[Resuelto]FanFic Brittana: Arco Iris (Adaptada) Epílogo

Capitulo 33

Santana estaba parada en el balcón mirando hacia el océano, escuchando, pero en realidad no oyendo, como Emily les ordenó champán.

La vista era espectacular a esta altura. A Brittany le encantaría.

Sacudió su cabeza.

No, Brittany lo odiaría.

No podía igualar la grandeza de sus vistas desde el volcán.

No las vistas, no el olor, no el aire fresco... y ciertamente no la compañía.

Tomando una respiración profunda, se dio la vuelta, volviendo a entrar. La suite era enorme.

Sólo podía adivinar lo que Emily había pagado por ella.

—El champán llegara enseguida.

—¿Por qué champán, Em?

—¿Por qué no?

Santana extendió los brazos.

—Oh, no lo sé. En primer lugar, ¿qué demonios hacemos aquí? Sólo quería hablar. Tenemos que hablar, Em.

Emily se sentó en el sofá y cruzó las piernas, balanceando una con indiferencia mientras sonreía a Santana.

—Está bien. Entonces habla. ¿Qué tienes en mente?

Santana odiaba la sonrisa, odiaba la pose en el sofá, y odiaba el hecho de que se sintiera intimidada por Emily.

Cruzó los brazos a la defensiva, preguntándose cómo empezar.

—¿Por qué estamos en una habitación de doscientos dólares la noche?

Emily se rió.

—Intenta de doscientos cincuenta. ¿Y por qué no? ¿Es simplemente terrible de mi parte desear pasar un tiempo contigo? ¿Es tan malo llevarte lejos para que podamos estar solas?

—¿Solas? ¿Qué pasa, Em? ¿Hanna ya ha seguido su curso?

Emily se enderezó

—¿Qué estás insinuando?

—Oh, vamos. Sabes lo que estoy insinuando.

Emily se rió.

—¿Estás celosa del tiempo que pasé con Hanna?

Santana sacudió la cabeza.

—Sorprendentemente, los celos no fueron una de las emociones que sentí. Creo que sólo ahora me doy cuenta de eso. Pero la ira, sí. La traición, eso también.

—¿Traición?

Santana se giró, mirando el agua otra vez, tratando de encontrar su paz. La agitación interna era un terrible embaldosado.

Una parte de ella quería atacar a Emily, hacerle daño.

Otra parte simplemente deseaba que terminara, deseaba poder ir a casa ¿y qué?

Todo lo que quería era un poco de felicidad, un poco de amor, un poco de paz y satisfacción.

Las cosas que se dio cuenta que nunca había tenido con Emily. Realmente no.

Las cosas que se imaginaba podría tener con Brittany.

Se dio la vuelta, sin miedo de encontrarse con los ojos de Emily de frente.

—¿Pensaste que no me daría cuenta? ¿De verdad crees que soy tan estúpida como para no saberlo? ¿Y después esto?—preguntó, mirando alrededor de la habitación—Me trajiste aquí para que pudieras tener sexo conmigo ahora?

—¿De qué estás hablando?

—Oh, deja de jugar, Emily. Estoy tan cansada de los juegos—se acercó más—Estoy hablando de ti y Hanna y tu aventura. Eso es todo de lo que estoy hablando.

Los ojos de Emily se abrieron como si estuviera en estado de shock.

—¿Cómo te atreves a acusarme de semejante cosa? Nunca te he dado motivo para pensar que haría algo así.

—¿Cómo te atreves a insultarme mintiendo al respecto?

Emily se levantó rápidamente, de frente a Santana.

—Yo debería ser la insultada. Soy la que está siendo acusada de hacerte trampa—sonrió—¿Para qué, San? ¿Porque estas sintiéndote insegura? Sólo porque perdimos el transporte y tuvimos que quedarnos anoche, ¿dejó que tu imaginación sacara lo mejor de ti?

—¿Anoche? Em, lo de anoche no tiene nada que ver con eso. Nosotras, tú y yo, no hemos sido una verdadera pareja en mucho tiempo, ni siquiera puedo recordarlo. Debido a que nunca estás en casa. Nunca. Y la última vez que intentamos tener relaciones sexuales, te quedaste dormida en medio de ello. Así que cuando Hanna entro en tu vida, cuando haces tiempo para ella como nunca pudiste para mí, por supuesto que voy a pensar que algo está pasando. Pero este viaje sólo lo confirmó. No estoy ciega a las miradas entre las dos. Así que no me mientas.

—Lo tienes todo planeado, ¿verdad?—se rió—¿Crees que hay una razón por la que no volvía a casa, San? ¿Se te ha ocurrido pensar que tal vez fue porque tú estabas ahí?—dio un paso más cerca—Vivir contigo se había vuelto insoportable. Era como vivir en una nevera.

—Tienes razón. Tu casa es muy fría. No hay calor ahí. Sé ahora que tampoco había amor ahí. No creo que seas capaz de amar. Eres demasiado egoísta.

El golpe se produjo tan rápidamente, que Santana no tuvo tiempo de reaccionar.

Su cabeza cayó hacia un lado, su mejilla ardiendo por la fuerza de la bofetada de Emily.

Conmocionada, miró a Emily.

—¿Te sientes mejor ahora? Pegarme te hace sentir como si tuvieras el control?

Emily la abofeteó de nuevo, haciéndola tropezar hacia atrás. Esta vez probó sangre. Levantó la mano, tocando su labio.

En todos sus años juntas, Emily ni una sola vez la había golpeado. De hecho, no recordaba que alguna vez realmente pelearan.

Pero ahora, la mirada en los ojos de Emily era de arrepentimiento.

—Lo…lo…lo siento mucho San—se acerco a la morena para tocarle la mejilla—Mierda que clase de persona soy—se fue de la sala para volver con un poco de hielo envuelto—Lo siento San. Me vi sobrepasada, pero eso no justifica la violencia.

Santana no sabía que hacer o que decir, pero dejo que Emily la curara.

—Sí, estoy siempre en control, San. Y sé que está mal—la miro a los ojos—Sí, me acosté con Hanna. Lo siento. Como te conté siempre tuvimos esa atracción y creo que es más que eso—se rió nerviosa—Te juro que te amaba, pero como bien dices, mi obsesión por el trabajo y un mejor puesto me fui alejando de ti. Y la verdad no me di cuenta hasta que llego Hanna y quería pasar todo el tiempo con ella—la miro con arrepentimiento—Cuando nos acostamos me sentí tan viva y me di cuenta que ese amor por ella siempre estuvo y quedo guardado hasta que volvió.

Santana no sabía que decir. Lo que le decía Emily no era nuevo para ella, no del todo

—Quería recuperar lo que teníamos, por eso hice esto..., pero me dio cuenta que es demasiado tarde.

—¿Entonces por qué? ¿Por qué te quedaste?

Emily cuadró los hombros.

—Sentía que podía recuperar lo nuestro o ver si ya no había vuelta atrás. Pero, no la hay, ¿no?

Santana negó lentamente con la cabeza.

—¿Es Britt?

—Sí. Como tu bien dijiste, con ella me siento viva. Ellas nos hicieron abrir los ojos y ver que somos amigas y ellas nuestras personas—tomo el hielo de la mano de Emily y lo dejo en la mesa—Creo que tenemos que intentar ser felices con ellas. Y por favor no cometas el error del tiempo en el trabajo con Hanna.

Emily abrazo a Santana.

—Siento mucho todo el tiempo que te deje sola. Todo el tiempo que no te di lo que necesitabas. Y sobre todo el daño que te acabo de hacer—la beso en la mejilla—Espero que seas muy feliz con Britt—tomo su bolso y se dirigió a la puerta—Le diré a Hanna que nos vamos, pero tú por favor quédate estos últimos días con Britt.

Santana iba a empezar a negar.

—Por favor. Te lo mereces. Además puedes tomarlo como un regalo e indemnización por el daño causado—sonrío con tristeza—Lo siento nuevamente. Te quiero.

—Creo que lo mejor es que me mude de la casa.

Emily iba a empezar a protestar, pero Santana no la dejo.

—Es lo mejor. Podría decirle a las Faberry que empiecen a quitar algunas cosas así cuando estemos de vuelta no sea tan pesado.

—Sabes que puedes tomar todo el tiempo, San.


—Lo sé. Pero será lo mejor para ambas. Y yo también te quiero, Em.

Ambas se volvieron abrazar.

—Por favor perdóname por todos los momentos malos que te hice pasar. Y intenta con todas sus fuerzas ser feliz con Britt. Te deseo lo mejor del mundo. Espero que podamos volver hacer las amigas que fuimos en un tiempo—le dijo Emily en el oído y luego se fue dejándola sola.

Santana cerró los ojos, dejando caer su cabeza pesadamente contra su pecho.

Alzó la vista al rápido llamado a la puerta.

—Servicio de habitaciones. Champán.

Ella se rió en silencio.

—Champán. Qué irónico—se puso de pie, yendo hacia la puerta.

—¿Dónde le gustaría?

—En el bar está muy bien—fue a su bolso, pero no tenía dinero en efectivo. Alzó la vista en tono de disculpa—Sólo tarjeta. Voy asegurar poner una generosa propina en la cuenta de la habitación.

Él se inclinó cortésmente.

—No hay problema, señora. Gracias.

Cerró la puerta con una sonrisa.

Tocó el corcho, casi haciéndolo estallar ahí mismo en un arranque de desafío.

Pero entonces obedientemente tomó la toalla que había dejado y cubrió la parte superior mientras sacaba el corcho con un golpe seco decepcionante.

Llenó las dos copas, entonces tomó una.

—Esto es por mí, por días mejores—sostuvo la copa en un saludo antes de beber.

Sonrió.

El champán era excelente.

Fue entonces cuando se miró en el espejo detrás de la barra. Se veía espantosa.

Tenía la mejilla y el labio inflamado.

—Maldita sea—se miró fijamente en el espejo, observando como su lengua salía y tocaba ligeramente el labio, la sangre del pequeño corte seca ahora.

Volvió a llenar su copa, llevándola con al balcón. La brisa era cálida, el sol había perseguido las nubes del cielo.

Era un día hermoso y ella tenía la habitación para la noche.

Podría quedarse.

Pero no.

No quería quedarse.

Quería ver a Brittany.

Volvió a entrar, sacando el teléfono de su bolso. Se desplazó a través de sus números, encontrando el de Eleu.

El teléfono sonó seis veces antes de que fuera contestado.

—Soy yo. San.

—Sí, San. ¿Está todo bien?

Santana se rió.

—No, no del todo. Pero no del mal sentido. Solo queda el dolor del cariño. Pero todo será para mejor. Estoy en algún hotel. Emily me dejó aquí y se le olvido darme la dirección. Podría llamar a un taxi, supongo, pero…

—No, no. Enviaré a Manko. ¿Dónde estás?

Santana miró a su alrededor.

—No estoy segura. Se trata de dos torres con una cosa tipo patio entre ellas.

—Sí, sí. Estás en el Twin Palms. Enviaré a Manko.

—¿Eleu? ¿Está Britt?

—No. Britt y Hanna salieron. Un crucero por la isla.

—Oh. Ya veo.

—Ella estaba... estaba molesta, así que...—su voz se apagó.

—¿Molesta? ¿Por qué?

—Te fuiste con Emily. Te fuiste sin decir nada a nadie.

—Y ella pensó que yo... oh, no—sacudió la cabeza—Emily y yo terminamos las cosas. Tuvimos una... una pelea y revelación de ella. Dejamos las cosas claras. Y se fue para darme mi tiempo.

—¿Estás bien?

Santana se tocó la mejilla hinchada, pero sonrío.
—Sí, estoy bien.

—Bueno, voy a enviar a Manko a buscarte.

—Gracias, Eleu.

Corto la llamada y se quedó sentada en silencio por un momento.

¿Por qué se había ido con Emily sin avisar a nadie?

¿En qué estaba pensando?

La verdad era que no estaba pensando en nada ni nadie que no sea lo que iba a hablar con Emily.

Santana se tocó la mejilla de nuevo.

Sabía que Emily estaba muy arrepentida por lo ocurrido y que se había puesto nerviosa.

Emily no era violenta.

Las cosas habían quedo más que claras y en su lugar.

El golpe quizá fue lo mejor que le pudo haber pasado.

Capitulo 34

Brittany jaló la gorra más abajo en su cabeza y se recostó en la silla.

Estaba depresiva.

Sabía que lo estaba, pero no era capaz de sacar la imagen de Santana y Emily de su mente.

¿Emily estaba cortejando a Santana, como Hanna había sugerido?

—Oye.

Brittany deslizó sus gafas de sol debajo de la nariz, mirando a Hanna por encima de ellas.

—¿No eres muy divertida, verdad?

Brittany dejó escapar un profundo suspiro.

—Lo siento. Supongo que no soy tan divertida hoy, no.

—¿Ella te atrapó, eh?

—¿Qué quieres decir?

—San. Pasaste todo este tiempo con ella. No hiciste nada estúpido como enamorarte de ella, ¿verdad?

Brittany quería reírse de eso, pero no pudo.

Empujó las gafas de sol de nuevo en su nariz, volviendo la mirada hacia la costa rocosa que estaban pasando.

—Sí—dijo finalmente—Hice algo estúpido.

—¿En serio?

Brittany asintió.

—En serio.

Hanna le dio un codazo en el brazo.

—Sin ofender, pero no creo que puedas competir con Emily.

—¿Cómo es eso?

—Bueno, sé que eres dueña de tu propio negocio y todo, pero difícilmente está al mismo nivel que ser uno de los abogados con mucho futuro en la ciudad. Y, Dios mío, viste su casa. Es una mansión. Por supuesto, no sé dónde vives. Nunca he visto tu casa. Pero como he dicho, sin ofender.

Los ojos de Brittany se estrecharon.

—¿Qué te hace pensar que cualquiera de esas cosas le importan a San?

Hanna se encogió de hombros.

—¿Por qué no? Además, Emily dice que el pequeño negocio de San es sólo un hobby para ella, algo para mantenerla ocupada. Emily duda que realmente pueda ganarse la vida en eso.

—Estás bromeando, ¿verdad? Ella es muy talentosa.

Hanna se rió.

—Lo siento. Realmente no sé nada sobre el negocio de decoración. Sólo sé que Emily dijo que no era lo suficientemente buena para decorar su propia casa. Eso debería decirte algo.

Brittany no podía creer que Emily fuera tan insensible. O tal vez ella podía.

Es la misma mujer que tuvo un romance con Hanna, y que ahora estaba en algún lujoso hotel cortejando a Santana.

Eso era lo que no podía creer.

—Pero San parece realmente agradable. Con los pies en la tierra. Y odio decirlo, pero probablemente merece alguien mejor que Emily.

—¿Qué quieres decir?

—Supongo que tomó pasar tanto tiempo con Emily para aprender, pero ella es tan superficial.

Brittany se rió.

—¿Tú crees?

—El dinero, el prestigio... el poder. Eso es todo lo que importa para ella. Ella no era así cuando la conocí en la universidad. Todavía tenía escrúpulos en aquel entonces. Ahora, todo lo que habla es acerca de cómo está jodiendo a la empresa para la que trabaja, cómo se va a llevar a sus clientes con ella cuando comience su propia empresa.

—¿Los abogados tienen escrúpulos?

—Me gusta pensar que sí—se encogió de hombros—Quiere que vaya a trabajar para ella. El dinero sería genial, ¿pero realmente la quiero para ser mi jefe? La quiero y todo, pero ella es despiadada.

—Incluso después de todo esto, ¿todavía quiere que trabajes para ella?

Hanna asintió.

—Ambas sabemos que nos gustamos, pero si ella soluciona las cosas con San—se detuvo—Aunque odio a donde estoy ahora, no estoy segura de que quiero someterme a todo eso. Quiero esperar a ver qué pasa—se quedaron en silencio por un momento, luego Hanna le dio un codazo en el brazo de nuevo—Entonces, te enamoraste de ella, ¿eh?

Brittany sonrió.

—Me temo que sí.

—Sí. Harían una bonita pareja—Hanna sonrió—¿Cómo se siente San por ti?

Si le hubiera hecho esta pregunta ayer por la noche, o incluso esta mañana; había tenido una respuesta.

¿Pero ahora?

Suspiró.

—No estoy realmente segura.

Pero eso era una mentira, ¿verdad?

—Voy a amarla hasta la muerte.

Cerró los ojos por un segundo, recordando las palabras de Santana, esperando que fueran ciertas.

Capitulo 35

Santana se detuvo afuera de la cabaña, escuchando la voz de Emily.

Sonaba como si estuviera discutiendo con la línea aérea. Santana levantó las cejas.

Así que cuando Emily dijo que quería dejarle esos tres días a quedarse en Hawai solo a ella, al parecer lo decía en serio.

Bien.

Pero, después de haber consumido casi la mitad de una botella de champán muy caro, el único deseo de Santana era meterse en un traje de baño y relajarse en la piscina.

Donde esperaba que Jesse estuviera de servicio.

Así que abrió la puerta, ignorando a Emily, que estaba hablando animadamente por teléfono.

Cerró la puerta del dormitorio, sin sorprenderse realmente de ver el equipaje de Emily extendido en la cama. Eso, también, ignoró mientras rápidamente se quitó la ropa y se ponía la pieza roja que aún tenía que usar. Encontró los shorts a juego, se los puso sobre su traje y agarró una toalla. Pero cuando salió del dormitorio, Emily estaba esperando.

—Veo que encontraste un aventón. Lo siento no pensé bien las cosas. Me fui dejándote sola sin saber si llevabas efectivo o no. O si tenías la dirección o algo.

Santana se detuvo.

—No te preocupes. Creo que ninguna pensó bien cómo actuar después de la conversa que tuvimos.

Emily se acercó.

—Realmente no lo hicimos. O yo quien fue quien te llevo—dijo con una sonrisa nerviosa—Te corte el labio—sus ojos se encontraron—Espero que no haya sido demasiado doloroso. Lo siento tanto.

Santana cuadró los hombros.

—Ya lo sé. No te preocupes. Pero si te hace sentir mejor el champán ayudó a aliviar el dolor—sonrió—Y realmente, la propina de cien dólares que terminaste dejando fue demasiado, incluso para ti.

Emily se rió.

—Eso es lo mínimo que me merecía.

Santana sacudió la cabeza.

—Boba—caminó alrededor de Emily, dirigiéndose a la puerta.

—Lo digo en serio, San. Por cierto, me voy. O debo decir que Hanna y yo nos vamos. Me han cambiado dos de los boletos. Ya te dije que quiero que puedas disfrutar los días que quedan… y creo que los mereces pasar con Britt.

Santana sonrió.

—Estupendo. Muchas gracias—se dio la vuelta para irse pero Emily la agarró del brazo, deteniéndola.

—Cuando vuelvas a Lima, Ohio, ya sabes que no tendrás sacar tus cosas de mi casa, San. Puedes tomarte el tiempo que necesites.

—Gracias. Pero creo que no sería lo correcto, pero si voy a necesitar más de un día.

—Oh, no te preocupes. Todo el que necesites—dijo con una sonrisa sincera.

Santana asintió.

—Gracias.

Cuando la puerta se cerró detrás de ella, respiró hondo.

El zumbido que le dejó el champán desapareció rápidamente, un dolor de cabeza tomó su lugar.

Entonces vio a Eleu enderezando las sillas junto a la piscina. Se encaminó hacia ella.

Tal vez una sesión de terapia estaba en orden.

—¿Tienes un segundo?

Eleu sonrió.

—Sí. Veo que lo has hecho—miró a su alrededor con complicidad—¿Dónde está Emily?

Santana se rió.

—Haciendo planes para volar fuera de aquí. Al parecer está llevando a Hanna con ella. Quiere que Britt y yo disfrutemos los días que nos quedan.

—¿Ella se está yendo?

—Sí. Tiene dos boletos para salir mañana.

—Así que... eso significa que tú y Britt estarán aquí solo por un par de días más?

—Supongo, a menos que Britt se quiera ir también—saludó a Jesse—Gracias a Dios que él está aquí—asintió con la cabeza mientras él sostenía la coctelera de margarita, acercó una silla a la sombra, esperando mientras Jesse hacia su bebida—Comenzó con mi ruptura con Emily. Terminó con Emily pidiéndome perdón por los malos momentos que me hizo pasar y queriendo que sea feliz con Britt—dijo mientras cogía la copa—Gracias, Jesse. Eres un amor.

—Es un placer, como siempre, señorita San.

Cuando él las dejó, Eleu se sentó junto a Santana, observándola.

—No es asunto mío, por supuesto. Pero tu mejilla, parece hinchada. Tu labio, hay un corte.

Santana asintió.

—Nunca lo vi venir.

—¿Ella te golpeó?

—Dos veces—inclinó la cabeza hacia atrás—Se puso nerviosa mientras conversábamos y perdió la tranquilidad. Pero al segundo se arrepintió y me pidió perdón.

—Entonces tal vez todo sea para bien.

—¿Quieres decir con Britt?

Eleu asintió.

—La cena fue bien anoche, ¿verdad?

Santana rió.

—Tú eres una pequeña casamentera. Y puesto que limpiaste, sabes lo lejos que llegamos con la cena.

—Mi abuela solía decirme que cuando el amor te encuentra, vendría rápido y duro. No habría ninguna carrera. Creo que eso es verdad para ti. Simplemente no habrá más correr, ¿verdad?

—No—suspiro—Realmente me gusta mucho.

—¿Pero?

—Siento que mi vida está en un caos en este momento. Pronto estaré sin hogar, sin embargo aquí estoy, sentada en el paraíso, esperando a que mi caballero de brillante armadura regrese de un crucero con una cena romántica con otra mujer.

Eleu alargó la mano y le dio una palmadita en la pierna.

—Britt estaba destrozada. Y celosa. Y todas esas otras cosas que vienen con la incertidumbre de una nueva relación.

—No quise irme así como así. Sólo quería estar a solas en algún lugar donde pudiéramos hablar, eso es todo. Imagínate mi sorpresa cuando terminamos en un hotel. Es decir, ella no ha querido pasar tiempo conmigo todo este viaje.

Eleu la miró fijamente.

—¿Y eso sería por qué?

—No lo sé—se encogió de hombros—Bueno si lo sé. Ella lo dijo—frunció el ceño—Dijo que se dio cuenta del daño que había ocasionado. Quería ver si aún podíamos recuperar algo de nuestra relación—se incorporó—Es por eso que tenía el hotel. Es por eso que quería estar a solas conmigo. Cristo, por eso me dijo que quería verme en bikini—se rió—¿Lo sabías?

—Sólo de verlas juntas en el desayuno, sí, había algo diferente. Y para que Hanna quisiera llevarse a Britt, supe que algo había cambiado.

Los ojos de Santana se abrieron.

—¿Llevársela? ¿Crees que Hanna ahora quiere a Britt? Como Emily quería intentar solucionar las cosas conmigo, quizás Hanna quería lo mismo con Britt.

—Bueno, eso no importa mucho ahora, ¿verdad? Debido a que Britt no quiere a Hanna.

Santana se sentó de nuevo, agitando el hielo en su copa.

—Pareces saber mucho, Eleu. ¿Qué edad tienes? ¿Tienes incluso treinta?

La risa de Eleu fue fuerte y rica, sus ojos arrugándose en las esquinas.

—¿Treinta? Pase los treinta hace doce años.

—¡Oh, Dios mío! ¿Tienes cuarenta y dos?—fue el turno de Santana para reír—¿Cuál es tu secreto? Te hubiera creído a mediados de los veinte años.

—Hago lo que mi mamá hizo antes que yo, y lo que mi abuela hizo antes que ella. Vivo una vida libre de estrés, como bien, no fumo ni bebo—dijo, señalando la copa de Santana—Y nado todas las mañanas antes del amanecer, con lluvia o sol. Mi abuela dijo que la sal del océano limpiaba tu piel—se tocó ambas mejillas—No uso maquillaje para tapar los poros. Los dejo respirar—rió—Ahí, mi secreto de familia para el envejecimiento.

Santana dejó la copa vacía a un lado.

—No es de extrañar. Britt y yo estamos comentando anoche que tú eras mayor y sabia—sonrió—No me refiero mayor como vieja, ya sabes. Pero sabía.

Eleu asintió.

—Entonces, gracias por el cumplido—se puso de pie, mirando a Santana—La gente vive sus vidas con tanta prisa, siempre tratando de hacer las cosas más y más rápido, sin tomarse el tiempo para vivir de verdad. No te apresures a través de tu vida, San. Incluso con Britt. Tienes algo ahí. Ambas lo saben. Tomate el tiempo para saborearlo—se inclinó ligeramente—Me aseguraré que disfrutes estos últimos días en paz.

—Gracias.

Santana la vio irse, su pequeño cuerpo esbelto y firme, desmintiendo su edad.

Diez años mayor.

Diez años más sabia.

Hay esperanza para mí todavía.

Y cuando Jesse llamó su atención, preguntando por otra bebida, sacudió la cabeza.

No, no necesitaba el alcohol para adormecer su dolor.

Miró su teléfono celular, sintiéndose sólo un poco culpable en la docena de mensajes que aún no había escuchado.

Razonaba que estaba de vacaciones.

Y estaba en Hawai.

Cualquier cosa que pasara en Lima, Ohio tendría que esperar. Pero esto no podía.

—¿Quinn? Soy yo.

—Bueno, madre mía. La sirenita ha aparecido.

—Muy graciosa—hizo una pausa—Necesito una sesión de terapia.

—Oh, Dios mío. Estás a varias zonas horarias. Seguro que no. ¿Necesitas a Rach también?

Santana oyó crujir y frunció el ceño.

—¿Dónde estás?

—En cama.

—¿Estaban intentado hacer bebés con Rach?—preguntó en un susurro, sólo para escuchar la risa familiar de Quinn.

—Estoy sola desafortunadamente. Rach tenía que ir a ver unos documentos que llegaron.

—¿Qué hora es allá?

—Temprano. Ni siquiera las nueve.

—¿Qué demonios te pasa?

—Estoy agotada. Y si quieres saberlo, pasé la mejor noche con Rach. No dormimos exactamente, si sabes lo que quiero decir. Solo que ella tenía el compromiso.

—Rameras.

—Sé que estás celosa.

Santana se echó a reír.

—Bueno, yo también pasé la noche con alguien.

—No quiero oír hablar de tu aburrida vida matrimonial.

La sonrisa de Santana desapareció.

—Hablando de eso, ¿todavía tienes el código de alarma para la casa?

—¿La mansión? Sí. ¿Por qué?

—Porque necesito que vayan ahí con Rach y empaques mis cosas.

Silencio.

Luego, un suspiro.

—¿Quiero saber lo que está pasando?

—Probablemente no. Pero Emily y Hanna están teniendo una aventura. O lo estaban. No estoy segura lo que pasa con eso ahora. Y me acosté con Britt.

—¡Oh, Dios mío! ¡Tú ramera!—Quinn chilló, luego se echó a reír—Cuéntame más.

—Hoy Emily me llevó a un lujoso hotel para tener sexo de reconciliación. Rompimos nuestra relación. Ella estaba bastante nerviosa al principio. Se va en la mañana y…

—Espera, espera, espera. ¿Terminaste con ella?

—Sí. Pero hablamos y me pidió perdón por todo lo malo que ocurrió antes y ahora. Quiere que me quede los días que restan.

—¿Estás bien?

—Sí, estoy bien. Estoy aliviada, en realidad.

—¿Y ella sale mañana?

—Sí. Ella cambio dos boletos. Ella y Hanna se van. Sabe que algo pasa con Britt y quiere que disfrutemos juntas.

Otra risa.

—¿Y tú y Britt se van a quedar?

—Supongo. En este momento, Britt y Hanna están en un crucero en una cena romántica de las islas.

—¡Oh, Dios mío! Mi cabeza da vueltas.

—Sí, bueno, igual la mía.

—¿Porque te acostaste con Britt? Pero si ella estaba teniendo su propia aventura…

—No, no es eso.

—¿Cómo puede no serlo? ¿Por qué pensaba que querías terminar las cosas con ella?

Santana se frotó la frente.

Esto era demasiado para una llamada telefónica. Debería haber sabido que Quinn tendría un centenar de preguntas.

Menos mal que Rachel no estaba ahí o sería mucho peor.

—Mira, ella sólo estaba nerviosa porque me enteré de ella y Hanna, que es lo principal. Y por eso se puso un poco fea conmigo, y bueno, no quiero entrar en eso. Te lo explicaré todo cuando vuelva. Pero necesito que saques mis cosas. Ella quiere que tome mi tiempo, pero yo no lo creo prudente.

—¿Así que quieres que forcé la entrada?

—Si conoces el código de alarma, ¿eso realmente forzaría la entrada?

—Está bien, creo que no.

—Genial. Empaca en la parte trasera por el garaje y utiliza la puerta del patio. Pon todo lo que puedas en mi camioneta. Tengo que tener mi computadora. Básicamente, todo lo que está en mi oficina. Y si se te olvida mi mini casco de los Cowboys nunca te hablaré de nuevo.

—Sí, sí. Entonces, llevaré tus cosas de tu oficina. ¿Qué ropa es la que quieres?

—Sólo lo que puedas llevar. Shorts, jeans. Lo que sea. Olvida las cosas en el armario. La mayor parte de eso es lo que Emily me compraba cada vez que necesitaba vestirme para una de sus funciones—pensó por un momento, tratando de imaginar cualquier otra cosa que no pudiera vivir sin ello—Supongo que puedes conseguir que Rach vaya contigo para conducir mi camioneta, ¿verdad?

—Nos haremos un espacio. Quieres quedarte con nosotras por un tiempo, ¿supongo?

—Si no te importa.

—Por supuesto que no. Será divertido. A Rach le encantará.

—Sólo por una semana o así. Hasta que encuentre algo—sonrió—Te amo, lo sabes.

—Sí. Yo también. Sólo espero que esto no corte mi vida social.

—El sexo con Rachel no se considera una vida social, Q—rió—Pero hay una palabra para eso.

—Si no quieres que ponga tu precioso pequeño mini casco en eBay, sería cuidadosa por cómo nos llamas, López.

Santana rió encantadoramente, habiendo extrañado las burlas entre ellas.

—Lo siento mucho. Eres la mejor, Q. Y tu enanita también lo es.

—Mucho mejor. Ahora, voy a volver a la cama para planear mi asalto por la mañana. Y San, si me arrestan por allanamiento de morada... te mataré. Y te mataré lentamente. Y no te olvides que Rach puede ser muy bajita, pero es peligra.

Santana se recostó en su sillón, una sonrisa aún en su rostro.

Quinn siempre la hacía sentir mejor, siempre la hacía reír.

Y siempre estaba ahí cuando la necesitaba.

Y ahora Emily se había ido. Ella y Brittany tendría dos días para... ¿para qué?

¿Hablar?

¿Para hacer planes?

¿Para decidir la dirección de su relación?

—Para hacer el amor—murmuró en voz baja, dejando que sus ojos se cerraran, recordando por primera vez ese día, las manos de Brittany sobre su piel, su boca sobre su pecho.

Su cuerpo había cobrado vida, respondiendo al toque de Brittany como nunca antes.

La rubia la hacía sentir hermosa, atractiva.

Perdía todas sus inhibiciones cuando estaba con Brittany.

Se convirtió en la amante física, apasionada que siempre quiso ser, siempre supo que era.

No con Emily, no.

Con Emily siempre era tan civilizada, tan contenida.

Nunca hubo ninguna urgencia, nunca hubo ninguna rasgadura de sus ropas.

No hubo ninguna pasión.

Pero con Brittany, había esa loca, loca necesidad de tocar y ser tocada que la llevó a alturas que nunca había alcanzado antes.

Porque Brittany la hacía sentirse viva.

Capitulo 36

Brittany paseó con la ventana abierta, su brazo colgando, sus dedos con impaciencia golpeando el costado del coche.

Había sido un día muy largo y estaba más que lista para que terminara.

El crucero con cena de la isla, aunque bonito, hubiera sido mucho más agradable que Santana hubiera sido su compañía en lugar de Hanna.

—Tu golpeteo no nos va a hacer llegar más rápido.

—Lo siento.

—Y no sé por qué estás tan apurada. Te dije que se quedarían en un hotel esta noche.

Brittany sacudió la cabeza.

—Y yo te dije que eso no iba a pasar.

—Espero por tu bien que tengas razón, pero no contengas la respiración. Emily es muy convincente.

Quizás.

Pero Brittany había pasado todo el asunto una docena de veces en su mente.

Y sabía en su corazón que Santana no se quedaría con Emily esta noche.

Y lo que finalmente la había convencido no era necesariamente las palabras de Santana para ella, sino la mirada en sus ojos.

Esa mañana, en la playa, cuando su morena la había mirado, todo estaba ahí.

Cualquiera podía pronunciar las palabras, pero eso no significaba lo que realmente querían decir.

Pero Santana... había vuelto sus ojos oscuros y Brittany había visto todo lo que quería, necesitaba, ver.

Sus ojos eran honestos.

Sus ojos eran verdaderos.

Y sus ojos estaban llenos de amor.

Amor por ella.

Y si no hubiera olvidado su teléfono, no lo hubiera dejado escondido en un cajón, podría haber llamado.

Pero entonces el teléfono de Santana estaba probablemente también escondido, un pacto que habían hecho en su primer día ahí, un pacto para dejar sus teléfonos celulares detrás para que no las molestaran.

—¿Y qué es exactamente lo que vas a hacer si San no está ahí? ¿Estarás yendo a estrellar su habitación de hotel?

—Ella va a estar ahí.

—Bueno, te diré esto, no te falta confianza.

Brittany se giró, sonriendo.

—Estábamos... estábamos juntas anoche—dijo.

—¿Juntas?—alzó una ceja—¿Quieres decir juntas? ¿Sexo?

Brittany asintió.

—Demonios—luego se echó a reír—Qué irónico. Emily se estaba escabullendo conmigo pensando que San no tiene ni idea y San estaba teniendo su propia aventura. ¿No es gracioso?

—Sí, muy gracioso.

—Quizás y se dan cuenta que nosotras somos sus verdadero amor y deben estar con nosotras.

Brittany se encogió de hombros.

—Ellas podrían estar pensando en eso…como nosotras ahora, ¿no?

—Oh, estoy de acuerdo. Ojala pasara—Hanna volvió a reírse—Esto podría ser realmente divertido y muy bueno para ambas.

Brittany señaló más adelante.

—Reduce la velocidad. Vas a pasarte el giro.

—Lo siento.

La luz había desaparecido del cielo, pero el largo camino de entrada a las cabañas estaba bien iluminado.

Hanna estacionó cerca de la oficina y Brittany saltó fuera del coche, esperando impacientemente mientras la otra rubia recogía sus cosas.

Pasaron por el patio detrás de la oficina, la zona de la piscina y el jardín todavía zumbaban de actividad.

Ambas se detuvieron en seco cuando Emily se dirigió rápidamente hacia ellas.

—Ya era hora—dijo con una sonrisa—¿No tienes tu celular?—le preguntó a Hanna.

—Oh, lo siento. Lo apagué durante el recorrido. Me olvidé de volver a encenderlo.

—Bueno, suele pasar. Nos vamos.

Las cejas de Brittany se alzaron.

—¿Irnos?

—No tú. Hanna y yo. Tú estás atrapada aquí con San—dijo con una sonrisa—Lo hemos dejado.

Hanna miró rápidamente a Brittany, luego de vuelta a Emily.

—¿Que está pasando?

—Finalmente nos hemos dado cuenta que lo nuestro no es más que una linda amistad…tarde pero lo hicimos, eso es lo que está pasando. Tenemos un vuelo por la mañana. Ambas sabemos que estamos con la persona equivocada… lo nuestro va por otra cosa.

—¿Dónde está San?—Brittany preguntó.

—La vi por última vez cuando salía del cuarto—se volvió a Hanna—Vamos, cariño. Tus cosas ya están empacadas y en el coche de Manko. Britt, tu debes quedarte aquí por un tiempo con San y yo con Hanna. Debemos hacer bien las cosas.

Brittany vio la mirada sorprendida y confusa que cruzó la cara de Hanna.

Todo se volvió muy claro para ella entonces.

Esta vez, Santana y Emily querían poner fin a las cosas.

Cosas que ella estaba suponiendo que serían buenas.

Ella sonrió, preguntándose si Hanna confesaría que ya había contado todo.

Oh bueno.

No le importaba ni una ni otra.

A ella sólo le importaba Santana.

—¿Mis cosas están empacadas? ¿Todo?

—Sí, querida. Estamos listas—asintió con la cabeza ante Britt—Espero que estos sean los mejores días de sus vidas, de verdad.

Brittany logró mantener la sonrisa tonta de su cara mientras le devolvió.

—Gracias—se volvió hacia Hanna—Que tengas un buen viaje de regreso.

—Bueno, supongo que nos volveremos a ver—le ofreció la mano—Ha sido divertido.

—Sin lugar a duda.

Brittany las vio apresurarse a través del patio, divertida por la prisa de Emily.

Pero tan agradecida de que se hubieran ido y solucionara todo. Que quisiera hacer bien las cosas.

—Ya era hora de que regresaras.

Brittany se volvió, sonriendo a Eleu.

—¿Dónde está ella?

—Está en la playa.

—¿Se encuentra bien?

Eleu asintió.

—Me imagino que te está esperando.

Brittany miró sobre su hombro, viendo a Manko alejarse con Emily y Hanna.

—Muy extraño viaje.

Eleu se rió.

—Honestamente puedo decir que ha sido el más extraño, sí—agarró los dos brazos de Brittany—Estoy muy contenta de que se hayan ido. Me aseguraré de que los próximos días sean memorables para ti—le hizo un guiño—Y moveré las cosas de San a tu cabaña. ¿Está bien?

—Sí, por favor.

—Bueno. Ahora ve a verla. Ella espera.

Brittany ladeó la cabeza.

—¿Tienes un par de toallas que puedas prestarme?

Los labios de Eleu se torcieron en una sonrisa.

—Puedes agarrar algunas de la casa de la piscina.

Brittany se apresuró a alejarse, luego lanzó atrás por encima del hombro,

—No puedo prometer que las recuperarás.