|
Estreno Glee 5x17
"Opening Night" en:
"Opening Night" en:
Últimos temas
Los posteadores más activos de la semana
No hay usuarios |
Publicidad
[Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
+3
monica.santander
Tati.94
claudia1988
7 participantes
Página 2 de 7.
Página 2 de 7. • 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
3:) escribió:hola morra,...
buuueeennooo san ya dejo claro lo que quiere!!!
y sobretodo la dejo probar a britt!!!
a ver si silo va a ser una noche???
nos vemos!!!
Hola lu, jajajaajaj y mas q claro xD ajajajajajajaj, pero bn ai xD jajajajajaja. Eso es mucho mejor, no¿? Así se sabe como es el "producto" ajajajajajaj. Entre las brittana es imposible! ajajajaj. Saludos =D
micky morales escribió:Preparate Britt pq se te vienen 4 meses muy interesantes!!!!
Hola, eso mismo!!!!! ajajajajaja q mejor! y que mejor q disfrutar! Saludos =D
JVM escribió:Pues San ya le dio una pequeña prueba de lo que pasaría si acepta su propuesta jajajaja ahora hay que ver cuanto dura negándose Britt ...
Hola, y mas q satisfactoria, no¿? jajaajajajajaj. Mmm difícil si se trata de san, no¿?jaajajaj. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Mía I (Adaptada) Cap 5
Capitulo 5
Durante los siguientes seis días Brittany descubrió que convivir con Santana era fácil… siempre y cuando le dejara salirse con la suya.
Le daba rabia su actitud autoritaria y las estratagemas que empleaba con el fin de dominar todas las situaciones, pero no podía negar que era una mujer generosa, hasta el punto de que habían tenido varias discusiones y rabietas por todo el dinero que se gastaba en ella: ropa, un portátil, un iPhone, un iPod, un iPad…
A Santana le encantaba todo lo que empezara por «i», y compraba todo lo que consideraba esencial para el bienestar de Brittany.
Ella se había armado de paciencia y había intentado explicarle más de una vez que ya vivía bien antes de tener todas esas cosas, pero Santana se limitaba a responder con gruñidos y no tardaba en aparecer con otro artículo que a la morena le parecía imprescindible y a ella, innecesario.
La única batalla que Brittany había ganado era que no le comprara un coche.
Se había negado en redondo y había insistido en que prefería coger el autobús.
En realidad, esa batalla tampoco la había ganado, ya que la única razón por la que Santana había cedido en esta discusión era que su chófer —un joven encantador que se llamaba Blaine — la llevaba y la recogía de las clases y las prácticas todos los días.
A pesar de que Blaine estaba a disposición de Santana a cualquier hora esta iba cada mañana a la oficina en un Bugatti Veyron.
La primera vez que Brittany vio aquel coche tan elegante y lujoso casi se atraganta.
Estaba impresionada porque hasta entonces solo lo había contemplado en fotos, pero Santana se limitó a encogerse de hombros y a comentarle que Quinn tenía otro, pero que el de Quinn era más nuevo, un dato que parecía irritarle.
Brittany puso los ojos en blanco y se marchó.
En el fondo era como una niña…, solo que tenía más dinero —mucho más dinero— y que sus juguetes eran muchísimo más caros.
El sábado a primera hora Mercedes —otra empleada de la casa que le había caído bien a Brittany desde el primer momento— le trajo ropa nueva.
La asistente personal de Santana no venía sola, sino acompañada de una fila de cachas que cargaban con bolsas y más bolsas de ropa que obviamente no habían sacado de un Walmart ni de ningún hipermercado del
estilo.
Llenaron un vestidor entero con aquellas prendas de diseño que Brittany seguramente no se pondría en la vida.
Por el amor de Dios, ¡hasta los vaqueros eran de un diseñador de renombre!
Todas las prendas le quedaban como un guante.
Santana había sacado la ropa manchada de su mochila para ver qué talla tenía.
El incidente de la ropa fue el primero de muchos episodios en los que Brittany se dio cuenta de que Santana siempre hacía todo a lo grande.
Al ver el dinero que había transferido a su cuenta corriente se negó en redondo.
¿De dónde diablos habría sacado el número de su cuenta?
Una vez más Santana se limitó a encogerse de hombros y a pedirle que le avisara cuando necesitara financiación adicional.
¿Financiación adicional?
¡Le había hecho una transferencia de cien mil dólares!
Cuando Brittany consultó el remanente de su cuenta casi le da un paro cardiaco.
Hasta ese momento su saldo solía ocupar un solo dígito y, de pronto, aquella cuenta se había convertido en una fuente inagotable de dinero.
¿Cómo iba a gastar nadie tanta pasta en unos pocos meses?
Brittany intentó devolverle la mayor parte del dinero porque tener tal cantidad en su cuenta la abrumaba un poco y sus necesidades, que eran muy básicas, ya estaban más que cubiertas gracias a su particular hada madrina.
Santana masculló algún juramento, murmuró algo de que era una cabezota e hizo caso omiso de su petición.
Ella acabó poniendo el grito en el cielo y marchándose resignada, cuchicheando algo sobre una mujer arrogante y terca.
Al salir de la habitación oyó una risita sofocada, pero se resistió a echar la vista atrás para comprobar si Santana estaba sonriendo.
En realidad le alegraba que por lo menos se lo pasara bien con ella, porque era incapaz de encontrar algo en lo que echarle una mano, y la mayor parte del tiempo se sentía culpable por aprovecharse de su generosidad.
Como las limpiadoras venían una vez a la semana, lo único que podía hacer Brittany era cocinar y disponía de tiempo de sobra para realizar esa tarea.
Aunque preparar platos y postres era prácticamente lo único en lo que podía ayudar, cada vez que le hacía la cena Santana reaccionaba como si hubiera llevado a cabo un gran esfuerzo equiparable a salvarle la vida.
Al parecer la morena jamás cocinaba y, cuando estaba en casa, sobrevivía a base de sándwiches, ya que nunca había querido contratar a un cocinero a tiempo completo.
Mercedes se ocupaba de comprar la comida, una tarea de la que ahora, para gran alivio de su asistente personal, se encargaba Brittany.
Mercedes estaba harta de recibir semana tras semana la misma lista de la compra, que limitaba la dieta de Santana a comidas preparadas y bocadillos.
La morena mujer, que debía rondar los veinte y siete años había exclamado entusiasmada «¡Aleluya, por fin, comerá como Dios manda!», y le había entregado a Brittany la lista de la compra.
Cuando Brittany terminó de estudiar, cerró el libro de enfermería, se tumbó sobre el colchón y se dejó rodar por la gigantesca cama del cuarto de invitados hasta que se quedó mirando al techo.
Pensó que debería preguntar a Santana qué le apetecía para cenar, aunque ya sabía su respuesta: «Lo que sea mientras no haya que cocinar».
Santana solía pasar las mañanas en la oficina y las tardes en la sala de informática que tenía instalada en el piso superior.
El dúplex era tan grande que Brittany se preguntaba si algún día sabría llegar de una estancia a otra sin perderse.
Se levantó de un brinco de la cama y, al pasar por el elegante salón, se quedó contemplando la vista que le ofrecía el gran ventanal.
El ático era el piso más grande de todo el edificio y desde ahí se veía la ciudad en su máximo esplendor.
Todas y cada una de las luces parecían rendirse a los pies de Brittany.
Qué maravilla poder disfrutar cada noche de esa espléndida vista. Ojalá Santana reservara algún momento para hacerlo, pero parecía estar obsesionada con algún proyecto, ya que solo salía de la sala de informática para cenar y no tardaba en volver a toda prisa a sentarse frente al ordenador.
Brittany temía que la estuviera evitando y la idea de que quizá se estuviera ocultando en su propia casa la hacía sentirse culpable.
No habían vuelto a mencionar lo que había ocurrido en la cocina hacía seis días. Guardaban cierta distancia, se trataban con cortesía y mantenían conversaciones triviales durante la cena.
Mientras subía la escalera negra de caracol, admitió para sí misma que en el fondo lo que quería era pasar más tiempo con la pelinegra.
Como había estado tan ocupada entre el trabajo y los estudios nunca se había sentido sola, pero, ahora que tenía tanto tiempo libre por las tardes y que, cuando terminaba de estudiar, lo único que podía hacer era leer o ver el gigantesco televisor de Santana, todo había cambiado.
Tener tiempo para uno mismo estaba muy bien, aunque cada noche que pasaba ahí se sentía más sola.
Al menos antes tenía la compañía de clientes y empleados.
Al llegar al final de la escalera giró hacia la izquierda en dirección a la sala de informática.
«¿De qué me quejo?», se preguntó enfadada consigo misma.
Tenía a su alcance todo tipo de lujos, todo lo que pudiera necesitar, vivía en una casa de ensueño y el dinero había dejado de ser una preocupación, pero, a pesar de que ya debería bastarle con tener un techo y un sinfín de comida que llevarse a la boca, se lamentaba porque quería que Santana le hiciera más caso.
Se detuvo un momento frente a la puerta antes de dar un golpecito.
—Adelante.
Sonrío ante aquella respuesta abrupta y distraída. Era obvio que Santana estaba enfrascada en algún proyecto.
Normalmente se limitaba a asomar la cabeza, pero esta vez no pudo reprimir la curiosidad, así que entró en la sala y cerró la puerta tras de sí.
¡Había ordenadores por todos lados!
Santana se movía de uno a otro con agilidad gracias a una silla con ruedas y un plástico que cubría el suelo.
Los pies de Brittany avanzaron por la aterciopelada alfombra hasta pisar el plástico. Echó un vistazo a las pantallas y se quedó boquiabierta al reconocer la imagen que mostraba la pantalla más grande. Entrecerró los ojos para ver mejor y preguntó sin levantar la voz:
—¿Eso es Myth World?
Levantó la cabeza sorprendida la morena la miró a los ojos.
—¡Sí! ¿Lo conoces?
—¿Que si lo conozco? Juego en el nivel experto—respondió ligeramente ofendida porque Santana pensara que no conocía un juego tan famoso—Lydia lo tenía y me enganché en cuanto eché la primera partida.
Le encantaba ese juego y siempre que podía, aunque fuera a altas horas de la madrugada, sacaba un rato para sentarse frente al ordenador de Lydia.
Era el único capricho que se permitía.
No podía resistir la tentación de dejarse transportar a otro mundo, de averiguar sus secretos y pelear con criaturas mitológicas.
Los carnosos labios de Santana empezaron a curvarse hasta dibujar una sonrisa de oreja a oreja que hizo que a Brittany se le parara el corazón.
Era la primera vez que veía una sonrisa sincera Santana, hasta se le formaban uno perfectos hoyuelos, se deslizó con la silla hasta la pantalla en la que aparecían las criaturas que Brittany había reconocido y respondió:
—Es mío. Este es Myth World II.
—¡Dios mío! A ver—estaba tan emocionada que se puso delante de Santana.
Llevaba una semana sin ver el juego original y tenía ante sus ojos el nuevo.
No podía creer que estuviera justo aquí, en la casa en la que vivía.
—¿Está terminado? ¿Puedo jugar? ¡Echo tanto de menos esa vía de escape!
—Es la demo. Aún no ha salido al mercado. Si quieres, puedes probarlo—respondió Santana con un tono indulgente y aniñado. Tocó varias teclas antes de ponerse de pie y dejarle la silla a Brittany, que se sentó extasiada con la novedad del juego.
Se parecía al anterior y a la vez no tenía nada que ver.
Brittany se mordió el labio mientras trataba de averiguar los misterios del juego.
—Lo has puesto más difícil —le acusó entre risas.
—¿El primero te pareció fácil?—preguntó Santana animada.
—No. Pero tampoco era tan difícil—respondió con los ojos pegados a la pantalla.
—Sí que lo era. Lo que pasa es que aún no le has cogido el tranquillo—mientras examinaba el rostro de Brittany preguntó—¿Qué es lo que te gusta del juego?
—La estrategia, el reto que supone averiguar secretos, el mundo de fantasía… Es como si te catapultaran a otra dimensión—la miró a los ojos mientras perdía una vida en la pantalla—Eres una genio, Santana—afirmó con total sinceridad—No me había dado cuenta de que el juego era de López.
Brittany hubiera jurado que Santana estaba sonrojada cuando esta giró la cara y respondió con timidez:
—No es más que informática. No tiene nada de emocionante.
Brittany apartó las manos del escritorio y las cruzó sobre el regazo mientras le explicaba con gran entusiasmo:
—Es supercreativo, Santana. Obtener un resultado así exige algo más que
conocimientos de programación.
—Te los instalaré en tu ordenador—le propuso en voz baja.
—Ni se te ocurra. Si lo haces, seré incapaz de acabar la carrera—bromeó con un tono juguetón y una mirada traviesa.
—Tienes una gran capacidad de autocontrol—comentó decepcionada.
—En absoluto. Con Myth World pierdo completamente el control. ¿Has diseñado más juegos?
—Claro. Un montón.
—¿Podrías instalarlos en el ordenador del estudio?—preguntó con indecisión.
—Puedes subir aquí y jugar en el ordenador de pruebas—señaló una esquina en la que había una gran pantalla y una silla—Tiene todos mis juegos. Bueno, en realidad, tiene prácticamente todos los juegos que se te puedan pasar por la cabeza.
Brittany colocó su mano en el pecho con teatralidad y fingió asombro.
—¡Horror de los horrores! ¿Tienes juegos de otra gente en ese ordenador?
Santana se le acercó con una sonrisa pícara.
—A veces tengo que… vigilar a la competencia.
—¿Y son buenos?—levantó la cabeza para mirarla a los ojos, entusiasmada con la faceta infantil de Santana.
—Qué va, pero tengo que estar al tanto de lo que sale al mercado—respondió con fingida arrogancia.
Madre mía, cuando se ponía en ese plan a Brittany le resultaba irresistible.
¡Bueno, siempre le resultaba irresistible!
El aroma femenino con un toque a sándalo la hacía estremecerse. Ese olor cálido e intenso le provocaba un hormigueo por todo el cuerpo.
—Si no te molesta, acepto tu oferta. Estoy acostumbrada a estar ocupada y no me entero de lo que ponen en la tele. A veces me siento un poco sola. Esta casa es tan grande—¿por qué le había confesado eso?—Pero no te enfades cuando la cena no esté preparada a su hora, porque con tus juegos se me pasa el tiempo volando—bromeó imitando un tono de advertencia aunque lo que realmente estaba intentando era quitar hierro a lo que acababa de confesar.
Santana se arrodilló para poner los ojos a la altura de los de ella.
—¿Aquí te sientes sola?—preguntó perplejo mientras sus ojos oscuros la miraban fijamente. Prosiguió con tono de preocupación—¿No te gusta vivir aquí?
—Sí, sí… La casa es preciosa, Santana. ¿Cómo no iba a estar feliz?—tomó aire y trató de explicarse mejor—Es que estaba acostumbrada a no tener tiempo para pensar, a no tener tiempo para mí. Lleva tiempo acostumbrarse a dejar de vivir a un ritmo frenético.
—Más bien suicida—repuso con cierta crispación—Ese estilo de vida te estaba matando por dentro, Brittany.
—Lo sé. Y de verdad que te agradezco todo lo que estás haciendo por mí. En serio. Lo único que pasa es que mi vida ha cambiado mucho—insistió para que no la tomara por una desagradecida.
Joder, si no fuera por su generosidad, ahora mismo estaría en la calle, pero aun así…:
—Me resultaría más agradable si pudiera pasar tiempo aquí contigo.
—¿Quieres pasar tiempo conmigo?—preguntó asombrado examinando el rostro de Brittany.
—Claro que sí. Pero sé que estás muy liada y pensé que quizá me estabas evitando después…, bueno, después de…
—¿Después de que te dijera que quería follarte?—preguntó sin andarse con rodeos, apresando los ojos de Brittany con la mirada.
—Sí—susurró.
La franqueza de Santana la había sorprendido, pero se alegraba de que hubiera sacado el tema a la luz porque era algo que estaba latente y eso le generaba ansiedad.
—No te estaba evitando, Brittany. Quiero verte, quiero estar contigo, tanto si te apetece que follemos como si no—afirmó con decisión.
—¿Ah, sí?—preguntó con cierto asombro—. ¿Por qué?
—Yo también me siento sola a veces. Me gusta estar contigo.
Brittany respiró hondo tratando de desacelerar el latido de su corazón.
«Quiero que me folles. Quiero que me la metas en todas las posturas y que después volvamos a empezar».
Suspiró mientras recorría el cuerpo de Santana con la mirada.
Le bastaba imaginar aquel moreno cuerpo encima de ella, dentro de ella, junto a ella, para perder los estribos.
Se moría por tocar el rostro que tenía tan cerca, por acariciar aquella barbilla femenina tan sexy, su nariz y esas cicatrices.
Era curioso que aquellas pequeñas cicatrices la hicieran aún más seductora, más sexy, más irresistible.
«No, Brittany. Ni lo pienses. La cena. Has venido para preguntarle qué quiere de cena. Santana López está fuera de tu alcance».
—Ha… había venido para preguntarte qué quieres de cena—logró comentar con voz temblorosa y balbuceante.
Estar tan cerca de Santana estaba empezando a afectarle, su compañía ya no satisfacía sus deseos ni de lejos.
Echó la silla hacia atrás, se secó las sudorosas manos en los vaqueros y se levantó nerviosa.
No sirvió de mucho.
Santana también se puso de pie.
Le sacaba casi una cabeza a la morena… y le parecía tierno.
—Te ayudo. He terminado por hoy.
Brittany tragó saliva pensando si habría sitio para ambas en la inmensa cocina.
Quería estar cerca de la más baja, pero no tanto como para ser incapaz de controlar el deseo que sentía.
—Venga. Vamos a ver qué hacemos de cenar—avanzó con paso ligero y grandes zancadas hacia la cocina.
Estaba feliz porque iban a pasar un rato juntas, pero no tenía claro cómo lidiar con el traidor de su cuerpo ni con su forma de reaccionar ante Santana.
«Sumisión absoluta».
¿A qué se refería exactamente?
¿De verdad quería averiguarlo?
Le daba rabia su actitud autoritaria y las estratagemas que empleaba con el fin de dominar todas las situaciones, pero no podía negar que era una mujer generosa, hasta el punto de que habían tenido varias discusiones y rabietas por todo el dinero que se gastaba en ella: ropa, un portátil, un iPhone, un iPod, un iPad…
A Santana le encantaba todo lo que empezara por «i», y compraba todo lo que consideraba esencial para el bienestar de Brittany.
Ella se había armado de paciencia y había intentado explicarle más de una vez que ya vivía bien antes de tener todas esas cosas, pero Santana se limitaba a responder con gruñidos y no tardaba en aparecer con otro artículo que a la morena le parecía imprescindible y a ella, innecesario.
La única batalla que Brittany había ganado era que no le comprara un coche.
Se había negado en redondo y había insistido en que prefería coger el autobús.
En realidad, esa batalla tampoco la había ganado, ya que la única razón por la que Santana había cedido en esta discusión era que su chófer —un joven encantador que se llamaba Blaine — la llevaba y la recogía de las clases y las prácticas todos los días.
A pesar de que Blaine estaba a disposición de Santana a cualquier hora esta iba cada mañana a la oficina en un Bugatti Veyron.
La primera vez que Brittany vio aquel coche tan elegante y lujoso casi se atraganta.
Estaba impresionada porque hasta entonces solo lo había contemplado en fotos, pero Santana se limitó a encogerse de hombros y a comentarle que Quinn tenía otro, pero que el de Quinn era más nuevo, un dato que parecía irritarle.
Brittany puso los ojos en blanco y se marchó.
En el fondo era como una niña…, solo que tenía más dinero —mucho más dinero— y que sus juguetes eran muchísimo más caros.
El sábado a primera hora Mercedes —otra empleada de la casa que le había caído bien a Brittany desde el primer momento— le trajo ropa nueva.
La asistente personal de Santana no venía sola, sino acompañada de una fila de cachas que cargaban con bolsas y más bolsas de ropa que obviamente no habían sacado de un Walmart ni de ningún hipermercado del
estilo.
Llenaron un vestidor entero con aquellas prendas de diseño que Brittany seguramente no se pondría en la vida.
Por el amor de Dios, ¡hasta los vaqueros eran de un diseñador de renombre!
Todas las prendas le quedaban como un guante.
Santana había sacado la ropa manchada de su mochila para ver qué talla tenía.
El incidente de la ropa fue el primero de muchos episodios en los que Brittany se dio cuenta de que Santana siempre hacía todo a lo grande.
Al ver el dinero que había transferido a su cuenta corriente se negó en redondo.
¿De dónde diablos habría sacado el número de su cuenta?
Una vez más Santana se limitó a encogerse de hombros y a pedirle que le avisara cuando necesitara financiación adicional.
¿Financiación adicional?
¡Le había hecho una transferencia de cien mil dólares!
Cuando Brittany consultó el remanente de su cuenta casi le da un paro cardiaco.
Hasta ese momento su saldo solía ocupar un solo dígito y, de pronto, aquella cuenta se había convertido en una fuente inagotable de dinero.
¿Cómo iba a gastar nadie tanta pasta en unos pocos meses?
Brittany intentó devolverle la mayor parte del dinero porque tener tal cantidad en su cuenta la abrumaba un poco y sus necesidades, que eran muy básicas, ya estaban más que cubiertas gracias a su particular hada madrina.
Santana masculló algún juramento, murmuró algo de que era una cabezota e hizo caso omiso de su petición.
Ella acabó poniendo el grito en el cielo y marchándose resignada, cuchicheando algo sobre una mujer arrogante y terca.
Al salir de la habitación oyó una risita sofocada, pero se resistió a echar la vista atrás para comprobar si Santana estaba sonriendo.
En realidad le alegraba que por lo menos se lo pasara bien con ella, porque era incapaz de encontrar algo en lo que echarle una mano, y la mayor parte del tiempo se sentía culpable por aprovecharse de su generosidad.
Como las limpiadoras venían una vez a la semana, lo único que podía hacer Brittany era cocinar y disponía de tiempo de sobra para realizar esa tarea.
Aunque preparar platos y postres era prácticamente lo único en lo que podía ayudar, cada vez que le hacía la cena Santana reaccionaba como si hubiera llevado a cabo un gran esfuerzo equiparable a salvarle la vida.
Al parecer la morena jamás cocinaba y, cuando estaba en casa, sobrevivía a base de sándwiches, ya que nunca había querido contratar a un cocinero a tiempo completo.
Mercedes se ocupaba de comprar la comida, una tarea de la que ahora, para gran alivio de su asistente personal, se encargaba Brittany.
Mercedes estaba harta de recibir semana tras semana la misma lista de la compra, que limitaba la dieta de Santana a comidas preparadas y bocadillos.
La morena mujer, que debía rondar los veinte y siete años había exclamado entusiasmada «¡Aleluya, por fin, comerá como Dios manda!», y le había entregado a Brittany la lista de la compra.
Cuando Brittany terminó de estudiar, cerró el libro de enfermería, se tumbó sobre el colchón y se dejó rodar por la gigantesca cama del cuarto de invitados hasta que se quedó mirando al techo.
Pensó que debería preguntar a Santana qué le apetecía para cenar, aunque ya sabía su respuesta: «Lo que sea mientras no haya que cocinar».
Santana solía pasar las mañanas en la oficina y las tardes en la sala de informática que tenía instalada en el piso superior.
El dúplex era tan grande que Brittany se preguntaba si algún día sabría llegar de una estancia a otra sin perderse.
Se levantó de un brinco de la cama y, al pasar por el elegante salón, se quedó contemplando la vista que le ofrecía el gran ventanal.
El ático era el piso más grande de todo el edificio y desde ahí se veía la ciudad en su máximo esplendor.
Todas y cada una de las luces parecían rendirse a los pies de Brittany.
Qué maravilla poder disfrutar cada noche de esa espléndida vista. Ojalá Santana reservara algún momento para hacerlo, pero parecía estar obsesionada con algún proyecto, ya que solo salía de la sala de informática para cenar y no tardaba en volver a toda prisa a sentarse frente al ordenador.
Brittany temía que la estuviera evitando y la idea de que quizá se estuviera ocultando en su propia casa la hacía sentirse culpable.
No habían vuelto a mencionar lo que había ocurrido en la cocina hacía seis días. Guardaban cierta distancia, se trataban con cortesía y mantenían conversaciones triviales durante la cena.
Mientras subía la escalera negra de caracol, admitió para sí misma que en el fondo lo que quería era pasar más tiempo con la pelinegra.
Como había estado tan ocupada entre el trabajo y los estudios nunca se había sentido sola, pero, ahora que tenía tanto tiempo libre por las tardes y que, cuando terminaba de estudiar, lo único que podía hacer era leer o ver el gigantesco televisor de Santana, todo había cambiado.
Tener tiempo para uno mismo estaba muy bien, aunque cada noche que pasaba ahí se sentía más sola.
Al menos antes tenía la compañía de clientes y empleados.
Al llegar al final de la escalera giró hacia la izquierda en dirección a la sala de informática.
«¿De qué me quejo?», se preguntó enfadada consigo misma.
Tenía a su alcance todo tipo de lujos, todo lo que pudiera necesitar, vivía en una casa de ensueño y el dinero había dejado de ser una preocupación, pero, a pesar de que ya debería bastarle con tener un techo y un sinfín de comida que llevarse a la boca, se lamentaba porque quería que Santana le hiciera más caso.
Se detuvo un momento frente a la puerta antes de dar un golpecito.
—Adelante.
Sonrío ante aquella respuesta abrupta y distraída. Era obvio que Santana estaba enfrascada en algún proyecto.
Normalmente se limitaba a asomar la cabeza, pero esta vez no pudo reprimir la curiosidad, así que entró en la sala y cerró la puerta tras de sí.
¡Había ordenadores por todos lados!
Santana se movía de uno a otro con agilidad gracias a una silla con ruedas y un plástico que cubría el suelo.
Los pies de Brittany avanzaron por la aterciopelada alfombra hasta pisar el plástico. Echó un vistazo a las pantallas y se quedó boquiabierta al reconocer la imagen que mostraba la pantalla más grande. Entrecerró los ojos para ver mejor y preguntó sin levantar la voz:
—¿Eso es Myth World?
Levantó la cabeza sorprendida la morena la miró a los ojos.
—¡Sí! ¿Lo conoces?
—¿Que si lo conozco? Juego en el nivel experto—respondió ligeramente ofendida porque Santana pensara que no conocía un juego tan famoso—Lydia lo tenía y me enganché en cuanto eché la primera partida.
Le encantaba ese juego y siempre que podía, aunque fuera a altas horas de la madrugada, sacaba un rato para sentarse frente al ordenador de Lydia.
Era el único capricho que se permitía.
No podía resistir la tentación de dejarse transportar a otro mundo, de averiguar sus secretos y pelear con criaturas mitológicas.
Los carnosos labios de Santana empezaron a curvarse hasta dibujar una sonrisa de oreja a oreja que hizo que a Brittany se le parara el corazón.
Era la primera vez que veía una sonrisa sincera Santana, hasta se le formaban uno perfectos hoyuelos, se deslizó con la silla hasta la pantalla en la que aparecían las criaturas que Brittany había reconocido y respondió:
—Es mío. Este es Myth World II.
—¡Dios mío! A ver—estaba tan emocionada que se puso delante de Santana.
Llevaba una semana sin ver el juego original y tenía ante sus ojos el nuevo.
No podía creer que estuviera justo aquí, en la casa en la que vivía.
—¿Está terminado? ¿Puedo jugar? ¡Echo tanto de menos esa vía de escape!
—Es la demo. Aún no ha salido al mercado. Si quieres, puedes probarlo—respondió Santana con un tono indulgente y aniñado. Tocó varias teclas antes de ponerse de pie y dejarle la silla a Brittany, que se sentó extasiada con la novedad del juego.
Se parecía al anterior y a la vez no tenía nada que ver.
Brittany se mordió el labio mientras trataba de averiguar los misterios del juego.
—Lo has puesto más difícil —le acusó entre risas.
—¿El primero te pareció fácil?—preguntó Santana animada.
—No. Pero tampoco era tan difícil—respondió con los ojos pegados a la pantalla.
—Sí que lo era. Lo que pasa es que aún no le has cogido el tranquillo—mientras examinaba el rostro de Brittany preguntó—¿Qué es lo que te gusta del juego?
—La estrategia, el reto que supone averiguar secretos, el mundo de fantasía… Es como si te catapultaran a otra dimensión—la miró a los ojos mientras perdía una vida en la pantalla—Eres una genio, Santana—afirmó con total sinceridad—No me había dado cuenta de que el juego era de López.
Brittany hubiera jurado que Santana estaba sonrojada cuando esta giró la cara y respondió con timidez:
—No es más que informática. No tiene nada de emocionante.
Brittany apartó las manos del escritorio y las cruzó sobre el regazo mientras le explicaba con gran entusiasmo:
—Es supercreativo, Santana. Obtener un resultado así exige algo más que
conocimientos de programación.
—Te los instalaré en tu ordenador—le propuso en voz baja.
—Ni se te ocurra. Si lo haces, seré incapaz de acabar la carrera—bromeó con un tono juguetón y una mirada traviesa.
—Tienes una gran capacidad de autocontrol—comentó decepcionada.
—En absoluto. Con Myth World pierdo completamente el control. ¿Has diseñado más juegos?
—Claro. Un montón.
—¿Podrías instalarlos en el ordenador del estudio?—preguntó con indecisión.
—Puedes subir aquí y jugar en el ordenador de pruebas—señaló una esquina en la que había una gran pantalla y una silla—Tiene todos mis juegos. Bueno, en realidad, tiene prácticamente todos los juegos que se te puedan pasar por la cabeza.
Brittany colocó su mano en el pecho con teatralidad y fingió asombro.
—¡Horror de los horrores! ¿Tienes juegos de otra gente en ese ordenador?
Santana se le acercó con una sonrisa pícara.
—A veces tengo que… vigilar a la competencia.
—¿Y son buenos?—levantó la cabeza para mirarla a los ojos, entusiasmada con la faceta infantil de Santana.
—Qué va, pero tengo que estar al tanto de lo que sale al mercado—respondió con fingida arrogancia.
Madre mía, cuando se ponía en ese plan a Brittany le resultaba irresistible.
¡Bueno, siempre le resultaba irresistible!
El aroma femenino con un toque a sándalo la hacía estremecerse. Ese olor cálido e intenso le provocaba un hormigueo por todo el cuerpo.
—Si no te molesta, acepto tu oferta. Estoy acostumbrada a estar ocupada y no me entero de lo que ponen en la tele. A veces me siento un poco sola. Esta casa es tan grande—¿por qué le había confesado eso?—Pero no te enfades cuando la cena no esté preparada a su hora, porque con tus juegos se me pasa el tiempo volando—bromeó imitando un tono de advertencia aunque lo que realmente estaba intentando era quitar hierro a lo que acababa de confesar.
Santana se arrodilló para poner los ojos a la altura de los de ella.
—¿Aquí te sientes sola?—preguntó perplejo mientras sus ojos oscuros la miraban fijamente. Prosiguió con tono de preocupación—¿No te gusta vivir aquí?
—Sí, sí… La casa es preciosa, Santana. ¿Cómo no iba a estar feliz?—tomó aire y trató de explicarse mejor—Es que estaba acostumbrada a no tener tiempo para pensar, a no tener tiempo para mí. Lleva tiempo acostumbrarse a dejar de vivir a un ritmo frenético.
—Más bien suicida—repuso con cierta crispación—Ese estilo de vida te estaba matando por dentro, Brittany.
—Lo sé. Y de verdad que te agradezco todo lo que estás haciendo por mí. En serio. Lo único que pasa es que mi vida ha cambiado mucho—insistió para que no la tomara por una desagradecida.
Joder, si no fuera por su generosidad, ahora mismo estaría en la calle, pero aun así…:
—Me resultaría más agradable si pudiera pasar tiempo aquí contigo.
—¿Quieres pasar tiempo conmigo?—preguntó asombrado examinando el rostro de Brittany.
—Claro que sí. Pero sé que estás muy liada y pensé que quizá me estabas evitando después…, bueno, después de…
—¿Después de que te dijera que quería follarte?—preguntó sin andarse con rodeos, apresando los ojos de Brittany con la mirada.
—Sí—susurró.
La franqueza de Santana la había sorprendido, pero se alegraba de que hubiera sacado el tema a la luz porque era algo que estaba latente y eso le generaba ansiedad.
—No te estaba evitando, Brittany. Quiero verte, quiero estar contigo, tanto si te apetece que follemos como si no—afirmó con decisión.
—¿Ah, sí?—preguntó con cierto asombro—. ¿Por qué?
—Yo también me siento sola a veces. Me gusta estar contigo.
Brittany respiró hondo tratando de desacelerar el latido de su corazón.
«Quiero que me folles. Quiero que me la metas en todas las posturas y que después volvamos a empezar».
Suspiró mientras recorría el cuerpo de Santana con la mirada.
Le bastaba imaginar aquel moreno cuerpo encima de ella, dentro de ella, junto a ella, para perder los estribos.
Se moría por tocar el rostro que tenía tan cerca, por acariciar aquella barbilla femenina tan sexy, su nariz y esas cicatrices.
Era curioso que aquellas pequeñas cicatrices la hicieran aún más seductora, más sexy, más irresistible.
«No, Brittany. Ni lo pienses. La cena. Has venido para preguntarle qué quiere de cena. Santana López está fuera de tu alcance».
—Ha… había venido para preguntarte qué quieres de cena—logró comentar con voz temblorosa y balbuceante.
Estar tan cerca de Santana estaba empezando a afectarle, su compañía ya no satisfacía sus deseos ni de lejos.
Echó la silla hacia atrás, se secó las sudorosas manos en los vaqueros y se levantó nerviosa.
No sirvió de mucho.
Santana también se puso de pie.
Le sacaba casi una cabeza a la morena… y le parecía tierno.
—Te ayudo. He terminado por hoy.
Brittany tragó saliva pensando si habría sitio para ambas en la inmensa cocina.
Quería estar cerca de la más baja, pero no tanto como para ser incapaz de controlar el deseo que sentía.
—Venga. Vamos a ver qué hacemos de cenar—avanzó con paso ligero y grandes zancadas hacia la cocina.
Estaba feliz porque iban a pasar un rato juntas, pero no tenía claro cómo lidiar con el traidor de su cuerpo ni con su forma de reaccionar ante Santana.
«Sumisión absoluta».
¿A qué se refería exactamente?
¿De verdad quería averiguarlo?
*******************************************************************************************************************************
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
hola morra,...
anda le son super friki las dos jajaja ( yo nomas viviría en ese cuarto jajaja)
britt lo esta reconsiderando eso es bueno!!!
ademas tienen que convivir mucho??
nos vemos!!!
anda le son super friki las dos jajaja ( yo nomas viviría en ese cuarto jajaja)
britt lo esta reconsiderando eso es bueno!!!
ademas tienen que convivir mucho??
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
quiero una hada madrina asi!!!!!! jajajaa!!
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
Eso se llama tener suerte y lo mejor de todo es que el hada madrina hasta te gusta!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
Es lindo que tngan eso en común, como para variar las cosas. Yo me volvería loca si viviera en un lugar asi con un piso lleno de ordenadores para juegos, quedaría atrapada allí jajaja
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
Jajajaja les falta conocerse mas pero están hechas la una para la otra.... Y pues espero que después de la confesión de Britt la morena pase mas tiempo con ella.... Y haber como sale la cena..
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
3:) escribió:hola morra,...
anda le son super friki las dos jajaja ( yo nomas viviría en ese cuarto jajaja)
britt lo esta reconsiderando eso es bueno!!!
ademas tienen que convivir mucho??
nos vemos!!!
Hola lu, jajajajajajaaj si q lo son xD jajajaajajajajaja (jajajaja si¿? xD jajaajajajajaja) Si que lo es...además q muy bueno! ajajjajaaja. Si... y espero q si. Saludos =D
monica.santander escribió:quiero una hada madrina asi!!!!!! jajajaa!!
Saludos
Hola, jajajajaajaja si¿? La vrdd esk no estaría nada, pero nada mal! jajajajaja. Saludos =D
micky morales escribió:Eso se llama tener suerte y lo mejor de todo es que el hada madrina hasta te gusta!!!!!
Hola, jajajajajajajajaaj si que lo es!... xq no nos pasa a nosotras algo así¿? xD Saludos =D
Tati.94 escribió:Es lindo que tngan eso en común, como para variar las cosas. Yo me volvería loca si viviera en un lugar asi con un piso lleno de ordenadores para juegos, quedaría atrapada allí jajaja
Hola, jajajaja si, es tierno! ajjaajajjaa, jajajajajajaja xD JAjajajajaajjaajajajaj xD jajajaja y creo q no serías la única la vrdd jajajajaja. Saludos =D
JVM escribió:Jajajaja les falta conocerse mas pero están hechas la una para la otra.... Y pues espero que después de la confesión de Britt la morena pase mas tiempo con ella.... Y haber como sale la cena..
Hola, opino igual jajajaja. Espero lo mismo, es más quiero q sea así! ajjajajaja. Esperemos y bn tmbn xD jajajaja. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Mía I (Adaptada) Cap 6
Capitulo 6
Santana era consciente de que, poco a poco y de manera discreta, estaba empezando a perder los papeles.
Se le iba la cabeza adonde no se le debería ir y había tenido que hacer horas extras varios días simplemente porque no podía dejar de pensar en que Brittany estaba aquí, en su casa, arrastrándolo hacia la locura.
«Si no me la tiro pronto, me voy a volver loca».
Se alegró de que Brittany fuera por delante, ya que así podría ver su linda retaguardia y se quedó contemplando el balanceo de sus caderas bajo los vaqueros que le marcaban el trasero.
Su cuerpo emanaba un fresco aroma seductor y, loca por esa fragancia, la inhaló como haría una persona privada de oxígeno.
Percibía su olor en todos los sitios, hasta en el dormitorio.
Tenía la sensación de que el aroma de Brittany se aferraba a cada centímetro de su casa para recordarle su presencia.
¡Como si pudiera olvidarla!
¿Qué tendría esta mujer que le fascinaba tanto?
Era evidente que la rubia no se había propuesto resultarle irresistible: apenas se maquillaba y, por ahora, solo la había visto en vaqueros —excepto aquella noche que casi se le para el corazón cuando Brittany apareció con una minifalda y un jersey ajustado—, pero lo tenía completamente cautivada.
—¿Cómo es que no tienes pareja?—le preguntó con curiosidad—¿No hubiera sido más fácil hacer la carrera teniendo una en tu vida?
Habían llegado a la cocina y Brittany estaba sacando lechuga, pimientos y otras verduras de la nevera.
—¿Me ayudas a hacer una ensalada? Voy a preparar unos filetes al horno—sacó carne de la nevera antes de añadir—¿Para qué iba a querer una pareja mientras estoy estudiando?—le dedicó una mirada de perplejidad antes de colocar en la encimera una tabla de cortar y darle un cuchillo.
—Para tener a alguien que te eche una mano—respondió mientras lavaba las verduras—¿No te hubiera resultado más fácil?—comenzó a cortar las hortalizas de una forma peculiar y casi se rebanó un dedo.
Obviamente cocinar no era una de sus virtudes.
Brittany rio y respondió:
—Mi experiencia me dice que las parejas no son de gran ayuda. Los hombres más que las mujeres, eso sí.
Aunque parecía estar pasándoselo bien, Santana advirtió en su voz que aún estaba dolida.
—¿Tuviste una mala experiencia?
—Sí.
—¿Qué ocurrió?
Colocó los filetes en la parrilla del horno y empujó a Santana para poder abrir la nevera. Sacó una cerveza, le quitó la chapa y se la dio, invitándola a que se sentara junto a la isla de la cocina.
—Ya lo corto yo. Si sigues así, te amputarás un dedo o dos.
Santana frunció el ceño mientras se sentaba y se quedó contemplando a Brittany cortar y trocear las verduras como una auténtica profesional.
—Bueno, entonces, ¿qué ocurrió?
Brittany suspiró antes de decidirse a contar la historia:
—Salí cinco años con Rory. Pensaba que acabaríamos casándonos, pero, por desgracia, un día salí antes del trabajo y al llegar a casa lo pillé en la cama con la persona que yo creía que era mi mejor amiga.
«¿Ese tío está zumbado? ¿Se acostaba con Brittany todas las noches y quería tirarse a otra? Hombres… idiotas».
—Menudo imbécil.
—No estábamos hechos el uno para el otro. Menos mal que al menos no nos habíamos casado.
—Aún estás dolida.
Brittany se encogió de hombros.
—Ocurrió hace mucho tiempo.
—¡Menudo cabrón!—no pudo reprimirse más, le habían entrado ganas de pegar una paliza al gilipollas ese.
—¿Y tú?—le lanzó una mirada mientras echaba los trocitos de pimiento verde en la ensaladera.
—¿Yo?
—¿Tienes novia? Me da apuro estar complicándote la vida, o sea, que el hecho de que yo viva aquí te esté complicando la vida—comentó sin mirarla mientras se ponía a cortar los tomates.
Santana se encogió de hombros.
—Nunca he tenido.
Brittany soltó el cuchillo asombrada y se quedó mirándola boquiabierta.
—¿En serio?
Santana no mencionó a la única mujer que, cuando tenía dieciséis años, le había cambiado la vida para siempre.
Llevaba años sin pronunciar su nombre ni hablar de ella con nadie.
—En serio. No soy muy sociable. La ligona profesional es Quinn. Es la guapa de la familia—respondió secamente antes de pegarle un trago a la cerveza.
Brittany murmuró algo inaudible.
—¿Qué has dicho?—preguntó Santana sin entender por qué se estaba poniendo roja como un tomate.
—He dicho que tú eres más guapa.
A Santana se le resbaló la cerveza de las manos, pero logró cogerla justo antes de que se le cayera en el regazo.
—¿Has visto a Quinn?
Brittany se fue al comedor a llevar la ensaladera y gritó desde el pasillo:
—¡Claro! Tienes fotos de Maribel y de ella por toda la casa.
Se quedó con la boca abierta y esperó a que volviera a echarle un ojo a los filetes para contestar con brusquedad:
—En ese caso sabes que lo que dices no es cierto.
—Para mi gusto sí—insistió con tozudez—Pero que no se te suba a la cabeza.
Santana sonrió.
Brittany era la única persona capaz de hacerle un cumplido y bajarle los humos de inmediato.
Aun así, no se creía que de verdad le pareciera atractiva.
—¿Qué hay de mis cicatrices? Quinn es rubia con los ojos verdes, parece una estrella de Hollywood. A los hombres y más de alguna mujer les encanta.
A las personas les encantaba Quinn … y a Quinn le encantaban las mujeres, claramente, pero no se quejaba que los hombres la desearan.
¡Todos!
Seducía a mujeres de todas las edades.
Lo malo es que esa adoración se esfumaba poco después de que empezaran a salir.
—Supongo que me gustan más las mujeres morenas, un poco bajitas y gruñonas—le dijo como si nada mientras sacaba los filetes del horno.
Santana se puso una manopla y esbozó una sonrisa cada vez mayor mientras le quitaba la bandeja a Brittany y servía los filetes en sendos platos.
La miró con los ojos entrecerrados tratando de averiguar si le estaba tirando los tejos.
No tenía ni la menor idea.
Quizá solo estaba siendo simpática.
Al fin y al cabo, ni siquiera conocía a Quinn y estaba viviendo en su casa. En cualquier caso, el comentario de la rubia le hizo sentirse arropada, especial.
Nadie que la hubiera comparado con Quinn la había considerado guapa, excepto quizá su mamá.
Las personas que se acostaban con ella lo hacían por motivos económicos; se trataba de un acuerdo mutuo que le había convenido… ¡hasta ahora!
Con Brittany era otra historia.
Su instinto le advertía de que llegar con ella a un trato similar la mataría por dentro.
Cuando se sentaron a la mesa del comedor, Santana se acordó de que tenía que darle una cosa.
—Tengo algo para ti.
Casi suelta una carcajada al ver la reacción de la ojiazul, que frunció el ceño, negó con la cabeza y respondió:
—Santana, no voy a aceptar nada más. Ya has hecho bastante por mí. Demasiado.
Aunque a no le parecía que hubiera hecho bastante, se limitó a replicar:
—Esto sí lo aceptarás.
—Que no.
Madre mía, ¡se moría de la risa cuando se ponía tan cabezota!
Echó la silla hacia atrás y se metió la mano en el bolsillo delantero de los vaqueros. Extendió la mano pero, como Brittany seguía negando con la cabeza con obstinación, dejó el objeto sobre la mesa.
—Dios mío…—susurró Brittany con una voz llena de asombro y deleite. Cogió el anillo con dedos temblorosos y se lo puso despacio—¡El anillo de mi mamá! Pensé que no volvería a verlo. ¿Dónde lo has encontrado?
—En una casa de empeños—respondió satisfecha de haber hecho que sus empleados rastrearan la zona hasta encontrarlo—Sabía que era la única cosa que te había entristecido perder.
—No tiene mucho valor, pero para mí significa mucho. Es lo único que tengo de mi mamá—estaba tan emocionada que se le quebró la voz.
Santana no le confesaría jamás que su compañera de piso tan solo había sacado un par de dólares a cambio de la sortija que ahora llevaba en el dedo.
Era un anillo en forma de mariposa con una diminuta amatista en el centro.
Tenía muy poco valor, pero Santana sabía que a Brittany le dolía haberlo perdido.
—Me alegra que lo hayamos encontrado.
Santana ni la vio venir.
Brittany se levantó de la silla de un brinco, posó su apetecible trasero en su regazo y le rodeó el cuello con los brazos. La sujetó por la cintura para que no se cayera mientras ella la cubría de besos: en la cara, en el pelo…, en lo que se le pusiera por delante.
Santana sentía la emoción que irradiaba su cuerpo, la dicha que emanaba de cada poro de su piel.
—Gracias, San. ¡Eres la mujer más maravillosa del mundo!
¡Santo Dios!
Le encantaba que estuviera tan emocionada, le extasiaba haberle hecho tan feliz y más aun que le dijera “San”, pero como no dejara de rozar su irresistible trasero contra su regazo y sus senos contra los suyos, se acabaría corriendo con los pantalones puestos.
Al oler su aroma le entraban ganas de devorarla.
Hasta el último centímetro.
—Creo que me merezco un beso de verdad. Te dije que esto sí lo aceptarías—susurró con una voz sensual.
Brittany la peinó con los dedos y la tiró del pelo obligándola a inclinar la cabeza hasta que sus miradas se cruzaron.
El corazón de Santana se quedó parado un instante al ver la pasión y el anhelo que transmitía la refulgente mirada de Brittany.
A medida que acercaba su boca a la de la morena Brittany fue cerrando los párpados despacio.
Santana también cerró los ojos antes de posarle una mano en la nuca.
Suspiró al acariciar la suavidad sedosa de su oscura melena. Brittany sabía a feminidad, sabía a exigencia, y Santana respondió con un deseo irrefrenable que la arrastró hasta el límite.
La rubia jugueteaba con su lengua y le daba mordisquitos en los labios, que la hacían desearla aún más, necesitarla más.
Empujó la cabeza para comerle la boca, quería sumergirse en ella y explorar cada centímetro de esa dulce caverna. Deslizó la mano de la cadera al trasero para rozarse con cada milímetro de su cuerpo y, mientras sus lenguas se cataban y se batían en duelo, jadeó dentro de la boca de Brittany.
Se mostraba tan fogosa, tan eufórica que Santana se olvidó del mundo por un momento y se perdió en aquel cuerpo femenino sin preocuparse por encontrar el camino de regreso.
«Brittany, Brittany…».
El eco de su nombre le golpeaba el cráneo mientras se empeñaba en devorarla, en hacerla suya.
Cegada por un deseo salvaje de poseerla, metía y sacaba la lengua de su boca y la deslizaba sensualmente por la lengua de la ojiazul.
Brittany se retiró jadeando, enterró el rostro en el cuello de Santana y empezó a lamerlo y a mordisquearlo.
La morena sentía su cálido aliento en el oído.
—Brittany, no soy una santa.
¡Joder, no podría seguir así mucho tiempo!
Tenía el cuerpo hirviendo y todos sus instintos le gritaban que se lanzara a por la rubia.
—Te deseo, Santana. Desesperadamente.
La morena gimió al oír aquella voz entrecortada y sensual.
Le estaba pidiendo que se la follara y se moría por tenerla.
Pero aun así…
—No lo hagas para demostrar tu gratitud—gruñó.
Brittany se apartó para mirarla a los ojos con una expresión que reflejaba el ardiente deseo que sentía.
—Jamás haría eso por gratitud. Estoy harta de tratar de frenar la atracción que hay entre nosotras. Quiero mi noche. La noche que me ofreciste.
Una noche.
El corazón de Santana comenzó a latir con gran estruendo.
—¿Sumisión absoluta?
—No estoy segura de lo que significa…, pero sí…, sumisión absoluta. Sé que jamás me harías daño.
Santana estuvo tentado de ponerse de rodillas ante aquella muestra de confianza.
Brittany no sabía a lo que se enfrentaba, pero la deseaba lo suficiente como para aceptar sus condiciones.
Se acercó a la oreja de Brittany para susurrarle con sensualidad:
—Significa que necesito tener el control. Quiero atarte a mi cama, vendarte los ojos y follarte hasta que nos quedemos sin aliento.
Brittany se estremeció, pero aun así respondió con dulzura:
—Entonces, hazlo. Llévame a la cama.
No podía creer que Brittany estuviera entre sus brazos y que se mostrara decidida a cumplir su deseo.
Se levantó y la llevó a su dormitorio con la esperanza de no despertar del mejor sueño húmedo que había tenido jamás.
Se le iba la cabeza adonde no se le debería ir y había tenido que hacer horas extras varios días simplemente porque no podía dejar de pensar en que Brittany estaba aquí, en su casa, arrastrándolo hacia la locura.
«Si no me la tiro pronto, me voy a volver loca».
Se alegró de que Brittany fuera por delante, ya que así podría ver su linda retaguardia y se quedó contemplando el balanceo de sus caderas bajo los vaqueros que le marcaban el trasero.
Su cuerpo emanaba un fresco aroma seductor y, loca por esa fragancia, la inhaló como haría una persona privada de oxígeno.
Percibía su olor en todos los sitios, hasta en el dormitorio.
Tenía la sensación de que el aroma de Brittany se aferraba a cada centímetro de su casa para recordarle su presencia.
¡Como si pudiera olvidarla!
¿Qué tendría esta mujer que le fascinaba tanto?
Era evidente que la rubia no se había propuesto resultarle irresistible: apenas se maquillaba y, por ahora, solo la había visto en vaqueros —excepto aquella noche que casi se le para el corazón cuando Brittany apareció con una minifalda y un jersey ajustado—, pero lo tenía completamente cautivada.
—¿Cómo es que no tienes pareja?—le preguntó con curiosidad—¿No hubiera sido más fácil hacer la carrera teniendo una en tu vida?
Habían llegado a la cocina y Brittany estaba sacando lechuga, pimientos y otras verduras de la nevera.
—¿Me ayudas a hacer una ensalada? Voy a preparar unos filetes al horno—sacó carne de la nevera antes de añadir—¿Para qué iba a querer una pareja mientras estoy estudiando?—le dedicó una mirada de perplejidad antes de colocar en la encimera una tabla de cortar y darle un cuchillo.
—Para tener a alguien que te eche una mano—respondió mientras lavaba las verduras—¿No te hubiera resultado más fácil?—comenzó a cortar las hortalizas de una forma peculiar y casi se rebanó un dedo.
Obviamente cocinar no era una de sus virtudes.
Brittany rio y respondió:
—Mi experiencia me dice que las parejas no son de gran ayuda. Los hombres más que las mujeres, eso sí.
Aunque parecía estar pasándoselo bien, Santana advirtió en su voz que aún estaba dolida.
—¿Tuviste una mala experiencia?
—Sí.
—¿Qué ocurrió?
Colocó los filetes en la parrilla del horno y empujó a Santana para poder abrir la nevera. Sacó una cerveza, le quitó la chapa y se la dio, invitándola a que se sentara junto a la isla de la cocina.
—Ya lo corto yo. Si sigues así, te amputarás un dedo o dos.
Santana frunció el ceño mientras se sentaba y se quedó contemplando a Brittany cortar y trocear las verduras como una auténtica profesional.
—Bueno, entonces, ¿qué ocurrió?
Brittany suspiró antes de decidirse a contar la historia:
—Salí cinco años con Rory. Pensaba que acabaríamos casándonos, pero, por desgracia, un día salí antes del trabajo y al llegar a casa lo pillé en la cama con la persona que yo creía que era mi mejor amiga.
«¿Ese tío está zumbado? ¿Se acostaba con Brittany todas las noches y quería tirarse a otra? Hombres… idiotas».
—Menudo imbécil.
—No estábamos hechos el uno para el otro. Menos mal que al menos no nos habíamos casado.
—Aún estás dolida.
Brittany se encogió de hombros.
—Ocurrió hace mucho tiempo.
—¡Menudo cabrón!—no pudo reprimirse más, le habían entrado ganas de pegar una paliza al gilipollas ese.
—¿Y tú?—le lanzó una mirada mientras echaba los trocitos de pimiento verde en la ensaladera.
—¿Yo?
—¿Tienes novia? Me da apuro estar complicándote la vida, o sea, que el hecho de que yo viva aquí te esté complicando la vida—comentó sin mirarla mientras se ponía a cortar los tomates.
Santana se encogió de hombros.
—Nunca he tenido.
Brittany soltó el cuchillo asombrada y se quedó mirándola boquiabierta.
—¿En serio?
Santana no mencionó a la única mujer que, cuando tenía dieciséis años, le había cambiado la vida para siempre.
Llevaba años sin pronunciar su nombre ni hablar de ella con nadie.
—En serio. No soy muy sociable. La ligona profesional es Quinn. Es la guapa de la familia—respondió secamente antes de pegarle un trago a la cerveza.
Brittany murmuró algo inaudible.
—¿Qué has dicho?—preguntó Santana sin entender por qué se estaba poniendo roja como un tomate.
—He dicho que tú eres más guapa.
A Santana se le resbaló la cerveza de las manos, pero logró cogerla justo antes de que se le cayera en el regazo.
—¿Has visto a Quinn?
Brittany se fue al comedor a llevar la ensaladera y gritó desde el pasillo:
—¡Claro! Tienes fotos de Maribel y de ella por toda la casa.
Se quedó con la boca abierta y esperó a que volviera a echarle un ojo a los filetes para contestar con brusquedad:
—En ese caso sabes que lo que dices no es cierto.
—Para mi gusto sí—insistió con tozudez—Pero que no se te suba a la cabeza.
Santana sonrió.
Brittany era la única persona capaz de hacerle un cumplido y bajarle los humos de inmediato.
Aun así, no se creía que de verdad le pareciera atractiva.
—¿Qué hay de mis cicatrices? Quinn es rubia con los ojos verdes, parece una estrella de Hollywood. A los hombres y más de alguna mujer les encanta.
A las personas les encantaba Quinn … y a Quinn le encantaban las mujeres, claramente, pero no se quejaba que los hombres la desearan.
¡Todos!
Seducía a mujeres de todas las edades.
Lo malo es que esa adoración se esfumaba poco después de que empezaran a salir.
—Supongo que me gustan más las mujeres morenas, un poco bajitas y gruñonas—le dijo como si nada mientras sacaba los filetes del horno.
Santana se puso una manopla y esbozó una sonrisa cada vez mayor mientras le quitaba la bandeja a Brittany y servía los filetes en sendos platos.
La miró con los ojos entrecerrados tratando de averiguar si le estaba tirando los tejos.
No tenía ni la menor idea.
Quizá solo estaba siendo simpática.
Al fin y al cabo, ni siquiera conocía a Quinn y estaba viviendo en su casa. En cualquier caso, el comentario de la rubia le hizo sentirse arropada, especial.
Nadie que la hubiera comparado con Quinn la había considerado guapa, excepto quizá su mamá.
Las personas que se acostaban con ella lo hacían por motivos económicos; se trataba de un acuerdo mutuo que le había convenido… ¡hasta ahora!
Con Brittany era otra historia.
Su instinto le advertía de que llegar con ella a un trato similar la mataría por dentro.
Cuando se sentaron a la mesa del comedor, Santana se acordó de que tenía que darle una cosa.
—Tengo algo para ti.
Casi suelta una carcajada al ver la reacción de la ojiazul, que frunció el ceño, negó con la cabeza y respondió:
—Santana, no voy a aceptar nada más. Ya has hecho bastante por mí. Demasiado.
Aunque a no le parecía que hubiera hecho bastante, se limitó a replicar:
—Esto sí lo aceptarás.
—Que no.
Madre mía, ¡se moría de la risa cuando se ponía tan cabezota!
Echó la silla hacia atrás y se metió la mano en el bolsillo delantero de los vaqueros. Extendió la mano pero, como Brittany seguía negando con la cabeza con obstinación, dejó el objeto sobre la mesa.
—Dios mío…—susurró Brittany con una voz llena de asombro y deleite. Cogió el anillo con dedos temblorosos y se lo puso despacio—¡El anillo de mi mamá! Pensé que no volvería a verlo. ¿Dónde lo has encontrado?
—En una casa de empeños—respondió satisfecha de haber hecho que sus empleados rastrearan la zona hasta encontrarlo—Sabía que era la única cosa que te había entristecido perder.
—No tiene mucho valor, pero para mí significa mucho. Es lo único que tengo de mi mamá—estaba tan emocionada que se le quebró la voz.
Santana no le confesaría jamás que su compañera de piso tan solo había sacado un par de dólares a cambio de la sortija que ahora llevaba en el dedo.
Era un anillo en forma de mariposa con una diminuta amatista en el centro.
Tenía muy poco valor, pero Santana sabía que a Brittany le dolía haberlo perdido.
—Me alegra que lo hayamos encontrado.
Santana ni la vio venir.
Brittany se levantó de la silla de un brinco, posó su apetecible trasero en su regazo y le rodeó el cuello con los brazos. La sujetó por la cintura para que no se cayera mientras ella la cubría de besos: en la cara, en el pelo…, en lo que se le pusiera por delante.
Santana sentía la emoción que irradiaba su cuerpo, la dicha que emanaba de cada poro de su piel.
—Gracias, San. ¡Eres la mujer más maravillosa del mundo!
¡Santo Dios!
Le encantaba que estuviera tan emocionada, le extasiaba haberle hecho tan feliz y más aun que le dijera “San”, pero como no dejara de rozar su irresistible trasero contra su regazo y sus senos contra los suyos, se acabaría corriendo con los pantalones puestos.
Al oler su aroma le entraban ganas de devorarla.
Hasta el último centímetro.
—Creo que me merezco un beso de verdad. Te dije que esto sí lo aceptarías—susurró con una voz sensual.
Brittany la peinó con los dedos y la tiró del pelo obligándola a inclinar la cabeza hasta que sus miradas se cruzaron.
El corazón de Santana se quedó parado un instante al ver la pasión y el anhelo que transmitía la refulgente mirada de Brittany.
A medida que acercaba su boca a la de la morena Brittany fue cerrando los párpados despacio.
Santana también cerró los ojos antes de posarle una mano en la nuca.
Suspiró al acariciar la suavidad sedosa de su oscura melena. Brittany sabía a feminidad, sabía a exigencia, y Santana respondió con un deseo irrefrenable que la arrastró hasta el límite.
La rubia jugueteaba con su lengua y le daba mordisquitos en los labios, que la hacían desearla aún más, necesitarla más.
Empujó la cabeza para comerle la boca, quería sumergirse en ella y explorar cada centímetro de esa dulce caverna. Deslizó la mano de la cadera al trasero para rozarse con cada milímetro de su cuerpo y, mientras sus lenguas se cataban y se batían en duelo, jadeó dentro de la boca de Brittany.
Se mostraba tan fogosa, tan eufórica que Santana se olvidó del mundo por un momento y se perdió en aquel cuerpo femenino sin preocuparse por encontrar el camino de regreso.
«Brittany, Brittany…».
El eco de su nombre le golpeaba el cráneo mientras se empeñaba en devorarla, en hacerla suya.
Cegada por un deseo salvaje de poseerla, metía y sacaba la lengua de su boca y la deslizaba sensualmente por la lengua de la ojiazul.
Brittany se retiró jadeando, enterró el rostro en el cuello de Santana y empezó a lamerlo y a mordisquearlo.
La morena sentía su cálido aliento en el oído.
—Brittany, no soy una santa.
¡Joder, no podría seguir así mucho tiempo!
Tenía el cuerpo hirviendo y todos sus instintos le gritaban que se lanzara a por la rubia.
—Te deseo, Santana. Desesperadamente.
La morena gimió al oír aquella voz entrecortada y sensual.
Le estaba pidiendo que se la follara y se moría por tenerla.
Pero aun así…
—No lo hagas para demostrar tu gratitud—gruñó.
Brittany se apartó para mirarla a los ojos con una expresión que reflejaba el ardiente deseo que sentía.
—Jamás haría eso por gratitud. Estoy harta de tratar de frenar la atracción que hay entre nosotras. Quiero mi noche. La noche que me ofreciste.
Una noche.
El corazón de Santana comenzó a latir con gran estruendo.
—¿Sumisión absoluta?
—No estoy segura de lo que significa…, pero sí…, sumisión absoluta. Sé que jamás me harías daño.
Santana estuvo tentado de ponerse de rodillas ante aquella muestra de confianza.
Brittany no sabía a lo que se enfrentaba, pero la deseaba lo suficiente como para aceptar sus condiciones.
Se acercó a la oreja de Brittany para susurrarle con sensualidad:
—Significa que necesito tener el control. Quiero atarte a mi cama, vendarte los ojos y follarte hasta que nos quedemos sin aliento.
Brittany se estremeció, pero aun así respondió con dulzura:
—Entonces, hazlo. Llévame a la cama.
No podía creer que Brittany estuviera entre sus brazos y que se mostrara decidida a cumplir su deseo.
Se levantó y la llevó a su dormitorio con la esperanza de no despertar del mejor sueño húmedo que había tenido jamás.
*******************************************************************************************************************************
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
hola morra,...
los pequeños detalles de san va a conquistar a britt muchos mas rápido!!!!
me gusta todo lo que hace,...
sumisión completa,..mmmmmm a donde se mete britt jajaja
nos vemos!!!
los pequeños detalles de san va a conquistar a britt muchos mas rápido!!!!
me gusta todo lo que hace,...
sumisión completa,..mmmmmm a donde se mete britt jajaja
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
Por fin!!! Jajajajaja
Bonito detalle el de San recuperar la sortija de su madre....
Y pues llego la tan ansiosa noche ..... Haber como le va a Britt con la sumisión absoluta jaja
Bonito detalle el de San recuperar la sortija de su madre....
Y pues llego la tan ansiosa noche ..... Haber como le va a Britt con la sumisión absoluta jaja
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
De esa sumision absoluta a enamorarse hay un solo paso sino preguntenle a ANASTASIA STYLE!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
3:) escribió:hola morra,...
los pequeños detalles de san va a conquistar a britt muchos mas rápido!!!!
me gusta todo lo que hace,...
sumisión completa,..mmmmmm a donde se mete britt jajaja
nos vemos!!!
Hola lu, jajajaj creo lo mismo la vrdd jajajjajaja es tan tierna, pero ella se cree ruda! ajjajaajaj. Y a mi tmbn! jajajajaja xD UUyyyy q cosas aajajajjajaja... jajajaja nadie lo sabe xD jajaja. Saludos =D
JVM escribió:Por fin!!! Jajajajaja
Bonito detalle el de San recuperar la sortija de su madre....
Y pues llego la tan ansiosa noche ..... Haber como le va a Britt con la sumisión absoluta jaja
Hola, sii ajajajajaja xD Aiii si es un amorr, pero se hace la malote xD jajajajaajaj. Si q si xD Mmmm interesante pregunta la vrdd jajaja. Saludos =D
micky morales escribió:De esa sumision absoluta a enamorarse hay un solo paso sino preguntenle a ANASTASIA STYLE!!!!!
Hola, jajajajajajajajajajajajajajajj xd ajjajajajajajajajaaj morí xD ajajajajajjajaja, pero q buen ejemplo ajajajjaja. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Mía I (Adaptada) Cap 7 - Último
Capitulo 7 - Último
Brittany siguió temblando mientras Santana la tomaba en sus brazos, y la mecía contra su cuerpo.
¿Acababa de decirle que la llevara a la cama y le hiciera lo que quisiera?
Sí, se lo había dicho y la idea la hacía estremecerse.
Le había dicho la verdad.
Estaba harta de intentar frenar la atracción que sentía por la morena; una atracción mucho más intensa que la química. Teniendo en cuenta que nunca se había sentido así por una persona, la lucha era en vano y el resultado, inevitable.
Ardía en deseos de que la tomara.
La morena y nadie más que ella.
Se había buscado la vida y tenía dos dedos de frente, así que lo normal habría sido que hubiera sabido resistirse a la tentación, pero a Brittany nunca le había atraído una persona como Santana López.
Para ella era un enigma, un misterio por resolver.
Brusca, abrupta, seria, astuta…, pero también considerada, atenta y, de vez en cuando, vulnerable; cada vez que dejaba entrever esa cualidad a Brittany le entraban ganas de abrazarla fuerte para consolar su alma atormentada.
Estaba convencida de que a Santana López le habían hecho daño en algún momento de su vida.
¡Y mucho!
¿Cómo podía resistir el anhelo que sentía por la morena?
Necesitaba pasar una noche con ella, experimentar un deseo auténtico.
Sabía que, si no aprovechaba esta oportunidad, se arrepentiría el resto de su vida. Aunque solo fuera un presentimiento, las duras circunstancias en las que se había criado de niña le habían enseñado a hacer caso a su intuición.
Y esta noche su intuición no había parado de implorarle a gritos que aceptara la propuesta de Santana, de repetirle que aprovechara la oportunidad de experimentar una pasión y un deseo muy superiores a los que había sentido hasta ese momento y que era probable que nunca volviera a sentir.
Sus pies rozaron la suave alfombra del dormitorio de Santana cuando esta fue a dejarla en el suelo y sus cuerpos se deslizaron uno contra el otro hasta que logró apoyarse en ambos pies.
Mientras movía la cabeza para besarla, Santana tenía un gesto apremiante y los ojos rebosaban de sed y deseo.
Una necesidad acuciante la abrasó por dentro y estrechó los brazos alrededor de su cuello.
La pelinegra le saqueó la boca, le soltó el pelo, enterró los dedos entre su melena y la atrajo. Bajó una mano para agarrarla del trasero y frotarla contra
su sexo.
Gimió dentro de su boca deseando que la tomara.
Estaba húmeda, lista para que la poseyera.
Brittany necesitaba mayor contacto, se moría por tocar su piel desnuda, así que la cogió de la camisa para quitársela.
—No—ladró apartando la boca de la suya y sujetándola de la muñeca.
—Necesito tocarte—jadeó perpleja ante su radical cambio de actitud.
—Tienes que desnudarte. Tenemos que hacerlo a mi manera—le susurró—Te dije lo que quería y lo dije en serio.
Aunque utilizó un tono exigente Brittany detectó una pizca de vulnerabilidad.
En aquel momento deseaba que la poseyera más que nada en el mundo, así que se apartó y se quitó la camiseta. Se desabrochó los vaqueros de diseño y se bajó la cremallera mirándolo a los ojos, sin mostrar timidez o duda alguna.
Fue contoneando las caderas para bajarse los pantalones ajustados y, cuando los tenía por los tobillos, los lanzó al suelo de un puntapié.
Se quedó de pie sin dejar de mirarla a los ojos, cubierta solo con un sujetador negro de seda y un diminuto tanga a juego.
—¡Madre mía! Eres la mujer más hermosa que he visto en la vida—exclamó con veneración mientras le acariciaba la mejilla.
Entonces deslizó un dedo despacio por su rostro y siguió bajando por el cuello hasta llegar al pecho, que parecía estar a punto de desbordarse en aquel ínfimo sujetador.
—Qué va. Es la lencería, que es muy cara—respondió con apenas un hilillo de voz, ya que Santana le estaba acariciando los pechos con las yemas de los dedos y aquel roce la hacía estremecerse de deseo.
—No, eres tú—insistió mientras alcanzaba con los dedos el cierre del sujetador, que estaba en la parte delantera y se abrió sin oponer resistencia.
Sus pechos se derramaron sobre las manos que los atendían.
—Eres perfecta.
Brittany contoneó los hombros y la prenda cayó al suelo sin hacer ruido. Gimió mientras sus manos le recorrían el cuerpo entero, le amasaban la carne tierna de los senos y jugaban con sus pezones sensibles, como un hierro candente que dejara su marca allá donde tocara.
—Me encantan esas braguitas, pero te las vas a tener que quitar—comentó con voz grave, apenas un suspiro, mientras le mordisqueaba el lóbulo de la oreja.
Se las quitó en cuestión de segundos; así de intenso era el deseo de sentirla con tanto ardor suplicaban sus entrañas. Pero, mientras permanecía de pie delante de Santana, desnuda, en su interior el anhelo entró en guerra con la aprensión.
—Santana, hace mucho tiempo que no estoy con nadie.
—¿Cuánto tiempo?—bramó mientras la agarraba del culo en su afán por poseerla.
—Cinco años. Y en aquella época ni siquiera se me daba demasiado bien. Solo he estado con Rory y no supe satisfacerle—respondió en voz baja, esforzándose por que las inseguridades del pasado no la atormentaran.
—¿Eso te dijo el muy gilipollas?
—Sí. Dijo que por eso necesitaba estar con otra—se le quebró la voz humillada, ya que creía a pies juntillas lo que Rory le había dicho.
Aunque para ella él hubiera sido el primero y el único, sabía que en aquella relación faltaba algo importante.
—Es un imbécil integral, Brittany. Los deseos de cualquier persona quedarían más que satisfechas con una mujer como tú. Eres el sueño de toda persona. Eres justo lo que necesito. El que tiene el problema es él, no tú—bufó cogiéndole la cabeza con las manos para apartarla y poder mirarla a los ojos.
—Quiero que ocurra. De verdad. Te deseo. Pero estoy un poco nerviosa—admitió mientras su cuerpo palpitaba excitado—No quiero decepcionarte.
—Escúchame bien—gruñó mientras sus manos se cerraban formando dos puños bajo la melena de ella—Tú jamás me decepcionarías. En la vida. Te deseo con tanto fervor que voy a perder la cabeza. Yo me ocupo de ti. Yo tengo el control. Yo tomo las decisiones. Tú lo único que tienes que hacer es correrte durante todo el tiempo que te plazca y gritando tan alto como te venga en gana. El mero hecho de que estés aquí y de que me desees ya me deleita. Si logro que te corras, estaré eufórica.
Suspiró aliviada y su cuerpo se relajó.
Santana se encargaría de que todo saliera bien.
Sabía que podía confiar en la morena.
—Entonces haz que me corra. Llévame a la cama.
Santana la cogió en brazos y la colocó en el centro de la cama tras quitar con brusquedad la colcha y dejarla hecha un gurruño a los pies. Brittany se deslizó hacia la parte superior y sintió la suavidad de la sábana de seda negra acariciándole el trasero.
Santana se sentó en el borde, abrió el cajón de la mesilla y sacó cuatro esposas forradas ensambladas con una cadena y un largo lazo de seda negra.
—Sumisión absoluta—susurró Brittany mientras apoyaba la cabeza en los almohadones de seda.
—Sí—asintió Santana en voz baja mientras le recorría el cuerpo con una mirada hambrienta y la cogía del brazo para ponerle las esposas.
No tenía la menor duda de que Santana había repetido esta operación muchas veces: en menos de un minuto la tenía atada a la cama y abierta de piernas.
Contempló con curiosidad cada uno de los movimientos de Santana, que recorría su cuerpo con ojos voraces.
Le sorprendió su propia forma de reaccionar: cuanto más indefensa se encontraba, cuantas más partes de su cuerpo quedaban esposadas a la cama, más excitada se sentía.
Estar atada de pies y manos para que la morena la tomara a su antojo le ofrecía una libertad que nunca había experimentado.
No tenía que tomar decisiones ni preocuparse por si sentía placer o no.
El amo era la morena y lo único que tenía que hacer ella era esperar a ser complacida.
Estar atada a su cama le resultaba tan erótico que trató de balancear las caderas, pero las esposas se lo impidieron. No se hizo daño, pero se dio cuenta de que apenas podía moverse y exhaló un gemido sensual.
—¿Vas a amordazarme?—preguntó con curiosidad, pero sin temor.
—¡Ni hablar! Mientras te corres para mí, quiero oír todos y cada uno de tus gemidos, quiero oír hasta el más imperceptible ruido que salga de tu boca.
Al escuchar un mensaje tan tórrido, el calor que ya devoraba todo su cuerpo aumentó hasta temperaturas insoportables.
Cerró los ojos.
Necesitaba tanto que satisficiera su deseo que volvió a gimotear.
Al abrir de nuevo los ojos, vio su mirada fiera y voraz. Entonces una tela de seda negra le tapó los ojos, anulando su capacidad de ver y condenándola a la oscuridad más absoluta.
Por un momento fue presa del pánico, pero se tranquilizó al sentir el aliento cálido de Santana en el oído y su lengua lamiéndole la oreja mientras le susurraba:
—No poder ver intensificará tus sensaciones, Britt. Cada roce de mi lengua será más intenso, más penetrante. Todo será más excitante.
—Ya estoy bastante excitada, Santana. Por el amor de Dios, tócame de una vez o moriré de deseo—gimoteó mientras esperaba su tacto en la oscuridad.
Oyó que se le escapaba una risa ahogada mientras se bajaba de la cama. Al instante percibió el ruido que hacía la ropa al caer al suelo. Después sintió que el colchón se hundía y dedujo que había vuelto a subir a la cama.
—Estás tan sumamente atractiva que me cuesta decidir por dónde empezar. Hace tanto que fantaseo con esta situación que no acabo de creer que realmente estés aquí conmigo, en mi cama—confesó con una voz ronca y áspera.
Brittany se disponía a abrir la boca para decirle que empezara por donde fuera, pero que, por favor, empezara de una vez, cuando le cubrieron los labios.
Fue un beso voraz cargado de deseo.
Suspiró al sentir que el cuerpo desnudo de Santana la abrazaba, al notar su ardiente piel contra la suya. Su lengua y su boca la exploraban incesantes, reclamándola una y otra vez, mientras una mano recorría su cuerpo entero: jugaba con sus pezones, se deslizaba por la cadera y se colaba entre sus piernas atadas, entre sus húmedos pliegues.
Arrancó la boca de la de Santana y comenzó a jadear mientras sus tenaces dedos se deslizaban por su suave piel y le frotaban el clítoris, que estaba hinchado y con la sensibilidad a flor de piel.
—Te lo suplico, San. ¡Por favor!
La necesitaba.
Su cuerpo entero ardía de pasión y se retorcía lo poco que las esposas le permitían, tratando de aumentar el contacto a la desesperada.
Santana acercó los labios a sus senos, acarició con la lengua un pezón y lo mordió con delicadeza. Después hizo lo mismo con el otro. Le metió un dedo y después otro. Fue estirando y abriendo su cavidad, haciendo que deseara.
—Madre mía, Britt. Estás tan húmeda, lo tienes tan estrecho…
Brittany percibió aquel murmullo cálido sobre su pezón mientras sentía su cuerpo en tensión sobre el de ella. Como estaba atada y no podía ver, lo único que podía hacer era sentir. Santana tocaba su cuerpo como si fuera un instrumento musical, elevando sus sentidos a un nivel… que no sabía si podría soportar.
—Te necesito. Te lo suplico.
—Enseguida, preciosa —canturreó.
Deslizó su traviesa lengua por el vientre de ella y se detuvo brevemente en el ombligo, antes de mojar los labios de su sexo. Brittany gritó y se estremeció ante un deseo tan voraz, tan intenso. Posó los dedos en el monte de Venus rasurado mientras su portentosa lengua se colaba entre sus resbaladizos pliegues y la penetraba cada vez más profundo.
Entonces Brittany empezó a emitir sonidos incomprensibles, breves gimoteos.
Arqueó la espalda revolviéndose contra las ataduras, mientras la obstinada boca de Santana trazaba círculos sobre su sexo desesperado. Por fin, se dirigió al clítoris y lo cogió con cuidado entre los dientes. Un anhelo abrasador golpeó como un relámpago el cuerpo de Brittany, que continuó en llamas mientras Santana se colocaba para que su insaciable lengua alcanzara con comodidad el trocito de carne desnudo y lo latigueara a sus anchas.
—Dios mío—la voz sensual de Brittany le imploraba que la llevara hasta el clímax.
Un hormigueo recorría cada una de sus terminaciones nerviosas y su sexo se contraía desesperado a medida que el deseo seguía aumentando hasta alcanzar niveles insoportables.
Metió las manos bajo su cuerpo y la empujó del trasero para devorarle hasta
el último recoveco de su sexo. Brittany sintió que el clítoris le latía cada vez con mayor intensidad hasta que el clímax le arrasó el cuerpo entero y le provocó espasmos y temblores hasta en el último centímetro de su piel.
Una y otra vez.
—¡Sí! ¡Oh, sí!—dejó caer la cabeza hacia atrás y gimió con desenfreno mientras su cuerpo entero ardía en llamas.
Santana lamía los jugos que segregaba Brittany gozando y gimiendo con cada gota.
Se estremeció al sentir que la exquisita piel de Santana, desnuda y ardiente, se rozaba contra la suya y se deslizaba sobre su cuerpo hasta llegar a su boca.
Cuando la besó, Brittany saboreó su propia esencia y gimió.
Madre de Dios, jamás había tenido un orgasmo tan intenso, tan penetrante.
Le devolvió el beso de la forma más apasionada que supo, tratando de mostrarle lo que significaba para ella lo que acababa de ocurrir, lo que acababa de experimentar.
—Ha sido increíble—jadeó Brittany tras alejar la boca de la de la morena.
Se retorció de placer al sentir el sexo de la morena empapado contra el muslo.
Estaba más que preparada para la unión y roce de sus sexos. Arqueó el cuerpo como un animal salvaje rogándole que se lanzara a por ella sin miramientos.
—Sabes a vino de gran reserva, Britt. Podía haberme quedado ahí el día entero—musitó con un anhelo desenfrenado—Eres tan atractiva. Tan tan atractiva.
—Y tú también, pero fóllame de una vez, por favor—gimió mientras su cuerpo se retorcía de deseo.
—Dime que me deseas, que me necesitas—exigió con un tono árido y seco.
Brittany notaba su sexo contra su entrepierna.
—Ay, mierda—gimió afligida—Quiero que sepas que estoy limpia. Me someto a pruebas todos los meses.
Brittany levantó las caderas. Necesitaba tanto la unión que estaba a punto de ponerse a gritar como una loca.
—No hay problema, confió en ti. Estoy limpia también. Te deseo tanto. Te tengo tantas ganas…—le rogó ahogando un gemido antes de perder completamente el control.
Bastó con que Santana empujara las caderas para unir sus húmedos sexos. Sus carnes húmedas y resbaladizas, estaban listas.
—Madre mía, cariño, esto es lo mejor—Santana apenas podía hablar, parecía casi que le doliera—Estás buenísima. Eres perfecta. Esto es perfecto.
—Sí—jadeó totalmente plena de la morena.
Santana la consumía, la tenía completamente dominada.
Se movió un momento y con dos dedos le froto el punto G. A medida que aumentaba el ritmo la embestía con las caderas y la elevaba cada vez más alto. Le metió la otra una mano bajo el trasero para acercarla aún más y sus pieles aplaudieron la una contra la otra ante aquel encuentro agresivo y placentero.
A oscuras Brittany se impregnaba de cada sensación, de cada movimiento.
El placer que Santana repartía por todo su cuerpo era tan intenso que se agarró a las cadenas de las esposas y clavó los dedos en el metal mientras gritaba su nombre.
La martilleaba con todo su cuerpo y ella saboreaba cada arremetida, cada embestida de sus caderas.
Los cuerpos de ambas estaban chorreando de sudor y se deslizaban uno sobre el otro como si se lanzaran por un tobogán de erotismo.
Cada vez que Santana se movía los pezones le raspaba sus pezones y aquel
roce la estaba poniendo tan cachonda que se puso a gemir y a zarandear la cabeza hacia los lados preguntándose si soportaría esa sobrecarga de sensaciones.
—Córrete para mí, Britt. Córrete. Quiero verte gozar—le susurró con una voz
seductora y convincente.
Se movía cada vez más rápido.
Cuando Santana volvió a mover la mano intrépida entre sus cuerpos para frotarle el clítoris, Brittany explotó. Mientras su cuerpo entero palpitaba, vio colores brillantes y destellos en la oscuridad.
Al alcanzar el éxtasis los espasmos alcanzaron su cavidad y las contracciones al igual que Santana.
—¡Joder, Britt!—exclamó Santana—Estás empapada. Me pones a mil—la besó de nuevo mientras se movía por última vez.
Las dos tardaron en regresar al mundo real.
Santana se retiró y se dejó caer al lado de ella. Apoyó la cabeza en su hombro y rodeó su cuerpo con un brazo posesivo.
La rubia la buscó con los labios y le besó la coronilla mientras trataba de recuperar el aliento.
Tenía el corazón a cien por hora y le daba rabia no poder ver a Santana en ese momento.
Seguro que tenía el pelo alborotado y que aún salían llamas de sus ojos apasionados.
Sus sensaciones eran tan intensas que se sentía abrumada.
Temerosa.
Entusiasmada.
Confundida.
Estaba hecha un lío y no sabía lo que debía sentir ni cómo debía actuar.
El sexo nunca había sido tan embriagador.
¿Qué había pasado?
Santana.
Santana era lo que había pasado.
Nunca volvería a ser la misma.
Sintió una ligera caricia sobre los labios — Santana le había dado un beso— y un movimiento en la cama.
Oyó la cremallera de los vaqueros y dedujo que se estaba vistiendo. En pocos instantes estaba desatada y había recuperado la visión.
Estaba guapísima: tenía el pelo revuelto y recorría con los ojos su cuerpo desnudo como si tuviera ganas de volver a hacerla suya. Se estremeció no solo por el hecho de estar desnuda, sino por la mirada atormentada que vio en sus ojos.
La cogió en brazos y, tras cruzar el pasillo, la llevó hasta su dormitorio. Apartó el edredón, la dejó en medio de la cama y, para tapar su desnudez, volvió a extender el edredón.
La habitación estaba a oscuras, pero la claridad de la luna le bastaba para ver que Santana tenía el ceño fruncido.
¿Se arrepentía de lo que acababa de ocurrir?
¿Le molestaba haberse acostado con una mujer a la que apenas conocía?
¿Tanto le enfadaba que quería librarse cuanto antes de ella, devolverla a su cama y borrar de un plumazo aquella unión que lo había transformado todo?
O quizá lo que ocurría es que aquella noche solo le había cambiado la vida a ella.
Santana se agachó para darle un beso inocente en la frente y susurró con voz sensual:
—Gracias, Britt. Jamás olvidaré esta noche.
Las lágrimas le provocaron un nudo en la garganta que le impidió respirar.
No podía responder ni hacer las preguntas que eran tan importantes para ella.
Santana salió del dormitorio y cerró la puerta sin apenas hacer ruido.
Se marchó.
Así, sin más.
Ni siquiera había mostrado el más mínimo interés en dormir con ella.
Brittany dejó de reprimir el llanto y apoyó la cabeza sobre la almohada. Las lágrimas le recorrieron las mejillas mientras se preguntaba qué diablos acababa de ocurrir.
Después de la relación sexual más excitante de su vida Santana la había devuelto a su cuarto sin ningún miramiento.
Se sentía como si le hubiera pegado una bofetada.
Un mazazo de realidad.
«Abre los ojos, Brittany. Es multimillonaria. ¿Pensabas que quería algo más que echarte un polvo?».
Se forzó a recordarse a sí misma que ya era mayorcita y que no se había embarcado a ciegas en esa aventura: sabía que solo se trataba de una noche.
«Entonces, ¿por qué duele tanto, joder?».
Salió de la cama sin hacer ruido, abrió un cajón de la cómoda y se puso el camisón.
Le temblaba todo el cuerpo, así que volvió a meterse en la cama y se hizo un ovillo bajo el edredón.
En la cama de Santana todo había sido tan cálido, tan ardiente… Pero ahora tenía frío y se sentía vacía.
Para buscar una explicación a lo que acababa de pasar Brittany dejó a un lado que Santana la había rechazado de mala manera y que se sentía muy dolida.
Sintiera lo que sintiera por ella, estaba claro que Santana tenía algún problema.
Las esposas, la venda, el hecho de no querer que mirara mientras lo hacían… Puede que le gustaran los juegos morbosos —acababa de descubrir que tenían su punto—, pero pasaba algo más.
Algo más profundo.
Algo más oscuro.
¿Nunca había tenido novia?
Eso ya era raro de por sí.
Era obvio que la cama no se le daba nada mal. Además, estaba forradísima y era guapa hasta decir basta.
¿Cómo es que nunca había tenido una relación larga?
Brittany se tumbó de espaldas sin dejar de darle vueltas a la cabeza.
Los problemas de Santana no eran asunto suyo y temía que se enfadara si metía las narices donde no la llamaban.
Pero quería ayudarla.
Santana no tenía la culpa de ser incapaz de sentir algo por ella. Siempre la había tratado con amabilidad y generosidad. Quizá si lograra ayudarla en el
futuro sería capaz de enamorarse y de mantener una relación con la mujer que eligiera.
Aquella idea hizo que se le encogiera el pecho y se le revolvieran las entrañas, pero dejó a un lado sus sentimientos.
Santana se merecía ser feliz.
Tenía que comportarse como una buena amiga y llegar al fondo del asunto.
«Quieres ser mucho más que una amiga y lo sabes».
—Cállate—susurró enfadada a la oscuridad del cuarto, mientras se tumbaba boca abajo y se tapaba la cabeza con un almohadón, como si esas acciones bastaran para silenciar los pensamientos que la traicionaban.
Cuando por fin consiguió dormirse, cayó en un sueño inquietante y turbador en el que una morenaza de ojos oscuros, cuyo rostro expresaba una terrible angustia y desesperación, se enfrentaba a unos monstruos invisibles.
Al ver aquella situación Brittany trataba por todos los medios de acercarse a la mujer que sufría, extendía el brazo y le rogaba que la agarrara de la mano, que le dejara ayudarlo.
Levantaba una mano muy despacio sin dejar de lanzar puñaladas a la oscuridad con la otra, tratando en vano de derrotar a las oscuras sombras que la amenazaban.
Por fin alcanzó su mano y la agarró con firmeza, y ella empleó hasta el último resquicio de fuerza que le quedaba en los brazos para tratar de acercarla hacia ella.
Pero al final no pudo.
La morena la arrastró hacia la oscuridad y, mientras caía con ella por un torbellino profundo y oscuro, Brittany lanzó un alarido sobrecogedor y espeluznante.
La morena se hundió y decidió acompañarla, a sabiendas de que ninguna de las dos lograría escapar jamás.
Continuará…
*******************************************************************************************************************************
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
He quedado estupefacta!!!!! que le pasara a Santana, no pdo esperar para saberlo!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
hola morra,...
mmmm a san se le saltaron algunas cosas en la D&S,...
definitivamente britt esta enamorada de san,.. a ver como reacciona después de LA NOCHE!!!!!
nos vemos!!!
mmmm a san se le saltaron algunas cosas en la D&S,...
definitivamente britt esta enamorada de san,.. a ver como reacciona después de LA NOCHE!!!!!
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
Que feo que San la haya ido a dejar a su cuarto tan rápido y su cambio de actitud.....
Y pues creo que todo tiene que ver con su pasado, pero falta descubrirlo ojala se habrá con Britt
Y pues creo que todo tiene que ver con su pasado, pero falta descubrirlo ojala se habrá con Britt
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
micky morales escribió:He quedado estupefacta!!!!! que le pasara a Santana, no pdo esperar para saberlo!!!!!
Hola, jajajajaajajajajajajaja y eso es bueno o malo¿? xD jajaajajajajaja. ¬¬ iba tan bn, no¿? Saludos =D
3:) escribió:hola morra,...
mmmm a san se le saltaron algunas cosas en la D&S,...
definitivamente britt esta enamorada de san,.. a ver como reacciona después de LA NOCHE!!!!!
nos vemos!!!
Hola lu, jajajajajajajaja dices tu¿? kizas no le enseñaron bn xD Si que si, además, como no¿? jajajajajaja. Mmm aquí dejo algo a ver q nos trae ajajaja. Saludos =D
JVM escribió:Que feo que San la haya ido a dejar a su cuarto tan rápido y su cambio de actitud.....
Y pues creo que todo tiene que ver con su pasado, pero falta descubrirlo ojala se habrá con Britt
Hola, si que si ¬¬ iba tan bien... =o dices tu¿? si s así espero q hable con britt! Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Mía II (Adaptada) Sinopsis
Sinopsis
«Una noche no es suficiente. Ella es mía», es lo primero que dice Santana nada más despertarse solo en su cama tras la noche de sexo con Brittany.
Aún no ha curado sus heridas sentimentales de juventud, así que el objetivo de Brittany es ayudarla sin esperar nada a cambio.
Santana no le ha prometido nada más que un encuentro apasionado.
¡Y esa promesa la ha cumplido con creces!
Santa es..
…Brusca…
…Gruñona…
…Controladora…
Pero también…
…Atenta…
…Sexy (sí, sí y sí)
Además de ingeniosa, inteligente e irresistible.
¿Cómo va a ser capaz Brittany de protegerse de la morena?
¿Y de seguir confiando después de verla en la fiesta de cumpleaños con una rubia explosiva?
Aún no ha curado sus heridas sentimentales de juventud, así que el objetivo de Brittany es ayudarla sin esperar nada a cambio.
Santana no le ha prometido nada más que un encuentro apasionado.
¡Y esa promesa la ha cumplido con creces!
Santa es..
…Brusca…
…Gruñona…
…Controladora…
Pero también…
…Atenta…
…Sexy (sí, sí y sí)
Además de ingeniosa, inteligente e irresistible.
¿Cómo va a ser capaz Brittany de protegerse de la morena?
¿Y de seguir confiando después de verla en la fiesta de cumpleaños con una rubia explosiva?
*******************************************************************************************************************************
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
hola morra,..
san a ver si supera su pasado???
a ver si britt le sigue el paso a san y se queda???
nos vemos!!!
san a ver si supera su pasado???
a ver si britt le sigue el paso a san y se queda???
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
Huuuu que buena 2da parte se viene???
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
Pues Britr podrá ayudarle hasta donde San se deje...pero si en el camino la caga pues puede perderla también.... Haber como salen las cosas
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
3:) escribió:hola morra,..
san a ver si supera su pasado???
a ver si britt le sigue el paso a san y se queda???
nos vemos!!!
Hola lu, ufff difícil, pero esperemos que si =/ =o mmm interesante pregunta y yo quiero q se kede xD Saludos =D
monica.santander escribió:Huuuu que buena 2da parte se viene???
Saludos
Hola, eso mismo me pregunto y aquí dejo un cap para saberlo! jajaja. Saludos =D
JVM escribió:Pues Britr podrá ayudarle hasta donde San se deje...pero si en el camino la caga pues puede perderla también.... Haber como salen las cosas
Hola, eso si, eso tmbn... que razón tienes! Esperemos y bn xD Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Mía II (Adaptada) Cap 1
Capitulo 1
A la mañana siguiente Santana se despertó con el seductor aroma de Brittany y tuvo la sensación de que faltaba algo en su cama.
Se tumbó de espaldas excitada , tratando de no pensar en lo increíble y apasionada que había sido la noche anterior.
Se tapó la cara con un almohadón para inhalar su fragancia, un olor que posiblemente la persiguiera el resto de sus días.
Cada vez que pensaba en su aroma recordaba su sabor; su sonrisa, sus gemidos, su embriagador cuerpo desnudo, cómo gritaba cuando se corrió y
cómo tensaba su cavidad hasta que ella también lo hizo.
¡Mierda!
¡Estaba jodida!
Lo que había ocurrido la noche anterior era un punto de inflexión en su vida.
Jamás volvería a contentarse con llevarse mujeres a la cama para echar polvos carentes de sentimientos que satisficieran sus necesidades carnales.
No sabía si odiar o adorar a la mujer que le hacía sentir así.
Nunca había mantenido relaciones con varias mujeres a la vez. Era una folladora monógama, por decirlo de alguna manera: llamaba a la misma chica hasta que pasaba a la siguiente, pero no porque esa fuera mejor que la otra.
Ni que la anterior.
Simplemente llegaba un momento en el que pensaba —en el que presentía— que debería pasar página si quería evitar todo tipo de compromiso.
Y no porque las mujeres se enamoraran de ella, sino porque empezaban a exigirle más caprichos y regalos.
Se apartó la almohada del rostro, pero siguió sintiendo el mismo dolor penetrante.
Dejar a Brittany de nuevo en su cama había sido una de las cosas que más
le había costado hacer en la vida. Pero el trato que ella había aceptado se limitaba a una noche y, además, nunca había sido capaz de dormir con una mujer.
Ni era capaz de hacerlo ni jamás había tenido ganas… hasta la pasada noche.
Entonces sí le hubiera gustado dormirse con Brittany entre los brazos, sintiendo el roce de su cuerpo y su cálido aliento en la cara.
De vuelta en su dormitorio, había sido imposible conciliar el sueño.
Había estado dando vueltas y más vueltas en una cama que olía a sexo apasionado y a Brittany.
Finalmente había decidido ir al gimnasio a pegarse una buena paliza, confiando en que así lograría caer fundida y librarse de tanta frustración.
Pero, en lugar de caer prácticamente inconsciente como se había propuesto, había terminado sintiéndose cansada, derrotada… y completamente desvelada.
¿A qué hora habría caído rendida?
Desvió la mirada al reloj y se quedó estupefacta al ver que estaban a punto de dar las doce.
Era una mujer bastante madrugadora y jamás se levantaba tan tarde, ni siquiera los fines de semana.
Salió de la cama y se metió a la ducha del tirón.
Se aseó a toda prisa, cabreada por tener que quitarse el aroma de Brittany, y se dirigió a la cocina preguntándose si seguiría dormida.
La cocina estaba impoluta.
Las sobras de la cena de la noche anterior habían desaparecido.
Se sirvió una taza de café recién hecho y dio una vuelta por el piso. La puerta de la habitación de Brittany estaba abierta y la cama hecha.
Obviamente se había levantado, pero ¿dónde se había metido?
Pensó que igual estaba en la sala de informática jugando al ordenador y
subió corriendo las escaleras.
No estaba.
«No está aquí».
Santana sintió que un escalofrío le trepaba despacio por la espina dorsal y sufrió un breve ataque de pánico.
Con el pulso cada vez más acelerado volvió a bajar las escaleras de dos en
dos.
Si lo pensaba fríamente, sabía que no se podía haber marchado.
No tenía razones para hacerlo.
Las dos habían acordado satisfacer su apetito sexual pasando una noche juntas.
Una noche.
«¡Y una mierda! Una noche no es suficiente. Brittany es mía».
Santana ya se había dado cuenta la noche anterior y ahora estaba convencida: jamás se cansaría de Brittany.
Una noche de sexo arrollador no bastaría para superar esa obsesión.
No tenía claro cuál era la solución, pero follársela con todas sus ganas no había sido suficiente.
Todo lo contrario: ahora que había sido suya por una noche, quería repetir una y otra vez.
Se le empezó a revolver el café en el estómago.
Lo cierto era que no soportaba mostrar esa actitud tan posesiva con una mujer.
Preocuparse lo más mínimo por alguien que no fuera de su familia no traía más que problemas.
¿Acaso no había aprendido esa lección por las malas hacía muchos años?
Bueno al parecer se le había olvidado, porque se preocupaba por Brittany mucho más de lo que le gustaría… y estaba acojonada.
Santana cogió el móvil de una mesa de centro que había en el comedor y le
envió un mensaje:
¿Estás bien?
Impaciente, empezó a dar golpecitos con el dedo sobre el protector de plástico del teléfono.
¡Mierda!
Ni siquiera sabía si se había llevado el móvil, pero le daría mucha rabia si no lo hubiera hecho porque le había repetido una y otra vez que lo tuviera siempre encima por seguridad.
Soltó un bufido mientras regresaba con el café y el móvil a la cocina.
¡Nunca le hacía ni caso!
Solía responder a sus advertencias con una colleja cariñosa y después seguía haciendo su santa voluntad, vamos, que siempre hacía lo que le daba la gana.
En el fondo a Santana le encantaba que fuera tan independiente; lo malo era que a menudo se despreocupaba demasiado de su seguridad y eso le sacaba de sus casillas.
El sonido del teléfono la pilló desprevenida y derramó el café en el azulejo inmaculado.
«Joder, estoy al borde de un ataque de nervios».
Leyó el mensaje:
Comisaría. Luego te cuento.
¿Qué ha pasado?
Escribió otro mensaje de inmediato.
¿Dónde? ¿Xq?
La respuesta fue breve: le envió la ubicación de la comisaría, le dio otra explicación vaga y exasperante, y le prometió que después se lo contaría todo.
«¡Y una mierda después! Nadie va a la comisaría un sábado por la mañana
para echarse unas risas. Ha ocurrido algo».
Frustrada, empezó a peinarse con las manos y casi se arranca un mechón de pelo.
¡Madre mía!
A este paso se quedaría calva en una semana.
Le envió otro mensaje para decirle que estaba de camino y guardó el móvil en el bolsillo. Volvió a sonar poco después, pero no le hizo caso; sabía que sería Brittany diciéndole que no fuera.
Sin perder un segundo cogió las llaves y se puso los primeros zapatos informales que encontró. Salió del piso sin que el violento portazo siquiera le
inmutara.
Brittany exhaló un leve suspiro y tomó un trago del vaso de plástico con la esperanza de que el café la ayudara a concentrarse.
Tuvo que tragar con fuerza porque el líquido con sabor a quemado se resistía a pasar.
Desvió la mirada hacia Rachel y le dedicó una débil sonrisa.
—Creo que ya queda poco.
Ya había identificado a los dos sospechosos en las fotos de la ficha policial, a los dos hombres que habían irrumpido en la clínica por la mañana y le habían exigido medicamentos a punta de pistola.
En aquel momento Rachel estaba en la sala de reconocimiento con un niño y su mamá, y no había visto a los hombres, pero Brittany los había observado bien de cerca.
Puso mala cara pensando que ojalá no lo hubiera hecho.
Se había quedado sola en la sala de espera cuidando del otro hijo de la señora que estaba en la consulta con Rachel.
Brittany jamás olvidaría la mirada sin vida de los hombres y sus rostros demacrados, reflejo de años de drogadicción.
Conocía esa mirada, la había visto a menudo de joven, pero nunca le habían apuntado con una pistola a la cabeza. Ese instante, ese momento aterrador en el que no supo si aquellos segundos serían los últimos, había bastado para acojonarla de verdad.
Aun así, había cogido al niño y, tras darle a un botón de emergencia que tenían bajo la mesa, había echado a correr con él hasta una esquina de la sala, donde lo había protegido con su propio cuerpo.
La alarma no era precisamente silenciosa y el escándalo había bastado para que Rachel saliera corriendo de la consulta y los hombres se esfumaran.
Pero antes de largarse a uno de ellos, que se había puesto muy nervioso, se le había disparado el arma y la bala había pasado tan cerca de la cabeza de Brittany que había sentido una ráfaga de aire en la mejilla.
Se frotó los brazos, ya que estaba temblando, pero no porque tuviera frío, sino porque el recuerdo de sus rostros la alteraba y no podía dejar de dar vueltas a la terrible frase que gritaron al cruzar la puerta de la clínica: «¡Ya te cogeremos, zorra!».
Rachel tan solo los había visto de espaldas, porque, cuando llegó a la sala de espera, ya se habían dado media vuelta y habían echado a correr.
Por suerte nadie había resultado herido.
—El poli que nos está atendiendo, que por cierto es muy majo, no tardará en volver y en cuanto confirmemos los informes policiales podremos largarnos de aquí—comentó Rachel muy seria, sin quitar la vista de encima a Brittany—¿Seguro que te encuentras bien? Estás un poco pálida.
La rubia se encogió de hombros fingiendo que la situación no le afectaba.
—Estoy un poquito alterada. Eso es todo. Estoy… bien.
«Muerta de miedo. Acojonada. Pero, por lo demás, perfectamente».
Lo último que quería era alarmar a su amiga, ya que sabía que se sentía culpable de que Brittany se hubiera librado por los pelos de que le pegaran un tiro.
Rachel estiró el brazo, la cogió de la mano y se la apretó tan fuerte que la
dejó sin circulación.
—Te han disparado. Es normal que estés alterada. Te has librado de milagro. Lo siento de veras, Britt.
—No fue por tu culpa…
—¿Quién narices le ha disparado?—bramó una voz femenina desde la puerta.
Brittany no tuvo que girarse para saber quién era.
Reconoció de inmediato el tono insolente de Santana.
No solía gritar, pero compensaba el volumen con intensidad.
Cuando el ambiente se caldeaba, Santana ladraba con más agresividad que nadie.
—¿Qué narices ha pasado? El policía me ha dicho que te asaltaron en una
clínica…
—En mi clínica—interrumpió Rachel, poniéndose de pie para plantar cara a
Santana.
—¿Tú de dónde has salido?
«¡Oh, oh!».
Brittany se puso de pie dispuesta a separarlos si era necesario.
Rachel tenía una cara angelical de rasgos perfectos enmarcada por unos exuberantes tirabuzones de color fuego, pero que nadie se dejara engañar: cuando la situación lo requería, era capaz de ponerse como un auténtico basilisco.
Sin embargo, no solía mostrar esa faceta. De hecho, sus pacientes, tanto los más pequeños como los mayores, la adoraban porque era muy risueña, pero cuando luchaba por una causa justa o por alguien en quien creía podía convertirse en un peligroso enemigo.
Rachel, sin temer por ser tan bajita, echó los hombros hacia atrás y la bata blanca de médico que llevaba puesta subrayó las peligrosas curvas que acompañaban a su rostro.
Brittany, que estaba observando con atención cómo se preparaba su amiga para la batalla, reprimió una sonrisa al ver cómo se estiraba para tratar de compensar su escaso metro y medio de altura.
—Soy…—Santana se detuvo en seco, como si no estuviera segura de qué decir, y acabó la frase con indecisión—Una amiga de Brittany. Y quiero saber a cuento de qué le han disparado.
—Hooolaaa. Estoy aquí, Santana—estiró el brazo y le cogió de la mandíbula para forzarlo a que la mirara—Soy perfectamente capaz de responder a tus preguntas.
El rostro de Santana se transformó: la ira se disipó en cuanto sus ojos se cruzaron con los de Brittany. La cogió por los hombros antes de preguntar:
—¿Qué ha ocurrido? ¿Estás bien? ¿Te han herido?—deslizó las manos por sus brazos, antes de volver a posarlas sobre sus hombros.
Viendo que se le habían bajado un poco los humos, Brittany las presentó y las tres tomaron asiento en las incómodas y endebles sillas que había junto a la gran mesa.
A continuación Brittany trató de responder como pudo al montón de preguntas que disparó la mujer que tenía sentada delante.
Explicar los sucesos resultó bastante agotador porque Santana la interrumpía constantemente con tacos a cual más bestia y con lo que a Brittany le parecieron millones de preguntas.
Sin embargo, se armó de paciencia y trató de calmarla respondiendo a todas y cada una de ellas.
Santana se pasó toda la conversación echando pestes mientras Rachel, atónita, la miraba sin dar crédito.
—¿Los han cogido?—preguntó Santana con una voz ruda, como si la que hubiera pasado ese infierno hubiera sido ella.
Rachel se decidió por fin a entrar en la conversación:
—No. Y Britt debe andarse con ojo porque la amenazaron—advirtió con un
tono protector.
—¡Vaya, te habías olvidado de mencionar eso!—fulminó a Brittany con la mirada.
Un policía vestido informal interrumpió la conversación.
Era un joven castaño y educado, que se había presentado como agente Noah Puckerman. Colocó varios papeles delante de Brittany y de Rachel, y les preguntó con amabilidad:
—¿Pueden leer los informes y avisarme si desean añadir algo?—colocó la mano como quien no quiere la cosa en el respaldo de la silla de Brittany y se inclinó por encima de su hombro para examinar el informe con detenimiento.
Santana emitió un sonido gutural y Brittany despegó la vista del documento para mirarla. Pero no la estaba observando a ella. Estaba fulminando con los ojos al agente Puckerman.
Esa mirada amenazante dejó a Brittany perpleja.
Por el contrario, como era de esperar, el agente no se sintió nada intimidado, es más, le dio una mirada de arriba abajo a la morena.
—¿Es su novia?—preguntó en voz baja; tan baja que Santana no pudo descifrar las palabras.
—Una amiga—musitó enfadada consigo misma por desear que la respuesta hubiera sido un sencillo «sí».
Brittany leyó el informe con agilidad; a una velocidad que le permitió acabar
rápido, sin saltarse ningún detalle por ir demasiado deprisa.
Cuando terminó con el papeleo, se puso de pie para estirar la espalda, pero empezó a marearse.
—¡Cuidado!—el policía la cogió del brazo al ver que se balanceaba ligeramente—Ha tenido un día muy duro—comentó afable. Sacó dos tarjetas de visita del bolsillo y entregó una a Brittany y otra a Rachel—Mi tarjeta. Pueden llamarme a cualquier hora. He apuntado también mi número de móvil por si lo necesitan.
—¿Es estrictamente necesario?—gruñó Santana mientras cogía a Brittany por la cintura y la acercaba hacia ella.
El agente se encogió de hombros.
—Sí. Lo es. La han amenazado. Es importante que estas señoritas puedan
localizarme a cualquier hora.
—Muchas gracias, agente. Ha sido muy amable—sonriendo, Brittany le estrechó la mano.
Rachel hizo lo mismo antes de salir con la pareja del edificio.
La rubia respiró hondo para llenar los pulmones de aire fresco y regenerador.
«Es un bonito día para vivir», pensó alegrándose por el mero hecho de estar sana y salva.
Mientras las tres bajaban por las escaleras que conducían a la calle, Rachel le preguntó a Santana en voz baja:
—¿Por casualidad no serás familia de Quinn López? Ya sé que el apellido es bastante común por aquí, pero me ha venido a la cabeza.
Santana se detuvo al llegar a la acera y miró a Rachel sorprendido:
—Sí… Es mi hermana. ¿Por qué lo preguntas? ¿La conoces?
Rachel frunció el ceño:
—¡Madre mía!—resopló—Eh…, sí…, lo conocía. Fue hace mucho tiempo.
—¿Eran amigas?—preguntó Santana con curiosidad antes de mirarla expectante.
—¡No! ¡La verdad es que no!—zanjó con brusquedad, mientras se ponía tan roja como el color del pelo.
—Ah… Ya lo pillo—repuso Santana. No parecía dispuesta a dejar el tema y
añadió—¿Tuviste una mala experiencia con mi hermana?
—Es una auténtica víbora—se apartó los cabellos rizos de la cara.
Se había levantado viento y el pelo le invadía el rostro en forma de espirales errantes.
La sonora carcajada que soltó Santana sobresaltó a Brittany.
—Créeme. No eres la primera mujer que lo piensa. Lo siento.
—No es culpa tuya que tu hermana sea un reptil asqueroso. Espero que al menos en eso no se parezcan—repuso con cierto nerviosismo—Cuida de Brittany.
—Será un placer hacerlo, Rachel—respondió con desenvoltura mientras le ofrecía la mano que le quedaba libre—Aunque las circunstancias no hayan sido las más apropiadas, me alegro de haberte conocido.
—Yo también. Supongo—le estrechó la mano de mala gana—Sé que no debo juzgarte por los actos de tu hermana, pero odio cualquier cosa que me recuerde a Quinn—soltó la mano de Santana y abrazó a Brittany—Cuídate. Te llamo. No hagas ninguna tontería—le advirtió con un suspiro contundente que solo Brittany pudo oír.
La ojiazul se entregó a los brazos de Rachel y la abrazó con fuerza, perfectamente consciente del peligro que habían corrido las dos y de lo fácil que habría sido que las cosas hubieran salido de otro modo.
Quería a su amiga a rabiar.
Aunque a veces tuviera malas pulgas, en el fondo era un cachito de pan.
—Y tú también. Hablamos pronto.
Santana la reclamó cogiéndola de la cintura y guiándola hacia su coche mientras Rachel cruzaba el aparcamiento para dirigirse al suyo.
Dios mío, ¡menudo día!
Estaba tan agotada, tan alterada y tan inmersa en sus pensamientos que ni
siquiera rechistó cuando Santana la llevó hasta su prohibitivo Veyron y la hizo pasar al asiento del copiloto mientras se sentaba al volante.
Permanecieron en silencio, sumidas en sus pensamientos, durante todo el trayecto.
Se tumbó de espaldas excitada , tratando de no pensar en lo increíble y apasionada que había sido la noche anterior.
Se tapó la cara con un almohadón para inhalar su fragancia, un olor que posiblemente la persiguiera el resto de sus días.
Cada vez que pensaba en su aroma recordaba su sabor; su sonrisa, sus gemidos, su embriagador cuerpo desnudo, cómo gritaba cuando se corrió y
cómo tensaba su cavidad hasta que ella también lo hizo.
¡Mierda!
¡Estaba jodida!
Lo que había ocurrido la noche anterior era un punto de inflexión en su vida.
Jamás volvería a contentarse con llevarse mujeres a la cama para echar polvos carentes de sentimientos que satisficieran sus necesidades carnales.
No sabía si odiar o adorar a la mujer que le hacía sentir así.
Nunca había mantenido relaciones con varias mujeres a la vez. Era una folladora monógama, por decirlo de alguna manera: llamaba a la misma chica hasta que pasaba a la siguiente, pero no porque esa fuera mejor que la otra.
Ni que la anterior.
Simplemente llegaba un momento en el que pensaba —en el que presentía— que debería pasar página si quería evitar todo tipo de compromiso.
Y no porque las mujeres se enamoraran de ella, sino porque empezaban a exigirle más caprichos y regalos.
Se apartó la almohada del rostro, pero siguió sintiendo el mismo dolor penetrante.
Dejar a Brittany de nuevo en su cama había sido una de las cosas que más
le había costado hacer en la vida. Pero el trato que ella había aceptado se limitaba a una noche y, además, nunca había sido capaz de dormir con una mujer.
Ni era capaz de hacerlo ni jamás había tenido ganas… hasta la pasada noche.
Entonces sí le hubiera gustado dormirse con Brittany entre los brazos, sintiendo el roce de su cuerpo y su cálido aliento en la cara.
De vuelta en su dormitorio, había sido imposible conciliar el sueño.
Había estado dando vueltas y más vueltas en una cama que olía a sexo apasionado y a Brittany.
Finalmente había decidido ir al gimnasio a pegarse una buena paliza, confiando en que así lograría caer fundida y librarse de tanta frustración.
Pero, en lugar de caer prácticamente inconsciente como se había propuesto, había terminado sintiéndose cansada, derrotada… y completamente desvelada.
¿A qué hora habría caído rendida?
Desvió la mirada al reloj y se quedó estupefacta al ver que estaban a punto de dar las doce.
Era una mujer bastante madrugadora y jamás se levantaba tan tarde, ni siquiera los fines de semana.
Salió de la cama y se metió a la ducha del tirón.
Se aseó a toda prisa, cabreada por tener que quitarse el aroma de Brittany, y se dirigió a la cocina preguntándose si seguiría dormida.
La cocina estaba impoluta.
Las sobras de la cena de la noche anterior habían desaparecido.
Se sirvió una taza de café recién hecho y dio una vuelta por el piso. La puerta de la habitación de Brittany estaba abierta y la cama hecha.
Obviamente se había levantado, pero ¿dónde se había metido?
Pensó que igual estaba en la sala de informática jugando al ordenador y
subió corriendo las escaleras.
No estaba.
«No está aquí».
Santana sintió que un escalofrío le trepaba despacio por la espina dorsal y sufrió un breve ataque de pánico.
Con el pulso cada vez más acelerado volvió a bajar las escaleras de dos en
dos.
Si lo pensaba fríamente, sabía que no se podía haber marchado.
No tenía razones para hacerlo.
Las dos habían acordado satisfacer su apetito sexual pasando una noche juntas.
Una noche.
«¡Y una mierda! Una noche no es suficiente. Brittany es mía».
Santana ya se había dado cuenta la noche anterior y ahora estaba convencida: jamás se cansaría de Brittany.
Una noche de sexo arrollador no bastaría para superar esa obsesión.
No tenía claro cuál era la solución, pero follársela con todas sus ganas no había sido suficiente.
Todo lo contrario: ahora que había sido suya por una noche, quería repetir una y otra vez.
Se le empezó a revolver el café en el estómago.
Lo cierto era que no soportaba mostrar esa actitud tan posesiva con una mujer.
Preocuparse lo más mínimo por alguien que no fuera de su familia no traía más que problemas.
¿Acaso no había aprendido esa lección por las malas hacía muchos años?
Bueno al parecer se le había olvidado, porque se preocupaba por Brittany mucho más de lo que le gustaría… y estaba acojonada.
Santana cogió el móvil de una mesa de centro que había en el comedor y le
envió un mensaje:
¿Estás bien?
Impaciente, empezó a dar golpecitos con el dedo sobre el protector de plástico del teléfono.
¡Mierda!
Ni siquiera sabía si se había llevado el móvil, pero le daría mucha rabia si no lo hubiera hecho porque le había repetido una y otra vez que lo tuviera siempre encima por seguridad.
Soltó un bufido mientras regresaba con el café y el móvil a la cocina.
¡Nunca le hacía ni caso!
Solía responder a sus advertencias con una colleja cariñosa y después seguía haciendo su santa voluntad, vamos, que siempre hacía lo que le daba la gana.
En el fondo a Santana le encantaba que fuera tan independiente; lo malo era que a menudo se despreocupaba demasiado de su seguridad y eso le sacaba de sus casillas.
El sonido del teléfono la pilló desprevenida y derramó el café en el azulejo inmaculado.
«Joder, estoy al borde de un ataque de nervios».
Leyó el mensaje:
Comisaría. Luego te cuento.
¿Qué ha pasado?
Escribió otro mensaje de inmediato.
¿Dónde? ¿Xq?
La respuesta fue breve: le envió la ubicación de la comisaría, le dio otra explicación vaga y exasperante, y le prometió que después se lo contaría todo.
«¡Y una mierda después! Nadie va a la comisaría un sábado por la mañana
para echarse unas risas. Ha ocurrido algo».
Frustrada, empezó a peinarse con las manos y casi se arranca un mechón de pelo.
¡Madre mía!
A este paso se quedaría calva en una semana.
Le envió otro mensaje para decirle que estaba de camino y guardó el móvil en el bolsillo. Volvió a sonar poco después, pero no le hizo caso; sabía que sería Brittany diciéndole que no fuera.
Sin perder un segundo cogió las llaves y se puso los primeros zapatos informales que encontró. Salió del piso sin que el violento portazo siquiera le
inmutara.
***
Brittany exhaló un leve suspiro y tomó un trago del vaso de plástico con la esperanza de que el café la ayudara a concentrarse.
Tuvo que tragar con fuerza porque el líquido con sabor a quemado se resistía a pasar.
Desvió la mirada hacia Rachel y le dedicó una débil sonrisa.
—Creo que ya queda poco.
Ya había identificado a los dos sospechosos en las fotos de la ficha policial, a los dos hombres que habían irrumpido en la clínica por la mañana y le habían exigido medicamentos a punta de pistola.
En aquel momento Rachel estaba en la sala de reconocimiento con un niño y su mamá, y no había visto a los hombres, pero Brittany los había observado bien de cerca.
Puso mala cara pensando que ojalá no lo hubiera hecho.
Se había quedado sola en la sala de espera cuidando del otro hijo de la señora que estaba en la consulta con Rachel.
Brittany jamás olvidaría la mirada sin vida de los hombres y sus rostros demacrados, reflejo de años de drogadicción.
Conocía esa mirada, la había visto a menudo de joven, pero nunca le habían apuntado con una pistola a la cabeza. Ese instante, ese momento aterrador en el que no supo si aquellos segundos serían los últimos, había bastado para acojonarla de verdad.
Aun así, había cogido al niño y, tras darle a un botón de emergencia que tenían bajo la mesa, había echado a correr con él hasta una esquina de la sala, donde lo había protegido con su propio cuerpo.
La alarma no era precisamente silenciosa y el escándalo había bastado para que Rachel saliera corriendo de la consulta y los hombres se esfumaran.
Pero antes de largarse a uno de ellos, que se había puesto muy nervioso, se le había disparado el arma y la bala había pasado tan cerca de la cabeza de Brittany que había sentido una ráfaga de aire en la mejilla.
Se frotó los brazos, ya que estaba temblando, pero no porque tuviera frío, sino porque el recuerdo de sus rostros la alteraba y no podía dejar de dar vueltas a la terrible frase que gritaron al cruzar la puerta de la clínica: «¡Ya te cogeremos, zorra!».
Rachel tan solo los había visto de espaldas, porque, cuando llegó a la sala de espera, ya se habían dado media vuelta y habían echado a correr.
Por suerte nadie había resultado herido.
—El poli que nos está atendiendo, que por cierto es muy majo, no tardará en volver y en cuanto confirmemos los informes policiales podremos largarnos de aquí—comentó Rachel muy seria, sin quitar la vista de encima a Brittany—¿Seguro que te encuentras bien? Estás un poco pálida.
La rubia se encogió de hombros fingiendo que la situación no le afectaba.
—Estoy un poquito alterada. Eso es todo. Estoy… bien.
«Muerta de miedo. Acojonada. Pero, por lo demás, perfectamente».
Lo último que quería era alarmar a su amiga, ya que sabía que se sentía culpable de que Brittany se hubiera librado por los pelos de que le pegaran un tiro.
Rachel estiró el brazo, la cogió de la mano y se la apretó tan fuerte que la
dejó sin circulación.
—Te han disparado. Es normal que estés alterada. Te has librado de milagro. Lo siento de veras, Britt.
—No fue por tu culpa…
—¿Quién narices le ha disparado?—bramó una voz femenina desde la puerta.
Brittany no tuvo que girarse para saber quién era.
Reconoció de inmediato el tono insolente de Santana.
No solía gritar, pero compensaba el volumen con intensidad.
Cuando el ambiente se caldeaba, Santana ladraba con más agresividad que nadie.
—¿Qué narices ha pasado? El policía me ha dicho que te asaltaron en una
clínica…
—En mi clínica—interrumpió Rachel, poniéndose de pie para plantar cara a
Santana.
—¿Tú de dónde has salido?
«¡Oh, oh!».
Brittany se puso de pie dispuesta a separarlos si era necesario.
Rachel tenía una cara angelical de rasgos perfectos enmarcada por unos exuberantes tirabuzones de color fuego, pero que nadie se dejara engañar: cuando la situación lo requería, era capaz de ponerse como un auténtico basilisco.
Sin embargo, no solía mostrar esa faceta. De hecho, sus pacientes, tanto los más pequeños como los mayores, la adoraban porque era muy risueña, pero cuando luchaba por una causa justa o por alguien en quien creía podía convertirse en un peligroso enemigo.
Rachel, sin temer por ser tan bajita, echó los hombros hacia atrás y la bata blanca de médico que llevaba puesta subrayó las peligrosas curvas que acompañaban a su rostro.
Brittany, que estaba observando con atención cómo se preparaba su amiga para la batalla, reprimió una sonrisa al ver cómo se estiraba para tratar de compensar su escaso metro y medio de altura.
—Soy…—Santana se detuvo en seco, como si no estuviera segura de qué decir, y acabó la frase con indecisión—Una amiga de Brittany. Y quiero saber a cuento de qué le han disparado.
—Hooolaaa. Estoy aquí, Santana—estiró el brazo y le cogió de la mandíbula para forzarlo a que la mirara—Soy perfectamente capaz de responder a tus preguntas.
El rostro de Santana se transformó: la ira se disipó en cuanto sus ojos se cruzaron con los de Brittany. La cogió por los hombros antes de preguntar:
—¿Qué ha ocurrido? ¿Estás bien? ¿Te han herido?—deslizó las manos por sus brazos, antes de volver a posarlas sobre sus hombros.
Viendo que se le habían bajado un poco los humos, Brittany las presentó y las tres tomaron asiento en las incómodas y endebles sillas que había junto a la gran mesa.
A continuación Brittany trató de responder como pudo al montón de preguntas que disparó la mujer que tenía sentada delante.
Explicar los sucesos resultó bastante agotador porque Santana la interrumpía constantemente con tacos a cual más bestia y con lo que a Brittany le parecieron millones de preguntas.
Sin embargo, se armó de paciencia y trató de calmarla respondiendo a todas y cada una de ellas.
Santana se pasó toda la conversación echando pestes mientras Rachel, atónita, la miraba sin dar crédito.
—¿Los han cogido?—preguntó Santana con una voz ruda, como si la que hubiera pasado ese infierno hubiera sido ella.
Rachel se decidió por fin a entrar en la conversación:
—No. Y Britt debe andarse con ojo porque la amenazaron—advirtió con un
tono protector.
—¡Vaya, te habías olvidado de mencionar eso!—fulminó a Brittany con la mirada.
Un policía vestido informal interrumpió la conversación.
Era un joven castaño y educado, que se había presentado como agente Noah Puckerman. Colocó varios papeles delante de Brittany y de Rachel, y les preguntó con amabilidad:
—¿Pueden leer los informes y avisarme si desean añadir algo?—colocó la mano como quien no quiere la cosa en el respaldo de la silla de Brittany y se inclinó por encima de su hombro para examinar el informe con detenimiento.
Santana emitió un sonido gutural y Brittany despegó la vista del documento para mirarla. Pero no la estaba observando a ella. Estaba fulminando con los ojos al agente Puckerman.
Esa mirada amenazante dejó a Brittany perpleja.
Por el contrario, como era de esperar, el agente no se sintió nada intimidado, es más, le dio una mirada de arriba abajo a la morena.
—¿Es su novia?—preguntó en voz baja; tan baja que Santana no pudo descifrar las palabras.
—Una amiga—musitó enfadada consigo misma por desear que la respuesta hubiera sido un sencillo «sí».
Brittany leyó el informe con agilidad; a una velocidad que le permitió acabar
rápido, sin saltarse ningún detalle por ir demasiado deprisa.
Cuando terminó con el papeleo, se puso de pie para estirar la espalda, pero empezó a marearse.
—¡Cuidado!—el policía la cogió del brazo al ver que se balanceaba ligeramente—Ha tenido un día muy duro—comentó afable. Sacó dos tarjetas de visita del bolsillo y entregó una a Brittany y otra a Rachel—Mi tarjeta. Pueden llamarme a cualquier hora. He apuntado también mi número de móvil por si lo necesitan.
—¿Es estrictamente necesario?—gruñó Santana mientras cogía a Brittany por la cintura y la acercaba hacia ella.
El agente se encogió de hombros.
—Sí. Lo es. La han amenazado. Es importante que estas señoritas puedan
localizarme a cualquier hora.
—Muchas gracias, agente. Ha sido muy amable—sonriendo, Brittany le estrechó la mano.
Rachel hizo lo mismo antes de salir con la pareja del edificio.
La rubia respiró hondo para llenar los pulmones de aire fresco y regenerador.
«Es un bonito día para vivir», pensó alegrándose por el mero hecho de estar sana y salva.
Mientras las tres bajaban por las escaleras que conducían a la calle, Rachel le preguntó a Santana en voz baja:
—¿Por casualidad no serás familia de Quinn López? Ya sé que el apellido es bastante común por aquí, pero me ha venido a la cabeza.
Santana se detuvo al llegar a la acera y miró a Rachel sorprendido:
—Sí… Es mi hermana. ¿Por qué lo preguntas? ¿La conoces?
Rachel frunció el ceño:
—¡Madre mía!—resopló—Eh…, sí…, lo conocía. Fue hace mucho tiempo.
—¿Eran amigas?—preguntó Santana con curiosidad antes de mirarla expectante.
—¡No! ¡La verdad es que no!—zanjó con brusquedad, mientras se ponía tan roja como el color del pelo.
—Ah… Ya lo pillo—repuso Santana. No parecía dispuesta a dejar el tema y
añadió—¿Tuviste una mala experiencia con mi hermana?
—Es una auténtica víbora—se apartó los cabellos rizos de la cara.
Se había levantado viento y el pelo le invadía el rostro en forma de espirales errantes.
La sonora carcajada que soltó Santana sobresaltó a Brittany.
—Créeme. No eres la primera mujer que lo piensa. Lo siento.
—No es culpa tuya que tu hermana sea un reptil asqueroso. Espero que al menos en eso no se parezcan—repuso con cierto nerviosismo—Cuida de Brittany.
—Será un placer hacerlo, Rachel—respondió con desenvoltura mientras le ofrecía la mano que le quedaba libre—Aunque las circunstancias no hayan sido las más apropiadas, me alegro de haberte conocido.
—Yo también. Supongo—le estrechó la mano de mala gana—Sé que no debo juzgarte por los actos de tu hermana, pero odio cualquier cosa que me recuerde a Quinn—soltó la mano de Santana y abrazó a Brittany—Cuídate. Te llamo. No hagas ninguna tontería—le advirtió con un suspiro contundente que solo Brittany pudo oír.
La ojiazul se entregó a los brazos de Rachel y la abrazó con fuerza, perfectamente consciente del peligro que habían corrido las dos y de lo fácil que habría sido que las cosas hubieran salido de otro modo.
Quería a su amiga a rabiar.
Aunque a veces tuviera malas pulgas, en el fondo era un cachito de pan.
—Y tú también. Hablamos pronto.
Santana la reclamó cogiéndola de la cintura y guiándola hacia su coche mientras Rachel cruzaba el aparcamiento para dirigirse al suyo.
Dios mío, ¡menudo día!
Estaba tan agotada, tan alterada y tan inmersa en sus pensamientos que ni
siquiera rechistó cuando Santana la llevó hasta su prohibitivo Veyron y la hizo pasar al asiento del copiloto mientras se sentaba al volante.
Permanecieron en silencio, sumidas en sus pensamientos, durante todo el trayecto.
*******************************************************************************************************************************
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN
Y ahora entra puck en la ecuacion asi que santana apurate a reclamar lo que es tuyo!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Página 2 de 7. • 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7
Temas similares
» [Resuelto]FanFic Brittana: Por Qué (Adaptada) Epílogo
» [Resuelto]FanFic Brittana: Simplemente II (Adaptada) Cap 5-FIN
» [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ti (Adaptada) Epílogo
» [Resuelto]FanFic Brittana: Tal Vez (Adaptada) Epílogo
» [Resuelto]FanFic Brittana: Medianoche V (Adaptada) Cap 31
» [Resuelto]FanFic Brittana: Simplemente II (Adaptada) Cap 5-FIN
» [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ti (Adaptada) Epílogo
» [Resuelto]FanFic Brittana: Tal Vez (Adaptada) Epílogo
» [Resuelto]FanFic Brittana: Medianoche V (Adaptada) Cap 31
Página 2 de 7.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Lun Mar 14, 2022 3:20 pm por Laidy T
» Busco fanfic brittana
Lun Feb 28, 2022 10:01 pm por lana66
» Busco fanfic
Sáb Nov 21, 2020 2:14 pm por LaChicken
» [Resuelto]Brittana: (Adaptación) El Oscuro Juego de SATANÁS... (Gp Santana) Cap. 7 Cont. Cap. 8
Jue Sep 17, 2020 12:07 am por gaby1604
» [Resuelto]FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Epílogo
Mar Sep 08, 2020 9:19 am por Isabella28
» Brittana: Destino o Accidente (GP Santana) Actualizado 17-07-2017
Dom Sep 06, 2020 10:27 am por Isabella28
» [Resuelto]Mándame al Infierno pero Besame (adaptación) Gp Santana Cap. 18 y Epilogo
Vie Sep 04, 2020 12:54 am por gaby1604
» Fic Brittana----Más aya de lo normal----(segunda parte)
Mar Ago 25, 2020 7:50 pm por atrizz1
» [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Lun Ago 03, 2020 5:10 pm por marthagr81@yahoo.es
» Que pasó con Naya?
Miér Jul 22, 2020 6:54 pm por marthagr81@yahoo.es
» [Resuelto]FanFic Brittana: Medianoche V (Adaptada) Cap 31
Jue Jul 16, 2020 7:16 am por marthagr81@yahoo.es
» No abandonen
Miér Jun 17, 2020 3:17 pm por Faith2303
» FanFic Brittana: " Glimpse " Epilogo
Vie Abr 17, 2020 12:26 am por Faith2303
» FanFic Brittana: Pídeme lo que Quieras 4: Y Yo te lo Daré (Adaptada) Epílogo
Lun Ene 20, 2020 1:47 pm por thalia danyeli
» Brittana, cafe para dos- Capitulo 16
Dom Oct 06, 2019 8:40 am por mystic
» brittana. amor y hierro capitulo 10
Miér Sep 25, 2019 9:29 am por mystic
» holaaa,he vuelto
Jue Ago 08, 2019 4:33 am por monica.santander
» [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Miér Mayo 08, 2019 9:25 pm por 23l1
» [Resuelto]FanFic Brittana: Comportamiento (Adaptada) Epílogo
Miér Abr 10, 2019 9:29 pm por 23l1
» [Resuelto]FanFic Brittana: Justicia V (Adaptada) Epílogo
Lun Abr 08, 2019 8:29 pm por 23l1