punto del encuentro, esperando darle algún tiempo a Brittany para darle vueltas a su anticipación, y tal vez incluso desobedecer la orden de quedarse.
Como resultó, fue ella la que necesitaba un momento de respiro.
Acababa de hacer algo totalmente imprevisto, algo tan fuera de su norma que no sabía cómo sentirse al respecto. Le había pedido a Brittany Pierce que la penetrara.
Claro, fue sólo su lengua, y sí, Brittany había estado de rodillas en sumisión en ese momento, pero aun así.
Ella no exigía eso de las clientas. Nunca.
La penetración era algo que disfrutaba de vez en cuando, pero sólo cuando estaba sola. Hubo un tiempo en el que había tenido relaciones sexuales con
hombres por dinero, y ese acto rara vez era negociable.
Nunca le había gustado la forma en que la hacía sentir. En estos días, podía elegir a sus clientes, solamente mujeres, y establecer sus propios límites, por lo que ya no tenía nada que la hiciera sentir vulnerable.
Ser penetrada era una intimidad que había elegido reservarse para alguien en quien realmente confiaba, si dicha mujer llegaba alguna vez.
A pesar de su pasado áspero, aún tenía la esperanza de que ella aparecería.
Una media hora con una clienta no era tiempo suficiente para construir la confianza, por lo que su impulsiva orden a Brittany la desconcertó. Tan buena como esta clienta en particular era con su boca, tan perfectamente linda y dulce como parecía, no entendía por qué había bajado tan fácilmente sus defensas.
En el papel, Brittany Pierce era su cliente ideal. Su excitación sexual casi perfectamente complementaron la de ella, donde le gusta hacerse cargo, Brittany claramente ansiaba que su propio sentido de control se desvaneciera.
Revisar el expediente de la rubia realmente la había excitado, lo cual no sucedía a menudo. La fotografía que Sue había tomado durante su cita inicial reveló a una chica de al lado muy bonita, cabello rubio, ojos azules, con ligeras pecas salpicadas a través de su nariz.
La notaría a través de una habitación, pero nunca se acercaría a alguien como ella.
Brittany Pierce parecía ser una maestra de preescolar, o una decoradora de repostería en una panadería elegante, o algo similarmente inocente y de buen carácter.
En otras palabras, ella parecía ser su polo opuesto.
Mientras se encontraba eso tremendamente atractivo e infinitamente excitante, estaba bastante segura de que una mujer como Brittany no estaría interesada en alguien como ella, al menos no por más de una aventura de una noche.
Y tan irónico como la mayoría de la gente parecía encontrarlo, ella no estaba realmente en el sexo casual.
Esperando salir de su extraño lapso, se dirigió a la cocina. Deseaba una cerveza, pero tendría que conformarse con agua. Beber estaba estrictamente prohibido durante el trabajo, no es que ella era una gran bebedora, de todos modos.
Había participado en su parte justa de la estupidez cuando adolescente, pero en casi veinte y siete años, había superado el fácil escape del sexo y sustancias.
Sacó dos botellas de agua del refrigerador que Sue mantenía completamente surtido. Este condominio era uno de los pocos que la agencia Xtreme Encounters rentaba para citas de toda la noche, y era un lugar agradable, aunque un poco más elegante de lo que elegiría para ella.
Sus clientes parecían amarlo, sin embargo.
Al salir de la cocina, echó un vistazo en la encimera donde había dejado el archivo de Brittany. Lo recogió, luego se detuvo. Después de haber memorizado su escaso contenido, los cuestionarios, los resultados del examen médico, la adorable instantánea, sabía que no contenía ninguna respuesta.
Nada ahí le diría por qué Brittany Pierce le afectaba tan poderosamente.
Pedir la penetración no había sido su primer lapso. El primero fue en el coche, cuando la rubia le había preguntado su nombre.
Nunca daba su nombre real a los clientes.
Nunca, hasta esta noche.
Sólo salió de su boca, como si su cerebro insistiera en que Brittany debería saber algo real sobre ella.
Se había sorprendido con la revelación.
Tal vez lo había hecho porque la rubia parecía tan nerviosa.
Tal vez había estado tratando de consolar a una mujer que evidentemente no tenía mucha experiencia con este tipo de cosas.
Cualquiera que fuera la razón, revelar algo tan personal estaba fuera de lugar.
Dos extensiones de confianza inmerecidas e instintivas a una perfecta desconocida en una sola noche.
Resopló.
Casi se sentía como una niña otra vez.
Obligando a apartar su ligero malestar, volvió al dormitorio. No había nada malo en decirle su nombre a Brittany, mucho menos exigirle que pusiera su lengua en buen uso.
Esta era una mujer a la que en realidad quería follar. Bien podría actuar según su instinto y disfrutar de su noche juntas.
Esta situación no se suele presentan a menudo en su línea de trabajo, así que absolutamente segura de que no tenía la intención de dejar que su equipaje emocional arruinara su buen momento.
Antes de entrar en la habitación, tranquilamente puso la mano en la perilla y puso su mejor cara.
Era posible que Brittany siguiera arrodillada en el suelo donde la había colocado.
Pero si no estaba, necesitaba reaccionar con rapidez y confianza. La escena dependería de ello.
Tomando una respiración, abrió la puerta y entró.
Brittany no la había decepcionado, no estaba donde la había dejado. Visiblemente se sobresaltó cuando entró en la habitación, saltando lejos de la mesa de los juguetes que había estado mirando. Inmediatamente su mirada se dirigió al lugar donde se suponía que estaba, luego volvió a mirar a ella, los ojos muy abiertos.
Su verdadera sorpresa y confusión era tan linda que quería reírse fuerte.
Momentos como estos la hicieron sentirse feliz de haber cultivado algunas respetables habilidades de actuación.
Sin sonreír, cruzó la habitación y agarró el brazo de Brittany en un fuerte agarré. Le prestó especial atención a la respiración y a su lenguaje corporal mientras lo apretaba, midiendo su nivel de dolor deseado.
La fantasía de Brittany contenía elementos de BDSM, incluyendo nalgadas, ligeras bofetadas, y humillación verbal, pero no sentía que ella quería ser lastimada.
Había trabajado para clientes que alcanzaban el dolor real, incluso el sangrar, pero Brittany parecía una mujer que quería rodear el borde de dolor y el peligro real, sin embargo, todavía se sentía segura.
Estaba muy contenta de complacerla, esa era su forma favorita de jugar.
Los labios de Brittany se abrieron y un pequeño jadeo escapó, haciéndola estremecer. El sonido desencadenó un placer apretado entre sus piernas, y tuvo que apretar los dientes para no reaccionar en voz alta.
—¿Dónde se supone que debes estar?
Brittany abrió y cerró la boca, claramente en una pérdida de palabras. La nalgueó fuertemente en el trasero haciéndola gritara. Repitió:
—¿Dónde se supone que debes estar?
—Ahí, ama—Brittany señaló sin mirarla a los ojos—En el piso.
—Como una puta obediente, ¿no es así?—girándolas hacia la mesa, se presionó contra la espalda de Brittany y mordisqueó su hombro. Empujó sus caderas en el trasero desnudo disfrutando de un breve momento de fantasía sobre atar su dildo con correa después—¿Qué estabas mirando, zorra? Dime.
Brittany se estremeció y abrió la boca, pero las palabras no salieron. Energizada por su vacilación, se movió hacia adelante ligeramente, sujetándola a la mesa, haciendo que la rubia se agarró al borde mientras estaba desbalanceada.
—Nada, ama.
—¿Nada?—decidiendo jugar con Brittany un poco, arrastró una cadena de besos suaves en la parte posterior de su cuello, se alejó, permitiéndole que se apartara de la mesa—¿De verdad, querida?—sin esperar una respuesta, puso su mano en la cadera deslizándola sobre su vientre, luego moviéndola
para acunarla entre sus muslos—¿Nada?—cuando Brittany se mordió el labio y se inclinó un poco hacia atrás, le besó su garganta, y luego apretó su agarre en el montículo ásperamente—Debes pensar que soy estúpida.
—No, ama…
Usó el estrecho espacio entre las caderas de Brittany y la mesa para darle una rápida palmada a su coño. Sacudiendo las caderas, la rubia lanzó un grito de sorpresa. El ruido la atravesó llenándola de embriagador poder.
Llevó sus labios a la oreja de Brittany.
—Parada frente a una mesa llena de juguetes sexuales y esperas que crea que no estabas viendo nada? ¿Cómo es posible?¿Quién creería una mentira tan tonta?
La ojiazul sacudió la cabeza, pero antes de que pudiera ofrecer una explicación, la empujó contra la mesa y agarró sus manos, arrastrándolas hacia adelante para atraparlas contra la superficie de madera.
Llevando su boca al oído de Brittany, murmuró:
—No soy estúpida. ¿Lo entiendes?
—Sí, ama—el susurro desnudo contenía un rastro de miedo, pero su excitación era más que evidente.
El olor de su excitación impregnaba el escaso espacio entre ellas, y podía sentir la humedad manchando su piel donde sus cuerpos inferiores se tocaba.
Brittany se movió, meneando su culo en sus caderas.
—Tienes razón, ama. Lo siento.
—Lo sientes mucho, ¿verdad?—disfrutando de la forma en que la rubia se retorcía contra ella, esperó un momento antes de soltar su mano derecha a
regañadientes—Muéstrame lo que estabas viendo.
Brittany vaciló antes de señalar a un consolador de color melocotón.
—Eso, ama.
No era el pene más grande en la mesa, pero tampoco el más pequeño.
Interesante.
Sabía por el cuestionario de Brittany que esta noche iba a ser su primera experiencia con el juego de correa. Apreció la audaz decisión.
—Muy agradable—trazando una uña a lo largo del brazo pálido—¿Has visto algo más?
Brittany asintió.
—Dime—exigió.
La mano pálida estremeció mientras recogía una paleta de cuero.
—Esto, ama.
No se molestó en reprimir su sonrisa esta vez.
—¿Es por eso que me desobedeciste? ¿Quieres ser castigada?
Mordiéndose el labio, Brittany giró la cabeza para encontrar brevemente su mirada.
—No, ama.
—Pero sabes que necesito corregirte ahora. ¿verdad?
La rubia exhaló.
—Por supuesto, ama.
Se alejó de la mesa.
—Vamos, entonces—se acercó a la cama y se sentó en el borde del colchón, luego dio unas palmaditas a sus muslos—Acuéstate sobre mi regazo.
La cara de Brittany enrojeció. Preciosa, pensó teniendo en cuenta que ella era quién había solicitado una nalgueada puesta sobre las rodillas.
Miró de soslayo cuando la rubia cruzó los brazos sobre sus pechos desnudos, tan inocentemente recatada.
Antes Brittany había necesitado tranquilizarse, pero ahora parecía necesitar una inquebrantable muestra de fuerza.
—No estoy preguntando—esperó un segundo—Cuanto más esperes, chica...—puesto que la imaginación de la ojiazul podría llenar los espacios en blanco mejor de lo que jamás podría, dejó la amenaza inacabada.
Brittany dio un paso vacilante hacia adelante, jugando con sus dedos con nerviosismo. Dudando, tomó una respiración profunda.
Prácticamente podía escuchar su charla interna.
Después de un momento, la rubia echó hacia atrás los hombros, exhaló, luego se arrastró hacia la cama y sobre su regazo.
—Maldición—murmuró, tomando un momento para examinar el paisaje sensual, femenino del cuerpo de Brittany.
Su trasero era deliciosamente redondo, perfecto para las nalgadas. Frotó ligeros patrones sobre una nalga, luego la otra, sacando la anticipación del primer golpe.
—Eres una pequeña cosa dulce, ¿verdad?
La respiración de la rubia se enganchó.
—Sí, ama.
—Usaría esa paleta que estabas mirando, excepto que quiero que sientas mi mano calentando tu culo. No voy a mentir, pienso disfrutar de cada segundo de esto—usó su mano libre para agarrar la nuca de Brittany y sostenerla contra el colchón.
El calor de la piel enrojecida quemó sus dedos y desencadenó una oleada de deseo primario.
Decidiendo tomar una oportunidad e improvisando un poco, emitió una orden de su propio repertorio de BDSM.
—Cuenta cada golpe.
—Está bien, ama—ahora la voz de Brittany era apenas un susurro.
Encantada por la forma en que la rubia temblaba bajo sus caricias, se echó hacia atrás y dio un golpe firme con una mano ahuecada. El golpe estaba destinado a ser sentido, pero no a causar verdadero dolor.
Comenzaría lentamente y, dependiendo de cómo reaccionara la ojiazul, aumentaría gradualmente la intensidad.
Brittany gimió.
—Uno.
—Buena chica—frotó el lugar que acababa de nalguear, y luego se echó hacia atrás para golpear a la otra nalga. Esperó por el “Dos” sin aliento antes de decir—Tienes un trasero precioso.
—Gracias, ama—meneándose, Brittany abrió las piernas ligeramente, permitiéndole confirmar que ella no era la única que disfruta de esto.
Satisfecha de que la rubia estaba empezando a relajarse, volvió inmediatamente a la primera nalga con otra palmada. Haciéndola estremecer, y antes de que pudiera decir el número, la nalgueo de nuevo.
—Tres. Cuatro—las palabras salieron cortadas y tensas, pero Brittany arqueó la espalda, ofreciendo el culo por más.
Claramente le estaba gustando lo que le estaba dando.
Dios, quería follarla.
Tan inocentemente bonita, una buena chica, pero tan sensible al juego brusco.
No estaba segura de que era correcto aceptar dinero por esta noche cuando estaba honestamente satisfaciendo dos de sus fantasías.
Subiendo la apuesta con el golpe número cinco, dio una fuerte, punzante nalgada a la tierna piel que ya estaba empezando a ponerse rosada.
Jadeando, Brittany trató de rodar sus caderas por instinto, pero la mantuvo en su lugar con la mano en su cuello.
—Cuenta—le recordó con voz severa.
—Cinco—el temblor en la voz de hizo alusión a las lágrimas.
Permaneció en silencio y estoica, descansando obedientemente sobre su regazo, pero estaba claro que el último golpe había sido intenso.
Tiempo para trabajar en aumentarle la excitación. Cuanto más excitada estaba, más fácil sería recibir el castigo físico.
Deslizó su mano entre los muslos pálidos, deslizando dos dedos a lo largo de sus pliegues empapados.
—Estás mojada—llevó su mano a la boca de Brittany—Prueba.
La rubia tomó sus dedos entre sus labios, lamiéndolos con la cálida lengua
que tan vívidamente recordaba en su interior.
Cuando se retiró, la ojiazul dijo:
—Gracias, ama.
Volvió al coño de Brittany sin responder. Extendió los abultados labios abiertos, trazó los intrincados contornos de su sexo, luego la provocó a fondo sin aventurarse dentro o persistir en su impresionante clítoris erecto.
Brittany había pedido que se le retuviera el orgasmo, una forma de tortura que personalmente no podía soportar pero que tomaba el perverso deleite de darlo.
—¿Por qué carajo estás tan mojada?—suavemente, capturó los labios vaginales de la rubia y le dio a la carne resbaladiza un ligero tirón—¿Te gusta ser castigada?
Brittany vaciló.
—No... no, ama.
La soltó, retrocediendo a la lluvia de cuatro nalgadas en el trasero pálido alternando de nalga a nalga.
—Estás mintiendo. ¿no es así?
Alzándose sobre sus codos, Brittany miró por encima del hombro y se encontró con sus ojos.
Oscuros y necesitados, los de la rubia brillaban con lágrimas no derramadas.
—Seis, siete, ocho, nueve.
—¿Te estás pasando de lista otra vez?—endureció su tono incluso mientras
frotaba el trasero pálido para aliviar el dolor.
—No, ama. Estoy contando.
No podía permitirse reír, aunque si apreciaba la insolencia de Brittany Pierce.
Manteniéndose en el personaje, entrecerró los ojos y gruñó:
—Abre las putas piernas, zorra.
Fiel a su propio papel sumiso, la rubia bajó la cabeza para apoyarse de nuevo contra el colchón antes de lentamente relajar los muslos abriéndolos.
—Sí, ama.
—Cuenta éstos—sin preámbulos introdujo dos dedos en la estrecha abertura de Brittany. Se detuvo cuando se enterró tan profundo como pudo, disfrutando del gemido sorprendido. Cuando se hizo evidente que la rubia no iba a hacer lo que le había pedido, dijo—Ese fue uno—se retiró y volvió a entrar, esta vez más fuerte—Y dos.
—Dos—Brittany hizo eco—Ama.
—Chica lista—murmuró, luego presionó en ella otra vez.
—Tres—Brittany levantó sus manos para cubrir su cara mientras continuaba
follándola—Cuatro, cinco, seis, siete ... ocho ... n-nueve, diez.
Al final de la serie de penetraciones profundas y deliberadas la rubia gemía de placer. Sacó y lanzó una ráfaga de palmadas a ambas nalgas. Gritando, Brittany llevó las manos hacia abajo y trató de proteger su sensible piel. Reaccionó sin vacilar, capturando las muñecas de la ojiazul con su mano libre y sujetándolas contra su cintura. Siguió con sólo dos nalgadas más, entonces hizo una pausa para asegurarse de que seguía con ella.
—¿Te gusta ser castigada?—repitió.
Brittany luchó dentro de su alcance antes de caer en la derrota.
—Sí, ama.
—Chica mala—le dio una ligera nalgada, baja en su trasero, sus dedos haciendo contacto húmedo con los labios vaginales, quien se sacudió por la sorpresa—¿Qué clase de mujer le gusta ser puesta sobre la rodilla de una desconocida y ser nalgueada así?—palmeó el coño de nuevo, lo bastante fuerte para sobresaltar pero no para causar verdadero dolor. Sus dedos se desprendieron revestidos por los jugos resbaladizos, soltó las muñecas para que pudiera abrirla con ambas manos, dejando al descubierto la rosada carne y estremecedoramente abundante de humedad—Te mereces hasta la última cosa que voy a hacerte esta noche.
—Lo sé, ama—con los muslos temblorosos, Brittany presionó sus caderas en su regazo como si buscara fricción.
—Oh, ¿quieres correrte?—nalgueo con fuerza una vez, luego siguió con múltiples palmadas más ligeras—¿Eso es lo que tu cuerpo me está diciendo? ¿Qué le pasó a la chica que no podía quitarme la ropa? A quién tuve que forzar en su auto contra su voluntad?—deslizó su mano entre los muslos empujando su pulgar dentro de su hendidura y deslizando sus dedos
para presionar contra su clítoris duro—¿Dónde ha ido esa buena chica?
Brittany se sacudió contra su mano, bombeando sus caderas como si esperara animarla a follarla de nuevo. Luego se quedó quieta.
—No lo sé, ama.
La vulnerabilidad en sus palabras amenazaba con aflojar su control sobre su personaje. Por lo general, no era difícil mantenerse en una escena. Con Brittany, no podía dejar de preocuparse por cómo se sentía, si estaba bien.
Era menos como estar con un cliente y más como cuidar profundamente a una amante.
No permitiéndose detenerse en pensamientos que pudieran alterar su profesionalismo, siguió adelante. Frotó las yemas de sus dedos sobre el clítoris resbaladizo de Brittany, rodando la punta de su dedo pulgar dentro de su abertura.
—Folla mi mano. Folla mi mano cómo quieres que te folle.
Podía sentir la vergüenza de Brittany mientras comenzó a mecer sus caderas. Al principio sus movimientos eran conscientes de sí mismos, pero pronto la rubia se sacudió contra ella con descarado entusiasmo, claramente avanzando hacia el clímax. Nalgueó su culo fuerte con la otra mano, sacando un gemido gutural.
—No te atrevas a correrte—le dio una nalgada extra-dura cuando se detuvo bruscamente—No te atrevas a parar, tampoco. Muéstrame la puta caliente, desagradable que eres.
Brittany se empujó en sus codos de nuevo, montándole la mano en un ritmo medido.
Ladeó su pulgar para penetrar más profundamente y movió los dedos en patrones perezosos sobre los labios y el clítoris. Entusiastamente, bombeó sus caderas con locura antes de congelarse a medio empuje, su cuerpo entero temblando.
Dio una rápida, pesada nalgada que hizo que Brittany ahogara un jadeo.
—Te dije que no te detuvieras.
—Sí, ama—Brittany seguía tensa—Lo sé, ama, pero... si sigo haciendo eso, me voy a correr, y me dijiste que no lo hiciera, tampoco...—bajó la cabeza—No quiero desobedecerte. Lo juro.
Le creyó por completo.
Retiró la mano del coño e incapaz de resistir, se lamió los dedos limpiándolos. Brittany sabía delicioso de una manera que no le sorprendió en lo más mínimo.
No podía esperar para probar su sabor directamente de la fuente. Le dio una nalgada más en el trasero.
—Levántate.
Brittany se apresuró a obedecer, casi perdiendo el equilibrio mientras trataba de ponerse de pie. Se paró delante de ella con los ojos bajos en el suelo, con el rostro casi tan rosado como el trasero.
Cuando entrelazó los dedos delante de su recortada mata de rizos, la deliciosa muestra de vulnerabilidad despertó la más oscura lujuria.
—¿Viste los juguetes anales en esa mesa?
Parpadeando rápidamente, Brittany saltó a la atención.
—Sí, ama.
—Escoge uno y tráemelo. No olvides la botella de lubricante.
—Yo... no lo haré, ama—Brittany tragó, luego se giró para acercarse a la mesa con evidente inquietud.
Incluso antes de saber que la rubia no tenía ninguna experiencia previa con la penetración anal, había decidido ofrecerle una gama de opciones. A menos que supiera que un nuevo cliente era particularmente aventurero, prefería permitirles la oportunidad de determinar sus propios límites para el primer encuentro.
Eso no sólo hizo que su cliente se sintiera más cómodo, sino que a menudo la elección revelaba información vital que podía usar a su favor.
Mientras Brittany estudiaba la selección de juguetes, ladeó la cabeza y admiró las rojas huellas que había dejado en su delicioso trasero.
Tenía una debilidad por un buen culo, y la rubia era la perfección. No podía esperar deslizar su lengua por cada inmersión y curva, para que se retorciera.
Dada la oportunidad, adoraría su culo con un nivel de devoción que sospechaba que Brittany no podía concebir.
Felizmente lo haría gratis.
Brittany se giró y captó su mirada fija, ocultó su sonrisa cuando le endureció su expresión, entonces rápidamente bajó la mirada al suelo.
Aclarando su garganta dijo:
—Tráelo aquí.
Brittany cruzó la habitación y le entregó la botella de lubricante y un delgado tapón anal, una vez más, no el más grande en la mesa, pero no el más pequeño.
—Buena elección.
—Gracias, ama.
—De vuelta en mi regazo—dijo dando palmaditas en sus muslos. Brittany se arrastró en el lugar sin dudarlo. Cruzó los brazos sobre el colchón y apoyó la cabeza sobre ellos, luego tomó una respiración profunda—Esto será más fácil si te relajas—le recordó, y esperó a que ella exhalara. Destapó la botella de lubricante—Ábrela para mí.
Brittany obedeció.
Aunque no podía ver su rostro, se imaginó que estaba cerrando sus ojos mientras agarraba sus nalgas y expuso su abertura fruncida al aire frío.
Vertiendo una generosa cantidad de lubricante en sus dedos, los frotó para calentar el líquido espeso, luego cuidadosamente acarició el apretado anillo de músculo. Lo sondeó cautelosamente, encantada de encontrarlo abierto y receptivo a la suave invasión de la yema del dedo hasta el primer nudillo.
Usó su mano libre para acariciar el pelo rubio.
—Lo estás haciendo muy bien, querida.
—Gracias.
Decidiendo no reprenderle por olvidarse de usar su título, se deslizó más profundamente, haciendo que gimiera y se balanceó hacia atrás en su dedo, tomándola en todo el camino.
Riéndose, se retiró y luego presionó hacia dentro.
—¿Estás segura que nunca has hecho esto antes?
—Sí, ama.
—¿Así que sólo eres natural para metértela en el culo?—apretó sus dedos en el cabello rubio y tiró de él.
Era hora de liberar algo del lenguaje más fuerte que Brittany había solicitado para ver cómo iba a ser recibido.
—Mírate, el coño chorreando, follando mi dedo como una maldita puta anal.
A pesar de su lenguaje áspero, mantuvo sus empujes lentos y suaves, permitiendo a Brittany marcar el ritmo.
—Pequeña perra repugnante.
La rubia gimió fuerte, implacable en sus movimientos desenfrenados.
—Sí, ama.
—¿Estás lista para algo más grande?—retiró su dedo hasta la punta y le soltó el cabello para exprimir más lubricante en su mano, luego presionó de
nuevo con dos dedos. Se movió tortuosamente lento, contenta de que aún estuviera relajada—Claro que lo estás, querida. Pide por algo más grande.
—¿Puedo... puedo tener algo más grande, ama?
—Por supuesto que puedes, maldita puta—quitó sus dedos, lanzando aún más lubricante en el delgado tapón que había elegido—Y lo mantendrás ahí hasta que te haga correrte.
La respiración de Brittany tartamudeó mientras giraba la punta lubricada del juguete alrededor de su ano.
—Sí, ama—susurró.
Se mordió el labio mientras empujaba el juguete dentro. Lanzó su mirada a los hombros de Brittany, las manos, la parte posterior de la cabeza, tratando de controlar su reacción a la penetración.
El sexo anal podría rápidamente convertirse en desagradable, especialmente para los no iniciados, y quería que esto fuera una experiencia positiva y placentera de principio a fin.
—¿Se siente bien? La verdad.
—Es tan bueno, ama.
Alentada por el deseo desnudo en la voz gutural de Brittany, condujo el tapón lo más profundo como podía.
—Lo has tomado como una chica traviesa, ¿verdad?—quitó las manos lejos de su trasero, y luego dio una firme palmada a cada nalga, haciendo que lanzara un grito de sorpresa, sin duda sintiendo cada pulgada del juguete—Levántate.
Brittany tropezó mientras se ponía de pie. Parada con rigidez, claramente tratando de aclimatarse a la sensación desconocida del tapón de silicona en su interior.
Tenía la cara enrojecida, el pelo revuelto y salvaje.
Reconoció la mirada desesperada, empañada en sus ojos, la niebla del sexo que se había asentado sobre ella. Brittany Pierce necesitaba correrse, y necesitaba correrse ahora.
Sus fosas nasales se dilataron en el poder embriagador de ser la única que podía conceder a Brittany la liberación que tan claramente ansiaba.
Se levantó y señaló la cama.
—Acuéstate de espaldas—mientras la rubia se apresuró a obedecer, se acercó a la mesa para agarrar un juego de muñequeras forradas de piel—Y levanta las manos.
Cuando se dio la vuelta con las muñequeras en la mano, la visión de Brittany extendida sobre la cama, desnudos y muy indefensos, ojos cafés cubiertos de confianza, la enmudeció.
Y de repente, de manera inusual, se puso nerviosa. Su aliento se atrapó en su garganta, su corazón empezó a acelerarse, y por primera vez en su vida profesional, vaciló y casi rompió el personaje.
Maldición.
¿Era esto... pánico escénico ?
Quería complacer a Brittany.
De verdad, realmente quería de una manera que iba más allá de tomar el orgullo de su trabajo.
Quería hacer temblar todo el cuerpo de Brittany con placer, para darle el mejor sexo de su vida.
Necesita sentirse como si hubiera ganado el dinero que ni siquiera quería aceptar. La noche podría haber comenzado como una simple transacción de negocios, pero no podía negar que se había convertido al menos un poco personal.
Quería follar a esta mujer, y quería que Brittany recordara siempre cómo se sentía.
La rubia se removió, sacándola de su estupor. Enderezándose, puso su mejor cara y se acercó a la cama, levantando las muñequeras en el aire para que la pudiera ver.
Se rehusaba a considerarse como otra cosa que no fuera un compasivo, pero firme profesional.
Brittany no había pagado por el privilegio de tener a una trabajadora sexual desarrollando un enamoramiento adolescente por ella, y dejar que su absurdo capricho sea conocido seguramente pondrá un freno en una noche que la rubia había gastado mucho dinero para disfrutar.
Sentándose en el borde de la cama, tomó la muñeca de Brittany y la colocó dentro de una muñequera. En lugar de evitar la mirada azul, la miró directamente a los ojos.
Proyectaba fuerza poderosa, implacable, tal como la fantasía de Brittany requería.
Como era de esperar, para su alivio, la rubia sumisamente desplazó su atención a sus muñecas mientras las ataba a las esquinas de la cabecera.
Una vez que la tenía asegurada, cogió la barbilla con fuerza.
—No vas a ninguna parte ahora, ¿verdad?
—No, ama—Brittany susurró.
Dio a una de sus muñecas una sacudida sutil, como si probara sus ataduras.
Rió, soltándole la barbilla. Pasó su mano a través de la punta del pecho, golpeando un pezón duro como una roca.
Gimiendo, Brittany arqueó su espalda y tiró con más fuerza contra las muñequeras.
—Trata de escapar—golpeó su otro pecho, sacando un grito jadeante, excitado que hizo palpitar su clítoris—Hazlo, puta. Trata de alejarte de mí. Antes de que realmente te castigue—le dio una palmada dos veces más, una vez en cada pecho.
Brittany comenzó a luchar contra sus ataduras, las fosas nasales se encendían y las piernas pateaban.
En una de sus respuestas más personales sobre el cuestionario de la agencia, la rubia había puesto que sus fantasías estaban impulsadas por una profunda necesidad de tener el control lejos en una situación donde se sentía segura.
Su palabra segura, unicornio, garantizaba su seguridad.
Su trabajo era hacer que Brittany se sintiera impotente de una manera que cumpliera sus deseos más secretos. Pedirle que tratara de escapar era la manera perfecta de trasmitir el hecho de que estaba a su merced.
Por la forma en que el pecho de la rubia comenzó a agitarse y su movimiento se volvió errático, podía ver que había recibido el mensaje.
Ahora era el momento de detener su pánico.
Agarrando los hombros de Brittany, la inmovilizó contra la cama y detuvo la lucha de su parte superior del cuerpo.
La ojiazul siguió pateando sus piernas hasta que ella cambió de posición, atrapándola bajo el peso de su cuerpo desnudo, dolorosamente excitado.
Ignorando su gemido de derrota, deslizó su muslo entre los de Brittany y sonrió a la sensación de jugos resbaladizos cubriendo su piel.
—No vas a ninguna parte—murmuró. Viendo la verdadera ansiedad en los ojos de Brittany, se inclinó para besar una de las esquinas de su boca, luego la otra—Pareces tan asustada, pero estoy dispuesta a apostar que si te desato en este momento, te visto y te ofrezco un viaje a casa...—balanceó sus caderas hacia la rubia, quien reflejó su movimiento—Bueno, ¿qué dirías?
Brittany dibujó sus labios en una fina línea. Ella percibió su vacilación y empujó contra ella otra vez.
Exhalando, la rubia susurró:
—Yo diría que no, gracias. Ama.
—¿Porque quieres ser follada?
Brittany giró la cabeza hacia un lado y cerró los ojos. Contempló, fascinada, en el juego de emoción cruzar su hermoso rostro.
—Sí, ama.
—Dilo.
—Quiero ser follada.
Tomándole la barbilla giró la cabeza a su posición original. Luego le dio una palmada en la mejilla, lo bastante fuerte como para sorprenderla para que abriera los ojos.
—Mírame. Mírame y repítelo—lamentó la orden tan pronto como la pronunció, porque cuando Brittany la miró fijamente, en su interior, más bien, la intensidad de sus ojos amenazó con descarrilarla.
Debajo de ella, la rubia pareció relajarse.
—Quiero que me folles, ama.
Necesito un par de respiraciones para volver a encender su cerebro. Parpadeó, luego soltándole la barbilla, acaricio el lado de su cara en cambio.
El instinto le gritaba besar a Brittany, porque nunca había deseado a alguien tanto sin ceder a la urgencia de conectarse de la manera más íntima.
Rara vez besaba a los clientes, pero ya había sucumbido una vez esta noche.
Anteriormente había sido para tranquilizar a Brittany, pero ahora no había ninguna razón para ir por más excepto para satisfacer su propio deseo.
—Ama—Brittany susurró.
Sus ojos ardían con la misma hambre que roía en su vientre.
Bajó la cabeza y presionó sus labios contra los de Brittany. El gemido entrecortado que la encontró, y la cálida, húmeda dicha de la lengua de la rubia saliendo a su encuentro, ahuyentaron cualquier pensamiento de retenerlo.
Movió sus manos hacia el cabello dorado, acariciando con reverencia mientras se deleitaba en el placer decadente de besar a una mujer dulce, hermosa.
Rompieron el beso mutuamente algún tiempo después, ambas jadeando, se quedó sin habla ante la pura perfección de su sesión de besos. Su muslo se había abierto camino entre las piernas de Brittany, y podía sentir el calor resbaladizo de su sexo presionado contra su piel.
Las caderas de la ojiazul se sacudieron, su cuerpo entero tensándose de una manera que ahora comprendió que significaba que estaba tratando de contener un clímax inminente.
El deseo de evitar más el orgasmo de Brittany la impulsó a entrar en acción.
Apartándose se levantó de la cama, una vez más débil de las rodillas.
Si lograba sobrevivir a esta cita sin hacer el ridículo total, se consideraría afortunada.
Brittany Pierce era algo especial, sin duda.
Exhalando, gruñó:
—Vuelvo enseguida. Quédate aquí y piensa en lo que te voy a hacer cuando regrese.
En una similar voz sin aliento, Brittany dijo:
—Lo haré, ama.
Se estremeció.
Era hora de ir a lavarse las manos y dar un rápido paseo alrededor del penthouse.
Lo que fuera necesario para despejar su cabeza, porque cuando regresara, planeaba sacudir el mundo de Brittany Pierce.
Su primer instinto después de un orgasmo como el que acababa de tener era colapsar en la cama y recuperarse.
Puesto que esa no era una opción, un escape rápido tendría que hacer. En realidad ya había planeado salir de la habitación en este punto del encuentro, esperando darle algún tiempo a Brittany para darle vueltas a su anticipación, y tal vez incluso desobedecer la orden de quedarse.
Como resultó, fue ella la que necesitaba un momento de respiro.
Acababa de hacer algo totalmente imprevisto, algo tan fuera de su norma que no sabía cómo sentirse al respecto. Le había pedido a Brittany Pierce que la penetrara.
Claro, fue sólo su lengua, y sí, Brittany había estado de rodillas en sumisión en ese momento, pero aun así.
Ella no exigía eso de las clientas. Nunca.
La penetración era algo que disfrutaba de vez en cuando, pero sólo cuando estaba sola. Hubo un tiempo en el que había tenido relaciones sexuales con
hombres por dinero, y ese acto rara vez era negociable.
Nunca le había gustado la forma en que la hacía sentir. En estos días, podía elegir a sus clientes, solamente mujeres, y establecer sus propios límites, por lo que ya no tenía nada que la hiciera sentir vulnerable.
Ser penetrada era una intimidad que había elegido reservarse para alguien en quien realmente confiaba, si dicha mujer llegaba alguna vez.
A pesar de su pasado áspero, aún tenía la esperanza de que ella aparecería.
Una media hora con una clienta no era tiempo suficiente para construir la confianza, por lo que su impulsiva orden a Brittany la desconcertó. Tan buena como esta clienta en particular era con su boca, tan perfectamente linda y dulce como parecía, no entendía por qué había bajado tan fácilmente sus defensas.
En el papel, Brittany Pierce era su cliente ideal. Su excitación sexual casi perfectamente complementaron la de ella, donde le gusta hacerse cargo, Brittany claramente ansiaba que su propio sentido de control se desvaneciera.
Revisar el expediente de la rubia realmente la había excitado, lo cual no sucedía a menudo. La fotografía que Sue había tomado durante su cita inicial reveló a una chica de al lado muy bonita, cabello rubio, ojos azules, con ligeras pecas salpicadas a través de su nariz.
La notaría a través de una habitación, pero nunca se acercaría a alguien como ella.
Brittany Pierce parecía ser una maestra de preescolar, o una decoradora de repostería en una panadería elegante, o algo similarmente inocente y de buen carácter.
En otras palabras, ella parecía ser su polo opuesto.
Mientras se encontraba eso tremendamente atractivo e infinitamente excitante, estaba bastante segura de que una mujer como Brittany no estaría interesada en alguien como ella, al menos no por más de una aventura de una noche.
Y tan irónico como la mayoría de la gente parecía encontrarlo, ella no estaba realmente en el sexo casual.
Esperando salir de su extraño lapso, se dirigió a la cocina. Deseaba una cerveza, pero tendría que conformarse con agua. Beber estaba estrictamente prohibido durante el trabajo, no es que ella era una gran bebedora, de todos modos.
Había participado en su parte justa de la estupidez cuando adolescente, pero en casi veinte y siete años, había superado el fácil escape del sexo y sustancias.
Sacó dos botellas de agua del refrigerador que Sue mantenía completamente surtido. Este condominio era uno de los pocos que la agencia Xtreme Encounters rentaba para citas de toda la noche, y era un lugar agradable, aunque un poco más elegante de lo que elegiría para ella.
Sus clientes parecían amarlo, sin embargo.
Al salir de la cocina, echó un vistazo en la encimera donde había dejado el archivo de Brittany. Lo recogió, luego se detuvo. Después de haber memorizado su escaso contenido, los cuestionarios, los resultados del examen médico, la adorable instantánea, sabía que no contenía ninguna respuesta.
Nada ahí le diría por qué Brittany Pierce le afectaba tan poderosamente.
Pedir la penetración no había sido su primer lapso. El primero fue en el coche, cuando la rubia le había preguntado su nombre.
Nunca daba su nombre real a los clientes.
Nunca, hasta esta noche.
Sólo salió de su boca, como si su cerebro insistiera en que Brittany debería saber algo real sobre ella.
Se había sorprendido con la revelación.
Tal vez lo había hecho porque la rubia parecía tan nerviosa.
Tal vez había estado tratando de consolar a una mujer que evidentemente no tenía mucha experiencia con este tipo de cosas.
Cualquiera que fuera la razón, revelar algo tan personal estaba fuera de lugar.
Dos extensiones de confianza inmerecidas e instintivas a una perfecta desconocida en una sola noche.
Resopló.
Casi se sentía como una niña otra vez.
Obligando a apartar su ligero malestar, volvió al dormitorio. No había nada malo en decirle su nombre a Brittany, mucho menos exigirle que pusiera su lengua en buen uso.
Esta era una mujer a la que en realidad quería follar. Bien podría actuar según su instinto y disfrutar de su noche juntas.
Esta situación no se suele presentan a menudo en su línea de trabajo, así que absolutamente segura de que no tenía la intención de dejar que su equipaje emocional arruinara su buen momento.
Antes de entrar en la habitación, tranquilamente puso la mano en la perilla y puso su mejor cara.
Era posible que Brittany siguiera arrodillada en el suelo donde la había colocado.
Pero si no estaba, necesitaba reaccionar con rapidez y confianza. La escena dependería de ello.
Tomando una respiración, abrió la puerta y entró.
Brittany no la había decepcionado, no estaba donde la había dejado. Visiblemente se sobresaltó cuando entró en la habitación, saltando lejos de la mesa de los juguetes que había estado mirando. Inmediatamente su mirada se dirigió al lugar donde se suponía que estaba, luego volvió a mirar a ella, los ojos muy abiertos.
Su verdadera sorpresa y confusión era tan linda que quería reírse fuerte.
Momentos como estos la hicieron sentirse feliz de haber cultivado algunas respetables habilidades de actuación.
Sin sonreír, cruzó la habitación y agarró el brazo de Brittany en un fuerte agarré. Le prestó especial atención a la respiración y a su lenguaje corporal mientras lo apretaba, midiendo su nivel de dolor deseado.
La fantasía de Brittany contenía elementos de BDSM, incluyendo nalgadas, ligeras bofetadas, y humillación verbal, pero no sentía que ella quería ser lastimada.
Había trabajado para clientes que alcanzaban el dolor real, incluso el sangrar, pero Brittany parecía una mujer que quería rodear el borde de dolor y el peligro real, sin embargo, todavía se sentía segura.
Estaba muy contenta de complacerla, esa era su forma favorita de jugar.
Los labios de Brittany se abrieron y un pequeño jadeo escapó, haciéndola estremecer. El sonido desencadenó un placer apretado entre sus piernas, y tuvo que apretar los dientes para no reaccionar en voz alta.
—¿Dónde se supone que debes estar?
Brittany abrió y cerró la boca, claramente en una pérdida de palabras. La nalgueó fuertemente en el trasero haciéndola gritara. Repitió:
—¿Dónde se supone que debes estar?
—Ahí, ama—Brittany señaló sin mirarla a los ojos—En el piso.
—Como una puta obediente, ¿no es así?—girándolas hacia la mesa, se presionó contra la espalda de Brittany y mordisqueó su hombro. Empujó sus caderas en el trasero desnudo disfrutando de un breve momento de fantasía sobre atar su dildo con correa después—¿Qué estabas mirando, zorra? Dime.
Brittany se estremeció y abrió la boca, pero las palabras no salieron. Energizada por su vacilación, se movió hacia adelante ligeramente, sujetándola a la mesa, haciendo que la rubia se agarró al borde mientras estaba desbalanceada.
—Nada, ama.
—¿Nada?—decidiendo jugar con Brittany un poco, arrastró una cadena de besos suaves en la parte posterior de su cuello, se alejó, permitiéndole que se apartara de la mesa—¿De verdad, querida?—sin esperar una respuesta, puso su mano en la cadera deslizándola sobre su vientre, luego moviéndola
para acunarla entre sus muslos—¿Nada?—cuando Brittany se mordió el labio y se inclinó un poco hacia atrás, le besó su garganta, y luego apretó su agarre en el montículo ásperamente—Debes pensar que soy estúpida.
—No, ama…
Usó el estrecho espacio entre las caderas de Brittany y la mesa para darle una rápida palmada a su coño. Sacudiendo las caderas, la rubia lanzó un grito de sorpresa. El ruido la atravesó llenándola de embriagador poder.
Llevó sus labios a la oreja de Brittany.
—Parada frente a una mesa llena de juguetes sexuales y esperas que crea que no estabas viendo nada? ¿Cómo es posible?¿Quién creería una mentira tan tonta?
La ojiazul sacudió la cabeza, pero antes de que pudiera ofrecer una explicación, la empujó contra la mesa y agarró sus manos, arrastrándolas hacia adelante para atraparlas contra la superficie de madera.
Llevando su boca al oído de Brittany, murmuró:
—No soy estúpida. ¿Lo entiendes?
—Sí, ama—el susurro desnudo contenía un rastro de miedo, pero su excitación era más que evidente.
El olor de su excitación impregnaba el escaso espacio entre ellas, y podía sentir la humedad manchando su piel donde sus cuerpos inferiores se tocaba.
Brittany se movió, meneando su culo en sus caderas.
—Tienes razón, ama. Lo siento.
—Lo sientes mucho, ¿verdad?—disfrutando de la forma en que la rubia se retorcía contra ella, esperó un momento antes de soltar su mano derecha a
regañadientes—Muéstrame lo que estabas viendo.
Brittany vaciló antes de señalar a un consolador de color melocotón.
—Eso, ama.
No era el pene más grande en la mesa, pero tampoco el más pequeño.
Interesante.
Sabía por el cuestionario de Brittany que esta noche iba a ser su primera experiencia con el juego de correa. Apreció la audaz decisión.
—Muy agradable—trazando una uña a lo largo del brazo pálido—¿Has visto algo más?
Brittany asintió.
—Dime—exigió.
La mano pálida estremeció mientras recogía una paleta de cuero.
—Esto, ama.
No se molestó en reprimir su sonrisa esta vez.
—¿Es por eso que me desobedeciste? ¿Quieres ser castigada?
Mordiéndose el labio, Brittany giró la cabeza para encontrar brevemente su mirada.
—No, ama.
—Pero sabes que necesito corregirte ahora. ¿verdad?
La rubia exhaló.
—Por supuesto, ama.
Se alejó de la mesa.
—Vamos, entonces—se acercó a la cama y se sentó en el borde del colchón, luego dio unas palmaditas a sus muslos—Acuéstate sobre mi regazo.
La cara de Brittany enrojeció. Preciosa, pensó teniendo en cuenta que ella era quién había solicitado una nalgueada puesta sobre las rodillas.
Miró de soslayo cuando la rubia cruzó los brazos sobre sus pechos desnudos, tan inocentemente recatada.
Antes Brittany había necesitado tranquilizarse, pero ahora parecía necesitar una inquebrantable muestra de fuerza.
—No estoy preguntando—esperó un segundo—Cuanto más esperes, chica...—puesto que la imaginación de la ojiazul podría llenar los espacios en blanco mejor de lo que jamás podría, dejó la amenaza inacabada.
Brittany dio un paso vacilante hacia adelante, jugando con sus dedos con nerviosismo. Dudando, tomó una respiración profunda.
Prácticamente podía escuchar su charla interna.
Después de un momento, la rubia echó hacia atrás los hombros, exhaló, luego se arrastró hacia la cama y sobre su regazo.
—Maldición—murmuró, tomando un momento para examinar el paisaje sensual, femenino del cuerpo de Brittany.
Su trasero era deliciosamente redondo, perfecto para las nalgadas. Frotó ligeros patrones sobre una nalga, luego la otra, sacando la anticipación del primer golpe.
—Eres una pequeña cosa dulce, ¿verdad?
La respiración de la rubia se enganchó.
—Sí, ama.
—Usaría esa paleta que estabas mirando, excepto que quiero que sientas mi mano calentando tu culo. No voy a mentir, pienso disfrutar de cada segundo de esto—usó su mano libre para agarrar la nuca de Brittany y sostenerla contra el colchón.
El calor de la piel enrojecida quemó sus dedos y desencadenó una oleada de deseo primario.
Decidiendo tomar una oportunidad e improvisando un poco, emitió una orden de su propio repertorio de BDSM.
—Cuenta cada golpe.
—Está bien, ama—ahora la voz de Brittany era apenas un susurro.
Encantada por la forma en que la rubia temblaba bajo sus caricias, se echó hacia atrás y dio un golpe firme con una mano ahuecada. El golpe estaba destinado a ser sentido, pero no a causar verdadero dolor.
Comenzaría lentamente y, dependiendo de cómo reaccionara la ojiazul, aumentaría gradualmente la intensidad.
Brittany gimió.
—Uno.
—Buena chica—frotó el lugar que acababa de nalguear, y luego se echó hacia atrás para golpear a la otra nalga. Esperó por el “Dos” sin aliento antes de decir—Tienes un trasero precioso.
—Gracias, ama—meneándose, Brittany abrió las piernas ligeramente, permitiéndole confirmar que ella no era la única que disfruta de esto.
Satisfecha de que la rubia estaba empezando a relajarse, volvió inmediatamente a la primera nalga con otra palmada. Haciéndola estremecer, y antes de que pudiera decir el número, la nalgueo de nuevo.
—Tres. Cuatro—las palabras salieron cortadas y tensas, pero Brittany arqueó la espalda, ofreciendo el culo por más.
Claramente le estaba gustando lo que le estaba dando.
Dios, quería follarla.
Tan inocentemente bonita, una buena chica, pero tan sensible al juego brusco.
No estaba segura de que era correcto aceptar dinero por esta noche cuando estaba honestamente satisfaciendo dos de sus fantasías.
Subiendo la apuesta con el golpe número cinco, dio una fuerte, punzante nalgada a la tierna piel que ya estaba empezando a ponerse rosada.
Jadeando, Brittany trató de rodar sus caderas por instinto, pero la mantuvo en su lugar con la mano en su cuello.
—Cuenta—le recordó con voz severa.
—Cinco—el temblor en la voz de hizo alusión a las lágrimas.
Permaneció en silencio y estoica, descansando obedientemente sobre su regazo, pero estaba claro que el último golpe había sido intenso.
Tiempo para trabajar en aumentarle la excitación. Cuanto más excitada estaba, más fácil sería recibir el castigo físico.
Deslizó su mano entre los muslos pálidos, deslizando dos dedos a lo largo de sus pliegues empapados.
—Estás mojada—llevó su mano a la boca de Brittany—Prueba.
La rubia tomó sus dedos entre sus labios, lamiéndolos con la cálida lengua
que tan vívidamente recordaba en su interior.
Cuando se retiró, la ojiazul dijo:
—Gracias, ama.
Volvió al coño de Brittany sin responder. Extendió los abultados labios abiertos, trazó los intrincados contornos de su sexo, luego la provocó a fondo sin aventurarse dentro o persistir en su impresionante clítoris erecto.
Brittany había pedido que se le retuviera el orgasmo, una forma de tortura que personalmente no podía soportar pero que tomaba el perverso deleite de darlo.
—¿Por qué carajo estás tan mojada?—suavemente, capturó los labios vaginales de la rubia y le dio a la carne resbaladiza un ligero tirón—¿Te gusta ser castigada?
Brittany vaciló.
—No... no, ama.
La soltó, retrocediendo a la lluvia de cuatro nalgadas en el trasero pálido alternando de nalga a nalga.
—Estás mintiendo. ¿no es así?
Alzándose sobre sus codos, Brittany miró por encima del hombro y se encontró con sus ojos.
Oscuros y necesitados, los de la rubia brillaban con lágrimas no derramadas.
—Seis, siete, ocho, nueve.
—¿Te estás pasando de lista otra vez?—endureció su tono incluso mientras
frotaba el trasero pálido para aliviar el dolor.
—No, ama. Estoy contando.
No podía permitirse reír, aunque si apreciaba la insolencia de Brittany Pierce.
Manteniéndose en el personaje, entrecerró los ojos y gruñó:
—Abre las putas piernas, zorra.
Fiel a su propio papel sumiso, la rubia bajó la cabeza para apoyarse de nuevo contra el colchón antes de lentamente relajar los muslos abriéndolos.
—Sí, ama.
—Cuenta éstos—sin preámbulos introdujo dos dedos en la estrecha abertura de Brittany. Se detuvo cuando se enterró tan profundo como pudo, disfrutando del gemido sorprendido. Cuando se hizo evidente que la rubia no iba a hacer lo que le había pedido, dijo—Ese fue uno—se retiró y volvió a entrar, esta vez más fuerte—Y dos.
—Dos—Brittany hizo eco—Ama.
—Chica lista—murmuró, luego presionó en ella otra vez.
—Tres—Brittany levantó sus manos para cubrir su cara mientras continuaba
follándola—Cuatro, cinco, seis, siete ... ocho ... n-nueve, diez.
Al final de la serie de penetraciones profundas y deliberadas la rubia gemía de placer. Sacó y lanzó una ráfaga de palmadas a ambas nalgas. Gritando, Brittany llevó las manos hacia abajo y trató de proteger su sensible piel. Reaccionó sin vacilar, capturando las muñecas de la ojiazul con su mano libre y sujetándolas contra su cintura. Siguió con sólo dos nalgadas más, entonces hizo una pausa para asegurarse de que seguía con ella.
—¿Te gusta ser castigada?—repitió.
Brittany luchó dentro de su alcance antes de caer en la derrota.
—Sí, ama.
—Chica mala—le dio una ligera nalgada, baja en su trasero, sus dedos haciendo contacto húmedo con los labios vaginales, quien se sacudió por la sorpresa—¿Qué clase de mujer le gusta ser puesta sobre la rodilla de una desconocida y ser nalgueada así?—palmeó el coño de nuevo, lo bastante fuerte para sobresaltar pero no para causar verdadero dolor. Sus dedos se desprendieron revestidos por los jugos resbaladizos, soltó las muñecas para que pudiera abrirla con ambas manos, dejando al descubierto la rosada carne y estremecedoramente abundante de humedad—Te mereces hasta la última cosa que voy a hacerte esta noche.
—Lo sé, ama—con los muslos temblorosos, Brittany presionó sus caderas en su regazo como si buscara fricción.
—Oh, ¿quieres correrte?—nalgueo con fuerza una vez, luego siguió con múltiples palmadas más ligeras—¿Eso es lo que tu cuerpo me está diciendo? ¿Qué le pasó a la chica que no podía quitarme la ropa? A quién tuve que forzar en su auto contra su voluntad?—deslizó su mano entre los muslos empujando su pulgar dentro de su hendidura y deslizando sus dedos
para presionar contra su clítoris duro—¿Dónde ha ido esa buena chica?
Brittany se sacudió contra su mano, bombeando sus caderas como si esperara animarla a follarla de nuevo. Luego se quedó quieta.
—No lo sé, ama.
La vulnerabilidad en sus palabras amenazaba con aflojar su control sobre su personaje. Por lo general, no era difícil mantenerse en una escena. Con Brittany, no podía dejar de preocuparse por cómo se sentía, si estaba bien.
Era menos como estar con un cliente y más como cuidar profundamente a una amante.
No permitiéndose detenerse en pensamientos que pudieran alterar su profesionalismo, siguió adelante. Frotó las yemas de sus dedos sobre el clítoris resbaladizo de Brittany, rodando la punta de su dedo pulgar dentro de su abertura.
—Folla mi mano. Folla mi mano cómo quieres que te folle.
Podía sentir la vergüenza de Brittany mientras comenzó a mecer sus caderas. Al principio sus movimientos eran conscientes de sí mismos, pero pronto la rubia se sacudió contra ella con descarado entusiasmo, claramente avanzando hacia el clímax. Nalgueó su culo fuerte con la otra mano, sacando un gemido gutural.
—No te atrevas a correrte—le dio una nalgada extra-dura cuando se detuvo bruscamente—No te atrevas a parar, tampoco. Muéstrame la puta caliente, desagradable que eres.
Brittany se empujó en sus codos de nuevo, montándole la mano en un ritmo medido.
Ladeó su pulgar para penetrar más profundamente y movió los dedos en patrones perezosos sobre los labios y el clítoris. Entusiastamente, bombeó sus caderas con locura antes de congelarse a medio empuje, su cuerpo entero temblando.
Dio una rápida, pesada nalgada que hizo que Brittany ahogara un jadeo.
—Te dije que no te detuvieras.
—Sí, ama—Brittany seguía tensa—Lo sé, ama, pero... si sigo haciendo eso, me voy a correr, y me dijiste que no lo hiciera, tampoco...—bajó la cabeza—No quiero desobedecerte. Lo juro.
Le creyó por completo.
Retiró la mano del coño e incapaz de resistir, se lamió los dedos limpiándolos. Brittany sabía delicioso de una manera que no le sorprendió en lo más mínimo.
No podía esperar para probar su sabor directamente de la fuente. Le dio una nalgada más en el trasero.
—Levántate.
Brittany se apresuró a obedecer, casi perdiendo el equilibrio mientras trataba de ponerse de pie. Se paró delante de ella con los ojos bajos en el suelo, con el rostro casi tan rosado como el trasero.
Cuando entrelazó los dedos delante de su recortada mata de rizos, la deliciosa muestra de vulnerabilidad despertó la más oscura lujuria.
—¿Viste los juguetes anales en esa mesa?
Parpadeando rápidamente, Brittany saltó a la atención.
—Sí, ama.
—Escoge uno y tráemelo. No olvides la botella de lubricante.
—Yo... no lo haré, ama—Brittany tragó, luego se giró para acercarse a la mesa con evidente inquietud.
Incluso antes de saber que la rubia no tenía ninguna experiencia previa con la penetración anal, había decidido ofrecerle una gama de opciones. A menos que supiera que un nuevo cliente era particularmente aventurero, prefería permitirles la oportunidad de determinar sus propios límites para el primer encuentro.
Eso no sólo hizo que su cliente se sintiera más cómodo, sino que a menudo la elección revelaba información vital que podía usar a su favor.
Mientras Brittany estudiaba la selección de juguetes, ladeó la cabeza y admiró las rojas huellas que había dejado en su delicioso trasero.
Tenía una debilidad por un buen culo, y la rubia era la perfección. No podía esperar deslizar su lengua por cada inmersión y curva, para que se retorciera.
Dada la oportunidad, adoraría su culo con un nivel de devoción que sospechaba que Brittany no podía concebir.
Felizmente lo haría gratis.
Brittany se giró y captó su mirada fija, ocultó su sonrisa cuando le endureció su expresión, entonces rápidamente bajó la mirada al suelo.
Aclarando su garganta dijo:
—Tráelo aquí.
Brittany cruzó la habitación y le entregó la botella de lubricante y un delgado tapón anal, una vez más, no el más grande en la mesa, pero no el más pequeño.
—Buena elección.
—Gracias, ama.
—De vuelta en mi regazo—dijo dando palmaditas en sus muslos. Brittany se arrastró en el lugar sin dudarlo. Cruzó los brazos sobre el colchón y apoyó la cabeza sobre ellos, luego tomó una respiración profunda—Esto será más fácil si te relajas—le recordó, y esperó a que ella exhalara. Destapó la botella de lubricante—Ábrela para mí.
Brittany obedeció.
Aunque no podía ver su rostro, se imaginó que estaba cerrando sus ojos mientras agarraba sus nalgas y expuso su abertura fruncida al aire frío.
Vertiendo una generosa cantidad de lubricante en sus dedos, los frotó para calentar el líquido espeso, luego cuidadosamente acarició el apretado anillo de músculo. Lo sondeó cautelosamente, encantada de encontrarlo abierto y receptivo a la suave invasión de la yema del dedo hasta el primer nudillo.
Usó su mano libre para acariciar el pelo rubio.
—Lo estás haciendo muy bien, querida.
—Gracias.
Decidiendo no reprenderle por olvidarse de usar su título, se deslizó más profundamente, haciendo que gimiera y se balanceó hacia atrás en su dedo, tomándola en todo el camino.
Riéndose, se retiró y luego presionó hacia dentro.
—¿Estás segura que nunca has hecho esto antes?
—Sí, ama.
—¿Así que sólo eres natural para metértela en el culo?—apretó sus dedos en el cabello rubio y tiró de él.
Era hora de liberar algo del lenguaje más fuerte que Brittany había solicitado para ver cómo iba a ser recibido.
—Mírate, el coño chorreando, follando mi dedo como una maldita puta anal.
A pesar de su lenguaje áspero, mantuvo sus empujes lentos y suaves, permitiendo a Brittany marcar el ritmo.
—Pequeña perra repugnante.
La rubia gimió fuerte, implacable en sus movimientos desenfrenados.
—Sí, ama.
—¿Estás lista para algo más grande?—retiró su dedo hasta la punta y le soltó el cabello para exprimir más lubricante en su mano, luego presionó de
nuevo con dos dedos. Se movió tortuosamente lento, contenta de que aún estuviera relajada—Claro que lo estás, querida. Pide por algo más grande.
—¿Puedo... puedo tener algo más grande, ama?
—Por supuesto que puedes, maldita puta—quitó sus dedos, lanzando aún más lubricante en el delgado tapón que había elegido—Y lo mantendrás ahí hasta que te haga correrte.
La respiración de Brittany tartamudeó mientras giraba la punta lubricada del juguete alrededor de su ano.
—Sí, ama—susurró.
Se mordió el labio mientras empujaba el juguete dentro. Lanzó su mirada a los hombros de Brittany, las manos, la parte posterior de la cabeza, tratando de controlar su reacción a la penetración.
El sexo anal podría rápidamente convertirse en desagradable, especialmente para los no iniciados, y quería que esto fuera una experiencia positiva y placentera de principio a fin.
—¿Se siente bien? La verdad.
—Es tan bueno, ama.
Alentada por el deseo desnudo en la voz gutural de Brittany, condujo el tapón lo más profundo como podía.
—Lo has tomado como una chica traviesa, ¿verdad?—quitó las manos lejos de su trasero, y luego dio una firme palmada a cada nalga, haciendo que lanzara un grito de sorpresa, sin duda sintiendo cada pulgada del juguete—Levántate.
Brittany tropezó mientras se ponía de pie. Parada con rigidez, claramente tratando de aclimatarse a la sensación desconocida del tapón de silicona en su interior.
Tenía la cara enrojecida, el pelo revuelto y salvaje.
Reconoció la mirada desesperada, empañada en sus ojos, la niebla del sexo que se había asentado sobre ella. Brittany Pierce necesitaba correrse, y necesitaba correrse ahora.
Sus fosas nasales se dilataron en el poder embriagador de ser la única que podía conceder a Brittany la liberación que tan claramente ansiaba.
Se levantó y señaló la cama.
—Acuéstate de espaldas—mientras la rubia se apresuró a obedecer, se acercó a la mesa para agarrar un juego de muñequeras forradas de piel—Y levanta las manos.
Cuando se dio la vuelta con las muñequeras en la mano, la visión de Brittany extendida sobre la cama, desnudos y muy indefensos, ojos cafés cubiertos de confianza, la enmudeció.
Y de repente, de manera inusual, se puso nerviosa. Su aliento se atrapó en su garganta, su corazón empezó a acelerarse, y por primera vez en su vida profesional, vaciló y casi rompió el personaje.
Maldición.
¿Era esto... pánico escénico ?
Quería complacer a Brittany.
De verdad, realmente quería de una manera que iba más allá de tomar el orgullo de su trabajo.
Quería hacer temblar todo el cuerpo de Brittany con placer, para darle el mejor sexo de su vida.
Necesita sentirse como si hubiera ganado el dinero que ni siquiera quería aceptar. La noche podría haber comenzado como una simple transacción de negocios, pero no podía negar que se había convertido al menos un poco personal.
Quería follar a esta mujer, y quería que Brittany recordara siempre cómo se sentía.
La rubia se removió, sacándola de su estupor. Enderezándose, puso su mejor cara y se acercó a la cama, levantando las muñequeras en el aire para que la pudiera ver.
Se rehusaba a considerarse como otra cosa que no fuera un compasivo, pero firme profesional.
Brittany no había pagado por el privilegio de tener a una trabajadora sexual desarrollando un enamoramiento adolescente por ella, y dejar que su absurdo capricho sea conocido seguramente pondrá un freno en una noche que la rubia había gastado mucho dinero para disfrutar.
Sentándose en el borde de la cama, tomó la muñeca de Brittany y la colocó dentro de una muñequera. En lugar de evitar la mirada azul, la miró directamente a los ojos.
Proyectaba fuerza poderosa, implacable, tal como la fantasía de Brittany requería.
Como era de esperar, para su alivio, la rubia sumisamente desplazó su atención a sus muñecas mientras las ataba a las esquinas de la cabecera.
Una vez que la tenía asegurada, cogió la barbilla con fuerza.
—No vas a ninguna parte ahora, ¿verdad?
—No, ama—Brittany susurró.
Dio a una de sus muñecas una sacudida sutil, como si probara sus ataduras.
Rió, soltándole la barbilla. Pasó su mano a través de la punta del pecho, golpeando un pezón duro como una roca.
Gimiendo, Brittany arqueó su espalda y tiró con más fuerza contra las muñequeras.
—Trata de escapar—golpeó su otro pecho, sacando un grito jadeante, excitado que hizo palpitar su clítoris—Hazlo, puta. Trata de alejarte de mí. Antes de que realmente te castigue—le dio una palmada dos veces más, una vez en cada pecho.
Brittany comenzó a luchar contra sus ataduras, las fosas nasales se encendían y las piernas pateaban.
En una de sus respuestas más personales sobre el cuestionario de la agencia, la rubia había puesto que sus fantasías estaban impulsadas por una profunda necesidad de tener el control lejos en una situación donde se sentía segura.
Su palabra segura, unicornio, garantizaba su seguridad.
Su trabajo era hacer que Brittany se sintiera impotente de una manera que cumpliera sus deseos más secretos. Pedirle que tratara de escapar era la manera perfecta de trasmitir el hecho de que estaba a su merced.
Por la forma en que el pecho de la rubia comenzó a agitarse y su movimiento se volvió errático, podía ver que había recibido el mensaje.
Ahora era el momento de detener su pánico.
Agarrando los hombros de Brittany, la inmovilizó contra la cama y detuvo la lucha de su parte superior del cuerpo.
La ojiazul siguió pateando sus piernas hasta que ella cambió de posición, atrapándola bajo el peso de su cuerpo desnudo, dolorosamente excitado.
Ignorando su gemido de derrota, deslizó su muslo entre los de Brittany y sonrió a la sensación de jugos resbaladizos cubriendo su piel.
—No vas a ninguna parte—murmuró. Viendo la verdadera ansiedad en los ojos de Brittany, se inclinó para besar una de las esquinas de su boca, luego la otra—Pareces tan asustada, pero estoy dispuesta a apostar que si te desato en este momento, te visto y te ofrezco un viaje a casa...—balanceó sus caderas hacia la rubia, quien reflejó su movimiento—Bueno, ¿qué dirías?
Brittany dibujó sus labios en una fina línea. Ella percibió su vacilación y empujó contra ella otra vez.
Exhalando, la rubia susurró:
—Yo diría que no, gracias. Ama.
—¿Porque quieres ser follada?
Brittany giró la cabeza hacia un lado y cerró los ojos. Contempló, fascinada, en el juego de emoción cruzar su hermoso rostro.
—Sí, ama.
—Dilo.
—Quiero ser follada.
Tomándole la barbilla giró la cabeza a su posición original. Luego le dio una palmada en la mejilla, lo bastante fuerte como para sorprenderla para que abriera los ojos.
—Mírame. Mírame y repítelo—lamentó la orden tan pronto como la pronunció, porque cuando Brittany la miró fijamente, en su interior, más bien, la intensidad de sus ojos amenazó con descarrilarla.
Debajo de ella, la rubia pareció relajarse.
—Quiero que me folles, ama.
Necesito un par de respiraciones para volver a encender su cerebro. Parpadeó, luego soltándole la barbilla, acaricio el lado de su cara en cambio.
El instinto le gritaba besar a Brittany, porque nunca había deseado a alguien tanto sin ceder a la urgencia de conectarse de la manera más íntima.
Rara vez besaba a los clientes, pero ya había sucumbido una vez esta noche.
Anteriormente había sido para tranquilizar a Brittany, pero ahora no había ninguna razón para ir por más excepto para satisfacer su propio deseo.
—Ama—Brittany susurró.
Sus ojos ardían con la misma hambre que roía en su vientre.
Bajó la cabeza y presionó sus labios contra los de Brittany. El gemido entrecortado que la encontró, y la cálida, húmeda dicha de la lengua de la rubia saliendo a su encuentro, ahuyentaron cualquier pensamiento de retenerlo.
Movió sus manos hacia el cabello dorado, acariciando con reverencia mientras se deleitaba en el placer decadente de besar a una mujer dulce, hermosa.
Rompieron el beso mutuamente algún tiempo después, ambas jadeando, se quedó sin habla ante la pura perfección de su sesión de besos. Su muslo se había abierto camino entre las piernas de Brittany, y podía sentir el calor resbaladizo de su sexo presionado contra su piel.
Las caderas de la ojiazul se sacudieron, su cuerpo entero tensándose de una manera que ahora comprendió que significaba que estaba tratando de contener un clímax inminente.
El deseo de evitar más el orgasmo de Brittany la impulsó a entrar en acción.
Apartándose se levantó de la cama, una vez más débil de las rodillas.
Si lograba sobrevivir a esta cita sin hacer el ridículo total, se consideraría afortunada.
Brittany Pierce era algo especial, sin duda.
Exhalando, gruñó:
—Vuelvo enseguida. Quédate aquí y piensa en lo que te voy a hacer cuando regrese.
En una similar voz sin aliento, Brittany dijo:
—Lo haré, ama.
Se estremeció.
Era hora de ir a lavarse las manos y dar un rápido paseo alrededor del penthouse.
Lo que fuera necesario para despejar su cabeza, porque cuando regresara, planeaba sacudir el mundo de Brittany Pierce.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES
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FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Cap 4
Capitulo 4
Tan pronto como Santana salió del dormitorio, cerró los ojos.
Estaba en un estado de sobrecarga sensorial, y añadir estimulación visual a la mezcla era simplemente demasiado.
Su piel se estremecía en todos los lugares que Santana la había nalgueado y palmeado, y su coño literalmente palpitaba, abierto y goteando y tan triste, terriblemente vacío.
Sus muñecas ardían por luchar contra las muñequeras, y la sensación del tapón dentro de su culo la hacía sentirse loca, frenética por un orgasmo.
No era más que pura sensación, el intelecto despojado por la noche, tal como había deseado.
¿Y ese beso que Santana acababa de darle?
Ni siquiera sabía cómo eso la hacía sentir.
Caliente por todas partes. Sola. Encaprichada.
Respiró hondo, luego exhaló. Hasta ahora, esta noche había superado todas sus esperanzas más salvajes.
No sólo estaba disfrutando de cada detalle de su fantasía más secreta, sino que Santana la había hecho sentir cosas que nunca pensó posible.
Había mantenido sus expectativas bajas de su acompañante a propósito, sin saber que iba a conseguir. Pero esta mujer, tan sensualmente, tan fuerte, era exactamente lo que había deseado.
Por si fuera poco, sin importar cuán rudo que se convirtió, sin importar lo convincente que entregó el crudo diálogo que había pedido escuchar, Santana la hizo sentirse segura.
Y eso era una locura, porque nada la había hecho sentirse segura en mucho, mucho tiempo, tanto de lo que podía recordar.
No sabía si reír o llorar que aparentemente había encontrado a una prostituta para descubrir este tipo de intimidad y conexión.
La puerta del dormitorio se abrió, sobresaltándola a la conciencia. Levantó la cabeza y miró a Santana, que se detuvo en la puerta y la miró con ojos ardientes.
Ella era magnífica: curvas femeninas y rasgos oscuramente hermosos que ocultaban impresionante la vulnerabilidad que había visto más de una vez.
Ella era fascinante, atractiva, misteriosa, y valía cada centavo.
Santana cerró la puerta y se acercó a la mesa de juguetes, dándole la espalda mientras se metía en un arnés de cuero. Con la atención de la morena concentrada en sujetar el consolador que había elegido, aprovechó la oportunidad para mirar.
El culo bien definido de Santana era una cosa de belleza. Ansiaba hundir sus dientes en una de sus firmes nalgas, luego probar su coño de nuevo.
―¿De qué estás sonriendo?―Santana se giró, dándole su primer vislumbre del consolador de color melocotón que sobresalía entre sus muslos firmes.
Sus músculos internos se apretaron a la vista, desatando ondas de choque profundamente dentro de su culo.
¿Qué había estado pensando, escogiendo uno tan grande?
Pero sabía exactamente lo que había pensado, lo que todavía pensaba. Esta noche era una experiencia única en la vida, por lo que debería hacer que cuente.
Santana se sentó en el borde de la cama, pellizcándole el pezón con fuerza suficiente para provocar una pequeño choque de dolor. Su coño se apretó más fuerte esta vez, amenazando con provocar el orgasmo contra el que había estado luchando por lo que parecían horas ahora.
Sin vacilar, Santana pellizcó el otro.
―Te hice una pregunta. Contesta.
Parpadeó, tratando de recordar lo que le había preguntado.
―Yo... no recuerdo, ama.
―¿No recuerdas por qué estabas sonriendo?
Oh.
Bueno, técnicamente no recordaba nada en este momento. Su cerebro había hecho cortocircuito.
―No, ama.
―¿Tal vez estabas pensando en tomar mi verga?
Probablemente.
―Sí, ama.
Santana se movió más lejos en la cama para sentarse cerca de sus piernas
que estaban cruzadas en los tobillos.
―Déjame ver tu cuca.
La palabra, cuca, la golpeó en el estómago como un golpe suave.
Le había pedido a Santana que la usara. Y eso la excitó, pero también la avergonzó. El cual había sido el punto de querer eso, suponía.
La morena palmeó la parte interior del muslo, sacándola de su autoanálisis. Necesitaba dejar de pensar y empezar a reaccionar.
Abrió las piernas, estremeciéndose cuando Santana se echó hacia atrás, inclinó la cabeza y estudió su sexo obscenamente húmedo con interés.
―Tan linda―Santana murmuró, pasando los dedos sobre sus labios vaginales―Una cuca tan bonita, rosada, bastante húmeda―miró su rostro mientras decía las palabras, sonriendo a lo que veía ahí―Recuerda, puta, que no se te permite correrte. No importa lo que yo haga. No importa que tanto lo quieras.
Las palabras provocaron otro estremecimiento.
Esa era una orden extremadamente alta. Todo lo que tomaría era la más mínima estimulación y ella llegaría al orgasmo.
Conocía su cuerpo lo suficiente como para darse cuenta de que sería imposible sostener su clímax. Pero también sabía que no podía decirle a Santana “no” de nuevo.
―Lo comprendo, ama. Intentaré dar lo mejor de mí.
Quitó la mano de su coño y arrastró sus dedos húmedos a través de su boca.
―Lo harás mejor que eso, querida. O te haré lamentarlo.
Tendría más fe en su capacidad de obedecer si Santana sólo dejara de ser tan condenadamente caliente, e intimidante. A pesar de sus dudas, dijo:
―Sí, ama.
―Excelente―Santana se arrastró entre sus muslos, acostada en su vientre. Utilizó sus manos para separarle las rodillas, luego acarició con los pulgares a lo largo de los pliegues sensibles, expuestos―Tienes un pequeño coño tan apretado... necesito prepararte para mi verga grande y dura―bajó la cara y le dio un suave beso en sus labios vaginales―Vas a saber tan jodidamente bien, ¿verdad?
―Oh, Dios―susurró en el toque de la lengua contra su clítoris.
Era demasiado, no sería capaz de resistir un asalto oral.
Santana no dijo nada, simplemente presionó más y le pasó la lengua arriba y debajo de la longitud de su sexo. Cuando se detuvo para chupar suavemente sobre su distendido clítoris, el placer literalmente trajo lágrimas a sus ojos.
―Oh―jadeó―Oh, por favor para―lanzó un grito de alivio cuando soltó su clítoris, entonces gimió a la punzada de una suave mano palmeando su excitado sexo.
―No me digas que me detenga―Santana bajó la cara, lamiéndola desafiante―Nunca me digas que me detenga, ¿entiendes? Tu coño es mío―con una última succión de su clítoris, deslizó la lengua hasta su hendidura y luego empujó dentro. Su otra mano encontró la base del tapón anal, moviéndolo suavemente.
El estímulo combinado era casi demasiado.
Las caderas torciéndose de placer, luchó para no ceder a su necesidad desgarradora. Santana la estaba poniendo a prueba y ella quería tanto no fallar.
Seguramente la morena cedería pronto.
Tenía que darse cuenta de que todo el mundo tenía su límite, y ella se tambalea justo en el borde del suyo.
―Sí, ama―dejó escapar un sollozo de alivio cuando Santana se retiró, entonces se quejó con desesperación cuando su lengua caliente rodeó de nuevo su clítoris―Oh, Dios, ama. Yo... no puedo…
―Pero debes hacerlo―le sonrió, viéndose tan guapa que tenía que rizar sus dedos del pie para forzadamente alejar su clímax. Deslizó su lengua a través de su humedad, se detuvo el tiempo suficiente para levantar una ceja, luego la lamió de nuevo―Debes ser fuerte. No correrte. No me dejes hacerte esto
Tiró de las restricciones mientras Santana seguía lamiendo y chupando sin piedad.
No sería capaz de detenerse si la morena seguía así, y no había nada que
pudiera hacer al respecto. Cuanto más se esforzaba, más fuerte era el agarre en sus caderas, más implacable su lengua.
Sus muslos temblaron incontrolablemente mientras luchaba por torcer el agarre de acero.
―No, oh mierda, no, no, no―se quejó.
Deseó que sus manos estuvieran libres, que pudiera usarlas para agarrar la cabeza de Santana y forzar a apartar la boca.
La visión de la morena besándola tan íntimamente era demasiado, demasiado, así que cerró los ojos porque era lo único que podía hacer.
―No, no, no―susurró―Tienes... o voy a... mierda, ama, para. Por favor. Por favor.
Y entonces los dedos de Santana estaban dentro de ella, abriéndola, y sabía que no se detendría.
Iba a obligarla a correrse.
Obligarla a desobedecer, a fracasar.
Sus ojos picaban, las lágrimas ardían hacia el frente.
La boca caliente y húmeda de Santana era la cosa más exquisita que jamás había sentido.
El sudor goteaba entre sus pechos, por su cuello, cuando le robó el último pedazo de su control.
El orgasmo fue inevitable.
Con un grito ronco se rindió. Sus caderas se sacudieron bruscamente contra la cara de Santana, la traición de su cuerpo desencadenando una mezcla de vergüenza y euforia que la destrozaba.
Nunca había sabido que este tipo de placer existiera, que otra persona pudiera hacerla sentir como si se estuviera muriendo y disfrutando cada segundo de ello.
Era apenas consciente de cómo los expertos dedos de Santana estaban acariciándola, o de lo amorosa que su boca parecía al explorar cada pulgada de su carne palpitante.
Cuando bajó de su pico, trató de apartarse, quien se aferró a ella insistentemente y continuó dándose un festín. Ahora era realmente demasiado, malditamente demasiado, y sabía que podía pronunciar una sola palabra y terminar el exquisito tormento, pero no podía hacerlo.
No quería que esto terminara.
Finalmente Santana la soltó, dejándola con una última, persistente lamida.
Los músculos de su estómago se retorcieron y se estremeció cuando la tensión finalmente se calmó. Las ardientes lágrimas se deslizaban sobre las sienes y desaparecían en su pelo empapado de sudor.
Todo su cuerpo zumbaba con la avalancha de endorfinas largamente ausentes.
Completamente destrozada, no tenía la presencia de ánimo para preguntarse qué ocurriría a continuación hasta que Santana subió encima de su cuerpo y se acomodó entre sus muslos todavía extendidos. La dura longitud del consolador se deslizó contra sus pliegues hipersensibles, empujándola de regreso a la conciencia.
Santana agarró sus muñecas esposadas, todavía atadas a la cama, y las sujetó contra el colchón.
―Eres una muy, muy traviesa chica―Santana movió las caderas, deslizando el consolador a través de su humedad. Entonces soltó una de sus muñecas, alcanzó entre sus cuerpos, y guio la protuberante cabeza a su
abertura―Te dije que no te corrieras.
―Lo siento―susurró, luego gritó cuando la penetró, lentamente al principio, conduciendo la verga en un movimiento tortuoso. Sin aliento se arqueó debajo de ella y gimió―Ama.
―¿Cómo debería castigarte?―Santana agarró su muñeca de nuevo, sujetándola a la cama. Osciló sus caderas, retirando la verga, luego forzándola en el más profundo―¿Te gusta esto? ¿Follarte? ¿Debo hacer que me ruegues parar?―sus empujes aumentaron en fuerza y ritmo, trayendo nuevas lágrimas a sus ojos―Podría follarte así toda la noche.
Oh, era maravilloso.
Ser llenada por Santana, tomada, usada como la puta caliente que a menudo fantaseaba actuar, a millas de distancia del adulto responsable que había tenido que ser durante la mayor parte de su vida.
Deseando poder envolver sus brazos alrededor de la espalda morena, tuvo que contentarse con presionar los labios contra el hombro moreno.
―Si ama. Fóllame, ama.
Y entonces Santana dejó de moverse.
Lanzó un grito de alarma, moviéndose en su contra en un vano intento de mantener su ritmo. La morena simplemente la sujetó con más firmeza.
Agotada, se rindió, aceptando que estaba a merced de Santana.
Acercando la boca a su oído, dijo:
―Pero te gusta ser follada, ¿verdad? La forma en que estás retorciéndote debajo de mí, esto parece menos como disciplina y más como darte exactamente lo que quieres.
Su corazón retumbó ante la implicación de esas palabras.
¿Se iba a detener?
Sin saber cómo responder, se quedó quieta. No quería decir algo equivocado, para perder este contacto.
La idea de tener a Santana saliendo y dejarla le daban ganas de echarse a llorar.
Levantando la cabeza, Santana tomó lentas y profundas respiraciones y permitió que el silencio se extendiera entre ellas.
Parecía buscar en sus ojos mientras ella buscaba los suyos, y su pecho se hinchó, porque esto era lo más cercano que había sentido a otro ser humano, jamás.
La realización la aturdió en silencio.
―¿Debo parar?―Santana murmuró.
Sacudió la cabeza, tratando de no parecer tan aterrada como la pregunta la hacía sentir.
No quería que esta cercanía terminara.
―Por favor, no.
Santana levantó una ceja.
―No, ama―se corrigió en un susurro.
―¿Por qué?
Se mordió el labio con fuerza, luchando contra su emoción. Tratando de explicarle cómo le estaba dando algo mucho más grande que el placer físico le haría sonar como una loca.
O patética.
Luchando por articular, dijo:
―Porque... no quiero que lo hagas, ama.
―¿Porque te gusta esto?―tirando hacia atrás con las caderas se retiró, luego lentamente la llenó de nuevo―¿Te gusta eso?―cuando asintió, murmuró―Entonces dilo.
―Me gusta, ama, cuando me follas.
Santana se inmovilizó.
―Con mi verga.
Sin ningún orgullo dejado, dijo:
―Me gusta cuando me follas con tu verga.
―Así que pídemelo.
Anteriormente Santana le había dicho que la haría suplicar. Está claro que sabía lo que estaba haciendo.
Bajando la mirada, dijo:
―Fóllame, ama. Por favor, por favor, fóllame―más que ser follada, necesitaba esta estrecha conexión humana, el elevado peso del cuerpo de Santana sobre el suyo. Si tuviera que arrastrarse para prolongar este momento, lo haría con mucho gusto―No te detengas. No quiero que pares.
La expresión de Santana se suavizó, y sintió que había reconocido la sincera desesperación en sus palabras.
En lugar de sentirse avergonzada, se sintió mareada por el alivio.
De repente, estaba segura de por lo menos una cosa, Santana no se detendría.
En el transcurso de la noche, había desarrollado una profunda confianza de que esta guapa desconocida siempre hacía lo correcto. Y ahora Santana sabía que parar no era lo correcto, en este momento.
Como si le leyera el pensamiento, soltó el agarré de sus muñecas y luego una muñequera, luego la otra. Sorprendida por el repentino giro de los acontecimientos, no se atrevía a moverse, insegura de lo que Santana esperaba de ella.
La morena pasó un brazo por debajo de los hombros, la atrajo hacia sí, y dijo:
―Pon tus manos sobre mí.
Finalmente dándole permiso para hacer lo mismo que había estado ansiando hacer, no perdió el tiempo.
Envolvió sus brazos alrededor de la fuerte espalda y se agarró a los hombros, abrazando fuertemente. Sus manos actuaron como un ancla, manteniéndola atada de forma segura en el momento.
El miedo a perder esta sensación se desvaneció, reemplazada por la increíble alegría de saborear cada segundo de ello.
Santana la besó suavemente, y luego susurró:
―No voy a parar. No hasta que ambas nos corramos.
La tranquila promesa hizo que su coño se contrajera, enviando ondas de placer profundamente en su vientre. El pequeño juguete enterrado sólo intensificó las sensaciones.
Ya sea que Santana comenzara a moverse o no, sabía que no duraría mucho tiempo.
Consciente de que probablemente estaba empujando su suerte, alzó la cabeza y buscó otro beso. Le devolvió el beso de inmediato, recogiéndola en sus brazos y balanceando sus caderas para trabajar el grueso juguete contra la cada vez mayor resistencia.
Deslizó una mano de la espalda sudada de Santana para sostenerle la cabeza, ya no estaba preocupada acerca de interpretar su papel.
Obviamente se habían desviado del guion, pero no le importaba. Estaba actuando desde su interior ahora.
Santana rompió el beso.
―Te sientes tan bien―dijo con voz ronca. Sus caderas se aceleraron, todas y cada una de las fuertes penetraciones la empujaban más cerca del borde―Voy a correrme dentro de ti, dulce Brittany. Dulce, dulce chica.
El deseo en la voz la llevó a un clímax repentino, llameante.
Las contracciones internas, la vergüenza embarazosa de los jugos calientes, la manera en que todo su cuerpo temblaba, la fuerza de todas esas cosas la sorprendió, a pesar de que sabía que el orgasmo se acercaba.
Pero lo que más la impactó fueron los ruidos que hizo: sin inhibiciones, a pleno pulmón, y claramente femenina.
Nunca había oído nada igual de su propia boca. Era como si ella fuera realmente otra persona esta noche.
Santana se alzó en sus manos, los bíceps flexionándose, y bombeando dos veces más en ella, y luego se puso rígida y gimió su propia liberación.
Con la visión borrosa, acarició los cabellos negros y gozó de la vista de la pura satisfacción jugando en su rostro.
Si había sentido una conexión con Santana antes, no era nada comparado con ahora.
Ver a la morena expuesta y perdida en el placer se sentía tan singularmente especial, que la dejó sin aliento.
Mientras el cuerpo de Santana se relajaba, una sombría realidad barrió sobre ella.
La morena no sentía nada singularmente especial en este encuentro. Era sólo otra transacción comercial.
No era más que otra clienta.
E incluso si esta noche le había parecido de alguna manera transformadora, permitiéndole una idea de lo que significaba verdaderamente entregarse, nada de esto era real.
Santana era una prostituta, no su amante.
La simple experiencia más íntima de su vida, y había tenido que pagar por ello.
Su garganta se apretó mientras ahogaba un sollozo. Su estómago se revolvió ante la idea de romperse en frente de Santana, pero tan fuerte como trató de contener las lágrimas, la noche había destrozado su normalmente agarre de hierro en su control.
Girando la cabeza hacia un lado, cerró los ojos e intentó no dejar ver a la morena cuán débil era en realidad.
―Hey―la voz ronca de Santana, teñida de preocupación, desencadenó una renovada inundación de lágrimas. Pasó la mano por su mejilla persuadiéndola a mirar de frente―Brittany, oye. No llores.
Sacudió la cabeza y trató de reír pero le salió mal, y sólo sonaba tan patéticamente triste.
Una nueva humillación se apoderó de ella, y esta vez no había nada excitante ante esto.
―Lo siento―en un intento desesperado de volver la noche a la normalidad, abrió los ojos y susurró―Lo siento mucho, ama.
Santana parpadeó.
―Unicornio.
Estaba en un estado de sobrecarga sensorial, y añadir estimulación visual a la mezcla era simplemente demasiado.
Su piel se estremecía en todos los lugares que Santana la había nalgueado y palmeado, y su coño literalmente palpitaba, abierto y goteando y tan triste, terriblemente vacío.
Sus muñecas ardían por luchar contra las muñequeras, y la sensación del tapón dentro de su culo la hacía sentirse loca, frenética por un orgasmo.
No era más que pura sensación, el intelecto despojado por la noche, tal como había deseado.
¿Y ese beso que Santana acababa de darle?
Ni siquiera sabía cómo eso la hacía sentir.
Caliente por todas partes. Sola. Encaprichada.
Respiró hondo, luego exhaló. Hasta ahora, esta noche había superado todas sus esperanzas más salvajes.
No sólo estaba disfrutando de cada detalle de su fantasía más secreta, sino que Santana la había hecho sentir cosas que nunca pensó posible.
Había mantenido sus expectativas bajas de su acompañante a propósito, sin saber que iba a conseguir. Pero esta mujer, tan sensualmente, tan fuerte, era exactamente lo que había deseado.
Por si fuera poco, sin importar cuán rudo que se convirtió, sin importar lo convincente que entregó el crudo diálogo que había pedido escuchar, Santana la hizo sentirse segura.
Y eso era una locura, porque nada la había hecho sentirse segura en mucho, mucho tiempo, tanto de lo que podía recordar.
No sabía si reír o llorar que aparentemente había encontrado a una prostituta para descubrir este tipo de intimidad y conexión.
La puerta del dormitorio se abrió, sobresaltándola a la conciencia. Levantó la cabeza y miró a Santana, que se detuvo en la puerta y la miró con ojos ardientes.
Ella era magnífica: curvas femeninas y rasgos oscuramente hermosos que ocultaban impresionante la vulnerabilidad que había visto más de una vez.
Ella era fascinante, atractiva, misteriosa, y valía cada centavo.
Santana cerró la puerta y se acercó a la mesa de juguetes, dándole la espalda mientras se metía en un arnés de cuero. Con la atención de la morena concentrada en sujetar el consolador que había elegido, aprovechó la oportunidad para mirar.
El culo bien definido de Santana era una cosa de belleza. Ansiaba hundir sus dientes en una de sus firmes nalgas, luego probar su coño de nuevo.
―¿De qué estás sonriendo?―Santana se giró, dándole su primer vislumbre del consolador de color melocotón que sobresalía entre sus muslos firmes.
Sus músculos internos se apretaron a la vista, desatando ondas de choque profundamente dentro de su culo.
¿Qué había estado pensando, escogiendo uno tan grande?
Pero sabía exactamente lo que había pensado, lo que todavía pensaba. Esta noche era una experiencia única en la vida, por lo que debería hacer que cuente.
Santana se sentó en el borde de la cama, pellizcándole el pezón con fuerza suficiente para provocar una pequeño choque de dolor. Su coño se apretó más fuerte esta vez, amenazando con provocar el orgasmo contra el que había estado luchando por lo que parecían horas ahora.
Sin vacilar, Santana pellizcó el otro.
―Te hice una pregunta. Contesta.
Parpadeó, tratando de recordar lo que le había preguntado.
―Yo... no recuerdo, ama.
―¿No recuerdas por qué estabas sonriendo?
Oh.
Bueno, técnicamente no recordaba nada en este momento. Su cerebro había hecho cortocircuito.
―No, ama.
―¿Tal vez estabas pensando en tomar mi verga?
Probablemente.
―Sí, ama.
Santana se movió más lejos en la cama para sentarse cerca de sus piernas
que estaban cruzadas en los tobillos.
―Déjame ver tu cuca.
La palabra, cuca, la golpeó en el estómago como un golpe suave.
Le había pedido a Santana que la usara. Y eso la excitó, pero también la avergonzó. El cual había sido el punto de querer eso, suponía.
La morena palmeó la parte interior del muslo, sacándola de su autoanálisis. Necesitaba dejar de pensar y empezar a reaccionar.
Abrió las piernas, estremeciéndose cuando Santana se echó hacia atrás, inclinó la cabeza y estudió su sexo obscenamente húmedo con interés.
―Tan linda―Santana murmuró, pasando los dedos sobre sus labios vaginales―Una cuca tan bonita, rosada, bastante húmeda―miró su rostro mientras decía las palabras, sonriendo a lo que veía ahí―Recuerda, puta, que no se te permite correrte. No importa lo que yo haga. No importa que tanto lo quieras.
Las palabras provocaron otro estremecimiento.
Esa era una orden extremadamente alta. Todo lo que tomaría era la más mínima estimulación y ella llegaría al orgasmo.
Conocía su cuerpo lo suficiente como para darse cuenta de que sería imposible sostener su clímax. Pero también sabía que no podía decirle a Santana “no” de nuevo.
―Lo comprendo, ama. Intentaré dar lo mejor de mí.
Quitó la mano de su coño y arrastró sus dedos húmedos a través de su boca.
―Lo harás mejor que eso, querida. O te haré lamentarlo.
Tendría más fe en su capacidad de obedecer si Santana sólo dejara de ser tan condenadamente caliente, e intimidante. A pesar de sus dudas, dijo:
―Sí, ama.
―Excelente―Santana se arrastró entre sus muslos, acostada en su vientre. Utilizó sus manos para separarle las rodillas, luego acarició con los pulgares a lo largo de los pliegues sensibles, expuestos―Tienes un pequeño coño tan apretado... necesito prepararte para mi verga grande y dura―bajó la cara y le dio un suave beso en sus labios vaginales―Vas a saber tan jodidamente bien, ¿verdad?
―Oh, Dios―susurró en el toque de la lengua contra su clítoris.
Era demasiado, no sería capaz de resistir un asalto oral.
Santana no dijo nada, simplemente presionó más y le pasó la lengua arriba y debajo de la longitud de su sexo. Cuando se detuvo para chupar suavemente sobre su distendido clítoris, el placer literalmente trajo lágrimas a sus ojos.
―Oh―jadeó―Oh, por favor para―lanzó un grito de alivio cuando soltó su clítoris, entonces gimió a la punzada de una suave mano palmeando su excitado sexo.
―No me digas que me detenga―Santana bajó la cara, lamiéndola desafiante―Nunca me digas que me detenga, ¿entiendes? Tu coño es mío―con una última succión de su clítoris, deslizó la lengua hasta su hendidura y luego empujó dentro. Su otra mano encontró la base del tapón anal, moviéndolo suavemente.
El estímulo combinado era casi demasiado.
Las caderas torciéndose de placer, luchó para no ceder a su necesidad desgarradora. Santana la estaba poniendo a prueba y ella quería tanto no fallar.
Seguramente la morena cedería pronto.
Tenía que darse cuenta de que todo el mundo tenía su límite, y ella se tambalea justo en el borde del suyo.
―Sí, ama―dejó escapar un sollozo de alivio cuando Santana se retiró, entonces se quejó con desesperación cuando su lengua caliente rodeó de nuevo su clítoris―Oh, Dios, ama. Yo... no puedo…
―Pero debes hacerlo―le sonrió, viéndose tan guapa que tenía que rizar sus dedos del pie para forzadamente alejar su clímax. Deslizó su lengua a través de su humedad, se detuvo el tiempo suficiente para levantar una ceja, luego la lamió de nuevo―Debes ser fuerte. No correrte. No me dejes hacerte esto
Tiró de las restricciones mientras Santana seguía lamiendo y chupando sin piedad.
No sería capaz de detenerse si la morena seguía así, y no había nada que
pudiera hacer al respecto. Cuanto más se esforzaba, más fuerte era el agarre en sus caderas, más implacable su lengua.
Sus muslos temblaron incontrolablemente mientras luchaba por torcer el agarre de acero.
―No, oh mierda, no, no, no―se quejó.
Deseó que sus manos estuvieran libres, que pudiera usarlas para agarrar la cabeza de Santana y forzar a apartar la boca.
La visión de la morena besándola tan íntimamente era demasiado, demasiado, así que cerró los ojos porque era lo único que podía hacer.
―No, no, no―susurró―Tienes... o voy a... mierda, ama, para. Por favor. Por favor.
Y entonces los dedos de Santana estaban dentro de ella, abriéndola, y sabía que no se detendría.
Iba a obligarla a correrse.
Obligarla a desobedecer, a fracasar.
Sus ojos picaban, las lágrimas ardían hacia el frente.
La boca caliente y húmeda de Santana era la cosa más exquisita que jamás había sentido.
El sudor goteaba entre sus pechos, por su cuello, cuando le robó el último pedazo de su control.
El orgasmo fue inevitable.
Con un grito ronco se rindió. Sus caderas se sacudieron bruscamente contra la cara de Santana, la traición de su cuerpo desencadenando una mezcla de vergüenza y euforia que la destrozaba.
Nunca había sabido que este tipo de placer existiera, que otra persona pudiera hacerla sentir como si se estuviera muriendo y disfrutando cada segundo de ello.
Era apenas consciente de cómo los expertos dedos de Santana estaban acariciándola, o de lo amorosa que su boca parecía al explorar cada pulgada de su carne palpitante.
Cuando bajó de su pico, trató de apartarse, quien se aferró a ella insistentemente y continuó dándose un festín. Ahora era realmente demasiado, malditamente demasiado, y sabía que podía pronunciar una sola palabra y terminar el exquisito tormento, pero no podía hacerlo.
No quería que esto terminara.
Finalmente Santana la soltó, dejándola con una última, persistente lamida.
Los músculos de su estómago se retorcieron y se estremeció cuando la tensión finalmente se calmó. Las ardientes lágrimas se deslizaban sobre las sienes y desaparecían en su pelo empapado de sudor.
Todo su cuerpo zumbaba con la avalancha de endorfinas largamente ausentes.
Completamente destrozada, no tenía la presencia de ánimo para preguntarse qué ocurriría a continuación hasta que Santana subió encima de su cuerpo y se acomodó entre sus muslos todavía extendidos. La dura longitud del consolador se deslizó contra sus pliegues hipersensibles, empujándola de regreso a la conciencia.
Santana agarró sus muñecas esposadas, todavía atadas a la cama, y las sujetó contra el colchón.
―Eres una muy, muy traviesa chica―Santana movió las caderas, deslizando el consolador a través de su humedad. Entonces soltó una de sus muñecas, alcanzó entre sus cuerpos, y guio la protuberante cabeza a su
abertura―Te dije que no te corrieras.
―Lo siento―susurró, luego gritó cuando la penetró, lentamente al principio, conduciendo la verga en un movimiento tortuoso. Sin aliento se arqueó debajo de ella y gimió―Ama.
―¿Cómo debería castigarte?―Santana agarró su muñeca de nuevo, sujetándola a la cama. Osciló sus caderas, retirando la verga, luego forzándola en el más profundo―¿Te gusta esto? ¿Follarte? ¿Debo hacer que me ruegues parar?―sus empujes aumentaron en fuerza y ritmo, trayendo nuevas lágrimas a sus ojos―Podría follarte así toda la noche.
Oh, era maravilloso.
Ser llenada por Santana, tomada, usada como la puta caliente que a menudo fantaseaba actuar, a millas de distancia del adulto responsable que había tenido que ser durante la mayor parte de su vida.
Deseando poder envolver sus brazos alrededor de la espalda morena, tuvo que contentarse con presionar los labios contra el hombro moreno.
―Si ama. Fóllame, ama.
Y entonces Santana dejó de moverse.
Lanzó un grito de alarma, moviéndose en su contra en un vano intento de mantener su ritmo. La morena simplemente la sujetó con más firmeza.
Agotada, se rindió, aceptando que estaba a merced de Santana.
Acercando la boca a su oído, dijo:
―Pero te gusta ser follada, ¿verdad? La forma en que estás retorciéndote debajo de mí, esto parece menos como disciplina y más como darte exactamente lo que quieres.
Su corazón retumbó ante la implicación de esas palabras.
¿Se iba a detener?
Sin saber cómo responder, se quedó quieta. No quería decir algo equivocado, para perder este contacto.
La idea de tener a Santana saliendo y dejarla le daban ganas de echarse a llorar.
Levantando la cabeza, Santana tomó lentas y profundas respiraciones y permitió que el silencio se extendiera entre ellas.
Parecía buscar en sus ojos mientras ella buscaba los suyos, y su pecho se hinchó, porque esto era lo más cercano que había sentido a otro ser humano, jamás.
La realización la aturdió en silencio.
―¿Debo parar?―Santana murmuró.
Sacudió la cabeza, tratando de no parecer tan aterrada como la pregunta la hacía sentir.
No quería que esta cercanía terminara.
―Por favor, no.
Santana levantó una ceja.
―No, ama―se corrigió en un susurro.
―¿Por qué?
Se mordió el labio con fuerza, luchando contra su emoción. Tratando de explicarle cómo le estaba dando algo mucho más grande que el placer físico le haría sonar como una loca.
O patética.
Luchando por articular, dijo:
―Porque... no quiero que lo hagas, ama.
―¿Porque te gusta esto?―tirando hacia atrás con las caderas se retiró, luego lentamente la llenó de nuevo―¿Te gusta eso?―cuando asintió, murmuró―Entonces dilo.
―Me gusta, ama, cuando me follas.
Santana se inmovilizó.
―Con mi verga.
Sin ningún orgullo dejado, dijo:
―Me gusta cuando me follas con tu verga.
―Así que pídemelo.
Anteriormente Santana le había dicho que la haría suplicar. Está claro que sabía lo que estaba haciendo.
Bajando la mirada, dijo:
―Fóllame, ama. Por favor, por favor, fóllame―más que ser follada, necesitaba esta estrecha conexión humana, el elevado peso del cuerpo de Santana sobre el suyo. Si tuviera que arrastrarse para prolongar este momento, lo haría con mucho gusto―No te detengas. No quiero que pares.
La expresión de Santana se suavizó, y sintió que había reconocido la sincera desesperación en sus palabras.
En lugar de sentirse avergonzada, se sintió mareada por el alivio.
De repente, estaba segura de por lo menos una cosa, Santana no se detendría.
En el transcurso de la noche, había desarrollado una profunda confianza de que esta guapa desconocida siempre hacía lo correcto. Y ahora Santana sabía que parar no era lo correcto, en este momento.
Como si le leyera el pensamiento, soltó el agarré de sus muñecas y luego una muñequera, luego la otra. Sorprendida por el repentino giro de los acontecimientos, no se atrevía a moverse, insegura de lo que Santana esperaba de ella.
La morena pasó un brazo por debajo de los hombros, la atrajo hacia sí, y dijo:
―Pon tus manos sobre mí.
Finalmente dándole permiso para hacer lo mismo que había estado ansiando hacer, no perdió el tiempo.
Envolvió sus brazos alrededor de la fuerte espalda y se agarró a los hombros, abrazando fuertemente. Sus manos actuaron como un ancla, manteniéndola atada de forma segura en el momento.
El miedo a perder esta sensación se desvaneció, reemplazada por la increíble alegría de saborear cada segundo de ello.
Santana la besó suavemente, y luego susurró:
―No voy a parar. No hasta que ambas nos corramos.
La tranquila promesa hizo que su coño se contrajera, enviando ondas de placer profundamente en su vientre. El pequeño juguete enterrado sólo intensificó las sensaciones.
Ya sea que Santana comenzara a moverse o no, sabía que no duraría mucho tiempo.
Consciente de que probablemente estaba empujando su suerte, alzó la cabeza y buscó otro beso. Le devolvió el beso de inmediato, recogiéndola en sus brazos y balanceando sus caderas para trabajar el grueso juguete contra la cada vez mayor resistencia.
Deslizó una mano de la espalda sudada de Santana para sostenerle la cabeza, ya no estaba preocupada acerca de interpretar su papel.
Obviamente se habían desviado del guion, pero no le importaba. Estaba actuando desde su interior ahora.
Santana rompió el beso.
―Te sientes tan bien―dijo con voz ronca. Sus caderas se aceleraron, todas y cada una de las fuertes penetraciones la empujaban más cerca del borde―Voy a correrme dentro de ti, dulce Brittany. Dulce, dulce chica.
El deseo en la voz la llevó a un clímax repentino, llameante.
Las contracciones internas, la vergüenza embarazosa de los jugos calientes, la manera en que todo su cuerpo temblaba, la fuerza de todas esas cosas la sorprendió, a pesar de que sabía que el orgasmo se acercaba.
Pero lo que más la impactó fueron los ruidos que hizo: sin inhibiciones, a pleno pulmón, y claramente femenina.
Nunca había oído nada igual de su propia boca. Era como si ella fuera realmente otra persona esta noche.
Santana se alzó en sus manos, los bíceps flexionándose, y bombeando dos veces más en ella, y luego se puso rígida y gimió su propia liberación.
Con la visión borrosa, acarició los cabellos negros y gozó de la vista de la pura satisfacción jugando en su rostro.
Si había sentido una conexión con Santana antes, no era nada comparado con ahora.
Ver a la morena expuesta y perdida en el placer se sentía tan singularmente especial, que la dejó sin aliento.
Mientras el cuerpo de Santana se relajaba, una sombría realidad barrió sobre ella.
La morena no sentía nada singularmente especial en este encuentro. Era sólo otra transacción comercial.
No era más que otra clienta.
E incluso si esta noche le había parecido de alguna manera transformadora, permitiéndole una idea de lo que significaba verdaderamente entregarse, nada de esto era real.
Santana era una prostituta, no su amante.
La simple experiencia más íntima de su vida, y había tenido que pagar por ello.
Su garganta se apretó mientras ahogaba un sollozo. Su estómago se revolvió ante la idea de romperse en frente de Santana, pero tan fuerte como trató de contener las lágrimas, la noche había destrozado su normalmente agarre de hierro en su control.
Girando la cabeza hacia un lado, cerró los ojos e intentó no dejar ver a la morena cuán débil era en realidad.
―Hey―la voz ronca de Santana, teñida de preocupación, desencadenó una renovada inundación de lágrimas. Pasó la mano por su mejilla persuadiéndola a mirar de frente―Brittany, oye. No llores.
Sacudió la cabeza y trató de reír pero le salió mal, y sólo sonaba tan patéticamente triste.
Una nueva humillación se apoderó de ella, y esta vez no había nada excitante ante esto.
―Lo siento―en un intento desesperado de volver la noche a la normalidad, abrió los ojos y susurró―Lo siento mucho, ama.
Santana parpadeó.
―Unicornio.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Cap 5
Capitulo 5
La confusión en el rostro de Brittany reflejaba lo que estaba sintiendo en su interior.
Nunca había utilizado la palabra de seguridad con un cliente antes.
Jamás.
No sólo nunca detuvo una escena, sino que jamás había hecho que una mujer hiciera esa decisión con ella. Por lo general, hacía un excelente trabajo de mantenerse a salvo dentro de los límites individuales, lo que permitía que la palabra de seguridad permaneciera como una mera formalidad.
La idea de romper escenas rara vez había pasado por su mente en el pasado, y ni siquiera se acercaba a sucumbir a la noción. Decir que estaba sorprendida no empezaba a describir su estado de ánimo, sobre todo porque ella había decidido interrumpir la fantasía de su clienta cuando Brittany había estado haciendo un valiente esfuerzo por permanecer en el personaje.
Pero la rubia era diferente.
Esa era la única manera de explicar por qué seguía transformando años de rutina por esta mujer.
Esta no era la primera vez que había rebajado a una mujer a las lágrimas, pero ver la liberación emocional de una extraña nunca antes había provocado una reacción tan intensa.
Cuando vio verdadera tristeza en los ojos azules, y no sólo la habitual explosión eufórica de la emoción, el impulso inmediato fue protegerla.
Para consolarla. Tal vez incluso hacerla sonreír.
Desafortunadamente, no sabía nada acerca de Brittany Pierce más allá del hecho de que era dolorosamente bonita, con una inclinación encantadora para la depravación.
Además de que acabara de darle el mejor sexo de su vida. No era mucho para seguir adelante en cuanto averiguar lo perfecto para decir, pero lo suficiente para intimidar con ella.
El labio inferior de Brittany se estremeció.
―Lo siento mucho. No quise arruinarlo todo.
El instinto se hizo cargo.
Usó sus pulgares para enjugar las lágrimas que rodaban por el rostro de la rubia, luego le dio un beso suave en la frente.
―No arruinaste nada―a pesar de que no creía que las lágrimas fueran una respuesta al dolor físico, tenía que comprobarlo―¿Te lastimé?
Con los ojos muy abiertos, Brittany sacudió la cabeza.
―Oh no. De ningún modo. Fue...―sonrió con timidez―Increíble. Gracias.
―Sí, lo fue―aliviada de poder dejar las cosas de ama severa, le dio un meneo de ceja juguetón―Increíblemente increíble.
Brittany apretó su expresión en un esfuerzo obvio para no disolverse. Alarmada, acunó su rostro con ternura.
―Oye, se supone que eso no debería ponerte triste. Al contrario, en realidad.
―Lo sé, y lo agradezco―se removió, haciéndola incómodamente consciente de que sus mitades inferiores seguían íntimamente entrelazadas―Estoy un poco avergonzada en este momento. Nunca soy tan emocional.
―Déjame sólo―se levantó ligeramente, asintiendo entre ellas―Voy a salir ahora, ¿de acuerdo?
Brittany asintió, dos lágrimas deslizándose por sus mejillas.
―De acuerdo.
Se retiró tan suavemente como pudo, estremeciéndose junto con la rubia.
―Lo siento.
―Estás bien―riéndose, Brittany sacudió la cabeza y se limpió la humedad en sus mejillas―Ignora el llanto. No es nada, en realidad. Las endorfinas.
Rodó a un lado y estudió el perfil de la ojiazul. Cuando era una pequeña niña creciendo, nunca había aspirado a ser una profesional del sexo. Ella honestamente no aspiraba a seguir siendo una mucho tiempo.
Sin embargo, la única cosa que esta vocación le había proporcionado era una visión excelente de la naturaleza humana. Brittany era claramente una mujer que prosperó de ser vista como unida y en control.
Su aptitud repentina, calmada parecía una máscara bien practicada, haciendo que sospechara que ella no solía confiar en los extraños.
Eso significaba que tenía que ir con cuidado, acercarse a ella como un animal asustado.
Dejando a un lado el tema de la crisis de Brittany, dijo:
―¿Quieres que saque el otro juguete?
La rubia se sonrojó.
―Sí por favor.
Ya no estando en el calor del momento, luchó contra una inusitada punzada de timidez mientras alcanzaba entre las piernas de Brittany y agarró la base del delgado tapón.
―Tienes que ayudarme con esto.
Cuando los ojos azules se encontraron con los de ella, luchó por no unirse en su modestia de mejillas rojas.
No se había sentido tan torpe con una mujer desde que era una adolescente.
―Sólo... empuja.
Brittany lo hizo con una risita tímida, tapándose los ojos con el dorso de la mano, mientras lo extraía y luego arrojaba el juguete a un lado de la cama.
―No es algo que he escuchado después del sexo antes.
―Aquí hay nuevas experiencias―dijo a la ligera. Se apoyó en un codo, guiñando un ojo cuando Brittany finalmente se descubrió el rostro―¿Lo disfrutaste?
Para una mujer que acababa de ser tomada sobre la rodilla y nalgueada, después atada a una cama y forzada al orgasmo antes de ser follada con un consolador con correa, consiguió parecer bastante remilgada cuando respondió:
―Mucho.
La inocencia de Brittany agitó su lujuria depredadora, haciendo difícil no alcanzarla de nuevo. Lo único que le impedía hacerlo era el conocimiento de que la rubia estaba probablemente todavía preocupada.
Moderando su voz, murmuró:
―No estaba bromeando. Tuve realmente, realmente un rato muy agradable.
Cuando Brittany desvió la mirada, cogió un mechón de pelo rubio entre sus dedos y probó su suavidad. La caricia atrajo inmediatamente la atención de la rubia hacia ella:
―Y no, no le digo eso a todas mis clientas.
Brittany se mordió el labio, sólo parcialmente capaz de retener la sonrisa que amenazaba con aparecer.
―¿Sólo las que se echan a llorar después?
―Ni siquiera ellas.
Desde que comenzó a elegir a sus propios clientes, había tomado verdadero placer de sólo un puñado de citas, pero siempre se mantuvo profesionalmente independiente.
Dudaba de que Brittany se diera cuenta de lo mucho que estaba poniendo de sí misma ahí.
―Eres la primera, en realidad.
Una lágrima fresca siguió por la mejilla de la rubia hasta su cabello.
―Dios―murmuró, luego se limpió la cara y se sentó abruptamente―Esto es mortificante. Debo parecer tan patética, tan...―exhaló, trayendo sus rodillas para poder ocultar su rostro en ellas―Débil.
―¿Débil? De ninguna manera―se sentó también, tratando de decidir si la rubia quería el contacto o espacio.
Anhelando ofrecer lo primero, decidió correr el riesgo de que Brittany aceptara su toque. Con una familiaridad que todavía no había ganado, envolvió su brazo alrededor de la cintura blanca:
―Nadie que haga lo que acabas de hacer es débil. No sólo eres dueña de tu fantasía sexual, también encontraste el valor para hacerla realidad. Para eso se necesita coraje.
Brittany resopló.
―No, se necesita dinero―levantó la cara de sus rodillas y le ofreció una mirada de disculpa―No me malinterpretes. Esta noche fue...―la satisfacción escrita sobre su cara―Mágica. Pero no tomó coraje, sólo dos meses de sueldo.
La culpa se extendió ante la idea de aceptar dinero por el sexo que hubiera tenido de forma gratuita. Sabiendo que no era el momento adecuado para abordar ese tema, dijo:
―No importa la economía involucrada en reunirnos esta noche. El someterte, confiar en mí para introducir experiencias totalmente nuevas, se requiere coraje. Dejar que tu secreto, ¿retorcido se interprete? También muy valiente. Así que no, no eres débil. Y esto requiere valor―bajó la cabeza, satisfecha cuando Brittany finalmente esbozó una pequeña sonrisa―Acéptalo.
―Sí, ama―los ojos azules centellearon juguetonamente.
Sólo cinco minutos fuera de su tercer orgasmo de la noche y Brittany Pierce la tenía dispuesta con una sola una mirada.
Desequilibrada, bajó la mirada a su regazo. La vista del arnés y del consolador aún atado a las caderas la sobresaltó. Murmurando una disculpa, trabajó para liberarse mientras la rubia observaba con evidente interés.
―Eres muy talentosa con eso―Brittany estiró las piernas y se inclinó, dándole espacio para maniobrar―Me gustó mucho.
―Sé que lo hizo―dejó caer su aparatejo sobre el borde de la cama, emocionada por la forma en que la rubia se sonrojó ante sus palabras. Incapaz de evitarlo, le besó la cálida mejilla―Yo también.
Brittany se giró ligeramente por lo que sus labios casi se rozaron.
―Estaba nerviosa acerca de esta noche, pero lo hiciste tan fácil. Me has hecho sentir segura.
―Bien.
―Honestamente, no tienes idea de lo mucho que necesitaba esto. Realmente lo necesitaba. Así que gracias, Santana. Verdaderamente. Eres perfecta.
―Igualmente. Un cliente de ensueño―arrastró su mirada hacia el cuerpo de Brittany, terminando en sus ojos tristes―Entonces, ¿por qué estás tan triste?
La barbilla de la rubia tembló.
―No lo estoy.
Alzando una ceja, se deslizó hacia abajo y se apoyó en un codo. Luego pasó los labios sobre el muslo pálido, esperando que su afecto fuera todavía bienvenido.
―No tenemos que hablar de ello, pero si quieres contarme, te escucharé―hizo una pausa―Sé lo que es la tristeza, Brittany. Odio verlo en ti.
La rubia apretó el dorso de sus manos en los ojos, suspiró, luego se deslizó para acostarse junto a ella y descansó sobre su espalda y se quedó mirando el techo, ajustando las sábanas para cubrir sus pechos desnudos.
―¿Es esto normal? ¿A menudo terminas jugando al terapeuta con tus clientes?
―De vez en cuando―se acercó más a Brittany, pero no la tocó. No quería hacer nada para asustarla a salir de la cama―Mira, no me conoces. Lo entiendo. Pero incluso si sólo hemos pasado un par de horas juntas, me preocupo por ti, realmente, verdaderamente, y si puedo hacer algo para ayudar, me gustaría mucho.
Brittany volvió a reír, con nerviosismo.
―Oscura, guapa, peligrosamente sexy, pero también bondadosa, compasiva, y aterradoramente perspicaz. Debes tener a las mujeres cayendo sobre ti.
―No he tenido una relación desde hace mucho tiempo―una vez más, estaba sorprendida por la facilidad con que ella reveló su vida personal a la rubia―Las únicas mujeres que veo son clientas.
―Bueno, entonces estoy segura de que eres muy popular entre tus clientas.
Levantó un hombro, tanto satisfecha y avergonzada por las palabras de la ojiazul.
Según Sue, ella era la acompañante más solicitada de la agencia. En estos días se enorgullecía mucho más en su desarrollo de las habilidades culinarias y de la nueva carrera que esperaba seguir con ellos, pero todavía se deleitaban con el hecho de que sabía cómo complacer a una mujer.
―Lo hago bien.
―Te diré―el labio inferior de Brittany se estremeció. Su garganta se tensó mientras le daba una sonrisa burlona―Ese fue el mejor sexo que he tenido. Jamás. Y nunca me he sentido más cerca de alguien de lo que acabo de hacer contigo. ¿Cuán patético es eso?
Incierta de la mejor manera de reaccionar a esa impresionante confesión, simplemente pasó los dedos por el brazo de Brittany.
―No puedo decir que lamento escuchar eso, pero no me gusta que estés molesta.
La rubia vaciló, inhaló, y de repente las palabras comenzaron a salir.
―No salgo, no hay tiempo para una relación. Hay demasiadas cosas de que preocuparme. El sexo que he tenido ha sido en su mayoría torpe, muy común, y ni siquiera en el mismo universo que lo que acabamos de hacer. Esta noche fue un regalo loco, extravagante para mí, y déjame decirte, valió la pena cada centavo. Valió la pena―otra errante lágrima escapó, goteando sobre las sábanas―Pero esto no fue real. Era una ilusión. Así que aunque me encantó cada segundo de ello, joder que de alguna manera me hiciste sentir más sola que antes. Y eso no era lo que esperaba―forzó una sonrisa poco convincente―Estoy bien, sin embargo. Honestamente.
No creyó eso por un segundo.
―¿Cómo te sientes acerca de los abrazos?
Brittany se encogió de hombros, su sonrisa se desvaneció.
―No estoy segura. Pero no me importaría intentarlo.
Era difícil imaginar cómo el contacto físico podía ser tan ajeno para una mujer como Brittany.
Desde luego no era por falta de pretendientes interesadas. Contándose como afortunada de alguna manera haber traspasado las obvias defensas de la rubia, abrió los brazos.
―¿Alguna primera vez?
Brittany se movió en su abrazo, todas las cálidas curvas y la piel suave. Sin mirarle el rostro, fácilmente se acomodó contra ella con la comodidad de un amante de toda la vida.
Enterró la nariz en el cabello de Brittany y le besó la coronilla de la cabeza. Cuidado de mantener sus manos alejadas de las áreas más sensibles de la rubia, acarició sus costados y sus caderas, poniendo todo el pensamiento en abrazarla como lo había hecho en la elaboración de su escena.
Brittany exhaló profundamente, sus músculos tensos finalmente empezaron a relajarse.
―Honestamente, he tratado de acurrucarme un par de veces. No era como esto. No podía relajarme con ella, esta chica con la que salí brevemente en la universidad. Recuerdo que me preguntaba cuándo terminaría para poder irme. El sexo era bastante bueno, pero tan pronto como se terminaba, yo también.
Se rió en su cabello.
―Ella no era la adecuada para ti.
―Tal vez yo era la que no estaba bien.
Dando a la cadera de Brittany un ligero pellizco, murmuró:
―Detente.
La rubia se movió un poco, pero tiró de ella más cerca y la abrazó fuertemente. Por la forma en que prácticamente se derritió contra ella, estaba claro que todavía disfrutaba de su posición dominante.
Bien.
―Abrazar es muy íntimo. No puedo disfrutarlo con alguien en quien no confió. Es probable que no puedas, tampoco. No podías relajarte porque no confiabas en ella. Eso significa que ella no era la adecuada para ti.
Brittany se quedó callada durante unos instantes, luego se apartó, arqueó la ceja.
―Oh Dios mío. ¿Eres una de esas clases de cursis, románticos?
―En el fondo, sí. Para la mujer adecuada―bordeando la cuestión de su muy real atracción, dirigió la conversación hacia la ojiazul―No hay nada malo contigo. Un día conocerás a alguien de confianza. Alguien que quieras abrazar―incapaz de dejar de notar la naturalidad con que encajaba en sus brazos, su voz se apagó.
Quería levantar el ánimo de Brittany, no asustarla con estímulos poco profesionales.
―Esto se siente muy bien―Brittany susurró, acurrucándose más.
Cerró los ojos.
―Entonces, ¿cuáles son tus preocupaciones?
―¿Disculpa?
―Dijiste que no salías porque tienes muchas otras preocupaciones. ¿Qué tipo de cosas?
Por mucho que odiaba admitirlo, tenía hambre de más detalles.
Hasta el momento, Brittany no se había presentado como material ideal de novia, pero todavía necesitaba saberlo todo.
No podía evitarlo.
―Mi trabajo, por una parte―Brittany dijo―Soy contadora en una gran empresa corporativa.
―Ese sería el lugar en el que te secuestré esta noche.
Brittany tragó audiblemente.
―Sí.
―Así que eres una adicta al trabajo.
―A veces―Brittany vaciló―Criar a mi hermana es lo que mayormente me mantiene ocupada.
Eso fue interesante. Abrió los ojos.
―¿Cuántos años tiene tu hermana?
―Dieciocho. He tenido la custodia de ella desde que tenía doce años.
Recordando la información biográfica, hizo los cálculos.
―Tienes veinticinco años, así que la has estado criando desde que tenías, que, ¿dieciocho o diecinueve años?
―Casi diecinueve años.
Silbó.
―Obligada a crecer rápido―sabía cómo era eso.
―Nuestros padres murieron poco antes de que yo cumpliera los dieciocho años. Me tomó un tiempo antes de que pudiera demostrar que era capaz de cuidar de Tina. Ella estuvo en un hogar de acogida durante más de un año, mientras luchaba por recuperarla―su voz flaqueó―Desafortunadamente.
―Lo siento―queriendo ofrecerle su verdadera empatía por la tragedia de una infancia perdida, ignoró la punzada en su interior que le advirtió de que no fuera demasiado personal. Era un poco tarde para eso, de todos modos―Tuve que crecer rápido, también. Mi mamá dejó a mi papá cuando yo tenía apenas un par de meses de edad. Al parecer arruiné sus vidas y su relación... o al menos eso es lo que mi papá siempre me dijo. Mi mamá murió cuando tenía dos años, golpeada hasta la muerte por su nuevo novio―los suaves labios de Brittany le rozaron el hombro, enviando un escalofrío por el cuerpo―Mi papá me crio después de eso. Él nunca me perdonó por ella dejarlo, o dejarme olvidar que yo era una carga que él no habría elegido para soportar por sí solo. Me fui de su casa a los dieciséis años.
Brittany suspiró, presionando su mano en el centro su pecho.
―Parece como que ninguna de las dos ganó la lotería de padres. Los míos eran adictos durante casi toda mi vida. Mamá se reformó un poco cuando estaba embarazada de mi hermana, pero después de que Tina nació se puso mucho peor―resopló en silencio―Recuerdo haber tenido ocho años de edad, asegurándome de que el bebé se alimentara mientras ellos estaban desmayados en el suelo. Puede que sólo haya conseguido la custodia de Tina hace seis años, pero he estado cuidando de ella durante toda la vida.
Podía oír el amor en la voz de Brittany cuando hablaba de su hermana, junto con su dolor. Esto tiró de su corazón, al igual que el pensamiento de la infancia que los padres de la rubia habían robado de ella.
―Tienes razón, eso es mucho de qué preocuparse. Sin duda.
―Sí―le pasó la uña entre sus pechos―No me malinterpretes, me encanta tener a mi hermana. No estoy segura de saber que voy hacer con mi vida cuando ella se vaya a la universidad dentro de unos meses.
―¿Tal vez termines acurrucándote?
Podía sentir la sonrisa de la rubia contra su hombro.
―Tal vez.
Por ahora ya no estaba sorprendida por la punzada de añoranza que sentía ante la idea de ser la que introdujera a Brittany a los placeres de la verdadera intimidad.
Alentada por la comodidad con que encajaban, susurró:
―Si te digo algo, ¿me creerás?
La boca de Brittany se estremeció.
―Lo intentaré.
―Ese fue el mejor sexo que he tenido, también.
Nunca había utilizado la palabra de seguridad con un cliente antes.
Jamás.
No sólo nunca detuvo una escena, sino que jamás había hecho que una mujer hiciera esa decisión con ella. Por lo general, hacía un excelente trabajo de mantenerse a salvo dentro de los límites individuales, lo que permitía que la palabra de seguridad permaneciera como una mera formalidad.
La idea de romper escenas rara vez había pasado por su mente en el pasado, y ni siquiera se acercaba a sucumbir a la noción. Decir que estaba sorprendida no empezaba a describir su estado de ánimo, sobre todo porque ella había decidido interrumpir la fantasía de su clienta cuando Brittany había estado haciendo un valiente esfuerzo por permanecer en el personaje.
Pero la rubia era diferente.
Esa era la única manera de explicar por qué seguía transformando años de rutina por esta mujer.
Esta no era la primera vez que había rebajado a una mujer a las lágrimas, pero ver la liberación emocional de una extraña nunca antes había provocado una reacción tan intensa.
Cuando vio verdadera tristeza en los ojos azules, y no sólo la habitual explosión eufórica de la emoción, el impulso inmediato fue protegerla.
Para consolarla. Tal vez incluso hacerla sonreír.
Desafortunadamente, no sabía nada acerca de Brittany Pierce más allá del hecho de que era dolorosamente bonita, con una inclinación encantadora para la depravación.
Además de que acabara de darle el mejor sexo de su vida. No era mucho para seguir adelante en cuanto averiguar lo perfecto para decir, pero lo suficiente para intimidar con ella.
El labio inferior de Brittany se estremeció.
―Lo siento mucho. No quise arruinarlo todo.
El instinto se hizo cargo.
Usó sus pulgares para enjugar las lágrimas que rodaban por el rostro de la rubia, luego le dio un beso suave en la frente.
―No arruinaste nada―a pesar de que no creía que las lágrimas fueran una respuesta al dolor físico, tenía que comprobarlo―¿Te lastimé?
Con los ojos muy abiertos, Brittany sacudió la cabeza.
―Oh no. De ningún modo. Fue...―sonrió con timidez―Increíble. Gracias.
―Sí, lo fue―aliviada de poder dejar las cosas de ama severa, le dio un meneo de ceja juguetón―Increíblemente increíble.
Brittany apretó su expresión en un esfuerzo obvio para no disolverse. Alarmada, acunó su rostro con ternura.
―Oye, se supone que eso no debería ponerte triste. Al contrario, en realidad.
―Lo sé, y lo agradezco―se removió, haciéndola incómodamente consciente de que sus mitades inferiores seguían íntimamente entrelazadas―Estoy un poco avergonzada en este momento. Nunca soy tan emocional.
―Déjame sólo―se levantó ligeramente, asintiendo entre ellas―Voy a salir ahora, ¿de acuerdo?
Brittany asintió, dos lágrimas deslizándose por sus mejillas.
―De acuerdo.
Se retiró tan suavemente como pudo, estremeciéndose junto con la rubia.
―Lo siento.
―Estás bien―riéndose, Brittany sacudió la cabeza y se limpió la humedad en sus mejillas―Ignora el llanto. No es nada, en realidad. Las endorfinas.
Rodó a un lado y estudió el perfil de la ojiazul. Cuando era una pequeña niña creciendo, nunca había aspirado a ser una profesional del sexo. Ella honestamente no aspiraba a seguir siendo una mucho tiempo.
Sin embargo, la única cosa que esta vocación le había proporcionado era una visión excelente de la naturaleza humana. Brittany era claramente una mujer que prosperó de ser vista como unida y en control.
Su aptitud repentina, calmada parecía una máscara bien practicada, haciendo que sospechara que ella no solía confiar en los extraños.
Eso significaba que tenía que ir con cuidado, acercarse a ella como un animal asustado.
Dejando a un lado el tema de la crisis de Brittany, dijo:
―¿Quieres que saque el otro juguete?
La rubia se sonrojó.
―Sí por favor.
Ya no estando en el calor del momento, luchó contra una inusitada punzada de timidez mientras alcanzaba entre las piernas de Brittany y agarró la base del delgado tapón.
―Tienes que ayudarme con esto.
Cuando los ojos azules se encontraron con los de ella, luchó por no unirse en su modestia de mejillas rojas.
No se había sentido tan torpe con una mujer desde que era una adolescente.
―Sólo... empuja.
Brittany lo hizo con una risita tímida, tapándose los ojos con el dorso de la mano, mientras lo extraía y luego arrojaba el juguete a un lado de la cama.
―No es algo que he escuchado después del sexo antes.
―Aquí hay nuevas experiencias―dijo a la ligera. Se apoyó en un codo, guiñando un ojo cuando Brittany finalmente se descubrió el rostro―¿Lo disfrutaste?
Para una mujer que acababa de ser tomada sobre la rodilla y nalgueada, después atada a una cama y forzada al orgasmo antes de ser follada con un consolador con correa, consiguió parecer bastante remilgada cuando respondió:
―Mucho.
La inocencia de Brittany agitó su lujuria depredadora, haciendo difícil no alcanzarla de nuevo. Lo único que le impedía hacerlo era el conocimiento de que la rubia estaba probablemente todavía preocupada.
Moderando su voz, murmuró:
―No estaba bromeando. Tuve realmente, realmente un rato muy agradable.
Cuando Brittany desvió la mirada, cogió un mechón de pelo rubio entre sus dedos y probó su suavidad. La caricia atrajo inmediatamente la atención de la rubia hacia ella:
―Y no, no le digo eso a todas mis clientas.
Brittany se mordió el labio, sólo parcialmente capaz de retener la sonrisa que amenazaba con aparecer.
―¿Sólo las que se echan a llorar después?
―Ni siquiera ellas.
Desde que comenzó a elegir a sus propios clientes, había tomado verdadero placer de sólo un puñado de citas, pero siempre se mantuvo profesionalmente independiente.
Dudaba de que Brittany se diera cuenta de lo mucho que estaba poniendo de sí misma ahí.
―Eres la primera, en realidad.
Una lágrima fresca siguió por la mejilla de la rubia hasta su cabello.
―Dios―murmuró, luego se limpió la cara y se sentó abruptamente―Esto es mortificante. Debo parecer tan patética, tan...―exhaló, trayendo sus rodillas para poder ocultar su rostro en ellas―Débil.
―¿Débil? De ninguna manera―se sentó también, tratando de decidir si la rubia quería el contacto o espacio.
Anhelando ofrecer lo primero, decidió correr el riesgo de que Brittany aceptara su toque. Con una familiaridad que todavía no había ganado, envolvió su brazo alrededor de la cintura blanca:
―Nadie que haga lo que acabas de hacer es débil. No sólo eres dueña de tu fantasía sexual, también encontraste el valor para hacerla realidad. Para eso se necesita coraje.
Brittany resopló.
―No, se necesita dinero―levantó la cara de sus rodillas y le ofreció una mirada de disculpa―No me malinterpretes. Esta noche fue...―la satisfacción escrita sobre su cara―Mágica. Pero no tomó coraje, sólo dos meses de sueldo.
La culpa se extendió ante la idea de aceptar dinero por el sexo que hubiera tenido de forma gratuita. Sabiendo que no era el momento adecuado para abordar ese tema, dijo:
―No importa la economía involucrada en reunirnos esta noche. El someterte, confiar en mí para introducir experiencias totalmente nuevas, se requiere coraje. Dejar que tu secreto, ¿retorcido se interprete? También muy valiente. Así que no, no eres débil. Y esto requiere valor―bajó la cabeza, satisfecha cuando Brittany finalmente esbozó una pequeña sonrisa―Acéptalo.
―Sí, ama―los ojos azules centellearon juguetonamente.
Sólo cinco minutos fuera de su tercer orgasmo de la noche y Brittany Pierce la tenía dispuesta con una sola una mirada.
Desequilibrada, bajó la mirada a su regazo. La vista del arnés y del consolador aún atado a las caderas la sobresaltó. Murmurando una disculpa, trabajó para liberarse mientras la rubia observaba con evidente interés.
―Eres muy talentosa con eso―Brittany estiró las piernas y se inclinó, dándole espacio para maniobrar―Me gustó mucho.
―Sé que lo hizo―dejó caer su aparatejo sobre el borde de la cama, emocionada por la forma en que la rubia se sonrojó ante sus palabras. Incapaz de evitarlo, le besó la cálida mejilla―Yo también.
Brittany se giró ligeramente por lo que sus labios casi se rozaron.
―Estaba nerviosa acerca de esta noche, pero lo hiciste tan fácil. Me has hecho sentir segura.
―Bien.
―Honestamente, no tienes idea de lo mucho que necesitaba esto. Realmente lo necesitaba. Así que gracias, Santana. Verdaderamente. Eres perfecta.
―Igualmente. Un cliente de ensueño―arrastró su mirada hacia el cuerpo de Brittany, terminando en sus ojos tristes―Entonces, ¿por qué estás tan triste?
La barbilla de la rubia tembló.
―No lo estoy.
Alzando una ceja, se deslizó hacia abajo y se apoyó en un codo. Luego pasó los labios sobre el muslo pálido, esperando que su afecto fuera todavía bienvenido.
―No tenemos que hablar de ello, pero si quieres contarme, te escucharé―hizo una pausa―Sé lo que es la tristeza, Brittany. Odio verlo en ti.
La rubia apretó el dorso de sus manos en los ojos, suspiró, luego se deslizó para acostarse junto a ella y descansó sobre su espalda y se quedó mirando el techo, ajustando las sábanas para cubrir sus pechos desnudos.
―¿Es esto normal? ¿A menudo terminas jugando al terapeuta con tus clientes?
―De vez en cuando―se acercó más a Brittany, pero no la tocó. No quería hacer nada para asustarla a salir de la cama―Mira, no me conoces. Lo entiendo. Pero incluso si sólo hemos pasado un par de horas juntas, me preocupo por ti, realmente, verdaderamente, y si puedo hacer algo para ayudar, me gustaría mucho.
Brittany volvió a reír, con nerviosismo.
―Oscura, guapa, peligrosamente sexy, pero también bondadosa, compasiva, y aterradoramente perspicaz. Debes tener a las mujeres cayendo sobre ti.
―No he tenido una relación desde hace mucho tiempo―una vez más, estaba sorprendida por la facilidad con que ella reveló su vida personal a la rubia―Las únicas mujeres que veo son clientas.
―Bueno, entonces estoy segura de que eres muy popular entre tus clientas.
Levantó un hombro, tanto satisfecha y avergonzada por las palabras de la ojiazul.
Según Sue, ella era la acompañante más solicitada de la agencia. En estos días se enorgullecía mucho más en su desarrollo de las habilidades culinarias y de la nueva carrera que esperaba seguir con ellos, pero todavía se deleitaban con el hecho de que sabía cómo complacer a una mujer.
―Lo hago bien.
―Te diré―el labio inferior de Brittany se estremeció. Su garganta se tensó mientras le daba una sonrisa burlona―Ese fue el mejor sexo que he tenido. Jamás. Y nunca me he sentido más cerca de alguien de lo que acabo de hacer contigo. ¿Cuán patético es eso?
Incierta de la mejor manera de reaccionar a esa impresionante confesión, simplemente pasó los dedos por el brazo de Brittany.
―No puedo decir que lamento escuchar eso, pero no me gusta que estés molesta.
La rubia vaciló, inhaló, y de repente las palabras comenzaron a salir.
―No salgo, no hay tiempo para una relación. Hay demasiadas cosas de que preocuparme. El sexo que he tenido ha sido en su mayoría torpe, muy común, y ni siquiera en el mismo universo que lo que acabamos de hacer. Esta noche fue un regalo loco, extravagante para mí, y déjame decirte, valió la pena cada centavo. Valió la pena―otra errante lágrima escapó, goteando sobre las sábanas―Pero esto no fue real. Era una ilusión. Así que aunque me encantó cada segundo de ello, joder que de alguna manera me hiciste sentir más sola que antes. Y eso no era lo que esperaba―forzó una sonrisa poco convincente―Estoy bien, sin embargo. Honestamente.
No creyó eso por un segundo.
―¿Cómo te sientes acerca de los abrazos?
Brittany se encogió de hombros, su sonrisa se desvaneció.
―No estoy segura. Pero no me importaría intentarlo.
Era difícil imaginar cómo el contacto físico podía ser tan ajeno para una mujer como Brittany.
Desde luego no era por falta de pretendientes interesadas. Contándose como afortunada de alguna manera haber traspasado las obvias defensas de la rubia, abrió los brazos.
―¿Alguna primera vez?
Brittany se movió en su abrazo, todas las cálidas curvas y la piel suave. Sin mirarle el rostro, fácilmente se acomodó contra ella con la comodidad de un amante de toda la vida.
Enterró la nariz en el cabello de Brittany y le besó la coronilla de la cabeza. Cuidado de mantener sus manos alejadas de las áreas más sensibles de la rubia, acarició sus costados y sus caderas, poniendo todo el pensamiento en abrazarla como lo había hecho en la elaboración de su escena.
Brittany exhaló profundamente, sus músculos tensos finalmente empezaron a relajarse.
―Honestamente, he tratado de acurrucarme un par de veces. No era como esto. No podía relajarme con ella, esta chica con la que salí brevemente en la universidad. Recuerdo que me preguntaba cuándo terminaría para poder irme. El sexo era bastante bueno, pero tan pronto como se terminaba, yo también.
Se rió en su cabello.
―Ella no era la adecuada para ti.
―Tal vez yo era la que no estaba bien.
Dando a la cadera de Brittany un ligero pellizco, murmuró:
―Detente.
La rubia se movió un poco, pero tiró de ella más cerca y la abrazó fuertemente. Por la forma en que prácticamente se derritió contra ella, estaba claro que todavía disfrutaba de su posición dominante.
Bien.
―Abrazar es muy íntimo. No puedo disfrutarlo con alguien en quien no confió. Es probable que no puedas, tampoco. No podías relajarte porque no confiabas en ella. Eso significa que ella no era la adecuada para ti.
Brittany se quedó callada durante unos instantes, luego se apartó, arqueó la ceja.
―Oh Dios mío. ¿Eres una de esas clases de cursis, románticos?
―En el fondo, sí. Para la mujer adecuada―bordeando la cuestión de su muy real atracción, dirigió la conversación hacia la ojiazul―No hay nada malo contigo. Un día conocerás a alguien de confianza. Alguien que quieras abrazar―incapaz de dejar de notar la naturalidad con que encajaba en sus brazos, su voz se apagó.
Quería levantar el ánimo de Brittany, no asustarla con estímulos poco profesionales.
―Esto se siente muy bien―Brittany susurró, acurrucándose más.
Cerró los ojos.
―Entonces, ¿cuáles son tus preocupaciones?
―¿Disculpa?
―Dijiste que no salías porque tienes muchas otras preocupaciones. ¿Qué tipo de cosas?
Por mucho que odiaba admitirlo, tenía hambre de más detalles.
Hasta el momento, Brittany no se había presentado como material ideal de novia, pero todavía necesitaba saberlo todo.
No podía evitarlo.
―Mi trabajo, por una parte―Brittany dijo―Soy contadora en una gran empresa corporativa.
―Ese sería el lugar en el que te secuestré esta noche.
Brittany tragó audiblemente.
―Sí.
―Así que eres una adicta al trabajo.
―A veces―Brittany vaciló―Criar a mi hermana es lo que mayormente me mantiene ocupada.
Eso fue interesante. Abrió los ojos.
―¿Cuántos años tiene tu hermana?
―Dieciocho. He tenido la custodia de ella desde que tenía doce años.
Recordando la información biográfica, hizo los cálculos.
―Tienes veinticinco años, así que la has estado criando desde que tenías, que, ¿dieciocho o diecinueve años?
―Casi diecinueve años.
Silbó.
―Obligada a crecer rápido―sabía cómo era eso.
―Nuestros padres murieron poco antes de que yo cumpliera los dieciocho años. Me tomó un tiempo antes de que pudiera demostrar que era capaz de cuidar de Tina. Ella estuvo en un hogar de acogida durante más de un año, mientras luchaba por recuperarla―su voz flaqueó―Desafortunadamente.
―Lo siento―queriendo ofrecerle su verdadera empatía por la tragedia de una infancia perdida, ignoró la punzada en su interior que le advirtió de que no fuera demasiado personal. Era un poco tarde para eso, de todos modos―Tuve que crecer rápido, también. Mi mamá dejó a mi papá cuando yo tenía apenas un par de meses de edad. Al parecer arruiné sus vidas y su relación... o al menos eso es lo que mi papá siempre me dijo. Mi mamá murió cuando tenía dos años, golpeada hasta la muerte por su nuevo novio―los suaves labios de Brittany le rozaron el hombro, enviando un escalofrío por el cuerpo―Mi papá me crio después de eso. Él nunca me perdonó por ella dejarlo, o dejarme olvidar que yo era una carga que él no habría elegido para soportar por sí solo. Me fui de su casa a los dieciséis años.
Brittany suspiró, presionando su mano en el centro su pecho.
―Parece como que ninguna de las dos ganó la lotería de padres. Los míos eran adictos durante casi toda mi vida. Mamá se reformó un poco cuando estaba embarazada de mi hermana, pero después de que Tina nació se puso mucho peor―resopló en silencio―Recuerdo haber tenido ocho años de edad, asegurándome de que el bebé se alimentara mientras ellos estaban desmayados en el suelo. Puede que sólo haya conseguido la custodia de Tina hace seis años, pero he estado cuidando de ella durante toda la vida.
Podía oír el amor en la voz de Brittany cuando hablaba de su hermana, junto con su dolor. Esto tiró de su corazón, al igual que el pensamiento de la infancia que los padres de la rubia habían robado de ella.
―Tienes razón, eso es mucho de qué preocuparse. Sin duda.
―Sí―le pasó la uña entre sus pechos―No me malinterpretes, me encanta tener a mi hermana. No estoy segura de saber que voy hacer con mi vida cuando ella se vaya a la universidad dentro de unos meses.
―¿Tal vez termines acurrucándote?
Podía sentir la sonrisa de la rubia contra su hombro.
―Tal vez.
Por ahora ya no estaba sorprendida por la punzada de añoranza que sentía ante la idea de ser la que introdujera a Brittany a los placeres de la verdadera intimidad.
Alentada por la comodidad con que encajaban, susurró:
―Si te digo algo, ¿me creerás?
La boca de Brittany se estremeció.
―Lo intentaré.
―Ese fue el mejor sexo que he tenido, también.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
Hola!!!!
Me encantaron los capítulos pero mas me gusto el final del maratón!!!!
Como seguirán después de esto??
Saludos
Me encantaron los capítulos pero mas me gusto el final del maratón!!!!
Como seguirán después de esto??
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
Que capitulos!! Se gustaron mutuamente se sintieron en confiaza y seguras, Que pasara despues de esto?
Pd: se me olvido agradecerte el otro maraton, muchas gracias por los 2, siento que te quiero ;-)
Pd: se me olvido agradecerte el otro maraton, muchas gracias por los 2, siento que te quiero ;-)
Isabella28****** - Mensajes : 378
Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
Esto ya no es solo sexo, a ver como siguen las cosas y gracias por el maraton!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
Hola morra....
Esa química que tuvieron. De primer momento es algo. Mas que solo sexo!!
Demasiadas cosas para dos desconocidas.... Como va a terminar la noche???...
Nos vemos!!!
Esa química que tuvieron. De primer momento es algo. Mas que solo sexo!!
Demasiadas cosas para dos desconocidas.... Como va a terminar la noche???...
Nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
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