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[Resuelto]FanFic Brittana: Los Sentidos (Adaptada) Epílogo
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Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Los Sentidos (Adaptada) Epílogo
Hola morra...
Tanto miedo le tienen a hanna????
Bueno a veces de una.venganza sale algo bueno!!!
Jajaja kitt si perdió los 20 dólares... Y al fin se deja ser feliz y estar con marley!!?
Nos vemos!!!!
Tanto miedo le tienen a hanna????
Bueno a veces de una.venganza sale algo bueno!!!
Jajaja kitt si perdió los 20 dólares... Y al fin se deja ser feliz y estar con marley!!?
Nos vemos!!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Los Sentidos (Adaptada) Epílogo
Quiero ver como se enfrenta San a Hanna y espero que Britt no se acobarde, tiene que apoyar a Santana para que todo resulte bien.
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Los Sentidos (Adaptada) Epílogo
Ahora si pdo decir, que espera la Hanna para aparecer, a ver la clase de ovarios que tiene Santana Lopez, pero mas los de Brittany!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Los Sentidos (Adaptada) Epílogo
monica.santander escribió:Ojala que Britt pueda enfrentar a Hanna!!!
Saludos
Hola, espero lo mismo la vrdd =/ y que no sea um problema la vrdd =/ Saludos =D
JVM escribió:Jajajaja bueno por fin se dejaron llevar por el amor que sienten.....
Y Hanna, pues no vale la pena atrasar mas lo inevitable lo que venga lo soportaran juntas. Pero que ya la deje!
Hola, si! y eso es mas q bueno! jajajajajajaja. Si, tienes un buen punto! osaa chao chao hanna! ajajajajajaj. Y si, ya tienen que estar juntas mis brittana! jajajaja. Saludos =D
3:) escribió:Hola morra...
Tanto miedo le tienen a hanna????
Bueno a veces de una.venganza sale algo bueno!!!
Jajaja kitt si perdió los 20 dólares... Y al fin se deja ser feliz y estar con marley!!?
Nos vemos!!!!
Hola lu, mmmm o de enfrentar la situación en si, pero lo ai xD jajajajaja. =O no creo =/ pero xq lo dices¿? Jajajajaja si q si xD jajajajajajaja. Es lo que deberia hacer la vrdd, osea marley es lo suyo! jajajaja. Saludos =D
Tati.94 escribió:Quiero ver como se enfrenta San a Hanna y espero que Britt no se acobarde, tiene que apoyar a Santana para que todo resulte bien.
Hola, oooh interesante encuentro tmbn, no¿? jajajajajaja. Noooo-1 ni lo digas q pasa =S Eso mismo, eso mismo digo yo! asik esperemos y todo como debe... a favor de las brittana! jajajaja. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Los Sentidos (Adaptada) Epílogo
micky morales escribió:Ahora si pdo decir, que espera la Hanna para aparecer, a ver la clase de ovarios que tiene Santana Lopez, pero mas los de Brittany!!!!
Hola, nose xq no se marco tu comentario xD JAjajajaajjaj en este casi, si. ajajajajajaja. UFf yo creo q unos muy grandes la vrdd, osea es santana lopez! jajaajajaja. Eso seguro xD ajajajja, pero esperemos q la rubia no se kede atras jajaja.Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Los Sentidos (Adaptada) Cap 12
Capitulo 12
Santana echó un vistazo por la ventana.
Llevaba rato contemplando los bosquejos que había hecho de Brittany y que ahora colgaban de la pared, pero no acababa de decidir cuál quería esculpir.
La primera obra en la que su modelo fuese Brittany era sagrada y quería estar segura de hacerlo bien.
No sería sólo una escultura más, sino la mujer a la que amaba. Y con desesperación, según estaba descubriendo últimamente.
Tragó saliva ante la dura tarea que tenía por delante.
Tenía la sensación de que esculpir todos los rasgos de Brittany iba a ser un proyecto que duraría una vida entera y rezó para que se le concediera tal deseo.
Por su parte, Santana, en lugar de trabajar, estaba pensando en lo mucho que echaba de menos a Brittany, que se había ido a Grover's Corner con Quinn y Kitty.
Habían ido a comprar el regalo de cumpleaños de Rachel y otras cosas que necesitaban para la fiesta.
Quinn estaba planeando una fiesta sorpresa para celebrar el cumpleaños de Rachel y había decidido que Kitty y Brittany fueran sus ayudantes.
El día se le antojaba interminable y Santana se recordaba a sí misma una y otra vez que debería estar trabajando.
No lamentaba haberse enamorado, aunque había sucedido tan deprisa que ni siquiera había tenido tiempo de pensar en ello.
Suponía, sin embargo, que así debía ser el amor.
Lo malo era que su novia no era una novia, sino una amante que tenía una mujer por ahí.
Kitty le había dicho a Santana que, si Brittany no regresaba a Nueva York, podía dar por terminada su carrera académica.
De eso ya se encargaría Hanna.
Pero Brittany le había confesado a Santana que no quería terminar su doctorado.
«De momento—pensó Santana—, Pero... ¿qué pasará más adelante?»
El futuro incierto atormentaba a Santana.
Estaban a mediados de agosto y dentro de seis semanas habría que tomar todas las decisiones.
¿Era justo pedirle a Brittany que echara por la borda tantos años de estudio, su carrera?
Y, a cambio, ¿qué obtendría?
Una artista loca que vivía como una vagabunda en un bloque de obra vista que estaba en ruinas.
Santana no podía quitarse de la cabeza la sensación de que quizás ella sólo era un pasatiempo de verano, ya que no se sentía capaz de superar el hecho de que Brittany la dejase.
Sin embargo, quizás era eso lo que la ojiazul necesitaba: saber que una mujer había enloquecido por ella.
Apoyó la cabeza en la ventana.
«¿Por qué las cosas buenas siempre llegan acompañadas de cosas muy malas?»
Oyó en la escalera el susurro de unos pasos y el corazón le dio un vuelco cuando Brittany entró en la habitación.
—Llevo todo el día pensando en ti—dijo Brittany—Te he comprado un regalo—añadió, mientras sacaba un medallón de San Cristóbal y se lo colgaba a Santana del cuello, ésta lo miró detenidamente—Te mantendrá a salvo cuando yo no esté cerca para protegerte—Santana la observó con una expresión extraña—Lo cual—prosiguió Brittany—No sucederá muy a menudo, espero. Cariño, tienes cara de estar inquieta por algo. ¿Qué pasa?
—En realidad, nada. Es que no puedo decidir cuál voy a esculpir—dijo, señalando los bosquejos que colgaban en la pared.
—Ya lo decidirás. Eres un genio, ¿no?—dijo Brittany y besó a Santana en el cuello, le desabrochó lentamente la camisa y luego recorrió con la lengua la cinturilla de sus pantalones cortos. Los desabrochó y tomó a Santana entre sus labios.
La morena cerró los ojos, hundió los dedos en el pelo de Brittany y experimentó sensaciones que ni siquiera había imaginado.
Más tarde, mientras descansaban sobre sus ropas en la cama deshecha, Brittany se disculpó:
—Es que no me canso de ti. Quizá no debería ser tan lanzada.
Santana la miró y se le llenaron los ojos de lágrimas.
—¿Qué pasa? ¿Te he hecho daño?
Santana la abrazó con fuerza.
—¿Por qué estás triste? —insistió Brittany, realmente preocupada, mientras secaba las lágrimas de los hermosos ojos negros de Santana.
—Porque creo que te quiero demasiado y me asusta pensar que, si te vas, no lo soportaré —respondió finalmente.
—¿Y adonde quieres que me vaya?
—A Nueva York.
—¿Por qué?
—Porque ahí es donde vives —contestó Santana.
—Pero no tengo por qué vivir ahí. En realidad, pensaba quedarme aquí contigo. Ya encontraré un sitio —dijo Brittany, mientras le apartaba el pelo de la cara.
—¿Te vas a quedar?
—Bueno claro, tonta. ¿Qué pensabas que iba a hacer?
—No lo sé.
—¿Y eso es lo que te preocupa?
—Sí.
—Te quiero. Ya sé que aún me quedan algunos cabos sueltos por ahí, pero eso no significa que no pueda atarlos, ¿verdad?—dijo Brittany, mientras acariciaba con un dedo uno de los pezones de Santana.
—Yo podría comprarte una casa —se ofreció Santana.
—¿Y por qué ibas a hacer eso? —preguntó Brittany, mordisqueándole el pezón.
—Para que tuviéramos un sitio donde vivir.
—Quizá tengas que convencerme—Brittany se colocó sobre Santana y sonrió al notarla dentro de su cuerpo.
—¿Y cómo puedo hacerlo?—preguntó Santana, retirando la mano.
—Ven aquí —suplicó Brittany.
—¿Vendrás a vivir conmigo?
—Sí—susurró Brittany, al mismo tiempo que cerraba los ojos.
Kitty estaba sentada a la mesa frente a Brittany y Santana.
Se dio cuenta de que Santana había llorado y observó cómo Brittany le acariciaba la mejilla, como si quisiera tranquilizarla.
Habían llegado bastante tarde a la cena.
Kitty añadió eso al hecho de que algo había salido mal y no le gustó en absoluto.
Quinn y Rachel aún estaban tratando de decidir a qué parte de Europa les llevaría su viaje. Además, estaba el café. Alguien tenía que encargarse de todo y, en ese preciso instante, la ayudante que tenían no era precisamente la más adecuada.
—Kitty, ¿cuándo te marchas? —preguntó Rachel, mientras le pasaba el suflé de queso de almendras a Santana.
Quinn le lanzó una mirada.
—Esta vez no metas la pata, Santana. Recuerda cómo te enseñé a servirlo.
—No meteré la pata—dijo Santana—Cada vez soy menos salvaje, por si no te habías dado cuenta.
—Tengo que irme el quince de septiembre como muy tarde—dijo Kitty, sirviéndose otra copa de vino.
Le habría gustado que Marley estuviera ahí, pero había surgido un problema con una de las carpas y había tenido que quedarse.
Kitty lucía algunos cardenales producto del revolcón de aquella tarde y, sobre todo, conservaba aún esa expresión radiante de quien acaba de pegar un polvo.
—Demasiado pronto—dijo Quinn—No creo que me haya organizado lo suficiente para entonces.
—Mierda —exclamó Rachel.
—Ya se nos ocurrirá algo —dijo Quinn.
—¿Por qué no me enseñan lo que hay que hacer y yo me encargo del café? Si tengo problemas, Santana puede ayudarme—intervino Brittany.
Todas se volvieron para mirarla.
La morena abrió mucho los ojos, frunció los labios y puso cara de sentirse terriblemente culpable.
—¿No vas a volver conmigo? —preguntó Kitty.
—No—dijo Brittany, mientras se servía otra copa de vino y contemplaba, al otro lado de la mesa, lo que parecía una imitación bastante convincente de la Inquisición española.
—¿Y la universidad?
—De momento, ya he tenido bastante. ¿Alguien quiere guisantes?—preguntó, pasando el plato hacia su izquierda.
—¿Y lo dices tan tranquila? O sea, que lo vas a echar todo por la borda y te vas a quedar en este pueblo de paletos. ¿Y qué harás aquí, si se puede saber? —dijo Kitty. Su tono de voz era cada vez más alto.
—Estaba pensando en criar gallinas —respondió Brittany.
—¿Gallinas? —repitió Quinn.
—No lo sé. Cualquier cosa. Estoy segura de que encontraré algo que hacer. En realidad, me gusta la idea de no tener planes. Nunca he hecho algo así y me gustaría probar.
—Bien hecho, Brittany. Puedes quedarte aquí todo el tiempo que quieras, de verdad —dijo Rachel.
—Voy a comprar una casa —intervino Santana —Y Brittany vendrá a vivir conmigo.
—¿Qué?—dijo Kitty, poniéndose en pie de golpe—Joder, ¿acaso se han vuelto todas locas o qué?
—Kitty, cariño, siéntate. Es de mala educación ponerse de pie mientras estamos cenando —dijo Rachel y dio unas cuantas palmaditas en la silla vacía de Kitty.
—Brittany, vamos a ser realistas. Sé que estás muy unida a Santana, pero no me parece buena idea que por un simple encaprichamiento dejes de lado todas las cosas que has conseguido con tanto esfuerzo.
—Kitty, es algo más que un simple encaprichamiento —dijo Santana. Había empezado a sonrojarse.
—Han estado saliendo durante una parte del verano. Dudo mucho que eso te dé derecho a pedirle a alguien que eche por la borda su vida —chilló Kitty.
—Yo no le he pedido que eche por la borda nada —contraatacó Santana.
—Kitty, cálmate —dijo Rachel. Intentó agarrarle la mano, pero Kitty la apartó.
—No quiero calmarme. Brittany, ¿qué vas a hacer? ¿Vas a llamar a Hanna y le vas a decir: «¿Sabes una cosa? No pienso volver?»—dijo Kitty.
—Sí, eso es exactamente lo que voy a hacer.
—No puedes hacer eso.
—Sí que puedo. ¿Qué pensabas, Kitty? ¿Que sólo quería un lío con Santana, que cuando terminara el verano nos despediríamos y nos daríamos las gracias por los buenos ratos que hemos pasado juntas? Es algo más que eso. La quiero y pretendo pasar una buena parte de mi vida con ella, si el destino así lo dispone —afirmó Brittany.
A Santana se le iluminó el rostro.
—Están como dos putas cabras. Se acaban de conocer. No pueden casarse así por las buenas.
—¿Y por qué no? —preguntó Quinn.
—Porque no está bien. No es así como funciona. Las relaciones necesitan tiempo y planificación y, además, yo no te traje aquí para perderte —dijo Kitty, con la mirada fija en Brittany.
Notó que los ojos se le llenaban de lágrimas.
Contempló a sus dos amigas y luego abandonó la habitación. Cuando salió de la casa, las lágrimas le rodaban por las mejillas.
—Este lado analítico y tan poco romántico será cosa de los genes de Clifford. Desde luego, yo no tengo nada que ver. Y tampoco ha sido la educación que le hemos dado. Rach, ¿en qué nos hemos equivocado para criar a una lesbiana tan malvada?—dijo Quinn, mientras volvía a llenar todas las copas de vino.
—Quinn, eso que has dicho es muy feo —replicó Rachel.
—¿Por qué está tan enfadada?—preguntó Brittany—Ya le había dicho que quería dejar a Hanna. No creo que sea ninguna sorpresa.
Rachel buscó la mirada de Quinn y se encogió de hombros.
—Díselo —la animó Quinn.
—Brittany, creo que Kitty está bastante, cómo lo diría yo, enamorada de ti—afirmó Rachel.
Brittany guardó silencio durante unos instantes.
—Pero yo nunca he pensado en ella de esa manera, ni me he sentido así con ella. ¿Qué creía que estaba haciendo con Santana?
—Tener una aventurilla, supongo —respondió Rachel.
—Bueno es bastante más que eso —dijo Brittany, notando la rabia en las mejillas. Estaba muy confusa.
—Ya lo sé. Son cosas que pasan.
Santana le agarró la mano.
Aquella noche, cuando Santana estaba en la cama con Brittany, se volvió para contemplarla. Le acarició la mejilla y le preguntó:
—¿Estás segura de que quieres quedarte aquí? Estoy dispuesta a ir a cualquier sitio contigo.
—Me gusta esto. Siempre he vivido en grandes ciudades y me gustaría probar aquí. San, no te preocupes, no pasa nada. He pensado muy bien en lo que estoy haciendo y quiero quedarme.
Por la mañana, Kitty se encontró con Brittany, que estaba sola.
Llevaba una de las largas camisas de Santana y estaba leyendo el periódico mientras bebía café.
Parecía de lo más tranquila y relajada.
Kitty, sin embargo, no había podido dormir y estaba ojerosa. Se avergonzaba de la escena que había montado la noche anterior y le preocupaba lo que pudiera estar pensando Brittany.
Echó un vistazo a su alrededor, muy cohibida, por si Santana estaba por ahí.
—No está. Ha quedado con Mercedes. Kitty, ¿estás bien?—le preguntó Brittany, ladeando la cabeza.
—Lamento mucho lo de anoche—dijo y acercó una silla y se sentó junto a Brittany.
—No hay nada que lamentar. Pensaba decírtelo. Acabábamos de decidir qué queríamos hacer y, mira, salió durante la cena. Ya sé que piensas que estamos yendo muy rápido, pero me gustaría intentarlo. Ya no puedo volver, ni siquiera me imagino a mí misma volviendo. A veces tengo la sensación de que era como vivir la vida de otra persona.
—Te voy a echar mucho de menos—dijo Kitty. Estaba a punto de echarse a llorar.
—Y yo también a ti—dijo Brittany, abrazándola—, Pero aquí estaré cuando vuelvas a casa. Además, creo que vas a pasar bastante tiempo con otra persona y eso es bueno. Es justo lo que necesitas ahora.
—Ya lo sé—dijo Kitty.
En aquel momento, recordó lo que le había dicho su mamá: que Brittany no era para ella.
Se puso en pie y se acercó a una escultura muy grande que estaba en un rincón.
—¿Santana ya lo tiene todo listo para la exposición?—preguntó.
—Quiere hacer una escultura más —respondió Brittany.
—A ver si adivino de quién...—sonrió Kitty—La verdad es que han hecho maravillas la una por la otra.
—Eso es lo que tiene el amor—dijo Brittany, mientras le agarraba la mano.
—Bueno, ¿y entonces? ¿Piensas llamar a Hanna para decirle adiós muy buenas?
—Algo así. Creo que le diré que me he enamorado de otra persona. Lo siento, pero la cosa no tiene remedio. ¿Qué puede hacerme? Dudo mucho que sea capaz de venir a buscarme—Kitty arqueó una ceja y la miró—No será capaz, ¿verdad?
—No. Puede que sea un poco agresiva, pero no creo que llegue a tanto.
—¿Podemos estar seguras?
—Te esconderemos —la tranquilizó Kitty.
Santana subió la escalera como una flecha y se fundió en un abrazo con Brittany.
—Hola, Kitty —dijo, con una expresión resplandeciente.
Era difícil no ser feliz cuando sus dos mejores amigas estaban locamente enamoradas la una de la otra.
Kitty les dio un empujoncito amistoso y se fue a trabajar.
«No hay nada mejor que un final feliz», pensó mientras se dirigía al café.
Cuando entró en la cocina del café, Rachel y Quinn la observaron con cierta prudencia.
—Dejad de hacer eso. Estoy bien. Ya lo he superado—dijo Kitty.
Las dos mujeres se acercaron a comprobar si era verdad.
—¿Estás segura? —preguntó Rachel.
—Sí, estoy segura. He ido a hablar con Brittany. Joder, son tan felices que casi me dan asco. Hasta yo tengo que reconocer que hacen muy buena pareja —dijo Kitty. Recogió un montoncito de cartas del restaurante.
Quinn sonrió.
—Y sí, tenías razón—añadió Kitty, mientras le pasaba el brazo por los hombros a Quinn.
—Bueno, entonces ahora sólo nos queda el divorcio—dijo Quinn.
—Los divorcios pueden ser muy complicados —intervino Rachel.
—Este no lo será —afirmó Kitty.
—Yo no estaría tan segura —dijo Quinn.
—¿Por qué dices eso? —preguntó Kitty.
—Me da mala espina —contestó Quinn.
—A ver si es que tu tabla Ouija ha dicho que habrá sangre...
—No, pero creo que no va a ser tan fácil como Brittany quiere—dijo Quinn—Las despedidas nunca son fáciles... y nunca son sencillas.
—Me temo que tendremos que esperar y ver qué pasa— concluyó Kitty. Acto seguido, se alejó en dirección a los clientes.
Llevaba rato contemplando los bosquejos que había hecho de Brittany y que ahora colgaban de la pared, pero no acababa de decidir cuál quería esculpir.
La primera obra en la que su modelo fuese Brittany era sagrada y quería estar segura de hacerlo bien.
No sería sólo una escultura más, sino la mujer a la que amaba. Y con desesperación, según estaba descubriendo últimamente.
Tragó saliva ante la dura tarea que tenía por delante.
Tenía la sensación de que esculpir todos los rasgos de Brittany iba a ser un proyecto que duraría una vida entera y rezó para que se le concediera tal deseo.
Por su parte, Santana, en lugar de trabajar, estaba pensando en lo mucho que echaba de menos a Brittany, que se había ido a Grover's Corner con Quinn y Kitty.
Habían ido a comprar el regalo de cumpleaños de Rachel y otras cosas que necesitaban para la fiesta.
Quinn estaba planeando una fiesta sorpresa para celebrar el cumpleaños de Rachel y había decidido que Kitty y Brittany fueran sus ayudantes.
El día se le antojaba interminable y Santana se recordaba a sí misma una y otra vez que debería estar trabajando.
No lamentaba haberse enamorado, aunque había sucedido tan deprisa que ni siquiera había tenido tiempo de pensar en ello.
Suponía, sin embargo, que así debía ser el amor.
Lo malo era que su novia no era una novia, sino una amante que tenía una mujer por ahí.
Kitty le había dicho a Santana que, si Brittany no regresaba a Nueva York, podía dar por terminada su carrera académica.
De eso ya se encargaría Hanna.
Pero Brittany le había confesado a Santana que no quería terminar su doctorado.
«De momento—pensó Santana—, Pero... ¿qué pasará más adelante?»
El futuro incierto atormentaba a Santana.
Estaban a mediados de agosto y dentro de seis semanas habría que tomar todas las decisiones.
¿Era justo pedirle a Brittany que echara por la borda tantos años de estudio, su carrera?
Y, a cambio, ¿qué obtendría?
Una artista loca que vivía como una vagabunda en un bloque de obra vista que estaba en ruinas.
Santana no podía quitarse de la cabeza la sensación de que quizás ella sólo era un pasatiempo de verano, ya que no se sentía capaz de superar el hecho de que Brittany la dejase.
Sin embargo, quizás era eso lo que la ojiazul necesitaba: saber que una mujer había enloquecido por ella.
Apoyó la cabeza en la ventana.
«¿Por qué las cosas buenas siempre llegan acompañadas de cosas muy malas?»
Oyó en la escalera el susurro de unos pasos y el corazón le dio un vuelco cuando Brittany entró en la habitación.
—Llevo todo el día pensando en ti—dijo Brittany—Te he comprado un regalo—añadió, mientras sacaba un medallón de San Cristóbal y se lo colgaba a Santana del cuello, ésta lo miró detenidamente—Te mantendrá a salvo cuando yo no esté cerca para protegerte—Santana la observó con una expresión extraña—Lo cual—prosiguió Brittany—No sucederá muy a menudo, espero. Cariño, tienes cara de estar inquieta por algo. ¿Qué pasa?
—En realidad, nada. Es que no puedo decidir cuál voy a esculpir—dijo, señalando los bosquejos que colgaban en la pared.
—Ya lo decidirás. Eres un genio, ¿no?—dijo Brittany y besó a Santana en el cuello, le desabrochó lentamente la camisa y luego recorrió con la lengua la cinturilla de sus pantalones cortos. Los desabrochó y tomó a Santana entre sus labios.
La morena cerró los ojos, hundió los dedos en el pelo de Brittany y experimentó sensaciones que ni siquiera había imaginado.
Más tarde, mientras descansaban sobre sus ropas en la cama deshecha, Brittany se disculpó:
—Es que no me canso de ti. Quizá no debería ser tan lanzada.
Santana la miró y se le llenaron los ojos de lágrimas.
—¿Qué pasa? ¿Te he hecho daño?
Santana la abrazó con fuerza.
—¿Por qué estás triste? —insistió Brittany, realmente preocupada, mientras secaba las lágrimas de los hermosos ojos negros de Santana.
—Porque creo que te quiero demasiado y me asusta pensar que, si te vas, no lo soportaré —respondió finalmente.
—¿Y adonde quieres que me vaya?
—A Nueva York.
—¿Por qué?
—Porque ahí es donde vives —contestó Santana.
—Pero no tengo por qué vivir ahí. En realidad, pensaba quedarme aquí contigo. Ya encontraré un sitio —dijo Brittany, mientras le apartaba el pelo de la cara.
—¿Te vas a quedar?
—Bueno claro, tonta. ¿Qué pensabas que iba a hacer?
—No lo sé.
—¿Y eso es lo que te preocupa?
—Sí.
—Te quiero. Ya sé que aún me quedan algunos cabos sueltos por ahí, pero eso no significa que no pueda atarlos, ¿verdad?—dijo Brittany, mientras acariciaba con un dedo uno de los pezones de Santana.
—Yo podría comprarte una casa —se ofreció Santana.
—¿Y por qué ibas a hacer eso? —preguntó Brittany, mordisqueándole el pezón.
—Para que tuviéramos un sitio donde vivir.
—Quizá tengas que convencerme—Brittany se colocó sobre Santana y sonrió al notarla dentro de su cuerpo.
—¿Y cómo puedo hacerlo?—preguntó Santana, retirando la mano.
—Ven aquí —suplicó Brittany.
—¿Vendrás a vivir conmigo?
—Sí—susurró Brittany, al mismo tiempo que cerraba los ojos.
***
Kitty estaba sentada a la mesa frente a Brittany y Santana.
Se dio cuenta de que Santana había llorado y observó cómo Brittany le acariciaba la mejilla, como si quisiera tranquilizarla.
Habían llegado bastante tarde a la cena.
Kitty añadió eso al hecho de que algo había salido mal y no le gustó en absoluto.
Quinn y Rachel aún estaban tratando de decidir a qué parte de Europa les llevaría su viaje. Además, estaba el café. Alguien tenía que encargarse de todo y, en ese preciso instante, la ayudante que tenían no era precisamente la más adecuada.
—Kitty, ¿cuándo te marchas? —preguntó Rachel, mientras le pasaba el suflé de queso de almendras a Santana.
Quinn le lanzó una mirada.
—Esta vez no metas la pata, Santana. Recuerda cómo te enseñé a servirlo.
—No meteré la pata—dijo Santana—Cada vez soy menos salvaje, por si no te habías dado cuenta.
—Tengo que irme el quince de septiembre como muy tarde—dijo Kitty, sirviéndose otra copa de vino.
Le habría gustado que Marley estuviera ahí, pero había surgido un problema con una de las carpas y había tenido que quedarse.
Kitty lucía algunos cardenales producto del revolcón de aquella tarde y, sobre todo, conservaba aún esa expresión radiante de quien acaba de pegar un polvo.
—Demasiado pronto—dijo Quinn—No creo que me haya organizado lo suficiente para entonces.
—Mierda —exclamó Rachel.
—Ya se nos ocurrirá algo —dijo Quinn.
—¿Por qué no me enseñan lo que hay que hacer y yo me encargo del café? Si tengo problemas, Santana puede ayudarme—intervino Brittany.
Todas se volvieron para mirarla.
La morena abrió mucho los ojos, frunció los labios y puso cara de sentirse terriblemente culpable.
—¿No vas a volver conmigo? —preguntó Kitty.
—No—dijo Brittany, mientras se servía otra copa de vino y contemplaba, al otro lado de la mesa, lo que parecía una imitación bastante convincente de la Inquisición española.
—¿Y la universidad?
—De momento, ya he tenido bastante. ¿Alguien quiere guisantes?—preguntó, pasando el plato hacia su izquierda.
—¿Y lo dices tan tranquila? O sea, que lo vas a echar todo por la borda y te vas a quedar en este pueblo de paletos. ¿Y qué harás aquí, si se puede saber? —dijo Kitty. Su tono de voz era cada vez más alto.
—Estaba pensando en criar gallinas —respondió Brittany.
—¿Gallinas? —repitió Quinn.
—No lo sé. Cualquier cosa. Estoy segura de que encontraré algo que hacer. En realidad, me gusta la idea de no tener planes. Nunca he hecho algo así y me gustaría probar.
—Bien hecho, Brittany. Puedes quedarte aquí todo el tiempo que quieras, de verdad —dijo Rachel.
—Voy a comprar una casa —intervino Santana —Y Brittany vendrá a vivir conmigo.
—¿Qué?—dijo Kitty, poniéndose en pie de golpe—Joder, ¿acaso se han vuelto todas locas o qué?
—Kitty, cariño, siéntate. Es de mala educación ponerse de pie mientras estamos cenando —dijo Rachel y dio unas cuantas palmaditas en la silla vacía de Kitty.
—Brittany, vamos a ser realistas. Sé que estás muy unida a Santana, pero no me parece buena idea que por un simple encaprichamiento dejes de lado todas las cosas que has conseguido con tanto esfuerzo.
—Kitty, es algo más que un simple encaprichamiento —dijo Santana. Había empezado a sonrojarse.
—Han estado saliendo durante una parte del verano. Dudo mucho que eso te dé derecho a pedirle a alguien que eche por la borda su vida —chilló Kitty.
—Yo no le he pedido que eche por la borda nada —contraatacó Santana.
—Kitty, cálmate —dijo Rachel. Intentó agarrarle la mano, pero Kitty la apartó.
—No quiero calmarme. Brittany, ¿qué vas a hacer? ¿Vas a llamar a Hanna y le vas a decir: «¿Sabes una cosa? No pienso volver?»—dijo Kitty.
—Sí, eso es exactamente lo que voy a hacer.
—No puedes hacer eso.
—Sí que puedo. ¿Qué pensabas, Kitty? ¿Que sólo quería un lío con Santana, que cuando terminara el verano nos despediríamos y nos daríamos las gracias por los buenos ratos que hemos pasado juntas? Es algo más que eso. La quiero y pretendo pasar una buena parte de mi vida con ella, si el destino así lo dispone —afirmó Brittany.
A Santana se le iluminó el rostro.
—Están como dos putas cabras. Se acaban de conocer. No pueden casarse así por las buenas.
—¿Y por qué no? —preguntó Quinn.
—Porque no está bien. No es así como funciona. Las relaciones necesitan tiempo y planificación y, además, yo no te traje aquí para perderte —dijo Kitty, con la mirada fija en Brittany.
Notó que los ojos se le llenaban de lágrimas.
Contempló a sus dos amigas y luego abandonó la habitación. Cuando salió de la casa, las lágrimas le rodaban por las mejillas.
—Este lado analítico y tan poco romántico será cosa de los genes de Clifford. Desde luego, yo no tengo nada que ver. Y tampoco ha sido la educación que le hemos dado. Rach, ¿en qué nos hemos equivocado para criar a una lesbiana tan malvada?—dijo Quinn, mientras volvía a llenar todas las copas de vino.
—Quinn, eso que has dicho es muy feo —replicó Rachel.
—¿Por qué está tan enfadada?—preguntó Brittany—Ya le había dicho que quería dejar a Hanna. No creo que sea ninguna sorpresa.
Rachel buscó la mirada de Quinn y se encogió de hombros.
—Díselo —la animó Quinn.
—Brittany, creo que Kitty está bastante, cómo lo diría yo, enamorada de ti—afirmó Rachel.
Brittany guardó silencio durante unos instantes.
—Pero yo nunca he pensado en ella de esa manera, ni me he sentido así con ella. ¿Qué creía que estaba haciendo con Santana?
—Tener una aventurilla, supongo —respondió Rachel.
—Bueno es bastante más que eso —dijo Brittany, notando la rabia en las mejillas. Estaba muy confusa.
—Ya lo sé. Son cosas que pasan.
Santana le agarró la mano.
Aquella noche, cuando Santana estaba en la cama con Brittany, se volvió para contemplarla. Le acarició la mejilla y le preguntó:
—¿Estás segura de que quieres quedarte aquí? Estoy dispuesta a ir a cualquier sitio contigo.
—Me gusta esto. Siempre he vivido en grandes ciudades y me gustaría probar aquí. San, no te preocupes, no pasa nada. He pensado muy bien en lo que estoy haciendo y quiero quedarme.
***
Por la mañana, Kitty se encontró con Brittany, que estaba sola.
Llevaba una de las largas camisas de Santana y estaba leyendo el periódico mientras bebía café.
Parecía de lo más tranquila y relajada.
Kitty, sin embargo, no había podido dormir y estaba ojerosa. Se avergonzaba de la escena que había montado la noche anterior y le preocupaba lo que pudiera estar pensando Brittany.
Echó un vistazo a su alrededor, muy cohibida, por si Santana estaba por ahí.
—No está. Ha quedado con Mercedes. Kitty, ¿estás bien?—le preguntó Brittany, ladeando la cabeza.
—Lamento mucho lo de anoche—dijo y acercó una silla y se sentó junto a Brittany.
—No hay nada que lamentar. Pensaba decírtelo. Acabábamos de decidir qué queríamos hacer y, mira, salió durante la cena. Ya sé que piensas que estamos yendo muy rápido, pero me gustaría intentarlo. Ya no puedo volver, ni siquiera me imagino a mí misma volviendo. A veces tengo la sensación de que era como vivir la vida de otra persona.
—Te voy a echar mucho de menos—dijo Kitty. Estaba a punto de echarse a llorar.
—Y yo también a ti—dijo Brittany, abrazándola—, Pero aquí estaré cuando vuelvas a casa. Además, creo que vas a pasar bastante tiempo con otra persona y eso es bueno. Es justo lo que necesitas ahora.
—Ya lo sé—dijo Kitty.
En aquel momento, recordó lo que le había dicho su mamá: que Brittany no era para ella.
Se puso en pie y se acercó a una escultura muy grande que estaba en un rincón.
—¿Santana ya lo tiene todo listo para la exposición?—preguntó.
—Quiere hacer una escultura más —respondió Brittany.
—A ver si adivino de quién...—sonrió Kitty—La verdad es que han hecho maravillas la una por la otra.
—Eso es lo que tiene el amor—dijo Brittany, mientras le agarraba la mano.
—Bueno, ¿y entonces? ¿Piensas llamar a Hanna para decirle adiós muy buenas?
—Algo así. Creo que le diré que me he enamorado de otra persona. Lo siento, pero la cosa no tiene remedio. ¿Qué puede hacerme? Dudo mucho que sea capaz de venir a buscarme—Kitty arqueó una ceja y la miró—No será capaz, ¿verdad?
—No. Puede que sea un poco agresiva, pero no creo que llegue a tanto.
—¿Podemos estar seguras?
—Te esconderemos —la tranquilizó Kitty.
Santana subió la escalera como una flecha y se fundió en un abrazo con Brittany.
—Hola, Kitty —dijo, con una expresión resplandeciente.
Era difícil no ser feliz cuando sus dos mejores amigas estaban locamente enamoradas la una de la otra.
Kitty les dio un empujoncito amistoso y se fue a trabajar.
«No hay nada mejor que un final feliz», pensó mientras se dirigía al café.
Cuando entró en la cocina del café, Rachel y Quinn la observaron con cierta prudencia.
—Dejad de hacer eso. Estoy bien. Ya lo he superado—dijo Kitty.
Las dos mujeres se acercaron a comprobar si era verdad.
—¿Estás segura? —preguntó Rachel.
—Sí, estoy segura. He ido a hablar con Brittany. Joder, son tan felices que casi me dan asco. Hasta yo tengo que reconocer que hacen muy buena pareja —dijo Kitty. Recogió un montoncito de cartas del restaurante.
Quinn sonrió.
—Y sí, tenías razón—añadió Kitty, mientras le pasaba el brazo por los hombros a Quinn.
—Bueno, entonces ahora sólo nos queda el divorcio—dijo Quinn.
—Los divorcios pueden ser muy complicados —intervino Rachel.
—Este no lo será —afirmó Kitty.
—Yo no estaría tan segura —dijo Quinn.
—¿Por qué dices eso? —preguntó Kitty.
—Me da mala espina —contestó Quinn.
—A ver si es que tu tabla Ouija ha dicho que habrá sangre...
—No, pero creo que no va a ser tan fácil como Brittany quiere—dijo Quinn—Las despedidas nunca son fáciles... y nunca son sencillas.
—Me temo que tendremos que esperar y ver qué pasa— concluyó Kitty. Acto seguido, se alejó en dirección a los clientes.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Los Sentidos (Adaptada) Epílogo
hola morra,...
era el golpe definitivo que necesitaba kitt para desilusionarse de lo que pudo llegar a tener con britt!!
vas definitivamente enserio las dos,.. por una casa ahora???
mmm las premoniciones de quinn dan miedo!!!
nos vemos!!
era el golpe definitivo que necesitaba kitt para desilusionarse de lo que pudo llegar a tener con britt!!
vas definitivamente enserio las dos,.. por una casa ahora???
mmm las premoniciones de quinn dan miedo!!!
nos vemos!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Los Sentidos (Adaptada) Epílogo
Estoy algo confundida, Hanna y Britt estan casadas, o es una forma de referirse al compromiso que tienen, pq en ninguna parte vi que lo estuvieran!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Los Sentidos (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,...
era el golpe definitivo que necesitaba kitt para desilusionarse de lo que pudo llegar a tener con britt!!
vas definitivamente enserio las dos,.. por una casa ahora???
mmm las premoniciones de quinn dan miedo!!!
nos vemos!!
Hola lu, si, doloroso o verdadero, pero necesario al fin y al cabo =/ Si que si! y es obvio, osea son las brittana! jajajajajaaja... espero y si tmbn ajajjajaaj. JAjajaja esa quinn es una genia! jajajaja. Saludos =D
micky morales escribió:Estoy algo confundida, Hanna y Britt estan casadas, o es una forma de referirse al compromiso que tienen, pq en ninguna parte vi que lo estuvieran!
Hola, mmmm yo tampoco lo entiendo bn, pero creo q lo esta =/ Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Los Sentidos (Adaptada) Cap 13
Capitulo 13
Brittany posaba y Santana trabajaba a un ritmo frenético.
Necesitaba casi con desesperación que la escultura de Brittany formara parte de la exposición, ya que en cierta manera simbolizaba el trato que habían hecho, el comienzo de una nueva vida juntas.
Cuando estuvo terminada en yeso, Santana invitó a Quinn, a Rachel, a Kitty y a Marley a tomar vino y queso, y a estar presentes cuando descubriera la estatua.
—Madre mía, ahora hasta da fiestas—dijo Quinn, con la invitación en la mano.
—Ha hecho muchos progresos—dijo Rachel y le dio la vuelta al pollo a la brasa que estaba haciendo en la barbacoa.
—Serán los efectos educativos del amor—murmuró Quinn, aunque resultaba evidente que se había perdido en sus propias reflexiones sobre otro tiempo y otra época.
—Sí. Me pregunto a quién te recuerda...—dijo Rachel y bajó la tapa de la barbacoa.
Quinn le dio una cerveza y le sacó una silla.
—Eres toda una gentildama mi Quinny. ¡Qué modales!
—Lo he aprendido todo de ti—dijo Quinn.
—No. Lo aprendiste en un colegio privado, pero se te olvidó todo cuando te convertiste en la lesbiana más petarda de este pueblo.
—Bueno, todas cambiamos. La verdad es que fue una época muy divertida.
—¿Y ahora?—dijo Rachel, haciendo un mohín de disgusto.
—Ahora es una época maravillosa. Los mejores días de mi vida los he pasado contigo—Quinn rodeó a Rachel con sus brazos—Y no los cambiaría por nada.
—La gente nos considera antediluvianas—repuso Rachel.
—¿Y qué? A mí me gusta. Poco a poco, nos estamos convirtiendo en iconos lésbicos. Alguien tendrá que demostrarles a estas jovencitas que la longevidad tiene sus ventajas. No se puede ir de la cima de una montaña a otra sin pararse jamás a ver qué hay más abajo. Las cosas hay que vivirlas en pareja, incluso el temido aburrimiento, porque eso nos fortalece y nos une—afirmó.
—Tendrías que ser consejera sentimental—dijo Rachel, mientras le daba un pellizco.
—Ah, no, ni hablar, nada de loqueros. Además, Tina me dijo el otro día en la partida de póquer que tengo un problema con el juego. Me dijo que soy compulsiva—Quinn frunció el entrecejo.
—Y es verdad.
—No, lo único que pasa es que me gusta y que se me da bien. Todavía no me he jugado la casa, ¿verdad? Cada cual tiene sus cosas.
—Alguna que otra manía. Cuando Tina te dijo eso..., ¿iba ganando o perdiendo?
—Perdiendo. Siempre pierde porque es muy chula. Yo me retiro cuando no tengo una buena noche, o apuesto poco, pero Tina se empeña en tentar al destino. Si el destino ha decidido que esa noche no es tu noche, lo mejor es aceptarlo y pasar a otra cosa. Tina, en cambio, piensa que el destino cambiará de opinión si le ofreces dinero. Y no es así.
—No sólo eres lista, también eres muy sexy —dijo Rachel.
Se puso en pie para ver si el pollo ya estaba a punto y, al pasar junto a Quinn, le dio una palmadita en el trasero. La rubia agarró un trapo de cocina y le devolvió el golpe. Acto seguido, Rachel la apuntó con el largo tenedor de la barbacoa, Quinn alcanzó las tenacillas —también muy largas— e iniciaron un combate de esgrima en el jardín de atrás, momento en el que llegaron Kitty y Marley.
La rubia más baja miró a Marley con cara de circunstancias, ya que a veces sus madres le hacían sentir vergüenza ajena.
—¿Acaso no van a madurar nunca? —preguntó Kitty.
—Espero que no—dijo Marley, mientras le cogía la mano—Sienten alegría de vivir y eso es bueno, Kitty. Yo sé que, en el fondo, tú sientes esa misma alegría.
—Bueno tendrás que ser tú quien la haga salir a la superficie—replicó Kitty.
—Eso es lo que pretendo—afirmó Marley, antes de alcanzar la cerveza que Kitty le ofrecía.
—¿Dónde están Brittany y Santana? —preguntó Rachel.
—No pueden venir. Han alquilado una camioneta y tienen que ir a la fundición de Grover's Corner a recoger la estatua. Supongo que están muy ocupadas y no tienen tiempo para nosotras—dijo Kitty.
—Kitty, ese comentario es muy feo. Santana está entusiasmada con la exposición. No seas aguafiestas—la reconvino Rachel.
—Eso, no seas aguafiestas —dijo Marley, cogió un paño de cocina y le dio un golpe a Kitty, que se agenció otro rápidamente.
Instantes después, iniciaron una guerra.
—Parece que cuando alguien ve un trapo de cocina por ahí le da por hacer eso—dijo Quinn.
—Ah, la juventud de hoy en día—musitó Rachel, sonrió al ver a Marley y a Kitty, que habían caído al suelo y estaban rodando por el césped.
Santana terminó de desembalar la escultura y Brittany se apartó para mirarla.
—Es preciosa, San, increíblemente preciosa.
—Porque tú eres preciosa—dijo Santana y también se retiró un poco.
—Menos mal que has hecho arreglar el montacargas. Si no, tendría que quedarse aquí abajo —dijo Brittany.
—Ha quedado perfecta —murmuró Santana, mientras inspeccionaba la escultura desde todos los ángulos.
—A ver si lo he entendido bien. La hemos traído aquí, pero ahora tenemos que llevarlas todas a Grover's Corner para la exposición.
—Me gusta tenerlas cerca hasta que encuentran un hogar. Supongo que es mi instinto maternal. Pero ésta se queda —dijo Santana.
—¿No piensas venderla?
—Ni por todo el oro del mundo. Ésta es mía.
—Lo que dices es muy bonito, San, pero no es necesario. Ya harás otras.
—Lo sé, pero ésta es muy especial. Todas son especiales—dijo Santana y echó un vistazo por la habitación y contempló sus obras más recientes—Pero tengo que quedarme algunas... y ésta es una de ellas.
—¿Y qué significan las que te quedas?
—No estoy muy segura. Supongo que es un sentimiento. Ocurre algo especial en mi vida en ese momento... y esas esculturas me salen algo mejor que las demás.
—¿Dónde está la de Elaine? —preguntó Brittany.
Acababa de darse cuenta de que había desaparecido.
Muchas veces, cuando Santana no estaba, Brittany se sentaba junto a Elaine
y la miraba, tratando de imaginar a la mujer que inspiró la escultura.
Era una obra sensacional.
—La he vendido.
—¿Que la has vendido? ¿Por qué? ¿A quién?
—La he vendido porque ya no la necesito y la persona a quien se la he vendido la necesita más que yo. Ella no sabe que yo sé que la ha comprado, porque se supone que Mercedes no tenía que decírmelo.
—¿Quién la ha comprado?
—La mamá de Elaine.
—¿Echa de menos a su hija?
—Muchísimo.
—Lo que has hecho es muy bonito, San.
—Ahora soy feliz. Y cuando eres feliz, no cuesta tanto darle algo a alguien.
—Aun así, eres una mujer maravillosa.
—Espero que no se te olvide la próxima vez que te enfades conmigo.
—Pero si yo nunca me he enfadado contigo.
—Todavía. Pero ya llegará...
—¿Y eso te preocupa?
—No, supongo que forma parte del juego, ¿no? Las peleas domésticas significan que una está enamorada.
—Lo que nos espera no va a ser nada fácil —dijo Brittany y de repente se dio cuenta de la importancia de lo que estaba haciendo: empezar una nueva vida con otra persona.
Habían trasladado el sillón favorito de Brittany, el que en otros tiempos perteneció a su papá, al estudio. Mientras la rubia se acomodaba en su sillón, Santana le sirvió un whisky escocés. Después se sentó también ella y se dedicó a contemplarla.
Era un primer paso, un paso pequeño y vacilante, como cuando Brittany empezó a llevar su ropa a casa de Hanna.
En verano, cuando Brittany ya había dejado la residencia de estudiantes, Hanna la convenció para que se quedara en la ciudad en lugar de volver a
casa.
Trasladarse definitivamente era algo serio y Brittany se puso muy nerviosa.
—No tengas miedo. Ya hemos pasado mucho tiempo juntas y te prometo que no me voy a convertir en un monstruo —dijo Santana, cogiéndole la mano.
—Ya lo sé. Lo siento. Es que ahora me preocupa la posibilidad de volver a fracasar. Jamás había tenido relaciones fracasadas a mi espalda, pero ahora sí. Estoy divorciada, he dejado atrás un matrimonio. He fracasado.
—Y yo también. ¿Qué importa? No somos perfectas y algo habremos aprendido, ¿no?
—Eso espero.
—Ahora ya no somos tan jóvenes.
—Hemos vivido unas cuantas experiencias más —dijo Brittany.
—Exacto. Quizás ahora sabemos lo que no hay que hacer. ¿No fuiste tú quien se quejó porque yo no quería saber nada del amor? Me parece a mí que ahora eres tú quien tiene una actitud negativa.
—Negativa o realista —dijo Brittany.
—Te estás echando atrás. Lo sabía —replicó Santana, sin dejar de mirarla y se puso en pie y salió de la habitación hecha una furia.
—¡San, espera!
Se oyó un portazo.
Brittany se paró un momento a pensar.
«¿Me estoy echando atrás?—se preguntó—No, estoy pronosticando un desastre antes de que se produzca, pero a quién le importa si se produce o no. Yo la quiero ahora y el ahora es lo único que importa.»
Brittany subió corriendo hasta la planta que hacía las veces de vivienda, pero Santana había cerrado la puerta con llave.
—San, abre la puerta, por favor. Lo siento. Tengo miedo, eso es todo, pero no significa que no quiera hacerlo, ni tampoco significa que no te quiera.
—¡Me has mentido!—gritó Santana desde el otro lado de la puerta.
—¿En qué te he mentido?
—Sólo soy un ligue de verano, eso es lo único que soy para ti.
—No, no es verdad. Te quiero, joder. Abre la puta puerta de una vez.
—No digas palabrotas delante de mí.
—Te quiero. Por favor, no me hagas esto—dijo Brittany y se dejó caer al suelo.
—¿Hacerte qué? Eres tú la que quiere dejarlo.
—No, no es verdad, te lo juro. San, quiero hablar contigo, no con la puerta. Por favor.
—No. Vete.
—No puedo irme. Te quiero—ocultó el rostro entre las manos y se echó a llorar.
Un instante después, Santana abrió la puerta.
—No llores—dijo—Por favor, no llores—repitió, abrazándola.
Brittany levantó la cabeza y la miró, mientras Santana le secaba las lágrimas.
—Lo siento—dijo Santana.
—No eres un ligue.
—Vale.
—¿Me crees?
—Sí, te creo.
—Es que me he asustado.
—Yo también estoy asustada.
—Creo que acabamos de tener nuestra primera pelea —dijo Brittany.
—Hablando del Papa de Roma...—Santana ayudó a Brittany a ponerse en pie y la abrazó—Te quiero muchísimo y no puedo evitar pensar que esto es demasiado bonito para ser real. Tengo la sensación de que a veces estoy esperando que me digas que se ha acabado porque eso es lo que creo que va a ocurrir —dijo Santana.
—A mí me pasa lo mismo. Las cosas buenas pueden dar tanto miedo como las malas.
—Y luego está Kitty, que le hace creer a una que es imposible enamorarse locamente en un verano.
—Y una ex mujer que todavía no sabe que lo es —añadió Brittany.
—Exacto. No me extraña que estemos nerviosas. Por cierto, ¿cuándo se lo vas a decir?
—¿Qué te parece esta noche después de un whisky?
—No te estoy presionando.
—Ya lo sé.
—No discutamos más, ¿vale? —pidió Santana.
—Bueno, por lo menos esta noche. Será normal que nos peleemos de vez en cuando, ¿no?
—Eso creo.
—¿Y siempre sales corriendo y cierras la puerta con llave? —preguntó Brittany.
—Sí.
—Bueno así es muy difícil discutir.
—Lo sé.
—¿Te parece que la próxima vez hablemos las cosas?
—¿Con la puerta abierta? —preguntó Santana.
—Sí, con la puerta abierta.
—Bueno, lo intentaré.
—Es lo único que te pido.
—Y, ahora..., ¿nos damos un beso y hacemos las paces?
—Sí.
Santana tenía un brazo sobre el estómago de Brittany y la cabeza muy cerca de su barbilla.
—Si después siempre hacemos esto, no me importa que discutamos más a menudo —dijo Santana.
—Pero esto ya lo hacemos mucho. — Brittany le acarició el pelo.
—Las dos tenemos un apetito insaciable.
—¿Crees que se nos pasará algún día?
—Si está en mis manos evitarlo, no.
—Quinn y Rachel todavía hacen el amor muy a menudo —dijo Brittany.
—Señal de que mantienen una relación amorosa saludable —afirmó Santana, inclinándose y besándole un pezón a Brittany.
—O señal de que ya no lo es.
—Ya estamos otra vez. ¿Qué te hizo Hanna?
Brittany reflexionó durante unos instantes.
—Dejarme sola muchas veces y durante demasiado tiempo. Y cuando venía, siempre imponía sus condiciones.
—Yo no soy esa clase de amante —dijo Santana. Una expresión grave nubló su rostro.
—Ya lo sé. ¿Nos tomamos un whisky y la llamamos?
—¿Ahora mismo? —dijo Santana. Obligó a Brittany a darse la vuelta y le besó la espalda.
—Bueno...
—¿Estás lista? —preguntó Santana, mientras conectaba el teléfono.
Brittany se sentó en su sillón, con un whisky en la mano.
—Creo que sí.
Santana le pasó el teléfono. Brittany notaba en las sienes el latido de su corazón. Se secó las manos en los pantalones cortos que llevaba puestos y marcó el número.
Había intentado ensayar lo que quería decir, pero siempre le salía mal.
En realidad, estaba convencida de que acabaría soltando la verdad de golpe y dejaría que Hanna se lo tomara como quisiera. No sabía muy bien cuál sería su reacción.
Le salió el contestador automático, pero no dejó ningún mensaje. Lo que hizo fue llamar a la universidad. La recepcionista le dijo que la catedrática Marin no estaba.
—¿La encontraré mañana?
—Está en una conferencia en Nuevo México. En Gallup, concretamente. Volverá el lunes.
Brittany colgó el auricular y se puso pálida.
—¿Qué pasa?
—Está aquí.
—¿Quién está aquí? ¿ Hanna?
—Está en Gallup.
—Eso está muy cerca.
—Exacto.
—¿Quieres que te escondamos?
—No. Pero no contaba con enfrentarme a ella cara a cara.
—A la larga, será lo mejor.
—Tú no conoces a Hanna.
—No, no la conozco. Y me parece que no le voy a caer bien.
—No, no le vas a caer bien.
Necesitaba casi con desesperación que la escultura de Brittany formara parte de la exposición, ya que en cierta manera simbolizaba el trato que habían hecho, el comienzo de una nueva vida juntas.
Cuando estuvo terminada en yeso, Santana invitó a Quinn, a Rachel, a Kitty y a Marley a tomar vino y queso, y a estar presentes cuando descubriera la estatua.
***
—Madre mía, ahora hasta da fiestas—dijo Quinn, con la invitación en la mano.
—Ha hecho muchos progresos—dijo Rachel y le dio la vuelta al pollo a la brasa que estaba haciendo en la barbacoa.
—Serán los efectos educativos del amor—murmuró Quinn, aunque resultaba evidente que se había perdido en sus propias reflexiones sobre otro tiempo y otra época.
—Sí. Me pregunto a quién te recuerda...—dijo Rachel y bajó la tapa de la barbacoa.
Quinn le dio una cerveza y le sacó una silla.
—Eres toda una gentildama mi Quinny. ¡Qué modales!
—Lo he aprendido todo de ti—dijo Quinn.
—No. Lo aprendiste en un colegio privado, pero se te olvidó todo cuando te convertiste en la lesbiana más petarda de este pueblo.
—Bueno, todas cambiamos. La verdad es que fue una época muy divertida.
—¿Y ahora?—dijo Rachel, haciendo un mohín de disgusto.
—Ahora es una época maravillosa. Los mejores días de mi vida los he pasado contigo—Quinn rodeó a Rachel con sus brazos—Y no los cambiaría por nada.
—La gente nos considera antediluvianas—repuso Rachel.
—¿Y qué? A mí me gusta. Poco a poco, nos estamos convirtiendo en iconos lésbicos. Alguien tendrá que demostrarles a estas jovencitas que la longevidad tiene sus ventajas. No se puede ir de la cima de una montaña a otra sin pararse jamás a ver qué hay más abajo. Las cosas hay que vivirlas en pareja, incluso el temido aburrimiento, porque eso nos fortalece y nos une—afirmó.
—Tendrías que ser consejera sentimental—dijo Rachel, mientras le daba un pellizco.
—Ah, no, ni hablar, nada de loqueros. Además, Tina me dijo el otro día en la partida de póquer que tengo un problema con el juego. Me dijo que soy compulsiva—Quinn frunció el entrecejo.
—Y es verdad.
—No, lo único que pasa es que me gusta y que se me da bien. Todavía no me he jugado la casa, ¿verdad? Cada cual tiene sus cosas.
—Alguna que otra manía. Cuando Tina te dijo eso..., ¿iba ganando o perdiendo?
—Perdiendo. Siempre pierde porque es muy chula. Yo me retiro cuando no tengo una buena noche, o apuesto poco, pero Tina se empeña en tentar al destino. Si el destino ha decidido que esa noche no es tu noche, lo mejor es aceptarlo y pasar a otra cosa. Tina, en cambio, piensa que el destino cambiará de opinión si le ofreces dinero. Y no es así.
—No sólo eres lista, también eres muy sexy —dijo Rachel.
Se puso en pie para ver si el pollo ya estaba a punto y, al pasar junto a Quinn, le dio una palmadita en el trasero. La rubia agarró un trapo de cocina y le devolvió el golpe. Acto seguido, Rachel la apuntó con el largo tenedor de la barbacoa, Quinn alcanzó las tenacillas —también muy largas— e iniciaron un combate de esgrima en el jardín de atrás, momento en el que llegaron Kitty y Marley.
La rubia más baja miró a Marley con cara de circunstancias, ya que a veces sus madres le hacían sentir vergüenza ajena.
—¿Acaso no van a madurar nunca? —preguntó Kitty.
—Espero que no—dijo Marley, mientras le cogía la mano—Sienten alegría de vivir y eso es bueno, Kitty. Yo sé que, en el fondo, tú sientes esa misma alegría.
—Bueno tendrás que ser tú quien la haga salir a la superficie—replicó Kitty.
—Eso es lo que pretendo—afirmó Marley, antes de alcanzar la cerveza que Kitty le ofrecía.
—¿Dónde están Brittany y Santana? —preguntó Rachel.
—No pueden venir. Han alquilado una camioneta y tienen que ir a la fundición de Grover's Corner a recoger la estatua. Supongo que están muy ocupadas y no tienen tiempo para nosotras—dijo Kitty.
—Kitty, ese comentario es muy feo. Santana está entusiasmada con la exposición. No seas aguafiestas—la reconvino Rachel.
—Eso, no seas aguafiestas —dijo Marley, cogió un paño de cocina y le dio un golpe a Kitty, que se agenció otro rápidamente.
Instantes después, iniciaron una guerra.
—Parece que cuando alguien ve un trapo de cocina por ahí le da por hacer eso—dijo Quinn.
—Ah, la juventud de hoy en día—musitó Rachel, sonrió al ver a Marley y a Kitty, que habían caído al suelo y estaban rodando por el césped.
***
Santana terminó de desembalar la escultura y Brittany se apartó para mirarla.
—Es preciosa, San, increíblemente preciosa.
—Porque tú eres preciosa—dijo Santana y también se retiró un poco.
—Menos mal que has hecho arreglar el montacargas. Si no, tendría que quedarse aquí abajo —dijo Brittany.
—Ha quedado perfecta —murmuró Santana, mientras inspeccionaba la escultura desde todos los ángulos.
—A ver si lo he entendido bien. La hemos traído aquí, pero ahora tenemos que llevarlas todas a Grover's Corner para la exposición.
—Me gusta tenerlas cerca hasta que encuentran un hogar. Supongo que es mi instinto maternal. Pero ésta se queda —dijo Santana.
—¿No piensas venderla?
—Ni por todo el oro del mundo. Ésta es mía.
—Lo que dices es muy bonito, San, pero no es necesario. Ya harás otras.
—Lo sé, pero ésta es muy especial. Todas son especiales—dijo Santana y echó un vistazo por la habitación y contempló sus obras más recientes—Pero tengo que quedarme algunas... y ésta es una de ellas.
—¿Y qué significan las que te quedas?
—No estoy muy segura. Supongo que es un sentimiento. Ocurre algo especial en mi vida en ese momento... y esas esculturas me salen algo mejor que las demás.
—¿Dónde está la de Elaine? —preguntó Brittany.
Acababa de darse cuenta de que había desaparecido.
Muchas veces, cuando Santana no estaba, Brittany se sentaba junto a Elaine
y la miraba, tratando de imaginar a la mujer que inspiró la escultura.
Era una obra sensacional.
—La he vendido.
—¿Que la has vendido? ¿Por qué? ¿A quién?
—La he vendido porque ya no la necesito y la persona a quien se la he vendido la necesita más que yo. Ella no sabe que yo sé que la ha comprado, porque se supone que Mercedes no tenía que decírmelo.
—¿Quién la ha comprado?
—La mamá de Elaine.
—¿Echa de menos a su hija?
—Muchísimo.
—Lo que has hecho es muy bonito, San.
—Ahora soy feliz. Y cuando eres feliz, no cuesta tanto darle algo a alguien.
—Aun así, eres una mujer maravillosa.
—Espero que no se te olvide la próxima vez que te enfades conmigo.
—Pero si yo nunca me he enfadado contigo.
—Todavía. Pero ya llegará...
—¿Y eso te preocupa?
—No, supongo que forma parte del juego, ¿no? Las peleas domésticas significan que una está enamorada.
—Lo que nos espera no va a ser nada fácil —dijo Brittany y de repente se dio cuenta de la importancia de lo que estaba haciendo: empezar una nueva vida con otra persona.
Habían trasladado el sillón favorito de Brittany, el que en otros tiempos perteneció a su papá, al estudio. Mientras la rubia se acomodaba en su sillón, Santana le sirvió un whisky escocés. Después se sentó también ella y se dedicó a contemplarla.
Era un primer paso, un paso pequeño y vacilante, como cuando Brittany empezó a llevar su ropa a casa de Hanna.
En verano, cuando Brittany ya había dejado la residencia de estudiantes, Hanna la convenció para que se quedara en la ciudad en lugar de volver a
casa.
Trasladarse definitivamente era algo serio y Brittany se puso muy nerviosa.
—No tengas miedo. Ya hemos pasado mucho tiempo juntas y te prometo que no me voy a convertir en un monstruo —dijo Santana, cogiéndole la mano.
—Ya lo sé. Lo siento. Es que ahora me preocupa la posibilidad de volver a fracasar. Jamás había tenido relaciones fracasadas a mi espalda, pero ahora sí. Estoy divorciada, he dejado atrás un matrimonio. He fracasado.
—Y yo también. ¿Qué importa? No somos perfectas y algo habremos aprendido, ¿no?
—Eso espero.
—Ahora ya no somos tan jóvenes.
—Hemos vivido unas cuantas experiencias más —dijo Brittany.
—Exacto. Quizás ahora sabemos lo que no hay que hacer. ¿No fuiste tú quien se quejó porque yo no quería saber nada del amor? Me parece a mí que ahora eres tú quien tiene una actitud negativa.
—Negativa o realista —dijo Brittany.
—Te estás echando atrás. Lo sabía —replicó Santana, sin dejar de mirarla y se puso en pie y salió de la habitación hecha una furia.
—¡San, espera!
Se oyó un portazo.
Brittany se paró un momento a pensar.
«¿Me estoy echando atrás?—se preguntó—No, estoy pronosticando un desastre antes de que se produzca, pero a quién le importa si se produce o no. Yo la quiero ahora y el ahora es lo único que importa.»
Brittany subió corriendo hasta la planta que hacía las veces de vivienda, pero Santana había cerrado la puerta con llave.
—San, abre la puerta, por favor. Lo siento. Tengo miedo, eso es todo, pero no significa que no quiera hacerlo, ni tampoco significa que no te quiera.
—¡Me has mentido!—gritó Santana desde el otro lado de la puerta.
—¿En qué te he mentido?
—Sólo soy un ligue de verano, eso es lo único que soy para ti.
—No, no es verdad. Te quiero, joder. Abre la puta puerta de una vez.
—No digas palabrotas delante de mí.
—Te quiero. Por favor, no me hagas esto—dijo Brittany y se dejó caer al suelo.
—¿Hacerte qué? Eres tú la que quiere dejarlo.
—No, no es verdad, te lo juro. San, quiero hablar contigo, no con la puerta. Por favor.
—No. Vete.
—No puedo irme. Te quiero—ocultó el rostro entre las manos y se echó a llorar.
Un instante después, Santana abrió la puerta.
—No llores—dijo—Por favor, no llores—repitió, abrazándola.
Brittany levantó la cabeza y la miró, mientras Santana le secaba las lágrimas.
—Lo siento—dijo Santana.
—No eres un ligue.
—Vale.
—¿Me crees?
—Sí, te creo.
—Es que me he asustado.
—Yo también estoy asustada.
—Creo que acabamos de tener nuestra primera pelea —dijo Brittany.
—Hablando del Papa de Roma...—Santana ayudó a Brittany a ponerse en pie y la abrazó—Te quiero muchísimo y no puedo evitar pensar que esto es demasiado bonito para ser real. Tengo la sensación de que a veces estoy esperando que me digas que se ha acabado porque eso es lo que creo que va a ocurrir —dijo Santana.
—A mí me pasa lo mismo. Las cosas buenas pueden dar tanto miedo como las malas.
—Y luego está Kitty, que le hace creer a una que es imposible enamorarse locamente en un verano.
—Y una ex mujer que todavía no sabe que lo es —añadió Brittany.
—Exacto. No me extraña que estemos nerviosas. Por cierto, ¿cuándo se lo vas a decir?
—¿Qué te parece esta noche después de un whisky?
—No te estoy presionando.
—Ya lo sé.
—No discutamos más, ¿vale? —pidió Santana.
—Bueno, por lo menos esta noche. Será normal que nos peleemos de vez en cuando, ¿no?
—Eso creo.
—¿Y siempre sales corriendo y cierras la puerta con llave? —preguntó Brittany.
—Sí.
—Bueno así es muy difícil discutir.
—Lo sé.
—¿Te parece que la próxima vez hablemos las cosas?
—¿Con la puerta abierta? —preguntó Santana.
—Sí, con la puerta abierta.
—Bueno, lo intentaré.
—Es lo único que te pido.
—Y, ahora..., ¿nos damos un beso y hacemos las paces?
—Sí.
Santana tenía un brazo sobre el estómago de Brittany y la cabeza muy cerca de su barbilla.
—Si después siempre hacemos esto, no me importa que discutamos más a menudo —dijo Santana.
—Pero esto ya lo hacemos mucho. — Brittany le acarició el pelo.
—Las dos tenemos un apetito insaciable.
—¿Crees que se nos pasará algún día?
—Si está en mis manos evitarlo, no.
—Quinn y Rachel todavía hacen el amor muy a menudo —dijo Brittany.
—Señal de que mantienen una relación amorosa saludable —afirmó Santana, inclinándose y besándole un pezón a Brittany.
—O señal de que ya no lo es.
—Ya estamos otra vez. ¿Qué te hizo Hanna?
Brittany reflexionó durante unos instantes.
—Dejarme sola muchas veces y durante demasiado tiempo. Y cuando venía, siempre imponía sus condiciones.
—Yo no soy esa clase de amante —dijo Santana. Una expresión grave nubló su rostro.
—Ya lo sé. ¿Nos tomamos un whisky y la llamamos?
—¿Ahora mismo? —dijo Santana. Obligó a Brittany a darse la vuelta y le besó la espalda.
—Bueno...
—¿Estás lista? —preguntó Santana, mientras conectaba el teléfono.
Brittany se sentó en su sillón, con un whisky en la mano.
—Creo que sí.
Santana le pasó el teléfono. Brittany notaba en las sienes el latido de su corazón. Se secó las manos en los pantalones cortos que llevaba puestos y marcó el número.
Había intentado ensayar lo que quería decir, pero siempre le salía mal.
En realidad, estaba convencida de que acabaría soltando la verdad de golpe y dejaría que Hanna se lo tomara como quisiera. No sabía muy bien cuál sería su reacción.
Le salió el contestador automático, pero no dejó ningún mensaje. Lo que hizo fue llamar a la universidad. La recepcionista le dijo que la catedrática Marin no estaba.
—¿La encontraré mañana?
—Está en una conferencia en Nuevo México. En Gallup, concretamente. Volverá el lunes.
Brittany colgó el auricular y se puso pálida.
—¿Qué pasa?
—Está aquí.
—¿Quién está aquí? ¿ Hanna?
—Está en Gallup.
—Eso está muy cerca.
—Exacto.
—¿Quieres que te escondamos?
—No. Pero no contaba con enfrentarme a ella cara a cara.
—A la larga, será lo mejor.
—Tú no conoces a Hanna.
—No, no la conozco. Y me parece que no le voy a caer bien.
—No, no le vas a caer bien.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Los Sentidos (Adaptada) Epílogo
Jajajaja bueno parece que Hanna ira hasta Britt y no le quedara de otra que terminar con ella cara a cara,pero no tiene que preocuparse tanto todos ahí están para apoyarla....espero todo salga bien!
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Los Sentidos (Adaptada) Epílogo
Bien se acerca el tan esperado momento de enfrentar la realidad!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Los Sentidos (Adaptada) Epílogo
Hola morra....
Uhhhhhh se pone bueno!!!
Cara a cara las tres.... Arde Troya o mejor dicho el pueblo jajaja
Quinn va conocer a hanna!!! A ver que pasa!!???
Nos vemos!!!
Uhhhhhh se pone bueno!!!
Cara a cara las tres.... Arde Troya o mejor dicho el pueblo jajaja
Quinn va conocer a hanna!!! A ver que pasa!!???
Nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Los Sentidos (Adaptada) Epílogo
JVM escribió:Jajajaja bueno parece que Hanna ira hasta Britt y no le quedara de otra que terminar con ella cara a cara,pero no tiene que preocuparse tanto todos ahí están para apoyarla....espero todo salga bien!
Hola, eso parece... si maoma no va a la montaña... =/ Eso mismo, no es q este sola o peor, no¿? Espero lo mismo la vrdd =/ Saludos =D
micky morales escribió:Bien se acerca el tan esperado momento de enfrentar la realidad!!!!
Hola, jajajajaaj xD jajajajaaj y tu estas mas q emocionada, no¿? jajajajajaajajaj aquí dejo otro cap para ver si esta lo q esperas jajaja. Saludos =D
3:) escribió:Hola morra....
Uhhhhhh se pone bueno!!!
Cara a cara las tres.... Arde Troya o mejor dicho el pueblo jajaja
Quinn va conocer a hanna!!! A ver que pasa!!???
Nos vemos!!!
Hola lu, jajajajaajajajajajajajajajajaajaj si q si xD Jajajajajajaja esperemos y ai no tengas razón al vrdd xD jajajaajaj XD ya vivieron un incendio xD jajajajajaja. Mmm con esa quinn jamás se sabe xD ajajajaj. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Los Sentidos (Adaptada) Cap 14
Capitulo 14
Kitty subió corriendo la escalera, en busca de Brittany.
—Ay, la leche, no te vas a creer quién ha venido—dijo Kitty, casi sin aliento— ¡Brittany, es espantoso!
—¿Puedo tomarme otro whisky? —preguntó Brittany, tendiendo la mano en la que sostenía el vaso.
—Creo que lo vas a necesitar. Si yo bebiera, también lo necesitaría —dijo Santana.
—Brittany, está aquí, en nuestra casa, en el salón, preguntando todo el rato dónde estás.
—Ya lo sé.
—¿Cómo lo sabes?
—La he llamado y me han dicho que estaba aquí.
—¿Y qué piensas hacer?
—Decirle la verdad.
—Esto va a ser espantoso —dijo Kitty. Se estaba empezando a poner muy roja.
—San, será mejor que le sirvas un whisky a Kitty—dijo Brittany—Ella también lo va a necesitar.
Kitty se sentó en un taburete, mientras Santana le daba un vaso y se lo llenaba.
—Brittany, esto no va bien.
—¿Verdad que Santana está muy guapa?—dijo Brittany y le puso bien el cuello de la camisa y le colocó tras la oreja un rizo rebelde.
—No creo que sea el momento de alabar a tu amante, teniendo en cuenta que tu mujer está en el pueblo. ¿Cómo puedes estar tan tranquila?
—Porque preocupándome no voy a conseguir cambiar nada. Además, esta noche es la gran noche de Santana y no voy a permitir que Hanna se la estropee—dijo Brittany, echándole un último vistazo a Santana—La verdad es que este conjunto blanco y negro te queda muy bien. Joder, estás guapísima.
—Gracias —dijo Santana.
—Están como dos putas cabras. Nos encontramos al borde de una crisis y ustedes se comportan como si no pasara nada.
—¿Otro whisky?—le preguntó Santana a Brittany. Ésta asintió y señaló a Kitty.
—¿Qué piensan hacer?
—Kitty, estás complicando las cosas. Voy a ir contigo, mantendré una cordial conversación con Hanna, después iremos a la inauguración y más tarde le contaré lo de Santana. Es muy sencillo y estoy segura de que funcionará.
—Bueno a mí me parece que te estás pasando de optimista.
—Relájate, Kitty. Bueno, Santana, no te ensucies hasta que venga Mercedes a buscarte. ¿Me lo prometes?
—Te lo prometo. ¿Seguro que estarás bien?
—Sí, cariño. Dame un beso.
—¿De verdad crees que se lo puedes contar así sin más y ya está, se acabó? —le preguntó Kitty, mientras cruzaban el pueblo a pie.
Brittany la miró y sonrió.
—Ay, la leche, estás borracha. Tendría que habérmelo imaginado. Te has dedicado a beber hasta emborracharte porque sabías que alguien vendría a buscarte cuando ella llegara—sonrió de nuevo pero no dijo nada.
—¿Cuántos te has tomando?
—Seis —respondió Brittany.
—¿Te habías tomado seis whiskys seguidos alguna vez?
—No.
—Esto promete mucho.
—Algún día nos reiremos, estoy segura.
—No estarás mareada, ¿verdad?
—No, estoy perfectamente.
—Vale.
Brittany se tambaleaba un poco de vez en cuando pero en general lo hacía bastante bien..., hasta que tropezó mientras subía los escalones de entrada a la casa.
Se hizo unos rasguños en las rodillas y se dio un golpe en la barbilla. Quinn y Hanna, que habían oído el alboroto, salieron a ver qué ocurría.
Brittany se estaba desternillando de risa, mientras se frotaba las espinillas y le sangraba la barbilla.
Kitty intentaba desesperadamente levantarla del suelo, pero había llegado tarde.
Brittany levantó la vista y miró a Hanna.
—Hola. ¿Qué tal el viaje?
—Eso debería preguntarte yo a ti—dijo Hanna, ayudándola a ponerse en pie. Se acercó a ella y percibió el olor a alcohol en su aliento—Has bebido.
—Sí.
Quinn se llevó a Kitty al interior de la casa y dejaron solas a Hanna y a Brittany.
—No se lo va a decir ahora. Se lo dirá después de la inauguración —susurró Kitty.
—Hanna no tiene ni idea de lo que está pasando.
—Bueno no tardará mucho en descubrirlo. ¿Dónde está mamá?
—Arriba, terminando de arreglarse —respondió Quinn.
—Te he echado mucho de menos —dijo Hanna, antes de besar apasionadamente a Brittany.
—Creo que no deberíamos hacer esto—Brittany contempló los ojos azules pálido de Hanna.
—¿Por qué no?
—Luego te lo cuento.
—Bueno, me han dicho que vamos a una inauguración artística.
—Sí.
—¿Y esa Santana es amiga tuya?
—Sí.
—Kitty me ha contado que hay una escultura que te representa a ti...
—Sí.
—¿Y has posado para ella... desnuda?
—Así es como se hace normalmente.
—No parece muy propio de ti.
—Hanna, ha habido muchos cambios.
—Ya lo sé. Ha sido un verano muy largo y apenas puedo esperar a que regreses. Aparte de estar un poquito borracha, te encuentro preciosa.
—Me siento mucho mejor. He pasado un verano increíble.
—Me alegro.
—Creo que debería ir a desinfectarme las heridas —dijo Brittany, dedicándole una sonrisa triste. Tal vez no todo fuera tan fácil como ella creía.
—¡Ay!—gritó Brittany cuando Kitty le aplicó agua oxigenada en la barbilla.
Hanna echó un vistazo, bebió un sorbo de vino y estuvo charlando afablemente con Rachel sobre monumentos de visita obligada en Europa.
—No le has dicho nada, ¿verdad?—susurró Kitty, controlando a Hanna por encima del hombro de Brittany.
—No, todavía no. ¿Tendré que ponerme una tirita? Voy a tener un aspecto ridículo.
—Ésa debería ser tu menor preocupación en estos momentos.
—Tienes razón, no va a ser nada fácil.
—Lo conseguirás. Supongo que no piensas cambiar de opinión, ¿verdad?
—¡Joder, pero claro que no!
Su rotunda respuesta atrajo la atención de Hanna, que la observó con un gesto burlón.
Quinn y Rachel intercambiaron rápidamente una mirada.
—Creo que deberíamos irnos —sugirió Rachel.
—¿Tenemos que recoger a Marley?—le preguntó Quinn a Kitty.
—No, nos encontraremos ahí. Llegará un poco más tarde.
—¿Marley? —preguntó Hanna.
—El amor de verano de Kitty —se burló Brittany.
—Está bien tener amiguitas nuevas. Me encantará conocerla—dijo Hanna.
—Ah, no te preocupes. Esta noche vas a conocer a más de una amiguita nueva —respondió Kitty.
Hanna la observó con extrañeza, mientras Brittany sonreía benévolamente.
—Vamos —dijo Rachel.
Cuando llegaron, Santana observó con cierta inquietud a Brittany desde el otro extremo de la sala.
—No me estás escuchando —dijo Mercedes y obligó a Santana a volver la cabeza y la miró fijamente.
—Te estoy escuchando —respondió Santana, sin perder de vista a Brittany.
—No. Estás mirando a tu novia.
—Como si tu no miraras a tu esposo. Y No hables tan alto.
—No metas a Sam en testo. Y ¿por qué no?
—La chica que está a su lado es su mujer.
—Me lo imaginaba. Cuando por fin encuentras a la persona adecuada para ti, resulta que está casada. ¿Cómo va a terminar esta historia?
—Bien para mí, espero.
—Y yo—dijo Mercedes.
Observó a Hanna Marin durante unos instantes y pensó que parecía una mujer de las que siempre se salen con la suya.
Hanna paseó por la sala, contemplando las esculturas, hasta que llegó a la que representaba a Brittany.
Sonrió y miró a rubia.
—Me da la sensación de que has dedicado el verano a ser inmortalizada en bronce. La verdad es que estás muy favorecida—le dijo, al mismo tiempo que le cogía la mano.
Brittany sonrió levemente y miró a Santana.
«Esto no va bien», pensó. Se dio cuenta de que Santana se estaba poniendo nerviosa y empezaba a preocuparse.
—Te he echado de menos —dijo Hanna, acariciándole la mejilla.
—Hanna, tenemos que hablar de unas cuantas cosas.
—Lo sé, mi vida, pero esta noche quiero que nos divirtamos. Tenemos todo el otoño por delante para arreglar las cosas. Sé que he permitido que ciertas cosas se interpusieran entre nosotras, pero estar sola me ha servido para darme cuenta de que eres muy importante en mi vida y de que no quiero perderte —dijo Hanna, la rodeó con los brazos y la estrechó con fuerza.
Brittany miró de reojo hacia el otro lado de la sala y vio la humillación en el rostro de Santana. La artista dio media vuelta y se marchó. Se liberó de Hanna y echó a correr tras ella, lo cual dejó a más baja bastante perpleja.
Kitty, que lo vio todo, se acercó inmediatamente para distraer a Hanna.
Santana estaba en el corredor vacío que había entre una y otra galería.
Estaba temblando.
Brittany cerró la puerta y la abrazó.
—Esta noche habrá terminado todo, te lo prometo. No dejes que te estropee la noche.
—Me da igual la noche, pero no soporto veros juntas... haciendo esas cosas. Es horrible. Ella te quiere, es obvio, ¡y le vamos a destrozar la vida!
—San, cálmate, por favor. No puedo evitar haberme desenamorado de una mujer y haberme enamorado de otra. Sería mucho peor que me quedara con ella, porque no la quiero y tendría que fingir. Sé que le va a doler, pero a todo el mundo le sale mal alguna relación sentimental... y todo el mundo sobrevive. No pienso separarme de ti—dijo mirándola fijamente a los ojos—Te lo digo en serio.
Santana la besó y buscó en su cuerpo el consuelo necesario para despejar las dudas que atormentaban su mente. Brittany se acercó a ella: la besó en el cuello y en las orejas mientras le desabrochaba lentamente los pantalones y buscaba su sexo.
Santana cerró los ojos y permitió que Brittany la llevara rápidamente al orgasmo.
Después sonrió y le susurró que la amaba, antes de hacerle a Brittany, que esperaba ansiosa, lo mismo que la rubia le había hecho a ella.
Cuando terminaron, las dos estaban sin aliento.
—Te quiero —dijo Brittany.
—Lo sé. Lo siento.
—Saldrá bien, ¿vale?
—Vale. ¿Cómo piensas hacerlo?
—No lo sé todavía. La llevaré a algún sitio para hablar.
—Llévala a Finson Road en el coche. Es muy tranquilo y ahí nadie os molestará. Será más fácil para todos. A mí no me gustaría que me dejaran delante de tanta gente. Creo que será mejor así—dijo Santana, mientras le daba las llaves del coche—¿Estás segura?
—¿Segura de qué?
—De lo nuestro.
Brittany le sonrió.
—Segurísima. No te preocupes, ¿vale?
Santana le agarró la mano y se la retuvo durante unos instantes.
—Vamos —dijo finalmente, enderezando los hombros.
Brittany y Santana regresaron a la galería, bajo la atenta mirada de Hanna.
Mercedes acaparó a Santana y rápidamente la condujo hacia un cliente potencial.
Hanna, por su parte, observó a Brittany con cierta extrañeza.
—¿Esa es la artista?
—Ésa es Santana. Vamos.
—¿Estás bien? Pareces acalorada—dijo Hanna, rozándole la mejilla.
—Estoy bien. Vamos.
—¿Adonde?
—A dar una vuelta en coche.
—Vale —dijo Hanna.
Se dejó guiar hasta el exterior de la galería de arte y Santana las siguió con la mirada.
—¿De quién es este coche? —preguntó Hanna cuando se subieron al MG.
—De Santana —contestó Brittany.
—Es muy bonito. Seguro que gana mucho dinero.
—Bueno sí —dijo Brittany, maniobrando para separarse del bordillo.
—O sea, que tiene talento y además es rica.
—Sí.
—Es amiga tuya, has posado desnuda para ella y te deja conducir su coche...
—Sí.
—¿Te estás acostando con ella? —preguntó Hanna.
Brittany entró en la autopista, miró fugazmente a Hanna, tragó saliva con dificultad y respondió:
—Sí.
—¿De eso era de lo que querías hablar?
—Sí.
Hanna guardó silencio.
— Brittany... —dijo finalmente.
—Lo siento. No quería que esto ocurriera.
Abandonaron la autopista y Brittany condujo colina arriba hacia Finson Road.
Cuando llegaron, aparcó el coche y se volvió para mirar a Hanna, que estaba inmóvil contemplando el vacío.
«Lo estará asimilando», supuso Brittany.
—¿Qué significa todo esto? —dijo Hanna, tras volverse para mirarla.
—Que te dejo —respondió Brittany.
—Podría pasarlo por alto.
—¿Pasar por alto el qué? —preguntó Brittany.
—Tu ligue.
—No es un ligue.
—Brittany, sé que las cosas no siempre han ido bien entre nosotras, pero podemos arreglarlo. Tú eres joven: un amor de verano, alguna que otra canita al aire... Lo entiendo. Sé que no tuviste muchas amantes antes de conocerme a mí. Estas cosas pasan, tampoco es nada del otro mundo. Has descubierto cosas nuevas, te has divertido un poco... No pasa nada, de verdad. Es muy atractiva y has hecho bien. A lo mejor me cuentas algún día
los detalles más morbosos...
—Hanna, te estás equivocando—se sentía impotente.
Hanna tomó el rostro de Brittany entre sus manos y la besó.
—Te quiero, cariño, y no tengo intención alguna de dejarte ir. Me da igual que sea una artista rica y famosa. Tú eres mía.
—No puedes ser la dueña de una persona—dijo y la exasperación estaba cada vez más presente en su tono de voz—Me estoy follando a otra persona. Quiero a otra persona. ¿Acaso eso no te dice nada?
—Sí, me dice que estás atravesando una etapa problemática. De verdad, cariño, no pasa nada, no te guardo rencor.
Brittany salió del coche y se apoyó en el capó.
No se lo podía creer.
¿Qué sentido tenía hablar con alguien que se negaba a separarse?
No había previsto aquella actitud.
Había previsto lágrimas, desesperación y unos cuantos insultos, pero... ¿que se negara?
No sabía qué hacer.
Oyó la puerta del otro lado y vio a Hanna junto a ella.
—La luna está muy bonita —dijo Hanna.
Brittany levantó la vista para mirarla.
—No pienso volver. Me quedo aquí a vivir con Santana.
—¿Y qué piensas hacer? ¿Echar por la borda tu carrera? No lo creo. Es un encaprichamiento, Brittany, a todas nos sucede de vez en cuando. Conoces a alguien, es una novedad en tu vida, te fascina, tal vez te acuestas con ella..., pero eso no significa que dejes a tu mujer o que dejes una vida estable. No pasa nada por tener amantes ocasionales, pero al cabo de un tiempo te cansas de ellas, ya lo verás.
Brittany buscó su mirada.
—¿Tú has tenido amantes ocasionales desde que estamos juntas?
—Por supuesto, cariño, pero nunca han significado nada para mí. Sólo eran entretenimientos pasajeros. Yo quiero estar contigo, Brittany, porque hacemos buena pareja. Nos irá bien juntas. No lo mandes todo a la mierda.
—Joder, no puedo creer lo que dices. Yo nunca he funcionado bajo el principio de que tener amantes formaba parte del trato. O sea, que todas esas noches que yo te esperaba pensando que estabas trabajando... en realidad te estabas tirando a otra.
—Todas las noches no.
—Ya, todas no, sólo algunas.
—Mira, Brittany, de haber sabido que te ibas a poner así no te lo habría contado. Después de todo, yo no soy la que se está follando a la artista.
—Bueno, creo que ya me tocaba tirarme a alguien, ¿no? Ahora es mi turno.
—Sí, supongo que sí.
—¿Entonces qué hago? ¿Me follo a una docena de tías y estamos empatadas?
—No creo que eso sea necesario, Brittany. Dejémoslo en unas cuantas.
—Unas cuantas es más de dos.
—No seas cría, Brittany —dijo Hanna, acercándose a ella.
Brittany se apartó.
—¡No me toques!
— Brittany, tranquilízate.
—No quiero. He dedicado o, mejor dicho, malgastado tres años de mi vida contigo, pensando en nosotras como pareja, esforzándome para que estuviéramos unidas, y ahora me entero de que sólo era el polvo fijo.
—Ahí te estás pasando—dijo Hanna, que estaba empezando a sulfurarse, mientras le agarraba el brazo a Brittany—Yo jamás me planteé dejarte por ninguna de esas mujeres, a diferencia de lo que tú me estás proponiendo.
—¿Y qué vas a hacer? ¿Pegarme otra vez?
—No—la soltó—Sólo quiero hablar contigo.
—No tenemos nada más que decirnos.
—No seas tan radical.
Brittany la miró y rompió a llorar.
—Yo confié en ti.
Hanna la abrazó.
—Lo siento, no debería habértelo contado, pero ya ves que no es tan extraño que suceda. Tú has hecho exactamente lo mismo con Santana. A veces pasa, pero no significa nada.
Brittany la miró.
—No es verdad. Sí que significa algo.
—Cariño, cuando seas mayor lo entenderás —dijo Hanna, abrazándola con más fuerza.
Brittany se apartó de ella.
—¿Y qué me dices del amor, de la honradez y de la confianza? ¿Acaso todo eso no significa nada para ti?
—Te has olvidado de la obediencia, cariño —se burló Hanna, mientras tiraba de Brittany. Pensaba que era un buen momento para seducir a su mujer y apaciguarla con amor—Podemos superarlo. Nada de amantes a partir de ahora, te lo prometo. Ven aquí.
—¡No! —gritó Brittany.
—No seas tonta, Brittany.
—Prefiero ser tonta y vivir honestamente que formar parte de tu puto sistema—miró fijamente a su mujer por última vez y echó a correr en la oscuridad, colina abajo.
—Brittany..., ¿adónde vas?
—¡Lo más lejos de ti que pueda! —gritó Brittany.
Fue una de las pocas veces en su vida que Hanna Marin se quedó sin palabras.
«Por la mañana estará más tranquila», pensó, mientras buscaba por todas partes las llaves del coche.
Aquello era lo que pasaba por tener amantes jóvenes: que eran demasiado
idealistas.
Brittany siguió corriendo hasta que se golpeó con una ramita de árbol que sobresalía y cayó al suelo.
La rabia la había llevado a calcular mal las distancias.
Se puso en pie y echó a andar, mientras intentaba pensar.
«Todo este tiempo dándole vueltas y vueltas a los remordimientos que tenía por haberle sido infiel y ahora resulta que no pasa nada, que forma parte de la relación. Esto es de locas. Ella está loca. ¿Qué pasa, que ser fiel está pasado de moda?»
Cuando se reunió con Santana, Brittany iba cubierta de tierra de los pies a la cabeza.
Había estado llorando y tenía el inconfundible aspecto de alguien que ha sido arrastrado por un coche.
—Madre mía, ¿pero qué te ha hecho? —preguntó Santana.
—No te lo vas a creer.
—¿Te ha pegado?
Brittany se contempló a sí misma.
—No, la he dejado en Finson Road con el coche y he vuelto a pie. Tenía que alejarme de ella. Estoy segura de que mañana te traerá el coche.
—A la mierda el coche. Britt, no deberías deambular por el campo de noche. No es seguro.
—Era más peligroso quedarse con ella. Oh, San, ha sido espantoso—dijo echándose a llorar de nuevo.
Santana la abrazó.
—Vamos, ve a lavarte y luego lo hablamos.
Brittany le contó la historia mientras descansaban en la cama.
—O sea, que ella dice que no es para tanto.
—Bueno obviamente no, ya que forma parte de cualquier matrimonio. San...
—¿Sí?
—Yo no quiero que seamos así.
—No seremos así, te lo prometo. Vamos a dormir un poco y ya nos enfrentaremos a ella mañana.
—No pienso volver a hablarle en mi vida.
—De acuerdo. La mandaré a la mierda de tu parte.
—Gracias—dijo y se acurrucó junto a Santana y no tardó mucho en quedarse dormida entre sus brazos.
Santana, sin embargo, permaneció despierta, preguntándose qué clase de monstruo era Hanna Marin.
Brittany era la chica más dulce del mundo...
¿Cómo había podido vivir tres años con una mujer tan amoral y distante, una mujer que, en opinión de Santana, era incapaz de amar?
Por la mañana, Santana se encontró cara a cara con Hanna Marin, que estaba sentada junto al MG y fumaba despreocupadamente un cigarrillo.
La morena había salido a comprar leche y el periódico, y había dejado sola a Brittany.
—Me parece que esto es tuyo —dijo Hanna, haciendo tintinear las llaves.
—Sí —contestó Santana, al mismo tiempo que las cogía.
—¿Está contigo?
Santana vaciló durante medio segundo.
—Supongo que eso quiere decir que sí—prosiguió Hanna—¿Cómo se encuentra?
—Está durmiendo.
—Tengo que hablar con ella.
—Dice que no quiere hablar contigo.
—Es mi mujer, ¿te acuerdas?
—Nunca lo he olvidado.
—Estoy segura de que no. Tiene un buen polvo, ¿verdad?
—No hables así de ella.
—Oh, no, no me digas que me encuentro frente a otra romántica incurable. Mira, Santana, sea lo que sea lo que ha pasado entre vosotras este verano, ya se ha acabado. Va a volver conmigo. Aquí no tiene nada que hacer excepto, quizá, pegarse cuatro revolcones contigo bajo las sábanas.
—Es mucho más que eso.
—Eso lo dirás tú. Dile que me llame cuando se despierte. No te olvides—dijo Hanna, mientras se alejaba tranquilamente.
Santana tuvo que emplearse a fondo para no estallar y darle una buena torta a aquella zorra insolente.
En lugar de eso, lo que hizo fue dar un portazo que resonó por todo el edificio.
Cuando llegó, se encontró a Brittany sentada en la cama.
—Lo siento.
—¿Qué pasa?
—Hanna me ha traído el coche.
—Ah.
—Quiere que la llames.
—No pienso hacerlo.
—Ya se lo he dicho.
—¿Y qué te ha contestado?
—No me cree. Está convencida de que entre nosotras no hay nada más que unos cuantos polvos.
—Terminará por creernos. Ven aquí—dijo tendiéndole los brazos—Somos mucho más que eso.
—Lo sé —repuso Santana.
Estaba enfadada y asustada, y se le escaparon las lágrimas.
—No llores. No dejaré que gane—dijo Brittany, secándole las lágrimas con los labios—Lamento que te hayas visto metida en todo esto.
Santana hundió la cara en el cuello de Brittany y la abrazó con fuerza.
—No te dejaré marchar. Esa mujer es perversa.
—Lo sé. Bueno, ya se nos ocurrirá algo.
—¿Un coche bomba?
—No es mala idea —sonrió Brittany.
Kitty subió las escaleras como una flecha.
—Están horrorosas —dijo.
—Gracias, Kitty. Contábamos contigo para que nos dieras un poco de apoyo moral —dijo Santana.
—Brittany, ¿qué te ha pasado en la cara?
—Una rama de árbol. No me agaché a tiempo.
—Parece que tu mujer no tiene intención de marcharse a menos que te vayas con ella.
—Bueno que se quede mi habitación.
—Brittany, estoy hablando en serio. ¿Qué piensas hacer?—preguntó Kitty y se acercó a la nevera, la abrió y cogió una gaseosa.
—No pienso irme con ella, pero no hay manera de que lo entienda. Jamás me imaginé que la que se quedaría hecha polvo sería yo, pero... ¿cómo íbamos a saber que a Hanna le parece bien que la gente tenga amantes? ¿Cómo puedo convencerla de que ya no la amo? No sé qué hacer.
—¿Dónde está Quinn? —preguntó Santana.
—En el café, ¿por qué? —respondió Kitty.
—Ella sabrá qué hacer—dijo Santana—Kitty, ¿puedes quedarte aquí con Britt? No me gustaría que Hanna viniera y se la llevara mientras yo estoy fuera. No tardaré mucho.
Quinn le sirvió a Santana una taza de café.
—¿Y qué hace?
—Bueno leer, sentarse al lado del teléfono y esperar ansiosamente—respondió Quinn.
—No me digas que todo esto no es raro.
—No quiere separarse de ella. ¿Tú lo harías? Piensa en lo mucho que quieres a Brittany. ¿La dejarías marchar, sin más? ¿Y qué me dices de tu actitud con Elaine? Tampoco la dejaste marchar tan fácilmente.
Quinn se sirvió una taza de café y se sentó junto a Santana.
—Brittany tendrá que hablar con ella. Eso de esconderse no va a funcionar. Y cuanto más tarde, peor.
—Bueno no sé cómo voy a convencer a Brittany de que hable con ella. Está furiosa. Además, no sé si quiero que hable con ella, porque, como adversaria, Hanna impone bastante.
—Será la prueba definitiva de su amor.
—No quiero pruebas. Sólo quiero que empecemos nuestra vida juntas y dejemos atrás toda esta historia.
—Eso no es muy realista. Las relaciones sentimentales vienen con equipaje.
—¿Cómo se comportó mi mamá cuando tú volviste con Rachel?—preguntó Santana, quien de repente recordó que Quinn había sido durante un tiempo «la otra».
—Fue cordial y educada... toda una señora. No quiero decir que no le doliese, pero no lo demostró nunca. Lo que no entiendo es porque tú eres así de bruta... Si tu mamá hubiese vivido, estoy segura de que ahora serías muy diferente.
—Yo no estoy tan segura. Probablemente, nos habríamos pasado la vida peleándonos. Bueno, por lo menos no tengo que vivir con la sensación de haberla decepcionado.
—No creo que la hubieras decepcionado. Más bien creo que habría estado muy orgullosa de ti. Le encantaba el arte y le habría gustado mucho tener una hija artista, especialmente una con tanto talento como tú—dijo Quinn, dirigiéndole una sonrisa cariñosa.
—Sí, bueno, también soy lesbiana y, en estos momentos, me dedico a destrozar matrimonios. Quinn, ¿qué puedo hacer?
—Tienes que esperar y dejar que Brittany actúe. Ella es la única que puede convencer a Hanna de que todo ha terminado entre ellas.
—Lo sé. Vale, espero que funcione.
—Funcionará, cariño.
Quinn siguió con la mirada a Santana hasta que se marchó.
Se parecía mucho a su mamá.
Recordó la última vez que había visto a Maribel con vida. En aquella ocasión, se habían preguntado qué aspecto tendría el bebé, pero Maribel jamás llegó a ver a Santana.
Lo único que pudo hacer fue soñar con ella.
Quinn y Rachel fueron quienes la vieron crecer y eso, en cierta manera, era muy triste.
Hay que cuidar a las personas que amamos, porque nunca sabemos cuándo podemos perderlas y, entonces, todas las cosas que querríamos haberles dicho se nos quedan para siempre en la punta de la lengua.
Había cientos de cosas que Quinn querría haberle dicho a Maribel.
Se encogió de hombros, mientras pensaba que su nueva huésped estaba demostrando ser bastante complicada.
Menos mal que a Rachel se le daban bien aquel tipo de cosas, porque la falta de tacto de Quinn les había costado más de un disgusto.
Hanna estaba tan convencida de que podía recuperar a Brittany que Quinn tenía que reprimir las ganas de darle una bofetada para hacerla entrar en razón.
La chica se estaba convirtiendo en un verdadero fastidio.
¿Cómo puede alguien estar tan seguro de lo enamorada que está su pareja, hasta el punto de pensar que sólo con hacer acto de presencia va a conseguir recuperarla?
Qué egoísmo tan tremendo.
—Ay, la leche, no te vas a creer quién ha venido—dijo Kitty, casi sin aliento— ¡Brittany, es espantoso!
—¿Puedo tomarme otro whisky? —preguntó Brittany, tendiendo la mano en la que sostenía el vaso.
—Creo que lo vas a necesitar. Si yo bebiera, también lo necesitaría —dijo Santana.
—Brittany, está aquí, en nuestra casa, en el salón, preguntando todo el rato dónde estás.
—Ya lo sé.
—¿Cómo lo sabes?
—La he llamado y me han dicho que estaba aquí.
—¿Y qué piensas hacer?
—Decirle la verdad.
—Esto va a ser espantoso —dijo Kitty. Se estaba empezando a poner muy roja.
—San, será mejor que le sirvas un whisky a Kitty—dijo Brittany—Ella también lo va a necesitar.
Kitty se sentó en un taburete, mientras Santana le daba un vaso y se lo llenaba.
—Brittany, esto no va bien.
—¿Verdad que Santana está muy guapa?—dijo Brittany y le puso bien el cuello de la camisa y le colocó tras la oreja un rizo rebelde.
—No creo que sea el momento de alabar a tu amante, teniendo en cuenta que tu mujer está en el pueblo. ¿Cómo puedes estar tan tranquila?
—Porque preocupándome no voy a conseguir cambiar nada. Además, esta noche es la gran noche de Santana y no voy a permitir que Hanna se la estropee—dijo Brittany, echándole un último vistazo a Santana—La verdad es que este conjunto blanco y negro te queda muy bien. Joder, estás guapísima.
—Gracias —dijo Santana.
—Están como dos putas cabras. Nos encontramos al borde de una crisis y ustedes se comportan como si no pasara nada.
—¿Otro whisky?—le preguntó Santana a Brittany. Ésta asintió y señaló a Kitty.
—¿Qué piensan hacer?
—Kitty, estás complicando las cosas. Voy a ir contigo, mantendré una cordial conversación con Hanna, después iremos a la inauguración y más tarde le contaré lo de Santana. Es muy sencillo y estoy segura de que funcionará.
—Bueno a mí me parece que te estás pasando de optimista.
—Relájate, Kitty. Bueno, Santana, no te ensucies hasta que venga Mercedes a buscarte. ¿Me lo prometes?
—Te lo prometo. ¿Seguro que estarás bien?
—Sí, cariño. Dame un beso.
***
—¿De verdad crees que se lo puedes contar así sin más y ya está, se acabó? —le preguntó Kitty, mientras cruzaban el pueblo a pie.
Brittany la miró y sonrió.
—Ay, la leche, estás borracha. Tendría que habérmelo imaginado. Te has dedicado a beber hasta emborracharte porque sabías que alguien vendría a buscarte cuando ella llegara—sonrió de nuevo pero no dijo nada.
—¿Cuántos te has tomando?
—Seis —respondió Brittany.
—¿Te habías tomado seis whiskys seguidos alguna vez?
—No.
—Esto promete mucho.
—Algún día nos reiremos, estoy segura.
—No estarás mareada, ¿verdad?
—No, estoy perfectamente.
—Vale.
Brittany se tambaleaba un poco de vez en cuando pero en general lo hacía bastante bien..., hasta que tropezó mientras subía los escalones de entrada a la casa.
Se hizo unos rasguños en las rodillas y se dio un golpe en la barbilla. Quinn y Hanna, que habían oído el alboroto, salieron a ver qué ocurría.
Brittany se estaba desternillando de risa, mientras se frotaba las espinillas y le sangraba la barbilla.
Kitty intentaba desesperadamente levantarla del suelo, pero había llegado tarde.
Brittany levantó la vista y miró a Hanna.
—Hola. ¿Qué tal el viaje?
—Eso debería preguntarte yo a ti—dijo Hanna, ayudándola a ponerse en pie. Se acercó a ella y percibió el olor a alcohol en su aliento—Has bebido.
—Sí.
Quinn se llevó a Kitty al interior de la casa y dejaron solas a Hanna y a Brittany.
—No se lo va a decir ahora. Se lo dirá después de la inauguración —susurró Kitty.
—Hanna no tiene ni idea de lo que está pasando.
—Bueno no tardará mucho en descubrirlo. ¿Dónde está mamá?
—Arriba, terminando de arreglarse —respondió Quinn.
***
—Te he echado mucho de menos —dijo Hanna, antes de besar apasionadamente a Brittany.
—Creo que no deberíamos hacer esto—Brittany contempló los ojos azules pálido de Hanna.
—¿Por qué no?
—Luego te lo cuento.
—Bueno, me han dicho que vamos a una inauguración artística.
—Sí.
—¿Y esa Santana es amiga tuya?
—Sí.
—Kitty me ha contado que hay una escultura que te representa a ti...
—Sí.
—¿Y has posado para ella... desnuda?
—Así es como se hace normalmente.
—No parece muy propio de ti.
—Hanna, ha habido muchos cambios.
—Ya lo sé. Ha sido un verano muy largo y apenas puedo esperar a que regreses. Aparte de estar un poquito borracha, te encuentro preciosa.
—Me siento mucho mejor. He pasado un verano increíble.
—Me alegro.
—Creo que debería ir a desinfectarme las heridas —dijo Brittany, dedicándole una sonrisa triste. Tal vez no todo fuera tan fácil como ella creía.
***
—¡Ay!—gritó Brittany cuando Kitty le aplicó agua oxigenada en la barbilla.
Hanna echó un vistazo, bebió un sorbo de vino y estuvo charlando afablemente con Rachel sobre monumentos de visita obligada en Europa.
—No le has dicho nada, ¿verdad?—susurró Kitty, controlando a Hanna por encima del hombro de Brittany.
—No, todavía no. ¿Tendré que ponerme una tirita? Voy a tener un aspecto ridículo.
—Ésa debería ser tu menor preocupación en estos momentos.
—Tienes razón, no va a ser nada fácil.
—Lo conseguirás. Supongo que no piensas cambiar de opinión, ¿verdad?
—¡Joder, pero claro que no!
Su rotunda respuesta atrajo la atención de Hanna, que la observó con un gesto burlón.
Quinn y Rachel intercambiaron rápidamente una mirada.
—Creo que deberíamos irnos —sugirió Rachel.
—¿Tenemos que recoger a Marley?—le preguntó Quinn a Kitty.
—No, nos encontraremos ahí. Llegará un poco más tarde.
—¿Marley? —preguntó Hanna.
—El amor de verano de Kitty —se burló Brittany.
—Está bien tener amiguitas nuevas. Me encantará conocerla—dijo Hanna.
—Ah, no te preocupes. Esta noche vas a conocer a más de una amiguita nueva —respondió Kitty.
Hanna la observó con extrañeza, mientras Brittany sonreía benévolamente.
—Vamos —dijo Rachel.
Cuando llegaron, Santana observó con cierta inquietud a Brittany desde el otro extremo de la sala.
—No me estás escuchando —dijo Mercedes y obligó a Santana a volver la cabeza y la miró fijamente.
—Te estoy escuchando —respondió Santana, sin perder de vista a Brittany.
—No. Estás mirando a tu novia.
—Como si tu no miraras a tu esposo. Y No hables tan alto.
—No metas a Sam en testo. Y ¿por qué no?
—La chica que está a su lado es su mujer.
—Me lo imaginaba. Cuando por fin encuentras a la persona adecuada para ti, resulta que está casada. ¿Cómo va a terminar esta historia?
—Bien para mí, espero.
—Y yo—dijo Mercedes.
Observó a Hanna Marin durante unos instantes y pensó que parecía una mujer de las que siempre se salen con la suya.
***
Hanna paseó por la sala, contemplando las esculturas, hasta que llegó a la que representaba a Brittany.
Sonrió y miró a rubia.
—Me da la sensación de que has dedicado el verano a ser inmortalizada en bronce. La verdad es que estás muy favorecida—le dijo, al mismo tiempo que le cogía la mano.
Brittany sonrió levemente y miró a Santana.
«Esto no va bien», pensó. Se dio cuenta de que Santana se estaba poniendo nerviosa y empezaba a preocuparse.
—Te he echado de menos —dijo Hanna, acariciándole la mejilla.
—Hanna, tenemos que hablar de unas cuantas cosas.
—Lo sé, mi vida, pero esta noche quiero que nos divirtamos. Tenemos todo el otoño por delante para arreglar las cosas. Sé que he permitido que ciertas cosas se interpusieran entre nosotras, pero estar sola me ha servido para darme cuenta de que eres muy importante en mi vida y de que no quiero perderte —dijo Hanna, la rodeó con los brazos y la estrechó con fuerza.
Brittany miró de reojo hacia el otro lado de la sala y vio la humillación en el rostro de Santana. La artista dio media vuelta y se marchó. Se liberó de Hanna y echó a correr tras ella, lo cual dejó a más baja bastante perpleja.
Kitty, que lo vio todo, se acercó inmediatamente para distraer a Hanna.
Santana estaba en el corredor vacío que había entre una y otra galería.
Estaba temblando.
Brittany cerró la puerta y la abrazó.
—Esta noche habrá terminado todo, te lo prometo. No dejes que te estropee la noche.
—Me da igual la noche, pero no soporto veros juntas... haciendo esas cosas. Es horrible. Ella te quiere, es obvio, ¡y le vamos a destrozar la vida!
—San, cálmate, por favor. No puedo evitar haberme desenamorado de una mujer y haberme enamorado de otra. Sería mucho peor que me quedara con ella, porque no la quiero y tendría que fingir. Sé que le va a doler, pero a todo el mundo le sale mal alguna relación sentimental... y todo el mundo sobrevive. No pienso separarme de ti—dijo mirándola fijamente a los ojos—Te lo digo en serio.
Santana la besó y buscó en su cuerpo el consuelo necesario para despejar las dudas que atormentaban su mente. Brittany se acercó a ella: la besó en el cuello y en las orejas mientras le desabrochaba lentamente los pantalones y buscaba su sexo.
Santana cerró los ojos y permitió que Brittany la llevara rápidamente al orgasmo.
Después sonrió y le susurró que la amaba, antes de hacerle a Brittany, que esperaba ansiosa, lo mismo que la rubia le había hecho a ella.
Cuando terminaron, las dos estaban sin aliento.
—Te quiero —dijo Brittany.
—Lo sé. Lo siento.
—Saldrá bien, ¿vale?
—Vale. ¿Cómo piensas hacerlo?
—No lo sé todavía. La llevaré a algún sitio para hablar.
—Llévala a Finson Road en el coche. Es muy tranquilo y ahí nadie os molestará. Será más fácil para todos. A mí no me gustaría que me dejaran delante de tanta gente. Creo que será mejor así—dijo Santana, mientras le daba las llaves del coche—¿Estás segura?
—¿Segura de qué?
—De lo nuestro.
Brittany le sonrió.
—Segurísima. No te preocupes, ¿vale?
Santana le agarró la mano y se la retuvo durante unos instantes.
—Vamos —dijo finalmente, enderezando los hombros.
Brittany y Santana regresaron a la galería, bajo la atenta mirada de Hanna.
Mercedes acaparó a Santana y rápidamente la condujo hacia un cliente potencial.
Hanna, por su parte, observó a Brittany con cierta extrañeza.
—¿Esa es la artista?
—Ésa es Santana. Vamos.
—¿Estás bien? Pareces acalorada—dijo Hanna, rozándole la mejilla.
—Estoy bien. Vamos.
—¿Adonde?
—A dar una vuelta en coche.
—Vale —dijo Hanna.
Se dejó guiar hasta el exterior de la galería de arte y Santana las siguió con la mirada.
—¿De quién es este coche? —preguntó Hanna cuando se subieron al MG.
—De Santana —contestó Brittany.
—Es muy bonito. Seguro que gana mucho dinero.
—Bueno sí —dijo Brittany, maniobrando para separarse del bordillo.
—O sea, que tiene talento y además es rica.
—Sí.
—Es amiga tuya, has posado desnuda para ella y te deja conducir su coche...
—Sí.
—¿Te estás acostando con ella? —preguntó Hanna.
Brittany entró en la autopista, miró fugazmente a Hanna, tragó saliva con dificultad y respondió:
—Sí.
—¿De eso era de lo que querías hablar?
—Sí.
Hanna guardó silencio.
— Brittany... —dijo finalmente.
—Lo siento. No quería que esto ocurriera.
Abandonaron la autopista y Brittany condujo colina arriba hacia Finson Road.
Cuando llegaron, aparcó el coche y se volvió para mirar a Hanna, que estaba inmóvil contemplando el vacío.
«Lo estará asimilando», supuso Brittany.
—¿Qué significa todo esto? —dijo Hanna, tras volverse para mirarla.
—Que te dejo —respondió Brittany.
—Podría pasarlo por alto.
—¿Pasar por alto el qué? —preguntó Brittany.
—Tu ligue.
—No es un ligue.
—Brittany, sé que las cosas no siempre han ido bien entre nosotras, pero podemos arreglarlo. Tú eres joven: un amor de verano, alguna que otra canita al aire... Lo entiendo. Sé que no tuviste muchas amantes antes de conocerme a mí. Estas cosas pasan, tampoco es nada del otro mundo. Has descubierto cosas nuevas, te has divertido un poco... No pasa nada, de verdad. Es muy atractiva y has hecho bien. A lo mejor me cuentas algún día
los detalles más morbosos...
—Hanna, te estás equivocando—se sentía impotente.
Hanna tomó el rostro de Brittany entre sus manos y la besó.
—Te quiero, cariño, y no tengo intención alguna de dejarte ir. Me da igual que sea una artista rica y famosa. Tú eres mía.
—No puedes ser la dueña de una persona—dijo y la exasperación estaba cada vez más presente en su tono de voz—Me estoy follando a otra persona. Quiero a otra persona. ¿Acaso eso no te dice nada?
—Sí, me dice que estás atravesando una etapa problemática. De verdad, cariño, no pasa nada, no te guardo rencor.
Brittany salió del coche y se apoyó en el capó.
No se lo podía creer.
¿Qué sentido tenía hablar con alguien que se negaba a separarse?
No había previsto aquella actitud.
Había previsto lágrimas, desesperación y unos cuantos insultos, pero... ¿que se negara?
No sabía qué hacer.
Oyó la puerta del otro lado y vio a Hanna junto a ella.
—La luna está muy bonita —dijo Hanna.
Brittany levantó la vista para mirarla.
—No pienso volver. Me quedo aquí a vivir con Santana.
—¿Y qué piensas hacer? ¿Echar por la borda tu carrera? No lo creo. Es un encaprichamiento, Brittany, a todas nos sucede de vez en cuando. Conoces a alguien, es una novedad en tu vida, te fascina, tal vez te acuestas con ella..., pero eso no significa que dejes a tu mujer o que dejes una vida estable. No pasa nada por tener amantes ocasionales, pero al cabo de un tiempo te cansas de ellas, ya lo verás.
Brittany buscó su mirada.
—¿Tú has tenido amantes ocasionales desde que estamos juntas?
—Por supuesto, cariño, pero nunca han significado nada para mí. Sólo eran entretenimientos pasajeros. Yo quiero estar contigo, Brittany, porque hacemos buena pareja. Nos irá bien juntas. No lo mandes todo a la mierda.
—Joder, no puedo creer lo que dices. Yo nunca he funcionado bajo el principio de que tener amantes formaba parte del trato. O sea, que todas esas noches que yo te esperaba pensando que estabas trabajando... en realidad te estabas tirando a otra.
—Todas las noches no.
—Ya, todas no, sólo algunas.
—Mira, Brittany, de haber sabido que te ibas a poner así no te lo habría contado. Después de todo, yo no soy la que se está follando a la artista.
—Bueno, creo que ya me tocaba tirarme a alguien, ¿no? Ahora es mi turno.
—Sí, supongo que sí.
—¿Entonces qué hago? ¿Me follo a una docena de tías y estamos empatadas?
—No creo que eso sea necesario, Brittany. Dejémoslo en unas cuantas.
—Unas cuantas es más de dos.
—No seas cría, Brittany —dijo Hanna, acercándose a ella.
Brittany se apartó.
—¡No me toques!
— Brittany, tranquilízate.
—No quiero. He dedicado o, mejor dicho, malgastado tres años de mi vida contigo, pensando en nosotras como pareja, esforzándome para que estuviéramos unidas, y ahora me entero de que sólo era el polvo fijo.
—Ahí te estás pasando—dijo Hanna, que estaba empezando a sulfurarse, mientras le agarraba el brazo a Brittany—Yo jamás me planteé dejarte por ninguna de esas mujeres, a diferencia de lo que tú me estás proponiendo.
—¿Y qué vas a hacer? ¿Pegarme otra vez?
—No—la soltó—Sólo quiero hablar contigo.
—No tenemos nada más que decirnos.
—No seas tan radical.
Brittany la miró y rompió a llorar.
—Yo confié en ti.
Hanna la abrazó.
—Lo siento, no debería habértelo contado, pero ya ves que no es tan extraño que suceda. Tú has hecho exactamente lo mismo con Santana. A veces pasa, pero no significa nada.
Brittany la miró.
—No es verdad. Sí que significa algo.
—Cariño, cuando seas mayor lo entenderás —dijo Hanna, abrazándola con más fuerza.
Brittany se apartó de ella.
—¿Y qué me dices del amor, de la honradez y de la confianza? ¿Acaso todo eso no significa nada para ti?
—Te has olvidado de la obediencia, cariño —se burló Hanna, mientras tiraba de Brittany. Pensaba que era un buen momento para seducir a su mujer y apaciguarla con amor—Podemos superarlo. Nada de amantes a partir de ahora, te lo prometo. Ven aquí.
—¡No! —gritó Brittany.
—No seas tonta, Brittany.
—Prefiero ser tonta y vivir honestamente que formar parte de tu puto sistema—miró fijamente a su mujer por última vez y echó a correr en la oscuridad, colina abajo.
—Brittany..., ¿adónde vas?
—¡Lo más lejos de ti que pueda! —gritó Brittany.
Fue una de las pocas veces en su vida que Hanna Marin se quedó sin palabras.
«Por la mañana estará más tranquila», pensó, mientras buscaba por todas partes las llaves del coche.
Aquello era lo que pasaba por tener amantes jóvenes: que eran demasiado
idealistas.
Brittany siguió corriendo hasta que se golpeó con una ramita de árbol que sobresalía y cayó al suelo.
La rabia la había llevado a calcular mal las distancias.
Se puso en pie y echó a andar, mientras intentaba pensar.
«Todo este tiempo dándole vueltas y vueltas a los remordimientos que tenía por haberle sido infiel y ahora resulta que no pasa nada, que forma parte de la relación. Esto es de locas. Ella está loca. ¿Qué pasa, que ser fiel está pasado de moda?»
Cuando se reunió con Santana, Brittany iba cubierta de tierra de los pies a la cabeza.
Había estado llorando y tenía el inconfundible aspecto de alguien que ha sido arrastrado por un coche.
—Madre mía, ¿pero qué te ha hecho? —preguntó Santana.
—No te lo vas a creer.
—¿Te ha pegado?
Brittany se contempló a sí misma.
—No, la he dejado en Finson Road con el coche y he vuelto a pie. Tenía que alejarme de ella. Estoy segura de que mañana te traerá el coche.
—A la mierda el coche. Britt, no deberías deambular por el campo de noche. No es seguro.
—Era más peligroso quedarse con ella. Oh, San, ha sido espantoso—dijo echándose a llorar de nuevo.
Santana la abrazó.
—Vamos, ve a lavarte y luego lo hablamos.
Brittany le contó la historia mientras descansaban en la cama.
—O sea, que ella dice que no es para tanto.
—Bueno obviamente no, ya que forma parte de cualquier matrimonio. San...
—¿Sí?
—Yo no quiero que seamos así.
—No seremos así, te lo prometo. Vamos a dormir un poco y ya nos enfrentaremos a ella mañana.
—No pienso volver a hablarle en mi vida.
—De acuerdo. La mandaré a la mierda de tu parte.
—Gracias—dijo y se acurrucó junto a Santana y no tardó mucho en quedarse dormida entre sus brazos.
Santana, sin embargo, permaneció despierta, preguntándose qué clase de monstruo era Hanna Marin.
Brittany era la chica más dulce del mundo...
¿Cómo había podido vivir tres años con una mujer tan amoral y distante, una mujer que, en opinión de Santana, era incapaz de amar?
Por la mañana, Santana se encontró cara a cara con Hanna Marin, que estaba sentada junto al MG y fumaba despreocupadamente un cigarrillo.
La morena había salido a comprar leche y el periódico, y había dejado sola a Brittany.
—Me parece que esto es tuyo —dijo Hanna, haciendo tintinear las llaves.
—Sí —contestó Santana, al mismo tiempo que las cogía.
—¿Está contigo?
Santana vaciló durante medio segundo.
—Supongo que eso quiere decir que sí—prosiguió Hanna—¿Cómo se encuentra?
—Está durmiendo.
—Tengo que hablar con ella.
—Dice que no quiere hablar contigo.
—Es mi mujer, ¿te acuerdas?
—Nunca lo he olvidado.
—Estoy segura de que no. Tiene un buen polvo, ¿verdad?
—No hables así de ella.
—Oh, no, no me digas que me encuentro frente a otra romántica incurable. Mira, Santana, sea lo que sea lo que ha pasado entre vosotras este verano, ya se ha acabado. Va a volver conmigo. Aquí no tiene nada que hacer excepto, quizá, pegarse cuatro revolcones contigo bajo las sábanas.
—Es mucho más que eso.
—Eso lo dirás tú. Dile que me llame cuando se despierte. No te olvides—dijo Hanna, mientras se alejaba tranquilamente.
Santana tuvo que emplearse a fondo para no estallar y darle una buena torta a aquella zorra insolente.
En lugar de eso, lo que hizo fue dar un portazo que resonó por todo el edificio.
Cuando llegó, se encontró a Brittany sentada en la cama.
—Lo siento.
—¿Qué pasa?
—Hanna me ha traído el coche.
—Ah.
—Quiere que la llames.
—No pienso hacerlo.
—Ya se lo he dicho.
—¿Y qué te ha contestado?
—No me cree. Está convencida de que entre nosotras no hay nada más que unos cuantos polvos.
—Terminará por creernos. Ven aquí—dijo tendiéndole los brazos—Somos mucho más que eso.
—Lo sé —repuso Santana.
Estaba enfadada y asustada, y se le escaparon las lágrimas.
—No llores. No dejaré que gane—dijo Brittany, secándole las lágrimas con los labios—Lamento que te hayas visto metida en todo esto.
Santana hundió la cara en el cuello de Brittany y la abrazó con fuerza.
—No te dejaré marchar. Esa mujer es perversa.
—Lo sé. Bueno, ya se nos ocurrirá algo.
—¿Un coche bomba?
—No es mala idea —sonrió Brittany.
***
Kitty subió las escaleras como una flecha.
—Están horrorosas —dijo.
—Gracias, Kitty. Contábamos contigo para que nos dieras un poco de apoyo moral —dijo Santana.
—Brittany, ¿qué te ha pasado en la cara?
—Una rama de árbol. No me agaché a tiempo.
—Parece que tu mujer no tiene intención de marcharse a menos que te vayas con ella.
—Bueno que se quede mi habitación.
—Brittany, estoy hablando en serio. ¿Qué piensas hacer?—preguntó Kitty y se acercó a la nevera, la abrió y cogió una gaseosa.
—No pienso irme con ella, pero no hay manera de que lo entienda. Jamás me imaginé que la que se quedaría hecha polvo sería yo, pero... ¿cómo íbamos a saber que a Hanna le parece bien que la gente tenga amantes? ¿Cómo puedo convencerla de que ya no la amo? No sé qué hacer.
—¿Dónde está Quinn? —preguntó Santana.
—En el café, ¿por qué? —respondió Kitty.
—Ella sabrá qué hacer—dijo Santana—Kitty, ¿puedes quedarte aquí con Britt? No me gustaría que Hanna viniera y se la llevara mientras yo estoy fuera. No tardaré mucho.
Quinn le sirvió a Santana una taza de café.
—¿Y qué hace?
—Bueno leer, sentarse al lado del teléfono y esperar ansiosamente—respondió Quinn.
—No me digas que todo esto no es raro.
—No quiere separarse de ella. ¿Tú lo harías? Piensa en lo mucho que quieres a Brittany. ¿La dejarías marchar, sin más? ¿Y qué me dices de tu actitud con Elaine? Tampoco la dejaste marchar tan fácilmente.
Quinn se sirvió una taza de café y se sentó junto a Santana.
—Brittany tendrá que hablar con ella. Eso de esconderse no va a funcionar. Y cuanto más tarde, peor.
—Bueno no sé cómo voy a convencer a Brittany de que hable con ella. Está furiosa. Además, no sé si quiero que hable con ella, porque, como adversaria, Hanna impone bastante.
—Será la prueba definitiva de su amor.
—No quiero pruebas. Sólo quiero que empecemos nuestra vida juntas y dejemos atrás toda esta historia.
—Eso no es muy realista. Las relaciones sentimentales vienen con equipaje.
—¿Cómo se comportó mi mamá cuando tú volviste con Rachel?—preguntó Santana, quien de repente recordó que Quinn había sido durante un tiempo «la otra».
—Fue cordial y educada... toda una señora. No quiero decir que no le doliese, pero no lo demostró nunca. Lo que no entiendo es porque tú eres así de bruta... Si tu mamá hubiese vivido, estoy segura de que ahora serías muy diferente.
—Yo no estoy tan segura. Probablemente, nos habríamos pasado la vida peleándonos. Bueno, por lo menos no tengo que vivir con la sensación de haberla decepcionado.
—No creo que la hubieras decepcionado. Más bien creo que habría estado muy orgullosa de ti. Le encantaba el arte y le habría gustado mucho tener una hija artista, especialmente una con tanto talento como tú—dijo Quinn, dirigiéndole una sonrisa cariñosa.
—Sí, bueno, también soy lesbiana y, en estos momentos, me dedico a destrozar matrimonios. Quinn, ¿qué puedo hacer?
—Tienes que esperar y dejar que Brittany actúe. Ella es la única que puede convencer a Hanna de que todo ha terminado entre ellas.
—Lo sé. Vale, espero que funcione.
—Funcionará, cariño.
Quinn siguió con la mirada a Santana hasta que se marchó.
Se parecía mucho a su mamá.
Recordó la última vez que había visto a Maribel con vida. En aquella ocasión, se habían preguntado qué aspecto tendría el bebé, pero Maribel jamás llegó a ver a Santana.
Lo único que pudo hacer fue soñar con ella.
Quinn y Rachel fueron quienes la vieron crecer y eso, en cierta manera, era muy triste.
Hay que cuidar a las personas que amamos, porque nunca sabemos cuándo podemos perderlas y, entonces, todas las cosas que querríamos haberles dicho se nos quedan para siempre en la punta de la lengua.
Había cientos de cosas que Quinn querría haberle dicho a Maribel.
Se encogió de hombros, mientras pensaba que su nueva huésped estaba demostrando ser bastante complicada.
Menos mal que a Rachel se le daban bien aquel tipo de cosas, porque la falta de tacto de Quinn les había costado más de un disgusto.
Hanna estaba tan convencida de que podía recuperar a Brittany que Quinn tenía que reprimir las ganas de darle una bofetada para hacerla entrar en razón.
La chica se estaba convirtiendo en un verdadero fastidio.
¿Cómo puede alguien estar tan seguro de lo enamorada que está su pareja, hasta el punto de pensar que sólo con hacer acto de presencia va a conseguir recuperarla?
Qué egoísmo tan tremendo.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
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Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Los Sentidos (Adaptada) Epílogo
hola morra,..
es una hija de puta hanna,.. en serio es mas mierda de lo que llegar a pensar!!!
no la van a tener fácil san y britt!!! san solo tiene que confiar en britt mas que nunca!!!
a ver que pasa??
nos vemos!!
es una hija de puta hanna,.. en serio es mas mierda de lo que llegar a pensar!!!
no la van a tener fácil san y britt!!! san solo tiene que confiar en britt mas que nunca!!!
a ver que pasa??
nos vemos!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
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Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Los Sentidos (Adaptada) Epílogo
Que fastidio Hanna ¿esta ciega y sorda o que? Todo lo que le dijo Britt y no entiende ¿Que mas hará para que entienda?
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Los Sentidos (Adaptada) Epílogo
Esa Hanna es una imbecil, esa seguridad que tiene se la dio Britt por ser tan sumisa, ya es tiempo que le demuestre que eso se acabo y que Santana no es una simple aventura!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
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Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Los Sentidos (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,..
es una hija de puta hanna,.. en serio es mas mierda de lo que llegar a pensar!!!
no la van a tener fácil san y britt!!! san solo tiene que confiar en britt mas que nunca!!!
a ver que pasa??
nos vemos!!
Hola lu, si que lo es ¬¬ si ¬¬ Eso parece =/ Ufff es una cosa dificil, pero esperemos y lo haga =/ Aquí el siguiente cap para saberlo. Saludos =D
Tati.94 escribió:Que fastidio Hanna ¿esta ciega y sorda o que? Todo lo que le dijo Britt y no entiende ¿Que mas hará para que entienda?
Hola, si que lo es ¬¬ Creo q se hace la vrdd ¬¬ Darle un besazo a san frente de ella¿? xD Saludos =D
micky morales escribió:Esa Hanna es una imbecil, esa seguridad que tiene se la dio Britt por ser tan sumisa, ya es tiempo que le demuestre que eso se acabo y que Santana no es una simple aventura!!!!!
Hola, si que lo es ¬¬ SI! espero y ahora si sea como dices, asik dilo para q pase jajajajaja... espero =/ Saludos =D
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FanFic Brittana: Los Sentidos (Adaptada) Cap 15
Capitulo 15
Quinn y Rachel tomaban café sentadas a la mesa de la cocina, fingiendo que no estaban escuchando la conversación telefónica de Hanna.
—Será a finales de esta semana, estoy segura. Mientras tanto, necesito que me envíes por email unas cuantas cosas. Te mandaré una lista desde el email que hay en una de las tiendas de fotocopias de este pueblucho de mala muerte. Me parece que es lo único que hay—dijo, jugueteando con un lápiz y escuchando a su secretaria, mientras ésta recitaba para su ensimismada jefa una larga lista de tareas, citas y demás.
Hanna no era la de siempre.
Lo que había pasado con Brittany estaba empezando a afectarla. Escuchó a Mona sólo a medias y respondió mecánicamente, ya que en realidad se estaba preguntando por dónde andaría Brittany y qué estaría haciendo.
La había echado mucho de menos aquel verano.
A pesar de haber tenido algún que otro ligue ocasional de media tarde, echaba de menos volver a casa y encontrar a Brittany.
Le resultaba extraño haberse acostumbrado a alguien que se preocupaba por ella, que le decía te quiero cuando ella necesitaba oírlo, alguien que la abrazaba... Estar con alguien que la quería era muy distinto a estar con alguien que la admiraba o a quien estimulaba intelectualmente, o con alguien que la encontraba sexy después de haber tomado unas cuantas copas de vino durante la cena y a quien no volvería a ver hasta la próxima conferencia..., cosa en la que ambas partes estaban de acuerdo.
Eso quedaba claro desde el principio.
¿Por qué le había contado a Brittany que había tenido aventurillas por ahí?
Había sido una verdadera tontería.
Hanna no cometía muchas tonterías, pero aquella había sido una metedura de pata que iba a pagar muy cara.
Sin embargo, había creído que serviría para ayudarla a recuperar a Brittany, para hacerle entender que acostarse con otras personas no significaba que tuviera que dejarla.
Lo difícil era llegar hasta Brittany.
Hasta ese momento, Hanna había sacado su orgullo y se había negado a presentarse en casa de Santana.
La rubia, por su parte, no tenía intención alguna de volver a casa o de llamarla... Al menos, eso parecía.
¿Debía mandarle flores, escribirle una nota o, sencillamente, secuestrar a su mujer y llevársela a alguna parte hasta que recuperara la cordura?
Hanna dio vueltas a todas las posibilidades y finalmente se fue a buscar un computador. A pesar de sus problemas personales, tenía mucho trabajo que hacer.
Estaba mirando por la ventana, esperando a que el computador se dignara a cumplir la misión que se le había encargado, cuando las vio.
Brittany y Santana estaban en el parque, charlando sentadas sobre una manta.
La morena le acarició la mejilla a rubia y la besó despacio, cariñosamente, ésta la abrazó con fuerza.
El computador emitió un pitido, pero Hanna dejó la mano inerte sobre la máquina.
El dependiente de la tienda la observó y le preguntó si necesitaba algo más. Hanna respondió que no y recogió sus papeles.
Pasó frente a ellas y entró en el edificio contiguo, la biblioteca.
Intentó no mirar por las ventanas, que daban al parque, pero no pudo resistir la tentación y se descubrió a sí misma observándolas.
¿Qué podía hacer?
¿Podía permitirse seguir esperando hasta que a Brittany se le pasara el encaprichamiento?
¿Debía retirarse, establecer una buena relación con Brittany, dejar la puerta entreabierta y esperar a que ella entrara otra vez en su vida?
Al pensar en todo aquel vacío, sintió miedo.
«¿Cómo he podido permitir que se aleje tanto de mí?—dijo una vocecilla en alguna parte de su mente—Estabas tan ocupada siendo tú misma que no veías nada más. Has dejado escapar algo maravilloso.»
Hanna se pasó el resto del día en la biblioteca, tratando de encontrar consuelo en el trabajo.
Cuando cerraron la biblioteca, volvió a casa, subió a su habitación y se metió en la cama sin hablar con nadie.
Empezaba a comprenderlo todo y aquello resultaba doloroso.
La dejaba en un estado demasiado vulnerable como para permitir que alguien la viera o la tocara. Al día siguiente iría a ver a Brittany... y aprendería a decirle adiós.
Brittany se estaba relajando en la bañera, mientras leía y escuchaba música de Strauss, que eran tres de sus pasatiempos favoritos.
Levantó la vista y vio a Hanna de pie junto a la puerta.
Santana había ido a Grover's Corner para reunirse con Mercedes. De inmediato, Brittany notó un nudo de nerviosismo en el estómago.
—He llamado a la puerta, pero tienes la música muy alta—dijo Hanna.
Mientras estaba ahí, contemplando a Brittany, la invadieron los recuerdos.
Recordó cuando llegaba a casa, encontraba a Brittany en la bañera y se sentaba en el inodoro para contarle cómo le había ido el día.
¿Cuántas veces podría haberse llevado a Brittany a la cama y haber hecho el amor con ella, pero no había sido así porque Hanna ya había hecho el amor con otra y estaba cansada y dolorida?
¿Cuántas veces había ayudado a Brittany a cubrirse con la toalla, mientras ella la besaba y quería hacer el amor, pero Hanna la rechazaba cariñosamente y le prometía que lo harían más tarde?
Y ahí estaba Brittany, en la bañera de otra, mucho más guapa de lo que la había visto jamás.
—Tengo que hablar contigo —dijo Hanna.
—Ya nos lo hemos dicho todo, ¿no?—replicó Brittany, mientras buscaba una toalla con la mirada.
La que estaba más cerca quedaba fuera de su alcance.
—¿Quieres una toalla?
—Sí, por favor.
Hanna la cogió y la desplegó.
—Y a te he visto desnuda en otras ocasiones, ¿te acuerdas?
—Lo sé —dijo Brittany, se puso en pie, con un gesto nervioso y tímido a la vez.
Hanna la estaba observando, pero Brittany desvió la mirada, hasta que la más baja le cogió la barbilla y la obligó a volver la cara.
—Todavía te quiero. Siempre te querré. Y sé que te voy a echar mucho de menos, pero he venido a decirte adiós—dijo Hanna y las lágrimas le ardían en las mejillas.
—Chist—Brittany la abrazó. Su determinación se estaba evaporando—Lo siento, lo siento.
—No puedo creer que esté a punto de perderte—dijo Hanna, entre sollozos.
—A la larga, será lo mejor. Encontrarás a alguien que sea exactamente como tú quieres, alguien que no te decepcione, alguien que te ame como tú quieres que te amen.
—Ya había encontrado a esa persona, pero la he dejado escapar—dijo Hanna y se apartó de Brittany.
La más alta se vistió mientras observaba a otra rubia, que estaba mirando por la ventana.
—Debería haberte llamado para contártelo, en lugar de permitir que te enteraras así. No quería ser cruel, pero pensé que habíamos dejado que las cosas llegaran demasiado lejos y que ya no había vuelta atrás. No fue justo ocultártelo. Lo siento—se disculpó Brittany y se acercó a Hanna y se quedó junto a ella.
—No puedo imaginarme mi vida sin ti, pero no me va a quedar más remedio—dijo Hanna, al tiempo que se volvía para mirar a Brittany.
Ésta le acarició la mejilla y sus miradas se cruzaron durante unos segundos.
Estar furiosa era más fácil.
—Vamos a recoger tus cosas. Te acompaño al aeropuerto.
—Mi avión no sale hasta mañana.
—Vale. Nos quedaremos a pasar la noche en Albuquerque. Nos despediremos... a solas. Creo que es lo mínimo que te debo.
—Brittany, tú no me debes nada—dijo Hanna, echándose a llorar otra vez.
—No quería decir eso. Ya sé que te cuesta creerlo, pero aún te quiero. Supongo que creía que ya no, pero me resulta doloroso verte aquí, ahora—confesó Brittany, tragó saliva con dificultad y notó que estaban a punto de saltársele las lágrimas.
—Chist, vamos—dijo Hanna.
—Espera, tengo que dejar una nota—dijo Brittany.
—Vale—respondió Hanna—, Te espero fuera.
Brittany garabateó un mensaje, aunque sabía que sería inapropiado, mientras pensaba: «Por favor, Santana, entiéndelo».
Sin embargo, sabía que no lo entendería.
Afortunadamente, Brittany podría reparar los daños causados cuando regresase.
—Se ha ido—dijo Santana, que acababa de entrar en el café como una flecha.
—¿Quién se ha ido? —le preguntó Kitty.
—Brittany—dijo Santana y se sentó frente al mostrador y de inmediato ocultó la cara entre las manos.
—¿Y adonde ha ido?—preguntó Quinn.
Santana arrojó la nota sobre el mostrador. Rachel, Quinn y Kitty la leyeron.
—¿Y?—preguntó Kitty—Va a volver.
—¿Tú crees? —preguntó Santana.
—Pero claro. Que lleve a alguien al aeropuerto no significa que te vaya a dejar—dijo Quinn.
—Bueno, es verdad—parecía un poco más esperanzada.
Sin embargo, todavía tenía miedo: la idea de que Brittany estuviera con su ex la ponía nerviosa.
¿Y si Hanna se llevaba a Brittany y no volvía a verla?
—Quiere estar contigo. Volverá —dijo Kitty.
—No quisiera aguaros la fiesta, pero el avión de Hanna no sale hasta mañana —anunció Rachel.
—¿Y por qué se han ido ahora? —preguntó Santana.
Quinn miró a la morena y le cogió la mano.
—Para despedirse. Hanna lo necesita y nadie, ni tú ni Brittany, puede privarla de eso. Pero tienes que ser fuerte, Santana. Iniciar una nueva relación significa admitir las relaciones anteriores, así que no lo pagues con nosotras. Lo digo en serio.
Santana se puso en pie.
—Vale, lo entiendo —dijo y Salió del café, mientras las demás la observaban.
—¡Y un puta mierda! —exclamó Kitty.
—¿Cómo has dicho, jovencita? —preguntó Quinn.
—Me pregunto de quién lo he aprendido.
—Quinn, todo esto es un poco raro. ¿Estás segura de que Santana está bien? —dijo Rachel.
—Sí, está bien. Santana está madurando.
—¿Y cómo lo sabes? —preguntó Kitty.
—Porque entiende qué significa despedirse de alguien. Y sólo los adultos pueden entenderlo. Puede que algún día lo entiendas tú también, Kitty—dijo Quinn, mientras le daba una palmadita.
—Usted perdone —replicó Kitty.
—Pero primero tiene que aprender a saludar —se burló Rachel.
—Que yo sepa, no estábamos hablando de mí.
—Sí que estamos hablando de ti. Tú eres la que no quiere dejar marchar ni a Santana ni a Brittany. Todavía no te has despedido de ellas.
Kitty las miró a ambas.
—Pero voy a tener que hacerlo.
—Santana estará bien. Brittany está haciendo lo que Elaine tendría que haber hecho con Santana, pero nunca tuvo valor. Salir huyendo es la peor forma de terminar una relación sentimental, porque la gente necesita decirse ciertas cosas. Y necesitan tener la oportunidad de decírselas. Si se quedan sin eso, se obsesionan porque las conversaciones se convierten en monólogos y la discusión se alarga eternamente. Nos gusta que haya un final, lo necesitamos—concluyó Quinn.
—Ya conduzco yo —dijo Brittany.
Le quitó las llaves a Hanna, que parecía muy afligida, y metió su equipaje en el maletero. Después cogió la guía Ferrari de la mesa del recibidor y le pidió que buscase un bed & breakfast en Albuquerque.
—Te comportas como si nos fuéramos de vacaciones —dijo Hanna.
—Podemos hacer que esto no sea tan malo como parece. Intentémoslo, ¿vale?
—Vale —dijo Hanna, mientras subía al coche y observó a Brittany mientras ésta conducía hasta las afueras del pueblo y entraba en la autopista.
Parecía una mujer muy distinta: más tranquila y mucho más segura de sí misma de lo que Hanna la había visto jamás.
Brittany le devolvió la mirada y le sonrió, mientras le cogía la mano y se la besaba. Hanna también sonrió, pero estaba a punto de echarse a llorar otra vez.
Aquello era lo más difícil que había hecho en su vida.
—No va a ser nada fácil —dijo.
—Lo sé. Pero no tenemos por qué dejar de vernos. Sé que al principio será duro, pero eres una parte muy importante de mi vida. Si no es absolutamente necesario que dejemos de ser amigas, prefiero que sigamos siéndolo. Tú decides.
—Brittany...
—No tienes por qué responderme ahora. Ya sé que quizá no pueda tenerlo todo.
—Brittany, te quiero. Siempre te querré.
—¿Me prometes una cosa?
—Sí.
—Cuando encuentres a la persona adecuada, prométeme que no la engañarás, que te entregarás por completo a ella, no sólo a ratos, y que le dedicarás toda tu atención. No hay peor relación, Hanna, que una relación en la que las cosas no están claras. Hazla feliz.
—Lo intentaré —dijo Hanna, mientras las lágrimas le rodaban por las mejillas.
—No llores. Me vas a hacer llorar a mí y, si lloro, no puedo conducir.
Encontraron el bed & breakfast. Era una preciosa casita de estilo Victoriano, que parecía bastante fuera de lugar en aquel entorno desértico, pero resultaba pintoresca, tranquila y mucho mejor que el típico hotel.
Brittany no quería que la última vez que estaban juntas fuese en un sitio frío y sin nada de particular.
La despedida se merecía mucho más que eso.
—¿Quieres que pidamos algo o prefieres salir?—preguntó Brittany.
—Prefiero quedarme aquí con unas cuantas botellas de vino—dijo Hanna y se hundió en la cama y cerró los ojos.
«Hoy ha sido un día muy largo—pensó—, Y mañana aún será peor.»
Brittany pidió la cena y dos botellas de vino. Observó a Hanna, que estaba descansando, y se preguntó en qué estaría pensando.
Comieron muy despacio, mientras el vino aplacaba el nerviosismo de ambas.
Brittany no podía dejar de pensar: «¿Cómo se dice adiós?».
Empezaron recordando los viejos tiempos y, en cierta manera, hablar del pasado y reírse de él les resultó útil.
—Sé que lo he estropeado todo, Brittany, pero jamás dejé de quererte. Quiero que lo sepas—dijo Hanna, mientras pasaban las hojas del álbum de fotos que la más alta había cogido en el último momento, cuando estaban a punto de marcharse.
Se le había ocurrido que podía ser importante.
—Lo sé.
—¿Por qué lo has traído?—preguntó Hanna, señalando el álbum.
—Pensé que tal vez lo necesitaríamos. Me lo traje este verano porque quería pensar en nosotras y en lo que nos ha pasado. También me traje tus libros, para intentar descubrir más cosas de ti.
—¿Y qué has descubierto?
—Que estás enamorada de la persona equivocada.
—¿Por qué?
—Porque tú necesitas a alguien inteligente.
—Tú eres inteligente.
—No, yo soy instintiva y tú eres analítica. Eso no quiere decir que no haya habido momentos interesantes, pero yo siempre te decepciono.
—Y yo siempre te amargo las cosas que te atraen. Sé que hay cosas que te atraen, Brittany, sé que hay cosas en las que piensas. Eres muy distinta a mí y jamás me tomé el tiempo de descubrir dónde o en qué estabas metida. Por desgracia, ya no puedo arreglarlo —dijo Hanna, mientras pasaba la siguiente página del álbum.
—¿Y qué cosas crees que me interesan? —preguntó Brittany, observando a Hanna con una mirada coqueta.
Ésta le acarició el rostro.
—Se me ocurren unas cuantas.
—¿Por ejemplo?
—Brittany, si no fuera tan lista, diría que me estás haciendo proposiciones deshonestas.
—Yo jamás haría algo así.
—¿Ah, no? ¿Y por qué no?
—Cuando más te quería era cuando hacíamos el amor, porque sabía que entonces eras sólo mía y que nuestras diferencias desaparecían.
—Pero eso no nos funcionará ahora, ¿verdad? —dijo Hanna, desvió la mirada y se sintió invadida por la tristeza.
Brittany le dio un beso largo y apasionado.
—Quiero que nos despidamos.
—¿Y es así como quieres hacerlo?
—Sí.
—¿Estás segura?
—Muy segura—dijo Brittany obligó a Hanna a tumbarse de espaldas y se sentó a horcajadas sobre su estómago.
Descendió lentamente por su cuerpo y Hanna se estremeció bajo aquella presencia que le resultaba tan conocida.
—Brittany, no sé si...
La más alta la besó para acallar sus protestas y Hanna se dejó seducir, luego se quitó la camisa y Hanna le besó un pecho: recordó aquella maravillosa sensación y trató de saborear cada momento, ya que sabía que eran los últimos.
Habría sido muy fácil dejarse llevarse por la pasión y olvidar que era la última vez que abrazaba a Brittany, la última vez que besaba su sexo, la última vez que sentía en su interior sus dedos largos y suaves..., y la última vez que gritaba de placer y pedía más.
Hanna hizo todas esas cosas, recordando, olvidando, haciendo el amor una y otra vez, como sucede durante los primeros días, cuando una está enamorada y desea que esos días no terminen nunca, hasta que finalmente se durmieron de agotamiento la una en brazos de la otra, temerosas de lo que les esparaba a la mañana siguiente.
Cuando Brittany salió de la ducha se encontró a Hanna sentada al borde de la cama, llorando en silencio con el álbum de fotos entre las manos.
Sin embargo, se serenó tan pronto vio a Brittany.
—Lo siento. No quiero hacerlo más difícil de lo que ya es, pero es que todavía no puedo creer que no vuelvas conmigo, que no vayas a volver jamás—dijo, mirando a Brittany.
Ésta le cogió la cabeza y la obligó a apoyarla en su estómago, hasta que Hanna dejó de llorar.
—Si siempre hubiéramos estado así, ahora no me dejarías—musitó Hanna.
Brittany le acarició la mejilla.
—Te quiero y dejarte es una de las cosas más difíciles que he hecho en mi vida, pero estoy segura de que a la larga será bueno para las dos, aunque ahora te resulte difícil creerlo.
—Es imposible.
—Hanna, tú eres fuerte. Lo superarás y, tarde o temprano, te alegrarás.
—Hablas como una psicóloga.
—No, hablo como Quinn.
—Me cayó bien Quinn, cuando dejé de comportarme como una gilipollas y empecé a apreciar ciertas cosas. Nunca se sabe: puede que Santana y yo tengamos una buena relación algún día.
—Te caerá bien. Es tan apasionada y testaruda como tú.
—Yo no soy así. No te preocupes por el divorcio. Como será de mutuo acuerdo no demorara mucho—dijo Hanna y obligó a Brittany a tumbarse en la cama y la abrazó—¿Puedo llamarte de vez en cuando?—preguntó, con la expresión más vulnerable que Brittany le había visto jamás.
—Sí. Y, ahora, en marcha. Será mejor que nos vayamos.
—Llama a un taxi, Brittany. Prefiero despedirme de ti aquí y no en el aeropuerto. Sería demasiado triste.
—Vale.
Brittany dejó a Hanna dentro del taxi, con la mano pegada a la ventanilla y las lágrimas bañándole las mejillas.
«Por favor, que no sea la última vez que nos vemos», pensó.
Empezaba a entender lo difícil que había sido para Santana separarse de Elaine, sin ni siquiera decirse adiós y sabiendo que jamás volvería a verla.
Era extraño: tres días atrás estaba furiosa con Hanna, pero ahora estaba triste y asustada.
Subió a la habitación, recogió sus cosas, pagó la cuenta y abandonó la ciudad.
Necesitaba conducir, recorrer el camino que tenía por delante.
Cuando estaba a mitad de trayecto se detuvo en un área de descanso y la importancia de lo que acababa de hacer la invadió de golpe era el final.
Se habían despedido y ya no había vuelta atrás.
Veía una y otra vez la imagen del rostro de Hanna tras la ventanilla del taxi.
Se sentó en una roca desde la cual se dominaba el valle y rompió a llorar.
Se sentía mal y pensaba que tal vez no había sido tan buena idea despedirse de aquella manera. Si no hubiera visto el dolor en la expresión de Hanna, si no la hubiera abrazado, si no hubiera hecho el amor con ella por última vez..., tal vez todo habría sido más fácil.
«Esas imágenes me perseguirán durante el resto de mi vida», pensó.
¿Se liberarían alguna vez Santana y Brittany de sus respectivos pasados o acaso Quinn tenía razón?
Puede que una ame a su novia, pero debe aprender a vivir con su pasado, porque eso también forma parte de la relación.
Amarla es la parte fácil; convivir con los fantasmas es mucho más difícil.
Había algo de lo que Brittany estaba segura: no quería volver a hacer a nadie el daño que le había hecho a Hanna.
Esta vez, ella también debía hacer feliz a su pareja.
—Será a finales de esta semana, estoy segura. Mientras tanto, necesito que me envíes por email unas cuantas cosas. Te mandaré una lista desde el email que hay en una de las tiendas de fotocopias de este pueblucho de mala muerte. Me parece que es lo único que hay—dijo, jugueteando con un lápiz y escuchando a su secretaria, mientras ésta recitaba para su ensimismada jefa una larga lista de tareas, citas y demás.
Hanna no era la de siempre.
Lo que había pasado con Brittany estaba empezando a afectarla. Escuchó a Mona sólo a medias y respondió mecánicamente, ya que en realidad se estaba preguntando por dónde andaría Brittany y qué estaría haciendo.
La había echado mucho de menos aquel verano.
A pesar de haber tenido algún que otro ligue ocasional de media tarde, echaba de menos volver a casa y encontrar a Brittany.
Le resultaba extraño haberse acostumbrado a alguien que se preocupaba por ella, que le decía te quiero cuando ella necesitaba oírlo, alguien que la abrazaba... Estar con alguien que la quería era muy distinto a estar con alguien que la admiraba o a quien estimulaba intelectualmente, o con alguien que la encontraba sexy después de haber tomado unas cuantas copas de vino durante la cena y a quien no volvería a ver hasta la próxima conferencia..., cosa en la que ambas partes estaban de acuerdo.
Eso quedaba claro desde el principio.
¿Por qué le había contado a Brittany que había tenido aventurillas por ahí?
Había sido una verdadera tontería.
Hanna no cometía muchas tonterías, pero aquella había sido una metedura de pata que iba a pagar muy cara.
Sin embargo, había creído que serviría para ayudarla a recuperar a Brittany, para hacerle entender que acostarse con otras personas no significaba que tuviera que dejarla.
Lo difícil era llegar hasta Brittany.
Hasta ese momento, Hanna había sacado su orgullo y se había negado a presentarse en casa de Santana.
La rubia, por su parte, no tenía intención alguna de volver a casa o de llamarla... Al menos, eso parecía.
¿Debía mandarle flores, escribirle una nota o, sencillamente, secuestrar a su mujer y llevársela a alguna parte hasta que recuperara la cordura?
Hanna dio vueltas a todas las posibilidades y finalmente se fue a buscar un computador. A pesar de sus problemas personales, tenía mucho trabajo que hacer.
Estaba mirando por la ventana, esperando a que el computador se dignara a cumplir la misión que se le había encargado, cuando las vio.
Brittany y Santana estaban en el parque, charlando sentadas sobre una manta.
La morena le acarició la mejilla a rubia y la besó despacio, cariñosamente, ésta la abrazó con fuerza.
El computador emitió un pitido, pero Hanna dejó la mano inerte sobre la máquina.
El dependiente de la tienda la observó y le preguntó si necesitaba algo más. Hanna respondió que no y recogió sus papeles.
Pasó frente a ellas y entró en el edificio contiguo, la biblioteca.
Intentó no mirar por las ventanas, que daban al parque, pero no pudo resistir la tentación y se descubrió a sí misma observándolas.
¿Qué podía hacer?
¿Podía permitirse seguir esperando hasta que a Brittany se le pasara el encaprichamiento?
¿Debía retirarse, establecer una buena relación con Brittany, dejar la puerta entreabierta y esperar a que ella entrara otra vez en su vida?
Al pensar en todo aquel vacío, sintió miedo.
«¿Cómo he podido permitir que se aleje tanto de mí?—dijo una vocecilla en alguna parte de su mente—Estabas tan ocupada siendo tú misma que no veías nada más. Has dejado escapar algo maravilloso.»
Hanna se pasó el resto del día en la biblioteca, tratando de encontrar consuelo en el trabajo.
Cuando cerraron la biblioteca, volvió a casa, subió a su habitación y se metió en la cama sin hablar con nadie.
Empezaba a comprenderlo todo y aquello resultaba doloroso.
La dejaba en un estado demasiado vulnerable como para permitir que alguien la viera o la tocara. Al día siguiente iría a ver a Brittany... y aprendería a decirle adiós.
Brittany se estaba relajando en la bañera, mientras leía y escuchaba música de Strauss, que eran tres de sus pasatiempos favoritos.
Levantó la vista y vio a Hanna de pie junto a la puerta.
Santana había ido a Grover's Corner para reunirse con Mercedes. De inmediato, Brittany notó un nudo de nerviosismo en el estómago.
—He llamado a la puerta, pero tienes la música muy alta—dijo Hanna.
Mientras estaba ahí, contemplando a Brittany, la invadieron los recuerdos.
Recordó cuando llegaba a casa, encontraba a Brittany en la bañera y se sentaba en el inodoro para contarle cómo le había ido el día.
¿Cuántas veces podría haberse llevado a Brittany a la cama y haber hecho el amor con ella, pero no había sido así porque Hanna ya había hecho el amor con otra y estaba cansada y dolorida?
¿Cuántas veces había ayudado a Brittany a cubrirse con la toalla, mientras ella la besaba y quería hacer el amor, pero Hanna la rechazaba cariñosamente y le prometía que lo harían más tarde?
Y ahí estaba Brittany, en la bañera de otra, mucho más guapa de lo que la había visto jamás.
—Tengo que hablar contigo —dijo Hanna.
—Ya nos lo hemos dicho todo, ¿no?—replicó Brittany, mientras buscaba una toalla con la mirada.
La que estaba más cerca quedaba fuera de su alcance.
—¿Quieres una toalla?
—Sí, por favor.
Hanna la cogió y la desplegó.
—Y a te he visto desnuda en otras ocasiones, ¿te acuerdas?
—Lo sé —dijo Brittany, se puso en pie, con un gesto nervioso y tímido a la vez.
Hanna la estaba observando, pero Brittany desvió la mirada, hasta que la más baja le cogió la barbilla y la obligó a volver la cara.
—Todavía te quiero. Siempre te querré. Y sé que te voy a echar mucho de menos, pero he venido a decirte adiós—dijo Hanna y las lágrimas le ardían en las mejillas.
—Chist—Brittany la abrazó. Su determinación se estaba evaporando—Lo siento, lo siento.
—No puedo creer que esté a punto de perderte—dijo Hanna, entre sollozos.
—A la larga, será lo mejor. Encontrarás a alguien que sea exactamente como tú quieres, alguien que no te decepcione, alguien que te ame como tú quieres que te amen.
—Ya había encontrado a esa persona, pero la he dejado escapar—dijo Hanna y se apartó de Brittany.
La más alta se vistió mientras observaba a otra rubia, que estaba mirando por la ventana.
—Debería haberte llamado para contártelo, en lugar de permitir que te enteraras así. No quería ser cruel, pero pensé que habíamos dejado que las cosas llegaran demasiado lejos y que ya no había vuelta atrás. No fue justo ocultártelo. Lo siento—se disculpó Brittany y se acercó a Hanna y se quedó junto a ella.
—No puedo imaginarme mi vida sin ti, pero no me va a quedar más remedio—dijo Hanna, al tiempo que se volvía para mirar a Brittany.
Ésta le acarició la mejilla y sus miradas se cruzaron durante unos segundos.
Estar furiosa era más fácil.
—Vamos a recoger tus cosas. Te acompaño al aeropuerto.
—Mi avión no sale hasta mañana.
—Vale. Nos quedaremos a pasar la noche en Albuquerque. Nos despediremos... a solas. Creo que es lo mínimo que te debo.
—Brittany, tú no me debes nada—dijo Hanna, echándose a llorar otra vez.
—No quería decir eso. Ya sé que te cuesta creerlo, pero aún te quiero. Supongo que creía que ya no, pero me resulta doloroso verte aquí, ahora—confesó Brittany, tragó saliva con dificultad y notó que estaban a punto de saltársele las lágrimas.
—Chist, vamos—dijo Hanna.
—Espera, tengo que dejar una nota—dijo Brittany.
—Vale—respondió Hanna—, Te espero fuera.
Brittany garabateó un mensaje, aunque sabía que sería inapropiado, mientras pensaba: «Por favor, Santana, entiéndelo».
Sin embargo, sabía que no lo entendería.
Afortunadamente, Brittany podría reparar los daños causados cuando regresase.
***
—Se ha ido—dijo Santana, que acababa de entrar en el café como una flecha.
—¿Quién se ha ido? —le preguntó Kitty.
—Brittany—dijo Santana y se sentó frente al mostrador y de inmediato ocultó la cara entre las manos.
—¿Y adonde ha ido?—preguntó Quinn.
Santana arrojó la nota sobre el mostrador. Rachel, Quinn y Kitty la leyeron.
—¿Y?—preguntó Kitty—Va a volver.
—¿Tú crees? —preguntó Santana.
—Pero claro. Que lleve a alguien al aeropuerto no significa que te vaya a dejar—dijo Quinn.
—Bueno, es verdad—parecía un poco más esperanzada.
Sin embargo, todavía tenía miedo: la idea de que Brittany estuviera con su ex la ponía nerviosa.
¿Y si Hanna se llevaba a Brittany y no volvía a verla?
—Quiere estar contigo. Volverá —dijo Kitty.
—No quisiera aguaros la fiesta, pero el avión de Hanna no sale hasta mañana —anunció Rachel.
—¿Y por qué se han ido ahora? —preguntó Santana.
Quinn miró a la morena y le cogió la mano.
—Para despedirse. Hanna lo necesita y nadie, ni tú ni Brittany, puede privarla de eso. Pero tienes que ser fuerte, Santana. Iniciar una nueva relación significa admitir las relaciones anteriores, así que no lo pagues con nosotras. Lo digo en serio.
Santana se puso en pie.
—Vale, lo entiendo —dijo y Salió del café, mientras las demás la observaban.
—¡Y un puta mierda! —exclamó Kitty.
—¿Cómo has dicho, jovencita? —preguntó Quinn.
—Me pregunto de quién lo he aprendido.
—Quinn, todo esto es un poco raro. ¿Estás segura de que Santana está bien? —dijo Rachel.
—Sí, está bien. Santana está madurando.
—¿Y cómo lo sabes? —preguntó Kitty.
—Porque entiende qué significa despedirse de alguien. Y sólo los adultos pueden entenderlo. Puede que algún día lo entiendas tú también, Kitty—dijo Quinn, mientras le daba una palmadita.
—Usted perdone —replicó Kitty.
—Pero primero tiene que aprender a saludar —se burló Rachel.
—Que yo sepa, no estábamos hablando de mí.
—Sí que estamos hablando de ti. Tú eres la que no quiere dejar marchar ni a Santana ni a Brittany. Todavía no te has despedido de ellas.
Kitty las miró a ambas.
—Pero voy a tener que hacerlo.
—Santana estará bien. Brittany está haciendo lo que Elaine tendría que haber hecho con Santana, pero nunca tuvo valor. Salir huyendo es la peor forma de terminar una relación sentimental, porque la gente necesita decirse ciertas cosas. Y necesitan tener la oportunidad de decírselas. Si se quedan sin eso, se obsesionan porque las conversaciones se convierten en monólogos y la discusión se alarga eternamente. Nos gusta que haya un final, lo necesitamos—concluyó Quinn.
***
—Ya conduzco yo —dijo Brittany.
Le quitó las llaves a Hanna, que parecía muy afligida, y metió su equipaje en el maletero. Después cogió la guía Ferrari de la mesa del recibidor y le pidió que buscase un bed & breakfast en Albuquerque.
—Te comportas como si nos fuéramos de vacaciones —dijo Hanna.
—Podemos hacer que esto no sea tan malo como parece. Intentémoslo, ¿vale?
—Vale —dijo Hanna, mientras subía al coche y observó a Brittany mientras ésta conducía hasta las afueras del pueblo y entraba en la autopista.
Parecía una mujer muy distinta: más tranquila y mucho más segura de sí misma de lo que Hanna la había visto jamás.
Brittany le devolvió la mirada y le sonrió, mientras le cogía la mano y se la besaba. Hanna también sonrió, pero estaba a punto de echarse a llorar otra vez.
Aquello era lo más difícil que había hecho en su vida.
—No va a ser nada fácil —dijo.
—Lo sé. Pero no tenemos por qué dejar de vernos. Sé que al principio será duro, pero eres una parte muy importante de mi vida. Si no es absolutamente necesario que dejemos de ser amigas, prefiero que sigamos siéndolo. Tú decides.
—Brittany...
—No tienes por qué responderme ahora. Ya sé que quizá no pueda tenerlo todo.
—Brittany, te quiero. Siempre te querré.
—¿Me prometes una cosa?
—Sí.
—Cuando encuentres a la persona adecuada, prométeme que no la engañarás, que te entregarás por completo a ella, no sólo a ratos, y que le dedicarás toda tu atención. No hay peor relación, Hanna, que una relación en la que las cosas no están claras. Hazla feliz.
—Lo intentaré —dijo Hanna, mientras las lágrimas le rodaban por las mejillas.
—No llores. Me vas a hacer llorar a mí y, si lloro, no puedo conducir.
Encontraron el bed & breakfast. Era una preciosa casita de estilo Victoriano, que parecía bastante fuera de lugar en aquel entorno desértico, pero resultaba pintoresca, tranquila y mucho mejor que el típico hotel.
Brittany no quería que la última vez que estaban juntas fuese en un sitio frío y sin nada de particular.
La despedida se merecía mucho más que eso.
—¿Quieres que pidamos algo o prefieres salir?—preguntó Brittany.
—Prefiero quedarme aquí con unas cuantas botellas de vino—dijo Hanna y se hundió en la cama y cerró los ojos.
«Hoy ha sido un día muy largo—pensó—, Y mañana aún será peor.»
Brittany pidió la cena y dos botellas de vino. Observó a Hanna, que estaba descansando, y se preguntó en qué estaría pensando.
Comieron muy despacio, mientras el vino aplacaba el nerviosismo de ambas.
Brittany no podía dejar de pensar: «¿Cómo se dice adiós?».
Empezaron recordando los viejos tiempos y, en cierta manera, hablar del pasado y reírse de él les resultó útil.
—Sé que lo he estropeado todo, Brittany, pero jamás dejé de quererte. Quiero que lo sepas—dijo Hanna, mientras pasaban las hojas del álbum de fotos que la más alta había cogido en el último momento, cuando estaban a punto de marcharse.
Se le había ocurrido que podía ser importante.
—Lo sé.
—¿Por qué lo has traído?—preguntó Hanna, señalando el álbum.
—Pensé que tal vez lo necesitaríamos. Me lo traje este verano porque quería pensar en nosotras y en lo que nos ha pasado. También me traje tus libros, para intentar descubrir más cosas de ti.
—¿Y qué has descubierto?
—Que estás enamorada de la persona equivocada.
—¿Por qué?
—Porque tú necesitas a alguien inteligente.
—Tú eres inteligente.
—No, yo soy instintiva y tú eres analítica. Eso no quiere decir que no haya habido momentos interesantes, pero yo siempre te decepciono.
—Y yo siempre te amargo las cosas que te atraen. Sé que hay cosas que te atraen, Brittany, sé que hay cosas en las que piensas. Eres muy distinta a mí y jamás me tomé el tiempo de descubrir dónde o en qué estabas metida. Por desgracia, ya no puedo arreglarlo —dijo Hanna, mientras pasaba la siguiente página del álbum.
—¿Y qué cosas crees que me interesan? —preguntó Brittany, observando a Hanna con una mirada coqueta.
Ésta le acarició el rostro.
—Se me ocurren unas cuantas.
—¿Por ejemplo?
—Brittany, si no fuera tan lista, diría que me estás haciendo proposiciones deshonestas.
—Yo jamás haría algo así.
—¿Ah, no? ¿Y por qué no?
—Cuando más te quería era cuando hacíamos el amor, porque sabía que entonces eras sólo mía y que nuestras diferencias desaparecían.
—Pero eso no nos funcionará ahora, ¿verdad? —dijo Hanna, desvió la mirada y se sintió invadida por la tristeza.
Brittany le dio un beso largo y apasionado.
—Quiero que nos despidamos.
—¿Y es así como quieres hacerlo?
—Sí.
—¿Estás segura?
—Muy segura—dijo Brittany obligó a Hanna a tumbarse de espaldas y se sentó a horcajadas sobre su estómago.
Descendió lentamente por su cuerpo y Hanna se estremeció bajo aquella presencia que le resultaba tan conocida.
—Brittany, no sé si...
La más alta la besó para acallar sus protestas y Hanna se dejó seducir, luego se quitó la camisa y Hanna le besó un pecho: recordó aquella maravillosa sensación y trató de saborear cada momento, ya que sabía que eran los últimos.
Habría sido muy fácil dejarse llevarse por la pasión y olvidar que era la última vez que abrazaba a Brittany, la última vez que besaba su sexo, la última vez que sentía en su interior sus dedos largos y suaves..., y la última vez que gritaba de placer y pedía más.
Hanna hizo todas esas cosas, recordando, olvidando, haciendo el amor una y otra vez, como sucede durante los primeros días, cuando una está enamorada y desea que esos días no terminen nunca, hasta que finalmente se durmieron de agotamiento la una en brazos de la otra, temerosas de lo que les esparaba a la mañana siguiente.
Cuando Brittany salió de la ducha se encontró a Hanna sentada al borde de la cama, llorando en silencio con el álbum de fotos entre las manos.
Sin embargo, se serenó tan pronto vio a Brittany.
—Lo siento. No quiero hacerlo más difícil de lo que ya es, pero es que todavía no puedo creer que no vuelvas conmigo, que no vayas a volver jamás—dijo, mirando a Brittany.
Ésta le cogió la cabeza y la obligó a apoyarla en su estómago, hasta que Hanna dejó de llorar.
—Si siempre hubiéramos estado así, ahora no me dejarías—musitó Hanna.
Brittany le acarició la mejilla.
—Te quiero y dejarte es una de las cosas más difíciles que he hecho en mi vida, pero estoy segura de que a la larga será bueno para las dos, aunque ahora te resulte difícil creerlo.
—Es imposible.
—Hanna, tú eres fuerte. Lo superarás y, tarde o temprano, te alegrarás.
—Hablas como una psicóloga.
—No, hablo como Quinn.
—Me cayó bien Quinn, cuando dejé de comportarme como una gilipollas y empecé a apreciar ciertas cosas. Nunca se sabe: puede que Santana y yo tengamos una buena relación algún día.
—Te caerá bien. Es tan apasionada y testaruda como tú.
—Yo no soy así. No te preocupes por el divorcio. Como será de mutuo acuerdo no demorara mucho—dijo Hanna y obligó a Brittany a tumbarse en la cama y la abrazó—¿Puedo llamarte de vez en cuando?—preguntó, con la expresión más vulnerable que Brittany le había visto jamás.
—Sí. Y, ahora, en marcha. Será mejor que nos vayamos.
—Llama a un taxi, Brittany. Prefiero despedirme de ti aquí y no en el aeropuerto. Sería demasiado triste.
—Vale.
Brittany dejó a Hanna dentro del taxi, con la mano pegada a la ventanilla y las lágrimas bañándole las mejillas.
«Por favor, que no sea la última vez que nos vemos», pensó.
Empezaba a entender lo difícil que había sido para Santana separarse de Elaine, sin ni siquiera decirse adiós y sabiendo que jamás volvería a verla.
Era extraño: tres días atrás estaba furiosa con Hanna, pero ahora estaba triste y asustada.
Subió a la habitación, recogió sus cosas, pagó la cuenta y abandonó la ciudad.
Necesitaba conducir, recorrer el camino que tenía por delante.
Cuando estaba a mitad de trayecto se detuvo en un área de descanso y la importancia de lo que acababa de hacer la invadió de golpe era el final.
Se habían despedido y ya no había vuelta atrás.
Veía una y otra vez la imagen del rostro de Hanna tras la ventanilla del taxi.
Se sentó en una roca desde la cual se dominaba el valle y rompió a llorar.
Se sentía mal y pensaba que tal vez no había sido tan buena idea despedirse de aquella manera. Si no hubiera visto el dolor en la expresión de Hanna, si no la hubiera abrazado, si no hubiera hecho el amor con ella por última vez..., tal vez todo habría sido más fácil.
«Esas imágenes me perseguirán durante el resto de mi vida», pensó.
¿Se liberarían alguna vez Santana y Brittany de sus respectivos pasados o acaso Quinn tenía razón?
Puede que una ame a su novia, pero debe aprender a vivir con su pasado, porque eso también forma parte de la relación.
Amarla es la parte fácil; convivir con los fantasmas es mucho más difícil.
Había algo de lo que Brittany estaba segura: no quería volver a hacer a nadie el daño que le había hecho a Hanna.
Esta vez, ella también debía hacer feliz a su pareja.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Los Sentidos (Adaptada) Epílogo
hola morra,..
hanna solo jugo con su suerte durante la relación con britt!!!
siempre son muy difíciles las despedidas,... pero ahi un nuevo comienzo!!!
definitivamente todas maduraron en el verano!!! tarde o temprano kitt también o va a hacer y las va a terminar soltando a las dos!!!!,..
nos vemos!!!
hanna solo jugo con su suerte durante la relación con britt!!!
siempre son muy difíciles las despedidas,... pero ahi un nuevo comienzo!!!
definitivamente todas maduraron en el verano!!! tarde o temprano kitt también o va a hacer y las va a terminar soltando a las dos!!!!,..
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3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Los Sentidos (Adaptada) Epílogo
pero que porqueria!!!! tenia que acostarse con ella???? no me parece, no estoy de acuerdo, espero que santana no olvide ni perdone eso tan facilmente!!!! NO HABIA NECESIDAD!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Los Sentidos (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,..
hanna solo jugo con su suerte durante la relación con britt!!!
siempre son muy difíciles las despedidas,... pero ahi un nuevo comienzo!!!
definitivamente todas maduraron en el verano!!! tarde o temprano kitt también o va a hacer y las va a terminar soltando a las dos!!!!,..
nos vemos!!!
Hola lu, si que si! y perdio y la vrdd como actuo en ese momento me alegro. Si q lo son, pero como bn dices siempre ai un comienzo... y este caso MUY bueno jajajaajaja. Eso mismo, fue un gran verano para todas. Tiene que xD ajajaja demás tiene a marley... si no la deja ir ¬¬ Saludos =D
micky morales escribió:pero que porqueria!!!! tenia que acostarse con ella???? no me parece, no estoy de acuerdo, espero que santana no olvide ni perdone eso tan facilmente!!!! NO HABIA NECESIDAD!!!!!
Hola, la vrdd no creo, pero no todos cerramos una etapa igual... y a veces es bueno cerrarla del todo =/ Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Los Sentidos (Adaptada) Cap 16 - Último
Capitulo 16 - Último
—Estás horrorosa—dijo Santana, sonriendo de oreja a oreja.
Apenas pudo contener el deseo de estrechar a Brittany entre sus brazos y
apretujarla con fuerza.
Parecía muy débil y cansada.
—A esto le llamo yo una bienvenida a casa—dijo Brittany y se dejó caer en la cama. Se sentía como si llevara semanas sin dormir.
—¿Estás en casa?
—Sí.
—Te he echado de menos. ¿Estás bien?
—Estoy cansada y un poco triste.
—Es muy difícil decir adiós.
—¿Y tú qué tal?—le preguntó Brittany, mientras pensaba que en los dos últimos días había estado perdidamente enamorada de dos mujeres y que entre ambas la habían dejado exhausta.
—He estado pensando en todo esto y sé que te has acostado con ella—dijo Santana y se sentó junto a la rubia y ésta dejó caer la cabeza en un gesto de profunda resignación.
—Genial.
—Te has acostado con ella, ¿no?
—Sí, me he acostado con ella.
—Vale, entonces ya nos lo hemos quitado de encima. ¿Qué te apetece comer? Yo estoy muerta de hambre.
—¿Cómo puedes comer en un momento así?
—Es fácil. Vamos.
—San, no puedo ir a comer después de haber confesado que he sido adúltera... o lo que sea.
—No quería disgustarte. Sólo quería saber si te habías acostado con ella: eso es todo. Lo has hecho. No me has mentido. Bueno a otra cosa.
—¿Así de fácil?
—Sí. Ahora sé que no me mientes y confío absolutamente en ti.
—San...
—Britt, te quiero y lo entiendo. Vamos a comer y luego te puedes echar una siesta.
—¡Has vuelto! —exclamó Kitty, cuando entraron en el café.
Brittany se sentó con una expresión de profundo abatimiento.
—¿Qué pasa? —preguntó Kitty.
—Se ha acostado con Hanna—respondió Santana—¿Hay emparedados de atún y ensalada?
—¿Qué? —dijo Kitty, parándose en seco.
—Que si hay emparedados de atún y ensalada.
—No, eso no, lo de que se ha acostado con Hanna.
—Ah, eso. No sé. Pregúntale a Brittany.
La ojiazul apoyó la cabeza en el mostrador y se lamentó.
—¿Qué le pasa a Brittany? —dijo Quinn, que salía en aquel momento de la cocina.
—Se ha acostado con Hanna —contestó Kitty.
—Así que despidiéndote, ¿eh? —dijo Quinn, mientras le daba una palmadita en la cabeza a Brittany.
La ojiazul levantó la cabeza.
—Me parece increíble que estemos teniendo esta conversación.
—¿Y por qué no? —preguntó Santana.
—Porque no es normal. Yo estoy enamorada de ti, pero me he acostado con mi mujer y ahora lo estoy comentando con mis amigas—contestó Brittany, con cara de absoluta perplejidad.
—Ex mujer —la corrigió Santana.
—Ex mujer.
—¿Es eso lo que quieres que sea? —le preguntó Santana.
—Sí, eso es lo que es.
—Bien. ¿Dónde está ese emparedado?
—San, no entiendo nada —dijo Brittany.
—¿Y qué es lo que tienes que entender? Ya está hecho.
—¿No estás enfadada? —le preguntó Brittany.
—¿Debería estarlo?
—Si hubieras sido tú, yo lo estaría —contestó Brittany.
—Vale, pero yo me acosté contigo cuando eras su mujer y tú te acostaste con ella cuando eras mi mujer. O sea, que Hanna y yo estamos empatadas.
—¿Y yo qué soy? ¿Adúltera por partida doble?
—No, tú eres Brittany y te quiero —dijo Santana, abrazándola.
—¿Soy tu mujer?
—Me gustaría que lo fueras —respondió Santana.
—¿Verdad que son monas? —dijo Quinn.
—Son unas paranoicas —repuso Kitty.
—Kitty, no seas cruel —dijo Quinn.
—No lo soy. Es sólo que no creo que deba permitir que esto siga adelante.
—Eso es porque eres una idealista que piensa que todo es blanco o negro, pero no es así. Ay, señor, ¿por qué eres tan estricta?—dijo Quinn.
—¿Sabes una cosa? Empiezo a creer que no te gusto como hija. Tú eras la que siempre me defendía, pero ahora lo único que haces es criticarme. No sería mala idea que te buscaras otra hija, ya que al parecer no soy como a ti te gustaría—dijo Kitty. Acto seguido, salió del café hecha una furia.
—¡Vale, genial! —exclamó Brittany, poniéndose en pie y saliendo tras ella.
Santana y Quinn las miraron mientras se alejaban.
—¿Todavía te apetece ese emparedado de atún y ensalada?—le preguntó Quinn.
—Sí.
—¿Por qué no has salido corriendo tras ellas?
—Porque, en realidad, el problema que tienen no me afecta a mí. Es mejor que las dos se tranquilicen. Yo como, Britt se echa una siestecita y después charlamos todas juntas del tema.
—Santana, quiero que sepas que estoy muy orgullosa de ti. Estás madurando y lo estás haciendo muy bien.
—Gracias. ¿Dónde está mi emparedado? Me muero de hambre.
—¿El amor te abre el apetito?
—Sí.
—Bien.
—Kitty, espera—dijo Brittany, acercándose.
Kitty se volvió.
—¿Qué es lo que estás haciendo?
—No lo sé. Estoy un poco confusa.
—¿Todavía quieres a Hanna?
—En cierta manera, pero quiero estar con San.
—Y, entonces..., ¿por qué te acostaste con Hanna?
—La verdad es que no lo sé. Estábamos ahí, hablando y recordando los viejos tiempos, y ocurrió, simplemente. No me arrepiento.
—Brittany, ¿cómo puedes decir eso? Has cometido un gran error: estás construyendo una nueva vida con Santana en mitad de este desastre... y eso te parece correcto.
—Ya hace bastante que empezó a haber algo entre nosotras. ¿Por qué estás tan disgustada?
—No lo sé. Lo estoy y punto.
—Vamos a tomarnos un whisky y a charlar un rato. Necesito una buena dosis de whisky escocés.
—Vale. ¿Sabes que estás horrorosa? Supongo que te has pasado casi toda la noche follando.
—Kitty, déjalo ya.
—No puedo.
—¿Al menos... puedes esperar a que lleguemos al bar?
—Vale.
El bar estaba muy tranquilo y se sentaron en una de las mesas del fondo.
Brittany bebió muy despacio su whisky, mientras Kitty se metía entre pecho y espalda dos tequilas acompañados de una cerveza.
—No sé cómo puedes hacer eso.
—¿El qué? —preguntó Kitty.
—Beber tequila con cerveza.
—Y yo jamás he podido entender cómo puedes beberte esa porquería.
—El whisky escocés es bueno.
—Me imagino que se le va tomando gusto con el tiempo.
— Kitty, ¿qué pasa?
—Bueno, no soy yo la que tiene que explicar unas cuantas cosas.
—No es cierto. Tú eres la única que está disgustada.
—Es que no creo que acostarte con Hanna fuera una buena idea. No es la mejor manera de terminar una relación y estoy segura de que a la larga será perjudicial para ustedes tres.
—¿Por qué? —preguntó Brittany.
—Porque estás enviando mensajes confusos. Le dices adiós a Hanna, pero haces el amor con ella; luego vuelves y se lo cuentas a Santana. ¿Qué crees que va a pensar ella? Que tal vez has acabado con Hanna, pero tal vez no.
Y eso no es bueno.
—Pero es que nunca se termina del todo con alguien, Kitty. Es posible que tu relación con las personas cambie, pero todas las personas que pasan por nuestra vida se quedan en cierta manera. No es como un examen, que lo entregas y ya está, se acabó.
—Lo sé.
—¿Seguro?
—No lo sé. La verdad es que necesito liberarme de algunas cosas, pero me está costando mucho hacerlo. Quinn tiene razón: tengo que aprender a despedirme. Sin embargo, me cuesta tanto alejarme...
—¿De Santana?
—De Santana... y de ti. Te quiero, Brittany, siempre te he querido, pero estaba segura de que Hanna no te dejaría escapar. Ya sabes, el sufrimiento del amor no correspondido. Bueno, entonces ahí lo tienes: he confesado.
—Kitty...
—No lo digas, ya lo sé. Nunca has pensado en mí de esa forma. En realidad, nadie lo hace.
—Marley sí, pero tú no dejas que entre en tu vida. Le ocultas cosas. Eso es lo que me hacía Hanna y es muy feo, Kitty. Tienes que aprender a entregarte.
—Hablas como Quinn.
—Bueno, puede que cuando sea mayor sea como ella—dijo Brittany y se recostó en el asiento del reservado que ocupaban, mientras Kitty pedía otra ronda—¿Y bien? Cuéntame qué vas a hacer este invierno.
—Las mismas gilipolleces de siempre. Huir de tu ex mujer. Es posible que Marley pida el traslado. De todas formas, está cerca, pero no quiero que haga nada de lo que más tarde pueda arrepentirse.
—Tienes que arriesgarte un poco, Kitty. Una vida demasiado segura es una vida estéril. A veces es mejor un poco de caos.
—¿Y tú qué vas a hacer?
—En diciembre cobraré mi fondo fiduciario y estoy dándole vueltas a la idea de montar una librería. Bueno, ése es mi último plan.
—¿Y las gallinas?
—Puedo tener gallinas y una librería. Quiero un hogar: una casa de verdad, cenar a las seis, un jardín, tomar cócteles en el porche sentada en un columpio, rodeada de gallinas y toda clase de animalitos...
—No te imagino convertida en una chica de campo.
—Por culpa de la ciudad, estaba delgada, nerviosa y pálida. Me gusta estar aquí.
—Me alegro.
—¿De verdad?
—Sí. Y ahora, bebe. Tu mujer debe de estar esperando tu llegada con impaciencia.
—¿Cuál de ellas?
—Supongo que es una broma.
—Pues claro.
Santana no estaba en casa cuando Brittany llegó, así que se tumbó en la cama a esperarla y no tardó mucho en quedarse profundamente dormida.
Y así la encontró Santana al llegar: uno de sus delicados brazos colgaba a un lado de la cama y su alborotada melena rubia estaba desparramada sobre la almohada.
Cogió su cuaderno de bosquejos y empezó a dibujar.
Cada una de las líneas que trazaba era un homenaje al amor, ya que aún le resultaba difícil creer que aquella adorable mujer que dormía en su cama quisiera ser su pareja, que hubiera dejado a otra mujer porque estaba locamente enamorada de ella.
Quizá la Diosa la había hecho pasar por todo aquello para que pudiera encontrar a Brittany e iniciar una nueva vida junto a ella. Lo único que deseaba era llegar a casa cada noche y estar con Brittany, tener un hogar en común, despertarse a su lado, comprar una cama y una mesa y todos los artículos del hogar de los que Santana había prescindido hasta aquel momento porque los consideraba banales.
Sin embargo, se moría de ganas de comprarlos.
«Quiero sentarme a la mesa de la cocina contigo, sabiendo que luego te tendré entre mis brazos, esta noche y todas las noches», pensó Santana.
Brittany se desperezó, abrió los ojos y vio que Santana la estaba observando.
—No se me estaba cayendo la baba, ¿verdad?
—No. Lo siento: ya sé que es de mala educación observar a alguien mientras duerme. En esos momentos, las personas son muy vulnerables, pero no he podido evitarlo.
—Ven aquí, fisgona.
Santana la abrazó.
—¿De verdad te vas a quedar aquí conmigo? —preguntó Santana.
—Bueno claro, tonta. Por fin he conseguido atar los cabos sueltos y hacer un bonito nudo...
—De corazones rotos —la interrumpió Santana.
—Hanna te da un poco de pena, ¿verdad?
—No me imagino la vida sin ti. Perderte debe de doler muchísimo.
—Eres tan sensible... Por eso te quiero.
—¿Crees que Hanna lo superará?
—No lo sé. Espero que sí. Tú no has hecho nada malo, San, excepto enamorarte de alguien que también se enamoró de ti. Por favor, no te sientas culpable.
—Pero tú te sientes culpable.
—Sí, es verdad, pero no puedo quedarme con ella sólo porque me sienta culpable.
—Lo sé, y no quiero que lo hagas. A lo mejor soy sensible, pero también soy un poco avariciosa y te quiero para mí sólita.
—¿No íbamos a comer un emparedado?
—¿Tienes hambre?
—Sí.
—Yo también—dijo Santana, mientras le besaba el cuello a Brittany y seguía bajando hasta llegar a sus pechos.
—Pero no de comida...—dijo Brittany y hundió los dedos en el pelo de Santana, mientras ésta descendía por su estómago trazando un sendero con los labios.
—No, de comida no.
—Bueno, supongo que el emparedado puede esperar—repuso Brittany, al mismo tiempo que cerraba los ojos.
Apenas pudo contener el deseo de estrechar a Brittany entre sus brazos y
apretujarla con fuerza.
Parecía muy débil y cansada.
—A esto le llamo yo una bienvenida a casa—dijo Brittany y se dejó caer en la cama. Se sentía como si llevara semanas sin dormir.
—¿Estás en casa?
—Sí.
—Te he echado de menos. ¿Estás bien?
—Estoy cansada y un poco triste.
—Es muy difícil decir adiós.
—¿Y tú qué tal?—le preguntó Brittany, mientras pensaba que en los dos últimos días había estado perdidamente enamorada de dos mujeres y que entre ambas la habían dejado exhausta.
—He estado pensando en todo esto y sé que te has acostado con ella—dijo Santana y se sentó junto a la rubia y ésta dejó caer la cabeza en un gesto de profunda resignación.
—Genial.
—Te has acostado con ella, ¿no?
—Sí, me he acostado con ella.
—Vale, entonces ya nos lo hemos quitado de encima. ¿Qué te apetece comer? Yo estoy muerta de hambre.
—¿Cómo puedes comer en un momento así?
—Es fácil. Vamos.
—San, no puedo ir a comer después de haber confesado que he sido adúltera... o lo que sea.
—No quería disgustarte. Sólo quería saber si te habías acostado con ella: eso es todo. Lo has hecho. No me has mentido. Bueno a otra cosa.
—¿Así de fácil?
—Sí. Ahora sé que no me mientes y confío absolutamente en ti.
—San...
—Britt, te quiero y lo entiendo. Vamos a comer y luego te puedes echar una siesta.
—¡Has vuelto! —exclamó Kitty, cuando entraron en el café.
Brittany se sentó con una expresión de profundo abatimiento.
—¿Qué pasa? —preguntó Kitty.
—Se ha acostado con Hanna—respondió Santana—¿Hay emparedados de atún y ensalada?
—¿Qué? —dijo Kitty, parándose en seco.
—Que si hay emparedados de atún y ensalada.
—No, eso no, lo de que se ha acostado con Hanna.
—Ah, eso. No sé. Pregúntale a Brittany.
La ojiazul apoyó la cabeza en el mostrador y se lamentó.
—¿Qué le pasa a Brittany? —dijo Quinn, que salía en aquel momento de la cocina.
—Se ha acostado con Hanna —contestó Kitty.
—Así que despidiéndote, ¿eh? —dijo Quinn, mientras le daba una palmadita en la cabeza a Brittany.
La ojiazul levantó la cabeza.
—Me parece increíble que estemos teniendo esta conversación.
—¿Y por qué no? —preguntó Santana.
—Porque no es normal. Yo estoy enamorada de ti, pero me he acostado con mi mujer y ahora lo estoy comentando con mis amigas—contestó Brittany, con cara de absoluta perplejidad.
—Ex mujer —la corrigió Santana.
—Ex mujer.
—¿Es eso lo que quieres que sea? —le preguntó Santana.
—Sí, eso es lo que es.
—Bien. ¿Dónde está ese emparedado?
—San, no entiendo nada —dijo Brittany.
—¿Y qué es lo que tienes que entender? Ya está hecho.
—¿No estás enfadada? —le preguntó Brittany.
—¿Debería estarlo?
—Si hubieras sido tú, yo lo estaría —contestó Brittany.
—Vale, pero yo me acosté contigo cuando eras su mujer y tú te acostaste con ella cuando eras mi mujer. O sea, que Hanna y yo estamos empatadas.
—¿Y yo qué soy? ¿Adúltera por partida doble?
—No, tú eres Brittany y te quiero —dijo Santana, abrazándola.
—¿Soy tu mujer?
—Me gustaría que lo fueras —respondió Santana.
—¿Verdad que son monas? —dijo Quinn.
—Son unas paranoicas —repuso Kitty.
—Kitty, no seas cruel —dijo Quinn.
—No lo soy. Es sólo que no creo que deba permitir que esto siga adelante.
—Eso es porque eres una idealista que piensa que todo es blanco o negro, pero no es así. Ay, señor, ¿por qué eres tan estricta?—dijo Quinn.
—¿Sabes una cosa? Empiezo a creer que no te gusto como hija. Tú eras la que siempre me defendía, pero ahora lo único que haces es criticarme. No sería mala idea que te buscaras otra hija, ya que al parecer no soy como a ti te gustaría—dijo Kitty. Acto seguido, salió del café hecha una furia.
—¡Vale, genial! —exclamó Brittany, poniéndose en pie y saliendo tras ella.
Santana y Quinn las miraron mientras se alejaban.
—¿Todavía te apetece ese emparedado de atún y ensalada?—le preguntó Quinn.
—Sí.
—¿Por qué no has salido corriendo tras ellas?
—Porque, en realidad, el problema que tienen no me afecta a mí. Es mejor que las dos se tranquilicen. Yo como, Britt se echa una siestecita y después charlamos todas juntas del tema.
—Santana, quiero que sepas que estoy muy orgullosa de ti. Estás madurando y lo estás haciendo muy bien.
—Gracias. ¿Dónde está mi emparedado? Me muero de hambre.
—¿El amor te abre el apetito?
—Sí.
—Bien.
***
—Kitty, espera—dijo Brittany, acercándose.
Kitty se volvió.
—¿Qué es lo que estás haciendo?
—No lo sé. Estoy un poco confusa.
—¿Todavía quieres a Hanna?
—En cierta manera, pero quiero estar con San.
—Y, entonces..., ¿por qué te acostaste con Hanna?
—La verdad es que no lo sé. Estábamos ahí, hablando y recordando los viejos tiempos, y ocurrió, simplemente. No me arrepiento.
—Brittany, ¿cómo puedes decir eso? Has cometido un gran error: estás construyendo una nueva vida con Santana en mitad de este desastre... y eso te parece correcto.
—Ya hace bastante que empezó a haber algo entre nosotras. ¿Por qué estás tan disgustada?
—No lo sé. Lo estoy y punto.
—Vamos a tomarnos un whisky y a charlar un rato. Necesito una buena dosis de whisky escocés.
—Vale. ¿Sabes que estás horrorosa? Supongo que te has pasado casi toda la noche follando.
—Kitty, déjalo ya.
—No puedo.
—¿Al menos... puedes esperar a que lleguemos al bar?
—Vale.
El bar estaba muy tranquilo y se sentaron en una de las mesas del fondo.
Brittany bebió muy despacio su whisky, mientras Kitty se metía entre pecho y espalda dos tequilas acompañados de una cerveza.
—No sé cómo puedes hacer eso.
—¿El qué? —preguntó Kitty.
—Beber tequila con cerveza.
—Y yo jamás he podido entender cómo puedes beberte esa porquería.
—El whisky escocés es bueno.
—Me imagino que se le va tomando gusto con el tiempo.
— Kitty, ¿qué pasa?
—Bueno, no soy yo la que tiene que explicar unas cuantas cosas.
—No es cierto. Tú eres la única que está disgustada.
—Es que no creo que acostarte con Hanna fuera una buena idea. No es la mejor manera de terminar una relación y estoy segura de que a la larga será perjudicial para ustedes tres.
—¿Por qué? —preguntó Brittany.
—Porque estás enviando mensajes confusos. Le dices adiós a Hanna, pero haces el amor con ella; luego vuelves y se lo cuentas a Santana. ¿Qué crees que va a pensar ella? Que tal vez has acabado con Hanna, pero tal vez no.
Y eso no es bueno.
—Pero es que nunca se termina del todo con alguien, Kitty. Es posible que tu relación con las personas cambie, pero todas las personas que pasan por nuestra vida se quedan en cierta manera. No es como un examen, que lo entregas y ya está, se acabó.
—Lo sé.
—¿Seguro?
—No lo sé. La verdad es que necesito liberarme de algunas cosas, pero me está costando mucho hacerlo. Quinn tiene razón: tengo que aprender a despedirme. Sin embargo, me cuesta tanto alejarme...
—¿De Santana?
—De Santana... y de ti. Te quiero, Brittany, siempre te he querido, pero estaba segura de que Hanna no te dejaría escapar. Ya sabes, el sufrimiento del amor no correspondido. Bueno, entonces ahí lo tienes: he confesado.
—Kitty...
—No lo digas, ya lo sé. Nunca has pensado en mí de esa forma. En realidad, nadie lo hace.
—Marley sí, pero tú no dejas que entre en tu vida. Le ocultas cosas. Eso es lo que me hacía Hanna y es muy feo, Kitty. Tienes que aprender a entregarte.
—Hablas como Quinn.
—Bueno, puede que cuando sea mayor sea como ella—dijo Brittany y se recostó en el asiento del reservado que ocupaban, mientras Kitty pedía otra ronda—¿Y bien? Cuéntame qué vas a hacer este invierno.
—Las mismas gilipolleces de siempre. Huir de tu ex mujer. Es posible que Marley pida el traslado. De todas formas, está cerca, pero no quiero que haga nada de lo que más tarde pueda arrepentirse.
—Tienes que arriesgarte un poco, Kitty. Una vida demasiado segura es una vida estéril. A veces es mejor un poco de caos.
—¿Y tú qué vas a hacer?
—En diciembre cobraré mi fondo fiduciario y estoy dándole vueltas a la idea de montar una librería. Bueno, ése es mi último plan.
—¿Y las gallinas?
—Puedo tener gallinas y una librería. Quiero un hogar: una casa de verdad, cenar a las seis, un jardín, tomar cócteles en el porche sentada en un columpio, rodeada de gallinas y toda clase de animalitos...
—No te imagino convertida en una chica de campo.
—Por culpa de la ciudad, estaba delgada, nerviosa y pálida. Me gusta estar aquí.
—Me alegro.
—¿De verdad?
—Sí. Y ahora, bebe. Tu mujer debe de estar esperando tu llegada con impaciencia.
—¿Cuál de ellas?
—Supongo que es una broma.
—Pues claro.
Santana no estaba en casa cuando Brittany llegó, así que se tumbó en la cama a esperarla y no tardó mucho en quedarse profundamente dormida.
Y así la encontró Santana al llegar: uno de sus delicados brazos colgaba a un lado de la cama y su alborotada melena rubia estaba desparramada sobre la almohada.
Cogió su cuaderno de bosquejos y empezó a dibujar.
Cada una de las líneas que trazaba era un homenaje al amor, ya que aún le resultaba difícil creer que aquella adorable mujer que dormía en su cama quisiera ser su pareja, que hubiera dejado a otra mujer porque estaba locamente enamorada de ella.
Quizá la Diosa la había hecho pasar por todo aquello para que pudiera encontrar a Brittany e iniciar una nueva vida junto a ella. Lo único que deseaba era llegar a casa cada noche y estar con Brittany, tener un hogar en común, despertarse a su lado, comprar una cama y una mesa y todos los artículos del hogar de los que Santana había prescindido hasta aquel momento porque los consideraba banales.
Sin embargo, se moría de ganas de comprarlos.
«Quiero sentarme a la mesa de la cocina contigo, sabiendo que luego te tendré entre mis brazos, esta noche y todas las noches», pensó Santana.
Brittany se desperezó, abrió los ojos y vio que Santana la estaba observando.
—No se me estaba cayendo la baba, ¿verdad?
—No. Lo siento: ya sé que es de mala educación observar a alguien mientras duerme. En esos momentos, las personas son muy vulnerables, pero no he podido evitarlo.
—Ven aquí, fisgona.
Santana la abrazó.
—¿De verdad te vas a quedar aquí conmigo? —preguntó Santana.
—Bueno claro, tonta. Por fin he conseguido atar los cabos sueltos y hacer un bonito nudo...
—De corazones rotos —la interrumpió Santana.
—Hanna te da un poco de pena, ¿verdad?
—No me imagino la vida sin ti. Perderte debe de doler muchísimo.
—Eres tan sensible... Por eso te quiero.
—¿Crees que Hanna lo superará?
—No lo sé. Espero que sí. Tú no has hecho nada malo, San, excepto enamorarte de alguien que también se enamoró de ti. Por favor, no te sientas culpable.
—Pero tú te sientes culpable.
—Sí, es verdad, pero no puedo quedarme con ella sólo porque me sienta culpable.
—Lo sé, y no quiero que lo hagas. A lo mejor soy sensible, pero también soy un poco avariciosa y te quiero para mí sólita.
—¿No íbamos a comer un emparedado?
—¿Tienes hambre?
—Sí.
—Yo también—dijo Santana, mientras le besaba el cuello a Brittany y seguía bajando hasta llegar a sus pechos.
—Pero no de comida...—dijo Brittany y hundió los dedos en el pelo de Santana, mientras ésta descendía por su estómago trazando un sendero con los labios.
—No, de comida no.
—Bueno, supongo que el emparedado puede esperar—repuso Brittany, al mismo tiempo que cerraba los ojos.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Los Sentidos (Adaptada) Epílogo
Wowwww me asombro la capacisad de comprension de Santana!!!!
Saludoa
Saludoa
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
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