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[Resuelto]FanFic Brittana: Por Ti (Adaptada) Epílogo
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FanFic Brittana: Por Ti (Adaptada) Cap 13
Capitulo 13
Brittany
El olor del café me despertó.
Confundida, me quedé mirando al techo y trataba de averiguar cuando fui a la cama anoche.
Un gabinete se cerró en la cocina, y me disparé fuera de la cama. Justo antes de entrar en pánico en toda regla, la última noche volvió a mí cuando mi mente dormida comenzó a ponerse al día con el resto de mi cuerpo.
Santana.
Había estado ahí. Me había quedado dormida en sus brazos.
Girando alrededor, miré hacia abajo a mi cama, pero el otro lado no se veía como si se hubieran dormido en este. Las cubiertas estaban mucho más ordenadas de lo que normalmente estaban, pero la otra almohada todavía estaba sin uso.
Me metí en el baño para lavarme los dientes y el pelo antes de salir a la cocina para enfrentarme a ella.
No es que importara mucho.
Ella había estado en silencio la noche anterior cuando yo había regresado a la sala después de cambiarme. No tenía que preguntar para saber que había estado reconsiderando las cosas.
Tuve que asegurarle que esto no cambiaba nada y que podíamos seguir siendo amigas.
Yo no actuaría raro y me pondría toda molesta con ella por salir con su gran cantidad de mujeres. Pero para mi salud mental, no podía permitir que lo que hicimos anoche sucediera de nuevo.
Eso había sido…fue el más… No encuentro palabras para lo que sucedió.
En silencio, me dirigí a la cocina, me detuve y lo observé, mientras se servía una taza y comenzó a prepararlo de la manera en que me gustaba. Por lo menos ella no se veía como un hombre que estaba a punto de dejar de ser mi amiga.
¿Se quedó ahí toda la noche?
¿En el sofá, tal vez?
—Buenos días—dije, odiando el sonido adormilado todavía aferrándose a mi voz.
Santana giró la cabeza, luego lentamente dejó que su mirada viajara por mi cuerpo de ida y vuelta.
Ella me vio en mi camiseta de gran tamaño y calzoncillos anoche.
Cogió la taza frente a ella y me la trajo.
—Buenos días —dijo, una sonrisa tirando de sus labios.
Por lo menos ella no parecía la asustada y huidiza Santana.
—Te hice café —dijo mientras tomaba la taza.
—Gracias.
Se quedó ahí cerca de mí, incluso después de que tomé la taza y nos miramos la una a la otra.
Ella era la profesional en este tipo de cosas. Yo no tenía ni idea de lo que se suponía que debía decir. Así que esperé.
—¿Era demasiado pedir que no te vieras tan malditamente bien en la mañana?—preguntó mientras estiraba la mano y envolvía un mechón de cabello alrededor de su dedo.
—Lo cepillé —admití.
Se rio suavemente.
—La próxima vez quiero verlo pre-cepillado.
¿La próxima vez?
¿Habría una próxima vez?
No quería ponerme demasiado emocionada.
Ella podría querer decir que la próxima vez que se quedara vería una película y me pondría en la cama.
—Tengo un concierto esta noche dentro de una hora. ¿A qué hora sales del trabajo?—preguntó mientras estábamos ahí parados, mi café olvidado en mi mano.
Los ojos oscuros de Santana podían hacer que olvidaras tu nombre cuando estaban enfocados en ti.
—Ah, a las cuatro—respondí un poco aturdida de su intensidad.
Ella nunca estuvo tan cerca e intensa antes de ayer.
—Te recogeré a las seis. Quiero que vayas conmigo.
Como si cualquier mujer con un corazón latiendo podía decirle que no. Simplemente asentí.
Ella sonrió, y sus hoyuelos salieron. Extendí la mano y toqué uno antes de que pudiera detenerme. Su sonrisa se desvaneció lentamente a medida que sus ojos se encendieron con el calor que yo recordaba de la noche anterior.
—¿Qué haces, amor?
—Me gustan tus hoyuelos—respondí con honestidad.
Ella alcanzó el café que me había dado y le permití tenerlo. Lo colocó sobre el mostrador junto al suyo, luego me levantó y me puso en la otra encimera, dejándolo de pie cómodamente entre mis piernas.
No estaba segura de lo que planeaba hacer, hasta que me tomó la cara con sus dos manos y la sostuvo como si fuera frágil. Sus ojos se clavaron en los míos y luego bajaron a mis labios.
—Yo iba a ser buena y no besarte esta mañana. Pero no creo que pueda hacer eso.
No quería que ella fuera buena.
—Está bien —dije, casi temerosa de hablar.
No quería que cambiara de opinión.
Se acercó más, y entonces su boca estaba sobre la mía y su lengua jugaba con mi labio inferior. Me abrí para ella y gemí de placer mientras se deslizaba dentro.
Al igual que antes, tuve que agarrarla por miedo a perderme en alguna parte.
Mi cabeza se sentía ligera y mi corazón latía tan fuerte, que sabía que ella tenía que oírlo.
Mi cuerpo empezó a hormiguear de nuevo, y tuve que apretar las piernas, pero ella estaba de pie entre ellas. Sus manos se desviaron hacia mi cintura, y quería rogarle que me tocara de nuevo. Moviendo mi cuerpo más cerca de ella, tenía la esperanza de conseguir rozar su pecho.
Pero antes de que pudiera sentirla, se apartó.
Abrí los ojos y se encontraba de pie solo un poco atrás, tomando respiraciones cortas y rápidas. Sus ojos todavía sobre mí, y tuve que morderme la lengua para evitar rogarle que volviera.
—Eso—dijo e inclinó la cabeza hacia atrás y se quedó mirando al techo—Tengo que conseguir controlar eso.
No estaba de acuerdo.
Pensé que necesitaba tener menos control de eso.
Pensé que besar a Sam había sido divertido y se sintió cálido y agradable.
Bueno, besar a Santana hacía que mi cuerpo entrara en un frenesí salvaje de sentimientos que me hacían perder la cabeza.
Era explosivo.
Me senté ahí y vi como ella conseguía tranquilizar su respiración. Entonces, finalmente, me miró de nuevo. La sonrisa en su rostro hizo subir una risita burbujeante, y me tapé la boca para evitar que la escuchara.
Pero la oyó de todos modos.
—¿Crees que esto es gracioso?—preguntó, dando un paso hacia mí.
La mirada sexy en su rostro me excitaba.
Asentí y la observé mientras luchaba consigo misma si acercarse más a mí.
—¿Qué pasa si saco de un tirón esa camiseta de tu cuerpo y pongo las manos en esas bonitas tetas? ¿Hmmm? ¿Sería gracioso?—la mirada juguetona en sus ojos se destinaba a burlarse de mí, pero la forma en que lo describía hizo que todo mi cuerpo se sintiera enrojecer.
—No, no sería divertido en absoluto —respondí un poco sin aliento.
—¿No lo sería?—preguntó ella, deteniéndose justo antes de que estuviera entre mis piernas de nuevo.
Negué con la cabeza.
—Entonces, ¿que sería, linda bailarina?
—Maravilloso—respondí con honestidad, y sus ojos se abrieron antes de que maldijera y retrocediera.
—Mierda, amor—dijo, acercándose para agarrarse del mostrador donde el café se había quedado—Vas a volverme loca.
No quería volverla loca. Sólo quería que me tocara de nuevo.
Me había despertado pensando que nunca podría dejar que ocurriera de nuevo, sin embargo, aquí me encontraba lista para arrojarme sobre ella.
Enfrentar la verdad era difícil.
Podría decir cosas en mi cabeza todo el día. Pero si Santana quería tocarme, no estaba segura de poder decir que no.
Me sentía como si alguien me hubiera rociado con agua fría.
¿En qué me convertía eso?
Estaba dispuesta a dejarlo tocarme y besarme, y ¿luego qué?
¿Ir y tocar y besar a alguien más?
O…o…¿dormir con ellos?
Me aparté del mostrador y decidí dejar mi café en la cocina. Estaba demasiado cerca de ella, y de repente necesitaba cierta distancia.
Santana pensaba que iba a volverla loca. Bueno, ella me volvía loca.
Parecía preocupada cuando sus ojos se encontraron con los míos de nuevo.
—¿A dónde vas? —preguntó.
—Necesito alistarme. Tengo clases en cuarenta y cinco minutos—expliqué.
Ella asintió y cogió mi café.
—Toma esto —dijo. Lo tomé—Te veré a las seis—dijo antes de hacer su camino a la puerta.
Cuando llegó a esta, no pude evitar que mi boca soltara la pregunta que quemaba un agujero a través de mí.
—¿Qué estamos haciendo, Santana?
Porque esto no se sentía como amigos. Al menos no para mí.
Se detuvo y agarró la manija de la puerta con fuerza. Entonces se volvió a mirarme.
—No vamos a etiquetarlo. Solo vamos a ir con esto—dijo, luego jaló la puerta abriéndola y se fue.
Tomé un sorbo de mi café, luego lo bajé.
Mi estómago se sentía enfermo, y no estaba segura de que podría manejar eso ahora.
No la presionaría para nada. Eso sólo la apartaría.
Iría esta noche y vería cómo funcionaban las cosas entre nosotras, mientras tenía a todas aquellas mujeres lanzándose hacia ella.
Si actúa como si yo sólo fuera una amiga y hace cosas con ellas tras bastidores o coquetea, lo sabré.
Voy a tener mi respuesta.
Santana será sólo mi amiga. Nada más.
No importa cuánto quería más de ella, no podía permitirme sentir demasiado.
Ella ya tenía tanto de mí. Y si dejaba que mis emociones se metieran en el camino y esperaba más, entonces podría arruinar lo que tenemos ahora, que es amistad.
Santana
Mi plan para volver a la cama había fracasado.
La pregunta de Brittany golpeaba una y otra vez en mi cabeza.
Preguntó algo.
Quiso que yo hiciera promesas.
Aterrada de decir algo de lo que me arrepentiría, conseguí salir de ahí lo más rápido que pude.
Si hubiera sido cualquier otra mujer, me habría reído y no le habría dicho nada.
No estamos haciendo nada. Pero Brittany…no podía ser ruda con ella. Me pedía sinceramente una respuesta.
No me había dado su mierda.
Lo que me hacía sentir como una mierda. Se merecía más que esto.
—¿Conseguiste dormir?—preguntó Puck cuando entró en la sala de estar en un par de bóxers y su cabello todo parado en el lugar.
—Sí, un poco.
Puck entrecerró los ojos contra el sol entrando a través de las persianas que yo había abierto.
—No debes haber llegado a una respuesta que te guste—dijo, luego bostezó—Porque pareces como si has sido golpeado en el estómago. Ninguna persona que haya tenido a la atractiva y pequeña Brittany en sus brazos debería verse así.
Puck era incluso una mejor opción para Brittany. Odiaba admitirlo, pero era verdad.
Él iba a ser abogado. No tenía terror al compromiso, y no jodía por ahí tanto como yo.
En realidad él había tenido una relación antes. Uno que funcionaba. No una que jodió.
Golpes en la puerta me sacaron de mis pensamientos.
—¿Qué demonios? —gruñó Puck mientras se dirigía a la puerta.
Su gruñido de rabia se evaporó inmediatamente cuando mi hermana lo empujó a un lado.
—Ve a ponerte ropa—le ordenó Emily, luego volvió su mirada hacia mí.
Mierda. Ella estaba enojada.
—Tú—dijo, señalando con el dedo hacia mí como si yo tuviera cinco malditos años de edad—Harías bien en decirme que arreglaste ese desastre de anoche.
—No es tu problema, hermana—respondí.
Ella no tenía a su escalofriante-como-el-infierno esposa ahí para mirarme y me atreví a ser boca floja.
—Tal vez no lo es. Pero estoy haciéndolo mi problema porque te quiero—soltó.
—¿Cómo imaginas que irrumpir en mi casa y gritarme significa que me amas?
Ella me miró y sacudió la cabeza.
—A veces quiero golpear tu cara y meter algo de sentido común en ti.
La amenazaría a cambio, pero las dos sabíamos que no pondría una mano sobre ella.
Me encantaba demasiado su culo mandón.
—¿Qué deseas? ¿Saber que llevé a Brittany a casa y me disculpé? Bueno, lo hice. Yo la traje a casa. Hablamos, y le dije que lo sentía, incluso si su culo obstinado piensa que fue su culpa, lo que no puedo por mi maldita vida es averiguar por qué ella está convencida de eso. Ella la aceptó por mí, Emily. Maldición, la aceptó por mí. ¿Quién diablos hace eso? ¿Qué pasa con ella?—pude ver por la mirada en los ojos de mi hermana que había visto demasiado.
Así que me callé.
Estaba hablando más de lo que debería.
Emily dejó escapar un profundo suspiro y luego se echó a reír.
—Sucedió—dijo mientras las lágrimas comenzaron a llenar sus ojos—No pensé que sucedería. Yo sabía que no era Sugar. Me encanta esa chica, pero sabía que no era Sugar. Incluso le dije a Sugar que un día la chica adecuada vendría y tú lo sabrías. Estremecería tu mundo. Que ella te curaría. Arreglaría lo que ellos nos hicieron—una lágrima se deslizó por su cara, y ella sorbió—Merecemos ser amadas, Santana. Conseguí eso mucho más joven de lo que tú lo lograste cuando Hanna entró en mi vida. Ella me mostró el amor incondicional, y me curó antes de que estuviera hastiada y endurecida. Pero tú—se tapó la boca cuando un sollozo escapó—, No lo hiciste. Me fui con Hanna para alejarme de todo esto, y no había nadie para salvarte. Nadie para mostrarte que eras digna de amor. Yo era demasiado joven para saber lo que necesitabas. Te fallé, y te volviste hastiada. Construiste paredes. Aprendiste a utilizar toda esa buena apariencia para apartar a las chicas de sus bragas y buen sentido, pero no significaba nada para ti. Ellas no estaban llenando tu vacío—se detuvo y se limpió la cara.
Yo no dije nada porque no quería aceptar esto.
Se equivocaba.
Esto estaba mal.
Mi pasado y lo que yo era estaban demasiado retorcidos para que alguien pudiera repararlo.
No quería ser arreglado.
—Ella llena tu vacío—dijo Emily cuando yo no dije nada—No pierdas esto. Lucha por ello.
—Sólo voy a lastimarla—dije porque era cierto—Y preferiría morir que hacerle daño.
—Oh, Santana. Ella lo ve. ¿Por qué tú no puedes?
Yo no quería escuchar más esto.
Mi cabeza ya era un desastre.
—¿Ella ve qué? —pregunté.
—Ella ve a donde pertenece.
Negué con la cabeza.
Sólo mi hermana podría pensar que yo era digno de Brittany. Cualquier otra persona que me conocía sabía que no era cierto.
—No puedo.
Emily se veía como si le hubiera pateado el perrito.
Nos quedamos ahí en silencio durante varios minutos. Yo esperaba que luchara más conmigo, pero ya se había dado por vencida.
Puck se aclaró la garganta, y me volví para verlo ahí de pie, con la ropa puesta y los brazos cruzados sobre su pecho.
—Bueno, de seguro espero que el hijo del predicador sea digno de ella entonces, porque si tú no la agarras, él está esperando en la fila. Si fuera por ella, tú eres el ganador, pero si te apartas, entonces Sam tiene una fácil entrada.
Una vez había pensado que entendía los celos.
Vi a la chica que estaba segura que amaba en los brazos de otra persona, un hombre.
Uno al que ella quería.
Uno que merecía.
Pero esos no fueron celos. Fue pérdida.
Sugar había sido muy parecida a mí.
Demonios, Sugar puede haber sido igual que yo. Cuando la vida se sintió solitaria, yo sabía que Sugar estaba ahí.
Esta ardiente furia posesiva que bombeaba en mis venas, ante el pensamiento de Sam tocando a Brittany, o viendo su orgasmo, o besando sus labios, era toda consumidora.
Nunca sentí esto antes.
—Santana, conoce a los celos. Son una perra amarga—dijo Puck con una sonrisa divertida.
Confundida, me quedé mirando al techo y trataba de averiguar cuando fui a la cama anoche.
Un gabinete se cerró en la cocina, y me disparé fuera de la cama. Justo antes de entrar en pánico en toda regla, la última noche volvió a mí cuando mi mente dormida comenzó a ponerse al día con el resto de mi cuerpo.
Santana.
Había estado ahí. Me había quedado dormida en sus brazos.
Girando alrededor, miré hacia abajo a mi cama, pero el otro lado no se veía como si se hubieran dormido en este. Las cubiertas estaban mucho más ordenadas de lo que normalmente estaban, pero la otra almohada todavía estaba sin uso.
Me metí en el baño para lavarme los dientes y el pelo antes de salir a la cocina para enfrentarme a ella.
No es que importara mucho.
Ella había estado en silencio la noche anterior cuando yo había regresado a la sala después de cambiarme. No tenía que preguntar para saber que había estado reconsiderando las cosas.
Tuve que asegurarle que esto no cambiaba nada y que podíamos seguir siendo amigas.
Yo no actuaría raro y me pondría toda molesta con ella por salir con su gran cantidad de mujeres. Pero para mi salud mental, no podía permitir que lo que hicimos anoche sucediera de nuevo.
Eso había sido…fue el más… No encuentro palabras para lo que sucedió.
En silencio, me dirigí a la cocina, me detuve y lo observé, mientras se servía una taza y comenzó a prepararlo de la manera en que me gustaba. Por lo menos ella no se veía como un hombre que estaba a punto de dejar de ser mi amiga.
¿Se quedó ahí toda la noche?
¿En el sofá, tal vez?
—Buenos días—dije, odiando el sonido adormilado todavía aferrándose a mi voz.
Santana giró la cabeza, luego lentamente dejó que su mirada viajara por mi cuerpo de ida y vuelta.
Ella me vio en mi camiseta de gran tamaño y calzoncillos anoche.
Cogió la taza frente a ella y me la trajo.
—Buenos días —dijo, una sonrisa tirando de sus labios.
Por lo menos ella no parecía la asustada y huidiza Santana.
—Te hice café —dijo mientras tomaba la taza.
—Gracias.
Se quedó ahí cerca de mí, incluso después de que tomé la taza y nos miramos la una a la otra.
Ella era la profesional en este tipo de cosas. Yo no tenía ni idea de lo que se suponía que debía decir. Así que esperé.
—¿Era demasiado pedir que no te vieras tan malditamente bien en la mañana?—preguntó mientras estiraba la mano y envolvía un mechón de cabello alrededor de su dedo.
—Lo cepillé —admití.
Se rio suavemente.
—La próxima vez quiero verlo pre-cepillado.
¿La próxima vez?
¿Habría una próxima vez?
No quería ponerme demasiado emocionada.
Ella podría querer decir que la próxima vez que se quedara vería una película y me pondría en la cama.
—Tengo un concierto esta noche dentro de una hora. ¿A qué hora sales del trabajo?—preguntó mientras estábamos ahí parados, mi café olvidado en mi mano.
Los ojos oscuros de Santana podían hacer que olvidaras tu nombre cuando estaban enfocados en ti.
—Ah, a las cuatro—respondí un poco aturdida de su intensidad.
Ella nunca estuvo tan cerca e intensa antes de ayer.
—Te recogeré a las seis. Quiero que vayas conmigo.
Como si cualquier mujer con un corazón latiendo podía decirle que no. Simplemente asentí.
Ella sonrió, y sus hoyuelos salieron. Extendí la mano y toqué uno antes de que pudiera detenerme. Su sonrisa se desvaneció lentamente a medida que sus ojos se encendieron con el calor que yo recordaba de la noche anterior.
—¿Qué haces, amor?
—Me gustan tus hoyuelos—respondí con honestidad.
Ella alcanzó el café que me había dado y le permití tenerlo. Lo colocó sobre el mostrador junto al suyo, luego me levantó y me puso en la otra encimera, dejándolo de pie cómodamente entre mis piernas.
No estaba segura de lo que planeaba hacer, hasta que me tomó la cara con sus dos manos y la sostuvo como si fuera frágil. Sus ojos se clavaron en los míos y luego bajaron a mis labios.
—Yo iba a ser buena y no besarte esta mañana. Pero no creo que pueda hacer eso.
No quería que ella fuera buena.
—Está bien —dije, casi temerosa de hablar.
No quería que cambiara de opinión.
Se acercó más, y entonces su boca estaba sobre la mía y su lengua jugaba con mi labio inferior. Me abrí para ella y gemí de placer mientras se deslizaba dentro.
Al igual que antes, tuve que agarrarla por miedo a perderme en alguna parte.
Mi cabeza se sentía ligera y mi corazón latía tan fuerte, que sabía que ella tenía que oírlo.
Mi cuerpo empezó a hormiguear de nuevo, y tuve que apretar las piernas, pero ella estaba de pie entre ellas. Sus manos se desviaron hacia mi cintura, y quería rogarle que me tocara de nuevo. Moviendo mi cuerpo más cerca de ella, tenía la esperanza de conseguir rozar su pecho.
Pero antes de que pudiera sentirla, se apartó.
Abrí los ojos y se encontraba de pie solo un poco atrás, tomando respiraciones cortas y rápidas. Sus ojos todavía sobre mí, y tuve que morderme la lengua para evitar rogarle que volviera.
—Eso—dijo e inclinó la cabeza hacia atrás y se quedó mirando al techo—Tengo que conseguir controlar eso.
No estaba de acuerdo.
Pensé que necesitaba tener menos control de eso.
Pensé que besar a Sam había sido divertido y se sintió cálido y agradable.
Bueno, besar a Santana hacía que mi cuerpo entrara en un frenesí salvaje de sentimientos que me hacían perder la cabeza.
Era explosivo.
Me senté ahí y vi como ella conseguía tranquilizar su respiración. Entonces, finalmente, me miró de nuevo. La sonrisa en su rostro hizo subir una risita burbujeante, y me tapé la boca para evitar que la escuchara.
Pero la oyó de todos modos.
—¿Crees que esto es gracioso?—preguntó, dando un paso hacia mí.
La mirada sexy en su rostro me excitaba.
Asentí y la observé mientras luchaba consigo misma si acercarse más a mí.
—¿Qué pasa si saco de un tirón esa camiseta de tu cuerpo y pongo las manos en esas bonitas tetas? ¿Hmmm? ¿Sería gracioso?—la mirada juguetona en sus ojos se destinaba a burlarse de mí, pero la forma en que lo describía hizo que todo mi cuerpo se sintiera enrojecer.
—No, no sería divertido en absoluto —respondí un poco sin aliento.
—¿No lo sería?—preguntó ella, deteniéndose justo antes de que estuviera entre mis piernas de nuevo.
Negué con la cabeza.
—Entonces, ¿que sería, linda bailarina?
—Maravilloso—respondí con honestidad, y sus ojos se abrieron antes de que maldijera y retrocediera.
—Mierda, amor—dijo, acercándose para agarrarse del mostrador donde el café se había quedado—Vas a volverme loca.
No quería volverla loca. Sólo quería que me tocara de nuevo.
Me había despertado pensando que nunca podría dejar que ocurriera de nuevo, sin embargo, aquí me encontraba lista para arrojarme sobre ella.
Enfrentar la verdad era difícil.
Podría decir cosas en mi cabeza todo el día. Pero si Santana quería tocarme, no estaba segura de poder decir que no.
Me sentía como si alguien me hubiera rociado con agua fría.
¿En qué me convertía eso?
Estaba dispuesta a dejarlo tocarme y besarme, y ¿luego qué?
¿Ir y tocar y besar a alguien más?
O…o…¿dormir con ellos?
Me aparté del mostrador y decidí dejar mi café en la cocina. Estaba demasiado cerca de ella, y de repente necesitaba cierta distancia.
Santana pensaba que iba a volverla loca. Bueno, ella me volvía loca.
Parecía preocupada cuando sus ojos se encontraron con los míos de nuevo.
—¿A dónde vas? —preguntó.
—Necesito alistarme. Tengo clases en cuarenta y cinco minutos—expliqué.
Ella asintió y cogió mi café.
—Toma esto —dijo. Lo tomé—Te veré a las seis—dijo antes de hacer su camino a la puerta.
Cuando llegó a esta, no pude evitar que mi boca soltara la pregunta que quemaba un agujero a través de mí.
—¿Qué estamos haciendo, Santana?
Porque esto no se sentía como amigos. Al menos no para mí.
Se detuvo y agarró la manija de la puerta con fuerza. Entonces se volvió a mirarme.
—No vamos a etiquetarlo. Solo vamos a ir con esto—dijo, luego jaló la puerta abriéndola y se fue.
Tomé un sorbo de mi café, luego lo bajé.
Mi estómago se sentía enfermo, y no estaba segura de que podría manejar eso ahora.
No la presionaría para nada. Eso sólo la apartaría.
Iría esta noche y vería cómo funcionaban las cosas entre nosotras, mientras tenía a todas aquellas mujeres lanzándose hacia ella.
Si actúa como si yo sólo fuera una amiga y hace cosas con ellas tras bastidores o coquetea, lo sabré.
Voy a tener mi respuesta.
Santana será sólo mi amiga. Nada más.
No importa cuánto quería más de ella, no podía permitirme sentir demasiado.
Ella ya tenía tanto de mí. Y si dejaba que mis emociones se metieran en el camino y esperaba más, entonces podría arruinar lo que tenemos ahora, que es amistad.
Santana
Mi plan para volver a la cama había fracasado.
La pregunta de Brittany golpeaba una y otra vez en mi cabeza.
Preguntó algo.
Quiso que yo hiciera promesas.
Aterrada de decir algo de lo que me arrepentiría, conseguí salir de ahí lo más rápido que pude.
Si hubiera sido cualquier otra mujer, me habría reído y no le habría dicho nada.
No estamos haciendo nada. Pero Brittany…no podía ser ruda con ella. Me pedía sinceramente una respuesta.
No me había dado su mierda.
Lo que me hacía sentir como una mierda. Se merecía más que esto.
—¿Conseguiste dormir?—preguntó Puck cuando entró en la sala de estar en un par de bóxers y su cabello todo parado en el lugar.
—Sí, un poco.
Puck entrecerró los ojos contra el sol entrando a través de las persianas que yo había abierto.
—No debes haber llegado a una respuesta que te guste—dijo, luego bostezó—Porque pareces como si has sido golpeado en el estómago. Ninguna persona que haya tenido a la atractiva y pequeña Brittany en sus brazos debería verse así.
Puck era incluso una mejor opción para Brittany. Odiaba admitirlo, pero era verdad.
Él iba a ser abogado. No tenía terror al compromiso, y no jodía por ahí tanto como yo.
En realidad él había tenido una relación antes. Uno que funcionaba. No una que jodió.
Golpes en la puerta me sacaron de mis pensamientos.
—¿Qué demonios? —gruñó Puck mientras se dirigía a la puerta.
Su gruñido de rabia se evaporó inmediatamente cuando mi hermana lo empujó a un lado.
—Ve a ponerte ropa—le ordenó Emily, luego volvió su mirada hacia mí.
Mierda. Ella estaba enojada.
—Tú—dijo, señalando con el dedo hacia mí como si yo tuviera cinco malditos años de edad—Harías bien en decirme que arreglaste ese desastre de anoche.
—No es tu problema, hermana—respondí.
Ella no tenía a su escalofriante-como-el-infierno esposa ahí para mirarme y me atreví a ser boca floja.
—Tal vez no lo es. Pero estoy haciéndolo mi problema porque te quiero—soltó.
—¿Cómo imaginas que irrumpir en mi casa y gritarme significa que me amas?
Ella me miró y sacudió la cabeza.
—A veces quiero golpear tu cara y meter algo de sentido común en ti.
La amenazaría a cambio, pero las dos sabíamos que no pondría una mano sobre ella.
Me encantaba demasiado su culo mandón.
—¿Qué deseas? ¿Saber que llevé a Brittany a casa y me disculpé? Bueno, lo hice. Yo la traje a casa. Hablamos, y le dije que lo sentía, incluso si su culo obstinado piensa que fue su culpa, lo que no puedo por mi maldita vida es averiguar por qué ella está convencida de eso. Ella la aceptó por mí, Emily. Maldición, la aceptó por mí. ¿Quién diablos hace eso? ¿Qué pasa con ella?—pude ver por la mirada en los ojos de mi hermana que había visto demasiado.
Así que me callé.
Estaba hablando más de lo que debería.
Emily dejó escapar un profundo suspiro y luego se echó a reír.
—Sucedió—dijo mientras las lágrimas comenzaron a llenar sus ojos—No pensé que sucedería. Yo sabía que no era Sugar. Me encanta esa chica, pero sabía que no era Sugar. Incluso le dije a Sugar que un día la chica adecuada vendría y tú lo sabrías. Estremecería tu mundo. Que ella te curaría. Arreglaría lo que ellos nos hicieron—una lágrima se deslizó por su cara, y ella sorbió—Merecemos ser amadas, Santana. Conseguí eso mucho más joven de lo que tú lo lograste cuando Hanna entró en mi vida. Ella me mostró el amor incondicional, y me curó antes de que estuviera hastiada y endurecida. Pero tú—se tapó la boca cuando un sollozo escapó—, No lo hiciste. Me fui con Hanna para alejarme de todo esto, y no había nadie para salvarte. Nadie para mostrarte que eras digna de amor. Yo era demasiado joven para saber lo que necesitabas. Te fallé, y te volviste hastiada. Construiste paredes. Aprendiste a utilizar toda esa buena apariencia para apartar a las chicas de sus bragas y buen sentido, pero no significaba nada para ti. Ellas no estaban llenando tu vacío—se detuvo y se limpió la cara.
Yo no dije nada porque no quería aceptar esto.
Se equivocaba.
Esto estaba mal.
Mi pasado y lo que yo era estaban demasiado retorcidos para que alguien pudiera repararlo.
No quería ser arreglado.
—Ella llena tu vacío—dijo Emily cuando yo no dije nada—No pierdas esto. Lucha por ello.
—Sólo voy a lastimarla—dije porque era cierto—Y preferiría morir que hacerle daño.
—Oh, Santana. Ella lo ve. ¿Por qué tú no puedes?
Yo no quería escuchar más esto.
Mi cabeza ya era un desastre.
—¿Ella ve qué? —pregunté.
—Ella ve a donde pertenece.
Negué con la cabeza.
Sólo mi hermana podría pensar que yo era digno de Brittany. Cualquier otra persona que me conocía sabía que no era cierto.
—No puedo.
Emily se veía como si le hubiera pateado el perrito.
Nos quedamos ahí en silencio durante varios minutos. Yo esperaba que luchara más conmigo, pero ya se había dado por vencida.
Puck se aclaró la garganta, y me volví para verlo ahí de pie, con la ropa puesta y los brazos cruzados sobre su pecho.
—Bueno, de seguro espero que el hijo del predicador sea digno de ella entonces, porque si tú no la agarras, él está esperando en la fila. Si fuera por ella, tú eres el ganador, pero si te apartas, entonces Sam tiene una fácil entrada.
Una vez había pensado que entendía los celos.
Vi a la chica que estaba segura que amaba en los brazos de otra persona, un hombre.
Uno al que ella quería.
Uno que merecía.
Pero esos no fueron celos. Fue pérdida.
Sugar había sido muy parecida a mí.
Demonios, Sugar puede haber sido igual que yo. Cuando la vida se sintió solitaria, yo sabía que Sugar estaba ahí.
Esta ardiente furia posesiva que bombeaba en mis venas, ante el pensamiento de Sam tocando a Brittany, o viendo su orgasmo, o besando sus labios, era toda consumidora.
Nunca sentí esto antes.
—Santana, conoce a los celos. Son una perra amarga—dijo Puck con una sonrisa divertida.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ti (Adaptada) Epílogo
Me encanta esta historia por lo adicta que se vuelve San. Jaja se vuelve un poco loca.
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ti (Adaptada) Epílogo
Jajajaja puck echando leña al fuego...san ya esta mas que enamorada.
Isabella28****** - Mensajes : 378
Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ti (Adaptada) Epílogo
Jajajaaj San y Britt estan tan rotas y a la ves tan enamoradas!!!!!
Me encanta!!!
Saludos.
PD: y mi maraton???
Me encanta!!!
Saludos.
PD: y mi maraton???
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ti (Adaptada) Epílogo
Vamos bien, los celos haran que San deje de ser idiota y entienda que si pde ser quien este con Britt!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ti (Adaptada) Epílogo
Hola morra..
Ya me puse al día!!!
Para san, britt es su verdadero yo! Y viceversa y va a ser divertido ver a donde llegan...
Celos celos celos.... A ver que hace san cuando la salamandra se le acerque a britt jaja
Nos vemos!!
Ya me puse al día!!!
Para san, britt es su verdadero yo! Y viceversa y va a ser divertido ver a donde llegan...
Celos celos celos.... A ver que hace san cuando la salamandra se le acerque a britt jaja
Nos vemos!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ti (Adaptada) Epílogo
Tati.94 escribió:Me encanta esta historia por lo adicta que se vuelve San. Jaja se vuelve un poco loca.
Hola, jajajaaja o no¿? jajajajaa tiene ese gusto por la adicción hacia la rubia jaajjaj. Poco¿? Y como, no¿? jajajaja. Saludos =D
Isabella28 escribió:Jajajaja puck echando leña al fuego...san ya esta mas que enamorada.
Hola, jaajajajaja que buen amigo es ese que te hace abrir los ojos, no¿? jajajaja. Si que si! que vaya por su rubia ajajaj. SAludos =D
monica.santander escribió:Jajajaaj San y Britt estan tan rotas y a la ves tan enamoradas!!!!!
Me encanta!!!
Saludos.
PD: y mi maraton???
Hola, esk hacen el complemento perfecto y se ayuda si que si! Y no eres la unica jajaja. Saludos =D
Pd: Q?! aki tmbn me olvide! no puede ser! lo siento tanto... Pero tendré adelantar cap, y no podrá ser mañana entonces ningun maraton =/ Pero si el otro viernes ok¿? de ambas, obvio... Lo siento =/
micky morales escribió:Vamos bien, los celos haran que San deje de ser idiota y entienda que si pde ser quien este con Britt!!!!!
Hola, espero y tengas toda, pero toda la razón. Asik dilo todo el rato para q pase! jajajaa. Saludos =D
3:) escribió:Hola morra..
Ya me puse al día!!!
Para san, britt es su verdadero yo! Y viceversa y va a ser divertido ver a donde llegan...
Celos celos celos.... A ver que hace san cuando la salamandra se le acerque a britt jaja
Nos vemos!!
Hola lu, ya te extrañaba por estos lares! ajajajaja. Si que si! esk son la una para la otra! JAjaajajajaj q mejor para ver q se pertenecen¿? jajajaja. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Por Ti (Adaptada) Cap 14
Capitulo 14
Brittany
El pastor Evans acababa de salir para ir a la iglesia con su esposa, cuando una bolsa de papel blanco fue puesta frente a mí.
Había estado tan concentrada en tipiar las cartas que el pastor Evans me dejó que no escuché a Sam entrar.
—Estás de vuelta—dije mientras el aroma de donuts frescas golpeaba mi nariz—Y trajiste golosinas.
La sonrisa de Sam parecía apagada, pero no lo mencioné o le pregunté si se encontraba bien.
Todavía no éramos así de cercanos.
—Me imaginé que si iba a abandonarte por unos días sin advertencia, debería venir con una ofrenda de paz.
Era difícil de creer lo mucho que sucedió en tan pocos días.
¿Por qué me sentía culpable cuando lo miraba?
No tenía razón para sentirme culpable. Salimos en dos citas, y me traía algunos dulces a la oficina.
Nada más.
Pero, ¿y si me pedía salir de nuevo?
¿Diría que sí?
¿Quería decir que sí?
No.
No quería decir que sí.
Quería a Santana.
El problema era que, Santana no me quería solo a mí.
Ella quería ver cómo iba.
Ya no había exigencia que no viera a Sam. Si esto terminaba mal con Santana, no quería tener que perder una amistad con Sam a causa de mis sentimientos por Santana.
Tenía que haber una forma de compatibilizarlos.
—Está bien, esos pensamientos están yendo profundo por una donut—dijo mientras se sentaba al borde de mi escritorio.
Levanté la mirada hacia él y su precioso rostro. No me asustaba. Él era muy seguro. No me encontraba en riesgo de salir lastimada por él.
Todo eso sonaba como la mejor opción.
Pero era la opción fácil.
Santana tenía el poder de herirme porque me preocupaba por ella. La quería.
Ansiaba estar cerca de ella y escuchar su risa. No sentía todo eso cuando me encontraba con Sam.
¿Eso significaba que Sam era el amigo y Santana era al que podía amar?
—Pensamientos profundos de nuevo—dijo Sam, inclinándose para acunar mi rostro con su mano—¿Por qué los pensamientos profundos? ¿Estás bien?
Él era tan dulce.
—Lo siento. Me encontraba perdida en el trabajo cuando entraste y…—me detuve.
Mentía.
No me gustaba mentir, pero era exactamente lo que hacía.
Sacudí la cabeza y solté un suspiro.
—No. Eso no es cierto—admití.
El ceño de preocupación de Sam se profundizó.
—¿Qué es?
Tenía que exponérselo. Se merecía saber.
Mantenerlo al lado para cuando Santana me dejara, estaba mal.
No iba a ser malvada.
Me rehusaba a creer que era malvada, y no iba a empezar a hacer cosas malas ahora.
—Conoces a Santana—dije, y cuando asintió lentamente, decidí no darle tiempo para que dijera algo.
Tenía que hablar, y si él decía algo malo sobre Santana, inmediatamente me iría en modo defensivo.
Juzgaría a Santana sin conocerla.
—Bueno, ella es una amiga. Una buena amiga. Cenamos juntas la mayoría de las noches. Trae comida para llevar antes de ir a cantar a cual sea el club que vaya esa noche. De todos modos, me gusta. Me gusta más de lo que yo le gusto. Me gusta más que una amiga, y ella no es de esa tipo de persona. Le gusta permanecer libre y no le gustan las relaciones. Lo sabía y aun lo sé, pero no puedo evitar la forma en que me siento por ella. Por lo que, estoy lidiando con cómo evitar que mi amistad con ella salga lastimada, debido a que me permito preocuparme por ella de una forma en que no lo pedía.
Sam no dijo nada. Giró su mirada hacia la pared frente a él, y los músculos en su mandíbula estaban tensos.
Necesitaba hablar con alguien de esto, pero Sam no era la persona en la que debí haberlo descargado. Pero al menos, él sabía la verdad ahora.
No le mentía.
—¿Te ha besado?—preguntó Sam en una profunda voz pareja.
Una que nunca supondrías que está enojado a menos que supieras que él normalmente no hablaba en una voz así de profunda.
—Eh—de nuevo, no quería mentir, pero estaba bastante segura de que no se suponía que besabas y contabas.
¿Debió Sam siquiera haberme hecho esa pregunta?
Yo no le he preguntado a quién besaba.
No era justo que me lo preguntaran.
—No creo que ese sea el punto de esta conversación. Me preguntaste si me encontraba bien, y no quería mentirte.
—Entonces, sí lo hizo —dijo Sam, y se paró del escritorio.
—No dije eso.
—No tienes que hacerlo —respondió casi demasiada calmadamente.
No me encontraba segura de qué decir a continuación. No esperaba esta reacción.
—Tengo que irme. Te veré más tarde—dijo sin mirarme, entonces se fue de la oficina con largas y rápidas zancadas.
Bueno, eso fue genial.
Ahora tenía que trabajar con su papá y lidiar con esa incomodidad. Supongo que la amistad acabó, pero al menos fui honesta.
No iba a mentir y herir a alguien para mi propio beneficio. Esa nunca sería yo.
De pie frente al espejo, me quedé mirándome.
No estaba segura de cómo se suponía que te vestías siquiera para ir a este club.
No tenía el tipo de ropa que vi en las citas normales de Santana. Esto era lo más cercano a sexy que tenía.
Quizás.
El vestido azul oscuro era sin tirantes, así que al menos era algo. Sin embargo, las flores en él que me hicieron sentir bonita en la tienda no parecen algo que verías en un club. Era corto, y las chicas en Live Bay la otra noche llevaban faldas cortas.
Así que, eso podría funcionar por el hecho de que tenía estampado floral.
Mirando mis pies, tenía un par de botas azules hasta los tobillos. Parecía que le daban más a mi vestido.
Esto era lo mejor que podía hacer.
Esperaba que Santana no se avergonzara de mí.
Volví a mirar mi armario y a los vaqueros que colgaban ahí. La mayoría de las noches aun había 27 grados. La idea de estar en un club lleno con estos calurosos vaqueros parecía miserable.
Pero quizás sería más sexy.
Un golpe en la puerta me dijo que era hora.
—¿Dónde estás?—la voz de Santana llenó el departamento—¿Y por qué esta puerta no está bloqueada?
Sonriendo, salgo del dormitorio.
—Me gusta que la gentuza encuentre la forma de entrar.
Santana se dio la vuelta para mirarme con una sonrisa que se congeló en su rostro. Sus ojos vagaron por mi cuerpo lentamente y subieron de nuevo.
Entonces, soltó un silbido bajo.
—Maldición, amor. Te ves inocente y dulcemente sexy como el infierno.
Solté el aliento que estaba conteniendo. Pasé la inspección. No se encontraba avergonzada.
—Oh, bien. No estaba segura de usar esto—admití.
Caminó hacia mí, y los apretados vaqueros negros que llevaba con botas de combate negras hicieron mi boca agua.
—La verdad es, linda bailarina, que puedes usar un vestido de abuela y hacer girar cabezas—alcanzó mi cintura y me jaló más cerca de ella—¿Lista para esto?
Si se refería a besar, entonces, sí, estaba muy lista.
Besó la punta de mi nariz y retrocedió, una sonrisa juguetona en su cara.
—Vamos. Los chicos nos esperan abajo, y Mike, como el pendejo que es, empezará a tocar la bocina en un minuto.
Agarré mi bolso y lo seguí a la puerta. Dio un paso atrás y me dejó ir primero, entonces alzó la mano pidiendo las llaves. Se las di y observé como cerraba la puerta y luego me devolvía las llaves.
—Hora de la fiesta—dijo con un sexy guiño.
Santana
Puck se encontraba de pie afuera del Escalade negro que le habíamos comprado al papá de Mike.
Era nuestro vehículo de viaje.
Era lo suficientemente espacioso y tenía el motor necesario para tirar de nuestro tráiler con los instrumentos.
—¿De quién es ese auto?—preguntó Brittany cuando vio a Puck de pie ahí, con los brazos cruzados y luciendo molesto.
—De la banda. Es en lo que viajamos —expliqué.
—Lindo —dijo, sonriendo.
—Me alegra que puedan unírsenos—dijo con voz cansina Puck cuando llegamos a la puerta.
—Cállate—espeté, y sostuve la mano de Brittany mientras subía.
Nos dejaron la parte trasera. Normalmente, yo iba adelante, pero estar metida atrás con Brittany y todos los demás al frente sonaba bastante bueno.
El corto vestido que llevaba se subió cuando se inclinó para subir en la parte trasera, y el satén azul de sus bragas se asomó.
Escuché a Puck inhalar bruscamente y lo empujé para que no pudiera ver su culo. Entonces, me subí detrás de ella para asegurarme que nadie más la viera.
Puck se reía mientras subía detrás de mí y se sentaba en el medio.
Mercedes se encontraba sentada al frente en el asiento de pasajero, y Mike conducía. Miró atrás.
—¿Qué me perdí?—preguntó al tanto que Puck continuaba estando demasiado divertido.
—Nada —gruñí.
Las cejas de Mercedes subieron, y asintió antes de darse la vuelta.
—Claro —murmuró.
—¿Siempre la irritas así?—gritó Mike, mirando a Brittany a través del espejo retrovisor.
Brittany se tensó a mi lado, y estaba lista para salir y golpearlos a todos en la cara. Inclinándome hacia atrás, deslicé el brazo alrededor del asiento trasero y la atraje más hacia mí.
—Ignóralos. Se ponen así antes de presentarnos—le dije.
Se relajó en mí.
—¿No les gusta que traigas mujeres? —preguntó.
Desafortunadamente, preguntó lo suficientemente fuerte para que Puck la escuchara. Soltó otra risa y se dio la vuelta para mirarla.
—Las lleva a casa, Brittany. No las trae con ella. Eres la primera.
Su cabeza giró bruscamente para mirarme. No reconocí su mirada curiosa.
Sabía lo que quería saber, y no tenía idea de cuál era la respuesta.
Esta mañana había estado lista para ponerla a distancia cuando dejé su departamento. Me preparé mentalmente para seguir con la cosa de amigos, y nada más.
Entonces, Puck dijo la palabra que enviaba a mi monstruo interior a un frenesí, Sam.
No me gustaba la idea de que alguien más pasara tiempo con Brittany.
Nadie más necesitaba su risa como yo.
Nadie más sabía cómo hacerla reír, y nadie más se aseguraba de que tuviera todo lo que necesitaba para su té dulce.
Esa era yo.
La palabra mía seguía asomando su cabeza también, y yo seguía apartándola.
Nadie era mío.
No reclamaba mujeres. No era mi estilo. Si iba a reclamar a alguien, sería a Brittany, pero entonces, la idea de lastimarla era demasiado.
Un argumento con Sugar, y me perdí y follé a dos chicas detrás del escenario. A Sugar no le importaba una mierda. Ella estaba bien. Era ruda, y tenía sus propias murallas. No podía penetrarlas.
Pero Brittany, infierno.
¿Y si le hacía algo así?
¿Y si la rompía y lastimaba de esa forma?
No podía pensar en ello.
Herirla me destruiría. No sería capaz de salir de eso.
Pero entonces, el nombre de Sam me molestaba. No podía perderla por su culpa tampoco.
No podía compartirla.
Ella era… ¡Joder!
Esa estúpida palabra de nuevo.
Ella no era mía. Era su propia dueña. Ella era dueña de su propia persona hermosa y perfecta.
No le pertenecía a nadie.
—¿Santana?—su suave voz irrumpió en mi batalla interna y la miré.
—¿Sí, amor?—pregunté, queriendo besar sus labios fruncidos.
No me gustaba hacerla fruncir.
—¿En dónde me sentaré mientras cantas? No conoceré a nadie más ahí, ¿o sí?
La apreté más contra mí.
—Te quedarás detrás del escenario. Puedes observar desde ahí, y cuando tome mis descansos, podemos pasar tiempo juntas.
Dejó escapar un suspiro de alivio.
¿De verdad pensó que iba a dejarla ir a la multitud sola?
Probablemente. La chica no tenía idea.
—Estoy emocionada de escucharte de nuevo. Esta vez sin la interrupción de tener que hablar con mi cita —dijo.
También me encontraba bastante emocionada por eso.
No tendría que pretender que no me importaba que otra persona estuviera cerca de ella. Hacerla sonreír. Comprarle tragos.
—Bien. Voy a cantar esa canción en la que he estado trabajando. La hice justo una noche la semana pasada. Sé cómo termina ahora.
Sabía por qué me admitía sobre quién era la canción. A quién se la cantaba.
Una vez que admití que la canción era para Brittany, fui capaz de terminarla. Mis asuntos jodidos se derramaron todos, y la canción quedó bastante buena.
Estaba feliz con ello.
—No puedo esperar a escucharla—dijo, acurrucándose más cerca de mí.
Si seguía así, iba a olvidar que no estábamos solas.
Brittany se movió y cruzó las piernas. Mis ojos fueron instantáneamente al movimiento. El corto vestido se subió, dejando a la vista toda la suave y sedosa piel de sus muslos desnudos para mí.
No fui capaz de detener mi mano antes de decidir el movimiento.
Pasé un dedo por su pierna desde su rodilla hasta la cima. Era como seda fría.
—¿Tienes frío?—pregunté, incapaz de apartar la mirada de mi mano en su muslo.
—No—dijo suavemente.
—Te sientes fría—le dije, y abrí la mano para cubrir su muslo. La moví de nuevo hasta su rodilla y luego hacia arriba, en donde me detuve y la dejé.
Entonces, bajé de nuevo a su rodilla. Era un intento para calentar su piel, pero en realidad solo quería tocarla.
La sentí temblar, y mi necesidad aumentó. Inclinándome, susurré en su oído.
—Ábrelas para mí.
Levantó la mirada para encontrar la mía, y la observé tragar saliva mientras respiraba y descruzaba las piernas.
No las abrió al principio.
Contuve la respiración mientras esperaba para ver si lo hacía. Quería agarrar sus rodillas y abrirlas de un empujón, pero sabía que ella era la que tenía que tomar la decisión.
Cuando sus piernas empezaron a soltarse, mi cabeza se nubló un poco y todo lo que entendía era necesidad.
La necesitaba.
Poniendo mi mano en su muslo, lentamente subí, dejando que mis dedos hicieran un sendero por el interior de sus piernas. Cada temblor que viajaba por sus muslos hacía que mi presión sanguínea subiera un poco más.
Ella estaba tan jodidamente excitada porque la tocara como yo lo estaba porque me dejara.
El satén húmedo que encontró mis dedos despertó a la mujer de las cavernas en mí que quería golpearse el pecho y rugir.
Ella estaba mojada y tan increíblemente caliente.
Inclinándome más, presioné mi boca tan cerca de su oído como podía y susurré:
—Estás mojada. ¿Te pones así de mojada por mí todo el tiempo?
Cerró los ojos y asintió. Besé su mejilla y deslicé un dedo dentro del borde de encaje de sus bragas.
—Oh, Dios—se atragantó, demasiado fuerte para los calientes y ruidosos cabrones en el auto conmigo.
Me moví frente a ella para que no pudieran verla, y les lancé miradas de advertencia.
No la vieron. Nadie consiguió verla así.
No debí haberla tocado en el auto.
—Shhh—dije mientras presionaba un beso en su boca para amortiguar sus sonidos, y entonces quité la mano de la caliente humedad que me hacía burlas.
Quería eso.
Lo quería tanto que mi cuerpo se sentía como en llamas.
Esta vez era yo la que tembló cuando gimió su desaprobación. Moví mi boca hacia la suya y deslicé la lengua dentro de la luz de sol que añoraba. Cómo pensé que podría probar esto y no volver a poder hacerlo había sido una locura.
Mi adicción personal estaba fuera de control con esta mujer. Seguía con las piernas abiertas, y la tentación de deslizar la mano de nuevo ahí era demasiado.
Tomé su rodilla y cerré sus piernas, mientras la besaba.
Un pequeño quejido escapó de ella cuando mantuve sus piernas juntas. Estaba tan dispuesta a dejarme tocarla, y esto solo hacia subir esta cosa que sentía por ella.
No tenía idea de a qué entraba conmigo.
Levantando el dedo con el que la toqué, inhalé su excitación y mis bragas se humedieron. Rompí el beso y succioné mi dedo antes de que su esencia desapareciera.
Solo una probada.
Alcé la mirada para verla mirándome con la boca ligeramente abierta en sorpresa.
Saqué mi dedo y le sonreí.
—Tenías que saber a nirvana también, ¿no, amor?
Sus mejillas se tornaron de un rojo brillante, y hundió la cabeza.
—Morena, vas a tenernos a todos jodidamente excitados cuando lleguemos ahí, y vamos a tener que encontrarnos a alguien para aliviarnos antes de que calentemos. ¿Puedes bajarle?—gritó Mike.
Mierda.
—Ignóralos. No pueden ver una mierda. Estoy bloqueándoles la vista—le aseguré cuando sus mejillas ardieron más brillantes.
—No tenemos que verla. Esos quejidos…—dijo Puck, desvaneciéndose.
¡Joder!
Me perdí tanto en ello que no me di cuenta que hacía ruidos demasiado fuertes para que ellos la escucharan.
No los quería escuchando sus ruidos.
No quería que nadie escuchara sus ruidos.
Esos eran mis jodidos ruidos.
Mía.
Tirándola a mi regazo, presioné su cabeza contra mi pecho mientras los miraba a todos.
Los odiaba a todos. A cada uno de ellos.
No era para que ellos lo escucharan.
No tenían que escucharla.
Ella hacía esos ruidos para mí.
Para mí.
Estúpidos idiotas ruidosos.
—Santana—la dulce voz de Brittany irrumpió a través de la roja niebla que había empezado a cegarme.
—¿Sí, amor?
—Lo siento—dijo, dejando su mano en mi pecho, casi como si esperara que yo la quitara.
—¿Por qué lo sientes? —pregunté, estrujando mi cerebro en busca de algo por lo que debiera disculparse.
Miró al resto de los chicos y luego a mí.
—No quería hacer ruido—dijo suavemente.
Maldición.
Jodidamente dulce.
Yo era mala para ella.
No era lo que ella merecía, pero estaba maldita si dejaba que alguien más la alejara de mí ahora.
Nadie me necesitó alguna vez. Y nadie me defendió alguna vez.
Brittany se las había arreglado para hacer ambas.
Alguien que me necesitaba para cuidar de ella, alguien que estaba tan solo como yo me sentía y que me defendería incluso cuando no lo merecía.
Pasé el dorso de mi mano por su mejilla.
—No te disculpes por eso de nuevo. Fue mi culpa. Me perdí por un minuto ahí. Debí haber sido más cuidadosa.
Apretó los labios, pero la sonrisa que trataba de salir hizo que las esquinas de su boca se curvaran.
Me incliné para presionar mi boca en su oído y pregunté:
—¿Es un pensamiento travieso el que tiene a esa sonrisa tirando de tus labios?
Asintió, y me recordé el por qué deslizar la mano por sus muslos era una mala idea.
—¡Estamos aquí! ¡Gracias, joder! Tengo que arrancar de estos dos—dijo Puck cuando abrió la puerta y saltó del auto.
Mercedes se rio y salió, pero Mike me miró.
—¿Necesitas que deje el auto por un rato? Podemos instalarnos primero.
Empecé a decir que no, cuando Brittany se estremeció en mis brazos.
Cambié de opinión.
—Sí, déjanos aquí —le dije.
Me lanzó un pulgar arriba y salió.
—¿Es eso lo que querías, amor?—le pregunté mientras deslizaba la mano entre sus muslos.
Se inclinó y presionó un beso en mi boca. Cuando abrí la mía para poder probarla, ella tiró de mi lengua hacia su boca y empezó a succionarla.
Jódeme, eso era caliente.
Mi mano se encontraba en su mojada entrepierna de nuevo, acunándola instantáneamente.
Incluso estaba más mojada de lo que estuvo antes.
Un gemido escapó de ella cuando presioné mi palma contra su calor.
—¿Eso se siente bien? —pregunté.
—Sí, por favor—jadeó mientras se movía sobre mi mano y empezaba a besarme de nuevo en la boca, con avaricia esta vez.
Obviamente estaba fascinada. La dejé jugar un poco antes de deslizar dos dedos bajo sus bragas.
Al momento que hice contacto, lanzó la cabeza hacia atrás y saltó contra mi mano.
Nunca había hecho que una mujer se rompiera por mí por algo tan simple.
Observar la expresión inocente de Brittany encendida con deseo era algo de lo que nunca tendría suficiente.
Nadie la había tocado así.
Nadie la había visto de la forma en que yo sí.
Tan aterrada como me sentía por lastimarla, empezaba a pensar que podría necesitar preocuparme por mí.
Brittany se las arregló para envolverme con tanta fuerza que no podía imaginar mi vida sin ella.
La necesitaba para vivir.
—Por favor—rogó, jadeando mientras me miraba bajo sus pesados párpados.
Deslicé un dedo dentro de su apretada entrada, y jadeó y quedó inmóvil en mis brazos. Moví la mano y presioné exactamente en donde sabía que lo sentiría más. Sus ojos se ampliaron, y agarró mi brazo, tirándolo débilmente.
Entonces, gritó mi nombre.
—Tranquila—susurré contra su sien mientras presionaba un beso ahí—Te tengo. Solo déjalo ir, dulzura.
Brittany envolvió la mano alrededor de mi antebrazo y apretó.
Lo tomé como mi pista para continuar.
Con más ternura de lo que mostré alguna vez en mi vida, empecé a deslizar mi dedo adentro y afuera del tenso agujero codicioso que me apretaba con una promesa de cuando jodidamente alucinante.
No tenía mucho tiempo.
Uno de los chicos estaría golpeando la maldita puerta en cualquier minuto.
Quería ver esto. Lo anhelaba tanto como su cuerpo.
Usando la almohadilla de mi pulgar, rocé su hinchado clítoris y lo sentí pulsar bajo mi toque.
Brittany tembló y gimió ante el contacto.
Mi cuerpo me gritaba que la tomara. Rasgara sus bragas y me uniera a ella que sabía cambiaría mi mundo.
Pero mi cabeza sabía que tenía que ser cuidadosa. Ella era frágil, y necesitaba atesorarla.
Me haría valedera de esto.
Empecé a hacer círculos con mi pulgar mientras su punto de placer pulsaba con cada toque.
—Santana, voy a…necesito…por favor—jadeaba en busca de aire y me sostenía como si su vida dependiera de ello—Hazme venir.
Otra cosa que me di cuenta.
Si Brittany me pedía algo, se lo daría.
Con otro bombeo final de mi dedo, apreté su clítoris y observé mientras Brittany saltaba salvajemente y gritaba mi nombre.
Estaba obsesionada con Brittany Pierce.
Había estado tan concentrada en tipiar las cartas que el pastor Evans me dejó que no escuché a Sam entrar.
—Estás de vuelta—dije mientras el aroma de donuts frescas golpeaba mi nariz—Y trajiste golosinas.
La sonrisa de Sam parecía apagada, pero no lo mencioné o le pregunté si se encontraba bien.
Todavía no éramos así de cercanos.
—Me imaginé que si iba a abandonarte por unos días sin advertencia, debería venir con una ofrenda de paz.
Era difícil de creer lo mucho que sucedió en tan pocos días.
¿Por qué me sentía culpable cuando lo miraba?
No tenía razón para sentirme culpable. Salimos en dos citas, y me traía algunos dulces a la oficina.
Nada más.
Pero, ¿y si me pedía salir de nuevo?
¿Diría que sí?
¿Quería decir que sí?
No.
No quería decir que sí.
Quería a Santana.
El problema era que, Santana no me quería solo a mí.
Ella quería ver cómo iba.
Ya no había exigencia que no viera a Sam. Si esto terminaba mal con Santana, no quería tener que perder una amistad con Sam a causa de mis sentimientos por Santana.
Tenía que haber una forma de compatibilizarlos.
—Está bien, esos pensamientos están yendo profundo por una donut—dijo mientras se sentaba al borde de mi escritorio.
Levanté la mirada hacia él y su precioso rostro. No me asustaba. Él era muy seguro. No me encontraba en riesgo de salir lastimada por él.
Todo eso sonaba como la mejor opción.
Pero era la opción fácil.
Santana tenía el poder de herirme porque me preocupaba por ella. La quería.
Ansiaba estar cerca de ella y escuchar su risa. No sentía todo eso cuando me encontraba con Sam.
¿Eso significaba que Sam era el amigo y Santana era al que podía amar?
—Pensamientos profundos de nuevo—dijo Sam, inclinándose para acunar mi rostro con su mano—¿Por qué los pensamientos profundos? ¿Estás bien?
Él era tan dulce.
—Lo siento. Me encontraba perdida en el trabajo cuando entraste y…—me detuve.
Mentía.
No me gustaba mentir, pero era exactamente lo que hacía.
Sacudí la cabeza y solté un suspiro.
—No. Eso no es cierto—admití.
El ceño de preocupación de Sam se profundizó.
—¿Qué es?
Tenía que exponérselo. Se merecía saber.
Mantenerlo al lado para cuando Santana me dejara, estaba mal.
No iba a ser malvada.
Me rehusaba a creer que era malvada, y no iba a empezar a hacer cosas malas ahora.
—Conoces a Santana—dije, y cuando asintió lentamente, decidí no darle tiempo para que dijera algo.
Tenía que hablar, y si él decía algo malo sobre Santana, inmediatamente me iría en modo defensivo.
Juzgaría a Santana sin conocerla.
—Bueno, ella es una amiga. Una buena amiga. Cenamos juntas la mayoría de las noches. Trae comida para llevar antes de ir a cantar a cual sea el club que vaya esa noche. De todos modos, me gusta. Me gusta más de lo que yo le gusto. Me gusta más que una amiga, y ella no es de esa tipo de persona. Le gusta permanecer libre y no le gustan las relaciones. Lo sabía y aun lo sé, pero no puedo evitar la forma en que me siento por ella. Por lo que, estoy lidiando con cómo evitar que mi amistad con ella salga lastimada, debido a que me permito preocuparme por ella de una forma en que no lo pedía.
Sam no dijo nada. Giró su mirada hacia la pared frente a él, y los músculos en su mandíbula estaban tensos.
Necesitaba hablar con alguien de esto, pero Sam no era la persona en la que debí haberlo descargado. Pero al menos, él sabía la verdad ahora.
No le mentía.
—¿Te ha besado?—preguntó Sam en una profunda voz pareja.
Una que nunca supondrías que está enojado a menos que supieras que él normalmente no hablaba en una voz así de profunda.
—Eh—de nuevo, no quería mentir, pero estaba bastante segura de que no se suponía que besabas y contabas.
¿Debió Sam siquiera haberme hecho esa pregunta?
Yo no le he preguntado a quién besaba.
No era justo que me lo preguntaran.
—No creo que ese sea el punto de esta conversación. Me preguntaste si me encontraba bien, y no quería mentirte.
—Entonces, sí lo hizo —dijo Sam, y se paró del escritorio.
—No dije eso.
—No tienes que hacerlo —respondió casi demasiada calmadamente.
No me encontraba segura de qué decir a continuación. No esperaba esta reacción.
—Tengo que irme. Te veré más tarde—dijo sin mirarme, entonces se fue de la oficina con largas y rápidas zancadas.
Bueno, eso fue genial.
Ahora tenía que trabajar con su papá y lidiar con esa incomodidad. Supongo que la amistad acabó, pero al menos fui honesta.
No iba a mentir y herir a alguien para mi propio beneficio. Esa nunca sería yo.
De pie frente al espejo, me quedé mirándome.
No estaba segura de cómo se suponía que te vestías siquiera para ir a este club.
No tenía el tipo de ropa que vi en las citas normales de Santana. Esto era lo más cercano a sexy que tenía.
Quizás.
El vestido azul oscuro era sin tirantes, así que al menos era algo. Sin embargo, las flores en él que me hicieron sentir bonita en la tienda no parecen algo que verías en un club. Era corto, y las chicas en Live Bay la otra noche llevaban faldas cortas.
Así que, eso podría funcionar por el hecho de que tenía estampado floral.
Mirando mis pies, tenía un par de botas azules hasta los tobillos. Parecía que le daban más a mi vestido.
Esto era lo mejor que podía hacer.
Esperaba que Santana no se avergonzara de mí.
Volví a mirar mi armario y a los vaqueros que colgaban ahí. La mayoría de las noches aun había 27 grados. La idea de estar en un club lleno con estos calurosos vaqueros parecía miserable.
Pero quizás sería más sexy.
Un golpe en la puerta me dijo que era hora.
—¿Dónde estás?—la voz de Santana llenó el departamento—¿Y por qué esta puerta no está bloqueada?
Sonriendo, salgo del dormitorio.
—Me gusta que la gentuza encuentre la forma de entrar.
Santana se dio la vuelta para mirarme con una sonrisa que se congeló en su rostro. Sus ojos vagaron por mi cuerpo lentamente y subieron de nuevo.
Entonces, soltó un silbido bajo.
—Maldición, amor. Te ves inocente y dulcemente sexy como el infierno.
Solté el aliento que estaba conteniendo. Pasé la inspección. No se encontraba avergonzada.
—Oh, bien. No estaba segura de usar esto—admití.
Caminó hacia mí, y los apretados vaqueros negros que llevaba con botas de combate negras hicieron mi boca agua.
—La verdad es, linda bailarina, que puedes usar un vestido de abuela y hacer girar cabezas—alcanzó mi cintura y me jaló más cerca de ella—¿Lista para esto?
Si se refería a besar, entonces, sí, estaba muy lista.
Besó la punta de mi nariz y retrocedió, una sonrisa juguetona en su cara.
—Vamos. Los chicos nos esperan abajo, y Mike, como el pendejo que es, empezará a tocar la bocina en un minuto.
Agarré mi bolso y lo seguí a la puerta. Dio un paso atrás y me dejó ir primero, entonces alzó la mano pidiendo las llaves. Se las di y observé como cerraba la puerta y luego me devolvía las llaves.
—Hora de la fiesta—dijo con un sexy guiño.
Santana
Puck se encontraba de pie afuera del Escalade negro que le habíamos comprado al papá de Mike.
Era nuestro vehículo de viaje.
Era lo suficientemente espacioso y tenía el motor necesario para tirar de nuestro tráiler con los instrumentos.
—¿De quién es ese auto?—preguntó Brittany cuando vio a Puck de pie ahí, con los brazos cruzados y luciendo molesto.
—De la banda. Es en lo que viajamos —expliqué.
—Lindo —dijo, sonriendo.
—Me alegra que puedan unírsenos—dijo con voz cansina Puck cuando llegamos a la puerta.
—Cállate—espeté, y sostuve la mano de Brittany mientras subía.
Nos dejaron la parte trasera. Normalmente, yo iba adelante, pero estar metida atrás con Brittany y todos los demás al frente sonaba bastante bueno.
El corto vestido que llevaba se subió cuando se inclinó para subir en la parte trasera, y el satén azul de sus bragas se asomó.
Escuché a Puck inhalar bruscamente y lo empujé para que no pudiera ver su culo. Entonces, me subí detrás de ella para asegurarme que nadie más la viera.
Puck se reía mientras subía detrás de mí y se sentaba en el medio.
Mercedes se encontraba sentada al frente en el asiento de pasajero, y Mike conducía. Miró atrás.
—¿Qué me perdí?—preguntó al tanto que Puck continuaba estando demasiado divertido.
—Nada —gruñí.
Las cejas de Mercedes subieron, y asintió antes de darse la vuelta.
—Claro —murmuró.
—¿Siempre la irritas así?—gritó Mike, mirando a Brittany a través del espejo retrovisor.
Brittany se tensó a mi lado, y estaba lista para salir y golpearlos a todos en la cara. Inclinándome hacia atrás, deslicé el brazo alrededor del asiento trasero y la atraje más hacia mí.
—Ignóralos. Se ponen así antes de presentarnos—le dije.
Se relajó en mí.
—¿No les gusta que traigas mujeres? —preguntó.
Desafortunadamente, preguntó lo suficientemente fuerte para que Puck la escuchara. Soltó otra risa y se dio la vuelta para mirarla.
—Las lleva a casa, Brittany. No las trae con ella. Eres la primera.
Su cabeza giró bruscamente para mirarme. No reconocí su mirada curiosa.
Sabía lo que quería saber, y no tenía idea de cuál era la respuesta.
Esta mañana había estado lista para ponerla a distancia cuando dejé su departamento. Me preparé mentalmente para seguir con la cosa de amigos, y nada más.
Entonces, Puck dijo la palabra que enviaba a mi monstruo interior a un frenesí, Sam.
No me gustaba la idea de que alguien más pasara tiempo con Brittany.
Nadie más necesitaba su risa como yo.
Nadie más sabía cómo hacerla reír, y nadie más se aseguraba de que tuviera todo lo que necesitaba para su té dulce.
Esa era yo.
La palabra mía seguía asomando su cabeza también, y yo seguía apartándola.
Nadie era mío.
No reclamaba mujeres. No era mi estilo. Si iba a reclamar a alguien, sería a Brittany, pero entonces, la idea de lastimarla era demasiado.
Un argumento con Sugar, y me perdí y follé a dos chicas detrás del escenario. A Sugar no le importaba una mierda. Ella estaba bien. Era ruda, y tenía sus propias murallas. No podía penetrarlas.
Pero Brittany, infierno.
¿Y si le hacía algo así?
¿Y si la rompía y lastimaba de esa forma?
No podía pensar en ello.
Herirla me destruiría. No sería capaz de salir de eso.
Pero entonces, el nombre de Sam me molestaba. No podía perderla por su culpa tampoco.
No podía compartirla.
Ella era… ¡Joder!
Esa estúpida palabra de nuevo.
Ella no era mía. Era su propia dueña. Ella era dueña de su propia persona hermosa y perfecta.
No le pertenecía a nadie.
—¿Santana?—su suave voz irrumpió en mi batalla interna y la miré.
—¿Sí, amor?—pregunté, queriendo besar sus labios fruncidos.
No me gustaba hacerla fruncir.
—¿En dónde me sentaré mientras cantas? No conoceré a nadie más ahí, ¿o sí?
La apreté más contra mí.
—Te quedarás detrás del escenario. Puedes observar desde ahí, y cuando tome mis descansos, podemos pasar tiempo juntas.
Dejó escapar un suspiro de alivio.
¿De verdad pensó que iba a dejarla ir a la multitud sola?
Probablemente. La chica no tenía idea.
—Estoy emocionada de escucharte de nuevo. Esta vez sin la interrupción de tener que hablar con mi cita —dijo.
También me encontraba bastante emocionada por eso.
No tendría que pretender que no me importaba que otra persona estuviera cerca de ella. Hacerla sonreír. Comprarle tragos.
—Bien. Voy a cantar esa canción en la que he estado trabajando. La hice justo una noche la semana pasada. Sé cómo termina ahora.
Sabía por qué me admitía sobre quién era la canción. A quién se la cantaba.
Una vez que admití que la canción era para Brittany, fui capaz de terminarla. Mis asuntos jodidos se derramaron todos, y la canción quedó bastante buena.
Estaba feliz con ello.
—No puedo esperar a escucharla—dijo, acurrucándose más cerca de mí.
Si seguía así, iba a olvidar que no estábamos solas.
Brittany se movió y cruzó las piernas. Mis ojos fueron instantáneamente al movimiento. El corto vestido se subió, dejando a la vista toda la suave y sedosa piel de sus muslos desnudos para mí.
No fui capaz de detener mi mano antes de decidir el movimiento.
Pasé un dedo por su pierna desde su rodilla hasta la cima. Era como seda fría.
—¿Tienes frío?—pregunté, incapaz de apartar la mirada de mi mano en su muslo.
—No—dijo suavemente.
—Te sientes fría—le dije, y abrí la mano para cubrir su muslo. La moví de nuevo hasta su rodilla y luego hacia arriba, en donde me detuve y la dejé.
Entonces, bajé de nuevo a su rodilla. Era un intento para calentar su piel, pero en realidad solo quería tocarla.
La sentí temblar, y mi necesidad aumentó. Inclinándome, susurré en su oído.
—Ábrelas para mí.
Levantó la mirada para encontrar la mía, y la observé tragar saliva mientras respiraba y descruzaba las piernas.
No las abrió al principio.
Contuve la respiración mientras esperaba para ver si lo hacía. Quería agarrar sus rodillas y abrirlas de un empujón, pero sabía que ella era la que tenía que tomar la decisión.
Cuando sus piernas empezaron a soltarse, mi cabeza se nubló un poco y todo lo que entendía era necesidad.
La necesitaba.
Poniendo mi mano en su muslo, lentamente subí, dejando que mis dedos hicieran un sendero por el interior de sus piernas. Cada temblor que viajaba por sus muslos hacía que mi presión sanguínea subiera un poco más.
Ella estaba tan jodidamente excitada porque la tocara como yo lo estaba porque me dejara.
El satén húmedo que encontró mis dedos despertó a la mujer de las cavernas en mí que quería golpearse el pecho y rugir.
Ella estaba mojada y tan increíblemente caliente.
Inclinándome más, presioné mi boca tan cerca de su oído como podía y susurré:
—Estás mojada. ¿Te pones así de mojada por mí todo el tiempo?
Cerró los ojos y asintió. Besé su mejilla y deslicé un dedo dentro del borde de encaje de sus bragas.
—Oh, Dios—se atragantó, demasiado fuerte para los calientes y ruidosos cabrones en el auto conmigo.
Me moví frente a ella para que no pudieran verla, y les lancé miradas de advertencia.
No la vieron. Nadie consiguió verla así.
No debí haberla tocado en el auto.
—Shhh—dije mientras presionaba un beso en su boca para amortiguar sus sonidos, y entonces quité la mano de la caliente humedad que me hacía burlas.
Quería eso.
Lo quería tanto que mi cuerpo se sentía como en llamas.
Esta vez era yo la que tembló cuando gimió su desaprobación. Moví mi boca hacia la suya y deslicé la lengua dentro de la luz de sol que añoraba. Cómo pensé que podría probar esto y no volver a poder hacerlo había sido una locura.
Mi adicción personal estaba fuera de control con esta mujer. Seguía con las piernas abiertas, y la tentación de deslizar la mano de nuevo ahí era demasiado.
Tomé su rodilla y cerré sus piernas, mientras la besaba.
Un pequeño quejido escapó de ella cuando mantuve sus piernas juntas. Estaba tan dispuesta a dejarme tocarla, y esto solo hacia subir esta cosa que sentía por ella.
No tenía idea de a qué entraba conmigo.
Levantando el dedo con el que la toqué, inhalé su excitación y mis bragas se humedieron. Rompí el beso y succioné mi dedo antes de que su esencia desapareciera.
Solo una probada.
Alcé la mirada para verla mirándome con la boca ligeramente abierta en sorpresa.
Saqué mi dedo y le sonreí.
—Tenías que saber a nirvana también, ¿no, amor?
Sus mejillas se tornaron de un rojo brillante, y hundió la cabeza.
—Morena, vas a tenernos a todos jodidamente excitados cuando lleguemos ahí, y vamos a tener que encontrarnos a alguien para aliviarnos antes de que calentemos. ¿Puedes bajarle?—gritó Mike.
Mierda.
—Ignóralos. No pueden ver una mierda. Estoy bloqueándoles la vista—le aseguré cuando sus mejillas ardieron más brillantes.
—No tenemos que verla. Esos quejidos…—dijo Puck, desvaneciéndose.
¡Joder!
Me perdí tanto en ello que no me di cuenta que hacía ruidos demasiado fuertes para que ellos la escucharan.
No los quería escuchando sus ruidos.
No quería que nadie escuchara sus ruidos.
Esos eran mis jodidos ruidos.
Mía.
Tirándola a mi regazo, presioné su cabeza contra mi pecho mientras los miraba a todos.
Los odiaba a todos. A cada uno de ellos.
No era para que ellos lo escucharan.
No tenían que escucharla.
Ella hacía esos ruidos para mí.
Para mí.
Estúpidos idiotas ruidosos.
—Santana—la dulce voz de Brittany irrumpió a través de la roja niebla que había empezado a cegarme.
—¿Sí, amor?
—Lo siento—dijo, dejando su mano en mi pecho, casi como si esperara que yo la quitara.
—¿Por qué lo sientes? —pregunté, estrujando mi cerebro en busca de algo por lo que debiera disculparse.
Miró al resto de los chicos y luego a mí.
—No quería hacer ruido—dijo suavemente.
Maldición.
Jodidamente dulce.
Yo era mala para ella.
No era lo que ella merecía, pero estaba maldita si dejaba que alguien más la alejara de mí ahora.
Nadie me necesitó alguna vez. Y nadie me defendió alguna vez.
Brittany se las había arreglado para hacer ambas.
Alguien que me necesitaba para cuidar de ella, alguien que estaba tan solo como yo me sentía y que me defendería incluso cuando no lo merecía.
Pasé el dorso de mi mano por su mejilla.
—No te disculpes por eso de nuevo. Fue mi culpa. Me perdí por un minuto ahí. Debí haber sido más cuidadosa.
Apretó los labios, pero la sonrisa que trataba de salir hizo que las esquinas de su boca se curvaran.
Me incliné para presionar mi boca en su oído y pregunté:
—¿Es un pensamiento travieso el que tiene a esa sonrisa tirando de tus labios?
Asintió, y me recordé el por qué deslizar la mano por sus muslos era una mala idea.
—¡Estamos aquí! ¡Gracias, joder! Tengo que arrancar de estos dos—dijo Puck cuando abrió la puerta y saltó del auto.
Mercedes se rio y salió, pero Mike me miró.
—¿Necesitas que deje el auto por un rato? Podemos instalarnos primero.
Empecé a decir que no, cuando Brittany se estremeció en mis brazos.
Cambié de opinión.
—Sí, déjanos aquí —le dije.
Me lanzó un pulgar arriba y salió.
—¿Es eso lo que querías, amor?—le pregunté mientras deslizaba la mano entre sus muslos.
Se inclinó y presionó un beso en mi boca. Cuando abrí la mía para poder probarla, ella tiró de mi lengua hacia su boca y empezó a succionarla.
Jódeme, eso era caliente.
Mi mano se encontraba en su mojada entrepierna de nuevo, acunándola instantáneamente.
Incluso estaba más mojada de lo que estuvo antes.
Un gemido escapó de ella cuando presioné mi palma contra su calor.
—¿Eso se siente bien? —pregunté.
—Sí, por favor—jadeó mientras se movía sobre mi mano y empezaba a besarme de nuevo en la boca, con avaricia esta vez.
Obviamente estaba fascinada. La dejé jugar un poco antes de deslizar dos dedos bajo sus bragas.
Al momento que hice contacto, lanzó la cabeza hacia atrás y saltó contra mi mano.
Nunca había hecho que una mujer se rompiera por mí por algo tan simple.
Observar la expresión inocente de Brittany encendida con deseo era algo de lo que nunca tendría suficiente.
Nadie la había tocado así.
Nadie la había visto de la forma en que yo sí.
Tan aterrada como me sentía por lastimarla, empezaba a pensar que podría necesitar preocuparme por mí.
Brittany se las arregló para envolverme con tanta fuerza que no podía imaginar mi vida sin ella.
La necesitaba para vivir.
—Por favor—rogó, jadeando mientras me miraba bajo sus pesados párpados.
Deslicé un dedo dentro de su apretada entrada, y jadeó y quedó inmóvil en mis brazos. Moví la mano y presioné exactamente en donde sabía que lo sentiría más. Sus ojos se ampliaron, y agarró mi brazo, tirándolo débilmente.
Entonces, gritó mi nombre.
—Tranquila—susurré contra su sien mientras presionaba un beso ahí—Te tengo. Solo déjalo ir, dulzura.
Brittany envolvió la mano alrededor de mi antebrazo y apretó.
Lo tomé como mi pista para continuar.
Con más ternura de lo que mostré alguna vez en mi vida, empecé a deslizar mi dedo adentro y afuera del tenso agujero codicioso que me apretaba con una promesa de cuando jodidamente alucinante.
No tenía mucho tiempo.
Uno de los chicos estaría golpeando la maldita puerta en cualquier minuto.
Quería ver esto. Lo anhelaba tanto como su cuerpo.
Usando la almohadilla de mi pulgar, rocé su hinchado clítoris y lo sentí pulsar bajo mi toque.
Brittany tembló y gimió ante el contacto.
Mi cuerpo me gritaba que la tomara. Rasgara sus bragas y me uniera a ella que sabía cambiaría mi mundo.
Pero mi cabeza sabía que tenía que ser cuidadosa. Ella era frágil, y necesitaba atesorarla.
Me haría valedera de esto.
Empecé a hacer círculos con mi pulgar mientras su punto de placer pulsaba con cada toque.
—Santana, voy a…necesito…por favor—jadeaba en busca de aire y me sostenía como si su vida dependiera de ello—Hazme venir.
Otra cosa que me di cuenta.
Si Brittany me pedía algo, se lo daría.
Con otro bombeo final de mi dedo, apreté su clítoris y observé mientras Brittany saltaba salvajemente y gritaba mi nombre.
Estaba obsesionada con Brittany Pierce.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ti (Adaptada) Epílogo
El boca de payaso (mi cuñado le dice asi) algo esta escondiendo. San y britt fuego puro
Isabella28****** - Mensajes : 378
Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ti (Adaptada) Epílogo
Para mi que el boca de pez tiene un secreto, y pq se molesta???? es obvio que no pde competir ni remotamente con Santana!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ti (Adaptada) Epílogo
Hola morra....
Que tanto esconde o le molesta a la salamandra??
Me parese que los chicos van a estar con un Balde de agua para depararlas a las dos.. Amo la inocencia de britt.... San va a crear un moustro!!! Jaja
Nos vemos!
Que tanto esconde o le molesta a la salamandra??
Me parese que los chicos van a estar con un Balde de agua para depararlas a las dos.. Amo la inocencia de britt.... San va a crear un moustro!!! Jaja
Nos vemos!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ti (Adaptada) Epílogo
Isabella28 escribió:El boca de payaso (mi cuñado le dice asi) algo esta escondiendo. San y britt fuego puro
Hola, jajajajaaj xD jajaajaj jjajjaaj lo cual es la vrdd xD ajajajajajajaj, pienso igual mmmm, esperemos y equivocarnos =/ JAjajajaaj si que si!!!! jaajajajaj. Saludos =D
micky morales escribió:Para mi que el boca de pez tiene un secreto, y pq se molesta???? es obvio que no pde competir ni remotamente con Santana!!!!
Hola, y no eres la unica q lo piensa, pero como dije arriba, espero equivocarme =/ ¬¬ kiere algo q no es de el ¬¬ PFff claro q no xD jaajajajaj osea! Saludos =D
3:) escribió:Hola morra....
Que tanto esconde o le molesta a la salamandra??
Me parese que los chicos van a estar con un Balde de agua para depararlas a las dos.. Amo la inocencia de britt.... San va a crear un moustro!!! Jaja
Nos vemos!
Hola lu, nose, la vrdd no tiene q ni importarle ¬¬ AJajajajjajaaj dices tu¿? jajaja nooo, las brittana se saben comportar... no la vrdd esk no saben xD jaajajajajaj. Ayy si es una ternurita!!!! jajajaja. JAajajajaj xD ajajajaja xD tmbn lo creo xD jaajaj. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Por Ti (Adaptada) Cap 15
Capitulo 15
Brittany
Envolví los brazos alrededor de mis rodillas mientras me sentaba en un banco a la derecha del escenario detrás de la pared.
Tenía una vista perfecta de Santana.
También podía ver a Mike, pero Puck se encontraba demasiado lejos, y Mercedes estaba detrás de Puck.
Eran increíbles.
Era su cuarta canción de la noche, y hasta ahora había visto un sujetador y dos pares de bragas arrojados a los pies de Santana. También había varias notas y pedazos de papel en el borde del escenario.
No me hallaba segura de lo que eran. Tal vez eran algo así como cartas de fans.
Esta era una parte de la vida de Santana, y sabía que le encantaba. La atención por parte de las mujeres era algo que no podía cambiar.
No quería cambiarla.
No era mía para que la cambiara, aunque la forma en que actuó después de salir de la Escalade fue diferente.
Notablemente diferente.
Su mano estaba sobre mí en todo momento. Incluso cuando salió al escenario para comprobar su equipo, mantuvo mi mano en la suya.
Las chicas habían gritado su nombre entonces, y se giró hacia ellas y saludó. Una incluso le dijo que lo amaba, y le guiñó un ojo.
Pero todos sus dedos se encontraban enroscados con los míos, y su agarre sobre mí era firme, como si tuviera miedo de que alguien viniera a arrebatarme y alejarme de ella.
Como si pudiera escuchar mis pensamientos, se giró para mirarme mientras cantaba. La sonrisa en su rostro hizo que mi corazón dejara de latir y mi estómago se revolviera. Levanté la mano y lo saludé, y su sonrisa solo se agrandó.
No era la primera vez que hacía eso esta noche. Lo estaba haciendo mucho.
Llegué a preocuparme de que se diera cuenta de que me hallaba en el medio y se arrepintiera de traerme, pero no actuaba de esa manera en absoluto.
En realidad, no actuó de esa manera cuando estábamos en el coche.
Mi ropa interior se hallaba incómodamente húmeda ahora, pero guau, valía la pena.
Sin embargo, me encontraba preocupada por ello.
Eso no es una cosa que los amigos hacen. Era algo íntimo y algo que nunca imaginé que me pasaría con alguien con quien no tenía una relación.
Pero con Santana, me olvidé de todo eso y tomaba lo que podía.
Al no tener una mamá para hablar mientras crecía y no tener un papá que me hiciera sentir segura, me había deformado de alguna manera.
Eso era todo lo que tenía sentido.
Este intenso sentimiento que tenía por Santana.
Esta necesidad de ser tocada por ella. De pertenecerle.
Siempre quise pertenecerle a alguien más.
Cuando tenía catorce años, una chica en nuestra iglesia murió trágicamente en un accidente de coche. Me senté en su funeral viendo como su mamá se doblaba por la cintura mientras los sollozos llenaban su cuerpo. El papá de la chica no se hallaba mucho mejor. Se había caído de rodillas y apoyaba la cabeza en el ataúd de la chica mientras sus hombros se agitaban.
Fue desgarrador verlo.
Pero todo el tiempo que duré sentada ahí, me pregunté cómo debió haber sido la vida de esa chica.
Ella conoció un amor con el que yo sólo soñaba.
Entonces eso me golpeó.
Nadie lloraría si moría.
A nadie le importaría.
No tendría padres que estuvieran tan aplastados por el dolor que no pudieran ponerse de pie.
Ni siquiera tendría amigos que tuvieran pañuelos envueltos en sus puños mientras permanecían en silencio y sollozaban en sus asientos.
Ese día me marcó.
Santana no sabía nada de esto.
No sabía en qué se metía conmigo.
No era como las chicas que lanzaban sus bragas hacia ella con la esperanza de una noche de placer en sus brazos. No podría levantarme al día siguiente y alejarme como si no significara nada para mí.
Así no estaba programada.
Toda mi vida estuve sola y aislada.
¿Amaría de forma natural?
¿O el mío sería un amor roto y retorcido?
¿Amaría de una manera que cansara y haría que la gente huyera?
¿Era siquiera digna de ser amada?
Existía una razón por la que el Pastor Williams y la señora Williams no me amaban.
Existía una razón por la que nadie se acercaba a mí ni me mostraba el amor.
¿Intenté amar cuando era más joven y fue un error?
Levanté la mirada desde el punto en el piso al que miraba mientras me perdía en mis pensamientos para ver a Santana caminando hacia mí.
¿Ya habían dejado el escenario?
Me dijo que hacían tres presentaciones esta noche con veinte minutos de descanso en la mitad.
Echando un vistazo detrás de Santana, vi a Puck fruncir el ceño mientras seguía a Santana fuera del escenario.
¿Algo andaba mal?
No estuve observándolos.
¿Me perdí una pelea?
Santana se encontraba frente a mí, tomándome inmediatamente de las manos y jalándome hacia arriba.
—¿Qué pasa?—preguntó, un ceño preocupado grabado en su hermoso rostro.
—¿Qué pas…no lo sé? Yo…—dejé de hablar cuando Puck agarró el hombro de Santana y le dio la vuelta.
—¿Qué demonios fue eso? Teníamos cinco minutos más. Podríamos haber tocado otra canción. Estaba programado que tocáramos otra canción. ¿No miraste la jodida programación?
Santana dio un paso y estuvo delante de la cara de Puck.
—No. Jodidamente. La. Interrumpas —gruñó y luego lo empujó hacia atrás, causando que Puck se tropezara.
¿De dónde sacaba tanta fuerza?
La furia instantánea que iluminó los ojos de Puck me puso en movimiento. Iba a devolverle el empujón a Santana. No iba a dejar que lastimara a Santana.
Di un salto mientras Puck iba por la cara de Santana.
—¡Estamos trabajando! Ella estaba bien. Podías verla. ¿Qué mierda te pasa? Este es nuestro trabajo, idiota. ¡No puedes ir haciendo mierdas como esas cuando tenemos casa llena!
Santana lo empujó de nuevo.
—No me digas qué coño hacer.
Tenía que detenerlos. Esto era sobre mí.
No me encontraba segura de por qué había venido Santana fuera del escenario, pero sabía que se trataba de mí.
Tenía que arreglar esto.
No quería que Santana peleara con su mejor amigo.
—¡Deja de jodidamente empujarme, LOCA!—rugió Puck, y se lanzó a por Santana.
Me moví rápido, levantando las dos manos y saltando delante de Santana para detenerlo. La fuerza del impacto cuando Puck no se detuvo me golpeó directamente en el pecho. Era como si alguien hubiera puesto un vacío en mis pulmones y aspiró todo el oxígeno de la habitación.
Nada entraba, y el pánico se apoderó de mí cuando me di cuenta de que no podía respirar.
—¡Mierda!—gritó Santana, y sus brazos se envolvieron a mi alrededor.
Hacía algo en mi pecho mientras me rogaba que respirara. Yo lo intentaba. No funcionaba.
—Bebé, por favor respira—suplicaba, y no quería nada más que hacer eso, pero no podía.
Dolía, y el terror de que estuviera a punto de morir se apoderó de mí.
—Se le salió el aire. Va a estar bien—dijo Mike en una voz más tranquila.
Y entonces la acción del vacío, y el aire por el que había estado luchando llenó mi pecho mientras jadeaba en voz alta y me incliné.
Santana me sostenía contra ella mientras murmuraba cosas dulces una y otra vez mientras me balanceaba adelante y atrás.
—Fuera de aquí —dijo Mike.
No podía levantar la mirada para ver de quién hablaba, pero me agarré a los brazos de Santana para aferrarme a ella en caso de que hablaran de ella.
—No soy yo, bebé. No te voy a dejar—dijo mientras su mano empezó a pasearse por mi pelo como si me estuviera acariciando—No voy a ninguna parte.
—Iba por Santana. No fue mi intención golpearla—dijo Puck, sonando asustado.
—Cuando Santana esté segura de que ella está bien, va a golpearte bastante fuerte. Ve con Mercedes y primero déjala calmarse—esta vez, las palabras de Mike fueron más bien una orden.
—Lo siento mucho. Dios, bebé. ¿Qué hiciste? Tú... Dios—tomó una respiración inestable—No podías respirar. Te pegó tan fuerte y caíste y joder, cariño. Nunca he estado tan asustada en mi vida.
Era capaz de respirar de nuevo sin dolor, y tenía que arreglar esto.
No fue culpa de Puck. No sabía que no iba a ser capaz de detenerse. Pensé que iba a detenerse de golpear a Santana si me ponía frente a ella.
—Él iba a golpearte—dije, haciendo una mueca por el dolor en la garganta.
Santana se quedó quieta un minuto, entonces su agarre sobre mí fue más fuerte.
Santana
—Mierda—susurró Mike.
La escuchó.
Era yo la que no podía respirar ahora. Pensé que era un accidente. Pero ella lo hizo jodidamente a propósito.
Para protegerme.
Santo infierno.
—Voy a ir…—la voz de Mike se apagó.
Escuché sus pasos hasta que se fue antes de voltearme y bajar la mirada hacia Brittany.
—¿Te pusiste delante de metro ochenta y tantos kilos de músculo porque iba a golpearme?
Asintió.
—Era mi culpa que fuera a golpearte. Solo iba a detenerlo.
Iba a detenerlo.
Esta chica.
Nunca en mi vida me imaginé que hubiera alguien como ella.
Nunca.
—Cariño, ¿cómo tenías la intención de detenerlo? Podía manejarlo. Le he pateado el culo muchas, muchas veces. Ser una mujer ayuda—tomé su barbilla en mi mano—Hubiera preferido que él me golpeara a que te pasara algo a ti. Eso fue jodidamente insoportable. No puedes hacerme eso. Si te haces daño, no seré capaz de manejarlo.
Suspiró, y sus ojos se giraron a mirar hacia el escenario.
—Lo empeoré. Lo siento. ¿Puedes ir a arreglar las cosas entre ambos para que puedan volver al escenario?
La mirada angustiada en su cara significaba que no iba a ser capaz de irme. No quería nada más que llevarla de vuelta a casa y sostenerla toda la noche.
Pero se encontraba realmente afectada por esto.
Reaccioné de manera exagerada. Ella estaba aquí mirando al suelo con la expresión más triste y perdida, y no podía pensar con claridad.
Tenía que llegar a ella.
—Iré a donde Puck, y vamos a volver al escenario. Pero tienes que prometerme que no vas a tratar de salvarme de nuevo. Yo te cuido. No al revés—le dije.
Se estiró y me tocó la cara.
—Entonces, ¿quién va a cuidar de ti?
Nadie se había preocupado nunca por eso antes. Aunque eso no era algo que iba a decirle.
—Que estés a salvo en mis brazos es todo lo que necesito. ¿De acuerdo?
Frunció el ceño y apartó la mirada de mí.
—No voy a estar de acuerdo con eso —dijo.
Dios, era adorable.
Le di un beso en la cabeza.
—Ven conmigo para reunir a los muchachos—le dije mientras me levantaba y la traía conmigo.
—¿Entonces no vas a hacerle nada a Puck? —dijo, sonando esperanzada
—No.
Hasta que estés dormida esta noche. Y entonces le patearé el trasero.
La expresión de sus caras cuando Brittany se disculpó con Puck y explicó que sólo trataba de evitar que me golpeara no tenía precio.
Puck parecía como si pudiera estar enfermo, se encontraba bastante afectado por hacerle daño.
Si no la hubiera tenido en mis brazos mientras luchaba por respirar, eso posiblemente habría sido castigo suficiente para él.
No me sentiría mejor hasta que rompiera algo en su cuerpo. Preferiblemente algo que Brittany no pudiera ver.
Tendría que tener cuidado con su rostro. Ella no lo entendería.
Cuando caminamos de regreso al escenario, Puck susurró:
—Nunca he lastimado a propósito.
Asentí, pero no respondí.
—Esto no ha terminado, ¿verdad? —preguntó.
Me conocía mejor que eso.
—La lastimaste; le hiciste daño. Estaba jodidamente protegiéndome. ¿Tú qué crees?
Puck bajó la cabeza y la mirada de dolor en su rostro me hizo sentir un poco mejor. Pero todavía no tenía idea de lo que verla así me había hecho pasar.
Entonces, el hecho de que ella me hubiera defendido de nuevo y se viera herida por ello.
Iba a hacerle daño a alguien, y Puck era el número uno en la fila.
Mike se hizo cargo del micrófono, sabiendo que Puck y yo necesitábamos tiempo para adaptarnos a lo que acababa de ocurrir antes de estar listos para entretener al público.
Las chicas cantando mi nombre y lanzando bragas y papeles con sus números de teléfono normalmente me hacen sentir ese subidón en mi sistema.
Esta noche tenía que evitar avergonzarme, sabiendo que Brittany vio todo esto.
Lo escuchó.
Cuando volteé la mirada hacia ella se encontraba tan perdida en sus pensamientos que había estado preocupado de que hubiera oído o visto algo que le molestó.
Llegar a ella y tranquilizarla fue en todo lo que podía pensar. Volteé para mirarla, y me sonrió. El brillo en sus ojos emocionados era todo lo que necesitaba.
Quería entretenerla.
Quería que disfrutara observándome.
Apagué la ira hirviendo a fuego lento en mi interior y me centré en esa dulce sonrisa.
Cuando terminamos la canción y Mike se había hecho cargo dándome tiempo para calmarme, me giré hacia la banda y asentí.
Sabían que significaba que era hora de la nueva canción. La que escribí desde que Brittany llegó a mi vida.
Era dura y real.
A los fans le encantaría, y cada vez que cantara, la cara de Brittany sería la única cosa que vería.
Ella la inspiró, incluso si yo tenía la intención de cambiar los hechos amargos en las letras.
Ella estaba cambiando todo para mí.
Di media vuelta y le sostuve la mirada.
Sus ojos brillaban con algo que no entendía, pero maldición, se sentía como que era todo mío.
Tenía una vista perfecta de Santana.
También podía ver a Mike, pero Puck se encontraba demasiado lejos, y Mercedes estaba detrás de Puck.
Eran increíbles.
Era su cuarta canción de la noche, y hasta ahora había visto un sujetador y dos pares de bragas arrojados a los pies de Santana. También había varias notas y pedazos de papel en el borde del escenario.
No me hallaba segura de lo que eran. Tal vez eran algo así como cartas de fans.
Esta era una parte de la vida de Santana, y sabía que le encantaba. La atención por parte de las mujeres era algo que no podía cambiar.
No quería cambiarla.
No era mía para que la cambiara, aunque la forma en que actuó después de salir de la Escalade fue diferente.
Notablemente diferente.
Su mano estaba sobre mí en todo momento. Incluso cuando salió al escenario para comprobar su equipo, mantuvo mi mano en la suya.
Las chicas habían gritado su nombre entonces, y se giró hacia ellas y saludó. Una incluso le dijo que lo amaba, y le guiñó un ojo.
Pero todos sus dedos se encontraban enroscados con los míos, y su agarre sobre mí era firme, como si tuviera miedo de que alguien viniera a arrebatarme y alejarme de ella.
Como si pudiera escuchar mis pensamientos, se giró para mirarme mientras cantaba. La sonrisa en su rostro hizo que mi corazón dejara de latir y mi estómago se revolviera. Levanté la mano y lo saludé, y su sonrisa solo se agrandó.
No era la primera vez que hacía eso esta noche. Lo estaba haciendo mucho.
Llegué a preocuparme de que se diera cuenta de que me hallaba en el medio y se arrepintiera de traerme, pero no actuaba de esa manera en absoluto.
En realidad, no actuó de esa manera cuando estábamos en el coche.
Mi ropa interior se hallaba incómodamente húmeda ahora, pero guau, valía la pena.
Sin embargo, me encontraba preocupada por ello.
Eso no es una cosa que los amigos hacen. Era algo íntimo y algo que nunca imaginé que me pasaría con alguien con quien no tenía una relación.
Pero con Santana, me olvidé de todo eso y tomaba lo que podía.
Al no tener una mamá para hablar mientras crecía y no tener un papá que me hiciera sentir segura, me había deformado de alguna manera.
Eso era todo lo que tenía sentido.
Este intenso sentimiento que tenía por Santana.
Esta necesidad de ser tocada por ella. De pertenecerle.
Siempre quise pertenecerle a alguien más.
Cuando tenía catorce años, una chica en nuestra iglesia murió trágicamente en un accidente de coche. Me senté en su funeral viendo como su mamá se doblaba por la cintura mientras los sollozos llenaban su cuerpo. El papá de la chica no se hallaba mucho mejor. Se había caído de rodillas y apoyaba la cabeza en el ataúd de la chica mientras sus hombros se agitaban.
Fue desgarrador verlo.
Pero todo el tiempo que duré sentada ahí, me pregunté cómo debió haber sido la vida de esa chica.
Ella conoció un amor con el que yo sólo soñaba.
Entonces eso me golpeó.
Nadie lloraría si moría.
A nadie le importaría.
No tendría padres que estuvieran tan aplastados por el dolor que no pudieran ponerse de pie.
Ni siquiera tendría amigos que tuvieran pañuelos envueltos en sus puños mientras permanecían en silencio y sollozaban en sus asientos.
Ese día me marcó.
Santana no sabía nada de esto.
No sabía en qué se metía conmigo.
No era como las chicas que lanzaban sus bragas hacia ella con la esperanza de una noche de placer en sus brazos. No podría levantarme al día siguiente y alejarme como si no significara nada para mí.
Así no estaba programada.
Toda mi vida estuve sola y aislada.
¿Amaría de forma natural?
¿O el mío sería un amor roto y retorcido?
¿Amaría de una manera que cansara y haría que la gente huyera?
¿Era siquiera digna de ser amada?
Existía una razón por la que el Pastor Williams y la señora Williams no me amaban.
Existía una razón por la que nadie se acercaba a mí ni me mostraba el amor.
¿Intenté amar cuando era más joven y fue un error?
Levanté la mirada desde el punto en el piso al que miraba mientras me perdía en mis pensamientos para ver a Santana caminando hacia mí.
¿Ya habían dejado el escenario?
Me dijo que hacían tres presentaciones esta noche con veinte minutos de descanso en la mitad.
Echando un vistazo detrás de Santana, vi a Puck fruncir el ceño mientras seguía a Santana fuera del escenario.
¿Algo andaba mal?
No estuve observándolos.
¿Me perdí una pelea?
Santana se encontraba frente a mí, tomándome inmediatamente de las manos y jalándome hacia arriba.
—¿Qué pasa?—preguntó, un ceño preocupado grabado en su hermoso rostro.
—¿Qué pas…no lo sé? Yo…—dejé de hablar cuando Puck agarró el hombro de Santana y le dio la vuelta.
—¿Qué demonios fue eso? Teníamos cinco minutos más. Podríamos haber tocado otra canción. Estaba programado que tocáramos otra canción. ¿No miraste la jodida programación?
Santana dio un paso y estuvo delante de la cara de Puck.
—No. Jodidamente. La. Interrumpas —gruñó y luego lo empujó hacia atrás, causando que Puck se tropezara.
¿De dónde sacaba tanta fuerza?
La furia instantánea que iluminó los ojos de Puck me puso en movimiento. Iba a devolverle el empujón a Santana. No iba a dejar que lastimara a Santana.
Di un salto mientras Puck iba por la cara de Santana.
—¡Estamos trabajando! Ella estaba bien. Podías verla. ¿Qué mierda te pasa? Este es nuestro trabajo, idiota. ¡No puedes ir haciendo mierdas como esas cuando tenemos casa llena!
Santana lo empujó de nuevo.
—No me digas qué coño hacer.
Tenía que detenerlos. Esto era sobre mí.
No me encontraba segura de por qué había venido Santana fuera del escenario, pero sabía que se trataba de mí.
Tenía que arreglar esto.
No quería que Santana peleara con su mejor amigo.
—¡Deja de jodidamente empujarme, LOCA!—rugió Puck, y se lanzó a por Santana.
Me moví rápido, levantando las dos manos y saltando delante de Santana para detenerlo. La fuerza del impacto cuando Puck no se detuvo me golpeó directamente en el pecho. Era como si alguien hubiera puesto un vacío en mis pulmones y aspiró todo el oxígeno de la habitación.
Nada entraba, y el pánico se apoderó de mí cuando me di cuenta de que no podía respirar.
—¡Mierda!—gritó Santana, y sus brazos se envolvieron a mi alrededor.
Hacía algo en mi pecho mientras me rogaba que respirara. Yo lo intentaba. No funcionaba.
—Bebé, por favor respira—suplicaba, y no quería nada más que hacer eso, pero no podía.
Dolía, y el terror de que estuviera a punto de morir se apoderó de mí.
—Se le salió el aire. Va a estar bien—dijo Mike en una voz más tranquila.
Y entonces la acción del vacío, y el aire por el que había estado luchando llenó mi pecho mientras jadeaba en voz alta y me incliné.
Santana me sostenía contra ella mientras murmuraba cosas dulces una y otra vez mientras me balanceaba adelante y atrás.
—Fuera de aquí —dijo Mike.
No podía levantar la mirada para ver de quién hablaba, pero me agarré a los brazos de Santana para aferrarme a ella en caso de que hablaran de ella.
—No soy yo, bebé. No te voy a dejar—dijo mientras su mano empezó a pasearse por mi pelo como si me estuviera acariciando—No voy a ninguna parte.
—Iba por Santana. No fue mi intención golpearla—dijo Puck, sonando asustado.
—Cuando Santana esté segura de que ella está bien, va a golpearte bastante fuerte. Ve con Mercedes y primero déjala calmarse—esta vez, las palabras de Mike fueron más bien una orden.
—Lo siento mucho. Dios, bebé. ¿Qué hiciste? Tú... Dios—tomó una respiración inestable—No podías respirar. Te pegó tan fuerte y caíste y joder, cariño. Nunca he estado tan asustada en mi vida.
Era capaz de respirar de nuevo sin dolor, y tenía que arreglar esto.
No fue culpa de Puck. No sabía que no iba a ser capaz de detenerse. Pensé que iba a detenerse de golpear a Santana si me ponía frente a ella.
—Él iba a golpearte—dije, haciendo una mueca por el dolor en la garganta.
Santana se quedó quieta un minuto, entonces su agarre sobre mí fue más fuerte.
Santana
—Mierda—susurró Mike.
La escuchó.
Era yo la que no podía respirar ahora. Pensé que era un accidente. Pero ella lo hizo jodidamente a propósito.
Para protegerme.
Santo infierno.
—Voy a ir…—la voz de Mike se apagó.
Escuché sus pasos hasta que se fue antes de voltearme y bajar la mirada hacia Brittany.
—¿Te pusiste delante de metro ochenta y tantos kilos de músculo porque iba a golpearme?
Asintió.
—Era mi culpa que fuera a golpearte. Solo iba a detenerlo.
Iba a detenerlo.
Esta chica.
Nunca en mi vida me imaginé que hubiera alguien como ella.
Nunca.
—Cariño, ¿cómo tenías la intención de detenerlo? Podía manejarlo. Le he pateado el culo muchas, muchas veces. Ser una mujer ayuda—tomé su barbilla en mi mano—Hubiera preferido que él me golpeara a que te pasara algo a ti. Eso fue jodidamente insoportable. No puedes hacerme eso. Si te haces daño, no seré capaz de manejarlo.
Suspiró, y sus ojos se giraron a mirar hacia el escenario.
—Lo empeoré. Lo siento. ¿Puedes ir a arreglar las cosas entre ambos para que puedan volver al escenario?
La mirada angustiada en su cara significaba que no iba a ser capaz de irme. No quería nada más que llevarla de vuelta a casa y sostenerla toda la noche.
Pero se encontraba realmente afectada por esto.
Reaccioné de manera exagerada. Ella estaba aquí mirando al suelo con la expresión más triste y perdida, y no podía pensar con claridad.
Tenía que llegar a ella.
—Iré a donde Puck, y vamos a volver al escenario. Pero tienes que prometerme que no vas a tratar de salvarme de nuevo. Yo te cuido. No al revés—le dije.
Se estiró y me tocó la cara.
—Entonces, ¿quién va a cuidar de ti?
Nadie se había preocupado nunca por eso antes. Aunque eso no era algo que iba a decirle.
—Que estés a salvo en mis brazos es todo lo que necesito. ¿De acuerdo?
Frunció el ceño y apartó la mirada de mí.
—No voy a estar de acuerdo con eso —dijo.
Dios, era adorable.
Le di un beso en la cabeza.
—Ven conmigo para reunir a los muchachos—le dije mientras me levantaba y la traía conmigo.
—¿Entonces no vas a hacerle nada a Puck? —dijo, sonando esperanzada
—No.
Hasta que estés dormida esta noche. Y entonces le patearé el trasero.
La expresión de sus caras cuando Brittany se disculpó con Puck y explicó que sólo trataba de evitar que me golpeara no tenía precio.
Puck parecía como si pudiera estar enfermo, se encontraba bastante afectado por hacerle daño.
Si no la hubiera tenido en mis brazos mientras luchaba por respirar, eso posiblemente habría sido castigo suficiente para él.
No me sentiría mejor hasta que rompiera algo en su cuerpo. Preferiblemente algo que Brittany no pudiera ver.
Tendría que tener cuidado con su rostro. Ella no lo entendería.
Cuando caminamos de regreso al escenario, Puck susurró:
—Nunca he lastimado a propósito.
Asentí, pero no respondí.
—Esto no ha terminado, ¿verdad? —preguntó.
Me conocía mejor que eso.
—La lastimaste; le hiciste daño. Estaba jodidamente protegiéndome. ¿Tú qué crees?
Puck bajó la cabeza y la mirada de dolor en su rostro me hizo sentir un poco mejor. Pero todavía no tenía idea de lo que verla así me había hecho pasar.
Entonces, el hecho de que ella me hubiera defendido de nuevo y se viera herida por ello.
Iba a hacerle daño a alguien, y Puck era el número uno en la fila.
Mike se hizo cargo del micrófono, sabiendo que Puck y yo necesitábamos tiempo para adaptarnos a lo que acababa de ocurrir antes de estar listos para entretener al público.
Las chicas cantando mi nombre y lanzando bragas y papeles con sus números de teléfono normalmente me hacen sentir ese subidón en mi sistema.
Esta noche tenía que evitar avergonzarme, sabiendo que Brittany vio todo esto.
Lo escuchó.
Cuando volteé la mirada hacia ella se encontraba tan perdida en sus pensamientos que había estado preocupado de que hubiera oído o visto algo que le molestó.
Llegar a ella y tranquilizarla fue en todo lo que podía pensar. Volteé para mirarla, y me sonrió. El brillo en sus ojos emocionados era todo lo que necesitaba.
Quería entretenerla.
Quería que disfrutara observándome.
Apagué la ira hirviendo a fuego lento en mi interior y me centré en esa dulce sonrisa.
Cuando terminamos la canción y Mike se había hecho cargo dándome tiempo para calmarme, me giré hacia la banda y asentí.
Sabían que significaba que era hora de la nueva canción. La que escribí desde que Brittany llegó a mi vida.
Era dura y real.
A los fans le encantaría, y cada vez que cantara, la cara de Brittany sería la única cosa que vería.
Ella la inspiró, incluso si yo tenía la intención de cambiar los hechos amargos en las letras.
Ella estaba cambiando todo para mí.
Siempre he tenido una personalidad adictiva…
Tomas un poco y quieres un poco más.
Ser rechazada no va conmigo.
Lo llaman obsesión, pero sé que es algo más.
Sé que te advierten alejarte del diablo,
Pero, nena, acércate un poco, abre mi puerta.
Tomas un poco y quieres un poco más.
Ser rechazada no va conmigo.
Lo llaman obsesión, pero sé que es algo más.
Sé que te advierten alejarte del diablo,
Pero, nena, acércate un poco, abre mi puerta.
Di media vuelta y le sostuve la mirada.
Sus ojos brillaban con algo que no entendía, pero maldición, se sentía como que era todo mío.
Dicen que soy mala para ti.
Dicen que soy la equivocada para los inocentes, que solo te destruiré.
Pero soy adicta ahora, y nada lo cambiará.
Puedo ser solo mala para ti, pero aprenderás esta lección.
Acúsame de locura o del deseo de poseer.
Lo he oído antes, pero nunca así.
Te diría que no temieras, pero entonces mentiría.
Perdiste tu voluntad apenas dimos nuestro primer beso.
Sé que te advierten alejarte del diablo,
Pero, nena, acércate un poco, abre mi puerta.
Dicen que soy mala para ti.
Dicen que soy la equivocada para un ángel, que solo te destruiré.
Pero soy adicta ahora, y nada lo cambiará.
Las chicas buenas deberían quedarse lejos de las esquinas oscuras.
La tentación siempre está al acecho al doblar.
Mantenerte pura puede ser lo único que me redime.
Pero nunca te pedí no quemarte.
Dicen que soy la equivocada para los inocentes, que solo te destruiré.
Pero soy adicta ahora, y nada lo cambiará.
Puedo ser solo mala para ti, pero aprenderás esta lección.
Acúsame de locura o del deseo de poseer.
Lo he oído antes, pero nunca así.
Te diría que no temieras, pero entonces mentiría.
Perdiste tu voluntad apenas dimos nuestro primer beso.
Sé que te advierten alejarte del diablo,
Pero, nena, acércate un poco, abre mi puerta.
Dicen que soy mala para ti.
Dicen que soy la equivocada para un ángel, que solo te destruiré.
Pero soy adicta ahora, y nada lo cambiará.
Las chicas buenas deberían quedarse lejos de las esquinas oscuras.
La tentación siempre está al acecho al doblar.
Mantenerte pura puede ser lo único que me redime.
Pero nunca te pedí no quemarte.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ti (Adaptada) Epílogo
Hola morra....
Oh oh alguien va a morir hoy!!!
Amo el instinto de protegerse que tienen nas dos... Britt es pura ternura....
Ame la canción !!!
Nos vemos!!
Oh oh alguien va a morir hoy!!!
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Nos vemos!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ti (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:Hola morra....
Oh oh alguien va a morir hoy!!!
Amo el instinto de protegerse que tienen nas dos... Britt es pura ternura....
Ame la canción !!!
Nos vemos!!
Hola lu, jajajaajajajaj xD si no¿? xD jajaajajajaj. Aii si son perfectas!!!!!! SI!!! ayyy la kiero! jajajajajaa. Perfecta! ajaj. SAludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Por Ti (Adaptada) Cap 16
Capitulo 16
Brittany
Había un montón de ellas.
Todas tenían blusas pequeñas y faldas más pequeñas. Di un paso atrás de las mujeres dejadas en la parte de atrás del escenario por un chico grande vestido de negro.
Podía sentir a la mayoría de ellas mirándome.
―¿Quién es ella?―preguntó una de ellas en un tono molesto.
Giré hacia el chico grande quien tenía músculos de fisicoculturista y una camiseta tan apretada que estaba en peligro de rasgarse. Él me frunció el ceño.
―¿Cómo llegaste aquí? No dejo que las chicas entren hasta la última canción.
Nerviosamente, miré hacia el escenario, pero me moví así que ya no podía ver a Santana. Volviendo a mirar al hombre, le dije:
―Vine con la banda.
Su ceño fruncido se convirtió en una sonrisa incrédula.
―Sí, correcto. He escuchado eso antes―dio un paso hacia mí y me ofreció su mano―Vamos, dulce. Traigo aquí atrás a las personas que ellos eligen, y tú no eras una de ellas. Ni siquiera te he visto alrededor del escenario en toda la noche.
Oh, oh.
Mirando hacia al escenario, sabía que Santana terminaría pronto, y le informaría al chico que de verdad me encontraba con la banda. El problema era que no parecía que fuera a ser capaz de evitar que este chico me despachara.
―Vamos―dijo, indicándome que tomara su mano―Esto no es algo que quieres hacer. No tengo duda de que te habrían elegido de una multitud, pero te ves aterrorizada. Aquí no es donde necesitas estar. A estos chicos les gusta jugar.
―De verdad vine con la banda. Soy amiga de Santana―expliqué.
Una de las chicas estalló en risa, y varias de las otras se le unieron. Mi cara se sentía como si estuviera quemándose.
―No eres del tipo de Santana―dijo una de las chicas en tono entretenido.
―Buen intento―señaló otra.
El chico me dio una sonrisa de lástima.
―Vamos ahora. Vamos a sacarte de aquí.
De todas formas no quería quedarme ahí atrás con todas esas chicas.
―Bien―respondí, pero no iba a darle mi mano.
No lo conocía. Di un paso alrededor de él y me encaminé entre al menos quince chicas.
¿Qué demonios necesitaban cuatro chicos con quince?
¿Incluso eso era posible?
Ignoré el nudo en mi estómago.
Era probable que Santana tuviera a un par de estas chicas sobre ella, y se olvidara de mí hasta que terminara. Estaría atascada ahí en la multitud, sola.
―Britt―gritó Santana mi nombre, y el alivio me inundó.
No iba a tener que salir de aquí y enfrentar a todas esas personas.
―Aléjate jodidamente de ella―ordenó mientras bajaba saltando los escalones y empujaba al chico mucho más grande que ella así como a un par de chicas hasta que tuvo su mano envuelta alrededor de mi brazo.
―¿A dónde vas?―preguntó, viéndose con pánico.
Giré para levantar la mirada hacia el chico de negro.
―Él me echaba―expliqué.
―¿Realmente ella está contigo?―preguntó el hombre incrédulamente.
―¿Ella jodidamente te dijo que estaba conmigo?―rugió Santana mientras me jalaba a su lado y envolvía un brazo alrededor de mis hombros.
―Sí, pero todas dicen eso―dijo a la defensiva.
―¿Luce como el resto de ellas?―preguntó en una voz dura.
Estaba furiosa. De nuevo.
―No. Lo siento, S. Nunca traes a una chica contigo.
―Lo haré de ahora en adelante. La verás de nuevo. Asegúrate de que los otros sepan que ésta es mía―ordenó. Luego me miró―Vamos, salgamos de aquí.
―De acuerdo―respondí, pero las mujeres detrás de nosotras ahogaron mi voz.
Intentaban conseguir la atención de Santana.
―Ella está tomada, chicas, pero yo no―gritó Puck sobre las mujeres.
Luego Mike y Mercedes se le unieron.
Santana nos llevó a la puerta trasera por la que llegamos más temprano.
―¿Los dejaremos?―pregunté, mirando atrás a la multitud.
―Sí, se quedarán un rato. Un auto nos va a recoger. Estaba preparado para esto―respondió, luego presionó un beso en mi cabeza―La próxima vez que alguien intente esa mierda de nuevo, dirás mi nombre malditamente fuerte. ¿Entendido?
¿La próxima vez?
Mi corazón se agitó. Habría una próxima vez.
―De acuerdo―respondí.
―Me aseguraré de que sepan de quien eres en el próximo lugar. Debí haber pensado en eso esta noche.
La forma posesiva en la que sonó me hacía querer cosas que no podía tener. Sabía en mi cabeza que Santana no quería decir lo que yo quería que significara.
Pero con ella tocándome y sosteniéndome todo el tiempo, era difícil recordarme a mí misma que solo era cariñoso.
No ser positiva era seguro para mi corazón.
Nunca amé a nadie.
Hace un mes habría dicho que no tenía idea de lo que se sentía el amor. De todas formas, comenzaba a pensar que esto podría ser. Y sabía que no era lo que Santana quería de mí.
Un auto Lincoln Town negro se encontraba esperando afuera. Santana caminó hacia él y abrió la puerta.
―Entra―dijo con una sonrisa.
Cuando ambas estábamos dentro y nos dirigimos de regreso a Sea Breeze, me relajé contra Santana. Mis párpados se sentían pesados, y disfruté su calor mientras me deslizaba en mis sueños.
Desperté en mi cama, pero no estaba sola.
Levanté la cabeza para bajar la mirada al pecho fino y merecedor de babeo en el que dormí.
No era tan suave como mi almohada, pero sí mucho mejor.
Asimilé la sensual piel cubierta solo por un sujetador de su pecho, era perfecta. Quería trazar toda la piel de sus pechos y brazos, pero aún se encontraba felizmente dormida.
Sin su sonrisa de chica mala y con sus largas pestañas rozando sus pómulos, realmente parecía un ángel caído.
Recordaba despertar anoche con ella cargándome, y luego de nuevo cuando me quitó las botas. Entonces su cálido cuerpo subió a la cama conmigo, y yo me arrastré hacia ella.
Mirando el reloj, me di cuenta que solo tenía treinta minutos para llegar a clase.
Santana dormía hasta tarde. No quería molestarla, así que los besos con los que quería cubrir su pecho tendrían que esperar.
Con extremo cuidado, me salí de sus brazos, cuando mis pies golpearon el suelo, le volví a dar un vistazo para asegurarme de que todavía dormía.
Verla ahí acostada, en mi cama, me hizo anhelar cosas que nunca tuve.
Viví entre paredes por mucho tiempo.
¿Por qué no pude mantenerlas arriba alrededor de Santana, y proteger mi corazón?
Sacudiendo la cabeza, me di cuenta que ninguna mujer sería capaz de alejarse de eso.
Si eras lo suficientemente suertuda de tener a Santana López en tu vida, no lo alejabas. Absorbías cada minuto y hacías tantos recuerdos como pudieras.
Me preparé y tomé una ducha tan silenciosamente como pude, y decidí ir en contra de usar el secador porque lo despertaría.
Deslizándome dentro de mis pantalones y una blusa nueva que compré para el trabajo, recogí mis tacones y salí en puntillas de la habitación.
Sacando el cuaderno de mi maleta, rápidamente le escribí a Santana una nota y la pegué en la puerta antes de dirigirme a la universidad. Iba a llegar tarde a clase, pero no me importaba.
Desperté en los brazos de Santana esta mañana.
Era un día perfecto.
Santana
Despertar sin Brittany en la cama apestó.
Pero despertar en su cama con su olor envolviéndome era jodidamente genial.
Si no podía despertar con ella, entonces hacerlo en su cama con su almohada debajo de mi cabeza era de cerca lo segundo. Esperaba despertar cuando ella se levantara para alistarse.
Quería verla.
Comenzar el día y no verla apestaba.
Estaba tan en el fondo.
Lo divertido era, que no me importaba.
Con mucho gusto me ahogaría en ella si me dejaba. Por primera vez en mi vida el hueco que siempre se encontraba vacío estaba lleno. No intentaba encontrar algo para contener un deseo que no podía nombrar.
El sentimiento de insatisfacción que me acechaba y me enviaba de una adicción a otra se fue… Estaba… Satisfecha.
Quería ver a mi chica.
Mi chica.
Me gustaba la forma como sonaban las palabras.
Dejarla ir era imposible.
Diablos, estar lejos de ella por unas horas sonaba como una tortura. No iba a hacerlo hasta esta tarde.
Rodando, inhalé su esencia en las sábanas antes de salir de la cama. Iba a agarrar mi camiseta y decidí que dejaría esa ahí.
Quería verla dormir en mis camisetas. La otra iba a tener que irse.
Ducharme era importante, luego iba a ir a buscarla. Sabía cuándo eran sus clases de hoy, y si la perdía en la universidad, iría hacia la iglesia.
El pedazo de papel de cuaderno pegado en la puerta capturó mi atención.
¿Aún quiero que venga?
Riéndome, sacudí la cabeza.
Era momento de aclarar algunas cosas.
Era mi culpa que estuviera tan confundida. No fui clara con ella, y no estaba segura de que esto fuera lo mejor para ella.
Ahora sabía que ya no importaba. Ella era lo que me arreglaba. Con ella no estaba rota.
Cuando abrí la puerta, una cabeza roja usando la camiseta de Puck se hallaba de pie en la cocina bebiendo un vaso de jugo de naranja. Miré alrededor, y él no se encontraba en ninguna parte.
Fantástico.
No se deshizo de su rollo de una sola noche.
Sus ojos se iluminaron cuando me vio, y luego su mirada cayó a mi pecho.
No me sentía de humor para esto. Quería ir a encontrar a Brittany.
No dije nada mientras me dirigía a la habitación de Puck y golpeaba la puerta. Luego la abrí. Una rubia aún se encontraba envuelta en las sábanas y curvada alrededor de su espalda.
―Levántate. Sácalas. Hay una tomándose mi jugo―grité.
Puck levantó su cabeza con un ojo abierto y frunció el ceño.
―¿Qué hora es?
―Después de las diez. Sácalas antes de que se coma mi mierda―dije, luego encendí su luz.
Una sarta de maldiciones salió de Puck y la chica ahí con él mientras iba a mi baño.
―Apágame la luz, ¡Morena loca!―gritó.
―No me presiones. Aun planeo golpear tu trasero―respondí antes de cerrar la puerta fuerte detrás de mí.
Las chicas se habían ido para cuando me duche y me vestí.
Puck me miraba mientras se sentaba en el sofá con una taza de café en sus manos. Su cabello desordenado estaba un poco largo, y se las arregló solo para ponerse unos pantalones.
―Llegaste a casa de mal humor―se quejó Puck.
―No. Vine a casa para alistarme e ir a ver a mi chica. No me gustó ver a una extraña tomándose mi maldito jugo.
―¿Tu chica? ¿Pasó algo anoche?―preguntó.
―No lo que piensas, ese no es tu jodido asunto―dije de golpe.
No me gustaba que él pensara en Brittany y sexo en la misma frase. Era alguna mierda insana y cavernícola que se adueñó de mí, pero no podía controlarlo o esconderlo.
―¿Qué pienso yo?―preguntó Puck, una expresión de confusión en su cara.
Me dirigí a la puerta.
Se comportaba como un idiota a propósito, y no tenía tiempo para golpear su trasero.
No quería perder a Brittany antes de que dejara la universidad y se fuera al trabajo.
―Santana―gritó Puck. La forma en que dijo mi nombre me hizo detener.
―¿Sí?―pregunté, mirándolo.
Sus ojos eran grandes, y se sentó derecho. La incredulidad en su cara dejó a su mandíbula ligeramente abierta.
―Tú―dijo, y sacudió la cabeza mientras sus ojos me estudiaban como si fuera alguna criatura extraña del espacio exterior―¿No has… ustedes no han…tenido sexo?
Dejé caer mi mano del pomo de la puerta, di un paso hacia él y me detuve a mí misma.
Controlar mi posesividad iba a ser un desafío.
―No―advertí―Ni siquiera pienses en Brittany y sexo en la misma frase—apenas contralada furia en mi voz no fue algo que él se perdió, pero su estúpida expresión no cambió.
―Tú…maldita sea. Lo he oído todo. De verdad―comenzó a reírse.
El hijo de puta comenzó a reírse.
―¡Ya estás actuando como una mujer obsesionada y loca protegiendo alguna joya preciosa! Al menos adviértenos al resto de nosotros una vez consigas la hazaña porque podría mudarme. Te vuelves más posesiva con esa chica, y las personas van a tener miedo de respirar el mismo aire que ella.
―¡Cállate!―rugí.
No necesitaba oír esto. Me hacía sonar jodida.
Su expresión era seria, y la preocupación pasó por sus ojos.
―Solo recuerda tus problemas. No hagas algo estúpido. Siempre has tratado de estar un poco fuera de tus adicciones, pero nunca te he visto así.
―¡Estoy bien!―gruñí.
―Solo no mates a nadie. Justo ahora te ves lista para liquidar a cualquier persona que consiga acercarse demasiado a ella. No puedes estar de ese modo. Diablos, morena, estoy muy seguro de que ella te ama. Nunca he visto a una chica saltar frente a un tipo para protegerlo como lo hizo. Recuérdate a ti misma que ella te quiere. No a alguien más. No termines con una vida porque alguien la tocó y tú le rompes el cuello.
Todas tenían blusas pequeñas y faldas más pequeñas. Di un paso atrás de las mujeres dejadas en la parte de atrás del escenario por un chico grande vestido de negro.
Podía sentir a la mayoría de ellas mirándome.
―¿Quién es ella?―preguntó una de ellas en un tono molesto.
Giré hacia el chico grande quien tenía músculos de fisicoculturista y una camiseta tan apretada que estaba en peligro de rasgarse. Él me frunció el ceño.
―¿Cómo llegaste aquí? No dejo que las chicas entren hasta la última canción.
Nerviosamente, miré hacia el escenario, pero me moví así que ya no podía ver a Santana. Volviendo a mirar al hombre, le dije:
―Vine con la banda.
Su ceño fruncido se convirtió en una sonrisa incrédula.
―Sí, correcto. He escuchado eso antes―dio un paso hacia mí y me ofreció su mano―Vamos, dulce. Traigo aquí atrás a las personas que ellos eligen, y tú no eras una de ellas. Ni siquiera te he visto alrededor del escenario en toda la noche.
Oh, oh.
Mirando hacia al escenario, sabía que Santana terminaría pronto, y le informaría al chico que de verdad me encontraba con la banda. El problema era que no parecía que fuera a ser capaz de evitar que este chico me despachara.
―Vamos―dijo, indicándome que tomara su mano―Esto no es algo que quieres hacer. No tengo duda de que te habrían elegido de una multitud, pero te ves aterrorizada. Aquí no es donde necesitas estar. A estos chicos les gusta jugar.
―De verdad vine con la banda. Soy amiga de Santana―expliqué.
Una de las chicas estalló en risa, y varias de las otras se le unieron. Mi cara se sentía como si estuviera quemándose.
―No eres del tipo de Santana―dijo una de las chicas en tono entretenido.
―Buen intento―señaló otra.
El chico me dio una sonrisa de lástima.
―Vamos ahora. Vamos a sacarte de aquí.
De todas formas no quería quedarme ahí atrás con todas esas chicas.
―Bien―respondí, pero no iba a darle mi mano.
No lo conocía. Di un paso alrededor de él y me encaminé entre al menos quince chicas.
¿Qué demonios necesitaban cuatro chicos con quince?
¿Incluso eso era posible?
Ignoré el nudo en mi estómago.
Era probable que Santana tuviera a un par de estas chicas sobre ella, y se olvidara de mí hasta que terminara. Estaría atascada ahí en la multitud, sola.
―Britt―gritó Santana mi nombre, y el alivio me inundó.
No iba a tener que salir de aquí y enfrentar a todas esas personas.
―Aléjate jodidamente de ella―ordenó mientras bajaba saltando los escalones y empujaba al chico mucho más grande que ella así como a un par de chicas hasta que tuvo su mano envuelta alrededor de mi brazo.
―¿A dónde vas?―preguntó, viéndose con pánico.
Giré para levantar la mirada hacia el chico de negro.
―Él me echaba―expliqué.
―¿Realmente ella está contigo?―preguntó el hombre incrédulamente.
―¿Ella jodidamente te dijo que estaba conmigo?―rugió Santana mientras me jalaba a su lado y envolvía un brazo alrededor de mis hombros.
―Sí, pero todas dicen eso―dijo a la defensiva.
―¿Luce como el resto de ellas?―preguntó en una voz dura.
Estaba furiosa. De nuevo.
―No. Lo siento, S. Nunca traes a una chica contigo.
―Lo haré de ahora en adelante. La verás de nuevo. Asegúrate de que los otros sepan que ésta es mía―ordenó. Luego me miró―Vamos, salgamos de aquí.
―De acuerdo―respondí, pero las mujeres detrás de nosotras ahogaron mi voz.
Intentaban conseguir la atención de Santana.
―Ella está tomada, chicas, pero yo no―gritó Puck sobre las mujeres.
Luego Mike y Mercedes se le unieron.
Santana nos llevó a la puerta trasera por la que llegamos más temprano.
―¿Los dejaremos?―pregunté, mirando atrás a la multitud.
―Sí, se quedarán un rato. Un auto nos va a recoger. Estaba preparado para esto―respondió, luego presionó un beso en mi cabeza―La próxima vez que alguien intente esa mierda de nuevo, dirás mi nombre malditamente fuerte. ¿Entendido?
¿La próxima vez?
Mi corazón se agitó. Habría una próxima vez.
―De acuerdo―respondí.
―Me aseguraré de que sepan de quien eres en el próximo lugar. Debí haber pensado en eso esta noche.
La forma posesiva en la que sonó me hacía querer cosas que no podía tener. Sabía en mi cabeza que Santana no quería decir lo que yo quería que significara.
Pero con ella tocándome y sosteniéndome todo el tiempo, era difícil recordarme a mí misma que solo era cariñoso.
No ser positiva era seguro para mi corazón.
Nunca amé a nadie.
Hace un mes habría dicho que no tenía idea de lo que se sentía el amor. De todas formas, comenzaba a pensar que esto podría ser. Y sabía que no era lo que Santana quería de mí.
Un auto Lincoln Town negro se encontraba esperando afuera. Santana caminó hacia él y abrió la puerta.
―Entra―dijo con una sonrisa.
Cuando ambas estábamos dentro y nos dirigimos de regreso a Sea Breeze, me relajé contra Santana. Mis párpados se sentían pesados, y disfruté su calor mientras me deslizaba en mis sueños.
Desperté en mi cama, pero no estaba sola.
Levanté la cabeza para bajar la mirada al pecho fino y merecedor de babeo en el que dormí.
No era tan suave como mi almohada, pero sí mucho mejor.
Asimilé la sensual piel cubierta solo por un sujetador de su pecho, era perfecta. Quería trazar toda la piel de sus pechos y brazos, pero aún se encontraba felizmente dormida.
Sin su sonrisa de chica mala y con sus largas pestañas rozando sus pómulos, realmente parecía un ángel caído.
Recordaba despertar anoche con ella cargándome, y luego de nuevo cuando me quitó las botas. Entonces su cálido cuerpo subió a la cama conmigo, y yo me arrastré hacia ella.
Mirando el reloj, me di cuenta que solo tenía treinta minutos para llegar a clase.
Santana dormía hasta tarde. No quería molestarla, así que los besos con los que quería cubrir su pecho tendrían que esperar.
Con extremo cuidado, me salí de sus brazos, cuando mis pies golpearon el suelo, le volví a dar un vistazo para asegurarme de que todavía dormía.
Verla ahí acostada, en mi cama, me hizo anhelar cosas que nunca tuve.
Viví entre paredes por mucho tiempo.
¿Por qué no pude mantenerlas arriba alrededor de Santana, y proteger mi corazón?
Sacudiendo la cabeza, me di cuenta que ninguna mujer sería capaz de alejarse de eso.
Si eras lo suficientemente suertuda de tener a Santana López en tu vida, no lo alejabas. Absorbías cada minuto y hacías tantos recuerdos como pudieras.
Me preparé y tomé una ducha tan silenciosamente como pude, y decidí ir en contra de usar el secador porque lo despertaría.
Deslizándome dentro de mis pantalones y una blusa nueva que compré para el trabajo, recogí mis tacones y salí en puntillas de la habitación.
Sacando el cuaderno de mi maleta, rápidamente le escribí a Santana una nota y la pegué en la puerta antes de dirigirme a la universidad. Iba a llegar tarde a clase, pero no me importaba.
Desperté en los brazos de Santana esta mañana.
Era un día perfecto.
Santana
Despertar sin Brittany en la cama apestó.
Pero despertar en su cama con su olor envolviéndome era jodidamente genial.
Si no podía despertar con ella, entonces hacerlo en su cama con su almohada debajo de mi cabeza era de cerca lo segundo. Esperaba despertar cuando ella se levantara para alistarse.
Quería verla.
Comenzar el día y no verla apestaba.
Estaba tan en el fondo.
Lo divertido era, que no me importaba.
Con mucho gusto me ahogaría en ella si me dejaba. Por primera vez en mi vida el hueco que siempre se encontraba vacío estaba lleno. No intentaba encontrar algo para contener un deseo que no podía nombrar.
El sentimiento de insatisfacción que me acechaba y me enviaba de una adicción a otra se fue… Estaba… Satisfecha.
Quería ver a mi chica.
Mi chica.
Me gustaba la forma como sonaban las palabras.
Dejarla ir era imposible.
Diablos, estar lejos de ella por unas horas sonaba como una tortura. No iba a hacerlo hasta esta tarde.
Rodando, inhalé su esencia en las sábanas antes de salir de la cama. Iba a agarrar mi camiseta y decidí que dejaría esa ahí.
Quería verla dormir en mis camisetas. La otra iba a tener que irse.
Ducharme era importante, luego iba a ir a buscarla. Sabía cuándo eran sus clases de hoy, y si la perdía en la universidad, iría hacia la iglesia.
El pedazo de papel de cuaderno pegado en la puerta capturó mi atención.
Santana,
Buenos días. Dormías tan profundamente que no quise despertarte. Gracias por quedarte conmigo anoche. Sorprendentemente eres muy cómoda. ¿Aun quieres que vaya esta noche a Live Bay? Si no, está bien. Sé que causé muchos problemas la noche anterior. Sin embargo la disfruté. Gracias por llevarme. Espero que duermas bien.
Brittany.
Buenos días. Dormías tan profundamente que no quise despertarte. Gracias por quedarte conmigo anoche. Sorprendentemente eres muy cómoda. ¿Aun quieres que vaya esta noche a Live Bay? Si no, está bien. Sé que causé muchos problemas la noche anterior. Sin embargo la disfruté. Gracias por llevarme. Espero que duermas bien.
Brittany.
¿Aún quiero que venga?
Riéndome, sacudí la cabeza.
Era momento de aclarar algunas cosas.
Era mi culpa que estuviera tan confundida. No fui clara con ella, y no estaba segura de que esto fuera lo mejor para ella.
Ahora sabía que ya no importaba. Ella era lo que me arreglaba. Con ella no estaba rota.
Cuando abrí la puerta, una cabeza roja usando la camiseta de Puck se hallaba de pie en la cocina bebiendo un vaso de jugo de naranja. Miré alrededor, y él no se encontraba en ninguna parte.
Fantástico.
No se deshizo de su rollo de una sola noche.
Sus ojos se iluminaron cuando me vio, y luego su mirada cayó a mi pecho.
No me sentía de humor para esto. Quería ir a encontrar a Brittany.
No dije nada mientras me dirigía a la habitación de Puck y golpeaba la puerta. Luego la abrí. Una rubia aún se encontraba envuelta en las sábanas y curvada alrededor de su espalda.
―Levántate. Sácalas. Hay una tomándose mi jugo―grité.
Puck levantó su cabeza con un ojo abierto y frunció el ceño.
―¿Qué hora es?
―Después de las diez. Sácalas antes de que se coma mi mierda―dije, luego encendí su luz.
Una sarta de maldiciones salió de Puck y la chica ahí con él mientras iba a mi baño.
―Apágame la luz, ¡Morena loca!―gritó.
―No me presiones. Aun planeo golpear tu trasero―respondí antes de cerrar la puerta fuerte detrás de mí.
Las chicas se habían ido para cuando me duche y me vestí.
Puck me miraba mientras se sentaba en el sofá con una taza de café en sus manos. Su cabello desordenado estaba un poco largo, y se las arregló solo para ponerse unos pantalones.
―Llegaste a casa de mal humor―se quejó Puck.
―No. Vine a casa para alistarme e ir a ver a mi chica. No me gustó ver a una extraña tomándose mi maldito jugo.
―¿Tu chica? ¿Pasó algo anoche?―preguntó.
―No lo que piensas, ese no es tu jodido asunto―dije de golpe.
No me gustaba que él pensara en Brittany y sexo en la misma frase. Era alguna mierda insana y cavernícola que se adueñó de mí, pero no podía controlarlo o esconderlo.
―¿Qué pienso yo?―preguntó Puck, una expresión de confusión en su cara.
Me dirigí a la puerta.
Se comportaba como un idiota a propósito, y no tenía tiempo para golpear su trasero.
No quería perder a Brittany antes de que dejara la universidad y se fuera al trabajo.
―Santana―gritó Puck. La forma en que dijo mi nombre me hizo detener.
―¿Sí?―pregunté, mirándolo.
Sus ojos eran grandes, y se sentó derecho. La incredulidad en su cara dejó a su mandíbula ligeramente abierta.
―Tú―dijo, y sacudió la cabeza mientras sus ojos me estudiaban como si fuera alguna criatura extraña del espacio exterior―¿No has… ustedes no han…tenido sexo?
Dejé caer mi mano del pomo de la puerta, di un paso hacia él y me detuve a mí misma.
Controlar mi posesividad iba a ser un desafío.
―No―advertí―Ni siquiera pienses en Brittany y sexo en la misma frase—apenas contralada furia en mi voz no fue algo que él se perdió, pero su estúpida expresión no cambió.
―Tú…maldita sea. Lo he oído todo. De verdad―comenzó a reírse.
El hijo de puta comenzó a reírse.
―¡Ya estás actuando como una mujer obsesionada y loca protegiendo alguna joya preciosa! Al menos adviértenos al resto de nosotros una vez consigas la hazaña porque podría mudarme. Te vuelves más posesiva con esa chica, y las personas van a tener miedo de respirar el mismo aire que ella.
―¡Cállate!―rugí.
No necesitaba oír esto. Me hacía sonar jodida.
Su expresión era seria, y la preocupación pasó por sus ojos.
―Solo recuerda tus problemas. No hagas algo estúpido. Siempre has tratado de estar un poco fuera de tus adicciones, pero nunca te he visto así.
―¡Estoy bien!―gruñí.
―Solo no mates a nadie. Justo ahora te ves lista para liquidar a cualquier persona que consiga acercarse demasiado a ella. No puedes estar de ese modo. Diablos, morena, estoy muy seguro de que ella te ama. Nunca he visto a una chica saltar frente a un tipo para protegerlo como lo hizo. Recuérdate a ti misma que ella te quiere. No a alguien más. No termines con una vida porque alguien la tocó y tú le rompes el cuello.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ti (Adaptada) Epílogo
Es tuya San, no lo dudes asi que tranquila fiera!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ti (Adaptada) Epílogo
Hola morra....
Palabras sabias.... Para un cerebro que va a tardar en decodificar jajajaja
San va a ser peor que el coreano loco... Va a clavar bombas en cualquier lado jajaja
Nos vemos!
Palabras sabias.... Para un cerebro que va a tardar en decodificar jajajaja
San va a ser peor que el coreano loco... Va a clavar bombas en cualquier lado jajaja
Nos vemos!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ti (Adaptada) Epílogo
micky morales escribió:Es tuya San, no lo dudes asi que tranquila fiera!!!!!
Hola, jaajajajaja xD jajaajajajja xD es una loquilla, no¿? jajajajajajaja... protegiendo más de la cuenta lo que es suyo xD Saludos =D
3:) escribió:Hola morra....
Palabras sabias.... Para un cerebro que va a tardar en decodificar jajajaja
San va a ser peor que el coreano loco... Va a clavar bombas en cualquier lado jajaja
Nos vemos!
Hola lu, jajajajaaj xD ajajajajaja rayos xD jaajajajajajaaj esperemos y no sea mucho xD jajajajaaj. JAjajajaja dices tu¿? así de mal¿? xD jajajaajajaj xD ajajajja. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Por Ti (Adaptada) Cap 17
Capitulo 17
Brittany
A pesar de que llegué tarde a mi primera hora, no me perdí de mucho. El profesor también llegó tarde.
En mi segunda clase, Principios de Macroeconomía, tuvimos que escuchar una conferencia sobre la política fiscal.
Casi me quedé dormida.
Agarrando la mochila, la colgué sobre mi hombro y me dirigí a la puerta tan pronto como el profesor nos despidió.
—Brittany. ¿Cierto?
Hice una pausa. Alguien dijo mi nombre. No había hablado con nadie en ninguna de mis clases.
Me di la vuelta para ver que la dueña del femenino acento sureño era una llamativa castaña bajita con ojos de color marrones. Su cabello era largo, pero lo tenía por encima del hombro en una coleta baja. La camiseta de Bon Jovi que llevaba parecía vintage.
—Uh, sí —le contesté.
Su sonrisa era una de esas que no deberían resultar atractivas por ser demasiado grandes, pero de alguna manera se ajustaba a ella y provocaba que las cabezas giraran en su dirección.
Dos chicos que de hecho pasaban por ahí simplemente no dejaban de mirarla. Ella parecía no darse cuenta, sin embargo.
Me tendió la mano para que la estrechara.
—Soy Rachel Berry Fabray, pero puedes decirme Rach. Emily y Hanna son muy buenas amigas mías. Y Marley es mi cuñada. Te vi en la fiesta de Maddi May, pero acababa de entrar cuando defendías a Santana y luego te fuiste.
Le di la mano y sentí una pequeña burbuja de excitación porque alguien me conocía.
¿Había hecho suficientes conexiones en la ciudad como para que la gente en realidad empezara a saber quién era yo?
La idea de encajar por primera vez en mi vida era emocionante.
—Es un placer conocerte, Rach. Lo lamento, no llegué a hacerlo en la fiesta. No me encontraba, eh, bien, estaba aprendiendo. Una amistad con Santana es como una cosa de aprender-mientras-avanzas—expliqué.
Ella me estudió por un momento con una sonrisa de satisfacción en su rostro.
—Sólo lo puedo imaginar —respondió.
El impulso de defenderla se levantó de nuevo en mí, y tuve que tranquilizarme. Ella estaba de acuerdo conmigo, no al contrario.
—¿Irás a comer?—preguntó—Normalmente voy a casa justo después de clase porque odio dejar a Charlie con la niñera demasiado tiempo, pero hoy su mamá está en casa con él, así que tengo un poco de tiempo.
Caminamos juntas, y le eché un vistazo a mi teléfono.
—Tengo que estar en el trabajo dentro de veinte minutos. Está a diez minutos en coche, así que no puedo hoy. Pero me gustaría ir en algún momento—le dije.
Me recordaba a Emily.
No había juicio en sus ojos, y no me evaluaba. Sólo me aceptó y quiso conocerme.
—Veré si Quinn puede quedarse un día en casa la próxima semana. O mejor aún, tú puedes venir a mi lugar después de clase y hacer una parrillada conmigo y Charlie—dijo, sonriendo.
Charlie tenía que ser su hijo. No parecía lo suficientemente mayor para ser mamá.
Empecé a responder.
Pero las palabras se desvanecieron cuando mis ojos se clavaron en la sexy y hermosa morena apoyada en mi coche con los brazos cruzados sobre el pecho y sus gafas de sol cubriendo sus ojos oscuros.
—Oh, parece que tienes una visitante—dijo Rachel.
Santana dejó caer los brazos, y yo me quedé ahí, mirándola, en tanto ella hacía su camino hacia mí. Sus largas piernas lucían unos pantalones de mezclilla desgastados, pero sus muslos se notaban en la ajustada tela mientras caminaba.
Era así como se veía el engreimiento.
Era algo que no muchas personas podrían hacer, pero cuando Santana caminaba, las personas se detenían y observaban.
Ni siquiera podía enojarme con ellas. Era imposible no mirar.
Los ojos de Santana se quedaron en mí mientras envolvía un brazo alrededor de mi cintura, me dieron ganas de derretirme contra ella después de ese espectáculo.
—Hola, Rach—dijo, mirándola con una sonrisa. Luego se volvió de nuevo a mí—Hola, amor.
Llamaba amor a todas las mujeres.
Lo escuché antes, y me dijo así incluso antes de que me conociera realmente. Pero algo en la forma en que me lo dijo ahora, la manera en que su voz se redujo enroscándose alrededor de la palabra, significa más.
O tal vez fue mi ilusión.
—Hola—le contesté, sabiendo que la miraba como si estuviera completamente hipnotizada.
Pero no podía evitarlo. Lo estaba.
—Fue un placer conocerte, Brittany. Haremos ese almuerzo la próxima semana. Nos vemos después—dijo Rachel, recordándome que todavía se encontraba ahí.
Salí de la neblina de Santana, y me gire a ella.
—Oh, sí, lo estaré esperando. Y fue agradable conocerte, también.
La sonrisa de Rachel era ambas, satisfecha y cómplice. No se burlaba de mí por ser tan obvia acerca de mis sentimientos por Santana.
Eso hizo que me gustara aún más.
—Nos vemos, Santana—anunció Rachel.
Ella asintió brevemente y luego me miró.
—¿Rach está en tu clase?
—Sí—respondí un poco sin aliento.
—Sería una buena amiga—me dijo, luego se movió y presionó sus labios contra los míos.
Me moldeé a ella fácilmente, dejándola probar y mordisquear mis labios antes de disfrutar la sensación de su lengua y el sabor de esta que me excitaba tanto.
Cuando se retiró, quería agarrar la cabeza y obligarlo a bajar.
—Te extrañé cuando desperté. Deberías haberme despertado. Te habría ayudado a vestirte—dijo con una sonrisa traviesa.
Apreté el brazo que sostenía.
—Dormías tan dulce. No quería arruinar eso.
Ella inclinó la ceja perforada.
—¿Dulce?
No le gustaba ser llamada dulce. Bueno, mala suerte. Lo era. Especialmente ahora, viniendo a verme porque no la había despertado por la mañana.
—Sí, muy dulce.
—Creo que pierdo puntos de rudeza por dormir dulcemente. Tengo que arreglar eso—dijo, luego se movió y me besó de nuevo—Pero primero quiero llevarte de vuelta a casa y mantenerte entre mis brazos todo el día.
Casa.
Había estado llamando casa a mi departamento un montón últimamente.
No mi casa, sólo casa. Y quería pasar el día conmigo.
Y se hallaba en el estacionamiento de mi campus universitario.
¿Qué está pasando?
—¿Santana? ¿Por qué estás aquí? —pregunté.
Frunció el ceño por lo que pareció un minuto y luego pasó su pulgar por mis labios con una suave caricia.
—Porque te he extrañado.
Tenía eso.
Me lo había dicho.
Pero ¿por qué me extrañaba ahora?
—¿Nunca me has extrañado antes?
Algo brilló en sus ojos. Eran más expresivos de lo que se daba cuenta.
—Siempre te he echado de menos. No creas que no hacía. Simplemente no me dejaba actuar en consecuencia.
Siempre me extrañaba.
¿Estábamos sólo “dejándolo llevar”, como dijo cuando le pregunté acerca de nosotras?
Asentí, no queriendo hacerle responder más preguntas.
Cuando Santana tenía que decir demasiado o era presionada, corría. Me encantó que haya venido a verme hoy.
No quería arruinar esto.
Así que me guardé las preguntas para mí.
—Me alegra que hayas venido—dije en su lugar.
Metió las manos en los bolsillos traseros de mis vaqueros, presionándome más cerca de ella.
—A mí también—respondió.
Hubiera sido feliz quedándome así de pie, con ella. Sin embargo, tenía un trabajo al cual llegar.
—Tengo diez minutos para llegar al trabajo—dije con un suspiro.
Una mueca cruzó su rostro. Pero sabía que tenía que trabajar hoy. Le había dejado una nota. Además, sabía que iba de lunes a viernes.
—¿Estará Sam ahí?—preguntó con una voz profundamente grave.
Sam.
Oh. Oh.
Las mariposas se dispararon en mi estómago y trataron de hacer su camino hasta mi pecho.
Santana estaba celosa de Sam.
No debería emocionarme por eso, pero el hecho de que yo fuera capaz de poner celosa a Santana me mareaba.
No era mi intención darle celos.
No pensé que pudiera hacerlo. Esto significaba que le importaba mucho.
—No suele venir a la oficina. A veces me trae dulces de la panadería, pero no todos los días. Y nunca se queda. Sólo los deja y dice hola. Pero dudo que lo haga... después de que le dije…—mi voz se apagó.
No podría decirle a Santana que había sido todo excepto decirle a Sam que lo había besado.
Esto parecería como si hubiera estado tratando de poner a Sam celoso.
—Termina ese pensamiento, amor—dijo, estrujando su asimiento en mí, apretando mi trasero.
Mierda, mierda, mierda.
No quería terminar ese pensamiento. Pero ella no lo dejaría pasar.
—Le expliqué que eras mi amiga, y puede que haya entendido que eras más que eso, después se fue y no ha vuelto, ni llamado, ni nada.
Una sonrisa de satisfacción transformó lentamente la cara de Santana.
—¿Le dijiste qué, exactamente?
Oh, no. No admitiría eso.
—Voy a llegar tarde. Tengo que irme. Hablaremos de esto más tarde.
La boca de Santana cubrió la mía otra vez en un beso más duro, más intenso.
No me había dado uno así antes, y quería más de eso. Pero se retiró demasiado pronto.
—Ve a trabajar. Nos vemos cuando llegues a casa. Y, sí, amor, te quiero ahí conmigo esta noche. Vendrás en mi motocicleta conmigo.
Me las arreglé para asentir y no desmayarme en un montón en el suelo.
Algo se sentía muy diferente, y si seguía así, no sería capaz de recordar la línea de amistad.
Santana
La próxima semana fue un equilibrio de perfección y control.
Renuncié a cualquier mujer, excepto a Brittany, y no podía tener suficiente de ella.
Sólo estar a su alrededor era suficiente. La mayoría del tiempo. Otras veces tenía que mirarla venir a mí.
Trataba como el infierno ir lento con ella, pero me encontraba en un punto de ruptura.
Quería estar unida y dentro de ella.
Durante las últimas noches, no fue a escucharme tocar porque tenía tarea que estudiar.
No actuar como un niño egoísta y seducirla para que viniera conmigo fue difícil.
Esta noche había dicho que podía ir, y aunque tenerla entre bastidores a mi lado me arruinaba, porque todo lo que quería hacer era mirarla fijamente, me excitaba.
Odiaba dejar su casa por la noche cuando me tenía que ir a tocar. Siempre se hallaba dormida cuando regresaba.
Lidiar con mierda que tenía que hacer mientras esperaba que Brittany saliera del trabajo tampoco era fácil.
Me sentía enjaulada.
Quería ir a sentarme a esa oficina con ella todo el día, pero sabía que no podía ir a su trabajo.
No ser capaz de acercármele me carcomía.
Cuando la puerta de su departamento se abrió por fin, paré de caminar de un lado a otro frente a su ventana delantera y fui directamente a ella.
No me di el tiempo para recibirla.
Quería su boca en la mía. Esa dulce lengua explorando mi boca y poniéndome bien de nuevo.
La mano de Brittany fue inmediatamente a mis hombros mientras se sostenía y me devolvió el beso con el mismo entusiasmo. La tomé de la cintura y la levanté.
—Piernas alrededor de mí—dije contra su boca, antes de caer de nuevo en su calor.
Rayos de sol y jodidas manzanas. No podía tener suficiente.
Brittany envolvió las piernas con fuerza a mí alrededor, y la llevé a su cama.
Había dejado de tratar de matar el tiempo por hoy, esperando hasta que llegara a casa.
No solía complicarme al encontrar formas de pasar mis días. Pero ahora todo lo que quería era ella, así que todo lo demás parecía no tener sentido.
Me hundí en la cama, manteniéndola en mi regazo, y luego me recosté, en tanto movía sus piernas a horcajadas sobre mí, y su boca se presionaba sobre la mía de nuevo.
Joder, esto era lo que necesité todo el día.
No quería ir esta noche. Sólo quería esto.
Las manos de Brittany tiraban de mi camisa. Separé la espalda un poco de la cama y con una mano me quité la camiseta y el sujetador por la cabeza. Sus dos manos fueron a mis pechos y luego a mis abdominales al instante. Sus cortas uñas perfectamente cuidadas enviaron escalofríos a través de mí mientras rozaba ahí.
Cuando sus pulgares comenzaron a frotar mis pezones, gemí, y mi contención se rompió.
Había querido dejarla explorar, pero maldición, necesitaba su blusa fuera también.
Empecé a desabrochársela, tratando con mucha fuerza de no arrancarla. Su pecho subía y bajaba rápidamente bajo mi tacto, y sonreí contra su boca, recordando lo sensible que eran sus pechos.
Se había venido varias veces sólo con mi boca sobre sus pezones. Yo quería hacer eso de nuevo, pero no hoy.
Había tenido una muestra de su coño cuando me lamí los dedos la otra noche, y quería toda la comida ahora.
La dejé jugar sexualmente durante toda la semana. Pero era hora de que tuviera mi cabeza entre sus piernas.
Cuando el último botón se liberó, saqué la camisa por sus brazos y comencé a trabajar en deshacerme del sujetador. Brittany se apartó cuando separé la boca de la suya, tomé ambos pechos en mis manos y me quedé mirándolos con asombro.
—Joder, realmente amo estos—le dije.
Sus ojos brillaban de placer como siempre lo hacían cuando la completaba de alguna manera.
Era como si me necesitara, pero aun así no esperaba que lo hiciera. Lo que me hizo querer hacerlo con más fuerzas.
Se sentó hasta que sus pechos se presionaron contra los míos y su boca estaba de regreso en la mía.
—Me gusta tu lengua—susurró contra mis labios.
—Lo sé—respondí, incapaz de evitar la sonrisa que se formó en mi cara.
Era bastante obvio que le gustaba mi lengua.
Agarrándola por la cintura, le di la vuelta sobre su espalda y comencé a desabrocharle los vaqueros.
—Los quiero fuera—le dije, casi con miedo de darle tiempo para decir que no.
Cuando levantó las caderas para que pudiera bajarlos, estuve a punto de llorar de alivio.
Simples bragas de satén blancas nunca habían parecido tan malditamente sexis. Pasándole las manos por las piernas, me tomé un momento para adorar su dulce cuerpo sin tocar.
Sólo yo.
Nadie más la había visto así.
Sólo yo.
Joder, quería golpear mi pecho y rugir. Nunca había estado con una virgen, y seguro como el infierno, nunca estuve con alguien tan pura.
—Quítate los tuyos—susurró.
Sus ojos se centraron en el botón de mis pantalones. Cada corta, fascinante y excitada respiración que tomaba le hacía cosas impresionantes a su pecho.
Me hallaba dividido entre tomarme mi tiempo desvistiéndola para verla así, y cubrir sus duros pequeños pezones con mi boca.
Empecé lento, pero el calor en sus ojos envió mis buenas intenciones por la ventana.
Mis pantalones vaqueros salieron con un movimiento rápido, y luego estaba de regreso encima de ella. Sumergiéndome en la sensación de su suave piel satén contra la mía.
Besando mi camino hacia abajo por su cuello, inhalé su aroma. Eso sólo nubló más mi cabeza.
—Amor, si quieres que me detenga, entonces necesito que me digas ahora—mi voz sonó como un gruñido.
En lugar de asustarla, se estremeció y se aferró a mí con más fuerza.
—No te detengas. Por favor, San, no pares—rogó.
Eso era todo lo que necesitaba escuchar.
Bajé por su estómago, un beso a la vez. Lamí la tensa piel sobre sus costillas, y luego rodeé su ombligo con mi lengua antes arrastrar una línea de besos a lo largo del borde de encaje de sus bragas.
Ella sacudió las caderas sin descanso, y el olor de su excitación me llenó la nariz.
No podía pensar con suficiente claridad para quitar sus bragas y disfrutar verlas deslizándose por sus piernas.
Arranqué a las hijas de puta como un animal, y las lancé al suelo. Tenía un solo objetivo y, presionando sus piernas a abrirse con mis manos en sus muslos internos, reclamé el sabor del que sólo había tenido una probada.
El primer golpe de mi lengua justo en su centro se movió a su entrada después, y luego rodeo la hinchada protuberancia. Brittany gritó mi nombre, y su cuerpo se levantó con tanta fuerza de la cama que tuve que sujetarla de la cintura con las manos.
No me jodas, no sólo estaba obsesionada.
Me había enamorado.
En mi segunda clase, Principios de Macroeconomía, tuvimos que escuchar una conferencia sobre la política fiscal.
Casi me quedé dormida.
Agarrando la mochila, la colgué sobre mi hombro y me dirigí a la puerta tan pronto como el profesor nos despidió.
—Brittany. ¿Cierto?
Hice una pausa. Alguien dijo mi nombre. No había hablado con nadie en ninguna de mis clases.
Me di la vuelta para ver que la dueña del femenino acento sureño era una llamativa castaña bajita con ojos de color marrones. Su cabello era largo, pero lo tenía por encima del hombro en una coleta baja. La camiseta de Bon Jovi que llevaba parecía vintage.
—Uh, sí —le contesté.
Su sonrisa era una de esas que no deberían resultar atractivas por ser demasiado grandes, pero de alguna manera se ajustaba a ella y provocaba que las cabezas giraran en su dirección.
Dos chicos que de hecho pasaban por ahí simplemente no dejaban de mirarla. Ella parecía no darse cuenta, sin embargo.
Me tendió la mano para que la estrechara.
—Soy Rachel Berry Fabray, pero puedes decirme Rach. Emily y Hanna son muy buenas amigas mías. Y Marley es mi cuñada. Te vi en la fiesta de Maddi May, pero acababa de entrar cuando defendías a Santana y luego te fuiste.
Le di la mano y sentí una pequeña burbuja de excitación porque alguien me conocía.
¿Había hecho suficientes conexiones en la ciudad como para que la gente en realidad empezara a saber quién era yo?
La idea de encajar por primera vez en mi vida era emocionante.
—Es un placer conocerte, Rach. Lo lamento, no llegué a hacerlo en la fiesta. No me encontraba, eh, bien, estaba aprendiendo. Una amistad con Santana es como una cosa de aprender-mientras-avanzas—expliqué.
Ella me estudió por un momento con una sonrisa de satisfacción en su rostro.
—Sólo lo puedo imaginar —respondió.
El impulso de defenderla se levantó de nuevo en mí, y tuve que tranquilizarme. Ella estaba de acuerdo conmigo, no al contrario.
—¿Irás a comer?—preguntó—Normalmente voy a casa justo después de clase porque odio dejar a Charlie con la niñera demasiado tiempo, pero hoy su mamá está en casa con él, así que tengo un poco de tiempo.
Caminamos juntas, y le eché un vistazo a mi teléfono.
—Tengo que estar en el trabajo dentro de veinte minutos. Está a diez minutos en coche, así que no puedo hoy. Pero me gustaría ir en algún momento—le dije.
Me recordaba a Emily.
No había juicio en sus ojos, y no me evaluaba. Sólo me aceptó y quiso conocerme.
—Veré si Quinn puede quedarse un día en casa la próxima semana. O mejor aún, tú puedes venir a mi lugar después de clase y hacer una parrillada conmigo y Charlie—dijo, sonriendo.
Charlie tenía que ser su hijo. No parecía lo suficientemente mayor para ser mamá.
Empecé a responder.
Pero las palabras se desvanecieron cuando mis ojos se clavaron en la sexy y hermosa morena apoyada en mi coche con los brazos cruzados sobre el pecho y sus gafas de sol cubriendo sus ojos oscuros.
—Oh, parece que tienes una visitante—dijo Rachel.
Santana dejó caer los brazos, y yo me quedé ahí, mirándola, en tanto ella hacía su camino hacia mí. Sus largas piernas lucían unos pantalones de mezclilla desgastados, pero sus muslos se notaban en la ajustada tela mientras caminaba.
Era así como se veía el engreimiento.
Era algo que no muchas personas podrían hacer, pero cuando Santana caminaba, las personas se detenían y observaban.
Ni siquiera podía enojarme con ellas. Era imposible no mirar.
Los ojos de Santana se quedaron en mí mientras envolvía un brazo alrededor de mi cintura, me dieron ganas de derretirme contra ella después de ese espectáculo.
—Hola, Rach—dijo, mirándola con una sonrisa. Luego se volvió de nuevo a mí—Hola, amor.
Llamaba amor a todas las mujeres.
Lo escuché antes, y me dijo así incluso antes de que me conociera realmente. Pero algo en la forma en que me lo dijo ahora, la manera en que su voz se redujo enroscándose alrededor de la palabra, significa más.
O tal vez fue mi ilusión.
—Hola—le contesté, sabiendo que la miraba como si estuviera completamente hipnotizada.
Pero no podía evitarlo. Lo estaba.
—Fue un placer conocerte, Brittany. Haremos ese almuerzo la próxima semana. Nos vemos después—dijo Rachel, recordándome que todavía se encontraba ahí.
Salí de la neblina de Santana, y me gire a ella.
—Oh, sí, lo estaré esperando. Y fue agradable conocerte, también.
La sonrisa de Rachel era ambas, satisfecha y cómplice. No se burlaba de mí por ser tan obvia acerca de mis sentimientos por Santana.
Eso hizo que me gustara aún más.
—Nos vemos, Santana—anunció Rachel.
Ella asintió brevemente y luego me miró.
—¿Rach está en tu clase?
—Sí—respondí un poco sin aliento.
—Sería una buena amiga—me dijo, luego se movió y presionó sus labios contra los míos.
Me moldeé a ella fácilmente, dejándola probar y mordisquear mis labios antes de disfrutar la sensación de su lengua y el sabor de esta que me excitaba tanto.
Cuando se retiró, quería agarrar la cabeza y obligarlo a bajar.
—Te extrañé cuando desperté. Deberías haberme despertado. Te habría ayudado a vestirte—dijo con una sonrisa traviesa.
Apreté el brazo que sostenía.
—Dormías tan dulce. No quería arruinar eso.
Ella inclinó la ceja perforada.
—¿Dulce?
No le gustaba ser llamada dulce. Bueno, mala suerte. Lo era. Especialmente ahora, viniendo a verme porque no la había despertado por la mañana.
—Sí, muy dulce.
—Creo que pierdo puntos de rudeza por dormir dulcemente. Tengo que arreglar eso—dijo, luego se movió y me besó de nuevo—Pero primero quiero llevarte de vuelta a casa y mantenerte entre mis brazos todo el día.
Casa.
Había estado llamando casa a mi departamento un montón últimamente.
No mi casa, sólo casa. Y quería pasar el día conmigo.
Y se hallaba en el estacionamiento de mi campus universitario.
¿Qué está pasando?
—¿Santana? ¿Por qué estás aquí? —pregunté.
Frunció el ceño por lo que pareció un minuto y luego pasó su pulgar por mis labios con una suave caricia.
—Porque te he extrañado.
Tenía eso.
Me lo había dicho.
Pero ¿por qué me extrañaba ahora?
—¿Nunca me has extrañado antes?
Algo brilló en sus ojos. Eran más expresivos de lo que se daba cuenta.
—Siempre te he echado de menos. No creas que no hacía. Simplemente no me dejaba actuar en consecuencia.
Siempre me extrañaba.
¿Estábamos sólo “dejándolo llevar”, como dijo cuando le pregunté acerca de nosotras?
Asentí, no queriendo hacerle responder más preguntas.
Cuando Santana tenía que decir demasiado o era presionada, corría. Me encantó que haya venido a verme hoy.
No quería arruinar esto.
Así que me guardé las preguntas para mí.
—Me alegra que hayas venido—dije en su lugar.
Metió las manos en los bolsillos traseros de mis vaqueros, presionándome más cerca de ella.
—A mí también—respondió.
Hubiera sido feliz quedándome así de pie, con ella. Sin embargo, tenía un trabajo al cual llegar.
—Tengo diez minutos para llegar al trabajo—dije con un suspiro.
Una mueca cruzó su rostro. Pero sabía que tenía que trabajar hoy. Le había dejado una nota. Además, sabía que iba de lunes a viernes.
—¿Estará Sam ahí?—preguntó con una voz profundamente grave.
Sam.
Oh. Oh.
Las mariposas se dispararon en mi estómago y trataron de hacer su camino hasta mi pecho.
Santana estaba celosa de Sam.
No debería emocionarme por eso, pero el hecho de que yo fuera capaz de poner celosa a Santana me mareaba.
No era mi intención darle celos.
No pensé que pudiera hacerlo. Esto significaba que le importaba mucho.
—No suele venir a la oficina. A veces me trae dulces de la panadería, pero no todos los días. Y nunca se queda. Sólo los deja y dice hola. Pero dudo que lo haga... después de que le dije…—mi voz se apagó.
No podría decirle a Santana que había sido todo excepto decirle a Sam que lo había besado.
Esto parecería como si hubiera estado tratando de poner a Sam celoso.
—Termina ese pensamiento, amor—dijo, estrujando su asimiento en mí, apretando mi trasero.
Mierda, mierda, mierda.
No quería terminar ese pensamiento. Pero ella no lo dejaría pasar.
—Le expliqué que eras mi amiga, y puede que haya entendido que eras más que eso, después se fue y no ha vuelto, ni llamado, ni nada.
Una sonrisa de satisfacción transformó lentamente la cara de Santana.
—¿Le dijiste qué, exactamente?
Oh, no. No admitiría eso.
—Voy a llegar tarde. Tengo que irme. Hablaremos de esto más tarde.
La boca de Santana cubrió la mía otra vez en un beso más duro, más intenso.
No me había dado uno así antes, y quería más de eso. Pero se retiró demasiado pronto.
—Ve a trabajar. Nos vemos cuando llegues a casa. Y, sí, amor, te quiero ahí conmigo esta noche. Vendrás en mi motocicleta conmigo.
Me las arreglé para asentir y no desmayarme en un montón en el suelo.
Algo se sentía muy diferente, y si seguía así, no sería capaz de recordar la línea de amistad.
Santana
La próxima semana fue un equilibrio de perfección y control.
Renuncié a cualquier mujer, excepto a Brittany, y no podía tener suficiente de ella.
Sólo estar a su alrededor era suficiente. La mayoría del tiempo. Otras veces tenía que mirarla venir a mí.
Trataba como el infierno ir lento con ella, pero me encontraba en un punto de ruptura.
Quería estar unida y dentro de ella.
Durante las últimas noches, no fue a escucharme tocar porque tenía tarea que estudiar.
No actuar como un niño egoísta y seducirla para que viniera conmigo fue difícil.
Esta noche había dicho que podía ir, y aunque tenerla entre bastidores a mi lado me arruinaba, porque todo lo que quería hacer era mirarla fijamente, me excitaba.
Odiaba dejar su casa por la noche cuando me tenía que ir a tocar. Siempre se hallaba dormida cuando regresaba.
Lidiar con mierda que tenía que hacer mientras esperaba que Brittany saliera del trabajo tampoco era fácil.
Me sentía enjaulada.
Quería ir a sentarme a esa oficina con ella todo el día, pero sabía que no podía ir a su trabajo.
No ser capaz de acercármele me carcomía.
Cuando la puerta de su departamento se abrió por fin, paré de caminar de un lado a otro frente a su ventana delantera y fui directamente a ella.
No me di el tiempo para recibirla.
Quería su boca en la mía. Esa dulce lengua explorando mi boca y poniéndome bien de nuevo.
La mano de Brittany fue inmediatamente a mis hombros mientras se sostenía y me devolvió el beso con el mismo entusiasmo. La tomé de la cintura y la levanté.
—Piernas alrededor de mí—dije contra su boca, antes de caer de nuevo en su calor.
Rayos de sol y jodidas manzanas. No podía tener suficiente.
Brittany envolvió las piernas con fuerza a mí alrededor, y la llevé a su cama.
Había dejado de tratar de matar el tiempo por hoy, esperando hasta que llegara a casa.
No solía complicarme al encontrar formas de pasar mis días. Pero ahora todo lo que quería era ella, así que todo lo demás parecía no tener sentido.
Me hundí en la cama, manteniéndola en mi regazo, y luego me recosté, en tanto movía sus piernas a horcajadas sobre mí, y su boca se presionaba sobre la mía de nuevo.
Joder, esto era lo que necesité todo el día.
No quería ir esta noche. Sólo quería esto.
Las manos de Brittany tiraban de mi camisa. Separé la espalda un poco de la cama y con una mano me quité la camiseta y el sujetador por la cabeza. Sus dos manos fueron a mis pechos y luego a mis abdominales al instante. Sus cortas uñas perfectamente cuidadas enviaron escalofríos a través de mí mientras rozaba ahí.
Cuando sus pulgares comenzaron a frotar mis pezones, gemí, y mi contención se rompió.
Había querido dejarla explorar, pero maldición, necesitaba su blusa fuera también.
Empecé a desabrochársela, tratando con mucha fuerza de no arrancarla. Su pecho subía y bajaba rápidamente bajo mi tacto, y sonreí contra su boca, recordando lo sensible que eran sus pechos.
Se había venido varias veces sólo con mi boca sobre sus pezones. Yo quería hacer eso de nuevo, pero no hoy.
Había tenido una muestra de su coño cuando me lamí los dedos la otra noche, y quería toda la comida ahora.
La dejé jugar sexualmente durante toda la semana. Pero era hora de que tuviera mi cabeza entre sus piernas.
Cuando el último botón se liberó, saqué la camisa por sus brazos y comencé a trabajar en deshacerme del sujetador. Brittany se apartó cuando separé la boca de la suya, tomé ambos pechos en mis manos y me quedé mirándolos con asombro.
—Joder, realmente amo estos—le dije.
Sus ojos brillaban de placer como siempre lo hacían cuando la completaba de alguna manera.
Era como si me necesitara, pero aun así no esperaba que lo hiciera. Lo que me hizo querer hacerlo con más fuerzas.
Se sentó hasta que sus pechos se presionaron contra los míos y su boca estaba de regreso en la mía.
—Me gusta tu lengua—susurró contra mis labios.
—Lo sé—respondí, incapaz de evitar la sonrisa que se formó en mi cara.
Era bastante obvio que le gustaba mi lengua.
Agarrándola por la cintura, le di la vuelta sobre su espalda y comencé a desabrocharle los vaqueros.
—Los quiero fuera—le dije, casi con miedo de darle tiempo para decir que no.
Cuando levantó las caderas para que pudiera bajarlos, estuve a punto de llorar de alivio.
Simples bragas de satén blancas nunca habían parecido tan malditamente sexis. Pasándole las manos por las piernas, me tomé un momento para adorar su dulce cuerpo sin tocar.
Sólo yo.
Nadie más la había visto así.
Sólo yo.
Joder, quería golpear mi pecho y rugir. Nunca había estado con una virgen, y seguro como el infierno, nunca estuve con alguien tan pura.
—Quítate los tuyos—susurró.
Sus ojos se centraron en el botón de mis pantalones. Cada corta, fascinante y excitada respiración que tomaba le hacía cosas impresionantes a su pecho.
Me hallaba dividido entre tomarme mi tiempo desvistiéndola para verla así, y cubrir sus duros pequeños pezones con mi boca.
Empecé lento, pero el calor en sus ojos envió mis buenas intenciones por la ventana.
Mis pantalones vaqueros salieron con un movimiento rápido, y luego estaba de regreso encima de ella. Sumergiéndome en la sensación de su suave piel satén contra la mía.
Besando mi camino hacia abajo por su cuello, inhalé su aroma. Eso sólo nubló más mi cabeza.
—Amor, si quieres que me detenga, entonces necesito que me digas ahora—mi voz sonó como un gruñido.
En lugar de asustarla, se estremeció y se aferró a mí con más fuerza.
—No te detengas. Por favor, San, no pares—rogó.
Eso era todo lo que necesitaba escuchar.
Bajé por su estómago, un beso a la vez. Lamí la tensa piel sobre sus costillas, y luego rodeé su ombligo con mi lengua antes arrastrar una línea de besos a lo largo del borde de encaje de sus bragas.
Ella sacudió las caderas sin descanso, y el olor de su excitación me llenó la nariz.
No podía pensar con suficiente claridad para quitar sus bragas y disfrutar verlas deslizándose por sus piernas.
Arranqué a las hijas de puta como un animal, y las lancé al suelo. Tenía un solo objetivo y, presionando sus piernas a abrirse con mis manos en sus muslos internos, reclamé el sabor del que sólo había tenido una probada.
El primer golpe de mi lengua justo en su centro se movió a su entrada después, y luego rodeo la hinchada protuberancia. Brittany gritó mi nombre, y su cuerpo se levantó con tanta fuerza de la cama que tuve que sujetarla de la cintura con las manos.
No me jodas, no sólo estaba obsesionada.
Me había enamorado.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ti (Adaptada) Epílogo
Por fin!!! No podia comentar mi celular se puso weon jajajaja...wiiiiiii san lo reconoció.
Isabella28****** - Mensajes : 378
Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ti (Adaptada) Epílogo
Aleluya hermanas, el hecho se ha consumado, SANTANA ESTA ENAMORADA!!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ti (Adaptada) Epílogo
Hola morra...
Que buen momento para que san se de cuenta que se enamoro jaja....
Ya viven juntas... Eso si es bueno!!
Nos vemos!
Que buen momento para que san se de cuenta que se enamoro jaja....
Ya viven juntas... Eso si es bueno!!
Nos vemos!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ti (Adaptada) Epílogo
Hola!! Ya lo admitio!! Veremos como lo maneja ahora!!
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ti (Adaptada) Epílogo
Isabella28 escribió:Por fin!!! No podia comentar mi celular se puso weon jajajaja...wiiiiiii san lo reconoció.
Hola, jaajajajajaj dices tu¿? Jajajaj suele pasar! SI!!! bn ai! las cosas que tienen q pasar para decir lo q uno siente, no¿? xD jajaja. Saludos =D
Pd: Sabia! sabia q eras chilena! ajajja.
micky morales escribió:Aleluya hermanas, el hecho se ha consumado, SANTANA ESTA ENAMORADA!!!!!!
Hola perdida, jajajaajaj amén hermanda! ajjaajajj xD jajaajajaj nada las puede separar ajajajajaj. SI!!!!!! bn!!! a luchar por lo q es suyo! jaajjaaj. SAludos =D
3:) escribió:Hola morra...
Que buen momento para que san se de cuenta que se enamoro jaja....
Ya viven juntas... Eso si es bueno!!
Nos vemos!
Hola lu, jajajaajaja XD si jaajajajajaj, mejor tarde q nunca, no¿? jajajaaj. SI!!!!!! aii q bueno se esta poniendo esto! Si que si! ajjaja. SAludos =D
monica.santander escribió:Hola!! Ya lo admitio!! Veremos como lo maneja ahora!!
Saludos
Hola perdida, siiiii! va avanzado mas q bn jajajajaaj. Espero q tmbn avance en eso ajajajajajaj, pero le tengo toda la fe! ajajja. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
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