[Resuelto]FanFic BRITTANA: "Celestial Winds - 2da Parte: Rayos de Luna y Skye": Sinopsis + Caps. 22, 23 & 24 (23 de Julio 2016)-ADAP.

Hola……….buenas noches a todas/os……….espero que disfruten esta historia……..así que a LEER….


Mantengo mi posición sobre el episodio final de la serie, este final fue bueno, pero no colmo del todo mi expectativas para el cierre de lo que fue y será una gran serie: GLEE……lo que lamento es que no se haya dado a conocer el futuro o líneas de dialogo a otros personajes importantes (creo yo) para saber de ellos, por ejemplo: Santana, Brittany, Quinn, Puck o Mike, etc. Demás está decir que por ahora supongo que o mientras creo que voy a distraerme con los fic’s (benditas adaptaciones o historias originales por hacer que me distraiga un poco de la realidad jejejeje)……..


*Para quienes no hayan leído las historias anteriores, estas son las direcciones:







http://www.gleeklatino.com/t20759p300-resueltofanfic-brittana-5ta-avenida-neoyorkina-2da-parte-primero-viene-el-amorluego-viene-el-matrimonio-epilogo
(5ta Avenida Neoyorkina)






http://www.gleeklatino.com/t21732p330-resueltofanfic-brittana-play-with-me-epilogo
(Play with Me)






http://www.gleeklatino.com/t22139p255-fanfic-brittana-safe-with-me-capitulo-bonus-track-halloween-con-el-clan-familiar-de-los-pierce-31-de-agosto
(Safe with Me)






http://www.gleeklatino.com/t22314p90-resueltofanfic-brittana-beautiful-stranger-cap-16-final-12-de-noviembre
(Beutiful stranger)







http://www.gleeklatino.com/t22405p135-fanfic-brittana-lick-sinopsiscapitulo-22-final-09-de-enero#536524
(Lick)




http://www.gleeklatino.com/t22471p135-resueltofanfic-brittana-breathe-with-me-epilogo-06-de-abril-2015#540911
(Breathe With Me)




http://www.gleeklatino.com/t22548-fanfic-brittana-the-mighty-storm-2da-parte-wethering-the-storm-sinopsis-epilogo-23-de-junio-2015
(“The Mighty Storm” / 2da Parte "Wethering the Storm)





http://www.gleeklatino.com/t22579p165-resueltofanfic-brittana-sweet-home-2da-parte-sinopsis-prologo-capitulos-37-epilogo-capitulo-extra-07-de-septiembre-2015
(Sweet Home: 1ra y 2da parte)





https://gleelatino.forosactivos.net/t22614p75-fanfic-brittana-sweet-hope-sinopsis-prologo-epilogo-capitulo-extra-24-de-octubre-2015
(Sweet Hope)




https://gleelatino.forosactivos.net/t22620p90-resueltofanfic-brittana-before-california-ave-sinopsis-cap-28-epilogo-02-de-diciembre-2015#549251
(Before California Ave)




https://gleelatino.forosactivos.net/t22632-resueltofanfic-brittana-ecos-de-la-calle-escocia-sinopsis-prologo-caps-26-27-epilogo-05-de-enero-2016
(Ecos de la calle Escocia)




https://gleelatino.forosactivos.net/t22641p210-fanfic-brittana-madam-president-sinopsis-cap-final-08-de-marzo-2016-2da-parte
(Madam President)




https://gleelatino.forosactivos.net/t22658p100-fanfic-brittana-forever-with-me-sinopsis-prologo-epilogo-23-de-abril-2016-adap#554151
(Forever With Me)



*Actualización: día JUEVES…….si pudiera actualizar antes se los haré saber (pero si no, tengan la seguridad que lo haré en el día señalado)





Sin más que decir por el momento……….no las aburro más, disfruten del capítulo






Me encantará recibir sus críticas, comentarios, sugerencias, etc.………….así que a escribir.


Y la canción del día es……….


https://www.youtube.com/watch?v=ROE1NVxX5QM

NOTA DE ACLARACIÓN PERMANENTE E IMPORTANTE.- El presente trabajo es una adaptación a mi pareja favorita de Glee (Brittana), aclaro que NO modifiqué el título de la historia (simplemente me limité a conservar el título original de la historia, además de que esto me pareció lo más conveniente) (solo puse el título en inglés), ya saben que no es lo mío ponerle nombre a algo o las cosas jejejeje……..La historia original obviamente no me pertenece …………esta obra se titula “Vientos Celestiales” y es de autoría de Kate Sweeney (todos los derechos reservados para esta estupenda escritora, así como a todos los involucrados en la publicación de su trabajo) (así que a esta distinguida escritora mis más grandes felicitaciones y admiración por la forma y estilo literario que realiza); hallé casualmente esta obra hace un año atrás aproximadamente en un valioso blog llamado NOESTOYSOLASOYINDEPENDIENTE (en el archivo pdf que descargué en aquella ocasión no aparece el nombre de quien o quienes se hayan encargado de traducirla, corregirla o algo) (gracias a todos quienes hacen posible que el resto de las personas podamos disfrutar de tantas maravillosas obras) (la obra original la podrán encontrar en distintos blogs o web site).



Aclaro que si bien en la obra, la historia el lugar principal que se menciona es Chicago entre otros, tomando en cuenta las características y sitios donde se desarrolló GLEE desde su primera hasta la sexta temporada…….decidí que el lugar donde se desarrollará la historia sea Lima, Ohio y decidí mantener Chicago e incluí otros. Sobre el resto de los personajes, considerando las características de algunos de la obra original y en correlación con los de Glee puse a quienes se ajustaban a estas personalidades (en otros casos, conserve el nombre de personajes que se mencionan en la historia original), aunque en algunos casos me deje llevar por la emoción del momento y puse a quienes creí conveniente jejejeje.



Algo más……enfatizo nuevamente que esta historia se compone de un solo libro, consta de: sinopsis + 23 capítulos + epílogo, “Vientos Celestiales” es la primera obra que leí de Kate Sweeney, y honestamente me fascinó y a la vez me encantó infinitamente.………Espero disfruten de esta historia






Ahora……….solo queda esperar sus opiniones.

Capítulo 11

Por la tarde, mientras veía a Santana jugar con su hija, a Brittany se le ocurrió ir a buscar algo frío para beber. Se dirigió a la cabaña, reprimiendo un gemido por el esfuerzo de ponerse de pie, y fue cuando oyó que se acercaba un coche por el camino de grava.

Asomó la cabeza por la ventana de la cocina y vio a una mujer mayor, vestida de manera impecable, que bajaba de un coche de lujo y estiraba los músculos.

—¿Quién será?

Estaba a punto de ir a buscar a Santana, pero la mujer parecía moverse como si estuviera en su casa, así que Brittany le abrió la puerta y ella le sonrió. Guardaba un parecido lejano con Santana.

—Usted debe de ser la abuela de Santana —aventuró, mientras le aguantaba la mosquitera abierta.

—Muy bien. Ahora si me dice los números que saldrán esta noche en la lotería ya nos podremos jubilar.

Brittany se rio y dio un paso atrás para dejarla pasar.

—Soy...

—Brittany Susan Pierce. Yo soy Alma López —le ofreció la mano—. Santana me ha explicado su situación.

—¿Ah sí? —preguntó Brittany, con el ceño fruncido.

Alma alzó la mano.

—Solo lo básico —la tranquilizó. Entonces le miró el vientre—. ¿Cómo se encuentra? Le dije a la idiota de mi nieta que quería conocerla.

Brittany se rio de nuevo, acompañó a Alma a la sala de estar y esta se sentó en el sofá con un gruñido.

—Qué lejos queda esto.

—¿Quiere que le traiga algo? Estaba a punto de preparar té helado.

—Sería maravilloso, muchas gracias.

Cuando Brittany volvió a la sala de estar, Alma estaba mirando por la cristalera con una sonrisa. Debía de estar viendo jugar a Santana y Skye.

—Aquí tiene, señora...

—Ni hablar. Solo Alma, por favor —la interrumpió al aceptar el vaso—. ¿Puedo llamarte Brittany?

—Por supuesto. —Brittany también miró por la ventana—. Skye adora a tu nieta, Alma.

La anciana arqueó una ceja mientras daba un sorbo de té.

—¿Y tú cómo te llevas con ella?

Brittany notó que se ruborizaba y trató de disimularlo dando un sorbo de té.

—Santana ha sido muy amable y generosa por dejar que Skye y yo nos quedemos aquí hasta que nazca mi hija —contestó, con una mano sobre la barriga mientras miraba a Santana y a Skye.

—Vamos a sentarnos, ¿te parece? No sé tú, pero tengo los pies destrozados —afirmó Alma, que se sentó en la mecedora—. Si algo tiene mi nieta es que sabe vivir bien.

Brittany se sentó en el sofá sin decir nada, aunque notaba que la otra mujer la observaba con detenimiento.

—Siento mucho lo de tu pareja fallecida. Aunque fuera rápido, debió de ser terrible.

—Gracias, fue terrible y todavía lo es en muchos sentidos. Por otro lado, es... —dejó caer la frase y se entretuvo dando un trago—. No quiero aburrirte con mi situación.

—En absoluto, querida. Me imagino que no has hablado con nadie salvo con mi nieta y supongo que no ha sido de mucha ayuda.

Brittany se rio con Alma.

—No puedo echarle nada en cara a Santana. Ella se ha encontrado en medio de este marrón de rebote; Elaine prácticamente le hizo chantaje emocional para que nos ayudase. No quería dejar mi casa y venir aquí, pero no podía quedarme en Holanda sola, embarazada y con Skye. Sé que somos una molestia para Santana y espero poder pagárselo algún día.

—No digas tonterías. Santana necesita cuidar de alguien: tener a alguien en su vida aparte de esa chelista idiota «con talento».

Brittany se atragantó con el té que se estaba llevando a los labios y empezó a toser y a reírse al mismo tiempo. Alma también estalló en carcajadas y se descalzó.

—Veo que has oído hablar de la señorita como-se-llame.

—Suzette —apuntó Brittany, secándose con la servilleta.

—Oh, sí, Suzette. ¿Se han conocido?

—No, no he tenido el placer —negó con la cabeza Brittany, entre risitas.

—Por el amor del cielo... ¿qué ven mis ojos?

Alertada por el tono, Brittany siguió la mirada curiosa de la mujer hacia la ventana y parpadeó varias veces con incredulidad. Santana estaba en el porche con un diminuto flotador de color rojo y azul brillante con pececitos, metido por la cabeza y por un brazo. A su espalda, Skye subía lentamente las escaleras.

—Ve a buscar a tu madre, pitufa —le pidió Santana, con voz ahogada.

—Vale, Tana.

Skye entró corriendo en el comedor y fue hacia su madre.

—Mamá, Tana encallada.

En ese momento se percató de la presencia de Alma y frunció el ceño.

—Hola —la saludó Alma—. ¿Qué le ha pasado a Santana?

—Tana encallada —repitió la niña, tirándole a su madre de la pierna.

Brittany se puso de pie con un gemido teatral.

—¿Y ahora qué?

—Esto no me lo pierdo —afirmó Alma.

Santana se dio la vuelta con los ojos desorbitados.

—¿Abuela? ¿Qué haces aquí? —se horrorizó, y forcejeó desesperadamente para sacarse el flotador en el que estaba atrapada.

—Disfruto del espectáculo. ¿Cómo diantres te has metido en ese chisme?

—Santana, ¿qué haces? —la riñó Brittany, al tiempo que trataba de tirar del flotador.

Por desgracia, lo único que consiguió fue que le apretara más el brazo.

—¡Au! ¡Vale ya! —se quejó Santana.

Skye se rio y ella le dirigió una mirada furibunda.

—Es culpa tuya.

—Ah, muy bien. Échale la culpa a una niña de tres años — replicó Brittany.

—Bueno, ha sido idea suya.

—¿Y quién es el adulto? —le preguntó Brittany, furiosa, tirando del flotador con más fuerza.

—Esto... ¿me permiten ayudar? —se ofreció Alma, dando un paso adelante.

Agarró el tenedor largo de la barbacoa y pinchó el flotador. Las cuatro se quedaron quietas mientras el aire se escapaba por los agujeros con un silbido persistente, hasta que el flotador se deshinchó. Entonces Alma le hizo un gesto a su nieta.

—¿Puedo?

Airada, Santana inspiró hondo y asintió; Alma le sacó el flotador pinchado por la cabeza y se lo devolvió.

—A lo mejor deberías limitarte a tocar el piano.

Santana la fulminó con la mirada.

—¿Y a ti quién te ha dado vela en este entierro?

Santana salió de darse una ducha con unos pantalones cortos y una camiseta de tirantes, el pelo húmedo y una marca roja desde el cuello al hombro. Alma cruzó una mirada con Brittany, que se mordió el labio para no reír. Skye estaba sentada a la mesa en su trona, comiéndose una rodaja de pepino, y levantó la mirada cuando Santana entró en la cocina.

—¿Tana? ¿Pipino? —le ofreció, alargándole el trozo que se estaba comiendo.

—Gracias —aceptó esta, cogiéndole el pepino a medio comer.

Cuando fue a llevárselo a la boca, se le cayó al suelo.

—Ups.

Lo recogió y fue a darle un bocado, pero Brittany se lo quitó de la mano, boquiabierta.

—¿Estás loca? No te lo comas del suelo —la riñó, y lo tiró a la basura.

Santana frunció el ceño, se miró la mano vacía y luego a Skye.

—Susio, Tana.

—¿Quieres que te ayude, Brittany? —preguntó Alma, que estaba sentada mientras la madre de Skye preparaba la ensalada para la cena.

—Oh, no, Alma. Tú ponte cómoda.

—¿Te apetece un Martini, abuela? —le preguntó Santana—. Luego me cuentas por qué te has pegado el viaje de seis horas sin avisarme. Habría ido a recogerte.

—Me encantaría un Martini, y ya soy mayorcita —repuso Alma—. Quería conocer a Brittany y a su adorable hija. —Estiró la mano y le dio un pellizquito a Skye debajo de la barbilla. La niña se rio y se agitó en su asiento—. Y tú puedes llamarme abuela.

Brittany miró a Santana de reojo, a tiempo de verla fruncir el ceño momentáneamente, antes de concentrarse en preparar los cócteles.

A Alma no se le escapó ni aquella expresión ni la cara de preocupación que se le había quedado a Brittany.

—Cuéntame, Brittany. ¿Cómo te encuentras? ¿Hinchazón, sofocos, hormonas descontroladas? —se interesó Alma. Esbozó una sonrisa maliciosa—. ¿Calambres en la espalda? ¿Ardor de estómago?

—Y la lista sigue —afirmó Brittany por encima del hombro, mientras mascaba una zanahoria—. Eso por no hablar del apetito.

—No le pasa nada a tu apetito —interpuso Santana, pasándole a su abuela una copa de pie alto.

Cuando iba a alejarse, Alma le indicó que volviera musitando un «no, no, no»; su nieta puso los ojos en blanco y le echó unas cuantas olivas en la copa.

—Lo sé, ese es el problema. Zampo como una lima.

—Bueno, tienes buen aspecto —le aseguró Santana, dando un trago de su botellín de cerveza.

Alma las observaba con interés. Cuando Santana dejó el tapón de la cerveza en el mármol, sin fijarse, Brittany lo tiró a la basura automáticamente. Mientras tanto, Santana sirvió el té helado y lo dejó en el mármol, al lado de Brittany, que lo miró por el rabillo del ojo.

—¿Puedes...?

Pero Santana ya había ido a por más hielo y se lo echó en el vaso.

—Gracias —murmuró Brittany.

—De nada —le dijo Santana, y le apoyó la mano en el hombro un segundo al pasar por su lado.

Se dio cuenta de que su abuela la miraba, pero esta se limitó a enarcar una ceja y a dar un sorbo de Martini.

—¿Qué? —le preguntó Santana.

Alma sonrió sin más.

—Sí, estás muy guapa, Brittany. El embarazo te sienta bien. ¿No te parece, Santana?

Santana miró a Brittany, que le daba la espalda, y a Alma no le pasó por alto el repaso que le dio con la mirada.

—Sí que lo está. Y sí que le sienta bien.

—Solo quiero cuidarme para que el parto vaya bien y me recupere pronto —explicó Brittany al dejar la fuente de ensalada en la mesa. Como Santana seguía mirándola fijamente, le preguntó—. ¿Qué?

Alma observó el cruce de miradas mientras le daba a Skye un trozo de apio.

—¿Qué? —parpadeó Santana.

Brittany se secó las manos en una toalla.

—Me miras como si quisieras decirme algo y empieza a resultar molesto.

Santana se puso colorada bajo la atenta mirada de su abuela.

Parecía un termómetro.

—No, no pensaba en nada.

—Mentirosa —farfulló Alma, sin dejar de darle de comer a Skye.

—Bueno, ¿te ocupas tú de la barbacoa? —le preguntó Brittany a Santana, tras sacar las chuletas de la nevera—. Menos mal que compraste de sobra.

—Sí, claro.

Santana encendió el carbón y esperó a que estuviera al rojo vivo antes de colocar las tres chuletas en la chisporroteante parrilla.

—¡No tengo ni idea de lo que estoy haciendo! —advirtió a voz en grito hacia la cocina, con las pinzas de la barbacoa en alto.

Alma se echó a reír y Brittany también. La última seguía picando pepino y, por cada rodaja de tomate que ponía en la ensalada, se comía dos.

—No te preocupes. Si las quemas, Brittany ya ha cenado —comentó Alma con ironía, meneando la cabeza—. Voy a asegurarme de que no le prenda fuego al porche.

En la terraza, Santana levantó la vista cuando su abuela salió y dio un trago de cerveza, sin dejar de prestarle atención a su tarea.

—Vaya, vaya. Te veo muy domesticada. Te sienta bien.

—¿Qué haces aquí? Que no es que no me guste verte...

—Me llamó Kurt, cacareando como un pavo real —explicó Alma—. ¿No conoces a nadie que no sea gay?

—Ja, ja. A Kurt le caes muy bien —dijo Santana, bebiendo de nuevo—. Mamá también le gustaba.

Alma percibió la tristeza en la voz de su nieta y dio un sorbo de Martini. Se sentó en una de las butacas del porche, cruzó las piernas y contempló a Santana unos segundos mientras esta miraba, por la ventana de la cocina, al interior de la casa. Adentro se oían las risas de Brittany y Skye.

—Echo de menos a mamá —musitó Santana.

Miró a los ojos a Alma y se encogió ligeramente de hombros. Su abuela reclinó la cabeza y escrutó el rostro de Santana.

—Yo también. Sé que no he apoyado tu estilo de vida tanto como Maribel. Tu madre tenía un corazón que no le cabía en el pecho, igual que su padre —se rio—. Tu padre se parecía más a mí, y eso que ni siquiera éramos familia. Es curioso cómo van las cosas.

Santana asintió en gesto ausente y contempló el bosque, que se extendía más allá de las lindes de la cabaña.

—En estos últimos años me has apoyado mucho más, abuela.

Alma dejó escapar un gruñido.

—Eso es porque quiero ganarme el cielo.

Santana se echó a reír.

—No, no es eso. Eres más cariñosa de lo que quieres dejar ver.

—Y si se lo dices a alguien, te desheredaré.

—Creía que no tenías dinero...

—Te dejaré la coctelera de Martini.

Santana se apoyó en la barandilla del porche y contempló el lago.

La animada discusión entre Brittany y su hija la acompañaba de fondo.

—¿En qué piensas? —quiso saber Alma.

Santana sonrió.

—Me encanta escapar de Chicago, dejarme de prisas y refugiarme aquí.

—¿Sola?

Santana puso cara pensativa.

—Ya sabes cómo vivo.

—¿Y sigues queriendo vivir así? De ligue en ligue. Buscando siempre algo nuevo. Eso no dura.

—No estoy segura de estar preparada para nada más. Elaine fue con la que llegué más lejos y ella...

—Quería una familia.

Santana asintió.

—Hice lo correcto al no formar una familia con Elaine. No estábamos preparadas, ni ella ni yo.

—¿Y ahora?

Santana levantó la cabeza de golpe y observó a su abuela como si no diera crédito a sus oídos.

—¿Ahora? ¿Qué quieres decir?

Alma señaló la cocina y Santana se quedó boquiabierta.

—¿Brittany? Oh, por todos los cielos, abuela. Yo... ella... — balbuceó. Y se terminó la cerveza de un trago.

—¿No lo has pensado? —le preguntó Alma con tacto.

—No. Bueno, sí. Pero no. —Santana exhaló un hondo suspiro—. ¿Les tengo cariño? Sí. ¿Brittany me parece atractiva? Lo cierto es que sí. Está incluso más guapa embarazada.

—¿De verdad? ¿Eso se lo has dicho a ella?

—Joder, no.

—¿Por qué no? Estoy segura de que en su estado le encantaría oírlo.

Santana se quedó callada un momento.

—Tengo a Suzette.

Alma dejó escapar un quejido ronco y puso los ojos en blanco, pero Santana continuó:

—Lo digo en serio. Puede que Suzette sea superficial, pero sabe lo que quiere de mí.

—Nada —apuntó Alma.

—Sin ataduras, sin compromisos, sin...

—Amor.

Santana hundió los hombros y agachó la cabeza.

—Soy irritante, ¿verdad?

—No te haces una idea.

Las risitas de la cocina entre madre e hija volvieron a arrancarle una sonrisa de satisfacción a Santana. Alma se rio y echó la cabeza hacia atrás para contemplar el crepúsculo.

—Lo siento, Santana, no debería entrometerme en tu vida. Eres una mujer adulta con una carrera fabulosa y una vida sin preocupaciones. Lo último que te hace falta es una familia caída del cielo. —Al erguir la cabeza vio que la mirada de Santana era inescrutable—. Pero estás haciendo algo bueno con ellas, cariño. Te lo digo de verdad. La situación no es fácil ni para Brittany ni para ti. Puede que de todo esto surja una maravillosa amistad. Eso por sí solo ya sería muy bueno para las dos.

—Puede —se encogió de hombros Santana. Levantó la tapa de la parrilla y la dejó en el suelo—. No sé si están hechas ya.

—¿Santana? ¿Has mirado las chuletas? —le gritó Brittany desde la cocina justo en ese preciso instante.

A Alma se le escapó una carcajada traviesa.

—¿Ya te lee los pensamientos? Qué interesante.

Santana le lanzó una mirada dura y fue a beber, pero se dio cuenta de que la botella estaba vacía.

—Mierda.

Skye apareció en la puerta mosquitera, apoyó la naricilla en la tela de malla y ahuecó las manos en torno a la cara para mirar a Santana.

—Tana, mamá...

—Dile a tu madre que no soy estúpida —se adelantó Santana, mientras le daba la vuelta a las chuletas.

—¡Mamá! ¡Tana dice que no túpida!

Alma empezó a desternillarse de risa y estuvo a punto de escupir la bebida, pero Santana la ignoró por completo.

—Qué manera de tirar un buen vodka —comentó la anciana, limpiándose con la servilleta y regalándole a Santana una sonrisa inocente.

—¡Yo no he dicho que lo seas! —respondió Brittany desde la cocina—. Ay, por favor, qué cabezota es...

—Te tiene calada —comentó Alma, alzando su copa vacía.

Santana gimió de pura impotencia y le cogió la copa a su abuela.

—¿Quién te ha dado vela en este entierro? —repitió entre dientes.

Fue al extremo opuesto del porche y contempló el bosque. No podía seguir dándole vueltas a la cabeza, eran demasiadas emociones. Demasiado...

—Santana...

—Abuela, ya sé por dónde vas y... —gimió cuando su abuela empezó a hablar.

—¿Sabes dónde podemos pedir pizzas?

—¡Mamá! ¡Fuego!

Santana se dio la vuelta al oír gritar a Skye y vio que las llamas se salían de la parrilla.

—¡Joder!

Alma se quedó sentada tranquilamente en su diván mientras Santana salía disparada del porche para coger la manguera del jardín.

Se abrió la puerta mosquitera de golpe y salió Brittany con una jarra de té con hielo. Alma se sentía como una espectadora en un partido de tenis: miró a Santana cuando corrió de vuelta con la manguera y apuntó a las llamas, mientras que Brittany retrocedía un poco y tiraba el té helado a la barbacoa. No acertó a dar a la parrilla, y a Santana le cayó todo encima, limones y cubitos de hielo incluidos. Cegada por el té y recubierta de hielo y rodajas de limón,

Santana intentó secarse los ojos y encender la manguera al mismo tiempo.

—¡Mierda de chisme!

—Santana, lo siento —exclamaba Brittany.

Alma levantó los ojos hacia el cielo y negó con la cabeza, antes de levantarse con un suspiro, recoger la tapa de la barbacoa y colocarla sobre la parrilla. Skye se partía de risa, Santana resoplaba como un toro, empapada de la cabeza a los pies, y Brittany estaba de pie en medio de las dos, con la jarra de té vacía en una mano y agitando la otra para que no le fuera el humo a la cara.

El aroma a ternera achicharrada impregnaba el aire. Alma se sacudió el polvo de las manos.

—Lo que decía, ¿pizza para todas?

—He encontrado a un médico en Rhinelander —comentó Brittany durante la cena—. Tengo cita pasado mañana por la tarde.

Santana levantó la mirada de la pizza.

—¿Es una cita ordinaria?

—Sí, no te preocupes —la tranquilizó Brittany, al tiempo que soplaba para no quemarse antes de dar el siguiente bocado.

—Si todavía estoy aquí, te llevaré —le sonrió Alma, y miró a Santana por el rabillo del ojo.

—Gracias, Alma. Por desgracia no tengo coche.

Santana se limpió los labios con la servilleta.

—Yo te habría llevado. Solo tenías que pedírmelo.

Brittany notó que se ruborizaba; por mucho que odiara aquel sentimiento de impotencia, el tono crítico de Santana le tocaba la fibra sensible. Empezaba a resultar de lo más irritante.

—Ya te he complicado bastante la vida como para...

Santana resopló con sarcasmo y la mirada de Alma se tornó acerada.

—¡Santana Marie López!

Brittany dejó la servilleta y le limpió a Skye la salsa de tomate de la cara. —Vamos, pastelito. Hora de meterte en la bañera.

Alma apoyó la mano en el brazo de Brittany.

—Déjame a mí. Hace años que no baño a una niña. —Miró a Skye, que se rio—. ¿Qué te parece, Skye? ¿Quieres que te bañe la abuela?

—Vale —dijo Skye, que se bajó de la trona como pudo y cogió a Alma de la mano—. Vamos, abuela. Te enseño al pes.

Furiosa, Brittany las vio desaparecer por el pasillo, se levantó de la silla de la cocina con toda la dignidad que le permitía la barriga y se dispuso a recoger los platos, pero Santana la retuvo.

—Ya recojo yo.

—No, gracias. Me gusta ganarme el sustento y el alojamiento, López —replicó airada.

Se soltó de Santana de malos modos y recogió los platos y los vasos. Santana tiró la servilleta y salió de la cocina, pero Brittany se dio la vuelta y murmuró:

—Se acabó.

Siguió a Santana a la sala de estar. Estaba arrodillada ante el hogar, preparándose para encender el fuego.

—Muy bien, Santana. Tú y yo vamos a hablar.

Santana frunció aún más el ceño, dispuso la yesca para prender los leños y encendió una cerilla con enfado.

—No tengo nada que decir.

—Oh, sí lo tienes. Llevas muriéndote de ganas de decirme algo desde que nos recogiste en la estación de autobuses, así que vamos a hablar. No puedo vivir en vilo de esta manera. Un momento eres encantadora y dulce y al siguiente te comportas como una cretina.

Al acabar, Brittany deseó darse una patada a sí misma porque se le hubiera escapado lo de que le parecía encantadora, al menos si fuera capaz de levantar tanto la pierna. Santana respiraba hondo, claramente para controlar la ira.

—Mira, sé que todo esto es una molestia para ti y sé que no esperabas que tu vida fuera de esta manera, pero ¡joder, yo tampoco!

Santana se volvió en redondo.

—Entonces, ¿por qué?

Brittany parpadeó, sin entender la críptica pregunta.

—¿Por qué qué?

—Parece que eres o eras una persona razonable y sensata. Sé cómo era Elaine: lo irresponsable que podía llegar a ser.

Brittany se sulfuró ante la acusación.

—No tengo que darte ninguna explicación, ¿cómo te atreves? ¿Qué derecho tienes a cuestionar nuestras decisiones sobre nuestra familia y nuestra relación? ¿Qué sabes tú del amor, Santana Marie López? ¿O del compromiso? —Se acercó a Santana y se encaró con ella—. No me parece que la vida que llevas sea tan ejemplar como para cuestionar la mía. Tenía una pareja que me quería. ¿Era irresponsable? Quizá.

—¿«Quizá»? Eso sí que es para partirse de risa. Elaine era una niña. No tenía ni idea de cómo ser madre.

—Y tú en eso tienes mucha experiencia, ¿verdad?

Santana miró a Brittany a los ojos.

—No, no la tengo. Pero yo lo admito en lugar de ir y tener dos hijos por egoísmo. Ni me imagino el dinero que cuesta eso, y tú solo trabajabas a media jornada.

Brittany negó con la cabeza.

—Espera un segundo, ¿de qué dos hijos hablas?

—¿Cómo se les ocurre hacerlo? ¡Dos veces! —inquirió Santana. Sonaba verdaderamente confundida. Alzó una mano—. Mira, lo siento. No es asunto mío.

—¿Eso es lo que te ha traído de cabeza todo este tiempo? — preguntó Brittany—. ¿Creías que Elaine y yo habíamos tenido dos inseminaciones? —Brittany exhaló un profundo suspiro y se echó a reír. Cuando levantó la mirada, la expresión de Santana era de interés. Casi de miedo—. Así que también te parezco una irresponsable, ¿es eso?

—Como te he dicho, no es asunto mío.

—Eres muy arrogante y pomposa, te das cuenta, ¿verdad?

Una risotada ahogada se oyó desde el baño.

—Vamos a dejarlo.

—No, es importante. Voy a contártelo, López, y si cuando acabe todavía te parezco irresponsable, estaré encantada de hacer el equipaje y marcharme.

Se volvió hacia la chimenea, meneó la cabeza y rio otra vez.

—¿Dos veces? —repitió.

¿Cómo iba a saberlo Santana?

—Santana, Skye no es mi hija biológica.




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Breves adelantos cap. 12


—Gracias, Alma —le dijo a la anciana.

—Un placer, querida.

—Esto... Alma....

La aludida ladeó la cabeza interrogativamente, con Skye de la mano.

—¿El pijama? —observó, señalando a la niña desnuda.

Alma chasqueó los dedos.

—Ya sabía yo que me olvidaba de algo. Santana solía dormir desnuda. Creo que todavía lo hace.

A Santana casi se le salieron los ojos de las órbitas y evitó mirar a Brittany cuando esta soltó una carcajada. El silencio, sin embargo, solo duró un segundo en la habitación, antes de que Brittany iniciara su relato.

—Vamos a ver, ¿por dónde empiezo? Skye es mi ahijada. Mi mejor amiga, Barb, y su marido Steve murieron en un accidente de coche cuando Skye tenía dos meses.

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—¿Puedo decirte una cosa?

Brittany irguió la cabeza y asintió, notando un cosquilleo de expectación en la boca del estómago.

—Ahora mismo, se te ve muy joven. Demasiado joven para tener dos hijas, haber pasado por la muerte de tu pareja y de tus amigos. Joder, para haber tenido esa vida, se te ve muy bien. Eres una mujer atractiva, Brittany.

Brittany notó que se le encendían las mejillas y supo que se estaba ruborizando. Santana sonrió y apartó la vista.

—Gracias. Yo no me siento demasiado atractiva.

—Mi abuela me dijo que seguramente te pasaría eso —le dijo Santana—. Mira, lo siento. Yo no tengo mano para esto. Quiero ayudarte y, ahora que conozco toda la historia y me siento como una capulla, a lo mejor podríamos volver a empezar.

++++++

—Vaya, siguen vivas las dos —intervino Alma, apareciendo por el pasillo—. Skye está frita. He tenido que leerle a Shelley. Por amor del cielo, Brittany, ¿no se sabe la de un elefante, dos elefantes y quién sabe cuántos elefantes más?

Las dos mujeres más jóvenes se echaron a reír y Alma agitó la mano en su dirección.

—Necesito una copa.

Hola……….buenas tardes a todas/os……….espero que disfruten esta historia……..así que a LEER….


Mantengo mi posición sobre el episodio final de la serie, este final fue bueno, pero no colmo del todo mi expectativas para el cierre de lo que fue y será una gran serie: GLEE……lo que lamento es que no se haya dado a conocer el futuro o líneas de dialogo a otros personajes importantes (creo yo) para saber de ellos, por ejemplo: Santana, Brittany, Quinn, Puck o Mike, etc. Demás está decir que por ahora supongo que o mientras creo que voy a distraerme con los fic’s (benditas adaptaciones o historias originales por hacer que me distraiga un poco de la realidad jejejeje)……..


*Para quienes no hayan leído las historias anteriores, estas son las direcciones:







http://www.gleeklatino.com/t20759p300-resueltofanfic-brittana-5ta-avenida-neoyorkina-2da-parte-primero-viene-el-amorluego-viene-el-matrimonio-epilogo
(5ta Avenida Neoyorkina)






http://www.gleeklatino.com/t21732p330-resueltofanfic-brittana-play-with-me-epilogo
(Play with Me)






http://www.gleeklatino.com/t22139p255-fanfic-brittana-safe-with-me-capitulo-bonus-track-halloween-con-el-clan-familiar-de-los-pierce-31-de-agosto
(Safe with Me)






http://www.gleeklatino.com/t22314p90-resueltofanfic-brittana-beautiful-stranger-cap-16-final-12-de-noviembre
(Beutiful stranger)







http://www.gleeklatino.com/t22405p135-fanfic-brittana-lick-sinopsiscapitulo-22-final-09-de-enero#536524
(Lick)




http://www.gleeklatino.com/t22471p135-resueltofanfic-brittana-breathe-with-me-epilogo-06-de-abril-2015#540911
(Breathe With Me)




http://www.gleeklatino.com/t22548-fanfic-brittana-the-mighty-storm-2da-parte-wethering-the-storm-sinopsis-epilogo-23-de-junio-2015
(“The Mighty Storm” / 2da Parte "Wethering the Storm)





http://www.gleeklatino.com/t22579p165-resueltofanfic-brittana-sweet-home-2da-parte-sinopsis-prologo-capitulos-37-epilogo-capitulo-extra-07-de-septiembre-2015
(Sweet Home: 1ra y 2da parte)





https://gleelatino.forosactivos.net/t22614p75-fanfic-brittana-sweet-hope-sinopsis-prologo-epilogo-capitulo-extra-24-de-octubre-2015
(Sweet Hope)




https://gleelatino.forosactivos.net/t22620p90-resueltofanfic-brittana-before-california-ave-sinopsis-cap-28-epilogo-02-de-diciembre-2015#549251
(Before California Ave)




https://gleelatino.forosactivos.net/t22632-resueltofanfic-brittana-ecos-de-la-calle-escocia-sinopsis-prologo-caps-26-27-epilogo-05-de-enero-2016
(Ecos de la calle Escocia)




https://gleelatino.forosactivos.net/t22641p210-fanfic-brittana-madam-president-sinopsis-cap-final-08-de-marzo-2016-2da-parte
(Madam President)




https://gleelatino.forosactivos.net/t22658p100-fanfic-brittana-forever-with-me-sinopsis-prologo-epilogo-23-de-abril-2016-adap#554151
(Forever With Me)



*Actualización: día SÁBADO…….si pudiera actualizar antes se los haré saber (pero si no, tengan la seguridad que lo haré en el día señalado)





Sin más que decir por el momento……….no las aburro más, disfruten del capítulo






Me encantará recibir sus críticas, comentarios, sugerencias, etc.………….así que a escribir.


Y la canción del día es……….


https://www.youtube.com/watch?v=5EqurFRs-9k

NOTA DE ACLARACIÓN PERMANENTE E IMPORTANTE.- El presente trabajo es una adaptación a mi pareja favorita de Glee (Brittana), aclaro que NO modifiqué el título de la historia (simplemente me limité a conservar el título original de la historia, además de que esto me pareció lo más conveniente) (solo puse el título en inglés), ya saben que no es lo mío ponerle nombre a algo o las cosas jejejeje……..La historia original obviamente no me pertenece …………esta obra se titula “Vientos Celestiales” y es de autoría de Kate Sweeney (todos los derechos reservados para esta estupenda escritora, así como a todos los involucrados en la publicación de su trabajo) (así que a esta distinguida escritora mis más grandes felicitaciones y admiración por la forma y estilo literario que realiza); hallé casualmente esta obra hace un año atrás aproximadamente en un valioso blog llamado NOESTOYSOLASOYINDEPENDIENTE (en el archivo pdf que descargué en aquella ocasión no aparece el nombre de quien o quienes se hayan encargado de traducirla, corregirla o algo) (gracias a todos quienes hacen posible que el resto de las personas podamos disfrutar de tantas maravillosas obras) (la obra original la podrán encontrar en distintos blogs o web site).



Aclaro que si bien en la obra, la historia el lugar principal que se menciona es Chicago entre otros, tomando en cuenta las características y sitios donde se desarrolló GLEE desde su primera hasta la sexta temporada…….decidí que el lugar donde se desarrollará la historia sea Lima, Ohio y decidí mantener Chicago e incluí otros. Sobre el resto de los personajes, considerando las características de algunos de la obra original y en correlación con los de Glee puse a quienes se ajustaban a estas personalidades (en otros casos, conserve el nombre de personajes que se mencionan en la historia original), aunque en algunos casos me deje llevar por la emoción del momento y puse a quienes creí conveniente jejejeje.



Algo más……enfatizo nuevamente que esta historia se compone de un solo libro, consta de: sinopsis + 23 capítulos + epílogo, “Vientos Celestiales” es la primera obra que leí de Kate Sweeney, y honestamente me fascinó y a la vez me encantó infinitamente.………Espero disfruten de esta historia






Ahora……….solo queda esperar sus opiniones.

Capítulo 12

Santana cabeceó como si quisiera sacarse las telarañas de los oídos y se pellizcó el puente de la nariz.

—¿Disculpa?

Brittany suspiró.

—Será mejor que me siente —musitó, al tiempo que alcanzaba la butaca que había junto al hogar.

Santana alargó la mano para ayudarla, pero como no llegó a tiempo la apartó de nuevo, incómoda. En ese momento apareció Skye, corriendo desnuda por el pasillo.

—Abuela me baña. ¡Y lee cuento!

Alma regresó a la sala de estar y se pasó los dedos por el pelo plateado.

—Solo he tenido que sacarla del desagüe una vez —rio, y extendió la mano—. Venga, guppy. Dales un beso de buenas noches a mamá y a Santana.

Brittany se agachó con un gruñido para besar a su hija.

—Buenas noches, pastelito. Te quiero.

—Nanoches, mamá. —Corrió hacia Santana, que también se agachó—. Nanoches, Tana.

—Buenas noches, pitufa —susurró, y le dio un beso en la sonrojada mejilla—. Dulces sueños.

Brittany notó que se le llenaban los ojos de lágrimas al ver la tristeza en la mirada felina de Santana. Hasta diría que a ella también le brillaban sospechosamente los ojos.

—Gracias, Alma —le dijo a la anciana.

—Un placer, querida.

—Esto... Alma....

La aludida ladeó la cabeza interrogativamente, con Skye de la mano.

—¿El pijama? —observó, señalando a la niña desnuda.

Alma chasqueó los dedos.

—Ya sabía yo que me olvidaba de algo. Santana solía dormir desnuda. Creo que todavía lo hace.

A Santana casi se le salieron los ojos de las órbitas y evitó mirar a Brittany cuando esta soltó una carcajada. El silencio, sin embargo, solo duró un segundo en la habitación, antes de que Brittany iniciara su relato.

—Vamos a ver, ¿por dónde empiezo? Skye es mi ahijada. Mi mejor amiga, Barb, y su marido Steve murieron en un accidente de coche cuando Skye tenía dos meses. Habíamos planeado que, si les pasaba algo, yo sería la tutora legal de Skye y la adoptaría. Por supuesto, no es algo que discutiéramos en profundidad, pero no tenían más parientes. Yo creía que los padres de Steve pondrían algún problema, pero no pareció importarles. ¿No te parece raro? ¿Unos abuelos que no quieran a su nieta?

Santana se encogió de hombros. Bastante trabajo le costaba entender todo lo demás.

—Supongo. Cuando murió mi madre, Alma ocupó su lugar. Sé que yo ya era mayor y estaba en la universidad, pero no me la imagino sin querer formar parte de mi vida —confesó, con los ojos marrones puestos en el fuego.

—¿De qué murió tu madre? —quiso saber Brittany.

Santana levantó la mirada y se encogió de hombros.

—Cáncer. Parece ser el modo más popular de marcharse... — se interrumpió, al darse cuenta de lo que acababa de decir—. Lo siento. Eso...

—Lo entiendo y tienes razón. ¿Pudiste pasar con ella mucho tiempo?

—Sí —asintió Santana—. Pero cuando yo iba a la universidad ella estaba muy enferma y no me permitió dejar la carrera y volver a casa. Mi abuela dice que quería que terminara mis estudios y no tuviera que cuidarla. O-Ojalá...

—Hubieras tenido más tiempo —le acabó la frase Brittany.

—Sí —dijo Santana—. Perdona, acaba lo que me contabas de Skye.

—Bueno, después del funeral y de acabar con todo el papeleo, nos llevamos a Skye a casa. Los padres de Barb ya habían muerto y los de Steve vinieron al funeral y luego cogieron un avión de vuelta a su casa. Creo que viven fuera del país, al menos entonces era así. No vi otra opción. Además, Elaine estaba encantada. Skye es una niñita preciosa y muy llena de vida.

—Y un diablillo —se oyó decir Santana, afectuosamente. Brittany tuvo que mostrarse de acuerdo—. Me siento como una idiota. Creía que eras una irresponsable que se había gastado una fortuna no en una, sino en dos inseminaciones artificiales, y que al morir Elaine te habías visto sin dinero.

—Entiendo que pensaras eso —aceptó Brittany, que dejó escapar un gemido quedo al reacomodarse en la butaca.

Santana le acercó una otomana y le subió las piernas.

—Gracias —suspiró Brittany con pesadez.

Santana se sentó al lado de la chimenea, con la espalda contra la pared de piedra, y contempló las llamas danzarinas, como ensimismada. Por primera vez, Brittany pensó de verdad en lo atractiva que era Santana. No en plan «Oh, Dios mío, eres preciosa», que también, sino en la manera sutil y tranquila como la veía ahora.

Santana no sabía o al menos no daba muestras de percatarse de que Brittany la observaba. Se la veía vulnerable, y la imagen era definitivamente afrodisíaca para Brittany.

—Puede que sea yo la que deba sentirse como una idiota, Santana.

Santana pestañeó lentamente y la miró.

—¿Y eso?

—Fue Elaine la que sacó el tema de la inseminación artificial. Al principio le dije que no, que ya teníamos una hija, pero Elaine quería otro bebé. «Para que le haga compañía a Skye», decía. Te acordarás de que Elaine había sido hija única y tuvo una infancia muy triste y solitaria. Lo usé como excusa. Creo que lo que intentaba era conservar a Elaine.

Santana no dijo nada.

—Elaine siempre estaba fuera, volando de un lado para otro. Nunca pasaba tiempo en casa con Skye... o conmigo. Así que fui tan tonta de pensar que lo que quería era un bebé de las dos, para que fuéramos más una familia, y que entonces sería más responsable. Fue una estupidez por mi parte.

—No puedo creer que haya muerto —soltó Santana de repente. Enseguida miró a Brittany—. Mierda, lo siento. Menuda tontería acabo de decir.

—No lo sientas, yo también me siento así. Pero ¿sabes? Pasaba tanto tiempo fuera que, no sé, de alguna manera ha sido algo más fácil. ¿Tiene algún sentido lo que estoy diciendo? Quiero decir, que yo la quería y la echo de menos, pero los últimos seis meses fueron terribles y he tenido que ocuparme de muchas cosas. —Se detuvo y miró a Santana de reojo—. No busco que me compadezcas.

Santana esbozó una sonrisa leve.

—Lo sé. Eso es lo que me saca de quicio.

Brittany le lanzó una mirada severa, pero cuando vio que Santana hacía esfuerzos por no sonreír, soltó una carcajada.

—Tengo una vena independiente muy potente. —A su lado, Santana asintió con énfasis antes de volver a contemplar el fuego—. ¿En qué piensas?

—Pensaba en Elaine. Ella quería tener hijos, pero yo sabía que ella no era responsable y yo no concebía la idea de hacerle algo así a un niño, al menos si puedes elegir. Al ser lesbiana hay que ir con mucho cuidado. Incluso para los heteros, tener un hijo es una responsabilidad enorme.

—¿Demasiado grande para ti?

Santana reflexionó sobre la pregunta antes de contestar.

—No, demasiado no. Sencillamente no quería tener hijos con Elaine, y no es que pretenda hablar mal de ella, Brittany. Yo... yo la quería...

—No hace falta que me des explicaciones, entiendo perfectamente cómo te sientes. Yo también quería a Elaine —rio Brittany, meneando la cabeza—. Tenía algo único.

—Sí que lo tenía. Pero voy a serte sincera: nunca he considerado la posibilidad de tener hijos sin estar casada con mi pareja —dijo, con el ceño fruncido. Hacía cinco años que no pensaba en todo aquello—. Pero eso es otra historia. No estoy en el mercado para formar una familia ni para tener una relación seria. Me... me gusta la libertad —afirmó, aunque el tema la hacía sentir violenta.

Brittany asintió, y luego apoyó la cabeza en el respaldo.

—No te culpo. Parece que tienes una buena vida, muy cómoda. Vas y vienes cuando quieres, aunque no comes bien. Imagino que no te mueres por la compañía de una adorable mujercita. ¿No te sientes sola? Por la noche, me refiero, sin nadie a quien abrazar, o por la mañana, ¿alguien con quién empezar el día? —Como Santana no contestó, Brittany siguió hablando—. No, supongo que no. Te envidio, López —dijo. Bostezó—. Pero bueno, las cosas pasan siempre por una razón. Una buena razón. Eso es lo que creo — concluyó, con un suspiro, y cerró los ojos.

—¿Puedo decirte una cosa?

Brittany irguió la cabeza y asintió, notando un cosquilleo de expectación en la boca del estómago.

—Ahora mismo, se te ve muy joven. Demasiado joven para tener dos hijas, haber pasado por la muerte de tu pareja y de tus amigos. Joder, para haber tenido esa vida, se te ve muy bien. Eres una mujer atractiva, Brittany.

Brittany notó que se le encendían las mejillas y supo que se estaba ruborizando. Santana sonrió y apartó la vista.

—Gracias. Yo no me siento demasiado atractiva.

—Mi abuela me dijo que seguramente te pasaría eso —le dijo Santana—. Mira, lo siento. Yo no tengo mano para esto. Quiero ayudarte y, ahora que conozco toda la historia y me siento como una capulla, a lo mejor podríamos volver a empezar.

Brittany le regaló una sonrisa.

—Me gustaría. Skye... bueno, la verdad es que te quiere con locura.

Esta vez le tocó sonrojarse a Santana, que se rio y se rascó la frente.

—Menudo trasto está hecha, pero la verdad es que lo paso genial con ella.

Las dos rieron juntas y luego se relajaron en un silencio cómodo, por primera vez desde que se conocían.

—Bueno, cuéntame cómo te quedaste encallada en el flotador.

Santana soltó una carcajada.

—Estaba intentando enseñarle a ponérselo, para que pudiera estar en el agua sin que yo la aguantara. Se parece mucho a su madre, es muy independiente.

—Que Dios te pille confesada, López.

—Diría que Dios ya me ha echado un cable.

Brittany le lanzó una mirada de asombro, pero sonrió.

—Vaya, siguen vivas las dos —intervino Alma, apareciendo por el pasillo—. Skye está frita. He tenido que leerle a Shelley. Por amor del cielo, Brittany, ¿no se sabe la de un elefante, dos elefantes y quién sabe cuántos elefantes más?

Las dos mujeres más jóvenes se echaron a reír y Alma agitó la mano en su dirección.

—Necesito una copa.



+++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++


Breves adelantos cap. 13


—Y cuídame a esta cabeza hueca, ¿quieres? —añadió Alma, señalando a Santana.

Su nieta puso los ojos en blanco y Brittany se rio y se enjugó los ojos.

Skye hizo un puchero y estiró los brazos hacia Alma.

—Adiós, princesita mía.

—Ayós, abuela —contestó Skye—. ¿Velves?

Alma le dio una palmadita en la barbilla.

—Tú intenta impedírmelo.

+++++

—Conozco a Santana Marie López. Si es capaz de hacerla sentir así de feliz y contenta, espero que se quede con ella hasta que nazca el bebé —le dijo, dándole una palmadita en la mano—. Como le he dicho, siga así de bien y...

—Doctor, esto... tenemos a una mujer —los interrumpió la enfermera, asomando la cabeza en el consultorio—, con una niña pequeña...

Brittany se levantó de un salto.

—¿Una niña rubia? ¿Y la mujer es morena y con el pelo oscuro? — preguntó con nerviosismo.

La enfermera asintió y tanto Brittany como el médico la siguieron a toda prisa a la sala de exploración contigua. Santana estaba tumbada en la camilla con una bolsa de hielo en la rodilla y el codo en carne viva. Skye, de pie encima de una silla, le cogía la mano. Al ver a su madre le dedicó una sonrisa de oreja a oreja.

—¡Mamá! Tana caío otavés.

Hola……….buenas tardes a todas/os……….espero que disfruten esta historia……..así que a LEER….


Mantengo mi posición sobre el episodio final de la serie, este final fue bueno, pero no colmo del todo mi expectativas para el cierre de lo que fue y será una gran serie: GLEE……lo que lamento es que no se haya dado a conocer el futuro o líneas de dialogo a otros personajes importantes (creo yo) para saber de ellos, por ejemplo: Santana, Brittany, Quinn, Puck o Mike, etc. Demás está decir que por ahora supongo que o mientras creo que voy a distraerme con los fic’s (benditas adaptaciones o historias originales por hacer que me distraiga un poco de la realidad jejejeje)……..


*Para quienes no hayan leído las historias anteriores, estas son las direcciones:







http://www.gleeklatino.com/t20759p300-resueltofanfic-brittana-5ta-avenida-neoyorkina-2da-parte-primero-viene-el-amorluego-viene-el-matrimonio-epilogo
(5ta Avenida Neoyorkina)






http://www.gleeklatino.com/t21732p330-resueltofanfic-brittana-play-with-me-epilogo
(Play with Me)






http://www.gleeklatino.com/t22139p255-fanfic-brittana-safe-with-me-capitulo-bonus-track-halloween-con-el-clan-familiar-de-los-pierce-31-de-agosto
(Safe with Me)






http://www.gleeklatino.com/t22314p90-resueltofanfic-brittana-beautiful-stranger-cap-16-final-12-de-noviembre
(Beutiful stranger)







http://www.gleeklatino.com/t22405p135-fanfic-brittana-lick-sinopsiscapitulo-22-final-09-de-enero#536524
(Lick)




http://www.gleeklatino.com/t22471p135-resueltofanfic-brittana-breathe-with-me-epilogo-06-de-abril-2015#540911
(Breathe With Me)




http://www.gleeklatino.com/t22548-fanfic-brittana-the-mighty-storm-2da-parte-wethering-the-storm-sinopsis-epilogo-23-de-junio-2015
(“The Mighty Storm” / 2da Parte "Wethering the Storm)





http://www.gleeklatino.com/t22579p165-resueltofanfic-brittana-sweet-home-2da-parte-sinopsis-prologo-capitulos-37-epilogo-capitulo-extra-07-de-septiembre-2015
(Sweet Home: 1ra y 2da parte)





https://gleelatino.forosactivos.net/t22614p75-fanfic-brittana-sweet-hope-sinopsis-prologo-epilogo-capitulo-extra-24-de-octubre-2015
(Sweet Hope)




https://gleelatino.forosactivos.net/t22620p90-resueltofanfic-brittana-before-california-ave-sinopsis-cap-28-epilogo-02-de-diciembre-2015#549251
(Before California Ave)




https://gleelatino.forosactivos.net/t22632-resueltofanfic-brittana-ecos-de-la-calle-escocia-sinopsis-prologo-caps-26-27-epilogo-05-de-enero-2016
(Ecos de la calle Escocia)




https://gleelatino.forosactivos.net/t22641p210-fanfic-brittana-madam-president-sinopsis-cap-final-08-de-marzo-2016-2da-parte
(Madam President)




https://gleelatino.forosactivos.net/t22658p100-fanfic-brittana-forever-with-me-sinopsis-prologo-epilogo-23-de-abril-2016-adap#554151
(Forever With Me)



*Actualización: día MARTES…….si pudiera actualizar antes se los haré saber (pero si no, tengan la seguridad que lo haré en el día señalado)





Sin más que decir por el momento……….no las aburro más, disfruten del capítulo






Me encantará recibir sus críticas, comentarios, sugerencias, etc.………….así que a escribir.


Y la canción del día es……….


https://www.youtube.com/watch?v=kadaJqv6SDk

NOTA DE ACLARACIÓN PERMANENTE E IMPORTANTE.- El presente trabajo es una adaptación a mi pareja favorita de Glee (Brittana), aclaro que NO modifiqué el título de la historia (simplemente me limité a conservar el título original de la historia, además de que esto me pareció lo más conveniente) (solo puse el título en inglés), ya saben que no es lo mío ponerle nombre a algo o las cosas jejejeje……..La historia original obviamente no me pertenece …………esta obra se titula “Vientos Celestiales” y es de autoría de Kate Sweeney (todos los derechos reservados para esta estupenda escritora, así como a todos los involucrados en la publicación de su trabajo) (así que a esta distinguida escritora mis más grandes felicitaciones y admiración por la forma y estilo literario que realiza); hallé casualmente esta obra hace un año atrás aproximadamente en un valioso blog llamado NOESTOYSOLASOYINDEPENDIENTE (en el archivo pdf que descargué en aquella ocasión no aparece el nombre de quien o quienes se hayan encargado de traducirla, corregirla o algo) (gracias a todos quienes hacen posible que el resto de las personas podamos disfrutar de tantas maravillosas obras) (la obra original la podrán encontrar en distintos blogs o web site).



Aclaro que si bien en la obra, la historia el lugar principal que se menciona es Chicago entre otros, tomando en cuenta las características y sitios donde se desarrolló GLEE desde su primera hasta la sexta temporada…….decidí que el lugar donde se desarrollará la historia sea Lima, Ohio y decidí mantener Chicago e incluí otros. Sobre el resto de los personajes, considerando las características de algunos de la obra original y en correlación con los de Glee puse a quienes se ajustaban a estas personalidades (en otros casos, conserve el nombre de personajes que se mencionan en la historia original), aunque en algunos casos me deje llevar por la emoción del momento y puse a quienes creí conveniente jejejeje.



Algo más……enfatizo nuevamente que esta historia se compone de un solo libro, consta de: sinopsis + 23 capítulos + epílogo, “Vientos Celestiales” es la primera obra que leí de Kate Sweeney, y honestamente me fascinó y a la vez me encantó infinitamente.………Espero disfruten de esta historia






Ahora……….solo queda esperar sus opiniones.

Capítulo 13

—Tienen que venir a verme a Chicago —les dijo Alma, cuando la acompañaban al coche.

—Me encantaría, Alma. Muchas gracias —repuso Brittany, con lágrimas en los ojos. Le dio un abrazo a la anciana y la besó en la mejilla.

—Y cuídame a esta cabeza hueca, ¿quieres? —añadió Alma, señalando a Santana.

Su nieta puso los ojos en blanco y Brittany se rio y se enjugó los ojos.

Skye hizo un puchero y estiró los brazos hacia Alma.

—Adiós, princesita mía.

—Ayós, abuela —contestó Skye—. ¿Velves?

Alma le dio una palmadita en la barbilla.

—Tú intenta impedírmelo.

Entonces atrajo a Santana contra su pecho y esta la abrazó con fuerza.

—Venga, abuela, si te veré cuando vuelva a Chicago...

—Trae a las chicas —le ordenó, y le dio un cachecito en la mejilla—. Pórtate bien hasta entonces.

Santana cogió a Skye en brazos y despidió a su abuela con la mano, mientras el enorme coche maniobraba en el camino de entrada.

—¡No mates a nadie! —le gritó Santana.

Brittany le dio un palmetazo en el hombro y le cogió a Skye.

—Será mejor que nosotras también vayamos saliendo. Tengo cita con el médico dentro de una hora —miró a Santana a los ojos—. Gracias por llevarme y por quedarte con Skye.

—Nos lo pasaremos bien —aseguró Santana.

Tras esperar pacientemente a que Brittany se preparara, recorrieron el corto trayecto en coche hasta la clínica y Santana aparcó justo delante de la consulta del médico.

—Skye, pórtate bien con Santana —advirtió Brittany a su hija, dándole un beso en la rubia cabecita. Entonces se dirigió a la otra mujer—: Santana, pórtate bien con Skye —añadió con una risilla.

—Qué graciosa —replicó Santana.

No pudo evitar sonreír cuando a Brittany le chispearon los ojos azules y le costó Dios y ayuda apartar la mirada, hasta que notó que le tiraban de los pantalones cortos.

—Vamos, Tana —protestó Skye, tirando con más fuerza.

Brittany se rio.

—Será mejor que se marchen. Supongo que no tardaré más de media hora o así.

—Te esperaremos aquí —le dijo Santana.

—Vayan con cuidado —pidió Brittany, sin poder ocultar la preocupación.

—¿Qué quieres que pase? —le preguntó Santana, dejándose arrastrar por Skye calle abajo.

Brittany esperó sentada en la consulta mientras el viejo médico rellenaba su historial.

—Parece que todo va bien, aunque debería haber ganado un poco más de peso. ¿Cómo va todo lo demás? Su marido...

—No estoy casada, doctor —respondió Brittany.

El anciano consultó el historial de nuevo.

—Ya veo. Disculpe por hacer suposiciones, en estos tiempos, ya no se sabe. Bueno, lo está haciendo todo muy bien, siga así. ¿Su...?—volvió a dudar, y se puso colorado delante de Brittany—. ¿Vive usted sola?

Fue el turno de sonrojarse de Brittany.

—No... Por el momento vivo con una amiga. A lo mejor la conoce, se llama Santana Marie López.

El doctor levantó una ceja, así que a Brittany no le quedó ninguna duda de que el doctor Martín conocía a Santana.

—Me está ayudando muchísimo —prosiguió Brittany. Sonrió al evocar la cena quemada de la víspera y lo mucho que la ayudaba con Skye—. Más de lo que cree —completó en tono ausente.

Recordó la noche que habían pasado las tres juntas en la cama y Brittany había leído para ellas. También se acordó de cómo la había mirado Santana. Era como si aquellos ojos marrones la atravesaran. O puede que eso fuera lo que ella deseaba. Dejó escapar un hondo suspiro de satisfacción y entonces se dio cuenta de que el doctor Martín la estaba mirando.

Este sonrió y ella carraspeó.

—Conozco a Santana Marie López. Si es capaz de hacerla sentir así de feliz y contenta, espero que se quede con ella hasta que nazca el bebé —le dijo, dándole una palmadita en la mano—. Como le he dicho, siga así de bien y...

—Doctor, esto... tenemos a una mujer —los interrumpió la enfermera, asomando la cabeza en el consultorio—, con una niña pequeña...

Brittany se levantó de un salto.

—¿Una niña rubia? ¿Y la mujer es morena y con el pelo oscuro? — preguntó con nerviosismo.

La enfermera asintió y tanto Brittany como el médico la siguieron a toda prisa a la sala de exploración contigua. Santana estaba tumbada en la camilla con una bolsa de hielo en la rodilla y el codo en carne viva. Skye, de pie encima de una silla, le cogía la mano. Al ver a su madre le dedicó una sonrisa de oreja a oreja.

—¡Mamá! Tana caío otavés.

Brittany corrió junto a su hija.

—¿Qué ha pasado? —inquirió, al tiempo que comprobaba que Skye no se había hecho daño.

La niña tenía la cara roja de excitación; Santana fue a levantarse, pero el doctor Martín le puso una mano en el hombro.

—Espere, deje que se lo mire.

Le quitó el hielo de la pierna, le examinó la herida de la rodilla y se dispuso a curársela con la ayuda de la enfermera.

—¿Con qué se ha dado? —preguntó, mientras le palpaba la articulación.

—Bueno... —empezó a decir Santana, con una mueca.

La preocupación era evidente en los ojos azules de Brittany, y la vergüenza era más que evidente en la expresión de Santana Marie López.

El doctor salió de en medio y dejó que la enfermera le limpiara la rodilla y el codo, mientras la minirrubita ofrecía una explicación muy madura para su edad, que a punto estuvo de hacer que le saltara la risa. —Tana caío del culumpio.

Brittany se frotó la cara con expresión de cansancio.

—¿Que se ha caído de un columpio? —miró a Santana, que asintió y miró al techo—. ¿Cómo has podido caerte?

—Pues es más fácil de lo que creía —rezongó Santana.

Brittany soltó una carcajada y Skye la imitó.

—Cuéntame.

—¿Podemos hablar de esto en casa? —suplicó Santana, mirando por el rabillo del ojo al médico y a la enfermera, ambos con amplias sonrisas en la cara.

—Ah, no. Yo quiero oírlo —afirmó el médico, que acercó una silla y se sentó a la mesa a escribir—. Está bien, no hay nada roto. Solo unos arañazos y el ego herido. Por favor, siga hablando.

Santana tomó aire con resignación y volvió a pegar los ojos al techo. Brittany rodeaba los hombros de su hija con el brazo y con la mano libre le acariciaba el brazo a Santana.

—Estábamos en los columpios —explicó Santana, mirando a Brittany—. La pitufa estaba en uno de esos para niños, era seguro —se apresuró a añadir.

—Lo sé —sonrió Brittany.

—Bueno, pues tu hija quería que me columpiara más alto.

—¡Tana llega muy alto, mamá! —apuntó Skye, entusiasmada.

—Me lo imagino, pastelito.

—Se me quedó el pie trabado en el suelo y prácticamente salí volando del columpio.

—Tana vuela como pajarito, mamá —exclamó Skye.

—¿Podemos irnos ya?

—Aún no. Me gustaría que el doctor te hiciera una radiografía de la cabeza —dijo Brittany.

—¿Por qué? Si no me he dado en... —Santana se interrumpió y fulminó a Brittany con la mirada—. Muy graciosa.

El doctor Martín se levantó, riendo.

—Está bien. No entre en los parques infantiles durante unos días. Señora Pierce, ¿por qué no sale con la pequeña y le pide una piruleta a mi enfermera? Quiero hablar con la mayor un segundo.

Brittany puso cara de preocupación, pero se dejó conducir fuera de la habitación. Luego el doctor se volvió hacia Santana y esta se sentó derecha y flexionó la rodilla.

—No me diga que es más grave de lo que pensaba —aventuró ella con una sonrisa.

No obstante, la expresión seria del doctor la serenó de inmediato.

—He tenido una agradable conversación con Brittany y dice que se quedará con usted hasta que nazca el bebé —le comunicó. Santana asintió—. No estoy seguro de la experiencia que tiene con mujeres embarazadas, Santana. ¿Puedo llamarla Santana? —preguntó educadamente. Santana asintió de nuevo—. Es posible que sufra cambios de humor durante el embarazo —comentó, al tiempo que cogía unos panfletos del escritorio—. Le sugiero que lea esto. Puede que le ayude a entender mejor la psicología de una mujer embarazada. También hay un libro muy bueno en la biblioteca.

Le preparó unas recetas y se las entregó. Santana ojeó los panfletos.

—Eso... si quiere entenderlo mejor —añadió él, observándola detenidamente.

—Sí, doctor, quiero entenderla mejor. Quiero ayudarla con el embarazo. Brittany y Skye... bueno... yo... yo he llegado a... No sé qué le habrá contado ella —balbució, sin poder evitarlo.

—Me ha contado lo suficiente para que me haga cargo de su situación. No estoy seguro de por qué la está ayudando, Santana, pero espero que esté dispuesta a llegar hasta el final, porque ella la necesitará. La necesita ya ahora.

Ante sus ojos, fue como si Santana comprendiera de repente la magnitud de sus palabras, y su reacción fue meterse los panfletos en el bolsillo trasero, respirar hondo y asentir con total confianza.

—Gracias, doctor Martín. La cuidaré a ella y a Skye. No estoy segura de si sé bien lo que estoy haciendo.

El médico le dio una palmada en la espalda al acompañarla a la puerta.

—Todo irá bien. Tener un hijo es algo tan natural como caerse de un columpio —comentó, y le dio un empujoncito al salir.

Capítulo 14

—Quédate —rogó Skye, agarrada del pantalón de Santana.

Brittany tuvo que reprimir las lágrimas al mirar a su hija cuando Santana dejó el maletín y la cogió en brazos.

—Pitufa, es como la otra vez. Volveré antes de que te des cuenta. No llores, por favor —susurró, y le dio un beso en la mejilla—. Tienes que cuidar de mamá mientras yo no esté, ¿vale?

—Vale —murmuró Skye—. Velves, ¿verdad?

—Sí, pitufa. Volveré. Te lo prometo. Ahora termínate el desayuno.

—Ayós, Tana —se despidió la pequeña, y le dio un beso en la mejilla.

Santana y Brittany fueron al coche la una al lado de la otra, en silencio.

—Te quiere mucho, Santana —le dijo Brittany al llegar al vehículo.

Santana se volvió hacia ella, sonriente.

—Y yo también quiero al pequeño hobbit. Pero desearía que no se lo tomara tan a pecho cuando me voy.

—Creo que de alguna manera se acuerda de Elaine. Siempre le prometía que volvería a casa, pero se retrasaba. Skye se quedaba esperándola en la ventana hasta que tenía que llevármela a la cama. No sé por qué lo hacía Elaine —reflexionó Brittany en voz alta. Bajó la mirada y removió la tierra con el pie—. A Alma le preguntó lo mismo.

Santana la escuchó, apoyada en el coche.

—Voy a volver, Brittany.

Brittany levantó la mirada hacia ella.

—Eso espero, vives aquí.

Santana se echó a reír y meneó la cabeza.

—Volveré el viernes. Llámame a mí o a Marge si...

—Me conozco el procedimiento, mi General —la cortó Brittany, haciendo un saludo jocoso.

Volvió a producirse un silencio incómodo entre las dos, mientras Brittany se retorcía el pelo y se acariciaba la barriga en gesto ausente y Santana miraba hacia el lago, con el maletín en la mano.

—Bueno... pues... —empezaron las dos al unísono.

Se echaron a reír y Santana abrió la puerta del coche.

—Buen viaje —le deseó Brittany, y retrocedió.

—Gracias. Brittany... —la llamó Santana, al cerrar la puerta.

No tenía ni idea de lo que quería decir o si debía decir algo.

—Lo sé, Santana. Vete. Nos vemos el viernes.

Se quedó en la entrada hasta que el coche tomó el camino de tierra y Santana sacó la mano por la ventana para decir adiós. Brittany le sonrió y también agitó la mano.

Brittany gimió al agacharse para recoger los juguetes de Skye, y al erguirse trató de estirar la espalda. Acababa de acostar a la niña, tras asegurarle por centésima vez que Santana volvería a casa al día siguiente. Lo cierto es que a Brittany empezaba a gustarle la idea tanto como a su hija; se preguntaba qué hacía Santana en Chicago cuando no estaba en el estudio y, por alguna razón, quería conocer a la hermosa chelista.

—¿Por qué? —se dijo—. ¿Qué cambiaría eso?

Dejó los juguetes en el sofá y se dirigió pesadamente a la cocina para poner agua a hervir.

—Seguro que Santana Marie López prefiere pasar el tiempo con ella que con una embarazada gorda.

Deambuló por la cocina hasta que el hervidor de agua pitó para indicarle que la infusión estaba lista y que por fin podía sentarse.

—La echo de menos —murmuró Brittany, casi maravillada de que fuera así.

Pensar en Santana la hizo sonreír y se acercó a la ventana con su taza, para contemplar el lago. Estaba anocheciendo y las estrellas apenas despuntaban en el cielo del crepúsculo; pronto, la luna se elevaría por encima de los árboles. Aquellos bosques eran preciosos y se sentía segura y satisfecha, pero de repente la invadió una oleada de ansiedad. No sabía qué futuro le esperaba a su futuro bebé. Entonces el rostro de Santana le vino a la cabeza y sonrió de nuevo. El lago estaba silencioso y disfrutó contemplándolo mientras sorbía su manzanilla.




El jueves por la noche, Santana estaba junto al gran ventanal de su apartamento, con vistas al Lago Michigan. Había sido un día duro en el trabajo, porque nada sonaba bien, la música no funcionaba... o quizá era ella la que no funcionaba. Echó un vistazo circular a su coqueto apartamento y dejó escapar un suspiro: en Chicago ya no le quedaba nada.

Al preguntarse por qué, se dio cuenta de que la respuesta podía residir a seis horas de allí, en dirección norte. ¿Pero la respuesta a qué? El rostro de Brittany le inundaba los pensamientos cada vez más a menudo, y cuando evocó la alborozada carita de Skye, se rio en alto. —¿Qué coñ... diablos me pasa? —se preguntó, dando un sorbo de vino, sin apartar los ojos del lago.

El timbre de la puerta la devolvió a la realidad. Echó un vistazo al reloj sobre la repisa y gimió.

—Por favor, que no sea Suzette.

Fue a abrir la puerta y se quedó de piedra.

—¿Qué haces aquí? —preguntó, meneando la cabeza.

Alma la acalló con un gesto displicente de la mano y entró en la casa sin más, algo falta de aliento.

—¿Has subido por las escaleras? —se extrañó Santana, ayudándola a llegar al sofá con una mano bajo su brazo.

Alma se dejó caer en el sofá con un gruñido.

—No, pero tu apartamento está muy lejos del ascensor.

Santana tomó asiento en una silla, enfrente de su abuela.

—Me has dado un susto de muerte —se quedó—. Oye, ¿cómo sabías que estaría en casa... y sola?

—He hablado con Kurt. Me ha dicho que estabas algo melancólica hoy, así que sabía que no estarías con la idiota con talento.

—No estaba melancólica. Y deja ya de llamarla así.

—Claro, tesoro. Se me ocurren muchos otros nombres. ¿Qué te parece...?

—Da igual. ¿Quieres beber algo? —ofreció Santana, si bien se levantó sin esperar respuesta.

—Preguntas cosas de lo más extrañas. Y hablando de cosas extrañas: ¿verdad que «melancolía» es una palabra muy rara? —comentó Alma, quitándose los zapatos para estirar los dedos de los pies.

Santana volvió con la copa helada y se la dio a su abuela.

—Gracias, querida. Volveré a incluirte en mi testamento.

Santana sonrió y se sentó junto a la chimenea para observar las llamas.

—Te pareces mucho a tu madre. Siempre que algo la confundía, ponía la misma expresión pensativa.

—No estoy confundida —objetó Santana, levantando la mirada—. ¿Por qué iba a estar confundida?

—Brittany, Skye —contestó su abuela. Y luego, en un susurro, añadió—. Enamorarte.

Santana se quedó con la boca abierta.

—Tú chocheas —espetó, y alargó la mano por su copa.

Alma se rio y dio un trago.

—No estoy enamorada de Brittany, abuela.

—No, aún no.

—Abuela...

—San...

Santana gimió y echó la cabeza hacia atrás, hasta apoyarla en la losa de la chimenea.

—Por favor, no veas más de lo que hay y te montes películas de amor. No hay nada entre Brittany y yo. Joder, el otro día prácticamente la llamé zorra buscafortunas irresponsable y egoísta.

—Pero te equivocabas —le recordó su abuela—. ¿Qué te llamó Brittany?

—Arrogante y pomposa.

—Ah, sí. Dio en el clavo, ¿verdad?

Santana no contestó, sino que inspiró hondo y luego expiró lentamente.

—Y de aquí a que esto acabe, se volverán a sacar de quicio y dirán cosas que no sienten o harán estupideces, pero se volverán a pedir perdón. El caso es que al final, cariño, te darás cuenta de lo mucho que necesitas a Brittany Susan Pierce y a su familia.

Santana parpadeó varias veces, como si tratara de procesar lo que quería decir su abuela.

—No estoy enamorada de Brittany. Ella no está enamorada de mí. Solo la estoy ayudando hasta que nazca el bebé y ella pueda salir adelante. Estoy segura de que quiere recuperar su vida y volver a casa.

Alma resopló y se comió una oliva.

—Sandeces.

Santana negó con la cabeza.

—Yo...

Volvió a sonar el timbre y Santana se levantó con un gruñido.

—Me pregunto quién será —musitó Alma.

—Yo solo quería una noche tranquila.

—Pensando en Brittany.

Santana rugió y abrió la puerta.

—Adelante —dijo sin más, y se apartó para dejar pasar al recién llegado.

Era Kurt, que entró sin hacerse de rogar y sonrió alegremente al ver a Alma.

—¡Alma! Qué alegría verte.

Santana le dirigió una mirada torva.

—Como si no supieras que estaba aquí.

—Ay, calla. Me bebería una copa de vino —anunció Kurt, quitándose el abrigo. Luego tomó la mano que le ofrecía Alma y se la besó.

—Blaine es un cabrón con suerte —opinó esta.

Kurt se rio y se sentó a su lado; aceptó la copa que le dio Santana y se acomodó sobre los mullidos cojines.

—¿Y de qué estábamos hablando? —se interesó Kurt.

—Adivina —refunfuñó Santana, de vuelta junto al hogar.

—¿Ya la has convencido? —le preguntó Kurt a Alma.

Ella se encogió de hombros y volteó una oliva en la copa, de manera que Kurt se volvió hacia Santana.

—¿No te ha convencido?

—No estoy enamorada de Brittany Pierce.

—Claro que no... aún no.

—Eso mismo le he dicho yo —apuntó Alma, y dejó la copa al borde de la mesa—. ¿Qué es esto? —Preguntó, al ver los diversos panfletos—: «Qué hacer cuando llegue el momento».

Lo leyó por encima y luego se lo pasó a Kurt, que lo estudió con atención.

—¿Qué? —se defendió Santana, cada vez más avergonzada—. Bueno, Brittany pasará aquí unos meses, tengo que saber qué hacer, ¿no?

Los dos asintieron sin despegar los ojos de la lectura.

—Esto no lo sabía —comentó Kurt, señalando un párrafo.

Alma lo leyó sobre su hombro.

—Bueno, querido, es que tú no eres una mujer embarazada.

Siguieron leyendo en silencio, hasta que Santana se puso de los nervios y se sentó en el sofá al lado de Kurt. Sin dirigirle la mirada, le pasó un panfleto; Santana lo cogió y empezó a leer.

—Esto no lo sabía —murmuró.

Kurt y Alma intercambiaron una mirada, pero no abrieron la boca, y Santana supo que la aguardaba un buen dolor de cabeza.




A la mañana siguiente, antes de tomar rumbo al norte, Santana pasó por la Biblioteca de Chicago y dejó el coche en el aparcamiento. El silencio en el enorme edificio resultaba ensordecedor. Santana se dirigió al mostrador principal y sacó un papel del bolsillo; la jovencita de detrás del mostrador le sonrió.

—¿Puedo ayudarla?

Lo dijo tan bajito que Santana apenas la oyó. Carraspeó y le dio el papel.

—Buscaba este libro.

La mujer echó un vistazo al papel y luego miró a Santana.

—¿Para su esposa? —se interesó, con una sonrisa cómplice.

Santana notó que se ponía colorada.

—Eh, no, no. Es para una amiga, que está embarazada, y la estoy ayudando...

—¿Tuvo una charla con el doctor Martín y le sugirió este libro?

—¿De qué conoce al doctor Martín? —preguntó Santana, perpleja.

La mujer le enseñó el papel y fue cuando Santana se dio cuenta de que el médico había anotado la referencia del libro en una receta.

Soltó una risita.

—Ya veo.

—Puedo ayudarla a encontrar el libro. Acompáñeme.

Santana siguió a la mujer escaleras arriba y luego recorrió con ella unos cuantos pasillos, hasta que la bibliotecaria se detuvo y buscó en una estantería.

—Aquí está —anunció, y le entregó el libro a Santana.

—Usted lo ha...

—Sí, lo he leído. Mi mujer y yo tuvimos un bebé hace dos años y a Gina le fue muy bien el libro —le contó la bibliotecaria—. La ayudó muchísimo, porque no tenía ni idea.

Santana soltó una carcajada.

—Creo que su mujer y yo estamos en el mismo barco.

—¿Tiene usted carnet de la biblioteca?

Santana hizo una mueca y negó con la cabeza; la bibliotecaria le tendió la mano.

—Me llamo Dorie. Necesitaré algún tipo de identificación.

Santana le estrechó la mano y sacó la cartera. Al cabo de un rato, Santana estaba ojeando el libro mientras Dorie introducía sus datos en el ordenador.

—Esto... ¿cómo...? Quiero decir, si no le importa...

Dorie la miró por encima de las gafas.

—No me importa en absoluto, puede preguntarme lo que quiera.

Mucho más tranquila, Santana se apoyó en el mostrador.

—¿Usted tuvo cambios de humor y antojos?

—Oh, Dios, sí. Hubo un punto en que creí que Gina iba a dejarme. ¿Y antojos? Tuve una época loca por la comida china y las patatas fritas.

—Bueno, eso no es tan raro —opinó Santana.

Dorie dejó de teclear.

—Las dos cosas al mismo tiempo.

—Ah.

—¿De cuánto está su amiga?

A Santana no se le escapó la nota de duda al pronunciar la palabra «amiga».

—Sale de cuentas en diciembre.

De improviso, cayó en la cuenta de que solo faltaban dos meses y le entraron náuseas. Notaba el estómago encogido y la sala se cerraba sobre ella de un modo asfixiante. Se tiró del cuello del jersey y notó que tenía la frente perlada de sudor. De lo que no se percató fue de que Dorie se había levantado y había salido del mostrador para guiarla a una silla cercana.

—¿Se encuentra bien? Parecía que estuviera a punto de desmayarse.

Santana aceptó el vaso de agua que le ofrecía y se lo bebió de un trago.

—Estoy bien, no sé qué me ha entrado.

—La realidad —rio Dorie, dándole una palmadita en el hombro.

Confusa, Santana la miró.

—Empieza a darse cuenta de la magnitud de la situación. Gina reaccionó igual, también sobre el séptimo mes si no recuerdo mal.

Ya con el pulso algo más sereno, Santana soltó una carcajada.

—¿Y usted nunca tuvo miedo?

Dorie se lo pensó un momento y, entonces, sucedió: sonrió y puso exactamente la misma cara de felicidad absoluta que Brittany tenía a menudo. Santana las envidiaba a las dos.

—Al principio sí, pero luego fue como si encajara todo de golpe—explicó Dorie—. Iba a tener un bebé y era feliz.

Le dio otra palmadita en el hombro a Santana y volvió a su mesa, no sin antes añadir por encima del hombro:

—Y Gina tenía ganas de vomitar.

Santana se pasó todo el trayecto de vuelta al norte dándole vueltas a la cabeza sobre Dorie, todo lo que había leído y lo que le habían dicho su abuela y Kurt, hasta que ya no pudo pensar más. Ni siquiera la radio lograba distraerla, porque no se lo sacaba de la mente. ¿Estaba enamorándose de Brittany? ¿Era eso posible? ¿Era lo que quería? Se hizo todas aquellas preguntas una y otra vez, mientras rezaba por obtener una respuesta. De lo que sí estaba segura era de que pensar en Brittany Pierce le hacía cosquillas en el estómago y le aceleraba el corazón. ¿Era amor aquello?

Tomó el desvío hacia su cabaña cerca de las cuatro de la tarde, y entonces le dio un vuelco el corazón. La última vez que había regresado a casa, Skye se había puesto tan nerviosa que se había caído. Evocó la mirada de Brittany, llena de preocupación por su hija.

¿Había algo en sus ojos azules que dijera qué significaba Santana para ella? ¿Si es que significaba algo?

—Oh, Dios, ¡vale ya! —suplicó, al aparcar el coche.

Oyó sus voces en la playa y, al acercarse a ellas, casi se le escapó la risa. Brittany estaba con Skye en las aguas poco profundas: la niña estaba con su flotador; su madre iba en pantalones cortos, con una camiseta de tirantes azul enorme, como es natural, y empujaba a su hija sin alejarse de la orilla. Brittany llevaba gafas de sol y una gorra de béisbol, con la melena en una coleta suelta que salía por la abertura posterior. Tenía unos muslos musculosos y los brazos firmes. Santana se preguntaba qué hacía antes de quedarse embarazada. ¿Era deportista? ¿Hacía ejercicio? ¿O sencillamente estaba en forma de manera natural? Seguramente seguirle el ritmo a Skye la mantenía en forma. De todas maneras, nada de aquello era importante para Santana, porque lo cierto es que Brittany era hermosa más allá de su aspecto físico. Lo era como persona. Cuando sonreía, lo hacía de corazón, era una mujer segura de sí misma, generosa...

Sin comerlo ni beberlo, Santana se sintió inepta y superficial.

¿Cuándo se había vuelto tan arisca con el amor? ¿Nunca tendría nada más que sexo? Se metió las manos en los bolsillos de los pantalones cortos y la recorrió una oleada de autocompasión. No obstante, al oír reír a Skye se puso de buen humor enseguida y se le escapó una carcajada.

—Gracias, pitufa —murmuró, a nadie en particular.

La pequeña miró en su dirección y chilló.

—¡Tana!

Brittany se volvió y le dirigió una sonrisa tan radiante que a Santana se le iluminó la cara al devolvérsela.

—¡Hola! —las saludó, agitando la mano mientras se acercaba a la playa.

Skye vadeó para salir del agua, se zafó de su madre y corrió hacia Santana sin acabar de quitarse el flotador. Cuando llegó hasta ella estaba medio encallada y la compositora sonrió.

—Ahora ya sabes cómo me sentí yo —comentó, y la ayudó a quitárselo.

De inmediato, Skye saltó a sus brazos y Santana la abrazó con fuerza. Miró a Brittany, que salía del agua más lentamente, y fue hacia ella para ofrecerle la otra mano.

—Hola —la saludó Brittany, jadeando.

—Hola —contestó Santana.

Skye le rodeó el cuello con los brazos a Santana.

—Pastelito, estás empapada y estás estrangulando a Santana.

—No pasa nada, es agradable. —Bajó la mirada hacia sus manos entrelazadas y soltó a Brittany—. Tienes buen aspecto.

La sonrisa de Brittany vaciló y empezó a ponerse colorada. Nerviosa, se llevó la mano a la garganta y se rio.

—Bueno, gracias. Pero creo que he pasado demasiado tiempo al sol.

Santana vio que sí tenía la piel algo quemada y dejó a Skye en el suelo.

—Ya te vale, mamá —la riñó, juguetona.

—Tana, abua —pidió Skye, tirándole de la pierna.

—Espera a que vaya a cambiarme, a no ser que estés cansada— apuntó Santana, dirigiéndose a Brittany.

—No, por favor. Me parece genial. Ve a cambiarte. Te esperamos aquí.



El agua fría del lago rejuveneció a Santana al tirarse desde el muelle, en donde Brittany estaba sentada debajo de una sombrilla y vigilaba a Skye, que jugaba con la arena. Sin duda aquella noche iba a tocarle bañera. Se volvió a contemplar a Santana mientras nadaba.

«Qué cuerpazo, Dios», pensó.

Trató de imaginarse a Santana y a Elaine juntas, no de un modo sexual, sino más bien en los momentos íntimos que debían de haber compartido. No le costaba adivinar lo que había atraído a Elaine de Santana: era una mujer segura, sexy e inteligente. Brittany se estremeció al recordar la tarde en que había despertado al sonido de Santana tocando el piano. Era una música muy sensual y romántica.

También se acordaba de lo irritada que estaba la compositora. Debía de tener que ver con su temperamento artístico. Brittany cerró los ojos y se imaginó a Elaine escuchando tocar a Santana. Casi le tenía envidia. ¿Cómo debía de ser saber que alguien está tocando una canción para ti y solo para ti? Puso los ojos en blanco y se rio en su fuero interno.

«Eres una boba romántica, Pierce.»

Era un bello sueño, pero como todos los sueños, no era real. La realidad era la que era: tendría al bebé, recuperaría su vida y...¿entonces qué?

Un salpicón de agua fría le dio en plena cara, sacándola de su ensimismamiento, y Brittany pegó un grito. Skye empezó a partirse de risa cuando Santana salpicó a su madre por segunda vez.

—Tú... —gruñó Brittany.

Santana esbozó una sonrisa maliciosa desde el agua.

—Antes tendrás que pillarme.

—Tú espera, López. Después de que nazca el bebé, la venganza será terri...

—Ah, ah —la silenció Santana, agitando el dedo índice.

Al salir del agua se tiró de la parte posterior del bañador distraídamente y, al fijarse en el firme trasero de Santana, Brittany sintió un cosquilleo que hacía tiempo que no sentía.

Disfrutaron de una cena maravillosa a base de perritos calientes y hamburguesas y, tras un buen baño, Skye se quedó dormida como un tronco antes de que se fuera el sol. Brittany la dejó en el dormitorio, con la puerta entreabierta, y fue a reunirse con Santana en el porche.

Esta estaba apoyada en la barandilla, contemplando el atardecer, y Brittany se quedó tras la puerta mosquitera unos segundos, para observarla. Desde el bosque les llegaban los sonidos del final del verano, los grillos cantaban, los pájaros nocturnos dejaban oír su llamada y la suave brisa estival silbaba entre las ramas de los abedules.

Brittany sonrió y salió al porche; Santana se volvió hacia ella.

—La pitufa estaba muerta.

—Sí, la verdad es que sí. Ha tenido unos días muy intensos. Tenía que mantenerla ocupada, porque te echaba mucho de menos.

—Yo también la he echado de menos —susurró Santana—. Y... y a ti también, Brittany.

—Gracias —musitó esta, y evitó mirarla a la cara—. Yo también te he echado de menos.

Santana disimuló la sonrisa y se volvió hacia el lago de nuevo. Brittany también intentó no sonreír, pero no pudo evitarlo, porque se sentía feliz. Entonces se fijó en el tubo de crema que había en la barandilla.

—¿Qué es eso?

Santana siguió su mirada.

—Ah, es una crema que me pongo cuando me quemo con el sol. He pensado que te iría bien —le miró los hombros y se echó a reír—. Estás muy roja.

Brittany estiró el cuello para verse la parte posterior de los hombros.

—Y pensar que prácticamente he rebozado a Skye de protector solar durante toda la semana.

—Y vas y te olvidas de ti. —Santana cogió el tubo—. Anda, ven.

Brittany estiró la mano para que le diera el tubo, pero Santana se la apartó con delicadeza.

—Déjame a mí, tú no llegas. Date la vuelta.

—Oh.

Brittany obedeció y miró al cielo para mantener la compostura cuando notó la crema fría en los hombros.

—Sería mejor si te quitaras la camiseta —dijo Santana en voz baja.

—¿Intentas ligar conmigo, López? —preguntó Brittany, consciente de que le temblaba la voz. Le costaba mucho controlar la sensación de hormigueo en el estómago.

—No lo sé. ¿Tan malo sería?

—No lo sé.

Tras un momento de silencio, las dos mujeres se rieron.

—Supongo que con esto será suficiente.

—Supongo que sí.

Brittany hizo una mueca cuando se le escapó un hondo suspiro. En cuanto Santana retiró los dedos, añoró su roce cariñoso, pero el momento estaba roto. Se dio la vuelta y vio que Santana tenía el ceño fruncido. Ciertamente no era la expresión que esperaba ver; al menos hubiera querido verla respirar entrecortadamente o que le temblaran las manos.

—Gracias, ya me encuentro mejor —le dijo Brittany.

—De nada.

—Es un atardecer precioso —susurró, apoyándose junto a Santana—. El lago está tan liso que parece de cristal.

—A lo mejor mañana podemos sacar la balsa. A Skye le gustaría.

—Sí, seguro que sí. —Brittany miró a Santana de reojo—. Gracias, Santana.

Santana la miró a los ojos.

—¿Por qué?

—Por todo lo que has hecho por Skye y por mí. Si no fuera por ti, no estoy segura de dónde estaría en este momento.

—Eso tienes que agradecérselo a Elaine. Yo ni siquiera sabía que existías.

—Creía que Elaine te había hablado de mí.

Santana ladeó la cabeza y reflexionó sobre ello un momento.

Finalmente, sonrió.

—Sí, lo hizo. Supongo que quien yo no sabía que existía era Brittany Pierce, madre generosa y gran amiga. Tenía una idea abstracta de ti, pero ahora te conozco, sé cómo eres y lo que piensas. —Se encogió de hombros antes de continuar—. Así que no, no sabía que existías.

Durante un largo momento, Brittany fue incapaz de hablar.

—Hay algo en ti, Santana. Puedo entender lo que Elaine amaba en ti. Supongo que las dos debemos darle las gracias —murmuró, con lágrimas en los ojos. Desesperada, trató de reprimirlas, ya que no quería estropear el momento lloriqueando como una tonta—. Esta noche se lo agradeceré en mis oraciones, igual que a ti.

Supuso que lo mejor era irse a la cama antes de que las hormonas se le descontrolaran y la empujaran a decir algo que luego lamentaría.

—Yo también —aseguró Santana.

Brittany sonrió y le cogió la mano a Santana un segundo.

—Creo que me voy a la cama. Buenas noches, Santana.

Santana asintió.

—Que duermas bien, Brittany.

Esa noche, más tarde, Brittany estaba tumbada en la cama mirando al techo, con Skye dormida a su lado. Se pasó una mano por la barriga y con la otra se secó las lágrimas. Aunque ya se llevaba mejor con Santana y habían pasado un día fantástico, le dolía la cabeza de intentar no pensar en todo lo que se le venía encima y cómo iba a salir adelante ella sola. Ahora bien, si era sincera consigo misma, Brittany siempre había estado sola. Elaine estaba siempre de viaje. Al ser piloto pasaba fuera mucho más tiempo del que a Brittany le habría gustado, pero nunca estuvo segura de que a Elaine le molestara tanto como a ella. Dejó escapar un gruñido irónico: aparentemente no. Las súplicas de Brittany siempre habían caído en saco roto.

Al principio había sido fabuloso, como imaginaba que eran la mayoría de las relaciones cuando empiezan. Elaine era una amante fogosa y Brittany se deleitaba con su ternura. Creía que había encontrado a alguien a quien querer y con quien construir una vida en común. Realmente, Elaine Bridges parecía dar con el perfil. Sin embargo, al año siguiente las cosas empezaron a cambiar cuando Elaine amplió su jornada y el número de vuelos con la compañía. Fue un cambio lento, sutil, y a Brittany la cogió por sorpresa. A lo mejor no le prestaba suficiente atención a Elaine. Skye había llegado a sus vidas en una época muy temprana de la relación, cuando solo llevaban dos años. Tras la muerte de Barb y Steve, la vida había cambiado para todos.

Brittany no tenía ni idea de cómo ser madre, pero Elaine, por mucho que la apenara la muerte de los padres de la pequeña, estaba encantada con la idea de hacerle de madre a Skye. En el dormitorio de la cabaña, mirando el paisaje por la ventana, Brittany se descubrió negando con la cabeza: decir que Elaine estaba encantada con hacerle de compañera de juegos era una definición más precisa.

Así pues, y a pesar de que la maternidad le había caído por sorpresa, lo cierto es que le resultó natural, más fácil de lo que se había imaginado. Cuando miró a Skye a sus adorables ojos azules, se enamoró de ella. Desde aquel día, el bienestar de la pequeña fue lo prioritario. Era una responsabilidad enorme y era consciente de que a veces era demasiado dura con Elaine, aunque igualmente cierto era que Elaine lo intentó. Todas pasaron por una etapa de adaptación hasta que las cosas parecieron estabilizarse y fueron felices. Elaine aceptó su trabajo con la compañía aérea para ganar más dinero, un dinero que necesitaban. Sí, se dijo Brittany, con un suspiro cansado: eran felices, eran una familia. Y entonces todo se desmoronó.

La respiración acompasada de Skye empezó a adormecer a su madre, que notó que le pesaban los párpados. Alargó el brazo y le puso la mano en el hombro a la niña, solo para sentir el contacto. Al caer dormida, el rostro de Santana inundó sus pensamientos e invadió sus sueños.

—¿Cuánto pesas? —quiso saber Santana durante el desayuno.

Brittany miró a Santana con los ojos entornados, mientras la otra mujer le ofrecía a Skye una minisalchicha y la niña la aceptaba con entusiasmo.

—Sabe comer con tenedor.

Santana levantó la mirada y sonrió, pero cuando vio la expresión ceñuda de Brittany, enseguida le quitó la salchicha a Skye, se la cortó en trocitos y le dio el tenedor a la niña.

—No tengo ni idea de cuánto peso. ¿Por qué lo preguntas? — inquirió Brittany, en referencia al interés de Santana, mientras se miraba la mano y la flexionaba unas cuantas veces.

Santana notó la tirantez en su voz y supo que Brittany estaba haciendo un esfuerzo por controlar sus díscolas hormonas. A juzgar por cómo se miraba las manos, Brittany se sentía hinchada. Santana echó un vistazo inconsciente al pasillo que conducía al dormitorio, reprimiendo el impulso de correr a por el libro que le había recomendado Dorie, Comprender su embarazo, y localizar el capítulo adecuado.

—Solo quería asegurarme de que estés ganado suficiente peso, eso es todo. El doctor Martín dijo que había que vigilarlo — respondió, con una sensación de ineptitud incómoda. Sinceramente, Santana no tenía la menor idea de lo que estaba haciendo y todo el tema del embarazo la sobrepasaba.

—¿Quieres hacer el favor de dejar ya lo del peso? —ladró Brittany, tirando la servilleta.

Sorprendida por el arrebato, Santana miró a Skye de reojo y vio que también se había quedado boquiabierta. Quiso decir algo, pero tuvo suficiente sentido común como para callar. Brittany respiró hondo.

—Me muero por un café, no descafeinado. ¡Un café de verdad con leche y azúcar! Quiero ser capaz de levantarme sin apoyarme en la mesa. Quiero poder caminar sin parecer un pato —continuó, subiendo cada vez más la voz—. Quiero poder dormir una noche entera sin tener que ir al baño cada hora. Quiero volver a tener el control sobre mis emociones. Ayer Skye y yo estuvimos viendo Los tres chiflados ¡y me puse a llorar cuando Moe le mete el dedo a Curly en el ojo! Quiero volver a verme los pies —aulló, hundiendo el rostro entre las manos.

Santana miró a Skye de nuevo; la niña observaba a su madre con gran curiosidad.

«Vale, cambios de humor, cambios de humor», se recordó Santana, y le puso la mano en el brazo a Brittany.

—Lo siento. Estoy bien, pastelito —aseguró esta, sorbiendo las lágrimas y secándose los ojos con una servilleta.

Skye levantó los pies descalzos.

—Mamá, ¡mira pies!

Santana y Brittany se echaron a reír.

—Sí, nena, veo tus pies.

Estiró la mano, le cogió los piececitos y le besó los dedos.

—Me encantan estos deditos —exclamó Brittany.

Skye se partió de risa y su madre también siguió riéndose al levantarse de la mesa. Empezó a recoger los platos, pero Santana se puso de pie de inmediato.

—Siéntate, ya recojo yo.

—No, no, quiero hacerlo yo. Tú juega a cinco deditos con Skye— le dijo, con una sonrisa desafiante.

Santana se puso colorada, pero Skye dio palmas y le ofreció los pies a Santana.

—Deditos, pofiii.

Santana carraspeó y miró a Brittany por el rabillo del ojo, pero esta se había puesto a fregar los platos y les daba la espalda.

—Vale, pitufa. Ahí vamos —empezó, cogiéndole el piececito en la mano—. Qué pies más pequeños tienes —exclamó, arrancándole una risita a la propietaria—. En fin, que este fue a por leña...

—¿Por qué? —preguntó Skye, ceñuda.

—Yo... no... no sabría decirte —balbuceó Santana. Miró a Brittany, que se encogió de hombros—. Ya volveremos sobre el tema, es una buena pregunta. El caso es que este la cortó y no sé por qué — añadió, antes de que Skye preguntara—. Este fue a por huevos. A lo mejor necesitaban la leña del otro —anunció Santana, y le tiró del dedito siguiente, juguetona—, porque este los frió.

Brittany cerró el grifo y se quedó apoyada en el fregadero para oír el resto de la disquisición lógica de Santana, que sonreía con seguridad.

Skye se miraba alternativamente los pies y a Santana con gran interés.

—Y el más chiquitín, se los comió. Pero no estoy muy segura de por qué. A lo mejor hacen turnos y le había tocado ir a por leña la vez anterior y... —calló de golpe al darse cuenta de lo absurdo que sonaba.

Brittany cruzó una mirada con ella, con la ceja levantada en gesto de superioridad, mientras se secaba las manos en el paño de cocina.

—Mamá juga mejor —le confió Skye en un susurro.

Santana esbozó una sonrisa avergonzada y se echó para atrás en la silla.

—Bueno, hace tiempo que no jugaba a esto —admitió, dando un sorbo de café.

Observó a Skye mientras se retorcía para salir de la trona, pero cuando Brittany fue a ayudarla, la niña declaró:

—Mamá, yo solita.

Brittany dio un paso atrás y dejó que su hija bajara sola. En cuanto llegó al suelo, salió corriendo de la cocina.

—¿Cuándo ha empezado? —rio Santana—. Suena mucho más mayor.

—Hace un par de días. Empieza a querer ser independiente. Esto se va a poner interesante —gimió Brittany—. Su vocabulario crece día a día.

Santana levantó la mirada y se dio cuenta de que Brittany se veía muy cansada. Aunque sus ojos azules no habían perdido la chispa, parecía agotada. La compositora se levantó y la condujo hacia el sofá. —Venga, descansa un rato y pon los pies en alto. Ya acabo de recoger yo.

Cuando terminó en la cocina y volvió a la sala de estar, Brittany se había quedado dormida en el sofá, con los pies en alto y la cabeza apoyada hacia atrás.

—¡Mamá! —la llamó Skye desde el pasillo.

Brittany abrió los ojos al punto y trató de sentarse, pero Santana la retuvo.

—Voy a ver qué quiere esa pillina. Creo que me la llevaré a dar una vuelta por el bosque.

Santana fue a por Skye y le ofreció la mano.

—Venga, Skye, nos vamos a dar un paseo.

Al salir le guiñó el ojo a Brittany.

—Enseguida venimos.

Brittany le sonrió, agradecida de poder disfrutar de un rato de calma. También valoraba mucho que Santana notara cuándo lo necesitaba sin que se lo pidiera, porque odiaba pedirle cosas, con lo buena y considerada que había sido con ellas. Era agradable que alguien más se ocupara de su hija, ni que fuera por unos minutos.

Sin embargo, al cabo de una hora, Brittany empezaba a preocuparse. Paseaba de un lado para otro del comedor, cuando por fin las oyó llegar al porche, y en cuanto entraron dio un abrazo a Santana.

—¿Dónde han estado? —lloró, con las hormonas fuera de control.

Santana abrió mucho los ojos y le rodeó la cintura a Brittany con un brazo.

—Lo siento. Hemos ido a coger flores silvestres —explicó.

Brittany la soltó, cogió a Skye en brazos y empezó a llorar otra vez.

—Perdónenme.

Skye miró a su madre con extrañeza y luego miró a Santana, que se encogió de hombros y le indicó que le diera un beso. Skye le puso las manitas en las mejillas a Brittany y le rozó la nariz con la suya.

—No llores, mamá —le dijo en tono muy adulto.

Entonces le dio un beso y aquello debió de ser la gota que colmó el vaso, porque Brittany se deshizo en llanto. Santana le rodeó los hombros con el brazo cariñosamente.

—¿Mamá tiste?

Santana cogió a Skye de brazos de Brittany y las llevó a las ambas al sofá, en donde se sentaron juntas, con la pequeña en el regazo de Santana.

—No, pitufa. Mamá está contenta, porque te quiere mucho.

—¡A ti también te quiero! —sollozó Brittany.

Santana se quedó helada. Skye aplaudió.

—¡Mamá quere a Tana!

Santana se rio y le secó las lágrimas de las mejillas a Brittany con el pulgar.

—¿Tana quere a mamá? —preguntó Skye, tirándole de la camisa.

Brittany miró a Santana a los ojos y no supo lo que veía en ellos. O, mejor dicho, sí lo supo y le dio muchísimo miedo.

—Sí, pitufa. Yo también quiero a tu mamá —afirmó, y le regaló a Brittany el ramo de flores silvestres.




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Breves adelantos cap. 15



—¿Qué hora es?

Ahogando un gruñido de dolor, se levantó a toda prisa y entró en la casa. Según el reloj de la repisa eran casi las nueve, pero ¿dónde estaba Santana? Al ir al dormitorio no pudo evitar sonreír y menear la cabeza ante la imagen de Santana tumbada de espaldas, profundamente dormida, con los brazos por encima de la cabeza.

Skye, que estaba sentada a su lado y ojeaba el libro, levantó la mirada cuando entró su madre y se llevó un dedo a los labios.

—Tana dormida.

Brittany asintió.

—Ya lo veo —susurró—. ¿Y qué haces tú despierta?

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—Marge...

Santana levantó la mano.

—Quiero a Marge y confío en ella, pero si tengo que estar en Chicago estaría más tranquila si estuvieran conmigo.

—¿Por qué?

Brittany miró al suelo. Bueno, o se miró la barriga; ya llegaría el día en que volviera a verse los pies. No estaba segura de que fuera buena idea ir a Chicago. Como Santana no le contestaba, volvió a levantar la mirada. La expresión de la otra mujer era extraña y Brittany no logró descifrarla. Entre ellas, Skye se comía sus palomitas, sin interés alguno por seguir la conversación de los adultos.

—No quiero tenerte...

—¿Sí?

Santana la miró a los ojos.

—No quiero tenerte lejos tanto tiempo.

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—No tengo ni idea de qué es realmente el amor. Y ahora resulta que me importas muchísimo... y Skye también.

Brittany suspiró profundamente y Santana le lanzó una mirada de inquietud.

—¿Pasa algo? No tendrías que haberte comido dos manzanas de caramelo. Joder, Brittany. Seguro que ha sido ese apestoso algodón de azúcar, te lo dije —la riñó, preocupada. Aquello era mucho más fácil que pensar en lo que estaba ocurriendo entre ellas—. ¿Qué te parece si hago té? ¿O prefieres darte un baño caliente? Espera, no, baños no, que no puedes, me olvidaba. ¿Y si...?

Brittany puso los ojos en blanco, tomó el rostro de Santana entre las manos y la besó. Allí mismo, en el sofá. Santana se llevó una sorpresa y jadeó con la boca abierta al notar los calientes labios de Brittany sobre los suyos. Sin razón aparente, su reacción fue apretarse más contra Brittany y devolverle el beso. Sus labios se unieron en un asombroso beso tierno y dulce que arrancó chispas eléctricas entre las dos mientras danzaban, húmedos, boca sobre boca, hasta que Santana se apartó pese a sí misma.