[Resuelto]FanFic BRITTANA: "Celestial Winds - 2da Parte: Rayos de Luna y Skye": Sinopsis + Caps. 22, 23 & 24 (23 de Julio 2016)-ADAP.

Hola……….buenas tardes a todas/os……….espero que disfruten esta historia……..así que a LEER….


Mantengo mi posición sobre el episodio final de la serie, este final fue bueno, pero no colmo del todo mi expectativas para el cierre de lo que fue y será una gran serie: GLEE……lo que lamento es que no se haya dado a conocer el futuro o líneas de dialogo a otros personajes importantes (creo yo) para saber de ellos, por ejemplo: Santana, Brittany, Quinn, Puck o Mike, etc. Demás está decir que por ahora supongo que o mientras creo que voy a distraerme con los fic’s (benditas adaptaciones o historias originales por hacer que me distraiga un poco de la realidad jejejeje)……..


*Para quienes no hayan leído las historias anteriores, estas son las direcciones:







http://www.gleeklatino.com/t20759p300-resueltofanfic-brittana-5ta-avenida-neoyorkina-2da-parte-primero-viene-el-amorluego-viene-el-matrimonio-epilogo
(5ta Avenida Neoyorkina)






http://www.gleeklatino.com/t21732p330-resueltofanfic-brittana-play-with-me-epilogo
(Play with Me)






http://www.gleeklatino.com/t22139p255-fanfic-brittana-safe-with-me-capitulo-bonus-track-halloween-con-el-clan-familiar-de-los-pierce-31-de-agosto
(Safe with Me)






http://www.gleeklatino.com/t22314p90-resueltofanfic-brittana-beautiful-stranger-cap-16-final-12-de-noviembre
(Beutiful stranger)







http://www.gleeklatino.com/t22405p135-fanfic-brittana-lick-sinopsiscapitulo-22-final-09-de-enero#536524
(Lick)




http://www.gleeklatino.com/t22471p135-resueltofanfic-brittana-breathe-with-me-epilogo-06-de-abril-2015#540911
(Breathe With Me)




http://www.gleeklatino.com/t22548-fanfic-brittana-the-mighty-storm-2da-parte-wethering-the-storm-sinopsis-epilogo-23-de-junio-2015
(“The Mighty Storm” / 2da Parte "Wethering the Storm)





http://www.gleeklatino.com/t22579p165-resueltofanfic-brittana-sweet-home-2da-parte-sinopsis-prologo-capitulos-37-epilogo-capitulo-extra-07-de-septiembre-2015
(Sweet Home: 1ra y 2da parte)





https://gleelatino.forosactivos.net/t22614p75-fanfic-brittana-sweet-hope-sinopsis-prologo-epilogo-capitulo-extra-24-de-octubre-2015
(Sweet Hope)




https://gleelatino.forosactivos.net/t22620p90-resueltofanfic-brittana-before-california-ave-sinopsis-cap-28-epilogo-02-de-diciembre-2015#549251
(Before California Ave)




https://gleelatino.forosactivos.net/t22632-resueltofanfic-brittana-ecos-de-la-calle-escocia-sinopsis-prologo-caps-26-27-epilogo-05-de-enero-2016
(Ecos de la calle Escocia)




https://gleelatino.forosactivos.net/t22641p210-fanfic-brittana-madam-president-sinopsis-cap-final-08-de-marzo-2016-2da-parte
(Madam President)




https://gleelatino.forosactivos.net/t22658p100-fanfic-brittana-forever-with-me-sinopsis-prologo-epilogo-23-de-abril-2016-adap#554151
(Forever With Me)



*Actualización: día JUEVES…….si pudiera actualizar antes se los haré saber (pero si no, tengan la seguridad que lo haré en el día señalado)





Sin más que decir por el momento……….no las aburro más, disfruten del capítulo






Me encantará recibir sus críticas, comentarios, sugerencias, etc.………….así que a escribir.


Y la canción del día es……….



https://www.youtube.com/watch?v=T_sLn7LdWEU

NOTA DE ACLARACIÓN PERMANENTE E IMPORTANTE.- El presente trabajo es una adaptación a mi pareja favorita de Glee (Brittana), aclaro que NO modifiqué el título de la historia (simplemente me limité a conservar el título original de la historia, además de que esto me pareció lo más conveniente) (solo puse el título en inglés), ya saben que no es lo mío ponerle nombre a algo o las cosas jejejeje……..La historia original obviamente no me pertenece …………esta obra se titula “Vientos Celestiales” y es de autoría de Kate Sweeney (todos los derechos reservados para esta estupenda escritora, así como a todos los involucrados en la publicación de su trabajo) (así que a esta distinguida escritora mis más grandes felicitaciones y admiración por la forma y estilo literario que realiza); hallé casualmente esta obra hace un año atrás aproximadamente en un valioso blog llamado NOESTOYSOLASOYINDEPENDIENTE (en el archivo pdf que descargué en aquella ocasión no aparece el nombre de quien o quienes se hayan encargado de traducirla, corregirla o algo) (gracias a todos quienes hacen posible que el resto de las personas podamos disfrutar de tantas maravillosas obras) (la obra original la podrán encontrar en distintos blogs o web site).



Aclaro que si bien en la obra, la historia el lugar principal que se menciona es Chicago entre otros, tomando en cuenta las características y sitios donde se desarrolló GLEE desde su primera hasta la sexta temporada…….decidí que el lugar donde se desarrollará la historia sea Lima, Ohio y decidí mantener Chicago e incluí otros. Sobre el resto de los personajes, considerando las características de algunos de la obra original y en correlación con los de Glee puse a quienes se ajustaban a estas personalidades (en otros casos, conserve el nombre de personajes que se mencionan en la historia original), aunque en algunos casos me deje llevar por la emoción del momento y puse a quienes creí conveniente jejejeje.



Algo más……enfatizo nuevamente que esta historia se compone de un solo libro, consta de: sinopsis + 23 capítulos + epílogo, “Vientos Celestiales” es la primera obra que leí de Kate Sweeney, y honestamente me fascinó y a la vez me encantó infinitamente.………Espero disfruten de esta historia






Ahora……….solo queda esperar sus opiniones.

Capítulo 7

—¿Me ha llamado «cariño»?

Brittany colgó el teléfono e ignoró la sensación de hormigueo en el estómago. Se dijo que era el bebé, que estaba agitado, pero no dejaba de pensar en el tono de preocupación de la voz de Santana.

Marge encendió varias velas.

—Esto pasa mucho por aquí, no te preocupes. Santana me ha pedido que pase a ver cómo estás —comentó—. Debes de ser alguien muy especial porque nadie, digo bien, nadie ha pasado más de una noche en esta cabaña. Como mucho, un fin de semana de desenfreno —rio.

Brittany se rio con ella al tiempo que evitaba pensar en Santana Marie López con otras mujeres.

—Me hizo prometer que te cuidaría —le dijo Marge, y le miró la barriga—. ¿Cuándo sales de cuentas?

—El 3 de diciembre. Parece que tenga que ser mañana.

—He tenido tres, sé lo que quieres decir. —Entonces se fijó en Skye, que se abrazaba del cuello de su madre—. Qué monada. No me extraña que Santana las quiera —les guiñó un ojo—. Hace diez años que la conozco. Compró esta propiedad y la arregló prácticamente toda ella misma, con la ayuda de unos amigos. Tardó casi ocho años en acabarla. Trabajó muy duro y también se divirtió lo suyo. Ha tenido... —Marge calló, sonrojándose.

Brittany se rio.

—Soy consciente de la reputación de la señora López.

Marge le lanzó una mirada curiosa.

—Me gustas. Serías buena para Santana. A lo mejor consigues que siente la cabeza.

—Bueno —empezó Brittany, a sabiendas de que se había puesto colorada—. Santana solo va a ayudarme hasta que nazca el bebé. En cuanto pueda, buscaré un trabajo y volveré a poner nuestras vidas en marcha.

Marge disimuló una sonrisa.

—¿Y por eso te has puesto como un tomate?

Brittany se llevó las manos a las mejillas de inmediato.

—¿Ah, sí? —se rio, nerviosa—. Supongo que la arrogante señora López tiene ese efecto en muchas mujeres. Pero bueno, Skye y yo pronto nos las podremos arreglar solas otra vez, ¿verdad, pastelito?

—Vedad, mamá —asintió la pequeña, en muestra de apoyo.




El ensayo era agónico y Santana gimió con los ojos cerrados al oír la interpretación que hacía la orquesta de su composición. A su lado, Kurt dejó escapar un sonido parejo de frustración.

—Kurt, no soy yo, ¿verdad? ¿Tú lo oyes?

Kurt frunció los labios en una mueca de sufrimiento y asintió.

—Odio tener que decirlo.

Santana se echó hacia delante y hundió el rostro en las manos.

—Es Suzette... Ella...

—Apesta —ofreció Kurt.

Santana levantó la cabeza y miró a su amigo con los ojos entornados.

—Kurt, «apesta» no es un término muy profesional.

—¿Es una mierda?

—Mucho mejor —dijo Santana—. Vamos a sacar a Jeffrey de ahí antes de que se suicide. Tenemos que reconsiderar esto.

—Necesitamos otro chelista —farfulló Kurt.

Sabía que Santana se daba cuenta de que debía tomar una decisión. Jeffrey también era consciente de ello. Se reunieron en el estudio vacío y Santana se sentó al piano y empezó a golpear las teclas con actitud ausente.

—Santana, estás agotada. Has reescrito media banda sonora solo para no echarla. No está bien y lo sabes —se sinceró Kurt.

Santana se levantó y se desperezó.

—Lo sé, tengo que decírselo.

—Cógete unos días libres. Yo les he dado largas a los productores, así que es el mejor momento. El director está en el centro de desintoxicación Betty Ford y tiene para dos semanas por lo menos. Sube al norte, relájate y vuelve con la cabeza despejada —le recomendó Kurt, con una palmada en el hombro.

Jeffrey cogió su maletín.

—No envidio la situación en la que te encuentras, Santana, pero estoy de acuerdo con Kurt. Buenas noches.

Kurt se despidió de él con la mano, sin despegar los ojos de Santana, que le dedicó a Jeffrey un triste gesto de cabeza. Santana López podía llegar a ser una mujer muy irritante, se dijo.

Seguramente era su creatividad lo que la hacía tan arrogante y coñazo. No obstante, era una buena persona, amable y generosa, por mucho que no dejara que lo supiera nadie.

Se había pasado la semana hablando con una mujer y, cada vez que recibía una llamada telefónica de su parte, le cambiaba la cara. Nunca la había visto así, ya que normalmente era una obsesa del control y cuando trabajaba era fría como el hielo. No dejaba que nada la distrajera ni se interpusiera en su camino. En cambio, cuando recibía aquellas llamadas, se volvía más tranquila y... bueno, femenina y más amable que de costumbre. Kurt odiaba pensar algo así, pero tenía que admitirlo: Santana Marie López era una mujer, ¿o no?

—¿Perdona, qué? —preguntó Kurt, volviendo de golpe a la realidad.

—He dicho que, si quieres subir a mi cabaña, eres más que bienvenido.

Kurt parpadeó estúpidamente.

—¿Yo? ¿Me invitas a mí? ¿Que yo suba a la cabaña? —Kurt alargó la mano y le tocó la frente. Los ojos marrones de Santana relampaguearon con enfado, pero no dijo nada—. Vaya, vivir para ver. A lo mejor lo hago.

Santana esbozó una sonrisa azorada.

—Puedes traer a Blaine.

Kurt se llevó la mano al corazón.

—Blaine se quedará atónito.

Santana sonrió y se pasó el dedo por debajo de la nariz, como si le diera vergüenza.

—Dios santo, ¿Santana Marie López ruborizada?

—No tientes a la suerte.

—De acuerdo —interpuso él enseguida, levantando las manos —. ¿Y podré conocer a la mujer que te ha puesto de un humor tan generoso?

Santana frunció el ceño.

—No hay ninguna mujer. Solo he pensado que no habías estado nunca en la cabaña y sería un buen modo de tomarnos todos un descanso.

—Entonces, ¿con quién has estado hablando los últimos dos días? —se interesó, tomando asiento a su lado y acariciando las teclas—. Ojalá supiera tocar este trasto. Haces que parezca tan fácil...

Santana se rio y empezó a tocar, mientras Kurt se movía para dejarle espacio. No dijo nada, pero la observó sonreír mientras sus elegantes dedos volaban sobre las teclas.

—Y ahora responde a mi pregunta —insistió él.

—¿Te acuerdas de Elaine Bridges?

—Sí, tu ex que quería tener hijos.

Santana asintió, sin dejar de tocar.

—Murió hace unas semanas de cáncer.

—Lo siento mucho.

—Gracias. Dejó a su pareja, embarazada de su segunda hija.

—Dios mío —exclamó Kurt—. ¿La segunda?

Fue cuando se dio cuenta de que Santana sonreía.

—Sí, tiene una niña de tres o cuatro años, no estoy segura. Se llama Skye y está llena de vida y tiene unos ojos azules endiablados.

Kurt se separó un poco de ella para mirarla bien y sonrió de oreja a oreja.

—¿Skye? Suena adorable. ¿Cómo sabes que tiene los ojos azules?

Santana lo miró de reojo antes de contestar.

—Al parecer, la pareja de Elaine, Brittany Pierce, está embarazada de cinco meses y tiene problemas económicos. Elaine me escribió una carta antes de morir pidiéndome que ayudara a Brittany y a su familia hasta que naciera el bebé —repuso ella, encogiéndose de hombros.

—Así que les ofreciste tu cabaña. Es muy considerado por tu parte.

—Lo sé, no me pega nada, ¿verdad?

Kurt levantó una ceja ante el amargo comentario.

—No, tú eres la única que cree eso, cariño. Resulta que yo pienso que eres una mujer muy generosa. Ahora cuéntame cómo es Brittany Pierce.

Santana soltó una carcajada aspirada, sin dejar de tocar.

—Te pareces a mi abuela, ya.

—¿Cómo está Alma?

—Está bien. Quiere conocer a Brittany.

—Y yo.

—Te voy a decir lo mismo que a ella. —Miró a Kurt fijamente, y este aguardó—. No.

Kurt esbozó una sonrisa resabida.

—¿Entonces para qué quieres que suba con Blaine a la cabaña? ¿Las esconderás a ella y a su hija?

Santana notó que se sonrojaba.

—No, yo...

—Admítelo. Quieres que conozcamos a esa mujer.

Santana miró al cielo y meneó la cabeza.

Kurt se rio abiertamente y le dio una palmada en el hombro.

—Vale, vale. Pero sabes que no voy a dejar de insistir. Háblame de ella.

Santana dejó de tocar un momento y se quedó con la mirada perdida, mientras Kurt esperaba a que siguiera hablando. Se sorprendió de verla sonreír y negar con la cabeza. Entonces Santana empezó a tocar de nuevo, pero esta vez una canción diferente. Al reconocer las notas, Kurt arrugó la frente.

—Es dura —empezó a decir Santana—. Y es una buena madre. Tiene una relación maravillosa con su hija y le preocupa su futuro. Se nota que detesta hallarse en la situación en la que está, pero no puedo evitar pensar que se lo ha buscado ella. Me refiero a que ¿por qué hacer algo así? —miró a Kurt y este se encogió de hombros—. Sola y con dos hijas.

—Bueno, estoy seguro de que no es como le gustaría que fuera.

—Lo sé, pero es que es una irresponsabilidad flagrante. ¿Un hijo? Vale. ¿Pero dos? Con lo caro que sale, por amor de Dios.

—¿Por qué te cabreas tanto por las decisiones de otra persona? —le preguntó Kurt, en tono sereno pero preocupado—. ¿Es porque está viviendo en tu casa?

—No, bueno, al principio me sacaba de quicio. Supongo que, si soy sincera, lo que no quería era tener que pensar en Elaine.

—Sé que te importaba mucho.

—Así es, pero hizo una montaña del tema de los hijos.

Kurt se fijó en que dejaba de tocar su canción incompleta.

Santana respiró hondo y cerró la tapa sobre las teclas.

—En fin, todo eso es agua pasada.

—Pero ahora ha vuelto a ser parte de tu vida, por esa Brittany Pierce.

Los dos se quedaron callados un momento, hasta que Kurt volvió a hablar.

—¿Estás descubriendo que te importa esa mujer?

Santana pestañeó y le miró.

—Yo... no. Bueno... —dejó caer la frase y la confusión se hizo patente en sus ojos marrones.

—¿Me permites hacer una observación?

Santana sonrió con reticencia.

—¿Serviría de algo decirte que no?

—Lo dudo —respondió Kurt—. Normalmente, cuando te pregunto sobre las mujeres que hay en tu vida, las describes físicamente. Una era un bombón, la otra tenía unas piernas de infarto, otra...

—Ve al grano.

—A Brittany Pierce la has descrito por cómo es, por lo que hace y cómo piensa. Ni siquiera has mencionado qué aspecto tiene. ¿Quieres saber por qué?

—No.

—Porque a ella la ves como una persona, no un objeto de tu lujuria.

Santana guardó silencio.

—¿Y quieres saber qué más?

—No —dijo Santana enseguida. Pero entonces se encogió de hombros—. ¿Qué?

Kurt se rio.

—Creo que lo dejaré para otro momento. Si seguimos hablando del tema empezarás a sacar espuma por la boca.

—Bueno, gracias por la conversación de todos modos. Tenía que hablarlo con alguien o me iba a volver loca —admitió ella, pasándose una mano por el pelo.

—Me halaga que la segura y confiada Santana Marie López quiera mi opinión.

—Los dos queríamos a Elaine —susurró Santana.

—Lo sé. Es algo que vas a tener que superar.

Santana asintió, se puso de pie y estiró la espalda.

—¿Cómo es? Me tienes en ascuas —pinchó Kurt.

—Tiene unos ojos azules muy bonitos y el pelo rubio. Cuando sonríe se le ilumina la cara, como si la alegría naciera de lo más profundo de su alma —describió Santana, encogiéndose de hombros.

—¿Pero eso no importa, verdad?

—No —Santana cabeceó, y se puso a recoger las partituras para guardarlas—. Puede que sea más joven que yo, pero definitivamente tiene más experiencia en la vida.

Se quedó quieta un momento y se echó a reír. Kurt no pudo evitar reírse con ella, porque hacía tiempo que no veía a Santana reír de corazón, y le resultaba cautivador.

—Ahora me tienes que decir qué es lo que te tiene tan contenta—le dijo Kurt, apoyado en el lateral del piano—. Todo el tiempo.

Sin dejar de sonreír, la mujer prosiguió:

—La hija de Brittany, Skye. Tiene un vocabulario sorprendente, al menos a mí me lo parece, pero tampoco es que conozca a muchos niños de tres años. Es adorable y Brittany ha hecho un trabajo fantástico como madre. Es un gustazo verlas juntas; se nota el amor que las une.

Ordenó las hojas de partituras y echó un vistazo a Kurt.

—Freud se removería en su tumba por lo que voy a decir, pero me recuerda un poco a mi madre en ese aspecto.

Kurt soltó una carcajada.

—No necesito echar mano del psicoanálisis para eso. Conocí a tu madre, ¿recuerdas? Era una mujer maravillosa y encantadora que quería a su hija.

Cuando Santana no respondió, Kurt se dio cuenta de que estaba haciendo un esfuerzo por contener las lágrimas.

—No pasa nada porque Brittany te recuerde a ella. Y hacía siglos que no tocabas eso.

Santana levantó la vista, con el ceño fruncido.

—¿Qué estaba tocando? Ni lo sé.

—Estabas tocando esa pieza que nunca has llegado a terminar.

—¿En serio? —rio Santana—. Tienes razón, hacía mucho que no la tocaba. —Acarició la tapa del piano en silencio un par de segundos—. Kurt, me siento como si el mundo se hubiera vuelto un lugar muy extraño.

Kurt ladeó la cabeza y sonrió abiertamente.

—¿Estás enamorada de esa mujer?

—Tengo que decir que no. Pero solo porque no tengo ni idea de lo que es estar enamorada. Ella estaba enamorada de Elaine. Yo quería a Elaine. Todo es muy raro y aun así es... No sé. Parece lo más natural del mundo. ¿Por qué?

—Guau, realmente todo esto es nuevo en ti. Dime una cosa. ¿Me lo preguntas a mí porque Blaine y yo estamos casados?

Santana lo miró de refilón y asintió.

—He pensado que a lo mejor me iluminabas un poco.

—Bueno, me gustaría conocerlas a las dos, pero todavía no —le dijo Kurt—. Tienes que pensar bien en todo esto y tienes que hacerlo sola. ¿Ella siente algo por ti?

—Seguramente no. ¿Por qué estoy pensando en estas cosas?

Kurt arqueó una ceja ante el tono desamparado de su voz.

Santana Marie López era muchas cosas, pero no una mujer indefensa.

—Cariño, es la primera vez en mucho tiempo que sientes algo remotamente parecido al amor. Quiero decir que normalmente lo tuyo es el control y el sexo y pasar un buen rato y...

—Ya lo pillo, Kurt —replicó ella, ceñuda, y se sentó en el banco del piano—. Lo cierto es que no sé nada del amor.

Kurt percibió el desaliento de su amiga y se sentó a su lado.

—Antes de conocer a Blaine, era bastante playboy. La mayoría de los gays lo somos hasta que encontramos al hombre adecuado. Ahora que lo pienso, los hombres somos así en general.

—¿Así que conociste a Blaine y te enamoraste?

—Sí, pero luché contra ello con todas mis fuerzas. No estaba dispuesto a dejarme atrapar, ni siquiera por el hombre más apetitoso que había conocido nunca.

—¿Apetitoso?

Kurt asintió, destapó el piano y empezó a tocar Chopsticks.

—Vuelve a casa y tantea el terreno, pero no te lances a la piscina demasiado deprisa. No vaya a ser que se hunda el barco.

Santana frunció el ceño y le regaló una mirada de perplejidad.

—Entre tanta metáfora has intentado decirme algo, ¿verdad?

—No tengo ni idea.

—Mmm, a ver, dime —le preguntó, al tiempo que se ponía a tocar con él—. ¿Qué le compro a una niña de tres años precoz?

—No tengo ni idea.




El día de antes de volver a casa, Santana se descubrió vagando por el centro de Chicago, de escaparate en escaparate.

—¿Qué estoy haciendo? —meneó la cabeza, aunque sabía exactamente lo que estaba haciendo. Lo que se le escapaba era el porqué.

Se detuvo delante del escaparate de una juguetería y se puso a mirar los juguetes. Se rascó la nuca con una risita nerviosa y entró.

—¿Puedo ayudarla? —la saludó la dependienta.

Santana tragó saliva y echó un vistazo inquieto a su alrededor.

—Esto... eh, busco algún juguete para niños de tres años.

—¿Es para un niño o una niña?

Santana estaba mirando distraídamente el estante de los peluches.

—Ah, niña —respondió, al tiempo que cogía un osito, lo miraba de cerca y lo volvía a dejar donde estaba.

—¿Es un regalo de cumpleaños? —preguntó la dependienta, solícita, siguiendo a Santana con la mirada.

—No, solo es un regalo para... —Santana se interrumpió, sin saber qué decir, y le dedicó a la dependienta un gesto de indefensión.

—¿Para que sepa que le importa?

—Sí. Es mona y adorable. Lista como un ratón colorado y...

En ese momento lo vio, sonrió y cogió el peluche escogido.

—Me llevo este, por favor.

La mujer se echó a reír y se dirigió al mostrador, seguida de Santana.

—Ha tardado usted poco. Debe de conocer a esa niña muy bien.

Santana volvió a encogerse de hombros y cogió unas gafas de sol, tan pequeñas que le arrancaron una carcajada.

—¿De verdad hacen gafas de sol para niños pequeños?

La dependienta también se rio.

—No debe de tener hijos, porque si no nunca habría preguntado algo así —extendió la mano hacia Santana con una mirada de interrogación.

—Bueno, sí, muy bien. Supongo que también me llevaré estas.—Entonces cogió un sonajero de bebé del mostrador y lo agitó adelante y atrás con cuidado. Tras observarlo un momento, miró a la dependienta—. Y esto también, a lo mejor.

Santana se pasó el dedo por debajo de la nariz y evitó mirar a la sonriente dependienta a los ojos mientras pagaba sus compras. Al salir de la tienda con las bolsas se dio cuenta de que sonreía mientras caminaba por la abigarrada calle. Se detuvo en seco delante de una tienda premamá y enarcó las cejas.

«Ah, esto no es una buena idea, Santana.»

Aun así, reunió valor y entró en la tienda al mismo tiempo que una mujer embarazadísima. Santana no daba crédito al tamaño del barrigón que tenía y la incredulidad debió de notársele en la cara al apartarse rápidamente de su camino, porque la mujer le lanzó una mirada asesina.

—Sí, estoy enorme y ya me paso de cuentas —espetó, en tono retador.

Santana esbozó una sonrisa leve, le aguantó la puerta y la siguió, contrita, sin decir esta boca es mía. Volvía a tener la impresión de no saber qué coño estaba haciendo. ¿De verdad quería comprarle algo a Brittany? Y si era así, ¿el qué?

—Esto también es una mala idea, Santana —murmuró para sí.

Dio media vuelta para marcharse, pero al hacerlo se chocó otra vez con la mujer embarazada.

—Ah, mierda, disculpe —exclamó Santana, sosteniéndola para que no perdiera el equilibrio.

—Tenemos que dejar de toparnos así —comentó la mujer. Santana soltó una risita nerviosa—. Supongo que busca algo de ropa premamá, aunque no parece que esté embarazada.

Santana pestañeó y balbuceó su respuesta.

—No, no. No lo estoy. Es u-una amiga. Está embarazada, va a tener un bebé.

—Sí, es lo que suele pasar cuando se está embarazada.

Santana se quedó blanca, pero forzó una carcajada.

—Sí, bueno...

—¿Entonces ha venido a comprarle algo a su amiga? —la instó la mujer. Cuando Santana se las arregló para asentir, sonrió ampliamente—. Venga conmigo.

—Esto, yo... —protestó Santana, pero siguió a la extraña por la tienda.

Se pararon junto a una silla y la mujer empezó a sentarse poco a poco, resoplando en alto. Santana fue a ofrecerle la mano, pero la mujer se acomodó sola.

—¿De cuánto está?

—Eh... —farfulló Santana, intentado hacer cálculos en su mente.

La mujer se rio.

—¿Cuándo sale de cuentas?

—En diciembre —contestó Santana de inmediato—. La primera semana o así.

—Mmm, muy bien. ¿Vestido o pantalones? —preguntó la mujer, al tiempo que extendía la mano—. Soy Karen.

Santana aceptó la mano que le tendía.

—Santana. Y creo que pantalones —añadió, aunque no tenía ni idea. —¿Cuánto peso ha ganado?

—No... no tengo la menor idea.

Karen entornó los ojos.

—Esto no va a ser fácil. ¿Ves a todas estas mujeres?

Santana miró a su alrededor y se fijó en que había muchas mujeres embarazadas. Increíble.

—¿Las acaban de descargar?

Karen soltó una sonora carcajada.

—Escoge a una que sea más o menos como...

—Brittany —completó Santana, observando a las mujeres. Cuando encontró una más o menos del tamaño de Brittany, la señaló—. Esa de ahí. Me siento como una burra.

—Bueno, deberías. Mira que no saber cuánto peso ha ganado tu pareja... Se supone que la tienes que cuidar.

—Ella... Brittany no es mi... quiero decir, está viviendo en mi casa y...—interpuso, pero al cabo de un segundo calló, porque sonaba ridícula.

—Tú cuídala —repitió Karen—. No discutas con una mujer embarazada. Estamos todas de los nervios y mataríamos por medio kilo de Häagen Dazs.
Santana tragó saliva y asintió.

«¿Qué estoy haciendo?», se preguntó, mirando a su alrededor como un animal atrapado.




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Breves adelantos cap. 8



—Bueno, si no recuerdo mal, te prometí traerte un regalo.

Skye abrió mucho los ojos y siguió a Santana con la mirada mientras iba a la sala de estar y volvía con la bolsa. Sacó sus gafas de sol y se las puso, ignorando la mirada de curiosidad de Brittany.

Entonces sacó el minipar de gafas y se las dio a Skye, que se entusiasmó cuando Santana la ayudó a ponérselas.

—¡Mamá! ¡Como Tana!

Santana se rio y Brittany meneó la cabeza.

—Justo lo que necesitaba, una versión en miniatura de Santana López —rezongó, si bien al mirarlas juntas con las gafas de sol puestas no pudo evitar reírse—. Estás monísima, pastelito.

—¿Como Tana?

++++

—Mamá, un cuento, pofiii —pidió Skye, acurrucándose contra el costado de Brittany. Le tiró de la camisa a Santana—. Mamá nos lee cuento.

Santana sonrió y se movió hacia el medio de la cama, para acurrucarse con Skye. Se acomodaron juntas mientras Brittany cogía su libro de poesía.

—¿Qué quieren que lea?

Skye se sacó el pulgar de la boca para contestar.

—El del beso, mamá —la animó la pequeña, rodeándole el brazo con el suyo.
Brittany sonrió a su hija.

—¿El del beso otra vez? ¿Por qué no leemos otro?

Santana, que observaba atentamente a Brittany, se preguntó por qué se habría puesto roja de repente. A lo mejor tenía que ver con el embarazo, se dijo, incorporándose sobre el hombro para apoyar la cara en la mano.

—¿El del beso?

Brittany disimuló una nueva sonrisa y asintió mientras hojeaba el libro.

—¿Qué te parece el otro libro, pastelito? El Doctor Seuss o a lo mejor...

+++++++

—Skye, te... te gusta Santana, ¿verdad?

—Sí. Skye nada. Y Tana compra gafas y un pes y toco piano—gritó Skye alegremente.

Brittany esbozó una sonrisa al darse cuenta de que su hija estaba aprendiendo cada vez más palabras.

—¿Mamá gusta Tana?

La sonrisa de su madre se ensanchó.

—Sí, me gusta Santana —repuso, dándole otra rodaja de naranja.

—Tana dice mamá apa —informó Skye, alargando la mano hacia la fruta.

Brittany la retiró de su alcance un momento.

—¿Qué? ¿Santana ha dicho... eh... ha dicho que soy guapa? —le susurró a su hija. Echó un vistazo furtivo a la puerta—. ¿Ha dicho eso, cariño?




Y HASTA AQUÍ LA ACTUALIZACIÓN DE HOY..........ESPERO LES HAYA GUSTADO EL CAPÍTULO Y RESPÈCTIVOS ADELANTOS

Hola……….buenas noches a todas/os……….espero que disfruten esta historia……..así que a LEER….


Mantengo mi posición sobre el episodio final de la serie, este final fue bueno, pero no colmo del todo mi expectativas para el cierre de lo que fue y será una gran serie: GLEE……lo que lamento es que no se haya dado a conocer el futuro o líneas de dialogo a otros personajes importantes (creo yo) para saber de ellos, por ejemplo: Santana, Brittany, Quinn, Puck o Mike, etc. Demás está decir que por ahora supongo que o mientras creo que voy a distraerme con los fic’s (benditas adaptaciones o historias originales por hacer que me distraiga un poco de la realidad jejejeje)……..


*Para quienes no hayan leído las historias anteriores, estas son las direcciones:







http://www.gleeklatino.com/t20759p300-resueltofanfic-brittana-5ta-avenida-neoyorkina-2da-parte-primero-viene-el-amorluego-viene-el-matrimonio-epilogo
(5ta Avenida Neoyorkina)






http://www.gleeklatino.com/t21732p330-resueltofanfic-brittana-play-with-me-epilogo
(Play with Me)






http://www.gleeklatino.com/t22139p255-fanfic-brittana-safe-with-me-capitulo-bonus-track-halloween-con-el-clan-familiar-de-los-pierce-31-de-agosto
(Safe with Me)






http://www.gleeklatino.com/t22314p90-resueltofanfic-brittana-beautiful-stranger-cap-16-final-12-de-noviembre
(Beutiful stranger)







http://www.gleeklatino.com/t22405p135-fanfic-brittana-lick-sinopsiscapitulo-22-final-09-de-enero#536524
(Lick)




http://www.gleeklatino.com/t22471p135-resueltofanfic-brittana-breathe-with-me-epilogo-06-de-abril-2015#540911
(Breathe With Me)




http://www.gleeklatino.com/t22548-fanfic-brittana-the-mighty-storm-2da-parte-wethering-the-storm-sinopsis-epilogo-23-de-junio-2015
(“The Mighty Storm” / 2da Parte "Wethering the Storm)





http://www.gleeklatino.com/t22579p165-resueltofanfic-brittana-sweet-home-2da-parte-sinopsis-prologo-capitulos-37-epilogo-capitulo-extra-07-de-septiembre-2015
(Sweet Home: 1ra y 2da parte)





https://gleelatino.forosactivos.net/t22614p75-fanfic-brittana-sweet-hope-sinopsis-prologo-epilogo-capitulo-extra-24-de-octubre-2015
(Sweet Hope)




https://gleelatino.forosactivos.net/t22620p90-resueltofanfic-brittana-before-california-ave-sinopsis-cap-28-epilogo-02-de-diciembre-2015#549251
(Before California Ave)




https://gleelatino.forosactivos.net/t22632-resueltofanfic-brittana-ecos-de-la-calle-escocia-sinopsis-prologo-caps-26-27-epilogo-05-de-enero-2016
(Ecos de la calle Escocia)




https://gleelatino.forosactivos.net/t22641p210-fanfic-brittana-madam-president-sinopsis-cap-final-08-de-marzo-2016-2da-parte
(Madam President)




https://gleelatino.forosactivos.net/t22658p100-fanfic-brittana-forever-with-me-sinopsis-prologo-epilogo-23-de-abril-2016-adap#554151
(Forever With Me)



*Actualización: día SÁBADO…….si pudiera actualizar antes se los haré saber (pero si no, tengan la seguridad que lo haré en el día señalado)





Sin más que decir por el momento……….no las aburro más, disfruten del capítulo






Me encantará recibir sus críticas, comentarios, sugerencias, etc.………….así que a escribir.


Y la canción del día es……….




https://www.youtube.com/watch?v=jZ-24KG6O4Y

NOTA DE ACLARACIÓN PERMANENTE E IMPORTANTE.- El presente trabajo es una adaptación a mi pareja favorita de Glee (Brittana), aclaro que NO modifiqué el título de la historia (simplemente me limité a conservar el título original de la historia, además de que esto me pareció lo más conveniente) (solo puse el título en inglés), ya saben que no es lo mío ponerle nombre a algo o las cosas jejejeje……..La historia original obviamente no me pertenece …………esta obra se titula “Vientos Celestiales” y es de autoría de Kate Sweeney (todos los derechos reservados para esta estupenda escritora, así como a todos los involucrados en la publicación de su trabajo) (así que a esta distinguida escritora mis más grandes felicitaciones y admiración por la forma y estilo literario que realiza); hallé casualmente esta obra hace un año atrás aproximadamente en un valioso blog llamado NOESTOYSOLASOYINDEPENDIENTE (en el archivo pdf que descargué en aquella ocasión no aparece el nombre de quien o quienes se hayan encargado de traducirla, corregirla o algo) (gracias a todos quienes hacen posible que el resto de las personas podamos disfrutar de tantas maravillosas obras) (la obra original la podrán encontrar en distintos blogs o web site).



Aclaro que si bien en la obra, la historia el lugar principal que se menciona es Chicago entre otros, tomando en cuenta las características y sitios donde se desarrolló GLEE desde su primera hasta la sexta temporada…….decidí que el lugar donde se desarrollará la historia sea Lima, Ohio y decidí mantener Chicago e incluí otros. Sobre el resto de los personajes, considerando las características de algunos de la obra original y en correlación con los de Glee puse a quienes se ajustaban a estas personalidades (en otros casos, conserve el nombre de personajes que se mencionan en la historia original), aunque en algunos casos me deje llevar por la emoción del momento y puse a quienes creí conveniente jejejeje.



Algo más……enfatizo nuevamente que esta historia se compone de un solo libro, consta de: sinopsis + 23 capítulos + epílogo, “Vientos Celestiales” es la primera obra que leí de Kate Sweeney, y honestamente me fascinó y a la vez me encantó infinitamente.………Espero disfruten de esta historia






Ahora……….solo queda esperar sus opiniones.

Capítulo 8

Durante todo el camino a casa, Santana tuvo el estómago hecho nudos al recordar la conversación que había tenido con Kurt.

Gimió en alto al pensar en el rostro iracundo de Suzette. Lo cierto es que había tenido una buena relación con Suzette: sin ataduras, sin compromisos, sin la trampa de las emociones y los celos entorpeciendo el camino, al menos hasta que el incidente de la llamada le había demostrado que Suzette podía llegar a ser celosa.

Sin embargo, Santana no podía culparla, porque si estuviera en su lugar, eso también le habría molestado. ¿O no? ¿Qué pasaría si Suzette se viera con otras?

—Ya no sé qué rayos estoy haciendo —farfulló Santana al volante—. Con lo feliz que vivía yo, y mírame ahora.

Echó un vistazo a los paquetes envueltos en papel de regalo y puso los ojos en blanco.

—¡Qué estoy haciendo! —gruñó con desesperación mientras veía pasar las líneas blancas de la autopista bajo el coche y desaparecer en la distancia.

No podía evitar comparar aquellas líneas con su vida tal como la había conocido hasta el momento. Se pasó el viaje discutiendo consigo misma, pero sonrió cuando tomó el camino de entrada a su propiedad y la cabaña y el lago aparecieron en el horizonte. Lo cierto es que lo había echado de menos: la cabaña, el lago y sus dos invitadas. Mientras sacaba el equipaje del maletero, oyó la vocecilla de Skye.

—¡Tana... Tana! —la llamó la niña alegremente.

Santana esbozó una sonrisa radiante y se volvió. La criaturilla corría en su dirección, pero de repente tropezó y se le escapó un gruñido mientras se frotaba las manitas polvorientas. Santana fue por ella a toda prisa y llegó junto a la pequeña al mismo tiempo que Brittany, que venía desde la parte trasera de la cabaña.

—Me caído.

—¿Te has hecho daño, pitufa? —preguntó Santana.

Skye negó con la cabeza mientras Brittany le sacudía el polvo del trasero. Cuando esta levantó la vista y miró a Santana a los ojos sonrió.

—Hola —saludó, corta de aliento.

—Ei —le devolvió el saludo Santana.

Y las dos se quedaron en silencio un momento.

—¿Has tenido un buen viaje? Pareces cansada —rompió el silencio Brittany—. Bueno, Skye se alegra de verte.

—Ha sido productivo —repuso Santana, que se rascó la nuca.

Brittany ladeó la cabeza y sonrió.

—Eso está bien.

—No tengo ni idea —rio Santana, nerviosa, y cogió a Skye en brazos. Luego se la echó sobre el hombro y el minichampiñón se deshizo en risitas—. ¿Me echaron de menos? —preguntó, mirando a Brittany.

—Sííí. Te echo de menos —rio Skye.

Santana le hizo cosquillas por todo el cuerpo y la enderezó, para sostenerla sobre la cadera y coger la bolsa al mismo tiempo. Las tres se dirigieron al porche, en donde Santana bajó a Skye al suelo.

—Skye nada —anunció la niña, contentísima, mirando a su madre.

—¿Ah sí? ¿Con mamá? —se interesó Santana.

No obstante, la expresión de Brittany era severa; Skye agachó la cabeza y se llevó un dedo a la boca.

—Muy bien, ¿qué está pasando?

—¿Skye Marie? —advirtió Brittany en tono inflexible.

Santana enarcó una ceja. ¿Skye Marie? Aquello no podía ser bueno.

—Skye nada. Solita —farfulló Skye en voz baja.

A Santana casi se le salieron los ojos de las órbitas.

—¿Tú sola? —gritó.

De repente se le llenó la cabeza de imágenes horribles de aquella cosita bocabajo en el lago. Se arrodilló y le puso un dedo bajo la barbilla para hacerle mirarla a la cara.

—Cariñito, no vuelvas a ir sola al lago. Prométemelo —ordenó Santana, con el corazón latiéndole en las sienes. Entonces miró a Brittany—. ¿La has dejado ir al lago sola?

Los azules ojos de Brittany relampaguearon, rebosantes de furia.

Aquella mirada de estupor bastó para hacerle saber a Santana que había dicho lo que no debía, pero Brittany no dijo nada y se limitó a respirar por la nariz, con las aletas dilatadas por el enfado.

—Espero que hayas tenido un buen viaje.

—Brittany, yo...

—Estaba haciendo la comida. Venga, pastelito. Hora de comer.

Skye tenía pinta de estar a punto de romper a llorar y Santana le acarició los rizos rubios.

—Ve con mamá, pitufa. Yo voy a lavarme para la comida.

Brittany cogió a Skye de la mano y desapareció al otro lado de la cabaña.

—Mierda —perjuró Santana, furiosa consigo misma por haber perdido los nervios.

Bolsa en mano, las siguió al interior de la cabaña. La comida fue más bien silenciosa y tensa. Brittany estaba que echaba chispas aun mientras le cortaba el sándwich a su hija y se lo ponía en el plato.

Como si pudiera percibir el humor de su madre, la pequeña musitó un educado «gracias». Cuando Brittany le puso el plato delante a Santana, esta también repuso:

—Gracias, mamá.

Brittany levantó la cabeza de golpe y fulminó a Santana con la mirada; Santana trató de no reírse, pero Skye no pudo evitarlo.

—No es tu mamá, Tana.

Santana se encogió de hombros y, al cabo de unos segundos, las tres se habían echado a reír y la tensión se había evaporado.

Mientras bebía té helado, miró cómo Skye daba cuenta de su pasta boloñesa con kétchup. Hizo una mueca solo de pensar en el sabor de aquella combinación.

—Tana, ¿vamos a nadar?

Santana se limpió los labios con la servilleta y miró a Brittany de reojo.

—No lo sé, pitufa. Eso lo decide tu madre.

Brittany miró alternativamente a Santana y a su hija.

—Claro que puedes ir a nadar. Pero tienes que escuchar a Santana y hacer todo lo que te diga. No queremos que te pase nada. Santana te llevará a nadar siempre que quieras, pero no puedes entrar en el agua sola, ¿entendido?

A Skye le tembló la barbilla bajo la reprimenda, pero asintió.

Santana carraspeó.

—Bueno, si no recuerdo mal, te prometí traerte un regalo.

Skye abrió mucho los ojos y siguió a Santana con la mirada mientras iba a la sala de estar y volvía con la bolsa. Sacó sus gafas de sol y se las puso, ignorando la mirada de curiosidad de Brittany.

Entonces sacó el minipar de gafas y se las dio a Skye, que se entusiasmó cuando Santana la ayudó a ponérselas.

—¡Mamá! ¡Como Tana!

Santana se rio y Brittany meneó la cabeza.

—Justo lo que necesitaba, una versión en miniatura de Santana López —rezongó, si bien al mirarlas juntas con las gafas de sol puestas no pudo evitar reírse—. Estás monísima, pastelito.

—¿Como Tana?

Santana miró a Brittany por encima de las gafas y esta esbozó una sonrisa sarcástica.

—Oh, mucho más que Santana, cariño —le aseguró.

El ego de Santana se deshinchó de golpe, como un globo pinchado. Rezongó como una niña pequeña, cogió la bolsa y sacó el regalo de Skye. Skye miró a su madre, que le sonrió y asintió, antes de romper el envoltorio.

—Mamá... ¡Un pes! —chilló Skye, encantada, ajustándose las gafas de sol.

Sostuvo en alto el pez de peluche con aletas azules y naranjas y lo abrazó. Santana sonrió, orgullosa.

«Se me ha ocurrido a mí, muchas gracias.»

—Ya lo veo. Es muy bonito, pastelito, puedes dormir con él —la animó su madre, igual de entusiasmada.

Skye estaba tan contenta que no podía estarse quieta y saltó de la silla para echarle los brazos al cuello a Santana.

—Gracias, Tana.

—De nada, pitufa.

—Tana, ¿nadamos ya? —preguntó, tirándole de los pantalones cortos.

—Tu mamá se ha esforzado mucho en hacerme este supersándwich tan bueno, pitufa, así que me lo voy a acabar.

—Skye, Santana está cansada. ¿Qué te parece dormir la siesta y luego cuando te despiertes bajamos las tres al lago?

Skye pataleó.

—Skye —la advirtió su madre.

La independiente niña de tres años frunció el ceño.

—Quero nadar —se encabezonó.

Santana arqueó una ceja y trató de no reírse mientras se terminaba el sándwich.

—Tapón revoltoso —farfulló entre dientes al tiempo que daba un trago de té helado.

Brittany le lanzó una mirada furibunda y susurró:

—¿Quieres hacer el favor de ponerte de mi lado en esto?

Santana asintió, se limpió con la servilleta, arrugó el ceño y miró a Skye, que le sostuvo la mirada con el entrecejo igualmente fruncido.

—Siesta —ordenó Santana.

Skye las miró a las dos. Entonces cogió su pez de peluche y tiró a Santana de la mano. Esta se rio y Skye cogió de la mano también a su madre.

—Tana cansada, mamá cansada —anunció, tirando de las dos.

Santana agachó la cabeza, con la esperanza de que no se le notara el rubor en las mejillas.

—Bueno, es una cama grande. La podemos poner en el medio, para que no se caiga —aventuró, apenas atreviéndose a mirar a Brittany a los ojos azules.

—La... la verdad es que pareces cansada y el sofá es muy corto para ti —ofreció la otra mujer.

Skye no había dejado de mirarlas en todo el rato y las arrastró fuera de la cocina.

—¡A momiiir! —insistió.

Santana subió a Skye a la cama sin esfuerzo y la colocó entre Brittany y ella. Su madre se tumbó y dejó escapar un suspiro de alivio al estirar los músculos. A continuación intentó incorporarse de nuevo para quitarse las sandalias, pero Santana se le adelantó y rodeó la cama.

—Espera, tortuguita —le dijo, agachándose para descalzarla.

—No, por favor, puedo yo...

—Estate quieta —susurró Santana, y acabó de quitarle las sandalias.

Al hacerlo le acarició ligeramente los tobillos con la yema de los dedos. Brittany echó la cabeza hacia atrás.

—Gracias —musitó—. Seguro que echas de menos dormir en tu propia cama. Lo siento.

—Mamá, un cuento, pofiii —pidió Skye, acurrucándose contra el costado de Brittany. Le tiró de la camisa a Santana—. Mamá nos lee cuento.

Santana sonrió y se movió hacia el medio de la cama, para acurrucarse con Skye. Se acomodaron juntas mientras Brittany cogía su libro de poesía.

—¿Qué quieren que lea?

Skye se sacó el pulgar de la boca para contestar.

—El del beso, mamá —la animó la pequeña, rodeándole el brazo con el suyo.
Brittany sonrió a su hija.

—¿El del beso otra vez? ¿Por qué no leemos otro?

Santana, que observaba atentamente a Brittany, se preguntó por qué se habría puesto roja de repente. A lo mejor tenía que ver con el embarazo, se dijo, incorporándose sobre el hombro para apoyar la cara en la mano.

—¿El del beso?

Brittany disimuló una nueva sonrisa y asintió mientras hojeaba el libro.

—¿Qué te parece el otro libro, pastelito? El Doctor Seuss o a lo mejor...

—No, mamá, pofiii, el del beso —suplicó Skye.

Brittany soltó una carcajada nerviosa.

—Skye, no sé por qué te gusta tanto ese poema. Shelley nada menos.

Skye miró a Santana de golpe y anunció.

—Mamá nos lee cuento.

—Lo sé, pitufa. Estoy impaciente —afirmó Santana, con total sinceridad.

Brittany evitó mirarla a la cara, se aclaró la garganta y empezó a leer en tono musical.

—«Las fuentes se unen con el río y los ríos con el Océano. Los vientos celestiales se mezclan por siempre con calma emoción.»

La voz serena de Brittany arrulló a Santana de tal manera que se perdió las siguientes líneas, pero contempló su rostro mientras recitaba el final del viejo poema.

—«La luz del sol ciñe a la Tierra y la Luna besa a los mares: ¿para qué esta dulce tarea si luego tú ya no me besas?» —Brittany se detuvo y miró a Santana—. ¿Qué pasa? ¿No te gusta la poesía?

Santana parpadeó, con la mente a años luz de distancia. No se atrevía a preguntarse dónde, pero sí se daba cuenta de que estaba mirando a Brittany fijamente.

—No, ha sido precioso.

Skye estaba agarrada del brazo de su madre y abrazada al pez de peluche.

—Otaves —murmuró, adormilada.

—Skye...

—Sí, mamá, otra vez —coincidió Santana en voz baja.

Las dos mujeres volvieron a sostenerse la mirada un momento, antes de que Brittany retomara la lectura. Skye cayó profundamente dormida mientras Brittany leía y no llegó a escuchar el final. Su madre cerró el libro sobre el pecho y contempló a su hija.

—Pasa cada vez que le leo —susurró—. Debe de ser mi voz.

—Es muy relajante —murmuró Santana.

—No sabría decirte.

—Brittany, siento lo del lago.

Brittany negó con la cabeza.

—Ya lo sé. No pasa nada.

—Sí que pasa. No tengo ningún derecho a...

—Mejor que lo hablemos luego. No quiero despertarla.

Santana asintió y se le escapó un bostezo. Brittany sonrió, cerró los ojos y se quedó dormida bajo la atenta mirada de la compositora.

Al cabo de unos segundos, a Santana la sorprendió notar que le pesaban los párpados y pronto acompañó a madre e hija a los brazos de Morfeo.

Santana volvió a despertarse cuando algo le golpeó el ojo. Despegó los párpados con un sobresalto y, de nuevo, se encontró cara a cara con la rubita.

—Tana, vamos a nadar —susurró.

Santana se desperezó y echó un vistazo a su reloj de pulsera. Eran las dos y media. Asombroso. Santana ni siquiera recordaba la última vez que se había echado la siesta. Meneó la cabeza al pensar en ello, aunque lo cierto era que se sentía completamente descansada y hasta rejuvenecida.

Se volvió hacia Brittany, que seguía profundamente dormida, tumbada de lado de cara a ellas. Al contemplarla no pudo ignorar el modo en que se le aceleraba el corazón: Brittany era preciosa, aun estando embarazada. Puede que precisamente porque estaba embarazada y era feliz. La maternidad era algo ajeno para Santana, pero para Brittany Pierce era algo natural. Era una buena mujer y Santana no conocía a muchas de esas. Se preguntaba cómo acabaría todo aquello. ¿Qué debía de pensar Brittany?

—Tana —susurró de nuevo Skye, en tono insistente.

—Vale. Shh, vamos a dejar que mamá duerma un ratito más. Venga —le susurró Santana, deslizándose fuera de la cama.

Se llevó un dedo a los labios y Skye la imitó.

—¿Mamá dueme?

Santana asintió y cogió a la niña en brazos para salir del dormitorio sin hacer ruido.

—Jesús, pitufa. ¡Estate quieta! —bufó Santana, que se las veía y deseaba para ponerle el bañador a Skye. Cuando acabó de ponérselo, se apartó y frunció los labios, desconcertada—. ¿Por qué no queda bien?

Skye hizo una mueca, se llevó la mano al trasero y tiró del bañador, con el ceño fruncido. Fue cuando Santana se fijó en la etiqueta... estaba al revés.

—Mierda —gruñó.

Skye arrugó la nariz.

—No se dice, Tana —la riñó.

Santana estaba avergonzada de verdad. Meneó la cabeza al darse cuenta de que una niña de tres años era capaz de llamarla al orden.

—Tienes razón, lo siento. Ahora, ¿qué tal si te pongo bien el bañador, antes de que salga tu madre y crea que soy todavía más idiota de lo que piensa ya?

Eran casi las cuatro cuando Brittany despertó al fin, al son de las notas suaves de piano. Se sentía fresca y descansada, así que se las arregló para levantarse y calzarse. Al recordar cómo Santana le había quitado las sandalias, puso los ojos en blanco. Tenía los pies enormes, gordos e hinchados, pero le había gustado sentir el roce cálido de los fuertes dedos de Santana sobre la piel.

«Seguro que da buenos masajes», pensó Brittany, de camino al pasillo.

Permaneció en la entrada, sin que Santana la viera, mientras la veía tocar el piano con Skye en el regazo.

—Pon los dedos aquí, aquí y aquí —la instruyó Santana, apretando sus deditos contra las teclas que formaban el acorde—. ¿Ves? Estás tocando el piano.

Skye la miró.

—Otaves, Tana, pofiii.

—¿Cómo voy a resistirme a esos ojitos azules? Son igualitos que los de tu madre. Muy bien, otra vez.

Brittany enarcó una ceja al oír el comentario sobre sus ojos y siguió observándolas. Elaine nunca había hecho algo así con Skye. Para empezar, nunca estaba en casa lo suficiente y, cuando sí que estaba, solo jugaba a lo que ella quería. Era como tener dos hijas.

Santana tenía razón. A Elaine le gustaba la idea de tener hijos, no la realidad. Lo que Brittany había esperado es que su segundo bebé cambiara eso. Se pasó la mano por la barriga, invadida de un sentimiento de culpabilidad. ¿Se había equivocado al querer hijos?

Negó con la cabeza para dejar de pensar en eso y se concentró en la actitud de Santana hacia la maternidad. Santana Marie López había dejado escapar a Elaine, porque no quería formar una familia. Era madura e inteligente y sabía que los resultados serían desastrosos.

Brittany intentó imaginarse su vida si Elaine siguiera viva y sintió una nueva punzada de culpabilidad al mirar a Santana, sonriente y haciendo reír a su hija.
Skye fue la que reparó primero en su madre.

—¡Mamá! ¡Skye toca piano! —anunció entusiasmada.

—Ya lo oigo. Es muy bonito, pastelito.

Miró a Santana, que le sonreía un poco.

—Pareces descansada —comentó.

Brittany fue consciente de que volvían a encendérsele las mejillas; se pasó la mano por el pelo y se acercó al piano.

—Estoy horrorosa.

—Estás bien —aseguró Santana, justo cuando Skye la agarraba de los carrillos para obligarla a mirarla.

—Otaves, Tana —insistió la pequeña.

Santana arqueó una ceja oscura y Skye musitó:

—¿Pofiii?

—Claro, hobbit.

—Deja de llamarla hobbit —protestó Brittany, y Santana soltó una carcajada de disculpa—. ¿Te diviertes sacándome de mis casillas?

Santana ladeó la cabeza.

—Sí. A veces —confesó, y rio de nuevo cuando Brittany la fulminó con la mirada.

Levantó a Skye de su regazo y la sentó en el banco del piano. Inmediatamente, Skye empezó a aporrear las teclas y Santana, con los ojos fuera de las órbitas, se volvió hacia ella y le cogió las manos con una mueca de dolor.

—Con cuidado, despacio. Es un instrumento musical muy sensible —le explicó a la revoltosa niña de cabello de oro—. Y caro.

Brittany puso los ojos en blanco y acudió junto a Skye.

—Pastelito, no le des golpes o no podrás sentarte ahí —expuso en un conciso tono maternal.

Skye hizo un puchero y miró a su madre a los ojos, pero la expresión seria de Brittany no vaciló ni un ápice.

—Vale, mamá —murmuró, y empezó a tocar las teclas con más cuidado.

Brittany le regaló a Santana una mirada de superioridad.

—«Instrumento musical sensible» —citó con un deje irónico—. Si ni siquiera sabe pronunciarlo.

Santana entornó los ojos.

—Voy a preparar té helado y a darme una ducha.

Brittany fue a sentarse al porche con Skye y fue dándole rodajas de naranja para merendar mientras la niña jugaba con su peluche.

—Skye, te... te gusta Santana, ¿verdad?

—Sí. Skye nada. Y Tana compra gafas y un pes y toco piano—gritó Skye alegremente.

Brittany esbozó una sonrisa al darse cuenta de que su hija estaba aprendiendo cada vez más palabras.

—¿Mamá gusta Tana?

La sonrisa de su madre se ensanchó.

—Sí, me gusta Santana —repuso, dándole otra rodaja de naranja.

—Tana dice mamá apa —informó Skye, alargando la mano hacia la fruta.

Brittany la retiró de su alcance un momento.

—¿Qué? ¿Santana ha dicho... eh... ha dicho que soy guapa? —le susurró a su hija. Echó un vistazo furtivo a la puerta—. ¿Ha dicho eso, cariño?

Skye asintió y estiró la mano hacia la naranja. Brittany sonrió y se relajó en el asiento.

—¿Cuándo, pastelito? —inquirió, a sabiendas de que debería darle vergüenza interrogar a su propia hija.

—Nadando, mamá. Pofiii —se quejó Skye, que no llegaba a la fruta.

—Ay, perdona, cariño —murmuró Brittany, y se la acercó—. Y... ¿qué más ha dicho, cielo? ¿Te acuerdas y se lo cuentas a mamá?—preguntó, mientras pelaba otra rodaja a modo de cebo.

Se subió a Skye al regazo, pese al dolor de espalda. La niña puso cara pensativa y por un momento pareció tan adulta que Brittany no pudo evitar poner los ojos en blanco cariñosamente.

—Ojos asules —contestó su hija, masticando la fruta.

—¿Santana ha dicho que le gustan mis ojos azules?

Skye asintió y se tragó otra rodaja, mientras a su madre se le aceleraba el corazón.

«Contrólate, Pierce —se dijo—, esa mujer está fuera de tu alcance. Que sea amable con tu hija es una cosa, pero que se sienta atraída por una embarazada de tobillos hinchados es otra muy diferente.»

Suspiró. Al menos era bonito soñar.

—¿Tana apa, mamá? —preguntó la pequeña.

Brittany miró al vacío y evocó las largas piernas y su cuerpo esbelto bajo el bañador. Aquellos ojos marrones chispeantes y su sonrisa.

—Sí, pastelito. Creo que Santana es muy guapa.

Justo entonces, Santana apareció en el porche y Skye la recibió con una gran sonrisa.

—Tana, mamá dice que...

Brittany le metió un trozo de naranja en la boca y le sonrió a Santana con dulzura. Santana las miró con curiosidad.

—Tienen cara de haber hecho algo muy, pero que muy malo.

Skye se zafó de su madre.

—¡Regalo! —exclamó al ver los paquetes envueltos detrás de Santana.

—Santana, la vas a malcriar —objetó Brittany.

Sin embargo, Santana sonrió con incomodidad al responderle a Skye.

—Lo siento, pitufa. Estos son para tu madre.

Brittany tragó saliva con dificultad.

—¿Para mí?

Santana se encogió de hombros y le entregó los paquetes.

—¡Corre, mamá! —gritó Skye, dando palmas.

Brittany rezaba para que Santana no se diera cuenta de lo mucho que le temblaban las manos. Rompió el papel de regalo y abrió la caja.

—Oh, Santana, ¡es preciosa! —exclamó al sacar una blusa de seda azul cobalto.

—Dios, espero que te quede bien. Me tuvo que ayudar una pobre embarazada —confesó Santana, azorada, mientras se rascaba la nuca—. Creo que al cabo de un rato le habían entrado ganas de matarme.

—Seguro que me irá —aseguró Brittany—. Gracias.

—Mamá, más. ¡Abre! —insistió Skye.

Brittany miró a Santana con impotencia.

—¿Más? No deberías haberlo hecho.

Santana volvió a ponerse roja como un tomate y, al verla tan avergonzada, Brittany sonrió. El impulso de tocarle la mejilla arrebolada era casi irresistible, así que se concentró en su hija para quitarse la idea de la cabeza.

—Muy bien, pastelito. Ayúdame —le dijo.

Skye se abalanzó sobre el papel de regalo sin esperar a que se lo dijeran dos veces y abrió el siguiente paquete. Eran unos pantalones de lino premamá de color tostado, con aspecto de costar una fortuna.

—Oh, Santana —musitó en tono agradecido.
—Bueno, es que no he visto que tengas ropa de premamá y pensé que estarías más cómoda, así que...

—Tana, ¿qué es? —quiso saber Skye, sosteniendo el sonajero de bebé.

Santana abrió los ojos desmesuradamente y evitó mirar a la cara a una conmocionada Brittany. Lo cierto es que había olvidado el sonajero por completo. Poco a poco, los labios de Brittany se curvaron en una sonrisa y levantó una ceja en ademán interrogativo.

—Es un sonajero —explicó Santana.

—¿Para el bebé? —preguntó Skye, agitando el juguete.

Santana levantó las manos hacia el cielo en gesto de rendición y soltó una carcajada.

—Sí, pitufa —miró a Brittany, que tenía los ojos llenos de lágrimas—. Es que lo vi en el mostrador y...

—Gracias —susurró Brittany.

Y sin venir a cuento, rompió a llorar. Alarmada, Santana se quedó con la boca abierta y Skye corrió al regazo de su madre.

—Mamá... —la llamó.

Brittany no podía controlarse: sollozaba como una boba, aferrada a su hija. Santana sonrió y se arrodilló delante de las dos.

—No pasa nada, pitufa. Mamá está contenta, ¿verdad? — preguntó, al tiempo que cubría la temblorosa mano de Brittany con la suya.

Brittany levantó la mirada y asintió, sin dejar de llorar.

—¿Ves? Ya me voy acostumbrando a esto del embarazo —se enorgulleció Santana.

Brittany estiró los brazos de repente y abrazó a Santana por el cuello.

Al principio, Santana se quedó paralizada, pero enseguida reaccionó y le devolvió el abrazo. A los pocos segundos, Brittany dejó de llorar y soltó a la otra mujer de inmediato.

—Lo... lo siento mucho, Santana. No me lo esperaba —balbuceó, secándose las lágrimas.

—Bueno, pues espero que te quede bien, porque te lo vas a poner esta noche. Venga, me muero de hambre. Hoy cenamos fuera —anunció Santana.

Skye aplaudió.

—¿Perritos calientes? —quiso saber, entusiasmada.

—Bueno, claro. Lo que tú quieras, pitufa —accedió Santana, desordenándole los dorados rizos.



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Breves adelantos cap. 9


—Tienes que empezar a pensar como una niña de tres años, no a comportarte como una —apuntó, mientras cortaba el perrito caliente en tres trozos.

Santana abrió la boca para contestar con alguna ironía, pero la cerró al mirar a Brittany. Se había dejado suelta la melena rubia y le caía sobre los hombros. El azul de la blusa casaba perfectamente con el color de sus ojos, tal como Santana había esperado. Recordó el abrazo que le había dado un rato antes.

«Relájate, Romeo», se riñó.

Brittany estaba agradecida, aquello era todo.

Suspiró y cabeceó.

—Por Dios, que suspiro más gordo —comentó Brittany, dándole de comer a Skye y dando cuenta de su plato de pasta al mismo tiempo.

Santana disimuló una sonrisa al verla comer. No era broma lo de que comía por dos; apenas daba crédito a lo mucho que llegaba a engullir y, aun así, el poco peso que había ganado.

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—Mamá, pies —anunció su hija, y le frotó los tobillos.

Brittany soltó una sonora carcajada.

—Gracias, pastelito.

Cerró los ojos con un suspiro; al poco notó que un par de manos más fuertes le levantaban los pies.

—Mira, pitufa. Aprende de una experta.

Brittany enderezó la cabeza justo cuando Santana tomaba asiento en el sofá, se colocaba el pie de Brittany sobre el regazo y se lo frotaba afectuosamente. Brittany suspiró de nuevo y se relajó contra el respaldo.

—Te dejo parar dentro de un año.

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—Shh, pastelito. Mamá está aquí.

Las tres permanecieron sentadas en la oscuridad hasta que la respiración acompasada de la niña se serenó. Su madre volvió a acostarla en el centro de la cama y le acarició el pelo. Santana miró a Brittany con el ceño fruncido.

—¿Le pasa algo? —trató de susurrar.

Sin embargo, la voz le salió demasiado alta y despertó a Skye.

Brittany suspiró y Santana le sonrió, avergonzada.

—¿Tana? Momir —murmuró Skye, estirando la manita hacia la compositora.

—Hola, nenita. Vuelve a dormirte —la arrulló Santana.

—Momir, pofiii —insistió Skye con un bostezo, sin soltarle la camisa.

—¿Por qué no duermes aquí? —ofreció Brittany en voz baja—. Yo puedo irme al sofá.

—De ningún modo. Podemos dormir las dos aquí. Voy a cerrar.

Hola……….buenas noches a todas/os……….espero que disfruten esta historia……..así que a LEER….


Mantengo mi posición sobre el episodio final de la serie, este final fue bueno, pero no colmo del todo mi expectativas para el cierre de lo que fue y será una gran serie: GLEE……lo que lamento es que no se haya dado a conocer el futuro o líneas de dialogo a otros personajes importantes (creo yo) para saber de ellos, por ejemplo: Santana, Brittany, Quinn, Puck o Mike, etc. Demás está decir que por ahora supongo que o mientras creo que voy a distraerme con los fic’s (benditas adaptaciones o historias originales por hacer que me distraiga un poco de la realidad jejejeje)……..


*Para quienes no hayan leído las historias anteriores, estas son las direcciones:







http://www.gleeklatino.com/t20759p300-resueltofanfic-brittana-5ta-avenida-neoyorkina-2da-parte-primero-viene-el-amorluego-viene-el-matrimonio-epilogo
(5ta Avenida Neoyorkina)






http://www.gleeklatino.com/t21732p330-resueltofanfic-brittana-play-with-me-epilogo
(Play with Me)






http://www.gleeklatino.com/t22139p255-fanfic-brittana-safe-with-me-capitulo-bonus-track-halloween-con-el-clan-familiar-de-los-pierce-31-de-agosto
(Safe with Me)






http://www.gleeklatino.com/t22314p90-resueltofanfic-brittana-beautiful-stranger-cap-16-final-12-de-noviembre
(Beutiful stranger)







http://www.gleeklatino.com/t22405p135-fanfic-brittana-lick-sinopsiscapitulo-22-final-09-de-enero#536524
(Lick)




http://www.gleeklatino.com/t22471p135-resueltofanfic-brittana-breathe-with-me-epilogo-06-de-abril-2015#540911
(Breathe With Me)




http://www.gleeklatino.com/t22548-fanfic-brittana-the-mighty-storm-2da-parte-wethering-the-storm-sinopsis-epilogo-23-de-junio-2015
(“The Mighty Storm” / 2da Parte "Wethering the Storm)





http://www.gleeklatino.com/t22579p165-resueltofanfic-brittana-sweet-home-2da-parte-sinopsis-prologo-capitulos-37-epilogo-capitulo-extra-07-de-septiembre-2015
(Sweet Home: 1ra y 2da parte)





https://gleelatino.forosactivos.net/t22614p75-fanfic-brittana-sweet-hope-sinopsis-prologo-epilogo-capitulo-extra-24-de-octubre-2015
(Sweet Hope)




https://gleelatino.forosactivos.net/t22620p90-resueltofanfic-brittana-before-california-ave-sinopsis-cap-28-epilogo-02-de-diciembre-2015#549251
(Before California Ave)




https://gleelatino.forosactivos.net/t22632-resueltofanfic-brittana-ecos-de-la-calle-escocia-sinopsis-prologo-caps-26-27-epilogo-05-de-enero-2016
(Ecos de la calle Escocia)




https://gleelatino.forosactivos.net/t22641p210-fanfic-brittana-madam-president-sinopsis-cap-final-08-de-marzo-2016-2da-parte
(Madam President)




https://gleelatino.forosactivos.net/t22658p100-fanfic-brittana-forever-with-me-sinopsis-prologo-epilogo-23-de-abril-2016-adap#554151
(Forever With Me)



*Actualización: día MARTES…….si pudiera actualizar antes se los haré saber (pero si no, tengan la seguridad que lo haré en el día señalado)





Sin más que decir por el momento……….no las aburro más, disfruten del capítulo






Me encantará recibir sus críticas, comentarios, sugerencias, etc.………….así que a escribir.


Y la canción del día es……….



https://www.youtube.com/watch?v=WEQES9QlKvk
NOTA DE ACLARACIÓN PERMANENTE E IMPORTANTE.- El presente trabajo es una adaptación a mi pareja favorita de Glee (Brittana), aclaro que NO modifiqué el título de la historia (simplemente me limité a conservar el título original de la historia, además de que esto me pareció lo más conveniente) (solo puse el título en inglés), ya saben que no es lo mío ponerle nombre a algo o las cosas jejejeje……..La historia original obviamente no me pertenece …………esta obra se titula “Vientos Celestiales” y es de autoría de Kate Sweeney (todos los derechos reservados para esta estupenda escritora, así como a todos los involucrados en la publicación de su trabajo) (así que a esta distinguida escritora mis más grandes felicitaciones y admiración por la forma y estilo literario que realiza); hallé casualmente esta obra hace un año atrás aproximadamente en un valioso blog llamado NOESTOYSOLASOYINDEPENDIENTE (en el archivo pdf que descargué en aquella ocasión no aparece el nombre de quien o quienes se hayan encargado de traducirla, corregirla o algo) (gracias a todos quienes hacen posible que el resto de las personas podamos disfrutar de tantas maravillosas obras) (la obra original la podrán encontrar en distintos blogs o web site).



Aclaro que si bien en la obra, la historia el lugar principal que se menciona es Chicago entre otros, tomando en cuenta las características y sitios donde se desarrolló GLEE desde su primera hasta la sexta temporada…….decidí que el lugar donde se desarrollará la historia sea Lima, Ohio y decidí mantener Chicago e incluí otros. Sobre el resto de los personajes, considerando las características de algunos de la obra original y en correlación con los de Glee puse a quienes se ajustaban a estas personalidades (en otros casos, conserve el nombre de personajes que se mencionan en la historia original), aunque en algunos casos me deje llevar por la emoción del momento y puse a quienes creí conveniente jejejeje.



Algo más……enfatizo nuevamente que esta historia se compone de un solo libro, consta de: sinopsis + 23 capítulos + epílogo, “Vientos Celestiales” es la primera obra que leí de Kate Sweeney, y honestamente me fascinó y a la vez me encantó infinitamente.………Espero disfruten de esta historia






Ahora……….solo queda esperar sus opiniones.

Capítulo 9

Skye arrugó la naricilla cuando Santana le dio a probar los espárragos, y tanto esta como Brittany se rieron.

—Asco, Tana —protestó, y se apartó cuando Santana lo volvió a intentar.

—Pitufa, la vida no consiste solo en perritos calientes y macarrones con queso.

Brittany puso los ojos en blanco.

—Tienes que empezar a pensar como una niña de tres años, no a comportarte como una —apuntó, mientras cortaba el perrito caliente en tres trozos.

Santana abrió la boca para contestar con alguna ironía, pero la cerró al mirar a Brittany. Se había dejado suelta la melena rubia y le caía sobre los hombros. El azul de la blusa casaba perfectamente con el color de sus ojos, tal como Santana había esperado. Recordó el abrazo que le había dado un rato antes.

«Relájate, Romeo», se riñó.

Brittany estaba agradecida, aquello era todo.

Suspiró y cabeceó.

—Por Dios, que suspiro más gordo —comentó Brittany, dándole de comer a Skye y dando cuenta de su plato de pasta al mismo tiempo.

Santana disimuló una sonrisa al verla comer. No era broma lo de que comía por dos; apenas daba crédito a lo mucho que llegaba a engullir y, aun así, el poco peso que había ganado.

—Oye, ¿tú no tendrías que ir al médico? —se interesó Santana, antes de darle el último bocado a su chuletón y apartar el plato. Brittany le echó un vistazo poco sutil y Santana le dio su permiso—. Adelante, estoy llena.

—Bueno, la verdad es que he estado buscando en la guía telefónica —explicó Brittany, acercándose el plato de Santana—. Con el poco dinero que me quedaba, he estado pagando un seguro médico Premium, así que puedo ir a cualquier ginecólogo.

—Eh, espera. No puedes ir a cualquier médico así sin más — opinó Santana con firmeza. Sacó el teléfono móvil y marcó—. Will, es Santana. ¿Qué ginecólogo tiene Emma? —le preguntó. Escribió lo que le decía en una servilleta—. Gracias. ¿Qué? Ah, sí... —se ruborizó y miró a Brittany de reojo—. Va bien —farfulló—. Buenas noches, picapleitos.

Colgó y se dirigió a Brittany.

—Muy bien, pues mañana vas a llamar a la doctora Lillian Haines. Will dice que es la mejor en obstreti-no-sé-qué.

—Obstetricia —replicó Brittany con sequedad—. La especialidad es Obstetricia y Ginecología. Y gracias por tu ayuda, pero me gustaría poder elegir a mi médico yo misma.

—¿Por qué? Ella es la mejor. No discutas, es tu último semestre y...

Brittany echó la cabeza hacia atrás y se echó a reír. Skye también se rio, sencillamente porque su madre lo hacía. Sentada a la mesa, Santana las observó a las dos, hasta que también empezó a carcajearse, sin saber muy bien por qué.

—¿Qué? ¿Qué es lo que tiene tanta gracia? —quiso saber mientras se reía.

—Es... trimestre. Mi último trimestre —logró explicar Brittany entre carcajadas.

Santana dejó de reír de golpe.

—Pues no tiene tanta gracia —refunfuñó, dando un trago de agua.

Brittany también se serenó y se secó los ojos.

—Lo siento, tienes razón —carraspeó.

Pero Skye seguía riéndose.

—¿Tana divetida, mamá?

—Cómete el perrito caliente, cariño —instruyó su madre, pinchando otro trozo en el tenedor.

Skye se quedó dormida en la sillita nueva que habían comprado para el coche y las dos mujeres condujeron en silencio un buen rato, hasta que Brittany se aclaró la garganta.

—Gracias por esta noche, por los regalos y por la sillita para el coche —le dijo a Santana, echando la cabeza hacia atrás.

Santana se volvió hacia ella y sonrió.

—Bueno, 250 dólares es mucho dinero para tener debajo de la baldosa —comentó, haciendo reír a Brittany.

Cuando llegaron a la cabaña, Santana bajó del coche y, sin decir nada, fue a abrirle la puerta a Brittany para ayudarla a bajar.

—Vamos, tortuguita —murmuró para hacerla rabiar.

Sacó a Skye del coche en brazos, ya que seguía dormida. Brittany tropezó al subir las escaleras del porche y Santana la sostuvo.

Cogidas del brazo, las dos caminaron en la oscuridad.

—Agárrate bien, no vayas a caerte. Se me olvidó dejar encendida la luz del porche —sugirió Santana.

Brittany obedeció y se agarró de Santana con más firmeza. Al llegar a la puerta principal, Brittany fue perfectamente consciente de la mirada de Santana y trató de evitar levantar la vista, así como de controlar el pulso, que se le disparaba. El aire romántico de la luna sobre la terraza no ponía las cosas fáciles, precisamente. Su luz de plata las iluminó a las tres mientras Santana abría la puerta mosquitera. Por un momento, Brittany creyó que iba a decirle algo, pero Skye se despertó justo entonces y se agitó en brazos de Santana.

—Será mejor que la acueste —opinó Brittany con voz queda.

No le pasó por alto que Santana se estremecía al oírla y se sonrió.

—No tengo sueño, mamá —protestó Skye.

Como estaba demasiado cansada como para discutir, Brittany se dejó caer en el sofá, se quitó los zapatos y estiró los dedos de los pies con una mueca de dolor.

—Mamá, pies —anunció su hija, y le frotó los tobillos.

Brittany soltó una sonora carcajada.

—Gracias, pastelito.

Cerró los ojos con un suspiro; al poco notó que un par de manos más fuertes le levantaban los pies.

—Mira, pitufa. Aprende de una experta.

Brittany enderezó la cabeza justo cuando Santana tomaba asiento en el sofá, se colocaba el pie de Brittany sobre el regazo y se lo frotaba afectuosamente. Brittany suspiró de nuevo y se relajó contra el respaldo.

—Te dejo parar dentro de un año.

Santana se rio sin dejar de masajearle los pies cansados.

—Aúpa —pidió Skye, con un bostezo.

Brittany gimió y fue a levantarse, pero Santana se le adelantó.

—Tú relájate. Yo acuesto al hobb... a la pitufa. Enseguida vuelvo— dijo con firmeza—. Skye, dale las buenas noches a mamá.

Skye se cruzó de brazos, tozuda.

—No tengo sueño —refunfuñó.

Santana miró a la pequeña y puso los brazos en jarras.

—¿Y cómo vamos a ir a pescar mañana si no te vas a dormir?— la retó, y también se cruzó de brazos.

Brittany miró alternativamente a la mujer morena y a la minirrubita, sin abrir la boca. Cuando su hija buscó su mirada, se limitó a encogerse de hombros.

—Si quieres ir a pescar, será mejor que te vayas a la cama.

Skye agarró su pez, le dio a su madre un beso de buenas noches y le dio la mano a Santana.

—¿Qué te pones para dormir? —le preguntó esta.

—Pijamita —contestó Skye—. ¿Tú llevas pijamita?

—Da igual —murmuró Santana.

Las dos desaparecieron por el pasillo y Brittany no pudo menos que preguntarse qué se ponía Santana para dormir. Se la imaginó desnuda, pero apartó el pensamiento de su mente al oírla darle las buenas noches a su hija desde la habitación y darse cuenta de que ella seguía tumbada en el sofá.

—¿Qué estoy haciendo? —murmuró.

Y empezó a incorporarse trabajosamente.

—¿Adónde vas? —le preguntó Santana desde el pasillo.

Brittany se ruborizó.

—Es que se me hacía raro esperar. No... no es necesario que...

Santana fue al sofá y retomó su posición. A Brittany se le escapó un suspiro involuntario de satisfacción.

—No tengo ni idea de cómo debe de ser estar embarazada — comentó Santana mientras le masajeaba los pies—. Pero a veces se te ve con la lengua fuera, del cansancio. Además, soy una maestra masajista. Las hay que pagarían millones por esto.

—¿Como la mujer con la que estabas la otra noche? —espetó Brittany. Enseguida se dio cuenta de lo que acababa de decir y abrió los ojos—. Lo siento.

Los ojos marrones de Santana adoptaron un brillo travieso al tiempo que le trabajaba los tobillos.

—No. Suzette no paga.

—¿Suzette? ¿Se llama Suzette?

Santana se esforzó por ocultar la sonrisa y se limitó a asentir.

—¿Y van en serio? —quiso saber Brittany, que se había puesto un cojín debajo de la cabeza para poder verla mejor.

Santana arrugó la frente un segundo.

—Si lo que preguntas es si somos pareja, entonces no. ¿Era esa tu pregunta? —aclaró, hundiéndole los dedos con firmeza en el arco del pie, primero en uno y después en el otro.

—Bueno, sí. Supongo que sí. Me refiero a si duermes con alguien...

—Brittany, dormir dormimos poco —repuso Santana. Enseguida añadió—. De todas maneras, me temo que mis días con la encantadora Suzette están a punto de terminar.

Por algún motivo, Brittany dio saltos de alegría en su interior. Por fuera, en cambio, era la viva imagen de la preocupación.

—¿Y cómo es eso?

—Bueno, Suzette toca el chelo...

Brittany soltó una sonora carcajada, pero calló al ver la expresión de Santana.

—Perdona, creía que era un chiste.

—Es chelista de estudio. Nos conocimos hace dos años, cuando trabajé en una película, y empezamos a salir. Entonces me surgió la oportunidad de componer una pieza muy buena y... bueno... necesitaba a una chelista.

—Y naturalmente escogiste a la mejor.

Santana se puso roja como un tomate, evitó mirar a la sonriente Brittany a la cara y le frotó el pie con demasiada fuerza un segundo.

—Nepotismo. No se puede llamar de otra manera.

—¿Y qué problema hay? —preguntó Brittany, con un bostezo.

—Que es un desastre —espetó Santana sucintamente.

—Y ahora tienes que decirle que no sirve y, cuando lo hagas...

—Adiós muy buenas, Suzette.

Brittany supo que para Santana iba a ser un mal trago, por la expresión desamparada de su rostro.

—Debería entenderlo, si se lo dices de la manera adecuada.

Santana la miró.

—¿Eso qué se supone que quiere decir?

—Es que no eres precisamente la persona más diplomática que conozco.

—¡Eh! ¿Acaso no he llevado a Skye a la cama? ¿Y no conseguí que se echara la siesta?

—¿Acaso no tiene tres años?

Santana abrió la boca para replicar, pero volvió a cerrarla.

—El ego de Suzette es más grande que el mío.

Brittany esbozó una sonrisa traviesa.

—¿Tanto?

Santana le cogió un pie con las dos manos y apretó fuerte. Entonces la hizo reír haciéndole cosquillas.

—¡No, no! —chilló Brittany.

—Shh, vas a despertar a la niña —la riñó Santana. Al ver que Brittany se llevaba la mano al estómago, la soltó de inmediato—. ¿Estás bien?

Brittany asintió y se mordió el labio.

—Solo se está moviendo —le cogió la mano a Santana—. Mira, ¿lo notas?

Santana hizo ademán de retirar la mano de manera instintiva, pero luego se la dejó coger con cautela y Brittany la colocó sobre su vientre delicadamente.

—Ahí —informó.

Aguardaron en silencio un momento, luego uno más, hasta que de repente Santana sintió movimiento bajo la palma y abrió los ojos de golpe.

—¿El bebé? —susurró.

Brittany asintió con una sonrisa.

—Seguramente la hemos despertado —le dijo. Santana tenía la mirada fija en sus manos puestas sobre el estómago de Brittany—. Dicen que los bebés oyen cosas —susurró esta.

Santana cabeceó, maravillada.

—Soy una mujer hecha y derecha y jamás había experimentado algo así. Gracias, Brittany.

Brittany le regaló una sonrisa cariñosa.

—Un placer, Santana.

Las dos permanecieron como estaban, con las manos entrelazadas sobre el vientre de Brittany, a la espera de que el bebé volviera a moverse.

—Creo que se ha dormido.

—Asombroso —suspiró Santana, meneando la cabeza otra vez. Al levantar la vista se dio cuenta de que Brittany tenía los ojos llenos de lágrimas—. Eh, ¿qué te pasa?

Brittany parpadeó para contener las lágrimas y negó con la cabeza.

—Nada, de verdad. Es que ahora mismo soy muy feliz.

—Yo también, no sé cómo explicarlo. Estoy muy agradecida de poder formar parte de esto. Eres una mujer extraordinaria. Cuando pienso en todo lo que has pasado con lo joven que eres...

—Bueno, tampoco es que tú seas tan vieja, ¿sabes? —objetó Brittany con voz suave.

Santana apoyó el brazo en el respaldo del sofá y le acarició la barriga a Brittany con la otra mano. A Brittany le costaba tragar saliva: hacía mucho tiempo que no la tocaba ninguna mujer. Sin embargo, Santana pareció percatarse de golpe de lo que estaba haciendo y apartó la mano como si se hubiera quemado.

—Lo siento, no debería acariciarte la barriga de esa manera — farfulló en tono de disculpa.

—No me importa. La verdad es que me gusta.

Brittany no estaba del todo segura que decir eso hubiera sido una buena idea, pero habría jurado que la expresión de Santana se tocaba de esperanza.

—Brittany, sé que... —empezó Santana.

Pero el llanto de Skye desde el dormitorio la interrumpió. Santana se incorporó de un salto, ayudó a la mujer tortuga a levantarse y fueron corriendo a la habitación. Cuando llegaron se sentaron a ambos lados de la niña, que lloraba en sueños. Instintivamente, la pequeña se agarró a su madre, que la acunó amorosamente.

—Shh, pastelito. Mamá está aquí.

Las tres permanecieron sentadas en la oscuridad hasta que la respiración acompasada de la niña se serenó. Su madre volvió a acostarla en el centro de la cama y le acarició el pelo. Santana miró a Brittany con el ceño fruncido.

—¿Le pasa algo? —trató de susurrar.

Sin embargo, la voz le salió demasiado alta y despertó a Skye.

Brittany suspiró y Santana le sonrió, avergonzada.

—¿Tana? Momir —murmuró Skye, estirando la manita hacia la compositora.

—Hola, nenita. Vuelve a dormirte —la arrulló Santana.

—Momir, pofiii —insistió Skye con un bostezo, sin soltarle la camisa.

—¿Por qué no duermes aquí? —ofreció Brittany en voz baja—. Yo puedo irme al sofá.

—De ningún modo. Podemos dormir las dos aquí. Voy a cerrar.

—No pasa nada, Skye. Santana vuelve enseguida. —Oyó cómo Brittany tranquilizaba a su hija en voz baja, al salir de la habitación.

Brittany se cambió tan deprisa como le permitían la barriga y los pies, porque no quería que Santana entrara y la encontrase sin ropa.

—Qué sexy sería —se dijo en tono sarcástico mientras se apresuraba a ponerse el camisón. Se le escapó un respingo de dolor—. No, si aún me voy a adelantar el parto solo porque no me vea en camisón...

A continuación se metió en la cama al lado de Skye. Cuando Santana volvió a la habitación a oscuras, Brittany la oyó abrir el cajón y, aunque intentó permanecer con los ojos cerrados y en silencio, la curiosidad pudo más, entreabrió un ojo y contempló cómo Santana se desnudaba bajo la luz de la luna. Tragó saliva tan ruidosamente que lo raro fue que no despertara a Skye. Bajo la suave luz plateada de la noche, la curva de los pechos de Santana le arrancó un escalofrío a Brittany por toda la espalda. No podía quitarle ojo de encima: Santana tenía un cuerpo muy hermoso.

Acabó de vestirse con lo que a Brittany le parecieron unos bóxers y una camiseta de tirantes y se deslizó entre las sábanas con una carcajada.

—¿Qué es tan gracioso? —preguntó Brittany en voz queda.

—Perdona, no quería despertarte —repuso Santana en un susurro desde el otro lado de la cama. Brittany giró la cabeza hacia Santana, cuyo rostro estaba oculto a medias en la penumbra—. No tengo pijama, pero no quería darle a la pitufa una lección de anatomía demasiado temprana —rio con suavidad.

—Bueno, te lo agradezco —repuso Brittany—. Buenas noches, Santana.

—Buenas noches, Brittany.

Santana bostezó y, al cabo de un segundo, su respiración se volvió acompasada y profunda. Brittany escuchó la respiración de Santana y la de su hija durante unos segundos y luego sonrió, se tapó con la manta y reprimió la risita que le hacía cosquillas en la garganta: quería decirle a Santana que la madre de Skye había recibido su lección de anatomía en lugar de la niña, mientras se había desnudado bajo la luz de la luna.

Brittany se despertó por la mañana temprano. Una suave brisa agitaba las cortinas, y la luz de los primeros rayos del amanecer entraba a raudales en el dormitorio. Al mirar a su hija la sorprendió verla encima de Santana, que dormía tumbada de espaldas. Para más inri, Brittany descubrió que se había dado la vuelta mientras dormía y estaba echada de lado con la cabeza apoyada en el hombro de Santana y el brazo sobre la espalda de su hija en gesto protector.

Brittany sabía que debía moverse, pero la verdad es que estaba demasiado cansada y demasiado cómoda. La brisa de finales de verano la acarició suavemente y volvió a quedarse dormida.

Sentadas a la mesa del desayuno, a Brittany le pareció que Santana parecía preocupada al ponerle el plato delante.

—Gracias —murmuró la compositora, distraída.

—¿Qué te pasa? —se interesó Brittany.

«Muy bien —pensó—. Se ha dado cuenta de que esto ha sido un error. Una noche durmiendo conmigo y con mi hija ha sido una dosis de realidad demasiado grande para la señora López.»

—Pensaba en Suzette —dijo Santana.

Brittany puso los ojos en blanco mientras le daba el desayuno a Skye.

Le había entrado malhumor de golpe, sin que pudiera evitarlo.

«Dios, estoy impaciente por volver a tener el control sobre mis hormonas», se lamentó mentalmente.

Skye, que estaba comportándose como una niña gruñona de tres años, le empujó la mano.

—No —refunfuñó.

Así que las tres mujeres estaban de mal humor.

—Bueno, a mí me parece que tienes dos opciones —opinó Brittany, tratando de darle otra cucharada a su hija—. O le dices que su talento musical no está a la altura o sigues acostándote con ella — espetó. El irracional enfado hormonal se filtraba por todos sus poros—. Vaya, qué decisión más difícil: ¿integridad o sexo?

Mmm... ¿Por cuál se decantará la egomaníaca Santana Marie López?

Santana le lanzó una mirada acerada.

—¿Qué rayos te pasa? Gracias por el consejo —ladró, y dejó la servilleta—. Mierda.

—Miedda —repitió Skye.

Brittany la fulminó con la mirada.

—Joder, pitufa —la riñó Santana.

La niña se rio:

—Joer.

—¡Santana! —protestó Brittany.

Santana rugió y echó la silla hacia atrás para levantarse.

—Jesús, ¿es que no la sabes controlar?

—Esús... —rio Skye, aunque calló cuando Santana le dirigió una mirada torva.

—Si solo sabes decir palabrotas, haz el favor de callarte — ordenó Brittany.

Santana se levantó y salió de la sala de estar hecha una furia, con Brittany pisándole los talones. Esta obligó a Santana a volverse y la miró a los airados ojos marrones sin pestañear.

—Ya es bastante difícil criar a una niña de tres años... —empezó Brittany. Santana soltó una carcajada sonora y grosera.

—¿Tres? ¿Estás de coña? Esa cría tiene tres años pero se comporta como si tuviera cuarenta —se indignó, como si la niña fuera ella—. Y deja a Suzette fuera de esto. No es asunto tuyo con quién me acuesto.

—Y a Dios doy gracias. Muy bien, acuéstate con tu chelista sin oído. Son tal para cual —aulló Brittany.

—Pues muy bien, ¡lo haré!

—¡Perfecto! —gritó Brittany, maldiciendo las lágrimas que afloraban a sus ojos.

Santana tragó saliva y dio un paso hacia ella.

—Ni se te ocurra...

Skye también se había puesto a llorar. Santana se llevó la mano al pelo, pasó junto a Brittany y se puso las zapatillas deportivas. Cuando salió por la puerta, Skye gritó su nombre. Brittany fue junto a su hija con paso cansado y la cogió en brazos.

—Skye con Tana... —lloró Skye, forcejeando para que su madre la soltara.

Cuando estuvo en el suelo, la niña corrió a la puerta delantera y apoyó la carita en la mosquitera.

—¡Tana! —gritó la rubita, golpeando la puerta.

Capítulo 10

Santana corrió más deprisa, para no oír cómo Skye la llamaba a gritos. Tanta emoción la desbordaba, así que corrió lo más rápido que pudo. Era algo que a Santana Marie López se le daba muy bien.

Mientras corría pensó en Elaine y se puso todavía más furiosa. Si no fuera por ella nada de esto habría pasado. Podría recuperar su vida y tener...

«¿El qué?», se preguntó, aminorando la marcha.

Dejó de correr y se dobló, apoyando las manos en las rodillas.

Tenía ganas de vomitar, así que se irguió, respiró hondo y echó a andar por el camino de grava en un intento de concentrarse en la belleza del paraje. En un momento dado se dio la vuelta, decidida a volver a la cabaña, pero se detuvo, se pasó la mano por el pelo húmedo de sudor y siguió andando en dirección contraria a la casa.

¿De verdad quería recuperar su vida? ¿Qué vida? ¿Suzette, a quien realmente ella no le importaba nada? Vale, el sexo era tremendo, pero aquel factor estaba perdiendo enteros para Santana a marchas forzadas.

Se paró y se rio en alto.

—¿Qué probabilidades había de que llegara a pasar algo así?

Meneó la cabeza y tomó un sendero que se adentraba en el bosque.

«Elaine.»


Flashback
Elaine Bridges había sido una verdadera fuerza de la naturaleza.

Desde que se vieron por primera vez en el aeropuerto de Chicago, Santana se quedó enganchada a ella. Habían llamado al mismo taxi en el aeropuerto de O’Hare, bajo la tormenta.

Santana llevaba el maletín encima de la cabeza para no mojarse mientras le silbaba al taxi. No se fijó en el piloto que hacía lo mismo a su lado y, cuando el vehículo se detuvo junto a la acera, fueron a la puerta al mismo tiempo. Santana pensó que el piloto sería lo bastante caballeroso como para dejarle el taxi, pero se vio gratamente sorprendida cuando un par de profundos ojos castaños de mujer le devolvieron una mirada airada.

—Yo lo he visto primero —afirmó la piloto, agarrando la manecilla de la puerta.

Santana esbozó una amplia sonrisa y abrió la portezuela.

—Mira, está diluviando. Vamos a compartirlo antes de que nos ahoguemos.

La mujer la observó unos segundos con los ojos entornados y luego se metió en el taxi. Santana la imitó y se secó la lluvia de la cara.

—Menudo chaparrón.

El taxista las miró por encima del hombro.

—¿Adónde las llevo, señoras?

—Al Hotel Drake —la piloto contestó primero.

Santana enarcó una ceja en su dirección.

—El Drake, ¿eh? Qué elegante. Creo que yo también iré allí. Me encanta el restaurante de ese hotel —le sostuvo la mirada a la piloto, que esbozaba una sonrisa irónica—. ¿Te gustaría cenar conmigo? —Santana le ofreció la mano—. Soy Santana López.

La piloto aceptó el apretón de manos.

—Elaine Bridges.

Durante un momento, las dos se miraron a los ojos, hasta que el taxista tosió.

—El taxímetro corre, así que ¿al Drake?

Elaine contestó sin apartar la mirada de Santana.

—Al Drake.

Santana sonrió de oreja a oreja y se acomodó en el asiento.

—Es un restaurante muy bonito —comentó Elaine, dando un sorbo de agua—. Gracias por esperarme mientras me cambiaba.

Santana asintió.

—De nada. Estabas más mojada que yo.

Elaine se encogió de hombros.

—Te ofrecí mi habitación para secarte.

Santana levantó la mirada de la carta de vinos.

—Fue muy amable por tu parte, a lo mejor te tomo la palabra en otra ocasión —afirmó, y se concentró en la carta—. ¿Te apetece un poco de vino?

—Sí, por favor. Adelante. Yo no entiendo de vinos.

El camarero se acercó a su mesa y Santana pidió el vino.

Cuando se alejó, la compositora inició la conversación.

—Cuéntame algo de ti, Elaine Bridges.

—No hay mucho que decir. Nací en Indiana, hija única, buenos padres... Pero siempre tuve pocos amigos. Mi padre estaba en el ejército, así que nos mudábamos a menudo.

—¿También era piloto? —quiso saber Santana,

En ese momento apareció el camarero con el vino y abrió la botella. Santana lo probó e hizo un gesto de aprobación.

—Sí, era coronel de las Fuerzas Aéreas —contestó Elaine, levantando su copa cuando Santana alzó la suya.

—Por las noches lluviosas en Chicago —le sonrió esta.

Rozaron las copas en silencio y Santana contempló el bello rostro de Elaine mientras bebía. El cabello rubio a la altura de los hombros le relucía bajo la luz suave del restaurante, y tenía unos ojos castaños chispeantes. Su piel era fina y muy lisa, y Santana supo instintivamente que sería sedosa al tacto.

—Te me comes con los ojos, Santana —observó Elaine con una sonrisa.

—No puedo evitarlo —replicó esta—. Eres muy atractiva. Estoy segura de que ya te lo han dicho antes.

Elaine la miró a los ojos y escrutó su rostro.

—Igual que tú.

El nivel de excitación de Santana aumentó unos cuantos puntos y dio un trago de vino.

—¿Cuánto tiempo vas a estar en Chicago?

—Tengo un vuelo mañana por la noche, a las nueve — contestó Elaine al punto.

Santana asintió pero no dijo nada. Elaine sonrió y se echó hacia delante.

—¿Iba en serio lo de tomarme la palabra?

Santana se sentó en una roca y levantó la cara hacia el sol que se filtraba entre las ramas de los árboles. Cerró los ojos al evocar la velada cargada de tensión sexual y la mañana siguiente que pasó con Elaine. Así de rápido había empezado su relación. Desde entonces se veían siempre que Elaine volaba a Chicago y siempre que Santana podía escaparse un fin de semana largo. Durante todo aquel tiempo, Santana era consciente de que se estaba enamorando, pero había algo que la echaba para atrás. Puede que fuera la actitud casi infantil de Elaine y su noción indolente de la responsabilidad. La vida que llevaba la piloto, soltera y sin preocupaciones, no era tan diferente de la suya propia, como compositora sin compromisos.

Elaine y ella eran compatibles en muchos aspectos y Santana escuchó a su corazón y se permitió querer más y más. Elaine también, pero el tema de los hijos fue un golpe inesperado.

—Cariño, no estamos preparadas para tener hijos —trató de explicarle Santana.

Elaine levantó la mirada, tumbada en brazos de Santana, y se apartó los mechones rubios de la cara.

—¿No quieres tener hijos? Decías que te gustaba la idea.

—Dije que si la situación fuera diferente, me gustaría la idea— la corrigió Santana amablemente, y se incorporó en la cama—. Cielo, mira cómo vivimos. Tú eres piloto y estás siempre de acá para allá. Nunca te quedas en el mismo sitio el suficiente tiempo.

—Tú estás asentada, San. Tienes un apartamento precioso aquí, es enorme y pasas más tiempo en Chicago que nunca. Estarías en casa todo el tiempo. Y podríamos contratar a una canguro...

Santana ladeó la cabeza, confusa.

—¿Una canguro?

Elaine siguió hablando antes de que Santana continuara.

—Sí, una vez que tuvieras el bebé, podrías...

—¿Yo? —se asombró Santana—. Espera, espera. Esto tenemos que hablarlo más en serio.

Salió de la cama y se puso un pantalón de chándal y una camiseta. Elaine hizo lo mismo y se sentó en el mostrador de la cocina con el gesto torcido en un puchero mientras Santana preparaba café y le pasaba una taza humeante. Santana meneó la cabeza, se sentó delante de ella y le cogió la mano.

—Ahora vamos a ser sinceras. Tú y yo solo hemos hablado de este tema una vez, el año pasado. Cariño, mi reloj biológico está corriendo y la verdad es que no me importa demasiado. No siento la necesidad maternal de tener un hijo en mi vientre. Sí, me gustan los niños. ¿Me gustaría ser madre? Quizá algún día, cuando esté casada o tenga una relación segura y estable.

Elaine se bebió el café, aún con los labios fruncidos; Santana le dedicó una sonrisa triste.

—Y eso no lo tenemos, Elaine.

La piloto alzó la mirada de repente y miró a Santana con dureza.

—¿Estás diciéndome que no me quieres?

Santana puso los ojos en blanco y dio un sorbo de café.

—Elaine, piensa en lo que me estás pidiendo. Traer a un niño al mundo, siendo dos mujeres que apenas se ven y que no tienen ni idea de cómo criar un hijo. Es completamente injusto e infantil querer algo así solo porque fuiste hija única y ahora, de adulta, quieres jugar con alguien.

Santana sabía que sus palabras herirían a Elaine, pero tenía que decirlo. Efectivamente, durante el último año, Elaine había mostrado signos de haber sido una niña consentida que obtenía de sus padres todo lo que quería, seguramente porque se sentían culpables de no poder darle estabilidad al viajar tanto por todo el país e incluso por el extranjero.

—Te has equivocado de profesión —gruñó Elaine, con un brillo de ira en los ojos—. Tendrías que haber sido psicóloga en lugar de compositora. ¿Por qué estás conmigo si crees que soy una neurótica desastrosa? Me encantan los niños y creía que a ti también. Ya veo que no.

—Elaine, hemos hablado en profundidad sobre tu infancia y tus padres. Los culpas por arrastrarte de un lado a otro, pero, cariño, ahora eres una mujer adulta. Deja de culparlos y empieza a vivir tu vida...

—Es lo que hago —replicó con enfado—. Quiero tener hijos. Lo necesito, Santana, en lo más hondo de mí. ¿Es que no lo entiendes? ¿O es que eres demasiado egoísta?

Santana se sulfuró ante la insinuación, y la tentación de seguir aquella vía de acusaciones tan dañina casi la dominó, aunque en lugar de lanzarle otra pulla habló en tono conciliador.

—Y si lo necesitas tanto en lo más hondo de ti, ¿por qué se supone que vaya a tener yo al bebé?

Elaine se indignó todavía más, se levantó y empezó a pasear de arriba abajo como un animal enjaulado, mientras Santana daba sorbos de café y esperaba, porque sabía percibir cuándo

Elaine se sentía atrapada.

—Vale, pues ya... ya tendré yo al bebé —se limitó a decir, lanzándole a Santana una mirada desafiante.

Santana dejó escapar un suspiro triste.

—Cariño, no es una competición. Intento explicarte que no somos una pareja adecuada para tener hijos. Dices que quieres un bebé, pero no estás dispuesta a pasar físicamente por el embarazo —insistió Santana, cada vez más irritada—. Maldita sea, es una responsabilidad enorme y sé que no podemos asumirla. Y si lo pensaras con claridad, estarías de acuerdo conmigo. No estoy dispuesta a traer a un niño al mundo con dos goles en contra, solo para satisfacer tu necesidad egoísta de rebobinar tu reloj biológico.

Elaine se envaró.

—Santana, esto es el final.

Santana le devolvió una mirada incrédula y al cabo de un segundo negó con la cabeza.

—Entonces que sea lo que tenga que ser.
Fin de flashback


Efectivamente, fue el final para ellas. Aunque siguieron juntas seis meses más, las dos sabían que la batalla estaba perdida. Rompieron en Denver y, si bien Santana estaba furiosa y triste, en el fondo de su alma sabía que era inevitable. Claro que le gustaba su relación.

Nunca habían tenido que esforzarse y nunca habían tensado la cuerda. Aquella había sido su prueba de fuego y Santana acabó con el corazón roto, pero sabía que tenía razón. Si volviera atrás, haría otra vez lo mismo.

Ahora tenía a la pareja de Elaine embarazada y a su hija de tres años en casa. Y para empeorar las cosas aún más —o para mejorarlas, según se mirase—, Santana se sentía atraída por ella. En ese momento, estaba terriblemente confusa y no sabía qué hacer.

Evocó el rostro de Brittany, dormida a su lado, y la risa contagiosa de Skye le arrancó una carcajada. Pero si no había podido asumir la responsabilidad con Elaine, ¿podría hacerlo con Brittany? ¿Quería hacerlo?

—Joder —gruñó, furiosa, y echó a correr de vuelta a la cabaña.

Cuanto más lo pensaba, más deprisa iba. No estaba segura de si huía o si corría hacia Brittany y su familia y tampoco sabía si quería saberlo.




Brittany había logrado calmar a Skye al cabo de una hora. La pobre niñita había hiperventilado y le había entrado el hipo.

—¿Volve Tana? —preguntó, sentada en brazos de Brittany en el columpio del porche.

—Sí, pastelito, Santana vuelve. Solo se ha enfadado.

—Mamá grita a Tana.

Brittany hizo una mueca y la abrazó más fuerte.

—Lo sé. Y no ha estado bien, Skye. Mamá tiene que pedirle perdón a Santana.

—Tana hace llorar a mamá.

—Bueno, mamá llora con mucha facilidad últimamente. Mamá y Santana han discutido, nada más. Como cuando no quieres echarte la siesta o terminarte el desayuno.

—Skye nada —ofreció la niña y su madre asintió.

—Exacto, como cuando querías ir a nadar.

En ese momento oyeron cómo se abría la puerta de la parte trasera.

—Tana en casa... —exclamó Skye, y corrió adentro.

Brittany se quedó sentada donde estaba, con el corazón a cien. Se sentía fatal por haber discutido sobre algo tan estúpido.

—Mamá, Tana pupa —oyó que la llamaba Skye desde la puerta delantera.

—¿Pupa?

Brittany se puso de pie lo más deprisa que pudo y entró en la cabaña a toda prisa. Santana estaba apoyada en el mármol con un paquete de hamburguesas congeladas puesto sobre la cabeza. Tenía la ropa machada de barro y polvo y arañazos en brazos y piernas.

—¿Qué ha pasado? —exclamó Brittany, retirando el paquete congelado. Le estaba saliendo un verdugón rojizo encima de la ceja—. Siéntate, le ordenó.

Santana se sentó con cuidado en una silla de la cocina, mientras Brittany ponía hielo en una toalla y se la colocaba en la frente.

—Me... me caí —siseó Santana. Brittany se mordió el labio, sin soltar el hielo—. Adelante, que casi puedo oír cómo te partes la caja internamente.

—¿Tana caío? —se interesó Skye, dándole una palmadita a Santana en la pierna.

—Eh, sí, cariñito. Ahora no molestes a Santana —le dijo su madre, al notar que Santana volvía a enfadarse.

—Estaba corriendo —la compositora hizo una pausa y respiró pesadamente—. Por mi vida —añadió con sarcasmo, y Brittany disimuló la sonrisa mientras le aplicaba el hielo con una mano y le acariciaba la nuca húmeda con la otra—. Iba demasiado deprisa a la vuelta y me torcí el tobillo con una piedra y salí volando como un pu... Me caí en una zanja.

Brittany observó el tobillo hinchado de la mujer.

—Vale, vamos al dormitorio, te echas y pones el pie en alto. Tengo que limpiarte los arañazos.

—Estoy bien —protestó Santana.

—Santana Marie López, a la cama —le ordenó.

La aludida levantó la mirada y sonrió.

—La verdad es que nunca habían tenido que mandarme a mi cuarto. Eres muy estricta, mamá —apuntó, en tono seco.

Brittany notó que le subían los colores otra vez. Entonces Santana se levantó con un gesto de dolor y la miró a los azules ojos.

—Lo siento, ha sido culpa mía.

—No, lo siento yo. No es asunto mío, tienes razón —afirmó Brittany, con lágrimas en los ojos.

—Este embarazo nos está afectando a las dos, Brittany —le dijo Santana. Sin previo aviso, le acercó la mano a la mejilla con afecto—. Debería llevarlo mejor, lo siento. No estoy acostumbrada a convivir con una mujer y una niña.

—Tienes razón en una cosa: esto es nuevo para las dos.

Brittany le examinó el tobillo con cuidado.

—Diría que no está roto. Lo puedes mover. Solo te lo has torcido y hay un leve edema —musitó, casi para sí. Santana la contempló con interés mientras le vendaba el pie como una experta—. ¿Demasiado apretado? —preguntó.

Santana negó con la cabeza.

—Lo has hecho muy deprisa, como una profesional —apuntó Santana—. ¿De dónde has sacado la venda?

—Es en lo que trabajaba a media jornada —explicó Brittany, poniéndole un cojín debajo del pie—. Y la he encontrado en el caos que llamas botiquín, en el lavabo.

—Oh —Santana hizo una mueca—. ¿Qué hacías?

—Soy enfermera. Enfermera diplomada, de hecho —repuso, sentada al borde de la cama.

Santana asintió.

—Te imagino de enfermera. Eres muy cariñosa y considerada. ¿Trabajabas en un hospital?

—No, en una clínica en una zona dejada de la mano de Dios en Holanda. La paga era pésima.

—Pero no lo hacías por el dinero —apuntó Santana, como si fuera algo que quedara fuera de discusión.

—No, no lo hacía por el dinero. Si hubiera sido así, seguramente mi situación sería diferente.

Santana se removió, incómoda, y Brittany se inclinó hacia ella.

—¿Te duele? —le preguntó. Santana tenía la mirada algo nublada—. Dime la verdad.

—Estoy bien —repitió Santana, aunque seguía con cara de querer decir algo más.

—Vale, entonces, ¿qué te pasa?

—Nada.

—Santana, a veces tengo la impresión de que quieres decirme algo. No puedo obligarte, pero de verdad desearía que me dijeras lo que tienes en mente.

Como Brittany notaba que volvía a enfadarse por momentos, se entretuvo empapando algodón en antiséptico.

—Esto te va a doler.

—Suena a amenaza... —musitó Santana, que soportó la cura con una mueca de dolor.

Al terminar, Brittany tiró a la papelera los restos del material de primeros auxilios.

—Skye también pupa —lloriqueó Skye, subiéndose a la cama.

Se tumbó al lado de Santana, que estaba echada de espaldas, y le preguntó:

—¿Mamá cura sana?

Santana miró a Brittany y se encogió de hombros.

—Supongo que sí.

Brittany resopló con ironía y le prestó atención a su hija, maldiciéndose internamente por que le temblaran las manos.

—¿También tienes pupa, pastelito? Déjame ver. ¿Dónde? —le preguntó.

Skye le enseñó la rodilla, perfectamente sana.

—Caío.

—Oh, lo siento mucho. ¿Te duele, cariñito? —se interesó su madre con ternura.

—Sí. Besito, mamá —pidió Skye, y su madre se rio y se inclinó para darle un beso en la rodilla.

—Ya está. ¿Curado?

Skye asintió alegremente. Brittany se volvió hacia Santana una vez más.

—No te muevas mientras te limpio la frente.

Al acabar, le puso una tirita encima de la ceja.

—Ya está. Cura sana —anunció, en tono sarcástico.

—Ja ja —replicó Santana, tocándose la ceja. Como Skye la observaba con curiosidad, Santana le devolvió la mirada—. Supongo que tenemos suerte, pitufa —le dijo.

Miró a Brittany de reojo y esta cabeceó. Skye parecía embelesada por la tirita que Santana llevaba en la frente.

—Mamá, besito —pidió, muy seria, señalando la ceja de Santana.

Brittany se puso rígida y fue consciente de que se sonrojaba.

—Santana ya es mayor, Skye.

—No soy tan mayor —objetó Santana.

—Mamá... —insistió Skye.

Brittany miró alternativamente a sus dos niñas, puso los ojos en blanco cuando la expresión de Santana se tornó retadora, se inclinó y la besó en la frente. A juzgar por la cara de sorpresa que puso, Santana no la había creído capaz. Cuando Brittany se apartó, las dos se miraron a los ojos un momento.

—¿Mamá cura sana, Tana? —preguntó Skye.

Brittany no supo cómo interpretar la cara de Santana.

—Sí, pitufa. Más de lo que cree.

—No deberías apoyar peso sobre el tobillo —le recomendó Brittany.

En bañador, Santana cogió a Skye de la cintura y la levantó.

—Estoy bien, el agua le sentará bien —se encabezonó.

Brittany renunció: bastante cansado era batallar con Skye. Santana no era más que una versión más alta y mucho más atractiva.

—Venga, pequeño saco de patatas. Vamos a nadar. —Se cargó a Skye al hombro y se encaminó cojeando a la playa. Antes de llegar se volvió hacia Brittany—. ¿Estarás bien ahí sola?

—Estaré bien —les sonrió Brittany—. Vayan.

Viéndola con su hija de camino al lago, Brittany era incapaz de hacerse a la idea de lo que le pasaba por la cabeza a Santana López. De repente era amable y generosa, y les traía regalos, y al cabo de un momento se mostraba distante y arrogante. La única constante para Brittany era la incertidumbre sobre Santana: sobre lo que les depararía el futuro.




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Breves adelantos cap. 11


—Usted debe de ser la abuela de Santana —aventuró, mientras le aguantaba la mosquitera abierta.

—Muy bien. Ahora si me dice los números que saldrán esta noche en la lotería ya nos podremos jubilar.

Brittany se rio y dio un paso atrás para dejarla pasar.

—Soy...

—Brittany Susan Pierce. Yo soy Alma López —le ofreció la mano—. Santana me ha explicado su situación.

—¿Ah sí? —preguntó Brittany, con el ceño fruncido.

Alma alzó la mano.

—Solo lo básico —la tranquilizó. Entonces le miró el vientre—. ¿Cómo se encuentra? Le dije a la idiota de mi nieta que quería conocerla.

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—¿Tana? ¿Pipino? —le ofreció, alargándole el trozo que se estaba comiendo.

—Gracias —aceptó esta, cogiéndole el pepino a medio comer.

Cuando fue a llevárselo a la boca, se le cayó al suelo.

—Ups.

Lo recogió y fue a darle un bocado, pero Brittany se lo quitó de la mano, boquiabierta.

—¿Estás loca? No te lo comas del suelo —la riñó, y lo tiró a la basura.

Santana frunció el ceño, se miró la mano vacía y luego a Skye.

—Susio, Tana.

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—Lo siento, Santana, no debería entrometerme en tu vida. Eres una mujer adulta con una carrera fabulosa y una vida sin preocupaciones. Lo último que te hace falta es una familia caída del cielo. —Al erguir la cabeza vio que la mirada de Santana era inescrutable—. Pero estás haciendo algo bueno con ellas, cariño. Te lo digo de verdad. La situación no es fácil ni para Brittany ni para ti. Puede que de todo esto surja una maravillosa amistad. Eso por sí solo ya sería muy bueno para las dos.

—Puede —se encogió de hombros Santana. Levantó la tapa de la parrilla y la dejó en el suelo—. No sé si están hechas ya.

—¿Santana? ¿Has mirado las chuletas? —le gritó Brittany desde la cocina justo en ese preciso instante.

A Alma se le escapó una carcajada traviesa.

—¿Ya te lee los pensamientos? Qué interesante.



Y AL FIN APARECIÓ EN ESCENA LA ABUELA DE SAN....YA VERÁN QUE TENDRÁ UN ROL IMPORTANTE EN LA HISTORIA