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Fan Fic - 50 Sombras de López... (Parte III - Capítulo 13)
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Re: Fan Fic - 50 Sombras de López... (Parte III - Capítulo 13)
Hola! Genial el capítulo. La verdad me encanta que hayas decidido adaptarlos, y te lo agradezco, aunque no haya leído los libros.
Me encantó lo de la subasta xD Espero que no suceda nada malo, ni a Santana ni a Brittany, pero de lo contrario sería muy interesante, sobre todo si es a Brittany.
Estaré esperando el próximo capítulo. Besos! :D
Me encantó lo de la subasta xD Espero que no suceda nada malo, ni a Santana ni a Brittany, pero de lo contrario sería muy interesante, sobre todo si es a Brittany.
Estaré esperando el próximo capítulo. Besos! :D
Maitehd***** - Mensajes : 255
Fecha de inscripción : 28/04/2013
Edad : 34
Re: Fan Fic - 50 Sombras de López... (Parte III - Capítulo 13)
Hola!
Por tantos momento odie a Rachel, no nos dejaba leer el Lemon, pero despues todo volvio a lo érotico :3 Jeje.
¿Que paso con Finn? De pronto desapareció en grandulón, tal vez no tuvo para comprar un baile con Rachel el pobre.
Hablando de Rachel, me recuerda a Sugar en Glee...linda, pero exasperante. Aun así me encanto lo que le dijo a su hermana.
Yo sabía que conoceriamos más sobre el pasado de Santana. La adolescente rebelde que busca peeleas, por algo debío de ser. Y la niña desprotegida y enmudecida....eso es triste, al menos alguien la encontro.
Ya queria yo saber como reaccionaría Britt al hablar con Elena. Le dijo justo lo que pense que le diría "Pedofila" Ö Lo que no puedo creer es lo que le dijo Elena, si le hace daño a Santana....¡Puff! Elena a tus asuntos y deja a las Brittana en paz.
Leila me da miedito, espero que no se haya metido en el departamento. En fin...como siempre ¡Genial! Un saludo y hasta el próximo.
Ali_Pearce- - Mensajes : 1107
Fecha de inscripción : 07/06/2012
Edad : 31
Re: Fan Fic - 50 Sombras de López... (Parte III - Capítulo 13)
Wooow britt si que actuo rapido ejjeje cualquiera hubiera pagado eso y mas por esa morena candente :D
Sabia que no se resistirían a hacerlo ahi mismo, no digo yo con esas bolas ahi de intrusas..
Ok, que es lo que pretende la mujer esa??? Asegurarse de que britt no vuelva a lastimar a san? Por favor... por muy su ex sumisa que haya sido por tanto tiempo no le da derechos, BIEN HECHO BRITT!! asi te habla...
ohhh no, la loca esa.. psicópata se metio en el apartamento ojala que noooo...
Sabia que no se resistirían a hacerlo ahi mismo, no digo yo con esas bolas ahi de intrusas..
Ok, que es lo que pretende la mujer esa??? Asegurarse de que britt no vuelva a lastimar a san? Por favor... por muy su ex sumisa que haya sido por tanto tiempo no le da derechos, BIEN HECHO BRITT!! asi te habla...
ohhh no, la loca esa.. psicópata se metio en el apartamento ojala que noooo...
aria- - Mensajes : 1105
Fecha de inscripción : 03/12/2012
Re: Fan Fic - 50 Sombras de López... (Parte III - Capítulo 13)
estoy intrigada con tanto misterio de este episodio, la señora robinson mandando esa nota a britt, que leila este rondando por ahi. la ternura de saber que santana se esta enamorando de britt, los los índicos del pasado de santana, olvido no olvido el momento sensual del capitulo ajjaja. gracias por escribir
Camila18**** - Mensajes : 151
Fecha de inscripción : 28/05/2013
Re: Fan Fic - 50 Sombras de López... (Parte III - Capítulo 13)
shockeada como siempre, no npuedo esparar para el siguiente..
Invitado- Invitado
Re: Fan Fic - 50 Sombras de López... (Parte III - Capítulo 13)
me encanto el cap.. como siempre.. ;) que linda Britt .. ojala actualizes pronto... insisto me encanto jjeje :) besoss
Alisseth***** - Mensajes : 254
Fecha de inscripción : 18/05/2013
Re: Fan Fic - 50 Sombras de López... (Parte III - Capítulo 13)
Que te puedo decir excelente capitulo. Me da tristeza el pasado de Santana , pero se que britt la ayudara. Actualiza pronto jeje es que la verdad soy una adicta a tu fic.
Saludos ;)
Saludos ;)
khandyy** - Mensajes : 95
Fecha de inscripción : 08/03/2012
Re: Fan Fic - 50 Sombras de López... (Parte III - Capítulo 13)
Hola soy nueva lectora !! y te quiero felicitar por esta gran adaptación que estas haciendo sos estupenda .. !!
aunque antes no te comentaba, siempre te leía y dejarme decirte que naciste para esto...
seguí con el Fic que esta genia ...
y del cap que te puedo decir jejeeh .. espero que no le pase nada a san ... Espero con ansias tu actu ..
ACTUALIZA PRONTO POR FAVOR ..
aunque antes no te comentaba, siempre te leía y dejarme decirte que naciste para esto...
seguí con el Fic que esta genia ...
y del cap que te puedo decir jejeeh .. espero que no le pase nada a san ... Espero con ansias tu actu ..
ACTUALIZA PRONTO POR FAVOR ..
Kareemciitaah Ediith* - Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 15/06/2013
Edad : 25
Re: Fan Fic - 50 Sombras de López... (Parte III - Capítulo 13)
no consigo en mi vocabulario mas palabras que puedan expresar lo fabuloso de este fic, asi que gracias!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: Fan Fic - 50 Sombras de López... (Parte III - Capítulo 13)
esa señora robinson no deja en paz a brittany pfff que querra?? y leila al acecho tambien, me encanta ver a santana relajada y pasandosela bien con brittany
lexis17******* - Mensajes : 424
Fecha de inscripción : 23/03/2013
Re: Fan Fic - 50 Sombras de López... (Parte III - Capítulo 13)
¡Actualiza ya, por fa!
Anddy Rivera Morris******* - Mensajes : 407
Fecha de inscripción : 16/05/2013
Edad : 27
Re: Fan Fic - 50 Sombras de López... (Parte III - Capítulo 13)
Ayyy... Actualiza. ;ccc'
Invitado- Invitado
Re: Fan Fic - 50 Sombras de López... (Parte III - Capítulo 13)
hola que tal!! que tal tu finde???
te cuento, yo aqui en la teerible espera de tu actualizacion!! jaja!1
Actualizaras hoy??? POR FAVOR ESPERO QUE SIIIIIII!!
Saludos
te cuento, yo aqui en la teerible espera de tu actualizacion!! jaja!1
Actualizaras hoy??? POR FAVOR ESPERO QUE SIIIIIII!!
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: Fan Fic - 50 Sombras de López... (Parte III - Capítulo 13)
NUEVA LECTORA.
WOWW ES UNA VERDADERA MARAVILLA LEER TU FIC. VOY POR EL CAPITULO 4 DE LA 1RA PARTE.
SI ES CUANDO BRITT ESTA QUE SE CAE DE BORRACHA Y AVERGONZADA ES SIMPLEMENTE GENIAL
PIENSO LEER 2 O 3 CAP POR DIA, YA QUE TODAV ESTOY TERMINANDO EL 1CUAT DE LA FACU.
ESTOY AGRADECIDA DE ESTAR CERCA DE MIS VACACIONES. PORQUE PÓDRE INTERNARME A LEER TU FIC MUY COMODA TOMANDO UNOS MATES
TE LO DIGO PARA QUE TENGAS PRESENTE QUE HAY UNA CHICA EN BS.AS ARG. DISPUESTA A DEDICAR MUCHAS HORAS DE SU TIEMPO DELEITANDOSE CON TU FIC
NO HE LEIDÓ EL LIBRO PERO SE ME HACE QUE ES MUY CONOCIDO.
ASI QUE MATARE DOS PAJAROS DE UN TIRO. PORQUE ME ENCANTA LEER LIBROS RECONOCIDOS Y SI ESTE ESTA ADAPTADO A MIS BRITTANA MEJOR
OTRA COSA EN TU ACTU DEL CAP 4 COMENTAS QUE ACTUALIZARAS TODOS LOS DIAS SI RECIBES COMENTARIOS. NO SE COMO VA ESO PORQUE NO QUIERO ADELANTARME CAP. PERO SI NO TE MOLESTA PENSABA COMENTARTE CADA QUE LEA UN CAP.
TE MOLESTARA??? PORQUE YA TE DIJE ME FALTA PARA LLEGAR A TUS ACTU RECIENTES. YO FELIZ DE ESCRIBIRTE
BUENO ESPERO QUE NO DEJES DE ACTUALIZAR
PORQUE CON RESPECTO A MI YA ME TIENES.
Y ESTARE LEYENDO HASTA ALCANSARTE Y VER COMO SIGUE TODO.
SALUDOS.
WOWW ES UNA VERDADERA MARAVILLA LEER TU FIC. VOY POR EL CAPITULO 4 DE LA 1RA PARTE.
SI ES CUANDO BRITT ESTA QUE SE CAE DE BORRACHA Y AVERGONZADA ES SIMPLEMENTE GENIAL
PIENSO LEER 2 O 3 CAP POR DIA, YA QUE TODAV ESTOY TERMINANDO EL 1CUAT DE LA FACU.
ESTOY AGRADECIDA DE ESTAR CERCA DE MIS VACACIONES. PORQUE PÓDRE INTERNARME A LEER TU FIC MUY COMODA TOMANDO UNOS MATES
TE LO DIGO PARA QUE TENGAS PRESENTE QUE HAY UNA CHICA EN BS.AS ARG. DISPUESTA A DEDICAR MUCHAS HORAS DE SU TIEMPO DELEITANDOSE CON TU FIC
NO HE LEIDÓ EL LIBRO PERO SE ME HACE QUE ES MUY CONOCIDO.
ASI QUE MATARE DOS PAJAROS DE UN TIRO. PORQUE ME ENCANTA LEER LIBROS RECONOCIDOS Y SI ESTE ESTA ADAPTADO A MIS BRITTANA MEJOR
OTRA COSA EN TU ACTU DEL CAP 4 COMENTAS QUE ACTUALIZARAS TODOS LOS DIAS SI RECIBES COMENTARIOS. NO SE COMO VA ESO PORQUE NO QUIERO ADELANTARME CAP. PERO SI NO TE MOLESTA PENSABA COMENTARTE CADA QUE LEA UN CAP.
TE MOLESTARA??? PORQUE YA TE DIJE ME FALTA PARA LLEGAR A TUS ACTU RECIENTES. YO FELIZ DE ESCRIBIRTE
BUENO ESPERO QUE NO DEJES DE ACTUALIZAR
PORQUE CON RESPECTO A MI YA ME TIENES.
Y ESTARE LEYENDO HASTA ALCANSARTE Y VER COMO SIGUE TODO.
SALUDOS.
naty_LOVE_GLEE- ---
- Mensajes : 594
Fecha de inscripción : 06/05/2013
Re: Fan Fic - 50 Sombras de López... (Parte III - Capítulo 13)
¡Me estoy volviendo loca!
Necesito de mi dosis en cuanto antes
Actualiza pronto
Espero que te encuentres bien, saludos :)
Anddy Rivera Morris******* - Mensajes : 407
Fecha de inscripción : 16/05/2013
Edad : 27
Re: Fan Fic - 50 Sombras de López... (Parte III - Capítulo 13)
Hola a todos ando de pasada no actualice el fin por que andaba de viaje disfruten el nuevo cap espero sus comentarios!!
Parte II – Capítulo 8
Sawyer vuelve a hablarle a su manga.
—Taylor, la señora López ha entrado en el apartamento.
Parpadea, coge el auricular y se lo saca del oído, probablemente porque acaba de recibir un contundente improperio por parte de Taylor.
Oh, no… si Taylor está preocupado…
—Por favor, déjeme entrar —le ruego.
—Lo siento, señorita Pierce. No tardaremos mucho. —Sawyer levanta ambas manos en gesto exculpatorio.
—Taylor y los chicos están entrando ahora mismo en el apartamento.
Ahhh… Me siento tan impotente. De pie y completamente inmóvil, escucho muy atenta, pendiente del menor sonido, pero lo único que oigo es mi propia respiración convulsa. Es fuerte y entrecortada, me pica el cuero cabelludo, tengo la boca seca y me siento mareada. Por favor, que no le pase nada a Santana, rezo en silencio.
No tengo ni idea de cuánto tiempo ha pasado, y seguimos sin oír nada.
Probablemente eso sea buena señal: no hay disparos. Me pongo a dar vueltas alrededor de la mesa del vestíbulo y a contemplar los cuadros de las paredes para intentar distraer mi mente.
La verdad es que nunca me había fijado: hay dieciséis, todas obras figurativas y de temática religiosa: la Madona y el Niño. Qué extraño…
Santana no es religiosa… ¿o sí? Todas las pinturas del gran salón son abstractas; estas son muy distintas. No consiguen distraer mi mente durante mucho rato.
¿Dónde está Santana?
Observo a Sawyer, que me mira impasible.
— ¿Qué está pasando?
—No hay novedades, señorita Pierce.
De repente, se mueve el pomo de la puerta. Sawyer se gira rápidamente y saca una pistola de la cartuchera del hombro.
Me quedo petrificada. Santana aparece en el umbral.
—Vía libre —dice.
Mira a Sawyer con el ceño fruncido, y este aparta la pistola y da un paso atrás para dejarme pasar.
—Taylor ha exagerado —gruñe Santana, y me tiende la mano.
Yo la miro con la boca abierta, incapaz de moverme, absorbiendo cada detalle: su cabello largo oscuro, la tensión que expresan sus ojos, la rigidez en la mandíbula, los tacones en una de sus manos y el rímel corrido. Parece que haya envejecido diez años. Sus ojos me observan con aire sombrío y preocupado.
—No pasa nada, bella. —Se me acerca, me rodea con sus brazos y me besa en el pelo.
—Ven, estás cansada. Vamos a la cama.
—Estaba tan angustiada —murmuro disfrutando de su abrazo e inhalando su dulce aroma.
—Lo sé. Todos estamos nerviosos.
Sawyer ha desaparecido, seguramente está dentro del apartamento.
—Sinceramente, señora López, sus ex están resultando ser muy problemáticas. Musito con ironía.
Santana se relaja.
—Sí, es verdad.
Me suelta, me da la mano y me lleva por el pasillo hasta el gran salón.
—Taylor y su equipo están revisando todos los armarios y rincones. Yo no creo que esté aquí.
— ¿Por qué iba a estar aquí? No tiene sentido.
—Exacto.
— ¿Podría entrar?
—No veo cómo. Pero Taylor a veces es excesivamente prudente.
— ¿Has registrado tu cuarto de juegos? —susurro.
Inmediatamente Santana me mira y arquea una ceja.
—Sí, está cerrado con llave… pero Taylor y yo lo hemos revisado.
Lanzo un suspiro, profundo y purificador.
— ¿Quieres una copa o algo? —pregunta Santana.
—No. —Me siento exhausta—. Solo quiero irme a la cama.
La expresión de Santana se dulcifica.
—Ven. Deja que te lleve a la cama. Se te ve agotada.
Yo tuerzo el gesto. ¿Ella no viene? ¿Quiere dormir sola?
Cuando me lleva a su dormitorio me siento aliviada. Dejo mi bolso de mano sobre la cómoda, lo abro para vaciar el contenido, y veo la nota de la señora Robinson.
—Mira. —Se la paso a Santana—. No sé si quieres leerla. Yo prefiero no hacer caso.
Santana le echa una breve ojeada y aprieta la mandíbula.
—No estoy segura de qué espacios en blanco pretende llenar —dice con desdén.
—Tengo que hablar con Taylor. —Baja la vista hacia mí—. Deja que te baje la cremallera del vestido.
— ¿Vas a llamar a la policía por lo del coche? —le pregunto mientras me doy la vuelta.
Ella me aparta el pelo, desliza los dedos suavemente sobre mi espalda desnuda y me baja la cremallera.
—No, no quiero que la policía esté involucrada en esto. Leila necesita ayuda, no la intervención de la policía, y yo no los quiero por aquí. Simplemente hemos de redoblar nuestros esfuerzos para encontrarla.
Se inclina y me planta un beso cariñoso en el hombro.
—Acuéstate —ordena, y luego se va.
Me tumbo y miro al techo, esperando a que vuelva. Cuántas cosas han pasado hoy, hay tanto que procesar… ¿Por dónde empiezo?
Me despierto de golpe, desorientada. ¿Me he quedado dormida? Parpadeo al mirar hacia la tenue luz del pasillo que se filtra a través de la puerta entreabierta del dormitorio, y observo que Santana no está conmigo. ¿Dónde está? Levanto la vista.
Plantada, a los pies de la cama, hay una sombra. ¿Una mujer, quizá? ¿Vestida de negro?
Es difícil de decir.
Aturdida, alargo la mano y enciendo la luz de la mesita, y me doy rápidamente la vuelta para mirar, pero allí no hay nadie. Meneo la cabeza. ¿Lo he imaginado? ¿Soñado?
Me siento y miro alrededor de la habitación, dominada por una sensación de intranquilidad vaga e insistente… pero estoy sola.
Me froto los ojos. ¿Qué hora es? ¿Dónde está Santana? Miro el despertador: son las dos y cuarto de la madrugada.
Salgo aún aturdida de la cama y voy a buscarla, desconcertada por mi imaginación hiperactiva. Ahora veo cosas. Debe de ser la reacción a los espectaculares acontecimientos de la velada.
El salón está vacío, y solo hay encendida una de las tres lámparas pendulares sobre la barra del desayuno. Pero la puerta de su estudio está entreabierta y la oigo hablar por teléfono.
—No sé por qué me llamas a estas horas. No tengo nada qué decirte…
Bueno, pues dímelo ahora. No tienes por qué dejar una nota.
Me quedo parada en la puerta, escuchando con cierto sentimiento de culpa.
¿Con quién habla?
—No, escúchame tú. Te lo pedí y ahora te lo advierto. Déjala tranquila.
Ella no tiene nada que ver contigo. ¿Lo entiendes?
Suena beligerante y enfadada. No sé si llamar a la puerta.
—Ya lo sé. Pero lo digo en serio, Elena, joder. Déjala en paz. ¿Lo quieres por triplicado? ¿Me oyes?… Bien. Buenas noches.
Cuelga de golpe el teléfono del escritorio.
Oh, maldita sea. Llamo discretamente a la puerta.
— ¿Qué? —gruñe, y me dan ganas de correr a esconderme.
Se sienta a su escritorio con la cabeza entre las manos. Alza la vista con expresión feroz, pero al verme dulcifica el gesto enseguida. Tiene los ojos muy abiertos. De pronto se le ve tan cansada, que se me encoge el corazón.
Parpadea, y me mira de arriba abajo, demorándose en mis piernas desnudas. Me he puesto una de sus camisetas.
—Deberías llevar algo de seda o satén, Brittany —susurra—. Pero, incluso con mi camiseta, estás preciosa.
Oh, un cumplido inesperado.
—Te he echado en falta —digo—. Ven a la cama.
Se levanta despacio de la silla. Todavía lleva el vestido rojo, ahora sus ojos brillan, cargados de promesas… aunque también tienen un matiz de tristeza. Se queda de pie frente a mí, mirándome fijamente pero sin tocarme.
— ¿Sabes lo que significas para mí? —murmura—. Si te pasara algo por culpa mía…
Se le quiebra la voz, arruga la frente y aparece en su rostro un destello de dolor casi palpable. Parece tan vulnerable, y su temor es tan evidente…
—No me pasará nada —le aseguro con dulzura. Me acerco para acariciarle la cara, paso los dedos sobre sus mejillas. Es sorprendentemente suave.
—Tienes un cutis perfecto—musito, incapaz de ocultar mi fascinación por la hermosa y dolida mujer que tengo delante.
Resigo el perfil de su labio inferior y luego bajo los dedos hasta su garganta, hasta un leve resto de pintalabios en la base del cuello. A ella se le acelera la respiración. Mis dedos llegan hasta la orilla del vestido.
—No voy a tocarte. Solo quiero quitarte el vestido —murmuro.
Ella abre mucho los ojos y me mira con expresión alarmada. Pero no se mueve y no me lo impide. Ella se voltea y yo bajo su cremallera muy despacio, mantengo la tela separada de la piel y bajo cautelosamente muy concentrada en lo que hago.
No quiero tocarla. Bueno, sí… pero no lo haré. Al final de la cremallera reaparece la línea roja, se voltea de nuevo y levanto los ojos y le sonrío con timidez.
—Volvemos a estar en territorio familiar.
— ¿Puedo quitarte el vestido? —pregunto en voz baja.
Ella asiente, todavía con los ojos muy abiertos, mientras yo se lo quito dejándolo en el piso. Se libera los pies y se queda en ropa interior de encaje negro ante mí. Es como si, una vez sin vestido, hubiese recuperado la calma, y me sonríe satisfecha.
— ¿Y qué pasa con lo demás, señorita Pierce? —pregunta, arqueando la ceja.
—En el dormitorio. Te quiero en la cama.
— ¿Sabe, señorita Pierce? Es usted insaciable.
—No entiendo por qué.
La cojo de la mano, la saco del estudio y la llevo al dormitorio. La habitación está helada.
— ¿Tú has abierto la puerta del balcón? —me pregunta preocupada cuando entramos en su cuarto.
—No, no recuerdo haberlo hecho. Recuerdo que examiné la habitación cuando me desperté. Y la puerta estaba cerrada, seguro.
Oh, no… Se me hiela la sangre, y miro a Santana pálida y con la boca abierta.
— ¿Qué pasa? —inquiere, con los ojos muy fijos en mí.
—Cuando me desperté… había alguien aquí. Digo en un susurro
—Pensé que eran imaginaciones mías.
— ¿Qué? —Parece horrorizada, sale al balcón, mira fuera, y luego vuelve a entrar en la habitación y echa el cerrojo de la puerta—. ¿Estás segura? ¿Quién era? — pregunta con voz de alarma.
—Una mujer, creo. Estaba oscuro. Me acababa de despertar.
—Vístete —me ordena—. ¡Ahora!
—Mi ropa está arriba —señalo quejumbrosa.
Abre uno de los cajones de la cómoda y saca un par de pantalones de ella.
—Ponte esto. Se pone un pantalón.
Saca también una camiseta y se la pone rápidamente. Coge el teléfono que tiene al lado y aprieta dos botones.
—Sigue aquí, joder —masculla al auricular.
Unos tres segundos después, Taylor y otro guardaespaldas irrumpen en el dormitorio de Santana, quien les informa brevemente de lo ocurrido.
— ¿Cuánto hace? —me pregunta Taylor en tono muy expeditivo. Todavía lleva puesta la americana. ¿Es que este hombre nunca duerme?
—Unos diez minutos —balbuceo, sintiéndome culpable por algún motivo.
—Ella conoce el apartamento como la palma de su mano —dice Santana
—Estará escondida en alguna parte. Encuéntrala. Me llevo a Brittany de aquí.
¿Cuándo vuelve Gail?
—Mañana por la noche, señora.
—Que no vuelva hasta que el apartamento sea seguro. ¿Entendido? — ordena Santana.
—Sí, señora. ¿Irá usted a Bellevue?
—No pienso cargar a mis padres con este problema. Hazme una reserva en algún lado.
—Sí, señora. Le llamaré para decirle dónde.
— ¿No estamos exagerando un poco? —pregunto.
Santana me fulmina con la mirada.
—Puede que vaya armada —replica.
—Santana, estaba ahí parada a los pies de la cama. Podría haberme disparado si hubiera querido.
Santana hace una breve pausa para refrenar su mal humor, o al menos eso parece.
—No estoy dispuesta a correr ese riesgo —dice en voz baja pero amenazadora.
— Taylor, Brittany necesita zapatos.
Santana se mete en el vestidor mientras el otro guardaespaldas me vigila.
No recuerdo cómo se llama, Ryan quizá. No deja de mirar al pasillo y las ventanas del balcón, alternativamente. Pasados un par de minutos Santana vuelve a salir con tejanos y una chaqueta de cuero. Me da una chaqueta tejana y me la pongo.
—Vamos.
Me sujeta fuerte de la mano y casi tengo que correr para seguir su paso hasta el gran salón.
—No puedo creer que pudiera estar escondida aquí —musito, mirando a través de las puertas del balcón.
—Este sitio es muy grande. Todavía no lo has visto todo.
— ¿Por qué no la llamas, simplemente, y le dices que quieres hablar con ella?
—Brittany, está trastornada, y puede ir armada —dice irritada.
— ¿De manera que nosotras huimos y ya está?
—De momento… sí.
— ¿Y si intenta disparar a Taylor?
—Taylor sabe mucho del manejo de armas —replica de mala gana—, y será más rápido con la pistola que ella.
—Ray estuvo en el ejército. Me enseñó a disparar.
Santana levanta las cejas y, por un momento, parece totalmente perpleja.
— ¿Tú con un arma? —dice incrédula.
—Sí. —Me siento ofendida—. Yo sé disparar, señora López, de manera que más le vale andarse con cuidado. No solo debería preocuparte de ex sumisas trastornadas.
—Lo tendré en cuenta, señorita Pierce —contesta secamente, aunque divertida, y me gusta saber que, incluso en esta situación absurdamente tensa, puedo hacerla sonreír.
Taylor nos espera en el vestíbulo y me entrega mi pequeña maleta y mis Converse negras. Me deja atónita que haya hecho mi equipaje con algo de ropa. Le sonrío con tímida gratitud, y ella corresponde enseguida para tranquilizarme. E, incapaz de reprimirme, le doy un fuerte abrazo. Le he cogido por sorpresa y, cuando le suelto, tiene las mejillas sonrojadas.
—Ten mucho cuidado —murmuro.
—Sí, señorita Pierce —musita.
Santana me mira con el ceño fruncido, y luego a Taylor, con aire confuso, mientras este sonríe imperceptiblemente y se ajusta la corbata.
—Hazme saber dónde nos alojaremos —dice Santana.
Taylor se saca la cartera de la americana y le entrega a Santana una tarjeta de crédito.
—Quizá necesitará esto cuando llegue.
Santana asiente.
—Bien pensado.
Llega Ryan.
—Sawyer y Reynolds no han encontrado nada —le dice a Taylor.
—Acompaña a la señora López y a la señorita Pierce al parking —ordena Taylor.
El parking está desierto. Bueno, son casi las tres de la madrugada. Santana me hace entrar a toda prisa en el asiento del pasajero del R8, y mete mi maleta y su bolsa en el maletero de delante. A nuestro lado está el Audi, hecho un auténtico desastre: con todas las ruedas rajadas y embadurnado de pintura blanca. La visión resulta aterradora, y agradezco a Santana que me lleve lejos de aquí.
—El lunes tendrás el coche de sustitución —dice Santana, abatida, al sentarse a mi lado.
— ¿Cómo supo ella que era mi coche?
Ella me mira ansiosa y suspira.
—Ella tenía un Audi 3. Les compro uno a todas mis sumisas… es uno de los coches más seguros de su gama.
Ah.
—Entonces no era un regalo de graduación.
—Brittany, a pesar de lo que yo esperaba, tú nunca has sido mi sumisa, de manera que técnicamente sí es un regalo de graduación.
Sale de la plaza de aparcamiento y se dirige a toda velocidad hacia la salida.
A pesar de lo que ella esperaba. Oh, no… Mi subconsciente menea la cabeza con tristeza. Siempre volvemos a lo mismo.
— ¿Sigues esperándolo? —susurro.
Suena el teléfono del coche.
— López —responde Santana.
—Fairmont Olympic. A mi nombre.
—Gracias, Taylor. Y, Taylor… ten mucho cuidado.
Taylor se queda callado.
—Sí, señora —dice en voz baja, y Santana cuelga.
Las calles de Seattle están desiertas, y Santana recorre a toda velocidad la Quinta Avenida hacia la interestatal 5. Una vez en la carretera, con rumbo hacia el norte, aprieta el acelerador tan a fondo que el impulso me empuja contra el respaldo de mi asiento.
La miro de reojo. Está sumida en sus pensamientos. No ha contestado a mi pregunta. Mira a menudo el retrovisor, y me doy cuenta de que comprueba que no nos sigan. Quizá por eso vamos por la interestatal 5. Yo creía que el Fairmont estaba en Seattle.
Miro por la ventanilla, e intento ordenar mi mente exhausta e hiperactiva. Si ella quería hacerme daño, tuvo su gran oportunidad en el dormitorio.
—No. No es eso lo que espero, ya no. Creí que había quedado claro.
Santana interrumpe con voz dulce mis pensamientos.
La miro y me envuelvo con la chaqueta tejana, aunque no sé si el frío proviene de mi interior o del exterior.
—Me preocupa, ya sabes… no ser bastante para ti.
—Eres mucho más que eso. Por el amor de Dios, Brittany, ¿qué más tengo que hacer?
Háblame de ti. Dime que me quieres.
— ¿Por qué creíste que te dejaría cuando te dije que el doctor Flynn me había contado todo lo que había que saber de ti?
Ella suspira profundamente, cierra los ojos un momento y se queda un buen rato sin contestar.
—Brittany, no puedes ni imaginar siquiera hasta dónde llega mi depravación. Y eso no es algo que quiera compartir contigo.
— ¿Y realmente crees que te dejaría si lo supiera? —digo en voz alta, sin dar crédito. ¿Es que no comprende que la quiero?—. ¿Tan mal piensas de mí?
—Sé que me dejarías —dice con pesar.
—Santana… eso me resulta casi inconcebible. No puedo imaginar estar sin ti.
Nunca…
—Ya me dejaste una vez… No quiero volver a pasar por eso.
—Elena me dijo que estuvo contigo el sábado pasado —susurro.
—No es cierto —dice, torciendo el gesto.
— ¿No fuiste a verla cuando me marché?
—No —replica enfadada—. Ya te he dicho que no… y no me gusta que duden de mí —advierte—. No fui a ninguna parte el pasado fin de semana. Me quedé en casa montando el planeador que me regalaste. Me llevó mucho tiempo —añade en voz baja.
Mi corazón se encoge de nuevo. La señora Robinson dijo que estuvo con ella.
¿Estuvo con ella o no? Ella miente. ¿Por qué?
—Al contrario de lo que piensa Elena, no acudo corriendo a ella con todos mis problemas, Brittany. No recurro a nadie. Quizá ya te hayas dado cuenta de que no hablo demasiado.
Dice, agarrando con fuerza el volante.
—Carrick me ha dicho que estuviste dos años sin hablar.
— ¿Eso te ha dicho?
Santana aprieta los labios en una fina línea.
—Yo le presioné un poco para que me diera información.
Me miro los dedos, avergonzada.
— ¿Y qué más te ha dicho mi padre?
—Me ha contado que tu madre fue la doctora que te examinó cuando te llevaron al hospital. Después de que te encontraran en tu casa.
Santana sigue totalmente inexpresiva… cauta.
—Dijo que estudiar piano te ayudó. Y también Rachel.
Al oír ese nombre, sus labios dibujan una sonrisa de cariño. Al cabo de un momento, dice:
—Debía de tener unos seis meses cuando llegó. Yo estaba emocionada,
Sam no tanto. Ella ya había tenido que aceptar mi llegada. Era perfecta. —Su voz, tan dulce y triste, resulta sobrecogedora—. Ahora ya no tanto, claro —musita, y recuerdo aquellos momentos en el baile en que consiguió frustrar nuestras lascivas intenciones.
Se me escapa la risa.
Santana me mira de reojo.
— ¿Le parece divertido, señorita Pierce?
—Parecía decidida a que no estuviéramos juntas.
Ella suelta una risa apática.
—Sí, es bastante hábil. —Alarga la mano y me acaricia la rodilla—. Pero al final lo conseguimos. —Sonríe y vuelve a echar una mirada al retrovisor—. Creo que no nos han seguido.
Da la vuelta para salir de la interestatal 5 y se dirige otra vez al centro de Seattle.
— ¿Puedo preguntarte algo sobre Elena?
Estamos paradas ante un semáforo.
Me mira con recelo.
—Si no hay más remedio… —concede de mala gana, pero no dejo que su enfado me detenga.
—Hace tiempo me dijiste que ella te quería de un modo que para ti era aceptable. ¿Qué querías decir con eso?
— ¿No es evidente? —pregunta.
—Para mí no.
—Yo estaba descontrolada. No podía soportar que nadie me tocara. Y sigo igual. Y pasé una etapa difícil en la adolescencia, cuando tenía catorce o quince años y las hormonas revolucionadas. Ella me enseñó una forma de liberar la presión.
Oh.
—Rachel me dijo que eras una peleona.
—Dios, ¿por qué ha de ser tan charlatana mi familia? Aunque la culpa es tuya. —Estamos paradas ante otro semáforo y me mira con los ojos entornados—. Tú engatusas a la gente para sacarle información.
Menea la cabeza fingiendo disgusto.
—Rachel me lo contó sin que le dijera nada. De hecho, se mostró bastante comunicativa. Estaba preocupada porque provocaras una pelea si no me conseguías en la subasta, apunto indignada.
—Ah, bella, de eso no había el menor peligro. No permitiría que nadie bailara contigo.
—Se lo permitiste al doctor Flynn.
—El siempre es la excepción que confirma la regla.
Santana toma el impresionante y frondoso camino de entrada que lleva al hotel Fairmont Olympic, y se detiene cerca de la puerta principal, junto a una pintoresca fuente de piedra.
—Vamos.
Baja del coche y saca el equipaje. Un mozo acude corriendo, con cara de sorpresa, sin duda por la hora tan tardía de nuestra llegada. Santana le lanza las llaves del coche.
—A nombre de Taylor —dice.
El mozo asiente y no puede reprimir su alegría cuando se sube al R8 y arranca. Santana me da la mano y se dirige al vestíbulo.
Mientras estoy a su lado en la recepción del hotel, me siento totalmente ridícula. Ahí estoy yo, en el hotel más prestigioso de Seattle, vestida con una chaqueta tejana, unos pantalones de deporte y una camiseta, al lado de esta hermosa y elegante diosa griega. No me extraña que la recepcionista nos mire a una y a otra como si la suma no cuadrara. Naturalmente, Santana la intimida.
Se ruboriza y tartamudea, y yo pongo los ojos en blanco. Madre mía, si hasta le tiemblan las manos…
— ¿Necesita… que le ayuden… con las maletas, señora? —pregunta, y vuelve a ponerse colorada.
—No, ya las llevaremos mi señora y yo.
¡Mi Señora! Pero si ni siquiera llevo anillo… Pongo las manos detrás de la espalda.
—Están en la suite Cascade, señora, piso once. Nuestro botones les ayudará con el equipaje.
—No hace falta —dice Santana cortante—. ¿Dónde están los ascensores?
La ruborizada señorita se lo indica, y Santana vuelve a cogerme de la mano. Echo un breve vistazo al vestíbulo, suntuoso, impresionante, lleno de butacas mullidas y desierto, excepto por una mujer de cabello oscuro sentada en un acogedor sofá, dando de comer pequeños bocaditos a su perro. Levanta la vista y nos sonríe cuando nos ve pasar hacia los ascensores. ¿Así que el hotel acepta mascotas? ¡Qué raro para un sitio tan majestuoso!
La suite consta de dos dormitorios y un salón comedor, provisto de un piano de cola. En el enorme salón principal arde un fuego de leña. Por Dios… la suite es más grande que mi apartamento.
—Bueno, mi señora, no sé usted, pero yo necesito una copa —murmura Santana mientras se asegura de cerrar la puerta.
Deja mi maleta y su bolsa sobre la otomana, a los pies de la gigantesca cama de matrimonio con dosel, y me lleva de la mano hasta el gran salón, donde brilla el fuego de la chimenea. La imagen resulta de lo más acogedora. Me acerco y me caliento las manos mientras Santana prepara bebidas para ambas.
— ¿Armañac?
—Por favor.
Al cabo de un momento se reúne conmigo junto al fuego y me ofrece una copa de brandy.
—Menudo día, ¿eh?
Asiento y sus ojos me miran penetrantes, preocupada.
—Estoy bien —susurro para tranquilizarla—. ¿Y tú?
—Bueno, ahora mismo me gustaría beberme esto y luego, si no estás demasiado cansada, llevarte a la cama y perderme en ti.
—Me parece que eso podremos arreglarlo, mi señora —le sonrío tímidamente, mientras ella se quita los zapatos y los calcetines.
—Mi Señora, deje de morderse el labio —susurra.
Bebo un sorbo de armañac, ruborizada. Es delicioso y se desliza por mi garganta dejando una sedosa y caliente estela. Cuando levanto la vista, Santana está bebiendo un sorbo de brandy y mirándome con ojos oscuros, hambrienta.
—Nunca dejas de sorprenderme, Brittany. Después de un día como el de hoy… o más bien ayer, no lloriqueas ni sales corriendo despavorida. Me tienes alucinada. Eres realmente fuerte.
—Tú eres el motivo fundamental de que me quede —murmuro—. Ya te lo dije, Santana, no me importa lo que hayas hecho, no pienso irme a ninguna parte. Ya sabes lo que siento por ti.
Tuerce la boca como si dudara de mis palabras, y arquea una ceja como si le doliera oír lo que estoy diciendo. Oh, Santana, ¿qué tengo que hacer para que te des cuenta de lo que siento?
Dejar que te pegue, dice maliciosamente mi subconsciente. Y yo le frunzo el ceño.
— ¿Dónde vas a colgar los retratos que me hizo Noah? —digo para intentar que mejore su ánimo.
—Eso depende.
Relaja el gesto. Es obvio que este tema de conversación le apetece mucho más.
— ¿De qué?
—De las circunstancias —dice misteriosa—. Su exposición sigue abierta, así que no tengo que decidirlo todavía.
Ladeo la cabeza y entorno los ojos.
—Puede poner la cara que quiera, señorita Pierce. No diré nada —bromea.
—Puedo torturarte para sacarte la verdad.
Levanta una ceja.
—Francamente, Brittany, creo que no deberías hacer promesas que no puedas cumplir.
Oh, ¿eso es lo que piensa? Dejo mi copa en la repisa de la chimenea, alargo el brazo y, ante la sorpresa de Santana, cojo la suya y la pongo junto a la mía.
—Eso tienes que verlo —murmuro. Y con total osadía —espoleada sin duda por el brandy—, la tomo de la mano y la llevo al dormitorio. Me detengo a los pies de la cama. Santana intenta que no se le escape la risa.
— ¿Qué vas a hacer conmigo ahora que me tienes aquí, Brittany? — susurra burlona.
—Lo primero, desnudarte. Quiero terminar lo que empecé antes.
Apoyo las manos en las solapas de su chaqueta, con cuidado de no tocarla, y ella no pestañea pero contiene la respiración.
Le retiro la chaqueta de los hombros con delicadeza, y ella sigue observándome. De sus ojos, cada vez más abiertos y ardientes, ha desaparecido cualquier rastro de humor, y me miran… ¿cautos…? Su mirada tiene tantas interpretaciones. ¿Qué está pensando? Dejo su chaqueta en la otomana.
—Ahora la camiseta —murmuro.
La cojo por el bajo y la levanto. Ella me ayuda, alzando los brazos y retrocediendo, para que me sea más fácil quitársela. Una vez que lo he conseguido, me mira atenta. Ahora solo lleva esos provocadores vaqueros que le sientan tan bien al igual que su sujetado de encaje.
Mis ojos ascienden ávidos por su estómago prieto hasta los restos de la frontera de carmín, borrosa y corrida, y luego hasta el torso. Solo pienso en recorrer con la lengua sus pechos para disfrutar de su sabor.
— ¿Y ahora qué? —pregunta con los ojos en llamas.
—Quiero besarte aquí.
Deslizo el dedo sobre su vientre, de un lado de la cadera al otro.
Separa los labios e inspira entrecortadamente.
—No pienso impedírtelo —musita.
Le cojo la mano.
—Pues será mejor que te tumbes —murmuro, y la llevo a un lado de nuestra enorme cama de matrimonio.
Parece desconcertada, y se me ocurre que quizá nadie ha llevado la iniciativa con ella desde… ella. No, no vayas por ahí.
Aparto la colcha y ella se sienta en el borde de la cama, mirándome, esperando, con ese gesto serio y cauteloso. Yo me pongo delante de ella y me quito su chaqueta tejana, dejándola caer al suelo, y luego sus pantalones de deporte.
Ella se frota las yemas de los dedos con el pulgar. Sé que se muere por tocarme, pero reprime el impulso. Yo suspiro profundamente y, armándome de valor, me quito la camiseta hasta quedar totalmente desnuda ante ella. Sin apartar los ojos de los míos, ella traga saliva y abre los labios.
—Eres Afrodita, Brittany —murmura.
Tomo su cara entre las manos, le levanto la cabeza y me inclino para besarla. Un leve gruñido brota de su garganta.
Cuando la beso en los labios, me sujeta las caderas y, casi sin darme cuenta, me tumba debajo de ella, y me obliga a separar las piernas con las suyas, de forma que queda encajada sobre mi cuerpo, entre mis piernas. Desliza su mano sobre mi muslo, por encima de la cadera y a lo largo del vientre hasta alcanzar uno de mis pechos, y lo oprime, lo masajea y tira tentadoramente de mi pezón.
Yo gimo y alzo la pelvis involuntariamente, me pego a ella y me froto deliciosamente contra la costura de su cremallera. Deja de besarme y baja la vista hacia mí, perpleja y sin aliento. Flexiona las caderas y su pelvis empuja contra mí… Sí, justo ahí.
Cierro los ojos y jadeo, y ella vuelve a hacerlo, pero esta vez yo también empujo, y saboreo su respuesta en forma de quejido mientras vuelve a besarme. Ella sigue con esa lenta y deliciosa tortura… frotándome, frotándose. Y siento que tiene razón: perderme en ella… es embriagador hasta el punto de excluir todo lo demás. Todas mis preocupaciones quedan eliminadas. Estoy aquí, en este momento, con ella: la sangre hierve en mis venas, zumba con fuerza en mis oídos mezclada con el sonido de nuestra respiración jadeante. Hundo mis manos en su cabello, reteniéndola pegada a mi boca y consumiéndola con una lengua tan avariciosa como la suya. Deslizo los dedos por sus brazos hasta la parte baja de su espalda, hasta la cintura de sus vaqueros, e intrépidamente introduzco mis manos anhelantes por dentro, acuciándola… olvidándolo todo, salvo nosotras.
—Conseguirás intimidarme, Britt —murmura de pronto; a continuación, se aparta de mí y se pone de rodillas. Se baja los pantalones y las bragas con destreza.
—Tú me deseas, bella, y está claro que yo te deseo a ti.
Se inclina sobre mí, me frota la nariz con la suya, y despacio, se acomoda y uno sexo con el mío. Siento nuestros clítoris rozándose y nuestras humedades se mezclan. Me aferro a sus brazos y levanto la barbilla, gozando de la exquisita sensación de que me posea. Me pasa los dientes por el mentón, mientras me embiste con su cadera… muy despacio, con mucha suavidad, mucha ternura, mientras con los codos y las manos a ambos lados de mi cara oprime mi cuerpo con el suyo.
—Tú haces que me olvide de todo. Eres la mejor terapia —jadea, y se mueve a un ritmo dolorosamente lento, saboreándome centímetro a centímetro.
—Por favor, Santana… más deprisa —murmuro, deseando más, ahora, ya.
—Oh, no, bella, necesito ir despacio.
Me besa suavemente, mordisquea con cuidado mi labio inferior y absorbe mis leves quejidos.
Yo hundo más las manos en su cabello y me rindo a su ritmo, mientras lenta y firmemente mi cuerpo asciende más y más alto hasta alcanzar la cima, y luego se precipita brusca y rápidamente mientras llego al clímax en torno a ella.
—Oh, Britt…
Y con mi nombre en sus labios como una bendición, alcanza el orgasmo.
Tiene la cabeza apoyada en mi vientre y me rodea con sus brazos. Mis dedos juguetean con su cabello largo revuelto, y seguimos así, tumbadas, durante no sé cuánto tiempo. Es muy tarde y estoy muy cansada, pero solo deseo disfrutar de la tranquila serenidad de haber hecho el amor con Santana, porque eso es lo que hemos hecho: hacer el amor, dulce y tierno.
Ella también ha recorrido un largo camino, como yo, en muy poco tiempo.
Tanto, que digerirlo resulta casi excesivo. Por culpa de ese espantoso pasado suyo, estoy perdiendo de vista ese recorrido, simple y sincero, que ha hecho conmigo.
—Nunca me cansaré de ti. No me dejes —murmura, y me besa en el vientre.
—No pienso irme a ninguna parte, y creo recordar que era yo la que quería besarte en el vientre —refunfuño medio dormida.
Ella sonríe pegada a mi piel.
—Ahora nada te lo impide, bella.
—Estoy tan cansada que no creo que pueda moverme.
Santana suspira y se mueve de mala gana, se tumba a mi lado, apoya la cabeza sobre el codo y tira de la colcha para taparnos. Me mira con ojos centelleantes, cálidos, amorosos.
—Ahora duérmete, bella.
Me besa el pelo, me rodea con el brazo y me dejo llevar por el sueño.
Cuando abro los ojos, la luz que inunda la habitación me hace parpadear con fuerza. Siento la cabeza totalmente embotada por la falta de sueño. ¿Dónde estoy?
Ah… el hotel…
—Hola —murmura Santana, sonriéndome con cariño.
Está tumbada a mi lado en la cama, completamente vestida. ¿Cuánto lleva ahí? ¿Me ha estado observando todo ese tiempo? De pronto, esa mirada insistente me provoca una timidez increíble y me arde la cara.
—Hola —murmuro, y doy gracias por estar tumbada boca abajo—. ¿Cuánto tiempo llevas ahí mirándome?
—Podría estar contemplándote durante horas, Brittany. Pero solo llevo aquí unos cinco minutos. —Se inclina y me besa con dulzura—.
—Oh.
— ¿Has dormido bien? —pregunta dulcemente—. Roncabas tanto que parecía que así era, la verdad.
Oh, el Cincuenta juguetona y bromista.
— ¡Yo no ronco! —replico irritada.
—No. No roncas.
Me sonríe. Alrededor del cuello sigue visible una tenue línea de pintalabios rojo.
— ¿Te has duchado?
—No. Te estaba esperando.
—Ah… vale. ¿Qué hora es?
—Las diez y cuarto. Me dictaba el corazón que no debía despertarte más pronto.
—Me dijiste que no tenías corazón.
Sonríe con tristeza, pero no contesta.
—Han traído el desayuno. Para ti tortitas y beicon. Venga, levanta, que empiezo a sentirme sola.
Me da un palmetazo en el culo que me hace pegar un salto y levantarme de la cama.
Mmm… una demostración de afecto al estilo Santana.
Me desperezo, y me doy cuenta de que me duele todo… sin duda como resultado de tanto sexo, y de bailar y andar todo el día por ahí con unos carísimos zapatos de tacón alto. Salgo a rastras de la cama y voy hacia el suntuoso cuarto de baño totalmente equipado, mientras repaso mentalmente los acontecimientos del día anterior.
Cuando salgo, me pongo uno de los extraordinariamente sedosos albornoces que están colgados en una barra dorada del baño.
Leila, la chica que se parece a mí: esa es la imagen más perturbadora que suscita todo tipo de conjeturas en mi cerebro, eso y su fantasmagórica presencia en el dormitorio de Santana. ¿Qué buscaba? ¿A mí? ¿A Santana? ¿Para hacer qué? ¿Y por qué diablos ha destrozado mi coche?
Santana dijo que me proporcionaría otro Audi, como el de todas sus sumisas. No me gusta esa idea. Pero, como fui tan generosa con el dinero que ella me dio, ya no puedo hacer nada.
Entro en el salón principal de la suite: ni rastro de Santana. Finalmente la localizo en el comedor. Me siento a la mesa, agradeciendo el impresionante desayuno que tengo delante. Santana está leyendo los periódicos del domingo y bebiendo café.
Ya ha terminado de desayunar. Me sonríe.
—Come. Hoy necesitas estar fuerte —bromea.
— ¿Y eso por qué? ¿Vas a encerrarme en el dormitorio?
La diosa que llevo dentro se despierta bruscamente, desaliñada y con pinta de acabar de practicar sexo.
—Por atractiva que resulte la idea, tenía pensado salir hoy. A tomar un poco el aire.
— ¿No es peligroso? —pregunto en tono ingenuo, intentando que mi voz no suene irónica, sin conseguirlo.
Santana cambia de cara y su boca se convierte en una fina línea.
—El sitio al que vamos, no. Y este asunto no es para tomárselo en broma —añade con severidad, entornando los ojos.
Me ruborizo y bajo la vista a mi desayuno. Después de todo lo que pasó ayer y de lo tarde que nos acostamos, no tengo ganas ahora de que me riñan. Me como el desayuno en silencio y de mal humor.
Mi subconsciente me mira y menea la cabeza. Cincuenta no bromea con mi seguridad; a estas alturas ya debería saberlo. Tengo ganas de mirarla con los ojos en blanco para hacerle ver que está exagerando pero me contengo.
De acuerdo, estoy cansada y molesta. Ayer tuve un día muy largo y he dormido poco. Y además, ¿por qué ella tiene que estar fresca como una rosa? La vida es tan injusta…
—Esa será la señora de limpieza—masculla Santana, y es evidente que sigue ofendida por mi irónico comentario.
Se levanta bruscamente de la mesa.
¿Es que no podemos tener una mañana normal y tranquila? Inspiro fuerte y, dejando el desayuno a medias, me levanto para recibir a la señora de limpieza.
La señora entra recoge unas cosas termino mi desayuno y Santana despide a la señora en la puerta, cierra y me mira con recelo.
— ¿Todo bien?
Yo asiento, y ella echa la cabeza a un lado con expresión tensa y preocupada.
—Britt, ¿qué pasa?
—No hay ningún problema. Por favor, Santana, olvídalo.
Santana se acerca a mí con semblante sombrío. Me sujeta la barbilla, me echa la cabeza hacia atrás y me mira a los ojos intensamente, intentando descifrar mi expresión.
—Cuéntamelo —insiste.
—No hay nada que contar. Me gustaría vestirme. —Echo la cabeza hacia atrás para evitar su mirada.
Suspira, se pasa la mano por el pelo y me mira con el ceño fruncido.
—Vamos a ducharnos —dice finalmente.
—Claro —digo con aire ausente, y ella tuerce el gesto.
—Vamos.
Y me coge la mano con fuerza, malhumorada. Va dando largas zancadas hasta el baño, llevándome casi a rastras. Por lo visto, no soy la única que está disgustada. Abre el grifo de la ducha y se desnuda deprisa antes de volverse hacia mí.
—No sé por qué te has enfadado, o si solo estás de mal humor porque has dormido poco —dice mientras me desata el albornoz—. Pero quiero que me lo cuentes. Me imagino todo tipo de cosas y eso no me gusta.
La miro con los ojos en blanco, y ella me hace un gesto reprobador con los ojos entornados. ¡Maldita sea! Vale… allá voy.
— Solo quería desayunar tranquila y nos interrumpieron.
Se relaja visiblemente.
— Y estoy cansada de tanto sexo.
Respira hondo.
—Pues quizá deberíamos abstenernos —replico.
Me mira fijamente un momento, desconcertada, como si yo fuera una especie de raro experimento científico.
—Estás de mal humor esta mañana.
—Me ha afectado mucho, nada más —repito en tono arisco.
Me coge por las solapas del albornoz, me atrae hacia ella y me abraza con cariño, me besa el pelo y aprieta mi cabeza contra sus pechos. Me quedo absorta en su pecho. ¡Ah, si pudiera acariciarla…!
—Britt, yo no estoy acostumbrada a esto —murmura—. Mi inclinación natural sería darte una paliza, pero dudo que quieras eso.
Por Dios…
—No, no lo quiero. Pero esto ayuda.
Abrazo más fuerte a Santana, y permanecemos un buen rato entrelazadas en ese peculiar abrazo, Santana desnuda y yo en albornoz. Una vez más me siento desarmada ante su sinceridad. No sabe nada de relaciones personales, y yo tampoco, salvo lo que he aprendido de ella. Bueno, ella me ha pedido fe y paciencia; quizá yo debería hacer lo mismo.
—Ven, vamos a ducharnos —dice Santana finalmente, y me suelta.
Da un paso atrás y me quita el albornoz. Entro tras ella bajo el torrente de agua, y levanto la cara hacia la cascada. Cabemos las dos bajo esa inmensa roseta.
Santana coge el champú y empieza a lavarse el pelo. Me lo pasa y yo procedo a hacer lo mismo.
Oh, esto es muy agradable. Cierro los ojos y me rindo al placer del agua caliente y purificadora. Mientras me aclaro la espuma siento sus manos sobre mí enjabonándome el cuerpo: los hombros, los brazos, las axilas, los pechos, la espalda.
Me da la vuelta con delicadeza y me atrae hacia ella, mientras sigue bajando por mi cuerpo: el estómago, el vientre, sus dedos hábiles entre mis piernas… mmm… mi trasero. Oh, es muy agradable y muy íntimo. Me da la vuelta para tenerme de frente otra vez.
—Toma —dice en voz baja, y me entrega el gel—. Quiero que me limpies los restos de pintalabios.
Inmediatamente abro los ojos y los clavo en los suyos. Me mira intensamente, mojada, hermosa. Con sus preciosos y brillantes ojos marrones que no traslucen nada.
—No te apartes mucho de la línea, por favor —apunta, tensa.
—De acuerdo —murmuro, intentando absorber la enormidad de lo que acaba de pedirme que haga: tocarle en el límite de la zona prohibida.
Me echo un poco de jabón en la mano y froto ambas palmas para hacer espuma; luego las pongo sobre sus hombros y, con cuidado, lavo la raya de carmín de cada costado. Ella se queda quieta y cierra los ojos con el rostro impasible, pero respira entrecortadamente, y sé que no es por deseo sino por miedo. Y eso me hiere en lo más profundo.
Con dedos temblorosos resigo cuidadosamente la línea por el costado de su torso, enjabonando y frotando suavemente, y ella traga saliva con la barbilla rígida como si apretara los dientes. ¡Ahhh! Se me encoge el corazón y tengo la garganta seca. Oh, no… Estoy a punto de romper a llorar.
Dejo de echarme más jabón en la mano y noto que se relaja. No puedo mirarla. No soporto ver su dolor: es abrumador. Ahora soy yo quien traga saliva.
— ¿Listo? —murmuro, y mi tono trasluce con toda claridad la tensión del momento.
—Sí —accede con voz ronca y preñada de miedo.
Coloco con suavidad las manos a ambos lados de su torso, y ella vuelve a quedarse paralizada.
Esto me supera por completo. Me abruma su confianza en mí, me abruma su miedo, el daño que le han hecho a esta mujer maravillosa, perdida e imperfecta.
Tengo los ojos bañados en lágrimas, que se derraman por mi rostro mezcladas con el agua de la ducha. ¡Oh, Santana! ¿Quién te hizo esto?
Con cada respiración entrecortada su diafragma se mueve convulso, y siento su cuerpo rígido, que emana oleadas de tensión mientras mis manos resiguen y borran la línea. Oh, si pudiera borrar tu dolor, lo haría… Haría cualquier cosa, y lo único que deseo es besar todas y cada una de las cicatrices, borrar a besos esos años de espantoso abandono. Pero ahora no puedo hacerlo, y las lágrimas caen sin control por mis mejillas.
—No, por favor, no llores —susurra con voz angustiada mientras me envuelve con fuerza entre sus brazos—. Por favor, no llores por mí.
Y estallo en sollozos, escondo la cara en su cuello, mientras pienso en una niñita perdida en un océano de miedo y dolor, asustada, abandonada, maltratada… herida más allá de lo humanamente soportable.
Se aparta, me sujeta la cabeza entre las manos y la echa hacia atrás mientras se inclina para besarme.
—No llores, Britt, por favor —murmura junto a mi boca—. Fue hace mucho tiempo. Anhelo que me toques y acaricies, pero soy incapaz de soportarlo, simplemente. Me supera. Por favor, por favor, no llores.
—Yo también quiero tocarte. Más de lo que te imaginas. Verte así… tan dolida y asustada, Santana… me hiere profundamente. Te amo tanto… Me acaricia el labio inferior con el pulgar.
—Lo sé, lo sé.
—Es muy fácil quererte. ¿Es que no lo entiendes?
—No, bella. No lo entiendo.
—Pues lo es. Yo te quiero, y tu familia también. Y Elena y Leila, aunque lo demuestren de un modo extraño, pero también te quieren. Mereces ser querida.
—Basta. —Pone un dedo sobre mis labios y niega con la cabeza en un gesto agónico—. No puedo oír esto. Yo no soy nada, Brittany. Soy una mujer vacía por dentro. No tengo corazón.
—Sí, sí lo tienes. Y yo lo quiero, lo quiero todo él. Eres una mujer buena, Santana, una mujer buena de verdad. No lo dudes. Mira lo que has hecho… lo que has conseguido —digo entre sollozos—. Mira lo que has hecho por mí… a lo que has renunciado por mí —susurro—. Yo lo sé. Sé lo que sientes por mí.
Me mira, con ojos muy abiertos y aterrados. Solo se oye el chorro de agua cayendo sobre nosotras.
—Tú me quieres —musito.
Abre aún más los ojos, y también la boca. Inspira profundamente, como si le faltara el aire. Parece torturada… vulnerable.
—Sí —murmura—. Te quiero.
Última edición por O_o el Miér Jun 19, 2013 11:26 pm, editado 1 vez
O_o***** - Mensajes : 250
Fecha de inscripción : 05/05/2013
Re: Fan Fic - 50 Sombras de López... (Parte III - Capítulo 13)
Por fin le dijo que la quería ^^
Asdfghjkl Ya que Leila le disparé o traté de matar a Britt o algo no!? Okno .-.
Asdfghjkl Ya que Leila le disparé o traté de matar a Britt o algo no!? Okno .-.
Invitado- Invitado
Re: Fan Fic - 50 Sombras de López... (Parte III - Capítulo 13)
awwwwwwww le dijo que la quiere es tan tierno :3 :3
lexis17******* - Mensajes : 424
Fecha de inscripción : 23/03/2013
Re: Fan Fic - 50 Sombras de López... (Parte III - Capítulo 13)
ooooooh OMG dijo ke la keria por fiiiiiiiiiiiiiiiiin , cuando dejara que la toque ya kiero vivir ese momento, tambien kiero aclarar bien el punto de porke no la pueden tocar, el psiquiatradeberia tener unn capitulo entero para ke habla de ppadecimiento de santana y explike las razones jajajaja
en espera de tu actu
en espera de tu actu
victoria555****** - Mensajes : 399
Fecha de inscripción : 28/10/2012
Re: Fan Fic - 50 Sombras de López... (Parte III - Capítulo 13)
Pero que hermoso capítulo, valió la pena la espera :$
Bueno sin más que decir, te deseo un lindo día/noche (no sé que hora sea ahi) jeje
un beso, hasta la próxima. :)
Anddy Rivera Morris******* - Mensajes : 407
Fecha de inscripción : 16/05/2013
Edad : 27
Re: Fan Fic - 50 Sombras de López... (Parte III - Capítulo 13)
Hola que tal!! La ultima parte del capitulo me matooo, puro sentimiento es perfecto.
San pudo decir lo que siente eso es genial!!
Saludos
POr favor necesito el otro capitulo!!
San pudo decir lo que siente eso es genial!!
Saludos
POr favor necesito el otro capitulo!!
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: Fan Fic - 50 Sombras de López... (Parte III - Capítulo 13)
awwww al fin le dijo que le.quiere.... <3 ... pobresita San, tan vulnerable... :'(.... bueno me encanto el.cap....
espero tu actualizacion..
besos :D
espero tu actualizacion..
besos :D
Alisseth***** - Mensajes : 254
Fecha de inscripción : 18/05/2013
Re: Fan Fic - 50 Sombras de López... (Parte III - Capítulo 13)
—Sí —murmura—. Te quiero.... sin duda esto fue lo mejor, me encanto como siempre..
Invitado- Invitado
Re: Fan Fic - 50 Sombras de López... (Parte III - Capítulo 13)
nos hiciste esperar mucho por un nuevo cap, pero valió totalmente la pena. gracias por escribir
Camila18**** - Mensajes : 151
Fecha de inscripción : 28/05/2013
Re: Fan Fic - 50 Sombras de López... (Parte III - Capítulo 13)
Me encantoo el capituloo por fin san le dijo que la quieres tan bellaaa *-* gracias por tomarte el tiempo de adaptar la historia eres genial *-* besoos
saibelli** - Mensajes : 52
Fecha de inscripción : 06/03/2013
Edad : 33
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