Gleek Latino
¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.
[Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana - Página 2 Primer15
Image hosted by servimg.com

Image hosted by servimg.com
Image hosted by servimg.com
Estreno Glee 5x17
"Opening Night" en:
[Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana - Página 2 Coment10
Últimos temas
» Ayudenme a encontrarlos
[Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana - Página 2 EmptyLun Mar 14, 2022 3:20 pm por Laidy T

» Busco fanfic brittana
[Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana - Página 2 EmptyLun Feb 28, 2022 10:01 pm por lana66

» Busco fanfic
[Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana - Página 2 EmptySáb Nov 21, 2020 2:14 pm por LaChicken

» [Resuelto]Brittana: (Adaptación) El Oscuro Juego de SATANÁS... (Gp Santana) Cap. 7 Cont. Cap. 8
[Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana - Página 2 EmptyJue Sep 17, 2020 12:07 am por gaby1604

» [Resuelto]FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Epílogo
[Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana - Página 2 EmptyMar Sep 08, 2020 9:19 am por Isabella28

» Brittana: Destino o Accidente (GP Santana) Actualizado 17-07-2017
[Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana - Página 2 EmptyDom Sep 06, 2020 10:27 am por Isabella28

» [Resuelto]Mándame al Infierno pero Besame (adaptación) Gp Santana Cap. 18 y Epilogo
[Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana - Página 2 EmptyVie Sep 04, 2020 12:54 am por gaby1604

» Fic Brittana----Más aya de lo normal----(segunda parte)
[Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana - Página 2 EmptyMar Ago 25, 2020 7:50 pm por atrizz1

» [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
[Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana - Página 2 EmptyLun Ago 03, 2020 5:10 pm por marthagr81@yahoo.es

» Que pasó con Naya?
[Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana - Página 2 EmptyMiér Jul 22, 2020 6:54 pm por marthagr81@yahoo.es

» [Resuelto]FanFic Brittana: Medianoche V (Adaptada) Cap 31
[Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana - Página 2 EmptyJue Jul 16, 2020 7:16 am por marthagr81@yahoo.es

» No abandonen
[Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana - Página 2 EmptyMiér Jun 17, 2020 3:17 pm por Faith2303

» FanFic Brittana: " Glimpse " Epilogo
[Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana - Página 2 EmptyVie Abr 17, 2020 12:26 am por Faith2303

» FanFic Brittana: Pídeme lo que Quieras 4: Y Yo te lo Daré (Adaptada) Epílogo
[Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana - Página 2 EmptyLun Ene 20, 2020 1:47 pm por thalia danyeli

» Brittana, cafe para dos- Capitulo 16
[Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana - Página 2 EmptyDom Oct 06, 2019 8:40 am por mystic

» brittana. amor y hierro capitulo 10
[Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana - Página 2 EmptyMiér Sep 25, 2019 9:29 am por mystic

» holaaa,he vuelto
[Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana - Página 2 EmptyJue Ago 08, 2019 4:33 am por monica.santander

» [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
[Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana - Página 2 EmptyMiér Mayo 08, 2019 9:25 pm por 23l1

» [Resuelto]FanFic Brittana: Comportamiento (Adaptada) Epílogo
[Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana - Página 2 EmptyMiér Abr 10, 2019 9:29 pm por 23l1

» [Resuelto]FanFic Brittana: Justicia V (Adaptada) Epílogo
[Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana - Página 2 EmptyLun Abr 08, 2019 8:29 pm por 23l1

[Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana - Página 2 Encues10
Sondeo

Musical Favorito Glee 5x15 Bash

[Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana - Página 2 Topeba1011%[Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana - Página 2 Topeba10 11% [ 4 ]
[Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana - Página 2 Topeba1019%[Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana - Página 2 Topeba10 19% [ 7 ]
[Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana - Página 2 Topeba1011%[Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana - Página 2 Topeba10 11% [ 4 ]
[Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana - Página 2 Topeba1024%[Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana - Página 2 Topeba10 24% [ 9 ]
[Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana - Página 2 Topeba1027%[Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana - Página 2 Topeba10 27% [ 10 ]
[Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana - Página 2 Topeba108%[Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana - Página 2 Topeba10 8% [ 3 ]

Votos Totales : 37

Image hosted by servimg.com
[Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana - Página 2 Gleeka10
Los posteadores más activos de la semana
No hay usuarios

Disclaimer
Image hosted by servimg.com
·Nombre: Gleek Latino
·Creación: 13 Nov 2009
·Host: Foroactivo
·Versión: GS5
Glee
Image hosted by servimg.com
Publicidad

[Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana

+10
JanethValenciaaf
Caritovega
iFannyGleek
Susii
Jane0_o
micky morales
Elita
monica.santander
Lucy LP
23l1
14 participantes

Página 2 de 20. Precedente  1, 2, 3 ... 11 ... 20  Siguiente

Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana

Mensaje por 23l1 Sáb Oct 03, 2015 12:33 am

micky morales escribió:bueno, las cosas se dieron realmente rapido entre ellas, a ver cual de las 2 se enamora primero, la actitud de santana es chocante a mas no poder y ahora aparece la zorra mayor, a ver que pasa!


Hola, mmm si es vrdd, pero no es eso lo que se keire xD jaajajajjaja. Mmm las dos¿? Jajaja esperemos y san tenga una respuesta para ser así. Jajajajjajaajja aXD jajaajajjaj kien la llamo¿? Saludos =D




Susii escribió:Pero que pesada es Santana>:c porque es tan fria?:l
:s aparecio la ex! Esto se va a poner bueno:$


Hola, mmm si xD esperemos y nos digan xq. Y nose quien la llamo, jajaja esperemos y siga así. Saludos =D




Jane0_o escribió:Diossss britt deveria resistirse un poco masss
Y santana terminara perdida mente enamorada de britt

Ufff quiero massss saludos


Hola, jajajaaj esk es san po jajjaja. Jjajjaja kien no¿? jjajajja. Aquí mas! Saludos =D




JanethValenciaaf escribió:Se aparecieron los celos de brittany, maldita elaine nos quito la acción de estas dos
Me encanta, espero mas


Hola, jajjajaa como no, si es san! ajjaajjaj. Jajajaj y sigo sin entender quien la llamo ¬¬ Que bueno que te vaya gustado, aquí mas! Saludos =D




iFannyGleek escribió:Jajajajá yo no odio aún a nadie, pero me gusta como va.
Xoxo


Hola, jajajaajajajajaj eso es bueno... vrdd¿? jajaajaj eso si es bueno, espero y siga así! ajajajaj. Saludos =D



23l1
23l1
-*-*-*
-*-*-*

Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 1-Tiéntame (Adaptada) Cap 4

Mensaje por 23l1 Sáb Oct 03, 2015 12:36 am

Capitulo 4 – El Dinero

La inquietud se apodera de mí.

Si esa mujer nos descubre, pondrá el grito en el cielo, todos se enterarán de lo que sucede con Santana López, y yo tendré que dejar inmensamente humillada mi puesto de trabajo.

Además, Rachel se verá implicada.

¿Qué voy a hacer?

Miro a Santana en medio del silencio ensordecedor. Se la ve relajada pese a la situación tan comprometida, aunque con la mandíbula tensa, como es habitual en ella.

Su mano ya no me toca, mis pies ya no la rozan.

—¿Qué vas a hacer?—pregunto, cerrando las piernas—¿C-Cómo me vas a sacar de aquí?

Cuando me acerco para volver a hacerle la pregunta, ella se humedece los labios y suelta.

—No me tutee.

—Santana, ¡abre!—grita Elaine tras la puerta, impaciente.

Mi rostro está a escasos centímetros del de Santana y entonces, de forma impetuosa, ella me coge y estampa sus labios en los míos, haciéndome perder la noción de lo que pasa. Su lengua se introduce en la profundidad de mi boca con urgencia, como si nada estuviera ocurriendo.

¿Qué sucede?

¿La excita tener a su exnovia en la puerta, gritando?

—Para, para.

Pero no lo hace... Me devora los labios impaciente, sin control, besos húmedos y calientes. Me enloquece sentirla tan anhelante y entregado. Tan loca que me abruma, incitándome a perderme...

Casi lo hago cuando tira de mí para sentarme sobre ella a horcajadas. Yo me niego, apartándola de un empujón.

—No—digo, cerrando las piernas, pero hace caso omiso a mi negativa—¡No!

—No levante la voz—me regaña con actitud controlada—Tengo que tomarla, no puedo quedarme así, no con esa perra ahí fuera. No me importa si ella grita o tiene un berrinche, yo debo hacerla mía ahora. No quiero un solo grito, aunque el despacho sea insonoro, ¿de acuerdo?

—No.

—No, ¿qué?—pregunta molesta—No se atreva a desafiarme de nuevo.

—No quiero callarme. Y no permitiré que me utilice con ella en la puerta—contesto, poniéndome bien la ropa, sentada al borde del escritorio—Si le gusta, bien, y si no... también.

Me mira furiosa.

La chica vuelve a llamar.

¡Qué pesada!

—¿Por qué me desafía continuamente?—su tono es severo y, con gesto prepotente, me coge de la cintura y me acerca a ella.

Sus pechos chocan contra mis senos, alterándome la respiración.

—¿Por qué lo hace, Brittany?

«Ay...»

—Porque me gusta jugar con usted, llevarle la contraria—susurro coqueta—Me encanta retarla a cada segundo. Disfruto cuando cree que tiene el poder y se da cuenta de que conmigo no es así.

Me escruta fijamente. Por un momento me parece ver un brillo de diversión en sus ojos, pero enseguida se pone la coraza, ocultándolo.

—No tengo tiempo ni ganas de discutir. Luego ajustaremos cuentas. Ahora, por su bien, cállese.

—Dígame entonces cómo salgo de aquí.

Me pasa un dedo por el pecho y me acaricia el pezón. Me rozo contra él como una gatita; me deja sin voluntad con un simple toque.

—No quiero que se vaya sin antes terminar lo que hemos empezado. Abra las piernas.

—¿Cada día me va a ordenar que me desnude, me abra de piernas y me someta a usted?—pregunto mirando el cuello de su camisa, disimulando el azoramiento que me producen sus intentos de manipulación—No voy a terminar nada, su exnovia está en la puerta, gritando, ¿o es todavía su novia y me ha mentido?

He dado en el centro de la diana.

—No tengo por qué responder a ninguna pregunta, pero permítame decirle que no soy una mujer que suela mentir, ¿entendido?

—Por supuesto.

Complacida y convencido de mi sumisión, decide volver a tumbarme sobre el escritorio, a lo que yo me niego riendo. Entonces, al forcejear, ambas caemos encima de la mesa, con ella sobre mí. Su mirada está fija en mis labios, tiene los puños apretados y el ambiente es tórrido.

—Ejem... Quería decir que acepto sus palabras, pero permítame que no me las crea, ¿me entiende?

—Ya basta de juegos. Súbase el vestido de una vez.

Mi curiosidad se despierta al volver a verle la mano herida.

—¿Qué se ha hecho ahí?

Se mira los nudillos, negando con la cabeza con una mirada tan perdida que no sé controlar mis impulsos y hundo los dedos en su cabello oscuro. Es tan agradable sentirla relajada y tranquila... Es la primera vez que Santana parece receptiva.

¿Un puñetazo?

No dice nada, continúa muy quieta y yo no puedo dejar de acariciarla. Parece sentirse tan sola, guardar tanto en su interior y estar tan frustrada con el mundo...

¿Es así?

¿Cómo es esta mujer que se ha cruzado precipitadamente en mi vida?

—Pare—ordena, incorporándose sobresaltado al darse cuenta de nuestra cercanía—No quiero gestos de ternura, ¿entiende? Sólo quiero sentirla entregada en el sexo, ¡¿está claro?!

—¡Yo tampoco quiero nada! ¿Cómo podría nadie querer tener algo que ver con usted?

Veo cómo su rostro se endurece rápidamente y vuelve a ser la máscara de hielo.

¡Mierda!

—Será mejor que le abra a su novia... Y, dígame, ¿cómo se supone que voy a salir de aquí con ella ahí fuera?

—Súbase el vestido.

—¿Otra vez? ¡Que no me subo nada!

—Hicimos un maldito trato—prosigue, haciéndome gestos de que me acerque, a lo cual yo me niego, bajando del escritorio—¿Por qué no? ¿Acaso se ha desahogado en otro lado? ¡Dígame!
—Madre mía, ¿me va a dejar marchar? Y no me mire así, no me he desahogado en ninguna parte. ¡Pero no quiero tirármela con esa loca en la puerta! ¿Lo entiende?

—Nadie puede tocarla—a medida que habla, su rostro va enrojeciendo—No mientras esté conmigo. No me gusta compartir lo que me pertenece.

—Como por ejemplo a su novia—se me escapa al oír a ésta gritar al otro lado de la puerta—Quiero salir de aquí.

Ahora me contempla con aspecto amenazador.

Parece dudar, debatirse.

—Le voy a decir algo que nadie sabe y no piense que es ningún privilegio, pero no tengo otro modo de sacarla de aquí. Es un absoluto secreto—me advierte—Detrás de esa estantería con libros hay un pasadizo secreto que la llevará directamente a mi habitación, saldrá por otra estantería que hay allí. Jamás se lo cuente a nadie o créame que lo pagará muy caro.

Le sonrío burlona.

¿Qué mierda se ha creído esta morena?

¿Pasadizo secreto?

Sin duda es la persona más extraña que he conocido en toda mi vida... aunque, aun así, me gusta su misterio.

—Como mande, señorita López—digo, haciéndole una reverencia—Ah, mire, le voy a dar algo para que haga callar a su chucho ladrador—me quito la braguita y la dejo sobre su escritorio—Dígale que es un recuerdo de la que ha estado gozando con su novia. Que tenga un buen día, señorita López.

—¿Cómo puede ser tan desvergonzada?—pregunta, sujetándome por el brazo y suspirando alterada.

—¿Cómo se puede ser tan pervertida?—la desafío, rozando mi nariz con la suya y lamiendo su boca.

Gruñe y me muerde los labios, asaltándome de nuevo y empotrándome contra la pared. Y aunque mi cuerpo me grita «¡Continúa!», mi cabeza me hace esquivarla, dejándola desconcertada.

—¿Puedo marcharme ya?

Puedo ver claramente que me suelta sin ganas de hacerlo. Me señala la salida secreta, dándome un último y ardiente beso en los labios y mirándome mientras me marcho, casi tambaleándome.

Mi vena masoca y curiosa hace que me quede quieta tras la pared, sin cerrar del todo la puerta camuflada, escuchando.

—¿Por qué me haces esto?—oigo que dice una voz femenina—Llevo más de veinte minutos fuera.

—¿Qué haces aquí?

—No me hables así, amor, por favor. Yo no quería, Santana. Sam me sedujo, me envolvió... Está loco por mí y yo no sé qué me pasó.

—¿Cómo has podido engañarme con mi mejor amigo? Esto no voy a perdonártelo. Sabes que odio la traición y la vuestra ha sido doble. ¡Y todo a mis espaldas, cuando yo confiaba en ti!

Me estremece el dolor que desprende su voz.

¿Tanto le ha dolido?

—Santana, no tienes a nadie. Yo soy la única que te entiende, que comprende tus cambios de humor... tus salidas de tono y tus trastornos. Mira tu puño... Sólo te quedo yo y sólo yo, ¿es que no lo ves?

—Elaine...

—Santana, estás sola, ¿recuerdas?

Quiero volver al despacho y gritarle que esa mujer la manipula, lo hace con palabras que tienen algún significado para ella. El tono de Elaine es persuasivo, lleno de paciencia.

¿Santana lo está pensando?

¿Por qué este silencio?

¿Qué le sucede?

—Lo sé, maldita sea, lo sé... Vivo en unas difíciles condiciones, Elaine, unas muy duras. Es un castigo que yo no tendría que sufrir, porque nunca he roto la promesa que te hice, ¡jamás te he engañado, nunca te he sido infiel!—grita Santana, implacable—Tendrás que esforzarte mucho para que pueda volver a confiar en ti. Y, la verdad, no creo que pueda hacerlo. Ha sido un golpe muy duro.

—Haré lo que quieras y lo sabes. Mañana es tu cumpleaños. Pídemelo, como siempre. Pídemelo.

¿Pedirle, cumpleaños?

¿Qué sucede entre ellos?

Maldita sea, soy consciente de lo íntimo que es este momento y de que yo me estoy colando en su privacidad. Es algo que no concibo que pudieran hacer conmigo, por lo que, con la cabeza baja, continúo mi camino, con la incertidumbre de no saber qué le propondrá.
Se me encoge el corazón.

Ha estado bien mientras ha durado, porque, a juzgar por lo poco que he oído, aquí termina todo entre nosotros.

Atravesar el pasadizo es una tortura, está muy oscuro y se me antoja eterno. Una vez fuera, por fin respiro aire puro, fresco. Pero me asaltan preguntas y más preguntas.

¿Qué habrá pasado?

¿Se reconciliarán?

Gimo de impotencia.

¿Por qué pienso en ellas?

Por mí, Santana puede hacer lo que le dé la gana. No toleraré que se revuelque conmigo después de hacerlo con ella.

No, yo no quiero ser plato de segunda mesa de nadie. No puedo soportarlo, deseo a esa salvaje sólo para mí.

¡Qué tonta!

Inquieta, paseo por la casa, que está desierta, y opto por acercarme a la casita de Rachel para despejarme. Al entrar, me sorprende oír un gemido... Rachel está llorando en brazos de Noah.

—¿Qué ha pasado?—pregunto, corriendo hacia ellos.

Al verme, mi amiga se lanza a mis brazos, llorando desconsoladamente.

—El amor, Britty—dice Noah pacientemente, dándome un beso en la frente—He pasado a verte y me encuentro con Rachel así. Supongo que tendrá que ver con Jesse.

—Sí, claro... ¿Nos dejas solas?

—Me paso mañana. Y cuídense, tienen un aspecto un tanto desaliñado.

—Gracias, hermano—contesto irónica—Y llama a mamá, que dice que no sabe nada de ti.

—Sí, sí, adiós.

Cuando se va, me siento junto a Rachel, que me mira llorosa y triste.

—¡Quinn está comprometida!

¡Menuda cerda!

—¿Cómo te has enterado?—pregunto, secándole las lágrimas.

Me duele enormemente verla así.

—Iba hacia la sala para hablar con la señora Emma y la he oído decírselo—responde, hipando desconsolada—Le estaba contando a su mamá que se ha enamorado y que hace una semana se han comprometido. Se llama María. ¡Britt, ella no me dijo nada de eso!

—Oh, Rach, no sabes cuánto lo siento—digo, abrazándola—El amor es muy malo, te dije que no te enamoraras.

—Cariño, eso no se decide, simplemente sucede.

—No es verdad. Mira mi relación con Amy... empezó como una amistad y nunca pude ir más allá de ese sentimiento.

—La querías.

—Querer es una cosa, amar otra.

—Ninguna de las dos es voluntaria—recalca terca—Yo no habría elegido sentirme así, pero era una nueva ilusión... Lo necesitaba.

Mi pobre amiga es demasiado romántica.

—Venga, déjame cuidarte.


Ya entrada la tarde, termino con todo lo relacionado con la casa. Tras muchos mimos, dejo a Rachel más tranquila en la cocina, aunque con el corazón roto en mil pedazos. El mío, en vilo ante la petición de la señora Emma de verme a solas.

—Dígame, señora.

—Brittany, como sabe, mañana vamos a dar una fiesta en casa, pero no una fiesta cualquiera. Es con motivo del veintinueve cumpleaños de mi hija Santana.

Trago saliva. Su edad me confirma que algo le pasa. Por su carácter y su madurez, Santana parece mayor de los años que tiene.

—Mañana quiero que ayude a Rachel en la cocina, colaborando para que todo esté perfecto. También quería decirle que he contratado a una nueva empleada para que la ayude a usted con la casa. Creo que es demasiado trabajo para una sola persona. La chica se llama Melissa y desde mañana mismo se ocupará de las tareas domésticas. Usted saldrá a hacer las compras y seguirá encargándose de Kitty por las mañanas, así como de servirnos a todos, como de costumbre. Ah, y también de la colada, usted lo hace muy bien y no queremos problemas con la chica nueva. Yo le dejaré una lista diariamente, con dinero para el taxi de ida y vuelta. Irá a El Corte Inglés, que no está muy lejos de aquí. Aproximadamente a unos diez o quince minutos en coche.

Debo considerarme con suerte y estar agradecida de al menos tener trabajo, pero no es así.

Una chica nueva...

¿Servirá a Santana como yo?

¡Ah!

De nuevo pensando en ella.

¿A mí qué me importa?

—Su turno empezará a las ocho, como de costumbre, para servir el desayuno—Emma me sonríe con amabilidad.

Es una mujer muy dulce y empiezo a apreciarla.

—Pero terminará una vez haya servido la cena. Melissa se encargará de recoger después. ¿Le parecen bien los cambios?

—Como usted mande, señora.

—Una cosa más...—añade, algo incómoda—Mi hija Tana es muy delicada y me gustaría que se encargara usted personalmente de su habitación. Ella lo ha pedido así. Es muy raro que Tana confíe en otra persona para tocar sus cosas, así que quiero complacerla. ¿De acuerdo?

¡Vaya, esto sí que es una sorpresa!

Es decir, Melissa no lo servirá en ningún aspecto... Colada, atender a la princesita, comprar y servir las comidas.

¡Genial!

Y complacer a Santana...

—Claro, señora—respondo emocionada.

Ahora el trabajo será más ameno.

—Por favor, ahora vaya a atender a Kitty. Esta noche salimos todos a cenar fuera para celebrar el compromiso de mi hija Quinn, y necesitará su ayuda.

Asiento con una sonrisa forzada al oír el nombre de esa cretina.

—Si ve que está acompañada, no la moleste. Posiblemente, Elaine, la novia de Tana, esté ahí con ella, ya que también viene a la cena.

No puedo ni contestar.

Con mal sabor de boca y pasos pesados, llego a la habitación de la Barbie. Las voces me llegan con claridad, Elaine está ahí, riendo con su cuñada.

No me detengo a pensar en el vacío de mi pecho y sigo con mis obligaciones.

Santana López tendrá que pasar a la historia... Aunque, ¿es prueba suficiente de una reconciliación que ella esté en la casa?

Tendría que averiguarlo.


¡Al fin tranquilidad!

La familia se ha ido a cenar y la casa se halla complemente silenciosa y en calma. Ya he llamado a mis padres. Rachel estará cenando en su casa, como de costumbre. Lo mejor será que vaya a verla.

—Hola, ¿puedo pasar?—pregunto, asomando la cabeza por la puerta.

Rachel tiene el plato de comida intacto, los ojos hinchados y la cara enrojecida de tanto llorar.

—Claro, boba.

La miro y sonrío. Se la ve muy tierna con su pijama amarillo de ositos panda.

—Rach, no quiero verte así. Piensa en lo positivo de todo esto—la animo, acariciándole las manos—Sólo ha sido un polvo. Gracias a Dios, ahora sabemos qué clase de persona es, y que no merece la pena.

—Lo sé... Y, Britt, estoy muy orgullosa de ti. Quiero que lo sepas.

—¿Y eso?

—Te estás portando genial. Todo lo estás haciendo bien, cumpliendo cada orden—dice con cariño—Y ahora me apoyas con lo de Quinn...

—Dejemos el tema, ¿vale?

Rachel sonríe, asintiendo.

—Cuéntame cosillas interesantes, chismes de esos que tanto te gustan. ¿Algo nuevo?

Me mira agradecida y entonces se relaja.

—Bueno tengo uno grande sobre Santana López.

El corazón me da un vuelco.

— Al parecer, ha perdonado a su novia después de descubrir que le ha sido infiel. Pero eso no es todo. Hoy, sin querer, al pasar por delante del despacho, la puerta estaba un poco abierta y he oído algo muy fuerte.

—¿Qué?—pregunto, temblando.

—Al parecer, Santana tiene una amante, bueno, más bien una fulana o esclava sexual.

Eso duele.

—Elaine le preguntaba quién era la chica, si la conocía... En fin, las típicas preguntas tras Santana confesárselo. Santana le ha asegurado que no tenía de qué preocuparse. Que era su juguete y que sólo lo complacía en la cama. ¿No es muy fuerte? ¡Elaine le ha permitido tener una amante estando con ella!

Yo apenas oigo nada.

El golpe es más duro de lo esperado... Se atreve hablarle a su novia de mí y además de forma tan despectiva.

Para mí, Santana es una mierda, pero si yo soy su juguete, esta noche me las va a pagar.

Sé que odia sentirse utilizada por dinero, ¡bueno bien, es mi turno!

—Rach, me caigo de cansancio. Hablamos mañana, ¿de acuerdo?

—Claro, estás pálida.

Malhumorada, me despido de mi amiga y corro hacia la habitación de Santana López. Me tumbo en el centro de la amplia cama y espero para sorprenderla y decirle lo que sé.

Los minutos van pasando, o las horas... Termino durmiéndome acurrucada en la cama en posición fetal, totalmente exhausta.

Entre sueños, creo percibir que alguien se sienta a mi lado. Una sombra sobre mi mejilla me despierta sobresaltada.

Santana López retira la mano al instante al ver que abro los ojos.

¿Qué pretendía?

Su mirada se cruza con la mía y en sus penetrantes ojos oscuros veo algo extraño.

Algo que me descoloca…, Pero no dice nada, limitándose a mirar el vacío con actitud alicaída.

Sigue en silencio durante unos minutos eternos, hasta que me dice con sequedad:

—¿Qué hace usted aquí?

—Te estaba esperando y me he quedado dormida—respondo incorporándome.

La tuteo, demostrándole que busco guerra.

—Necesito que me des un adelanto de la paga acordada. Quiero comprarme algunos caprichos.

Maldice en voz alta, mirándome alterada. Se pellizca el puente de la nariz y pregunta indignada, abriendo y cerrando los puños:

—¿No podía esperar a mañana para pedírmelo? Son las dos de la madrugada. Acabo de llegar de una cena interminable y encontrarla aquí no es lo que más necesito, ¿entiende?

—Me importa una mierda... Es más, quiero decirte algo: ya no voy a seguir con esto. Tú has vuelto con tu novia y yo no pinto nada en esa historia.

Niega vehemente, sujetándome el mentón, desesperada.

—Eso no es asunto suyo. Usted y yo hemos hecho un trato y va a cumplirlo hasta que yo quiera. No puede romperlo. ¿Por qué ninguna mujer cumple sus promesas? ¡¿Por qué?!—me espeta, llena de furia.

Examinándome con ferocidad, añade.

—Quiero hacerla mía ahora mismo.

—No—replico desafiante.

Pero ella no puede soportar mi rechazo y me tumba de espaldas sobre la cama, cubriendo mi cuerpo con el suyo. Yo me río burlona y remarco.

—No-lo-ha-gas.

Mi advertencia no hace más que aumentar su agonía. Sé lo que va a hacer y, con regodeo, la miro desabrocharse los pantalones y las bragas con urgencia. Luego me sube la falda y me aparta la braguita, pero se arrepiente y no hace nada...

¿Qué hace?

—Mierda—gruñe amargamente, con los dientes apretados—No vuelva a rechazarme, no lo soporto. No y no.

—Cada vez que me venga en gana—replico esperando, odiando mi intenso deseo de ella.

—Será mi perdición.

Entierra la cara en mi cuello y me sostiene las manos con fuerza entre las suyas. Forcejeo para soltarme, yo no soy una sumisa, pero ella me besa el cuello.

Me deshago cuando se muestra tan hambrienta de mí y flaqueo, olvidando lo que he venido a reclamarle.

No me junta nuestros sexos, no me penetra.

Gime quedamente y susurra:

—Sus palabras son dañinas.

—Las tuyas más—contraataco, levantando las caderas, buscándolo—¡No soy un insignificante juguete!

—Hoy ha demostrado que sí—asegura ella, mordiéndome el cuello y chupándomelo alterada—Se ha comportado como una descarada meretriz.


Confirmando con mi comportamiento las palabras que acaba de escupir, dejo de forcejear y me retuerzo debajo de ella, contoneándome contra su cuerpo. Le rodeo la cintura con las piernas y entrelazo los dedos con los suyos... Gimo y, muy atrevida, le susurro cosas al oído.

Santana se incorpora un poco y busca mi mirada, intentando entender mi cambio. Mi sonrisa se ensancha y me arqueo saliendo al encuentro de sus caderas para que entre en mí...

No lo hace.

Gime sin dejar de mirarme.

Compruebo que mi atrevimiento la mata de excitación, pero ahora viene lo mejor.

—No pares, Emily...—jadeo melosa, fingiendo placer.

Santana se queda inmóvil, su expresión me abruma al hacerse pedazos su implacable máscara.

—¡¿Se acuesta conmigo imaginando a otra persona?!

Golpea la pared con el puño... y entonces entiendo el origen de sus heridas.




*****************************************************************************************************************

Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo!

Avisen si conocen a alguien del foro del cambio! Saludos =D
23l1
23l1
-*-*-*
-*-*-*

Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
El mundo de Brittany

A gaby1604 le gusta esta publicaciòn

Volver arriba Ir abajo

Finalizado FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 1-Tiéntame (Adaptada) Cap 5

Mensaje por 23l1 Sáb Oct 03, 2015 12:37 am

Capitulo 5 – Regalo de Cumpleaños

Mi intención era vengarme, hacerlo sentir mal por haberse mostrado tan despectiva, pero no imaginaba hasta qué punto iba a afectarle mi representación.

Lo compruebo cuando se queda inmóvil, completamente paralizada. Su mirada es agresiva y su expresión no lo es menos.

Tiemblo al percibir cómo me desprecia, odio sentirme tan miserable. Y al mirar a mí alrededor el mundo se me cae encima; todo es tan oscuro y siniestro como la propia Santana... Durante mi vida he tratado a personas diferentes, pero siempre atentas y ella es la otra cara de la moneda.

Me asusta atraerlo.

—Márchese—ordena, incorporándose y subiendo los pantalones y las bragas a tirones—No quiero volver a verla.

—Yo... Yo...

—¡Fuera!

Mierda...

Esta vez la he liado parda.

Quizá sea mi oportunidad de escapar de nuestro absurdo pacto, de romperlo, pero, idiotamente, una parte de mí no puede dejarlo aún.

Cohibida, me acerco a ella mientras se intenta colocar el sujetador y le pongo una mano en el hombro, buscando el modo de tranquilizarla. Creo que explotará de una forma que responderá a muchas de mis preguntas sin respuesta.

Pero ¿estoy preparada?

—Cálmese, no pretendía...

—No me vuelva a tocar, ni a hablar. ¡Déjeme en paz y váyase!

Se aleja de mí como si mi mera presencia le provocara repulsión, o asco.

No sé qué pensar.

—Fuera, maldita sea, fuera.

—L-Lo siento, no quería...—no puedo seguir hablando al ver su reacción.

Echando chispas por los ojos, estrella su puño en el armario, hasta dejar su huella en él.

¿Qué diablos le sucede?

—Pare, por favor—imploro, colocándome delante de ella, buscando su puño magullado, con hilos de sangre.

Parece lejos, ida.

—Su familia la va a oír, van a subir y...

—No lo harán—afirma, alejándose de mí y dando vueltas por la habitación, mientras se pasa las manos por el pelo, presa de los nervios—Ellos me conocen y saben cómo reacciono cuando no controlo la situación. Por algo mi habitación está en la última planta y el despacho insonorizado; necesito privacidad para volverme loca.

A pesar de su enfado, me confiesa verdades de su vida. Entonces, recuerdo las primeras palabras de Rachel sobre Santana...

« Santana es muy reservada, pero, cuando se enfada, habla demasiado...»

Y yo la he hecho enfadar.

He atacado su ego, sí, pero ¿por qué se comporta así?

—Es algo que hace muy a menudo—afirmo, esperando entender por qué es tan complicada—¿Por eso tiene esas heridas en el puño?

—Brittany Pierce, le he pedido que se marche y quiero que lo haga ya—exige, deteniéndose frente a mí. La mandíbula le tiembla—Ahora mismo me recuerda la traición que acabo de sufrir. Mi novia me engaña con mi mejor amigo hace apenas unos días y usted, que en teoría es mi amante, grita ahora el nombre de otra cuando está a punto de follar conmigo. No soporto tanta falsedad.

Me maldigo una y otra vez por mi inoportuno comportamiento. En parte tiene razón.

—Pero a ella la soporta—la provoco, esperando más respuestas—La perdona, la acepta de nuevo a su lado, ¿verdad? Permite que la manipule con palabrería barata. Cae de nuevo en el mismo agujero en el que se acaba de hundir. ¿Por qué lo consiente?

Mis palabras no sólo la incomodan de nuevo, sino que consigo enfurecerla tanto que estrella un jarrón contra el suelo, haciéndolo añicos. Contemplo con temor cómo cierra los ojos y aprieta los puños...

Santana López es una persona con problemas y está claro que no es la primera vez que tiene un arrebato.

¿Por qué no me marcho y dejo de complicarme la vida con ella?

Apenas la conozco y ya todo va mal.

—Usted no sabe absolutamente nada de mi puta vida—dice finalmente—¡Nada de nada!

Trago saliva, buscando la forma de continuar.

—Explíquemelo entonces. Sé que necesita desahogarse, hágalo conmigo...
Estoy aquí.

Aprieta los dientes y niega con asco... No me soporta.

—¿Cómo mierda cree que podría confiar en una mujer como usted?

Sus palabras se clavan en mi pecho, hiriéndome.

—Con una mujer que me ofende de la manera más cruel, revolcándose conmigo en la cama, abierta de piernas, y gritando el nombre de otra. ¿La imaginaba a ella?

—Yo...

—¡¿Lo hacía?!

—No—contesto, enfrentándome a su rabia, acorralándola entre mi cuerpo y la pared—No la imaginaba a ella porque ni siquiera pensaba en ella. Sólo quería provocarla a usted, enfurecerla, que sintiera lo que sentía yo. Sé cómo le ha hablado a su novia de mí. A esa novia que la ha traicionado con su mejor amigo y, aun así, usted perdona y me deja ante ella como un barato juguete sexual.

—¿Qué está diciendo?—pregunta confusa—Yo le hablé así de usted para que la dejara en paz. Elaine no sabe quién es, porque si lo supiera la buscaría, y no para hablar precisamente. Por algún extraño motivo, he intentado protegerla de ella. Y la verdad es que es usted bastante cara, ¿no es así?

¡Joder, joder, joder!

—En cualquier caso, lo era—susurro temblorosa—Acepté el trato porque pensé que conmigo tendría suficiente. Pensé que no perdonaría a su novia tan rápido. Y que yo no sería plato de segunda mesa. Pero la verdad, siento que me he equivocado mucho con usted... tanto en lo negativo como en lo positivo.

—¿Quién es Emily?—pregunta, levantándome la barbilla.

Oh.

—Mi mejor amiga. Vive aquí, en Málaga. Nunca he sentido nada por ella, sólo tenemos una bonita amistad. Es el único nombre que se me ha ocurrido para enfurecerla.

—¿Por qué no aquella otra? ¿La que la tocaba y no la satisfacía, la que tuvo la oportunidad de hacerle sentir cosas diferentes y no supo hacerlo? O el de un hombre.

Me encojo de hombros, acercándome más.

Creía que no tocaría ese tema.

—Que no se vuelva a repetir—añade—, No lo soporto. Pierdo la cabeza y no quiero.

—Lo siento...

—¿De verdad? ¿O es un teatro como el que suelen representar muchas personas?

—Yo no miento, nunca lo hago.

Su mirada se torna cálida, menos despectiva. Su cuerpo también se relaja visiblemente.

—Y sí, he vuelto con mi novia—confirma, con la mandíbula rígida—, Pero con condiciones para disponer de tiempo y ver si soy capaz de asumir lo ocurrido entre ella y mi amigo... si se lo puede llamar así. Pero no la tocaré. Elaine adora el sexo y su castigo será estar esperándolo conmigo, cuando yo no sé si podré volver a tocar lo que otra persona ha gozado siendo mío. Es una excusa, lo sé. Pero ella ha aceptado todas las condiciones, incluso que tenga una amante.

—Tiene que quererla mucho para aceptar algo como eso... Aunque no entiendo por qué entonces la habría engañado con otra persona, peor aún para usted un hombre, su amigo.

—Elaine ha tomado su decisión, yo no la he obligado a nada. En cuanto a quererme...—se detiene, esbozando una irónica sonrisa—El dinero es muy goloso y ella ha demostrado ser muy perra.

—¿Me está diciendo que sólo la une a usted el interés?

—Quizá. Antes de conocerla estuve con otras mujeres, siempre supe que me gustaban, y lo único que querían era saber si llevaba el bolsillo lleno. Elaine anhela ser mi esposa, la rica señora López. Sam me lo había advertido muchas veces. Yo no le creía y una apuesta le ha dado la razón, aunque rebasando los límites.

—¿Una apuesta? ¿Había apostado a que no la engañaría?

No doy crédito.

¿Realmente se quieren?

—Por Dios, ¿qué clase de gilipollez es ésa? ¿Y por qué quiere entonces perdonarla?

Veo que vuelve a ponerse alerta, adoptando la máscara que no me permite ver lo que de verdad piensa y no expresa.

Me duele por ella.

Lo que está viviendo no es fácil y ella lo lleva de la peor manera posible al no manifestar su dolor. Pero entonces recuerdo que en la intimidad será sólo mía...

—¿Cómo sé que no me está mintiendo?—pregunto aturdida—Podría estar diciendo todo esto para que yo continúe con el trato sin cuestionar.

—No tengo necesidad de ello. Yo le pedí, o mejor dicho le exigí, que no la toque nadie más que yo mientras esté vigente mi trato con usted. Bueno bien, entiendo que por su parte quiera lo mismo, y lo acepto. En el momento en que alguna de las dos incumpla esta norma, el acuerdo se romperá inmediatamente. Lo mío es mío.

¿Yo, suya?

¡Ja!

—Su novia querrá besarla.

—He dicho tocar o tener sexo—replica duramente—Aunque, para ser sincera, no me apetecen sus besos, ni que me toque. Es repugnante ver en sus ojos el rostro de otra persona. Y quizá no haya sido la primero, ¿quién me lo asegura?

—Mejor solo, entonces.

—Odio la soledad y, hasta el momento, Elaine ha sido buena compañera...

Le pongo un dedo en los labios para silenciarla, reteniendo la palabra que quizá sea la clave para descifrarla: soledad.

—No quiero hablar de ella, a mí sólo me interesa lo mío con usted.

Le gusta mi frase, lo sé.

—Puede darse el pico con algún amigo si así lo desea, pero nada más íntimo que esa bobada. La norma rige igual para usted que para mí, por supuesto.

—Me parece justo—respondo, con una tonta sonrisa—Créame que usted lo va a tener muy difícil. Una novia quiere besar a su pareja. Y lo mío también es mío.

¡Ha estado cerca de curvar los labios en un amago de sonrisa!

—Una persona que ama a su pareja no la engaña.

—Entonces, ¿por qué sigue con ella?

—A usted no le importa—corta seco ante mi interés—Creo que esta noche ya he hablado demasiado de mi vida.

«Cierto, ya tendremos tiempo.»

—¿Por qué le ha pedido a su mamá que yo me encargue personalmente de sus cosas?—no puedo evitar hacerle la pregunta.

Santana tuerce el gesto, escrutándome.

—Porque no quiero que lo haga otra persona. Y no responderé ninguna pregunta más.

—Una más—insisto juguetona.

—Sólo una...

—¿Mi braguita?

Entrecierra los ojos y contesta.

—La tiene Elaine, usted así lo ha pedido.

—Pero...

—Ni una más.

Complacida por sus palabras, le sonrío con descaro y, sin pedir permiso, estampo mis labios contra los suyos y me dejo llevar por las tórridas sensaciones que siento cuando la tengo cerca.

Santana toma rápidamente el control de la situación, su lengua entra en mi boca irrumpiendo en ella sin previo aviso, sin cuidado, con esa ansia de posesión con que suele hacerlo...

Como si mi boca le perteneciera.

Enloquecida por la excitación del momento, con una mano le aferro el cabello, tirando de ella y pegándola más a mi boca. Y voy bajando despacio la otra mano por sus pechos tan perfectos y apretándolos, por su vientre extremadamente plano, hasta llegar a su sexo.

—Qué hace—gruñe, apartándose desconcertada—Quiero hacerla mía. No quiero juegos.

—Yo quiero tocarla, acariciarla. Necesito sentir esa parte de usted que tanto placer me da.

Le desabrocho el pantalón e introduzco la mano moviendo sus bragas para llenármela con su húmedo sexo.

Jadeo al sentirla de forma tan íntima.

—Usted es una mala tentación...—murmura sobre mis labios.

Asiento con picardía y empiezo a acariciar su clítoris con movimientos lentos. Mmm, se humedece cada vez más.

Nunca masturbé a Amy, pero enseguida sé qué hacer. Voy moviendo la mano de arriba abajo, despacio, disfrutando al ver cómo esa mujer tan fría se deshace en mis brazos con unas simples caricias.

—Súbase el vestido.

—No.

Santana me demuestra su urgencia con su beso. Sus labios devoran los míos sin control. Su lengua embiste mi boca como si me estuviera haciendo el amor. Yo me siento totalmente húmeda, excitada, por el mero placer de observarla.

Estoy muy caliente, pero esta noche será para ella a modo de disculpa.

—Me mata, me mata y lo sabe—sus gemidos son de auténtico placer.

Poco a poco voy conociéndola y, aunque es difícil, me encanta.

Sé que la estoy complaciendo por cómo sus ojos se cierran a causa del deleite, por cómo su boca devora a la mía y por cómo su cuerpo se contrae cada vez que la toco.

—¿Qué le gustaría que le hiciera?—ronroneo coqueta contra su boca, haciendo más presión en su sexo—Ya es su cumpleaños, ya es más de medianoche. Quiero ser la primera en hacerle un regalo... ¿O no lo soy?

—No es la primera que se ha ofrecido—me tira del cabello, asegurándose de que la mire—Pero sí es la primera que acepto, ¿responde eso a su pregunta?

—Pida.

—¿De dónde ha salido usted?—pregunta con voz ronca, pasional.

Me estremezco.

—Pruébeme.

Dejo de acariciarla, avergonzada por un momento.

¿Cuántas veces he imaginado una escena tan erótica?

Desde que la vi, ansié saborear cada centímetro de su cuerpo, pero nunca antes he hecho algo así...

Amy decía que eso era una guarrada.

¿Seré capaz?

—No sé si lo haré bien...—confieso, estudiándola de reojo.

—¿Qué clase de imbécil ha tenido por novia?

Me estremezco.

¡Dios!, qué mujer tan hermosa.

Qué ojos cuando se enciende.

—Yo le enseñaré lo que desee, usted encárguese de que otra persona no la toque, ¿de acuerdo?

—No de momento.

—No bromee con este asunto.

Es dominante y obsesiva.

Afirmo con la cabeza, bajando la vista hacia su prominente virilidad.

—Déjese llevar como ha hecho hasta ahora. Créame, lo está haciendo muy bien.

Me manipula, sabe cómo hacerlo.

—No creo que sea buena idea.

—Quiero ser la primero.

—Y yo digo...

—Sabía que no sería capaz—me reta—La he sobrevalorado, y mucho.

Suelto una carcajada sin poderlo evitar.

Santana López sabe cómo desafiarme, provocarme y enfadarme a cada momento. Conoce mis puntos débiles demasiado bien para lo poco que sabe de mí.

¿Resistirme a un reto?

Brittany Pierce no está hecha para eso.

—Como quiera—coqueteo, frotando mi cuerpo contra el suyo—, Pero si la muerdo, no se queje. Yo se lo he advertido.

—Señorita Pierce, no juegue con esa parte de mi cuerpo—me avisa, con ojos llenos de diversión y de lujuria—Es a lo que más aprecio le tengo y me temo que no soy la única.

—¿Muchas?

—Usted.

Comportándome como la descarada en la que me estoy convirtiendo, me arrodillo a sus pies sin dejar de mirarla, provocándola una vez más.

Cuando ya me he colocado, su sexo queda a centímetros de mis labios, brillante por la humedad. Con la cabeza hacia arriba para que ella tenga una buena visión de mí, me echo el pelo a un lado y, mordiéndome el labio inferior, acaricio su seco.

—Con suavidad—me dice.

Yo saco la lengua y la lamo.

—Mmm... Salado. Me gusta, señorita López.

Tentándola, chupo y humedezco y succiono su clítoris, con lamidas lentas. Santana gime y sus dedos se enredan en mi cabello, tirando de él. Me duele, pero no importa, no mientras veo cómo ella goza.

—Más rápido, maldita sea, más deprisa—ordena jadeante, moviéndose inquieta.

Con un gesto que me emociona, me acaricia el pelo con delicadeza; mi cuerpo vibra al recibir tanta ternura. Santana no sabe el efecto que me produce.

Yo acabo de descubrirlo.

—Viene del infierno a tentarme, a quemarme—susurra.

Entonces pierdo el control y sé que nunca tendré bastante si se trata de ella.

Chupo, succiono, muerdo y lamo con deseo salvaje, hambrienta, sintiendo cómo su cuerpo empieza a temblar.

Seductora, mueve las caderas hacia adelante, saliendo al encuentro de mi lengua. Algo me provoca ese gesto, y, enloquecida, llevo la mano hacia mi centro y me acaricio vulgarmente en su presencia.

No entiendo qué diablos me pasa.

Me siento frustrada, loca porque me toque, por quedarme satisfecha.

—Eh—me regaña—¿Qué está haciendo?—gruñe, con los ojos abiertos como platos al ver el espectáculo que le estoy dando.

—Señorita López, imagínese que este dedo—ronroneo, enseñándole uno de mis dedos, que luego introduzco en mi hendidura—Es de usted. Voy a tener un orgasmo al sentirla.

—Hágalo ya.

Y sigo con caricias atrevidas, sin dejar de saborear, lamer y besar su sexo. Al borde del precipicio, mi cuerpo se sacude. Gimo entre sollozos al sentir cómo un arrollador orgasmo se apodera de mí.

Desesperada, muerdo su clítoris, sintiéndome sobrepasada por el placer.

—Mierda.

La veo desesperada cuando alza las caderas enloquecidamente, chocando fiero contra mí y, finalmente, se tensa.

—Brittany... retírese, por favor.

Lo hago y me desmadejo.

Cuando dice « Brittany » me enloquece.

Por la cercanía que desprende esa simple palabra, una cercanía que no tenemos pese a la intimidad que compartimos.

Embobada y agotada, termino de culminar. Los temblores son escalofriantes. Santana tiene los ojos cerrados, con gesto confuso. Al abrirlos, sus rasgos se suavizan.

—Feliz cumpleaños, señorita López.

Sonrío incorporándome y le doy un beso en los labios muy lento y suave. Se queda desconcertada, sin saber qué hacer, como si nunca la hubieran besado así.

Pese a todo, me devuelve el beso.

Una intensa descarga me recorre el cuerpo ante la afinidad. Impresionada, Santana se aparta bruscamente.

Yo necesito descansar.

Esto está muy mal... Me siento como si flotara.

—Buenas noches—digo, y doy media vuelta para marcharme, pero me veo envuelta en sus brazos, apretada contra la pared y con ella uniéndose a mí, moviéndose a un compás de vértigo.

El acto es rápido, fugaz, salvaje... y terminamos en el suelo, enredadas como dos locas desesperadas. Gritando, gimiendo, sudando, sin tocar nuestros labios, pero recorriendo el resto de nuestros cuerpos... Disfrutando el placer que nos corroe.

Entre espasmos y sin poder respirar, veo la señal de un pinchazo en su brazo, que me extraña y me inquieta...

¿Qué le ocurre?

¿Está enferma?

—¿L-Le han extraído sangre?—susurro y ella se sorprende—Tiene la marca... ¿está bien?

Santana no me mira, la locura que acabamos de compartir, el sexo salvaje contra el frío suelo de mármol quedan en nada.

Se tumba en su cama, cubriéndose el rostro con el puño magullado.

¿Se está escondiendo?

Se vuelve hacia el lado contrario a mí, en posición fetal.

Indefensa.

—Hasta mañana—me despido, marchándome y respetando su intimidad—Me desconcierta, López—añado.

—No más que usted a mí.

Me voy a mi habitación sin especular más.

Me doy una ducha fría, pero no puedo conciliar el sueño, así que decido bajar a la cocina y, sonriendo al saberme su primer regalo, decido volver a sorprenderla.


A las seis de la mañana me meto por fin en la cama... Le he hecho un pastel.

—Buenos días, Brittany—me saluda Emma López, entrando en la cocina dos horas más tarde—Oh, ¿y esto?

—Espero que no se moleste, me he permitido el atrevimiento de no comprar la tarta y hacerla yo misma.

—¡Es perfecta! Vamos, venga conmigo y con mi familia. Despertemos a Tana.

Doy los últimos retoques al pastel y lo cojo para seguir a los López. Los hijos no me prestan atención, William y Emma parecen sorprendidos.

—¿Hija?—la voz profunda de William resuena en el pasillo.

La puerta se abre y aparece Santana con un pantalón de pijama negro y un top negro. Sus ojos, con unas oscuras ojeras, se encuentran con los míos y me observan un momento de hito en hito.

—Gracias a todos—ahora finge no verme y le agradece la tarta a su familia—No tenían por qué haberse molestado.

—La ha hecho Brittany, mi cielo—explica Emma, emocionada—Ha pasado casi toda la noche trabajando para que estuviera lista por la mañana. ¿Qué te parece? Le dije que la comprara, pero ha preferido hacerla ella misma. ¡Ha quedado perfecta!

Kitty resopla y pone los ojos en blanco. A Quinn se la ve seria y preocupada. William, por su parte, sonríe, dejándose llevar por el entusiasmo de Emma, mientras Santana parece más seria que de costumbre.

Emocionados, entran uno a uno a la habitación, pero al ver el jarrón roto, la miran a ella con preocupación.

—¿Todo bien, San?—pregunta Kitty.

—Sí, siento que tengan que ver esto—se excusa, rehuyéndolos.

Yo en parte me siento culpable, por lo que me prohíbo mirar a Santana.

—Ya lo recojo—digo, apresurándome a hacerlo.

—Venga, San, abre este regalo—dice Kitty saltando y dando palmas—Quiero ser la primera en regalarte algo en este día tan especial.

Instintivamente, mis ojos buscan a Santana. Sonríe un segundo como no le he visto hacerlo desde que nos conocemos y, para mi sorpresa, mira hacia la pared contra la que hemos hecho el amor hace apenas unas horas.

¿Se estará acordando ella también?

¡Yo he sido la primera y de qué manera!

—Gracias, Kitty.

Cuando los López salen de la habitación para ir a comerse el pastel, yo sigo sonriendo. Santana se acuerda de lo que ha hecho conmigo, sí, sí.

¡Todo está recogido al fin!

Después de dos largas horas, su dormitorio queda completamente ordenado, salvo lo que está roto...

Cuando me dispongo a salir de ahí, bostezando, me encuentro con Quinn y la rabia se apodera de mí.

—Tú—le digo, cogiéndola del brazo y tirando de ella hacia la habitación de Santana—¿Cómo te has atrevido a jugar de esa forma con mi amiga?

—Señorita Pierce, por favor, le pido respeto. Soy uno de sus jefes.

—¿Respeto? ¿Qué sabrás tú de respeto? Te has liado con mi amiga en la cocina de tu mamá, estando comprometida con otra mujer. ¿A ese respeto te refieres?

—Lo siento, hágaselo saber a Rachel, por favor.

—¿Eso es todo? ¿Qué clase de persona eres?—le espeto, apuntándola con el dedo—Rachel creía que eras diferente. Está rota de dolor por tu culpa.

—Voy a verla ahora mismo—se da la vuelta para marcharse, pero yo la retengo por el brazo.

—No, ya le has hecho demasiado daño. No quiero verte cerca de ella o, de lo contrario, les diré a tus padres y a tu prometida la clase de persona que eres. Rachel no merece esto. Está viviendo un momento delicado y encima vienes tú a...

En ese preciso instante, se abre la puerta y ambas miramos alarmadas, pero al ver entrar a Santana, yo suspiro tranquila. Sin embargo, ella parece furiosa y su mirada va de su hermana a mí. Un segundo más tarde, sus ojos vuelan hacia la mano con que yo sujeto el brazo de Quinn.

—¿Qué está pasando aquí? ¿Qué hacen las dos solas, encerradas en mi habitación?

¿Qué le digo?

—Señorita Pierce, hable—insiste.

Yo la miro desconcertada, pero Santana permanece inexpresiva ante la pregunta que le estoy haciendo en silencio. Estoy segura de que ha pensado que intentaba ligar con Quinn...

—Creo que debe ser su hermana quien se lo explique.

En dos zancadas se coloca frente a mí y me sujeta con fuerza.

—No quiero juegos. ¿Qué está pasando aquí?

Me suelto de su agarre, furiosa. Quiero decirle lo cretina que es, deseo gritarle que no soy como la perra de su novia.

—Hable Brittany, hágalo de una vez.

Al ver la situación, Quinn se interpone entre nosotras.

—Santana, ¿qué mierda te pasa? Esto es un asunto entre la señorita Brittany y yo. No te metas.

Santana busca mis ojos con un claro reproche en la mirada. Yo se la devuelvo desafiante; odio que piense tan mal de mí.

—Su hermana se ha acostado con mi amiga.

Santana se sorprende y Quinn jadea.

—No le dijo que estaba comprometida y yo le estaba reprochando su actitud egoísta y mentirosa.

—Váyase, Brittany—ordena Santana—Mi mamá la está buscando para presentarle a la nueva chica. Esto ya es asunto mío.

—Póngalo en su lugar. Que deje de meter sus dedos donde no debe.

—¡Brittany!

—¡Adiós!

Chúpate ésa.


La nueva chica es una petarda de mucho cuidado. Cabello rubio con mechas más oscuras, ojos castaños y buena figura. Pero me parece demasiado presumida, algo que no me gusta...

—Melissa, será mejor que dejes de hablar—la regaña Rachel—A las ocho empieza la fiesta, la casa tiene que estar limpia y Britt debe ayudarme en la cocina. También tiene que hacer algunas compras.

—Sí, ya me han informado de mis obligaciones—replica ella y entonces me mira—¿Por qué si yo me encargo de la casa, eres tú quien limpia la habitación de la guapa?

—¿De la guapa?

—Eh... sí. Santana, creo que se llama... Es la mujer más guapa que he visto nunca, más que yo.

—¿Cuándo la has visto?—pregunto mosqueada.

Rachel se vuelve rápidamente y en sus ojos se lee una clara advertencia:
«¡Mantente lejos de López!».

—La he visto al llegar. Parece seria y apenas me ha hecho caso—explica Melissa en tono monótono—, Pero me ha gustado mucho. Tal vez...

—Las chicas que trabajamos en la casa no nos mezclamos con los jefes—le espeto, aun sabiendo que es mentira.

¡Más le vale quedarse lejos de Santana!

Rachel me vuelve a mirar y veo la tristeza en sus ojos al oír mi comentario.
Tendré que hablar con ella y contarle lo ocurrido con Quinn, pero ahora es imposible, con esta entrometida en medio.

—Rach, será mejor que vaya a hacer los recados que me ha mandado la señora Emma. Nos vemos dentro de un rato.


Echo un vistazo para ver si viene el taxi, pero aún nada. Estoy tan absorta en mis pensamientos, que cuando el claxon de un auto suena a mi espalda me sobresalto. Al volverme, me encuentro con un Ferrari negro espectacular y Santana López sentada al volante, con gafas de sol.

Suspiro, es tan sexy la condenada...

—Brittany, ¿qué hace aquí?—pregunta, inclinándose hacia la ventanilla para verme mejor—¿A quién espera?

Oh, Dios, es demasiado para mí.

—Su mamá me ha pedido que vaya a hacer algunas compras—respondo, mirando a lo lejos para que no vea lo mucho que me afecta su presencia—Ahí viene el taxi...

—Suba—me ordena inesperadamente—¿A qué espera? ¡Suba ya!

Desconcertada por su comportamiento, me subo sin pensar en nada más.

—¿Qué le pasa? Su familia, sus vecinos o sus amigos pueden vernos. El taxi está aquí mismo.

—La llevo yo y punto. Quiero hablar con usted sobre el adelanto que me pidió anoche. ¿Para qué era?

¡Vaya!

¿Y ahora qué le digo?

—Para, mmm..., para comprar ropa interior.

—¿Sólo eso?

—No, claro que no—me hago la interesante—Ropa interior, bañador, en fin... cosas. Esta noche, después de servir en su fiesta, he quedado con mi amiga para ir a tomar unas copas. Y mañana con ella y con mi amiga Emily para ir a la piscina y necesito ropa.

—¿Con esa amiga?

—Con mis amigas, he dicho.

—Emily—su tono es acusador—La amiga de Málaga.

—Eso es.

—¿Amiga? ¿Ambas?—insiste interrogante.

—¡Sí, amigas de amistad!

Santana me mira unos largos segundos y puedo ver que se contiene, con el cejo fruncido.
¿Ahora qué he hecho?

—Quiero pasar el domingo con usted.

¿Qué?

Estoy hiperventilando.

—No puedo, es mi día libre y ya he hecho planes.

—Tenemos un trato. Además, quiero ser yo quien la lleve de compras. No me mire con esa cara, usted podrá escoger lo que quiera.

Me siento más juguete que nunca.

¿Cómo salir de ésta?

—Por favor, deje ya de decir tonterías y vamos de una vez.

Ignorando mis palabras, me coge la lista que tengo entre las manos y ¡empieza a transcribirla en el iPhone!

Al cabo de unos minutos, se vuelve hacia mí.

—Listo, la compra se está haciendo. Tenemos tiempo para sus caprichos.

Me dejo caer contra el respaldo del asiento.

—Es usted insoportable, con qué rapidez lo consigue todo.

—Me muero por ver cómo se prueba la ropa interior —ronronea con voz profunda, posando su mano en mi muslo—Su regalo ha sido el mejor del día. Me refiero al de anoche, por supuesto.

—¿Q-Qué?—digo, jadeando al notar cómo su mano va subiendo para acariciar mi centro a través de la tela del pantalón de chándal—Por favor, pare, alguien nos puede ver. Y deje ya esos cambios de humor... Primero me regaña y ahora, ¿qué pretende?

—Tengo ganas de usted. ¿Me dejará?

Sus ojos oscuros esperan con impaciencia mi respuesta.

—No aquí.

Santana cierra los ojos y se deja caer un poco hacia atrás, suspirando. Yo retiro reticente su mano de mi sexo.

—A pesar de haberme visto en mi peor momento, me obedece, ¿por qué?

—Porque también me apetece—contesto, encogiéndome de hombros—A veces por no discutir con usted.

Lo último es una vil mentira, pero tengo que despistarla...

—¿En este instante, por qué?—su voz suena tan dura como extraña.

—Por-que-me-a-pe-te-ce—susurro, inclinándome y besando sus labios—Porque aún la recuerdo en mi boca y, mmm, me siento mojada de nuevo.

—Siempre tan desvergonzada—gruñe, mordiéndome el labio.

—Tengo una buena maestra, ¿no?

Entonces, sorprendiéndome, se ríe a carcajadas.

¡Al fin la veo reír!

¡Y le salen dos perfecto hoyuelos en sus mejillas!

Está aún más guapa, si eso es posible. Me derrito, me quedo embobada.

—Guapa.

—¿Perdón?

¡Soy una bocazas!

Pero de perdidos al río.

—Que está usted muy guapa.

Veo sus dientes, tan blancos y perfectos.

Ay, qué calor...

—¿Nunca se cansa de desafiarme?

Yo niego juguetona.

—Ya veo. Vamos, antes de que la tome aquí mismo, por atrevida.


Durante el camino, me quedo impresionada por la mujer tan distinta que llevo al lado y que no para de hablar, incluso se atropella con las palabras de lo enérgica que está. No dice cosas muy coherentes, más bien una serie de sinsentidos... Se la ve eufórica y ensimismada al explicarse.

Entonces recuerdo a su novia.

—¿La ha felicitado ya su novia?

—Quizá no fue buena idea venirme a Málaga. Aquí me han sucedido cosas muy buenas... pero también muy malas. He conocido a personas que dan asco y que no soporto—continúa hablando sin prestarme atención—Me replanteo muchas veces dónde estaré mejor... y siempre me encuentro en el mismo callejón sin salida. Todo es una mierda.

—Santana.

—Ya no sé qué es bueno o malo para mí en la vida. Ya no sé nada.

¿De dónde viene tanta palabrería?

Ella calla, ni siquiera me escucha.

Desconcertada, grito:

—¡López!

Ella me mira animada.

—¿La ha felicitado su novia?

Se tensa y su espontaneidad desaparece. Mantiene los ojos fijos en la carretera.

—Me ha enviado un mensaje, sí.

Pienso que ya no dirá nada más, pero sigue hablando, una vez más en exceso.

—Dice que no ha podido venir porque está comprándose un vestido para esta noche. Con el dinero que yo le di ayer. La felicitación se le ha olvidado. Es una costumbre, cada año es lo mismo y no me importa; en cambio, derrochar me gusta, aunque sea para ella... Vendrá a la fiesta y representará su papel como...

—¿La quiere?

Mierda, era sólo un pensamiento.

—Quiero decir, la relación que tienen es un tanto extraña, ya que ella se lía con su amigo y usted duda y me busca para...

Mi voz se apaga cuando veo que me mira con horror.

—Brittany, usted pregunta demasiado y a mí no me gusta estar siempre respondiendo.

De nuevo mi corazón late descontrolado al oír cómo suena mi nombre en sus labios.

—Déjelo ya, por favor.

—Vale.

—Le queda muy bien este chándal azul. Quizá tendría que comprarse algunos más..., de hecho, hoy lo hará. Y no proteste, porque no me importa.
Me apetece gastar a lo grande.

La miro, pero ella no me mira... Me rindo.

Estoy estupefacta por lo habladora que está.

Mientras yo me pierdo en mis pensamientos, Santana expone con todo detalle la compra tan inmensa que hará para mí.

Ella es así de enigmática, pero por alguna razón se comporta de maneras distintas y tiene estos bruscos cambios de humor y yo quiero averiguar por qué. Intuyo que su barrera ante mí es por desconfianza, hacia las personas que la han traicionado, y que por ello su alerta es constante.

Su comportamiento me desconcierta, pero esta mujer me atrae. Me siento distinta estando con ella... No me reconozco cuando estoy a su lado... Soy otra mujer.

—¡Britt!

¿Me llaman a mí?

Busco de dónde viene la voz que ha gritado mi nombre y entonces veo a Emily corriendo hacia el coche.

—Por favor, ¿puede parar?—le digo a Santana, agarrándole el brazo sin querer.

Santana me observa ceñuda, sin entender mi petición, pero, aun así, detiene el coche con la despreocupación de que hace gala hoy.

—Enseguida vuelvo.

Al bajar del automóvil, Emily me alcanza y me estrecha con efusividad entre sus brazos.

—¡Britt! Te he extrañado mucho.

Intento apartarme de ella, pero no lo consigo. Me da miles de besos en la mejilla, mientras me aprieta tan fuerte que casi me deja sin respiración. Un segundo más tarde, me suelta de forma tan brusca que estoy a punto de caerme al suelo. Me quedo extrañada por su comportamiento, hasta que veo a Santana...

La tiene sujeta por el brazo y su expresión y su mirada son como para echarse a temblar de miedo.

Salvaje, aterradora.

—Pero ¿qué demonios...?—dice Emily.

—No-la-to-que.

Mi amiga la mira sin entender nada y la verdad es que yo tampoco.

—Brittany me pertenece, ¿entendido?



*****************************************************************************************************************

Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo!

Avisen si conocen a alguien del foro del cambio! Saludos =D
23l1
23l1
-*-*-*
-*-*-*

Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
El mundo de Brittany

A gaby1604 le gusta esta publicaciòn

Volver arriba Ir abajo

Finalizado FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 1-Tiéntame (Adaptada) Cap 6

Mensaje por 23l1 Sáb Oct 03, 2015 12:39 am

Capitulo 6 – Muro de Piedra

No puedo creer el giro que han dado los acontecimientos...

Santana está completamente trastornada. Ha inmovilizado a Emily en el suelo, con las manos hacia atrás.

Pero ¿qué diablos le pasa?

Todo esto es ridículo.

¿De dónde saca tanta fuerza?

Es tan flaquita.

Por más vueltas que le doy, no lo entiendo. Me dan ganas de golpearla, estoy indignada, dolida.

La pobre Emily la mira desde el suelo con los ojos desorbitados, sin comprender esta locura.

—Brittany, suba al coche—me ordena Santana—¡Ahora!

¡Y una mierda!

—Britt, ¿quién es esta tipa? ¡¿Qué le pasa?!—grita Emily intentando soltarse e su agarre, algo imposible en su postura—¡Suéltame!

—¡Suéltala de una maldita vez!—le exijo a Santana, furiosa, zarandeándola.

Pero Santana no parece oírme. Sus ojos están fijos en Emily, con una rodilla sobre la espalda de ésta, sujetándole las manos con fuerza.

—¿No me oyes? ¡Te digo que la sueltes, joder!

—¡Es mía!—grita.

Sus ojos vuelan hacia mí y lo que vislumbro en su mirada me hace temblar.

¿Puede ser realmente peligrosa?

—¡Imbécil, suéltame!—Emily se debate para soltarse, pero es imposible.

La expresión de Santana es terrorífica.

¿A qué ha venido todo esto?

Me siento tan confusa...

Una parte de mí, la más coherente, desea golpearla hasta hacerle entender que es una salvaje y que Emily no merece algo así.

Otra parte de mí, la más absurda, tiene ganas de abrazarla, de pedirle que me explique su pasado... Quizá ahí esté la clave para entender su comportamiento.

—Britt, pero ¿¡con quién andas, por Dios!?—me espeta Emily.

—Es un malentendido.

El lugar empieza a llenarse de curiosos, pero a Santana no le importa nada, mientras que yo cada vez me siento más avergonzada.

—Emily—digo con calma—, Ella es Santana López... mi jefa. Creo que te ha confundido con una atracadora, ¿no es así, señorita López?

—Entonces, ¡que me suelte ya!

Me arrodillo ante mi amiga, apenada, y acaricio el cabello azabache. Necesito calmarla mientras la salvaje de López entra en razón y la deja. Advierto la mirada de Santana clavada en mí, pero no me importa, y entonces todo ocurre demasiado deprisa.

—Te vas a...

Santana le da la vuelta a Emily bruscamente con intención de golpearla, pero un hombre decide intervenir por fin y se interpone... Emily se incorpora y se encara con Santana, ambas desafiándose la una a la otra.

—¿De qué vas?—le grita Emily—Brittany no es propiedad de nadie.

—Suba al coche, Brittany, su amiga y yo tenemos un asunto pendiente.

—No—respondo con firmeza.

Sin previo aviso, Santana me coge y me echa sobre uno de sus hombros como un saco.

Insisto… ¿De dónde saca tanta fuerza?

Grito y pataleo, histérica, pero no me sirve de nada.

Me encierra en su coche para poder pelearse con Emily libremente. Yo chillo y golpeo los cristales, pero todo es inútil. Ellas dos se gritan, se desafían...

Soy incapaz de ver nada más.

Horrorizada, me tapo la cara con las manos para no verlas.

¡Por dios si son mujeres!

¿Qué puedo hacer?

—¡Basta!

De repente se han quedado paralizadas... Me miran desde la distancia al ver que yo me he echado a llorar desesperadamente.

Sus miradas se encuentran y las dos se dicen algo, mientras se acercan al coche. A medida que lo hacen, veo que Emily tiene la mandíbula y los pómulos hinchados y que Santana sangra de una ceja y del labio inferior.

¡Idiotas!

Cuando llegan junto al coche, Santana lo abre automáticamente y, salto fuera y la golpeo en el pecho.

—¿Qué mierda te has creído?—sollozo, buscando su mirada—Te odio... te odio.

—Pare—me advierte, sujetándome las manos entre las suyas—Brittany, deténgase.

—Britt, no sé qué coño tienes con esta tipa, pero ¡está loca! Es peligrosa. Vente a mi casa, por favor. Vamos, ven conmigo.

Me suelto de la presa de Santana y me secó las lágrimas con rabia.

—Brittany—me advierte Santana.

¿Qué quiere ahora?

—Emily, ¿de qué va esto? ¿Cómo es que de pronto han dejado de pelearse como salvajes?—le pregunto, buscando la respuesta sincera que sólo ella puede darme—No me mientas.

—Elige—dice mi amiga.

Yo la miro confusa.

¿Qué me está pidiendo?

Santana y ella se contemplan con mirada asesina y los puños apretados a los costados.

—¿Te vienes conmigo o te vas con ella?—insiste Emily—Britt, me conoces bien y sabes que yo nunca te haría daño. Ya has podido comprobar, en cambio, de qué palo va ésta. No quiero saber qué tienes con ella, sólo quiero conocer tu respuesta.

—Em...

—No pienso quedarme aquí más rato y no volveré a permitir que monte un circo como el que ha montado. La policía viene de camino. Si eres inteligente, elige de una vez.

Suspiro y les doy la espalda a ambas.

A Santana en el fondo no le importa a quién escoja yo, ella sólo desea mi cuerpo para sentirse dueña de él. Algo que, pensándolo bien, duele.

Me vuelvo y veo que ambas me siguen mirando fijamente. No sé cómo ni por qué, pero muy a mi pesar lo tengo claro.

—Em, tengo que volver al trabajo. Mañana te veo, ¿de acuerdo?

—Britt, por favor.

—Estaré bien, te lo prometo.

—No te creo.

—Estás equivocada, mi jefe sólo quería protegerme.

—No me lo trago.

Lo sé.

—Llámame cuando llegues a casa.

Y de la forma más sutil, elijo a Santana... Aunque no lo merezca, aunque sea una maniática, aunque quizá me haga daño. No sé por qué, sólo siento que tiene que ser ella.

—Por supuesto, ve tranquila.

Contemplo a Santana y por un momento veo que me mira con calidez, agradeciéndome el gesto, y en sus carnosos labios creo vislumbrar una leve sonrisa.

¿Lo estoy imaginando?

Pero una vez más se oculta tras esa mierda de máscara que no me deja ir más allá.

Emily se me acerca, me da dos besos y se va...

Ya de vuelta en el coche, el silencio se apodera del pequeño espacio. Santana conduce callada, secándose la sangre con pañuelos desechables.

Desearía hacerlo yo, quiero curarla... pero no lo merece.

—¿Adónde va?—le pregunto, al ver que no toma el camino de vuelta a casa.

—A comprar sus caprichos.

—¡Tú no estás bien de la cabeza!

Sus ojos oscuros se oscurecen aún más si es posible al mirarme.

—¿De verdad crees que voy a ir contigo de compras después del numerito que acabas de montar? Emily es mi amiga y la quiero, no tenías derecho a...

—¡¡Cállese!!

Asustada por su terrorífico grito, me pego a la puerta del coche, alejándome de ella.

—Teme que le vaya a hacer daño, ¿no es cierto? Pero yo jamás la tocaría, no de esa manera.

De repente, detiene el coche en un lugar apartado, se baja y se mete en una calle. Acto seguido, empieza a dar patadas en el suelo. Desconcertada por su comportamiento, me bajo y corro tras ella.

—¿Q-Qué pasa...? ¿Por qué se pone así? Señorita López, estoy aquí; por favor, confíe en mí.

Todos sus músculos se tensan y me vuelve a mirar.

Se la ve triste, abatida y desconsolada, ¿qué le pasa a esta misteriosa mujer?

Se acerca lentamente y yo no sé si huir o abrazarla con fuerza... En el fondo tengo unas inmensas ganas de consolarla.

—Si me tiene miedo, ¿qué hace aquí? Fuera, váyase.

Pero yo no puedo huir, me provoca ternura.

Me acerco llena de dudas y le acaricio el labio hinchado, que todavía sangra. Sus ojos se cierran con angustia, aunque me parece que disfruta del contacto.

—No le voy a negar que me asusta—susurro temblorosa, limpiándole las magulladuras—, Pero una parte de mí me dice que, en efecto, nunca me haría daño... No físicamente.

—Físicamente—repite, abriendo los ojos y encontrándose con los míos—Eso no es decir mucho.

Desprende tanta desesperación... Me contengo para no lanzarme a sus brazos.

—Emocionalmente me lo acaba de hacer. Aún no logro entender qué ha pasado por su cabeza para llegar a eso. Me es imposible sacar una conclusión coherente y sensata.

—No quiero hablar de ello en este momento. No con usted, ni aquí—se aparta y mi mano cae en el vacío, luego se sienta abatido en un banco de madera.

Quiero saber más de ella y me siento a su lado, rozándole la pierna con la mía. Entonces me mira, creo que con melancolía.

—¿A qué se dedica?—pregunto sonriéndole—¿Cuál es su trabajo?

Sus ojos se abren algo más.

—Brittany.

—Por favor...

De la euforia y la exaltación ha pasado a la calma. Se la ve muy relajada, quizá incluso demasiado.

—Tengo una agencia de modelos y de publicidad.

Asiento, alentándola a continuar.

—Sobre todo de chicas.

—¿Cómo se llama? ¿Dónde está? Tal vez haya oído hablar de ella...

Algo extraño le suscita esta pregunta.

—Grupo Salgado... Está en Nueva York, aunque aquí, en el centro de Málaga, tengo una sucursal y otra en Madrid.

—¿Salgado?—pregunto desconcertada—¿Es su segundo apellido?

—La familia López me acogió y adoptó—su tono es cortante, frío, seco.

Entonces entiendo algunas cosas... Por ejemplo, por qué no se parece a sus hermanas. Éstas son rubias de ojos verdes y Santana, morena de ojos oscuros. Tiene además un tono de piel bronceado, mientras que Quinn y Kitty son tan pálidas como yo misma.

—No tenemos la misma sangre—añade.

—No es necesario tener la misma sangre para saber que son su familia. Los quiere mucho y ellos a usted.

Medita, parece luchar con algo.

—Son lo mejor de mi vida. Me aceptan como soy, sin querer cambiarme.

«Eres buena, López.»

—Emma y William la miran con tanto amor...

Ante su actitud abierta, me permito indagar, llena de ternura.

—Es como una hija más, estoy segura.

—En su casa siempre me he sentido amada, es cierto. Pero eso no disminuye el dolor de haber sido abandonada por la mujer que tendría que haber dado la vida por mí. Me desperté una mañana y ella ya no estaba. Se había ido sin más.

—¿Por...?

—Basta.

—Entiendo—la miro fijamente y siento un intenso deseo de acariciarla.

¿Por qué no hacerlo?

Temblando, acerco mi mano a la suya y se la rozo con delicadeza.

—Me gusta oírlo, me gusta saber de su vida... entenderlo un poco. Es tan misterioso... — reconozco deslumbrada, con un nudo en la garganta al ver que no rechaza mi contacto—. Quiero que sepa que puede contar conmigo, hacerle saber que estoy aquí.

Su mirada contempla nuestras manos entrelazadas, toma impulso y de nuevo vuelve la verborrea:

—Sólo lo hace porque le pago. Sé que ése es el único motivo, o quizá ahora le dé pena, tal vez. Las mujeres somos tan complejas cuando vislumbran dinero... Estoy sola, ya me he acostumbrado a la soledad, con la compañía de mi familia únicamente... Elaine y Sam eran un punto de apoyo que ahora se desvanece y aparece usted, desafiante, de la noche a la mañana y en el momento más difícil para mí, pretendiendo que la crea, cuando en realidad me pide tanto o más dinero del que le regalo a mi novia por tenerla a mi lado.

Indignada y dolida, me levanto y me alejo de su lado peor que si me hubiera insultado directamente.

Una vez más he chocado contra un muro de piedra. Ese muro que se interpone siempre que se trata de Santana López.

—Quiero irme.

Santana se levanta y, con gesto tranquila, me agarra del brazo. La miro esperando una disculpa, que exprese su arrepentimiento por lo idiota que es a veces.

Sé que en el fondo tiene buen corazón.

—Brittany, esto es lo que soy. No busque más porque no lo hay.

—No le importa lo que yo piense, ¿verdad?

—No le creo, ya no confío en nadie. No es la primera que me tiende una mano para luego dejarme caer al vacío.

«Yo no soy como todas», quisiera decirle.
—Suba, nos vamos.

Durante el trayecto de vuelta, no hablamos la una con la otra, guardamos las distancias.

Ella, en cambio, habla por el «manos libres» con una voz que no le reconozco. La conversación va sobre coches, Santana le pide a un hombre que le busque uno, o mejor dos, y mucho más caros que el que tiene.

Me cuesta entender tanto derroche.

—De acuerdo—termina diciendo—Mira los tres entonces, no hay problema. Caro, sí, muy caro.


De camino, paramos unos minutos para recoger la compra. Una vez en la casa, me quedo en la cocina junto a Rachel, como debo hacer por mi trabajo, aunque, para ser sincera, me siento inquieta.

—Britt, ¿te encuentras bien?—me pregunta—Estás muy rara desde que has vuelto de la compra. ¿Algún problema?

—Todo perfecto, no te preocupes. Sólo me duele un poco la cabeza.

En ese momento, mi amiga me coge del brazo y me lleva al rincón más apartado de la cocina.

—Britt, tengo algo que contarte. ¿Te acuerdas de la Melissa de la que tanto nos habla Noah?

—Sí. Creo que me ha dicho que mañana ha quedado con ella. ¿Por qué?
¿Ocurre algo?

Rachel se echa a reír y señala hacia la puerta. Entonces lo entiendo todo.

¡Melissa!

—No puede ser. ¿Es la chica nueva?

—La misma. Me lo ha contado sin darle importancia y entonces he entendido que de quien me hablaba era de tu hermano.

Qué mal gusto el musculitos.

—No me cae bien, pero él verá lo que hace—cuando mi amiga se vuelve para marcharse, la cojo del brazo, reteniéndola—Rachel.

Nada más mirarme, sabe de qué le voy a hablar.

—Antes me ha dicho que lo siente mucho.

Sus ojos se llenan de lágrimas.

—No merece la pena que llores por ella, Rach, la tipa es una estúpida. Le he dicho que estás mal y lo único que ha sido capaz de decir es que lo siente. Pretendía venir a hablar contigo, pero yo se lo he prohibido. No quiero verte así.

—Gracias, pero el día no puede ir peor. Jesse me ha llamado para decirme que está con otra. ¿Y qué? No me importa... He vuelto a cagarla.

Y de nuevo llora...

Malditas hermanas López.



El tiempo va pasando.

Aún falta una hora para que comience la fiesta y ya estoy agotada. He terminado de preparar la comida junto a Rachel, he soportado de nuevo los berrinches de Kitty, más un contratiempo con Melissa.

La tensión entre nosotras es evidente.

Yo no la soporto, porque se tira a mi hermano y porque pretende hacerlo con... Santana.

Y ahora, por último, voy a servirles el café a la señora Emma y al señor William. Conversan tranquilamente en la sala, mientras esperan a los primeros invitados.

—Pase, Brittany—dice ella, sonriente, al verme en la puerta.

Luego continúa la charla con su esposo, que también me saluda con calidez.

—Últimamente está más extraña de lo habitual, me temo que sea por Elaine.

El estómago me da un vuelco.

Hablan de Santana.

—Empiezo a pensar que lo mejor es que la dejemos tranquila. Hoy ha vuelto con la cara magullada y con más de diez bolsas de ropa, una vez más. No he querido preguntarle... Ya sabes cómo es.

—Mi amor, tranquila. Tana es una mujer madura y sabrá qué hacer—William parece orgulloso de Santana, algo que no sé por qué me da tranquilidad—¿Qué te preocupa?

—Ayer, cuando fui a hablar con ella por la mañana para pedirle permiso para celebrar la fiesta, me dijo que la relación con Elaine está muy mal. Incluso se planteaba no invitarla. Ella me ha dado a entender que se han reconciliado, pero tengo la sensación de que es un paripé. Tana no quiso besarla anoche en la cena, la esquivaba.

—Es verdad, no le hacía caso.

«Bien, bien, bien.»

—Tana está ahora con Sam, que ha venido a verla. Otro que parece preocupado. ¿Te ha contado algo de él, Emma?

Ahogo un jadeo involuntario.

Sam, el amigo con el que lo engañó su novia.

¿Cómo estará Santana?

¿Por qué no se oyen gritos en la casa si es que están juntos?

Termino de servir el café.

—Gracias, Brittany.

—De nada, señora.

Desencajada, me armo de valor y voy hacia el despacho de Santana. La puerta está cerrada y, aunque pego la oreja, no se oye nada.

No lo pienso: llamo.

Quien me abre no es Santana, sino un joven fuerte y rubio.

—Señorita López, vengo para ver si necesita algo antes de que lleguen los invitados.

Lo digo sin apartar la vista del traidor, que no tiene reparo en comerme con los ojos.

Santana, al otro lado, carraspea, pero no dice nada.

—¿Señorita?—insisto.

—No, gracias, señorita Pierce. Puede retirarse—ha contestado brusco, agresivo—Váyase, Brittany, ahora.

—¿Puedo hablar un segundo a solas con usted sobre unos cambios en el vestidor?

—Váyase.

No hay manera de entrarle, por lo que, al salir, dejo la puerta entornada y escucho un instante.

Me duele que me trate así.

—Vaya, ¿de dónde ha salido ese bombón?—pregunta Sam.

¿Qué ha sido eso, un gruñido?

—Eh, Santana, suéltame.

—Aléjate de ella. Es una advertencia, Sam.

—Como quieras, joder, pero déjame respirar. ¿Por qué te comportas así?

Silencio y pasos que se acercan, tengo que irme corriendo.

¡Maldición, quería oír más!



Horas más tarde, la fiesta no puede ir peor.

Por fin le pongo rostro a Elaine, esa mujer a la que odio sin conocerla: hermosa, coqueta y... muy llamativa. Es pelirroja, de cabello largo y ojos gris oscuro. Tiene cara de muñeca y un cuerpo de infarto, con pechos exuberantes y caderas muy marcadas.

Todo lo opuesto a mí...

Pegada a Santana como una lapa, aparenta que son la pareja perfecta, a pesar de que Santana se aparta cada vez que tiene ocasión.

Aun estando con Elaine, he descubierto a Santana mirándome... a mí o mi nuevo uniforme, más corto y atrevido.

Mientras sirvo copas de champán a los invitados, voy alejándome de ellas dos, hasta que veo la mano de Elaine en el cuello de Santana.

Me sorprende el sentimiento que me corroe por dentro y el mal humor que siento de repente. Les doy la espalda y contoneo las caderas, consciente de que el niño pijo de Sam no me quita ojo, pero yo a quien quiero provocar es a Santana y sé que entiende que estoy enfadada por la mirada que le he echado.

En la siguiente ronda, Santana se ha librado de Elaine y me llama con un discreto gesto. Me acerco traviesa, aunque disimulando. Al llegar a su lado, coge una copa de la bandeja que sostengo en la mano y me dice al oído con discreción:

—La quiero en mi despacho en cinco minutos. Le ordeno que ahora se baje un poco la falda, porque va mostrando demasiado, pero cuando llegue, quiero esa falda subida para mí.

—Estoy trabajando.

—En mi despacho—deja la copa y se retira, camino de su escondrijo-

—Cinco minutos, ni uno más.

Completamente húmeda, le digo a Rachel que voy a ausentarme un momento y, con cautela, me marcho detrás de Santana. Cuando llego al despacho, antes incluso de que pueda llamar a la puerta, ella me arrastra dentro, cerrando luego de un fuerte portazo tras de mí... Parece ansiosa y eso me gusta.

Yo, en cambio, me muestro indiferente.

—¿Qué desea?

—Aún sigue enfadada —dice, arrimando su cuerpo al mío y acariciándome la cintura...

La respiración se me acelera.

—Ya sabe lo que deseo. Quiero hacerla mía aquí y ahora, sin importarme cuánta gente haya fuera.

—¿Y si le digo que no, señorita López, qué me hará?

Deslizo durante un breve segundo el dedo por su labio y su ceja magullados.

Me estremezco.

—Desnúdese.

—Y ábrase de piernas, ¿no?

—Brittany, basta.

—¿Acepto paciente o la mando a hacer puñetas por sus cambios tan bruscos de humor, que me tienen descolocada?

Se lo ve tan formal, tan imponente con ese vestido gris. Mi enfado disminuye un poco... y otro poco más.

Está tremendamente sexy.

—No me provoque, no juegue conmigo—con gesto posesivo, me agarra el trasero, llenándose las manos con ella—Sabe que no le estoy dando a elegir.

—Ella está fuera.

—¿Y cree que eso me importa?

Me calienta, me enciende, es tan sexy.

—No vamos a hablar de Elaine.

—¿De qué hablaremos?

—Hablar precisamente no es lo que pretendo.

Sonrío y la beso.

Me rozo con ella.

—Me vuelve loca. No me gusta cómo la han mirado fuera, es una tentación para todos ellos.

¿Celos?

No, su ego.

—No he podido apartar la mirada de sus piernas, demasiado expuestas—me toca y me pierdo, le deseo tanto que me da miedo—Hablaré con Emma, romperé el maldito uniforme.

—¿Ahora?—consigue arrancarme una carcajada.

—No se burle, basta de una vez—gruñe sofocada—No estoy para juegos.

—Yo tampoco. Tome lo que quiera—la tiento—Lo que desee, todo es suyo.

Sus pezones se endurecen en un instante. Jadeo al sentirlos contra mis pechos.

—Siempre tan descarada, es una lástima que tengamos poco tiempo.

Y al cabo de unos segundos las palabras sobran. El sexo es rápido, duro, sin besos ni ternura... pero sí con pasión.

Al acabar, estoy como flotando.

—Ahora sí.

Sólo entiendo a qué se refiere cuando me atrapa los labios con los suyos con intensidad.

Ahora sí abre su boca para mí, dejando que mi lengua se adentre en la profundidad de la suya. Que indague, que la posea como tanto anhelo. Un beso largo, furioso, lleno de ansia.

Un beso que me deja sin aliento.

—La veo luego—dice, interrumpiendo el beso de golpe y dejándome con ganas de más, de mucho más.

—Esta noche no duermo aquí, lo haré en San Pedro de Alcántara, en casa de mi hermano... He quedado con una amiga, ¿recuerda?

«Pídeme que me quede», casi le suplico.

—La veré el lunes por la mañana.

—¿El lunes? Bien.

—¿Por la mañana?

—Quizá.

Busco su mirada para ver su reacción. Parece burlarse de mí, pero no entiendo por qué y asumo que es otro de sus famosos cambios.

Como no me pide que me quede, me marcho.




Por fin se ha acabado todo y me relajo en el bar Blanco y Negro con mi amiga Mercedes, aunque no encuentro la paz suficiente ni siquiera tras tomar unas copas.

El tema de conversación tiene un solo nombre: Santana López.

—No sé qué me pasa cuando estoy con ella, me muestro coqueta, desinhibida. Me divierto diciendo lo contrario de lo que desea oír. Le gusta tener el control, pero yo trato de no cedérselo y... En fin, lo mismo que te estoy contando desde hace una hora.

—Aún no lo puedo creer. Es una locura cómo ha empezado lo poco o lo mucho que tiene—sus ojos castaños reflejan su sorpresa—Es precipitado y a la vez excitante; supongo que tiene que ser un huracán para que hayas caído tan fácilmente.

—Algo así. No sé cómo detenerla, igual que no supe la primera noche. Y no me arrepiento.

—Britt, ¿no te estarás enamorando?—me pregunta sonriendo.

—¿Estás loca?—contesto con rapidez.

Jamás podría, no con ella.

—No podría, Mercedes. Es demasiado rara y no somos compatibles. Además, Santana no busca una relación estable y yo no soportaría a alguien tan voluble. De repente se enfada y grita y me besa... Más otros comportamientos extraños.

—Pero se atraen y una cosa lleva a la otra, ¿no?

—No lo creo.

No, me niego a rendirme ante una mujer tan variable.

—Sólo nos llevamos bien mientras estamos..., ya sabes, y a veces ni siquiera entonces. Ella me quiere desnudar en cada encuentro.

—¿Y eso te divierte?

Sí, ahora mismo me estoy riendo.

Ay.

—Es gracioso cuando ordena: «Súbase el vestido y ábrase de piernas, ahora».

¿En serio estoy contando esto?

¡Qué bochorno y qué patético!

—Creo que es su físico. Nunca he visto a una persona tan perfecta y guapa. Es espectacular. Y tú sabes que miro tanto a las mujeres, como a los hombres.

Pero Mercedes parece no oírme, se ha quedado embobada, con la mirada perdida detrás de mí, de lo que deduzco que no se trata del mismo chico que lleva llamando su atención toda la noche.

—Oh, vaya. ¿Y qué me dices de ésa persona? Por ella me hago lesbiana.

Y señala detrás de mí. Sonriendo, me vuelvo para ver quién es y antes de hacerlo puedo darme cuenta de que no soy la única curiosa.

De repente todo se paraliza...

Una mujer de cuerpo perfecto, ojos de un oscuros intenso y cabello oscuro, que mi cuerpo reconoce incluso a distancia, parece buscar a alguien con la vista entre la multitud.

Mi corazón se acelera desmesuradamente cuando una chica se le acerca:

¡Es Santana!

¡Está aquí!

¿Ha quedado con esa joven con la que habla?

Siento una fuerte punzada de decepción.

Si es así, nuestro trato se rompe hoy mismo y yo no quiero perderla, aún no.




*****************************************************************************************************************

Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo!

Avisen si conocen a alguien del foro del cambio! Saludos =D
23l1
23l1
-*-*-*
-*-*-*

Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
El mundo de Brittany

A gaby1604 le gusta esta publicaciòn

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana

Mensaje por Susii Sáb Oct 03, 2015 7:34 am

Genial la maraton!! Amo esta historia :3
Cual de las dos se enamora primero, ese es el dilema:$ kahsl
Mm... ya quiero ver que pasa entre ellas en el club$-$
Susii
Susii
********-*-
********-*-

Femenino Mensajes : 902
Fecha de inscripción : 06/01/2015
Edad : 25
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana

Mensaje por micky morales Sáb Oct 03, 2015 9:52 am

definitivamente esta historia es adictiva, gracias por el maraton, quiero saber mas de santana y el pq quinn le hizo eso a rachel!!!!!
micky morales
micky morales
-*-*-*-*
-*-*-*-*

Femenino Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Club Achele

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana

Mensaje por iFannyGleek Sáb Oct 03, 2015 10:33 am

Santana toda transformada. Me gusto mucho cuando estaba con Britt en el carro antes de que llegará Emily.
Xoxo
iFannyGleek
iFannyGleek
******
******

Femenino Mensajes : 335
Fecha de inscripción : 03/10/2013
Edad : 26
Club Brittana Samuel


Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana

Mensaje por JanethValenciaaf Sáb Oct 03, 2015 3:45 pm

me encanto el maratón, pobre de emily se gano unos golpes de santana.
Saludos chica.
JanethValenciaaf
JanethValenciaaf
********-
********-

Femenino Mensajes : 659
Fecha de inscripción : 20/01/2015
Edad : 25
Club Brittana

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana

Mensaje por 23l1 Sáb Oct 03, 2015 8:09 pm

Susii escribió:Genial la maraton!! Amo esta historia :3
Cual de las dos se enamora primero, ese es el dilema:$ kahsl
Mm... ya quiero ver que pasa entre ellas en el club$-$


Hola, que bueno que te gusto y que te guste la historia =) Jajajaj ambas! ajajajajajaj osea son brittana como no¿? jajajaajajaj =O jajaja aquí el siguiente. Saludos =D



micky morales escribió:definitivamente esta historia es adictiva, gracias por el maraton, quiero saber mas de santana y el pq quinn le hizo eso a rachel!!!!!



Hola, jajaaj que bueno que te vaya gustando, de nada, gracias a ti por leer y comentar! Esperemos y este cap nos diga mas! Saludos =D




iFannyGleek escribió:Santana toda transformada. Me gusto mucho cuando estaba con Britt en el carro antes de que llegará Emily.
Xoxo


Hola, jajajaaj mmm XD jajaajajajaj. Aaa esk son las mejores! ajajajaj. Saludos =D




JanethValenciaaf escribió:me encanto el maratón, pobre de emily se gano unos golpes de santana.
Saludos chica.



Hola, que bueno, espero y siga así! ajajajajajajaj. XD esk kien le dijo que fuera po xD jajajaaj. Saludos =D


23l1
23l1
-*-*-*
-*-*-*

Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 1-Tiéntame (Adaptada) Cap 7

Mensaje por 23l1 Sáb Oct 03, 2015 8:11 pm

Capitulo 7 – Una Noche con Ella

La inquietud de apodera de mí.

¿Qué hace Santana aquí?

Me derrumbo al ver que busca a otra mujer, que no tiene suficiente conmigo, que me miente.

Aunque es extraño, éste no parece uno de sus lugares habituales: el local es más bien para gente sencilla, no de su posición económica y además queda muy lejos de su casa.

Cabizbaja y dolida, me vuelvo hacia Mercedes Por supuesto, no me acercaré. Santana no sabrá que yo estoy aquí, descubriendo que ha roto el pacto.

—¡Britt!, vaya, te ha gustado, ¿eh?—se burla mi amiga—Oye, ¿qué te pasa? Te tiemblan las manos.

—Es ella, Mercedes—respondo suspirando, con tristeza—es Santana López. La mujer misteriosa de la que llevo hablándote toda la noche.

—¿Qué? Joder, Britt, menuda tipa. Casi entiendo tu fijación...

—Tenemos que irnos, no quiero que me vea aquí.

Bebo otro trago, nerviosa. Ya no soy capaz de dominar mis nervios y, para colmo, no puedo volverme para mirar.

—Britt—susurra Mercedes—, Viene hacia acá.

Tiemblo aún más.

—¿Ha-hacia acá?

En breves segundos veo su sombra junto a mí, atormentándome.

—Buenas noches, soy Santana López—saluda cortésmente.

Yo la miro y me encuentro con sus ojos oscuros clavados en mí.

—Hola.

—Ejem... Britt, creo que ha llegado la hora de que vaya a presentarme ante aquel tío bueno—dice Mercedes, levantándose—Ha sido un placer, señorita López.

Santana asiente sin perderme de vista, recorriendo cada centímetro de mi cuerpo, abrasándome.

—Bienvenida—juego con el borde de mi copa y pregunto, haciéndome la tonta—¿Qué la trae por aquí?

—Usted. Voy a sentarme.

Asiento con timidez, aunque Santana no ha pedido permiso.

Una vez más.

—¿Qué he hecho ahora?—pregunto distraída—Tiene que ser algo muy grave para que haya venido hasta aquí. ¿Cómo me ha encontrado?

—La fiesta era una mierda—contesta secamente—, No veía el momento de irme de ahí. Su amiga Rachel me ha dicho dónde estaba.

Que Rachel ¿qué?

—¿Está loca? Va a sospechar. ¿Qué le ha dicho exactamente?

—Brittany, no me grite.

Ya empezamos.

—Le he dicho que una amiga suya llamada Emily preguntaba por usted y deseaba verla. Ha dudado un momento, pero al final la he convencido.

—Muy astuta. ¿Y bien?

Con un rápido movimiento se sienta más cerca y su mano va directamente a mi muslo. No puedo reprimir un jadeo ante su osadía.

—Quiero pasar un buen rato con usted, Brittany.

Gracias a Dios que llevo pantalón.

—Pensaba que buscaba a otra, la he visto hablando con una mujer.

—Me ha preguntado la hora.

¡Ya!

Recorre mis piernas, mis muslos.

—Bueno parecía que quisiera comérsela...

—He venido por usted, creo que lo he dejado bastante claro.

—Es mi día libre—protesto, deteniendo su avance—Hace apenas un rato que usted y yo...

Y me mira con la intensidad con que suele hacerlo. Deseo saber qué piensa, pero ya estoy acostumbrada a no saber descifrarla.

—Santana...

Su mano se deshace de la mía y se aparta.

—Me voy entonces, la veré el lunes—su tono es frío y distante—Páselo bien y recuerde el pacto.

Entonces me pongo ansiosa.

¿Realmente quiero que se vaya?

—No se vaya—la cojo del brazo—Tómese unas copas conmigo, ¿le gustaría?

Una sonrisa cautivadora aparece por unos breves segundos en sus carnosos labios.

Unos segundos que atesoro en mi mente.

Es la primera vez que me sonríe así.

—¿Dónde la ha dejado?

Se niega a contestar, pero yo insisto.

—En su casa, le he dicho que no me encuentro bien.

Espero, ella niega con la cabeza y me acaricia el pelo, provocándome escalofríos.

—Ella me entiende, me soporta, ¿quién más lo haría?

—No está enamorada, ¿me equivoco?

«Que diga que no, que no.»

—No se equivoca.

Suspiro aliviada.

—A lo que Elaine y yo tenemos nunca se lo ha podido llamar amor. Cariño y ambición quizá.

—No entiendo nada, ¿para qué quiere retenerla entonces?

—Es una forma de tenerla controlada y que no me agobie—alza mi copa y me la pasa por los labios. Saco la lengua y ella la aleja—Ella disfruta de dinero, de lujos. Está callada y es lo único que pretendo.

—Interés.

—Por ambos lados, sí.

Apoyo un codo en la mesa y me doy cuenta de lo relajada que se la ve.

—Pese a todo, Elaine me consiente y me cuida. No quiero estar sola.

«Yo estoy aquí.»

—¿Y Sam?

—Ni lo mencione—me sujeta el mentón—No lo quiero cerca de usted. Se lo prohíbo.

—¿Por qué?

—Quiero protegerla—me suelta, aunque sigue desencajada—¿Entendido?

—¿Por qué?

—Porque me da la gana y se acabaron los porqués.

—Como quiera.

Me cruzo de brazos, evitando mirarla. Y así transcurren los minutos, ella a mi lado, callada. Sin rozarnos y yo muriéndome de ganas de más confesiones.

—Voy a pedir las copas y enseguida vuelvo.

Asiento con una tímida y distante sonrisa al verlo marchar.

Es una mujer seria, pero hoy se ríe y me toca, ¿quién la entiende?

En cuanto llega a la barra, algunas miradas la recorren de arriba abajo. Ella parece ajena al hecho, pero a mí me empieza a molestar. Inquieta, me levanto y busco a Mercedes entre el gentío, pero no veo ni rastro de ella. Entonces la música suena con más intensidad y la melodía me invita a bailar. Me muevo por la pista, dejándome llevar por el ritmo de Merche con los ojos cerrados.

Me siento libre de nuevo, lejos de responsabilidades.

Baila cerquita y susurra bombón
si buscas dueño ya me tienes a mí
sólo escucharlo me dio hasta calor
no quiero más
no tengo nada para ti.


Unas manos me rodean la cintura desde atrás y Santana acerca su cuerpo al mío. No me hace falta volverme para saber que es ella. No baila, pero me busca con atrevidos movimientos.

Suspiro resignada, me gusta mucho.

—Sé que es usted, reconozco muy bien esas manos—jadeo, contoneándome contra su cuerpo—Podría vernos alguien conocido...

—No me importa—contesta en mi oído con voz sensual—Es un pecado bailar de esta forma, no soy la única persona a la que está tentando.

Ignorándola y todavía moviendo mi trasero contra sus caderas, vuelvo la cara y la miro. La veo contenido, tensa. Está excitada y lo está por mí, no por las mujeres y menos por los hombres que la miran con deseo.

—Brittany, deje de provocar.

—No pretendo tentar a nadie más. Usted es la única que me importa. ¿He dicho ya que me trastorna?

Gruñe y su aliento me hace cosquillas en la oreja. Sus manos descienden muy lentamente desde mi cintura hacia mi vientre y un poco más abajo.

—Santana, para...

—Ya no puedo. Me está matando y me es imposible contenerme. Venga conmigo a los servicios—me coge de la mano y me lleva a través de la multitud hacia los lavabos de las chicas.

—No—la detengo.

—¿Por qué?

—Porque yo he venido a pasarlo bien, no a retozar en los lavabos públicos como una cualquiera.

Cambia de actitud, se lo ve cada vez más enfadada, me grita y maldice sin coherencia... hasta que de repente me señala y parece relajarse.

Me cruzo de brazos esperando otro cambio.

—Le queda muy bien el pantalón azul.

Me vuelvo gelatina.

—El color negro le hace más pecho, va muy ceñida y ya sabe cómo me pone.

Flaqueo.

—Los zapatos de tacón me encantan, la hacen más sensual.

Oh, Dios, Dios... Qué calor.

Termino apoyada en la pared, casi babeando.

—Definitivamente está usted loca, Santana López.

Casi le arranco una carcajada.

Casi.

—¿Me está persuadiendo para que tenga sexo aquí con usted?

—Entre al servicio. La quiero con las manos apoyadas en la pared y ese culo hacia arriba. Voy a probarlo. Y después usted el mío.

—Me voy a mi casa, de probar nada.

No tengo fuerzas para lo que me pide, por Dios.

—¿A qué viene esta obsesión con el sexo?

—Tiene un solo nombre.

—¿Y es...?

Se acerca y me besa. Me chupa el labio, me lo muerde, se aleja.

—Brittany Susan Pierce.

—¿Bromeando, López?—me burlo como ella de mí.

Pero no se ríe, no está jugando.

—No me lo creo.

—No es mi problema—contesta de mal humor—Entre en el baño.

—No creo que sea buena idea y mucho menos aquí.

—¿Me estaba provocando y ahora se echa atrás?

¿Un reto?

No me resisto.

La cojo de la mano y la llevo hasta el baño. Nos encerramos, la siento en el retrete y le desabrocho el pantalón con sensualidad. Pese a su confusión, no dice nada. Cuando muevo mis dedos y los introduzco dentro de sus bragas, todo ante la mirada de sus ojos brillantes, con la lujuria y el deseo refulgiendo en ellos.

—¿Satisfecha con esto?—murmuro, sentándome sobre ella—Qué calor...

Es increíble la sensación de sentirme invadida, llenada por su belleza.

—Brittany...—jadea y yo le saco la lengua.

Me encanta que diga mi nombre en la intimidad.

Entonces se hace con el control de la situación, me desabrocha los pantalones y me penetra e imponemos un frenético ritmo, mientras nos penetramos con fuerza y hunde su rostro en la base de mi cuello, que lame mientras gime y yo tiemblo con nuestros movimientos apasionados.

Santana es tan caliente y sexy que me abruma.

—Deje que la penetre solo yo.

Acato su orden y me dejo llevar por las tórridas sensaciones que esta maldita mujer provoca en mí.

¡Ay, no!

Odio sentirme tan tonta.

—Santana...

Echo la cabeza hacia atrás y se detiene. Su mirada me busca con urgencia, su respiración suena entrecortada y su voz fría al decir:

—¿Por qué me llama por mi nombre? Sabe que no me gusta que me tutee, menos aún en estos momentos.

—Tú lo haces.

—Yo soy su jefa.

—Hoy no estoy de servicio—hago amago de alejarme, pero me sujeta con su mano libre por las caderas y con su otra mano se clava en mí.

Me duele.

—¡Ay! Es una imbécil, López.

Entrelazo mis manos en su nuca y me muevo como si montara a caballo. Entre mis balanceos, sus manos y el recorrido de su lengua en mi piel, estoy al borde del orgasmo.

—Señorita López—susurro, lamiéndole la oreja.

Santana se estremece de pies a cabeza y se mueve sin cesar, apasionada, posesiva y loca.

—¿Por qué es siempre tan salvaje?

Recibe mis palabras con un gemido animal, pero no contesta.

Cada vez me siento más frustrada en esta relación. Me busca, tenemos sexo después de decidir por su cuenta que tengo que ser suya, pero apenas sé nada de su vida.

¿Qué diablos pasa con ella?

—¿Nunca me va a contestar?—la muerdo, presiona—Sigo esperando.

No responde y las siguientes acometidas son sosteniéndonos la mirada, asaltándome con más rapidez y soltura.

Me tenso, los primeros temblores llegan, invitándome a saltar al vacío.

—Ya—ordena—Brittany...

—Quiero un beso.

—Cállese, ahora no—replica, torturándome con el placer que me proporciona—No se atreva a...

—Si me quiere callada, bésem... Oh, oh.

Sus gemidos y mis gemidos se unen, aun así, sigue llevando su máscara de hielo. Me pierdo entre temblores y cabalgo con audacia, ansiosa, necesitándola. Entonces, Santana se convulsiona.

Es maravilloso sentir que somos una.

Le araño los hombros y descargo la tensión creada por su pasión, por sus caricias sobre mi piel.

—López, qué fogosa.

Santana no dice nada, a la espera de que sus espasmos mengüen. Me mira una vez más con esa rabia suya tan característica y bruscamente me sujeta la cara entre las manos, mientras se apodera de mi boca.

Tan sensual y voraz como sólo ella sabe serlo.

Y, aunque me devora, la siento distante.

Al retirarse, nos quedamos mirándonos la una a la otra, buscando ¿qué?

Su mirada parece guardar miles de secretos, secretos que yo me propongo descubrir. Quizá Santana no merezca tanto, o sí, no lo sé.

¿Qué pasará cuando me vaya?

Todo lo que hemos vivido quedará atrás, como ella...

—¿Qué piensa?—me pregunta con intensidad—Parece ausente. De hecho, es la vez que más lejos la he sentido.

—Yo he tenido la misma sensación con usted—reconozco desconcertada—Será mejor que salgamos, mi amiga me estará buscando.

Santana asiente sin más. Yo me obligo a pensar que ella estará en mi vida tan sólo unos meses, que luego yo la retomaré con normalidad y su existencia ya no deberá perturbarme.

Cuando salimos fuera, busco a Mercedes por el local.

¡Ni rastro de ella!

Santana sigue a mi lado, aunque intuyo que, una vez cumplido su objetivo, se irá.

—Parece que su amiga no está.

—Voy a mandarle un mensaje. Es raro que se haya marchado sin mí.


Mensaje: de Brittany a Mercedes. A las 3.34.

Mercedes, ¿dónde estás? Te estoy buscando.



Mensaje: de Mercedes a Brittany. A las 3.36.

Como te he visto con tu diosa griega, me he ido con el chico de la barra. Te veo mañana en la piscina.



Vaya, ¡menuda amiga!

Se marcha con un tipo dejándome sola...

—Tendré que irme en taxi. Mi amiga ha ligado y se ha largado...

Cuando llego a la salida, me vuelvo para despedirme y veo a Santana con semblante serio y apagado.

—Yo la llevo.

—No se preocupe, no es necesario.

Se enfada, pensando que la estoy desafiando de nuevo. No puedo o no sé hacer nada más que sonreírle.

¿Siempre será así?

—Está bien, vamos.



Al llegar a casa de mi hermano, me bajo del coche y Santana también. La miro extrañada.

¿Ahora qué será?

—La veo el lunes, señorita López—digo con una sonrisa.

Quiero besarla, pero no sé si debo.

—Lo he pasado muy bien con usted esta noche. Ha sido corta pero intensa.

—Aún no ha terminado. ¿Estará sola en su casa?

Noah está con Melissa...

—Sí, mi hermano pasará el fin de semana fuera.

—Eso puede ser peligroso.

No, no y no.

¡Ay!, me gusta demasiado su preocupación.

—Estaré bien.

—Puedo llevarla de vuelta a mi casa—insiste—O, si le apetece, puedo pasar la noche aquí. Digo, sólo para asegurarme de que está bien.

¿Qué?

Esto sí que es una sorpresa.

¡Pasar una noche entera con ella!

—Bueno... su familia, su novia, se preguntarán dónde está.

—¿Quiere o no quiere?

Le sonrío y la invito a entrar.

Me siento extraña en la casa después de tantos meses sin pisarla, y, sobre todo, al tener a Santana a mi lado.

—Siéntese, voy a abrir las ventanas para airear un poco.

Me dirijo a mi habitación y cojo un pijama verde, cómodo, sin nada de atractivo. Santana solamente ha venido para asegurarse de que estoy bien, así que no quiero ni debo provocarla.

Me siento en mi pequeña cama y pienso en los cambios que han sucedido en mi vida desde la última vez que me fui de Málaga. Llegué a aquella casa de ricos, un tipo de gente que nunca me ha gustado. Me tocó soportar las rabietas de una consentida y, para colmo, conocí a Santana López... Esta mujer misteriosa que cada día exige más tiempo y espacio en mi vida.

¡Demasiados cambios!

Termino de ponerme el pijama, me recojo el pelo y salgo a buscarla. Está de espaldas a mí, mirando todas las fotografías que hay en la casa. Al notar mi presencia se vuelve y me contempla de arriba abajo.

¿La habré decepcionado?

Ésta soy yo.

Santana me conoce desnuda, en ropa interior o con uniforme, pero así de poco presumida soy en casa.

—¿Son sus padres?—pregunta, señalándome una de las fotos.

Digo que sí con la cabeza.

—¿Dónde están?

—En Lugo—respondo, sentándome en el sofá—¿Le apetece un café o algo?

Santana me sigue estudiando, intimidándome.

—No, gracias—contesta, sentándose a mi lado—¿Cuántos años tiene usted?

Temas personales...

—Veinticuatro.

Se pone rígida, aprieta los puños y su mirada se endurece. Una reacción que me desconcierta.

—¿La tratan bien sus padres?

—Claro... somos una familia muy unida. Mi papá es de descendencia asiática, pero nació en Holanda, pero vino a España a pasar unas vacaciones y aquí se quedó. Mi mamá lo cautivó—explico orgullosa—En Lugo nacimos mi hermano Noah y yo. Él está muy pendiente de mí, para Noah siempre seré la pequeña.

—Es un buen chico, a veces lo veo cuando lleva y trae a Kitty.

Mi pobre musculitos...

—Es un hermano ejemplar, sí. Cada vez que vengo a Málaga no me falta de nada, tengo todo el cariño que necesito... y casa. Me gusta esto y adoro a Noah.

La miro con disimulo, buscando las marcas de la pelea con Emily. Las resigo con los dedos y ella me lo permite.

No sé por qué siempre tengo que ponerme tan nerviosa y sentirme tan insegura preguntándome qué pensará, si tal cosa o tal otra le gustará, si no...

—Váyase a dormir, Brittany, es tarde.

—¿Por qué es siempre así?

Me aparta y se pone recto.

—Tan seria. Parece amargada y casi nunca sonríe.

—Brittany, la vida es muy dura a veces. No puedo ser de otra manera, así es como soy.

¿Será el momento?

—¿Me quiere contar más?—pregunto con cautela.

—Ya sabe lo suficiente. Ha conocido a mi novia y sabe que es una interesada y que me ha engañado con mi mejor amigo. Por una apuesta, de acuerdo, pero lo ha hecho. Pese a ser como es, jamás creí que pudiera estar con otra persona, pero Sam me demostró lo contrario, abriéndome los ojos...—se calla, medita un momento y luego, mirándome, añade—Ha visto que no controlo mis impulsos, que puedo ser un témpano de hielo y al cabo de un segundo la persona más ardiente de la Tierra. Y, sobre todo, sabe que soy adoptada. Pocas personas saben tanto de mí o de mi vida.

—¿Qué quería Sam?—pregunto, ignorando sus protestas.

Santana parece preocupada, tensa, incluso diría que triste.

—Quería que lo perdonara.

Alzo una ceja esperando más.

—Lo he hecho. Él no es quien más culpa ha tenido en todo esto. Si he perdonado a Elaine, ¿por qué no a mi amigo?

—Porque podría haberse detenido cuando ella aceptó. Eso es lo que habría hecho un amigo de verdad.

—Es el único que tengo.

—Bueno creo que no sabe elegir. A veces, es mejor estar solo que con gente tan rastrera como ellos.

Furiosa al oírme decir estas verdades, me hace sentar a horcajadas sobre ella y me atrapa con fuerza entre sus brazos, inmovilizándome, pero no me besa ni me acaricia.

Algo que yo estoy deseando.

—No le he dado las gracias por la tarta de esta mañana.

—No hay de qué—respondo, aproximándome a su boca.

—Me está volviendo loca. Me dice una cosa y luego hace lo contrario. Sé qué quiere, lo que busca. ¿Por qué no lo pide? Déjese de juegos y vayamos a la cama, en vez de rozarme para calentarnos y nada más. ¿A qué ha venido aquí?

—¿Cree que a por sexo?

—No lo dudo.

Se calla y un silencio ensordecedor cae sobre nosotras.

—Será mejor que vaya a dormir.

Hace que la mire, que me derrita al pasar su lengua por el contorno de mis labios.

—Usted no me conoce, no tiene ni puta idea.

—No me deja conocerla.

Hundo los dedos en su cabello, mientras me balanceo, frotando mi sexo con el suyo hasta que ambas gemimos. Pero ella, sorprendiéndome, me aparta y me ayuda a ponerme de pie.

—Duerma, yo me quedaré aquí.

«¡Como quieras!»

—Buenas noches.


Media hora más tarde aún sigo despierta.

¿Cómo podría dormir con ella tan cerca y a la vez tan lejos?

Me levanto sin hacer ruido y voy a la sala.

Ahí está, tan guapa que me deja sin aliento... Se ha tumbado en el sofá del fondo, el rojo, y parece relajada y tranquila. Me dan ganas de acariciarla, necesito besarla, hacerle saber que puede confiar en mí como lo haría con una amiga...

Quiero suplicarle que aleje a las personas que le hacen daño, que la manipulan con mentiras.

Me acerco y me inclino hacia ella, pero cuando voy a darle un beso en la frente, sus ojos se abren como platos.

¡Qué susto!

—¿Qué sucede?—suspira incorporándose.

¿Qué le digo?

—He... he oído un ruido en la habitación y me he desvelado.

Finjo estar asustada. Es la oportunidad de arrastrarla hasta mí.

—¿Me acompaña?

Santana se incorpora bruscamente y viene conmigo. Lo inspecciona con detenimiento, se acerca a la ventana del fondo, mira debajo de la cama, dentro del armario.

—Todo está bien. No se preocupe, estoy aquí y no va a pasarle nada.

Mimosa, me tumbo en la cama y doy unos golpecitos a mi lado para que se acueste junto a mí.

—¿No pensará quedarse de pie?—pregunto con inocencia—Así no podré dormir.

—Sabe que, exceptuando a Elaine, no suelo dormir con nadie.

Aprieto las sábanas con impotencia.

—No, Brittany, no dormiré en la misma cama con usted—recalca.

—No es dormir, más bien descansar—replico molesta—Su actitud es una bobada, como eso de no besar durante el sexo. ¿Acaso necesita tener un sentimiento para hacerlo?

Santana me mira atónita.

¿He acertado?

Y finalmente se decide.

Se tumba a mi lado, no muy lejos de mí, ya que, para mi suerte, la cama es demasiado pequeña. Para provocarla, yo me pongo boca abajo, dejando mi trasero perfectamente a la vista.

¿Por qué me habrá rechazado antes?

—Brittany...—me advierte.

«¡Bien!»

—¿Qué desea, señorita López?—bostezando, me apoyo en los codos—¿Todo bien?

—Esa postura no es buena, dese la vuelta.

—¿Por qué? Usted sabe que si le apetece algo puede pedírmelo.

—No quiero aprovecharme, no he venido a eso.

Yo muevo el trasero, me contoneo.

—Brittany, por favor.

—¿No quería probarlo? No me diga que ha cambiado de idea.

—Si vuelve a tentarme, me marcho—suena cortante, de repente enfadada con el mundo—Buenas noches.

Me acurruco en la cama, dándole la espalda. Frustrada con ella y conmigo. Entonces, me coge del pelo y tira sin hacerme daño hasta que estamos cara a cara.

—Brittany, no quiero que nadie más la pruebe, ¿entendido?

—¿P-Por qué?—pregunto, aturdida por su confesión—¿A qué viene esto?

—Porque soy muy egoísta. No lo hará, dígame que no lo hará. No al menos durante el tiempo que sea mía.

¡Mierda!

Ha vuelto la mujer fría y calculadora que me exige sin alternativa de escape, que me impide esquivar su mirada.

—Prométamelo.

Pero las palabras se me atascan en la garganta. Me siento desconcertada, indefensa. A ella en cambio se la ve decidida pese a la hora y al cansancio.

—¡Prométamelo!

Asiento y casi gimo, encendida ante esta mujer tan áspera.

Me pone a mil.

—Brittany...

—Lo prometo—cedo finalmente, consumida por una extraña sensación—Prométalo usted también—digo.

—Se lo prometo.

Satisfecha, me deja caer con suavidad sobre la almohada. Ella se aparta, tumbándose, y yo la estudio y le sonrío con ternura.

—Buenas noches, señorita López.

Su mirada oscura en este instante, se fija en mí. Creo vislumbrar un brillo diferente en ella, pero entonces vuelve la cabeza hacia el otro lado.

—Buenas noches, señorita Pierce.

A dormir con el calentón...

Pero no lo consigo fácilmente.

Santana no deja de moverse en la cama, se levanta y luego se tumba de nuevo.

Va y viene e incluso ¡llama por teléfono a estas horas de la madrugada!

Habla apresurada y no entiendo qué dice. Dos horas más tarde, está otra vez a mi lado y por fin puedo conciliar el sueño mientras ella sigue despierta.

Cuando abro los ojos por la mañana, no la veo en la cama, para mi tristeza, se ha marchado. Contrariada, me levanto, me recojo el cabello alborotado en una cola alta y voy a la sala.

Veo una nota suya.


Señorita Pierce, he tenido que marcharme para arreglar unos asuntos. Le dejo mi número de teléfono. Ya sé que tiene planes para hoy, pero me gustaría que los cancelara y pasara el domingo conmigo.
Espero su llamada.

Atentamente: Santana López.



Me río sola ante la breve pero significativa nota.

Santana quiere pasar el día conmigo, pero yo no puedo dejar plantados a mis amigos. Le debo una explicación a Emily y a Mercedes, una buena bronca. Puedo repartirme... Pasaré con ellos la mañana y parte de la tarde y el resto del día y de la noche con Santana López.

¡En marcha!


La mañana en la piscina pasa divertida.

Primero regaño a Mercedes por dejarme anoche, aunque al final termino pidiéndole detalles de su cita.

Con Emily la cosa está tensa. Aunque le explico de nuevo que Santana es mi jefa y que sólo trataba de protegerme, no me cree. Así que, le cuento mi secreto, es mi amiga y me resulta difícil mentirle.

—Britt, tú nunca has sido así—dice molesta—¿Cómo pudiste hacer semejante trato?

—Ya te lo he dicho. En ese momento quise jugar... y aún lo estoy haciendo. No me quedaré con el dinero, pero si rompo el trato no podré estar con ella—explico sonrojada—No quiero parar esto. Santana me gusta y, además, sólo será un tiempo.

—Mereces algo y a alguien mejor—insiste, acercándose con lentitud—Olvídate de los López, de ella. Ven conmigo, sabes que puedo ofrecerte mucho más.

Con gesto tenso, retrocedo y miro hacia otro lado. No quiero ser brusca, pero es un tema hablado y aclarado, nunca podré verla como ella quiere.

—Emily, sabes que no debes...—pero no puedo terminar la frase, porque sus labios cubren los míos sin previo aviso, con decisión—No...

Con insistencia, busca que yo abra la boca, pero me niego, no es a ella a quien me muero por darle esta clase de besos. Desesperada, consigo soltarme. Me entristece verla tan dolida, pero no puedo engañarla.

—Em, lo siento mucho, ya lo sabes.

Sus manos acarician las mías, disculpándose.

—Te quiero, pero como a una buena amiga... En cambio a ella la deseo como mujer.

Me estrecha entre sus brazos y yo, confusa por la confesión que acabo de hacer, me dejo abrazar. Y en este mismo momento, justo enfrente de donde yo estoy abrazada a mi amiga, veo a Santana López mirándonos muy quieta, impresionada... Mientras mi corazón late frenético, su terrorífico semblante refleja asco y desprecio.


*****************************************************************************************************************

Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo!

Avisen si conocen a alguien del foro del cambio! Saludos =D
23l1
23l1
-*-*-*
-*-*-*

Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana

Mensaje por Susii Sáb Oct 03, 2015 9:10 pm

Ohhhhhhhhhhh!! :s pero que cargante es Emily! Si le estan diciendo que no!
Jesus,Maria y Jose! Ahora si San la mata! :o
Susii
Susii
********-*-
********-*-

Femenino Mensajes : 902
Fecha de inscripción : 06/01/2015
Edad : 25
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana

Mensaje por micky morales Sáb Oct 03, 2015 9:20 pm

noooooo pq nooooo no pdes dejarlo ahi morireeeee!!!!!!! que he hecho para merecer este castigo, no es justo! esteeeee, bueno, ya estoy mas calmada, luego de este ataque de bipolaridad procedere a esperar la actualizacion!
micky morales
micky morales
-*-*-*-*
-*-*-*-*

Femenino Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Club Achele

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana

Mensaje por 23l1 Dom Oct 04, 2015 1:49 am

Susii escribió:Ohhhhhhhhhhh!! :s pero que cargante es Emily! Si le estan diciendo que no!
Jesus,Maria y Jose! Ahora si San la mata! :o


Hola, sii, no es no! XD ajajjaajja. No, no puede ir ala cárcel tan joven xD jajaja. Saludos =D




micky morales escribió:noooooo pq nooooo no pdes dejarlo ahi morireeeee!!!!!!! que he hecho para merecer este castigo, no es justo! esteeeee, bueno, ya estoy mas calmada, luego de este ataque de bipolaridad procedere a esperar la actualizacion!



Hola, jajajajajajjajaajajajajajjaaj xD jajaajajajajjajjajajaajajajaj. Aquí el siguiente cap! Saludos =D



23l1
23l1
-*-*-*
-*-*-*

Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 1-Tiéntame (Adaptada) Cap 8

Mensaje por 23l1 Dom Oct 04, 2015 1:51 am

Capitulo 8 – Algo Extraño

Me separo de Emily reticente, llena de inquietud, Santana ha desaparecido al darse cuenta de que la he visto. Su rostro reflejaba claramente lo que ha pensado al encontrarse con la escena. Ha interpretado que la he traicionado, que me he burlado de ella, como todas.

¿Qué hago ahora?

Santana ya no está, se ha marchado.

—Em, vuelvo enseguida.

Hago ademán de marcharme, pero sus brazos me aferran.

—Emily, suéltame. Necesito un momento.

—¿Qué ocurre?—pregunta preocupada.

Rehúyo su mirada.

—Ya entiendo, ¿es ella? No puedo creer que esté aquí. Britt, hoy has quedado con tus amigas, con nosotras, ¿no eres capaz de olvidarte de ésa por un día y disfrutar? No la quiero aquí.

Lo que me faltaba.

—No seas estúpida, Emily, tú no mandas en este lugar.

Sus ojos se abren impresionados, no acostumbro a hablar de este modo.

—Lo siento de verdad—añado de inmediato—, Pero te estás metiendo donde no te corresponde. No he quedado con ella aquí, pero si lo hubiera hecho no sería asunto tuyo. Ahora vuelvo.

Corro rezando para que Santana no se haya marchado y cuando doblo la esquina y la veo, suelta un suspiro de alivio... Está de espaldas a mí y puedo ver cómo libra su particular batalla, debatiéndose y luchando consigo misma.

—Señorita López, tenemos que hablar.

Cuando se da la vuelta y le veo la cara, no tengo dudas.

La conversación va a ser difícil.

—¿Quería burlarse de mí? Bueno bien, lo ha conseguido. ¿Cómo puede ser tan cínica?

Me tenso, no pienso tolerársela.

—Anoche me prometió que ninguna otra persona iba a gozar de usted, me prometió que no la tocarían y ha tardado muy poco en jugármela. Tenga usted lo único que la ata a mí—escupe despectiva.

Se da la vuelta, entra en su coche y coge su chequera. Enseguida sé que pretende y la odio más que nunca.

—Aquí tiene el dinero por los días que ha pasado conmigo. Ha sido un amargo placer, señorita Pierce.

—Dame.

—¿Lo va a coger?—se alarma, al verme tender la mano—Maldita sea, ¡maldita!

—Es mío, ¿no?

Ya creo conocerla y sé que aceptar su cheque es el insulto más grande que le puedo hacer.

De un tirón, se lo arranco de las manos y me lo guardo en la parte superior del biquini. Sus ojos se abren con impotencia y horror y acto seguido me recorre el cuerpo con la mirada. Sus músculos se contraen y sé que, aunque no lo quiere demostrar, me vuelve a desear.

—Ya lo tengo, puede usted marcharse.

—Es lo único que quería, ¿dónde queda el «estoy aquí» cuando me dice que puedo confiar en usted? ¡¿Dónde, Brittany?!

Ya está divagando.

—¿Sabes, López? Eres una mierda. Si en vez de llegar y pensar estupideces, preguntaras, no habría estos tontos malentendidos.

Tiene una mirada dolida, las facciones tensas. Cree realmente que la he traicionado.

—¿Qué quiere decirme? ¿Qué lo que he visto con mis propios ojos no es verdad? No quiera volverme loca, por favor—suspira, pellizcándose el puente de la nariz—Está todo muy claro, señorita Pierce, quería dinero y ya lo tiene.

—Si lo quieres creer así, allá tú. Pero déjame decirte que conmigo te has equivocado; yo soy una mujer de palabra.

Una sonrisa sarcástica aparece en sus labios.

—Ya veo que te parece divertido. Y no me digas que no puedo tutearte, porque hoy no eres mi jefa en absoluto y te hablo como me da la gana.

—¡No me provoque, no lo haga!

—Creía que eras una persona más inteligente, pero ya veo que me equivocaba. A la perra de tu novia le perdonas que te engañe con tu mejor amigo. En cambio, conmigo, que no te he dado motivos para que desconfíes de mí, no lo haces. Los has perdonado a los dos sin cuestionar nada, ¿por qué a mí no me escuchas? Ya sé que me vas a decir que soy una minucia en tu vida, pero al menos déjame explicarte que esta minucia no tiene nada que ocultar.

Abre y cierra los puños... En cualquier momento estallará.

—Se está pasando, Brittany, y mucho.

—Bueno, te jodes.

Arrebatadora, me acerca a ella agarrándome del brazo, reprimiendo en parte su rabia.

—Hoy es mi día libre, pero aun así tú te empeñas en estropeármelo. ¿Bueno sabes qué? No lo vas a conseguir. En cuanto vuelva a entrar ahí con mis amigas, me voy a olvidar de ti y de toda tu porquería.

Su mirada se clava en la mía dejándome helada.

Siento su frustración, su lucha interior, ¿acaso quiere creerme pero no puede?

Ya no sé qué pensar en cuanto a ella, lo que lo rodea siempre suele ser confuso.

—Quiero decirte una cosa: no voy a permitir que te vayas sin ser consciente de que te has equivocado conmigo. Has visto perfectamente: Emily me ha besado, no lo niego.

Aprieta aún más la mandíbula.

—Si has visto la escena completa, habrás podido comprobar que yo la he apartado de mí sin corresponder a su beso.

—La ha acariciado y luego abrazado. Había demasiada ternura en el gesto.

—Quería consolarla, no he roto ninguna promesa.

Su ceja magullada se alza en un gesto de confusión.

—Cuando he llegado, Emily ha querido saber por qué te comportaste del modo que lo hiciste el otro día. Yo he tratado de darle excusas, pero ella me conoce demasiado bien y no he podido mentirle. Le he confesado lo que tenemos...

—¿Y?

—Y no le ha gustado nada. Me ha pedido que me marche de tu casa y que me aleje de todos los enigmas que te rodean. Luego me ha besado. Ha insistido en que abriera los labios, pero yo no lo deseaba y no lo he hecho—resoplo con pesar—Cuando me he apartado, su triste mirada me ha dado pena. Es una buena amiga que se ha confundido. Por eso le he cogido las manos y he querido consolarla.

No me suelta, me arrima más.

—¿Y qué le ha dicho después?—pregunta pensativa—Parecía tensa y usted cómplice explicándole algo.

«Vamos, Brittany Pierce, sé valiente.»

—Le he dicho que la quiero, pero como a una amiga.

Me aprieta el brazo.

—Eso no le ha hecho ninguna gracia, aún menos cuando he reconocido que a ti te deseo como mujer... Que nunca le podría dar los besos que te doy a ti. ¿Satisfecha?

—No si se trata de usted.

—No te entiendo.

—¿Es cierta esa frase?—me suelta y espera—¿Que me desea como a ella nunca podrá desearla?

—Sí, aunque no sé si me merece la pena seguir perdiendo el tiempo con esto.

Soy sincera y ella no lo soporta; cierra los ojos para no verme.

—Tienes tantos cambios de personalidad que vas a volverme loca, y no quiero.

—¿Aquí termina, pues, nuestro trato?—se pasa la mano por el pelo y me mira.

Percibo su desesperación, su agonía.

—¿Es lo que quiere?

—Soy una estúpida...

— Brittany—su casi súplica acaba con mi genio, con mi mal humor.

¿Cómo voy a querer dejarla?

Todavía no.

—Hábleme, me mata no saber qué piensa.

—No, no quiero.

Nos miramos, ambas pensativas, esperando que la otra abandone su orgullo. Pero yo espero sin flaquear; aunque deseo ceder, me debe una disculpa.

—Si es verdad que no tiene nada que ocultar y que no está con esa cretina, entre conmigo ahí—señala el acceso a la piscina—Pasemos juntas la tarde, aunque estén también sus amigas. De paso le demostrará a esa que no tiene nada que hacer con usted. ¿Acepta?

Ahora soy yo quien se pellizca la nariz en señal de desesperación.

¿Cómo mantener a Emily y Santana en el mismo lugar?

Aún están magulladas de su pelea.

Y, sobre todo, ¿por qué Santana no me quiere dejar?

Siento su posesión hacia mí, me trata como si fuera suya.

¿Por qué?

—No creo que sea buena idea—digo finalmente.

Vuelve a cerrar los puños con fuerza.

¡Basta ya!

—He venido a divertirme con mis amigas y usted no se lleva bien con Emily. No quiero más espectáculos en público y usted apenas se controla. Por otro lado, alguien podría vernos. Soy su empleada, no es normal que salgamos juntas.

—Me comportaré con corrección y no me importa si alguien me ve. Mi familia no suele pasar por aquí. Y yo no le debo cuentas a nadie—añade, esbozando una leve sonrisa y hace gala de sus lindos hoyuelos.

El corazón me da un vuelco...

Maldita mujer.

—Le prometo que no voy a pelearme con nadie. Si no quiere, entenderé que lo que no desea es pasar la tarde conmigo. Si es así, dígalo y no la molestaré más.

Le sonrío como una boba... Qué tonta me pongo cuando estoy con ella.

¡Ah, odio sentirme así!

—¿Trae traje de baño?—pregunto, mientras me acerco a ella.

—Sí—contesta y la miro confusa.

¿Había planeado venir?

—Como le he dejado la nota y usted no me ha llamado, había pensado no privarla de la compañía de sus amigas y pasar la tarde aquí con usted.

Qué generosa... Me perturba y a la vez me complacen sus palabras.

—¿Por qué me hace esto, López?

—¿Qué quiere decir?

¿Por qué con ella todo es tan difícil?

—Viene, me insulta, me trata mal y da por finalizado el pacto. Ahora actúa de forma correcta. Incluso me ha sonreído, algo extraño en usted. Luego vuelve a comportarse como si nada hubiera pasado. ¿Qué quiere de mí?

—Sigo sin saber a qué se refiere. No entiendo la pregunta. «Al grano, necesito saberlo.»

—Dice que sólo me quiere para el sexo, es decir, para su placer—contesto seca—Pero luego me busca cuando estoy de fiesta, o en la piscina y también me quiere llevar de compras... Le vuelvo a repetir la pregunta, ¿qué quiere de mí?

—La quiero a usted entera—responde con intensidad, haciendo que me tiemblen las piernas—Quiero su cuerpo, su entrega, su alegría. Sin reservas. Lo quiero todo de usted.

Mi corazón se descontrola y la miro buscando signos de alteración después de lo que acaba de decir, pero no hay nada. La pasión de sus palabras se vuelve hielo ante su postura.

—La conversación ha tomado un giro algo extraño y estamos igual.

Me contempla sin responder. Yo estoy confusa, no esperaba esta respuesta.

—Sigo sin entenderla.

—Bueno tendrá que conformarse con esto. Creo que he sido lo bastante clara—se acerca a mí despacio y se detiene a unos centímetros de mi cuerpo—¿Entramos juntas o no?

Perdida como me encuentro, me acerco a sus labios y se los muerdo con sensualidad. Esos labios que parecen suplicarme que no los deje de chupar, de besar salvajemente, como sé que a ella le gusta.

En un segundo, el cuerpo de Santana se amolda al mío y me devuelve el beso con agresividad, su lengua se une a la mía con deseo y lujuria, a pesar de que sabemos que no podremos ir más allá.

No en mitad de la calle.

—Me vuelve loca. Entremos o no voy a poder contenerme.

Su mirada se nubla, es sincero.

—El biquini le queda muy bien, Brittany—susurra, apretándome y gimiendo al retirarse—Es muy tentadora y me hace perder la cabeza.

Despreocupada y accesible.

Hoy es mi día.

—Gracias, señorita López. Por cierto, ahí dentro la pienso tutear—contenta, la cojo de la mano, mientras veo su confusión—Se supone que hoy es mi día libre, que usted no es mi jefa y que somos amigas. Por eso vamos juntas a la piscina, ¿no?—pregunto divertida.

Ella afirma y puedo ver que intenta no reír.

—Las amigas se dan la mano y eso es lo que yo acabo de hacer. Anda, vamos.

A pesar de mi gesto cómplice, Santana no protesta. Estrecha mi mano con fuerza y entramos, algo tensas por la situación que estamos a punto de vivir.

En cuanto Emily nos ve, su rostro cambia totalmente. La furia aparece en él. La actitud de mi Mercedes es diferente, en sus labios se dibuja una sonrisa.

Mientras caminamos hacia ellas, Santana me pasa un brazo por la cintura con gesto posesivo.

¡Me siento feliz!

Nos miramos la una a la otra y yo le sonrío. Sabe lo mucho que me gusta.

—Chicas, como ya saben, ella es Santana López, y va a pasar la tarde conmigo.

—Bienvenida, es un placer—dice Mercedes.

Emily gruñe.

—Santana, ¿vas a buscar unos refrescos?

Me atrevo a pedirle, suplicándole con la mirada unos segundos a solas con mis amigas. Y, aunque duda, finalmente me suelta y emprende la marcha, no sin antes dedicarme una mirada de ¿advertencia?

—Britt, ¿qué pretendes?—pregunta Emily, molesta—Sabes la tensión que hay entre nosotras. ¡Nos pegamos! Además, ¿estás loca? ¿Quieres que todo el mundo vea que eres su...? ¡Tiene novia, por Dios! Britt, ¿no te das cuenta?

—Ya basta, Emily, no vuelvas a hablarme así. Te lo repito una vez más: no te metas en mis asuntos. Yo sé lo que me hago, no necesito que me estés advirtiendo continuamente.

—Pero...

—Pero nada. Eres mi amiga, me puedes dar consejos, pero no te atrevas a cuestionar mi vida y mis actos; yo no lo hago con la tuya—la regaño dolida—Ella ha prometido mantenerse tranquila y será mejor que no la provoques o te las vas a ver conmigo.

—Te pierde estar con ella.

—Me gusta... Es superior a mí.

—Vamos, Emily, déjalo ya—interviene Mercedes, algo harta—Britt tiene razón, deja que haga lo que le apetezca. ¿Nos damos un baño?

Emily accede de mala gana y se marchan juntas.

El día empieza a despejarse en la piscina y el calor es asfixiante. Cuando me vuelvo, Santana está atrapada entre dos rubias, a las que ya aborrezco sin saber quiénes son. Por la expresión de Santana, tampoco parece que las conozca.

Decido intervenir.

Con una sonrisa en los labios, me abro paso entre las rubias y abrazo a Santana por la cintura. Ella se sorprende y yo la aprieto más.

—¿Pasa algo, cariño?—digo, acariciándole el pecho, melosa—¿Todo bien por aquí?

Su cuerpo se tensa bajo mi tacto, se le eriza la piel y sus carnosos labios vuelven a reprimir una sonrisa.

Mi corazón vuela.

—No —contesta una—, Sólo le preguntábamos la hora... a tu...

—Novia—termino la frase por ella—Bueno, pues son las cuatro. Que pasen buena tarde. ¡Hasta luego, guapas!

—¿Qué ha sido eso?—pregunta Santana, incómoda.

—Bueno, supongo que querías quitártelas de encima. Así que te he echado una mano.

—Eres incorregible—dice, dedicándome una sonrisa de medio lado.

—Me encanta sentirla tan cercana y encantadora—mis palabras no la alegran especialmente, se ha visto descubierta—Venga, vamos a disfrutar.


Sí, hoy es mi día.


La tarde transcurre tranquilamente, sin ningún altercado y la verdad es que con Santana me divierto mucho. El lugar es bonito, recogido y al aire libre y el ambiente me encanta. La piscina está rodeada de hamacas y hay una barra al fondo. En cuanto a Santana, a ratos la siento cercano y atenta, y otras veces lejos, aislada, sin dedicarme una sola palabra.

—¿Todo bien?—pregunto, tras más de media hora de mutismo—Antes estabas muy habladora y juguetona, ¿qué sucede?

—Nada. Voy por otra bebida.

—Tienes todas éstas sin acabar—le recuerdo—¿Manías?

—Quizá.


Al volver, se sienta a mi lado y me sonríe haciéndome estremecer. Jugamos un rato con las aplicaciones en su iPhone.

Ya no parece ensimismada, ni sola, ni triste.

El tiempo vuela y es hora de volver a casa. La pena me inunda, quiero estar más tiempo con ella.

—Ahora las veo, chicas—les digo a Emily y Mercedes.

Me voy con Santana para despedirla y, cuando llegamos al coche, se apoya seductoramente en él, atrayendo mi cuerpo hacia el suyo, aferrándome por la cintura.

Estar a su lado me hace desear más, un sentimiento que no es positivo para mí.

Suspiro.

—¿La veré luego, López?

—¿Quiere verme?

Se la ve seria, ¿qué estará pensando?

—Sabe que sí—respondo, apoyando las manos entre sus pechos.

—No, no lo sé, por eso he preguntado.

—Usted puede preguntar siempre lo que quiere, ¿por qué yo no puedo?

—Porque sus preguntas son profundas.

Me retira el cabello del hombro y me sube el escote con gesto posesivo, para que no muestre demasiado.

Me río.

—La veré más tarde, entonces—dice muy bajito, con voz muy sensual, acercando sus labios a los míos.

Instintivamente, enredo los dedos en su cabello y me acerco más a su cuerpo, anhelando el contacto. Sus manos aferran mi trasero.

Nos besamos con deseo, con pasión... con lujuria.

Con ganas de estar solas y podernos devorar como a nosotras tanto nos gusta. Su cuerpo clama sentir mi calor, un calor que yo ya asumo que es suyo y sólo suyo.

El beso no puede ser más apasionado y excitante, la situación y el lugar, los más inoportunos. Me retiro lentamente, tomando conciencia de ello.

—La veré luego, entonces—le doy un leve beso en la mejilla.

Se pone tan tiesa como sus pezones, que chochan con mis pechos.

—Lo he pasado muy bien, la tarde no habría sido lo mismo sin usted.

—Lo mismo digo. Cuidado al volver... Espéreme con ganas. Y, muy a mi pesar, lo hago.



Cuando suena el timbre de casa, me siento emocionada mientras voy a abrir. En efecto, es ella... Tras una larga y aburrida espera, durante la cual he hablado con mis padres, con Rachel, que me tiene preocupada, y me he reído con Noah, he agonizado contando los minutos.

Cuando abro la puerta, me quedo impresionada, no hay persona más guapa que ella. Lleva una camiseta ceñida color azul y unos pantalones blancos. Se le marcan los pechos, sexy y tremendamente atractiva.

¿Me acostumbraré alguna vez a tenerla?

—Hola—murmuro, echándome a un lado para dejarle paso.

Pero Santana no entra, da apenas un paso, cerrando luego la puerta tras de de sí, y me aprisiona contra la pared sin decir nada, dejándome aturdida y desconcertada.

—Se alegra de verme...—susurro.

—No puedo más—jadea, metiendo una mano debajo de mi camisa, para alcanzar mis pechos—No sabe las ganas que he tenido durante todo el día de hacerla mía, de unirme en usted hasta destrozarme. Odio que otras personas la miren—acaricia mi pezón, me lo pellizca—Me ha estado provocando mucho. La necesito.

—Yo también—gimo, al sentir cómo sus manos juguetean con mi pecho sin ninguna delicadeza—Tómeme ahora y quédese aquí conmigo. Hágamelo toda la noche.

No quería decir eso, pero mis labios me traicionan cuando estoy con ella. Sentir sus ganas de mí me hacen perder el control, y no puedo permitirlo. No debe saber el poder que a veces ejerce sobre mí.

—¿Quiere que me quede?—pregunta, buscando mi mirada—¿Lo quiere, Brittany?

—Por favor—suplico.

Fuera de sí, me saca las prendas con desesperación, una a una, y yo hago lo mismo con ella. Parecemos dos locas que no se han tocado en mucho tiempo, pero lo que ella me hace sentir no lo he sentido con nadie.

Me acaricia, me besa y recorre mi piel desnuda, casi adorándola... Pero yo quiero sorprenderla y, con un estremecimiento, apoyo las manos en la pared, ofreciéndole mi cuerpo.

—Tómelo, quiero que sea la primera.

No hacen falta más palabras. En un segundo, tengo a Santana detrás de mí, con sus caderas pegadas a mis trasero desnudo. Su respiración está alterada, la mía ha desaparecido.

—Sí, maldita sea. Quiero ser la primera.

—Me entregaré como pida...

Es una locura, pero lo haré.

—Cállese, cállese.

¿Seré capaz de hacer lo que le he ofrecido?

Ya lo estoy haciendo...

Me siento más pervertida que nunca, ya que yo misma la he incitado. Pero quiero experimentar todo lo que no he podido hasta ahora en el sexo y deseo que sea con Santana López.

—Le va a doler, aun así, no voy a detenerme a no ser que me lo pida.

Asiento con el corazón en la boca.

Ella no será tierna, pero no me importa.

Me inclina nuevamente, aferra mis caderas con fuerza y entonces siento su meñique en la abertura de mi trasero. Jadeo, vibro al advertir cómo juega, lubricándome... Hasta que deja de hacerlo.

—Brittany, pídame que me detenga, de lo contrario no sabré controlarme.

Pero no lo hago, la sensación de pinchazo, de escozor, no me gusta... me duele, pero quiero más. Puedo soportarlo, me entrego a su voluntad, a su necesidad, sin importarme la mía... Hasta que, tras sentirme invadida con dolor, me voy relajando, la voy aceptando.

Ya no me parece tan intrusa dentro de mí.

—Despacio... por favor.

Para mi sorpresa, lo hace. Muy lentamente, entra y sale. Embestidas pausadas y sosegadas, ayudándome a disfrutar, ella que gime, chilla y me muerde la espalda. Con su destreza habitual, desliza la mano libre por mi sexo para excitarme con movimientos circulares, logrando que experimente el placer que solamente ella puede proporcionarme.

—Muévase, Brittany, hágalo. Y, cuando obedezco, ambas nos perdemos.

Nos mecemos al compás de ese anhelo.

—Más, más —suplico arqueada, mostrándole la curva de mi espalda, que ella recorre con avidez—Me gusta... me gusta.

—Lo sé. Me va a matar.

Mientras, me acaricia, primero con un dedo y luego con otro, torturándome, volviéndome loca. Al mismo tiempo que cambia el meñique por el índice y con los mismos movimientos que sus otros dedos.

Voraz.

Se adentra y retrocede de forma vertiginosa, me llena, me hace pedazos y no sé controlar las emociones... Sus manos me deleitan y me desarman, logrando que, ambas alcancemos un espectacular orgasmo.

—N-No puedo más—grito, sacudiéndome, sintiendo cómo Santana se convulsiona mordiéndome el cuello, lamiéndome, al ritmo palpitante de nuestra erótica unión

—¿Qué me ha hecho...?

Apoyo la frente en la pared buscando la frialdad. Pero ella quiere verme y sale despacio. Noto una pequeña molestia, aunque soportable. La miro a la cara y entonces veo que se deja caer sobre mi hombro.

—No deja de sorprenderme, señorita Pierce.

—Usted tampoco.

No me refiero únicamente al sexo, quiero decir.

—Me deja agotada, me desborda.

—No me extraña, usted se entrega.

Al cabo de unos minutos, levanta la vista hacia mí. En sus labios brilla una hermosa sonrisa que hace que me vuelva a desintegrar. Espero saber qué lo divierte, pero no lo dice.

—Hable, ¿qué es lo que piensa, por una maldita vez?

—¿Realmente quiere saberlo?—me reta, acariciándome la cintura.

—Lo exijo.

—Estoy marcando cada parte de su piel, de su cuerpo. Soy afortunada. Sí, se entrega como otros muchos querrían tenerla, a su voluntad, pero no podrá ser—pasa su lengua por mi boca, recorriéndomela agresivamente—Mía, Brittany, y si otra persona le pone un dedo encima, no lo soportaré.

Trago sin saber qué decir, sus ojos no mienten y la furia destella en ellos.

—¿A qué se debe el silencio?—pregunta entonces—No me la juegue, no lo soportaría.

—¿Y eso por qué?

Sus manos recorren desesperadas mi rostro, mi cabello, con tanta intensidad que casi me quema.

—Porque me pertenece, ¿entendido?

—Y usted a mí, ¿entendido?

Sin duda y espero que lo tenga claro.

Luego enreda las manos en mi pelo y busca desesperada que la bese, que me rinda. Yo lo hago sin objeciones, porque, de momento, sí soy suya.

Al apartarnos, me apoyo en la pared y le sonrío... Ella niega con la cabeza y sonríe también.

—¿Le apetece cenar conmigo?

Satisfecha, feliz, me atrevo a proponérselo.

—¿Quiere?

Nos disponemos a buscar nuestra ropa, toda mezclada en el suelo. Y, mirándonos la una a la otra, nos vestimos y aseamos, pero al acabar, no lo soporto más.

—¿H-Ha cenado ya con ella?

«Bocazas.»

—He preparado pasta...

—No, Brittany, no he cenado con Elaine. No la he vuelto a ver desde la fiesta, aunque sí me ha llamado por teléfono. Cosa que a usted no debería importarle mientras yo cumpla mi palabra.

«Cállate, cállate», me digo.

Pero ¡no puedo!

—¿Qué quería?

—¿Perdón?

—Ya vuelve a estar borde—le reprocho, dándole la espalda y entrando en la cocina—Odio esos altibajos.

—Siempre soy así.

—Hoy no—la contradigo, sirviendo la cena—Hoy ha estado más amable de lo habitual y ahora acaba de cambiar.

—No se acostumbre entonces—me advierte, cogiéndome del brazo para que me vuelva.

—Sus cambios de humor son sorprendentes. Sí y no... A saber qué será dentro de diez minutos.

—Elaine quería saber de mí, de ahí la llamada.

Y de nuevo me pilla con la guardia baja al prestarse a dar explicaciones.

—Kitty me pidió que hablara con ella. Las dos se quieren mucho y se llevan muy bien.

«Ya pude verlo, esa Barbie es idiota.»

—No podía negarme—se excusa—Kitty es especial para mí.

—No le he pedido que lo haga.

—¿Está molesta?—insiste persuasiva—Brittany.

—No tengo por qué.

Llevo a la mesa vasos, platos y un poco de vino. Cuando ya lo tengo todo listo, la invito a sentarse frente a mí o a mi lado. Prefiere hacerlo frente a mí.

—Quiero que sepa que mañana me marcho de viaje—dice.

—¿Mañana?—repito.

—Sí, es un viaje de negocios. Por eso me he ido hoy antes de que usted se despertara, tenía cosas que hacer. Voy con Finn, mi socio que trabaja aquí en Málaga, y con Sam... Debo ocuparme de unos asuntos en Nueva York.

Un sentimiento de tristeza se clava en mi pecho; ya la extraño, ya me asusta su partida.

—¿Cuántos días serán?

Confusa, hace una mueca.

—Lo pregunto por curiosidad.

—Sí, ya me he dado cuenta de que es usted muy curiosa.

Disimulando la pena, le saco la lengua.

—¿Siempre ha sido tan alegre?

Vaya pregunta...

—Siempre he tenido motivos para serlo, sí.

—No siempre. Hábleme de ella.

¿De ella?

—No le entiendo.

—Sabe perfectamente a quién me refiero.

—¿Amy?

Santana dice que sí con la cabeza, apretando el tenedor entre los dedos.

—Nos conocimos de muy pequeñas—empiezo—, Y siempre fuimos muy amigas. Estudiábamos juntas y un día decidimos intentarlo... Cuatro años perdidos, en los que no conseguí enamorarme y que me hicieron creer que el sexo era una maldita mierda.

No sé para qué me pide que hable, porque, tras mis palabras, parece angustiada. Se lleva las manos a las sienes, masajeándoselas. Ha dejado de comer y yo tampoco tengo ya apetito.

—Usted, en cambio, parece que nunca haya tenido motivos para ser feliz.

—No muchos. Brittany, pero no empiece con las preguntas, por favor. No ahora.

Tomo aire y lo suelto despacio.

—¿Por qué no? Siempre que usted me pregunta, espera que yo responda; de hecho, lo acabo de hacer. Creo que tengo derecho a saber algo de la vida de la persona que se mete en mi cama, ¿no?

Santana no responde y, con desgana, sigue comiendo. Yo, intuyendo que no voy a conseguir nada, la imito. Tras un largo e incómodo silencio, suspira y dice:

—A los doce años, mi mamá biológica me abandonó. Vivía en un pueblo pequeño, cerca de Nueva York, donde todo el mundo se conocía. Ella era joven y un día conoció a un español que la volvió loca. Cuando llevaban un año de relación, se quedó embarazada de mí.

Por primera vez la veo vulnerable y no me gusta.

—Cuando él supo la noticia, a los cuatro meses, la abandonó. Mi mamá lo esperó y esperó, pero nunca regresó. Al parecer, desde que nací fui una carga para ella y una gran mancha para su reputación. Me soportó hasta que tuve doce años... pero una madrugada, sin previo aviso, se marchó y nunca volvió. Mi condición de bastarda y la suya de extraviada ante los ojos de la gente pesaron más que tenerme a su lado... O es lo que supongo. Apenas sé nada de su vida, este relato y poco más.

Me duele su tristeza, su experiencia.

¿Cómo una mujer puede abandonar a un hijo por semejante razón?

Ahora entiendo su amargura, sus miedos y su forma de desconfiar de las personas.

Durante los doce primeros años de vida, tuvo a su lado a una mamá que no la quiso, que la despreció. Santana tuvo una vida dura y de ahí su forma de ser tan inestable.

Cuando creo que ya no va a decir nada más, me sorprende continuando:

—Los doce años con ella fueron muy duros. Hacía como si yo no existiera. Sólo obtenía su apoyo a la hora de estudiar, eso le parecía importante. Nunca faltaba al colegio y nunca carecía de lo necesario para mi educación. Con el tiempo entendí el porqué. Mi mamá siempre supo que se iría y quería dejarme preparada para ello. Teniendo estudios, el futuro podía ser menos oscuro, o eso debió de pensar—su mirada, dura y melancólica, vuelve a mí—Creo que es suficiente. Ya sabe más que de sobra de mi vida, de mi pasado.

—Quisiera saber...

—Brittany.

—Es importante—imploro, rozándole el dorso de la mano con los dedos—Por favor.

—Pregunte.

—¿Por qué se destroza los nudillos cuando se enfada? ¿Salgado es el apellido de...?

Duda un momento, pero luego dice:

—Dar puñetazos es la única vía de escape que encontré cuando ella se fue. Fue la única forma en que conseguía soltar la rabia que sentía por lo que me había hecho. Desde aquella mañana, se convirtió en una práctica habitual para mí... Sólo así consigo aliviar mi dolor o tranquilizarme. Es mi terapia de relajación, con la que busco escupir el veneno que me mata.

Deja el tenedor, desganada. No se ha comido ni una cuarta parte del plato.

—Salgado es el apellido del desgraciado de mi papá biológico... Se lo puse a mis empresas para no olvidarme nunca de lo que me hizo, para odiarlo hasta que consiga mi propósito. Algún día espero encontrarme con él y ese encuentro será el final de un largo camino de venganza y dolor.

Con el corazón encogido por su calvario, me levanto y la cojo de la mano. Ella me escruta, extrañada, pero aun así me acompaña.

—Esta noche quiero dormir con usted. Quiero aliviar su pena, su dolor. Quiero consolarla hasta que amanezca.

—No quiero su compasión.

—Eso no es lo que siento por usted.

Le acaricio la mejilla, los labios, el pecho por encima del corazón. Mis dedos tiemblan, ella me agarra del cabello con fuerza y, echándome la cabeza hacia atrás, me obliga a mirarla.

—¿Qué es, entonces?

—Déjeme demostrárselo.

Nerviosa, la conduzco a mi habitación y ahí ya no tengo reservas. Hago que se siente en la cama y yo me siento también. Deslizo los dedos por sus pechos, por su vientre y apoyo la cabeza sobre él.

Me parece que la conozco desde hace mucho tiempo.

—Túmbese cómoda—le pido tímidamente, empujándole el torso—Voy a complacerla.

Pero Santana parece paralizada, compungida y termino empujándola con más fuerza, deseosa de borrar su dolor, sin acostumbrarme a la impresión que me produce su hermosura.

—Desnúdese para mí, Brittany.

De espaldas, la obedezco con actitud coqueta, atrevida. Muevo las caderas, provocando su deseo.

—Su cuerpo es exquisito, Brittany.

—Cállese, me desarma y no pienso con cordura.

Y, sin decir nada más, me pongo de cara a ella, temblando al reparar en cómo me mira. Me coloco a horcajadas sobre su cuerpo y la penetro mientras ella hace lo mismo. Estoy desesperada por besarla, pero lo tengo prohibido.

Ella escupe su rabia, su desolación penetrándome con tanta dureza que creo que voy a romperme... y yo a ella igual…

La noche se vuelve tórrida, apasionada.

Tan pronto acorralada contra la pared, como entrelazadas en el suelo, hasta que terminamos nuevamente en la cama.

—Dios, Brittany—exclama, regalándome un efusivo beso, otro de los que me niega cuando estamos unidas—Puede usted conmigo.

Al apartarnos, dejándome llevar por lo agotada y satisfecha que estoy tras el sexo salvaje, me dejo caer sobre su pecho y me duermo... feliz.

—Gracias, señorita Pierce.

«Me tienes loca.»


Al notar unas leves caricias en la mejilla, abro los ojos aún adormilada y ahí está ella, inclinada sobre mí. Me quedo muda, sin saber qué decir, sobrepasada.

¿De dónde sale esta ternura?

—Tengo que marcharme.

—¿Qué hora es?—pregunto abrumada.

—Las cinco de la madrugada—susurra muy bajito.

Me parece verla inquieta y ¿triste?

No puedo saberlo.

¿Por qué no me deja ver sus emociones?

—¿Está bien?

Afirma con la cabeza, impresionada por lo extraño que está siendo todo hoy, incluso ella. Y cuando pienso que ya no puede suceder nada más insólito, Santana se acerca a mí y roza sus labios con los míos. Esta vez me besa con calma y dulzura. Invadida por algo que no sé explicar, la atraigo hacia mí por la nuca y la pruebo, la abrazo.

Es un beso cálido y excitante.

Su lengua me embiste con delicadeza, más que con urgencia, y sus labios buscan el calor de los míos.

¿Qué está pasando?

No puedo averiguarlo, porque se retira de golpe, con una mirada tierna y sincera, emocionándome al verla tan transparente conmigo.

—La voy a extrañar, López—reconozco temblorosa—No tarde en volver.

Sorprendida, me contempla con detenimiento y un segundo después, me sonríe.

—Nos vemos pronto, señorita Pierce—musita, acariciándome la mejilla, antes de levantarse y marcharse.



*****************************************************************************************************************

Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo!

Avisen si conocen a alguien del foro del cambio! Saludos =D
23l1
23l1
-*-*-*
-*-*-*

Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana

Mensaje por Susii Dom Oct 04, 2015 7:47 am

Ya va desapareciendo esa mascara que tiene:D
No soporto a Emily D: que metiche es>:c
Susii
Susii
********-*-
********-*-

Femenino Mensajes : 902
Fecha de inscripción : 06/01/2015
Edad : 25
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana

Mensaje por micky morales Dom Oct 04, 2015 9:05 am

pobre santana, estoy segura que brittany lograra bajar esas barreras y en el proceso espero que se enamoren irremediablemente, aunque pienso que ya santana esta sintiendo otra cosa, en cuanto a emily, podria irse a acampar al himalaya, no creo que nadie la extrañaria, hasta pronto!!!!
micky morales
micky morales
-*-*-*-*
-*-*-*-*

Femenino Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Club Achele

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana

Mensaje por 23l1 Dom Oct 04, 2015 7:36 pm

Susii escribió:Ya va desapareciendo esa mascara que tiene:D
No soporto a Emily D: que metiche es>:c


Hola, jajaajaj esk con britt al lado como no¿? ajajjaaj. Aii!! gente q no entiende no¿? jajaja. Saludos =D




micky morales escribió:pobre santana, estoy segura que brittany lograra bajar esas barreras y en el proceso espero que se enamoren irremediablemente, aunque pienso que ya santana esta sintiendo otra cosa, en cuanto a emily, podria irse a acampar al himalaya, no creo que nadie la extrañaria, hasta pronto!!!!



Hola, jajaaj yo también lo pienso y quiero jajajajajaaj. Jajajajajajajaaj xD ajajjaajajajaja es poco porfiada no¿? ajajajaja. Saludos =D


23l1
23l1
-*-*-*
-*-*-*

Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 1-Tiéntame (Adaptada) Cap 9

Mensaje por 23l1 Dom Oct 04, 2015 7:38 pm

Capitulo 9 – Te he Extrañado.

Esta vez, cuando me despierto son las seis de la mañana. Tengo que prepararme para un nuevo día en casa de los López, pero hoy no me ilusiona especialmente ir ahí, cuando sé que ella no estará.

No hay diversión, la adrenalina se disipa.


En la cama se está muy bien y demasiado cómoda para salir sin apenas haber descansado, más aún al recordar lo que ha sucedido horas antes en este mismo lugar.

Su ternura y su cálida mirada todavía me tienen desconcertada, anonadada.

Soy consciente de lo mucho que esta mujer me gusta y, aunque no es bueno para mí, no puedo dejarla, no quiero dejarla... Me siento más unida a ella tras la explicación sobre lo de su mamá y deseo mantener la conexión que hemos conseguido, aunque sus sentimientos y los míos no se correspondan. Reconozco que aún me duele que, después de terminar el sexo, se marchara de la cama...

¿Por qué ahora eso me parece una actitud tan fría y distante?

Estoy demasiado confusa.

Tal vez su partida me ayude a ir recuperando mi tiempo, mi estabilidad.

Con pereza, me levanto y voy hacia la ducha arrastrando los pies. El agotamiento y el desánimo hacen mella en mí. Santana se va unos días, pero cuando yo me vaya, lo haré para siempre, por tanto, no puedo permitir que la tristeza me consuma.

Tras una relajante ducha, me pongo el uniforme y me dispongo a desayunar... En la mesa hay una nota y un sobre... Mi corazón vuelve a vibrar emocionado, es de ella.


Brittany, aquí le dejo algo de dinero. Supongo que aún no habrá cobrado el cheque y no me gustaría que se fuera en autobús, estará sin fuerzas. Tome un taxi que la lleve a mi casa... No se porte mal y, sobre todo, no olvide de quién es y a quién pertenece. Estaba hermosa cuando la he dejado.

Atentamente: Santana López.



Y de nuevo quiero gritar y golpearla... también besarla.

¡Que le pertenezco!

¡Que estoy hermosa!

Dos palabras totalmente diferentes, cada una con un efecto opuesto en mí...

Luego el detalle del dinero, el maldito cheque está guardado en un cajón, esperando el día de mi marcha para devolvérselo y terminar con el pacto.

Decido tomar un café que me despeje la cabeza.

Pensar en ella siempre me lleva a lo mismo...

Cuando ya he acabado y estoy a punto de salir de casa, suena mi móvil.

—Hola, Rach.

—¿Dónde estás?

—A punto de salir de casa, no te preocupes que llego a tiempo. Hoy voy a coger un taxi.

—Britt
—suspira y entonces adivino que va a disculparse—, Lamento lo de ayer, la media bronca que te eché por teléfono. Pero no saber de ti desde el sábado en la fiesta me tenía inquieta.

—Rach, ambas sabemos que es porque crees que estuve con Emily.

—Y fue así, ¿no? El sábado por la noche, Santana López me dijo que te estaba buscando. Yo misma le dije dónde estabas.


Suspiro, ¿cómo decirle que va descaminada?

Si para ella estar con Emily es malo, ¡qué dirá de Santana!

—Rach, te voy a decir una cosa: no estuve con Emily, pero si hubiera estado, no sería asunto tuyo. Por favor, deja de tratarme como si aún fuera una niña. Yo no interfiero en tu vida... Como amigas nos podemos dar consejos, pero no órdenes.

—Lo sé. Sólo pretendo protegerte, no quiero que te hagan daño. Se pasa muy mal, Britt, ten cuidado con las personas a posible pareja, por favor.

—Que sí, nos vemos ahora y olvidemos el tema.


Hora de trabajar, en una casa vacía... sin ella.


Alrededor de las siete de la tarde, ya estoy hecha polvo. He servido el desayuno, el almuerzo y la merienda. He doblado la colada y hecho la compra. Sólo me queda servir la cena, pero ya no puedo más con el día que he tenido.

¡Todo es tan aburrido...!

La extraño.

¡Mierda, sí!

Demasiado...

—Qué callada estás—comenta Melissa.

—Tú qué sabrás. No me conoces de nada.

—Para mí desgracia, tu hermano habla mucho de ti. Dice que nunca callas. Brittany, no sé por qué motivo no te gusto, pero tú tampoco eres santo de mi devoción. No entiendo a qué viene tu actitud conmigo. ¿Qué te he hecho?

Qué cínica.

—Mira, Melissa, como bien has dicho, no me caes en gracia. Así que céntrate en tu trabajo que yo lo haré en el mío.

Cuando Melissa se dispone a recoger, llega Rachel.

—Britt, llevo un buen rato buscándote, ¿dónde estabas?

Doblando la ropa de Santana, sentada en su cama... Sí, me he entretenido arreglando su habitación y sus cosas, suspirando por ella.

—Con la colada, ¿para qué me buscabas?

—¡Te han llamado de la universidad! ¡Por fin vas a hacer el máster!

Emocionada, doy un brinco y me lanzo a sus brazos.

—Empiezan en octubre. Así que ve poniéndote las pilas, que ya estamos a 20 de junio. Aprovecha los ratos libres.

Sonrío emocionada, hasta que recuerdo lo que significará partir: alejarme de Santana.

—¿Estás bien?

—Er... sí, ya sabes, la alegría—contesto, forzada—Voy a llamar a Noah, seguro que se pondrá muy contento.

—Contento ya lo está—interviene Melissa—El fin de semana ha sido muy productivo.

—¡Déjame en paz! —le grito a la chica y me marcho a mi habitación para hacer la llamada.

Mi hermano merece saberlo.

—¿Hola?

—Hola, pequeña, ¿cómo estás?

—Tengo una noticia, musculitos, ¡este año haré el máster!

—Ésta es mi chica
—exclama con orgullo—Esta noche te invito a cenar, mereces una recompensa.

—Hecho.



A las diez y media me encuentro con él en su casa; es un cocinero estupendo y ha preparado una lasaña de carne para chuparse los dedos. Al terminar, hacemos como cuando éramos pequeños, nos tumbamos juntos en el sofá y hacemos zapping.

—Te veo contenta con los López, no me lo esperaba.

—No es el trabajo que hubiera elegido, pero dadas las circunstancias y la pasta que se gana, no está mal—respondo, acercándole el cuenco de las palomitas—Emma y William son estupendos.

—¿Y las hijos, bien?

—Las sobrellevo... su carácter es lo más complicado.

Cariñoso, me abraza contra su pecho y me besa la frente, mimándome como necesito en un día tan asqueroso como éste.

—Te veo diferente, pequeña. Espero que no tenga nada que ver con el amor—me susurra contra el cabello—No quiero que te hagan daño y eres demasiado pura e inocente.

¿Inocente y pura?

—No soy una niña, Noah.

—Bueno tienes cara de serlo y la alegría que desprendes es muy atractiva. Prométeme que tendrás cuidado—me pide preocupado—Sé cauta con los hombres y las mujeres.

—Lo tengo, y no me vengas tú con ésas después de liarte con Melissa. Es insoportable.

Se ríe con ganas, mientras cambia de canal.

—Sexo es lo único que quiero con ella.

—¿Y con otra?—pregunto, alejándome para verlo.

Su expresión me lo aclara todo. Sus ojos verdes están apagados, su semblante triste.

—¿Quién es?

—No sé de qué hablas.

—¿La conozco?

Niega con la cabeza, echándose hacia atrás e ignorando mis palabras.

—Noah, ¿qué pasa?

—Estás divagando. Vamos, que te llevo de vuelta con los López.

—Lo averiguaré.



El martes, miércoles, jueves y hoy viernes son los días más horribles desde que estoy en casa de los López. Estoy deseando que llegue el sábado por la noche para salir huyendo y refugiarme en la soledad de mi habitación.

—Aquí tienen el té, señores—se lo sirvo a Emma y William, antes de que empiecen su rutina de la tarde—Me retiro.

—Gracias, Brittany.

Cuando ya estoy en la puerta de salida, el teléfono suena y Emma me pide que conteste. Ellos continúan con su conversación.

—Casa de los López, ¿dígame?

—Señorita Pierce
—la oigo respirar y quiero morirme.

¡Es ella!

Tantos días sin tener noticias suyas, sin verla, sin poder tocarla.

—¿Brittany?

—Sí
—logro articular.

Suspira y yo lo hago con ella dejando que un extraño silencio se apodere de nosotras. Hasta que Santana, lo rompe:

—Quiero que me escuche con atención. Si hay alguien en la sala, diga que se han confundido y, por favor, llámeme ahora mismo a mi teléfono con su móvil. Yo no tengo su número, no dispongo de forma de localizarla. ¿Me ha entendido?

—Sí.

—No se entretenga.

—Lo siento, se ha equivocado.


William y Emma me miran expectantes.

¡Qué nervios!

—Se han equivocado—les digo.

Ambos asienten sin darle importancia y yo, como puedo, salgo de la sala.

Santana no ha llamado durante su ausencia, no habla con su familia, pero en cambio sí lo ha hecho para saber de mí. Deseo tanto oír su voz, que corro hasta que el pecho me quema.

Cuando llego a mi habitación, estoy sin resuello y, nerviosa, marco su número.

—Soy yo—digo cuando descuelga.

—Hola—su voz suena tremendamente sensual, calmada—¿Cómo está?

—Bien, trabajando.

—Me dijo que me extrañaría; sin embargo, no me ha llamado.


¿Llamarla?

¡Tengo miedo de hacerlo!

Nunca sé qué espera de mí o qué no. Si yo le gusto o si es únicamente mi cuerpo lo que le atrae. A mí su personalidad me va arrebatando.

—Con usted nunca sé qué hacer—reconozco con tristeza—Pero sí, la extraño.

—Brittany
—suspira al nombrarme—Tengo ganas de verla. Aquí los días son largos y aburridos. Ya quiero estar de vuelta.

Las primeras lágrimas se deslizan por mis mejillas.

—¿Sigue ahí?

—Sí
—digo con la voz rota.

—¿Se encuentra bien?

Más lágrimas.

—Sí.

—Cuénteme, qué ha estado haciendo.

—Lo de siempre
—susurro, enjugándome las lágrimas—¿Qué tal le va a usted?

—No muy bien. No encuentro lo que quiero, tampoco sé lo que busco.


El corazón me late frenéticamente.

¿Qué busca, mujeres?

—No le entiendo.

Otro largo suspiro.

—Tengo que preparar un reportaje fotográfico para una empresa muy importante. No tengo idea de qué clase de montaje hacer, tampoco encuentro a la modelo adecuada. La verdad, no sé qué estoy buscando—confiesa frustrada.

Modelos, modelos, modelos.

Santana está rodeado de millones de mujeres...

¡Mierda, sí!

Me muero de celos.

—Ah... ¿Qué hacen los otros...?

Más suspiros extraños.

—En realidad, nada. Se pasan el día de fiesta, siento que estoy perdiendo el tiempo—contesta aburrida—El reportaje sólo se verá aquí, en Nueva
York, aunque es para un empresario español. He hablado con él y dice que lo deja en mis manos. Quieren algo sexy y distinto, ¿qué sugiere?


Santana se ríe, yo me río también, como una boba. Hablamos como dos amigas, un paso más...

—Mmm... a ver—ronroneo pensativa—Algo sexy y diferente: ¿la chica de servicio?

—¿Cómo?


Una más de mis locuras.

—Una chica que trabaje en el servicio doméstico, con un traje muy sexy y llamativo. Creo que sería un reportaje distinto y muy atrevido. Que Sam o tu socio busquen a una modelo guapa y listo—enfatizo esto último.

Calla, medita.

—¿Tan mala ha sido la idea?—pregunto divertida.

—Es perfecta.

—¿Qué?

—Sí, podría funcionar. Nunca hemos lanzado un reportaje así.

—¿Y... cuándo volverá?

—Cuando tenga a la modelo.


Está tranquila, su voz desprende mucha calidez.

—¡Yo misma!—bromeo.

—¿Usted? ¿Le gustaría?

«Por tenerte pronto de vuelta, lo que sea...», quiero decirle.

—Una nueva experiencia, ¿por qué no? Sabe que me encanta experimentar. Sería emocionante, sí—me burlo de nuevo—¿Sigue ahí?

No responde, transcurren unos instantes en los que no dice nada. Espero, asumiendo que es uno de sus cambios de humor, dándole el espacio que necesita.

—Brittany, quiero que haga algo ahora mismo.

Por ella iría a Nueva York si me lo pidiera.

—Vaya a mi habitación y entre por el pasadizo hasta mi despacho. Ahí, como sabe, hay varios ordenadores, coja uno y lléveselo a su habitación sin que nadie la descubra. Quiero verla ahora mismo.

Dios mío.

—¿A-Ahora? Aún no he terminado.

—No tarde entonces, sabe que no soy una persona paciente.


A estas alturas, yo tampoco lo soy.

—Espéreme. Voy a darle una excusa a Rach.

Salto de alegría por compartir el mismo sentimiento de querer vernos, de hablarnos. Sé que todo es pasajero, yo soy una chica de servicio doméstico, ella mi jefe y tiene novia...

¡Maldita sea, un día volverá a tocarla!

El pensamiento me resulta insoportable y me hace plantearme si debo huir antes de que esto siga avanzando. De momento, tengo la situación controlada.

El amor no llega de un día para otro y, antes de que eso suceda, yo ya me habré marchado.

Dejo de pensar y llamo a Rachel para decirle que debo ausentarme unos minutos, pero al volver a llamar a Santana, ésta no me responde.

¿Y ahora qué?

Me pide que lo haga, pero luego me deja tirada.

Decepcionada y dolida, me siento sobre la cama. Un segundo más tarde me devuelve la llamada.

—Un momento—me pide.

Para mi sorpresa, oigo por qué necesita tiempo.

—¿Qué quieres, Finn?

—Sam y yo vamos a tomar algo, ¿te vienes? Sal un poco de la habitación.

—No puedo, tengo cosas que hacer
—replica ella—Dejadme en paz, debo atender una urgencia.

—¿Te llama de nuevo Elaine? No le hagas caso, es una pesada y...

—¡Vete!
—grita furiosa, asustándome—Maldita sea, Finn, sal ahora mismo.

Oigo cómo toma aire, supongo que intentando relajarse, y decido intervenir.

—Dígame, ¿qué hago?

Mientras lo digo estoy temblando.

No sé qué me dirá ni por qué está furiosa.

¿Soy una urgencia para ella?

Después de cinco largos días, volveremos a vernos y quiero entregarme entera a su voluntad.

Sentada en la cama frente al portátil, espero que su imagen se proyecte. Finalmente, reprimo un grito de felicidad cuando aparece en la pantalla.

La anhelo a mi lado.

Sigue estando muy guapa.

—Hola—sonrío saludando.

Se la ve agotada, intuyo que no duerme, empiezo a pensar que tiene insomnio. Está seria y distante como siempre, pero percibo algo diferente.

—Se la ve cansada.

—Sólo un poco. Usted tampoco tiene buena cara.

Afirma con pesar, señalando con el dedo.

—¿Ha cerrado la puerta con el pestillo?

—Claro.

—Por favor, desnúdese.

—¿P-Para qué?—pregunto sobresaltada.

Me observa con una media sonrisa.

—¿Usted qué cree?

—No, no, señorita López—niego juguetona—Yo no me presto a ese juego.

—Brittany.

Soy mala, perversa y quiero torturarla.

Con descaro, me tumbo boca abajo, ofreciéndole una magnífica perspectiva de mi escote y, en esa postura, balanceo las piernas arriba y abajo, haciendo que mis nalgas queden expuestas.

—Brittany, por favor, tenga piedad—me está suplicando y yo me derrito—Quiero verla desnuda ahora mismo, por favor.

—Sólo conseguirá aumentar su agonía. Usted está lejos, no me va a poder tocar. ¿De qué le va a servir?

—Me aliviará. Quiero que se toque para mí.

Madre mía, ¿qué dice?

—Brittany, se lo estoy pidiendo por favor, ¿no ve lo necesitada que estoy?

Con manos temblorosas, me coloco de rodillas frente al portátil. Se tensa y yo le sonrío con timidez. La deleito con un sensual movimiento, mientras voy lanzando las prendas.

No sé resistirme, me controla en cuanto quiere.

—¡Cómo quisiera desnudarla yo! Su cuerpo me tortura noche y día.

«Su cuerpo...»

¿Sólo mi cuerpo?

¿Cómo decirle que eso no es lo único que yo extraño de ella?

Que echo de menos sus broncas, sus cambios de personalidad, su sonrisa, sus hoyuelos... Esos que me regaló el domingo, cuando se comportó con tanta despreocupación.

—Es un pecado.

La contemplo tras su escritorio, privándome de su figura.

¿Ahora qué?

—Túmbese hacia atrás y abra las piernas. Luego tóquese despacio.

Me resulta difícil controlar los nervios; nunca he hecho algo así. Sin embargo, ella es mi estímulo y, cohibida, obedezco. Abro las piernas y llevo mi mano derecha hasta mi sexo. No puedo evitar gemir imaginando que es ella quien me toca y luego me embiste hasta hacerme daño.

—Dígame qué piensa.

—En usted—confieso entre gemidos y rozo mi clítoris en círculos.

Es extraño y excitante y su mirada me enciende.

—Pienso que es usted el que me está tocando para luego hacerme suya...

—Brittany, qué tortura...

Busco su imagen y ya sus manos han desaparecido bajo la mesa; se toca y yo tiemblo. Ansío acariciarla, y me asusta mi ansiedad por aliviar su frustración.

—Pellízcate los pechos, por favor.

Consumida por la lujuria, por el morbo creado, me pellizco los pezones y no ceso en mis caricias. La presión va en aumento, son muchos días sin verla.

—Quisiera tenerla aquí. Quisiera tocarla, me hace falta.

A través de la pantalla, me pierdo en el oscuro de sus ojos.

¿Me necesita, es posible?

—Yo también, Brittany.

La habitación da vueltas.

Ella también ¿qué?

¿Quiere tenerme ahí?

¿Quiere tocarme?

Quiero que me eche de menos como yo a ella.

—Introdúzcase un dedo y acabe con esta agonía.

Y así lo hago, me meto un dedo y luego otro. El placer de tocarme, el de complacerla y su necesidad de mí es tan intenso que no soporto más... No, no puedo al advertir cómo ella está estallando frente a mí y...

—Santana...

Me desplomo rota en mil pedazos, por y para ella.

Sollozo, gimo, ardo.

Un día más, aun en la distancia, terminamos igual. Sexo, que ahora me sabe a poco. Jadeante, observo la fría pantalla. Sonrío al verla complacida... subiéndose el pantalón y las bragas.

—Señorita Pierce, no tengo más tiempo. Dentro de unos días nos veremos.

—Pero...

—Adiós.

Tras ese intenso episodio, Santana desaparece sin más... Y yo la odio, quiero llorar por utilizarme como lo ha hecho.

¡La echo tanto en falta y ella me usa y me tira!

—¡Cerda!



El resto del día estoy hundida, abatida.


A las once de la noche entro en mi habitación y me asaltan las imágenes de lo vivido horas atrás. Sigue sin llamarme, sin disculparse...

¿Qué puedo esperar de ella?

A dormir, mañana será otro día y espero que mejor.


Me despierto sobresaltada al sentir que algo aprisiona mi cuerpo. Intento moverme, pero sin conseguirlo. Un instante después me abren las piernas.

Asustada, me despejo del todo...

Tengo una persona encima de mí, con la cara enterrada en mi cuello. Voy a gritar despavorida, pero su mano me tapa la boca... Un momento, esa mano... No, no puede ser.

—Chis, soy yo, soy yo.

Su aliento en mi cuello. Gimo y me abrazo con ímpetu a su cuerpo. Santana está aquí, de vuelta entre mis brazos.

—Siento haberla asustado, perdóneme.

Su voz es un susurro, afectuosa; me abrasa.

—Está aquí, ha vuelto.

Le acaricio el pelo, que se desliza suave entre mis dedos. La mimo, le digo con gestos lo que no soy capaz de expresar con palabras. Santana también se acurruca contra mí y me abraza, desconcertándome.

Hay ternura, sentimiento en ella.

Puedo notar su respiración en mi garganta, su emoción al verme.

—¿Qué hace aquí? ¿Qué hora es?

—Las siete de la mañana—responde, depositando un reguero de besos en la base de mi escote.

Gimo, la habitación da vueltas.

—Ya nada me retenía ahí. Tengo todo lo que necesito para el proyecto, pero supongo que ahora no es momento de hablar de ello, ¿verdad?

—No—musito, rodeándole la cintura con las piernas—En apenas una hora empiezo la jornada, pero necesito sentirla, abráceme.

Santana levanta la mirada hacia mí y el corazón se me desboca.

Se la ve angustiada y aturdida, ¿por qué?

—Le he hecho creer que tenía que irme y la he dejado plantada después de hacerla tocarse para mí. Pero usted no me echa ninguna bronca, no me hace ningún reproche. ¿Por qué siempre me recibe así?—pregunta, rozando mi mejilla con los labios—Soy brusca, fría y distante con usted. Sin embargo, en todo momento me acoge con una sonrisa, nunca pide nada a cambio. Dígame por qué.

—No lo sé, no pregunte... estoy confusa.

Temblando, acuno su rostro entre mis manos y, con dulzura, uno mis labios a los suyos. Rozo su contorno, tiento su lengua. Y ella me besa de una forma sensible y delicada, tan llena de afecto que una lágrima rueda por mi mejilla.

Mi corazón, asustado, me grita que me aleje, que huya de ella antes de que sea demasiado tarde.

Con pesar, admito que ya lo es.

—La he extrañado—digo.

Ella asiente, apoyando su frente contra la mía.

—¿Qué busca?

—Sexo no, hoy no.

—¿No habrá...?

Me aferro a su cuerpo, a su cabello, a su espalda sin permitirle retroceder, temo que en cualquier instante se rompa la magia.

—No puedo más—gruñe ella, suplicante—No puedo más.

—¿Qué quiere decir?

—Dígale a Rachel que se encuentra mal—murmura, descansando la cabeza en mi pecho— Necesito dormir un poco y quiero hacerlo con usted.

Le masajeo la cabeza, la beso. La rodeo con los brazos y la envuelvo con cada uno de mis sentidos.

Hoy me da miedo todo, temo perderla.

—Llámela—implora de nuevo—, Quédese, por favor.

—¿Por qué?

—Porque la necesito.

Atraviesa mis barreras, las derriba de una forma que yo no esperaba.

Me estoy perdiendo en ella, en su piel...

No es sólo sexo, voy más allá... empiezo a quererla.

—A-Aquí estaré.




***************************************************************************************************************

Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo!

Avisen si conocen a alguien del foro del cambio! Saludos =D
23l1
23l1
-*-*-*
-*-*-*

Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana

Mensaje por Susii Dom Oct 04, 2015 9:37 pm

Aww San anda mimosa:3 de a poquito van sintiendo algo... que bello:')
Susii
Susii
********-*-
********-*-

Femenino Mensajes : 902
Fecha de inscripción : 06/01/2015
Edad : 25
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana

Mensaje por micky morales Dom Oct 04, 2015 10:23 pm

mas linda santana!!!!! como no enamorarse de ella?
micky morales
micky morales
-*-*-*-*
-*-*-*-*

Femenino Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Club Achele

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana

Mensaje por Lucy LP Dom Oct 04, 2015 11:07 pm

Con todo y su cambios de humor san es linda una pregunta donde se puede encontrar una chica de servicio tan eficiente como Britt jajaja saludos chica del EFECTO
Lucy LP
Lucy LP
****
****

Mensajes : 168
Fecha de inscripción : 01/07/2015
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana

Mensaje por 23l1 Dom Oct 04, 2015 11:15 pm

Susii escribió:Aww San anda mimosa:3 de a poquito van sintiendo algo... que bello:')


Hola, jajajaja xD esk es imposible que se resistan la una a la otra jajajajajaaj. Que bueno que te guste. Saludos =D




micky morales escribió:mas linda santana!!!!! como no enamorarse de ella?


Hola, o no¿?! ajajajajajajaj noseeee es lo mismo que me pregunto yo! jajajjaajaj. Saludos =D




Lucy LP escribió:Con todo y su cambios de humor san es linda una pregunta donde se puede encontrar una chica de servicio tan eficiente como Britt jajaja saludos chica del EFECTO


Hola, jajaajj si pienso igual! Uuuu interesante pregunta... a la cual no tengo respuesta XD jajajaja. Saludos =D


23l1
23l1
-*-*-*
-*-*-*

Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 1-Tiéntame (Adaptada) Cap 10

Mensaje por 23l1 Dom Oct 04, 2015 11:17 pm

Capitulo 10 – Sentimientos Encontrados.

Continúo acariciándolo mientras cojo el teléfono de la mesita auxiliar y le mando un mensaje a Rachel.

La noto tranquila, posiblemente dormido entre mis brazos, y el sentimiento es tan intenso como abrumador.

¿Cómo está sucediendo esto?


Mensaje de Brittany a Rachel. A las 7.50.

Rachel, no me encuentro muy bien, ¿te importaría servir tú el desayuno? Estaré mejor si descanso un poco.


¿Qué hago con Santana?

¿Realmente me necesita?

La situación está muy clara entre nosotras: Santana desea mi cuerpo, a veces mi compañía, pero ¿hasta qué punto?

La respuesta es clara, ella misma me lo advirtió hace apenas unos días...

«No quiero que nadie más la pruebe. Porque soy muy egoísta. No lo hará, dígame que no lo hará. No al menos el tiempo en que sea mía.»

Cuando se aburra de mí me mandará lejos, quedaré relegada al olvido.

¿Dejaré que, con mi amor, entre en mi corazón para luego destrozármelo?

No puedo permitírselo.

El móvil vibra.


Mensaje de Rachel a Brittany. A las 7.56.

Está bien, no te preocupes. Descansa un poco y luego nos vemos. Hoy sólo estará la señora Emma para el desayuno, no habrá problema. ¿Seguro que podrás trabajar más tarde?


Rápidamente le respondo.


Mensaje de Brittany a Rachel. A las 7.57.

Sí, a la hora de la compra estaré en la cocina. Haré el resto de la jornada, luego te veo.


Y antes de que mis pensamientos empiecen a girar entorno a Santana, decido dormir abrazada a ella... Pero ella no está dormida como yo creo, ya que alza la vista y suspira, refugiándose de nuevo en mi cuello.



Un movimiento en la cama me hace despertar entre bostezos. Al abrir los ojos, me encuentro con los suyos fijos en mí.

Me ruborizo.

¿Qué hace?

—Buenos días, señorita López.

Cómo he extrañado estos oscuros verdes, su mirada.

—Hola.

—Aún se lo ve cansada. ¿Cómo está?—pregunto, ignorando la indiferencia que vuelve a demostrar—¿Ha dormido bien?

—Más o menos—se sienta en el borde de la cama y se cubre la cara con las manos—Estoy bien, no tiene de qué preocuparse.

—¿Qué le pasa?—le toco un hombro para relajarla, pero consigo el efecto contrario—¿He hecho algo mal? La noto diferente.

—Todo está bien—hace amago de sonreír sin conseguirlo—Duerma, yo tengo cosas que hacer.

—Me frustra, ¿qué le pasa ahora?

—Nada, Brittany, nada.

—¿Ya no me necesita? ¿Dónde quedan sus anteriores palabras?

El silencio se hace pesado entre nosotras, ella se ensimisma y yo la pierdo, pero agotada, busco algo para romper el hielo. No quiero acribillarla con recuerdos de horas antes o retrocederemos.

—Hábleme del proyecto—sonrío, animándola—Ha vuelto muy pronto, ¿ya tiene a la modelo?

Dice que sí con la cabeza, divertida, y su ánimo decaído parece aligerarse.

—¿Qué le hace tanta gracia?

Se sienta en la cama frente a mí, apoyando la espalda en el cabecero. Luego pasea la vista por mi cuerpo, haciéndome estremecer.

—Usted será la modelo, señorita Pierce.

Pongo los ojos en blanco; ahora me toma el pelo.

—Está bromeando, ¿verdad?

—¿Usted me ve cara de bromear? Ayer me dijo que no le importaba, incluso parecía entusiasmada. Por eso he vuelto tan pronto—su expresión se endurece—Solamente estará presente el fotógrafo, Finn, usted y yo, por supuesto. Serán unas pocas fotografías y, como le dije, el reportaje sólo saldrá en Nueva York. No tendrá que enseñar nada, más bien insinuar, tal como usted sugirió. ¿No quiere hacerlo?

Me levanto de la cama, pensativa.

¿Está loca?

Yo de modelo insinuando, insinuando ¿qué?

Me tiemblan las piernas, estoy sudando.

¡Sólo bromeaba!

Un momento, ¿qué son esas bolsas que hay en mi habitación?

—Ropa, zapatos y todo tipo de complementos—responde a la pregunta que no he formulado—Regalos míos para usted.

¡¿Qué?!

Hay más de veinte bolsas. Esto es absurdo, no los quiero.

—López...

—Regalos, ¿de acuerdo’—afirma.

Soy consciente de cuánto le gusta derrochar, sentirse poderosa y que la envidien. Una falsa imagen cuya necesidad no entiendo.

No utilizaré nada de todo esto.

—Dígame, ¿aceptará ser la modelo?—pregunta ahora.

—¿Y si le digo que no?

—Sería una faena, porque tendría que volver a irme y no es lo que quiero.

Yo no soportaría una nueva partida.

—Acepto, por supuesto. Aunque, me sorprende—digo pensativa—No sé qué tal lo voy a hacer, quizá sea una idea descabellada.

—Brittany, usted no es consciente de ello, ¿verdad?—su voz suena atrevida. Su mirada es ardiente—Es usted tremendamente sensual, puede tentar hasta la persona más dura sobre la faz de la Tierra, no lo dude.

¡Me gustaría comérmela por eso que ha dicho!

—Gracias, aunque creo que exagera.

—No, tratándose de usted.

Un instante después está frente a mí, acercando su cuerpo al mío. Me sostiene por las caderas con gesto posesivo y gime al rozarse conmigo.

—Brittany, sé que mañana es su día libre, pero me gustaría que hiciésemos el reportaje. De lo contrario, tendríamos que esperar hasta el próximo domingo y lo necesito cuanto antes. ¿Tenía planes?—sus palabras revelan demasiada calma y paciencia—¿A qué viene esa cara? ¿Con quién ha quedado?

—Me está tocando el pecho, excitándome—le recuerdo—, ¿Qué cara quiere que ponga?

—¿Qué va a hacer mañana?—insiste posesiva, embistiéndome con las caderas, llamando mi atención al irse enfureciendo—¿Con Emily?

—¡No! Deje de suponer tonterías.

—Le repito la pregunta...

—E-s-t-u-d-i-a-r y deje de tocarme así.

—¿Estudiar?

—Sí, esperaba la confirmación, pero ahora sé que en octubre empezaré por fin un máster que llevo dos años queriendo hacer. Hasta ahora, por motivos económicos no he podido.

Sigue mirándome desconfiada, ya no hay espacio entre nuestros cuerpos, me asfixio.

—Quería ponerme al día, aunque puedo dejarlo para otro momento... ¿Puede detener ese dedo juguetón?

Se aparta de golpe y busca mi mirada con inquietud.

Me desconcierta.

¿Está furiosa?

—Así que, se va a ir—afirma con dureza—¿Cuándo será eso?

—Claro que me iré. ¿Cree que me voy a quedar aquí limpiando eternamente?

—¡¿Cuándo?!—me grita, haciéndome levantar el mentón—¡¿Cuándo?!

—Bueno... la universidad empieza en octubre—trato de tragar el nudo que se me ha formado en la garganta y continúo—Supongo que tendré que irme en septiembre. Aunque mis padres viven en Lugo, la universidad queda lejos. Tendré que buscar departamento y acomodarme un poco... Cuando empiecen las clases quiero estar totalmente instalada y tenerlo todo preparado para concentrarme únicamente en los estudios.

Me suelta con gesto brusco y se aleja. De repente, mi cuerpo nota el frío que ha dejado su ausencia. Me vuelvo y busco su mirada, intentando hallar algún indicio que me diga qué está pensando.

No veo nada.

—¿Qué? ¿Qué he dicho?

Su puño se estrella contra el armario y sé que empieza a librar su batalla particular.

Asustada, me coloco delante de ella; su mano cerrada queda suspendida en el aire.

—Por favor, por favor, pare. Va a venir su familia...

—¡Apártese!

—¡No, dígame qué pasa!

Pero me ignora.

Se aleja y apoya la frente en la pared, golpeándose la palma izquierda con el puño derecho. Está fuera de sí, a mi modo de ver sin motivo, sin razón.

Temblorosa, me siento en el suelo, en un rincón, esperando que se le pase la rabia.

¿Por qué todo esto?

Muchísimos sentimientos encontrados se agolpan dentro de mí.

Impotencia al no ser capaz de calmarla, dolor al ver su sufrimiento, y compasión por esta mujer que, a pesar de lo agresiva que pueda parecer por sus reacciones... es tan vulnerable.

—Brittany, ¿qué ocurre...?

Emma López enmudece de golpe y, aunque no la miro, sé que ha entrado en la habitación y contempla la escena horrorizada.

Cuando me atrevo a volver la cara, me contempla apenada. Yo me echo a llorar avergonzada por la situación.

Santana vuelve a la realidad y nos contempla de hito en hito a su mamá y a mí.

—Siento haber abierto con llave, pero me he asustado con este jaleo... Gracias a Dios que su amiga ha salido a hacer la compra y que Melissa está limpiando la piscina. No hay más nadie en casa—se arrodilla a mi lado, yo me cubro la cara con las manos—Brittany, tranquila—susurra, acariciándome el pelo con ternura—Por mi parte, todo está bien. También en lo que concierne a mi hija, ¿verdad, Tan?

—Emma...

—¿Verdad, San?—insiste ella, advirtiéndole.

En algún momento, yo he provocado su rabia.

¿Por qué?

—Emma, déjanos solas por favor—pide Santana con calma.

—¿Estás segura?

—Por favor.

—Está bien, trata de calmarla, por favor. Y, cuando puedas, necesito hablar contigo.

Un silencio eterno se instala en la habitación tras la marcha de la señora Emma. Poco después, oigo los pasos de Santana acercándose. Más tranquila, la busco con la mirada. Parece asustada de su propio comportamiento.

Se me encoge el corazón al verlo tan indefensa.

Impulsada por un fuerte y desconocido sentimiento, me lanzo a sus brazos llorando y me aprieto contra su cuerpo, aferrada a su pecho, hundiendo mi rostro en él.

—Perdóneme, no sé qué he hecho mal. No sé qué he dicho para enfurecerla así.

—No ha sido usted, soy yo, Brittany.

Nuestras miradas se encuentran. En sus hermosas facciones se dibuja una mueca de dolor.

—Deje de llorar, por favor, no me gusta verla así. Sobre todo sabiendo que yo soy la causa.

A pesar de sus palabras, no hace nada por consolarme. Sus brazos continúan caídos a sus costados, sin tocarme.

¿Por qué es así?

¡Necesito que me abrace, que me acoja!

—El otro día me dijo que ésta era la única vía de escape que tenía para descargar su rabia o su dolor, ¿qué he hecho yo? ¿Y por qué?

Calla como una cobarde y yo me aparto furiosa.

—¡Te odio! Te odio por hacerme sentir mal sin saber por qué. ¡Te odio!

—¡Cállese! No me hable así.

—¡Vete a la mierda!

Con un movimiento inesperado me coge el mentón y me acerca a su cuerpo, buscándome con desesperación.

—Brittany, necesito hacerla mía ahora mismo para volver a sentirme bien. Dígame que, a pesar de ser tan imbécil como soy, me va a recibir como siempre. Que no me odia. Dígamelo, por favor, necesito oírlo.

Me niego, la esquivo, no quiero verla.

—Brittany, míreme—sus ojos están más oscurecidos, llenos de pesar.

Yo me siento rota.

—¿Qué piensa? Brittany, dígame algo o me voy a volver loca.

Me seca las mejillas, me acaricia y entonces consigo relajarme. Es lo único que necesito, su abrazo, su consuelo.

A ella.

—No, no la odio... Me confunde. Anoche dijo que me necesitaba, ¿qué pasa hoy?

—Por favor, no lo haga, no me pregunte.

—Entonces, tome lo que quiera, pero no me lastime...

«El corazón», estoy a punto de decir.

—Si es lo único que necesita ahora... hágalo.

Con un rápido movimiento, me alza en sus brazos y yo le rodeo la cintura con las piernas, quedando ambas contra la pared. Me duele sentirme utilizada... odio que terminemos esto sólo con sexo.

—Perdóneme, lo siento mucho—suplica en la base de mi garganta, consiguiendo que me derrita en sus brazos.

¿Por qué es así?

En un momento tan fría y al siguiente tan apasionado...

Me abandono ante ella, ante sus suplicas. La abrazo y la acojo, refugiándome en su cuello, como ella hace conmigo.

—Brittany, ¿por qué me lo pone todo tan difícil?

—Dígame, ¿se ha puesto así porque le he dicho que me voy?—imploro—¿Ha sido eso?

Empuja sus caderas contra las mías, rozándome y yo grito.

¡No quiero ser su juguete sexual!

—Santana, contéstame, por favor.

—No. ¡Mierda! ¡No!

Con desesperación, la empujo y me suelto, casi cayéndome al suelo al hacerlo. Camino hacia la puerta y la abro, invitándola a salir.

Estoy cansada de su juego, de ser una muñeca a la que cree que puede manejar.

—Vete.

—Brittany, escúcheme...

—¡Fuera!

Cierro los ojos, me niego a verla, a que siga confundiéndome; añoro el tiempo en que no pensaba en nadie, en que estar bien y estudiar eran mi única preocupación.

De repente, Santana me coge en brazos y me lleva con ella a la cama, donde me atrapa bajo su cuerpo. Me tiene a su merced, inmovilizada de pies y manos.

Me desafía con la mirada.

—¿Qué mierda me está haciendo?—dice entre dientes—¿Qué, Brittany?

—¿¡Yo a ti!?

—Ha puesto mi mundo del revés—ronronea y, atrapándome el labio inferior entre los dientes, me provoca—Es una pequeña diabla.

—Y tú una maldita demonio.

Me muerde y yo grito.

Sonríe victoriosa.

—Estás loca.

—Tengo una pregunta.

—¡Yo mil!

—Brittany, si la respuesta a su pregunta hubiera sido diferente, ¿habría cambiado algo?

Enseguida sé de qué habla y me siento morir.

La cabeza me da vueltas.

¿Me conformaría con ser su amante?

¿Dejaría mi vida de lado por un breve tiempo a su lado?

Santana se aburrirá de mí, en algún momento, hará borrón y cuenta nueva.

—No, las cosas son como son—respondo temblorosa—¿Qué clase de pregunta es ésta?

La veo decepcionada, malhumorada.

—Entonces, no es cierto que me ha extrañado—afirma duramente, soltándome despacio—Tanta palabrería para nada.

—Señorita López, yo no miento—replico furiosa—¿Por qué no deja de cuestionar cada una de mis palabras?

—Sabe que no lo puedo evitar—ahora se muestra decaída, frustrada—Ser desconfiada, fría, distante forma parte de mi personalidad, igual que otras veces soy atenta y amable... es algo que no puedo controlar.

Y de nuevo más preguntas sobre ella y su vida me asaltan, y me olvido de nuestro enfrentamiento.

—Cuando su mamá se fue, ¿estuvo en un centro de adopción?

Santana se tensa, pero aun así asiente.

—¿También la ignoraron ahí?

—No—sonríe con melancolía—No me mostraron un afecto especial, pero tampoco fui una sombra. Ahí estuve bien, no me faltó de nada. En aquel lugar conocí a Finn.

—No había oído hablar de él antes, ¿me lo cuenta?

Nos sentamos en la cama, la una junto a la otra, cómplices. Por primera vez nos mostramos cómodas, relajados sin sexo y sin discutir, sólo hablando.

—A Finn lo adoptaron antes que a mí. Pero él estuvo en el centro mucho más tiempo, desde antes de que yo llegara.

Las marcas de dolor y de tristeza resurgen en su hermoso rostro.

—Cuando salí, retomamos un poco el contacto, pero quedó en nada. Y cuando William me propuso que montara mi propio negocio, rápidamente me acordé de Finn. Desde entonces, hemos sido socios, pero ya no me parecía aquel amigo. Todo se enfrió cuando nos separamos. Aun así, lo busqué, porque era consciente de que él lo había pasado tan mal como yo. Pensé que si yo triunfaba, Finn tenía que triunfar conmigo, se lo merecía.

—Fue un gesto muy generoso por su parte, no lo haría cualquiera.

Me regala una sonrisa y me acaricia la mejilla con el dorso de la mano. Noto una opresión en el pecho.

¿Por qué quiero llorar?

¿Por qué Santana es tan cambiante?

—No quiera ver algo donde no hay nada, ni se forme una idea equivocada.
En estos días que he estado fuera, he pensado que quizá me equivoqué con
Finn al pensar que ya no éramos amigos.

—¿Por qué?

—A pesar de ir tanto de fiesta como Sam, se ha revelado como un gran apoyo, y me ha demostrado una complicidad que no había visto antes en él. Ha estado pendiente de mí en todo momento y cuando le dije que me volvía, no quiso dejarme sola y se vino conmigo. En cambio Sam se quedó en Nueva York.

—No me fío de Sam.

Es sólo un pensamiento, pero una vez más, mi boquita ha hablado por sí sola. Santana me mira intrigada.

—No me inspira confianza. Pienso que al saber que es su único amigo, se aprovecha de su situación y juega con ello en su favor. Un amigo de verdad no se habría acostado... en fin, ya sabe lo que quiero decir. Creo que tanto él como Elaine la manipulan. En el fondo, usted lo sabe, como también sabe que ya nada volverá a ser como antes. Su forma de ser se lo impedirá. Tal vez sí debería prestar más atención a Finn...

Se levanta, dejándome sola en la cama.

—¿Por qué desconfía tanto de las personas?—pregunto.

Estoy rozando zona prohibida.

—Señorita Pierce, déjeme decirle una vez más que usted pregunta demasiado.

Me meto en la cama y me tapo, tengo frío sin ella.

—Es imposible volver a confiar en alguien, cuando la persona en la que más confiabas te abandona—continúa, cuando yo ya creía que no iba a responder—Mi mamá me dejó sola. Yo no tenía a nadie y no le importó.

Intentando consolarla, tiendo una mano hacia ella para invitarla a que se siente junto a mí. Vacila, pero me la coge y se acomoda.

—¿Cómo puedo calmar su dolor?—le rozo la mejilla y luego sus puños magullados—No quiero que se vaya, López.

—Yo tampoco. Pero he de hacerlo, debo ocuparme de algunas cosas.

—¿Va a ir a verla?

No puedo evitar preguntar. Santana roza mis labios con los suyos con delicadeza, mientras con la mano me acaricia el vientre por encima de las sábanas.

Una corriente eléctrica recorre mi cuerpo.

Estamos cruzando el límite.

—¿Por qué calla—insisto—, Para qué quiere ese encuentro?

—No voy a verla. Elaine no sabe que he vuelto. Sólo lo sabe usted y ahora
Emma.

Emma...

¿Cómo la miraré ahora a la cara?

—Brittany, ¿qué ocurre?

Niego como una niña tonta y pequeña.

—Brittany, venga aquí.

Con sumo cuidado, me coge en brazos y me sienta sobre sus rodillas.

Quiero llorar.

Me hace sentir demasiadas cosas cuando se porta con esta ternura y amabilidad.

—Emma no la va a juzgar, en todo caso me reñirá a mí por mi forma de comportarme con usted.

Me quedo callada, yo no estoy tan segura de ello. Al ver que no respondo, me levanta el mentón con un dedo.

—¿Está bien?

Digo que sí con la cabeza.

—Siento mucho haberla asustado. Siento haberle roto el armario... El lunes le diré a Emma que le dé tiempo libre y la llevaré a comprar otro.

—No es necesario...

Pero sus labios se acercan a los míos y me besa con ternura, acallando cualquier protesta.

—Brittany, ¿me ha perdonado?

—Sabe que sí.
—¿La veré esta noche?

—Si quiere... A mí me gustaría pasarla con usted.

—Entonces, hasta luego.


Una vez me reincorporo al trabajo, no tengo tiempo de pensar.

Me aguarda un día ajetreado: limpio, sirvo, atiendo a Kitty, que parece decaída y melancólica, pero que al siguiente minuto me grita.

Llamo a mis padres y a Noah, al que no veo bien; me parece que su lío de faldas le está dando demasiados quebraderos de cabeza.

Su voz lo delata al contestar.

—¿Estás resfriado?

—Sí, uno de esos resfriados tontos de verano. Hoy tengo la tarde libre, pero la pasaré en cama.

—Ven a verme algún día, te echo en falta, Noah... Cuéntame cómo te va en el trabajo.


Paseo por el jardín sin rumbo fijo mientras hablo y, al levantar la vista de reojo hasta la habitación de Santana, la veo mirándome desde ahí acompañada por su mamá.

¿Estarán hablando de mí?

Se las ve preocupadas, enfrascadas en una conversación intensa.

—Hacer de chófer no es lo mío—dice mi hermano—, En cuanto esté preparado, busco otra cosa. Quizá encuentre algo mejor.
—Quizá
—contesto sonriendo y no soy la única.

Emma y Santana López se sonríen también la una a la otra, pero sin perderme de vista.

—Nos vemos pronto, te quiero.

—Vale, y yo a ti, pequeña. Cuídate mucho.

—Tú más... No dejes que las víboras te hagan daño.

—Ya hablaremos.


Y como soy muy curiosa, me quedo en el banco de madera más cercano a la casa, disimulando con el móvil.

Los nervios se me comen y de vez en cuando levanto la vista.

Siguen ahí, sé que hablan de mí. En una ocasión puedo leer perfectamente en los labios de Emma: «Es preciosa».

¿Yo, Elaine?

Me quedo con la duda, ya que he de seguir trabajando.



Horas más tarde, Rachel me llama con gesto preocupado. Espero que lo que me quiere decir no tenga nada que ver con el cerdo de Quinn, que sigue sin dar la cara.

—Britt, la señorita Santana López te llama y ve con cuidado, que está de un humor de perros. Su novia se acaba de marchar.

—¿Ella ha venido?

—Sí... ¿por qué?—me pregunta alarmada—¿Qué ocurre?

—Nada, pero supongo que me tocará lidiar con ella...

—Venga, no le hagas esperar.

Asiento temblando.

¿Por qué no sabía que Elaine había venido?

¿Qué han hecho?

Una parte de mí quiere correr hacia Santana, otra parte me dice que tal vez no tengo que hacerlo.

Miles de imágenes se cuelan en mi cabeza de Elaine y Santana juntas.

Elaine no merece a Santana, pero Santana no parece entenderlo.

¿O tal vez la quiere y me lo oculta?

¿Por qué me busca a mí entonces?

Con paso decidido, voy a su encuentro.

Mis preguntas sólo puede responderlas la propia Santana.

—¿Puedo pasar?—pido permiso con una sonrisa, asomando la cabeza por la puerta entreabierta.

Santana asiente, pero al ver su expresión, me tenso.

Quiero irme.

Sé que no me va a decir nada bueno... En el suelo hay cristales, lo que confirma mis inquietudes y sospechas.

Ha librado su batalla particular.

—Brittany, por favor, cierre con llave y siéntese, no quiero que nadie nos moleste—su tono de voz me deja helada.

Pasa algo muy grave.

—Por favor —repite.

Cierro la puerta y, sin dejar de observarla, me siento delante de ella, frente a su escritorio. Santana se levanta. Se la ve tan triste que me hace estremecer.

Con una expresión que no sé descifrar, se inclina hacia mí y me besa con desesperación. Me aferra la nuca para acercarme aún más a ella. Asustada por su intensidad, abro la boca y le devuelvo el beso con la misma ansia.

Por algún motivo, siento que éste puede ser el último que nos demos. Es un beso necesitado, con un sabor agridulce...

—Brittany...

Se separa y me acaricia la mejilla con tanta ternura que me duele. Luego se incorpora, rígido.

—Lo siento—dice.

Me levanto sobresaltada, poniéndome a su altura.

—No quería que...

Ahora ambas estamos frente a frente. Veo su respiración alterada y noto una opresión en el pecho.

Deseo llorar, golpearla.

—Ha estado con ella—afirmo con voz rotunda.

Santana no me verá desgarrada, no demostraré que soy una idiota y que estaba ilusionada.

La muy cerda asiente.

¿Arrepentida?

—Supongo que era de esperar.

—¿No le importa?—pregunta abatida.

¡No!

No me verá llorar, no le demostraré lo mucho que me duele su traición. Las cosas estaban claras: Elaine es su novia; yo, su amante, su caro juguete...

—¿Debería?—pregunto con frialdad—Son novias, esperaba que un día sucediera.

Veo cómo se aflige, sus ojos se oscurecen aún más.

—Brittany, ¿por qué es así? Nunca antes la he sentido tan fría.

¡Cínica!

—Sé que he roto mi promesa y quería que lo supiera de mis propios labios.

No sé si ella percibe cómo mi cuerpo se viene abajo lentamente.

—No me he acostado con ella, pero sí la he besado y me ha tocado...

Mi corazón se rompe en mil pedazos más. Tengo que irme antes de desmoronarme. Las imágenes de ellas dos juntas me están destrozando el alma.

—Brittany, he imaginado que era usted, como aquel día cuando me provocó... cuando la toqué con ganas de hacerla mía. Me he dejado llevar por su recuerdo irremediablemente y cuando ella ha puesto un pie en... Al abrir los ojos me he encontrado con Elaine y la he echado. Minutos antes, nuestra relación estaba rota. Acababa de dejarla... pero ella ha dicho que tenía algo importante que decirme.

Aprieto los puños soportando la rabia, el dolor y la impotencia.

«He imaginado que era usted, por eso me he dejado llevar...»

¿Qué mierda me está contando?

—Está embarazada.

Mis ojos se empañan de las lágrimas que tanto intento ocultar.

—Ha sido sincera, no sabe de quién es el niño, tanto podría ser de Sam como mío. Ella hace un tiempo me dijo que quería tener un hijo conmigo, que así yo no me encontraría sola como hasta ahora, entre otras cosas más, como las que escucho esa vez en el despacho y acepte a que se practicara el tratamiento, pero me arrepentí en el momento, ya le dije no quiero hijos, pero Elaine supo jugar con mi mente. Pero cuando ella se acostó con Sam no usó protección... No sabe si el tratamiento funciono y es mío o es de Sam... ¡No sé!

Me vuelvo, permitiendo que mis lágrimas fluyan en silencio. No soy de piedra y ella está arañando y haciendo sangrar una herida abierta.

¿Cómo he podido entregarme tanto a ella?

—Brittany, dígame algo.

La siento acercarse, hasta poner la mano en mi hombro, pero yo rápidamente me aparto.

Su contacto me quema, me duele.

—Por favor, estoy desesperada por lo que ha pasado. Brittany, no quiero dejar de verla. ¿Podrá perdonarme?

—Déjame...

—¡Brittany, míreme!

—¡No!

Siento que me desgarro por dentro.

Creía que lo controlaba todo, que lo de Santana sería algo pasajero, una mera ilusión de verano, pero hoy sé que no lo es.

No lo es porque, en el fondo, eso no es lo que yo quiero.

No soy tan fría como para entregarme al sexo sin sentimientos... En el momento más inoportuno, soy consciente de que estoy perdidamente enamorada de la persona que acaba de romperme el corazón.

Que ha sido cruel, que me ha hecho daño.

Por ese amor precisamente no puedo perdonarla o jamás volveré a ser yo misma.

Ahora mis miedos se han visto confirmados: estoy enamorada y sin ella.

—Brittany, por favor, perdóneme.


*************************************************************************************************************

Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo!

Avisen si conocen a alguien del foro del cambio! Saludos =D
23l1
23l1
-*-*-*
-*-*-*

Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana

Mensaje por Susii Dom Oct 04, 2015 11:40 pm

Ohhhhh pero que fuerte!! Y tu lo dejas ahi?:c eres crueeel:c
Que Brittany no la perdone y la haga sufrir un rato>:c
Saludos<3
Susii
Susii
********-*-
********-*-

Femenino Mensajes : 902
Fecha de inscripción : 06/01/2015
Edad : 25
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana

Mensaje por Jane0_o Lun Oct 05, 2015 12:49 am

Nooooooo porque lo dejas ahiiiiiiii uno masss porfavorrr
Salidos
Jane0_o
Jane0_o
-
-

Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana

Mensaje por Contenido patrocinado


Contenido patrocinado


Volver arriba Ir abajo

Página 2 de 20. Precedente  1, 2, 3 ... 11 ... 20  Siguiente

Volver arriba

- Temas similares

 
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.