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[Resuelto]FanFic Brittana: El Final (Adaptada) Epílogo
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micky morales
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Isabella28
23l1
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Re: [Resuelto]FanFic Brittana: El Final (Adaptada) Epílogo
Hola morra...
En serio, mas basura no pudo ser la noche para san.. Entre el padre y elaine!!
Esperó que no deje a britt muy fácil...
Nos vemos!!
En serio, mas basura no pudo ser la noche para san.. Entre el padre y elaine!!
Esperó que no deje a britt muy fácil...
Nos vemos!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: El Final (Adaptada) Epílogo
Que pesados todos!!! No las dejan un solo minuto estar a solas, tiene que aparecer alguien y cagarla san espero que no la dejes.
Pd: solo bromeaba :-D con mi amiga nos amamos demasiado como para pelear por equipos.
Pd: solo bromeaba :-D con mi amiga nos amamos demasiado como para pelear por equipos.
Isabella28****** - Mensajes : 378
Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: El Final (Adaptada) Epílogo
Hay no, ya estoy cansada de esta m... el joe metiche y la eterna negadera de Brittany, me harte!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: El Final (Adaptada) Epílogo
JVM escribió:Todo iba hasta que el papá de San empezo a arruinar la noche y para terminar Elaine .... y bueno San respetando lo que le pide Britt porque entiende por lo que pasa, sin embargo espero que no siempre lo haga y luche mas por ella
Hola, ¬¬ esk en esta historia, los papás de las protagonistas son un 0 a la izquierda :@ sin contar a los terceros ¬¬ Espero lo mismo la vrdd, una cosa es entender y la otra hacer caso, no¿? jajajaja. Saludos =D
3:) escribió:Hola morra...
En serio, mas basura no pudo ser la noche para san.. Entre el padre y elaine!!
Esperó que no deje a britt muy fácil...
Nos vemos!!
Hola lu, iba todo muy bn para ella, ganando, siendo la mejor, britt dandole un si...y se tenia q ir todo a la basura :@ Espero lo mismo. Tiene q seguir...el q la sigue la consigue, no¿? Saludos =D
Isabella28 escribió:Que pesados todos!!! No las dejan un solo minuto estar a solas, tiene que aparecer alguien y cagarla san espero que no la dejes.
Pd: solo bromeaba :-D con mi amiga nos amamos demasiado como para pelear por equipos.
Hola, uf si!! q las dejen! Es como q tienen un detector y saben cuando van a estar juntas ¬¬ q les pasa :@ Saludos =D
Pd: ajajajajajaj obvio!
micky morales escribió:Hay no, ya estoy cansada de esta m... el joe metiche y la eterna negadera de Brittany, me harte!!!!
Hola, jajajajajajajaj xD eso no es bueno xD pero se entiende joe como buen amigo, no¿? y britt tmbn, insisto para q meter a alguien en ese mundo¿? Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: El Final (Adaptada) Cap 15
Capitulo 15
Hace Ocho Años…
Santana
Dos semanas intentando olvidarla.
Tratando de no buscarla.
Tratando de ignorarla cuando sonreía en la cafetería.
Dos semanas de infierno.
Brittany Pierce fue puesta en esta tierra para recordarme que hay algunas cosas que no puedo tener.
Yo habría pensado que tener padres jodidos sería suficiente recordatorio. Pero no… El universo decidió que Brittany era necesaria.
No me fui con Elaine esa noche después del partido.
Me sentía aplastada.
Haber estado tan cerca de estar con Brittany por solo un ratito y que luego me lo arrebaten fue demasiado.
Me fui a casa y me enfurruñé.
Después de dos semanas de enfado, me decidí a sacar a Brittany de mi cabeza.
Sin embargo, no estaría usando a Elaine para hacerlo.
Rose Mann, por otro lado, era atractiva y estaba más que interesada. Me reuniría con ella en la fiesta de piscina en casa de Quinn.
Sus padres y su hermanita se encontraban fuera de la ciudad, por lo que iba a lanzar una pequeña reunión. Lo que significaba que la mayor parte de la escuela estaría ahí.
Papá trabajaba de día esta semana, lo que significaba que tenía su camioneta.
Los dos últimos viernes por la noche fui dueña del campo, así que se encontraba de buen humor.
Ya no me hallaba en su lista negra.
Mientras yo fuera una estrella, él estaba feliz.
Una vez, hubiera hecho cualquier cosa solo para tener su atención. Pero ahora no me importaba.
Excepto que necesitaba su camioneta.
Algo más adelante me llamó la atención, y encendí mis luces altas para ver qué parecía una muchacha paseando.
¿Qué demonios?
Se encontraba oscuro afuera, y este camino no era una calle muy concurrida. Apagué mis luces y frené hasta que estuve a su lado.
Lo que pasó después me perseguiría por el resto de mi vida.
Brittany Pierce volvió la cabeza para mirarme, y uno de sus ojos se hallaba cerrado de la hinchazón, tenía el labio roto y había sangre en su rostro. Ella cojeaba y sostenía su brazo de forma rara.
Ese bonito pelo rubio estaba hacia atrás en una cola de caballo y parecía haberse metido en una pelea.
Tenía parte del pelo suelto y éste se extendía en direcciones locas.
¡Mierda!
Iba a asesinar a alguien.
Apretando mis frenos, salté de la camioneta y corrí por el frente.
—Britt—fue todo lo que pude sacar de mi boca.
Mi corazón estaba en mi garganta, y me temblaban mis malditas manos.
Me miró fijamente a través de los ojos húmedos de lágrimas.
Iba a ir a la cárcel.
Porque iba a poner a dormir a sea quien sea el mierda que le hizo esto.
Lenta. Y dolorosamente.
—Necesito… Necesito ir al… h-hospital—dijo cada palabra como si le hiciera daño.
—Sí, cariño, lo necesitas. ¿Cómo puedo ayudarte a entrar en la camioneta? No quiero hacerte daño.
Era una sensación de impotencia.
Recogerla en mis brazos fue lo que quería hacer. Y colocarla contra mi pecho para que nadie pudiera tocarla. Pero sabía por el extraño ángulo de su brazo que tocarla no era una buena idea.
Inhaló bruscamente y contuvo la respiración un minuto.
—Solo párate… detrás de mí en ca-caso de que pierda el equilibrio. Creo que mis piernas—hizo una pausa y se estremeció, luego susurró—Son lo único que no está roto.
—Mierda, Brittany. Maldición—fue todo lo que pude decir.
Quería preguntarle quién había hecho esto, pero le hacía daño hablar. Lo descubriría más tarde.
Abrí el lado del pasajero de la camioneta y vi cómo ella cojeaba, y escuché sus gemidos.
Había pensado que su rechazo fue un infierno.
Esto era mucho peor.
Odiaba verla dolorida. Prefería verla sana y rechazándome cualquier maldito día antes que esta pesadilla.
Cuando empezó a levantar una pierna, perdió el equilibrio y me dejé caer para sostener sus caderas.
—¿Puedo levantarte si te sostengo aquí? ¿Dolerá? —pregunté.
—Eso no es tan malo—dijo en otro susurro.
Tomé sus caderas inferiores con firmeza y la levanté lentamente hasta que estuvo sentada con seguridad en el asiento. Moví sus piernas para ponerlas hacia adelante.
—Voy a conducir lento y seguro. El cinturón de seguridad podría ser demasiado.
Asintió y dijo:
—Gracias.
Cerré la puerta y regresé corriendo para entrar a mi lado.
Si ella caminaba sola, entonces Mike tenía que estar en algún lugar seguro. No quería hacerla hablar, pero tampoco quería que ese chico se quedara solo con quien le había hecho esto.
—¿Dónde está Mike?—le pregunté mientras salía lentamente hacia la carretera.
—En casa de Puck. Le prometí—dijo casi en voz muy baja—, Si se iba corriendo hacia lo de Puck y se quedaba ahí… yo llamaría a Joe para que me llevara… al hospital.
En vez de eso, intentó caminar los ocho kilómetros desde su casa hasta el hospital.
Mujer obstinada.
Pero al menos el chico se hallaba a salvo.
—Me pondré en contacto con él tan pronto como lleguemos al hospital así le hacemos saber que estoy contigo y que te estás curando—le aseguré.
—Gracias—se las arregló para decir antes de hacer una mueca.
No iba a hacer que dijera nada más.
Viajamos en silencio mientras imaginaba las muchas maneras en que iba a matar al que le puso las manos encima.
Tomó solo siete minutos llegar al hospital local, pero se sentía como una eternidad.
Oír sus gemidos y resoplidos me lastimaba.
Odiaba esto.
Odiaba que le hayan hecho daño.
Odiaba no ser capaz de detener esta mierda.
¿Por qué no podía dejarme estar ahí para ella?
¿Por qué me alejó?
Llegué a la entrada y la miré.
—Voy a traerte una silla de ruedas y ayudarte a salir. Quédate aquí.
Me dio un pequeño asentimiento y una sonrisa tensa.
Maldición, nunca más.
No volverían a lastimarla.
Juré a Dios que me aseguraría de ello.
Quería prometerle eso en ese momento, pero no lo hice. Ella solo se preocuparía por mi intención de evitar que eso suceda.
Iba a mostrárselo.
Brittany
Dos costillas fracturadas, pero bueno, ya lo sabía.
Por suerte, mis pulmones no fueron perforados.
Un codo dislocado y una fractura en mi radio, lo que significaba que mi muñeca estaba rota.
Cuando el nuevo novio de Whitney me agarró la mano y me tiró al otro lado de la habitación, oí la grieta.
Así que ya lo sabía.
Mi nariz no se encontraba rota, gracias a Dios. Me sangró tanto que no estaba segura.
Solo agradecía que Whitney se hubiera quedado de pie frente a Mike y lo hubiera retenido.
Él consiguió darle una bofetada, pero ella le puso un fin rápido. Mike se había puesto furioso tratando de llegar hasta mí, pero Whitney se quedó entre él y su novio, gritando al tipo que no tocara a su bebé.
Todo esto porque su desagradable novio me agarró el trasero.
Le dije que se detenga, y luego me había clavado contra la pared y empezó a decirme que quería probar mi coño. Mike había entrado en ese momento y se puso como loco.
Comenzó a atacar al tipo, y el hombre usó su peso para sacarse de encima a Mike y tirarlo al suelo.
Whitney salió corriendo de su dormitorio y vio el desorden en la sala de estar, y por supuesto me culpó.
Contraataqué, pero cuando le pateé las pelotas al imbécil repulsivo lo más fuerte que pude, comenzó a golpearme en lugar de meterme mano.
Cuando Carl Howell, el hombre que vivía en el remolque junto al nuestro, apareció en la puerta, Whitney y su excusa de hombre se fueron.
Me escondí en el dormitorio, donde Mike me había seguido. Lo último que necesitaba era que el señor Howell llamara a la policía.
Oí a Whitney decirle que solo estaban discutiendo. Le rogué a Mike que se quedara callado.
Al final accedió a ir a casa de Puck si yo iba al hospital. Le dije que si no se iba en ese momento, no llamaría a Joe y nos quedaríamos ahí toda la noche.
Había luchado para no dejarme, pero cada vez que respiraba, lloriqueaba de dolor. Así que finalmente se fue, haciéndome jurar ir al hospital y llamarle tan pronto como estuviera ahí.
No podía dejar que Joe o Becky supieran esto.
Querrían que le dijera a la policía. Pero no iba a separarme de Mike.
Se encontraba seguro aquí.
Whitney probó esta noche que no quería que nadie lo lastimara. Yo podría sobrevivir.
Cuando Santana salió de la oscuridad, me hizo querer llorar de alivio. Había decidido que nunca iba a llegar al hospital.
Luego ella apareció. Y me salvó.
La enfermera me interrogó sobre Santana.
Sabían que alguien me hizo esto, y su respuesta inmediata fue cuestionar a la persona que me acompañaba y pensaron q era mi novia. Pero les juré que no fue ella. Que me salvó.
Ayudó el hecho de que ella no tenía un rasguño.
Entonces empezaron a preguntarme quién lo hizo. Les dije que me caí por las escaleras fuera de mi casa y aterricé sobre un ladrillo.
Era lo mejor que se me ocurrió.
No me creyeron.
Seguí jurando que eso era lo que sucedió, y pude ver que lucían frustrados, pero finalmente dejaron el tema.
La enfermera entró en la habitación con una sonrisa amable.
—No podemos ubicar a tu mamá por teléfono. Me temo que tendrás que quedarte aquí hasta que podamos conseguir que firme el papeleo para liberarte. ¿Sabes dónde está?
Sí, en un bar en alguna parte.
—No. Mi hermano menor pasaba la noche en casa de un amigo, y mamá salía en una cita. Como mi plan era quedarme en casa esta noche, ella no pensaría que hubiera ningún tipo de emergencia.
La enfermera todavía no parecía estar creyéndolo, pero asintió.
—Bueno. Vale, tenemos a dos personas muy ansiosas esperándote, un chico y una chica. ¿Está bien si las dejo entrar? Uno, el chico, es tu hermano. Creo que la chica que te trajo lo llamó y él consiguió un paseo hasta aquí.
Oh mierda.
¿Qué estuvo diciendo Mike en la sala de espera para que todos lo oyeran?
—Claro, sí—contesté, con una sonrisa que no sentía.
Me miró una última vez con tristeza en los ojos.
No necesitaba que me ayudara. Lo arruinaría todo.
No iban a separarme de Mike.
Me quedaban menos de dos años antes de cumplir los dieciocho años.
Podría salvarnos a los dos entonces.
Mike entró primero, con alivio y preocupación grabados en su rostro.
—¡Estabas caminando! En serio, Brittany. ¿Caminando? ¿Y si Santana no hubiera pasado por ahí? Podrías haberte muerto por ahí. ¡Dios! Nunca más confiaré en ti. No me iré la próxima vez.
—No podía dejar que nadie se enterara de esto—susurré, mirando detrás de él para ver que era Santana quien se hallaba de pie justo dentro de la puerta, no la enfermera.
Mike se pasó la mano por el pelo greñudo, que se negaba a cortar.
—Me asustaste. Odio esto. Odio vivir ahí. La odio. Ojalá no fuera mi mamá.
Odiaba verlo así.
Sabiendo que no se le dio la oportunidad de ser un niño.
Él estuvo tratando de protegerme toda su vida, a pesar de que realmente era yo quien lo protegía.
Incluso cuando éramos pequeños, él me sostenía la mano después de que Whitney me había golpeado, y me prometió que me mantendría a salvo y que todo estaría bien.
Lo amaba.
Era la única persona que amé y que me amó. Haría cualquier cosa por él.
¿No lo entendía?
—No volverá a suceder. No voy a permitirlo—la voz de Santana llenó la habitación, con una determinación que casi creí.
Mike le devolvió la mirada.
—No puedes detenerlo. Esta mierda ha estado pasando toda nuestra vida.
Santana se acercó al pie de mi cama. Mantuvo su mirada fija en mí.
—Sí puedo. Aunque no me quieras, te protegeré, Brittany. No me importan las excusas que me digas. No me importa si me ignoras. Estaré ahí cada maldita vez que me necesites.
Mike soltó una risa dura.
—Eso es una mierda. Tienes una carrera por delante. No hagas promesas que no puedes cumplir.
Me preocupó que Mike estuviera siendo demasiado duro con Santana.
Coincidía con él, pero no tuvo que lanzarle palabras enojadas por intentar ser amable.
—Voy a ganar tu confianza—dijo Santana—De los dos.
Mike frunció el ceño, pero detrás de su ira pude ver al niño que tenía esperanza.
Él quería confiar en alguien.
Confiaba en mí, pero necesitaba más.
Ambos lo necesitábamos.
—Lo que hiciste esta noche fue suficiente. Gracias—le dije antes de que Mike pudiera decir algo más.
Santana sostuvo mi mirada, y parecía que se encontraba a punto de decir algo cuando un revuelo fuera de la puerta lo detuvo.
Al instante, reconocí la voz.
Tratando de no buscarla.
Tratando de ignorarla cuando sonreía en la cafetería.
Dos semanas de infierno.
Brittany Pierce fue puesta en esta tierra para recordarme que hay algunas cosas que no puedo tener.
Yo habría pensado que tener padres jodidos sería suficiente recordatorio. Pero no… El universo decidió que Brittany era necesaria.
No me fui con Elaine esa noche después del partido.
Me sentía aplastada.
Haber estado tan cerca de estar con Brittany por solo un ratito y que luego me lo arrebaten fue demasiado.
Me fui a casa y me enfurruñé.
Después de dos semanas de enfado, me decidí a sacar a Brittany de mi cabeza.
Sin embargo, no estaría usando a Elaine para hacerlo.
Rose Mann, por otro lado, era atractiva y estaba más que interesada. Me reuniría con ella en la fiesta de piscina en casa de Quinn.
Sus padres y su hermanita se encontraban fuera de la ciudad, por lo que iba a lanzar una pequeña reunión. Lo que significaba que la mayor parte de la escuela estaría ahí.
Papá trabajaba de día esta semana, lo que significaba que tenía su camioneta.
Los dos últimos viernes por la noche fui dueña del campo, así que se encontraba de buen humor.
Ya no me hallaba en su lista negra.
Mientras yo fuera una estrella, él estaba feliz.
Una vez, hubiera hecho cualquier cosa solo para tener su atención. Pero ahora no me importaba.
Excepto que necesitaba su camioneta.
Algo más adelante me llamó la atención, y encendí mis luces altas para ver qué parecía una muchacha paseando.
¿Qué demonios?
Se encontraba oscuro afuera, y este camino no era una calle muy concurrida. Apagué mis luces y frené hasta que estuve a su lado.
Lo que pasó después me perseguiría por el resto de mi vida.
Brittany Pierce volvió la cabeza para mirarme, y uno de sus ojos se hallaba cerrado de la hinchazón, tenía el labio roto y había sangre en su rostro. Ella cojeaba y sostenía su brazo de forma rara.
Ese bonito pelo rubio estaba hacia atrás en una cola de caballo y parecía haberse metido en una pelea.
Tenía parte del pelo suelto y éste se extendía en direcciones locas.
¡Mierda!
Iba a asesinar a alguien.
Apretando mis frenos, salté de la camioneta y corrí por el frente.
—Britt—fue todo lo que pude sacar de mi boca.
Mi corazón estaba en mi garganta, y me temblaban mis malditas manos.
Me miró fijamente a través de los ojos húmedos de lágrimas.
Iba a ir a la cárcel.
Porque iba a poner a dormir a sea quien sea el mierda que le hizo esto.
Lenta. Y dolorosamente.
—Necesito… Necesito ir al… h-hospital—dijo cada palabra como si le hiciera daño.
—Sí, cariño, lo necesitas. ¿Cómo puedo ayudarte a entrar en la camioneta? No quiero hacerte daño.
Era una sensación de impotencia.
Recogerla en mis brazos fue lo que quería hacer. Y colocarla contra mi pecho para que nadie pudiera tocarla. Pero sabía por el extraño ángulo de su brazo que tocarla no era una buena idea.
Inhaló bruscamente y contuvo la respiración un minuto.
—Solo párate… detrás de mí en ca-caso de que pierda el equilibrio. Creo que mis piernas—hizo una pausa y se estremeció, luego susurró—Son lo único que no está roto.
—Mierda, Brittany. Maldición—fue todo lo que pude decir.
Quería preguntarle quién había hecho esto, pero le hacía daño hablar. Lo descubriría más tarde.
Abrí el lado del pasajero de la camioneta y vi cómo ella cojeaba, y escuché sus gemidos.
Había pensado que su rechazo fue un infierno.
Esto era mucho peor.
Odiaba verla dolorida. Prefería verla sana y rechazándome cualquier maldito día antes que esta pesadilla.
Cuando empezó a levantar una pierna, perdió el equilibrio y me dejé caer para sostener sus caderas.
—¿Puedo levantarte si te sostengo aquí? ¿Dolerá? —pregunté.
—Eso no es tan malo—dijo en otro susurro.
Tomé sus caderas inferiores con firmeza y la levanté lentamente hasta que estuvo sentada con seguridad en el asiento. Moví sus piernas para ponerlas hacia adelante.
—Voy a conducir lento y seguro. El cinturón de seguridad podría ser demasiado.
Asintió y dijo:
—Gracias.
Cerré la puerta y regresé corriendo para entrar a mi lado.
Si ella caminaba sola, entonces Mike tenía que estar en algún lugar seguro. No quería hacerla hablar, pero tampoco quería que ese chico se quedara solo con quien le había hecho esto.
—¿Dónde está Mike?—le pregunté mientras salía lentamente hacia la carretera.
—En casa de Puck. Le prometí—dijo casi en voz muy baja—, Si se iba corriendo hacia lo de Puck y se quedaba ahí… yo llamaría a Joe para que me llevara… al hospital.
En vez de eso, intentó caminar los ocho kilómetros desde su casa hasta el hospital.
Mujer obstinada.
Pero al menos el chico se hallaba a salvo.
—Me pondré en contacto con él tan pronto como lleguemos al hospital así le hacemos saber que estoy contigo y que te estás curando—le aseguré.
—Gracias—se las arregló para decir antes de hacer una mueca.
No iba a hacer que dijera nada más.
Viajamos en silencio mientras imaginaba las muchas maneras en que iba a matar al que le puso las manos encima.
Tomó solo siete minutos llegar al hospital local, pero se sentía como una eternidad.
Oír sus gemidos y resoplidos me lastimaba.
Odiaba esto.
Odiaba que le hayan hecho daño.
Odiaba no ser capaz de detener esta mierda.
¿Por qué no podía dejarme estar ahí para ella?
¿Por qué me alejó?
Llegué a la entrada y la miré.
—Voy a traerte una silla de ruedas y ayudarte a salir. Quédate aquí.
Me dio un pequeño asentimiento y una sonrisa tensa.
Maldición, nunca más.
No volverían a lastimarla.
Juré a Dios que me aseguraría de ello.
Quería prometerle eso en ese momento, pero no lo hice. Ella solo se preocuparía por mi intención de evitar que eso suceda.
Iba a mostrárselo.
Brittany
Dos costillas fracturadas, pero bueno, ya lo sabía.
Por suerte, mis pulmones no fueron perforados.
Un codo dislocado y una fractura en mi radio, lo que significaba que mi muñeca estaba rota.
Cuando el nuevo novio de Whitney me agarró la mano y me tiró al otro lado de la habitación, oí la grieta.
Así que ya lo sabía.
Mi nariz no se encontraba rota, gracias a Dios. Me sangró tanto que no estaba segura.
Solo agradecía que Whitney se hubiera quedado de pie frente a Mike y lo hubiera retenido.
Él consiguió darle una bofetada, pero ella le puso un fin rápido. Mike se había puesto furioso tratando de llegar hasta mí, pero Whitney se quedó entre él y su novio, gritando al tipo que no tocara a su bebé.
Todo esto porque su desagradable novio me agarró el trasero.
Le dije que se detenga, y luego me había clavado contra la pared y empezó a decirme que quería probar mi coño. Mike había entrado en ese momento y se puso como loco.
Comenzó a atacar al tipo, y el hombre usó su peso para sacarse de encima a Mike y tirarlo al suelo.
Whitney salió corriendo de su dormitorio y vio el desorden en la sala de estar, y por supuesto me culpó.
Contraataqué, pero cuando le pateé las pelotas al imbécil repulsivo lo más fuerte que pude, comenzó a golpearme en lugar de meterme mano.
Cuando Carl Howell, el hombre que vivía en el remolque junto al nuestro, apareció en la puerta, Whitney y su excusa de hombre se fueron.
Me escondí en el dormitorio, donde Mike me había seguido. Lo último que necesitaba era que el señor Howell llamara a la policía.
Oí a Whitney decirle que solo estaban discutiendo. Le rogué a Mike que se quedara callado.
Al final accedió a ir a casa de Puck si yo iba al hospital. Le dije que si no se iba en ese momento, no llamaría a Joe y nos quedaríamos ahí toda la noche.
Había luchado para no dejarme, pero cada vez que respiraba, lloriqueaba de dolor. Así que finalmente se fue, haciéndome jurar ir al hospital y llamarle tan pronto como estuviera ahí.
No podía dejar que Joe o Becky supieran esto.
Querrían que le dijera a la policía. Pero no iba a separarme de Mike.
Se encontraba seguro aquí.
Whitney probó esta noche que no quería que nadie lo lastimara. Yo podría sobrevivir.
Cuando Santana salió de la oscuridad, me hizo querer llorar de alivio. Había decidido que nunca iba a llegar al hospital.
Luego ella apareció. Y me salvó.
La enfermera me interrogó sobre Santana.
Sabían que alguien me hizo esto, y su respuesta inmediata fue cuestionar a la persona que me acompañaba y pensaron q era mi novia. Pero les juré que no fue ella. Que me salvó.
Ayudó el hecho de que ella no tenía un rasguño.
Entonces empezaron a preguntarme quién lo hizo. Les dije que me caí por las escaleras fuera de mi casa y aterricé sobre un ladrillo.
Era lo mejor que se me ocurrió.
No me creyeron.
Seguí jurando que eso era lo que sucedió, y pude ver que lucían frustrados, pero finalmente dejaron el tema.
La enfermera entró en la habitación con una sonrisa amable.
—No podemos ubicar a tu mamá por teléfono. Me temo que tendrás que quedarte aquí hasta que podamos conseguir que firme el papeleo para liberarte. ¿Sabes dónde está?
Sí, en un bar en alguna parte.
—No. Mi hermano menor pasaba la noche en casa de un amigo, y mamá salía en una cita. Como mi plan era quedarme en casa esta noche, ella no pensaría que hubiera ningún tipo de emergencia.
La enfermera todavía no parecía estar creyéndolo, pero asintió.
—Bueno. Vale, tenemos a dos personas muy ansiosas esperándote, un chico y una chica. ¿Está bien si las dejo entrar? Uno, el chico, es tu hermano. Creo que la chica que te trajo lo llamó y él consiguió un paseo hasta aquí.
Oh mierda.
¿Qué estuvo diciendo Mike en la sala de espera para que todos lo oyeran?
—Claro, sí—contesté, con una sonrisa que no sentía.
Me miró una última vez con tristeza en los ojos.
No necesitaba que me ayudara. Lo arruinaría todo.
No iban a separarme de Mike.
Me quedaban menos de dos años antes de cumplir los dieciocho años.
Podría salvarnos a los dos entonces.
Mike entró primero, con alivio y preocupación grabados en su rostro.
—¡Estabas caminando! En serio, Brittany. ¿Caminando? ¿Y si Santana no hubiera pasado por ahí? Podrías haberte muerto por ahí. ¡Dios! Nunca más confiaré en ti. No me iré la próxima vez.
—No podía dejar que nadie se enterara de esto—susurré, mirando detrás de él para ver que era Santana quien se hallaba de pie justo dentro de la puerta, no la enfermera.
Mike se pasó la mano por el pelo greñudo, que se negaba a cortar.
—Me asustaste. Odio esto. Odio vivir ahí. La odio. Ojalá no fuera mi mamá.
Odiaba verlo así.
Sabiendo que no se le dio la oportunidad de ser un niño.
Él estuvo tratando de protegerme toda su vida, a pesar de que realmente era yo quien lo protegía.
Incluso cuando éramos pequeños, él me sostenía la mano después de que Whitney me había golpeado, y me prometió que me mantendría a salvo y que todo estaría bien.
Lo amaba.
Era la única persona que amé y que me amó. Haría cualquier cosa por él.
¿No lo entendía?
—No volverá a suceder. No voy a permitirlo—la voz de Santana llenó la habitación, con una determinación que casi creí.
Mike le devolvió la mirada.
—No puedes detenerlo. Esta mierda ha estado pasando toda nuestra vida.
Santana se acercó al pie de mi cama. Mantuvo su mirada fija en mí.
—Sí puedo. Aunque no me quieras, te protegeré, Brittany. No me importan las excusas que me digas. No me importa si me ignoras. Estaré ahí cada maldita vez que me necesites.
Mike soltó una risa dura.
—Eso es una mierda. Tienes una carrera por delante. No hagas promesas que no puedes cumplir.
Me preocupó que Mike estuviera siendo demasiado duro con Santana.
Coincidía con él, pero no tuvo que lanzarle palabras enojadas por intentar ser amable.
—Voy a ganar tu confianza—dijo Santana—De los dos.
Mike frunció el ceño, pero detrás de su ira pude ver al niño que tenía esperanza.
Él quería confiar en alguien.
Confiaba en mí, pero necesitaba más.
Ambos lo necesitábamos.
—Lo que hiciste esta noche fue suficiente. Gracias—le dije antes de que Mike pudiera decir algo más.
Santana sostuvo mi mirada, y parecía que se encontraba a punto de decir algo cuando un revuelo fuera de la puerta lo detuvo.
Al instante, reconocí la voz.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: El Final (Adaptada) Epílogo
hola morra,...
no me jodas!!! a esta altura es para matar y re matar a la madre de britt,. si se le podría decir así vieja hija de su puta madre,...
es bueno que aya aparecido san en ese momento!! también es normal que mike desconfié de una promesa asi???
ahora quien apareció???
nos vemos!!!
no me jodas!!! a esta altura es para matar y re matar a la madre de britt,. si se le podría decir así vieja hija de su puta madre,...
es bueno que aya aparecido san en ese momento!! también es normal que mike desconfié de una promesa asi???
ahora quien apareció???
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: El Final (Adaptada) Epílogo
Vieja de mierda como puede ser asi, pobre esos niños, santana todas mis fichas estan puestas en ti no nos falles.
Isabella28****** - Mensajes : 378
Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: El Final (Adaptada) Epílogo
Odio a la Madre de Britt!!!!
PD: maraton 2 no se si me explico Jaja!!
PD: maraton 2 no se si me explico Jaja!!
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: El Final (Adaptada) Epílogo
Sabes el tormento que significa esperar hasta mañana para saber que paso??? merecemos un maraton!!! Santana no fallara, que se prepare esa vieja desgraciada!!!! quien apareceria????
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: El Final (Adaptada) Epílogo
supongo que llego mamá¡¡ -.-
me alegra que san esta vez no se haya alejado a pesar de lo que le dijeron Britt y Mike, y se entiende que no confien practicamente en nadie con todo lo que les ha tocado vivir
me alegra que san esta vez no se haya alejado a pesar de lo que le dijeron Britt y Mike, y se entiende que no confien practicamente en nadie con todo lo que les ha tocado vivir
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: El Final (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,...
no me jodas!!! a esta altura es para matar y re matar a la madre de britt,. si se le podría decir así vieja hija de su puta madre,...
es bueno que aya aparecido san en ese momento!! también es normal que mike desconfié de una promesa asi???
ahora quien apareció???
nos vemos!!!
Hola lu, :@ si :@ Eso y más !$"#%&/(&/%$#" SI! san el angel de la rubia! Si, con todo lo q han pasado =/ Esperemos y alguien bueno =/ SAludos =D
Isabella28 escribió:Vieja de mierda como puede ser asi, pobre esos niños, santana todas mis fichas estan puestas en ti no nos falles.
Hola, nose! esk unos insultos fuertes no le vendrían mal ¬¬ SI =( Oooh si! las mias tmbn. Se q no es su deber o responsabilidad, pero como dije, es el angel de britt. Saludos =D
monica.santander escribió:Odio a la Madre de Britt!!!!
PD: maraton 2 no se si me explico Jaja!!
Hola, y yo tmbn y creo q no somos las unicas...:@ Saludos =D
Pd: jajaajaj si...maratón aquí tmbn, no¿? jajajaok, pero el viernes o sabado! lo prometo
micky morales escribió:Sabes el tormento que significa esperar hasta mañana para saber que paso??? merecemos un maraton!!! Santana no fallara, que se prepare esa vieja desgraciada!!!! quien apareceria????
Hola, mmm si =/ pero aquí dejo otro cap! así se acaba! por un ratito eso si xD Jajaja si q lo merecen, pero el viernes o sabado xq tengo q adelantar esos caps. Uff yo tmbn kiero q san le de un merecido, pero no kiero q la perjudique =S Espero q alguien ara bn =/ Saludos =D
JVM escribió:supongo que llego mamá¡¡ -.-
me alegra que san esta vez no se haya alejado a pesar de lo que le dijeron Britt y Mike, y se entiende que no confien practicamente en nadie con todo lo que les ha tocado vivir
Hola, ¬¬ esperemos y no ¬¬ Bn ai por la morena, como dije antes, se q no es el deber de san, pero es el angel dela rubia! =/ no =/ SAludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: El Final (Adaptada) Cap 16
Capitulo 16
Hace Ocho Años…
Santana
—¿Dónde están? ¿Le hizo daño a mi bebé?—preguntó una mujer con voz aguda como si estuviera asustada—Siempre lo lastima. No puedo controlarla—continuó.
—De ninguna jodida manera—gruñó Mike mientras pasaba por delante de mí hacia la puerta.
Parecía furioso.
Miré a Brittany.
No sabía si debía ir tras él.
—Es ella. Nuestra mamá—dijo en voz baja.
—¡Ahí está mi bebé! ¿Estás bien? ¿Te lastimó de nuevo? ¡¿Todos ustedes le echaron un vistazo?!
¿Esta mujer hablaba en serio?
—Es suficiente, mamá. Brittany está ahí. Nadie cree en tu farsa. Es demasiado buena como para hacerle daño a alguien. Incluso a ti—gruñó Mike por sobre la voz de su mamá.
—Cariño, está bien. No tienes que protegerla—comenzó su mamá.
—MUJER, ¿ESTÁS LOCA? —gritó Mike.
—Oh Dios. Por favor, ve a detenerlo—me suplicó Brittany—Por favor. Si él les dice, nos separaran. No entiende que las casas de acogida podrían ser peores.
La miré a la cara, todavía hermosa aunque golpeada e hinchada.
Comprendí que tenía razón.
Al menos donde estaba sabía qué esperar, y Mike se hallaba ahí con ella. El niño era más grande que ella y la amaba.
También podría ponerse en contacto conmigo si me necesitaban.
Las enfermeras trataron de calmarlos, y la seguridad subía cuando salí de la habitación.
—Mike—grité.
Me miró con un furioso ceño.
—¡Eso es todo! ¿Vas a arreglarlo? ¡Sálvala de esta mierda!—me desafió.
Ya era hora de que me probara a mí misma.
Me acerqué a Mike y le pasé el brazo por los hombros.
—Tu hermana te necesita. Pregunta por ti—le dije mientras miraba a la mujer frente a él.
Al principio no se movió. Por fin asintió y volvió a la habitación de su hermana.
—Cariño, no entres ahí con ella...
—Déjalo en paz. Va a donde quiere estar. Con la hermana que lo ama y fue lastimada esta noche. Y debes calmarte. Demasiados tragos te hacen decir tonterías que nadie a tu alrededor cree. Es obvio que Mike ama a su hermana y ella lo ama. Si quieres mantener a tu familia, entonces podrías querer actuar como una mamá y no como una psicópata borracha y desquiciada.
Sus ojos se abrieron de par en par cuando le dije exactamente cómo irían las cosas.
El excesivo maquillaje no cubría su vida dura. Su piel vio días mejores.
El hedor que emanaba era nauseabundo. Whisky rancio y perfume barato.
—Ahora, tienes que ir a firmar los papeles para el alta de tu hija. Ya fue tratada, y necesita ir a casa y descansar. Me aseguraré de que eso suceda. Si la molestas, te juro por Dios que perderás todo. ¿Me entiendes?
Los hombros encorvados de la mujer retrocedieron mientras me miraba con odio.
—¿Quién diablos te crees que eres? No me digas qué hacer. ¿Le hiciste daño a Brittany? ¿Eres alguna perdedora con la que se vuelve salvaje y va a fiestas?
Trataba de retorcer la situación para que luciera como ea chica mala.
Un guardia de seguridad se acercó a mí.
—No, señora. Es la estrella de Softbol de la preparatoria Sea Breeze. Ella nos pondrá en el mapa algún día. Buena chica. La miro jugar todos los viernes. Esta joven nunca causa problemas.
Miré al hombre a mi lado y lo reconocí como uno de los guardias de seguridad que trabajaba en los partidos.
Le debía una.
—Ustedes no saben cómo es ella—comenzó de nuevo la mujer.
—Sí, lo sé. Es la mamá que tu hijo no tiene en ti—respondí.
El guardia de seguridad a mi lado me palmeó la espalda.
—Eso está bien, hijo. ¿Por qué no vuelves con la chica? Nos encargaremos de que su mamá firme los papeles del alta.
Le dirigí una mirada más de advertencia, y luego regresé a la habitación, donde encontré a Mike observándome desde la puerta.
Había sorpresa en sus ojos.
No esperó que me enfrentara a ella.
Les mostraría a ambos una y otra vez que no iría a ninguna parte.
El bonito rostro de Brittany fue lo que me atrajo a ella. La observé durante un año, queriendo ser la razón por la cual sonreía, y hacer que se acercara a mí se convirtió en un objetivo de vida.
Ahora que llegué a conocerla incluso un poco, quería más.
Me mató que esta chica bella, que debía ser amada y valorada no tuviera padres que la protegieran y la amaran.
Se lo merecía.
—Está firmando los papeles—susurró Mike incrédulo mientras miraba a su mamá desde la puerta—La hiciste cerrar la boca y firmar los papeles—repitió mientras se giraba para mirarme con asombro.
Fue un comienzo.
Tenía un largo camino por recorrer para ganar su confianza. Pero después de esta noche esperaba que Brittany Pierce me diera una oportunidad.
Si ella no lo quería, entonces bien. No la obligaría.
Sería la amiga no deseada de la que no podía deshacerse.
La chica necesitaba a alguien que cuidara de ella.
—Gracias—su voz se esparció sobre mí.
Me reclamó con solo una mirada.
—Te llevaré a casa. Y me quedaré ahí—le informé—Tendré que regresarle mi camioneta a papá para que vaya a trabajar por la mañana, así que haré que Quinn o Finn me ayuden. Pero me quedaré contigo hasta el lunes por la mañana.
Empezó a decir algo cuando la enfermera entró en la habitación, seguida por esa perra con la que vivía Brittany.
La enfermera le sonrió, luego se volvió hacia mí.
—¿La llevarás a casa?—preguntó la mujer, pero sonaba más como si afirmara que lo haría.
Sonreí.
—Sí, señora. Me quedaré con ella y su hermano en casa.
—Rick se encuentra en el auto esperándome. Los papeles están firmados. Si ella te llevará, te veré en casa—dijo la perra.
—Claro, mamá—dijo Mike con evidente molestia.
—Conduce con cuidado con mi bebé en el auto—me dijo la mujer.
Asentí para hacerle saber que la escuché, pero no la miré. Me hallaba demasiado ocupada viendo a Brittany mientras la ayudaban a ajustar su cabestrillo del brazo.
Vi a la enfermera fruncir el ceño al ver a Whitney irse sin decir una palabra a Brittany.
Brittany no necesitaba a su madrastra.
Me tenía a mí. Yo sería suficiente de ahora en adelante.
Brittany
Cuando entramos al remolque, Whitney no se encontraba ahí.
Su coche se no hallaba estacionado fuera, pero dijo que su novio, Randy, la acompañaba.
Así que al parecer la llevó de regreso a cualquier bar en el que estaban cuando el papá de Puck la localizó.
No sabía que el papá de Puck se encontraba en la sala de espera, consciente de todo este lío.
—Vamos a llevarte a la cama—dijo Santana, entrando detrás de mí.
No tenía la fuerza para alejarla de nuevo.
Era tan dulce, y permaneció ahí durante todo esto y nada la asustó. Si solo quería acostarse conmigo, entonces seguro que no habría enfrentado a Whitney y se hubiera pegado a mí toda la noche.
—Si necesitas una almohada extra, puedes tener la mía—ofreció Mike, flotando a mi alrededor como si tuviera miedo de romperme en cualquier momento.
—Estaré bien con la mía —le aseguré.
—¿Dormirás en su habitación? —preguntó Mike a Santana.
—Ella y yo hablaremos de eso. ¿Por qué no vas y descansas un poco? Sabes que no me iré y ella está a salvo—le dijo Santana.
Supuse que Mike discutiría, pero no lo hizo.
—Sí, está bien—respondió, luego se inclinó y me besó la cabeza—Descansa. Te necesito mejor—me dijo.
—Lo haré —dije.
Le dio a Santana una última mirada, luego se giró y se dirigió a su habitación.
No le tomó mucho tiempo decidir que confiaba en Santana. Pero, después de observarla en el hospital, yo también empezaba a confiar en ella.
—Una vez que te sientas cómoda, te traeré un poco de agua, y necesitas tomar una de las píldoras que el doctor envió a casa contigo. Te ayudará a descansar.
—No tienes que quedarte—le dije.
Prometió que no me dejaría, pero ella tenía una vida. Yo no era su responsabilidad.
—No, Britt, no tengo qué hacerlo. Pero quiero quedarme—respondió—Te traeré un poco de agua. Es hora de que tomes esa pastilla.
No respondí a eso.
Me miró fijo, esperando que discutiera, antes de girarse y dirigirse a la cocina.
El resplandor de determinación en sus ojos me confundió.
¿Por qué se hallaba tan decidida a quedarse aquí?
Sabía, por escuchar a Rose Mann hablando en los baños de la escuela, que se suponía sería su acompañante esta noche en la fiesta de Quinn Fabray.
También estuvieron hablando con en su casillero, y la vi besarla en el vestíbulo a inicios de esta semana.
Me alejé, y ella me lo permitió.
Por lo visto, continuó con su vida.
Ahora aquí estaba otra vez.
No la entendía en absoluto.
Había una buena chica bajo todo ese atractivo.
No solo quiso ayudarme a llegar al hospital, sino que se quedó y lidió con Whitney.
¿Por qué alguien que tenía un futuro en el cual pensar perdía el tiempo conmigo y este desastre?
—No tenías agua embotellada, y no estaba segura de que el agua del grifo estuviera limpia, así que serví leche. Te he visto beberla en el almuerzo, así que pensé que era una opción segura.
Santana llenaba de nuevo mi pequeña habitación con su presencia, haciendo que todo pareciera menos aterrador.
Menos desesperanzador.
Y sabía que bebía leche en el almuerzo.
Mi corazón dio un vuelco tonto.
—La leche está bien—le dije.
No existía ninguna otra opción más que cerveza en la nevera. Pero ella no lo señaló.
Se suponía que no debía beber la leche, pero con Santana me sentía segura.
Whitney no podía llegar a mí si Santana se encontraba entre nosotras.
Abrió las dos botellas de pastillas y colocó mi dosis en la palma de su mano.
—Siempre pensé que era lindo que bebieras leche en el almuerzo—dijo, dándome una sonrisa que me hizo olvidar que mi ojo se hallaba cerrado por la hinchazón, mi muñeca rota y mis costillas fracturadas.
Bebía leche en la escuela porque era saludable, y no conseguía mucha en casa.
Se suponía que fortalecía tus huesos y necesitaba huesos fuertes en esta casa.
No le contaría eso.
—Gracias—dije mientras me pasaba el vaso de leche y las píldoras.
Tomé rápidamente las pastillas, teniendo cuidado con mi labio partido. Dejó de sangrar y quería que siguiera así.
—Bebe toda la leche si puedes —me dijo.
No discutí con ella.
Una vez que terminé la leche, tomó el vaso y lo puso al lado de mi cama.
—Acuéstate—dijo, y como todo lo demás, hice exactamente lo que me dijo.
Santana luego procedió a arroparme y asegurarse de que mi muñeca estaba apoyada y mis costillas se encontraban bien.
Verla ayudarme con una expresión seria me impidió hablar.
Cuando estuvo satisfecha de que me hallaba cómoda, retrocedió.
—Tengo una toalla de playa en la camioneta y una mochila con un cambio de ropa. Iré por ellas y me cambiaré, después dormiré aquí en el piso esta noche. No podré dormir si no me lo permites. Así que por favor no me digas que no puedo.
La mirada suplicante en sus ojos combinada con todo lo que hizo esta noche para Mike y para mí; sabía que no podía negarle nada en este momento.
La idea de que Santana estuviera en mi habitación me daba paz.
Nunca me sentí en paz en este remolque. O en cualquier lugar.
Pero Santana me daba eso.
No me asustaría ahora. Solo la aceptaría.
La necesitaba.
—De acuerdo—susurré, y me sonrió.
Quise sonreír en respuesta, pero me dolería el labio. Me guiñó el ojo como si lo supiera, luego se giró y salió de mi habitación.
Mike tenía un edredón en la cama que no usaba. Le pediría que le dejara a Santana dormir en él para que no tuviera que dormir en la alfombra gastada.
Como si fuera una señal, la puerta del dormitorio de Mike se abrió y mi hermanito entró en mi habitación con el ceño fruncido.
—¿Volverá?—preguntó.
—Fue por una toalla y un cambio de ropa a su camioneta —le aseguré.
Mike soltó un suspiro de alivio. No se sentía dispuesto a tratar de nuevo con su mamá.
Santana quitó ese peso de los hombros de Mike, algo que siempre traté de hacer.
—Dormirá en el suelo. Trae ese edredón que nunca usas para que pueda dormir ahí.
Mike asintió.
—Sí, también le traeré una almohada. Y también puede tener mi manta. Iré a buscar una colcha de la habitación de mamá.
La puerta del remolque se cerró cuando Santana volvió a entrar. Mike entró en el pasillo, y lo escuché hablar en voz baja a Santana.
Sabía que hablaban de mí y Mike necesitaba consuelo.
No quería que Santana le hiciera promesas a mi hermano que no pudiera cumplir.
Él no necesitaba ese tipo de decepción en su vida. Ya tenía suficiente.
Mike regresó a la habitación unos minutos más tarde con una almohada, su edredón y su manta.
—Dijo que no necesitaba nada y que dormiría sobre su toalla de playa, pero no le hice caso. Se está cambiando en el baño.
Él trataba de hacerlo fácil para que Santana se quedara. Pero Santana no podía quedarse por siempre.
También era un niño, con una carrera en su futuro. No tenía tiempo para salvarnos.
—No puede quedarse para siempre, ¿sabes? Tiene una vida y un futuro. Estaremos bien cuando se vaya. Nos tenemos el uno al otro—le recordé.
Mike no respondió. Siguió haciéndole a Santana una cama en el suelo junto a mi cama.
—¿Sabes eso, verdad?—pregunté de nuevo, necesitando que Mike reconozca que esto no era algo a lo que debería acostumbrarse.
Cuando dejó caer su almohada en la cama improvisada, volvió su mirada hacia mí.
—No, Britt, no lo sé. Creo... creo que puedes ser más importante para ella que el Softbol—luego se acercó y me dio un beso en la frente—Eres especial. El tipo de chica por la que un chico o una chica hace locuras.
Comencé a decir algo, pero Mike salió de mi habitación antes de que pudiera pensar qué decir.
Momentos más tarde, Santana entró de nuevo, vistiendo un par de lo que parecía pantalones cortos para surfear y una camiseta de Softbol de Sea Breeze.
Su mirada aterrizó en el lugar que Mike preparó para ella en el suelo, y una sonrisita se formó en sus labios. Luego volvió su atención hacia mí.
—Creo que le caigo bien—bromeó.
No sonreí.
No porque me dolieran los labios, sino porque Santana no entendía la verdad en su comentario.
Tenía que proteger a Mike. Dejarle confiar en Santana era una mala idea.
—Cree que nos salvaras. No necesito que animes esa idea. Ha sido decepcionado muchas veces. No dejaré que también le hagas eso.
Santana me miró por un momento, y luego se acercó a la cama. Su dedo trazó el lado de mi cabeza suavemente.
—Te preocupa que lo decepcione. ¿Y qué sucede contigo?
¿Qué sucede conmigo?
Sabía que mi corazón se rompería cuando Santana se alejara. Pero era fuerte.
Podría lidiar con eso.
Mi hermano tenía problemas emocionales los cuales yo no tenía. Perdía el control y se volvía incontrolablemente loco cuando las cosas eran demasiado para él.
—Sé que te irás. No tengo grandes ilusiones. En la vida real no hay héroes.
Santana no respondió al principio. Continuó trazando el lado de mi cabeza y frotó con su pulgar e índice mi oreja en una caricia que me pareció relajante.
—Algún día, Brittany Pierce, me considerarás tu héroe. Y ese día será el momento más importante de mi vida.
—De ninguna jodida manera—gruñó Mike mientras pasaba por delante de mí hacia la puerta.
Parecía furioso.
Miré a Brittany.
No sabía si debía ir tras él.
—Es ella. Nuestra mamá—dijo en voz baja.
—¡Ahí está mi bebé! ¿Estás bien? ¿Te lastimó de nuevo? ¡¿Todos ustedes le echaron un vistazo?!
¿Esta mujer hablaba en serio?
—Es suficiente, mamá. Brittany está ahí. Nadie cree en tu farsa. Es demasiado buena como para hacerle daño a alguien. Incluso a ti—gruñó Mike por sobre la voz de su mamá.
—Cariño, está bien. No tienes que protegerla—comenzó su mamá.
—MUJER, ¿ESTÁS LOCA? —gritó Mike.
—Oh Dios. Por favor, ve a detenerlo—me suplicó Brittany—Por favor. Si él les dice, nos separaran. No entiende que las casas de acogida podrían ser peores.
La miré a la cara, todavía hermosa aunque golpeada e hinchada.
Comprendí que tenía razón.
Al menos donde estaba sabía qué esperar, y Mike se hallaba ahí con ella. El niño era más grande que ella y la amaba.
También podría ponerse en contacto conmigo si me necesitaban.
Las enfermeras trataron de calmarlos, y la seguridad subía cuando salí de la habitación.
—Mike—grité.
Me miró con un furioso ceño.
—¡Eso es todo! ¿Vas a arreglarlo? ¡Sálvala de esta mierda!—me desafió.
Ya era hora de que me probara a mí misma.
Me acerqué a Mike y le pasé el brazo por los hombros.
—Tu hermana te necesita. Pregunta por ti—le dije mientras miraba a la mujer frente a él.
Al principio no se movió. Por fin asintió y volvió a la habitación de su hermana.
—Cariño, no entres ahí con ella...
—Déjalo en paz. Va a donde quiere estar. Con la hermana que lo ama y fue lastimada esta noche. Y debes calmarte. Demasiados tragos te hacen decir tonterías que nadie a tu alrededor cree. Es obvio que Mike ama a su hermana y ella lo ama. Si quieres mantener a tu familia, entonces podrías querer actuar como una mamá y no como una psicópata borracha y desquiciada.
Sus ojos se abrieron de par en par cuando le dije exactamente cómo irían las cosas.
El excesivo maquillaje no cubría su vida dura. Su piel vio días mejores.
El hedor que emanaba era nauseabundo. Whisky rancio y perfume barato.
—Ahora, tienes que ir a firmar los papeles para el alta de tu hija. Ya fue tratada, y necesita ir a casa y descansar. Me aseguraré de que eso suceda. Si la molestas, te juro por Dios que perderás todo. ¿Me entiendes?
Los hombros encorvados de la mujer retrocedieron mientras me miraba con odio.
—¿Quién diablos te crees que eres? No me digas qué hacer. ¿Le hiciste daño a Brittany? ¿Eres alguna perdedora con la que se vuelve salvaje y va a fiestas?
Trataba de retorcer la situación para que luciera como ea chica mala.
Un guardia de seguridad se acercó a mí.
—No, señora. Es la estrella de Softbol de la preparatoria Sea Breeze. Ella nos pondrá en el mapa algún día. Buena chica. La miro jugar todos los viernes. Esta joven nunca causa problemas.
Miré al hombre a mi lado y lo reconocí como uno de los guardias de seguridad que trabajaba en los partidos.
Le debía una.
—Ustedes no saben cómo es ella—comenzó de nuevo la mujer.
—Sí, lo sé. Es la mamá que tu hijo no tiene en ti—respondí.
El guardia de seguridad a mi lado me palmeó la espalda.
—Eso está bien, hijo. ¿Por qué no vuelves con la chica? Nos encargaremos de que su mamá firme los papeles del alta.
Le dirigí una mirada más de advertencia, y luego regresé a la habitación, donde encontré a Mike observándome desde la puerta.
Había sorpresa en sus ojos.
No esperó que me enfrentara a ella.
Les mostraría a ambos una y otra vez que no iría a ninguna parte.
El bonito rostro de Brittany fue lo que me atrajo a ella. La observé durante un año, queriendo ser la razón por la cual sonreía, y hacer que se acercara a mí se convirtió en un objetivo de vida.
Ahora que llegué a conocerla incluso un poco, quería más.
Me mató que esta chica bella, que debía ser amada y valorada no tuviera padres que la protegieran y la amaran.
Se lo merecía.
—Está firmando los papeles—susurró Mike incrédulo mientras miraba a su mamá desde la puerta—La hiciste cerrar la boca y firmar los papeles—repitió mientras se giraba para mirarme con asombro.
Fue un comienzo.
Tenía un largo camino por recorrer para ganar su confianza. Pero después de esta noche esperaba que Brittany Pierce me diera una oportunidad.
Si ella no lo quería, entonces bien. No la obligaría.
Sería la amiga no deseada de la que no podía deshacerse.
La chica necesitaba a alguien que cuidara de ella.
—Gracias—su voz se esparció sobre mí.
Me reclamó con solo una mirada.
—Te llevaré a casa. Y me quedaré ahí—le informé—Tendré que regresarle mi camioneta a papá para que vaya a trabajar por la mañana, así que haré que Quinn o Finn me ayuden. Pero me quedaré contigo hasta el lunes por la mañana.
Empezó a decir algo cuando la enfermera entró en la habitación, seguida por esa perra con la que vivía Brittany.
La enfermera le sonrió, luego se volvió hacia mí.
—¿La llevarás a casa?—preguntó la mujer, pero sonaba más como si afirmara que lo haría.
Sonreí.
—Sí, señora. Me quedaré con ella y su hermano en casa.
—Rick se encuentra en el auto esperándome. Los papeles están firmados. Si ella te llevará, te veré en casa—dijo la perra.
—Claro, mamá—dijo Mike con evidente molestia.
—Conduce con cuidado con mi bebé en el auto—me dijo la mujer.
Asentí para hacerle saber que la escuché, pero no la miré. Me hallaba demasiado ocupada viendo a Brittany mientras la ayudaban a ajustar su cabestrillo del brazo.
Vi a la enfermera fruncir el ceño al ver a Whitney irse sin decir una palabra a Brittany.
Brittany no necesitaba a su madrastra.
Me tenía a mí. Yo sería suficiente de ahora en adelante.
Brittany
Cuando entramos al remolque, Whitney no se encontraba ahí.
Su coche se no hallaba estacionado fuera, pero dijo que su novio, Randy, la acompañaba.
Así que al parecer la llevó de regreso a cualquier bar en el que estaban cuando el papá de Puck la localizó.
No sabía que el papá de Puck se encontraba en la sala de espera, consciente de todo este lío.
—Vamos a llevarte a la cama—dijo Santana, entrando detrás de mí.
No tenía la fuerza para alejarla de nuevo.
Era tan dulce, y permaneció ahí durante todo esto y nada la asustó. Si solo quería acostarse conmigo, entonces seguro que no habría enfrentado a Whitney y se hubiera pegado a mí toda la noche.
—Si necesitas una almohada extra, puedes tener la mía—ofreció Mike, flotando a mi alrededor como si tuviera miedo de romperme en cualquier momento.
—Estaré bien con la mía —le aseguré.
—¿Dormirás en su habitación? —preguntó Mike a Santana.
—Ella y yo hablaremos de eso. ¿Por qué no vas y descansas un poco? Sabes que no me iré y ella está a salvo—le dijo Santana.
Supuse que Mike discutiría, pero no lo hizo.
—Sí, está bien—respondió, luego se inclinó y me besó la cabeza—Descansa. Te necesito mejor—me dijo.
—Lo haré —dije.
Le dio a Santana una última mirada, luego se giró y se dirigió a su habitación.
No le tomó mucho tiempo decidir que confiaba en Santana. Pero, después de observarla en el hospital, yo también empezaba a confiar en ella.
—Una vez que te sientas cómoda, te traeré un poco de agua, y necesitas tomar una de las píldoras que el doctor envió a casa contigo. Te ayudará a descansar.
—No tienes que quedarte—le dije.
Prometió que no me dejaría, pero ella tenía una vida. Yo no era su responsabilidad.
—No, Britt, no tengo qué hacerlo. Pero quiero quedarme—respondió—Te traeré un poco de agua. Es hora de que tomes esa pastilla.
No respondí a eso.
Me miró fijo, esperando que discutiera, antes de girarse y dirigirse a la cocina.
El resplandor de determinación en sus ojos me confundió.
¿Por qué se hallaba tan decidida a quedarse aquí?
Sabía, por escuchar a Rose Mann hablando en los baños de la escuela, que se suponía sería su acompañante esta noche en la fiesta de Quinn Fabray.
También estuvieron hablando con en su casillero, y la vi besarla en el vestíbulo a inicios de esta semana.
Me alejé, y ella me lo permitió.
Por lo visto, continuó con su vida.
Ahora aquí estaba otra vez.
No la entendía en absoluto.
Había una buena chica bajo todo ese atractivo.
No solo quiso ayudarme a llegar al hospital, sino que se quedó y lidió con Whitney.
¿Por qué alguien que tenía un futuro en el cual pensar perdía el tiempo conmigo y este desastre?
—No tenías agua embotellada, y no estaba segura de que el agua del grifo estuviera limpia, así que serví leche. Te he visto beberla en el almuerzo, así que pensé que era una opción segura.
Santana llenaba de nuevo mi pequeña habitación con su presencia, haciendo que todo pareciera menos aterrador.
Menos desesperanzador.
Y sabía que bebía leche en el almuerzo.
Mi corazón dio un vuelco tonto.
—La leche está bien—le dije.
No existía ninguna otra opción más que cerveza en la nevera. Pero ella no lo señaló.
Se suponía que no debía beber la leche, pero con Santana me sentía segura.
Whitney no podía llegar a mí si Santana se encontraba entre nosotras.
Abrió las dos botellas de pastillas y colocó mi dosis en la palma de su mano.
—Siempre pensé que era lindo que bebieras leche en el almuerzo—dijo, dándome una sonrisa que me hizo olvidar que mi ojo se hallaba cerrado por la hinchazón, mi muñeca rota y mis costillas fracturadas.
Bebía leche en la escuela porque era saludable, y no conseguía mucha en casa.
Se suponía que fortalecía tus huesos y necesitaba huesos fuertes en esta casa.
No le contaría eso.
—Gracias—dije mientras me pasaba el vaso de leche y las píldoras.
Tomé rápidamente las pastillas, teniendo cuidado con mi labio partido. Dejó de sangrar y quería que siguiera así.
—Bebe toda la leche si puedes —me dijo.
No discutí con ella.
Una vez que terminé la leche, tomó el vaso y lo puso al lado de mi cama.
—Acuéstate—dijo, y como todo lo demás, hice exactamente lo que me dijo.
Santana luego procedió a arroparme y asegurarse de que mi muñeca estaba apoyada y mis costillas se encontraban bien.
Verla ayudarme con una expresión seria me impidió hablar.
Cuando estuvo satisfecha de que me hallaba cómoda, retrocedió.
—Tengo una toalla de playa en la camioneta y una mochila con un cambio de ropa. Iré por ellas y me cambiaré, después dormiré aquí en el piso esta noche. No podré dormir si no me lo permites. Así que por favor no me digas que no puedo.
La mirada suplicante en sus ojos combinada con todo lo que hizo esta noche para Mike y para mí; sabía que no podía negarle nada en este momento.
La idea de que Santana estuviera en mi habitación me daba paz.
Nunca me sentí en paz en este remolque. O en cualquier lugar.
Pero Santana me daba eso.
No me asustaría ahora. Solo la aceptaría.
La necesitaba.
—De acuerdo—susurré, y me sonrió.
Quise sonreír en respuesta, pero me dolería el labio. Me guiñó el ojo como si lo supiera, luego se giró y salió de mi habitación.
Mike tenía un edredón en la cama que no usaba. Le pediría que le dejara a Santana dormir en él para que no tuviera que dormir en la alfombra gastada.
Como si fuera una señal, la puerta del dormitorio de Mike se abrió y mi hermanito entró en mi habitación con el ceño fruncido.
—¿Volverá?—preguntó.
—Fue por una toalla y un cambio de ropa a su camioneta —le aseguré.
Mike soltó un suspiro de alivio. No se sentía dispuesto a tratar de nuevo con su mamá.
Santana quitó ese peso de los hombros de Mike, algo que siempre traté de hacer.
—Dormirá en el suelo. Trae ese edredón que nunca usas para que pueda dormir ahí.
Mike asintió.
—Sí, también le traeré una almohada. Y también puede tener mi manta. Iré a buscar una colcha de la habitación de mamá.
La puerta del remolque se cerró cuando Santana volvió a entrar. Mike entró en el pasillo, y lo escuché hablar en voz baja a Santana.
Sabía que hablaban de mí y Mike necesitaba consuelo.
No quería que Santana le hiciera promesas a mi hermano que no pudiera cumplir.
Él no necesitaba ese tipo de decepción en su vida. Ya tenía suficiente.
Mike regresó a la habitación unos minutos más tarde con una almohada, su edredón y su manta.
—Dijo que no necesitaba nada y que dormiría sobre su toalla de playa, pero no le hice caso. Se está cambiando en el baño.
Él trataba de hacerlo fácil para que Santana se quedara. Pero Santana no podía quedarse por siempre.
También era un niño, con una carrera en su futuro. No tenía tiempo para salvarnos.
—No puede quedarse para siempre, ¿sabes? Tiene una vida y un futuro. Estaremos bien cuando se vaya. Nos tenemos el uno al otro—le recordé.
Mike no respondió. Siguió haciéndole a Santana una cama en el suelo junto a mi cama.
—¿Sabes eso, verdad?—pregunté de nuevo, necesitando que Mike reconozca que esto no era algo a lo que debería acostumbrarse.
Cuando dejó caer su almohada en la cama improvisada, volvió su mirada hacia mí.
—No, Britt, no lo sé. Creo... creo que puedes ser más importante para ella que el Softbol—luego se acercó y me dio un beso en la frente—Eres especial. El tipo de chica por la que un chico o una chica hace locuras.
Comencé a decir algo, pero Mike salió de mi habitación antes de que pudiera pensar qué decir.
Momentos más tarde, Santana entró de nuevo, vistiendo un par de lo que parecía pantalones cortos para surfear y una camiseta de Softbol de Sea Breeze.
Su mirada aterrizó en el lugar que Mike preparó para ella en el suelo, y una sonrisita se formó en sus labios. Luego volvió su atención hacia mí.
—Creo que le caigo bien—bromeó.
No sonreí.
No porque me dolieran los labios, sino porque Santana no entendía la verdad en su comentario.
Tenía que proteger a Mike. Dejarle confiar en Santana era una mala idea.
—Cree que nos salvaras. No necesito que animes esa idea. Ha sido decepcionado muchas veces. No dejaré que también le hagas eso.
Santana me miró por un momento, y luego se acercó a la cama. Su dedo trazó el lado de mi cabeza suavemente.
—Te preocupa que lo decepcione. ¿Y qué sucede contigo?
¿Qué sucede conmigo?
Sabía que mi corazón se rompería cuando Santana se alejara. Pero era fuerte.
Podría lidiar con eso.
Mi hermano tenía problemas emocionales los cuales yo no tenía. Perdía el control y se volvía incontrolablemente loco cuando las cosas eran demasiado para él.
—Sé que te irás. No tengo grandes ilusiones. En la vida real no hay héroes.
Santana no respondió al principio. Continuó trazando el lado de mi cabeza y frotó con su pulgar e índice mi oreja en una caricia que me pareció relajante.
—Algún día, Brittany Pierce, me considerarás tu héroe. Y ese día será el momento más importante de mi vida.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: El Final (Adaptada) Epílogo
hola morra,..
con lo que acaba de hace san se gano mas del 50% de la confianza de los dos,..ahora solo quedan pequeñas acciones a ver como van las cosas!!
nos vemos!!
con lo que acaba de hace san se gano mas del 50% de la confianza de los dos,..ahora solo quedan pequeñas acciones a ver como van las cosas!!
nos vemos!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: El Final (Adaptada) Epílogo
Solo tengo una pregunta!!
¿Santana puede ser mas linda?! Jajja
¿Santana puede ser mas linda?! Jajja
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: El Final (Adaptada) Epílogo
Santana la heroina!!!!! Me encanto!!!!
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: El Final (Adaptada) Epílogo
Santana me tiene en una nube literalmente!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: El Final (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,..
con lo que acaba de hace san se gano mas del 50% de la confianza de los dos,..ahora solo quedan pequeñas acciones a ver como van las cosas!!
nos vemos!!
Hola lu, si que si! y yo creo q un poquito mas la vrdd...lo cual es muy bueno! ajajajaj. Si q si, pero a mi parecer son detalles =D jaajajjaja. Saludos =D
Tati.94 escribió:Solo tengo una pregunta!!
¿Santana puede ser mas linda?! Jajja
Hola, todas las q kieras... No creo q se pueda superar, pero nose xq creo q si! Saludos =D
monica.santander escribió:Santana la heroina!!!!! Me encanto!!!!
Saludos
Hola, siii!!! es la mejor!!!! Y a mi tmbn!!!! ajajajajaj. Saludos =D
micky morales escribió:Santana me tiene en una nube literalmente!!!!
Hola, o no¿?! esk es la mejor de las mejores! ahahahah. SAludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: El Final (Adaptada) Cap 17
Capitulo 17
Hace Ocho Años…
Santana
No se despertó en toda la noche.
Varias veces miré su pecho para asegurarme que respiraba.
Whitney no volvió a casa, y Mike asomó la cabeza una vez esta mañana para revisarla.
Tumbada de espaldas, tenía las dos manos bajo la cabeza mientras la veía dormir.
Hacía tres horas escuché a Finn y a su papá venir a buscar la camioneta de mi papá para llevarla de regreso a casa. Lo llamé anoche cuando dejé mi camioneta.
No quería que Brittany me escuchara.
El papá de Finn me dejó una de sus camionetas de trabajo que no usaba todos los días. Las llaves se hallaban ocultas bajo el asiento trasero.
Quería que tuviera alguna forma de moverme si necesitábamos llevar a Brittany de nuevo al doctor o necesitara escapar.
Odiaba decirle a Finn la verdad, pero sabía que me ayudaría.
Los ojos de Brittany comenzaron a parpadear, y me encontraba hipnotizada. Lentamente, se abrió su único ojo sano. Se centró en mí y una sonrisa tocó sus labios.
Era una pequeña sonrisa.
Una que no le lastimaba el labio partido.
Me senté y tomé el bálsamo que el doctor sugirió para su labio.
—Necesitas algo más de esto—le dije mientras me ponía de rodillas para estar a la altura de sus ojos.
—Puedo hacerlo—respondió con voz soñolienta.
—Sé que puedes. Pero puedo verlo mejor—no era la mejor excusa, pero quería hacer esto.
Permaneció inmóvil mientras aplicaba la crema sobre el labio lastimado.
Anoche, después de que le dijera que algún día me vería como su héroe, no dijo nada más.
La habitación quedó en silencio hasta que los sonidos suaves de su sueño llenaron mis oídos. La observé dormir y me aseguré de que se hallaba bien.
La había encontrado, y todo iba a estar bien ahora.
Ya no le permitiría alejarme.
Podía apartarme todo lo que quisiera, pero no dejaría que mi maldito ego y orgullo se interpusieran.
Brittany no trataba de que le probara algo.
No se movía por celos.
No eran juegos para ella.
Si la quería, y era así, tendría que hacer esto en sus términos.
No confiaba en mí. Era cauta y no esperaba nada de nadie. Ser tratada mal era lo que esperaba.
Así que si actuaba como una idiota, lo aceptaba como el destino.
Toda la mierda estúpida que hice tratando de hacerla ceder la alejó más de mí.
—¿Mike despertó?—preguntó.
—Sí, se encuentra en la sala viendo televisión—le dije.
Frunció el ceño.
—¿Whitney?
—Aquí no. No volvió a casa anoche.
Dejó escapar un suspiro de alivio.
—Bueno. ¿Tienes una manera de volver a casa?
Aquí vamos.
Ahora se alistaba para echarme. Protegía a Mike.
La entendía ahora.
—Tengo una camioneta que Finn me dejó. Pero no la necesito. No me voy.
No dijo nada al principio, así que me puse de pie y empecé a doblar el edredón y una manta que usé anoche.
—Hoy, Whitney vendrá a casa. Esperará que te hayas ido, así que volverá—dijo, como si me advirtiera de algo que no supiera.
—Es su remolque. Espero que vuelva—coincidí. Puse mi ropa de cama doblada en la esquina.
—A ella no le gusta que estés aquí.
Se enfadaría. Lo esperaba. Pero no tenía miedo de una perra loca y malvada.
—Sé que no le gustará. Pero tendrá que superarlo—no esperé a que discutiera—Cogí un Gatorade de mi camioneta anoche y lo puse en la nevera. Voy a buscarlo y te traeré tus pastillas. Entonces te prepararé algo de comer. ¿Suena bien? ¿Quieres algo liviano?
—Eh, sí—respondió, frunciendo el ceño.
—Voy a ver qué puedo encontrar. ¿Te gustan los huevos?
—Whitney no compra huevos. Tostadas y mantequilla o cereales.
No discutió conmigo.
Me sentí como si hubiera ganado un premio.
—Traeré ambas cosas. Veremos cuál va mejor—la dejé ahí antes de que pudiera decidir que tenía que echarme de nuevo.
Mike levantó la vista hacia mí cuando entré en la sala de estar.
—¿Se despertó?—preguntó.
—Sí. Necesita comer. ¿Cuál es su comida favorita?
Se encogió de hombros.
—No tiene una comida favorita. No tenemos una gran selección. Simplemente está contenta cuando tenemos comida. La comida en la escuela es el punto álgido de su día.
El chico no quiso decir nada que cortase un agujero en mi estómago, pero joder, eso fue difícil de tragar.
A Brittany le gustaba la jodida comida de la cafetería porque tenía hambre.
Mierda, eso me puso furiosa.
¿Qué chica no tiene una comida favorita?
Que Kitty se emocionase por las galletas de la señora H tenía mucho más sentido ahora.
Siempre se llevaba algunas a casa para los chicos y Cece May ahora que tenía dientes.
También tenía esta vida. Pero nos tenía.
Brittany no tenía a nadie.
No había tenido a nadie. Ahora sí.
—A ambos nos gustan los cereales. No lo admitirá, pero los copos de azúcar son sus favoritos. También los míos, pero miento y me como los cuadrados de canela y dejo los copos para ella. Sé que son los que más le gustan.
Me equivoqué. Tenía a Mike.
Brittany
Apoyándome contra el marco de la puerta, vi como Santana leía un capítulo de Harry Potter y la Piedra Filosofal con Cece May.
Era su ritual nocturno.
Cece May recorrió un largo camino desde que fue nuestra, pero su nivel de lectura era aún más bajo que el de la mayoría de los niños de su clase.
Cada noche Santana leía un capítulo con ella del libro que escogió de la biblioteca.
Le ayudaba enormemente.
Esta noche verlas juntas me recordó el momento en que me di cuenta de que Santana López era mi héroe.
Luché contra ella cada paso del camino, ya que no quería confiar en nadie, excepto mi hermano.
Tenía miedo de ser herida o rechazada.
Santana no renunció a mí, como tampoco se daba por vencido con Cece May.
Creía en ella, y sabía que iba a ser suficiente para ayudarla a conquistar esto.
Cuando Santana López creía en ti, entonces debías creer en ti mismo.
—Buenas noches, mami—dijo Cece May medio dormida.
—Buenas noches, pequeña—respondió mientras ponía el libro sobre la mesa junto a la cama y se cernía sobre ella.
—Buenas noches, mamá—dijo mientras me miraba.
Entré en la habitación y me puse al lado de Santana.
—Buenas noches, cariño. Leíste toda la última página tú sola y no fallaste una palabra. Serás la mejor lectora en tu clase algún día—le dije.
Cece May sonrió y miró de mí a Santana y esta asintió con la cabeza, y mi pequeña sonrió.
Todo lo que hacía falta era un gesto de aliento de Santana para hacerla sonreír como si fuera la dueña del mundo.
Lograba eso en las chicas.
Me incliné sobre ella y besé su pequeña y dulce mejilla.
—Te amo—susurré contra su piel suave.
Esas eran las palabras que no había oído suficiente en su corta vida.
Con Santana acordamos decirles a nuestros tres niños que los amábamos cada mañana, cada noche y en cada oportunidad que tuviéramos durante el día.
—También te amo—dijo con una felicidad en su voz que apreciaba.
Santana se puso de cuclillas por lo que se encontraba a su nivel.
—Eres mi princesa. Te quiero sin importar el qué. Siempre.
Era algo que le empezó a decir a Cece May hacía poco más de un año cuando rompió una lámpara por accidente y se echó a llorar, ya que temió que ya no la amaría.
—Te amo sin importar qué—repitió.
Salí de la habitación y fui hacia el pasillo para esperar a Santana. Ya era hora de ir a comprobar a nuestros chicos.
Se estaban duchando y terminando su tarea, mientras que Santana y Cece leían.
Santana cerró la puerta después de asegurarse de que tenía su lamparita de noche encendida. Su brazo se deslizó alrededor de mi cintura y me atrajo hacia ella.
—Hueles muy bien—dijo con una voz profunda y ronca mientras pasaba su nariz por el lado de mi cuello expuesto.
—No empieces—le guiñé un ojo mientras me alejaba—Primero tenemos que meter a los chicos en la cama.
Santana se rió mientras con una mano ahuecaba mi trasero.
—Entonces no te pongas tan endemoniadamente atractiva.
Rodé los ojos.
Tenía el pelo recogido en un moño en la cima de mi cabeza. Llevaba unos pantalones de chándal cortados y una de sus camisetas anchas viejas, que también había cortado así que no me colgaba por las rodillas.
Nada acerca de mi apariencia era atractivo.
Incluso tenía salsa de espagueti de la cena salpicada por haber dejado que se sobrecalentase en la estufa.
La puerta del baño se abrió, y Biff salió con el pantalón del pijama y una camiseta. Se dejaba crecer el pelo. Lo quería como Kitty, ya que le dijo que en un hombre lo hacia más sexi. En este momento, lo tenía húmedo y escondido detrás de las orejas.
La vida con un adolescente se suponía era más difícil que esto.
Biff tenía trece años, pero nunca ni una vez nos dio problemas.
A Santana le preocupaba.
Tenía miedo de que Biff estuviera siendo demasiado bueno porque temía perdernos.
—¿Listo para la cama?—le pregunté.
Su sonrisa, tan parecida a la de su hermana, tiró de sus labios.
—Sí. Estoy listo. Pero no tienen que esperarme. Podrían haber metido a Kurt en la cama sin mí.
—Meto en la cama a todos mis hijos. Lo haré todo el tiempo que vivas bajo este techo—respondió Santana en tono de broma—Incluso cuando tengas dieciocho años.
Biff sabía que Santana se burlaba de él y rodó los ojos con una sonrisa.
—Sí. Claro que lo harás—Biff entró en la habitación que compartía con Kurt, que ahora tenía diez años.
Kurt ya se encontraba en la cama, mirando la nueva revista que recibió por correo.
El niño estaba obsesionado con la moda y ambas sabíamos que posiblemente fuera gay y esperamos con ansias que lo pudiera descubrir y saber que iba a tener todo nuestro apoyo.
Lo que a Santana le encantaba. Era su conexión.
Hablaban de como te pude gustar tanto una mujer o un hombre, que no hay problema con eso, el amor es amor. A Biff también se lo decíamos.
Sus ojos se levantaron y nos miró. De los tres niños, era el más serio y cauteloso.
Confiaba en Kitty, pero nos tomó meses antes de que empezase a confiar en nosotras.
Este último año había sido mucho más fácil.
Empezaba a creer que nosotras le queríamos y que éramos una familia.
Una en la que podía sentirse a salvo.
—Tienes que leer esto. Las predicciones para el vestuario de invierno son ridículas—dijo Kurt, lanzando la revista a Santana, quien la cogió.
—Lo haré. Lo discutiremos mañana—respondió Santana, acercándose a él—¿Estás listo para el examen de matemáticas de mañana?
Kurt asintió.
—Sí. Voy a sacar muy buena nota.
Santana se inclinó y besó la parte superior de su cabeza.
—Eso es lo que me gusta escuchar.
Una vez que Biff se acostó, fui a su lado y le revolví el cabello. A veces sentía como si educara una buena versión de Kitty versión masculina.
Recordé a Kitty, la niña salvaje, que concurría a la secundaria, y Biff no se parecía en nada a ella.
Sin embargo, sus expresiones y gestos eran tan parecidos.
—Que duermas bien—le dije, y besé su frente—Te amo.
—También te amo—dijo en un susurro.
También eso era nuevo. Solo había estado respondiendo con su propio “Te amo” desde los últimos meses.
Una vez que tuvimos a los dos chicos metidos en la cama, apagamos las luces y cerramos la puerta.
Santana se quedó con la mano en el picaporte una vez que salimos al pasillo.
—Eso nunca pasa de moda—dijo en un susurro.
No tenía que explicarse. Le entendí.
Hacía dos años nos sometimos al tratamiento para quedar embarazada con sus óvulos, pero no funciono. Ella dijo que lo podía intentar, pero aun no conseguíamos el dinero para otro intento.
Tener una familia era algo que ambos queríamos.
Quisimos crear un mundo en el que no hubiéramos sido estafadas.
Queríamos tener una casa llena de amor y seguridad para dar a nuestros hijos; lo que siempre habíamos soñado tener.
Lo teníamos ahora.
No solo fuimos capaces de tener una familia con todas esas cosas que deseábamos, sino que éramos capaces de dárselo a unos chicos que vivieron un infierno muy parecido al nuestro, en el que crecimos.
Sin embargo, se encontraban aquí y ahora, y eran nuestros.
Nunca más iban a sufrir o tener miedo o pasar hambre.
Los amaríamos siempre.
—Fuimos bendecidas—coincidí en voz baja.
Santana me dedicó una sonrisa.
—Sí, lo fuimos.
Varias veces miré su pecho para asegurarme que respiraba.
Whitney no volvió a casa, y Mike asomó la cabeza una vez esta mañana para revisarla.
Tumbada de espaldas, tenía las dos manos bajo la cabeza mientras la veía dormir.
Hacía tres horas escuché a Finn y a su papá venir a buscar la camioneta de mi papá para llevarla de regreso a casa. Lo llamé anoche cuando dejé mi camioneta.
No quería que Brittany me escuchara.
El papá de Finn me dejó una de sus camionetas de trabajo que no usaba todos los días. Las llaves se hallaban ocultas bajo el asiento trasero.
Quería que tuviera alguna forma de moverme si necesitábamos llevar a Brittany de nuevo al doctor o necesitara escapar.
Odiaba decirle a Finn la verdad, pero sabía que me ayudaría.
Los ojos de Brittany comenzaron a parpadear, y me encontraba hipnotizada. Lentamente, se abrió su único ojo sano. Se centró en mí y una sonrisa tocó sus labios.
Era una pequeña sonrisa.
Una que no le lastimaba el labio partido.
Me senté y tomé el bálsamo que el doctor sugirió para su labio.
—Necesitas algo más de esto—le dije mientras me ponía de rodillas para estar a la altura de sus ojos.
—Puedo hacerlo—respondió con voz soñolienta.
—Sé que puedes. Pero puedo verlo mejor—no era la mejor excusa, pero quería hacer esto.
Permaneció inmóvil mientras aplicaba la crema sobre el labio lastimado.
Anoche, después de que le dijera que algún día me vería como su héroe, no dijo nada más.
La habitación quedó en silencio hasta que los sonidos suaves de su sueño llenaron mis oídos. La observé dormir y me aseguré de que se hallaba bien.
La había encontrado, y todo iba a estar bien ahora.
Ya no le permitiría alejarme.
Podía apartarme todo lo que quisiera, pero no dejaría que mi maldito ego y orgullo se interpusieran.
Brittany no trataba de que le probara algo.
No se movía por celos.
No eran juegos para ella.
Si la quería, y era así, tendría que hacer esto en sus términos.
No confiaba en mí. Era cauta y no esperaba nada de nadie. Ser tratada mal era lo que esperaba.
Así que si actuaba como una idiota, lo aceptaba como el destino.
Toda la mierda estúpida que hice tratando de hacerla ceder la alejó más de mí.
—¿Mike despertó?—preguntó.
—Sí, se encuentra en la sala viendo televisión—le dije.
Frunció el ceño.
—¿Whitney?
—Aquí no. No volvió a casa anoche.
Dejó escapar un suspiro de alivio.
—Bueno. ¿Tienes una manera de volver a casa?
Aquí vamos.
Ahora se alistaba para echarme. Protegía a Mike.
La entendía ahora.
—Tengo una camioneta que Finn me dejó. Pero no la necesito. No me voy.
No dijo nada al principio, así que me puse de pie y empecé a doblar el edredón y una manta que usé anoche.
—Hoy, Whitney vendrá a casa. Esperará que te hayas ido, así que volverá—dijo, como si me advirtiera de algo que no supiera.
—Es su remolque. Espero que vuelva—coincidí. Puse mi ropa de cama doblada en la esquina.
—A ella no le gusta que estés aquí.
Se enfadaría. Lo esperaba. Pero no tenía miedo de una perra loca y malvada.
—Sé que no le gustará. Pero tendrá que superarlo—no esperé a que discutiera—Cogí un Gatorade de mi camioneta anoche y lo puse en la nevera. Voy a buscarlo y te traeré tus pastillas. Entonces te prepararé algo de comer. ¿Suena bien? ¿Quieres algo liviano?
—Eh, sí—respondió, frunciendo el ceño.
—Voy a ver qué puedo encontrar. ¿Te gustan los huevos?
—Whitney no compra huevos. Tostadas y mantequilla o cereales.
No discutió conmigo.
Me sentí como si hubiera ganado un premio.
—Traeré ambas cosas. Veremos cuál va mejor—la dejé ahí antes de que pudiera decidir que tenía que echarme de nuevo.
Mike levantó la vista hacia mí cuando entré en la sala de estar.
—¿Se despertó?—preguntó.
—Sí. Necesita comer. ¿Cuál es su comida favorita?
Se encogió de hombros.
—No tiene una comida favorita. No tenemos una gran selección. Simplemente está contenta cuando tenemos comida. La comida en la escuela es el punto álgido de su día.
El chico no quiso decir nada que cortase un agujero en mi estómago, pero joder, eso fue difícil de tragar.
A Brittany le gustaba la jodida comida de la cafetería porque tenía hambre.
Mierda, eso me puso furiosa.
¿Qué chica no tiene una comida favorita?
Que Kitty se emocionase por las galletas de la señora H tenía mucho más sentido ahora.
Siempre se llevaba algunas a casa para los chicos y Cece May ahora que tenía dientes.
También tenía esta vida. Pero nos tenía.
Brittany no tenía a nadie.
No había tenido a nadie. Ahora sí.
—A ambos nos gustan los cereales. No lo admitirá, pero los copos de azúcar son sus favoritos. También los míos, pero miento y me como los cuadrados de canela y dejo los copos para ella. Sé que son los que más le gustan.
Me equivoqué. Tenía a Mike.
En La Actualidad…
Brittany
Apoyándome contra el marco de la puerta, vi como Santana leía un capítulo de Harry Potter y la Piedra Filosofal con Cece May.
Era su ritual nocturno.
Cece May recorrió un largo camino desde que fue nuestra, pero su nivel de lectura era aún más bajo que el de la mayoría de los niños de su clase.
Cada noche Santana leía un capítulo con ella del libro que escogió de la biblioteca.
Le ayudaba enormemente.
Esta noche verlas juntas me recordó el momento en que me di cuenta de que Santana López era mi héroe.
Luché contra ella cada paso del camino, ya que no quería confiar en nadie, excepto mi hermano.
Tenía miedo de ser herida o rechazada.
Santana no renunció a mí, como tampoco se daba por vencido con Cece May.
Creía en ella, y sabía que iba a ser suficiente para ayudarla a conquistar esto.
Cuando Santana López creía en ti, entonces debías creer en ti mismo.
—Buenas noches, mami—dijo Cece May medio dormida.
—Buenas noches, pequeña—respondió mientras ponía el libro sobre la mesa junto a la cama y se cernía sobre ella.
—Buenas noches, mamá—dijo mientras me miraba.
Entré en la habitación y me puse al lado de Santana.
—Buenas noches, cariño. Leíste toda la última página tú sola y no fallaste una palabra. Serás la mejor lectora en tu clase algún día—le dije.
Cece May sonrió y miró de mí a Santana y esta asintió con la cabeza, y mi pequeña sonrió.
Todo lo que hacía falta era un gesto de aliento de Santana para hacerla sonreír como si fuera la dueña del mundo.
Lograba eso en las chicas.
Me incliné sobre ella y besé su pequeña y dulce mejilla.
—Te amo—susurré contra su piel suave.
Esas eran las palabras que no había oído suficiente en su corta vida.
Con Santana acordamos decirles a nuestros tres niños que los amábamos cada mañana, cada noche y en cada oportunidad que tuviéramos durante el día.
—También te amo—dijo con una felicidad en su voz que apreciaba.
Santana se puso de cuclillas por lo que se encontraba a su nivel.
—Eres mi princesa. Te quiero sin importar el qué. Siempre.
Era algo que le empezó a decir a Cece May hacía poco más de un año cuando rompió una lámpara por accidente y se echó a llorar, ya que temió que ya no la amaría.
—Te amo sin importar qué—repitió.
Salí de la habitación y fui hacia el pasillo para esperar a Santana. Ya era hora de ir a comprobar a nuestros chicos.
Se estaban duchando y terminando su tarea, mientras que Santana y Cece leían.
Santana cerró la puerta después de asegurarse de que tenía su lamparita de noche encendida. Su brazo se deslizó alrededor de mi cintura y me atrajo hacia ella.
—Hueles muy bien—dijo con una voz profunda y ronca mientras pasaba su nariz por el lado de mi cuello expuesto.
—No empieces—le guiñé un ojo mientras me alejaba—Primero tenemos que meter a los chicos en la cama.
Santana se rió mientras con una mano ahuecaba mi trasero.
—Entonces no te pongas tan endemoniadamente atractiva.
Rodé los ojos.
Tenía el pelo recogido en un moño en la cima de mi cabeza. Llevaba unos pantalones de chándal cortados y una de sus camisetas anchas viejas, que también había cortado así que no me colgaba por las rodillas.
Nada acerca de mi apariencia era atractivo.
Incluso tenía salsa de espagueti de la cena salpicada por haber dejado que se sobrecalentase en la estufa.
La puerta del baño se abrió, y Biff salió con el pantalón del pijama y una camiseta. Se dejaba crecer el pelo. Lo quería como Kitty, ya que le dijo que en un hombre lo hacia más sexi. En este momento, lo tenía húmedo y escondido detrás de las orejas.
La vida con un adolescente se suponía era más difícil que esto.
Biff tenía trece años, pero nunca ni una vez nos dio problemas.
A Santana le preocupaba.
Tenía miedo de que Biff estuviera siendo demasiado bueno porque temía perdernos.
—¿Listo para la cama?—le pregunté.
Su sonrisa, tan parecida a la de su hermana, tiró de sus labios.
—Sí. Estoy listo. Pero no tienen que esperarme. Podrían haber metido a Kurt en la cama sin mí.
—Meto en la cama a todos mis hijos. Lo haré todo el tiempo que vivas bajo este techo—respondió Santana en tono de broma—Incluso cuando tengas dieciocho años.
Biff sabía que Santana se burlaba de él y rodó los ojos con una sonrisa.
—Sí. Claro que lo harás—Biff entró en la habitación que compartía con Kurt, que ahora tenía diez años.
Kurt ya se encontraba en la cama, mirando la nueva revista que recibió por correo.
El niño estaba obsesionado con la moda y ambas sabíamos que posiblemente fuera gay y esperamos con ansias que lo pudiera descubrir y saber que iba a tener todo nuestro apoyo.
Lo que a Santana le encantaba. Era su conexión.
Hablaban de como te pude gustar tanto una mujer o un hombre, que no hay problema con eso, el amor es amor. A Biff también se lo decíamos.
Sus ojos se levantaron y nos miró. De los tres niños, era el más serio y cauteloso.
Confiaba en Kitty, pero nos tomó meses antes de que empezase a confiar en nosotras.
Este último año había sido mucho más fácil.
Empezaba a creer que nosotras le queríamos y que éramos una familia.
Una en la que podía sentirse a salvo.
—Tienes que leer esto. Las predicciones para el vestuario de invierno son ridículas—dijo Kurt, lanzando la revista a Santana, quien la cogió.
—Lo haré. Lo discutiremos mañana—respondió Santana, acercándose a él—¿Estás listo para el examen de matemáticas de mañana?
Kurt asintió.
—Sí. Voy a sacar muy buena nota.
Santana se inclinó y besó la parte superior de su cabeza.
—Eso es lo que me gusta escuchar.
Una vez que Biff se acostó, fui a su lado y le revolví el cabello. A veces sentía como si educara una buena versión de Kitty versión masculina.
Recordé a Kitty, la niña salvaje, que concurría a la secundaria, y Biff no se parecía en nada a ella.
Sin embargo, sus expresiones y gestos eran tan parecidos.
—Que duermas bien—le dije, y besé su frente—Te amo.
—También te amo—dijo en un susurro.
También eso era nuevo. Solo había estado respondiendo con su propio “Te amo” desde los últimos meses.
Una vez que tuvimos a los dos chicos metidos en la cama, apagamos las luces y cerramos la puerta.
Santana se quedó con la mano en el picaporte una vez que salimos al pasillo.
—Eso nunca pasa de moda—dijo en un susurro.
No tenía que explicarse. Le entendí.
Hacía dos años nos sometimos al tratamiento para quedar embarazada con sus óvulos, pero no funciono. Ella dijo que lo podía intentar, pero aun no conseguíamos el dinero para otro intento.
Tener una familia era algo que ambos queríamos.
Quisimos crear un mundo en el que no hubiéramos sido estafadas.
Queríamos tener una casa llena de amor y seguridad para dar a nuestros hijos; lo que siempre habíamos soñado tener.
Lo teníamos ahora.
No solo fuimos capaces de tener una familia con todas esas cosas que deseábamos, sino que éramos capaces de dárselo a unos chicos que vivieron un infierno muy parecido al nuestro, en el que crecimos.
Sin embargo, se encontraban aquí y ahora, y eran nuestros.
Nunca más iban a sufrir o tener miedo o pasar hambre.
Los amaríamos siempre.
—Fuimos bendecidas—coincidí en voz baja.
Santana me dedicó una sonrisa.
—Sí, lo fuimos.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
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Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: El Final (Adaptada) Cap 18
Capitulo 18
Hace Ocho Años…
Brittany
Pasaron tres días antes de que Whitney volviese a casa.
Tenía una nota del médico para faltar a la escuela, mientras que Santana hacía que Mike fuera todos los días mientras se quedaba en casa conmigo.
No importó cuánto le rogué que fuera a la escuela, simplemente me ignoraba y actuaba como si no hubiera hablado.
Faltó a las prácticas de Softbol, y no tenía una excusa para todas las clases que se perdía.
Era egoísta por disfrutar de dormir sin miedo y con una sensación de seguridad.
Pero que Santana se quedara conmigo me daba ambas cosas. Confiar en ella me asustaba.
No sabía por qué lo hacía o cuando iba a cansarse de hacerlo.
Cuando Whitney entró en casa, y me encontró en el sofá envuelta con una manta viendo la televisión y a Santana sentads en el sillón, se puso furiosa.
Los tonos de color púrpura que colorearon su cara fueron impresionantes.
No me moví. Me quedé quieta ahí por el horror, esperando que enloqueciera.
—Tienes que comprar comestibles—le informó Santana mientras permanecía relajada en la silla junto a mí.
Dejé de respirar.
¿Qué hacía?
¿No sabía que esta mujer estaba loca?
—Sal de mi casa o llamo a la policía—le gritó Whitney.
Santana no se movió. Ni siquiera se inmutó.
No podía quedarse para siempre, y en algún momento me quedaría sola con esta mujer otra vez.
Me haría pagar por esto.
—Santana, no…
—No voy a ninguna parte. Llama a la policía y me aseguraré de que sepan que no has estado en casa para vigilar a tus hijos durante tres días. Se están quedando sin comida. Brittany no puede cuidarse sola en este momento. Así que, por favor, Whitney, llama a la jodida policía. Me encantaría hablar con ellos.
Whitney se congeló.
Estaba furiosa, pero también insegura de cómo manejar esto.
Nadie había estado aquí para corregirla o exigirle nada. En cuanto a las amenazas, tampoco se encontraba acostumbrada a recibirlas.
Excepto por Mike, que amenazaba con huir si me echaba.
—No te quedarás en esta casa—dijo entre dientes.
Se encogió de hombros.
—No veo cómo puedo irme. Me voy y acabarás matando a Brittany, y no voy a permitir que eso ocurra. Porque juro por Dios que, si le pasa algo, voy a la policía. Y te lo advierto, me aman. Este pueblo me ama. Creo que obtuviste una prueba de eso en el hospital.
Whitney me miró y señaló la puerta.
—Fuera. Sal. Me harté, ya no te mantendré. He dejado que te quedes demasiado tiempo. Mike no me abandonará… no puede, es menor de edad. Pero tú te vas de mi casa. Ya he terminado contigo.
Entonces, Santana se movió. Fue tan rápido que Whitney se encogió.
—La echas y Mike también se irá. No te engañes, mujer. Ese chico la adora y lo sabes. Sin embargo, te odia. Te dejará, y cuando los dos se hayan ido no tendrás ese cheque mensual del estado.
Whitney arrojó su bolso al suelo y gritó:
—¡La odio! ¡Es una puta y la quiero fuera de mi casa!
Santana le frunció el ceño, después solo se vio disgustado. Su mirada se giró hacia mí y se suavizó.
Había tranquilidad en sus ojos.
—Iré a hacer tu maleta. Descansa.
¿Adónde iba a ir?
¿Qué pasaba con Mike?
Santana tenía razón, él me seguiría. Pediría ir donde yo fuera, y no sabía dónde iba a ser.
—No hables con ella. No la toques. Te tendré entre rejas tan rápido que no sabrás qué te ha golpeado. Cuando Mike también se vaya, no tendré nada que me evite hacer que te encierren. Puedo hacer que tus dos hijos vayan a la policía y te incriminen lo suficiente como para encerrarte un tiempo.
—¡No puedes hacer nada!—le gritó Whitney—Les he dado comida y les he puesto un techo sobre sus cabezas. ¡Ambos son perezosos y no trabajan! Deberían darme un maldito premio por mantenerla por tanto tiempo como he hecho.
Santana se le acercó, y observé mientras ella se retraía. Sus ojos finalmente mostraban miedo.
—La insultas una vez más y lidiaré con esta mierda yo mismo. Es la chica más dulce, amable e increíble que he conocido. Así que cierra tu puta boca sucia.
La puerta se abrió detrás de ella, y me senté. Mike estaba ahí de pie, viendo a Santana en la cara de su mamá dispuesta a matarla.
—¿Qué ocurre? ¿Qué hiciste?—preguntó, mirando a Whitney—¿Has tocado a Brittany?—su voz se elevó por el pánico.
—No. Solo está echando a tu hermana. Voy a hacerle la maleta—replicó Santana con calma.
Mike me miró, y traté en silencio de pedirle que no dijera o hiciera nada estúpido.
No pensaba que en verdad le hiciera daño, pero podría empezar si yo no estuviese aquí.
—Iré a empacar mis cosas—dijo Mike, sin siquiera mirar a su mamá.
—No puedes irte. Eres mi hijo—chilló Whitney.
—Una mierda que no puedo. Voy a donde vaya Britt—le informó Mike.
—¡NO! No te puedes ir. No lo permitiré—continuó.
Mike dejó escapar una risa dura.
—No me importa una MIERDA lo que me permitas—luego se fue a su dormitorio.
Mierda.
También hacía las maletas para irse.
¿Adónde íbamos a ir?
Había visto al papá de Santana.
¡Desde luego que no seríamos bienvenidos ahí!
Santana desvió su atención hacia mí.
—No te levantes. Iré a empacar todo lo que necesitas.
Pero, ¿a dónde iría?
Santana
Casi llegaba a la habitación de Brittany cuando las palabras de Whitney me detuvieron.
—¡BIEN! Se puede quedar—no sonaba contenta, pero cedió.
Me di la vuelta para mirarla.
—¿Vas a tocarla? Porque pasaré por aquí todo el maldito tiempo. Un dedo sobre ella y juro que llamaré a la policía.
Mike abrió su puerta y salió, luciendo dispuesto a matar a alguien.
—Si alguna vez la tocas iré a la cárcel de por vida porque mataré a quien sea que le ponga sus manos encima. Incluida tú—le advirtió en un tono que la mayoría de los chicos de su edad no podrían lograr.
El niño crecía con rapidez. Tenía que hacerlo.
Los ojos de Whitney se agrandaron.
—¿Estás amenazando con matarme? —preguntó con incredulidad.
—Mataré a cualquiera que toque a Brittany. No dejaré que nada le pase. No se lo merece. Nadie se lo merece. No te dejaré que lo hagas más.
—No seré atacada en mi propia casa. Si no hubiera coqueteado con mi novio, esto no habría sucedido. Él se enojó y la hizo callar para que dejase de tocarlo. Es por eso que herida ahora. Yo no la toqué.
Mike dejó escapar una risa furiosa y dura.
—¡Qué demonios! Él tenía sus manos sobre Brittany, y ella no se dejó. No quiere a tus repugnantes y enfermos hombres. La tiene a ella—Mike me señaló—¿Para qué querría a viejos gordos y grasientos?
Whitney se quedó mirando a su hijo como si no lo hubiera visto nunca antes.
Esperaba que este lado de él fuera una primera vez para ella. Era un hombre ahora.
Obligó a su pequeño a convertirse en un hombre por culpa de sus acciones.
Protegería a su hermana sin importar el qué.
—Mike, no. Solo… ve a tu habitación y haz tu tarea. ¿De acuerdo?—la voz suave de Brittany rompió la tensión en la sala.
Mike la miró, y una ternura en sus ojos sustituyó el odio que había estado ahí.
—Te amo. Y porque te amo he tenido suficiente de hacer lo que me dices que haga. No dejaré que me protejas más. Soy más grande que tú, hermanita. Es hora de que te mantenga a salvo.
Me gustaba mucho ese niño.
Los ojos de Brittany se llenaron de lágrimas mientras miraba a su hermano pequeño.
—Estoy bien. No te hagas esto. Cálmate y céntrate en tu tarea.
—Oh, por el amor de Dios. Ya he terminado con esta mierda. Me voy a la cama. No me molesten—gruñó Whitney mientras caminaba hacia el pasillo, a la puerta de su dormitorio. Al pasar junto a nosotros, se detuvo y le dio algo a Mike—Aquí tienes cincuenta para buscar cualquier alimento que necesites—luego cerró su puerta.
Mike sostuvo el billete de cincuenta en su mano y me miró, después a Brittany.
—¿Nos vamos o nos quedamos?
—No tenemos a donde ir. Necesitamos quedarnos. Tarde o temprano me centraré en averiguar dónde podemos irnos. Necesito conseguir un trabajo tan pronto como pueda.
Mike frunció el ceño.
—No tienes un permiso ni un coche.
Brittany se encogió de hombros.
—Lo resolveré. Preocúpate de tus tareas. También iré por comida.
Una mierda.
No iba a ir a hacer nada. Necesitaba curarse.
Cogí el dinero de Mike.
—Voy a buscar comida. Cuídala hasta que vuelva.
Asintió y se dirigió de nuevo a la sala de estar.
—Haré la tarea aquí—nos dijo a las dos.
—Santana, tienes que irte a casa. Debes ponerte al día con la escuela e ir a la práctica de Softbol—dijo Brittany preocupada.
Tenía razón.
Necesitaba hacer esas cosas si quería sobrevivir al regresar a casa. Mi papá iba a estar furioso.
Pero ella era más importante que todo de eso.
—Lo tengo bajo control—la tranquilicé, que era más o menos la verdad.
Finn me traía la tarea todos los días, y su papá redactó una excusa por no asistir la escuela.
Tenía gripe hasta donde todos sabían.
Brittany suspiró y se recostó sobre las almohadas.
—¿Por qué haces esto?
—Porque me necesitas—respondí, luego me dirigí a la puerta.
No le diría nada más que eso.
—Compra leche—me gritó Mike.
Tenía una nota del médico para faltar a la escuela, mientras que Santana hacía que Mike fuera todos los días mientras se quedaba en casa conmigo.
No importó cuánto le rogué que fuera a la escuela, simplemente me ignoraba y actuaba como si no hubiera hablado.
Faltó a las prácticas de Softbol, y no tenía una excusa para todas las clases que se perdía.
Era egoísta por disfrutar de dormir sin miedo y con una sensación de seguridad.
Pero que Santana se quedara conmigo me daba ambas cosas. Confiar en ella me asustaba.
No sabía por qué lo hacía o cuando iba a cansarse de hacerlo.
Cuando Whitney entró en casa, y me encontró en el sofá envuelta con una manta viendo la televisión y a Santana sentads en el sillón, se puso furiosa.
Los tonos de color púrpura que colorearon su cara fueron impresionantes.
No me moví. Me quedé quieta ahí por el horror, esperando que enloqueciera.
—Tienes que comprar comestibles—le informó Santana mientras permanecía relajada en la silla junto a mí.
Dejé de respirar.
¿Qué hacía?
¿No sabía que esta mujer estaba loca?
—Sal de mi casa o llamo a la policía—le gritó Whitney.
Santana no se movió. Ni siquiera se inmutó.
No podía quedarse para siempre, y en algún momento me quedaría sola con esta mujer otra vez.
Me haría pagar por esto.
—Santana, no…
—No voy a ninguna parte. Llama a la policía y me aseguraré de que sepan que no has estado en casa para vigilar a tus hijos durante tres días. Se están quedando sin comida. Brittany no puede cuidarse sola en este momento. Así que, por favor, Whitney, llama a la jodida policía. Me encantaría hablar con ellos.
Whitney se congeló.
Estaba furiosa, pero también insegura de cómo manejar esto.
Nadie había estado aquí para corregirla o exigirle nada. En cuanto a las amenazas, tampoco se encontraba acostumbrada a recibirlas.
Excepto por Mike, que amenazaba con huir si me echaba.
—No te quedarás en esta casa—dijo entre dientes.
Se encogió de hombros.
—No veo cómo puedo irme. Me voy y acabarás matando a Brittany, y no voy a permitir que eso ocurra. Porque juro por Dios que, si le pasa algo, voy a la policía. Y te lo advierto, me aman. Este pueblo me ama. Creo que obtuviste una prueba de eso en el hospital.
Whitney me miró y señaló la puerta.
—Fuera. Sal. Me harté, ya no te mantendré. He dejado que te quedes demasiado tiempo. Mike no me abandonará… no puede, es menor de edad. Pero tú te vas de mi casa. Ya he terminado contigo.
Entonces, Santana se movió. Fue tan rápido que Whitney se encogió.
—La echas y Mike también se irá. No te engañes, mujer. Ese chico la adora y lo sabes. Sin embargo, te odia. Te dejará, y cuando los dos se hayan ido no tendrás ese cheque mensual del estado.
Whitney arrojó su bolso al suelo y gritó:
—¡La odio! ¡Es una puta y la quiero fuera de mi casa!
Santana le frunció el ceño, después solo se vio disgustado. Su mirada se giró hacia mí y se suavizó.
Había tranquilidad en sus ojos.
—Iré a hacer tu maleta. Descansa.
¿Adónde iba a ir?
¿Qué pasaba con Mike?
Santana tenía razón, él me seguiría. Pediría ir donde yo fuera, y no sabía dónde iba a ser.
—No hables con ella. No la toques. Te tendré entre rejas tan rápido que no sabrás qué te ha golpeado. Cuando Mike también se vaya, no tendré nada que me evite hacer que te encierren. Puedo hacer que tus dos hijos vayan a la policía y te incriminen lo suficiente como para encerrarte un tiempo.
—¡No puedes hacer nada!—le gritó Whitney—Les he dado comida y les he puesto un techo sobre sus cabezas. ¡Ambos son perezosos y no trabajan! Deberían darme un maldito premio por mantenerla por tanto tiempo como he hecho.
Santana se le acercó, y observé mientras ella se retraía. Sus ojos finalmente mostraban miedo.
—La insultas una vez más y lidiaré con esta mierda yo mismo. Es la chica más dulce, amable e increíble que he conocido. Así que cierra tu puta boca sucia.
La puerta se abrió detrás de ella, y me senté. Mike estaba ahí de pie, viendo a Santana en la cara de su mamá dispuesta a matarla.
—¿Qué ocurre? ¿Qué hiciste?—preguntó, mirando a Whitney—¿Has tocado a Brittany?—su voz se elevó por el pánico.
—No. Solo está echando a tu hermana. Voy a hacerle la maleta—replicó Santana con calma.
Mike me miró, y traté en silencio de pedirle que no dijera o hiciera nada estúpido.
No pensaba que en verdad le hiciera daño, pero podría empezar si yo no estuviese aquí.
—Iré a empacar mis cosas—dijo Mike, sin siquiera mirar a su mamá.
—No puedes irte. Eres mi hijo—chilló Whitney.
—Una mierda que no puedo. Voy a donde vaya Britt—le informó Mike.
—¡NO! No te puedes ir. No lo permitiré—continuó.
Mike dejó escapar una risa dura.
—No me importa una MIERDA lo que me permitas—luego se fue a su dormitorio.
Mierda.
También hacía las maletas para irse.
¿Adónde íbamos a ir?
Había visto al papá de Santana.
¡Desde luego que no seríamos bienvenidos ahí!
Santana desvió su atención hacia mí.
—No te levantes. Iré a empacar todo lo que necesitas.
Pero, ¿a dónde iría?
Santana
Casi llegaba a la habitación de Brittany cuando las palabras de Whitney me detuvieron.
—¡BIEN! Se puede quedar—no sonaba contenta, pero cedió.
Me di la vuelta para mirarla.
—¿Vas a tocarla? Porque pasaré por aquí todo el maldito tiempo. Un dedo sobre ella y juro que llamaré a la policía.
Mike abrió su puerta y salió, luciendo dispuesto a matar a alguien.
—Si alguna vez la tocas iré a la cárcel de por vida porque mataré a quien sea que le ponga sus manos encima. Incluida tú—le advirtió en un tono que la mayoría de los chicos de su edad no podrían lograr.
El niño crecía con rapidez. Tenía que hacerlo.
Los ojos de Whitney se agrandaron.
—¿Estás amenazando con matarme? —preguntó con incredulidad.
—Mataré a cualquiera que toque a Brittany. No dejaré que nada le pase. No se lo merece. Nadie se lo merece. No te dejaré que lo hagas más.
—No seré atacada en mi propia casa. Si no hubiera coqueteado con mi novio, esto no habría sucedido. Él se enojó y la hizo callar para que dejase de tocarlo. Es por eso que herida ahora. Yo no la toqué.
Mike dejó escapar una risa furiosa y dura.
—¡Qué demonios! Él tenía sus manos sobre Brittany, y ella no se dejó. No quiere a tus repugnantes y enfermos hombres. La tiene a ella—Mike me señaló—¿Para qué querría a viejos gordos y grasientos?
Whitney se quedó mirando a su hijo como si no lo hubiera visto nunca antes.
Esperaba que este lado de él fuera una primera vez para ella. Era un hombre ahora.
Obligó a su pequeño a convertirse en un hombre por culpa de sus acciones.
Protegería a su hermana sin importar el qué.
—Mike, no. Solo… ve a tu habitación y haz tu tarea. ¿De acuerdo?—la voz suave de Brittany rompió la tensión en la sala.
Mike la miró, y una ternura en sus ojos sustituyó el odio que había estado ahí.
—Te amo. Y porque te amo he tenido suficiente de hacer lo que me dices que haga. No dejaré que me protejas más. Soy más grande que tú, hermanita. Es hora de que te mantenga a salvo.
Me gustaba mucho ese niño.
Los ojos de Brittany se llenaron de lágrimas mientras miraba a su hermano pequeño.
—Estoy bien. No te hagas esto. Cálmate y céntrate en tu tarea.
—Oh, por el amor de Dios. Ya he terminado con esta mierda. Me voy a la cama. No me molesten—gruñó Whitney mientras caminaba hacia el pasillo, a la puerta de su dormitorio. Al pasar junto a nosotros, se detuvo y le dio algo a Mike—Aquí tienes cincuenta para buscar cualquier alimento que necesites—luego cerró su puerta.
Mike sostuvo el billete de cincuenta en su mano y me miró, después a Brittany.
—¿Nos vamos o nos quedamos?
—No tenemos a donde ir. Necesitamos quedarnos. Tarde o temprano me centraré en averiguar dónde podemos irnos. Necesito conseguir un trabajo tan pronto como pueda.
Mike frunció el ceño.
—No tienes un permiso ni un coche.
Brittany se encogió de hombros.
—Lo resolveré. Preocúpate de tus tareas. También iré por comida.
Una mierda.
No iba a ir a hacer nada. Necesitaba curarse.
Cogí el dinero de Mike.
—Voy a buscar comida. Cuídala hasta que vuelva.
Asintió y se dirigió de nuevo a la sala de estar.
—Haré la tarea aquí—nos dijo a las dos.
—Santana, tienes que irte a casa. Debes ponerte al día con la escuela e ir a la práctica de Softbol—dijo Brittany preocupada.
Tenía razón.
Necesitaba hacer esas cosas si quería sobrevivir al regresar a casa. Mi papá iba a estar furioso.
Pero ella era más importante que todo de eso.
—Lo tengo bajo control—la tranquilicé, que era más o menos la verdad.
Finn me traía la tarea todos los días, y su papá redactó una excusa por no asistir la escuela.
Tenía gripe hasta donde todos sabían.
Brittany suspiró y se recostó sobre las almohadas.
—¿Por qué haces esto?
—Porque me necesitas—respondí, luego me dirigí a la puerta.
No le diría nada más que eso.
—Compra leche—me gritó Mike.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
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Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
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FanFic Brittana: El Final (Adaptada) Cap 19
Capitulo 19
Hace Ocho Años…
Brittany
Después de perderme una semana de escuela, me sentía lista para regresar.
Whitney me ignoró completamente, tratándome como si no existiera, y eso era estupendo.
Ella no estuvo mucho en el remolque. Permaneció fuera la mayoría del tiempo.
Santana después de la escuela vino a casa para verme todos los días en el almuerzo y después de práctica.
Contenta de que Whitney estuviera quedándose lejos. También compró tantos comestibles que sabía que no valían solo cincuenta dólares.
Agregó dinero.
Cuando intenté discutir con me ignoró como si no hubiera hablado.
Cuando Mike se sintió tan entusiasmado por las banderillas y uvas, decidí perdonar a Santana por gastar su dinero en nosotros.
Esta mañana Santana venía por mí para llevarme a la escuela. Mike quiso ir en el autobús con Puck, pero insistió en que fuera con Santana.
Tampoco debía cargar mi bolsa o libros.
Santana planeaba realizar esa tarea hasta que sanaran mis costillas. La idea de caminar a través de la secundaria Sea Breeze con Santana López a mi lado todo el tiempo era excitante e intimidante.
Sabía que las chicas no me iban a ver como una razón para quedarse lejos de ella.
—El autobús se encuentra aquí. ¡Te veo después de la escuela!—gritó Mike mientras corría por la puerta delantera.
Whitney no vino a casa anoche.
Suerte que no estuviera aquí para que nos preocupáramos.
Mike cargó mi bolsa hasta la sala de estar y me hizo jurar que no la recogería, que esperaría hasta que llegara Santana.
Me sentía inútil y odiaba eso.
Cuando afuera la grava crujió debajo de neumáticos, mi corazón revoloteó.
Corazón tonto.
Caminé hacia la puerta para ver a Santana abrir la puerta de su camioneta y dar un paso afuera. Vestía vaqueros y su camiseta de práctica de Softbol.
La usaban los lunes después de ganar el partido del viernes por la noche.
Le sentaba muy bien.
Golpeó una vez y entró.
Tenerla en el remolque me hizo recordar lo a salvo me sentí cuando se quedó conmigo.
Me gustaba ese sentimiento.
Me gustaba que estuviera aquí.
—Buenos días—dijo en tono sexy.
—Buenos días—repliqué, sintiendo mi rostro calentarse.
Debía controlar esto.
Santana era mi amiga.
No coqueteó conmigo de nuevo después de la noche en que me recogió del costado de la carretera.
Toda nuestra dinámica había cambiado.
Éramos… amigas.
Solo amigas.
Ese pensamiento me ponía triste.
Ignorando la idea, sabía que era lo único que seríamos.
Debía sentirme agradecida por eso.
Era una excelente persona para tener de amiga. Su naturaleza protectora era una gran ventaja.
—¿Estás lista para regresar?—pregunto, recogiendo mi bolsa.
En realidad; no, pero era mejor que permanecer aquí.
—Sí. Tengo que ponerme al día.
Asintió, luego sostuvo la puerta abierta.
—Te ayudaré.
Siempre me ayudaba.
Pronto se cansaría de esto. Me iba a convertir en una carga.
—Tienes tu propia tarea con lo que ponerte al día. Estaré bien—le aseguré.
Santana se rió detrás de mí.
No me giré para mirarla. Mis mejillas se sentían calientes y ni siquiera sabía con certeza la razón.
Me rodeó y abrió la puerta de la camioneta para mí, luego extendió la mano. Bajé la mirada a su mano y fruncí el ceño.
—Toma mi mano. Debo ayudarte a subir así no te esfuerzas—explicó, claramente entretenido.
No estaba segura de que tocar su mano fuera una buena idea. Ya sentía mi corazón agitado y mi rostro caliente.
De repente, Santana causaba que todo mi cuerpo reaccionara de formas locas.
—Está bien—dije casi en voz baja.
Cuando coloqué mi mano en la suya mucho más pequeña, la cerró alrededor de la mía, enviando cálidos estremecimientos por mi cuerpo debido al contacto.
Estaba perdiendo el control.
—¿Te encuentras bien?—me preguntó mientras todavía mantenía mi mano en la suya una vez que ya me hallaba sentada en su camioneta.
Alejé la mano, sintiéndome como una idiota, y asentí.
—Sí, gracias—murmuré sin mirarla.
No se movió de inmediato, y se tornaba difícil respirar sabiendo que me miraba.
Por fin, giré los ojos para verla mirando mis piernas. Bajé la mirada y me di cuenta que mis pantaloncillos se habían subido haciéndose aún más cortos de lo que ya eran.
Tenía que conseguirme unos más grandes.
No hacer ejercicio no me ayudaba a perder peso.
Intenté tirar de ellos. Santana se aclaró la garganta y cerró la puerta.
Para relajarme, tomé varias respiraciones antes de que abriera su puerta y se subiera dentro.
Tampoco tenía una remera lo suficientemente suelta como para cubrir el hecho de que mis costillas se encontraban vendadas.
Mi ropa parecía estar encogiéndose.
Encendió la camioneta y la voz de Tim McGraw llenó el espacio. Santana sonrió y se extendió para bajar la música.
—Pongo fuerte la música para despertar en la mañana—explicó.
Asentí.
—Buena idea.
Me miró un momento más largo de lo necesario, pero no encontraría su mirada.
Tenía miedo de que mis sentimientos se plasmaran en toda mi cara, y debía resolver esto y protegerlo.
Santana no pedía algo más conmigo.
Quería que seamos amigas y dije que sí. Necesitaba respetar eso.
—¿Dormiste bien? —preguntó.
Lo hice.
La medicina para el dolor que tuve que tomar a la noche para descansar me noqueó.
—Sí. Dormí bien. ¿Tú?—pregunté.
Se encogió de hombros.
—Supongo. Duermo mejor en tu habitación.
Oh.
No sabía cómo responder.
Por lo que estudié las manos en mi regazo.
No dijo nada más.
Viajamos en un incómodo silencio el resto del camino a la escuela.
Milagrosamente, había un lugar vacío cerca del frente. Era donde siempre estacionaba ella.
A la derecha se encontraba la camioneta de Quinn Fabray, y a la izquierda estaba el Mustang de Finn Hudson.
Era como si los tres tuvieran estacionamientos designados. Nunca nadie estacionaba ahí más que ellos.
—Llegamos—dijo, resaltando lo obvio—Quédate ahí. Te ayudaré a bajar.
Hice lo que me dijo.
Santana abrió mi puerta y se estiró por mi bolsa, luego la colgó sobre el hombro antes de extenderme su mano.
Una vez más, deslicé mi mano en la suya, y me sostuvo con fuerza mientras me sacaba del vehículo.
Solo en una ocasión realicé una mueca, y su mano apretó la mía cuando lo hice.
—¿Estás bien? —preguntó, sonando preocupada.
—Sí. Estoy bien. Gracias—contesté.
No soltó mi mano mientras cerraba la puerta de la camioneta.
Esperé para que me dejara ir, pero no lo hizo. En cambio, sus dedos se entrelazaron a través de los míos.
—Vamos—dijo, y nos dirigimos hacia la entrada.
Excitación y confusión batallaban en mi interior.
¿Por qué sostenía mi mano de esta forma?
Ella sabía que no necesitaba su ayuda para caminar.
Un silbido me sobresaltó, y levanté la mirada para ver a Kitty Wilde sonriendo de oreja a oreja mientras sus ojos se enfocaban en nuestras manos.
Aflojé mi agarre, preparándome para que Santana dejara caer mi mano como si le quemara.
En cambio, la apretó con firmeza.
—Ella es una perra rabiosa a veces. Ignórala. Es una buena chica—dijo Santana, inclinándose hacia mí. Luego me dedicó un guiño.
Santana me dedicó un guiño.
¿Qué sucedía?
—Por fin conseguiste a la chica. Mierda, ya era hora. Te has esforzado lo suficiente para conseguirlo—dijo Kitty con una sonrisa satisfecha en su cara.
—Cállate, idiota—gruñó Santana.
Kitty solo se rió en respuesta.
—Yo… no estamos…—no sabía si se suponía que necesitara explicar esto o no.
—Sí, no estamos saliendo—terminó Santana por mí, mirando hacia Kitty. Entonces su mano liberó la mía, y me sentí fría. Y sola—Vamos a llevarte al primer periodo—dijo con voz tensa.
Algo andaba mal con ella.
Su tono era duro, y no estaba acostumbrada a eso de su parte. Al menos no desde que nos convertimos en amigas.
—De acuerdo —respondí.
Santana
Me detuve en mi casillero, intentando no agarrar mis libros y comenzar a lanzarlos.
Me encontraba en la maldita zona de amigas con Brittany, y ahora notaba que me encontraba atascada ahí.
Ella no nos veía de otra forma.
Lo había puesto a prueba esta mañana sosteniendo su mano. Se había sonrojado cuando la recogí, y luego se estremeció cuando toqué su mano.
Por primera vez pensé que tal vez logré meterme debajo de su gruesa piel.
Me equivoqué.
Maldita sea.
Azotando la puerta de mi casillero, tomé una respiración profunda. Tenía que controlarlo.
El hecho era, no estaba yendo a ningún lado.
Ella me necesitaba, y mi enamoramiento ahora era algo más profundo.
Detenerlo parecía imposible. Pero si iba a sobrevivir esto, tal vez necesitaba proteger mi corazón.
Unas manos se deslizaron por mi espalda y uñas arañaron mi cuello.
—Te extrañé este fin de semana en la fiesta—dijo Rose detrás de mí.
Me perseguía como si su vida dependiera de ello.
—Estuve ocupada—contesté, alejándome un paso de su alcance, entonces me dirigí a mi clase del primer periodo.
Me siguió el paso a mi lado.
—Escuché que trajiste a Brittany Pierce a la escuela esta mañana. ¿Ahora hay algo entre ustedes dos?
No. Pero no por no intentar que ella confíe en mí.
—Solo somos amigas dije, odiando el gusto que eso tenía.
Quería reclamarla como mía.
—Oh, vale, eso es bueno. Mis padres se encuentran fuera de la ciudad esta semana. Esperaba que pudieras venir a quedarte… toda la noche.
Sabía que si iba, echaría un polvo.
Infiernos, era probable que también reciba varios regalos con su lengua. Rose era conocida por sus matadoras técnicas con ella.
Pero no me sentía siquiera ligeramente interesada.
Joder, ni siquiera mínimamente.
Lo que solo me dijo que estaba demasiado involucrada con Brittany.
—No puedo. Tengo planes—le dije; luego entré en mi clase de literatura.
Quinn ya se encontraba ahí, sentada en su escritorio y coqueteando con una chica nueva que no reconocí.
No le presté mucha atención a ella mientras me sentaba al lado de Quinn.
No apartó la vista de la rubia con la que coqueteaba. Era una mujer en una misión, y no tenía duda de que tendría éxito.
—¿Estás para algo divertido esta noche?—me preguntó Quinn, y giré la cabeza para mirarla.
—¿Qué?—pregunté, confundida.
No estuve escuchando su conversación con la chica, así que no tenía idea a qué se refería.
—Aquí Hilary tiene una amiga llamada Chandise, a la que le gustas. Quieren saber si nos encontramos disponibles para un buen momento esta noche. Le dije que siempre estamos listas para un buen momento—Quinn sonreía como si ya hubiera echado un polvo.
Odiaba bloquearla, pero no iría con ellas.
—Lo siento. Tengo planes. En vez, pregúntale a Kitty.
Que todos sabíamos, siempre se sentía lista para un buen momento.
Frunció el ceño.
—Su amiga odia a Kitty.
Nadie odiaba a Kitty, a menos que las hubiera follado y luego las dejara.
Oh. Eso era.
—Ya veo. Entonces Finn—contesté.
Suspiró.
—Sí, pero te quiere a ti.
Yo quería a Brittany.
Maldición, todos queríamos algo. Pero no siempre obteníamos lo que queríamos.
—No puedo—contesté, y abrí mi cuaderno.
Quinn recibió el mensaje y lo dejó.
La dejé solucionar sus planes con la chica, y volví a intentar resolver que hacer con Brittany.
Whitney me ignoró completamente, tratándome como si no existiera, y eso era estupendo.
Ella no estuvo mucho en el remolque. Permaneció fuera la mayoría del tiempo.
Santana después de la escuela vino a casa para verme todos los días en el almuerzo y después de práctica.
Contenta de que Whitney estuviera quedándose lejos. También compró tantos comestibles que sabía que no valían solo cincuenta dólares.
Agregó dinero.
Cuando intenté discutir con me ignoró como si no hubiera hablado.
Cuando Mike se sintió tan entusiasmado por las banderillas y uvas, decidí perdonar a Santana por gastar su dinero en nosotros.
Esta mañana Santana venía por mí para llevarme a la escuela. Mike quiso ir en el autobús con Puck, pero insistió en que fuera con Santana.
Tampoco debía cargar mi bolsa o libros.
Santana planeaba realizar esa tarea hasta que sanaran mis costillas. La idea de caminar a través de la secundaria Sea Breeze con Santana López a mi lado todo el tiempo era excitante e intimidante.
Sabía que las chicas no me iban a ver como una razón para quedarse lejos de ella.
—El autobús se encuentra aquí. ¡Te veo después de la escuela!—gritó Mike mientras corría por la puerta delantera.
Whitney no vino a casa anoche.
Suerte que no estuviera aquí para que nos preocupáramos.
Mike cargó mi bolsa hasta la sala de estar y me hizo jurar que no la recogería, que esperaría hasta que llegara Santana.
Me sentía inútil y odiaba eso.
Cuando afuera la grava crujió debajo de neumáticos, mi corazón revoloteó.
Corazón tonto.
Caminé hacia la puerta para ver a Santana abrir la puerta de su camioneta y dar un paso afuera. Vestía vaqueros y su camiseta de práctica de Softbol.
La usaban los lunes después de ganar el partido del viernes por la noche.
Le sentaba muy bien.
Golpeó una vez y entró.
Tenerla en el remolque me hizo recordar lo a salvo me sentí cuando se quedó conmigo.
Me gustaba ese sentimiento.
Me gustaba que estuviera aquí.
—Buenos días—dijo en tono sexy.
—Buenos días—repliqué, sintiendo mi rostro calentarse.
Debía controlar esto.
Santana era mi amiga.
No coqueteó conmigo de nuevo después de la noche en que me recogió del costado de la carretera.
Toda nuestra dinámica había cambiado.
Éramos… amigas.
Solo amigas.
Ese pensamiento me ponía triste.
Ignorando la idea, sabía que era lo único que seríamos.
Debía sentirme agradecida por eso.
Era una excelente persona para tener de amiga. Su naturaleza protectora era una gran ventaja.
—¿Estás lista para regresar?—pregunto, recogiendo mi bolsa.
En realidad; no, pero era mejor que permanecer aquí.
—Sí. Tengo que ponerme al día.
Asintió, luego sostuvo la puerta abierta.
—Te ayudaré.
Siempre me ayudaba.
Pronto se cansaría de esto. Me iba a convertir en una carga.
—Tienes tu propia tarea con lo que ponerte al día. Estaré bien—le aseguré.
Santana se rió detrás de mí.
No me giré para mirarla. Mis mejillas se sentían calientes y ni siquiera sabía con certeza la razón.
Me rodeó y abrió la puerta de la camioneta para mí, luego extendió la mano. Bajé la mirada a su mano y fruncí el ceño.
—Toma mi mano. Debo ayudarte a subir así no te esfuerzas—explicó, claramente entretenido.
No estaba segura de que tocar su mano fuera una buena idea. Ya sentía mi corazón agitado y mi rostro caliente.
De repente, Santana causaba que todo mi cuerpo reaccionara de formas locas.
—Está bien—dije casi en voz baja.
Cuando coloqué mi mano en la suya mucho más pequeña, la cerró alrededor de la mía, enviando cálidos estremecimientos por mi cuerpo debido al contacto.
Estaba perdiendo el control.
—¿Te encuentras bien?—me preguntó mientras todavía mantenía mi mano en la suya una vez que ya me hallaba sentada en su camioneta.
Alejé la mano, sintiéndome como una idiota, y asentí.
—Sí, gracias—murmuré sin mirarla.
No se movió de inmediato, y se tornaba difícil respirar sabiendo que me miraba.
Por fin, giré los ojos para verla mirando mis piernas. Bajé la mirada y me di cuenta que mis pantaloncillos se habían subido haciéndose aún más cortos de lo que ya eran.
Tenía que conseguirme unos más grandes.
No hacer ejercicio no me ayudaba a perder peso.
Intenté tirar de ellos. Santana se aclaró la garganta y cerró la puerta.
Para relajarme, tomé varias respiraciones antes de que abriera su puerta y se subiera dentro.
Tampoco tenía una remera lo suficientemente suelta como para cubrir el hecho de que mis costillas se encontraban vendadas.
Mi ropa parecía estar encogiéndose.
Encendió la camioneta y la voz de Tim McGraw llenó el espacio. Santana sonrió y se extendió para bajar la música.
—Pongo fuerte la música para despertar en la mañana—explicó.
Asentí.
—Buena idea.
Me miró un momento más largo de lo necesario, pero no encontraría su mirada.
Tenía miedo de que mis sentimientos se plasmaran en toda mi cara, y debía resolver esto y protegerlo.
Santana no pedía algo más conmigo.
Quería que seamos amigas y dije que sí. Necesitaba respetar eso.
—¿Dormiste bien? —preguntó.
Lo hice.
La medicina para el dolor que tuve que tomar a la noche para descansar me noqueó.
—Sí. Dormí bien. ¿Tú?—pregunté.
Se encogió de hombros.
—Supongo. Duermo mejor en tu habitación.
Oh.
No sabía cómo responder.
Por lo que estudié las manos en mi regazo.
No dijo nada más.
Viajamos en un incómodo silencio el resto del camino a la escuela.
Milagrosamente, había un lugar vacío cerca del frente. Era donde siempre estacionaba ella.
A la derecha se encontraba la camioneta de Quinn Fabray, y a la izquierda estaba el Mustang de Finn Hudson.
Era como si los tres tuvieran estacionamientos designados. Nunca nadie estacionaba ahí más que ellos.
—Llegamos—dijo, resaltando lo obvio—Quédate ahí. Te ayudaré a bajar.
Hice lo que me dijo.
Santana abrió mi puerta y se estiró por mi bolsa, luego la colgó sobre el hombro antes de extenderme su mano.
Una vez más, deslicé mi mano en la suya, y me sostuvo con fuerza mientras me sacaba del vehículo.
Solo en una ocasión realicé una mueca, y su mano apretó la mía cuando lo hice.
—¿Estás bien? —preguntó, sonando preocupada.
—Sí. Estoy bien. Gracias—contesté.
No soltó mi mano mientras cerraba la puerta de la camioneta.
Esperé para que me dejara ir, pero no lo hizo. En cambio, sus dedos se entrelazaron a través de los míos.
—Vamos—dijo, y nos dirigimos hacia la entrada.
Excitación y confusión batallaban en mi interior.
¿Por qué sostenía mi mano de esta forma?
Ella sabía que no necesitaba su ayuda para caminar.
Un silbido me sobresaltó, y levanté la mirada para ver a Kitty Wilde sonriendo de oreja a oreja mientras sus ojos se enfocaban en nuestras manos.
Aflojé mi agarre, preparándome para que Santana dejara caer mi mano como si le quemara.
En cambio, la apretó con firmeza.
—Ella es una perra rabiosa a veces. Ignórala. Es una buena chica—dijo Santana, inclinándose hacia mí. Luego me dedicó un guiño.
Santana me dedicó un guiño.
¿Qué sucedía?
—Por fin conseguiste a la chica. Mierda, ya era hora. Te has esforzado lo suficiente para conseguirlo—dijo Kitty con una sonrisa satisfecha en su cara.
—Cállate, idiota—gruñó Santana.
Kitty solo se rió en respuesta.
—Yo… no estamos…—no sabía si se suponía que necesitara explicar esto o no.
—Sí, no estamos saliendo—terminó Santana por mí, mirando hacia Kitty. Entonces su mano liberó la mía, y me sentí fría. Y sola—Vamos a llevarte al primer periodo—dijo con voz tensa.
Algo andaba mal con ella.
Su tono era duro, y no estaba acostumbrada a eso de su parte. Al menos no desde que nos convertimos en amigas.
—De acuerdo —respondí.
Santana
Me detuve en mi casillero, intentando no agarrar mis libros y comenzar a lanzarlos.
Me encontraba en la maldita zona de amigas con Brittany, y ahora notaba que me encontraba atascada ahí.
Ella no nos veía de otra forma.
Lo había puesto a prueba esta mañana sosteniendo su mano. Se había sonrojado cuando la recogí, y luego se estremeció cuando toqué su mano.
Por primera vez pensé que tal vez logré meterme debajo de su gruesa piel.
Me equivoqué.
Maldita sea.
Azotando la puerta de mi casillero, tomé una respiración profunda. Tenía que controlarlo.
El hecho era, no estaba yendo a ningún lado.
Ella me necesitaba, y mi enamoramiento ahora era algo más profundo.
Detenerlo parecía imposible. Pero si iba a sobrevivir esto, tal vez necesitaba proteger mi corazón.
Unas manos se deslizaron por mi espalda y uñas arañaron mi cuello.
—Te extrañé este fin de semana en la fiesta—dijo Rose detrás de mí.
Me perseguía como si su vida dependiera de ello.
—Estuve ocupada—contesté, alejándome un paso de su alcance, entonces me dirigí a mi clase del primer periodo.
Me siguió el paso a mi lado.
—Escuché que trajiste a Brittany Pierce a la escuela esta mañana. ¿Ahora hay algo entre ustedes dos?
No. Pero no por no intentar que ella confíe en mí.
—Solo somos amigas dije, odiando el gusto que eso tenía.
Quería reclamarla como mía.
—Oh, vale, eso es bueno. Mis padres se encuentran fuera de la ciudad esta semana. Esperaba que pudieras venir a quedarte… toda la noche.
Sabía que si iba, echaría un polvo.
Infiernos, era probable que también reciba varios regalos con su lengua. Rose era conocida por sus matadoras técnicas con ella.
Pero no me sentía siquiera ligeramente interesada.
Joder, ni siquiera mínimamente.
Lo que solo me dijo que estaba demasiado involucrada con Brittany.
—No puedo. Tengo planes—le dije; luego entré en mi clase de literatura.
Quinn ya se encontraba ahí, sentada en su escritorio y coqueteando con una chica nueva que no reconocí.
No le presté mucha atención a ella mientras me sentaba al lado de Quinn.
No apartó la vista de la rubia con la que coqueteaba. Era una mujer en una misión, y no tenía duda de que tendría éxito.
—¿Estás para algo divertido esta noche?—me preguntó Quinn, y giré la cabeza para mirarla.
—¿Qué?—pregunté, confundida.
No estuve escuchando su conversación con la chica, así que no tenía idea a qué se refería.
—Aquí Hilary tiene una amiga llamada Chandise, a la que le gustas. Quieren saber si nos encontramos disponibles para un buen momento esta noche. Le dije que siempre estamos listas para un buen momento—Quinn sonreía como si ya hubiera echado un polvo.
Odiaba bloquearla, pero no iría con ellas.
—Lo siento. Tengo planes. En vez, pregúntale a Kitty.
Que todos sabíamos, siempre se sentía lista para un buen momento.
Frunció el ceño.
—Su amiga odia a Kitty.
Nadie odiaba a Kitty, a menos que las hubiera follado y luego las dejara.
Oh. Eso era.
—Ya veo. Entonces Finn—contesté.
Suspiró.
—Sí, pero te quiere a ti.
Yo quería a Brittany.
Maldición, todos queríamos algo. Pero no siempre obteníamos lo que queríamos.
—No puedo—contesté, y abrí mi cuaderno.
Quinn recibió el mensaje y lo dejó.
La dejé solucionar sus planes con la chica, y volví a intentar resolver que hacer con Brittany.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: El Final (Adaptada) Epílogo
hola morra,..
amo a san todo lo que hace por britt,.. al fin alguien le pone un alto a la zorra!!!
britt esta empezando a ceder con lo que siente por san,.. a ver cuanto aguanta cada una
nos vemos!!
amo a san todo lo que hace por britt,.. al fin alguien le pone un alto a la zorra!!!
britt esta empezando a ceder con lo que siente por san,.. a ver cuanto aguanta cada una
nos vemos!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: El Final (Adaptada) Epílogo
Todos queremos a una Santana en nuestra vidas, me parece!!!
Espero que Britt afloje pronto!!!
Gracias por el maraton!!!
Saludos
Espero que Britt afloje pronto!!!
Gracias por el maraton!!!
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: El Final (Adaptada) Epílogo
Amo a santana!! Cosa mas linda :-* como cuida a britt, la morena se merece todo y gracias por el maratón.
Isabella28****** - Mensajes : 378
Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: El Final (Adaptada) Epílogo
Lo que necesitan es hablar mas de dos palabras, gracias por el maraton!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: El Final (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,..
amo a san todo lo que hace por britt,.. al fin alguien le pone un alto a la zorra!!!
britt esta empezando a ceder con lo que siente por san,.. a ver cuanto aguanta cada una
nos vemos!!
Hola lu, sii!!! es la mejor!! yo tmbn!!! SI! y sin ir a la violencia como ella ¬¬ Si, lo cual es muy bueno...y xfin, no¿? xD Mmm espero y la nada xD jajaajaj. Saludos =D
monica.santander escribió:Todos queremos a una Santana en nuestra vidas, me parece!!!
Espero que Britt afloje pronto!!!
Gracias por el maraton!!!
Saludos
Hola, si!!!! ajajajajajaj la pedimos¿? aprovechando q es navidad digo yo jajajaja. Yo tmbn! jaajaja nose q mas kiere jajaja. De nada, gracias a ti por seguir la historia! SAludos =D
Isabella28 escribió:Amo a santana!! Cosa mas linda :-* como cuida a britt, la morena se merece todo y gracias por el maratón.
Hola, y yo!!!!! siii!!! aii !!! si es tan linda...se la pedimos al viejito pascuero¿? Todo!!! todo de todo! De nada, gracias a ti por seguir la historia! Saludos =D
micky morales escribió:Lo que necesitan es hablar mas de dos palabras, gracias por el maraton!!!!
Hola, aajajajajajajajaj y lo entendiron menos mal jajaajajajaj. De nada, gracias a ti por seguir la historia! Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
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