[Resuelto]FanFic BRITTANA: "5ta Avenida Neoyorkina". 2da Parte (Primero viene el amor....luego viene el matrimonio). EPÍLOGO

Hola      …..buenas noches       a todas/os…….uffff, por fin terminé de adaptar el presente capítulo (pasa que anteriormente       me distraje con un libro que me tuvo ocupada hasta que terminé de leerlo, estaba algo cansada……..pero quise cumplir con lo prometido que inmediatamente       me puse a la tarea de transcripción y adaptación)……...en fin, dejando de lado el motivo de mi distracción, debo reiterar mi       agradecimiento por su apoyo y seguimiento constante a la historia. En el capítulo de hoy Santana se percata de un pequeño detalle (a ver si adivinan       cual es el dichoso detalle       jejejejeje)


*Título de próximo capítulo: “Luna de Miel: Segunda Parte” (día de actualización: martes o miércoles a más tardar)


Sin más que decir por el momento……….no las aburro más, disfruten del capítulo



Me encantará recibir sus críticas, comentarios, sugerencias, etc.………….así que a escribir.


NOTA DE ACLARACIÓN PERMANENTE E IMPORTANTE.- La presente historia no me pertenece…………puesto que se basa en la obra “Castle Hill” (continuación del libro “Calle Dublín”) de Samantha Young, y en la traducción de dicha obra realizada por la fabulosa comunidad virtual Bookzinga (Versión que puede hallarse en Internet).


Aclaro que si bien en la obra, la historia los lugares principales que se señalan son Escocia y EE.UU, tomando en cuenta las características y el contexto en el que se desarrolla Glee mantuve EE.UU (concretamente Nueva York) e Italia como lugar de inicio de historia (¿algo loco no?........se han imaginado a Naya/Santana con esos aires tan característicos de los italianos………yo ya lo hice jejejeje). Sobre el resto de los personajes, considerando las características de algunos de la obra original y en correlación con los de Glee puse a quienes se ajustaban a estas personalidades.



Ahora……….solo queda esperar sus opiniones.

Capítulo 4
“Luna de Miel: Primera Parte….”

- ¿Eso dice lo que creo que dice? –pregunté, inclinando mi mejilla contra el brazo de Brittany. Con su mano agarrada en la mía, permanecí al lado de ella delante del tablero de salidas en el aeropuerto de Nueva York completamente emocionada por nuestra luna de miel en Hawaii, y tratando de no estar desanimada por la información en el tablero.


Brittany le dio a mi mano un apretón.


- Sí. Retardado.


Nuestro vuelo estaba retardado por unas horas, lo que significaba estar atascadas en el aeropuerto. Por suerte, el aeropuerto de Nueva York no era cualquier lugar. De hecho, era un sitio agradable. Estábamos rodeadas de tiendas de diseñadores, restaurantes, y un bar antiguo ovalado en uno de los extremos de la sala de salidas internacionales. Aún así. Era un aeropuerto. Como seres humanos estábamos genéticamente predispuestas a odiarlos.


Mi extremadamente sexy esposa soltó mi mano para atraerme a su costado, su mano descansando en la parte baja de mi cadera.


- ¿Quieres esperar en la sala de primera clase, conseguir un trago allí o quieres ir al bar que acabamos de pasar? –preguntó, ausentemente presionando un beso en mi sien.


Esta era una de las cosas que amaba de ella. Después de estar privada de afecto durante años, me había tomado un tiempo acostumbrarme al contacto físico de Brittany, pero ahora no sabría que hacer sin ello. Su cariño por mí venia tan fácilmente que me tocaba y besaba todo el tiempo, incluso cuando estaba medio distraída. Había pasado de estar incomoda con ello, a esperarla y codiciarla.


- Ve –asentí, tomando un paso de mala gana hacia atrás-. Necesito ir al baño. Te encontraré en el bar.


Después de orinar, me quede frente al lavabo, analizando mi rostro en el espejo. Después de la boda, Rachel había dicho que yo lucia diferente. No había sabido que quiso decir en el momento, pero mirando mí reflejo ahora tuve que preguntarme si había algo diferente sobre mis ojos. Eran marrón oscuro e inclinados hacia arriba. Sabia por fotografías de mi misma que mis ojos tendían a resultar intensos, algunas veces con una especia de mirada lasciva, aunque la mayoría de las veces era sin intención. La calidez solo entraba en ellos en fotografías que tomaban de mí riendo. No obstante, mirando fijamente a mis ojos podía ver un cambio. La intensidad no los había dejado por completo, pero había algo definitivamente nuevo reflejado allí. Algo bueno. Algo cálido.


Agaché la cabeza, sonriendo mientras me secaba las manos.


Mi vista cayó a mis piernas. Estaban desnudas en el vestido corto de tirantes que había elegido para usar en anticipación del tiempo caluroso en Hawai. Mi piel morena estaba lista para un gran bronceado mientras me recostaba cerca de la piscina durante los próximos catorce días. Las vacaciones no eran algo de lo que alguna vez me preocupara porque había perdido toda esa cosa cuando perdí a mi familia. Sin embargo, nunca había estado en algún lugar como Hawai. Y estaría allí con mi ardiente esposa.


Brittany y yo teníamos vidas ocupadas. Esta era la primera vez que pasaríamos unas sólidas catorce noches sólo disfrutando de la compañía de la otra sin interferencias del trabajo, amigos o familia. Días cerca de la piscina o en la playa, y noches de sexo caliente y energético.


Mi sonrisa se volvió arrogante.


Saliendo con tranquilidad de la sala de embarque, vagué lentamente hacia el bar, contenta que al menos no estaría corriendo apresurada por ahí siendo un desastre sudoroso y nervioso como algunos pasajeros que llegaban tarde. Mis ojos fueron a la deriva al tranquilo bar, encontré la espalda de Brittany frente a mí mientras ella se sentaba en una banqueta. La camarera se mantuvo lanzándole miradas clandestinas mientras pretendía estar ocupada.


Brittany era irremediablemente atractiva, sexy, alta, rubia, de piel blanca con unos increíbles ojos azules que me transportaban al cielo con solo mirarla, de personalidad imponente que gustaba de usar ropa de diseñador mucho mejor que cualquier modelo de pasarela internacional. Desde el momento que la conocí había estado sorprendida por su confianza natural. Era caliente. Incluso cuando llegaba a la arrogancia, fastidiándome bastante, todavía la encontraba caliente.


Así que no me sorprendía que muchas personas también encontraran a mi esposa devastadoramente atractiva.


Cuando al principio comenzamos nuestra relación sin ataduras, había pretendido que no me importaba cuando veía otra mujer coqueteando con Brittany. Después, una vez que dejé de hacerle pasar un mal momento y admití que la amaba tanto como ella me amaba, había encontrado difícil no ahuyentar los repugnantes flirteos de ella. De hecho, algunas veces perdía el control y no era muy educada al decirles a aquellas mujeres que Brittany era sólo mía. Por supuesto, ella encontraba esto divertido y totalmente excitante.


No tanto cuando era turno de ella.


Aún así, nuestra relación había crecido, al igual que mi confianza en nosotras, como la de Brittany, y juntas habíamos madurado en cierto modo. No por completo, pero lo suficiente para que en ese momento no quisiera llegar a zancadas a donde estaba Brittany en frente de la camarera y reclamar mi derecho.


Iba a mi luna de miel. Había tomado un gran salto al dejar mis problemas atrás hasta incluso llegar a casarme. Estaba de un maldito buen humor.


Quería jugar.


Ocultando mi sonrisa traviesa, suavice mis rasgos hasta que estaban perfectamente en blanco y paseé hacia la barra. Sin embargo, no tomé la banqueta al lado de Brittany. Mis tacones resonaron en el piso duro y brillante cuando me pavoneé a una banqueta que me daba una buena vista de Brittany….en el lado opuesto de la barra.


- ¿Qué puedo servirte para beber? –preguntó la camarera cortésmente.


- Una copa de vino tinto, por favor.


Sentí los ojos de Brittany sobre mí mientras la camarera se giraba para traer mi bebida. Dando una mirada en su dirección, vi sus ojos bailar ante mi travesura.


Ella sabía exactamente lo que estaba haciendo.


La camarera me entregó la copa de vino mientras yo intentaba no reír.


- Hola –saludé casualmente por la barra-, soy Santana.


Ella me miró por un momento con aquellos ojos suyos intimidantes, hermosos y azules claros. Y luego, obviamente, decidió simplemente ir con ello cuando se bajo de su banqueta e hizo su camino hasta estar a mi lado. Me dio una sonrisa mientras alcanzaba a tomar mi mano en la suya. Sentí su pulgar frotar sobre mi anillo de bodas.


- Brittany.


Le di una sonrisa pequeña y coqueta.


- ¿Puedo conseguirte un trago?


- En verdad debería decir que no.- Levantó su dedo con su alianza de bodas en el-. Estoy casada.


- ¿Ah sí? –oculté mi sonrisa, sintiendo una avalancha de excitación pasar por mí ante nuestro pequeño juego-. No me di cuenta. ¿Lo tomaré como que tu esposa no está contigo esta noche?


- Al parecer, no –contestó Brittany, su boca torciéndose con absoluta diversión ahora cuando nuestros ojos se encontraron.


Fingiendo que no estábamos en un bar en un aeropuerto sino en casa, mi mirada se volvió ardiente en una forma que sólo Brittany entendía.


- Esas son buenas noticias.


- ¿Lo son? –bajó la mirada a mi mano izquierda.


Giré para que mi diamante brillara hermosamente en la luz.


- Sí, también estoy casada.


Sus ojos miraron a los míos otra vez, la respuesta de Brittany estuvo llena de una sinceridad que de alguna forma lograba ser tan emocional como sexual.


- Es una mujer muy afortunada.


Incliné la cabeza de un modo coqueto.


- Eso es lo que escuché.


Brittany se cernió sobre mí y sabia que ni siquiera se dio cuenta que lo estaba haciendo.


Mi sonrisa creció.


- Entonces, ¿puedo comprarte un trago?


- De hecho, creo que me gustaría eso.


El aire estaba cargado entre nosotras mientras ella esperaba por mi siguiente movimiento. Desvié la mirada y llamé a la camarera. Después de ordenarle un trago, esperé para ver si Brittany mantendría la fachada conmigo.


- Entonces, ¿A dónde estás viajando? –preguntó, con su tono divertido pero ligeramente ronco.


No tenía que mirar a sus ojos para saber que estaba excitada, pero miré de todas formas porque necesitaba hacerlo.


- Hawai –presioné mi pierna contra su muslo, deseando que no estuviéramos en un lugar público. Quería sus manos sobre mí.


- Yo también.


- Su trago –la camarera le entregó el trago a Brittany.


Agarramos nuestras copas y brindamos.


- ¿Negocios o placer? –pregunté con picardía.


- Oh, definitivamente estoy esperando placer –dijo tomando un sorbo de vino.


Lentamente lamí una gota de vino de mi labio inferior, triunfando sobre el gemido sofocado que se produjo desde la parte posterior de la garganta de Brittany.


- Somos dos entonces.


Con los ojos todavía en mi boca, la mano de Brittany se apretó alrededor de su copa.


- Mi esposa no estará muy complacida de encontrar una mujer extraña flirteando conmigo en un bar.


- ¿Tu esposa es del tipo celosa? –bromeé.


Mi diversión fue ahogada por la intensidad de nuestra conexión cuando nuestros ojos contactaron.


- Puede serlo –murmuró.


Tomé un respiro.


- ¿Eres del tipo celosa?


- Absolutamente.


Sonreí.


- Entonces, ambas son un poco posesivas, ¿eh? Tampoco creo que le vaya a gustar lo que estoy pensando hacerte.


Brittany recorrió su mirada sobre mi rostro antes de contestar.


- No, definitivamente no le gustaría. Pero, sabes…..me recuerdas a mi esposa.


Riendo entre dientes, presioné mi pierna más duro contra la suya.


- Sí, tu también me recuerdas a mi esposa.


Con sus ojos brillando de risa, Brittany preguntó:


- ¿Qué haría tu esposa si estuviera aquí ahora mismo?


- Bueno, es un poco posesiva, pero toda una dama, así que sería educada cuando dejara perfectamente claro para ti que no soy tuya para que andes coqueteando.


- Mujer inteligente.


- Eso es lo que escuché.


Su risa siempre me hacía sentir como si hubiera ganado algo.


La miré fijamente, deleitándome con todo acerca de ella. Poco a poco, sus carcajadas se desvanecieron y estábamos mirándonos entre sí como si estuviéramos a punto de comenzar a hacer el amor justo allí en el bar.


- Entonces, ¿Qué haría ella?


El hormigueo entre mis piernas estalló a la vida y sentí mis pechos hincharse contra la tela delgada de mi vestido. Moviéndome más cerca, inhalando su aroma familiar, deseé que estuviéramos en algún lugar donde pudiéramos hacer algo por el hecho de estar tan encendidas.


- ¿Santana?


Me aclaré la garganta.


- Probablemente me besaría. Y luego insistiría en escuchar todas las cosas que voy a hacerle cuando la tenga a solas.


Los ojos de Brittany al instante se oscurecieron, su cabeza descendió a la mía antes de que pudiera pestañar. Su beso fue profundo y caliente, y me encontré aferrándome a ella. Me estremecí ante la sensación de su mano metiéndose discretamente bajo mi vestido, su toque haciendo a mis pezones endurecerse con necesidad. Jadeé rompiendo nuestro beso.


Apenas consciente de alguien alrededor de nosotras, llevé mis labios a su oreja.


- Tan pronto como te tenga sola –susurré-, voy a dejar que me hagas el amor todo el tiempo como quieras.- Luego continué detallando hasta que mi respiración quedo atrapada, y los músculos en la mandíbula de Brittany estaban tensos.


De hecho, cada línea de su cuerpo lo estaba. Su mano se apretó alrededor de mi muslo. Dejé caer mí frente al lado de su mandíbula, intentando controlar mi respiración.


Después de unos largos minutos, el agarre de Brittany se aflojó y me atrajo en un abrazo. Me acurruqué en su cuello, sintiendo el ardor de la lujuria insatisfecha.


- Lo siento –murmuré contra su piel.


Acarició mi espalda con calma.


- No lo sientas. Fue caliente.


- Demasiado caliente para un aeropuerto.


La sentí temblar ligeramente, obviamente riendo.


- Probablemente. Aunque me encargaré de ti más tarde. Y, oye, al menos no tienes una excitación evidente en público.


Fue mi turno de reír. Echándome hacia atrás, bajé la mirada a su regazo, oculto debajo de la barra, para ver que no estaba mintiendo. Levantando la mirada a su rostro dije:


- Tu madre. Desnuda.


Una mirada de desagrado quitó el calor de sus ojos.


Tomó un sorbo de whisky y al final murmuró:


- Gracias.


Miré abajo a su regazo. La excitación se había ido.


Intentando no sonreír, alejé la mirada y pregunté despreocupadamente:


- ¿De qué quieres hablar hasta que el vuelo sea llamado?


- Vientos fríos. Agua, nieve. El portero feo del lugar donde antes trabajabas. Gachas de avena.


Exploté en carcajadas.


- ¿Quieres decir cualquier cosa que no te vaya a dar excitación alguna?


Me sonrió, sus ojos vagaron por mi rostro con mimo.


- Tal vez deberíamos simplemente dejar de hablar. Y poner una bolsa en tu cabeza. Y cubrir tus piernas.


- No me mires.


- Todavía puedo olerte.


- Podría moverme.

- Atrévete a alejarte de mí y te pondré sobre mis piernas, Santana.


- Eso no suena tan malo.


Brittany me fulminó con una mirada sucia y me cubrí la boca con la mano para que no pudiera ver mi sonrisa.


Nos quedamos en silencio por unos minutos y luego apoyé el codo sobre la barra, descansando el mentón en mi palma mientras le decía en voz baja:


- Hasta el momento, me está encantando nuestra luna de miel.


Tomó mi otra mano en la suya.


- A mí también.


Me acerqué más a ella, apoyando la rodilla contra la suya.


- ¿Quieres esperar en la sala de primera clase? Estoy segura que esté lleno de empresarios y empresarias anticuados quienes con certeza harán añicos el humor muy sexual que tenemos aquí con toda su actitud rígida-altiva-estoica.


La boca de Brittany se retorció.


- ¿Actitud rígida-altiva-estoica?


- Rígida-altiva-estoica.


Asintió, ahora riendo en voz baja mientras se bajaba de la banqueta y me ayudaba a bajar de la mía. Envolviendo un brazo alrededor de mi cintura, dijo mientras caminábamos hacia la sala:


- Tal vez deberíamos dejar de usar la palabra “rígida” ya que al parecer, estar casada para ti significa perder el control sobre mi cuerpo y la dignidad que podría tener.


- ¿Motivos de divorcio? –bromeé mientras presentábamos nuestros boletos a un encargado de la aerolínea en las puertas de la sala.


- Motivos para un maratón de sexo –contestó lacónicamente, sin preocuparse de que el encargado de la aerolínea se había sonrojado ante su respuesta-. No serás capaz de caminar por un tiempo cuando haya acabado contigo –continuó, gentilmente guiándome a la sala, dejando al jadeante encargado detrás.


Determinadamente intenté no mostrar mi vergüenza, tan acostumbrada como estaba a ella diciéndome algunas veces cosas como esas, calientes e inductoras de sonrojos en público. La clave era no dejarle saber que me ponía nerviosa.


- Estoy feliz con eso, siempre y cuando estemos hablando de orgasmos múltiples.


Tres de los empresarios volvieron sus cabezas hacia mí desde la pequeña barra en la sala, con sus cejas elevadas.


Brittany y yo nos detuvimos y sentí su mano apretar mi cadera.


- Vamos a conseguir que nos echen de la sala de primera clase.


Sonreí ampliamente.


- Tú lo comenzaste.

- De hecho, tú lo comenzaste.


Exhalé un suspiro y miré mi reloj.


- Bueno, por desgracia tenemos casi diez horas antes de que podamos finalizarlo.


Sin lucir demasiado feliz sobre eso, los ojos de Brittany recorrieron el lugar, un brillo entrando en ellos cuando quedaron estancados en la puerta del baño.


- No –dije de inmediato.


Me lanzó esa sonrisa infantil que era muy, muy difícil de resistir.


Mierda, mierda, joder.


- Brittany, no –siseé-. No hay manera que podamos hacer eso con discreción.


- ¿Y?


- Brittany…..


Soltó mi mano.


- Sígueme en un minuto.


Le agarré la mano.


- No, estamos actuando como adolescentes.


Su sonrisa se amplió mientras inclinaba su cabeza hacia la mía.


- Estamos en nuestra jodida luna de miel, cariño, ese es todo el punto.- Vio hacia atrás al baño y me apretó la mano-. Iré y entonces me sigues cuando pase un minuto. Finge que estoy enferma o algo así y estás sólo comprobando que estoy bien.


Antes que pudiera rehusarme otra vez, Brittany se alejó tranquilamente de mí, desapareciendo en el baño.


Miré alrededor de la sala. Había sólo cuatro hombres y una mujer en ella, y ninguno me estaba observando. Aún…..


- Nunca he estado en primera clase –murmuré-, y voy a conseguir que me echen antes de siquiera llegar al avión.


Frunciendo el ceño, esperé lo que se sintió como un milenio, pero fueron unos cuantos segundos y deambulé cerca de la puerta del baño. Sintiéndome como una completa idiota, golpeé y pregunté:


- Cariño, ¿te sientes bien?


Cuando ninguna respuesta vino, entré como si fuera una esposa preocupada y nada más.


No podríamos estar engañando a nadie en esa tontería.


Una vez dentro, descubrí que había puertas separadas para hombres y mujeres.


Llamé a la de mujeres, y mis nudillos apenas habían dejado la puerta antes de que se abriera lo suficiente amplia para que Brittany me arrastrara dentro, la cerrara de un golpe, bloqueara, y presionara mi espalda contra ella.


Coloqué los brazos sobre sus hombros mientras ella presionaba su cuerpo firme contra el mío.


- Vamos a lograr que nos echen a patadas de primera clase.


Su mano acarició mi trasero antes de recorrer hacia abajo mi muslo y luego de vuelta arriba por debajo de mi vestido. Sus talentosos dedos se deslizaron debajo de mis bragas y susurró con voz ronca:


- Entonces vamos a hacer que valga la pena.

Hola……..buenas       noches a todas/os…….antes de proseguir debo decir que me disculpo       sinceramente con ustedes por no actualizar en los plazos o días que indiqué……..en mi defensa diré que honestamente me       distraje leyendo unos libros y creo que serán mis próximas obras para adaptar (en fin, eso lo sabrán en su debido momento)……….Hay algo importante que se me pasó mencionar (no       me maten mentalmente ¡por favor¡), se trata precisamente sobre esta segunda parte de la historia: verán, revisé constantemente las obras de la autora de la historia original y la segunda parte consta apenas de 7 capítulos (ojo: respeto la estructura original de la historia) y un relato adicional del otro protagonista (en nuestro caso, Brittany) y lo que siente cuando sucede el segundo reencuentro. Todo esto quiere decir que estamos a             casi nada de tener la conclusión de la historia……….


Sin embargo, estuve pensando que dado que por ahora no se vislumbra nada para continuar la historia original por parte de la autora, pensé que quizás podría elaborar un relato de mi creación para darle un toque adicional sobre como habrían continuado las cosas entre las protagonistas (recibo sugerencias) ¿Qué piensan al respecto?


Creo que en el capítulo de hoy, tendrán sentimientos      encontrados sobre la actitud de Santana…….pero no se dejen llevar por las primeras apariencias, que en uno de los siguientes capítulos la sexy de Brittany va a sacarle canas por el coraje y decepción       que le hará pasar a Santana…….sin embargo, les pido conserven la calma, la historia tiene uno de esos finales felices que tanto nos gustan       jejejeje (ojo: como leí en alguno de los comentarios y reafirmo o confirmo sus acertadas suposiciones: ya existe un dulce e inocente       “bebé a bordo”)


*Título de próximo capítulo: “El regreso a casa” (día de actualización: sábado o domingo a más tardar)


Sin más que decir por el momento……….no las aburro más, disfruten del capítulo



Me encantará recibir sus críticas, comentarios, sugerencias, etc.………….así que a escribir.


NOTA DE ACLARACIÓN PERMANENTE E IMPORTANTE.- La presente historia no me pertenece…………puesto que se basa en la obra “Castle Hill” (continuación del libro “Calle Dublín”) de Samantha Young, y en la traducción de dicha obra realizada por la fabulosa comunidad virtual Bookzinga (Versión que puede hallarse en Internet).


Aclaro que si bien en la obra, la historia los lugares principales que se señalan son Escocia y EE.UU, tomando en cuenta las características y el contexto en el que se desarrolla Glee mantuve EE.UU (concretamente Nueva York) e Italia como lugar de inicio de historia (¿algo loco no?........se han imaginado a Naya/Santana con esos aires tan característicos de los italianos………yo ya lo hice jejejeje). Sobre el resto de los personajes, considerando las características de algunos de la obra original y en correlación con los de Glee puse a quienes se ajustaban a estas personalidades.



Ahora……….solo queda esperar sus opiniones.

Capítulo 5
“Luna de Miel: Segunda Parte….”

Desde el momento que pusimos un pie en nuestra villa estilo plantación en el complejo de lujo que Brittany había reservado para nuestra luna de miel en el Pacífico, no quise volver a casa.


A una caminata de pocos minutos del complejo principal, en una colina con camino natural, estaba nuestra villa. Un enorme porche con una piscina y cabaña con vistas al océano. Dentro había un living enorme, hermoso y aireado con muebles blancos que casi tenía miedo de tocar y un increíble dormitorio con una cama con dosel envuelta en velos blancos y un vestidor. El toque final de belleza era el baño de mármol, que debía haber sido más grande incluso que el apartamento entero de Olivia.


Brittany y yo habíamos estado allí por tres días. Los pasábamos vagando en nuestra piscina privada, disfrutando de vistas espectaculares que te llenaban con la clase de alegría que deseaba que cada día trajera. A la noche elegíamos uno de los tres asombrosos restaurantes, íbamos a uno de los bares por algunas bebidas y volvíamos a la villa donde hacíamos el amor por horas.


LA MEJOR LUNA DE MIEL DE LA VIDA.


Para cambiar de escenario, dejamos la villa el tercer día y tomamos unas reposeras bajo una sombrilla en la playa. De vez en cuando un miembro cortés del personal se nos acercaría a preguntarnos si deseábamos comer o beber algo mientras las dos nos quedábamos allí, leyendo en nuestros e-readers y absorbiendo el sol.


Sólo una hora antes Brittany finalmente me había convencido de ir al mar. No había sido muy amiga de meterme al agua, pero era tan hermosa sui tranquilidad y la persistencia de Brittany finalmente me llegó y decidí meterme.


Arrullada por la paciencia de Brittany, me tomó por completa sorpresa cuando ella me arrojó al agua.


Nadie arroja al agua a Santana López Pierce y sale ileso.


Esto comenzó una lucha en el agua que hizo que los niños se hicieran a un lado para evitarnos mientras sus padres nos lanzaban miradas enojadas. Brittany estaba muerta de risa. Por supuesto. Estaba ganando. Fue sólo después de levantarme en brazos y arrojarme de nuevo al agua tan fuerte que hizo que casi perdiera el corpiño de mi bikini frente a todo el mundo que decidió que el juego había perdido la gracia. Escupí y resoplé mientras ella nadaba hacia mí y reanudaba las tiras del bikini detrás de mi cuello.


- ¿Feliz ahora? –la había salpicado con agua disparándole una mirada molesta y burlona.


Ella besó mi cuello y envolvió sus brazos en mi cintura bajo el agua.


- Siempre.


No había forma de enojarme con una repuesta así, por lo tanto la dejé ganar, dejándola guiarme de nuevo a las reposeras donde ahora nos estábamos secando. Brittany estaba acostada sobre su estómago, su cuerpo se acomodó lo mejor que pudo y parecía bastante cómoda. Me había puesto de lado, mirándola descansar en el sol de la tarde. Todo en este momento era perfecto. Desde el sonido del agua golpeando con suavidad la orilla, la risa de los niños felices, la suave charla de las otras parejas, el olor de la loción bronceadora y el agua del mar, el suave parpadeo de las pestañas de mi esposa mientras soñaba a mi lado…


Debería estar aterrorizada.


Había mucho que perder.


El miedo se anidó en mí y determinadamente lo empujé afuera de nuevo.


- ¿Por qué me estás mirando? –preguntó Brittany en voz baja, con sus ojos aún cerrados contra el sol.


- Nunca te había visto tan relajada. Es lindo.


- En realidad es lindo relajarse.


Levantando una ceja, la molesté.


- ¿Me estás diciendo que no extrañas estar ocupada?


Abrió sus ojos lentamente, parpadeando ante la luz del sol. Se levantó sobre sus codos.


- Tengo acceso ininterrumpido a mi esposa por las próximas dos semanas. Créeme, no extraño nada.


Un delicioso escalofrío me recorrió y me incliné para que mi boca casi tocara la suya.


- Que elección de palabras.- Rocé sus labios con los míos-. Creo que alguien está intentando meterse en mi bikini.


- ¿Qué quieres decir con “intentando”? –gruño Brittany mientras tomaba mi cuello, así sus siguientes palabras fueron murmuradas contra mis labios. Sin embargo, las entendí perfectamente. Algún arrogante comentario sobre tener acceso ilimitado a lo que estaba debajo de mi bikini. Mordí su labio suavemente en reconocimiento, lo que sólo le hizo gemir en mi boca y profundizar el beso.


Como siempre el mundo desapareció y me encontré balanceándome precariamente en mi reposera, mitad dentro y mitad fuera, agarrándome de los brazos de Brittany mientras me llenaba de besos que aún me dejaban mareada.


El sonido de un agudo y juguetón grito infantil nos separó, y sonreí resignada mientras Brittany rozaba con su pulgar mi labio inferior. Miró en la dirección del grito y mi mirada siguió la suya. Un niño perseguía a la que parecía ser su hermanita, su risa deliciosa y sus grititos de burla molestaban a una joven pareja que descansaba en un lugar cercano a su juego.


Brittany me miró.


- Podemos volver a la villa, estar en la piscina si los niños te están molestando.


Frunciendo el ceño, sacudí mi cabeza. No me molestaban los niños. Su alegría y contento sólo ayudaba a la atmósfera general del complejo.


- La villa parece estar muy lejos, y honestamente no me molestan los niños.


Mi respuesta hizo que Brittany inclinara su cabeza y preguntara en completa sorpresa:


- ¿En serio?


Resoplé y me acosté de nuevo.


- En serio.


- Bueno, eso es una buena señal.


La sonrisa en su voz por algún motivo hizo que mi estómago saltara. Y no de un buen modo.


- ¿Qué es una buena señal? –pregunté, insegura de querer o no la respuesta.


- Tú. Que no te molesten los niños.


Sip, definitivamente no la respuesta que quería.


- Si no te molesta el sonido de los niños de otras personas, definitivamente no te molestaran los sonidos que harán nuestros niños.


Ella bien podría haber rodeado mi garganta con sus manos. Traté de tragar a través del nudo que sus palabras causaron y supe que debía levantarme, alejarme, hacer cualquier cosa, para así no tener un ataque de pánico. Para que no fuera obvio que ella me había desestabilizado esperé lo más que pude antes de decir.


- ¿Quieres una bebida? Iré por una bebida.


Sentí sus ojos en mí mientras me ponía mis sandalias y lentes de sol, apurándome a atar mi pareo en mi cintura. Ni una vez la miré, pero supe por su silencioso-: Claro, nena –que no había sido exitosa en mantener mi ataque para mí misma.


Todo el tiempo que el barista hacia nuestras bebidas la culpa me golpeaba. Había dejado a Brittany preguntándose qué rayos había pasado y si la estaba dejando fuera. Eso era algo que prometí nunca volver a hacerle, y debía mantener mi promesa. Con eso en mente, llevé las bebidas hacia ella y me senté en mi reposera.


Después de unos minutos en silencio, dije:


- Vamos a nuestro porche en la villa.


Mirando a Brittany, la encontré observándome, sus cejas fruncidas en consternación.


- ¿Por qué?


Sostuve su mirada y respondí detenidamente:


- Porque me gusta la paz y tranquilidad. Quiero eso por un poco más de tiempo.


Brittany respiró profundamente y se sentó lentamente para mirarme. Descansando sus codos en sus rodillas, se inclinó y preguntó:


- Pro un día querrás el ruido, ¿verdad?


Mi corazón comenzó a golpear en mi pecho ante ese pensamiento, pero asentí enfáticamente.


- Sí, pero quiero que seamos solo nosotras dos por un tiempo.


Algo oscuro que no comprendí del todo brilló en sus ojos, pero me besó ahuecando mi cara con sus manos, y murmuró contra mis labios:


- De acuerdo.


Cuando se alejó, sus ojos se movieron detrás de mí y frunció el ceño ante algo. Sintiendo que realmente algo la molestaba, le pregunté:


- ¿Estás bien?


Recibí un asentimiento reasegurándome y se alejó, agachándose a recoger sus cosas.


Girándome, hice lo mismo, poniéndome las sandalias de nuevo e inclinándome a buscar mi e-reader, que había ocultado bajo mi reposera en la sombra.


- Maldita sea, ¿te importa? –espetó Brittany.


Mi cabeza se levantó de golpe y mis ojos se encontraron con mi vecino. Era un hombre mayor, quizás en sus cuarenta y poco, casi cincuenta, no estaba con nadie, y miraba fijamente asombrado sobre mi hombro a mi esposa. Sus ojos volaron a mis pechos y luego de vuelta a Brittany.


Genial.


No necesitaba mirar alrededor para saber que el afilado ataque de Brittany había atraído las miradas de todos nuestros vecinos.


- Tu mujer es muy hermosa –comentó el desconocido en un fuerte acento.


Me tensé y rápidamente di la vuelta para hacer frente a Brittany, sacudiéndole la cabeza.


- Déjalo.


No lo dejó.


Me agarró suavemente de la muñeca y me puso tras ella para poder inclinarse en la cara del desconocido.


- Mi esposa es muy hermosa. Pero es invisible para ti. ¿Entendido?


El desconocido asintió.


- Entendido.


Lo entendí también. Entendí que estaba mortificada.


No queriendo causar más de una escena, dejé que Brittany tomase mi mano mientras caminábamos por la playa pero tan pronto como estuvimos fuera de la vista la saqué de su agarre.


- Estás enfadada –suspiró.


- Sí, estoy enfadada. No había necesidad de hablar con él de esa manera. Fue embarazoso. Estabas marcando tu territorio sobre mí como un perro.


Escuché su carcajada, pero no me atreví a mirarlo porque tenía miedo de matarla.


- Ese imbécil había estado comiéndote con los ojos todo el jodido día e ignorando cada mirada de advertencia que le había dado. No me gusta que otras personas miren a mi mujer como si se estuviera imaginando haciéndote cosas sucias cuando saben que estoy justo ahí.


- ¿Dejar caer la bomba S tres veces era realmente necesario?


Suspiró, fuertemente esta vez.


- Sigues enfadada.


Sí, si sigo enfadada.


- Estoy confundida. Exageraste y sabes que lo hiciste. Sólo estoy pensando que la reacción exagerada no tenía nada que ver con ese idiota mirando mis pechos.


En lugar de darme la razón, en vez de decirme que estaba molesta por el asunto no dicho que ocupaba nuestras mentes, Brittany sacudió la cabeza con impaciencia y echó a andar hacia la villa sin mí.


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La cena fue un asunto tranquilo.


Había pasado el resto de la tarde tumbada en la piscina con mis auriculars escuchando Bastille mientras Brittany daba un paseo por el complejo. En el momento que regresó yo estaba en la ducha. Cuando salí de la ducha para prepararme para la cena, ella entró. Después Brittany intentó conversar conmigo. Le gruñí unas cuantas respuestas, ya no tan enfadada con ella como lo estaba por haberme dado un motivo, en nuestra luna de miel, para enojarme con ella.


Me había fruncido el ceño cuando salí del vestidor con un vestido azul que abrazaba mi figura. La tela era de un fino elástico jersey, por lo que a pesar de que me cubría, prácticamente dejaba poco a la imaginación. Era un vestido sexy y lo había comprado para mi esposa devastadoramente ardiente.


En el momento la idea no había sido torturarla, pero estaba enfadada así que ahora la iba a torturar.


Nuestro paseo a la cena fue tranquilo. La noche anterior habíamos cenado en Oceanview, un restaurante situado en la playa. Esta noche nos llevé en silencia al Gran Salón en el edificio principal del complejo.


Ese silencio reinó entre nosotras durante toda la cena.


La tensión entre nosotras estaba aumentando y me di cuenta que Brittany estaba perdiendo la paciencia con ello. O conmigo, más bien.


Decidiendo que lo mejor para nosotras era conseguir una buena noche de sueño y poner la estúpida pelea detrás de nosotras, sugerí tranquilamente que dejásemos a un lado las bebidas esta noche y tan sólo regresásemos a la habitación. Tomé su brusco cabeceo como aceptación.


Terminada la cena, regresamos caminando a la villa. Me quité los zapatos de tacón para hundir los pies en la arena, arrastrándome de mala gana por el camino ajardinado hasta nuestra villa, mientras temía en secreto una noche tranquila en un molesto silencio y sin sexo.


Dentro del paraíso de aire acondicionado, lancé mis tacones al suelo y caminé sobre las baldosas frías hacia el dormitorio. Oí los pasos de Brittany detrás de mí segundos antes de encontrarme a mí misma siendo echada hacia atrás contra su cuerpo.


Di un grito ahogado ante el brusco movimiento, mi aliento enganchándose mientras una mano se deslizaba toscamente hacia arriba desde mi estómago hasta ahuecar mi pecho, mientras que la otra se apoderaba ligeramente de mi cabello. Brittany tiró suavemente mi cabeza hacia atrás, exponiendo mi cuello. Esos temblores familiares pasaron a través de mí mientras ella amasaba mi pecho, y presionaba calientes y húmedos besos por el costado de mi cuello.


Tan abruptamente como me había presionado contra ella, Brittany me empujó hacia adelante hasta que llegué a la cama. Mi torso se inclinó sobre el final de la misma mientras ella abría mis piernas con los pies. En el mismo movimiento deslizó sus manos bajo el dobladillo de mi apretado vestido y empujó la tela hacia arriba hasta que llegó a la mitad de mi espalda, dejándole mi trasero al descubierto.


En este punto, mi respiración era tan caliente y pesada como la suya.


El aire frio tocó mi piel cuando Brittany tiró de mis bragas. Salí de ellas y las pateé a un lado, ampliando rápidamente mi postura de nuevo, y reprimiendo un gemido al sentir lo terriblemente excitada e insaciable de mí que estaba mi ardiente esposa.


Sus dedos se clavaron en mis caderas mientras me atormentaba previamente antes de hacer el amor con ella.


- Brittany –dije en voz baja, su nombre era como un ruego.


Frotó sus dedos entre mis piernas, burlándose de mí sin piedad. Me sacudí hacia atrás y adelante contra ella hasta que fue demasiado.


- Por favor –gemí.


Perdí su calor, pero fue rápidamente reemplazado con sus ansiosos dedos deslizándose entre mis piernas y al interior profundamente.


Gimió al encontrarme ya mojada y al momento en que sus dedos se fueron, ella respiraba entrecortadamente y se dirigió hacia abajo y complacerme sólo como ella hacía para enloquecerme hasta el delirio. Gemí de nuevo, mi pecho presionado a la cama, mis manos agarrando las sábanas mientras Brittany me hacia suya.


La construcción se inició rápidamente y me encontré retrocediendo ante el inminente orgasmo que se avecinaba.


- ¿Quieres que prosiga? –preguntó con voz ronca por la pasión que desbordaba.


- Por favor –jadeé.


Justo cuando estaba a punto de desfallecer Brittany se levantó, dándome la vuelta sobre mi espalda como si no pesara nada, y se apoderó del dobladillo de mi vestido, tirando del mismo hacia arriba por encima de mi cabeza. Lo lanzó a un lado, quitándose a toda prisa su propio vestido antes de agarrar mis muslos, abriendo mis piernas y atrayéndome hacia ella hasta solo dejar un pequeño espacio entre nosotras.


Nuestros ojos se encontraron y ambas gemimos cuando ella al unir nuestros centros empezó con un torturante y delicioso movimiento que me hizo perder la noción del tiempo.


Mientras hacíamos el amor hasta el olvido mantuvimos nuestras miradas fijas, la conexión aumentando nuestra excitación, lanzándonos hacia el clímax más rápido. Sus jadeos y mis gemidos llenaron el aire de la noche hasta que ambas sentimos uno de los más poderosos orgasmos que jamás habíamos experimentado.


- Santana –gimió a la vez que mis músculos internos me hacían saber que sólo ella podía hacerme sentir excitada, satisfecha y amada a la vez, pude sentirla estremeciéndose mientras percibía que ella también sabía que la deseaba y amaba con locura.


Después de un momento, me envolvió en sus brazos y yo envolví mis piernas en torno a ella, lo que le obligó a arrastrarme más arriba en el colchón. Tan pronto como estuve totalmente en la cama, Brittany se derrumbó sobre mí, su boca acariciando su cuello mientras yo apretaba mis muslos alrededor de su cintura y acariciaba la piel húmeda de su preciosa espalda.


Levantó la cabeza para darme un beso suave en la boca, preguntándome mientras se retiraba lentamente:


- ¿He demostrado mi punto?


Levanté una ceja.


- ¿Qué sigues siendo una condenada mandona pero mi sexy esposa? Sí


Su risa la hizo temblar contra mí de una manera que amé y me decepcionó cuando dejó de hacerlo. Esa decepción de desvaneció rápidamente cuando me arrastró contra su costado.


- Debería superarlo –murmuré.


- Un poco –suspiró-. No me gusta la forma en que ese tipo te miraba. Hice un punto.


- Fue vergonzoso….así que….¿realmente fue solo por el sujeto? ¿Honestamente?


- Por supuesto –me besó el cabello-. Y…..tal vez el bikini. Quizás no deberías usarlo de nuevo.


- Pensé que te gustaba ese bikini.


- Me gusta ese bikini, pero lo mismo le ocurre a todos los hombres y mujeres de este complejo que no paraban de desnudarte con la mirada.


- Hmm, está bien.


Soltó un bufido.


- Sabes que odio señalarlo ahora que volvemos a hablar, pero has actuado peor cuando has encontrado a mujeres coqueteando conmigo.


Maldita sea.


- Está bien, es cierto. Pero creía que estábamos tratando de ser adultas, ahora que estamos casadas.


- ¿Era eso lo que estabas haciendo en el aeropuerto? –Se rió de nuevo-. ¿Ser una adulta?


Ella tenía una maldita respuesta para todo.


- Bien –me quejé-. Lamento estar enfadada. Creo que estaba un poco nerviosa…..


- ¿Por qué mencioné a los niños otra vez?


Me tensé en su contra.


- Sólo…..quiero esperar unos años, pero no quiero que estés disgustada por eso. No quiero decepcionarte……..sé que debí haberte dicho esto antes de hacer el tratamiento, yo lo siento tanto.


Rápidamente me encontré a mí misma sobre mi espalda, mi esposa apoyada contra mí.


- No lo haces –prometió-. Vamos a esperar.


En respuesta, la besé.


Pensando en ello, la besé para no tener que ver la decepción que ella estaba tratando tan duro de ocultar a toda costa.

Hola……buenas       noches a todas/os………a casi nada de       llegar al final de esta historia debo decir que me       fascina y complace que este fic sea de su agrado, que distintas personas lean la historia y la comenten o no es muy gratificante (casi me da un patatús       en el buen sentido cuando vi que el fic ya había pasado más de las 12.000 visitas……….todas/os uds. son el mejor público lector y comentarista)……creo haberles comentado con anterioridad que en un momento dado la rubia sexy de Britt iba a portarse como una       verdadera cretina (oh…my glee……..escribir algo así de ella me     costó) y en el capítulo de hoy empieza a hacerlo (pero todo tiene su explicación…… a ver si recuerdan como fue la infancia de Britt………encontraran datos en la primera parte de la historia) y aunque Santana está paralizada       por una noticia, tengan la seguridad que la toma para       bien y es ahí donde la rubia sexy por sus propios miedos internos saca conclusiones precipitadas y empieza con un comportamiento……deplorable.      


Antes que termine por relatar todo el capítulo…….mejor dejo que uds. lo lean…..a pesar de que tenemos breves momentos de esos felices que tanto nos gustan hoy también presenciaremos drama.         


*Título de próximo capítulo: “Sensaciones de libertad” (día de actualización: miércoles)


Sin más que decir por el momento……….no las aburro más, disfruten del capítulo


Me encantará recibir sus críticas, comentarios, sugerencias, etc.………….así que a escribir.


NOTA DE ACLARACIÓN PERMANENTE E IMPORTANTE.- La presente historia no me pertenece…………puesto que se basa en la obra “Castle Hill” (continuación del libro “Calle Dublín”) de Samantha Young, y en la traducción de dicha obra realizada por la fabulosa comunidad virtual Bookzinga (Versión que puede hallarse en Internet).


Aclaro que si bien en la obra, la historia los lugares principales que se señalan son Escocia y EE.UU, tomando en cuenta las características y el contexto en el que se desarrolla Glee mantuve EE.UU (concretamente Nueva York) e Italia como lugar de inicio de historia (¿algo loco no?........se han imaginado a Naya/Santana con esos aires tan característicos de los italianos………yo ya lo hice jejejeje). Sobre el resto de los personajes, considerando las características de algunos de la obra original y en correlación con los de Glee puse a quienes se ajustaban a estas personalidades.


Ahora……….solo queda esperar sus opiniones.

Capítulo 6
“El regreso a casa”

Algo me impulsó suavemente a la conciencia, pero me negué a abrir los ojos. En lugar de ello mantuve mi rostro enterrado en la cálida y familiar piel del cuello de Brittany.


Se hico claro que lo que me despertó fue mi esposa. Podía sentirla tratando de liberarse de mi agarre lo más suavemente posible.


Me aferré con más fuerza.


Brittany se sacudió contra mí, su tono retumbando de risa cuando preguntó:


- ¿No se me permite salir de la cama esta mañana?


- No –mascullé contra su piel-. Si te mueves, tendré que moverme. Si tengo que moverme significa enfrentar el hecho de que ya no estamos en Hawái. No sé si estoy lista para lidiar con eso.


Me rodó sobre mi espalda, riendo ante el hecho de que me negaba a abrir los ojos.


- ¿Entonces el plan es quedarse aquí para siempre?


- Sí.


- Eso podría convertirse en un problema.


Negué con la cabeza contra las almohadas.


- No preveo ningún problema. Es un plan razonable.


- Bueno –Brittany suspiró-. Eventualmente empezaremos a apestar. Y necesitar ir al baño podría convertirse en un problema. Y con tus problemas de flatulencia….


Le di un leve puñetazo en el brazo, abriendo mis ojos para no perdérmela. Mi esposa de libró de mí, riendo como si fuese la mujer más chistosa de la tierra.


- Un año –le gruñí-. ¡Todo lo que estoy pidiendo es un año sin que menciones eso¡


- ¿El que terminaras adorablemente avergonzada cuando te tiraste un pedo delante de mí?


Después de lanzarle una mirada con los ojos entrecerrados, rodé fuera de la cama.


- No soy adorable –dije bruscamente, saliendo enfurecida de la habitación.


- ¡Eres jodidamente adorable¡ -me gritó mientras me dirigía a la cocina. Puse los ojos en blanco. Brittany también podía ser bastante adorable, pero a ella le gustaba todavía menos que a mí que le dijera eso.


Tomé el hervidor de agua, a punto de gritar y preguntarle si quería café cuando una oleada de náuseas me agarró con la guardia baja y me encontré balanceándome contra la encimera.


- Nena, ¿estás bien? –Brittany corrió a mi lado, aferrando mi cadera en su mano.


Respirando por la nariz, luché para contener las náuseas. Después de un momento apoyé la frente en su pecho.


- No me siento muy bien.


Sentí sus labios en mi cabello.


- Mi amor, siéntate.- Me condujo hacia la mesa de la cocina y plantó mi trasero en ella. Cuando empezó a hacer el café la náusea surgió de nuevo y supe que esta vez no habría como combatirla. Sin decir una palabra me levanté rápidamente de la mesa y salí corriendo de la cocina hacia el baño.


La tapa del inodoro apenas estaba levantada cuando vomité todo lo que tenia dentro de mí en él.


- ¿Santana? –podía sentir a Brittany detrás de mí.


La despedí con un gesto de la mano.


- Estaré bien.


Presintiendo que quería privacidad, se fue.


Después de esperar unos minutos para asegurarme de que la náusea estaba bajo control, me levanté con las piernas temblorosas y me lavé y enjuagué los dientes. Viendo mi rostro pálido en el espejo, le fruncí el ceño.


Hogar, condenado dulce hogar.


- ¿Mejor? –preguntó Brittany cuando entré en la cocina.


- Sí –sonreí, aceptando con gratitud el café-. Mucho.


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Al estar sentada en la sala de espera, escuchando a la gente toser y sorberse la nariz, me sentí frágil por primera vez en mucho tiempo. Mi pecho estaba pesado, como si el aire a mi alrededor estuviese demasiado enrarecido, y mis pensamientos estuviesen demasiado agitados, haciéndome sentir como una loca.


Sólo necesitaba saber una cosa o la otra.


Si lo sabía…………


Sólo necesitaba saber.


- Santana López de Pierce, sala cinco, Doctor Orr.


Aquí vamos…….


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Brittany estaba tumbada en el sillón, con las mangas de la camisa arremangadas y con la chaqueta a lado, y estaba mirando la televisión como si estuviese sólo medio interesada en lo que estaba pasando.


Ella había tenido un día largo en el trabajo.


Yo sólo había tenido un largo día.


Y ahora estaba aterrada. Aterrada por respuestas. Aterrada de arruinarlo. De perderlo……todo.


Habíamos estado en casa desde Hawái por casi cuatro semanas y yo había estado escondiéndole mis náuseas a Brittany desde aquella primera mañana. Después de una visita al médico ese día estaba casi segura del diagnóstico, pero no lo sabría hasta que llamaron para confirmar los resultados.


- ¿Santana?


Volteé la cabeza para mirar a mi esposa.


Me miraba con el ceño fruncido por la preocupación.


- ¿Qué pasa, San?


- Nada –susurré, con el corazón latiendo con fuerza contra mis costillas.


- No es nada. Has estado callada, tensa.


Me encogí de hombros.


- Sólo estoy en ascuas a la espera de ver si esa agente literaria en Los Ángeles quiere firmar conmigo.


Después de meses y meses de cartas de rechazo había recibido un correo electrónico en respuesta de una agente literaria de una de las mayores agencias en Los Ángeles pidiéndome los tres primeros capítulos de mi manuscrito. Cuando ella envió un correo electrónico pidiendo ver el resto, yo no lo podía creer. Había estado tratando de no hacerme ilusiones, y mi preocupación secreta estaba ayudando a mantener eso fuera de mi mente.


- ¿Estás segura de que eso es todo?


Me enfermaba mentirle. Así que no lo hice. En su lugar me levanté lentamente y me acerqué a ella, subiéndome a la silla con ella de modo que estaba a horcajadas sobre su regazo.


- Ojalá estuviésemos de vuelta en Hawái –susurré contra su boca mientras ella pasaba sus manos por mi espalda-. Ojalá, ojalá, ojalá….


- San……


La interrumpí con un duro y desesperado beso, y esa noche hice el amor con mi esposa como si supiera que lo que estaba por venir podría cambiarlo todo.


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Rachel y Quinn se habían enamorado de una propiedad en una calle no muy lejana a la nuestra, y en un intento por distraerme, dejé que Rachel fijara otra visita para que las chicas y yo pudiéramos echarle un vistazo. Bree, Liv y yo seguimos a Rachel y a su agente de bienes raíces por todo el apartamento de estilo georgiano, y por un tiempo la exuberancia de Rachel y los emocionantes planes para el apartamento me alejaron de mi problema. Por un momento, incluso olvidé que tenía un problema, así que fue un poco como ser sacudida de nuevo a la realidad cuando mi teléfono sonó mientras estábamos saliendo de la propiedad.


Mi estómago se revolvió.


Les di a las chicas una sonrisa de disculpa y me aparté a un lado para responder.


- Señora Pierce, es el Doctor Orr. Tenemos los resultados de su prueba de embarazo. Me gustaría ser el primero en felicitarla, usted está embarazada.


El mundo se inclinó hacia la izquierda.


- ¿Señora Pierce? – preguntó el Doctor Orr suavemente. Y luego su tono se volvió más precavido-. Le daré tiempo para procesar la noticia. Por favor, llame lo antes posible para planear su cuidado prenatal. Fijaremos su primera cita con un ginecólogo.


- Gracias –me las arreglé para murmurar de alguna manera, cada nervio temblando como si acabara de correr el Maratón de la ciudad de Nueva York. Colgué y deslicé mi teléfono de nuevo en mi bolso.


Podía escuchar a alguien tratando de hablarme.


Voy a ser mamá.

Alguien me estaba interrogando.


Voy a tener un hijo.


- San, ¿Qué pasa? –la frenética voz de Rachel finalmente se abrió paso.


Levanté la mirada hacia ella, su hermoso rostro un poco borroso en mi angustia.


- Me tengo que ir.


- ¿A dónde?


- Yo sólo……-el mundo se inclinó a la derecha-. Me tengo que ir.


- En serio, me estas asustando. ¿Qué está pasando?


¿Ella estaba asustada? ¿Ella estaba asustada?


- Rach –dije bruscamente, sintiendo una mano invisible envolverse alrededor de mi garganta y constreñir mi respiración-. Sólo…..-Me detuve en seco ante la preocupación no adulterada en sus ojos-. Necesito estar sola un rato.


Esperé por su asentimiento y tan pronto como lo obtuve, tan pronto como supe que ella comprendía que no la estaba excluyendo –sólo necesitaba espacio- giré sobre mis talones y comencé a caminar, casi corriendo, hacia el lugar que me proporcionaba paz en momentos como este: la estatua de la Libertad.


De alguna manera una caminata de treinta minutos había terminado en un instante. Estaba comprando mi entrada para la estatua de la Libertad, estaba subiendo a pie las escaleras que llevaban a la parte alta del monumento y caminando a zancadas para llegar lo antes posible. Y en el instante justo llegué a la antorcha de este monumento imponente.


Ese era mi lugar…….con la mejor vista de Nueva York.


Me apoyé en la baranda que protegía el lugar por un momento, haciendo caso omiso de los turistas que estaban tratando de conseguir una fotografía del lugar. Sintiendo su frío hierro fundido bajo mi mano, respiré profundo.


Yo iba a ser mamá.


Con las extremidades todavía temblando como un desastre de gelatina, caminé hacia los bordes, apoyé los codos en la pared, y eché un vistazo hacia mi hogar.


Aquí era donde encontraba la calma. Por la razón que sea, este lugar en la estatua de la Libertad me permitía ordenar mis sentimientos, procesarlos, lidiar con ellos. Era mi lugar especial. Y no lo había necesitado en un tiempo.


Pero ahora que iba a ser mamá…..ahora, además de tener a Brittany y a Rachel y a toda mi familia y amigos que perder, yo tenía algo milagroso que perder. Mi hijo.


Las lágrimas ardían en mi garganta, el miedo convirtiéndose en algo crudo dentro de mí.


- ¿Santana?


Me di la vuelta ante el sonido de la voz de Brittany, sabiendo que todo lo que estaba sintiendo tenía que estar escrito por todo mi rostro.


Rachel debió haberla llamado y ella había adivinado exactamente a donde iría yo.


Los rasgos de Brittany se tornaron preocupados al verme y ella se apresuró hacia mí, aferrando mis brazos en sus manos.


- Cariño, ¿Qué pasó?


- Estoy embarazada –dejé escapar las lágrimas derramándose por mis mejillas.


Brittany se echó hacia atrás como si la hubiese golpeado. Me miró fijamente por un largo rato, como si estuviese tratando de entenderme. En un abrir y cerrar de ojos ella lucía como si le hubiesen dado un puñetazo en el estómago.


- ¿Así que viniste aquí? –susurró con incredulidad.


No sabía lo que eso significaba, pero rápidamente me di cuenta que no significaba nada bueno.


- Brittany………..


- No lo hagas –me interrumpió, apartándose de mí-. No aquí.


Había una inquietud, un nuevo temor, al dejar mi lugar antes de que hubiese tenido la oportunidad de procesar todo en mi cabeza. Sólo había querido tener esa oportunidad antes de que Brittany y yo…….


Caminamos en tenso silencio para abandonar el lugar. Brittany tenía un taxi esperando por nosotras en la explanada. Estaba tan fuera de mí que ni siquiera me di cuenta que Brittany no me había tocado. Me abrió la puerta, pero no puso su mano en mi brazo para ayudarme a entrar. No se sentó cerca de mí una vez que estuvimos dentro. Me había dado cuenta de todo esto más tarde, cuando mi cerebro no era un tumulto de pensamientos y mi estómago y mi pecho no estaban inundados con demasiados sentimientos.


Ni una palabra fue dicha entre nosotras, no hasta que la puerta de nuestro apartamento estuvo cerrada detrás de nosotras y estuvimos paradas una frente a la otra en la cocina.


Los rasgos de Brittany estaban endurecidos de una manera que no me gustaba.


- ¿Estás embarazada con mi hijo y esa es una noticia tan jodidamente horrible que te vas a tu lugar de meditación?


No podía creer que ella pensara…..¡No era eso en absoluto¡


- Brittany…….


- ¿Eres feliz o eres infeliz? –dijo bruscamente, su rostro brillando con desesperación.


Mi corazón estaba palpitando con tanta fuerza en mi pecho, que pensé que podía vomitar.


- Brittany -. Mis labios se estremecieron, mi nariz escocía-. No es así de simple.


Ella se echó hacia atrás una vez más, con un dolor en sus ojos que rápidamente hizo a un lado.


- Déjame………


No tuve la oportunidad de terminar. Ella salió del apartamento demasiado rápido.


Temblando, me hundí en una silla. No sólo no me había sido dada la oportunidad de procesar mis propios sentimientos, sino que quedé confundida y asustada por los de Brittany. Ella era el tipo de mujer que te daba una oportunidad para explicar, pero obviamente había tomado mi reacción al embarazo de la forma equivocada, y ahora estaba demasiado herida para escuchar.


Sólo necesitaba explicarle.


Ella tenía que escuchar.


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Era tarde, pero dejé un mensaje en el correo de voz de la oficina de la Doctora Sylvester preguntando si podía programar una cita esa semana. La Doctora Sue Sylvester era mi terapeuta y me había ayudado a recorrer un largo camino en tratar con mi trastorno de estrés postraumático. Me había ayudado a llorar por mi familia y me había ayudado a ocuparme de mis temores. No había programado una reunión con ella en un tiempo, pero necesitaba a alguien imparcial para hablar de esto.


Brittany permaneció desaparecida durante horas. Recibí un mensaje de texto de Rachel preguntándome si estaba bien. Era obvio que Brittany le había dicho a Quinn acerca de mi embarazo y Rachel sabía. Ella sólo estaba tratando de averiguar cómo tratar conmigo. Sabia esto porque normalmente me llamaba o incluso venia al apartamento. Un mensaje por noticias así de enorme……Sí, ella no sabía cómo manejar mi reacción.


Mirando hacia abajo a la fotografía de mi familia conmigo que Brittany había enmarcado y me había dado para Navidad, intenté juntar mis entrañas de nuevo. Miré a Andrés, mi hermano menor a quien estrechaba fuertemente entre mis brazos, y traté de hacer esto y comprender exactamente lo que estaba sintiendo en ese momento. El temor coloreaba todo, ni siquiera estaba segura de que fuera infeliz con la idea de ser mamá. Era pronto. Antes de lo que hubiera querido, pero si tan sólo pudiera superar el miedo, tal vez vería que no sería algo tan malo. No es algo malo en lo absoluto. Ese bebé era el producto del amor que nos teníamos Brittany y yo. Una parte de ella. Una hermosa parte de ella. Un regalo que nos hemos dado entre sí.


A pesar de lo mucho que me encantaba la improvisada familia que había creado en Nueva York, esta era la oportunidad de tener mi propia familia.


Esa desgarradora presión empujó y rasgó mi pecho de nuevo pero luché a través de ella, respirando profunda y tranquilamente.


Ahora sólo tenía que explicarle todo esto a Brittany, para que así ella viera que no estaba llamando a otro “momento Rachel”, dejándola fuera cuando las cosas se ponen difíciles como hice cuando Rachel fue diagnosticada con un tumor cerebral. Sólo quería que ella comprendiera lo que estaba sucediendo en mi interior.


Como lo ven……….había recorrido un largo camino.


Salté ante el sonido de la puerta abrirse y cerrarse. Mi pulso vibraba más fuerte debajo de mi piel mientras los pasos de Brittany se volvían más fuertes cuanto más cerca llegaba de nuestra habitación.


Se detuvo contra el oscuro telón de fondo de la sala, la luz suave en nuestro dormitorio apenas la dejaba fuera de la sombra, pero podía ver que su expresión era cansada. Triste, incluso.


Me senté, a la espera.


- Hoy se supone que iba a ser el día más feliz de nuestras vidas.


La culpa carcomió mi estómago e hice un gesto de dolor a modo de disculpa.


- Necesito una respuesta –exigió suavemente-. Necesito saber si estas feliz de estar embarazada de mi hijo. Después de todo lo que hemos pasado, necesito una respuesta.


Me moví, llegando hasta ella.


- Por favor, sólo permíteme explicarte. Yo………..


- Respuesta incorrecta –pronunció cortantemente, con su expresión apagándose-. No puedo creerte…….después de todo…….estamos de vuelta aquí una vez más.- Se volvió, dejándome sorprendida, boquiabierta mientras se iba enfurecida por nuestro pasillo. Una puerta se cerró bruscamente y me bajé de la cama y fui a la sala para ver la luz encenderse, brillando bajo la puerta del dormitorio de invitados.


Las lágrimas me estaban ahogando y me tragué el nudo en mi respiración mientras volvía a nuestro dormitorio en puntillas. Mi querida rubia y yo habíamos peleado muy pocas veces en los últimos años, pero ni una vez Brittany había permitido que se interpusiera entre nosotras. Ella siempre dormía en nuestra cama conmigo y siempre me atraía cerca en la noche.


Lágrimas calientes se deslizaron por mis mejillas.


La había lastimado.


Y por primera vez en realmente un largo tiempo, ella me había lastimado también.


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Toda esa noche di vueltas en la cama y giré sin cesar, con mis ojos puestos en el pasillo. Una gran parte de mí quería ir a nuestra invitación de invitados y sacudir a Brittany hasta despertarla y hacer que me escuchara, pero entre más me recostaba ahí y mientras más pensaba todo, pensé que lo más adecuado era dejarla dormir para así poder tener una conversación racional en la mañana.


Salvo que estaba agotada por la falta de sueño. Me levanté poco antes de las seis de la mañana, sentada en la cocina bebiendo café y tratando de leer un libro. Justo antes de que la alarma de Brittany sonara, me levanté e hice café recién hecho para ella.


No mucho después, deambuló en la cocina en su pijama, con su cabello desordenado, y morí de dolor y amor cuando evitó mis ojos.


- Te hice café –le dije tranquilamente, tratando de determinar si esto la suavizaría o no.


- Gracias –musitó, tomando la taza. Se inclinó contra la encimera. Mirando fijamente a la pared.


Mi estómago dio un giro desagradable.


Tengo que explicarle para que deje de pensar lo peor de mí.


- Brittany……..


- Me tengo que bañar.- Salió de la cocina abruptamente.


- ¡Tenemos que hablar¡ -le grité con ira.


Su respuesta fue cerrar de un portazo la puerta del cuarto de baño.


Este era un nuevo lado de mi esposa. Y no me gustaba ni un poquito.


Me levanté, lista para la batalla, cuando un golpe en la puerta me detuvo. Ese golpe fue seguido por una llave girando en la cerradura, y supe entonces que era Rachel.


Preparándome, me pregunté si sería capaz de manejar a dos de mis personas favoritas estando tan enfadadas conmigo. Hace tres años habría sido facilismo. Pero estas dos singulares mujeres me habían ablandado, me gustara admitirlo o no.


Rachel apareció en el marco de la cocina, con sus ojos encontrándome instantáneamente.


Lo que sea que vio en mi rostro la puso pálida y vino directamente hacia mí, con los brazos abiertos.


Me relajé en su abrazo, sin ni siquiera darme cuenta hasta entonces lo mucho que lo necesitaba.


- Ni siquiera sé si debo decir felicitaciones.


Me tensé.


Rachel se echó hacia atrás, mirándome con cautela.


- Brittany está muy molesta.


Yo no podía hablar. Quería. Pero tenía miedo de que si lo hacía gritaría.


- Mira, estoy aquí, San.- Ella frotó mi hombro en consuelo-. Estoy aquí si me necesitas.


Tragando más allá de la ráfaga de gritos, asentí y le agradecí toscamente.


Permanecimos en silencio mientras le hacia una taza de té y nos sentamos en la mesa. Se me ocurrió mientras nos sentamos en silencio que quizás, si le decía a Rachel todo lo que estaba sintiendo, Brittany la escucharía. No sabía lo que estaba pasando con mi normalmente comprensiva y compasiva rubia, pero lo que sí sabía era que ella estaba más enfadada de lo que nunca antes la había visto, y claramente no dispuesta a escuchar nada de lo que tenía que decir. Ella podría escuchar a Rachel.


Abrí mi boca para hablar cuando el sonido de la puerta del baño abriéndose me detuvo. Rachel y yo nos dimos la vuelta para ver a Brittany y al pasar la puerta le dio a su hermana un asentimiento de saludo y siguió hacia el dormitorio para prepararse para el trabajo. En un domingo.


Rachel se giró hacia mí, con sus ojos interrogantes.


Tomé su mano y la apreté.


- Durmió en tu antigua habitación anoche –susurré-. Nunca había hecho eso antes.


La expresión de mi amiga se volvió dolida.


- San……habla……...


La náusea me golpeó antes de que Rachel pudiera terminar su frase y estaba de pie, inclinándome en el fregadero de la cocina. Sentí sus manos en mi cabello, sosteniéndolo. Después de vomitar lo último de mis náuseas matutinas, me hundí hacia atrás contra Rach, agradecida por su reconfortante presencia. El borrón de un movimiento fuera de la esquina de mi ojo atrajo mi atención y me congelé ante la vista de Brittany mirándome, con un músculo tensándose en su mandíbula. Se volvió hacia Rachel.


- Dale a Shelby mis disculpas por faltar a la cena del domingo. Voy a estar todo el día en reuniones. Y, uh –me dio una mirada cortante antes de echar un vistazo a su hermana-, quédate con ella hasta que se sienta mejor.


La ira ardió a través de mí mientras Brittany salía del apartamento, haciendo caso omiso de los conmocionados y confusos llamados de Rachel.


La lastimera y compasiva mirada de ella de repente se convirtió en dolorosa en lugar de reconfortante.


Me retiré de los brazos de Rachel.


- Lo siento, Rachel. Yo sólo……voy a volver a la cama.


Ella asintió con cuidado y me dejó ir.


**********************************************************************************************


No podía dormir. Seguía reproduciendo todo en mi cabeza una y otra vez, tratando de averiguar que decirle a Brittany en primer lugar para hacerla detenerse y hablar conmigo. Lo tenía todo planeado, pero la cena pasó y ella todavía no se presentaba.


Entonces, la noche.


Le escribí un mensaje y no obtuve respuesta. Llamé. Sin ninguna respuesta.


Le envié un mensaje a Quinn, pero ella no estaba con Quinn.


Por último, sólo después de las dos de la mañana, la puerta delantera se abrió. La furia me impulsó fuera de nuestro dormitorio e irrumpí en la sala mientras Brittany cerraba la puerta detrás de ella. Sus ojos se trasladaron hacía mí pero era como si estuviera mirando a través de mí mientras comenzaba a caminar hacia la habitación de invitados.


¡Oh, no¡ ¡Otra vez no¡


- ¿Dónde has estado? –espeté, agarrando su brazo de manera que me mirara.


Alejó su brazo de un tirón como si no pudiera soportar ser tocada por mí.


- Fuera –me dijo simplemente, con su tono cortante. Y, a continuación, desapareció dentro de la habitación de invitados, sin siquiera percatarse de que probablemente me veía como si ella me hubiera arrollado con un automóvil.


Tenía teorías del por qué estaba tan enojada. Sabía que ella creía que no quería a nuestro hijo. Me pregunté si estaña cuestionando todo acerca de nosotras. Me pregunté si ella tenía miedo. Me pregunté por qué no podía simplemente decirme todo eso. Pensé que habíamos llegado más allá de eso. No……..supongo que había, probablemente injustamente, pensado que me veía a través de cualquier cosa.


Hace mucho tiempo casi me dejo definitivamente por dejarla fuera. Y ahora ella me estaba dejando a mí fuera. Se sumergió dentro de su cabeza y no me dejaba acercarme a ella.


Ni siquiera quería que la tocara, y eso dolía y me asustaba tanto que no quería sentir nada. Me gustaría dormir para ayudar con eso, pero el sueño me estaba eludiendo. En su lugar, me encerré en el cuarto de baño y me desvestí. Encendí la ducha y entré al agua fría como el hielo, lo que permitió que el shock se disipara en entumecimiento. Con mi mente a la deriva, mis manos cubriendo la parte baja de mi estómago protectoramente, cerré los ojos. Podía estar entumecida por todas partes menos allí.


Me pareció escuchar un amortiguado “mierda” y abrí mis ojos justo cuando Brittany estaba abriendo la puerta de la ducha. Extendió la mano, con sus rasgos como el granito mientras cambiaba la manilla a caliente. Sus ojos se clavaron en mí.


- ¿Estás intentando pescar una maldita neumonía?


Jadeando, palidecí. No había estado pensando. Obviamente.


- Permanece ahí hasta que te calientes –espetó Brittany.


¿Dónde estaba mi rubia dulce y sexy esposa?


Todo lo que estaba sintiendo de repente rompió el entumecimiento. Todo el miedo, la culpa, la ira, la soledad de los últimos días, y en especial el dolor.


Brittany se sacudió hacia atrás, confusión y algo como miedo entraron en su expresión.


Pero como esta mujer era una extraña……..no me importó una mierda como se sentía.


Me extendí, mirándola fijamente con la mirada vacía, cerré la puerta de la ducha y le di la espalda.