[Resuelto]FanFic Brittana: Comportamiento (Adaptada) Epílogo

Capitulo 22

Conocer a la mamá de tu pareja mientras te encuentras desnuda en su cama nunca era bueno.

Especialmente cuando la persona era alguien como Santana.

La mamá de Casey habría estado impresionada, entonces hubiera hecho un comentario sobre que no me dejara engatusar del todo.

Quizás hasta me habría llamado puta.

La mamá de Santana apestaba a dinero.

No esperaba encontrar a una chica en la cama con ella. Eso era obvio.

Y honestamente, fue un alivio, de cierta manera.

Al menos sabía que no hacia esto a menudo. Esperaba que eso probara que no era una mujerzuela tras ella debido a su hermana.

El brazo de Santana se mantuvo firmemente envuelto a mi alrededor como su me estuviera manteniendo fuera del camino del daño y protegiéndome.

Era dulce y me aliviaba un poco.

Pero la decepción en los ojos de su mamá era difícil de ignorar.

Esperaba más de Santana que… yo.

No podía culparla, en serio,

Santana era brillante y tenía un futuro por delante mucho más grande que yo.

Quería asegurarle que no iba a contenerla.

Yo también quería que todos sus sueños se hicieran realidad.

Sin embargo no dije nada.

No lucía como si quiera hablarme.

—¿Novia?—repitió ella, disgusto en su voz a medida que la palabra rodó fuera de su lengua—No estaba al tanto que tenías una novia. Elaine tenía la impresión que la acompañarías al cotillón el próximo fin de semana. Su madre llamó para hacerme saber el color de su vestido para que pudieras ordenarle un ramillete.

El cuerpo de Santana se puso rígido a mi lado, y su brazo se apretó mientras me atrajo aún más cerca.

—Le dije a Elaine que sería su acompañante antes que las cosas se volvieran serias entre Britt y yo. Aún la llevaría, pero será algo de sólo amigas.

Estaba tratando de descifrar qué cotillón era y por qué estaba bien que Santana todavía le comprara flores a una chica y la llevara a esta cosa cuando se había enojado por el hecho que simplemente cenara con Matt.

—Sí, bueno, hablaremos de esto más tarde. Necesitas vestirte—hizo una pausa y me miró—Ambas—dijo, nuevamente con disgusto en su voz—Podemos continuar esta conversación mientras desayunamos.

—Bajaremos pronto —contestó.

Su mamá asintió y salió de la habitación, cerrando la puerta un poco más fuerte de lo necesario.

Santana exhaló un suspiro de frustración y acostó su cabeza de nuevo.

—Vive para controlarme. Juro que no puedo alejarme de ella. Ni siquiera aquí.

Me giré para mirarla.

—¿Tu mamá?—interrogué, preguntándome si estábamos hablando de su mamá o Elaine.

—Sí, mi mamá—dijo, entonces se acercó y me besó—Lo siento por eso. No era como quería despertarte. Tenía unos planes muy buenos que ella acaba de enviar al infierno.

Quería saber cuáles eran esos planes, pero temía que su mamá regresara y demandaría que nos vistiéramos si tardábamos demasiado.

—Necesitamos vestirnos —dije.

Ella frunció el ceño, luego asintió.

—Sí, volverá si no bajamos pronto.

Me deslicé fuera de su abrazo y empecé a salir de la cama cuando sus brazos se posaron nuevamente en mi cintura y tiró de mí hacia atrás contra su pecho.

—Luces hermosa cuando despiertas. Te he estado observando dormir por una hora, imaginando lo bien que sabe tu piel en la mañana.

Quería derretirme en ella y dejar que me siguiera diciendo lo que había estado pensando, pero la presencia de su mamá en la casa y el nombre Elaine evitaban que hiciera eso.

Agarré sus manos y las aparté de mí, entonces me puse de pie y busqué mi ropa, dándome cuenta que me había traído aquí anoche en un par de bóxers y un top.

No podía bajar vestida así.

Volteándome para ver a Santana, la encontré sentado todavía en la cama, contemplando mi cuerpo desnudo.

Eso era difícil de ignorar.

Quería olvidar a Elaine y a su mamá y simplemente volver a la cama. Pero esto era importante.
Quería agradarle.

—No tengo nada que usar—le dije, sintiendo mi piel calentarse bajo su mirada.

Levantó sus ojos para hacer contacto visual con los míos después que permanecieran en mis senos.

—¿He mencionado que odio a mi mamá?—preguntó.

Entonces sus labios se curvaron en una sonrisa sexy.

Puse mis manos en mis caderas, sabiendo que sólo hacía que mis senos se vieran mejor, y le fruncí el ceño.

—Estoy bastante segura que ella también me odia. Así que encontrarme algo más que un top y unos bóxers sería sabio.

Los ojos de Santana se hallaban de vuelta en mi pecho.

—Britt—dijo lentamente.

—¿Hmm?

—Necesitas cubrirte o no seré capaz de enfocarme en nada más que doblarte sobre mi cama.

Oh.

Mis pezones se tensaron y maldijo.

Envolví mis brazos sobre mi pecho y Santana sacudió la cabeza como si intentara aclararla.

—De acuerdo, bien, uh, ropas—dijo, mirando a todas partes excepto a mí. Abrió una gaveta y sacó una camiseta y un par de pantalones deportivos—Estos son un poco pequeños para ti, pero son nuevos. Los he comprado hace poco—comentó, entregándomelos sin mirarme—Póntelos rápido, por favor—dijo.

Sonriendo, agarré las ropas y me puse el top que había usado ya que no tenían sujetador, luego terminé de vestirme.

Las ropas me quedaban bien, solo un poco cortas pero no demasiado mal.

—Estoy vestida—le dije mientras se ponía un par de pantalones deportivos también. Se volteó y su mirada viajó por mi cuerpo. Cuando sus ojos hicieron contacto visual con los míos de nuevo, había una mirada de satisfacción en su rostro—Me gustas en mi ropa.

Me gustaba usarlas.

Dudaba que a su mamá le gustara, sin embargo. Pero no había mucho que pudiera hacer al respecto.

Santana se puso un sujetador deportivo y luego una camiseta por encima de la cabeza, luego extendió su mano hacia mí.

Le dejé tirar de mí contra su cuerpo antes de subir mi mano para detenerla de besarme.

—Espera.

Su ceño se frunció al instante.

Sabía que no se había dado cuenta que esta cosa con Elaine me molestó.

Estaba actuando como si no fuera gran cosa. Ni siquiera lo había traído a colación después que su mamá dejó la habitación.

Pero sí era gran cosa.

Quería saber quién era.

Qué era un cotillón, y por qué aún planeaba llevarla.

—¿Quién es Elaine y qué es un cotillón? —pregunté.

Santana suspiró y se pasó la mano por el cabello como si se sintiera frustrada.
Si no estuviera tan completamente obsesionada con ella, eso me enfurecería.

Pero cuando se trataba de Santana, era débil.

La amaba demasiado.

—Una chica de mi casa. Nuestros padres son amigos. Tienen una casa en los Hamptons al lado de la nuestra. Crecimos juntas. Y un cotillón es una cosa estúpida que hacen en el club de campo del cual mis padres son miembros, donde las nosotras las chicas entran en sociedad. Nos vestimos elegantes y es una cosa como un baile. Como dije, es estúpido.

Ellas irían juntas a un baile.

Una chica que su mamá aprobaba y que conocía de toda su vida.

Mi estómago se sintió enfermo.

Estaría toda vestida elegantemente en un vestido fabuloso y costoso, y Santana pondría sus manos sobre ella mientras bailaban.

Me aparté un paso de ella, necesitando algo de espacio.

Pedí esto cuando decidí disfrutar de Santana mientras la tenía. Debería haber sabido que había una Elaine.

Siempre la hay.

—Britt —comentó, extendiendo su mano hacia mí, pero aparté mi mano y la puse detrás de mi espalda.

—Debería irme —le dije antes de caminar hacia la puerta.

—Oh, no, no lo harás—declaró, corriendo frente a mí y bloqueando la puerta—No te irás de aquí enojada conmigo. Eres la única chica que quiero. Si pudiera salir de esta cosa con Elaine, lo haría. Pero la dejaría en un problema para encontrar a alguien que la acompañe, y es mi amiga. Eso es todo. Una amiga. Ella lo sabe, aunque a mi mamá le guste pretender otra cosa.
Quería creerle, pero aun así dolió.

Sentí como si estuviera eligiendo a Elaine sobre mí. Lo cual no me sorprendía.

Ninguna persona me había puesto en primer lugar jamás. Por qué debería esperar eso de parte de Santana porque le dije que la amaba, no lo sabía.

—Bien. Aún quiero irme a casa. ¿Puedes hacer que tu conductor me lleve, por favor?

Santana agarró mi cintura.

—No. No te irás así. Estás molesta, y no puedo soportar eso, maldita sea. No te quiero enojada. ¿Qué quieres que haga? Dime cómo puedo arreglar esto y lo haré, Britt. Sólo no te molestes conmigo, por favor.

Se veía determinada.

Quería creerle, pero ya había dicho mi preocupación.

Ella ignoró eso.

No podía pedirle que no la llevara, porque sabía que me daría la misma excusa otra vez.

—¿Qué noche es? —le pregunté en su lugar.

—El próximo sábado —comentó, casi haciendo una mueca mientras lo dijo.

No era una mujer patética y llorona.

Algo de Santana me estaba haciendo débil. Las paredes protectoras en las cuales había vivido se desmoronaban, y estaba dejándome ser empujada.

Era más fuerte que esto.

La miré directamente a los ojos.


—De acuerdo. Es tu amiga. Llévala al cotillón—declaré, y el alivio tocó su rostro, pero no había terminado todavía—Le diré a Finn que me lleve al festival musical que hay en la playa el próximo sábado, ya que es un amigo que he tenido desde que era niña y nunca me pierdo un festival musical. Especialmente ya que Blake Shelton estará ahí este año.

Todo el cuerpo de Santana se tensó, y le sonreí.

—Probablemente deberías ir a desayunar ahora —dije dulcemente.

—¿Por qué Finn?—preguntó en una voz baja y uniforme.

Pude notar que estaba tratando de controlar su reacción.

Había estado lidiando con la Brittany enferma de amor. Olvidó que podía jugar sucio.

—Porque sé que si se lo pido, no sólo me conseguirá un boleto, me llevará—agregué un encogimiento de hombros—Y por supuesto, es un viejo amigo.

Santana agarró la manilla de la puerta y respiró profundamente.

—De acuerdo—fue todo lo que dijo antes de abrir la puerta y retroceder para que saliera primero.

Salí al pasillo y no tenía ni idea de a dónde ir.

—Tendrás que guiarme. Estoy perdida —le dije.

Aún estaba de pie en la puerta, mirándome, cuando le eché un vistazo.

Había una expresión de dolor en su cara, y silenciosamente grité porque mi amenaza le estaba afectando.

Si quería que viviera con su mundo, entonces tendría que aprender a vivir con el mío.

—¿Cómo conseguirá los boletos tan tarde?—preguntó Santana.

—Somos lugareños—contesté con una sonrisa—Sabemos a quién llamar.

El ceño fruncido de Santana se hallaba en el borde de la furia, y no pude contener la sonrisa de suficiencia de mi rostro.


Supongo que nos se sintió muy bien para ella tampoco.

No dijo nada más en nuestro camino al comedor, y me fui dando más y más cuenta del hecho de que me encontraba mal vestida para desayunar con su mamá mientras nos acercábamos.

Estuve tan ocupada asegurándome que Santana supiera cómo se sentía ser dejada a un lado que no había pensado en mi vestimenta.

—No le gustará lo que llevo puesto—comenté, haciendo una pausa en la puerta.

Santana tocó mi brazo y me dio un apretón asegurador.

—Estás bien. Manejaré esto.

La sensación de seguridad regresó; asentí y entré cuando me abrió la puerta.


Los ojos de su mamá se posaron en mí inmediatamente, y el disgusto en su cara era obvio.

—Me alegra que finalmente pudieran unírseme. Pensé que tendría que volver allá arriba para recordarles—su voz arrogante era como hielo.

—No, madre. Lo recordamos. Simplemente no estamos trabajando bajo tu horario. Tenemos el nuestro—respondió Santana, y sacó una silla para que me sentara.

Consideré seriamente salir corriendo de la habitación.

Esta mujer asustaba como el infierno.

—No me hables con tan poco respeto—declaró ella en un tono de advertencia.
—No me provoques—contestó, tomando el asiento a mi izquierda y colocándose entre ella y yo.

Ella colocó su taza en la mesa y movió su mirada iracunda hacia mí.

—¿No podía vestirse más apropiadamente?

La mano de Santana estuvo de inmediato en mi pierna, sujetándola firmemente.

—No estaba al tanto que necesitaba traer ropa para desayunar con mi madre. Yo no sabía que vendrías.

—Elaine me llamó cuando fue a tu departamento y le dijiste que te dirigías a Sea Breeze el fin de semana. Se preguntó si era una reunión familiar.

Estábamos de vuelta a Elaine nuevamente.

No me había dado cuenta que ella también fue a Harvard. El nudo enfermizo en mi estómago se encontraba de vuelta.

Mi victoria duró poco tiempo.

—Elaine necesita meterse en sus propios asuntos —respondió Santana.

—Estaba preocupada porque se suponía que tenías que estar en un grupo especial de estudio mañana que dijo que era obligatorio.

El agarre de Santana en mi muslo era la única cosa que revelaba su creciente frustración.

—No es obligatorio. Ella lo sabe —contestó.

—¿Sabe que tienes… algo con esta chica?

Hice una mueca de dolor ante su tono y ni siquiera intenté tocar la comida frente a mí.

—¿Sabe que tengo una novia? No. Pero lo hará en cuanto la vea de nuevo. No era consciente de que ella y yo éramos tan cercanas como para hablar de mi vida fuera de la escuela.

Su mamá alzó una de sus perfectamente moldeadas cejas.

—Por favor, dime que ese comentario era para el beneficio de tu novia, porque yo soy la que las atrapé a ti y a Elaine teniendo sexo la primavera pasada mientras estábamos de vacaciones en Hamptons, durante tu receso.

Se acostó con Elaine. Había terminado.

No podía aguantar más de esto.

Tenía miedo de las otras cosas de las que podría informarme su mamá.

Comencé a ponerme de pie, pero la mano de Santana me sujetó.

—Es suficiente, madre. Te las arreglaste para llevarme al límite. No sólo hiciste sentir a Britt inoportuna e incómoda, la alteraste. No me gusta eso. Gracias por hacerme cambiar de opinión. No iré al cotillón con Elaine. Se lo diré hoy para que pueda buscar un sustituto. Tal vez puedas ayudarla con eso—se puso de pie y me tendió la mano—Vámonos—dijo, fijando la mirada en mí.

—No lo harás. No hemos terminado aquí—gritó su mamá, y yo me levanté de un brinco, sujetando su mano con fuerza.

—Sí lo hicimos—contestó, luego se dio la vuelta y nos condujo fuera de la sala de estar y directo hacia la puerta de entrada.

—Trae el auto. Estamos listos para salir—dijo Santana por teléfono, luego lo guardó de nuevo en su bolsillo. Abrió la puerta y dio un paso atrás, dejándome salir.

La limusina a la que estaba acostumbrada apareció frente la casa y puso la mano en mi espalda, guiándome hacia ella.

El conductor apenas tuvo tiempo de estacionar cuando abrió la puerta ella mismo y me hizo señas para que entrara.
Después de subir, dirigió la vista hacia la abertura entre el conductor y nosotras.

—Sólo conduce hasta que te diga lo contrario —dijo, y presionó el botón que levantaba el divisor.

Tenía miedo de dejarla hablar primero.

No sabía si la ira que salía de ella era por mí, por su mamá, o ambas.

—No tienes que cancelar con Elaine—dije, sorprendiéndome.

Especialmente ahora que sabía que había dormida con ella. Eso cambiaba todo para mí.

—No—dijo, levantándome y poniéndome en su regazo. Me senté a horcajadas sobre ella y puse mis manos en su pecho, sin saber que tenía planeado con esta posición. No me sentía muy cariñosa en este momento—Elaine se ha vuelto una de ellos. Justo como mi mamá y la suya. No tengo ningún deseo de hacer algo por ella.

—Pero querías hacerlo —le recordé.

Puso las manos en mis muslos y me miró.

—La primavera anterior le prometí que la llevaría—dijo, como si eso lo explicara. Debió ser durante el sexo que tuvieron—Cancelarle en este momento era mezquino. No quería dejarla sin un acompañante. Pero ahora no me importa una mierda.

—Porque llamó a tu mamá—dije, tratando de comprender que era lo que lo había hecho enojar exactamente.

Dejó caer la cabeza contra el asiento y cerró los ojos.

—No. Eso sólo me dio una excusa. Me alegra que me haya dado una razón, porque iba a cancelar antes de que entráramos en esa sala de estar—levantó la cabeza y me miró—No te dejaría ir a ninguna parte con Finn o con alguien más. La idea de ti vestida sexy, bebiendo y bailando en la playa, donde cualquiera pudiera verte y pensar que estás disponible, era más de lo que podía manejar. Te voy a llevar a ese maldito festival. Yo. Todos necesitan saber que no estás disponible.

Oh.

Mi corazón hizo esa cosa de revolotear de nuevo, y mis manos sobre su pecho se hicieron puños para evitar acariciarlo en agradecimiento.

Necesité contraatacar, pero al final me puso en primer lugar.

Eso era casi tan bueno como ser elegida primero.

Habría sido mejor si hubiera elegido mis deseos sobre los de ella sin tener que amenazarla con otra persona.

El revoloteo se detuvo.

Cuando me di cuenta cómo gané esta batalla, la alegría desapareció.

La había elegido a ella al principio. No quería lastimarla, pero estaba bien hacerme daño a mí.

—No iré con Finn. Llévala al cotillón. Es lo que querías hacer inicialmente. Jugué sucio y no debería haberlo hecho—dije, moviéndome para bajar de su regazo.

Necesitaba algo de espacio.

Santana agarró mi cintura y me sostuvo ahí.

—No es lo que quería hacer. Era lo correcto. No se merecía que la dejarán en el último minuto.

Aún no lo entendía.

Asentí.

—Llévala. No quieres hacerle daño.

Podía sentirla estudiándome, pero no la miré.
Sólo quería ir a casa y encerrarme en mi habitación. Podría llorar entonces y nadie me vería.

—No me gusta lastimar a la gente en general—dijo lentamente, como si estuviera tratando de descubrir el significado detrás de mis palabras.

—Lo sé. Eres mejor persona que yo. Para ser exactas, mejor que la mayoría de la gente que conozco. Eres considerada y amable. Es una de las cosas sobre ti que encuentro tan terriblemente atractiva.

Movió sus pulgares para tocar mi estómago con una suave caricia.

—¿Entonces por qué no me miras? —preguntó.

Porque no me elegiste primero.

Esas palabras sonaban triviales, sin embargo, seguían repitiéndose en mi cabeza.

Desearía que no me importase.

Que mi autoestima fuera más alta y esa clase de cosas no fueran una debilidad para mí.

—Esta mañana ha sido intensa, y sólo quiero volver a dormir—le dije, obligándome a mirarla para que no siguiera presionando sobre esa cuestión.

Levantó el brazo y tomó mi barbilla entre el pulgar y el índice de forma que no pudiera apartar la mirada.

—No me estás diciendo algo—sonaba frustrada.

—No quiero hablar sobre eso. Estaré bien. Sólo dame algo de tiempo para lidiar con mis propias inseguridades. Estoy trabajando en ello—expliqué, tratando de sonar poco seria.

—Nunca quise hacerte sentir insegura. Si tengo que dedicar mi vida a asegurarme que sabes cuál es tu lugar conmigo, lo haré. Así que no me vengas con esa mierda. Sí tienes algo con que lidiar, dímelo. Lo arreglaré.

No podía reparar esto.

No se daba cuenta de que ya estaba hecho.

Su impulso inmediato fue proteger a Elaine.

No a mí.

Me pregunté si la había amado. Si alguna vez le dijo que la amaba.

Yo lo hacía, pero ella no me lo había dicho.

Tal vez así era.

No me amaba pero con ella si lo había hecho. Lo tenía controlado.

Comencé a moverme de nuevo, con ganas de alejarme de ella, pero continuó sujetándome.

—Háblame, Britt. Por favor —rogó.

—Tenías que elegir, y la escogiste a ella. Cuando exigió una respuesta, pusiste sus sentimientos sobre los míos. Nada de lo que pasó después importa. Porque fue después de que yo te manipulara—me detuve y observé por la ventana porque no podía soportar mirarla mientras admitía esto—Quería ser tu primera opción, así que te obligué a elegirme. Estuvo mal. No quiero que me pongas en primer lugar porque usé la envidia contra ti. Quiero que pienses primero en mí porque así es como te sientes. Estoy cansada de tratar de ser la primera opción de alguien. Lo he hecho y estoy exhausta. No lo haré más. No puedo.

El agarre de Santana se aflojó y aproveché la oportunidad para bajar de su regazo y poner un poco de espacio entre nosotras.

No la miré y no dije nada más.

Ella quería que hablara y ahora que lo había hecho, no tenía nada que decir.

Deseaba poder alcanzar el botón para decirle al conductor que me llevara a casa.
Quería salir de este auto.

Correr hasta el cansancio.

—No me di cuenta de que te hizo daño. Actuaste como si no fuera gran cosa—dijo, con voz dolorida.

—¿En serio? ¿Vas a salir con eso?—pregunté con rabia—Si yo fuera a un baile con un amigo o amiga porque le prometí que lo haría y tú supieras que sus manos me tocarían mientras bailamos, ¿cómo te sentirías? ¿Te parecería bien?

No contestó.

Sabía que no podía decirme honestamente que estaría bien.

Cuando lo lancé en su cara, se desmoronó.

¿Así que como podía decir que no pensó que me molestaría?

—Tienes razón. No lo pensé—dijo—Mi primer pensamiento debería haber sido protegerte a ti y tus sentimientos. Lo siento, Britt. No soy buena en esto. No tengo relaciones, y obviamente apesto en eso—sonó tan derrotada.

No podía permanecer enojada con ella.

No era su culpa que no me amara.

Se preocupaba y eso era todo lo que alguna vez obtendría de ella. Ya lo sabía.

Esperaba que reaccionara de la forma en que una persona enamorada lo haría.

No pudo.

—Está bien—dije, volteando para mirarla—Esperaba demasiado. Lo siento.

El ceño de Santana sólo se profundizó.

—No te disculpes. Esto es todo por mí. Mereces algo mejor que la forma en que te traté esta mañana. Pero si hay alguna manera de que puedas perdonarme, te juro que mejoraré. Comprenderé esta cosa de las relaciones y lo haré bien.

Estaba dispuesta a intentarlo, lo que contaba para algo.

Todavía no entendía que su primer instinto debería haber sido elegirme. Pero al fin y al cabo, no estaba enamorada, así que eso no era lo primero que había pensado; yo buscaba a alguien que me amara.

La compresión era triste y patética.

Había dejado que esto con Santana significara demasiado.

No quería perder el poco tiempo que tenía con ella hasta que Elaine entrara en su vida, se enamorara locamente de ella y yo fuera olvidada.

—Está bien—dije, luchando contra las emociones que suscitaban la idea de perderla.

—¿Está bien?—repitió—¿Estás bien, estás perdonada? ¿O está bien, pensaré en ello?—preguntó.

—Estás perdonada—contesté.

Dejó escapar un suspiro de alivio y movió la cabeza para capturar mi boca con la suya.

Bloqueé todos los otros pensamientos y disfruté de ella.

Gocé de esto que teníamos, que me había dejado creer que podía ser más.

Acepté lo que era real y le devolví el beso, sabiendo que iba a necesitar cualquier recuerdo que pudiera tener con ella para mantenerme caliente un día.




Santana


Cuando su cuerpo se derritió contra el mío, sentí que podía respirar de nuevo.

Había estado endemoniadamente asustada.

La mirada herida en sus ojos iba a perseguirme durante putas semanas.

Tenía que encontrar una forma de demostrarle lo importante que era para mí.

Hasta entonces, necesitaba asegurarme de que ella no estaba a punto de salir de mi vida en búsqueda de la persona que la pusiera en primer lugar.

El sujeto desconocido sólo me hizo desesperarme más.

La recosté en el asiento, le quité la camisa de mi propiedad que llevaba, y deslicé mis manos debajo de su camiseta hasta que su pecho llenó mi mano.

Su suave gemido era tan condenadamente dulce.

—Te quiero desnuda—dije, y se inclinó para que yo pudiera quitarle la roa—Lo juro, Britt, tus tetas se vuelven más perfectas cada maldita vez que las veo.

Sus pezones se endurecieron por mi elogio.

—Esas cosas en las que estabas pensando al despertarme esta mañana—dijo, sonriéndome—¿Por qué no me muestras?

Tomé un pezón con mi boca y chupé con fuerza hasta que agarró mi cabeza y gritó. Cuando lo solté, jadeaba y sus mejillas se encontraban sonrojadas.

—Voy a tener que hacerte sudar con estas, porque cuando hablaba de cómo sabes tenía un área específica en mente.

Su boca formó una pequeña O y tembló debajo de mí.

Estaba a punto de mostrarle cuán importante era su felicidad para mí.

Una y otra vez.

Capitulo 23

Los lunes nunca fueron mi día favorito de la semana, pero ahora los odiaba.

Después de pasar mis fines de semana con Santana, hacerle frente al lunes era duro.

Sobre todo sabiendo que ella regresó a un mundo con Elaine en ella.

No quería estar celosa de la chica, pero no podía evitarlo. Santana López me tenía atrapada.


Después de mi clase de la mañana, tuve tiempo de volver a casa, almorzar y luego trabajar en las cosas que no tuve oportunidad de terminar este fin de semana en la tienda.

Necesitaba ese trabajo, pero no quise renunciar a mi tiempo con Santana para trabajar.

No cuando tenía toda una semana sin ella para trabajar en ello.

Al sentarme en la máquina de coser, alejé todos los pensamientos de Santana de mi cabeza y traté de concentrarme en otras cosas.

Sin embargo, eso no duró mucho ya que el timbre sonó.

Mamá salió a hacer unos recados sobre los cuales fue bastante evasiva, lo que me llevó a creer que andaba con un hombre y no quería que lo supiera.

Fui a la puerta y la abrí.

La mirada fría y de odio que estaba segura de que la señora López solamente reservaba para mí, se encontró con mi mirada, y me hubiera gustado haber mirado por la ventana en primer lugar.

Realmente necesitaba empezar a hacer eso antes de abrir la puerta.
—¿Puedo entrar?—preguntó, levantando una ceja como si me estuviera desafiando.

Quería decir que no y cerrarle la puerta en la nariz. Pero era la mamá de Santana.

No podía hacer eso exactamente.

Además, tenía que ganarme a esta mujer. Si eso era posible.

—Um, bien, sí —balbuceé y di un paso atrás para dejarla entrar.

Se podía ver la sala de estar, mi habitación, la habitación de mi mamá, y el baño desde la entrada.

La única habitación que no podía ver era la cocina, y eso era porque se tenía caminar a través de la sala de estar para llegar a ella.

Gracias al hábito de fumar de mi mamá el lugar olía a humo rancio, pero se encontraba limpio.

Mamá no era una persona sucia.

La nariz de la señora López se arrugó visiblemente, como si estuviera oliendo algo malo.

Yo no notaba mucho el olor ya que vivía con él, pero sabía que para los que no vivían a su alrededor, olía mal. Me encontré deseando haberle hecho permanecer fuera y simplemente salir para hablar con ella.

—No estoy aquí para perder el tiempo. Tengo un avión privado esperándome en el aeropuerto, así que permíteme llegar al punto —dijo, dándose la vuelta para nivelar su mirada arrogante en mí—No eres buena para Santana. Me doy cuenta que Emily terminará casándose con alguien inferior a ella, pero es una celebridad y será una leyenda. Ella puede cometer tantos errores como quiera, y su éxito seguirá intacto. Sin embargo, Santana es diferente. No puede involucrarse con alguien como tú—dejó que su mirada se dirigiera hacia el sofá azul que sabía que era viejo y usado, pero de nuevo, se hallaba limpio—Santana tiene un futuro brillante. Es inteligente y tiene conexiones. En el mundo de la política, Santana no puede tener esqueletos como tú en su armario. No vas a ayudarla a alcanzar su meta. Sólo lo vas a hacer caer. Ha estado enamorada de Elaine desde que era una niña. Elaine fue preparada para ser la esposa de una senadora. Ella ha crecido en la casa de uno de los mejores. Sé que va a estar dispuesta a pasar por alto los impulsos más bajos de Santana que la llevaron hacia ti. Pero tiene que parar antes de que afectes más su vida. Sus calificaciones no pueden sufrir, y asistirá al cotillón este fin de semana con ella como su escolta. Es muy importante para Santana. Si lo retienes, te odiará por ello más tarde. He tratado con tu clase antes, y sé que no desaparecen fácilmente. Voy a transferirte cien mil dólares a tu cuenta para mañana. A cambio, tienes que terminar con ella y desaparecer de su vida. Haz lo que tengas que hacer para echarlo si regresa.

Vi esto en una película una vez.

Pero que realmente te suceda era diferente.

La forma en que me hacía sentir sucia era indescriptible. Pensar que alguien esperaba que tomara el dinero y estuviera de acuerdo con algo como esto era como una bofetada en la cara.

Varias bofetadas.

Ella vio mi casa y asumió que estaba en esto por el dinero, porque alguien como ella no podía imaginar que yo tuviera la capacidad de amar a alguien más que al dinero.

Ser pobre no quería decir que carecía de alma.

Me las arreglé para sacudir la cabeza.

No tenía palabras mientras miraba con horror a esta mujer que dio a luz a la persona más hermosa, amable, desinteresada y modesta que conocía.

¿Cómo era posible?

—Vas a cambiar de opinión—me dio una pequeña tarjeta—Llámame cuando te des cuenta de la estupidez de tu decisión. A menos que ella se haya cansado de ti para entonces. Puede que no tenga que darte ni diez centavos. Ahora que Elaine sabe que tiene competencia, va a estar trabajando muy duro para hacerlo feliz—dijo la señora López con una sonrisa malvada. Se dio la vuelta y salió por la puerta sin decir nada más.

La miré hasta que se subió a la limusina y se fue.

Alcanzando el mango, cerré la puerta y miré la tarjeta en mi mano. Me dejó su información de contacto.

Quería quemarla, pero no lo hice.

Por mucho que no quería decirle a Santana sobre esto, temía que lo necesitaba.

No confiaba en ella.

Quería que Santana supiera que nunca acepté esto de ella, por si se enterara.

Necesitando oír su voz, me dirigí a mi habitación y dejé caer la tarjeta en mi escritorio antes de levantar el teléfono.

No sabía si Santana iba a estar en clase en este momento, pero al menos podía escuchar su buzón de voz.

Sonó tres veces, y luego una mujer contestó. Se reía y le decía a alguien que no.

Me senté ahí y escuché.

Ella dijo hola de nuevo, pero todavía estaba demasiado confundida para hablar.

—Santana está indispuesta en este momento. Tendrás que llamar más tarde—dijo antes de colgar.

No necesitaba que alguien me explicara quien era.

Sólo necesitaba que Santana me lo explicara.

Al parecer, Elaine era más de lo que admitió.
Tenía que haber algo de verdad en las palabras de su mamá.

Ya lo sabía.

Tenía sentimientos por Elaine.

Ya lo había aceptado.

¿Estaba enamorada de ella?

¿Era eso?

No me podía amar, porque la amaba y solo quería pasar un buen rato.

La idea de ser solo un buen rato para Santana me dio ganas de acurrucarme en una bola y morir.




Santana


—Dame el maldito teléfono, Elaine—exigí, arrebatándolo de sus manos y lo metí en el bolsillo.

Necesitaba otro grupo de estudio.

Ver a Elaine me molestaba después de su duplicidad con mi mamá.

Ella sabía que llamar a mi mamá la enviaría toda entrometida hasta Alabama a buscarme.

—Deja de ser tan desagradable conmigo—hizo un mohín y bateó sus pestañas.

Elaine y yo crecimos juntas, y en la primavera pasada después de que bebí demasiado, ella se metió toda desnuda en mi cama y cometí el error de follarla.

Desde entonces, ella ha estado actuando diferente.

Nunca me gustaron los Hamptons.

Al igual que Emily, siempre preferí la casa en Sea Breeze. Pero el lugar en los Hamptons se nos fue dado por nuestro abuelo.

En realidad, se volvería mío en un par de años.

Era la casa de vacaciones que mi madre utilizaba cuando quería ser vista.

Sea Breeze era donde siempre nos íbamos cuando Emily tenía que permanecer oculto por un tiempo.

Elaine era una parte de la vida en los Hamptons que siempre conocimos.

El hecho de que ella terminara en la misma universidad que yo fue mi mala suerte.

Era difícil deshacerme de ella.

Al menos de buena manera.

Era obvio Elaine se encariñó con esta idea de que deberíamos casarnos y yo que debería ser una política.

De ninguna manera sucedería.

Para empezar, ella me molestaba.

Sus risitas me irritaban. Besaba como un pez y era una niña engreída.

Agarré mis libros y me dirigí a la puerta.

—Espera, ¿qué hay de la noche del sábado? ¿A qué hora me recogerás?—preguntó, deslizando su brazo en el mío.

—Ya te dije que no podía hacerlo. Deja de actuar como que no me escuchaste—le dije.

Se encogió de hombros.

—Sé que vas a venir. No me vas a dejar plantada—la jovialidad en su voz la hizo sonar tan loca como sus risitas.

Cuando di un paso fuera de la biblioteca, una voz gritó desde el otro lado del césped.

—Santana.

Me liberé del agarre de Elaine con mi otro brazo y me alejé hacia Mona.

—¿Dónde encontraste a la chica contigo en la foto que publicaste en twitter este fin de semana, y dónde puede conseguir una? Porque, amiga—dijo Mona—, Está que arde—me dio una inclinación de cabeza, los ojos muy abiertos con reconocimiento.

Brittany le hacía eso a todas las personas.

No pude evitar sonreír.

Ella era mía, y que me condenen si eso no se sentía bien.

Nadie conocía a Brittany como yo, y eso se sentía mucho mejor.

—Sí, es cierto—concordé—Es jodidamente perfecta.

Mona me siguió hasta mi siguiente clase, y me puse a hablar de Brittany.



No fue hasta más tarde esa noche, cuando Emily llamó que me acordé de la llamada que Elaine contestó.

Comprobando mis llamadas recientes, vi el nombre de Brittany en el momento que Elaine contestó el teléfono.

—¡JODER!—rugí, haciendo caso omiso de la gente a mi alrededor, y marqué el número de Brittany.

Necesitaba encontrar algo de privacidad.

Tenía que darle algunas explicaciones.

Llamé tres veces y terminé directo en el correo de voz.

Miré la hora.

Ella todavía se encontraba en el trabajo.

Existía la posibilidad de que no tuviera su teléfono.

Le dejé un mensaje diciéndole que me llamara, entonces envié un mensaje de texto diciendo que lamentaba lo de antes.

Si no me llamaba en dos horas, la llamaría de nuevo.

Capitulo 24

Ella había llamado tres veces mientras me encontraba en el trabajo.

Cada vez la había enviado al buzón de voz.

Su mensaje decía que la llamara. Lo mismo con sus mensajes de texto.

¿Por qué le había tomado tanto tiempo decidir que necesitaba ponerse en contacto conmigo y explicarse?

Entré en la calzada y el coche de mamá todavía estaba ahí. A estas horas debería haber estado en el trabajo.

Casi nunca falta al trabajo.

Salí de la camioneta y me dirigí a la casa rápidamente. Mis pensamientos se centraron en mamá.

Al abrir la puerta, empecé a llamarla, cuando la vi sentada en el sofá. La expresión de su rostro me dijo que algo andaba mal.

¿La mamá de Santana habló con ella?

¿La amenazó?

No, mamá estaría en la cárcel, no sentada en el sofá faltando al trabajo.

Ella no aceptaba la mierda de nadie.

—¿Qué pasa?—pregunté, dejando caer mi mochila al suelo y caminando hacia ella—¿Estás enferma?—pregunté, incapaz de sentarme.

La necesitaba para aliviar mi mente.

Un millón de escenarios diferentes pasaron por mi cabeza.

Mamá señaló las sillas detrás de mí.

—Siéntate.

Sacudí la cabeza.

—No. Dime qué está mal—dije.

La preocupación había estallado en una gran bola de miedo.

Esto no estaba bien.

La última vez que actuó así, mi mejor amigo en el jardín de niños había sido atropellado por un coche mientras montaba su bicicleta y murió.

Eso de por sí me decía que algo iba terriblemente mal.

—Tengo mucho que decir, y tú de pie ahí no me va a hacer hablar más rápido. Así se siéntate—dijo.

—¿Hay alguien muerto?—pregunté, necesitaba saber que Mike, Tina, y los niños se encontraban bien.

Ella sacudió la cabeza.

—No, no hay nadie muerto. Ahora siéntate—dijo, señalando la silla de nuevo.

Me di cuenta que el cigarrillo omnipresente en su mano había desaparecido.

¿Había perdido su trabajo?

Seguramente no.

Ellos la amaban.

—No tengo ningún recado que hacer hoy. Tenía una cita médica—dijo, luego se aclaró la garganta—Era la quinta de este mes. Hace unas seis semanas noté un bulto en mi pecho cuando estaba tomando una ducha. Era difícil sentirlo ya que tengo los implantes, así que era bastante grande cuando lo noté. Saqué una cita y fui, y tuvieron que hacer algunas pruebas. Hoy volvieron los resultados finales, es cáncer de mama, y debido a que ha estado ahí por un tiempo se ha extendido. Ven la necesidad de hacer una mastectomía, y voy a necesitar quimioterapia.

No me podía mover.

Todo lo que podía hacer era sentarme ahí y mirarla.

Esto se sentía a muerte.

Simplemente estaba mal.

—¿Pueden sacarlo?—pregunté, incapaz de preguntarle si esto la mataría.

No podía aceptar eso.

Ella asintió.

—Sí. Pueden. Creen que voy a estar bien una vez que hagan la mastectomía y pase por la quimioterapia. Mi recuperación es positiva. Así que no vayas a preocuparte por eso. El problema es que no tengo seguro. Hago mucho para obtener ayuda del gobierno y no lo suficiente para pagar los gastos mensuales de eso. El hospital va a dejarme hacer pagos mensuales. En realidad comienzan este mes porque nada de eso es barato. Vamos a tener que mudarnos. Necesitamos un alquiler más barato. También voy necesitar encontrar un trabajo en el que pueda trabajar y ganar dinero suficiente para ayudarnos. El viejo ya no me va a ser posible hacerlo.

Ella iba a vivir.

Eso era todo lo que importaba.

No me importaba mudarme.

Habíamos superado tiempos difíciles.

Nunca pasábamos hambre.

Había hecho todo lo que podía para pagar las cuentas.
Ahora era mi turno de cuidar de ella.

Me encantaba mi trabajo, pero no era suficiente dinero.

Necesitaba algo que pagara más.

—Voy a buscar un trabajo. Algo que pague bien —le dije.

Ella hizo una mueca y retorció las manos.

—Desde que eras niña, quería grandes cosas para ti. Tu belleza fue un regalo. Luego también saliste inteligente. Ese cerebro y ese aspecto estaban destinados a darte el mundo. No debes estar aquí con esta carga. No pagué el seguro. Ahora estoy pagando por ello, y tú también.

Mi mamá había luchado toda mi vida para ser una madre soltera y no apoyarse en un hombre para nada.

Ella solía decir que sólo puedes confiar en ti mismo. Yo no estaba de acuerdo.

Ella podría depender de mí.

—Voy a usar este cerebro y este aspecto para cuidar de nosotras—le aseguré—Estaremos bien. Lo prometo. Es hora de aprender a depender de otra persona. Lo tengo.

Me puse de pie, me acerqué al sofá y me senté a su lado. Esta vez tiré de ella a mis brazos, en lugar de lo contrario, y la abracé.

La única persona en mi vida de la que nunca dudé que me amaba era mi mamá.

Haría lo que fuera con el fin de asegurarme que se mejorara.

—Podemos hacer esto juntas —dije, más para mí que para ella.

Mi teléfono sonó en mi mochila, pero lo ignoré. Sabía que era Santana, y trataría con ella más tarde.

En este momento el hecho de que Elaine hubiera contestado su teléfono era la menor de mis preocupaciones.

—No puedo creer que estoy a punto de decir esto—dijo mamá—, Pero sabes que te van a contratar en Jugs. Te pagarán más, y si vas por ese camino, estarás a salvo ahí.

No había querido admitir que usar mi cuerpo era la única manera en la que podría hacer más dinero.

Limpiar mesas no sería suficiente.

La única manera de que pudiera usar mi cuerpo para hacer dinero era seguir los pasos de mi mamá.

Perdería a Santana, sin embargo.

Ella nunca lo permitiría, y yo no podía dejar que se interpusiera en mi camino.

Mi corazón dio un salto al darme cuenta de eso.

Nuestro tiempo juntas sería más corto de lo que había imaginado. Pero la vida de mi mamá iba primero.

La respuesta fácil yacía en mi habitación.

Podría tener todo el dinero con una llamada a la señora López, pero nunca haría eso.

No iba a usar a Santana para arreglar mi problema.

La amaba.

Tanto como amaba a mi mamá, ella tampoco quería el dinero. Conseguiría dinero de la única manera que sabía cómo.

—¿Qué pasa si nos mudáramos más lejos de la playa? Alrededor de una hora más o menos, el alquiler será más barato para pequeños departamentos, y estaremos más cerca del hospital. Y porque soy joven y tengo el cuerpo, es probable que pueda conseguir un trabajo en Sue. Tiene mejor clientela.

Mamá lucía derrotada y odiaba verla así.

Ella siempre era tan fuerte frente al mundo.

—Sue es lo más en ese mundo. Es difícil conseguir trabajo ahí porque solo aceptan lo mejor. Te contratarán. Probablemente hagas tres o cuatro veces lo que yo—dijo.

Era duro para ella aceptar que yo iba a hacer lo que ella había evitado tanto que hiciera.

Deseé tener otra respuesta, pero no la tenía.

No terminaría mi grado después de todo.

Así como enfrentar el hecho de que mi futuro estaba previsto desde hace un tiempo.

No servía que luchara contra ello.

—Esa chica no va a estar contenta con que hagas striptease—dijo mamá.

Asentí.

—Sí, lo sé. Pronto vamos a terminar. Ella tiene una chica en la universidad de la que piensa que está enamorado. Yo era el paseo por el lado salvaje antes de que se gradúe y se convierta en político.

—Bueno, nunca se dio cuenta de lo que tenía. Pero entonces, la mayoría de los políticos son unos idiotas, así que eso no me sorprende.

Me las arreglé para reír incluso si era la última cosa que sentía que debía hacer.

Hubiera preferido llorar por lo injusta que era la vida.

Por qué algunas personas nacían con toda la suerte del mundo y a otras les daban puñetazo tras puñetazo.

No me iba a hundir.

Aún tenía más pelea que dar.

No iba a llamar a Santana.

No podía hacerlo sin romper a llorar.

Esto no era de su incumbencia.

Yo no era su futuro y no estaba enamorado de mí.

Tenía que tratar con eso por mi cuenta.

La dura pared que había dejado caer lentamente se empezó a reconstruirse mientras me sentaba y hacía una lista de cosas que necesitaba hacer esta semana.

Para el sábado estaría lista para obtener un trabajo y un departamento.




Santana


Había estado llamando a Brittany durante dos días y dejé varias docenas de mensajes, pero no había respondido ni una vez.

Si hubiera escuchando mis mensajes, sabría que tenía entradas para el festival de música gracias a mi hermana.

También sabría exactamente lo que había sucedido cuando Elaine respondió el teléfono y la manera en que no volvería a suceder.

O ella no estaba recibiendo mis mensajes o no me creía.

Hice arreglos para salir la noche del jueves. Solo iba a tener que faltar a la clase del viernes. Tenía a alguien que me pasara notas.

No podía esperar hasta la noche del viernes para ver a Brittany.

Tuve que hacerlo.

Saber que se encontraba molesta me hacía imposible concentrarme en algo.


Cuando mi teléfono empezó a sonar salí de un salto de la ducha enjabonado y mojado y tomé mi teléfono.

—Finalmente—dije al teléfono—He llamado un millón de veces.

Ella no respondió enseguida, y sentí pánico por un momento.

¿Seguía enojada?

—Ha sido una semana ocupada. Siento no haberte llamado antes—su voz sonaba apagada.

Casi como si estuviera luchando contra las lágrimas.

—Britt, ¿qué sucede? ¿Es sobre eso con Elaine? Porque te juro que…

—No, no es sobre eso. No te disculpes. Está bien, de verdad. No estoy enojada por eso.

¿Entonces qué demonios estaba mal?

—¿Qué sucede?

Dejó escapar un suspiro y caminé hacia mi computadora para ver a qué hora era el siguiente vuelo al sur.

Todas mis clases se podían ir al demonio.

No la iba a perder.

Si me necesitaba, entonces iba a ir a ella.

—Yo… tu, uh…—se detuvo, y sonó como si hubiera sorbido. Luego tomó una respiración profunda—Tu mamá vino el lunes a verme. Dejó bastante claro cómo te sientes por Elaine.

—¿Qué mierda? ¿Fue a tu casa?—pregunté, de pie y mirando al frente mientras la furia me recorría.

¿Cómo pudo hacerlo?

¿Qué le pasaba a mi mamá?

Era mi puta vida.

—Ella quería que entienda cómo eran las cosas con ustedes dos y sus esperanzas para el futuro. No encajo en ese mundo. Tu mundo. Es simplemente demasiado. Y ahora entiendo por qué elegiste los sentimientos de Elaine sobre los míos esa mañana. Tiene sentido. Estaba confundiendo sexo con algo más.

—Britt, deja de hablar ahora. Sólo deja de jodidamente hablar. Nada de eso es verdad. No sé lo que dijo, pero…

—Elegiste sus sentimientos sobre los míos. Sabía que eso significaba algo. Lo entiendo y acepto que nunca estuve destinada a más que una aventura. Dejé que la mujer necesitada en mí quisiera más, y eso fue mi error. Pero todo es irrelevante ahora.

—Estoy reservando un vuelo ahora. Voy a ir a verte. Pensé que habíamos aclarado esa mierda con Elaine. Nunca escogería sus sentimientos sobre los tuyos. Por favor, simplemente…

—Me acosté con Sam anoche—espetó, y mi mundo dejó de girar. El fuego dentro de mí se apagó de inmediato mientras estaba ahí sin poder hablar—Siempre he querido una persona que me ame por mí. Porque él es salvaje siempre ignoré sus declaraciones de amor. Pero me ama. Siempre me elige primero. Rechazará a cualquier persona y cualquier cosa si se lo pido. Esa es la clase de devoción que merezco. Es lo que tienes con Elaine. Yo estaba arruinando eso para ti. Ve y cambia el mundo. Voy a estar bien aquí en la vida en la que nací.

Ni siquiera pude decirle adiós.

Cuando colgó, me quedé ahí sosteniendo el teléfono en la mano, por dentro completamente frío.

No me había llamado en toda la semana porque estaba follando al cabrón ese de nuevo, no porque la hubiera lastimado.

Mi mamá le dijo un montón de mentiras y ella la creyó. Sin hacer preguntas, jodidamente la creyó y luego se fue corriendo a un tipo que usaba delineador de mierda.

El dolor se convirtió lentamente en rabia y odio.

Me aseguraría de que nunca viera su cara de nuevo.

Si quería ser una puta, entonces que así fuera.

Debería haberlo sabido mejor.

Las chicas como ella no son del tipo que cambia.

No tienen buen corazón y ni capacidad para enamorarse.

La triste realidad era que ahora ella me había arruinado.

Había probado ese tipo de pasión con el que nada más se compararía.

Brittany se había asegurado de que me rompiera.

No sería capaz de necesitar así de nuevo.

No lo jodidamente quería.

Un matrimonio sin amor con una mujer que fue criada para saber que no controlas a un hombre con tu cuerpo era la ruta segura.

No es de extrañar que tantos hombres se casaran con mujeres aburridas y sólo follaran a las salvajes.

No podían evitar a las salvajes.

Supongo que lo supe de que la manera difícil.