[Resuelto]FanFic Brittana: Arco Iris (Adaptada) Epílogo

Capitulo 18

—Fue la cena más incomoda a la que he asistido—Santana dijo.

—¿Y no tenías idea de que Britt estaría ahí?

—¿Cómo podría? No, Hanna estaba trayendo una cita. Hablando de un mundo pequeño.

Quinn robó la última papa frita del plato de Santana, luego la sumergió en su pequeño cuenco de mayonesa.

—¿Y después de que se fueron, en realidad Emily regresó a la oficina? ¿Estás bromeando?

—Y ni siquiera he hablado con ella desde entonces. Dos días—Santana apartó su plato y tomó su té—No he visto a Britt tampoco.

—Tu vida es un lío loco, sabes.

—Bueno, Q, muchas gracias por expresar lo obvio—dijo con sequedad—Ni siquiera puedo estar a solas con Emily el tiempo suficiente como para preguntarle si hemos terminado, ¿sabes? Es como si ella no pudiera soportar estar a mi alrededor nunca más—levantó la cabeza, mirando la pared del fondo, sin ver nada—Como si ella ... simplemente no me pueda soportar.

—Oh, cariño, sabes que eso no es cierto.

Santana sacudió la cabeza, sorprendida por las lágrimas que amenazaban.

—No sé qué hacer—susurró—Ella es todo lo que tengo.

—San…

—Sabes lo que quiero decir. Ocho años, ella ha tomado el lugar de mi familia. Yo vivo en su casa. Mi coche está en su maldito seguro, por el amor de Dios. La dejé que controlara mi vida. No tengo nada por mi cuenta.

—Tienes tu negocio.

—Oh, cierto. Mi negocio en ciernes con dos clientes.

—Está en marcha—Quinn le recordó.

Santana apoyó la cabeza en sus manos.

—Lo sé. Tienes razón. Ha sido un buen mes—dio un puñetazo sobre la mesa—Pero le di ocho años, Quinn. Me he sacrificado por su carrera, he renunciado a mucho por ella. Y pensar que nuestra relación se ha reducido a esto, simplemente es una mierda—a medida que las cejas de Quinn se dispararon al techo, Santana alcanzó a través y le apretó la mano—Sé que odias esa palabra. Lo siento. Pero es la puta verdad—añadió con una sonrisa.

Quinn asintió, luchando contra su propia sonrisa.

—Te perdono por tu lenguaje grosero. Pero creo que tal vez estás siendo demasiado dura contigo misma. Y estás asumiendo muchas cosas aquí, San. Puede que ella no tenga ninguna intención de terminar la relación. Puede tener simplemente demasiado trabajo y no pensar con claridad.

—Estaba pensando con suficiente claridad para llegar a casa para cenar para entretener a su vieja amiga, ¿no?

—Estás celosa de esta amiga—Quinn dijo.

—No lo estoy.

—Por supuesto que sí. Pero, ¿estás celosa debido a Emily? ¿O es debido a Britt?

—No seas tonta.

—No, tú no seas tonta. Porque francamente, nos vas a volver locas con estos almuerzos de sesiones de terapia.

Santana cerró los ojos, luchando contra las lágrimas.

—Emily es alguien que ya no conozco. Somos como meras conocidas en las raras ocasiones en que estamos juntas—abrió los ojos—Y Britt, ella es como un soplo de aire fresco. Me hace sentir bien conmigo misma. Así que sí, estoy celosa de que ella está saliendo con Hanna. Me temo que voy a perder su amistad.

¿Cierto?

Eso era todo de lo que ella tenía miedo, ¿verdad?

Que Brittany se enamoraría de Hanna, o de cualquier persona, y se alejaría de su vida lo más rápido de lo que se había metido en ella.

¿Cierto?






Brittany estaba de pie en la entrada, en silencio mirando a Santana que estaba sentada con las piernas cruzadas en el suelo, balanceando un libro sobre el regazo y un puñado de muestras en una mano, su mirada saltando del libro a la pared, y viceversa.

Los ojos de Brittany siguieron cada movimiento, preguntándose por qué encontraba sus acciones tan adorables.

Y preguntándose si podría acercarse sigilosamente a la morena.

Así que se acercó de puntillas, como una niña, a través de la habitación, incapaz de borrar la sonrisa de su cara mientras se agachaba y rápidamente cubría los ojos de Santana con sus manos.

—¿Adivina quién es?

El grito de Santana y los brazos agitándose enviaron a Brittany hacia atrás y aterrizó duro en su trasero detrás de Santana.

—¡Jesucristo! Casi me orino en los pantalones!

Brittany se frotó la mejilla.

—Parecía una buena idea en ese momento.

Santana se movió alrededor hasta que se puso frente a Brittany, ambas todavía sentadas en la alfombra. La rubia se sorprendió cuando la morena extendió la mano y tocó suavemente su mejilla, sus dedos moviéndose sobre su piel.

—¿Te lastimé?

Brittany sacudió la cabeza, temiendo que Santana moviera su mano. Y lo hizo, sus dedos se alejaron. Pero los ojos de Santana, Dios, esos ojos, miraron hacia arriba, sosteniendo los suyos cautivos.

—Me asustaste.

—Te extrañe.

Santana asintió.

—Y yo.

—¿Buen fin de semana?

—No, no realmente. ¿Tú?

Brittany se encogió de hombros

—Nada especial.

—¿Y Hanna?

—¿Y Hanna qué?

Santana apartó la mirada.

—¿Disfrutó ella de la cena la otra noche?

—Sí, lo hizo. Ella y Emily han estado poniéndose al día, dijo.

—Eso he escuchado—se puso de rodillas, y luego de pie—¿Dónde has estado?

Brittany se paró también, caminando a la pared para inspeccionar los tres colores de pintura que estaban salpicados en la pared.

—Tenemos un par de casas nuevas. He estado trazando el patio, diseñando los macizos de flores—se giró—Me gusta este mejor—dijo, señalando a la salpicadura de pintura del centro.

—De acuerdo—se acercó, sosteniendo un par de muestras de impresiones de color burdeos—Entonces, ¿cuál va mejor?

Brittany se rió y retrocedió.

—De ninguna manera. Me quedo con los patios. El color es lo tuyo—sus ojos se sostuvieron mientras salió de la habitación—¿Te veo mañana?

Santana asintió.

—Eso espero.

Capitulo 19

Brittany nadaba perezosamente a través de su piscina, tratando de reunir la energía para sus vueltas normales pero había demasiado calor.

Agachó la cabeza bajo el agua, disfrutando de la frescura de los manantiales, luego volvió a emerger para deslizarse lentamente a través del agua.

Había estado media tentada de invitar a Santana a cenar, incluso si sólo estuviera agarrando una hamburguesa en Mercedes, pero se lo pensó mejor.

En vez de eso, le pediría almorzar mañana.

Sería más seguro que la cena.

La cena era demasiado íntimo para comer.

El almuerzo, mucho más informal.

Sólo dos amigas saliendo para un bocado rápido.

Sería bastante inocente.

Se puso sobre su espalda, pataleando perezosamente sus pies.

Si no tenía cuidado, este pequeño capricho que tenía terminaría consumiéndola.

Y si tenía algún sentido, permanecería alejada... muy alejada.

Su atracción por Santana estaba alcanzando niveles a los que no estaba acostumbrada.

Su deseo de ver a Santana, estar con ella, hablar con ella, se estaba convirtiendo en una fuerza que tenía dificultades para controlar.

Era como esta energía invisible, poderosamente jalándola, atrayéndola más y más cerca, apretando su agarre en ella con cada encuentro. Y haciéndola perder su sentido de la realidad.

Porque la realidad era que Santana estaba viviendo con Emily.

Estaban juntas.

Eran una pareja.

Durante ocho años, habían sido una pareja.

Y la realidad era que no importaba lo que hiciera Brittany, seguirían siendo una pareja.


Porque incluso si Hanna y Emily tuvieran una aventura, ya estaban teniendo una aventura, Santana nunca lo sabría.

Seguiría adelante, siendo tan desdichada como era ahora, pero viviendo una mentira con Emily.

Y Brittany se preguntó si empujaba el asunto, si seguía viendo a Santana, ¿la morena finalmente cedería a sus deseos?

¿Iban a tener su propia aventura?

No.

Dudoso.

No creía que Santana fuera ese tipo de persona.

No, ellas se verían, coquetearían con su atracción, como lo hicieron ahora, volviéndolas a ambas a la locura hasta que eventualmente tendría que parar.

Santana se apartaría, se separarían, y su breve amistad con el tiempo se desvanecería.

Que desperdicio.

Brittany se deslizó bajo el agua, sus brazos y piernas en movimiento mientras se deslizaban bajo la superficie, las manos rozando las piedras lisas en el fondo mientras se apresuraba atravesando la piscina, tratando de escapar de sus sentimientos.

Un desperdicio, sí.

Porque cuando estaba cerca de Santana, cuando la miraba a los ojos, supo sin lugar a dudas que la morena era la elegida.

La que tenía todas las cualidades que buscaba, la que mantenía su atención, la que la hacía sentir bien, la que hacia correr su corazón... la que deseaba tocar, besar.

Finalmente salió a la superficie, con los pulmones a punto de estallar mientras aspiraba el aire fresco.

Se quedó en el agua, tratando de recuperar el aliento.

Debería haberle dicho a Hanna que no, que no sería parte de su llamado cuarteto.

¿Qué asunto tenía ella si Hanna y Emily tenían una aventura?

Ella no era un caballero de brillante armadura.

Nadie esperaba que ella estuviera ahí si Santana caía, por si necesitaba ser recogida.
Pero cómo podía ella, con la conciencia tranquila, quedarse de brazos cruzados, sabiendo que Hanna y Emily se escapaban para estar juntas, dejando a una desprevenida Santana sola

¿Cómo podía hacer eso?

—Vas a salir lastimada—murmuró—Ella va a romper tu corazón.

Capitulo 20

Santana pulsó el mando a distancia para el garaje tan pronto como se dio la vuelta en la calzada, serpenteando a través de los árboles de roble hacia la parte de atrás donde estaba el garaje.

Pero clavó sus frenos, con el ceño fruncido.

El BMW descapotable de Emily estaba estacionado adentro. Miró el reloj del tablero. Las 6:30.

¿Qué diablos estaba haciendo Emily en casa a esta hora?

¿Era algo malo?

¿Estaba enferma?

Las preguntas giraban en su mente mientras entraba en el garaje y estacionaba al lado del coche de Emily.

Nada parecía fuera de orden, y, corriendo por la puerta lateral y hacia el patio trasero, parándose en seco al ver a Emily descansando en la piscina.

—Estás en casa.

—No, tú estás en casa—Santana dijo, acercándose más—¿Qué pasa?

Emily perezosamente se echó agua en las piernas, poniendo el flotador en movimiento mientras se desvió hacia Santana.

—Estaba cansada.

—Sí, hace unos seis meses.

Emily se rió.

—Me hice socia. Y cumplí con los objetivos de mi cliente.

—Felicitaciones.

Emily estiró los brazos detrás de ella, lanzando un gemido satisfecho mientras sus ojos se cerraban.

—Por lo tanto, estoy tomando un descanso. Y no te preocupes por la cena. He ordenado francés, ¿de acuerdo?

—Por supuesto.

—¿Por qué no te unes a mí?

—Está bien. Voy a cambiarme.


—Y voy a tener otra copa—dijo, señalando la copa vacía en el borde de la piscina.

Santana asintió, deteniéndose para recoger la copa.

Estaba cansada también.

Había tenido un largo día, empezando, a las siete de la mañana y sólo descansando para un almuerzo rápido.

Y todavía tenía trabajo que hacer.

Sin embargo, un chapuzón en la piscina sonaba refrescante después del calor del día.

Así que se despojó de la ropa, metiéndose en el elegante, traje de baño negro, su favorito.

Emily diría que el color no era halagador para ella, pero no le importaba. Se negó a usar el brillante, florido que Emily prefería. Pensó que la hacía parecer vieja.

Mientras hacía la bebida de Emily, cambió de opinión en el té helado que ya había servido.

Hacía calor y estaba cansada.

Así que dejó la ginebra, haciendo un Tom Collins para ella también.

—¿Esto significa que volverás a las horas normales?—Santana le preguntó cuándo se unió a Emily en la piscina.

—Por un tiempo, sí. Hasta el final del año. Creo que para Enero, estaré lista para considerar seriamente la posibilidad de ir por mi cuenta. Por supuesto, eso significa más trabajo mientras intento construir mi propio bufete. Pero he hecho un montón de contactos—se recogió el largo pelo detrás de ella, sosteniendo los extremos húmedos fuera de su espalda—Pero estoy lista para un descanso. Y me alegro de que estés en casa. Ya nos encontraremos un lugar maravilloso para quedarnos.

Santana frunció el ceño, yendo a la deriva distraídamente en su silla de la piscina.

—¿Quedarnos? ¿Quedarnos en dónde?

—En Hawai. Diez días. Y no quiero diez días en una habitación de hotel. ¿Cómo suena un bungalow en la playa?

—Eso suena ... suena encantador. ¿Cuándo quieres hacer esto?

—Oh, ya he hecho reservas. ¿No te lo había dicho? La primera semana de Agosto.

Los ojos de Santana se abrieron.

—¿Agosto? Em, no puedes esperar que deje todo sin previo aviso. Tengo plazos. Estoy bajo contrato.

—¿Para qué?

Santana se mordió el labio.

—Tengo un negocio, ¿recuerdas?

—Oh, eso. Bueno, no puedo ver cómo diez días pueden hacer una diferencia. Además, aún quedan cuatro semanas. Estoy segura de que puedes hacer los arreglos.

Y lo más probable es que pudiera.

Las tres casas en las que había firmado originalmente estaban casi terminadas. Y sabía que Abrams estaba a punto de terminar en otra y lo más probable es que conseguiría ese trabajo también.

Pero era sólo el principio de todo, como si su trabajo no fuera importante.

Como si pudiera ponerlo en un segundo plano debido a que Emily decidió que necesitaban unas vacaciones.

—Me encanta el nombre del lugar. Cedros bajo el Arco Iris. Hay una especie de leyenda que va con ello.

—¿De qué estás hablando?

—Los bungalows que he reservado. Están en Maui.

Las cejas de Santana se dispararon.

—¿Plural? ¿Necesitamos más de uno?

Emily se rió.

—Bueno, Hanna y su cita necesitaran uno.

Santana se quedó desconcertada, sorprendida por esta noticia.

—¿Hanna?¿Estás planeando invitar a Hanna?

—¿No te lo dije?—Emily preguntó, agitando su mano con desdén—Ha sido genial volver a verla, pero simplemente no tenemos tiempo para ponernos al día. Pensé que esta sería la oportunidad perfecta. Además, disfruta de una gran cantidad de cosas que hago. Pensé que te podría librar de esa responsabilidad.

—Pero con Quinn y Rachel tampoco tienes tiempo para quedar. Podrían venir ellas también.
—San, ellas son tus amigas. Y como te dije, a Hanna no hemos podido conversar como se debe.

Santana se quedó mirando, sin habla. Y Emily aprovecho para seguir hablando.

—Tú puedes hacer buceo y cosas del agua, y Hanna me puede acompañar mientras visitamos museos y galerías de arte, y exprimir en algunas compras.

—Y su cita—Santana preguntó—Soy qué ¿Niñera?

—Bueno, supongo que invitará a Britt. Ustedes dos parecían congeniar la otra semana en la cena. No será como si fuera una completa desconocida.

¿Brittany?

¿En Hawaii?

Oh Dios.

—De acuerdo, espera, déjame aclarar esto. Tú querías ir a Hawaii porque no hemos tenido mucho tiempo juntas últimamente y necesitabas un descanso. Bien. Pero vas a invitar a Hanna y su cita para que tengas a alguien para hacer las cosas que te gustan, y yo voy a tener a alguien que me haga compañía mientras que ustedes dos están afuera y juntas. Y por si fuera poco no quieres invitar ni a Quinn y Rachel, ¿Por qué no te llevas del todo bien con ellas? ¿Ese es el plan? ¿Estás bromeando?

—Quinn y Rachel son tus amigas y no creo que pueda arrendar otro bungalow. Además que estoy segura que Quinn no podrá tomar días sin previo aviso. Creo que es perfecto. De esta manera no tendré que suplicarte que consigas un poco de cultura en tu vida por una vez e ir conmigo, y tú no tendrás que esperar que vaya a pescar con arpón o algo igualmente desagradable.

¿Pescar con arpón?

¿Desde cuándo he querido ir a pescar con arpón?

Snorkel, sí.

—Supongo que estoy un poco sorprendida de que desees planear todo esto sin consultarme. Es decir, con nuestras primeras vacaciones en años, podría pensar que ambas pudiéramos tener alguna aportación.

—San, seguramente no estás molesta por esto, ¿verdad? Es decir, se trata de un viaje gratis para ti. Deberías darme las gracias, sin cuestionar mis planes.

Santana se quedó mirando fijamente, con una pérdida total de palabras.

¿Agradecerle?
—Volaremos en segunda clase, y recogeremos un vuelo de conexión en Houston. Diez días en el paraíso. Espero que estés tan emocionada como yo.

¿Emocionada?

No.

¿Qué tal enojada?

¿Qué tal aprensiva?

¿Qué tal asustada hasta la muerte?

Diez días con Brittany en Hawaii.

Brittany en un traje de baño.

Oh Dios.

Ella y Brittany dando vueltas juntas, jugando en la playa mientras que Emily y Hanna hacían cosas culturales.

No jugando en el océano como podía imaginar que ella y Brittany estarían haciendo.

En trajes de baño.

—Estoy segura de que será divertido—admitió finalmente.

—Por supuesto que será divertido. No puedo esperar a salir.

Bueno, demasiado para ella en tener que preocuparse sobre ellas pasando dos semanas juntas.

No habría momentos de calma en las conversaciones, ni debates sobre qué hacer o dónde ir a comer, ni momentos incómodos a solas.

No, no tendrían nada de eso.

Porque tendrían compañeras con ellas. Una compañera de juegos para ambas.

Dios, ¿qué triste era eso?

Pateó sus pies, poniendo en movimiento la silla de la piscina, alejándose de Emily, que no parecía darse cuenta.

Estaba recostada en su flotador, los ojos cerrados, aparentemente perdida en sus pensamientos.

¿Qué estaba pensando?, Santana se preguntó.

¿Estaba de luto por el colapso de su relación?

¿Estaba pensando en maneras de aferrarse a ella?

¿Emily siquiera quería aferrarse a ella?

En ese caso, ¿ella quería?

Porque en realidad, no había nada que salvar.

¿Había ya?

Tal vez si ambas trabajaban en ello, sí, tal vez podrían salvarlo. Pero la decisión de Emily de invitar a otra pareja a sus vacaciones, dos personas que eran, en teoría, desconocidas para ellas, le dijo todo lo que necesitaba saber.

Emily no estaba tratando de salvar nada.

Estaba tratando de hacer las cosas tan libres de estrés como sea posible, limitando su tiempo a solas juntas.

Se preguntó lo que iba hacer cuando llegara el momento de acostarse.






—¿Entonces qué dices?

—¿Hawaii? ¿En serio?

—Todos los gastos pagados. ¿Cómo puedes rechazar eso?

Brittany contempló a Hanna, todavía sorprendida por su oferta.

Diez días en Hawai. Tarifa aérea y alojamiento pagados. Y todo lo que tenía que hacer era ocupar el tiempo de Santana mientras que Hanna y Emily llegaban a conocerse la una a la otra de nuevo.

—¿Y es en serio?

—Por supuesto que estoy hablando en serio. Bueno, no estoy pagando la cuenta. Emily se encarga de todo eso. Mi única tarea era hablar contigo.

—¿Así que Emily sabe que tú y yo realmente no estamos saliendo?

—Sí, por supuesto, pero ella no se lo ha dicho a San.

Brittany se frotó las sienes, sabiendo que realmente no tenía otra opción. Si decía que no, Hanna simplemente encontraría a alguien más para ir.
Alguien que Santana no conocía, una desconocida para mantener a la morena de compañía mientras que las dos se escapaban para estar juntas.

En esencia, Santana estaría sola, mientras que su pareja de ocho años, la mujer con la que vive, se alejaba en silencio y sin ceremonias para estar con Hanna.

¿Cómo no podía ir Brittany?

Y realmente, si ella era una verdadera amiga, ¿cómo podría no decirle a Santana lo que estaba pasando?

Si sus circunstancias fueran al revés, ella querría que Santana se lo dijera.

No querría jugar al tonto.

Pero eso era otro problema.

En lo que se refiere a Emily y Hanna, la única vez que ella y Santana se habían conocido había sido en la cena.

¿Eso empeoraría las cosas si le contaba a Santana lo que estaba pasando, si la morena entonces confrontaba a Emily, si se metían en una gran discusión violenta sobre todo?

Y si ellas terminaban rompiendo, ¿podría Santana culparla?

Maldita sea, estos enredos te conseguían cada vez.

Así que hizo lo que sabía que tenía que hacer.

Asintió.

—Está bien, estoy dentro.

Capitulo 21

—Hola.

Santana se dio la vuelta, una sonrisa en su rostro.

Brittany estaba en sus shorts habituales, sus piernas largas y suaves, sus botas de trabajo sucias y desgastadas.

—Hola a ti.

Brittany se acercó, sus ojos brillando con diversión.

—He oído que vamos a Hawaii.

—Es curioso, escuche lo mismo.

Brittany alzó una ceja.

—¿Y vas a usar un bikini?

Santana se rió, su mano inconscientemente extendiéndose hacia Brittany, apretando su brazo desnudo.

—¿Lo harás tú?

—¿Quieres?

La respiración de Santana se quedó atrapada.

La pregunta se hizo en voz baja, sin embargo, el significado de esas palabras sonó fuerte en la habitación.

Tragó, sus ojos encontraron los de Brittany.

—No estoy segura de que podría soportarlo—susurró.

Brittany se acercó más, sus cuerpos casi tocándose.

—Si llevas un bikini en mi presencia, te prometo que no me comportaré—su mirada cayó sobre sus labios y casi gimió—Sabes, si me niego a ir, Hanna encontraría a alguien más. ¿Preferirías hacer eso?

Santana dudó, el sentido común le decía que sí, esa sería la opción más segura.

Pero ni siquiera lo consideró.

Sacudió su cabeza.

—No, prefiero que seas tú—apretó el brazo de nuevo, luego dio un paso atrás, lejos de su calor—Tengo la sensación de que vamos a pasar mucho tiempo juntas.

—¿Porque eso?

—Emily y Hanna tienen emocionantes viajes planificados a museos y pequeñas boutiques lindas donde pueden comprar algo bonito.

Brittany hizo una mueca.

—¿Museos? ¿Compras? ¿En Hawai? Hacer windsurfing, snorkel, paravelismo, buceo. Eso es lo que haces en Hawai.

—Estoy totalmente de acuerdo. Y al parecer vamos a hacer todas esas cosas. Solas—agregó.

—Eso es bueno. Porque me gusta estar a solas contigo.

Santana cayó en sus ojos, ni siquiera tratando de alejarse.

—Nos vamos a meter en problemas, ¿verdad?

Brittany finalmente la soltó, dando un paso atrás, lejos de ella.

—No, vas a estar bien, San. Como te dije, sé cuáles son mis límites contigo—sonrió—Nos divertiremos.

—¿Lo haremos?

—Por supuesto.

—¿Y entonces qué, Britt? Volvemos a casa y... ¿y qué?

—Sólo volvemos a casa, San. Eso es todo. Sólo volvemos a casa.



Santana la vio salir, todavía parada ahí minutos más tarde, mucho después de que escuchó la camioneta de Brittany alejarse.

No sólo estaba luchando con la realidad de que su relación con Emily se estaba desmoronando a gran velocidad, sino que tenía que enfrentar el hecho de que sentía algo por Brittany, sentimientos que sabía eran correspondidos.

Dos verdades.

Emily se alejaba cada vez más y más de ella... Brittany se acercaba cada vez más y más.

Y no tenía ni idea de cómo hacer frente a cualquiera de ellos.

Alcanzó lentamente su teléfono, la marcación rápida sin pensarlo.

—Soy yo—forzó una sonrisa—Ya sabes de ese viaje a Hawaii que te estaba contando. Nunca creerás quién va con nosotras—hizo una pausa, moviendo la cabeza—Gracias, Quinn. Me encantaría una margarita.

Capitulo 22

Brittany apretó la cara contra la ventana, mirando hacia la infinita extensión del océano, su mirada viajando hacia el horizonte y viceversa, sin ver nada más que agua azul-verde.

Sonrió, recordando su único viaje a Hawai, un viaje que le dio su abuelo por su graduación.

Había ido sola, sin tener amigos que pudieran permitírselo en aquellos días.

Se fue sola, sí.

No estuvo sola por mucho tiempo.

Su nombre era Rhea.

Alta y morena, ella era una lunática del surfing. Y Brittany la había conocido esa primera tarde, observándola durante más de una hora mientras surfeaba en las olas en North Shore.

Rhea le enseñó mucho durante esos diez días. Mucho sobre el surfeo, mucho sobre el buceo, y una porción entera sobre el sexo.

Se rió en silencio, mirando a su izquierda a Hanna, que todavía estaba dormida a su lado.

Al otro lado del pasillo del avión y dos filas detrás de ellas estaban sentadas Santana y Emily.

Se arriesgó a mirar.

Santana estaba recostada, con la cabeza vuelta hacia la ventana, con los ojos mirando hacia afuera.

Emily parecía absorta en una guía de viajes, sus ojos como dardos cruzando las páginas rápidamente.

Suspiró, volviendo de nuevo a su ventana, otra vez viendo el paso interminable de agua por debajo de ellas.

¡Qué loco mes había sido!

Ella y Santana habían estado luchando para completar los proyectos. Ella estaba mejor equipada. Sus equipos habían estado con ella durante años.

Y en su ausencia, Sam se aseguraría de que todo funcionara sin problemas.

Pero Santana, no tenía a nadie excepto a Rachel, una pintora a tiempo parcial y una persona de familia junto a Quinn.

No culpó a Santana por preocuparse.

Pero Artie Abrams había estado tan satisfecho con su trabajo, que no tuvo reparos para irse durante diez días, incluso si la cuarta casa que había entregado no estaba terminada.

Sólo se habían visto esporádicamente durante el mes, reuniéndose un par de veces para almorzar.

Y entonces las cuatro se habían reunido en casa de Hanna para discutir el viaje una noche.

Esa fue una noche divertida, recordó.


Flashback


—¿Paravelismo?—Emily miró a Brittany—¿Deslizarse sobre el océano mientras un barco tira de mí? ¿No estás hablando en serio?—tiró el folleto a un lado y cogió otro—Ahora recorrer el Palacio Real suena divertido. Mira, Hanna, que en realidad tienen una galería de arte en el interior del palacio.

—Pero está en Oahu. Pensé que estábamos en Maui.

—Bueno, podemos saltar entre islas. Eso no es problema—sostuvo el folleto arriba—¿Cómo suena esto?

Brittany y Santana se miraron.

—Aburrido—dijeron al unísono.

Santana levantó otro folleto.

—Mira, podemos tomar un barco de excursión a Molokini. Es un antiguo cono de ceniza volcánica llena de vida marina en la costa de Maui—leía mirando a Brittany—Es mejor hacer snorkel en las islas. Y bucear—agregó.

—Oh Dios, hay un Museo Contemporáneo en Oahu, así como la Academia de Artes de Honolulu—dijo Hanna, mostrando a Emily el folleto—Eso suena como un fan.

Brittany sonrió, mirando de nuevo por la ventana del avión.

¿Divertido?

Santana se había vuelto hacia ella, su voz baja.

—Me alegro de que vayas a estar conmigo.


Fin Flashback


Sí.

Y ahí estaban, finalmente, en el avión, volando alto sobre el Océano Pacífico, rumbo al paraíso.

Y, la verdad sea dicha, estaba deseando llegar.

Sí, ellas tendrían un montón de tiempo a solas.

Hanna dijo que ella y Emily tenían previsto utilizar este tiempo para reencontrarse, para ver si lo que una vez tuvieron todavía estaba ahí.

Y el trabajo de Brittany, según Hanna, era mantener a Santana ocupada. No había ningún problema, le había dicho a Hanna.

Cómo planeaba llevarlo a cabo sin embargo, Brittany no tenía idea.

¿No pensaban que Santana las cuestionaría?

¿No sería extraño si las dos se fueran solas?

Seguramente Santana sospecharía que eran para nada bueno.

Y cuando lo hiciera, ¿entonces iba a cuestionar las acciones de Brittany?

En lo que se refiere a Santana, ella y Hanna estaban saliendo.

Así que dos parejas de vacaciones en las islas, sin embargo, ninguna de ellas están pasando tiempo con sus respectivas parejas.

Seguramente Santana no sólo descartaría eso.

Brittany volvió a mirar por encima del hombro, encontrando a Santana observándola.

Sus ojos se sostuvieron, sin tratar de alejarse. Poco a poco, Brittany sintió que sus latidos del corazón aumentaban, sintió su falta de aliento, sintió la energía entre ellas.

¿Qué estaba Santana pensando?

Pero la leve sonrisa, la mirada intensa... Santana estaba deseando este viaje tanto como Brittany.

Y no tenía nada que ver con Emily y Hanna.

Oh, sí, iba a ser un problema.




Santana finalmente apartó la vista de la mirada de Brittany y echando un vistazo rápido a Emily.

Todavía tenía la nariz en su libro de gira, pasando las páginas como lo hubiera estado haciendo todo el vuelo.

No hubo ninguna conversación, nada concurrente. Simplemente había estado leyendo.

Oh, de vez en cuando Emily le mostraba algo, mostrándole una imagen a ella.

Como ahora.

—Las Big Island tienen volcanes activos—dijo mostrando la imagen.

—¿Estás interesada?

Emily sacudió la cabeza.

—No lo creo. Hay excursiones en todoterrenos y senderismo—sonrió.

—Suena más como tu cosa que la mía.

Santana se la quedó mirando, preguntándose cuando sus gustos habían crecido tan separados.

Al principio, sólo habían querido pasar tiempo a solas, una con la otra. Se preparaban las comidas, rara vez salían. Disfrutaban de la compañía de la otra en ese entonces.

¿Cuándo cambio eso?

¿Cuándo tomó el trabajo en Tanaka y Ryan?

¿Cuándo Emily se fue a trabajar para Miles?

Su tiempo juntas cada vez se hizo menos.

Y cuanto más Emily subía en su mundo, Santana seguía bajando.

Emily era de una familia prominente, de dinero viejo. Sabía todas las reglas, toda la etiqueta apropiada, la ropa adecuada para vestir, los mejores restaurantes.

¿Y Santana?

No, no tanto.

Tenía suerte si sabía qué tenedor usar en los restaurantes elegantes que Emily la arrastraba.

Puso los ojos en blanco.

¿Realmente eran necesarios cuatro tenedores diferentes?
Y ahora aquí estaban, a sólo unas horas de aterrizar en Hawai, un destino romántico para la mayoría.

¿Pero para ellas?

No.

No habría ningún romance.

No había habido siquiera un indicio de eso desde que Emily se había quedado dormida en medio de hacer el amor un par de meses antes.

Santana sacudió la cabeza.

No, no ni siquiera hacer el amor.

Incluso si hubieran finalizado el acto, ella no lo llamaría hacer el amor.

Ella echó la cabeza hacia un lado, mirando por la ventana, sin ver nada.

Diez días.

Pasaría mucho más tiempo junto a Brittany de lo que lo haría con Emily.

Eso era un hecho.

Emily ya tenía excursiones en fila para ella y Hanna. Se preguntó por el repentino interés de Emily en el arte, en los museos.

En todo su tiempo juntas, Emily nunca dio más que un interés pasajero en ello.

Tal vez era una pasión de Hanna.

O tal vez era una excusa.

Emily sabía, dada la opción, que Santana preferiría pasar su tiempo en el agua. Así que para evitar estar cerca de ella, pensaba cosas que sabía que odiaría.

Una vez más, esa sensación persistente de que Emily no podía soportar estar cerca de ella ya golpeaba con toda su fuerza.

Pasando por los movimientos tomó un significado completamente nuevo.

Pero si ese fuera el caso, ¿entonces qué demonios estaban haciendo aquí?

¿Por qué planear diez días en Hawai con alguien que no tenía ningún interés de estar alrededor?

Santana de repente levantó la cabeza, deslizando su mirada de nuevo hacia Emily.

Bueno, que me condenen.

Iban a Hawai porque Emily quería diez días con Hanna.

Capitulo 23

—Eso es lo genial acerca de las zonas horarias—Emily dijo mientras cerraba la puerta de su alquiler—Acabamos de ganar cinco horas.

Santana miró a Brittany, reconociendo el sutil guiño que le dio.

—Oh, esto es muy pintoresco, Emily—Hanna dijo mientras subían los escalones de madera a la oficina—Es simplemente hermoso.

Y lo era, Santana admitió.

Podían oír las olas, oler del mar, pero estaba oculto desde ese ángulo por filas y filas de cedros, la mayoría de ellos empequeñeciendo las palmeras que estaban dispersas alrededor.

—Bueno, si estos son los cedros, ¿dónde está el arco iris?—Emily preguntó con una sonrisa, y su mirada en Hanna.

Santana apenas resistió rodar los ojos ante el intento de Emily por una broma.

Se salvaron de una charla más trivial cuando fueron recibidos por una joven con shorts, sandalias y una camisa brillante hawaiana floreada.

Completando su atuendo había una gran flor roja escondida detrás de una oreja.

Santana se preguntó si los lugareños no se cansaban de vestirse para los turistas.

—Aloha ... bienvenidas—les saludó—Debes ser Emily Fields.

—Sí.

—Estás justo a tiempo. Confío en que su corto vuelo desde Oahu fue satisfactorio.

—Maravilloso. Y el coche de alquiler estaba ahí como habías prometido.

—Excelente. Mi nombre es Eleu. Permítame enseñarles sus cabañas—se volvió hacia un muchacho más joven parado detrás de ella. Ella asintió una vez y él estaba fuera, corriendo hacia su coche—Él traerá su equipaje.

Caminaron por el fragante jardín, vivo de vibrantes colores de las flores y el exuberante verdor que Santana podía imaginar tiene una selva tropical.

Respiró profundamente, llenando sus pulmones con los dulces olores.

—Wow, mira eso.

Miró hacia donde estaba mirando Brittany, sus propios ojos muy abiertos.

—Wow tienes razón—murmuró, inclinando su cabeza hacia arriba—Y pensé que los árboles del frente eran grandes.

Eleu se rió.

—Ese es el árbol de Okalani. La leyenda cuenta que plantó el árbol hace más de cuatrocientos años ... atrae los arco iris a nuestra isla—dijo con una sonrisa—O eso dicen los ancianos.

—Tenía curiosidad por el nombre de tu negocio—Emily dijo—Tiene mucho sentido ahora.

—Estaré feliz de compartir la leyenda de Okalani contigo si estás interesada.

—Sí. Tal vez más tarde. En este momento, sólo quiero salir de esta ropa y meterme en la piscina—dijo Emily, señalando a la prístina agua que brillaba en el otro lado del jardín de flores.

—Por supuesto. Pero espero que aproveches de nuestra sección de playa aquí. Sus cabañas tienen vistas al mar. Es sólo un corto paseo hasta el agua.

—¿Cómo está el surf aquí?—Brittany preguntó.

—Olas pequeñas, pero un poco rocoso en partes. A los principiantes les encanta—miró a Brittany otra vez—No te ves como un principiante.

Brittany sacudió la cabeza.

—Han pasado un par de años desde que he surfeado. Creo que voy a necesitar un curso de actualización.

—Tengo folletos de algunos de los guías locales. Puedo recomendar uno. Pero más abajo en la isla. Las olas son mucho mejores.

—Estupendo.

—¿Vas a surfear?—Santana preguntó mientras seguían hacia sus cabañas.

—He estado aquí una vez antes. Pero es una historia mejor contada sobre una bebida afrutada.

Santana se rió.

—Ya sabía que había una razón por la que estabas ansiosa por llegar a Hawai. Puedes beber un mai tai con un pequeño lindo paraguas y nadie va a cuestionar tu dureza—bromeó.

—¿Puedo tener sexo en la playa también?

Santana tropezó y Brittany la agarró por el codo para estabilizarla, su risa tranquila sólo para sus oídos.

—Eres muy, muy mala.

—Aquí estamos, señoritas—Eleu dijo—Estas dos son las suyas.

Sólo había diez o doce cabañas a lo sumo, Santana supuso.

Colocadas en un semicírculo, todas con vistas al océano. Estaban pintadas de diferentes colores, colores brillantes y divertidos. Una puerta trasera daba al jardín y un pequeño camino, demasiado pequeño para un coche. La puerta de entrada y porche daban a la playa.

Altas palmeras estaban espaciadas entre cada cabaña y decenas de macetas estaban colocadas al azar, todas floreciendo profusamente con flores rojas y rosadas.

—Las cabañas son idénticas, así que pueden elegir. La ropa de cama y toallas se cambian diariamente, por lo general a media mañana. Si es que duermen hasta tarde, siempre podemos cambiar nuestro horario para cumplir con el suyo.

—Oh, a media mañana está bien—Emily dijo—Tengo algunas excursiones previstas para Oahu en varios días. ¿Puedes hacer los arreglos para el transporte?

—Por supuesto. Sólo hágame saber cuándo—miró hacia el pequeño camino, sonriendo—Manko está aquí con su equipaje.

El joven muchacho conducía un carrito de golf, sus maletas amontonadas alrededor a él.

Brittany se apresuró, cogiendo una antes de que se saliera cuando él se detuviera.

—Muchas gracias, señorita—él dijo con timidez.

—No hay problema. Déjame darte una mano—miró a las otras—¿Tienen alguna preferencia?

—Oh, no importa—Emily dijo—Tomaremos ésta—se dirigió a la cabaña de color amarillo brillante, tomando la llave de Eleu.

El interior era tan amplio y luminoso como el exterior. Las ventanas se abrieron, dejando entrar la brisa fresca del océano, las cortinas transparentes soplando perezosamente hacia atrás y adelante.

Flores, muy probablemente cortadas esta mañana, estaban en un florero en la mesita.

Santana se dirigió a la puerta principal y la abrió, ahí de pie disfrutando de la vista.

—Es hermoso—se dio la vuelta, encontrando a Eleu observándola—Todo es hermoso.

—Gracias. Espero que disfrute de su estancia con nosotros—se dio la vuelta, señalando a la cocina—Todo lo que necesita, si elige cocinar aquí. Hay una pequeña tienda de comestibles no lejos de aquí. Tienen una maravillosa selección de granos de café—se movió hacia la solitaria puerta—Por aquí está el dormitorio y el baño.

—Gracias, Eleu. Lo apreció—Emily dijo—Es todo lo que prometiste.

—Por supuesto. Nuestro objetivo es complacer—dijo con una sonrisa—Te dejaré ahora. Por favor, hágame saber cuáles son los servicios que puedo proporcionar.

Manko asomó la cabeza, los brazos cargados con sus maletas.

—Las otras mujeres dijeron que estás eran las suyas.

—Sí. Sólo ponlas en el dormitorio—Emily dijo y se volvió a Santana—¿No te dije que te gustaría? Está costando una fortuna, pero sólo tener a Eleu disponible para hacer los arreglos del viaje vale la pena.

—Sí. Tenías razón. Creo que va a ser muy relajante aquí—dijo ella, ignorando el comentario con respecto al dinero. Miró por la puerta principal en cambio—Y la playa está justo ahí—echó una mirada hacia atrás a Emily—Pero no anticipo que estés en la playa mucho.

—Oh, estoy segura de que pasearé por alguna playa y me mojaré los pies. El agua se ve muy cristalina. Soy más de una persona de la piscina, ya lo sabes—se rió—Yo prefiero tener a un chico de cabaña a mi entera disposición.

Entonces, ¿por qué venir a una isla si no te gusta el mar?

Santana sacudió la cabeza, sabiendo que tenía esa y muchas otras preguntas para Emily, pero aún dudaba.

Quería confrontar a Emily, quería saber lo qué estaba pasando.

Pero una parte de ella no quería saber.

Una parte de ella quería enterrar la cabeza en la arena muy bonita en la playa y no estropear sus vacaciones.

Así que no, no preguntó.

Podía ir con la corriente durante un par de semanas. Porque en el fondo de su corazón, sabía que había terminado.

Lo sabía en el momento en que se dio cuenta de que era Hanna con quien Emily realmente quería pasar sus vacaciones.

No, eso no es verdad.

Sabía que habían pasado meses.

Simplemente no era tan evidente hace meses atrás.

—Me voy a cambiar.

Santana asintió, viendo a Emily entrar en el dormitorio, cerrando la puerta detrás de ella. Suspiró, inclinando su cabeza hacia atrás con los ojos cerrados.

Va a ser unos largos diez días.

"Oye."
Se dio la vuelta, una sonrisa iluminando su rostro mientras Brittany permanecía ahí.

No, no sería tan malo.

¿En qué estaba pensando?

Ella y Brittany tendría diez días para jugar.

—Todavía estás vestida.

—Y tú también.

Santana señaló la puerta cerrada del dormitorio.

—Emily se fue a cambiar. Al parecer, no soy bienvenida—dijo en voz baja.

—Curioso. Tengo el mismo trato.

Santana ladeó la cabeza.

—Muy extraño viaje.

—Tendría que estar de acuerdo.

Santana se acercó.

—Ellas van a la piscina.

—Sí. ¿Quieres ir a la playa?

Santana sonrió.

—Absolutamente. ¿Nos vemos en frente?

Brittany asintió, sus ojos moviéndose sobre el cuerpo de Santana.

—¿Bikini?

—De ninguna manera.

—Lástima.

Ella desapareció tan rápido como había entrado y la sonrisa de Santana falló una vez que estuvo sola de nuevo.

Brittany quería verla en bikini.

Emily no quería verla en absoluto.

Sí... muy extraño viaje.





Santana se detuvo en seco, casi tropezando en la arena.

Brittany estaba esperando, de espaldas a ella, mirando hacia el océano, su pelo rubio soplando en la brisa.

Llevaba casi nada.

Dios bendito.

Como si sintiera su presencia, Brittany se volvió, sus ojos se encontraron por un segundo antes de que se deslizaran abajo. Santana vio la sonrisa formándose y no pudo evitar una de las suyas.

No se había puesto un bikini, pero su traje dejaba poco a la imaginación. Y afortunadamente, el tiempo pasado en la piscina el mes pasado había dado sus frutos.

—Hermosa—Brittany dijo, su voz baja.

Santana sonrió, dejando que la palabra penetrara.

Sí, Brittany la hacía sentirse de esa manera.

Hermosa. Especial.

Como si fuera alguien, no nadie.

Pasó su mirada sobre Brittany, sus ojos deteniéndose en sus pechos pequeños, apenas cubiertos por el top rojo.

—Eso debería ser ilegal.

Brittany sonrió.

—No me gusta estar en el agua con nada de esto. Esto es lo más pequeño que pude encontrar y todavía ser considerado llevar algo.

Santana se acercó más, sorprendida por su impulso de tocar a Brittany, sus brazos, su cintura, su hombro, en cualquier lugar para sentir carne.

Pero controló su deseo, retorciendo sus manos detrás de su espalda y mirando a otro lado.

—Esto no es justo—dijo.

—Cariño, si crees que tu traje de baño es justo, estás equivocada. Y mentí. Te he desnudado con los ojos.

Con eso, se dio la vuelta, corriendo fácilmente a la orilla del agua, dejando a Santana mirándola.

Vamos a tener tantos problemas.