Fic Otra oportunidad (POR FAVOR LEED MI ÚLTIMO MENSAJE)

¡Hola a tod@s! :D ¡MUCHÍSIMAS GRACIAS POR LOS COMENTARIOS! Me han animado un montón y siempre es genial conocer lo que pensáis sobre la historia. Bueno, pues espero que os guste el capi y quiero avisar que las cosas en esta historia no son lo que parecen y puede haber cambios en las parejas ;) (Excepto Finchel claro jajajaja ;) ) Con este capítulo ya me pongo al día publicando, ya estoy escribiendo el siguiente y en cuanto lo tenga lo publicaré :)

Una cosita, me ciño al argumento de la serie, pero he pensado meter a Blaine de otra manera, es decir, en mi historia no ha aparecido antes, espero haberme explicado XD De todas maneras, ya avisaré de nuevo cuando aparezca y si no me entendéis no temáis en preguntar que yo os resuelvo las dudas encantada ^^

PD: Como siempre, aclarar que ni Glee ni sus personajes me pertenecen.

Dejad un comentario con vuestra opinión porfis!!! Me haría mucha ilusión y me ayuda a seguir con la historia!!! ^^

Finn y Rachel volvieron al local, dónde la fiesta ya había terminado y los chicos ya empezaban a despedirse.


-¡Rach!-exclamó Mercedes, que fue directa a abrazarla-Te estaba buscando.
-¿Ha pasado algo?-preguntó la morena, algo preocupada.
-¡No, no! Es sólo que yo ya me voy. Jaden se ha quedado solo con la niña y seguro que no ha podido pegar ojo en toda la noche-dijo algo preocupada.
-¡Oh! ¡Es verdad! Todavía me cuesta creer que tienes una niña, Mercedes. Debe ser algo maravilloso-le dijo Rachel, con un brillo de emoción en los ojos.
-La verdad es que ser madre es algo increíble. No sé, a veces es duro y realmente te cambia la vida, pero… cuando la veo junto a mí, dormida en su cunita, siento una necesidad enorme de protegerla y de no separarme nunca de su lado-dijo con una sonrisa.
-Oh, Mercedes… eso es… precioso-apuntó Rachel con una sonrisa- ¿Podría ir a verla mañana?-preguntó tímidamente, con un brillo especial en la mirada.
-¡Claro! De hecho, mañana Jaden y yo tenemos que salir fuera a visitar a unos familiares e iba a pedirle a Kurt que se quedase cuidándola pero si tú pudieses hacerlo sería genial-dijo con una sonrisa.
-¡Sí! ¡Cuenta conmigo!-dijo Rachel, mientras sonreía de oreja a oreja.


Sin que Rachel se diese cuenta, Finn no había apartado sus ojos de ella en toda la conversación y fue en ese instante cuando comprendió lo mucho que significaba para Rachel la maternidad. La verdad, él nunca se lo había planteado pero en ese momento supo que era porque sin ella el hecho de ser padre no tenía el mismo significado. Una cálida sensación de ternura se adueñó de él, mientras se imaginaba a sí mismo junto a Rachel, en un hospital, mientras admiraban sonrientes el rostro de su bebé. No pudo evitar sonreír como un estúpido al pensar en esa escena cuando de repente sintió una mano sobre su brazo.


-¡Ey, Finn! ¿Estás ahí?-preguntó Mercedes, entre risas.
-¡Sí, sí! ¡Perdona! Estaba pensando…- en ese momento miró a su alrededor- ¿Alguien ha visto a Puck?-preguntó extrañado, mirando a Quinn.
-Creo que fue el primero en marcharse- dijo Kurt.
-Sí, yo la última vez que lo vi estaba hablando con Quinn-apuntó Santana.


Quinn se encargó de fulminarla con la mirada, mientras evitaba fijarse en Sam, que parecía algo confuso tras esa confesión.


-Sí, bueno… se acercó a saludarme, fue sólo un momento. La verdad, no sabría decir dónde ha ido-contestó la rubia, algo nerviosa y mirando a Rachel en busca de ayuda.
-Bueno, chicos, no os preocupéis- dijo Rachel-Seguro que se ha ido a su casa-aseguró con una sonrisa-¿Finn, por qué no lo llamas y salimos de dudas?
-Claro, buena idea- le dijo con una sonrisa, que hizo que se ruborizase.

Finn cogió su teléfono y llamó a Puck que, tal y cómo Rachel había dicho, ya se había ido a casa.


-Tenías razón, Rach, está en su casa- dijo sonriéndola.
-Bueno, ahora que sabemos que está bien, será mejor que cada uno se vaya a la suya-dijo Kurt.
-Sí, será mejor…-dijo Quinn, algo desanimada-¿Rach, puedes venir a mi casa a dormir?
-¡Claro! De hecho me viene genial ya que la de Mercedes está muy cerca-dijo sonriente- Espero que no te moleste, Sam-dijo preocupada.
-No, tranquila-dijo Sam, algo distraído- Bueno, ¿nos vamos ya?
-Sí, vamos-dijo Quinn, mientras le cogía de la mano- ¿Vienes con nosotros, Rach?
-En realidad me gustaría pasar primero por mi casa, ya sabes, para coger algo de ropa y eso-dijo con una sonrisa.
-Entonces, yo te llevaré -se ofreció Kurt.
-¡NO!-dijo Finn, en un tono más alto de lo normal.


Todos le miraron sorprendidos salvo Rachel, que no pudo evitar sonreír ante su comentario.


-Quiero decir… que si quieres la llevo yo, Kurt-dijo tímidamente.
-De acuerdo, entonces os veo mañana chicos- mientras le guiñaba un ojo a Rachel, que no pudo evitar sonrojarse de nuevo.


Dicho esto, los chicos se despidieron y todos fueron abandonando el local, dejando a Finn y a Rachel a solas.


-Bueno… parece que ya es hora de irse- dijo Finn, mientras la miraba directamente a los ojos.
-Sí, definitivamente tengo que descansar, mañana me toca hacer de niñera- dijo sonriente.
-Nunca pensé que te gustasen tanto los niños- le confesó, bastante sorprendido.
-Bueno, en realidad es algo que ha venido con los años. Pero sí, siempre me han gustado.
-Es que cuando lo de Quinn…
-Quinn tenía dieciséis años, Finn. Era sólo una niña dentro del cuerpo de una mujer…
-Ya… creo que ahora lo comprendo-dijo, mientras asentía- Bueno, ¿nos vamos?
-Sí, mejor… tengo que hablar con Quinn… sé que algo ha pasado…


Finn la ayudó a subir al coche, mientras se debatía entre preguntarle algo o quedarse callado.


-¿Finn? ¿He dicho algo que te haya molestado?- preguntó, algo nerviosa.
-¡No, no!-dijo arrancando el coche- es sólo que… quería preguntarte algo…
-¡Claro! ¡Dime!
-¿Hay alguna posibilidad de que… en fin… Quinn… sienta algo por Puck?


Rachel lo miró sorprendida, no se esperaba esa pregunta y él la había pillado totalmente desprevenida.


-¡Oh! Es eso… bueno, es complicado… como lo nuestro…-dijo bajando la cabeza.
-Pero… lo nuestro podría tener solución, ¿no?- dijo preocupado, pero relajándose cuando Rachel asintió- ¿lo suyo también?
-No lo sé, Finn… su relación con Sam no es como la mía con Thom… son más años de convivencia, más experiencias compartidas…
-¿Está enamorada de él?-le preguntó él directamente.
-Pues… no lo sé… pero sé que lo quiere demasiado como para hacer algo que pudiera herir sus sentimientos… creo que es capaz de olvidarse de su propia felicidad a favor de la de Sam-dijo triste.
-¡Pero eso es horrible! ¡No puedes pasar el resto de tu vida junto a una persona que no amas!-dijo Finn, bastante confundido por la situación.
-Bueno, a veces las cosas no son tan fáciles como crees, Finn. En la vida hay que escoger y no siempre se toma la dirección correcta- dijo Rachel, con un deje de tristeza en la voz.
-Ya, creo que me hago una idea. Yo me equivoqué al elegir y eso me mata.
-¿A qué te refieres?
-A nosotros… a lo que nos pasó… si yo no me hubiese quedado más tiempo en esa fiesta seguramente ahora tú y yo…


Finn no pudo seguir, ya que Rachel puso un dedo sobre sus labios, impidiendo que continuara.


-Lo siento, Finn, pero no me gustaría saber cómo habría sido nuestra vida ahora de haber seguido juntos- Finn bajó la cabeza, visiblemente afectado- prefiero vivir el presente y disfrutar de tu compañía- mientras le cogía de la barbilla, obligándole a mirarla directamente a los ojos- quiero creer que esta vez saldrá bien.


Finn la miró con una sonrisa, mientras se acercaba para darle un suave beso en los labios.


-¡FINN! ¿No habíamos dicho que íbamos a ser amigos por ahora?-le dijo ella, fingiendo que estaba enfadada.
-Lo siento, Rach… ¿No podemos ser amigos que se besan de vez en cuando?-le dijo, con carita de perrito abandonado.
-¡De eso nada! ¡Eso es hacer trampas!-dijo ella riendo- ¡No, Finn! ¡No me vas a convencer! ¡No me pongas esa carita!
-Bueno, vale-dijo él, resignándose- De todas maneras, te esperaré el tiempo que haga falta.

Rachel no pudo evitar sonreírle mientras abandonaban en silencio el restaurante y se internaban en la carretera, rumbo a su casa en Ohio. Rachel se recostó contra la ventana, mientras admiraba la luna llena y el hermoso paisaje cubierto completamente de nieve que caía de forma abundante en esa época del año. Una hora después, ya estaban en Lima, frente a la casa de Rachel, dónde Finn aparcó el coche para después bajarse y ayudar a Rachel a salir.


-Señorita Berry-le dijo con una sonrisa. Hemos llegado.
-Me recuerdas a Scott-dijo ella mientras se reía.
-¿Scott? ¿Quién es ese?- preguntó él, algo celoso.
-Scott es uno de los hombres más caballerosos que he conocido- Finn la miró confuso- ¡No pienses mal! Es mi chófer personal.
-¡Ah! ¡Qué susto!-dijo, bastante aliviado.
-¿Quién pensabas que era? ¿Mi amante?-preguntó ella, divertida.
-¡Ja, ja, ja! ¡Muy graciosa!-dijo él, en tono sarcástico.
-¡No te enfades!-le dijo ella, mientras le miraba con una sonrisa dulce.
-¡Mierda! ¿Por qué siempre consigues que no pueda enfadarme contigo?
-Porque te importo-le dijo ella con una sonrisa-y no puedes hacer nada por evitarlo- le dijo, acercándose a él, susurrándole al oído, para después darle un beso tierno en la mejilla- Buenas noches, Finn.


Antes de que le diese tiempo a contestar, Rachel ya había entrado en su casa y él se encontró solo en medio de la calle, con una sonrisa estúpida en el rostro. Si hubiese sido otra chica, se habría sentido el tío más estúpido del mundo pero cuando se trataba de Rachel Berry todo era diferente. Sí, era un tonto quedándose ahí, en medio de la calle, con cara de tonto enamorado. La única diferencia es que ahora no le importaba, porque, si para estar con Rachel tenía que comportarse como un tonto, sería el hombre más tonto y feliz del mundo. Sin más se dio la vuelta y se metió en el coche rumbo a casa de Puck.


Una hora después, Rachel se presentó en casa de Quinn, que le abrió la puerta, con los ojos llenos de lágrimas.


-¡Ey!-dijo Rachel, mientras abrazaba a su amiga con todas sus fuerzas- ¿Qué ha pasado?
-Se ha ido, Rach… Sam se ha ido.
-¡¿CÓMO?! Pero… ¿por qué?-mientras se sentaban en el sofá del salón.
-Se ha enfadado conmigo por lo que ha pasado esta noche en la fiesta. Sabe que no he olvidado del todo a Puck-las lágrimas inundaron sus mejillas-Rach, tengo miedo de hacerle daño.
-Pero… ¿qué es lo que ha pasado exactamente?


Quinn se acurrucó contra su amiga en el sofá, mientras empezaba a relatarle su conversación con Sam aquella noche.


Sam y Quinn entraron en casa en silencio, sin pronunciar palabra alguna, al igual que habían hecho durante el camino de regreso. Sam se disponía a subir las escaleras rumbo a la habitación pero la mano de Quinn sobre su hombro lo detuvo.


-¿Sam, estás bien? Llevas todo el camino sin hablar conmigo y eso no es propio de ti- le dijo la rubia, visiblemente preocupada.
-No sé qué es lo que quieres que te diga- dijo el rubio, que evitaba mirarla a los ojos.
-Sam, si hay algo que haya hecho que haya podido molestarte yo…
-¡YA BASTA, QUINN! ¡Estoy harto, deja de fingir conmigo!
-Pero…
-¿Por qué no me lo dijiste?
-¿Qué? ¿El qué?
-Que todavía sigues sintiendo algo por él- dijo, mientras una lágrima se deslizaba por su mejilla.
-Sam… no es lo que piensas… yo te quiero a ti…
-¡Deja de mentirme, Quinn! Mira, ya hemos hablado de esto y pensé que lo habías superado pero es evidente que no- dijo el rubio, mientras cogía de nuevo las llaves del coche y se ponía la bufanda y el abrigo.
-¡Sam! ¿Qué haces? ¿Dónde vas?-preguntó ella, con el rostro lleno de lágrimas.
-Me voy a Columbus, con mis padres. Ahora más que nunca tengo que pensar si debemos seguir con esta relación-dijo, mientras abría la puerta.
-¡ESPERA! Sam, no te vayas… yo te quiero…
-No, tú no sabes a quién quieres… lo veo en tus ojos, Quinn- dijo, mientras se acercaba a ella para darle un beso en la mejilla- cuando hayas tomado una decisión, llámame.


Sin más, Sam desapareció tras la puerta, dejando una sensación de tristeza en la rubia, que se sentó en un escalón de la escalera, mientras no podía dejar de llorar.


-Eso es lo que ha pasado-dijo triste- Rach, lo he estropeado todo.
-¡No! ¡Todo se va a solucionar! ¡Ya lo verás!-mientras le acariciaba el pelo- ¿Qué es lo que ha pasado con Puck? ¿Os habéis besado?
-¡No! ¡Sólo hablamos unos minutos!
-¿Te dijo algo importante?
-Yo… creo que sí… dijo que… era especial para él…
-Entonces es cierto…-dijo Rachel en un susurro.
-¿Cómo? ¿El que es cierto?
-Quinn yo… a la vuelta he hablado con Finn y…


En cuanto Rachel mencionó a Finn, una sonrisa cruzó el rostro de la rubia.


-¡Es verdad! ¡Me lo tienes que contar todo!
-¡Sí, pero ahora centrémonos en esto!-Quinn asintió, algo más animada-La cuestión es que Finn me preguntó si todavía sentías algo por Puck.
-¡Oh! ¿Y qué le dijiste?
-Bueno… le dije que era complicado… que tu relación con Sam es especial, no como…
-La tuya con Thom-terminó Quinn, con una sonrisa.
-Sí, listilla. Pues eso… parece que Puck tiene sentimientos hacia ti… ¿Qué vas a hacer?
-Rachel, yo… ha pasado mucho tiempo, pero… quiero a Sam… cada vez que recuerdo sus palabras se me parte el corazón y, aunque puede que nunca olvide lo que siento por Puck, mi corazón me dice que debo dejar las cosas tal y como están.
-¿Estás segura?-preguntó Rachel, mirándola directamente a los ojos.
-S… sí-respondió la rubia.
-Entonces mi consejo es que hables con Puck y le dejes las cosas claras…
-¿Y Sam?
-Lo primero es poner unos límites con Puck, Quinn. Sam puede esperar un día, ¿no crees?
-Sí, puede que tengas razón-le dijo, con una sonrisa suave-Gracias, Rach, eres la mejor amiga que he tenido nunca.
-¡Qué tonta eres! ¡Tú también eres como una hermana para mí!-dijo, mientras volvía a abrazarla.
-¡Bueno, ahora me tienes que contar todo lo que ha pasado entre Finn y tú!-dijo emocionada.
-De acuerdo, pero antes que nada, vamos a preparar un poco de chocolate caliente.
-¿Con algunas galletas?-preguntó la rubia, con brillo en los ojos.
-Está bien… ¡Pero sólo hoy, eh!


Las chicas fueron a la cocina, rápidamente sacaron todos los ingredientes y después, mientras terminaban las galletas y las metían en el horno, Rachel le contó su conversación con Finn en el mirador.


-¿Entonces… vas a dejar a Thom?
­-Sí, porque no le quiero de la misma forma que él a mí… además, me dijo cosas horribles por teléfono.
-Ya me imagino… ¡Ay, que ilusión! ¡Ya estoy deseando que vuelvas a los brazos de Finn!
-¡No tan deprisa! ¡Te he dicho que por ahora sólo somos amigos!
-Tú misma lo has dicho, por ahora-mientras le sonreía de forma traviesa.
-¡No tienes remedio, eh!-dijo sonriendo, mientras le echaba un ojo al horno- ¡Las galletas ya casi están! ¡Saca un recipiente para ponerlas!


Cuando las chicas terminaron, cogieron un par de galletas cada una y se fueron de nuevo al salón, mientras se tomaban las galletas junto con el chocolate. Finalmente, tras distraerse viendo una película, las chicas se quedaron profundamente dormidas en el sofá.


Por su parte Finn llegó tan rápido como pudo a casa de Puck, que ya le esperaba sentado en el porche.


-¿Qué haces ahí con el frío que hace?
-Te vi llegar y salí- mientras se encogía de hombros.
-¿Estás bien?
-Bueno, no me puedo quejar… al menos he podido hablar con ella.
-¿Qué ha pasado entre vosotros esta noche? Se la veía realmente afectada cuando me fui.
-¿En serio?-preguntó Puck, bastante interesado.
-Sí, pero lamento decirte que no lo tienes nada fácil…
-Ya lo sé… tengo que admitir que Sam la quiere de verdad…
-Esa no es la cuestión, tío. El problema es si ella te quiere más a ti que a él.
-¿Cómo puedo saber eso?
-Bueno, yo he hablado con Rachel y…
-¡Ey! ¡Ya veo que has hecho progresos con Berry!
-Sí, no puedo quejarme… ahora somos amigos… ¡Pero ese no es el tema ahora! ¡Tienes que hablar con Quinn y aclarar las cosas antes de que sea demasiado tarde!
-No sé, Finn… tengo miedo de meter la pata.
-Si ella te quiere todo saldrá bien, pero primero tienes que asegurarte de que te prefiere a ti.
-Tienes razón. Mañana mismo voy a hablar con ella.
-Ya verás como todo se soluciona-dijo Finn con una sonrisa- Además, el trato que tenemos sigue en pie y no vale rendirse.
-¡Puckzilla nunca se rinde, Hudson!-dijo, mientras le daba una palmada en la espalda-bueno, mejor vamos a dormir, mañana nos espera un gran día.


Finn observó cómo su amigo subía las escaleras mientras deseaba con todo su corazón que su amigo estuviese en lo cierto.


Al día siguiente, el móvil de Rachel fue el encargado de despertarla, mientras hacía a un lado a Quinn, con cuidado de no despertarla.


-¿Sí?-contestó, algo adormilada.
-¿Rachel? ¿Estabas durmiendo?-contestó la preocupada voz de Mercedes.
-¡Oh, Dios mío! ¿Qué hora es?
-¡Tranquila, son solo las once! ¿Crees que podrías estar aquí a eso de la una?
-¡Claro! ¡Allí estaré!
-¡Genial! ¡Luego nos vemos! ¡Un beso!
-¡Adiós!-mientras colgaba el teléfono- ¡Mierda! ¡Me he quedado dormida!


Rachel cogió la bolsa que había traído con todas sus cosas y subió al baño, para empezar a cambiarse. Cuando salió del baño ya preparada, se encontró a Quinn en el salón, viendo la tele.


-¡Ey! ¿Te he despertado?
-No, tranquila. ¿Qué tal has dormido?
-Bien, pero me preocupa dejarte aquí sola, Quinn.
-¡Oh! ¡No te preocupes! Estaré bien…
-No sé… no me convence… ¿Por qué no te vienes conmigo a cuidar de la niña de Mercedes? Me vendría bien una ayudante-le dijo con una gran sonrisa.
-Vale, pero… ¿Podemos llevarnos algunas galletas?-dijo, con una sonrisa.
-¡Claro! ¡Ve a cambiarte mientras yo preparo todo!
-¡Vale!-dijo, mientras subía las escaleras.


Rachel observó a su amiga con preocupación, Quinn tenía que tomar una decisión muy importante y ella sólo deseaba su felicidad. Cuando Quinn bajó, Rachel ya había guardado algunas galletas y tenía todo preparado. Las chicas fueron hacia el coche de la morena y en seguida pusieron rumbo a la casa de Mercedes. Una vez allí, su amiga las recibió con un gran abrazo.


-¡Hola, Rach!-mientras la abrazaba- ¿Qué tal has dormido?
-Muy bien-dijo sonriente- espero que no te importe que haya traído una ayudante-dijo, mientras se movía a un lado, mostrando a Quinn.
-¡Claro que no me molesta! ¡Hola, Quinnie!
-¡Hola, Mercedes!-le saludó la rubia con una sonrisa.
-Bueno, chicas, pues aquí está Maddy- dijo mientras señalaba al bebé que estaba en su carrito, mirándola sonriente, mientras extendía sus bracitos para que la cogiese- ¡Mira Maddy, ellas son tus tías Rachel y Quinn! ¡Se van a quedar contigo esta tarde!


Quinn sonrió a la niña, mientras Rachel la miraba con absoluta adoración, mientras una extraña sensación recorría todo su cuerpo.


-¿Puedo cogerla?-preguntó tímidamente a Mercedes.
-¡Claro, Rach! ¡Toma, pero ten cuidado con la cabeza!
-De acuerdo…-dijo, algo nerviosa.


Cuando Rachel cogió a la pequeña entre sus brazos, un escalofrío recorrió todo su cuerpo, mientras una sensación desconocida se adueñaba de ella por completo… de repente, la vida le parecía maravillosa con sólo mirar a aquella niña, que le sonreía, mientras sus pequeñas manos luchaban por coger un mechón de su pelo.


-¡Hola Maddy! ¡Soy tu tía Rach!-mientras sonreía al bebé, que empezó a reírse, mientras miraba fascinada su cabello, jugando con él entre sus pequeñas manitas.
-Me parece que estas dos van a entenderse a la perfección- le dijo Mercedes a Quinn con una sonrisa- ¡Bueno, yo tengo que irme ya, Jaden está en el coche ya esperándome!
-¡Espera!-le dijo Rachel, totalmente preocupada- ¿Cuándo hay que acostarla? ¿Cada cuánto come? ¿Cómo…?
-¡Tranquila, Rach! Os he dejado una hoja con los horarios de la niña y si pasa cualquier cosa llamad a Kurt, que me ha dicho que estará todo el día en el McKinley, visitando al Sr. Schue.
-¡Es verdad! ¡El Sr. Schue! ¡Tenemos que ir a verlo!-dijo Rachel.
-Tranquila, estoy segura de que Kurt arreglará algo para que todos vayamos a verlo- dijo Quinn, mientras le guiñaba un ojo a Mercedes.
-Genial. ¡Bueno, pues entonces no te entretenemos más, Mercedes! ¡Pásalo bien y no te preocupes por la hora que nosotros nos quedamos con la niña el tiempo que haga falta!- le aseguró Rachel, con una sonrisa.
-Jaden y yo estaremos aquí a eso de las cinco de la tarde, si por alguna razón tardamos más, yo os aviso por teléfono-dijo, mientras abría la puerta- ¡Bueno, ya me voy! ¡Adiós, cielo!- mientras cogía a su bebé de los brazos de Rachel y besaba sus mejillas- ¡Pasadlo bien, chicas!-mientras le devolvía el bebé a Rachel- ¡Luego nos vemos!


Mercedes desapareció tras la puerta, dejando a las chicas completamente solas con el bebé, que dejo de sonreír cuando su madre desapareció tras la puerta, y ahora miraba a las chicas con lágrimas en los ojos.


-¿Qué… qué le pasa?-preguntó Rachel, algo asustada.
-¡Tranquila! ¡Es normal, su madre se ha ido y no sabe quiénes somos! ¡Ya verás como va cogiendo confianza!- le aseguró Quinn, con una sonrisa.
-¿Qué hacemos mientras para que no llore?
-Pues… para empezar podríamos poner la televisión en el canal de dibujos… eso la distraerá, a la vez que hará que se relaje con nuestra presencia.
-¿Cómo sabes tanto de bebés?
-Bueno… una vez estuve embarazada, ¿lo recuerdas?
-Ya, pero…
-Que no me quedase el bebé no significa que no leyese todas las revistas de maternidad que caían en mis manos, Rach- dijo, con una expresión de tristeza.
-¿La echas de menos, verdad?- preguntó Rachel, mientras iban al salón y encendían la tele en el canal de dibujos, que al momento atrajo toda la atención de la niña.
-Mucho… a veces pienso si realmente hice lo correcto… si debí quedarme con ella y…
-Empezar una vida con ella y Puck- dijo Rachel, mientras Quinn asentía, con tristeza en la mirada- Quinn… ¿Estás segura sobre lo que has decidido?
-Lo esté o no sé que es lo que tengo que hacer. No puedo vivir sabiendo que Sam sufre por mi culpa… ya te hice daño a ti en el instituto y no quiero volver a ser esa chica nunca más, Rach.
-¡Pero no puedes condenarte a una relación sin amor!- exclamó Rachel, bastante preocupada.
-¡No es una relación sin amor! Quiero a Sam sinceramente y ya he tomado mi decisión. Puck y yo sólo duraríamos una noche juntos, Rach. Me he cansado de eso. Quiero una relación estable, un matrimonio, una familia- dijo, mirando al bebé, que agitaba sus manitas alegremente, en el regazo de Rachel, mientras reía al son de los dibujos.
-Eso me recuerda a lo que me dijo mi madre la última vez que la vi-dijo Rachel, mientras agachaba la cabeza.
-¡No, yo no pienso como ella! ¡No sabes lo que me gustaría ver a Beth y recuperar todos estos años con ella!
-¿Por qué no lo haces, entonces? ¡Ella es tu hija, Quinn!
-No sé… tendría que hablar con tu… con Shelby… después de todo, ahora ella es su madre y no puedo aparecer así de repente en su vida…
-Si quieres yo podría acompañarte… de hecho creo que deberías hablar de esto con Puck… después de todo, él es su padre…
-No sé, creo que primero tengo que arreglar las cosas con Sam y después contarle lo de Beth. No quiero que nada me separe de él, Rach.
-Si Sam te quiere, debe aceptar que quieras estar lo más cerca posible de tu hija, Quinn.
-Tranquila, Rach, estoy segura de que lo entenderá-dijo con una sonrisa.


Así fue pasando la mañana para las chicas, que se dividieron las tareas de forma que, mientras que Quinn le daba el biberón, Rachel sería la encargada de dormir a la niña con una nana. Cuando por fin consiguió que se durmiera, Rachel cerró la puerta suavemente, al mismo tiempo que sonaba el timbre de la casa de Mercedes.


-¿Esperas a alguien, Rach?-preguntó Quinn desde el salón, que veía una película.
-No. ¿Quién será?-mientras iba hacia la puerta- ¡Voy yo!


En cuanto Rachel abrió la puerta, no supo si sonreír ante la presencia de Finn o asustarse al ver a Puck a su lado.


-¿Quién es, Rach?-preguntó Quinn.
-Eh…-dijo Rachel, sin saber qué decir.
-¿Quinn está aquí, Berry?-preguntó Puck, mirando por encima de la puerta.
-¿Qué hacéis vosotros aquí?-preguntó la morena a Finn, que la miraba embelesado.
-¡Quiero hablar con Quinn!- dijo Puck, perdiendo la paciencia.
-¡Finn! ¡Contesta!
-¡Oh! ¡Perdona! ¿Qué me decías?
-¿Qué hacéis aquí?- le preguntó de nuevo, mientras miraba a Puck, bastante preocupada.
-Puck quiere hablar con Quinn, Rach, y ya que no está en su casa vinimos aquí a preguntarte si podías decirnos dónde encontrarla.
-Pero… no sé si es el mejor momento…
-¿Por qué dices eso, Berry? ¡Maldita sea, déjame entrar!
-¡Oye, a mí no me hables con ese tono!- le dijo la morena, bastante ofendida.
-¡Mira, Berry, me estás haciendo perder la paciencia! ¡Déjame pasar o tiro la puerta o lo que haga falta!- mientras dio un golpe a la pared, que hizo que Rachel se sobresaltase.
-¡Ey, tío! ¡No te pases!- dijo Finn, mientras ponía una mano sobre el hombro de su amigo.
-De acuerdo… Perdona, Berry… por favor, déjame pasar, necesito hablar con Quinn…
-No sé si esa es una buena idea, Noah. Lo siento- mientras empezaba a cerrar la puerta.
-¡No! ¡Déjame pasar!


Rachel empezó a forcejear con Puck, impidiendo que entrase, cuando la voz de Quinn los detuvo.


-¡Ya basta! ¡Vais a despertar a la niña! Rach, deja que pasen.


Rachel la miró y cuando la rubia volvió a asentirle, se decidió a abrir la puerta, dejando que los dos chicos entrasen.


-Quinn…-dijo Puck- Necesito hablar una cosa contigo… es muy importante.
-Lo sé, yo también quiero hablar contigo. ¿Te parece bien que salgamos a dar una vuelta?
-¡Claro!- dijo él, con una sonrisa esperanzada.
-¿Rach, te importa quedarte sola con Maddy?- preguntó Quinn, algo nerviosa.
-¡No, tranquila! ¡Creo que ya le voy cogiendo el truco!
-No te preocupes, Quinn, yo me quedo con Rachel-dijo Finn, mientras miraba a Rachel con una sonrisa.
-Genial- dijo Quinn, mirando a la pareja con una sonrisa- Bueno, ¿nos vamos?- le dijo a Puck.
-Claro… ¿Te parece bien si vamos a Breadsticks a comer?
-Perfecto. Luego te veo, Rach. Pasadlo bien, chicos.


Sin más, Quinn y Puck salieron tras la puerta, mientras Finn se giraba, para abrazar a Rachel con todas sus fuerzas.


-¡Ey! ¿Estás bien?- le dijo preocupada, mientras le devolvía el abrazo.
-Sí, sí… es sólo que… te he echado mucho de menos esta noche- confesó, mientras sentía como sus mejillas se sonrojaban.
-¡Ay! ¡Qué tonto! ¡Ni que no me fueses a ver hoy!
-Ya, ya lo sé. Pero llevo tantos años lejos de ti que ahora que te tengo cerca no quiero perderme ni un minuto a tu lado- le dijo sonriente.
-Eso es precioso, Finn- dijo ella con una sonrisa tierna- ¿Te apetece que veamos una película? Luego hay que bañar al bebé.
-Me parece una idea genial, Rach.


Los chicos fueron al salón, mientras ponían una película y se tumbaron en el salón a verla. Cuando la película terminó, los chicos fueron a bañar a la niña.


Por otro lado, en el restaurante, Quinn y Puck ya habían pedido cada uno su comida y se miraban fijamente a los ojos sin saber cómo empezar la conversación.


-Quinn, yo…
-No, deja que yo empiece primero, por favor...
-De acuerdo- dijo él, sonriendo.
-Puck yo… te quiero… siempre te he querido- el moreno la miró con una sonrisa de oreja a oreja, hasta que escuchó las palabras que vinieron a continuación- pero no podemos estar juntos. Por más que sienta algo muy fuerte por ti, sé que quiero a Sam por encima de todo y lo que pasó ayer hace que me reafirme más en mi decisión de dejar todo tal y como está.
-Pero… Quinn, yo…-dijo él, sin poder creer lo que ella le decía.
-Lo siento… lo que hubo entre nosotros fue mágico, pero… sólo era cosa de una noche, Puck… ya no soy una cría, ahora quiero más, quiero formar una familia…
-¡Yo puedo darte una familia!
-Lo sé, pero… ya he tomado mi decisión y quiero formar una familia con Sam… por favor, te pido que no me busques más.


Dicho esto, Quinn se levantó corriendo, mientras huía del restaurante, con lágrimas en los ojos, mientras que Noah Puckerman, por primera vez en su vida, tuvo realmente ganas de llorar.


Por otro lado Finn y Rachel ya estaban frente a una pequeña bañera de espuma dónde iban a bañar a la niña, que los miraba sonriente.


-Creo que le gustamos- dijo Finn, con una sonrisa.
-Maddy es maravillosa, creo que se siente bien con todo el mundo- dijo Rachel, mientras la desvestía.
-¿Quieres que te eche una mano?
-¡Claro! ¿Puedes comprobar la temperatura del agua? No vaya a ser que aún esté ardiendo- dijo, algo asustada.


Finn metió un dedo en el agua y al instante lo sacó, gritando de dolor.


-¡AH!
-¡Finn! ¿Estás bien?- mientras dejaba a la niña a un lado y se acercaba a él, preocupada- ¿Te has quemado?


Finn la miró a los ojos, mientras su respiración se aceleraba al sentirla tan cerca.


-¡Finn! ¡Dime algo!- le gritó la morena.
-¡Has picado!- le dijo Finn, mientras reía a carcajadas, haciendo que ella lo mirase indignada.
-¡No me lo puedo creer! ¡Eres un tonto! ¡Menudo susto me has dado!- mientras le golpeaba en el brazo y se giraba para coger al bebé de nuevo.
-¡Ey, Rach! ¡Sólo era una broma, no te enfades!
-¡Ja, ja, ja! ¡Muy gracioso, señor Hudson! –dijo ella, con evidente sarcasmo.
-¡No te enfades, por favor!- dijo él, mientras besaba su frente.
-De acuerdo… pero ayúdame un poco con esto por favor…


Los chicos siguieron enjabonando a la niña, que los miraba con curiosidad, mientras jugaba con su pequeño patito de goma, mientras Finn y Rachel la miraban con ternura.


Un rato después, Quinn llegó a casa de Mercedes, aún con lágrimas en los ojos, para encontrarse un coche que desconocía aparcado a la puerta. Con cuidado se acercó a ver quien era y la persona que vio la dejó totalmente paralizada.


-¿Tú? ¿Qué haces tú aquí?- preguntó sorprendida, con los ojos muy abiertos.

¿Con quién se ha encontrado Quinn? ¿Traerá problemas? ¿Qué pasará entre Sam y Quinn? ¡Lo descubriréis en el próximo capítulo! ^^

Esa persona se giró nada más escuchar su voz, mirando a Quinn con una mezcla de enfado y desesperación.

-¡POR FIN! ¡Llevo toda la mañana recorriendo este maldito pueblo y no encontraba a nadie conocido!- exclamó, mientras resoplaba, claramente indignado- ¿Y bien? ¿Dónde está? ¿Ese es su coche, verdad? ¿Está en esta casa? ¡Dime algo, Quinn!

-¡Thom! Eh… Hola…perdona, ¿Qué has dicho?- le preguntó Quinn, sin salir de su asombro, mientras trataba de asimilar la situación.

-¡Maldita sea, Quinn! ¡No juegues conmigo!- le espetó, cada vez más nervioso- ¡Llevo toda la mañana buscándola! ¿Dónde demonios está Rachel?
-¡Bueno, tranquilízate! ¡No tienes ningún derecho a hablarme así!-gritó Quinn, perdiendo los nervios- ¿Crees que después de lo que le dijiste anoche por teléfono ella tendrá ganas de verte? Has metido la pata, Thom… y hasta el fondo…- le dijo la rubia, muy seria.

Nada más escuchar sus palabras, el rostro de Thom cambió radicalmente, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. Antes de que Quinn pudiese reaccionar, Thom ya se había arrodillado a sus pies, mientras hacía un gesto con las manos a modo de súplica que a Quinn le pareció un poco exagerado.

-Quinn… por favor… estoy desesperado… tienes razón, ayer me porté como un tonto y he venido a pedirle perdón. Quinn… necesito verla, si Rachel me dejase me moriría, no soy nada sin ella…

Quinn le miró con los ojos muy abiertos, pensando qué decir ante semejante situación.

-Eh… de acuerdo… tranquilo… supongo que… todo tiene solución- ¡Dios mío, espero que esto no! pensó Quinn.

-De todas formas, hay algo que no entiendo. ¿Cómo has llegado hasta aquí?

-Ah, eso. Bueno, es fácil. He hablado con su familia y me han dicho que estaba en tu casa, pero allí no había nadie, luego he llamado a Kurt y él me ha dicho que tampoco sabía dónde estaba. Justo ahora estaba a punto de tirar la toalla, hasta que recordé que Rachel tiene todas las direcciones de sus amigos apuntadas en su agenda y…

-¡¿CÓMO?! ¿Has ojeado la agenda de Rachel? ¿Sin su permiso?- preguntó Quinn, bastante indignada.

-¡Oh! Sé que no está bien, pero… se dejó su agenda en el camerino el último día que actuamos y… bueno, en caso de emergencia…

-¡Rachel está perfectamente, Thom! No veo la emergencia,sinceramente-dijo la rubia, muy seria.

-¡Tampoco es para tanto!- se defendió él, mientras volvía a gritarla confuria en la mirada- ¡Ella es MI novia! ¡Se supone que no tiene secretos para mí!

Quinn le observó con los ojos como platos, incapaz de creer lo que
acababa de escuchar.

-¡No me lo puedo creer! ¡Hablas de ella como si fuese una propiedad! ¡Rachel es LIBRE, no tiene porqué darte cuenta de todos sus movimientos!- le espetó la rubia, más enfadada que nunca.

-¡Pero nada! ¡No sólo invades su intimidad que encima vienes aquí gritando y con exigencias! ¡Por mi parte, no pienso decirte dónde está Rachel!

-¿Pero de qué hablas?- le preguntó Quinn, sin entender nada.

-¡La estás encubriendo! ¡Ella está con ese tonto de Hudson en esa casa y tú los encubres mientras se acuestan!- chilló Thom, con los puños apretados,fuera de sí.

-¡Yo insulto a quien me da la gana! ¡No eres nadie para decirme lo que tengo que hacer!

-¡Ni loco me voy de aquí sin ella! ¡Rachel ya no pertenece a este mundillo, ella es más grande que todo esto y no pienso permitir que ese estúpido me la arrebate! ¡Ella es MÍA! ¡Siempre lo será! ¡Ahora mismo voy a entrar a esa casa a buscarla!

Los chicos siguieron gritándose el uno al otro, mientras Quinn forcejeaba con él, dificultándole el paso. Un momento antes, en el piso de arriba, Rachel y Finn acababan de bañar a la niña y ya la iban a meter en la cuna, cuando unos gritos provenientes del exterior atrajeron toda su atención.

-¿Qué es ese ruido?- preguntó Finn, bastante sorprendido.

-Hay gente fuera… creo que están discutiendo, voy a mirar a ver qué pasa,toma a la niña.

Rachel dejó al bebé en los brazos de Finn, para luego correr hacia la ventana, encontrándose a Quinn discutiendo con Thom.

-No puede ser…-dijo Rachel en un susurro- está aquí.

-¡Ey! ¿Qué pasa? ¿Quién ha venido?- en ese momento notó como Rachel comenzaba a temblar de la cabeza a los pies, presa del pánico- ¡Rach! ¿Estás bien?- mientras dejaba a la niña en su cuna y corría a abrazarla- ¿Qué es lo que has visto? ¿Qué está pasando?

-¡No llores! ¡Por favor, no puedo verte así!- le dijo Finn, mientras secaba sus lágrimas y la besaba en la frente- Dime qué ha pasado, Rach.

-Tienes que irte… ahora…- dijo Rachel, separándose de su abrazo, mientras se dirigía a la puerta.

-¡Finn, márchate, por favor!- le suplicó Rachel, mientras le miraba directamente a los ojos.

-Thom está aquí- dijo finalmente.

-Acabo de verlo por la ventana, está discutiendo con Quinn y esto no me gusta nada… ya sabes lo celoso que es… si llegara a verte aquí, conmigo, a solas en una casa… sería fatal…

-¡Pero, Rach! ¡Me has dicho que vas a terminar con él!- exclamó él, algo celoso.

-¡Ya lo sé! ¡Voy a hacerlo!- le aseguró ella-¡Pero ahora necesito que te vayas por la puerta de atrás mientras yo le distraigo… por favor… prometo que después te contaré todo…

-¿Lo prometes?- dijo él, mientras se acercaba a ella de nuevo, esta vez rodeando su cintura.

-Te lo prometo- le dijo ella, con una sonrisa, enterrando su rostro en su pecho- Nada de mentiras esta vez.

-Genial-dijo él, cogiendo su cara entre sus manos y besando su mejilla-Luego te llamo.

Sin más, los chicos bajaron las escaleras corriendo, Finn se fue hacia la cocina, para salir con cuidado por la puerta trasera de la casa, mientras Rachel se acercó a la puerta principal, aferrándose al pomo de la misma, presa del nerviosismo. Una vez se hubo limpiado las lágrimas, respiró profundamente, para después abrir la puerta y encontrarse a los chicos forcejeando.

-¡YA BASTA! ¡Thom, suéltala!

El castaño soltó a Quinn al instante, mirando a Rachel con una mirada de reproche y culpabilidad a la vez.

-Rachel…-fue todo lo que pudo decir él.

Thom?

-¡Ha sido ella la que me ha provocado! ¡Le he preguntado por ti y se ha negado a decirme dónde estabas!

-¡Rachel, no le escuches! ¡Está loco! ¡Tiene tu agenda y se ha puesto a ojear las direcciones que tienes apuntadas!

-¿Cómo? ¿Por qué has hecho eso? ¡Son mis cosas, no tienes ningún derecho a tocarlas sin mi permiso!

-Ya lo sé, Rach, ¡Pero entiéndeme, estaba desesperado! ¡Sé que ayer me comporté como un tonto y quería arreglar las cosas contigo! ¡Te quiero, Rachel! ¡Ahora más que nunca sé que debemos estar siempre juntos!

Rachel sintió como cada palabra que él decía era como una bofetada en toda la cara. ¿Cómo podía decirle eso hoy cuando ayer le había dicho cosas tan horribles? Quizá su amiga tenía razón y definitivamente su “novio” había perdido la cabeza.

-Quinn, ¿Puedes dejarnos a solas, por favor?

-¡Por favor! ¡Yo nunca haría algo así! ¡No me hace falta!- dijo él, bastante indignado.

-¡Silencio! ¡No quiero oír ni una palabra más! ¿Entendido?- ambos asintieron, bajando la cabeza- Quinn, por favor, sé lo que me digo. Confía en mí, todo va a salir bien.

-De acuerdo…- la rubia se acercó a Rachel para susurrarle algo al oído- ¿Dónde está Finn?

-Se ha ido por la puerta trasera, tú quédate dentro de casa con Maddy y no salgas oigas lo que oigas, ¿de acuerdo?- Quinn dudó unos segundos pero finalmente asintió, para finalmente desaparecer tras la puerta.

-¡Ya está bien, Thom! ¿Es qué lo que ha pasado no es suficiente para ti? ¿Te gusta verme sufrir mientras mi novio discute con mi mejor amiga?

-¡No, Thom! ¡Ahora me toca hablar a mí!

-¡Ni pero ni nada! ¡Ya estoy harta de tu actitud! ¿Pero quién te crees que eres para fisgonear entre mis cosas? ¿Mi dueño? ¡De eso nada, Thom! ¡Estoy cansada de tu actitud sobreprotectora, ya no lo soporto más!

Rachel respiró profundamente, para darse fuerzas, mientras alzaba la cabeza, para enfrentar a su novio.

-Thom… he estado pensando y… desde hace meses nuestra relación no es como solía ser… antes salíamos juntos con nuestros compañeros de reparto, teníamos aficiones en común, nos dábamos espacio el uno al otro… Ahora todo eso ha desaparecido… lo único que haces es asfixiarme con tus mensajes y tus preguntas acusadoras… ya no puedo más… no puedes pretender tenerme de esa manera y que te siga queriendo…

-No… al menos no como tu quisieras… reconozco que esto es gran parte por mi culpa, debí haberte frenado a tiempo.-Rachel le miró, con lágrimas en los ojos-Mírate ahora, Thom… ¿Dónde está aquel chico dulce y encantador al que tanto quise? ¿Aquel que me consiguió mi primera oportunidad en Broadway? ¿Dónde está aquel chico que además de mi pareja era mi mejor amigo?

Rachel le miró directamente a los ojos, esperando una respuesta. Sabía que todo esto iba a dolerle, pero era mejor que toda la verdad saliese a la luz cuanto antes.

-¡No sé de qué me hablas, Rach! ¡Sigo siendo el mismo! ¡Siempre he sido ese chico! ¡Siempre he intentado ser el mejor para ti! ¿Sabes por qué? Porque te quiero, Rachel Berry ¡Sí, te quiero! ¡Nunca he dejado de hacerlo a pesar de saber que tú no sentías lo mismo por mí! ¿Es que todo lo que hemos pasado juntos no ha significado nada para ti?

-¡No te hagas la víctima, Thom! ¡Sabes perfectamente que tus celos hacia Finn han acabado con esta relación! ¡No busques motivos por otra parte porque no es verdad!

-¡Lo sabía! ¡Sabía que en algún momento ibas a mencionar su nombre! ¿Es que nueve años no son suficientes para que te olvides de ese tonto? ¿Tan importante es para ti que no puedes dejar de mencionarlo ni por un momento? ¡Ese estúpido te rompió el corazón y después lo tiró a la basura! ¿Y todo para qué? ¡Para acostarse con otra! ¡Eso es lo que fuiste para él, Rachel! ¡Otra más de su lista! – le dijo con odio-¡Seguro que habéis pasado toda la noche en la cama recordando viejos tiempos!

Thom no pudo seguir, ya que Rachel le cruzó la cara con una fuerte bofetada.

-¡CÁLLATE! ¿Quién te crees que eres para juzgarme? ¡No te permito que hables así de mí ni de Finn! ¡Estás loco! ¡Has perdido la cabeza completamente! ¡Puede que Finn me rompiese el corazón pero al menos él tiene más respeto hacia mí y me deja hacer mi vida! ¡Esta relación se acabó! ¿ME HAS ENTENDIDO? ¡No quiero verte nunca más, Thom! ¡Haz el favor y márchate!- le dijo, con los ojos llenos de lágrimas.

-Rachel… yo… no quise decir lo que dije… por favor… perdóname… me han cegado los celos y…-dijo él, preso del pánico, ante la posibilidad de perderla.

-Pero… tú no puedes dejarme… ¡NO PUEDES!- gritó él, furioso.

-¿Qué? No, no es posible… lo tenías todo planeado… claro, seguro que él y tú…

-¡Ya basta! ¡Finn no tiene nada que ver en esto! ¡Una relación es cosa de dos y yo ya no quiero seguir atada a ti y a tus ataques de celos! ¡Vete de aquí ahora mismo, Thom! ¡Vete o tendré que llamar a la policía!- le gritó ella, perdiendo la paciencia.

Thom la miró con una mezcla de odio y rencor que hizo que el estómago de Rachel se retorciese.

-Muy bien. Me marcho. Por ahora. Esto no ha terminado, Rachel Berry. Volveremos a encontrarnos- le dijo, con una sonrisa malvada- Hasta pronto…

Sin más, Thom subió a su coche, para desaparecer rápidamente del lugar, mientras Rachel corría de nuevo dentro de la casa.

Unos kilómetros más allá, en uno de los parques de Lima, Puck se sentó en un banco, mareado a causa del alcohol que había consumido.

-¡Mierda!- mientras le daba una patada a una lata que encontró a los pies del banco- ¿Por qué soy tan patético?- se dijo a sí mismo- ¡Ni siquiera puedo conseguir a la chica que quiero!- gritó entre lágrimas.

En ese momento, alguien tocó su hombro, haciendo que alzase la cabeza en su dirección.

-¡Ey! ¡Has venido! ¿Quieres unirte a la fiesta de los fracasados?

-¡Vamos, Em! ¡No seas aguafiestas! ¡Tómate un trago conmigo, venga!- mientras se llevaba de nuevo el botellín de cerveza a la boca.

-¡No! ¡Por favor, es lo único que me hace olvidar! ¡Soy una mierda, Em! ¡Un despojo humano!

Emily cargó con Puck como pudo hasta su coche, para después conducir hasta su casa, dónde le tumbó en un sofá, mientras le refrescaba la cara con un paño húmedo.

-Creo que deberías descansar un rato, Puck- le aconsejó ella, mientras mojaba su frente- no puedes decir nada con sentido ahora.

-¡Haberlo pensado antes de ponerte así!- le regañó ella- ¿Qué es lo que te ha llevado a hacerlo?- le preguntó con curiosidad.

-Yo… estaba en Breadsticks con Quinn… me dijo que me quería… que siempre lo había hecho… ¡y luego me dice que quiere formar una familia con él, con el estúpido de Sam! ¿Crees que es justo, Em? ¿Crees que no soy capaz de darle una familia?

-Oh… ahora lo entiendo… - mientras volvía a humedecer el paño- Quinn…¿ella fue tu primer amor, verdad?- dijo, mientras bajaba la cabeza y escurría el paño.

-El primero y el último… nunca podría querer a alguien de la misma manera que la quiero a ella…

Emily intentó que sus palabras no le afectasen, pero su corazón no pudo evitar saltar en mil pedazos al darse cuenta que él estaba enamorado de otra… sí, ella lo había ocultado muy bien, hasta le había ayudado en su plan de reconquistar a Quinn, pero la verdad es que llevaba años enamorada en secreto del gran conquistador Noah Puckerman… Emily sabía que no era una belleza como Quinn, Brittany o Santana, pero al menos se sentía feliz al saber que tenía su amistad y su respeto, aunque en secreto soñara con que algún día el se diera cuenta de sus sentimientos y se enamorase de ella, como ocurría en las películas de amor que no se cansaba de ver una y otra vez.

-Vaya… yo… no sé qué decir, Puck… lo siento mucho…

-¡No digas eso! ¡Tú vales más de lo que crees! ¡Te aseguro que más de la mitad de las mujeres de este país querrían tener algo contigo! ¡Hasta yo caería encantada en tus brazos!

Emily se tapó la boca, asustada al darse cuenta de lo que acababa de decir, mientras Puck la miró directamente a los ojos, asombrado por su confesión. En ese momento, Puck se fijó realmente en la prima de Finn, tenía el cabello castaño recogido en una coleta que no llegaba a coger algunos de los mechones superiores, que se deslizaban coquetamente por ambos lados de su rostro, dándole un aspecto angelical. Por otro lado estaba su sonrisa, ¡Dios mío! ¿Cómo no había reparado nunca en lo bonita que era? Con esa sonrisa podría se podría iluminar una habitación entera y era imposible no sentirse seguro cuando uno la contemplaba. Puck siguió examinándola, mirando de arriba abajo todo su cuerpo… de acuerdo, no era un bombón como Quinn o Santana, pero había que reconocer que aquella chica estaba perfectamente proporcionada, sus senos no eran ni muy grandes ni muy pequeños y se ajustaban perfectamente a su altura y estrechez mientras que sus piernas eran largas y delicadas. Puck empezó a acercarse a ella, mientras sentía que la cabeza le ardía, debido a la borrachera… sí, él estaba enamorado de Quinn pero no podía evitar sentirse profundamente atraído por Emily…

-Puck, yo… no he querido decir lo que dije… quiero decir que…

Emily no pudo seguir, ya que Puck había posado sus labios contra los suyos, en un beso suave. Ella lo miró paralizada, mientras sentía como sus mejillas ardían más aún, si es que eso era posible. Cuando fue consciente de la situación profundizó el beso, uniendo su lengua a la suya, en una batalla sin fin. A medida que pasaban los segundos la temperatura iba subiendo hasta que Puck tiró de ella, para finalmente ponerla en el sofá, debajo de él, que empezó a besarla por el cuello, mientras sus manos bajaron hacia su camisa, desabrochando uno a uno todos los botones. Emily se sentía flotar, jamás había hecho el amor con nadie… sí, había tenido relaciones, pero para ella esto era diferente… ella quería a Puck y sabía que con él el sexo tenía otro significado… con cuidado retiró las manos de su cuello, para ponerlas sobre su camisa, cuando iba a quitársela, él abrió los ojos, mirándola con un gesto de confusión, a la vez que se levantaba en un rápido movimiento, dejándola totalmente confundida.

-¿Qué…? ¿He hecho algo mal?- preguntó ella tímidamente.

-¡No! ¡No has hecho nada mal! – dijo, tranquilizándola- ¡Lo siento, Em! ¡Esto no debería haber pasado! ¡Yo estoy enamorado de Quinn! ¡Lo siento de verdad! ¡Soy una mierda! ¡Es mejor que me vaya!

Emily se abrochó la camisa, corriendo tras él, mientras los dedos le temblaban. Justo cuando iba a alcanzarle, él le cerró la puerta en toda la cara, mientras ella se apoyó contra la misma, mientras se miraba a través del
espejo del mirador.

-¿Qué he hecho? ¿En qué me he convertido? ¡Ahora él debe pensar que soy una… una…!- las lágrimas inundaron su rostro, impidiendo que continuase- He
sido una estúpida, ahora no creo que quiera volver a verme.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de la puerta. Emily se asomó a través de la mirilla, rogando que fuese Puck, pero no pudo evitar sentir un poco de tristeza al ver que se trataba de Finn.

-¡Em, soy yo! ¡Ábreme, por favor!- suplicó el castaño, que tiritaba de frío tras la puerta.

Emily volvió a mirarse tras el espejo, intentando recolocar su camisa, que finalmente fue capaz de abrochar. Cuando se sintió presentable, abrió la puerta, dejando entrar a su primo.

-¡Por fin! ¡Ya pensé que te habían abducido los extraterrestres!- dijo él- ¡Em, necesito tu ayuda! ¡Es sobre Rachel y yo!

Emily sonrió por primera vez en esa tarde y acompañó a su primo hacia el salón, mientras se sentaban en el sofá en el que tan sólo unos minutos antes se habían besado Puck y ella.

-¡Oh! ¡Vaya cara que traes! ¿Qué ha pasado? ¿Salió mal la cena?

-¡No! ¡Con Rachel las cosas están genial! ¡Ahora somos amigos!- dijo él con una sonrisa- El problema es el novio-dijo, mientras se rascaba la nuca, algo inquieto- no me fío de él, es muy celoso y tengo miedo de que nos separe a Rachel y a mí.

-¡Un momento, un momento! ¡A ver que me entere! Rachel y tú hablasteis en

-¡Oh! Verás, hoy Rachel hacía de canguro de la hija de Mercedes y Puck y yo fuimos allí porque él quería hablar con Quinn así que yo me quedé en casa con Rachel cuidando de la niña. Hasta ahí todo genial, hasta que unas horas después, cuando acabábamos de bañarla, oímos unos gritos desde fuera de la casa y Rachel descubrió que era Quinn, que estaba discutiendo con el novio de Rachel.

-¿Qué? ¿Quinn? ¿Pero no se había ido con… con Puck?- preguntó, algo nerviosa.

-Sí, no sé… supongo que ya estaría de vuelta cuando se lo encontró… la cuestión es que en cuanto Rachel lo vio se puso muy nerviosa y no paraba de temblar… le pregunté que le pasaba y me dijo que tenía que marcharme…-explicóél, mientras agachaba la cabeza, totalmente abatido.

-Bueno Finn, pero entiéndela. Si el novio es un celoso compulsivo, no creo que tu presencia allí fuese demasiado oportuna…

-Ya, eso me dijo ella… sé que puedo confiar en Rachel, de eso no tengo ninguna duda, pero… ¡No me fío nada de él ni de sus verdaderas intenciones!

-Si tan sólo pudieses darme un consejo… eres la única persona con la que puedo hablar libremente de todo lo que me pasa con Rachel- dijo, con una media sonrisa.

-De acuerdo… pues… creo que ahora más que nunca debes estar al lado de Rachel, pero sin agobiarla. Si te das cuenta, los problemas con su novio empezaron porque él es demasiado absorbente. Lo que Rachel necesita ahora es un amigo que sepa escucharla y entenderla. Si lo haces, estoy segura que el día que menos te lo esperes, volverá a tus brazos- dijo ella, con una sonrisa tierna.

-¡Gracias, Em! ¡Es justo lo que necesitaba oír! ¡Ahora mismo voy a llamarla para ver cómo está!- Finn sacó su teléfono, para volver a guardarlo,al darse cuenta de la cara que tenía su prima- ¡Ey! ¿Em, estás bien? Estás algo pálida… ¿Has estado llorando?- preguntó, bastante preocupado.

-¿Cómo?- dijo ella, sorprendida por la pregunta- ¡Oh! ¡No te preocupes! ¡Es que he estado viendo una película! ¡Ya sabes lo sentimental que me pongo algunas veces!- mintió ella, con una sonrisa.

Emily iba a contestar, cuando el móvil de Finn comenzó a vibrar, interrumpiendo la conversación.

-¡Ups!- dijo aliviada- ¡Será mejor que respondas!

Finn miró su teléfono, sin poder evitar sonreír al ver que era Rachel quien llamaba.

-¡Es Rachel! – dijo sonriente- ¡Salvada por la campana, pero tú y yo tenemos una conversación pendiente, lo de la peli no cuela!- dijo él, sacándole la lengua, mientras contestaba al teléfono.

-¿Sí?

-¡Sí! ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien?- preguntó él, preso de la preocupación.

-Sí, estoy bien… no te preocupes… eh… ¿crees que podrías venir otra vez a casa de Mercedes?- preguntó ella, algo nerviosa.

-Gracias, Finn. Eres un cielo.

Sin más, Finn colgó el teléfono, mientras Emily había observado toda la conversación con gesto interrogante.

-¿Cómo han ido las cosas?

-Aún no me ha contado nada, pero se la oía realmente mal, Em. Tengo miedo a lo que ese tonto pueda haber hecho con Rachel- dijo Finn, mientras fruncía el ceño, claramente preocupado.

-Sí, tienes razón…- Finn se dio la vuelta, saliendo del salón, cuando llegó la puerta se giró, mirando a su prima de manera protectora- pero tú y yo tenemos que hablar.

-Como quieras, Finn. ¡Pero vete ya o Rachel se preocupará!- dijo ella, con una sonrisa, mientras lo acompañaba hasta la puerta- Espero que vaya todo bien, Finn. Te deseo suerte.

-Gracias, Em. Eres la mejor prima del mundo- dijo, mientras la abrazaba.

En cuanto el abrazo de los chicos terminó, Finn salió por la puerta en dirección a la casa de Mercedes. Una vez allí, se dio cuenta de que el coche de Thom había desaparecido y en su lugar ya estaba el de Mercedes y Jaden. Finn aparcó el coche a un lado de la acera, para después dirigirse corriendo hacia la puerta, llamando al timbre varias veces.

-¡Ya voy!- oyó que decía Mercedes, que segundos después le abrió la puerta- ¡Finn! ¡Qué susto! Ya pensaba que era ese majadero…

Mercedes? ¿Dónde está Rachel?

-Sí, creo que será lo mejor. Gracias Mercedes.

Finn subió corriendo las escaleras, para encontrarse a Quinn al final del pasillo hablando por teléfono, mientras escuchó la suave voz de Rachel que parecía cantarle una nana a Maddy para que se durmiese. Cuando Finn entró sigilosamente al cuarto, la escena que encontró le pareció sumamente enternecedora: junto a la ventana, sentada en la mecedora, estaba Rachel, que tenía a la pequeña Maddy en brazos, abrazada contra su pecho, mientras le susurraba una canción al oído, para calmar sus sollozos mientras la mecía suavemente. Finn se quedó dónde estaba, paralizado ante una escena tan hermosa e incapaz de pronunciar palabra alguna. La melodiosa voz de Rachel parecía inundar toda la habitación con su ternura y belleza. Rachel echó la cabeza hacia atrás, mientras con una mano sujetaba la cabecita de la niña, que se aferró con fuerza al cuello de su camisa. Rachel sonrió levemente ante el gesto, abriendo los ojos y encontrándose a Finn, que las miraba de forma especial.

-Hola- le dijo ella, en un susurro.

En ese momento, el gesto de la morena cambió, perdiendo la sonrisa.

-Bueno, bien… eso creo… al menos ya ha terminado todo…- mientras dejaba a la niña en la cuna, que finalmente se había quedado dormida en sus brazos- Ven, vayamos a otra habitación, es mejor que la dejemos descansar.

Rachel cogió a Finn de la mano, llevándole a la habitación de al lado, dónde ambos se sentaron, al borde de la cama.

-Rach, me estás asustando… ¿Qué es lo que ha pasado?

-¿No te habrá puesto la mano encima, verdad?- dijo él, mientras apretaba los puños.

-¿HAS TERMINADO CON ÉL?- gritó Finn, que no cabía en sí de la felicidad que sentía en ese momento.

-Sí, Finn- dijo ella, sonriendo un poco ante su reacción- pero no creas que va a dejar las cosas tal y como están… me lo ha dejado bien claro hoy- mientras bajaba la cabeza.

-Dice que todo lo que ha pasado es por “tu culpa”. Que soy una tonta al seguir sintiendo cosas por ti. Pero lo peor, dice que esto no ha terminado y que pronto volverá a encontrarse conmigo. Finn, no sabes la cara que tenía al decirme eso… me dio muchísimo miedo… Quinn dice que deberíamos llamar a la policía… pero creo que es un poco exagerado.

-No sé, Rach. Yo también tengo miedo de lo que él pueda hacer. No me quedo tranquilo sabiendo que él vigila todos nuestros movimientos.

-No te preocupes, Rach. Yo cuidaré de ti, te lo prometo- mientras la atraía hacia sí, abrazándola con fuerza- Te quiero, Rach. Sé que somos amigos y que tengo que darte tu espacio pero quiero que sepas que nunca dejaré que te hagan daño.

Rachel se separó un poco de su abrazo, mirándole con una sonrisa tierna. Poco a poco fue acercándose a él, para darle un dulce beso en los labios. Finn tardó unos segundos en ser consciente de la situación, pero cuando lo hizo, cogió su rostro entre las manos, profundizando el beso, a medida que sus respiraciones se aceleraban. Un minuto después, Rachel terminó el beso, mirándole con las mejillas sonrojadas.

-¡Madre mía! ¡Creo que esto de ser amigos está resultando un desastre!- dijo entre risas.

-Al menos te he sacado una sonrisa- dijo él, mientras volvía a colocarla contra su pecho, mientras la rodeaba con sus brazos.

-Gracias, Finn- dijo ella, acurrucándose contra su pecho- gracias por estar siempre ahí para mí. Te quiero.

-Yo también te quiero, Rach. Esperaré el tiempo que haga falta para que podamos volver a estar juntos.

Los chicos se quedaron donde estaban, abrazándose, hasta que el sonido de
la puerta hizo que se separasen.

-¡Ups! ¿Interrumpo algo?- preguntó Quinn, algo nerviosa.

Quinn miró a Finn indecisa, hasta que el moreno se levantó y fue hacia la puerta.

-Creo que es mejor que os deje a solas. Os espero abajo, chicas- mientras le guiñaba un ojo a Rachel, que no pudo evitar sonreír.

Dicho esto, Finn cerró la puerta, mientras Quinn se situó al lado de Rachel en la cama.

-Bueno, ¿Cómo está? ¿Has conseguido hablar con él?

-¿Qué le has dicho?- preguntó Rachel, preocupada.

-La verdad, que todavía siento cosas por Puck pero que realmente le quiero a él. Le he dicho que la mejor manera de superar este obstáculo es hacerlo juntos.

-Me ha dado las gracias por decirle la verdad y dice que me quiere más que a nada y que, si esa es mi decisión, él estará a mi lado para superar esto y lo que haga falta- dijo la rubia, con una sonrisa.

-Ya está de camino. Llegará mañana- dijo ella.

-No sabes como me alegro, Quinn. Al menos algunas cosas se van solucionando…

-¡Ey! ¡Tú has dado hoy un paso muy importante! ¡Has roto con ese carcelero! ¡No sabes lo orgullosa que estoy de ti!- exclamó Quinn, mientras la

-Gracias, Quinn. Sólo espero no volver a verlo nunca más…

-Ya verás como todo se soluciona, Rach… ahora es mejor que bajemos o los demás se van a preocupar.

Las chicas bajaron las escaleras, para encontrarse con todos los chicos del Glee club, excepto Sam.

-¿Qué hacéis todos aquí?- dijo Rachel, mientras iba hacia Kurt, para abrazarle.

-¡Me lo han dicho pero quiero oírlo de tu boca! ¿Has dejado al carcelero?- preguntó Kurt, esperanzado.

Rachel no pudo evitar sonreír ante su pregunta y cuando afirmó observó sorprendida como Kurt la abrazaba con todas sus fuerzas.

-¡POR FIN! ¡Ya no soportaba más a ese tonto!

-¡Kurt! ¡No te pases, hace unas horas era su novio!- le regañaron a coro Mercedes y Tina.

-¡Oh! No os preocupéis, chicas. En el fondo tiene algo de razón- admitió Rachel- Bueno, ¿alguien me puede explicar el porqué de esta reunión?

-Sí, lo mismo digo…- dijo Quinn, que miraba nerviosa a Puck, que tenía un aspecto horrible y, para su sorpresa, miraba hacia otro lado.

-Hoy he estado todo el día en el McKinley y me he pasado por elGlee club. ¡Ahora el Señor Schue es el director y Emma Schuester Pillsbury, su esposa, es la jefa de estudios!

-Ahora lo lleva un chico de nuestra edad llamado Blaine, al parecer es uno de los mejores pianistas del país- dijo él, sonriente- ¡De todas formas! ¡El caso es que el Señor Schue quiere que vayamos mañana a primera hora al instituto! ¡Quiere que preparemos algo especial para la ceremonia que va a organizar el McKinley por año nuevo!

Todos empezaron a hablar entre ellos, emocionados ante la idea de subirse de nuevo a un escenario todos juntos. Rachel aprovechó que todos estaban distraídos para apartarse y sentarse junto a la ventana, sin poder evitar que un escalofrío la recorriese al ver una sombra a lo lejos, que le recordó a Thom. Una mano se posó en su hombro, haciendo que perdiera de vista a aquella persona, que desapareció misteriosamente.

-¿Estás bien?- le preguntó Finn, que se había preocupado al verla tan ausente y apartada del resto.

-Tranquila, nada malo te va a pasar. Te lo prometo.

Al día siguiente, los chicos se presentaron en el McKinley, dónde los recibieron el señor Schue y Emma.

-¡Hola chicos!- dijo Will, mientras les sonreía- Pensé que vendríais todos, ¿dónde está Sam?

-¡Aquí!- exclamó el rubio, que acaba de llegar, con una sonrisa, mientras intercambiaba una mirada con Quinn.

Los chicos entraron al salón de actos, encontrándose con un grupo de jóvenes, que los miraban con curiosidad y admiración al mismo tiempo.

-Disculpe, Señor Schue- empezó a decir Rachel.

-De acuerdo. ¿Quiénes son ellos, Will?- preguntó la morena.

-Son los integrantes del Glee club de este año. Están algo nerviosos por la ceremonia de la próxima semana y he pensado que podríais cantarles algo para que se relajen un poco.

-Rachel, ¿crees que podrías interpretar una balada para los chicos? ¿Y tú Finn?- preguntó Emma, con una sonrisa.

-¡Genial!- exclamó Will- entonces, Finn tú empiezas y luego Rachel- en ese momento señaló a un muchacho moreno que debía de tener su misma edad y esperaba a ser presentado- Chicos, este es Blaine, el nuevo profesor del Glee club. Blaine, cuando quieras.

Blaine le miró con una sonrisa, para después dirigirse a sus alumnos

-¡Escuchad, chicos! ¡Estos son los antiguos miembros del Glee club de los que os hablé! ¡Quiero que los tengáis como ejemplo y confío en que puedan ayudarnos a preparar un número especial para la ceremonia de la próxima semana!

Finn sonrió y fue hacia el escenario, una vez arriba miró fijamente a Rachel a los ojos mientras le susurró un te la dedico que hizo que el corazón de ella latiera más y más deprisa. Finn fue hacia los músicos, les dijo que canción iba a tocar y cuando las primeras notas de I´ll stand by you comenzaron a sonar, Finn empezó a cantar.

-¡Estupendo, Finn! ¡Ha sido maravilloso!- le felicitó Will- ¡Rachel, cuando quieras!

-Eh… ¿Blaine, podrías acompañarme con el piano?- preguntó Rachel.

-Genial- respondió ella.

Rachel respiró profundamente,mientras se acercaba al escenario, no sabía porqué pero se sentía especialmenteobservada aquella mañana. Intentó no pensar en eso mientras le daba órdenes a la orquesta para que la siguieran con la canción. Cuando estuvo preparada la música de What I did for love comenzó a sonar y ella simplemente comenzó a cantar, dejándose llevar por la letra, que tanto significado tenía para ella en ese momento.




Al final de la canción, todos aplaudían sin advertir que una persona había observado la escena desde un rincón del auditorio.

-Si crees que me voy a rendir tan fácilmente es que no me conoces en absoluto, Rachel Berry. Si no puedes estar conmigo no estarás con nadie. Despídete de tu insignificante vida junto al tonto de Hudson- mientras sonreía maliciosamente, para después abandonar el auditorio en silencio.


¿Qué será lo que trama Thom? ¿Podría correr peligro la vida de Rachel? ¿Qué pasará entre Sam y Quinn? ¿y entre Puck y Emily? ¡Lo sabréis en los próximos capítulos!