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[Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
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monica.santander
3:)
Tati.94
23l1
8 participantes
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Página 2 de 6. • 1, 2, 3, 4, 5, 6
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
monica.santander escribió:Hola!!!!
Me encantaron los capítulos pero mas me gusto el final del maratón!!!!
Como seguirán después de esto??
Saludos
Hola, jajajaja que bueno q sea así, lo cual espero lo siga siendo jajaajajaj. Aquí dejo otro cap para saber mas! Saludos =D
Isabella28 escribió:Que capitulos!! Se gustaron mutuamente se sintieron en confiaza y seguras, Que pasara despues de esto?
Pd: se me olvido agradecerte el otro maraton, muchas gracias por los 2, siento que te quiero ;-)
Hola, interesantes, no¿? jajajaajaj. Esk es el efecto brittana, es lo q sienten la una por la otra sin conocerse del todo jajajaaj. Mm interesante pregunta jajajaj. Saludos =D
Pd: jajaja suele pasar, pero no pasa nada. De nada, pero gracias a ti por leer y comentar! Ahh esk es el efecto que causo en las personas
micky morales escribió:Esto ya no es solo sexo, a ver como siguen las cosas y gracias por el maraton!!!!!
Hola, pienso lo mismo! jaajajajaj. Aquí dejo otro cap para saber más jaajajaj. De nada, gracias a ti por leer y comentar! Saludos =D
3:) escribió:Hola morra....
Esa química que tuvieron. De primer momento es algo. Mas que solo sexo!!
Demasiadas cosas para dos desconocidas.... Como va a terminar la noche???...
Nos vemos!!!
Hola lu, uff efecto brittana! ajjajaajaj. insisto efecto entre ellas jajajaajja. Obvio, siempre...aunk no lo sepan o reconozcan jajajaja. Eso si, pero no kita lo demás, no¿? Aquí dejo otro cap para saber ma´s! SAludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Cap 6
Capitulo 6
Se quedó inmóvil, escuchando el palpitar del latido del corazón de Santana debajo de su oído.
No estaba segura de cómo responder a esas palabras, porque a pesar de que había prometido intentar creerle, y aunque Santana sonaba completamente sincera, simplemente no podía comprender que lo que acababa de decir era cierto.
La morena obviamente había follado con mucha gente. Incluso si la mayoría del sexo había sido malo o desagradable, sin duda una o dos experiencias habían superado lo que acababan de compartir.
Por supuesto, ella había encontrado el sexo trascendente, pero había asumido que era en parte debido a su inexperiencia.
―¿Me crees?―Santana murmuró.
Sopesó qué decir.
No quería llamar a la morena una mentirosa, sobre todo porque estaba segura de que sólo quería que se sintiera bien.
―Me gustaría poder, honestamente, pero... es un poco difícil de creer.
―¿Por qué? ¿No pensaste que fue alucinante?
―Bueno, sí―tomando una respiración profunda, se levantó de modo que se podían ver el rostro―Pero seguramente has tenido un montón de buen sexo. Y yo... no tengo mucha experiencia. Así que en cierto modo supongo…
―¿Qué? ¿Que estaba fingiendo?
La cara le ardía de vergüenza.
¿Se estaba burlando?
―Bueno, obviamente eres buena en tu trabajo. Estoy segura de que todas las mujer que te has follado se van convencidas de que eran la mejor que has tenido. Porque eso es lo que haces, ¿verdad? Hacer que las mujeres solas, mujeres como yo, olvidan lo triste que son sus vidas, por sólo una noche. ¿No es así?
Santana frunció el ceño.
―Estoy siendo honesta contigo. Y para que lo sepas, no hago que sea un hábito mentir a mis clientes. Hay muchas otras maneras de hacer que una mujer se sienta bien.
Suspiró.
No había querido ofender a Santana, y ahora parecía que lo había hecho.
―Me disculpo. Mi escepticismo tiene mucho más que ver conmigo que contigo, lo prometo.
―Lo entiendo―Santana se suavizó, frotándole el pulgar sobre su labio inferior―Para que conste, no le digo a todas las mujeres con las que follo que hemos tenido el mejor sexo de mi vida. La mayoría de las veces ni siquiera les digo mi verdadero nombre. Pero te lo dije.
Perpleja, volvió al momento en que le había preguntado.
Santana había ofrecido su nombre sin dudar, sólo unos minutos después de que se conocieron. Mucho antes de que pudiera haber hecho algo para inspirar ese nivel de confianza.
―¿Por qué? Qué me hace tan especial?
Santana agarró sus brazos, tirándola más cerca para besar la punta de su nariz.
―No lo sé―moviendo una mano para tocarle la garganta la mantuvo en su lugar para que se quedaran cara a cara―Algo.
Ruborizándose, apartó la mirada de Santana. Se quedó mirando el tatuaje del brazo, admirando las líneas gruesas grabadas sobre el músculo.
A pesar de su persistente timidez, su libido se agitó.
Demasiado desconcertada para iniciar otro intento, apoyó la cabeza en el pecho moreno y exhaló pesadamente.
Durante el sexo, no estar en control había sido un embriagador afrodisíaco.
Ahora la ponía mal del estómago.
Confundida por sus emociones, y por las de Santana, cerró los ojos y luchó contra el instinto de saltar de la cama y salir corriendo.
―Lo siento si te he molestado―la morena se tensó debajo de ella, permitiendo que sus manos cayeran a los costados―No te lo dije para que te sintieras incómoda. Sólo quería que supieras que no eres la única que se sentía así... sobre el sexo. Pero era poco profesional decir algo. No volverá a suceder.
Sólo debería aceptar la disculpa de Santana, darle las gracias por la hermosa velada, y marcharse. Era mejor que quedarse aquí en este momento incómodo, desollado abierto y expuesto.
Pero la auto-recriminación en la voz de la morena la detuvo.
Pensaba que estaba molesta por su atracción, cuando en realidad la asustaba y la excitaba por igual.
Abrió los ojos.
―¿Disfrutaste de mi fantasía?
Santana se relajó un poco.
―Puede que lo hayas escrito pensando en mí. Fue perfecta.
Temblando, le dibujó un círculo alrededor del ombligo con la punta del dedo.
―Me alegro de que hayas pasado un buen rato. Me hace sentir un poco mejor acerca de todo el asunto de pagar por el sexo.
―Me hace sentir peor―Santana dijo a la ligera―De hecho, estaría feliz de reembolsarte mi parte de tu pago. No parece correcto aceptarlo, ante este panorama.
Levantó la cabeza y se encontró con la mirada oscura cautelosa.
―No puedo dejar que hagas eso. Pero gracias.
A pesar de su escepticismo inicial, estaba empezando a creer que esta noche había sido mutuamente satisfactoria. Insegura de lo que significaba, permaneció cautelosa incluso cuando una pequeña burbuja de emoción se elevó en su vientre.
―Y te creo.
―Bien―Santana apartó un mechón de pelo de su cara―Eres realmente hermosa.
Sabía que no debía cuestionar la sinceridad de la morena esta vez.
―Gracias.
Una vez más su mirada volvió al tatuaje, luego a su hermoso rostro.
―Tengo que admitir que nunca imagine que Sue tuviera mi sueño dominante en tu empleo. Pero aquí estás, en carne y hueso.
Fue embarazoso admitir la profundidad de su atracción por Santana, pero qué demonios. A menos que la morena fuera una excelente mentirosa, parecía corresponder a su interés.
―Sucede que eres exactamente mi tipo.
―Qué suerte la mía―sus ojos se oscurecieron―Sabes, tenemos por lo menos una hora y media en el reloj.
Su ritmo cardíaco se alzó en la seducción en la profunda voz de Santana.
―¿Oh si?
―Y sucede que sé que este penthouse no se utilizará de nuevo hasta mañana por la noche, de todos modos. Así que, técnicamente, tenemos toda la noche.
A pesar de la fuerza de su orgasmo y la emoción abrumadora que había conjurado, estaba repentinamente más que lista para la segunda ronda.
Tan costosa como esta cita era, sería absurdo no aprovechar cada segundo de su tiempo juntas.
―¿Qué estás sugiriendo?
Santana alcanzó entre sus cuerpos y le acarició el pezón, luego ahuecó su pecho.
―Estoy sugiriendo que vengas aquí y te sientas en mi cara. Para empezar.
Eso la dejó sin aliento. No podía imaginar algo más deliciosamente hedonista.
―Nunca he hecho eso antes, tampoco.
―Incluso mejor―Santana le hizo un guiño―¿Crees que es algo que te podría gustar?
―Pregunta tonta―se movió para subir el cuerpo moreno, pero se detuvo brevemente. Tenía una cosa que necesitaba que supiera antes de que se hubieran movido más allá de las palabras―¿Santana?
―¿Sí, mi dulce niña?
―Me gusta acurrucarme contigo. Mucho.
Los ojos de Santana brillaron.
―¿Ves? Te dije que no había nada malo en ti―levantó la cabeza y capturó su boca en un profundo y apasionado beso. Rompiéndolo con un jadeo, la agarró de las caderas y gruñó―Ahora ven aquí y déjame probarte de nuevo.
Olvidando sus preocupaciones, dijo:
―Sí, ama.
No estaba segura de cómo responder a esas palabras, porque a pesar de que había prometido intentar creerle, y aunque Santana sonaba completamente sincera, simplemente no podía comprender que lo que acababa de decir era cierto.
La morena obviamente había follado con mucha gente. Incluso si la mayoría del sexo había sido malo o desagradable, sin duda una o dos experiencias habían superado lo que acababan de compartir.
Por supuesto, ella había encontrado el sexo trascendente, pero había asumido que era en parte debido a su inexperiencia.
―¿Me crees?―Santana murmuró.
Sopesó qué decir.
No quería llamar a la morena una mentirosa, sobre todo porque estaba segura de que sólo quería que se sintiera bien.
―Me gustaría poder, honestamente, pero... es un poco difícil de creer.
―¿Por qué? ¿No pensaste que fue alucinante?
―Bueno, sí―tomando una respiración profunda, se levantó de modo que se podían ver el rostro―Pero seguramente has tenido un montón de buen sexo. Y yo... no tengo mucha experiencia. Así que en cierto modo supongo…
―¿Qué? ¿Que estaba fingiendo?
La cara le ardía de vergüenza.
¿Se estaba burlando?
―Bueno, obviamente eres buena en tu trabajo. Estoy segura de que todas las mujer que te has follado se van convencidas de que eran la mejor que has tenido. Porque eso es lo que haces, ¿verdad? Hacer que las mujeres solas, mujeres como yo, olvidan lo triste que son sus vidas, por sólo una noche. ¿No es así?
Santana frunció el ceño.
―Estoy siendo honesta contigo. Y para que lo sepas, no hago que sea un hábito mentir a mis clientes. Hay muchas otras maneras de hacer que una mujer se sienta bien.
Suspiró.
No había querido ofender a Santana, y ahora parecía que lo había hecho.
―Me disculpo. Mi escepticismo tiene mucho más que ver conmigo que contigo, lo prometo.
―Lo entiendo―Santana se suavizó, frotándole el pulgar sobre su labio inferior―Para que conste, no le digo a todas las mujeres con las que follo que hemos tenido el mejor sexo de mi vida. La mayoría de las veces ni siquiera les digo mi verdadero nombre. Pero te lo dije.
Perpleja, volvió al momento en que le había preguntado.
Santana había ofrecido su nombre sin dudar, sólo unos minutos después de que se conocieron. Mucho antes de que pudiera haber hecho algo para inspirar ese nivel de confianza.
―¿Por qué? Qué me hace tan especial?
Santana agarró sus brazos, tirándola más cerca para besar la punta de su nariz.
―No lo sé―moviendo una mano para tocarle la garganta la mantuvo en su lugar para que se quedaran cara a cara―Algo.
Ruborizándose, apartó la mirada de Santana. Se quedó mirando el tatuaje del brazo, admirando las líneas gruesas grabadas sobre el músculo.
A pesar de su persistente timidez, su libido se agitó.
Demasiado desconcertada para iniciar otro intento, apoyó la cabeza en el pecho moreno y exhaló pesadamente.
Durante el sexo, no estar en control había sido un embriagador afrodisíaco.
Ahora la ponía mal del estómago.
Confundida por sus emociones, y por las de Santana, cerró los ojos y luchó contra el instinto de saltar de la cama y salir corriendo.
―Lo siento si te he molestado―la morena se tensó debajo de ella, permitiendo que sus manos cayeran a los costados―No te lo dije para que te sintieras incómoda. Sólo quería que supieras que no eres la única que se sentía así... sobre el sexo. Pero era poco profesional decir algo. No volverá a suceder.
Sólo debería aceptar la disculpa de Santana, darle las gracias por la hermosa velada, y marcharse. Era mejor que quedarse aquí en este momento incómodo, desollado abierto y expuesto.
Pero la auto-recriminación en la voz de la morena la detuvo.
Pensaba que estaba molesta por su atracción, cuando en realidad la asustaba y la excitaba por igual.
Abrió los ojos.
―¿Disfrutaste de mi fantasía?
Santana se relajó un poco.
―Puede que lo hayas escrito pensando en mí. Fue perfecta.
Temblando, le dibujó un círculo alrededor del ombligo con la punta del dedo.
―Me alegro de que hayas pasado un buen rato. Me hace sentir un poco mejor acerca de todo el asunto de pagar por el sexo.
―Me hace sentir peor―Santana dijo a la ligera―De hecho, estaría feliz de reembolsarte mi parte de tu pago. No parece correcto aceptarlo, ante este panorama.
Levantó la cabeza y se encontró con la mirada oscura cautelosa.
―No puedo dejar que hagas eso. Pero gracias.
A pesar de su escepticismo inicial, estaba empezando a creer que esta noche había sido mutuamente satisfactoria. Insegura de lo que significaba, permaneció cautelosa incluso cuando una pequeña burbuja de emoción se elevó en su vientre.
―Y te creo.
―Bien―Santana apartó un mechón de pelo de su cara―Eres realmente hermosa.
Sabía que no debía cuestionar la sinceridad de la morena esta vez.
―Gracias.
Una vez más su mirada volvió al tatuaje, luego a su hermoso rostro.
―Tengo que admitir que nunca imagine que Sue tuviera mi sueño dominante en tu empleo. Pero aquí estás, en carne y hueso.
Fue embarazoso admitir la profundidad de su atracción por Santana, pero qué demonios. A menos que la morena fuera una excelente mentirosa, parecía corresponder a su interés.
―Sucede que eres exactamente mi tipo.
―Qué suerte la mía―sus ojos se oscurecieron―Sabes, tenemos por lo menos una hora y media en el reloj.
Su ritmo cardíaco se alzó en la seducción en la profunda voz de Santana.
―¿Oh si?
―Y sucede que sé que este penthouse no se utilizará de nuevo hasta mañana por la noche, de todos modos. Así que, técnicamente, tenemos toda la noche.
A pesar de la fuerza de su orgasmo y la emoción abrumadora que había conjurado, estaba repentinamente más que lista para la segunda ronda.
Tan costosa como esta cita era, sería absurdo no aprovechar cada segundo de su tiempo juntas.
―¿Qué estás sugiriendo?
Santana alcanzó entre sus cuerpos y le acarició el pezón, luego ahuecó su pecho.
―Estoy sugiriendo que vengas aquí y te sientas en mi cara. Para empezar.
Eso la dejó sin aliento. No podía imaginar algo más deliciosamente hedonista.
―Nunca he hecho eso antes, tampoco.
―Incluso mejor―Santana le hizo un guiño―¿Crees que es algo que te podría gustar?
―Pregunta tonta―se movió para subir el cuerpo moreno, pero se detuvo brevemente. Tenía una cosa que necesitaba que supiera antes de que se hubieran movido más allá de las palabras―¿Santana?
―¿Sí, mi dulce niña?
―Me gusta acurrucarme contigo. Mucho.
Los ojos de Santana brillaron.
―¿Ves? Te dije que no había nada malo en ti―levantó la cabeza y capturó su boca en un profundo y apasionado beso. Rompiéndolo con un jadeo, la agarró de las caderas y gruñó―Ahora ven aquí y déjame probarte de nuevo.
Olvidando sus preocupaciones, dijo:
―Sí, ama.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
Eso si q fue rápido, de una se conectaron pero lo mas importante fueron sinceras al respecto. Lindo jaja. Me gusta también cuando son sinceras a la primera pero claro me imagino no todo sera color de rosa.
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
Si salio tan caro, britt tiene q aprovechar y llevarsela a su casa :-D
Isabella28****** - Mensajes : 378
Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
Hola morra....
Demasiado bueno... Esa química de las dos!!!
Ahí que disfrutar la noche... Y se me hace que no va a ser la ultima!!!
Nos vemos!
Demasiado bueno... Esa química de las dos!!!
Ahí que disfrutar la noche... Y se me hace que no va a ser la ultima!!!
Nos vemos!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
Vaya, esa si que fue una conexion rapida por demas!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
Tati.94 escribió:Eso si q fue rápido, de una se conectaron pero lo mas importante fueron sinceras al respecto. Lindo jaja. Me gusta también cuando son sinceras a la primera pero claro me imagino no todo sera color de rosa.
Hola, dices tu¿? Esk como dije, es el efecto brittana jajajajaajaja. Y como bn dices, son sinceras. Si q si jaajjaaj. =O ni lo digas q pasa algo =S Saludos =D
Isabella28 escribió:Si salio tan caro, britt tiene q aprovechar y llevarsela a su casa :-D
Hola, jajajaajaj xD jaajajajajaj si tu lo dices jajajaaj. Saludos =D
3:) escribió:Hola morra....
Demasiado bueno... Esa química de las dos!!!
Ahí que disfrutar la noche... Y se me hace que no va a ser la ultima!!!
Nos vemos!
Hola lu, como digo, es el efecto brittana jajajaajaj...lo cual me parece perfecto jajajajaja. Eso mismo! eso mismo! Esperemos y ai tengas toda la razón jajaja. Saludos =D
micky morales escribió:Vaya, esa si que fue una conexion rapida por demas!!!!
Hola, insisto, es el efecto britanna, lo cual me encanta ajajajajaj. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Cap 7
Capitulo 7
Abrió los ojos y parpadeó ante el techo rayado por el sol, desorientada por un instante antes de recordar dónde estaba.
El penthouse.
Giró la cabeza, respirando aceleradamente al ver el cabello rubio desplegado sobre la almohada a su lado.
Estaba en el penthouse, con Brittany Pierce.
Todavía dormida, la rubia y de alguna manera parecía aún más hermosa que la noche anterior.
Sabía que las horas que habían pasado complaciéndose tenían mucho que ver con su cambio de percepción. Brittany ya no era simplemente una clienta atractiva.
Era su amante.
Habían follado mucho más allá del final de la cita, deteniéndose sólo cuando la necesidad de dormir superó su deseo de seguir adelante. Y ahora, después de unas horas de descanso, ardía por hacerle el amor de nuevo.
Pero no la buscó. Incluso mientras sus dedos cosquilleaban con el impulso de acariciar la piel suave y cremosa, se mantuvo quieta, haciendo un balance de sus sentimientos.
Quería ver a Brittany de nuevo después de esta mañana.
No tenía ningún interés en negarlo a sí misma; después de más de diez años de vender su cuerpo y sobre todo evitar las relaciones, estaba lista para intentar algo nuevo.
Es por eso que había pasado los últimos cinco años perfeccionando sus habilidades culinarias con la esperanza de algún día convertirse en una chef.
No podía verse viviendo esta vida mucho más tiempo, ahora que no era una chica sin opciones. Una novia nunca había parecido una posibilidad antes, pero la idea de llegar a conocer mejor a Brittany la hacía imaginar todo tipo de cosas que nunca se había atrevido a soñar para ella.
La ojiazul se agitó. Luego lentamente abrió os ojos, disolviéndose inmediatamente en una tímida sonrisa.
—Buenos días.
—Buenos días—le dio un casto beso en la mejilla—¿Cómo has dormido?
—Como una mujer completamente satisfecha—Brittany pasó una mano por el pelo alborotado, luego ajustó el edredón sobre su pecho como si tratara de preservar su pudor—¿Tú?
—Lo mismo—sonrió—¿Adolorida?
Brittany se movió, arrugando la nariz incluso cuando una incomodidad divertida cruzó por su rostro.
—Oh sí.
—No me sorprende.
Anoche la rubia había admitido que no había sido tocada en años. Su maratónica sesión de enérgico follar habría pasado factura a cualquiera, por no hablar de una virgen renacida.
Diablos, estaba agradecida de que no tuviera otra cita este fin de semana. Necesitaba tiempo para recuperarse, tanto física como emocionalmente.
—¿Valió la pena?
—No tienes ni idea.
—Tengo alguna idea, creo—levantó los brazos por encima de su cabeza y se estiró—Eso fue muy divertido.
—Por decir lo menos—la mirada de Brittany siguió el movimiento de sus brazos, luego bajo cuando el edredón que se deslizó por sus pechos. Tragó—Gracias por permitirme pasar la noche. Sé que no pagué exactamente para eso.
—Fue por razones egoístas—le acarició la mejilla—No estaba lista para dejarte ir.
Brittany le buscó el rostro, relajándose mientras una palpable confianza la invadía.
—¿Y ahora?
—Todavía no estoy lista—ahuecándole la cara, presionó sus frentes juntas, y luego besó en los labios suavemente—Brittany, déjame hacerte venir.
La rubia respiró estremeciéndose.
—Pensé que nunca me lo pedirías.
Encantada de tener el permiso, apartó el edredón y admiró la forma del cuerpo blanco iluminado por el cálido resplandor de la mañana.
Seguía poniéndose más hermosa cada vez que la veía. Pero eso tenía perfecto sentido.
Con la familiaridad viene la verdadera apreciación.
—Te prometo ser suave—murmuró, pasando la mano entre los pechos llenos en un lento viaje hasta su centro. Se humedeció los labios cuando la rubia separó los muslos, permitiendo que sus dedos se deslizaran sobre sus calientes labios, resbaladizos—Sé que estás adolorida.
Brittany jadeó ante el rozar del su pulgar sobre su clítoris hinchado.
—Viviré.
—Cualquier cosa por un orgasmo, ¿verdad?
La pregunta suscitó el mismo rubor que había disfrutado provocando durante su escena la noche anterior. La mayoría de sus relaciones amorosas después de su inicial charla post-coital habían sido muy emocionantes pero bastante comunes.
Sabiendo lo mucho que Brittany había disfrutado de la escena anterior, decidió tantear el terreno a la luz del día.
Agachándose, tomó el pezón entre sus dientes y aplicó una firme presión, haciéndola gemir, arqueó su espalda, y empapándole la mano con un nuevo flujo de humedad.
Levantó la cabeza y se rió.
—Me respondiste. Vas a sufrir una pequeña molestia, tal vez incluso un poco de dolor, si eso significa que tendrás un orgasmo. ¿Cosa mala?
Las caderas bombearon en su mano, pero se movió con ella, manteniendo su contacto ligero. No quería que Brittany se corriera hasta que estuviera muy lista para dejarla.
Cuando la rubia continuó rodando sus caderas en lugar de responder a su pregunta, entregó una palmada ligera a su sensible coño. Sabía que el impacto sería intenso a pesar de la delicadeza del toque, pero estaba segura de que podría manejarlo.
—¡Así es, ama!—Brittany soltó, deteniendo su cuerpo con un esfuerzo visible—Sólo quiero correrme, por favor.
Siguiendo su instinto, retiró su mano de entre las piernas para que pudiera agarrar sus muñecas y guiarlas por encima de su cabeza. Las presionó suavemente, confiando en la disposición de para jugar el rol en lugar de la verdadera fuerza para mantenerla en su lugar.
Le besó en la comisura de la boca, luego se movió hacia abajo para deslizar su lengua a lo largo de su garganta.
—Te gusta ser forzada a correrte, ¿verdad? Es aún mejor si no tienes nada que decir sobre ello. Sin control sobre ello—manteniendo una mano en la muñeca, movió la otra por su estómago, luego más abajo. Dejó que sus dedos tocaran en la humedad, jugando con sus labios vaginales y agitando ligeramente su clítoris—Dime cuánto te gusta estar a mi merced.
Todo el cuerpo de Brittany se estremeció bajo su toque.
—Me encanta estar a tu merced, ama.
—¿Y confías en mí?—entrelazo sus ojos, consciente de lo importante que era la pregunta.
Con su crianza, la confianza no le era fácil.
Suponía que lo mismo era cierto para Brittany. Y sin embargo, había sentido la confianza anoche, una y otra vez.
La rubia no se inmutó.
—Confío en ti.
Capturó su clítoris entre sus dedos, sujetándolo con cuidado pero con firmeza. La reacción de Brittany fue instantánea. Su espalda se tensó y sus muslos se estremecieron. Cerrando los ojos fuertemente, las fosas nasales dilatadas.
—Así que si te digo que no voy a permitir que te corras ahora, ¿qué vas a decir?
Los ojos azules se abrieron. La angustia pasó por su cara, seguida de una calmada aceptación. Ella no tenía control sobre esta situación y lo sabía claramente.
Su sexo parecía palpitar más fuerte en su mano, indicando que no estaba exactamente descontenta con el cambio de actitud.
Tomando una trémula respiración, Brittany dijo:
—Eso lo entiendo, ama. Por supuesto.
La liberó y salió de la cama. Podía ver a Brittany boquiabierta en estado de shock en su visión periférica y tuvo que reprimir una sonrisa. A pesar de su amenaza, la rubia probablemente no había esperado que hiciera eso.
Caminando por el otro lado de la cama, le ofreció la mano.
—Vamos a tomar una ducha.
Brittany se iluminó mientras la ponía de pie.
—Esa es una muy buena idea.
Le dio una ligera nalgada en el trasero, consciente de los dolores y molestias de la noche anterior.
—No te emociones demasiado. Solamente te volveré a ensuciar.
Los ojos azules brillaron.
—Oh, estoy contando con eso. Ama.
Llevándola al cuarto de baño, evitó la bañera por la amplia ducha cerrada. La sostuvo de la mano mientras abría el agua, reacia a soltarla.
La escena de la posesión encajaba muy bien con su acto dominante, pero la verdad, su única motivación era seguir tocándola.
Cuando la temperatura del agua alcanzó cómodamente caliente, jaló de la rubia en la ducha con ella y cerró la puerta. Luego agarró una botella de gel de ducha y roció un poco en la palma de su mano.
—Date la vuelta.
Brittany le ofreció la espalda, bajando la cabeza con un gemido satisfecho mientras le frotaba el jabón en su piel. Pasó las manos enérgicamente pero a fondo sobre los hombros, la espalda, el culo, luego entre sus muslos para provocar su coño caliente, resbaladizo.
—Tú siempre estás lista para mí, ¿verdad?—retiró la mano, sin esperar una respuesta. Cogió la botella de gel de ducha de nuevo, instándola a girarse y ponerse de frente—Puedo follarte cuando quiera, tanto como quiera. Tan fuerte como quiera.
—Sí, ama.
Le enjabonó los pechos disfrutando de la miríada de reacciones que jugaban a través de su hermoso rostro. Podía ver a Brittany Pierce refugiarse en el mundo durante todo el día, todos los días, sospechaba, y nunca cansarse de ello.
Había algo que reconocía en la rubia, algo que la atraía profundamente.
A pesar de que apenas la conocía, quería hacerla feliz.
Quería complacerla.
Afortunadamente, conocía una manera segura de hacerlo.
Volvió al coño de Brittany, limpiándola con suaves, persistentes caricias, la mano pálida se disparó y se agarró a su brazo mientras claramente luchaba por no llegar al orgasmo.
—Todavía no—le recordó—No hasta que yo diga.
Brittany siseó con evidente frustración.
—Entendido, ama.
Sabiendo que no estaría contenta con ella, se apartó una vez más y agarró la botella de jabón. Se encontró con el predecible gemido con apática cara de piedra.
—Báñame ahora.
Brittany apretó los dientes.
—Bien, ama.
Había sido negligente con hacer cumplir las reglas esta mañana, pero estaba bastante segura de que no quería una dominante que tolerara su actitud actual.
Así que la tomó de la barbilla con dureza, luego le dio una nalgada dura, fuerte en el trasero.
—¿Disculpa?
Castigada, Brittany bajó los ojos.
—Sí, ama. Me encantaría bañarte.
—Por supuesto que sí—le soltó la barbilla.
Cuando la rubia levantó la mirada brevemente después de reunir un poco de jabón, le dio una sonrisa sutil.
Esta mañana era diferente a la noche anterior, no había guion.
Quería estar segura de que Brittany sabía que estaban jugando. El asentir de cabeza que recibió a cambio fue débil pero tranquilizador.
La rubia puso las manos en sus pechos, frotando círculos sobre sus pezones erectos.
—Siempre disfruto tocarte, ama.
Separó sus pies, dando espacio para que la mano de Brittany se deslizara entre sus piernas. Luchó por no reaccionar al suave toque, pero no pudo evitar el escalofrío que sacudió su cuerpo cuando los delgados dedos acariciaron tentativamente más abajo, cerca de su abertura.
Brittany no la había penetrado con nada más que su lengua, y a pesar de sus crecientes sentimientos, no estaba preparada para dejar romper esa barrera todavía.
Agarrándola de la muñeca, dijo:
—¿Siempre disfrutas de lamerme también?
Brittany pasó la punta de la lengua por su labio superior, probablemente de manera inconsciente.
—Mucho, ama.
—Entonces hazlo—tiró de su mano lejos de su entrada y la guio sobre las rodillas.
La posición probablemente no sería cómoda para Brittany, pero dudaba que le tomaría mucho tiempo correrse. La rubia era extraordinariamente buena en comer coño.
Levantando el pie para posarlo en una repisa baja, utilizó ambas manos para abrirse y ofrecer su excitado sexo.
—Muéstrame cómo utilizas esa sexy boquita tuya.
Con un gemido, la cubrió con los labios, lamiendo y chupando con una ferocidad que debilitó sus rodillas y la envió a luchar por agarrarse dentro de la cabina de la ducha.
Tanto como Brittany había parecido disfrutar de su servicio anoche, no era nada en comparación con la experiencia que estaba teniendo ahora.
La rubia estaba más allá de voraz, y claramente comprometida a darle el mejor sexo oral que había recibido nunca.
—Oh, mierda—cayó hacia atrás contra la pared de la ducha. Se quedó de pie sólo porque Brittany la agarró y la aferró con firmeza, manteniéndola segura incluso cuando sus piernas se disolvieron en la inutilidad—Oh mierda, maldita sea eso es tan jodidamente bueno.
Brittany se alejó jadeando, pero le enredó los dedos en su pelo y la obligó a volver a trabajar. Levantando sus ojos, la rubia le dio unos cuantos buenos ascendentes lengüetazos, obviamente disfrutando de verla mirarla.
Inflamada, gruñó en la parte posterior de la garganta y empujó la cara de Brittany más profundamente en sus pliegues, chocando contra su nariz y boca mientras ondulaba sus caderas.
—¿Te gusta cómo te follo la cara?—le apretó el pelo y se frotó contra ella—No puedes tener suficiente de este coño, ¿verdad?
Brittany negó con la cabeza, su respuesta amortiguada por su carne.
La mantuvo ahí un momento más, disfrutando de su entusiasta succión, luego la apartó. Con el pecho agitado, la rubia la miró, con el rostro brillante con sus jugos.
Tragó, luego dijo con voz ronca:
—No puedo tener suficiente de tu coño, ama. ¿Me puedes dar un poco más?
Con el corazón palpitante, la instó de nuevo hacia adelante.
—Mete la lengua dentro de mí, hasta donde puedas. Sólo la lengua—gimió cuando Brittany ladeó la cabeza, endureció su lengua, luego presionó en su
abertura. Posicionando la mano que la mantenía en su lugar su clítoris, acariciando duro—Ahora fóllame con ella. Fóllame con la lengua.
Sus propias palabras fueron casi suficientes para enviarla sobre el borde.
Fóllame.
¿Cuándo fue la última vez que había dicho eso y en serio?
En algún lugar del camino, la idea de ser follada había perdido su atractivo.
Y eso estaba bien.
No era que no disfrutara de la sensación de ser penetrada, simplemente no podía confiar en una mujer lo suficiente como para que literalmente la dejara entrar.
Pero confiaba en Brittany.
Improbablemente, la quería dentro.
Se tensó cuando su orgasmo rasgaba a través de su cuerpo. Se contrajo alrededor de la lengua de Brittany, empapando su rostro con un nuevo flujo de humedad, mientras la rubia murmuraba con satisfacción en respuesta.
Movió la cabeza hacia atrás y adelante, deslizándose dentro y fuera de su abertura con fervor.
Apretó su mandíbula y movió sus caderas en un ritmo inestable, montando el rostro de Brittany como si fuera un juguete sexual viviente.
Finalmente aflojó la mano en el rubio, las olas del placer disminuyeron. Miró hacia abajo para encontrar la mirada azul con una sonrisa tímida.
Sintiéndose tan expuesta, llamó a la bravuconería que había pasado años perfeccionando.
—Esa es mi chica buena.
Brittany pasó el dorso de la mano por la boca.
—¿Así que eso fue aceptable, ama?
—Absolutamente—se aclaró la garganta, luego la agarró del brazo y tiró de ella para levantarla. Puso el jabón, rápidamente frotando entre sus piernas, y luego le dio a Brittany una limpieza a fondo también. Muy minuciosa—Vamos a volver a la cama, ¿de acuerdo?
La rubia se mordió el labio, gimiendo suavemente mientras rodeaba la punta del dedo alrededor de su ano.
—Por favor, ama.
Cerró la ducha y abrió la puerta de la cabina. Había planeado hacer correrse a Brittany justo ahí, pero un nuevo impulso la había superado.
Uno que requería una cama.
La sacó de la ducha, se apresuró a secarla con una toalla, luego la llevó de vuelta al dormitorio.
Tenían una o dos horas antes de que tuvieran que irse para el personal de limpieza.
Un montón de tiempo para hacer volar la mente de Brittany.
—Ponte de rodillas y codos—dijo empujándola hacia el colchón—Quiero tu culo en el aire. Asegúrate de que tu coño es agradable y abierto para mí.
Sin ninguna timidez de su primer encuentro, Brittany rápidamente asumió su posición en la cama. Puso sus rodillas muy separadas y arqueó su espalda, mostrando su excitado sexo con un gemido sin aliento.
La lujuria caliente rugió al ver a Brittany tan descarada e indefensa, ofreciendo su cuerpo con entusiasmo.
Arrastrándose en la cama detrás de la rubia, luego agarró el culo con ambas manos y la extendió amplio.
Brittany gimió.
—Por favor, ama.
—Por favor, ¿qué?—observaba, fascinada, como la humedad literalmente goteaba. Su necesidad era fácil de ver, y anhelaba deslizar su lengua a través de ella—¿Por favor haz esto?—acercó su boca a los labios de Brittany, respirando en su carne caliente—¿O esperabas algo más?
En lugar de responder, la rubia se balanceó hacia atrás sobre sus rodillas. Esperando el movimiento, se retiró, luego apretó su agarre en las caderas blancas para mantenerla en su lugar.
Brittany siseó de frustración cuando se hizo evidente que no podía obligarla a ceder.
—Mierda—murmuró.
Aunque su primer instinto fue darle a la rubia una ligera nalgada en el trasero, decidió hacer algo inesperado en cambio. Separó las nalgas de Brittany y expuso su ano, el cual se tensó mientras se movía, como si anticipase su toque.
Pasó la lengua plana a través del suave fruncido, encantada por el fuerte, sorprendido grito que había sacado de la garganta la rubia.
—Oh, Dios mío—Brittany susurró.
—¿Te gusta eso?—la lamió otra vez, luego una vez más. Deslizó su mano entre los muslos, usando tres dedos para frotar grandes círculos sobre el clítoris—¿Alguien te ha lamido ahí antes?
—Sí, ama—Brittany tembló—Y no, ama.
—¿Debo seguir haciéndolo?
—Por favor, ama.
Contenta por la urgencia en la voz de Brittany, le dio otra suave lamida. Aceleró la velocidad de sus dedos sobre el clítoris, no más interesada en prolongar esto.
Necesitaba escuchar a Brittany correrse, ahora.
Sintiendo que su clímax se acercaba, le lamió el ano con pequeñas y precisas lengüeteadas, ajustando su zarandeada contra la cara y su mano.
Se apartó y con voz ronca dijo:
—Córrete por mí, querida—luego volvió a trabajar, lamiendo y acariciando hasta que Brittany se estremeció y cayó en pedazos con un grito agudo.
La rubia se mantuvo derecha sobre sus rodillas temblorosas mientras cabalgaba su clímax, hasta que finalmente se dejó caer en la cama con un gemido amortiguado.
Subió a su cuerpo, arrastrando besos a lo largo de su columna vertebral, luego se acomodó a su lado. Frotó su mano sobre los hombros pálidos, esperando a que se recuperara.
Después de algún tiempo, Brittany levantó la cabeza y le dio una sonrisa aturdida.
—Esa fue una agradable sorpresa.
Le dio un beso en la mejilla.
—Estoy llena de ellas.
—Eso veo—Brittany exhaló, entonces rompió el contacto visual—Entonces... imagino que tendremos que irnos de aquí pronto, ¿eh? Antes de la próxima cita.
Este era el momento de la verdad.
Incluso con tanta diversión como había tenido en las últimas doce horas, no estaba segura si Brittany querría seguir conociéndose fuera del penthouse.
Aunque ni siquiera habían pasado un día entero juntas, sin embargo la idea de despedirse de la rubia siempre fue dolorosa.
Brittany podría querer convertirse en un cliente regular, pero realmente no quería tomar su dinero cuando ella era quien quería tanto continuar con su contacto.
Brittany ladeó la cabeza.
—¿Qué es?
Incapaz de invocar su confianza habitual, sólo pudo conseguir un avergonzado encogimiento de hombros.
—No, tienes razón. El personal de limpieza estará aquí en un par de horas.
—¿Pero?
Era su imaginación, ¿o detectó un rayo de esperanza en los ojos azules?
La idea la animó. "
—Pero—dijo, pasando su mano por la espalda pálida—No tengo planes para el resto del día, y me preguntaba...—decidió que ser directa era lo mejor—Lo que he dicho antes, de no estar dispuesta a dejarte ir, ¿Sigue... sigue siendo el caso?
Brittany no era capaz de apartarle la mirada. Parecía atrapada entre la felicidad, alivio, y el miedo.
—¿De verdad?
Retractándose en la expresión de ciervo en las luces delanteras de Brittany, dijo:
—Si no te sientes de la misma manera, entonces lo siento por hacer las cosas difíciles. He tenido un tiempo maravilloso contigo. No quiero que te sientas incómoda.
—No, no es eso—Brittany espetó—No eres tú. Es sólo que estoy... sorprendida.
—¿Por qué?—antes de que pudiera ofrecer una respuesta, dijo—Tenemos un sexo increíble juntas. ¿Quién no querría mantenerlo el mayor tiempo posible?
Brittany ladeó la cabeza.
—No sé—vaciló—Mi hermana está con un amigo este fin de semana. Así que no tengo planes, tampoco.
—Impresionante—eufórica, no pudo evitar un fuerte abrazo—Será divertido. Podemos pasar el rato.
—¿Qué tenías en mente?
No había planeado con tanta antelación.
Sabía que quería pasar más tiempo con Brittany en la cama, pero también anhelaba la oportunidad de llegar a conocerla mejor.
Mientras lo consideraba y rechazaba un puñado de posibles actividades, preocupándose por las implicaciones de cada una, un fuerte gruñido del estómago de Brittany tomó la decisión por ella.
—¿Qué tal si empezamos con algo de comer?
La rubia le dio un agradecido asentir.
—Suena maravilloso. Probablemente debería reponerme antes de gastar más energía. O perder más líquidos.
La soltó y se sentó, ya recorriendo recetas en su cabeza.
—¿Qué te gustaría?
—Soy fácil de complacer. Dondequiera que quieras ir está bien conmigo.
—Oh...—la inexplicable timidez barrió sobre ella, casi cambiando de opinión acerca de cocinar su comida. Excepto que realmente quería—En realidad, pensé que podríamos ir a mi casa. Si no te importa parar en el supermercado en el camino, cocinaré lo que quieras.
Brittany también se sentó, sin molestarse en conservar su modestia esta vez.
—¿Importarme? ¿Tener una atractiva dominante haciéndome el desayuno?
Su aire lúdico alivió su timidez, al igual que la vista de sus pechos llenos.
—Como cuestión de hecho, casi elegí eso como mi fantasía para anoche.
—Perfecto, entonces—le besó la mejilla y salió de la cama—¿Te gustan las crepas?
—¿Te reirás de mí si te digo que nunca las he tenido?
Horrorizada, se dio la vuelta.
—¿Reír? No tiene nada de gracioso.
Brittany trepó fuera de la cama, recogiendo su pelo sobre su cabeza por un momento antes de dejarlo caer de nuevo sobre los hombros. La acción fue de niña e inconscientemente atractiva, e hizo querer tumbarla de espaldas sobre el colchón y besarla por todas partes.
Sólo el conocimiento de que Brittany necesitaba comida la detuvo.
Adorablemente inconsciente de lo intoxicante que era, la rubia le dio un encogimiento de hombros.
—Mis padres siempre estaban quebrados. Vivíamos de fideos Ramen, macarrones con queso, mantequilla de cacahuete y mermelada ...ahora Tina y yo en su mayoría nos contentamos con comidas congeladas y comida para llevar. Sé que no es terriblemente saludable, pero rara vez tenemos el tiempo o ganas de cocinar. Y Tina está demasiado ocupada siendo una adolescente como para molestarse.
Sacudió la cabeza.
La dieta de Brittany la consternaba, pero le encantaba la idea de cocinarle comida de verdad.
—Bueno, te estoy haciendo crepas. Ya he visto lo divertido que es presentarte cosas nuevas.
Ruborizada, la rubia dio un paso adelante y envolvió sus brazos alrededor de su cuello:
—Por suerte para mí tienes muchas habilidades.
Sonrió.
Además del sexo, cocinar era la otra cosa que sabía que podía hacer bien.
No estaba segura de si estaba más nerviosa o emocionada acerca de compartir esa parte de sí misma con Brittany. En cierto modo, la dejaría casi tan vulnerable como permitirle dentro de su cuerpo.
Cocinar era similar a desnudar su alma, que era por lo que nunca había sido capaz de hacerlo por cualquiera que no fuera su mejor amiga Quinn.
Pero quería que Brittany la viera, realmente la viera, y darle de comer era la mejor manera que sabía cómo.
El penthouse.
Giró la cabeza, respirando aceleradamente al ver el cabello rubio desplegado sobre la almohada a su lado.
Estaba en el penthouse, con Brittany Pierce.
Todavía dormida, la rubia y de alguna manera parecía aún más hermosa que la noche anterior.
Sabía que las horas que habían pasado complaciéndose tenían mucho que ver con su cambio de percepción. Brittany ya no era simplemente una clienta atractiva.
Era su amante.
Habían follado mucho más allá del final de la cita, deteniéndose sólo cuando la necesidad de dormir superó su deseo de seguir adelante. Y ahora, después de unas horas de descanso, ardía por hacerle el amor de nuevo.
Pero no la buscó. Incluso mientras sus dedos cosquilleaban con el impulso de acariciar la piel suave y cremosa, se mantuvo quieta, haciendo un balance de sus sentimientos.
Quería ver a Brittany de nuevo después de esta mañana.
No tenía ningún interés en negarlo a sí misma; después de más de diez años de vender su cuerpo y sobre todo evitar las relaciones, estaba lista para intentar algo nuevo.
Es por eso que había pasado los últimos cinco años perfeccionando sus habilidades culinarias con la esperanza de algún día convertirse en una chef.
No podía verse viviendo esta vida mucho más tiempo, ahora que no era una chica sin opciones. Una novia nunca había parecido una posibilidad antes, pero la idea de llegar a conocer mejor a Brittany la hacía imaginar todo tipo de cosas que nunca se había atrevido a soñar para ella.
La ojiazul se agitó. Luego lentamente abrió os ojos, disolviéndose inmediatamente en una tímida sonrisa.
—Buenos días.
—Buenos días—le dio un casto beso en la mejilla—¿Cómo has dormido?
—Como una mujer completamente satisfecha—Brittany pasó una mano por el pelo alborotado, luego ajustó el edredón sobre su pecho como si tratara de preservar su pudor—¿Tú?
—Lo mismo—sonrió—¿Adolorida?
Brittany se movió, arrugando la nariz incluso cuando una incomodidad divertida cruzó por su rostro.
—Oh sí.
—No me sorprende.
Anoche la rubia había admitido que no había sido tocada en años. Su maratónica sesión de enérgico follar habría pasado factura a cualquiera, por no hablar de una virgen renacida.
Diablos, estaba agradecida de que no tuviera otra cita este fin de semana. Necesitaba tiempo para recuperarse, tanto física como emocionalmente.
—¿Valió la pena?
—No tienes ni idea.
—Tengo alguna idea, creo—levantó los brazos por encima de su cabeza y se estiró—Eso fue muy divertido.
—Por decir lo menos—la mirada de Brittany siguió el movimiento de sus brazos, luego bajo cuando el edredón que se deslizó por sus pechos. Tragó—Gracias por permitirme pasar la noche. Sé que no pagué exactamente para eso.
—Fue por razones egoístas—le acarició la mejilla—No estaba lista para dejarte ir.
Brittany le buscó el rostro, relajándose mientras una palpable confianza la invadía.
—¿Y ahora?
—Todavía no estoy lista—ahuecándole la cara, presionó sus frentes juntas, y luego besó en los labios suavemente—Brittany, déjame hacerte venir.
La rubia respiró estremeciéndose.
—Pensé que nunca me lo pedirías.
Encantada de tener el permiso, apartó el edredón y admiró la forma del cuerpo blanco iluminado por el cálido resplandor de la mañana.
Seguía poniéndose más hermosa cada vez que la veía. Pero eso tenía perfecto sentido.
Con la familiaridad viene la verdadera apreciación.
—Te prometo ser suave—murmuró, pasando la mano entre los pechos llenos en un lento viaje hasta su centro. Se humedeció los labios cuando la rubia separó los muslos, permitiendo que sus dedos se deslizaran sobre sus calientes labios, resbaladizos—Sé que estás adolorida.
Brittany jadeó ante el rozar del su pulgar sobre su clítoris hinchado.
—Viviré.
—Cualquier cosa por un orgasmo, ¿verdad?
La pregunta suscitó el mismo rubor que había disfrutado provocando durante su escena la noche anterior. La mayoría de sus relaciones amorosas después de su inicial charla post-coital habían sido muy emocionantes pero bastante comunes.
Sabiendo lo mucho que Brittany había disfrutado de la escena anterior, decidió tantear el terreno a la luz del día.
Agachándose, tomó el pezón entre sus dientes y aplicó una firme presión, haciéndola gemir, arqueó su espalda, y empapándole la mano con un nuevo flujo de humedad.
Levantó la cabeza y se rió.
—Me respondiste. Vas a sufrir una pequeña molestia, tal vez incluso un poco de dolor, si eso significa que tendrás un orgasmo. ¿Cosa mala?
Las caderas bombearon en su mano, pero se movió con ella, manteniendo su contacto ligero. No quería que Brittany se corriera hasta que estuviera muy lista para dejarla.
Cuando la rubia continuó rodando sus caderas en lugar de responder a su pregunta, entregó una palmada ligera a su sensible coño. Sabía que el impacto sería intenso a pesar de la delicadeza del toque, pero estaba segura de que podría manejarlo.
—¡Así es, ama!—Brittany soltó, deteniendo su cuerpo con un esfuerzo visible—Sólo quiero correrme, por favor.
Siguiendo su instinto, retiró su mano de entre las piernas para que pudiera agarrar sus muñecas y guiarlas por encima de su cabeza. Las presionó suavemente, confiando en la disposición de para jugar el rol en lugar de la verdadera fuerza para mantenerla en su lugar.
Le besó en la comisura de la boca, luego se movió hacia abajo para deslizar su lengua a lo largo de su garganta.
—Te gusta ser forzada a correrte, ¿verdad? Es aún mejor si no tienes nada que decir sobre ello. Sin control sobre ello—manteniendo una mano en la muñeca, movió la otra por su estómago, luego más abajo. Dejó que sus dedos tocaran en la humedad, jugando con sus labios vaginales y agitando ligeramente su clítoris—Dime cuánto te gusta estar a mi merced.
Todo el cuerpo de Brittany se estremeció bajo su toque.
—Me encanta estar a tu merced, ama.
—¿Y confías en mí?—entrelazo sus ojos, consciente de lo importante que era la pregunta.
Con su crianza, la confianza no le era fácil.
Suponía que lo mismo era cierto para Brittany. Y sin embargo, había sentido la confianza anoche, una y otra vez.
La rubia no se inmutó.
—Confío en ti.
Capturó su clítoris entre sus dedos, sujetándolo con cuidado pero con firmeza. La reacción de Brittany fue instantánea. Su espalda se tensó y sus muslos se estremecieron. Cerrando los ojos fuertemente, las fosas nasales dilatadas.
—Así que si te digo que no voy a permitir que te corras ahora, ¿qué vas a decir?
Los ojos azules se abrieron. La angustia pasó por su cara, seguida de una calmada aceptación. Ella no tenía control sobre esta situación y lo sabía claramente.
Su sexo parecía palpitar más fuerte en su mano, indicando que no estaba exactamente descontenta con el cambio de actitud.
Tomando una trémula respiración, Brittany dijo:
—Eso lo entiendo, ama. Por supuesto.
La liberó y salió de la cama. Podía ver a Brittany boquiabierta en estado de shock en su visión periférica y tuvo que reprimir una sonrisa. A pesar de su amenaza, la rubia probablemente no había esperado que hiciera eso.
Caminando por el otro lado de la cama, le ofreció la mano.
—Vamos a tomar una ducha.
Brittany se iluminó mientras la ponía de pie.
—Esa es una muy buena idea.
Le dio una ligera nalgada en el trasero, consciente de los dolores y molestias de la noche anterior.
—No te emociones demasiado. Solamente te volveré a ensuciar.
Los ojos azules brillaron.
—Oh, estoy contando con eso. Ama.
Llevándola al cuarto de baño, evitó la bañera por la amplia ducha cerrada. La sostuvo de la mano mientras abría el agua, reacia a soltarla.
La escena de la posesión encajaba muy bien con su acto dominante, pero la verdad, su única motivación era seguir tocándola.
Cuando la temperatura del agua alcanzó cómodamente caliente, jaló de la rubia en la ducha con ella y cerró la puerta. Luego agarró una botella de gel de ducha y roció un poco en la palma de su mano.
—Date la vuelta.
Brittany le ofreció la espalda, bajando la cabeza con un gemido satisfecho mientras le frotaba el jabón en su piel. Pasó las manos enérgicamente pero a fondo sobre los hombros, la espalda, el culo, luego entre sus muslos para provocar su coño caliente, resbaladizo.
—Tú siempre estás lista para mí, ¿verdad?—retiró la mano, sin esperar una respuesta. Cogió la botella de gel de ducha de nuevo, instándola a girarse y ponerse de frente—Puedo follarte cuando quiera, tanto como quiera. Tan fuerte como quiera.
—Sí, ama.
Le enjabonó los pechos disfrutando de la miríada de reacciones que jugaban a través de su hermoso rostro. Podía ver a Brittany Pierce refugiarse en el mundo durante todo el día, todos los días, sospechaba, y nunca cansarse de ello.
Había algo que reconocía en la rubia, algo que la atraía profundamente.
A pesar de que apenas la conocía, quería hacerla feliz.
Quería complacerla.
Afortunadamente, conocía una manera segura de hacerlo.
Volvió al coño de Brittany, limpiándola con suaves, persistentes caricias, la mano pálida se disparó y se agarró a su brazo mientras claramente luchaba por no llegar al orgasmo.
—Todavía no—le recordó—No hasta que yo diga.
Brittany siseó con evidente frustración.
—Entendido, ama.
Sabiendo que no estaría contenta con ella, se apartó una vez más y agarró la botella de jabón. Se encontró con el predecible gemido con apática cara de piedra.
—Báñame ahora.
Brittany apretó los dientes.
—Bien, ama.
Había sido negligente con hacer cumplir las reglas esta mañana, pero estaba bastante segura de que no quería una dominante que tolerara su actitud actual.
Así que la tomó de la barbilla con dureza, luego le dio una nalgada dura, fuerte en el trasero.
—¿Disculpa?
Castigada, Brittany bajó los ojos.
—Sí, ama. Me encantaría bañarte.
—Por supuesto que sí—le soltó la barbilla.
Cuando la rubia levantó la mirada brevemente después de reunir un poco de jabón, le dio una sonrisa sutil.
Esta mañana era diferente a la noche anterior, no había guion.
Quería estar segura de que Brittany sabía que estaban jugando. El asentir de cabeza que recibió a cambio fue débil pero tranquilizador.
La rubia puso las manos en sus pechos, frotando círculos sobre sus pezones erectos.
—Siempre disfruto tocarte, ama.
Separó sus pies, dando espacio para que la mano de Brittany se deslizara entre sus piernas. Luchó por no reaccionar al suave toque, pero no pudo evitar el escalofrío que sacudió su cuerpo cuando los delgados dedos acariciaron tentativamente más abajo, cerca de su abertura.
Brittany no la había penetrado con nada más que su lengua, y a pesar de sus crecientes sentimientos, no estaba preparada para dejar romper esa barrera todavía.
Agarrándola de la muñeca, dijo:
—¿Siempre disfrutas de lamerme también?
Brittany pasó la punta de la lengua por su labio superior, probablemente de manera inconsciente.
—Mucho, ama.
—Entonces hazlo—tiró de su mano lejos de su entrada y la guio sobre las rodillas.
La posición probablemente no sería cómoda para Brittany, pero dudaba que le tomaría mucho tiempo correrse. La rubia era extraordinariamente buena en comer coño.
Levantando el pie para posarlo en una repisa baja, utilizó ambas manos para abrirse y ofrecer su excitado sexo.
—Muéstrame cómo utilizas esa sexy boquita tuya.
Con un gemido, la cubrió con los labios, lamiendo y chupando con una ferocidad que debilitó sus rodillas y la envió a luchar por agarrarse dentro de la cabina de la ducha.
Tanto como Brittany había parecido disfrutar de su servicio anoche, no era nada en comparación con la experiencia que estaba teniendo ahora.
La rubia estaba más allá de voraz, y claramente comprometida a darle el mejor sexo oral que había recibido nunca.
—Oh, mierda—cayó hacia atrás contra la pared de la ducha. Se quedó de pie sólo porque Brittany la agarró y la aferró con firmeza, manteniéndola segura incluso cuando sus piernas se disolvieron en la inutilidad—Oh mierda, maldita sea eso es tan jodidamente bueno.
Brittany se alejó jadeando, pero le enredó los dedos en su pelo y la obligó a volver a trabajar. Levantando sus ojos, la rubia le dio unos cuantos buenos ascendentes lengüetazos, obviamente disfrutando de verla mirarla.
Inflamada, gruñó en la parte posterior de la garganta y empujó la cara de Brittany más profundamente en sus pliegues, chocando contra su nariz y boca mientras ondulaba sus caderas.
—¿Te gusta cómo te follo la cara?—le apretó el pelo y se frotó contra ella—No puedes tener suficiente de este coño, ¿verdad?
Brittany negó con la cabeza, su respuesta amortiguada por su carne.
La mantuvo ahí un momento más, disfrutando de su entusiasta succión, luego la apartó. Con el pecho agitado, la rubia la miró, con el rostro brillante con sus jugos.
Tragó, luego dijo con voz ronca:
—No puedo tener suficiente de tu coño, ama. ¿Me puedes dar un poco más?
Con el corazón palpitante, la instó de nuevo hacia adelante.
—Mete la lengua dentro de mí, hasta donde puedas. Sólo la lengua—gimió cuando Brittany ladeó la cabeza, endureció su lengua, luego presionó en su
abertura. Posicionando la mano que la mantenía en su lugar su clítoris, acariciando duro—Ahora fóllame con ella. Fóllame con la lengua.
Sus propias palabras fueron casi suficientes para enviarla sobre el borde.
Fóllame.
¿Cuándo fue la última vez que había dicho eso y en serio?
En algún lugar del camino, la idea de ser follada había perdido su atractivo.
Y eso estaba bien.
No era que no disfrutara de la sensación de ser penetrada, simplemente no podía confiar en una mujer lo suficiente como para que literalmente la dejara entrar.
Pero confiaba en Brittany.
Improbablemente, la quería dentro.
Se tensó cuando su orgasmo rasgaba a través de su cuerpo. Se contrajo alrededor de la lengua de Brittany, empapando su rostro con un nuevo flujo de humedad, mientras la rubia murmuraba con satisfacción en respuesta.
Movió la cabeza hacia atrás y adelante, deslizándose dentro y fuera de su abertura con fervor.
Apretó su mandíbula y movió sus caderas en un ritmo inestable, montando el rostro de Brittany como si fuera un juguete sexual viviente.
Finalmente aflojó la mano en el rubio, las olas del placer disminuyeron. Miró hacia abajo para encontrar la mirada azul con una sonrisa tímida.
Sintiéndose tan expuesta, llamó a la bravuconería que había pasado años perfeccionando.
—Esa es mi chica buena.
Brittany pasó el dorso de la mano por la boca.
—¿Así que eso fue aceptable, ama?
—Absolutamente—se aclaró la garganta, luego la agarró del brazo y tiró de ella para levantarla. Puso el jabón, rápidamente frotando entre sus piernas, y luego le dio a Brittany una limpieza a fondo también. Muy minuciosa—Vamos a volver a la cama, ¿de acuerdo?
La rubia se mordió el labio, gimiendo suavemente mientras rodeaba la punta del dedo alrededor de su ano.
—Por favor, ama.
Cerró la ducha y abrió la puerta de la cabina. Había planeado hacer correrse a Brittany justo ahí, pero un nuevo impulso la había superado.
Uno que requería una cama.
La sacó de la ducha, se apresuró a secarla con una toalla, luego la llevó de vuelta al dormitorio.
Tenían una o dos horas antes de que tuvieran que irse para el personal de limpieza.
Un montón de tiempo para hacer volar la mente de Brittany.
—Ponte de rodillas y codos—dijo empujándola hacia el colchón—Quiero tu culo en el aire. Asegúrate de que tu coño es agradable y abierto para mí.
Sin ninguna timidez de su primer encuentro, Brittany rápidamente asumió su posición en la cama. Puso sus rodillas muy separadas y arqueó su espalda, mostrando su excitado sexo con un gemido sin aliento.
La lujuria caliente rugió al ver a Brittany tan descarada e indefensa, ofreciendo su cuerpo con entusiasmo.
Arrastrándose en la cama detrás de la rubia, luego agarró el culo con ambas manos y la extendió amplio.
Brittany gimió.
—Por favor, ama.
—Por favor, ¿qué?—observaba, fascinada, como la humedad literalmente goteaba. Su necesidad era fácil de ver, y anhelaba deslizar su lengua a través de ella—¿Por favor haz esto?—acercó su boca a los labios de Brittany, respirando en su carne caliente—¿O esperabas algo más?
En lugar de responder, la rubia se balanceó hacia atrás sobre sus rodillas. Esperando el movimiento, se retiró, luego apretó su agarre en las caderas blancas para mantenerla en su lugar.
Brittany siseó de frustración cuando se hizo evidente que no podía obligarla a ceder.
—Mierda—murmuró.
Aunque su primer instinto fue darle a la rubia una ligera nalgada en el trasero, decidió hacer algo inesperado en cambio. Separó las nalgas de Brittany y expuso su ano, el cual se tensó mientras se movía, como si anticipase su toque.
Pasó la lengua plana a través del suave fruncido, encantada por el fuerte, sorprendido grito que había sacado de la garganta la rubia.
—Oh, Dios mío—Brittany susurró.
—¿Te gusta eso?—la lamió otra vez, luego una vez más. Deslizó su mano entre los muslos, usando tres dedos para frotar grandes círculos sobre el clítoris—¿Alguien te ha lamido ahí antes?
—Sí, ama—Brittany tembló—Y no, ama.
—¿Debo seguir haciéndolo?
—Por favor, ama.
Contenta por la urgencia en la voz de Brittany, le dio otra suave lamida. Aceleró la velocidad de sus dedos sobre el clítoris, no más interesada en prolongar esto.
Necesitaba escuchar a Brittany correrse, ahora.
Sintiendo que su clímax se acercaba, le lamió el ano con pequeñas y precisas lengüeteadas, ajustando su zarandeada contra la cara y su mano.
Se apartó y con voz ronca dijo:
—Córrete por mí, querida—luego volvió a trabajar, lamiendo y acariciando hasta que Brittany se estremeció y cayó en pedazos con un grito agudo.
La rubia se mantuvo derecha sobre sus rodillas temblorosas mientras cabalgaba su clímax, hasta que finalmente se dejó caer en la cama con un gemido amortiguado.
Subió a su cuerpo, arrastrando besos a lo largo de su columna vertebral, luego se acomodó a su lado. Frotó su mano sobre los hombros pálidos, esperando a que se recuperara.
Después de algún tiempo, Brittany levantó la cabeza y le dio una sonrisa aturdida.
—Esa fue una agradable sorpresa.
Le dio un beso en la mejilla.
—Estoy llena de ellas.
—Eso veo—Brittany exhaló, entonces rompió el contacto visual—Entonces... imagino que tendremos que irnos de aquí pronto, ¿eh? Antes de la próxima cita.
Este era el momento de la verdad.
Incluso con tanta diversión como había tenido en las últimas doce horas, no estaba segura si Brittany querría seguir conociéndose fuera del penthouse.
Aunque ni siquiera habían pasado un día entero juntas, sin embargo la idea de despedirse de la rubia siempre fue dolorosa.
Brittany podría querer convertirse en un cliente regular, pero realmente no quería tomar su dinero cuando ella era quien quería tanto continuar con su contacto.
Brittany ladeó la cabeza.
—¿Qué es?
Incapaz de invocar su confianza habitual, sólo pudo conseguir un avergonzado encogimiento de hombros.
—No, tienes razón. El personal de limpieza estará aquí en un par de horas.
—¿Pero?
Era su imaginación, ¿o detectó un rayo de esperanza en los ojos azules?
La idea la animó. "
—Pero—dijo, pasando su mano por la espalda pálida—No tengo planes para el resto del día, y me preguntaba...—decidió que ser directa era lo mejor—Lo que he dicho antes, de no estar dispuesta a dejarte ir, ¿Sigue... sigue siendo el caso?
Brittany no era capaz de apartarle la mirada. Parecía atrapada entre la felicidad, alivio, y el miedo.
—¿De verdad?
Retractándose en la expresión de ciervo en las luces delanteras de Brittany, dijo:
—Si no te sientes de la misma manera, entonces lo siento por hacer las cosas difíciles. He tenido un tiempo maravilloso contigo. No quiero que te sientas incómoda.
—No, no es eso—Brittany espetó—No eres tú. Es sólo que estoy... sorprendida.
—¿Por qué?—antes de que pudiera ofrecer una respuesta, dijo—Tenemos un sexo increíble juntas. ¿Quién no querría mantenerlo el mayor tiempo posible?
Brittany ladeó la cabeza.
—No sé—vaciló—Mi hermana está con un amigo este fin de semana. Así que no tengo planes, tampoco.
—Impresionante—eufórica, no pudo evitar un fuerte abrazo—Será divertido. Podemos pasar el rato.
—¿Qué tenías en mente?
No había planeado con tanta antelación.
Sabía que quería pasar más tiempo con Brittany en la cama, pero también anhelaba la oportunidad de llegar a conocerla mejor.
Mientras lo consideraba y rechazaba un puñado de posibles actividades, preocupándose por las implicaciones de cada una, un fuerte gruñido del estómago de Brittany tomó la decisión por ella.
—¿Qué tal si empezamos con algo de comer?
La rubia le dio un agradecido asentir.
—Suena maravilloso. Probablemente debería reponerme antes de gastar más energía. O perder más líquidos.
La soltó y se sentó, ya recorriendo recetas en su cabeza.
—¿Qué te gustaría?
—Soy fácil de complacer. Dondequiera que quieras ir está bien conmigo.
—Oh...—la inexplicable timidez barrió sobre ella, casi cambiando de opinión acerca de cocinar su comida. Excepto que realmente quería—En realidad, pensé que podríamos ir a mi casa. Si no te importa parar en el supermercado en el camino, cocinaré lo que quieras.
Brittany también se sentó, sin molestarse en conservar su modestia esta vez.
—¿Importarme? ¿Tener una atractiva dominante haciéndome el desayuno?
Su aire lúdico alivió su timidez, al igual que la vista de sus pechos llenos.
—Como cuestión de hecho, casi elegí eso como mi fantasía para anoche.
—Perfecto, entonces—le besó la mejilla y salió de la cama—¿Te gustan las crepas?
—¿Te reirás de mí si te digo que nunca las he tenido?
Horrorizada, se dio la vuelta.
—¿Reír? No tiene nada de gracioso.
Brittany trepó fuera de la cama, recogiendo su pelo sobre su cabeza por un momento antes de dejarlo caer de nuevo sobre los hombros. La acción fue de niña e inconscientemente atractiva, e hizo querer tumbarla de espaldas sobre el colchón y besarla por todas partes.
Sólo el conocimiento de que Brittany necesitaba comida la detuvo.
Adorablemente inconsciente de lo intoxicante que era, la rubia le dio un encogimiento de hombros.
—Mis padres siempre estaban quebrados. Vivíamos de fideos Ramen, macarrones con queso, mantequilla de cacahuete y mermelada ...ahora Tina y yo en su mayoría nos contentamos con comidas congeladas y comida para llevar. Sé que no es terriblemente saludable, pero rara vez tenemos el tiempo o ganas de cocinar. Y Tina está demasiado ocupada siendo una adolescente como para molestarse.
Sacudió la cabeza.
La dieta de Brittany la consternaba, pero le encantaba la idea de cocinarle comida de verdad.
—Bueno, te estoy haciendo crepas. Ya he visto lo divertido que es presentarte cosas nuevas.
Ruborizada, la rubia dio un paso adelante y envolvió sus brazos alrededor de su cuello:
—Por suerte para mí tienes muchas habilidades.
Sonrió.
Además del sexo, cocinar era la otra cosa que sabía que podía hacer bien.
No estaba segura de si estaba más nerviosa o emocionada acerca de compartir esa parte de sí misma con Brittany. En cierto modo, la dejaría casi tan vulnerable como permitirle dentro de su cuerpo.
Cocinar era similar a desnudar su alma, que era por lo que nunca había sido capaz de hacerlo por cualquiera que no fuera su mejor amiga Quinn.
Pero quería que Brittany la viera, realmente la viera, y darle de comer era la mejor manera que sabía cómo.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
hola morra,..
definitivamente santana es la caja de pandora jjajaja va a ser de todo para no separarse de birtt y retenerla de todas formas!!!
a ver como les va en las 12 hs diurnos jajaja
nos vemos!!!
definitivamente santana es la caja de pandora jjajaja va a ser de todo para no separarse de birtt y retenerla de todas formas!!!
a ver como les va en las 12 hs diurnos jajaja
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
Despues de esto, no se separan mas es super fuerte su atracción.
Isabella28****** - Mensajes : 378
Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,..
definitivamente santana es la caja de pandora jjajaja va a ser de todo para no separarse de birtt y retenerla de todas formas!!!
a ver como les va en las 12 hs diurnos jajaja
nos vemos!!!
Hola lu, si que lo es y tmbn espero tengas razón ai la vrdd jajajaajajaj. JAjaajajajaj espero y bn, no¿? jajajaaj. SAludos =D
Isabella28 escribió:Despues de esto, no se separan mas es super fuerte su atracción.
Hola, espero y tengas toda, pero toda la razón jajajaaj. SAludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Cap 8
Capitulo 8
No podía dejar de mirar a Santana durante el viaje al supermercado.
Por mucho que quería concentrarse en el camino, era imposible no dejar que su mirada vagara por la ocasional revisión de la realidad.
No podía creer el giro que su noche juntas había tomado. A pesar de que el sexo había sido fantástico, nunca se había imaginado que Santana la invitaría a su casa después.
Esperaba que ella entendiera lo que estaba pasando entre ellas, supuso que era un sexo casual, pero algo en la afectuosa atención de la morena le dijo que podría haber más.
Fuera del dormitorio, Santana era educada, amable y solícita. Parecía realmente interesada en quién era. Y si estaba tratando de ocultar lo que parecía ser un enamoramiento muy real, estaba haciendo un trabajo terrible de ello.
Estaba enamorisqueada, también.
Santana era su fantasía perfecta de feminidad y seriedad. Exudaba un aire definitivo de peligro, sin embargo intuía que con la mujer adecuada, sería tan leal como un cachorro.
Y sabía cómo follar.
Todo lo hacía un paquete muy atractivo, uno que no podía resistir, aun cuando su instinto le dijo que tratar de hacer esta última cita más allá de su única noche especial estaba coqueteando con el desastre.
Había muchas maneras en que esta situación podría terminar mal.
Qué Santana pudiera pensar mejor que su atracción no era su mayor preocupación, aunque la idea le entristeció. Más aterrador que el rechazo era la posibilidad de que en realidad podría enamorarse de la morena y ésta de ella.
Quería decir lo que le había dicho a Santana, estaba demasiado ocupada para una relación.
Tenía a Tina para criar, al menos durante unos cuantos meses, y después de eso tendría que trabajar y pagarle la universidad. Eso no dejaba espacio en su vida para una novia, que le sentaba muy bien, casi todos los días.
Estar sola era más fácil.
Las relaciones eran confusas, y confiar en otras personas nunca la había llevado a ninguna parte.
―Estás terriblemente callada.
Se sobresaltó cuando la voz baja de Santana rompió sus pensamientos. La miró, esbozando una sonrisa que esperaba que no pareciera tan ansiosa como se sentía.
―Lo siento. Sólo pensando.
Santana se pasó una mano por la cabeza, absolutamente deliciosa en toda su gloria dominante. Se había puesto un conjunto de ropa de repuesto que guardaba en el penthouse, jeans azules descoloridos y una camiseta obviamente apreciada que llevaba el nombre de una banda que no conocía.
Sexy era un eufemismo.
Estaba bastante segura de que si Santana le preguntaba lo que estaba mal, con ese aspecto, tendría un mal momento en no confesar todo.
Hacerlo sin duda pondría fin a su cita de prisa. Por otra parte, tal vez eso sería lo mejor.
Pero Santana no preguntó. En lugar de eso, dijo:
―¿Entonces te gusta ser contadora?
Se relajó. Esa era fácil.
―Me gusta. Me encantan los números. Los encuentro muy reconfortantes.
―Estoy impresionada. Siempre he odiado la clase de matemáticas―le dio un vistazo no tan sutil, aparentemente dividida entre la diversión y el deseo―¿Eras una de esas chicas inteligentes en la escuela secundaria?
―La verdad es que. No sobresalí en mis clases, si es eso lo que quieres decir. En las matemáticas sobre todo, pero al terminar la escuela, me di cuenta que era como un genio con los números y eran lo mío―consciente de que estaba saliendo como una friki de una manera muy grande, no pudo evitar sonreír ante sus gratos recuerdos de pre-cálculo y geometría―Desde ese momento me encantaron los números nunca me dejaron decepcionada. Son consistentes, comprensibles y ordenados, todo lo que mi vida en casa no era―puso los ojos en blanco―Dios, no es de extrañar que no he tenido una cita en cuatro años. Escúchame.
Santana se estiró sobre la consola central y puso una mano en su muslo.
―Eres adorable.
―Sí, claro.
―¿Me estás tomando el pelo? En la escuela secundaria yo era la chica mala... y ¿de quién crees que esta chica mala siempre se había enamorado?―pasó su mano libre sobre su pecho, provocando su pezón―Las bonitas, inocentes del tipo de discurso de despedida... las chicas buenas. Las chicas a las que les gustaba la clase de matemáticas y se sonrojaban cuando me sorprendieron mirando―besó mi mejilla susurrando―Eres hermosa cuando te ruborizas.
Inhaló con rapidez, casi perdiendo su giro en el estacionamiento del supermercado.
―Y eres increíblemente encantadora.
Abrumada por la proximidad de Santana, rápidamente se detuvo en un lugar cerca de la entrada principal. Debido a que la morena había tomado un taxi hasta su lugar de trabajo anoche, conducir juntas esta mañana había sido una obviedad.
Por desgracia, la disposición no le permitía aclarar su cabeza.
―Peligrosamente encantadora.
―Encantadora, sí. ¿Peligrosa?―Santana se encogió de hombros mientras se desabrochaba el cinturón de seguridad.
―Soy inofensiva.
La fuerza de los sentimientos que Santana agitaba dentro de ella era cualquier cosa menos inofensiva.
Le gustaba Santana, mucho, pero tenía tantas cosas que mantener unidas en su vida. Si dejaba escapar cualquiera de ellas, fracasaría tanto a Tina como a ella misma.
El romance era una distracción, una que casi inevitablemente conduciría al dolor.
Difícilmente parecía justo arriesgar el orden relativo que finalmente había traído a su vida y la de Tina por algo que pudiera destrozarla si terminaba mal.
Por supuesto, ninguno de sus miedos la convencería de cancelar su día juntas.
Oh no.
Independientemente de lo que dijo su instinto, estaba decidida a ver dónde las llevaba el fin de semana.
Se sentía bien y se divirtió de una manera que no había hecho en años, y no quería que terminara.
Extender su cita otro día, diablos, incluso dos, era una simple cuestión de abrazar la alegría donde pudiera encontrarla. Y no tenía que ser nada más de lo que era: un buen momento.
Sonrió.
―Tal vez tenemos diferentes definiciones de ‘inofensiva’. Mi trasero todavía está adolorido por esa nalgueada de anoche.
Arqueando el labio, Santana dijo:
―Bueno, te merecías eso. Y parecías disfrutarlo... mucho, muchísimo, si tu coño empapado era algún indicio.
Se estremeció ante la vulgaridad, la cara se calentó al instante. Una vez más, como lo había hecho la noche anterior, la palabra la excitó y la perturbó.
Contuvo la respiración cuando la morena pasó sus dientes sobre su cuello, mordiendo suavemente. El leve dolor le produjo una pequeña emoción a través de su cuerpo, y de repente, avergonzada fue lo último que se sentía.
Santana se hecho hacía atrás con una suave lamida en la garganta.
―Lo digo en serio. Cuando te ruborizas así, toma todo lo que no tengo para tirarte y simplemente tomarte.
Su coño se apretó. Apretando los dientes, dijo:
―Tenemos que ir al super antes de que pedirte que hagas exactamente eso.
―Exhibicionista―se rió―Venga. Sólo necesito tomar unas cuantas cosas. No tardaré mucho―abrió la puerta del coche y salió como si nada.
Necesitaba unos buenos diez segundos para recordar cómo usar sus piernas. Finalmente se bajó del coche, poniendo los ojos en blanco cuando Santana le dio una sonrisa enorme.
―Orgullosa, ¿verdad? ¿De burlarse de la inapetente sexual?―esnifó, fingiendo pasar por delante la morena―Soy un blanco fácil, lo entiendo.
Santana la agarró de la muñeca y tiró de ella hacia atrás, tirándola contra su pecho en un posesivo pero tierno abrazo. Bajando la voz a un murmullo, dijo:
―No serás una inapetente sexual cuando haya terminado contigo.
Sonriendo, echo un vistazo alrededor del estacionamiento para asegurarse de que nadie estaba al alcance del oído, luego se acomodó en los brazos morenos.
―¿Lo prometes?
―Lo prometo. Cuando vayas a trabajar el Lunes por la mañana y te sientas en tu silla de la oficina, estarás pensando en mí. Porque todavía podrás ser capaz de sentir lo que voy a hacerte este fin de semana.
Cerró los ojos, luchando contra el aplastamiento de las necesidades físicas que las palabras de Santana provocaron. Era sorprendente la rapidez con que su deseo sexual recién despertado borró todos sus temores y dudas acerca de pasar el día con la morena.
En este punto ya no importaba que tuviera miedo de todas las formas en que esto podría resultar complicado.
Necesitaba sentirla dentro de ella de nuevo. Incluso si tuviera miedo de que el Lunes por la mañana también traería un patético anhelo por más, ya era demasiado tarde para hacer algo al respecto ahora.
Estaba enganchada.
Santana la besó en la oreja, la apretó por el medio, y luego la soltó.
―Vamos a apurarnos y conseguir estos comestibles. Cuanto más pronto comamos, más pronto podremos volver a la cama.
Abrió los ojos.
―De acuerdo.
Terminaron su viaje del supermercado en un tiempo récord, y cuando llegaron al departamento de Santana, tenían tanta prisa que apenas tuvo la oportunidad de echar un vistazo a su alrededor en la decoración, mientras seguía a la morena dentro.
La habitación del frente contenía mobiliario sencillo, elegante y cuatro libreros que estaban atiborrados a reventar. Algunas fotos colgaban en la pared, pero no tenía tiempo para estudiarlas antes de que Santana las llevara a una cocina inmaculada.
―Wow―miró a su alrededor con asombro mientras la morena ponía sus bolsas de la compra en la encimera.
La habitación parecía como si perteneciera a un departamento diferente, uno mucho más grande, posiblemente como el del penthouse que acababan de dejar.
Santana tenía aparatos de cocina totalmente nuevos de todas las formas y tamaños que cubrían las anchas, encimeras de piedra, incluyendo algunos que no reconoció.
Su doble horno era hermoso y parecía carísimo, dudaba que hubiera venido con el departamento.
―Esta es una instalación bastante increíble.
Santana abrió el refrigerador, que pudo ver estaba lleno de verduras frescas y quesos, y sacó un cartón de huevos.
―Gracias. Mi cocina es mi única verdadera indulgencia―agarró una licuadora de debajo de la encimera, entonces rápidamente comenzó a verter y medir los ingredientes―Paso mucho tiempo aquí.
―¿Puedo hacer algo para ayudar?
―Siéntate ahí y déjame admirarte mientras te preparo el desayuno.
Se sentó en el taburete a través de la encimera.
―Puedo hacer eso.
La morena dejó lo que estaba haciendo y se inclinó sobre la encimera, besándola en los labios.
―¿Cuándo fue la última vez que alguien te cuidó?
Ruborizándose, dijo:
―No puedo recordar.
―Este fin de semana, estaré haciendo precisamente eso.
Era en contra de la naturaleza confiar en cualquier persona, para cualquier cosa. Siempre había sido la cuidadora en su casa, incluso cuando era pequeña, por lo que no ser la que estaba haciéndolo tenía una tendencia a ponerla incómoda.
Pero no sintió ninguna molestia con Santana.
Así como la morena la había puesto a gusto sobre someterse a una amante dominante, su tranquila competencia en la cocina le permitió ver, contenta, como le preparaba una comida.
Anoche había hecho un claro impacto.
Hoy se sentía casi como una persona diferente. Una persona más feliz, relajada.
Cruzó las manos sobre la encimera y exhaló, disfrutando de la inusitada paz de una mañana libre de responsabilidad.
―Te ves feliz.
Se echó a reír.
Normalmente mantenía cerca sus emociones, pero al parecer Santana no tenía problemas para leerla.
―Lo estoy. Esta es una bonita mañana.
―Bien―Santana pulsó la licuadora―Yo también estoy feliz―vertió la pasta que había mezclado en un recipiente, lo cubrió con envoltorio transparente, y lo colocó en el refrigerador. Luego sacó un cuchillo afilado y comenzó a cortar champiñones frescos.
En la tienda, le había dicho que le estaba haciendo una crepa dulce y una salada, y había ofrecido una lista de productos salados que pudiera incorporar.
Habían establecido en huevo, cebolla caramelizada, y crepas de champiñones, que sería seguida de la crepa de chocolate con avellanas el favorito de Santana.
Viéndola moverse alrededor de la cocina con confianza, intuyó que estaba en un verdadero placer.
La mujer sabía cómo follar y, al parecer, sabía cómo cocinar, también.
Escudriñó la habitación, buscando cualquier cosa que pudiera darle más información sobre quién era Santana.
Una pequeña mesa con dos sillas colocada detrás de ellas. Colgando sobre la mesa, a la vista de la cocina, había una foto de una preciosa chica con una estructura ósea familiar.
Miró entre la foto y el hermoso rostro de Santana un par de veces, tratando de decidir si la mujer de la foto era la mamá de la morena.
Y si era aceptable preguntar.
―Esa es mi mamá.
Saltó ligeramente.
Era como si le estuviera leyendo su mente. Desconcertante, por decir lo menos.
―Ella es hermosa.
Santana levantó la cara y miró la fotografía. Podía ver el amor teñido de tristeza en sus ojos.
―Lo creo, también.
―Te pareces a ella.
Después de haber cortado una cebolla, las repentinas lágrimas de Santana podrían haber sido sólo una reacción al penetrante aroma, pero no lo creía.
Era evidente que se trataba de un tema difícil.
―Gracias.
―Lo siento, no fue mi intención arruinar nuestra mañana feliz―se acercó a
la encimera y frotó una lágrima con su pulgar―Hablemos de otra cosa.
Santana sacudió la cabeza, luego se encogió de hombros alejándose y se secó los ojos con el dorso de la mano.
―Es sólo esta cebolla. Estoy bien.
―Está bien―deseando saber cómo moverlas para pasar este momento, buscó algo que decir.
Frustrada cuando se quedó en blanco, tiró de sus manos y las dobló en su regazo.
―Yo ni siquiera sabía qué aspecto tenía, mi mamá, hasta que tuve dieciséis
años.
Sorprendida de que Santana había decidido compartir algo tan personal, estaba atrapada entre simpatía e inquietud. Esta conversación estaba muy lejos del sexo casual.
Sin embargo, quería saber más.
―¿Tu papá nunca te mostró una foto?
―No. Nunca tuvimos ninguna alrededor de la casa. Ni siquiera hablábamos de ella. La primera vez que recuerdo haberle preguntando por mi mamá, me dio una bofetada tan fuerte que me caí. Yo tenía cuatro años, pero nunca lo olvidaré―sus manos seguían moviéndose mientras hablaba. Puso las cebollas y los champiñones en un sartén para comenzar a caramelizar, luego se giró hacía los huevos―Cuando reuní el valor de preguntarle cómo era cuando tenía doce años, me dijo que todas las fotos de ella habían sido destruidas en un incendio. Y que como yo era la razón por la que ella se había marchado, la razón por el que ella estaba muerta, no merecía verla, de todos modos.
―Oh, Santana―tragó saliva, enferma del estómago ante la idea de que cualquier niño fuera tratado de esa manera.
Que ese niño hubiera sido Santana, la amable, guapa, considerada Santana, era casi insoportablemente doloroso.
―Eso es horrible. No lo merecías.
La morena hizo una pausa en sus preparativos y le dio una sonrisa tensa.
―Lo sé. Él era un bastardo.
Miró por encima del hombro a la vivida imagen en la pared.
―Entonces, ¿de dónde sacaste la foto? ¿De tus abuelos?
―No, mi papá había estado alejado de su familia durante años. Y nunca me dijo nada acerca de la familia de mi mamá, por supuesto―hizo una pausa, y esperó pacientemente a que revelara más―Un día, cuando estaba en la secundaria, me escape de clase y fui a casa a media tarde. Mi papá trabajaba de noche, estoy medio convencida de que era sólo para no tener que verme, y él estaba inconsciente en el sofá. Estaba rodeado de botellas vacías de cerveza, y tenía esas fotos esparcidas por la mesa de café. Vi una de una mujer que pensé que tal vez se parecía un poco a mí, así que la agarré y vi el nombre de mi mamá escrito en la parte de atrás. Fue entonces cuando me di cuenta de que mi papá había mentido. Tenía fotos de ella, pero era demasiado rencoroso para compartirlas.
Apartó la atención de la foto para ver el ballet experto en la cocina. A pesar de la emoción en su voz, nunca perdió un segundo, vertiendo la masa de las crepas en un sartén limpio, luego rodeando alrededor para cubrir el fondo.
―¿Lo confrontaste?
―No, tomé la foto y me fui. Fui a la casa de mi mejor amiga y se la di. Le hice prometer que la mantendría a salvo, porque sabía que si mi papá la encontraba, nunca la vería de nuevo. Y significaba tanto para mí, verlo―de espaldas tensó los hombros y su voz se tensó―Sé que suena tonto, pero finalmente ver su rostro... era la primera vez que me sentía como si alguien me quisiera. O me amaba. A pesar de que mi papá me dijo que ni siquiera querían un bebé, que yo era un error, no lo podía creer cuando finalmente vi los ojos de mi mamá. Eran demasiado amables. Y demasiado parecidos a los míos.
Se enjugó los ojos.
Si Santana no estuviera tan ocupada con muchas tareas, ya se habría apresurado a abrazarla.
―Estoy segura de que ambos te querían, cariño. De lo contrario, ¿por qué tu papá te habría mantenido todos estos años?
―No lo sé. Para castigarme, tal vez―le dio una mueca de disculpa por encima del hombro―Lo siento, esto es demasiado para compartir en una primera cita. No quiero asustarte.
Primera cita.
Qué Santana pensara en este desayuno de esta manera daba a entender que veía esto como algo más que sólo sexo casual. Y, aterradoramente, estaba empezando a olvidar por qué eso sería algo malo.
Hasta el punto en que se sintió obligada a tranquilizar a Santana que se necesitaría mucho más que hablar de su pendejo papá para disuadirla de seguir adelante con lo que estaba pasando entre ellas.
Se rió.
―Estás hablando con una mujer que una vez llegó a casa de la escuela primaria para encontrar que la hermosa cama de dosel que su abuela le había dado había desaparecido de su habitación, vendida por drogas. Después de eso, dormía en un colchón en el suelo. Mis padres nunca reemplazaron esa cama, a pesar de que tenían uno de los suyos. Tina nunca tuvo una cama en absoluto. Ella fue directamente de la cuna al colchón conmigo.
Santana volteó la delgada crepa en el sartén, moviendo la cabeza.
―Tuvimos algunas infancias jodidas, ¿verdad?
―La mía sólo me ha hecho más fuerte.
Eso es lo que había estado diciéndose durante años. Incluso si su infancia hizo difícil confiar en otras personas, y para relajarse, había aprendido la autoconfianza a una edad temprana.
En muchos sentidos, estaba agradecida ahora.
―Claro, me hubiera encantado la oportunidad de ser sólo una niña. Pero en vez de eso aprendí a hacerlo por mí misma. Me puse a cuidar de Tina. Y estoy orgullosa de ello. Es lo mejor que he hecho.
―Deberías estar orgullosa. Eres una mujer increíble, Brittany. En verdad―la
miró juguetonamente―En todos los sentidos.
El aroma de la comida la golpeó de repente, haciendo que su estómago retumbara.
―Así como tú. Lo que sea que estás haciendo ahí huele absolutamente delicioso.
―Gracias. Está casi listo.
Sus pensamientos volvieron de nuevo a la historia de Santana.
No podía imaginar a un hombre que pudiera mantener una cólera fuera de lugar por muchos años, hasta el punto en que se negó a mostrarle a su única hija una foto de su propia mamá.
Cuán desgarradoramente cruel.
Se levantó y rodeó la encimera, mirando como Santana transfería la comida en dos platos.
―¿Entonces tu papá nunca se dio cuenta de que habías tomado la foto de tu mamá?
Santana se inclinó hacia la encimera, aplicando algunos toques finales a sus platos.
―Él me estaba esperando cuando llegué a casa esa noche. Me recibió en
la puerta con el puño.
―Ouch.
―La escuela había llamado para decirle que había faltado a mis clases de la tarde. Obviamente él junto dos y dos, la foto desaparecida, la chica no está donde se supone que estaba. Así que esperó a que yo llegara a casa y me emboscó. Me golpeó contra la pared y me gritó que se la devolviera―puso la espátula hacia abajo, finalmente se alejó de la encimera. Se quedó mirando fijamente a través de la pared, reviviendo con claridad ese día―Le dije que ya no estaba. Que había sido destruida, y que él nunca la volvería a ver. Él tenía otras fotos de ella, yo sólo había tomado una, pero quería lastimarlo como él me lastimaba a mí. Cuando le dije eso, él me golpeó, fuerte, en el pecho―su mano se desvió hacia su pecho derecho, acunándolo tiernamente―Así que le di un rodillazo en las pelotas.
Se adelantó y la tomó de la mano.
Esto era realmente un material intenso de una primera cita, pero saber que Santana confiaba en ella lo suficiente para hablar de un recuerdo tan doloroso era embriagador.
Aturdida por el don de la confianza, quería mostrarle que estaba aquí y que estaba escuchando.
―¿Él te dejó ir?
Santana sacudió la cabeza.
―Me tiró en el suelo y se puso encima de mí. Me abofeteó, me dio de puñetazos, agarró puñados de mi carne y la retorció, exprimió, entonces finalmente envolvió sus manos alrededor de mi garganta. Pensé que iba a matarme. Entonces se detuvo, y vi el miedo en sus ojos, y supe, que casi
lo hizo. Él casi me mata.
―¿Es eso cuando te fuiste?―ya no estando satisfecha con simplemente sujetarle la mano, envolvió sus brazos alrededor de su cintura y la abrazo con fuerza.
―Sí, unos diez minutos después. Me dejó levantarme del suelo y me dijo que empacara mis cosas y me fuera. Que había terminado conmigo. Corrí a mi habitación, tiré tanto como pude en mi bolsa de lona, y luego me fue a vivir con mi mejor amiga―le dio un suave abrazo, luego la soltó con un beso en la parte superior de su cabeza―La crepa salada está lista. Vamos a sentarnos a la mesa y comer. Voy a hacer una dulce en breve.
Asintió.
―Creo que tomaré un vaso de agua. ¿Qué hay de ti?
―Lo mismo, gracias―Santana llevó sus platos a la mesa, y luego se giró para tomar los dos vasos de agua helada que había servido. Los puso sobre la mesa y se apresuró a sacarle la silla.
―Tan educada.
Las mejillas morenas se ruborizaron.
―Sólo cuidándote.
Con la boca echa agua, tomó el dominio del platillo. Las crepas eran hermosas, el aroma celestial. No podía recordar la última vez que le habían servido una increíble comida, si alguna vez lo habían hecho.
―Oh, wow.
―Espero que te guste―alisó la servilleta en su regazo y buscó su mirada―¿Pensarás que soy una idiota si te digo que estoy nerviosa como el infierno ahora mismo?
―¿Por qué?―cortó un bocado limpio de un extremo de su crepa, asegurándose de obtener porciones iguales de champiñones, cebolla y huevo―Esto se ve increíble. Estoy segura de que sabe igual.
―Nunca he cocinado para alguien así antes.
―¿Nunca?
―Bueno, sólo para mi amiga Quinn. Pero ella me conoce de siempre. Hace tiempo que no me importa impresionarla―giró el tenedor entre el pulgar y el dedo índice, lanzando su mirada entre su primer bocado y boca―Eres la segunda persona en probar mi comida.
Consciente de que necesitaba un comentario, metió el bocado de comida caliente en su boca. El sabor explotó en toda su gama de colores, sacando un gemido bajo desde el fondo de su pecho.
Cerró los ojos en apreciación mientras masticaba e ingería, ya salivando por más.
―¡Mierda, Santana!―cortó otro bocado, se lo metió en la boca con un murmullo satisfecho―Esto es tan jodidamente bueno.
El cuerpo entero de la morena se relajó.
Sonriendo, tomó un bocado de su propio crepa, asintiendo con la cabeza en acuerdo.
―No está mal, ¿eh?
―¿No está mal?―normalmente ella no hablaba con la boca llena, pero no quería dejar de comer lo suficiente para ser educada―Eres realmente talentosa, Santana. En serio. No puedo recordar la última vez que comí algo tan bueno―hizo una pausa para masticar, contoneándose de placer ante lo dulce de la cebolla caramelizada―Podrías hacer esto profesionalmente. ¿Por qué no haces esto profesionalmente?
Santana se encogió de hombros, inusualmente tímida.
―He pensado en ello. Pero no tengo ninguna experiencia, nunca he estado en la escuela culinaria…
―Al diablo con eso―señalando a su crepa a medio comer con el tenedor, dijo―Puedes cocinar―se quedó en silencio, considerándolo―Probablemente ganas más dinero como acompañante, ¿eh?
―Sin duda. Pero no puedo vender mi cuerpo para siempre. Tampoco quiero hacerlo para siempre. He estado ahorrando dinero desde hace años, a la espera de reunir el valor para hacer un cambio. La idea de entrenarme para ser un chef... me ha pasado por la cabeza―la miró tímidamente―Gracias por el empujón de confianza. Significa mucho.
―De nada. Gracias a ti por una mañana absolutamente increíble―sacudió la cabeza, divertida―Desde el mejor sexo hasta el mejor desayuno. ¿Hay algo que no puedas hacer?
―Las matemáticas.
Se rió.
―Creo que nos complementamos bien, entonces.
―Eso es seguro―se reclinó en su silla, cruzando sus bien definidos brazos sobre su pecho. Deslizó su mirada de su boca a sus pechos―En la cama y afuera.
Se calentó bajo la apreciación de Santana. Dejó el tenedor y apartó el plato a un lado, cruzando las manos sobre la mesa.
―Quiero que sepas, cuando te pregunté por qué no cocinabas profesionalmente, no fue porque no crea que ser acompañante no es una opción tan válida. Lo es totalmente. Y eres increíble en lo que haces.
Santana se calmó lo suficiente para que notara un cambio sutil en su estado de ánimo.
―Honestamente, empecé a venderme cuando tenía diecisiete años, unos cinco meses después de que me fui de casa, porque estaba en la calle y abandone la escuela secundaria y no podía imaginar cualquier otra opción. Conocí a un hombre que se ofreció a ayudarme, él conseguiría a los clientes, sólo tenía que aparecer y dejarlos tener sexo conmigo. Po eso conseguía el cuarenta por ciento de lo que mi proxeneta cobraba. Al principio fue muy difícil. Odiaba a los malditos hombres, y aunque mi proxeneta era un tipo relativamente agradable, era evidente que estaba usándome. Durante un tiempo me convenció de que no podía hacerlo sin él.
Luchó contra una punzada de culpabilidad.
Santana había caído en esta vida porque no sabía qué otra cosa hacer. La gente la había estado utilizando para el placer impersonal desde que era una niña, incluso más joven que Tina, se dio cuenta con un estremecimiento.
―Lo siento, Santana.
La morena sonrió y sacudió la cabeza.
―Dejé a mi proxeneta cuando tenía veinte años. Él no estaba contento, me dio una paliza, en realidad, pero me mantuve firme―señaló su tatuaje, cuya mitad estaba oscurecida por la manga―Me puse esto cuando dejé a los malditos hombres. Un símbolo de mi independencia.
―Entonces, ¿cómo acabaste en Xtreme Encounters?
―Conocí a Sue Sylvester en una fiesta sólo unos meses después, y me contrató para trabajar para Xtreme prometiéndome reservarme citas sólo con mujeres, que era una clientela que ni siquiera me había dado cuenta de que existía. Eso es cuando la venta de sexo pasó de ser una pesadilla a, honestamente, un poco de ensueño. No siempre me encanta el sexo que tengo, pero puede ser divertido. Lo más importante, sé que mis clientas me aprecian, que he ayudado a muchas mujeres a sentirse menos solas, y más deseadas, y eso es innegablemente satisfactorio―con un encogimiento de hombros se enderezó y empezó a recoger sus platos vacíos―Pero tengo casi treinta ahora. Es probable que sea hora de demostrar que puedo hacer más que follar.
Puso su mano sobre la de la morena.
―Sea lo que decidas, estoy segura de que serás genial.
―Gracias―vaciló un momento, luego cubrió sus dedos con los de ella con su mano libre―Sabes, reafirmo lo que dije antes, acerca de querer devolver tu dinero. Sea lo que sea que estamos haciendo es muy mutuo. No me siento bien acerca de que me paguen por nada.
Sintiendo que esto era un argumento que no podía ganar, y particularmente no quería hacerlo, asintió.
―Bien.
―Bien―santana exhaló, mirándola con los ojos brillantes, oscuros.
Podía ver que ella había terminado de hablar, ahora que sus estómagos estaban llenos y las emociones estaban aflorando de nuevo. En un único, emocionante instante, ella era una vez más el único foco de la necesidad primaria de Santana.
―Te quiero otra vez.
Su corazón palpitaba.
―Entonces me tienes.
Santana se lamió los labios, luego se levantó y llevó sus platos al fregadero. La observó desde la mesa, esperando ver lo que iba a hacer a continuación.
La tensión sexual colgaba pesadamente en el aire, y era sólo cuestión de tiempo antes de que explotara.
Pero cuando la morena se dio la vuelta, parecía nerviosa, y casi insegura.
―¿Me disculpas unos minutos?―Santana se apoyó en el fregadero―Tengo... que ocuparme de algo.
Tenía la sensación de que lo que realmente necesitaba la morena era un momento para despejar su cabeza.
Y eso estaba bien para ella.
Se sentía tan sacudida por la intimidad entre ellas como Santana parecía.
Nunca habiendo estado conectada con alguien en este nivel, no sabía muy bien cómo proceder.
Quería volver a la cama, pero sabía que ya no era sólo sexo. No ahora que realmente le importaba Santana.
―Voy a limpiar―se levantó y fue al fregadero, tocándole el brazo sin mirarla a los ojos―Tómate todo el tiempo que necesites.
―No tienes que hacer eso.
Siempre que se abrumada, limpiaba. Era la forma más fácil de recuperar un sentido de control sobre su vida.
―Quiero. Además, tengo la impresión de que nadie ha estado cuidando de ti, tampoco.
―Gracias―Santana le cogió la muñeca mientras alcanzaba un plato sucio―Vuelvo enseguida, ¿de acuerdo?
Pudo escuchar un rastro de ansiedad en la voz, como si temiera que huyera si la dejaba fuera de su vista.
Haciendo acopio de su valor, envolvió sus brazos alrededor de la cintura de Santana y apoyó la cabeza en su pecho. La morena le devolvió el abrazo con un suspiro agradecido.
No, no tenía la intención de irse.
No podía.
Apartándose, le dio unas palmaditas en el trasero y pasó junto a ella hacia los platos.
―Estaré aquí.
Por mucho que quería concentrarse en el camino, era imposible no dejar que su mirada vagara por la ocasional revisión de la realidad.
No podía creer el giro que su noche juntas había tomado. A pesar de que el sexo había sido fantástico, nunca se había imaginado que Santana la invitaría a su casa después.
Esperaba que ella entendiera lo que estaba pasando entre ellas, supuso que era un sexo casual, pero algo en la afectuosa atención de la morena le dijo que podría haber más.
Fuera del dormitorio, Santana era educada, amable y solícita. Parecía realmente interesada en quién era. Y si estaba tratando de ocultar lo que parecía ser un enamoramiento muy real, estaba haciendo un trabajo terrible de ello.
Estaba enamorisqueada, también.
Santana era su fantasía perfecta de feminidad y seriedad. Exudaba un aire definitivo de peligro, sin embargo intuía que con la mujer adecuada, sería tan leal como un cachorro.
Y sabía cómo follar.
Todo lo hacía un paquete muy atractivo, uno que no podía resistir, aun cuando su instinto le dijo que tratar de hacer esta última cita más allá de su única noche especial estaba coqueteando con el desastre.
Había muchas maneras en que esta situación podría terminar mal.
Qué Santana pudiera pensar mejor que su atracción no era su mayor preocupación, aunque la idea le entristeció. Más aterrador que el rechazo era la posibilidad de que en realidad podría enamorarse de la morena y ésta de ella.
Quería decir lo que le había dicho a Santana, estaba demasiado ocupada para una relación.
Tenía a Tina para criar, al menos durante unos cuantos meses, y después de eso tendría que trabajar y pagarle la universidad. Eso no dejaba espacio en su vida para una novia, que le sentaba muy bien, casi todos los días.
Estar sola era más fácil.
Las relaciones eran confusas, y confiar en otras personas nunca la había llevado a ninguna parte.
―Estás terriblemente callada.
Se sobresaltó cuando la voz baja de Santana rompió sus pensamientos. La miró, esbozando una sonrisa que esperaba que no pareciera tan ansiosa como se sentía.
―Lo siento. Sólo pensando.
Santana se pasó una mano por la cabeza, absolutamente deliciosa en toda su gloria dominante. Se había puesto un conjunto de ropa de repuesto que guardaba en el penthouse, jeans azules descoloridos y una camiseta obviamente apreciada que llevaba el nombre de una banda que no conocía.
Sexy era un eufemismo.
Estaba bastante segura de que si Santana le preguntaba lo que estaba mal, con ese aspecto, tendría un mal momento en no confesar todo.
Hacerlo sin duda pondría fin a su cita de prisa. Por otra parte, tal vez eso sería lo mejor.
Pero Santana no preguntó. En lugar de eso, dijo:
―¿Entonces te gusta ser contadora?
Se relajó. Esa era fácil.
―Me gusta. Me encantan los números. Los encuentro muy reconfortantes.
―Estoy impresionada. Siempre he odiado la clase de matemáticas―le dio un vistazo no tan sutil, aparentemente dividida entre la diversión y el deseo―¿Eras una de esas chicas inteligentes en la escuela secundaria?
―La verdad es que. No sobresalí en mis clases, si es eso lo que quieres decir. En las matemáticas sobre todo, pero al terminar la escuela, me di cuenta que era como un genio con los números y eran lo mío―consciente de que estaba saliendo como una friki de una manera muy grande, no pudo evitar sonreír ante sus gratos recuerdos de pre-cálculo y geometría―Desde ese momento me encantaron los números nunca me dejaron decepcionada. Son consistentes, comprensibles y ordenados, todo lo que mi vida en casa no era―puso los ojos en blanco―Dios, no es de extrañar que no he tenido una cita en cuatro años. Escúchame.
Santana se estiró sobre la consola central y puso una mano en su muslo.
―Eres adorable.
―Sí, claro.
―¿Me estás tomando el pelo? En la escuela secundaria yo era la chica mala... y ¿de quién crees que esta chica mala siempre se había enamorado?―pasó su mano libre sobre su pecho, provocando su pezón―Las bonitas, inocentes del tipo de discurso de despedida... las chicas buenas. Las chicas a las que les gustaba la clase de matemáticas y se sonrojaban cuando me sorprendieron mirando―besó mi mejilla susurrando―Eres hermosa cuando te ruborizas.
Inhaló con rapidez, casi perdiendo su giro en el estacionamiento del supermercado.
―Y eres increíblemente encantadora.
Abrumada por la proximidad de Santana, rápidamente se detuvo en un lugar cerca de la entrada principal. Debido a que la morena había tomado un taxi hasta su lugar de trabajo anoche, conducir juntas esta mañana había sido una obviedad.
Por desgracia, la disposición no le permitía aclarar su cabeza.
―Peligrosamente encantadora.
―Encantadora, sí. ¿Peligrosa?―Santana se encogió de hombros mientras se desabrochaba el cinturón de seguridad.
―Soy inofensiva.
La fuerza de los sentimientos que Santana agitaba dentro de ella era cualquier cosa menos inofensiva.
Le gustaba Santana, mucho, pero tenía tantas cosas que mantener unidas en su vida. Si dejaba escapar cualquiera de ellas, fracasaría tanto a Tina como a ella misma.
El romance era una distracción, una que casi inevitablemente conduciría al dolor.
Difícilmente parecía justo arriesgar el orden relativo que finalmente había traído a su vida y la de Tina por algo que pudiera destrozarla si terminaba mal.
Por supuesto, ninguno de sus miedos la convencería de cancelar su día juntas.
Oh no.
Independientemente de lo que dijo su instinto, estaba decidida a ver dónde las llevaba el fin de semana.
Se sentía bien y se divirtió de una manera que no había hecho en años, y no quería que terminara.
Extender su cita otro día, diablos, incluso dos, era una simple cuestión de abrazar la alegría donde pudiera encontrarla. Y no tenía que ser nada más de lo que era: un buen momento.
Sonrió.
―Tal vez tenemos diferentes definiciones de ‘inofensiva’. Mi trasero todavía está adolorido por esa nalgueada de anoche.
Arqueando el labio, Santana dijo:
―Bueno, te merecías eso. Y parecías disfrutarlo... mucho, muchísimo, si tu coño empapado era algún indicio.
Se estremeció ante la vulgaridad, la cara se calentó al instante. Una vez más, como lo había hecho la noche anterior, la palabra la excitó y la perturbó.
Contuvo la respiración cuando la morena pasó sus dientes sobre su cuello, mordiendo suavemente. El leve dolor le produjo una pequeña emoción a través de su cuerpo, y de repente, avergonzada fue lo último que se sentía.
Santana se hecho hacía atrás con una suave lamida en la garganta.
―Lo digo en serio. Cuando te ruborizas así, toma todo lo que no tengo para tirarte y simplemente tomarte.
Su coño se apretó. Apretando los dientes, dijo:
―Tenemos que ir al super antes de que pedirte que hagas exactamente eso.
―Exhibicionista―se rió―Venga. Sólo necesito tomar unas cuantas cosas. No tardaré mucho―abrió la puerta del coche y salió como si nada.
Necesitaba unos buenos diez segundos para recordar cómo usar sus piernas. Finalmente se bajó del coche, poniendo los ojos en blanco cuando Santana le dio una sonrisa enorme.
―Orgullosa, ¿verdad? ¿De burlarse de la inapetente sexual?―esnifó, fingiendo pasar por delante la morena―Soy un blanco fácil, lo entiendo.
Santana la agarró de la muñeca y tiró de ella hacia atrás, tirándola contra su pecho en un posesivo pero tierno abrazo. Bajando la voz a un murmullo, dijo:
―No serás una inapetente sexual cuando haya terminado contigo.
Sonriendo, echo un vistazo alrededor del estacionamiento para asegurarse de que nadie estaba al alcance del oído, luego se acomodó en los brazos morenos.
―¿Lo prometes?
―Lo prometo. Cuando vayas a trabajar el Lunes por la mañana y te sientas en tu silla de la oficina, estarás pensando en mí. Porque todavía podrás ser capaz de sentir lo que voy a hacerte este fin de semana.
Cerró los ojos, luchando contra el aplastamiento de las necesidades físicas que las palabras de Santana provocaron. Era sorprendente la rapidez con que su deseo sexual recién despertado borró todos sus temores y dudas acerca de pasar el día con la morena.
En este punto ya no importaba que tuviera miedo de todas las formas en que esto podría resultar complicado.
Necesitaba sentirla dentro de ella de nuevo. Incluso si tuviera miedo de que el Lunes por la mañana también traería un patético anhelo por más, ya era demasiado tarde para hacer algo al respecto ahora.
Estaba enganchada.
Santana la besó en la oreja, la apretó por el medio, y luego la soltó.
―Vamos a apurarnos y conseguir estos comestibles. Cuanto más pronto comamos, más pronto podremos volver a la cama.
Abrió los ojos.
―De acuerdo.
Terminaron su viaje del supermercado en un tiempo récord, y cuando llegaron al departamento de Santana, tenían tanta prisa que apenas tuvo la oportunidad de echar un vistazo a su alrededor en la decoración, mientras seguía a la morena dentro.
La habitación del frente contenía mobiliario sencillo, elegante y cuatro libreros que estaban atiborrados a reventar. Algunas fotos colgaban en la pared, pero no tenía tiempo para estudiarlas antes de que Santana las llevara a una cocina inmaculada.
―Wow―miró a su alrededor con asombro mientras la morena ponía sus bolsas de la compra en la encimera.
La habitación parecía como si perteneciera a un departamento diferente, uno mucho más grande, posiblemente como el del penthouse que acababan de dejar.
Santana tenía aparatos de cocina totalmente nuevos de todas las formas y tamaños que cubrían las anchas, encimeras de piedra, incluyendo algunos que no reconoció.
Su doble horno era hermoso y parecía carísimo, dudaba que hubiera venido con el departamento.
―Esta es una instalación bastante increíble.
Santana abrió el refrigerador, que pudo ver estaba lleno de verduras frescas y quesos, y sacó un cartón de huevos.
―Gracias. Mi cocina es mi única verdadera indulgencia―agarró una licuadora de debajo de la encimera, entonces rápidamente comenzó a verter y medir los ingredientes―Paso mucho tiempo aquí.
―¿Puedo hacer algo para ayudar?
―Siéntate ahí y déjame admirarte mientras te preparo el desayuno.
Se sentó en el taburete a través de la encimera.
―Puedo hacer eso.
La morena dejó lo que estaba haciendo y se inclinó sobre la encimera, besándola en los labios.
―¿Cuándo fue la última vez que alguien te cuidó?
Ruborizándose, dijo:
―No puedo recordar.
―Este fin de semana, estaré haciendo precisamente eso.
Era en contra de la naturaleza confiar en cualquier persona, para cualquier cosa. Siempre había sido la cuidadora en su casa, incluso cuando era pequeña, por lo que no ser la que estaba haciéndolo tenía una tendencia a ponerla incómoda.
Pero no sintió ninguna molestia con Santana.
Así como la morena la había puesto a gusto sobre someterse a una amante dominante, su tranquila competencia en la cocina le permitió ver, contenta, como le preparaba una comida.
Anoche había hecho un claro impacto.
Hoy se sentía casi como una persona diferente. Una persona más feliz, relajada.
Cruzó las manos sobre la encimera y exhaló, disfrutando de la inusitada paz de una mañana libre de responsabilidad.
―Te ves feliz.
Se echó a reír.
Normalmente mantenía cerca sus emociones, pero al parecer Santana no tenía problemas para leerla.
―Lo estoy. Esta es una bonita mañana.
―Bien―Santana pulsó la licuadora―Yo también estoy feliz―vertió la pasta que había mezclado en un recipiente, lo cubrió con envoltorio transparente, y lo colocó en el refrigerador. Luego sacó un cuchillo afilado y comenzó a cortar champiñones frescos.
En la tienda, le había dicho que le estaba haciendo una crepa dulce y una salada, y había ofrecido una lista de productos salados que pudiera incorporar.
Habían establecido en huevo, cebolla caramelizada, y crepas de champiñones, que sería seguida de la crepa de chocolate con avellanas el favorito de Santana.
Viéndola moverse alrededor de la cocina con confianza, intuyó que estaba en un verdadero placer.
La mujer sabía cómo follar y, al parecer, sabía cómo cocinar, también.
Escudriñó la habitación, buscando cualquier cosa que pudiera darle más información sobre quién era Santana.
Una pequeña mesa con dos sillas colocada detrás de ellas. Colgando sobre la mesa, a la vista de la cocina, había una foto de una preciosa chica con una estructura ósea familiar.
Miró entre la foto y el hermoso rostro de Santana un par de veces, tratando de decidir si la mujer de la foto era la mamá de la morena.
Y si era aceptable preguntar.
―Esa es mi mamá.
Saltó ligeramente.
Era como si le estuviera leyendo su mente. Desconcertante, por decir lo menos.
―Ella es hermosa.
Santana levantó la cara y miró la fotografía. Podía ver el amor teñido de tristeza en sus ojos.
―Lo creo, también.
―Te pareces a ella.
Después de haber cortado una cebolla, las repentinas lágrimas de Santana podrían haber sido sólo una reacción al penetrante aroma, pero no lo creía.
Era evidente que se trataba de un tema difícil.
―Gracias.
―Lo siento, no fue mi intención arruinar nuestra mañana feliz―se acercó a
la encimera y frotó una lágrima con su pulgar―Hablemos de otra cosa.
Santana sacudió la cabeza, luego se encogió de hombros alejándose y se secó los ojos con el dorso de la mano.
―Es sólo esta cebolla. Estoy bien.
―Está bien―deseando saber cómo moverlas para pasar este momento, buscó algo que decir.
Frustrada cuando se quedó en blanco, tiró de sus manos y las dobló en su regazo.
―Yo ni siquiera sabía qué aspecto tenía, mi mamá, hasta que tuve dieciséis
años.
Sorprendida de que Santana había decidido compartir algo tan personal, estaba atrapada entre simpatía e inquietud. Esta conversación estaba muy lejos del sexo casual.
Sin embargo, quería saber más.
―¿Tu papá nunca te mostró una foto?
―No. Nunca tuvimos ninguna alrededor de la casa. Ni siquiera hablábamos de ella. La primera vez que recuerdo haberle preguntando por mi mamá, me dio una bofetada tan fuerte que me caí. Yo tenía cuatro años, pero nunca lo olvidaré―sus manos seguían moviéndose mientras hablaba. Puso las cebollas y los champiñones en un sartén para comenzar a caramelizar, luego se giró hacía los huevos―Cuando reuní el valor de preguntarle cómo era cuando tenía doce años, me dijo que todas las fotos de ella habían sido destruidas en un incendio. Y que como yo era la razón por la que ella se había marchado, la razón por el que ella estaba muerta, no merecía verla, de todos modos.
―Oh, Santana―tragó saliva, enferma del estómago ante la idea de que cualquier niño fuera tratado de esa manera.
Que ese niño hubiera sido Santana, la amable, guapa, considerada Santana, era casi insoportablemente doloroso.
―Eso es horrible. No lo merecías.
La morena hizo una pausa en sus preparativos y le dio una sonrisa tensa.
―Lo sé. Él era un bastardo.
Miró por encima del hombro a la vivida imagen en la pared.
―Entonces, ¿de dónde sacaste la foto? ¿De tus abuelos?
―No, mi papá había estado alejado de su familia durante años. Y nunca me dijo nada acerca de la familia de mi mamá, por supuesto―hizo una pausa, y esperó pacientemente a que revelara más―Un día, cuando estaba en la secundaria, me escape de clase y fui a casa a media tarde. Mi papá trabajaba de noche, estoy medio convencida de que era sólo para no tener que verme, y él estaba inconsciente en el sofá. Estaba rodeado de botellas vacías de cerveza, y tenía esas fotos esparcidas por la mesa de café. Vi una de una mujer que pensé que tal vez se parecía un poco a mí, así que la agarré y vi el nombre de mi mamá escrito en la parte de atrás. Fue entonces cuando me di cuenta de que mi papá había mentido. Tenía fotos de ella, pero era demasiado rencoroso para compartirlas.
Apartó la atención de la foto para ver el ballet experto en la cocina. A pesar de la emoción en su voz, nunca perdió un segundo, vertiendo la masa de las crepas en un sartén limpio, luego rodeando alrededor para cubrir el fondo.
―¿Lo confrontaste?
―No, tomé la foto y me fui. Fui a la casa de mi mejor amiga y se la di. Le hice prometer que la mantendría a salvo, porque sabía que si mi papá la encontraba, nunca la vería de nuevo. Y significaba tanto para mí, verlo―de espaldas tensó los hombros y su voz se tensó―Sé que suena tonto, pero finalmente ver su rostro... era la primera vez que me sentía como si alguien me quisiera. O me amaba. A pesar de que mi papá me dijo que ni siquiera querían un bebé, que yo era un error, no lo podía creer cuando finalmente vi los ojos de mi mamá. Eran demasiado amables. Y demasiado parecidos a los míos.
Se enjugó los ojos.
Si Santana no estuviera tan ocupada con muchas tareas, ya se habría apresurado a abrazarla.
―Estoy segura de que ambos te querían, cariño. De lo contrario, ¿por qué tu papá te habría mantenido todos estos años?
―No lo sé. Para castigarme, tal vez―le dio una mueca de disculpa por encima del hombro―Lo siento, esto es demasiado para compartir en una primera cita. No quiero asustarte.
Primera cita.
Qué Santana pensara en este desayuno de esta manera daba a entender que veía esto como algo más que sólo sexo casual. Y, aterradoramente, estaba empezando a olvidar por qué eso sería algo malo.
Hasta el punto en que se sintió obligada a tranquilizar a Santana que se necesitaría mucho más que hablar de su pendejo papá para disuadirla de seguir adelante con lo que estaba pasando entre ellas.
Se rió.
―Estás hablando con una mujer que una vez llegó a casa de la escuela primaria para encontrar que la hermosa cama de dosel que su abuela le había dado había desaparecido de su habitación, vendida por drogas. Después de eso, dormía en un colchón en el suelo. Mis padres nunca reemplazaron esa cama, a pesar de que tenían uno de los suyos. Tina nunca tuvo una cama en absoluto. Ella fue directamente de la cuna al colchón conmigo.
Santana volteó la delgada crepa en el sartén, moviendo la cabeza.
―Tuvimos algunas infancias jodidas, ¿verdad?
―La mía sólo me ha hecho más fuerte.
Eso es lo que había estado diciéndose durante años. Incluso si su infancia hizo difícil confiar en otras personas, y para relajarse, había aprendido la autoconfianza a una edad temprana.
En muchos sentidos, estaba agradecida ahora.
―Claro, me hubiera encantado la oportunidad de ser sólo una niña. Pero en vez de eso aprendí a hacerlo por mí misma. Me puse a cuidar de Tina. Y estoy orgullosa de ello. Es lo mejor que he hecho.
―Deberías estar orgullosa. Eres una mujer increíble, Brittany. En verdad―la
miró juguetonamente―En todos los sentidos.
El aroma de la comida la golpeó de repente, haciendo que su estómago retumbara.
―Así como tú. Lo que sea que estás haciendo ahí huele absolutamente delicioso.
―Gracias. Está casi listo.
Sus pensamientos volvieron de nuevo a la historia de Santana.
No podía imaginar a un hombre que pudiera mantener una cólera fuera de lugar por muchos años, hasta el punto en que se negó a mostrarle a su única hija una foto de su propia mamá.
Cuán desgarradoramente cruel.
Se levantó y rodeó la encimera, mirando como Santana transfería la comida en dos platos.
―¿Entonces tu papá nunca se dio cuenta de que habías tomado la foto de tu mamá?
Santana se inclinó hacia la encimera, aplicando algunos toques finales a sus platos.
―Él me estaba esperando cuando llegué a casa esa noche. Me recibió en
la puerta con el puño.
―Ouch.
―La escuela había llamado para decirle que había faltado a mis clases de la tarde. Obviamente él junto dos y dos, la foto desaparecida, la chica no está donde se supone que estaba. Así que esperó a que yo llegara a casa y me emboscó. Me golpeó contra la pared y me gritó que se la devolviera―puso la espátula hacia abajo, finalmente se alejó de la encimera. Se quedó mirando fijamente a través de la pared, reviviendo con claridad ese día―Le dije que ya no estaba. Que había sido destruida, y que él nunca la volvería a ver. Él tenía otras fotos de ella, yo sólo había tomado una, pero quería lastimarlo como él me lastimaba a mí. Cuando le dije eso, él me golpeó, fuerte, en el pecho―su mano se desvió hacia su pecho derecho, acunándolo tiernamente―Así que le di un rodillazo en las pelotas.
Se adelantó y la tomó de la mano.
Esto era realmente un material intenso de una primera cita, pero saber que Santana confiaba en ella lo suficiente para hablar de un recuerdo tan doloroso era embriagador.
Aturdida por el don de la confianza, quería mostrarle que estaba aquí y que estaba escuchando.
―¿Él te dejó ir?
Santana sacudió la cabeza.
―Me tiró en el suelo y se puso encima de mí. Me abofeteó, me dio de puñetazos, agarró puñados de mi carne y la retorció, exprimió, entonces finalmente envolvió sus manos alrededor de mi garganta. Pensé que iba a matarme. Entonces se detuvo, y vi el miedo en sus ojos, y supe, que casi
lo hizo. Él casi me mata.
―¿Es eso cuando te fuiste?―ya no estando satisfecha con simplemente sujetarle la mano, envolvió sus brazos alrededor de su cintura y la abrazo con fuerza.
―Sí, unos diez minutos después. Me dejó levantarme del suelo y me dijo que empacara mis cosas y me fuera. Que había terminado conmigo. Corrí a mi habitación, tiré tanto como pude en mi bolsa de lona, y luego me fue a vivir con mi mejor amiga―le dio un suave abrazo, luego la soltó con un beso en la parte superior de su cabeza―La crepa salada está lista. Vamos a sentarnos a la mesa y comer. Voy a hacer una dulce en breve.
Asintió.
―Creo que tomaré un vaso de agua. ¿Qué hay de ti?
―Lo mismo, gracias―Santana llevó sus platos a la mesa, y luego se giró para tomar los dos vasos de agua helada que había servido. Los puso sobre la mesa y se apresuró a sacarle la silla.
―Tan educada.
Las mejillas morenas se ruborizaron.
―Sólo cuidándote.
Con la boca echa agua, tomó el dominio del platillo. Las crepas eran hermosas, el aroma celestial. No podía recordar la última vez que le habían servido una increíble comida, si alguna vez lo habían hecho.
―Oh, wow.
―Espero que te guste―alisó la servilleta en su regazo y buscó su mirada―¿Pensarás que soy una idiota si te digo que estoy nerviosa como el infierno ahora mismo?
―¿Por qué?―cortó un bocado limpio de un extremo de su crepa, asegurándose de obtener porciones iguales de champiñones, cebolla y huevo―Esto se ve increíble. Estoy segura de que sabe igual.
―Nunca he cocinado para alguien así antes.
―¿Nunca?
―Bueno, sólo para mi amiga Quinn. Pero ella me conoce de siempre. Hace tiempo que no me importa impresionarla―giró el tenedor entre el pulgar y el dedo índice, lanzando su mirada entre su primer bocado y boca―Eres la segunda persona en probar mi comida.
Consciente de que necesitaba un comentario, metió el bocado de comida caliente en su boca. El sabor explotó en toda su gama de colores, sacando un gemido bajo desde el fondo de su pecho.
Cerró los ojos en apreciación mientras masticaba e ingería, ya salivando por más.
―¡Mierda, Santana!―cortó otro bocado, se lo metió en la boca con un murmullo satisfecho―Esto es tan jodidamente bueno.
El cuerpo entero de la morena se relajó.
Sonriendo, tomó un bocado de su propio crepa, asintiendo con la cabeza en acuerdo.
―No está mal, ¿eh?
―¿No está mal?―normalmente ella no hablaba con la boca llena, pero no quería dejar de comer lo suficiente para ser educada―Eres realmente talentosa, Santana. En serio. No puedo recordar la última vez que comí algo tan bueno―hizo una pausa para masticar, contoneándose de placer ante lo dulce de la cebolla caramelizada―Podrías hacer esto profesionalmente. ¿Por qué no haces esto profesionalmente?
Santana se encogió de hombros, inusualmente tímida.
―He pensado en ello. Pero no tengo ninguna experiencia, nunca he estado en la escuela culinaria…
―Al diablo con eso―señalando a su crepa a medio comer con el tenedor, dijo―Puedes cocinar―se quedó en silencio, considerándolo―Probablemente ganas más dinero como acompañante, ¿eh?
―Sin duda. Pero no puedo vender mi cuerpo para siempre. Tampoco quiero hacerlo para siempre. He estado ahorrando dinero desde hace años, a la espera de reunir el valor para hacer un cambio. La idea de entrenarme para ser un chef... me ha pasado por la cabeza―la miró tímidamente―Gracias por el empujón de confianza. Significa mucho.
―De nada. Gracias a ti por una mañana absolutamente increíble―sacudió la cabeza, divertida―Desde el mejor sexo hasta el mejor desayuno. ¿Hay algo que no puedas hacer?
―Las matemáticas.
Se rió.
―Creo que nos complementamos bien, entonces.
―Eso es seguro―se reclinó en su silla, cruzando sus bien definidos brazos sobre su pecho. Deslizó su mirada de su boca a sus pechos―En la cama y afuera.
Se calentó bajo la apreciación de Santana. Dejó el tenedor y apartó el plato a un lado, cruzando las manos sobre la mesa.
―Quiero que sepas, cuando te pregunté por qué no cocinabas profesionalmente, no fue porque no crea que ser acompañante no es una opción tan válida. Lo es totalmente. Y eres increíble en lo que haces.
Santana se calmó lo suficiente para que notara un cambio sutil en su estado de ánimo.
―Honestamente, empecé a venderme cuando tenía diecisiete años, unos cinco meses después de que me fui de casa, porque estaba en la calle y abandone la escuela secundaria y no podía imaginar cualquier otra opción. Conocí a un hombre que se ofreció a ayudarme, él conseguiría a los clientes, sólo tenía que aparecer y dejarlos tener sexo conmigo. Po eso conseguía el cuarenta por ciento de lo que mi proxeneta cobraba. Al principio fue muy difícil. Odiaba a los malditos hombres, y aunque mi proxeneta era un tipo relativamente agradable, era evidente que estaba usándome. Durante un tiempo me convenció de que no podía hacerlo sin él.
Luchó contra una punzada de culpabilidad.
Santana había caído en esta vida porque no sabía qué otra cosa hacer. La gente la había estado utilizando para el placer impersonal desde que era una niña, incluso más joven que Tina, se dio cuenta con un estremecimiento.
―Lo siento, Santana.
La morena sonrió y sacudió la cabeza.
―Dejé a mi proxeneta cuando tenía veinte años. Él no estaba contento, me dio una paliza, en realidad, pero me mantuve firme―señaló su tatuaje, cuya mitad estaba oscurecida por la manga―Me puse esto cuando dejé a los malditos hombres. Un símbolo de mi independencia.
―Entonces, ¿cómo acabaste en Xtreme Encounters?
―Conocí a Sue Sylvester en una fiesta sólo unos meses después, y me contrató para trabajar para Xtreme prometiéndome reservarme citas sólo con mujeres, que era una clientela que ni siquiera me había dado cuenta de que existía. Eso es cuando la venta de sexo pasó de ser una pesadilla a, honestamente, un poco de ensueño. No siempre me encanta el sexo que tengo, pero puede ser divertido. Lo más importante, sé que mis clientas me aprecian, que he ayudado a muchas mujeres a sentirse menos solas, y más deseadas, y eso es innegablemente satisfactorio―con un encogimiento de hombros se enderezó y empezó a recoger sus platos vacíos―Pero tengo casi treinta ahora. Es probable que sea hora de demostrar que puedo hacer más que follar.
Puso su mano sobre la de la morena.
―Sea lo que decidas, estoy segura de que serás genial.
―Gracias―vaciló un momento, luego cubrió sus dedos con los de ella con su mano libre―Sabes, reafirmo lo que dije antes, acerca de querer devolver tu dinero. Sea lo que sea que estamos haciendo es muy mutuo. No me siento bien acerca de que me paguen por nada.
Sintiendo que esto era un argumento que no podía ganar, y particularmente no quería hacerlo, asintió.
―Bien.
―Bien―santana exhaló, mirándola con los ojos brillantes, oscuros.
Podía ver que ella había terminado de hablar, ahora que sus estómagos estaban llenos y las emociones estaban aflorando de nuevo. En un único, emocionante instante, ella era una vez más el único foco de la necesidad primaria de Santana.
―Te quiero otra vez.
Su corazón palpitaba.
―Entonces me tienes.
Santana se lamió los labios, luego se levantó y llevó sus platos al fregadero. La observó desde la mesa, esperando ver lo que iba a hacer a continuación.
La tensión sexual colgaba pesadamente en el aire, y era sólo cuestión de tiempo antes de que explotara.
Pero cuando la morena se dio la vuelta, parecía nerviosa, y casi insegura.
―¿Me disculpas unos minutos?―Santana se apoyó en el fregadero―Tengo... que ocuparme de algo.
Tenía la sensación de que lo que realmente necesitaba la morena era un momento para despejar su cabeza.
Y eso estaba bien para ella.
Se sentía tan sacudida por la intimidad entre ellas como Santana parecía.
Nunca habiendo estado conectada con alguien en este nivel, no sabía muy bien cómo proceder.
Quería volver a la cama, pero sabía que ya no era sólo sexo. No ahora que realmente le importaba Santana.
―Voy a limpiar―se levantó y fue al fregadero, tocándole el brazo sin mirarla a los ojos―Tómate todo el tiempo que necesites.
―No tienes que hacer eso.
Siempre que se abrumada, limpiaba. Era la forma más fácil de recuperar un sentido de control sobre su vida.
―Quiero. Además, tengo la impresión de que nadie ha estado cuidando de ti, tampoco.
―Gracias―Santana le cogió la muñeca mientras alcanzaba un plato sucio―Vuelvo enseguida, ¿de acuerdo?
Pudo escuchar un rastro de ansiedad en la voz, como si temiera que huyera si la dejaba fuera de su vista.
Haciendo acopio de su valor, envolvió sus brazos alrededor de la cintura de Santana y apoyó la cabeza en su pecho. La morena le devolvió el abrazo con un suspiro agradecido.
No, no tenía la intención de irse.
No podía.
Apartándose, le dio unas palmaditas en el trasero y pasó junto a ella hacia los platos.
―Estaré aquí.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
hola morra,...
me gusta que se estén conociendo y hablen de su pasado!!
que tanto hace o fue hacer san???
me encanta como van las cosas!!!
nos vemos!!
me gusta que se estén conociendo y hablen de su pasado!!
que tanto hace o fue hacer san???
me encanta como van las cosas!!!
nos vemos!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
Hola!!!!! que juventud de mierda de las chicas!! pero se han encontrado, veremos que pasa ahora!!
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
Que mal lo pasaron de niñas, como que britt esta que si que no decidete mujer si no me la quedo yo
Isabella28****** - Mensajes : 378
Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
Que tonteria es esa de Brittany que no tiene tiempo para una relacion, al diablo con eso, es hora entonces, y quien mejor que Santana?????
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,...
me gusta que se estén conociendo y hablen de su pasado!!
que tanto hace o fue hacer san???
me encanta como van las cosas!!!
nos vemos!!
Hola lu, a mi tmbn! eso tmbn es bueno...las ayuda, no¿? jajajjaaj. Interesan pregunta...interesante jajajaja. A mi tmbn! si son tan lindas jajajaja. Saludos =D
monica.santander escribió:Hola!!!!! que juventud de mierda de las chicas!! pero se han encontrado, veremos que pasa ahora!!
Saludos
Hola, la vrdd esk si =/ ambas sufrieron por su lado...Eso es lo bueno! salio el sol para ellas! jajajaj. Saludos =D
Isabella28 escribió:Que mal lo pasaron de niñas, como que britt esta que si que no decidete mujer si no me la quedo yo
Hola, si q si =/ algo más q las une, no¿? JAjaajja xD como la canción dices tu¿? jajaajjaaj, esperemos y tome la mejor decisión para ella...y san xD Saludos =D
micky morales escribió:Que tonteria es esa de Brittany que no tiene tiempo para una relacion, al diablo con eso, es hora entonces, y quien mejor que Santana?????
Hola, nose q esta pensado, se estuvo postergando y lo sigue haciendo la vrdd ¬¬ Y te encuentro toda la razón con q san es la mejor opción jaajjajaaj. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Cap 9
Capitulo 9
Se escapó a su dormitorio.
Odiaba dejar a Brittany sola cuando todo lo que realmente quería era tocarla, pero hablar de su pasado la había desmoronado y provocado su instinto natural de retirarse.
Por mucho que quería hacer el amor con Brittany, necesitaba centrarse antes de que pudiera actuar.
Compartir su cuerpo no era una opción cuando se sentía así expuesta.
Nunca le había contado a nadie esa historia de la fotografía de su mamá. Ni siquiera a Quinn, que había sido su mejor amiga desde hace ocho años.
No tenía idea de lo que la había poseído para ofrecer tanto a una mujer a la que apenas conocía. Tal vez fueron los amables ojos azules, o su hermoso cuerpo, o la forma en que sus abrazos hacían que creyera que la vida de repente estaba llena de nuevas posibilidades.
Cualquiera que sea la razón, confiaba en la rubia. No debía sentirse de esa manera con una mujer que sentía que podría fácilmente romperle el corazón, pero ahí estaba.
Cerró la puerta del dormitorio, contenta por el breve respiro. Cerró los ojos y exhaló, tratando de calmarse.
No quería estar lejos demasiado tiempo. Cuanto más tiempo Brittany estuviera sola, es más probable que iba a tener dudas acerca de quedarse durante el resto del día.
Había visto destellos de incertidumbre en los ojos azules durante toda la mañana; probablemente estaba simplemente buscando una razón para irse.
Lo sabía.
Brittany estaba asustada.
Así como ella, porque todo lo que estaba pasando entre ellas era de miedo, la conexión instantánea, la confianza irreflexiva que había surgido como si nada en absoluto.
Era aterrador pero también emocionante.
Una química así no aparecía muy a menudo, si acaso. Al menos no para ella.
No quería hacer nada para joderlo.
Eso significaba que necesitaba una inyección de confianza, y rápido.
Cruzó la habitación y abrió el cajón inferior de su cómoda. A pesar de que no solía follar por placer, siempre tenía un arnés de correa y consolador listo y esperando.
Usar un pene la hacía sentirse poderosa y en control, que era exactamente lo que necesitaba en ese momento. Que Brittany también disfrutaba el usar juguetes fue fortuito y sólo una de las muchas razones por las que estaba enamorándose de ella.
Se desabrochó los jeans y los empujó hasta los tobillos, junto con su boxer
ajustado. Rápidamente se abrochó el arnés alrededor de sus caderas, luego colocó el consolador a través del anillo.
Su pene era lo suficientemente duro para follar, pero con una base flexible para que pudiera usarlo para meterlo.
Satisfecha por el familiar peso del falo entre sus piernas, se detuvo un momento para apuñar su longitud, ya anticipando lo bien que se sentía enterrar el grueso eje dentro coño apretado de Brittany.
Consciente de que la rubia era suya para tomarla, y esperando, dobló el consolador en su lugar, luego tiró de sus bragas para ocultarlo.
Después de un momento de consideración, encontró un par de holgados jeans en la cómoda y se los puso, también. Comprobó su reflejo en el espejo, satisfecha de ver que el consolador no era evidente debajo de su ropa.
Quería que la adición fuera una sorpresa, una que Brittany no notara hasta que la sintiera presionada contra ella. Por desgracia, su pene era un poco más grande que el que la rubia había elegido para la noche anterior, pero con un poco de suerte, estaría dispuesta a tomarlo incluso si todavía estaba un poco adolorida de la primera vez.
Toda la inquietud desapareció cuando regresó a la cocina y vio a Brittany parada junto al fregadero.
Lavó el último de sus platos del desayuno con manos practicadas, eficientes, tarareando en voz baja con una atractiva entonación que hizo que se sintiera caliente por todas partes.
Inmediatamente su mirada se desvió a la tentadora vista del redondo, nalgueable culo de Brittany, que era tan flexible, tan delicioso, tan caliente y apretado por dentro.
Nunca había estado tan atraída por alguien antes, y nunca había jamás deseado tanto a una mujer.
Se deslizó a través de la cocina y envolvió sus brazos alrededor de la cintura de Brittany por atrás. No dijo nada, sólo la sacó lejos de la encimera para que su espalda estuviera pegada contra su pecho.
La rubia ciegamente cogió una toalla y se secó las manos antes de relajarse en su abrazo. Luego giró su cabeza, buscando sus ojos antes de rozar sus labios en un suave beso.
―Bienvenida de nuevo―Brittany susurró.
El deseo subió, la giró en sus brazos y luego la levantó. Usó una mano para apoyarla en el culo, extendiendo la otra sobre sus omóplatos para mantenerla cerca.
A pesar de que estaba tentada a depositar a Brittany en la encimera y simplemente follarla ahí, quería hacer que esto durara. Mejor ir a un lugar más cómodo.
La llevo fuera de la cocina, dirigiéndose a su dormitorio, pero cambió de dirección cuando vio el gran sofá de cuero frente a la televisión. Estaba más cerca, lo que significaba estar dentro de Brittany más rápido.
Colocándola en pie delante del sofá, no perdió el tiempo en desabrochar los jeans de Brittany y empujarlos alrededor de sus tobillos.
Anteriormente, la rubia se había puesto ropa limpia de una bolsa de viaje que guardaba en su coche, y esta fue la primera visión de sus bragas de repuesto.
Eran rosadas y cubierta de arco iris. Pero fue el unicornio de dibujos animados estampado sobre la entrepierna que la sacó de su neblina lujuriosa, haciéndola reír.
―Unicornio, ¿eh?―contenta por la idea de que estas bragas podrían haber sido la inspiración para su palabra de seguridad, pasó el dedo a lo largo de la cintura elástica―Interesante querida.
―¿Cierto?―Brittany le acarició el cabelludo, convirtiendo su risa en un gemido gutural.
La mujer era tan suave, tan gentil, tan adorable. Una vez más, anhelaba ponerla sucia, para hacerla perder el control.
―Si me hubiera dado cuenta de cómo iba a pasar el día, hubiera metido ropa interior más sexy, créeme.
―Son muy sexys―tomó el montículo de Brittany, frotando su carne caliente a través del fino algodón. Le besó el lóbulo de la oreja, encantada por la forma en que su respiración se enganchó―Eres muy sexy―con eso, se sentó en el sofá y le hizo señas hacia adelante―Ven y siéntate en mi regazo.
Sofocada, Brittany se sentó en el sofá y la agarró por las caderas, animándola a horcajadas sobre el ancho de sus muslos. Tiró de la rubia hacia abajo sobre su regazo y la besó, luego movió su mano de nuevo a la entrepierna de las bragas rosadas.
Rompió el beso para que pudiera escuchar el emocionado gemido de la ojiazul mientras trazaba una uña roma a lo largo de su hendidura cubierta de algodón.
―Esa es mi chica―murmuró, aumentando la presión de su tacto―Te encanta cuando juego con tu coño, ¿verdad?
Brittany se movió alrededor en una evidente búsqueda de fricción.
Rechazando ceder tan fácilmente, le hizo cosquillas en los labios a través del algodón, luego más abajo para rozar su abertura. Sus dedos estaban húmedos ahora, la excitación de la rubia no podía competir con la delgada barrera entre ellas.
―Por favor no me provoques―sin aliento, se sentó en su mano―No puedo esperar. No ahora.
Apartó sus dedos antes de que Brittany pudiera encontrar alguna satisfacción. Su retirada no estaba destinada a castigar, pero la rubia lanzó un grito de decepción de todos modos.
Rápidamente, la agarró las caderas y la forzó a bajar sobre la dura protuberancia oculta en sus jeans. La protesta de la rubia murió con un jadeó agudo de realización.
La mantuvo en su lugar.
―Será mejor que creas que voy a provocarte, y te va a encantar cada segundo de eso. También lo apreciarás, porque necesito prepararte para tomar esto―puntualizo sus palabras con un empuje de sus caderas, conduciendo el firme pene en los sensibles pliegues de Brittany―Es un poco más grande que el de anoche, querida, pero prometo que se sentirá tan bien.
Brittany se agarró a sus hombros, meciéndose violentamente.
―Sólo fóllame, Santana. Por favor.
Sabía por el tono de la rubia que no estaba de humor para jugar. Pero eso no quería decir que estaba lista para sacar su pene todavía. Quería sacar el
momento, para prepararla totalmente.
―Álzate―dijo apretándole las caderas―Deja que te toque.
Brittany se levantó sobre sus rodillas, llevando su pecho agitado al nivel con su cara. En el mismo movimiento, ella tiró de su camisa sobre su cabeza y la arrojó detrás del sofá. Luego se desabrochó el sujetador, retirándolo de los hombros para mostrar sus pechos desnudos. Colocó la mano en la espalda pálida para mantenerla firme y se inclinó para chupar un pezón erecto en su boca.
Su piel sabía tan bien, una mezcla de gel de ducha de esta mañana, ligero sudor, y el sabor único de Brittany Pierce.
Lamió alrededor de su pezón, emocionándose en la sensación de que la piel se endurecía bajo su lengua. Coló su mano entre los muslos y frotó su sexo a través de sus bragas empapadas, encantada por el pequeño gruñido de placer que sacó con los inquisitivos dedos.
―Santana―la forma en que susurró su nombre levantó la piel de gallina en sus brazos―Más.
―¿Debo hacer algo con estás?―tiró suavemente en la entrepierna de las bragas, luego trazó la punta del dedo a lo largo del borde elástico de una pierna, muy cerca de deslizarse por debajo―¿Están en el camino?
Brittany asintió frenéticamente.
―Quítalas.
Pero simplemente empujó el material empapado a un lado. Ella inclinó la cabeza, mirando sus dedos jugar con los pliegues rosados resbaladizos que había revelado.
―No, dejémoslas. Son tan jodidamente lindas―levantó la cara e hizo contacto visual mientras deslizaba un dedo dentro de Brittany, profundizando―Te ves tan encantadora en ellas.
La rubia echó los brazos alrededor de sus hombros y se estremeció, frotándose contra su palma.
―No me siento ‘encantadora’ en este momento―se levantó sobre sus rodillas, luego volvió a hundirse en su dedo con un gemido satisfecho―Y voy a follarme si eso es lo que se necesita para quitarlas.
La risa estalló en su pecho. Su diversión parecía estimular a Brittany, conduciéndola a empujar sus caderas aún más rápido. Miraba, embelesada por la feroz determinación en el rostro mientras perseguía su liberación.
La mandíbula apretada, los ojos ardientes, irradiaba una intensidad que no había visto antes.
Así que esto estaba en el control de Brittany.
Caliente.
Caliente, pero sólo una de ellas podía estar a cargo.
Retiró su dedo sin previo aviso, provocando un lamento de protesta que la hizo estremecerse con pesar.
Le lamió uno de los pezones, luego el otro, para disculparse por haberla dejado con ganas. Luego la agarró del culo, inclinándola en el sofá, y tiró de las caderas hacia adelante para poder enterrar su cara entre sus muslos.
―Oh―Brittany amenazó con caer hacia atrás, pero la mantuvo en posición vertical en su agarre de hierro.
Deslizó la lengua en la raja de Brittany, a través de sus bragas, y luego enganchó un dedo en el elástico de la pierna y jaló a un lado la tela que cubría.
Volvió con entusiasmo, empujando su boca y nariz en el coño disfrutando de la humedad que cubría su rostro.
―¡Oh!―Brittany volvió a gritar, y colocó una mano encima de la cabeza su, la otra en el hombro―Oh.
No pasó mucho tiempo antes de que vio la sabiduría de seguir la sugerencia de la rubia.
―Vamos a sacar las bragas―gruñó ella, y sin esperar una respuesta, les dio un tirón hacia abajo bruscamente, dejándolas justo por encima de las rodillas―Usa tus manos para abrir tu coño para mí.
La garganta de Brittany se tensó. Nunca vaciló mientras obedecía, usando sus dedos para mantener abierto sus labios vaginales y exponer su clítoris hinchado y su entrada resbaladiza a su boca hambrienta.
Manteniendo un ligero contacto al principio, trazó los pliegues con su lengua, prestando especial atención a su hendidura. Metió la lengua brevemente, lo suficiente como para atormentar, luego se movió hasta chupar su clítoris como si fuera un pene pequeño.
Meciéndose contra su cara, Brittany soltó un gruñido salvaje que hizo que se endureciera su clítoris. Sus movimientos se hicieron más errático y agresivo mientras la empujaba más cerca de la liberación, hasta que estaba literalmente follándole la boca.
Cuando la rubia llevó una mano para acunar la parte posterior de su cabeza frotando su coño por toda la nariz, las mejillas y su boca, se dio cuenta de que no estaba a cargo de este encuentro.
Ya no.
Pero, increíblemente, no le importaba.
Su lengua estaba enterrada dentro de Brittany, y había desatado el lado animal de una mujer que necesitaba desesperadamente perder el control.
Una mujer que le importaba.
Tener a la rubia para usarla por placer no fue menos emocionante que usar a Brittany.
Se sentía segura, y excitada, y eso era todo lo que realmente importaba.
Cuando estuvo segura de que la ojiazul estaba justo en el borde, hizo girar un solo dedo a través de su humedad y jugueteo en su entrada. Brittany jadeó, apretando su agarre en su cabeza.
―Fóllame. Ahora.
Sacó su dedo del coño de Brittany, inclinándose hacia arriba y presionando más profundo hasta que tocó el círculo apretándole el ano. Un gemido profundo, vibrante retumbó en el pecho de la rubia mientras recogía la mayor cantidad de humedad que podía, luego presionó lentamente dentro.
El efecto fue inmediato, Brittany cerró las piernas, arqueó su espalda, y convulsionó en su boca con un agudo grito de placer.
Voraz, siguió en la tarea mientras ambas manos de la rubia volaban de sus hombros para sujetarse contra el sofá. Movió la cabeza de lado a lado, amando los ruidos que Brittany hacía mientras su clímax llegaba a una conclusión estremecedora.
Retiró el dedo del culo, y luego se alzó para encontrarse con ella en un beso mutuo.
Brittany se hundió en su regazo, rodeando sus hombros con los brazos mientras sus lenguas se encontraban. La abrazó con fuerza, excitada por el pensamiento de la humedad de la rubia empapando sus jeans. Aún más excitante era la forma en que le lamía la lengua, los labios y las mejillas, limpiando sus jugos de su cara.
Rompió el beso.
―¿Lista para mi pene?
En lugar de responder, Brittany buscó el botón en sus jeans y ella no se movió para ayudarla, disfrutando de la visión de las manos tan ansiosas de meterse en sus pantalones.
Ahuecándole los pechos en sus palmas, masajeándolos con ternura hasta que Brittany finalmente le abrió la cremallera. Emocionada de verle la reacción ante su juguete, levantó sus caderas y dejó que empujara sus jeans hacia abajo más allá de sus rodillas.
Sus boxers seguían.
―Te gusta hacerme trabajar por ello, ¿verdad?―Brittany acarició la firme, larga silicona a través de sus shorts, trazando su contorno.
―Lo hago―sonrió, luego gimió cuando la rubia envolvió sus dedos alrededor del consolador y le dio un golpe firme, empujando la base contra su palpitante clítoris―¿Pero quién está provocando ahora?
Brittany arqueó una ceja. Continuó sacudiéndola a través de sus shorts, luego besó el lado de su cuello.
―No estabas mintiendo. Eso es grande.
―Lo sé―se estremeció ante el toque de la lengua de Brittany en su mandíbula―¿Piensas poder con eso?
La sintió sonreír.
―Oh, sí.
―Entonces sácalo.
Brittany le dio una mirada tímida.
―¿Es eso lo que quieres?―metió la mano en la abertura delantera de sus shorts y agarró el dildo. La miró mientras sacaba el grueso consolador, luego bajó lentamente su mirada.
Un estremecimiento la corrió, mientras de la respiración de la rubia se aceleraba.
―Wow―el labio de Brittany se curvó―Confiada, ¿verdad?
―¿No debería estar?―le cubrió la mano que sostenía el pene con la suya. Movió sus puños cerrados a lo largo de su longitud, las caderas bombeando en la visión que estaban creando.
―Buen punto―acercándose, la besó en la mejilla―¿Quieres ponerlo dentro de mí?
Exhaló en un apuro.
―Sí.
―Sólo... ve despacio.
Suavizándose, susurró:
―Por supuesto―puso la mano en la cadera pálida, luego frotó la cabeza del dildo sobre sus labios vaginales―Dime si quieres que pare. No vas a herir mis sentimientos.
―No quiero que pares―colocándose sobre la punta, se hundió con cautela hasta que había tomado la primera pulgada más o menos dentro―No te atrevas a parar.
―Sí, señora―presionó su pulgar contra el clítoris de la rubia, frotando suaves círculos para ayudarla a relajarse.
Echando la cabeza hacia atrás, Brittany rodó sus caderas y relajó el dildo más profundo.
Completamente paralizada por la feroz concentración grabada en el rostro de pálido, subió al borde del orgasmo.
―Joder, eres sexy.
Brittany inclinó sus caderas, gimiendo, y se inclinó para un beso profundo, persistente. Para el momento en que la rubia se apartó para respirar, estaba sentada en su regazo, completamente llena.
La ojiazul se mordió el labio en evidente placer, viéndose tan hermosa que su corazón le dolía.
―Te sientes tan bien dentro de mí.
En una pérdida de palabras, entrelazó sus dedos por el cabello claro y tiró de ella hacia abajo para otro beso. Bombeó sus caderas hacia arriba, igualando el ritmo de Brittany, e intentó como el infierno no correrse enseguida.
La rubia se sentía tan bien en sus brazos que no quería que el momento terminara nunca.
Sus besos comenzaron a ser voraces pero rápidamente se ralentizaron, cada vez más apasionados mientras se movían juntas.
Su orgasmo se construía, y la única manera de retrasarlo sería hacer que Brittany se detuviera para que pudiera calmarse, pero esa no era una opción.
Se negó a detenerse.
No podía detenerse.
Su clímax la golpeó como una ola, sacando el aire de sus pulmones y licuando sus músculos. Rompiendo el beso, apretó los dientes y se esforzó por mantener los ojos abiertos, no quería perderse un segundo del creciente placer de Brittany.
Cambió el movimiento de su dedo pulgar sobre el clítoris de Brittany, acariciando arriba y abajo, hasta que logró que se sacudiera en su regazo y luego se derrumbó en sus brazos, estremeciéndose por la liberación.
El instinto se hizo cargo y reunió con ella, abrazándola tan cerca que podía sentir el rápido golpeteo del corazón de Brittany contra sus pechos.
Enterró la cara en el pelo rubio, temerosa de dejar que viera sus ojos, porque si veía sus ojos, ella lo sabría.
Estaba enamorada de ella.
Muy enamorada.
Preocupada por el pesado silencio que se extendió entre ellas, murmuró:
―Creo que me acabas de superar.
Brittany le pasó la mano sobre la cabeza, haciéndola temblar.
Empezó a hablar, pero su voz salió como una voz ronca, por lo que se aclaró la garganta y lo intentó de nuevo:
―¿Estuvo bien?
―Fue fenomenal―reprimiendo su alta emoción.
Aflojó su agarre sobre Brittany y se relajó contra los cojines del sofá. Frotó las manos a lo largo de los muslos desnudos y trató de reunir la mayor cantidad de su característica fanfarronería como pudo.
―¿Entonces no estaba demasiado grande para ti?
Los ojos azules brillaban mientras sonreía con recato.
―Casi―le dio unas palmaditas en el pecho, luego dejó caer su mano entre sus piernas.
Bajó la mirada para verla y auto complacerse, emocionada por lo inconsciente que parecía ser.
Brittany suspiró, ondulando las caderas para moverse sobre el pene.
―Estoy segura que estaré adolorida más tarde, pero vale la pena―llevó las manos a sus pechos.
―Eres insaciable.
―¿Por ti? Absolutamente.
Increíble, la forma en que Brittany podía hacerla sentir con sólo unas pocas palabras, su pecho se hinchó de alegría, pero trató de no reaccionar demasiado externamente.
La rubia la ponía tan nerviosa y torpe como una adolescente, y tan profundamente enamorada.
Le gustaba esta chica, lo suficiente para querer salir con ella, cortejarla, incluso, y eso la ponía en un territorio muy desconocido. Un territorio peligroso, si Brittany temía al compromiso como parecía.
La sonrisa de la ojiazul se desvaneció ligeramente.
―¿Está todo bien?
―Sí―forzó la alegría en su voz.
No podía ser demasiado serio menos de veinticuatro horas después de su primer encuentro. No era que estuviera pensando en casarse con Brittany, todavía, su mente traidora suministró, sino simplemente hablando de una posible relación en este momento, antes de que terminara el fin de semana, sería demasiado presuntuoso.
Especialmente cuando sospechaba que la rubia estaba luchando para no dar la vuelta y correr hacia otro lado.
―¿Estás segura?―Brittany se suavizó, acariciándole la mejilla con los dedos―Puedes decirme si algo está mal.
Sabía que la oferta era genuina, que Brittany verdaderamente se preocupaba por ella. Lo había sentido en la cocina, y más aún cuando habían llegado al clímax juntas en el sofá.
Pero mantendría la profundidad de sus sentimientos para sí misma por un poco más de tiempo.
Si pudiera pasar las próximas veinticuatro horas sólo haciendo el amor con Brittany Pierce, quizás podría convencerla de que valía la pena correr el riesgo.
Tal vez Brittany no huiría.
Se enderezó, cogiéndola por la cintura para mantenerla en su lugar.
―Todo es maravilloso. Estoy dentro de una hermosa mujer sin nada que hacer hoy, excepto hacerla correrse hasta que ya no pueda soportarlo más―enterró la cara entre los pechos blancos e inhaló, suspirando de placer.
Brittany se rió entre dientes, relajándose en sus brazos.
―Ahora mismo no estoy cerca de decirte que pares.
Besó la curva interior de su pecho izquierdo, luego el derecho:
―Entonces será mejor que empecemos―acomodó las manos en las caderas pálidas, bañando un turgente pezón con la lengua antes de alejarse.
Es hora de llevarlas de regreso a la zona de comodidad, y la fantasía de Brittany.
―Pero primero hay algo que tenemos que resolver.
La expresión de la rubia se hizo cautelosa.
―¿Qué?
―Tu actitud. Tú, querida, eres una chica muy traviesa. Una en la desesperada necesidad de corrección―la besó en la mejilla mientras ayudaba a sacar el dildo aún enterrado dentro de su coño. Entonces se levantó, tirándola del sofá y en sus brazos―Vamos al dormitorio. Quiero que estés cómoda para esto.
Temblando, Brittany exhaló y se relajó en el abrazo. Sus caderas chocaron contra el pene, enviando una réplica a través su cuerpo.
―¿Qué vas a hacer?
Soltó a Brittany, luego tomó su mano y tiró de ella hacia su dormitorio.
¿Cómo escoger?
Había muchas maneras en que quería tener a la rubia, y tan corto fin de semana.
Sólo tendría que priorizar.
Sabiendo que Brittany estaba esperando una respuesta, dijo la verdad.
―Nada que no quieras.
Odiaba dejar a Brittany sola cuando todo lo que realmente quería era tocarla, pero hablar de su pasado la había desmoronado y provocado su instinto natural de retirarse.
Por mucho que quería hacer el amor con Brittany, necesitaba centrarse antes de que pudiera actuar.
Compartir su cuerpo no era una opción cuando se sentía así expuesta.
Nunca le había contado a nadie esa historia de la fotografía de su mamá. Ni siquiera a Quinn, que había sido su mejor amiga desde hace ocho años.
No tenía idea de lo que la había poseído para ofrecer tanto a una mujer a la que apenas conocía. Tal vez fueron los amables ojos azules, o su hermoso cuerpo, o la forma en que sus abrazos hacían que creyera que la vida de repente estaba llena de nuevas posibilidades.
Cualquiera que sea la razón, confiaba en la rubia. No debía sentirse de esa manera con una mujer que sentía que podría fácilmente romperle el corazón, pero ahí estaba.
Cerró la puerta del dormitorio, contenta por el breve respiro. Cerró los ojos y exhaló, tratando de calmarse.
No quería estar lejos demasiado tiempo. Cuanto más tiempo Brittany estuviera sola, es más probable que iba a tener dudas acerca de quedarse durante el resto del día.
Había visto destellos de incertidumbre en los ojos azules durante toda la mañana; probablemente estaba simplemente buscando una razón para irse.
Lo sabía.
Brittany estaba asustada.
Así como ella, porque todo lo que estaba pasando entre ellas era de miedo, la conexión instantánea, la confianza irreflexiva que había surgido como si nada en absoluto.
Era aterrador pero también emocionante.
Una química así no aparecía muy a menudo, si acaso. Al menos no para ella.
No quería hacer nada para joderlo.
Eso significaba que necesitaba una inyección de confianza, y rápido.
Cruzó la habitación y abrió el cajón inferior de su cómoda. A pesar de que no solía follar por placer, siempre tenía un arnés de correa y consolador listo y esperando.
Usar un pene la hacía sentirse poderosa y en control, que era exactamente lo que necesitaba en ese momento. Que Brittany también disfrutaba el usar juguetes fue fortuito y sólo una de las muchas razones por las que estaba enamorándose de ella.
Se desabrochó los jeans y los empujó hasta los tobillos, junto con su boxer
ajustado. Rápidamente se abrochó el arnés alrededor de sus caderas, luego colocó el consolador a través del anillo.
Su pene era lo suficientemente duro para follar, pero con una base flexible para que pudiera usarlo para meterlo.
Satisfecha por el familiar peso del falo entre sus piernas, se detuvo un momento para apuñar su longitud, ya anticipando lo bien que se sentía enterrar el grueso eje dentro coño apretado de Brittany.
Consciente de que la rubia era suya para tomarla, y esperando, dobló el consolador en su lugar, luego tiró de sus bragas para ocultarlo.
Después de un momento de consideración, encontró un par de holgados jeans en la cómoda y se los puso, también. Comprobó su reflejo en el espejo, satisfecha de ver que el consolador no era evidente debajo de su ropa.
Quería que la adición fuera una sorpresa, una que Brittany no notara hasta que la sintiera presionada contra ella. Por desgracia, su pene era un poco más grande que el que la rubia había elegido para la noche anterior, pero con un poco de suerte, estaría dispuesta a tomarlo incluso si todavía estaba un poco adolorida de la primera vez.
Toda la inquietud desapareció cuando regresó a la cocina y vio a Brittany parada junto al fregadero.
Lavó el último de sus platos del desayuno con manos practicadas, eficientes, tarareando en voz baja con una atractiva entonación que hizo que se sintiera caliente por todas partes.
Inmediatamente su mirada se desvió a la tentadora vista del redondo, nalgueable culo de Brittany, que era tan flexible, tan delicioso, tan caliente y apretado por dentro.
Nunca había estado tan atraída por alguien antes, y nunca había jamás deseado tanto a una mujer.
Se deslizó a través de la cocina y envolvió sus brazos alrededor de la cintura de Brittany por atrás. No dijo nada, sólo la sacó lejos de la encimera para que su espalda estuviera pegada contra su pecho.
La rubia ciegamente cogió una toalla y se secó las manos antes de relajarse en su abrazo. Luego giró su cabeza, buscando sus ojos antes de rozar sus labios en un suave beso.
―Bienvenida de nuevo―Brittany susurró.
El deseo subió, la giró en sus brazos y luego la levantó. Usó una mano para apoyarla en el culo, extendiendo la otra sobre sus omóplatos para mantenerla cerca.
A pesar de que estaba tentada a depositar a Brittany en la encimera y simplemente follarla ahí, quería hacer que esto durara. Mejor ir a un lugar más cómodo.
La llevo fuera de la cocina, dirigiéndose a su dormitorio, pero cambió de dirección cuando vio el gran sofá de cuero frente a la televisión. Estaba más cerca, lo que significaba estar dentro de Brittany más rápido.
Colocándola en pie delante del sofá, no perdió el tiempo en desabrochar los jeans de Brittany y empujarlos alrededor de sus tobillos.
Anteriormente, la rubia se había puesto ropa limpia de una bolsa de viaje que guardaba en su coche, y esta fue la primera visión de sus bragas de repuesto.
Eran rosadas y cubierta de arco iris. Pero fue el unicornio de dibujos animados estampado sobre la entrepierna que la sacó de su neblina lujuriosa, haciéndola reír.
―Unicornio, ¿eh?―contenta por la idea de que estas bragas podrían haber sido la inspiración para su palabra de seguridad, pasó el dedo a lo largo de la cintura elástica―Interesante querida.
―¿Cierto?―Brittany le acarició el cabelludo, convirtiendo su risa en un gemido gutural.
La mujer era tan suave, tan gentil, tan adorable. Una vez más, anhelaba ponerla sucia, para hacerla perder el control.
―Si me hubiera dado cuenta de cómo iba a pasar el día, hubiera metido ropa interior más sexy, créeme.
―Son muy sexys―tomó el montículo de Brittany, frotando su carne caliente a través del fino algodón. Le besó el lóbulo de la oreja, encantada por la forma en que su respiración se enganchó―Eres muy sexy―con eso, se sentó en el sofá y le hizo señas hacia adelante―Ven y siéntate en mi regazo.
Sofocada, Brittany se sentó en el sofá y la agarró por las caderas, animándola a horcajadas sobre el ancho de sus muslos. Tiró de la rubia hacia abajo sobre su regazo y la besó, luego movió su mano de nuevo a la entrepierna de las bragas rosadas.
Rompió el beso para que pudiera escuchar el emocionado gemido de la ojiazul mientras trazaba una uña roma a lo largo de su hendidura cubierta de algodón.
―Esa es mi chica―murmuró, aumentando la presión de su tacto―Te encanta cuando juego con tu coño, ¿verdad?
Brittany se movió alrededor en una evidente búsqueda de fricción.
Rechazando ceder tan fácilmente, le hizo cosquillas en los labios a través del algodón, luego más abajo para rozar su abertura. Sus dedos estaban húmedos ahora, la excitación de la rubia no podía competir con la delgada barrera entre ellas.
―Por favor no me provoques―sin aliento, se sentó en su mano―No puedo esperar. No ahora.
Apartó sus dedos antes de que Brittany pudiera encontrar alguna satisfacción. Su retirada no estaba destinada a castigar, pero la rubia lanzó un grito de decepción de todos modos.
Rápidamente, la agarró las caderas y la forzó a bajar sobre la dura protuberancia oculta en sus jeans. La protesta de la rubia murió con un jadeó agudo de realización.
La mantuvo en su lugar.
―Será mejor que creas que voy a provocarte, y te va a encantar cada segundo de eso. También lo apreciarás, porque necesito prepararte para tomar esto―puntualizo sus palabras con un empuje de sus caderas, conduciendo el firme pene en los sensibles pliegues de Brittany―Es un poco más grande que el de anoche, querida, pero prometo que se sentirá tan bien.
Brittany se agarró a sus hombros, meciéndose violentamente.
―Sólo fóllame, Santana. Por favor.
Sabía por el tono de la rubia que no estaba de humor para jugar. Pero eso no quería decir que estaba lista para sacar su pene todavía. Quería sacar el
momento, para prepararla totalmente.
―Álzate―dijo apretándole las caderas―Deja que te toque.
Brittany se levantó sobre sus rodillas, llevando su pecho agitado al nivel con su cara. En el mismo movimiento, ella tiró de su camisa sobre su cabeza y la arrojó detrás del sofá. Luego se desabrochó el sujetador, retirándolo de los hombros para mostrar sus pechos desnudos. Colocó la mano en la espalda pálida para mantenerla firme y se inclinó para chupar un pezón erecto en su boca.
Su piel sabía tan bien, una mezcla de gel de ducha de esta mañana, ligero sudor, y el sabor único de Brittany Pierce.
Lamió alrededor de su pezón, emocionándose en la sensación de que la piel se endurecía bajo su lengua. Coló su mano entre los muslos y frotó su sexo a través de sus bragas empapadas, encantada por el pequeño gruñido de placer que sacó con los inquisitivos dedos.
―Santana―la forma en que susurró su nombre levantó la piel de gallina en sus brazos―Más.
―¿Debo hacer algo con estás?―tiró suavemente en la entrepierna de las bragas, luego trazó la punta del dedo a lo largo del borde elástico de una pierna, muy cerca de deslizarse por debajo―¿Están en el camino?
Brittany asintió frenéticamente.
―Quítalas.
Pero simplemente empujó el material empapado a un lado. Ella inclinó la cabeza, mirando sus dedos jugar con los pliegues rosados resbaladizos que había revelado.
―No, dejémoslas. Son tan jodidamente lindas―levantó la cara e hizo contacto visual mientras deslizaba un dedo dentro de Brittany, profundizando―Te ves tan encantadora en ellas.
La rubia echó los brazos alrededor de sus hombros y se estremeció, frotándose contra su palma.
―No me siento ‘encantadora’ en este momento―se levantó sobre sus rodillas, luego volvió a hundirse en su dedo con un gemido satisfecho―Y voy a follarme si eso es lo que se necesita para quitarlas.
La risa estalló en su pecho. Su diversión parecía estimular a Brittany, conduciéndola a empujar sus caderas aún más rápido. Miraba, embelesada por la feroz determinación en el rostro mientras perseguía su liberación.
La mandíbula apretada, los ojos ardientes, irradiaba una intensidad que no había visto antes.
Así que esto estaba en el control de Brittany.
Caliente.
Caliente, pero sólo una de ellas podía estar a cargo.
Retiró su dedo sin previo aviso, provocando un lamento de protesta que la hizo estremecerse con pesar.
Le lamió uno de los pezones, luego el otro, para disculparse por haberla dejado con ganas. Luego la agarró del culo, inclinándola en el sofá, y tiró de las caderas hacia adelante para poder enterrar su cara entre sus muslos.
―Oh―Brittany amenazó con caer hacia atrás, pero la mantuvo en posición vertical en su agarre de hierro.
Deslizó la lengua en la raja de Brittany, a través de sus bragas, y luego enganchó un dedo en el elástico de la pierna y jaló a un lado la tela que cubría.
Volvió con entusiasmo, empujando su boca y nariz en el coño disfrutando de la humedad que cubría su rostro.
―¡Oh!―Brittany volvió a gritar, y colocó una mano encima de la cabeza su, la otra en el hombro―Oh.
No pasó mucho tiempo antes de que vio la sabiduría de seguir la sugerencia de la rubia.
―Vamos a sacar las bragas―gruñó ella, y sin esperar una respuesta, les dio un tirón hacia abajo bruscamente, dejándolas justo por encima de las rodillas―Usa tus manos para abrir tu coño para mí.
La garganta de Brittany se tensó. Nunca vaciló mientras obedecía, usando sus dedos para mantener abierto sus labios vaginales y exponer su clítoris hinchado y su entrada resbaladiza a su boca hambrienta.
Manteniendo un ligero contacto al principio, trazó los pliegues con su lengua, prestando especial atención a su hendidura. Metió la lengua brevemente, lo suficiente como para atormentar, luego se movió hasta chupar su clítoris como si fuera un pene pequeño.
Meciéndose contra su cara, Brittany soltó un gruñido salvaje que hizo que se endureciera su clítoris. Sus movimientos se hicieron más errático y agresivo mientras la empujaba más cerca de la liberación, hasta que estaba literalmente follándole la boca.
Cuando la rubia llevó una mano para acunar la parte posterior de su cabeza frotando su coño por toda la nariz, las mejillas y su boca, se dio cuenta de que no estaba a cargo de este encuentro.
Ya no.
Pero, increíblemente, no le importaba.
Su lengua estaba enterrada dentro de Brittany, y había desatado el lado animal de una mujer que necesitaba desesperadamente perder el control.
Una mujer que le importaba.
Tener a la rubia para usarla por placer no fue menos emocionante que usar a Brittany.
Se sentía segura, y excitada, y eso era todo lo que realmente importaba.
Cuando estuvo segura de que la ojiazul estaba justo en el borde, hizo girar un solo dedo a través de su humedad y jugueteo en su entrada. Brittany jadeó, apretando su agarre en su cabeza.
―Fóllame. Ahora.
Sacó su dedo del coño de Brittany, inclinándose hacia arriba y presionando más profundo hasta que tocó el círculo apretándole el ano. Un gemido profundo, vibrante retumbó en el pecho de la rubia mientras recogía la mayor cantidad de humedad que podía, luego presionó lentamente dentro.
El efecto fue inmediato, Brittany cerró las piernas, arqueó su espalda, y convulsionó en su boca con un agudo grito de placer.
Voraz, siguió en la tarea mientras ambas manos de la rubia volaban de sus hombros para sujetarse contra el sofá. Movió la cabeza de lado a lado, amando los ruidos que Brittany hacía mientras su clímax llegaba a una conclusión estremecedora.
Retiró el dedo del culo, y luego se alzó para encontrarse con ella en un beso mutuo.
Brittany se hundió en su regazo, rodeando sus hombros con los brazos mientras sus lenguas se encontraban. La abrazó con fuerza, excitada por el pensamiento de la humedad de la rubia empapando sus jeans. Aún más excitante era la forma en que le lamía la lengua, los labios y las mejillas, limpiando sus jugos de su cara.
Rompió el beso.
―¿Lista para mi pene?
En lugar de responder, Brittany buscó el botón en sus jeans y ella no se movió para ayudarla, disfrutando de la visión de las manos tan ansiosas de meterse en sus pantalones.
Ahuecándole los pechos en sus palmas, masajeándolos con ternura hasta que Brittany finalmente le abrió la cremallera. Emocionada de verle la reacción ante su juguete, levantó sus caderas y dejó que empujara sus jeans hacia abajo más allá de sus rodillas.
Sus boxers seguían.
―Te gusta hacerme trabajar por ello, ¿verdad?―Brittany acarició la firme, larga silicona a través de sus shorts, trazando su contorno.
―Lo hago―sonrió, luego gimió cuando la rubia envolvió sus dedos alrededor del consolador y le dio un golpe firme, empujando la base contra su palpitante clítoris―¿Pero quién está provocando ahora?
Brittany arqueó una ceja. Continuó sacudiéndola a través de sus shorts, luego besó el lado de su cuello.
―No estabas mintiendo. Eso es grande.
―Lo sé―se estremeció ante el toque de la lengua de Brittany en su mandíbula―¿Piensas poder con eso?
La sintió sonreír.
―Oh, sí.
―Entonces sácalo.
Brittany le dio una mirada tímida.
―¿Es eso lo que quieres?―metió la mano en la abertura delantera de sus shorts y agarró el dildo. La miró mientras sacaba el grueso consolador, luego bajó lentamente su mirada.
Un estremecimiento la corrió, mientras de la respiración de la rubia se aceleraba.
―Wow―el labio de Brittany se curvó―Confiada, ¿verdad?
―¿No debería estar?―le cubrió la mano que sostenía el pene con la suya. Movió sus puños cerrados a lo largo de su longitud, las caderas bombeando en la visión que estaban creando.
―Buen punto―acercándose, la besó en la mejilla―¿Quieres ponerlo dentro de mí?
Exhaló en un apuro.
―Sí.
―Sólo... ve despacio.
Suavizándose, susurró:
―Por supuesto―puso la mano en la cadera pálida, luego frotó la cabeza del dildo sobre sus labios vaginales―Dime si quieres que pare. No vas a herir mis sentimientos.
―No quiero que pares―colocándose sobre la punta, se hundió con cautela hasta que había tomado la primera pulgada más o menos dentro―No te atrevas a parar.
―Sí, señora―presionó su pulgar contra el clítoris de la rubia, frotando suaves círculos para ayudarla a relajarse.
Echando la cabeza hacia atrás, Brittany rodó sus caderas y relajó el dildo más profundo.
Completamente paralizada por la feroz concentración grabada en el rostro de pálido, subió al borde del orgasmo.
―Joder, eres sexy.
Brittany inclinó sus caderas, gimiendo, y se inclinó para un beso profundo, persistente. Para el momento en que la rubia se apartó para respirar, estaba sentada en su regazo, completamente llena.
La ojiazul se mordió el labio en evidente placer, viéndose tan hermosa que su corazón le dolía.
―Te sientes tan bien dentro de mí.
En una pérdida de palabras, entrelazó sus dedos por el cabello claro y tiró de ella hacia abajo para otro beso. Bombeó sus caderas hacia arriba, igualando el ritmo de Brittany, e intentó como el infierno no correrse enseguida.
La rubia se sentía tan bien en sus brazos que no quería que el momento terminara nunca.
Sus besos comenzaron a ser voraces pero rápidamente se ralentizaron, cada vez más apasionados mientras se movían juntas.
Su orgasmo se construía, y la única manera de retrasarlo sería hacer que Brittany se detuviera para que pudiera calmarse, pero esa no era una opción.
Se negó a detenerse.
No podía detenerse.
Su clímax la golpeó como una ola, sacando el aire de sus pulmones y licuando sus músculos. Rompiendo el beso, apretó los dientes y se esforzó por mantener los ojos abiertos, no quería perderse un segundo del creciente placer de Brittany.
Cambió el movimiento de su dedo pulgar sobre el clítoris de Brittany, acariciando arriba y abajo, hasta que logró que se sacudiera en su regazo y luego se derrumbó en sus brazos, estremeciéndose por la liberación.
El instinto se hizo cargo y reunió con ella, abrazándola tan cerca que podía sentir el rápido golpeteo del corazón de Brittany contra sus pechos.
Enterró la cara en el pelo rubio, temerosa de dejar que viera sus ojos, porque si veía sus ojos, ella lo sabría.
Estaba enamorada de ella.
Muy enamorada.
Preocupada por el pesado silencio que se extendió entre ellas, murmuró:
―Creo que me acabas de superar.
Brittany le pasó la mano sobre la cabeza, haciéndola temblar.
Empezó a hablar, pero su voz salió como una voz ronca, por lo que se aclaró la garganta y lo intentó de nuevo:
―¿Estuvo bien?
―Fue fenomenal―reprimiendo su alta emoción.
Aflojó su agarre sobre Brittany y se relajó contra los cojines del sofá. Frotó las manos a lo largo de los muslos desnudos y trató de reunir la mayor cantidad de su característica fanfarronería como pudo.
―¿Entonces no estaba demasiado grande para ti?
Los ojos azules brillaban mientras sonreía con recato.
―Casi―le dio unas palmaditas en el pecho, luego dejó caer su mano entre sus piernas.
Bajó la mirada para verla y auto complacerse, emocionada por lo inconsciente que parecía ser.
Brittany suspiró, ondulando las caderas para moverse sobre el pene.
―Estoy segura que estaré adolorida más tarde, pero vale la pena―llevó las manos a sus pechos.
―Eres insaciable.
―¿Por ti? Absolutamente.
Increíble, la forma en que Brittany podía hacerla sentir con sólo unas pocas palabras, su pecho se hinchó de alegría, pero trató de no reaccionar demasiado externamente.
La rubia la ponía tan nerviosa y torpe como una adolescente, y tan profundamente enamorada.
Le gustaba esta chica, lo suficiente para querer salir con ella, cortejarla, incluso, y eso la ponía en un territorio muy desconocido. Un territorio peligroso, si Brittany temía al compromiso como parecía.
La sonrisa de la ojiazul se desvaneció ligeramente.
―¿Está todo bien?
―Sí―forzó la alegría en su voz.
No podía ser demasiado serio menos de veinticuatro horas después de su primer encuentro. No era que estuviera pensando en casarse con Brittany, todavía, su mente traidora suministró, sino simplemente hablando de una posible relación en este momento, antes de que terminara el fin de semana, sería demasiado presuntuoso.
Especialmente cuando sospechaba que la rubia estaba luchando para no dar la vuelta y correr hacia otro lado.
―¿Estás segura?―Brittany se suavizó, acariciándole la mejilla con los dedos―Puedes decirme si algo está mal.
Sabía que la oferta era genuina, que Brittany verdaderamente se preocupaba por ella. Lo había sentido en la cocina, y más aún cuando habían llegado al clímax juntas en el sofá.
Pero mantendría la profundidad de sus sentimientos para sí misma por un poco más de tiempo.
Si pudiera pasar las próximas veinticuatro horas sólo haciendo el amor con Brittany Pierce, quizás podría convencerla de que valía la pena correr el riesgo.
Tal vez Brittany no huiría.
Se enderezó, cogiéndola por la cintura para mantenerla en su lugar.
―Todo es maravilloso. Estoy dentro de una hermosa mujer sin nada que hacer hoy, excepto hacerla correrse hasta que ya no pueda soportarlo más―enterró la cara entre los pechos blancos e inhaló, suspirando de placer.
Brittany se rió entre dientes, relajándose en sus brazos.
―Ahora mismo no estoy cerca de decirte que pares.
Besó la curva interior de su pecho izquierdo, luego el derecho:
―Entonces será mejor que empecemos―acomodó las manos en las caderas pálidas, bañando un turgente pezón con la lengua antes de alejarse.
Es hora de llevarlas de regreso a la zona de comodidad, y la fantasía de Brittany.
―Pero primero hay algo que tenemos que resolver.
La expresión de la rubia se hizo cautelosa.
―¿Qué?
―Tu actitud. Tú, querida, eres una chica muy traviesa. Una en la desesperada necesidad de corrección―la besó en la mejilla mientras ayudaba a sacar el dildo aún enterrado dentro de su coño. Entonces se levantó, tirándola del sofá y en sus brazos―Vamos al dormitorio. Quiero que estés cómoda para esto.
Temblando, Brittany exhaló y se relajó en el abrazo. Sus caderas chocaron contra el pene, enviando una réplica a través su cuerpo.
―¿Qué vas a hacer?
Soltó a Brittany, luego tomó su mano y tiró de ella hacia su dormitorio.
¿Cómo escoger?
Había muchas maneras en que quería tener a la rubia, y tan corto fin de semana.
Sólo tendría que priorizar.
Sabiendo que Brittany estaba esperando una respuesta, dijo la verdad.
―Nada que no quieras.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
hola morra,...
si que no pierden el tiempo y se me hace que san no lle va a dar ni un suspiro!!!
me encanta como van las cosas!!!!
a ver como va el fin de semana???
nos vemos!!!
si que no pierden el tiempo y se me hace que san no lle va a dar ni un suspiro!!!
me encanta como van las cosas!!!!
a ver como va el fin de semana???
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
San se enamoro a primera vista, por el momento va todo de maravilla, ojala a britt no le entren mas dudas.
Isabella28****** - Mensajes : 378
Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
Esperemos que despues del glorioso y entretenido fin de semana a Brittany no le entren las dudas!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,...
si que no pierden el tiempo y se me hace que san no lle va a dar ni un suspiro!!!
me encanta como van las cosas!!!!
a ver como va el fin de semana???
nos vemos!!!
Hola lu, jajaajaj no xD lo cual es bueno, no¿? jajaajajaj. Espero q tengas toda la razón ai ajajajajaj. A mi tmbn! q sigan así noma jajajajaaj. Esperemos q igual q bn como hasta ahora jaajajaj. Saludos =D
Isabella28 escribió:San se enamoro a primera vista, por el momento va todo de maravilla, ojala a britt no le entren mas dudas.
Hola, lo crees tmbn¿? además podemos culparla¿? jajaajajaj. Si q si, q siga así noma jajajajaja. Noo!! pero xq tenias q decir cosas malas! Saludos =D
micky morales escribió:Esperemos que despues del glorioso y entretenido fin de semana a Brittany no le entren las dudas!!!!!
Hola, pero q dices!! xq dicen malas cosas, no ven q pasa =/ Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Cap 10
Capitulo 10
El Domingo por la tarde, yacía desnuda boca abajo en la cama de Santana.
Las manos morenas le frotaban el cuerpo adolorido, dándole un masaje muy necesario después de un fin de semana lleno de sexo intenso y frecuente.
Santana la había tomado una y otra vez, satisfaciendo tantas fantasías que había dejado de seguir.
Había sido nalgueada, abofeteada, atada, lamida, tocada con los dedos y follada en una variedad vertiginosas de posiciones y escenarios de representación.
Habían tenido sexo en casi todas las habitaciones del departamento, e incluso una vez fuera en el balcón de Santana en medio de la noche.
El exhibicionismo la había emocionado, sólo una revelación más en un fin de semana lleno de ellos.
Debería haber estado feliz.
Satisfecha.
En cambio, temía lo inevitable.
Tenía que irse. Tina volvería pronto a casa y se preguntaría dónde estaba.
Tenía que prepararse mental y físicamente para el trabajo de mañana.
Tenía ropa que lavar. E-mails para escribir.
La vida real a la que volver.
Tan divertido como este fin de semana de fantasía había sido, estaba rápidamente acabando. Santana probablemente tenía que trabajar mañana, también.
Seguramente necesitaba un tiempo para recuperarse antes de su próxima cita.
Suspiró.
Santana pasó las manos por sus costados, acariciando la curva de sus pechos.
―¿Domingo triste?
Levantó la cabeza y miró por encima del hombro hacia Santana, sonriendo.
Era difícil de creer que se habían conocido hace dos días. Estaba completamente a gusto en presencia de la morena, y en algún momento durante las últimas doce horas, su guardia se había reducido considerablemente.
Si no se sintiera tan relajada, estaba segura de que estaría entrando en pánico por eso. Pero lo que sentía ahora no era pánico.
Era una inminente sensación de pérdida.
―Sí. Los Domingos son duros.
―Sobre todo después de un fin de semana como este―Santana bajó la cara, pasando su lengua a lo largo de su columna vertebral hasta que llegó a la hendidura de sus nalgas. Ahuecó su culo, todavía tierno por los azotes del fin de semana, y suavemente alisó sobre su carne sensible―Brittany, yo realmente…
Su teléfono celular sonó, interrumpiendo a Santana y haciendo que ella se sacudiera de sorpresa.
Justo así, supo que el fin de semana había terminado.
Esa tenía que ser Tina, preguntándose dónde estaba.
Con el corazón palpitante, salió de debajo del cuerpo de la morena para agarrar el teléfono de la mesita de noche donde lo había enchufado.
La tranquila relajación que la pelinegra había pasado todo el fin de semana provocando desapareció mientras contestaba la llamada, nerviosa de que Tina de alguna manera supiera lo que había estado haciendo.
―Hola, Tina.
―Hola, ¿sabes dónde dejé mi suéter verde? ¿El que tiene la capucha?
Si Tina sospechaba algo, lo ocultó admirablemente bajo su tono alegre y típica autoestima de adolescente. El apretón de muerte en el teléfono se aflojó.
―Mira en la secadora. No tuve la oportunidad de sacar esa carga.
Hubo una pausa embarazosa mientras Tina se dirigió ostensiblemente al cuarto de lavando. Miró hacia atrás y se encontró con los ojos de Santana, viendo su propia decepción reflejada en ellos.
Tina hizo un ruido de triunfo.
―Lo encontré, gracias.
―Genial―estiró el cuello para echar un vistazo al despertador. Las cuatro en punto―Estaré en casa pronto. ¿Quieres que lleve algo para cenar?
―Por supuesto. ¿Pizza?
―¿La de costumbre?
―Eso sería genial, Britt. Estoy hambrienta―Tina exhaló con fuerza.
La podía imaginar la forma en que se había dejado caer sobre el sofá para producir ese sonido.
―¿Dónde estás, de todos modos? Esperaba que podíamos ver esa película esta noche. Ya sabes, esa con mi futuro esposo.
La idea de pasar el resto de su tarde embobada en alguna estúpida superproducción de Hollywood protagonizada por el último actor del que Tina estaba enamorada era francamente deprimente después del esplendor del maratón sexual con Santana.
Pero reunió su mejor tono alegre.
―Adelante y enciende el reproductor de DVD. Tuve que hacer unos mandados, pero ya casi termino.
―Mandados, ¿eh? ¿No hiciste algo divertido este fin de semana?
Estaba acostumbrada a ser reprendida por Tina por no tener una vida social.
A lo que no estaba acostumbrada era a mentir.
―No te preocupes por mí. ¿Cómo estuvo tu fin de semana? ¿Te portaste bien?
Tina gruñó.
Odiaba esa pregunta, pero había preguntado por una razón.
Donde siempre había sido impulsada a ser perfecta y en control, Tina tendía hacia el extremo opuesto. Ahora que su hermana se había graduado de la escuela secundaria y tenía un pie fuera de la puerta hacia la libertad, estaba más preocupada que nunca por su constante lucha para controlar sus tendencias salvajes.
―Mi fin de semana fue genial, no-mi-mamá. Yo fui una niña muy buena.
Frunció el ceño.
Tina sabía que odiaba ese apodo. Era muy consciente de que no era su mamá, pero era lo más parecido que cualquiera de ellas había tenido.
―No seas así.
―Bueno, vamos. Eres mi hermana. ¿Te gustaría que siempre te preguntara si has sido buena?
Estaba agradecida de que Tina no pudiera ver su reacción a esa pregunta.
―Puede que sea tu hermana, pero tú eres mi responsabilidad. No estoy tratando de hacerte enojar, simplemente comunicarme contigo. Ambas sabemos que tus amigos pueden ser un poco salvajes…
―Britt, vamos a hablar de eso más tarde. ¿Me traerías una refresco cuando vengas?
La típica desviación, suspiró.
―Por supuesto. Estaré ahí en un rato.
―Bueno. No hagas nada que yo no haría.
Su cara ardía.
―Adiós, Tina.
―Adiós.
Se aseguró de que la llamada se desconectó antes de girarse hacia Santana, que la miraba con una expresión melancólica, pero se enderezó, claramente haciendo un esfuerzo por ser estoica.
―Tienes que irte.
―Sí―se sentó, dejando su teléfono celular en la mesita de noche―Lo siento. Es sólo... sólo me quedan unos meses para tenerla en casa. Necesito hacer que cuenten.
―No te disculpes―Santana ofreció una sonrisa fácil―Lo entiendo. Eres una buena hermana mayor.
―Bueno, lo intento. Incluso si eso molesta a Tina más a menudo que no.
―¿Ella tiene dieciocho años?―al asentir, Santana rió con simpatía―Estoy bastante segura de que eso es normal, entonces.
―Probablemente soy un poco agobiante a veces―se encogió de hombros.
Al comienzo del fin de semana, había sido inquietante confiar en Santana sobre su vida personal. Ahora lo único inquietante era lo fácil que se había vuelto.
―Me preocupo por ella. Puedo sentir su alejamiento y me da miedo. Simplemente no estoy convencida de que está lista para cuidar de sí misma. No con la forma en que ha estado de fiesta el año pasado, en último de la escuela secundaria, ya sabes, empujando los límites. Hasta ahora parece como cosas normales de adolescentes, una vez llegó a casa borracha, con olor a hierba―exhalando, expresó su mayor temor―No quiero que vaya por el camino que nuestros padres hicieron. Somos hijas de adictos. Le sigo diciendo que las drogas y el alcohol no son nada para jugar, no para nosotras, pero obviamente no me toma en serio.
―Y ahora ella va a la universidad en donde no estarás ahí para mantenerla con los pies en la tierra. Por supuesto que estás nerviosa―Santana le dio a su pantorrilla una caricia tranquilizadora―Pero hay tantas cosas que puedes hacer. Al final del día, Tina tomará sus propias decisiones. Estoy segura de que la has educado bien, siendo la mujer increíble que eres, así que estoy segura de que tiene todo lo que necesita para prosperar.
Las palabras de Santana la calentaron desde el interior.
Nunca había tenido a nadie en quien confiar. Nadie le aseguró que estaba educando a una adolescente de la manera correcta, siendo poco más que una adolescente ella misma.
No estaba segura de que se sentía mejor, que Santana le importara, o que ella creyera en ella.
Se acercó más, sabiendo que la morena extendería el brazo para tirar de ella en un abrazo. Se derritió en ese abrazo con un suspiro agradecido.
Después de dos días, se sentía más cómoda aceptando el afecto de Santana de lo que nunca había sido con nadie.
Incluso Tina.
Tenía mucho sentido, ya que habían pasado casi todo el tiempo que se conocían desnudas, tanto física como emocionalmente. Era imposible compartir lo que habían compartido y no establecer un vínculo tácito.
En este momento, esta fácil intimidad no la aterró casi tanto como normalmente lo hubiera hecho.
No tenía idea de cómo se sentiría después de que se fuera a casa.
Con qué rapidez se olvidaría de lo natural que se sentía todo con Santana y recordar lo aterrador que era necesitar esta compañía de alguien que probablemente la dejaría al final.
No quería olvidar.
No quería irse.
―Gracias―murmuró, acurrucándose en el abrazo de Santana―Por este fin de semana. Por todo.
Santana la abrazó con fuerza.
―Gracias a ti―la sostuvo contra su pecho por el lapso de varias respiraciones, aparentemente renuente a dejarla ir. Finalmente tragó, respiró hondo y dijo―¿Puedo verte de nuevo?
Aquí estaba, el momento que había temido ayer.
Pero ahora que había llegado, su corazón le instó a decir que sí, mientras su mente luchaba por encontrar razones por las que no debía hacerlo.
No quería nunca sentirse de esta manera otra vez.
Estar con Santana la hacía feliz, algo que no había estado en mucho tiempo, si alguna vez.
Así que tal vez resultara herida.
Tal vez el dolor eventual valía la pena por experimentar este tipo de felicidad, aunque sea brevemente.
Además, alejándose ahora significaba sufrimiento garantizado. No estaba preparada para experimentar esa pérdida todavía.
Sin embargo, ella no sabía lo que tenía que ofrecer a Santana, que se merecía lo mejor.
Consciente de que la morena podría interpretar su vacilación de la manera equivocada, dijo:
―Me gustaría que, pero…
Santana se puso rígida, alejándose para que pudiera encontrarse con su mirada.
―¿Pero?
Una punzada de pesar le atravesó el pecho ante la angustia apenas oculta en los ojos de Santana.
Sabía que la pelinegra había estaba esperando el rechazo, que esta atractiva, guapa dominante se cernía sobre el borde de la angustia genuina, sobre ella, y también sabía que entregar un rechazo les haría daño a las dos.
Lo que hizo que fuera una cosa muy tonta de hacer.
Respirando hondo, tiró de ella en sus brazos y la besó en la mejilla.
―Pero no puedo hacer ninguna promesa con mi horario. Como he dicho, sólo tengo unos pocos meses antes de que Tina se vaya. Siempre y cuando estés de acuerdo con sólo reunirnos cuando podamos, ya sabes, y mantenerlo informal...
Bueno, eso no era exactamente lo que había querido decir. Pero tenía sentido, supuso, y le dio una salida si pensaba mejor en todo el asunto más adelante.
Santana asintió, frotando las manos sobre su espalda desnuda.
―Voy a tomar todo lo que pueda conseguir―hizo una pausa y luego dijo―Me gustas realmente, Brittany. Voy a tratar de no pedir más de lo que puedas dar. Simplemente agradezco tener la oportunidad de conocerte―sus labios se curvaron en una mueca lasciva―Y follarte un poco más, con suerte.
Sonrió.
No había nada de malo en tener una amiga con beneficios, ¿verdad?
Tener una salida para su deseo sexual sería un sueño hecho realidad, y tener un confidente, bueno, realmente valdría la pena el riesgo de ser decepcionada un día.
Trazó su dedo sobre el tatuaje de chica de calendario de Santana, levantando la piel de gallina a su paso.
―Puedo prometer un montón de follar.
Santana se mordió el labio.
―¿Tienes tiempo para una ronda más antes de irte?
―No, no lo creo―frunció el ceño. A veces ser responsable era un asco―Pero si me das tu número de teléfono, te llamaré más tarde esta noche para desearte dulces sueños.
Santana aceptó con un asentir oscuramente seductor que hizo que se preguntara cómo volvería a encontrar la fuerza para realmente salir de la cama.
―De acuerdo.
Exhaló temblorosamente.
Ambas habían conseguido mucho más de lo que habían planeado para este fin de semana, y la pelinegra había sido la valiente en cuanto a arriesgarse.
Le debía a Santana tomar uno de los suyos ahora, sin importar lo pequeño que fuera.
―¿Oye, Santana?
Ésta le sostuvo su mano.
―¿Sí, chica dulce?
―Tú también me gustas mucho.
Las manos morenas le frotaban el cuerpo adolorido, dándole un masaje muy necesario después de un fin de semana lleno de sexo intenso y frecuente.
Santana la había tomado una y otra vez, satisfaciendo tantas fantasías que había dejado de seguir.
Había sido nalgueada, abofeteada, atada, lamida, tocada con los dedos y follada en una variedad vertiginosas de posiciones y escenarios de representación.
Habían tenido sexo en casi todas las habitaciones del departamento, e incluso una vez fuera en el balcón de Santana en medio de la noche.
El exhibicionismo la había emocionado, sólo una revelación más en un fin de semana lleno de ellos.
Debería haber estado feliz.
Satisfecha.
En cambio, temía lo inevitable.
Tenía que irse. Tina volvería pronto a casa y se preguntaría dónde estaba.
Tenía que prepararse mental y físicamente para el trabajo de mañana.
Tenía ropa que lavar. E-mails para escribir.
La vida real a la que volver.
Tan divertido como este fin de semana de fantasía había sido, estaba rápidamente acabando. Santana probablemente tenía que trabajar mañana, también.
Seguramente necesitaba un tiempo para recuperarse antes de su próxima cita.
Suspiró.
Santana pasó las manos por sus costados, acariciando la curva de sus pechos.
―¿Domingo triste?
Levantó la cabeza y miró por encima del hombro hacia Santana, sonriendo.
Era difícil de creer que se habían conocido hace dos días. Estaba completamente a gusto en presencia de la morena, y en algún momento durante las últimas doce horas, su guardia se había reducido considerablemente.
Si no se sintiera tan relajada, estaba segura de que estaría entrando en pánico por eso. Pero lo que sentía ahora no era pánico.
Era una inminente sensación de pérdida.
―Sí. Los Domingos son duros.
―Sobre todo después de un fin de semana como este―Santana bajó la cara, pasando su lengua a lo largo de su columna vertebral hasta que llegó a la hendidura de sus nalgas. Ahuecó su culo, todavía tierno por los azotes del fin de semana, y suavemente alisó sobre su carne sensible―Brittany, yo realmente…
Su teléfono celular sonó, interrumpiendo a Santana y haciendo que ella se sacudiera de sorpresa.
Justo así, supo que el fin de semana había terminado.
Esa tenía que ser Tina, preguntándose dónde estaba.
Con el corazón palpitante, salió de debajo del cuerpo de la morena para agarrar el teléfono de la mesita de noche donde lo había enchufado.
La tranquila relajación que la pelinegra había pasado todo el fin de semana provocando desapareció mientras contestaba la llamada, nerviosa de que Tina de alguna manera supiera lo que había estado haciendo.
―Hola, Tina.
―Hola, ¿sabes dónde dejé mi suéter verde? ¿El que tiene la capucha?
Si Tina sospechaba algo, lo ocultó admirablemente bajo su tono alegre y típica autoestima de adolescente. El apretón de muerte en el teléfono se aflojó.
―Mira en la secadora. No tuve la oportunidad de sacar esa carga.
Hubo una pausa embarazosa mientras Tina se dirigió ostensiblemente al cuarto de lavando. Miró hacia atrás y se encontró con los ojos de Santana, viendo su propia decepción reflejada en ellos.
Tina hizo un ruido de triunfo.
―Lo encontré, gracias.
―Genial―estiró el cuello para echar un vistazo al despertador. Las cuatro en punto―Estaré en casa pronto. ¿Quieres que lleve algo para cenar?
―Por supuesto. ¿Pizza?
―¿La de costumbre?
―Eso sería genial, Britt. Estoy hambrienta―Tina exhaló con fuerza.
La podía imaginar la forma en que se había dejado caer sobre el sofá para producir ese sonido.
―¿Dónde estás, de todos modos? Esperaba que podíamos ver esa película esta noche. Ya sabes, esa con mi futuro esposo.
La idea de pasar el resto de su tarde embobada en alguna estúpida superproducción de Hollywood protagonizada por el último actor del que Tina estaba enamorada era francamente deprimente después del esplendor del maratón sexual con Santana.
Pero reunió su mejor tono alegre.
―Adelante y enciende el reproductor de DVD. Tuve que hacer unos mandados, pero ya casi termino.
―Mandados, ¿eh? ¿No hiciste algo divertido este fin de semana?
Estaba acostumbrada a ser reprendida por Tina por no tener una vida social.
A lo que no estaba acostumbrada era a mentir.
―No te preocupes por mí. ¿Cómo estuvo tu fin de semana? ¿Te portaste bien?
Tina gruñó.
Odiaba esa pregunta, pero había preguntado por una razón.
Donde siempre había sido impulsada a ser perfecta y en control, Tina tendía hacia el extremo opuesto. Ahora que su hermana se había graduado de la escuela secundaria y tenía un pie fuera de la puerta hacia la libertad, estaba más preocupada que nunca por su constante lucha para controlar sus tendencias salvajes.
―Mi fin de semana fue genial, no-mi-mamá. Yo fui una niña muy buena.
Frunció el ceño.
Tina sabía que odiaba ese apodo. Era muy consciente de que no era su mamá, pero era lo más parecido que cualquiera de ellas había tenido.
―No seas así.
―Bueno, vamos. Eres mi hermana. ¿Te gustaría que siempre te preguntara si has sido buena?
Estaba agradecida de que Tina no pudiera ver su reacción a esa pregunta.
―Puede que sea tu hermana, pero tú eres mi responsabilidad. No estoy tratando de hacerte enojar, simplemente comunicarme contigo. Ambas sabemos que tus amigos pueden ser un poco salvajes…
―Britt, vamos a hablar de eso más tarde. ¿Me traerías una refresco cuando vengas?
La típica desviación, suspiró.
―Por supuesto. Estaré ahí en un rato.
―Bueno. No hagas nada que yo no haría.
Su cara ardía.
―Adiós, Tina.
―Adiós.
Se aseguró de que la llamada se desconectó antes de girarse hacia Santana, que la miraba con una expresión melancólica, pero se enderezó, claramente haciendo un esfuerzo por ser estoica.
―Tienes que irte.
―Sí―se sentó, dejando su teléfono celular en la mesita de noche―Lo siento. Es sólo... sólo me quedan unos meses para tenerla en casa. Necesito hacer que cuenten.
―No te disculpes―Santana ofreció una sonrisa fácil―Lo entiendo. Eres una buena hermana mayor.
―Bueno, lo intento. Incluso si eso molesta a Tina más a menudo que no.
―¿Ella tiene dieciocho años?―al asentir, Santana rió con simpatía―Estoy bastante segura de que eso es normal, entonces.
―Probablemente soy un poco agobiante a veces―se encogió de hombros.
Al comienzo del fin de semana, había sido inquietante confiar en Santana sobre su vida personal. Ahora lo único inquietante era lo fácil que se había vuelto.
―Me preocupo por ella. Puedo sentir su alejamiento y me da miedo. Simplemente no estoy convencida de que está lista para cuidar de sí misma. No con la forma en que ha estado de fiesta el año pasado, en último de la escuela secundaria, ya sabes, empujando los límites. Hasta ahora parece como cosas normales de adolescentes, una vez llegó a casa borracha, con olor a hierba―exhalando, expresó su mayor temor―No quiero que vaya por el camino que nuestros padres hicieron. Somos hijas de adictos. Le sigo diciendo que las drogas y el alcohol no son nada para jugar, no para nosotras, pero obviamente no me toma en serio.
―Y ahora ella va a la universidad en donde no estarás ahí para mantenerla con los pies en la tierra. Por supuesto que estás nerviosa―Santana le dio a su pantorrilla una caricia tranquilizadora―Pero hay tantas cosas que puedes hacer. Al final del día, Tina tomará sus propias decisiones. Estoy segura de que la has educado bien, siendo la mujer increíble que eres, así que estoy segura de que tiene todo lo que necesita para prosperar.
Las palabras de Santana la calentaron desde el interior.
Nunca había tenido a nadie en quien confiar. Nadie le aseguró que estaba educando a una adolescente de la manera correcta, siendo poco más que una adolescente ella misma.
No estaba segura de que se sentía mejor, que Santana le importara, o que ella creyera en ella.
Se acercó más, sabiendo que la morena extendería el brazo para tirar de ella en un abrazo. Se derritió en ese abrazo con un suspiro agradecido.
Después de dos días, se sentía más cómoda aceptando el afecto de Santana de lo que nunca había sido con nadie.
Incluso Tina.
Tenía mucho sentido, ya que habían pasado casi todo el tiempo que se conocían desnudas, tanto física como emocionalmente. Era imposible compartir lo que habían compartido y no establecer un vínculo tácito.
En este momento, esta fácil intimidad no la aterró casi tanto como normalmente lo hubiera hecho.
No tenía idea de cómo se sentiría después de que se fuera a casa.
Con qué rapidez se olvidaría de lo natural que se sentía todo con Santana y recordar lo aterrador que era necesitar esta compañía de alguien que probablemente la dejaría al final.
No quería olvidar.
No quería irse.
―Gracias―murmuró, acurrucándose en el abrazo de Santana―Por este fin de semana. Por todo.
Santana la abrazó con fuerza.
―Gracias a ti―la sostuvo contra su pecho por el lapso de varias respiraciones, aparentemente renuente a dejarla ir. Finalmente tragó, respiró hondo y dijo―¿Puedo verte de nuevo?
Aquí estaba, el momento que había temido ayer.
Pero ahora que había llegado, su corazón le instó a decir que sí, mientras su mente luchaba por encontrar razones por las que no debía hacerlo.
No quería nunca sentirse de esta manera otra vez.
Estar con Santana la hacía feliz, algo que no había estado en mucho tiempo, si alguna vez.
Así que tal vez resultara herida.
Tal vez el dolor eventual valía la pena por experimentar este tipo de felicidad, aunque sea brevemente.
Además, alejándose ahora significaba sufrimiento garantizado. No estaba preparada para experimentar esa pérdida todavía.
Sin embargo, ella no sabía lo que tenía que ofrecer a Santana, que se merecía lo mejor.
Consciente de que la morena podría interpretar su vacilación de la manera equivocada, dijo:
―Me gustaría que, pero…
Santana se puso rígida, alejándose para que pudiera encontrarse con su mirada.
―¿Pero?
Una punzada de pesar le atravesó el pecho ante la angustia apenas oculta en los ojos de Santana.
Sabía que la pelinegra había estaba esperando el rechazo, que esta atractiva, guapa dominante se cernía sobre el borde de la angustia genuina, sobre ella, y también sabía que entregar un rechazo les haría daño a las dos.
Lo que hizo que fuera una cosa muy tonta de hacer.
Respirando hondo, tiró de ella en sus brazos y la besó en la mejilla.
―Pero no puedo hacer ninguna promesa con mi horario. Como he dicho, sólo tengo unos pocos meses antes de que Tina se vaya. Siempre y cuando estés de acuerdo con sólo reunirnos cuando podamos, ya sabes, y mantenerlo informal...
Bueno, eso no era exactamente lo que había querido decir. Pero tenía sentido, supuso, y le dio una salida si pensaba mejor en todo el asunto más adelante.
Santana asintió, frotando las manos sobre su espalda desnuda.
―Voy a tomar todo lo que pueda conseguir―hizo una pausa y luego dijo―Me gustas realmente, Brittany. Voy a tratar de no pedir más de lo que puedas dar. Simplemente agradezco tener la oportunidad de conocerte―sus labios se curvaron en una mueca lasciva―Y follarte un poco más, con suerte.
Sonrió.
No había nada de malo en tener una amiga con beneficios, ¿verdad?
Tener una salida para su deseo sexual sería un sueño hecho realidad, y tener un confidente, bueno, realmente valdría la pena el riesgo de ser decepcionada un día.
Trazó su dedo sobre el tatuaje de chica de calendario de Santana, levantando la piel de gallina a su paso.
―Puedo prometer un montón de follar.
Santana se mordió el labio.
―¿Tienes tiempo para una ronda más antes de irte?
―No, no lo creo―frunció el ceño. A veces ser responsable era un asco―Pero si me das tu número de teléfono, te llamaré más tarde esta noche para desearte dulces sueños.
Santana aceptó con un asentir oscuramente seductor que hizo que se preguntara cómo volvería a encontrar la fuerza para realmente salir de la cama.
―De acuerdo.
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Le debía a Santana tomar uno de los suyos ahora, sin importar lo pequeño que fuera.
―¿Oye, Santana?
Ésta le sostuvo su mano.
―¿Sí, chica dulce?
―Tú también me gustas mucho.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
hola morra,...
si después de esta maratón de sexo terminaba en nada era basura!!!
a ver cuanto dura el tiempo de estar separadas a ver si aguantan!!!???
nos vemos!!!
si después de esta maratón de sexo terminaba en nada era basura!!!
a ver cuanto dura el tiempo de estar separadas a ver si aguantan!!!???
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: De Noche (Adaptada) Epílogo
Pobre santana me da penita, britt deja madurar a tu hermana y piensa en ti, azopa.
Isabella28****** - Mensajes : 378
Fecha de inscripción : 12/10/2017
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