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FanFic Brittana: Sin Compromiso (Adaptada) Epílogo
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Tati.94
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FanFic Brittana: Sin Compromiso (Adaptada) Epílogo
Prólogo
Dos mujeres inolvidables tratan de averiguar las reglas para sus propias vidas y futuro.
Es así como el mundo de estas dos mujeres da un vuelco sin que ellas mismas lo puedan detener…
…Pero que ocurre si no depende de ellas.
Sus trabajos no son lo cotidianos que podrían ser.
Sus vidas no son tan simple como podrían ser.
¿Podrían estar juntas?
¿Podría el destino dejar de jugar con ellas?
Es así como el mundo de estas dos mujeres da un vuelco sin que ellas mismas lo puedan detener…
…Pero que ocurre si no depende de ellas.
Sus trabajos no son lo cotidianos que podrían ser.
Sus vidas no son tan simple como podrían ser.
¿Podrían estar juntas?
¿Podría el destino dejar de jugar con ellas?
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Hola, aquí les dejo el principio de esta nueva historia, espero y les guste!
Gracias por leer y comentar!
Pd: como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd2: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Pd3: aquí mis anteriores historias (adaptadas todas):
Hola, aquí les dejo el principio de esta nueva historia, espero y les guste!
Gracias por leer y comentar!
Pd: como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd2: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Pd3: aquí mis anteriores historias (adaptadas todas):
Wallbanger: https://gleelatino.forosactivos.net/t22310-resueltofanfic-brittanawallbanger-2-rustynailed-adaptada-final
El Affaire López: https://gleelatino.forosactivos.net/t22380-fanfic-brittana-el-affaire-lopez-4-algo-raro-y-preciso-adaptada-epilogo
A los 17: https://gleelatino.forosactivos.net/t22434-resueltofanfic-brittana-a-los-17-adaptada-cap-43-final
Tras el Telón de Pino: https://gleelatino.forosactivos.net/t22474-resueltofanfic-brittana-tras-el-telon-de-pino-adaptada-cap-36-final
Sin Condiciones: https://gleelatino.forosactivos.net/t22505-resueltofanfic-brittana-sin-condiciones-adaptada-cap-47-final
Blonde Girl: https://gleelatino.forosactivos.net/t22520-fanfic-brittana-blonde-girl-adaptada-prologo#538737
Ajuste de Cuentas: https://gleelatino.forosactivos.net/t22532-resueltofanfic-brittana-ajuste-de-cuentas-adaptada-cap-12-fin
Pídeme lo que Quíeras: https://gleelatino.forosactivos.net/t22535-fanfic-brittana-pideme-lo-que-quieras-adaptada-prologo#539712
Mi Mujer: https://gleelatino.forosactivos.net/t22564-fanfic-brittana-mi-mujer-3-confesion-adaptada-cap-35#542092
Sorpréndeme: https://gleelatino.forosactivos.net/t22576-resueltofanfic-brittana-sorprendeme-adaptada-epilogo#543891
Palabras para Ti: https://gleelatino.forosactivos.net/t22583-resueltofanfic-brittana-palabras-para-ti-adaptada-epilogo
Un Vuelo con Escalas: https://gleelatino.forosactivos.net/t22590-fanfic-brittana-un-vuelo-con-escalas-adaptada-cap-33-final#544923
Secretos del Pasado: https://gleelatino.forosactivos.net/t22595-resueltofanfic-brittana-secretos-del-pasado-adaptada-epilogo
En tus Brazos y Huir de Todo Mal: https://gleelatino.forosactivos.net/t22602-resueltofanfic-brittana-en-tus-brazos-y-huir-de-todo-mal-ii-pasion-adaptada-epilogo
Parejas: https://gleelatino.forosactivos.net/t22615p195-resueltofanfic-brittana-parejas-adaptada-cap-41-final#547481
La Chica de Servicio: https://gleelatino.forosactivos.net/t22617-resueltofanfic-brittana-la-chica-de-servicio-3-rindete-adaptada-epilogo-santana
A su Manera: https://gleelatino.forosactivos.net/t22622-resueltofanfic-brittana-a-su-manera-adaptada-cap-50-final
Pídeme lo que Quiéras 4: Y yo te lo Darpe: https://gleelatino.forosactivos.net/t22630-fanfic-brittana-pideme-lo-que-quieras-4-y-yo-te-lo-dare-adaptada-epilogo
Angel de Fuego: https://gleelatino.forosactivos.net/t22633-resueltofanfic-brittana-angel-de-fuego-adaptada-cap-39-fin
Después de Todo: https://gleelatino.forosactivos.net/t22642-fanfic-brittana-despues-de-todo-adaptada-epilogo
Pintando la Luna: https://gleelatino.forosactivos.net/t22644-resueltofanfic-brittana-pintando-la-luna-adaptada-epilogo
La Luna de Media Noche: https://gleelatino.forosactivos.net/t22647-resueltofanfic-brittana-la-luna-de-media-noche-adaptada-epilogo
Amor en Espera: https://gleelatino.forosactivos.net/t22651-resueltofanfic-brittana-amor-en-espera-adaptada-epilogo
Storms: https://gleelatino.forosactivos.net/t22657-resueltofanfic-brittana-storms-adaptada-epilogo
Fue un Beso Tonto: https://gleelatino.forosactivos.net/t22660-resueltofanfic-brittana-fue-un-beso-tonto-adaptada-epilogo
La Luna de Santana: https://gleelatino.forosactivos.net/t22664-resueltofanfic-brittana-la-luna-de-santana-adaptada-epilogo
Con Todo mi Corazón: https://gleelatino.forosactivos.net/t22666-resueltofanfic-brittana-con-todo-mi-corazon-adaptada-epilogo
La Esposa Del Vecino: https://gleelatino.forosactivos.net/t22668-resueltofanfic-brittana-la-esposa-del-vecino-adaptada-epilogo
Dulce Brittany: https://gleelatino.forosactivos.net/t22671-resueltofanfic-brittana-dulce-brittany-adaptada-epilogo
Eres Para Mí: https://gleelatino.forosactivos.net/t22674-resueltofanfic-brittana-eres-para-mi-adaptada-epilogo
Vampira: https://gleelatino.forosactivos.net/t22679-resueltofanfic-brittana-vampira-adaptada-epilogo
Rojo: https://gleelatino.forosactivos.net/t22687-resueltofanfic-brittana-rojo-adaptada-cap-34-final
Retroceder el Tiempo: https://gleelatino.forosactivos.net/t22695-resueltofanfic-brittana-retroceder-el-tiempo-adaptada-epilogo
Dulce Travesura: https://gleelatino.forosactivos.net/t22699-resueltofanfic-brittana-dulce-travesura-adaptada-epilogo
Compañeras: https://gleelatino.forosactivos.net/t22704-resueltofanfic-brittana-companeras-ii-carretera-del-infierno-adaptada-cap-34-y-35-fin
Pequeño Amor: https://gleelatino.forosactivos.net/t22711-resueltofanfic-brittana-pequeno-amor-adaptada-epilogo
Por la Eternidad: https://gleelatino.forosactivos.net/t22718-resueltofanfic-brittana-por-la-eternidad-adaptada-epilogo
Besos: https://gleelatino.forosactivos.net/t22720-resueltofanfic-brittana-besos-adaptada-epilogo
Bambalinas: https://gleelatino.forosactivos.net/t22725-resueltofanfic-brittana-bambalinas-adaptada-epilogo
Razonable: https://gleelatino.forosactivos.net/t22733-resueltofanfic-brittana-razonable-iii-adaptada-epilogo
Seducción: https://gleelatino.forosactivos.net/t22737-resueltofanfic-brittana-seduccion-adaptada-epilogo
Dilo a Otra: https://gleelatino.forosactivos.net/t22740-resueltofanfic-brittana-dilo-a-otra-adaptada-epilogo-parte-ii
En Equilibrio: https://gleelatino.forosactivos.net/t22741-resueltofanfic-brittana-en-equilibrio-adaptada-epilogo
Simplemente: https://gleelatino.forosactivos.net/t22743-fanfic-brittana-simplemente-ii-adaptada-cap-3
Nunca: https://gleelatino.forosactivos.net/t22747-fanfic-brittana-nunca-i-adaptada-cap-1#561488
Sexy Amor: https://gleelatino.forosactivos.net/t22748p175-resueltofanfic-brittana-sexy-amor-adaptada-epilogo#562089
Los Sentimientos: https://gleelatino.forosactivos.net/t22752-resueltofanfic-brittana-los-sentidos-adaptada-epilogo
Mia: https://gleelatino.forosactivos.net/t22754-resueltofanfic-brittana-mia-iv-adaptada-cap-5-fin
Respiro: https://gleelatino.forosactivos.net/t22755-fanfic-brittana-respiro-adaptada-sinopsis#562652
Por Qué: https://gleelatino.forosactivos.net/t22759-fanfic-brittana-por-que-i-adaptada-prologo#563064
De Mis Sueños: https://gleelatino.forosactivos.net/t22763-fanfic-brittana-mientras-ii-adaptada-cap-11#563491
Mientras: https://gleelatino.forosactivos.net/t22763-resueltofanfic-brittana-mientras-ii-adaptada-epilogo
A Un Angel: https://gleelatino.forosactivos.net/t22765-resueltofanfic-brittana-a-un-angel-adaptada-epilogo
Por Ahora:http: https://gleelatino.forosactivos.net/t22767-fanfic-brittana-por-ahora-adaptada-sinopsis#564383
Comportamiento: https://gleelatino.forosactivos.net/t22769-fanfic-brittana-comportamiento-adaptada-prologo#564737
Arco Iris: https://gleelatino.forosactivos.net/t22768-fanfic-brittana-arco-iris-adaptada-prologo#564693
Por Ti: https://gleelatino.forosactivos.net/t22773-fanfic-brittana-por-ti-adaptada-sinopsis#565129
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: FanFic Brittana: Sin Compromiso (Adaptada) Epílogo
Super interesante. Ya quiero ver de que se trata!!!
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: FanFic Brittana: Sin Compromiso (Adaptada) Epílogo
Hola morra...
Interesante... Y mucho!!
A ver hasta donde juega el destino?
Nos vemos!
Interesante... Y mucho!!
A ver hasta donde juega el destino?
Nos vemos!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: FanFic Brittana: Sin Compromiso (Adaptada) Epílogo
Y aqui, esperando!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: FanFic Brittana: Sin Compromiso (Adaptada) Epílogo
Tati.94 escribió:Super interesante. Ya quiero ver de que se trata!!!
Hola, si¿? espero siga así ajajaj... Aquí dejo el primer cap para saber más! jajajaj. Saludos =D
3:) escribió:Hola morra...
Interesante... Y mucho!!
A ver hasta donde juega el destino?
Nos vemos!
Hola lu, si¿? espero siga así jajajajaj. Aiii q fe le tengo jajajajaj. Mmmm interesante pregunta.... interesante jajaja. Saludos =D
micky morales escribió:Y aqui, esperando!!!!
Hola, ajajaj aquí acabo tu espera! jajaaj. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Sin Compromiso (Adaptada) Cap 1- P I
Capitulo 1 - Parte I
Primera Parte
Kandahar, Afganistán[i]
[i]¡Jesús, no me digas que voy a morir antes de que llegue allí!
La ironía y la terribilidad del pensamiento horrorizaron y divirtieron a Brittany
Pierce.
Sería sólo su mala suerte, pensó con sorprendente desapego, morir en un accidente de avión antes de su primera experiencia con la guerra y la gente
que se llamaban guerreros.
Para ser asesinada antes de aprender sus historias y entrenar su cámara en ellos, su portafolio carecía por siempre de la única cosa que cualquier fotoperiodista galardonado anhelaba-un período en una zona de guerra.
El descenso era tan pronunciado y agudo, que tenía la sensación de que sus labios estaban siendo empujados hacía sus oídos.
La piel de sus mejillas dolía por la fuerza de una gravedad tan implacable.
El avión, un transporte militar sin adornos, frío y ruidoso, se balanceaba en perfecta sincronización con todos los huesos de su cuerpo mientras se lanzaba hacia adelante-en aparente picada directo hacia el desierto.
Ahora no había ningún desapego emocional mientras rezaba con fuerza para que los remaches se sostuvieran un poco más.
El joven cabo a su lado rió como si fuera una broma, y quería golpearlo con los puños.
—Esto no es nada—él dijo, su nariz crispada como si pudiera oler su miedo.
Pero sus palabras no estaban destinadas a consolar. Su agitación era sólo otra oportunidad para burlarse de ella.
—Deberías haber visto cuán abruptos eran los aterrizajes antes de darnos cuenta de que los talibanes no tienen misiles tierra-aire adecuados—su risa era malvada—Cristo, tus pelotas estarían alrededor de tus oídos.
Ella trató de fruncir el ceño en su dirección, pero el golpe del rellano le dio una sacudida final y dura.
Lo habían logrado.
—Bienvenidos al Campo Aéreo de Kandahar—él murmuró sarcásticamente mientras se desabrochaban.
Ya se había presentado a él como fotoperiodista- su primer error-y desde ese momento la había atormentado con sus historias y sus fanfarronadas.
—Sólo recuerda lo que dije. Si oyes el aullido agudo de un cohete, cuerpo a tierra.
—Gracias, pero no estoy segura de cuánto voy a salir de la base—ella contestó, deliberadamente vaga.
Tendría que negociar cualquier incursión fuera de la base, y la posibilidad de aventurarse en un territorio impredeciblemente peligroso la aterrorizaba y la emocionaba alternativamente.
—Se llama ‘fuera de la alambrada’. Y no importa—él guiñó un ojo, y con sus palabras su estómago cayó como si el avión estuviera todavía en el aire.
El calor, cuando finalmente salió del avión, la golpeó como una pared. Aspiró su respiración junto con cada gota de humedad en su cuerpo.
Ella habría maldecido, excepto que no pudo reunir el aliento para hacerlo. Y entonces quiso maldecir de nuevo a lo poco afectados que parecían los otros doce civiles en la pista.
Artie Abrams, el mejor amigo de Brittany desde sus primeros recuerdos y su asistente de confianza, flojamente le rodeó los hombros con el brazo.
No había una sola preocupación en su hermoso rostro sin afeitar, y por un momento fue como si estuvieran de nuevo en la escuela secundaria en Michigan, diseccionando uno de los partidos de fútbol de Artie, él engreído y totalmente despreocupado, su inquietud por la puntuación o una jugada perdida.
Era asombroso lo poco que habían cambiado en veinte años.
—Relájate—él dijo indiferentemente—Lo hicimos.
—Sí, ¿pero lo conseguiremos?—Brittany preguntó en silencio.
Estar en Afganistán era una tremenda oportunidad para su carrera. Solo esperaba que no fuera la última.
—Vamos. Son sólo dos semanas, Britt—le mostró esa sonrisa dentaria y juvenil que aún hacía que las mujeres se desmayaran.
Afortunadamente, ella era inmune.
—Además, vamos a rodar el mejor maldito reportaje fotográfico sobre médicos de guerra que alguien haya hecho antes. Punto.
—Sí—ella asintió con confianza—Lo estamos.
Artie tenía razón.
Ya no existían las unidades móviles del hospital que se habían popularizado en Corea y la Segunda Guerra Mundial, donde las ásperas cirugías se realizaban prácticamente en el campo de batalla.
La guerra era diferente ahora.
Los hospitales de la base son permanentes, con su equipo elaborado y personal bien capacitado, proporcionaban el tratamiento principal.
Los métodos mejorados de evacuación y el hecho de que rara vez existían ‘frentes de batalla’, también habían cambiado el trabajo de los médicos militares.
El reportaje fotográfico de Brittany, esperaba, mostraría cuánto más la medicina de guerra avanzada se había vuelto, y por extensión, cuántas vidas más se estaban salvando por eso.
También esperaba que sus fotos revelaran algo de las verdaderas personalidades de los médicos y enfermeras que sacrificaban tanto.
Estaban entre los héroes no anunciados de la guerra, y era hora de brillar una luz en ellos.
Un teniente repartía chalecos antibalas y cascos de Kevlar al grupo, junto con una severa explicación para usarlos- a menudo.
Como en todo el tiempo.
Lo que probablemente fue un buen consejo, tuvo que admitir mientras observaba a sus alrededores. El acero polvoriento, la madera contrachapada e incluso las instalaciones de lona parecía todo menos protectora.
Todo parecía frágil, transitorio, apresuradamente construido y extremadamente sucio.
Sus botas de tobillo de Gucci ya estaban bien cubiertas de fino polvo marrón, lo cual no era inesperado, pero sí le molestó muchísimo.
En algún lugar entre Londres y Dubai sus pesadas botas de trabajo habían desaparecido en el vórtice del equipaje perdido.
—Vamos—Artie le dijo y se unieron con el grupo.
El teniente, un hombre de mediana edad de rostro de piedra, los condujo hacia un gran hangar de metal.
Conversando calladamente entre ellos, los recién llegados fueron a donde se les dijo. El hangar, hueco y con daños de batalla, resonaba con sus pasos y susurros emocionados.
Había pedazos retorcidos de láminas metálicas cada pocos metros, y los agujeros de bala marcaban las paredes como el queso suizo.
Brittany no estaba asustada. No realmente, y de hecho no podía esperar a empezar a tomar fotos de su entorno.
Su fotografía la había llevado a muchos rincones interesantes del mundo y la había arrojado a situaciones peligrosas-una semana con el líder de un cártel de la droga en Colombia; unos días en una de las cárceles de mujeres endurecidas en la Florida para un reportaje fotográfico sobre mujeres detrás de las rejas; su obra premiada en un campo de refugiados en Darfur.
Fue la inesperada aleatoriedad de la guerra, sin embargo, la que le dio una leve sensación de malestar en la boca del estómago.
Bombarderos suicidas, artefactos explosivos improvisados, minas terrestres, ataques de granadas con cohetes, francotiradores.
Un enemigo que no podías ver antes de que fuera demasiado tarde. Podrías estar muerto antes de que supieras lo que te golpeó.
Eso era algo espantoso.
El teniente se acercó a ellos.
—Tengo a alguien que lleva sus equipos al hospital—miró a su alrededor, irritado—Mierda. Pensaba que alguien debía encontrarte aquí.
A Brittany no se le habían dado muchos detalles anticipados de lo que podía esperar, aparte de que casi le habían dado un amplio permiso para entrevistar y fotografiar al personal médico de la Unidad Médica Multinacional o el hospital ‘Labor 3’ en la base.
Cualquier cosa más allá de eso, tendría que negociarse.
El teniente se dirigió rápidamente a un teléfono de pared y ladró en él. Ella esperaba que la camioneta de bienvenida oficial fuera más amigable.
—Alguien del hospital vendrá a buscarte—él dijo brevemente—Puedes esperar aquí.
Los otros empezaron a alejarse con sus escoltas soldados.
Eran nuevos trabajadores civiles, un puñado de periodistas de prensa y televisión, un par de tipos del gobierno.
Fueron fáciles de descifrar.
Los trabajadores civiles parecían ansiosos, como si estuvieran empezando su primer día de clases.
Los periodistas estaban tratando de parecer fríos, como si no estuvieran preocupados por nada, mientras que los burócratas parecían un poco nerviosos y ... blandos.
Habían estado sentados detrás de sus escritorios demasiado tiempo, si el tamaño de sus tripas era cualquier indicación.
Se preguntó cómo ella y Artie debían parecer ante los demás-probablemente
como una pareja extraña.
Artie, el apuesto y envejecido atleta, de pelo castaño con la apariencia ligeramente desaliñada y la sonrisa rápida de un surfista y el aire de alguien que se dirige a la playa para el día.
Ella, de apariencia un poco exótica, un poco tensa y demasiado sofisticada para todo este polvo y los desperdicios de la guerra.
Pensó en la vieja maldición china: ‘Que vivas en tiempos interesantes.’ Esto, por supuesto, calificaría.
Ella no podía decir honestamente en este momento si tal destino era una bendición o una maldición, pero tenía una sensación divertida de que la respuesta se aclararía pronto.
El coronel Finn Hudson se sentó en su silla con las manos entrelazadas detrás de la cabeza.
Tenía la apariencia presuntuosa de alguien que no esperaba nada más que una plena capitulación, que, por supuesto, tenía todo el derecho de esperar.
—Es tu día de suerte, Mayor López.
Santana López, una de una docena de médicos adscritos al hospital de la Unidad Médica Multinacional, tuvo la clara sensación de que sería cualquier
cosa menos eso.
—¿Señor
El coronel miró a la Capitán Quinn Fabray, una de las mejores enfermeras del hospital y también la mejor amiga de Santana.
Habían llegado al Campo Aéreo de Kandahar con unos días una antes de la otra hace diez meses, y la cálida conexión había sido inmediata.
—Tú también, Capitán Fabray—él añadió con sarcasmo.
Oh, mierda, pensó Santana.
—¿Dos semanas de permiso, señor?—Quinn replicó.
Tenía suerte de haber llegado a capitán y sería incluso más afortunada si se mantenía en su rango. Ella constantemente cortejaba la amenaza de la degradación con sus descaradas respuestas y sus arriesgadas hazañas sexuales.
Se hacía la tonta o descuidada al respecto, pero Santana se encogió cada vez que Quinn atraía la atención negativa hacia sí misma.
El coronel frunció el ceño tan profundamente, que Santana temió que pudiera llegar a ser permanente.
—Difícilmente—él gruñó a Quinn antes de que su indeseada atención volviera a Santana—Hay un fotógrafo especial que llegara más tarde hoy. Es posible que hayas oído los rumores.
Santana lo había hecho, pero había aprendido a descartar los rumores-especialmente en una base militar de diez mil personas-hasta que se convertían en hechos.
—¿De qué se trata, señor?
—Ella está haciendo un reportaje de nosotros para National Geographic. Ella y su asistente estarán aquí por dos semanas, y te he elegido ... y por extensión tú—miró a Quinn—Para mantenerlos en tu bolsillo todo el tiempo. Estarán integrados con nosotros.
—¿Señor?
Genial, pensó Santana con irritación, evocando una imagen mental de sí misma de que alguien constantemente le daba una cámara en la cara y la seguía a cada movimiento como un cachorro ansioso y desagradable.
—¿Habla en serio?
—Por supuesto que estoy hablando en serio—sus gruesas manos cayeron
pesadamente sobre su escritorio de metal—¿Crees que estarías aquí si no estuviera?
—No, señor—quería rodar los ojos pero sabía que Hudson tendría su cabeza si lo hacía.
No sólo él estaba a cargo de administrar el hospital, sino que era el único neurocirujano en el personal.
Trabajar con él ya era difícil a veces.
Encabronarlo le haría casi imposible.
—¿Qué quiere exactamente que haga, señor?
—Niñera, para empezar. Trabajar algún tipo de magia de relaciones públicas para otro. Cristo, Mayor López, haz que se sientan importantes. Bienvenidos. National Geographic es una gran exposición para nuestra unidad, pero también quiero asegurarme de que no se interpongan en nuestro camino, por lo que tendrá que manejarlos.
Joder.
Ella pasó por la escuela de medicina y la residencia.
¿Había pasado más de tres años en el ejército para que pudiera ser niñera?
Santana intentó frenar su exasperación. Aclaró su garganta y dijo con toda la neutralidad que pudo reunir:
—¿No preferiría tener a Puckerman o Evans al frente? ¿O incluso Chang?
Ellos eran cirujanos, mientras que Santana, era mucho más baja en la cadena alimenticia como médico de urgencias. Los cirujanos parecerían mucho más exóticos, más emocionantes para un fotógrafo consumado.
Y si pudiera sacar a esas plagas de su cabello... Hudson puso fin rápidamente a sus tácticas de diversión.
—El Mayor Puckerman está tan bromista como un oso en buen momento incluso en sus malos días.
Quinn soltó un resoplido.
—El Mayor Evans es absolutamente fóbico acerca de cualquier atención, y el Capitán Chang es demasiado nuevo aquí. Así que eso me lleva a usted, Mayor López.
El puñado de otros doctores en la base eran todos civiles, lo que significaba que estaba definitivamente atrapada.
La cadena de mando querría que alguien en las Fuerzas vigilara de cerca a cualquier periodista enclavado.
Santana se mordió el labio inferior hasta que le picó, y le echó una mirada a Quinn, que parecía muy feliz por todo ello.
Quinn era la que debía retorcerse en el asiento caliente, no Santana.
Debe ser agradable tener tan mala memoria, Quinn.
—Queremos poner nuestra mejor cara adelante con esto. No tengo que recordarles que el apoyo a la misión está marcando el regreso a casa. Quiero a alguien para esta asignación que sea competente. Y agradable. Alguien que no nos avergüence ni nos haga ver mal. Y ustedes, Mayor, son agradables—lo dijo casi como si fuera algo malo, pero sabía que su superior tenía un respeto por ella tranquilo, aunque no expresado.
—¿Qué hay de mí?—Quinn interrumpió con altivez.
Santana casi se cayó de su silla ante la descarada audacia de Quinn-o la estupidez.
El coronel le frunció el ceño, lo cual, por supuesto, tuvo un efecto cero en Quinn.
—No empujes tu suerte, Capitán Fabray. Considere esta asignación una pequeña prueba. Serás el refuerzo de la Mayor López en el departamento de estrechar manos, y esta vez vas a ser un ángel perfecto—se inclinó amenazadoramente sobre su escritorio—La cagas y vas a limpiar orinales por el resto de tu misión.
Quinn trató de parecer escarmentada, lo cual fue ridículo para Santana.
Sabía que su amiga no estaba preocupada. El ejército era la carrera de Quinn, pero era arrogante porque sabía que siempre había una escasez de enfermeras en los registros.
—Mira—Hudson dijo dirigiendo sus palabras a Santana, suavizando su tono—Lo que hacemos aquí no es sólo acerca de las cirugías y todas las cosas de la gloria. Quieren una imagen completa del hospital base. Quiero que les den eso, incluyendo llevarlos a la clínica de polio que han preparado para mañana. Nos proporcionara una gran publicidad.
—¿Puedo sacarlos de la base, señor?—Santana estaba un poco sorprendida.
Conocía bien los peligros.
—A su discreción, Mayor.
—Sí señor. ¿Algo más?
Hudson se levantó.
—Adelántese y haga sus arreglos de alojamiento y recoja sus pases de seguridad. Luego puede ir a recogerlos. Deberían llegar en cualquier momento—empujó unas pocas hojas sobre el escritorio hacia ella—Aquí hay un informe sobre lo que están tratando de lograr aquí, así como lo que queremos que logren. Por lo que puedo ver, son casi iguales. Sólo asegúrese de que se adhieran a hacernos parecer santos.
Santana también se puso de pie.
—Sí, señor.
¿Santos? De acuerdo, definitivamente estaba bromeando.
Quinn se deslizó por la puerta, pero el coronel mantuvo a Santana de nuevo con la mano en su brazo.
—Mayor, ¿una palabra?
—Por supuesto—Santana cerró la puerta.
Ambos permanecieron de pie, señalando que la plática sería breve.
—Es sobre la Capitán Fabray—el coronel habló en un tono bajo, como si Quinn pudiera tener su oído pegado al otro lado de la puerta, lo que Santana realmente no lo descartaría—No necesito recordarle lo que pasó la última vez que Fabray fue asignada a un civil para mantenerlo protegido.
Santana se quedó inmóvil, permaneciendo callada.
Maldita sea, ¿por qué tenía que ser arrastrada en los líos de Quinn?
Santana tragó saliva, deseando no recordar la pequeña calamidad que Quinn había traído consigo al verse atrapada teniendo relaciones sexuales con un reportero de noticias visitante de Associated Press.
—Sí, señor—dijo llanamente.
Los ojos de Hudson eran serios.
—Esto es una pequeña prueba para ella, y para ti también. Considérese no sólo el guardián de este fotógrafo, sino también el guardián de la Capitán Fabray. Somos un equipo en este hospital. Y somos profesionales. No podemos hacer que Fabray continúe siendo una plaga en nosotros, particularmente donde hay forasteros de por medio. Usted debe asegurar que eso no suceda. ¿Entendido?
Grandioso, Santana pensó.
Había intentado ser una hermana mayor para Quinn o al menos la voz de la razón para su imprudente, a menudo arrogante amiga. Ahora era oficialmente responsable de ella durante los dos meses restantes de su visita.
Santana asintió cortantemente, saludó y casi chocó con Quinn en el pasillo. frunció el ceño a la rubia, sintiéndose todavía molesta acerca de su doble asignación, y se quitó la boina verde de la indumentaria del ejército canadiense, metiéndola con seguridad bajo su brazo.
Se había puesto su camisa de vestir verde pálido, almidonada y embutido sus pantalones verdes para la reunión con el coronel.
Quinn, como de costumbre, usaba ropa médica, pero Santana era muy rigurosa por el protocolo.
Otra diferencia obvia entre ellas.
—Entonces, ¿estabas recibiendo una charla de Hudson? ¿Alguna asignación secreta que no me ha clasificado lo suficiente?—Quinn estaba sonriendo, pero pescando sin embargo—Déjame adivinar, ¡voy a ser la enfermera del mes!
Santana frunció el ceño y sacudió la cabeza. Quería reír pero no se atrevía.
—Compórtate, Fabray, y eso es una orden.
Santana sintió la necesidad de añadir ‘por favor’ pero no lo hizo. No quería ser la pesada con Quinn y esperaba que no tuviera que llegar a eso.
—De todos modos, sé que no soy tan agradable como tú—Quinn dijo, agradeciendo cambiar la conversación—Pero quieres que recoja a estos dos y les dé la gira de diez centavos de la base?
—Yo lo haré—contestó con cansancio, el puñado de papeles del coronel en la mano.
—Oh, vamos, ya cascarrabias—Quinn la golpeó ligeramente en el hombro—Es algo emocionante, ¿no crees? Y es tu gran oportunidad de ser famosa, después de todo.
Santana trató de darle una mirada fulminante.
—No estoy buscando ser famosa. Y tampoco tú.
Quinn sonrió mientras caminaban hacia la sala del personal.
—Ser famosa podría tener su ventaja. Piensa en todas las mujeres que estarían detrás de ti.
Santana alzó la cabeza y le dirigió a su amiga otra mirada abrasadora. La mujer era incorregible.
—Tampoco estoy buscando eso.
—Te lo pierdes.
Quinn siempre estaba en busca del amor - o de su facsímil. Una enfermera de carrera militar, había estado en una relación a largo plazo que se rompió justo antes de que fuera enviada, y ahora parecía estar recuperando el tiempo perdido.
Lo tomaría a donde fuera y siempre que pudiera, y no siempre discretamente, a pesar de que afirmaba que intentaba serlo.
Por ley, al ejército canadiense no se le permite la discriminación contra los gays por más tiempo. No había la política de ‘no preguntes, no digas’.
Como rama del gobierno, la milicia no podía negar la entrada de gays y lesbianas, ni negarles promociones u otros derechos en el trabajo.
De hecho, tenían que pagar beneficios y pensiones a sus parejas del mismo sexo ahora, pero no significaba que estuvieran a punto de lanzarlos a una cena baile.
Quinn hacía alarde de su sexualidad, o tal vez simplemente no le importaba, ya que era su derecho dado por Dios, pero el ejército era todavía una institución conservadora, de viejos chicos.
Santana era sensible a eso, junto con las reglas estrictas contra la fraternización con personas por debajo de su rango.
Seguir las reglas escritas y no escritas era su excusa práctica para rechazar las ofertas de Quinn de citas dobles.
Eso era más fácil que explicarle que simplemente no podía involucrarse en relaciones sin sentido o transitorias.
Estaba contenta con su vida de celibato, pero explicarle eso a Quinn sería como hablarle en un idioma extranjero.
Santana empujó los papeles a Quinn.
—¿Por qué no me los lees mientras me preparo?
Quinn suspiró infelizmente pero obedeció. El punto del reportaje fotográfico, según el breve resumen, era mostrar el trabajo del personal médico en una base militar en una zona de combate.
A la fotógrafa y a su asistente se les había dado carta blanca para permanecer en KAF durante dos semanas y para fotografiar y escribir lo que quisieran.
Por supuesto, había alguna letra pequeña para proteger la privacidad de los pacientes si se trataba de tropas de la OTAN-que tendrían que difuminar o recortar sus rostros si hubiera algo gráfico-y tenían que obedecer al personal.
—Hmm, la parte obediente me gusta—Quinn bromeó.
Santana marcó la combinación de su casillero y tomó su arma de mano. No la usaba en el hospital, pero las reglas básicas dictaban que todos los soldados debían llevar un arma en la base, y así lo hacía cada vez que salía del hospital, aunque fuera por una taza de café.
Aunque era un médico de profesión, para los militares ella era un soldado primero.
—¿Algo más?
—La fotógrafa suena interesante—Quinn miró a Santana, que estaba tirando de su funda en el cinturón—Brittany Pierce. Tiene treinta y seis años, de Michigan. Graduada de la Universidad de Columbia. Ganó un premio Pulitzer por un reportaje fotográfico en Darfur hace tres años. Era para Newsweek.
Quinn silbó.
—Ella parece impresionante.
Santana también ató su buscapersonas a su cinturón.
—El nombre o sus credenciales no significan nada para mí—no había esperado que lo hicieran.
Prestaba poca atención a reportajes fotográficos en revistas ilustradas. Leía periódicos y libros religiosamente, así como el interminable montón de revistas médicas que abarrotaban su correo cada semana.
Si alguna vez había notado una foto realmente buena, no podía recordar haber mirado nunca para ver quién la había tomado.
Las cejas de Quinn se alzaron sugestivamente.
—Bueno, con suerte, por lo menos tendrá buena apariencia.
—Fabray, eres imposible—suspiró, llena de fingido desprecio.
No estaba realmente molesta; encontraba a Quinn divertida y refrescante. Eran opuestas de muchas maneras-Quinn la extrovertida, con una actitud diabólica y un ingenio penetrante, Santana mucho más cuidadosa y reservada.
La ojiverde era extremadamente leal, sin embargo, y una maldita buena enfermera.
Santana estaba agradecida por su amistad.
Si sólo Quinn se comportara durante el resto de su visita, haría la vida más fácil para ambas. Tendría que hablar seriamente con Quinn-otra vez. No podía contar las amables advertencias y consejos que ya le había dado para ser más cuidadosa, no llamar la atención sobre sí misma, pero esta vez tendría que poner más peso detrás de ella.
No había tiempo para hacerlo ahora mismo.
Santana cerró su casillero antes de reclamar un juego de llaves para uno de los Jeeps a su disposición.
—"No me importa lo que parezca, siempre y cuando no nos vuelva locas.
—No me engañas, Mayor Perfecta. No puedes decirme que no quieres que alguien de buen aspecto por aquí- además de mí, por supuesto. Un fresco bombón sería un regalo celestial justo ahora mismo.
Santana negó con la cabeza, pero una sonrisa inevitablemente escapó.
—De todos modos, sería inmune a ella.
—Lo sé. Sería bueno sacar una página de mi libro de vez en cuando.
—O no. ¿Cuál es el nombre del asistente? No lo dejemos fuera de la sociedad de la admiración.
—Oh, San—le pellizcó la mejilla afectuosamente—Eres tan condenadamente agradable. Siempre pensando en los demás. ¿Eras presidente de clase o algo así?
—Cállate, Fabray.
Quinn se echó a reír, gritando mientras Santana se alejaba:
—Artie Abrams es su nombre.
Santana agitó la mano sin dar la vuelta.
—Vas a recoger sus pases de seguridad por mí, ¿verdad?
La ironía y la terribilidad del pensamiento horrorizaron y divirtieron a Brittany
Pierce.
Sería sólo su mala suerte, pensó con sorprendente desapego, morir en un accidente de avión antes de su primera experiencia con la guerra y la gente
que se llamaban guerreros.
Para ser asesinada antes de aprender sus historias y entrenar su cámara en ellos, su portafolio carecía por siempre de la única cosa que cualquier fotoperiodista galardonado anhelaba-un período en una zona de guerra.
El descenso era tan pronunciado y agudo, que tenía la sensación de que sus labios estaban siendo empujados hacía sus oídos.
La piel de sus mejillas dolía por la fuerza de una gravedad tan implacable.
El avión, un transporte militar sin adornos, frío y ruidoso, se balanceaba en perfecta sincronización con todos los huesos de su cuerpo mientras se lanzaba hacia adelante-en aparente picada directo hacia el desierto.
Ahora no había ningún desapego emocional mientras rezaba con fuerza para que los remaches se sostuvieran un poco más.
El joven cabo a su lado rió como si fuera una broma, y quería golpearlo con los puños.
—Esto no es nada—él dijo, su nariz crispada como si pudiera oler su miedo.
Pero sus palabras no estaban destinadas a consolar. Su agitación era sólo otra oportunidad para burlarse de ella.
—Deberías haber visto cuán abruptos eran los aterrizajes antes de darnos cuenta de que los talibanes no tienen misiles tierra-aire adecuados—su risa era malvada—Cristo, tus pelotas estarían alrededor de tus oídos.
Ella trató de fruncir el ceño en su dirección, pero el golpe del rellano le dio una sacudida final y dura.
Lo habían logrado.
—Bienvenidos al Campo Aéreo de Kandahar—él murmuró sarcásticamente mientras se desabrochaban.
Ya se había presentado a él como fotoperiodista- su primer error-y desde ese momento la había atormentado con sus historias y sus fanfarronadas.
—Sólo recuerda lo que dije. Si oyes el aullido agudo de un cohete, cuerpo a tierra.
—Gracias, pero no estoy segura de cuánto voy a salir de la base—ella contestó, deliberadamente vaga.
Tendría que negociar cualquier incursión fuera de la base, y la posibilidad de aventurarse en un territorio impredeciblemente peligroso la aterrorizaba y la emocionaba alternativamente.
—Se llama ‘fuera de la alambrada’. Y no importa—él guiñó un ojo, y con sus palabras su estómago cayó como si el avión estuviera todavía en el aire.
El calor, cuando finalmente salió del avión, la golpeó como una pared. Aspiró su respiración junto con cada gota de humedad en su cuerpo.
Ella habría maldecido, excepto que no pudo reunir el aliento para hacerlo. Y entonces quiso maldecir de nuevo a lo poco afectados que parecían los otros doce civiles en la pista.
Artie Abrams, el mejor amigo de Brittany desde sus primeros recuerdos y su asistente de confianza, flojamente le rodeó los hombros con el brazo.
No había una sola preocupación en su hermoso rostro sin afeitar, y por un momento fue como si estuvieran de nuevo en la escuela secundaria en Michigan, diseccionando uno de los partidos de fútbol de Artie, él engreído y totalmente despreocupado, su inquietud por la puntuación o una jugada perdida.
Era asombroso lo poco que habían cambiado en veinte años.
—Relájate—él dijo indiferentemente—Lo hicimos.
—Sí, ¿pero lo conseguiremos?—Brittany preguntó en silencio.
Estar en Afganistán era una tremenda oportunidad para su carrera. Solo esperaba que no fuera la última.
—Vamos. Son sólo dos semanas, Britt—le mostró esa sonrisa dentaria y juvenil que aún hacía que las mujeres se desmayaran.
Afortunadamente, ella era inmune.
—Además, vamos a rodar el mejor maldito reportaje fotográfico sobre médicos de guerra que alguien haya hecho antes. Punto.
—Sí—ella asintió con confianza—Lo estamos.
Artie tenía razón.
Ya no existían las unidades móviles del hospital que se habían popularizado en Corea y la Segunda Guerra Mundial, donde las ásperas cirugías se realizaban prácticamente en el campo de batalla.
La guerra era diferente ahora.
Los hospitales de la base son permanentes, con su equipo elaborado y personal bien capacitado, proporcionaban el tratamiento principal.
Los métodos mejorados de evacuación y el hecho de que rara vez existían ‘frentes de batalla’, también habían cambiado el trabajo de los médicos militares.
El reportaje fotográfico de Brittany, esperaba, mostraría cuánto más la medicina de guerra avanzada se había vuelto, y por extensión, cuántas vidas más se estaban salvando por eso.
También esperaba que sus fotos revelaran algo de las verdaderas personalidades de los médicos y enfermeras que sacrificaban tanto.
Estaban entre los héroes no anunciados de la guerra, y era hora de brillar una luz en ellos.
Un teniente repartía chalecos antibalas y cascos de Kevlar al grupo, junto con una severa explicación para usarlos- a menudo.
Como en todo el tiempo.
Lo que probablemente fue un buen consejo, tuvo que admitir mientras observaba a sus alrededores. El acero polvoriento, la madera contrachapada e incluso las instalaciones de lona parecía todo menos protectora.
Todo parecía frágil, transitorio, apresuradamente construido y extremadamente sucio.
Sus botas de tobillo de Gucci ya estaban bien cubiertas de fino polvo marrón, lo cual no era inesperado, pero sí le molestó muchísimo.
En algún lugar entre Londres y Dubai sus pesadas botas de trabajo habían desaparecido en el vórtice del equipaje perdido.
—Vamos—Artie le dijo y se unieron con el grupo.
El teniente, un hombre de mediana edad de rostro de piedra, los condujo hacia un gran hangar de metal.
Conversando calladamente entre ellos, los recién llegados fueron a donde se les dijo. El hangar, hueco y con daños de batalla, resonaba con sus pasos y susurros emocionados.
Había pedazos retorcidos de láminas metálicas cada pocos metros, y los agujeros de bala marcaban las paredes como el queso suizo.
Brittany no estaba asustada. No realmente, y de hecho no podía esperar a empezar a tomar fotos de su entorno.
Su fotografía la había llevado a muchos rincones interesantes del mundo y la había arrojado a situaciones peligrosas-una semana con el líder de un cártel de la droga en Colombia; unos días en una de las cárceles de mujeres endurecidas en la Florida para un reportaje fotográfico sobre mujeres detrás de las rejas; su obra premiada en un campo de refugiados en Darfur.
Fue la inesperada aleatoriedad de la guerra, sin embargo, la que le dio una leve sensación de malestar en la boca del estómago.
Bombarderos suicidas, artefactos explosivos improvisados, minas terrestres, ataques de granadas con cohetes, francotiradores.
Un enemigo que no podías ver antes de que fuera demasiado tarde. Podrías estar muerto antes de que supieras lo que te golpeó.
Eso era algo espantoso.
El teniente se acercó a ellos.
—Tengo a alguien que lleva sus equipos al hospital—miró a su alrededor, irritado—Mierda. Pensaba que alguien debía encontrarte aquí.
A Brittany no se le habían dado muchos detalles anticipados de lo que podía esperar, aparte de que casi le habían dado un amplio permiso para entrevistar y fotografiar al personal médico de la Unidad Médica Multinacional o el hospital ‘Labor 3’ en la base.
Cualquier cosa más allá de eso, tendría que negociarse.
El teniente se dirigió rápidamente a un teléfono de pared y ladró en él. Ella esperaba que la camioneta de bienvenida oficial fuera más amigable.
—Alguien del hospital vendrá a buscarte—él dijo brevemente—Puedes esperar aquí.
Los otros empezaron a alejarse con sus escoltas soldados.
Eran nuevos trabajadores civiles, un puñado de periodistas de prensa y televisión, un par de tipos del gobierno.
Fueron fáciles de descifrar.
Los trabajadores civiles parecían ansiosos, como si estuvieran empezando su primer día de clases.
Los periodistas estaban tratando de parecer fríos, como si no estuvieran preocupados por nada, mientras que los burócratas parecían un poco nerviosos y ... blandos.
Habían estado sentados detrás de sus escritorios demasiado tiempo, si el tamaño de sus tripas era cualquier indicación.
Se preguntó cómo ella y Artie debían parecer ante los demás-probablemente
como una pareja extraña.
Artie, el apuesto y envejecido atleta, de pelo castaño con la apariencia ligeramente desaliñada y la sonrisa rápida de un surfista y el aire de alguien que se dirige a la playa para el día.
Ella, de apariencia un poco exótica, un poco tensa y demasiado sofisticada para todo este polvo y los desperdicios de la guerra.
Pensó en la vieja maldición china: ‘Que vivas en tiempos interesantes.’ Esto, por supuesto, calificaría.
Ella no podía decir honestamente en este momento si tal destino era una bendición o una maldición, pero tenía una sensación divertida de que la respuesta se aclararía pronto.
*****
El coronel Finn Hudson se sentó en su silla con las manos entrelazadas detrás de la cabeza.
Tenía la apariencia presuntuosa de alguien que no esperaba nada más que una plena capitulación, que, por supuesto, tenía todo el derecho de esperar.
—Es tu día de suerte, Mayor López.
Santana López, una de una docena de médicos adscritos al hospital de la Unidad Médica Multinacional, tuvo la clara sensación de que sería cualquier
cosa menos eso.
—¿Señor
El coronel miró a la Capitán Quinn Fabray, una de las mejores enfermeras del hospital y también la mejor amiga de Santana.
Habían llegado al Campo Aéreo de Kandahar con unos días una antes de la otra hace diez meses, y la cálida conexión había sido inmediata.
—Tú también, Capitán Fabray—él añadió con sarcasmo.
Oh, mierda, pensó Santana.
—¿Dos semanas de permiso, señor?—Quinn replicó.
Tenía suerte de haber llegado a capitán y sería incluso más afortunada si se mantenía en su rango. Ella constantemente cortejaba la amenaza de la degradación con sus descaradas respuestas y sus arriesgadas hazañas sexuales.
Se hacía la tonta o descuidada al respecto, pero Santana se encogió cada vez que Quinn atraía la atención negativa hacia sí misma.
El coronel frunció el ceño tan profundamente, que Santana temió que pudiera llegar a ser permanente.
—Difícilmente—él gruñó a Quinn antes de que su indeseada atención volviera a Santana—Hay un fotógrafo especial que llegara más tarde hoy. Es posible que hayas oído los rumores.
Santana lo había hecho, pero había aprendido a descartar los rumores-especialmente en una base militar de diez mil personas-hasta que se convertían en hechos.
—¿De qué se trata, señor?
—Ella está haciendo un reportaje de nosotros para National Geographic. Ella y su asistente estarán aquí por dos semanas, y te he elegido ... y por extensión tú—miró a Quinn—Para mantenerlos en tu bolsillo todo el tiempo. Estarán integrados con nosotros.
—¿Señor?
Genial, pensó Santana con irritación, evocando una imagen mental de sí misma de que alguien constantemente le daba una cámara en la cara y la seguía a cada movimiento como un cachorro ansioso y desagradable.
—¿Habla en serio?
—Por supuesto que estoy hablando en serio—sus gruesas manos cayeron
pesadamente sobre su escritorio de metal—¿Crees que estarías aquí si no estuviera?
—No, señor—quería rodar los ojos pero sabía que Hudson tendría su cabeza si lo hacía.
No sólo él estaba a cargo de administrar el hospital, sino que era el único neurocirujano en el personal.
Trabajar con él ya era difícil a veces.
Encabronarlo le haría casi imposible.
—¿Qué quiere exactamente que haga, señor?
—Niñera, para empezar. Trabajar algún tipo de magia de relaciones públicas para otro. Cristo, Mayor López, haz que se sientan importantes. Bienvenidos. National Geographic es una gran exposición para nuestra unidad, pero también quiero asegurarme de que no se interpongan en nuestro camino, por lo que tendrá que manejarlos.
Joder.
Ella pasó por la escuela de medicina y la residencia.
¿Había pasado más de tres años en el ejército para que pudiera ser niñera?
Santana intentó frenar su exasperación. Aclaró su garganta y dijo con toda la neutralidad que pudo reunir:
—¿No preferiría tener a Puckerman o Evans al frente? ¿O incluso Chang?
Ellos eran cirujanos, mientras que Santana, era mucho más baja en la cadena alimenticia como médico de urgencias. Los cirujanos parecerían mucho más exóticos, más emocionantes para un fotógrafo consumado.
Y si pudiera sacar a esas plagas de su cabello... Hudson puso fin rápidamente a sus tácticas de diversión.
—El Mayor Puckerman está tan bromista como un oso en buen momento incluso en sus malos días.
Quinn soltó un resoplido.
—El Mayor Evans es absolutamente fóbico acerca de cualquier atención, y el Capitán Chang es demasiado nuevo aquí. Así que eso me lleva a usted, Mayor López.
El puñado de otros doctores en la base eran todos civiles, lo que significaba que estaba definitivamente atrapada.
La cadena de mando querría que alguien en las Fuerzas vigilara de cerca a cualquier periodista enclavado.
Santana se mordió el labio inferior hasta que le picó, y le echó una mirada a Quinn, que parecía muy feliz por todo ello.
Quinn era la que debía retorcerse en el asiento caliente, no Santana.
Debe ser agradable tener tan mala memoria, Quinn.
—Queremos poner nuestra mejor cara adelante con esto. No tengo que recordarles que el apoyo a la misión está marcando el regreso a casa. Quiero a alguien para esta asignación que sea competente. Y agradable. Alguien que no nos avergüence ni nos haga ver mal. Y ustedes, Mayor, son agradables—lo dijo casi como si fuera algo malo, pero sabía que su superior tenía un respeto por ella tranquilo, aunque no expresado.
—¿Qué hay de mí?—Quinn interrumpió con altivez.
Santana casi se cayó de su silla ante la descarada audacia de Quinn-o la estupidez.
El coronel le frunció el ceño, lo cual, por supuesto, tuvo un efecto cero en Quinn.
—No empujes tu suerte, Capitán Fabray. Considere esta asignación una pequeña prueba. Serás el refuerzo de la Mayor López en el departamento de estrechar manos, y esta vez vas a ser un ángel perfecto—se inclinó amenazadoramente sobre su escritorio—La cagas y vas a limpiar orinales por el resto de tu misión.
Quinn trató de parecer escarmentada, lo cual fue ridículo para Santana.
Sabía que su amiga no estaba preocupada. El ejército era la carrera de Quinn, pero era arrogante porque sabía que siempre había una escasez de enfermeras en los registros.
—Mira—Hudson dijo dirigiendo sus palabras a Santana, suavizando su tono—Lo que hacemos aquí no es sólo acerca de las cirugías y todas las cosas de la gloria. Quieren una imagen completa del hospital base. Quiero que les den eso, incluyendo llevarlos a la clínica de polio que han preparado para mañana. Nos proporcionara una gran publicidad.
—¿Puedo sacarlos de la base, señor?—Santana estaba un poco sorprendida.
Conocía bien los peligros.
—A su discreción, Mayor.
—Sí señor. ¿Algo más?
Hudson se levantó.
—Adelántese y haga sus arreglos de alojamiento y recoja sus pases de seguridad. Luego puede ir a recogerlos. Deberían llegar en cualquier momento—empujó unas pocas hojas sobre el escritorio hacia ella—Aquí hay un informe sobre lo que están tratando de lograr aquí, así como lo que queremos que logren. Por lo que puedo ver, son casi iguales. Sólo asegúrese de que se adhieran a hacernos parecer santos.
Santana también se puso de pie.
—Sí, señor.
¿Santos? De acuerdo, definitivamente estaba bromeando.
Quinn se deslizó por la puerta, pero el coronel mantuvo a Santana de nuevo con la mano en su brazo.
—Mayor, ¿una palabra?
—Por supuesto—Santana cerró la puerta.
Ambos permanecieron de pie, señalando que la plática sería breve.
—Es sobre la Capitán Fabray—el coronel habló en un tono bajo, como si Quinn pudiera tener su oído pegado al otro lado de la puerta, lo que Santana realmente no lo descartaría—No necesito recordarle lo que pasó la última vez que Fabray fue asignada a un civil para mantenerlo protegido.
Santana se quedó inmóvil, permaneciendo callada.
Maldita sea, ¿por qué tenía que ser arrastrada en los líos de Quinn?
Santana tragó saliva, deseando no recordar la pequeña calamidad que Quinn había traído consigo al verse atrapada teniendo relaciones sexuales con un reportero de noticias visitante de Associated Press.
—Sí, señor—dijo llanamente.
Los ojos de Hudson eran serios.
—Esto es una pequeña prueba para ella, y para ti también. Considérese no sólo el guardián de este fotógrafo, sino también el guardián de la Capitán Fabray. Somos un equipo en este hospital. Y somos profesionales. No podemos hacer que Fabray continúe siendo una plaga en nosotros, particularmente donde hay forasteros de por medio. Usted debe asegurar que eso no suceda. ¿Entendido?
Grandioso, Santana pensó.
Había intentado ser una hermana mayor para Quinn o al menos la voz de la razón para su imprudente, a menudo arrogante amiga. Ahora era oficialmente responsable de ella durante los dos meses restantes de su visita.
Santana asintió cortantemente, saludó y casi chocó con Quinn en el pasillo. frunció el ceño a la rubia, sintiéndose todavía molesta acerca de su doble asignación, y se quitó la boina verde de la indumentaria del ejército canadiense, metiéndola con seguridad bajo su brazo.
Se había puesto su camisa de vestir verde pálido, almidonada y embutido sus pantalones verdes para la reunión con el coronel.
Quinn, como de costumbre, usaba ropa médica, pero Santana era muy rigurosa por el protocolo.
Otra diferencia obvia entre ellas.
—Entonces, ¿estabas recibiendo una charla de Hudson? ¿Alguna asignación secreta que no me ha clasificado lo suficiente?—Quinn estaba sonriendo, pero pescando sin embargo—Déjame adivinar, ¡voy a ser la enfermera del mes!
Santana frunció el ceño y sacudió la cabeza. Quería reír pero no se atrevía.
—Compórtate, Fabray, y eso es una orden.
Santana sintió la necesidad de añadir ‘por favor’ pero no lo hizo. No quería ser la pesada con Quinn y esperaba que no tuviera que llegar a eso.
—De todos modos, sé que no soy tan agradable como tú—Quinn dijo, agradeciendo cambiar la conversación—Pero quieres que recoja a estos dos y les dé la gira de diez centavos de la base?
—Yo lo haré—contestó con cansancio, el puñado de papeles del coronel en la mano.
—Oh, vamos, ya cascarrabias—Quinn la golpeó ligeramente en el hombro—Es algo emocionante, ¿no crees? Y es tu gran oportunidad de ser famosa, después de todo.
Santana trató de darle una mirada fulminante.
—No estoy buscando ser famosa. Y tampoco tú.
Quinn sonrió mientras caminaban hacia la sala del personal.
—Ser famosa podría tener su ventaja. Piensa en todas las mujeres que estarían detrás de ti.
Santana alzó la cabeza y le dirigió a su amiga otra mirada abrasadora. La mujer era incorregible.
—Tampoco estoy buscando eso.
—Te lo pierdes.
Quinn siempre estaba en busca del amor - o de su facsímil. Una enfermera de carrera militar, había estado en una relación a largo plazo que se rompió justo antes de que fuera enviada, y ahora parecía estar recuperando el tiempo perdido.
Lo tomaría a donde fuera y siempre que pudiera, y no siempre discretamente, a pesar de que afirmaba que intentaba serlo.
Por ley, al ejército canadiense no se le permite la discriminación contra los gays por más tiempo. No había la política de ‘no preguntes, no digas’.
Como rama del gobierno, la milicia no podía negar la entrada de gays y lesbianas, ni negarles promociones u otros derechos en el trabajo.
De hecho, tenían que pagar beneficios y pensiones a sus parejas del mismo sexo ahora, pero no significaba que estuvieran a punto de lanzarlos a una cena baile.
Quinn hacía alarde de su sexualidad, o tal vez simplemente no le importaba, ya que era su derecho dado por Dios, pero el ejército era todavía una institución conservadora, de viejos chicos.
Santana era sensible a eso, junto con las reglas estrictas contra la fraternización con personas por debajo de su rango.
Seguir las reglas escritas y no escritas era su excusa práctica para rechazar las ofertas de Quinn de citas dobles.
Eso era más fácil que explicarle que simplemente no podía involucrarse en relaciones sin sentido o transitorias.
Estaba contenta con su vida de celibato, pero explicarle eso a Quinn sería como hablarle en un idioma extranjero.
Santana empujó los papeles a Quinn.
—¿Por qué no me los lees mientras me preparo?
Quinn suspiró infelizmente pero obedeció. El punto del reportaje fotográfico, según el breve resumen, era mostrar el trabajo del personal médico en una base militar en una zona de combate.
A la fotógrafa y a su asistente se les había dado carta blanca para permanecer en KAF durante dos semanas y para fotografiar y escribir lo que quisieran.
Por supuesto, había alguna letra pequeña para proteger la privacidad de los pacientes si se trataba de tropas de la OTAN-que tendrían que difuminar o recortar sus rostros si hubiera algo gráfico-y tenían que obedecer al personal.
—Hmm, la parte obediente me gusta—Quinn bromeó.
Santana marcó la combinación de su casillero y tomó su arma de mano. No la usaba en el hospital, pero las reglas básicas dictaban que todos los soldados debían llevar un arma en la base, y así lo hacía cada vez que salía del hospital, aunque fuera por una taza de café.
Aunque era un médico de profesión, para los militares ella era un soldado primero.
—¿Algo más?
—La fotógrafa suena interesante—Quinn miró a Santana, que estaba tirando de su funda en el cinturón—Brittany Pierce. Tiene treinta y seis años, de Michigan. Graduada de la Universidad de Columbia. Ganó un premio Pulitzer por un reportaje fotográfico en Darfur hace tres años. Era para Newsweek.
Quinn silbó.
—Ella parece impresionante.
Santana también ató su buscapersonas a su cinturón.
—El nombre o sus credenciales no significan nada para mí—no había esperado que lo hicieran.
Prestaba poca atención a reportajes fotográficos en revistas ilustradas. Leía periódicos y libros religiosamente, así como el interminable montón de revistas médicas que abarrotaban su correo cada semana.
Si alguna vez había notado una foto realmente buena, no podía recordar haber mirado nunca para ver quién la había tomado.
Las cejas de Quinn se alzaron sugestivamente.
—Bueno, con suerte, por lo menos tendrá buena apariencia.
—Fabray, eres imposible—suspiró, llena de fingido desprecio.
No estaba realmente molesta; encontraba a Quinn divertida y refrescante. Eran opuestas de muchas maneras-Quinn la extrovertida, con una actitud diabólica y un ingenio penetrante, Santana mucho más cuidadosa y reservada.
La ojiverde era extremadamente leal, sin embargo, y una maldita buena enfermera.
Santana estaba agradecida por su amistad.
Si sólo Quinn se comportara durante el resto de su visita, haría la vida más fácil para ambas. Tendría que hablar seriamente con Quinn-otra vez. No podía contar las amables advertencias y consejos que ya le había dado para ser más cuidadosa, no llamar la atención sobre sí misma, pero esta vez tendría que poner más peso detrás de ella.
No había tiempo para hacerlo ahora mismo.
Santana cerró su casillero antes de reclamar un juego de llaves para uno de los Jeeps a su disposición.
—"No me importa lo que parezca, siempre y cuando no nos vuelva locas.
—No me engañas, Mayor Perfecta. No puedes decirme que no quieres que alguien de buen aspecto por aquí- además de mí, por supuesto. Un fresco bombón sería un regalo celestial justo ahora mismo.
Santana negó con la cabeza, pero una sonrisa inevitablemente escapó.
—De todos modos, sería inmune a ella.
—Lo sé. Sería bueno sacar una página de mi libro de vez en cuando.
—O no. ¿Cuál es el nombre del asistente? No lo dejemos fuera de la sociedad de la admiración.
—Oh, San—le pellizcó la mejilla afectuosamente—Eres tan condenadamente agradable. Siempre pensando en los demás. ¿Eras presidente de clase o algo así?
—Cállate, Fabray.
Quinn se echó a reír, gritando mientras Santana se alejaba:
—Artie Abrams es su nombre.
Santana agitó la mano sin dar la vuelta.
—Vas a recoger sus pases de seguridad por mí, ¿verdad?
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: FanFic Brittana: Sin Compromiso (Adaptada) Epílogo
Muy interesante comienzo!!!! Me gusta!!
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: FanFic Brittana: Sin Compromiso (Adaptada) Epílogo
Algo diferente, este otro ambiente sera muy interesante!!!! a esperar el encuentro!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: FanFic Brittana: Sin Compromiso (Adaptada) Epílogo
Santana de militar!!! es todo lo bueno en el mundo.
Isabella28****** - Mensajes : 378
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Re: FanFic Brittana: Sin Compromiso (Adaptada) Epílogo
Hola morra...
Interesante comienzo...
Un bomboncito nuevo en la base!... Jajajaja a ver si le gusta a san chocolate jajaja
Nos vemos!!!
Interesante comienzo...
Un bomboncito nuevo en la base!... Jajajaja a ver si le gusta a san chocolate jajaja
Nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
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Re: FanFic Brittana: Sin Compromiso (Adaptada) Epílogo
monica.santander escribió:Muy interesante comienzo!!!! Me gusta!!
Saludos
Hola, si¿? osea q vamos bn, no¿? jajajaajaja, si es asi, espero q lo siga siendo jajaja. Q siga así noma entonces jajaaj. Saludos =D
micky morales escribió:Algo diferente, este otro ambiente sera muy interesante!!!! a esperar el encuentro!!!!
Hola, la variedad es la sal de al vida, no¿? jajajajaja. Y espero q sea bueno jajajajaj. Akí dejo otro cap para ver eso! jajajajaja. Saludos =D
Isabella28 escribió:Santana de militar!!! es todo lo bueno en el mundo.
Hola, uyyyy q cosas ajajajajajaj. JAjaajajajajaj o no! ajajajajaj vamos bn entonces jajaja. Saludos =D
3:) escribió:Hola morra...
Interesante comienzo...
Un bomboncito nuevo en la base!... Jajajaja a ver si le gusta a san chocolate jajaja
Nos vemos!!!
Hola lu, lo cual es bueno y vamos bn, no¿? jajajajaj. Mmmm cosa mas buena dices, tu¿? jajajajaja. JAjajaajajajj xD ajajajajajajajajaja esperemos y si jajaja. SAludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
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FanFic Brittana: Sin Compromiso (Adaptada) Cap 1- P II
Capitulo 1 - Parte II
Con un solo vistazo, Brittany supo que el joven oficial era un Mayor.
Había tres barras en sus hombreras -las dos afuera anchas, la de en medio
estrecha.
Había memorizado las insignias de los militares estadounidenses y canadienses, ya que la base estaba llena de ambos, con un puñado de tropas holandesas, australianas y británicas lanzadas.
Los canadienses en realidad dirigían el hospital, y así notó de inmediato la pequeña hoja de arce roja bordada en los hombros de la fresca camisa de vestir del Mayor.
El Mayor saltó del jeep abierto y caminó con rapidez hacia ellos, pareciendo limpia y fresca, un milagro en este calor. Ella extendió la mano después de que sucintamente se presentó como la Mayor Santana López.
Les entregó sus pases de seguridad y un pequeño manual que probablemente explicaba las reglas de la casa con agonizantes detalles.
—¿Tenemos a un Mayor como nuestro guía?—Artie exclamó—Genial.
Un diminuto ceño fruncido estaba ahí y desapareció en un instante. El rostro de la Mayor era ilegible cuando respondió:
—Guía turístico, asistente y guardián, todo en uno. También soy uno de los médicos del hospital.
El alivio atravesó a Brittany.
Se alegraba de que no estuvieran atrapados con un rango más bajo-alguien sin influencia ni poder y cuya cabeza tendría que ir constantemente si querían algo.
Tener a un oficial superior asignado a ella significaba que los poderes-que-eran habían tomado su asignación seriamente.
—Es un placer, Mayor López. Soy Brittany Pierce y este es Artie Abrams. Por cierto, ¿nos referimos a usted como Doctora o Mayor?
La mayor López sonrió correspondientemente. Ella ciertamente tenía cortesía debajo de la ciencia.
—Un placer también, Sra. Pierce. El protocolo va en ambos sentidos, Mayor o Doctora.
La estudió a ella y Artie, su expresión todavía perfectamente en blanco, y se le ocurrió a Brittany cuán buenos eran estos tipos militares en enmascarar la emoción.
—Para la finalidad de tu estancia podrías incluso llamarme Santana. Veremos cómo va.
Ella entrecerró los ojos un poco, y Brittany adivinó que era un intento de ser un poco juguetona, pero no podía estar segura.
Tal vez incluso estaba desafiándolos a congraciarse.
Ya lo veremos, Mayor Santana López.
Brittany lanzó una sonrisa perfeccionada en el curso de halagar a los sujetos en todo tipo de poses y niveles de cooperación a través de los años.
Más que eso, atrayéndolos a ser abiertos y sinceros con ella. Había derretido a clientes mucho más duros que éste.
—Estoy segura de que no nos encontrará nada sino cooperativos. Queremos que esta asignación sea realmente algo especial—lanzó una mirada a Artie que le dijo que era mejor que no la hiciera comer sus palabras—¿Cierto, Artie?
—No soñaría con nada más—respondió automáticamente.
—¿Quieres una gira?
—¿Tienes tiempo?—Brittany preguntó con ansiedad.
Los ojos oscuros de la mayor no mantenían nada de artificialidad, y Brittany decidió que era una tiradora directa -que podía confiar en ella y sería honesta con ellos.
Los dioses están de mi lado, pensó Brittany con desconcierto.
—Eso suena perfecto, Mayor López—decidió usar el rango militar.
Ya que estaban en una base, se dirigiría a las personas por sus rangos durante las próximas dos semanas.
Podría acostumbrarse a eso también.
Artie tiró las mochilas que habían traído con ellos a la parte trasera del jeep y saltó al asiento trasero. Brittany subió al lado de la mayor, el pequeño esfuerzo haciéndola sudar más en el calor aplastante.
Jesús. ¿Cómo la gente aquí lo soporta?
—Lo siento, Mayor—Brittany no pudo evitar el tono quejumbroso en su voz—Pero esta armadura hace que sea ridículamente caluroso. ¿Realmente necesitamos usarlo?
Santana sonrió.
—Deberías verlo en Julio por aquí. Pasa de los sesenta grados en el día. Incluso las noches están muy por encima de los treinta.
Brittany luchó con el cálculo mental.
Santana, estaba usando Celsius, y las habilidades métricas de Brittany eran casi inexistentes.
Si sesenta estaba más caliente que esto, concluyó, debe ser extremadamente caliente. En ese caso, estaba muy contenta de que era Marzo y no Julio.
—Lo siento—la mayor se disculpó—Eso significa alrededor de ciento cuarenta en Farenheit.
Era maravilloso cómo Santana López parecía leer exactamente lo que pasaba por su mente.
Brittany se entregó a la fantasía de obtener respuestas antes de que tuviera que plantear las preguntas.
!Hablando del sueño de un periodista!
—Y para responder a tu pregunta, sí. Necesitas usar esa armadura cuando andes por aquí.
—Pero tú no estás llevándola—Artie observó mientras el Jeep avanzaba.
—Tienes razón, no estoy, Sr. Abrams—le dirigió a Brittany una mirada de soslayo. No había sorprendentemente ningún aire de superioridad en su mirada o en su voz—Cuando firmé mi nombre en mis papeles de alistamiento hace casi cuatro años, consentí en estos riesgos. Tú no lo hiciste.
Brittany asintió antes de mirar a Artie, que estaba sentado encorvado en el asiento trasero. Su desafío había desaparecido-por ahora. Él no era exactamente un ángel cuando se trataba de respetar la autoridad, y Brittany quería reírse.
En KAF, estaban absolutamente rodeados de figuras de autoridad, y su libertad estaría estrechamente controlada. Eran bienes de los militares ahora, y jugarían según sus reglas, quisieran o no.
La Mayor López probablemente estaba siendo más amable de lo que tenía que ser.
Había grava y arena por todas partes en la superficie plana, interminable que era la base.
Había montañas a lo lejos- grandes, marrones, majestuosas y pequeñas, también, que parecían surgir de la nada. Pero el paisaje inmediato estaba salpicado de filas e hileras de edificios feos, de techos abovedados, otros que parecían cobertizos gigantes hechos de láminas de metal, contenedores de transporte, incluso algunos de concreto.
La Mayor López señaló uno de los edificios cuadrado, de cemento.
—Eso es un búnker. Hay algunos cada pocos cientos de yardas. Si oyes una sirena de advertencia, entra en una de ellos tan rápido como puedas.
—¿Sucede a menudo?—Brittany tragó saliva—¿Las sirenas?
Lo que realmente quería decir era ataques.
—Realmente no. Algunas veces a la semana.
La respuesta fue tan casual como si Brittany hubiera preguntado a qué hora se servía la cena, pero la indiferencia de Santana no era nada tranquilizadora.
Un par de veces a la semana eran demasiadas veces.
—No te preocupes—Santana añadió con una sonrisa enigmática—En general, son bastante dóciles.
Artie gruñó incrédulo en el asiento trasero, y Brittany pudo darse cuenta que ya no estaba en un estado de ánimo flotante por estar aquí.
El aventurero Boy Scout había desaparecido-al menos por ahora.
—¿Cuánto tiempo ha sido tu casa, Mayor López?—Brittany necesitaba cambiar de tema.
—Diez meses hasta ahora.
Eso era mucho tiempo para vivir en un entorno tan feo. La ausencia de belleza la sorprendió. Había pocos árboles, casi sin vegetación, sin cuerpos naturales de agua.
Sabía por lo que había leído que no todo Afganistán era así, pero la base ciertamente lo era. Tal vez, pensó, estudiando el perfil de Santana, la gente
estaba demasiado ocupada para notarlo.
Ellos estaban aquí para trabajar, después de todo, y a los militares no les gustaban las distracciones.
—¿Cuánto tiempo más estarás aquí?
Santana sonrió por completo, y Brittany decidió que era bonita, piel morena nariz pequeña y boca muy femenina, sensual y carnosa.
Tenía una gran cara como un sujeto fotográfico con esas líneas fuertes y simétricas.
Su cabello era largo y liso, de color negro. Sus ojos seguramente eran para morirse-alternativamente marrones y negros, Brittany estaba segura de que la joven mayor tenía un establo lleno de hombres admiradores ... o mujeres.
—Sólo un par de meses más a menos que decida extenderlo—Santana respondió—La mayoría de las tropas canadienses están aquí por seis meses de rotaciones, pero en la MMU, puede ser de tres a dieciocho meses. Mi recorrido ahora es por un año.
Brittany se apartó de la nube de polvo levantada por un camión volcador pasando. Había fuertes y malolientes vehículos con motor diesel en todas partes-tractores, cargadores frontales, camiones de todo tipo.
Se preguntó cómo Santana se sentía realmente por estar aquí tanto tiempo-el ambiente frugal, el ruido, el olor y el polvo, la amenaza de ataques y, sabía por todo lo que había leído, las bajas demasiado frecuentes, de militares y civiles.
Tal vez, pensó, estudiando de nuevo el perfil de Santana, le contaría algo sobre eso.
Pero de nuevo, Santana parecía un poco en el lado militar duro, con sus emociones firmemente controladas y sus reglas inflexibles. Brittany tendría que ganar su confianza si esperaba que ella revelara mucho de sí misma.
—Éste es nuestro famoso paseo entablado—Santana señaló un largo paseo cubierto que rodeaba lo que parecía una pista de hockey, con tableros y luces.
Artie se animó de inmediato.
—¿Es una pista de hockey?
Santana se echó a reír.
—Sí. Es perfecto que está justo enfrente del complejo canadiense. Era todo lo que hacíamos, por supuesto.
Artie sonrió, casi sin poder contenerse.
—¿Usted juega, Mayor?
—En cada oportunidad que puedo.
Artie le dio un golpecito juguetón a Brittany en el hombro.
—Una mujer que comparte mis gustos. Me gusta.
Santana detuvo el jeep pero no hizo ningún movimiento para salir.
—Más tarde, puede verificar estos lugares por su cuenta. Pero en el paseo encontrará una pizzería, un par de tiendas de café, una tienda general, ese tipo de cosas. Incluso hay un restaurante cómodo.
—¿Comemos en el restaurante o con ustedes?—Artie preguntó.
—Puedes comer aquí si quieres, pero como nuestros huéspedes, tienen acceso completo a nuestro comedor. El DFAC está justo adelante.
—¿El DFAC?—Brittany preguntó, su estómago torcido ante la perspectiva de comer comida institucional durante las próximas dos semanas.
—Instalación de comedor—contestó pacientemente—La comida es bastante buena.
Brittany sonrió con su respuesta.
Ahí va de nuevo, leyendo mi mente.
—¿Es todo lo que puedes comer?—Artie preguntó con entusiasmo, sus pensamientos claramente en su estómago.
—Más o menos, sí, pero que tendrá que luchar a través de una línea de algunos soldados muy hambrientos.
Artie sonrió, su engreimiento de nuevo.
—He jugado mucho fútbol y hockey. Puedo cuidar de mí mismo.
Brittany puso los ojos en blanco.
No dudaba de que dentro de uno o dos días Artie estaría saliendo con los soldados, intercambiando historias deportivas, hablando de lo que estaba pasando en casa, actuando como uno de ellos con toda su fanfarronería y humor fácil.
Él era del tipo de chicos, a pesar de su larga e intensa amistad con Brittany.
Habían salido hace siglos, cuando eran adolescentes, antes de derivarse naturalmente en amistad.
Ellos eran mucho mejores amigos que amantes.
Una explosión, en algún lugar distante, sonó, seguida de cerca por el penetrante ulular de la sirena de alarma.
—Ah, mierda—Santana gritó—Vamos a ese búnker. Síganme—salió del jeep, con la cabeza hacia abajo, y salió corriendo hacia una de las estructuras de hormigón en cuclillas a unas docenas de yardas de distancia.
Artie se mantuvo fácilmente, pero a Brittany le costo un poco. Estaba en forma, pero no era una atleta. Justo en ese momento, un cohete silbó por encima de sus cabezas, una corriente corta y delgada de luz roja arrastrándose detrás.
Era todo el incentivo que Brittany necesito para moverse más rápido de lo que nunca hizo en su vida.
Se oyó a sí misma gritando ‘joder’ una y otra vez, como una oración o mantra.
Fue divertido, pensó un momento después, cuando se sentó sin aliento en el refugio, la forma en que había reconocido al instante que estaban siendo atacados por un lanzacohetes, a pesar de que nunca había experimentado algo así antes.
Le recordaba el momento que se había quedado atrapada en un terremoto en Centroamérica.
Había sabido de inmediato y con indefensa claridad exactamente lo que significaba el ruido y el temblor. Era como si el cuerpo estuviera muy en sintonía con la identificación de amenazas físicas inmediatas, incluso sin experiencia previa.
—¿Oyes eso?—Santana preguntó.
Brittany oyó el rítmico golpeteo de las aspas del helicóptero en la distancia.
—Esos son los Apaches que salen a echar un vistazo. Estarán de vuelta en unos minutos, y luego obtendremos todo despejado.
—¿Te acostumbras a ellos?—preguntó, su ritmo cardíaco finalmente volviendo a la normalidad.
—¿Los ataques? No. No quieres acostumbrarte a ellos—respondió con frialdad, y Brittany supo de inmediato lo que quería decir.
Tomando tu seguridad por sentada aquí podrías hacer que te maten con mucha prisa.
Pero la Mayor parecía tan tranquila, como si esperase totalmente que todo saliera bien.
Tal vez esa es la clave para mantenerse cuerdo. Estar listo, esperar tu inevitabilidad, pero confiar en que estarás bien.
Artie estaba sentado tan cerca de Brittany que sus hombros se tocaban.
—Este lugar me recuerda a esa vieja casa del árbol en el patio trasero de mi
vecino. Dónde tonteábamos por primera vez, ¿recuerdas, Britty?—a golpeó
juguetonamente.
Oh, Dios.Brittany sintió que sus mejillas se calentaban de vergüenza.
Él siempre hacía este tipo de cosas de marcar cuando sentía que había una competencia.
Lo había hecho con Rachel, también, cuando ellas empezaron a salir. Era su manera de decir que tenían un lazo largo e inquebrantable-que él era importante en su vida.
Que tenían una historia.
Su lado más cínico sabía que era también su pequeña manera de tratar de controlarla, protegerla, aunque sabía condenadamente bien que ella podía cuidar de sí misma.
Que él hiciera este pequeño acto delante de Santana López, a quién apenas conocían, la desconcertó.
Levantó los ojos hacia Santana, que le sostuvo la mirada con una mirada curiosa, ligeramente divertida.
Se está preguntando qué diablos somos el uno para el otro, Brittany se dio cuenta, y le dio un pequeño e inexplicable destello de emoción.
Se giró hacia Artie con una mirada penetrante.
—Es también el lugar donde te partí la nariz cuando trataste de ir demasiado lejos. Recuerdas eso, Artie Art?
—Sí—Artie murmuró, frotándose inconscientemente la nariz.
Notó que los ojos de Santana caían a su dedo anular en la más rápida de las miradas, y reprimió la sorprendente sensación de querer explicar.
Cristo, debe pensar que estoy casada con Artie.
No es que sería una suposición irrazonable dadas las circunstancias, pero quería que Santana supiera que su compañera era una mujer, que la banda de oro en su dedo no significaba que estaba casada con un hombre.
Era una persona privada, pero explicarle su situación a Santana le importaba por una razón que no podía nombrar.
La compulsión no tenía sentido, por lo que se resistió.
—¿Alguna vez el hospital ha sido atacado?—Brittany decidió cambiar el tema.
—De vez en cuando. No a menudo.
—¿Qué haces con los pacientes?
—¿Me está entrevistando, Sra. Pierce?—preguntó suavemente, el más mínimo indicio de una sonrisa en la comisura de los labios.
—No, en absoluto—respondió suavemente.
Quería evitar las entrevistas oficiales tanto como fuera posible, especialmente desde el principio.
Todavía necesitaba orientarse, para tener una idea de las personas que serían sus temas.
Sabía instintivamente que Santana nunca estaría completamente a gusto con ella, si pensaba que estaba siempre grabando.
—Sólo por curiosidad, eso es todo.
—Es en su mayoría un reportaje fotográfico que estás haciendo, ¿verdad?
—Voy a escribir unos cientos de palabras para acompañar las fotos. Nada importante, pero te entrevistaré en algún momento. Será eso un problema?
Brittany esperaba que Santana no empezara a ponerse nerviosa y se callara la boca.
Cultivar la cooperación requeriría tiempo y esfuerzo precioso lejos de su fotografía.
—No, pero espero que me digas cuando estemos grabando.
—Por supuesto, Mayor López.
—Gracias—deliberadamente estudió a Artie—¿Cuál es su papel aquí, Sr. Abrams?
Había el menor indicio de un desafío en su tono, y Brittany se encogió, esperando que Artie no lo entendiera. Él era un poco sensible sobre los logros de Brittany.
Era un fotógrafo de noticias, también, pero mucho menos exitoso que ella. Era bueno, pero no estaba a su nivel. Y mientras habían trabajado desde hace muchos años, ella sabía que su orgullo todavía lastimaba a veces el ser su ayudante.
—Bueno—Artie dijo, con un toque desdeñoso—Soy su mula, recadero, secretario, encanto de buena suerte y guardaespaldas—estaba siendo deliberadamente un pinchazo, marcando su territorio como un perro.
Mierda.
Si estos dos iban a ser como agua y aceite, tendría que jugar de mediadora y una amortiguadora-de nuevo más tiempo precioso lejos de su trabajo.
Santana se quedó mirándolo fijamente durante un largo momento con su propia marca de intimidación, luego rompió una lenta sonrisa que habría derretido al enemigo más duro.
—Seguro de que podría usar uno de esos. ¿Qué haces cuando no te necesita?
Brittany sintió a Artie relajarse junto a ella.
Gracias, Señor.
—Siempre estoy abierto a ofertas—suministró rápidamente, y ese momento crucial de si los tres podrían trabajar juntos o no había pasado.
Por ahora.
La sirena de todo despejado atravesó el aire.
—Les dejaré que hagan algo más de exploración de la base más tarde—la mayor dijo—Probablemente están agotados de todos modos.
Eso fue un eufemismo.
Primero habían volado de Detroit a Heathrow y luego a Dubai antes de coger un transporte militar a Kandahar.
Brittany podría utilizar una larga siesta, pero también estaba ansiosa por familiarizarse con la base.
Cuanto antes lo hiciera, más pronto podría ponerse a trabajar.
—Estoy muy cansada, Mayor, pero me encantaría un rápido recorrido por el
hospital.
Santana volvió a ponerse la boina. Brittany no se había dado cuenta de que se le cayó.
¿Tal vez en la carrera hacia el refugio?
—¿Estás segura de que estás a la altura?
Brittany miró brevemente a Artie antes de aceptar.
—Estoy animoso por eso—añadió—Además, me muero de hambre más de lo que estoy cansado. ¿Cuándo comemos?
Santana sacudió la cabeza y sonrió.
—Veamos el hospital, luego te voy a mostrar donde se alojaran. Entonces podemos cenar.
Había tres barras en sus hombreras -las dos afuera anchas, la de en medio
estrecha.
Había memorizado las insignias de los militares estadounidenses y canadienses, ya que la base estaba llena de ambos, con un puñado de tropas holandesas, australianas y británicas lanzadas.
Los canadienses en realidad dirigían el hospital, y así notó de inmediato la pequeña hoja de arce roja bordada en los hombros de la fresca camisa de vestir del Mayor.
El Mayor saltó del jeep abierto y caminó con rapidez hacia ellos, pareciendo limpia y fresca, un milagro en este calor. Ella extendió la mano después de que sucintamente se presentó como la Mayor Santana López.
Les entregó sus pases de seguridad y un pequeño manual que probablemente explicaba las reglas de la casa con agonizantes detalles.
—¿Tenemos a un Mayor como nuestro guía?—Artie exclamó—Genial.
Un diminuto ceño fruncido estaba ahí y desapareció en un instante. El rostro de la Mayor era ilegible cuando respondió:
—Guía turístico, asistente y guardián, todo en uno. También soy uno de los médicos del hospital.
El alivio atravesó a Brittany.
Se alegraba de que no estuvieran atrapados con un rango más bajo-alguien sin influencia ni poder y cuya cabeza tendría que ir constantemente si querían algo.
Tener a un oficial superior asignado a ella significaba que los poderes-que-eran habían tomado su asignación seriamente.
—Es un placer, Mayor López. Soy Brittany Pierce y este es Artie Abrams. Por cierto, ¿nos referimos a usted como Doctora o Mayor?
La mayor López sonrió correspondientemente. Ella ciertamente tenía cortesía debajo de la ciencia.
—Un placer también, Sra. Pierce. El protocolo va en ambos sentidos, Mayor o Doctora.
La estudió a ella y Artie, su expresión todavía perfectamente en blanco, y se le ocurrió a Brittany cuán buenos eran estos tipos militares en enmascarar la emoción.
—Para la finalidad de tu estancia podrías incluso llamarme Santana. Veremos cómo va.
Ella entrecerró los ojos un poco, y Brittany adivinó que era un intento de ser un poco juguetona, pero no podía estar segura.
Tal vez incluso estaba desafiándolos a congraciarse.
Ya lo veremos, Mayor Santana López.
Brittany lanzó una sonrisa perfeccionada en el curso de halagar a los sujetos en todo tipo de poses y niveles de cooperación a través de los años.
Más que eso, atrayéndolos a ser abiertos y sinceros con ella. Había derretido a clientes mucho más duros que éste.
—Estoy segura de que no nos encontrará nada sino cooperativos. Queremos que esta asignación sea realmente algo especial—lanzó una mirada a Artie que le dijo que era mejor que no la hiciera comer sus palabras—¿Cierto, Artie?
—No soñaría con nada más—respondió automáticamente.
—¿Quieres una gira?
—¿Tienes tiempo?—Brittany preguntó con ansiedad.
Los ojos oscuros de la mayor no mantenían nada de artificialidad, y Brittany decidió que era una tiradora directa -que podía confiar en ella y sería honesta con ellos.
Los dioses están de mi lado, pensó Brittany con desconcierto.
—Eso suena perfecto, Mayor López—decidió usar el rango militar.
Ya que estaban en una base, se dirigiría a las personas por sus rangos durante las próximas dos semanas.
Podría acostumbrarse a eso también.
Artie tiró las mochilas que habían traído con ellos a la parte trasera del jeep y saltó al asiento trasero. Brittany subió al lado de la mayor, el pequeño esfuerzo haciéndola sudar más en el calor aplastante.
Jesús. ¿Cómo la gente aquí lo soporta?
—Lo siento, Mayor—Brittany no pudo evitar el tono quejumbroso en su voz—Pero esta armadura hace que sea ridículamente caluroso. ¿Realmente necesitamos usarlo?
Santana sonrió.
—Deberías verlo en Julio por aquí. Pasa de los sesenta grados en el día. Incluso las noches están muy por encima de los treinta.
Brittany luchó con el cálculo mental.
Santana, estaba usando Celsius, y las habilidades métricas de Brittany eran casi inexistentes.
Si sesenta estaba más caliente que esto, concluyó, debe ser extremadamente caliente. En ese caso, estaba muy contenta de que era Marzo y no Julio.
—Lo siento—la mayor se disculpó—Eso significa alrededor de ciento cuarenta en Farenheit.
Era maravilloso cómo Santana López parecía leer exactamente lo que pasaba por su mente.
Brittany se entregó a la fantasía de obtener respuestas antes de que tuviera que plantear las preguntas.
!Hablando del sueño de un periodista!
—Y para responder a tu pregunta, sí. Necesitas usar esa armadura cuando andes por aquí.
—Pero tú no estás llevándola—Artie observó mientras el Jeep avanzaba.
—Tienes razón, no estoy, Sr. Abrams—le dirigió a Brittany una mirada de soslayo. No había sorprendentemente ningún aire de superioridad en su mirada o en su voz—Cuando firmé mi nombre en mis papeles de alistamiento hace casi cuatro años, consentí en estos riesgos. Tú no lo hiciste.
Brittany asintió antes de mirar a Artie, que estaba sentado encorvado en el asiento trasero. Su desafío había desaparecido-por ahora. Él no era exactamente un ángel cuando se trataba de respetar la autoridad, y Brittany quería reírse.
En KAF, estaban absolutamente rodeados de figuras de autoridad, y su libertad estaría estrechamente controlada. Eran bienes de los militares ahora, y jugarían según sus reglas, quisieran o no.
La Mayor López probablemente estaba siendo más amable de lo que tenía que ser.
Había grava y arena por todas partes en la superficie plana, interminable que era la base.
Había montañas a lo lejos- grandes, marrones, majestuosas y pequeñas, también, que parecían surgir de la nada. Pero el paisaje inmediato estaba salpicado de filas e hileras de edificios feos, de techos abovedados, otros que parecían cobertizos gigantes hechos de láminas de metal, contenedores de transporte, incluso algunos de concreto.
La Mayor López señaló uno de los edificios cuadrado, de cemento.
—Eso es un búnker. Hay algunos cada pocos cientos de yardas. Si oyes una sirena de advertencia, entra en una de ellos tan rápido como puedas.
—¿Sucede a menudo?—Brittany tragó saliva—¿Las sirenas?
Lo que realmente quería decir era ataques.
—Realmente no. Algunas veces a la semana.
La respuesta fue tan casual como si Brittany hubiera preguntado a qué hora se servía la cena, pero la indiferencia de Santana no era nada tranquilizadora.
Un par de veces a la semana eran demasiadas veces.
—No te preocupes—Santana añadió con una sonrisa enigmática—En general, son bastante dóciles.
Artie gruñó incrédulo en el asiento trasero, y Brittany pudo darse cuenta que ya no estaba en un estado de ánimo flotante por estar aquí.
El aventurero Boy Scout había desaparecido-al menos por ahora.
—¿Cuánto tiempo ha sido tu casa, Mayor López?—Brittany necesitaba cambiar de tema.
—Diez meses hasta ahora.
Eso era mucho tiempo para vivir en un entorno tan feo. La ausencia de belleza la sorprendió. Había pocos árboles, casi sin vegetación, sin cuerpos naturales de agua.
Sabía por lo que había leído que no todo Afganistán era así, pero la base ciertamente lo era. Tal vez, pensó, estudiando el perfil de Santana, la gente
estaba demasiado ocupada para notarlo.
Ellos estaban aquí para trabajar, después de todo, y a los militares no les gustaban las distracciones.
—¿Cuánto tiempo más estarás aquí?
Santana sonrió por completo, y Brittany decidió que era bonita, piel morena nariz pequeña y boca muy femenina, sensual y carnosa.
Tenía una gran cara como un sujeto fotográfico con esas líneas fuertes y simétricas.
Su cabello era largo y liso, de color negro. Sus ojos seguramente eran para morirse-alternativamente marrones y negros, Brittany estaba segura de que la joven mayor tenía un establo lleno de hombres admiradores ... o mujeres.
—Sólo un par de meses más a menos que decida extenderlo—Santana respondió—La mayoría de las tropas canadienses están aquí por seis meses de rotaciones, pero en la MMU, puede ser de tres a dieciocho meses. Mi recorrido ahora es por un año.
Brittany se apartó de la nube de polvo levantada por un camión volcador pasando. Había fuertes y malolientes vehículos con motor diesel en todas partes-tractores, cargadores frontales, camiones de todo tipo.
Se preguntó cómo Santana se sentía realmente por estar aquí tanto tiempo-el ambiente frugal, el ruido, el olor y el polvo, la amenaza de ataques y, sabía por todo lo que había leído, las bajas demasiado frecuentes, de militares y civiles.
Tal vez, pensó, estudiando de nuevo el perfil de Santana, le contaría algo sobre eso.
Pero de nuevo, Santana parecía un poco en el lado militar duro, con sus emociones firmemente controladas y sus reglas inflexibles. Brittany tendría que ganar su confianza si esperaba que ella revelara mucho de sí misma.
—Éste es nuestro famoso paseo entablado—Santana señaló un largo paseo cubierto que rodeaba lo que parecía una pista de hockey, con tableros y luces.
Artie se animó de inmediato.
—¿Es una pista de hockey?
Santana se echó a reír.
—Sí. Es perfecto que está justo enfrente del complejo canadiense. Era todo lo que hacíamos, por supuesto.
Artie sonrió, casi sin poder contenerse.
—¿Usted juega, Mayor?
—En cada oportunidad que puedo.
Artie le dio un golpecito juguetón a Brittany en el hombro.
—Una mujer que comparte mis gustos. Me gusta.
Santana detuvo el jeep pero no hizo ningún movimiento para salir.
—Más tarde, puede verificar estos lugares por su cuenta. Pero en el paseo encontrará una pizzería, un par de tiendas de café, una tienda general, ese tipo de cosas. Incluso hay un restaurante cómodo.
—¿Comemos en el restaurante o con ustedes?—Artie preguntó.
—Puedes comer aquí si quieres, pero como nuestros huéspedes, tienen acceso completo a nuestro comedor. El DFAC está justo adelante.
—¿El DFAC?—Brittany preguntó, su estómago torcido ante la perspectiva de comer comida institucional durante las próximas dos semanas.
—Instalación de comedor—contestó pacientemente—La comida es bastante buena.
Brittany sonrió con su respuesta.
Ahí va de nuevo, leyendo mi mente.
—¿Es todo lo que puedes comer?—Artie preguntó con entusiasmo, sus pensamientos claramente en su estómago.
—Más o menos, sí, pero que tendrá que luchar a través de una línea de algunos soldados muy hambrientos.
Artie sonrió, su engreimiento de nuevo.
—He jugado mucho fútbol y hockey. Puedo cuidar de mí mismo.
Brittany puso los ojos en blanco.
No dudaba de que dentro de uno o dos días Artie estaría saliendo con los soldados, intercambiando historias deportivas, hablando de lo que estaba pasando en casa, actuando como uno de ellos con toda su fanfarronería y humor fácil.
Él era del tipo de chicos, a pesar de su larga e intensa amistad con Brittany.
Habían salido hace siglos, cuando eran adolescentes, antes de derivarse naturalmente en amistad.
Ellos eran mucho mejores amigos que amantes.
Una explosión, en algún lugar distante, sonó, seguida de cerca por el penetrante ulular de la sirena de alarma.
—Ah, mierda—Santana gritó—Vamos a ese búnker. Síganme—salió del jeep, con la cabeza hacia abajo, y salió corriendo hacia una de las estructuras de hormigón en cuclillas a unas docenas de yardas de distancia.
Artie se mantuvo fácilmente, pero a Brittany le costo un poco. Estaba en forma, pero no era una atleta. Justo en ese momento, un cohete silbó por encima de sus cabezas, una corriente corta y delgada de luz roja arrastrándose detrás.
Era todo el incentivo que Brittany necesito para moverse más rápido de lo que nunca hizo en su vida.
Se oyó a sí misma gritando ‘joder’ una y otra vez, como una oración o mantra.
Fue divertido, pensó un momento después, cuando se sentó sin aliento en el refugio, la forma en que había reconocido al instante que estaban siendo atacados por un lanzacohetes, a pesar de que nunca había experimentado algo así antes.
Le recordaba el momento que se había quedado atrapada en un terremoto en Centroamérica.
Había sabido de inmediato y con indefensa claridad exactamente lo que significaba el ruido y el temblor. Era como si el cuerpo estuviera muy en sintonía con la identificación de amenazas físicas inmediatas, incluso sin experiencia previa.
—¿Oyes eso?—Santana preguntó.
Brittany oyó el rítmico golpeteo de las aspas del helicóptero en la distancia.
—Esos son los Apaches que salen a echar un vistazo. Estarán de vuelta en unos minutos, y luego obtendremos todo despejado.
—¿Te acostumbras a ellos?—preguntó, su ritmo cardíaco finalmente volviendo a la normalidad.
—¿Los ataques? No. No quieres acostumbrarte a ellos—respondió con frialdad, y Brittany supo de inmediato lo que quería decir.
Tomando tu seguridad por sentada aquí podrías hacer que te maten con mucha prisa.
Pero la Mayor parecía tan tranquila, como si esperase totalmente que todo saliera bien.
Tal vez esa es la clave para mantenerse cuerdo. Estar listo, esperar tu inevitabilidad, pero confiar en que estarás bien.
Artie estaba sentado tan cerca de Brittany que sus hombros se tocaban.
—Este lugar me recuerda a esa vieja casa del árbol en el patio trasero de mi
vecino. Dónde tonteábamos por primera vez, ¿recuerdas, Britty?—a golpeó
juguetonamente.
Oh, Dios.Brittany sintió que sus mejillas se calentaban de vergüenza.
Él siempre hacía este tipo de cosas de marcar cuando sentía que había una competencia.
Lo había hecho con Rachel, también, cuando ellas empezaron a salir. Era su manera de decir que tenían un lazo largo e inquebrantable-que él era importante en su vida.
Que tenían una historia.
Su lado más cínico sabía que era también su pequeña manera de tratar de controlarla, protegerla, aunque sabía condenadamente bien que ella podía cuidar de sí misma.
Que él hiciera este pequeño acto delante de Santana López, a quién apenas conocían, la desconcertó.
Levantó los ojos hacia Santana, que le sostuvo la mirada con una mirada curiosa, ligeramente divertida.
Se está preguntando qué diablos somos el uno para el otro, Brittany se dio cuenta, y le dio un pequeño e inexplicable destello de emoción.
Se giró hacia Artie con una mirada penetrante.
—Es también el lugar donde te partí la nariz cuando trataste de ir demasiado lejos. Recuerdas eso, Artie Art?
—Sí—Artie murmuró, frotándose inconscientemente la nariz.
Notó que los ojos de Santana caían a su dedo anular en la más rápida de las miradas, y reprimió la sorprendente sensación de querer explicar.
Cristo, debe pensar que estoy casada con Artie.
No es que sería una suposición irrazonable dadas las circunstancias, pero quería que Santana supiera que su compañera era una mujer, que la banda de oro en su dedo no significaba que estaba casada con un hombre.
Era una persona privada, pero explicarle su situación a Santana le importaba por una razón que no podía nombrar.
La compulsión no tenía sentido, por lo que se resistió.
—¿Alguna vez el hospital ha sido atacado?—Brittany decidió cambiar el tema.
—De vez en cuando. No a menudo.
—¿Qué haces con los pacientes?
—¿Me está entrevistando, Sra. Pierce?—preguntó suavemente, el más mínimo indicio de una sonrisa en la comisura de los labios.
—No, en absoluto—respondió suavemente.
Quería evitar las entrevistas oficiales tanto como fuera posible, especialmente desde el principio.
Todavía necesitaba orientarse, para tener una idea de las personas que serían sus temas.
Sabía instintivamente que Santana nunca estaría completamente a gusto con ella, si pensaba que estaba siempre grabando.
—Sólo por curiosidad, eso es todo.
—Es en su mayoría un reportaje fotográfico que estás haciendo, ¿verdad?
—Voy a escribir unos cientos de palabras para acompañar las fotos. Nada importante, pero te entrevistaré en algún momento. Será eso un problema?
Brittany esperaba que Santana no empezara a ponerse nerviosa y se callara la boca.
Cultivar la cooperación requeriría tiempo y esfuerzo precioso lejos de su fotografía.
—No, pero espero que me digas cuando estemos grabando.
—Por supuesto, Mayor López.
—Gracias—deliberadamente estudió a Artie—¿Cuál es su papel aquí, Sr. Abrams?
Había el menor indicio de un desafío en su tono, y Brittany se encogió, esperando que Artie no lo entendiera. Él era un poco sensible sobre los logros de Brittany.
Era un fotógrafo de noticias, también, pero mucho menos exitoso que ella. Era bueno, pero no estaba a su nivel. Y mientras habían trabajado desde hace muchos años, ella sabía que su orgullo todavía lastimaba a veces el ser su ayudante.
—Bueno—Artie dijo, con un toque desdeñoso—Soy su mula, recadero, secretario, encanto de buena suerte y guardaespaldas—estaba siendo deliberadamente un pinchazo, marcando su territorio como un perro.
Mierda.
Si estos dos iban a ser como agua y aceite, tendría que jugar de mediadora y una amortiguadora-de nuevo más tiempo precioso lejos de su trabajo.
Santana se quedó mirándolo fijamente durante un largo momento con su propia marca de intimidación, luego rompió una lenta sonrisa que habría derretido al enemigo más duro.
—Seguro de que podría usar uno de esos. ¿Qué haces cuando no te necesita?
Brittany sintió a Artie relajarse junto a ella.
Gracias, Señor.
—Siempre estoy abierto a ofertas—suministró rápidamente, y ese momento crucial de si los tres podrían trabajar juntos o no había pasado.
Por ahora.
La sirena de todo despejado atravesó el aire.
—Les dejaré que hagan algo más de exploración de la base más tarde—la mayor dijo—Probablemente están agotados de todos modos.
Eso fue un eufemismo.
Primero habían volado de Detroit a Heathrow y luego a Dubai antes de coger un transporte militar a Kandahar.
Brittany podría utilizar una larga siesta, pero también estaba ansiosa por familiarizarse con la base.
Cuanto antes lo hiciera, más pronto podría ponerse a trabajar.
—Estoy muy cansada, Mayor, pero me encantaría un rápido recorrido por el
hospital.
Santana volvió a ponerse la boina. Brittany no se había dado cuenta de que se le cayó.
¿Tal vez en la carrera hacia el refugio?
—¿Estás segura de que estás a la altura?
Brittany miró brevemente a Artie antes de aceptar.
—Estoy animoso por eso—añadió—Además, me muero de hambre más de lo que estoy cansado. ¿Cuándo comemos?
Santana sacudió la cabeza y sonrió.
—Veamos el hospital, luego te voy a mostrar donde se alojaran. Entonces podemos cenar.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: FanFic Brittana: Sin Compromiso (Adaptada) Epílogo
Artie desde siempre estorbando...pero con los encantos de san nadie puede
Isabella28****** - Mensajes : 378
Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: FanFic Brittana: Sin Compromiso (Adaptada) Epílogo
Espero que Artie no sea como Sam (labios de zalamandra) y ahora tengo la duda que se que me acompañara un largo trecho, estara Brittany casada?????
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: FanFic Brittana: Sin Compromiso (Adaptada) Epílogo
Hola morra....
Artie.. Artie una bomba un misil o una simple bala... Pasa por cualquier lado ahí que tenga cuidado jajaja
Muy tranki el primer encuentro...
Nos vemos!!!!
Artie.. Artie una bomba un misil o una simple bala... Pasa por cualquier lado ahí que tenga cuidado jajaja
Muy tranki el primer encuentro...
Nos vemos!!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: FanFic Brittana: Sin Compromiso (Adaptada) Epílogo
Isabella28 escribió:Artie desde siempre estorbando...pero con los encantos de san nadie puede
Hola, jajajajajaajajajaj la vrdd esk si xD esperemos y no sea como sam en otras historias ¬¬ Aiii, pero q razón llevas! jaajajajajaj. Saludos =D
micky morales escribió:Espero que Artie no sea como Sam (labios de zalamandra) y ahora tengo la duda que se que me acompañara un largo trecho, estara Brittany casada?????
Hola, nonnonononono eso mismo dije en el comentario de arriba, asik esperemos y no (ajajajaajajajajajaj XD) Uyyyy y cual dices tu q es... quizás y sea alguna de la q tengo yo xD Mmmm esa era la duda¿? mmm nose xq este cap nos ayudara con eso! Saludos =D
3:) escribió:Hola morra....
Artie.. Artie una bomba un misil o una simple bala... Pasa por cualquier lado ahí que tenga cuidado jajaja
Muy tranki el primer encuentro...
Nos vemos!!!!
Hola lu, jajajaajaj xD ajajajajajaja mejor como amigo o hermano, pero con cuidadito, no¿? jajajajaajjaa. Si¿? mmm pero bn o no¿? jajajaja. Aquí dejo más para ver q pasa! ajjaja. SAludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Sin Compromiso (Adaptada) Cap 1 - P III
Capitulo 1 - Parte III
El hospital no se veía muy impresionante.
Hecho de madera contrachapada y acero con contenedores de transporte para los baños, era sin embargo una fuente de orgullo para Santana.
A pesar de estas condiciones frugales, ciento veinte miembros del personal del hospital estaban equipados para hacer todo desde realizar cirugías hasta realizar pruebas como ultrasonidos y radiografías.
Y realizaban todas esas cosas muy bien.
Había dos quirófanos, un tomógrafo de última tecnología, una sala de UCI, un área para pacientes ambulatorios e incluso una carpa para pacientes rebosados.
Convenientemente situado al lado de la pista para hacer transferencias rápidas desde los helicópteros de evacuación-medica, el hospital era el mejor equipado de toda la provincia de Kandahar.
Además de servir a los miles de efectivos militares de la OTAN en la provincia, también proporcionaba atención a las unidades del ejército y la policía afganos e incluso a algunos civiles.
—No es exactamente la Clínica Mayo—Santana dijo a modo de excusa—Pero hace lo que fue diseñado para hacer.
Santana no había sido exactamente una doctora de traumatismo experta cuando se unió al ejército, pero podía manejar casi cualquier cosa que atravesara las puertas ahora-tubos torácicos, traqueotomías, arterias cortadas.
Era su trabajo estabilizar victimas antes de que los cirujanos las tomaran o hacer el tipo de reparaciones que no requerían cirugía. Los heridos de gravedad, una vez estabilizados, por lo general volaban a Landstuhl, Alemania, a diez horas de distancia.
Los colegas de Santana eran excelentes. Eran dedicados, inventivos y versátiles. Podrían hacer un trabajo increíble bajo condiciones extremas, pero mejor dejar que Brittany Pierce y Artie Abrams lleguen a sus propias conclusiones.
No iba a ‘venderse’ a sí misma o al hospital.
Era lo que era y las conclusiones a las que llegara esta galardonada fotoperiodista estaban fuera del control de Santana.
Si Brittany era inteligente y observadora y objetiva - y Santana sospechaba que lo era- apreciaría rápidamente al hospital y su personal.
Brittany hizo preguntas acerca de la iluminación y donde podrían instalarse, y Santana repasó las reglas básicas, discutiendo las cuestiones de privacidad y recordándoles que se mantuvieran alejados del camino tanto como fuera posible.
—Se llena de gente con mucha prisa—Santana dijo—Y cuando el equipo está bajo estrés, pueden ser un poco... tensos. No les dirán las cosas muy bien cuando eso suceda.
Brittany asintió, y Santana intentó calibrar las intenciones de la fotógrafa.
¿Intentaría tomar fotos premiadas a cualquier precio, o sería paciente y trabajaría con ellos?
¿Se mezclaría, conocería su lugar, permanecer en segundo plano?
¿Estaba interesada en ellos como personas y no sólo como temas?
¿Se tomaría la molestia de entender realmente su trabajo en el hospital?
Santana sólo podía esperar que así sea.
Ella y los otros invertirían dos semanas de su tiempo en Brittany Pierce y Artie Abrams.
Y no sólo el tiempo.
También habría una inversión emocional. En la exhibición estarían sus miedos, sus decepciones, sus victorias, sus fortalezas y sus debilidades.
Dios, ¿por qué no me dio Hudson un tiempo más difícil sobre esto?
Santana se quedó mirando a los ojos azules, muy abiertos de Brittany -tan claros que eran casi celestes- y buscó respuestas.
Fue en ese momento que Quinn Fabray dobló una esquina llevando una alta pila de batas de hospital y casi chocó con ellos.
—Jesús, Fabray—Santana se quejó, enderezándose.
No se había dado cuenta de que había puesto su brazo protectoramente frente a Brittany, pero definitivamente ojiazul se había dado cuenta, porque tenía el ceño fruncido hacia Santana y alejándose como si acabara de recibir una descarga eléctrica.
Quinn, por su parte, parecía demasiado presumida.
Era obvio que ella también había notado el gesto instintivo, protector de Santana, y ésta pudo ver en los ojos de Quinn que estaba ansiosa de entablar una implacable ronda de burlas.
Oh, sí. No voy a escuchar el final de esto en el corto plazo.
La cara de Santana se calentó. Era como si estuviera atrapada en algo, y fulminó a Quinn incluso mientras mantenía la voz neutral.
—Capitán Fabray, esta es Brittany Pierce y Artie Abrams. Sra. Pierce, Sr. Abrams, la Capitán Fabray es una de nuestras enfermeras encargadas. De hecho... —sintió una sonrisa traviesa en los labios—Si hay algo que necesiten, y no puedan encontrarme, la Capitán Fabray gustosamente les ayudara.
Quinn tenía a Brittany estrictamente en su punto de mira mientras se dirigía a ella con su mano libre y sus ojos interesados.
—Por supuesto que estaría encantada de ayudar, Sra. Pierce. En cualquier momento—la mirada de Quinn barrió apreciativamente y sin remordimientos sobre la fotógrafa, y la paciencia de Santana cayó peligrosamente.
Cristo.
Ella no quería pasar las próximas dos semanas manteniendo a Quinn de coquetear con Brittany. De hecho, la imagen de la ojiverde tratando de acercarse a la otra rubia, contando sus pequeños chistes, tocando su brazo con complicidad mientras le susurraba pequeñas historias divertidas hacían sentir a Santana una inexplicable pero innegable rabia.
Eran profesionales, todos ellos, y había trabajo importante que hacer aquí.
No quería a Quinn degradada, y por extensión a Santana, con su conducta libidinosa.
Por no mencionar que la ojiverde había sido efectivamente puesta sobre aviso por el coronel. Por mucho que lo odiaba, Hudson tenía razón al obligar a Santana a asegurarse que Quinn empezara a comportarse mejor.
Santana suspiró con fuerza, queriendo patear el trasero de Quinn pero sabiendo ahora no era el momento ni el lugar.
Se dio cuenta que Artie miraba sospechosamente a Quinn. Él había colocado su brazo posesivamente alrededor de los hombros de Brittany antes de acercarse.
¿Qué era esa posesividad de él, de todos modos?
¿Estaban él y Brittany en pareja?
¿Casados?
Ella se había fijado en el anillo en la mano izquierda de Brittany Pierce, a pesar de que no llevaba uno. No parecía como si fueran una pareja y aún así... de alguna manera lo hacían.
Quinn rápidamente cambió su encanto para incluir a ambos invitados y ahora los invitaba a ver jugar al equipo de hockey de pelota del hospital en un par de noches.
Santana tomó una respiración lenta y profunda, aliviada de que Quinn parecía estar recibiendo una pista por una vez. No podría confiar en ella con su novia, si tuviera una, pero sin duda confiaría en Quinn con su vida.
Tan tonta y exagerada como a veces llegaba a ser, en el fondo Quinn era una de las mejores soldados y enfermeras con las que Santana había trabajado nunca.
—¿Les ha enseñado la Mayor López sus habitaciones?—Quinn preguntó con una mirada significativa a Santana.
Perra, Santana quería decir, sabiendo muy bien lo que significaba esa mirada.
El único lugar disponible en la sección de mujeres del cuartel del hospital era el segundo catre en el cubículo de Santana. Había estado vacante desde que su compañera de cuarto técnico de sangre fue enviada a casa hace un par de semanas.
—Estaba a punto de hacerlo— Santana respondió con toda la inocencia que pudo, incluso cuando sus ojos dispararon dagas a Quinn.
Sabía que la ojiverde se iba a divertir con esto durante un tiempo, se burlaría de ella sin descanso por la hermosa fotógrafa compartiendo con ella.
Y Brittany Pierce era preciosa, con ese pelo largo, rubio, brillante colocado limpiamente en una cola de caballo, amplios ojos azules que eran tan grandes que casi podía caer directo en ellos, y un rostro que era exótico que se te paraba el corazón, sin embargo abiertamente amigable.
Bueno, Quinn tenía un punto.
Estar en compañía de una mujer hermosa-algo que Santana no se había permitido pensar en mucho tiempo-no era tan malo.
Casi podría hacer que te sientas normal de nuevo ... haciendo olvidar tu entorno.
No había pensado que eso era posible aquí.
—No nos tienes atrapados en una tienda de campaña junto a las letrinas, ¿verdad?—Brittany preguntó con malicia.
Santana se rió por el humor inesperado de Brittany.
—En realidad, no había pensado en eso.
—Por suerte para nosotros—Artie dijo, mordiendo sus palabras.
Momentos después, Santana y Brittany estaban solas en la diminuta habitación de Santana con sus dos catres y dos grandes gaveteros para almacenamiento.
Las paredes eran de madera contrachapada. Una manta de lana pesada sustituida como una puerta. No era mucho, pero era al menos un pequeño santuario en un lugar donde la privacidad era tan rara como una brisa fresca.
Brittany contempló fijamente sus alojamientos en blanco. Probablemente se había quedado en peores lugares, Santana pensó. En particular desde que había estado en Darfur.
Sus bolsas y cajas de equipos de fotografía ya estaban apiladas correctamente en un rincón, y Brittany le dio una sonrisa cansada de apreciación.
—Eres bienvenida a unirte a nosotros en el comedor en una hora o así.
Brittany negó con la cabeza.
—Estoy hambrienta, pero probablemente dormiré por ... oh, por los próximos tres días—se sentó en su catre, sus párpados caídos.
—Te dejaré descansar un poco, Sra. Pierce.
—Me gustaría mucho que no sigas llamándome Sra. Pierce—su voz era firme y en contraste con los ojos cansados que alzó a Santana.
—Lo siento, yo…
Fue el ejército, y antes de eso fue la escuela de medicina y los deportes. El hábito de usar apellidos y títulos estaba arraigado durante mucho tiempo.
—Llámame Brittany, o Britt—se rió de algún lugar profundo en su garganta—Simplemente no Britty. Por favor.
Santana se sentó en su propio catre, frente a la rubia, y tocó distraídamente la boina en sus manos.
—¿Apodo de la infancia?
Brittany asintió.
—¿Tiene uno, Mayor López?
Oh, no, Santana pensó.
No iba ahí.
Había tenido algunos a lo largo de los años. Lo peor había sido Mouse, desde sus primeros años como una niña callada, tímida que tardo más tiempo en alcanzar su crecimiento que la mayoría, mientras que su actual era Boomer, otorgado debido de su estruendoso tiro en el hockey.
Pero los apodos eran personales y ciertamente no eran objeto de debate con extraños-especialmente los periodistas visitantes.
Su estado de ánimo comenzó a agriarse.
—Lo siento—Brittany interrumpió—No era mi intención entrometerme.
—No estás—contestó, demasiado rápido.
Sería educada y servicial con Brittany Pierce, porque hacerlo sería en su mejor interés, pero no tenía ninguna intención de ser amiga de ella.
No quería correr el riesgo de exponerse demasiado a sí misma a alguien que tenía la intención de capturarla en fotografías para que extraños la vieran detenidamente o discutir a través de su ocio, o en las oficinas de los dentistas y librerías.
Era mejor mantener una distancia cortés pero amigable y colocar los límites inmediatamente-para establecer que estaban en el territorio de Santana, que estaba bien para ella para hacer preguntas personales, pero no al revés.
—Sabes—Brittany dijo, sentándose hacia atrás y apoyándose contra la pared de madera contrachapada. Sus manos estaban flojas en su regazo—Lamento que estés atascada con Artie y conmigo. Estoy segura de que es una tarea que prefieres no tener, especialmente tenerme bajo los pies justo en tu propia habitación.
La disculpa sorprendió a Santana con la guardia baja.
La mayoría de los periodistas que habían visitado la base eran agresivos, creyéndose con derechos e incluso groseros a veces en su afán de conseguir la historia o la foto.
Claro, aduladores cuando necesitaban, pero ¿disculparse por el simple hecho de estar ahí?
Nunca.
Brittany tenía su atención ahora, y Santana sintió la necesidad de sacar a relucir la línea de la compañía, pero sin la agudeza de la misma.
—Es parte de nuestro trabajo, tener...—gente como tú aquí—...Gente de los medios aquí y ayudarlos. Está en nuestro mejor interés si entiendes lo que hacemos aquí.
Lo que realmente quería decir era que no se podía confiar en los medios de comunicación para pasear a voluntad y mantenerlos a raya era la manera de los militares de tratar de manipular y controlar la información y la imagen que se presentaba para el consumo del mundo.
Ella y Brittany eran simplemente los personajes en una obra, cada una con su papel de guion, cada una al capricho de fuerzas mayores.
Una fotoperiodista experimentada como Brittany entendería el juego.
La rubia sonrió a sabiendas.
—No te preocupes. Tengo toda la intención de no darte un mal rato. Sólo tengo dos semanas aquí. Si me paso la mayor parte del tiempo contigo enojada conmigo, nunca voy a conseguir lo que necesito.
¿Y que es, exactamente, lo que necesitas? Santana quería preguntar.
Y preguntaría, pero no hoy, aunque sabía que Brittany tenía que hacer un plan.
Cualquiera podía tomar fotos de los equipos médicos en el trabajo.
¿Pero fotos galardonadas?
Eso tiene que tener algo especial.
Algo extra.
—Bueno—Santana dijo, sintiendo que era el momento de presionar a Brittany un poco, de ver de lo que estaba hecha—¿Qué tan lejos estás dispuesta a ir para conseguir lo que quieres?
La boca de Brittany se movió un poco, y sus ojos se abrieron ligeramente. Estudió a Santana, indudablemente tratando de leer si un doble significado yacía debajo de sus palabras.
Estaba tratando aún más fuerte de no parecer sorprendida o insultada.
Mierda. Ella piensa que acabo de hacerle una insinuación. Santana balbuceó con la boina en sus manos con nerviosismo y se aclaró la garganta.
—Sra. Pierce…quiero decir, Brittany. Lo que quise decir ...
—¿Algo distinto a lo que parecía?—un brillo travieso ascendido en los ojos de la fotógrafa.
—Exactamente.
Brittany obviamente vio el humor en eso, afortunadamente. Pero aun así, dar a esta mujer la impresión involuntaria de que la cooperación o el permiso de Santana podría ser comprado sería un gran error.
Por no mencionar de una grieta irreparable en su propia credibilidad. Y para Santana- para la mayoría de los soldados- el honor y la integridad significaban todo.
—Lo siento—ella dijo pesadamente, disculpándose más para sí misma.
Brittany arqueó una ceja curiosa, la estudió de nuevo.
—Está bien. Realmente no pensé que hayas querido... ya sabes—giró distraídamente la banda de oro en su dedo.
Santana no pudo evitar preguntarse por sólo un mínimo instante lo que la reacción de Brittany hubiera sido si realmente hubiera querido decir que estaba abierta a los favores sexuales.
¿Se habría sentido indignada?
¿Divertida?
¿La reportaría de inmediato?
O habría jugado con la idea, que Santana creyera que había una posibilidad... seguirle el juego hasta que consiguiera lo que quería sin tener que acostarse con ella.
Las mujeres eran buenas en ese tipo de cosas.
Se llamaba supervivencia, y Brittany Pierce parecía una sobreviviente.
—Supongo que te das cuenta ahora de que no es exactamente el Shangri-La aquí—Santana fue franca, queriendo probar el temple de esta mujer—Se trata de la cosa más lejana de un complejo turístico que hay.
—Lo sé—cerró la boca.
—Estamos rodeados aquí por la muerte y la destrucción. La violencia sin sentido. Hay personas en este país que desesperadamente nos quiere aquí, y hay personas que desesperadamente quieren que nos vayamos. A cualquier costo. No hay reglas de compromiso en esta guerra—sabía a que longitud irían los insurgentes-los ataques suicidas, las bombas en las carreteras, las emboscadas, el asesinato de civiles indefensos. No se había visto tanto a sí misma como visto los resultados terribles de ellos—Lo que hacemos y vemos aquí, Brittany, no es bonito.
La sonrisa de la rubia era muy estrecha, sus ojos claros e impermeables, como el azul del cielo.
—Soy consciente de eso, Mayor López. No estoy aquí para mirar las vistas bonitas o para vacacionar. Estoy aquí para trabajar. Y mi trabajo es capturar tu trabajo, en toda su cruda realidad, no importa lo que sea. Eso es lo que quiero. La verdad.
Santana asintió una vez, sintiendo que la tensión en su cuerpo se aliviaba un poco, pero no había terminado con Brittany Pierce todavía.
—¿Hasta dónde estás dispuesta a llegar? ¿Qué riesgos estás dispuesta a tomar?
La mirada de Brittany permaneció fija en ella.
—No estoy preparada para ser totalmente imprudente. Estoy preparada para asumir el mayor riesgo que crees que debería.
Santana la estudió durante un largo momento antes de que finalmente respondiera:
—Bien.
—Quiero hacer el mejor trabajo posible, pero quiero volver a casa al final de esto.
La expresión de Brittany se suavizó considerablemente. Sus ojos se humedecieron.
Había una debilidad ahí.
—Tengo una hija en casa. Tiene casi dos años.
Santana aprovechó esta nueva información como evidencia de que Brittany no iba a hacer nada estúpido para ponerse a sí misma o a otros en peligro.
Sería sensata.
Responsable.
Tenía una buena razón para volver a casa.
—¿Cuál es el nombre de tu hija?—sonrió, tratando de aliviar la tensión.
No estaba realmente tratando de asustar a Brittany; sólo quería que entendiera los riesgos y entendiera que eran un equipo.
Si una persona se ponía en peligro, todos estaban en peligro.
—Su—la sonrisa de Brittany fue deslumbrante y orgullosa—Susan, en
realidad, pero siempre la hemos llamado Su.
—¿Tu marido está con ella?
La sonrisa de Brittany vaciló un instante. Había una pequeña sacudida en su
garganta.
—Mi pareja esta, sí.
Esa es una forma interesante de enmarcarlo, Santana pensó, antes de regresar rápidamente a las formalidades.
—Mañana, la Capitán Fabray y yo estaremos tomando un helicóptero para hacer una clínica de la poliomielitis en un pueblo cercano. ¿Te gustaría venir?
—Oh, sí—Brittany respondió con entusiasmo—Gracias.
—Bien—se puso de pie y se colocó cuidadosamente la boina en la cabeza—Hay una última cosa, Brittany.
—¿Sí?—se puso de pie, también.
Ella era unas buenos tres o cinco centímetros más alta que Santana. Lucir en su mejor forma, también, no pudo dejar de notarlo.
Incluso si la hacía parecer fuera de lugar en esas botas caras de cuero de cuatrocientos dólares.
—¿Confías en mí?
Si no lo haces, pensó Santana,No tendrás ningún éxito aquí.
Brittany no necesitó mucho tiempo para pensar en ello. Parecía comprender la enormidad de la pregunta.
—Sí, Mayor López. Confío en ti con mi vida.
Santana estaba acostumbrada que las personas pusieran sus vidas en sus manos, pero nunca se tomó esa confianza por sentado, nunca pensó en tomar la responsabilidad a la ligera.
[left]
—Entonces ayúdame. Si te digo que hagas algo, debes hacerlo sin lugar a dudas.
Brittany sonrió encantadoramente.
—Tengo toda la intención de hacerlo.
Hecho de madera contrachapada y acero con contenedores de transporte para los baños, era sin embargo una fuente de orgullo para Santana.
A pesar de estas condiciones frugales, ciento veinte miembros del personal del hospital estaban equipados para hacer todo desde realizar cirugías hasta realizar pruebas como ultrasonidos y radiografías.
Y realizaban todas esas cosas muy bien.
Había dos quirófanos, un tomógrafo de última tecnología, una sala de UCI, un área para pacientes ambulatorios e incluso una carpa para pacientes rebosados.
Convenientemente situado al lado de la pista para hacer transferencias rápidas desde los helicópteros de evacuación-medica, el hospital era el mejor equipado de toda la provincia de Kandahar.
Además de servir a los miles de efectivos militares de la OTAN en la provincia, también proporcionaba atención a las unidades del ejército y la policía afganos e incluso a algunos civiles.
—No es exactamente la Clínica Mayo—Santana dijo a modo de excusa—Pero hace lo que fue diseñado para hacer.
Santana no había sido exactamente una doctora de traumatismo experta cuando se unió al ejército, pero podía manejar casi cualquier cosa que atravesara las puertas ahora-tubos torácicos, traqueotomías, arterias cortadas.
Era su trabajo estabilizar victimas antes de que los cirujanos las tomaran o hacer el tipo de reparaciones que no requerían cirugía. Los heridos de gravedad, una vez estabilizados, por lo general volaban a Landstuhl, Alemania, a diez horas de distancia.
Los colegas de Santana eran excelentes. Eran dedicados, inventivos y versátiles. Podrían hacer un trabajo increíble bajo condiciones extremas, pero mejor dejar que Brittany Pierce y Artie Abrams lleguen a sus propias conclusiones.
No iba a ‘venderse’ a sí misma o al hospital.
Era lo que era y las conclusiones a las que llegara esta galardonada fotoperiodista estaban fuera del control de Santana.
Si Brittany era inteligente y observadora y objetiva - y Santana sospechaba que lo era- apreciaría rápidamente al hospital y su personal.
Brittany hizo preguntas acerca de la iluminación y donde podrían instalarse, y Santana repasó las reglas básicas, discutiendo las cuestiones de privacidad y recordándoles que se mantuvieran alejados del camino tanto como fuera posible.
—Se llena de gente con mucha prisa—Santana dijo—Y cuando el equipo está bajo estrés, pueden ser un poco... tensos. No les dirán las cosas muy bien cuando eso suceda.
Brittany asintió, y Santana intentó calibrar las intenciones de la fotógrafa.
¿Intentaría tomar fotos premiadas a cualquier precio, o sería paciente y trabajaría con ellos?
¿Se mezclaría, conocería su lugar, permanecer en segundo plano?
¿Estaba interesada en ellos como personas y no sólo como temas?
¿Se tomaría la molestia de entender realmente su trabajo en el hospital?
Santana sólo podía esperar que así sea.
Ella y los otros invertirían dos semanas de su tiempo en Brittany Pierce y Artie Abrams.
Y no sólo el tiempo.
También habría una inversión emocional. En la exhibición estarían sus miedos, sus decepciones, sus victorias, sus fortalezas y sus debilidades.
Dios, ¿por qué no me dio Hudson un tiempo más difícil sobre esto?
Santana se quedó mirando a los ojos azules, muy abiertos de Brittany -tan claros que eran casi celestes- y buscó respuestas.
Fue en ese momento que Quinn Fabray dobló una esquina llevando una alta pila de batas de hospital y casi chocó con ellos.
—Jesús, Fabray—Santana se quejó, enderezándose.
No se había dado cuenta de que había puesto su brazo protectoramente frente a Brittany, pero definitivamente ojiazul se había dado cuenta, porque tenía el ceño fruncido hacia Santana y alejándose como si acabara de recibir una descarga eléctrica.
Quinn, por su parte, parecía demasiado presumida.
Era obvio que ella también había notado el gesto instintivo, protector de Santana, y ésta pudo ver en los ojos de Quinn que estaba ansiosa de entablar una implacable ronda de burlas.
Oh, sí. No voy a escuchar el final de esto en el corto plazo.
La cara de Santana se calentó. Era como si estuviera atrapada en algo, y fulminó a Quinn incluso mientras mantenía la voz neutral.
—Capitán Fabray, esta es Brittany Pierce y Artie Abrams. Sra. Pierce, Sr. Abrams, la Capitán Fabray es una de nuestras enfermeras encargadas. De hecho... —sintió una sonrisa traviesa en los labios—Si hay algo que necesiten, y no puedan encontrarme, la Capitán Fabray gustosamente les ayudara.
Quinn tenía a Brittany estrictamente en su punto de mira mientras se dirigía a ella con su mano libre y sus ojos interesados.
—Por supuesto que estaría encantada de ayudar, Sra. Pierce. En cualquier momento—la mirada de Quinn barrió apreciativamente y sin remordimientos sobre la fotógrafa, y la paciencia de Santana cayó peligrosamente.
Cristo.
Ella no quería pasar las próximas dos semanas manteniendo a Quinn de coquetear con Brittany. De hecho, la imagen de la ojiverde tratando de acercarse a la otra rubia, contando sus pequeños chistes, tocando su brazo con complicidad mientras le susurraba pequeñas historias divertidas hacían sentir a Santana una inexplicable pero innegable rabia.
Eran profesionales, todos ellos, y había trabajo importante que hacer aquí.
No quería a Quinn degradada, y por extensión a Santana, con su conducta libidinosa.
Por no mencionar que la ojiverde había sido efectivamente puesta sobre aviso por el coronel. Por mucho que lo odiaba, Hudson tenía razón al obligar a Santana a asegurarse que Quinn empezara a comportarse mejor.
Santana suspiró con fuerza, queriendo patear el trasero de Quinn pero sabiendo ahora no era el momento ni el lugar.
Se dio cuenta que Artie miraba sospechosamente a Quinn. Él había colocado su brazo posesivamente alrededor de los hombros de Brittany antes de acercarse.
¿Qué era esa posesividad de él, de todos modos?
¿Estaban él y Brittany en pareja?
¿Casados?
Ella se había fijado en el anillo en la mano izquierda de Brittany Pierce, a pesar de que no llevaba uno. No parecía como si fueran una pareja y aún así... de alguna manera lo hacían.
Quinn rápidamente cambió su encanto para incluir a ambos invitados y ahora los invitaba a ver jugar al equipo de hockey de pelota del hospital en un par de noches.
Santana tomó una respiración lenta y profunda, aliviada de que Quinn parecía estar recibiendo una pista por una vez. No podría confiar en ella con su novia, si tuviera una, pero sin duda confiaría en Quinn con su vida.
Tan tonta y exagerada como a veces llegaba a ser, en el fondo Quinn era una de las mejores soldados y enfermeras con las que Santana había trabajado nunca.
—¿Les ha enseñado la Mayor López sus habitaciones?—Quinn preguntó con una mirada significativa a Santana.
Perra, Santana quería decir, sabiendo muy bien lo que significaba esa mirada.
El único lugar disponible en la sección de mujeres del cuartel del hospital era el segundo catre en el cubículo de Santana. Había estado vacante desde que su compañera de cuarto técnico de sangre fue enviada a casa hace un par de semanas.
—Estaba a punto de hacerlo— Santana respondió con toda la inocencia que pudo, incluso cuando sus ojos dispararon dagas a Quinn.
Sabía que la ojiverde se iba a divertir con esto durante un tiempo, se burlaría de ella sin descanso por la hermosa fotógrafa compartiendo con ella.
Y Brittany Pierce era preciosa, con ese pelo largo, rubio, brillante colocado limpiamente en una cola de caballo, amplios ojos azules que eran tan grandes que casi podía caer directo en ellos, y un rostro que era exótico que se te paraba el corazón, sin embargo abiertamente amigable.
Bueno, Quinn tenía un punto.
Estar en compañía de una mujer hermosa-algo que Santana no se había permitido pensar en mucho tiempo-no era tan malo.
Casi podría hacer que te sientas normal de nuevo ... haciendo olvidar tu entorno.
No había pensado que eso era posible aquí.
—No nos tienes atrapados en una tienda de campaña junto a las letrinas, ¿verdad?—Brittany preguntó con malicia.
Santana se rió por el humor inesperado de Brittany.
—En realidad, no había pensado en eso.
—Por suerte para nosotros—Artie dijo, mordiendo sus palabras.
Momentos después, Santana y Brittany estaban solas en la diminuta habitación de Santana con sus dos catres y dos grandes gaveteros para almacenamiento.
Las paredes eran de madera contrachapada. Una manta de lana pesada sustituida como una puerta. No era mucho, pero era al menos un pequeño santuario en un lugar donde la privacidad era tan rara como una brisa fresca.
Brittany contempló fijamente sus alojamientos en blanco. Probablemente se había quedado en peores lugares, Santana pensó. En particular desde que había estado en Darfur.
Sus bolsas y cajas de equipos de fotografía ya estaban apiladas correctamente en un rincón, y Brittany le dio una sonrisa cansada de apreciación.
—Eres bienvenida a unirte a nosotros en el comedor en una hora o así.
Brittany negó con la cabeza.
—Estoy hambrienta, pero probablemente dormiré por ... oh, por los próximos tres días—se sentó en su catre, sus párpados caídos.
—Te dejaré descansar un poco, Sra. Pierce.
—Me gustaría mucho que no sigas llamándome Sra. Pierce—su voz era firme y en contraste con los ojos cansados que alzó a Santana.
—Lo siento, yo…
Fue el ejército, y antes de eso fue la escuela de medicina y los deportes. El hábito de usar apellidos y títulos estaba arraigado durante mucho tiempo.
—Llámame Brittany, o Britt—se rió de algún lugar profundo en su garganta—Simplemente no Britty. Por favor.
Santana se sentó en su propio catre, frente a la rubia, y tocó distraídamente la boina en sus manos.
—¿Apodo de la infancia?
Brittany asintió.
—¿Tiene uno, Mayor López?
Oh, no, Santana pensó.
No iba ahí.
Había tenido algunos a lo largo de los años. Lo peor había sido Mouse, desde sus primeros años como una niña callada, tímida que tardo más tiempo en alcanzar su crecimiento que la mayoría, mientras que su actual era Boomer, otorgado debido de su estruendoso tiro en el hockey.
Pero los apodos eran personales y ciertamente no eran objeto de debate con extraños-especialmente los periodistas visitantes.
Su estado de ánimo comenzó a agriarse.
—Lo siento—Brittany interrumpió—No era mi intención entrometerme.
—No estás—contestó, demasiado rápido.
Sería educada y servicial con Brittany Pierce, porque hacerlo sería en su mejor interés, pero no tenía ninguna intención de ser amiga de ella.
No quería correr el riesgo de exponerse demasiado a sí misma a alguien que tenía la intención de capturarla en fotografías para que extraños la vieran detenidamente o discutir a través de su ocio, o en las oficinas de los dentistas y librerías.
Era mejor mantener una distancia cortés pero amigable y colocar los límites inmediatamente-para establecer que estaban en el territorio de Santana, que estaba bien para ella para hacer preguntas personales, pero no al revés.
—Sabes—Brittany dijo, sentándose hacia atrás y apoyándose contra la pared de madera contrachapada. Sus manos estaban flojas en su regazo—Lamento que estés atascada con Artie y conmigo. Estoy segura de que es una tarea que prefieres no tener, especialmente tenerme bajo los pies justo en tu propia habitación.
La disculpa sorprendió a Santana con la guardia baja.
La mayoría de los periodistas que habían visitado la base eran agresivos, creyéndose con derechos e incluso groseros a veces en su afán de conseguir la historia o la foto.
Claro, aduladores cuando necesitaban, pero ¿disculparse por el simple hecho de estar ahí?
Nunca.
Brittany tenía su atención ahora, y Santana sintió la necesidad de sacar a relucir la línea de la compañía, pero sin la agudeza de la misma.
—Es parte de nuestro trabajo, tener...—gente como tú aquí—...Gente de los medios aquí y ayudarlos. Está en nuestro mejor interés si entiendes lo que hacemos aquí.
Lo que realmente quería decir era que no se podía confiar en los medios de comunicación para pasear a voluntad y mantenerlos a raya era la manera de los militares de tratar de manipular y controlar la información y la imagen que se presentaba para el consumo del mundo.
Ella y Brittany eran simplemente los personajes en una obra, cada una con su papel de guion, cada una al capricho de fuerzas mayores.
Una fotoperiodista experimentada como Brittany entendería el juego.
La rubia sonrió a sabiendas.
—No te preocupes. Tengo toda la intención de no darte un mal rato. Sólo tengo dos semanas aquí. Si me paso la mayor parte del tiempo contigo enojada conmigo, nunca voy a conseguir lo que necesito.
¿Y que es, exactamente, lo que necesitas? Santana quería preguntar.
Y preguntaría, pero no hoy, aunque sabía que Brittany tenía que hacer un plan.
Cualquiera podía tomar fotos de los equipos médicos en el trabajo.
¿Pero fotos galardonadas?
Eso tiene que tener algo especial.
Algo extra.
—Bueno—Santana dijo, sintiendo que era el momento de presionar a Brittany un poco, de ver de lo que estaba hecha—¿Qué tan lejos estás dispuesta a ir para conseguir lo que quieres?
La boca de Brittany se movió un poco, y sus ojos se abrieron ligeramente. Estudió a Santana, indudablemente tratando de leer si un doble significado yacía debajo de sus palabras.
Estaba tratando aún más fuerte de no parecer sorprendida o insultada.
Mierda. Ella piensa que acabo de hacerle una insinuación. Santana balbuceó con la boina en sus manos con nerviosismo y se aclaró la garganta.
—Sra. Pierce…quiero decir, Brittany. Lo que quise decir ...
—¿Algo distinto a lo que parecía?—un brillo travieso ascendido en los ojos de la fotógrafa.
—Exactamente.
Brittany obviamente vio el humor en eso, afortunadamente. Pero aun así, dar a esta mujer la impresión involuntaria de que la cooperación o el permiso de Santana podría ser comprado sería un gran error.
Por no mencionar de una grieta irreparable en su propia credibilidad. Y para Santana- para la mayoría de los soldados- el honor y la integridad significaban todo.
—Lo siento—ella dijo pesadamente, disculpándose más para sí misma.
Brittany arqueó una ceja curiosa, la estudió de nuevo.
—Está bien. Realmente no pensé que hayas querido... ya sabes—giró distraídamente la banda de oro en su dedo.
Santana no pudo evitar preguntarse por sólo un mínimo instante lo que la reacción de Brittany hubiera sido si realmente hubiera querido decir que estaba abierta a los favores sexuales.
¿Se habría sentido indignada?
¿Divertida?
¿La reportaría de inmediato?
O habría jugado con la idea, que Santana creyera que había una posibilidad... seguirle el juego hasta que consiguiera lo que quería sin tener que acostarse con ella.
Las mujeres eran buenas en ese tipo de cosas.
Se llamaba supervivencia, y Brittany Pierce parecía una sobreviviente.
—Supongo que te das cuenta ahora de que no es exactamente el Shangri-La aquí—Santana fue franca, queriendo probar el temple de esta mujer—Se trata de la cosa más lejana de un complejo turístico que hay.
—Lo sé—cerró la boca.
—Estamos rodeados aquí por la muerte y la destrucción. La violencia sin sentido. Hay personas en este país que desesperadamente nos quiere aquí, y hay personas que desesperadamente quieren que nos vayamos. A cualquier costo. No hay reglas de compromiso en esta guerra—sabía a que longitud irían los insurgentes-los ataques suicidas, las bombas en las carreteras, las emboscadas, el asesinato de civiles indefensos. No se había visto tanto a sí misma como visto los resultados terribles de ellos—Lo que hacemos y vemos aquí, Brittany, no es bonito.
La sonrisa de la rubia era muy estrecha, sus ojos claros e impermeables, como el azul del cielo.
—Soy consciente de eso, Mayor López. No estoy aquí para mirar las vistas bonitas o para vacacionar. Estoy aquí para trabajar. Y mi trabajo es capturar tu trabajo, en toda su cruda realidad, no importa lo que sea. Eso es lo que quiero. La verdad.
Santana asintió una vez, sintiendo que la tensión en su cuerpo se aliviaba un poco, pero no había terminado con Brittany Pierce todavía.
—¿Hasta dónde estás dispuesta a llegar? ¿Qué riesgos estás dispuesta a tomar?
La mirada de Brittany permaneció fija en ella.
—No estoy preparada para ser totalmente imprudente. Estoy preparada para asumir el mayor riesgo que crees que debería.
Santana la estudió durante un largo momento antes de que finalmente respondiera:
—Bien.
—Quiero hacer el mejor trabajo posible, pero quiero volver a casa al final de esto.
La expresión de Brittany se suavizó considerablemente. Sus ojos se humedecieron.
Había una debilidad ahí.
—Tengo una hija en casa. Tiene casi dos años.
Santana aprovechó esta nueva información como evidencia de que Brittany no iba a hacer nada estúpido para ponerse a sí misma o a otros en peligro.
Sería sensata.
Responsable.
Tenía una buena razón para volver a casa.
—¿Cuál es el nombre de tu hija?—sonrió, tratando de aliviar la tensión.
No estaba realmente tratando de asustar a Brittany; sólo quería que entendiera los riesgos y entendiera que eran un equipo.
Si una persona se ponía en peligro, todos estaban en peligro.
—Su—la sonrisa de Brittany fue deslumbrante y orgullosa—Susan, en
realidad, pero siempre la hemos llamado Su.
—¿Tu marido está con ella?
La sonrisa de Brittany vaciló un instante. Había una pequeña sacudida en su
garganta.
—Mi pareja esta, sí.
Esa es una forma interesante de enmarcarlo, Santana pensó, antes de regresar rápidamente a las formalidades.
—Mañana, la Capitán Fabray y yo estaremos tomando un helicóptero para hacer una clínica de la poliomielitis en un pueblo cercano. ¿Te gustaría venir?
—Oh, sí—Brittany respondió con entusiasmo—Gracias.
—Bien—se puso de pie y se colocó cuidadosamente la boina en la cabeza—Hay una última cosa, Brittany.
—¿Sí?—se puso de pie, también.
Ella era unas buenos tres o cinco centímetros más alta que Santana. Lucir en su mejor forma, también, no pudo dejar de notarlo.
Incluso si la hacía parecer fuera de lugar en esas botas caras de cuero de cuatrocientos dólares.
—¿Confías en mí?
Si no lo haces, pensó Santana,No tendrás ningún éxito aquí.
Brittany no necesitó mucho tiempo para pensar en ello. Parecía comprender la enormidad de la pregunta.
—Sí, Mayor López. Confío en ti con mi vida.
Santana estaba acostumbrada que las personas pusieran sus vidas en sus manos, pero nunca se tomó esa confianza por sentado, nunca pensó en tomar la responsabilidad a la ligera.
[left]
—Entonces ayúdame. Si te digo que hagas algo, debes hacerlo sin lugar a dudas.
Brittany sonrió encantadoramente.
—Tengo toda la intención de hacerlo.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Sin Compromiso (Adaptada) Cap 2 - P I
Capitulo 2 - Parte I
Brittany estudió las flamantes botas de combate de color beige en sus pies, sorprendida por lo bien que se veían y cuán sólidas y robustas se sentían.
Cuando se había despertado esta mañana, después de dormir justo pasada la cena, las botas estaban alineadas debajo de la cama, rígidas y rectas como pequeños soldados de cuero, con la punta de los pies apuntando hacia afuera.
Dio las gracias a Santana, que se limitó a gruñir en reconocimiento antes de echar un vistazo final, desdeñoso a sus botas de Gucci que hicieron que Brittany quisiera reír.
¿Cómo Santana había logrado adivinar su tamaño tan perfectamente de todos modos?
Se imaginó a la morena levantando su bota en la oscuridad para examinarla, y sofocó una risa.
¿Habría usado una linterna para hacerlo?
¿Había sacado una de las botas y la había llevado al depósito de suministros?
Cualquiera que fuera la forma en que lo había hecho, Brittany estaba complacida de que Santana se hubiera tomado la molestia.
El calor tan temprano en la mañana fue un shock.
Eso y la cegadora, casi blanca luz del sol. El polvo estaba por todas partes. Así como el escape diesel y el rugido de los motores a reacción.
Era un planeta escaso, maloliente y muy ruidoso al que había aterrizado y uno al que simplemente no parecía capaz de acostumbrarse, a pesar de que sólo había estado aquí unas veinte horas.
Era tan extraño para ella como habían sido los campos de refugiados en Sudán, a pesar de que no se parecían entre sí en lo más mínimo.
El helicóptero era ruidoso, sus rotores tintineaban rítmicamente mientras despegaban. Las dos puertas laterales deslizantes estaban abiertas, por lo que Brittany estaba agradecida.
Su cámara estaba lista, y ella estaba doblada para no caerse mientras se inclina para una foto.
Santana se sentó en el asiento a su lado. Frente a ellos había dos artilleros arrodillados, sus rifles automáticos apuntando hacia afuera, sus ojos ensombrecidos constantemente escaneando el horizonte en busca de peligro.
Artie, Quinn Fabray y un técnico laboratorista estaban en un Blackhawk acompañante.
Brittany no se permitió pensar acerca de los enemigos abajo que podrían estar escondidos, esperando para lanzarles un disparo con un lanzacohetes o incluso un rifle.
Miró a Santana, tan rígida y serena, su rostro impasible, sus manos completamente inmóviles en su regazo. Era tan fría en esto, pero entonces, probablemente hacía este tipo de cosas todo el tiempo.
Brittany sabía que el personal médico a menudo se dirigía a los VMOs- Brigadas Médicas en las comunidades-para tratar a los afganos comunes.
Era importante para la misión que los aldeanos llegaran a conocerlos, verlos ayudar y hacer el bien. Y la clínica de hoy era la oportunidad perfecta para que Brittany y su cámara observaran a Santana y su personal interactuando fuera de la base.
El helicóptero pasó rozando sobre la cordillera, el mismo marrón neutral como el terreno plano de la pista de aterrizaje. Iban rápido-mucho más rápido que esos helicópteros turísticos de veinte dólares que podrías tomar sobre las cataratas del Niágara o el Gran Cañón.
Debe ser una vista imponente para cualquier persona que se encuentre abajo, se imaginó, al ver estas máquinas negras zumbando, armas asomando, sostenidas por soldados anónimos.
La ciudad de Kandahar estaba justo detrás de las montañas, extendida plana y ancha.
Los caminos parecían estar en su mayoría hechos de tierra, y estaban congestionados con pequeños coches, camiones desvencijados, burros jalando de carretas y personas a pie y en bicicleta.
Nadie hizo un gesto hacia ellos. Pocos apenas siquiera miraban en su dirección.
—El pueblo está a sólo unas pocas millas más allá de la ciudad—Santana dijo por encima del ruido—Hemos tenido una compañía de tropas ahí desde ayer preparando las cosas para nosotros.
Hacerlo seguro para su llegada era lo que ciertamente Santana más significaba.
Los proveedores de atención de la salud de los militares eran un bien muy preciado, y tendría sentido que el ejército hiciera todo lo posible para asegurarse de que estaban protegidos.
Tanto como sea posible, de todos modos.
Desde el aire, el pueblo parecía plano y el mismo tono de color marrón, las casas todas de una sola planta y hechas de ladrillos y barro. Las paredes de barro a la altura del pecho estaban por todas partes-alrededor de las casas y patios, a lo largo de las calles de tierra.
Los aldeanos agitaban hacia ellos esta vez, girando sus rostros amplios, sonriendo hacia el cielo.
—Están felices de vernos—Brittany notó, complacida.
—Por lo general están en los pueblos—Santana respondió—Los niños realmente son acogedores con los soldados, a pesar de que son tímidos al principio. Los adultos no dicen mucho, pero se puede decir que están contentos de estar recibiendo ayuda médica.
—Debe ser muy gratificante.
La sonrisa de Santana era una de profunda satisfacción.
—Lo es—volvió la cara hacia el suelo acercándose rápidamente, y Brittany tuvo que inclinarse más cerca para escucharla—La polio ha sido devastadora en este país. Ves a la gente por todas partes lisiada de ella—se volvió de nuevo, su expresión una de desprendimiento profesional que probablemente era vital para mantener sus emociones bajo control—La atención de la salud aquí es como retroceder alrededor de los años veinte en Norteamérica. Ellos no tienen suficiente personal médico capacitado, e incluso si lo tuvieran, tienen un pobre suministro de medicamentos y equipos. A veces, lo que hacemos aquí se siente como si sólo estuviéramos poniendo una curita en una herida en el pecho.
Brittany sintió que su corazón se hundía un poco mientras observaba a los niños apilarse alrededor del perímetro de la zona de aterrizaje, protegiéndose sus ojos contra el polvo, agrupados en pequeños grupos.
Su futuro era sombrío, pensó duramente.
Pero si la curita de la que Santana hablaba funcionaba durante un día o un mes o un año, entonces tenía que ser mejor que nada.
Brittany comenzó a tomar fotos mientras que el equipo médico y los soldados comenzaron a descargar las cajas de agujas, vacunas y antiséptico.
Artie se le unió, entregándole una segunda cámara o una lente diferente cuando levantó la vista sin decir nada. Tomó notas para ella, también, liberándola para concentrarse en las fotos.
Santana tenía razón acerca de los niños.
Eran tímidos al principio, amontonados juntos o con el adulto que les había llevado, mirando con los ojos abiertos a los soldados y al personal médico, sus sonrisas floreciendo lento pero seguramente.
Quinn Fabray no tuvo que esperar mucho para ellos se encariñaran con ella, simplemente abrazó a tantos como pudo, les habló alegremente sin esperar a un intérprete, y les repartió sonrisas como si fueran caramelos.
Los más pequeños recibieron un animal de peluche y una palmadita en la cabeza o un abrazo final después de su aguja, mientras que los demás esperaban pacientemente en la fila.
Santana se agachó y saludó a cada niño en la fila, tocando su mano o su hombro suavemente y luego la frente, la parte posterior de su cuello, preguntando, a través de un intérprete, si habían estado enfermos recientemente y si les dolía en cualquier lugar.
Era metódica en sus preguntas, cuidadosa en su tacto, el cual Brittany finalmente reconoció, era algo más que un cálido saludo.
Ella estaba encubiertamente comprobando si tenían fiebres, golpes, cortes, erupciones en la piel, sin que ellos lo supieran. Sonrió todo el tiempo que les habló, dejándoles tocar el sombrero estilo pescador flexible, de camuflaje que los canadienses usaban en el campo cuando no llevaban puesto un casco o las placas de identificación metálicas alrededor de su cuello.
Era buena con los niños, Brittany pensó mientras tomaba más fotos.
Santana no los sofocaba, no los abrumaba con su propia personalidad de la manera en que Quinn lo hacía.
Era cálida y afectuosa sin invadir su espacio. Trataba a los niños con respeto-los escuchaba aun cuando no hablaban, dejaba que vinieran a ella.
A Susan podría al instante gustarle, se le ocurrió a Brittany.
Susan era un poco tímida, al igual que estos niños, sin embargo le encantaba el afecto y la atención de los adultos.
Sí, a Susan definitivamente le gustaría Santana.
Suerte tendría su hija, Brittany pensó.
Qué afortunados eran todos ellos.
Le dio a Artie una mirada aguda, sacudió la cabeza un poco, sintió una lágrima en el rabillo del ojo. Él puso su brazo alrededor de su hombro.
—Es duro, ¿verdad? Ver todos estos niños—él murmuró.
Su breve matrimonio nunca había producido ningún hijo, pero él amaba a los niños. Probablemente porque él era como un niño grande. La conocía lo suficientemente bien, también, para saber que estaría pensando en Susan.
—¿Porque no hay ninguna mujer aquí?
—Santana dice que las mujeres habitualmente no están permitidas en estos. Sólo salen en público por razones específicas, y no se supone que deben mezclarse con los hombres. Hay demasiados hombres aquí—dijo, señalando a los soldados.
—¿Pero cómo obtienen ayuda si están enfermas?
Brittany se encogió de hombros impotentemente.
—Supongo que tienen algún tipo de enfermera o matrona que las visita en su casa, o tal vez hay clínicas especiales sólo para ellas. No sé, Artie. Pero es bastante pésimo, ¿verdad? Dios, estoy tan contenta de no ser una mujer de este país.
Artie echó un vistazo a los pocos hombres adultos ahí.
Estaban sin dientes, la mayoría de ellos. Demacrados, también, y pareciendo mucho más viejos de lo que probablemente eran. Su esperanza de vida era de no más de cincuenta años.
—No es divertido ser un hombre aquí tampoco, supongo.
Un hombre afgano comenzó a hablar frenéticamente a Santana a través de un intérprete, agitando los brazos, los ojos asustados y desesperados.
Santana asintió con calma hacia él, haciendo preguntas directas. Brittany se acercó más, sintiendo algo inusual.
La voz y las acciones del hombre se intensificaron, y Brittany sintió que una nueva capa de sudor brotaba de su frente.
Algo estaba terriblemente mal.
Justo entonces captó la atención de los ojos de la morena, por un instante. Sólo captó una mirada, pero vio serena autoridad. Y claros signos de que había tomado una decisión.
Santana señaló a Quinn y un joven cabo bien armado, con el rifle automático
ajustado y listo en sus brazos.
—Este señor necesita que vayamos a su casa para atender a su esposa. Capitán Fabray, ¿puedes venir conmigo? Y cabo, vamos a necesitar una escolta.
—¿Podemos caminar ahí, Mayor?—el cabo preguntó.
—Sí. Dice que está a la vuelta de la esquina.
—De acuerdo. Enviaremos un par de tropas por delante para asegurarnos de que esta despejado, y me quedaré contigo y la capitana.
Brittany se acercó a Santana.
—¿Podemos ir?
La mirada de Santana era tan pétrea, que Brittany estaba segura de que acababa de hacer la petición más ridícula que la Mayor jamás había escuchado en su vida.
—No sé qué tan seguro es—dijo después de un momento, sacando las palabras como ramitas que se rompen bajo sus botas—Podría ser una emboscada.
Brittany tragó saliva.
Si Santana y Quinn estaban dispuestas a correr el riesgo, entonces ella también.
Nunca había creído que su línea de trabajo fuera sin riesgo. Y aunque no tenía intención de hacer nada estúpido, sabía que su mejor trabajo a menudo ocurría espontáneamente, arriesgándose.
Haciéndolo justo así.
—Estoy de acuerdo con esto si usted lo está, Mayor.
Santana le dio a Artie y Brittany una mirada final de valoración. Después de lo que parecieron varios minutos, les dio un brusco asentimiento.
—Quédense cerca de nosotros, pero cuando estemos con el paciente, retrocedan y dennos espacio—dio instrucciones al técnico de laboratorio y otra enfermera que habían traído con ellos para continuar con las vacunas, luego cogió una caja dura de plástico que parecía una caja de los trastos de un pescador—Tú—dijo señalándola—Sube el cierre de tu chaleco antibalas.
Quiso protestar, sobre todo porque Santana no estaba usando un casco o un chaleco, pero no se atrevió. No después de la severa orden que acababa de ser emitida.
Hacía calor y la maldita cosa pesaba alrededor de una docena de libras, pero hizo lo que le dijeron, porque sabía instintivamente que Santana no aceptaría un desafío en ninguna medida.
Ella no haría nada para echar a perder esta oportunidad ahora.
Había una ventana cortada en la casa de barro. Sin vidrio.
El techo era bajo Artie, un poco más alto que Santana, pero más bajo que ella, tuvo que agacharse un poco.
Sólo había suficiente espacio libre para la morena.
El hombre afgano hizo un gesto a una habitación en la parte trasera. Estaba oscuro ahí y olía como a enfermedad.
Esperaron a que él encendiera una lámpara de gas, y mientras Brittany no podía ver más allá de Santana y Quinn, podría decir que ya habían comenzado a trabajar en el paciente- la ojiverde sujetando un manguito de presión arterial, Santana sacando su linterna para un examen más de cerca.
La mujer no vista gemía débilmente, y Brittany alcanzó a ver los ojos de su marido, lanzados con preocupación.
Él debe haber estado desesperado por la asistencia para haber permitido que los hombres extranjeros vieran el rostro descubierto de su esposa y por haber rogado a las mujeres cuidadores-que llevaban pantalones-por su ayuda.
Brittany destapó su cámara, hizo clic en el flash y sacó un par de fotos rápidas desde diferentes ángulos.
Santana se movió para llenar una aguja de un frasco de la caja de aparejos. Quinn estaba tomando la temperatura de la mujer.
Pudo ver que el lado de la cara de la mujer estaba hinchado al tamaño de una pelota de softball. Quería preguntar que le estaba pasando, pero ahora no era el momento.
Minutos después, Brittany siguió a Santana y Quinn afuera.
Oyó que la ojiverde advertía a la morena que el coronel iba a tener sus cabezas en una bandeja.
—¿Qué estás haciendo con ella?—Brittany preguntó a Quinn, mientras Santana se retiraba con uno de los escoltas soldado.
—Vamos a llevarla con nosotros al hospital de la base—Quinn parecía resignada a la decisión, pero una pequeña mueca reveló su disgusto.
—¿Es eso común?—Brittany no podía imaginarlos trayendo a cada enfermo civil de vuelta al hospital.
Ellos nunca tendrían habitaciones o el personal.
—No, pero con Santana ... quiero decir, la Mayor López...—los ojos de Quinn se desviaron hacia su amiga.
Había orgullo, afecto y un poco de desconcierto en su expresión, que parecía decir que quería a su amiga y sin embargo a veces quería estrangularla, también.
—Digamos que ha hecho esto antes.
¿Hacerlo antes?
Brittany quería preguntar, pero sabía que no habría ninguna respuesta concisa y fácil a la pregunta.
Había conocido a Santana menos de veinticuatro horas, pero se dio cuenta de que algo tan profundo e instintivo como respirar obligaba a la morena a ayudar a los demás, incluso a riesgo o a expensa de sí misma.
Probablemente sólo era la forma en que estaba conectada, y las reglas y amenazas de los militares no cambiaría eso. Tampoco lo haría un buen regaño de un amigo.
—¿Qué le pasa al paciente?—Brittany presionó.
—Un diente severamente abscesado. Ella necesitará drenado y después cirugía. La infección probablemente haya entrado en el hueso.
Ella nunca había pensado en algo tan simple como un dolor de muelas ser
potencialmente mortal.
—¿Se pondrá bien?
Quinn asintió tranquilizadora, su piel blanca, pero bronceada arrugando alrededor de sus ojos verdes.
—Vamos a cuidar bien de ella.
—¿Cómo va a regresar aquí?
Quinn se encogió de hombros y observó cómo dos soldados llevaban una camilla plegable hacia la casa.
—Santana probablemente pagará por un taxi para traerla de vuelta cuando sea el momento—lo dijo con la confianza de haber visto a la morena hacerlo antes.
Quinn se fue para ayudar y Artie se puso al lado de Brittany.
—Nuestra Mayor López es un héroe real, genuino—pronunció gen-u-vino, y su tono estaba cargado con desprecio.
Lo miró fulminándolo, esperando que mostrara el menor remordimiento por actuar como un bastardo.
Él no le daría la satisfacción.
—Deja de ser un idiota—dijo de manera cortante, sin querer explorar sus inmaduras razones para tener aversión a alguien que acababa de conocer.
Se giró bruscamente sobre sus talones.
Cuando se había despertado esta mañana, después de dormir justo pasada la cena, las botas estaban alineadas debajo de la cama, rígidas y rectas como pequeños soldados de cuero, con la punta de los pies apuntando hacia afuera.
Dio las gracias a Santana, que se limitó a gruñir en reconocimiento antes de echar un vistazo final, desdeñoso a sus botas de Gucci que hicieron que Brittany quisiera reír.
¿Cómo Santana había logrado adivinar su tamaño tan perfectamente de todos modos?
Se imaginó a la morena levantando su bota en la oscuridad para examinarla, y sofocó una risa.
¿Habría usado una linterna para hacerlo?
¿Había sacado una de las botas y la había llevado al depósito de suministros?
Cualquiera que fuera la forma en que lo había hecho, Brittany estaba complacida de que Santana se hubiera tomado la molestia.
El calor tan temprano en la mañana fue un shock.
Eso y la cegadora, casi blanca luz del sol. El polvo estaba por todas partes. Así como el escape diesel y el rugido de los motores a reacción.
Era un planeta escaso, maloliente y muy ruidoso al que había aterrizado y uno al que simplemente no parecía capaz de acostumbrarse, a pesar de que sólo había estado aquí unas veinte horas.
Era tan extraño para ella como habían sido los campos de refugiados en Sudán, a pesar de que no se parecían entre sí en lo más mínimo.
El helicóptero era ruidoso, sus rotores tintineaban rítmicamente mientras despegaban. Las dos puertas laterales deslizantes estaban abiertas, por lo que Brittany estaba agradecida.
Su cámara estaba lista, y ella estaba doblada para no caerse mientras se inclina para una foto.
Santana se sentó en el asiento a su lado. Frente a ellos había dos artilleros arrodillados, sus rifles automáticos apuntando hacia afuera, sus ojos ensombrecidos constantemente escaneando el horizonte en busca de peligro.
Artie, Quinn Fabray y un técnico laboratorista estaban en un Blackhawk acompañante.
Brittany no se permitió pensar acerca de los enemigos abajo que podrían estar escondidos, esperando para lanzarles un disparo con un lanzacohetes o incluso un rifle.
Miró a Santana, tan rígida y serena, su rostro impasible, sus manos completamente inmóviles en su regazo. Era tan fría en esto, pero entonces, probablemente hacía este tipo de cosas todo el tiempo.
Brittany sabía que el personal médico a menudo se dirigía a los VMOs- Brigadas Médicas en las comunidades-para tratar a los afganos comunes.
Era importante para la misión que los aldeanos llegaran a conocerlos, verlos ayudar y hacer el bien. Y la clínica de hoy era la oportunidad perfecta para que Brittany y su cámara observaran a Santana y su personal interactuando fuera de la base.
El helicóptero pasó rozando sobre la cordillera, el mismo marrón neutral como el terreno plano de la pista de aterrizaje. Iban rápido-mucho más rápido que esos helicópteros turísticos de veinte dólares que podrías tomar sobre las cataratas del Niágara o el Gran Cañón.
Debe ser una vista imponente para cualquier persona que se encuentre abajo, se imaginó, al ver estas máquinas negras zumbando, armas asomando, sostenidas por soldados anónimos.
La ciudad de Kandahar estaba justo detrás de las montañas, extendida plana y ancha.
Los caminos parecían estar en su mayoría hechos de tierra, y estaban congestionados con pequeños coches, camiones desvencijados, burros jalando de carretas y personas a pie y en bicicleta.
Nadie hizo un gesto hacia ellos. Pocos apenas siquiera miraban en su dirección.
—El pueblo está a sólo unas pocas millas más allá de la ciudad—Santana dijo por encima del ruido—Hemos tenido una compañía de tropas ahí desde ayer preparando las cosas para nosotros.
Hacerlo seguro para su llegada era lo que ciertamente Santana más significaba.
Los proveedores de atención de la salud de los militares eran un bien muy preciado, y tendría sentido que el ejército hiciera todo lo posible para asegurarse de que estaban protegidos.
Tanto como sea posible, de todos modos.
Desde el aire, el pueblo parecía plano y el mismo tono de color marrón, las casas todas de una sola planta y hechas de ladrillos y barro. Las paredes de barro a la altura del pecho estaban por todas partes-alrededor de las casas y patios, a lo largo de las calles de tierra.
Los aldeanos agitaban hacia ellos esta vez, girando sus rostros amplios, sonriendo hacia el cielo.
—Están felices de vernos—Brittany notó, complacida.
—Por lo general están en los pueblos—Santana respondió—Los niños realmente son acogedores con los soldados, a pesar de que son tímidos al principio. Los adultos no dicen mucho, pero se puede decir que están contentos de estar recibiendo ayuda médica.
—Debe ser muy gratificante.
La sonrisa de Santana era una de profunda satisfacción.
—Lo es—volvió la cara hacia el suelo acercándose rápidamente, y Brittany tuvo que inclinarse más cerca para escucharla—La polio ha sido devastadora en este país. Ves a la gente por todas partes lisiada de ella—se volvió de nuevo, su expresión una de desprendimiento profesional que probablemente era vital para mantener sus emociones bajo control—La atención de la salud aquí es como retroceder alrededor de los años veinte en Norteamérica. Ellos no tienen suficiente personal médico capacitado, e incluso si lo tuvieran, tienen un pobre suministro de medicamentos y equipos. A veces, lo que hacemos aquí se siente como si sólo estuviéramos poniendo una curita en una herida en el pecho.
Brittany sintió que su corazón se hundía un poco mientras observaba a los niños apilarse alrededor del perímetro de la zona de aterrizaje, protegiéndose sus ojos contra el polvo, agrupados en pequeños grupos.
Su futuro era sombrío, pensó duramente.
Pero si la curita de la que Santana hablaba funcionaba durante un día o un mes o un año, entonces tenía que ser mejor que nada.
Brittany comenzó a tomar fotos mientras que el equipo médico y los soldados comenzaron a descargar las cajas de agujas, vacunas y antiséptico.
Artie se le unió, entregándole una segunda cámara o una lente diferente cuando levantó la vista sin decir nada. Tomó notas para ella, también, liberándola para concentrarse en las fotos.
Santana tenía razón acerca de los niños.
Eran tímidos al principio, amontonados juntos o con el adulto que les había llevado, mirando con los ojos abiertos a los soldados y al personal médico, sus sonrisas floreciendo lento pero seguramente.
Quinn Fabray no tuvo que esperar mucho para ellos se encariñaran con ella, simplemente abrazó a tantos como pudo, les habló alegremente sin esperar a un intérprete, y les repartió sonrisas como si fueran caramelos.
Los más pequeños recibieron un animal de peluche y una palmadita en la cabeza o un abrazo final después de su aguja, mientras que los demás esperaban pacientemente en la fila.
Santana se agachó y saludó a cada niño en la fila, tocando su mano o su hombro suavemente y luego la frente, la parte posterior de su cuello, preguntando, a través de un intérprete, si habían estado enfermos recientemente y si les dolía en cualquier lugar.
Era metódica en sus preguntas, cuidadosa en su tacto, el cual Brittany finalmente reconoció, era algo más que un cálido saludo.
Ella estaba encubiertamente comprobando si tenían fiebres, golpes, cortes, erupciones en la piel, sin que ellos lo supieran. Sonrió todo el tiempo que les habló, dejándoles tocar el sombrero estilo pescador flexible, de camuflaje que los canadienses usaban en el campo cuando no llevaban puesto un casco o las placas de identificación metálicas alrededor de su cuello.
Era buena con los niños, Brittany pensó mientras tomaba más fotos.
Santana no los sofocaba, no los abrumaba con su propia personalidad de la manera en que Quinn lo hacía.
Era cálida y afectuosa sin invadir su espacio. Trataba a los niños con respeto-los escuchaba aun cuando no hablaban, dejaba que vinieran a ella.
A Susan podría al instante gustarle, se le ocurrió a Brittany.
Susan era un poco tímida, al igual que estos niños, sin embargo le encantaba el afecto y la atención de los adultos.
Sí, a Susan definitivamente le gustaría Santana.
Suerte tendría su hija, Brittany pensó.
Qué afortunados eran todos ellos.
Le dio a Artie una mirada aguda, sacudió la cabeza un poco, sintió una lágrima en el rabillo del ojo. Él puso su brazo alrededor de su hombro.
—Es duro, ¿verdad? Ver todos estos niños—él murmuró.
Su breve matrimonio nunca había producido ningún hijo, pero él amaba a los niños. Probablemente porque él era como un niño grande. La conocía lo suficientemente bien, también, para saber que estaría pensando en Susan.
—¿Porque no hay ninguna mujer aquí?
—Santana dice que las mujeres habitualmente no están permitidas en estos. Sólo salen en público por razones específicas, y no se supone que deben mezclarse con los hombres. Hay demasiados hombres aquí—dijo, señalando a los soldados.
—¿Pero cómo obtienen ayuda si están enfermas?
Brittany se encogió de hombros impotentemente.
—Supongo que tienen algún tipo de enfermera o matrona que las visita en su casa, o tal vez hay clínicas especiales sólo para ellas. No sé, Artie. Pero es bastante pésimo, ¿verdad? Dios, estoy tan contenta de no ser una mujer de este país.
Artie echó un vistazo a los pocos hombres adultos ahí.
Estaban sin dientes, la mayoría de ellos. Demacrados, también, y pareciendo mucho más viejos de lo que probablemente eran. Su esperanza de vida era de no más de cincuenta años.
—No es divertido ser un hombre aquí tampoco, supongo.
Un hombre afgano comenzó a hablar frenéticamente a Santana a través de un intérprete, agitando los brazos, los ojos asustados y desesperados.
Santana asintió con calma hacia él, haciendo preguntas directas. Brittany se acercó más, sintiendo algo inusual.
La voz y las acciones del hombre se intensificaron, y Brittany sintió que una nueva capa de sudor brotaba de su frente.
Algo estaba terriblemente mal.
Justo entonces captó la atención de los ojos de la morena, por un instante. Sólo captó una mirada, pero vio serena autoridad. Y claros signos de que había tomado una decisión.
Santana señaló a Quinn y un joven cabo bien armado, con el rifle automático
ajustado y listo en sus brazos.
—Este señor necesita que vayamos a su casa para atender a su esposa. Capitán Fabray, ¿puedes venir conmigo? Y cabo, vamos a necesitar una escolta.
—¿Podemos caminar ahí, Mayor?—el cabo preguntó.
—Sí. Dice que está a la vuelta de la esquina.
—De acuerdo. Enviaremos un par de tropas por delante para asegurarnos de que esta despejado, y me quedaré contigo y la capitana.
Brittany se acercó a Santana.
—¿Podemos ir?
La mirada de Santana era tan pétrea, que Brittany estaba segura de que acababa de hacer la petición más ridícula que la Mayor jamás había escuchado en su vida.
—No sé qué tan seguro es—dijo después de un momento, sacando las palabras como ramitas que se rompen bajo sus botas—Podría ser una emboscada.
Brittany tragó saliva.
Si Santana y Quinn estaban dispuestas a correr el riesgo, entonces ella también.
Nunca había creído que su línea de trabajo fuera sin riesgo. Y aunque no tenía intención de hacer nada estúpido, sabía que su mejor trabajo a menudo ocurría espontáneamente, arriesgándose.
Haciéndolo justo así.
—Estoy de acuerdo con esto si usted lo está, Mayor.
Santana le dio a Artie y Brittany una mirada final de valoración. Después de lo que parecieron varios minutos, les dio un brusco asentimiento.
—Quédense cerca de nosotros, pero cuando estemos con el paciente, retrocedan y dennos espacio—dio instrucciones al técnico de laboratorio y otra enfermera que habían traído con ellos para continuar con las vacunas, luego cogió una caja dura de plástico que parecía una caja de los trastos de un pescador—Tú—dijo señalándola—Sube el cierre de tu chaleco antibalas.
Quiso protestar, sobre todo porque Santana no estaba usando un casco o un chaleco, pero no se atrevió. No después de la severa orden que acababa de ser emitida.
Hacía calor y la maldita cosa pesaba alrededor de una docena de libras, pero hizo lo que le dijeron, porque sabía instintivamente que Santana no aceptaría un desafío en ninguna medida.
Ella no haría nada para echar a perder esta oportunidad ahora.
Había una ventana cortada en la casa de barro. Sin vidrio.
El techo era bajo Artie, un poco más alto que Santana, pero más bajo que ella, tuvo que agacharse un poco.
Sólo había suficiente espacio libre para la morena.
El hombre afgano hizo un gesto a una habitación en la parte trasera. Estaba oscuro ahí y olía como a enfermedad.
Esperaron a que él encendiera una lámpara de gas, y mientras Brittany no podía ver más allá de Santana y Quinn, podría decir que ya habían comenzado a trabajar en el paciente- la ojiverde sujetando un manguito de presión arterial, Santana sacando su linterna para un examen más de cerca.
La mujer no vista gemía débilmente, y Brittany alcanzó a ver los ojos de su marido, lanzados con preocupación.
Él debe haber estado desesperado por la asistencia para haber permitido que los hombres extranjeros vieran el rostro descubierto de su esposa y por haber rogado a las mujeres cuidadores-que llevaban pantalones-por su ayuda.
Brittany destapó su cámara, hizo clic en el flash y sacó un par de fotos rápidas desde diferentes ángulos.
Santana se movió para llenar una aguja de un frasco de la caja de aparejos. Quinn estaba tomando la temperatura de la mujer.
Pudo ver que el lado de la cara de la mujer estaba hinchado al tamaño de una pelota de softball. Quería preguntar que le estaba pasando, pero ahora no era el momento.
Minutos después, Brittany siguió a Santana y Quinn afuera.
Oyó que la ojiverde advertía a la morena que el coronel iba a tener sus cabezas en una bandeja.
—¿Qué estás haciendo con ella?—Brittany preguntó a Quinn, mientras Santana se retiraba con uno de los escoltas soldado.
—Vamos a llevarla con nosotros al hospital de la base—Quinn parecía resignada a la decisión, pero una pequeña mueca reveló su disgusto.
—¿Es eso común?—Brittany no podía imaginarlos trayendo a cada enfermo civil de vuelta al hospital.
Ellos nunca tendrían habitaciones o el personal.
—No, pero con Santana ... quiero decir, la Mayor López...—los ojos de Quinn se desviaron hacia su amiga.
Había orgullo, afecto y un poco de desconcierto en su expresión, que parecía decir que quería a su amiga y sin embargo a veces quería estrangularla, también.
—Digamos que ha hecho esto antes.
¿Hacerlo antes?
Brittany quería preguntar, pero sabía que no habría ninguna respuesta concisa y fácil a la pregunta.
Había conocido a Santana menos de veinticuatro horas, pero se dio cuenta de que algo tan profundo e instintivo como respirar obligaba a la morena a ayudar a los demás, incluso a riesgo o a expensa de sí misma.
Probablemente sólo era la forma en que estaba conectada, y las reglas y amenazas de los militares no cambiaría eso. Tampoco lo haría un buen regaño de un amigo.
—¿Qué le pasa al paciente?—Brittany presionó.
—Un diente severamente abscesado. Ella necesitará drenado y después cirugía. La infección probablemente haya entrado en el hueso.
Ella nunca había pensado en algo tan simple como un dolor de muelas ser
potencialmente mortal.
—¿Se pondrá bien?
Quinn asintió tranquilizadora, su piel blanca, pero bronceada arrugando alrededor de sus ojos verdes.
—Vamos a cuidar bien de ella.
—¿Cómo va a regresar aquí?
Quinn se encogió de hombros y observó cómo dos soldados llevaban una camilla plegable hacia la casa.
—Santana probablemente pagará por un taxi para traerla de vuelta cuando sea el momento—lo dijo con la confianza de haber visto a la morena hacerlo antes.
Quinn se fue para ayudar y Artie se puso al lado de Brittany.
—Nuestra Mayor López es un héroe real, genuino—pronunció gen-u-vino, y su tono estaba cargado con desprecio.
Lo miró fulminándolo, esperando que mostrara el menor remordimiento por actuar como un bastardo.
Él no le daría la satisfacción.
—Deja de ser un idiota—dijo de manera cortante, sin querer explorar sus inmaduras razones para tener aversión a alguien que acababa de conocer.
Se giró bruscamente sobre sus talones.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Sin Compromiso (Adaptada) Cap 2 - P II
Capitulo 2 - Parte II
Había una cualidad infantil en la manera en que Brittany recogía su cappuccino helado espumoso con la pajita, usándolo como si fuera una cuchara.
La atención de Santana estaba fija en la rubia succionando la cremosa bebida, utilizando alternativamente ambos extremos de la pajita, devorándola con dulce satisfacción.
—Me parece que te gusta la bebida.
Brittany se congeló, alzó la vista con un gesto adorable de vergüenza.
—Lo siento—dijo con timidez—¿Estoy haciendo un espectáculo?
Santana sonrió, sin querer que la ojiazul se detuviera por su causa. Había algo a sexy e inocente en las acciones de la mujer.
—De ningún modo. Me alegro de que te guste. ¿No tienen Tim Hortons en Michigan?
—Creo que he conducido pasando uno o dos, pero nunca he entrado. Vivo en el país de las Dunkin Donuts, me temo.
Estaban sentadas en una mesa en el paseo entablado, bebiendo café helado que eran más como batidos de leche.
Se había sorprendido cuando Brittany se había aparecido sin su compañero, pero tampoco habían discutido su paradero. Un cuaderno y un lápiz yacían sobre la mesa entre ellas, como una pequeña barrera al principio, pero una que Santana olvidó rápidamente.
Era... diferente... sentada en silencio con una mujer que apenas conocía pero que sentía extrañamente cómoda.
Pasaba mucho tiempo con mujeres-muchos de sus colegas en el hospital eran mujeres.
Pero las raras ocasiones en que se sentaban alrededor sin nada que hacer, el trabajo siempre se cernía sobre ellas y en última instancia se filtraba en cada conversación.
Sabía que esta vez también, pero las preguntas y observaciones de Brittany, sin duda traerían una nueva perspectiva a su trabajo, permitiéndose verlo través de los ojos de la periodista.
—¿Cómo te sientes acerca de estar aquí ahora?—preguntó suavemente.
Sólo habían pasado un par de días completos en la base para Brittany, pero fue un gran ajuste para los forasteros.
—Estoy bien—chupó la pajita de nuevo, sus ojos imposiblemente cada vez
más grandes con el esfuerzo.
Realmente eran como piscinas suaves, brillantes que estaban llenas de misterio y profundidad-el tipo de ojos que había leído en la ficción, pero se mostró escéptica de que realmente existieran.
—Creo que lo que más noto sin embargo, es la extrema falta de belleza aquí. No hay flores, ni árboles, ni césped, ni agua mineral.
—La noche puede ser hermosa—Santana respondió—Las estrellas. Las constelaciones.
Brittany pareció considerarlo por unos momentos. Un diminuto pliegue se formó entre los ojos.
—¿Sería más ... distracción aquí para ti si el paisaje fuera hermoso?
—Probablemente.
Eres hermosa, Santana pensó con la repentina intensidad de un meteorito encendiéndose a medida que caía a la tierra.
Tú podrías ser una distracción.
—Ninguna tentación para hacer un picnic junto a un río o salir a hurtadillas para una tarde en la playa—Brittany ofreció con una sonrisa sombría.
—Eso es cierto, pero un poco de belleza de vez en cuando puede, no sé...—Santana estaba repentinamente incómoda con la conversación por su fácil disposición para compartir tales pensamientos privados.
Más que eso, estaba avergonzada por la facilidad con que sus pensamientos parecían desviarse de lado en la presencia de esta mujer.
Sí, Brittany era una mujer hermosa, y se sentía como si hubieran pasado años desde que realmente había notado e incluso encantado en la compañía de una mujer hermosa.
Pero la ojiazul estaba aquí sólo por un corto tiempo, y ambas tenían trabajo que hacer, sin importar lo que la imaginación de su amiga Quinn estuviera tramando.
Quinn podía burlarse todo lo que quisiera; Santana no soñaría con tratar de iniciar algo con Brittany Pierce. Incluso si la ojiazul mostraba el más mínimo interés, lo que no había hecho, simplemente no estaba en Santana.
Ella no era Quinn.
Estaba demasiado unida a sus códigos de honor y reglas y a su profunda conducta orgullosa.
Una zona de guerra y la grata presencia de esta intrigante desconocida no iban a cambiar los hábitos de toda una vida.
Además, Brittany estaba casada...o algo así.
—¿Qué ibas a decir?—Brittany preguntó en voz baja, sus ojos amables pero penetrantes.
Santana se encogió de hombros un poco y tragó el nudo en su garganta. No había nada que perder al responder a la pregunta.
—Iba a decir, un poco de belleza de vez en cuando podría ser un alivio bienvenido de toda la fealdad, ¿sabes?
—Sí, creo que lo sé.
—Estaba un poco sorprendida por eso cuando llegué por mi primer viaje aquí.
—¿Quieres decir que esta no es la primera vez que has estado aquí?
Santana sacudió la cabeza.
—Hice un viaje de seis meses aquí hace poco más de dos años.
Su actual viaje era más fácil, porque sabía qué esperar en esta ocasión. Miró a su alrededor, de repente agradecida por el café helado que le recordaba a su hogar.
Podía haberse quedado sentada así toda la tarde, bebiendo café, sólo hablando como conocidas amistosas.
Pero Brittany estaba alcanzando de pronto por su cuaderno. Santana se puso tensa automáticamente un poco, el gesto de la rubia le recordó la verdadera razón por la que estaban sentadas aquí.
—La mujer afgana que trajiste ayer. Con el absceso dental. ¿Cómo está ella?
—¿Nazirah? Lo está haciendo bien. Puedes visitarla, ya sabes.
—¿Puedo?
—Por supuesto. Tienes carta blanca para ir a cualquier parte del hospital. Ella podría como un visitante que no lo es, ya sabes, uno de nosotros para variar.
—¿Qué pasa con otras como ella? ¿Mujeres que necesitan ayuda y no pueden conseguirla?—Había indignación en el tono de voz.
—Jesús, te rompen el corazón, ¿no es así?—Santana soltó, con una espesa emoción inusual en su voz.
Nunca había confesado tan abiertamente antes sobre la frustración que sentía con respecto a la gente que no podía ayudar o incluso a los que sólo podía ayudar temporalmente.
Tuvo que apartar la vista, su garganta apretada y los ojos comenzando a arder.
Un cazabombardero despegó con fuerza, sus motores a reacción rugiendo por encima de sus cabezas y ahogando cualquier intento de conversación por un momento.
Le dio tiempo para recuperar la compostura, para recordar que las emociones sólo obstaculizaban su trabajo.
Habría tiempo-mucho más tarde-de preocuparse acerca de todas las cosas que no podía cambiar.
Además, sería espantoso estallar ante una desconocida así.
—Tratamos de mantener algún tipo de VMOs tan a menudo como podamos—Santana dijo, mucho más controlada ahora—Al igual que la clínica de la poliomielitis ayer, aunque la mayoría de ellos están más involucrados que eso. Hemos tenido un par específicamente para mujeres desde que estoy aquí, y quiero hacer otra pronto.
—Es arriesgado, ¿no es así?
—Sí, pero pueden pagar grandes beneficios. Además de proporcionar la atención médica esencial, las clínicas reciben a los civiles en el lado con nosotros. Esperamos que aprendan a confiar y trabajar con nosotros.
Brittany se inclinó más y puso su bolígrafo abajo.
—¿Vale la pena, estar aquí, Mayor López?
Se preguntó por un instante si Brittany quería decir si valía la pena para ella personal o merecía la pena desde el punto de vista de la misión.
Recurrió a su respuesta practicada-la de los periodistas, dignatarios y otros foráneos.
Era importante ser positiva acerca de la misión, ser embajadores, y sobre todo, lo creía.
En su corazón, sentía que nunca sería capaz de hacer lo suficiente por este país y su gente, pero lo que estaban haciendo era mejor que nada.
Estaban haciendo al menos una pequeña diferencia, y ese conocimiento era lo que realmente la mantenía en marcha.
—¿Qué hay de ti?—Santana aventuró—¿Crees que deberíamos estar aquí?
La cara de Brittany se coloreó un poco, y trajo su confusión y frustración claramente.
Le gustaba eso de ella, no ocultaba sus sentimientos.
—No lo sé, Mayor López. Me parece que es todo tan inútil a veces. Me molesta que no podemos ayudar a estas personas más. Y me molesta que haya algunas personas en este país que parecen querer que todos aquí sigan sufriendo. Supongo... no lo sé—se desinfló visiblemente, mirando su taza vacía con decepción—Supongo que pensé que cuando entramos en este país, seríamos capaces de poder arreglar las cosas bien. Que se darían cuenta de inmediato que había una mejor manera de vivir, y eso sería todo. Nuestros soldados podrían volver a casa—alzó los ojos—No es tan sencillo,
¿verdad?
Sacudió la cabeza pero quiso sonreír. Brittany lo consiguió, de acuerdo. Ella
consiguió exactamente cómo todos se sentían.
—Es algo así como comprar una casa que necesita reparaciones. Piensas que sólo necesita unas pocas capas de pintura, tal vez un nuevo piso, ese tipo de cosas. Pero cuando entras ahí, encuentras que necesita un nuevo cableado, tuberías nuevas, un nuevo techo, repellar los cimientos.
Brittany se echó a reír, y no pudo evitar reírse, también.
—¿Es la jerga militar oficial?
—No, no hay suficientes siglas.
Brittany miró a su alrededor, siguiendo a dos soldados cercanos que hablaban holandés.
—Es curioso estar todo el camino hasta aquí y sin embargo tomar un café con alguien que creció probablemente a treinta millas de mí. ¿Eres de Windsor, ¿verdad?
—Sí. Estuve ahí hasta el final de la escuela secundaria.
—¿Alguna vez fuiste al Centro del Renacimiento o El Estadio del Tigre?
Santana sonrió, la nostalgia enviándola de nuevo a una época que no había pensado en mucho tiempo.
—Solía ir al Estadio del Tigre todo el tiempo. Dios, era un estupendo lugar. La forma en que la gente estampaba y resonaba contra todo ese viejo hierro. Todavía puedo oírlo.
—Sí, era impresionante. Mi papá me llevaba ahí cinco o seis veces cada verano. Olía a décadas de sudor y perritos calientes y cerveza rancia, ¿verdad? El césped fresco. Una especie de combinación extraña, pero tan única.
Dios, lo que daría por sentarse en un estadio de béisbol de nuevo. La descripción de Brittany era exactamente como recordaba el lugar.
—Sí, lo hizo, ¿verdad? Tal vez estuvimos incluso ahí en los mismos juegos. Es curioso cómo nos movemos por el mundo, ¿no es así?
Santana no podía discutir con eso.
Como una estudiante de secundaria, la atracción de la medicina en su sangre, ella nunca se hubiera imaginado que terminaría en Afganistán. Ni siquiera era un país del que la mayoría de la gente había oído hablar en aquel entonces.
—Tu trabajo te lleva por todas partes. ¿Michigan sigue siendo tu casa?—Santana preguntó.
—Sí. Creo que siempre lo será. Mis padres todavía viven a unas pocas millas de distancia de mí. Y para que conste—Brittany sonrió con melancolía—El nuevo Comerica Park es bonito, pero no es el Estadio del Tigre.
Santana asintió con la cabeza. Todavía no había visitado el nuevo estadio de béisbol.
—¿Vas a casa a menudo, Mayor López?
Casa.
Realmente no había tenido un hogar desde aquellos años en Windsor. Después de todos sus estudios, trabajó en la sala de urgencias del Hospital Sunnybrook de Toronto por un par de años antes de que una separación y una falta de dirección la llevara a firmar con los militares.
Los dormitorios, apartamentos y bases habían sido donde había vivido durante casi cuatro años, pero no estaban en casa.
—Mi hermana aún vive en Windsor.
—¿Qué hay de tus padres?
—Ellos se mudaron a la Columbia Británica cuando se retiraron.
Brittany levantó las cejas.
—Eso está muy lejos de Windsor.
—Ellos decidieron que querían montañas en lugar de todas esas tierras planas de cultivo.
—¿A dónde iras después del ejercito? ¿O harás una carrera de eso?
La franqueza de las preguntas la confundió por un momento.
Ella no tenía una respuesta, pero no estaba dispuesta para compartir su incertidumbre. La duda que estaba sintiendo de nuevo era demasiado vaga para hablar.
Tenía treinta y cuatro años de edad. Lo suficientemente joven como para llevar su carrera médica a otro lugar.
Pero dónde, no tenía idea.
Estaba segura de que no estaba destinada a ser un médico militar de carrera. Era una gran calle lateral a la que se había dirigido, pero no es probable que fuera su último camino.
Sentía en su interior como si hubiera mucho más que quería hacer con su vida.
—Es difícil decirlo, pero no, no soy una militar de carrera.
—¿Así que estás en algún tipo de contrato?
—Lo estoy, y se acaba en unos meses. Estoy segura de que van a tratar de
extenderlo.
Brittany la miró directamente.
—¿Te vas a ir?—había puesto su libreta abajo, una clara señal de que estaban fuera del registro.
Santana comenzó a inquietarse con su taza vacía, finalmente la arrugó entre sus manos.
Todo esto estaba haciéndose demasiado personal.
Ya había revelado mucho acerca de sí misma..., probablemente más de lo que había hecho a nadie excepto a Quinn durante los últimos diez meses.
Era asombroso lo fácil que era hacerlo con Brittany.
Un pequeño nudo de pánico se reunió en el estómago de Santana. La fácil conexión con una extraña era una experiencia desconocida para ella.
Miró a la rubia y sintió que su boca se endurecía.
—No lo sé—era la verdad, pero la agudeza de su tono también fue diseñado para indicar que el tema estaba cerrado.
Se levantó para irse. Brittany se apresuró a recoger sus cosas. Parecía un poco perpleja por la brusquedad de todo aquello.
—¿Escuché que la Capitana Fabray te invitó a ti y a Artie a venir a ver el partido esta noche?
La pregunta estaba tan cerca como Santana podía manejar para disculparse.
—Sí. Escuché que eres jugadora de hockey, Mayor López. ¿Te importaría si tomo algunas fotos?
—No es para su difusión de fotos, ¿verdad?—no le importaba ser un error bajo el microscopio, especialmente durante su tiempo de inactividad.
Brittany le tocó ligeramente el antebrazo.
—No, no lo es. Sólo pensé que a ti y tus amigos les gustarían algunas fotos. ¿Está bien?
—Sí—sonrió fácilmente—Lo es.
Brittany se sorprendió.
¿Cómo podían estos hombres y mujeres correr alrededor de una pista compactada jugando enérgicamente al hockey de pelota en un calor tan opresivo?
La atención de Santana estaba fija en la rubia succionando la cremosa bebida, utilizando alternativamente ambos extremos de la pajita, devorándola con dulce satisfacción.
—Me parece que te gusta la bebida.
Brittany se congeló, alzó la vista con un gesto adorable de vergüenza.
—Lo siento—dijo con timidez—¿Estoy haciendo un espectáculo?
Santana sonrió, sin querer que la ojiazul se detuviera por su causa. Había algo a sexy e inocente en las acciones de la mujer.
—De ningún modo. Me alegro de que te guste. ¿No tienen Tim Hortons en Michigan?
—Creo que he conducido pasando uno o dos, pero nunca he entrado. Vivo en el país de las Dunkin Donuts, me temo.
Estaban sentadas en una mesa en el paseo entablado, bebiendo café helado que eran más como batidos de leche.
Se había sorprendido cuando Brittany se había aparecido sin su compañero, pero tampoco habían discutido su paradero. Un cuaderno y un lápiz yacían sobre la mesa entre ellas, como una pequeña barrera al principio, pero una que Santana olvidó rápidamente.
Era... diferente... sentada en silencio con una mujer que apenas conocía pero que sentía extrañamente cómoda.
Pasaba mucho tiempo con mujeres-muchos de sus colegas en el hospital eran mujeres.
Pero las raras ocasiones en que se sentaban alrededor sin nada que hacer, el trabajo siempre se cernía sobre ellas y en última instancia se filtraba en cada conversación.
Sabía que esta vez también, pero las preguntas y observaciones de Brittany, sin duda traerían una nueva perspectiva a su trabajo, permitiéndose verlo través de los ojos de la periodista.
—¿Cómo te sientes acerca de estar aquí ahora?—preguntó suavemente.
Sólo habían pasado un par de días completos en la base para Brittany, pero fue un gran ajuste para los forasteros.
—Estoy bien—chupó la pajita de nuevo, sus ojos imposiblemente cada vez
más grandes con el esfuerzo.
Realmente eran como piscinas suaves, brillantes que estaban llenas de misterio y profundidad-el tipo de ojos que había leído en la ficción, pero se mostró escéptica de que realmente existieran.
—Creo que lo que más noto sin embargo, es la extrema falta de belleza aquí. No hay flores, ni árboles, ni césped, ni agua mineral.
—La noche puede ser hermosa—Santana respondió—Las estrellas. Las constelaciones.
Brittany pareció considerarlo por unos momentos. Un diminuto pliegue se formó entre los ojos.
—¿Sería más ... distracción aquí para ti si el paisaje fuera hermoso?
—Probablemente.
Eres hermosa, Santana pensó con la repentina intensidad de un meteorito encendiéndose a medida que caía a la tierra.
Tú podrías ser una distracción.
—Ninguna tentación para hacer un picnic junto a un río o salir a hurtadillas para una tarde en la playa—Brittany ofreció con una sonrisa sombría.
—Eso es cierto, pero un poco de belleza de vez en cuando puede, no sé...—Santana estaba repentinamente incómoda con la conversación por su fácil disposición para compartir tales pensamientos privados.
Más que eso, estaba avergonzada por la facilidad con que sus pensamientos parecían desviarse de lado en la presencia de esta mujer.
Sí, Brittany era una mujer hermosa, y se sentía como si hubieran pasado años desde que realmente había notado e incluso encantado en la compañía de una mujer hermosa.
Pero la ojiazul estaba aquí sólo por un corto tiempo, y ambas tenían trabajo que hacer, sin importar lo que la imaginación de su amiga Quinn estuviera tramando.
Quinn podía burlarse todo lo que quisiera; Santana no soñaría con tratar de iniciar algo con Brittany Pierce. Incluso si la ojiazul mostraba el más mínimo interés, lo que no había hecho, simplemente no estaba en Santana.
Ella no era Quinn.
Estaba demasiado unida a sus códigos de honor y reglas y a su profunda conducta orgullosa.
Una zona de guerra y la grata presencia de esta intrigante desconocida no iban a cambiar los hábitos de toda una vida.
Además, Brittany estaba casada...o algo así.
—¿Qué ibas a decir?—Brittany preguntó en voz baja, sus ojos amables pero penetrantes.
Santana se encogió de hombros un poco y tragó el nudo en su garganta. No había nada que perder al responder a la pregunta.
—Iba a decir, un poco de belleza de vez en cuando podría ser un alivio bienvenido de toda la fealdad, ¿sabes?
—Sí, creo que lo sé.
—Estaba un poco sorprendida por eso cuando llegué por mi primer viaje aquí.
—¿Quieres decir que esta no es la primera vez que has estado aquí?
Santana sacudió la cabeza.
—Hice un viaje de seis meses aquí hace poco más de dos años.
Su actual viaje era más fácil, porque sabía qué esperar en esta ocasión. Miró a su alrededor, de repente agradecida por el café helado que le recordaba a su hogar.
Podía haberse quedado sentada así toda la tarde, bebiendo café, sólo hablando como conocidas amistosas.
Pero Brittany estaba alcanzando de pronto por su cuaderno. Santana se puso tensa automáticamente un poco, el gesto de la rubia le recordó la verdadera razón por la que estaban sentadas aquí.
—La mujer afgana que trajiste ayer. Con el absceso dental. ¿Cómo está ella?
—¿Nazirah? Lo está haciendo bien. Puedes visitarla, ya sabes.
—¿Puedo?
—Por supuesto. Tienes carta blanca para ir a cualquier parte del hospital. Ella podría como un visitante que no lo es, ya sabes, uno de nosotros para variar.
—¿Qué pasa con otras como ella? ¿Mujeres que necesitan ayuda y no pueden conseguirla?—Había indignación en el tono de voz.
—Jesús, te rompen el corazón, ¿no es así?—Santana soltó, con una espesa emoción inusual en su voz.
Nunca había confesado tan abiertamente antes sobre la frustración que sentía con respecto a la gente que no podía ayudar o incluso a los que sólo podía ayudar temporalmente.
Tuvo que apartar la vista, su garganta apretada y los ojos comenzando a arder.
Un cazabombardero despegó con fuerza, sus motores a reacción rugiendo por encima de sus cabezas y ahogando cualquier intento de conversación por un momento.
Le dio tiempo para recuperar la compostura, para recordar que las emociones sólo obstaculizaban su trabajo.
Habría tiempo-mucho más tarde-de preocuparse acerca de todas las cosas que no podía cambiar.
Además, sería espantoso estallar ante una desconocida así.
—Tratamos de mantener algún tipo de VMOs tan a menudo como podamos—Santana dijo, mucho más controlada ahora—Al igual que la clínica de la poliomielitis ayer, aunque la mayoría de ellos están más involucrados que eso. Hemos tenido un par específicamente para mujeres desde que estoy aquí, y quiero hacer otra pronto.
—Es arriesgado, ¿no es así?
—Sí, pero pueden pagar grandes beneficios. Además de proporcionar la atención médica esencial, las clínicas reciben a los civiles en el lado con nosotros. Esperamos que aprendan a confiar y trabajar con nosotros.
Brittany se inclinó más y puso su bolígrafo abajo.
—¿Vale la pena, estar aquí, Mayor López?
Se preguntó por un instante si Brittany quería decir si valía la pena para ella personal o merecía la pena desde el punto de vista de la misión.
Recurrió a su respuesta practicada-la de los periodistas, dignatarios y otros foráneos.
Era importante ser positiva acerca de la misión, ser embajadores, y sobre todo, lo creía.
En su corazón, sentía que nunca sería capaz de hacer lo suficiente por este país y su gente, pero lo que estaban haciendo era mejor que nada.
Estaban haciendo al menos una pequeña diferencia, y ese conocimiento era lo que realmente la mantenía en marcha.
—¿Qué hay de ti?—Santana aventuró—¿Crees que deberíamos estar aquí?
La cara de Brittany se coloreó un poco, y trajo su confusión y frustración claramente.
Le gustaba eso de ella, no ocultaba sus sentimientos.
—No lo sé, Mayor López. Me parece que es todo tan inútil a veces. Me molesta que no podemos ayudar a estas personas más. Y me molesta que haya algunas personas en este país que parecen querer que todos aquí sigan sufriendo. Supongo... no lo sé—se desinfló visiblemente, mirando su taza vacía con decepción—Supongo que pensé que cuando entramos en este país, seríamos capaces de poder arreglar las cosas bien. Que se darían cuenta de inmediato que había una mejor manera de vivir, y eso sería todo. Nuestros soldados podrían volver a casa—alzó los ojos—No es tan sencillo,
¿verdad?
Sacudió la cabeza pero quiso sonreír. Brittany lo consiguió, de acuerdo. Ella
consiguió exactamente cómo todos se sentían.
—Es algo así como comprar una casa que necesita reparaciones. Piensas que sólo necesita unas pocas capas de pintura, tal vez un nuevo piso, ese tipo de cosas. Pero cuando entras ahí, encuentras que necesita un nuevo cableado, tuberías nuevas, un nuevo techo, repellar los cimientos.
Brittany se echó a reír, y no pudo evitar reírse, también.
—¿Es la jerga militar oficial?
—No, no hay suficientes siglas.
Brittany miró a su alrededor, siguiendo a dos soldados cercanos que hablaban holandés.
—Es curioso estar todo el camino hasta aquí y sin embargo tomar un café con alguien que creció probablemente a treinta millas de mí. ¿Eres de Windsor, ¿verdad?
—Sí. Estuve ahí hasta el final de la escuela secundaria.
—¿Alguna vez fuiste al Centro del Renacimiento o El Estadio del Tigre?
Santana sonrió, la nostalgia enviándola de nuevo a una época que no había pensado en mucho tiempo.
—Solía ir al Estadio del Tigre todo el tiempo. Dios, era un estupendo lugar. La forma en que la gente estampaba y resonaba contra todo ese viejo hierro. Todavía puedo oírlo.
—Sí, era impresionante. Mi papá me llevaba ahí cinco o seis veces cada verano. Olía a décadas de sudor y perritos calientes y cerveza rancia, ¿verdad? El césped fresco. Una especie de combinación extraña, pero tan única.
Dios, lo que daría por sentarse en un estadio de béisbol de nuevo. La descripción de Brittany era exactamente como recordaba el lugar.
—Sí, lo hizo, ¿verdad? Tal vez estuvimos incluso ahí en los mismos juegos. Es curioso cómo nos movemos por el mundo, ¿no es así?
Santana no podía discutir con eso.
Como una estudiante de secundaria, la atracción de la medicina en su sangre, ella nunca se hubiera imaginado que terminaría en Afganistán. Ni siquiera era un país del que la mayoría de la gente había oído hablar en aquel entonces.
—Tu trabajo te lleva por todas partes. ¿Michigan sigue siendo tu casa?—Santana preguntó.
—Sí. Creo que siempre lo será. Mis padres todavía viven a unas pocas millas de distancia de mí. Y para que conste—Brittany sonrió con melancolía—El nuevo Comerica Park es bonito, pero no es el Estadio del Tigre.
Santana asintió con la cabeza. Todavía no había visitado el nuevo estadio de béisbol.
—¿Vas a casa a menudo, Mayor López?
Casa.
Realmente no había tenido un hogar desde aquellos años en Windsor. Después de todos sus estudios, trabajó en la sala de urgencias del Hospital Sunnybrook de Toronto por un par de años antes de que una separación y una falta de dirección la llevara a firmar con los militares.
Los dormitorios, apartamentos y bases habían sido donde había vivido durante casi cuatro años, pero no estaban en casa.
—Mi hermana aún vive en Windsor.
—¿Qué hay de tus padres?
—Ellos se mudaron a la Columbia Británica cuando se retiraron.
Brittany levantó las cejas.
—Eso está muy lejos de Windsor.
—Ellos decidieron que querían montañas en lugar de todas esas tierras planas de cultivo.
—¿A dónde iras después del ejercito? ¿O harás una carrera de eso?
La franqueza de las preguntas la confundió por un momento.
Ella no tenía una respuesta, pero no estaba dispuesta para compartir su incertidumbre. La duda que estaba sintiendo de nuevo era demasiado vaga para hablar.
Tenía treinta y cuatro años de edad. Lo suficientemente joven como para llevar su carrera médica a otro lugar.
Pero dónde, no tenía idea.
Estaba segura de que no estaba destinada a ser un médico militar de carrera. Era una gran calle lateral a la que se había dirigido, pero no es probable que fuera su último camino.
Sentía en su interior como si hubiera mucho más que quería hacer con su vida.
—Es difícil decirlo, pero no, no soy una militar de carrera.
—¿Así que estás en algún tipo de contrato?
—Lo estoy, y se acaba en unos meses. Estoy segura de que van a tratar de
extenderlo.
Brittany la miró directamente.
—¿Te vas a ir?—había puesto su libreta abajo, una clara señal de que estaban fuera del registro.
Santana comenzó a inquietarse con su taza vacía, finalmente la arrugó entre sus manos.
Todo esto estaba haciéndose demasiado personal.
Ya había revelado mucho acerca de sí misma..., probablemente más de lo que había hecho a nadie excepto a Quinn durante los últimos diez meses.
Era asombroso lo fácil que era hacerlo con Brittany.
Un pequeño nudo de pánico se reunió en el estómago de Santana. La fácil conexión con una extraña era una experiencia desconocida para ella.
Miró a la rubia y sintió que su boca se endurecía.
—No lo sé—era la verdad, pero la agudeza de su tono también fue diseñado para indicar que el tema estaba cerrado.
Se levantó para irse. Brittany se apresuró a recoger sus cosas. Parecía un poco perpleja por la brusquedad de todo aquello.
—¿Escuché que la Capitana Fabray te invitó a ti y a Artie a venir a ver el partido esta noche?
La pregunta estaba tan cerca como Santana podía manejar para disculparse.
—Sí. Escuché que eres jugadora de hockey, Mayor López. ¿Te importaría si tomo algunas fotos?
—No es para su difusión de fotos, ¿verdad?—no le importaba ser un error bajo el microscopio, especialmente durante su tiempo de inactividad.
Brittany le tocó ligeramente el antebrazo.
—No, no lo es. Sólo pensé que a ti y tus amigos les gustarían algunas fotos. ¿Está bien?
—Sí—sonrió fácilmente—Lo es.
Brittany se sorprendió.
¿Cómo podían estos hombres y mujeres correr alrededor de una pista compactada jugando enérgicamente al hockey de pelota en un calor tan opresivo?
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: FanFic Brittana: Sin Compromiso (Adaptada) Epílogo
Britt casada? Duermen juntitas pero no revueltas...quiero que se revuelvan jajajaja
Isabella28****** - Mensajes : 378
Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: FanFic Brittana: Sin Compromiso (Adaptada) Epílogo
Sigo con la duda, obvio que hay alguien, pero Britt no dijo mi esposa, sino mi pareja, gracias por el maraton. Poco a poco se van conociendo!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: FanFic Brittana: Sin Compromiso (Adaptada) Epílogo
Hola morra....
Britt en pareja... Mmmmm!!!
Definitivamente las dos tienen esa quimica.,.. Si fueran por los pensamientos de las dos...,pociblemente estarian en malibu caminando por la playa de la mano de su... Jajajja
Nos vemos!!!
Britt en pareja... Mmmmm!!!
Definitivamente las dos tienen esa quimica.,.. Si fueran por los pensamientos de las dos...,pociblemente estarian en malibu caminando por la playa de la mano de su... Jajajja
Nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: FanFic Brittana: Sin Compromiso (Adaptada) Epílogo
Isabella28 escribió:Britt casada? Duermen juntitas pero no revueltas...quiero que se revuelvan jajajaja
Hola, si q si =/ JAjajaajaj..., espera quien¿? britt y san¿? si es así... eso puede cambiar, no¿? jajajaajaj. Entonces si eran ellas... lo mismo kiero yo jajajaja. Saludos =D
micky morales escribió:Sigo con la duda, obvio que hay alguien, pero Britt no dijo mi esposa, sino mi pareja, gracias por el maraton. Poco a poco se van conociendo!!!!
Hola, toda, pero toda la razón... quizás solo es eso... no¿? esperemos y si xD De nada, lo debia se apaga jajaajaj. Si que si... espero y no demoren tanto jajajaaj. Saludos =D
3:) escribió:Hola morra....
Britt en pareja... Mmmmm!!!
Definitivamente las dos tienen esa quimica.,.. Si fueran por los pensamientos de las dos...,pociblemente estarian en malibu caminando por la playa de la mano de su... Jajajja
Nos vemos!!!
Hola lu, si q si ¬¬ esperemos y acabe... si solo se llevan mal... nah q se acabe igual xD Ufff esk como no iba a estar¿? si son las brittana jaajajajj. Jajajaja ya estarían casadas y con hijos jaajjaaj. Jajajajjaaj tmbn jajajaja. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Sin Compromiso (Adaptada) Cap 2 - P III
Capitulo 2 - Parte III
La noche había hecho poco para enfriar el aire.
Las camisetas de los jugadores estaban manchadas de sudor, su pelo estaba empapado, sus sonrisas nunca se quitaban de sus rostros.
—¿No crees que esto es incluso un poco loco?—le preguntó a Artie mientras se apretaba a su lado en un banco de madera.
—¿Estás bromeando?—sonrió—Me encantaría estar ahí ahora mismo.
—¿Por qué no vas a firmar con los chicos de los medios de comunicación? Estoy segura de que tienen un equipo.
Artie le dirigió una mirada que decía que estaba loca.
—¿Qué?
El calor había agotado hace sus horas de paciencia. No mucho tiempo después del capuchino helado con Santana.
Él acarició la pequeña barriga que amenazaba con abultarse sobre la cintura de sus pantalones de camuflaje.
Con cada día que pasaba, había empezado a asumir la apariencia de pertenecer aquí, con sus pantalones de estilo militar y camisetas oliva.
Era lindo, en un chico pequeño, de manera aspirante.
—Probablemente me mataría. ¿No sabes que estamos entrando en un territorio de ataque al corazón a nuestra edad?
Brittany frunció el ceño profundamente.
—No creo que estemos condenados a los treinta y seis.
—Sí, bueno, no bebes una caja de cerveza a la semana y comes en Burger King como yo.
—Tienes un punto ahí—le dio unas palmaditas en la rodilla—Es mejor dejar
este tipo de cosas a estos maniáticos del ejercicio.
Sin dejar de sonreír, ella volvió la cabeza a tiempo para ver a Santana saliendo al centro de la pista, ambas manos agarrando su palo.
Había llegado tarde, atrapada en el hospital, Brittany supuso, y se veía mucho más fresca y más seca que sus compañeros.
Protegiéndose los ojos del sol implacable, observó a Santana prepararse en el centro del círculo del enfrentamiento.
No era el calor apretando el pecho de Brittany ahora que exhalaba el aire de sus pulmones.
Era la visión de Santana, que parecía una especie de diosa guerrera, todo músculo tenso debajo de su piel bronceada.
Su cuerpo parecía fuerte, sus músculos aún más fuertes, y había una inconfundible ferocidad concentrada en la tensión de su cuerpo, como si tuviera la intención de masacrar a la oposición.
—Tengo que fotografiar esto—Brittany murmuró y se apresuró, levantando su cámara digital a su cara.
Graduó su lente telefotográfico en Santana, su propulsión golpeando procesando fotos a razón de un par de docenas por minuto.
No parecía capaz de sacar la lente de la cámara de la Mayor, que era claramente el mejor jugador, hombre o mujer, en la pista.
Se deslizó entre y alrededor de los cuerpos, las piernas moviéndose mientras giraba y miró a un oponente más grande, el balón como un yo-yo en su palo.
Ella anotó una vez, luego otra vez un par de minutos más tarde, nunca celebrando demasiado.
Después de varios instantes, Brittany se separó de su visor, deseando ver esta demostración de gracia y atletismo sin obstrucciones.
Sacudió la cabeza con asombro ante la explosión de velocidad de Santana. De cero a sesenta en unos tres pasos.
Era asombroso, su poder disfrazado con una destreza casi elegante, como un gato.
Como atleta, era seductoramente hermosa y letal al mismo tiempo.
Sus oponentes se quedaron hipnotizados viéndola-como una presa indefensa.
Se sintió decepcionada.
Sabía ya que sus fotos no iban a llegar al nivel. Ninguna cámara realmente podría capturar la esencia de las habilidades atléticas de Santana.
Un silbato interrumpió el juego por un momento, y Santana, chorreando ahora en sus pantalones cortos y camiseta sin mangas, su cabello negro con el sudor, la miró.
Sonrió inesperadamente, como si la atención de Brittany la divirtiera, pero sus ojos seguían siendo de piedra y sin parpadear con la intensidad de la batalla a la mano.
Brittany tomó unas cuantas fotos más, gustándole la forma en que Santana miraba con esa sonrisa contradiciendo su fiereza.
Esto golpeó a Brittany en lo similar que Santana era en el juego y en el trabajo-gozo profundo unido con tal aguda concentración.
La fría competencia suavizada por una tranquila calidez y facilidad.
La confianza en sus habilidades, la humildad en sus victorias.
Santana López era el paquete completo en el trabajo y en los deportes.
—¿Qué se siente?—Brittany preguntó a Artie después de reclamar su asiento de nuevo.
—¿Qué?
—Ser tan jodidamente bueno—sabía que sonaba molesta, pero en realidad no lo estaba. Estaba asombrada—¿En los deportes?
En todo, Brittany quería decir, pero se limitó a asentir.
Artie se encogió de hombros.
—¿Sinceramente? ¡Se siente jodidamente genial!
—Me lo imaginaba.
Artie, un futbolista de la escuela secundaria y estrella de hockey, había tenido sus alas cortadas un poco en la universidad, pero todavía era bueno.
Incluso había jugado dos temporadas con un equipo profesional de hockey de bajo nivel, ganando lo suficiente como para pagar por un apartamento de mierda y un suministro regular de cerveza y pizza.
Probablemente se habría mantenido en ello más tiempo, excepto por su novia en ese momento, que más tarde se convirtió en su esposa durante unos años agonizantes, lo había convencido de conseguir un verdadero trabajo como un fotógrafo de prensa.
—No me digas que hay un atleta de armario rascando por salir en ese cuerpo
tuyo—él bromeó.
Brittany sonrió ante lo absurdo de su comentario. Ella nunca había sido una atleta, aparte de incursionar en danza y patinaje artístico cuando era joven.
Rachel no era ninguna atleta tampoco. De hecho, su pareja aborrecía y se burlaba de cualquier cosa que tuviera que ver con el deporte.
Sin embargo, siempre había encontrado deportes interesantes. Eso era por lo que había pasado tantas horas en su juventud viendo a Artie jugar al hockey y fútbol.
Era como si pensara que viendo lo suficiente, podría descifrar la fórmula mágica-desentrañar el misterio indirectamente.
—No puedo imaginar—dijo ella, viendo a Santana—Lo que es como tener tu mente y tu cuerpo en perfecta sincronía de esa manera.
—Seguro que puedes. Es como cuando tomas fotos, Britty.
Pensó en eso y se dio cuenta de que Artie había hecho la comparación perfecta.
—Todavía tienes esa capacidad de sorprenderme a veces, Artie.
—¿Qué, no esperas una pizca de sabiduría de mí de vez en cuando?—se rió con auto desaprobación.
—Eso no es lo que quería decir, gran tonto.
—Lo sé, lo sé. Para eso está Rachel, ¿verdad? ¿Para darte toda la charla inteligente de tu vida? Yo sólo soy el gran idiota del que no has sido capaz de deshacerte desde la escuela secundaria—dijo a la ligera, pero ella sabía que estaba buscando un buen ego acariciando.
—Oh, Artie. Cállate y mira el partido, ¿quieres?—le dejó caerse en silencio durante un minuto—Mira, eres el único gran idiota que tengo, ¿de acuerdo? Todo el mundo necesita al menos uno en su vida. ¡Por Dios!
—Ah, ¡finalmente me aprecias! Sólo se necesita llegar a una zona de guerra para sentirse querido.
Los ojos de Brittany y sus pensamientos se posaron de nuevo en Santana, observándola mientras corría a lo largo de las tablas llevando la pelota, haciéndola pasar muy bien al llegar lejos de la línea azul.
Era consciente mientras lo hacía que Artie estaba viéndola mirar a Santana.
—Ella es buena—él dijo finalmente en un largo suspiro.
—¿Por qué no te gusta ella, Artie?—la pregunta estaba fuera antes de que hubiera pedido preguntar, pero ella y Artie habían sido amigos por mucho tiempo, que por lo general reaccionaban entre sí sin pensar primero.
Su relación era una de causa y efecto en su forma más pura.
—¿Qué te hace pensar que no lo hago?—Artie respondió bruscamente.
—Debido a que ustedes dos son como leones encerrados juntos, esperando su tiempo hasta que pueda llegar a la garganta del otro.
—Tonterías—él dijo, pero no había ningún reto en sus palabras.
—Sólo estoy tratando de entender.
—Mira, Britt, no hay nada que entender. Ni siquiera la conozco, ¿de acuerdo?
—Sé eso. Es algo más básico que eso, eso es todo.
—Bueno, si es así, ¿entonces por qué me pides que te lo explique?
Brittany se encogió de hombros, estaba cansada.
Cansada de pelear con Artie sobre las mismas cosas. Hace años era por qué actuaba como lo hacía con Rachel. Antes de eso, era alguien más con quién había salido.
Santana, sin embargo, no estaba en la misma categoría que los otros.
Nunca habían salido y nunca iban a hacerlo.
—Tienes razón. Sólo parece que... no sé, Artie. Como si tuvieras un odio por cualquiera que pudiera competir por mi atención o ser el objeto de mi afecto.
Él hizo un ruido de burla.
—¿Eso es lo que la Mayor López es? Alguien por quién tienes afecto?
Brittany sintió que su rostro adquirió un tipo diferente de calidez.
—Olvídalo—dijo no queriendo prolongar la conversación.
Él estaba siendo juvenil, actuando como un celoso ex amante. Siendo sobreprotector como de costumbre.
Aparte de su breve relación romántica cuando eran adolescentes, Artie era como su hermano mayor y mejor amigo, todo en uno. Él no era casi el culo que se decía que era, porque ciertamente si lo fuera, Brittany tendría poco uso para él en su vida.
Sólo había veces que él no podía dejar de actuar como ese chico de dieciséis años de edad, de nuevo.
Las camisetas de los jugadores estaban manchadas de sudor, su pelo estaba empapado, sus sonrisas nunca se quitaban de sus rostros.
—¿No crees que esto es incluso un poco loco?—le preguntó a Artie mientras se apretaba a su lado en un banco de madera.
—¿Estás bromeando?—sonrió—Me encantaría estar ahí ahora mismo.
—¿Por qué no vas a firmar con los chicos de los medios de comunicación? Estoy segura de que tienen un equipo.
Artie le dirigió una mirada que decía que estaba loca.
—¿Qué?
El calor había agotado hace sus horas de paciencia. No mucho tiempo después del capuchino helado con Santana.
Él acarició la pequeña barriga que amenazaba con abultarse sobre la cintura de sus pantalones de camuflaje.
Con cada día que pasaba, había empezado a asumir la apariencia de pertenecer aquí, con sus pantalones de estilo militar y camisetas oliva.
Era lindo, en un chico pequeño, de manera aspirante.
—Probablemente me mataría. ¿No sabes que estamos entrando en un territorio de ataque al corazón a nuestra edad?
Brittany frunció el ceño profundamente.
—No creo que estemos condenados a los treinta y seis.
—Sí, bueno, no bebes una caja de cerveza a la semana y comes en Burger King como yo.
—Tienes un punto ahí—le dio unas palmaditas en la rodilla—Es mejor dejar
este tipo de cosas a estos maniáticos del ejercicio.
Sin dejar de sonreír, ella volvió la cabeza a tiempo para ver a Santana saliendo al centro de la pista, ambas manos agarrando su palo.
Había llegado tarde, atrapada en el hospital, Brittany supuso, y se veía mucho más fresca y más seca que sus compañeros.
Protegiéndose los ojos del sol implacable, observó a Santana prepararse en el centro del círculo del enfrentamiento.
No era el calor apretando el pecho de Brittany ahora que exhalaba el aire de sus pulmones.
Era la visión de Santana, que parecía una especie de diosa guerrera, todo músculo tenso debajo de su piel bronceada.
Su cuerpo parecía fuerte, sus músculos aún más fuertes, y había una inconfundible ferocidad concentrada en la tensión de su cuerpo, como si tuviera la intención de masacrar a la oposición.
—Tengo que fotografiar esto—Brittany murmuró y se apresuró, levantando su cámara digital a su cara.
Graduó su lente telefotográfico en Santana, su propulsión golpeando procesando fotos a razón de un par de docenas por minuto.
No parecía capaz de sacar la lente de la cámara de la Mayor, que era claramente el mejor jugador, hombre o mujer, en la pista.
Se deslizó entre y alrededor de los cuerpos, las piernas moviéndose mientras giraba y miró a un oponente más grande, el balón como un yo-yo en su palo.
Ella anotó una vez, luego otra vez un par de minutos más tarde, nunca celebrando demasiado.
Después de varios instantes, Brittany se separó de su visor, deseando ver esta demostración de gracia y atletismo sin obstrucciones.
Sacudió la cabeza con asombro ante la explosión de velocidad de Santana. De cero a sesenta en unos tres pasos.
Era asombroso, su poder disfrazado con una destreza casi elegante, como un gato.
Como atleta, era seductoramente hermosa y letal al mismo tiempo.
Sus oponentes se quedaron hipnotizados viéndola-como una presa indefensa.
Se sintió decepcionada.
Sabía ya que sus fotos no iban a llegar al nivel. Ninguna cámara realmente podría capturar la esencia de las habilidades atléticas de Santana.
Un silbato interrumpió el juego por un momento, y Santana, chorreando ahora en sus pantalones cortos y camiseta sin mangas, su cabello negro con el sudor, la miró.
Sonrió inesperadamente, como si la atención de Brittany la divirtiera, pero sus ojos seguían siendo de piedra y sin parpadear con la intensidad de la batalla a la mano.
Brittany tomó unas cuantas fotos más, gustándole la forma en que Santana miraba con esa sonrisa contradiciendo su fiereza.
Esto golpeó a Brittany en lo similar que Santana era en el juego y en el trabajo-gozo profundo unido con tal aguda concentración.
La fría competencia suavizada por una tranquila calidez y facilidad.
La confianza en sus habilidades, la humildad en sus victorias.
Santana López era el paquete completo en el trabajo y en los deportes.
—¿Qué se siente?—Brittany preguntó a Artie después de reclamar su asiento de nuevo.
—¿Qué?
—Ser tan jodidamente bueno—sabía que sonaba molesta, pero en realidad no lo estaba. Estaba asombrada—¿En los deportes?
En todo, Brittany quería decir, pero se limitó a asentir.
Artie se encogió de hombros.
—¿Sinceramente? ¡Se siente jodidamente genial!
—Me lo imaginaba.
Artie, un futbolista de la escuela secundaria y estrella de hockey, había tenido sus alas cortadas un poco en la universidad, pero todavía era bueno.
Incluso había jugado dos temporadas con un equipo profesional de hockey de bajo nivel, ganando lo suficiente como para pagar por un apartamento de mierda y un suministro regular de cerveza y pizza.
Probablemente se habría mantenido en ello más tiempo, excepto por su novia en ese momento, que más tarde se convirtió en su esposa durante unos años agonizantes, lo había convencido de conseguir un verdadero trabajo como un fotógrafo de prensa.
—No me digas que hay un atleta de armario rascando por salir en ese cuerpo
tuyo—él bromeó.
Brittany sonrió ante lo absurdo de su comentario. Ella nunca había sido una atleta, aparte de incursionar en danza y patinaje artístico cuando era joven.
Rachel no era ninguna atleta tampoco. De hecho, su pareja aborrecía y se burlaba de cualquier cosa que tuviera que ver con el deporte.
Sin embargo, siempre había encontrado deportes interesantes. Eso era por lo que había pasado tantas horas en su juventud viendo a Artie jugar al hockey y fútbol.
Era como si pensara que viendo lo suficiente, podría descifrar la fórmula mágica-desentrañar el misterio indirectamente.
—No puedo imaginar—dijo ella, viendo a Santana—Lo que es como tener tu mente y tu cuerpo en perfecta sincronía de esa manera.
—Seguro que puedes. Es como cuando tomas fotos, Britty.
Pensó en eso y se dio cuenta de que Artie había hecho la comparación perfecta.
—Todavía tienes esa capacidad de sorprenderme a veces, Artie.
—¿Qué, no esperas una pizca de sabiduría de mí de vez en cuando?—se rió con auto desaprobación.
—Eso no es lo que quería decir, gran tonto.
—Lo sé, lo sé. Para eso está Rachel, ¿verdad? ¿Para darte toda la charla inteligente de tu vida? Yo sólo soy el gran idiota del que no has sido capaz de deshacerte desde la escuela secundaria—dijo a la ligera, pero ella sabía que estaba buscando un buen ego acariciando.
—Oh, Artie. Cállate y mira el partido, ¿quieres?—le dejó caerse en silencio durante un minuto—Mira, eres el único gran idiota que tengo, ¿de acuerdo? Todo el mundo necesita al menos uno en su vida. ¡Por Dios!
—Ah, ¡finalmente me aprecias! Sólo se necesita llegar a una zona de guerra para sentirse querido.
Los ojos de Brittany y sus pensamientos se posaron de nuevo en Santana, observándola mientras corría a lo largo de las tablas llevando la pelota, haciéndola pasar muy bien al llegar lejos de la línea azul.
Era consciente mientras lo hacía que Artie estaba viéndola mirar a Santana.
—Ella es buena—él dijo finalmente en un largo suspiro.
—¿Por qué no te gusta ella, Artie?—la pregunta estaba fuera antes de que hubiera pedido preguntar, pero ella y Artie habían sido amigos por mucho tiempo, que por lo general reaccionaban entre sí sin pensar primero.
Su relación era una de causa y efecto en su forma más pura.
—¿Qué te hace pensar que no lo hago?—Artie respondió bruscamente.
—Debido a que ustedes dos son como leones encerrados juntos, esperando su tiempo hasta que pueda llegar a la garganta del otro.
—Tonterías—él dijo, pero no había ningún reto en sus palabras.
—Sólo estoy tratando de entender.
—Mira, Britt, no hay nada que entender. Ni siquiera la conozco, ¿de acuerdo?
—Sé eso. Es algo más básico que eso, eso es todo.
—Bueno, si es así, ¿entonces por qué me pides que te lo explique?
Brittany se encogió de hombros, estaba cansada.
Cansada de pelear con Artie sobre las mismas cosas. Hace años era por qué actuaba como lo hacía con Rachel. Antes de eso, era alguien más con quién había salido.
Santana, sin embargo, no estaba en la misma categoría que los otros.
Nunca habían salido y nunca iban a hacerlo.
—Tienes razón. Sólo parece que... no sé, Artie. Como si tuvieras un odio por cualquiera que pudiera competir por mi atención o ser el objeto de mi afecto.
Él hizo un ruido de burla.
—¿Eso es lo que la Mayor López es? Alguien por quién tienes afecto?
Brittany sintió que su rostro adquirió un tipo diferente de calidez.
—Olvídalo—dijo no queriendo prolongar la conversación.
Él estaba siendo juvenil, actuando como un celoso ex amante. Siendo sobreprotector como de costumbre.
Aparte de su breve relación romántica cuando eran adolescentes, Artie era como su hermano mayor y mejor amigo, todo en uno. Él no era casi el culo que se decía que era, porque ciertamente si lo fuera, Brittany tendría poco uso para él en su vida.
Sólo había veces que él no podía dejar de actuar como ese chico de dieciséis años de edad, de nuevo.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: FanFic Brittana: Sin Compromiso (Adaptada) Epílogo
Que puedo decir, en realidad no hay mucho que comentar. Quisiera saber mas de Rachel.
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
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Lun Mar 14, 2022 3:20 pm por Laidy T
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Miér Sep 25, 2019 9:29 am por mystic
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