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[Resuelto]FanFic Brittana - ¿Y A Ti Qué Te Importa? - CAPITULO FINAL - ACTUALIZADO
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Re: [Resuelto]FanFic Brittana - ¿Y A Ti Qué Te Importa? - CAPITULO FINAL - ACTUALIZADO
Hola!
Brittany es una cabezota , ojala San haga lo imposible por encontrarla jajajaja
Me encanta que subas de a 2 capitulos, GRACIAS!!!
Cuidate, hasta la proxima actualizacion ;)
Brittany es una cabezota , ojala San haga lo imposible por encontrarla jajajaja
Me encanta que subas de a 2 capitulos, GRACIAS!!!
Cuidate, hasta la proxima actualizacion ;)
laura.owens*** - Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 10/04/2012
Edad : 31
Re: [Resuelto]FanFic Brittana - ¿Y A Ti Qué Te Importa? - CAPITULO FINAL - ACTUALIZADO
me encantooo!! hay que orgullosa britt si se muere por mi san, y vos san dale duro contra el muro jajaja ok no, pero ya esten juntas jaja
tatymm-*- - Mensajes : 2406
Fecha de inscripción : 20/08/2012
Edad : 34
Re: [Resuelto]FanFic Brittana - ¿Y A Ti Qué Te Importa? - CAPITULO FINAL - ACTUALIZADO
HOLA UNA VEZ MAS LES AGRADEZCO SUS COMENTARIOS SON MUY DIVERTIDOS E INGENIOSOS ;)
DISCULPEN QUE HOY PUBLIQUE SOLO 1 CAPITULO, ES UNICAMENTE PORQUE VOY DE SALIDA A UN ALMUERZO FAMILIAR Y YA NO TENGO TIEMPO :(
LA PROX ACTUALIZACION SERAN DOS, LO PROMETO<3
---------------------------------------------------------------------------
¿Y A Ti Que Te Importa?
Capitulo 10: El policía que me salvo la vida
En una de las mejores suites del hotel Ritz, Santana desayunaba junto a su primo. No habían parado de recibir llamadas de los Estados Unidos preguntando cómo se encontraba tras lo ocurrido. Amigos como Angelina y Brad. Jennifer y un sinfín más de actores la llamaron preocupados a su móvil para saber si se encontraba bien. Santana les atendía agradecida, pero ya estaba al límite de sus fuerzas cuando de nuevo sonó el teléfono. Ahora el de la habitación.
—San, ¿estás bien?
Se tensó al oír la voz de su madrastra. Ella, Noah Puckerman y su padre eran las únicas personas que la llamaban así. Se sentó junto al teléfono y respondió:
—Sí. Estoy perfectamente. No me ha ocurrido nada. Fue solo un susto.
Samantha Rice, una impresionante mujer de ojos rasgados y sensuales prosiguió:
—Tu tía Emma ha llamado. ¿Está bien Kurt?
Desviando la mirada hacia su primo que desayunaba con un hambre voraz respondió:
—Estupendo. Aquí le tengo comiendo como un animal.
—¡Perra! —susurró aquel al escucharla mientras masticaba un trozo de tostada con mantequilla.
El vacío de comunicación entre ellas se hizo patente una vez más, pero Samantha estaba dispuesta a continuar conversando
—¿Ocurre algo?
Molesta por aquella forzada preocupación siseó:
—Estoy bien, aunque algo cansada. Los horarios aquí son diferentes y llevo horas contestando el teléfono. Necesito dormir.
—En cuanto me cuelgues quiero que arranques el teléfono de la pared y descanses ¿me has oído? Si no descansas tu piel se ajará y te saldrán unas horribles bolsas bajo los ojos que luego te costará semanas quitártelas de encima.
—De acuerdo —asintió fastidiada. Aquella mujer siempre igual. Pensando en la belleza y no en como ella se encontraba realmente.
—Tengo aquí a tu padre y quiere hablar contigo.
Oh, Dios...con él no, pensó.
—De acuerdo, pásamelo.
—¡¿San?!... ¿San estás ahí?
Al escuchar aquella voz ronca y a pesar de las ganas que sintió de colgar, respondió:
—Sí, papá.
—Me llamó Walter para contarme lo ocurrido y...
—Fue un susto, pero la policía argentina lo supo resolver con tranquilidad.
—Me alegra saberlo. —Lo que vino a continuación no le sorprendió—. Este incidente avivará tu popularidad. Veamos lo positivo del asunto.
Al escuchar aquello Santana suspiró. Aquel tipo de comentario era típico de él. Deseó decirle cuatro verdades, pero al final se contuvo.
—Papá, estoy cansada y quisiera dormir.
—Por supuesto San. Descansa y cuando regreses hablaremos. Noah me llamó ayer y me dijo que ha recibido varias propuestas interesantes de la Paramounty Filmax.
—De acuerdo. —Y colgó. La relación con su padre iba de mal en peor y algún día iba a explotar.
Kurt, que había sido testigo mudo de la conversación, mirándola dijo:
—Come de esto, queen, está de muerte, ¿cómo dijo el camarero que se llamaban?
—Churros, Kurt. Eso se llama churros y te recuerdo que engordan una barbaridad. Mañana te volverás loco cuando te subas a la báscula. Te lo advierto.
Encogiéndose de hombros se levantó y antes de que ella pudiera añadir nada mas le metió uno en la boca.
—Mastica, disfruta y olvídate de las calories por una vez en tu life, OK?
Santana disfrutó del sabor del churro. Desde hacía años cuidaba al máximo su alimentación. Sus contratos no le permitían coger ni un solo gramo y ella lo cumplía a rajatabla. Tras terminar con todo lo que había en la bandeja, Santana se retiró a dormir. Estaba agotada. Una vez se quedó sola en la habitación pensó en lo ocurrido, pero su mente volvió a recordar a aquella mujer resguardada tras su traje negro. ¿Podría ser ella? Su secreto. Esa muchacha con la que se casó años atrás en Las Vegas. Si al menos se lo hubiera podido preguntar, pero ella se marchó y no le dio tiempo a nada. Tras dar cientos devueltas en la cama Santana se levantó, abrió su agenda y marcó un número de teléfono.
—George, soy Santana Lopez —tras escuchar lo que le decía su interlocutor respondió—: Sí, tranquilo, estoy bien. Escucha, necesito un favor. Quiero que mires en el fichero de Will Shuester, busques el documento que te voy a decir y me lo envíes al número de fax que voy a darte ahora mismo. Y, por favor, esto debe de quedar como siempre entre tú y yo. ¿De acuerdo?
Cuando colgó se sentó en la cama a esperar. Cinco minutos después sonó el fax y empezó a imprimir. Una vez finalizado lo cogió con manos temblorosas. Ante ella tenía la sentencia de divorcio que había firmado diez años atrás. Buscó con curiosidad un nombre, hizo un par de llamadas y finalmente .susurró para sí:
—Brittany S. Pierce. ¿Eres tú el policía que me ha salvado la vida?
-----------------------------------------------------------
EL CAPITULO ES BASTANTE CORTO, LO SE...PERO ES SOLO POR ESO, XQ NO TENGO MAS TIEMPO!
MAÑANA VOLVERAN LOS CAPITULOS DOBLES...
QUE PIENSAN QUE HARA SANTANA? BUSCARA A BRITTANY?
LO SABRAN EN EL PROX CAPITULO! :)
UNA VEZ MAS GRACIAS POR LEER Y COMENTAR
BUEN INICIO DE SEMANA<3
DISCULPEN QUE HOY PUBLIQUE SOLO 1 CAPITULO, ES UNICAMENTE PORQUE VOY DE SALIDA A UN ALMUERZO FAMILIAR Y YA NO TENGO TIEMPO :(
LA PROX ACTUALIZACION SERAN DOS, LO PROMETO<3
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¿Y A Ti Que Te Importa?
Capitulo 10: El policía que me salvo la vida
En una de las mejores suites del hotel Ritz, Santana desayunaba junto a su primo. No habían parado de recibir llamadas de los Estados Unidos preguntando cómo se encontraba tras lo ocurrido. Amigos como Angelina y Brad. Jennifer y un sinfín más de actores la llamaron preocupados a su móvil para saber si se encontraba bien. Santana les atendía agradecida, pero ya estaba al límite de sus fuerzas cuando de nuevo sonó el teléfono. Ahora el de la habitación.
—San, ¿estás bien?
Se tensó al oír la voz de su madrastra. Ella, Noah Puckerman y su padre eran las únicas personas que la llamaban así. Se sentó junto al teléfono y respondió:
—Sí. Estoy perfectamente. No me ha ocurrido nada. Fue solo un susto.
Samantha Rice, una impresionante mujer de ojos rasgados y sensuales prosiguió:
—Tu tía Emma ha llamado. ¿Está bien Kurt?
Desviando la mirada hacia su primo que desayunaba con un hambre voraz respondió:
—Estupendo. Aquí le tengo comiendo como un animal.
—¡Perra! —susurró aquel al escucharla mientras masticaba un trozo de tostada con mantequilla.
El vacío de comunicación entre ellas se hizo patente una vez más, pero Samantha estaba dispuesta a continuar conversando
—¿Ocurre algo?
Molesta por aquella forzada preocupación siseó:
—Estoy bien, aunque algo cansada. Los horarios aquí son diferentes y llevo horas contestando el teléfono. Necesito dormir.
—En cuanto me cuelgues quiero que arranques el teléfono de la pared y descanses ¿me has oído? Si no descansas tu piel se ajará y te saldrán unas horribles bolsas bajo los ojos que luego te costará semanas quitártelas de encima.
—De acuerdo —asintió fastidiada. Aquella mujer siempre igual. Pensando en la belleza y no en como ella se encontraba realmente.
—Tengo aquí a tu padre y quiere hablar contigo.
Oh, Dios...con él no, pensó.
—De acuerdo, pásamelo.
—¡¿San?!... ¿San estás ahí?
Al escuchar aquella voz ronca y a pesar de las ganas que sintió de colgar, respondió:
—Sí, papá.
—Me llamó Walter para contarme lo ocurrido y...
—Fue un susto, pero la policía argentina lo supo resolver con tranquilidad.
—Me alegra saberlo. —Lo que vino a continuación no le sorprendió—. Este incidente avivará tu popularidad. Veamos lo positivo del asunto.
Al escuchar aquello Santana suspiró. Aquel tipo de comentario era típico de él. Deseó decirle cuatro verdades, pero al final se contuvo.
—Papá, estoy cansada y quisiera dormir.
—Por supuesto San. Descansa y cuando regreses hablaremos. Noah me llamó ayer y me dijo que ha recibido varias propuestas interesantes de la Paramounty Filmax.
—De acuerdo. —Y colgó. La relación con su padre iba de mal en peor y algún día iba a explotar.
Kurt, que había sido testigo mudo de la conversación, mirándola dijo:
—Come de esto, queen, está de muerte, ¿cómo dijo el camarero que se llamaban?
—Churros, Kurt. Eso se llama churros y te recuerdo que engordan una barbaridad. Mañana te volverás loco cuando te subas a la báscula. Te lo advierto.
Encogiéndose de hombros se levantó y antes de que ella pudiera añadir nada mas le metió uno en la boca.
—Mastica, disfruta y olvídate de las calories por una vez en tu life, OK?
Santana disfrutó del sabor del churro. Desde hacía años cuidaba al máximo su alimentación. Sus contratos no le permitían coger ni un solo gramo y ella lo cumplía a rajatabla. Tras terminar con todo lo que había en la bandeja, Santana se retiró a dormir. Estaba agotada. Una vez se quedó sola en la habitación pensó en lo ocurrido, pero su mente volvió a recordar a aquella mujer resguardada tras su traje negro. ¿Podría ser ella? Su secreto. Esa muchacha con la que se casó años atrás en Las Vegas. Si al menos se lo hubiera podido preguntar, pero ella se marchó y no le dio tiempo a nada. Tras dar cientos devueltas en la cama Santana se levantó, abrió su agenda y marcó un número de teléfono.
—George, soy Santana Lopez —tras escuchar lo que le decía su interlocutor respondió—: Sí, tranquilo, estoy bien. Escucha, necesito un favor. Quiero que mires en el fichero de Will Shuester, busques el documento que te voy a decir y me lo envíes al número de fax que voy a darte ahora mismo. Y, por favor, esto debe de quedar como siempre entre tú y yo. ¿De acuerdo?
Cuando colgó se sentó en la cama a esperar. Cinco minutos después sonó el fax y empezó a imprimir. Una vez finalizado lo cogió con manos temblorosas. Ante ella tenía la sentencia de divorcio que había firmado diez años atrás. Buscó con curiosidad un nombre, hizo un par de llamadas y finalmente .susurró para sí:
—Brittany S. Pierce. ¿Eres tú el policía que me ha salvado la vida?
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EL CAPITULO ES BASTANTE CORTO, LO SE...PERO ES SOLO POR ESO, XQ NO TENGO MAS TIEMPO!
MAÑANA VOLVERAN LOS CAPITULOS DOBLES...
QUE PIENSAN QUE HARA SANTANA? BUSCARA A BRITTANY?
LO SABRAN EN EL PROX CAPITULO! :)
UNA VEZ MAS GRACIAS POR LEER Y COMENTAR
BUEN INICIO DE SEMANA<3
dorkyhemo_** - Mensajes : 69
Fecha de inscripción : 15/01/2014
Edad : 31
Re: [Resuelto]FanFic Brittana - ¿Y A Ti Qué Te Importa? - CAPITULO FINAL - ACTUALIZADO
hooo san ya lo sabe!!!!ojala que la valla a buscar,....
y a ver la reacción de britt si la ve de nuevo!!!
y a ver la reacción de britt si la ve de nuevo!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana - ¿Y A Ti Qué Te Importa? - CAPITULO FINAL - ACTUALIZADO
oooohhh que hara san??? ojala se encuentren nuevamente!! por que terminaron tan mal??? si se aman besos!!
tatymm-*- - Mensajes : 2406
Fecha de inscripción : 20/08/2012
Edad : 34
Re: [Resuelto]FanFic Brittana - ¿Y A Ti Qué Te Importa? - CAPITULO FINAL - ACTUALIZADO
Hola!! Nueva lectora!! La historia suena interesante jajaja!
Espero actualices pronto!!
Saludines!
Espero actualices pronto!!
Saludines!
Dolomiti- - Mensajes : 1406
Fecha de inscripción : 05/12/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana - ¿Y A Ti Qué Te Importa? - CAPITULO FINAL - ACTUALIZADO
Me gustoooo siguelo:( te esperare por los cap dobles jajaja <3
knockout** - Mensajes : 97
Fecha de inscripción : 27/11/2013
Edad : 28
Re: [Resuelto]FanFic Brittana - ¿Y A Ti Qué Te Importa? - CAPITULO FINAL - ACTUALIZADO
Hola!
Que la busque! Que la busque! Que la busque! Que la busque! Vamos San tienes que dar con Brittany!!
Te he dicho alguna vez que no soporto al padre de San, a Puckerman y a su madrastra??? Me da pena que sean tan malos con ella
En fin, me encanto el capitulo, ya quiero ver como se reencuentran las Brittana, cuidate, hasta la proxima actualizacion ;)
Que la busque! Que la busque! Que la busque! Que la busque! Vamos San tienes que dar con Brittany!!
Te he dicho alguna vez que no soporto al padre de San, a Puckerman y a su madrastra??? Me da pena que sean tan malos con ella
En fin, me encanto el capitulo, ya quiero ver como se reencuentran las Brittana, cuidate, hasta la proxima actualizacion ;)
laura.owens*** - Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 10/04/2012
Edad : 31
Re: [Resuelto]FanFic Brittana - ¿Y A Ti Qué Te Importa? - CAPITULO FINAL - ACTUALIZADO
Hola hola volvi :P
De nuevo, disculpen pero otra vez podre subir un solo cap hoy....
Nah es broma, volvieron los capitulos dobles :D
Gracias a todos por sus comentarios, y a todos los nuevos lectores!
PD: yo tambien odio al padre y la madrastra de Santana -_-
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¿Y A Ti Que Te Importa?
Capitulo 11: decidida a quedarme
Una semana después había finalizado la promoción de la película en Argentina, el equipo, en el aeropuerto de Buenos Aires, se disponía a regresar a Los Angeles. Santana, desde lo ocurrido en el hotel Ritz, no había podido dejar de pensar en una cosa: la policía o, mejor dicho, su ex esposa. Nadie conocía su secreto a excepción de su padre, las amigas que le acompañaban en el viaje y Kurt, su paño de lágrimas. Tras recibir el fax del despacho de abogados días atrás en el hotel, Santana se puso en contacto con un conocido en Nueva York, y este hizo su trabajo. Cuatro días después Santana recibía noticias en el correo de su portátil sobre Brittany Susan Pierce. Su foto, su dirección, incluso los horarios en los que hacía footing.
Durante días, guardó toda aquella información en su maleta. No podía dejar de pensar en ella y, mucho menos, dejar de admirarle. La joven alta y algo desgarbada que conoció en Las Vegas diez años atrás, se había convertido en una mujer sexy y hermosa. Intentó obviar el tema, olvidar que lo había visto, pero, extrañamente, le resultaba imposible. Se lo impedía aquella mirada turbadora a través del pasamontañas.
En la sala VIP, mientras esperaban a que su avión privado estuviera preparado para partir Kurt se dirigió a ella:
—Me muero por cerrar los ojos y sleep. Qué ganitas tengo de plantar mi traserito en el avión y sleep durante all el vuelo.
Al ver que ella no contestaba le quitó el auricular del su Ipod y sacándola de su mutismo le preguntó:
—¿Me has escuchado, queen?
Santana asintió. Le había escuchado perfectamente. En ese momento una señorita muy mona vestida de azul y rojo dijo acercándose a ellos:
—Cuando quieran pueden comenzar a embarcar. Ya tenemos su avión preparado.
Parte del equipo de la película se levantó y se dirigió hacia el avión, y Kurt, agarrando su enorme bolso de colores, indico a Santana que se levantara.
—Cuchi... let'sgo. —Al ver que ella no se movía, zapateando m el suelo, repitió—: Queen... no te hagas de rogar.
Santana se levantó, pero en lugar de dirigirse hacia donde estaba todo el equipo buscó a Howard, el director de la película, que en ese momento estaba hablando con Noah Puckerman. Tras respirar profundamente y ser consciente de lo que iba a hacer se quitó los auriculares, se planto ante él y dijo:
—Howard ¿sería un problema si hoy no regreso con ustedes y me quedo unos días más en Argentina?
El director, sorprendido, le preguntó:
—¿En Argentina?
—Sí. Necesito unos días para relajarme. Tras lo ocurrido no me siento con fuerzas para regresar a Los Angeles y atender a toda la prensa. Solo serían unos días. Después te prometo regresar y atender todos los compromisos que tengamos.
Puck, su compañero de reparto, frunció el ceño y dijo:
—Pero, amor, eso es imposible. Estamos en plena promoción y no debes separarte del grupo.
Molesta porque aquel se entrometiera le miró.
—Tú te callas. Y no vuelvas a llamarme amor, ¿entendido?
Noah Puckerman no estaba acostumbrado a aquel tipo de trato y frunciendo el ceño preguntó:
—¿Sigues enfadada todavía?
—Por supuesto que sí —siseó esta—. Lo que hiciste en el hotel, eso de marcharte y dejarme sola allí, me tiene muy cabreada por lo tanto, ¡cállate!
—Pero amor... debemos regresar todos a...
Con cara de pocos amigos Santana miró a Noah, por quien suspiraban millones de mujeres, y señalándole con el dedo lerecriminó:
—No estoy hablando contigo. Cierra el pico.
—Pero... ¡no debes! —insistió aquel.
Tomándolo de la pechera la joven, cansada, siseó:
—Puck eres un buenísimo actor y me lo paso bomba contigo en la cama, pero o cierras tu boca en este instante o te juro por mi abuela que te vas a enterar de quién soy yo.
Kurt, al ver qué estaba pasando, corrió a su lado y aplaudió mientras decía:
—Muy bien dicho, queen, pero relájate... que cuando te vuelves crazy eres la peor.
El director, con una sonrisa en la boca, ordenó a Noah alejarse. Tal y como había dicho la joven, Puck era un excelente actor, pero era tremendamente insoportable. Kurt, divertido, hizo lo mismo y, una vez a solas, le dijo:
—Dentro de un mes tenemos que estar en Tokio. Concretamente el doce de enero. Sabes que comenzamos la promoción allí y...
—Prometo estar en Tokio el día que me digas —y sonriendo murmuró—: Vamos, Howard que a Vin Diesel no le dijiste nada porque no viniera a Argentina.
Howard, amigo de la familia de toda la vida, adoraba a la joven. Sabía que ella era una profesional y que no iba a fallarle. Pero aun así se le hacía raro regresar a Los Angeles sin ella, por lo que insistió:
—A ver, Santana. ¿Por qué no regresas con nosotros y descansas en casa? Además, se acercan las Navidades y...
—Howard, sabes que allí no podré hacerlo. En cuanto aterrice, no tendré un solo momento para mí, sobre todo después de lo ocurrido aquí. Y en cuanto a las Navidades, ya sabes que no es mi época favorita del año.
—Pero tu padre...
—¿Mi padre? —preguntó molesta—. Tengo treinta años. ¡Treinta! Y por muy importante que sea él en la industria del cine, no manda en mi vida y lo sabes. Howard, quiero que con¬fíes en que estaré en Tokio para el estreno. Solo necesito que tú confíes en mí, no que pienses en lo que vaya a decir mi padre.
Al ver la determinación en su mirada, el hombre asintió.
—De acuerdo. Pero te quiero en Tokio para el estreno y no aceptaré ninguna excusa, ¿entendido?
Sonriendo, le besó en la mejilla.
—Allí estaré.
Seguido intercambió unas palabras con Sean, su guardaespaldas, y este asintió. Después miró a su primo que la observaba extrañado y, mientras se ponia una gorra para esconder su pelo rubio y se ponía unas gafas de sol, dijo con decisión:
—Vamos, Kurt. Tú te vienes conmigo,
Con su gran bolsón de Gucci en la mano, este la siguió y preguntó:
—But... ¿dónde vamos cuchita? Nuestro avión sale dentro de poco. ¿Y Sean?
—No necesitamos guardaespaldas, tranquilo.
—Por el amor de Diosssss, ¿te has vuelto crazy?
Emocionada como hacia mucho tiempo que no estaba, murmuró con una enorme sonrisa:
—Confía en mi Kurt. De momento vamos a hablar con quien haga falta para que saquen nuestras maletas del avión.
Una hora después y antes de salir del aeropuerto, oculta tras una gorra y unas enormes gafas negras, se pararon ante una agencia de alquiler de coches.
—Necesito que alquiles un coche automático con GPS a tu nombre para diez o doce días. Y, por favor, no menciones que voy a viajar en él o tendremos a toda la prensa detrás ¿vale?
—Pero...
—Hazlo. Luego te explico —apremió ella.
Retirándose su flequillo de mechas púrpura de la cara, el joven dijo:
—Ay, queen ¡qué miedo me estás dando!
Media hora después, ya estaban subidos en un mercedes automático.
—Por el amor de my life, Santana ¿Qué hacemos aquí sin guardaespaldas y dónde vamos?
Con una inedia sonrisa ella puso en marcha el vehículo y, tras darle un sonoro beso en la mejilla, dijo pisando el acelerador.
—De momento vamos a ir a Lujan para visitar un castillo que esta en alli, después, ya veremos.
Capitulo 12: el castillo
Un par de horas después, tras perderse por las carreteras por no hacer ni caso al GPS, Santana y Kurt llegaron a las inmediaciones del castillo.
—Qué lugar más bonito —susurró la actriz mirándolo con admiración.
—Divino, ¿pero qué te parece si buscamos un hotel? Estoy agotado —protestó su primo mirando su alrededor
—. Tengo calor... very hot! Y también hambre... y sed y quiero ir al toilet. En definitiva ¡quiero irme de aquí!
—Por Dios, Kurt. En esta guía dice que el castillo es un Parador Nacional. Un hotel.
El joven, no muy convencido, retirándose el flequillo del rostro dijo:
—¿Por qué no buscamos algo más modern? ¿Seguro que tienen calefacción?
Sin hacerle caso, Santana paró el coche para admirar aquel impresionante lugar. Hasta donde alcanzaba la vista, podía admirar la fortaleza de formas sólidas y torreones cuadrados,
—¿Qué hacemos aquí en medio de este enorme, solo y frío countiy? —protestó Kurt con desesperación— Let'sgo!
—No. Necesito ver como es el castillo por dentro, y...
—¿Tú estás crazy, cuchi?
—No.
—But... ¡¿pero qué se nos ha perdido aquí?! —gritó desesperado—. Está anocheciendo ¿Acaso pretendes dormir en ese sitio tan... tan viejo y antiguo pudiendo dormir en los mejores hotels ofthe world?
Sorprendida, miró a su finísimo primo y preguntó:
—¿De verdad que este lugar no te parece lo más bonito que has visto nunca?
—No.
—¡¿No?!
—Pues no —gruñó pasándose una toallita húmeda por la cara—. Yo soy más cosmopolitan ya lo sabes. I love la ciudad y esto... esto ¡es el country! ¿Qué pretendes?¿dormir en el country?
—Mmmmm, no me des ideas —dijo ella.
Horrorizado por su mirada, Kurt se tapó los ojos.
—Si es que no te tenía que haber hecho caso. Me tenía que haber ido con Sean y ahora estaría calentito y durmiendo cómodamente en el butacón del avión. Pero no, aquí estoy, congelado y sin saber si volveré a estar hot algún día. Mataría por una buena mantita, un antifaz y un delicious bloodymary.
-Oh, Dios, Kurt —se quejó al escucharle—. Cuando te pones en plan reina no te soporto.
Sin darle tiempo a responder se bajó del coche y cerró de un portazo. Reflexionó unos instantes y se montó de nuevo en el automóvil, arrancó y se dirigió hacia el castillo. Quería dormir allí. Quería quedarse allí y lo haría.
Aparcó y se bajó del coche. Al sentir la fuerza del lugar y el señorío que emanaba, silbó sin poder evitarlo.
—Ay, cuchi... —protestó Kurt—. No hagas ese ruido con la boca que pareces un camionero texano y no Santana Lopez, one of the best de Hollywood.
Al escuchar aquello, ella se puso la gorra y, tras ponerse sus gafas oscuras, dijo en voz baja:
—No vuelvas a repetir mi nombre. No quiero que nadie sepa que estoy aquí y por favor intenta hablar español, y no espanglish. ¿Lo has entendido?
Cerrando de un portazo el vehículo, Kurt llegó hasta ella y cogiéndola del brazo exigió:
—Dime ahora mismito qué hacemos aquí o me pongo a chillar como una crazy hasta que vengan los SWATy me rescaten de morir de calor en Lujan.
Santana sonrió. Verdaderamente era una locura estar allí, pero no había podido remediarlo. Sacando su porta cigarrillos de oro del bolsillo trasero de su vaquero, se encendió un cigarrillo y tras darle una profunda calada miró a Kurt , quien contrariado, esperaba una contestación y dijo:
—¿Recuerdas cuando te conté que en Las Vegas, cuando era una jovencita, me casé con una argentina?
—Oh,yes... como para olvidar esa locura, queen. Recuerdo incluso que el día que me lo contaste estábamos en el spa de Beverly Hills dándonos unos masajes buenísimos. Esos de algas verdecitas y relucientes. Incluso estaba Barbra Streisand y...
—¿Quieres escucharme y cerrar la boca? —protestó al ver que ya comenzaba con sus rollos de siempre.
—Vale, cuchi... pero no te pongas así. Continua, te escucho.
—La chica con la que me casé, era del pueblo que ves a tu derecha y ella me habló de este castillo.
Kurt se llevó las manos a la boca.
—Oh, my God ¿estamos aquí por esa mujer? ¿Quieres verla? —ella asintió y él gritó fuera de sí—, ¿Para qué?¿ Para qué quieres ver a alguien que apenas conoces, con la que pasaste un momento traumático y que, seguramente, estará casada, gorda y fea? Ains, Santana... no te entiendo. Tienes babeando por ti a cientos de galanes impresionantes, entre los que está Noah Puckerman, one ofthe most guapos de Hollywood y estamos aquí, en medio de la nada en busca de una chica normal y sin glamour que no sabemos quién es ni...
—pero al ver la su cara paró de hablar y preguntó—. ¿Sabemos quién es?
Ella asintió y dijo:
—Y cuando te lo diga no te lo vas a creer.
Kurt, olvidándose de todo lo anteriormente dicho preguntó curioso. Si algo le gustaba era un buen cotilleo.
—¿Quién es? Dímelo, dímelo ahora mismito.
—Es alguien que estuvo muy cerca de nosotros hace unos días.
—¿Cerca de nosotros y que a mí me gustó? Ay, queen, note creo—Santana sonrió—. Es más, si hubiera estado cerca de nosotros y si hubiera sido un man lo recordaría. Pero no, definitivamente no recuerdo a nadie.
—Iba vestida de negro, armado hasta los dientes y...
Al escuchar aquello clavó sus ojos castaños en ella y con gesto indescriptible murmuró:
—Por-el-a-mor-de-my-lífe. No me digas que es una de las mujeres que iba con los hombres de Harrelson argentinos que nos salvaron el otro día. —Ella asintió y él, apoyándose en la puerta del coche, dijo emocionado—: Ay, cuchi... ¿te casaste con una chica de esas y le dejaste escapar?
—No lo sé —suspiró molesta— Solo sé que oí algo que me hizo sospechar y tras indagar a través del detective Anderson, he conseguido saber cosas de Brittany Pierce y...
—Ay ¡qué nombre más bonito! Brittany, how romantic! Me encanta el destino. Pero oye ¿está casada? Porque mira Santana que si está casada esto puede ser un scandal que nada beneficiaría a tu carrera. You are Santana Lopez y...
—Según la información que Anderson me ha mandado, no—respondió con sinceridad—. Ella sigue soltera, es policía, y ahora vive aquí, en este pueblo —murmuró señalando el municipio que había junto a la fortaleza—. Y lo que no sé, es si el otro día no me reconoció o no quiso reconocerme.
Kurt la agarró del brazo y empezaron a caminar con seguridad hacia el castillo.
—Pues eso, queen mía, solo podremos saberlo si se lo presumimos, ¿no crees?
En ese momento, y al ver a su primo tan entregado en su misión, a Santana le entró pánico. ¿Que hacia allí, en realidad? Pero sin responderse a la avalancha de preguntas que paralizaban su razón continuó andando hacia la recepción del parador.
—Buenas tardes, señores. Bienvenidos al Parador de Lujan. Mi nombre es Menchu. ¿En qué puedo ayudarles?
—Les saludo una simpática joven al verles.
Poniendose la gorra y las gafas de sol a pesar de que ya había anochecido la joven dijo con voz segura:
—Hola, buenas tardes. Pasábamos por aquí y al ver esta preciosidad de castillo hemos decidido parar.
—Desean una habitación para pasar la noche?
Santana suspiró. ¿Qué hacía allí? Pero antes de que pudiera responder Kurt, tomando las riendas del asunto, contestó conteniendo su espanglish.
—Como ya he visto que tienen calefacción, quisiéramos alquilar el castillo entero —Santana le miró y él dijo con rapidez— Ya se, pensarás que me he vuelto crazy. Pero no. Todo tiene su porqué. Y vuelvo a repetir, nosotros necesitamos el castillo entero y punto.
La recepcionista, tan sorprendida como Santana, preguntó al hombre de las mechas púrpuras:
—Disculpe, señor. ¿Ha dicho el castillo entero?
—Yes, querida.
Boquiabierta, la joven recepcionista les pidió que esperaran un segundo. Lo mejor sería llamar a su jefe. Una vez solos Santana le miró y dijo:
—¿El castillo entero? Pero, bueno ¿Qué locura es esa? ¿Qué pretendes? ¿Qué la prensa esté aquí antes de que podamos poner un pie en la habitación?
—No, mi reina. Precisamente intento justamente lo contrarío. Si alguno de los huéspedes que aquí se aloja te ve ¡te reconocerá! ¿Lo has pensado? Y entonces es cuando esto se llenará de periodistas —ella le entendió y asintió. En ese momento apareció un hombre de sonrisa agradable.
—Buenas tardes. Mi nombre es Jeremy Sánchez y soy el encargado de la fortaleza. Me ha dicho Menchu que quieren ustedes alquilar el castillo al completo.
—Sí, unos doce días —asintió Santana con seguridad. La idea de Kurt era perfecta.
La muchacha y su jefe se miraron.
—Lo siento, pero es imposible —dijo el hombre con pesar.
—Why? ¿Por qué es imposible? —preguntó Kurt.
—Actualmente tenemos huéspedes y no podemos echar a las personas que, durante unos días, descansan aquí. Además, tenemos varias reservas ya para los próximos días y, sintiéndolo mucho, tengo que decirles que lo que me piden es imposible.
Contrariada por aquello Santana pensó con rapidez. No estaba acostumbrada a que le dijeran que no a nada y no pensaba dar su brazo a torcer. Quería quedarse allí.
—Lo entiendo... aun así nos quedaremos y cuando haya habitaciones libres las alquilaré.
El hombre cada vez más sorprendido preguntó:
—Señorita ¿está usted segura? ¿Tanta gente va a traer al rastillo?
—No. Solo somos nosotros dos—indicó Kurt.
Cada vez más sorprendido el hombre miró a Menchu, y Santana caminando hacia un lateral de la recepción dijo:
—Por favor, ¿pueden venir un momento?—La siguieron—, ¿Puedo contar con su total discreción?
—Por supuesto —asintieron aquellos—. Uno de nuestros lemas es; la confidencialidad.
Al oír aquello, la joven se quitó la gorra y las gafas. Las caras de ambos al reconocerla eran todo un poema. Tenían ante ellos a Santana Lopez, la famosa actriz de Hollywood y que los últimos días había salido en todas las televisiones y periódicos por su secuestro en el hotel Ritz.
—Yes, she is ¿a qué es monísima y glamurosa? —asintió Kurt encantado.
Santana al ver su cara de incredulidad dijo con una sonrisa:
—Por sus gestos intuyo que ya saben quién soy, ¿verdad? —asintieron y ella prosiguió—. El motivo de alquilar el castillo entero es para tener tranquilidad y discreción. Es más, si la prensa se entera sabré que ha sido alguno de ustedes dos. ¿Me entienden ahora?
Asombrados, ambos asintieron.
—Menchu —dijo Jeremy con rotundidad—. Absolutamente nadie debe saber la verdadera identidad de nuestros huéspedes, ¿entendido?
—Por supuesto —asintió la joven y mirando alucinada a la actriz murmuró:— Para nosotros será un placer tenerla aquí señorita…señora Lopez.
—Por favor... llámame Noelia sera mas facil mantener mi identidad y el registro háganlo a nombre de mi primo.
Con rapidez el hombre miro las reservas.
—Tenemos libre la suite del Castillo y...
—Yo quiero una habitación para mi solo —aclaró Kurt—. Adoro a mi actriz, pero no me gusta dormir con ella, ¡se mueve mucho en la cama!
—¿Dónde tienen su equipaje? -preguntó Jeremy nervioso y emocionado.
—En el coche —respondió la joven.
Santana, divertida, volvió a ponerse la gorra para esconder su oscura melena. En aquel momento no había nadie en recepción, pero prefirió hacerlo así. No quería levantar sospechas. Media hora después, tras enseñarles el castillo y que estos pudieran admirar las maravillas del lugar, les acompañaron a sus habitaciones. Una vez la joven se quedó sola en su preciosa y medieval suite se asomó a la ventana y sonrió. Por primera vez en mucho tiempo respiraba eso que se llama libertad.
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BUENO LA HISTORIA CONTINUA :) ESPERO LES GUSTE
UNA VEZ MAS GRACIAS A TODOS POR COMENTAR
LOS LEO PRONTO, CUIDENSE<3
PD: cambiare el apodo de santana a "morenita" antes britt la llamaba "chiquita" pero me da mas ternura morenita! :)
De nuevo, disculpen pero otra vez podre subir un solo cap hoy....
Nah es broma, volvieron los capitulos dobles :D
Gracias a todos por sus comentarios, y a todos los nuevos lectores!
PD: yo tambien odio al padre y la madrastra de Santana -_-
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¿Y A Ti Que Te Importa?
Capitulo 11: decidida a quedarme
Una semana después había finalizado la promoción de la película en Argentina, el equipo, en el aeropuerto de Buenos Aires, se disponía a regresar a Los Angeles. Santana, desde lo ocurrido en el hotel Ritz, no había podido dejar de pensar en una cosa: la policía o, mejor dicho, su ex esposa. Nadie conocía su secreto a excepción de su padre, las amigas que le acompañaban en el viaje y Kurt, su paño de lágrimas. Tras recibir el fax del despacho de abogados días atrás en el hotel, Santana se puso en contacto con un conocido en Nueva York, y este hizo su trabajo. Cuatro días después Santana recibía noticias en el correo de su portátil sobre Brittany Susan Pierce. Su foto, su dirección, incluso los horarios en los que hacía footing.
Durante días, guardó toda aquella información en su maleta. No podía dejar de pensar en ella y, mucho menos, dejar de admirarle. La joven alta y algo desgarbada que conoció en Las Vegas diez años atrás, se había convertido en una mujer sexy y hermosa. Intentó obviar el tema, olvidar que lo había visto, pero, extrañamente, le resultaba imposible. Se lo impedía aquella mirada turbadora a través del pasamontañas.
En la sala VIP, mientras esperaban a que su avión privado estuviera preparado para partir Kurt se dirigió a ella:
—Me muero por cerrar los ojos y sleep. Qué ganitas tengo de plantar mi traserito en el avión y sleep durante all el vuelo.
Al ver que ella no contestaba le quitó el auricular del su Ipod y sacándola de su mutismo le preguntó:
—¿Me has escuchado, queen?
Santana asintió. Le había escuchado perfectamente. En ese momento una señorita muy mona vestida de azul y rojo dijo acercándose a ellos:
—Cuando quieran pueden comenzar a embarcar. Ya tenemos su avión preparado.
Parte del equipo de la película se levantó y se dirigió hacia el avión, y Kurt, agarrando su enorme bolso de colores, indico a Santana que se levantara.
—Cuchi... let'sgo. —Al ver que ella no se movía, zapateando m el suelo, repitió—: Queen... no te hagas de rogar.
Santana se levantó, pero en lugar de dirigirse hacia donde estaba todo el equipo buscó a Howard, el director de la película, que en ese momento estaba hablando con Noah Puckerman. Tras respirar profundamente y ser consciente de lo que iba a hacer se quitó los auriculares, se planto ante él y dijo:
—Howard ¿sería un problema si hoy no regreso con ustedes y me quedo unos días más en Argentina?
El director, sorprendido, le preguntó:
—¿En Argentina?
—Sí. Necesito unos días para relajarme. Tras lo ocurrido no me siento con fuerzas para regresar a Los Angeles y atender a toda la prensa. Solo serían unos días. Después te prometo regresar y atender todos los compromisos que tengamos.
Puck, su compañero de reparto, frunció el ceño y dijo:
—Pero, amor, eso es imposible. Estamos en plena promoción y no debes separarte del grupo.
Molesta porque aquel se entrometiera le miró.
—Tú te callas. Y no vuelvas a llamarme amor, ¿entendido?
Noah Puckerman no estaba acostumbrado a aquel tipo de trato y frunciendo el ceño preguntó:
—¿Sigues enfadada todavía?
—Por supuesto que sí —siseó esta—. Lo que hiciste en el hotel, eso de marcharte y dejarme sola allí, me tiene muy cabreada por lo tanto, ¡cállate!
—Pero amor... debemos regresar todos a...
Con cara de pocos amigos Santana miró a Noah, por quien suspiraban millones de mujeres, y señalándole con el dedo lerecriminó:
—No estoy hablando contigo. Cierra el pico.
—Pero... ¡no debes! —insistió aquel.
Tomándolo de la pechera la joven, cansada, siseó:
—Puck eres un buenísimo actor y me lo paso bomba contigo en la cama, pero o cierras tu boca en este instante o te juro por mi abuela que te vas a enterar de quién soy yo.
Kurt, al ver qué estaba pasando, corrió a su lado y aplaudió mientras decía:
—Muy bien dicho, queen, pero relájate... que cuando te vuelves crazy eres la peor.
El director, con una sonrisa en la boca, ordenó a Noah alejarse. Tal y como había dicho la joven, Puck era un excelente actor, pero era tremendamente insoportable. Kurt, divertido, hizo lo mismo y, una vez a solas, le dijo:
—Dentro de un mes tenemos que estar en Tokio. Concretamente el doce de enero. Sabes que comenzamos la promoción allí y...
—Prometo estar en Tokio el día que me digas —y sonriendo murmuró—: Vamos, Howard que a Vin Diesel no le dijiste nada porque no viniera a Argentina.
Howard, amigo de la familia de toda la vida, adoraba a la joven. Sabía que ella era una profesional y que no iba a fallarle. Pero aun así se le hacía raro regresar a Los Angeles sin ella, por lo que insistió:
—A ver, Santana. ¿Por qué no regresas con nosotros y descansas en casa? Además, se acercan las Navidades y...
—Howard, sabes que allí no podré hacerlo. En cuanto aterrice, no tendré un solo momento para mí, sobre todo después de lo ocurrido aquí. Y en cuanto a las Navidades, ya sabes que no es mi época favorita del año.
—Pero tu padre...
—¿Mi padre? —preguntó molesta—. Tengo treinta años. ¡Treinta! Y por muy importante que sea él en la industria del cine, no manda en mi vida y lo sabes. Howard, quiero que con¬fíes en que estaré en Tokio para el estreno. Solo necesito que tú confíes en mí, no que pienses en lo que vaya a decir mi padre.
Al ver la determinación en su mirada, el hombre asintió.
—De acuerdo. Pero te quiero en Tokio para el estreno y no aceptaré ninguna excusa, ¿entendido?
Sonriendo, le besó en la mejilla.
—Allí estaré.
Seguido intercambió unas palabras con Sean, su guardaespaldas, y este asintió. Después miró a su primo que la observaba extrañado y, mientras se ponia una gorra para esconder su pelo rubio y se ponía unas gafas de sol, dijo con decisión:
—Vamos, Kurt. Tú te vienes conmigo,
Con su gran bolsón de Gucci en la mano, este la siguió y preguntó:
—But... ¿dónde vamos cuchita? Nuestro avión sale dentro de poco. ¿Y Sean?
—No necesitamos guardaespaldas, tranquilo.
—Por el amor de Diosssss, ¿te has vuelto crazy?
Emocionada como hacia mucho tiempo que no estaba, murmuró con una enorme sonrisa:
—Confía en mi Kurt. De momento vamos a hablar con quien haga falta para que saquen nuestras maletas del avión.
Una hora después y antes de salir del aeropuerto, oculta tras una gorra y unas enormes gafas negras, se pararon ante una agencia de alquiler de coches.
—Necesito que alquiles un coche automático con GPS a tu nombre para diez o doce días. Y, por favor, no menciones que voy a viajar en él o tendremos a toda la prensa detrás ¿vale?
—Pero...
—Hazlo. Luego te explico —apremió ella.
Retirándose su flequillo de mechas púrpura de la cara, el joven dijo:
—Ay, queen ¡qué miedo me estás dando!
Media hora después, ya estaban subidos en un mercedes automático.
—Por el amor de my life, Santana ¿Qué hacemos aquí sin guardaespaldas y dónde vamos?
Con una inedia sonrisa ella puso en marcha el vehículo y, tras darle un sonoro beso en la mejilla, dijo pisando el acelerador.
—De momento vamos a ir a Lujan para visitar un castillo que esta en alli, después, ya veremos.
Capitulo 12: el castillo
Un par de horas después, tras perderse por las carreteras por no hacer ni caso al GPS, Santana y Kurt llegaron a las inmediaciones del castillo.
—Qué lugar más bonito —susurró la actriz mirándolo con admiración.
—Divino, ¿pero qué te parece si buscamos un hotel? Estoy agotado —protestó su primo mirando su alrededor
—. Tengo calor... very hot! Y también hambre... y sed y quiero ir al toilet. En definitiva ¡quiero irme de aquí!
—Por Dios, Kurt. En esta guía dice que el castillo es un Parador Nacional. Un hotel.
El joven, no muy convencido, retirándose el flequillo del rostro dijo:
—¿Por qué no buscamos algo más modern? ¿Seguro que tienen calefacción?
Sin hacerle caso, Santana paró el coche para admirar aquel impresionante lugar. Hasta donde alcanzaba la vista, podía admirar la fortaleza de formas sólidas y torreones cuadrados,
—¿Qué hacemos aquí en medio de este enorme, solo y frío countiy? —protestó Kurt con desesperación— Let'sgo!
—No. Necesito ver como es el castillo por dentro, y...
—¿Tú estás crazy, cuchi?
—No.
—But... ¡¿pero qué se nos ha perdido aquí?! —gritó desesperado—. Está anocheciendo ¿Acaso pretendes dormir en ese sitio tan... tan viejo y antiguo pudiendo dormir en los mejores hotels ofthe world?
Sorprendida, miró a su finísimo primo y preguntó:
—¿De verdad que este lugar no te parece lo más bonito que has visto nunca?
—No.
—¡¿No?!
—Pues no —gruñó pasándose una toallita húmeda por la cara—. Yo soy más cosmopolitan ya lo sabes. I love la ciudad y esto... esto ¡es el country! ¿Qué pretendes?¿dormir en el country?
—Mmmmm, no me des ideas —dijo ella.
Horrorizado por su mirada, Kurt se tapó los ojos.
—Si es que no te tenía que haber hecho caso. Me tenía que haber ido con Sean y ahora estaría calentito y durmiendo cómodamente en el butacón del avión. Pero no, aquí estoy, congelado y sin saber si volveré a estar hot algún día. Mataría por una buena mantita, un antifaz y un delicious bloodymary.
-Oh, Dios, Kurt —se quejó al escucharle—. Cuando te pones en plan reina no te soporto.
Sin darle tiempo a responder se bajó del coche y cerró de un portazo. Reflexionó unos instantes y se montó de nuevo en el automóvil, arrancó y se dirigió hacia el castillo. Quería dormir allí. Quería quedarse allí y lo haría.
Aparcó y se bajó del coche. Al sentir la fuerza del lugar y el señorío que emanaba, silbó sin poder evitarlo.
—Ay, cuchi... —protestó Kurt—. No hagas ese ruido con la boca que pareces un camionero texano y no Santana Lopez, one of the best de Hollywood.
Al escuchar aquello, ella se puso la gorra y, tras ponerse sus gafas oscuras, dijo en voz baja:
—No vuelvas a repetir mi nombre. No quiero que nadie sepa que estoy aquí y por favor intenta hablar español, y no espanglish. ¿Lo has entendido?
Cerrando de un portazo el vehículo, Kurt llegó hasta ella y cogiéndola del brazo exigió:
—Dime ahora mismito qué hacemos aquí o me pongo a chillar como una crazy hasta que vengan los SWATy me rescaten de morir de calor en Lujan.
Santana sonrió. Verdaderamente era una locura estar allí, pero no había podido remediarlo. Sacando su porta cigarrillos de oro del bolsillo trasero de su vaquero, se encendió un cigarrillo y tras darle una profunda calada miró a Kurt , quien contrariado, esperaba una contestación y dijo:
—¿Recuerdas cuando te conté que en Las Vegas, cuando era una jovencita, me casé con una argentina?
—Oh,yes... como para olvidar esa locura, queen. Recuerdo incluso que el día que me lo contaste estábamos en el spa de Beverly Hills dándonos unos masajes buenísimos. Esos de algas verdecitas y relucientes. Incluso estaba Barbra Streisand y...
—¿Quieres escucharme y cerrar la boca? —protestó al ver que ya comenzaba con sus rollos de siempre.
—Vale, cuchi... pero no te pongas así. Continua, te escucho.
—La chica con la que me casé, era del pueblo que ves a tu derecha y ella me habló de este castillo.
Kurt se llevó las manos a la boca.
—Oh, my God ¿estamos aquí por esa mujer? ¿Quieres verla? —ella asintió y él gritó fuera de sí—, ¿Para qué?¿ Para qué quieres ver a alguien que apenas conoces, con la que pasaste un momento traumático y que, seguramente, estará casada, gorda y fea? Ains, Santana... no te entiendo. Tienes babeando por ti a cientos de galanes impresionantes, entre los que está Noah Puckerman, one ofthe most guapos de Hollywood y estamos aquí, en medio de la nada en busca de una chica normal y sin glamour que no sabemos quién es ni...
—pero al ver la su cara paró de hablar y preguntó—. ¿Sabemos quién es?
Ella asintió y dijo:
—Y cuando te lo diga no te lo vas a creer.
Kurt, olvidándose de todo lo anteriormente dicho preguntó curioso. Si algo le gustaba era un buen cotilleo.
—¿Quién es? Dímelo, dímelo ahora mismito.
—Es alguien que estuvo muy cerca de nosotros hace unos días.
—¿Cerca de nosotros y que a mí me gustó? Ay, queen, note creo—Santana sonrió—. Es más, si hubiera estado cerca de nosotros y si hubiera sido un man lo recordaría. Pero no, definitivamente no recuerdo a nadie.
—Iba vestida de negro, armado hasta los dientes y...
Al escuchar aquello clavó sus ojos castaños en ella y con gesto indescriptible murmuró:
—Por-el-a-mor-de-my-lífe. No me digas que es una de las mujeres que iba con los hombres de Harrelson argentinos que nos salvaron el otro día. —Ella asintió y él, apoyándose en la puerta del coche, dijo emocionado—: Ay, cuchi... ¿te casaste con una chica de esas y le dejaste escapar?
—No lo sé —suspiró molesta— Solo sé que oí algo que me hizo sospechar y tras indagar a través del detective Anderson, he conseguido saber cosas de Brittany Pierce y...
—Ay ¡qué nombre más bonito! Brittany, how romantic! Me encanta el destino. Pero oye ¿está casada? Porque mira Santana que si está casada esto puede ser un scandal que nada beneficiaría a tu carrera. You are Santana Lopez y...
—Según la información que Anderson me ha mandado, no—respondió con sinceridad—. Ella sigue soltera, es policía, y ahora vive aquí, en este pueblo —murmuró señalando el municipio que había junto a la fortaleza—. Y lo que no sé, es si el otro día no me reconoció o no quiso reconocerme.
Kurt la agarró del brazo y empezaron a caminar con seguridad hacia el castillo.
—Pues eso, queen mía, solo podremos saberlo si se lo presumimos, ¿no crees?
En ese momento, y al ver a su primo tan entregado en su misión, a Santana le entró pánico. ¿Que hacia allí, en realidad? Pero sin responderse a la avalancha de preguntas que paralizaban su razón continuó andando hacia la recepción del parador.
—Buenas tardes, señores. Bienvenidos al Parador de Lujan. Mi nombre es Menchu. ¿En qué puedo ayudarles?
—Les saludo una simpática joven al verles.
Poniendose la gorra y las gafas de sol a pesar de que ya había anochecido la joven dijo con voz segura:
—Hola, buenas tardes. Pasábamos por aquí y al ver esta preciosidad de castillo hemos decidido parar.
—Desean una habitación para pasar la noche?
Santana suspiró. ¿Qué hacía allí? Pero antes de que pudiera responder Kurt, tomando las riendas del asunto, contestó conteniendo su espanglish.
—Como ya he visto que tienen calefacción, quisiéramos alquilar el castillo entero —Santana le miró y él dijo con rapidez— Ya se, pensarás que me he vuelto crazy. Pero no. Todo tiene su porqué. Y vuelvo a repetir, nosotros necesitamos el castillo entero y punto.
La recepcionista, tan sorprendida como Santana, preguntó al hombre de las mechas púrpuras:
—Disculpe, señor. ¿Ha dicho el castillo entero?
—Yes, querida.
Boquiabierta, la joven recepcionista les pidió que esperaran un segundo. Lo mejor sería llamar a su jefe. Una vez solos Santana le miró y dijo:
—¿El castillo entero? Pero, bueno ¿Qué locura es esa? ¿Qué pretendes? ¿Qué la prensa esté aquí antes de que podamos poner un pie en la habitación?
—No, mi reina. Precisamente intento justamente lo contrarío. Si alguno de los huéspedes que aquí se aloja te ve ¡te reconocerá! ¿Lo has pensado? Y entonces es cuando esto se llenará de periodistas —ella le entendió y asintió. En ese momento apareció un hombre de sonrisa agradable.
—Buenas tardes. Mi nombre es Jeremy Sánchez y soy el encargado de la fortaleza. Me ha dicho Menchu que quieren ustedes alquilar el castillo al completo.
—Sí, unos doce días —asintió Santana con seguridad. La idea de Kurt era perfecta.
La muchacha y su jefe se miraron.
—Lo siento, pero es imposible —dijo el hombre con pesar.
—Why? ¿Por qué es imposible? —preguntó Kurt.
—Actualmente tenemos huéspedes y no podemos echar a las personas que, durante unos días, descansan aquí. Además, tenemos varias reservas ya para los próximos días y, sintiéndolo mucho, tengo que decirles que lo que me piden es imposible.
Contrariada por aquello Santana pensó con rapidez. No estaba acostumbrada a que le dijeran que no a nada y no pensaba dar su brazo a torcer. Quería quedarse allí.
—Lo entiendo... aun así nos quedaremos y cuando haya habitaciones libres las alquilaré.
El hombre cada vez más sorprendido preguntó:
—Señorita ¿está usted segura? ¿Tanta gente va a traer al rastillo?
—No. Solo somos nosotros dos—indicó Kurt.
Cada vez más sorprendido el hombre miró a Menchu, y Santana caminando hacia un lateral de la recepción dijo:
—Por favor, ¿pueden venir un momento?—La siguieron—, ¿Puedo contar con su total discreción?
—Por supuesto —asintieron aquellos—. Uno de nuestros lemas es; la confidencialidad.
Al oír aquello, la joven se quitó la gorra y las gafas. Las caras de ambos al reconocerla eran todo un poema. Tenían ante ellos a Santana Lopez, la famosa actriz de Hollywood y que los últimos días había salido en todas las televisiones y periódicos por su secuestro en el hotel Ritz.
—Yes, she is ¿a qué es monísima y glamurosa? —asintió Kurt encantado.
Santana al ver su cara de incredulidad dijo con una sonrisa:
—Por sus gestos intuyo que ya saben quién soy, ¿verdad? —asintieron y ella prosiguió—. El motivo de alquilar el castillo entero es para tener tranquilidad y discreción. Es más, si la prensa se entera sabré que ha sido alguno de ustedes dos. ¿Me entienden ahora?
Asombrados, ambos asintieron.
—Menchu —dijo Jeremy con rotundidad—. Absolutamente nadie debe saber la verdadera identidad de nuestros huéspedes, ¿entendido?
—Por supuesto —asintió la joven y mirando alucinada a la actriz murmuró:— Para nosotros será un placer tenerla aquí señorita…señora Lopez.
—Por favor... llámame Noelia sera mas facil mantener mi identidad y el registro háganlo a nombre de mi primo.
Con rapidez el hombre miro las reservas.
—Tenemos libre la suite del Castillo y...
—Yo quiero una habitación para mi solo —aclaró Kurt—. Adoro a mi actriz, pero no me gusta dormir con ella, ¡se mueve mucho en la cama!
—¿Dónde tienen su equipaje? -preguntó Jeremy nervioso y emocionado.
—En el coche —respondió la joven.
Santana, divertida, volvió a ponerse la gorra para esconder su oscura melena. En aquel momento no había nadie en recepción, pero prefirió hacerlo así. No quería levantar sospechas. Media hora después, tras enseñarles el castillo y que estos pudieran admirar las maravillas del lugar, les acompañaron a sus habitaciones. Una vez la joven se quedó sola en su preciosa y medieval suite se asomó a la ventana y sonrió. Por primera vez en mucho tiempo respiraba eso que se llama libertad.
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BUENO LA HISTORIA CONTINUA :) ESPERO LES GUSTE
UNA VEZ MAS GRACIAS A TODOS POR COMENTAR
LOS LEO PRONTO, CUIDENSE<3
PD: cambiare el apodo de santana a "morenita" antes britt la llamaba "chiquita" pero me da mas ternura morenita! :)
dorkyhemo_** - Mensajes : 69
Fecha de inscripción : 15/01/2014
Edad : 31
Re: [Resuelto]FanFic Brittana - ¿Y A Ti Qué Te Importa? - CAPITULO FINAL - ACTUALIZADO
me encanto,...
a ver como sigue la búsqueda de san,...!!!
me encanta kurt!!! a ver cuanto va a durar en el espionaje con san!! si se pone en dote de reina ja
a ver como sigue la búsqueda de san,...!!!
me encanta kurt!!! a ver cuanto va a durar en el espionaje con san!! si se pone en dote de reina ja
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana - ¿Y A Ti Qué Te Importa? - CAPITULO FINAL - ACTUALIZADO
Hola!!
Me encantaron los capitulos, Puckerman es un baboso
Creo que me dara un ataque de la emocion por saber que San esta tan cerca de Britt
En fin, cuidate, hasta la proxima actualizacion ;)
Me encantaron los capitulos, Puckerman es un baboso
Creo que me dara un ataque de la emocion por saber que San esta tan cerca de Britt
En fin, cuidate, hasta la proxima actualizacion ;)
laura.owens*** - Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 10/04/2012
Edad : 31
Re: [Resuelto]FanFic Brittana - ¿Y A Ti Qué Te Importa? - CAPITULO FINAL - ACTUALIZADO
me encaanntooo el cap, amo a san, vos dale que vas a encontrar a britt yo se que si! y quizas se vuelvan a enamorar!! ya quiero mas cap me tenes enganchada a tu historiaaa besotes!
tatymm-*- - Mensajes : 2406
Fecha de inscripción : 20/08/2012
Edad : 34
Re: [Resuelto]FanFic Brittana - ¿Y A Ti Qué Te Importa? - CAPITULO FINAL - ACTUALIZADO
sueño con que no hayan podido divorciarse y se encuentren y se terminen de conocer y el amor surja mas rapido de lo pensado y.... se me fue la imaginacion, sorry, hasta la muy pronta actualizacion, bye!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana - ¿Y A Ti Qué Te Importa? - CAPITULO FINAL - ACTUALIZADO
Hola hola buen miercoles para todos, muchas gracia por comentar :)
como saben todos los dias ire actualizando asi que no editare los dias de publicacion solo dira actializado! :D
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¿Y A Ti Que Te Importa?
Capitulo 13: Una invitación inesperada
Sonó el despertador y Brittany se levantó de su cama. Como cada mañana desde hacía muchos años, tras ducharse y vestirse, tomaba la correa de su perra y salió a hacer footing. Durante más de una hora corrió primero por Lujan y luego por los alrededores. Adoraba la paz que allí se respiraba. Buenos Aires le gustaba pero era un lugar lleno de agobios y ruidos. Por ello, años atrás, decidió regresar a vivir al pueblo en el que se había criado. Un lugar acogedor donde los vecinos aún se saludaban cuando se veían por la calle y donde podía tener el contacto que él necesitaba con su familia.
—Vamos Jenny, ven, preciosa —animó a su perra.
Jenny era un curioso cruce entre pitbull y boxer. La encontró cuando apenas tenía dos meses, una mañana que había salido a correr. Aún recordaba el momento. Un coche oscuro paró en el lateral de la carretera, abrió la puerta y soltó al animal. Después se marchó. Brittany al ver aquello corrió hacia algo pequeño que se movía y justo lo agarró antes de que un camión lo atropellase. Ese día, la mirada de aquella perra enamoró a Britt, y juntos llevaban ya seis años. Como ella siempre decía, Jenny era su verdadera chica.
—Jenny—llamó Brittany al verla alejarse—.Ven aquí.
La siguió con la mirada, divertido. Aquella tontuela corría tras varios conejos que había visto corretear por el campo. Sin parar su marcha silbó y, al escucharle, la perra paró en seco y corrió en su dirección. Una vez estuvo a su lado comenzó dar saltos como siempre hacía.
—¿Cuando vas a madurar?—rio divertido acariciando a la perra
—Anda vamos, regresemos a casa.
Sorteando las casas, Brittany llegó hasta su pequeño hogar. Un chalet adosado en una zona residencial de Lujan. Abrió la puerta de su casa y Jenny echo a correr hacia el patio trasero para beber agua de su tacho. Ella subió directamente a la planta de arriba y se duchó. Una buena ducha tras el deporte era lo mejor para el cuerpo y la mente. Cuando acabó se puso un vaquero y una camisa. Aquel día tenia libre y pensaba ir a visitar a su padre y abuelo, que vivían en una de las céntricas casas del pueblo.
Puso un CD de Guns and Roses y cuando acabó, comenzó a sonar el que su hermana Elizabeth le había regalado por su cumpleaños días antes. La voz de Sergio Dalma inundó el silencio del salón. No era la música que más le gustaba escuchar —ella pasaba de esas tonterías del amor— pero tarareando una de las canciones se encaminó hacia la cocina. Allí se sirvió un café y lo metió en el microondas. Mientras lo calentaba abrió la puerta de la terraza y Jenny entró.
—Anda pasa, que hoy hace mucho calor.
La perra, más acostumbrada a estar en el interior de la casa que en el exterior, rápidamente se encaminó hacia su lugar preferido. El pasillo. Y tumbándose emitió un sonido de satisfacción. El teléfono sonó. Era Irene, su hermana mayor.
—Hola, mi niña ¿cómo estás? —saludó la dicharachera de su hermana.
—Bien ¿y tú? —respondió mientras sacaba su café del microondas.
—Agotada. Tus sobrinos me tienen agotada.
Brittany sonrió. Su hermana tenía unos hijos maravillosos aunque ella se empeñaba en decir continuamente que le daban una guerra tremenda.
—Pues dice tu querida sobrina Rocío que se quiere ir un año a Londres cuando acabe el curso. Pero esta niña esta loca, ¿cree que el dinero lo fabrico yo por las noches en el horno?
Sonrió y se sentó dispuesto a escuchar durante un buen rato a su hermana. Le encantaban sus hermanas. Eran tres y todas mayores que ella. Irene era la mayor. Estaba casada con Carlos y tenía tres hijos: Rocío de quince años, Javi de diez y Ruth de cinco; Elizabeth era la segunda, soltera y embarazada; y por último Eva, la loco de la familia. Trabajaba en una revista y su vida era un auténtico descontrol.
—¿Has hablado con Elizabeth últimamente? — pregunto Irene.
—No. Llevo sin hablar con ella unos diez días.
—Oh... ¿entonces no sabes la última?
Britt sonrió e Irene continuó:
—Creo que la van a despedir y ha dicho que como le pase eso se marcha de corresponsal de guerra a Libia. Ay, Dios, muchachita nos va a matar a disgustos.
La carcajada que soltó Brittany hizo peligrar su café. Su hermana Lizzie (como ellos le decían) era un caso y siempre lo sería. Conociéndola, lo último que haría sería irse a un país en guerra, así que para quitarle importancia dijo:
—Se le pasará. Ya conoces a Lizzie.
—Papá y el abuelo están preocupados, muy preocupados. Ya tuvimos bastante cuando tú estuviste hace un año en Irak. Pero esta loca... ¿Cuándo va a madurar? ¿Acaso no se da cuenta de que con esas tonterías lo único que logra es angustiar la vida a quienes la quieren?
—Ya…para, no seas exagerada Irene. Creo que te preocupas en exceso.
Irene, tras la muerte de su madre, hizo de madre, especialmente para Lizzie y para ella. Su padre tenía que trabajar y alguien debía de ocuparse de que los pequeños comieran, estudiaran y fueran al colegio. Y esa fue Irene, con la ayuda de Goyo, su abuelo materno. El único abuelo vivo que aún les quedaba. Mientras tomaba el café y hablaba con su hermana por teléfono, sonó el portero automático de la casa.
—¿Quién llama a tu puerta?
—Pues no losé, mi reina, no tengo poderes —rio Brittany caminando hacia la entrada.
—¿En serio? —se rio Irene, su hermana era la sabedora para la familia, y en especial para su sobrino Javier, era una superhéroe.
El timbre de la puerta volvió a repetirse y Brittany, a través del teléfono, respondió.
—¿Quien es?
—Soy Quique, el cartero. Traigo un sobre certificado para ti.
—Ahora mismo salgo —y antes de dejar el teléfono sobre la entrada dijo—: Irene, espera un segundo que voy a firmar una carta certificada.
Brittany salió al exterior para recoger la carta acompañado por Jenny.
—Hola, Quique —saludó al cartero de toda la vida.
El hombre, con una sonrisa de oreja a oreja, le entregó un sobre y un bolígrafo.
—¿Hoy no trabajas? —le preguntó.
—No. Hoy la libro —respondió mientras firmaba.
Con el sobre en las manos Brittany observó el logotipo del Castillo de Lujan. Se despidió del cartero, entró en su casa y cogió el teléfono donde esperaba su hermana.
—Ya he vuelto.
—¿Qué tenías que firmar?
—Un sobre que me ha llegado del Castillo de Lujan.
—¿Del castillo? —preguntó sorprendida—. ¿Será que va a haber alguna fiesta o algo así?
Brittany sonrió y dejándolo sobre la mesa del comedor continuó hablando con su hermana un rato más hasta que finalmente se despidió. Cuando caminaba hacia la cocina reparó en el sobre y lo abrió. Dentro había una pequeña nota en la que ponía:
Sé que es una locura pero ¿quieres cenar conmigo?
Te espero hoy a las nueve en la suite 4e
S.
Sorprendida, la releyó. ¡¿S?! ¿Quién sería esa S? Finalmente pensó que se trataría de alguna cita a ciegas que Sam, el esposo de Mercedes, le habría preparado. Seguro que se trataba de Bree, que trabajaba en el Parador, quien habría planeado aquello. Eso la hizo sonreír. Aquella explosiva mujer era tremendamente ardiente, suspiró y dejó la nota sobre la mesa. Tenía cosas que hacer, pero si a la hora indicada estaba libre, por supuesto que iría.
Una hora después, cuando se preparaba para ira casa de su padre sonó su móvil. Era el comisario, su jefe. Había ocurrido algo en buenos aires y necesitaba que acudiera inmediatamente a la Base. Sin tiempo que perder, llamó a casa de su padre desde su Audi RS 5. No podía ir. Tenía que trabajar.
CAPITULO 14: esa chica te ha dicho no.
En el castillo de Lujan, Santana se esforzaba por aparentar tranquilidad, pero era imposible.
Todavía no sabía qué había ocurrido para que ella lo dejara todo y estuviera allí esperando hecha un flan a una mujer que no conocía, y con la que apenas había estado consciente veinticuatro horas.
—Son las ocho y media, queen mía —rio Kurt—. Creo que deberías vestirte ya, no vaya a ser que él esté tan impaciente por verte que aparezca antes de tiempo.
Horrorizada como pocas veces en su vida la joven miró a su primo con desesperación.
—¿Qué me pongo?
Kurt, más nervioso que ella por la situación, empezó a re¬buscar en los dos maletones de Santana. Por fin sacó una camisa negra de gasa y una falda roja entallada hasta los pies.
-Visto que solo tienes cuatro trapitos, esto irá bien. Estarás ¡divine! Eso sí, ponte el sujetador purple, ese que te realza los pechos. La camisa te sienta infinitamente mejor.
Al ver el conjunto, San protestó.
—Por Dios, Kurt que no voy de cena a la embajada. Que voy a cenar aquí en la habitación.
—¿Y qué? ¿Acaso no quieres que te vea divine?
Ella asintió. Tenía razón. Así que cogió lo que le entregaba, hecha un manojo de nervios, y comenzó a vestirse. Cuando acabó se miró en el espejo y decidió dejar suelta su bonita melena ondulada. Le daba un aire sofisticado.
A las nueve menos cinco, Kurt se marchó a su habitación tras darle dos besos y desearle suerte con aquel encuentro. A las nueve en punto Santana, retorciéndose las manos, no sabía si sentarse o mirar por la ventana. Parecía una quinceañera punto de tener su primera cita. Diez minutos después su impaciencia le hizo encender un cigarrillo. Seguro que tardaría en llegar. Veinte minutos después comenzó a cuestionarse si ni tan siquiera vendría y una hora y media más tarde, molesta por el desplante, supo que no aparecería. A las once, tras dos horas de espera, se desmaquilló y se quitó la ropa, y cuando se echó en la cama suspiró enfadada. ¿Quién la mandaría a ella ir allí?
A la mañana siguiente, Kurt se despertó a las siete de la mañana. Pensó en ir a la habitación de su prima, pero finalmente decidió no molestar, no fuera que continuara con él en la habitación. A las once, sorprendido porque ella aún no hubiera dado señales de vida, se encaminó hacia la suite y cuando ella le abrió supo que algo no muy bueno había pasado.
—¿¡Que no vino la chica de Harrelson?!
—No
—¿Te dejó plantada, honey?
—Si.
—¿Me lo estás diciendo en serio?
—Totalmente, y no vuelvas a preguntármelo.
Sin dar crédito a sus palabras y llevándose las manos a la cabeza susurró incrédulo:
—Oh. my God. Cuchi, esa chica te ha dicho no.
A Santana no le gustó como sonaba aquello. Ya fue bastante humillante el plantón como para que su primo se lo recordara.
—Me estás enfadando Kurt. Me estás enfadando y mucho.
Aun incrédulo porque alguien dejara plantada a su prima, la gran estrella de Hollywood, añadió:
—Bueno, bueno, darling no pasa nada. Nadie se ha enterado de ello. Por lo tanto no te preocupes, nadie se reirá de ti.
—¿como que nadie se ha enterado? Lo sabemos nosotros, te parece poco? Y ya puedes ir borrando esa sonrisita que tienes en la cara o yo....
—Tranquila honey, yo no me rio de ti, solo me sorprendo.
Sin embargo Santana era consciente del plantón.
—Pero… pero ¿Quién se ha creído esa idiota para dejarme plantada? Maldita sea, estoy tan ofendida que apenas he podido descansar, y todo por su culpa. Su maldita culpa.
Al ver el enfado que tenía, intentó tranquilizarla sentándola en la cama. Santana estaba acostumbrada a que todo el mundo bailara a su son, y que alguien se saliera de lo que ella consideraba normal no le gustó.
—¿Sabes lo que te digo?
—¿Qué? —preguntó Kurt.
—Que no me voy a quedar con las ganas de decirle a la idiota esa cuatro cositas bien dichas. Ese no sabe quién soy yo.
—Ay Santana... que tú tampoco sabes quién es ella.
Sin escucharle ni darle tiempo a reaccionar, se encaminó hacia la puerta. Kurt la pilló del brazo y la paró.
—¿Dónde vas cuchi?
—A su casa.
—No... no... no. ¡Ni lo sueñes! No puedes hacer eso.
—¿Por qué no puedo hacerlo?
—Porque you are Santana Lopez, tienes un pronto muy malo y una diva como tú no debe hacer esas cosas. Si ella no quiso acudir a su cita. Ella se lo pierde.
—Pero...
—No hay peros que valgan. Ahora mismo te vas a dar una duchita relajante, te vas a poner el antifaz y te vas a sleep. Ay, queen mía, se nota que no has dormido tus eight horitas y tienes la piel tremendamente ajada.
Santana salió disparada hacia al espejo, se miró y susurró escrutándose el rostro:
—¿Tanto se nota?
—Ajá. Por lo tanto, no se hable más. Son las once y media. Te dejaré dormir hasta las two o’clock. Después te despertaré, nos montaremos en el car, nos dirigiremos al airporty nos marcharemos para Los Angeles happy y con glamour y, por su¬puesto, nos olvidaremos de este incidente tonto y absurdo. ¿Qué te parece la idea?
Mirando su propio reflejo en el espejo, Santana suspiró y tras entender que era lo mejor, asintió.
Cinco minutos después Kurt se marchó y ella se tumbó en la cama. Sin embargo, al cabo de un rato, harta de dar vueltas de un lado para otro, tiró el antifaz, a un lado y, levantándose, murmuró mientras cogía los vaqueros:
—Ah no.... de aquí no me marcho yo sin decirle a esa creída cuatro cosas.
Miró su reloj. Las doce menos cinco. Tenía tiempo para ir y volver antes de que Kurt acudiera a despertarla. Tras coger su móvil se puso la gorra para esconder su llamativo pelo rubio y poniéndose las gafas de sol para que nadie identificara su ros¬tro, salió con cuidado del parador. Al llegar a recepción vio a Menchu y esta rápidamente salió de detrás del mostrador.
—Buenos; días, señora Lopez.
—Noelia, llámame Noelia, por favor, Menchu.
La joven,, feliz porque recordara su nombre, ansiando hablar con ella sonrió y le preguntó cortésmente:
—¿Ha dormido bien?
—Si. Maravillosamente —susurró y mirándola preguntó enseñándole un papel—¿Sabes cómo puedo llegar hasta esta dirección?
Sorprendida, la joven leyó la dirección. Caminó con ella hasta puerta del parador y cuando iba a responder se oyó tras ellas:
—Menchu, ¿cuántas veces tengo que decirte que no abandones la recepción?
Menchu se quedó petrificada, algo que Santana no pasó por alta y, dándose la vuelta, la joven recepcionista respondió:
—Bree, le estaba indicando a la señora como ir a...
—Para eso tienes los mapas que regalamos —espetó la morena de grandes pechos poniendo un mapa sobre el mostrador. Así es como hay que atender a un huésped, no como in lo estas haciendo. Pareces tonta, Menchu. ¿Cuándo vas a aprender?
Santana se ofendió al escuchar aquello. Nunca le había gustado la gente que para demostrar su superioridad insultaba a los que estaban por debajo. Por ello, y sin poder remediarlo, se encaró con aquella, parapetada tras sus enormes gafas oscuras y su gorra.
—Disculpe señora, pero Menchu estaba siendo sumamente amable conmigo y no se merece que usted la trate así delante de mi.
La mujer la miró y respondió sin cambiar su gesto.
—Me alegra saber que Menchu ha aprendido al menos a ser cortés, pero todavía tiene
mucho que aprender para trabajar en este parador.
En ese momento sonó el teléfono de recepción y dándose la vuelta la mujer atendió la llamada. Dos segundos después colgó y con el mismo ímpetu que apareció, desapareció.
—¿Quién es esa mujer tan estúpida?
—Oh... señorita Lopez ella…
—Noelia... te he dicho que me llames por ese nombre, ¿Ok Menchu? - dijo susurrando y viendo a los lados.
La joven sonrió y respondió.
—Se llama Bree. Una mujer que llegó hace tres años aquí y de la que poco más se sabe.
—¿Cómo puede tratarte así? ¿Por qué se lo permites?
—Necesito el trabajo y ella es una de las encargadas. Vivo sola, hay mucha crisis y sinceramente, por mucho que me ofenda y me den ganas de arrastrarla por el parador, necesito este trabajo para vivir.
Conmovida por las palabras de la joven recepcionista Santana asintió. En momentos así era cuando se daba cuenta que ella era una privilegiada en la vida. Menchu, para olvidar lo ocurrido, dijo señalando hacia la derecha de la fortaleza.
—Si baja por ese camino llegará hasta unas casas blancas. Una vez allí, tuerce a la derecha y continúa de frente hasta una rotonda. Uní vez pase la rotonda la segunda calle a la izquierda es la que busca.
—Casas blancas, derecha, rotonda y segunda a la izquierda —repitió Santana— Gracias, Menchu. Y por favor, si ves a mi primo no le digas que me has visto ¿de acuerdo?. Ah, y tutéame, por favor.
La recepcionista asintió y, emocionada, vio como la actriz más guapa de Hollywood, ¡la que acababa de pedirle que la tuteara!, se alejaba en su coche.
Agotada tras una noche movidita por su trabajo, Britt llegó a su casa. Había sido un operativo laborioso. Cuatro terroristas rumanos en busca y captura internacional habían sido interceptados en una casa del viejo Palermo y los geo habían entrado en acción para detenerles. El operativo había sido un éxito pero la tensión de las horas previas y el momento de entrar en acción le dejaban extenuado. Soltó las llaves en el recibidor y saludó a su perra Jenny que rápidamente acudió a la puerta a recibirle.
—Hola, preciosa ¿me echaste de menos?
El animal, feliz por la llegada de su dueña, saltaba como un descosido a su alrededor, haciéndole reír.
—Ok…ok... para ya. Ahora vendrá Andrés a sacarte. Estoy agotada para pasear contigo.
Tras conseguir que la perra se calmara, se encaminó hacia la cocina. Una vez allí tomo un vaso y la leche y se sirvió café de la cafetera. Sacó unas magdalenas y se sentó en la mesa. Necesitaba comer algo. Después se ducharía y se acostaría.
Cuando terminó, metió la taza en el lavavajillas y cuando salía de la cocina se quitó la camiseta, quedándose casi desnudo de cintura para arriba.
De pronto sonó el timbre de la puerta. Seguro que era Andrés, el muchacho al que pagaba para que sacara a Jenny los días que ella no estaba. Siempre llamaba antes de entrar, por lo que Britt continuó su camino. Andrés tenía llave y entraría para coger a la perra. Pero no. No entró y el timbre volvió a llamar con más insistencia.
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BUENO ESPERO LES GUSTEN LOS CAPITULOS :)
QUE CREEN SERA ANDRES?
UNA VEZ MAS GRACIAS POR LEER Y COMENTAR
CUIDENSE
BESOS
como saben todos los dias ire actualizando asi que no editare los dias de publicacion solo dira actializado! :D
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¿Y A Ti Que Te Importa?
Capitulo 13: Una invitación inesperada
Sonó el despertador y Brittany se levantó de su cama. Como cada mañana desde hacía muchos años, tras ducharse y vestirse, tomaba la correa de su perra y salió a hacer footing. Durante más de una hora corrió primero por Lujan y luego por los alrededores. Adoraba la paz que allí se respiraba. Buenos Aires le gustaba pero era un lugar lleno de agobios y ruidos. Por ello, años atrás, decidió regresar a vivir al pueblo en el que se había criado. Un lugar acogedor donde los vecinos aún se saludaban cuando se veían por la calle y donde podía tener el contacto que él necesitaba con su familia.
—Vamos Jenny, ven, preciosa —animó a su perra.
Jenny era un curioso cruce entre pitbull y boxer. La encontró cuando apenas tenía dos meses, una mañana que había salido a correr. Aún recordaba el momento. Un coche oscuro paró en el lateral de la carretera, abrió la puerta y soltó al animal. Después se marchó. Brittany al ver aquello corrió hacia algo pequeño que se movía y justo lo agarró antes de que un camión lo atropellase. Ese día, la mirada de aquella perra enamoró a Britt, y juntos llevaban ya seis años. Como ella siempre decía, Jenny era su verdadera chica.
—Jenny—llamó Brittany al verla alejarse—.Ven aquí.
La siguió con la mirada, divertido. Aquella tontuela corría tras varios conejos que había visto corretear por el campo. Sin parar su marcha silbó y, al escucharle, la perra paró en seco y corrió en su dirección. Una vez estuvo a su lado comenzó dar saltos como siempre hacía.
—¿Cuando vas a madurar?—rio divertido acariciando a la perra
—Anda vamos, regresemos a casa.
Sorteando las casas, Brittany llegó hasta su pequeño hogar. Un chalet adosado en una zona residencial de Lujan. Abrió la puerta de su casa y Jenny echo a correr hacia el patio trasero para beber agua de su tacho. Ella subió directamente a la planta de arriba y se duchó. Una buena ducha tras el deporte era lo mejor para el cuerpo y la mente. Cuando acabó se puso un vaquero y una camisa. Aquel día tenia libre y pensaba ir a visitar a su padre y abuelo, que vivían en una de las céntricas casas del pueblo.
Puso un CD de Guns and Roses y cuando acabó, comenzó a sonar el que su hermana Elizabeth le había regalado por su cumpleaños días antes. La voz de Sergio Dalma inundó el silencio del salón. No era la música que más le gustaba escuchar —ella pasaba de esas tonterías del amor— pero tarareando una de las canciones se encaminó hacia la cocina. Allí se sirvió un café y lo metió en el microondas. Mientras lo calentaba abrió la puerta de la terraza y Jenny entró.
—Anda pasa, que hoy hace mucho calor.
La perra, más acostumbrada a estar en el interior de la casa que en el exterior, rápidamente se encaminó hacia su lugar preferido. El pasillo. Y tumbándose emitió un sonido de satisfacción. El teléfono sonó. Era Irene, su hermana mayor.
—Hola, mi niña ¿cómo estás? —saludó la dicharachera de su hermana.
—Bien ¿y tú? —respondió mientras sacaba su café del microondas.
—Agotada. Tus sobrinos me tienen agotada.
Brittany sonrió. Su hermana tenía unos hijos maravillosos aunque ella se empeñaba en decir continuamente que le daban una guerra tremenda.
—Pues dice tu querida sobrina Rocío que se quiere ir un año a Londres cuando acabe el curso. Pero esta niña esta loca, ¿cree que el dinero lo fabrico yo por las noches en el horno?
Sonrió y se sentó dispuesto a escuchar durante un buen rato a su hermana. Le encantaban sus hermanas. Eran tres y todas mayores que ella. Irene era la mayor. Estaba casada con Carlos y tenía tres hijos: Rocío de quince años, Javi de diez y Ruth de cinco; Elizabeth era la segunda, soltera y embarazada; y por último Eva, la loco de la familia. Trabajaba en una revista y su vida era un auténtico descontrol.
—¿Has hablado con Elizabeth últimamente? — pregunto Irene.
—No. Llevo sin hablar con ella unos diez días.
—Oh... ¿entonces no sabes la última?
Britt sonrió e Irene continuó:
—Creo que la van a despedir y ha dicho que como le pase eso se marcha de corresponsal de guerra a Libia. Ay, Dios, muchachita nos va a matar a disgustos.
La carcajada que soltó Brittany hizo peligrar su café. Su hermana Lizzie (como ellos le decían) era un caso y siempre lo sería. Conociéndola, lo último que haría sería irse a un país en guerra, así que para quitarle importancia dijo:
—Se le pasará. Ya conoces a Lizzie.
—Papá y el abuelo están preocupados, muy preocupados. Ya tuvimos bastante cuando tú estuviste hace un año en Irak. Pero esta loca... ¿Cuándo va a madurar? ¿Acaso no se da cuenta de que con esas tonterías lo único que logra es angustiar la vida a quienes la quieren?
—Ya…para, no seas exagerada Irene. Creo que te preocupas en exceso.
Irene, tras la muerte de su madre, hizo de madre, especialmente para Lizzie y para ella. Su padre tenía que trabajar y alguien debía de ocuparse de que los pequeños comieran, estudiaran y fueran al colegio. Y esa fue Irene, con la ayuda de Goyo, su abuelo materno. El único abuelo vivo que aún les quedaba. Mientras tomaba el café y hablaba con su hermana por teléfono, sonó el portero automático de la casa.
—¿Quién llama a tu puerta?
—Pues no losé, mi reina, no tengo poderes —rio Brittany caminando hacia la entrada.
—¿En serio? —se rio Irene, su hermana era la sabedora para la familia, y en especial para su sobrino Javier, era una superhéroe.
El timbre de la puerta volvió a repetirse y Brittany, a través del teléfono, respondió.
—¿Quien es?
—Soy Quique, el cartero. Traigo un sobre certificado para ti.
—Ahora mismo salgo —y antes de dejar el teléfono sobre la entrada dijo—: Irene, espera un segundo que voy a firmar una carta certificada.
Brittany salió al exterior para recoger la carta acompañado por Jenny.
—Hola, Quique —saludó al cartero de toda la vida.
El hombre, con una sonrisa de oreja a oreja, le entregó un sobre y un bolígrafo.
—¿Hoy no trabajas? —le preguntó.
—No. Hoy la libro —respondió mientras firmaba.
Con el sobre en las manos Brittany observó el logotipo del Castillo de Lujan. Se despidió del cartero, entró en su casa y cogió el teléfono donde esperaba su hermana.
—Ya he vuelto.
—¿Qué tenías que firmar?
—Un sobre que me ha llegado del Castillo de Lujan.
—¿Del castillo? —preguntó sorprendida—. ¿Será que va a haber alguna fiesta o algo así?
Brittany sonrió y dejándolo sobre la mesa del comedor continuó hablando con su hermana un rato más hasta que finalmente se despidió. Cuando caminaba hacia la cocina reparó en el sobre y lo abrió. Dentro había una pequeña nota en la que ponía:
Sé que es una locura pero ¿quieres cenar conmigo?
Te espero hoy a las nueve en la suite 4e
S.
Sorprendida, la releyó. ¡¿S?! ¿Quién sería esa S? Finalmente pensó que se trataría de alguna cita a ciegas que Sam, el esposo de Mercedes, le habría preparado. Seguro que se trataba de Bree, que trabajaba en el Parador, quien habría planeado aquello. Eso la hizo sonreír. Aquella explosiva mujer era tremendamente ardiente, suspiró y dejó la nota sobre la mesa. Tenía cosas que hacer, pero si a la hora indicada estaba libre, por supuesto que iría.
Una hora después, cuando se preparaba para ira casa de su padre sonó su móvil. Era el comisario, su jefe. Había ocurrido algo en buenos aires y necesitaba que acudiera inmediatamente a la Base. Sin tiempo que perder, llamó a casa de su padre desde su Audi RS 5. No podía ir. Tenía que trabajar.
CAPITULO 14: esa chica te ha dicho no.
En el castillo de Lujan, Santana se esforzaba por aparentar tranquilidad, pero era imposible.
Todavía no sabía qué había ocurrido para que ella lo dejara todo y estuviera allí esperando hecha un flan a una mujer que no conocía, y con la que apenas había estado consciente veinticuatro horas.
—Son las ocho y media, queen mía —rio Kurt—. Creo que deberías vestirte ya, no vaya a ser que él esté tan impaciente por verte que aparezca antes de tiempo.
Horrorizada como pocas veces en su vida la joven miró a su primo con desesperación.
—¿Qué me pongo?
Kurt, más nervioso que ella por la situación, empezó a re¬buscar en los dos maletones de Santana. Por fin sacó una camisa negra de gasa y una falda roja entallada hasta los pies.
-Visto que solo tienes cuatro trapitos, esto irá bien. Estarás ¡divine! Eso sí, ponte el sujetador purple, ese que te realza los pechos. La camisa te sienta infinitamente mejor.
Al ver el conjunto, San protestó.
—Por Dios, Kurt que no voy de cena a la embajada. Que voy a cenar aquí en la habitación.
—¿Y qué? ¿Acaso no quieres que te vea divine?
Ella asintió. Tenía razón. Así que cogió lo que le entregaba, hecha un manojo de nervios, y comenzó a vestirse. Cuando acabó se miró en el espejo y decidió dejar suelta su bonita melena ondulada. Le daba un aire sofisticado.
A las nueve menos cinco, Kurt se marchó a su habitación tras darle dos besos y desearle suerte con aquel encuentro. A las nueve en punto Santana, retorciéndose las manos, no sabía si sentarse o mirar por la ventana. Parecía una quinceañera punto de tener su primera cita. Diez minutos después su impaciencia le hizo encender un cigarrillo. Seguro que tardaría en llegar. Veinte minutos después comenzó a cuestionarse si ni tan siquiera vendría y una hora y media más tarde, molesta por el desplante, supo que no aparecería. A las once, tras dos horas de espera, se desmaquilló y se quitó la ropa, y cuando se echó en la cama suspiró enfadada. ¿Quién la mandaría a ella ir allí?
A la mañana siguiente, Kurt se despertó a las siete de la mañana. Pensó en ir a la habitación de su prima, pero finalmente decidió no molestar, no fuera que continuara con él en la habitación. A las once, sorprendido porque ella aún no hubiera dado señales de vida, se encaminó hacia la suite y cuando ella le abrió supo que algo no muy bueno había pasado.
—¿¡Que no vino la chica de Harrelson?!
—No
—¿Te dejó plantada, honey?
—Si.
—¿Me lo estás diciendo en serio?
—Totalmente, y no vuelvas a preguntármelo.
Sin dar crédito a sus palabras y llevándose las manos a la cabeza susurró incrédulo:
—Oh. my God. Cuchi, esa chica te ha dicho no.
A Santana no le gustó como sonaba aquello. Ya fue bastante humillante el plantón como para que su primo se lo recordara.
—Me estás enfadando Kurt. Me estás enfadando y mucho.
Aun incrédulo porque alguien dejara plantada a su prima, la gran estrella de Hollywood, añadió:
—Bueno, bueno, darling no pasa nada. Nadie se ha enterado de ello. Por lo tanto no te preocupes, nadie se reirá de ti.
—¿como que nadie se ha enterado? Lo sabemos nosotros, te parece poco? Y ya puedes ir borrando esa sonrisita que tienes en la cara o yo....
—Tranquila honey, yo no me rio de ti, solo me sorprendo.
Sin embargo Santana era consciente del plantón.
—Pero… pero ¿Quién se ha creído esa idiota para dejarme plantada? Maldita sea, estoy tan ofendida que apenas he podido descansar, y todo por su culpa. Su maldita culpa.
Al ver el enfado que tenía, intentó tranquilizarla sentándola en la cama. Santana estaba acostumbrada a que todo el mundo bailara a su son, y que alguien se saliera de lo que ella consideraba normal no le gustó.
—¿Sabes lo que te digo?
—¿Qué? —preguntó Kurt.
—Que no me voy a quedar con las ganas de decirle a la idiota esa cuatro cositas bien dichas. Ese no sabe quién soy yo.
—Ay Santana... que tú tampoco sabes quién es ella.
Sin escucharle ni darle tiempo a reaccionar, se encaminó hacia la puerta. Kurt la pilló del brazo y la paró.
—¿Dónde vas cuchi?
—A su casa.
—No... no... no. ¡Ni lo sueñes! No puedes hacer eso.
—¿Por qué no puedo hacerlo?
—Porque you are Santana Lopez, tienes un pronto muy malo y una diva como tú no debe hacer esas cosas. Si ella no quiso acudir a su cita. Ella se lo pierde.
—Pero...
—No hay peros que valgan. Ahora mismo te vas a dar una duchita relajante, te vas a poner el antifaz y te vas a sleep. Ay, queen mía, se nota que no has dormido tus eight horitas y tienes la piel tremendamente ajada.
Santana salió disparada hacia al espejo, se miró y susurró escrutándose el rostro:
—¿Tanto se nota?
—Ajá. Por lo tanto, no se hable más. Son las once y media. Te dejaré dormir hasta las two o’clock. Después te despertaré, nos montaremos en el car, nos dirigiremos al airporty nos marcharemos para Los Angeles happy y con glamour y, por su¬puesto, nos olvidaremos de este incidente tonto y absurdo. ¿Qué te parece la idea?
Mirando su propio reflejo en el espejo, Santana suspiró y tras entender que era lo mejor, asintió.
Cinco minutos después Kurt se marchó y ella se tumbó en la cama. Sin embargo, al cabo de un rato, harta de dar vueltas de un lado para otro, tiró el antifaz, a un lado y, levantándose, murmuró mientras cogía los vaqueros:
—Ah no.... de aquí no me marcho yo sin decirle a esa creída cuatro cosas.
Miró su reloj. Las doce menos cinco. Tenía tiempo para ir y volver antes de que Kurt acudiera a despertarla. Tras coger su móvil se puso la gorra para esconder su llamativo pelo rubio y poniéndose las gafas de sol para que nadie identificara su ros¬tro, salió con cuidado del parador. Al llegar a recepción vio a Menchu y esta rápidamente salió de detrás del mostrador.
—Buenos; días, señora Lopez.
—Noelia, llámame Noelia, por favor, Menchu.
La joven,, feliz porque recordara su nombre, ansiando hablar con ella sonrió y le preguntó cortésmente:
—¿Ha dormido bien?
—Si. Maravillosamente —susurró y mirándola preguntó enseñándole un papel—¿Sabes cómo puedo llegar hasta esta dirección?
Sorprendida, la joven leyó la dirección. Caminó con ella hasta puerta del parador y cuando iba a responder se oyó tras ellas:
—Menchu, ¿cuántas veces tengo que decirte que no abandones la recepción?
Menchu se quedó petrificada, algo que Santana no pasó por alta y, dándose la vuelta, la joven recepcionista respondió:
—Bree, le estaba indicando a la señora como ir a...
—Para eso tienes los mapas que regalamos —espetó la morena de grandes pechos poniendo un mapa sobre el mostrador. Así es como hay que atender a un huésped, no como in lo estas haciendo. Pareces tonta, Menchu. ¿Cuándo vas a aprender?
Santana se ofendió al escuchar aquello. Nunca le había gustado la gente que para demostrar su superioridad insultaba a los que estaban por debajo. Por ello, y sin poder remediarlo, se encaró con aquella, parapetada tras sus enormes gafas oscuras y su gorra.
—Disculpe señora, pero Menchu estaba siendo sumamente amable conmigo y no se merece que usted la trate así delante de mi.
La mujer la miró y respondió sin cambiar su gesto.
—Me alegra saber que Menchu ha aprendido al menos a ser cortés, pero todavía tiene
mucho que aprender para trabajar en este parador.
En ese momento sonó el teléfono de recepción y dándose la vuelta la mujer atendió la llamada. Dos segundos después colgó y con el mismo ímpetu que apareció, desapareció.
—¿Quién es esa mujer tan estúpida?
—Oh... señorita Lopez ella…
—Noelia... te he dicho que me llames por ese nombre, ¿Ok Menchu? - dijo susurrando y viendo a los lados.
La joven sonrió y respondió.
—Se llama Bree. Una mujer que llegó hace tres años aquí y de la que poco más se sabe.
—¿Cómo puede tratarte así? ¿Por qué se lo permites?
—Necesito el trabajo y ella es una de las encargadas. Vivo sola, hay mucha crisis y sinceramente, por mucho que me ofenda y me den ganas de arrastrarla por el parador, necesito este trabajo para vivir.
Conmovida por las palabras de la joven recepcionista Santana asintió. En momentos así era cuando se daba cuenta que ella era una privilegiada en la vida. Menchu, para olvidar lo ocurrido, dijo señalando hacia la derecha de la fortaleza.
—Si baja por ese camino llegará hasta unas casas blancas. Una vez allí, tuerce a la derecha y continúa de frente hasta una rotonda. Uní vez pase la rotonda la segunda calle a la izquierda es la que busca.
—Casas blancas, derecha, rotonda y segunda a la izquierda —repitió Santana— Gracias, Menchu. Y por favor, si ves a mi primo no le digas que me has visto ¿de acuerdo?. Ah, y tutéame, por favor.
La recepcionista asintió y, emocionada, vio como la actriz más guapa de Hollywood, ¡la que acababa de pedirle que la tuteara!, se alejaba en su coche.
Agotada tras una noche movidita por su trabajo, Britt llegó a su casa. Había sido un operativo laborioso. Cuatro terroristas rumanos en busca y captura internacional habían sido interceptados en una casa del viejo Palermo y los geo habían entrado en acción para detenerles. El operativo había sido un éxito pero la tensión de las horas previas y el momento de entrar en acción le dejaban extenuado. Soltó las llaves en el recibidor y saludó a su perra Jenny que rápidamente acudió a la puerta a recibirle.
—Hola, preciosa ¿me echaste de menos?
El animal, feliz por la llegada de su dueña, saltaba como un descosido a su alrededor, haciéndole reír.
—Ok…ok... para ya. Ahora vendrá Andrés a sacarte. Estoy agotada para pasear contigo.
Tras conseguir que la perra se calmara, se encaminó hacia la cocina. Una vez allí tomo un vaso y la leche y se sirvió café de la cafetera. Sacó unas magdalenas y se sentó en la mesa. Necesitaba comer algo. Después se ducharía y se acostaría.
Cuando terminó, metió la taza en el lavavajillas y cuando salía de la cocina se quitó la camiseta, quedándose casi desnudo de cintura para arriba.
De pronto sonó el timbre de la puerta. Seguro que era Andrés, el muchacho al que pagaba para que sacara a Jenny los días que ella no estaba. Siempre llamaba antes de entrar, por lo que Britt continuó su camino. Andrés tenía llave y entraría para coger a la perra. Pero no. No entró y el timbre volvió a llamar con más insistencia.
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BUENO ESPERO LES GUSTEN LOS CAPITULOS :)
QUE CREEN SERA ANDRES?
UNA VEZ MAS GRACIAS POR LEER Y COMENTAR
CUIDENSE
BESOS
dorkyhemo_** - Mensajes : 69
Fecha de inscripción : 15/01/2014
Edad : 31
Re: [Resuelto]FanFic Brittana - ¿Y A Ti Qué Te Importa? - CAPITULO FINAL - ACTUALIZADO
me encanto,... a ver como reacciona britt cuando vea a,...
enserio dejarla plantada,.. pero bueno el trabajo es el trabajo!!!
enserio dejarla plantada,.. pero bueno el trabajo es el trabajo!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana - ¿Y A Ti Qué Te Importa? - CAPITULO FINAL - ACTUALIZADO
Seguro que sera Bree y Santana las vera jajajajaja
Bueno a ver que pasa, lo has dejado en lo mejor
Me encanta este fic!
Bueno a ver que pasa, lo has dejado en lo mejor
Me encanta este fic!
AndreaDaru- ---
- Mensajes : 511
Fecha de inscripción : 20/02/2012
Edad : 31
Re: [Resuelto]FanFic Brittana - ¿Y A Ti Qué Te Importa? - CAPITULO FINAL - ACTUALIZADO
Hola!!
Santana va a matar a Britt cuando la vea, aunque ni siquiera fue culpa de ella haberla dejado plantada sino de los terroristas jajajaja
Me encantaron los capitulos, gracias por actualizar
PD: Ya me cae mal Bree y adoro a Menchu
En fin, cuidate hasta la proxima actualizacion ;)
Santana va a matar a Britt cuando la vea, aunque ni siquiera fue culpa de ella haberla dejado plantada sino de los terroristas jajajaja
Me encantaron los capitulos, gracias por actualizar
PD: Ya me cae mal Bree y adoro a Menchu
En fin, cuidate hasta la proxima actualizacion ;)
laura.owens*** - Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 10/04/2012
Edad : 31
Re: [Resuelto]FanFic Brittana - ¿Y A Ti Qué Te Importa? - CAPITULO FINAL - ACTUALIZADO
que se prepare la ex esposa, no sabe lo que le espera!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana - ¿Y A Ti Qué Te Importa? - CAPITULO FINAL - ACTUALIZADO
chan channnnn y ahora sera san????? mmm interesante bree se va a matar cuando conozca a mi san besos!
tatymm-*- - Mensajes : 2406
Fecha de inscripción : 20/08/2012
Edad : 34
Re: [Resuelto]FanFic Brittana - ¿Y A Ti Qué Te Importa? - CAPITULO FINAL - ACTUALIZADO
Hola buen jueves!
Gracias por sus comentarios son muy divertidos! ;)
LA verdad es que si, Santana y Brittany se daran a conocer
No digo mas y aca les dejo dos capitulos mas espero les guste...
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¿Y A Ti Que Te Importa?
Capitulo 15: saber quien soy
—¿Quien es? -preguntó Brittany apoyada en la pared con el telefo en la mano.
Al escuchar su voz Santana, inexplicablemente, se paralizo. !Era ella! Miro a ambos lados de la calle y susurro:
—Soy San.
Apoyada en la pared y con el telefo en la mano volvió a preguntar.
—Perdona pero no he oído bien. ¿Quién eres?
—San...
—¿Quién?
—Santana Lopez —dijo enfurecida—. Abre ya la maldita puerta.
Ahora el sorprendida era ella. ¿Santana Lopez? ¿Qué hacía aquella mujer en su casa? Apretó el botón de entrada y oyó cómo la puerta de fuera se abría y se cerraba mientras bajaba los escalones de cuatro en cuatro. Sin perder el tiempo abrió la puerta de la calle. Ella entró como un vendaval, mirándole parapetada tras sus enormes gafas negras y su gorra.
—Nunca pensé que pudieras ser tan desagradecida. Te estuve esperando hasta Dios sabe cuándo y casi no he dormido, cuando para mí dormir las horas necesarias es una obligación. ¿Por qué no viniste?
Brittany se quedó boquiabierta. Efectivamente aquella mujer era quien decía, pero la sorpresa fue tal que apenas pudo articular palabra. ¿Qué hacía aquella mujer en su casa? ¿En Lujan?
Ella, a diferencia de Britt, no paraba de moverse y de hablar. Parecía que alguien le hubiera puesto pilas hasta que, finalmente, cuando sintió que este cerraba la puerta se calló.
—¿Se puede saber que haces vos aca?
Escuchar aquel tono grave de voz hizo que ella se paralizara y se sintiera pequeñita ante aquella gigante, pero clavando su mirada en su torso casi desnudo murmuró en un hilo de voz:
—No... no losé. Solo sé que ayer te envié una nota desde el Castillo invitándote a cenar y...
—¿Me la enviaste vos? —cortó ella al recordar la invitación de la suite cuarenta y seis.
Pues claro, ¿quién creías que te invitaba?
Sorprendida como en su vida, y sin entender que hacia aquella actriz de Hollywood en el salón de su casa, respondió mofándose de ella:
—Sinceramente cualquiera de mis amigas, pero nunca la estrellita.
La visión de Brittany casi desnuda de cintura para arriba con un top deportivo cubriendo sus pechos y con los vaqueros caídos en la cintura y el primer botón desabrochado hizo que a ella se le resecara la garganta.
Dios mío... qué sexy pensó incapaz de despegar su mirada de ella.
El tatuaje que se podía observar en la base de su abdomen, unido al claro tono de su piel, la excitó. Las mujeres con las que solía estar eran modelos o actrices, y los hombres guapos y fuertes. Pero su cuerpo fibroso y poderoso, y la sensualidad que desprendía, nada tenían que ver con lo que ella conocía.
Sin apenas moverse de su sitio, Brittany se cruzó de brazos y con gesto indescifrable volvió a interrogar a la joven que no le quitaba ojo de encima.
—¿Me puedes decir qué haces en mi casa?
Tragando el nudo de emociones que se le habían agolpado en la garganta, Santana se quitó las gafas para dejar al descubierto sus impresionantes ojos marrones.
—Yo... bueno... el caso es que... es que...
—¿Es que qué? —exigió Britt.
Aturdida por lo que aquella mujer con solo su presencia le hacía sentir, finalmente murmuró consciente de lo ridícula que era la situación:
—Quería saber porque no me saludaste el otro día cuando nos vimos.
—¿Que nos vimos? ¿Cuándo?
Abriendo la boca para protestar, ella cambió el peso de una pierna a otra y respondió.
—En el Ritz, o acaso me vas a decir que tú no eras el poli vestido de negro que me dio agua y habló conmigo.
Britt no respondió. Una de las primeras normas de su trabajo era no revelar a gente ajena a su círculo su específica profesión.
—No sé de que hablas.
—Por faavooor...—se quejo esta—,eso no te lo crees ni tu. Sé que eras tú y no puedes negármelo.
—Quizás te estás equivocando de persona —respondió ad¬mirando en vivo y en directo a la joven que un día conoció y que en la actualidad era una de las actrices mejor pagadas de Hollywood.
—No. No me equivoco. Sé lo que digo ¿Y sabes por qué lo sé?
Divertida por como ella le señalaba preguntó:
—¿Por qué lo sabes?
—Porque solo ha habido dos personas en mi vida que se refirieran a mi de una determinada manera. Una fue mi abuela, y la otra fuiste tú.
Maldita sea. Lo oyó pensó mientras disfrutaba de la visión que ella le ofrecía. Vestida así, con vaqueros y una camisa larga podría pasar por una joven cualquiera. Aunque cuando le mirabas el rostro todo cambiaba.
Aquella cara, aquellos espectaculares ojos cafes y el pelo negro que ocultaba bajo su gorra la hacían inconfundible. Había salido en demasiadas películas y series de televisión como para pasar desapercibida.
—Creo que tu subconsciente te traicionó.
Santana fue a responder cuando sintió que algo le rozaba las piernas. Al bajar la mirada y ver el enorme perro, en lugar de asustarse, le tocó la cabeza y sonrió. Jenny rápidamente movió el rabo feliz y se sentó a su lado.
Britany, todavía como en una nube, las observó. Su ex mujer y su perra mirándose con gesto de aprobación.
¿Qué narices está pasando aquí? pensó malhumorada y tras llamar a la perra y sacarla al patio dijo mirando a la muchacha que continuaba parada en la entrada:
—Necesito un café para despejarme. Si quieres uno sígueme.
Con la tensión a mil, la chica le siguió sin poder dejar de admirar aquella espalda blanca y aquel perfecto trasero que bajo sus Levi´s desteñidos parecía de acero y pudo percibir otro tatuaje que Britt tenia en el braso. Una vez llegaron a la cocina. Santana se sorprendió al verla impoluta. Era una cocina en blanco y azul, limpia y ordenada.
—¿Solo o con leche? —preguntó al verla mirar a su alrededor.
—Con leche desnatada,
Levantando una ceja Brittany la miró y dijo con dureza.
—No tengo leche desnatada. Solo leche normal y corriente. ¿Te va o no?
Molesta por su tono ella la miró y asintió.
—Por supuesto que me va.
Tras servir los cafés, Britt apoyó la cadera en la encimera.
—Muy bien, Santana. ¿Cómo has conseguido mi dirección? Si mal no recuerdo la dirección que le di al abogado de tu papaíto hace años era la de mi padre.
Avergonzada por tener que contestar, intentó desviar la atención quitándose la gorra para liberar su pelo oscuro.
—Uf... ¡qué calor! —dijo distraída.
Sin darle tregua y queriendo saber que era lo que ella sabía de ella insistió:
—Te he preguntado algo y espero una respuesta.
—Tengo mis métodos —susurró dando un trago a su café.
Molesta por aquello, observó como sus ondas negras caían sobre sus hombros de forma sedosa y sensual.
—¿Me has estado investigando?
—Nooooooo.
—¿Entonces cómo sabes donde vivo?
— Bueno... es que...
Britt acorralándola para que dijera la verdad insistió con cara de pocos amigos.
—Llevo razón en lo que digo, ¿verdad?
—No...bueno sí... bueno no... A ver, no es lo que parece —respondió ella mientras se cogía un mechón de pelo y lo retorcía con un dedo—. Yo solo quería saber por qué no me saludaste el otro día. Sé que eras tú y...
Se oyó de nuevo el timbre de la puerta.
Andrés pensó Britt. Y antes de que pudiera reaccionar, oyó su voz en el patio de la casa llamando a la perra.
—Jenny, preciosa ¡vamos a pasear!
Santana al escuchar aquella voz cercana miro alertada a ambos lados y susurro nerviosa:
—¿Quién es? ¿Quién habla?
—Es Andrés.
Dejándola boquiabierta se levantó y agachándose detrás de la puerta de la cocina murmuró:
—Por favor... no puede verme. Si alguien me ve y me reconoce, la prensa vendrá y...
Britt cogió la correa de Jenny y abriendo la puerta corredera de la cocina saludó a aquel antes de que entrara en la casa.
—Hola Andrés.
El muchacho, un chico del pueblo con una minusvalía física al andar, sonrió al verle.
—Hola Brittany. He visto el coche aparcado y no sabía si que¬rías que la sacara hoy o no.
—Sí... sácala. Acabo de llegar de trabajar y estoy agotada.
Andrés, que adoraba a Brittany, preguntó:
—¿Ha sido una noche dura?
—Sí. Aunque más dura está siendo la mañana, te lo puedo asegurar —murmuró mirando hacia el interior de la cocina.
El joven cogió la correa de la perra.
—¿Quieres que la traiga de nuevo aquí o la dejo en casa de tu padre?
Tras pensarlo durante unos segundos Britt respondió:
—Llévala donde mi padre. Dile que iré a recoger a Jenny allí y que comeré con él y el abuelo.
—De acuerdo. ¡Vamos Jenny!
La perra encantada de salir a la calle, se dejó sujetar por el joven. Dos minutos después, este salía del jardín y Brittany entraba de nuevo en la cocina y cerraba la puerta.
—Ya puedes salir estrellita. Nadie va a verte —dijo mirando hacia la puerta.
Como si de una niña se tratara, Santana asomó la cabeza y, al comprobar que estaban solas, se levantó y volvió a sentarse a la mesa. Después cogió su café y tras dar un trago preguntó:
—¿Tienes un cigarrillo?
—No. No fumo y tú tampoco deberías, no es bueno para la salud.
Aquel comentario hizo que ambos se relajaran. Britt aun estaba sorprendida por tener a la actriz Santana Lopez en su cocina. Aquello era surrealista. Si sus amigos, especialmente Mercedes, se enteraban de que ella había estado en su casa, se pondrían insoportables. Por ello, dijo con determinación:
—Creo que ha llegado el momento de que te vayas. Ha sido un placer volver a verte después de tantos años, pero adiós.
—¿Me estás echando de tu casa? —preguntó sorprendida.
—Sí.
Molesta por su falta de consideración y dado que no estaba acostumbrada a aquel trato la miró recelosa.
—¿Sabes que nadie me ha echado nunca de su casa?
—Alguna tenía que ser la primera y mira ¡he sido yo! —respondió ella cruzándose de brazos.
—¿Cómo puedes ser tan arisca?
—Contigo no es difícil —respondió dejándola boquiabierta. Es más, te agradecería que desaparecieras cuanto antes de mi entorno. No quiero tener nada que ver contigo, ni con tu fama. Mi vida es muy tranquila y adoro el anonimato.
—¿Crees que yo voy a perjudicarte? Pero si tú eres una don nadie y...
Brittany con gesto serio la cortó y respondió con rotundidad.
—No. No me vas a perjudicar porque no tengo nada que ver contigo. Mira linda, no sé, ni me interesa saber qué haces aquí. Pero lo que sí sé es que tenerte cerca lo único que puede traerme son problemas.
Efectivamente soy la que tú crees, ¡Bingo!, pero lo que ocurrió entre tú y yo fue un error de juventud y nada más, algo que, hoy por hoy, no quiero que me arruine mi tranquila vida, ¿lo entiendes? Por lo tanto ponte la gorra, tus preciosas gafas de Gucci, sal de mi casa y espero que te vayas a tu maravilloso Hollywood donde tu papaíto seguro que te dará todos los caprichos que una don nadie como yo no va a darte. Aléjate de mí, de mi entorno y de mi vida, ¿me has entendido?
Santana le había hablado con tanto desprecio en su vida. Nadie se atrevía a decirle a Santana Lopez lo que tenía o no tenía que hacer. Levantándose de su silla clavo sus ojos en la mujer que la estaba tratando como a una delincuente y gruñó:
—Te recordaba más amable, siempre pensé que tú eras diferente.
—En tu caso pensar no es bueno —se quejo Brittany.
Acercándose a ella hasta absorber el olor de su piel siseó:
—¡Imbécil! Idiota. Eres una... una... ¡tarada!
Con aire divertido, Brittany miró hacia abajo y tuvo que con¬tener las ganas de reír que le provocaba la situación.
—Gracias... no lo sabía —acertó a decir.
Enfadada al ver que ella no se enojaba, sino que, parecía estar consiguiendo el efecto contrario, gritó:
—Te diría cosas peores pero no me gusta insultar, por lo tanto, mejor me callo o te juro que yo... que yo...
—Fuera de mi casa, morenita —dijo arrastrando a propósito la última palabra.
Dándose la vuelta furiosa como nunca en su vida lo había estado agarró las gafas.
—Por supuesto que me voy de tu casa. Pero de ahí a que haga lo que tú me has dicho va un mundo. Estoy de vacaciones y me quedaré aquí o donde me dé la gana el tiempo que quiera, y tranquila, no voy a interferir en tu vida. Simplemente quiero descansar un tiempo y este lugar es tan maravilloso como otro cualquiera para ello. —Caminó con enojo hacia la puerta, pero se dio la vuelta para volver junto a ella y grito—:
Recuerda, no nos conocemos de nada. No quiero tener nada que ver contigo y si me ves ¡ni me saludes!
—Tranquila, creo que podré soportarlo —asintió sonriendo apoyada en el quicio de la puerta.
Fuera de sus casillas, Santana quiso patearle el culo. Se paró ante un espejo y mientras se colocaba la gorra ocultando su pelo en el interior vio a través del cristal la sonrisa de Britt y su gesto. Aquello la encendió, y aun más al comprobar que le estaba mirando el trasero.
—¿Quieres dejar de mirarme así?
—No. Estoy en mi casa y en mi casa miro, digo y hago lo que quiero.
—Pues como la última palabra siempre la digo yo ¡no me mires o tendrás problemas! —gritó ella.
Aquel comentario la hizo sonreír aún más y en tono divertido murmuró:
—Oh... que miedo me das.
Deseosa de darle una cachetada, fue hasta ella para golpearle. Levantó la mano pero paró en seco cuando le oyó susurrar sin moverse de su sitio.
—Atrévete.
Resoplando como un toro, Santana se dio la vuelta, se dirigió hacia la puerta de la calle y la abrió.
—No des un portazo —le escuchó decir.
Pero, directamente, lo dio. Dio el portazo de su vida y sus¬piró satisfecha hasta que instantes después escuchó su risa, eso volvió a encenderla.
—¡Vete al cuerno! —gritó malhumorada.
A las corridas fue hasta su coche e intentando no perderse y siguiendo las instrucciones que veía por el camino llegó hasta el parador de Lujan donde entró como un vendaval en la habitación de su primo. El día, definitivamente, no había comenzado bien.
Capitulo 16: reencuentro...
Al día siguiente de su encuentro con Santana. Brittany aún no daba crédito a lo que había ocurrido. Santana Lopez, la gran diva del cine americano, había estado en su casa. En un principio pensó contárselo a Mercedes, pero luego penso las consecuencias y decidió que no era una buena idea. De todas maneras quedó con ella para tomar algo. Ambos estaban sentados en una terraza de su pueblo cuando oyeron una voz tras ellos.
—Hola hermosuras. Hace mucho tiempo no las veo ¿Me invitáis a una birrita?
Levantando la cabeza Brittany sonrió al ver Tina. En todos aquellos años su vida había cambiado poco. Seguía sien¬do en cierto modo la misma loquita que años atrás, con la diferencia de que ahora administraba la panadería de su padre. Sentándose junto a ellas que tomaban unas cervezas y tras dejar sobre la mesa unas revistas que llevaba en las manos, ordenó al camarero:
—Lindo tráeme una birra fresquita. —Después mirando a sus amigas dijo—: Qué hay, ¿algo nuevo que contar?
—No —dijeron al unísono.
Fuera del trabajo nunca comentaban con nadie lo que ocurría durante la jornada, ambas lo tenían muy claro. No les gustaba.
—Bueno ok, no saben de la fiesta que se perdieron la semana pasada —contó encendiéndose un cigarrillo—. Resulta que el Pistacho, se f...
—¿Pistacho?—preguntó Mercedes divertida.
—Sí, el hijo de Luciano, el de los frutos secos. —Al ver que asentían continuó—. Se fue a Ámsterdam una semanita y ha vuelto alucinado. Trajo unas bebidas buenísimas de allí y la otra noche le dio una a la Geno, la hija del Tomas el camionero, y no veas el susto que se pego.
—Tina--sonrió Britt aprovechando que el sol se ocultaba aquel día para ser diciembre—. Qué te parece si no nos cuentas esas cosas a nosotras. ¿Te recuerdo en que trabajamos?
—No me jodas, rubia. Uds son mis amigas y no unas tonta camufladas.
—Lo de tontas camufladas me molesta —se quejo Britt. Aquel estúpido camuflaje era por el que muchos llamaban a los Geos por su indumentaria negra.
—Además - prosiguió el Tina sin escucharle—, saben que yo, desde hace tiempo, paso de meterme esas porquerías, es mas hasta deje de tomar. Ahora solo cuando voy a reuniones y...
Mercedes miró a su amiga y poniéndole una mano en el hombro le indicó:
—Esta bien, te creemos —sonrió al escucharle—. De verdad, Chispis. Tú haz lo que quieras con tu vida, pero no nos cuentes absolutamente nada de lo otro ¿ok? —Y mirando las revistas que había dejado sobre la mesa cogió una y dijo—: ¿Desde cuándo lees las revistas de prensa? ¿Te has vuelto ahora de la farandula?
—Son para mi madre, y no me jodas, que a mí esas cosas no me van—se defendió rápidamente—. Me ha llamado la vieja al móvil y me las ha encargado. Y yo que soy una buena hija se las compro y se las llevo. Hay que tener contenta a la Aurora.
Todas sonrieron. Aurora, la madre de Tina, era una buena mujer y tenía con aguantar a la descerebrada de su hija. Mercedes, tomando una de las revistas, la hojeó hasta que en su interior encontró un reportaje que captó su interés y, tras mirar a su amiga Brittany, que por su gesto supo de lo que iba el tema, dijo:
—Vaya, aquí pone que la actriz Santana Lopez ha terminado su jira por nuestra tierra.
Britt le devolvió la mirada y no dijo nada, aunque le llamó de todo solo con los ojos. Ni siquiera agarro la revista para verla. No le interesaba. Pero Tina se la quitó de las manos para ver las fotos.
—Vaya, parece una Barbie Malibú.
—Nos alegra saberlo —cortó Brittany quitándole la revista y cerrándola.
Pero Tina volvió a abrirla y enseñándole una foto de la actriz con un escotado y sexy vestido azul, riendo y abrazada a Noah Puckerman en Buenos Aires continuó.
—Vamos a ver, ¿Desde cuándo ves tú a pibes como este por el pueblo? Vamos... ni que fuera normal verlos pasear por la calle.
Brittany no respondió. Era una suerte que Chipistas no relacionara a Santana Lopez con la joven que se casó con ella años atrás. Eso la reconfortó. No pensaba contar nada de lo ocurrido el día anterior en su casa, y menos a aquel, cuando Mercedes intervino.
—Lo dice hasta mi Sami, ¡qué actriz más guapa!
—¡Si, la verdad es muy guapa! — exclamó Tina mirando de nuevo la revista—. Pero el Puckerman esta mas buenísimo ¿Han visto que cuerpazo tiene? A este lo agarro yo y lo ponía a…. bueno, lo bien que nos lo íbamos a pasar los dos.
Brittany riendo tomo su cerveza y dio un buen trago. No iba a comentar aquello. No quería. Además seguia molesta al oír hablar de Santana. Algo increíble y, sobre todo, incomprensible para ella, pero así era. Mercedes, divertida por como aquella bebía dijo gesticulando:
—A mí me encanta mas ella, sonara raro pero…has visto el trasero que tiene. Tiene ese típico trasero redondo y respingón, que envidio – murmuro.
—Tienes razón y además esos labios —añadió Tina mientras Brittany se movía incómoda en su asiento—. Debe ser un lujo mordisquear ese labio inferior y tirar de él. Mierda, que comentarios mas lésbicos dije, no te ofendas – dijo mirando a Britt.
—Eso lo deben de pensar muchas—respondió Brittany divertido—, El otro día vi en la billetera de un compañero una foto en bikini de Santana Lopez. Una de su última película, Brigada 42, y no es por nada, pero tiene un muy buen cuerpo.
¿Qué compañero? Pensó Brittany y se volvió hacia el camarero para pedirle otra cerveza. Durante un rato soporto los comentarios de sus dos amigas sobre la que fue su mujer. Algo que Tina no conocía ni por asomo, o se hubiera enterado hasta el último habitante de la tierra. De pronto sonó la bocina de un choche. El Rachel en su Seat León.
—¡Qué pasa lindurasssssssssssss —gritó tras aparcar sobre la acera.
—Listo, estamos todas—sonrió Mercedes al verle.
Rachel, salió de su coche negro brilloso y de dos zancadas llegó hasta ellos.
—¡Qué pasa mis amores!
—No dejes el coche así o te multarán —advirtió Brittany tras chocar la mano con ella y darle un abrazo.
—¡Que se atrevan! —se quejo.
Si había un fantasma en el pueblo, ese era Rachel. Al igual que Tina se había tomado la vida de manera muy relajada. Rachel trabajaba de modelo para una tienda de ropas en Baires.
Se sentó junto a las demás en la terraza y continuaron pidiendo cervezas.
—¿Dónde vives ahora, Rach?
—Estoy en la casa de mi primo Alfonsito. Es un lugar pequeño pero acogedor.
En ese momento pasaron ante ellos unos chicos y esta interrumpiendo su conversación silbó y dijo.
—¡Hermososssssssss! Eso son jamones, y no lo que mi madre compra en el súper.
—¡Que hermosos ojos! —grito Tina mientras veía el trasero de los chicos.
Los chicos al escucharlas sonrieron y Rachel finalizó. ¡Esta noche te hare mio!
Brittany puso los ojos en blanco ante semejante despliegue de vulgaridad y Mercedes tras carcajearse le indicó: Indudablemente vives con tu primo.Un coche de la policía municipal pasó lentamente al lado de donde ellas estaban, y Britt saludo con un movimiento de cabeza a Fernández, que conducía. La patrulla paro metros más adelante del coche de Rachel, y esta, al verlo, se levantó.
—¡La pu…madre. No me jodan que me harán una multa.
Y sin más fue hasta el coche. Fernández al ver que se levantaba de la mesa de Brittany asintió y se metió de nuevo en el coche patrulla.
—Tina ¿te llevo? —gritó su amiga desde el Seat León.
Esta se levantó y tras tomar las revistas de su madre se despidió y se marchó. Una vez quedaron solas, Brittany se echó hacia delante y mirando a su amiga susurró.
—¿Te he dicho alguna vez, churri, que eres una tarada?
Mercedes sonrió y tras dar un trago de su cerveza respondió:
—Sí... cada vez que hablamos de cierta actriz. Por cierto ¿Qué haces esta noche?
—Cualquier cosa menos verte el cara.
Mercedes no le hizo caso.
—Ok, lo entiendo, soy linda pero no tu tipo. —Brittany rio y Mercedes continuo—: ¿Qué te parece ver el cara de Samy Bree? Hoy tenemos canguro para Sergio y como estamos libres han planeado cenar y tomar algo en el Loop. ¿Te apuntas?
Durante una fracción de segundo Brittany dudó. No estaba de humor para tonterías, pero sabía que quedar con Bree significaba sexo. Y en ese momento lo necesitaba. Egoístamente pensó en ella, y recostándose en la silla murmuró tras beber de su botellín:
—¿A qué hora hemos quedado?
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Bueno espero les guste los capitulos...
Gracias por leer y comentar :)
Besos!
Gracias por sus comentarios son muy divertidos! ;)
LA verdad es que si, Santana y Brittany se daran a conocer
No digo mas y aca les dejo dos capitulos mas espero les guste...
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¿Y A Ti Que Te Importa?
Capitulo 15: saber quien soy
—¿Quien es? -preguntó Brittany apoyada en la pared con el telefo en la mano.
Al escuchar su voz Santana, inexplicablemente, se paralizo. !Era ella! Miro a ambos lados de la calle y susurro:
—Soy San.
Apoyada en la pared y con el telefo en la mano volvió a preguntar.
—Perdona pero no he oído bien. ¿Quién eres?
—San...
—¿Quién?
—Santana Lopez —dijo enfurecida—. Abre ya la maldita puerta.
Ahora el sorprendida era ella. ¿Santana Lopez? ¿Qué hacía aquella mujer en su casa? Apretó el botón de entrada y oyó cómo la puerta de fuera se abría y se cerraba mientras bajaba los escalones de cuatro en cuatro. Sin perder el tiempo abrió la puerta de la calle. Ella entró como un vendaval, mirándole parapetada tras sus enormes gafas negras y su gorra.
—Nunca pensé que pudieras ser tan desagradecida. Te estuve esperando hasta Dios sabe cuándo y casi no he dormido, cuando para mí dormir las horas necesarias es una obligación. ¿Por qué no viniste?
Brittany se quedó boquiabierta. Efectivamente aquella mujer era quien decía, pero la sorpresa fue tal que apenas pudo articular palabra. ¿Qué hacía aquella mujer en su casa? ¿En Lujan?
Ella, a diferencia de Britt, no paraba de moverse y de hablar. Parecía que alguien le hubiera puesto pilas hasta que, finalmente, cuando sintió que este cerraba la puerta se calló.
—¿Se puede saber que haces vos aca?
Escuchar aquel tono grave de voz hizo que ella se paralizara y se sintiera pequeñita ante aquella gigante, pero clavando su mirada en su torso casi desnudo murmuró en un hilo de voz:
—No... no losé. Solo sé que ayer te envié una nota desde el Castillo invitándote a cenar y...
—¿Me la enviaste vos? —cortó ella al recordar la invitación de la suite cuarenta y seis.
Pues claro, ¿quién creías que te invitaba?
Sorprendida como en su vida, y sin entender que hacia aquella actriz de Hollywood en el salón de su casa, respondió mofándose de ella:
—Sinceramente cualquiera de mis amigas, pero nunca la estrellita.
La visión de Brittany casi desnuda de cintura para arriba con un top deportivo cubriendo sus pechos y con los vaqueros caídos en la cintura y el primer botón desabrochado hizo que a ella se le resecara la garganta.
Dios mío... qué sexy pensó incapaz de despegar su mirada de ella.
El tatuaje que se podía observar en la base de su abdomen, unido al claro tono de su piel, la excitó. Las mujeres con las que solía estar eran modelos o actrices, y los hombres guapos y fuertes. Pero su cuerpo fibroso y poderoso, y la sensualidad que desprendía, nada tenían que ver con lo que ella conocía.
Sin apenas moverse de su sitio, Brittany se cruzó de brazos y con gesto indescifrable volvió a interrogar a la joven que no le quitaba ojo de encima.
—¿Me puedes decir qué haces en mi casa?
Tragando el nudo de emociones que se le habían agolpado en la garganta, Santana se quitó las gafas para dejar al descubierto sus impresionantes ojos marrones.
—Yo... bueno... el caso es que... es que...
—¿Es que qué? —exigió Britt.
Aturdida por lo que aquella mujer con solo su presencia le hacía sentir, finalmente murmuró consciente de lo ridícula que era la situación:
—Quería saber porque no me saludaste el otro día cuando nos vimos.
—¿Que nos vimos? ¿Cuándo?
Abriendo la boca para protestar, ella cambió el peso de una pierna a otra y respondió.
—En el Ritz, o acaso me vas a decir que tú no eras el poli vestido de negro que me dio agua y habló conmigo.
Britt no respondió. Una de las primeras normas de su trabajo era no revelar a gente ajena a su círculo su específica profesión.
—No sé de que hablas.
—Por faavooor...—se quejo esta—,eso no te lo crees ni tu. Sé que eras tú y no puedes negármelo.
—Quizás te estás equivocando de persona —respondió ad¬mirando en vivo y en directo a la joven que un día conoció y que en la actualidad era una de las actrices mejor pagadas de Hollywood.
—No. No me equivoco. Sé lo que digo ¿Y sabes por qué lo sé?
Divertida por como ella le señalaba preguntó:
—¿Por qué lo sabes?
—Porque solo ha habido dos personas en mi vida que se refirieran a mi de una determinada manera. Una fue mi abuela, y la otra fuiste tú.
Maldita sea. Lo oyó pensó mientras disfrutaba de la visión que ella le ofrecía. Vestida así, con vaqueros y una camisa larga podría pasar por una joven cualquiera. Aunque cuando le mirabas el rostro todo cambiaba.
Aquella cara, aquellos espectaculares ojos cafes y el pelo negro que ocultaba bajo su gorra la hacían inconfundible. Había salido en demasiadas películas y series de televisión como para pasar desapercibida.
—Creo que tu subconsciente te traicionó.
Santana fue a responder cuando sintió que algo le rozaba las piernas. Al bajar la mirada y ver el enorme perro, en lugar de asustarse, le tocó la cabeza y sonrió. Jenny rápidamente movió el rabo feliz y se sentó a su lado.
Britany, todavía como en una nube, las observó. Su ex mujer y su perra mirándose con gesto de aprobación.
¿Qué narices está pasando aquí? pensó malhumorada y tras llamar a la perra y sacarla al patio dijo mirando a la muchacha que continuaba parada en la entrada:
—Necesito un café para despejarme. Si quieres uno sígueme.
Con la tensión a mil, la chica le siguió sin poder dejar de admirar aquella espalda blanca y aquel perfecto trasero que bajo sus Levi´s desteñidos parecía de acero y pudo percibir otro tatuaje que Britt tenia en el braso. Una vez llegaron a la cocina. Santana se sorprendió al verla impoluta. Era una cocina en blanco y azul, limpia y ordenada.
—¿Solo o con leche? —preguntó al verla mirar a su alrededor.
—Con leche desnatada,
Levantando una ceja Brittany la miró y dijo con dureza.
—No tengo leche desnatada. Solo leche normal y corriente. ¿Te va o no?
Molesta por su tono ella la miró y asintió.
—Por supuesto que me va.
Tras servir los cafés, Britt apoyó la cadera en la encimera.
—Muy bien, Santana. ¿Cómo has conseguido mi dirección? Si mal no recuerdo la dirección que le di al abogado de tu papaíto hace años era la de mi padre.
Avergonzada por tener que contestar, intentó desviar la atención quitándose la gorra para liberar su pelo oscuro.
—Uf... ¡qué calor! —dijo distraída.
Sin darle tregua y queriendo saber que era lo que ella sabía de ella insistió:
—Te he preguntado algo y espero una respuesta.
—Tengo mis métodos —susurró dando un trago a su café.
Molesta por aquello, observó como sus ondas negras caían sobre sus hombros de forma sedosa y sensual.
—¿Me has estado investigando?
—Nooooooo.
—¿Entonces cómo sabes donde vivo?
— Bueno... es que...
Britt acorralándola para que dijera la verdad insistió con cara de pocos amigos.
—Llevo razón en lo que digo, ¿verdad?
—No...bueno sí... bueno no... A ver, no es lo que parece —respondió ella mientras se cogía un mechón de pelo y lo retorcía con un dedo—. Yo solo quería saber por qué no me saludaste el otro día. Sé que eras tú y...
Se oyó de nuevo el timbre de la puerta.
Andrés pensó Britt. Y antes de que pudiera reaccionar, oyó su voz en el patio de la casa llamando a la perra.
—Jenny, preciosa ¡vamos a pasear!
Santana al escuchar aquella voz cercana miro alertada a ambos lados y susurro nerviosa:
—¿Quién es? ¿Quién habla?
—Es Andrés.
Dejándola boquiabierta se levantó y agachándose detrás de la puerta de la cocina murmuró:
—Por favor... no puede verme. Si alguien me ve y me reconoce, la prensa vendrá y...
Britt cogió la correa de Jenny y abriendo la puerta corredera de la cocina saludó a aquel antes de que entrara en la casa.
—Hola Andrés.
El muchacho, un chico del pueblo con una minusvalía física al andar, sonrió al verle.
—Hola Brittany. He visto el coche aparcado y no sabía si que¬rías que la sacara hoy o no.
—Sí... sácala. Acabo de llegar de trabajar y estoy agotada.
Andrés, que adoraba a Brittany, preguntó:
—¿Ha sido una noche dura?
—Sí. Aunque más dura está siendo la mañana, te lo puedo asegurar —murmuró mirando hacia el interior de la cocina.
El joven cogió la correa de la perra.
—¿Quieres que la traiga de nuevo aquí o la dejo en casa de tu padre?
Tras pensarlo durante unos segundos Britt respondió:
—Llévala donde mi padre. Dile que iré a recoger a Jenny allí y que comeré con él y el abuelo.
—De acuerdo. ¡Vamos Jenny!
La perra encantada de salir a la calle, se dejó sujetar por el joven. Dos minutos después, este salía del jardín y Brittany entraba de nuevo en la cocina y cerraba la puerta.
—Ya puedes salir estrellita. Nadie va a verte —dijo mirando hacia la puerta.
Como si de una niña se tratara, Santana asomó la cabeza y, al comprobar que estaban solas, se levantó y volvió a sentarse a la mesa. Después cogió su café y tras dar un trago preguntó:
—¿Tienes un cigarrillo?
—No. No fumo y tú tampoco deberías, no es bueno para la salud.
Aquel comentario hizo que ambos se relajaran. Britt aun estaba sorprendida por tener a la actriz Santana Lopez en su cocina. Aquello era surrealista. Si sus amigos, especialmente Mercedes, se enteraban de que ella había estado en su casa, se pondrían insoportables. Por ello, dijo con determinación:
—Creo que ha llegado el momento de que te vayas. Ha sido un placer volver a verte después de tantos años, pero adiós.
—¿Me estás echando de tu casa? —preguntó sorprendida.
—Sí.
Molesta por su falta de consideración y dado que no estaba acostumbrada a aquel trato la miró recelosa.
—¿Sabes que nadie me ha echado nunca de su casa?
—Alguna tenía que ser la primera y mira ¡he sido yo! —respondió ella cruzándose de brazos.
—¿Cómo puedes ser tan arisca?
—Contigo no es difícil —respondió dejándola boquiabierta. Es más, te agradecería que desaparecieras cuanto antes de mi entorno. No quiero tener nada que ver contigo, ni con tu fama. Mi vida es muy tranquila y adoro el anonimato.
—¿Crees que yo voy a perjudicarte? Pero si tú eres una don nadie y...
Brittany con gesto serio la cortó y respondió con rotundidad.
—No. No me vas a perjudicar porque no tengo nada que ver contigo. Mira linda, no sé, ni me interesa saber qué haces aquí. Pero lo que sí sé es que tenerte cerca lo único que puede traerme son problemas.
Efectivamente soy la que tú crees, ¡Bingo!, pero lo que ocurrió entre tú y yo fue un error de juventud y nada más, algo que, hoy por hoy, no quiero que me arruine mi tranquila vida, ¿lo entiendes? Por lo tanto ponte la gorra, tus preciosas gafas de Gucci, sal de mi casa y espero que te vayas a tu maravilloso Hollywood donde tu papaíto seguro que te dará todos los caprichos que una don nadie como yo no va a darte. Aléjate de mí, de mi entorno y de mi vida, ¿me has entendido?
Santana le había hablado con tanto desprecio en su vida. Nadie se atrevía a decirle a Santana Lopez lo que tenía o no tenía que hacer. Levantándose de su silla clavo sus ojos en la mujer que la estaba tratando como a una delincuente y gruñó:
—Te recordaba más amable, siempre pensé que tú eras diferente.
—En tu caso pensar no es bueno —se quejo Brittany.
Acercándose a ella hasta absorber el olor de su piel siseó:
—¡Imbécil! Idiota. Eres una... una... ¡tarada!
Con aire divertido, Brittany miró hacia abajo y tuvo que con¬tener las ganas de reír que le provocaba la situación.
—Gracias... no lo sabía —acertó a decir.
Enfadada al ver que ella no se enojaba, sino que, parecía estar consiguiendo el efecto contrario, gritó:
—Te diría cosas peores pero no me gusta insultar, por lo tanto, mejor me callo o te juro que yo... que yo...
—Fuera de mi casa, morenita —dijo arrastrando a propósito la última palabra.
Dándose la vuelta furiosa como nunca en su vida lo había estado agarró las gafas.
—Por supuesto que me voy de tu casa. Pero de ahí a que haga lo que tú me has dicho va un mundo. Estoy de vacaciones y me quedaré aquí o donde me dé la gana el tiempo que quiera, y tranquila, no voy a interferir en tu vida. Simplemente quiero descansar un tiempo y este lugar es tan maravilloso como otro cualquiera para ello. —Caminó con enojo hacia la puerta, pero se dio la vuelta para volver junto a ella y grito—:
Recuerda, no nos conocemos de nada. No quiero tener nada que ver contigo y si me ves ¡ni me saludes!
—Tranquila, creo que podré soportarlo —asintió sonriendo apoyada en el quicio de la puerta.
Fuera de sus casillas, Santana quiso patearle el culo. Se paró ante un espejo y mientras se colocaba la gorra ocultando su pelo en el interior vio a través del cristal la sonrisa de Britt y su gesto. Aquello la encendió, y aun más al comprobar que le estaba mirando el trasero.
—¿Quieres dejar de mirarme así?
—No. Estoy en mi casa y en mi casa miro, digo y hago lo que quiero.
—Pues como la última palabra siempre la digo yo ¡no me mires o tendrás problemas! —gritó ella.
Aquel comentario la hizo sonreír aún más y en tono divertido murmuró:
—Oh... que miedo me das.
Deseosa de darle una cachetada, fue hasta ella para golpearle. Levantó la mano pero paró en seco cuando le oyó susurrar sin moverse de su sitio.
—Atrévete.
Resoplando como un toro, Santana se dio la vuelta, se dirigió hacia la puerta de la calle y la abrió.
—No des un portazo —le escuchó decir.
Pero, directamente, lo dio. Dio el portazo de su vida y sus¬piró satisfecha hasta que instantes después escuchó su risa, eso volvió a encenderla.
—¡Vete al cuerno! —gritó malhumorada.
A las corridas fue hasta su coche e intentando no perderse y siguiendo las instrucciones que veía por el camino llegó hasta el parador de Lujan donde entró como un vendaval en la habitación de su primo. El día, definitivamente, no había comenzado bien.
Capitulo 16: reencuentro...
Al día siguiente de su encuentro con Santana. Brittany aún no daba crédito a lo que había ocurrido. Santana Lopez, la gran diva del cine americano, había estado en su casa. En un principio pensó contárselo a Mercedes, pero luego penso las consecuencias y decidió que no era una buena idea. De todas maneras quedó con ella para tomar algo. Ambos estaban sentados en una terraza de su pueblo cuando oyeron una voz tras ellos.
—Hola hermosuras. Hace mucho tiempo no las veo ¿Me invitáis a una birrita?
Levantando la cabeza Brittany sonrió al ver Tina. En todos aquellos años su vida había cambiado poco. Seguía sien¬do en cierto modo la misma loquita que años atrás, con la diferencia de que ahora administraba la panadería de su padre. Sentándose junto a ellas que tomaban unas cervezas y tras dejar sobre la mesa unas revistas que llevaba en las manos, ordenó al camarero:
—Lindo tráeme una birra fresquita. —Después mirando a sus amigas dijo—: Qué hay, ¿algo nuevo que contar?
—No —dijeron al unísono.
Fuera del trabajo nunca comentaban con nadie lo que ocurría durante la jornada, ambas lo tenían muy claro. No les gustaba.
—Bueno ok, no saben de la fiesta que se perdieron la semana pasada —contó encendiéndose un cigarrillo—. Resulta que el Pistacho, se f...
—¿Pistacho?—preguntó Mercedes divertida.
—Sí, el hijo de Luciano, el de los frutos secos. —Al ver que asentían continuó—. Se fue a Ámsterdam una semanita y ha vuelto alucinado. Trajo unas bebidas buenísimas de allí y la otra noche le dio una a la Geno, la hija del Tomas el camionero, y no veas el susto que se pego.
—Tina--sonrió Britt aprovechando que el sol se ocultaba aquel día para ser diciembre—. Qué te parece si no nos cuentas esas cosas a nosotras. ¿Te recuerdo en que trabajamos?
—No me jodas, rubia. Uds son mis amigas y no unas tonta camufladas.
—Lo de tontas camufladas me molesta —se quejo Britt. Aquel estúpido camuflaje era por el que muchos llamaban a los Geos por su indumentaria negra.
—Además - prosiguió el Tina sin escucharle—, saben que yo, desde hace tiempo, paso de meterme esas porquerías, es mas hasta deje de tomar. Ahora solo cuando voy a reuniones y...
Mercedes miró a su amiga y poniéndole una mano en el hombro le indicó:
—Esta bien, te creemos —sonrió al escucharle—. De verdad, Chispis. Tú haz lo que quieras con tu vida, pero no nos cuentes absolutamente nada de lo otro ¿ok? —Y mirando las revistas que había dejado sobre la mesa cogió una y dijo—: ¿Desde cuándo lees las revistas de prensa? ¿Te has vuelto ahora de la farandula?
—Son para mi madre, y no me jodas, que a mí esas cosas no me van—se defendió rápidamente—. Me ha llamado la vieja al móvil y me las ha encargado. Y yo que soy una buena hija se las compro y se las llevo. Hay que tener contenta a la Aurora.
Todas sonrieron. Aurora, la madre de Tina, era una buena mujer y tenía con aguantar a la descerebrada de su hija. Mercedes, tomando una de las revistas, la hojeó hasta que en su interior encontró un reportaje que captó su interés y, tras mirar a su amiga Brittany, que por su gesto supo de lo que iba el tema, dijo:
—Vaya, aquí pone que la actriz Santana Lopez ha terminado su jira por nuestra tierra.
Britt le devolvió la mirada y no dijo nada, aunque le llamó de todo solo con los ojos. Ni siquiera agarro la revista para verla. No le interesaba. Pero Tina se la quitó de las manos para ver las fotos.
—Vaya, parece una Barbie Malibú.
—Nos alegra saberlo —cortó Brittany quitándole la revista y cerrándola.
Pero Tina volvió a abrirla y enseñándole una foto de la actriz con un escotado y sexy vestido azul, riendo y abrazada a Noah Puckerman en Buenos Aires continuó.
—Vamos a ver, ¿Desde cuándo ves tú a pibes como este por el pueblo? Vamos... ni que fuera normal verlos pasear por la calle.
Brittany no respondió. Era una suerte que Chipistas no relacionara a Santana Lopez con la joven que se casó con ella años atrás. Eso la reconfortó. No pensaba contar nada de lo ocurrido el día anterior en su casa, y menos a aquel, cuando Mercedes intervino.
—Lo dice hasta mi Sami, ¡qué actriz más guapa!
—¡Si, la verdad es muy guapa! — exclamó Tina mirando de nuevo la revista—. Pero el Puckerman esta mas buenísimo ¿Han visto que cuerpazo tiene? A este lo agarro yo y lo ponía a…. bueno, lo bien que nos lo íbamos a pasar los dos.
Brittany riendo tomo su cerveza y dio un buen trago. No iba a comentar aquello. No quería. Además seguia molesta al oír hablar de Santana. Algo increíble y, sobre todo, incomprensible para ella, pero así era. Mercedes, divertida por como aquella bebía dijo gesticulando:
—A mí me encanta mas ella, sonara raro pero…has visto el trasero que tiene. Tiene ese típico trasero redondo y respingón, que envidio – murmuro.
—Tienes razón y además esos labios —añadió Tina mientras Brittany se movía incómoda en su asiento—. Debe ser un lujo mordisquear ese labio inferior y tirar de él. Mierda, que comentarios mas lésbicos dije, no te ofendas – dijo mirando a Britt.
—Eso lo deben de pensar muchas—respondió Brittany divertido—, El otro día vi en la billetera de un compañero una foto en bikini de Santana Lopez. Una de su última película, Brigada 42, y no es por nada, pero tiene un muy buen cuerpo.
¿Qué compañero? Pensó Brittany y se volvió hacia el camarero para pedirle otra cerveza. Durante un rato soporto los comentarios de sus dos amigas sobre la que fue su mujer. Algo que Tina no conocía ni por asomo, o se hubiera enterado hasta el último habitante de la tierra. De pronto sonó la bocina de un choche. El Rachel en su Seat León.
—¡Qué pasa lindurasssssssssssss —gritó tras aparcar sobre la acera.
—Listo, estamos todas—sonrió Mercedes al verle.
Rachel, salió de su coche negro brilloso y de dos zancadas llegó hasta ellos.
—¡Qué pasa mis amores!
—No dejes el coche así o te multarán —advirtió Brittany tras chocar la mano con ella y darle un abrazo.
—¡Que se atrevan! —se quejo.
Si había un fantasma en el pueblo, ese era Rachel. Al igual que Tina se había tomado la vida de manera muy relajada. Rachel trabajaba de modelo para una tienda de ropas en Baires.
Se sentó junto a las demás en la terraza y continuaron pidiendo cervezas.
—¿Dónde vives ahora, Rach?
—Estoy en la casa de mi primo Alfonsito. Es un lugar pequeño pero acogedor.
En ese momento pasaron ante ellos unos chicos y esta interrumpiendo su conversación silbó y dijo.
—¡Hermososssssssss! Eso son jamones, y no lo que mi madre compra en el súper.
—¡Que hermosos ojos! —grito Tina mientras veía el trasero de los chicos.
Los chicos al escucharlas sonrieron y Rachel finalizó. ¡Esta noche te hare mio!
Brittany puso los ojos en blanco ante semejante despliegue de vulgaridad y Mercedes tras carcajearse le indicó: Indudablemente vives con tu primo.Un coche de la policía municipal pasó lentamente al lado de donde ellas estaban, y Britt saludo con un movimiento de cabeza a Fernández, que conducía. La patrulla paro metros más adelante del coche de Rachel, y esta, al verlo, se levantó.
—¡La pu…madre. No me jodan que me harán una multa.
Y sin más fue hasta el coche. Fernández al ver que se levantaba de la mesa de Brittany asintió y se metió de nuevo en el coche patrulla.
—Tina ¿te llevo? —gritó su amiga desde el Seat León.
Esta se levantó y tras tomar las revistas de su madre se despidió y se marchó. Una vez quedaron solas, Brittany se echó hacia delante y mirando a su amiga susurró.
—¿Te he dicho alguna vez, churri, que eres una tarada?
Mercedes sonrió y tras dar un trago de su cerveza respondió:
—Sí... cada vez que hablamos de cierta actriz. Por cierto ¿Qué haces esta noche?
—Cualquier cosa menos verte el cara.
Mercedes no le hizo caso.
—Ok, lo entiendo, soy linda pero no tu tipo. —Brittany rio y Mercedes continuo—: ¿Qué te parece ver el cara de Samy Bree? Hoy tenemos canguro para Sergio y como estamos libres han planeado cenar y tomar algo en el Loop. ¿Te apuntas?
Durante una fracción de segundo Brittany dudó. No estaba de humor para tonterías, pero sabía que quedar con Bree significaba sexo. Y en ese momento lo necesitaba. Egoístamente pensó en ella, y recostándose en la silla murmuró tras beber de su botellín:
—¿A qué hora hemos quedado?
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Bueno espero les guste los capitulos...
Gracias por leer y comentar :)
Besos!
dorkyhemo_** - Mensajes : 69
Fecha de inscripción : 15/01/2014
Edad : 31
Re: [Resuelto]FanFic Brittana - ¿Y A Ti Qué Te Importa? - CAPITULO FINAL - ACTUALIZADO
Hola!! Me encantaron los capitulos, Brittany va a hacer que Santana enloquezca jajajaja
Ya quiero ver la proxima vez que se encuentren!
Cuidate, hasta la proxima actualizacion ;)
Ya quiero ver la proxima vez que se encuentren!
Cuidate, hasta la proxima actualizacion ;)
laura.owens*** - Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 10/04/2012
Edad : 31
Re: [Resuelto]FanFic Brittana - ¿Y A Ti Qué Te Importa? - CAPITULO FINAL - ACTUALIZADO
hay jaja esos encunetros estan re locas mis brittanas, pero la una por la otra jajaja esta buena la historia aunque algunas veces remarcas demasiado algunas cosas de Argentina que no son tan asi pero me gusta beso
tatymm-*- - Mensajes : 2406
Fecha de inscripción : 20/08/2012
Edad : 34
Re: [Resuelto]FanFic Brittana - ¿Y A Ti Qué Te Importa? - CAPITULO FINAL - ACTUALIZADO
muy buenos capitulos...haber que hara santana para que britt le haga caso....cuidate muchis gracias por los capitulos
jas2602** - Mensajes : 95
Fecha de inscripción : 05/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana - ¿Y A Ti Qué Te Importa? - CAPITULO FINAL - ACTUALIZADO
me encantan las peleas de san y britt,.. me divierte demasiado jajajajja
mercedes y britt son lo mas juntas!!!!
a ver como sigue!!!!
mercedes y britt son lo mas juntas!!!!
a ver como sigue!!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana - ¿Y A Ti Qué Te Importa? - CAPITULO FINAL - ACTUALIZADO
Hola...una vez mas gracias por lo comentarios son de mucha ayuda :)
Me alegra mucho que les guste la historia y se diviertan con las brittanas y la relacion de mercedes y britt
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¿Y A Ti Que Te Importa?
Capitulo 17: rutinas
La joven actriz, apoyada en el marco de la ventana de su habitación, observaba como anochecía mientras intentaba organizar sus ideas y entender lo que había pasado. Por norma, .siempre era bien acogida por el sexo masculino y sobre todo por el femenino, y lo ocurrido con aquella argentina, con Brittany, la tenía desconcertada.
—Ay cuchita no frunzas tanto el ceño o te saldrán una terribles arrugas.
Santana miró a su primo que se miraba al espejo y se depilaba con mimo sus cuidadas cejas. Como siempre le ocurría, atrás había quedado el enfado del día anterior. Si algo tenía bueno era que igual que se enfadaba se desenfadaba algo que su abuela siempre le había alabado. Santana tenía un gran corazón a pesar de que la gente, por su aspecto glamuroso, pensara que era de hielo y superficial. Al contrario de todo pronóstico, la joven estrella de Hollywood era una muchacha muy afable y cariñosa y que cuando la conocías un poco te dabas cuenta de que solo quería querer y ser querida.
—¿Sabes? Creo que lo hice mal. No debí de ir a su casa así. ser tan dura y...
—¿Dura?—dijo Kurt—. Oh, my God, pero si por lo que me has contado, ella te echó de su casa. ¿Cómo puedes permitir que una girl por muy divine que sea te haga eso? Sé que tienes un pronto terriblemente puertorriqueño, pero luego no eres nadie.
—Ok... tienes razón —apuntó apagando el cigarro sobre un cenicero—, pero yo tampoco fui muy amable que digamos. Además...
—No... no... no. Ahora mismo vamos a recoger nuestras cosas, tomamos nuestro auto e irnos para el airport. ¿De acuerdo my darling? Estoy seguro que el bombonazo de Puck te recibirá con los brazos abiertos en hause. Oh...no veo el momento de darme un baño de color en el pelo. Lo necesito.
Pero Santana quería saber más de Britt. No sabía por qué pero le costaba marcharse de aquel lugar. Necesitaba volver a encontrar a la muchacha que conoció años atrás. Aquella que fue amable y sincera con ella y que, en cierto modo, se ganó su corazón. Estaba decidida a intentar de nuevo un acerca¬miento.
—Lo siento Kurt, pero yo tengo que hablar con ella antes de irme de aquí —al ver que su primo la miraba boquiabierto indicó—. No te puedo explicar el porqué, pero quiero volver a ver a Britt y...
—¡Tú estás crazy!... pero loca de remate.
—No —respondió divertida.
Su primo, blanco como la leche, al ver como esta sonreía se sentó sobre la cama y murmuró:
—Por el amor de Diossss... me conozco esa sonrisita y no depara nada bueno ¿Qué es lo que pretendes?
—No lo sé. Pero no quiero irme con la sensación de no saber qué hubiera pasado si yo...
—Te lo digo yo. La prensa se enterará de que estamos aquí y...
Sin querer escuchar más, se acercó a su primo, le dio un beso en la mejilla y poniéndole un dedo sobre los labios consiguió callarle.
—La abuela siempre nos dijo que cuando algo nos interesaba, y mucho, debíamos buscar la razón. Pues bien, quiero saber esa razón --mirando su reloj dijo antes de salir—. Buenas noches, cielo. Que sueñes con los angelitos.
Cuando llegó a su habitación, se metió rápidamente en la ducha. El agua fria corriendo por su piel la reconfortó. Una vez acabó de ducharse, se echó crema y se secó el pelo con el secador. A las once de la noche estaba metida en la cama mirando la televisión cuando de pronto recordó algo. Se levantó, abrió su trolley Louis Vuitton, y cogió una carpeta. Tras sentarse en la cama y leer lo que ponía en aquellos papeles sonrió. Ante ella tenia la información que necesitaba.
El despertador sonó a las seis y diez de la mañana. Horrorizada, lo apagó y pensó en seguir durmiendo. Pero tras recordar el motivo de la alarma se levantó. Como una autómata, se puso unas mallas negras, una sudadera, unas zapatillas de deporte y con cuidado metió su melena rubia bajo un pañuelo y después se caló la gorra de Nike y sus gafas oscuras.
Cuando llegó a la entrada del parador suspiró y sintió un escalofrío. El día estaba gris y, por los nubarrones, parecía que iba a llover. Pero dispuesta a no cesar en su empeño, salió al trote del parador. Durante un buen rato anduvo por un caminito hasta que a lo lejos vio a alguien que podía ser quien ella buscaba. Acelerando el ritmo, se aproximó lo suficiente y entonces, se le aceleró el corazón. Era ella.
La perra, Jenny, fue la primera en percatarse de que alguien se acercaba y se quedó quieta. Brittany, al ver que la perra se quedaba atrás, se volvió para mirarla y vio a una mujer correr hacia ella. Sorprendida por aquello, pues pocas mujeres veía corriendo por las mañanas, llamo a su perra y esta fue hacia ella. Dos minutos después la mujer que corría llegó a su altura.
—Buenos días. Preciosa mañana para hacer deporte.
Al escuchar aquella voz, y su particular tono, Britt la miró y se paró en seco.
—¿Vos otra vez?
—No pares o te quedaras tiesa. Ritmo... ritmo —respondió ella con buen humor mientras seguía dando saltitos en el mismo lugar.
Malhumorada por aquella intromisión en su espacio gruño:
—Creí haberte dejado las cosas muy claritas el otro día.
—Pues si —respondió desconcertándole.
—Entonces ¿qué haces aquí todavía?
Su voz crispada la tensó, pero dispuesta a no caer en su luego respondió con la mejor de sus sonrisas.
—¿Tu siempre estás de mal humor?
—Eso no le interesa —respondió ella volviendo al trote.
La joven, a pesar del gesto feo de aquella, se puso a su altura sin parar de dar saltitos mientras decía:
—Te van a salir unas arrugas increíbles en la comisura de los labios, por el rictus serio que tienes siempre que te veo, ¿Sabías que sonreír es buenísimo para muchísimos músculos de la cara? —Ella la miró pero no respondió mientras seguía su carrera—. Y tranquila, señora policía, no quiero nada de ti. Pero estoy de vacaciones y los días que tengo para mí, me gusta disfrutarlos, y mira por donde, me encanta la naturaleza. Por cierto, todo esto es precioso, aunque estoy segura de que con un poquito menos de calor tiene que ser todavía más bonito. Y ah... creo que va a llover de un momento a otro.
Boquiabierta por las cosas que iba soltando mientras corrían se detuvo de nuevo.
—¿Qué pretendes linda? ¿Buscas que te selle la boca con cinta americana?
—No, por Dios —contestó con una sonrisa.
—Mira, no quiero problemas... —dijo pasándose la mano por el pelo.
—Yo no soy un problema —siseó al escuchar aquello.
Britt, sin darse cuenta de cómo el gesto de aquella se había contraído, prosiguió.
—... tú me los traerías. ¿Acaso no fui lo suficientemente clarita contigo?
—Sí, te entendí perfectamente —sonrió desconcertándole—, Soy actriz, que no es sinónimo de sorda y tonta, y sé escuchar.
—Ah... ¿Sabes escuchar? — se quejo ella—. Permíteme que lo dude, estrellita.
Cada vez que la llamaba estrellita con aquel tono de voz a Santana le daban ganas de darle una patada en la cara, pero conteniendo aquellas ganas respondió resoplando por la carrera.
—Sé escuchar, pero yo interpreto lo que escucho como quiero.
—Vaya... ¡qué bien! —añadió molesta.
Sin mediar mas palabra ella volvió al trole y Santana la siguió.
Durante unos minutos ambas corrieron en la misma dirección y para ponérselo más difícil ella se salió del camino y corrió campo a través. Santana le siguió como pudo pero aquello no era fácil. Brittany corría, sorteaba piedras y saltaba charcos, mientras ella se lo comía todo. Brittany comprobó su penoso estado y como se esforzaba por seguirle. Eso le animó, y aceleró su trote sabedor que era imposible que ella tuviera su fondo físico.
Sin querer dar su brazo a torcer la joven intentó seguir aquel ritmo infernal, hasta que se tropezó con una piedra y se cayo sobre un enorme charco de agua estancada. Al oír el golpe, Brittany aminoró unos segundos con la intención de ayudarla, pero al ver que ella se levantaba con rapidez, continuó su carrera.
Incapaz de dar un paso más por el agotamiento y el trompazo que se había dado, se miró las rodillas. Se había roto la calza y podían verse dos bonitas heridas. Maldiciendo por lo bajo, se quitó el barro de la boca y enfadada gritó dispuesta decir la última palabra, al ver como se alejaba con la perra:
—¡Estoy bien! ¡Ha sido muy agradable correr contigo, estúpida!
Brittany sonrió, pero continuó su camino, mientras ella, regresaba al parador de donde nunca debió salir.
Al día siguiente Santana volvió a sorprenderle. Allí estaba de nuevo dispuesta a correr. Britt al verla aparecer la miró y a pesar de las ganas que sintió de mandar¬la a freír espárragos se contuvo y continuó corriendo.
—Buenos días —saludó ella con energía.
Britt la miró y sin parar su ritmo asintió con la cabeza. Durante unos minutos corrieron en silencio hasta que ella comenzó a hablar. Sin querer escuchala, Brittany sacó de su bolsillo un iPod y colocándose unos pequeños auriculares en los oídos lo encendió y dijo:
—AC/DCA. Maravillosa música para correr y no escucharte.
—Serás grosera —cuchicheo deteniéndose al ver aquello.
Incapaz de no responder, Tras mirar al cielo y ver como diluviaba, la miró y dijo en tono burlón antes de continuar corriendo:
—No te pares, estrellita o te quedaras tiesa. Ritmo... ritmo.
Quiso decirle cuatro cositas, pero calló. No iba a entrar en su juego, por lo que cerró la boca y continuó la carrera. Cuando ya no pudo más se paró y Britt se alejó. Seguir su ritmo era imposible pero gritó:
—¡Que tengas un buen día, simpática!
El tercer día amaneció lluvioso. Al mirar por la ventana Santana pensó si ir o no pero al final las ganas de verla le pudieron, se calzó sus deportivas y salió a correr. Durante unos segundos trotó sin rumbo hasta que le vio y corrió hacia ella. Britt, que venía de arreglar una valla en la granja de su abue¬lo, al verla acercarse maldijo pero prosiguió su carrera.
—Hola, buenos días —saludó con positividad.
—Buenos días.
Santana sonrió. Eso era un avance. Durante unos metros corrieron en silencio hasta que ella se tropezó y Britt, con rapidez, frenó la caída.
—Vaya, estrellita, eres un auténtico pato mareado —gruñó molesta.
—Bien, lo reconozco. Correr campo a través no es lo mío. Yo estoy acostumbrada a Jimmy, mi entrenador personal en casa y no a este campo de barrizal.
—¿Entrenador personal?—se quejo.
Santana se molestó al ver su gesto y, corriendo para poner¬se a su altura, respondió:
—Mira, linda, yo no tengo la culpa de haber nacido en una familia adinerada, ni tampoco de ser una actriz de Hollywood. Que todo sea dicho me lo he currado yo sólita, aunque mi padre sea quien es. Pero bueno, siempre habrá gente que piense que soy una niña de papá y mira ¡me da lo mismo! —exclamó Santana con vehemencia—. Si estás molesta porque piensas que voy de diva, allá tú. No voy de diva. Por norma soy una mujer normal y corriente cuando no trabajo y aunque no creas, la gente tiene buen concepto de mi y...
Pero no pudo decir más. Con una rapidez increíble Britt sacó del bolsillo de su pantalón una especie de tira alargada, despegó algo de ella y sin más, se la pegó sobre los labios. Santana se quedo estupefacta.
—Te dije que te sellaría la boca si no callabas y al final he tenido que hacerlo.
Sin más continuó corriendo mientras ella se quedaba de piedra en medio del campo y con la boca sellada. ¿Había algo más humillante?
El cuarto día y con una nevada considerable la joven, que no quería dar su brazo a torcer, consiguió llegar hasta ella atreves del campo. Pero a dos metros de ella, pisó mal, resbaló, y se cayó de culo. Con toda la dignidad que pudo se levantó y antes de que ella se riera de la situación, con gesto de enfado se colocó unos auriculares y dijo.
—Marvin Gaye, maravillosa música para no hablarte ni escucharte.
—¿Es tu última palabra? —preguntó divertida.
—Por supuesto.
Sorprendida, la vio pasar, incluso con el trasero dolorido corría delante de ella sin esperarle. Jenny, la perra, que ya se había acostumbrado a su visita matinal la siguió encantada y Brittany suspiró. Parecía que aquello iba a convertirse en algo habitual.
Así estuvieron seis días lloviera, tronara o hubiera sol. Cada mañana ella corría la misma ruta que Britt. Intentaba seguir su ritmo ya fuera por camino o por barrizal y, finalmente, cuando sus fuerzas la abandonaban desistía. Se daba la vuelta y se marchaba, mientras ella continuaba tranquilamente su cami¬no sorprendida por la insistencia de aquella mujer.
La séptima mañana, Britt miró sorprendida a su alrededor. ¿Dónde estaba ella? Comenzó su carrera, pero inevitablemente la buscaba con la mirada, pero Santana no apareció. Corrió por el camino un buen rato, incluso más del habitual y cuando regresó a su casa una extraña decepción se apoderó de ella ¿se habría ido finalmente?
Capitulo 18: Alto y claro
Aquella mañana, y a pesar de que intentó levantarse, Santana no pudo. Tenía doloridos tantos músculos de su cuerpo que apenas podía moverse. Solo gracias a varios ibuprofenos recomendados por Menchu, la chica de recepción, por la tarde después de comer consiguió recuperarse y junto a su primo decidieron dar un paseo en coche por los alrededores. Querían conocer Lujan y aquella tarde lluviosa era un día maravilloso para poder admirar el lugar sin que hubiera mucha gente a su alrededor. Irreconocibles bajo gorros y lentes de sol por lo que pudiera pasar, visitaron la catedral de Santa María y Santana bromeó sobre lo romántico que tenía que ser casarse por amor en un lugar así. Tras visitar varios sitios emblemáticos de la zona terminaron paseando bajo la lluvia por la maravillosa plaza.
—Ay, darling ¡qué sensaciones más extrañas me causa tanto monumento! Pensar que por estas calles han paseado man and woman como nosotros siglos atrás, ¡qué glamur!
—Si, la verdad es que todo esto es precioso —asintió encantada.
Sobre las ocho de la noche decidieron regresar al parador. Llovía a mares. Subieron al coche y, cuando ya casi habían llegado, el automóvil hizo un ruido extraño y se paró.
—Oh, my God ¡qué le pasa a este cacharro!
Durante un rato intentaron que el coche se pusiera en movimiento hasta que Santana al mirar una luz que parpadeaba cuchicheó divertida:
—Ay, Kurt. Que me parece que nos hemos quedado sin gasolina.
—¡¿Cómo?! —gritó él.
—Ese pilotito azul de ahí creo que es la gasolina, ¿verdad?
Su primo miró lo que le indicaba y asintió.
—Ay, qué horrorrrrrrrrrr ¿Qué hacemos ahora?
Tras comprobar que el castillo estaba cerca, ella se coloco los lentes y la gorra y dijo:
—Pues solo hay dos opciones, corazón. La primera, ir en busca de una gasolinera. Algo imposible pues no conocernos el lugar, y la segunda, dejar el coche aquí y subir andando lo que nos queda de camino. Una vez lleguemos se lo decimos a Menchu e intentaremos solucionarlo. ¿Qué te parece?
Un trueno que hizo vibrar la tierra hizo que Kurt gritara asustado.
—No podemos salir, ¿y si nos alcanza un rayo y nos carboniza?
—Anda ya, no digas tonterías.
—Oh, no, honey, no son tonterías, que en las noticias a veces oigo cosas así.
—Bueno. Pues quédate aquí. El castillo no está muy lejos, y yo no pienso quedarme aquí. En especial porque es de noche y no tiene pinta de dejar de llover.
Dicho esto, abrió la puerta y bajó del coche bajo un fuerte aguacero. Dos segundos después su primo estaba junto a ella.
—Por el amor de my life, mis Gucci se están ahogando por momentos —gimió al ver sus preciosos y carísimos zapatos hasta arriba de barro.
—Tranquilo, no sufras. Y mira, para que veas lo que te quiero por todo lo que te estoy haciendo pasar, prometo regalarte cuando regresemos a Beverly Hills los zapatos azulados que tanto te gustaron de Valentino. ¿Qué te parece?
—¡Divino!
El castillo visto desde el coche parecía más cercano. Caminando bajo la lluvia por aquella embarrada carreterucha, la cosa se estaba complicando. Los coches que pasaban por allí le salpicaban de barro y agua. Kurt se quejaba horrorizado y ella reía divertida. Nunca se había visto en otra igual.
Cuando llevaban caminando cerca de diez minutos, un coche azul oscuro paró a escasos metros de ellos.
—Ay, queen ¡qué miedo! —gimió asiéndola con fuerza del brazo—. No mires, ni te pares. Mira que si es un violador o un secuestrador.
—Anda ya, Kurt... —respondió intentando mantener el tipo mientras se aproximaba al vehículo.
Desde el interior del coche Brittany, sin dar crédito, los observaba por el espejo retrovisor. Allí, bajo el aguacero, había reconocido a la mujer que cada mañana le perseguía campo a través, y sin pensárselo, había parado. Cuando estos pasaron al lado del coche, bajó la ventanilla y desde el interior preguntó:
—¿Los llevo a algún lado?
Al reconocer la voz Santana, sorprendida, y con el agua chorreando por la cara se asomó por la ventanilla, momento en el que Britt bajó la música y dijo:
—Vaya, vaya, pero si es mi buena amiga la estrellita de Hollywood.
Aquel tono no le gustó y cambiándole el humor siseó:
—Vete a la mierda ¿me oíste? —dicho esto agarró a su primo del brazo y le apremió—. Vamos, continuemos caminando.
Brittany, al ver aquel ataque de furia, sonrió y acercando el coche de nuevo hasta ellos dijo:
—Vamos, suban. Estan empapados y con el viento que sopla les puede hacer mal.
—Oh, no... ni lo pienses. Prefiero enfemrarme antes que montar en tu coche ¡idiota!
—Sube —insistió aquella.
—No. Y ponte AC/DC a todo trapo para no escucharme —gritó ante la mirada horrorizada de su primo. ¿Qué la pasaba?
Sorprendida por aquel dicho, cuando ella por las mañana siempre se había mostrado dócil, Brittany suspiró.
—Estrellita, y si te prometo no hablar, ni decir nada hasta llegar al parador, ¿cambiarás de idea?
—¡No! —volvió a gritar.
—Chuchita mira que nos vamos a ahogar ¿estas segura? —preguntó su primo.
—Cierra el pico, Kurt por favor —espetó ella.
Brittany aceleró su vehículo y paró dos metros más adelante. Tiró del freno de mano y salió del coche para llegar hasta ellos.
—Está lloviendo a mares, suban en el coche de una maldita vez.
Furiosa por como este siempre la ridiculizaba se soltó de su primo y gritó.
—¡Te he dicho que no! ¡¿En qué idioma quieres que te lo diga?! —Al ver como este la observaba con guasa se acercó a ella y gritó ante la cara de susto de su primo -. ¡Eres el ser más ruin y antipática de la faz de la tierra! Cada mañana pasas de mí a pesar de que yo pongo todo de mi parte para intentar ser agradable. Maldita sea, solo he querido conocerte y ser tu amiga. No tu novia ni tu mujer, porque como decía mi abuela ¡Dios nos libre!
—Tú lo has dicho. ¡Dios nos libre! —repitió ella sacándola de sus casillas.
Sin saber por qué, Santana se agachó, metió la mano en un charco con barro y sin previo aviso se lo tiró a ella enfadada.
—¿Qué haces? —protestó al notar el impacto de aquello en el cuello.
—¿Sabes? No quiero escucharte y como no tengo cinta americana para taparte la boca, te juro que como no te subas en tu coche y te vayas, no pararé de lanzarte barro hasta que te entierre en él, ¿me has entendido?
—Alto y claro —asintió mientras se quitaba el barro de encima.
De pronto ante aquella absurda situación, Brittany quiso conocer a la interesante mujer que empapada y dispuesta a lanzarle más barro, le demostraba tener carácter y raza, e inex¬plicablemente se dio cuenta de que ella tenía razón. Cada mañana la joven había intentado ser agradable con ella, pero ella se había dedicado a tratarla con desprecio.
—¡Ah! y que sepas que odio que me llames estrellita. ¿Me has oído? Puedo trabajar en Hollywood, puedo ser actriz, puedo no gustarle, pero ni soy tonta ni me gusta que me traten como tal. —Ella reprimió una sonrisa —. Por lo tanto, toma tu maldito coche y vete de aquí porque primero muerta de frío que aceptar tu maldita ayuda.
Durante unos segundos ambas se miraron a los ojos y se retaron con la mirada. Ella estaba muy enfadada y Britt parecía divertido con ello. Finalmente Brittany asintió y dijo antes de darse la vuelta.
—Muy bien, estrellita, tus deseos son órdenes para mí.
Se metió en el coche, quitó el freno de mano, metió primera y tras un acelerón que la llenó de barro hasta los empastes se marchó.
—¡Imbécil! - gruñó ella quitándose el barro de la cara.
Su primo sorprendido por lo que había presenciado se acercó a ella y mientras comenzaban a caminar bajo el aguacero cuchicheó.
—Por el amor de Diosssssssss ¿Esa chica divina con cara de peligro y tremendamente sexy es quien creo que es?
-Sí.
—Uisss... ahora lo entiendo todo. Lo que haría yo con si encontrara un hombre...
—Cállate por favor—siseó mientras caminaba—. No quiero que digas nada más o el siguiente en discutir conmigo serás tú, ¿entendido?
—Por supuesto my love. Como ha dicho la chica, alto y claro.
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Me alegra mucho que les guste la historia y se diviertan con las brittanas y la relacion de mercedes y britt
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¿Y A Ti Que Te Importa?
Capitulo 17: rutinas
La joven actriz, apoyada en el marco de la ventana de su habitación, observaba como anochecía mientras intentaba organizar sus ideas y entender lo que había pasado. Por norma, .siempre era bien acogida por el sexo masculino y sobre todo por el femenino, y lo ocurrido con aquella argentina, con Brittany, la tenía desconcertada.
—Ay cuchita no frunzas tanto el ceño o te saldrán una terribles arrugas.
Santana miró a su primo que se miraba al espejo y se depilaba con mimo sus cuidadas cejas. Como siempre le ocurría, atrás había quedado el enfado del día anterior. Si algo tenía bueno era que igual que se enfadaba se desenfadaba algo que su abuela siempre le había alabado. Santana tenía un gran corazón a pesar de que la gente, por su aspecto glamuroso, pensara que era de hielo y superficial. Al contrario de todo pronóstico, la joven estrella de Hollywood era una muchacha muy afable y cariñosa y que cuando la conocías un poco te dabas cuenta de que solo quería querer y ser querida.
—¿Sabes? Creo que lo hice mal. No debí de ir a su casa así. ser tan dura y...
—¿Dura?—dijo Kurt—. Oh, my God, pero si por lo que me has contado, ella te echó de su casa. ¿Cómo puedes permitir que una girl por muy divine que sea te haga eso? Sé que tienes un pronto terriblemente puertorriqueño, pero luego no eres nadie.
—Ok... tienes razón —apuntó apagando el cigarro sobre un cenicero—, pero yo tampoco fui muy amable que digamos. Además...
—No... no... no. Ahora mismo vamos a recoger nuestras cosas, tomamos nuestro auto e irnos para el airport. ¿De acuerdo my darling? Estoy seguro que el bombonazo de Puck te recibirá con los brazos abiertos en hause. Oh...no veo el momento de darme un baño de color en el pelo. Lo necesito.
Pero Santana quería saber más de Britt. No sabía por qué pero le costaba marcharse de aquel lugar. Necesitaba volver a encontrar a la muchacha que conoció años atrás. Aquella que fue amable y sincera con ella y que, en cierto modo, se ganó su corazón. Estaba decidida a intentar de nuevo un acerca¬miento.
—Lo siento Kurt, pero yo tengo que hablar con ella antes de irme de aquí —al ver que su primo la miraba boquiabierto indicó—. No te puedo explicar el porqué, pero quiero volver a ver a Britt y...
—¡Tú estás crazy!... pero loca de remate.
—No —respondió divertida.
Su primo, blanco como la leche, al ver como esta sonreía se sentó sobre la cama y murmuró:
—Por el amor de Diossss... me conozco esa sonrisita y no depara nada bueno ¿Qué es lo que pretendes?
—No lo sé. Pero no quiero irme con la sensación de no saber qué hubiera pasado si yo...
—Te lo digo yo. La prensa se enterará de que estamos aquí y...
Sin querer escuchar más, se acercó a su primo, le dio un beso en la mejilla y poniéndole un dedo sobre los labios consiguió callarle.
—La abuela siempre nos dijo que cuando algo nos interesaba, y mucho, debíamos buscar la razón. Pues bien, quiero saber esa razón --mirando su reloj dijo antes de salir—. Buenas noches, cielo. Que sueñes con los angelitos.
Cuando llegó a su habitación, se metió rápidamente en la ducha. El agua fria corriendo por su piel la reconfortó. Una vez acabó de ducharse, se echó crema y se secó el pelo con el secador. A las once de la noche estaba metida en la cama mirando la televisión cuando de pronto recordó algo. Se levantó, abrió su trolley Louis Vuitton, y cogió una carpeta. Tras sentarse en la cama y leer lo que ponía en aquellos papeles sonrió. Ante ella tenia la información que necesitaba.
El despertador sonó a las seis y diez de la mañana. Horrorizada, lo apagó y pensó en seguir durmiendo. Pero tras recordar el motivo de la alarma se levantó. Como una autómata, se puso unas mallas negras, una sudadera, unas zapatillas de deporte y con cuidado metió su melena rubia bajo un pañuelo y después se caló la gorra de Nike y sus gafas oscuras.
Cuando llegó a la entrada del parador suspiró y sintió un escalofrío. El día estaba gris y, por los nubarrones, parecía que iba a llover. Pero dispuesta a no cesar en su empeño, salió al trote del parador. Durante un buen rato anduvo por un caminito hasta que a lo lejos vio a alguien que podía ser quien ella buscaba. Acelerando el ritmo, se aproximó lo suficiente y entonces, se le aceleró el corazón. Era ella.
La perra, Jenny, fue la primera en percatarse de que alguien se acercaba y se quedó quieta. Brittany, al ver que la perra se quedaba atrás, se volvió para mirarla y vio a una mujer correr hacia ella. Sorprendida por aquello, pues pocas mujeres veía corriendo por las mañanas, llamo a su perra y esta fue hacia ella. Dos minutos después la mujer que corría llegó a su altura.
—Buenos días. Preciosa mañana para hacer deporte.
Al escuchar aquella voz, y su particular tono, Britt la miró y se paró en seco.
—¿Vos otra vez?
—No pares o te quedaras tiesa. Ritmo... ritmo —respondió ella con buen humor mientras seguía dando saltitos en el mismo lugar.
Malhumorada por aquella intromisión en su espacio gruño:
—Creí haberte dejado las cosas muy claritas el otro día.
—Pues si —respondió desconcertándole.
—Entonces ¿qué haces aquí todavía?
Su voz crispada la tensó, pero dispuesta a no caer en su luego respondió con la mejor de sus sonrisas.
—¿Tu siempre estás de mal humor?
—Eso no le interesa —respondió ella volviendo al trote.
La joven, a pesar del gesto feo de aquella, se puso a su altura sin parar de dar saltitos mientras decía:
—Te van a salir unas arrugas increíbles en la comisura de los labios, por el rictus serio que tienes siempre que te veo, ¿Sabías que sonreír es buenísimo para muchísimos músculos de la cara? —Ella la miró pero no respondió mientras seguía su carrera—. Y tranquila, señora policía, no quiero nada de ti. Pero estoy de vacaciones y los días que tengo para mí, me gusta disfrutarlos, y mira por donde, me encanta la naturaleza. Por cierto, todo esto es precioso, aunque estoy segura de que con un poquito menos de calor tiene que ser todavía más bonito. Y ah... creo que va a llover de un momento a otro.
Boquiabierta por las cosas que iba soltando mientras corrían se detuvo de nuevo.
—¿Qué pretendes linda? ¿Buscas que te selle la boca con cinta americana?
—No, por Dios —contestó con una sonrisa.
—Mira, no quiero problemas... —dijo pasándose la mano por el pelo.
—Yo no soy un problema —siseó al escuchar aquello.
Britt, sin darse cuenta de cómo el gesto de aquella se había contraído, prosiguió.
—... tú me los traerías. ¿Acaso no fui lo suficientemente clarita contigo?
—Sí, te entendí perfectamente —sonrió desconcertándole—, Soy actriz, que no es sinónimo de sorda y tonta, y sé escuchar.
—Ah... ¿Sabes escuchar? — se quejo ella—. Permíteme que lo dude, estrellita.
Cada vez que la llamaba estrellita con aquel tono de voz a Santana le daban ganas de darle una patada en la cara, pero conteniendo aquellas ganas respondió resoplando por la carrera.
—Sé escuchar, pero yo interpreto lo que escucho como quiero.
—Vaya... ¡qué bien! —añadió molesta.
Sin mediar mas palabra ella volvió al trole y Santana la siguió.
Durante unos minutos ambas corrieron en la misma dirección y para ponérselo más difícil ella se salió del camino y corrió campo a través. Santana le siguió como pudo pero aquello no era fácil. Brittany corría, sorteaba piedras y saltaba charcos, mientras ella se lo comía todo. Brittany comprobó su penoso estado y como se esforzaba por seguirle. Eso le animó, y aceleró su trote sabedor que era imposible que ella tuviera su fondo físico.
Sin querer dar su brazo a torcer la joven intentó seguir aquel ritmo infernal, hasta que se tropezó con una piedra y se cayo sobre un enorme charco de agua estancada. Al oír el golpe, Brittany aminoró unos segundos con la intención de ayudarla, pero al ver que ella se levantaba con rapidez, continuó su carrera.
Incapaz de dar un paso más por el agotamiento y el trompazo que se había dado, se miró las rodillas. Se había roto la calza y podían verse dos bonitas heridas. Maldiciendo por lo bajo, se quitó el barro de la boca y enfadada gritó dispuesta decir la última palabra, al ver como se alejaba con la perra:
—¡Estoy bien! ¡Ha sido muy agradable correr contigo, estúpida!
Brittany sonrió, pero continuó su camino, mientras ella, regresaba al parador de donde nunca debió salir.
Al día siguiente Santana volvió a sorprenderle. Allí estaba de nuevo dispuesta a correr. Britt al verla aparecer la miró y a pesar de las ganas que sintió de mandar¬la a freír espárragos se contuvo y continuó corriendo.
—Buenos días —saludó ella con energía.
Britt la miró y sin parar su ritmo asintió con la cabeza. Durante unos minutos corrieron en silencio hasta que ella comenzó a hablar. Sin querer escuchala, Brittany sacó de su bolsillo un iPod y colocándose unos pequeños auriculares en los oídos lo encendió y dijo:
—AC/DCA. Maravillosa música para correr y no escucharte.
—Serás grosera —cuchicheo deteniéndose al ver aquello.
Incapaz de no responder, Tras mirar al cielo y ver como diluviaba, la miró y dijo en tono burlón antes de continuar corriendo:
—No te pares, estrellita o te quedaras tiesa. Ritmo... ritmo.
Quiso decirle cuatro cositas, pero calló. No iba a entrar en su juego, por lo que cerró la boca y continuó la carrera. Cuando ya no pudo más se paró y Britt se alejó. Seguir su ritmo era imposible pero gritó:
—¡Que tengas un buen día, simpática!
El tercer día amaneció lluvioso. Al mirar por la ventana Santana pensó si ir o no pero al final las ganas de verla le pudieron, se calzó sus deportivas y salió a correr. Durante unos segundos trotó sin rumbo hasta que le vio y corrió hacia ella. Britt, que venía de arreglar una valla en la granja de su abue¬lo, al verla acercarse maldijo pero prosiguió su carrera.
—Hola, buenos días —saludó con positividad.
—Buenos días.
Santana sonrió. Eso era un avance. Durante unos metros corrieron en silencio hasta que ella se tropezó y Britt, con rapidez, frenó la caída.
—Vaya, estrellita, eres un auténtico pato mareado —gruñó molesta.
—Bien, lo reconozco. Correr campo a través no es lo mío. Yo estoy acostumbrada a Jimmy, mi entrenador personal en casa y no a este campo de barrizal.
—¿Entrenador personal?—se quejo.
Santana se molestó al ver su gesto y, corriendo para poner¬se a su altura, respondió:
—Mira, linda, yo no tengo la culpa de haber nacido en una familia adinerada, ni tampoco de ser una actriz de Hollywood. Que todo sea dicho me lo he currado yo sólita, aunque mi padre sea quien es. Pero bueno, siempre habrá gente que piense que soy una niña de papá y mira ¡me da lo mismo! —exclamó Santana con vehemencia—. Si estás molesta porque piensas que voy de diva, allá tú. No voy de diva. Por norma soy una mujer normal y corriente cuando no trabajo y aunque no creas, la gente tiene buen concepto de mi y...
Pero no pudo decir más. Con una rapidez increíble Britt sacó del bolsillo de su pantalón una especie de tira alargada, despegó algo de ella y sin más, se la pegó sobre los labios. Santana se quedo estupefacta.
—Te dije que te sellaría la boca si no callabas y al final he tenido que hacerlo.
Sin más continuó corriendo mientras ella se quedaba de piedra en medio del campo y con la boca sellada. ¿Había algo más humillante?
El cuarto día y con una nevada considerable la joven, que no quería dar su brazo a torcer, consiguió llegar hasta ella atreves del campo. Pero a dos metros de ella, pisó mal, resbaló, y se cayó de culo. Con toda la dignidad que pudo se levantó y antes de que ella se riera de la situación, con gesto de enfado se colocó unos auriculares y dijo.
—Marvin Gaye, maravillosa música para no hablarte ni escucharte.
—¿Es tu última palabra? —preguntó divertida.
—Por supuesto.
Sorprendida, la vio pasar, incluso con el trasero dolorido corría delante de ella sin esperarle. Jenny, la perra, que ya se había acostumbrado a su visita matinal la siguió encantada y Brittany suspiró. Parecía que aquello iba a convertirse en algo habitual.
Así estuvieron seis días lloviera, tronara o hubiera sol. Cada mañana ella corría la misma ruta que Britt. Intentaba seguir su ritmo ya fuera por camino o por barrizal y, finalmente, cuando sus fuerzas la abandonaban desistía. Se daba la vuelta y se marchaba, mientras ella continuaba tranquilamente su cami¬no sorprendida por la insistencia de aquella mujer.
La séptima mañana, Britt miró sorprendida a su alrededor. ¿Dónde estaba ella? Comenzó su carrera, pero inevitablemente la buscaba con la mirada, pero Santana no apareció. Corrió por el camino un buen rato, incluso más del habitual y cuando regresó a su casa una extraña decepción se apoderó de ella ¿se habría ido finalmente?
Capitulo 18: Alto y claro
Aquella mañana, y a pesar de que intentó levantarse, Santana no pudo. Tenía doloridos tantos músculos de su cuerpo que apenas podía moverse. Solo gracias a varios ibuprofenos recomendados por Menchu, la chica de recepción, por la tarde después de comer consiguió recuperarse y junto a su primo decidieron dar un paseo en coche por los alrededores. Querían conocer Lujan y aquella tarde lluviosa era un día maravilloso para poder admirar el lugar sin que hubiera mucha gente a su alrededor. Irreconocibles bajo gorros y lentes de sol por lo que pudiera pasar, visitaron la catedral de Santa María y Santana bromeó sobre lo romántico que tenía que ser casarse por amor en un lugar así. Tras visitar varios sitios emblemáticos de la zona terminaron paseando bajo la lluvia por la maravillosa plaza.
—Ay, darling ¡qué sensaciones más extrañas me causa tanto monumento! Pensar que por estas calles han paseado man and woman como nosotros siglos atrás, ¡qué glamur!
—Si, la verdad es que todo esto es precioso —asintió encantada.
Sobre las ocho de la noche decidieron regresar al parador. Llovía a mares. Subieron al coche y, cuando ya casi habían llegado, el automóvil hizo un ruido extraño y se paró.
—Oh, my God ¡qué le pasa a este cacharro!
Durante un rato intentaron que el coche se pusiera en movimiento hasta que Santana al mirar una luz que parpadeaba cuchicheó divertida:
—Ay, Kurt. Que me parece que nos hemos quedado sin gasolina.
—¡¿Cómo?! —gritó él.
—Ese pilotito azul de ahí creo que es la gasolina, ¿verdad?
Su primo miró lo que le indicaba y asintió.
—Ay, qué horrorrrrrrrrrr ¿Qué hacemos ahora?
Tras comprobar que el castillo estaba cerca, ella se coloco los lentes y la gorra y dijo:
—Pues solo hay dos opciones, corazón. La primera, ir en busca de una gasolinera. Algo imposible pues no conocernos el lugar, y la segunda, dejar el coche aquí y subir andando lo que nos queda de camino. Una vez lleguemos se lo decimos a Menchu e intentaremos solucionarlo. ¿Qué te parece?
Un trueno que hizo vibrar la tierra hizo que Kurt gritara asustado.
—No podemos salir, ¿y si nos alcanza un rayo y nos carboniza?
—Anda ya, no digas tonterías.
—Oh, no, honey, no son tonterías, que en las noticias a veces oigo cosas así.
—Bueno. Pues quédate aquí. El castillo no está muy lejos, y yo no pienso quedarme aquí. En especial porque es de noche y no tiene pinta de dejar de llover.
Dicho esto, abrió la puerta y bajó del coche bajo un fuerte aguacero. Dos segundos después su primo estaba junto a ella.
—Por el amor de my life, mis Gucci se están ahogando por momentos —gimió al ver sus preciosos y carísimos zapatos hasta arriba de barro.
—Tranquilo, no sufras. Y mira, para que veas lo que te quiero por todo lo que te estoy haciendo pasar, prometo regalarte cuando regresemos a Beverly Hills los zapatos azulados que tanto te gustaron de Valentino. ¿Qué te parece?
—¡Divino!
El castillo visto desde el coche parecía más cercano. Caminando bajo la lluvia por aquella embarrada carreterucha, la cosa se estaba complicando. Los coches que pasaban por allí le salpicaban de barro y agua. Kurt se quejaba horrorizado y ella reía divertida. Nunca se había visto en otra igual.
Cuando llevaban caminando cerca de diez minutos, un coche azul oscuro paró a escasos metros de ellos.
—Ay, queen ¡qué miedo! —gimió asiéndola con fuerza del brazo—. No mires, ni te pares. Mira que si es un violador o un secuestrador.
—Anda ya, Kurt... —respondió intentando mantener el tipo mientras se aproximaba al vehículo.
Desde el interior del coche Brittany, sin dar crédito, los observaba por el espejo retrovisor. Allí, bajo el aguacero, había reconocido a la mujer que cada mañana le perseguía campo a través, y sin pensárselo, había parado. Cuando estos pasaron al lado del coche, bajó la ventanilla y desde el interior preguntó:
—¿Los llevo a algún lado?
Al reconocer la voz Santana, sorprendida, y con el agua chorreando por la cara se asomó por la ventanilla, momento en el que Britt bajó la música y dijo:
—Vaya, vaya, pero si es mi buena amiga la estrellita de Hollywood.
Aquel tono no le gustó y cambiándole el humor siseó:
—Vete a la mierda ¿me oíste? —dicho esto agarró a su primo del brazo y le apremió—. Vamos, continuemos caminando.
Brittany, al ver aquel ataque de furia, sonrió y acercando el coche de nuevo hasta ellos dijo:
—Vamos, suban. Estan empapados y con el viento que sopla les puede hacer mal.
—Oh, no... ni lo pienses. Prefiero enfemrarme antes que montar en tu coche ¡idiota!
—Sube —insistió aquella.
—No. Y ponte AC/DC a todo trapo para no escucharme —gritó ante la mirada horrorizada de su primo. ¿Qué la pasaba?
Sorprendida por aquel dicho, cuando ella por las mañana siempre se había mostrado dócil, Brittany suspiró.
—Estrellita, y si te prometo no hablar, ni decir nada hasta llegar al parador, ¿cambiarás de idea?
—¡No! —volvió a gritar.
—Chuchita mira que nos vamos a ahogar ¿estas segura? —preguntó su primo.
—Cierra el pico, Kurt por favor —espetó ella.
Brittany aceleró su vehículo y paró dos metros más adelante. Tiró del freno de mano y salió del coche para llegar hasta ellos.
—Está lloviendo a mares, suban en el coche de una maldita vez.
Furiosa por como este siempre la ridiculizaba se soltó de su primo y gritó.
—¡Te he dicho que no! ¡¿En qué idioma quieres que te lo diga?! —Al ver como este la observaba con guasa se acercó a ella y gritó ante la cara de susto de su primo -. ¡Eres el ser más ruin y antipática de la faz de la tierra! Cada mañana pasas de mí a pesar de que yo pongo todo de mi parte para intentar ser agradable. Maldita sea, solo he querido conocerte y ser tu amiga. No tu novia ni tu mujer, porque como decía mi abuela ¡Dios nos libre!
—Tú lo has dicho. ¡Dios nos libre! —repitió ella sacándola de sus casillas.
Sin saber por qué, Santana se agachó, metió la mano en un charco con barro y sin previo aviso se lo tiró a ella enfadada.
—¿Qué haces? —protestó al notar el impacto de aquello en el cuello.
—¿Sabes? No quiero escucharte y como no tengo cinta americana para taparte la boca, te juro que como no te subas en tu coche y te vayas, no pararé de lanzarte barro hasta que te entierre en él, ¿me has entendido?
—Alto y claro —asintió mientras se quitaba el barro de encima.
De pronto ante aquella absurda situación, Brittany quiso conocer a la interesante mujer que empapada y dispuesta a lanzarle más barro, le demostraba tener carácter y raza, e inex¬plicablemente se dio cuenta de que ella tenía razón. Cada mañana la joven había intentado ser agradable con ella, pero ella se había dedicado a tratarla con desprecio.
—¡Ah! y que sepas que odio que me llames estrellita. ¿Me has oído? Puedo trabajar en Hollywood, puedo ser actriz, puedo no gustarle, pero ni soy tonta ni me gusta que me traten como tal. —Ella reprimió una sonrisa —. Por lo tanto, toma tu maldito coche y vete de aquí porque primero muerta de frío que aceptar tu maldita ayuda.
Durante unos segundos ambas se miraron a los ojos y se retaron con la mirada. Ella estaba muy enfadada y Britt parecía divertido con ello. Finalmente Brittany asintió y dijo antes de darse la vuelta.
—Muy bien, estrellita, tus deseos son órdenes para mí.
Se metió en el coche, quitó el freno de mano, metió primera y tras un acelerón que la llenó de barro hasta los empastes se marchó.
—¡Imbécil! - gruñó ella quitándose el barro de la cara.
Su primo sorprendido por lo que había presenciado se acercó a ella y mientras comenzaban a caminar bajo el aguacero cuchicheó.
—Por el amor de Diosssssssss ¿Esa chica divina con cara de peligro y tremendamente sexy es quien creo que es?
-Sí.
—Uisss... ahora lo entiendo todo. Lo que haría yo con si encontrara un hombre...
—Cállate por favor—siseó mientras caminaba—. No quiero que digas nada más o el siguiente en discutir conmigo serás tú, ¿entendido?
—Por supuesto my love. Como ha dicho la chica, alto y claro.
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dorkyhemo_** - Mensajes : 69
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