[Resuelto]FanFic Brittana: Arco Iris (Adaptada) Epílogo

Capitulo 13

Santana pataleo fuerte a través del paño, su estado de ánimo todavía tan amargo como lo había sido el Domingo.

Y si hubiera tenido una lata de pintura abierta, muy bien podría haberla arrojado contra la pared.

—¿Qué te pasa?

Santana miró a Rachel.

—Nada.

—Creo que deberías dejarme hacer la pintura hoy. Estás en una especie de estado de ánimo malo.

Santana se dio la vuelta, enojada. Pero Rachel simplemente permanecía ahí, una mirada de preocupación en su rostro.

—Dios, lo siento—Santana dijo—Realmente lo estoy.

—¿Mal fin de semana?

—Sí.

—¿Relación del infierno?

Santana se rió.

—Algo por el estilo. Pero creo que tienes razón. Debería dejarte trabajar. Iré a la tienda de pintura. A buscar lo que necesito para el dormitorio. ¿Qué te parece?

Rachel le hizo un gesto apartándola.

—Tómate tu tiempo. El aire acondicionado está funcionando hoy. Estaré bien. Y quizás deberías hablar con Quinny.

Santana se fue sin decir una palabra, pasando por la puerta del frente y parándose en la escalera de entrada, mirando hacia el patio, viendo como el Sam, quien trabajaba para Brittany daba instrucciones a los cinco jóvenes que estaban con él.

—Hola—dijo, esperando hasta que Sam se dio la vuelta—¿Cómo estás?

—Hola. Bien y ¿tú?

—Aquí… y ¿Mercedes? ¿los niños?

—Mercedes abrirá tarde hoy porque llevo a los niños donde sus padres.

—¿Dónde está Britt?
Sam negó con la cabeza.

—Ella no saldrá hasta esta tarde. Tenía una reunión con un constructor esta mañana.

Santana asintió.

De acuerdo, al menos Brittany todavía no la estaba evitando.

Corrió por la acera hasta su camioneta, arrancando el motor y encendiendo el aire acondicionado alto. Se sentó ahí, sus manos agarrando firmemente el volante.

Sí, relación del infierno.

Emily había llegado a la mitad de la cena antes de que el agotamiento — y el alcohol — la reclamaran.

Prácticamente tuvo que ser llevada por las escaleras a la cama.

Y a medianoche, cuando Santana se había aventurado en su dormitorio, Emily se despertó, queriendo hacer el amor. Había cedido al toque familiar, tratando en vano de evocar esos viejos sentimientos.

Los besos de Emily eran suaves, tiernos... como ella recordaba, su toque era ligero a través de su piel.

Pero eso fue todo.

No había pasión, ni urgencia en su abrazo.

Y antes de que ninguna de ellas había llegado incluso cerca del orgasmo, Emily se había quedado dormida de nuevo, olvidándose por completo de hacer el amor, deteniéndose a medio encuentro y rodándose para hacer frente a la pared.

Santana nunca había sido más humillada en toda su vida.

Retiró sus dedos de Emily y se deslizó de la cama, volviendo afuera para sentarse junto a la piscina.

Fueron horas más tarde antes de que el sueño la reclamara.

Y a la mañana siguiente, Emily se había acurrucado con ella en la cama, susurrando lo maravilloso que el sexo había sido la noche anterior.

Afortunadamente, Emily estaba vigorizada y prácticamente había corrido por las escaleras y entrado en su oficina, trabajando toda la mañana hasta que Santana le había llamado para almorzar.

Un almuerzo que Emily sólo eligió antes de salir corriendo a la firma, diciendo que tenía archivos en los que tenía que trabajar.

Y cuando Santana se despertó a las dos de la mañana siguiente, Emily había estado durmiendo a su lado.

Y a las seis, Emily se había ido.

Suspiró.

Demasiado para su fin de semana juntas.

Se apartó de la acera, sus neumáticos chillando.

Y sí, estaba en una especie mal estado de ánimo.






Brittany salió de su camioneta, decepcionada de que la camioneta de Santana ya no estaba a la vista.

Cerró la puerta, entrecerrando los ojos por el sol mientras miraba como Sam y su equipo descargaban los rollos de césped del remolque.

—Ya era hora que llegaras—Sam dijo.

Brittany señaló su ropa.

—No creo que te ayude hoy.

—Así que sólo te detuviste para supervisar entonces, ¿eh?

—Por supuesto.

—Y sé que estás mintiendo. Se acaba de ir—señaló la calle—Ella se fue por ese camino. Tenía un poco de prisa también. Dejó las marcas de neumáticos.

Brittany miró a la calle, viendo la débil marca de las huellas de neumáticos.

Asintió.

—Vuelvo enseguida.

Se dirigió a la puerta y llamó una vez, luego entró. Encontró a Rachel en el suelo en la sala de estar, moviendo la cabeza a un ritmo silencioso. Brittany frunció el ceño, luego se dio cuenta de los cables blancos que iban a cada oído. Se acercó, luego empujó a Rachel con el pie. La chica casi saltó de su piel.

—¡Jesucristo!—gritó, arrancando ambos cables de sus orejas. Se tocó el pecho—Cristo, Britt, casi me matas.

—Lo siento, Rach. ¿Dónde está San?

—Ella se fue.

—Eso escuché. ¿Qué pasa?

—No sé, pero está en un estado de ánimo. Tuvo un mal fin de semana o algo así.

Brittany alzó las cejas.

—¿Adónde se fue?

—Fue a la tienda de pintura. La compra cura todos los males, ya sabes.

—¿Lo hace?

—Bueno, para la mayoría de las mujeres. Puedes no encajar en esa categoría.

Brittany se rió.

—Creo que lo tomaré como un cumplido—dio la vuelta y sacó su teléfono, marcando a Santana.

—Hola.

—Hola, tú—Brittany dijo mientras se movía al exterior—¿Dónde estás?

—En la tienda de pintura, discutiendo con Ryder sobre las mezclas de colores.

—Ya veo. ¿Está todo bien?

—Por supuesto—entonces hizo una pausa y Brittany esperó—No, realmente no.

—¿Quieres hablar de ello?—oyó el suspiro, sintió la vacilación.

—Estoy bien, Britt. Sólo tuve un mal fin de semana. Ya sabes, Emily y yo no estamos acostumbradas a pasar tiempo juntas. Y no fue tan bien.

—Está bien. Sólo estaba comprobándote. Sam dijo que dejaste huellas de neumáticos cuando te alejaste y Rachel dijo que estás…

—En una especie de mal estado de ánimo—Santana terminó por ella.

—Lo sé.

Otra pausa.

—¿Cómo estuvo tu fin de semana?
—No estuvo mal. Está bien.

—Tuviste una cita el Viernes por la noche. ¿Cómo fue eso?

Era el turno de Brittany de dudar. Miró hacia el cielo despejado, tratando de formar las palabras.

¿Cómo estuvo?

Bueno, estaba bien en cuanto a las citas a ciegas.

Y le gustaba lo suficiente. Es sólo que, bueno, no era esa chispa, ese interés. Y la chica no tenía ojos oscuros que la cautivaran. Eran de color azul neutro.

¿Entonces cómo estuvo?

—Fue mejor que algunas—dijo finalmente—No tan mal.

—Estupendo—otra pausa—¿Vas a verla de nuevo?

Brittany sonrió ante el intento de Santana de mostrar interés cortés, mientras que buscaba información.

—Sí, probablemente vuelva a verla de nuevo.

—Maravilloso.

—Sí.

—Bueno.

—Uh huh.

—Debería irme—Santana dijo rápidamente—Ryder me está mirando.

—De acuerdo.

—¿Vas a estar en la casa?

—No. No estoy vestida para el trabajo. Tenía una reunión.

—Eso es lo que oí. Entonces supongo que no te veré.

—Estaré por aquí mañana, San.




Tan pronto como colgó con Brittany, Santana sonrió con disculpa a Ryder, y luego se volvió de espaldas a él, marcando a la oficina de Quinn.

Caminó, esperando a que ella respondiera.

—Has llamado a la línea directa secreta. Algo debe estar ocurriendo.

Santana sonrió.

—Hola. Siento molestarte en el trabajo, pero te necesito.

—No hay problema. ¿Qué pasa?

—Necesito una sesión de terapia. ¿Puedes almorzar?

—¿Almorzar? Debe ser serio.

Santana se mordió el labio.

—Quinn, creo que me estoy volviendo loca.

Quinn se rió.

—Ahora te das cuenta de eso, ¿eh?

—Estoy hablando en serio. Mi vida es un desastre total. Tuve un fin de semana horrible, simplemente horrible. Y ahora Britt me está evitando, sé que lo está. Sólo porque, ya sabes, tuvimos la charla la semana pasada.

—¿La charla?

—Ya sabes, la charla de que estoy atraída por ti, pero esta Emily.

—Oh, esa charla. Está bien, vamos a almorzar. ¿Nos vemos ahí a la una?

—Gracias, Quinny




—¿Entonces en realidad se quedó dormida durante el sexo?

Santana se sonrojó.

—Sí. Quiero decir, justo en medio de eso, entonces no podía recordar a la mañana siguiente. Qué triste es eso?

—Volvamos a esta cosa de Hawai. Suena divertido.

—Eso es otra cosa. Ella quiere alejarse durante un par de semanas. ¿Hawai? No pudimos pasar un fin de semana juntas. ¿Cómo diablos se supone que vamos a pasar dos semanas?

—Creo que ella se da cuenta de lo lejos que te has distanciado. Tal vez esta es su manera de tratar de conseguir que vuelvas a la pista. Y Hawaii, bueno, ambas estarán alejadas de sus trabajos y amigos, sólo serán las dos. Esto podría ser la parte ya sea ganar o hundirse de tu relación. Después de dos semanas juntas, sabrás si deberías tratar de salvarla o simplemente dejarla ir.

—Oh, y no te dije esto. Ella se encontró con una vieja amiga en el almuerzo un día la semana pasada. En el almuerzo. No pensé que alguna vez tomara el almuerzo porque cada vez que le ofrecía, estaba demasiado ocupada. Pero esa es otra cuestión. De todos modos, esta amiga, una antigua novia,— van a almorzar esta semana para ponerse al día, y ella pensó que sería bueno si la invitaba a cenar. Voy a cocinar, por supuesto. Y Emily hará un espacio para llegar a casa temprano esa noche para entretener. ¿Puedes creer eso? Y ella no tenía idea de lo doloroso que fue para mí. Me quede anonadada. Es decir, no creo que lo hizo a propósito. Seguramente no lo haría intencionadamente. Pero me duele saber qué hará tiempo para otra persona, pero no hace el esfuerzo conmigo.

—Estoy de acuerdo, eso es cruel. Pero ella no está pensando. Ya sabes lo que dicen, siempre te tomas el más cercano a ti para dar por sentado.

Santana se frotó las sienes.

—Una parte de mí se siente como una mocosa mimada, queriendo la atención, ya sabes. Como una apática mocosa mimada, debo añadir.

—Oh, no seas tonta. Cualquiera estaría molesta.

Santana alzó la vista.

—Q, ¿cómo llegamos a esto? Hace dos años, yo era feliz, ¿no?

—Estabas... contenta, creo. Esa es una palabra mejor. No sé qué si usaría la palabra feliz.

—Por supuesto que estaba feliz. Todavía nos veíamos, todavía hacíamos cosas juntas—inclinó la cabeza—¿No es así?

—Vamos a ver, hace dos años, ella hizo ese viaje a Nueva Zelanda con una amiga porque no pudiste escaparte por tres semanas, ¿recuerdas?

—Bueno, sí, pero no fue su culpa.

—¿Y no fue en esa época que comenzaste a quejarte de que la única vez que salías era con los amigos de ella? Que las dos nunca se tomaron el tiempo para salir solas?

—Jesús, Quinn, ¿Qué has hecho? ¿Guardaste esa información para su uso posterior?

—Hey, tu preguntaste.

—Así que, ¿piensas que después de ocho años Emily está cansada de mi compañía?

—Creo que después de ocho años, las deficiencias de tu relación se han vuelto más evidentes, eso es todo. La novedad se ha ido. La necesidad de complacer ha disminuido. Las diferencias se hacen más evidentes ahora.

Santana se inclinó hacia delante.

—Entonces. ¿exactamente cuántas clases de psicología tomaste en la universidad?

—Oh, San, cuando dos personas dejan de trabajar en una relación, esto es lo que sucede. No se necesita un grado en psicología para entenderlo.

—Creo que no he dejado de trabajar en ello—protestó.

Quinn la miró fijamente.

—¿Puedes decir honestamente que todavía estás enamorada de ella?

Santana abrió la boca para decir precisamente eso, luego volvió a cerrarla.

¿Lo estaba?

Después de ocho años, el amor evoluciona, los sentimientos cambian... las emociones cambian.

¿Seguía enamorada de Emily?

Finalmente se atrevió a mirar a los ojos de Quinn.

—No. No creo que lo este—susurró.

Quinn se inclinó sobre la mesa y le apretó la mano.

—Lo que nos lleva a Britt.

Santana sacudió lentamente la cabeza.

—No puedo hacer frente a Britt en este momento. Creo que fue demasiado ambicioso de mí parte tratar de ser su amiga. Yo... me pongo a su alrededor y pierdo todo sentido, ya sabes.

—Eso es porque te sientes atraída por ella.

—Bueno, no puedo sentirme atraída por ella en este momento—se frotó las sienes de nuevo—¿Crees que debería hablar con Emily sobre esto? ¿Cree que deberíamos tener un corazón a corazón?

Quinn sonrió.

—Yo esperaría hasta después del viaje a Hawaii.

Capitulo 14

—Entonces, ¿me estás evitando o te estoy evitando?—Brittany preguntó después de que había acorralado a Santana en la cocina.

—No sé a qué te refieres.

Brittany levantó una ceja.

—Bueno, había pensado que era yo la que mantenía mi distancia, pero ahora no estoy tan segura.

Santana se apoyó en la encimera y se preguntó si Rachel podría escuchar su conversación, y preguntándose por qué a ella incluso le importaba, se lo contaría de todas formas o a Quinn.

—Realmente no estoy evadiéndote, no.

—¿Realmente no?

Santana señaló con el dedo a Brittany.

—Pero no puedes decir lo mismo, ¿verdad?

Brittany dio un paso más cerca.

—Mira, sólo pensé, después de nuestra pequeña charla, que estarías más cómoda si no me ves todos los días.

—Así que me estabas evitando—Santana dijo.

—Quizás.

—¿Y has salido tres veces ahora con tu cita a ciegas?

—Sí.

—Entonces, ¿qué quiere decir eso? ¿Ahora vas a romper conmigo?

Brittany se rió.

—Linda.

Santana sonrió.

—Sí, pensé que sí.

Brittany se acercó más en la cocina, cerca de Santana.

—¿Qué vamos a hacer?

—No podemos hacer nada, Britt. Nada ha cambiado.

Brittany atrapó los ojos de Santana, al ver la tristeza ahí, preguntándose si era por ella.

Inclinó la cabeza.

—¿Qué sucede, San?—preguntó en voz baja.

Santana apartó la mirada.

—Mi vida es un desastre.

—¿Por qué dices eso?

—Porque ya no sé lo que está pasando con eso más tiempo, es por eso. Emily y yo somos extrañas, de verdad. La mujer con la que he vivido durante ocho años se ha convertido en alguien que ni siquiera conozco—miró hacia arriba—Y tú, Jesús, me confundes un montón.

—¿Yo?

—Sí, tú. Siento cosas cuando estoy cerca de ti—se encontró con sus ojos de nuevo—Cosas que no había sentido en mucho tiempo—dijo en voz baja—Y eso me asusta.

—No dejes que te asuste, San. Te lo dije, sé dónde estoy contigo.

—Ni siquiera sé dónde estás conmigo. ¿Cómo puedes tú?

—Mira, lo que sea que está pasando con Emily, eso es entre ustedes dos. Sólo estoy haciendo lo mío, ¿de acuerdo? No quiero complicar nada para ti. En este momento, sólo somos amigas. Eso es todo. Independientemente de los sentimientos que están ahí, sólo van a estar ahí. Veremos qué podemos hacer.

Santana sacudió la cabeza.

—Estoy locamente celosa de que estás en una tercera cita con alguien.

Brittany se acercó más, su cara sólo a centímetros de Santana.

—Y yo, estoy locamente celosa de que alguien ha estado ocho años contigo.

Capitulo 15

—¿Cenar? ¿Mañana por la noche?—Santana preguntó, sosteniendo su pincel en una mano y el celular en la otra.

—Sí. Eso no será un problema, ¿verdad?

—Ojalá me hubieras dado un poco más de aviso. Tengo trabajo planeado todo el día de mañana. Ahora tengo que hacer compras y cocinar.

Emily se rió.

—¿Qué tan difícil puede ser?

—Una comida simplemente no aparece milagrosamente en la mesa, Em. Y tengo una fecha límite aquí, ya sabes[i]—miró a su alrededor, el paño manchado de gotas cubierto con sus suministros de pintura.

[i]—Entonces vamos a preparar la cena y terminar con ella. Llama a un restaurante y pide algo extravagante. Podríamos tener francesa.

—No, eso es ridículo. Puedo hacerlo.

—Entonces, ¿por qué no haces esa carne asada deliciosa que me gusta? Quizás, ¿cocer al vapor algunos espárragos? Eso sería hacer las cosas.

—Por supuesto.

Una carne asada sólo toma horas.

—Oh, y Hanna está llevando una cita. Pensé que sería mejor sólo nosotras tres. Hanna y yo lo más probable es que escapemos a mi oficina. Estoy segura de que estarás aburrida hasta las lágrimas escuchando nuestras historias.

—Por supuesto. No hay problema—dijo a la ligera.

Justo como quería pasar mi noche... entreteniendo a una desconocida.

—Gracias, San. Y ya que estoy haciendo un día temprano mañana, probablemente estaré aquí hasta después de la medianoche. No me esperes despierta.

Santana casi se rió.

¿Esperar despierta?

No se había quedado esperando por ella en más meses de lo que podía contar.

De hecho, hubo momentos en los que se preguntaba si Emily volvería a casa en absoluto.

No estaba en la cama con ella cuando se fue a dormir y no estaba ahí cuando se despertaba.

Y estaba más allá de preocuparse por ello.

Capitulo 16

—No tienes idea de lo mucho que estoy temiendo esto—Santana dijo cuando se dirigía a su oficina y cerraba la puerta—Prefiero tener que ir al dentista.

Quinn se rió.

—Esto se debe a que disfrutas el gas que te da.

—Sabes a lo que me refiero—se dejó caer en su sillón reclinable—Y con mi suerte, Emily ni siquiera llegará a casa a tiempo y estaré aquí atascada con ellas.

—Oh, ella estará en casa a tiempo. Esta es su cena, no la tuya. Va a estar ahí.

Santana echo un vistazo a su reloj.

—Debería estar en la ducha. Tengo que preparar la ensalada todavía.

—¿Y de postre?

—Cállate, Quinn.

—Oh, sé que tienes algo planeado. ¿Qué es?

—Tengo pastel de manzana de la panadería.

—¿Y helado?

—Sí, y helado.

—Eres una buena ama de casa. Ahora ve a prepararte. Quieres hacer una buena impresión a la nueva amiga de Emily.

—¿Quiero?

—Por supuesto que sí.

—¿Sería grosero usar shorts para cenar?

—No vas a usar shorts para cenar. Lleva algo ligero. Usa pantalones y una blusa sin mangas.

—¿Pantalones de color caqui y sandalias?

—No puedes llevar tus sandalias vas a una buena cena. Lo juro, ¿te criaste en un granero?

—Muy graciosa. Está bien, me voy a ir ahora. Deséame suerte.

—Voy a pensar en ti toda la noche.
—No lo harás. Sé que vas a estar pensando en Rachel…tocar a Rachel…besar a Rachel… y quizás que cosas más con Rachel—sonrió, oyendo a Quinn muerta de risa mientras colgaba.



Pero su sonrisa se desvaneció a medida que se acercaba la hora.

No estaba segura de por qué estaba temiendo tanto la velada.

Tal vez sólo estaba preocupada por conocer a la ex de Emily.

A pesar de escucharla decirlo, su relación duró sólo un semestre. Pero aún así, aquí la mujer estaba recién divorciada y ahí afuera, como Emily había dicho.

¿Estaba celosa?

Con el frágil estado de su relación, ¿veía a Hanna como una amenaza?

Quizás.

O tal vez era sólo la idea que estaba teniendo que hacer una cena para dos personas que nunca había conocido antes.




—Huele de maravilla, San—Emily cerró la puerta del horno y sonrió, acercándose—Estas guapa.

Santana se encogió de hombros.

—Gracias.

Una blusa de seda azul claro, un regalo de Emily y sus pantalones de color caqui favoritos ganaron. Pero había tomado el consejo de Quinn en las sandalias. Llevaba cómodos zapatos de cuero sin cordones en su lugar.

—Bueno, déjame ducharme y ponerme algo un poco más cómodo. ¿Por qué no pones algo de música? Jazz, ¿quizás? A Hanna le encantaba el jazz.

Santana asintió.

—Por supuesto.

Sabe que odio el jazz.

—¿Has elegido un vino?—Emily preguntó desde lo alto de la escalera—¿Qué te parece ese burdeos que traje de California el año pasado?

—Suena bien.

Aunque demasiado seco para su gusto.

Obligaría a tomar un vaso, y luego abrir otra botella con el pretexto de que lo dejaría para que Emily y Hanna terminaran la muy cara botella de California.

Prefería los vinos alemanes de ese pequeño viñedo de Burt .

—No hay nada malo con los vinos de Texas—murmuró mientras encontraba la botella que Emily había pedido.

—¿Está nuestro bar abastecido?—Emily dijo de nuevo desde arriba—Ha pasado tanto tiempo desde que nos hemos entretenido.

Santana se paró, cerrando la puerta del armario hasta el estante de vino oculto y abriendo el bar en cambio.

Estaba bien abastecido.

Como dijo Emily, rara vez se entretenían más.

Ginebra, vodka, ron, bourbon y, por supuesto, su tequila, junto con todos los mezcladores para hacer casi cualquier bebida.

—Tenemos un montón.

De hecho... ¿por qué no empezar ahora?

Era mucho más probable que pasara la noche con alcohol que sin él. Así que, llenó un vaso con hielo, se sirvió una generosa cantidad de ginebra, y la remató con la mezcla de Tom Collins.

Tomó un sorbo, disfrutando de la frescura de la bebida.

Tal vez no sería tan malo.

Había tenido amigos de Emily antes y había sobrevivido.

—¿Te has olvidado de la música?

Santana se dio la vuelta, encontrando a Emily en el centro de entretenimiento, escudriñando a través de los CD’s.

—Lo siento—tomó otro sorbo—¿Quieres una bebida?

Emily miró fijamente a Santana.

—Comenzando temprano, ¿verdad?

Santana se encogió de hombros.

—Tuve un día ocupado, apresurado, conseguir que Rachel comenzara en la nueva casa, luego ir de compras para la cena, luego regresar a la nueva casa—señaló hacia la cocina—Luego de vuelta aquí para cocinar. Ha sido un largo día ya.

Emily se rió.

—Cariño, no sabes lo que es un largo día. Cuando estás en la oficina hasta la medianoche y sólo regresas a casa para dormir unas pocas horas, entonces hablaremos.

Santana sonrió sin humor.

—Por supuesto. Se me olvidó. Eres la reina de los largos días. En realidad estoy bastante sorprendida que fueras capaz de alejarte hoy—dijo, incapaz de mantener el sarcasmo fuera de su voz.

Por suerte, o tal vez, por desgracia Emily no pareció darse cuenta.

—Bueno, no todos los días me encuentro con una vieja amiga, San. Por supuesto me propuse estar aquí.

Las cejas de Santana se alzaron pero retuvo su comentario, bebiendo de su vaso en su lugar.

—Y creo que voy a tomar una copa—Emily dijo después de mirar su reloj—Deberían estar aquí en cualquier momento—colocó varios CD’s y ajustó el volumen.

Pronto, suave y... fuerte jazz flotaba por toda la casa.

Y no era que Santana despreciara el jazz. Realmente no. Es sólo que le gustaba en pequeñas dosis.

Dosis tranquilas.

Pero a Emily le gusta fuerte.

Y por alguna razón, Santana no podía envolver su cerebro alrededor del jazz suave y fuerte al mismo tiempo, incluso cuando Emily insistió en que era.

—Es un poco ruidoso para conversar—dijo tratando de hacerse oír por encima de la música.

—No se puede escuchar todos los detalles si lo mantienes bajo.

—Y no vamos a ser capaces de escuchar a nuestra compañía hablar si lo mantienes fuerte.

Emily se limitó a sonreír y se dirigió a la barra.

—¿Puedo traerte otro?

Santana sacudió la cabeza, haciendo caso omiso de la mirada de Emily mientras bajaba el volumen.

—Me niego a entretener a los invitados y competir con este ruido al mismo tiempo.

—¿Ruido?

—Sí, ruido. Es ensordecedor. Estoy bastante segura de que el jazz estaba destinado a ser escuchado en decibelios más sutiles.

—Como si supieras de jazz—Emily replicó.

El argumento que siguió fue afortunadamente interrumpido por el timbre de la puerta.

Los ojos de Emily se iluminaron, y puso su vaso en la mesa y corrió hacia la puerta.

—Maravilloso. Ella está aquí.

—Maravilloso—imitó.

Pero cuando Emily abrió la puerta, el aliento de Santana la dejó y estuvo a punto de dejar caer el vaso.

—Hanna, bienvenida—Emily dijo—Puedo ver que no tuviste problemas para encontrar mi hogar.

—No, en absoluto. Por supuesto, tener un sistema GPS quita toda la diversión fuera de eso—dijo con una risa—Y me gustaría que conocieras a mi amiga, Brittany Pierce. Britt, esta es Emily, una vieja amiga de la universidad.

Santana miró, con los ojos muy abiertos como Brittany, engalanada en pantalones bronceados y una camisa polo verde oscuro, estrechó la mano con una risueña Emily.

—¿Qué quieres decir con vieja amiga del colegio?—se quedó clavada en el suelo, con los ojos como dardos entre Brittany y Emily.

Finalmente, Brittany miró hacia ella, su expresión.

—Santana imaginó—reflejaba la suya.

Conmoción.

—Oh, aquí, por favor entren—Emily ofreció, de pie a un lado. Miró a Santana, acercándola a ella—San, ven a conocer a Hanna y Brittany.

Santana intentó ser educada y retiró la mirada de Brittany, sonriendo rápidamente a Hanna antes de mirar una vez más sobre Brittany.

¿Qué demonios estaba haciendo ella aquí?

Para su crédito, Brittany parecía haberse recuperado bastante bien.

—Encantada de conocerte, San—dijo ella, con la mano extendida—Soy Brittany Pierce, pero puedes decirme Britt.

Sus ojos centellearon y su boca apenas insinuó una sonrisa, y Santana tomó la mano sin hablar, reconociendo el fuerte apretón que Brittany le dio con uno de los suyos.

—Hola, Britt—dijo apartando su mano y ofreciéndosela a Hanna—Encantada de conocerte, Hanna. Emily me ha hablado un poco de ti. Es tan estupendo que se hayan vuelto a encontrar.

—Encantada de conocerte también, San. Gracias por recibirnos.

Santana se salvó de hacer comentarios cuando Emily unió sus brazos con Hanna y la condujo a la casa.

Mientras que Emily era alta, morena, ojos marrones y cabello negro... Hanna era un poco más baja, piel blanca, ojos azules y cabello rubio.

Y mientras se dirigían al bar, Santana giró la cabeza, mirando a Brittany.

—¡Qué demonios!—siseó.

Brittany sonrió.

—Imagina mi sorpresa.

—¿La cita a ciegas?

—La misma.

—Oh, Dios mío. ¿Cuáles son las posibilidades?

—Britt, ¿puedo traerte una bebida?—Emily preguntó desde el bar.

Brittany dio un guiño sutil a Santana.

—¿Cerveza?

Emily miró a Santana.

—Oh, Dios. ¿Tenemos alguna?

Santana sacudió la cabeza.

—No hay cerveza. Lo siento—miró a Brittany y sonrió—Pero tenemos las mezclas para casi cualquier otra cosa.

Los labios de Brittany se movieron en diversión.

—¿Qué tal algo afrutado, entonces?

Santana se encontró con sus ojos, sonriendo en respuesta al recordar la anterior admisión de Brittany que tenía una afición por las bebidas afrutadas.

—¿Daiquiri?

—Perfecto.

—Oh, bueno te dejaré cuidar de eso, San—Emily dijo—Voy a mostrar mi oficina a Hanna muy rápido. Ustedes dos vayan conociéndose.

—No hay problema—Brittany respondió.

Tan pronto como las dos mujeres se alejaron, Santana y Brittany se pusieron de frente, las sonrisas se volvieron risas, y, finalmente la risa tranquila.

—No puedo creer que estés en mi casa para cenar. ¿Cómo es que no sabíamos esto?

—Bueno, recuerda, te he estado evitando.

—Oh, eso es correcto. Estabas rompiendo conmigo.

—¿Tienes fresas frescas?

—Vas a tener que conformarte con helado—Santana miró por encima del hombro, asegurándose de que todavía estaban solas—Así que esta es tu cita a ciegas—declaró mientras sacaba la licuadora y la llenaba de hielo—¿Y esto hace qué? ¿Tu cuarta vez saliendo? ¿Está volviéndose serio?

—¿Estás preguntando si hemos dormido juntas?

Santana se sonrojó.

—¡Por supuesto que no!—se giró a la licuadora prendiéndola, triturando el hielo, luego la detuvo—¿Y?

Brittany ladeó la cabeza, viendo a Santana.

—Aparte de unos cuantos besos tórridos de buenas noches, no, nada de sexo—alzó las cejas—Eso es sorprendente, lo admito.

—Bueno, tal vez simplemente ella no lo hace por ti.

—Estaba pensando que era al revés. Ella no parece tener ninguna prisa—Brittany se encogió de hombros—Además, somos diametralmente opuestas. No tenemos nada en común. Y ella realmente no satisface muchas de las cualidades que busco—dijo con un guiño—Por eso es sorprendente que hayamos salido cuatro veces. Y ni siquiera hay sexo pasando.

—Nunca me has dicho cuáles eran todas esas cualidades, sabes—dijo mientras añadía fresas congeladas a su mezcla antes de encender la licuadora de nuevo.
Brittany esperó hasta que la licuadora terminó antes de contestar. Levantó una mano, marcando cada dedo.

"Honesta, divertida, leal, talentosa, hermosa, soltera—añadió con énfasis—Y, por supuesto, estar locamente enamorada de mí.

—Eso es todo, ¿eh?

—¿Qué? Demasiado ambiciosa?

Santana sirvió la bebida de Brittany y se la dio.

—Prueba esto.

Brittany tomó un sorbo, asintiendo con la cabeza.

—Excelente.

—Bien. Y no, no es demasiado ambicioso. Cada uno debe tener estándares—llenó su propio vaso con hielo y alcanzó la ginebra—Pero, ¿estás buscando a alguien con todas esas? O ¿tal vez sólo cuatro o cinco?

—Si, todo.

Santana se rió.

—No es de extrañar que sigas soltera.

—No creo que sea tan inalcanzable. Tú, por ejemplo, cumples con todos menos dos de ellas—Brittany dijo seriamente.

—¿Dos?

—Sí. Tienes todas las cualidades excepto dos. No eres soltera y no estás locamente enamorada de mí—dijo en voz baja.

Santana la miró a los ojos, dejándose atrapar por las profundidades de color azul oscuro.

No, ella no estaba soltera.

Pero Señor, si se dejaba, Brittany sería tan fácil de enamorarse.

Finalmente se apartó.

—Me gustas... mucho, Britt—dijo en voz baja.

Brittany suspiro, un suspiro pesado que hizo que Santana la mirara.

—Tal vez deberíamos reconsiderar esta cuestión de la amistad—sugirió—Es más difícil de lo que pensaba.

Pero Santana sacudió la cabeza.
—Eres uno de los pocos puntos brillantes en mi vida en este momento. No te atrevas a desaparecer de mí vida.

Brittany sostuvo su mirada por un momento más, luego dio una leve sonrisa.

—Bueno—levantó el vaso—Después de todo, haces un daiquiri asesino.

—Espera hasta que pruebes mi carne asada.

—Oh ¿Debo añadir cocinar a mi lista, te parece?

Santana le dio un codazo en el brazo.

—¿Quieres que te muestre todo?

—¿Crees que deberíamos averiguar lo que están haciendo?—preguntó, señalando a la puerta cerrada por la que Emily y Hanna habían desaparecido detrás.

—Realmente no me importa—miró fijamente a Brittany—¿A ti si?

—No. Entonces, ¿qué tal si empezamos afuera?—miró alrededor de la gran sala de estar—Sin ofender, pero parece un poco estéril.

Santana sofocó su risa.

—¿En serio? ¿Te atreverías a decir lo mismo de la mansión?—ante la mirada confundida de Brittany, Santana la tomó del brazo y la condujo hacia el patio—Quinn se refiere a esto como la mansión. Odia este lugar.

—Bueno, sólo estoy sorprendida por ello. No tiene tu personalidad en absoluto.

—¿Mía?—sacudió la cabeza—Oh, no. No diseñé o decoré nada aquí.

Brittany frunció el ceño.

—¿No lo hiciste? ¿Por qué?

Santana se mordió el labio inferior, sorprendida de que aún le doliera. Ella era diseñadora, después de todo. Pero trató de ser diplomática al respecto.

—Emily y yo tenemos gustos diferentes.

Brittany levantó las cejas, pero no dijo nada.

—Muy diferentes gustos—Santana añadió. Ante la mirada divertida de Brittany, se rió—Oh, demonios, sabes a lo que me refiero—miró de nuevo hacia las puertas dobles que llevaban adentro—Todo está muy por encima para mí. A pesar de que estoy muy lejos de ello, todavía soy sólo una chica de una familia de clase media en una ciudad pequeña, conservadora. Y esto, bueno, esto huele a dinero. Dinero desperdiciado, debo añadir—se volvió hacia el patio—Me gusta la piscina, por supuesto. Pero aún así, no es algo que yo hubiera diseñado. Tienes razón. Es estéril. Carece de sentimiento.

—Esa es una buena manera de decirlo. Pero todavía me sorprende que no formaras parte de la planificación. Esa es tu profesión. Es decir, sería como si yo comprara una de estas casas nuevas y conseguir que Kurt hiciera el patio.

—Está bien, admitiré que estaba totalmente enojada en ese momento. Este monstruo era todo lo que ella quería y nada para mí. Así que nuestro acuerdo era que ella pagaría la hipoteca. Y si ella pagaba la hipoteca, entonces podría decorar. Así que contrató a Tanaka y Ryan, pero no me permitió participar.

—Eso estuvo mal.

—Sí. Mis compañeros de trabajo en Tanaka y Ryan estaban bastante divertidos por todo—miró de nuevo a la casa—Y no es que me esté muriendo por su compañía, pero ¿no es un poco extraño que sólo dijeron un puñado de palabras y luego desaparecieron en su estudio?—miró su reloj—¿Crees que yo…

Pero las puertas se abrieron, interrumpiéndola. Emily estaba en la puerta, Hanna a su lado.

—Ahí están ustedes dos. Me preguntaba a donde habían ido afuera—hizo un gesto hacia el interior—Estaba a punto de darle un recorrido a Hanna. Britt, ¿estás interesada?

Santana vio la vacilación de Brittany, luego la observó mientras asintió.

—Por supuesto—miró a Santana—¿Vas a acompañarnos?

—En realidad, creo que voy a ver cómo está la cena. Ustedes sigan adelante.

Y cuando las puertas se cerraron, dejando a Santana sola, se volvió hacia la piscina, mirando distraídamente el brillo del agua en la luz de la tarde.

Maldición, ¿qué tan raro es esto?

Brittany está saliendo con un viejo amor de Emily.

Saliendo, pero no durmiendo.

No sabía por qué, pero esa noticia le agradaba.

No es que importara con quien se acostaba Brittany. No es que sea asunto suyo, se dijo.

Pero en realidad, ellas no estaban juntas en absoluto.

Hanna era más baja y... mismo color de pelo y ojos claros, quizás las mismas características físicas que ella y Emily.

Pero Hanna parecía demasiado seria para Brittany. No es que pudiera conseguir una buena lectura de una persona después de sólo intercambiar saludos.

Pero aún así, no su tipo.

Y buen Señor, Hanna y Emily. Por supuesto, quién sabía cómo eran hace muchos años en la escuela de leyes.

Pero ahora, no.

De ninguna manera.






Brittany apartó su plato, sus ojos buscando los de Santana a través de la mesa.

—Eso fue absolutamente delicioso. Estoy llena.

—Gracias. Pero espero que hayas guardado espacio para el postre.

—Estoy de acuerdo, San—Hanna dijo—No puedo recordar cuando he tenido la mejor carne asada.

—Es mi comida favorita—Emily intervino—Pero hice espacio para el postre. ¿Pastel de manzana con helado?—preguntó, mirando a Santana.

Santana asintió.

—Lo traeré enseguida.

Brittany estaba a punto de ofrecer su ayuda, pero Santana ya se había apresurado a salir de la mesa.

Miró a su derecha, sorprendida de encontrar a Hanna descaradamente mirando a Emily. Frunció el ceño, preguntándose por la magnitud de su relación.

Hanna simplemente había dicho viejas amigas, pero había algo íntimo en sus miradas.

—Después del postre, Hanna, vas a tener que entrar en mi estudio. Me olvidé de mostrarte mi colección de libros de derecho. Algunos datan de doscientos años.

—Oh, me encantaría verlos.

Emily se volvió hacia Brittany.

—Estarás completamente aburrida, querida, pero eres bienvenida a verlos también.

Brittany sonrió, pero captó la indirecta.

—Tal vez tenga a San para que me muestre su portafolio. Estamos casi en el mismo negocio.

—¿En serio? Hanna dijo que hacías jardines. Supuse que cortando y algo similar.

Brittany se rió.

—Hacemos eso también. Pero somos un servicio de jardinería. Trabajo con los constructores diseñando nuevos hogares.

—Bueno, me sorprende que tú y San no se hayan topado antes.

—Sí, es un poco raro—alzó la vista mientras Santana llevaba una bandeja cargada con cuatro platos y un gran tazón de helado.

—¿Que es raro?—Santana preguntó, colocando la bandeja sobre la mesa. Le entregó el primer pedazo de pastel a Emily.

—Que tú y yo no nos hayamos topado antes—tomó el plato que Santana le entregó—Gracias.

—Bueno, he visto tus camionetas por aquí. ¿Eso cuenta?

Brittany notó la leve sonrisa en la boca de Santana.

—No estoy realmente mucho en el lugar de todos modos.

—¿No haces un montón de trabajo duro nunca más?

—Tan poco como sea posible.

—¿Quién más quiere helado?—Emily preguntó mientras sostenía el cuenco.

—Nada para mí, gracias—Hanna dijo—Pasa directo a mis caderas.

—Entonces tendré tu parte—Brittany dijo, cogiendo el cuenco—Este pastel se ve muy bien.

—No puedo tomar el crédito—San dijo—Es de la pastelería de Sue.

—Entonces sé que será bueno. Por lo general tomo mi desayuno ahí—pasó el tazón de helado a Santana—¿Has comido sus pasteles para el desayuno rellenos con huevos revueltos y salchichas?

—¿Los que tienen todo ese queso derretido encima?—se rió—Me sorprende que no me haya topado contigo ahí también.

Emily deslizó su plato a un lado, su pastel sólo medio comido.

—Mientras que ustedes dos hablan sobre pasteles y cosas así, voy a mostrar a Hanna mi colección de libros de leyes—se puso de pie, haciendo un gesto para que Hanna se reuniera con ella.

Brittany las miró irse, luego se volvió a Santana, ésta se encontró con sus ojos con un encogimiento de hombros.

—Yo prefiero hablar sobre pasteles y cosas así—dijo imitando a Emily.

Brittany tomó un bocado de pastel, el helado derretido que escurría de la parte superior.

—Mmm, prefiero comer pastel.

—Es pecaminosamente bueno, ¿verdad?

Brittany asintió.

—Y no es que esté haciendo palanca o cualquier cosa, pero tú y Emily, no se hablan mucho, ¿verdad?—tenía la intención de ser una pregunta, pero sabía que su tono indicaba que era simplemente una observación.

—No hablamos mucho, apenas nos vemos, y... como un regalo, ella quiere hacer un viaje de dos semanas a Hawai—apoyó la barbilla en la palma de su mano—A veces siento que somos extrañas, no dos personas en una relación de varios años.

—La gente cambia. Estoy segura de que ambas lo han hecho.

—Sí, las dos lo hicimos, supongo. Hay tensión añadida en mi vida, tratando de hacer que mi negocio vaya en marcha. Hay presión en su trabajo, y los objetivos que está estableciendo para sí misma que requiere una cantidad insana de su tiempo. El tiempo que solíamos tener juntas.

Brittany miró a las dos sillas vacías en la mesa y los platos de pastel a medio comer.

—Parecen conocerse bien. Hanna dijo que eran viejas amigas de la universidad.

—Viejas amigas, sí. Amantes también.

—Estás bromeando.

—Tuvieron una aventura de un semestre, entonces Hanna decidió que no era gay después de todo—hizo una mueca—Una historia creíble.

Brittany se rió.

—Sí. La Hanna que conozco está muy cómoda con su sexualidad—miró alrededor del comedor formal, sacudiendo la cabeza—Esto no eres tú—sonrió—No quería decir eso de la forma en que sonaba—aclaró.

—Sé lo que quieres decir—Santana se puso de pie—Vamos. Te mostraré mi pequeño espacio aquí en la casa. Es mi oficina.

Brittany la siguió por las escaleras, haciendo una pausa para echar un vistazo a la puerta cerrada del estudio de Emily, preguntándose qué podría ser tan interesante sobre viejos libros de leyes.

Se encogió de hombros.

¿Qué sabía ella?

Tal vez eran fascinantes.

—Es pequeña—Santana estaba diciendo mientras se paraba junto a una puerta, con la mano apoyada en el pomo—Sólo un dormitorio extra que fui capaz de reclamar—abrió la puerta, esperando.

Brittany metió la cabeza y sonrió.

—Ahora esta es la San que conozco—se metió completamente en la habitación, el escritorio y una computadora atrayendo su mirada al imaginarse a Santana sentada ahí trabajando.

El escritorio estaba lleno de muestras, la estantería llena de libros.

Miró a su alrededor, viendo el sillón reclinable escondido en una esquina, una vieja lámpara de piso al lado de él. Una alfombra deshilachada — un diseño del sudoeste — tirada en el suelo, y bajo la solitaria ventana había un pequeño estante que contenía cuatro plantas en macetas.

Entonces lo vio y arqueó las cejas.

Miró rápidamente a Santana, vio la sonrisa, el asentamiento.

—¿Dónde lo conseguiste?

—¿Te gusta?

—¿Puedo tocarlo?

Santana se echó a reír.

—Puedes mirar. Mantén tus sucias manos fuera.

Brittany se inclinó más, mirando el casco, viendo las firmas garabateadas en el costado.

—Guau.

—Estaba bromeando, ya sabes—levantó la caja de vidrio y sacó el mini casco, sujetándolo con cuidado por la minúscula máscara facial. Se lo entregó con Brittany—Aquí.

—Wow—dijo de nuevo—Troy, Emmitt y Michael. Los trillizos.

—Hay fanáticos, y luego están los fanáticos. ¿Cuál eres?

Brittany giró al casco, fijándose en cada detalle.

—Me encanta los Cowboys—dijo en voz baja—Todo se detiene el día del partido—miró a Santana—Esto es increíble.

—Emily odia el fútbol.

—Eso es muy malo.

—Bueno, en el pasado, ella lo toleraba y solíamos tener entradas para un partido de vez en cuando. Pero no en los últimos años.

—Algunos de los constructores tienen boletos de temporada. Tal vez podría robarte un fin de semana para un partido. ¿Tú crees?

Observó cómo los ojos oscuros de Santana se suavizaban, vio la expresión melancólica en su cara.

Entonces la morena suspiro y sacudió el pelo que cubría sus oídos, colocándolo un poco nerviosamente detrás de las orejas.

—Ya veremos.

Capitulo 17

—¿Quieres entrar? ¿Tomar un café o algo?

Brittany estaba cansada y quería irse a casa, pero tenía curiosidad por la noche, por Emily, por lo que accedió.

—¿Descafeinado?

Sabía que Hanna lo había dicho por cortesía y esperaba que ella declinara la oferta, pero necesitaba saber que pasaba entre Emily y ella.

—Creo que tengo descafeinado, sí.

Una vez dentro, Brittany se instaló en la barra, viendo como Hanna vertía agua en la cafetera.

—Me gustó la cena—Brittany dijo después de varios minutos de silencio.

—¿En verdad?

—Sí, en verdad. Pero me pregunto lo que estamos haciendo aquí.

—¿Qué quieres decir?

—Tú y yo. Obviamente, no hay nada aquí—dijo, señalando entre ellas—Sin embargo, hemos salido cuatro veces.

Hanna se rió.

—Bueno, me gusta pasar tiempo contigo. ¿Qué? ¿Quieres tener sexo?

Brittany sacudió la cabeza.

—Eso no es lo que quería decir. Pero ¿qué pasa contigo y Emily?—se sorprendió por el rápido rubor que apareció en el rostro de Hanna.

—Oh, Dios, ¿es tan obvio?—Hanna sacó otro taburete de la barra con el pie y se sentó—Y lo siento, Britt. Quiero decir, eres muy atractiva. Eres muy encantadora—la sonrisa de Hanna era casi de disculpa—Pero estoy realmente más atraída por el tipo intelectual.

La risa de Brittany era genuina.

Ella podía decir honestamente que nadie le había dicho esas palabras antes.

—Creo que debería sentirme ofendida por eso.

—Oh, por favor, no lo hagas. No es nada en contra tuya. Es sólo que, bueno, Emily y yo tuvimos una aventura hace tiempo. Y cuando nos encontramos otra vez, la chispa todavía estaba ahí. Increíble, pero estaba.

Brittany frunció el ceño.
—Pero, espera un minuto, Emily y San, son una pareja. ¿No?

Hanna agitó la mano con desdén.

—Para escuchar a Emily decirlo, no han sido una pareja real en años. De hecho, la última vez que Emily trató de tener relaciones sexuales, San no quería saber nada de eso—se encogió de hombros—Eso me apagaría ahí mismo.

Brittany sabía que no debía estar escuchando esto, sabía que no debía hacer cualquier pregunta, sabía que solo debía levantarse y marcharse.

Pero...

—Entonces, ¿tú y Emily están teniendo una aventura?—preguntó, tratando de mantener la voz lo más uniforme posible.

—Bueno, no sé si lo llamaría así... todavía. Quiero decir, hemos hablado de ello. ¿Cómo no podríamos?

—Y esta noche, ¿yo era justo que? ¿Un amortiguador?

—Oh, Britt, lo siento. Debería habértelo dicho. Y nunca tuvimos la intención de dejarte sola tanto, es sólo, bueno, tú y San parecían que se cayeron bien. No pensábamos que nos extrañarían.

Brittany eligió cuidadosamente sus palabras, sorprendida por su cólera.

—No sé si caer bien es la frase correcta, pero tenemos algunas cosas en común, tenemos amigos en común, sí—golpeó la encimera, mirando la cafetera—Así que asumo que Emily no tiene ninguna intención de decirle a San nada de esto.

Hanna se rió.

—Oh, Dios mío, no. Como he dicho, la chispa sigue ahí. Eso no quiere decir que estamos listas para salir corriendo y casarnos ni nada. Sólo estamos tomando las cosas con calma, ver lo que pasa.

Brittany asintió, no muy segura de qué decir.

—Y, bueno, ya sabes, si estuvieras dispuesta, puesto que ambas se cayeron bien, tal vez podríamos seguir viéndonos. Se haría más fácil.

—¿Más fácil para que tú y Emily se escapen a solas?

—Sé que suena terrible, Britt. Pero, en realidad, las has visto. ¿Te han parecido felices?

—Bueno, no estoy segura de que su relación sea de mi incumbencia—dijo.

Y a pesar de lo consternada que estaba por la sugerencia de Hanna, en su plan, una parte de ella quería hacer eso.
¿Qué mejor manera de ver a Santana?

Ir como un cuarteto.

Sería perfectamente inocente.

Pero negó con la cabeza.

En buena conciencia, simplemente no podía hacerlo. Porque si Santana descubría que lo había sabido, la morena nunca se lo perdonaría.

—Pero supongo que es prematuro asumir que habrá otras citas para cenar. Emily y yo nos hemos reunido para almorzar, llegar a conocernos de nuevo. Creo que eso es suficiente por ahora.

Pero Brittany continuaba en guerra consigo misma, pensando en lo sola que estaría Santana.

¿Y si ella no hubiera estado ahí esta noche?

¿Qué si solo hubiesen invitado a Hanna?

¿Habrían dejado sola a Santana para atender la cena, para atender y para limpiar mientras que las dos se ocultaban en la oficina de Emily?

¿Qué habría hecho Santana?

—Bueno, supongo que no estaría totalmente en contra de unirme a otro cuarteto—Brittany admitió finalmente.

Tenía la sensación de que viviría para lamentar esa decisión.