[Resuelto]FanFic Brittana: Retroceder el Tiempo (Adaptada) Epílogo

Capitulo 30

Una hora y media más tarde, Brittany deslizó un tazón de avena caliente en el microondas y programó el temporizador.

Comprobó la temperatura de la taza que acababa de calentar y luego la coloca en frente de Charlie.

—Usa tu cuchara, cariño.

Susan hizo sonidos impacientes e intentó meter su mano en la avena de Charlie. Charlie no le hizo caso.

—Creo que él tiene la disposición para ser un anestesiólogo—observó Quinn mientras deambulaba en la cocina, ya en bata de trabajo, al igual que Brittany—Él no se molesta por la gente que se apiña en su territorio.

—Es bastante imperturbable—acordó Brittany mientras daba a Susan su propia porción de avena. Miró a Quinn—¿Quieres un poco?

—Claro. Tengo un poco de tiempo. Gracias.

—Mmm—Brittany respondió distraídamente.

—¿Ya se fue Santana?

Colorada, Brittany miró por encima del hombro.

—¿Cómo lo sabes?

—Lo adiviné cuando vi la camiseta.

—Oh, sí—dijo Brittany, recordando que la había recogido del suelo de la sala después de que en su precipitada huída hacia la planta baja, esta se había descolgado de la perilla de la puerta—No es demasiado sutil.

Quinn se echó a reír.

—Me sentí como si estuviera viviendo en la casa de la fraternidad de nuevo.

—Qué agradable.

—Escuché que el viejo la degradó. ¿Qué pasa con eso?

Brittany negó con la cabeza.

—No estoy segura. No creo que realmente tenga algo que ver con ella.

—Todavía apesta.

—Sí.

Le pasó a Quinn su avena y luego a toda prisa se comió la suya. Después cogió dos paños de cocina bajo el agua tibia, y le pasó uno a la ojiverde.

—Tú lavas el tuyo, yo el mío.

A medida que lavaban los de sus respectivos hijos, la ojiazul preguntó:

—¿Rachel está despierta?

—Sip. Sólo que se está moviendo un poco lento.

—¿Kitty vendrá hoy? No estoy segura de que Rachel pueda echarles un vistazo a todos estos niños por más tiempo.

Quinn asintió.

—Kitty va a pasar parte del día aquí hasta que nazca el bebé, y luego por una semana después. Ella ayudará a mantener las cosas bajo control—levantó a Charlie.

—Quiero pagarle un poco más, entonces—dijo Brittany, levantando a Susan en sus brazos.

—No hay necesidad—dijo Quinn mientras llevaban a los niños arriba.

—Quiero hacerlo de todos modos—dijo con firmeza.

Rachel se reunió con ellas en el pasillo.

—¿Ya comieron los adorables pequeños?

—Ya está todo bajo control—pronunció Brittany—Me falta Beth.

—Déjalos ahí, entonces—dijo Rachel, indicando la sala de juegos, luego miró a Quinn—Beth todavía está dormida. No la despiertes.

—No lo haré—besó la mejilla de Rachel y luego se dirigió hacia la habitación de su hija—Sólo quiero verla antes de irme.

—¿Cómo estuvo tu noche?—preguntó Rachel sugestivamente cuando se unió a Brittany en la sala de juegos y se acomodó en el sillón con un suspiro.

—Demasiado corta—dijo Brittany bruscamente mientras arrastraba los juguetes favoritos de Susan y de Charlie.

—¿Pudiste dormir?

—Algo.

—¿Estás bien?

Brittany se acomodó poniendo la cadera en el brazo de la silla de Rachel.

—Más o menos. Ya la extraño, y se siente como que estamos constantemente robando tiempo para estar juntas. Pero ha sido...—sonrió—Maravilloso.

—Mmm. Le tengo muchas ganas a esta historia.

Brittany deslizó un brazo alrededor de los hombros de Rachel y la apretó.

—Bueno, vas a esperar durante mucho tiempo. No soy de las que cuentan.

—¿Desde cuándo? Yo sabía todos los detalles acerca de ti y Sam.

—No es cierto—protestó Brittany—Y aunque así fuera, esto es diferente.

Rachel le dio una mirada larga y grave.

—Lo es, ¿no es así?

Brittany asintió.

—¿Ella siente lo mismo?

Una vez más, Brittany asintió.

—Entonces, está bien—le dio unas palmaditas en la rodilla a Brittany—Pero aún quiero más detalles.

Riendo, Brittany se levantó, besó a Susan y a Charlie, y se dirigió a la puerta.

—Tal vez sólo algunos. Cuando tenga tiempo.

—Fastidiosa—gritó Rachel.

Brittany se reunió con Quinn en el pasillo. Miró hacia la sala de juegos con una expresión perpleja.

—¿Está hablando a mí?

—No. De mí—dijo Brittany.

—Huh. ¿Quieres un aventón al trabajo?

—Me encantaría. Esperaré en la planta baja.

Escuchó a Quinn y a Rachel riendo juntas mientras ella comenzó a bajar las escaleras y se permitió un breve instante para imaginar cómo sería si ella y Santana compartieran la clase de vida que sus amigos tenían.

Luego alejó el pensamiento.

No era que no confiara en sus sentimientos.

Lo hacía.

Confiaba demasiado en Santana.

Pero ella no se fiaba mucho de cualquier otra cosa. Había visto demasiada crueldad caprichosa de la vida para planificar más allá.






—Hasta luego—gritó Brittany a Quinn mientras salía del vestuario de mujeres.

Colgó su abrigo en su casillero, cogió su bata de laboratorio, y se la puso mientras tomaba las escaleras hasta la planta baja.

Necesitaba otra taza de café para conseguir que su cerebro trabajara.

Estaba cansada, pero había valido la pena. Sonriendo para sí misma, recordó la noche con Santana. Su sangre corría caliente mientras pensaba en hacer el amor con ella, la forma en que sintió cuando había hecho vibrar el cuerpo de Santana con placer.

—Jesús—suspiró cuando el fuerte dolor del deseo descendió—No puedo pensar en eso ahora.

Sin dejar de sonreír, miró su reloj.

Santana se había ido hacía poco más de dos horas. Debería estar casi por llegar.

Consiguió una gran taza de café y un bagel, pagó y se dirigió hacia su mesa habitual. Frunció el ceño cuando vio que estaba vacía.

Miró el reloj de nuevo.

Estaba a tiempo.

Echando un vistazo alrededor de la cafetería, se dio cuenta de que ninguno de los residentes de cirugía estaba ahí para las rondas de cierre. Nadie había estado en el vestuario, tampoco.

Era sábado, lo que significaba que sólo un puñado de residentes estaba de guardia, pero alguien debería haber estado en la cafetería. Puesto que no tenía ningún sentido sentarse a esperar, comenzó a subir las escaleras.

Justo cuando llegó al pasillo principal, vio a Jake a correr hacia ella.

—¿Qué está pasando?—preguntó Brittany—¿Dónde está todo el mundo?

—Abajo, en la sala de emergencias—resopló—Santana está ahí.

—¿Está de vuelta?—dijo Brittany, incapaz de mantener la emoción de su voz.

Jake la miró con curiosidad.

—Rescate la trajo hace cerca de quince minutos. Algo acerca de un robo de auto...

Brittany se le quedó mirando, oyendo las palabras, pero sin poder descifrarlas. Tenía la cabeza llena con un sonido crepitante y la taza de café cayó de su mano.

Jake saltó hacia atrás con un grito de sorpresa.

—¿Qué?—gritó Brittany—¿De qué estás hablando?

—No tengo todos los detalles algo acerca de que alguien quiso llevarse su coche y ella trató de detenerlos.

—¿Está herida?—lo agarró del brazo con fuerza suficiente para provocarle una mueca de dolor—¿Es eso lo que me estás diciendo? ¿Santana está aquí y está herida?

—Hudson nos dijo, porque su papá la llamó.

—Oh, Dios mío.

Brittany dejó caer su brazo y se apartó en dirección a la sala de emergencias. Cuando empezó a correr, Jake le gritó:

—Ella está en camino a una tomografía, Brittany.

Brittany viró a la derecha y empujó las puertas de emergencia hacia el hueco de la escalera. Un técnico de laboratorio sobresaltado se aplastó contra la pared cuando Brittany pasó, y ella bajó las escaleras tan rápido que estuvo a punto de caerse varias veces.

El pasillo fuera de la sala de tomografías estaba repleto de residentes y algunas enfermeras.

Curiosos.

Empujó para atravesarlos, ajena a los gruñidos de sorpresa y maldiciones ahogadas hasta que ella llegó a la puerta del pequeño cubículo contiguo a la sala que albergaba el escáner de tomografía.

No podía ver el escritorio donde el técnico estaba frente a la pantalla porque la antesala de pared a pared estaba llena de personas, la mayoría de los cuales reconoció como jefes de departamento de cirugía.

Neurocirugía.

Cirugía plástica.

Cirugía cardiotorácica.

Oftalmología.

El corazón de Brittany se sobrecogió.

Buen Dios, ¿qué le ha pasado?

Vio a Finn Hudson y luego a Alfonso López en el centro del equipo.

Ajena a las expresiones descontentas de quienes les dio un codazo, se las arregló para llegar a ellos. A través de la mampara de cristal que ocupaba la mayor parte de la pared, pudo distinguir una parte de la persona dentro del escáner.

Las piernas y los pies descalzos.

¿Dónde estaban sus pantalones vaqueros?

¿Sus botas?

Tal vez no era Santana.

Tal vez era un error.

Tenía que ser.

—Asegúrese de obtener los cortes por todo el camino a través de los huesos de la cara—dijo López, con voz fría y constante.

—Sí, señor—dijo el técnico bruscamente.

—¿Es Santana?—dijo Brittany, con la garganta apretada que casi no reconoció su propia voz.

—Sí—respondió Hudson en un susurro estridente.

Parte del cerebro de Brittany evaluó automáticamente la situación.

No había nadie en la habitación con Santana, lo que significaba que estaba hemodicamente estable. No había respirador, lo que significaba que estaba respirando por sí misma. Había una sola bolsa de plástico transparente con solución salina que colgaba de un soporte intravenoso con el serpenteante tubo dentro del escáner y, presumiblemente, a la muñeca de Santana.

Pero no había sangre.

No había hemorragia.

—¿Qué pasó?—preguntó.

Ella habría preguntado por qué nadie la llamó, pero ¿por qué iban a hacerlo?

Nadie lo sabía.

Nadie sabía lo que Santana significaba para ella.

En este momento, sabiendo que Santana estaba sola en esa habitación, herida, Brittany se dio cuenta de cuánto significaba. Quería tanto llegar a ella, que temía que pudiera gritar.

Si hubiera estado pensando claramente, le habría sorprendido que Alfonso López respondiera, pero como era, todo lo que le importaba era saber.

—Al parecer—dijo suavemente—Alguien intentó robar su coche y ella se opuso. Hay alguna lesión contundente en la cabeza y el pecho.

Lesión contundente.

Alguien la había golpeado.

El estómago de Brittany casi se rebeló, pero se obligó a soportar las náuseas. La habitación estaba caliente bajo las mejores circunstancias, y ahora, con tantas personas atascadas en él, el aire era sofocante.

Mareada, puso una mano sobre el mostrador para mantener el equilibrio, incapaz de apartar los ojos del cuerpo en el escáner de la tomografía.

—¿Está despierta?

—Ligeramente desorientada, pero sensible.

—El cerebro está limpio—dijo el técnico.

—Dejemos que Joe decida eso—dijo López, volviéndose hacia un lado de modo que un hombre alto y delgado pudiera acercarse al monitor.

Brittany reconoció al jefe de neurocirugía.

Negándose a ceder terreno, estiró el cuello para ver las imágenes de la computadora del cráneo y el cerebro de Santana. Los ventrículos llenos de líquido eran simétricos y no ampliados, la materia gris no mostró evidencia de hemorragia o edema, y no había colecciones de sangre entre el propio cerebro y el cráneo.

Sin hematomas epidurales o subdurales.

No había aire en el espacio intracraneal.

Recorrió el doble borde óseo y no vio evidencia de fracturas. Ninguna lesión grave en la cabeza.

El alivio fue tan intenso que se sentía débil.

—Se ve bien—declaró Joe—Voy a esperar hasta que el equipo revise la columna vertebral, sólo para estar seguro de que su cuello está bien. Estaré en el pasillo. Este espacio llega a ser demasiado caluroso.

—No te vayas lejos—dijo López suavemente.

—No me moveré hasta que estemos seguros de que está bien.

Brittany vio la máquina generando imagen tras imagen, reconstruyendo artificialmente "rebanadas" del cráneo y la cara de Santana, separándolos hacia fuera a través de la pantalla del ordenador como si fueran cartas sobre la mesa.

Cuando se siguen en secuencia, daban un estudio detallado de todos los huesos y elementos de tejido blando en su camino.

Hudson señaló el monitor.

—Los huesos faciales están limpios también.

—No—dijo Brittany, estirando una mano de forma increíblemente estable, teniendo en cuenta que se sentía como si se estuviera desmoronando.

Indicó la segunda fila de imágenes.

—Ella tiene fracturas de la pared orbitaria derecha y un reventón de la órbita. Justo ahí—era consciente del rubor rojo brillante de Hudson al lado de ella, pero no le importaba.

—Emma—López ordenó a la jefe de cirugía plástica—¿Qué piensas tú?

La pelirroja habitualmente jovial hasta el punto de la irreverencia, estaba inusualmente solemne mientras estudiaba las imágenes, una tras otra.

—Estoy de acuerdo. Hay una buena cantidad de fractura por debajo del globo ocular derecho.

—Escaneo terminado—anunció el técnico.

Brittany no esperó a oír más.

Rodeó a Hudson, empujando a través de la puerta interior a la sala de tomografía, y corrió hacia el lado de la larga mesa motorizada, que llevaba al paciente dentro y fuera de la máquina.

—¿San, cariño?

Oyó el zumbido de un motor y, poco a poco, la plataforma se deslizó hacia fuera, teniendo todavía la forma de Santana.

Gimió suavemente y buscó a tientas la mano de Santana. El lado derecho de la cara de Santana estaba deforme y magullado, ambos párpados descoloridos y con edemas que no podía abrir los ojos. Un collar cervical con velcro estaba en su cuello.

Santana parecía más delgada, más pequeña, bajo la blanca bata de hospital de algodón deshilachado cubierto con pequeños diamantes azules.

—Oh, mi amor.

—Estoy bien, cariño—dijo Santana atontada, apretando los dedos de Brittany.

Su voz se suspendió como consecuencia de la inflamación que se extendía a través de la mejilla y sus los tejidos intraorales.

Esbozó una sonrisa torcida.

—Les pedí que te llamaran.

Brittany levantó la mano de Santana y la besó, luego la acunó contra su pecho.

Le dolía tener a Santana en sus brazos.

—Me acabo de enterar. Siento no haber estado aquí cuando llegaste.

—Está bien. Es una locura aquí.

Dos enfermeros llegaron con una camilla a la sala.

—Vamos a llevarle a la sala de operaciones ahora, Dra. López—dijo uno de ellos—Sólo necesitamos que usted se resbale encima de esta camilla.

Santana se sacudió y trató de incorporarse.

—¿Oh, por qué?

—Acuéstate, cariño—dijo Brittany suavemente, ignorando las miradas sorprendidas de los enfermeros—Vamos a salir de aquí, y luego hablaremos.

Santana intentó girar la cabeza, pero se vio afectada por el cuello. Tiró de los cierres con la mano que estaba atada a la línea intravenosa.

—Maldita sea. No puedo verte.

Brittany se inclinó más cerca, en la línea de visión de Santana, y suavemente le agarró la muñeca, evitando que se desprendiera del cuello o de la intravenosa.

—No luches. Vas a hacerte daño. Voy a hablar con tu padre y luego voy a hablar contigo. Nada va a sucederte que tú no desees. Te lo prometo.

—No te vayas. Por favor.

—No lo haré—rozó sus dedos tiernamente por el pelo de Santana—Nunca.

Un hilo de sangre corría de un corte justo por encima de la ceja derecha de Santana hasta su ojo izquierdo y ella parpadeó.

—Esos bastardos intentaron robar mi coche.

—Gran error—la sonrisa le vaciló por un instante, y luego se estabilizó. Miró a una de los enfermeros—¿Puede ponerle una gasa salina en esa laceración y lavar la sangre de su ojo?

—Claro—dijo el más cercano—¿Qué pasa con cirugía?

Santana se puso rígida y Brittany le apretó el hombro con ternura.

—Que los enfermeros te ayuden a moverte hasta la camilla, cariño. Voy a hablar con tu padre, y luego regresaré.

—Está bien—susurró débilmente Santana.

Brittany encontró a Alfonso afuera de la puerta, enfrascado en una conversación con el oftalmólogo y el cirujano plástico. Ella ni siquiera se molestó en esperar hasta que hubieran terminado de hablar.

—Santana necesita verlo. Ella no puede ir a la sala de operaciones sin saber qué está pasando.

Alfonso López la miró con sorpresa e interés.

—Tengo que terminar de discutir el plan de tratamiento con…

—Es necesario—dijo Brittany, con mirada furiosa en los suyos—Tiene que hablar con ella. Ella es la paciente, y es médico. Muéstrele un poco de respeto, por una vez en su vida.

Alguien tosió, y ella estaba al tanto de la gente alrededor arrastrando los pies, pero no movió los ojos de la cara de López.

Sus galanes rasgos parecían enfadados cuando él entrecerró los ojos.

—Se olvida quién es Usted, Dra. Pierce.

—No, no lo olvido—se acercó más a él, para que nadie más pudiera oír—Sé exactamente lo que estoy haciendo. Amo a Santana. Ella está herida, y yo no tengo la intención de dejar que Usted le siga haciendo daño nunca más. Hoy no.

No se oía nada en el pasillo.

Nadie se movió.

Brittany sentía como si ella y Alfonso López fueran las dos únicas personas en el mundo.

La mirada lacerada de él pasó sobre su rostro, buscó en sus ojos y mucho más allá. Ella tembló bajo el ataque silencioso, pero se mantuvo firme hasta que él hizo un gesto casi imperceptible.

—Muy bien—luego se volvió hacia la puerta del cuarto de tomografía—¿Viene, Dra. Pierce?—dijo sin darse la vuelta.

Con las piernas temblorosas, Brittany lo siguió.

***************************************************************************************************************************

Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D

Capitulo 31

Santana oyó abrirse la puerta, pero no podía decir quien había entrado porque el collar cervical le impedía levantar la cabeza.

Los enfermeros la habían trasladado a la camilla, pero no habían puesto las hebillas. Lo único que podía ver era el techo.

—¿Britt?

—Ella llegará en un momento—dijo Alfonso—El quirófano está en espera, y yo quiero que subas.

—¿Por qué?

Brittany entró justo cuando Santana hacía la pregunta y rápidamente se acercó a su lado. Se inclinó sobre ella y sonrió.

—Hola ¿Estás bien?

—Si.

Santana intentó sonreír, pero sentía sus mejillas como un globo de agua y era difícil mover el lado derecho de su cara. Levantó la mano y Brittany la tomó inmediatamente.

—¿Cuál es el daño?

Alfonso se acercó al lado opuesto de la camilla. Santana podía verlo ahora, pero su expresión decía muy poco. Como lo había hecho cuando él llegó por primera vez a la sala de emergencia, le observó el rostro con cuidado.

—Tu placa de tórax está relativamente sin complicaciones. Hay pequeñas fracturas en las costillas derechas novena y décima, pero el pulmón se ve bien. Tienes engrosamiento pleural receptáculo, pero no hay sangrado intratorácico.

—Ese bastardo me dio una patada.

Brittany luchó para no dejar que dejar Santana viera su horror y furia. Con mucho gusto ella mataría a la persona que la había lastimado. La idea de que alguien siquiera tocara a Santana, en particular con la intención de hacerle daño, la volvía loca.

—Sin embargo, hay—Alfonso continuó impasible—Fracturas desplazadas del hueso malar derecha y en el bajo de la órbita. Estas deben ser corregidas quirúrgicamente. Hoy.

—Britt—dijo Santana, tratando una vez más de volver la cabeza pero fracasó—¿Has visto las impresiones?

Brittany ignoró el murmullo de sorpresa de Alfonso López.

—Sí.

—¿Qué piensas?

—Santana—Alfonso dijo con impaciencia—Ya te dije…

—¿Cariño?—preguntó Santana.

—Tienen que ser operadas, cariño—dijo Brittany suavemente—La fractura del bajo especialmente. Tu papá tiene razón. Emma piensa lo mismo.

Alfonso se inclinó más cerca.

—Si los huesos orbitales no se reparan y los ojos caen siquiera unos pocos milímetros—dijo estridentemente—Es probable que vayas a desarrollar la visión doble. Eso va a terminar tu carrera, Santana.

—Corro el riesgo de la doble visión con la cirugía también—dijo Santana.

Estaba cansada.

Le dolía.

Era difícil pensar.

Debía ser capaz de arreglarlo todo, pero era tan difícil. Ella luchó para moverse, sintió la mano de Brittany que la detenía.

—Estoy de acuerdo con tu padre y Emma, cariño—dijo Brittany suavemente—Necesitas una cirugía. Todo estará bien.

—¿Vas a estar ahí?—preguntó Santana.

—Todo el tiempo—Brittany besó la frente de Santana, y luego miró al otro lado de la cama a Alfonso—Usted va a asistirla, ¿no es así?

Una mirada de sorpresa cruzó por sus rasgos patricios y luego se borró rápidamente.

—Sí, yo lo haré.

No sonrió, pero asintió.

—Bien.

—¿Estamos listos, entonces?—preguntó Alfonso.

Brittany rozó sus dedos por el cabello de Santana.

—Sí, lo estamos.

Ordinariamente se tardaba una hora para transportar a un paciente al quirófano, anestesiarlo y completar las evaluaciones preoperatorias, con el equipo de operación en el lugar, y poner al paciente a dormir.



En quince minutos, Santana se encontraba en mesa de la sala de operaciones, con el jefe anestesista en espera.

Quinn estaba ahí para ayudar.

Brittany se situó en la cabecera de la mesa de operaciones en el lado izquierdo, su mano en el hombro de Santana.

Emma Pillsbury la cirujano plástico y Alfonso estaban preparándose fuera de la habitación.

—¿Lista, Santana?—preguntó Quinn, con una jeringa llena de Nembutal en una mano para la primera etapa de la inducción.

—Sí—dijo Santana y apretó con fuerza la mano de Brittany.

Brittany se inclinó y le susurró:

—Te amo. Te veo en un rato.

—Yo te amo... también—Santana murmuró mientras se quedaba dormida.

Tan pronto como Santana estuvo sedada, Quinn preparó otro cóctel de fármacos que le administró para paralizarla. Cuando ella dejó de respirar, rápidamente le introdujo el tubo endotraqueal a través de sus cuerdas vocales y lo conectó a la máquina que iba a controlar su respiración durante la cirugía.

Mientras trabajaba, Quinn se inclinó para susurrar al oído de Brittany.

—¿No vas a ponerte la bata?

—No puedo.

Brittany acarició la mejilla de Santana por última vez antes de que las enfermeras prepararan su cara para la cirugía. No iba a ser capaz de tocarla de nuevo hasta después de la operación.

—Yo sólo quiero estar como su amante en estos momentos.

—Sé lo que quieres decir. Yo apenas puedo mirar cuando los bebés están llegando.

—Gracias—murmuró Brittany.

—¿López va a ayudar?—Quinn resopló—Hombre, él es el hielo. Trabajando en su propia hija.

—Él puede hacerlo, y ahora me alegro de que pueda. Probablemente de ésa manera es más fácil para él también.

—Huh. Tal vez.

Quinn se sentó en el taburete de metal en la parte frontal de la máquina de anestesia y empezó a tomar notas en cuanto a los signos vitales de Santana, las drogas que habían sido administrados, y los otros detalles sobre los procedimientos.

Indicó otro taburete con la punta de la barbilla.

—Bien podrías acomodarte y ponerte cómoda. Probablemente estaremos aquí un buen rato.

—Buena idea—Brittany de repente sintió temblorosa.

Recordó que había olvidado comer los panecillos, y la adrenalina de la tensión y el miedo se habían quemado todas sus reservas de energía. Con las piernas temblorosas se dejó caer bruscamente.

—¿Estás bien?—Quinn murmuró.

—Sí—respiró hondo, cuando Emma y Alfonso entraron y la enfermera instrumentista se apresuró hacia ellos con toallas estériles.

Santana era todo lo que importaba ahora.

—Bien.

Por los próximos minutos, la sala se quedó en silencio mientras las enfermeras colocaban ungüento protector en los ojos de Santana y luego le lavaban el pelo y la cara con una solución de Betadine preparada.

Cuando Alfonso aisló eficientemente el área quirúrgica con gasas estériles, Brittany tuvo levantarse sobre su taburete ligeramente, en su cubículo detrás de la pantalla de éter para ver alrededor de las pantallas.

Ella sabía exactamente dónde iban a poner las incisiones en los párpados de Santana para exponer las fracturas subyacentes.

Ella sabía qué herramientas se utilizarían para los fragmentos óseos altos en el bajo de la órbita debajo de su ojo, donde se harían las perforaciones, y en donde se fijarían las placas de titanio y tornillos en miniatura para cambiar la posición de los huesos rotos.

Había visto los procedimientos muchas veces antes y lo había hecho ella misma bajo supervisión.

Era un reto técnico, lo que lo hacía divertido.

La cicatrización sería mínima. Pero no había manera de que ella pudiera haber hecho ésas incisiones hoy.

No podía haber añadido más a la lesión de Santana y a su ya de por sí maltratada cara, a pesar de que fuera necesario.

—Oh, esto es bueno—dijo Emma después de un largo intervalo de silencio, cuando los únicos sonidos eran las peticiones tranquilas por instrumentos, el roce de la carne contra el acero, y el zumbido constante de la máquina de anestesia llevando oxígeno a los pulmones de Santana—La base se divide en dos grandes piezas. Si puedo llegar a ellas sin romperlas, podemos salir de ahí sin un implante.

—¿Va a ser lo suficientemente fuerte para mantener su ojo?—preguntó Alfonso—Esos huesos parecen cáscaras de huevo.

—Vamos a ver lo que puedo hacer—Emma utilizó una sonda de plata para realizar ajustes y hacer palanca suavemente en los fragmentos de huesos rotos en su posición—Las pupilas se ven como si estuvieran en el mismo nivel ahora. Una vez que ponga una placa en los bordes lateral e infraorbitario, deberá estar estable. Ella se pondrá bien.

Ella se pondrá bien.

Ella se pondrá bien.

Las palabras resonaron en la cabeza de Brittany, y cerró los ojos para evitar que las lágrimas que sentía subir rápidamente a la superficie se extendieran.

Lo único que quería era que Santana estuviera bien.

Que no se hiciera daño.

Para ser feliz.

Y para estar con ella.

Nada nunca había estado más claro en su vida.

Quería que estuvieran juntas.






*******************************************************************************************************************



Le pareció a Santana que sólo había estado dormida en pocos minutos.


Tenía la garganta seca y le quemaba cuando tragó saliva. Su rostro palpitaba y ella se preguntaba cuándo lo habían arreglado.

Despacio, con cuidado, exploró su mandíbula y su cuello con la mano libre.

El collar ya no estaba.

Al llegar más alto, unos dedos fuertes y fríos se cerraron alrededor de su muñeca.

—No te toques la cara, cariño.

—¿Britt?

—Hola—dijo Brittany, sonriendo sólo por escuchar la voz de Santana—Estás en la sala de recuperación. La cirugía fue genial.

Santana frunció el ceño, a pesar de que no sentía como si algo se estuviera moviendo en su rostro.

—¿Ya pasó todo?

—Uh-huh. Alrededor de una hora y media.

Brittany acarició el cabello de Santana, su mejilla ilesa, el cuello y los hombros.

No podía dejar de tocarla.

—Estás bien ahora, Sanny.

—¿Cómo se ven las cosas ahí dentro?

No cómo yo me veo, pensó Brittany, deseando abrazarla. Puso el riel lateral hacia abajo sólo para poder estar unos centímetros más cerca.

—El bajo estaba partido en un par de piezas grandes. Emma los redujo con bastante facilidad. No hubo necesidad de implante. Sólo dos placas.

Santana cerró los ojos y suspiró.

—Deberá estar bien, ¿no crees?

La ligera incertidumbre en su voz desgarró el corazón de Brittany. Se inclinó, besó en la comisura de la boca de Santana.

—Sí, no te preocupes.

Después de un momento, Santana se movió.

—¿Qué hora es?

—Poco después de las seis de la tarde.

Santana frunció el ceño, tratando de ordenar el día. Ella había estado conduciendo. Paró para café en la autopista de peaje. Aún estaba oscuro. No había mucho tráfico.

—¿Sigue siendo sábado?

—Mmm-hmm. Sábado por la noche.

—¿Has estado aquí todo el día?

—Uh-huh.

—Gracias Yo…

—Shh. Te dije que no me iría.

—Les dije que te llamara—tomó la mano de Brittany y entrelazó sus dedos con fuerza—Seguía tratando de decirles lo que quería pero me dieron algo no podía hacerlos que escucharan.

Brittany se tragó la rabia, entendiendo por primera vez cómo su amor podría ser invisible para los demás.

Lo que ella no permitiría que sucediera de nuevo.

Ligeramente, dijo:

—Voy a tener que coser una etiqueta en tu ropa con mi nombre y mi número.

Santana se rió con voz ronca.

—¿Al igual que Susan?

—Mmm. Mis dos amores—besó los dedos de Santana—Te amo.

—Te amo. Lamento todo esto.

—No, no es tu culpa.

Santana se movió inquieta.

Estaba despertando más a cada minuto cuando los medicamentos se disiparon. Su pecho dolía con cada respiración. Su cabeza latía como si hubiera algún ser muy enojado dentro de su cráneo intentando salir a través de las cuencas de los ojos. La cama estaba fría y rígida, las luces del techo demasiado brillantes.

Quería salir de ahí.

—¿Cuándo puedo ir a casa?

—Probablemente mañana.

—¿Por qué no esta noche? No hay nada que hacer para mí aquí.

—¿Te duele, cariño?—Brittany preguntó con suavidad.

—Un poco.

—Mañana será muy pronto.

—Alguien tiene que recoger mi coche.

Brittany miró su reloj.

—Hablaré con la policía en un momento. Probablemente lo remolcaron.

—El hijo de puta estaba tratando de forzar la puerta—se tensó al recordar el primer destello de ira, después el veloz dolor cegador.

Brittany acarició el cuello de Santana hasta que sintió que se relajaba.

—No fue muy sabio de su parte.

—No había visto al otro. Debió haber tenido un bate o algo así.

El hombre había llegado a ella en la oscuridad, justo cuando ella había agarrado al otro y lo tiró al suelo. Santana hizo una mueca.

—La chaqueta se llevó la mayor parte de la picadura cuando golpeó las costillas. Me tiró al suelo contra la cara, sin embargo.

Si él la hubiera golpeado otra vez, la habría matado. Brittany se tambaleó, enferma con la imagen de la terrible pérdida.

Acabo de encontrarla.

De encontrarme a mí misma.

—Hey, Britt-Britt—Santana murmuró—Estás temblando.

—Sólo con hambre. Me olvidé de comer—se encogió de hombros y sonrió—Yo estaba un poco ocupada.

—¿Estás segura?

Santana entrecerró los ojos, tratando de enfocar con un ojo su visión borrosa con el ungüento que una de las enfermeras habían puesto.

—Te ves casada.

—Yo estaba preocupada—dijo en voz baja, apoyando los dedos en el centro del pecho de Santana.

Su corazón latía más fuerte y constante.

—Ahora ya no lo estoy.

—Lo siento—cubrió la mano de Brittany con la de ella, haciendo caso omiso de la vía intravenosa—No pensé. Sólo reaccioné. Nunca haría nada para lastimarte.

—Lo sé. Estoy bien. Simplemente que no puedo soportar que estés herida.

—Tengo la cabeza dura—Santana sonrió—Estoy bien aquí. Ve a buscar algo de comer.

—Lo haré. Pronto.

—¿No estás de guardia?

—Cambié con Hudson. Bueno, en realidad, tu papá lo arregló.

—¿En serio?—la ceja izquierda de Santana se crispó por la sorpresa—¿Por qué?

—Yo estaba bastante sorprendida también, pero cuando la operación había terminado, me dijo que me quedara contigo. Le dije que pensaba que aunque yo estuviera de guardia, tenía mucho trabajo que hacer.

Brittany recordó la extraña mirada que cruzó el rostro de Alfonso López por un momento.


Flashback


Había mirado a Santana, todavía muy sedada, y luego otra vez a Brittany. Sus ojos estaban oscuros, impenetrables, pero cuando habló, su voz era suave, casi dulce.

Ella nunca le había oído sonar de esa manera antes.

—Usted debe estar aquí cuando ella se despierte. Veremos que el Dr. Hudson se encargue del servicio vascular hasta nuevo aviso—después él se alejó.



Fin Flashback


—Voy a tratar de cambiar el próximo par de días, así puedo quedarme en casa contigo—añadió Brittany.

—No tienes que hacer eso.

Brittany estudió a Santana seriamente.

—Sí, lo haré.

—Si pudieras comprar algunas provisiones, no tengo nada en el departamento.

—Oh, así es cómo piensas que esto va a funcionar—Brittany se rió y negó con la cabeza—¿De verdad crees que voy a dejar que te vayas sola a tu departamento? Vendrás a mi casa.

—¿Tu casa?

—Vas a estar sentada sin hacer nada durante la próxima semana hasta que la hinchazón disminuya. Si estás en mi casa, Rachel estará cerca en caso de que haya algo que necesites.

—Ella tiene suficiente para manejar—protestó Santana protestó.

—Ella no va a vestirte, querida. Y sospecho que puedes alimentarte sola—agitó otra vez la mano de Santana—No hay ningún punto en discusión, porque no vas a ganar.

—Mira, yo…

—Por favor—dijo Brittany suavemente—No puedo ir a trabajar y estar preocupada por ti. Necesito saber que estás bien.

—Si eso es lo que quieres—dijo Santana inmediatamente—Pero quiero ayudar con Susan o algo así. No voy a sentarme y ser una paciente.

—Si eso es lo que quieres, pero no hasta que la hinchazón haya bajado—se echó a reír y rozó los dedos por la mejilla de Santana—Y no tienes ni idea de lo que acabas de permitirte hacer.

—Lo sé—murmuró Santana.

Brittany se rió y estuvo a punto de inclinarse y besar a Santana de nuevo cuando vio a Alfonso dirigirse hacia ellas. Se enderezó, pero siguió sosteniendo la mano de Santana.

Él caminó hacia el lado opuesto de la camilla, con los ojos puestos primero en los monitores por encima de la cama antes de parpadear ante Santana.

—¿La Dra. Pierce te ha informado de los resultados de la cirugía?— preguntó.

—Sí.

—Le pedí a Artie Abrams que examinara tus ojos tan pronto como el edema disminuyó y puedes abrir los párpados. No espero que tengas algún problema con la visión doble, pero queremos estar seguros.

—Yo no podía ver lo suficientemente bien como para saber si tenía visión doble antes—dijo Santana en voz baja.

—Emma hizo un excelente trabajo con la reparación de la órbita. Creo que no tendrás ninguna dificultad a largo plazo.

—Gracias por asistirme—Santana tragó saliva, su pecho dolía incluso más, pero ya no eran las costillas—... Me sentí mejor, sabiendo que estabas ahí.

La expresión de Alfonso permaneció lejana, pero su postura rígida se relajó ligeramente cuando fugazmente sus dedos rozaron el hombro de Santana.

—Siempre has subestimado tu importancia para mí—echó un vistazo a Brittany, luego otra vez a Santana—Sospecho que fue mi culpa.

—Yo no voy a volver a Harrisburg, papá—dijo Santana y miró a Brittany—Tengo mucho por lo que quedarme aquí.

—Hay tiempo para ese tipo de cosas en el futuro, cuando tienes tu carrera firme en camino—dijo Alfonso.

—No—sonrió Santana, con su mirada atrapada en la de Brittany—Hemos perdido ya bastante tiempo.

***************************************************************************************************************************

Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D

Capitulo 32

Brittany entró por la puerta de entrada y se quedó en la sala de estar, escuchando.

A las dos de la tarde, la casa estaba muy tranquila, pero lo supo antes de haberse detenido con Rachel tan sólo unos minutos antes, que Santana y Susan estaban en casa.

Casa.

Donde las dos personas más importantes en su vida esperaban.

Después de sólo una semana con Santana ahí las veinticuatro horas al día, mientras se recuperaba, Brittany había empezado a pensar en la morena como si le perteneciera.

Dejó su abrigo en el respaldo del sofá, se quitó las botas, y en silencio subió las escaleras.

La puerta de su habitación estaba abierta.

Se acercó de puntillas y miró dentro.

Santana, en pantalones cortos grises y una camiseta con un logotipo azul descolorido de la Universidad de Penn, estaba apoyada en posición vertical con la cabeza sobre tres almohadas en la cama, con los ojos cerrados.

Susan estaba acurrucada en su regazo, también dormida; su libro para colorear, los lápices de colores, y una variedad de automóviles y camiones yacían dispersos en la colcha de chenilla beige.

Santana había insistido en que Susan no la viera hasta que lo peor de la decoloración y la hinchazón hubieran disminuido, por miedo a asustarla.

Brittany no se había preocupado, pero Santana era inconmovible.

Conforme había mejorado, Santana había tomado gradualmente la mayor cantidad de atención a Susan como fuera posible para dar un descanso a Rachel.

Moviéndose con cuidado, Brittany se desnudó y se metió en una camiseta de algodón extra-grande blanca con la que a veces dormía cuando estaba sola.

Se había puesto la misma ropa de dormir esa semana, ya que la sensación de Santana desnuda contra ella era demasiado emocionante para soportar.

Y Santana todavía se estaba recuperando.

Brittany aprovechó la oportunidad para estudiar a Santana mientras se acercaba a la cama.

La morena se veía mejor, pero todavía no estaba completamente sanada.

La hinchazón en el lado derecho de su cara había disminuido hasta el punto de que podía abrir su ojo unos pocos milímetros.

Emma había retirado las suturas de los párpados de Santana el día antes, y Artie Abrams había la examinado inmediatamente después y anunciado que su visión era del 100 por ciento normal.

Aunque Santana había hablado poco, después de sus exámenes de seguimiento, Brittany percibió su alivio. Esperaba que fuera capaz de dormir toda la noche, algo que no había hecho desde su herida.

Su nivel de energía no era lo que había sido, y Brittany sospechaba que pasaría otra semana antes de que ella estuviera funcionando normalmente.

Dormir era justo lo que necesitaba.

Cuando Brittany levantó a Susan del regazo Santana, los ojos de la pelinegra se abrieron.

—Shh—dijo Brittany.

Santana asintió y cerró los ojos de nuevo.

Unos minutos más tarde, Brittany se metió debajo de las sábanas junto a Santana, pasó un brazo alrededor de su cintura, y se acurrucó contra ella.

—Mmm, me encanta la siesta.

Santana besó la frente de Brittany.

—Llegaste tarde a casa. ¿Cansada?

—Yo estaba lista para salir inmediatamente después de tomar los signos a las diez, y luego nos dieron una orden de consulta inmediata para ver uno de los pacientes cardíacos que necesitaban un bypass coronario de emergencia y una endarterectomía carotidea. Para cuando terminaron, eran casi dos.

—¿Estuviste despierta toda la noche?

—La mayor parte.

Santana apretó su abrazo y luego puso a Brittany parcialmente encima de ella. Le frotó el cuello y la espalda.

—Tienes el resto del fin de semana libre. Te sentirás mejor después de dormir un poco.

—¿Cómo estás tú?—perezosamente deslizó su mano por debajo de la camiseta de Santana para frotar su estómago.

—Estoy bien. Bien—murmuró Santana, disfrutando de la suave caricia—Traje a Susan de nuevo aquí después del desayuno y jugamos. Bueno, ella coloreó y yo vi los dibujos animados.

—¿Ha estado dormida mucho tiempo?

—No mucho.

—Bien—dijo Brittany con satisfacción—Ella dormirá un par de horas.

—No lo harás, sin embargo.

La mano de Santana acaricio el cuello de Brittany, haciendo círculos suaves en la carne tibia al descubierto cuando la camiseta se alzo sobre su espalda. Sintió a Brittany más cerca, estrechando las curvas de su cuerpo y se movió hasta que empujó su muslo entre las piernas de las rubias.

Brittany estaba caliente.

Mojada.

Santana sonrió.

—¿Me extrañaste?

Brittany tocó con la uña el centro del estómago de Santana y le hizo cosquillas.

—Todo el tiempo.

—Ha sido una semana muy larga.

—Me encanta tenerte aquí.

El corazón de Santana se aceleró.

—Me encanta estar aquí.

Brittany levantó la cabeza, con los ojos soñadores.

—¿Podrías quedarte, entonces?

—¿Por cuánto tiempo?—Santana suspiró.

—Siempre—Brittany la besó suavemente—Siempre, Sanny.

—No tengo mucha práctica en... esto.

—Nadie lo está realmente, hasta que lo haces—besó la garganta de Santana—Lo estás haciendo muy bien. Eres grandiosa con Susan. Y yo te adoro.

—Estoy loca por las dos.

—Ese es un buen comienzo, entonces.

—Britt—dijo Santana tan seria que Brittany levantó la cabeza ante su pregunta—Ambas tenemos que terminar nuestras residencias. Quieres tener una beca. Va a ser complicado.

—Lo sé. ¿Estás asustada?

Santana sonrió.

—Por supuesto que no. He estado pensando en muchas cosas esta semana—mientras hablaba pasó los dedos arriba y hacia por la espina dorsal de Brittany—Yo no voy a buscar una beca. Voy a buscar un empleo tan pronto como regrese sobre mis pies. Nunca es demasiado temprano para empezar, y sé que hay un montón de chicos en las otras escuelas de medicina en la ciudad. Estoy muy segura de que puedo asustar un poco por un puesto de personal.

—Si entras a la mitad de esa manera, puedes dejar fuera la carrera por una presidencia—dijo Brittany en voz baja—Una beca en alguna parte primero, sería mejor.

—No quiero. Además—apoyó la mejilla sana en la parte superior de la cabeza de Brittany—Puede que tengamos que movernos en función de donde obtendrás una beca tendré que ser flexible.

—Cariño, eso no es lo que has planeado todos estos años.

—No, no lo es. Nunca planeé nada. Mi papá hacía toda la planificación—jugó con un mechón de pelo de Brittany, suavemente entrelazado alrededor de sus dedos—Esto es lo que quiero hacer.

—No le va a gustar mucho.

Santana se encogió de hombros.

—O se acostumbrará a ello o no lo hará. De cualquier manera, él no me puede detener.

Brittany levantó la camiseta de Santana lo suficiente como para dejar al descubierto sus pechos y la besó justo encima de su corazón. Luego apoyó la mejilla entre los pechos de Santana, acunando uno en su palma.

—Te amo.

—Te amo—suspiró, sintiéndose débil cuando el cálido aliento de Brittany jugó con su pezón—Te extrañé.

—Mmm, te lo puedo decir—pasó su muslo por sobre los de Santana y se puso a horcajadas—Yo también.

Murmurando con satisfacción, Santana acarició con sus dedos las caderas de Brittany y entre sus piernas, capturando su calor en la palma de su mano.

—Vamos a ver si puedo hacerte a dormir.

Brittany se meció junto a los dedos de Santana, anticipando el placer mientras apretaba su interior.

—No voy a tardar mucho.

—Un poco más ahora, pequeña.

El celular de Brittany sonó, y las dos se quedaron heladas.

—Mierda—murmuró Santana.

—Oh, sí, de acuerdo.

Con un gemido, Brittany se volvió, ignorando el latido insistente entre sus muslos.

—¿Hola?

—Hola, cariño—dijo Rachel—¿Qué estás haciendo?

—Estábamos... Sólo estábamos... eh... a punto de tomar una siesta.

—Bueno, Kitty estará aquí en cinco minutos para ver a los niños. Sepan que, si pueden hacer lo que estaban haciendo en cinco minutos, adelante. Pero eso es todo el tiempo que tienen.

—Rach, ¿de qué estás hablando?

Brittany observó los ojos de Santana arder, y sus dedos se contrajeron con el pensamiento que los dedos talentosos de Santana podrían hacerle.

Pronto.

Por favor, Dios, pronto.

—Mis contracciones son cada cinco minutos, así que pensé que era hora de que tomemos un pequeño viaje.

Brittany se sentó de golpe.

—¿Qué? ¿Ahora?

—No puede ser demasiado pronto para mí—dijo Rachel con una carcajada.

—Bueno, no dejes que sea demasiado pronto—apartó las mantas—Voy a estar ahí. ¿Dónde está Quinn?

—Está trabajando hoy. Podemos llamarla cuando tengamos un arribo estimado del recién llegado.

—Está bien. No hagas nada—cerró su teléfono y se puso de pie—El bebé. El bebé ya viene—anunció, mientras comenzaba a rebuscar en una pila de ropa recién lavada y miró por encima cuando Santana se sentó—Llevaremos a Susan al lado. Kitty viene. ¿Puedes ir por ella?

—Por supuesto.

—Pensándolo bien, tal vez no deberías cargarla.

—Cariño, la he estado llevando durante dos días.

Santana besó a Brittany, que detuvo su frenética búsqueda de tiempo, lo suficiente para apreciar el calor de la boca de Santana.

—Voy a terminar contigo más tarde.

Brittany la alcanzó y apretó el trasero de Santana.

—Puedes apostar tu culo a que lo harás.

Riendo, Santana se dirigió hacia la sala y a la habitación de Susan.







Cuatro horas más tarde, Brittany y Santana daban unos golpecitos en la puerta y entraban en la habitación de Rachel en la sala de maternidad.

Quinn estaba sentada a un lado de la cama, con una mano descansando en el bebé que Rachel acunaba entre sus pechos.

Sonrió mientras se acercaban a la cama.

Tenía el pelo negro como Rachel y era de piel blanca como Quinn y al parecer también tendría los ojos verdes como ella.

—Felicitaciones—dijo Santana—Es hermoso.

Quinn y Rachel sonrieron.

—Bueno, eso estuvo muy bien—dijo Brittany, inclinándose para besar la mejilla de Rachel.

—Fácil para ti decirlo—respondió Rachel—Yo soy la que hizo todo el trabajo—echó un vistazo a Quinn—Por supuesto, tú estabas haciendo una gran cantidad de respiración.

Quinn hizo una mueca.

—Muchísimo más y yo tenía miedo de hiperventilar y caer.

—La próxima vez, debes prestar más atención a la clase de parto—aconsejó Rachel—Ustedes, los médicos siempre creen que lo saben todo. O esta vez puedes ser tú la embarazada, ya estas terminando todo, ¿no?

—¿La próxima vez? ¿Yo? ¿Embarazada?—Quinn gimió suavemente—Tengo que recuperarme primero de esto.

Brittany dio un empujón amistoso sobre el hombro de Quinn.

—He oído decir que querías cuatro o cinco. Y Rach tiene razón, para el que falta podrías ser tú la embarazada.

—Si. Uh-huh, pero no tenemos que hablar de eso ahora, ¿no?—se relajó de nuevo en su silla—Y yo oí a Susan decirle a Charlie justo esta mañana que ella iba a tener un nuevo hermano o hermana pronto también.

—Uh-oh—dijo Rachel mientras Brittany se sonrojaba y Santana se quedó mirando a un punto en la pared.

—Bueno—dijo Brittany de repente—Debemos irnos. Sólo queríamos felicitarte de nuevo—se asomó debajo de la cubierta de manta azul suave y acarició el velloso pelo negro del bebé—Él es realmente hermoso—besó la mejilla de Rachel de nuevo y le sonrió a Quinn—No te preocupes. Cuidaremos la fortaleza en casa.

Tanto Quinn como Rachel hicieron un movimiento de despedida.

Brittany y Santana estaban en silencio mientras caminaban a lo largo del piso de maternidad a los ascensores en el otro extremo.

Santana presionó el botón y se apoyó contra la pared.

—¿Acaso Susan tomó ésa idea de ti? ¿Acerca de más hijos?

—Eso fue todo idea suya—Brittany buscó la mano de Santana y estrechó con fuerza—Yo no había pensado en ello. Las cosas no eran muy buenas entre Sam y yo después del nacimiento de Susan. Sam siempre dijo que quería hijos.

—Olvídate de él, ¿qué hay de ti? ¿Eso es lo que querrías?

—San, cariño ya tengo a Susan.

Las puertas del ascensor se abrieron, pero Santana no hizo ningún movimiento para entrar.

Miró a Brittany con atención.

—¿Crees que no podemos tener hijos?

—No, yo no creo eso—dijo Brittany cuidadosamente—Nunca tuve la sensación de que estuviera en tu plan de vida.

—Ni en la tuya—pasó un dedo por el borde de la mandíbula de Brittany—No voy a ser voluntaria personalmente, pero viendo que ya has tenido alguna práctica en ello...

Brittany atrapó la mano de Santana y cerró los dedos alrededor, poniendo sus manos unidas cerca de su corazón. Dio un paso hacia adelante hasta que sus cuerpos estaban casi tocándose.

—¿Te gustaría que tuviéramos un hijo juntas?

—Uno o dos más sería bueno.

La expresión de Brittany era de sorpresivo deleite.

—Uno... O dos.

Santana sonrió.

—Susan dijo un hermano o hermana. Podemos tratar para ambos.

—¿Te das cuenta de la locura que será, con nosotras dos en la práctica de cirujanos, y los niños creciendo?—echó un vistazo por encima del hombro, y al ver que la sala estaba vacía, besó a Santana rápidamente—Te amo.

—Creo que podemos manejarlo—murmuró Santana y le devolvió el beso—Además, ya sabes lo que dicen en cirugía…

Con los ojos traviesos y sus corazones emocionados, dijeron juntas:

—Sin agallas no hay gloria.

—Vamos a casa, cariño—dijo Brittany—Y terminemos lo que empezamos esta tarde. Luego hablaremos sobre el futuro.

—Ahora suena como un plan—pasó el brazo por los hombros de Brittany—Después de todo, tenemos mucho tiempo.

***************************************************************************************************************************

Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D

Epílogo

Verla jugar con nuestros hijos es lo más lindo y reconfortante que he visto en mi vida.

Ella y nuestros tres preciosos hijos son lo más lindo que mis ojos hayan visto.

Así es, tres hijos.

Susan, Santiago y Sugar.

Susan cada día se parece más a Brittany, su color de piel, el color de sus ojos y el color rubio de su pelo. Ya con cinco años es una réplica perfecta de mi rubia.

Santiago, con dos años es igual a mí, el mismo color de piel, cabello y ojos.

Mientras que la pequeña Sugar, es la perfecta mezcla de ambas.


Tres años habían pasado desde mi reencuentro con Brittany.

Tres años desde mi accidente.

Tres años desde que formamos nuestra familia.

Tres años desde que me case con ella.

Tres años desde que ella es Brittany López-Pierce.

Tres años desde que yo soy Santana Pierce-López.

Tres años de felicidad.


Ambas habíamos dejado la residencia para ver cirujanas al cien por ciento.

Mi papá por fin pudo entender mi vida, y digo por fin, pero creo que fue la conversa que tuvo Brittany con él el día de mi accidente.

Quinn me lo había contado, ya que Rachel se lo conto a ella, después de que mi rubia se lo comentara.

El sigue siendo el jefe de los jefes, mientras que Brittany y yo somos las jefas de cirugía y de residentes.




Ahora estamos disfrutando nuestro fin de semana sin trabajo y poder estar un tiempo con nuestros hijos y como no, de nuestras amigas, Quinn, Rachel y sus hijos, Beth, Charlie, Mason y su pequeña Lexa.

Si, Quinn le cumplió el deseo a Rachel y ella tuvo a su nuevo bebé.

La pequeña era la perfecta mezcla de ambas, de pelo castaño oscuro, piel morena y ojos verdes.


Claramente la amistad de las Faberry, como yo les decía, también se había convertido en parte de ese clan de amigas, las Faberritana, como nos decía Rachel.

Misma amistad que estaba en nuestros hijos.


Quinn tampoco tenía trabajo hoy y decidimos tener una tarde en familia y nuestros hijos.

La hermana de Quinn, Kitty también iba a venir con su esposa Marley y sus hijos Tobby, Spencer y la pequeña Clarke.


La hermana mejor de Brittany, Hanna, también se había unido a nuestra tarde familiar con su ya también esposa Emily y su hijo Ezra.

Y una de las ultimas en unirse fue Dani, quien se había tomado muy bien en que encontrara a alguien y que formara una familia.

Ella después de mi accidente, al igual que todos se enteró que estaba con Brittany, pero como me dijo antes, ella sabía que mi corazón ya estaba ocupado, solo que me tenía que dar cuenta.

Ahora ella estaba en una relación de un año, y que se veía con un buen futuro.


No sé si lo dije o no, pero desde que Brittany Susan López-Pierce apareció nuevamente en mi vida todo mejoro.

Y ahora siendo Santana Marie Pierce-López todo, pero todo era mucho mejor.



Ver a los niños intentado que Lord Tubbington, nuestro gato, jugué con ellos y no solo este ahí dormido.

Ver a los más pequeños jugar y balbucear palabras que solo entre ellos se entienden.

Ver a mi hermosa rubia conversar con nuestras amigas, reír con ellas.

Ver brillar sus hermosos ojos al mirar a nuestros hijos, al verme a mí.

Alegra mi corazón y mis días.

Ver cómo me sonríe con esa sonrisa picarona al acercase y abrazarme me acelera todo el cuerpo.

—¿En qué piensas sexy morena?—dijo.

—En cual feliz soy y en cuanto te amo.

Brittany ríe y me besa.

—Te amo San.

—Te amo Britt.

***************************************************************************************************************************

Hola, bueno aquí el final de otra linda historia. MUCHAS GRACIAS! por leer y más aun comentar!

Ya les subo el prólogo de la siguiente.

Gracias.

Pd: como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D