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Mensaje por libe Mar Sep 10, 2013 6:54 pm

esta claro que jake es una amenaza para las brittana solo a britt se le ocurre hacerle caso al rachel jajajajajja
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cerrado Re: [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo

Mensaje por Emma.snix Jue Sep 12, 2013 12:39 pm

micky morales escribió:3 capitulos muchos? nooooo, si quieres publica 5 y en cuanto al capitulo de hoy, no se pq pienso que ese nuevo alumno es como una especie de presencia demoniaca que amenaza la relacion de san y britt y hasta de sus hermanos!
Bueno pues que te puedo decir ya se acerca la verdad de este chico, hoy subiré tres capítulos y espero y les guste . muchas gracias leer esta historia. muchos saludos y hasta la próxima.

aria escribió:Siii Britt se sigue dejando llevar de.Rachel le ira mal... Que.bocona resulto ser la.enana esa... En este fic.no me.cae bien Rachel, vaya escusa que quiere usar para atrapar a Sam.. Esta perdiendo el tiempo como dijo Britt...

Ese Jake es muy misterioso y algo me dice que no es casualidad que estr ahi y que ande tras de.Britt el seguro debe saber que ella es la mas debil..
Los poemas no me parecen coinsidencia tampoco...

Me encanta que que Britt recurra a San cada vez que este mal
Bueno que mal que no te guste Rachel, la verdad a mi me encanta tal vez mas adelante te agrade o simplemente no, ya veremos.Con respeto a Jake pronto se sabrá que es, creo que todos les están atinando en sus comentarios y pues no falta mucho, para la próxima actualización sabrán sus intenciones. muchos saludos y hasta la próxima:): 

annyhummel escribió:ME ENCANTO!
leo mucho Klaine pero Brittana ya me esta empezando a gustar dios escribes de maravilla
nos escribimos en otro cap (mas vale que sea pronto) jeje
Sabes? la verdad ahora estoy leyendo fic acerca de Klaine y la verdad son muy lindos [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 6 1206646864 
y bueno yo solo estoy adaptando esta historia. muchas gracias por comentar y ojala te gusten los capítulos siguientes:): 

Ali_Pearce escribió:
[Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 6 2824147739 Santana es tan romantica, no puedo con todo el amor Brittana. Están tan preocupadas por lo que les pueda pasar en un futuro, todo, absolutamente todo lo relacionan con "Si tuvieran que separarse..." creo que les toca vivir el presente, después de todo hay demasiadas cosas que no pueden controlar aunque quieran.

El tema del sexo, bueeeeno...que hasta para los angeles es taboo. Y yo soy de las "anticuadas" que le dirian a Britt "Hija mía, espera" hay que mandar solicitud para ver su dios lo aprueba y tener ayuda divina xD Pero bueno, creo que sería la unión de dos seres muy diferentes, tal vez para ninguna de las dos funcionaría igual. Y como lo describió Quinn...podría ser hasta peligroso.

Ella tenía la cara de un ángel 
Vi los espejos en sus ojos 
Fuimos uno y lo mismo, ella y yo 
Ambos nos encontrábamos vinculados por el Todo poderoso. 
No entendí que quizó decir don "Voldi Jr" pero se me hace raro que diga que están vinculados "¡No Bitch!" Ella es buena y no se porque tu me pareces malote. 

[Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 6 2414267551 Rachel:  ¡Al suelo y sucio! —dijo. Hasta abajo ¡Dale duro! Jajaja, a  mi -a diferencia de las otras lectoras- me encanta Rachel y me parece raro la conexión que siente hacia Sam. El ya ha estado antes en la tierra. Tal vez, en otra vida se conocieron y tuvieron algo...por eso es tan duro con mantenerse lejos de las relaciones con humano ¡Soy una genia!

Ah, sobre la imagen...Jeje, no tenía nada que hacer y fue lo que salío. Creo que podías usarla por si las cosas se vuelven un tanto obscuras. Así, exactamente como se ve en la imagen, me lo imagino...solo que sin nariz xD 
Ok, espero el siguiente...Byeee!
Estas brittanas son puro amor, yo soy una de las que dicen que hay vivir el día a día, y que te puedo decir acerca del lo que pasara sobre el  "Sexo" bueno referente ah esto, va tener mucha historia pero no quiero adelantar mucho [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 6 2414267551 [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 6 2414267551  soy mala lo se pero que se puede hacer:): . A Rachel yo la amo sea como sea, es mi chica adorable y mas en esta historia que ella tendrá mucho que ver con el personaje de Sam.
y claro que usare esta imagen ya que me encanto, y sera muy necesaria para lo que se viene.La verdad yo no doy para mas creando unas imágenes así, podría tener cientos de aplicaciones para crear, pero no doy una [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 6 2414267551 
muchos saludos y espero y te gusten estos tres capitulo. Hasta la próxima

khandyy escribió:mira si fuera por mi te pediría 10 capítulos jajajaja
este capitulo me encanto...
creo que alga malo se viene para mis brittanas, lo presiento
no quiero que ese tal Jake las separe, pero ya veremos
saludos xD
Jajajaja ok. que bueno que te haya gustado el capitulo, y si ya se acerca algo que... bueno mejor leelo tu misma [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 6 1206646864  muchos saludos

libe escribió:esta claro que jake es una amenaza para las brittana solo a britt se le ocurre hacerle caso al rachel jajajajajja
Jajaja creo que ya esta claro que Jake no es de su agrado y no lo sera, pero bueno hay que esperar como se desarrolla este trama. muchos saludos y espero y te guste los capítulos próximos:):
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cerrado Fanfic [Brittana] Halo. Capitulo 23: R.I.P. .

Mensaje por Emma.snix Jue Sep 12, 2013 12:42 pm

Capitulo 23:
R.I.P.


De acuerdo con el sistema de creencias de la mayoría de los seres humanos, sólo hay dos dimensiones, la dimensión de los vivos y la de los muertos. Pero de lo que no se dan cuenta, es que hay muchas más.
Cada día la gente en la tierra existe en paralelo con otros seres, al alcance de la mano, pero invisible para el ojo. Algunos son llamados el Rainbow People (El pueblo del Arco Iris), inmortales que pueden viajar entre los mundos y que están formados por nada más que sabiduría y comprensión. Las personas los vislumbran a veces, una punzada entre los reinos. Aparecen como una racha de luz brillante de oro blanco o un débil resplandor de un arco iris colgando en el aire. La mayoría de los seres humanos creen que están asistiendo a un truco de la luz. Sólo muy pocos pueden sentir la presencia divina. Me gustaba pensar que Santana era una de esas pocas.
Me encontré con Santana en la cafetería, me deslicé a su lado y mordisqueé de los nachos que me ofreció. Cuando cambió su posición en la silla, su muslo rozó el mío y envió un caliente hormigueo por todo mi cuerpo. No pude disfrutarlo por mucho tiempo debido al sonido de voces procedentes del mostrador. Dos de los niños en sus primeros años de adolescencia discutían por su lugar en la fila.
—Hombre, tú sólo te has empujado delante de mí. —Lo que sea, he estado aquí todo el tiempo.
— ¡Eso es una tontería! ¡Pregúntale a cualquiera!
Con ningún profesor a la vista, su desacuerdo llegó al punto de empujones e insultos. Algunas chicas jóvenes detrás de ellos comenzaron a buscarlos preocupadas cuando uno de los chicos se apoderó del otro con una llave por la cabeza.
Santana se puso de pie para intervenir, pero se sentó de nuevo cuando alguien se adelantó. Dave Karofsky, un chico con el pelo castaño que estaba permanentemente enchufado a su IPod y no había entregado ni una sola tarea en todo el año.
Él solía ser impermeable a todo lo que pasara a su alrededor. Ahora se abría paso entre los dos niños y él los arrastró separándolos a uno del otro. No podíamos oír lo que decía, pero los chicos se separaron a regañadientes e incluso cumplieron su directiva de darse la mano.
Santana y yo intercambiamos una mirada.
—Dave Karofsky comportándose responsable, ahora esto es un comienzo —comentó Santana.
Se me ocurrió que lo que habíamos visto era un primer ejemplo de cambios sutiles en el pensamiento de Bryce Hamilton. Inmediatamente pensé en lo contentos que Quinn y Sam estarían al escuchar que sus esfuerzos estaban dando sus frutos. Por supuesto que había comunidades más necesitadas en el mundo que Venus Cove, pero no formaban parte de nuestra misión. Otros observadores habían sido asignados allí. Yo estaba secretamente contenta de que no hubiera sido enviada a una parte del mundo asolada por la guerra, la pobreza o los desastres naturales. Las imágenes en las noticias de esos lugares enfrentaban suficiente. Traté de evitar que las noticias a menudo me llevaran a sentir desesperación. No podía con las imágenes de niños sufriendo hambre y enfermedades causadas por falta de agua limpia.
Cuando pensaba sobre las cosas que los seres humanos podían hacer la vista gorda, me daban ganas de llorar. ¿Qué hace a una persona más o menos digna que otra? Nadie debe tener hambre, sentirse solo o desear que su vida termine. A pesar de que oraba por la intervención divina, a veces, de hecho, la idea me enojaba.
Cuando hablé con Sam sobre eso, me dijo que yo no estaba preparada para entenderlo en este momento, pero que un día lo haría.
—Ocúpate de las cosas que puedas atender —fue su consejo.
A la mañana siguiente los tres nos pusimos en camino a Fairhaven, el hogar de ancianos local. Yo había visitado antes a Alice allí una o dos veces como promedio, pero mis visitas habían caído ya que yo dedicaba la mayor parte de mi tiempo libre a estar con Santana. Sam y Quinn eran visitantes regulares, sin embargo, y se aseguraban de tener a Phamton junto a ellos. Según ellos, él siempre iba en línea recta hacia Alice sin necesidad de direcciones.
Como Rachel también había ofrecido sus servicios, hicimos un desvío para recogerla. Ella estaba vestida y lista, a pesar del hecho de que era las nueve de la mañana del sábado, y yo sabía que rara vez aparecía antes del mediodía. Nos sorprendimos al encontrarla vestida como para una sesión de fotos con una minifalda de mezclilla, zapatos de tacón alto y camisa a cuadros. Taylah, que se había quedado anoche, no podía entender la decisión de Rachel de perderse un maratón de Gossip Girl por trabajar con “personas mayores.”
— ¿Por qué vas a un asilo de ancianos? —oí decir cuando abrí la puerta del coche para Rachel.
—Todos vamos a terminar así un día —dijo Rachel con una sonrisa.
Ella miró su brillo de labios en la ventana del coche.
—No lo haré —prometió Taylah—, esos sitios apestan.
—Llámame más tarde —dijo Rachel y se subió de forma leal a mi lado.
—Pero Rach —se quejó Taylah—, Adán y Chris van a reunirse con nosotros esta mañana.
—Salúdalos de mi parte.
Taylah se quedó detrás de nosotros a medida que nos alejamos conduciendo, obviamente, preguntándose quién había secuestrado a su mejor amiga y sustituido por esa impostora.
Cuando llegamos a Fairhaven, el personal de enfermería parecía complacido de vernos. Estaban acostumbrados a que Sam y Quinn vinieran regularmente, pero la presencia de Rachel les tomó por sorpresa.
—Esta es Rachel —dijo Sam—. Ella amablemente se ofreció a ayudarnos hoy.
—Siempre agradecemos un par de manos extra —dijo Helen, una de las enfermeras del barrio—. Especialmente cuando somos tan poco personal como hoy —ella se veía demacrada y cansada.
—Estoy feliz de ayudar —dijo Rachel, pronunciando sus palabras claramente como si Helen fuera dura de oído—. Es muy importante devolver algo a su comunidad —ella echó de reojo una mirada a Sam, pero él estaba ocupado abriendo la cremallera de su estuche de guitarra y no se dio cuenta.
—Llegas justo para la hora del desayuno —dijo Helen.
—Gracias, pero ya he comido —dijo Rachel.
Una mirada dudosa cruzó el rostro de Helen.
—Me refiero al desayuno de los residentes. Puedes ayudar con la alimentación si quieres.
Le seguimos por un pasillo y entramos en la sala del comedor, que era lamentable y tenía un aire triste a pesar de Vivaldi filtrándose de un reproductor viejo de CD. La alfombra floral estaba desgastada y las cortinas decoradas con frutas estaban desvaneciéndose. Los residentes estaban sentados en sillas de plástico y mesas de fórmica. Los que no podían mantenerse en posición vertical estaban en profundas sillas de cuero conocido como sillas bañeras. A pesar de los ambientadores conectados a las paredes, había un olor característico del amoniaco mezclado con verduras hervidas. Una televisión portátil estaba encendida en una esquina y estaban poniendo un documental de vida silvestre. Los cuidadores son principalmente mujeres, que hacían habitualmente de pañales, limpiar mesas y atar baberos a los residentes que no podían hacerlo por ellos mismos. Algunas caras miraron esperando cuando entramos. Otros no eran lo suficientemente conscientes de su entorno como para darse cuenta.
Las bandejas de desayuno estaban apiladas en un carro y las comidas estaban selladas en paquetes de papel de aluminio. En el segundo estante habían filas de de tazas de plásticos para beber.
No podía ver a Alice por ningún sitio, así que pasé la siguiente media hora alimentando a una mujer llamada Dora que estaba sentada en una silla de ruedas con un afgano multicolor de punto sobre las rodillas. Ella se desplomó sentada con su boca holgada y sus ojos caídos. Su piel estaba pálida y sus manos manchadas. En su cara, se mostraba una red de capilares rotos a través de la piel fina como el papel. No estaba segura de lo que constituía “desayuno” en Fairhaven, pero parecía un montón de lodo amarillo pálido para mí. Yo sabía que algunos residentes comían puré de comida para evitar el riesgo de asfixia.
— ¿Qué es esto? —le pregunté a Helen.
—Huevos revueltos —dijo antes de salir con el carrito.
Un señor mayor trató de tomar una cucharada de comida, pero sus manos estaban tan agitadas que terminó derramándolo por su pechera. En un instante Sam estaba a su lado.
—Yo lo cojo —dijo palmeando lejos el alimento derramado con una toalla de papel. Rachel también estaba tan absorta observando que se olvidó de alimentar a la persona a su cargo que estaba sentada con la boca abierta esperando. Después de terminar de ayudar a Dora, me mudé a Mabel que tenía fama de ser la residente más truculenta en Fairhaven. Ella apartó la cuchara y apretó la boca cerrada con firmeza cuando le ofrecí.
— ¿No tienes hambre? —le pregunté.
—Oh, no te preocupes por Mabel —dijo Helen—. Ella está esperando a Sam Si él no está aquí no va a aceptar comida de nadie.
—De acuerdo —dije—. No he visto hoy a Alice. ¿Dónde está?
—Ella ha sido trasladada a una habitación privada —respondió Helen—. Tengo miedo de que ella esté deteriorada desde la última vez que la vistes. Su vista está fallando y se está poniendo peor de su infección pulmonar. Su habitación está junto a la puerta de la sala de sesiones a la derecha. Estoy segura de que le vas a hacer mucho bien.
¿Por qué no me lo habían dicho Sam y Quinn? ¿Había estado tan absorta en mi propio mundo que había llegado a la conclusión de que no la atendería? Me abrí paso por el pasillo hasta la habitación de Alice con una sensación de temor aumentando. Phantom me había empujado y ya estaba allí, velando la sala. Cuando abrí la puerta y los dos entramos, casi no reconocí a la mujer en la cama. Ella no era como la Alice que yo recordaba. La enfermedad había hecho estragos en su cara y la había transformado. Su cuerpo parecía tan frágil como un ave y su pelo despeinado débil. Las coloridas chaquetas de punto se habían ido y estaba vestida con un vestido blanco normal.
Ella no abrió los ojos cuando me dije su nombre, pero la hizo estirar la mano hacia mí. Phantom empujó su nariz en la mano antes de que ella pudiera tomarla.
— ¿Eres tú, Phantom? —dijo Alice con voz ronca.
—Somos Phantom y Brittany —le contesté—. Hemos venido a visitarte.
—Brittany… —repitió ella—. Qué bueno que hayas venido. Te echaba de menos —tenía los ojos cerrados todavía, como si el esfuerzo de abrirlos fuera demasiado grande.
— ¿Cómo te sientes? —le pregunté—. ¿Hay algo que pueda hacer por usted?
—No querida, tengo todo lo que necesito.
—Lo siento, no he venido en un tiempo. Es sólo que… —no tenía explicación para mi comportamiento negligente.
—Ya lo sé… —dijo—. La vida se interpone en tu camino. No hay necesidad de disculparse. Estas aquí ahora y eso es lo importante. Espero que Phantom se esté comportando.
Phantom soltó un ladrido al oír su nombre.
—Él es el compañero perfecto.
—Buen chico —dijo Alice.
— ¿Qué es todo lo que he oído de que estas enferma? —le pregunté brillante—. ¡Vamos a tener que ponerte sobre tus pies!
—No estoy segura de querer volver a ponerme de pie. No creo que sea hora…
—No digas eso —le dije— Sólo necesitas algo de descanso y…
La cabeza de Alice de repente rodó hacia adelante y sus ojos volaron abiertos. Ella no se centró en nada, sino más bien miró salvajemente en el espacio.
—Yo sé quién eres —gruñó.
—Eso es bueno —le respondí sintiendo un nudo en mi pecho—. Me alegro de que no te hayas olvidado de mí.
—Has venido a llevarme —dijo—. Todavía no, pero pronto.
— ¿A dónde vamos? —le pregunté. Yo quería aceptar lo que ella me estaba diciendo.
—A un lugar seguro —respondió ella—. No puedo ver tu cara Brittany, pero puedo ver tu luz. Tú me mostraras el camino, ¿Verdad? —dijo.
Toqué su muñeca y busque su pulso. Era como una vela quemada casi hasta la mecha. Yo sabía que no podía dejar que mi apego a ella me impidiera hacer mi trabajo. Cerré mis ojos y recordé la entidad que había sido en el Reino: Un guía, un mentor para las almas en transición. Mi dominio había sido el de consolar a las almas de los niños al pasar.
—Cuando llegue el momento, no estarás sola.
—Estoy un poco asustada. Dime, Brittany, ¿Habrá oscuridad?
—No Alice, solo luz.
— ¿Qué pasa con mis pecados? No siempre he sido un modelo al ciudadano, ya lo sabes —dijo ella, emergiendo un poco de su antigua luchadora.
—El Padre que conozco, lo perdona todo.
— ¿Y voy a ver a mis seres queridos de nuevo?
—Vas a entrar en una familia mucho más grande. Serás una entre todas las criaturas de este mundo y mas allá.
Alice se dejó caer sobre sus almohadas, mirando satisfecha pero cansada. Sus parpados revolotearon.
—Ahora debes intentar dormir —le dije.
Cerré mis dedos alrededor de su frágil mano, y Phantom puso su cabeza contra su brazo. Juntos vimos más de ella mientras se dormía.


***

En el trayecto a casa aún estaba pensando en Alice y lo que ella había dicho. Mirando la muerte desde arriba estaba triste, pero en realidad experimentarlo en la tierra era desgarrador. Era un dolor intenso que no podía tener remedio. Siento una fuerte punzada de culpa por haberme obsesionado por mi amor por Santana y haber eludido mis otras responsabilidades. El Cielo había aprobado nuestra relación, por el momento al menos, y yo no debería haber permitir que eso lo consumiera todo. Al mismo tiempo, no quería nada más que encontrarlo y respirar su aroma reconfortante. Yo sabía que no había otra persona que pudiera hacerme sentir tan viva.
Llegaron noticias a la mañana siguiente de que Alice había muerto mientras dormía. No fue una sorpresa para mí. Me desperté por la noche con el sonido de la lluvia azotando mi ventana y cuando me levanté de la cama a cerrar las cortinas el espíritu de Alice estaba suspendido en el exterior. Ella sonreía y parecía completamente en paz. Alice había vivido una vida plena y enriquecedora y estaba dispuesta a seguir adelante. Sentí mas la pérdida por su familia, que no habían hecho lo mejor en los momentos que compartieron juntos. No lo saben todavía, pero un día, ellos, tendrán una segunda oportunidad.
Sentí su espíritu pasar fuera de este mundo, zumbando con anticipación nerviosa. Ella ya no tenía miedo, sólo estaba emocionada por ver que había más allá. Me acerqué a ella con mi mente, en un último gesto de despedida.
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Mensaje por Emma.snix Jue Sep 12, 2013 12:50 pm

Capitulo 24:
Simplemente Humana


El día del funeral de Alice estaba nublado. El cielo era de estaño, y el suelo estaba húmedo por la llovizna que había caído durante la noche. Sólo había un puñado de dolientes, incluyendo miembros del personal de Fairhaven y el Padre Mel que oficiaba el servicio. Su tumba estaba en un montículo cubierto de hierba bajo un árbol de bellota, y pensé en cómo se hubiera reído entre dientes que su última morada tuviera una vista. Lo que le pasó a Alice despertó algo en mí. Trajo mi atención a la finalidad de nuestra misión, y me decidí a hacer mis horas de servicio comunitario. Fue un gesto muy pequeño en el gran esquema de las cosas, y me sentí casi tonta de sugerirlo, ya que nuestro objetivo era salvar la tierra de los caídos y sus fuerzas de la oscuridad. Pero me hizo sentir más como si estuviera contribuyendo a nuestra causa y se centrara en lo que era importante. A menudo Santana venía conmigo. Su familia había estado haciendo trabajo voluntario para la iglesia durante años, por lo que no era nada nuevo para ella.
—No tienes que venir siempre —le dije una noche mientras esperábamos por el tren que nos llevaría al comedor público en Port Circe.
— Lo sé —dijo—. Pero quiero ir. He sido criada para creer que la comunidad es importante.
—Pero tienes mucho más en tu plato de lo que yo tengo. No quiero añadir presión.
—Deja de preocuparte. Sé cómo manejar mi tiempo.
— ¿No tienes una prueba oral de Francés mañana?
—No, tenemos una prueba oral de Francés mañana —ese es el porque he traído esto. —Señaló un libro de texto en su mochila—. Podemos estudiar en el camino.
Yo poco a poco me sentía más cómoda con los trenes, y montar con Santana verdaderamente ayudó. Encontramos asientos en un vagón que estaba vacío, salvo por un hombre de edad que estaba cabeceando y babeando sobre su camiseta. Había una botella en una bolsa de papel de color café entre sus pies.
Abrimos el libro, y apenas llevábamos unos minutos leyendo cuando Santana levantó la vista.
─El cielo debe ser bastante grande ─dijo ella. Hablaba en voz baja, por lo que no tuve que reprenderle por sacar el tema a relucir en público─. ¿Cuánto espacio se necesitaría para dar cabida a todas esas almas? Supongo que es simplemente el concepto de infinito lo que me confunde.
—En realidad hay siete reinos de los cielos —le dije de pronto, con ganas de compartir mis conocimientos con Santana incluso aunque supiera que estaba en contra de nuestras leyes.
Santana suspiró y se dejó caer hacia atrás en su asiento.
—Justo cuando pensaba que empezaba a poner la cabeza en su sitio. ¿Cómo puede haber siete?
—Sólo hay un trono en el Primer Cielo —le dije—. Y ángeles que predican la palabra del Señor. El Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo habitan en el séptimo cielo, que es el reino supremo.
—Pero ¿qué sentido tiene?
—Los diferentes reinos tienen funciones diferentes. Es como trabajar tu camino hasta cumplir con el CEO de una empresa.
Santana se masajeó las sienes.
—Tengo mucho que aprender, ¿no?
—Hay sólo un montón de reglas para recordar —le dije—. El Segundo Cielo está a la misma distancia que el Primer Cielo a la tierra, los ángeles de la derecha son cada vez más gloriosos que los de la izquierda, la entrada en el Sexto Cielo es bastante complicada, y tienes que viajar en el aire exterior para la Puerta del Cielo, y sé que parece confuso, pero tú sabes cuál es cuál, porque los cielos inferiores son de color oscuro en comparación con el brillo del séptimo…
—Para —dijo Santana—. Para antes de que mi cerebro estalle.
—Lo siento —dije con timidez—. Creo que es mucho para entenderlo.
Santana me sonrió. —Trata de recordar que sólo soy una humana.
Santana me invitó a ver jugar un partido de Lacrosse a su equipo en la final de la temporada. Sabía que era importante para ella, así que me dispuse a ir con Rachel y sus amigas, que por lo general actuaba como Bryce Hamilton en el equipo de las animadoras en los juegos. Casi todos los chicos de la escuela estaban ahí creo que la mayoría solo lo hacían por ir a ver  a las chicas más linda del colegio, bueno ahí estaba incluida mi novia, aunque casi todo el equipo eran chicas muy bellas. Lo que llama la escuela espiritual era más bien una excusa para ver niñas delgadas en pantalones cortos corriendo por un campo y comenzando a sudar. Los chicos siempre se aseguraban de que hubiera una oferta de bebidas frías para pasar alrededor durante los descansos, con la esperanza de ser recompensado con un cumplido o, mejor aún, una cita.
Fue un partido en casa, así que hice mi camino hasta el campo con Rachel y las niñas. El equipo de Lacrosse ya estaba allí cuando llegamos, calentando en sus camisetas negras y rojas. La oposición, la escuela preparatoria de Middleton, se puso en el otro extremo del campo de color verde y amarillo. Ellas estaban escuchando atentamente a su entrenadora de cara remolacha, que parecía al borde de un aneurisma. Santana me saludo desde lejos, durante un segundo, cuando me vio y después continúo con el calentamiento. Antes de empezar, todo el equipo de Bryce Hamilton se agrupó para corear unos lemas estimulantes sobre "el poderoso ejército rojo y negro". Luego, corrían en su sitio sin moverse y abrazándose los unos a los y otros, esperaron a que la árbitro tocara el silbato.
—Típico, —murmuró Rachel—. No hay nada como el deporte para arrastrar algunas la emoción en ellas.
Tan pronto como comenzó el juego, me di cuenta que nunca sería una fan del Lacrosse. Era demasiado agresivo. El deporte, principalmente las jugadoras consistía en adquirir un pequeño balón muy  chico y pasarlo con un palo que tenía una pequeña red. Vi unas de las compañeras del equipo de Santana corriendo por el campo, llevaba consigo el palo y adentro de la red la pequeña bola.
Eludió dos de las jugadoras de Middleton, que la persiguieron sin piedad. Cuando estaba a unos pocos metros de la meta, se echó hacia adelante apuntando hacia la pequeña portería que estaba enfrente, otra chica del equipo contrario se puso en frente de ella tratando de bloquearla en el aire y cayó tendida en el suelo, los brazos extendidos sobre su cabeza. Sus manos, no  soltaba el palo con la pelota aun dentro, estaba un poco más de la línea. Una de las jugadoras de Middleton, que había intentado hacer frente con la esperanza de bloquear el objetivo, pero con un rápido movimiento tiro, metiendo la pequeña bola en la red
El equipo de Bryce Hamilton rompió en gritos y aplausos, ayudando a su jugadora golpeándole en la espalda mientras se tambaleaba hacia atrás hasta el centro del campo.
Blindé mis ojos para no ver a dos jugadoras chocar cuando Rachel me dio un codazo. — ¿Quién es ese tipo? —dijo, señalando a una figura de pie en el otro lado del campo. Era un hombre joven con una chaqueta de cuero largo. Su identidad estaba oculta por un sombrero de fieltro y una bufanda larga que había enrollado alrededor de la mitad inferior de su cara.
—No estoy segura —le contesté—. ¿Un padre tal vez?
—Padre de aspecto bastante extraño, —dijo Rachel—. ¿Por qué está de pie por sí mismo?
Rápidamente nos olvidamos el extraño y volvimos a ver el partido. Mis nervios crecieron constantemente, mientras iba progresado. Las chicas de Middleton no tenían piedad y la mayoría de ellas, parecían tanques. Sentí aumentar mi frecuencia cardiaca y cada vez más rápida mi respiración cada vez que alguna de ellas estaba cerca de Santana. Dada la naturaleza del juego, eso pasó muy a menudo y Santana no era de pegarse al perímetro. Ella quería estar en el meollo de las cosas y era igual de competitiva que el resto de ellas. Tuve que admitir que a pesar de todo lo que no me gustaba del Lacrosse, Ella era una jugadora experta. Era rápida y fuerte, aunque no se le notara en su compleción y lo mejor de todo, jugaba justamente. La miré hacia la raya de meta y cerrando de golpe el tiro en la red. Cada vez que una de las otras jugadoras la agarraba o la tiraba al suelo, estaba como nuevo en cuestión de segundos. Ella era inquebrantable.
Finalmente me detuve haciendo una mueca sobre posibles rasguños y moretones, dejé de preocuparme por su seguridad, y comencé a sentirme orgullosa de ella. Aplaudí y agité los pompones de Rachel en el aire cada vez que tenía la pelota.
A la mitad del partido Bryce Hamilton se adelantaba por tres puntos. Santana corrió hacia la línea lateral en la que corrí a su encuentro.
—Gracias por venir —jadeó—. Sé que esto probablemente no es lo tuyo. —Ella me dio su entrañable media sonrisa mientras tiraba una botella de agua sobre su cabeza. —o dios mío creo que en ese momento creo que me iba a desmayar con lo que estaba viendo, Santana tirándose agua sobre su cuerpo.
—Eres increíble ahí — fue lo único que pude objetar, empujando hacia atrás ella el pelo húmedo que estaba pegado en su rostro—. Pero tienes que tener cuidado, las chicas de Middleton son enormes.
—Habilidad contra tamaño —dijo.
Miré con angustia a un largo arañazo en su antebrazo.
— ¿Cómo sucedió esto? Se suponen que tienen protección.
—Es sólo un rasguño—. Se rió ella de mi preocupación.
—Puede ser sólo un rasguño para ti, pero es un rasguño en mi brazo, que no quiero ver dañado.
— ¿Así que esta todo marcado como propiedad de Brittany Pierce o sólo el brazo?
—Cada pulgada de ti, así que ten cuidado.
—Sí, entrenadora.
—Lo digo en serio. Espero que te des cuenta y que no me hagas darte una conferencia sobre de seguridad una vez más, —dije.
—Cariño, las lesiones son inevitables. Todo esto es parte del juego. Después puedes desempeñarte como enfermera si lo deseas. —Me tiró un guiño sobre su hombro mientras sonaba la bocina para que el juego continuara—. No te preocupes, yo soy invencible.
La vi correr ligeramente de nuevo a sus compañeras de equipo y noté que el chico de la chaqueta de cuero todavía estaba de pie junto a la línea lateral opuesta. Sus manos se cavaron más profundamente en sus bolsillos. Todavía no podía ver su rostro.
Cuando faltaban diez minutos para el final del partido, las chicas de Bryce Hamilton parecían tener el partido en el bolsillo. La entrenadora del equipo contrario no paraba de sacudir la cabeza y secarse el sudor de la frente, y sus jugadoras parecían enfurecidas y desesperadas. Enseguida empezaron a recurrir al juego sucio. Santana tenía la pelota controlada y subía a toda velocidad hacia la portería contraria, cuando dos jugadoras del Middleton se abalanzaron sobre ella, una por cada lado como trenes de carga. Santana giró bruscamente para eludir el choque, pero las otras se desviaron también y le alcanzaron. Pegué un grito cuando una de ellas metió la pierna y le dio a Santana a la altura del tobillo. El impacto del golpe la mandó hacia delante dando tumbos, y la pequeña pelota se salió del palo con red. Vi que se golpeaba la cabeza contra el suelo y que cerraba los ojos con una mueca de dolor. Las jugadoras de Bryce Hamilton protestaron enfurecidas y el árbitro pitó falta. Pero ya era demasiado tarde.
Dos chicas corrieron a ayudar a Santana, que seguía postrada en el suelo. Trató de levantarse, pero su tobillo izquierdo sobresalía en un peculiar ángulo, y cuando trató de poner el peso en ella, hizo una mueca y se deslizó. Sus compañeras la apoyaron ayudándole a ir hacia un banco y el médico se escurrió para examinar el alcance de los daños. Parecía vacilante… como si ella pudiera estar a punto de desmayarse.
Desde donde yo estaba, no podía oír lo que decían. Vi que el médico pasó el brillo de una luz por los ojos de Santana y agitó la cabeza hacia la entrenadora. Santana  apretó los dientes y dejó caer su la cabeza en señal de frustración. Traté de empujar más allá de las chicas para llegar a ella, pero Rachel me contuvo.
—No, Britt, saben lo que están haciendo. Sólo estorbaras.
Antes de que pudiera argumentar, Santana estaba siendo ayudada hacia una camilla en la ambulancia que estaba siempre a la espera en caso de un accidente. Me quedé congelada cuando el juego se reanudó ahora que la crisis había pasado. La ambulancia se alejó de la pista y en la carretera. Me di cuenta vagamente a través de mi pánico que el chico del límite había desaparecido.
— ¿A dónde se la llevan? —le pregunté.
—Para el hospital, por supuesto —dijo Rachel. Su rostro se suavizó cuando vio mis ojos llenándose de lágrimas—. Oye, no parecía demasiado grave, probablemente sólo es un esguince. Ellos le vendarán y la enviarán a su casa. Mira —señaló ella en el marcador—. Todavía seguimos ganándoles por seis puntos.
Pero yo no sentía júbilo y me excusé para llegar a casa con Sam y Quinn para que yo pudiera pedirles que me llevaran al hospital. Yo les llamé en mi mente mientras corría, en caso de que no estuvieran en casa. Yo estaba tan distraída con la preocupación de Santana que choqué de frente con Jake Thorn en el estacionamiento.
—Bueno, alguien está apurada —dijo, ayudándome a levantarme y a quitar el polvo adherido a mi abrigo—. ¿Cuál es el problema?
—Santana tuvo un accidente durante el partido de Lacrosse —dije, frotándome los ojos con mis puños como una niña pequeña. A ese punto no podía importarme menos como lucía —solo necesitaba ver que Santana estaba bien.
— ¡Pobrecita!— Jake arrastró las palabras. —Eso es desafortunado ¿Es grave?
—No lo sé —dije, mi voz estrangulada—. La han llevado al hospital para comprobarlo.
—Ya veo —contestó Jake—. Estoy seguro de que estará bien. Es la naturaleza del juego.
—Debería haberlo sabido —dije enfadada, más conmigo misma que con él.
— ¿Sabido qué…? —Preguntó Jake, mirando mi rostro de cerca— Eso no fue tu culpa, ¿o lo es? No llores…
Dio un paso hacia adelante y envolvió sus brazos a mí alrededor en un abrazo. Su abrazo no era nada como los de Santana; su cuerpo era demasiado escueto y delgado para ser muy cómodo, pero sollocé en su camisa de todos modos y lo dejé sostenerme. Cuando traté de alejarme, encontré sus brazos todavía fuertemente cerrados a mí alrededor y tuve que retorcerme para liberarme.
—Lo siento —dijo Jake, con una rara mirada en sus ojos—. Solo me estaba asegurando de que estuvieras bien.
—Gracias, Jake. Pero de verdad me tengo que ir ahora —dije, las lágrimas picaban en mis ojos y mis palabras se desbordaban una sobre otra. Corrí por los escalones principales y por el desierto corredor central de la escuela y vi con una inundación de alivio a las figuras de Quinn y Sam dirigiéndose hacia mí.
—Oímos tu llamada —dijo Quinn cuando abrí mi boca para contarle la historia. —Sabemos lo que pasó.
—Tengo que llegar al hospital enseguida. ¡Puedo ayudarla! —Lloré.
Sam dio un paso delante de mí y agarró mis hombros. —Brittany, ¡cálmate! No puedes hacerlo ahora, no si ya está siendo cuidado.
— ¿Por qué no?
—Piénsalo por un momento, Brittany —dijo Quinn con exasperación—. Ya ha sido llevada al hospital; sus padres ya han sido notificados. Si su lesión se sana milagrosamente, ¿Cómo crees que todos reaccionarían?
—Pero me necesita.
—Lo que necesita es que seas compresiva sobre esto —respondió Sam—. Santana es joven y saludable. Su lesión sanará naturalmente y no se levantará ninguna sospecha. Si quieres agilizar el proceso más tarde, bien; pero por ahora tienes que mantener la cabeza fría. Ella no está en ningún peligro real.
— ¿Al menos puedo ir a verla? —pregunté, odiando el hecho de que ellos tenían razón, lo que también quería decir que la recuperación de Santana sería retrasada.
—Si —respondió Sam. —Iremos todos.
No me gustaba el hospital local. Era gris y estéril y los zapatos de las enfermeras chirriaban sobre el piso de linóleo. Pude sentir la pena y la pérdida tan pronto como entré a través de las puertas automáticas. Sabía que habían persona ahí que no reconocería; víctimas de accidentes de coche o enfermedades incurables. En cualquier momento dado alguien podría estar en proceso de perder una madre, un padre, un esposo, hermana, o hijo. Podía sentir el dolor contenido entre las paredes como un bofetón escociendome en la cara. Este era un lugar en donde tantos hacían su viaje al Cielo. Me recordaba a las tantas almas cuya transición había sido capaz de aliviar —había un notable número de personas que se reconectaban con su fe en sus últimos días en la tierra. Había tantas almas aquí en una desesperada necesidad de guía, de tranquilidad, y era mi deber ocuparme de ellas. Pero, como normalmente, en el momento en que me imaginé el rostro de Santana, cualquier sentimiento de responsabilidad o culpa se disolvió en mi mente, y no podía pensar en nada más excepto en encontrarla.
Seguí a Quinn y Sam rápidamente por el ancho corredor con luces fluorescentes y muebles de hospital. Santana estaba en una habitación del quinto piso. Toda su familia estaba yéndose cuando llegamos y salieron en avalancha al pasillo.
— ¡Oh, Britt! —exclamó Ana cuando me vio, y de repente estaba rodeada por miembros de la familia de Santana, todos dándome piezas de información de cómo estaba. Sam y Quinn miraban asombrados.
—Gracias por venir, cariño —dijo Ana— Todo el mundo, denle algo de espacio. Ella está bien, Britt, no estés tan preocupada —a pesar de que podrías hacer algo animándola.
Lanzó una mirada indagatoria a Sam y Quinn. —Estos deben ser tus hermanos—. Extendió su mano a manera de saludo, y mis hermanos la sacudieron de regreso. Los dejé lidiando con las presentaciones y me deslicé silenciosamente en la habitación de Santana. Una cama estaba vacía; la otra tenía las cortinas bajadas.
—Toc, toc —dije suavemente.
— ¿Britt? —La voz de Santana vino de adentro— ¡Entra! —estaba sentada apoyada sobre su cama con una etiqueta azul alrededor de su muñeca— ¿Qué te tomó tanto tiempo? —dijo, sus ojos iluminándose cuando me vio.
Corrí al lado de la cama, agarré su cara en mis manos y la examiné. Sam y Quinn esperaron afuera, sin querer molestar.
—Demasiado para ser invencible —dije— ¿Cómo está tu tobillo?
Levantó una compresa de hielo para revelar su tobillo, el que estaba hinchado a dos veces su tamaño. —Le han tomado radiografías y está fracturado. Tendrán que enyesarlo tan pronto como la hinchazón disminuya. Parece que estaré en muletas por un rato.
—Bueno, eso es un fastidio pero no es el fin del mundo. Esto me dará una oportunidad de cuidarte para variar.
—Estaré bien —dijo Santana—. Me van a dejar en observación esta noche, pero me iré a casa en la mañana, solo tengo que mantener mi peso fuera del pie por unas semanas…
—Solo estoy contenta de que estés bien —dije, tratando de mantener mi nivel de voz.
—Hay algo más. —Santana parecía incómoda, casi avergonzada de estar admitiendo algún tipo de debilidad.
— ¿Qué es? —pregunté gentilmente.
—Aparentemente tengo una conmoción cerebral —dijo, enfatizando la palabra ―aparentemente” como si no la tomara en serio—. Les dije que estoy bien pero ni escuchan. Tengo que permanecer en cama por los próximos días, órdenes del doctor.
—Eso suena serio —dije—. ¿Estás bien?
—Estoy bien —dijo Santana—. Solo tengo un dolor de cabeza asesino.
—Bueno, te cuidaré, —dije—. No importa.
—Britt, estás olvidando algo.
—Lo sé, lo sé, —dije—. No quieres sentirte como una inválida —pero eso es lo que consigues por jugar un juego rudo como…
—No, Britt, no entiendes. —Santana sacudió su cabeza con frustración—. El baile es el viernes.
Sentí una sensación de desazón en mi estómago.
— ¡No me importa eso! —dije, mi voz falsamente alegre—. Simplemente no iré.
—Tienes que ir. Has estado esperándolo por semanas, Quinn te hizo un vestido, las limusinas están reservadas, y todos te esperan.
—Pero solo quiero ir contigo, —dije—. No significará nada para mí de otro modo.
—Estoy tan apenada de que sucediera esto —dijo, apretando su mano en un puño—. Soy una idiota.
—Santana, no fue tu culpa.
—Debería haber sido más cuidadosa. —La rabia se desvaneció de su cara y su expresión se suavizó—. Por favor di que irás —dijo—. Así no me sentiré tan culpable. No quiero que te lo pierdas por mí. Quizás no estemos juntas, pero todavía puedes pasar un buen rato. Es el evento del año, y quiero que me cuentes todo sobre él.
—No lo sé…
— ¿Por favor? ¿Hazlo por mí?
Puse los ojos en blanco—. Bueno, si vas a recurrir a chantaje emocional difícilmente puedo decir que no—. Sabía que Santana se sentiría culpable por los próximos cinco años si me perdía el baile por su falta.
—Entonces, ¿está arreglado?
—Está bien, pero para que sepas, estaré pensando en ti toda la noche.
Sonrió—. Asegúrate de que alguien tome fotos.
— ¿Vendrás antes de que me valla? —Pregunte—. ¿Así me podrías ver con mi vestido?
—Conseguiré que alguien me lleve. No me voy a perder eso por nada en el mundo.
—Odio dejarte aquí —dije, hundiéndome en la silla al lado de su cama—. Sin nadie que te haga compañía.
—Estaré bien —me aseguró—. Si conozco a Mamá, probablemente instalará un catre y pasará aquí la noche.
—Sí, pero necesitarás a alguien que te mantenga ocupada.
Santana cabeceó hacia la pequeña mesita de noche, donde un grueso libro negro con letras doradas yacía medio abierto. —Siempre puedo leer la Biblia y aprender más sobre la condena eterna.
— ¿Esa es tu idea de entretenimiento? —pregunté sarcásticamente.
—Es una historia bastante dramática —el bueno viejo de Lucifer, condimentando las cosas un poco.
— ¿Conoces la historia completa? —pregunté.
—Sé que Lucifer era un arcángel —dijo mientras levanté una ceja sorprendida—. Se descarriló en grande.
—Así que estabas prestando atención a la escuela del domingo —dije en broma—. Su nombre de hecho significa portador de luz.‘ En el Reino, solía ser el favorito de Nuestro Padre. Fue creado para ser la elite en belleza e inteligencia. Era consultado en tiempos de problemas, y todos los otros ángeles lo tenían en la estima más alta.
—Pero no estaba satisfecho —añadió Santana.
—No —dije—. Se volvió arrogante. Estaba resentido con los seres humanos, no podía entender porque Nuestro Padre pensaba que eran Su creación más grande. Él creía que sólo los ángeles debían ser glorificados, y empezó a pensar que podría derrocar a Dios.
—Y ahí es cuando fue puesto de patitas en la calle.
—Sí. Nuestro Padre escuchó sus pensamientos y lo expulsó, acompañado con sus seguidores. Lucifer consiguió su deseo y llegó a ser la contraparte de Nuestro Padre, el gobernante del Inframundo, y todos los otros ángeles caídos se convirtieron en demonios.
— ¿Sabes algo sobre cómo es allí abajo? —preguntó Santana.
Negué con la cabeza. —No, pero Sam lo hace. Conoce a Lucifer. Eran hermanos —todos los arcángeles lo son. Pero nunca habla sobre eso.
La conversación fue cortada cuando Sam y Quinn asomaron sus cabezas por la cortina para ver cómo estaba la paciente.

***
— ¿Hablas enserio? —Rachel parecía horrorizada—. Pensé que solo la estaban llevando al hospital como precaución. ¿De verdad tiene una conmoción cerebral? ¡Eso es un desastre! ¡Vas a quedarte sin cita para el baile!
Estaba comenzando a lamentar haberle contado. Su reacción no estaba haciendo nada para levantar mi espíritu. El baile se suponía que iba a ser una noche mágica para pasarla con Santana y que recordaría para siempre. Ahora estaba arruinada.
—No quiero ir —dije—. Solo voy a ir porque Santana quiere que lo haga.
Ella suspiró. —Eso es tan lindo de ella.
—Lo sé y ese es el porqué no me preocupa estar sin cita.
—Pensaremos en algo —dijo Rachel de modo tranquilizador—. Debe haber alguien que pueda entrar en el último minuto. Déjame pensar sobre eso.
Sabía lo que estaba pensando. Estaba imaginando el comienzo del baile, cuando las parejas harían sus entradas juntas y les sacarían sus fotos profesionalmente. Llegar sola sería el equivalente a suicidio social.
Como resultó, Rachel no necesitaba haberse molestado tratando de encontrar una solución ya que una se presentó por si misma esa misma tarde.
Estaba sentada con Jake Thorn en nuestro lugar de siempre en la parte de atrás de la clase de literatura. Él estaba garabateando en su diario en silencio mientras luchaba por concentrarme en el verso final de nuestro poema en conjunto.
—Sabes que esto es bastante difícil viendo como lo has escrito desde una perspectiva masculina —me quejé.
—Mi más sinceras disculpas —contestó Jake con sus normales maneras exageradas—. Pero siéntete libre de tomarte algunas licencias creativas. El primer verso puede ser de un hombre a una mujer, pero el siguiente podría fácilmente ser al revés. No te tardes un siglo en el, Britt. Estoy harto de esta tarea. Solo termínalo así podemos hablar sobre cosas más interesantes.
—No puedo apresurarme —dije bruscamente—. No sé tú, pero quiero hacer bien esto.
— ¿Por qué? No es como si necesitaras las notas.
— ¿Perdón? ¿Por qué no las necesitaría?
—Hacerlo bien está bastante regalado —a la Srta. Castle le gusto.
Él sonrió burlonamente, y volvió a escribir en su cuaderno. No pregunté lo que estaba escribiendo, y no me ofreció divulgar nada.
La sugerencia de Jake había liberado a mi imaginación, y era mucho más fácil pensar en las próximas líneas ahora que podía escribirlas sobre Santana. Todo lo que tenía que hacer era imaginar su rostro y las palabras fluían como si mi bolígrafo tuviera vida propia. De hecho, la estrofa de cuatro líneas que me había sido asignada, difícilmente parecía suficiente. Sentía como si pudiera llenar cada cuaderno en el mundo con mis pensamientos sobre ella. Podría devorar páginas describiendo su voz, su toque, su olor, y cada otro detalle de su persona. Y así antes de que lo supiera, mi escritura fluida estaba debajo de la caligrafía serpenteante de Jake. Ahora leía:

Jake:
Ella tenía la cara de un ángel
Vi espejos en sus ojos
Éramos lo mismo, ella y yo
Ambos unidos por poderosas mentiras.
Brittany:
En ella vi mi futuro
En ella vi mi amiga
En ella vi mi destino
Mi comienzo y mi final.


—Eso funciona —dijo Jake—. Debe haber una poeta en ti después de todo.
—Gracias —contesté—. ¿En qué has estado tan ocupado trabajando?
—Apuntes… observaciones —respondió.
— ¿Qué has observado tanto?
—Solo que las personas son tan crédulas y previsibles.
— ¿Qué tienes contra ellos?
—Creo que es patético. —Sonaba tan amargo que me alejé un poco de él.
—Son tan fáciles de descifrar —continuó—. Ni siquiera es un reto.
—Las personas no existen para tú diversión — protesté—. No son un pasatiempo.
—Lo son para mí. La mayoría son un libro abierto… excepto por ti. Tú me desconciertas.
— ¿Yo? —Fingí una risa—. No hay nada desconcertante sobre mí. Soy igual a todos los demás.
—No exactamente. —Jake estaba siendo críptico otra vez. Se estaba volviendo perturbante.
—No sé de qué estás hablando —dije, pero tuve que girar mi cara así no vería el color extendiéndose a través de mis mejillas.
—Si tu lo dices—. Dejó pasar el tema solo cuando Alicia y Alexandra tímidamente se acercaron a nuestro escritorio y esperaron que Jake las reconociera.
— ¿Si? —Soltó, cuando comprendió que no se iban a ir. Nunca lo había escuchado usar tal tono cortante antes.
— ¿Nos vamos a juntar esta noche? —Susurró Alicia. Jake la miró con exasperación—. ¿No recibiste mi mensaje?
—Sí.
—Entonces ¿cuál es el problema?
—Ningún problema —dijo, pareciendo mortificada.
—Entonces las veré más tarde —dijo llanamente.
Las chicas cambiaron sonrisas secretas antes de regresar a sus asientos. Jake se encogió de hombros en respuesta a mi mirada perpleja como si digiera que estaba tan desconcertado de su atención como yo lo estaba.
— ¿Esperando el viernes? —preguntó, cambiando el tema—. Escuché que debido a un pequeño contratiempo deportivo ya no tienes pareja. Es una terrible vergüenza que la chica linda no pueda hacerlo—. Sus ojos oscuros brillaron y su labio se curvó en un gruñido.
—Las noticias seguro viajan rápido por aquí —dije con una voz plana, escogiendo ignorar su burla. Ahora que estaba temiendo en vez de esperando la noche del baile, no agradecía el recordatorio.
— ¿A quién vas a llevar? —le pregunté por cortesía.
—Yo también estoy volando solo.
— ¿Por qué? ¿Qué hay sobre tu club de fans?
—Los fans sólo son aceptables en dosis pequeñas.
Inconscientemente solté un profundo suspiro. —La vida no es demasiado justa, ¿no crees? —Estaba poniendo mi máximo esfuerzo en ver el lado positivo a las cosas, pero simplemente no parecía estar funcionando.
—No tiene que ser así —dijo Jake—. Sé que algunos esperarían asistir a tal celebración del brazo de una amada, pero a veces uno simplemente tiene que ser práctico, especialmente cuando dicho amada esta de otro modo comprometida.
Su exagerado discurso consiguió hacerme sonreír.
—Eso está mejor —dijo—. El pesimismo no va contigo —se enderezó en su silla—. Brittany, sé que no soy tu primera opción, pero ¿me permitirías el honor de acompañarte al baile para ayudarte a salir de tu actual apuro?
Quizás había sido un gesto genuino, pero no me sentía cómoda aceptando.
—No estoy segura —dije—. Gracias por la oferta, pero tendría que discutirlo con Santana primero.
Jake asintió—. Desde luego. Solo para que sepas, la oferta está sobre la mesa y deberías preocuparte de aceptarla.
Cuando comencé a hablar del tema con Santana, no dudó:
—Por supuesto que deberías ir con alguien más.
Santana estaba recostada sobre el sofá, frente a la TV. Podía decir que estaba aburrida —para alguien acostumbrada a ser tan activa, la televisión de día era un pobre sustituto. Usaba una sudadera gris, y su tobillo estaba apoyado en una almohada. Parecía inquieta y seguía cambiándose de posición. No se quejaba, pero sabía que su cabeza todavía martilleaba por el impacto de la colisión.
—Es un baile —continuó con una sonrisa tranquilizadora—. Vas a necesitar tener una pareja mientras soy inútil para ti.
—Está bien —dije lentamente—. Y ¿cómo te sientes sobre que Jake Thorn sea mi compañero?
— ¿Realmente? —La sonrisa de Santana desapareció, y sus ojos marrones se entrecerraron casi hasta que no se veían—. Hay algo sobre ese chico que no me gusta.
—Bueno, es el único que se ofreció.
Santana suspiró—. Britt, cualquier chico saltaría a la oportunidad de ser tu cita.
—Pero Jake es mi amigo.
— ¿Estás segura sobre eso? —preguntó Santana.
— ¿Qué se supone que significa eso?
—Nada, solo que no lo has conocido por tanto tiempo. Algo sobre él no se siente bien.
—Santana… —Tomo su mano y la presiono contra mi mejilla—. Es solo una noche.
—Lo sé, Britt —dijo—. Y quiero que tengas toda la experiencia del baile; solo desearía que fuera otro chico… cualquier otra persona.
—No importa con quien voy, todavía estaré pensando en ti todo el tiempo —dije.
—Eso está bien, intenta convencerme de eso —dijo Santana pero ahora estaba sonriendo. —Si estás segura sobre Jake, entonces ve con él. Solo no actúes como si él fuera yo.
—Como si alguien pudiera estar a tu altura.
Se inclino para besarme, y como normalmente, un beso no era suficiente. Retrocedimos en el sofá, mis manos corriendo por su cabello, sus brazos cerrados alrededor de mi cintura, nuestros cuerpos presionadas juntas. Al mismo tiempo ambas cogimos la vista de su tobillo enyesado sobresaliendo en un ángulo extraño y estallamos en risas.


Última edición por Emma.snix el Jue Sep 12, 2013 12:54 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Emma.snix Jue Sep 12, 2013 12:53 pm

Capitulo 25:
Sustituto


-¡Excelente! —Dijo Jake cuando le conté las noticias—. Vamos a ser una pareja impresionante.
—Mmm —asentí.
Todavía quedaba una duda persistente en la parte profunda de mi mente, un sentimiento de aprensión que provocaba un ligero escalofrío corriendo por mi espalda. Cuando estaba acostada a salvo en brazos de Santana, la idea no parecía tan mala, pero a la fría luz del día era cuando comenzaba a lamentar mi decisión. No podría explicar mi malestar, así que opté por ignorarlo. Además, no me podía echar para atrás ahora y decepcionar a Jake.
—No te arrepentirás de esto —dijo con voz sedosa, como si leyera mis pensamientos—. Te mostraré un buen momento. ¿Voy a recogerte a las siete?
Dudé un momento antes de contestar—. Hazlo a las siete y media.
La mandíbula de Rachel cayó con incredulidad cuando se enteró del cambio de planes.
— ¿Qué pasa contigo? —Dijo, moviendo sus manos con exasperación—. Eres un imán para los mejores y sexis chicos de toda escuela. Por dios primero el Bombón de Santana hora este modelo de revista. No puedo creer que fueras a rechazarle.
—No es Santana —dije malhumorada—. No será lo mismo.
Sabía que estaba empezando a sonar como un disco rayado, pero mi decepción era inmensa.
— ¡Pero Jake no es un mal sustituto!
Le lanzó a Rachel una mirada severa y suspiró.
—Supongo que sólo tendrá que cumplir—. Se corrigió—. Vas a tener que sufrir en silencio con tu modelo masculino... Lo siento por ti.
—Oh, detente, Rachel.
—En serio, Britt, Jake es un gran tipo. La mitad de las niñas en la escuela se han enamorado de él. Le está dando a Santana una buena competencia.
Solté un bufido.
—Está bien, sé que nadie puede llegar a ser como Santana López para tus ojos, pero estaría molesta si pensara que no vas a disfrutar.
No traté de argumentar eso.
Sabiendo que la fiebre de baile golpearía y duramente, y casi nadie del último año se presentaría a las clases, la escuela nos había dado la tarde libre para prepararnos. Naturalmente, nadie podría centrarse en el trabajo durante la mañana y la mayoría de los maestros ni siquiera se molestaron en tratar de hacerse oír por encima del parloteo emocionado que voló alrededor de las aulas.
Rachel y sus amigos habían estado ocupados la noche anterior y se presentaron en la escuela con aspecto de almendras tostadas debido al bronceado pulverizado. Tenían manicura francesa y ligeros realces en el pelo. El pelo de Taylah, que no se podía conseguir con cualquier rubio, estaba empezando a parecer como un poco de talco blanco.
Cuando sonó la campana a las once, Rachel me agarró la muñeca y tiró de mí fuera del aula. Su ritmo no se detuvo, ni me liberó la mano hasta que estuvimos atadas con el cinturón de seguridad en el asiento trasero del coche de Taylah. Me di cuenta de las expresiones de sus rostros que hablaban en serio.
—Primera parada, el maquillaje —dijo Rachel en su mejor voz de comando. Metió la cabeza entre los dos asientos delanteros—. ¡Pongámonos en marcha! —conducimos hasta la calle principal y nos detuvimos delante de la Estética Swan, uno de los dos locales de belleza. La tienda olía a vainilla, y los espejos se alineaban en las paredes junto con las muestras de los últimos productos de belleza. Los propietarios habían optado por un decorado bohemio, de vuelta a la naturaleza, y había cuentas que colgaban de las puertas, también se estaba quemando incienso en pequeños recipientes de piedras preciosas, y el sonido relajante de un bosque de lluvia filtrado desde los altavoces ocultos. En la sala de espera cojines brillantes en el suelo y copas llenas de popurrí. Diferentes tés de hierbas estaban disponibles en las urnas sobre una mesa camilla.
Las chicas que nos saludaron no parecían en absoluto estar en contacto con el mundo natural, con su pelo rubio platinado, ajustadas camisetas, y maquillaje teatral. Rachel parecía estar en términos muy amistosos con ellas, y las abrazó calurosamente cuando entramos.
Ella nos las presentó como Melinda y Mara.
— ¡Esta noche es la noche! —cantaron—. ¿Están ilusionadas o qué? Bueno, chicas, vamos a empezar, por lo que el maquillaje tendrá una oportunidad de retocarse.
Nos invitaron a sentarnos en las sillas altas giratorias frente a una pared de espejos. Tenía la esperanza de que su propio maquillaje no fuera una indicación de cómo se vería una vez que nos maquillaran.
—Quiero un look de muñeca —ronroneó Taylah—, sombra de ojos brillante, los labios de color rosa pálido...
—Quiero el clásico de los años sesenta Catwoman. Mucho delineador y definitivamente pestañas postizas. —Anunció Hayley.
—Quiero aspecto suave y sofisticado —dijo Rachel.
—Sólo quiero parecer como si no llevara maquillaje —dije cuando llegó mi turno.
—Créeme, no necesitas nada —dijo Melinda, estudiando mi piel.
Escuchaba, tratando de no retorcerme en el asiento, mientras las chicas explicaban los tratamientos de belleza para la tarde. Para mí, era como si estuvieran hablando en otro idioma.
—En primer lugar, retiraremos de su piel algunas impurezas, usando una mascarilla exfoliante a base de hierbas —explicó Mara—, después extenderemos un humectante y utilizaremos un muy buen corrector compacto para deshacernos de cualquier mancha o imperfección y por último aplicaremos una base con tonos amarillentos o rosas que combinen con su tono de piel. ¡Entonces hablaremos de rubor, sombra de ojos, pestañas y brillo labial!
—No parece que tengas ninguna mancha o tono desigual en la piel—. Me dijo Melinda—. ¿Qué productos estás usando?
—La verdad es que ninguno —dije—, normalmente simplemente me lavo la cara por la noche.
Melinda hizo rodar sus ojos. —Top Secret, ¿verdad?
—No, en serio, no uso productos para el cuidado de la piel.
—Lo que sea, te viene bien.
—Es cierto, Mel. —Dijo Rachel—. La familia de Britt, probablemente ni siquiera crea en productos de belleza. Son algo así como los Amish .
—Creo que la lectura del Buen Libro hace milagros en tu piel —murmuró Melinda.
A pesar de Melinda no parecía sentir afecto hacia mí, tuve que admitir que sabía lo que estaba haciendo cuando se trata de maquillaje.
Cuando me mostró el resultado final en el espejo, estaba sin habla. Por primera vez había color en mi cara y mis mejillas brillaban con un rosa pálido. Mis labios parecían llenos y de color rojo, aunque un poco brillantes. Mis ojos eran grandes y brillantes, enmarcados por unas pestañas largas y delicadas, los párpados tenían un poco de polvo con un brillo de plata fina y los bordes delineados con una línea fina negra. Parecía tan glamorosa que casi no me reconocí a mí misma. La mejor parte era que todavía se parecía a mí. Rachel y las demás tenían tantas capas gruesas de polvos y bronceador, que podrían haber estado usando máscaras.
De la estética Swan las demás se fueron directamente a la peluquería, pero decidí ir a casa y dejar que Quinn tratara con el asunto de mi cabello. Ya estaba cansada de la primera prueba y no creía que pudiera sentarme a través de más rituales de preparación.
En el momento en que llegué a casa, Sam y Quinn ya estaban vestidos y listos. Sam estaba sentado en la mesa de la cocina llevando un esmoquin. Su cabello rubio estaba peinado hacia atrás, y lo hacía lucir como un cruce entre actor de Hollywood de fantasía y un caballero del siglo XVIII. Quinn estaba de pie en la pileta del lavado en un vestido largo, de color esmeralda. Su cabellera estaba ligeramente en espiral en un nudo en la nuca de su cuello. Era raro verla tan elegante, más como un espejismo que un ser humano, y llevaba un par de guantes de goma de color rosa. Acababa de demostrar lo poco que le importaba la belleza física. Me saludó cuando entré, sin soltar su esponja.
—Te ves preciosa —dijo—. ¿Vamos arriba y vemos cómo hacemos lucir ese cabello?
Quinn me ayudó con mi vestido primero, suavizando y organizando la tela de modo que estuviera perfectamente colocada. Con el vestido parecía una columna de luz de la luna brillante. Mis delicadas zapatillas plateadas asomaban desde debajo de los olanes de tela. Mi deleite se mostró en mi cara.
—Me alegro de que te guste —mi hermana estaba radiante—. Sé que las cosas no han ido exactamente como hubieras querido para esta noche. Pero aún quiero que parezcas deslumbrante y que tengas el mejor momento de tu vida.
—Eres la mejor hermana que cualquiera podría desear —dije, y la abracé.
—Bueno, no vamos a apresurarnos —se echó a reír—. En primer lugar, será mejor ver lo que puedo hacer con tu cabello.
—Nada complicado —dije mientras empezó a liberarlo y a moldearlo─ sólo quiero que… me refleje.
—No te preocupes—. Me acarició la cabeza para tranquilizarme—. Sé exactamente lo que quieres decir.
No le tomó mucho a los dedos ágiles de Quinn arreglarme el cabello perfectamente. Cayó en ondas naturales, y ella cogió dos mechones de los lados y los enlazó en trenzas que se en la parte superior de mi cabeza como una banda. El resto se dejó caer suavemente por mi espalda. Ató las trenzas con un collar de perlas diminutas que complementaba mí vestido maravillosamente.
—Es perfecto —le dije—. No sé lo que habría hecho sin ti.
A las seis en punto Santana llegó para verme con mi vestido mientras que podíamos pretender, al menos por un rato, que nuestra noche perfecta no había sido arruinado por la mala racha. La oí escaleras abajo hablando con Sam y de inmediato sentí un ejército de mariposas en mi estómago. No sabía por qué estaba tan nerviosa al estar cerca de Santana, ya que generalmente sentía que era tan fácil como respirar. Supongo que sólo quería impresionarle, para asegurarme de que me amaba por la mirada en su rostro cuando bajara las escaleras.
Quinn me roció con un atomizador, tomó mi mano y me acompañó hasta la cima de la escalera.
— ¿Bajarías primero? —le pregunté, tragando con aprensión.
—Por supuesto —sonrió—. Pero no creo que ella me quiera ver.
Vi a Quinn descender con gracia y me pregunté por qué le había pedido que fuera primero. Nadie podía parecer más elegante a su lado –era una tarea imposible-, oí a Santana aplaudir suavemente y hacer comentarios de cortesía. Sabía que Sam habría estado esperando en la parte inferior para tomar su brazo. Ahora era mi turno y mi familia esperaba con expectación a los pies de la escalera.
— ¿Vas a bajar, Brittany? —oí Sam preguntar.
Respiré profundamente y comencé mi descenso inestable. ¿Y si a Santana no le gustaba el vestido? ¿Qué pasaba si me tropezaba? ¿Qué pasaba si me veía y se daba cuenta de que no estaba a la altura de la chica que había creado en su mente? Los pensamientos se agolparon en mi cerebro como pequeños rayos, pero tan pronto como rodeé la curva en las escaleras y vi a Santana de pie más adelante, todos mis temores y las inhibiciones se desvanecieron como la harina con el viento. Tenía la cara vuelta hacia arriba, ardiendo con anticipación. Sus ojos se abrieron con intensidad cuando me vio, y su boca se abrió un poco sorprendida. Estaba apoyada en la barandilla, el tobillo izquierdo en un aparato ortopédico. Parecía aturdida, y me pregunté si era yo la que inspiró esa reacción, o simplemente la contusión.
Cuando llegué a la parte inferior, tomó mi mano y me ayudó a bajar el último escalón, ni una sola vez apartó los ojos de mí. Viajaron sobre los contornos de mi cara y de mi cuerpo, bebiendo todo lo que veían.
— ¿Qué te parece? —le pregunté, mordiéndome el labio con incertidumbre.
Santana abrió la boca, sacudió la cabeza, y volvió a cerrarla. Sus ojos marrones me miraron con una expresión que aún no podía traducir.
Quinn se echó a reír —Santana, eres una mujer de pocas palabras.
—Creo que es más que las palabras me han fallado —dijo Santana, que parecía estar recuperándose. La esquina de su boca se deslizó en su medio familiar sonrisa—. Sólo sería un eufemismo. Britt, te ves increíble, no hay nadie con quien compararte porque no existe nadie comparado a ti.
—Gracias —murmuré—. No tienes porque decir eso.
—No, en serio —dijo—, casi no puedo creer que seas real. Siento que podrías desaparecer si cierro mis ojos. Me gustaría poder estar allí contigo esta noche sólo para ver la cara de todos cuando camines a través de la puerta.
—No seas tonta —le regañé—, todo el mundo se verá increíble.
— ¿Britt, te has visto? —Dijo Santana—. Estás radiante de luz. Nunca he visto a nadie parecerse más... bien, como un ángel.
Me ruboricé mientras ella suavemente sujetó un ramillete de pequeños capullos blancos alrededor de mi muñeca. Quería envolver mis brazos alrededor de su cintura, pasar mis dedos entre su cabello colegial, acariciar la suave piel de su cara y besar sus perfectos y llenos labios. Pero no quería arruinar el trabajo cuidadoso de Quinn, por lo que en lugar de eso me incliné hacia adelante con cautela y le di un solo beso.
Me sentía como si Santana y yo hubiéramos hablado apenas dos palabras la una para la otra cuando se oyó un golpe en la puerta principal.
Samuel fue a abrir y volvió con Jake Thorn a su lado.
No estaba segura de si me lo estaba imaginando, pero Sam, que parecía muy a gusto un momento antes, ahora parecía estar de pie recto. Tenía la mandíbula apretada, y pude ver las venas en su cuello latiendo. Quinn, también estaba muy rígida al ver a Jake, y sus ojos verdes tomaron una rara mirada vidriada que significaba que estaba alarmado por algo.
Sus reacciones eran inquietantes y trajeron mis propias dudas acerca de Jake inundándome de vuelta. Presté atención a Santana. Algo en su expresión me dijo que el sentimiento de inquietud era mutuo.
Sam puso una mano pesadamente sobre mi hombro mientras desaparecía en la cocina para buscar las bebidas. Mis hermanos solían ser cautelosos con los extraños; había aceptado a Santana y a Rachel, pero a nadie más. Sin embargo, su recelo hacia Jake me hizo sentir incómoda. ¿Qué podrían sentir? ¿Qué había hecho en su vida para causar que los ángeles flaquearan en su presencia?
Sabía que Quinn y Samuel nunca arruinarían la noche haciendo una escena, por lo que traté de sacar las tontas ideas de mi cabeza y disfrutar de la noche lo mejor que pudiera. Percibiendo que estaba en el borde, Santana se puso a mi lado, la cálida palma de su mano presionaba la parte baja de mi espalda en un gesto de apoyo.
Jake, por el contrario, parecía totalmente inconsciente del efecto que había tenido en nosotros. No llevaba un esmoquin como había esperado, pero llevaba pantalón negro y una chaqueta de cuero de aviador.
Confía en él, pensé, para elegir la opción poco convencional. Era un pensamiento dramático, el cual era probablemente la razón porque le gustaba.
—Buenas noches a todos —dijo Jake y se acercó a mí—. Hola, nena, te ves muy bien.
—Hola Jake.
Di un paso hacia delante para saludarlo, y me cogió la mano, llevándola a sus labios. Vi un destello de algo parecido a la ira cruzar la frente de Santana, pero al momento siguiente ya no estaba y dio un paso hacia adelante para estrechar la mano de Jake.
—Mucho gusto —dijo, pero había un matiz afilado en su voz.
—Lo mismo digo —respondió Jake—. Esta presentación ha tardado mucho en llegar, Jake la observo de una forma que no podía distinguir. ¿Corage? ¿Envidia? ¿Miedo? ¿Odio?
A diferencia de Santana, Phantom no hizo ningún esfuerzo por ser sociable. Se dejó caer sobre sus patas traseras y le lanzó un gruñido gutural.
—Hola, muchacho —dijo Jake inclinándose, y extendiendo su mano.
Phantom se levantó, ladrando furiosamente y chasqueando los dientes. Jake retiró su mano, y Quinn arrastró a un reacio Phantom afuera de la sala por el collar.
—Lo siento —le dije a Jake— por lo general no es así.
—No te preocupes por eso —respondió, y sacó una pequeña caja de su chaqueta—. Esto es para ti. Creo que los ramilletes están un poco pasados de moda.
Santana frunció el ceño, pero se abstuvo de hacer comentarios.
—Oh, gracias, pero no deberías haberlo hecho —le dije, tomando la caja. Dentro había un par de finos aretes de oro blanco. Estaba un poco avergonzada por lo caros que parecían.
—No es nada —dijo Jake—, sólo una consideración.
Santana eligió este momento para intervenir—. Gracias por cuidar de Britt esta noche —cortó con una voz agradable—. Como puedes ver, estoy un poco indispuesta.
—Es para mí un placer ayudar a Brittany a salir —dijo Jake. Como de costumbre, su voz salió afectada y sonó un poco pretenciosa—. Siento mucho lo de tu accidente. ¡Qué lástima que suceda justo antes de la noche del baile de graduación! Pero no te preocupes, me aseguraré de que Brittany pase un buen rato. Es lo mínimo que un amigo puede hacer.
—Bueno, como su novia, me hubiera gustado estar allí —dijo Santana—
. Pero la recompensaré de alguna manera.
Ahora era el turno de Jake de fruncir el ceño. Santana le dio la espalda a él y tomó mi cara entre sus manos, plantando un suave beso en la mejilla antes de colocar mi chal de plata a mí alrededor.
— ¿Estás lista? —preguntó.
En verdad, todo lo que quería hacer era quedarme en casa y acurrucarme en el sofá con Santana y olvidar por completo el baile de graduación. Quería quitarme el vestido, ponerme unos pantalones de chándal, y acurrucarme con ella donde me sentía segura. No quería salir de la casa, y ciertamente no quería salir del brazo de otra persona.
Pero no le dije nada de eso, simplemente forcé una sonrisa y asentí con la cabeza.
—Cuida de ella —le dijo Santana a Jake. Su rostro era agradable, pero había una nota de advertencia en su voz.
—No la perderé de vista.
Jake me ofreció su brazo y salimos a la calle donde una limusina nos esperaba. Vi por la expresión de Sam que pensaba que era excesivo. Antes de irme, Quinn se inclinó y fingió manipular la cremallera de mi vestido.
—Estaremos cerca toda la noche por si nos necesitas —susurró. Pensé que estaba dándole un toque sobre dramático. ¿Qué podría salir mal en un salón de baile lleno de cientos de invitados? Sin embargo, sus palabras fueron reconfortantes.
La limusina parecía una nave espacial extraterrestre con su cuerpo elegante, alargado y vidrios polarizados. Me pareció vulgar en lugar de glamuroso.
El interior, era aún más amplio de lo que había imaginado. Un sofá modular de cuero blanco se extendía alrededor de sus paredes. La iluminación era morada y azul y salía de las luces halógenas que adornaban el techo. A la derecha había una barra empotrada en la pared, y las lámparas de lava azul como sistema de iluminación de las filas de los vasos y las botellas de licor que habían sido traídas por los asistentes menores de edad. Una pantalla de televisión formaba parte de una pared con los altavoces en el techo. Una canción sobre las chicas que sólo quieren divertirse estaba sonando, y hacía vibrar todo su interior. La limusina estaba casi llena cuando subíamos a medida que fueron recogidos los últimos asistentes. La cara de Rachel estaba dividida en una gran sonrisa cuando me vio, y me lanzó besos desde el extremo opuesto del coche en lugar de un abrazo. Algunas de las otras chicas me miraron de arriba abajo, y su sonrisa se congeló en sus labios.
—Terrible aflicción, los celos —susurró Jake en mi oído—. Eres la más impresionante de toda la milla. Diría que serás la reina de la fiesta.
—Eso no significa nada para mí. Además, no has visto al resto de la competencia.
—No necesito hacerlo —respondió Jake—. Estoy poniendo todo en ti...

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Mensaje por DafygleeK Jue Sep 12, 2013 2:10 pm

3 capitulos? 3?!? Gracias!!!! Eres una genia!!!!!!!! Aun asi me quede con ganas de mas! Me dio pena san! :( ¿porque justo antes del baile?!? Es injusto!!! Actualiza pronto porfis!!! (pon todos los capitulos que quieras) ;) xoxo
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Mensaje por imperio0720 Vie Sep 13, 2013 1:32 am

grrrrrrrrrrrrr ese tipooooooooo ¬¬ me cae regordo no me gusta nada jumm bueno y esa escena de britt mirando el cuerpo de san cuando le cae agua por el cuerpo jjajaaj creo que britt esta teniendo deseos carnales jajaja bueno tbm quien no? bueno espero q ese jilipollas no le haga nada pero yo creo q el es malo es como un angel caído o un ente malo y es mas que el era el tipo del partido y que le hizo la majuja a san al propósito para que el fuera con britt pero si todos en esa casa se dieron cuenta que el es maloooooooooooooo pufff bueno mil gracias por los 3 capítulos te pasaste :) cdtm
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Mensaje por aria Vie Sep 13, 2013 8:24 am

Wow tres caps genial :D
Te he dicho ya como detesto a ese estupido de Jake??? No me gusta nada el es tan raro y sospechoso, estoy segura que el fue quirn provoco el accidente de San...

Hasta Santana se ha dado cuenta que hay algo que no esta bien que ese aparecido, algp rato quiere con Britt o mas bien algo malo y al parecer Quinn y Sam ya se dieron cuenta tambn ellos deben saber quien es el realmente...
Habia dicho que en estos caps se sabrian sus intenciones y aparte de joder y hacerse el interesante no dice nada mas... Diooos me intriga tanto saber que es lo que pretende sea lo que sea no es nada buenoo y esos poemas dicen mucho....

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Mensaje por micky morales Vie Sep 13, 2013 9:17 am

pues yo no abria ido al condenado baile sin santana, a ver que pasa!
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Mensaje por Ali_Pearce Vie Sep 13, 2013 8:40 pm

[Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 6 2602412967 Ese tobillo no se rompio por cosa del destino...Hay algo malo en este tipo!! Lo se, Quinn lo sintió, Sam lo sintió, Phantom lo sintió...hasta Santana! T_T Ya no aguanto la incertidumbre, necesito saber que este tipo desaparecerá y todo volverá a ser paz y felicidad. 


Pobre Santana, pero peor para Brittany porque ni siquiera quería ir al baile...pero bueno, ahora a ver que tal le resulta la noche y que tal es la compañía. Me encantaron los tres capítulos, después nos acostumbraremos a tener muchos capítulos seguidos xD 

Bueno, un abrazo...hasta el próximo (¿Próximos? :B)
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Mensaje por khandyy Sáb Sep 14, 2013 2:18 pm

Wooo tres capítulos excelente, me dejas cada vez mas intrigada y ya quiero que subas mas y mas :-) es de verdad esta rebueno este fic. Definitivamente este Jake no tiene buenas intenciones con la pobre de bitt, pero ya veremos que es lo que pasa mas adelante. Saludos y ya sube otro capi plus jejeje
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cerrado Fanfic [Brittana] Halo. Capitulo 26: El Baile. Capitulo 27: Jugando con Fuego

Mensaje por Emma.snix Sáb Sep 14, 2013 6:43 pm

Hola que tal, bueno siento no poder responder a sus comentarios pero la verdad solo ando por acá un momento, es que como toda MEXICANA que soy andamos celebrando las fiestas patrias, pero les dejo 2 capítulos y espero y les agrade ok muchos saludos y tengan un sábado excelente [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 6 1206646864 


Capitulo 26:
El Baile


El baile se celebraba en el pabellón del Club de Tenis. Con su extenso terreno y varias salas con vistas a la bahía, era indiscutiblemente el mejor centro de recepción en la zona.
La limusina se deslizaba más allá de su valla alta de piedra azul y a través de las puertas de hierro fundido por un camino sinuoso de grava recubierto por césped bien cuidado y setos. Fuentes de piedra punteaban el jardín, una de ellas tenía la forma de un majestuoso león con una pata levantada como si fuera a atacar, un arco de agua caía en cascada de cada una de sus garras. Había incluso un pequeño lago con un puente y un mirador, que parecía más adecuado para un antiguo castillo en algún lugar de Europa, en lugar de en un pueblo tan casual como Venus Cove. No podía dejar de sentirme abrumada por tanto despilfarro. Jake, por el contrario, no parecía impresionado. Mantuvo su expresión perpetuamente aburrida, su boca torciéndose en una sonrisa cada vez que nuestras miradas se cruzaban.
Mientras la limusina continuaba su extenso camino, pasamos pistas de tenis que brillaban como piscinas verdes bajo las luces y se dirigían hacia el pabellón mismo: un gran edificio circular de vidrio con un techo inclinado y amplios balcones blancos se extendían a su alrededor. Había un flujo constante de parejas bailando dentro, la posición recta de los chicos agarrándose a sus cinturones. Aunque los chicos parecían dispuestos a correr con su esmoquin, estaban realmente allí como escoltas; la noche pertenecía claramente a las chicas, todos los rostros que vi llevaban la misma expresión de anticipación.
Algunos grupos habían llegado en limusinas y en coches con chófer, mientras que otros habían optado por el autobús de fiesta de dos pisos, que ahora llevaba a pasajeros llenos de júbilo. Me di cuenta de que el interior del autobús había sido redecorado para parecerse a un club nocturno, con luces estroboscópicas y música retumbando.
Para esta noche, al menos, la filosofía feminista había sido abandonada, y las chicas, como princesas de cuento de hadas, se dejaron guiar por ligeros pasos y hacia el hall de entrada.
A mi derecha, Rachel estaba demasiado absorta en su entorno para mantener una conversación con Finn Hudson, que ciertamente, se veía guapo en un traje. A mi izquierda, Taylah estaba tomando cientos de fotografías, ansiosa por asegurarse de registrar incluso los detalles más pequeños. Mantuvo a escondidas una mirada a Jake cuando pensaba que no estaba mirando. La miró con atención y como recompensa le guiñó un ojo. Las mejillas de Taylah se ruborizaron tanto que pensé que el maquillaje no era una maravilla derritiéndose de inmediato.
El Dr. Chester, director de Bryce Hamilton, se paró justo en el vestíbulo, con un traje gris pálido, rodeado de arreglos florales en pedestales. Otros miembros del personal se habían colocado estratégicamente para poder ver a las parejas jóvenes que hacían su entrada. Me di cuenta de unas cuentas gotas de sudor en la frente abovedada del Dr. Chester, la única indicación de su tensión. Su sonrisa podía ser amplia, pero sus ojos decían que quería estar en casa, en su sillón favorito en lugar de supervisando a un grupo de jóvenes personas decididas a hacer de esta la noche más memorable de sus vidas.
Jake y yo no pusimos en la fila de las parejas glamorosas esperando para hacer su entrada. Rachel y Finn iban por delante de nosotros, y los miraba de cerca para determinar el protocolo y así no equivocarme.
—Dr. Chester, mi pareja, Rachel Barbará Berry —dijo Finn con una voz formal. Sonaba extraño viniendo de un muchacho que por lo general se divertía con sus amigos dibujando genitales gigantes en el asfalto frente a la entrada de la escuela. Sabía que Rachel le había enseñado a tener un mejor comportamiento para esta noche.
El Dr. Chester sonrió con benevolencia, le estrechó la mano, e hizo pasar a la pareja al interior. Éramos los siguientes. Jake enlazó mi brazo con el suyo.
—Dr. Chester, mi pareja, Brittany Susan Pierce—. Dijo galantemente, como si me presentara ante una corte imperial. El Dr. Chester me dio una cálida sonrisa de aprobación.
— ¿Cómo sabes mi nombre? ─le pregunté una vez que estábamos dentro.
— ¿No te he dicho que soy psíquico? —respondió Jake.
Seguimos a la ola de personas hacia el salón de baile, que era más lujoso de lo que había imaginado. Las paredes eran de vidrio desde el suelo al techo, la alfombra era de un exuberante borgoña profundo, y la pista de baile de parqué que brillaba bajo las arañas de cristal, que arrojaban pequeños rayos de luz. A través de las paredes de cristal podía ver una extensión ondulante del mar y un pilar pequeño de color blanco parecido a un especiero. Me llevó un momento identificarlo como el faro.
Mesas habían sido dispuestas alrededor de la sala, cubiertas de lino blanco y colocadas con porcelana fina. Los centros de mesa eran racimos de capullos de rosa pálido rosado y amarillo, y lentejuelas de plata fueron esparcidas a través de los manteles. En la parte posterior de la sala, la banda estaba afinando sus instrumentos. Los camareros se apresuraban a nuestro alrededor, llevando bandejas de ponche sin alcohol.
Vi a Sam y Quinn solos en la borde de la actuación, buscando lo sobrenatural y casi dolía mirarlos. La expresión de Samuel era ilegible, pero me di cuenta que no estaba disfrutando de la noche. Los estudiantes miraban a Quinn en silencio, asombrados al pasar, pero nadie tuvo el ánimo de hablarle. Vi como los ojos de Sam barrían la sala hasta que encontró a Jake Thorn. Su mirada láser lo observó con penetrante intensidad durante unos segundos antes de que se alejara.
— ¡Está en nuestra mesa! —gritó Rachel, abrazándome por detrás—. Vamos a sentarnos, mis zapatos ya me están matando—. Encontró la mirada de Sam—. Pensándolo bien, será mejor ir a saludar a tu hermano primero... ¡No quiero parecer grosera! Dejamos que Jake encontrara nuestros asientos y nos dirigimos hacia mi hermano. Sam tenía las manos cruzadas a la espalda y llevaba una expresión sombría mientras observaba la escena.
— ¡Hola! —dijo Rachel, tambaleándose hasta él en sus zapatos con tacones de aguja.
—Buenas noches, Rachel —respondió Sam—. Eres un lazo atrayente esta noche.
Rachel me miró con incertidumbre.
—Quiere decir que te ves bien —dije en voz baja, y su rostro se iluminó.
— ¡Oh... gracias! —Dijo— te ves muy bien también. ¿Te estás divirtiendo?
—La diversión puede no ser la descripción más precisa —dijo Sam—. Nunca han gustado mucho los eventos sociales.
—Oh, sé lo que quieres decir —dijo Rachel—, la parte del baile siempre es un poco aburrida. Las cosas realmente se ponen en marcha en la fiesta posterior. ¿Vendrás?
La cara de piedra de Sam pareció ablandarse durante un momento, y las comisuras de su boca temblaron en el comienzo de una sonrisa. Pero en cuestión de segundos él mismo recordó, y la sonrisa desapareció.
—Como maestro me temo que es mi deber pretender que no escuché nada acerca de una fiesta posterior —dijo Sam—. El Dr. Chester a dejado sus pensamientos sobre el tema muy claros.
—Sí, bueno, no hay mucho que el Doctor pueda hacer al respecto, ¿no?—. Rachel se echó a reír.
— ¿Quién es tu pareja? —Cambió de tema Sam—. No creo que lo conozca.
—Su nombre es Finn. Está sentado por allí.
Rachel señaló donde Finn y su amigo estaban jugando a las vencidas en la mesa que había sido preparada con sumo cuidado. Uno de ellos golpeó un vaso y lo envió rodando por el suelo. Sam miró a los dos chicos con censura.
La cara de Rachel enrojeció de vergüenza, y giró la cabeza—. Es un poco inmaduro a veces, pero es un buen tipo. Bueno, será mejor que vuelva antes de que destruya algo valioso y que nos echen fuera. Nos vemos más tarde espero. Resérvame un baile.
Casi tuve que dirigir a Rachel para volver a nuestra mesa, mientras ella seguía mirando hacia atrás, a Sam con arrebato sin vergüenza. Finn parecía no darse cuenta.
Pronto me di cuenta que a pesar de un entorno mágico, no estaba disfrutando tanto. Mis conversaciones con personas eran sin importancia, y varias veces me sorprendí a mí misma mirando a mí alrededor en busca de un reloj. Comencé a preguntarme si podía excusarme el tiempo suficiente para llamar a Santana por teléfono. Pero incluso si tomara prestado el celular de Rachel, no había ningún lugar privado desde el que llamar.
Los maestros estaban apostados en las puertas delanteras para evitar que nadie escapara a los jardines, y los cuartos de baño estaban llenos de chicas retocando su maquillaje.
La noche parecía mediocre después de todo. No era culpa de Jake. Pude ver que lo estaba intentando. Era un escolta atento, y cuando no me estaba preguntando si me estaba divirtiendo, estaba contando chistes y anécdotas intercambiadas con los demás en nuestra mesa. Pero al mirar en torno a las chicas picoteando delicadamente en su comida y el cepillado de pelusa imaginario de sus vestidos, no podía dejar de pensar que no parecía haber nada más que hacer en el evento, aparte de estar sentado allí, mirando y pareciendo bonita. Una vez que todos se habían visto el uno al otro una vez más, no quedaba mucho por hacer.
Incluso cuando estaba conversando con los otros, los ojos de Jake rara vez dejaban mi cara. Parecía decidido a seguir mis movimientos. A veces trató de incluirme en la conversación haciendo preguntas, pero respondía todo con monosílabos y me quedaba mirando mis manos. No quería echar a perder la noche para cualquier persona o aparentar mal humor, pero mis pensamientos se arrastraban de nuevo a Santana. Me pregunté qué estaba haciendo, imaginando cómo la noche sería si estuviera aquí a mi lado. Estaba en el lugar correcto, usando el vestido perfecto, pero con la persona equivocada, y no pude evitar sentirme un poco triste al respecto.
— ¿Qué te pasa, princesa? —preguntó Jake cuando me sorprendió mirando con nostalgia hacia el océano.
—Nada —le respondí rápidamente—. Estoy teniendo una velada adorable.
—Dulces mentiras —bromeó—. ¿Vamos a jugar un juego?
—Si te apetece.
—Muy bien... ¿cómo me describirías en una palabra?
— ¿Impulsivo? —sugerí.
—Mal, impulsivo es lo último que soy. Dato curioso: nunca hago mis deberes. ¿Qué otra cosa me hace único?
— ¿Tu gomina? ¿Tu carácter afable? ¿Tus seis dedos del pie?
—Ahora eso estaba fuera de lugar. Tenía seis hasta que me los quitaron hace años —esbozó una sonrisa─. Ahora descríbete en una sola palabra.
—Oh... —Vacilé—. No lo sé... eso es difícil.
—Bien —dijo—, no me gusta una chica que se pueda resumir en una palabra. No hay complejidad en eso. Y sin complejidad, no hay intensidad.
— ¿Te gusta la intensidad? —le pregunté—. Rachel dice que todos quieren una chica que sea fría.
—Fría sólo significa fácil para meterse en la cama —respondió Jake—. Pero supongo que no hay nada de malo en ello.
— ¿No es lo contrario de intensa? —le dije—. ¡Decídete!
—Un juego de ajedrez puede ser intenso.
—Er... Sí, puede. Tal vez si la idea de las niñas y las piezas de ajedrez sea intercambiable para ti
—Nunca —dijo Jake—. ¿Has roto alguna vez un corazón?
—No —le contesté—. Y no lo quiero hacer. ¿Y tú?
—Muchas veces, pero nunca sin buenas razones.
— ¿Qué tipo de razones? —No eran adecuadas para mí.
—Espero que lo acabaras en persona —dije— y no por teléfono ni nada de eso.
— ¿Por quién me tomas? —Dijo Jake—. Ellas se merecían por lo menos eso. Esa pequeña pizca de dignidad era todo lo que tenían al final.
— ¿Qué quieres decir con eso? —pregunté curiosamente.
—Simplemente digamos que se ama y se pierde —me respondió.
Estábamos sentamos escuchando un discurso aburrido del Dr. Chester acerca de cómo esta era nuestra "noche especial" y que se esperaba que todos nos comportáramos de manera responsable y no hiciéramos nada para empañar la reputación de Bryce Hamilton. El Dr. Chester decía que confiaba en que todos nos iríamos directamente a casa cuando el baile terminara.
Hubo risitas por parte de algunos de los asistentes ante el comentario, las cuales el director optó por ignorar. Nos recordó en cambio, que había enviado cartas a casa desalentando las fiestas posteriores y asesorando a los padres a que pensaran dos veces antes de ofrecer sus casas como lugar de celebración.
Lo que el Dr. Chester no sabía era que la fiesta posterior había sido planeada hace meses, y los organizadores no habían sido tan ingenuos como para pensar que podría salirse con la suya y celebrarla en la casa de alguien con sus padres justo en el piso de arriba. Iba a ser celebrada en una antigua fábrica, abandonada justo fuera de la ciudad.
El padre de uno de los Sénior era un arquitecto que había estado trabajando para convertir el espacio en apartamentos.
Había encontrado algunas objeciones por parte de grupos ecologistas locales, y el proyecto estaba temporalmente suspendido a la espera de los permisos para ser aprobado. La fábrica era amplia, oscura y, sobre todo, aislada. Nadie se le ocurriría buscar la fiesta allí. No importaba el volumen de la música, no habría nadie que se quejara porque no había calles residenciales cerca. Alguien sabía que un DJ profesional había ofrecido sus servicios gratuitamente para la noche. Los chicos casi no podían esperar para el baile finalizara para que la "verdadera fiesta” pudiera empezar, pero sabía que nunca iba contemplar el ir, aunque Santana hubiera estado allí conmigo. Había estado en una fiesta en mi vida humana, y eso fue suficiente.
A la cena le siguió los discursos, y cuando habíamos terminado de comer, nos alineamos en una plataforma elevada para tomarnos fotografías para la revista escolar. La mayoría de las parejas adoptaba una postura, el brazo alrededor de la cintura del otro, las chicas sonriendo tímidamente, los chicos de pie rígidos, aterrados de hacer un movimiento en falso y de arruinar la foto, un delito por el que sabían que nunca serían perdonados.
Debería haber sabido que Jake podría hacer algo diferente. Cuando llegó nuestro turno, se arrodilló, sacó una rosa del centro de mesa y la apretó entre los dientes.
—Sonríe, princesa—. Susurró en mi oído.
El fotógrafo, que había estado haciendo clic mecánicamente, se iluminó al verlo, agradecido por la variación. A medida que se bajó de la tarima, vi otras chicas mirando deliberadamente a sus parejas. Sus ojos, decían "¿Por qué no puede ser tan romántico que como Jake Thorn?. Sentí pena por el chico que trataba de imitar el gesto de Jake y terminó pinchándose el labio con las espinas de la rosa. Se lo llevó al baño su cita con cara de langosta.
Después de las fotos, un postre de flan llegó tambaleándose. Esto fue seguido por un interludio de danza, y, finalmente, nos llamaron de nuevo a nuestros asientos para el anuncio de los premios. Vimos como el comité de graduación, incluyendo a Rachel y a Taylah, se subió a la tarima, llevando sobres y trofeos.
—Es un placer —comenzó una chica llamada Bella—, anunciar los ganadores de este año del premio de baile de Bryce Hamilton. Hemos puesto mucho pensamiento y esfuerzo en estas decisiones y antes de empezar queremos que sepan todos son ganadores por dentro.
Oí a Jake reprimir una carcajada.
—Hemos añadido más categorías a la lista de este año en reconocimiento al esfuerzo que todos han hecho esta noche —continuó la chica—, vamos a comenzar con el premio al Mejor Cabello.
Me pareció que el mundo se había vuelto loco. Le devolví a Jake la mirada de consternación cuando estábamos sentamos viendo los premios al Mejor Peinado, Mejor Vestido, Mejor maquillada, Mejor Corbata, Mejores Zapatos, la más Glamurosa y la mayor belleza natural.
Por último, finalmente los premios menores habían terminado, y era el momento para el anuncio que todos habían estado esperando: los ganadores del Rey y la Reina del Baile. Emocionados susurros volaban por la habitación. Este era el premio más codiciado.
Todas las chicas en el público estaban conteniendo la respiración y los chicos estaban fingiendo no mirar interesados. No estaba segura del porqué de tanto alboroto. No era exactamente algo para incluir en sus currículos.
—Y los ganadores de este año son... —Comenzó el altavoz. Hizo una pausa para un efecto dramático y el público se quejó por la frustración— ¡Brittany Pierce y Jake Thorn!
La sala explotó en aplausos, y durante una fracción de segundo escruté la multitud buscando los ganadores hasta que me di cuenta de que era mi nombre el que habían dicho. Mantuve mi expresión de piedra mientras me acercaba a la tarima con Jake, su disgusto parecía haberse transformado en diversión. Todo se sentía mal cuando Rachel colocó la corona sobre mi cabeza y me presentó con mi banda. Jake, por el contrario, parecía estar disfrutando de la atención. Tuvimos que dirigir a la multitud en un vals, así que le di mi mano y Jake deslizó el brazo alrededor de mi cintura.
A pesar de que había practicado el vals con Santana, no me sentía tan segura ahora que no estaba ella conmigo. Por suerte, los ángeles tienen la ventaja de coger las cosas con relativa facilidad. Seguí el ejemplo de Jake, y pronto el ritmo de la danza se vio reforzado en mi mente. Mis miembros se movían como el agua, y me sorprendió el descubrir que Jake fuera tan ágil. Quinn y Sam pasaron junto a nosotros, sus cuerpos moviéndose en sincronía, fluyendo como la seda. Sus pies apenas tocaban el suelo, y se veían como si estuvieran flotando. Incluso con sus expresiones sombrías, eran tan fascinante ver que la gente se detenía para mirarlos, dándoles un amplio espacio en la pista de baile. Mis hermanos pronto se cansaron de ser el entretenimiento de la tarde y se dirigieron a su mesa.
A medida que la música cambiaba el tempo, Jake me giró hacia el borde de la pista de baile. Se inclinó hacia delante de modo que sus labios rozaban mi oreja.
—Eres deslumbrante.
—Como tú —me reí, tratando de mantener el estado de ánimo—. Todas las chicas piensan eso.
— ¿Piensas así?
—Bueno... Creo que eres muy encantador.
—Encantador —reflexionó—, supongo que eso haré por ahora. Sabes, nunca he conocido a una chica con un rostro como el tuyo. Tu piel es del color de la luna, tus ojos son inescrutables.
—Ahora sólo estás exagerando—. Bromeé. Podía sentir que iba a iniciar una de sus diatribas11 y quería prevenirlo a toda costa.
—No eres buena aceptando cumplidos, ¿verdad? —dijo.
Me sonrojé—. En realidad no. Nunca sé qué decir.
— ¿Qué tal un simple gracias?
—Gracias, Jake.
—Eso no fue tan difícil. Ahora, podría necesitar un poco de aire fresco. ¿Y tú?
—Es un poco difícil salir—. Le dije, asintiendo con la cabeza en la dirección de los profesores de guardia de las salidas.
—Conozco una ruta de escape. Ven, te la mostraré.
La ruta de escape de Jake era a través de una puerta trasera que había sido pasada por alto de alguna manera. Estaba pasando los baños y en medio de un almacén en la parte trasera del edificio. Me ayudó a pasar por las cubetas y trapeadores apilados contra las paredes, y de repente me encontré a solas con él en el balcón que estaba alrededor de todo el exterior del pabellón. Era una noche clara, el cielo estaba salpicado de estrellas y la brisa era fresca en mi piel. A través de las ventanas se podían ver las parejas bailando, las chicas un poco marchitas y ahora soportando su peso con el apoyo de sus parejas. A cierta distancia de los otros estaba Sam y Quinn, brillantes como si hubieran sido rociados con polvo de estrellas.
—Hay muchas estrellas —murmuró Jake, en voz tan baja que podría haber estado hablando para sí mismo—, pero ninguna tan bella como tú.
Estaba tan cerca que pude sentir su aliento en mi mejilla. Bajé los ojos, deseando que dejara de ofrecerme cumplidos. Intenté desviar la atención sobre él.
—Me gustaría estar tan segura de mí misma como tú lo estás de ti. Nada parece perturbarte.
— ¿Por qué debería? —respondió—. La vida es un juego y me he enterado de cómo jugar.
—Incluso hay que cometer errores a veces.
—Esa es exactamente el tipo de actitud que impide que las personas ganen —dijo.
—Todo el mundo pierde en algún momento, pero podemos aprender de la pérdida.
— ¿Quién te dijo eso? —Jake negó con la cabeza, con sus ojos esmeraldas taladrando los míos—. No me gusta perder y siempre consigo lo que quiero.
— ¿Así que ahora tienes todo lo que quieres?
—No todo —respondió—, me falta una cosa.
— ¿Y qué te falta? —le pregunté con recelo. Algo me dijo que estaba pisando un terreno peligroso.
—Tú —dijo simplemente.
No sabía cómo responder. No me gustaba el nuevo giro que la conversación estaba tomando.
—Bueno, eso es halagador, Jake, pero sabes que no estoy disponible.
—Eso es irrelevante.
— ¡No para mí! —di un paso atrás—. Estoy enamorada de Santana.
Jake me miró con frialdad — ¿No es evidente para ti que estás con la persona equivocada?
—No, no lo es, —repliqué—. ¿Supongo que eres lo suficientemente arrogante como para pensar que tu eres la persona adecuada?
—Creo que merezco una oportunidad.
—Te comprometiste a no traer esto de nuevo —le dije—. Tú y yo somos amigos, y debes valorar eso.
—Oh, sí, pero no es suficiente para mí.
— ¡Eso no es para que tú decidas! No soy un juguete que puedas apuntar con tu dedo y tener.
—No estoy de acuerdo.
Él saltó ligeramente hacia adelante, agarrando mis hombros y me atrajo hacia él. Apretó nuestros cuerpos juntos y sus labios buscaron los míos. Aparté la cara en señal de protesta, pero él trajo una mano para obligarme a mirarlo y aplastó su boca contra la mía. Algo brilló en el cielo, aunque no había ninguna señal de lluvia. Su beso fue duro y contundente, y sus manos sostenían mi cuerpo en un puño de hierro. Luché, empujando contra su pecho, y finalmente se rompió el contacto entre nosotros.
— ¿Qué crees que estás haciendo? —le grité, mi ira fomentándose.
—Darnos lo que ambos queremos —respondió.
—Yo no quiero esto —exclamé—. ¿Qué he hecho yo para hacerte pensar que yo quería esto?
—Te conozco, Brittany Pierce. Tú no eres un ratón —gruñó Jake—. He visto la forma en que me miras, y yo he sentido la conexión entre nosotros.
—No hay conexión —subrayé— no contigo. Lo siento si te has engañado.
Sus ojos brillaron peligrosamente. — ¿Eres honesta conmigo al rechazarme? —preguntó.
—Yo soy honesta —le dije—. Estoy enamorada de Santana. He estado tratando de decirte eso. No es mi culpa que hayas elegido no creerme.
Jake dio un paso hacia mí, con su cara oscura de ira — ¿Estás segura de que sabes lo que estás haciendo?
—Nunca he estado más segura de algo —dije con frialdad—. Tú y yo tan sólo podemos ser amigos, Jake.
Dejó escapar una risa gutural—. No, gracias —anunció—. No estoy interesado.
— ¿No puedes al menos tratar de ser maduro al respecto? —le dije.
—No creo que lo entiendas, Britt. Estamos destinados a estar juntos. He esperado por ti toda mi vida.
— ¿Qué quieres decir?
—He estado buscándote por siglos. Me había dado esperanzas.
Sentí un extraño apretón frío en mi pecho. ¿Qué estaba diciendo?
—Nunca, en mis sueños, me imaginé que sería… uno de ellos. Al principio luché contra ello, pero no sirvió de nada, nuestro destino está escrito en las estrellas.
—Tienes la idea equivocada —le dije—. No tenemos ningún destino juntos.
— ¿Sabes lo que se siente al vagar por la tierra sin rumbo en busca de alguien que podría estar en cualquier lugar? Y ahora no quiero alejarme de él.
—Bueno, tal vez no tengas elección.
—Voy a darte una oportunidad más —dijo en voz baja—. No creo que te des cuenta de esto, pero estás cometiendo un terrible error, uno que te costará muy caro.
—No respondo a las amenazas —le dije con altivez.
—Muy bien—. El rostro de Jake se nubló y dio un paso de distancia, su cuerpo dio una violenta sacudida, como si verme le enfureciera
—Ya he terminado de ser agradable con los ángeles.

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cerrado Re: [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo

Mensaje por Emma.snix Sáb Sep 14, 2013 6:44 pm

Capitulo 27:
Jugando con Fuego


En el momento siguiente Jake se dio la vuelta y desapareció de la misma forma en que habíamos venido. Yo estaba clavada en el sitio, con un escalofrío impregnando mi cuerpo. Preguntándome si podía haber escuchado mal la amenaza en las palabras de su despedida. Pero yo sabía que no. Sentí de repente como la noche estaba apretándome hacia abajo, sofocándome. Había dos cosas de las que estaba segura ahora; en primer lugar, Jake Thorn sabía de nosotros; y en segundo, que él era peligroso. Me di cuenta de que había estado completamente ciega para no verlo antes. Lamentablemente quería ver lo bueno y había ignorado las flagrantes señales de advertencia que me gritaban que me retirara. Ahora esas señales intermitentes eran tan brillantes como las luces de neón.
Alguien me agarró del codo y me quedé sin aliento. Me sentí aliviada de ver que era sólo Rachel.
― ¿Qué está pasando? ―exigió―. ¡Todos nosotros pudimos verlos a través de la ventana! ¿Estás con Jake ahora? ¿Santana y tú están peleadas o algo así?
― ¡No! ―farfullé―, no estoy con Jake, ¡por supuesto que no! Él sólo… no sé lo que pasó… me tengo que ir a casa.
― ¿Qué? ¿Por qué? No puedes irte. ¿Qué pasa con la fiesta posterior? ― dijo Rachel, pero yo ya había empezado a correr.
Me encontré con Sam y Quinn sentados en la mesa de los profesores y los aparté―. Tenemos que irnos ―dije, tirando de la manga de Sam
No estaba seguro si él ya sabía lo que había pasado o si sólo sintió la urgencia de mi voz, pero no hizo ninguna pregunta. Él y Quinn silenciosamente recogieron sus pertenencias, me acompañaron fuera del pabellón y entramos al Jeep. Ellos escucharon sin decir ni una palabra durante el viaje a casa cuando expliqué lo que había pasado con Jake y repetí sus palabras de despedida.
―No puedo creer que haya sido tan estúpida ―gemí, poniendo la cabeza entre mis manos―. Debí haberlo notado… Debí haberme dado cuenta.
―Esto no es culpa tuya, Brittany ―dijo Quinn.
― ¿Qué pasa conmigo? ―le contesté―. ¿Por qué no lo sentí? Ustedes sintieron que algo andaba mal, ¿no? lo supieron tan pronto como él puso un pie en nuestra casa.
―Sentimos una energía oscura ―admitió Sam
― ¿Por qué no me dijeron algo? ―pregunté―. ¿Por qué no me impidieron ir con él?
―Nosotros no podíamos estar seguros ―dijo Sam―. Su mente estaba muy protegida, era casi imposible recoger toda la información. Podría haber sido otra cosa, y no quería que te preocuparas por ninguna razón.
―Los humanos con problemas también pueden tener las auras oscuras, ―agregó Quinn.
―El resultado de cualquier número de cosas, la tragedia, el pesar, el dolor…
―Y las malas intenciones ―agregué.
―Eso también ―admitió Sam―. No queríamos sacar conclusiones, pero si este chico sabe lo que somos entonces hay muchas posibilidades de que él puede ser… bueno, más fuerte que el humano promedio.
― ¿Cuánto más fuerte?
―No lo sé ―Sam contestó―. A menos que… no creas que Santana podría tener… ―se fue apagando.
Dirigí una mirada enfadada en su dirección. ―Santana nunca diría a nadie nuestro secreto ―dije―. No puedo creer que pensaras eso. Deberías conocerla.
―De acuerdo. Digamos que Santana no tiene nada que ver con esto, ―dijo Sam―. Hay algo antinatural sobre Jake Thorn… puedo sentirlo y por supuesto tú, Brittany.
─Entonces ¿qué hacemos ahora? ―le pregunté.
―Estos eventos se desarrollarán de forma natural. No hay que precipitarse en nada. Si él es verdaderamente peligroso, se revelará con el tiempo.
Cuando llegamos a casa, Quinn nos ofreció chocolate caliente, pero lo rechacé. Subí las escaleras y me quité el vestido, sintiendo como si un gran peso hubiese descendió sólo hasta mis hombros. Las cosas habían ido muy bien, y ahora parecía que este chico amenazaba con destruirlo todo. Arrastré las perlas fuera de mi pelo y limpié mi maquillaje, sintiéndome de repente nada más que una impostora. Era demasiado tarde para llamar a San, aunque sabía que hablar con ella me haría sentir mejor. En cambio me puse la pijama y me metí en la cama, agarrando el muñeco de juguete que Santana me había dado para mayor comodidad. Dejé que las lágrimas escaparan de mis párpados cerrados y empapara mi almohada. No me sentía enfadada o asustada más bien, me sentía triste. Deseaba tanto que las cosas fueran sencillas y simples. ¿Por qué nuestra misión estaba tan cargada con tantas complicaciones? Sabía que era infantil, pero todo lo que podía pensar era, lo injusto que era todo aquello. No estaba demasiado cansada para dejarme ir a la deriva en el sueño, pero lo hice a sabiendas de que muy pronto una tormenta estaba a punto de estallar.
No tuve noticias de Santana en todo el fin de semana. Supuse que no había oído hablar sobre el incidente en el baile, y no quise estresarla. Estaba tan preocupada y nerviosa sobre Jake que ni siquiera me detuve a preguntarme por qué Santana no había llamado. Rara vez habíamos estado más que un par de horas sin hablar.
Por otra parte, no tuve que esperar mucho para saber de Jake Thorn. El lunes por la mañana en la escuela cuando abrí mi taquilla, un trozo de papel cayó y flotó lentamente hasta el suelo, como un pétalo arrugado. Lo recogí, esperando que fuera una nota de Santana, que bien me hiciera suspirar de adoración o reír como una colegiala. Pero la letra no pertenecía a Santana, era la misma caligrafía con el trazo afilado que conocía de mi clase de literatura. Cuando leí lo que estaba escrito en el papel, sentí que la sangre se me helaba:

El ángel vino
El ángel vio
El ángel cayó

Mostré la nota a Sam, quien la leyó y luego la arrugó con frustración, sin decir ni una palabra. Traté de no pensar en Jake el resto del día, pero no fue una tarea fácil. Santana no estaba en la escuela, y quería hablar con ella desesperadamente.
El día transcurrió en una bruma gris. Despertándome unos cinco minutos aproximadamente durante la hora del almuerzo, cuando pedí prestado el teléfono móvil de Rachel para llamar a Santana, pero descendió de nuevo en gris, tan pronto como se fue al correo de voz. No tener ningún contacto con ella, me hizo sentir aletargada y pesada. Una nube parecía haber llenado mi mente, y no podía retener ninguno de los pensamientos que se deslizaban por mi cabeza porque también desaparecían rápidamente.
Al final del día, me fui a casa con mi hermano y aún no había oído nada de Santana. Traté de llamarla de nuevo desde casa, pero el sonido del buzón de voz sólo me hizo tener ganas de llorar. Me senté y esperé toda la tarde y durante toda la cena para que ella llamara o para escuchar el timbre de la llamada, pero no hubo nada. ¿No quería saber cómo me había ido la fiesta de graduación? ¿Le había pasado algo? ¿Cuál fue la razón de su repentino silencio? No lo entendía.
―No puedo encontrar a Santana, ―logré desahogarme durante la cena―. No estaba en la escuela, y no responde a mis llamadas.
Quinn y Sam se miraron uno al otro.
―No hay necesidad de para entrar en pánico, Brittany, ―dijo Quinn amablemente―. Hay un montón de razones por las que no pueda responder a su teléfono.
― ¿Y si está enferma?
―Nosotros lo habríamos detectado―, Sam me tranquilizó.
Asentí con la cabeza y traté de tragar la cena, pero la comida se pegaba como una lapa en la garganta. No quise hablar con Quinn o con Sam, sólo me arrastré hasta la cama sintiendo como las paredes se me estaban acercando.
Cuando me di cuenta de Santana estaba ausente de la escuela al día siguiente, mis ojos ardían y sentía calor y mareos. Quería desmoronarme en el suelo y simplemente esperar que alguien me llevara lejos. No podía hacerlo, atravesar otro día sin ella; apenas podría hacerlo durante un minuto más. ¿Dónde estaba? ¿Qué estaba tratando de hacerme?
Rachel me vio caída contra mi taquilla. Se acercó y me puso una mano sobre mi hombro con cautela.
―Britt, ¿estás bien, cariño?
―Necesito hablar con Santana, ―dije―. Pero no puedo conseguir contactar con ella.
Rachel se mordió el labio. ―Creo que hay algo que tienes que ver, ―dijo en voz baja.
¿Qué? ―le pregunté, con pánico en mi voz―. Es Santana ¿cómo está?
―Ella está bien ―Rachel dijo―. Sólo ven conmigo.
Ella me llevó hasta el tercer piso de la escuela a uno de los laboratorios de informática. Era una habitación insulsa con la moqueta gris moteada, sin ventanas, y filas de equipos, con sus pantallas en blanco mirándonos. Rachel dio un golpecito y tiró adelante de un par de sillas.
Ella tocó con sus uñas acrílicas el escritorio, con un molesto sonido. Cuando el ordenador terminó de cargarse, hizo clic en un icono y rápidamente tecleó algo en la barra de herramientas.
― ¿Qué estás haciendo? ―le pregunté y ella se volvió hacia mí.
― ¿Recuerdas lo que te dije acerca de Facebook y lo maravilloso que es? ―dijo.
Asentí con la cabeza sin comprender.
―Bueno, hay algunas partes que no son tan impresionantes.
― ¿Cómo qué?
―Bueno… no es muy privado, en primer lugar.
― ¿Qué quieres decir? ―le pregunté.
Sabía que estaba llegando a algo, pero no podía entender por qué, y a juzgar por la expresión de su cara, no estaba segura de querer saberlo. Ella me miraba con una mezcla de preocupación y miedo. Sabía que Rachel tenía una tendencia a reaccionar de forma exagerada, así que intenté no aterrorizarme. Su idea de desastre y la mío era completamente diferente.
Rachel respiró hondo―. Está bien… déjame enseñártelo.
Ella dio un toque a una tecla, y su página de Facebook apareció en la pantalla. Leyó en voz alta el eslogan que había escrito bajo el título: ―Facebook te ayuda a comunicarte y compartir con la gente tu vida. Excepto que en este caso, es algo que realmente nosotros no queremos compartir ―dijo enigmáticamente.
Me estaba cansando del secreto. ―Sólo dime qué ha pasado. No puede ser tan malo.
―De acuerdo, de acuerdo ―dijo―. Sólo prepárate―. Ella hizo clic en un álbum de fotos titulado, “Fotos del Baile gala por Kristy Peters”.
― ¿Quién es ella?
Sólo una chica de nuestro grado. Ella estuvo tomando fotos durante toda la noche.
―Espera, dice que estoy etiquetada en este álbum ―dije.
―Eso es correcto ―Rachel asintió con la cabeza―. Tú y… alguien más.
Rachel hizo clic en una imagen en miniatura, y esperé a que la imagen de tamaño completo se cargara en la pantalla. Mi corazón latía en mi pecho. Kristy ¿había alguna manera capturado mis alas en la cámara? ¿O era sólo una foto muy poco favorecedora? A la que Rachel había llamado "emergencia”.
Pero cuando la foto brilló en la pantalla, me di cuenta de que no era ninguna de esas cosas. Era peor, mucho, mucho peor. Una oleada de náuseas me invadió y mi visión se enfocó de manera que todo lo que podía ver eran las dos caras en la pantalla: la mía y Jake Thorn juntos besándonos. Me senté y miré por largo rato.
Las manos de Jake estaban mi espalda y mis manos estaban sobre sus hombros, tratando de alejarle. Yo tenía mis ojos cerrados en estado de shock, para alguien que no hubiera estado allí para presenciar la escena completa, parecía como si estuviera perdida en un momento de pasión.
―Tenemos que deshacernos de eso ―grité, agarrando el ratón―. Esto tiene que desaparecer.
―No podemos librarnos de esto ―dijo Rachel en voz baja.
― ¿Qué quieres decir? ―me ahogaba―. ¿No podemos simplemente borrarlo?
―Sólo Kristy puede borrarlo de su Facebook ―dijo Rachel.
―Nosotros podríamos quitar la etiqueta, pero la gente seguirá viendo la foto en la página de Kristy.
―Pero tiene que quitarlo ―rogué―. Tiene que quitarlo antes de que Santana lo vea.
Rachel me miró con simpatía.
―Britt, cariño, creo que ya la ha visto.
Salí corriendo de la sala de ordenadores y directamente de la escuela. No sabía dónde estaba Sam, pero no podía permitirme el lujo de esperar por él. Santana necesitaba escuchar toda la historia y necesitaba oírla de inmediato.
Su casa no estaba lejos y fui corriendo todo el camino, mi impecable sentido de la orientación me guió. Era medio día por lo que Ana y Santiago estarían los dos en el trabajo, Alex estaría con sus amigos o padrino de boda, y los demás estaban en la escuela. Así que cuando sonó el timbre fue Santana, quien respondió. Llevaba una sudadera gris suelta y unos pantalones de chándal, todo su cabello estaba desordenado. Se había quitado el aparato ortopédico que llevaba en su tobillo, pero podía ver que todavía se apoyaba en su pie derecho. Su rostro parecía tan perfecto y hermosa, a beses pensaba que era más bella que los mismos ángeles pero había algo diferente en sus ojos. Esos familiares ojos color marrón que siempre parecía brillar para mí ahora parecían hostiles.
Santana no dijo nada cuando me vio allí de pie, sólo se dio la vuelta y se alejó, dejando la puerta abierta. No estaba segura si quería que lo siguiera, pero lo hice de todos modos. La encontré en la cocina, comiendo un plato de cereal, a pesar de que era casi la hora del almuerzo. Ella no me miró.
―Puedo explicarlo ―dije en voz baja―. No es lo que se parece.
― ¿No es? ―preguntó en voz baja―. Creo que es exactamente lo que parece. ¿Qué otra cosa podría ser?
―Santana, por favor ―le dije, conteniendo las lágrimas―. Hay una explicación para esto, sólo escúchame.
― ¿Que estabas tratando de darle respiración de boca a boca? ― preguntó sarcásticamente Santana―. ¿Qué estabas recolectando muestras de saliva para una investigación? ¿Qué él tiene una enfermedad rara y ése era que era su último deseo? No juegues conmigo, Britt; no estoy de humor.
Corrí hacia ella y le tomé la mano, pero ella la apartó. Me sentía mal, esta no era la manera que se suponía tenían que ir las cosas.
¿Qué estaba pasando? No podía soportar la distancia que sentía entre nosotras. Santana había puesto un muro invisible, una barrera. Esta persona fría y aislada no era ella la Santana que yo conocía.
―Jake me besó―, le dije enérgicamente―. Y esa foto fue tomada un momento antes de que lo rechazara.
―Muy conveniente ―murmuró Santana―. ¡Cómo! ¿Te crees que soy estúpida? Puede que no sea una mensajera de Dios, pero eso no me convierte en una completa idiota.
―Puedes preguntárselo a Rachel―, le grité―. O a Sam o Quinn… ellos te lo dirán.
―Confié en ti ―dijo Santana―. Y sólo necesitaste una noche sin mí para buscar a alguien nuevo.
― ¡Eso no es verdad! ―Al menos, podrías tener la decencia decirme esto personalmente, en lugar de que lo averiguara por los demás.
―Esto no ha terminado ―dije sofocada―. ¡No digas eso! Por favor…
― ¿Te das cuenta de lo humillante que esto es para mí? ―dijo―. Hay una foto de mi novia enganchada con otra persona, mientras que estaba en la enfermería recuperándome de una estúpida conmoción cerebral. Todas mis amigas han estado llamando para saber si me botaron por teléfono.
―Lo sé ―le dije―. Lo sé y lo siento mucho, pero…
― ¿Pero qué?
―Bueno… Tú…
―Soy una idiota, lo sé, ―interrumpió Santana―. Permitiéndote ir al baile de gala con Jake. Supongo que tenía demasiada fe en ti. No voy a cometer el mismo error otra vez.
― ¿Por qué no escuchas? ―susurré―. ¿Por qué estás tan dispuesta a creer en todos, excepto en mi?
―Pensé que teníamos algo ―dijo Santana. Me miró y vi que sus ojos eran brillantes con las lágrimas sin derramar. Parpadeó con enojo apartándolas―. Después de todo lo que pasamos para estar juntas, simplemente vas y… obviamente nuestra relación, no significa mucho para ti.
Yo no pude evitarlo y me eché a llorar. Mis hombros se agitaban con cada sollozo. Vi a Santana instintivamente levantarse para consolarme, pero luego lo pensó mejor y se detuvo. Tenía la mandíbula apretada, como si lo matara verme tan disgustada y no hacer nada al respecto.
―Por favor ―exclamé―. Te amo. Le dije a Jake que te amaba. Sé que es algo muy duro, pero no me abandones.
―Sólo necesito tiempo a solas ―dijo en voz baja―. Sin mirarme a los ojos.
Corrí de la cocina y fuera de la casa de Santana. No dejé de correr hasta que llegué a la playa, donde me desplomé en la arena y lloré en silencio. Sentí que algo dentro de mí se rompía, literalmente estaba destrozada y nada podría unirme de nuevo. Amaba tanto a Santana que dolía, y sin embargo, se había apartado de mí. Traté de consolarme a mí misma, simplemente permití que el dolor me inundara. No sé cuánto tiempo permanecí allí, pero finalmente me di cuenta de la marea estaba llegando a mis pies. No me importaba. Tenía la esperanza de que me arrastrara lejos, tirando de mí, forzándome bajo el agua, y liberándome de la fuerza de mi cuerpo y los pensamientos de mi cabeza. El viento aullaba, la marea se acercó más, y no me llevó. El viento aullaba, la marea se acercó más, y aún así no me moví. ¿Era esta la manera de Nuestro Padre de castigarme? Mi delito tan grave que esto era lo que merecía: ¿experimentar el amor y después arrebatármelo, como los puntos de sutura de una herida? ¿Me amará Santana todavía? ¿Me odiará? ¿O habrá perdido toda la fe en mí?
El agua estaba chapoteando alrededor de mi cintura en el momento que Quinn y Sam me encontraron. Estaba temblando, pero apenas me di cuenta. No me moví ni hablé, ni siquiera cuando Sam me sacó del agua y me llevó de regreso a nuestra casa. Quinn me ayudó en la ducha, y media hora más tarde regresó para volver a ayudarme, cuando me había olvidado dónde estaba y me quedé de pie bajo el golpeteo del agua. Sam me trajo algo de cenar, pero no podía comer. Me senté en mi cama, mirando al vacío y sin hacer nada sino pensar en Santana y tratando de no pensar en ella al mismo tiempo. La separación me hizo dar cuenta hasta qué punto me sentía segura con ella. Ansiaba su tacto, su olor, incluso la conciencia de que ella estaba cerca. Pero ahora parecía estar a kilómetros de distancia, y sin poder llegar hasta ella, y ese conocimiento me hizo sentir a punto de desmoronarme, a dejar de existir.
Cuando el sueño por fin llegó, fue un alivio feliz, aunque sabía que por la mañana volvería a empezar de nuevo.
Pero me perseguía hasta en mis sueños. Esa noche tomó un giro más oscuro.
Soñé que estaba fuera del faro de la costa en un naufragio. Estaba oscuro y apenas podía ver a través de la niebla, pero había una figura arrugada en el suelo. Cuando ella gimió y dio la vuelta, reconocí al instante la cara de Santana. Grité y traté de correr hacia ella, pero una docena de pares de manos húmedas se acercaban y me detenían. Jake Thorn se acercó desde el faro, con los ojos tan brillantes y agudos como fragmentos de vidrio.
Su pelo oscuro estaba peinado hacia atrás de su rostro, y estaba vestido con un abrigo de cuero negro y largo con el cuello levantado contra del viento.
―No quería que llegáramos a esto, Brittany ―canturreó―. Pero a veces no nos queda otra opción.
― ¿Qué estás haciendo con ella? ―sollocé cuando Santana convulsionó en el suelo―. Deja que se vaya.
―Estoy haciendo lo que debería de haber hecho hace mucho tiempo, ―gruñó Jake―. No preocupes, será sin dolor. Después de todo, ella ya está medio muerta…
Con un movimiento de su muñeca él arrastró a Santana de abajo arriba y la empujó hacia el borde del acantilado. Santana no habría derrotado a Jake no podía competir contra los poderes sobrenaturales.
―Dulces sueños, niña bonita ―dijo Jake cuando los pies de Santana se deslizaban desde el borde del acantilado.
Mis gritos fueron tragados por la noche.
Los próximos días pasaron en un borrón. No me sentía como si estuviera viviendo realmente, sino sólo observando la vida desde la barrera. No fui a la escuela, y Quinn y Sam no intentaron que lo hiciera.
No comí mucho; Y no salí de la casa, de hecho, casi no hice otra cosa que dormir. El sueño era la única manera de escapar del dolor de la nostalgia por Santana.
Phantom era mi única fuente de consuelo. Parecía sentir mi angustia y pasó todo su tiempo conmigo, me hacía sonreír con sus payasadas. Tomaba la ropa interior de mis cajones abiertos y los extendía alrededor de mi cuarto; se enredaba en el hilo que Quinn está tejiendo y tenía que liberarlo; y se llevó un paquete entero Meaty Treats12 a mi cuarto con la esperanza de ser recompensado con uno. Estos pequeños trucos me ofrecían pequeños indultos del interminable silencio y el vacío que se extendía ante mí, pero una vez pasados volvía a caer pesadamente de nuevo sobre mi estado de coma y vacio.
Quinn y Sam se volvieron más preocupados por el día. Me había convertido en el fantasma de una persona y un ángel, ya no contribuía en nada a la familia.
―Esto no puede continuar ―dijo Sam, una tarde al volver de la escuela―. Esta no es manera de vivir.
―Lo siento ―le dije rotundamente―. Intentaré esforzarme más.
―No ―dijo―. Quinn y yo vamos a enfrentarnos con esto esta noche.
― ¿Qué van a hacer? ―le pregunté.
―Ya verás ―contestó y se negó a revelar algo.
Después de la cena él y Quinn salieron de la casa juntos, mientras yo estaba en mi cama, mirando el techo. No pensé que hubiera algo que ellos pudieran hacer para resolver el problema, aunque apreciaba su intento.
Me arrastré hacia arriba y fui a mirar mi reflejo en el espejo del baño. Sin duda tenía un aspecto diferente. Incluso con mi pijama holgado pude ver que había perdido peso en cuestión de días, mi cara estaba pálida y mis omóplatos sobresalían. Mi pelo colgaba lacio y sin vida, al igual que mis ojos, que estaban muy abiertos, oscuros y tristes. En lugar de mantenerme derecha, estaba inclinada como si no pudiera mantener a mi propio peso, y mi cara parecía una sombra de lo que era. Me pregunté si alguna vez sería capaz de reunir y juntar los pedazos de mi vida que habían caído destrozados al suelo cuando Santana me había dejado. Se me ocurrió por un momento que en realidad no había dicho que la relación se terminó, pero eso era lo que había querido decir. Había visto por la expresión de su rostro, que habíamos terminado. Retrocedí hasta mi cama y me acurruqué bajo el edredón.
Alrededor de una hora más tarde llamaron a mi puerta, pero apenas lo escuché a través de la neblina que me había envuelto.
Llamaron a la puerta de nuevo, esta vez más fuerte. Oí la puerta abrirse y a alguien entrar en la habitación. Me cubrí la cabeza con mi almohada, no quería que me convencieran para ir abajo.
― ¡Jesús! Britt! ―dijo la voz de Santana desde la puerta―. ¿Qué estás haciéndote a ti misma?
Me quedó inmóvil, sin atreverme a creer que en realidad era ella. Contuve el aliento, segura de que cuando levantara la cabeza la habitación estaría vacía. Pero entonces volvió a hablar.
― ¿Britt? Sam me explicó todo… lo que hizo Jake y cómo él te amenazó. ¡Oh Dios! lo siento mucho.
Me senté. Y allí estaba ella con una pequeña camiseta blanca y unos jean desgastados, delgada y hermosa, igual que como recordaba. Su rostro estaba pálido, y había leves círculos oscuros bajo sus ojos, las únicas señales de angustia. La vi estremecerse, al ver lo demacrada y exhausta que estaba cuando me miró.
―Pensé que nunca te volvería a ver de nuevo ―susurré, mirándola de arriba abajo, demostrándome que era ella realmente y que había venido a verme.
Santana se acercó a la cama y me tomó la mano, apretándola contra su pecho. Me estremecí con su toque y le miré a los ojos marrones, tan llenos de preocupación que no pude dejar detener las lágrimas que caían por mi cara.
―Estoy aquí ―susurró―. No llores, estoy aquí, estoy aquí. ―Ella repetía esas palabras una y otra vez, y le permití recogerme en sus brazos y sostenerme―. Nunca debí de haberte dejado salir así ―dijo―. Yo simplemente estaba disgustada. Pensé… bueno, ya sabes lo que pensaba.
―Sí ―le dije―. Sólo me gustaría que hubieras confiado en mí lo suficiente como para permitirme explicarte.
―Tiene razón ―dijo―. Te quiero, y debería de haber sabido que estabas diciendo la verdad. No puedo creer que fuera tan estúpida.
―Pensé que te habías ido para siempre ―le dije en voz baja, con lágrimas saliendo bajo mis párpados―. Pensé que te habías alejado de todo, porque fallé, porque destruí la única cosa que me importaba en la vida. Esperé a que vinieras, pero no lo hiciste.
―Lo siento mucho―. Oí la voz de Santana cansada. Ella tragó saliva y miró sus manos―. Haré cualquier cosa que sea necesario hacer por ti, voy a…
Le silencié con un dedo en sus labios―. Ahora ha terminado, ―le dije―. Quiero olvidar todo lo que ha pasado.
―Por supuesto ―dijo―, lo que quieras.
Nos quedamos en silencio en mi cama durante un rato, felices de estar de vuelta en la compañía de la otra. Seguí con un férreo control sobre su camisa, como si temiera que pudiera desaparecer si la dejaba ir. Ella me dijo que Sam y Quinn se habían ido al pueblo para darnos un poco de espacio para arreglar las cosas.
―Sabes ―dijo Santana―, no hablarte durante unos días ha sido la cosa más dura que he hecho alguna vez en mi vida.
―Sé lo que quieres decir ―dije en voz baja―. Yo sólo quería morir.
Ella me soltó rápidamente―. Nunca pienses eso, Britt ―dijo.
―No importa lo que pase. No merezco la pena.
―Creo que es lo que sentí, ―dije y ella suspiró.
―No puedo decir que no sé lo que quieres decir ―admitió―. Eso se siente como si fuera el fin del mundo, ¿no?
―Como el final de toda la felicidad ―estuve de acuerdo―. De todo lo que he conocido. Eso es lo que sucede cuando haces de una persona tu razón de vivir.
Santana sonrió―. Supongo no fuimos demasiada inteligentes entonces. Pero no lo cambiaría.
―Yo tampoco―. Me quedé callada durante unos cuantos minutos, y entonces le cogí la mano y me di unos golpecitos con sus dedos en la punta de la nariz―. San…
― ¿Sí? ―ella arqueó su cabeza y me tocó en la espalda.
―Si unos pocos días separadas casi nos mata, ¿qué pasaría cuando…?
―Ahora no ―me interrumpió―. Acabo de regresar contigo, no quiero pensar en perderte de nuevo. No voy a dejar que eso suceda.
―No podrás detenerlo ―le dije―. Sólo porque eres una jugadora de Lacrosse no significa que le puedas ganar a las fuerzas del Cielo. No hay nada que quiera más que estar contigo, pero estoy muy asustada.
―Una persona enamorada puede hacer cosas extraordinarias ―dijo Santana―. No me importa si eres un ángel, eres mi ángel, y no te dejaré ir.
―Pero ¿Y si no nos dan ninguna advertencia? ―le pregunté desesperadamente.
― ¿Qué pasa si una mañana, me despierto, y estoy de vuelta de donde vine? ¿Has pensado en eso?
Santana entrecerró los ojos. ― ¿Cuál crees que es mi mayor temor, Britt? ¿No sabes cuánto me asusta que un día vaya a la escuela y tú no estés allí? Que voy a venir hasta aquí a buscarte, pero nadie me abrirá la puerta. Nadie en el pueblo sabrás dónde te has ido, excepto yo, y sé que es un lugar donde no puedo ir para hacerte volver. Así que no me preguntes si he pensado en eso, porque la respuesta es sí, todos los días.
Ella se echó hacia atrás y miró con indignación al ventilador del techo, como si fuera ella culpable de la situación.
Mientras la miraba, me di cuenta que mi mundo estaba justo delante de mí, de algo más de un metro sesenta y cinco de altura y acostada en mi cama. Me di cuenta en el mismo momento que nunca podría dejarla. Nunca podría volver a mi casa, porque ahora, ella era mi casa. Y yo estaba llena de un extraño y abrumador deseo de estar tan cerca de ella como pudiera conseguir hasta fundirme con ella, con la promesa de ambas de que nunca vamos a estar separadas.
Me levanté de la cama y estaba hundiendo mis dedos de los pies en el suelo. Santana me miraba con curiosidad. Le devolví la mirada sin hablar y poco a poco retiré mi camiseta por encima de mi cabeza y la dejé caer al suelo. No sentí ningún tipo de auto-conciencia, me sentí libre. Me quité los pantalones del pijama y los dejé arrugados alrededor de mis pies, por lo que me quedé de pie delante de ella totalmente desnuda y vulnerable. Dejando que me viera completamente indefensa.
Santana no habló, habría roto el zumbido del silencio que se había caído por el cuarto. Un momento después estaba de pie e imitó mis movimientos, permitiendo que su camisa y sus jean cayeran en un montón al suelo. Se acercó a mí y me paso sus manos calientes por mi espalda. Suspiré y me dejé caer en sus brazos. La sensación de su piel contra la mía envió una calidez a través de mi cuerpo, y me apoyé en ella, sintiéndome completa por primera vez en días.
La besé en sus labios suaves y pasé las manos por su cara, sintiendo la nariz y los pómulos familiares. Habría reconocido la forma de su rostro en cualquier lugar, podría leerla como una persona ciega lee en Braille. Olía fresco y dulce y me apreté contra su pecho. A mis ojos, no tenía ni un fallo físico, pero no me habría importado si lo tuviera. Aún así lo habría amada aunque tuviera cicatrices o estuviera vestida con harapos, sólo porque era Santana.
Bajamos hasta la cama y así nos quedamos, horas mirándonos, hasta que oímos a Quinn y Sam en la planta baja, sólo nosotras dos, abrazadas. Rachel habría pensado que estábamos locas. Pero era el contacto lo que queríamos. Queríamos sentir como éramos la misma persona en lugar de dos individuos separados.
Sin ropa que nos ocultara. Sin ella, no había ningún lugar para esconderse, no había manera de enmascarar cualquier parte de nosotras mismas, y eso era lo que queríamos, ser completa y totalmente nosotras mismas y sentirnos completamente seguras…







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Mensaje por Tat-Tat Sáb Sep 14, 2013 8:41 pm

Waaaaaaaaa.... Muy bueno... En mi país tb se está celebrando las fiestas patrias... Yujuuuuu!!!!
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Mensaje por atercio Sáb Sep 14, 2013 8:48 pm

yo.....creo que no había comentado....me lei esta historia como hasta el capitulo 19 0 18 de un tiro....y ahora soy espero con ansias cada capitulo, y cuando termino de leer la ultima actualizacion ya estoy ansiosa por la otra....escribes muy bien y la trama es muy buena, te felicito...y pido disculpas de antemano porq se que no comentare siempre, pero esta pendiente de las actualizaciones....


las mejores vibras
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Mensaje por imperio0720 Dom Sep 15, 2013 1:43 am

y si se siento así de horrible cuando te alejas de la persona q qquieres sientes q cada célula de tu cuerpo duele y es mas te duele todo el alma todo pero de repente se aparece y es como si volvieras a nacer y sonríes y si esa sensación de 2 cuerpos desnudos es genial me encanto este capitulo
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Mensaje por imperio0720 Dom Sep 15, 2013 1:44 am

ahhhhhhhh lo sabia ese tipo es un asco puaggggg
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Mensaje por aria Dom Sep 15, 2013 8:03 am

Jaaaaa sabia que ese.idiota de Jake era un peligro, y que sabia de la identidad de Britt, pero estoy srgura que hay algo mas y peor detras de ese baboso...

Dios! Ha sido el cap mas degarrador :( pobre Britt hasta yo senti morir cuando San le dijo esas cosas y ella salio corriendo.. Suerte que Sam y Quinn le dijeron la verdad aunque ella debio haberle creido y escuchar su version pero lo importante es que estan juntas de nuevo...

Me encanto el final... Y ciertamente Rachel si las tomaria por estupidas si estando desnudas no hicieron nada pero es lindo saber que no necesitan tanto de eso para sentirse completas el solo hecho de estar asi juntas es suficiente.. :3 eso demuestra que su amor es fuerte y va mas alla de lo fisico
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Mensaje por micky morales Dom Sep 15, 2013 9:47 am

yo sabia que algo pasaria en la bendita fiesta, fue muy triste la separacion de santana y britt, pero por suerte todo se arreglo!
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Mensaje por Ali_Pearce Dom Sep 15, 2013 3:10 pm

o.O fue maravilloso! 
[Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 6 533a
El capítulo 26 fue odioso...maravilloso, pero lo odie gracias a Jake. Ahora me da miedo este tipo. De todas las obsesiones que había leído antes la suya con Britt me parece las más loca. Este tipo necesita una buena patada para que regrese por donde vino.

Pero dejando la todo lo horrible del 26 el 27!!! :3 fue tan lindo. La manera en que se unen después de toda la tormenta, la calma llego en forma de...AMOR (me siento tan cursi). En fin, espero que el aura de Jake se vaya YA, aunque...creo que lo que viene ahora será un poco más fuerte, seguro el muchachito quiere venganza.

¡Felices fiestas patrias compatriota! Nos leemos en el próximo...Bye!
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Mensaje por khandyy Lun Sep 16, 2013 12:10 am

Jake lo odio definitivamente , esta reloco pero siento que no se quedara con los brazos crusados . Mis chicas son divinas las adoro. Haber que pasa después =) actualiza pronto plis muchos saludos
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Mensaje por khandyy Lun Sep 16, 2013 12:11 am

Jake lo odio definitivamente , esta reloco pero siento que no se quedara con los brazos crusados . Mis chicas son divinas las adoro. Haber que pasa después =) actualiza pronto plis muchos saludos
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Mensaje por Emma.snix Lun Sep 16, 2013 7:00 pm

Tat-Tat escribió:Waaaaaaaaa.... Muy bueno... En mi país  tb se está celebrando las fiestas patrias... Yujuuuuu!!!!
Que bien que te haya gustado el capitulo y bueno todavía estamos lidiando con la resaca jejeje muchos saludos y hasta la próxima [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 6 1206646864 

atercio escribió:yo.....creo que no había comentado....me lei esta historia como hasta el capitulo 19 0 18 de un tiro....y ahora soy espero con ansias cada capitulo, y cuando termino de leer la ultima actualizacion ya estoy ansiosa por la otra....escribes muy bien y la trama es muy buena, te felicito...y pido disculpas de antemano porq se que no comentare siempre, pero esta pendiente de las actualizaciones....


las mejores vibras
Pues meda mucho gusto que hayas comentado y bueno, que bien que te este gustando esta maravillosa historia y espero que te gusten los próximos capítulos, muchos saludos y hasta la próxima [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 6 1206646864 

imperio0720 escribió:y si se siento así de horrible cuando te alejas de la persona q qquieres sientes q cada célula de tu cuerpo duele y es mas te duele todo el alma todo pero de repente se aparece y es como si volvieras a nacer y sonríes y si esa sensación de 2 cuerpos desnudos es genial me encanto este capitulo
Para mi también es uno de los capítulos que mas me ah gustado, bueno que te digo sobre Britt me dio mucha tristeza, pero al final todo se arreglo, espero y disfrutes el capitulo nuevo. muchos saludos y hasta la próxima [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 6 1206646864 

aria escribió:Jaaaaa sabia que ese.idiota de Jake era un peligro, y que sabia de la identidad de Britt, pero estoy srgura que hay algo mas y peor detras de ese baboso...

Dios! Ha sido el cap mas degarrador :( pobre Britt hasta yo senti morir cuando San le dijo esas cosas y ella salio corriendo.. Suerte que Sam y Quinn le dijeron la verdad aunque ella debio haberle creido y escuchar su version pero lo importante es que estan juntas de nuevo...

Me encanto el final... Y ciertamente Rachel si las tomaria por estupidas si estando desnudas no hicieron nada pero es lindo saber que no necesitan tanto de eso para sentirse completas el solo hecho de estar asi juntas es suficiente.. :3 eso demuestra que su amor es fuerte y va mas alla de lo fisico
Bueno la verdad es que si hay mas sobre este chico Jake, pero todo a su debido tiempo, es uno de los capítulos mas triste pero también muy lindo y si yo la verdad estaría de acuerdo con Rachel xD JAJAJA pero bueno, espero y te agrade el próximo capitulo, muchos saludos y hasta la próxima [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 6 1206646864 

micky morales escribió:yo sabia que algo pasaria en la bendita fiesta, fue muy triste la separacion de santana y britt, pero por suerte todo se arreglo!
Todavía se viene mas con este Jake, ya lo verán, pero esperemos y el amor pueda sobrevivir, pero bueno espero y te guste el capitulo siguiente muchos saludos y hasta la próxima [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 6 1206646864 

Ali_Pearce escribió:
o.O fue maravilloso! 
[Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 6 533a
El capítulo 26 fue odioso...maravilloso, pero lo odie gracias a Jake. Ahora me da miedo este tipo. De todas las obsesiones que había leído antes la suya con Britt me parece las más loca. Este tipo necesita una buena patada para que regrese por donde vino.

Pero dejando la todo lo horrible del 26 el 27!!! :3 fue tan lindo. La manera en que se unen después de toda la tormenta, la calma llego en forma de...AMOR (me siento tan cursi). En fin, espero que el aura de Jake se vaya YA, aunque...creo que lo que viene ahora será un poco más fuerte, seguro el muchachito quiere venganza.

¡Felices fiestas patrias compatriota! Nos leemos en el próximo...Bye!
Creo que a muchos no les agrado el capitulo 26, pero bueno el 27 estuvo repleto de todo, desde la tristeza de ambas hasta la reconciliación, y lo que biene pues esta un poco mas fuerte repecto ah este Jake pero ya veremos.[Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 6 1206646864 
yo aun estoy con la resaca de ayer [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 6 2414267551 [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 6 2414267551  pero ya esta pasando xD
Muchos saludos y espero y te agrade el próximo capitulo hasta la próxima [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 6 1206646864 

khandyy escribió:Jake lo odio definitivamente , esta reloco pero siento que no se quedara con los brazos crusados . Mis chicas son divinas las adoro. Haber que pasa después =) actualiza pronto plis muchos saludos
Yo también lo odio a mas no poder pero bueno ya veremos que es lo que pasa. mis brittanas estarán mas On que nunca. saludos y hasta la próxima [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 6 1206646864 .
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cerrado Fanfic [Brittana] Halo. Capitulo 28: Ángel de Destrucción

Mensaje por Emma.snix Lun Sep 16, 2013 7:10 pm

Capitulo 28:
Ángel de Destrucción


A la mañana siguiente Santana vino a desayunar con nosotros antes de la escuela. Mientras comíamos, Sam trató de hacerla entrar en razón. Todos sabíamos que Santana estaba furiosa por la duplicidad de Jake y estaba lista para enfrentarse a él sin ayuda de nadie. Eso era algo que Sam quería evitar a toda costa, sobre todo porque no sabíamos el alcance del poder de Jake.
—Hagas lo que hagas, no debes enfrentarlo —dijo Sam con sobriedad.
Santana lo miró por encima del borde de su taza de café. —Amenazó a Britt —dijo, irguiendo los hombros—. La forzó. Simplemente no podemos dejar que se salga con la suya.
—Jake no es como los otros estudiantes. No debes tratar de ajustar cuentas con él a solas —dijo Sam—. No sabemos de lo que es capaz.
—No puede ser demasiado peligroso, es muy flaco —murmuró Santana en voz baja.
Quinn le lanzó una mirada severa.
—Sabes que su apariencia no tiene nada que ver.
—Entonces, ¿qué quieres que hagamos? —preguntó Santana.
—No podemos hacer nada —dijo Sam—, no sin atraer atención no deseada hacia nosotros mismos. Sólo podemos esperar que no pretenda hacer daño.
Santana dejó escapar una breve carcajada y luego miró a Samuel. — ¿Hablas en serio?
—Completamente.
—Pero ¿y qué pasa con lo que hizo en el baile?
—Yo no llamaría una prueba a eso —dijo Sam
— ¿Y qué pasa con el accidente de la cocinera con la freidora? —dije—. ¿Y el accidente de coches al principio del trimestre?
— ¿Crees que Jake podría haber tenido algo que ver con esas cosas? —Preguntó Quinn—. Pero si ni siquiera estaba en la escuela cuando ocurrió el accidente.
—Sólo hacía falta que estuviera en el pueblo —le contesté—. Y definitivamente estaba ese día en la cafetería, caminé exactamente frente a él.
—Leí sobre un accidente de barcas en el embarcadero hace dos días —agregó Santana—. Y ha habido un par de incendios recientemente, que el periódico afirmó que fueron iniciados por pirómanos. Eso nunca había pasado por aquí antes.
Sam apoyó su cabeza entre las manos. —Déjame pensar en esto —dijo.
—Eso no es todo —intervine, sintiéndome culpable por ser la portadora de tantas malas noticias—. Él tiene seguidores, a donde quiera que vaya, están justo detrás de él, actuando como si él fuera su líder, o algo así. Empezaron siendo sólo algunos, pero cada vez que lo veo, hay más.
—Britt, ve a prepararte para la escuela —dijo Sam en voz baja.
—Pero... —comencé.
—Sólo ve —dijo—. Quinn y yo tenemos que hablar.
Después del baile, la popularidad de Jake Thorn aumentó a una velocidad alarmante, y sus seguidores se duplicaron en número. Cuando volví a la escuela, me di cuenta que todos se paseaban alrededor con la mirada vacía, como drogadictos, con sus pupilas extrañamente dilatadas, y con las manos hundidas en los bolsillos. Sus caras sólo cobraban vida al ver a Jake, asumiendo una expresión inquietante y devota que sugería que se ahogarían en el océano si él se lo ordenaba.
Los actos de vandalismo fortuitos también parecían estar de pronto en auge. Las puertas de la iglesia de San Marcos fueron profanadas con obscenidades, y las ventanas de las oficinas municipales fueron destrozadas por vándalos, utilizando explosivos caseros. La residencia de Fairhaven presentó un virulento brote de intoxicación alimenticia, y muchos de sus residentes tuvieron que ser trasladados al hospital.
Y parecía que dondequiera que el desastre golpeaba, Jake Thorn estaba allí. Nunca implicado directamente; siempre era un observador, situándose al margen. A mí, me parecía que estaba decidido a causar dolor y sufrimiento, y no podía dejar de pensar que su motivación era la venganza. ¿Estaba mostrándome las consecuencias de mi rechazo?
El jueves por la tarde planeaba irme de la escuela temprano y recoger a Phantom de la peluquería canina. Sam no había venido a la escuela ese día porque llamó diciendo que estaba enfermo; en verdad, Quinn y él estaban reponiendo sus fuerzas después de pasar una semana entera arreglando los estropicios de Jake. No estaban acostumbrados a tener tanto que hacer, y a pesar de su fuerza, el esfuerzo constante los había dejado agotados.
Acababa de recoger mi mochila y me dirigía hacia el frente donde me esperaba Santana en su coche, cuando noté una multitud de personas en el pasillo justo afuera del baño de chicas. Sentí algo en el fondo de mi mente, como una advertencia diciéndome que me mantuviera alejada, pero el instinto y la curiosidad me impulsaron a acercarme. El grupo de estudiantes estaban agolpados unos con otros y cuchicheando. Vi que algunos estaban llorando. Una chica sollozaba en la camiseta de un jugador de hockey senior que todavía llevaba el uniforme de hockey. Obviamente él había tenido que salir apresuradamente del entrenamiento, y estaba mirando la puerta del baño con una mezcla de angustia e incredulidad en su rostro.
Me abrí paso a través de la multitud como en cámara lenta. Tuve la extraña sensación de estar desconectada de mi cuerpo, como si estuviera viendo la escena en un televisor, en lugar de estar físicamente presente. Mezclados con la multitud, vi a algunos de los miembros del grupo de Jake Thorn; eran fáciles de distinguir en estos días por sus expresiones vacías y sus ropas negras. Algunos de ellos me miraron cuando pasé, y me di cuenta que todos tenían los mismos ojos: profundos, muy abiertos y negros como el alquitrán.
A medida que me acercaba al baño, vi al Dr. Chester parado al lado de la puerta, junto con dos agentes de la policía. Vi que uno de los oficiales estaba hablando con Jake Thorn. La cara de Jake estaba moldeada en una máscara de seriedad y preocupación, pero sus ojos felinos relucían peligrosamente y sus labios se curvaban casi imperceptiblemente, como si estuvieran deseando hundir sus colmillos en el cuello del hombre. Tenía la sensación de que sólo yo podía ver la amenaza detrás de su expresión y que para todo el mundo lucía como un adolescente inocente. Me acerqué para escuchar lo que estaban hablando.
—No puedo imaginar cómo algo así pudo haber ocurrido en una escuela como esta —oí decir a Jake—. Ha sido una verdadera conmoción para todos nosotros.
Luego cambió de posición, y no pude oír mucho más, sólo palabras sueltas: "tragedia", "nadie alrededor", e "informar a la familia". Finalmente el oficial de policía asintió y Jake se aparto. Advertí que sus seguidores estaban mirándose entre sí, riendo con los ojos, con indicios de sonrisas en sus labios. Se veían codiciosos, casi hambrientos, y todos parecían estar secretamente satisfechos por lo que estaba pasando.
Jake hizo una seña y empezaron a dispersarse, moviéndose sutilmente lejos de la multitud. Quería gritar para que alguien los detuviera, decirles a todos cuán peligrosos eran, pero no pude encontrar mi voz.
De repente me percaté de que estaba acercándome a la puerta abierta del baño, como si hubiera sido atraía por una fuerza invisible. Dos paramédicos estaban levantando una camilla cubierta con una tela azul. Vi que una mancha roja estaba empezando a filtrarse, haciéndose constantemente más grande y deslizándose a través de la tela como un ser vivo. Y colgando fuera de la tela vi una mano larga y pálida. Las puntas de los dedos ya estaban azuladas.
Un ataque súbito de dolor y miedo me dejó sin aliento. Pero no eran mis propios sentimientos, pertenecían a otra persona, a la chica de la camilla. Sentí sus manos agarrando el mango de un cuchillo. Sentí el miedo en su mente mezclado con impotencia, mientras una compulsión misteriosa guiaba la hoja del cuchillo a su garganta. Ella luchaba contra ello, pero era como si no tuviera control sobre su propio cuerpo. Sentí el impacto del dolor cuando el frío metal cortó a través de su piel y oí la risa cruel haciendo eco a través de su cerebro. Lo último que vi fue su cara, se cruzó por mi campo de visión como un rayo. Conocía esa cara. ¿Cuántas horas de almuerzo había estado sentada escuchando sus chismes sin fin? ¿Cuántas veces me había reído de sus travesuras, o recibido su consejo? La cara de Taylah estaba grabada en mi cerebro. Sentí su cuerpo tambaleándose hacia adelante, sentí su lucha en busca de aire cuando la sangre borboteó del corte en su garganta y se derramó por su cuello. Vi el terror y el pánico en sus ojos justo antes de que se volvieran vidriosos y se desplomara muerta en el suelo. Abrí la boca para gritar, pero no salió ningún sonido.
Precisamente cuando mi propio cuerpo empezó a temblar violentamente, alguien se puso delante de mí y se apoderó de mis hombros. Jadeé y traté de separarme, pero su agarre era firme. Miré hacia arriba, esperando ver un par de ojos ardientes y unas mejillas hundidas, pero en cambio estaba Santana, que me envolvía en sus brazos y me llevaba lejos de la multitud hacia el aire libre.
—No —dije, más para mí que a ella—. Por favor, no...
Ella mantuvo su brazo alrededor de mi cintura y casi me llevó en volandas hacia su coche, porque yo parecía haber olvidado cómo utilizar mis piernas.
—Está bien —dijo, presionando su mano contra mi cara y mirándome a los ojos—. Todo se arreglará.
—Esto no puede estar pasando... esa era… esa chica era... —Mis ojos ardían con lágrimas.
—Súbete al coche, Britt —dijo, abriendo la puerta de un tirón y ayudándome a entrar.
— ¡Jake es el responsable! —grité cuando puso en marcha el coche. Parecía tener prisa por llegar a casa, con Quinn y Sam Ahora que lo pienso, yo también. Ellos sabrían qué hacer.
—La policía lo considera como suicidio —explicó Santana categóricamente—. Es trágico pero no tiene nada que ver con Jake. De hecho, él fue quien se percató de su desaparición y alertó a las autoridades.
—No—. Sacudí mi cabeza con vehemencia—. Taylah nunca haría algo así. Jake ha intervenido de algún modo.
Santana no estaba convencida —Jake puede ser muchas cosas, pero no es un asesino.
—No lo entiendes —me limpié las lágrimas—. Lo vi todo, era como si yo hubiera estado allí cuando sucedió.
— ¿Qué? —Santana se volvió hacia mí—. ¿Cómo?
—Cuando vi su cuerpo, fue como si de repente me convirtiera en la víctima —le expliqué—. Ella se cortó el cuello, pero no quería, alguien la hizo hacerlo. Él estaba controlándola y, luego estaba riéndose mientras ella moría. Era Jake, lo sé.
Santana cerró los ojos y sacudió la cabeza. — ¿Estás segura de esto?
—San, pude sentirlo. Ha sido él.
Ambas guardamos silencio hasta que hablé de nuevo. — ¿Qué ha ocurrido una vez que ella ha muerto? No he llegado tan lejos.
La expresión de Santana era afligida, pero su voz sonaba impasible. —Fue encontrada muerta en el suelo del baño. Eso es todo lo que sé. Una de las junior entró y la vio yaciendo en un charco de sangre. No había nada más allí, excepto un cuchillo de cocina—. Estaba agarrando el volante con tanta fuerza que sus nudillos se volvieron blancos.
— ¿Por qué crees que Jake la habrá elegido?
—Supongo que simplemente tuvo mala suerte —dijo Santana—. Estaba en el lugar equivocado, en el momento equivocado. Sé que era tu amiga, Britt, lamento que esto sucediera.
— ¿Es culpa nuestra? —le pregunté en voz baja—. ¿Lo ha hecho para vengarse de nosotras?
—Lo ha hecho porque es un enfermo —dijo Santana. Estaba mirando sin pestañear a la carretera de delante, como si estuviera tratando de contener todo lo que sentía en su interior—. Desearía que no hubieras estado allí para verlo. —Santana sonaba enojada, pero sabía que no era conmigo.
—He visto cosas peores.
— ¿En serio?
—En el lugar de donde vengo vemos muchas cosas malas —le dije. No le mencioné lo diferente que era experimentar la pérdida de primera mano en la Tierra, cuando la víctima era tu amiga y el dolor se multiplicaba por diez—. ¿Tú también la conocías? —le pregunté quedamente.
—He estado en la escuela con esos chicos desde primer grado. Los conozco a todos.
—Lo siento —puse mi mano sobre su hombro, que estaba tenso y rígido.
—Yo también —dijo Santana.
Samuel y Quinn ya estaban enterados de lo que había sucedido cuando llegamos a casa.
—Tenemos que actuar ya —dijo Quinn—. Esto ha ido demasiado lejos.
— ¿Y qué propones que hagamos? —le preguntó Sam
—Tenemos que detenerlo —dije—. Destruirlo si es necesario.
—No podemos destruirlo así como así —dijo Sam—. No estamos autorizados parar una vida sin motivo.
— ¡Pero él ha tomado la vida de otra persona! —grité.
—Brittany, no podemos hacerle daño a menos que sepamos sin lugar a dudas quién o qué es él. Así que, por más que lo deseemos, la confrontación está fuera de cuestión por el momento.
—Tal vez ustedes no puedan hacerle daño —dijo Santana—, pero yo sí. Déjenme pelear contra él.
Los ojos grises de Sam tenían una expresión inflexible. —Le serás inútil a Brittany muerta —dijo bruscamente.
— ¡Sam! —grité, angustiada ante la idea de que alguien hiriera a Santana. Sabía que era capaz de meterse de cabeza en una pelea si creía que así iba a protegerme.
—Soy más fuerte que el —dijo Santana—. Sé que lo soy, confíen en mi déjame hacerlo.
Quinn puso una mano sobre el hombro de Santana —No sabes a que nos estamos enfrentando con Jake Thorn —dijo.
—Es sólo un estúpido —dijo Santana—. ¿Cuán aterrador puede ser?
—No es una persona cualquiera —dijo Quinn—. Hemos detectado su aura y se está fortaleciendo. Esta aliado con fuerzas oscuras que ningún ser humano puede entender.
— ¿Qué estás diciendo? ¿Qué es un demonio? —Preguntó Santana, con incredulidad—. Eso es imposible.
—Crees en los ángeles. ¿Es tan difícil contemplar que podríamos tener homólogos malvados? —preguntó Sam
—He tratado de no pensar en eso —dijo Santana.
—Tan cierto como es que hay un Cielo, hay un Infierno —dijo Quinn con suavidad.
— ¿Así qué creéis que Jake Thorn es un demonio? —susurré.
—Creemos que puede ser un agente de Lucifer —dijo Sam—. Pero necesitamos una prueba antes de poder actuar para detenerlo.
La prueba llegó cuando desempaqué mi mochila poco después aquella tarde. Un familiar rollo de papel estaba metido dentro de la cremallera. Lo desenrollé para revelar la escritura distintiva de Jake:

Cuando las lágrimas de los ángeles inunden la tierra,
Recobrarán las puertas del Infierno toda su fuerza.
Cuando la caída del ángel sea inminente
La hija de dios encontrará su fin.


Sentí un repentino nudo atascado en mi garganta. Jake había amenazado ¿A Santana? ¿La hija de dios? Su venganza ya no era sólo contra mí. Apreté el brazo de Santana. Podía sentir sus delgados brazos bajo mis dedos, pero se trataba sólo de fuerza humana.
— ¿Eso es prueba suficiente para ti? —preguntó Santana en voz baja.
—Eso es un poema y nada más —dijo Sam, un poco alterado, y mirando fijamente a Santana—. Escucha, creo que Jake está detrás del asesinato y de todos los accidentes. Creo que tiene la intención de causar estragos, pero necesito pruebas concretas antes de poder actuar, las leyes del Reino así lo exigen.
—Y entonces, ¿qué vas a hacer? —quiso saber Santana.
—Todo lo que sea necesario para mantener la paz —dijo Sam
— ¿Incluso si eso implica matarlo? —Santana habló claramente.
—Sí. —Fue la respuesta gélida de Sam—. Porque si es lo que sospechamos que es, entonces quitándole su vida humana lo devolveremos al lugar de dónde vino.
Santana consideró esto durante un momento y luego asintió—. Pero, ¿qué es lo que quiere de Britt? ¿Qué puede darle ella?
—Britt lo rechazó —dijo Sam—. Alguien como Jake Thorn suele conseguir lo que quiere. En este momento su vanidad está herida.
Arrastré mis pies inquieta. —Él dijo que había estado buscándome desde hacía siglos...
— ¿Dijo qué? —Estalló Santana—. ¿Qué significa eso?
Sam y Quinn se miraron preocupados.
—Los demonios a menudo buscan a un humano para hacerlo suyo —dijo Quinn—. Es su versión retorcida del amor, supongo. Atraen a los humanos al infierno, y ellos están forzados a permanecer allí para siempre. Con el tiempo son corrompidos e incluso comienzan a desarrollar sentimientos por su opresor.
—Pero, ¿qué sentido tiene eso? —Preguntó Santana—. ¿Acaso los demonios pueden tener sentimientos?
—Es, principalmente, para disgustar a Nuestro Padre —dijo Quinn—. La corrupción de sus creaciones le causa una gran angustia.
— ¡Pero yo ni siquiera soy un ser humano real! —dije.
—Exactamente —contestó Sam—. ¿Qué mejor premio que un ángel en forma humana? Capturar a uno de nosotros sería la victoria final.
— ¿Está Britt en peligro? —Santana se acercó aún más a mí.
—Creo que todos podemos estar en peligro —dijo Sam—. Sólo deben de tener paciencia. Nuestro Padre nos mostrará el camino a su debido tiempo.
Insistí en que Santana pasara la noche con nosotros, y después del mensaje de Jake, Quinn y Sam no se opusieron. A pesar de que no dijeran mucho, yo sabía que estaban preocupados por la seguridad de Santana. Jake era impredecible, como un fuego artificial que podía estallar en cualquier momento.
Santana llamó a sus padres y les dijo que se quedaba a dormir en casa de una amiga para que pudieran terminar de prepararse para el examen del día siguiente. Su madre no le hubiera permitido quedarse si hubiera sabido que estaba en mi casa, Ana era demasiado conservadora para eso. Ella y Sam se habrían llevado a las mil maravillas.
Les dimos las buenas noches a Quinn y Sam y subimos las escaleras hasta mi habitación. Santana permaneció en el balcón mientras yo tomaba una ducha y me lavaba los dientes. No le pregunté en que estaba pensando o si estaba tan asustada como yo. Sabía que nunca lo admitiría, al menos no ante mí. Para dormir, se desvistió hasta quedarse en un pequeño short que decían: ¡No te preocupes! En la parte de atrás y una pequeña blusa blanca. Yo me puse unas mallas y una camiseta suelta.
No nos dijimos mucho la una y la otra esa noche. Me quedé quieta y escuché el sonido de su respiración constante, notando como subía y bajaba su pecho. Con su cuerpo curvado alrededor del mío y sus brazos protectoramente rodeándome, me sentía segura y protegida. A pesar de que Santana era sólo una humana, parecía que podía protegerme de todo. No me habría asustado si un dragón escupiendo fuego hubiera arrancado el techo, porque sabía que Santana estaba aquí. Me pregunté por un instante si no esperaba demasiado de ella, pero en seguida deseché la idea.
Me desperté en medio de la noche, asustada por un sueño que no podía recordar. Santana estaba a mi lado. Se veía tan hermosa cuando estaba dormida, con sus perfectos labios entreabiertos, su pelo revuelto sobre la almohada, su suave y bronceado pecho subiendo y bajando pausadamente al respirar. Mi ansiedad se apoderó de mí y extendí mi mano hacia ella. Se despertó con facilidad, y sus ojos eran sorprendentemente oscuros pero con una pureza sorprendente incluso bajo la luz de la luna.
— ¿Qué es eso? —Susurré, de repente consciente de las sombras—. Por ahí, ¿lo ves?
Sin dejar de rodearme con el brazo, Santana se incorporó y miró a su alrededor — ¿Dónde? —preguntó, con voz somnolienta. Señalé la esquina derecha de la habitación. Santana salió de la cama y caminó hacia donde yo estaba apuntando.
— ¿Aquí? —preguntó cuando llegó al lugar que le había indicado—. Estoy bastante segura de que esto es un perchero —asentí y luego recordé que ella no podía verme en la oscuridad.
—Me pareció ver a alguien allí de pie —le dije—. Un hombre con un abrigo largo y con un sombrero—. Dicho en voz alta sonaba ridículo.
—Creo que estás viendo fantasmas, nena —Santana bostezó y se golpeó el pie en el perchero—. Sí, definitivamente un perchero.
—Lo siento —le dije cuando volvió a la cama. Mientras me dejaba envolver en la calidez de su cuerpo.
—No tengas miedo —murmuró—. Nadie puede hacerte daño mientras yo esté aquí.
Yo confiaba en ella y, después de un rato, dejé de escuchar ruidos y movimientos.
—Te amo —dijo Santana justo antes de que fuera arrastrada al sueño de nuevo.
—Yo te amo más —dije juguetonamente.
—Ni hablar —dijo Santana, completamente despierto ahora—. Soy más sexi, puedo contener más amor dijo riendo.
—Soy un ángel, por lo tanto mis partículas de amor son más comprimidas, lo que significa que puedo almacenar más.
Santana se echó a reír. —Ese argumento no tiene sentido. Desestimado.
—Sólo me baso en lo mucho que te extraño cuando no estás cerca —repliqué.
— ¿Cómo puedes saber cuánto te extraño? —dijo—. ¿Tienes algún tipo de medidor integrado que nos pueda dar una lectura?
—Soy un ángel; por supuesto que tengo un medidor integrado.
Me fui durmiendo, reconfortada por la sensación de su pecho contra mi espalda. Podía sentir su aliento en mi nuca. Acariciaba la piel suave de sus brazos, bronceada por ascendencia. Bajo la luz de la luna podía ver cada vello, cada vena, cada gesto, y me encantaba todo. Ese fue mi último pensamiento antes de quedarme dormida esa noche, y me di cuenta que el miedo me había abandonado por completo.
Emma.snix
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cerrado Re: [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo

Mensaje por aria Lun Sep 16, 2013 9:54 pm

Sabia que era un Angel del Mal X-( Dioooos!!! Pobre Taylah eso fue cruel y malevolo :'( No quiero ni imaginar como debe de estar Rachel al saberlo...

Entonces tambn va a por Santana??? Bastardo!!! Sabia que el ra el culpable de todo lo que estaba.pasan alii...
Por lo menos las.chicas estan juntas... Yo no creo que eso alla sido solo el perchero la descripcion de Britt fue muy clara, y ese mismas figura que describio estuvo en el partido de San...
aria
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