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[Resuelto]FanFic Brittana: Por Ahora (Adaptada) Epílogo
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Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ahora (Adaptada) Epílogo
Pobre Britt no le sale una!!!
San que se vaya a c..g....ar!!!!!
Saludos
San que se vaya a c..g....ar!!!!!
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ahora (Adaptada) Epílogo
Todos contra Brittany por querer ayudar y porque brittany no se detiene a pensar que san solo quiere protegerla de ella misma, es tan dificil?????
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ahora (Adaptada) Epílogo
Que Sam sea solo un buen amigo de Britt aunque también se ira como Marley le sera bueno contar con alguien mas sobretodo quedándose cerca de San otro año
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ahora (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,..
britt tiene un poder inmenso sobre san,.. y le esta empezando a afectar!!!
encima que britt salva la noche la regañan no jodan,..
artie no ayuda con el comentario tampoco!!
nos vemos!!
Hola lu, si q si... y como no¿? jajajajaj. Creo q ya no lo podía retener mas jaajja. Pfff q kieren de ella¿? Nones jajaaj xD SAludos =D
monica.santander escribió:Pobre Britt no le sale una!!!
San que se vaya a c..g....ar!!!!!
Saludos
Hola, pff esk nose q kieren de ella la vrdd ¬¬ Eso mismo! eso mismo. Saludos =D
micky morales escribió:Todos contra Brittany por querer ayudar y porque brittany no se detiene a pensar que san solo quiere protegerla de ella misma, es tan dificil?????
Hola, jajajajjaajjaja no ven el lado positivo de esoo ¬¬ Mmm yo creo x todo lo q han pasado =/ no ve lo q ai detras =/ Saludos =D
JVM escribió:Que Sam sea solo un buen amigo de Britt aunque también se ira como Marley le sera bueno contar con alguien mas sobretodo quedándose cerca de San otro año
Hola, si, espero q solo sea eso y ayude como buen amigo jajajaja. xD Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Por Ahora (Adaptada) Cap 5
Capitulo 5
Santana
No puedes dejar a una persona chico “dormir la mona” cuando apenas ha bebido algo.
Unos pocos tragos de tequila no hacen una Santana borracha.
Yací de espaldas en la cama y observé fijamente el ventilador blanco del techo dando vueltas lentamente. Dejar que todo el mundo a mí alrededor pensara que sólo vivía de una fiesta a la siguiente siempre fue fácil.
Ocultaba la verdad.
Me gustaba fingir ser despreocupada.
Siempre fue mejor que la verdad.
Dejar que Brittany Pierce pensara que era tan superficial como la convencí, dolía como una hija de puta.
No quería ver la decepción y el disgusto en sus ojos.
Lo único que me contuvo para no soltar la verdad mientras continuaba y continuaba hablando sobre mi comportamiento fastidioso, fue el hecho de que la verdad era peor.
Extendiéndome, cogí el osito de peluche blanco que yacía junto a mi cabeza y lo sostuve en alto ante mi nariz.
Era de Brittany.
Tenía su olor.
Este era el departamento de su lamentable papá, pero esta debía de ser la habitación de Brittany.
Quedarse aquí no iba a ser posible.
Sólo pensaría en todo lo que no podía tener.
Volví a colocar el oso en su sitio y me levanté.
Quinn era mi mejor amiga.
Claro, éramos un grupo, pero Quinn era a la que más quería. Siempre parecía saber más de lo que yo quería, pero nunca decía nada.
En vez de hacerme preguntas como hacía Mike cuando éramos niños, Quinn me traía una comida extra todos los días.
Nunca lo mencionaba. Sólo lo hacía.
Cuando estuve amoratada por los ataques de uno de los “novios” borrachos de mamá, Artie y Mike me preguntaron por qué. Quinn cambió de tema y luego se deslizó en la oficina de la escuela para conseguirme una aspirina que colocaría casualmente en mis manos sin explicación.
Los chicos eran mi familia, pero Quinn era mi hermana.
La sangre no importaba.
Se preocupaba cuando nadie más sabía que había algo por lo que preocuparse.
Debía dejar ir esta fascinación que tenía con su hermana.
También tenía que bajar las escaleras y celebrar con Quinn. Había encontrado a alguien digno de ella.
Estar encerrada y de mal humor porque Sam Evans se apareció con Brittany era injusto.
Quinn no se merecía esto.
Bajé las escaleras y entré en la sala de estar. Cuando entré en la habitación, Rachel me sonrió y caminó hacia mí. Se encontraba rodeaba de invitados, pero su atención se posó sobre mí.
Podía ver la preocupación en sus ojos.
Si alguien entendía mi vida siquiera un poco, esa sería Rachel. También tenía un árbol genealógico de mierda.
—Has vuelto—dijo con una sonrisa que me permitió saber que se alegraba de que hubiera vuelto.
—Sí, supuse que las cosas tuvieron tiempo para calmarse. No quería perderme esta noche. Lo siento por lo de antes—me detuve ante eso.
No podía explicarle nada más.
Rachel encogió un hombro.
—No te preocupes. Creo que los chicos sólo se preocuparon porque el tipo causó un gran revuelo. Era amigo de un invitado. Ha sido escoltado afuera.
Me extendí por detrás de ella hasta el camarero y agarré una cerveza. Era más seguro que los tragos de tequila.
Rachel elevó una ceja.
—¿Nunca has oído el dicho “licor antes de cerveza, nunca más enfermo”?
Llevé la botella a mis labios, tomé un trago, y sonreí.
—Cariño, es “licor antes de cerveza, no te preocupes”.
Rachel se rió.
—Bueno, supongo que tú sabrás esto mejor que nadie.
—Ha estado bebiendo desde antes de que fue lo suficientemente mayor como para depilarse—dijo Quinn arrastrando las palabras mientras se acercaba por detrás de Rachel y envolvía los brazos alrededor de su cintura.
Rachel echó la cabeza hacia atrás y observé mientras Quinn inclinaba la cabeza para capturar su boca con la suya.
Eran tan malditamente dulces que me ponían enferma.
También me hacían sentir celosa como el infierno.
Nunca conseguiría eso.
Nunca podría amar así.
Jamás.
—Me alegro de que volvieras a la fiesta. Sabía que no te encontrabas borracha cuando Brittany te llevó arriba—dijo Quinn una vez que liberó los labios de su prometida.
—Sí, supuse que le daría tiempo al tipo para marcharse o calmarse.
Quinn asintió.
—Lo acompañé a la puerta. Tina dijo que lo sentía. Le dijo a Puck que podía traer a unos pocos amigos. Ese era uno de ellos.
Puck era el hermano de Tina y el vocalista de una banda. Normalmente no tenía a la mejor multitud a su alrededor y viajaba con un grupo.
—Bueno, los amigos de Puck han conseguido más clase. Ese chico era el hijo de un neurocirujano en Mobile.
Las mujeres siempre me hablaban.
Me hablaban sobre sus maridos y lo negligentes que eran. No necesitaba oír una excusa de por qué me contrataban, pero siempre se sentían como si tuvieran que darme una.
Fue mi primera vez con esa mujer.
Normalmente, mantenía la lista de mis clientas reducida. Tenía a las habituales, pero era la amiga de una clienta, así que acepté.
—Entonces, ¿dormiste con su mamá?—preguntó Quinn.
No hubo incredulidad ahí.
Lo sabía.
Siempre lo sabía.
Suspiré y tomé otro trago de mi cerveza. Por supuesto que lo hice. Sin embargo, no iba a responder a eso.
Esta noche no.
—Escucha, o bailas con tu chica o voy a hacerlo yo—dije, lanzándole una sonrisa a Rachel.
La castaña sabía que bromeaba, pero me encantaba sacar de quicio a Quinn.
—Retrocede, chica amante, o seré yo la que te patee el trasero—respondió con un tono divertido.
—Bailar suena divertido. También quiero ir a ver a Brittany y a su nuevo amigo. Los vi bajar por ahí—respondió Rachel.
El poco buen humor que tenía se desvaneció.
No iría a la pista de baile.
No podría manejar eso.
Querría bailar con ella sólo para ver si se sentía tan bien como sabía que lo haría.
—Está con un Wilde, use o no su apellido, Evans y Wilde es lo mismo. Me enoja. No necesita mezclarse con ese mundo. Puede que no sea una estrella de rock, pero está horriblemente cerca de ello—gruñó Quinn.
Rachel se rió y le dio una palmada en el brazo.
—Parece un buen chico. No lo juzgues por su familia.
Quería discutir con eso, “sí, deberías juzgarlo por su familia”, pero mantuve la boca cerrada.
No podía mostrar ninguna preocupación.
Quinn me atraparía y entonces estaría empujando a Brittany hacia Sam Evans.
No existía una forma de que alguna vez permitiera que su hermana se acercara a mí y no podía culparla.
—Estoy siendo buena—respondió Quinn—Además, estoy segura que se va pronto a Los Ángeles. Esto es sólo una amistad. Brittany no parece muy interesada. Lo cual es bueno, porque no se va a llevar a mi hermanita a Los Ángeles con él. Le permitiré irse a cinco horas de distancia, pero eso es todo lo lejos que la dejaré ir.
Rachel suspiró.
—Necesitará espacio para respirar lo suficientemente pronto, Quinny. Puedes quererla y cuidarla mientras te mantengas al margen y la dejes tomar sus propias decisiones. No es la niña de la que cuidaste toda tu vida. Ahora es una chica grande. No lo olvides.
Quinn se inclinó y besó la cabeza de Rachel.
—No quiero hablar sobre familia esta noche. Sólo quiero sostenerte en mis brazos. Vamos.
Les dediqué un pequeño gesto de despedida con mi cerveza en la mano y las observé caminar hacia las puertas que conducían afuera.
Podría marcharme ahora y nunca lo sabrían. De esa forma, no tendría que beber hasta que ya no me importaran Brittany y el Sam de Mierda Evans.
—Hola, sexy. ¿Por qué no has llamado?—el arrullo vino desde detrás de mí y miré por encima de mi hombro para ver a una morena de aspecto familiar.
—Porque soy la cabrona que nunca llama—respondí con un guiño.
Se rió tontamente y cerró el espacio entre nosotras. Gran par tetas falsas. Grandes ojos marrones. Follé con ella. Era una grupie de Jackdown. La follé una noche en el club mientras Jackdown tocaba.
—Soy del tipo que perdona—susurró en mi oreja y luego se puso delante de mí, deslizando sus manos en los bolsillos traseros de mis pantalones vaqueros—Perdón de verdad.
—¿En serio?—pregunté, tomando otro trago y observándola.
Era una de esas que sabía exactamente lo que hacía. Pero claro, por lo general las grupies de bandas eran talentosas en el departamento del sexo.
Tenían que serlo para mantener el interés de tipos que tenían a chicas nuevas lanzándose sobre ellos todas las noches.
—¿Viniste aquí esta noche con Puck?—pregunté, mirando alrededor en busca del hermano pequeño de Tina.
—No. Soy amiga de Tina, y fui a la escuela con Rachel—explicó, y deslizó su otra mano sobre la entrepierna de mis pantalones—Vine aquí buscándote.
Seguro.
Vino buscando acción y yo era el primero que encontró en el que se interesó.
No era idiota.
—¿Qué tienes en mente? Podrías convencerme si lo haces sonar muy bien.
Iba a tener que ser talentosa hablando sucio para conseguir que me interese. Mi mente todavía se centraba en Brittany Pierce.
Necesitaba la distracción.
Presionó su boca contra mi oreja.
—Vuelve a una habitación conmigo y puedo recordarte lo talentosa que es mi boca.
Ah.
Sí.
Era ella.
La recordaba.
Tenía una gran boca.
Nunca la follé.
Sólo uso su boca.
Podía cerrar los ojos y fingir.
Alcancé su mano.
—Creo que eso suena como una idea muy buena.
Me sonrió y la guié a través de la multitud. No podía llevarla al piso de arriba.
Se sentía incorrecto.
Íbamos a ir al baño.
Esto no tomaría demasiado tiempo. No con la imagen que conservaba de los sueños sucios que estuve teniendo de Brittany.
Brittany
Me dolían los pies por los tacones que estuve determinada a usar.
Sam era un bailarín estupendo y me hizo olvidar otras cosas y reír.
Rachel y Quinn se encontraban abrazadas en la esquina de la pista de baile, hablando.
Me encantaba verlas así.
No iría a interrumpirlas para despedirme. Era más que probable que viera a Quinn mañana, de cualquier modo.
—Esto fue muy divertido—dijo Marley mientras ella y Kitty caminaban hacia nosotros.
También bailaron la mayor parte de la noche.
Alguien se acercó y le pidió un autógrafo a Kitty, y oí a Sam suspirar. Estuvo tranquilo más temprano, pero supongo que ahora que parecía que nos íbamos, la gente estaría ansiosa por acercársele antes de que se fuera.
—Sí, lo fue. No me había divertido tanto bailando en mucho tiempo—concordó Sam.
Podía sentir sus ojos sobre mí, y alcé la mirada en su dirección y le devolví la sonrisa.
Fue lo suficientemente bueno para ayudarme a no preocuparme si Santana dormía en mi habitación o si volvió a la fiesta. Pero ahora estábamos a punto de volver a atravesar el condominio y me preocupaba lo que podría encontrar.
—Tenemos un día de empacar mañana, o diría que debemos quedarnos y cerrar definitivamente el lugar—dijo Marley con un tono anhelante.
Sabía que se sentía emocionada por mudarse cerca de Kitty.
—Estoy lista para salir de estos tacones, de todas formas—le aseguré.
Me sentía más que lista para ir a casa.
—Vamos—dijo Kitty mientras le devolvía la foto que acababa de firmar al invitado.
Sam y yo guiamos el camino por el sendero iluminado por velas que conducía al condominio desde la playa. Su mano sostenía la mía y era agradable.
Cuando llegamos a las puertas del condominio, tomé una profunda respiración, esperando no ver a Santana. Rezando porque estuviera dormida.
La fiesta todavía era fuerte en el interior del departamento.
Hablé con varias personas mientras pasábamos y saludé con la mano a los que se encontraban demasiado lejos.
Justo antes de que alcanzáramos la puerta principal, vi en la esquina de la habitación el desgreñado cabello negro que era imposible pasar por alto.
Se hallaba de espaldas a todo el mundo y por las manos sobre sus hombros, podía decir que tenía a alguien al frente acorralado en esa esquina.
Mi estómago se retorció y apreté mi agarre sobre la mano de Sam, luego aceleré.
Salir de aquí era de repente muy importante.
No quería esa imagen en mi cabeza.
Justo cuando estuve a punto de girar la cabeza, Santana miró hacia atrás por encima de su hombro y nuestros ojos se encontraron. La mirada vidriosa de sus ojos era una con la que me sentía muy familiarizada.
Su atención pasó de mí a Sam, y luego me guiñó un ojo.
¿Qué hacía?
La miré ferozmente en respuesta y abrí la puerta, luego salí.
Era una idiota.
Una estúpida, sexy, idiota difícil de superar.
El sonido del teléfono me despertó.
Frotándome los ojos, rodé y alcancé el teléfono inalámbrico que se encontraba junto a mi cama.
Mamá debía de haber ido a algún sitio. Apenas dejaba que el teléfono sonara más de tres veces.
—Hola.
—Hola, ¿todavía dormida?—preguntó Quinn al otro lado del teléfono.
—Sí.
—Despierta, dormilona. Son más de las diez.
—Um, ¿qué quieres?—mis ojos todavía eran pesados.
Estuve levantada toda la noche hablando con Marley. Se marchó esta mañana temprano para Los Ángeles. Pasarían meses antes de que la viera otra vez.
—Necesito un favor. Odio pedírtelo, pero no sé a quién más llamar.
Sentándome, cubrí mi bostezo.
—Está bien, escucho.
—Sé que no estás muy contenta con San después de lo que hizo en la fiesta, pero es mi mejor amiga y necesito tu ayuda.
Mis ojos se abrieron de golpe y balanceé las piernas por el lado de la cama.
Me alerté al instante.
—Sí—respondí, queriendo que continuara con ello.
—Está desmayada en mi sofá. Apareció en nuestro departamento tarde anoche y dijo que era una bastarda y un par de cosas más, luego caminó y se acurrucó en el sofá y se durmió. De cualquier forma, Rach ha ido a buscar a Aria y yo estoy en el trabajo. ¿Puedes ir ahí y hacer que se levante y se vaya? No quiero que Rach tenga que lidiar con ella. Tendrá a Aria, y, bueno, probablemente vas a tener que lanzarle agua y ayudarlo a llegar a casa. Rach no puede hacer todo eso y también cuidar de Aria. Traté de despertarla antes de irme, pero no se movía e iba a llegar tarde.
Explicarle a mi hermana las razones por la que no quería hacer esto sería malo.
Ese era un secreto que nunca sabría.
Haría esto por ella una última vez. Sin embargo, eso era todo.
Después de hoy, iba a mantener la distancia.
Lo haría.
Lo decía en serio.
—De acuerdo, está bien. Haré que se levante y se vaya.
—Muchas gracias. Te debo una.
No tenía ni idea.
—Sí, así es. Adiós.
—Adiós.
Colgué el teléfono y fruncí el ceño.
Ir a ver a Santana era una mala idea. Sin embargo, no podía dejar que Rachel se encargara mientras tenía que cuidar de Aria.
Aria era la hija de la hermana de Rachel y mi papá.
La aventura de mi papá con la hermana de Rachel casi destruyó a Quinn y a Rachel cuando lo descubrieron.
Era suficientemente malo que nuestro papá estuviera engañando a nuestra mamá, pero descubrir que también tenía otra hija —fue muy difícil tratar con ello.
Era difícil que te gustara la hermana de Rachel.
Para todo el mundo.
Incluyendo a Rachel.
Maltrató a Rachel durante años. Pero Aria era inocente en todo esto.
Rachel era como una mamá para Aria.
Era pequeña y también quería mi atención. No la he visto en un par de semanas.
Echaba de menos su dulce carita.
Podía llevar a Santana, luego pasar un rato con Rachel y Aria.
Marqué el número de Rachel para hacerle saber que iba a ir a su departamento cuando volviera con Aria.
Una vez que terminé, salí de la cama y decidí que olvidaría la ducha y simplemente me recogería el cabello.
No quería impresionar a nadie, de todas formas.
Unos pocos tragos de tequila no hacen una Santana borracha.
Yací de espaldas en la cama y observé fijamente el ventilador blanco del techo dando vueltas lentamente. Dejar que todo el mundo a mí alrededor pensara que sólo vivía de una fiesta a la siguiente siempre fue fácil.
Ocultaba la verdad.
Me gustaba fingir ser despreocupada.
Siempre fue mejor que la verdad.
Dejar que Brittany Pierce pensara que era tan superficial como la convencí, dolía como una hija de puta.
No quería ver la decepción y el disgusto en sus ojos.
Lo único que me contuvo para no soltar la verdad mientras continuaba y continuaba hablando sobre mi comportamiento fastidioso, fue el hecho de que la verdad era peor.
Extendiéndome, cogí el osito de peluche blanco que yacía junto a mi cabeza y lo sostuve en alto ante mi nariz.
Era de Brittany.
Tenía su olor.
Este era el departamento de su lamentable papá, pero esta debía de ser la habitación de Brittany.
Quedarse aquí no iba a ser posible.
Sólo pensaría en todo lo que no podía tener.
Volví a colocar el oso en su sitio y me levanté.
Quinn era mi mejor amiga.
Claro, éramos un grupo, pero Quinn era a la que más quería. Siempre parecía saber más de lo que yo quería, pero nunca decía nada.
En vez de hacerme preguntas como hacía Mike cuando éramos niños, Quinn me traía una comida extra todos los días.
Nunca lo mencionaba. Sólo lo hacía.
Cuando estuve amoratada por los ataques de uno de los “novios” borrachos de mamá, Artie y Mike me preguntaron por qué. Quinn cambió de tema y luego se deslizó en la oficina de la escuela para conseguirme una aspirina que colocaría casualmente en mis manos sin explicación.
Los chicos eran mi familia, pero Quinn era mi hermana.
La sangre no importaba.
Se preocupaba cuando nadie más sabía que había algo por lo que preocuparse.
Debía dejar ir esta fascinación que tenía con su hermana.
También tenía que bajar las escaleras y celebrar con Quinn. Había encontrado a alguien digno de ella.
Estar encerrada y de mal humor porque Sam Evans se apareció con Brittany era injusto.
Quinn no se merecía esto.
Bajé las escaleras y entré en la sala de estar. Cuando entré en la habitación, Rachel me sonrió y caminó hacia mí. Se encontraba rodeaba de invitados, pero su atención se posó sobre mí.
Podía ver la preocupación en sus ojos.
Si alguien entendía mi vida siquiera un poco, esa sería Rachel. También tenía un árbol genealógico de mierda.
—Has vuelto—dijo con una sonrisa que me permitió saber que se alegraba de que hubiera vuelto.
—Sí, supuse que las cosas tuvieron tiempo para calmarse. No quería perderme esta noche. Lo siento por lo de antes—me detuve ante eso.
No podía explicarle nada más.
Rachel encogió un hombro.
—No te preocupes. Creo que los chicos sólo se preocuparon porque el tipo causó un gran revuelo. Era amigo de un invitado. Ha sido escoltado afuera.
Me extendí por detrás de ella hasta el camarero y agarré una cerveza. Era más seguro que los tragos de tequila.
Rachel elevó una ceja.
—¿Nunca has oído el dicho “licor antes de cerveza, nunca más enfermo”?
Llevé la botella a mis labios, tomé un trago, y sonreí.
—Cariño, es “licor antes de cerveza, no te preocupes”.
Rachel se rió.
—Bueno, supongo que tú sabrás esto mejor que nadie.
—Ha estado bebiendo desde antes de que fue lo suficientemente mayor como para depilarse—dijo Quinn arrastrando las palabras mientras se acercaba por detrás de Rachel y envolvía los brazos alrededor de su cintura.
Rachel echó la cabeza hacia atrás y observé mientras Quinn inclinaba la cabeza para capturar su boca con la suya.
Eran tan malditamente dulces que me ponían enferma.
También me hacían sentir celosa como el infierno.
Nunca conseguiría eso.
Nunca podría amar así.
Jamás.
—Me alegro de que volvieras a la fiesta. Sabía que no te encontrabas borracha cuando Brittany te llevó arriba—dijo Quinn una vez que liberó los labios de su prometida.
—Sí, supuse que le daría tiempo al tipo para marcharse o calmarse.
Quinn asintió.
—Lo acompañé a la puerta. Tina dijo que lo sentía. Le dijo a Puck que podía traer a unos pocos amigos. Ese era uno de ellos.
Puck era el hermano de Tina y el vocalista de una banda. Normalmente no tenía a la mejor multitud a su alrededor y viajaba con un grupo.
—Bueno, los amigos de Puck han conseguido más clase. Ese chico era el hijo de un neurocirujano en Mobile.
Las mujeres siempre me hablaban.
Me hablaban sobre sus maridos y lo negligentes que eran. No necesitaba oír una excusa de por qué me contrataban, pero siempre se sentían como si tuvieran que darme una.
Fue mi primera vez con esa mujer.
Normalmente, mantenía la lista de mis clientas reducida. Tenía a las habituales, pero era la amiga de una clienta, así que acepté.
—Entonces, ¿dormiste con su mamá?—preguntó Quinn.
No hubo incredulidad ahí.
Lo sabía.
Siempre lo sabía.
Suspiré y tomé otro trago de mi cerveza. Por supuesto que lo hice. Sin embargo, no iba a responder a eso.
Esta noche no.
—Escucha, o bailas con tu chica o voy a hacerlo yo—dije, lanzándole una sonrisa a Rachel.
La castaña sabía que bromeaba, pero me encantaba sacar de quicio a Quinn.
—Retrocede, chica amante, o seré yo la que te patee el trasero—respondió con un tono divertido.
—Bailar suena divertido. También quiero ir a ver a Brittany y a su nuevo amigo. Los vi bajar por ahí—respondió Rachel.
El poco buen humor que tenía se desvaneció.
No iría a la pista de baile.
No podría manejar eso.
Querría bailar con ella sólo para ver si se sentía tan bien como sabía que lo haría.
—Está con un Wilde, use o no su apellido, Evans y Wilde es lo mismo. Me enoja. No necesita mezclarse con ese mundo. Puede que no sea una estrella de rock, pero está horriblemente cerca de ello—gruñó Quinn.
Rachel se rió y le dio una palmada en el brazo.
—Parece un buen chico. No lo juzgues por su familia.
Quería discutir con eso, “sí, deberías juzgarlo por su familia”, pero mantuve la boca cerrada.
No podía mostrar ninguna preocupación.
Quinn me atraparía y entonces estaría empujando a Brittany hacia Sam Evans.
No existía una forma de que alguna vez permitiera que su hermana se acercara a mí y no podía culparla.
—Estoy siendo buena—respondió Quinn—Además, estoy segura que se va pronto a Los Ángeles. Esto es sólo una amistad. Brittany no parece muy interesada. Lo cual es bueno, porque no se va a llevar a mi hermanita a Los Ángeles con él. Le permitiré irse a cinco horas de distancia, pero eso es todo lo lejos que la dejaré ir.
Rachel suspiró.
—Necesitará espacio para respirar lo suficientemente pronto, Quinny. Puedes quererla y cuidarla mientras te mantengas al margen y la dejes tomar sus propias decisiones. No es la niña de la que cuidaste toda tu vida. Ahora es una chica grande. No lo olvides.
Quinn se inclinó y besó la cabeza de Rachel.
—No quiero hablar sobre familia esta noche. Sólo quiero sostenerte en mis brazos. Vamos.
Les dediqué un pequeño gesto de despedida con mi cerveza en la mano y las observé caminar hacia las puertas que conducían afuera.
Podría marcharme ahora y nunca lo sabrían. De esa forma, no tendría que beber hasta que ya no me importaran Brittany y el Sam de Mierda Evans.
—Hola, sexy. ¿Por qué no has llamado?—el arrullo vino desde detrás de mí y miré por encima de mi hombro para ver a una morena de aspecto familiar.
—Porque soy la cabrona que nunca llama—respondí con un guiño.
Se rió tontamente y cerró el espacio entre nosotras. Gran par tetas falsas. Grandes ojos marrones. Follé con ella. Era una grupie de Jackdown. La follé una noche en el club mientras Jackdown tocaba.
—Soy del tipo que perdona—susurró en mi oreja y luego se puso delante de mí, deslizando sus manos en los bolsillos traseros de mis pantalones vaqueros—Perdón de verdad.
—¿En serio?—pregunté, tomando otro trago y observándola.
Era una de esas que sabía exactamente lo que hacía. Pero claro, por lo general las grupies de bandas eran talentosas en el departamento del sexo.
Tenían que serlo para mantener el interés de tipos que tenían a chicas nuevas lanzándose sobre ellos todas las noches.
—¿Viniste aquí esta noche con Puck?—pregunté, mirando alrededor en busca del hermano pequeño de Tina.
—No. Soy amiga de Tina, y fui a la escuela con Rachel—explicó, y deslizó su otra mano sobre la entrepierna de mis pantalones—Vine aquí buscándote.
Seguro.
Vino buscando acción y yo era el primero que encontró en el que se interesó.
No era idiota.
—¿Qué tienes en mente? Podrías convencerme si lo haces sonar muy bien.
Iba a tener que ser talentosa hablando sucio para conseguir que me interese. Mi mente todavía se centraba en Brittany Pierce.
Necesitaba la distracción.
Presionó su boca contra mi oreja.
—Vuelve a una habitación conmigo y puedo recordarte lo talentosa que es mi boca.
Ah.
Sí.
Era ella.
La recordaba.
Tenía una gran boca.
Nunca la follé.
Sólo uso su boca.
Podía cerrar los ojos y fingir.
Alcancé su mano.
—Creo que eso suena como una idea muy buena.
Me sonrió y la guié a través de la multitud. No podía llevarla al piso de arriba.
Se sentía incorrecto.
Íbamos a ir al baño.
Esto no tomaría demasiado tiempo. No con la imagen que conservaba de los sueños sucios que estuve teniendo de Brittany.
Brittany
Me dolían los pies por los tacones que estuve determinada a usar.
Sam era un bailarín estupendo y me hizo olvidar otras cosas y reír.
Rachel y Quinn se encontraban abrazadas en la esquina de la pista de baile, hablando.
Me encantaba verlas así.
No iría a interrumpirlas para despedirme. Era más que probable que viera a Quinn mañana, de cualquier modo.
—Esto fue muy divertido—dijo Marley mientras ella y Kitty caminaban hacia nosotros.
También bailaron la mayor parte de la noche.
Alguien se acercó y le pidió un autógrafo a Kitty, y oí a Sam suspirar. Estuvo tranquilo más temprano, pero supongo que ahora que parecía que nos íbamos, la gente estaría ansiosa por acercársele antes de que se fuera.
—Sí, lo fue. No me había divertido tanto bailando en mucho tiempo—concordó Sam.
Podía sentir sus ojos sobre mí, y alcé la mirada en su dirección y le devolví la sonrisa.
Fue lo suficientemente bueno para ayudarme a no preocuparme si Santana dormía en mi habitación o si volvió a la fiesta. Pero ahora estábamos a punto de volver a atravesar el condominio y me preocupaba lo que podría encontrar.
—Tenemos un día de empacar mañana, o diría que debemos quedarnos y cerrar definitivamente el lugar—dijo Marley con un tono anhelante.
Sabía que se sentía emocionada por mudarse cerca de Kitty.
—Estoy lista para salir de estos tacones, de todas formas—le aseguré.
Me sentía más que lista para ir a casa.
—Vamos—dijo Kitty mientras le devolvía la foto que acababa de firmar al invitado.
Sam y yo guiamos el camino por el sendero iluminado por velas que conducía al condominio desde la playa. Su mano sostenía la mía y era agradable.
Cuando llegamos a las puertas del condominio, tomé una profunda respiración, esperando no ver a Santana. Rezando porque estuviera dormida.
La fiesta todavía era fuerte en el interior del departamento.
Hablé con varias personas mientras pasábamos y saludé con la mano a los que se encontraban demasiado lejos.
Justo antes de que alcanzáramos la puerta principal, vi en la esquina de la habitación el desgreñado cabello negro que era imposible pasar por alto.
Se hallaba de espaldas a todo el mundo y por las manos sobre sus hombros, podía decir que tenía a alguien al frente acorralado en esa esquina.
Mi estómago se retorció y apreté mi agarre sobre la mano de Sam, luego aceleré.
Salir de aquí era de repente muy importante.
No quería esa imagen en mi cabeza.
Justo cuando estuve a punto de girar la cabeza, Santana miró hacia atrás por encima de su hombro y nuestros ojos se encontraron. La mirada vidriosa de sus ojos era una con la que me sentía muy familiarizada.
Su atención pasó de mí a Sam, y luego me guiñó un ojo.
¿Qué hacía?
La miré ferozmente en respuesta y abrí la puerta, luego salí.
Era una idiota.
Una estúpida, sexy, idiota difícil de superar.
El sonido del teléfono me despertó.
Frotándome los ojos, rodé y alcancé el teléfono inalámbrico que se encontraba junto a mi cama.
Mamá debía de haber ido a algún sitio. Apenas dejaba que el teléfono sonara más de tres veces.
—Hola.
—Hola, ¿todavía dormida?—preguntó Quinn al otro lado del teléfono.
—Sí.
—Despierta, dormilona. Son más de las diez.
—Um, ¿qué quieres?—mis ojos todavía eran pesados.
Estuve levantada toda la noche hablando con Marley. Se marchó esta mañana temprano para Los Ángeles. Pasarían meses antes de que la viera otra vez.
—Necesito un favor. Odio pedírtelo, pero no sé a quién más llamar.
Sentándome, cubrí mi bostezo.
—Está bien, escucho.
—Sé que no estás muy contenta con San después de lo que hizo en la fiesta, pero es mi mejor amiga y necesito tu ayuda.
Mis ojos se abrieron de golpe y balanceé las piernas por el lado de la cama.
Me alerté al instante.
—Sí—respondí, queriendo que continuara con ello.
—Está desmayada en mi sofá. Apareció en nuestro departamento tarde anoche y dijo que era una bastarda y un par de cosas más, luego caminó y se acurrucó en el sofá y se durmió. De cualquier forma, Rach ha ido a buscar a Aria y yo estoy en el trabajo. ¿Puedes ir ahí y hacer que se levante y se vaya? No quiero que Rach tenga que lidiar con ella. Tendrá a Aria, y, bueno, probablemente vas a tener que lanzarle agua y ayudarlo a llegar a casa. Rach no puede hacer todo eso y también cuidar de Aria. Traté de despertarla antes de irme, pero no se movía e iba a llegar tarde.
Explicarle a mi hermana las razones por la que no quería hacer esto sería malo.
Ese era un secreto que nunca sabría.
Haría esto por ella una última vez. Sin embargo, eso era todo.
Después de hoy, iba a mantener la distancia.
Lo haría.
Lo decía en serio.
—De acuerdo, está bien. Haré que se levante y se vaya.
—Muchas gracias. Te debo una.
No tenía ni idea.
—Sí, así es. Adiós.
—Adiós.
Colgué el teléfono y fruncí el ceño.
Ir a ver a Santana era una mala idea. Sin embargo, no podía dejar que Rachel se encargara mientras tenía que cuidar de Aria.
Aria era la hija de la hermana de Rachel y mi papá.
La aventura de mi papá con la hermana de Rachel casi destruyó a Quinn y a Rachel cuando lo descubrieron.
Era suficientemente malo que nuestro papá estuviera engañando a nuestra mamá, pero descubrir que también tenía otra hija —fue muy difícil tratar con ello.
Era difícil que te gustara la hermana de Rachel.
Para todo el mundo.
Incluyendo a Rachel.
Maltrató a Rachel durante años. Pero Aria era inocente en todo esto.
Rachel era como una mamá para Aria.
Era pequeña y también quería mi atención. No la he visto en un par de semanas.
Echaba de menos su dulce carita.
Podía llevar a Santana, luego pasar un rato con Rachel y Aria.
Marqué el número de Rachel para hacerle saber que iba a ir a su departamento cuando volviera con Aria.
Una vez que terminé, salí de la cama y decidí que olvidaría la ducha y simplemente me recogería el cabello.
No quería impresionar a nadie, de todas formas.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ahora (Adaptada) Epílogo
hola morra,..
buuuenooo,.. san esta haciendo dos cosas! pone le sacarse a san de la cabeza (imposible) y espantar a britt,... que no le va tan bien todavia!!!
a ver que hace britt ahora,.. yo que ella la ahogo con agua jajaja
nos vemos!!!
buuuenooo,.. san esta haciendo dos cosas! pone le sacarse a san de la cabeza (imposible) y espantar a britt,... que no le va tan bien todavia!!!
a ver que hace britt ahora,.. yo que ella la ahogo con agua jajaja
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ahora (Adaptada) Epílogo
Tratando de evitarse las dos sin embargo el destino las sigue juntando.... Haber que tal les va
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ahora (Adaptada) Epílogo
creo que no es la primera vez que leo una trama como esta, donde quinn es la hermana de brittany y san, su mejor amiga no es buena para su hermanita, espero que esta tambien termine bien!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ahora (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,..
buuuenooo,.. san esta haciendo dos cosas! pone le sacarse a san de la cabeza (imposible) y espantar a britt,... que no le va tan bien todavia!!!
a ver que hace britt ahora,.. yo que ella la ahogo con agua jajaja
nos vemos!!!
Hola lu, mmm creo que lo dices muy bn y no creo q le este saliendo bn xD ajajajajaja. Jajajajajajaajjaaj creo q sería una gran idea jajaja, pero aquí dejo otro cap para saberlo! jajaja. Saludos =D
JVM escribió:Tratando de evitarse las dos sin embargo el destino las sigue juntando.... Haber que tal les va
Hola, insisto, el destino es un loquillo con ellas siempre jajaajajajaj. Aquí dejo otro cap para saberlo! Saludos =D
micky morales escribió:creo que no es la primera vez que leo una trama como esta, donde quinn es la hermana de brittany y san, su mejor amiga no es buena para su hermanita, espero que esta tambien termine bien!!!!
Hola, jajajajaja no creo q no lo es y creo q tampoco sera la ultima jajajaaj... Y creo q al menos uan adapte yo o lo voy hacer jajajaajajajajajaj. Espero lo mismo la vrdd ajajajja. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Por Ahora (Adaptada) Cap 6
Capitulo 6
Santana
—Levántate—irrumpió en mis sueños cálidos y felices, seguido de un duro golpe a mi brazo.
La misma voz sexy que me estuvo pidiendo “no te detengas”. Ahora me gritaba.
Sacudiendo la cabeza para despejarla, lentamente obligué a mis ojos a abrirse.
Brittany me miraba con un vaso en sus manos. Metió su mano en el vaso y luego salpicó agua fría en mi cara.
¿Qué demonios?
—¿Qué estás haciendo?—dije con voz ronca, moviendo mi brazo para cubrir mi rostro de cualquier otro ataque.
—Tratando de despertarte—respondió.
Estaba molesta y era hermosa.
Su cabello peinado hacia atrás en una cola de caballo, usaba pantalones cortos y una camiseta. Sin maquillaje.
Nada.
Era perfecta.
Quería mirar su muy perfecto cuerpo y cara, pero tenía miedo de que vaciara todo el vaso de agua sobre mi cabeza.
—Vamos, Santana. Levántate—rogó.
Me gustaba ese sonido.
Moviendo mi brazo a un lado, le sonreí.
—Siempre podrías venir aquí—contesté, sin poder detenerme.
Sus ojos se abrieron y luego instantáneamente se estrecharon.
—La única razón por la que no he derramado todo este vaso de agua helada en tu cabeza es porque Quinn ama este viejo sofá. Pero estoy a punto de que no me importe.
Me senté rápidamente.
Tan sexy como se veía ahí de pie, toda molesta, no quería que me derramara agua helada.
—Estoy levantada, cariño. ¿Por qué no dejas ese vaso?
—Bien. Ahora ponte tu camisa y vete. Vi tu Jeep abajo. No necesitas un aventón. Adiós—respondió y luego se dio la vuelta.
Su lindo y pequeño trasero apenas cubierto por los pantalones cortos recortados.
Era débil y acababa de ser despertada por la protagonista de mi muy travieso sueño.
Salté y envolví los brazos alrededor de su cintura, atrayendo su espalda hacia mi pecho.
Ummm, se sentía muy bien.
—¿Qué... qué estás haciendo?—preguntó en un tono nervioso.
—Lo siento.
No me di cuenta de que pediría disculpas.
No tenía que disculparme, maldita sea, necesitaba que me odiara.
Pero olía tan bien y su trasero se presionaba contra mi y no podía dejarla ir sin asegurarme de que no me odiaba por ser una idiota el otro día.
—¿Por qué? —preguntó en un tono cauteloso.
—Fui una idiota el otro día. No debí hablarte de esa manera. No quiero que estés tan enojada conmigo. Tuve un mal día y lo desquité contigo. Lo siento mucho—ahora era la que rogaba.
Dejó escapar un profundo suspiro y su pecho subía y bajaba bajo su ajustada camiseta.
—Esas tetas son muy bonitas. Son reales y apuesto a que son suaves y se sienten como el maldito cielo.
Mierda, ¿por qué dije eso?
Brittany se puso rígida en mis brazos.
Debería dejarla ir y alejarme.
Era lo correcto.
Me había disculpado y necesitábamos dejar las cosas así.
Me encontraba en el departamento de su hermana. Tenía una cita con una clienta en tres horas.
Brittany era demasiado dulce para que la tocara.
—Está bien—dijo en un susurro.
Podría deslizar mis manos hacia arriba por su estómago y tomar sus tetas en mis manos justo ahora.
Permanecía muy relajada en mis brazos.
Inclinada hacia mí.
Ah, tan bueno.
¡NO!
Dejé caer las manos y di un paso atrás. La postura de Brittany se puso rígida.
No me miró.
Me quedé ahí tratando de pensar en algo que decir, pero no vino nada.
—Ponte tu camisa y vete. Rachel y Aria vienen de regreso. Quinn quería que te fueras antes de que llegaran—dijo con voz plana antes de alejarse.
La observé hasta que entró en la habitación de invitados y cerró la puerta detrás de ella.
Me dejé caer en el sofá y me agarré la cabeza en mis manos.
¿Por qué seguía haciendo esto?
Tengo que recordar que no entra en mis límites.
¿Por qué tenía que venir a mí tan fácilmente?
¿Acaso no sabía que no debería acercarse a personas como yo?
No tenía que dejarme tocarla... tenía que luchar contra mí.
Pero, maldición, saber que le daría la bienvenida a mi toque me volvía malditamente loca.
Miré alrededor de la habitación buscando mi camisa y la encontré doblada al final del sofá. Rachel debió haber hecho eso. Me la puse, luego toqué en mis bolsillos por mi teléfono y mis llaves.
Sólo encontré mi teléfono.
Mis llaves probablemente estuvieran en el Jeep.
Sólo debería irme.
No decir nada.
Sólo irme.
Tenía razón al esconderse de mí.
Moví los pies para caminar hacia la puerta y terminé dirigiéndome a la habitación en la que entró Brittany.
No podía dejar esto así.
—Britt—la llamé y golpeé la puerta una vez, antes de abrirla.
Se hallaba sentada en la cama con las piernas dobladas debajo de ella, mirando por la ventana.
No se giró ni me miró.
—Lo siento—le dije, entrando en la habitación.
Se encogió de hombros y mantuvo su mirada fija en la ventana, viendo hacia el agua.
—¿No hablarás conmigo?—le pregunté, dando unos pasos más cerca de la cama.
—Nuestras conversaciones normalmente no terminan bien—respondió.
Y eso era todo por mi culpa.
—Lo sé.
No respondió de inmediato.
La observé mientras se sentaba ahí.
El sol de la avanzada mañana brillaba a través de la ventana, haciendo que su ya perfecto rostro luciera incluso más angelical.
¿Cómo me las arreglaba siempre para herirla?
No se merecía ser herida.
Aparte de que su papá había rasgado su mundo el año pasado. Necesitaba amigos. Personas a quienes les encantaría y no la lastimarían continuamente.
¿Por qué no podía hacer eso?
—Esta vez no tienes nada por lo cual lamentarte—dijo—Me acerqué demasiado; te alejaste. Capté la pista. No es un gran problema. Estoy bien. Ahora sólo vete.
Maldición.
—Britt, retrocedí porque dejaba que sucediera algo que no debería. Eres demasiado buena para mí. Te das cuenta de eso, ¿no? Estoy jodida. Mi vida es un jodido desastre. Tanto como me gustaría tocarte, porque, cariño, eres irresistible, no puedo. Nunca seré lo suficientemente buena para ti.
Finalmente, volvió la cabeza y se encontró con mi mirada suplicante.
Necesitaba que entendiera esto.
La dejé jugar este juego por mucho tiempo y lo había disfrutado demasiado.
Que flirtee conmigo fue algo de lo que tenía ganas y temía al mismo tiempo.
—Bien. No quieres ser lo suficientemente buena para mí, entonces nunca lo serás. Merezco a alguien que quiera ser lo que necesito. No es como si fueras a ser mi único enamoramiento. Serás mi primera. Me enseñaste mucho acerca de las personas—se puso de pie y se acercó a mí—Tienes razón. Merezco más. Mucho más que una mujer que ni siquiera me besó mientras entraba y salía de mí. Soy lo suficientemente buena para una follada rápida, ¿pero no lo soy para besar? Lo entiendo. Lección aprendida.
¿De qué demonios hablaba?
No hemos tenido sexo.
No olvidaría el tener sexo con Brittany Pierce.
—Adiós, Santana. Hemos terminado aquí. Fin de la conversación.
—Brittany, ¿de qué ha...?
La puerta principal se abrió, interrumpiéndome y una pequeña voz empezó a gritar:
—¡Bitty! ¡Bitty! ¿Estás?
Aria y Rachel acababan de llegar.
Brittany pasó por delante de mí y fue hacia la sala de estar.
La cabeza me daba vueltas.
¿De qué malditos demonios hablaba?
—Hola, niña bonita. Te extrañé—ronroneó Brittany.
—Quinny en el trabajo—dijo Aria a Brittany.
—Sí, lo está.
Aria levantó sus ojos verdes y me encontró de pie en la parte de atrás, observándolas.
—Tana aquí—replicó con alegría y aplaudió.
No podía pensar a través del remolino en mi cabeza para mantener una conversación con la niña.
Tenía que salir de aquí.
No conseguiría respuestas con Rachel parada aquí entre nosotras.
—Hola, preciosa. Diviértete con Britt y Rach, ¿de acuerdo?—le dije, y luego sonrió mientras me saludó.
—Bien—contestó.
—Gracias, Rachel, por el sofá. Lo siento por aparecer aquí. No fue una buena noche—le expliqué.
No podía decirle que pasé a comprobar a mis hermanos y descubrí que mi mamá se fue durante dos días y los dejó solos por la noche.
Tuve que cazarla y amenazarla con la cárcel si no regresaba a casa.
Ella me odiaba cada día más.
Pero al menos ahora se hallaba en casa.
También me aseguré de que Ryder tuviera un celular que mantuviera oculto en su habitación para que me llamara la próxima vez que sucediera algo así.
Terminé bebiendo demasiado en el bar porque me enojé conmigo misma por no ir a revisar a los niños antes.
Me parecía cada vez más a mi mamá.
Tenía que dejar de beber tan malditamente tanto.
—No te preocupes. Está siempre abierto si lo necesitas—respondió Rachel.
—Gracias—le dije de nuevo y luego me dirigí a la puerta.
No miré a Brittany.
Había terminado conmigo.
Finalmente me las arreglé para alejar a la única mujer que podría haberme importado.
Pero ¿qué había querido decir con “lección aprendida”?
Necesitaba la respuesta a eso.
Brittany
—La tensión era tan densa que podría cortarla con un cuchillo de mantequilla. ¿Qué diablos fue todo eso?—preguntó Rachel, después de que la puerta se cerró detrás de Santana.
No quería decirle nada de esto.
Nunca lo entendería, de todos modos. También, cabía la posibilidad de que se le saliera y se lo dijera a Quinn, lo que sería horrible.
Por más herida y enojada que estuviera con Santana, no quería que Quinn la odiara.
Quinn era una de las pocas personas a la cual Santana podía recurrir.
No me gustaba la idea de que estuviera sola.
—Se enojó porque lo desperté con agua fría. Discutimos. Llegaron en medio de su mal humor.
Rachel no lucía como si me creyese, pero asintió de todos modos.
—Está bien. No me entrometeré. Pero permíteme decir que Santana es peligrosa. Es adorable, dulce y amante de la diversión, pero algo en ella es oscura, ha tenido un mal pasado. Lo sé porque creció en mi misma calle. Creo que pudo pasar por cosas peores de las que yo pasé. Sólo ten cuidado con eso, ¿de acuerdo? Todavía eres joven y has sido muy protegida. No es asunto mío, pero ten cuidado.
No había ninguna necesidad para esta advertencia.
Pero asentí.
—Está bien.
—Ahora, ¿qué vamos a hacer hoy, niñas?—preguntó Rachel, sonriéndole a Aria.
—¡Nadar!—exclamó Aria alegremente.
—Nadar será—concordó Rachel.
Tendría que pedir prestado uno de los trajes de baño de Rachel. Inicié la pregunta, cuando mi celular comenzó a sonar en mi bolso. Me acerqué a la mesa donde dejé mi bolso cuando entré y saqué mi teléfono. Al mirar hacia la pantalla, suspiré cuando vi el nombre de Santana.
¿Qué hacía?
—Hola—le dije en el tono más molesto que pude manejar.
—No puedo encontrar mis llaves. No están en el departamento ni en mi Jeep. ¿Puedes darme un aventón?
Maldición.
¿Cuándo conseguiría un poco de espacio lejos de ella?
Se encontraba en todas partes.
No podría superar esta cosa que tenía por ella si siempre la tenía cerca.
—Está bien—le contesté y colgué. Miré de nuevo a Rachel, quien se hallaba ahí de pie observándome—No puede encontrar sus llaves. La voy a llevar a casa. Estoy segura que tiene un juego de repuesto ahí.
Rachel se mordió nerviosamente el labio inferior. Sabía que no le gustaba esto, pero entonces, a mí tampoco.
—Bueno, ten cuidado. Le haré saber a Quinn que tuviste que darle un aventón.
Entendí esa advertencia inocente.
No era para mí, sino para Santana.
Me agaché y le di a Aria un beso en la cabeza.
—Volveré más tarde. Guarda un poco de agua para mí.
—Nadar—repitió.
Sonriéndole, me dirigí a la puerta y a la planta baja. Tal vez después de que la llevara a casa podría poner algo de distancia entre nosotras.
Santana se encontraba apoyada contra la puerta del lado del pasajero de mi coche. Tenía puestos sus lentes Oakley para el sol, con los brazos cruzados sobre su pecho, haciendo que sus pechos subieran.
¿Por qué, oh por qué, tenía que ser tan malditamente hermosa?
Incluso aunque no podía ver sus ojos a través de los lentes oscuros, sabía que me miraba.
Podía sentirlo.
Y, por desgracia, me gustaba.
O por lo menos le gustaba a mi cuerpo.
—Lo siento por esto. Alguien debió tomarlas para que no condujera. Sin embargo, no sé quién.
Quité el seguro de las puertas con mi control remoto.
No tenía que hablar con ella si no quería. Sólo le daba un aventón.
Deslizándome en el asiento del conductor, me puse el cinturón de seguridad y la ignoré mientras entraba a mi lado.
El cuero negro ya cálido por el sol. Inclinándome, encendí las rejillas de ventilación de los asientos para enfriarlos.
Puede que mi papá no sea bueno para un montón de cosas, pero seguro que era muy útil cuando necesitaba un coche.
Ser propietario de varias concesionarias Mercedes me aseguraba que tendría lo mejor cuando se trataba de vehículos.
—¿Qué quisiste decir arriba sobre no besarte mientras, uh, hacía otras cosas?
¿Qué clase de juego jugaba?
¿Quería revivir esto conmigo?
—Exactamente lo que crees que significa, Santana. Te encontrabas ahí. Deberías saberlo.
Me miraba.
No la miré.
Me concentré en conducir.
—No te preguntaría si no estuviera tan malditamente confundida.
¿Cómo es que se confundió?
Fui muy específica.
No me besó ni una vez mientras teníamos sexo. Eso era malditamente claro.
—No quiero hacer un refrito de esto. Sucedió. Estuvimos actuando como si no hubiera pasado hasta ahora, así que hagamos eso de nuevo. ¿Bien?—apreté mi agarre sobre el volante y di vuelta hacia el tráfico.
Ninguna de las dos dijo nada durante unos momentos.
Tal vez había decidido concederme mi petición.
—Britt, ¿estás diciéndome que nosotras... tuvimos sexo?
La incredulidad en su voz fue mi primera pista.
Bueno, tal vez fue la primera pista de la que me di cuenta. Me perdí las otras pistas.
Aquellas en las que no se explicó o me veía con el ceño fruncido como si estuviera loca.
Pero lentamente fueron surgiendo en mí.
¡No recordaba!
Si la humillación podría ser peor, lo acababa de ser.
Se olvidó de que tuvimos sexo.
Le di al imbécil mi virginidad como una idiota y estuvo con tantas chicas que no podía recordarlo.
Guau.
Pensé que superé este rechazo, pero este nuevo conocimiento causó un nudo en la garganta.
¿Cómo pudo?
—Britt, contéstame, por favor. Antes de que te obligue a estacionar el coche y me mires—la voz de Santana sonaba en pánico.
¿Por qué?
¿No se olvidaba de las chicas con las que follaba todo el tiempo?
Ahora era una de muchas.
—Sólo quiero llevarte a casa e irme. No vamos a hablar sobre esto.
—Joder—gruñó Santana a mi lado y echó hacia atrás la cabeza contra el apoyacabezas—No fue un sueño. Es un recuerdo. Mierda.
¿Un sueño?
¿De qué hablaba?
Ahora era yo la confundida.
—Britt, por favor, dime que no lo hice...—se detuvo y tragó con fuerza, luego tomó una profunda respiración—Por favor, dime que no... no tuve sexo contigo en un cuarto de almacenamiento. Sobre cajas.
No podía decirle exactamente eso.
Así que no respondí. Seguí conduciendo.
—¡Jódeme!—rugió Santana e hizo puños sus manos sobre sus piernas.
—Ya lo hice. No terminó bien—le contesté.
—No digas eso. Por favor, no digas eso—la emoción en su voz me sorprendió.
¿Era tan importante que tuviéramos sexo?
No fui muy memorable para ella, obviamente.
Así que ¿por qué ahora sufría un colapso por eso?
Era yo la que debería estar molesta. No ella.
—Sólo estoy siendo honesta—le contesté mientras entraba en el estacionamiento de su edificio de apartamentos.
—Pensé que era un sueño—dijo en voz baja.
Su cabeza seguía echada hacia atrás en el apoyacabezas y sus ojos se cerraron fuertemente.
Me sentí un poco apenada por ella.
—No le diré a Quinn. Si quisiera decirle, ya lo habría hecho—le tranquilicé.
No podía evitarlo.
Odiaba verla tan alterada.
Santana abrió los ojos y me miró.
—No estoy molesta porque crea que le vas a decir a tu hermana—dejó escapar un suspiro irregular—Pero supongo que podrías pensar eso de mí. ¿Por qué no lo harías?
—Tienes sexo con chicas diferentes todas las noches. Fui una de ellas una noche. Tal vez sólo la primera de la noche. ¿Quién sabe?—la amargura en mi voz no ayudaba.
La expresión de Santana se veía torturada.
—Britt. Estaba borracha. Muy, muy borracha. Me desperté a la mañana siguiente y pensé que fue un sueño. De hecho, he revivido eso muchas veces en mis sueños desde entonces. Nunca me di cuenta de que... Dios, no puedo creer que te llevé a una unidad de almacenamiento detrás de un bar—pasó la mano por su cabello en señal de frustración.
Está bien.
No podía soportarlo más.
Se culpaba por esto y fue en parte culpa mía.
Fui la idiota, al salir a la calle con ella y permitir que sucediera lo que sucedió.
Podría haberle puesto fin.
—Pude haberlo detenido. No quise hacerlo—le dije.
No iba a decirle que durante años fantaseé sobre tener sexo con ella. Esa era la única pieza de este secreto que podía mantener para mí.
—¿Por qué? ¿Por qué me dejarías hacer eso? Te mereces mucho más que eso—se detuvo y me miró fijamente—Dime que no fue tu primera vez.
¿Miento?
¿O le digo la verdad?
Mentir nos haría sentir mejor a las dos.
O, al menos, la haría sentir mejor a ella.
Yo pensaría en ello todo el tiempo.
—Decidí hacerlo. No bebí. Me encontraba completamente sobria esa noche y elegí que fueras tú.
Santana se lanzó a abrir la puerta del coche y salió.
Me senté ahí y la observé mientras se paseaba de un lado al otro delante del coche. Pasó las manos por su cabello varias veces y me sorprendí deseando poder hacer eso.
Amé la forma en que su cabello se sentía.
Esa noche podría ser algo que lamentaré más tarde en la vida, cuando conozca a la persona con la que me case, pero en este momento no me arrepentía.
Tenía un muy buen recuerdo de Santana.
Incluso si no me había besado y se marchó dejándome cuando todo terminó.
Me senté en el coche y vi a Santana lidiar con esta información más dramáticamente de lo que esperaba.
Cuando finalmente dejó de caminar y me miró, abrí la puerta del coche y salí.
—Fui la primera. Esa noche. Tomé tu virginidad en una unidad de almacenamiento de mierda sobre un montón de cajas.
No era una pregunta.
Declaraba los hechos.
Asentí.
—¿Sabías que estaba completamente borracha?
No, no lo sabía.
Sabía que estuvo bebiendo, pero aparentemente no supe que había bebido tanto.
Negué con la cabeza.
—Nunca voy a beber de nuevo. Eso es todo. Lo juro. He terminado—puso las manos sobre el capó de mi coche y bajó la cabeza—Nunca podré decirte lo mucho que lo siento. Deberías de odiarme por el resto de tu vida. Esa no es manera de que perdieras tu inocencia. Maldita sea, Britt. Alguien tiene que pegarme un tiro.
No podía enojarme con ella.
No cuando se encontraba así.
Cerré la puerta y me acerqué a su lado. Tentativamente, le toqué el hombro.
—Quería que fueras tú. Ahora me doy cuenta que para que fueras tú, la forma en que sucedió, era la única manera en que alguna vez sucedería. Creo que estoy bien con eso.
Santana levantó la cabeza y me miró.
—¿Por qué yo? ¿Por qué me elegirías?
La cruda emoción en su voz fue la única razón por la que decidí ser honesta.
—Porque confiaba en ti. Te quería a ti. Te he querido por mucho tiempo.
Santana negó con la cabeza y se levantó.
—No me quieres, Britt. No me quieres. ¿Lo entiendes? No soy para ti.
Eso dolió.
Me obligué a asentir.
La entendí.
No quería que nada pase entre nosotras.
Tenía que seguir adelante.
—Lo sé—me las arreglé para decirlo con firmeza.
—No seré capaz de perdonarme.
Escucharlo decir eso dolió aún más.
Se enfadó por esto mucho más de lo que hubiera pensado.
Debí saber que no quería cruzar ninguna línea conmigo, pero me di cuenta de cuán sincera era ese deseo.
Nunca tuvo la intención de permitir que pasara algo entre nosotras.
Fue una comprensión dolorosa.
—No hay nada que perdonar. Obtuve lo que quería. Se acabó—le dije, luego me giré y caminé de regreso a mi coche.
Tenía que seguir adelante y olvidar esto.
Este fue mi cierre.
No dijo nada para detenerme.
Sólo se quedó ahí, viéndome alejarme.
La misma voz sexy que me estuvo pidiendo “no te detengas”. Ahora me gritaba.
Sacudiendo la cabeza para despejarla, lentamente obligué a mis ojos a abrirse.
Brittany me miraba con un vaso en sus manos. Metió su mano en el vaso y luego salpicó agua fría en mi cara.
¿Qué demonios?
—¿Qué estás haciendo?—dije con voz ronca, moviendo mi brazo para cubrir mi rostro de cualquier otro ataque.
—Tratando de despertarte—respondió.
Estaba molesta y era hermosa.
Su cabello peinado hacia atrás en una cola de caballo, usaba pantalones cortos y una camiseta. Sin maquillaje.
Nada.
Era perfecta.
Quería mirar su muy perfecto cuerpo y cara, pero tenía miedo de que vaciara todo el vaso de agua sobre mi cabeza.
—Vamos, Santana. Levántate—rogó.
Me gustaba ese sonido.
Moviendo mi brazo a un lado, le sonreí.
—Siempre podrías venir aquí—contesté, sin poder detenerme.
Sus ojos se abrieron y luego instantáneamente se estrecharon.
—La única razón por la que no he derramado todo este vaso de agua helada en tu cabeza es porque Quinn ama este viejo sofá. Pero estoy a punto de que no me importe.
Me senté rápidamente.
Tan sexy como se veía ahí de pie, toda molesta, no quería que me derramara agua helada.
—Estoy levantada, cariño. ¿Por qué no dejas ese vaso?
—Bien. Ahora ponte tu camisa y vete. Vi tu Jeep abajo. No necesitas un aventón. Adiós—respondió y luego se dio la vuelta.
Su lindo y pequeño trasero apenas cubierto por los pantalones cortos recortados.
Era débil y acababa de ser despertada por la protagonista de mi muy travieso sueño.
Salté y envolví los brazos alrededor de su cintura, atrayendo su espalda hacia mi pecho.
Ummm, se sentía muy bien.
—¿Qué... qué estás haciendo?—preguntó en un tono nervioso.
—Lo siento.
No me di cuenta de que pediría disculpas.
No tenía que disculparme, maldita sea, necesitaba que me odiara.
Pero olía tan bien y su trasero se presionaba contra mi y no podía dejarla ir sin asegurarme de que no me odiaba por ser una idiota el otro día.
—¿Por qué? —preguntó en un tono cauteloso.
—Fui una idiota el otro día. No debí hablarte de esa manera. No quiero que estés tan enojada conmigo. Tuve un mal día y lo desquité contigo. Lo siento mucho—ahora era la que rogaba.
Dejó escapar un profundo suspiro y su pecho subía y bajaba bajo su ajustada camiseta.
—Esas tetas son muy bonitas. Son reales y apuesto a que son suaves y se sienten como el maldito cielo.
Mierda, ¿por qué dije eso?
Brittany se puso rígida en mis brazos.
Debería dejarla ir y alejarme.
Era lo correcto.
Me había disculpado y necesitábamos dejar las cosas así.
Me encontraba en el departamento de su hermana. Tenía una cita con una clienta en tres horas.
Brittany era demasiado dulce para que la tocara.
—Está bien—dijo en un susurro.
Podría deslizar mis manos hacia arriba por su estómago y tomar sus tetas en mis manos justo ahora.
Permanecía muy relajada en mis brazos.
Inclinada hacia mí.
Ah, tan bueno.
¡NO!
Dejé caer las manos y di un paso atrás. La postura de Brittany se puso rígida.
No me miró.
Me quedé ahí tratando de pensar en algo que decir, pero no vino nada.
—Ponte tu camisa y vete. Rachel y Aria vienen de regreso. Quinn quería que te fueras antes de que llegaran—dijo con voz plana antes de alejarse.
La observé hasta que entró en la habitación de invitados y cerró la puerta detrás de ella.
Me dejé caer en el sofá y me agarré la cabeza en mis manos.
¿Por qué seguía haciendo esto?
Tengo que recordar que no entra en mis límites.
¿Por qué tenía que venir a mí tan fácilmente?
¿Acaso no sabía que no debería acercarse a personas como yo?
No tenía que dejarme tocarla... tenía que luchar contra mí.
Pero, maldición, saber que le daría la bienvenida a mi toque me volvía malditamente loca.
Miré alrededor de la habitación buscando mi camisa y la encontré doblada al final del sofá. Rachel debió haber hecho eso. Me la puse, luego toqué en mis bolsillos por mi teléfono y mis llaves.
Sólo encontré mi teléfono.
Mis llaves probablemente estuvieran en el Jeep.
Sólo debería irme.
No decir nada.
Sólo irme.
Tenía razón al esconderse de mí.
Moví los pies para caminar hacia la puerta y terminé dirigiéndome a la habitación en la que entró Brittany.
No podía dejar esto así.
—Britt—la llamé y golpeé la puerta una vez, antes de abrirla.
Se hallaba sentada en la cama con las piernas dobladas debajo de ella, mirando por la ventana.
No se giró ni me miró.
—Lo siento—le dije, entrando en la habitación.
Se encogió de hombros y mantuvo su mirada fija en la ventana, viendo hacia el agua.
—¿No hablarás conmigo?—le pregunté, dando unos pasos más cerca de la cama.
—Nuestras conversaciones normalmente no terminan bien—respondió.
Y eso era todo por mi culpa.
—Lo sé.
No respondió de inmediato.
La observé mientras se sentaba ahí.
El sol de la avanzada mañana brillaba a través de la ventana, haciendo que su ya perfecto rostro luciera incluso más angelical.
¿Cómo me las arreglaba siempre para herirla?
No se merecía ser herida.
Aparte de que su papá había rasgado su mundo el año pasado. Necesitaba amigos. Personas a quienes les encantaría y no la lastimarían continuamente.
¿Por qué no podía hacer eso?
—Esta vez no tienes nada por lo cual lamentarte—dijo—Me acerqué demasiado; te alejaste. Capté la pista. No es un gran problema. Estoy bien. Ahora sólo vete.
Maldición.
—Britt, retrocedí porque dejaba que sucediera algo que no debería. Eres demasiado buena para mí. Te das cuenta de eso, ¿no? Estoy jodida. Mi vida es un jodido desastre. Tanto como me gustaría tocarte, porque, cariño, eres irresistible, no puedo. Nunca seré lo suficientemente buena para ti.
Finalmente, volvió la cabeza y se encontró con mi mirada suplicante.
Necesitaba que entendiera esto.
La dejé jugar este juego por mucho tiempo y lo había disfrutado demasiado.
Que flirtee conmigo fue algo de lo que tenía ganas y temía al mismo tiempo.
—Bien. No quieres ser lo suficientemente buena para mí, entonces nunca lo serás. Merezco a alguien que quiera ser lo que necesito. No es como si fueras a ser mi único enamoramiento. Serás mi primera. Me enseñaste mucho acerca de las personas—se puso de pie y se acercó a mí—Tienes razón. Merezco más. Mucho más que una mujer que ni siquiera me besó mientras entraba y salía de mí. Soy lo suficientemente buena para una follada rápida, ¿pero no lo soy para besar? Lo entiendo. Lección aprendida.
¿De qué demonios hablaba?
No hemos tenido sexo.
No olvidaría el tener sexo con Brittany Pierce.
—Adiós, Santana. Hemos terminado aquí. Fin de la conversación.
—Brittany, ¿de qué ha...?
La puerta principal se abrió, interrumpiéndome y una pequeña voz empezó a gritar:
—¡Bitty! ¡Bitty! ¿Estás?
Aria y Rachel acababan de llegar.
Brittany pasó por delante de mí y fue hacia la sala de estar.
La cabeza me daba vueltas.
¿De qué malditos demonios hablaba?
—Hola, niña bonita. Te extrañé—ronroneó Brittany.
—Quinny en el trabajo—dijo Aria a Brittany.
—Sí, lo está.
Aria levantó sus ojos verdes y me encontró de pie en la parte de atrás, observándolas.
—Tana aquí—replicó con alegría y aplaudió.
No podía pensar a través del remolino en mi cabeza para mantener una conversación con la niña.
Tenía que salir de aquí.
No conseguiría respuestas con Rachel parada aquí entre nosotras.
—Hola, preciosa. Diviértete con Britt y Rach, ¿de acuerdo?—le dije, y luego sonrió mientras me saludó.
—Bien—contestó.
—Gracias, Rachel, por el sofá. Lo siento por aparecer aquí. No fue una buena noche—le expliqué.
No podía decirle que pasé a comprobar a mis hermanos y descubrí que mi mamá se fue durante dos días y los dejó solos por la noche.
Tuve que cazarla y amenazarla con la cárcel si no regresaba a casa.
Ella me odiaba cada día más.
Pero al menos ahora se hallaba en casa.
También me aseguré de que Ryder tuviera un celular que mantuviera oculto en su habitación para que me llamara la próxima vez que sucediera algo así.
Terminé bebiendo demasiado en el bar porque me enojé conmigo misma por no ir a revisar a los niños antes.
Me parecía cada vez más a mi mamá.
Tenía que dejar de beber tan malditamente tanto.
—No te preocupes. Está siempre abierto si lo necesitas—respondió Rachel.
—Gracias—le dije de nuevo y luego me dirigí a la puerta.
No miré a Brittany.
Había terminado conmigo.
Finalmente me las arreglé para alejar a la única mujer que podría haberme importado.
Pero ¿qué había querido decir con “lección aprendida”?
Necesitaba la respuesta a eso.
Brittany
—La tensión era tan densa que podría cortarla con un cuchillo de mantequilla. ¿Qué diablos fue todo eso?—preguntó Rachel, después de que la puerta se cerró detrás de Santana.
No quería decirle nada de esto.
Nunca lo entendería, de todos modos. También, cabía la posibilidad de que se le saliera y se lo dijera a Quinn, lo que sería horrible.
Por más herida y enojada que estuviera con Santana, no quería que Quinn la odiara.
Quinn era una de las pocas personas a la cual Santana podía recurrir.
No me gustaba la idea de que estuviera sola.
—Se enojó porque lo desperté con agua fría. Discutimos. Llegaron en medio de su mal humor.
Rachel no lucía como si me creyese, pero asintió de todos modos.
—Está bien. No me entrometeré. Pero permíteme decir que Santana es peligrosa. Es adorable, dulce y amante de la diversión, pero algo en ella es oscura, ha tenido un mal pasado. Lo sé porque creció en mi misma calle. Creo que pudo pasar por cosas peores de las que yo pasé. Sólo ten cuidado con eso, ¿de acuerdo? Todavía eres joven y has sido muy protegida. No es asunto mío, pero ten cuidado.
No había ninguna necesidad para esta advertencia.
Pero asentí.
—Está bien.
—Ahora, ¿qué vamos a hacer hoy, niñas?—preguntó Rachel, sonriéndole a Aria.
—¡Nadar!—exclamó Aria alegremente.
—Nadar será—concordó Rachel.
Tendría que pedir prestado uno de los trajes de baño de Rachel. Inicié la pregunta, cuando mi celular comenzó a sonar en mi bolso. Me acerqué a la mesa donde dejé mi bolso cuando entré y saqué mi teléfono. Al mirar hacia la pantalla, suspiré cuando vi el nombre de Santana.
¿Qué hacía?
—Hola—le dije en el tono más molesto que pude manejar.
—No puedo encontrar mis llaves. No están en el departamento ni en mi Jeep. ¿Puedes darme un aventón?
Maldición.
¿Cuándo conseguiría un poco de espacio lejos de ella?
Se encontraba en todas partes.
No podría superar esta cosa que tenía por ella si siempre la tenía cerca.
—Está bien—le contesté y colgué. Miré de nuevo a Rachel, quien se hallaba ahí de pie observándome—No puede encontrar sus llaves. La voy a llevar a casa. Estoy segura que tiene un juego de repuesto ahí.
Rachel se mordió nerviosamente el labio inferior. Sabía que no le gustaba esto, pero entonces, a mí tampoco.
—Bueno, ten cuidado. Le haré saber a Quinn que tuviste que darle un aventón.
Entendí esa advertencia inocente.
No era para mí, sino para Santana.
Me agaché y le di a Aria un beso en la cabeza.
—Volveré más tarde. Guarda un poco de agua para mí.
—Nadar—repitió.
Sonriéndole, me dirigí a la puerta y a la planta baja. Tal vez después de que la llevara a casa podría poner algo de distancia entre nosotras.
Santana se encontraba apoyada contra la puerta del lado del pasajero de mi coche. Tenía puestos sus lentes Oakley para el sol, con los brazos cruzados sobre su pecho, haciendo que sus pechos subieran.
¿Por qué, oh por qué, tenía que ser tan malditamente hermosa?
Incluso aunque no podía ver sus ojos a través de los lentes oscuros, sabía que me miraba.
Podía sentirlo.
Y, por desgracia, me gustaba.
O por lo menos le gustaba a mi cuerpo.
—Lo siento por esto. Alguien debió tomarlas para que no condujera. Sin embargo, no sé quién.
Quité el seguro de las puertas con mi control remoto.
No tenía que hablar con ella si no quería. Sólo le daba un aventón.
Deslizándome en el asiento del conductor, me puse el cinturón de seguridad y la ignoré mientras entraba a mi lado.
El cuero negro ya cálido por el sol. Inclinándome, encendí las rejillas de ventilación de los asientos para enfriarlos.
Puede que mi papá no sea bueno para un montón de cosas, pero seguro que era muy útil cuando necesitaba un coche.
Ser propietario de varias concesionarias Mercedes me aseguraba que tendría lo mejor cuando se trataba de vehículos.
—¿Qué quisiste decir arriba sobre no besarte mientras, uh, hacía otras cosas?
¿Qué clase de juego jugaba?
¿Quería revivir esto conmigo?
—Exactamente lo que crees que significa, Santana. Te encontrabas ahí. Deberías saberlo.
Me miraba.
No la miré.
Me concentré en conducir.
—No te preguntaría si no estuviera tan malditamente confundida.
¿Cómo es que se confundió?
Fui muy específica.
No me besó ni una vez mientras teníamos sexo. Eso era malditamente claro.
—No quiero hacer un refrito de esto. Sucedió. Estuvimos actuando como si no hubiera pasado hasta ahora, así que hagamos eso de nuevo. ¿Bien?—apreté mi agarre sobre el volante y di vuelta hacia el tráfico.
Ninguna de las dos dijo nada durante unos momentos.
Tal vez había decidido concederme mi petición.
—Britt, ¿estás diciéndome que nosotras... tuvimos sexo?
La incredulidad en su voz fue mi primera pista.
Bueno, tal vez fue la primera pista de la que me di cuenta. Me perdí las otras pistas.
Aquellas en las que no se explicó o me veía con el ceño fruncido como si estuviera loca.
Pero lentamente fueron surgiendo en mí.
¡No recordaba!
Si la humillación podría ser peor, lo acababa de ser.
Se olvidó de que tuvimos sexo.
Le di al imbécil mi virginidad como una idiota y estuvo con tantas chicas que no podía recordarlo.
Guau.
Pensé que superé este rechazo, pero este nuevo conocimiento causó un nudo en la garganta.
¿Cómo pudo?
—Britt, contéstame, por favor. Antes de que te obligue a estacionar el coche y me mires—la voz de Santana sonaba en pánico.
¿Por qué?
¿No se olvidaba de las chicas con las que follaba todo el tiempo?
Ahora era una de muchas.
—Sólo quiero llevarte a casa e irme. No vamos a hablar sobre esto.
—Joder—gruñó Santana a mi lado y echó hacia atrás la cabeza contra el apoyacabezas—No fue un sueño. Es un recuerdo. Mierda.
¿Un sueño?
¿De qué hablaba?
Ahora era yo la confundida.
—Britt, por favor, dime que no lo hice...—se detuvo y tragó con fuerza, luego tomó una profunda respiración—Por favor, dime que no... no tuve sexo contigo en un cuarto de almacenamiento. Sobre cajas.
No podía decirle exactamente eso.
Así que no respondí. Seguí conduciendo.
—¡Jódeme!—rugió Santana e hizo puños sus manos sobre sus piernas.
—Ya lo hice. No terminó bien—le contesté.
—No digas eso. Por favor, no digas eso—la emoción en su voz me sorprendió.
¿Era tan importante que tuviéramos sexo?
No fui muy memorable para ella, obviamente.
Así que ¿por qué ahora sufría un colapso por eso?
Era yo la que debería estar molesta. No ella.
—Sólo estoy siendo honesta—le contesté mientras entraba en el estacionamiento de su edificio de apartamentos.
—Pensé que era un sueño—dijo en voz baja.
Su cabeza seguía echada hacia atrás en el apoyacabezas y sus ojos se cerraron fuertemente.
Me sentí un poco apenada por ella.
—No le diré a Quinn. Si quisiera decirle, ya lo habría hecho—le tranquilicé.
No podía evitarlo.
Odiaba verla tan alterada.
Santana abrió los ojos y me miró.
—No estoy molesta porque crea que le vas a decir a tu hermana—dejó escapar un suspiro irregular—Pero supongo que podrías pensar eso de mí. ¿Por qué no lo harías?
—Tienes sexo con chicas diferentes todas las noches. Fui una de ellas una noche. Tal vez sólo la primera de la noche. ¿Quién sabe?—la amargura en mi voz no ayudaba.
La expresión de Santana se veía torturada.
—Britt. Estaba borracha. Muy, muy borracha. Me desperté a la mañana siguiente y pensé que fue un sueño. De hecho, he revivido eso muchas veces en mis sueños desde entonces. Nunca me di cuenta de que... Dios, no puedo creer que te llevé a una unidad de almacenamiento detrás de un bar—pasó la mano por su cabello en señal de frustración.
Está bien.
No podía soportarlo más.
Se culpaba por esto y fue en parte culpa mía.
Fui la idiota, al salir a la calle con ella y permitir que sucediera lo que sucedió.
Podría haberle puesto fin.
—Pude haberlo detenido. No quise hacerlo—le dije.
No iba a decirle que durante años fantaseé sobre tener sexo con ella. Esa era la única pieza de este secreto que podía mantener para mí.
—¿Por qué? ¿Por qué me dejarías hacer eso? Te mereces mucho más que eso—se detuvo y me miró fijamente—Dime que no fue tu primera vez.
¿Miento?
¿O le digo la verdad?
Mentir nos haría sentir mejor a las dos.
O, al menos, la haría sentir mejor a ella.
Yo pensaría en ello todo el tiempo.
—Decidí hacerlo. No bebí. Me encontraba completamente sobria esa noche y elegí que fueras tú.
Santana se lanzó a abrir la puerta del coche y salió.
Me senté ahí y la observé mientras se paseaba de un lado al otro delante del coche. Pasó las manos por su cabello varias veces y me sorprendí deseando poder hacer eso.
Amé la forma en que su cabello se sentía.
Esa noche podría ser algo que lamentaré más tarde en la vida, cuando conozca a la persona con la que me case, pero en este momento no me arrepentía.
Tenía un muy buen recuerdo de Santana.
Incluso si no me había besado y se marchó dejándome cuando todo terminó.
Me senté en el coche y vi a Santana lidiar con esta información más dramáticamente de lo que esperaba.
Cuando finalmente dejó de caminar y me miró, abrí la puerta del coche y salí.
—Fui la primera. Esa noche. Tomé tu virginidad en una unidad de almacenamiento de mierda sobre un montón de cajas.
No era una pregunta.
Declaraba los hechos.
Asentí.
—¿Sabías que estaba completamente borracha?
No, no lo sabía.
Sabía que estuvo bebiendo, pero aparentemente no supe que había bebido tanto.
Negué con la cabeza.
—Nunca voy a beber de nuevo. Eso es todo. Lo juro. He terminado—puso las manos sobre el capó de mi coche y bajó la cabeza—Nunca podré decirte lo mucho que lo siento. Deberías de odiarme por el resto de tu vida. Esa no es manera de que perdieras tu inocencia. Maldita sea, Britt. Alguien tiene que pegarme un tiro.
No podía enojarme con ella.
No cuando se encontraba así.
Cerré la puerta y me acerqué a su lado. Tentativamente, le toqué el hombro.
—Quería que fueras tú. Ahora me doy cuenta que para que fueras tú, la forma en que sucedió, era la única manera en que alguna vez sucedería. Creo que estoy bien con eso.
Santana levantó la cabeza y me miró.
—¿Por qué yo? ¿Por qué me elegirías?
La cruda emoción en su voz fue la única razón por la que decidí ser honesta.
—Porque confiaba en ti. Te quería a ti. Te he querido por mucho tiempo.
Santana negó con la cabeza y se levantó.
—No me quieres, Britt. No me quieres. ¿Lo entiendes? No soy para ti.
Eso dolió.
Me obligué a asentir.
La entendí.
No quería que nada pase entre nosotras.
Tenía que seguir adelante.
—Lo sé—me las arreglé para decirlo con firmeza.
—No seré capaz de perdonarme.
Escucharlo decir eso dolió aún más.
Se enfadó por esto mucho más de lo que hubiera pensado.
Debí saber que no quería cruzar ninguna línea conmigo, pero me di cuenta de cuán sincera era ese deseo.
Nunca tuvo la intención de permitir que pasara algo entre nosotras.
Fue una comprensión dolorosa.
—No hay nada que perdonar. Obtuve lo que quería. Se acabó—le dije, luego me giré y caminé de regreso a mi coche.
Tenía que seguir adelante y olvidar esto.
Este fue mi cierre.
No dijo nada para detenerme.
Sólo se quedó ahí, viéndome alejarme.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ahora (Adaptada) Epílogo
brittany se paga y se da el vuelto, no pde entender las verdaderas razones de santana para no haber querido hacer eso en un almacen!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ahora (Adaptada) Epílogo
Hopa morra....
El sueño hecho realidad para san... Va para las dos!!
San tiene un pasado jodido... Y la familia no ayuda mucho!!!... Pero eso no implica que si le pone merito no sea buena para britt...
Ahora sabiendo que san fue la primera... No busque la manera de arreglar lo que paso!!
Nos vemos!
El sueño hecho realidad para san... Va para las dos!!
San tiene un pasado jodido... Y la familia no ayuda mucho!!!... Pero eso no implica que si le pone merito no sea buena para britt...
Ahora sabiendo que san fue la primera... No busque la manera de arreglar lo que paso!!
Nos vemos!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ahora (Adaptada) Epílogo
Pffff que horror con San y todo por el alcohol, lo que mas deseaba paso y ella ni en cuenta y con sus palabras lo único que hizo fue hacer sentir peor a Britt al menos ella lo esta tomando como un cierre para no seguir sufriendo aunque obviamente después de esto no creo que San se quede sin hacer nada ...
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ahora (Adaptada) Epílogo
micky morales escribió:brittany se paga y se da el vuelto, no pde entender las verdaderas razones de santana para no haber querido hacer eso en un almacen!!!!!
Hola, jajajaja xD jajajajaja. Ni yo y creo q ella tampoco =/ Saludos =D
3:) escribió:Hopa morra....
El sueño hecho realidad para san... Va para las dos!!
San tiene un pasado jodido... Y la familia no ayuda mucho!!!... Pero eso no implica que si le pone merito no sea buena para britt...
Ahora sabiendo que san fue la primera... No busque la manera de arreglar lo que paso!!
Nos vemos!
Hola lu, jajajajaj si q lo fue jajajaaja. Si que si =/ Nop... como complicarla más¿? No, claro q no. Lo es, 100% lo es! Ya es suya... son suyas jajajajaajjaaj. Y de todo para q esten juntas! Saludos =D
JVM escribió:Pffff que horror con San y todo por el alcohol, lo que mas deseaba paso y ella ni en cuenta y con sus palabras lo único que hizo fue hacer sentir peor a Britt al menos ella lo esta tomando como un cierre para no seguir sufriendo aunque obviamente después de esto no creo que San se quede sin hacer nada ...
Hola, no le estan saliendo bn las cosas a esa morena la vrdd =/ Y claro, tiene q salir adelante y las cosas mejoren para ella... pero no resultara con san ai jajajajaajaj. Ni yo xD jajaaj. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Por Ahora (Adaptada) Cap 7
Capitulo 7
Santana
Era temporada baja para mí.
Aparte de los entrenamientos, estaba libre después de clases. El año pasado había comenzado las fiestas temprano cada día. Este año las cosas serían diferentes.
Me detuve frente a los canchas de fútbol de mi juventud.
De acuerdo con el papeleo que había llenado por Jake para jugar, sus prácticas serían aquí todos los martes y jueves a partir de cinco y media a siete.
Caminé al lado de la valla, donde los padres observaban, sentados en sillas de jardín.
Cuando por fin llegué a jugar Softbol, los padres siempre se habían presentado a nuestras prácticas.
Mi mamá, por supuesto, nunca llegó.
Sabía que nunca llegaría a las prácticas de Jake o a sus juegos. No quería que él se sintiera no deseado como yo.
Podría cambiar eso por él.
Podría estar aquí.
Animándolo. Él no conocería ese tipo de rechazo y soledad.
Cuando llegué al portón, vi a los chicos hacer estiramientos y traté de averiguar cuál de los pequeños era Jake.
Los niños pequeños en almohadillas de fútbol y cascos tenían el mismo aspecto.
—No te ves lo suficiente mayor como para tener un hijo. Debes ser la hermana mayor de alguien—dijo una voz de mujer mayor detrás de mí.
Eché un vistazo por encima de mi hombro para ver a la mamá de alguien sonriéndome desde su silla.
Se acercaba a los cuarenta años, pero se vestía como si estuviera en sus veinte. Me di cuenta por su barata y ceñida ropa que no podía darse el lujo de mí.
Además, no trabajaba en estos momentos.
Estaba aquí por Jake.
—Sí, señora. Mi hermano va a jugar este año—contesté.
Las mujeres de su edad odiaban cuando las llamaba “señoras”. Me hizo sonreír.
Ella daría marcha atrás.
Me volteé hacia el campo justo cuando el entrenador grito:
—Vayan a buscar agua.
Los chicos se quitaron los cascos y salieron corriendo hacia la valla, donde los grandes contenedores de agua se alineaban.
Los ojos de Jake se encontraron con los míos, hizo una pausa antes de que una gran sonrisa estallara en su cara. Pasó la línea de agua y vino directamente hacia mí.
—¡San! Estás aquí—la emoción en su voz hizo que mi corazón doliera un poco.
—Por supuesto que estoy aquí. Estás practicando. No quería perderme esto.
El pecho de Jake se hinchó.
—Voy a jugar como ofensa en la parte trasera del campo. El entrenador dijo que tengo velocidad.
—Demonios, sí, tienes velocidad. Eres familiar mío.
La amplia sonrisa en su rostro creció.
—Tengo que ir por agua y volver ahí. ¿Vas a estar aquí hasta que termine?
Si hubiera tenido algún otro plan lo habría cancelado. La mirada de esperanza en su rostro era imposible de ignorar.
—Sip. Tú y yo vamos a ir a buscar una gran hamburguesa grasienta de queso cuando esto termine, y luego te llevaré de regreso a casa.
Jake gritó, luego se despidió con la mano antes de correr a la línea de agua.
No dejaba de mirarme sobre su hombro para asegurarse de que no me había movido.
No iba a ninguna parte.
—¿Eres familiar de Jake?—el tono de sorpresa en la voz de la mujer detrás de mí no pasó desapercibido.
Mis instintos protectores comenzaron a notarse y me di la vuelta para mirarla.
—Sí. Es mi hermano pequeño—contesté, desafiándola a decir algo sobre él.
No me importaba si era una mujer. No iba a dejar que su maliciosa y chismosa boca diga o haga algo que dañara a Jake.
—Oh, bueno. Es que nadie viene aquí por él. Ni en la escuela o cualquier otra cosa. No sabía que tenía una hermana mayor.
No se merecía una explicación.
Pero maldita sea, no quería que hablara de mi familia. Sabía lo que era que las madres de otros niños hablaran de ti y de tu familia.
Me dolió.
Los niños no deberían tener que lidiar con eso.
—La tiene—fue mi única respuesta.
Volví mi atención al campo.
Jake me observaba mientras se ponía en posición. Iba a hacer caso omiso de los comentarios sarcásticos de idiotas que no tenían nada mejor que hacer que hablar de otras personas.
Durante la siguiente hora y media vi practicar a Jake.
Era bueno.
Más que bueno y su entrenador tenía razón. El chico era rápido.
Necesitaba unos guantes si iba a manejar tanto la pelota. Podríamos ir a conseguirlos esta noche.
Después de que compramos los guantes de receptor y Jake fuera un niño feliz, nos dirigimos a Pickle Shack.
Este era el único lugar en la ciudad para conseguir una buena hamburguesa. Eso y sabía que a Jake le gustaban los juegos de máquinas en el interior.
Seguí a Jake dentro y le dije a la anfitriona que necesitábamos una mesa para dos.
—¿Una cabina está bien?—preguntó, batiendo sus pestañas hacia mí.
La chica tenía tal vez dieciséis años. Maldita sea, aprendían a hacer eso muy jóvenes.
Asentí y se dio la vuelta pavoneándose hacia una cabina en la esquina. Entré después de Jake, pero mis pies se detuvieron cuando mis ojos se encontraron con los de Brittany.
Se encontraba sentada en una gran cabina curva con otras tres chicas y dos chicos.
No la había visto desde que me dejó en el estacionamiento de mi edificio hace tres días.
Estuve pensando en ella sin cesar, pero mantuve mi distancia.
Verla aquí fue una sacudida.
El tiempo lejos de ella casi me ayudó a lidiar con lo que hice, pero al mirarla a sus ojos azules, sabía que nunca lo superaría.
Era tan malditamente dulce y yo era la tonta más grande del mundo.
—¿Vienes, San?—preguntó Jake, sacudiéndome de mi trance.
Aparté mi mirada de Brittany y me dirigí a nuestra cabina. Quería que esta noche fuera sobre Jake. No necesitaba que imágenes de la expresión herida de Brittany me persiguieran.
Además, no necesitaba verla sentada tan cerca de algún idiota que no era lo suficientemente bueno para ella.
No lo conocía, pero sabía que no era lo suficientemente bueno.
Nadie lo era.
—¿Quiénes son ellos?—preguntó Jake, mirándome con curiosidad, entonces de nuevo hacia la cabina, donde Brittany estudiaba su bebida y torcía la pajilla nerviosamente.
—Ah, nadie—contesté, abriendo mi menú.
—Esa bonita chica rubia sigue mirándote—dijo Jake, un poco demasiado fuerte.
No pude evitarlo.
La miré otra vez.
Jake tenía razón. Me miraba.
Una pequeña sonrisa asomó la comisura de sus labios. No había besado esos labios.
Ella no entendía por qué, pero yo sí.
Incluso borracha, sabía que algunas cosas eran demasiado buenas para mí.
Esos perfectos labios estaban fuera de los límites para alguien como yo.
No merecía probarlos.
Le pedí a Dios que hubiera sido más inteligente en lo que respectaba al resto de su cuerpo.
En cambio, la había tomado por completo.
Tuve sueños que lo demostraban.
—Es la hermana de una amiga—expliqué, llevando mi atención al menú.
—¿Qué amiga?—preguntó Jake con curiosidad.
Quería decirle que lo dejara, pero no quería molestarlo. Era sensible acerca de cosas como estas.
Nuestra mamá al no preocuparse por nadie, a excepción de sí misma lo hizo ser cuidadoso sobre en quien situar su confianza.
Normalmente, él era tranquilo.
Conmigo hablaba. Me gustaba eso.
—Quinn Fabray. No la has conocido.
Jake asintió.
—Te he oído hablar de Quinn. Mamá dice que tiene un montón de dinero. ¿Eso quiere decir que ella también tiene un montón de dinero? Porque es muy bonita y creo que le gustas.
No pude evitar reír.
Los niños eran demasiado atentos.
—Sí. Tiene dinero, pero estás equivocado en lo otro. En realidad no le importo mucho.
Jake dejó escapar un suspiro.
—Apesta ser pobre. Las muchachas bonitas nunca gustan de ti.
Maldita sea.
Odiaba oírle decir algo así.
—Cuando te hagas mayor, el dinero no importará. En este momento las chicas escuchan lo que les dicen sus mamás. No siempre será así.
Jake frunció el ceño, luego se volteó hacia la mesa donde se hallaba sentada Brittany.
—Va a salir con ese tipo. Él está susurrándole en el oído, pero ella sigue mirándote.
Fue muy difícil ignorarla cuando Jake me daba una descripción detallada de lo que hacía.
La miré, y se puso de pie junto al grupo con el que estuvo sentada. La cabeza del chico se inclinó y le decía algo muy cerca de su oído, pero Jake tenía razón.
Su atención seguía en mí. Y me gustó.
No tenía sentido negarlo.
Me encantaba.
Quería su atención.
Quería que me quisiera, porque estoy completamente segura de que la quería.
Negó a lo que el tipo dijo y luego se despidió.
Me sentí aliviada.
La idea de que se fuera a alguna parte con ese tipo me enfermaba. Sabía lo que él deseaba.
No lo culpaba, pero no me gustaba.
Brittany se dirigió hacia nosotros.
Mierda.
—Viene hacia aquí—anunció Jake con temor.
A mí también me sorprendió un poco.
No esperaba que me saludara.
Esta noche no llevaba esos pantalones cortos. Tenía las piernas cubiertas por unos pantalones vaqueros muy ajustados.
No ayudó.
Sólo alimentó mi imaginación.
—Hola, Santana—dijo, sonriéndome.
La mirada nerviosa en sus ojos era lo único que delataba el hecho de que esto no fue una decisión fácil.
Miró a Jake.
—Hola, soy Brittany.
Jake le sonrió.
—Hola, soy Jake. Santana es mi hermana mayor.
Una suavidad tocó la sonrisa de Brittany. La tensión de sus nervios desapareció.
Bueno, maldita sea.
Que vea una cualidad rescatable en mí no era algo bueno. Necesitaba que quisiera mantenerse alejada de mí, porque Dios sabía que yo no era lo suficientemente fuerte como para decirle que no.
—Es un placer conocerte, Jake. Puedo ver el parecido.
—¿En serio?—preguntó Jake, sorprendido.
Brittany rió, lo que hizo que mi ritmo cardiaco se elevara.
—Sí, de verdad.
—¿Quieres sentarte con nosotros?—preguntó Jake, corriéndose rápidamente para darle un poco de espacio para sentarse.
Brittany dirigió sus ojos hacia mí y pude ver la incertidumbre ahí.
—Yo... em…
—A los dos nos gustaría que te unieras a nosotros si quieres—le aseguré.
Sonrió y se sentó en la cabina junto a Jake.
—¿Ya has comido?—preguntó Jake, empujando el menú en sus manos.
Ansiaba conseguir que se quedara.
Fue muy divertido.
El chico tenía buen gusto.
—Podría comer un postre. Ya he comido una hamburguesa y papas fritas—le respondió sonriéndole.
—Está bien. Genial—dijo Jake, tomando de nuevo el menú para verlo.
No podía dejar de mirarla.
Se encontraba tan cerca.
Había tenido tres días para asimilar que en el intenso sueño caliente que seguí teniendo de Brittany era muy real.
La había tocado.
Había estado dentro y junto a ella.
Todo lo que podía pensar ahora era como quería hacerlo otra vez sobria.
Quería besarla y asegurarme de que supiera lo mucho que la quería.
Quería escuchar esos sonidos sexys que habían estado persiguiendo mis sueños con claridad para que pudiera recordar cuando estuviera sola.
—¿Cómo estás?—preguntó, interrumpiendo mis pensamientos acerca de lo mucho que la quería desnuda y debajo de mí otra vez.
—Bien. Supongo. He estado pensando en algunas cosas—me detuve, moviendo la mirada a Jake, que leía el menú, antes de volver a mirarla.
—Yo también. Lo siento por como resultaron las cosas.
¿Por qué se disculpaba?
Yo era la que debía disculparse.
—Britt, no tienes nada que lamentar. Todo fue mi culpa.
Una pequeña sonrisa tiró de la comisura de sus labios.
¿Podrían ser más sexys?
—Tal vez. Pero no yo tampoco pensé con claridad.
—Quiero una hamburguesa con queso—anunció Jake, entregándome el menú.
Tenía que recordar que teníamos una audiencia. Casi había dicho algo que Jake no necesitaba oír.
—Buena elección. Es lo que siempre como—dijo Brittany.
—San me trajo aquí una vez y comí una hamburguesa con queso. Estaba buena, pero tuve que compartir mis patatas fritas con Bree porque se olvidó de pedir y quería un poco una vez que me dieron las mías. Era molesto.
Brittany me miró.
—¿Quién es Bree?
—Mi hermana pequeña. San la trata como a un bebé. Pero no lo es.
La sonrisa en el rostro de Brittany se suavizó.
Le gustaba eso.
—Santana tiene algo por las mujeres. Estoy segura de que con tu hermanita no es diferente—le dijo Brittany a Jake.
Jake asintió.
—Sí, lo sé. Mamé dice que tiene una chica diferente cada noche....
—Es suficiente, Jake—lo detuve antes de que dijera demasiado.
Jake sonrió y agachó la cabeza. Él sabía lo que había hecho.
Brittany reprimió una risa y sus ojos brillaron con diversión cuando me miró a través de sus largas pestañas.
Brittany
Jake era adorable.
Era un mini- Santana.
Le escuché decirme acerca de la práctica de fútbol y cómo se acercaba su primer partido. Santana firmó y pagó para que Jake jugara futbol este año y Jake se sentía extremadamente agradecido.
Algo tan pequeño era muy importante para ella.
Me hizo preguntarme qué tan mal de dinero se encontraba la familia de Santana.
Sabía que creció en la parte peligrosa de la ciudad, pero no sabía exactamente lo malo que era.
—Así que, ¿puedes venir a ver mi partido el próximo sábado?—preguntó Jake, interrumpiendo mis pensamientos.
No esperaba una invitación.
Le eché un vistazo a Santana, que me observaba de cerca, sin estar segura de cómo responder.
No quería desilusionar a Jake, pero tampoco quería que Santana pensara que utilizaba a su hermano para llegar a ella.
No quería volver a llegar a ella.
Ya lo había hecho.
No terminó bien.
—Ehh, bueno, me encantaría ir a tu juego. Si eso está bien... con todos...—me callé, esperando que Santana le dijera a Jake por qué esto no iba a estar bien.
—Genial, sí, está bien. San también estará ahí. Puedes sentarte con ella.
—Está bien, amigo, eso es suficiente. No presiones a Britt. Estoy segura de que tiene planes.
No fue la excusa que esperaba que Santana lanzara en el camino.
Vi como el rostro de Jake se desilusionaba y no me importó lo que quería Santana.
Si le preocupaba que estuviera ahí por ella, tendría que superarlo. No iba a rechazar la invitación inocente de Jake sólo para apaciguar a Santana.
—Voy a estar ahí. ¿Puedo traer a un amigo? A él también le gusta el fútbol.
No tenía idea de a quién iba a traer, pero parecía algo para decir en este momento.
Que Santana sepa que no planeaba ir a verla o sentarme junto a ella era mi objetivo principal.
Encontraría un “amigo” después.
—¡Sí! Genial. Trae a quien quieras—los ojos de Jake se iluminaron.
Podía ignorar a la adulta Santana, pero el niño que se parecía tanto a ella, con la esperanza inocente en sus ojos... no podía rechazar eso.
Un pequeño extracto de “Wanted” de Hunter Hayes sonó en mi teléfono, avisándome de un mensaje de texto.
Necesitaba la pequeña distracción.
Saqué mi teléfono de mi bolso y bajé la mirada para ver el nombre de Sam Evans en la pantalla.
¿Puedo llamarte?
El recordatorio que necesitaba de que acercarme a Santana López era una mala idea.
Sam era una buena idea.
Era seguro.
Miré a Santana.
—Voy a dejarlos para que cenen. Tengo que hacer una llamada y necesito llegar a casa. Tengo una clase temprano en la mañana.
La sonrisa forzada de Santana no pasó desapercibida.
¿Por qué se molestó?
Regresé mi atención a Jake.
—Voy a estar en tu juego. Haz que Santana me mande un mensaje con los detalles—dije.
Su gran sonrisa valía la incómoda situación en la que me puso.
—Lo haré. Nos vemos luego—respondió Jake.
Asentí y me deslicé fuera de la cabina. Me despedí con la mano y me dirigí hacia la puerta.
Una vez fuera, le envié un mensaje a Sam.
Sí.
Mi teléfono sonó justo cuando abrochaba el cinturón de seguridad.
—Hola.
—No te estoy distrayendo, ¿verdad?—preguntó Sam.
—No, en absoluto.
Más bien me diste una buena razón para alejarme tanto como pueda de Santana.
—De acuerdo, bien. ¿Cómo fueron tus primeros dos días de clases?
Salí a la casi desierta carretera.
Durante el verano no se podía salir por esta carretera a esta hora de la noche.
Se necesitarían horas para conducir unos cuantos kilómetros. Pero todos los turistas se habían ido a casa para el nuevo año escolar. Aunque el clima seguía cálido, las multitudes desaparecieron.
—Han estado bien hasta ahora. Sin embargo, mañana pueden cambiar las cosas. Estoy tomando cálculo y me pone súper nerviosa. ¿Qué hay de ti? ¿Tus clases van bien?
Sam se rió en el teléfono.
—He tenido dos clases hasta el momento, y odio las dos. Tal vez mañana será mejor. ¿Pero cálculo el primer año? ¿En serio? Estoy impresionado.
Las matemáticas eran lo mío.
—Sí. Soy una persona de matemáticas.
—Yo también.
—¿En serio? ¿Cuál es tu especialidad?
Se produjo un silencio.
—Eh, estoy teniendo un par de discusiones con mis padres acerca de eso. Ya te pondré al día.
Raro.
¿Sus padres discutían con él sobre su especialidad?
—La razón por la que llamé no era para aburrirte con la charla sobre nuestros cursos. Me preguntaba si ¿tal vez estarías libre en cualquier momento en los próximos meses?—terminó su pregunta con una risita divertida.
—Umm, sí… Creo que tengo algunas brechas en mi agenda—contesté, sonriendo.
—Entonces mi siguiente pregunta es: ¿qué tan pronto tendrá una brecha tu horario? Pensaba en ir… pronto.
Esto era lo correcto.
Sam me gustaba.
No me alejando y dándome advertencias.
—¿Qué tal el próximo fin de semana?
—Perfecto.
Aparte de los entrenamientos, estaba libre después de clases. El año pasado había comenzado las fiestas temprano cada día. Este año las cosas serían diferentes.
Me detuve frente a los canchas de fútbol de mi juventud.
De acuerdo con el papeleo que había llenado por Jake para jugar, sus prácticas serían aquí todos los martes y jueves a partir de cinco y media a siete.
Caminé al lado de la valla, donde los padres observaban, sentados en sillas de jardín.
Cuando por fin llegué a jugar Softbol, los padres siempre se habían presentado a nuestras prácticas.
Mi mamá, por supuesto, nunca llegó.
Sabía que nunca llegaría a las prácticas de Jake o a sus juegos. No quería que él se sintiera no deseado como yo.
Podría cambiar eso por él.
Podría estar aquí.
Animándolo. Él no conocería ese tipo de rechazo y soledad.
Cuando llegué al portón, vi a los chicos hacer estiramientos y traté de averiguar cuál de los pequeños era Jake.
Los niños pequeños en almohadillas de fútbol y cascos tenían el mismo aspecto.
—No te ves lo suficiente mayor como para tener un hijo. Debes ser la hermana mayor de alguien—dijo una voz de mujer mayor detrás de mí.
Eché un vistazo por encima de mi hombro para ver a la mamá de alguien sonriéndome desde su silla.
Se acercaba a los cuarenta años, pero se vestía como si estuviera en sus veinte. Me di cuenta por su barata y ceñida ropa que no podía darse el lujo de mí.
Además, no trabajaba en estos momentos.
Estaba aquí por Jake.
—Sí, señora. Mi hermano va a jugar este año—contesté.
Las mujeres de su edad odiaban cuando las llamaba “señoras”. Me hizo sonreír.
Ella daría marcha atrás.
Me volteé hacia el campo justo cuando el entrenador grito:
—Vayan a buscar agua.
Los chicos se quitaron los cascos y salieron corriendo hacia la valla, donde los grandes contenedores de agua se alineaban.
Los ojos de Jake se encontraron con los míos, hizo una pausa antes de que una gran sonrisa estallara en su cara. Pasó la línea de agua y vino directamente hacia mí.
—¡San! Estás aquí—la emoción en su voz hizo que mi corazón doliera un poco.
—Por supuesto que estoy aquí. Estás practicando. No quería perderme esto.
El pecho de Jake se hinchó.
—Voy a jugar como ofensa en la parte trasera del campo. El entrenador dijo que tengo velocidad.
—Demonios, sí, tienes velocidad. Eres familiar mío.
La amplia sonrisa en su rostro creció.
—Tengo que ir por agua y volver ahí. ¿Vas a estar aquí hasta que termine?
Si hubiera tenido algún otro plan lo habría cancelado. La mirada de esperanza en su rostro era imposible de ignorar.
—Sip. Tú y yo vamos a ir a buscar una gran hamburguesa grasienta de queso cuando esto termine, y luego te llevaré de regreso a casa.
Jake gritó, luego se despidió con la mano antes de correr a la línea de agua.
No dejaba de mirarme sobre su hombro para asegurarse de que no me había movido.
No iba a ninguna parte.
—¿Eres familiar de Jake?—el tono de sorpresa en la voz de la mujer detrás de mí no pasó desapercibido.
Mis instintos protectores comenzaron a notarse y me di la vuelta para mirarla.
—Sí. Es mi hermano pequeño—contesté, desafiándola a decir algo sobre él.
No me importaba si era una mujer. No iba a dejar que su maliciosa y chismosa boca diga o haga algo que dañara a Jake.
—Oh, bueno. Es que nadie viene aquí por él. Ni en la escuela o cualquier otra cosa. No sabía que tenía una hermana mayor.
No se merecía una explicación.
Pero maldita sea, no quería que hablara de mi familia. Sabía lo que era que las madres de otros niños hablaran de ti y de tu familia.
Me dolió.
Los niños no deberían tener que lidiar con eso.
—La tiene—fue mi única respuesta.
Volví mi atención al campo.
Jake me observaba mientras se ponía en posición. Iba a hacer caso omiso de los comentarios sarcásticos de idiotas que no tenían nada mejor que hacer que hablar de otras personas.
Durante la siguiente hora y media vi practicar a Jake.
Era bueno.
Más que bueno y su entrenador tenía razón. El chico era rápido.
Necesitaba unos guantes si iba a manejar tanto la pelota. Podríamos ir a conseguirlos esta noche.
Después de que compramos los guantes de receptor y Jake fuera un niño feliz, nos dirigimos a Pickle Shack.
Este era el único lugar en la ciudad para conseguir una buena hamburguesa. Eso y sabía que a Jake le gustaban los juegos de máquinas en el interior.
Seguí a Jake dentro y le dije a la anfitriona que necesitábamos una mesa para dos.
—¿Una cabina está bien?—preguntó, batiendo sus pestañas hacia mí.
La chica tenía tal vez dieciséis años. Maldita sea, aprendían a hacer eso muy jóvenes.
Asentí y se dio la vuelta pavoneándose hacia una cabina en la esquina. Entré después de Jake, pero mis pies se detuvieron cuando mis ojos se encontraron con los de Brittany.
Se encontraba sentada en una gran cabina curva con otras tres chicas y dos chicos.
No la había visto desde que me dejó en el estacionamiento de mi edificio hace tres días.
Estuve pensando en ella sin cesar, pero mantuve mi distancia.
Verla aquí fue una sacudida.
El tiempo lejos de ella casi me ayudó a lidiar con lo que hice, pero al mirarla a sus ojos azules, sabía que nunca lo superaría.
Era tan malditamente dulce y yo era la tonta más grande del mundo.
—¿Vienes, San?—preguntó Jake, sacudiéndome de mi trance.
Aparté mi mirada de Brittany y me dirigí a nuestra cabina. Quería que esta noche fuera sobre Jake. No necesitaba que imágenes de la expresión herida de Brittany me persiguieran.
Además, no necesitaba verla sentada tan cerca de algún idiota que no era lo suficientemente bueno para ella.
No lo conocía, pero sabía que no era lo suficientemente bueno.
Nadie lo era.
—¿Quiénes son ellos?—preguntó Jake, mirándome con curiosidad, entonces de nuevo hacia la cabina, donde Brittany estudiaba su bebida y torcía la pajilla nerviosamente.
—Ah, nadie—contesté, abriendo mi menú.
—Esa bonita chica rubia sigue mirándote—dijo Jake, un poco demasiado fuerte.
No pude evitarlo.
La miré otra vez.
Jake tenía razón. Me miraba.
Una pequeña sonrisa asomó la comisura de sus labios. No había besado esos labios.
Ella no entendía por qué, pero yo sí.
Incluso borracha, sabía que algunas cosas eran demasiado buenas para mí.
Esos perfectos labios estaban fuera de los límites para alguien como yo.
No merecía probarlos.
Le pedí a Dios que hubiera sido más inteligente en lo que respectaba al resto de su cuerpo.
En cambio, la había tomado por completo.
Tuve sueños que lo demostraban.
—Es la hermana de una amiga—expliqué, llevando mi atención al menú.
—¿Qué amiga?—preguntó Jake con curiosidad.
Quería decirle que lo dejara, pero no quería molestarlo. Era sensible acerca de cosas como estas.
Nuestra mamá al no preocuparse por nadie, a excepción de sí misma lo hizo ser cuidadoso sobre en quien situar su confianza.
Normalmente, él era tranquilo.
Conmigo hablaba. Me gustaba eso.
—Quinn Fabray. No la has conocido.
Jake asintió.
—Te he oído hablar de Quinn. Mamá dice que tiene un montón de dinero. ¿Eso quiere decir que ella también tiene un montón de dinero? Porque es muy bonita y creo que le gustas.
No pude evitar reír.
Los niños eran demasiado atentos.
—Sí. Tiene dinero, pero estás equivocado en lo otro. En realidad no le importo mucho.
Jake dejó escapar un suspiro.
—Apesta ser pobre. Las muchachas bonitas nunca gustan de ti.
Maldita sea.
Odiaba oírle decir algo así.
—Cuando te hagas mayor, el dinero no importará. En este momento las chicas escuchan lo que les dicen sus mamás. No siempre será así.
Jake frunció el ceño, luego se volteó hacia la mesa donde se hallaba sentada Brittany.
—Va a salir con ese tipo. Él está susurrándole en el oído, pero ella sigue mirándote.
Fue muy difícil ignorarla cuando Jake me daba una descripción detallada de lo que hacía.
La miré, y se puso de pie junto al grupo con el que estuvo sentada. La cabeza del chico se inclinó y le decía algo muy cerca de su oído, pero Jake tenía razón.
Su atención seguía en mí. Y me gustó.
No tenía sentido negarlo.
Me encantaba.
Quería su atención.
Quería que me quisiera, porque estoy completamente segura de que la quería.
Negó a lo que el tipo dijo y luego se despidió.
Me sentí aliviada.
La idea de que se fuera a alguna parte con ese tipo me enfermaba. Sabía lo que él deseaba.
No lo culpaba, pero no me gustaba.
Brittany se dirigió hacia nosotros.
Mierda.
—Viene hacia aquí—anunció Jake con temor.
A mí también me sorprendió un poco.
No esperaba que me saludara.
Esta noche no llevaba esos pantalones cortos. Tenía las piernas cubiertas por unos pantalones vaqueros muy ajustados.
No ayudó.
Sólo alimentó mi imaginación.
—Hola, Santana—dijo, sonriéndome.
La mirada nerviosa en sus ojos era lo único que delataba el hecho de que esto no fue una decisión fácil.
Miró a Jake.
—Hola, soy Brittany.
Jake le sonrió.
—Hola, soy Jake. Santana es mi hermana mayor.
Una suavidad tocó la sonrisa de Brittany. La tensión de sus nervios desapareció.
Bueno, maldita sea.
Que vea una cualidad rescatable en mí no era algo bueno. Necesitaba que quisiera mantenerse alejada de mí, porque Dios sabía que yo no era lo suficientemente fuerte como para decirle que no.
—Es un placer conocerte, Jake. Puedo ver el parecido.
—¿En serio?—preguntó Jake, sorprendido.
Brittany rió, lo que hizo que mi ritmo cardiaco se elevara.
—Sí, de verdad.
—¿Quieres sentarte con nosotros?—preguntó Jake, corriéndose rápidamente para darle un poco de espacio para sentarse.
Brittany dirigió sus ojos hacia mí y pude ver la incertidumbre ahí.
—Yo... em…
—A los dos nos gustaría que te unieras a nosotros si quieres—le aseguré.
Sonrió y se sentó en la cabina junto a Jake.
—¿Ya has comido?—preguntó Jake, empujando el menú en sus manos.
Ansiaba conseguir que se quedara.
Fue muy divertido.
El chico tenía buen gusto.
—Podría comer un postre. Ya he comido una hamburguesa y papas fritas—le respondió sonriéndole.
—Está bien. Genial—dijo Jake, tomando de nuevo el menú para verlo.
No podía dejar de mirarla.
Se encontraba tan cerca.
Había tenido tres días para asimilar que en el intenso sueño caliente que seguí teniendo de Brittany era muy real.
La había tocado.
Había estado dentro y junto a ella.
Todo lo que podía pensar ahora era como quería hacerlo otra vez sobria.
Quería besarla y asegurarme de que supiera lo mucho que la quería.
Quería escuchar esos sonidos sexys que habían estado persiguiendo mis sueños con claridad para que pudiera recordar cuando estuviera sola.
—¿Cómo estás?—preguntó, interrumpiendo mis pensamientos acerca de lo mucho que la quería desnuda y debajo de mí otra vez.
—Bien. Supongo. He estado pensando en algunas cosas—me detuve, moviendo la mirada a Jake, que leía el menú, antes de volver a mirarla.
—Yo también. Lo siento por como resultaron las cosas.
¿Por qué se disculpaba?
Yo era la que debía disculparse.
—Britt, no tienes nada que lamentar. Todo fue mi culpa.
Una pequeña sonrisa tiró de la comisura de sus labios.
¿Podrían ser más sexys?
—Tal vez. Pero no yo tampoco pensé con claridad.
—Quiero una hamburguesa con queso—anunció Jake, entregándome el menú.
Tenía que recordar que teníamos una audiencia. Casi había dicho algo que Jake no necesitaba oír.
—Buena elección. Es lo que siempre como—dijo Brittany.
—San me trajo aquí una vez y comí una hamburguesa con queso. Estaba buena, pero tuve que compartir mis patatas fritas con Bree porque se olvidó de pedir y quería un poco una vez que me dieron las mías. Era molesto.
Brittany me miró.
—¿Quién es Bree?
—Mi hermana pequeña. San la trata como a un bebé. Pero no lo es.
La sonrisa en el rostro de Brittany se suavizó.
Le gustaba eso.
—Santana tiene algo por las mujeres. Estoy segura de que con tu hermanita no es diferente—le dijo Brittany a Jake.
Jake asintió.
—Sí, lo sé. Mamé dice que tiene una chica diferente cada noche....
—Es suficiente, Jake—lo detuve antes de que dijera demasiado.
Jake sonrió y agachó la cabeza. Él sabía lo que había hecho.
Brittany reprimió una risa y sus ojos brillaron con diversión cuando me miró a través de sus largas pestañas.
Brittany
Jake era adorable.
Era un mini- Santana.
Le escuché decirme acerca de la práctica de fútbol y cómo se acercaba su primer partido. Santana firmó y pagó para que Jake jugara futbol este año y Jake se sentía extremadamente agradecido.
Algo tan pequeño era muy importante para ella.
Me hizo preguntarme qué tan mal de dinero se encontraba la familia de Santana.
Sabía que creció en la parte peligrosa de la ciudad, pero no sabía exactamente lo malo que era.
—Así que, ¿puedes venir a ver mi partido el próximo sábado?—preguntó Jake, interrumpiendo mis pensamientos.
No esperaba una invitación.
Le eché un vistazo a Santana, que me observaba de cerca, sin estar segura de cómo responder.
No quería desilusionar a Jake, pero tampoco quería que Santana pensara que utilizaba a su hermano para llegar a ella.
No quería volver a llegar a ella.
Ya lo había hecho.
No terminó bien.
—Ehh, bueno, me encantaría ir a tu juego. Si eso está bien... con todos...—me callé, esperando que Santana le dijera a Jake por qué esto no iba a estar bien.
—Genial, sí, está bien. San también estará ahí. Puedes sentarte con ella.
—Está bien, amigo, eso es suficiente. No presiones a Britt. Estoy segura de que tiene planes.
No fue la excusa que esperaba que Santana lanzara en el camino.
Vi como el rostro de Jake se desilusionaba y no me importó lo que quería Santana.
Si le preocupaba que estuviera ahí por ella, tendría que superarlo. No iba a rechazar la invitación inocente de Jake sólo para apaciguar a Santana.
—Voy a estar ahí. ¿Puedo traer a un amigo? A él también le gusta el fútbol.
No tenía idea de a quién iba a traer, pero parecía algo para decir en este momento.
Que Santana sepa que no planeaba ir a verla o sentarme junto a ella era mi objetivo principal.
Encontraría un “amigo” después.
—¡Sí! Genial. Trae a quien quieras—los ojos de Jake se iluminaron.
Podía ignorar a la adulta Santana, pero el niño que se parecía tanto a ella, con la esperanza inocente en sus ojos... no podía rechazar eso.
Un pequeño extracto de “Wanted” de Hunter Hayes sonó en mi teléfono, avisándome de un mensaje de texto.
Necesitaba la pequeña distracción.
Saqué mi teléfono de mi bolso y bajé la mirada para ver el nombre de Sam Evans en la pantalla.
¿Puedo llamarte?
El recordatorio que necesitaba de que acercarme a Santana López era una mala idea.
Sam era una buena idea.
Era seguro.
Miré a Santana.
—Voy a dejarlos para que cenen. Tengo que hacer una llamada y necesito llegar a casa. Tengo una clase temprano en la mañana.
La sonrisa forzada de Santana no pasó desapercibida.
¿Por qué se molestó?
Regresé mi atención a Jake.
—Voy a estar en tu juego. Haz que Santana me mande un mensaje con los detalles—dije.
Su gran sonrisa valía la incómoda situación en la que me puso.
—Lo haré. Nos vemos luego—respondió Jake.
Asentí y me deslicé fuera de la cabina. Me despedí con la mano y me dirigí hacia la puerta.
Una vez fuera, le envié un mensaje a Sam.
Sí.
Mi teléfono sonó justo cuando abrochaba el cinturón de seguridad.
—Hola.
—No te estoy distrayendo, ¿verdad?—preguntó Sam.
—No, en absoluto.
Más bien me diste una buena razón para alejarme tanto como pueda de Santana.
—De acuerdo, bien. ¿Cómo fueron tus primeros dos días de clases?
Salí a la casi desierta carretera.
Durante el verano no se podía salir por esta carretera a esta hora de la noche.
Se necesitarían horas para conducir unos cuantos kilómetros. Pero todos los turistas se habían ido a casa para el nuevo año escolar. Aunque el clima seguía cálido, las multitudes desaparecieron.
—Han estado bien hasta ahora. Sin embargo, mañana pueden cambiar las cosas. Estoy tomando cálculo y me pone súper nerviosa. ¿Qué hay de ti? ¿Tus clases van bien?
Sam se rió en el teléfono.
—He tenido dos clases hasta el momento, y odio las dos. Tal vez mañana será mejor. ¿Pero cálculo el primer año? ¿En serio? Estoy impresionado.
Las matemáticas eran lo mío.
—Sí. Soy una persona de matemáticas.
—Yo también.
—¿En serio? ¿Cuál es tu especialidad?
Se produjo un silencio.
—Eh, estoy teniendo un par de discusiones con mis padres acerca de eso. Ya te pondré al día.
Raro.
¿Sus padres discutían con él sobre su especialidad?
—La razón por la que llamé no era para aburrirte con la charla sobre nuestros cursos. Me preguntaba si ¿tal vez estarías libre en cualquier momento en los próximos meses?—terminó su pregunta con una risita divertida.
—Umm, sí… Creo que tengo algunas brechas en mi agenda—contesté, sonriendo.
—Entonces mi siguiente pregunta es: ¿qué tan pronto tendrá una brecha tu horario? Pensaba en ir… pronto.
Esto era lo correcto.
Sam me gustaba.
No me alejando y dándome advertencias.
—¿Qué tal el próximo fin de semana?
—Perfecto.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ahora (Adaptada) Epílogo
hola morra,...
bueno jack si que sabe jugar rápido jajaja
ya se me hace que britt se lleva a sam al partido!!!
van bien las cosas después de la confección!!!
nos vemos!!!
bueno jack si que sabe jugar rápido jajaja
ya se me hace que britt se lleva a sam al partido!!!
van bien las cosas después de la confección!!!
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ahora (Adaptada) Epílogo
sin palabras!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ahora (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,...
bueno jack si que sabe jugar rápido jajaja
ya se me hace que britt se lleva a sam al partido!!!
van bien las cosas después de la confección!!!
nos vemos!!!
Hola lu, si que si... además q ayudo, no¿? jajajaja. UFf y debería, no¿? no¿? jajajaaja. Eso se vera creo yo jajajaja. Saludos =D
micky morales escribió:sin palabras!!!!
Hola, ajajajaja es el efecto de las brittana jajaajjaaj. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Por Ahora (Adaptada) Cap 8
Capitulo 8
Santana
Cálculo.
¿Por qué demonios acepté tomar cálculo?
Superar esta clase sería un milagro.
Mantener mis calificaciones era parte del trato para mi beca. Si fallaba una clase, luego la perdía.
No podía perder esta.
Si jugaba esta temporada de la forma en que jugué la anterior, debería tener cubiertos mis próximos dos años en una universidad estatal.
Primero tenía que pasar esta clase.
Había estado aplazándola. Era hora de enfrentarla.
Al entrar en la habitación, busqué rápidamente un escritorio cerca de la parte delantera.
En su lugar, mis ojos se encontraron con Brittany.
Reía de algo que le decía otra chica, mientras un tipo se apoyaba sobre su escritorio mirando directamente hacia abajo, a su camisa mientras se reía de lo mismo.
Cabrón.
Brittany se encontraba lo suficientemente cerca de la parte delantera. Unas personas me llamaron mientras caminaba hacia ella, pero las ignoré.
Mantuve mi enfoque en Brittany.
Sus ojos se alzaron para encontrarse con los míos mientras me dirigía a ella. La sonrisa en sus labios se tambaleó.
Trataba de mantener su distancia, porque era lista.
Yo era una idiota por no permitirlo. Debería dejarla huir, pero cada pequeño centímetro que se retiraba la confundía.
Era una estúpida.
Sin embargo, esta comprensión no me iba a impedir que me sentara a su lado.
El otro tipo tenía que retroceder de una puta vez. Sus ojos miraban lugares que no debería mirar.
Brittany necesitaba un maldito guardaespaldas.
—Oye, Santana—la morena que hizo reír a Brittany fue la primera en saludarme.
Le di una pequeña sonrisa y asentí, pero no quité mis ojos de Brittany.
—Hola, Britt —dije mientras tomaba asiento al otro lado suyo.
—Santana. Uh. Hola.
Esperaba esa respuesta nerviosa.
No me quería cerca. No podía culparla u ofenderme.
—¿Tomas cálculo en el primer semestre de universidad? Me impresionas. He estado aplazándolo.
Brittany se encogió de hombros.
—Me gustan las matemáticas.
El cálculo no era matemática. Era un jodido experimento de ciencia que salió mal.
Empecé a contestar cuando el tipo de pie a su lado se aclaró la garganta. Levanté la vista hacia él con un gruñido molesto.
¿Por qué seguía ahí?
—Tomaste mi asiento—dijo.
Eso me hizo sonreír.
—Entonces supongo que deberías haber estado sentado en él—regresé mi atención a Brittany, cuyas brillantes mejillas color rosa me dijeron que esto la avergonzaba.
No quería hacer eso.
—Es posible que necesite ayuda. Me alegro de que seas buena con los números—le dije, echándome hacia atrás y poniéndome cómoda.
El tipo empezó a decir algo más, pero mirada descaradamente más debajo de mi cuello y estreché los ojos en su dirección con una advertencia silenciosa.
No me movería, pero seguro que sí movería su culo.
Dejó escapar un suspiro fuerte y se apartó.
Chico listo.
—¿Qué estás haciendo, Santana?—susurró Brittany mientras se inclinaba sobre mí.
—¿Qué es lo que quieres decir exactamente, Britt?
—Sabes lo que quiero decir. ¿Por qué estás sentada aquí? Pensé que habíamos acordado mantener nuestra distancia. Después de... todo.
No quería mantener mi distancia.
Puede que no llegara a tenerla de nuevo, pero me gustaba estar cerca de ella.
Me hacía feliz.
Hacía que la oscuridad no pareciera demasiado asfixiante.
—Quiero que seamos amigas—le expliqué, observándola masticar su labio inferior con nerviosismo.
—¿Cómo podemos hacerlo?—preguntó en voz baja.
No tenía ni idea.
Todo lo que quería hacer era abrazarla y conservarla. Sin embargo, no era una opción.
—Simplemente lo hacemos.
La mirada de preocupación en sus ojos me hizo sentir culpable. Le pedía algo para lo que no estaba preparada.
Pero yo lo necesitaba.
—De acuerdo. Si eso es lo que quieres—respondió finalmente.
El profesor entró y empezó a hablar, así que nuestra conversación terminó.
Por ahora.
No me miró durante toda la clase y tuve problemas en mirar algo que no sea ella.
¿El recuerdo de lo que hicimos iba a volverme loca?
Normalmente, una vez que me acostaba con una chica y superaba cualquier atracción, seguía adelante.
Pero algo en Brittany me retenía.
¿Fue porque estaba borracha y los recuerdos son tan borrosos?
Cuando terminó la clase, Brittany se puso de pie rápidamente, agarró sus libros y los metió en su mochila.
Tenía prisa por alejarse de mí.
No era lo que quería.
—¿Tienes otra clase?—pregunté, poniéndome de pie y estirándome.
Brittany me miró y sus ojos se concentraron en la parte baja de mi estómago. Bajé los brazos lentamente y mi camisa volvió a cubrir el trozo de piel que había estado mirando.
El brillo apreciativo en sus ojos me hizo querer tirar la maldita camisa. Si eso era lo que se necesitaba para mantener su atención, lo haría.
—Um, yo… eh… no. En este momento no—balbuceó mientras se ponía su mochila más arriba en el hombro.
—¿Quieres ir a tomar un café? Esta mañana no tuve tiempo para uno.
Brittany miró hacia la puerta y la chica con la que había estado hablando antes de la clase se quedó esperándola.
—Iba a la biblioteca, pero no me importaría un poco de cafeína primero—contestó, mirándome.
Sí.
Había cedido bastante fácil.
—¿Podemos ir solas? Quería hablar contigo sobre algunas cosas.
Sus ojos se abrieron un poco y pude ver la comprensión.
¿Quería hacer como si no hubiera pasado nada?
Yo no iba a ser capaz de hacerlo.
—Está bien. Déjame ir a decirle a Mercedes que me reuniré con ella más tarde.
Brittany
¿Por qué hacía esto?
Me merecía el premio a la estupidez.
Pero, ¿cómo se supone que una chica diga que no a sus bonitos ojos negros?
Era imposible.
Cuando se proponía llamar tu atención, era increíblemente difícil de ignorar.
No se hallaba en paz con lo que pasó entre nosotras.
Sabía de qué se trataba todo esto.
Necesitaba sentirse bien con todo.
Ella y Quinn eran cercanas.
Probablemente se sintió culpable. Cuanto antes alivie su culpa, más pronto que podría distanciarme.
Esto de ser amigas no era lo que quería.
Una vez que estuvimos fuera del edificio de matemáticas, agarré su brazo y la aparté de la multitud y lo puse bajo un roble.
No había necesidad de que fuéramos a tomar un café y fingir. Sólo le daría la oportunidad de meterse más debajo de mi piel.
—Escucha, sé lo que te preocupa. Lo entiendo. Se trata de Quinn. Así que lo que necesites que haga para aliviar tu conciencia y así puedas seguir con tu feliz y despreocupada vida, sólo dímelo. No pretendamos que seremos amigas. Porque, sinceramente, no puedo ser tu amiga. Nunca funcionaría.
Se quedó en silencio mirándome cuando mi pequeña “aclaración” se convirtió en un discurso en toda regla.
No tenía intención de dejarme llevar, pero lo hice.
Me volvía loca mirarla y sentir que mi cuerpo se excitaba por su cercanía.
¿Qué tenía esta chica que me hacía odiarla?
—No se trata de Quinn. Desearía tanto que fuera eso. Pero no lo es—extendió la mano, la puso en mi cintura y me acercó más a ella.
Oh Dios...
No era lo que esperaba.
—No puedo dejar de pensar en ti, Britt. Trato. Trato todo el maldito tiempo, pero no puedo.
Vaya.
Mis rodillas se sintieron un poco débiles.
—Quiero estar cerca de ti. No logro mantenerme alejada.
Vaya al doble.
No podía formar palabras en este momento.
Una hebra de su cabello negro cayó en su ojo y yo quería meterlo detrás de su oreja.
Tocarla.
Pero no lo hice.
Me acercó más.
—¿Podemos ser amigas? ¿Me perdonas por esa noche?
La palabra “amigas” regresó una vez más.
Odiaba esa palabra.
Nunca había sido amiga de alguien que aceleraba mi corazón y hacía hormiguear mi cuerpo.
¿Cómo podría manejar ese tipo de relación?
—Podemos tratar—dije ahogadamente.
Su mano se deslizó detrás de mi espalda y se instaló en la curva por encima de mi trasero.
Las amigas no hacían eso.
No hacía un buen trabajo con esta cosa de ser amigas.
—Voy a ser buena. Te lo prometo. Voy a ser la maldita mejor amiga que hayas tenido—su voz se redujo a un susurro ronco.
Me estremecí por el sonido sexy.
—Mmm, voy a tener que trabajar en ello—agregó—Sentirte temblar. Me gusta. Voy a querer sentirlo más.
Tragué saliva e intenté controlar la emoción en mi voz.
—Las amigas no se acercan tanto, Santana—dije y empecé a dar un paso atrás cuando me jaló con fuerza hacia ella.
—No, Britt, no lo hacen. Pero no puedo dejar de quererte cerca. ¿Podemos ser amigas cercanas?—preguntó, moviendo la cabeza hasta que su aliento cálido cosquilleó mi oreja.
Cerrando los ojos con fuerza, agarré sus brazos para mantenerme firme.
¿Qué hacía?
—Me gustas cerca. Muy cerca.
—¿Te has vuelto jodidamente loca?—la voz de Emily Fields rompió el hechizo en el que había caído y encontré la fuerza para separarme de ella.
—No te metas en esto, Emily—gruñó, volviendo sus ojos entrecerrados a Emily.
—¿Y dejar que hagas que te golpeen hasta morir? Porque si la tocas, ninguno de tus amigos te van a cubrir la espalda cuando Quinn te mate.
—Dije que no te metas en lo que no te importa.
Emily sonrió y negó con la cabeza.
—No voy a hacer eso. Puedes ir a buscar a otra amiga con derecho. Brittany está fuera de los límites. La lastimas y luego lastimas a Rachel. No puedo dejar que suceda eso. Así que ya ves, esto se vuelve personal.
Emily siempre había sido protectora con Rachel.
Habían crecido juntas y eran mejores amigas.
Quinn tuvo problemas con ella algunas veces, pero con el tiempo comenzó a aceptarla.
Sobre todo porque Emily se enamoró de Hanna.
—Somos amigas. Déjalo estar—se volvió para enfrentar a Emily.
Esto no se veía bien.
—Emily, tiene razón. Somos sólo amigas. Déjalo. No somos y nunca seremos nada más que amigas. Lo prometo.
Movió la mirada de Santana a mí.
La preocupación y la incredulidad en sus ojos cuando se encontró con mi mirada suplicante fue difícil de no ver.
No nos creía.
Pero esto no era asunto suyo.
—Bien—arrastró las palabras—, Pero me aseguraré que siga siendo así.
Santana apretó los puños a sus lados.
—Lo será —le aseguré.
Me dio un último movimiento de cabeza, luego se volvió y se dirigió hacia el edificio de matemáticas del que acabábamos de salir.
—Y esa es una de las muchas razones por las que podría ser un problema que seamos amigas.
No era como si pudiéramos decirles que ya nos habíamos acostado y superado.
—Emily Fields es la última persona en la tierra del que necesitamos tomar un consejo. Pero eres diferente. Quiero mantenerte cerca.
Yo no iba a hacer lo correcto.
Iba a hacer una estupidez.
—Está bien. Seremos amigas.
El rostro de Santana se iluminó con una gran sonrisa que hizo que mi estúpida decisión pareciera brillante en el momento.
—¿Podemos ir a buscar ese café? —preguntó.
—Claro. Lidera el camino —le contesté.
Varias personas nos miraron mientras caminábamos por la calle a la cafetería del campus.
Hizo un buen trabajo ignorándolas.
La conocía lo suficiente como para saber que normalmente no las ignoraba del todo.
Generalmente les daba un rápido vistazo y decidía si le interesaban o no.
—¿Qué quieres beber?—preguntó mientras nos llevaba dentro, hacia una mesa en la parte trasera.
—Una de esas cosas de café con hielo. Cualquier cosa que sea mocha.
Todavía no había probado las opciones de café aquí, así que no tenía un pedido específico.
—Yo me encargo. La bebida más femenina que tengan—respondió con un guiño y se volvió para dirigirse a la barra para ordenar.
No había mucha gente en el interior. Varios se encontraban fuera bajo las sombrillas, pero dentro se hallaba casi vacío.
Mi teléfono sonó, alertándome de un mensaje de texto. Sacando de mi teléfono, bajé la mirada para ver que Mercedes me recordaba que teníamos grupo de estudio de economía esta noche.
Cuando una clase viene con un tutor incorporado para ayudarte, sabes que estás en problemas.
Tenía la intención de estar en cada grupo de estudio que ofreciera el tutor.
—Se llama Ice Rageous, para futuros pedidos—dijo mientras ponía delante de mí una bebida cubierta con crema batida y caramelo.
—Gracias—contesté mientras la veía hundirse en el asiento frente a mí.
—También puedes pedir la “bebida femenina" y el hombre detrás del mostrador sabrá lo que quieres decir—el tono burlón de su voz me hizo reír.
Nunca había tenido una conversación real con Santana que no implicara pre-sexo o drama.
Esto era agradable.
—Lo tendré en cuenta.
Tomó un sorbo de su café y se reclinó hacia delante sobre sus codos, mirándome.
—¿Por qué te pongo nerviosa, Britt?
¿Por qué me ponía nerviosa?
¿Cómo se suponía que debía responder a eso?
Tal vez porque había estado loca por ella durante años, le había dado mi virginidad y era preciosa.
—No es así. Bueno, quiero decir, sí, pero en realidad nunca hemos hablado antes. No de esta manera.
Puso su taza sobre la mesa, pero sus ojos nunca dejaron mi cara.
—Entonces ¿por qué saliste del club conmigo? No puedo olvidarlo. Siempre vuelvo al hecho de que saliste de ahí conmigo. ¿Por qué?
Si íbamos a ser amigas, tenía que ser sincera con ella. Al menos lo más sincera posible.
Me esforzaba por superarla, así que no sería una completa mentira.
—Estaba enamorada de ti. Lo había estado durante años. Quería ser a quien llevaras a casa esa noche. No sucedió eso. Lo hicimos en tu jeep y luego me arrastraste al almacén. Superé mi enamoramiento después de esa noche.
No era exactamente la verdad, pero bastante cerca.
No necesitaba los detalles sangrientos.
O saber que todavía lo utilizaba como fuente de inspiración de noche cuando necesitaba sentirla otra vez.
No compartiría ese pedazo de información.
—¿Estabas enamorada de mí?—repitió y murmuró una maldición—Britt, lo siento mucho. Ojalá hubiera estado sobria.
Me reí por primera vez desde que habíamos empezado esta incómoda conversación.
—Si hubieras estado sobria, seguiría viviendo en mi mundo de fantasía en el que un día me verías y también me querrías. Esa noche por fin me deshice de esa ilusión.
—Esa noche descubriste que eras demasiado buena para mí—la mirada tensa y dolorida de Santana me confundió.
—No, me di cuenta de que nunca voy a ser “esa chica”, del tipo que te atrae. Estoy bien con eso.
Se acercó y tomó mi barbilla en sus manos y me levantó la cara hasta que mis ojos se encontraron con los suyos.
—Hay un montón de cosas que no soy. Pero créeme cuando te digo que estoy más atraída por ti de lo que es seguro para nosotras.
—¡Oye, Brittany!—nos interrumpió alguien—No te he visto en mucho tiempo. Y Santana López, deja a la hermanita de Quinn antes de que te abofetee por ella— Sugar, sacó la silla del otro lado de Santana.
—Hola, Sugar —respondí.
—Vete, Sugar —dijo en un tono molesto cuando su mano dejó mi cara.
—Muy delicada. Cálmate, casanova. Vas en la dirección equivocada con ella. No es tu tipo.
—Ya lo sé. Somos amigas—espetó, recostándose en su silla y tomando un trago de su café.
—Dejaste de venir a Live Bay y beber conmigo, Brittany. Me preguntaba qué te pasó. Tuvimos un par de noches de diversión—dijo Sugar, sonriéndome con un brillo travieso en sus ojos.
Ese verano después de que Santana me dejara en ese almacén, había hecho todo lo posible para llamar su atención, incluyendo beber y salir de fiesta con Sugar.
Pero una noche, cuando un hombre se pasó demasiado con las manos y Artie apareció y golpeó su rostro, fue mi última noche con Sugar.
Había sido la llamada de atención que necesitaba.
No era esa clase de chica.
Nunca lo sería.
Y ninguna cantidad de fiestas iban a hacer que me mirara de nuevo. Había tenido lo que deseaba.
—Sí, he estado ocupada —le contesté.
—¿No ibas a ir a la universidad fuera? ¿Auburn o alguna loca mierda así?
La razón principal por la que no fui, se encontraba sentada frente a mí, escuchando cada palabra de lo que decía.
—Sí pero no quería perderme la planificación de la boda de Quinn y Rachel. Y mi mamá todavía me necesita. No está lista para que la deje. Especialmente con el casamiento de Quinn.
—¿Estás segura de eso?—preguntó Sugar con una mirada de complicidad en su rostro.
Probablemente le dije algo que no debería una de las noches que bebí demasiado.
Maldición.
No había pensado en eso.
Tal vez mi pequeño secreto no era tan secreto como creía. No era mejor que Santana.
Artie sabía algo.
Ahora Sugar.
Mierda.
—Estoy segura —contesté con una sonrisa forzada.
—Si terminaste con las veinte preguntas, Sugar, hablábamos de cálculo. Puedes irte—dijo, dejando su taza sobre la mesa. Sus dedos largos y bronceados envueltos alrededor de ella me hicieron pensar en las otras cosas que le sentí hacer con esas manos.
—Cálculo mi culo—respondió Sugar, poniéndose de pie—Normalmente no regresas a donde ya has estado.
El gesto molesto de Santana se transformó en una mirada furiosa y lentamente se puso de pie.
—Lo que sea que crees que sabes, no lo sabes. No me importa quién sea tu primo. Amigo o no. No vas a repetir nada de esto a nadie.
Sugar levantó las cejas y chocaron miradas.
—Jamás lo iba repetir. Pero no porque tu lamentable culo me amenace, sino porque me gusta Brittany. Esa es la única razón. Porque, Santana López, me encantaría verte colgada de las tetas— Sugar volvió la mirada hacia mí y me sonrió—Te veo por ahí, Brittany.
Asentí, pero tuve miedo de decir algo más.
Yo, obviamente, le había dicho a Sugar sobre Santana y yo.
Esto era humillante.
¿A quién más le conté en mis pocas semanas de embriaguez?
Sugar se dio la vuelta y se pavoneó por la puerta.
Tomó todo mi valor mirar a Santana de nuevo. Estudiaba su taza de café. Supongo que también se preguntaba a quién más le había contado.
—No puedo creer que ganaras la lealtad de esa. Es una perra malvada—dijo finalmente, levantando la mirada para encontrarse con la mía ansiosa.
Me encogí de hombros.
No me encontraba segura de cómo había conseguido eso. Pero nos unimos mientras bebíamos.
Extraño pero cierto.
— Sugar es incomprendida. Eso es todo.
Se rió entre dientes.
—No, Britt. Sugar es una zorra manipuladora y confabuladora. No hace amiga mujeres. Nunca.
—No es tan mala—le contesté, necesitando defenderla.
Levantó una ceja y torció la taza entorno a sus manos mientras sostenía mi mirada.
—Nos pondremos de acuerdo en no estar de acuerdo. ¿Qué tal?
Asentí.
Dejó escapar un suspiro de cansancio.
—No sabía que tus episodios borrachos de este verano fueran con Sugar. Pensé que esas dos veces que te encontré y te llevé a casa eran casualidades. Eso fue tu intento de rebeldía.
—Sí. Me di cuenta bastante rápido que no era para mí.
—¿Por qué lo hiciste? —preguntó.
Sabía que no se hallaba preparado para esta respuesta. No quería darle algo más sobre que sentirse culpable.
En cambio, me encogí de hombros, alcancé mi bebida y tomé un sorbo a través del sorbete.
—Por favor, dime que no fue a causa de lo que hice...
No quería mentirle, pero este era uno de esos casos en los que la mentira era la mejor política.
—No, Santana. No tenía nada que ver contigo.
El alivio en su rostro hizo que me alegrara de haberle mentido.
—¿Tienes alguna clase más hoy?—preguntó.
No.
Iba con Rachel a escoger los vestidos de dama de honor y llevaríamos a Aria con nosotras para encontrarle un vestido.
—No, este es mi día más relajado de la semana.
Santana metió un mechón de pelo detrás de su oreja.
—Tengo que ir al gimnasio a trabajar con el equipo, pero ¿quieres hacer algo más tarde? ¿Tal vez ayudarme a entender qué demonios hicimos en la clase de hoy? Compraré comida.
Se encontraba decidida a hacer esto de ser amigas y también recibir tutoría gratuita.
Por mucho que quisiera pasar tiempo con ella, sabía que estaba mal.
—No puedo. Me voy con Rachel y Aria a elegir vestidos de dama de honor.
Movió la cabeza hacia un lado y me llamó la atención el pelo negro que le rozó los hombros.
Parecía una de esas modelos retocadas en una revista.
Ningún mujer debería verse tan perfecta.
No era justo.
—¿Y después? Las tiendas cierran a las seis. Debes estar libre entonces.
Eso era cierto.
Probablemente estaría en casa incluso antes de eso, pero tenía que tener un poco de auto-preservación.
—Sí, pero esta noche tengo un grupo de estudio de economía—dije, deslizando mi bolso sobre mi hombro.
Tenía que ir a lo de Rachel y Quinn para recogerla y a Aria. Y necesitaba salir de aquí antes de que Santana me convenciera de renunciar a mi sentido común.
—De acuerdo—respondió.
Se echó hacia atrás en su silla y me miró con esos sexys y deseables ojos.
Con un firme asentimiento, dije:
—Nos vemos—antes de caminar rápidamente hacia la puerta.
¿Por qué demonios acepté tomar cálculo?
Superar esta clase sería un milagro.
Mantener mis calificaciones era parte del trato para mi beca. Si fallaba una clase, luego la perdía.
No podía perder esta.
Si jugaba esta temporada de la forma en que jugué la anterior, debería tener cubiertos mis próximos dos años en una universidad estatal.
Primero tenía que pasar esta clase.
Había estado aplazándola. Era hora de enfrentarla.
Al entrar en la habitación, busqué rápidamente un escritorio cerca de la parte delantera.
En su lugar, mis ojos se encontraron con Brittany.
Reía de algo que le decía otra chica, mientras un tipo se apoyaba sobre su escritorio mirando directamente hacia abajo, a su camisa mientras se reía de lo mismo.
Cabrón.
Brittany se encontraba lo suficientemente cerca de la parte delantera. Unas personas me llamaron mientras caminaba hacia ella, pero las ignoré.
Mantuve mi enfoque en Brittany.
Sus ojos se alzaron para encontrarse con los míos mientras me dirigía a ella. La sonrisa en sus labios se tambaleó.
Trataba de mantener su distancia, porque era lista.
Yo era una idiota por no permitirlo. Debería dejarla huir, pero cada pequeño centímetro que se retiraba la confundía.
Era una estúpida.
Sin embargo, esta comprensión no me iba a impedir que me sentara a su lado.
El otro tipo tenía que retroceder de una puta vez. Sus ojos miraban lugares que no debería mirar.
Brittany necesitaba un maldito guardaespaldas.
—Oye, Santana—la morena que hizo reír a Brittany fue la primera en saludarme.
Le di una pequeña sonrisa y asentí, pero no quité mis ojos de Brittany.
—Hola, Britt —dije mientras tomaba asiento al otro lado suyo.
—Santana. Uh. Hola.
Esperaba esa respuesta nerviosa.
No me quería cerca. No podía culparla u ofenderme.
—¿Tomas cálculo en el primer semestre de universidad? Me impresionas. He estado aplazándolo.
Brittany se encogió de hombros.
—Me gustan las matemáticas.
El cálculo no era matemática. Era un jodido experimento de ciencia que salió mal.
Empecé a contestar cuando el tipo de pie a su lado se aclaró la garganta. Levanté la vista hacia él con un gruñido molesto.
¿Por qué seguía ahí?
—Tomaste mi asiento—dijo.
Eso me hizo sonreír.
—Entonces supongo que deberías haber estado sentado en él—regresé mi atención a Brittany, cuyas brillantes mejillas color rosa me dijeron que esto la avergonzaba.
No quería hacer eso.
—Es posible que necesite ayuda. Me alegro de que seas buena con los números—le dije, echándome hacia atrás y poniéndome cómoda.
El tipo empezó a decir algo más, pero mirada descaradamente más debajo de mi cuello y estreché los ojos en su dirección con una advertencia silenciosa.
No me movería, pero seguro que sí movería su culo.
Dejó escapar un suspiro fuerte y se apartó.
Chico listo.
—¿Qué estás haciendo, Santana?—susurró Brittany mientras se inclinaba sobre mí.
—¿Qué es lo que quieres decir exactamente, Britt?
—Sabes lo que quiero decir. ¿Por qué estás sentada aquí? Pensé que habíamos acordado mantener nuestra distancia. Después de... todo.
No quería mantener mi distancia.
Puede que no llegara a tenerla de nuevo, pero me gustaba estar cerca de ella.
Me hacía feliz.
Hacía que la oscuridad no pareciera demasiado asfixiante.
—Quiero que seamos amigas—le expliqué, observándola masticar su labio inferior con nerviosismo.
—¿Cómo podemos hacerlo?—preguntó en voz baja.
No tenía ni idea.
Todo lo que quería hacer era abrazarla y conservarla. Sin embargo, no era una opción.
—Simplemente lo hacemos.
La mirada de preocupación en sus ojos me hizo sentir culpable. Le pedía algo para lo que no estaba preparada.
Pero yo lo necesitaba.
—De acuerdo. Si eso es lo que quieres—respondió finalmente.
El profesor entró y empezó a hablar, así que nuestra conversación terminó.
Por ahora.
No me miró durante toda la clase y tuve problemas en mirar algo que no sea ella.
¿El recuerdo de lo que hicimos iba a volverme loca?
Normalmente, una vez que me acostaba con una chica y superaba cualquier atracción, seguía adelante.
Pero algo en Brittany me retenía.
¿Fue porque estaba borracha y los recuerdos son tan borrosos?
Cuando terminó la clase, Brittany se puso de pie rápidamente, agarró sus libros y los metió en su mochila.
Tenía prisa por alejarse de mí.
No era lo que quería.
—¿Tienes otra clase?—pregunté, poniéndome de pie y estirándome.
Brittany me miró y sus ojos se concentraron en la parte baja de mi estómago. Bajé los brazos lentamente y mi camisa volvió a cubrir el trozo de piel que había estado mirando.
El brillo apreciativo en sus ojos me hizo querer tirar la maldita camisa. Si eso era lo que se necesitaba para mantener su atención, lo haría.
—Um, yo… eh… no. En este momento no—balbuceó mientras se ponía su mochila más arriba en el hombro.
—¿Quieres ir a tomar un café? Esta mañana no tuve tiempo para uno.
Brittany miró hacia la puerta y la chica con la que había estado hablando antes de la clase se quedó esperándola.
—Iba a la biblioteca, pero no me importaría un poco de cafeína primero—contestó, mirándome.
Sí.
Había cedido bastante fácil.
—¿Podemos ir solas? Quería hablar contigo sobre algunas cosas.
Sus ojos se abrieron un poco y pude ver la comprensión.
¿Quería hacer como si no hubiera pasado nada?
Yo no iba a ser capaz de hacerlo.
—Está bien. Déjame ir a decirle a Mercedes que me reuniré con ella más tarde.
Brittany
¿Por qué hacía esto?
Me merecía el premio a la estupidez.
Pero, ¿cómo se supone que una chica diga que no a sus bonitos ojos negros?
Era imposible.
Cuando se proponía llamar tu atención, era increíblemente difícil de ignorar.
No se hallaba en paz con lo que pasó entre nosotras.
Sabía de qué se trataba todo esto.
Necesitaba sentirse bien con todo.
Ella y Quinn eran cercanas.
Probablemente se sintió culpable. Cuanto antes alivie su culpa, más pronto que podría distanciarme.
Esto de ser amigas no era lo que quería.
Una vez que estuvimos fuera del edificio de matemáticas, agarré su brazo y la aparté de la multitud y lo puse bajo un roble.
No había necesidad de que fuéramos a tomar un café y fingir. Sólo le daría la oportunidad de meterse más debajo de mi piel.
—Escucha, sé lo que te preocupa. Lo entiendo. Se trata de Quinn. Así que lo que necesites que haga para aliviar tu conciencia y así puedas seguir con tu feliz y despreocupada vida, sólo dímelo. No pretendamos que seremos amigas. Porque, sinceramente, no puedo ser tu amiga. Nunca funcionaría.
Se quedó en silencio mirándome cuando mi pequeña “aclaración” se convirtió en un discurso en toda regla.
No tenía intención de dejarme llevar, pero lo hice.
Me volvía loca mirarla y sentir que mi cuerpo se excitaba por su cercanía.
¿Qué tenía esta chica que me hacía odiarla?
—No se trata de Quinn. Desearía tanto que fuera eso. Pero no lo es—extendió la mano, la puso en mi cintura y me acercó más a ella.
Oh Dios...
No era lo que esperaba.
—No puedo dejar de pensar en ti, Britt. Trato. Trato todo el maldito tiempo, pero no puedo.
Vaya.
Mis rodillas se sintieron un poco débiles.
—Quiero estar cerca de ti. No logro mantenerme alejada.
Vaya al doble.
No podía formar palabras en este momento.
Una hebra de su cabello negro cayó en su ojo y yo quería meterlo detrás de su oreja.
Tocarla.
Pero no lo hice.
Me acercó más.
—¿Podemos ser amigas? ¿Me perdonas por esa noche?
La palabra “amigas” regresó una vez más.
Odiaba esa palabra.
Nunca había sido amiga de alguien que aceleraba mi corazón y hacía hormiguear mi cuerpo.
¿Cómo podría manejar ese tipo de relación?
—Podemos tratar—dije ahogadamente.
Su mano se deslizó detrás de mi espalda y se instaló en la curva por encima de mi trasero.
Las amigas no hacían eso.
No hacía un buen trabajo con esta cosa de ser amigas.
—Voy a ser buena. Te lo prometo. Voy a ser la maldita mejor amiga que hayas tenido—su voz se redujo a un susurro ronco.
Me estremecí por el sonido sexy.
—Mmm, voy a tener que trabajar en ello—agregó—Sentirte temblar. Me gusta. Voy a querer sentirlo más.
Tragué saliva e intenté controlar la emoción en mi voz.
—Las amigas no se acercan tanto, Santana—dije y empecé a dar un paso atrás cuando me jaló con fuerza hacia ella.
—No, Britt, no lo hacen. Pero no puedo dejar de quererte cerca. ¿Podemos ser amigas cercanas?—preguntó, moviendo la cabeza hasta que su aliento cálido cosquilleó mi oreja.
Cerrando los ojos con fuerza, agarré sus brazos para mantenerme firme.
¿Qué hacía?
—Me gustas cerca. Muy cerca.
—¿Te has vuelto jodidamente loca?—la voz de Emily Fields rompió el hechizo en el que había caído y encontré la fuerza para separarme de ella.
—No te metas en esto, Emily—gruñó, volviendo sus ojos entrecerrados a Emily.
—¿Y dejar que hagas que te golpeen hasta morir? Porque si la tocas, ninguno de tus amigos te van a cubrir la espalda cuando Quinn te mate.
—Dije que no te metas en lo que no te importa.
Emily sonrió y negó con la cabeza.
—No voy a hacer eso. Puedes ir a buscar a otra amiga con derecho. Brittany está fuera de los límites. La lastimas y luego lastimas a Rachel. No puedo dejar que suceda eso. Así que ya ves, esto se vuelve personal.
Emily siempre había sido protectora con Rachel.
Habían crecido juntas y eran mejores amigas.
Quinn tuvo problemas con ella algunas veces, pero con el tiempo comenzó a aceptarla.
Sobre todo porque Emily se enamoró de Hanna.
—Somos amigas. Déjalo estar—se volvió para enfrentar a Emily.
Esto no se veía bien.
—Emily, tiene razón. Somos sólo amigas. Déjalo. No somos y nunca seremos nada más que amigas. Lo prometo.
Movió la mirada de Santana a mí.
La preocupación y la incredulidad en sus ojos cuando se encontró con mi mirada suplicante fue difícil de no ver.
No nos creía.
Pero esto no era asunto suyo.
—Bien—arrastró las palabras—, Pero me aseguraré que siga siendo así.
Santana apretó los puños a sus lados.
—Lo será —le aseguré.
Me dio un último movimiento de cabeza, luego se volvió y se dirigió hacia el edificio de matemáticas del que acabábamos de salir.
—Y esa es una de las muchas razones por las que podría ser un problema que seamos amigas.
No era como si pudiéramos decirles que ya nos habíamos acostado y superado.
—Emily Fields es la última persona en la tierra del que necesitamos tomar un consejo. Pero eres diferente. Quiero mantenerte cerca.
Yo no iba a hacer lo correcto.
Iba a hacer una estupidez.
—Está bien. Seremos amigas.
El rostro de Santana se iluminó con una gran sonrisa que hizo que mi estúpida decisión pareciera brillante en el momento.
—¿Podemos ir a buscar ese café? —preguntó.
—Claro. Lidera el camino —le contesté.
Varias personas nos miraron mientras caminábamos por la calle a la cafetería del campus.
Hizo un buen trabajo ignorándolas.
La conocía lo suficiente como para saber que normalmente no las ignoraba del todo.
Generalmente les daba un rápido vistazo y decidía si le interesaban o no.
—¿Qué quieres beber?—preguntó mientras nos llevaba dentro, hacia una mesa en la parte trasera.
—Una de esas cosas de café con hielo. Cualquier cosa que sea mocha.
Todavía no había probado las opciones de café aquí, así que no tenía un pedido específico.
—Yo me encargo. La bebida más femenina que tengan—respondió con un guiño y se volvió para dirigirse a la barra para ordenar.
No había mucha gente en el interior. Varios se encontraban fuera bajo las sombrillas, pero dentro se hallaba casi vacío.
Mi teléfono sonó, alertándome de un mensaje de texto. Sacando de mi teléfono, bajé la mirada para ver que Mercedes me recordaba que teníamos grupo de estudio de economía esta noche.
Cuando una clase viene con un tutor incorporado para ayudarte, sabes que estás en problemas.
Tenía la intención de estar en cada grupo de estudio que ofreciera el tutor.
—Se llama Ice Rageous, para futuros pedidos—dijo mientras ponía delante de mí una bebida cubierta con crema batida y caramelo.
—Gracias—contesté mientras la veía hundirse en el asiento frente a mí.
—También puedes pedir la “bebida femenina" y el hombre detrás del mostrador sabrá lo que quieres decir—el tono burlón de su voz me hizo reír.
Nunca había tenido una conversación real con Santana que no implicara pre-sexo o drama.
Esto era agradable.
—Lo tendré en cuenta.
Tomó un sorbo de su café y se reclinó hacia delante sobre sus codos, mirándome.
—¿Por qué te pongo nerviosa, Britt?
¿Por qué me ponía nerviosa?
¿Cómo se suponía que debía responder a eso?
Tal vez porque había estado loca por ella durante años, le había dado mi virginidad y era preciosa.
—No es así. Bueno, quiero decir, sí, pero en realidad nunca hemos hablado antes. No de esta manera.
Puso su taza sobre la mesa, pero sus ojos nunca dejaron mi cara.
—Entonces ¿por qué saliste del club conmigo? No puedo olvidarlo. Siempre vuelvo al hecho de que saliste de ahí conmigo. ¿Por qué?
Si íbamos a ser amigas, tenía que ser sincera con ella. Al menos lo más sincera posible.
Me esforzaba por superarla, así que no sería una completa mentira.
—Estaba enamorada de ti. Lo había estado durante años. Quería ser a quien llevaras a casa esa noche. No sucedió eso. Lo hicimos en tu jeep y luego me arrastraste al almacén. Superé mi enamoramiento después de esa noche.
No era exactamente la verdad, pero bastante cerca.
No necesitaba los detalles sangrientos.
O saber que todavía lo utilizaba como fuente de inspiración de noche cuando necesitaba sentirla otra vez.
No compartiría ese pedazo de información.
—¿Estabas enamorada de mí?—repitió y murmuró una maldición—Britt, lo siento mucho. Ojalá hubiera estado sobria.
Me reí por primera vez desde que habíamos empezado esta incómoda conversación.
—Si hubieras estado sobria, seguiría viviendo en mi mundo de fantasía en el que un día me verías y también me querrías. Esa noche por fin me deshice de esa ilusión.
—Esa noche descubriste que eras demasiado buena para mí—la mirada tensa y dolorida de Santana me confundió.
—No, me di cuenta de que nunca voy a ser “esa chica”, del tipo que te atrae. Estoy bien con eso.
Se acercó y tomó mi barbilla en sus manos y me levantó la cara hasta que mis ojos se encontraron con los suyos.
—Hay un montón de cosas que no soy. Pero créeme cuando te digo que estoy más atraída por ti de lo que es seguro para nosotras.
—¡Oye, Brittany!—nos interrumpió alguien—No te he visto en mucho tiempo. Y Santana López, deja a la hermanita de Quinn antes de que te abofetee por ella— Sugar, sacó la silla del otro lado de Santana.
—Hola, Sugar —respondí.
—Vete, Sugar —dijo en un tono molesto cuando su mano dejó mi cara.
—Muy delicada. Cálmate, casanova. Vas en la dirección equivocada con ella. No es tu tipo.
—Ya lo sé. Somos amigas—espetó, recostándose en su silla y tomando un trago de su café.
—Dejaste de venir a Live Bay y beber conmigo, Brittany. Me preguntaba qué te pasó. Tuvimos un par de noches de diversión—dijo Sugar, sonriéndome con un brillo travieso en sus ojos.
Ese verano después de que Santana me dejara en ese almacén, había hecho todo lo posible para llamar su atención, incluyendo beber y salir de fiesta con Sugar.
Pero una noche, cuando un hombre se pasó demasiado con las manos y Artie apareció y golpeó su rostro, fue mi última noche con Sugar.
Había sido la llamada de atención que necesitaba.
No era esa clase de chica.
Nunca lo sería.
Y ninguna cantidad de fiestas iban a hacer que me mirara de nuevo. Había tenido lo que deseaba.
—Sí, he estado ocupada —le contesté.
—¿No ibas a ir a la universidad fuera? ¿Auburn o alguna loca mierda así?
La razón principal por la que no fui, se encontraba sentada frente a mí, escuchando cada palabra de lo que decía.
—Sí pero no quería perderme la planificación de la boda de Quinn y Rachel. Y mi mamá todavía me necesita. No está lista para que la deje. Especialmente con el casamiento de Quinn.
—¿Estás segura de eso?—preguntó Sugar con una mirada de complicidad en su rostro.
Probablemente le dije algo que no debería una de las noches que bebí demasiado.
Maldición.
No había pensado en eso.
Tal vez mi pequeño secreto no era tan secreto como creía. No era mejor que Santana.
Artie sabía algo.
Ahora Sugar.
Mierda.
—Estoy segura —contesté con una sonrisa forzada.
—Si terminaste con las veinte preguntas, Sugar, hablábamos de cálculo. Puedes irte—dijo, dejando su taza sobre la mesa. Sus dedos largos y bronceados envueltos alrededor de ella me hicieron pensar en las otras cosas que le sentí hacer con esas manos.
—Cálculo mi culo—respondió Sugar, poniéndose de pie—Normalmente no regresas a donde ya has estado.
El gesto molesto de Santana se transformó en una mirada furiosa y lentamente se puso de pie.
—Lo que sea que crees que sabes, no lo sabes. No me importa quién sea tu primo. Amigo o no. No vas a repetir nada de esto a nadie.
Sugar levantó las cejas y chocaron miradas.
—Jamás lo iba repetir. Pero no porque tu lamentable culo me amenace, sino porque me gusta Brittany. Esa es la única razón. Porque, Santana López, me encantaría verte colgada de las tetas— Sugar volvió la mirada hacia mí y me sonrió—Te veo por ahí, Brittany.
Asentí, pero tuve miedo de decir algo más.
Yo, obviamente, le había dicho a Sugar sobre Santana y yo.
Esto era humillante.
¿A quién más le conté en mis pocas semanas de embriaguez?
Sugar se dio la vuelta y se pavoneó por la puerta.
Tomó todo mi valor mirar a Santana de nuevo. Estudiaba su taza de café. Supongo que también se preguntaba a quién más le había contado.
—No puedo creer que ganaras la lealtad de esa. Es una perra malvada—dijo finalmente, levantando la mirada para encontrarse con la mía ansiosa.
Me encogí de hombros.
No me encontraba segura de cómo había conseguido eso. Pero nos unimos mientras bebíamos.
Extraño pero cierto.
— Sugar es incomprendida. Eso es todo.
Se rió entre dientes.
—No, Britt. Sugar es una zorra manipuladora y confabuladora. No hace amiga mujeres. Nunca.
—No es tan mala—le contesté, necesitando defenderla.
Levantó una ceja y torció la taza entorno a sus manos mientras sostenía mi mirada.
—Nos pondremos de acuerdo en no estar de acuerdo. ¿Qué tal?
Asentí.
Dejó escapar un suspiro de cansancio.
—No sabía que tus episodios borrachos de este verano fueran con Sugar. Pensé que esas dos veces que te encontré y te llevé a casa eran casualidades. Eso fue tu intento de rebeldía.
—Sí. Me di cuenta bastante rápido que no era para mí.
—¿Por qué lo hiciste? —preguntó.
Sabía que no se hallaba preparado para esta respuesta. No quería darle algo más sobre que sentirse culpable.
En cambio, me encogí de hombros, alcancé mi bebida y tomé un sorbo a través del sorbete.
—Por favor, dime que no fue a causa de lo que hice...
No quería mentirle, pero este era uno de esos casos en los que la mentira era la mejor política.
—No, Santana. No tenía nada que ver contigo.
El alivio en su rostro hizo que me alegrara de haberle mentido.
—¿Tienes alguna clase más hoy?—preguntó.
No.
Iba con Rachel a escoger los vestidos de dama de honor y llevaríamos a Aria con nosotras para encontrarle un vestido.
—No, este es mi día más relajado de la semana.
Santana metió un mechón de pelo detrás de su oreja.
—Tengo que ir al gimnasio a trabajar con el equipo, pero ¿quieres hacer algo más tarde? ¿Tal vez ayudarme a entender qué demonios hicimos en la clase de hoy? Compraré comida.
Se encontraba decidida a hacer esto de ser amigas y también recibir tutoría gratuita.
Por mucho que quisiera pasar tiempo con ella, sabía que estaba mal.
—No puedo. Me voy con Rachel y Aria a elegir vestidos de dama de honor.
Movió la cabeza hacia un lado y me llamó la atención el pelo negro que le rozó los hombros.
Parecía una de esas modelos retocadas en una revista.
Ningún mujer debería verse tan perfecta.
No era justo.
—¿Y después? Las tiendas cierran a las seis. Debes estar libre entonces.
Eso era cierto.
Probablemente estaría en casa incluso antes de eso, pero tenía que tener un poco de auto-preservación.
—Sí, pero esta noche tengo un grupo de estudio de economía—dije, deslizando mi bolso sobre mi hombro.
Tenía que ir a lo de Rachel y Quinn para recogerla y a Aria. Y necesitaba salir de aquí antes de que Santana me convenciera de renunciar a mi sentido común.
—De acuerdo—respondió.
Se echó hacia atrás en su silla y me miró con esos sexys y deseables ojos.
Con un firme asentimiento, dije:
—Nos vemos—antes de caminar rápidamente hacia la puerta.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ahora (Adaptada) Epílogo
hola morra,..
amigas ja,.. y las barbas del mono no me jodas!!!
bueno,.. van a empezar de a poco amigas y por que no britt tutora de cálculos de san ajaja
nos vemos!!
amigas ja,.. y las barbas del mono no me jodas!!!
bueno,.. van a empezar de a poco amigas y por que no britt tutora de cálculos de san ajaja
nos vemos!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ahora (Adaptada) Epílogo
Eso de ser amigas ..... jajajaaj mentime pinocho jaja!!!!
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ahora (Adaptada) Epílogo
amigas? ja! todo el mundo ahi es un metiche, ni que Quinn fuese la campeona de karate del mundo!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ahora (Adaptada) Epílogo
Jajajajaja San toqueteando prácticamente a Britt siendo amigas jjajajjaja...
Y al parecer la rubia le contó a mas personas lo que paso y otras se están dando cuenta, espero que no le llegue el chisme a Quinn
Y al parecer la rubia le contó a mas personas lo que paso y otras se están dando cuenta, espero que no le llegue el chisme a Quinn
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ahora (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,..
amigas ja,.. y las barbas del mono no me jodas!!!
bueno,.. van a empezar de a poco amigas y por que no britt tutora de cálculos de san ajaja
nos vemos!!
Hola lu, jajaja eso dicen jajajajaaj. Jajajaaj eso si! ajajajajajaj. Por algo se empieza, no¿? jajajaajaj. Yo tmbn la kiero de profe ¬¬ ajajjaaj. Saludos =D
monica.santander escribió:Eso de ser amigas ..... jajajaaj mentime pinocho jaja!!!!
Saludos
Hola, jajaajajaj xD jajaajajaj quedaran en el intento noma! jajajajaaj. Saludos =D
micky morales escribió:amigas? ja! todo el mundo ahi es un metiche, ni que Quinn fuese la campeona de karate del mundo!!!!!
Hola, eso dicen! jajajajajaja xD Eso dicen. Y lo parece por lo q hace xD o dicen de ella XD jajajaja. SAludos =D
JVM escribió:Jajajajaja San toqueteando prácticamente a Britt siendo amigas jjajajjaja...
Y al parecer la rubia le contó a mas personas lo que paso y otras se están dando cuenta, espero que no le llegue el chisme a Quinn
Hola, jajajajaajajajajajaajaj xD es una loquilla XD jajajaja. Eso creo o se da ha entender jajaajajaj. Esk hasta un ciego lo hace... esa quimika! ajajajaj. NOO!! ni lo digas q pasa! ajajja. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Por Ahora (Adaptada) Cap 9
Capitulo 9
Santana
Por mucho que quería que Brittany aceptara mi oferta de esta noche, me alegré de que hubiera declinado.
Treinta minutos después de que me dejara en la cafetería, había recibido una llamada de una cliente.
Era soltera, en sus cuarenta y tantos años, y ya harta de la cirugía plástica para parecer que acababa de cumplir treinta años. Era dueña de un par de salones de lujo y se encontraba en la ciudad por negocios.
Nunca había tenido comunicación previa con ella, pero pagaba bien, así que fui cuando me llamó.
Los fondos eran bajos porque acababa de pagar el alquiler de mi mamá. Además de que había tenido que cubrir el pago inicial para los frenos de Ryder.
Entrando en Live Bay, donde sabía que estaría al menos uno de mis amigos, decidí que después de hacer lo que acababa de tener que hacer, necesitaba una bebida.
Eso no solía molestarme.
Podría ir, sin problema, a entretener una MQMF1 que pagaba.
Pero cuando Brittany apareció este verano en mis sueños, tuve que empezar a actuar.
El sexo por dinero era repentinamente sucio.
Era un error.
Tenía una maldita conciencia que no había pedido y todo gracias a un par de bonitos ojos azules y labios totalmente naturales.
1 Mamá que me follaría.
Me detuve en el bar y cogí el trago del tequila que me esperaba. Me conocían bien por aquí. Veníamos a este lugar desde antes de tener la edad legal para beber.
Las pequeñas ciudades costeras no tenían una gran cantidad de entretenimiento.
Live Bay era todo.
Artie se encontraba en nuestra mesa mirándome mientras caminaba hacia ellos.
Emily tenía a Hanna en su regazo, susurrando en su oído, completamente ciega a nadie más que a ella.
Desde que había aparecido en el Live Bay y cantado esa canción hace unas semanas atrás, no podían apartar las manos de la otra. Rara vez se las veía solas.
Emily observaba cada movimiento de ella como si fuera lo más fascinante del mundo.
—Me preguntaba si ibas a aparecer esta noche—dijo Artie mientras levantaba su cerveza y me saludaba.
—Estoy aquí. ¿Dónde más puedo estar?
No dejé que la frustración se filtrara de mis palabras. O por lo menos, no creo haberlo hecho.
Sin embargo, la forma en que Hanna volvió la cabeza y me miró con curiosidad me hizo cuestionar eso.
—Me alegro de que estés aquí—dijo Emily con ese brillo conocedor en sus ojos.
Ella no quería verme con cualquiera, excepto Brittany. Aunque Emily no había sido de nuestro equipo mientras crecía, ahora éramos compañeras de equipo y su mejor amiga estaba a punto de ser un miembro casado del grupo, simplemente encajaba.
Era una parte.
También sabía que joder con la hermana menor de Quinn se encontraba fuera de los límites.
Me molestaba que ella pudiera estar libremente con quién quería. Nadie ni nadase interponía en su camino.
—Te ves cansada—dijo Hanna, todavía estudiándome.
—Estoy cansada—le contesté, mirando a Artie—¿Dónde está Mike?
—No estoy seguro. Imaginé que Tina querría estar aquí esta noche dado que Jackdown va a tocar.
Tina rara vez se perdía las actuaciones de su hermano. Prácticamente había criado a Noah, así que tenían más una relación madre-hijo que de hermanos.
Era como una mamá orgullosa.
—Sigue moviéndote así y vamos a tener que salir—gruñó Emily mientras mordisqueaba la oreja de Hanna.
Ella se rió y se levantó.
—Entonces ven a bailar conmigo—le tendió la mano y la morena fue por voluntad propia.
Eran demasiado para mí.
No necesitaba ver esa mierda.
—¿Puede Emily ser más dominada?—me quejé, tomando el trago de tequila que la camarera puso delante de mí.
—Alguien está enojada esta noche. No me digas que ahora estás caliente por Hanna—Artie arrastraba las palabras.
Ni siquiera lo miré.
Trataba de provocarme.
Era lo suyo.
—¿Qué te dije sobre Britt?
Podía recordar algunas divagaciones ebrias una noche después de que estuviera con Brittany, pero no estaba segura de qué era lo que había dicho.
—Más de lo que quería saber —contestó.
Lo miré.
—Tengo que saber qué es, Artie. Hice algo y no puedo recordar con claridad.
Artie negó con la cabeza.
—Creo que lo mejor es que tengas recuerdos incompletos. No tiene sentido que recuerdes.
Golpeé mi vaso sobre la mesa.
—Dime lo que dije, maldita sea.
Artie se inclinó sobre la mesa con los codos y me miró.
—No. Estabas borracha como la mierda. No quiero recordarlo. Es como mi hermana pequeña, estúpido hija de puta. Debe ser igual para ti. Todavía estoy tratando de entender, cómo pudiste hacer algo con ella como una puta barata. Sé que tienes problemas. Pero esa no es una excusa. Te mira de una manera que sólo puede significar que puedes hacerle daño. La has herido y todavía te mira con esa mirada nostálgica y soñadora. Me enoja tanto que podría matarte a golpes. ¿De acuerdo?
—Es diferente con ella, Art.
No podía decirle más que eso, porque no podía aceptarlo.
No había manera de que jamás pudiera ser capaz de tener algo más que una amistad con ella, pero necesitaba que supiera que no era como las demás.
—Quizás. Pero es dulce. Es buena. También es inocente. Retrocede antes de que Quinn se dé cuenta de que hay una razón por la que debe poner una bala en tu cabeza.
No podía retroceder por completo.
Necesitaba su amistad.
Quería estar cerca de ella.
—Ahora somos amigas. Eso es algo que tendrá que aceptar. Nada más.
—¿Amigas? Mentira.
No esperaba que me creyera.
¿Por qué habría de hacerlo?
Brittany
En el momento en que dejé el grupo de estudio, eran después de las nueve.
Este día había sido ocupado y un poco exitoso.
Habíamos encontrado un vestido para la niña de las flores. Sin embargo, los vestidos de dama de honor no fueron tan fáciles de encontrar.
Planeamos un día la próxima semana para ir a Mobile para ver si podíamos encontrar algo ahí.
Noté un Jeep familiar estacionado en la calzada.
¿Qué hacía Santana?
Mamá se encontraba en casa. Había hablado con ella ya una vez esta noche.
¿Estuvo ahí mucho tiempo?
Me detuve junto a ella y salí. Tenía que sacarla de aquí antes de que la viera mamá.
Le daría un ataque si me viera dando vueltas con Santana López.
Era buena como uno de los amigos de Quinn, pero eso era todo. Ella nunca había dejado que fuera un secreto que no era admiradora suya.
Santana sonreía cuando me acerqué lo suficiente para distinguir su rostro.
El frente de su Jeep se encontraba abajo, y se echó hacia atrás con la cabeza girada hacia mí.
—Por fin estás en casa—dijo.
No arrastraba las palabras, por lo que no se encontraba borracha. Eso era algo bueno.
—Sí, bueno, ¿qué estás haciendo aquí?
—Ven a dar un paseo conmigo—fue su respuesta.
Miré hacia la casa.
La luz de la habitación de mi mamá se hallaba apagada y eso normalmente significaba que ya había tomado su pastilla para dormir.
Pero Santana no lo sabía.
—Mamá me está esperando.
—Por favor —respondió.
—Mi mamá…
—Está dormida—me interrumpió.
Suspirando, me moví y me quedé a un buen metro de distancia de ella y de su Jeep.
—¿Por qué? Es tarde y estoy cansada.
—Porque quiero pasar tiempo contigo. Te extrañé esta noche.
¿Me extrañó?
¿En serio?
—No creo que sea una buena idea.
—Es probablemente una de las peores ideas que he tenido. Por favor, ven conmigo—declaró.
¿Cómo iba a ignorar eso?
—Está bien. Pero sólo un paseo corto y luego tengo que ir a la cama—caminé alrededor del Jeep y subí.
Nunca había estado en su jeep desde la última vez que me pidió que diera un paseo con ella.
Cuando la miré, ella miraba la puerta que acababa de cerrar y sus ojos se movieron hacia mí.
—Tú...—tragó con fuerza—¿Tuviste un orgasmo contra mi Jeep esa noche?
Recordaba más de nuestra noche juntas.
Dudaba que termináramos de hablar de ello pronto. Cuanto más recordaba, más querría preguntarme sobre ello.
Entonces tendría que revivirlo.
Volví la cabeza para mirar fuera antes de contestar.
—Sí.
—No tenías puesta la camisa—respondió lentamente.
—Sí, Santana, así fue. ¿Podemos, por favor, no hablar de esto?
Santana puso el jeep en reversa y salió de la calzada.
—Lo siento. Es sólo... siguen llegándome fragmentos y acabo de recordar claramente viniéndote para mí mientras te tenía contra el Jeep.
No me avergonzaría.
No lo haría.
—Nadie me había hecho esas cosas. Era un hecho que iba correrme fácilmente—contesté.
—Sólo besaba tus pechos. ¿Nadie había hecho eso?—la sorpresa en su voz me hizo desear haberme quedado en casa.
Subirme en este Jeep había sido otro mal movimiento.
—Cambia de tema, por favor.
Santana no dijo nada más.
Se dirigió a la playa pública que se encontraba desierta esta hora de la noche y giró en el estacionamiento de grava justo antes del comienzo de la arena.
La luz de la luna sobre las olas siempre era algo que amaba ver.
Era romántico y tanto como había deseado poderme sentar y verlo con Santana, no lo quería en estos momentos.
Romance y Santana tenían que mantenerse completamente separados.
Santana abrió la puerta y rodeó la parte delantera del Jeep, luego me abrió la puerta. Me tendió la mano.
—Ven a ver las olas conmigo, Britt.
—Es tarde—contesté.
—Sólo por unos minutos. ¿Por favor?
Cediendo, puse mi mano en la suya y dejé que me ayudara a salir del Jeep. Dejé mis sandalias con tacones en el suelo y salí descalza. Santana cerró la puerta del Jeep, luego lo miró antes de observarme.
Esa expresión intensa, entornada en sus ojos me dijo lo que pensaba.
Saber que eso la excitaba, hizo que mi pulso se elevara. No pude evitar el hecho de que quería que Santana me deseara. Que al menos se sintiera atraída por mí.
—Vamos—dijo, cogiendo mi mano y entrelazando sus dedos con los míos.
Caminamos por la orilla hasta que Santana encontró un lugar lo suficientemente cerca como para que pudiéramos ver las olas con claridad, pero lo suficientemente lejos como para no mojarnos.
Me jaló hacia ella hasta que las dos nos encontrábamos sentadas.
—¿Por qué estamos aquí, Santana? —pregunté.
—No lo sé. Quería venir aquí para pensar. Es donde pienso mejor. Y quería que estuvieras conmigo.
Mi corazón traidor se saltó un latido.
Ella podía decir las cosas más dulces. Sólo tenía que recordar que también podía decir algunas de las cosas más humillantes.
Su boca era peligrosa.
En muchas, muchas maneras.
—¿Por qué yo?
Volvió la cabeza hacia un lado y me sonrió.
—No quieres la respuesta a esa pregunta.
Sí, la quería, mucho.
—Déjame ser juez en eso.
La sonrisa de Santana se convirtió en una sonrisa sexy y deslizó la mano por la arena hasta que descansaba en mi rodilla desnuda.
—Porque no puedo sacarte de mi cabeza. Normalmente, después de que estoy con una chica, sigo adelante. Termino. Pero tú...—se detuvo y miró al agua, rompiendo el contacto visual conmigo—Eres diferente. Todavía te deseo. Pienso en ti todo el tiempo.
Cielos.
Era un caso perdido.
Que ese tipo de cosas saliera de una jugadora como Santana López haría que cualquier persona se derritiese.
No jugaba limpio.
—Es porque te encontrabas borracha y no lo recuerdas—me lo recordé a mí misma tanto como a ella.
—No, Britt. Cuanto más recuerdo, más te deseo.
Su mano se deslizó hasta mi muslo mientras lentamente se deslizaba entre mis piernas.
Debía empujarla.
Sin embargo, no me atreví.
—Todas las noches, Britt. Cada maldita noche sueño contigo. Acerca de lo dulce que sabías. Cuan increíble te sentías. Me está volviendo loca.
Dejé de respirar cuando su mano se deslizó más arriba de la cara interna del muslo.
No tenía la capacidad para formar palabras.
La última vez, Santana no me dijo cosas dulces y románticas. Sólo me envió fuera y lo hicimos.
Esta vez ponía todo su esfuerzo y no iba a ser capaz de ignorarla.
—¿Dónde te probé, Britt?
Oh, no.
No respondería a esa pregunta.
No podía hacerlo.
No con su mano casi en el borde de mis pantalones cortos.
—Si fue algo como mis sueños, era jodidamente increíble. He estado tratando tanto de mantenerme alejada. Quinn nunca estaría de acuerdo con esto. Y si me conocieras mi verdadero yo huirías. No soy lo que crees. Soy mucho peor.
Eso no podía aceptarlo.
Oírla degradarse así.
Se acostaba con cualquiera.
Un montón de personas lo hacían.
Era una mujeriega.
La mayoría de las personas que conocía iban detrás de ella.
—Basta. Te conozco. He estado observándote durante años. No eres peor que Emily, y mírala. Tiene a Hanna. Está locamente enamorada de ella y sabe todo acerca de sus días de jugadora.
Santana recorrió con sus dedos la parte interior de la pierna de mis pantalones cortos.
—Detenme, Britt—susurró.
¿Detenerla?
¿Cómo iba a hacerlo?
Me tenía con anticipación.
¿Cómo iba a detenerla?
Dejé caer mi mirada para ver desaparecer su mano por mis pantalones cortos justo cuando la punta de sus dedos rozaba la seda de mis bragas.
Había pasado un tiempo, por lo que la reacción inmediata de cerrar los ojos y dejar escapar un gemido de placer era de esperarse.
Santana se encontraba encima de mí, presionando mis manos sobre mi cabeza con una de las suyas mientras que la otra seguía burlándose de mí sin tregua.
—Voy a besarte esta vez, cariño. No puedo evitarlo—susurró mientras su boca bajaba y cubría la mía.
Por la expresión de su rostro, esperaba que su beso fuera exigente. En cambio, sus labios eran suaves.
Casi como si me estuviera saboreando.
Su lengua se deslizó en mi boca y se enredó con la mía. Cada caricia me hacía retorcer el cuerpo para acercarme a ella.
No la podía tocar.
Mis manos seguían cubiertas con una de las suyas. Así que le devolví el beso tan salvaje y sin reservas como pude.
Salió todo lo que sentía por ella.
El gemido que hizo vibrar su pecho mientras movía un dedo en el interior del borde de mi ropa interior hizo que mi cuerpo temblara.
Nunca había hecho este tipo de cosas con Santana.
Sólo la había imaginado, cuando fantaseaba con hacer estas cosas.
Siempre era el rostro que veía.
—Britt, por favor, Britt, dime que me detenga—rogó con voz profunda y ronca mientras dejaba un rastro de besos desde mi boca a mi cuello, donde comenzó a lamer y pellizcar la piel sensible.
—No quiero—me quedé sin aliento cuando su dedo penetró con facilidad la humedad.
—Tan dulce. Tan mojada. No debería ser capaz de tocarte. No soy lo suficientemente buena—su voz torturada me excitó más.
Abrí más mis piernas y se hundió entre ellas mientras sus dedos se movían con cuidado dentro y fuera de mí.
—Eres tan jodidamente caliente—murmuró mientras me besaba por el pecho y finalmente soltó mis manos para que pudiera usar su mano libre para deslizarla dentro de mi camisa.
Eligió ese momento para empezar a frotar su pulgar sobre mi clítoris. Grité y me aferré a sus brazos.
Me encontraba tan cerca.
—No—espetó y luego se había ido.
Mi respiración era acelerada y partes de mi cuerpo empezaron a gritar en señal de protesta.
Quería traerla de vuelta.
Que me tocara.
—¡No! No puedo hacer esto. No debería haber comenzado—Santana se encontraba de pie cuando abrí los ojos.
Su cara se veía feroz y no me miraba.
En su lugar, se centró en el cielo oscuro.
—Está mal—dijo de nuevo, con voz decidida.
Tiré de mi camisa hacia abajo y pude sentarme. No podía soportar el momento.
Había estado a punto de explotar cuando Santana se alejó y me dejó fría. Mi cuerpo trataba de procesar esto.
¿Qué había hecho mal?
—Lo siento mucho, Britt. No debería haberte tocado.
Confundida, poco a poco me puse de pie, esperando que mis rodillas no estuvieran demasiado débiles y me pudieran sostener.
Una vez que estuve de pie y segura de poder hacerlo sin que me desmoronara a sus pies, la miré a los ojos.
—¿Por qué?
Santana negó con la cabeza y comenzó a acercarse de nuevo al jeep. La miré por un momento antes de correr tras ella.
Se comportaba muy rara.
Empezaba a pensar que podría dejarme aquí.
Fue a su lado del Jeep, subió, luego cerró de un golpe su puerta.
El estado de confusión en que me encontraba después de que me hubiera llevado al borde de un orgasmo se desvanecía y la ira tomaba su lugar muy rápido.
¿Quién se creía que era?
¿Por qué era la idiota que seguía volviendo y dejando que me hiciera daño?
No quería meterme en ese estúpido Jeep con ella.
La pasé y me dirigí hasta el paseo marítimo que llevaba a la calle. Mi casa se encontraba a unos tres kilómetros de ahí.
Podía caminar. Sin problema.
—Britt, ¿qué estás haciendo?—gritó la voz de Santana.
No miré atrás.
Seguí caminando hacia la carretera.
Se iría con el tiempo.
No necesitaba esto.
No quería esto.
Odiaba la forma en que me hacía sentir cuando terminaba todo.
Los pocos momentos de cielo, no valían la pena el infierno que me hacía pasar cuando terminaba.
—Por favor, vuelve. No puedo dejar que camines a casa. Es tarde.
Ella no decidía lo que hacía.
No decidía nada de mí.
Santana López no había hecho nada para ganar ningún privilegio en mi vida.
—Britt, lo siento. Estoy tan malditamente arrepentida—la derrota en su voz me hizo desacelerar.
Me giré y la miré.
Se encontraba fuera de su Jeep, caminando hacia mí.
—Parece que no puedo controlarme contigo. Lo siento. Eso estuvo mal. Tuve que detenerlo.
Treinta minutos después de que me dejara en la cafetería, había recibido una llamada de una cliente.
Era soltera, en sus cuarenta y tantos años, y ya harta de la cirugía plástica para parecer que acababa de cumplir treinta años. Era dueña de un par de salones de lujo y se encontraba en la ciudad por negocios.
Nunca había tenido comunicación previa con ella, pero pagaba bien, así que fui cuando me llamó.
Los fondos eran bajos porque acababa de pagar el alquiler de mi mamá. Además de que había tenido que cubrir el pago inicial para los frenos de Ryder.
Entrando en Live Bay, donde sabía que estaría al menos uno de mis amigos, decidí que después de hacer lo que acababa de tener que hacer, necesitaba una bebida.
Eso no solía molestarme.
Podría ir, sin problema, a entretener una MQMF1 que pagaba.
Pero cuando Brittany apareció este verano en mis sueños, tuve que empezar a actuar.
El sexo por dinero era repentinamente sucio.
Era un error.
Tenía una maldita conciencia que no había pedido y todo gracias a un par de bonitos ojos azules y labios totalmente naturales.
1 Mamá que me follaría.
Me detuve en el bar y cogí el trago del tequila que me esperaba. Me conocían bien por aquí. Veníamos a este lugar desde antes de tener la edad legal para beber.
Las pequeñas ciudades costeras no tenían una gran cantidad de entretenimiento.
Live Bay era todo.
Artie se encontraba en nuestra mesa mirándome mientras caminaba hacia ellos.
Emily tenía a Hanna en su regazo, susurrando en su oído, completamente ciega a nadie más que a ella.
Desde que había aparecido en el Live Bay y cantado esa canción hace unas semanas atrás, no podían apartar las manos de la otra. Rara vez se las veía solas.
Emily observaba cada movimiento de ella como si fuera lo más fascinante del mundo.
—Me preguntaba si ibas a aparecer esta noche—dijo Artie mientras levantaba su cerveza y me saludaba.
—Estoy aquí. ¿Dónde más puedo estar?
No dejé que la frustración se filtrara de mis palabras. O por lo menos, no creo haberlo hecho.
Sin embargo, la forma en que Hanna volvió la cabeza y me miró con curiosidad me hizo cuestionar eso.
—Me alegro de que estés aquí—dijo Emily con ese brillo conocedor en sus ojos.
Ella no quería verme con cualquiera, excepto Brittany. Aunque Emily no había sido de nuestro equipo mientras crecía, ahora éramos compañeras de equipo y su mejor amiga estaba a punto de ser un miembro casado del grupo, simplemente encajaba.
Era una parte.
También sabía que joder con la hermana menor de Quinn se encontraba fuera de los límites.
Me molestaba que ella pudiera estar libremente con quién quería. Nadie ni nadase interponía en su camino.
—Te ves cansada—dijo Hanna, todavía estudiándome.
—Estoy cansada—le contesté, mirando a Artie—¿Dónde está Mike?
—No estoy seguro. Imaginé que Tina querría estar aquí esta noche dado que Jackdown va a tocar.
Tina rara vez se perdía las actuaciones de su hermano. Prácticamente había criado a Noah, así que tenían más una relación madre-hijo que de hermanos.
Era como una mamá orgullosa.
—Sigue moviéndote así y vamos a tener que salir—gruñó Emily mientras mordisqueaba la oreja de Hanna.
Ella se rió y se levantó.
—Entonces ven a bailar conmigo—le tendió la mano y la morena fue por voluntad propia.
Eran demasiado para mí.
No necesitaba ver esa mierda.
—¿Puede Emily ser más dominada?—me quejé, tomando el trago de tequila que la camarera puso delante de mí.
—Alguien está enojada esta noche. No me digas que ahora estás caliente por Hanna—Artie arrastraba las palabras.
Ni siquiera lo miré.
Trataba de provocarme.
Era lo suyo.
—¿Qué te dije sobre Britt?
Podía recordar algunas divagaciones ebrias una noche después de que estuviera con Brittany, pero no estaba segura de qué era lo que había dicho.
—Más de lo que quería saber —contestó.
Lo miré.
—Tengo que saber qué es, Artie. Hice algo y no puedo recordar con claridad.
Artie negó con la cabeza.
—Creo que lo mejor es que tengas recuerdos incompletos. No tiene sentido que recuerdes.
Golpeé mi vaso sobre la mesa.
—Dime lo que dije, maldita sea.
Artie se inclinó sobre la mesa con los codos y me miró.
—No. Estabas borracha como la mierda. No quiero recordarlo. Es como mi hermana pequeña, estúpido hija de puta. Debe ser igual para ti. Todavía estoy tratando de entender, cómo pudiste hacer algo con ella como una puta barata. Sé que tienes problemas. Pero esa no es una excusa. Te mira de una manera que sólo puede significar que puedes hacerle daño. La has herido y todavía te mira con esa mirada nostálgica y soñadora. Me enoja tanto que podría matarte a golpes. ¿De acuerdo?
—Es diferente con ella, Art.
No podía decirle más que eso, porque no podía aceptarlo.
No había manera de que jamás pudiera ser capaz de tener algo más que una amistad con ella, pero necesitaba que supiera que no era como las demás.
—Quizás. Pero es dulce. Es buena. También es inocente. Retrocede antes de que Quinn se dé cuenta de que hay una razón por la que debe poner una bala en tu cabeza.
No podía retroceder por completo.
Necesitaba su amistad.
Quería estar cerca de ella.
—Ahora somos amigas. Eso es algo que tendrá que aceptar. Nada más.
—¿Amigas? Mentira.
No esperaba que me creyera.
¿Por qué habría de hacerlo?
Brittany
En el momento en que dejé el grupo de estudio, eran después de las nueve.
Este día había sido ocupado y un poco exitoso.
Habíamos encontrado un vestido para la niña de las flores. Sin embargo, los vestidos de dama de honor no fueron tan fáciles de encontrar.
Planeamos un día la próxima semana para ir a Mobile para ver si podíamos encontrar algo ahí.
Noté un Jeep familiar estacionado en la calzada.
¿Qué hacía Santana?
Mamá se encontraba en casa. Había hablado con ella ya una vez esta noche.
¿Estuvo ahí mucho tiempo?
Me detuve junto a ella y salí. Tenía que sacarla de aquí antes de que la viera mamá.
Le daría un ataque si me viera dando vueltas con Santana López.
Era buena como uno de los amigos de Quinn, pero eso era todo. Ella nunca había dejado que fuera un secreto que no era admiradora suya.
Santana sonreía cuando me acerqué lo suficiente para distinguir su rostro.
El frente de su Jeep se encontraba abajo, y se echó hacia atrás con la cabeza girada hacia mí.
—Por fin estás en casa—dijo.
No arrastraba las palabras, por lo que no se encontraba borracha. Eso era algo bueno.
—Sí, bueno, ¿qué estás haciendo aquí?
—Ven a dar un paseo conmigo—fue su respuesta.
Miré hacia la casa.
La luz de la habitación de mi mamá se hallaba apagada y eso normalmente significaba que ya había tomado su pastilla para dormir.
Pero Santana no lo sabía.
—Mamá me está esperando.
—Por favor —respondió.
—Mi mamá…
—Está dormida—me interrumpió.
Suspirando, me moví y me quedé a un buen metro de distancia de ella y de su Jeep.
—¿Por qué? Es tarde y estoy cansada.
—Porque quiero pasar tiempo contigo. Te extrañé esta noche.
¿Me extrañó?
¿En serio?
—No creo que sea una buena idea.
—Es probablemente una de las peores ideas que he tenido. Por favor, ven conmigo—declaró.
¿Cómo iba a ignorar eso?
—Está bien. Pero sólo un paseo corto y luego tengo que ir a la cama—caminé alrededor del Jeep y subí.
Nunca había estado en su jeep desde la última vez que me pidió que diera un paseo con ella.
Cuando la miré, ella miraba la puerta que acababa de cerrar y sus ojos se movieron hacia mí.
—Tú...—tragó con fuerza—¿Tuviste un orgasmo contra mi Jeep esa noche?
Recordaba más de nuestra noche juntas.
Dudaba que termináramos de hablar de ello pronto. Cuanto más recordaba, más querría preguntarme sobre ello.
Entonces tendría que revivirlo.
Volví la cabeza para mirar fuera antes de contestar.
—Sí.
—No tenías puesta la camisa—respondió lentamente.
—Sí, Santana, así fue. ¿Podemos, por favor, no hablar de esto?
Santana puso el jeep en reversa y salió de la calzada.
—Lo siento. Es sólo... siguen llegándome fragmentos y acabo de recordar claramente viniéndote para mí mientras te tenía contra el Jeep.
No me avergonzaría.
No lo haría.
—Nadie me había hecho esas cosas. Era un hecho que iba correrme fácilmente—contesté.
—Sólo besaba tus pechos. ¿Nadie había hecho eso?—la sorpresa en su voz me hizo desear haberme quedado en casa.
Subirme en este Jeep había sido otro mal movimiento.
—Cambia de tema, por favor.
Santana no dijo nada más.
Se dirigió a la playa pública que se encontraba desierta esta hora de la noche y giró en el estacionamiento de grava justo antes del comienzo de la arena.
La luz de la luna sobre las olas siempre era algo que amaba ver.
Era romántico y tanto como había deseado poderme sentar y verlo con Santana, no lo quería en estos momentos.
Romance y Santana tenían que mantenerse completamente separados.
Santana abrió la puerta y rodeó la parte delantera del Jeep, luego me abrió la puerta. Me tendió la mano.
—Ven a ver las olas conmigo, Britt.
—Es tarde—contesté.
—Sólo por unos minutos. ¿Por favor?
Cediendo, puse mi mano en la suya y dejé que me ayudara a salir del Jeep. Dejé mis sandalias con tacones en el suelo y salí descalza. Santana cerró la puerta del Jeep, luego lo miró antes de observarme.
Esa expresión intensa, entornada en sus ojos me dijo lo que pensaba.
Saber que eso la excitaba, hizo que mi pulso se elevara. No pude evitar el hecho de que quería que Santana me deseara. Que al menos se sintiera atraída por mí.
—Vamos—dijo, cogiendo mi mano y entrelazando sus dedos con los míos.
Caminamos por la orilla hasta que Santana encontró un lugar lo suficientemente cerca como para que pudiéramos ver las olas con claridad, pero lo suficientemente lejos como para no mojarnos.
Me jaló hacia ella hasta que las dos nos encontrábamos sentadas.
—¿Por qué estamos aquí, Santana? —pregunté.
—No lo sé. Quería venir aquí para pensar. Es donde pienso mejor. Y quería que estuvieras conmigo.
Mi corazón traidor se saltó un latido.
Ella podía decir las cosas más dulces. Sólo tenía que recordar que también podía decir algunas de las cosas más humillantes.
Su boca era peligrosa.
En muchas, muchas maneras.
—¿Por qué yo?
Volvió la cabeza hacia un lado y me sonrió.
—No quieres la respuesta a esa pregunta.
Sí, la quería, mucho.
—Déjame ser juez en eso.
La sonrisa de Santana se convirtió en una sonrisa sexy y deslizó la mano por la arena hasta que descansaba en mi rodilla desnuda.
—Porque no puedo sacarte de mi cabeza. Normalmente, después de que estoy con una chica, sigo adelante. Termino. Pero tú...—se detuvo y miró al agua, rompiendo el contacto visual conmigo—Eres diferente. Todavía te deseo. Pienso en ti todo el tiempo.
Cielos.
Era un caso perdido.
Que ese tipo de cosas saliera de una jugadora como Santana López haría que cualquier persona se derritiese.
No jugaba limpio.
—Es porque te encontrabas borracha y no lo recuerdas—me lo recordé a mí misma tanto como a ella.
—No, Britt. Cuanto más recuerdo, más te deseo.
Su mano se deslizó hasta mi muslo mientras lentamente se deslizaba entre mis piernas.
Debía empujarla.
Sin embargo, no me atreví.
—Todas las noches, Britt. Cada maldita noche sueño contigo. Acerca de lo dulce que sabías. Cuan increíble te sentías. Me está volviendo loca.
Dejé de respirar cuando su mano se deslizó más arriba de la cara interna del muslo.
No tenía la capacidad para formar palabras.
La última vez, Santana no me dijo cosas dulces y románticas. Sólo me envió fuera y lo hicimos.
Esta vez ponía todo su esfuerzo y no iba a ser capaz de ignorarla.
—¿Dónde te probé, Britt?
Oh, no.
No respondería a esa pregunta.
No podía hacerlo.
No con su mano casi en el borde de mis pantalones cortos.
—Si fue algo como mis sueños, era jodidamente increíble. He estado tratando tanto de mantenerme alejada. Quinn nunca estaría de acuerdo con esto. Y si me conocieras mi verdadero yo huirías. No soy lo que crees. Soy mucho peor.
Eso no podía aceptarlo.
Oírla degradarse así.
Se acostaba con cualquiera.
Un montón de personas lo hacían.
Era una mujeriega.
La mayoría de las personas que conocía iban detrás de ella.
—Basta. Te conozco. He estado observándote durante años. No eres peor que Emily, y mírala. Tiene a Hanna. Está locamente enamorada de ella y sabe todo acerca de sus días de jugadora.
Santana recorrió con sus dedos la parte interior de la pierna de mis pantalones cortos.
—Detenme, Britt—susurró.
¿Detenerla?
¿Cómo iba a hacerlo?
Me tenía con anticipación.
¿Cómo iba a detenerla?
Dejé caer mi mirada para ver desaparecer su mano por mis pantalones cortos justo cuando la punta de sus dedos rozaba la seda de mis bragas.
Había pasado un tiempo, por lo que la reacción inmediata de cerrar los ojos y dejar escapar un gemido de placer era de esperarse.
Santana se encontraba encima de mí, presionando mis manos sobre mi cabeza con una de las suyas mientras que la otra seguía burlándose de mí sin tregua.
—Voy a besarte esta vez, cariño. No puedo evitarlo—susurró mientras su boca bajaba y cubría la mía.
Por la expresión de su rostro, esperaba que su beso fuera exigente. En cambio, sus labios eran suaves.
Casi como si me estuviera saboreando.
Su lengua se deslizó en mi boca y se enredó con la mía. Cada caricia me hacía retorcer el cuerpo para acercarme a ella.
No la podía tocar.
Mis manos seguían cubiertas con una de las suyas. Así que le devolví el beso tan salvaje y sin reservas como pude.
Salió todo lo que sentía por ella.
El gemido que hizo vibrar su pecho mientras movía un dedo en el interior del borde de mi ropa interior hizo que mi cuerpo temblara.
Nunca había hecho este tipo de cosas con Santana.
Sólo la había imaginado, cuando fantaseaba con hacer estas cosas.
Siempre era el rostro que veía.
—Britt, por favor, Britt, dime que me detenga—rogó con voz profunda y ronca mientras dejaba un rastro de besos desde mi boca a mi cuello, donde comenzó a lamer y pellizcar la piel sensible.
—No quiero—me quedé sin aliento cuando su dedo penetró con facilidad la humedad.
—Tan dulce. Tan mojada. No debería ser capaz de tocarte. No soy lo suficientemente buena—su voz torturada me excitó más.
Abrí más mis piernas y se hundió entre ellas mientras sus dedos se movían con cuidado dentro y fuera de mí.
—Eres tan jodidamente caliente—murmuró mientras me besaba por el pecho y finalmente soltó mis manos para que pudiera usar su mano libre para deslizarla dentro de mi camisa.
Eligió ese momento para empezar a frotar su pulgar sobre mi clítoris. Grité y me aferré a sus brazos.
Me encontraba tan cerca.
—No—espetó y luego se había ido.
Mi respiración era acelerada y partes de mi cuerpo empezaron a gritar en señal de protesta.
Quería traerla de vuelta.
Que me tocara.
—¡No! No puedo hacer esto. No debería haber comenzado—Santana se encontraba de pie cuando abrí los ojos.
Su cara se veía feroz y no me miraba.
En su lugar, se centró en el cielo oscuro.
—Está mal—dijo de nuevo, con voz decidida.
Tiré de mi camisa hacia abajo y pude sentarme. No podía soportar el momento.
Había estado a punto de explotar cuando Santana se alejó y me dejó fría. Mi cuerpo trataba de procesar esto.
¿Qué había hecho mal?
—Lo siento mucho, Britt. No debería haberte tocado.
Confundida, poco a poco me puse de pie, esperando que mis rodillas no estuvieran demasiado débiles y me pudieran sostener.
Una vez que estuve de pie y segura de poder hacerlo sin que me desmoronara a sus pies, la miré a los ojos.
—¿Por qué?
Santana negó con la cabeza y comenzó a acercarse de nuevo al jeep. La miré por un momento antes de correr tras ella.
Se comportaba muy rara.
Empezaba a pensar que podría dejarme aquí.
Fue a su lado del Jeep, subió, luego cerró de un golpe su puerta.
El estado de confusión en que me encontraba después de que me hubiera llevado al borde de un orgasmo se desvanecía y la ira tomaba su lugar muy rápido.
¿Quién se creía que era?
¿Por qué era la idiota que seguía volviendo y dejando que me hiciera daño?
No quería meterme en ese estúpido Jeep con ella.
La pasé y me dirigí hasta el paseo marítimo que llevaba a la calle. Mi casa se encontraba a unos tres kilómetros de ahí.
Podía caminar. Sin problema.
—Britt, ¿qué estás haciendo?—gritó la voz de Santana.
No miré atrás.
Seguí caminando hacia la carretera.
Se iría con el tiempo.
No necesitaba esto.
No quería esto.
Odiaba la forma en que me hacía sentir cuando terminaba todo.
Los pocos momentos de cielo, no valían la pena el infierno que me hacía pasar cuando terminaba.
—Por favor, vuelve. No puedo dejar que camines a casa. Es tarde.
Ella no decidía lo que hacía.
No decidía nada de mí.
Santana López no había hecho nada para ganar ningún privilegio en mi vida.
—Britt, lo siento. Estoy tan malditamente arrepentida—la derrota en su voz me hizo desacelerar.
Me giré y la miré.
Se encontraba fuera de su Jeep, caminando hacia mí.
—Parece que no puedo controlarme contigo. Lo siento. Eso estuvo mal. Tuve que detenerlo.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
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