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Mensaje por imperio0720 Mar Sep 03, 2013 12:08 am

ese chico me cae mal jummm pero britt y san son un amor y esa quin pasa no esta sam jajaja ella si ah ajja
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Mensaje por Elisika-sama Mar Sep 03, 2013 3:10 am



Ese Jake es el hijo malvado perdido de Voldermort, ala ya lo he dicho jajajajaja
No me gusta nada nada, seguro que es uno de los agentes oscuros.

Ay, esas Brittana y sus hormonas, no son buenas para ellas ni para nosotras... Cuanto tendremos que esperar para que lleguen a la tercera base? No las metas en un castigo de abstinencia, pobres jajajaja

Espero la conti pronto, besos
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Mensaje por DafygleeK Mar Sep 03, 2013 1:16 pm

Me encanto!! Son tan tiernas juntas!!!!! Que bueno que samuel confie en san para cuidar a britt. Ese jake me parece que trae algo entre manos. Espero que no separe a las brittana.
Actualiza pronto porfis! ;) xoxo
DafygleeK
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cerrado Re: [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo

Mensaje por DafygleeK Mar Sep 03, 2013 1:17 pm

Me encanto!! Son tan tiernas juntas!!!!! Que bueno que samuel confie en san para cuidar a britt. Ese jake me parece que trae algo entre manos. Espero que no separe a las brittana.
Actualiza pronto porfis! ;) xoxo
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cerrado Re: [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo

Mensaje por DafygleeK Mar Sep 03, 2013 1:17 pm

Me encanto!! Son tan tiernas juntas!!!!! Que bueno que samuel confie en san para cuidar a britt. Ese jake me parece que trae algo entre manos. Espero que no separe a las brittana.
Actualiza pronto porfis! ;) xoxo
DafygleeK
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cerrado Re: [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo

Mensaje por aria Miér Sep 04, 2013 8:24 am

OH genial dos caps!!
Que bien que la relacion de las chicas este tan bien y este avanzando, me gusta que este asi jejej
San todo una ternurita con Britt, tiene suerte de que si ella no estuviera a su lado lo pasaria mal..

Esa Rose que descarada, el tipo de las drogas y el idiota de Jt. James dandoselas de galan [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 5 304001509  (No lo soporto)
Pobre Quinn, no la imagino en una situacion parecida jejejejeje

Ese chico nuevo no me gusta nada, desde que lei eso de un estudiante de intercambio lo primero que pense fue "problemas''
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cerrado Re: [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo

Mensaje por Emma.snix Miér Sep 04, 2013 6:57 pm

libe escribió:Jake esto se pone feo pero bueno no hay vida si no hay drama jajajajaja
espero poder seguir comentándote la universidad consume mi vida :\'(: pero hare lo posible por comentar hasta el próximo capitulo [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 5 1206646864 
Bueno y se pondrá mas feo con respecto a Jake, pero no me puedo adelantar hasta los hechos por ahora, muchos saludos y buena suerte con la universidad, yo aveces siento que muero con la universidad con tantas tareas, pero bueno ya que [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 5 2414267551  muchos saludos y hasta la próxima.

Ali_Pearce escribió:
[Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 5 918367557 Vaya, un premio de doble capítulo. Santana es tan linda siempre preocupándose por Britt hasta el punto que parece su mamá .-. así de descuidada debe ser Brittany. Me da gusto que sus hermanos empiecen a familiarizarse con su relación.


Bueno, ahora hablaré de este chico...Jake (?) >.< creo que así se llama el muy altanero. ¿Que se cree? Estoy casi segura que lo del incidente de la moto  el muy....**** tuvo que ver y si no es sospechoso. Nada bueno puede venir 
de este chico, el echo de que tenga un tatuaje en forma de serpiente en elbrazo me hace activar mi radar (no mi gaydar, ese es diferente) creo que es por que me recuerda a Lord Voldemort XD


¿Es mi idea o estas chicas son Wankys entre lineas? Si no se besuquean en los pasillos, se manosean en plena mesa (bueno :D eso no es manoseo :3)¿Tengo que esperar por lo Wanky? Ba! -_- está bien, esperare. 


Resulta que...cuando hago alguna edición la veo, la critico la analizo y JAMAS me convencen del todo, pero si a ti te gusto y LA USAS *¬* entonces me doy por bien servida. Tengo entendido que está historia está dividida en tres libros ¿Eh?
Creo que tendrás que decirme de que van los demás para ir trabajando en otras ediciones ¡No hay doble intensión en eso! XD 

Ok, un abrazo...espero no haber olvidado nada en mi comentario. Hasta el próximo!
Bueno solo puedo comentarte que este tal Jake lo odiaran con todas sus fuerzas, lo odiaran mucho ehhh, lo primero que pensé cuando apareció este tal Jake fue ohh por dios Harry no pudo acabar con Voldemort  [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 5 2414267551  pero no no era Voldemort, tal vez un hijo no reconocido de este [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 5 2414267551
Bueno con las escenas Wankis si, lo siento pero creo que esperas un poco mas [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 5 2824147739  pero te puedo asegurar que lo disfrutaras [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 5 4061796348 
Son tres libros si, creo que tienes razón, ya veremos como adelantarte un poco mas y claro que creo en tu intención:3:  muchos saludos y espero que disfrutes el próximo capitulo.

imperio0720 escribió:ese chico me cae mal jummm pero britt y san son un amor y esa quin  pasa no esta sam jajaja ella si ah ajja
Quinn es una de mis chicas favorita , yo la adoro, ya veras que Sam se ira relajando un poco mas y pues las Brittanas son puro amor [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 5 1206646864  muchos saludos. hasta la Próxima [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 5 1206646864 

Elisika-sama escribió:

Ese Jake es el hijo malvado perdido de Voldermort, ala ya lo he dicho jajajajaja
No me gusta nada nada, seguro que es uno de los agentes oscuros.

Ay, esas Brittana y sus hormonas, no son buenas para ellas ni para nosotras... Cuanto tendremos que esperar para que lleguen a la tercera base? No las metas en un castigo de abstinencia, pobres jajajaja

Espero la conti pronto, besos
[Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 5 2414267551 [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 5 2414267551  creo que coincidimos en lo del hijo perdido de voldermort, fue lo mismo que pensé, se que ese Jake no les gustara a muchas no solo a ti. pero ya veremos que pasa con este.
Bueno te digo que aun falta para que lleguen a mucho mas que tercera base, pero se que vas a disfrutar ese momento te lo aseguro.
Espero y te guste el capitulo siguiente. muchos saludos y abrazos.

DafygleeK escribió:Me encanto!! Son tan tiernas juntas!!!!! Que bueno que samuel confie en san para cuidar a britt. Ese jake me parece que trae algo entre manos. Espero que no separe a las brittana.
Actualiza pronto porfis! ;) xoxo
Te aseguro que Santana se ganara a los hermanos de Britt, creo que a Quinn ya la tiene en sus bolsos [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 5 2414267551  ya veremos si esto pasa con Sam de igual forma. Bueno respecto a Jake, ya veras lo que pasa con este creo que muchas lo van a odiar. muchos saludos [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 5 1206646864 

aria escribió:OH genial dos caps!!
Que bien que la relacion de las chicas este tan bien y este avanzando, me gusta que este asi jejej
San todo una ternurita con Britt, tiene suerte de que si ella no estuviera a su lado lo pasaria mal..

Esa Rose que descarada, el tipo de las drogas y el idiota de Jt. James dandoselas de galan [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 5 304001509  (No lo soporto)
Pobre Quinn, no la imagino en una situacion parecida jejejejeje

Ese chico nuevo no me gusta nada, desde que lei eso de un estudiante de intercambio lo primero que pense fue "problemas''
La conclusión es que Jake no nos gusta, y te garantizo que lo vas a llegar a odiar, pero ya veremos que es lo que el destino tiene preparado para estas dos chicas. muchas gracias por comentar y espero y te agrade el próximo capitulo [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 5 1206646864
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cerrado Fanfic [Brittana] Halo.Capitulo 19: En el Interior de los López

Mensaje por Emma.snix Miér Sep 04, 2013 7:18 pm

Capitulo 19:
En el Interior de los López



Estaba nerviosa por conocer a la familia de Santana el sábado. Ya me había invitado varias veces, y se había vuelto imposible negarse sin parecer que no estaba interesada. Además, ella no iba a aceptar un no por respuesta.
No era que no quisiera conocerlos; sólo estaba aterrorizada sobre cómo podían reaccionar al conocerme.
Después del colegio, después que los nervios del primer día se hubieran evaporado, nunca había estado tan preocupada de cómo era percibida por mis compañeros. Pero la familia de Santana era diferente; en realidad importaban. Quería gustarles, y quería que pensaran que la vida de Santana había mejorado con nuestra relación. En resumen, quería su aprobación. Rachel me había contado un sinfín de historias sobre su ex novio Kyle, a quién sus padres habían rechazado completamente, incluso le negaron la entrada a su casa. Estaba segura de que el clan de los López no podía oponerse a mí tan fuertemente, pero si no les gustaba, su influencia podía ser lo suficientemente fuerte para afectar los sentimientos de Santana sobre mí.
Cuando llegó el sábado, el coche de Santana entró a nuestro camino exactamente a dos minutos para las cinco como acordamos. Nos desviamos hacia su casa, la cual está en la otra parte de la ciudad, a alrededor de 10 minutos en coche. Cuando llegamos a su calle, tenía cientos de pensamientos negativos zumbando por mi mente. ¿Y si pensaban que mi tez pálida era debida a una enfermedad o una adicción a las drogas? ¿Y si pensaban que no soy lo suficientemente buena para Santana y que ella podía hacerlo mejor? ¿Y si accidentalmente decía o hacía algo embarazoso, como a menudo hacía cuando estaba nerviosa? ¿Y si sus padres médicos se daban cuenta que había algo diferente sobre mí? ¿No era su trabajo darse cuenta? ¿Y si Alex o Nicolás pensaban que mi ropa estaba feo o anticuada? Quinn me había ayudado a elegir mi ropa: un vestido azul marino sin mangas con botones en la parte de delante y cuello redondo. Era, como diría Rachel, con clase y muy Chanel. Pero todo lo demás era todavía un gran interrogante.
— ¡Simplemente relájate! —Dijo Santana mientras pasaba las manos por mi pelo y alisaba mí vestido por décima vez desde que habíamos salido de casa—. Casi puedo oír tu corazón desde aquí. Son buena gente que va a la iglesia. Están obligados a que les gustes. Incluso si no lo hacen, cosa que es imposible, nunca te vas a dar cuenta. Pero vas a encantarles, ya lo haces.
— ¿A qué te refieres?
—Les he contado todo sobre ti, y se han estado muriendo por conocerte en persona durante siglos —dijo—. Así que puedes dejar de actuar como si fueras a conocer a tus verdugos.
—Podrías mostrar un poco más de simpatía —dije irritada—. Tengo un montón por lo que preocuparme. ¡Eres tan inaguantable a veces!
Santana estalló en carcajadas. — ¿Acabas de llamarme inaguantable? —preguntó. —Desde luego lo hice. ¡Ni siquiera te importa que esté nerviosa!
—Por supuesto que me importa —dijo pacientemente—. Pero te estoy diciendo que no hay nada por lo que preocuparse. Mi mamá ya es tu mayor fan, y todo el mundo está emocionado por conocerte. Durante un tiempo sospechaban que te estaba inventando. Te estoy diciendo esto para hacerte sentir mejor, porque me importa, y ahora exijo que te retractes de tu insulto. No puedo vivir con el estigma de ser etiquetada como inaguantable.
—Lo retiro —dije, sonriendo—. Pero eres una boba.
—A mi autoestima le están dando una seria paliza hoy —dijo, negando con la cabeza—. Primero soy un inaguantable, ahora una boba… Supongo que eso me hace una boba inaguantable.
—Sólo estoy preocupada —mi sonrisa se desvaneció—. ¿Y si me comparan con Emily? ¿Y si no creen que esté a la altura de ella?
—Britt, —Santana tomó mi cara en sus manos y me hizo mirarle—, eres increíble. Ellos van a verlo enseguida. Además, a mi madre no le gustaba Emily.
— ¿Por qué no?
—Era demasiado impulsiva.
— ¿Impulsiva cómo? —pregunté, perpleja.
—Tenía algunos problemas —dijo Santana—. Sus padres estaban divorciados, no veía a su padre y a veces hacía cosas sin pensarlas. Yo siempre estaba ahí para mantenerla a salvo, gracias a Dios, pero eso no la hizo demasiado popular en mi familia.
—Si pudieras cambiar las cosas y tenerla de vuelta, ¿lo harías? —pregunté.
—Emily está muerta —dijo Santana—. Y así es como la vida juega con nosotros. Entonces llegaste tú. Podía haber estado enamorada de ella entonces, pero ahora estoy enamorada de ti. Y si ella volviera hoy, aún sería mi amiga más antigua, pero tú todavía serías mi novia.
—Lo siento, San —dije—. Sólo que a veces siento que sólo estás conmigo porque perdiste con la que estaba destinado a estar.
— ¿Pero no lo ves, Britt? —Insistió— Nunca estuve destinada a estar con Em. Estaba destinada a amarla y perderla. Tú eres con la que estoy destinada a estar.
—Creo que lo entiendo ahora—. Tomé su mano y la apreté débilmente—. Gracias por explicármelo. Sé que sueno como un bebé.
Santana me guiñó el ojo. —Un bebé adorable.
Todo sobre la casa de Santana sugería comodidad. Era una gran casa muy enorme, neo-georgiana recientemente construida con setos limpios y pilares en la brillante puerta delantera. Dentro, las paredes estaban pintadas de blanco y los suelos eran de parquet. La parte delantera de la casa, con su lujoso salón, estaba reservado a las visitas, mientras que el área abierta en la parte de atrás —que daba a la terraza y la piscina—, era donde los ocho de la familia pasaban la mayoría de su tiempo. Sofás cubiertos con mullidas colchas frente a un televisor de pantalla plana en la pared. La mesa del comedor estaba llena de una colección de trastos de niños, una cesta de ropa sucia doblada se asentaba en una esquina, y varios pares de zapatos estaban alineados en la puerta trasera. Enfrente de la televisión había una esquina de juguetes, con una colección de muñecos de acción, camiones, y rompecabezas diseñados para mantener a los niños más pequeños ocupados. Un gato pardo estaba acurrucado en una cesta. Observé una pizarra blanca en una pared donde los miembros de la familia habían escrito mensajes para los otros.
Quizás eso tenía algo que ver con el olor de la cocina en el aire, o las voces llamándose unos a otros desde toda la casa, pero el lugar tenía un aire acogedor a pesar de su enorme tamaño.
Santana me dirigió hacia la gran cocina donde su madre estaba frenéticamente intentando terminar su cocción y recoger la casa al mismo tiempo. Parecía estar haciendo todo a súper velocidad pero todavía se las arregló para darme una cálida sonrisa cuando entré. Podía ver la cara de Santana en la suya, inmediatamente. Ambas tenían la misma nariz recta y vívidos ojos marrones oscuros.
— ¡Tú debes ser Britt! —dijo, poniendo la olla a fuego lento en la cocina y viniendo a abrazarme—. Hemos oído tanto de ti. Soy Anabel, pero puedes llamarme Ana, todo el mundo lo hace.
—Es encantador conocerte, Ana. ¿Necesitas ayuda? —pregunté inmediatamente. —Ahora, eso es algo que no oigo muy a menudo por aquí —dijo Ana. Tomando mi brazo, me enseñó un montón de servilletas para doblar y platos para secar. El padre de Santana vagaba desde donde había estado encendiendo la barbacoa en la cubierta bajo la sombra proporcionada por unas velas blancas triangulares. Era alto y desgarbado con una mata de pelo castaño, muy hermoso. Llevaba gafas redondas como un profesor. Podía ver de dónde sacó Santana su lindura.
—Ya la tienes haciendo tareas domésticas —dijo con una risita, dándome la mano y presentándose como Santiago.
Dando a mi chica un apretón tranquilizador, Santana fue a ayudar a su padre con la barbacoa. Mientras ayudaba a Ana a poner la mesa, miré alrededor al maravilloso desorden doméstico de esta casa. Un partido de baseball estaba jugándose en televisión; podía oír los sonidos de pies corriendo en el piso de arriba al igual que alguien ensayando una obra muy básica al clarinete. Ana iba y venía a mí alrededor, llevando platos a la mesa. Era todo tan gloriosamente normal.
—Lamento que el lugar sea un desastre —dijo Ana excusándose—. Fue el cumpleaños de John hace unos días, y ha sido un caos por aquí. Sonreí. No importaba lo desastroso que era el lugar, me sentía sorprendentemente en casa.
—Te dije que no tocaras mis cuchillas de afeitar —gritó alguien, y oí el sonido de pies pisoteando en el piso de abajo.
Santana, que había entrado a recoger algunos platos, dio un suspiro exagerado. —Ahora sería un buen momento para tu huida —me murmuró. —Por amor de Dios, tienes un paquete entero, deja de gimotear —otra voz contestó.
—Ese era el último, y ahora tiene tus células de piel bruta por toda ella.
—Una puerta se cerró de un portazo y un chico con rizos negros lustrosos apareció. Llevaba una camiseta roja y unos pantalones cortos, como si hubiera estado haciendo ejercicio—. Mamá, ¿puedes hacer que Alex permanezca fuera de mi habitación? —pidió.
—No entré en tú cuarto. Te las dejaste en el baño —Alex gritó a través de la puerta.
— ¿Por qué no simplemente te mudas y te vas a vivir con Lucy ya? —su hermano le devolvió el grito.
—Créeme, lo haría si pudiera.
— ¡Te odio! Esto es tan injusto. —El chico parecía darse cuenta de repente de mi presencia y tomó un respiro de gritar para mirarme de arriba abajo—. ¿Quién es esta? —preguntó bruscamente.
— ¡Nicolás! —Le espetó Ana—. ¿Dónde están tus modales? Ella es Britt. Britt, esta es mi quinceañero, Nicolás.
—Encantado de conocerte —dijo a regañadientes—. No sé para qué quieres salir con ella de todas formas —añadió, sacudiendo la cabeza en su dirección—. Es una total perdedora y sus bromas apestan.
—Nicolás está pasando por su fase adolescente angustioso, y ha perdido su sentido del humor —explicó Santana—. De lo contrario apreciaría mi agudo ingenio.
Nicolás le lanzó una mirada asesina. Me salve de tener que formular algún tipo de respuesta por la entrada del hermano mayor de Santana, Alex. Su pelo era liso como el de Santana y lo llevaba muy corto. Llevaba una chaqueta de punto, vaqueros negros, y botas. A pesar de los gritos anteriores, podía ver que su cara era amable. —Wow, San, no nos dijiste que Britt era tan impresionante —dijo Alex, acercándose y dándome un abrazo.
—En realidad, creo que sí —contestó Santana.
—Bueno, no te creímos —Alex rió—. Hola, Britt, bienvenida al zoo.
—Felicidades por tu compromiso —dije.
—Gracias, pero es tan estresante ahora, no sé si Santana te ha contado. Justo ayer recibí una llamada de la compañía del catering que dijo…
Santana sonrió y nos dio un poco de espacio para hablar. No tenía mucho que decir, pero Alex hablaba arduamente sobre los preparativos de la boda, y estaba más que feliz de escucharlo. Me pregunté por qué una ocasión tan feliz debería ser tan difícil. Según él, todo lo que podía ir mal iba mal, y él se preguntaba si había roto un espejo o algo que trajera tanta mala suerte.
Ana volvió a la cocina, buscando a Santana, que asomó la cabeza a través de la puerta trasera, sujetando un par de tenazas.
—Santy, cariño, corre arriba y baja a los pequeños aquí para que conozcan a Britt. Están viendo El rey león. —Ana se giró hacia mí—. Es la única forma que puedo conseguir que se queden tranquilos durante hora y media.
Santana me guiñó un ojo y desapareció por el pasillo. Unos pocos minutos después lo oí bajando las escaleras, seguido por el sonido de pequeños pies descalzos golpeando contra el suelo.
John, Eric, y Michael irrumpieron en la habitación. Se detuvieron en seco cuando me vieron y se quedaron mirándome abiertamente en la forma en que sólo los niños pueden salirse con la suya. Eric y Michael eran los más jóvenes, y ambos tenían el pelo negro, grandes ojos marrones, y caras manchadas de comer galletas de chocolate no muy cuidadosamente. John, quien acababa de cumplir nueve, era un niño muy serio con grandes ojos marrones como toda la familia. Tenía el cabello como ―Esos príncipes de cuentos de hadas muy hermosos, no había duda que toda la familia de Santana era bella.
— ¡Britt! —gritaron Michael y Eric, venciendo su timidez inicial. Corrieron y tomaron una mano cada uno, llevándome hacia la esquina de los juguetes. Ana parecía un poco preocupada por la embestida, pero a mí no me importaba. Me gustaba pasar tiempo con las almas de los niños en el Reino, y esto era casi lo mismo, sólo más desordenado.
— ¿Jugarás con nosotros? —imploraron.
—No ahora —dijo Ana—. Esperen hasta la cena antes de que vayan a molestar a la pobre Britt.
—Me voy a sentar al lado de Britt en la mesa —anunció Michael.
—No, yo lo hare —dijo Eric, empujándolo— Yo la vi primero.
— ¡No lo hiciste!
— ¡Sí lo hice!
—Hey, hey, ambos podéis sentaros al lado de Britt —dijo Alex, envolviendo sus brazos alrededor de ellos y haciéndoles cosquillas.
De repente estuve consciente de una pequeña figura a mi lado. John me estaba mirando con sus ojos brillantes y muy abiertos. —Son muy ruidosos —dijo suavemente—. Me gusta más la tranquilidad.
Santana, quien había venido a pararse a mi lado, se rió y se agitó el pelo.
—Es muy amable, el —dijo San—. Por lo regular siempre está lejos de los otros duendes.
—Yo creo en los duendes —dijo John—. ¿Y tú?
—Sin duda lo hago —contesté y me arrodillé a su lado—. Creo en todas esas cosas, hadas, duendes, y ángeles.
— ¿En serio?
—Sí. Y sólo entre tú y yo, los he visto.
Los ojos de John se abrieron, y su pequeña boca como un capullo de rosa se abrió con sorpresa. — ¿Lo has hecho? Ojalá pudiera verlos.
—Oh, pero puedes —le dije—. Sólo tienes que mirar cuidadosamente. A veces los encuentras en lugares donde menos los esperas. Cuando era la hora de comer, vi que Ana y Santiago habían preparado un banquete. Vi los platos de cerdo a la barbacoa y salsas, costillas y me sentí de repente muy preocupada. Santana debía haber olvidado decirles que no comía carne. No era tanto la ética como que nuestra constitución no manejaba bien la carne. Era difícil de digerir y nos hacía y nos enlentecía. Incluso aunque no hubiera sido el caso, no hubiera querido comerla de todos modos. La idea misma hacía revolverse a mi estómago. Pero habían pasado por muchos problemas, y no tenía el corazón para decírselos. Por suerte, no tuve que hacerlo.
—Britt no come carne —dijo Santana casualmente—. ¿Mencioné eso?
— ¿Por qué? —preguntó Nicolás.
—Busca vegetariana en el diccionario —dijo Santana sarcásticamente.
—Está bien, cariño —dijo Ana, tomando mi plato y llenándolo con puré de patatas, verdura a la parrilla, y ensalada de arroz—. Eso no es un problema. —Siguió echando cucharas, incluso aunque el plato estaba lleno.
—Mamá… —Santana cogió el plato a rebosar lejos de ella y lo puso enfrente de mí—. Creo que tiene suficiente.
Cuando todo el mundo había sido servido, Nicolás cogió su tenedor y estaba a punto de dar un bocado al arroz cuando Ana la miró intencionadamente.
—Santy, cariño, ¿bendecirías la mesa?
Nicolás dejó caer a propósito su tenedor con un estrépito.
—Shh —dijo John, y toda la familia inclinó sus cabezas. Alex tenía una mano tanto en Eric como en Michael para mantenerlos quietos. Santana hizo la señal de la cruz.
—Por lo que estamos a punto de recibir, el Señor nos hace verdaderamente agradecidos. Y que seamos siempre conscientes de las necesidades de los otros, por el amor de Jesús. Amén.
Ella terminó y levantó la mirada, su mirada se detuvo con la mía por una fracción de segundo antes de separarla y tomar un sorbo de soda. En sus ojos podía ver tanta comprensión, una conexión de fe entre nosotras, y en ese momento no podía quererla más.
—Así que, Britt, —dijo Santiago—, Santana nos dijo que te mudaste aquí con tu hermano y tu hermana.
—Cierto —Asentí, sintiendo la comida atascarse en mi garganta mientras esperaba la inevitable pregunta: ― ¿Y tus padres? Pero no llegó.
—Me encantaría conocerlos —fue todo lo que dijo Ana—. ¿También son vegetarianos?
Sonreí. —Todos lo somos.
—Eso es raro —dijo Nicolás.
Ana le lanzó una mirada furiosa, pero Santana sólo se rió.
—Creo que encontrarás que hay un montón de vegetarianos en el mundo —dijo.
— ¿Eres la novia de Santana? —interrumpió Michael, empujando sus guisantes por el plato y pinchándolos con el tenedor.
—No juegues con la comida —dijo Ana, pero Michael no estaba escuchando, estaba esperando mi respuesta.
Me volví hacia Santana, no segura de sí debería o no decirlo enfrente de su familia.
— ¿No soy una afortunada? —dijo Santana a su hermano pequeño.
—Oh, ahórranosla —empezó Nicolás pero Alex le dio un codazo para que se callara.
—Me voy a conseguir una novia pronto —dijo Michael un tono serio, y todo el mundo se rió.
—Tienes un montón de tiempo para eso, muchacho —dijo su padre—. No hay necesidad de precipitarse.
—Bueno, yo no quiero una novia, papi —dijo Eric—. Las chicas son tercas, y arman un lio por todo, prefiero a estar siempre con mi amigo Peter.
—Imagino que lo hacen las de seis años —Santana rió entre dientes—. Pero no te preocupes, mejoran en ello.
—Aunque lo hagan, sigo sin querer una —dijo Eric de mal humor.
—Estoy contigo —dijo Nicolás.
— ¿De qué estás hablando? Tú tienes novia —dijo Santana—. Aunque eso es lo mismo que estar soltero para ti.
—Cállate —le dijo Nicolás—. Y no tengo novia desde hace dos horas.
Nadie excepto yo parecía particularmente preocupado por oír esto.
—Oh, ¡eso son noticias bastante malas! —dije—. ¿Estás bien?
Alex se rió. —Él y Harmony rompen por lo menos una vez por semana —explicó—. Siempre vuelven el fin de semana.
Nicolás puso mala cara. —Se acabó esta vez para bien. Y estoy bien, Britt, gracias por preguntar —miró hacia los demás.
—Nic va a ser un solterón —dijo Michael, riendo.
— ¿Qué? —espetó el—. ¿Cómo sabes si quiera lo que eso significa? Tienes como, cuatro años.
—Mami lo dijo —contestó Michael.
Ana tosió, casi asfixiándose por su comida mientras Santiago y Santana se reían en sus servilletas.
—Gracias Michael —dijo Ana—. Lo que quería decir es que quizás te gustaría reconsiderar la forma en la que tratas a la gente si quieres que se queden. No hay necesidad de enfadarse todo el tiempo.
— ¡Yo nunca me enfado! —Nicolás golpeó su vaso contra la mesa, derramando parte de su contenido.
—Le tiraste a Harmony una pelota de tenis a la cabeza —dijo Alex.
— ¡Dijo que le parecía lindo el chico de sexto grado! —gritó Nicolás.
— ¿Y qué tiene que ver eso? —preguntó Santana, todos son mas apuestos que tu.
—Se lo debería haber guardado para ella. Estaba totalmente fuera de lugar.
—Y por eso se merece que su cerebro sea golpeada por una pelota de tenis. —Santana asintió—. Tiene sentido jaja.
—Creo que es tan bonito tener finalmente otra chica para cenar —dijo Ana sobre la discusión—. Tenemos a Lucy y Harmony por aquí todo el tiempo, pero es tan especial que Britt esté aquí con nosotros.
—Gracias —dije—. Estoy muy contenta de estar aquí.
El teléfono móvil de Alex sonó, y se excusó de la mesa para coger la llamada. Unos segundos después estaba de vuelta, con su mano ahuecada sobre el micrófono.
—Es Lucy. Va a llegar tarde, pero debería estar aquí pronto —hizo una pausa—. Sería mucho más fácil si pudiera quedarse a pasar la noche.
—Ya sabes cómo tu padre y yo nos sentimos sobre eso —dijo Ana—. Hemos tenido esta conversación antes.
Alex se giró implorante hacia su padre, quien fingía estar absorto en su cena.
—No depende de mí —murmuró tímidamente.
— ¿No es hora de relajar todo esto? —Dijo Santana a su madre—. Ya sabes, han puesto una fecha.
Ana estaba reacia. —No es apropiado. Sólo piensa en qué ejemplo estaríamos dando.
Santana puso su cabeza sobre las manos. —Podría dormir en el cuarto libre.
— ¿Te estás ofreciendo a velar toda la noche? No, no creo. Tanto como ustedes chicos estén viviendo bajo este techo, sus padres harán las reglas de la casa —contestó Ana.
Santana gimió como si indicara que había oído este discurso antes.
—No hay necesidad de reaccionar así —dijo Ana—. He criado a mis hijos para adherirse a ciertos valores, que aunque haya gustos diferentes y no sentirse mal por esto dijo observando a Santana, el sexo antes del matrimonio no es algo que esta familia perdone. Espero que no hayas cambiado tu posición en eso, Santana.
— ¡Por supuesto que no! —Declaró Santana con fingida seriedad—. La idea en sí me disgusta.
Sus hermanos no pudieron contenerse, y su explosión a reír aligeró el humor. Inmediatamente se unieron sus hermanos pequeños, quienes no tenían ni idea de lo que se estaban riendo pero no querían sentirse excluidos.
—Lo siento, Britt —dijo Alex una vez recuperó el aliento—. Mamá se sube a su podio de discursos a veces, y no hay forma de decir cuándo puede ocurrir.
—No hay necesidad de disculparse, Alex. Estoy segura que Britt entiende lo que estoy diciendo. Parece una persona muy responsable. ¿Es tu familia religiosa?
—Mucho —dije con una sonrisa—. Creo que realmente te llevarías bien con ellos.
Durante el resto de la noche, hablamos de temas más seguros. Ana preguntó un montón de preguntas no invasivas sobre mis intereses en el colegio y mis sueños para el futuro. Santana había predicho el giro que tomaría la conversación, y había ensayado cuidadosamente mis respuestas de antemano. Alex solo se reía por las preguntas que me hacían. Nicolás ponía mala cara y hacía comentarios sarcásticos cuando se le hablaba. Los más pequeños vinieron a sentarse en mi regazo cuando era la hora de comer el postre, y Santiago soltó lo que John llamaba ―las bromas de papá. Santana sólo se sentó con su brazo a mí alrededor, luciendo muy contenta y dejando comentarios en la conversación a intervalos aleatorios.
Esa noche fue lo más cercano a la normalidad terrenal que nunca había experimentado, y me encantó cada minuto de ella. La familia de Santana, a pesar de sus pequeños conflictos, estaba tan unida, tan amorosa, tan humana, y quería más que nada compartir lo que tenían. Sabían los puntos fuertes y flacos de cada uno, y aceptaban unos a otros a pesar de todo. Me sorprendía lo abiertos que eran y lo mucho que sabían los unos de los otros, incluso cosas como los sabores favoritos de helado o las preferencias en películas.
— ¿Debería ver la nueva película de Bond? —preguntó Nicolás en algún momento de la noche.
—No te gustará, Nic —contestó Santana—. Demasiada acción para ti y después te creerás todo un Bond.
Sam, Quinn y yo compartíamos un vínculo de confianza, pero no nos conocíamos en realidad de la misma manera. La mayoría de nuestras reflexiones eran internas y nunca expresadas. Quizás era porque no estábamos obligados a tener personalidades que fueran distintivamente nuestras; así que nunca pasábamos tiempo desarrollándolas. Como espectadores más que jugadores, no había decisiones que tomar, no dilemas morales que resolver. Después de lograr la unidad con el universo significaba que no teníamos necesidad de conexiones personales. El único amor que se suponía que experimentábamos era uno genérico, que abarcaba todas las cosas vivientes.
Me di cuenta con una punzada que me estaba empezando a identificar con los humanos más fuertemente que con los de mi propia especie. Los humanos parecían querer ser conectados profundamente entre sí. Todos ellos tenían y ansiaban intimidad. En una familia, era imposible guardar secretos. Si Nicolás estaba de mal humor, todo el mundo lo sabía. Si su madre estaba decepcionada, sólo tenían que mirar a su cara para verlo. Las apariencias eran una pérdida de tiempo y energía.
Al final de la noche, me sentía enormemente agradecida a Santana. Permitirme conocer a su familia era uno de los mayores regalos que podía haberme dado.
— ¿Cómo te sientes? —preguntó cuándo me llevaba de vuelta a mi casa.
—Exhausta —admití—, pero feliz.
Esa noche pensé en algo que no se me había ocurrido antes. El comentario de Ana sobre sexo antes del matrimonio había tocado una fibra sensible. Sabía que era posible para Santana y yo tener sexo porque yo había tomado forma humana y podía participar en cualquiera interacción humana, pero, ¿cuáles serían las consecuencias para tal decisión? ¿Podrían los cielos molestarse por tal acto?
Preparé mi mente para abordar el tema con Quinn, pero no esta noche. No quería arruinar mi humor optimista.
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Mensaje por DafygleeK Miér Sep 04, 2013 8:04 pm

Me encanto! Ame a la familia de san!!! Son tan divertidos! Que bueno que quieren a britt!
Me encantaria que la familia de san conozca a quinn y samuel, sin duda seria muy interesante.
Porfis actualiza pronto! ;) xoxo
pdt: ya me tienes asustada con el hecho de que odiare mas a jake.
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Mensaje por libe Miér Sep 04, 2013 9:31 pm

no se por que pero la familia de santana se parece a la mía hasta me dieron ganas de gritar como lo hago con mis hermanos jajajaja ( no puedo evitar pensar que mi volví loca ) me imagino que después de esto comienza el drama [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 5 3718790499  pero hay que soportarlo hasta la próxima
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Mensaje por Ali_Pearce Miér Sep 04, 2013 9:32 pm

Ejem, Brittany está pensando lo mismo que vengo diciendo desde hace tiempo :3 me siento vidente porque me adelante...es por mi sentido perver XD Pasando a cosas un poco más serias, me encanto la familia de Santana -al igual que Britt- hasta Nicolas que me recuerda a mi hermana me pareció adorable  ¿Como es que se llamaba el pequeño serio?  ¿John? Bueno el, es un amor...si yo estuviera por ahí me la pasaría jalandole las mejillas :"3


Siento que a la familia Lopez le falto una ronde de "Fotos que le averguezan a los hijos" tipico que las mamás sacan las fotos donde te estabas sacando los mocos  o cuando te acaban de bañar y estas como dios te trajo al mundo o con la cara llena de comida...créeme, yo tengo varias así XD Que vergüenza! 




Me gusta está familia, parece echa a la antigua, con los valores que parecen que ya se perdieron...es una de las razones por las que hay una conexión entre Santana y Brittany. ¿Sabes? Puede que Jake, como tu lo has dicho, solo venga a dar problemas...pero creo que Brittana es tan fuerte que pueden con eso y más *cruza los dedos* Así que "Hijo de Voldemort" no nos asustas :p 


Buuuuueeeno, un saludo...aquí andaré en el próximo. Asdjkdhsha lalala :3 
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Mensaje por aria Jue Sep 05, 2013 10:56 am

Que linda la familia de san :3
Me encantaron los hermanitos de San, creo que no es la unica que con gustos diferentes de la familia.. el pequeño Eric tiene muy claro lo que quieres :D jejejeje

Es genial que Britt tenga el visto bueno...
Hasta a mi me dejo picada la conversacion del sexo antes del matrimonio, se ha despertado la curiosidad de Britt jejeje peroo... Sera que San es virgen? Wow eso seria realmente interesante
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Mensaje por micky morales Jue Sep 05, 2013 11:17 pm

me encanta esta historia y sobre todo pq siento una gran predileccion por Brittany Pierce!
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cerrado Fanfic [Brittana] Halo. Capitulo 20: Señal de Peligro. Capitulo 21: Ahogo

Mensaje por Emma.snix Vie Sep 06, 2013 9:12 pm

Hey ¿como están? bueno siento mucho no responder sus comentarios, pero ando muy rápida por aquí, es que hoy juega la selección de mi país y pues la veremos en tv con algunos amigos y todo eso.
bueno subiré dos capítulos para compensar, y tal vez el domingo o lunes suba de nuevo dos mas, de acuerdo?
espero y les guste [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 5 1206646864  muchos saludos y abrazos.



Capitulo 20:
Señal de Peligro

Abrí la puerta de la clase de literatura y lo primero que vi fue a Jake Thorn sentado con desparpajo en el borde del escritorio de la Señorita Castle. La miraba fijamente a los ojos y ella estaba muy ruborizada. Comprendí que no me habían oído entrar porque ninguno de los dos se volteo. Jake llevaba su lustroso cabello oscuro peinado hacia atrás y se le veían los pómulos más afilados que nunca. Sus verdes ojos en la señorita Castle con la sugestión hipnótica de una serpiente a punto de lanzarse al ataque. Había una rosa roja en el escritorio, y sólo entonces advertí que él había posado suavemente su mano esbelta sobre la de ella. No se oía ningún otro sonido en el aula más que la respiración entrecortada de la señorita Castle.
—Esto es del todo inapropiado —susurró.
— ¿De acuerdo a que leyes? —la voz de Jake era baja y confidente.
—Las del colegio, para empezar. ¡Eres mi alumno!
Jake soltó una pequeña risotada. —Soy lo suficientemente mayor para tomar mis propias decisiones
—Pero ¿y si nos descubren? Perderé mi trabajo, nunca más podré trabajar como profesora. Yo…
Oí que sofocaba un frito y vi que Jake le ponía un dedo sobre los labios y deslizándolo luego, juguetonamente hasta el hueco de su garganta.
—Seremos discretos.
Cuando ya se inclinaba sobre ella, y la señorita Castle cerraba los ojos, se produjo un fuerte ruido detrás de mí, seguido por un torrente de maldiciones. Blaine Anderson acababa de llegar y accidentalmente se le había enganchado la mochila en la puerta. Jake se apartó del escritorio con gracia felina, mientras que una nerviosa señorita Castle acomodaba papeles y trataba de alisarse el cabello.
—Hola —gruñó Blaine al pasar junto a mí, sin darse cuenta de la escena que había interrumpido. Se dejó caer en su silla y frunció el ceño mirando su reloj—. Ni siquiera es tarde.
Me senté detrás de Blaine mientras los otros estudiantes empezaron a llegar al aula y me quedé mirando fijamente mi pupitre. Alguien, había raspado la superficie, y había escrito:La literatura está muerta. La muerte apesta. No quería mirar a Jake; estaba consternada por lo que había visto. Pero sabía que no tenía derecho a estarlo. Jake tenía dieciocho años, y podía hacer lo que le viniera en gana. Pero la señorita Castle era una maestra, sin duda merecía más respeto. Sacudí la cabeza con decisión, no era asunto mío.
Debería haber sabido que él no iba a permitir que lo ignorara. Se deslizó en el asiento contiguo.
—Hola —dijo, con voz almibarada. Sus ojos eran aún más cautivadores que su voz. Cuando los miraba de frente, me resultaba difícil apartar la mirada.
Las cosas estaban empezando a cambiar en Bryce Hamilton. Era difícil determinar exactamente qué había cambiado o cuándo, pero la escuela parecía diferente. Ahora se percibía más cohesión donde al principio sólo había disparidad. La participación en las actividades de la escuela nunca había sido tan popular y, a juzgar por algunos de los carteles que habían aparecido por el lugar, había una nueva toma de conciencia de los problemas mundiales. No podía atribuirme ningún mérito por estas mejoras; había estado demasiado ocupada adaptándome al ambiente y conociendo adecuadamente a Santana, sin preocuparme mucho por otra cosa. Sabía que el cambio se debía enteramente a la influencia de Sam y Quinn.
Desde el principio, la gente en Venus Cove había reconocido el compromiso de Quinn para ayudar a los demás. A pesar de que no asistía a clases, venía al colegio en busca de apoyo para diversas causas en relación al bienestar de los animales y cuestiones ambientales. Hacía campaña, utilizando su suave voz, demostrando que no se necesita gritar para demostrar una opinión. El colegio Bryce Hamilton le había invitado a hablar en las asambleas para informar a los estudiantes de los trabajos de caridad y de la próxima recaudación de fondos que se celebraría en la ciudad. Si había una venta de tortas, lavado de autos, o la competencia de Miss Venus Cove para recaudar dinero para una buena causa, Quinn estaba detrás de ello. Parecía haber creado todo un programa de servicio social dentro de la ciudad, con un pequeño, pero creciente número de voluntarios que se habían sumado para echar una mano la tarde de los miércoles. La escuela había presentado incluso un programa de voluntariado como una alternativa a los deportes por la tarde. Se trataba de colaborar con los grupos de caridad locales, para realizar las compras de los miembros ancianos de la comunidad, o trabajando en el comedor popular de Port Circe. Es cierto que algunas personas fingieron interés solo por acercarse a Quinn, pero la mayoría realmente se sentían estimulados por su dedicación.
Sin embargo, a sólo dos semanas del baile de graduación, todos los proyectos y servicios sociales fueron abandonados temporalmente. El estado de ánimo de las chicas en la escuela rayaba en lo obsesivo. Era difícil creer que el tiempo hubiera pasado tan rápido. Parecía que era ayer cuando Rachel había marcado la fecha en mi agenda y me había reprendido por mi falta de entusiasmo. Para mi sorpresa, me encontraba tan ansiosa como los demás por la gran noche. Aplaudía y gritaba con el resto de las chicas cuando surgía el tema y no importaba lo infantil que pareciera.
El viernes me encontré con Rachel y las chicas frente a la escuela para nuestro anticipado viaje de compras a Port Circe.
Port Circe era una gran ciudad a sólo media hora de viaje en tren hacia el sur. Con una población de unos doscientos mil habitantes, era significativamente más grande que Venus Cove, y muchas de las personas que vivían en nuestro tranquilo pueblo viajaban hacia allá diariamente para trabajar, mientras que los adolescentes iban para hacer compras o para colarse en clubes nocturnos con sus documentos de identidad falsos.
Sam me había entregado una tarjeta de crédito, recordándome que fuese sensata y que no olvidara la irrelevancia de los bienes materiales. Él sabía lo peligroso que era dejar a un grupo de adolescentes suelto con una tarjeta de crédito, pero no tenía nada de qué preocuparse, mis posibilidades de encontrar algo que me gustara eran escasas. Era muy particular cuando se trataba de prendas de vestir y tenía una imagen muy clara de cómo me imaginaba a mí misma en la noche del baile de graduación. Mis estándares eran bastante altos. Sólo por aquella noche, tenía muchas ganas de verme y sentirme como un ángel en la Tierra.
Estaba un poco nerviosa mientras nos dirigíamos hacia la estación por la calle principal. Esta era mi primera experiencia con el transporte público. Por mucho que deseara que llegara, no pude evitar sentir un poco de aprensión. Cuando llegamos allí, seguí a los demás a través de un paso subterráneo hasta una plataforma antigua. Hicimos cola para comprar los boletos a un hombre rudo de barba gris que se encontraba detrás de la ventanilla. Meneó la cabeza por el alboroto que las chicas estaban armando, por lo que le dediqué una sonrisa de disculpa mientras guardaba mi boleto de forma segura en mi billetera.
Fuimos para tomar asiento en los bancos de madera que se hallaban a lo largo de la plataforma mientras esperábamos el tren de las cuatro y cuarto. Las chicas siguieron hablando entre sí, mientras mandaban mensajes de texto a la velocidad de la luz, quedando con los chicos de la escuela Saint Dominic en Port Circe. Rachel dijo que tenía sed y compró una lata de cola light en una máquina expendedora. En cuanto a mí, estaba sentada relajada y cómoda hasta que la llegada del tren me sobresaltó.
Comenzó como nada más que un rumor en la distancia, como un trueno lejano. Pero fue cobrando fuerza progresivamente, y de pronto la plataforma bajo mis pies estaba vibrando. De la nada el tren apareció velozmente por las vías, y a esa velocidad, me preguntaba cómo el conductor se las arreglaría para parar. Me levanté de un salto y apreté la espalda contra la pared de la plataforma mientras los vagones del tren, que parecían poco estables, aminoraron la marcha ruidosamente hasta detenerse. Las chicas se quedaron mirándome boquiabiertas.
— ¿Que estás haciendo? —me pregunto Taylah, mirando tímidamente a su alrededor para asegurarse de que nadie había sido testigo de mi numerito.
Miré el tren con desconfianza.
— ¿Se supone que ha de hacer todo ese ruido?
Las puertas de metal se abrieron y salió una oleada de gente. Pude ver un par de puertas que al cerrarse de golpe, engancharon el dobladillo del abrigo de un hombre. Yo jadee y las chicas aullaron de risa. El hombre golpeó con ira las puertas del tren hasta que se abrieron de nuevo. Luego se marchó, lanzándonos una mirada furiosa a su paso.
—Oh, Britt —farfulló Rachel, agarrándose el abdomen mientras se sacudía por las carcajadas—. Cualquiera diría que nunca habías visto un tren.
La fila de fuertes cajas de metal unidas entre sí me pareció más como un arma de destrucción masiva que cualquier forma de transporte fiable.
—No parece nada seguro —dije.
— ¡No seas boba! —Rachel me agarró de la muñeca y tiró de mí hacia una puerta abierta— ¡Vamos a perderlo!
El interior del tren no estaba tan mal. Rachel y las demás se lanzaron sobre una fila de asientos, haciendo caso omiso de las miradas irritadas de los pasajeros cuyos espacios habían invadido. Mientras nos dirigíamos hacia Port Circe me senté en el borde de mi asiento y miré a la gente a mi alrededor. Me sorprendió la variedad de personas que usaban el transporte público, desde los ejecutivos trajeados, a sudorosos colegiales, e incluso una anciana vagabunda que llevaba unas pantuflas ribeteadas de felpa. No me encontraba muy cómoda rodeada de todas aquellas personas mientras mi asiento se sacudía cada vez que el tren paraba, pero me dije a mi misma que debería estar agradecida por todas las experiencias humanas que pudiera almacenar. Demasiado pronto llegaría a su fin.
Cuando llegamos a nuestra parada, nos unimos a la multitud que se abría paso a empujones para bajar del tren y salir a la plaza principal de Port Circe. Era sin duda muy diferente de la tranquila Venus Cove. Las calles eran anchas, rectangulares y arboladas. Las agujas de la Iglesia y los rascacielos se recortaban contra el horizonte. Rachel insistió en cruzar entre las calles congestionadas, en lugar de utilizar el paso peatonal. Había gente de compras por todas partes. Pasamos junto a un hombre de barba blanca sin hogar sentado en los escalones de la catedral; tenía profundas arrugas alrededor de sus ojos, llevaba sobre los hombros una manta gris del ejército y estaba golpeando una taza de hojalata. Busque en mis bolsillos algo de cambio, pero Rachel me detuvo.
—No debes acercarte a gente así —dijo—. No es seguro. Probablemente sea drogadicto o a algo así.
— ¿Te parece un adicto a las drogas? —objeté.
Rachel se encogió de hombros y siguió caminando, pero yo me di la vuelta poniendo un billete de diez dólares en la mano del hombre. Agarró mi brazo —Dios te bendiga —dijo.
Cuando alzó el rostro hacia mí, me di cuenta de que era ciego.
Las chicas decidieron que debíamos separarnos. Algunos fueron a una tienda pequeña de una calleja adoquinada que salía de la plaza principal, mientras que Rachel, Taylah y yo fuimos a unos grandes almacenes con una puerta giratoria de cristal y un suelo de mármol ajedrezado. Me alegré de librarme un rato de la locura de la calle y alcé la cabeza hacia las rejillas de aire acondicionado en el techo con alivio.
—Esto es Madisons —me explicó Rachel como si estuviera hablándole a un marciano—. Está dividida en cinco niveles y vende casi todo lo que una chica pueda necesitar.
—Gracias, Rachel, creo que me hago una idea general. ¿Dónde está la sección de mujer?
—No vamos a pasar por allí. Eso es para las perdedoras. Necesitamos ir a ―Mademoiselle, que está en el tercer piso. Tienen cosas increíbles, te lo aseguro, y mucho más baratas que esos pequeñas boutiques tan exclusivas. Sólo porque a Sugar le salga dinero de las orejas…
Hicieron falta dos horas revisando percheros y la ayuda de dos dependientas muy tolerantes, para que Rachel y Taylah finalmente encontraran vestidos que las dejaran satisfechas. Pasaron percha por percha, descartando ropa porque se veía demasiado anticuada, descocada, formal, ñoña o no lo suficientemente sexy. Olvidando que ya lo habían discutido anteriormente, se enzarzaron en una discusión interminable sobre el largo ideal del vestido. Al parecer, justo por encima de la rodilla era muy de colegiala, debajo de la rodilla era de vieja, y a mitad de la pantorrilla era sólo para las personas que han comprado su ropa en tiendas de segunda mano. Eso dejaba sólo dos opciones aceptables: mini o largo. Lo discutieron como si se tratara de un asunto de importancia nacional, ampliando la discusión para ver si llevaba volantes o no, si era sin tirantes o con tirantes, o sin espalda ni mangas, de satén o de pura seda. Yo las seguía a todas partes como si fuera sonámbula, procurando mantener su ritmo y no demostrar lo agotada que estaba.
Después de lo que parecía ser una discusión sin fin, Taylah encontró un vestido corto, de tafeta sin espalda, color melocotón. Servía para mostrar sus bien tonificadas piernas, aunque, en mi opinión, la hacía parecer como un pastelito de hojaldre en movimiento.
Vi un modelo que pensé que tenía el color perfecto y podría quedarle fantástico a Rachel y se lo señalé. La dependienta de inmediato estuvo de acuerdo conmigo.
—Ese color le sentaría de maravilla —le dijo a Rachel.
—Es hermoso —acordó Rachel.
— ¿Entonces? —Dijo Taylah—. Pruébatelo.
Cuando Rachel salió del probador, era como si se hubiera transformado de una desgarbada estudiante en una diosa. Incluso algunas clientas se detuvieron a admirarla. Hicimos que se girase para examinarla desde todos los ángulos. El vestido largo de estilo griego, dejaba los hombros al descubierto surcados solo por una delicada cadena de oro. El tejido se adhería a su sinuosa figura en capas suaves, cayendo luego hacia el suelo como si fueran liquidas. Pero el color era lo más increíble. Era de un bronce resplandeciente bajo la luz. Al mezclarse con el cabello hermoso de Rachel resaltaba su cutis un poco bronceado.
-Wow… —jadeo Taylah—. Creo que hemos encontrado tu vestido. Finn y tú se verán impresionantes. -Espera un momento, ¿te lo pidió? —dije.
Rachel asintió con la cabeza. —Se tomó su tiempo, pero sí.
— ¿Por qué no me lo dijiste? —pregunté.
—Tampoco es que fuera una noticia bomba.
— ¿Estas bromeando? —Exclamó Taylah—. Has estado hablando de él durante semanas. Todo es perfecto ahora. Tienes todo lo que querías.
—Supongo que sí —Rachel asintió con la cabeza, pero a su cara le faltaba su habitual entusiasmo. ¿Estaría pensando en Sam? Me pregunté si tal vez Rachel estaba cambiando y Finn con toda su buena apariencia y grandes músculos simplemente no era suficiente para que se sintiera satisfecha.
Para Taylah y Rachel la angustiosa búsqueda había terminado y el alivio se notaba en sus rostros. Los zapatos y accesorios podían esperar, ya habían encontrado unos vestidos que les quedaban a la perfección. Yo, en cambio, no había visto nada ni remotamente atractivo. Los vestidos eran todos más o menos lo mismo: o demasiado grandes, llenos de lentejuelas y lazos o no decían nada. Quería algo simple pero llamativo, algo que me permitiría destacar entre la multitud y que dejara sin aliento a Santana. Era una tarea difícil, y no veía muchas posibilidades de conseguirlo. Por un lado me sentía avergonzada por mi vanidad recién descubierta, y lo sabia pero mis deseos de impresionar a Santana eran más fuertes.
— ¡Vamos, Britt! —dijo Rachel, cruzando los brazos obstinadamente—. ¡Tiene que haber algo aquí que te guste! No nos iremos hasta que lo hayas encontrado.
Traté de protestar, pero ahora que Rachel tenía su vestimenta lista, se entregó desinteresadamente a la tarea de encontrar uno para mí. Por su insistencia me probé vestido tras vestido, pero ninguno de ellos parecía quedarme bien.
— ¡Eres terca! —Dijo, después de una hora—, ¡te queda todo de fábula!
—Claro, ¡eres tan delgada! —dijo Taylah entre dientes.
— ¡Aquí hay uno! —gritó Rachel. Sacó un vestido de raso blanco con pliegues que se abrían como un abanico—. Una réplica del de Marilyn Monroe. ¡Pruébatelo!
—Es precioso —coincidí—. Pero no es lo estoy buscando.
Ella suspiró y guardo el vestido de nuevo en el perchero.
Me fui de Madisons comprando un esmalte de uñas llamado Susurro rosa y un par de aretes de plata con forma de aro. Había sido una pérdida de tiempo y esfuerzo.
Nos encontramos con las demás en Starbucks. Varias bolsas de diseñador se hallaban a su alrededor, y tres muchachos vestidos con chaquetas a rayas se les habían unido. Habían acercado sus sillas, disfrutando del desvergonzado coqueteo de las chicas.
—Me muero de hambre —dijo Rachel—. Mataría por una de esas galletas gigantes.
Taylah alzó un dedo reprendiéndola.
—Ensalada y nada más hasta después del baile —dijo.
—Tienes razón —gimió Rachel—. ¿El café está permitido?
—Con leche desnatada y sin azúcar. Cuando llegué a casa mi desaliento era difícil de disimular. La expedición de compras había fracasado, y yo no sabía dónde iba a encontrar un vestido. Había recorrido las tiendas de Venus Cove hace unas semanas y todo lo que quedaban eran un par de vestidos en tiendas de segunda mano.
— ¿No hubo suerte? —Quinn no parecía sorprendida—. ¿Te divertiste por lo menos?
—En realidad no. Fue una pérdida de tiempo. Solo puedes probarte un número limitado de vestidos antes de que todos empiecen a parecerte iguales.
—No te preocupes. Ya encontraras algo. Todavía queda mucho tiempo.
—No habrá ninguna diferencia, lo que quiero simplemente no existe. Ni siquiera debería molestarme en asistir.
—Vamos —dijo Quinn—. No puedes hacerle eso a Santana. Tengo una idea. ¿Por qué no me dices que tipo de vestido tienes en mente y te lo hago yo?
— ¡No puedo pedirte que hagas eso! Tienes cosas más importantes en las que pensar.
—Me gustaría hacer esto para ti —dijo Quinn—. Además, no me llevará mucho tiempo, y tú sabes que puedo hacer exactamente lo que quieres.
Sabía que tenía razón. Quinn podría convertirse en una experta costurera en cuestión de horas. No había nada que ella y Sam no pudieran hacer cuando se les metía entre ceja y ceja.
— ¿Por qué no pasamos un rato esta tarde mirando revistas y viendo si hay algo que te guste? —preguntó Quinn.
—No necesito una revista. Me lo imagino en mi cabeza.
Mi hermana sonrió. —Bueno, entonces cierra los ojos y envíamelo.
Cerré los ojos e imaginé la noche del baile de graduación. Vi a Santana y a mí del brazo bajo un dosel de luces mágicas. Ella llevaba un perfecto vestido blanco como toda una princesa, de esas que ni en cuentos de hadas pudiera existir con su fresco perfume y su cabello recogido. Yo estaba parada junto a ella, y con un ojo en mi mente vi el vestido de mis sueños. Era un vestido largo de color marfil brillante con la falda de seda en tono crema suave y una capa de puntilla antigua. El canesú estaba salpicado con perlas y una fila de botones forrados de raso por las mangas ceñidas. Tenía un escote festoneado con una moldura de oro intricado con diminutos capullos de rosa. El material parecía entretejido con finísimos rayos de luz y emitía un leve resplandor nacarado. En mis pies llevaba unas delicadas zapatillas de raso.
Miré a Quinn tímidamente. No era exactamente la más simple de las peticiones.
—Pan comido —dijo mi hermana—. Te lo puedo hacer en un santiamén.
A la hora del almuerzo el lunes me senté sola en la cafetería. Santana estaba en el entrenamiento de Lacrosse, y Rachel y las chicas estaban en el comité organizador del baile de graduación y tenían una reunión para discutir la decoración final y la distribución de los asientos. Como ya estaba sentada y comencé a comerme mi lechuga marchita, la gente me miró con curiosidad, probablemente sorprendidos de verme sin compañía, pero yo apenas me di cuenta. Como de costumbre, Santana ocupaba mis pensamientos, más aún cuando estábamos separadas físicamente. Cuando me encontré calculando cuántos minutos tenían que pasar antes de que pudiera volver a verla, decidí que debía hacer mejor uso de mi tiempo y me dirigí a la biblioteca. La biblioteca de estudiantes de último año era un espacio donde las actividades solitarias estaban consideradas aceptables. Tenía previsto utilizar el resto de la hora del almuerzo en buscar las causas de la revolución francesa.
Acababa de recoger los libros de mi taquilla y atajando a través del pasillo estrecho cuando escuché una voz a mi espalda.
—Hola.
Me volví para ver a Jake Thorn apoyado contra la pared de ladrillo con sus brazos cruzados sobre su pecho. Su pelo negro enmarcaba su cara pálida y sus labios estaban curvados en una sonrisa sardónica. Ahora llevaba el uniforme de Bryce Hamilton, pero con un estilo totalmente personal: Sin corbata y con el cuello de la camisa alzado hacia arriba. En vez de una chaqueta llevaba una cazadora gris con capucha. Sus pantalones colgaban de sus caderas estrechas y usaba zapatos de piel blanca en vez del calzado reglamentario de la escuela. Me di cuenta por primera vez que llevaba un pendiente con un diamante en su oído izquierdo, así como el misterioso colgante alrededor de su cuello. Él dio una larga calada a su cigarrillo y exhaló un anillo de humo al aire.
—No deberías fumar aquí —le advertí, preguntándome como podía, burlarse con tanto descaro de las normas de la escuela—. Vas a meterte en problemas.
— ¿Yo? —Jake fingió preocupación—. Esto ha pasado a ser conocido como el rincón de los fumadores.
—Aún hay profesores de guardia.
—Me he dado cuenta de que nunca llegan hasta aquí. Se limitan a merodear cerca de la sala de profesores contando los minutos hasta que puedan volver a su café y a sus crucigramas.
—Creo que será mejor que apagues eso antes de que alguien se dé cuenta —dije.
—Si tú lo dices —respondió Jack.
Aplastó la colilla en el talón de su zapato y la lanzó de una patada a un macizo de flores justo cuando la señorita Pace, la vieja y gruñona bibliotecaria, hundida el pasado, pasaba a toda prisa mirándonos con desconfianza.
—Gracias, Britt —dijo cuando cuándo la mujer ya no les podía oír—, creo que acabas de salvarme la piel.
—De nada —le dije, ruborizándome por su dramática expresión de gratitud—. Es complicado cuando no sabes cómo funcionan las cosas. Debías de tener mucha libertad en tu vieja escuela.
—Vamos a decir que corrí algunos riesgos. Pagué por algunos… de ahí mi exilio aquí. Tú sabías que, los antiguos romanos preferían la muerte al destierro. Por lo menos lo mío no es permanente.
— ¿Hasta cuándo te quedas?
—Todo lo que sea necesario para que me regenere.
Me reí. — ¿Hay alguna posibilidad de eso?
—Yo diría que muchas posibilidades, si me encontrara bajo buenas influencias —dijo Jake significativamente. Él entrecerró los ojos repentinamente como si se le hubiera ocurrido algo—. No suelo verte sola. ¿Dónde está tu asfixiante princesa? No estará enferma, espero.
—Santana está entrenando —le dije rápidamente.
–Ah, deportes… La invención de los pedagogos en un intento de mantener las hormonas revolucionadas bajo control.
— ¿Cómo?
—No importa. —Jake se frotó su barba incipiente con gesto pensativo—. Dime, ya sé que tu novia es toda una lindura en cualquier deporte, pero ¿Se le da bien la poesía?
—Santana es buena en la mayoría de las cosas —alardeé.
— ¿En serio? ¡Qué suerte la tuya! —dijo Jake, arqueando una ceja.
Su comportamiento me estaba confundiendo, pero ciertamente no iba
a dejar que se diera cuenta de ello. Decidí que lo más seguro era cambiar de tema. —Entonces, ¿dónde vives? —le pregunté—. ¿Cerca de la escuela?
—En este momento estoy viviendo en las habitaciones de encima de la sala de tatuajes —dijo Jake—. Hasta que encuentre un alojamiento más estable.
—Pensé que estarías con una familia de acogida —le dije, sorprendida.
—Bueno, eso sería como vivir con unos parientes aburridos ¿no? Prefiero mi propia compañía.
— ¿Y tus padres están de acuerdo con eso? —Me resultaba chocante que viviera solo. Incluso aunque pareciese maduro y desenvuelto, todavía era un adolescente.
—Te hablaré de mis padres si tú me hablas sobre los tuyos. —Sus ojos oscuros taladraron los míos como los rayos láser—. Y sospecho que tenemos mucho más en común de lo que pensamos. Por cierto, ¿qué haces el domingo por la mañana? He pensado que podríamos trabajar en nuestra obra maestra.
—El domingo por la mañana voy a la iglesia.
—Por supuesto.
—Puedes venir si quieres.
—Gracias, pero soy alérgico al incienso.
—Qué lástima.
—Es la desgracia de mi vida.
—Bueno, tengo que irme a estudiar —le dije, poniéndome en movimiento, consciente de que había perdido bastante tiempo.
Se plantó delante con aire despreocupado. —Antes de que te vayas, tengo el primer verso de nuestro poema. —Sacó una bola de papel arrugado de su bolsillo y lo empujó suavemente hacia mí—. No seas demasiado dura conmigo… es sólo un comienzo. Podemos continuar como quieras a partir de ahí.
Me dedicó una sonrisa y se alejó lentamente. Fui a sentarme a un banco cercano y alisé el papel. La letra de Jake era elegante y estrecha, las letras más bien alargadas; nada que ver con el estilo juvenil de Santana. Santana, que odiaba la cursiva; ya que a su modo de ver tomaba demasiado tiempo y se veía demasiado elaborada. Jake escribía como si hiciera un trabajo de caligrafía y sus letras se arremolinaban a través de la página como si estuvieran bailando. Pero fueron las siete palabras que había escrito las que me dejaron patidifusa:

“Ella tenía la cara de un ángel.”








Capitulo 21:
Ahogo
¿Qué quería decir Jake con aquella frase? ―Ella tenía la cara de un ángel. Sentía como si las palabras se hubieran quedado grabadas a fuego en mi cerebro, como si, en una fracción de segundo, Jake me hubiera expuesto y dejado temblorosa y totalmente expuesta. ¿Podría ser posible que hubiera adivinado mi secreto? ¿Esta era su idea de una broma retorcida?
Entonces reaccioné y me dominó una ira repentina. Olvidando todos mis planes de ponerme al día con el tema de la Revolución Francesa, entré disparada para buscar a Jake. Atravesando a toda velocidad los pasillos vacíos, volví a la cafetería, y repasé con la vista las mesas donde estaban apiñados pequeños grupitos. Pero él no estaba en ninguno de ellos. Una palpitación de miedo empezó en mi pecho y supe que pronto aumentaría si no hacía algo para impedirlo. Tenía que encontrar a Jake y preguntarle sobre el poema antes de que empezara la siguiente clase o me corroería por dentro el resto del día.
Lo encontré junto a su taquilla.
— ¿De qué se trata esto? —exigí, enfrentándome a él y agitando el papel debajo de su nariz.
— ¿Perdón?
—No tiene ninguna gracia.
—No se suponía que la tuviera.
—No estoy de humor para juegos. Sólo dime qué quieres decir con esto.
—Hmmm, deduzco que no te gusta —dijo Jake—. No te preocupes, podemos descartarlo…no tienes que ponerte nerviosa.
— ¿En qué estabas pensando cuando lo escribiste?
—Estaba pensando que podría ser un buen punto de partida, simplemente —se encogió de hombros—. ¿Te ofendí o algo por el estilo?
Respire profundamente para serenarme y me obligué a mí misma a recordar cómo había propuesto la señorita Castle aquel trabajo de clase. Nos había hecho un breve resumen de la tradición del amor cortés y nos había leído algunos sonetos de Petrarch y Shakespeare. Había hablado de la idealización y el culto de la mujer en la distancia. ¿Era posible que Jake simplemente se estuviera apegando al tema? Mi furia repentinamente se dirigió a mi misma por lanzarme a sacar conclusiones precipitadas.
—No estoy ofendida —dije, sintiéndome ridícula. Ambos, mi furia y mi miedo, habían disminuido tan rápidamente como habían surgido. No podía echarle la culpa a Jake simplemente porque se le hubiera ocurrido la palabra ángel en relación a un poema que trataba sobre el amor. Sólo estaba paranoica por todas las referencias celestiales. Pero lo más probable era que hubiera recurrido a aquella palabra con toda la inocencia. Ni siquiera era original: ¿Cuántos poetas, a lo largo de la historia, habían hecho comparaciones similares?
—Está bien —agregué —. Lo trabajaremos un poco más en clase. Lamento si parezco un poco desquiciada en este momento.
—Está bien, todos tenemos nuestros días desquiciados.
Me dedicó una sonrisa, una normal, esta vez sin su expresión sardónica. Extendió la mano y tocó mi brazo para tranquilizarme.
—Gracias, me parece magnífica tu actitud —dije con gratitud, diciendo lo que Rachel podría decir en una situación similar.
—Soy así —dijo él.
Observé cómo se alejaba para reunirse con un grupito en el que estaban Alicia, Alexandra, y Blaine de nuestra clase de literatura, junto con algunos otros que reconocí como estudiantes de música por sus cabellos desaliñados y corbatas sueltas. Todos lo rodearon como devotos en cuanto se aproximó y empezaron a charlar animadamente. Me sentí contenta de que hubiera encontrado un grupo al que pertenecer.
Fui a mi propia taquilla, todavía sintiendo como si algo estuviera mal. No fue hasta que recogí mis libros y estaba esperando a que Santana viniera a buscarme cuando me di cuenta de que sentía un cierto malestar físico. Me concentré por un momento e identifiqué la sensación. No era propiamente dolor, sino más bien como una leve quemadura de sol. La piel de mi brazo, justo debajo del codo, me picaba en el lugar exacto donde Jake me había tocado. Pero, ¿cómo era posible que su tacto pudiera lastimarme? Sólo había puesto su mano muy suavemente sobre mi brazo, y yo no había experimentado nada inusual hasta ese momento.
—Pareces distraída —dijo Santana mientras caminábamos juntas a la clase de Francés. Me conocía muy bien, no se le escapaba nada.
—Sólo estaba pensando en el baile —contesté.
— ¿Por eso tienes esa cara tan triste?
Decidí quitarme a Jake Thorn de mi cabeza. El dolor de mi brazo probablemente no tenía nada que ver con él. Era más probable que me hubiera arañado sin darme cuenta con la puerta de la taquilla o con el pupitre. Necesitaba dejar de reaccionar exageradamente.
—No estoy triste —dije suavemente—. Esta es mi expresión reflexiva. Honestamente, Santana… ¿aún no me conoces?
—Debo estar distraída.
—Con eso no basta.
—Lo sé. Siéntete libre de castigarme de cualquier modo que consideres apropiado.
— ¿He mencionado que al fin he decidido que apodo ponerte?
—No sabía que me estabas buscando uno.
—Bueno, pues he considerado el asunto seriamente.
— ¿Y a que conclusión has llegado?
—Osita —anuncié con orgullo.
Santana hizo una mueca. —De ninguna manera.
— ¿No te gusta? ¿Qué me dices de abejorrito?
—Peor.
— ¿Monito Peludo?
— ¿No tendrás un poco de cianuro?
—Bueno, Ya veo que hay gente difícil de complacer.
Nos cruzamos con un grupo de chicas discutiendo sobre vestidos de celebridades en una revista, y recordé la otra noticia que quería contarle. — ¿Te conté que Quinn está haciendo mi vestido? Espero que no le dé demasiados problemas.
— ¿Para qué están las hermanas, no?
— ¡Estoy tan contenta de que vayamos juntas! —suspire—. Va a ser perfecto.
— ¿Tú estás contenta? —Susurró Santana—. Pues imagínate yo, que voy a ir con un ángel.
— ¡Shh! —le tapé la boca con mi mano—. Recuerda lo que le prometiste a Sam
—Calma, Britt; nadie de nuestro alrededor tiene oído supersónico —me dio un beso en la mejilla—. Y el baile va a ser estupendo. Cuéntame cómo será tu vestido.
Apreté los labios y me negué a revelarle ningún detalle.
— ¡Oh, venga!
—No. tendrás que esperar hasta la gran noche.
— ¿Al menos puedo saber el color?
—No, no y no.  
—Santana…
— ¿Si, nena?
— ¿Me escribirías un poema si te lo pidiera?
Santana me miró con curiosidad. — ¿Estamos hablando de poemas de amor?
—Supongo.
—Bueno, no puedo decir que sea mi fuerte, pero tendré algo para ti al final del día.
—No tienes que hacerlo —dije, riendo—. Era sólo una pregunta.
Siempre me tomaba por sorpresa la disposición de Santana a complacerme. ¿Existía algo que no pudiera hacer por mí si se lo pidiera?
Santana y yo teníamos que dar una conferencia en clase de francés, y habíamos decidido hacerla de París, la ciudad del amor. En realidad, no habíamos hecho mucha investigación; Sam nos había dado toda la información que necesitábamos. Ni siquiera habíamos tenido que abrir un libro o una página de internet.
Cuando el señor Collins nos llamó, Santana habló primero, y noté a las otras chicas de la clase mirándola con interés, pareciera que con tan solo hablar Santana hipnotizaba a medio mundo. Traté de imaginarme en el lugar de ellas, mirándola melancólicamente desde la distancia pero sin en realidad conocerla. Contemplé su piel morena, sus fascinantes ojos marrones brillantes, su media sonrisa que hacia poder ver sus perfectos hoyuelos en su mejilla, sus brazos delgados y finos, y su maravilloso cabello. Todavía llevaba su crucifijo de plata en un cordón de cuero rodeando su cuello. Era tan sorprendente. Y era toda mía.
Estaba tan atrapada admirándola que perdí mi señal para empezar a hablar. Santana aclaró su garganta, trayéndome de vuelta al presente, y rápidamente emprendí mi parte de la presentación, enfocándome en los lugares de interés romántico y lo que la cocina parisina tenía para ofrecer. Mientras hablaba, me di cuenta que en vez de hacer contacto visual con la clase e intentar involucrarlos, miraba de soslayo a escondidas a Santana. No lograba apartar mis ojos de ella ni por un minuto.
Con la charla concluida, Santana me arrastró espontáneamente a sus brazos, dándome un beso feroz pero a la vez tan suave y delicioso, que me hizo por un momento perder mi habilidad de saber donde me encontraba en ese momento.
—Arg, ¿por qué no se buscan una habitación? —Soltó Taylah—. C‘est très… repugnante.
—Bueno, ya está bien —dijo el Sr. Collins, apartándonos y mirándonos con una mirada acusatoria.
—Lo siento, señor—dijo Santana con una sonrisa. —Sólo tratamos hacer nuestra presentación tan auténtica como sea posible.
El Sr. Collins se nos quedó mirando airado, pero la clase entera estalló en carcajadas y gritos, pidiendo más besos.
La noticia de nuestra actuación en francés se propagó rápidamente, y Rachel trató de sacármelo a la primera oportunidad.
— ¿Así que tú y Santana están locas la una para la otra?
—Sí—. Traté de reprimir la sonrisa de oreja a oreja que me salía sin querer cuando pensaba en ella.
—Todavía no puedo creer que estés con Santana López —dijo Rachel, sacudiendo la cabeza—. Quiero decir, no me malinterpretes, creo que eres espectacular, pero bueno Emily era toda una esculpida por los mismos dioses, las chicas han estado persiguiéndola durante meses y casi todos los hombres se derriten en su paso, y ella ni se ha inmutado. Las personas pensaron que nunca superaría lo de Emily, y luego apareces tú…
—Tampoco me lo puedo creer a veces —dije modestamente, con una sensación de incomodidad.
—Tienes que admitir que es bastante romántica la manera en que te cuida, como un caballero de brillante armadura pero en versión femenina —Rachel suspiró—. Ojala algún chico me tratara así.
—Tienes montones de chicos locamente enamorados de ti —dije—. Te persiguen a todas partes como perritos falderos.
—Sí, pero no es igual a lo que tienen tú y Santana —respondió Rachel—. Ustedes dos parecen realmente conectadas. Los otros chicos sólo quieren una cosa —se detuvo—. Bueno, estoy segura que Santana y tú hacen cosas buenas, pero parece como que hay algo más.
— ¿Qué tipo de cosas? —pregunté con curiosidad.
—Ya me entiendes, en el dormitorio —Rachel soltó una risita—. No tiene que darte vergüenza decírmelo, yo también lo he hecho… Bueno, casi.
—No estoy avergonzada —dije—. No hemos hecho ninguna diablura en absoluto.
Rachel abrió mucho los ojos. — ¿Quieres decir que tú y Santana no han…?
— ¡Shh! —agité mis manos para que bajase el tono cuando vi a los chicos de la mesa de al lado darse la vuelta para mirarnos—. ¡No, por supuesto que no!
—Lo siento —dijo ella—. Sólo me has sorprendido. Es decir, bueno, pensé que lo habían hecho. Pero han hecho otras cosas, ¿no?
—Claro. Vamos a caminar, nos agarramos de las manos, compartimos el almuerzo…
—Dios mío, Britt, ¿De dónde sales? —Gimió Rachel—. ¿Es necesario que te explique todo? —Entrecerró los ojos—. Espera un momento… ¿tan siquiera les as tocado sus pechos?
— ¿qué? —exploté.
—Ya sabes —dijo enfáticamente—. ¡Sus perfectos pechos! —— ¡Oh! —exclamé —. Nunca haría algo así.
—Bueno, ¿ella no ha insinuado que quiere algo más?
—No —dije indignada—. A Santana no le interesan cosas como esa.
—Eso es lo que todos dicen al principio —dijo Rachel cínicamente—. Sólo dale algo de tiempo. Por fantástica que sea Santana, algún día sus hormonas la van a traicionar o a ti.
— ¿En serio?
—Por supuesto, cariño —Rachel me dio unas palmaditas en el brazo—. Creo que deberías estar preparada.
Me quedé en silencio. Si había un tema en el que confiaba en la opinión de Rachel era sobre chicos. Ellos eran su área de especialización, y tenía bastante experiencia para saber de que estaba hablando. Muy pronto, me sentí muy incómoda. Había asumido que a Santana no le molestaba mi incapacidad de cumplir con todos los aspectos de nuestra relación. Después de todo, ella nunca había sacado el tema, nunca había insinuado que eso contaba entre sus expectativas. ¿Pero había una posibilidad de que se estuviera guardando sus verdaderos deseos por mí? Sólo porque nunca lo había mencionado, no significaba que no lo hubiera pensado. Me amaba porque era diferente, pero los seres humanos todavía tenían ciertas necesidades, algunas de las cuales no podían ser ignoradas indefinidamente.
—Oh Dios mío, ¿has visto al chico nuevo? —me dijo Rachel, interrumpiendo mis pensamientos, y alcé la vista para ver a Jake Thorn paseando por delante de nosotras. Sin mirarme siquiera, cruzó la cafetería para sentarse en una mesa con aproximadamente quince alumnos mayores, que lo miraban con una extraña combinación de adoración y respeto.
—No ha perdido el tiempo reclutando amigos —le comenté a Rachel.
— ¿Estás sorprendida? Ese chico está realmente bueno.
— ¿Lo crees?
—Sí, de una manera oscura y melancólica. Podría ser modelo con un rostro como ese.
Todo el círculo de partidarios de Jake tenía un aire similar: tenían sombras oscuras debajo de los ojos. Tendían a mantener las cabezas gachas y no hacían contacto visual con nadie fuera de su grupo. Observé la manera en que Jake los miraba, con una sonrisa de satisfacción sobre el rostro, como un gato con un gran plato de comida.
—Está en mi clase de literatura —dije casualmente.
—Oh Dios mío, ¡eres tan afortunada! —Se quejó Rachel—. ¿Cómo es él? A mí me parece un rebelde.
—En realidad es bastante inteligente.
—Maldición —Rachel hizo un mohín—. Esos chicos nunca se fijan en mí. Sólo consigo a los musculitos descerebrados, pero oye, por probar no se pierde nada.
—No creo que sea una buena idea —dije.
—Es muy fácil para ti decirlo cuando tienes a Santana López —contestó Rachel.
Nos distrajimos por un grito desgarrador proveniente de la cocina, seguido por el sonido de voces asustadas y pies corriendo. Los estudiantes intercambiaron miradas nerviosas y unos pocos se levantaron titubeantes a investigar. Uno de ellos, Simon Laurence, se quedó helado en la puerta de la cocina y su mano voló a su boca. Se dio la vuelta, completamente lívido, como si estuviera a punto de vomitar.
—Oye, ¿qué pasó? —Rachel agarró del brazo a Simon cuando pasó por nuestro lado.
—Una de las cocineras —farfulló—. La freidora se volcó… quemó sus piernas bastante. Están llamando a una ambulancia.
Se alejó tambaleándose, pareciendo conmocionado.
Bajé la mirada a mi plato y traté de concentrarme en enviar energía curativa hacia la cocina, o al menos algo que pudiera adormecer el dolor. Era más efectivo si veía a la persona que estaba herida o la tocaba, pero sabía que entrar en la cocina levantaría sospechas, y probablemente me habrían sacado de allí antes de poder acercarme a la cocinera. Por lo tanto, permanecí donde estaba y hice lo que pude. Pero algo estaba mal: no podía canalizar apropiadamente la energía. Cada vez que lo intentaba, algo me bloqueaba, y sentía que mi energía rebotaba antes de alcanzar la cocina. Parecía como si otra fuerza estuviera interceptando la mía, tan impenetrable como el hormigón, empujando mi energía curativa de vuelta. Tal vez era que estaba cansada. Me concentré aún más, pero sólo me encontré con una resistencia aún más fuerte.
—Um, Britt... ¿qué te pasa? Pareces como si estuviera estreñida —dijo Rachel, arrancándome e de mi trance.
Sacudí mi cabeza para aclararla y le dirigí una sonrisa forzada. —Sólo es hace calor aquí.
—Sí, vamos. No hay mucho que podamos hacer de todos modos —dijo, apartando la silla y poniéndose de pie.
La seguí sin decir nada fuera de la cafetería.
Mientras pasábamos junto a la mesa donde Jake y sus nuevos amigos estaban sentados, Jake me miró. Nuestros ojos se encontraron, y por una fracción de segundo, sentí como si me estuviera ahogando en sus profundidades.
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cerrado Re: [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo

Mensaje por khandyy Vie Sep 06, 2013 9:29 pm

hola, bueno hasta ahora te puedo escribir, la verdad eh estado leyendo tu fic desde mi celular y pues no había tenido tiempo de escribirte, que te puedo decir acerca de este maravilloso fic ahhh bueno que me encanta y es maravilloso me gusta todo jajajaja. adoro a las Brittanas son mi placer culposo, creo que ya esta por iniciar el drama con ese tal Jake o como sea, como diría santana no me gusta. adoro a Britt me parece tan linda e inocente a la vez.

muchos saludos hasta tu próxima actualización

posdata... soy adicta a tu fic [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 5 4061796348 
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Mensaje por micky morales Vie Sep 06, 2013 10:55 pm

para mi que ese jake es un demonio!
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Mensaje por libe Vie Sep 06, 2013 11:21 pm

jake no es lo que parece bueno ese es mi criterio, en cuanto a las brittana, britt estará torturada por su conversación con Rachel acerca de la vida intima de ella y santana ( Dios dije vida intima parezco mi madre jajajaja ) hasta el próximo capitulo
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Mensaje por Ali_Pearce Sáb Sep 07, 2013 2:59 pm

Esa Jake no me da confianza. Por más sexi que me lo describa Britt siento que hay algo muy obscuro en él, bueno...creo que es algo obvio xD pero de verdad siento que las cosas malas que están pasando se deben a él y el echo de que los poderes de Britt no hayan funcionada en la cocina me hace dudar de él aun más. 

Rachel xD está Rachel es una loquilla. Cada vez más cerca el baile, espero que Quinn haga un buen trabajo con el vestido de su hermana :D Me encantan los dobles capítulos. En realidad no estuve pendiente del partido solo vi que ya nos llevaban un gol de ventaja, ya sabes...nuestra selección y su falta de juego en equipo...pero X
Bien, un abrazo...hasta el proximo! 

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Mensaje por Emma.snix Dom Sep 08, 2013 7:55 pm

khandyy escribió:hola, bueno hasta ahora te puedo escribir, la verdad eh estado leyendo tu fic desde mi celular y pues no había tenido tiempo de escribirte, que te puedo decir acerca de este maravilloso fic ahhh bueno que me encanta y es maravilloso me gusta todo jajajaja. adoro a las Brittanas son mi placer culposo, creo que ya esta por iniciar el drama con ese tal Jake o como sea, como diría santana no me gusta. adoro a Britt me parece tan linda e inocente a la vez.

muchos saludos hasta tu próxima actualización

posdata... soy adicta a tu fic [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 5 4061796348 
Hola, que tal bueno muchas gracias por escribir y pues que te este gustando este Fic.
espero y te agraden los demas, bueno muchos saludos y hasta la proxima. [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 5 1206646864 

micky morales escribió:para mi que ese jake es un demonio!
Bueno que te puedo decir, creo que ya pronto se sabrá quien es en realidad este Jake. muchas gracias por comentar y espero que el capitulo siguiente les guste muchos saludos [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 5 1206646864 

libe escribió:jake no es lo que parece bueno ese es mi criterio, en cuanto a las brittana, britt estará torturada por su conversación con Rachel acerca de la vida intima de ella y santana ( Dios dije vida intima parezco mi madre jajajaja ) hasta el próximo capitulo
claro que Jake no es lo que parece, pero ya esta cerca de saber quien es en realidad este. y bueno la platica que se viene con Rachel y Quinn esta realmente interesante, muchos saludos y espero que quedes complacida con el capitulo [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 5 1206646864 

Ali_Pearce escribió:
Esa Jake no me da confianza. Por más sexi que me lo describa Britt siento que hay algo muy obscuro en él, bueno...creo que es algo obvio xD pero de verdad siento que las cosas malas que están pasando se deben a él y el echo de que los poderes de Britt no hayan funcionada en la cocina me hace dudar de él aun más. 

Rachel xD está Rachel es una loquilla. Cada vez más cerca el baile, espero que Quinn haga un buen trabajo con el vestido de su hermana :D Me encantan los dobles capítulos. En realidad no estuve pendiente del partido solo vi que ya nos llevaban un gol de ventaja, ya sabes...nuestra selección y su falta de juego en equipo...pero X
Bien, un abrazo...hasta el proximo! 

:3 Mira esto:
Creo que a nadie le da confianza este tal Jake, pero pronto veremos lo que es en realidad, aproximadamente como en tres capítulos mas se sabrá que es en verdad.[Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 5 3287304868 
unos de mis personajes favorito en esta historia es Rachel, simplemente la adoro. y te aseguro que quien hará un perfecto trabajo.

Bueno que te puedo decir del partido, creo que la tubimos pero lo dejamos ir [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 5 2824147739 [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 5 2824147739 

muchos saludos y bueno que te puedo decir con esta imagen esta perfecta. Así es como me imagine a Jake tal y como esta en la imagen . muchas muchas gracias esta muy linda [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 5 918367557
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cerrado Fanfic [Brittana] Halo. Capitulo 22: La Palabra con “S”

Mensaje por Emma.snix Dom Sep 08, 2013 8:27 pm

Se que les prometí dos capítulos, pero la verdad solo contaba con este en la memoria, por que los demás están en la compu y pues ahorita estoy en casa de mi abuelos como todos los fines de semana, pero que me dicen si para el martes les publico tres capítulos, bueno en realidad tengo como 10 capítulos adelantados pero no se si sean demasiado y creo que con tres bastara. ¿ustedes que dicen? hacérmelo saber si les parece la idea de tres capítulos o si les parece demasiados.

muchos saludos y disfruten el capitulo.


Capitulo 22:
La Palabra con “S”

El fin de semana, Rachel visito Byron por primera vez. Durante la velada había estado haciendo comentarios acerca de venir, y finalmente la invite. No le llevó mucho tiempo venir a casa. Ella se dejó caer en el fondo del sofá y levanto sus pies.
—Este es un gran lugar —dijo—. Se podría organizar una enferma fiesta aquí.
—Yo no creo que sea probable que ocurra pronto —le dije. Haciendo caso omiso de mi falta de entusiasmo, Rache saltó y se puso de pie para examinar una obra de arte que colgaba sobre la chimenea. Era una pieza abstracta que representa una extensión de blanco con un símbolo circular dibujado en el centro. Los círculos concéntricos azules se ampliaban a su alrededor, cada vez más débiles a medida que se acercaba hasta el borde del lienzo.
— ¿Qué supone que es esto? —preguntó ella con aire dubitativo.
Miré los círculos de tinta azul sobre el fondo blanco y el pensamiento de una serie de ideas que podrían representar. Me pareció una expresión de la última realidad, un retrato de Nuestro Creador y su papel en el universo. Él fue la fuente y el centro de todas las cosas. De él venía la red de la vida se desarrollaba, pero todo estaba inextricablemente ligado a él. Los círculos podrían haber representado la medida de su soberanía, y el blanco, una representación del espacio y del tiempo. Su poder, ampliándose en los bordes de la tela y dejando entrever que iba más allá de llenar todos los espacios. No sólo el mundo le pertenecía a él, el universo también. Era una expresión de infinito, que encapsula todo lo que la mente humana ha luchado por entender. La única realidad verdadera que nunca se puede negar que fue.
Por supuesto que no iba a tratar de explicar nada de eso a Rachel. Yo no estaba siendo arrogante al creer que estaba más allá de la comprensión del hombre. Los seres humanos temían a la vida fuera de su mundo, y aunque algunos cuestionaran qué había más allá, nunca se acercaron a la iluminación. Una vida humana de nuestros días terminaría, e incluso la tierra misma se desmoronaría en polvo, pero la existencia continuará.
Rachel perdió el interés por la pintura y en su lugar tomó la guitarra acústica apoyada en una silla y la sostuvo con cautela.
— ¿Esto pertenece a Samuel?
—Sí, y le encanta esa cosa —le respondí, esperando que ella lo dejara.
Miré a mi alrededor furtivamente en el caso de que Sam y Quinn se escondieran detrás de una esquina, pero tenían mucho tacto, dándonos un poco de intimidad. Rachel tocaba el instrumento con cuidado, corriendo sus dedos sobre las tensas cuerdas con fascinación.
—Me gustaría ser música. Yo solía tocar el piano cuando era pequeña, pero nunca tuve la disciplina suficiente para la práctica. Me pareció que era un trabajo demasiado duro. Me encantaría escuchar a tu hermano tocar.
—Bueno, se lo podemos pedir cuando regrese. ¿Te apetece un bocadillo?
El pensar en comida la distrajo y la lleve a la cocina, donde Quinn había puesto una variedad de panecillos y un plato de frutas. Mis hermanos se habían recuperado finalmente del incidente de la fiesta y habían aceptado a Rachel como una de mis amigas. A pesar de que no tenía mucha elección, me parece haber desarrollado una voluntad inexorable de la mía en estos días.
— ¡Oh, yum! —dijo Rachel, tomando un bocado de un pastelillo de arándanos y poniendo los ojos en hacer hincapié en un reconocimiento de la cocina de Quinn. Ella se congeló de repente y me miró desolada—. Esto no cuenta como ensalada, ¿verdad?
En ese momento Sam apareció en la puerta trasera, arrastrando una tabla de surf, con su camiseta húmeda pegándose a su tenso cuerpo. Él había asumido recientemente el surf como una forma de liberar la tensión acumulada. Por supuesto, él no tuvo la necesidad de tomar clases. ¿Dónde estaba la necesidad, cuando las olas se podían hacer a su voluntad? Sam era muy activo en su forma humana, necesitaba la actividad física como nadar, correr o levantar objetos pesados con el fin de acallar sus inquietudes.
Rachel bajó el panecillo subrepticiamente en su plato cuando Sam entró en la cocina.
—Hola, Rachel —dijo.
A Sam no se le escapo que había perdido la atención sobre el pastelillo descartándolo. Debe haberse preguntado lo que había hecho para hacerla perder el apetito—. Brittany, tal vez podemos ofrecerle a Rachel otra cosa —dijo muy cortésmente—. Ella no parece estar disfrutando de los pastelillos de Quinn.
—No, son deliciosos —corto Rachel.
—No te preocupes, Sam —le dije con una sonrisa—. Rachel está a dieta para la fiesta de graduación.
Samuel negó con la cabeza—. Las dietas estrictas son poco saludables para las chicas de tu edad —dijo—. Además, yo no recomendaría la pérdida de peso, en tu caso, sería completamente innecesario.
Rachel lo miró fijamente durante un momento antes de hablar —Solo estás tratando de ser amable —dijo—. Podría darme el lujo de perder unas cuantas libras —se pellizcó la piel alrededor de la cintura entre el pulgar y el índice para ilustrar su punto.
Sam se apoyó en el mostrador de la cocina y la observó por un momento—. Rachel —dijo finalmente—, la forma humana es hermosa sin importar el tamaño o forma.
— ¿Pero no son algunas formas más bellas que otras? —Preguntó Rachel— ¿Al igual, que tú sabes, las supermodelos?
—No hay nada más atractivo que una chica con una apreciación sana de los alimentos —dijo Sam El comentario me sorprendió, nunca le había oído expresar cualquier tipo de opinión sobre lo que constituía el atractivo femenino. Él solía ser completamente inmune a cualquier tipo de encanto femenino o atractivo. Era algo de lo que nunca se daba cuenta.
— ¡Estoy totalmente de acuerdo! —dijo Rachel y ella reanudó el mordisqueo de su panecillo.
Sam se mostró complacido por haber transmitido su punto y salió de la cocina.
— ¡Espera! ¿Vas a venir a la fiesta? —Rachel lo llamó.
Sam se volvió hacia ella, con una expresión de leve parpadeo de atracción alrededor de sus ojos plateados.
—Sí —contestó—. Lamentablemente es parte de mi trabajo.
—Podrías disfrutar de él —sugirió tímidamente.
—Ya veremos.
A pesar del carácter evasivo de la respuesta de Sam, Rachel parecía enormemente satisfecha por el mismo—. Supongo que nos veremos allí entonces —dijo.
Pasamos el resto de la tarde hojeando a través de las revistas de moda y buscando imágenes en la computadora portátil de Rachel, en busca de peinados para copiar. Rachel era definitiva en el que quería llevar ella, ya sea en un rollo francés o una corona de rizos. No estaba segura de lo que yo quería, pero sabía que podía confiar en Quinn para llegar a algo.
—He estado pensando acerca de lo que dijiste —solté de repente cuando Rachel estaba imprimiendo una foto de Blair Waldorf de Gossip Girl—, de Santana y la. . . uhm. . . parte física de nuestra relación.
—Oh, Dios mío —chilló Rachel—. Cuéntamelo todo. ¿Cómo fue? ¿Te ha gustado? No importa si tú no lo hiciste. No se puede esperar que la primera vez sea buena. Se pone mejor con la práctica.
—No, no, no ha pasado nada —le contesté—. Me preguntaba si debía traer a Santana.
— ¿Traerla acá? ¿Para qué?
—Para saber lo que está pensando.
—Si le molestaba, te habría llevado ya. ¿Qué es lo que te está estresando?
—Bueno, quiero saber lo que quiere, lo que espera, lo que le haría feliz.
—Britt, no tienes que hacer nada sólo para hacer feliz a una chica —dijo Rachel—. Si no estás lista, debes esperar. Ojala hubiera esperado.
—Pero yo quiero hablar con ella sobre eso —le dije—. No quiero parecer una niña pequeña.
—Britt —Rachel cerró la página web que estaba estudiando y se volvió hacia mí llevando una cara de consejero sobrio—. Esto es algo que todas las parejas tienen que hablar con el tiempo. La mejor manera es sólo para ser honestos, no pretender ser alguien que no eres. Ella sabe que no has tenido ninguna experiencia, ¿no? —Yo asentí en silencio—. Está bien, bueno, eso es bueno, no habrá ninguna sorpresa. Sólo tienes que decirle que ha estado en tu mente y preguntarle cómo se siente. Entonces sabrás dónde están paradas.
—Gracias —sonreí—. Eres la mejor.
Ella se echó a reír. —Lo sé. Por cierto, ¿te he dicho que he llegado con un plan maravilloso?
—No —dije—. ¿Cuál es el objetivo?
—Obtener la atención de Sam
Gemí interiormente —Rachel, no otra vez, ya hemos pasado por esto antes.
—Lo sé, pero nunca he conocido a nadie como él. Y las cosas son diferentes ahora. . . yo soy diferente.
— ¿Qué quieres decir?
—Bueno, me he dado cuenta de algo —ella sonrió—. La única manera en que puedo conseguir a Sam es ser una mejor persona. Así que... he decidido desarrollar una conciencia social, ya sabes, mostrar más participación de la comunidad.
— ¿Cómo es exactamente qué piensas hacer eso?
—Después de realizar varias horas de trabajo voluntario en el asilo de ancianos. Tienes que admitirlo, es una gran estrategia.
—Sabes, la mayoría de las personas no toman el servicio comunitario como una estrategia —le dije—. No debes hacerlo como una estratagema. A Sam no le gustaría eso.
—Bueno, él no sabe, ¿verdad? De todos modos, lo estoy haciendo por las razones correctas —dijo—. Sé que no me ve como yo lo veo ahora mismo, pero un día podría. No puedo esperar que de la nada, de repente acabe de cambiar de opinión. Tengo que demostrar lo que valgo.
—Pero, ¿cómo vas a mostrárselo, fingiendo? —le pregunté.
—Tal vez lo que realmente es quiero cambiar.
—Rach —empecé a decir, pero ella me cortó.
—No trates de hablar, conmigo no cuentes —dijo—. Quiero seguir a través de esto y ver hasta dónde llega. Tengo que probar.
No va a ir a ninguna parte. No puede, pensé, recordando las advertencias que me habían dado, no hace tanto tiempo.
—No sé nada acerca de Sam —dije—. No es lo que parece. Sam tiene de sentimientos, los mismos que el ángel de piedra en el jardín.
— ¿Cómo puedes decir eso? —Exclamó Rachel—. Toda persona tiene sentimientos, sólo que para algunas personas, es más difícil ponerse en contacto con ellos. No me importa esperar.
—Estás perdiendo el tiempo con Sam —dije—. No siente cosas como la gente común.
—Bueno, si tienes razón, entonces voy a dejarlo ir.
—Lo siento —le dije—. No estoy tratando de molestarte. Sólo que no quiero verte salir lastimada.
—Sé que es arriesgado como él —reconoció Rachel—. Pero creo que es un riesgo que estoy dispuesta a correr. Además, es demasiado tarde para echarse atrás. ¿Cómo voy a mirar a nadie después de él?
Miré a Rachel de cerca. Su cara estaba tan abierta y genuina que no podía evitar creer en ella. Sus ojos brillaban de anticipación.
— ¿Te ha dado alguna razón para pensar que algo podría suceder? —pregunte.
—Todavía no —reconoció Rachel—. Todavía estoy esperando una señal.
— ¿Por qué te gusta tanto? —le pregunté—. ¿Es sólo por la forma en que se ve?
—Al principio —Rachel admitió—. Pero ahora es algo más. Cada vez que lo veo, tengo este extraño sentido de déjà vu, como si hubiera estado con él antes. Es un poco aterrador pero increíble. A veces me siento como que sabe lo que estoy a punto de decir o hacer —ella sacudió sus cabeza con determinación—. Entonces, ¿me ayudarás?
— ¿Qué puedo hacer?
—Quiero que me tome en serio. Déjame que me calle la próxima vez que visite Fairhaven.
¿Era el interés de Rachel en la clínica parte del plan divino? Estábamos tratando de fomentar un espíritu de caridad, aunque la motivación era cuestionable. —Creo que puedo hacer mucho, pero no te hagas ilusiones.
Por el momento Rachel estaba lista para salir, ya estaba oscureciendo. Sam amablemente se ofreció a llevarla a su casa.
—No, está bien —dijo Rachel, no queriendo ser una imposición—. Puedo caminar. Realmente no es muy lejos.
—Me temo que no puedo permitir eso —contestó Sam, recogiendo las llaves del jeep—. Las calles no son lugar para una chica joven en este momento de la noche.
No era el tipo de persona que discutía con una, por lo que Rachel me guiño un ojo mientras me abrazaba despidiéndose. — ¡Una señal! —ella susurró en mi oído antes de seguir a Sam al coche, a pie, tan modestamente como era posible que Rachel caminara.
Arriba, en mi habitación, traté de seguir trabajando en la asignación de la poesía, pero me encontré con un caso grave de bloqueo del escritor. No pude encontrar una sola idea. Garabatee algunas posibilidades, pero todas parecían tan rancias que terminaron en la papelera. Como Jake había sido el encargado de iniciarlo, no sentí ningún sentido de propiedad sobre ella y nada que se me ocurría parecía encajar. Con el tiempo dejé de tratar y baje las escaleras para llamar a Santana.
Al final resultó que, mi problema no era la deficiencia creativa.
—Me he tomado la libertad de completar la primera estrofa para nosotros —anunció Jake cuando nos sentamos juntos en el fondo de la clase el día siguiente—. Espero que no te importe.
—No, estoy feliz de que lo hayas hecho. ¿Puedo escucharlo?
Con un movimiento de la muñeca, abrió su diario a la página de la derecha. Su voz era como un líquido, mientras leía en voz alta.

Ella tenía la cara de un ángel
Vi los espejos en sus ojos
Fuimos uno y lo mismo, ella y yo
Ambos nos encontrábamos vinculados por el Todo poderoso.

Miré hacia arriba lentamente, sin saber lo que había estado esperando.
La expresión de Jake se mantuvo amistosa.
— ¿Terrible? —preguntó. Sus ojos estaban buscando mi cara por una reacción. Podría jurar que eran de color verde la última vez que lo comprobé, pero hoy eran negros como el carbón.
—Es bueno —le dije con voz débil—. Tienes un instinto para estas cosas.
—Gracias —dijo—. Traté de imaginarme como Heathcliff escribiendo sobre Cathy. Nadie significaba tanto para él como ella. La amaba tanto que no le quedaba nada para nadie más.
—Todo se consumió —yo estuve de acuerdo.
Miré hacia abajo, pero Jake me tomó la mano y empezó a correr el dedo en remolinos a través de mi muñeca. Sus dedos estaban calientes y yo sentía un ardor en la piel. Era como si estuviera tratando de enviar un mensaje sin habla.
—Eres muy hermosa —murmuró—. Nunca he visto una piel tan delicada, como una flor. Pero supongo que debes escucharlo todo el tiempo.
Tiré de la muñeca a distancia. —No —dije—. Nadie me dijo eso nunca.
—Hay mucho más que me gustaría decirte si me das la oportunidad —Jake estaba casi en un estado de trance ahora—. Yo podría mostrarte lo que realmente significa estar enamorado.
—Estoy enamorada —le dije—. Yo no necesito tu ayuda.
—Yo podría hacerte sentir cosas que nunca has sentido antes.
—Santana me da todo lo que quiero —solté.
—Yo podría mostrarte el placer en una escala que nunca creíste posible —insistió Jake, su voz era un zumbido hipnótico muy bajo—, las cosas más allá de tu imaginación.
—No creo que a Santana le gustaría eso —dije con frialdad.
—Piensa lo que quieras, Brittany. En cuanto Santana se va, parece que dices demasiado. Yo trataba de manejarlo en una "necesidad de conocimiento" si yo fuera tú.
Estaba sorprendida por su franqueza. —Bueno, tú no eres yo y así no es como funciona. Mi relación con Santana se basa en la confianza, algo con lo que no pareces estar familiarizado.
Pestañee. Yo estaba tratando de poner de relieve el abismo moral que nos separaba.
Me aparte de la silla y me levante. Anticipándose a una escena, el resto de los estudiantes se volvió a mirarme expectante. Incluso la Señorita Castle levantó la vista de la pila de papeles que ella marcaba.
—No te enojes conmigo, Britt —dijo Jake, de repente implorando—. Por favor, siéntate.
De mala gana me senté de nuevo, pero sólo porque no quería llamar la atención y echar más leña al rumor de Bryce Hamilton.
—Yo no creo que quiera continuar con esta tarea contigo —le dije—. Estoy segura de que la señorita Castle va a entender.
—No seas así. Lo siento. ¿Podemos simplemente olvidarnos que he dicho algo?
Sople y crucé los brazos, pero yo no era rival para la expresión de inocencia que había aparecido de repente en el rostro de Jake.
—Te necesito como una amiga —dijo—. Dame una oportunidad más.
—Sólo si prometes nunca decir nada de eso otra vez.
—Vale, vale —Jake levantó las manos en señal de derrota—. Te lo prometo ni una palabra más.
Cuando vi a Santana después de clase, no mencione la conversación con Jake. Yo sospechaba que sólo la haría enojar y provocaría una confrontación. Además, Santana y yo ya teníamos lo suficiente como para pensar sin meter a Jake en la ecuación. Sin embargo, ocultarle las cosas me dio una sensación de intranquilidad. Cuando miré hacia atrás más tarde, me di cuenta que era exactamente lo que había querido Jake Thorn.
— ¿Puedo hablar contigo acerca de algo? —le pregunté a Santana cuando nosotros estábamos en la arena después de la escuela.
Teníamos la intención de ir directamente a casa y estudiar para los próximos exámenes del tercer trimestre, pero nos distrajimos con la perspectiva de los helados. Habíamos comprado conos y conducido al palacio por la ruta larga a través de la playa, caminando de la mano.
Inevitablemente quería meter mis pies en el agua. Luego terminamos persiguiéndonos unas a otras, hasta que Santana me atrapo y ambas acabamos tiradas en la arena.
Santana rodó hacia mí, colocándose arriba de mi cuerpo quito el polvo de los granos de arena de mi nariz, con sus dedos delicadamente todo parecía en cámara lenta cuando se trataba de ella.
—Puedes hablar conmigo sobre cualquier cosa dijo.
—Bueno —empecé torpemente—, no sé cómo decir esto… y no quiero que suene mal…
Santana se incorporó y se apartó el pelo de los ojos, su cara seria. — ¿Estás rompiendo conmigo? —preguntó.
— ¡Cómo! —exclamé—. No, por supuesto que no, todo lo contrario.
—Oh —ella se deslizó hacia abajo y sonrió perezosamente—. Entonces, debes estar a punto de proponérmelo. Ya sabes, no es un año bisiesto...y con la boda de Alex ya serian dos pero…
—No estamos haciendo esto más fácil —me quejé.
—Lo siento —me miró con seriedad—. ¿De qué querías hablar?
—Quiero saber lo que piensas... cómo te sientes acerca de… —hice una pausa y baje la voz—, la palabra con S.
Santana apoyó la mano en su rostro.
—Yo no soy buena en enigmas. Vas a tener que ser un poco más específica —dijo.
Me retorcía incómoda, pues no quería decirlo en voz alta.
— ¿Cuál es la segunda letra? —Santana se echó a reír, tratando de alargar el momento.
—E —dije—. Seguido por el Sr. X. y la Sra. O
— ¿Quieres hablar sobre sexo?
—No hablar de ello —le dije—. Sólo estoy preguntando si. . . así, ¿si alguna vez piensas en ello?
— ¿De dónde viene eso? —preguntó Santana suavemente—. Esto no suena como tú en todo.
—Bueno, yo estaba hablando con Rachel —dije—. Y ella pensó que era extraño que no hubiéramos... tu sabes, hecho nada.
Santana frunció el ceño. — ¿Es realmente necesario para Rachel conocer todos los detalles de nuestra relación?
— ¿No piensas en mí de esa manera? —le pregunté, sintiendo una súbita tensión en el pecho. Esa era una posibilidad que no había considerado—. ¿Hay algo malo en mí?
—Hey, hey, por supuesto que no —Santana alargó la mano y me tomó la mano—. Britt sé que el sexo para muchos es la única cosa que mantiene sus relaciones, pero no somos así. Tenemos mucho más. Nunca lo he discutido contigo porque yo nunca he sentido que lo necesitáramos —ella me miró—. Estoy segura de que sería increíble, pero te quiero por ti, no por lo que me puedes ofrecer.
— ¿Tuvieron tú y Emily una relación física? —yo apenas me escuchaba y tenía miedo de escuchar la respuesta.
—Oh Dios —Santana se dejó caer de nuevo en la arena—. No esta vez.
—Bueno, ¿cierto?
— ¿Cómo es eso importante?
— ¡Sólo tienes que responder la pregunta!. Santana me quedo observando con un rostro inmutado
—Sí, lo hicimos. ¿Feliz ahora?
— ¡Ahí lo tienes! Esa es otra cosa que ella te dio y yo no puedo.
—Britt, una relación no sólo se basa en lo físico —dijo con calma.
—Pero es parte de ella —protesté.
—Claro, pero no se trata de hacerlo y romper.
—Pero tú eres una chica muy sexi y, ¿y no tienes… necesidades? —dije en voz baja.
Santana se echó a reír. —Cuando conoces a una familia de mensajeros celestiales, tiendes a olvidarte de tus impulsos y centrarte en el cuadro más grande.
— ¿Y si te dijera que quiero? —dije de pronto, sorprendida al oír las palabras saliendo de mi boca. ¿Qué estaba pensando? ¿Tenía alguna idea de lo que estaba haciendo? Lo único que sabía era que Santana me encantaba más que nada en el mundo y que estar separada de ella me causaba dolor físico. Yo odiaba la idea de que había una parte de ella que no había descubierto, una parte de ella que podría estar cerrada para mí. Quería conocerla a fondo, para memorizar su cuerpo y lo grabaría en mi memoria. Quería llegar lo más cerca a ella como era físicamente posible, fundirnos en cuerpo y alma—. ¿Y bien? —le pregunté en voz baja—. ¿Dirías que sí?
—Definitivamente no.
— ¡¿Por qué?!
—Porque no creo que estés lista.
— ¿No es eso algo que yo tengo que decidir? —dije tercamente—. No me puedes detener.
—Creo que encontrarás que se necesitan dos para bailar un tango —dijo Santana. Ella me acarició la cara—. Britt, te quiero y nada me hace más feliz que estar cerca de ti. Eres embriagante.
— ¿Así que…?
—Así que si realmente quieres hacerlo, entonces estoy contigo en un ciento diez por ciento, pero no antes de pensarlo cuidadosamente.
— ¿Cuándo será eso?
—Cuando estés pensando con claridad y cuando no hayas estado hablando con Rachel.
Suspiré—. Esto no tiene nada que ver con Rachel.
—Britt, ¿has considerado las consecuencias de lo que algo así podría hacer? Puede que hasta el cielo se enfade.
—Supongo.
— ¿Y todavía quieres hacerlo? Eso es una locura.
— ¿No lo ves? —Dije en voz baja—. No me importa —volví la cara hacia el cielo—. Esa no será mi casa nunca más. Tú lo eres.
Santana envolvió con sus brazos alrededor de mí y me atrajo recostándome debajo de ella en la arena, podía sentir su cuerpo aplastándome y se sentía realmente bien
—Y tú eres mía. Pero yo nunca podría hacer nada que pueda hacerte daño. Tenemos que jugar con las reglas aquí.
—No es justo. Odio las reglas de mi vida.
—Ya lo sé, pero ahora mismo no hay nada que podamos hacer al respecto.
—Podríamos hacer lo que queremos —traté de parar, pero las palabras parecían estar derramándose sin control—. Podríamos salir corriendo, podríamos olvidar que nadie más existe —me di cuenta de que había estado pensando en esto durante algún tiempo—. Nos podríamos ocultar, nunca nos podrían encontrar.
—Ellos nos encontraran, y yo no voy a perderte, Britt, nunca —dijo Santana con fuerza—. Y si eso significa que respete sus normas, que así sea. Sé que estás enojada, pero yo quiero que pienses acerca de lo que estás sugiriendo. Pensemos por un momento.
— ¿Al igual que un par de días?
—Prueba con un par de meses.
Yo suspiré, pero Santana se mostró inflexible.
—Yo no voy a dejarte precipitarte en cualquier cosa de la que tuvieras que arrepentirte. Sólo hazlo lento tenemos que estar tranquilas y ser razonables. ¿Puedes hacer eso por mí?
Apoyé mi cabeza contra su pecho y sentí la rabia acumulada de mi cuerpo. —Yo puedo hacer cualquier cosa por ti.

***
— ¿Qué pasaría si un ángel hiciera el amor con una humana? —le pregunté a Quinn esa noche mientras me estaba sirviendo un vaso de leche.
Ella me miró bruscamente y con cierto miedo en su rostro.
— ¿Por qué preguntas eso? —dijo—. Brittany, por favor no me digas que...
—Por supuesto que no —corte—. Pero yo sólo soy curiosa.
—Bueno... —mi hermana estaba pensativa—. El propósito de nuestra existencia es servir a Dios para ayudar al ser humano, no mezclarnos con ellos.
— ¿Ha sucedido antes alguna vez?
—Sí, con consecuencias muy desastrosas que no te puedes imaginar y no querrás saber.
— ¿Significa…?
—Lo que significa que el ser humano y lo divino no fueron pensadas para combinar. Si esto ocurriera, creo que el ángel perdería su divinidad. No puede haber redención después de una trasgresión.
— ¿Y los humanos?
—El ser humano jamás sería capaz de volver a la existencia normal.
— ¿Por qué? —le pregunté.
—Debido a la experiencia que supera todas las experiencias humanas —explicó Quinn.
—Así que ¿sería dañada de por vida?
—Sí —dijo Quinn— creo que es una forma de decirlo, una especie de paria. Creo que no sería más que cruel. Sería como darle a un ser humano un vistazo a otra dimensión y luego salvarlo de ella. Los ángeles existen fuera de tiempo y espacio y puede viajar libremente entre los mundos. En su mayor parte nuestra existencia es incomprensible para los humanos.
Aunque el concepto es complejo y poco claro para mí, sabía una cosa: yo no podía esforzarme en crear algo con Santana, tanto como yo quería. Esta unión era peligrosa y prohibida. Significaría que el cielo y la tierra se unen en una forma no natural, un choque de dos mundos. Y por lo que dijo Quinn, el impacto podría ser potencialmente devastador.

***
—Santana y yo hemos decidido esperar —le dije a Rachel, cuando me interrogó en la cafetería de la escuela. A veces pensaba que tenía un interés enfermizo en mi vida amorosa. Yo no podría explicarle lo que Quinn me había dicho, así que lo dije de la mejor manera que pude—. No necesitamos hacer nada para demostrar lo que sentimos la una para la otra.
— ¿Pero no quieres? —Preguntó Rachel—. ¿No sientes curiosidad?
—Supongo que sí, pero no tengo prisa.
—Oh, chica, ustedes realmente están viviendo en un túnel del tiempo —Rachel se echó a reír—. Todo el mundo se muere por hacerlo cada vez que pueden.
— ¿Morir por hacer qué? —preguntó Taylah, apareciendo detrás de Rachel, chupando una paleta de caramelo. Negué con la cabeza para indicar que debería de cambiar de tema, pero Rachel no me hizo caso.
— ¡Al suelo y sucio! —dijo.
—Oh, ¿quieres perder tu placa-V? —Taylah preguntó, dejándose caer a nuestro lado. Debía parecer alarmada porque Rachel se echó a reír.
—Relájate, cariño, puedes confiar en Taylah tal vez ella te pueda ayudar.
— ¿Tienes una pregunta sobre sexo? Yo soy tu chica —me aseguró Taylah. Yo estaba escéptica. Yo confiaba en Rachel, pero todos sus amigos tenían bocas grandes y poco de discreción.
—Está bien —le dije—. No es importante.
— ¿Quieres mi consejo? —Taylah preguntó, mientras parecía no importarle si su consejo era buscado o no—. No lo hagas con alguien que amas.
— ¿Qué? —me le quedé mirando. Ella acababa de arrojar todo mi sistema de creencias en el caos con unas simples palabras.
— ¿No significa exactamente lo contrario?
—Oh, Tay, no le digas eso —dijo Rachel.
—En serio —Taylah movió un dedo hacia mí—, si la pierdes con alguien que realmente amas, todo se va al infierno.
— ¿Pero, por qué?
—Porque cuando se termina, has regalado algo muy especial y no puedes recuperarlo. Si se la das a alguien que no te importa no va a doler tanto.
— ¿Qué pasa si no se termina? —pregunté, sintiendo un aumentar un enfermizo nudo en la garganta.
—Confía en mí, Britt —dijo Taylah con seriedad—. Todo termina.
Mientras escuchaba, sentí una urgencia repentina y abrumadora por estar lo más lejos posible de ellas.
—Britt, no le prestes atención a ella —dijo Rachel cuando aparte la silla y me levante—. Mira, la has alterado.
—No estoy molesta —mentí, tratando de mantener mi nivel de voz—. Tengo una reunión. Nos vemos después chicas, gracias por el consejo, Taylah.
Cogí mi ritmo tan pronto como estuve fuera de la cafetería. Necesitaba encontrar a Santana. Yo la necesitaba para sostenerme para que yo pudiera volver a respirar y su olfato y tacto me lavarían de las violentas olas de nauseas que hacían erupción en mi. Lo encontré en su casillero a punto de salir a practicar Natacion y me acerque a ella antes de que se fuera.
—No vamos a terminar nunca, ¿verdad? —Enterré mi cara en su cuello—. Prométeme que no permitirás que termine.
—Caramba, Britt, ¿qué tienes? —Santana me retiro suavemente pero con firmeza y me miró—. ¿Qué ha pasado?
—Nada —le dije con una voz temblorosa—. Es sólo que Taylah dijo...
—Britt —Santana suspiró—, ¿cuándo vas a dejar de escuchar a las chicas?
—Ella dijo que todo termina —le susurré y sentí los brazos tensos alrededor de mí y sabía que para Santana la idea también era dolorosa—. Pero yo no podría soportar que nos pasara. Todo se desmoronaría, no habría nada por qué vivir. Si terminamos, todo terminaría.
—No hables así —dijo Santana—. Yo estoy aquí y tú también. Nadie va a ninguna parte.
— ¿Y nunca me dejarás?
—No y escúchame bien, no mientras esté viva.
— ¿Cómo sé que es verdad?
—Porque cuando te miro, veo todo mi mundo reflejado en tus ojos azules. No puedo irme; no me queda nada.
— ¿Pero por qué me has elegido? —le pregunté. Yo sabía la respuesta, yo sabía lo mucho que me amaba, pero necesitaba oírla decir eso.
—Porque me llevas más cerca de Dios y de mí misma —dijo Santana—. Cuando estoy alrededor de ti, entiendo cosas que nunca pensé que entendería y mis sentimientos por ti parecen anular todo. El mundo podría derrumbarse a mí alrededor, y no importaría porque te tengo y sé que tú eres mía solo mía.
— ¿Quieres oír algo loco? —susurré—. A veces, de noche, creo que puedo sentir tu alma junto a mí.
—Eso no es tan loco —Santana sonrió.
—Vamos a crear un lugar —dije, mientras me apretaba contra ella—. Un lugar que sea sólo nuestro, un lugar en el que siempre nos podamos encontrar la una y la otra, si las cosas salen mal, por alguna manera sea lo que sea.
— ¿Al igual que en los acantilados de Shipwreck Coast?
—No, me refiero a un lugar dentro de nuestra cabeza —le dije—. Que podemos visitar si estamos perdidas o separadas, o simplemente necesitamos ponernos en contacto la una y la otra. Un lugar que nadie más sabrá nunca cómo encontrar.
—Me gusta eso —dijo Santana—acercándome a sus labios y depositando un beso casto. ¿Por qué no lo llamamos el Lugar Blanco?
—Eso es perfecto.
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Mensaje por micky morales Dom Sep 08, 2013 9:31 pm

3 capitulos muchos? nooooo, si quieres publica 5 y en cuanto al capitulo de hoy, no se pq pienso que ese nuevo alumno es como una especie de presencia demoniaca que amenaza la relacion de san y britt y hasta de sus hermanos!
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Mensaje por aria Dom Sep 08, 2013 10:03 pm

Siii Britt se sigue dejando llevar de.Rachel le ira mal... Que.bocona resulto ser la.enana esa... En este fic.no me.cae bien Rachel, vaya escusa que quiere usar para atrapar a Sam.. Esta perdiendo el tiempo como dijo Britt...

Ese Jake es muy misterioso y algo me dice que no es casualidad que estr ahi y que ande tras de.Britt el seguro debe saber que ella es la mas debil..
Los poemas no me parecen coinsidencia tampoco...

Me encanta que que Britt recurra a San cada vez que este mal
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Mensaje por ♫♥Anny Hummel♥♫ Lun Sep 09, 2013 2:52 pm

ME ENCANTO!
leo mucho Klaine pero Brittana ya me esta empezando a gustar dios escribes de maravilla
nos escribimos en otro cap (mas vale que sea pronto) jeje
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Mensaje por Ali_Pearce Lun Sep 09, 2013 9:43 pm

[Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 5 2824147739 Santana es tan romantica, no puedo con todo el amor Brittana. Están tan preocupadas por lo que les pueda pasar en un futuro, todo, absolutamente todo lo relacionan con "Si tuvieran que separarse..." creo que les toca vivir el presente, después de todo hay demasiadas cosas que no pueden controlar aunque quieran.

El tema del sexo, bueeeeno...que hasta para los angeles es taboo. Y yo soy de las "anticuadas" que le dirian a Britt "Hija mía, espera" hay que mandar solicitud para ver su dios lo aprueba y tener ayuda divina xD Pero bueno, creo que sería la unión de dos seres muy diferentes, tal vez para ninguna de las dos funcionaría igual. Y como lo describió Quinn...podría ser hasta peligroso.

Ella tenía la cara de un ángel 
Vi los espejos en sus ojos 
Fuimos uno y lo mismo, ella y yo 
Ambos nos encontrábamos vinculados por el Todo poderoso. 
No entendí que quizó decir don "Voldi Jr" pero se me hace raro que diga que están vinculados "¡No Bitch!" Ella es buena y no se porque tu me pareces malote. 

[Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 5 2414267551 Rachel:  ¡Al suelo y sucio! —dijo. Hasta abajo ¡Dale duro! Jajaja, a  mi -a diferencia de las otras lectoras- me encanta Rachel y me parece raro la conexión que siente hacia Sam. El ya ha estado antes en la tierra. Tal vez, en otra vida se conocieron y tuvieron algo...por eso es tan duro con mantenerse lejos de las relaciones con humano ¡Soy una genia!

Ah, sobre la imagen...Jeje, no tenía nada que hacer y fue lo que salío. Creo que podías usarla por si las cosas se vuelven un tanto obscuras. Así, exactamente como se ve en la imagen, me lo imagino...solo que sin nariz xD 
Ok, espero el siguiente...Byeee!
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Mensaje por khandyy Mar Sep 10, 2013 3:33 pm

mira si fuera por mi te pediría 10 capítulos jajajaja
este capitulo me encanto...
creo que alga malo se viene para mis brittanas, lo presiento
no quiero que ese tal Jake las separe, pero ya veremos
saludos xD
khandyy
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