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[Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
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monica.santander
Tati.94
claudia1988
7 participantes
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Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
mejor que nunca!!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
mejor que nunca!!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
3:) escribió:hola morra,..
especie de prueba de fuego para las dos!!!
ya no ahi restricciones en la relación que tienen,..
a ver como siguen las cosas???
nos vemos!!
Hola lu, si que lo es, pero como son las brittana saben como salir jajaajaja. Nones, y es mejor así jajaajajaja xD Aquí otro cap para saber... SAludos =D
micky morales escribió:mejor que nunca!!!!!!
micky morales escribió:mejor que nunca!!!!!!
Hola, s¿? dices tu¿? vamos bn jajajaajaj. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Mía III (Adaptada) Cap 8 - Último
Capitulo 8 - Último
Santana se paseaba por el patio del lujoso complejo turístico con el ceño fruncido.
¿Estaba a punto de cometer un grave error?
¿Y si le decía que no?
Las últimas seis semanas habían sido los días más felices de su vida.
¿De verdad estaba dispuesta a arruinarlo todo?
Se quedó contemplando el agua mientras suspiraba satisfecha reviviendo algunos de esos bellos recuerdos.
«No quiero meter la pata, pero la necesito. Quiero que sea mía».
La necesidad de apoderarse de la rubia, de demostrarle al mundo que era suya, la superaba.
Miró a la puerta de la suite y sintió un escalofrío.
¡Joder!
¿Por qué le costaba tanto esto?
Brittany y ella lo compartían todo.
No había un rincón de su corazón o de su alma que la rubia no conociera.
Le vibró el móvil en el bolsillo de la chaqueta. Llevaba un vestido formal, aunque no estaba en la oficina. Habían ido a Orlando, ni más ni menos que a Disneylandia, para hacer realidad uno de los sueños de Brittany.
¡Era increíble que una mujer de Tampa no hubiera ido jamás al Parque Disney!
Es verdad que ella tampoco había estado nunca, pero había venido a vivir a Florida cuando ya casi era una adulta.
Llevaba en la mano el último corazón de cartón que le quedaba y apretó el
puño hasta que prácticamente se quedó sin circulación y la palma se le puso blanca.
Aún le restaba un deseo.
El otro lo había gastado para convencerla de que hicieran un viaje en las vacaciones de primavera.
Un mes antes le había dado el corazón de cartón y le había dicho que deseaba llevarla al lugar que ella eligiera de vacaciones.
Sí, es cierto, pensaba que elegiría París, Londres, Asia o incluso África, pero,
en lugar de esos destinos, Brittany había mascullado que siempre había querido ir a Disneylandia.
Teniendo en cuenta que el parque estaba a poco más de una hora en coche y que tenían a su disposición un avión a reacción privado que podía llevarlos a cualquier parte del mundo, la propuesta de Brittany la había dejado pasmada.
¡Concedido!
Y la verdad es que se lo habían pasado en grande.
Donde más había disfrutado Santana había sido en las atracciones, porque, cuando Brittany se asustaba, se lanzaba a sus brazos gritando y riéndose encantada.
Esa era la última noche que pasarían en el complejo hotelero y pensaba llevarla a cenar a uno de los mejores restaurantes de Orlando.
Ojalá tuvieran algo importante que celebrar.
Sacó el móvil del bolsillo y miró la pantalla: Quinn.
—¿Qué?—respondió con brusquedad.
—¿Se lo has pedido ya?
A Santana casi le da la risa al percibir cierto nerviosismo en la voz de su hermana.
Quinn se comportaba como si aquella respuesta le importara tanto como a Santana.
—No. Se está vistiendo. Vamos a salir a cenar.
—Ya ha pasado una semana. ¿A qué esperas?
—¿Y a ti qué te importa?
En realidad Santana sabía de sobra por qué a Quinn le importaba tanto: si Brittany decía que sí, lo más probable era que su hermana volviera a ver a Rachel Berry.
—Te hace bien. La necesitas. Y no tengo ganas de soportar tus malas pulgas si te dice que no.
No iba a decirle que no.
No podía decirle que no.
Si lo hiciera, tendría que convencerla.
No aceptaría un no por respuesta.
La puerta de la suite se abrió y Santana perdió todo el interés en la conversación:
—Luego te llamo.
—Pídeselo.
Santana colgó y se guardó el móvil en el bolsillo sin despegar la mirada de la imponente mujer de rojo que esperaba en la puerta de la suite.
«¡Madre mía! Es de ensueño. ¿Me acostumbraré algún día a su belleza?».
Probablemente… no.
Daba igual dónde estuviera o qué llevara puesto, en cuanto la veía, le palpitaba el cuerpo entero.
Esa noche llevaba un elegante vestido rojo hasta la rodilla y unos zapatos de tacón a juego.
A Santana se le cortó la respiración.
Tenía el pelo suelto y la suave brisa del océano le arremolinaba algunos mechones rubios.
—Estás preciosa—le dijo con total sinceridad al llegar a su lado y plantarle un beso en los labios.
«Pareces una diosa».
Es lo que pensaba todos los días.
Cada vez que la veía.
—Gracias. También vas muy elegante, señorita López. ¿Estamos listas?—le preguntó con una sonrisa de felicidad.
«Yo, sí. Estoy lista para quitarte ese vestido tan sexy y ver qué ropa interior llevas puesta. Después te la arrancaré con los dientes y te hare el amor hasta que pierdas el sentido».
Estaba excitada al máximo, pero eso no era ninguna novedad.
Le pasaba todos los días, cada vez que la rubia le sonreía. Y también cuando no le sonreía. Y cuando fruncía el ceño. Y cuando discutía.
¡Joder!
Su presencia era suficiente para que se excitara.
Y su voz.
Y pensar en ella.
Maldita sea…, con Brittany estaba perdida.
—En un minuto—la guio para que entrara de nuevo en la suntuosa habitación y cerró la puerta a sus espaldas—Tengo que hablar contigo.
Su sonrisa se desvaneció y a Santana le entraron ganas de darse a sí misma una patada en el culo.
—¿Pasa algo? —preguntó preocupada.
—No—se puso cómodo en un sofá de cuero y cogió a Brittany para que se
sentara en su regazo—Tengo que preguntarte una cosa.
«Hazlo de una vez. No le des más vueltas o te volverás loca».
Abrió el puño para mostrarle el último corazón de cartón que le quedaba.
—No lo malgastes pidiéndome sexo porque contigo estoy totalmente entregada—respondió riendo con suavidad.
La apartó con suavidad del regazo y la dejó caer a su lado. Metió la mano en el bolsillo y sacó una cajita.
Brittany la miró a los ojos, después al corazón de cartón y por último a la cajita.
La cogió despacio y levantó la tapa.
—Deseo que te cases conmigo—pidió con su aterciopelada voz, vacilando entre la esperanza y el miedo.
—¡Dios mío, San! No me lo esperaba—con dedos temblorosos sacó de la cajita de terciopelo el gigantesco diamante engarzado en una alianza de platino—No sé qué decir.
—Di que sí. Por favor.
«Di que sí o me da un síncope».
La miró perpleja:
—¿Quieres casarte conmigo? Pero si ni siquiera me has dicho que me quieres. Pensaba que no estabas preparada. Me has cogido por sorpresa.
¿Cómo era posible que no se lo esperara?
Su corazón, su cuerpo y su alma eran suyos desde hacía una eternidad, o eso le parecía a ella.
—Te quiero. Te quiero. Te quiero—estaba convencido de que ya se lo había dicho—Es la verdad. No me puedo creer que no te lo haya dicho antes, pero tú ya lo sabías.
Brittany le sonrió.
—Lo sabía. Lo que no tenía claro es si estabas preparada para decirlo.
—Estoy de sobra preparada. Eres mía y quiero que sea oficial—le dedicó una apasionada mirada con el cuerpo entero en tensión—Debería haberte dicho que te quiero. De ahora en adelante me aseguraré de decírtelo tan a menudo que acabarás harta de oírlo. Mereces que te lo diga todos los días. Quizá no lo haya verbalizado antes porque las palabras no pueden expresar lo que siento por ti. El amor no es suficientemente intenso, no se puede comparar con lo que siento. Sin embargo, me encanta cuando esas palabras salen de tus labios. Debería haberme dado cuenta de que tú también querías escucharlas—suspiró—Eres mi vida, cariño. Sé mía. Sé mía para siempre.
Brittany se abalanzó a sus brazos y Santana la recibió encantada cerrando los ojos con fuerza, consciente de que su mundo entero se encontraba en ese momento en aquella habitación.
—Mía para siempre—le susurró Brittany al oído con incredulidad.
Santana se apartó levemente para mirarla a los ojos. Estaba llorando, un río
inagotable de lágrimas le recorría las mejillas.
—No llores. No me gusta.
—Lo sé, pero son lágrimas de felicidad.
En cualquier caso estaba llorando y Santana no soportaba verla así.
Tomó el anillo de sus dedos temblorosos y le cogió la mano con delicadeza para ponérselo en el dedo anular. El corazón se le aceleró mientras decía:
—Vas a casarte conmigo.
—Tan solo me has hecho una pregunta—le dedicó una mirada traviesa—Aún no he respondido.
—Dime que sí—le advirtió con rudeza—Dime que te casarás conmigo.
«Responde ya o me dará un ataque al corazón. ¡Dime que sí de una vez!».
Brittany le cogió el puño y se lo abrió para recuperar el corazón de cartón. Entonces, lo partió en pedazos y dejó que los trocitos se desperdigaran por el sofá.
—Deseo concedido.
Santana respiró aliviada mientras el corazón le palpitaba con fuerza.
—¿En serio?
—Sí. Me casaré contigo. Yo también te quiero.
—Cuanto antes—exigió.
—Ya veremos. ¿Esto sí lo negociaremos?
—¡No!—la cogió de la mano y besó el anillo que le acababa de poner en el dedo—Esta vez no cederé ni un milímetro.
Brittany le rodeó el cuello con los brazos y le besó los labios mientras le acariciaba la nuca.
—¿Un poquito?
—No.
Brittany le tiró del pelo y la abrazó con tal pasión y frenesí que Santana acabó gimiendo y jadeando.
—Un poco sí que puedes ceder…—susurró con voz persuasiva.
Santana gimió mientras Brittany deslizaba la mano por su pecho y la metía dentro del escote.
—¿Me estas seduciendo para que dé mi brazo a torcer?
—Puede. ¿Funciona?—repuso con su irresistible voz en plan «fóllame».
—¡Ya te digo!—exclamó abrazándola—Vale. Llegaremos a un acuerdo, pero ahora no—se puso de pie levantándola también a ella.
Estaba entregada.
—Ahora no—accedió Brittany—Después—la cogió de la nuca y tiró de la morena, que la siguió encantada hacia el dormitorio.
Quizá estar entregada no era tan malo.
Obviamente, no llegaron al restaurante, sino que varias horas después pidieron servicio de habitaciones.
Antes de celebrar su compromiso con una cena en la suite Santana se dio cuenta de que ceder no siempre era un error y que estar entregada podía ser algo muy muy bueno.
¿Estaba a punto de cometer un grave error?
¿Y si le decía que no?
Las últimas seis semanas habían sido los días más felices de su vida.
¿De verdad estaba dispuesta a arruinarlo todo?
Se quedó contemplando el agua mientras suspiraba satisfecha reviviendo algunos de esos bellos recuerdos.
«No quiero meter la pata, pero la necesito. Quiero que sea mía».
La necesidad de apoderarse de la rubia, de demostrarle al mundo que era suya, la superaba.
Miró a la puerta de la suite y sintió un escalofrío.
¡Joder!
¿Por qué le costaba tanto esto?
Brittany y ella lo compartían todo.
No había un rincón de su corazón o de su alma que la rubia no conociera.
Le vibró el móvil en el bolsillo de la chaqueta. Llevaba un vestido formal, aunque no estaba en la oficina. Habían ido a Orlando, ni más ni menos que a Disneylandia, para hacer realidad uno de los sueños de Brittany.
¡Era increíble que una mujer de Tampa no hubiera ido jamás al Parque Disney!
Es verdad que ella tampoco había estado nunca, pero había venido a vivir a Florida cuando ya casi era una adulta.
Llevaba en la mano el último corazón de cartón que le quedaba y apretó el
puño hasta que prácticamente se quedó sin circulación y la palma se le puso blanca.
Aún le restaba un deseo.
El otro lo había gastado para convencerla de que hicieran un viaje en las vacaciones de primavera.
Un mes antes le había dado el corazón de cartón y le había dicho que deseaba llevarla al lugar que ella eligiera de vacaciones.
Sí, es cierto, pensaba que elegiría París, Londres, Asia o incluso África, pero,
en lugar de esos destinos, Brittany había mascullado que siempre había querido ir a Disneylandia.
Teniendo en cuenta que el parque estaba a poco más de una hora en coche y que tenían a su disposición un avión a reacción privado que podía llevarlos a cualquier parte del mundo, la propuesta de Brittany la había dejado pasmada.
¡Concedido!
Y la verdad es que se lo habían pasado en grande.
Donde más había disfrutado Santana había sido en las atracciones, porque, cuando Brittany se asustaba, se lanzaba a sus brazos gritando y riéndose encantada.
Esa era la última noche que pasarían en el complejo hotelero y pensaba llevarla a cenar a uno de los mejores restaurantes de Orlando.
Ojalá tuvieran algo importante que celebrar.
Sacó el móvil del bolsillo y miró la pantalla: Quinn.
—¿Qué?—respondió con brusquedad.
—¿Se lo has pedido ya?
A Santana casi le da la risa al percibir cierto nerviosismo en la voz de su hermana.
Quinn se comportaba como si aquella respuesta le importara tanto como a Santana.
—No. Se está vistiendo. Vamos a salir a cenar.
—Ya ha pasado una semana. ¿A qué esperas?
—¿Y a ti qué te importa?
En realidad Santana sabía de sobra por qué a Quinn le importaba tanto: si Brittany decía que sí, lo más probable era que su hermana volviera a ver a Rachel Berry.
—Te hace bien. La necesitas. Y no tengo ganas de soportar tus malas pulgas si te dice que no.
No iba a decirle que no.
No podía decirle que no.
Si lo hiciera, tendría que convencerla.
No aceptaría un no por respuesta.
La puerta de la suite se abrió y Santana perdió todo el interés en la conversación:
—Luego te llamo.
—Pídeselo.
Santana colgó y se guardó el móvil en el bolsillo sin despegar la mirada de la imponente mujer de rojo que esperaba en la puerta de la suite.
«¡Madre mía! Es de ensueño. ¿Me acostumbraré algún día a su belleza?».
Probablemente… no.
Daba igual dónde estuviera o qué llevara puesto, en cuanto la veía, le palpitaba el cuerpo entero.
Esa noche llevaba un elegante vestido rojo hasta la rodilla y unos zapatos de tacón a juego.
A Santana se le cortó la respiración.
Tenía el pelo suelto y la suave brisa del océano le arremolinaba algunos mechones rubios.
—Estás preciosa—le dijo con total sinceridad al llegar a su lado y plantarle un beso en los labios.
«Pareces una diosa».
Es lo que pensaba todos los días.
Cada vez que la veía.
—Gracias. También vas muy elegante, señorita López. ¿Estamos listas?—le preguntó con una sonrisa de felicidad.
«Yo, sí. Estoy lista para quitarte ese vestido tan sexy y ver qué ropa interior llevas puesta. Después te la arrancaré con los dientes y te hare el amor hasta que pierdas el sentido».
Estaba excitada al máximo, pero eso no era ninguna novedad.
Le pasaba todos los días, cada vez que la rubia le sonreía. Y también cuando no le sonreía. Y cuando fruncía el ceño. Y cuando discutía.
¡Joder!
Su presencia era suficiente para que se excitara.
Y su voz.
Y pensar en ella.
Maldita sea…, con Brittany estaba perdida.
—En un minuto—la guio para que entrara de nuevo en la suntuosa habitación y cerró la puerta a sus espaldas—Tengo que hablar contigo.
Su sonrisa se desvaneció y a Santana le entraron ganas de darse a sí misma una patada en el culo.
—¿Pasa algo? —preguntó preocupada.
—No—se puso cómodo en un sofá de cuero y cogió a Brittany para que se
sentara en su regazo—Tengo que preguntarte una cosa.
«Hazlo de una vez. No le des más vueltas o te volverás loca».
Abrió el puño para mostrarle el último corazón de cartón que le quedaba.
—No lo malgastes pidiéndome sexo porque contigo estoy totalmente entregada—respondió riendo con suavidad.
La apartó con suavidad del regazo y la dejó caer a su lado. Metió la mano en el bolsillo y sacó una cajita.
Brittany la miró a los ojos, después al corazón de cartón y por último a la cajita.
La cogió despacio y levantó la tapa.
—Deseo que te cases conmigo—pidió con su aterciopelada voz, vacilando entre la esperanza y el miedo.
—¡Dios mío, San! No me lo esperaba—con dedos temblorosos sacó de la cajita de terciopelo el gigantesco diamante engarzado en una alianza de platino—No sé qué decir.
—Di que sí. Por favor.
«Di que sí o me da un síncope».
La miró perpleja:
—¿Quieres casarte conmigo? Pero si ni siquiera me has dicho que me quieres. Pensaba que no estabas preparada. Me has cogido por sorpresa.
¿Cómo era posible que no se lo esperara?
Su corazón, su cuerpo y su alma eran suyos desde hacía una eternidad, o eso le parecía a ella.
—Te quiero. Te quiero. Te quiero—estaba convencido de que ya se lo había dicho—Es la verdad. No me puedo creer que no te lo haya dicho antes, pero tú ya lo sabías.
Brittany le sonrió.
—Lo sabía. Lo que no tenía claro es si estabas preparada para decirlo.
—Estoy de sobra preparada. Eres mía y quiero que sea oficial—le dedicó una apasionada mirada con el cuerpo entero en tensión—Debería haberte dicho que te quiero. De ahora en adelante me aseguraré de decírtelo tan a menudo que acabarás harta de oírlo. Mereces que te lo diga todos los días. Quizá no lo haya verbalizado antes porque las palabras no pueden expresar lo que siento por ti. El amor no es suficientemente intenso, no se puede comparar con lo que siento. Sin embargo, me encanta cuando esas palabras salen de tus labios. Debería haberme dado cuenta de que tú también querías escucharlas—suspiró—Eres mi vida, cariño. Sé mía. Sé mía para siempre.
Brittany se abalanzó a sus brazos y Santana la recibió encantada cerrando los ojos con fuerza, consciente de que su mundo entero se encontraba en ese momento en aquella habitación.
—Mía para siempre—le susurró Brittany al oído con incredulidad.
Santana se apartó levemente para mirarla a los ojos. Estaba llorando, un río
inagotable de lágrimas le recorría las mejillas.
—No llores. No me gusta.
—Lo sé, pero son lágrimas de felicidad.
En cualquier caso estaba llorando y Santana no soportaba verla así.
Tomó el anillo de sus dedos temblorosos y le cogió la mano con delicadeza para ponérselo en el dedo anular. El corazón se le aceleró mientras decía:
—Vas a casarte conmigo.
—Tan solo me has hecho una pregunta—le dedicó una mirada traviesa—Aún no he respondido.
—Dime que sí—le advirtió con rudeza—Dime que te casarás conmigo.
«Responde ya o me dará un ataque al corazón. ¡Dime que sí de una vez!».
Brittany le cogió el puño y se lo abrió para recuperar el corazón de cartón. Entonces, lo partió en pedazos y dejó que los trocitos se desperdigaran por el sofá.
—Deseo concedido.
Santana respiró aliviada mientras el corazón le palpitaba con fuerza.
—¿En serio?
—Sí. Me casaré contigo. Yo también te quiero.
—Cuanto antes—exigió.
—Ya veremos. ¿Esto sí lo negociaremos?
—¡No!—la cogió de la mano y besó el anillo que le acababa de poner en el dedo—Esta vez no cederé ni un milímetro.
Brittany le rodeó el cuello con los brazos y le besó los labios mientras le acariciaba la nuca.
—¿Un poquito?
—No.
Brittany le tiró del pelo y la abrazó con tal pasión y frenesí que Santana acabó gimiendo y jadeando.
—Un poco sí que puedes ceder…—susurró con voz persuasiva.
Santana gimió mientras Brittany deslizaba la mano por su pecho y la metía dentro del escote.
—¿Me estas seduciendo para que dé mi brazo a torcer?
—Puede. ¿Funciona?—repuso con su irresistible voz en plan «fóllame».
—¡Ya te digo!—exclamó abrazándola—Vale. Llegaremos a un acuerdo, pero ahora no—se puso de pie levantándola también a ella.
Estaba entregada.
—Ahora no—accedió Brittany—Después—la cogió de la nuca y tiró de la morena, que la siguió encantada hacia el dormitorio.
Quizá estar entregada no era tan malo.
Obviamente, no llegaron al restaurante, sino que varias horas después pidieron servicio de habitaciones.
Antes de celebrar su compromiso con una cena en la suite Santana se dio cuenta de que ceder no siempre era un error y que estar entregada podía ser algo muy muy bueno.
Continuará…
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
hola morra,..
si que sabe usar los corazoncitos en el momento oportuno jajaja
britt ya encontró el método para convencer a san en lo que quiere!!!
a ver como van los preparativos??? o san no la secuestra y la lleva a las vegas?
nos vemos!!!
si que sabe usar los corazoncitos en el momento oportuno jajaja
britt ya encontró el método para convencer a san en lo que quiere!!!
a ver como van los preparativos??? o san no la secuestra y la lleva a las vegas?
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
Jjajaja vaya que aprovechó el corazoncito!!! Aunque sin el también hubiera dicho que si.... Jajaja
Y ahora la que falta es Q y que recupere a su morena!
Y ahora la que falta es Q y que recupere a su morena!
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
que maravilla Britt acepto, algo que no dude ni por un momento!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
Me encantó, las Brittana estan mejor que nunca. De nuevo paso rápidamente a dejar un mensajito, son las 10:30pm y mis piernas se sienten como si hubiera corrido un maratón, de cierta forma lo hice pero por diferentes razones. Ahora si estoy sana y salva en mi casita.
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
Me encantó, las Brittana estan mejor que nunca. De nuevo paso rápidamente a dejar un mensajito, son las 10:30pm y mis piernas se sienten como si hubiera corrido un maratón, de cierta forma lo hice pero por diferentes razones. Ahora si estoy sana y salva en mi casita.
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
3:) escribió:hola morra,..
si que sabe usar los corazoncitos en el momento oportuno jajaja
britt ya encontró el método para convencer a san en lo que quiere!!!
a ver como van los preparativos??? o san no la secuestra y la lleva a las vegas?
nos vemos!!!
Hola lu, jajajajaajajajaj esk es una estratega de lo mejor san jajajajajaja. Jajajajaja si! ajajajajaja xD jajajajaajaj y es lo mejor jajaajjaajajajaj. Esperemos y de maravilla, no¿? xD =O jajajajaj ni lo digas q pasa! ajajaja. Saludos =D
JVM escribió:Jjajaja vaya que aprovechó el corazoncito!!! Aunque sin el también hubiera dicho que si.... Jajaja
Y ahora la que falta es Q y que recupere a su morena!
Hola, jajaaj si q si, y es lo mejor jajajajaajaj. Pienso lo mismo la vrdd jaajajajaj. SI! y así todo estara más q bn, espero y pase asi xD Saludos =D
micky morales escribió:que maravilla Britt acepto, algo que no dude ni por un momento!!!!
Hola, si!!!!! xD ajajajajajaaj razón ai tienes ajjaja xD Saludos =D
Tati.94 escribió:Me encantó, las Brittana estan mejor que nunca. De nuevo paso rápidamente a dejar un mensajito, son las 10:30pm y mis piernas se sienten como si hubiera corrido un maratón, de cierta forma lo hice pero por diferentes razones. Ahora si estoy sana y salva en mi casita.
Tati.94 escribió:Me encantó, las Brittana estan mejor que nunca. De nuevo paso rápidamente a dejar un mensajito, son las 10:30pm y mis piernas se sienten como si hubiera corrido un maratón, de cierta forma lo hice pero por diferentes razones. Ahora si estoy sana y salva en mi casita.
Hola, eso es más q bueno, espero y siga así jajajaaj. =O nose xq eso me dice qno fue nada bueno =/ espero y este equivocada y me alegro q estes sana y salva en tu casa! Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Sinopsis
Sinopsis
«¿Podemos hablar?».
Esta frase, que desata todos los miedos en cualquier pareja, pone a la defensiva a Santana de inmediato.
Brittany quiere que firme un acuerdo prenupcial y Santana no está dispuesta a firmar nada que suponga en un horizonte muy lejano una hipotética separación de la única mujer que tiene la capacidad de volverla loca.
Y no solamente de volverla loca...
Brittany aún guarda otra sorpresa para Santana.
Esta frase, que desata todos los miedos en cualquier pareja, pone a la defensiva a Santana de inmediato.
Brittany quiere que firme un acuerdo prenupcial y Santana no está dispuesta a firmar nada que suponga en un horizonte muy lejano una hipotética separación de la única mujer que tiene la capacidad de volverla loca.
Y no solamente de volverla loca...
Brittany aún guarda otra sorpresa para Santana.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
No me sorprende lo que Brittany le va a pedir a Santana ni la reacción de ésta, pero es comprensible para algunos un acuerdo prenupcial es como si ya vieras una ruptura en el futuro, aunque el acuerdo ese al fin y al cabo no cuenta mucho si nunca llega esa ruptura.
No, no te equivocas, no fue nada bueno. Pero estos días sé que en algún momento se repetirá, así que en mi lugar toca solo estar atento a todo.
No, no te equivocas, no fue nada bueno. Pero estos días sé que en algún momento se repetirá, así que en mi lugar toca solo estar atento a todo.
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
Hola morra....
Es razonable que britt le pueda pedir un acuerdo prematrimonial.
. a ver como lo toma san a todo esto...
Y que sorpresa le tiene britt ahora??
Nos vemos!
Es razonable que britt le pueda pedir un acuerdo prematrimonial.
. a ver como lo toma san a todo esto...
Y que sorpresa le tiene britt ahora??
Nos vemos!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
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Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
Tati.94 escribió:No me sorprende lo que Brittany le va a pedir a Santana ni la reacción de ésta, pero es comprensible para algunos un acuerdo prenupcial es como si ya vieras una ruptura en el futuro, aunque el acuerdo ese al fin y al cabo no cuenta mucho si nunca llega esa ruptura.
No, no te equivocas, no fue nada bueno. Pero estos días sé que en algún momento se repetirá, así que en mi lugar toca solo estar atento a todo.
Hola, la vrdd yo tampoco xD y la vrdd entiendo las posturas de ambas, xq ambas tienen la razón xD pero estoy más con san xD jajajajajajaaj. =O Q! pero xq dices q se puede repetir, no pienses así! pero si, un@ siempre tiene q estar atenta x si aca, pero espero y todo salga bn. SAludos =D
3:) escribió:Hola morra....
Es razonable que britt le pueda pedir un acuerdo prematrimonial.
. a ver como lo toma san a todo esto...
Y que sorpresa le tiene britt ahora??
Nos vemos!
Hola lu, si que lo es. XD eso es más q fácil de decir, no¿? obvio q lo aceptara... como no xD jaajajajaj. =O interesante pregunta! ajajaj. Saludos =D
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FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 1
Capitulo 1
—¿Podemos hablar?
Santana López levantó la mirada de la pantalla del ordenador y vio a su prometida, Brittany, en el marco de la puerta de la sala de informática que tenía instalada en casa.
Al oír las dos palabras que toda persona teme que salgan de la boca de la otra a la que ama se estremeció.
Llevaba viviendo con esa preciosidad más de un año y, cuando vio esa conocida arruga de concentración entre los bonitos ojos azules de la rubia, Santana supo exactamente lo que estaba a punto de ocurrir.
«¿Podemos hablar?».
Las palabras que había susurrado con su voz seductora y aterciopelada eran en realidad una advertencia, una señal de que se encontraba a punto de sacar un tema con el que estaba en rotundo desacuerdo o del que directamente no quería ni hablar.
Cogió la taza que tenía junto al ordenador y pegó un trago al café deseando tener al alcance algún licor un poco más fuerte aunque no hubieran dado aún ni las ocho.
La última vez que Brittany había querido «hablar» le había dado la había hecho ceder para que redujera el número de guardaespaldas.
No estaba dispuesta a ceder en eso.
Su lindo trasero ya tenía menos escolta de la que a le gustaría.
Hizo un esfuerzo para tragar el café a pesar del nudo que tenía en la garganta y trató de no fijarse en lo adorable que estaba Brittany con su uniforme de enfermera color rosa bebé.
Aunque hubiera pasado más de un año, le bastaba con mirarla, oír su voz, pensar en ella u oler su seductor aroma —vamos, percibir cualquier cosa que le recordara a Brittany — para quedarse embelesada y sentir un gran calor en su cuerpo.
Santana se había convencido a sí mismo de que la obsesión que tenía con Brittany se le pasaría con el tiempo dando paso a un amor más racional, a un sentimiento que no la volviera completamente tarumba.
Pero no había sido así, más bien todo lo contrario: su fijación había ido en aumento.
Era obvio que se había estado engañando a sí misma si pensaba que podía sentir por la rubia algo que no fuera completamente irracional.
«Soy multimillonaria, socia de una de las empresas más potentes del mundo y me comporto con absoluta sensatez en todos los ámbitos de mi vida excepto en este. ¿Cómo puede una mujer hacerme perder la cabeza de este modo?».
Brittany se paseó por la sala de informática y se detuvo delante de su mesa dedicándole una amplia sonrisa, a la que Santana reaccionó calentándose aún más —su cuerpo iba a estallar— y sintiéndose tan feliz que hasta le dolía el pecho.
Todavía no se había hecho a la idea de que esta mujer tan increíble fuera suya y, cada vez que la miraba, se preguntaba cómo era posible que la hubiera aceptado por completo, con todos y cada uno de sus defectos.
«Mía».
A Santana le entraron ganas de lanzarse por encima de la mesa para soltarle la melena, que llevaba atada en una cola de caballo, sentarla en su regazo y besar sus labios sonrientes hasta que empezara a hacer esos ruiditos de deseo, gemidos de abandono que…
—¿San?—la voz inquisitiva de Brittany la despertó de sus fantasías eróticas.
«¡Maldita sea!».
«¿Podemos hablar?».
¡Vaya mierda!
¿Acaso tenía elección?
Santana sonrió antes de responder con precaución:
—¿De qué quieres hablar?
—Necesito que leas un documento y lo firmes. No tiene gran importancia—comentó dejando sobre la mesa varios folios unidos por un clip.
Echó un vistazo rápido a la primera página, analizando las palabras impresas, y respondió desconcertada:
—Es un contrato. Un acuerdo prenupcial—pasó las páginas sin apenas detenerse, ya que estaba más que acostumbrada a leer documentos jurídicos. No le llevó mucho tiempo encontrar la información más relevante—¿A qué viene esto?
Brittany suspiró.
—Le he pedido a un abogado que lo redacte. Nos vamos a casar dentro de un mes. Tú eres multimillonaria y yo acabo de sacar la licencia de enfermera y estoy sin banca. No estamos en igualdad de condiciones. Me parece que lo más justo es que te cubras las espaldas. Yo ya lo he firmado. Solo falta que firmes tú. Por favor, San.
Santana entornó los ojos, levantó la cabeza y la fulminó con una mirada de determinación.
—Ni lo sueñes, cariño. Madre de Dios, ¿es que no puedes dejar pasar ni una? ¿Qué clase de abogado hace esto por su cliente? Tú no me vas a abandonar en la vida y yo no te dejaría ni harta de vino. Hasta que la muerte nos separe, lo mío es tuyo...
Brittany apoyó las manos en las caderas y se enfrentó a la feroz mirada de Santana con una de las suyas.
«Oh, oh».
Santana conocía de sobra esa mirada malhumorada y esa forma de inclinar la barbilla, pero para salirse con la suya en este asunto tendría que pasar por encima de su cadáver.
Ni acuerdo prenupcial ni divorcio.
Jamás.
No podría soportarlo.
La testaruda mujer que tenía delante era para ella el mundo entero y toda su felicidad dependía de la rubia; Brittany la había forzado a enfrentarse a sus traumas y así había salido de una existencia vacía y solitaria, y había transformado su vida por completo.
Perderla no entraba en sus planes.
—A veces las cosas pasan sin que uno se lo proponga, San. Me salvaste la vida y en el terreno económico no estamos en igualdad de condiciones. Te lo debo—explicó con frustración.
Las ruedas de la silla de Santana chirriaron cuando se puso de pie. Entonces, rodeó la mesa y acorraló a Brittany por la espalda.
—A nosotras no nos «pasan» cosas. Y tú a mí no me debes nada. Siempre que te quiero comprar algo me montas una escena. No aceptas ni un céntimo de mi dinero. Me apuesto todas mis pertenencias a que apenas has tocado el dinero que te ingresé en la cuenta hace más de un año—tomó aire tratando de reprimir la emoción y luchando contra el dolor y los celos que le crecían por dentro.
Lo que más quería en el mundo era dar a Brittany las cosas que no había tenido antes de conocerla, pero lo único que le permitía hacer era ofrecerle techo y comida.
No poder darle todo lo que estuviera en su mano la estaba matando.
¡Maldita sea!
Ahora que Brittany iba a ser su esposa debería tener una vida más fácil.
Desde pequeña había vivido al borde de la pobreza, deslomándose para llegar a fin de mes y pasándolas canutas para sobrevivir. Santana quería cambiar todo eso ofreciéndole una vida sin preocupaciones y llena de felicidad.
Tenía recursos de sobra para conseguirlo.
Brittany exhaló un suspiro tembloroso antes de contestar:
—Me diste cobijo, te ocupaste de mí, hiciste que me enamorara locamente de ti y me recompensaste con tu amor. Me has dado todo lo que pudiera soñar. Deja que al menos yo te dé esto.
«¡Y un cuerno! No le he dado suficiente. No es suficiente. Merece mucho más. Probablemente una persona mejor que yo, pero no soy capaz de renunciar a ella».
Santana se estremeció al oler su característico aroma.
Le dio media vuelta y colocó las manos a ambos lados de la mesa para no dejarle escapatoria.
Le costaba muchísimo decirle que no porque la rubia casi nunca le pedía nada —excepto amor—, pero esta vez no pensaba dar su brazo a torcer.
Aunque ya le había entregado su corazón, su cuerpo, su mente y hasta su alma, era evidente que su chica aún no se había dado cuenta de que la tenía completamente a su merced.
«Mía».
Le mordisqueó la oreja mientras la acorralaba contra la mesa y empujaba su cuerpo contra el de la rubia para sentir esas exuberantes curvas amoldándose a las suyas.
¡Madre mía!
Le encantaba sentir que el cuerpo de Brittany se rendía al suyo y que se fundían juntos como si la rubia aceptara su carne como parte misma de su ser.
Los brazos de Brittany recorrieron su cuerpo y, cuando sus manos se colaron bajo la camiseta, la ardiente piel de Santana prendió fuego. La rubia aplastó el cuerpo contra el suyo, acariciándole la espalda y rotando las caderas para que sus entrepiernas rozaran mientras la morena gemía.
Santana gimió al oído de Brittany:
—No firmaré ningún contrato. No habrá nada que se interponga entre nosotras. Ni ahora ni en el futuro. Eres mía y siempre lo serás—inmersa en su irresistible fragancia, empezó a ahogarle el deseo y su cuerpo rogó a su mente que diera la orden para pasar a la acción.
Abrumad por una necesidad visceral de poseerla, le tiró de la coleta con suavidad para que inclinara la cabeza y le cubrió con la boca sus tentadores labios, que acababan de separarse para rechistar.
Cuando la boca de Santana devoró la de Brittany gimió con pasión y la morena se tragó el dulce sonido con sus labios ávidos.
Se moría por hacerla suya, por poseerla con el tacto hasta lograr que lo único en lo que pudiera pensar fuera en ella.
La boca de rubia sabía a café, menta y deseo carnal; un sabor tan sensual que Santana estuvo a punto de perder la cabeza.
La besó con frenesí y empezó a gemir cuando la ojiazul deslizó la lengua por la de la pelinegra.
Esta vez era Brittany quien la hacía suya.
Tal era la necesidad de decirle que se había entregado a la rubia desde el primer momento en que la vio que sintió que el corazón se le iba a salir del pecho.
En realidad, puestos a ser sinceras, probablemente había ocurrido mucho antes, ya que llevaba toda la vida esperando a la mujer que estaba en sus brazos y jamás dejaría que se marchara.
Brittany se apartó a regañadientes y Santana apoyó el rostro en su cuello jadeando mientras trataba de recuperar el control de sus desenfrenados y ávidos instintos.
Deslizó las manos por la espalda y la agarró del trasero, aplastando la calidez de cada una.
—San.
El gemido cálido de Brittany le acarició la oreja y, al oír esa voz en plan «fóllame», un salvaje instinto animal se le despertó en las entrañas.
No había nada, absolutamente nada, más importante en ese momento que satisfacer el deseo de su mujer.
—Te quiero, San—jadeó inquieta mientras le mordía con delicadeza en el cuello.
Esta vez las palabras le llegaron directamente al corazón y un placentero dolor le golpeó el pecho.
—Y yo a ti, cariño—apoyó la frente en su hombro y cerró los ojos, abrumada por la intensidad de las emociones y porque Brittany la amaba de verdad.
A ella.
A la persona.
No a la multimillonaria ni a las cosas materiales que pudiera proporcionarle.
Tenía cicatrices del pasado, por dentro y por fuera, pero lo único que parecía ver Brittany en ella era una mujer a la que merecía la pena amar.
Era un milagro.
Brittany era un milagro en la vida de Santana.
—Olvídate de acuerdos prenupciales, ¿vale?
Sintió el roce de su pelo suave como la seda en la mandíbula cuando la rubia negó con la cabeza, se apartó para mirarla a los ojos, frunció el ceño y respondió:
—Tenemos que hablarlo.
Ni de coña.
No hacía ninguna falta que lo hablaran.
Lo mejor era que se olvidara de esa idea absurda y que la volviera a besar.
Una y otra vez.
Santana no pensaba reducir el evento más increíble y más feliz de su vida a un contrato de pacotilla.
—Ya sabes que he cambiado mi testamento. Lo repasé contigo.
Se había asegurado de que Brittany pudiera vivir holgadamente, pasara lo que le pasara.
Asintió despacio:
—Una cosa es que me dejes de forma involuntaria, pero y si…
—Eso no va a ocurrir—replicó de inmediato apretando la mandíbula al plantearse la idea de perderla—Esto es para siempre. No pienso firmar un acuerdo prenupcial. No vamos a abrir un negocio, vamos a contraer matrimonio. Tú y yo. Juntas. Para toda la vida.
Bastaba con mencionar la posibilidad de que algo pudiera apartarla de su rubia para despertar la irritación del monstruo de ojos verdes que Santana llevaba dentro de sí.
«Por encima de mi cadáver».
Se apoyó en su pecho para zafarse de su abrazo.
—Quiero que sepas que no me caso contigo por dinero—se le quebró la voz y le empezó a temblar el labio inferior.
«¡Ay, no!».
—No, no. No llores. No me gusta que llores.
Lo odiaba.
La hacía sentir fatal.
Cuando la veía llorar le entraban ganas de concederle todos sus deseos.
Por suerte, no solía hacerlo —a menos que fueran lágrimas de felicidad— y jamás lo utilizaba como un arma.
—Ya me has demostrado que no andas detrás de mi dinero.
«Es más que evidente».
La miró asombrada, con los ojos como platos, y replicó con virulencia:
—¿Cómo lo sabes? Gracias a ti he podido acabar la carrera, has cubierto todos mis gastos y me has comprado regalos prohibitivos. Quiero que puedas confiar en mí al cien por cien.
¡Madre mía!
¿Lo decía en serio?
Pero ¡si sabía sus secretos más oscuros!
Cosas que jamás le había confesado a nadie, ni siquiera a su hermana Quinn.
—Te he contado hasta el último detalle de mi vida, Britt. Confío en ti. De lo contrario, no me casaría contigo. No necesito un acuerdo prenupcial. No lo quiero—espetó tratando de contener la rabia y el dolor que le producía que, aunque le hubiera entregado su alma en bandeja de plata, la rubia siguiera sin confiar del todo en ella y sin creer que su relación duraría para siempre—Si tuvieras fe en mí, tú tampoco lo necesitarías—tardó un nanosegundo en arrepentirse y deseó retirar esas palabras en cuanto salieron de su estúpida boca.
La preciosa carita de Brittany se quedó descompuesta y sus expresivos ojos empezaron a llenársele de lágrimas y mostraron el terrible dolor que acababa de causarle.
«¡Mierda! ¡Hay que ser gilipollas para decir algo así!».
En lugar de valorar que Brittany la quisiera tanto que para mostrarle lo mucho que le importaba estuviera dispuesta a renunciar a todo beneficio económico que le pudiera reportar el matrimonio, Santana la había atacado con palabras hirientes que provenían de la frustración y el miedo.
Para más inri, esas palabras no contenían un ápice de verdad, ya que Brittany siempre le había demostrado que confiaba en ella, incluso en los momentos en que parecía más sensato no hacerlo, incluso en los momentos en que ni ella misma lo hacía.
El problema era que ella quería algo más: necesitaba que Brittany pensara en ellas como pareja.
Aunque se resistiera a aceptar sus regalos, siempre había dado la impresión de que sí que pensaba que eran almas gemelas y que estaban destinadas a pasar la vida juntas… hasta hace un par de semanas.
Las vacilaciones que mostraba últimamente la tenían asustada, ya que le aterraba pensar que quizá la que quisiera dar el matrimonio por acabado algún día fuera la rubia.
Le cabreaba muchísimo que tuviera metido en la cabeza que le debía algo y que se negara a compartirlo todo con ella, sobre todo su dinero.
Esa situación despertaba todas y cada una de las inseguridades de Santana.
Suspiró llena de remordimientos y, acariciándole el cabello con la mano, susurró:
—Lo siento. No debería haber dicho eso.
Enfadada, se secó una lágrima que se había desbordado de sus ojos color azul claro y, al verlo, a Santana se le partió el corazón.
—No lo hubieras dicho si no fuera en parte verdad. Quizá tengas razón. Quizá todo esto sea un error.
A Santana se le oscureció y se le turbó la mirada.
—¿A qué te refieres?
—A nosotras—la señaló y después a sí misma—Quizá no deberíamos casarnos el mes que viene. En este momento nuestras circunstancias son demasiado diferentes—trató de secarse los ojos con manos temblorosas, pero las lágrimas corrían tan rápido que no podía detenerlas.
¡¿Que qué?!
Llevaba esperando esa boda prácticamente desde que la conoció.
Había estado reprimiendo el instinto de casarse con ella durante casi un año.
¿Y ahora ponía en duda la idoneidad de ese matrimonio?
¿Porque era rica?
Ese factor no era nuevo ni desconocido: ya era multimillonaria mucho antes de que se conocieran.
Despotricando en voz baja, Santana dio un paso al frente para agarrar a Brittany, pero ella se zafó de su mano y se apartó con un sollozo entrecortado, así que dejó caer los brazos a los lados y apretó las manos y la mandíbula para reprimir el impulso de cogerla.
En el año que llevaban juntas apenas habían discutido, y nunca la había visto tan frágil…,excepto aquella vez que dos violentos drogadictos la atacaron y casi la matan.
Ni siquiera entonces parecía tan asustada.
Cuando su rubia se enfadaba de verdad, le plantaba cara y le cantaba las cuarenta.
Sus discusiones eran explosivas y solían durar poco, ya que no tardaban en llegar a un acuerdo y en reconciliarse con orgasmos inolvidables.
«¿Habremos esperado demasiado tiempo? ¿Le estará entrando miedo? Ojalá me la hubiera echado a sus brazos hace un año y me la hubiera llevado a las Vegas en mi avión particular».
—Nos vamos a casar y tienes que contarme lo que pasa de verdad—respondió Santana tratando de no elevar la voz y de mantener la calma.
Apretó los puños con tanta fuerza que apenas le llegaba la sangre a los dedos.
Brittany jamás se había zafado de su abrazo ni había rechazado sus esfuerzos por consolarla.
¿Dónde estaba la mujer que se lanzaba a sus brazos siempre que lo necesitaba?
¡Quería que la necesitara!
Ese rechazo la estaba matando.
—No sé si puedo casarme contigo—afirmó sollozando con tristeza.
¡Al carajo!
Santana no soportaba verla llorar ni un segundo más.
Encima, no entendía una palabra de lo que le estaba diciendo. Lo único que tenía claro es que sentía pánico, desesperación y angustia. Le daba pánico pensar que podía perderla, estaba desesperado por arreglar lo que fuera que se hubiera estropeado y sentía un terrible dolor al haber oído que no se iba a casar con ella.
¡Y una mierda!
—Te vas a casar conmigo y no vamos a firmar ningún acuerdo prenupcial. Te necesito, Britt. Siempre te necesitaré. Por favor, no me hagas esto—dijo en voz baja e intimidatoria, como si le costara reprimir sus instintos de cavernícola…, que es lo que era.
En ese momento le entraban ganas de empotrarla contra la pared, hacerla suya de tal modo que no se le volviera a pasar por la cabeza decir que no podía casarse con ella.
Si necesitaba que le recordara lo bien que encajaban, así como lo mucho que la deseaba y necesitaba, estaría encantada de hacerlo.
Lo haría ahí mismo y en ese preciso momento.
Brittany empezó a retroceder a medida que ella avanzaba hasta que no pudo seguir, ya que Santana la había acorralado contra la pared. La miró a los ojos aterrorizada, después a la puerta y de nuevo al rostro.
—Que no se te pase por la cabeza—rugió cogiéndola de los brazos y quitándole toda esperanza de escapar—Cuéntamelo—le exigió con rudeza, ya que necesitaba aliviar el dolor que sentían.
Había pasado el último año en las nubes, feliz de estar con una mujer a la que amaba más que a su vida, y ese cambio brusco de actitud le había cogido por sorpresa.
Normalmente se comportaba como una idiota controladora y dominante, y Brittany era la que le hacía entrar en razón.
—¿Estás bien?—preguntó con brusquedad analizándole el rostro.
Si algo iba mal, lo arreglaría.
Haría cualquier cosa por hacerla sonreír de nuevo y por borrar la confusión y la aflicción que veía en sus ojos.
«Siempre y cuando no vuelva a decir que no puede casarse conmigo. Si lo vuelve a decir… perderé los estribos».
Brittany asintió dubitativa y después negó con la cabeza.
—Sí. No. No lo sé—apoyó la frente en su hombro y se puso a llorar como si el mundo se hubiera derrumbado.
Levantó las manos para aferrarse a la camiseta cogiéndolo a la altura de la cintura mientras empapaba la parte superior con sus lágrimas.
«¿Y esto a qué viene?».
Aunque no entendía nada, Santana la abrazó con tanta fuerza que Brittany lanzó un gritito.
—No puedo respirar—masculló tratando de coger aire.
—¡Ay, perdona! Es que no te entiendo—la soltó de inmediato, pero su dócil cuerpo permaneció apoyado en ella.
Se sentía impotente y odiaba a muerte esa sensación.
Brittany se giró entre sus brazos al oír que llamaban con brusquedad a la puerta de madera.
Sin esperar a que la invitaran la hermana mayor de Santana entró en la habitación.
Brittany aprovechó la distracción para zafarse de los brazos de su prometida y escapar.
—Tengo que irme. Rach me está esperando en la consulta—explicó a todo correr con la voz entrecortada.
Rodeó a Quinn para pasar por la puerta y salió a toda prisa como si su cuerpo estuviera en llamas.
—¡No, Britt! No hemos terminado. ¡No te atrevas a dejarme así!—bramó y corrió tras la rubia cabreadísima y desesperada.
No pensaba dejarla en paz hasta que le explicara lo que estaba ocurriendo.
Sin embargo, no llegó a salir de la sala, ya que su hermana la cogió con fuerza de la parte de atrás de la camisa y la volvió a meter en la habitación.
—¡Quieto, hermanita! Deja que se vaya. No tiene pinta de que vayan a solucionar nada ahora mismo.
Santana estaba furibunda y se giró para mirar a su hermana a la cara.
—¡Suéltame, Lucy! Tiene que escucharme.
Quinn permitió que su hermana menor se diera la vuelta, pero la sujetó con fuerza de la parte delantera de la camisa y la atrajo hacia ella hasta que sus narices se rozaron.
La fulminó con una mirada helada y replicó con una voz tan fría como sus ojos:
—¡Sí, claro! Se notaba que estaban a punto de tener una conversación racional—Quinn zarandeó levemente a Santana—¡Cálmate, mujer! Usa la cabeza. La mujer que amas estaba llorando como una magdalena. ¿Crees que esa era forma de dirigirte a ella? Con esa actitud solo dirás tonterías de las que luego te arrepentirás. Créeme.
El cuerpo de Santana dejó de estar en tensión y Quinn la soltó.
—Mierda. Ya las he dicho—confesó desalentada.
Se estremeció al oír un portazo y el corazón se le cayó a los pies al darse cuenta de que Brittany se había ido de casa y se alejaba aún más de ella.
Quinn dio un paso atrás y la agarró por los hombros antes de preguntarle en voz baja:
—¿Ya estás bien?
La que su hermana mayor le estaba preguntando en realidad era si había recuperado la compostura.
—Sí, creo que sí—se zafó de Quinn y se acercó al escritorio. Se dejó caer en la silla y se tapó la cara con las manos mientras gruñía—Tengo que hablar con ella como sea. Tengo que arreglar las cosas. Hay algo que no va bien.
Quinn deambuló entre los ordenadores, cogió una silla, sacudió la cabeza agitando varios cabellos rubios y le dijo con voz severa:
—Hermanita, tienes que mejorar tus habilidades comunicativas. Si así es como estabas tratando de arreglar las cosas, no me quiero ni imaginar cómo te pondrás cuando estés de bronca.
Santana López levantó la mirada de la pantalla del ordenador y vio a su prometida, Brittany, en el marco de la puerta de la sala de informática que tenía instalada en casa.
Al oír las dos palabras que toda persona teme que salgan de la boca de la otra a la que ama se estremeció.
Llevaba viviendo con esa preciosidad más de un año y, cuando vio esa conocida arruga de concentración entre los bonitos ojos azules de la rubia, Santana supo exactamente lo que estaba a punto de ocurrir.
«¿Podemos hablar?».
Las palabras que había susurrado con su voz seductora y aterciopelada eran en realidad una advertencia, una señal de que se encontraba a punto de sacar un tema con el que estaba en rotundo desacuerdo o del que directamente no quería ni hablar.
Cogió la taza que tenía junto al ordenador y pegó un trago al café deseando tener al alcance algún licor un poco más fuerte aunque no hubieran dado aún ni las ocho.
La última vez que Brittany había querido «hablar» le había dado la había hecho ceder para que redujera el número de guardaespaldas.
No estaba dispuesta a ceder en eso.
Su lindo trasero ya tenía menos escolta de la que a le gustaría.
Hizo un esfuerzo para tragar el café a pesar del nudo que tenía en la garganta y trató de no fijarse en lo adorable que estaba Brittany con su uniforme de enfermera color rosa bebé.
Aunque hubiera pasado más de un año, le bastaba con mirarla, oír su voz, pensar en ella u oler su seductor aroma —vamos, percibir cualquier cosa que le recordara a Brittany — para quedarse embelesada y sentir un gran calor en su cuerpo.
Santana se había convencido a sí mismo de que la obsesión que tenía con Brittany se le pasaría con el tiempo dando paso a un amor más racional, a un sentimiento que no la volviera completamente tarumba.
Pero no había sido así, más bien todo lo contrario: su fijación había ido en aumento.
Era obvio que se había estado engañando a sí misma si pensaba que podía sentir por la rubia algo que no fuera completamente irracional.
«Soy multimillonaria, socia de una de las empresas más potentes del mundo y me comporto con absoluta sensatez en todos los ámbitos de mi vida excepto en este. ¿Cómo puede una mujer hacerme perder la cabeza de este modo?».
Brittany se paseó por la sala de informática y se detuvo delante de su mesa dedicándole una amplia sonrisa, a la que Santana reaccionó calentándose aún más —su cuerpo iba a estallar— y sintiéndose tan feliz que hasta le dolía el pecho.
Todavía no se había hecho a la idea de que esta mujer tan increíble fuera suya y, cada vez que la miraba, se preguntaba cómo era posible que la hubiera aceptado por completo, con todos y cada uno de sus defectos.
«Mía».
A Santana le entraron ganas de lanzarse por encima de la mesa para soltarle la melena, que llevaba atada en una cola de caballo, sentarla en su regazo y besar sus labios sonrientes hasta que empezara a hacer esos ruiditos de deseo, gemidos de abandono que…
—¿San?—la voz inquisitiva de Brittany la despertó de sus fantasías eróticas.
«¡Maldita sea!».
«¿Podemos hablar?».
¡Vaya mierda!
¿Acaso tenía elección?
Santana sonrió antes de responder con precaución:
—¿De qué quieres hablar?
—Necesito que leas un documento y lo firmes. No tiene gran importancia—comentó dejando sobre la mesa varios folios unidos por un clip.
Echó un vistazo rápido a la primera página, analizando las palabras impresas, y respondió desconcertada:
—Es un contrato. Un acuerdo prenupcial—pasó las páginas sin apenas detenerse, ya que estaba más que acostumbrada a leer documentos jurídicos. No le llevó mucho tiempo encontrar la información más relevante—¿A qué viene esto?
Brittany suspiró.
—Le he pedido a un abogado que lo redacte. Nos vamos a casar dentro de un mes. Tú eres multimillonaria y yo acabo de sacar la licencia de enfermera y estoy sin banca. No estamos en igualdad de condiciones. Me parece que lo más justo es que te cubras las espaldas. Yo ya lo he firmado. Solo falta que firmes tú. Por favor, San.
Santana entornó los ojos, levantó la cabeza y la fulminó con una mirada de determinación.
—Ni lo sueñes, cariño. Madre de Dios, ¿es que no puedes dejar pasar ni una? ¿Qué clase de abogado hace esto por su cliente? Tú no me vas a abandonar en la vida y yo no te dejaría ni harta de vino. Hasta que la muerte nos separe, lo mío es tuyo...
Brittany apoyó las manos en las caderas y se enfrentó a la feroz mirada de Santana con una de las suyas.
«Oh, oh».
Santana conocía de sobra esa mirada malhumorada y esa forma de inclinar la barbilla, pero para salirse con la suya en este asunto tendría que pasar por encima de su cadáver.
Ni acuerdo prenupcial ni divorcio.
Jamás.
No podría soportarlo.
La testaruda mujer que tenía delante era para ella el mundo entero y toda su felicidad dependía de la rubia; Brittany la había forzado a enfrentarse a sus traumas y así había salido de una existencia vacía y solitaria, y había transformado su vida por completo.
Perderla no entraba en sus planes.
—A veces las cosas pasan sin que uno se lo proponga, San. Me salvaste la vida y en el terreno económico no estamos en igualdad de condiciones. Te lo debo—explicó con frustración.
Las ruedas de la silla de Santana chirriaron cuando se puso de pie. Entonces, rodeó la mesa y acorraló a Brittany por la espalda.
—A nosotras no nos «pasan» cosas. Y tú a mí no me debes nada. Siempre que te quiero comprar algo me montas una escena. No aceptas ni un céntimo de mi dinero. Me apuesto todas mis pertenencias a que apenas has tocado el dinero que te ingresé en la cuenta hace más de un año—tomó aire tratando de reprimir la emoción y luchando contra el dolor y los celos que le crecían por dentro.
Lo que más quería en el mundo era dar a Brittany las cosas que no había tenido antes de conocerla, pero lo único que le permitía hacer era ofrecerle techo y comida.
No poder darle todo lo que estuviera en su mano la estaba matando.
¡Maldita sea!
Ahora que Brittany iba a ser su esposa debería tener una vida más fácil.
Desde pequeña había vivido al borde de la pobreza, deslomándose para llegar a fin de mes y pasándolas canutas para sobrevivir. Santana quería cambiar todo eso ofreciéndole una vida sin preocupaciones y llena de felicidad.
Tenía recursos de sobra para conseguirlo.
Brittany exhaló un suspiro tembloroso antes de contestar:
—Me diste cobijo, te ocupaste de mí, hiciste que me enamorara locamente de ti y me recompensaste con tu amor. Me has dado todo lo que pudiera soñar. Deja que al menos yo te dé esto.
«¡Y un cuerno! No le he dado suficiente. No es suficiente. Merece mucho más. Probablemente una persona mejor que yo, pero no soy capaz de renunciar a ella».
Santana se estremeció al oler su característico aroma.
Le dio media vuelta y colocó las manos a ambos lados de la mesa para no dejarle escapatoria.
Le costaba muchísimo decirle que no porque la rubia casi nunca le pedía nada —excepto amor—, pero esta vez no pensaba dar su brazo a torcer.
Aunque ya le había entregado su corazón, su cuerpo, su mente y hasta su alma, era evidente que su chica aún no se había dado cuenta de que la tenía completamente a su merced.
«Mía».
Le mordisqueó la oreja mientras la acorralaba contra la mesa y empujaba su cuerpo contra el de la rubia para sentir esas exuberantes curvas amoldándose a las suyas.
¡Madre mía!
Le encantaba sentir que el cuerpo de Brittany se rendía al suyo y que se fundían juntos como si la rubia aceptara su carne como parte misma de su ser.
Los brazos de Brittany recorrieron su cuerpo y, cuando sus manos se colaron bajo la camiseta, la ardiente piel de Santana prendió fuego. La rubia aplastó el cuerpo contra el suyo, acariciándole la espalda y rotando las caderas para que sus entrepiernas rozaran mientras la morena gemía.
Santana gimió al oído de Brittany:
—No firmaré ningún contrato. No habrá nada que se interponga entre nosotras. Ni ahora ni en el futuro. Eres mía y siempre lo serás—inmersa en su irresistible fragancia, empezó a ahogarle el deseo y su cuerpo rogó a su mente que diera la orden para pasar a la acción.
Abrumad por una necesidad visceral de poseerla, le tiró de la coleta con suavidad para que inclinara la cabeza y le cubrió con la boca sus tentadores labios, que acababan de separarse para rechistar.
Cuando la boca de Santana devoró la de Brittany gimió con pasión y la morena se tragó el dulce sonido con sus labios ávidos.
Se moría por hacerla suya, por poseerla con el tacto hasta lograr que lo único en lo que pudiera pensar fuera en ella.
La boca de rubia sabía a café, menta y deseo carnal; un sabor tan sensual que Santana estuvo a punto de perder la cabeza.
La besó con frenesí y empezó a gemir cuando la ojiazul deslizó la lengua por la de la pelinegra.
Esta vez era Brittany quien la hacía suya.
Tal era la necesidad de decirle que se había entregado a la rubia desde el primer momento en que la vio que sintió que el corazón se le iba a salir del pecho.
En realidad, puestos a ser sinceras, probablemente había ocurrido mucho antes, ya que llevaba toda la vida esperando a la mujer que estaba en sus brazos y jamás dejaría que se marchara.
Brittany se apartó a regañadientes y Santana apoyó el rostro en su cuello jadeando mientras trataba de recuperar el control de sus desenfrenados y ávidos instintos.
Deslizó las manos por la espalda y la agarró del trasero, aplastando la calidez de cada una.
—San.
El gemido cálido de Brittany le acarició la oreja y, al oír esa voz en plan «fóllame», un salvaje instinto animal se le despertó en las entrañas.
No había nada, absolutamente nada, más importante en ese momento que satisfacer el deseo de su mujer.
—Te quiero, San—jadeó inquieta mientras le mordía con delicadeza en el cuello.
Esta vez las palabras le llegaron directamente al corazón y un placentero dolor le golpeó el pecho.
—Y yo a ti, cariño—apoyó la frente en su hombro y cerró los ojos, abrumada por la intensidad de las emociones y porque Brittany la amaba de verdad.
A ella.
A la persona.
No a la multimillonaria ni a las cosas materiales que pudiera proporcionarle.
Tenía cicatrices del pasado, por dentro y por fuera, pero lo único que parecía ver Brittany en ella era una mujer a la que merecía la pena amar.
Era un milagro.
Brittany era un milagro en la vida de Santana.
—Olvídate de acuerdos prenupciales, ¿vale?
Sintió el roce de su pelo suave como la seda en la mandíbula cuando la rubia negó con la cabeza, se apartó para mirarla a los ojos, frunció el ceño y respondió:
—Tenemos que hablarlo.
Ni de coña.
No hacía ninguna falta que lo hablaran.
Lo mejor era que se olvidara de esa idea absurda y que la volviera a besar.
Una y otra vez.
Santana no pensaba reducir el evento más increíble y más feliz de su vida a un contrato de pacotilla.
—Ya sabes que he cambiado mi testamento. Lo repasé contigo.
Se había asegurado de que Brittany pudiera vivir holgadamente, pasara lo que le pasara.
Asintió despacio:
—Una cosa es que me dejes de forma involuntaria, pero y si…
—Eso no va a ocurrir—replicó de inmediato apretando la mandíbula al plantearse la idea de perderla—Esto es para siempre. No pienso firmar un acuerdo prenupcial. No vamos a abrir un negocio, vamos a contraer matrimonio. Tú y yo. Juntas. Para toda la vida.
Bastaba con mencionar la posibilidad de que algo pudiera apartarla de su rubia para despertar la irritación del monstruo de ojos verdes que Santana llevaba dentro de sí.
«Por encima de mi cadáver».
Se apoyó en su pecho para zafarse de su abrazo.
—Quiero que sepas que no me caso contigo por dinero—se le quebró la voz y le empezó a temblar el labio inferior.
«¡Ay, no!».
—No, no. No llores. No me gusta que llores.
Lo odiaba.
La hacía sentir fatal.
Cuando la veía llorar le entraban ganas de concederle todos sus deseos.
Por suerte, no solía hacerlo —a menos que fueran lágrimas de felicidad— y jamás lo utilizaba como un arma.
—Ya me has demostrado que no andas detrás de mi dinero.
«Es más que evidente».
La miró asombrada, con los ojos como platos, y replicó con virulencia:
—¿Cómo lo sabes? Gracias a ti he podido acabar la carrera, has cubierto todos mis gastos y me has comprado regalos prohibitivos. Quiero que puedas confiar en mí al cien por cien.
¡Madre mía!
¿Lo decía en serio?
Pero ¡si sabía sus secretos más oscuros!
Cosas que jamás le había confesado a nadie, ni siquiera a su hermana Quinn.
—Te he contado hasta el último detalle de mi vida, Britt. Confío en ti. De lo contrario, no me casaría contigo. No necesito un acuerdo prenupcial. No lo quiero—espetó tratando de contener la rabia y el dolor que le producía que, aunque le hubiera entregado su alma en bandeja de plata, la rubia siguiera sin confiar del todo en ella y sin creer que su relación duraría para siempre—Si tuvieras fe en mí, tú tampoco lo necesitarías—tardó un nanosegundo en arrepentirse y deseó retirar esas palabras en cuanto salieron de su estúpida boca.
La preciosa carita de Brittany se quedó descompuesta y sus expresivos ojos empezaron a llenársele de lágrimas y mostraron el terrible dolor que acababa de causarle.
«¡Mierda! ¡Hay que ser gilipollas para decir algo así!».
En lugar de valorar que Brittany la quisiera tanto que para mostrarle lo mucho que le importaba estuviera dispuesta a renunciar a todo beneficio económico que le pudiera reportar el matrimonio, Santana la había atacado con palabras hirientes que provenían de la frustración y el miedo.
Para más inri, esas palabras no contenían un ápice de verdad, ya que Brittany siempre le había demostrado que confiaba en ella, incluso en los momentos en que parecía más sensato no hacerlo, incluso en los momentos en que ni ella misma lo hacía.
El problema era que ella quería algo más: necesitaba que Brittany pensara en ellas como pareja.
Aunque se resistiera a aceptar sus regalos, siempre había dado la impresión de que sí que pensaba que eran almas gemelas y que estaban destinadas a pasar la vida juntas… hasta hace un par de semanas.
Las vacilaciones que mostraba últimamente la tenían asustada, ya que le aterraba pensar que quizá la que quisiera dar el matrimonio por acabado algún día fuera la rubia.
Le cabreaba muchísimo que tuviera metido en la cabeza que le debía algo y que se negara a compartirlo todo con ella, sobre todo su dinero.
Esa situación despertaba todas y cada una de las inseguridades de Santana.
Suspiró llena de remordimientos y, acariciándole el cabello con la mano, susurró:
—Lo siento. No debería haber dicho eso.
Enfadada, se secó una lágrima que se había desbordado de sus ojos color azul claro y, al verlo, a Santana se le partió el corazón.
—No lo hubieras dicho si no fuera en parte verdad. Quizá tengas razón. Quizá todo esto sea un error.
A Santana se le oscureció y se le turbó la mirada.
—¿A qué te refieres?
—A nosotras—la señaló y después a sí misma—Quizá no deberíamos casarnos el mes que viene. En este momento nuestras circunstancias son demasiado diferentes—trató de secarse los ojos con manos temblorosas, pero las lágrimas corrían tan rápido que no podía detenerlas.
¡¿Que qué?!
Llevaba esperando esa boda prácticamente desde que la conoció.
Había estado reprimiendo el instinto de casarse con ella durante casi un año.
¿Y ahora ponía en duda la idoneidad de ese matrimonio?
¿Porque era rica?
Ese factor no era nuevo ni desconocido: ya era multimillonaria mucho antes de que se conocieran.
Despotricando en voz baja, Santana dio un paso al frente para agarrar a Brittany, pero ella se zafó de su mano y se apartó con un sollozo entrecortado, así que dejó caer los brazos a los lados y apretó las manos y la mandíbula para reprimir el impulso de cogerla.
En el año que llevaban juntas apenas habían discutido, y nunca la había visto tan frágil…,excepto aquella vez que dos violentos drogadictos la atacaron y casi la matan.
Ni siquiera entonces parecía tan asustada.
Cuando su rubia se enfadaba de verdad, le plantaba cara y le cantaba las cuarenta.
Sus discusiones eran explosivas y solían durar poco, ya que no tardaban en llegar a un acuerdo y en reconciliarse con orgasmos inolvidables.
«¿Habremos esperado demasiado tiempo? ¿Le estará entrando miedo? Ojalá me la hubiera echado a sus brazos hace un año y me la hubiera llevado a las Vegas en mi avión particular».
—Nos vamos a casar y tienes que contarme lo que pasa de verdad—respondió Santana tratando de no elevar la voz y de mantener la calma.
Apretó los puños con tanta fuerza que apenas le llegaba la sangre a los dedos.
Brittany jamás se había zafado de su abrazo ni había rechazado sus esfuerzos por consolarla.
¿Dónde estaba la mujer que se lanzaba a sus brazos siempre que lo necesitaba?
¡Quería que la necesitara!
Ese rechazo la estaba matando.
—No sé si puedo casarme contigo—afirmó sollozando con tristeza.
¡Al carajo!
Santana no soportaba verla llorar ni un segundo más.
Encima, no entendía una palabra de lo que le estaba diciendo. Lo único que tenía claro es que sentía pánico, desesperación y angustia. Le daba pánico pensar que podía perderla, estaba desesperado por arreglar lo que fuera que se hubiera estropeado y sentía un terrible dolor al haber oído que no se iba a casar con ella.
¡Y una mierda!
—Te vas a casar conmigo y no vamos a firmar ningún acuerdo prenupcial. Te necesito, Britt. Siempre te necesitaré. Por favor, no me hagas esto—dijo en voz baja e intimidatoria, como si le costara reprimir sus instintos de cavernícola…, que es lo que era.
En ese momento le entraban ganas de empotrarla contra la pared, hacerla suya de tal modo que no se le volviera a pasar por la cabeza decir que no podía casarse con ella.
Si necesitaba que le recordara lo bien que encajaban, así como lo mucho que la deseaba y necesitaba, estaría encantada de hacerlo.
Lo haría ahí mismo y en ese preciso momento.
Brittany empezó a retroceder a medida que ella avanzaba hasta que no pudo seguir, ya que Santana la había acorralado contra la pared. La miró a los ojos aterrorizada, después a la puerta y de nuevo al rostro.
—Que no se te pase por la cabeza—rugió cogiéndola de los brazos y quitándole toda esperanza de escapar—Cuéntamelo—le exigió con rudeza, ya que necesitaba aliviar el dolor que sentían.
Había pasado el último año en las nubes, feliz de estar con una mujer a la que amaba más que a su vida, y ese cambio brusco de actitud le había cogido por sorpresa.
Normalmente se comportaba como una idiota controladora y dominante, y Brittany era la que le hacía entrar en razón.
—¿Estás bien?—preguntó con brusquedad analizándole el rostro.
Si algo iba mal, lo arreglaría.
Haría cualquier cosa por hacerla sonreír de nuevo y por borrar la confusión y la aflicción que veía en sus ojos.
«Siempre y cuando no vuelva a decir que no puede casarse conmigo. Si lo vuelve a decir… perderé los estribos».
Brittany asintió dubitativa y después negó con la cabeza.
—Sí. No. No lo sé—apoyó la frente en su hombro y se puso a llorar como si el mundo se hubiera derrumbado.
Levantó las manos para aferrarse a la camiseta cogiéndolo a la altura de la cintura mientras empapaba la parte superior con sus lágrimas.
«¿Y esto a qué viene?».
Aunque no entendía nada, Santana la abrazó con tanta fuerza que Brittany lanzó un gritito.
—No puedo respirar—masculló tratando de coger aire.
—¡Ay, perdona! Es que no te entiendo—la soltó de inmediato, pero su dócil cuerpo permaneció apoyado en ella.
Se sentía impotente y odiaba a muerte esa sensación.
Brittany se giró entre sus brazos al oír que llamaban con brusquedad a la puerta de madera.
Sin esperar a que la invitaran la hermana mayor de Santana entró en la habitación.
Brittany aprovechó la distracción para zafarse de los brazos de su prometida y escapar.
—Tengo que irme. Rach me está esperando en la consulta—explicó a todo correr con la voz entrecortada.
Rodeó a Quinn para pasar por la puerta y salió a toda prisa como si su cuerpo estuviera en llamas.
—¡No, Britt! No hemos terminado. ¡No te atrevas a dejarme así!—bramó y corrió tras la rubia cabreadísima y desesperada.
No pensaba dejarla en paz hasta que le explicara lo que estaba ocurriendo.
Sin embargo, no llegó a salir de la sala, ya que su hermana la cogió con fuerza de la parte de atrás de la camisa y la volvió a meter en la habitación.
—¡Quieto, hermanita! Deja que se vaya. No tiene pinta de que vayan a solucionar nada ahora mismo.
Santana estaba furibunda y se giró para mirar a su hermana a la cara.
—¡Suéltame, Lucy! Tiene que escucharme.
Quinn permitió que su hermana menor se diera la vuelta, pero la sujetó con fuerza de la parte delantera de la camisa y la atrajo hacia ella hasta que sus narices se rozaron.
La fulminó con una mirada helada y replicó con una voz tan fría como sus ojos:
—¡Sí, claro! Se notaba que estaban a punto de tener una conversación racional—Quinn zarandeó levemente a Santana—¡Cálmate, mujer! Usa la cabeza. La mujer que amas estaba llorando como una magdalena. ¿Crees que esa era forma de dirigirte a ella? Con esa actitud solo dirás tonterías de las que luego te arrepentirás. Créeme.
El cuerpo de Santana dejó de estar en tensión y Quinn la soltó.
—Mierda. Ya las he dicho—confesó desalentada.
Se estremeció al oír un portazo y el corazón se le cayó a los pies al darse cuenta de que Brittany se había ido de casa y se alejaba aún más de ella.
Quinn dio un paso atrás y la agarró por los hombros antes de preguntarle en voz baja:
—¿Ya estás bien?
La que su hermana mayor le estaba preguntando en realidad era si había recuperado la compostura.
—Sí, creo que sí—se zafó de Quinn y se acercó al escritorio. Se dejó caer en la silla y se tapó la cara con las manos mientras gruñía—Tengo que hablar con ella como sea. Tengo que arreglar las cosas. Hay algo que no va bien.
Quinn deambuló entre los ordenadores, cogió una silla, sacudió la cabeza agitando varios cabellos rubios y le dijo con voz severa:
—Hermanita, tienes que mejorar tus habilidades comunicativas. Si así es como estabas tratando de arreglar las cosas, no me quiero ni imaginar cómo te pondrás cuando estés de bronca.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
hola morra,...
britt acaba de detonar una bomba,.. y no fue muy bien que digamos!!!
espero que recapacite va que las dos lo hagan,.. y que se casen!!!
a ver como va???
nos vemos!!!
britt acaba de detonar una bomba,.. y no fue muy bien que digamos!!!
espero que recapacite va que las dos lo hagan,.. y que se casen!!!
a ver como va???
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
De verdad no entiendo a Brittany, se aman, viven juntas, cual es el m.... problema, ya San sabe que a ella no le interesa su dinero!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
Mmmmm de verdad todo esto es solo por el dinero???
Ojala hablen y Britt sea honesta con San porque sino se volverá loca....
Ojala hablen y Britt sea honesta con San porque sino se volverá loca....
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
3:) escribió:hola morra,...
britt acaba de detonar una bomba,.. y no fue muy bien que digamos!!!
espero que recapacite va que las dos lo hagan,.. y que se casen!!!
a ver como va???
nos vemos!!!
Hola lu, uff si q lo hizo y no, le fue muy bn xD jajajajaja... pobre xD Esk ambas tienen la razón en sus puntos, pero que se salieron de palabras si q si...y tmbn lo espero! jajajaaj. Aquí otro cap para saberlo! Saludos =D
micky morales escribió:De verdad no entiendo a Brittany, se aman, viven juntas, cual es el m.... problema, ya San sabe que a ella no le interesa su dinero!!!!!
Hola, esk por lo menos para mi, entiendo su punto de viste, q así como así te den tanto dinero nose, pero tmbn entiendo el punto de vista de san... las cosas se salieron y las palabras tmbn... esperemos y alguna recapacite al menos xD Saludos =D
JVM escribió:Mmmmm de verdad todo esto es solo por el dinero???
Ojala hablen y Britt sea honesta con San porque sino se volverá loca....
Hola, mmm eso dicen... o al menos por eso es la discusión XD SI! osea tienen q hablar xD jaajajajaj. Ambas tienen q serlo xq si la morena se volvera loca, pero la rubia tmbn xD jajaja. SAludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 2
Capitulo 2
—No estás enferma. Estás embarazada.
Brittany se quedó helada y miró alarmada a la alegre morena que entraba en el consultorio.
Se quedó con la boca abierta mientras negaba con la cabeza:
—¿Entonces si funciono? ¿Tan pronto?
La doctora Rachel Berry se detuvo delante de la camilla en la que Brittany estaba sentada y se cruzó de brazos.
—Eres enfermera. ¿De verdad necesitas que te refresque la memoria con una lección de cómo estos tratamientos de inseminación pueden funcionar?—Rachel levantó los brazos—En este caso, tú te sometiste al tratamiento de inseminación con los óvulos de Santana, y el resultado puede ser un embarazo—se encogió de hombros, sonrió y dejó caer las manos a los costados—El resto de los detalles ya los conoces.
—Pero se suponía que era de prueba, no debía funcionar la primera vez. No es posible.
—Sabes que no es siempre así. Hay porcentajes de que resulte la primera vez, como de que no lo haga—respondió Rachel pensativa—Lo sabes, ¿verdad?
Brittany asintió con la cabeza de mala gana.
—Pero cuando me sometí al tratamiento no pensé que funcionara tan rápido—contestó Brittany al borde de un ataque de pánico.
Rachel la miró con sarcasmo.
—Pero también sabes de la posibilidad de que si pasara.
—Mierda, mierda, mierda…
Todo apuntaba a que Rachel tenía razón y a que Brittany estaba negando la evidencia. Había notado todos los síntomas, pero no había querido aceptar la verdad. Se quedó mirando al suelo, fustigándose por no haberse dado cuenta hasta entonces de la posibilidad que acababa de mencionar Rachel y por no haber pensado mejor las cosas y que quizás Santana no quería un hijo como regalo.
—Britt, tú querías esto y si resulto fue porque lo deseabas más que nada—Rachel le entregó un papel—Aquí tienes el resultado de la prueba de GCH. Es positivo. Ya sabes que es una prueba muy efectiva pero, si quieres, podemos repetirla la semana que viene.
Brittany cogió la hoja de la mano de Rachel y se quedó mirando el resultado conmocionada mientras se le llenaban los ojos de lágrimas.
Otra vez.
—No me lo puedo creer. Como fue que no pensé mejor las cosas. ¡Dios mío! ¿Cómo le voy a decir esto a Santana?
Rachel se sentó en un taburete con ruedas y se colocó entre los pies de Brittany, que no le llegaban al suelo. Le quitó los resultados de la prueba de sus dedos temblorosos, tiró la hoja sobre la camilla y, cogiéndole ambas manos, la miró con preocupación:
—¿Crees que se enfadará? Brittany… Yo creo que no. Se van a casar en un mes. Aunque sea un poco prematuro, creo que la noticia le va a encantar. Y sé que tú quieres tener hijos. Darle este regalo/sorpresa será lo mejor que les puede pasar.
Brittany miró a Rachel con seriedad.
—Sí que quiero. Tengo treinta años y me gustaría tener más de uno, pero cada vez que saco el tema Santana lo zanja de inmediato. Quiere que esperemos—en un acto reflejo se acarició la tripa y suspiró al pensar que llevaba en su vientre al hijo de Santana. Deseaba tener ese bebé, al que ya amaba—No creo que le haga gracia. Parece que le molesta cada vez que saco el tema y, encima, esta mañana nos hemos peleado.
—¿Por qué? —preguntó Rachel con delicadeza.
—Porque me he puesto insoportable. Estas últimas semanas he estado rarísima; por eso quería que me hicieras un análisis de sangre. Creo que en el fondo sabía que podía estar embarazada, pero no quería admitirlo. Me paso el día con la sensibilidad a flor de piel y estoy muerta de miedo. Pedí a un abogado que redactara un acuerdo prenupcial para proteger a Santana, pero se niega a firmarlo.
Rachel apretó con suavidad las manos de Brittany.
—¿Sabes qué? Esa mujer cada día me cae mejor. ¡Sí, señor! Confía en ti y sabe que jamás se la jugarías ni le harías daño—sonrió—A no ser que le guste el sado, que yo ahí no me meto. Me refiero al dinero, obviamente. Cualquier otra persona que contara con la cantidad de pasta que tiene ella te habría hecho firmar un acuerdo prenupcial nada más colocarte el diamante en el dedo. ¿Por qué discuten por algo así?
—Le insistí para que firmara y se negó. Me dijo que yo no confiaba en ella lo suficiente y entonces le dije que quizá deberíamos pensarnos mejor lo de casarnos porque somos demasiado diferentes. ¡Madre mía! ¡Ni siquiera entiendo por qué le dije eso! Santana es mi media naranja, la pieza que falta
en mi puzle inacabado. ¿Qué haría yo sin ella? Somos perfectas la una para la otra, excepto en el tema del dinero. Supongo que me entró un ataque de pánico—se estremeció al recordar la expresión de dolor en el atractivo rostro de Santana y le entraron ganas de ponerse a llorar otra vez.
¿Por qué le había dicho eso?
Esa mujer era su mundo y sabía que la morena sentía lo mismo por ella.
Santana ya había sufrido bastante en el pasado y era injusto que recibiera más dolor precisamente de la mujer a la que amaba, con la que quería casarse y compartir el resto de su vida.
—Estás embarazada y tienes las hormonas disparadas, amiga. Es normal que estés a la que salta, que digas y hagas cosas irracionales y que sufras cambios bruscos de humor. Cuéntaselo a Santana. Deja que entienda la situación y que te apoye. Ahora mismo lo necesitas—trató de persuadirla Rachel.
Brittany dedicó una débil sonrisa a su amiga:
—Me cuesta creer que al principio la odiaras.
—Nunca he odiado a Santana. No la conocía. Lo que pasa es que me daba miedo que fuera una víbora como su hermana Quinn—la voz de Rachel era dulce, pero transmitía cierta amargura—Ha demostrado que no lo es. Te adora y te hace feliz. Solo por eso ya me encanta. Pero además es buena persona; sus donativos me ayudan a mantener esta clínica gratuita.
En realidad ese dinero también era de Quinn, ya que se trataba de una donación altruista de López Corporation, pero Brittany no pensaba mencionar ese detalle.
Quinn López y Rachel tenían un pasado… y era obvio que aquella historia había acabado mal.
Rachel nunca quería hablar del tema, pero Brittany sabía que ninguna de las dos había logrado pasar página a pesar de que sospechaba que ya había transcurrido mucho tiempo desde aquello.
—Quinn es buena persona, Rach. Me salvó la vida.
—Ya. Después de haberte insultado—zanjó Rachel irritada.
—No es perfecta, pero tiene buen corazón—insistió Brittany.
Cuando la conoció, Quinn se había comportado como una imbécil integral con ella, pero en el último año le había cogido mucho cariño, como si fuera la hermana mayor que nunca tuvo.
Además, había arriesgado su vida para salvarla de los dos perturbados que la habían atacado.
Hacía mucho que había perdonado a Quinn por su comportamiento en la fiesta de cumpleaños de Santana.
A partir de aquel incidente se había portado con ella como un auténtico ángel.
—Es una cabrona—soltó Rachel enfurecida.
Vale.
Brittany no podía rebatir eso, pero sospechaba que Quinn cambiaba de chica como quien cambia de camisa porque aún no había encontrado a la mujer adecuada.
O la había encontrado… pero se le había escapado.
Quinn no salía con mujeres que valieran la pena, sino con chicas superficiales a las que solo les importaba su estatus y su dinero. Todas eran preciosas, pero ninguna tenía un ápice de calidez.
Analizando el rostro ruborizado de Rachel y su expresión esquiva, Brittany tuvo la certeza de que su amiga era una de las causas por las que Quinn mantenía relaciones tan disfuncionales con el sexo femenino.
—Ocurrió algo entre ustedes dos. ¿Me lo piensas contar algún día?
—No. Fue hace mucho tiempo y no tiene ninguna importancia—soltó las manos de Brittany, se puso de pie y propinó una estudiada patada al taburete para mandarlo de vuelta a su sitio—Tienes que empezar a tomar sobre todo ácido fólico e ir a ver a un obstetra.
—Pediré cita con la doctora Motta—se acarició la tripa sin ser capaz de asimilar aún que llevara dentro al hijo de Santana.
«¿Será niño o niña?».
Le daba igual.
Lo único que le importaba era que el bebé estuviera sano.
Aunque… le encantaría tener a una pequeña Santana.
«Seguro que sería igual de mandona y exigente que su mami. Sería guapísima y tendría los ojos oscuros y el pelo negro. Igualita a Santana».
Brittany sonrió con ojos soñadores deseando que su hijo o hija también heredara de la morena su bondad, su generosidad y su increíble intelecto.
Sí, una pequeña réplica de Santana sería adorable, algo increíble.
Además, Brittany estaba convencida de que sería una mamá maravillosa.
«Si es que quiere serlo».
Y estaba segura de que se enamoraría del bebé aunque al principio fuera reacia a tenerlo.
Lo malcriaría tal y como hacía con ella.
El problema era que Brittany no quería forzarlo a ser mamá si aún no estaba preparada.
Aunque ya era un poco tarde para eso… no pensó bien las cosas.
Rachel asintió con la cabeza.
—Sugar Motta es una obstetra excelente. Buena elección—al ver la mirada perdida de Brittany chasqueó los dedos delante de sus ojos—¡Oye, vuelve!
Levantó la cabeza y miró a Rachel con cara de culpabilidad.
—Perdón. Estaba pensando en el bebé.
«Y en Santana. Siempre estoy pensando en ella».
—¿Te encuentras bien? Sé que no te lo esperabas—apoyó una mano en el hombro de Brittany para consolarla con delicadeza—No te preocupes por los cambios de humor ni por tener las emociones a flor de piel. Es por las hormonas. Cuéntaselo a Santana y deja que te ayude. Entenderá cómo te estás comportando en cuanto sepa que todo se debe a las hormonas y al embarazo.
Brittany tragó saliva, preguntándose si lo entendería.
Dios mío, la amaba más que a nadie en el mundo.
¿Y si no lo entendía?
Se levantó de un salto de la camilla para dejar de dar vueltas a la reacción que tendría su prometida y masculló:
—Será mejor que vuelva al trabajo.
Había venido a la clínica a cubrir el turno que hacía todas las semanas como voluntaria y Rachel tenía pacientes esperando:
—Gracias por hacer un hueco para realizarme la prueba. Pensaba que me estaba volviendo loca.
—Estás embarazada. Viene a ser lo mismo—respondió Rachel con cierto sarcasmo—Vete a casa. Hoy no tengo muchos pacientes. Puedo encargarme yo sola. Ve a hablar con Santana. Las dos necesitan tiempo para acostumbraros a la situación—atrajo hacia sí el cuerpo de Brittany, que no opuso resistencia, y la abrazó con fuerza—Todo saldrá bien. Santana te quiere y tú la quieres a ella. Se van a casar en un mes y no puedes cancelar la boda…, ¡ya tengo el vestido que me voy a poner!
Brittany devolvió el abrazo a Rachel y se quedó aferrada a su pequeño cuerpo un poco más de lo normal.
Rachel era la persona a la que más quería en el mundo después de Santana.
—Gracias, Rach—susurró en voz baja mientras los ojos se le llenaban de lágrimas.
«¡Ay, Señor, otra vez no! ¿Cuántas veces puede llegar a llorar una mujer en un día? Puedo contar con una mano las veces que he llorado en los últimos cinco años; casi todas fueron porque Santana hizo algo bonito por mí. ¡Me estoy convirtiendo en un grifo estropeado que no para de gotear!».
Brittany era consciente de que estaba alterada emocionalmente y de que pasaba de sentir una cosa a la contraria en cuestión de segundos.
Ni siquiera se sentía ya dueña de su propio cuerpo.
Anhelaba el contacto con el cuerpo de Santana a todas horas. Es cierto que siempre que la había tenido cerca se había puesto como una hembra en celo, pero últimamente tenía ganas de tirársele encima cada dos segundos.
Santana era insaciable, pero Brittany empezaba a pensar que en este momento la carrera de necesidades carnales estaba reñida y no le extrañaría que fuera ella quien llegara a la meta en primer lugar.
Por otro lado estaba su creciente obsesión con la comida: tenía antojos que la empujaban a buscar como una loca los alimentos más variopintos. Un día le daba por las hamburguesas y otro por el chocolate. Hoy se le había antojado helado. Haría cualquier cosa por comerse la tarrina del helado de chocolate con frutos secos y caramelo que tenían en la nevera de casa.
Una tarrina… o un barreño entero.
Al imaginarse el banquete le rugieron las tripas.
La risa de Rachel inundó la sala:
—Entiendo que no estás sufriendo náuseas matutinas. ¿Tienes antojos?
—De comida y sexo. De sexo y comida. La prioridad cambia con frecuencia. Suelo tener el estómago un poco revuelto cuando me levanto, pero no me dura mucho y después me paso el día comiendo como una vaca. A veces tengo antojos de cosas que ni siquiera me gustan. ¿Cómo no me he dado cuenta antes de que estoy embarazada?—preguntó Brittany, enfadada porque su cerebro ya no fuera capaz de controlar sus acciones—Si de verdad no te importa, creo que me iré a casa. Tengo que contárselo a Santana, así que cuanto antes lo haga mejor.
En realidad quería contárselo lo antes posible, ya que tenía la esperanza de que la perdonaría por haberla tratado tan mal por la mañana.
No lograba quitarse de la cabeza la cara que había puesto Santana y eso le reconcomía por dentro.
Rachel resopló mientras ponía a su amiga de cara a la puerta y la empujaba con delicadeza en esa dirección.
—Vienes como voluntaria. No faltas ni una semana a pesar de que trabajas a jornada completa en el hospital. Te agradezco mucho tu ayuda, pero no hace falta que me pidas permiso para marcharte. Ya me las apañaré—vaciló antes de proseguir en voz baja—Antes has dicho que estabas muerta de miedo, ¿puedo preguntarte por qué?
Brittany sacudió levemente la cabeza.
Se detuvo con la mano en el pomo de la puerta y giró la cara para mirar a Rachel. No le importaba que su amiga le hiciera esa pregunta, pero no sabía cómo explicárselo.
—¿Alguna vez te ha ocurrido algo tan maravilloso que te cuesta creer que es real?
Rachel vaciló antes de asentir levemente con la cabeza.
—Sí. Una vez.
A Brittany le dio la impresión de que su amiga lo entendía a la perfección.
—Es lo que me pasa con Santana. A veces tengo que pellizcarme para estar segura de que no estoy soñando, sino que es de verdad y que me quiere. Supongo que me da miedo perder algo tan maravilloso, que no dure para siempre.
—Perdiste a tus padres cuando tenías dieciocho años y eran tu única familia. Quizá el recuerdo de esa pérdida es lo que te hace tener tanto pavor al amor que sientes. Por otro lado, cuando estás embarazada, los sentimientos se amplifican y ser racional se convierte en una misión imposible—respondió pensativa.
Brittany abrió los ojos de par en par dando vueltas a lo que acababa de decirle su amiga.
¿La defunción de sus padres le habría generado miedo a la pérdida?
—Es posible. Supongo que quiero que Santana sepa lo mucho que la amo y que no me interesa su dinero. Últimamente tengo miedo de que no se dé cuenta de que lo quiero por quien es, no porque sea rica.
—Pero eso ya lo sabe—exhaló un suspiro exasperada—El problema es que no interpreta tus intentos de protegerla o de demostrarle lo mucho que la amas como una muestra de confianza, sino de rechazo, como si te negaras a aceptarlo tal como es. Santana fue pobre de niña, pero Quinn y ella se partieron el lomo para triunfar en la vida. Es algo de lo que sentirse orgulloso, pero tú no quieres tener nada que ver con ese logro—continuó con más delicadeza—Entiendo lo que intentas hacer y comprendo que siempre has sido muy independiente, pero si las cosas fueran al revés y tú tuvieras más dinero que Bill Gates, ¿no te gustaría compartirlo con Santana y ofrecerle una vida más fácil después de haber sufrido tanta miseria?—esperó a que Brittany asintiera con la cabeza para continuar—A su manera, que seguramente no sea la mejor, está tratando de cuidar de ti. A veces las personas se valoran a sí mismas por la capacidad que tienen de cuidar de la otra a la que aman. Ya sé que es una idea ridícula y chapada a la antigua, pero es la verdad. Créeme, Santana siempre ha tenido claro que no eres una cazafortunas. Eres tú la que está obsesionada con eso, no ella.
—Sí que la acepto tal y como es. No hay parte de Santana que no me guste. Admiro a ella y a Quinn por haber sido capaces de salir de la pobreza y…
—Entonces, por el amor de Dios, olvídate de lo del acuerdo prenupcial y deja que la pobre mujer te compre lo que le dé la gana. Si a ella le hace feliz, ¿qué importa que se gaste el dinero en comprarte cosas? Te lo mereces y Santana sabe de sobra que no estás con ella por el dinero. Pero tienes que aceptar que está forradísima y que, te regale lo que te regale, eso no afectará lo más mínimo a su inmenso patrimonio—terminar colocó sus manos en las caderas reprendiendo a Brittany con la mirada.
—Ya me compra cosas. Más de las que necesito.
—Pero cada vez que te regala algo le montas una escenita. Entiendo que nunca has tenido gran cosa y que por eso crees que no necesitas nada, pero vas a tener que aceptar que tu futura esposa es una de las mujeres más ricas del mundo. Si estuviera intentando comprar tu afecto o solo fuera capaz de mostrar lo que siente por medio de cosas materiales, tendrías un problema. Pero eso no es así. Lo único que intenta Santana es ser atenta y cuidar de ti. Si yo fuera tú…, dejaría que lo hiciera y disfrutaría de las cosas que ofrece sin sentirme culpable. Si de veras quieres que sea feliz, deja que se gaste el dinero en ti. Cede un poco. Sigues viviendo como si no llegaras a fin de mes, contando cada céntimo que gastas. Entiendo por qué lo haces, pero ya no es necesario. A Santana sus gastos no le parecen extravagantes, los ve como algo normal porque se ha acostumbrado a ser rica. ¿Lo entiendes?—busco algo entre sus cajones—Son las explicaciones sobre el tratamiento y todo eso.
Brittany tomo el papel y se quedó mirando a Rachel mientras asimilaba sus palabras.
¿Dar el brazo a torcer?
Siempre había pensado que lo hacía, pero ¿era así?
¿Alguna vez había intentado entender de verdad el punto de vista de Santana en lo que respectaba al dinero?
Gruñendo por dentro, Brittany se dio cuenta de que seguía sin comprar nada que no fuera vital para su existencia y que regañaba a Santana cada vez que gastaba dinero en ella.
Para la morena esos regalos eran normales, acordes con su estilo de vida.
A ella le parecían algo fuera de serie porque siempre había vivido en la miseria, pero empezaba a entender por qué Santana podía interpretar su comportamiento como una muestra de rechazo.
—¿Desde cuándo sabes tanto sobre parejas? preguntó Brittany, ya que su amiga no solía salir con nadie y se había criado en varias casas de acogida.
Rachel se encogió de hombros.
—Es fácil verlo desde fuera. Cuando estás involucrada emocionalmente es bastante más difícil de entender. Hace un año que soy testigo de tu relación con Santana; he visto cómo reaccionaste en tu cumpleaños, en Navidad y en todas las ocasiones en que te ha regalado algo bonito. En lugar de aceptar los regalos con una sonrisa, le echas la bronca por gastarse tanto dinero en ti. Y he visto el mal rato que pasa. Ella piensa que te va a gustar lo que te regala, pero no es así. Creo que es malo para su ego.
—Dios mío. Menuda bruja estoy hecha. No me había dado cuenta. Jamás lo había pensado así—los ojos se le llenaron de lágrimas.
«¡Oh, no! No te pongas a llorar otra vez».
—¡Oye, tampoco te fustigues! Eres una buscavidas. Esa actitud te ha permitido superar muchos retos. No hay de qué avergonzarse. Lo único que digo es que ya es hora de abandonar ese mecanismo de defensa y de relajarse un poquito. Deja que Santana te compre algo bonito y dense una luna de miel en condiciones. Tiene un avión particular, ¡úsalo!—cogió de la camilla los resultados de la prueba—Y esta vez no vayan a Disneylandia.
Brittany dedicó una tímida sonrisa a Rachel.
Disneylandia era el único destino al que Brittany le había permitido llevarla de vacaciones.
—Es que quería ir al Reino Mágico. Nunca había estado. Lo pasamos genial.
—Deja a Mickey Mouse para cuando tengan al bebé. Que Santana arranque el avión y te lleve a un sitio romántico. Ya tendrán tiempo para vacaciones en familia.
Brittany sonrió.
—¿Londres? ¿París? ¿Italia?
Le encantaría ir a esos lugares, pero jamás había pensado que estarían a su alcance.
Rachel le devolvió la sonrisa y le guiñó un ojo.
—Ya estás entrando en razón. Piensa a lo grande. No te cortes. Me da en la nariz que Santana no diría que no a una luna de miel larga.
Brittany abrió la puerta y se dirigió hacia la salida de la clínica con Rachel pisándole los talones. Cogió la chaqueta de un perchero que había en recepción y le comentó en voz baja:
—Quinn irá a la boda, ¿lo llevarás bien?
El cuerpo de Rachel se tensó visiblemente mientras cogía de recepción el historial médico de su próximo paciente.
—Por supuesto. No me afecta lo más mínimo.
Hummm… Brittany tenía sus dudas.
—Puede que, si pasan un tiempo juntas, te des cuenta de que no es la ogro que crees que es. Quizá haya madurado desde aquella época.
Rachel la miró con incredulidad.
—¡Venga ya! Leo el periódico y las revistas. Esa mujer sigue ocultando sus cuernos bajo esos ricitos de oro. No te dejes engañar. Ahora que vas a ser mamá no puedes ser así de confiada—acompañó a Brittany hasta la puerta—¿Vas a casa?
Brittany se puso la chaqueta y se cerró la cremallera con una sonrisa misteriosa en el rostro.
—En breve. Primero voy a ir de compras. Es San Valentín. Tengo que ir a recoger una cosa y pasarme por un par de tiendas. He hecho un medallón con el penique de la suerte y he comprado una cadena de oro de mujer para que Santana no me lo pueda devolver. El joyero ha logrado mantener la moneda íntegra.
Como buena coleccionista, a Santana le daría un patatús si se enterara de que para convertir el penique en una joya habían estropeado la insólita moneda:
—Tengo que ir a recogerlo a la joyería.
—¿Es San Valentín? Se me había olvidado—comentó Rachel con la mirada perdida y cierta tristeza en el rostro.
Brittany se despidió de su amiga y salió de la clínica pidiendo en silencio a Cupido que Rachel encontrara a la maravillosa persona que merecía.
Brittany se quedó helada y miró alarmada a la alegre morena que entraba en el consultorio.
Se quedó con la boca abierta mientras negaba con la cabeza:
—¿Entonces si funciono? ¿Tan pronto?
La doctora Rachel Berry se detuvo delante de la camilla en la que Brittany estaba sentada y se cruzó de brazos.
—Eres enfermera. ¿De verdad necesitas que te refresque la memoria con una lección de cómo estos tratamientos de inseminación pueden funcionar?—Rachel levantó los brazos—En este caso, tú te sometiste al tratamiento de inseminación con los óvulos de Santana, y el resultado puede ser un embarazo—se encogió de hombros, sonrió y dejó caer las manos a los costados—El resto de los detalles ya los conoces.
—Pero se suponía que era de prueba, no debía funcionar la primera vez. No es posible.
—Sabes que no es siempre así. Hay porcentajes de que resulte la primera vez, como de que no lo haga—respondió Rachel pensativa—Lo sabes, ¿verdad?
Brittany asintió con la cabeza de mala gana.
—Pero cuando me sometí al tratamiento no pensé que funcionara tan rápido—contestó Brittany al borde de un ataque de pánico.
Rachel la miró con sarcasmo.
—Pero también sabes de la posibilidad de que si pasara.
—Mierda, mierda, mierda…
Todo apuntaba a que Rachel tenía razón y a que Brittany estaba negando la evidencia. Había notado todos los síntomas, pero no había querido aceptar la verdad. Se quedó mirando al suelo, fustigándose por no haberse dado cuenta hasta entonces de la posibilidad que acababa de mencionar Rachel y por no haber pensado mejor las cosas y que quizás Santana no quería un hijo como regalo.
—Britt, tú querías esto y si resulto fue porque lo deseabas más que nada—Rachel le entregó un papel—Aquí tienes el resultado de la prueba de GCH. Es positivo. Ya sabes que es una prueba muy efectiva pero, si quieres, podemos repetirla la semana que viene.
Brittany cogió la hoja de la mano de Rachel y se quedó mirando el resultado conmocionada mientras se le llenaban los ojos de lágrimas.
Otra vez.
—No me lo puedo creer. Como fue que no pensé mejor las cosas. ¡Dios mío! ¿Cómo le voy a decir esto a Santana?
Rachel se sentó en un taburete con ruedas y se colocó entre los pies de Brittany, que no le llegaban al suelo. Le quitó los resultados de la prueba de sus dedos temblorosos, tiró la hoja sobre la camilla y, cogiéndole ambas manos, la miró con preocupación:
—¿Crees que se enfadará? Brittany… Yo creo que no. Se van a casar en un mes. Aunque sea un poco prematuro, creo que la noticia le va a encantar. Y sé que tú quieres tener hijos. Darle este regalo/sorpresa será lo mejor que les puede pasar.
Brittany miró a Rachel con seriedad.
—Sí que quiero. Tengo treinta años y me gustaría tener más de uno, pero cada vez que saco el tema Santana lo zanja de inmediato. Quiere que esperemos—en un acto reflejo se acarició la tripa y suspiró al pensar que llevaba en su vientre al hijo de Santana. Deseaba tener ese bebé, al que ya amaba—No creo que le haga gracia. Parece que le molesta cada vez que saco el tema y, encima, esta mañana nos hemos peleado.
—¿Por qué? —preguntó Rachel con delicadeza.
—Porque me he puesto insoportable. Estas últimas semanas he estado rarísima; por eso quería que me hicieras un análisis de sangre. Creo que en el fondo sabía que podía estar embarazada, pero no quería admitirlo. Me paso el día con la sensibilidad a flor de piel y estoy muerta de miedo. Pedí a un abogado que redactara un acuerdo prenupcial para proteger a Santana, pero se niega a firmarlo.
Rachel apretó con suavidad las manos de Brittany.
—¿Sabes qué? Esa mujer cada día me cae mejor. ¡Sí, señor! Confía en ti y sabe que jamás se la jugarías ni le harías daño—sonrió—A no ser que le guste el sado, que yo ahí no me meto. Me refiero al dinero, obviamente. Cualquier otra persona que contara con la cantidad de pasta que tiene ella te habría hecho firmar un acuerdo prenupcial nada más colocarte el diamante en el dedo. ¿Por qué discuten por algo así?
—Le insistí para que firmara y se negó. Me dijo que yo no confiaba en ella lo suficiente y entonces le dije que quizá deberíamos pensarnos mejor lo de casarnos porque somos demasiado diferentes. ¡Madre mía! ¡Ni siquiera entiendo por qué le dije eso! Santana es mi media naranja, la pieza que falta
en mi puzle inacabado. ¿Qué haría yo sin ella? Somos perfectas la una para la otra, excepto en el tema del dinero. Supongo que me entró un ataque de pánico—se estremeció al recordar la expresión de dolor en el atractivo rostro de Santana y le entraron ganas de ponerse a llorar otra vez.
¿Por qué le había dicho eso?
Esa mujer era su mundo y sabía que la morena sentía lo mismo por ella.
Santana ya había sufrido bastante en el pasado y era injusto que recibiera más dolor precisamente de la mujer a la que amaba, con la que quería casarse y compartir el resto de su vida.
—Estás embarazada y tienes las hormonas disparadas, amiga. Es normal que estés a la que salta, que digas y hagas cosas irracionales y que sufras cambios bruscos de humor. Cuéntaselo a Santana. Deja que entienda la situación y que te apoye. Ahora mismo lo necesitas—trató de persuadirla Rachel.
Brittany dedicó una débil sonrisa a su amiga:
—Me cuesta creer que al principio la odiaras.
—Nunca he odiado a Santana. No la conocía. Lo que pasa es que me daba miedo que fuera una víbora como su hermana Quinn—la voz de Rachel era dulce, pero transmitía cierta amargura—Ha demostrado que no lo es. Te adora y te hace feliz. Solo por eso ya me encanta. Pero además es buena persona; sus donativos me ayudan a mantener esta clínica gratuita.
En realidad ese dinero también era de Quinn, ya que se trataba de una donación altruista de López Corporation, pero Brittany no pensaba mencionar ese detalle.
Quinn López y Rachel tenían un pasado… y era obvio que aquella historia había acabado mal.
Rachel nunca quería hablar del tema, pero Brittany sabía que ninguna de las dos había logrado pasar página a pesar de que sospechaba que ya había transcurrido mucho tiempo desde aquello.
—Quinn es buena persona, Rach. Me salvó la vida.
—Ya. Después de haberte insultado—zanjó Rachel irritada.
—No es perfecta, pero tiene buen corazón—insistió Brittany.
Cuando la conoció, Quinn se había comportado como una imbécil integral con ella, pero en el último año le había cogido mucho cariño, como si fuera la hermana mayor que nunca tuvo.
Además, había arriesgado su vida para salvarla de los dos perturbados que la habían atacado.
Hacía mucho que había perdonado a Quinn por su comportamiento en la fiesta de cumpleaños de Santana.
A partir de aquel incidente se había portado con ella como un auténtico ángel.
—Es una cabrona—soltó Rachel enfurecida.
Vale.
Brittany no podía rebatir eso, pero sospechaba que Quinn cambiaba de chica como quien cambia de camisa porque aún no había encontrado a la mujer adecuada.
O la había encontrado… pero se le había escapado.
Quinn no salía con mujeres que valieran la pena, sino con chicas superficiales a las que solo les importaba su estatus y su dinero. Todas eran preciosas, pero ninguna tenía un ápice de calidez.
Analizando el rostro ruborizado de Rachel y su expresión esquiva, Brittany tuvo la certeza de que su amiga era una de las causas por las que Quinn mantenía relaciones tan disfuncionales con el sexo femenino.
—Ocurrió algo entre ustedes dos. ¿Me lo piensas contar algún día?
—No. Fue hace mucho tiempo y no tiene ninguna importancia—soltó las manos de Brittany, se puso de pie y propinó una estudiada patada al taburete para mandarlo de vuelta a su sitio—Tienes que empezar a tomar sobre todo ácido fólico e ir a ver a un obstetra.
—Pediré cita con la doctora Motta—se acarició la tripa sin ser capaz de asimilar aún que llevara dentro al hijo de Santana.
«¿Será niño o niña?».
Le daba igual.
Lo único que le importaba era que el bebé estuviera sano.
Aunque… le encantaría tener a una pequeña Santana.
«Seguro que sería igual de mandona y exigente que su mami. Sería guapísima y tendría los ojos oscuros y el pelo negro. Igualita a Santana».
Brittany sonrió con ojos soñadores deseando que su hijo o hija también heredara de la morena su bondad, su generosidad y su increíble intelecto.
Sí, una pequeña réplica de Santana sería adorable, algo increíble.
Además, Brittany estaba convencida de que sería una mamá maravillosa.
«Si es que quiere serlo».
Y estaba segura de que se enamoraría del bebé aunque al principio fuera reacia a tenerlo.
Lo malcriaría tal y como hacía con ella.
El problema era que Brittany no quería forzarlo a ser mamá si aún no estaba preparada.
Aunque ya era un poco tarde para eso… no pensó bien las cosas.
Rachel asintió con la cabeza.
—Sugar Motta es una obstetra excelente. Buena elección—al ver la mirada perdida de Brittany chasqueó los dedos delante de sus ojos—¡Oye, vuelve!
Levantó la cabeza y miró a Rachel con cara de culpabilidad.
—Perdón. Estaba pensando en el bebé.
«Y en Santana. Siempre estoy pensando en ella».
—¿Te encuentras bien? Sé que no te lo esperabas—apoyó una mano en el hombro de Brittany para consolarla con delicadeza—No te preocupes por los cambios de humor ni por tener las emociones a flor de piel. Es por las hormonas. Cuéntaselo a Santana y deja que te ayude. Entenderá cómo te estás comportando en cuanto sepa que todo se debe a las hormonas y al embarazo.
Brittany tragó saliva, preguntándose si lo entendería.
Dios mío, la amaba más que a nadie en el mundo.
¿Y si no lo entendía?
Se levantó de un salto de la camilla para dejar de dar vueltas a la reacción que tendría su prometida y masculló:
—Será mejor que vuelva al trabajo.
Había venido a la clínica a cubrir el turno que hacía todas las semanas como voluntaria y Rachel tenía pacientes esperando:
—Gracias por hacer un hueco para realizarme la prueba. Pensaba que me estaba volviendo loca.
—Estás embarazada. Viene a ser lo mismo—respondió Rachel con cierto sarcasmo—Vete a casa. Hoy no tengo muchos pacientes. Puedo encargarme yo sola. Ve a hablar con Santana. Las dos necesitan tiempo para acostumbraros a la situación—atrajo hacia sí el cuerpo de Brittany, que no opuso resistencia, y la abrazó con fuerza—Todo saldrá bien. Santana te quiere y tú la quieres a ella. Se van a casar en un mes y no puedes cancelar la boda…, ¡ya tengo el vestido que me voy a poner!
Brittany devolvió el abrazo a Rachel y se quedó aferrada a su pequeño cuerpo un poco más de lo normal.
Rachel era la persona a la que más quería en el mundo después de Santana.
—Gracias, Rach—susurró en voz baja mientras los ojos se le llenaban de lágrimas.
«¡Ay, Señor, otra vez no! ¿Cuántas veces puede llegar a llorar una mujer en un día? Puedo contar con una mano las veces que he llorado en los últimos cinco años; casi todas fueron porque Santana hizo algo bonito por mí. ¡Me estoy convirtiendo en un grifo estropeado que no para de gotear!».
Brittany era consciente de que estaba alterada emocionalmente y de que pasaba de sentir una cosa a la contraria en cuestión de segundos.
Ni siquiera se sentía ya dueña de su propio cuerpo.
Anhelaba el contacto con el cuerpo de Santana a todas horas. Es cierto que siempre que la había tenido cerca se había puesto como una hembra en celo, pero últimamente tenía ganas de tirársele encima cada dos segundos.
Santana era insaciable, pero Brittany empezaba a pensar que en este momento la carrera de necesidades carnales estaba reñida y no le extrañaría que fuera ella quien llegara a la meta en primer lugar.
Por otro lado estaba su creciente obsesión con la comida: tenía antojos que la empujaban a buscar como una loca los alimentos más variopintos. Un día le daba por las hamburguesas y otro por el chocolate. Hoy se le había antojado helado. Haría cualquier cosa por comerse la tarrina del helado de chocolate con frutos secos y caramelo que tenían en la nevera de casa.
Una tarrina… o un barreño entero.
Al imaginarse el banquete le rugieron las tripas.
La risa de Rachel inundó la sala:
—Entiendo que no estás sufriendo náuseas matutinas. ¿Tienes antojos?
—De comida y sexo. De sexo y comida. La prioridad cambia con frecuencia. Suelo tener el estómago un poco revuelto cuando me levanto, pero no me dura mucho y después me paso el día comiendo como una vaca. A veces tengo antojos de cosas que ni siquiera me gustan. ¿Cómo no me he dado cuenta antes de que estoy embarazada?—preguntó Brittany, enfadada porque su cerebro ya no fuera capaz de controlar sus acciones—Si de verdad no te importa, creo que me iré a casa. Tengo que contárselo a Santana, así que cuanto antes lo haga mejor.
En realidad quería contárselo lo antes posible, ya que tenía la esperanza de que la perdonaría por haberla tratado tan mal por la mañana.
No lograba quitarse de la cabeza la cara que había puesto Santana y eso le reconcomía por dentro.
Rachel resopló mientras ponía a su amiga de cara a la puerta y la empujaba con delicadeza en esa dirección.
—Vienes como voluntaria. No faltas ni una semana a pesar de que trabajas a jornada completa en el hospital. Te agradezco mucho tu ayuda, pero no hace falta que me pidas permiso para marcharte. Ya me las apañaré—vaciló antes de proseguir en voz baja—Antes has dicho que estabas muerta de miedo, ¿puedo preguntarte por qué?
Brittany sacudió levemente la cabeza.
Se detuvo con la mano en el pomo de la puerta y giró la cara para mirar a Rachel. No le importaba que su amiga le hiciera esa pregunta, pero no sabía cómo explicárselo.
—¿Alguna vez te ha ocurrido algo tan maravilloso que te cuesta creer que es real?
Rachel vaciló antes de asentir levemente con la cabeza.
—Sí. Una vez.
A Brittany le dio la impresión de que su amiga lo entendía a la perfección.
—Es lo que me pasa con Santana. A veces tengo que pellizcarme para estar segura de que no estoy soñando, sino que es de verdad y que me quiere. Supongo que me da miedo perder algo tan maravilloso, que no dure para siempre.
—Perdiste a tus padres cuando tenías dieciocho años y eran tu única familia. Quizá el recuerdo de esa pérdida es lo que te hace tener tanto pavor al amor que sientes. Por otro lado, cuando estás embarazada, los sentimientos se amplifican y ser racional se convierte en una misión imposible—respondió pensativa.
Brittany abrió los ojos de par en par dando vueltas a lo que acababa de decirle su amiga.
¿La defunción de sus padres le habría generado miedo a la pérdida?
—Es posible. Supongo que quiero que Santana sepa lo mucho que la amo y que no me interesa su dinero. Últimamente tengo miedo de que no se dé cuenta de que lo quiero por quien es, no porque sea rica.
—Pero eso ya lo sabe—exhaló un suspiro exasperada—El problema es que no interpreta tus intentos de protegerla o de demostrarle lo mucho que la amas como una muestra de confianza, sino de rechazo, como si te negaras a aceptarlo tal como es. Santana fue pobre de niña, pero Quinn y ella se partieron el lomo para triunfar en la vida. Es algo de lo que sentirse orgulloso, pero tú no quieres tener nada que ver con ese logro—continuó con más delicadeza—Entiendo lo que intentas hacer y comprendo que siempre has sido muy independiente, pero si las cosas fueran al revés y tú tuvieras más dinero que Bill Gates, ¿no te gustaría compartirlo con Santana y ofrecerle una vida más fácil después de haber sufrido tanta miseria?—esperó a que Brittany asintiera con la cabeza para continuar—A su manera, que seguramente no sea la mejor, está tratando de cuidar de ti. A veces las personas se valoran a sí mismas por la capacidad que tienen de cuidar de la otra a la que aman. Ya sé que es una idea ridícula y chapada a la antigua, pero es la verdad. Créeme, Santana siempre ha tenido claro que no eres una cazafortunas. Eres tú la que está obsesionada con eso, no ella.
—Sí que la acepto tal y como es. No hay parte de Santana que no me guste. Admiro a ella y a Quinn por haber sido capaces de salir de la pobreza y…
—Entonces, por el amor de Dios, olvídate de lo del acuerdo prenupcial y deja que la pobre mujer te compre lo que le dé la gana. Si a ella le hace feliz, ¿qué importa que se gaste el dinero en comprarte cosas? Te lo mereces y Santana sabe de sobra que no estás con ella por el dinero. Pero tienes que aceptar que está forradísima y que, te regale lo que te regale, eso no afectará lo más mínimo a su inmenso patrimonio—terminar colocó sus manos en las caderas reprendiendo a Brittany con la mirada.
—Ya me compra cosas. Más de las que necesito.
—Pero cada vez que te regala algo le montas una escenita. Entiendo que nunca has tenido gran cosa y que por eso crees que no necesitas nada, pero vas a tener que aceptar que tu futura esposa es una de las mujeres más ricas del mundo. Si estuviera intentando comprar tu afecto o solo fuera capaz de mostrar lo que siente por medio de cosas materiales, tendrías un problema. Pero eso no es así. Lo único que intenta Santana es ser atenta y cuidar de ti. Si yo fuera tú…, dejaría que lo hiciera y disfrutaría de las cosas que ofrece sin sentirme culpable. Si de veras quieres que sea feliz, deja que se gaste el dinero en ti. Cede un poco. Sigues viviendo como si no llegaras a fin de mes, contando cada céntimo que gastas. Entiendo por qué lo haces, pero ya no es necesario. A Santana sus gastos no le parecen extravagantes, los ve como algo normal porque se ha acostumbrado a ser rica. ¿Lo entiendes?—busco algo entre sus cajones—Son las explicaciones sobre el tratamiento y todo eso.
Brittany tomo el papel y se quedó mirando a Rachel mientras asimilaba sus palabras.
¿Dar el brazo a torcer?
Siempre había pensado que lo hacía, pero ¿era así?
¿Alguna vez había intentado entender de verdad el punto de vista de Santana en lo que respectaba al dinero?
Gruñendo por dentro, Brittany se dio cuenta de que seguía sin comprar nada que no fuera vital para su existencia y que regañaba a Santana cada vez que gastaba dinero en ella.
Para la morena esos regalos eran normales, acordes con su estilo de vida.
A ella le parecían algo fuera de serie porque siempre había vivido en la miseria, pero empezaba a entender por qué Santana podía interpretar su comportamiento como una muestra de rechazo.
—¿Desde cuándo sabes tanto sobre parejas? preguntó Brittany, ya que su amiga no solía salir con nadie y se había criado en varias casas de acogida.
Rachel se encogió de hombros.
—Es fácil verlo desde fuera. Cuando estás involucrada emocionalmente es bastante más difícil de entender. Hace un año que soy testigo de tu relación con Santana; he visto cómo reaccionaste en tu cumpleaños, en Navidad y en todas las ocasiones en que te ha regalado algo bonito. En lugar de aceptar los regalos con una sonrisa, le echas la bronca por gastarse tanto dinero en ti. Y he visto el mal rato que pasa. Ella piensa que te va a gustar lo que te regala, pero no es así. Creo que es malo para su ego.
—Dios mío. Menuda bruja estoy hecha. No me había dado cuenta. Jamás lo había pensado así—los ojos se le llenaron de lágrimas.
«¡Oh, no! No te pongas a llorar otra vez».
—¡Oye, tampoco te fustigues! Eres una buscavidas. Esa actitud te ha permitido superar muchos retos. No hay de qué avergonzarse. Lo único que digo es que ya es hora de abandonar ese mecanismo de defensa y de relajarse un poquito. Deja que Santana te compre algo bonito y dense una luna de miel en condiciones. Tiene un avión particular, ¡úsalo!—cogió de la camilla los resultados de la prueba—Y esta vez no vayan a Disneylandia.
Brittany dedicó una tímida sonrisa a Rachel.
Disneylandia era el único destino al que Brittany le había permitido llevarla de vacaciones.
—Es que quería ir al Reino Mágico. Nunca había estado. Lo pasamos genial.
—Deja a Mickey Mouse para cuando tengan al bebé. Que Santana arranque el avión y te lleve a un sitio romántico. Ya tendrán tiempo para vacaciones en familia.
Brittany sonrió.
—¿Londres? ¿París? ¿Italia?
Le encantaría ir a esos lugares, pero jamás había pensado que estarían a su alcance.
Rachel le devolvió la sonrisa y le guiñó un ojo.
—Ya estás entrando en razón. Piensa a lo grande. No te cortes. Me da en la nariz que Santana no diría que no a una luna de miel larga.
Brittany abrió la puerta y se dirigió hacia la salida de la clínica con Rachel pisándole los talones. Cogió la chaqueta de un perchero que había en recepción y le comentó en voz baja:
—Quinn irá a la boda, ¿lo llevarás bien?
El cuerpo de Rachel se tensó visiblemente mientras cogía de recepción el historial médico de su próximo paciente.
—Por supuesto. No me afecta lo más mínimo.
Hummm… Brittany tenía sus dudas.
—Puede que, si pasan un tiempo juntas, te des cuenta de que no es la ogro que crees que es. Quizá haya madurado desde aquella época.
Rachel la miró con incredulidad.
—¡Venga ya! Leo el periódico y las revistas. Esa mujer sigue ocultando sus cuernos bajo esos ricitos de oro. No te dejes engañar. Ahora que vas a ser mamá no puedes ser así de confiada—acompañó a Brittany hasta la puerta—¿Vas a casa?
Brittany se puso la chaqueta y se cerró la cremallera con una sonrisa misteriosa en el rostro.
—En breve. Primero voy a ir de compras. Es San Valentín. Tengo que ir a recoger una cosa y pasarme por un par de tiendas. He hecho un medallón con el penique de la suerte y he comprado una cadena de oro de mujer para que Santana no me lo pueda devolver. El joyero ha logrado mantener la moneda íntegra.
Como buena coleccionista, a Santana le daría un patatús si se enterara de que para convertir el penique en una joya habían estropeado la insólita moneda:
—Tengo que ir a recogerlo a la joyería.
—¿Es San Valentín? Se me había olvidado—comentó Rachel con la mirada perdida y cierta tristeza en el rostro.
Brittany se despidió de su amiga y salió de la clínica pidiendo en silencio a Cupido que Rachel encontrara a la maravillosa persona que merecía.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
hola morra,..
no jodas si las hormonas de el embarazo pegan asi pobre san!!!
ahora es entendible el comportamiento de britt!!!
a ver como reacciona san cuando se entere del bebe???
nos vemos!!!
no jodas si las hormonas de el embarazo pegan asi pobre san!!!
ahora es entendible el comportamiento de britt!!!
a ver como reacciona san cuando se entere del bebe???
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
Me asusta un poco como lo vaya a tomar Santana pq como es tan posesiva con Britt, en fin.... espero que en esa boda Rachel y Quinn pdan limar asperezas!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
Jajaj si las hormonas no son juego!! Ya quiero que llegue esa conversación. Me da cosita Rachel y Quinn ¿En algún momento sabremos que paso entre ellas o es otra historia?
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
Hola!!!!
Palabras perfectas las de Rachel!!
Veremos que hace ahora Britt!!
Saludos
Palabras perfectas las de Rachel!!
Veremos que hace ahora Britt!!
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
3:) escribió:hola morra,..
no jodas si las hormonas de el embarazo pegan asi pobre san!!!
ahora es entendible el comportamiento de britt!!!
a ver como reacciona san cuando se entere del bebe???
nos vemos!!!
Hola lu, jajajaajajajajaja xD jajajaaja un poco si, pero jajajaajaj xD ajajaja lo q le toca xD Claro q lo es y esta mas q perdonada, para mi al menos xD Ufff otra gran pregunta... espero y este cap la responda! Saludos =D
micky morales escribió:Me asusta un poco como lo vaya a tomar Santana pq como es tan posesiva con Britt, en fin.... espero que en esa boda Rachel y Quinn pdan limar asperezas!!!!!
Hola, tienes un gran punto ai! pero pensado q viene de ella y de la misma britt sería como tener dos britt¿? ajajajajaja. Espero lo mismo! así las faberryttana seran felices! jajaja. Saludos =D
Tati.94 escribió:Jajaj si las hormonas no son juego!! Ya quiero que llegue esa conversación. Me da cosita Rachel y Quinn ¿En algún momento sabremos que paso entre ellas o es otra historia?
Hola, jajajajaajajaj no, no lo son xD jajajaajaja. Y yo tmbn, y espero sea este cap. Espero y sea así xq lo merecen, así las faberryttana terminan felices juntas! Saludos =D
monica.santander escribió:Hola!!!!
Palabras perfectas las de Rachel!!
Veremos que hace ahora Britt!!
Saludos
Hola lu, si que lo fueron, es una sabia con ellas! jajaajaj. UFf espero y este cap nos diga eso! ajajajaj. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
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