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[Resuelto]FanFic Brittana: Retroceder el Tiempo (Adaptada) Epílogo
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micky morales
JVM
3:)
marthagr81@yahoo.es
23l1
9 participantes
Página 4 de 7.
Página 4 de 7. • 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Retroceder el Tiempo (Adaptada) Epílogo
hola morra,..
amm definitivamente a san se le impregno britt y solamente britt!!
se le dio por cuidar san a britt y a su ahora???
pasan mas de 36 hs en el trajo juntas,.. 12 hs mas en el día que no trabajan no hacen nada jajaja q ver como va el concierto,..
nos vemos!!!
amm definitivamente a san se le impregno britt y solamente britt!!
se le dio por cuidar san a britt y a su ahora???
pasan mas de 36 hs en el trajo juntas,.. 12 hs mas en el día que no trabajan no hacen nada jajaja q ver como va el concierto,..
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Retroceder el Tiempo (Adaptada) Epílogo
bueno a ver como va ese concierto y el hecho de que santana conozca a una de las hermanas de britt!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Retroceder el Tiempo (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,..
amm definitivamente a san se le impregno britt y solamente britt!!
se le dio por cuidar san a britt y a su ahora???
pasan mas de 36 hs en el trajo juntas,.. 12 hs mas en el día que no trabajan no hacen nada jajaja q ver como va el concierto,..
nos vemos!!!
Hola lu, jajaajajajajajaja si q si ajajajajajajajajajajaaja xD Ai esk ese sentimiento o necesidad de cuidar de la otra, esta en ellas ajajajajajajaja. Jajajajajajajaajjaja ese tiempo es de ellas, osea el tiempo ajajjaajajaja. Aquí el siguiente cap para eso. Saludos =D
micky morales escribió:bueno a ver como va ese concierto y el hecho de que santana conozca a una de las hermanas de britt!!!!
Hola, jajajaa espero y bn, pero aquí el siguiente cap para eso. Las cosas van b, no¿? primero las amigas, luego la hija y ahora la hermana¿? jajajajaja. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Retroceder el Tiempo (Adaptada) Cap 18
Capitulo 18
El jueves estaba resultando ser una repetición del lunes.
Apenas habían terminado las rondas de la mañana cuando Brittany la envió a urgencias para ver a un paciente que tenía el pie frío.
Efectivamente, un hombre de sesenta y ocho años, diabético, de brillantes ojos, tenía el pie derecho insensible y sin pulso.
La arteriografía inmediata que se ordenó reveló la oclusión de la arteria femoral superficial justo por encima de la rodilla, con flujo colateral mínimo.
—Hay un bloqueo en la arteria principal que va hacia su pie, señor Samuels—explicó Brittany—Va a necesitar una operación para extraerla. También podría ser necesario ponerle un bypass o algún otro tipo de injerto para ayudar a ampliar esa zona para que no se bloquee de nuevo.
—¿Funcionará?
—La mayoría de las veces funciona. La arteria entra en espasmos a coagular y pequeños trozos de restos del interior pueden flotar corriente abajo y causar problemas en los dedos del pie, pero…
—¿Qué pasa si no lo arreglas?—preguntó él con impaciencia, agitando una mano como si estuviera espantando moscas.
—Va a perder el pie.
—Bueno, entonces, ¿por qué no empezar ya?
—Sí señor. Voy a hacer eso—con una pequeña sonrisa, cogió el teléfono de la pared y preguntó por Tina Cohen-Chang, cirujana vascular, quien era una joven cirujano que permitía a los residentes de una buena cantidad de autonomía.
La llamó al busca en menos de cinco minutos, y Brittany le explicó la situación.
—¿López todavía está en servicio?—preguntó Tina.
—Sí.
—Llámala y dile que te dé una mano hasta que yo llegue. Algún tracto remolque descargó un montón de jamones en la carretera 95, y voy a estar unos cuarenta y cinco minutos más.
—Lo haré. Gracias—Brittany volvió a marcar y le pidió al operador localizar a Santana. Luego se volvió al paciente para comentarle los planes—¿Hay alguien a quien usted quiere que se le avise?
—Puede llamar a mi hija cuando haya terminado de arreglar las cosas.
—Puede ser que ella quiera estar aquí antes de la cirugía.
Él negó con la cabeza.
—Ella sólo creará un alboroto y estará preocupada. Peor aún, probablemente se pondrá a llorar.
—Bueno, es prerrogativa de una hija llorar por su papá si ella quiere. ¿Prefiere que ella se moleste un poco antes de la cirugía, o que se moleste mucho después, porque no la llamamos?
—¿Cree que es la mejor forma de hacerlo?
Brittany se echó a reír.
—Oh, puedo garantizarlo.
Con un largo suspiro, él cedió:
—Bueno, entonces, adelante, llámela. Pero si ella no quiere venir de inmediato, estará bien.
—Sí, señor. Le diré eso.
Brittany encontró la información de contacto en el reporte médico, preguntó al operador el número externo, y escuchaba el timbre del teléfono cuando Santana tiró de la cortina a un lado y entró.
—¿Qué pasa?—preguntó Santana.
Brittany cubrió el auricular y dijo apresuradamente:
—El Sr. Samuels. Su arteriografía está allá en la mesa. Tiene una oclusión aguda de la arteria femoral superficial derecha y un pie isquémico...¿Hola, Señora Rice?
—Huh—Santana miraba la radiografía y luego caminó hacia el lado de la camilla. Le tendió la mano—¿Cómo le va? Soy la Dra. López. Tengo que echarle un vistazo a su pie.
—¿Por qué no? Todo el mundo lo hace.
Santana sonrió.
—Sí, pero nosotras somos las únicas que cuentan.
El Sr. Samuels la miró con cautela.
—¿Ya no tienen doctores hombres?
—Hay unos pocos alrededor. Los dejamos entrar cuando no podemos encontrar suficientes mujeres buenas.
Mientras el Sr. Samuels resopló y trató infructuosamente de ocultar una risa, Santana levantó la sábana y le puso la mano suavemente en la parte superior de los pies. Tenía la consistencia y temperatura de un pollo refrigerado.
—¿Cuánto tiempo ha estado así, señor?
—Justo después de la cena de anoche.
Levantó la vista y lo miró a los ojos.
—Su pie tiene un poco de problemas aquí. Usted sabe que usted necesitará una cirugía, ¿verdad?
—La otra doctora me lo explicó. ¿Ustedes dos piensan hacer algo al respecto?
—Vamos a llevarle a la sala de operaciones y comenzaremos. Para ese entonces, la Dra. Cohen-Chang estará aquí. Ella es la cirujano vascular que estará a cargo. ¿Está usted de acuerdo con eso?
—¿Alguna vez han hecho esto antes?
—Algunas veces—Santana todavía le sostuvo la mirada.
—¿Crees que puedes hacerlo antes del almuerzo? Ella lo dijo—señalando a Brittany que había colgado el teléfono y ahora estaba con los brazos cruzados, observando la conversación—Dijo que no puedo comer o beber nada.
—Ella tiene razón. No puedo prometer el almuerzo, pero le aseguro que tendrá la cena. ¿Ha tomado algo de insulina esta mañana?
—No.
—Muy bien. Le daremos un poco de azúcar a través de la línea intravenosa mientras está durmiendo y la insulina cuando lo necesite—miró por encima del hombro a Brittany—¿Tenemos el laboratorio y el consentimiento?
—Estamos a la espera de su hemograma. Voy ahora por lo del consentimiento. Entonces estaremos listas para ir.
—Nos vemos arriba—Santana dio unas palmaditas en el muslo del señor Samuels—Hasta luego.
—Hasta luego, doctora—se echó hacia atrás y cerró los ojos—¿Habló con mi hija?
—Ella está en camino.
—Bien.
Tres horas más tarde, Brittany giraba cuidadosamente los pequeños montículos que ocluían el fémur, a cada lado de la abertura que habían hecho para eliminar el émbolo.
Después habían ampliado la zona estrechada para suturar meticulosamente un parche en la vena del tamaño de una moneda.
Estudió las suturas que acababa de colocar bajo la supervisión de Santana.
La Dra. Cohen-Chang se retiró después de que Santana había completado la primera mitad de la anastomosis, dejándolas para que terminaran.
—Se ve bastante bien, ¿no crees?—dijo Brittany.
—Es una cosa bella—Santana estuvo de acuerdo—Ahora vamos a ver si funciona—alzó la voz y ladeó la cabeza sobre la parte superior de la pantalla de éter—Vamos a tomar las pinzas fuera ahora. Es posible que aparezca una leve bajada en su presión arterial.
—Adelante. Él está estable—dijo el anestesiólogo.
—Está bien—dijo Santana a Brittany—Vamos a ver si los puntos de sutura lo sostendrán.
Con cuidado, Brittany retiró primero la pinza distal para permitir la salida y luego la proximal para permitir que toda la fuerza de la presión arterial resaltara en la zona operada.
Al principio, riachuelos delgados de sangre se filtraban entre las suturas, pero a medida que su ritmo cardíaco se extendió, la fuga se detuvo rápidamente.
La arteria se movió en la profundidad de la herida como si estuviera resucitando. Aún sin celebrarlo, dijo:
—¿Puede alguien sentir bajo las sábanas y ver si él tiene pulso en el pie?
—Deja de preocuparte—Santana susurró en voz demasiado baja para que nadie lo oyera—Es perfecto. Has hecho un gran trabajo.
La enfermera comentó:
—Todo en circulación y su pulso equilibrándose. Y su pie está cálido.
Brittany miró al otro lado de la mesa para encontrar los ojos de Santana. Estaban iluminados de placer, y no podía estar segura, pero pensó con orgullo.
—Lo vencimos.
—Tienes razón—dijo Santana con una carcajada. Miró el reloj—Tengo que ir a cambiarme para hacer una hemicolectomía con el jefe. ¿Estás bien aquí?
—Estoy bien, pero tienes llamado posterior ¿No deberías ir a ca…
—Buen trabajo, doctora—Santana se apartó de la mesa, se quitó los guantes y la bata, y se fue antes de Brittany pudiera darle una conferencia sobre su nunca irse a casa.
Tres horas y media más tarde, Santana rodaba a su paciente a la sala de recuperación.
Llevó el expediente al mostrador en la estación de enfermeras para escribir las órdenes post-operatorias.
Diez camillas con apenas unos 12 centímetros entre ellas se alineaban en la pared opuesta, una enfermera por cada dos pacientes post-operatorios.
Los técnicos de rayos X pasaban de uno a otro con sus pesadas máquinas portátiles, tomando análisis post-operatorios.
Los técnicos de laboratorio pululaban alrededor de las camas tomando muestras de sangre, electrocardiogramas y análisis respiratorios, compitiendo por el espacio alrededor de los pacientes, que estaban bloqueados por la gran cantidad de dispositivos de vigilancia y equipos.
Santana estaba acostumbrada a bloquear la cacofonía de sonidos y zumbidos de la actividad, por lo que no era consciente de cualquiera que estuviera cerca, hasta que su padre habló.
—Me gustaría hablar contigo en el pasillo, doctora.
Santana terminó de escribir la orden que estaba trabajando y levantó la vista.
—Por supuesto. Sólo voy a estar un minuto más con esto.
Alfonso López, que de alguna manera se las arreglaba para parecer al mando, incluso en batas arrugadas, asintió con la cabeza.
Un minuto más tarde, Santana se reunió con él fuera de la unidad de cuidados intensivos.
Ninguno de los dos habló mientras caminaban hacia el final del pasillo, fuera del alcance del oído y de la vista de los visitantes.
Si los familiares de los pacientes los miraban, era probable que los abordaran con preguntas. Era natural que los familiares pensaran que la única preocupación de los médicos eran sus seres queridos y que los médicos estaban siempre disponibles para discutir su cuidado.
Hacía que el cumplimiento de la labor del día fuera difícil, sin embargo, a menos que el tiempo fuera racionado cuidadosamente.
—Me gustaría hablar contigo sobre la Dra. Pierce—dijo Alfonso López.
El estómago de Santana se apretó al instante.
—¿Qué pasa con ella?
Sabía que sonaba a la defensiva, pero no podía evitarlo. Su instinto inmediato era proteger a Brittany.
—Necesito saber lo que tu…
—Mira, ella es una excelente residente. Es inteligente, tiene buenas manos, es buena con el pac…
—Si me permites terminar.
Santana se sonrojó.
—Lo siento.
—Tú has trabajado con ella más que nadie. ¿Cuál es tu opinión?
Por un segundo, Santana estaba confundida.
De alguna manera, había esperado que él la confrontara por otra cosa. Algo personal.
Pero entonces, ¿por qué iba a hacerlo?
—¿Mi opinión?
Alfonso la miró con una aguda expresión de apreciación.
—Parecías tener una gran cantidad de ello hace un momento.
—Oh. ¿Quieres decir qué tipo de residente es ella? Es genial—Santana repitió su evaluación anterior, tratando de sonar lo más objetiva posible—¿Por qué?
—En confianza—dijo—Acabo de enterarme de que el Comité de Examen de Residencia nos ha aprobado para una plaza adicional. Podemos terminar con uno de los residentes el próximo año. Tengo la intención de hablar con
Pierce esta tarde acerca de su ampliación hasta un año, para no perder esa ventaja.
—Eso es genial—dijo Santana inmediatamente.
—Te das cuenta de que significa una mayor competencia por la jefatura de residente de cirugía.
Santana sonrió sombríamente.
—No estoy preocupada.
Su papá no sonrió, pero sus ojos brillaron con lo que Santana esperaba que fuera orgullo.
—Tu confianza es evidente. Ya veremos si se justifica.
—Sí, lo haremos—Santana susurró cuando él se volvió y se alejó.
******************************************************************************************************************
Brittany salió de la oficina de Alfonso López a las 6:45 pm.
Estaba de guardia, y tenía que ir a cenar antes de que la cafetería cerrara o quedaría relegada a comer alimentos de las máquinas expendedoras hasta la cena de medianoche.
Su estómago rugió, recordándole que no había almorzado. Pero tan hambrienta como estaba, lo único que quería era encontrar a alguien con quien compartir su emoción.
De repente, no estaba vislumbrando más de tres años antes de que terminara, sino que estaba mirando a sólo dieciocho meses. Sentía como si le hubieran dado un respiro a partir de una sentencia de cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.
Corrió hacia el salón de cirujanos, y luego, con el corazón encogido, se dio cuenta que no había razón para apresurarse.
La única persona con la que quería celebrar era Santana y la morena ya se habría ido hace horas.
Mientras desaceleró y dobló la esquina, vio una figura familiar apoyada en la pared, justo fuera de los vestidores de mujeres.
El corazón le dio un vuelco.
—¡Santana!
Santana sonrió.
Había estado esperando, con la esperanza de que vería a Brittany después de la reunión.
—Te ves fel…
Se detuvo cuando Brittany corrió hacia ella. Como si lo hubiera hecho mil veces, Santana abrió los brazos y Brittany voló hacia ellos. Levantando los pies de la rubia unos pocos centímetros del suelo, Santana la abrazó por la cintura y la hizo girar en un medio círculo.
Cuando la dejó en el suelo, las dos estaban riendo, sus cuerpos apretados y entrelazados los brazos.
—Supongo que viste al jefe, ¿eh?—dijo Santana—Felicitaciones.
—¿Lo sabías?—Brittany dijo con asombro.
—Hace sólo un momento. No quería estropearlo para ti.
—¿No es genial?
—Fabuloso—Santana le dio un apretón—Estoy muy contenta.
—¿Estás de acuerdo con eso?—Brittany preguntó en voz baja—Quiero decir, que estaremos en el mismo año.
Varios residentes pasaban por ahí, pero Santana ni siquiera les dio una mirada.
Brittany todavía se aferraba a la pelinegra, sus cuerpos apretados, sus frentes casi tocándose.
Santana se maravilló de la felicidad en los ojos de Brittany, haciendo que sus iris azules resplandecieran con un entusiasmo salvaje que la cautivó más profundamente que cualquier deseo que podría haber encontrado en la mirada de otra mujer.
La alegría pura y simple de Brittany le daba más placer que cualquier cosa que hubiera conocido.
Quería besarla.
Quería respirar de su placer y ser parte de su alegría salvaje.
Quería ser la fuente de esa felicidad casi tan fervientemente como quería probarla.
—Oh, cariño, por supuesto que estoy de acuerdo con eso—murmuró Santana—Te lo mereces.
Los labios de Brittany se separaron y miró a los ojos de Santana. Luego susurró suavemente:
—Gracias—y se alejó hasta que su abrazo se rompió.
Sintió los brazos de Santana soltarse de su cintura y vio la expresión cerrada en la morena, pero no sin antes de haber visto lo que había en sus ojos.
En los pocos segundos antes de que Santana se cubriera con voluntad de hierro, Brittany había vislumbrado el mismo deseo desnudo que había visto ahí una vez hacía mucho tiempo.
Pero esta vez, el deseo había sido mucho más intenso.
Esta vez, Santana no era una desconocida que la tomó por sorpresa y la llevó lejos a un rincón aislado para seducirla dulcemente en un momento de respiro y escapar de una vida que de repente parecía insoportablemente lejana.
Esta era una mujer que conocía y respetaba y le importaba.
Y comprendió en ese instante, con más claridad de lo que nunca había hecho antes, que Santana era una mujer que por naturaleza deseaba el contacto de otra mujer.
Lo sintió en el ligero temblor del cuerpo de Santana y fue testigo de la excitación que había escapado fugazmente de la máscara que la morena solía llevar.
Brittany supo que finalmente había visto a Santana López.
—No he comido nada desde hace horas—dijo Brittany en voz baja—¿Puedo invitarte a cenar al otro lado de la calle? Creo que es mi turno.
—Yo... uh...—Santana estaba un poco aturdida.
Había estado a punto de cruzar una línea, y ni siquiera estaba segura de por qué no lo había hecho.
Había estado con mujeres desde que tenía diecisiete años, y algunas de ellos habían sido heteros y unas pocas casadas. No tenía ninguna objeción política o filosófica por lo mismo.
Su cuerpo no podía evitar responder a Brittany, y tenía la sensación como lo había hecho la primera vez que se conocieron, que si ella presionaba un poco, Brittany estaría dispuesta.
Pero no podía hacerlo.
Dibujó una respiración entrecortada.
—Gracias Yo... creo que voy a dejarlo para después. Todavía tengo algunos pacientes por ver.
Brittany ocultó su decepción detrás de una sonrisa.
—Y todavía tienes llamado, y después deberías ir a casa.
—Lo haré. Lo prometo—Santana comenzó a caminar hacia atrás, poniendo la distancia necesaria entre ellas—Sólo voy a comprobar algunas radiografías y me iré.
—No te olvides del evento mañana en la noche—dijo Brittany.
Santana vaciló, sabiendo que era el momento de romper el hechizo antes de que Brittany se incrustara en ella.
No había sido capaz de pensar en otra cosa durante toda la semana excepto en ese viernes por la noche y estar con Brittany, y estar alrededor de la rubia estaba empezando a doler.
—Idiota—murmuró.
—¿Qué has dicho?—gritó Brittany.
—Dije...—Santana respiró hondo—No te preocupes. Ahí estaré.
Apenas habían terminado las rondas de la mañana cuando Brittany la envió a urgencias para ver a un paciente que tenía el pie frío.
Efectivamente, un hombre de sesenta y ocho años, diabético, de brillantes ojos, tenía el pie derecho insensible y sin pulso.
La arteriografía inmediata que se ordenó reveló la oclusión de la arteria femoral superficial justo por encima de la rodilla, con flujo colateral mínimo.
—Hay un bloqueo en la arteria principal que va hacia su pie, señor Samuels—explicó Brittany—Va a necesitar una operación para extraerla. También podría ser necesario ponerle un bypass o algún otro tipo de injerto para ayudar a ampliar esa zona para que no se bloquee de nuevo.
—¿Funcionará?
—La mayoría de las veces funciona. La arteria entra en espasmos a coagular y pequeños trozos de restos del interior pueden flotar corriente abajo y causar problemas en los dedos del pie, pero…
—¿Qué pasa si no lo arreglas?—preguntó él con impaciencia, agitando una mano como si estuviera espantando moscas.
—Va a perder el pie.
—Bueno, entonces, ¿por qué no empezar ya?
—Sí señor. Voy a hacer eso—con una pequeña sonrisa, cogió el teléfono de la pared y preguntó por Tina Cohen-Chang, cirujana vascular, quien era una joven cirujano que permitía a los residentes de una buena cantidad de autonomía.
La llamó al busca en menos de cinco minutos, y Brittany le explicó la situación.
—¿López todavía está en servicio?—preguntó Tina.
—Sí.
—Llámala y dile que te dé una mano hasta que yo llegue. Algún tracto remolque descargó un montón de jamones en la carretera 95, y voy a estar unos cuarenta y cinco minutos más.
—Lo haré. Gracias—Brittany volvió a marcar y le pidió al operador localizar a Santana. Luego se volvió al paciente para comentarle los planes—¿Hay alguien a quien usted quiere que se le avise?
—Puede llamar a mi hija cuando haya terminado de arreglar las cosas.
—Puede ser que ella quiera estar aquí antes de la cirugía.
Él negó con la cabeza.
—Ella sólo creará un alboroto y estará preocupada. Peor aún, probablemente se pondrá a llorar.
—Bueno, es prerrogativa de una hija llorar por su papá si ella quiere. ¿Prefiere que ella se moleste un poco antes de la cirugía, o que se moleste mucho después, porque no la llamamos?
—¿Cree que es la mejor forma de hacerlo?
Brittany se echó a reír.
—Oh, puedo garantizarlo.
Con un largo suspiro, él cedió:
—Bueno, entonces, adelante, llámela. Pero si ella no quiere venir de inmediato, estará bien.
—Sí, señor. Le diré eso.
Brittany encontró la información de contacto en el reporte médico, preguntó al operador el número externo, y escuchaba el timbre del teléfono cuando Santana tiró de la cortina a un lado y entró.
—¿Qué pasa?—preguntó Santana.
Brittany cubrió el auricular y dijo apresuradamente:
—El Sr. Samuels. Su arteriografía está allá en la mesa. Tiene una oclusión aguda de la arteria femoral superficial derecha y un pie isquémico...¿Hola, Señora Rice?
—Huh—Santana miraba la radiografía y luego caminó hacia el lado de la camilla. Le tendió la mano—¿Cómo le va? Soy la Dra. López. Tengo que echarle un vistazo a su pie.
—¿Por qué no? Todo el mundo lo hace.
Santana sonrió.
—Sí, pero nosotras somos las únicas que cuentan.
El Sr. Samuels la miró con cautela.
—¿Ya no tienen doctores hombres?
—Hay unos pocos alrededor. Los dejamos entrar cuando no podemos encontrar suficientes mujeres buenas.
Mientras el Sr. Samuels resopló y trató infructuosamente de ocultar una risa, Santana levantó la sábana y le puso la mano suavemente en la parte superior de los pies. Tenía la consistencia y temperatura de un pollo refrigerado.
—¿Cuánto tiempo ha estado así, señor?
—Justo después de la cena de anoche.
Levantó la vista y lo miró a los ojos.
—Su pie tiene un poco de problemas aquí. Usted sabe que usted necesitará una cirugía, ¿verdad?
—La otra doctora me lo explicó. ¿Ustedes dos piensan hacer algo al respecto?
—Vamos a llevarle a la sala de operaciones y comenzaremos. Para ese entonces, la Dra. Cohen-Chang estará aquí. Ella es la cirujano vascular que estará a cargo. ¿Está usted de acuerdo con eso?
—¿Alguna vez han hecho esto antes?
—Algunas veces—Santana todavía le sostuvo la mirada.
—¿Crees que puedes hacerlo antes del almuerzo? Ella lo dijo—señalando a Brittany que había colgado el teléfono y ahora estaba con los brazos cruzados, observando la conversación—Dijo que no puedo comer o beber nada.
—Ella tiene razón. No puedo prometer el almuerzo, pero le aseguro que tendrá la cena. ¿Ha tomado algo de insulina esta mañana?
—No.
—Muy bien. Le daremos un poco de azúcar a través de la línea intravenosa mientras está durmiendo y la insulina cuando lo necesite—miró por encima del hombro a Brittany—¿Tenemos el laboratorio y el consentimiento?
—Estamos a la espera de su hemograma. Voy ahora por lo del consentimiento. Entonces estaremos listas para ir.
—Nos vemos arriba—Santana dio unas palmaditas en el muslo del señor Samuels—Hasta luego.
—Hasta luego, doctora—se echó hacia atrás y cerró los ojos—¿Habló con mi hija?
—Ella está en camino.
—Bien.
Tres horas más tarde, Brittany giraba cuidadosamente los pequeños montículos que ocluían el fémur, a cada lado de la abertura que habían hecho para eliminar el émbolo.
Después habían ampliado la zona estrechada para suturar meticulosamente un parche en la vena del tamaño de una moneda.
Estudió las suturas que acababa de colocar bajo la supervisión de Santana.
La Dra. Cohen-Chang se retiró después de que Santana había completado la primera mitad de la anastomosis, dejándolas para que terminaran.
—Se ve bastante bien, ¿no crees?—dijo Brittany.
—Es una cosa bella—Santana estuvo de acuerdo—Ahora vamos a ver si funciona—alzó la voz y ladeó la cabeza sobre la parte superior de la pantalla de éter—Vamos a tomar las pinzas fuera ahora. Es posible que aparezca una leve bajada en su presión arterial.
—Adelante. Él está estable—dijo el anestesiólogo.
—Está bien—dijo Santana a Brittany—Vamos a ver si los puntos de sutura lo sostendrán.
Con cuidado, Brittany retiró primero la pinza distal para permitir la salida y luego la proximal para permitir que toda la fuerza de la presión arterial resaltara en la zona operada.
Al principio, riachuelos delgados de sangre se filtraban entre las suturas, pero a medida que su ritmo cardíaco se extendió, la fuga se detuvo rápidamente.
La arteria se movió en la profundidad de la herida como si estuviera resucitando. Aún sin celebrarlo, dijo:
—¿Puede alguien sentir bajo las sábanas y ver si él tiene pulso en el pie?
—Deja de preocuparte—Santana susurró en voz demasiado baja para que nadie lo oyera—Es perfecto. Has hecho un gran trabajo.
La enfermera comentó:
—Todo en circulación y su pulso equilibrándose. Y su pie está cálido.
Brittany miró al otro lado de la mesa para encontrar los ojos de Santana. Estaban iluminados de placer, y no podía estar segura, pero pensó con orgullo.
—Lo vencimos.
—Tienes razón—dijo Santana con una carcajada. Miró el reloj—Tengo que ir a cambiarme para hacer una hemicolectomía con el jefe. ¿Estás bien aquí?
—Estoy bien, pero tienes llamado posterior ¿No deberías ir a ca…
—Buen trabajo, doctora—Santana se apartó de la mesa, se quitó los guantes y la bata, y se fue antes de Brittany pudiera darle una conferencia sobre su nunca irse a casa.
Tres horas y media más tarde, Santana rodaba a su paciente a la sala de recuperación.
Llevó el expediente al mostrador en la estación de enfermeras para escribir las órdenes post-operatorias.
Diez camillas con apenas unos 12 centímetros entre ellas se alineaban en la pared opuesta, una enfermera por cada dos pacientes post-operatorios.
Los técnicos de rayos X pasaban de uno a otro con sus pesadas máquinas portátiles, tomando análisis post-operatorios.
Los técnicos de laboratorio pululaban alrededor de las camas tomando muestras de sangre, electrocardiogramas y análisis respiratorios, compitiendo por el espacio alrededor de los pacientes, que estaban bloqueados por la gran cantidad de dispositivos de vigilancia y equipos.
Santana estaba acostumbrada a bloquear la cacofonía de sonidos y zumbidos de la actividad, por lo que no era consciente de cualquiera que estuviera cerca, hasta que su padre habló.
—Me gustaría hablar contigo en el pasillo, doctora.
Santana terminó de escribir la orden que estaba trabajando y levantó la vista.
—Por supuesto. Sólo voy a estar un minuto más con esto.
Alfonso López, que de alguna manera se las arreglaba para parecer al mando, incluso en batas arrugadas, asintió con la cabeza.
Un minuto más tarde, Santana se reunió con él fuera de la unidad de cuidados intensivos.
Ninguno de los dos habló mientras caminaban hacia el final del pasillo, fuera del alcance del oído y de la vista de los visitantes.
Si los familiares de los pacientes los miraban, era probable que los abordaran con preguntas. Era natural que los familiares pensaran que la única preocupación de los médicos eran sus seres queridos y que los médicos estaban siempre disponibles para discutir su cuidado.
Hacía que el cumplimiento de la labor del día fuera difícil, sin embargo, a menos que el tiempo fuera racionado cuidadosamente.
—Me gustaría hablar contigo sobre la Dra. Pierce—dijo Alfonso López.
El estómago de Santana se apretó al instante.
—¿Qué pasa con ella?
Sabía que sonaba a la defensiva, pero no podía evitarlo. Su instinto inmediato era proteger a Brittany.
—Necesito saber lo que tu…
—Mira, ella es una excelente residente. Es inteligente, tiene buenas manos, es buena con el pac…
—Si me permites terminar.
Santana se sonrojó.
—Lo siento.
—Tú has trabajado con ella más que nadie. ¿Cuál es tu opinión?
Por un segundo, Santana estaba confundida.
De alguna manera, había esperado que él la confrontara por otra cosa. Algo personal.
Pero entonces, ¿por qué iba a hacerlo?
—¿Mi opinión?
Alfonso la miró con una aguda expresión de apreciación.
—Parecías tener una gran cantidad de ello hace un momento.
—Oh. ¿Quieres decir qué tipo de residente es ella? Es genial—Santana repitió su evaluación anterior, tratando de sonar lo más objetiva posible—¿Por qué?
—En confianza—dijo—Acabo de enterarme de que el Comité de Examen de Residencia nos ha aprobado para una plaza adicional. Podemos terminar con uno de los residentes el próximo año. Tengo la intención de hablar con
Pierce esta tarde acerca de su ampliación hasta un año, para no perder esa ventaja.
—Eso es genial—dijo Santana inmediatamente.
—Te das cuenta de que significa una mayor competencia por la jefatura de residente de cirugía.
Santana sonrió sombríamente.
—No estoy preocupada.
Su papá no sonrió, pero sus ojos brillaron con lo que Santana esperaba que fuera orgullo.
—Tu confianza es evidente. Ya veremos si se justifica.
—Sí, lo haremos—Santana susurró cuando él se volvió y se alejó.
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Brittany salió de la oficina de Alfonso López a las 6:45 pm.
Estaba de guardia, y tenía que ir a cenar antes de que la cafetería cerrara o quedaría relegada a comer alimentos de las máquinas expendedoras hasta la cena de medianoche.
Su estómago rugió, recordándole que no había almorzado. Pero tan hambrienta como estaba, lo único que quería era encontrar a alguien con quien compartir su emoción.
De repente, no estaba vislumbrando más de tres años antes de que terminara, sino que estaba mirando a sólo dieciocho meses. Sentía como si le hubieran dado un respiro a partir de una sentencia de cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.
Corrió hacia el salón de cirujanos, y luego, con el corazón encogido, se dio cuenta que no había razón para apresurarse.
La única persona con la que quería celebrar era Santana y la morena ya se habría ido hace horas.
Mientras desaceleró y dobló la esquina, vio una figura familiar apoyada en la pared, justo fuera de los vestidores de mujeres.
El corazón le dio un vuelco.
—¡Santana!
Santana sonrió.
Había estado esperando, con la esperanza de que vería a Brittany después de la reunión.
—Te ves fel…
Se detuvo cuando Brittany corrió hacia ella. Como si lo hubiera hecho mil veces, Santana abrió los brazos y Brittany voló hacia ellos. Levantando los pies de la rubia unos pocos centímetros del suelo, Santana la abrazó por la cintura y la hizo girar en un medio círculo.
Cuando la dejó en el suelo, las dos estaban riendo, sus cuerpos apretados y entrelazados los brazos.
—Supongo que viste al jefe, ¿eh?—dijo Santana—Felicitaciones.
—¿Lo sabías?—Brittany dijo con asombro.
—Hace sólo un momento. No quería estropearlo para ti.
—¿No es genial?
—Fabuloso—Santana le dio un apretón—Estoy muy contenta.
—¿Estás de acuerdo con eso?—Brittany preguntó en voz baja—Quiero decir, que estaremos en el mismo año.
Varios residentes pasaban por ahí, pero Santana ni siquiera les dio una mirada.
Brittany todavía se aferraba a la pelinegra, sus cuerpos apretados, sus frentes casi tocándose.
Santana se maravilló de la felicidad en los ojos de Brittany, haciendo que sus iris azules resplandecieran con un entusiasmo salvaje que la cautivó más profundamente que cualquier deseo que podría haber encontrado en la mirada de otra mujer.
La alegría pura y simple de Brittany le daba más placer que cualquier cosa que hubiera conocido.
Quería besarla.
Quería respirar de su placer y ser parte de su alegría salvaje.
Quería ser la fuente de esa felicidad casi tan fervientemente como quería probarla.
—Oh, cariño, por supuesto que estoy de acuerdo con eso—murmuró Santana—Te lo mereces.
Los labios de Brittany se separaron y miró a los ojos de Santana. Luego susurró suavemente:
—Gracias—y se alejó hasta que su abrazo se rompió.
Sintió los brazos de Santana soltarse de su cintura y vio la expresión cerrada en la morena, pero no sin antes de haber visto lo que había en sus ojos.
En los pocos segundos antes de que Santana se cubriera con voluntad de hierro, Brittany había vislumbrado el mismo deseo desnudo que había visto ahí una vez hacía mucho tiempo.
Pero esta vez, el deseo había sido mucho más intenso.
Esta vez, Santana no era una desconocida que la tomó por sorpresa y la llevó lejos a un rincón aislado para seducirla dulcemente en un momento de respiro y escapar de una vida que de repente parecía insoportablemente lejana.
Esta era una mujer que conocía y respetaba y le importaba.
Y comprendió en ese instante, con más claridad de lo que nunca había hecho antes, que Santana era una mujer que por naturaleza deseaba el contacto de otra mujer.
Lo sintió en el ligero temblor del cuerpo de Santana y fue testigo de la excitación que había escapado fugazmente de la máscara que la morena solía llevar.
Brittany supo que finalmente había visto a Santana López.
—No he comido nada desde hace horas—dijo Brittany en voz baja—¿Puedo invitarte a cenar al otro lado de la calle? Creo que es mi turno.
—Yo... uh...—Santana estaba un poco aturdida.
Había estado a punto de cruzar una línea, y ni siquiera estaba segura de por qué no lo había hecho.
Había estado con mujeres desde que tenía diecisiete años, y algunas de ellos habían sido heteros y unas pocas casadas. No tenía ninguna objeción política o filosófica por lo mismo.
Su cuerpo no podía evitar responder a Brittany, y tenía la sensación como lo había hecho la primera vez que se conocieron, que si ella presionaba un poco, Brittany estaría dispuesta.
Pero no podía hacerlo.
Dibujó una respiración entrecortada.
—Gracias Yo... creo que voy a dejarlo para después. Todavía tengo algunos pacientes por ver.
Brittany ocultó su decepción detrás de una sonrisa.
—Y todavía tienes llamado, y después deberías ir a casa.
—Lo haré. Lo prometo—Santana comenzó a caminar hacia atrás, poniendo la distancia necesaria entre ellas—Sólo voy a comprobar algunas radiografías y me iré.
—No te olvides del evento mañana en la noche—dijo Brittany.
Santana vaciló, sabiendo que era el momento de romper el hechizo antes de que Brittany se incrustara en ella.
No había sido capaz de pensar en otra cosa durante toda la semana excepto en ese viernes por la noche y estar con Brittany, y estar alrededor de la rubia estaba empezando a doler.
—Idiota—murmuró.
—¿Qué has dicho?—gritó Brittany.
—Dije...—Santana respiró hondo—No te preocupes. Ahí estaré.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Retroceder el Tiempo (Adaptada) Epílogo
Que gran noticia para Britt!!!
Ojalá que deje de pensar tanto la rubia, cuestiona todo lo que siente por San, porque es mujer y no se había sentido así antes, pero solo hace que las dos se confundan !!!
Esperó que por fin pase algo en el concierto ;) jajajaja
P.D. Yo te estaré recordando de los maratones no te preocupes jajajajaja cada semana :D
Ojalá que deje de pensar tanto la rubia, cuestiona todo lo que siente por San, porque es mujer y no se había sentido así antes, pero solo hace que las dos se confundan !!!
Esperó que por fin pase algo en el concierto ;) jajajaja
P.D. Yo te estaré recordando de los maratones no te preocupes jajajajaja cada semana :D
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Retroceder el Tiempo (Adaptada) Epílogo
Hola morra...
Mmmm una recidencia en jefe... puede ser bueno para las dos jajaja
Ya a san el cueepo no le responde cuando esta serca de britt y eso va a ser un problema va por que no lo deja ser jajajaja
Quiero ya el concierto como van a ir las cosas???
Nos vemos!!
Mmmm una recidencia en jefe... puede ser bueno para las dos jajaja
Ya a san el cueepo no le responde cuando esta serca de britt y eso va a ser un problema va por que no lo deja ser jajajaja
Quiero ya el concierto como van a ir las cosas???
Nos vemos!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Retroceder el Tiempo (Adaptada) Epílogo
santana no lo pienses tanto y lanzate mujer!!!!!! ahora, rumbo al concierto!!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Retroceder el Tiempo (Adaptada) Epílogo
JVM escribió:Que gran noticia para Britt!!!
Ojalá que deje de pensar tanto la rubia, cuestiona todo lo que siente por San, porque es mujer y no se había sentido así antes, pero solo hace que las dos se confundan !!!
Esperó que por fin pase algo en el concierto ;) jajajaja
P.D. Yo te estaré recordando de los maratones no te preocupes jajajajaja cada semana :D
Hola, jajajajajajajaja si no¿? jajajajaja. Mmmm momento difícil, no¿?, pero como dices directo al asunto! y listo jajajajajaja. El concierto es el indicado para todo! ajajajajaja. Saludos =D
Pd: jajajajajaajjaa bn ai jajajajaaj.
3:) escribió:Hola morra...
Mmmm una recidencia en jefe... puede ser bueno para las dos jajaja
Ya a san el cueepo no le responde cuando esta serca de britt y eso va a ser un problema va por que no lo deja ser jajajaja
Quiero ya el concierto como van a ir las cosas???
Nos vemos!!
Hola lu, así las dos pasan mas tiempo juntas¿? jajajajaja. JAjaajajajajajaja que deje que su cuerpo se comunique por ella mejor jajajajajaja. Aquí el siguiente cap para saber de eso jajajaja. Saludos =D
micky morales escribió:santana no lo pienses tanto y lanzate mujer!!!!!! ahora, rumbo al concierto!!!!!!
Hola, jajajajajajaajajajajajaja xD claro para que comerse la cabeza, que actue y listo jajajajaajajajaja. Jajajajaajajajajaja el momento indicado ajajajaaja. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Retroceder el Tiempo (Adaptada) Cap 19
Capitulo 19
Brittany inclinó la pantalla color crema con bordes y el espejo biselado, sobre la cómoda del dormitorio.
Ambos elementos habían estado en su familia por generaciones, y ella había llegado a apreciarlos a pesar de que la lámpara no proporcionaba mucha luz, después de haber sido diseñada para una época en la que era deseable que un leve resplandor suavizara los rasgos.
Achinando los ojos, evaluó los daños causados por la noche en vela anterior por estar de guardia.
Maquillaje aplicado juiciosamente había cubierto lo peor de las líneas de fatiga y embotado las sombras evidentes debajo de sus ojos.
Había tomado una siesta cuando Susan finalmente se había cansado por la media tarde, y ambas se habían quedado dormidas mientras le leía ´Charlie y la fábrica de chocolate´.
Flashback
—No lo sé, cariño—murmuró hacia Susan, que estaba sentada en el centro de la cubierta mirando con atención las páginas de su libro para colorear en colores primarios brillantes—Clinique podría no ser suficiente esta noche.
Susan levantó una reproducción de Jackson Pollack con orgullo exuberante.
—¡Hermoso!—proclamó Brittany—Tal vez debería tratar con lápices de colores en lugar de rubor. Quizás entonces no voy a parecerme a los muertos vivientes.
Fin Flashback
Saltó cuando una voz detrás de ella dijo:
—Tal vez deberías quedarte en casa y dormir un poco.
Brittany se volvió, con una mano en la cadera, y le dio una mirada a Rachel.
—Tú eres la que siempre me dice que debo salir más.
—Y es cierto, pero no quería decir que después de haber estado despierta hasta por treinta y seis horas—sostenía las llaves de la casa en su mano derecha—No respondiste al timbre, así que entré—indicó una taza en mano—Entonces hice el té.
—Lo siento. Nos estábamos tomando un baño.
Rachel olfateó y murmuró con admiración.
—Me encanta el olor a talco de bebé.
Brittany se echó a reír.
—De hecho, me siento bien. Dormí un poco esta tarde. Además, he estado esperando esto toda la semana. No hay manera de que no vaya.
—Te ves bien.
Rachel observó mientras tomaba los pantalones de Brittany de cuero, botas a juego, y la blusa de seda verde bosque. Pequeños pendientes de esmeralda cuadrada engastados en oro, brillaban a través de las hebras de su cabello rubio, que llevaba suelto y hasta los hombros.
—Gracias.
Rachel se volvió al oír un grito desde abajo.
—Ese es Quinny. Los niños se disponían a ver una película, y probablemente están perdiendo la paciencia.
—Quédate aquí, voy a llevar a Susan abajo.
Brittany recogió a Susan y sus libros para colorear y la condujo de la mano fuera de la habitación. Unos minutos más tarde, regresó.
—Gracias por cuidarla esta noche. La tienen toda la semana y todavía…
—Los niños son como los cachorros—dijo Rachel—Después de dos, ¿qué es una más? Puedes dejarla dormir aquí la noche y mañana pasas por ella. Si no duermes, puedes desayunar con nosotros.
—Eso suena muy bien—Brittany hizo algunos ajustes finales a su pelo.
—Entonces—dijo Rachel, como caminaba alrededor de un montón de cajas sin desempacar cerca de la cama y bajó la voz con un suspiro—¿Esto es una cita?
Brittany se quedó inmóvil.
—Voy con Santana.
—Ya lo sé, pero eso no es lo que pregunté.
—Somos amigas.
—Uh-huh—Rachel tomó un sorbo de té—¿Te acuerdas cuando tú y Quinny eran estudiantes de medicina, y te invitamos a cenar por primera vez?
Brittany sonrió.
—Sí.
—Esa fue mi idea.
—Eso fue muy amable de tu parte.
—En realidad no.
Brittany estudió a Rachel curiosidad.
—¿Qué quieres decir?
—Quería echarte un vistazo. Tú eras compañera de estudio de mi Quinn, y ella pasaba horas contigo todos los días más de lo que yo pasaba con ella, me hablaba de ti todo el tiempo, así que yo quería ver si eras competencia.
—¿Yo?—los ojos de Brittany se ensancharon—¿Hablas en serio?
—Por supuesto que lo digo en serio. Mi Quinny es muy guapa y aunque me dijo que eras hetero, podías caer ante su encanto, belleza, simpatía y esos ojazos verdes que tiene. Me costaba creer que formaran una simple amistad. El asunto del sexo se interpone en el camino—Rachel dejó su té a un lado cuando la frase quedó en el aire.
Impresionada, Brittany protestó:
—Pero yo nunca... Quinn ni una sola vez…
Rachel rió y levantó la mano.
—Ahora lo sé. Pero yo no lo sabía entonces. Quería ver si había una situación de la que tenía que cuidarme, como dije, mi rubia es irresistible.
—¿Hay alguna razón que me estés contando esta historia ahora?
—Santana es lesbiana, cariño. Tú podrías estar pensando en ella como una amiga, pero lo más probable es que ella no está pensando en ti de la misma manera. Si sales en una noche de viernes con un hombre, por lo menos deberías estar pensando acerca de que es una cita o que él podría considerarla una, ¿no crees?
—Bueno, sí. Probablemente.
Brittany recordó la mirada en los ojos de Santana la noche anterior. Recordó la facilidad con que sus cuerpos habían encajado.
Con qué naturalidad.
—¿Qué estás queriendo decir, Rach?
—Santana probablemente está pensando lo mismo, o al menos se lo pregunta. Así que, tarde o temprano, vas a tener que ser clara con ella.
Brittany cogió un pequeño prisma de cristal y lo giró entre sus dedos, estudiándolo como si no hubiera secretos que se escondieran dentro de los arcoíris atrapados dentro.
Por fin levantó la mirada para encontrar a Rachel observándola.
—Casi la besé una vez.
Brittany rara vez había visto a Rachel sorprendida por nada, pero la expresión de su rostro ahora era de incredulidad total.
Finalmente la morena logró decir una palabra inteligible.
—¿Cuándo?
—El día de la selección.
—¿Hace casi cuatro años?—gritó Rachel.
Brittany asintió.
—¿Y me dices eso ahora? Si yo pensara que podría ponerme al día contigo, me levantaría y patearía tu trasero.
—No puedes hacer eso incluso cuando estás embarazada.
—No me tientes—Rachel cruzó los brazos bajo sus pechos—¿Por qué no me lo dijiste?
Brittany acomodó el prisma cuidadosamente de nuevo en su tocador.
—Todo sucedió en unos pocos minutos. Unos pocos minutos de los que ni siquiera podía explicarme a mí misma. Simplemente no quería arruinarlo ni lo intenté—levantó las manos y las dejó caer sin poder hacer nada—Nos conocimos por accidente, y fue como si hubiera una conexión entre nosotras que siempre había estado ahí. Estar con ella se sentía totalmente... bien.
—¿Y qué pasa ahora?
—Todavía se siente.
El timbre sonó.
—Debe ser Santana—dijo Brittany.
—No hemos terminado con esto, Pierce—le advirtió Rachel.
—Lo sé—dijo Brittany suavemente. Cogió su largo abrigo marrón oscuro de piel de la parte posterior de una silla cercana, se apresuró hacia Rachel, y la besó en la mejilla—Buenas noches.
—Diviértete, cariño.
Brittany sonrió agradecida.
—Gracias.
Una vez abajo, Brittany se precipitó hacia la puerta principal, recogiendo las llaves y la cartera de pasada.
Se sentía irracionalmente feliz, emocionada, como si la noche celebrara infinitas posibilidades. Lo único que sabía con certeza era que iba a salir con Santana, y que iba a divertirse.
Ella iba a escuchar a Patti Smith, y sentir su gran revuelo en la sangre, y no pensar en ninguna otra cosa que la vida le exigiera.
Abrió la puerta y al instante se olvidó de todo lo que acababa de estar tan segura.
Santana vestía de negro.
Jeans negros ajustados, botas negras de motorista, camiseta negra, y una chaqueta negra atada a la cintura, que acentuaban su poderosa complexión.
Su espeso cabello negro peinado hacia atrás, los pómulos altos afilados encima de una mandíbula.
Esta no era la Santana López a la que estaba acostumbrada.
Esta mujer irradiaba algo exótico y peligrosamente seductor.
—Hola—dijo Brittany, sintiéndose de pronto privada del habla normal.
Santana sonrió.
—Hola—alargó la mano y tocó los mechones rubios que quedaron atrapados entre el cuello del abrigo de piel y la garganta de Brittany—Tu cabello se ve bien con ésa caída.
—Gracias.
La visión de Brittany se redujo hasta que todo lo que vio fue el rostro de Santana. Después, sólo la boca, los labios entreabiertos y embriagadores.
Ninguna de las dos se movió.
Las puntas de los dedos de Santana descansaron contra el pulso que latía de manera irregular en el cuello de Brittany.
Brittany se inclinó ante lo sutil en sus caricias.
Santana recorrió con su pulgar el borde de la mandíbula de la rubia y dejó que su mirada bajara, recorriendo el abrigo de cuero, las largas piernas elegantemente encerradas en vainas más suaves de cuero, el toque de la seda verde como un fresco de la montaña congelada en un caluroso día de verano.
Apenas había dormido la noche anterior, el recuerdo de Brittany en sus brazos la atormentó durante toda la noche.
Rachel se apareció detrás de Brittany, su mirada iba de una a otra.
—Si no quieren esas entradas, Quinny y yo los tomaremos, y ustedes dos pueden quedarse aquí y cuidar a los niños.
—De ninguna manera—dijo Brittany, sus ojos nunca dejaron el rostro de Santana.
Santana sonrió y saludó suavemente con la mano y miró por encima de Brittany.
—Hola. ¿Cómo estás?
—Aparte del hecho de que estoy engordando mucho, estoy muy bien. Ahora, si ustedes dos podrían moverse, voy a cerrar aquí y averiguar en qué problemas se ha metido mi esposa con esos niños.
—¿Todo listo?—preguntó Santana, incapaz de mantener los ojos alejados del rostro de Brittany por mucho tiempo.
Mirarla era la única cosa que aliviaba el dolor que había establecido su residencia permanente en el centro de su pecho.
Brittany se puso las manos en los bolsillos antes de que éstas tocaran a Santana en algún lugar, en cualquier lugar.
Y ella no podía.
No cuando había tanto que no entendía.
Se preocupaba por Santana demasiado para eso.
—Sí. Estoy lista.
—Mi coche está a la vuelta de la esquina.
Brittany siguió a Santana por las escaleras, mientras la pregunta de Rachel resonaba en su mente.
¿Es una cita?
Por supuesto que no.
¿O lo era?
—Ahí están—dijo Brittany, apuntando hacia la multitud alrededor de la acera en frente del Teatro de las Artes en South Street.
Santana miró hacia donde Brittany señaló y vio a una mujer que tenía que ser la hermana de Brittany, Hanna, ya que parecía a su copia al carbón, sólo que un poco más bajita.
Hanna estaba pegada a la frente de una mujer sorprendentemente desaliñada con una chaqueta de cuero negro que se parecía mucho a Santana.
Hanna tenía sus brazos alrededor de su cintura, las manos metidas en los bolsillos traseros, y estaba apretando dicho trasero.
—Dime que la morena es un estudiante de derecho también.
Brittany se echó a reír.
—Ella, Emily es una consejera de drogas cuando no está tocando el bajo en una banda de rock.
—Combinación interesante.
—Al parecer eso funciona para ellas. Vamos—dijo Brittany, agarrando la mano de Santana—Deja que te presente.
Si Hanna se mostró sorprendida por la presencia de Santana, no lo demostró.
Sonrió y sacó una mano de los pantalones vaqueros de su compañera y se la tendió.
—Hola. Soy Hanna, y esta es Emily, mi Em.
—Encantada de conocerte. Soy Santana.
—Me alegro de verte—dijo Emily en un tono de barítono sorprendentemente suave.
La conversación se redujo cuando las puertas se abrieron y la multitud se adelantó.
Santana y Brittany se cubrieron detrás de Hanna y de Emily en una línea irregular. Brittany apretó con fuerza a la mano de Santana, y en pocos minutos la multitud se asentó en el teatro, de la que se habían retirado todos los asientos en la planta principal.
Había sólo un espacio oscuro y cálido.
Las escaleras a ambos lados llevaban a una zona de la terraza, donde unas pocas mesas estaban a lo largo de la barandilla, pero la mayor parte de la zona en ese nivel se llenó de personas de pie también.
—Está realmente lleno—Brittany gritó por encima del estruendo.
—Vamos a subir—dijo Hanna, luchando para mantener el equilibrio cuando alguien sin querer le dio un golpe en la cadera al pasar—Nos encontraremos después, si no nos vemos allá arriba.
—Está bien—Brittany miró Santana—¿Arriba o abajo?
—Tu elige—Santana respondió, deslizando automáticamente su brazo alrededor de la cintura de Brittany y acercándola cuando dos hombres con vasos de plástico de cerveza se deslizaron más allá de ellas.
—¿Qué dices si buscamos un lugar en la escalera?
Santana asintió mientras desaparecían Hanna y Emily.
—Será mejor que nos movamos rápido.
Otras gentes tuvieron la misma idea, pero afortunadamente encontraron dos escalones libres a medio camino a lo largo de la pared. Santana se afirmó en el lado superior y Brittany justo por debajo, dejando apenas espacio suficiente para que las personas pasaran junto a ellas.
Se desprendieron de sus chaquetas y las escondieron en la pared junto a sus pies.
El personal de seguridad, hombres y mujeres en camisetas negras y pantalones vaqueros, gritaban en sus radio comunicadores, mientras empujaban a través de la multitud, miraron para otro lado a pesar de que estar de pie sobre las escaleras era una violación del código.
Todo el teatro estaba lleno de gente de pared a pared, en el momento en que la banda empezó a acomodarse en el escenario.
Brittany, con la espalda ligeramente amortiguada contra el pecho de Santana, inclinó su cabeza contra el hombro de la morena.
—¿Estás bien?
—Estupendo—Santana se apoyó con una mano en cada lado de las caderas de Brittany cuando otra persona pasó en la escalera justo detrás de ella.
Tan pronto como recuperó el equilibrio, rápidamente movió sus manos.
—Lo siento.
—No tienes por qué.
El rostro de Brittany estaba muy cerca de Santana. A medida que la banda comenzó a tocar, ella le dijo:
—Estoy muy contenta de que hayas venido esta noche.
—Yo también—Santana gritó antes de que la conversación se hiciera imposible.
Los camareros, contra todo pronóstico, lograban serpentear a través de la sala llena, sosteniendo las bandejas circulares en alto cargadas de botellas de cerveza.
Santana alcanzó dos, lanzando lo que esperaba fuera un billete de diez en la bandeja antes de pasarle una botella a Brittany.
A diferencia de la mayoría de los abridores, la primera banda fue la mejor, cuarenta y cinco minutos después, el público ya estaba preparado para la atracción principal.
Cuando Patti Smith golpeó la tarima, delgado y hambriento en pantalones de cuero y una camiseta Dylan desteñida, la habitación era un hervidero con la energía contagiosa de sexo y el alcohol y la rebeldía.
Brittany se meció contra Santana mientras aplaudía, su cuerpo caliente contra el pecho y el estómago de la morena.
Los sonidos eran básicos, las palabras proféticas, y Santana estaba en llamas.
En el momento en Patti gritó que el deseo era el hambre, las caderas de Brittany se tensaron y rodó entre las piernas de Santana con tanta fuerza que su mente se llenó con la neblina roja de la excitación.
No tenía conciencia de que deslizó sus brazos alrededor de la cintura de Brittany o de Brittany juntando las manos y apretando el abrazo.
Cuando Patti proclamó que la noche se hizo para los amantes, Santana hundió la cara en la curva del cuello de Brittany y aspiró su aroma, su boca abierta contra la piel empapada en sudor.
Gimiendo suavemente, se rindió a la sensación, contenta de tener esta pequeña, dulce tregua.
Pero era Brittany quien quería más.
En el primer contacto de la boca de Santana contra su cuello, Brittany se derritió en su interior.
Patti rugió, la multitud rugía, y Brittany se disparó a un lugar en el que nunca había estado. Arqueó la espalda y, sin un solo pensamiento, giró y rodeó con sus brazos el cuello de Santana.
Apretó los puños en el cabello de Santana y se dio un festín con su boca como si hubiera estado muerta de hambre durante años.
Santana le devolvió el beso, incapaz de hacer otra cosa. Había deseado esto durante semanas.
La boca de Brittany estaba caliente, suave, y exigente al mismo tiempo.
La lengua de Brittany corrió al interior de sus labios, y su estómago se retorcía con urgencia.
Cuando oyó gemir a Brittany y sintió el balanceo revelador de sus caderas, alguna parte de su mente se separó de su cuerpo salvajemente exigente. Se encontró mirando como si tratara de una gran distancia, vio a Brittany llevarse por una ola de abandono, y de repente supo que tenía que parar.
Tenía que parar, porque entendía las consecuencias.
—Eyy—Santana se quedó sin aliento, alejando la cabeza del beso y rozando los labios sobre la oreja de Brittany—Estoy perdiendo el control aquí.
—Oh Dios, yo también—Brittany gimió, pellizcando suavemente el cuello de
Santana—He estado queriendo hacer esto desde el día de la competición.
Santana buscó en sus bolsillos por sus llaves, y las presionó entre las manos de Brittany.
—Toma mi coche para que vayas a casa. Tengo que dar un paseo.
Incierta, Brittany buscó en su rostro.
—¿Por qué? ¿Qué es esto?
—Este ya no es el día de la competición—se deslizó hacia la multitud y negó con la cabeza—Me tengo que ir, Brittany.
Brittany se apoyó contra la pared y cerró los ojos.
Su cuerpo estaba en estado de agitación, con la mente incapaz de un pensamiento racional, pero en algún lugar, en el fondo, sabía que Santana tenía razón.
Ambos elementos habían estado en su familia por generaciones, y ella había llegado a apreciarlos a pesar de que la lámpara no proporcionaba mucha luz, después de haber sido diseñada para una época en la que era deseable que un leve resplandor suavizara los rasgos.
Achinando los ojos, evaluó los daños causados por la noche en vela anterior por estar de guardia.
Maquillaje aplicado juiciosamente había cubierto lo peor de las líneas de fatiga y embotado las sombras evidentes debajo de sus ojos.
Había tomado una siesta cuando Susan finalmente se había cansado por la media tarde, y ambas se habían quedado dormidas mientras le leía ´Charlie y la fábrica de chocolate´.
Flashback
—No lo sé, cariño—murmuró hacia Susan, que estaba sentada en el centro de la cubierta mirando con atención las páginas de su libro para colorear en colores primarios brillantes—Clinique podría no ser suficiente esta noche.
Susan levantó una reproducción de Jackson Pollack con orgullo exuberante.
—¡Hermoso!—proclamó Brittany—Tal vez debería tratar con lápices de colores en lugar de rubor. Quizás entonces no voy a parecerme a los muertos vivientes.
Fin Flashback
Saltó cuando una voz detrás de ella dijo:
—Tal vez deberías quedarte en casa y dormir un poco.
Brittany se volvió, con una mano en la cadera, y le dio una mirada a Rachel.
—Tú eres la que siempre me dice que debo salir más.
—Y es cierto, pero no quería decir que después de haber estado despierta hasta por treinta y seis horas—sostenía las llaves de la casa en su mano derecha—No respondiste al timbre, así que entré—indicó una taza en mano—Entonces hice el té.
—Lo siento. Nos estábamos tomando un baño.
Rachel olfateó y murmuró con admiración.
—Me encanta el olor a talco de bebé.
Brittany se echó a reír.
—De hecho, me siento bien. Dormí un poco esta tarde. Además, he estado esperando esto toda la semana. No hay manera de que no vaya.
—Te ves bien.
Rachel observó mientras tomaba los pantalones de Brittany de cuero, botas a juego, y la blusa de seda verde bosque. Pequeños pendientes de esmeralda cuadrada engastados en oro, brillaban a través de las hebras de su cabello rubio, que llevaba suelto y hasta los hombros.
—Gracias.
Rachel se volvió al oír un grito desde abajo.
—Ese es Quinny. Los niños se disponían a ver una película, y probablemente están perdiendo la paciencia.
—Quédate aquí, voy a llevar a Susan abajo.
Brittany recogió a Susan y sus libros para colorear y la condujo de la mano fuera de la habitación. Unos minutos más tarde, regresó.
—Gracias por cuidarla esta noche. La tienen toda la semana y todavía…
—Los niños son como los cachorros—dijo Rachel—Después de dos, ¿qué es una más? Puedes dejarla dormir aquí la noche y mañana pasas por ella. Si no duermes, puedes desayunar con nosotros.
—Eso suena muy bien—Brittany hizo algunos ajustes finales a su pelo.
—Entonces—dijo Rachel, como caminaba alrededor de un montón de cajas sin desempacar cerca de la cama y bajó la voz con un suspiro—¿Esto es una cita?
Brittany se quedó inmóvil.
—Voy con Santana.
—Ya lo sé, pero eso no es lo que pregunté.
—Somos amigas.
—Uh-huh—Rachel tomó un sorbo de té—¿Te acuerdas cuando tú y Quinny eran estudiantes de medicina, y te invitamos a cenar por primera vez?
Brittany sonrió.
—Sí.
—Esa fue mi idea.
—Eso fue muy amable de tu parte.
—En realidad no.
Brittany estudió a Rachel curiosidad.
—¿Qué quieres decir?
—Quería echarte un vistazo. Tú eras compañera de estudio de mi Quinn, y ella pasaba horas contigo todos los días más de lo que yo pasaba con ella, me hablaba de ti todo el tiempo, así que yo quería ver si eras competencia.
—¿Yo?—los ojos de Brittany se ensancharon—¿Hablas en serio?
—Por supuesto que lo digo en serio. Mi Quinny es muy guapa y aunque me dijo que eras hetero, podías caer ante su encanto, belleza, simpatía y esos ojazos verdes que tiene. Me costaba creer que formaran una simple amistad. El asunto del sexo se interpone en el camino—Rachel dejó su té a un lado cuando la frase quedó en el aire.
Impresionada, Brittany protestó:
—Pero yo nunca... Quinn ni una sola vez…
Rachel rió y levantó la mano.
—Ahora lo sé. Pero yo no lo sabía entonces. Quería ver si había una situación de la que tenía que cuidarme, como dije, mi rubia es irresistible.
—¿Hay alguna razón que me estés contando esta historia ahora?
—Santana es lesbiana, cariño. Tú podrías estar pensando en ella como una amiga, pero lo más probable es que ella no está pensando en ti de la misma manera. Si sales en una noche de viernes con un hombre, por lo menos deberías estar pensando acerca de que es una cita o que él podría considerarla una, ¿no crees?
—Bueno, sí. Probablemente.
Brittany recordó la mirada en los ojos de Santana la noche anterior. Recordó la facilidad con que sus cuerpos habían encajado.
Con qué naturalidad.
—¿Qué estás queriendo decir, Rach?
—Santana probablemente está pensando lo mismo, o al menos se lo pregunta. Así que, tarde o temprano, vas a tener que ser clara con ella.
Brittany cogió un pequeño prisma de cristal y lo giró entre sus dedos, estudiándolo como si no hubiera secretos que se escondieran dentro de los arcoíris atrapados dentro.
Por fin levantó la mirada para encontrar a Rachel observándola.
—Casi la besé una vez.
Brittany rara vez había visto a Rachel sorprendida por nada, pero la expresión de su rostro ahora era de incredulidad total.
Finalmente la morena logró decir una palabra inteligible.
—¿Cuándo?
—El día de la selección.
—¿Hace casi cuatro años?—gritó Rachel.
Brittany asintió.
—¿Y me dices eso ahora? Si yo pensara que podría ponerme al día contigo, me levantaría y patearía tu trasero.
—No puedes hacer eso incluso cuando estás embarazada.
—No me tientes—Rachel cruzó los brazos bajo sus pechos—¿Por qué no me lo dijiste?
Brittany acomodó el prisma cuidadosamente de nuevo en su tocador.
—Todo sucedió en unos pocos minutos. Unos pocos minutos de los que ni siquiera podía explicarme a mí misma. Simplemente no quería arruinarlo ni lo intenté—levantó las manos y las dejó caer sin poder hacer nada—Nos conocimos por accidente, y fue como si hubiera una conexión entre nosotras que siempre había estado ahí. Estar con ella se sentía totalmente... bien.
—¿Y qué pasa ahora?
—Todavía se siente.
El timbre sonó.
—Debe ser Santana—dijo Brittany.
—No hemos terminado con esto, Pierce—le advirtió Rachel.
—Lo sé—dijo Brittany suavemente. Cogió su largo abrigo marrón oscuro de piel de la parte posterior de una silla cercana, se apresuró hacia Rachel, y la besó en la mejilla—Buenas noches.
—Diviértete, cariño.
Brittany sonrió agradecida.
—Gracias.
Una vez abajo, Brittany se precipitó hacia la puerta principal, recogiendo las llaves y la cartera de pasada.
Se sentía irracionalmente feliz, emocionada, como si la noche celebrara infinitas posibilidades. Lo único que sabía con certeza era que iba a salir con Santana, y que iba a divertirse.
Ella iba a escuchar a Patti Smith, y sentir su gran revuelo en la sangre, y no pensar en ninguna otra cosa que la vida le exigiera.
Abrió la puerta y al instante se olvidó de todo lo que acababa de estar tan segura.
Santana vestía de negro.
Jeans negros ajustados, botas negras de motorista, camiseta negra, y una chaqueta negra atada a la cintura, que acentuaban su poderosa complexión.
Su espeso cabello negro peinado hacia atrás, los pómulos altos afilados encima de una mandíbula.
Esta no era la Santana López a la que estaba acostumbrada.
Esta mujer irradiaba algo exótico y peligrosamente seductor.
—Hola—dijo Brittany, sintiéndose de pronto privada del habla normal.
Santana sonrió.
—Hola—alargó la mano y tocó los mechones rubios que quedaron atrapados entre el cuello del abrigo de piel y la garganta de Brittany—Tu cabello se ve bien con ésa caída.
—Gracias.
La visión de Brittany se redujo hasta que todo lo que vio fue el rostro de Santana. Después, sólo la boca, los labios entreabiertos y embriagadores.
Ninguna de las dos se movió.
Las puntas de los dedos de Santana descansaron contra el pulso que latía de manera irregular en el cuello de Brittany.
Brittany se inclinó ante lo sutil en sus caricias.
Santana recorrió con su pulgar el borde de la mandíbula de la rubia y dejó que su mirada bajara, recorriendo el abrigo de cuero, las largas piernas elegantemente encerradas en vainas más suaves de cuero, el toque de la seda verde como un fresco de la montaña congelada en un caluroso día de verano.
Apenas había dormido la noche anterior, el recuerdo de Brittany en sus brazos la atormentó durante toda la noche.
Rachel se apareció detrás de Brittany, su mirada iba de una a otra.
—Si no quieren esas entradas, Quinny y yo los tomaremos, y ustedes dos pueden quedarse aquí y cuidar a los niños.
—De ninguna manera—dijo Brittany, sus ojos nunca dejaron el rostro de Santana.
Santana sonrió y saludó suavemente con la mano y miró por encima de Brittany.
—Hola. ¿Cómo estás?
—Aparte del hecho de que estoy engordando mucho, estoy muy bien. Ahora, si ustedes dos podrían moverse, voy a cerrar aquí y averiguar en qué problemas se ha metido mi esposa con esos niños.
—¿Todo listo?—preguntó Santana, incapaz de mantener los ojos alejados del rostro de Brittany por mucho tiempo.
Mirarla era la única cosa que aliviaba el dolor que había establecido su residencia permanente en el centro de su pecho.
Brittany se puso las manos en los bolsillos antes de que éstas tocaran a Santana en algún lugar, en cualquier lugar.
Y ella no podía.
No cuando había tanto que no entendía.
Se preocupaba por Santana demasiado para eso.
—Sí. Estoy lista.
—Mi coche está a la vuelta de la esquina.
Brittany siguió a Santana por las escaleras, mientras la pregunta de Rachel resonaba en su mente.
¿Es una cita?
Por supuesto que no.
¿O lo era?
—Ahí están—dijo Brittany, apuntando hacia la multitud alrededor de la acera en frente del Teatro de las Artes en South Street.
Santana miró hacia donde Brittany señaló y vio a una mujer que tenía que ser la hermana de Brittany, Hanna, ya que parecía a su copia al carbón, sólo que un poco más bajita.
Hanna estaba pegada a la frente de una mujer sorprendentemente desaliñada con una chaqueta de cuero negro que se parecía mucho a Santana.
Hanna tenía sus brazos alrededor de su cintura, las manos metidas en los bolsillos traseros, y estaba apretando dicho trasero.
—Dime que la morena es un estudiante de derecho también.
Brittany se echó a reír.
—Ella, Emily es una consejera de drogas cuando no está tocando el bajo en una banda de rock.
—Combinación interesante.
—Al parecer eso funciona para ellas. Vamos—dijo Brittany, agarrando la mano de Santana—Deja que te presente.
Si Hanna se mostró sorprendida por la presencia de Santana, no lo demostró.
Sonrió y sacó una mano de los pantalones vaqueros de su compañera y se la tendió.
—Hola. Soy Hanna, y esta es Emily, mi Em.
—Encantada de conocerte. Soy Santana.
—Me alegro de verte—dijo Emily en un tono de barítono sorprendentemente suave.
La conversación se redujo cuando las puertas se abrieron y la multitud se adelantó.
Santana y Brittany se cubrieron detrás de Hanna y de Emily en una línea irregular. Brittany apretó con fuerza a la mano de Santana, y en pocos minutos la multitud se asentó en el teatro, de la que se habían retirado todos los asientos en la planta principal.
Había sólo un espacio oscuro y cálido.
Las escaleras a ambos lados llevaban a una zona de la terraza, donde unas pocas mesas estaban a lo largo de la barandilla, pero la mayor parte de la zona en ese nivel se llenó de personas de pie también.
—Está realmente lleno—Brittany gritó por encima del estruendo.
—Vamos a subir—dijo Hanna, luchando para mantener el equilibrio cuando alguien sin querer le dio un golpe en la cadera al pasar—Nos encontraremos después, si no nos vemos allá arriba.
—Está bien—Brittany miró Santana—¿Arriba o abajo?
—Tu elige—Santana respondió, deslizando automáticamente su brazo alrededor de la cintura de Brittany y acercándola cuando dos hombres con vasos de plástico de cerveza se deslizaron más allá de ellas.
—¿Qué dices si buscamos un lugar en la escalera?
Santana asintió mientras desaparecían Hanna y Emily.
—Será mejor que nos movamos rápido.
Otras gentes tuvieron la misma idea, pero afortunadamente encontraron dos escalones libres a medio camino a lo largo de la pared. Santana se afirmó en el lado superior y Brittany justo por debajo, dejando apenas espacio suficiente para que las personas pasaran junto a ellas.
Se desprendieron de sus chaquetas y las escondieron en la pared junto a sus pies.
El personal de seguridad, hombres y mujeres en camisetas negras y pantalones vaqueros, gritaban en sus radio comunicadores, mientras empujaban a través de la multitud, miraron para otro lado a pesar de que estar de pie sobre las escaleras era una violación del código.
Todo el teatro estaba lleno de gente de pared a pared, en el momento en que la banda empezó a acomodarse en el escenario.
Brittany, con la espalda ligeramente amortiguada contra el pecho de Santana, inclinó su cabeza contra el hombro de la morena.
—¿Estás bien?
—Estupendo—Santana se apoyó con una mano en cada lado de las caderas de Brittany cuando otra persona pasó en la escalera justo detrás de ella.
Tan pronto como recuperó el equilibrio, rápidamente movió sus manos.
—Lo siento.
—No tienes por qué.
El rostro de Brittany estaba muy cerca de Santana. A medida que la banda comenzó a tocar, ella le dijo:
—Estoy muy contenta de que hayas venido esta noche.
—Yo también—Santana gritó antes de que la conversación se hiciera imposible.
Los camareros, contra todo pronóstico, lograban serpentear a través de la sala llena, sosteniendo las bandejas circulares en alto cargadas de botellas de cerveza.
Santana alcanzó dos, lanzando lo que esperaba fuera un billete de diez en la bandeja antes de pasarle una botella a Brittany.
A diferencia de la mayoría de los abridores, la primera banda fue la mejor, cuarenta y cinco minutos después, el público ya estaba preparado para la atracción principal.
Cuando Patti Smith golpeó la tarima, delgado y hambriento en pantalones de cuero y una camiseta Dylan desteñida, la habitación era un hervidero con la energía contagiosa de sexo y el alcohol y la rebeldía.
Brittany se meció contra Santana mientras aplaudía, su cuerpo caliente contra el pecho y el estómago de la morena.
Los sonidos eran básicos, las palabras proféticas, y Santana estaba en llamas.
En el momento en Patti gritó que el deseo era el hambre, las caderas de Brittany se tensaron y rodó entre las piernas de Santana con tanta fuerza que su mente se llenó con la neblina roja de la excitación.
No tenía conciencia de que deslizó sus brazos alrededor de la cintura de Brittany o de Brittany juntando las manos y apretando el abrazo.
Cuando Patti proclamó que la noche se hizo para los amantes, Santana hundió la cara en la curva del cuello de Brittany y aspiró su aroma, su boca abierta contra la piel empapada en sudor.
Gimiendo suavemente, se rindió a la sensación, contenta de tener esta pequeña, dulce tregua.
Pero era Brittany quien quería más.
En el primer contacto de la boca de Santana contra su cuello, Brittany se derritió en su interior.
Patti rugió, la multitud rugía, y Brittany se disparó a un lugar en el que nunca había estado. Arqueó la espalda y, sin un solo pensamiento, giró y rodeó con sus brazos el cuello de Santana.
Apretó los puños en el cabello de Santana y se dio un festín con su boca como si hubiera estado muerta de hambre durante años.
Santana le devolvió el beso, incapaz de hacer otra cosa. Había deseado esto durante semanas.
La boca de Brittany estaba caliente, suave, y exigente al mismo tiempo.
La lengua de Brittany corrió al interior de sus labios, y su estómago se retorcía con urgencia.
Cuando oyó gemir a Brittany y sintió el balanceo revelador de sus caderas, alguna parte de su mente se separó de su cuerpo salvajemente exigente. Se encontró mirando como si tratara de una gran distancia, vio a Brittany llevarse por una ola de abandono, y de repente supo que tenía que parar.
Tenía que parar, porque entendía las consecuencias.
—Eyy—Santana se quedó sin aliento, alejando la cabeza del beso y rozando los labios sobre la oreja de Brittany—Estoy perdiendo el control aquí.
—Oh Dios, yo también—Brittany gimió, pellizcando suavemente el cuello de
Santana—He estado queriendo hacer esto desde el día de la competición.
Santana buscó en sus bolsillos por sus llaves, y las presionó entre las manos de Brittany.
—Toma mi coche para que vayas a casa. Tengo que dar un paseo.
Incierta, Brittany buscó en su rostro.
—¿Por qué? ¿Qué es esto?
—Este ya no es el día de la competición—se deslizó hacia la multitud y negó con la cabeza—Me tengo que ir, Brittany.
Brittany se apoyó contra la pared y cerró los ojos.
Su cuerpo estaba en estado de agitación, con la mente incapaz de un pensamiento racional, pero en algún lugar, en el fondo, sabía que Santana tenía razón.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Retroceder el Tiempo (Adaptada) Epílogo
hola morra,...
san tiene razón ya no es la competición... y ya nadies las ve a parar si siguen,..
por ende yo digo que se dejen llevar de una vez y ya jajaj
a ver que pasa con las dos,.. todo empieza por un beso!!
nos vemos!!!
san tiene razón ya no es la competición... y ya nadies las ve a parar si siguen,..
por ende yo digo que se dejen llevar de una vez y ya jajaj
a ver que pasa con las dos,.. todo empieza por un beso!!
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Retroceder el Tiempo (Adaptada) Epílogo
bueno me habria gustado mas que Santana no fuese tan racional, a ver que pasa ahora!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Retroceder el Tiempo (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,...
san tiene razón ya no es la competición... y ya nadies las ve a parar si siguen,..
por ende yo digo que se dejen llevar de una vez y ya jajaj
a ver que pasa con las dos,.. todo empieza por un beso!!
nos vemos!!!
Hola lu, mmm ya no están "tan" jovenes como para ver si es vrdadero o no¿? dices tu¿? ajajajjaajajajajajaja. Jajajajajajaajajajajajajajajajajaja pero que razón tienes ai! ajjaajajajaja amen hermana! apoyo lo que dicesjajaajajajaj. Aquí el siguiente cap para eso! Saludos =D
micky morales escribió:bueno me habria gustado mas que Santana no fuese tan racional, a ver que pasa ahora!!!!
Hola, y a mi tmbn la vrdd xD jajaajajajajaja, esperemos y britt logre sacar ese lado salvaje de al morena jajajaja. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Retroceder el Tiempo (Adaptada) Cap 20
Capitulo 20
Santana atravesaba el pequeño vestíbulo, haciendo caso omiso de las miradas curiosas de los empleados, y con el hombro empujó la puerta.
Llevaba colgada su chaqueta sobre el hombro, sin detenerse ni por un segundo para prestarle atención.
El calor latente de la multitud y la excitación implacable la persiguieron, empujándola como si estuviera asediada.
Eran cerca de las 11:00 pm, y ni siquiera el frío penetrante se registró en su mente mientras se dirigía al oeste, lo que obligó su paso por las calles atestadas. Incluso ahora, en pleno invierno, la vida nocturna latía en el tramo de los doce bloques de la calle Sur, extendiéndose desde la Penn hasta el río Delaware.
Boutiques, bares, salones de tatuaje y quioscos de comida rápida atascaban cada pulgada disponible de bienes raíces. Grupos de adolescentes se empujaban, dando sus primeros pasos en los rituales de diversión.
Curiosos forasteros y lugareños paseaban.
Y Santana corrió.
Tenía sólo un objetivo en mente, y era poner distancia entre ella y Brittany.
Necesitaba un poco de espacio para resucitar sus defensas destrozadas.
Sabía que salir esta noche con Brittany era un riesgo.
Había sabido por días, semanas, de hecho, que había estado fingiendo. Simulando que su atracción era controlable, que su deseo era controlable, y lo más peligroso de todo, que Brittany estaba disponible.
Pero no había tenido la fuerza para alejarse, y ahora tenía que correr.
Se preguntó cómo hacer y cuánto tiempo le tomaría correr a los recuerdos de los hambrientos besos de Brittany, la firme presión de su cuerpo caliente, los pequeños sonidos de placer que había cortado a través de ella con la precisión mortal de un acero quirúrgico.
Más allá de lo que tenía, ella lo sabía.
Pasó a través de las multitudes del viernes por la noche que se aproximaba, apenas consciente de cruzar las calles con o sin las luces. Su fina camisa pegada a su pecho, empapada con el sudor de deseo y desesperación.
Casi esperaba que fuera sangre.
El Hospital de la Universidad estaba a treinta cuadras al oeste, y cubrió la distancia en poco más de treinta minutos, llegando con las extremidades débiles y jadeando.
Buscó en la cartera su ID, A pesar de que no era necesario. Todos los guardias la conocían. Si los dos de la entrada principal estaban sorprendidos por su apariencia, no lo demostraron.
Fue directamente a los ascensores y llegó hasta el vestuario. Estaba vacío, como usualmente lo estaba en el medio de la noche.
Los residentes estaban ocupados u operando en las plantas, y el único personal de quirófano alrededor estaba ocupado con el flujo interminable de casos de emergencia.
Santana abrió su casillero con manos temblorosas y metódicamente se quitó las botas y la ropa. Se puso exfoliantes suaves y limpias, se calzó los zapatos en mal estado, salpicados de sangre, y se fue en busca del olvido.
Su primera parada fue en la sala de emergencias, donde examinó la pizarra que cubría una de las paredes. Se dividía en una serie de filas y columnas con el cubículo de números en el lado izquierdo, seguido por el nombre del paciente, la asistencia del médico de urgencias, y un comentario de consulta.
Estudió la lista.
Dolor de espalda, tos, dolor de oído, dolor al orinar, dolor abdominal.
Dolor abdominal.
Bingo.
—Hey, Lauren—dijo Santana cuando encontró a la asistente de urgencias poniendo un yeso en la sala de tratamiento—¿Cuál es la historia con el de dolor abdominal?
La corpulenta castaña siquiera miró alrededor mientras suavemente ponía la tira de tres pulgadas de yeso alrededor del relleno blando que había necesitado la muñeca de una mujer mayor.
—Jugador de baloncesto, de dieciséis años, quien dijo que pensó que se desgarró un músculo de la ingle durante la práctica hace dos días, pero hoy ha perdido el apetito y se disparó la temperatura.
—¿Lectura de glóbulos blancos?
—22000.
—Ocho. ¿Rayos X?
Lauren Zizes se enderezó con una mueca, pero le sonrió a la mujer de cabello blanco en la silla de ruedas.
—Todo hecho. ¿Cómo se siente?
—Mucho mejor. ¿Cuánto tiempo voy a tener que llevar esta cosa?
—Eso va a ser hasta que lo vea su médico ortopédico—dijo—Pero me imagino que unas seis semanas.
—Oh. Eso va a hacer que sea difícil palar si nieva de nuevo—apretó los labios firmemente juntos, al parecer tratando de no reírse, y asintió con seriedad—Es posible que necesite ayuda con eso.
Le palmeó el hombro y le hizo señas a Santana para seguirla de nuevo en la sala. Cuando se trasladaron a unos pocos metros por el corredor, dijo:
—Espero que me preocupe por palear cuando tenga ochenta y siete.
—Si. Yo también.
—Entonces, ¿qué estás haciendo aquí? Llamé para una consulta de cirugía, pero no esperaba verte.
Santana se encogió de hombros.
—Me pasé por el barrio.
—Uh-huh. Bueno, mientras estás de paso, ¿por qué no vas a poner tus manos santas sobre el vientre de ese chico, así puedo conseguir sacarlo de aquí? Tendremos respaldo hasta la próxima semana.
—Yo me ocuparé de ello.
Lauren gruñó unas gracias y se marchó, y Santana fue en busca del expediente. Cuando la encontró, rozó rápidamente las páginas para asegurarse de que no había otra cosa que necesitara saber y luego fue a ver al paciente.
Se presentó a Rodney Owens y le explicó que quería echar un vistazo a su abdomen.
Todas las ciento noventa libras de Rodney Owens se pusieron rojas mientras se agarraba la delgada sábana del hospital contra su pecho.
—Yo no creo que haya nada malo en mi estómago.
—¿En serio? Tu hoja clínica dice que entraste quejándote de dolor abdominal.
—No es exactamente mi abdomen. Más... es como... más abajo.
—Bajo. ¿Bajo como en la ingle?
Él asintió con la cabeza vigorosamente.
—Sí, mi ingle. Eso es.
Santana apoyó la cadera contra el borde de la camilla y se puso la tabla bajo el brazo.
—¿Ingle como en el interior de tu pierna o la ingle como en los testículos?
—Ésos—dijo él débilmente.
—¿Has tenido algún problema ahí antes? ¿Cómo una hernia?
Él negó con la cabeza.
—¿Algún trauma reciente? ¿Quizás durante el entrenamiento de hace unos días?
Otro movimiento negativo de cabeza.
—¿Hinchazón?
—No—susurró él.
—Entonces, ¿te duele uno o ambos?
—Sólo el derecho.
—Está bien. Vamos a echar un vistazo a tu vientre en primer lugar.
Rodney soltó la sábana y Santana tiró de ella hasta sus caderas. Ella levantó el estetoscopio, cubierto sobre el aparato de la tensión arterial y lo puso en el cuadrante superior izquierdo del abdomen, luego se movió hasta que había cubierto toda la superficie.
—No te muevas—dijo mientras tiró el estetoscopio sobre el mostrador—Voy a presionar, y me dices si te duele. ¿De acuerdo?
—Está bien.
Siguió el camino que había trazado previamente con el estetoscopio, sondeando profundamente y soltando rápidamente.
Rodney no mostró evidencia de dolor directo o rebote hasta que llegó al cuadrante inferior derecho, donde sintió un endurecimiento infinitesimal de sus músculos.
Ella levantó la vista.
—¿Te duele aquí?
—Sólo un poco.
Ella no sintió una masa discreta, pero había una sugerencia de plenitud en ésa área.
—Voy a echar un vistazo rápido a tu ingle sólo para asegurarme de que no haya problema. Si algo duele, me dices.
Rodney miró resueltamente hacia el techo mientras ella palpaba cada testículo.
—No parece haber ningún problema—tiró de la sábana y se volvió para lavarse las manos—¿Tus padres están aquí?
—Sólo mi mamá. Creo que fue a buscar un refresco. ¿Qué hay de malo, qué piensa?
—Creo que tienes apendicitis.
—Entonces, ¿por qué me duelen los... ya sabes?
—Probablemente porque tu apéndice irrita las estructuras en el interior de tu abdomen, parte del plomo hacia abajo en esa área. Lo llamamos dolor.
—¿Voy a necesitar una operación?
—Yo creo que sí. Pero no va a ser gran cosa, y estarás como nuevo en una semana más o menos—se secó las manos y tiró la toalla de papel en la papelera—Voy a ir a buscar a tu mamá, y luego estaré de vuelta.
Treinta minutos más tarde, llevaba a Rodney a la sala de operaciones, haciendo lo que mejor sabía hacer, y con la esperanza de que el reto de buscar el apéndice de Rodney a través del laparoscopio sería suficiente para mantener su mente fuera de Brittany.
Le dolía en el fondo, un poco como a Rodney, pero su dolor referido le golpeó directamente al corazón.
**************************************************************************************************************
—Dios, fue fabuloso—dijo Hanna a Brittany cuando ella y Emily finalmente la encontraron en el vestíbulo.
—Fue genial—Brittany estuvo de acuerdo.
Hanna miró alrededor.
—¿Dónde está Santana?
—Tuvo que irse.
Brittany intentó parecer indiferente, pero podía decir por la expresión del rostro de su hermana que había fracasado.
Cuando, murmurando algo para Emily, Hanna la tomó por el brazo y la arrastró unos pasos de distancia, Brittany se armó de valor.
La última cosa que quería hacer era hablar cuando su mente era un revoltijo de preguntas y su cuerpo se sentía como si perteneciera a otra persona.
Nunca había reaccionado ante nadie de esa manera antes.
No quería pensar ni hablar hasta que ella misma lo reconociera. Tal vez entonces podría darle sentido a lo que había hecho.
—¿Qué está pasando?—preguntó Hanna.
—Nada. De verdad. Santana sólo necesitaba irse. Tengo su coche, así que estoy bien. Ustedes dos vayan a casa.
Hanna alejó a Brittany fuera del camino de las personas que fluían hacia las puertas.
—¿Tuvieron una pelea?
—No.
—Trabajas con ella, ¿verdad? Yo no estaba prestando mucha atención cuando dijiste que traerías a una amiga.
—Mira, Hann…
—¿Entonces por qué estás tan molesta si no pasó nada?
—¿Podemos hablar de esto en otro momento? estoy realmente cansada. Trabajé toda la noche de ayer, y ahora…
Hanna se cruzó de brazos y la miró como si estuviera preparándose para un asedio.
—Nunca te veo, y estás siempre demasiado ocupada para hablar por teléfono. Tú y Sam se divorcian, y luego apareces aquí hace dos meses sin siquiera decirme que vienes. Nos reunimos por primera vez en siglos de pasar de estar en la cima del mundo a mirarte como...—Hanna entrecerró los ojos y miró a los de Brittany—Parece que vas a llorar. Por Dios, ¿qué te hizo ella?
La garganta de Brittany quemaba y estaba aterrorizada de que iba a llorar.
Nunca lloraba.
—Ella no ha hecho nada. Pero creo que yo podría haber hecho algo estúpido.
—¿Cómo qué? ¿Dios, tú no andas en drogas o algo así?
—No, nada de eso—dijo Brittany, su voz se elevó, hacia lo que temía que pudiera convertirse en una risa histérica—Soy un desastre, la besé. Ella estaba molesta.
—¿Tú besaste a Santana? ¿Cómo en un beso, serio beso?
Brittany asintió.
—¿Ella es gay?
Brittany asintió de nuevo, pero estaba pensando en el beso. Acerca de la forma en que el cuerpo de Santana se había apretado contra el de ella, sobre el roce de los dientes y los labios y el paso de lenguas hambrientas, sobre las manos posesivas que habían ahuecadas su trasero y tiró hacia sí.
Cerró los ojos, esperando que su cabeza dejara de dar vueltas.
—Santo. Santo, santo, santo.... Entonces, ¿tú eres gay? ¿Juegas para mi equipo hermana?
Brittany abrió los ojos.
—No he pensado más allá de ella. Parece que no puedo pensar en nada más que en ella.
—Por Dios, Britty. Tal vez deberías.
—Sí—dijo Brittany con cansancio—Tal vez debería.
Hanna se excusó con Emily de Brittany, y la rubia mayor caminó hacia el coche, con la esperanza de que vería a Santana en algún lugar del camino escondida en una puerta, con los tobillos cruzados y esa sonrisa en su cara que era una irresistible combinación de diversión y arrogante confianza, o apoyada en el Thunderbird, como la había estado esperando la noche anterior.
Treinta y seis horas, como siempre.
Su vida se dividía en segmentos de treinta y seis horas, al parecer, un ciclo repetitivo del que no podía cambiar de nuevo a la rutina que seguía a la mayoría del mundo.
Nunca había sido capaz de explicar su trabajo, o lo que exigía de ella, a nadie que no tuviera la experiencia. Ahora, esa sensación extraña se extendía a lo más profundo de ella.
Podía decir las palabras.
La besé.
Era bastante simple.
Incluso sabía por qué.
Lo había hecho porque cada átomo en su cuerpo había absorbido a Santana a partir del instante en que se conocieron.
No había nadie esperando en el Thunderbird, excepto un par de jóvenes que estaban de pie en la acera, admirando las líneas elegantes y el cromo deslumbrante.
—Ey—dijo uno de ellos—Un buen paseo.
Brittany abrió la puerta del conductor.
—¿Lo es, no es así?
—¿Tu viejo hizo la restauración?
—No exactamente.
Brittany se deslizó y se dio unos segundos para informarse debidamente sobre los indicadores y los engranajes.
Afortunadamente, no se dejó intimidar por nada mecánico, y aunque no había conducido nada como esto antes, sabía que podía.
Con mucho cuidado, salió a la primera señal de un espacio en el tráfico que se arrastraba por de dos carriles, uno de ida calle y rápidamente se dirigió a una de las calles menos transitadas para volver al oeste de Filadelfia.
No quería que nada le pasara a este coche.
Una vez que se sintió cómoda, rebuscó en el fondo del bolsillo de su abrigo de cuero y encontró su celular. Había programado el número de Santana, como había hecho con los números de todos los demás residentes en el servicio, y ellos tenían el suyo. Marcó el número, su corazón estaba desbocado. Cuando entró el correo de voz, no dejó ningún mensaje.
¿Qué podía decir?
¿Qué había podido decir si Santana hubiera contestado?
¿Lo siento, no quise besarte?
No, porque eso no era cierto.
No había pensado en ello, ni siquiera había tomado una decisión consciente de hacerlo, pero ella había querido eso.
Colgó y pulsó la marcación rápida por el número más importante en su vida, la operadora del hospital. Cuando se contestó la llamada, se identificó y pidió que le pusieran con el número de la casa de la Dra. Santana López.
—Puedo hacer eso, doctora, pero la Dra. López está aquí en el hospital.
—¿Le gustaría que le enviara un busca por usted?
—Sí, por favor—dijo Brittany.
No se sorprendió, ahora que pensaba en ello.
Santana raramente pasaba algún tiempo en casa cuando ella ni siquiera estaba de guardia.
Sintió una oleada de alivio irracional de que Santana no hubiera ido al Bar O'Malley o a algún otro lugar en busca de diversión, y luego se rió de su propio auto engaño.
Santana podía encontrar la compañía que necesitaba en el hospital si lo quería.
Como para probar el punto, una mujer se puso al teléfono.
Una mujer que no era Santana.
—¿Está Llamando a la Dra. López?—preguntó la mujer imperiosamente.
Brittany trató desesperadamente de ubicar la voz. Pensó que podría reconocer a Dani, porque se la pasaban justo en el salón.
O Elaine, no estaba demasiado segura.
La ojiazul espetó,
—Sí. Soy la Dra. Pierce.
—La Dra. López está en el quirófano. ¿Quiere dejar un mensaje?
—No, gracias—Brittany colgó y puso el teléfono en su bolsillo.
Se frotó los ojos, sintiendo cómo se quemaba con la frustración y la fatiga.
Lo que fuera que iba a decir, tenía que decirlo en persona.
Santana se merecía eso.
Llevaba colgada su chaqueta sobre el hombro, sin detenerse ni por un segundo para prestarle atención.
El calor latente de la multitud y la excitación implacable la persiguieron, empujándola como si estuviera asediada.
Eran cerca de las 11:00 pm, y ni siquiera el frío penetrante se registró en su mente mientras se dirigía al oeste, lo que obligó su paso por las calles atestadas. Incluso ahora, en pleno invierno, la vida nocturna latía en el tramo de los doce bloques de la calle Sur, extendiéndose desde la Penn hasta el río Delaware.
Boutiques, bares, salones de tatuaje y quioscos de comida rápida atascaban cada pulgada disponible de bienes raíces. Grupos de adolescentes se empujaban, dando sus primeros pasos en los rituales de diversión.
Curiosos forasteros y lugareños paseaban.
Y Santana corrió.
Tenía sólo un objetivo en mente, y era poner distancia entre ella y Brittany.
Necesitaba un poco de espacio para resucitar sus defensas destrozadas.
Sabía que salir esta noche con Brittany era un riesgo.
Había sabido por días, semanas, de hecho, que había estado fingiendo. Simulando que su atracción era controlable, que su deseo era controlable, y lo más peligroso de todo, que Brittany estaba disponible.
Pero no había tenido la fuerza para alejarse, y ahora tenía que correr.
Se preguntó cómo hacer y cuánto tiempo le tomaría correr a los recuerdos de los hambrientos besos de Brittany, la firme presión de su cuerpo caliente, los pequeños sonidos de placer que había cortado a través de ella con la precisión mortal de un acero quirúrgico.
Más allá de lo que tenía, ella lo sabía.
Pasó a través de las multitudes del viernes por la noche que se aproximaba, apenas consciente de cruzar las calles con o sin las luces. Su fina camisa pegada a su pecho, empapada con el sudor de deseo y desesperación.
Casi esperaba que fuera sangre.
El Hospital de la Universidad estaba a treinta cuadras al oeste, y cubrió la distancia en poco más de treinta minutos, llegando con las extremidades débiles y jadeando.
Buscó en la cartera su ID, A pesar de que no era necesario. Todos los guardias la conocían. Si los dos de la entrada principal estaban sorprendidos por su apariencia, no lo demostraron.
Fue directamente a los ascensores y llegó hasta el vestuario. Estaba vacío, como usualmente lo estaba en el medio de la noche.
Los residentes estaban ocupados u operando en las plantas, y el único personal de quirófano alrededor estaba ocupado con el flujo interminable de casos de emergencia.
Santana abrió su casillero con manos temblorosas y metódicamente se quitó las botas y la ropa. Se puso exfoliantes suaves y limpias, se calzó los zapatos en mal estado, salpicados de sangre, y se fue en busca del olvido.
Su primera parada fue en la sala de emergencias, donde examinó la pizarra que cubría una de las paredes. Se dividía en una serie de filas y columnas con el cubículo de números en el lado izquierdo, seguido por el nombre del paciente, la asistencia del médico de urgencias, y un comentario de consulta.
Estudió la lista.
Dolor de espalda, tos, dolor de oído, dolor al orinar, dolor abdominal.
Dolor abdominal.
Bingo.
—Hey, Lauren—dijo Santana cuando encontró a la asistente de urgencias poniendo un yeso en la sala de tratamiento—¿Cuál es la historia con el de dolor abdominal?
La corpulenta castaña siquiera miró alrededor mientras suavemente ponía la tira de tres pulgadas de yeso alrededor del relleno blando que había necesitado la muñeca de una mujer mayor.
—Jugador de baloncesto, de dieciséis años, quien dijo que pensó que se desgarró un músculo de la ingle durante la práctica hace dos días, pero hoy ha perdido el apetito y se disparó la temperatura.
—¿Lectura de glóbulos blancos?
—22000.
—Ocho. ¿Rayos X?
Lauren Zizes se enderezó con una mueca, pero le sonrió a la mujer de cabello blanco en la silla de ruedas.
—Todo hecho. ¿Cómo se siente?
—Mucho mejor. ¿Cuánto tiempo voy a tener que llevar esta cosa?
—Eso va a ser hasta que lo vea su médico ortopédico—dijo—Pero me imagino que unas seis semanas.
—Oh. Eso va a hacer que sea difícil palar si nieva de nuevo—apretó los labios firmemente juntos, al parecer tratando de no reírse, y asintió con seriedad—Es posible que necesite ayuda con eso.
Le palmeó el hombro y le hizo señas a Santana para seguirla de nuevo en la sala. Cuando se trasladaron a unos pocos metros por el corredor, dijo:
—Espero que me preocupe por palear cuando tenga ochenta y siete.
—Si. Yo también.
—Entonces, ¿qué estás haciendo aquí? Llamé para una consulta de cirugía, pero no esperaba verte.
Santana se encogió de hombros.
—Me pasé por el barrio.
—Uh-huh. Bueno, mientras estás de paso, ¿por qué no vas a poner tus manos santas sobre el vientre de ese chico, así puedo conseguir sacarlo de aquí? Tendremos respaldo hasta la próxima semana.
—Yo me ocuparé de ello.
Lauren gruñó unas gracias y se marchó, y Santana fue en busca del expediente. Cuando la encontró, rozó rápidamente las páginas para asegurarse de que no había otra cosa que necesitara saber y luego fue a ver al paciente.
Se presentó a Rodney Owens y le explicó que quería echar un vistazo a su abdomen.
Todas las ciento noventa libras de Rodney Owens se pusieron rojas mientras se agarraba la delgada sábana del hospital contra su pecho.
—Yo no creo que haya nada malo en mi estómago.
—¿En serio? Tu hoja clínica dice que entraste quejándote de dolor abdominal.
—No es exactamente mi abdomen. Más... es como... más abajo.
—Bajo. ¿Bajo como en la ingle?
Él asintió con la cabeza vigorosamente.
—Sí, mi ingle. Eso es.
Santana apoyó la cadera contra el borde de la camilla y se puso la tabla bajo el brazo.
—¿Ingle como en el interior de tu pierna o la ingle como en los testículos?
—Ésos—dijo él débilmente.
—¿Has tenido algún problema ahí antes? ¿Cómo una hernia?
Él negó con la cabeza.
—¿Algún trauma reciente? ¿Quizás durante el entrenamiento de hace unos días?
Otro movimiento negativo de cabeza.
—¿Hinchazón?
—No—susurró él.
—Entonces, ¿te duele uno o ambos?
—Sólo el derecho.
—Está bien. Vamos a echar un vistazo a tu vientre en primer lugar.
Rodney soltó la sábana y Santana tiró de ella hasta sus caderas. Ella levantó el estetoscopio, cubierto sobre el aparato de la tensión arterial y lo puso en el cuadrante superior izquierdo del abdomen, luego se movió hasta que había cubierto toda la superficie.
—No te muevas—dijo mientras tiró el estetoscopio sobre el mostrador—Voy a presionar, y me dices si te duele. ¿De acuerdo?
—Está bien.
Siguió el camino que había trazado previamente con el estetoscopio, sondeando profundamente y soltando rápidamente.
Rodney no mostró evidencia de dolor directo o rebote hasta que llegó al cuadrante inferior derecho, donde sintió un endurecimiento infinitesimal de sus músculos.
Ella levantó la vista.
—¿Te duele aquí?
—Sólo un poco.
Ella no sintió una masa discreta, pero había una sugerencia de plenitud en ésa área.
—Voy a echar un vistazo rápido a tu ingle sólo para asegurarme de que no haya problema. Si algo duele, me dices.
Rodney miró resueltamente hacia el techo mientras ella palpaba cada testículo.
—No parece haber ningún problema—tiró de la sábana y se volvió para lavarse las manos—¿Tus padres están aquí?
—Sólo mi mamá. Creo que fue a buscar un refresco. ¿Qué hay de malo, qué piensa?
—Creo que tienes apendicitis.
—Entonces, ¿por qué me duelen los... ya sabes?
—Probablemente porque tu apéndice irrita las estructuras en el interior de tu abdomen, parte del plomo hacia abajo en esa área. Lo llamamos dolor.
—¿Voy a necesitar una operación?
—Yo creo que sí. Pero no va a ser gran cosa, y estarás como nuevo en una semana más o menos—se secó las manos y tiró la toalla de papel en la papelera—Voy a ir a buscar a tu mamá, y luego estaré de vuelta.
Treinta minutos más tarde, llevaba a Rodney a la sala de operaciones, haciendo lo que mejor sabía hacer, y con la esperanza de que el reto de buscar el apéndice de Rodney a través del laparoscopio sería suficiente para mantener su mente fuera de Brittany.
Le dolía en el fondo, un poco como a Rodney, pero su dolor referido le golpeó directamente al corazón.
**************************************************************************************************************
—Dios, fue fabuloso—dijo Hanna a Brittany cuando ella y Emily finalmente la encontraron en el vestíbulo.
—Fue genial—Brittany estuvo de acuerdo.
Hanna miró alrededor.
—¿Dónde está Santana?
—Tuvo que irse.
Brittany intentó parecer indiferente, pero podía decir por la expresión del rostro de su hermana que había fracasado.
Cuando, murmurando algo para Emily, Hanna la tomó por el brazo y la arrastró unos pasos de distancia, Brittany se armó de valor.
La última cosa que quería hacer era hablar cuando su mente era un revoltijo de preguntas y su cuerpo se sentía como si perteneciera a otra persona.
Nunca había reaccionado ante nadie de esa manera antes.
No quería pensar ni hablar hasta que ella misma lo reconociera. Tal vez entonces podría darle sentido a lo que había hecho.
—¿Qué está pasando?—preguntó Hanna.
—Nada. De verdad. Santana sólo necesitaba irse. Tengo su coche, así que estoy bien. Ustedes dos vayan a casa.
Hanna alejó a Brittany fuera del camino de las personas que fluían hacia las puertas.
—¿Tuvieron una pelea?
—No.
—Trabajas con ella, ¿verdad? Yo no estaba prestando mucha atención cuando dijiste que traerías a una amiga.
—Mira, Hann…
—¿Entonces por qué estás tan molesta si no pasó nada?
—¿Podemos hablar de esto en otro momento? estoy realmente cansada. Trabajé toda la noche de ayer, y ahora…
Hanna se cruzó de brazos y la miró como si estuviera preparándose para un asedio.
—Nunca te veo, y estás siempre demasiado ocupada para hablar por teléfono. Tú y Sam se divorcian, y luego apareces aquí hace dos meses sin siquiera decirme que vienes. Nos reunimos por primera vez en siglos de pasar de estar en la cima del mundo a mirarte como...—Hanna entrecerró los ojos y miró a los de Brittany—Parece que vas a llorar. Por Dios, ¿qué te hizo ella?
La garganta de Brittany quemaba y estaba aterrorizada de que iba a llorar.
Nunca lloraba.
—Ella no ha hecho nada. Pero creo que yo podría haber hecho algo estúpido.
—¿Cómo qué? ¿Dios, tú no andas en drogas o algo así?
—No, nada de eso—dijo Brittany, su voz se elevó, hacia lo que temía que pudiera convertirse en una risa histérica—Soy un desastre, la besé. Ella estaba molesta.
—¿Tú besaste a Santana? ¿Cómo en un beso, serio beso?
Brittany asintió.
—¿Ella es gay?
Brittany asintió de nuevo, pero estaba pensando en el beso. Acerca de la forma en que el cuerpo de Santana se había apretado contra el de ella, sobre el roce de los dientes y los labios y el paso de lenguas hambrientas, sobre las manos posesivas que habían ahuecadas su trasero y tiró hacia sí.
Cerró los ojos, esperando que su cabeza dejara de dar vueltas.
—Santo. Santo, santo, santo.... Entonces, ¿tú eres gay? ¿Juegas para mi equipo hermana?
Brittany abrió los ojos.
—No he pensado más allá de ella. Parece que no puedo pensar en nada más que en ella.
—Por Dios, Britty. Tal vez deberías.
—Sí—dijo Brittany con cansancio—Tal vez debería.
Hanna se excusó con Emily de Brittany, y la rubia mayor caminó hacia el coche, con la esperanza de que vería a Santana en algún lugar del camino escondida en una puerta, con los tobillos cruzados y esa sonrisa en su cara que era una irresistible combinación de diversión y arrogante confianza, o apoyada en el Thunderbird, como la había estado esperando la noche anterior.
Treinta y seis horas, como siempre.
Su vida se dividía en segmentos de treinta y seis horas, al parecer, un ciclo repetitivo del que no podía cambiar de nuevo a la rutina que seguía a la mayoría del mundo.
Nunca había sido capaz de explicar su trabajo, o lo que exigía de ella, a nadie que no tuviera la experiencia. Ahora, esa sensación extraña se extendía a lo más profundo de ella.
Podía decir las palabras.
La besé.
Era bastante simple.
Incluso sabía por qué.
Lo había hecho porque cada átomo en su cuerpo había absorbido a Santana a partir del instante en que se conocieron.
No había nadie esperando en el Thunderbird, excepto un par de jóvenes que estaban de pie en la acera, admirando las líneas elegantes y el cromo deslumbrante.
—Ey—dijo uno de ellos—Un buen paseo.
Brittany abrió la puerta del conductor.
—¿Lo es, no es así?
—¿Tu viejo hizo la restauración?
—No exactamente.
Brittany se deslizó y se dio unos segundos para informarse debidamente sobre los indicadores y los engranajes.
Afortunadamente, no se dejó intimidar por nada mecánico, y aunque no había conducido nada como esto antes, sabía que podía.
Con mucho cuidado, salió a la primera señal de un espacio en el tráfico que se arrastraba por de dos carriles, uno de ida calle y rápidamente se dirigió a una de las calles menos transitadas para volver al oeste de Filadelfia.
No quería que nada le pasara a este coche.
Una vez que se sintió cómoda, rebuscó en el fondo del bolsillo de su abrigo de cuero y encontró su celular. Había programado el número de Santana, como había hecho con los números de todos los demás residentes en el servicio, y ellos tenían el suyo. Marcó el número, su corazón estaba desbocado. Cuando entró el correo de voz, no dejó ningún mensaje.
¿Qué podía decir?
¿Qué había podido decir si Santana hubiera contestado?
¿Lo siento, no quise besarte?
No, porque eso no era cierto.
No había pensado en ello, ni siquiera había tomado una decisión consciente de hacerlo, pero ella había querido eso.
Colgó y pulsó la marcación rápida por el número más importante en su vida, la operadora del hospital. Cuando se contestó la llamada, se identificó y pidió que le pusieran con el número de la casa de la Dra. Santana López.
—Puedo hacer eso, doctora, pero la Dra. López está aquí en el hospital.
—¿Le gustaría que le enviara un busca por usted?
—Sí, por favor—dijo Brittany.
No se sorprendió, ahora que pensaba en ello.
Santana raramente pasaba algún tiempo en casa cuando ella ni siquiera estaba de guardia.
Sintió una oleada de alivio irracional de que Santana no hubiera ido al Bar O'Malley o a algún otro lugar en busca de diversión, y luego se rió de su propio auto engaño.
Santana podía encontrar la compañía que necesitaba en el hospital si lo quería.
Como para probar el punto, una mujer se puso al teléfono.
Una mujer que no era Santana.
—¿Está Llamando a la Dra. López?—preguntó la mujer imperiosamente.
Brittany trató desesperadamente de ubicar la voz. Pensó que podría reconocer a Dani, porque se la pasaban justo en el salón.
O Elaine, no estaba demasiado segura.
La ojiazul espetó,
—Sí. Soy la Dra. Pierce.
—La Dra. López está en el quirófano. ¿Quiere dejar un mensaje?
—No, gracias—Brittany colgó y puso el teléfono en su bolsillo.
Se frotó los ojos, sintiendo cómo se quemaba con la frustración y la fatiga.
Lo que fuera que iba a decir, tenía que decirlo en persona.
Santana se merecía eso.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Retroceder el Tiempo (Adaptada) Epílogo
Pues un gran paso el que dio Britt y pues la reacción de San de deterse creo que fue la correcta porque sabe que Britt esta confundida.
Así que esperó que cuando hablen Britt ya tenga las cosas claras!!
Así que esperó que cuando hablen Britt ya tenga las cosas claras!!
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Retroceder el Tiempo (Adaptada) Epílogo
Bueno creo que la que tiene que aclararse es Brittany, despues de eso creo que sera mas facil todo, o no????
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Retroceder el Tiempo (Adaptada) Epílogo
Hola morra...
Ammm britt va por todo...
Britt inconcientementr ya tenia clarisino que queria a san, faltaba el empujoncito... y si que lo tuvo!
A ver como va la charla entre las dos y que se van a decir...?? A ver si san lo reconoce habiertamente o no???
Nos vemos!!!
Ammm britt va por todo...
Britt inconcientementr ya tenia clarisino que queria a san, faltaba el empujoncito... y si que lo tuvo!
A ver como va la charla entre las dos y que se van a decir...?? A ver si san lo reconoce habiertamente o no???
Nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Retroceder el Tiempo (Adaptada) Epílogo
JVM escribió:Pues un gran paso el que dio Britt y pues la reacción de San de deterse creo que fue la correcta porque sabe que Britt esta confundida.
Así que esperó que cuando hablen Britt ya tenga las cosas claras!!
Hola, en cierto punto ambas estan avanzando, no¿? y eso es bueno xD Espero lo mismo, y aquí el siguiente cap para ver q nos trae jajajaja. Saludos =D
micky morales escribió:Bueno creo que la que tiene que aclararse es Brittany, despues de eso creo que sera mas facil todo, o no????
Hola, mmm si, todo tiene que partir por la rubia para poder actuar de buena forma y que san caiga a sus pies jajajajajaja. Saludos =D
3:) escribió:Hola morra...
Ammm britt va por todo...
Britt inconcientementr ya tenia clarisino que queria a san, faltaba el empujoncito... y si que lo tuvo!
A ver como va la charla entre las dos y que se van a decir...?? A ver si san lo reconoce habiertamente o no???
Nos vemos!!!
Hola lu, ella esta avanzando en todo sentido jajajajaja, bn ai! JAjajaajajajajajajajaja que razón encuentro en tus palabras jajajajajajaaja, bn ai otra vez por la rubia jajajajajajaja. Aquí el siguiente cap para responder esas preguntas... espero jajajaja. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Retroceder el Tiempo (Adaptada) Cap 21
Capitulo 21
Brittany durmió profundamente.
La nueva casa estaba demasiado tranquila sin Susan. Con sólo las dos ahora, Brittany mantenía sus dos puertas del dormitorio abierta para vigilar los pequeños sonidos que su hija hacía en la noche.
La habitación estaba caliente, sofocante, y ella con irritación arrancó las sábanas en un sueño ligero. Su piel quemaba, a pesar de la humedad del estrés y del sudor.
Estaba acostumbrada a este duermevela ansioso de estar de guardia, cuando cada noche se parecía a ésta; pero por lo general cuando estaba en casa, dormía como un tronco.
Esta noche, su mente no paraba de correr, repitiendo cada minuto de la noche cuando estaba una vez más en los brazos de Santana, sus bocas y cuerpos enredados.
Cada vez que revivía el recuerdo su deseo crecía, sus muslos se apretaban y su estómago se retorcía de deseo.
A las 5:00 am por fin se levantó, se duchó y se fue a la casa de al lado de Rachel y Quinn. Entró y se deslizó en silencio por las escaleras hasta la habitación donde dormía Susan con Charlie, cuando se queda toda la noche.
Cuando Brittany se asomó a la habitación, vio lo que esperaba: Susan estaba despierta, ejerciendo una conversación unilateral seria y animada con un conejo de peluche.
Charlie, al parecer acostumbrado a los monólogos de madrugada de Susan, estaba durmiendo.
Pisando con cuidado por los juguetes, Brittany levantó a Susan y salió de puntillas. Dejó una breve nota en la cocina para Rachel, escrita con una mano, mientras que balanceaba a Susan en su cadera.
En el corto viaje a casa, le dijo:
—¿Te gustaría ir a la cafetería para el desayuno con mamá, cariño?
Susan y el conejo pensaron que era una gran idea.
Treinta minutos más tarde, con Susan bañada y vestida y llevando al Sr. Bunny, Brittany la acomodó en el asiento para niños en la parte trasera de su Volvo y se dirigió a Melrose Diner en el sur de Filadelfia.
Abierto veinticuatro horas al día, siete días a la semana, era un lugar perfecto para una comida rápida y la oportunidad de pensar.
Desafortunadamente, para el momento en que regresaron a su casa una hora y media más tarde, su estómago estaba lleno, pero su cabeza no estaba más clara.
Acomodó a Susan dentro y la sentó en la cama con sus libros y juguetes favoritos mientras ella se acurrucó a su lado con un periódico.
Todo era un espectáculo, porque no podía concentrarse en nada.
Afortunadamente, Susan requería poco de la conversación.
Cuando sonó su teléfono celular Brittany lo cogió, tratando de no estar decepcionada cuando reconoció el número.
—Hola, Rach—dijo.
—Sabía que realmente eras tú quien se robara a nuestra pequeña antes de la salida del sol esta mañana.
Brittany no pudo evitar sonreír.
—Culpable. ¿Está interesada en las demandas de rescate?
—Por supuesto. ¿Cuánto vas a pagarme para traerla de vuelta?
—Creo que no tengo suficiente dinero ahorrado.
En ese momento, Susan se metió en su regazo y cerró los ojos.
—Sin embargo, en este mismo momento, ella se parece a un ángel. Tal vez podríamos negociar el precio.
—Debe ser hora de su siesta.
—Ya lo sabes.
Brittany acarició la parte superior de la cabeza de Susan, aliviada por el olor a shampoo y a la inocencia.
—¿Cómo es que no te quedaste para el desayuno?
—Era temprano. No quería despertar a toda la casa.
—¿Han comido?
—Fuimos a Melrose.
Hubo un momento de silencio.
—El Melrose. En la mañana del sábado.
—Uh-huh.
—¿Pasó algo que deba saber?
—¿Cómo haces eso?—Brittany cerró los ojos y acarició el suave pelo de su hija.
—Los médicos, especialmente los cirujanos y los anestesiólogos, son criaturas de hábitos. Ustedes tienen muy pocas y muy predecibles respuestas al estrés. Quinny come el helado directo de la caja de cartón por galones y se olvida del sexo. Tú vas a Melrose y das vueltas.
—¿De verdad Quinn se olvida del sexo?
—Acomoda a Susan. Voy para allá.
Brittany estaba en la cocina haciendo té cuando Rachel llegó. Miró por encima del hombro y dijo:
—¿Quieres una tostada?
—Estoy bien. Así que dime lo que pasó, y no des vueltas.
—Fuimos al concierto—dijo Brittany mientras llevaba dos tazas de té a la mesa—Fue algo salvaje. No sé si fue ese lugar o la música o el que yo no había tenido una cita en años, pero yo…—se detuvo y miró a Rachel.
Una cita.
—Bueno. Supongo que eso responde a tu pregunta de la noche anterior.
Rachel tomó un sorbo de té y no dijo nada.
—Me sentí muy bien. Un poco loca. Ella puso sus brazos alrededor de mí y cada nervio de mi cuerpo se disparó a la vez—sonrió, recordando cuán viva se había sentido—Me di la vuelta y le di un beso. Parecía que no podía tener suficiente de ella—su voz se quebró mientras trataba de reconocerse a sí misma en ese beso y fracasó.
Confundida, encontró la cálida mirada de Rachel, amable.
—Creo que la asusté. Salió a toda prisa, y no he hablado con ella desde entonces.
—¿Tenías miedo?
—Miedo—Brittany intentó analizar la palabra, luego sacudió la cabeza—No. No, no lo estaba. O incómoda o avergonzada.... yo estaba loca por ella.
Rachel tamborileó con los dedos suavemente sobre la mesa, con un ligero gesto de concentración que rompía los suaves contornos de su frente.
—Es gracioso, las cosas que no sabemos acerca de nuestros amigos. Te conozco desde ¿qué, ocho años, tal vez?
Brittany asintió y apartó el té a un lado.
Su estómago se había atado en un nudo.
—¿Alguna vez has estado con una mujer?—preguntó Rachel.
—No—dijo Brittany suavemente.
—¿Alguna vez lo has querido?
—Si me hubieras preguntado hace tres meses, habría dicho que no—Brittany miró a Rachel, pero su mirada estaba desenfocada mientras buscaba en el pasado—Siempre tuve un montón de amigos con los que crecí. Nuestra comunidad era pequeña y bastante cerrada. Todos los chicos se llevaban en un grupo social grande, todo el camino hasta la escuela secundaria, chicos y chicas también. Nosotros no hacemos parejas como lo hacen los chicos. Pensé en los chicos como amigos primero, supongo, y después como novios. Naturalmente, yo estaba más cerca de mis amigas.
—¿Así que nunca tuviste algún indicio de que tal vez te gustaban las niñas más que como amigas?
—No—dijo Brittany, pero sonaba incierta.
—¿Qué?
—Ya te dije sobre el Día de la competición, cuando tropecé con Santana—Brittany sonrió—Literalmente. Parecía un poco más joven y más fuerte entonces. Siendo tan hermosa como lo es ahora, sin embargo. Acabé perdiéndome en ella—miró a Rachel y sacudió la cabeza, incapaz de encontrar las palabras para describir lo que sentía—Yo sólo quería estar con ella. Cuando ella empezó a besarme ese día, yo quería más de lo que nunca había deseado nada en mi vida. No tenía sentido, y yo nunca lo cuestioné.
—¿Qué pasó?
Brittany resopló.
—Sam me llamó en el momento crítico. De repente me di cuenta que yo estaba a punto de besar a una mujer que resultó ser una total desconocida. La dejé ahí, y no la vi de nuevo hasta un par de meses atrás.
— Pero pensaste en ella.
—Sí.
—De esa manera.
—Sí, a veces. Durante un segundo, y luego alejé esa idea—Brittany suspiró—Estaba embarazada cuando me encontré con ella, Sam y yo estábamos listos para irnos a Yale y empezar nuestras residencias, y pensé que era sólo una casualidad. Un momento de locura perfecta.
—Igual que la noche anterior.
Brittany negó con la cabeza.
—No. Anoche fue mil veces mejor.
Rachel se rió.
—Woo-ee, estás grave.
—Esto es serio, Rach. Santana estaba muy molesta. Salió del concierto en el medio de la noche, dejó su coche, y se fue al hospital.
—Ella probablemente se asustó desde los pies a la cabeza, en esas botas negras atractivas de ella.
Brittany frunció el ceño.
—¿Por qué?
—Oh, vamos, cariño. Una mamá divorciada, tan hetero como a todo el mundo le puedes decir.... Probablemente piensa que estás jugando... tú sabes, experimentando.
Brittany se levantó rápidamente y se dirigió hacia el fregadero, tirando el té por el desagüe con tanta fuerza que salpicó.
—Eso es ridículo. Yo nunca haría eso.
—Bueno, probablemente ella no lo sabe.
—Bueno, debería.
—Cariño—dijo Rachel, levantándose lentamente—Puede que tengas que dar algunas explicaciones. Porque te voy a decir una cosa. Ella tiene un caso grave con relación a ti.
Su corazón se aceleró, Brittany preguntó en voz baja:
—¿Eso crees?
—Lo sé. Está escrito en todo ese bello rostro de ella.
Tan pronto como Rachel salió, Brittany recuperó su teléfono de la habitación, llamó a la operadora, y preguntó por Santana.
—Lo siento, el Dr. López ha cerrado la sesión por el día.
—Disculpe, ¿dije Santana López? Ella está en guardia por el servicio del jefe—dijo Brittany, sabiendo el horario de Santana tan íntimamente como conocía el propio.
—Un momento.
Brittany se desconectó de la charla de fondo de los operadores, cuatro mujeres que ocupaban una cabina acristalada en el primer piso frente a la oficina de admisiones.
La mayoría de ellas parecía que había estado en el hospital desde que el primer ladrillo fue puesto, y conocían a todas las personas del personal por su nombre.
Estaba segura de que podían contar historias que encabezarían la lista de bestsellers del New York Times durante años.
—La Dra. López no está de guardia hoy. El Dr. Hudson está cubriendo su servicio.
Brittany frunció el ceño.
Estaba segura de Santana estaba programada para estar en casa.
—Puede enviarle un mensaje a su busca.
—Ella dejó dicho que iba a estar fuera de la señal del busca durante el día entero ¿Quiere dejar un mensaje en caso de que ella llame?
—No—dijo Brittany lentamente—Gracias.
Colgó su teléfono y se quedó mirando a la nada, sin saber qué hacer.
Una cosa era cierta, se volvería loca si tuviera que sentarse todo el día preguntándose dónde estaba Santana y lo que estaba haciendo y con quién.
Echó un vistazo al abrigo de cuero que había dejado caer sobre la mecedora al lado de su cama, luego de brazos cruzados escaneó la cómoda donde estaba su billetera y las llaves y... las llaves de Santana... estaban juntas.
Marcó un numero de nuevo.
—¿Rach? Disculpa. ¿Crees que puedas cuidar a Susan durante una hora después de que ella se despierte?
—Kitty está por llegar con sus hijos, por lo que bien podríamos hacer una fiesta. Siempre puedes traerla.
Justo después del mediodía, Brittany caminó por el angosto camino hacia el garaje donde Santana mantenía sus vehículos.
Ambas puertas estaban abiertas, y en algún lugar en el espacio cavernoso, Patti Smith gemía acerca de la noche.
Brittany se abrió la cremallera de su abrigo y se lo quitó cuando entró.
La música estaba tan fuerte que Santana no pudo haberla oído llegar, incluso si no hubiera estado del todo casi por debajo del Corvair.
Todo lo que se veía era la mitad de los pantalones vaqueros y las suelas desgastadas de sus botas de trabajo.
Brittany se arrodilló, contemplando cómo anunciarse sin sobresaltar a Santana.
Como si sintiera su presencia, Santana desplazó una bota al suelo de cemento y propulsó la plataforma en la que había estado apoyando desde debajo del coche. Sin decir palabra, Santana apagó el reproductor de música portátil, luego se quedó de espaldas sobre la losa de madera mirando a Brittany, quien estaba inclinada a dos metros de distancia.
Una mancha de grasa veteaba la mejilla de Santana justo debajo de su ojo izquierdo, y había un pequeño rasguño en el mentón. No llevaba chaqueta, sólo una manchada camiseta gris que se había sacado de los vaqueros.
Se miraron una a la otra hasta que Brittany se agachó y limpió la grasa con el pulgar. Entonces rozó la barbilla de Santana.
—¿Nadie te ha dicho que no se debe conducir con la barbilla?
—Debiste ver al otro tipo.
—Aparqué el coche frente a tu casa.
—Gracias.
—No puedo quedarme mucho tiempo. Rachel tiene a Susan, y tengo que pasar tiempo con ella en mi día libre.
Santana se incorporó y se sentó a horcajadas sobre la plataforma, pateó las piernas hacia fuera delante, con las manos descansando entre sus muslos entreabiertos.
—Bueno. Entiendo.
Brittany se arrodilló en el suelo frío y duro y enmarcó el rostro de Santana con ambas manos.
—Yo no creo que lo hagas. Yo no sé lo que hago. Pero tenemos que hablar de lo de anoche.
—Brittany—Santana dijo en voz baja, aunque su instinto le gritaba que se levantara y retrocediera.
O terminar lo que habían empezado la noche anterior.
—Eres una gran persona. Fabulosa.... Pero no podemos involucrarnos—continuo la morena.
—¿Por qué es eso?
Los músculos del estómago de Santana se estremecieron, una oleada de calor corrió a lo largo de su columna vertebral, y todo lo que tenía resuelto en las últimas seis horas empezó a olvidarse.
Todas las razones del por qué el beso había sido un error parecía negociable ahora que Brittany estaba aquí y podía ver sus ojos y escuchar su voz y sentir el calor de sus manos.
—Demasiado complicado—finalmente logró decir.
—Estoy de acuerdo contigo en eso—dijo Brittany suavemente. Se inclinó hacia delante y besó ligeramente a Santana en la boca, y luego retrocedió—Sólo comprobaba.
—¿Comprobar qué?—el pecho de Santana se alzó como si hubiera estado corriendo por kilómetros.
—Para ver si besándote todavía me provoca estar dentro de tu piel—señaló con sus dedos sobre la boca de Santana—Y lo hace.
—Jesús, Britt—Santana cerró los ojos—Tú eres hetero. Tienes una hija. Ambas somos residentes, y tomaría unos tres días antes de que todo el mundo supiera que estamos acostándonos. No tengo tiempo para una relación. Y no quiero una relación—abrió los ojos—Y ya no estoy hecha para dormir con las mujeres que duermen con los hombres.
Brittany se echó hacia atrás sobre sus talones y apoyó las manos en sus muslos. Sostuvo la mirada de Santana y dijo muy claramente:
—Lo último es fácil. Yo no me he acostado con nadie en absoluto—respiró hondo—Los otros son un poco más problemáticos, a excepción de Susan. Ella es un hecho. No sé si quiero una relación tampoco. No sé si soy heterosexual o bisexual. No sé si no lo soy. En cuanto a quién supiera nada acerca de lo que estamos haciendo, no me importa—presionó sus manos contra los muslos para ocultar su temblor—Tu turno.
—Sin condiciones. Sin promesas. Veremos lo que sucede.
Se movió detrás de la rubia, encontró el coche, y lo usó para impulsarse hacia arriba. Apoyó su trasero contra él, porque le temblaban las piernas.
—Eso es todo lo que tengo para ofrecer.
Brittany se levantó, dio un paso adelante, y se apretó un largo rato contra Santana. Puso sus brazos alrededor de su cuello como lo había hecho la noche anterior y la besó.
A diferencia de la noche anterior, se tomó su tiempo, jugando un poco con la punta de la lengua por la superficie del labio inferior de Santana.
Cuando sintió los brazos de Santana a su alrededor, impulsó su lengua muy dentro, forzando a Santana para perseguir el beso, para seguir con la lengua.
Ellas se saborearon, profundizando el beso hasta que gimieron.
Por último, Brittany apoyó las manos sobre los hombros de Santana y se apartó, jadeando.
—Sin condiciones. Sin promesas. Veremos lo que sucede—se volvió y cogió su chaqueta del suelo—Ven a cenar esta noche. A las siete—entonces, se marchó.
La nueva casa estaba demasiado tranquila sin Susan. Con sólo las dos ahora, Brittany mantenía sus dos puertas del dormitorio abierta para vigilar los pequeños sonidos que su hija hacía en la noche.
La habitación estaba caliente, sofocante, y ella con irritación arrancó las sábanas en un sueño ligero. Su piel quemaba, a pesar de la humedad del estrés y del sudor.
Estaba acostumbrada a este duermevela ansioso de estar de guardia, cuando cada noche se parecía a ésta; pero por lo general cuando estaba en casa, dormía como un tronco.
Esta noche, su mente no paraba de correr, repitiendo cada minuto de la noche cuando estaba una vez más en los brazos de Santana, sus bocas y cuerpos enredados.
Cada vez que revivía el recuerdo su deseo crecía, sus muslos se apretaban y su estómago se retorcía de deseo.
A las 5:00 am por fin se levantó, se duchó y se fue a la casa de al lado de Rachel y Quinn. Entró y se deslizó en silencio por las escaleras hasta la habitación donde dormía Susan con Charlie, cuando se queda toda la noche.
Cuando Brittany se asomó a la habitación, vio lo que esperaba: Susan estaba despierta, ejerciendo una conversación unilateral seria y animada con un conejo de peluche.
Charlie, al parecer acostumbrado a los monólogos de madrugada de Susan, estaba durmiendo.
Pisando con cuidado por los juguetes, Brittany levantó a Susan y salió de puntillas. Dejó una breve nota en la cocina para Rachel, escrita con una mano, mientras que balanceaba a Susan en su cadera.
En el corto viaje a casa, le dijo:
—¿Te gustaría ir a la cafetería para el desayuno con mamá, cariño?
Susan y el conejo pensaron que era una gran idea.
Treinta minutos más tarde, con Susan bañada y vestida y llevando al Sr. Bunny, Brittany la acomodó en el asiento para niños en la parte trasera de su Volvo y se dirigió a Melrose Diner en el sur de Filadelfia.
Abierto veinticuatro horas al día, siete días a la semana, era un lugar perfecto para una comida rápida y la oportunidad de pensar.
Desafortunadamente, para el momento en que regresaron a su casa una hora y media más tarde, su estómago estaba lleno, pero su cabeza no estaba más clara.
Acomodó a Susan dentro y la sentó en la cama con sus libros y juguetes favoritos mientras ella se acurrucó a su lado con un periódico.
Todo era un espectáculo, porque no podía concentrarse en nada.
Afortunadamente, Susan requería poco de la conversación.
Cuando sonó su teléfono celular Brittany lo cogió, tratando de no estar decepcionada cuando reconoció el número.
—Hola, Rach—dijo.
—Sabía que realmente eras tú quien se robara a nuestra pequeña antes de la salida del sol esta mañana.
Brittany no pudo evitar sonreír.
—Culpable. ¿Está interesada en las demandas de rescate?
—Por supuesto. ¿Cuánto vas a pagarme para traerla de vuelta?
—Creo que no tengo suficiente dinero ahorrado.
En ese momento, Susan se metió en su regazo y cerró los ojos.
—Sin embargo, en este mismo momento, ella se parece a un ángel. Tal vez podríamos negociar el precio.
—Debe ser hora de su siesta.
—Ya lo sabes.
Brittany acarició la parte superior de la cabeza de Susan, aliviada por el olor a shampoo y a la inocencia.
—¿Cómo es que no te quedaste para el desayuno?
—Era temprano. No quería despertar a toda la casa.
—¿Han comido?
—Fuimos a Melrose.
Hubo un momento de silencio.
—El Melrose. En la mañana del sábado.
—Uh-huh.
—¿Pasó algo que deba saber?
—¿Cómo haces eso?—Brittany cerró los ojos y acarició el suave pelo de su hija.
—Los médicos, especialmente los cirujanos y los anestesiólogos, son criaturas de hábitos. Ustedes tienen muy pocas y muy predecibles respuestas al estrés. Quinny come el helado directo de la caja de cartón por galones y se olvida del sexo. Tú vas a Melrose y das vueltas.
—¿De verdad Quinn se olvida del sexo?
—Acomoda a Susan. Voy para allá.
Brittany estaba en la cocina haciendo té cuando Rachel llegó. Miró por encima del hombro y dijo:
—¿Quieres una tostada?
—Estoy bien. Así que dime lo que pasó, y no des vueltas.
—Fuimos al concierto—dijo Brittany mientras llevaba dos tazas de té a la mesa—Fue algo salvaje. No sé si fue ese lugar o la música o el que yo no había tenido una cita en años, pero yo…—se detuvo y miró a Rachel.
Una cita.
—Bueno. Supongo que eso responde a tu pregunta de la noche anterior.
Rachel tomó un sorbo de té y no dijo nada.
—Me sentí muy bien. Un poco loca. Ella puso sus brazos alrededor de mí y cada nervio de mi cuerpo se disparó a la vez—sonrió, recordando cuán viva se había sentido—Me di la vuelta y le di un beso. Parecía que no podía tener suficiente de ella—su voz se quebró mientras trataba de reconocerse a sí misma en ese beso y fracasó.
Confundida, encontró la cálida mirada de Rachel, amable.
—Creo que la asusté. Salió a toda prisa, y no he hablado con ella desde entonces.
—¿Tenías miedo?
—Miedo—Brittany intentó analizar la palabra, luego sacudió la cabeza—No. No, no lo estaba. O incómoda o avergonzada.... yo estaba loca por ella.
Rachel tamborileó con los dedos suavemente sobre la mesa, con un ligero gesto de concentración que rompía los suaves contornos de su frente.
—Es gracioso, las cosas que no sabemos acerca de nuestros amigos. Te conozco desde ¿qué, ocho años, tal vez?
Brittany asintió y apartó el té a un lado.
Su estómago se había atado en un nudo.
—¿Alguna vez has estado con una mujer?—preguntó Rachel.
—No—dijo Brittany suavemente.
—¿Alguna vez lo has querido?
—Si me hubieras preguntado hace tres meses, habría dicho que no—Brittany miró a Rachel, pero su mirada estaba desenfocada mientras buscaba en el pasado—Siempre tuve un montón de amigos con los que crecí. Nuestra comunidad era pequeña y bastante cerrada. Todos los chicos se llevaban en un grupo social grande, todo el camino hasta la escuela secundaria, chicos y chicas también. Nosotros no hacemos parejas como lo hacen los chicos. Pensé en los chicos como amigos primero, supongo, y después como novios. Naturalmente, yo estaba más cerca de mis amigas.
—¿Así que nunca tuviste algún indicio de que tal vez te gustaban las niñas más que como amigas?
—No—dijo Brittany, pero sonaba incierta.
—¿Qué?
—Ya te dije sobre el Día de la competición, cuando tropecé con Santana—Brittany sonrió—Literalmente. Parecía un poco más joven y más fuerte entonces. Siendo tan hermosa como lo es ahora, sin embargo. Acabé perdiéndome en ella—miró a Rachel y sacudió la cabeza, incapaz de encontrar las palabras para describir lo que sentía—Yo sólo quería estar con ella. Cuando ella empezó a besarme ese día, yo quería más de lo que nunca había deseado nada en mi vida. No tenía sentido, y yo nunca lo cuestioné.
—¿Qué pasó?
Brittany resopló.
—Sam me llamó en el momento crítico. De repente me di cuenta que yo estaba a punto de besar a una mujer que resultó ser una total desconocida. La dejé ahí, y no la vi de nuevo hasta un par de meses atrás.
— Pero pensaste en ella.
—Sí.
—De esa manera.
—Sí, a veces. Durante un segundo, y luego alejé esa idea—Brittany suspiró—Estaba embarazada cuando me encontré con ella, Sam y yo estábamos listos para irnos a Yale y empezar nuestras residencias, y pensé que era sólo una casualidad. Un momento de locura perfecta.
—Igual que la noche anterior.
Brittany negó con la cabeza.
—No. Anoche fue mil veces mejor.
Rachel se rió.
—Woo-ee, estás grave.
—Esto es serio, Rach. Santana estaba muy molesta. Salió del concierto en el medio de la noche, dejó su coche, y se fue al hospital.
—Ella probablemente se asustó desde los pies a la cabeza, en esas botas negras atractivas de ella.
Brittany frunció el ceño.
—¿Por qué?
—Oh, vamos, cariño. Una mamá divorciada, tan hetero como a todo el mundo le puedes decir.... Probablemente piensa que estás jugando... tú sabes, experimentando.
Brittany se levantó rápidamente y se dirigió hacia el fregadero, tirando el té por el desagüe con tanta fuerza que salpicó.
—Eso es ridículo. Yo nunca haría eso.
—Bueno, probablemente ella no lo sabe.
—Bueno, debería.
—Cariño—dijo Rachel, levantándose lentamente—Puede que tengas que dar algunas explicaciones. Porque te voy a decir una cosa. Ella tiene un caso grave con relación a ti.
Su corazón se aceleró, Brittany preguntó en voz baja:
—¿Eso crees?
—Lo sé. Está escrito en todo ese bello rostro de ella.
Tan pronto como Rachel salió, Brittany recuperó su teléfono de la habitación, llamó a la operadora, y preguntó por Santana.
—Lo siento, el Dr. López ha cerrado la sesión por el día.
—Disculpe, ¿dije Santana López? Ella está en guardia por el servicio del jefe—dijo Brittany, sabiendo el horario de Santana tan íntimamente como conocía el propio.
—Un momento.
Brittany se desconectó de la charla de fondo de los operadores, cuatro mujeres que ocupaban una cabina acristalada en el primer piso frente a la oficina de admisiones.
La mayoría de ellas parecía que había estado en el hospital desde que el primer ladrillo fue puesto, y conocían a todas las personas del personal por su nombre.
Estaba segura de que podían contar historias que encabezarían la lista de bestsellers del New York Times durante años.
—La Dra. López no está de guardia hoy. El Dr. Hudson está cubriendo su servicio.
Brittany frunció el ceño.
Estaba segura de Santana estaba programada para estar en casa.
—Puede enviarle un mensaje a su busca.
—Ella dejó dicho que iba a estar fuera de la señal del busca durante el día entero ¿Quiere dejar un mensaje en caso de que ella llame?
—No—dijo Brittany lentamente—Gracias.
Colgó su teléfono y se quedó mirando a la nada, sin saber qué hacer.
Una cosa era cierta, se volvería loca si tuviera que sentarse todo el día preguntándose dónde estaba Santana y lo que estaba haciendo y con quién.
Echó un vistazo al abrigo de cuero que había dejado caer sobre la mecedora al lado de su cama, luego de brazos cruzados escaneó la cómoda donde estaba su billetera y las llaves y... las llaves de Santana... estaban juntas.
Marcó un numero de nuevo.
—¿Rach? Disculpa. ¿Crees que puedas cuidar a Susan durante una hora después de que ella se despierte?
—Kitty está por llegar con sus hijos, por lo que bien podríamos hacer una fiesta. Siempre puedes traerla.
Justo después del mediodía, Brittany caminó por el angosto camino hacia el garaje donde Santana mantenía sus vehículos.
Ambas puertas estaban abiertas, y en algún lugar en el espacio cavernoso, Patti Smith gemía acerca de la noche.
Brittany se abrió la cremallera de su abrigo y se lo quitó cuando entró.
La música estaba tan fuerte que Santana no pudo haberla oído llegar, incluso si no hubiera estado del todo casi por debajo del Corvair.
Todo lo que se veía era la mitad de los pantalones vaqueros y las suelas desgastadas de sus botas de trabajo.
Brittany se arrodilló, contemplando cómo anunciarse sin sobresaltar a Santana.
Como si sintiera su presencia, Santana desplazó una bota al suelo de cemento y propulsó la plataforma en la que había estado apoyando desde debajo del coche. Sin decir palabra, Santana apagó el reproductor de música portátil, luego se quedó de espaldas sobre la losa de madera mirando a Brittany, quien estaba inclinada a dos metros de distancia.
Una mancha de grasa veteaba la mejilla de Santana justo debajo de su ojo izquierdo, y había un pequeño rasguño en el mentón. No llevaba chaqueta, sólo una manchada camiseta gris que se había sacado de los vaqueros.
Se miraron una a la otra hasta que Brittany se agachó y limpió la grasa con el pulgar. Entonces rozó la barbilla de Santana.
—¿Nadie te ha dicho que no se debe conducir con la barbilla?
—Debiste ver al otro tipo.
—Aparqué el coche frente a tu casa.
—Gracias.
—No puedo quedarme mucho tiempo. Rachel tiene a Susan, y tengo que pasar tiempo con ella en mi día libre.
Santana se incorporó y se sentó a horcajadas sobre la plataforma, pateó las piernas hacia fuera delante, con las manos descansando entre sus muslos entreabiertos.
—Bueno. Entiendo.
Brittany se arrodilló en el suelo frío y duro y enmarcó el rostro de Santana con ambas manos.
—Yo no creo que lo hagas. Yo no sé lo que hago. Pero tenemos que hablar de lo de anoche.
—Brittany—Santana dijo en voz baja, aunque su instinto le gritaba que se levantara y retrocediera.
O terminar lo que habían empezado la noche anterior.
—Eres una gran persona. Fabulosa.... Pero no podemos involucrarnos—continuo la morena.
—¿Por qué es eso?
Los músculos del estómago de Santana se estremecieron, una oleada de calor corrió a lo largo de su columna vertebral, y todo lo que tenía resuelto en las últimas seis horas empezó a olvidarse.
Todas las razones del por qué el beso había sido un error parecía negociable ahora que Brittany estaba aquí y podía ver sus ojos y escuchar su voz y sentir el calor de sus manos.
—Demasiado complicado—finalmente logró decir.
—Estoy de acuerdo contigo en eso—dijo Brittany suavemente. Se inclinó hacia delante y besó ligeramente a Santana en la boca, y luego retrocedió—Sólo comprobaba.
—¿Comprobar qué?—el pecho de Santana se alzó como si hubiera estado corriendo por kilómetros.
—Para ver si besándote todavía me provoca estar dentro de tu piel—señaló con sus dedos sobre la boca de Santana—Y lo hace.
—Jesús, Britt—Santana cerró los ojos—Tú eres hetero. Tienes una hija. Ambas somos residentes, y tomaría unos tres días antes de que todo el mundo supiera que estamos acostándonos. No tengo tiempo para una relación. Y no quiero una relación—abrió los ojos—Y ya no estoy hecha para dormir con las mujeres que duermen con los hombres.
Brittany se echó hacia atrás sobre sus talones y apoyó las manos en sus muslos. Sostuvo la mirada de Santana y dijo muy claramente:
—Lo último es fácil. Yo no me he acostado con nadie en absoluto—respiró hondo—Los otros son un poco más problemáticos, a excepción de Susan. Ella es un hecho. No sé si quiero una relación tampoco. No sé si soy heterosexual o bisexual. No sé si no lo soy. En cuanto a quién supiera nada acerca de lo que estamos haciendo, no me importa—presionó sus manos contra los muslos para ocultar su temblor—Tu turno.
—Sin condiciones. Sin promesas. Veremos lo que sucede.
Se movió detrás de la rubia, encontró el coche, y lo usó para impulsarse hacia arriba. Apoyó su trasero contra él, porque le temblaban las piernas.
—Eso es todo lo que tengo para ofrecer.
Brittany se levantó, dio un paso adelante, y se apretó un largo rato contra Santana. Puso sus brazos alrededor de su cuello como lo había hecho la noche anterior y la besó.
A diferencia de la noche anterior, se tomó su tiempo, jugando un poco con la punta de la lengua por la superficie del labio inferior de Santana.
Cuando sintió los brazos de Santana a su alrededor, impulsó su lengua muy dentro, forzando a Santana para perseguir el beso, para seguir con la lengua.
Ellas se saborearon, profundizando el beso hasta que gimieron.
Por último, Brittany apoyó las manos sobre los hombros de Santana y se apartó, jadeando.
—Sin condiciones. Sin promesas. Veremos lo que sucede—se volvió y cogió su chaqueta del suelo—Ven a cenar esta noche. A las siete—entonces, se marchó.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Retroceder el Tiempo (Adaptada) Epílogo
Por fin!!!!
Es un comienzo, ambas tienen miedo de lo que pasará, así que sus condiciones están bien por ahora, no creó que conforme pase el tiempo puedan estar la una sin la otra!!!
Haber como le va en la cena.
Otro capítulo!!!! Jajajajaja
Es un comienzo, ambas tienen miedo de lo que pasará, así que sus condiciones están bien por ahora, no creó que conforme pase el tiempo puedan estar la una sin la otra!!!
Haber como le va en la cena.
Otro capítulo!!!! Jajajajaja
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Retroceder el Tiempo (Adaptada) Epílogo
Hola morra....
Ahí aja sin condiciones sin promesas...
Bueno al fin.... Britt ya asumió lo que siente por san....
Ahora falta san aunque. No creo que tarde mucho... A ver como va al cena...
Nos vemos!!
Ahí aja sin condiciones sin promesas...
Bueno al fin.... Britt ya asumió lo que siente por san....
Ahora falta san aunque. No creo que tarde mucho... A ver como va al cena...
Nos vemos!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Retroceder el Tiempo (Adaptada) Epílogo
Que frase tan emblematica "sin condiciones, sin promesas, veremos lo que sucede" creo que no soy la unica que quiere ver que sucede, hasta pronto!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Retroceder el Tiempo (Adaptada) Epílogo
JVM escribió:Por fin!!!!
Es un comienzo, ambas tienen miedo de lo que pasará, así que sus condiciones están bien por ahora, no creó que conforme pase el tiempo puedan estar la una sin la otra!!!
Haber como le va en la cena.
Otro capítulo!!!! Jajajajaja
Hola, si!!! jajajajaja. Sip, ambas tienen cosas que "cerrar" y clarar ellas mismas y entre ellas, pero como dices dices tu, logren estar juntas xfin. Aquí el siguiente cap para ver si nos trae algo de eso jajajaja. =o lo siento acabo de ver los comentarios =O perdon, pero aquí te dejo el siguiente! Saludos =D
3:) escribió:Hola morra....
Ahí aja sin condiciones sin promesas...
Bueno al fin.... Britt ya asumió lo que siente por san....
Ahora falta san aunque. No creo que tarde mucho... A ver como va al cena...
Nos vemos!!
Hola lu, si nada... solo ellas jajajajaajajajaja xD Al fin! y ya vamos con una que sigue avanzando... solo esperar a la otra jajajajaja. Ni yo, osea no pueden estar lejos la una de la otra jajajajaja. Aquí el siguiente cap para ver si nos trae algo de eso jajajaja. Saludos =D
micky morales escribió:Que frase tan emblematica "sin condiciones, sin promesas, veremos lo que sucede" creo que no soy la unica que quiere ver que sucede, hasta pronto!!!!!
Hola, jajajajajajaja nop, no lo creo la vrdd jajajajajajaja. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Retroceder el Tiempo (Adaptada) Cap 22
Capitulo 22
Santana esperó hasta Brittany llegó al final de la entrada y desapareció de la vista antes de sentarse en el suelo, con la espalda contra el panel lateral de su Corvair.
Se sentó con las piernas rectas, con las manos en su regazo, la cabeza hacia atrás, los ojos cerrados.
Sus labios se estremecieron.
Su cara estaba caliente, las huellas térmicas de las manos de Brittany estaban marcadas en su piel.
Un respiro.
Dos.
Todavía no podía conseguir suficiente aire.
Su estómago estaba tenso, su pecho contraído.
Brittany la había tomado por sorpresa la noche anterior.
Santana sabía que había invitado al beso con ese abrazo inconsciente, pero no se había preparado para la intensidad de la reacción de Brittany, o a su propia respuesta.
La boca de Brittany, sus manos, habían sido insistentes, dulces y sin excusas.
Santana estaba acostumbrada a las mujeres que dejaban claras sus necesidades, y por lo general no tenía ningún problema dándoles lo que querían, obteniendo su propio placer en el proceso.
Ayer por la noche, su excitación instantánea e incontrolable la había desmoronado. Había anhelado el toque de Brittany con la desesperación de una mujer ahogándose, arañando su camino hacia la superficie del océano.
Sentía lo mismo ahora, y eso la asustó de una manera más de lo que podía contar.
Toda su vida había tenido un objetivo para satisfacer las expectativas de su papá.
Los requisitos de su papá no le habían sido explicados, porque nunca lo había necesitado. Desde el momento en que ella era consciente de sí misma en el mundo, había entendido su herencia y su destino.
En ninguna parte de todo eso había espacio que no fuera para la ambición y los logros.
Ni un anteproyecto para el amor, ni una ruta para una relación, sin entorno para otra vida que no fuera la profesional.
Tenía el modelo del matrimonio de sus padres, que al parecer había sido de mutua conveniencia y propiamente educada, ausente de la pasión o el compañerismo real.
Había aprendido bien sus lecciones.
Las relaciones superficiales le habían permitido satisfacer sus necesidades y nunca interfirieron con sus aspiraciones. En menos de cinco meses, ella sería la residente en jefe de cirugía de una de las instituciones de primera clase en el país y estaba en camino de lograr lo que buscaba.
Todo lo que se esperaba de ella.
Todo lo que ella quería.
El éxito estaba a la vista.
Abrió los ojos ante garaje vacío, en busca de algo familiar que le recordara quién era.
Pero todavía podía ver la cara de Brittany.
Aún podía oír su voz.
Aún podía sentirla.
Y eso no era parte del plan.
Sin condiciones.
Sin promesas.
Lo que fuera, esa era la manera en que tenía que ser, porque no había lugar en su vida para complicaciones o desvíos.
Y si dudaba de eso, sólo tenía que recordarse a sí misma que era muy probable despertar con Brittany una mañana y darse cuenta de que había dejado su cuerpo sobre sus sentidos.
Y después se habría ido.
—Vamos a jugar y no lo tomemos demasiado en serio—murmuró mientras se empujaba a sí misma sobre sus pies.
Satisfecha de tener las cosas bajo control, ignoró el repiqueteo de la emoción que se quedó en la boca del estómago.
La cena era sólo una cena.
Todo el mundo tenía que comer.
*************************************************************************************************************
El teléfono sonó justo cuando Brittany deslizaba la comida en el horno para asar.
Lo cogió al cuarto timbrazo.
—¿Hola?
—Hey, ¿Qué estás haciendo?
Sonrió ante el sonido de la voz de su hermana.
—Cocinar la cena.
—¿Qué está haciendo la princesita?
—Tú eres la única que la llama de ésa manera, lo que demuestra simplemente que no has hecho de niñera lo suficiente.
Hanna rió.
—Te escucho.
—En este momento, ella está tratando de empujar los spaghettios en sus dedos. Piensa que son anillos.
—Oh, eso suena tan lindo.
Brittany miró a Susan, que tenía la salsa de espagueti en su pelo, en su cara, y por toda la mesa de la cocina y hasta donde sus brazos pudieran alcanzar.
Sonrió.
—Casi. Oh, espera, debes decir hola—sostuvo el teléfono para Susan—Es la tía Hanna, cariño.
Susan trató de hacer una conversación emocionada durante sesenta segundos y luego se quedó en silencio.
Brittany tomó otra vez el teléfono.
—Entonces, ¿qué pasa?
—Por eso llamaba para preguntarte. ¿Qué está pasando con Santana?
—Ya hablamos.
—¿Y?
—Ella viene a cenar esta noche.
—¿Fue tu idea?
—Uh-huh.
—¿Tiene otros motivos?
Brittany dejó salir agua en el fregadero para lavar las patatas y las zanahorias.
—Como por ejemplo, ¿qué?
—Tú sabes qué. Ya la besaste. ¿Está pensando en hacer algo más?
—No sé. Quizás. Estuvimos de acuerdo para ver qué pasa.
Hanna soltó un bufido.
—Oh, por favor. Eso es lo que dice todo el mundo cuando lo que realmente quieren decir es, vamos a saltar a la cama en la primera oportunidad.
—¿Eso es cierto?
—Sí, lo es, y sólo estás con evasivas porque Santana no es hombre.
—Eso tiene sentido ¿no crees?
—No lo sé. ¿Lo tiene? Acabas de besarla. Eso anula un poco esa cosa de los hombres, ¿no te parece?
Brittany trasladó el plato vacío de Susan fuera de su alcance y con un paño de cocina húmedo cubrió las manos de su hija. Mientras limpiaba metódicamente cada dedo, dijo:
—Estoy atraída por ella. No sé lo que eso significa más allá de ese hecho. Quizás no pasará nada.
—¿Qué hay de la anoche, entonces?
—Yo no lo había planeado.... simplemente lo hice sin pensar.
—Por lo general no eres impulsiva.
—No, no lo soy. Nunca he tenido la oportunidad de serlo.
—¿Y si resulta que eres de las mías?
—¿Es esto realmente por lo que llamaste?—Brittany levantó a Susan, sosteniendo el teléfono portátil sobre su hombro—Vamos, cariño. Hora del baño.
—Supongo—dijo Hanna tras una pausa—Quiero decir, yo nunca sospeché... nunca dijiste nada cuando yo conté que me gustaban las mujeres o cuando empecé a salir con Em, ningún indicio, nada.
—Nunca he guardado secretos, Hanna—dijo Brittany, al oír el dolor en su voz—Yo te lo hubiera dicho.
—De verdad?
Brittany sonrió.
—De veras. Nunca pensé en ello. Yo estaba en la escuela, después me casé, luego comencé la residencia. Después todo se fue al infierno. Mi vida estaba demasiado ocupada o demasiado loca para pensar en nada de nada.
—Tu vida sigue siendo una locura, ya sabes.
—Lo sé. Ella sólo viene a cenar.
—Uh-huh. Sí. Claro.
—¿Te molestaría?—Brittany sentó a Susan en el asiento del inodoro cerrado, le entregó un juguete de baño para mantenerla ocupada, y se arrodilló para desatar sus zapatillas—¿Si resulta que tal vez lo soy?
—¿A ti te molestaría?
—No lo creo. Mamá y papá prácticamente nos enseñaron a creer que las vidas privadas de las personas son privadas. Es decir, acepto a los demás, ¿cómo no aceptarme a mi misma—Brittany le quitó el mono de pana a Susan—No soy tan ingenua como para pensar que será fácil, pero eso nunca me ha detenido. No has respondido a mi pregunta.
—Sabes, nunca llegamos a hablar mucho después de que te fuiste a la universidad, y yo sólo te veía a ti y a Sam un par de veces al año en los días festivos. Pero especialmente yo nunca te vi feliz.
—No toda la culpa fue suya—admitió Brittany, tirando de la camiseta de Susan por la cabeza—Él es un…—miró a Susan—Además, yo no prestaba mucha atención a lo que yo necesitaba o quería.
—Parecías más feliz ayer por la noche de lo que puedo recordar desde la escuela secundaria.
—Lo estaba.
—Entonces, ¿por qué crees que me molestaría que jugaras para mi equipo?
Brittany cerró los ojos y respiró hondo.
—Gracias.
—Te quiero. Tengo que ir a estudiar. Em tiene un concierto esta noche, y le prometí que iba a estar ahí.
—Diviértete.
—Me dirás cuando suceda algo, ¿no?
—Si algo pasa.
—Uh-huh.
—Yo también te quiero. Ve a estudiar—Brittany colgó el teléfono y lo hizo a un lado y abrazó a su hija—¿Lista para un baño con Ducky?
Susan asintió con la cabeza, acompañando con sonidos de pato para dar énfasis.
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Mientras Santana subía los escalones de la nueva casa de Brittany, se le ocurrió que ella nunca había tenido una invitación a cenar como esta antes.
Ella no tenía citas.
No tenía ni el tiempo ni la inclinación.
La mayor parte del tiempo se iba a la cama con alguien que conocía en el Bar O'Malley o con quien se cruzara en la mitad de la noche en el hospital.
No llevaba a las mujeres al cine, no iba con ellas a los conciertos, y no pasaba los sábados por la noche en sus casas.
Pero ahí estaba ella.
Negó con la cabeza, preguntándose exactamente cómo Brittany lograba llevarla a hacer cosas que nunca había hecho antes.
Decidiendo que no había razón para tratar de averiguar por qué todo siempre era diferente con Brittany, tocó el timbre.
Un minuto más tarde, Brittany abrió, con Susan en pijama en sus brazos.
—Hola, estaba a punto de ponerla en la cama. Vamos, entra sólo, sólo será un minuto.
—Hola—Santana notó que Brittany se veía tan bien en sus jeans casuales, zapatillas y camisa roja con cuello abierto, como se vería la noche anterior.
Al darse cuenta de que estaba mirando, Santana le tendió una botella de vino.
—Un regalo de inauguración de la casa.
—Gracias—Brittany sostuvo la puerta abierta—¿Recuerdas de dónde está la cocina?
Santana asintió, añadiendo un poco tímidamente:
—Y algo para Susan—puso la caja que contenía el hipódromo de Madera de Bob el Constructor en los brazos extendidos de Susan—Aquí tienes, chica.
—Oh—dijo Brittany con una carcajada—Estás en problemas ahora. Ella nunca se irá a la cama.
—Supongo que es demasiado tarde para recuperarlo.
—Muy, muy tarde—Brittany se inclinó y besó la mejilla de Santana—Eso fue muy dulce.
Santana se preguntó si Brittany podría decir que el más mínimo toque sobre ella la hacía vibrar como un tenedor contra el lateral de una mesa.
Estaba sorprendida de que el aire a su alrededor no se moviera.
—Es sólo un detalle.
—¿Te importaría subir a acomodarla mientras yo pongo los últimos toques a la cena?—Brittany sonrió tímidamente—Sé que probablemente no es lo que tenías en mente para la noche, pero…
—Va a ser divertido—dijo Santana rápidamente.
—Además, quiero ver cómo va—riendo, sintiéndose ridículamente feliz, dijo Brittany—Vamos arriba.
Quince minutos más tarde, Brittany caminó por el pasillo del segundo piso de la habitación de Susan, escuchando la risa encantada de su hija.
Se detuvo en la puerta del dormitorio para disfrutar de la escena. Una pista de carreras de madera en forma de ocho ocupaba el medio de la pista rodeada de casas a medio construir.
Santana estaba recostada por un lado de la pista con Susan en el otro. Cada una tenía un auto de carreras de madera que impulsaban más o menos alrededor de la pista.
Susan parecía deleitarse tratando de conducir el suyo en el de Santana. Después de un choque estrepitoso, Santana hizo sonidos que se asemejan a una explosión y cayó sobre su espalda.
Susan aplaudió.
Santana volvió la cabeza, vio a Brittany, y sonrió.
—Ella es fuerte.
—Debería haberte advertido.
Brittany se fijó inconscientemente en Santana mientras estaba tendida en el suelo. Llevaba las mismas botas negras que la noche anterior, esta vez con los pantalones vaqueros azules y una camiseta blanca.
Los pantalones vaqueros, ceñidos con un cinturón ancho de cuero negro, resbalaban a la altura de las caderas, y Brittany pudo imaginar un poco la forma de los muslos de Santana y el plano superficial de su estómago.
La mirada de Brittany viajó hasta el rostro de Santana, y cuando sus ojos se encontraron, tuvo que mirar hacia otro lado cuando una ola de calor pasó a través de ella.
—Deja llevarla a la cama.
Santana se puso de pie.
—¿Debo esperar abajo?
—Probablemente—murmuró Brittany mientras levantaba a Susan—Eres demasiada distracción.
—¿Ah, sí?—Santana pasó un dedo por la parte exterior del brazo de Brittany.
Había visto la mirada apreciable en los ojos de Brittany, y había conseguido agitarla.
No pasó nada más que eso.
Sólo una mirada.
Ni siquiera un toque.
Sintió un latido del pulso entre sus muslos.
—¿Eso es un problema?
—Sí—susurró Brittany—Vete ahora.
Santana se echó a reír y le tocó el pelo a Susan.
—Buenas noches, chica.
Susan sonrió.
—Buenas noches, chica.
Cuando Brittany bajó las escaleras, Santana estaba esperando en la sala. Apoyada en el sofá, con los tobillos y los brazos cruzados, y una perezosa sonrisa en su rostro.
—¿Todo bien?
—No—dijo Brittany, cruzando la habitación—Me olvidé de algo.
—¿Qué?—preguntó Santana con indiferencia, a pesar de que la calidez en los ojos de Brittany había encendido el fuego en su vientre, que siempre parecía encender Brittany estaba cerca.
Esta vez, estaba más que lista para Brittany.
—Esto—Brittany puso ambas manos en los brazos de Santana y los bajó a sus costados, luego se inclinó hacia ella y la besó.
Era tal como lo recordaba, sólo que mejor.
El cuerpo de Santana estaba caliente, al igual que la otra vez, pero ahora, la morena le devolvió el beso con una ferocidad que la dejó sin aliento.
Los brazos de Santana la rodeaban con fuerza, y Brittany sintió que acunaba su trasero, con una presión fuerte entre sus piernas.
Después ella estaba girando, y ya estaba en el sofá con la boca de Santana en su cuello.
Arqueó la espalda.
—Oh Dios.
—Me encanta la forma en que hueles—Santana gimió, lamiendo la superficie inferior de la mandíbula de Brittany—Y tu sabor—sacó la camisa de la parte posterior de los pantalones vaqueros de Brittany y deslizó la mano por debajo—Oh Dios, tu piel es tan caliente—tomó un lóbulo de la oreja con sus dientes y tiró—Te deseo tanto. Jesús, Britt—pasó los dientes por el cuello de la rubia, luego lamió la marca tenue y rojiza que había dejado atrás—Dime lo que quieres.
—San—Brittany la abrazó con fuerza, sintiéndola temblar, sabiendo que estaba conteniéndose—Santana—presionó su boca a la oreja de la morena—Yo también lo quiero. Si.
Retorció los dedos en el pelo de Santana y volvió la cabeza hasta que pudo encontrar a su boca. Pasó la lengua por los labios de Santana, la metió en su boca, mordisqueó su mandíbula.
Finalmente se apartó, jadeando.
—Oh, sí. ¿Podemos... esperar? ¿Ir un poco más despacio?
Santana presionó la frente contra el hombro de Brittany, obligándose a respirar, tratando de despejar su cabeza, tratando de aplacar el terrible anhelo.
—Está bien. Está bien—se estremeció—Está bien.
—Dios, eres tan sensual—Brittany gimió, todavía con Santana muy cerca.
Recostó su mejilla sobre el hombro de Santana.
—Realmente necesito una distracción. ¿Puedo interesarte en la cena?
Santana se rió con voz temblorosa.
—¿En vez de tener sexo apasionado contigo?
—Uh-huh.
Santana besó la frente de Brittany y le acarició la mejilla con dedos temblorosos.
—Por supuesto. Me gustaría eso.
Brittany se echó hacia atrás, con los ojos entrecerrados y brumosos con persistente excitación.
—¿No estás enojada?
—No—susurró Santana. Le cogió la barbilla, luego le besó los párpados y por último la boca—No. No hay prisa.
—No estoy tan segura. Me siento como si algo fuera a explotar—dijo Brittany mientras se alejaba.
Cogió la mano de Santana, poco dispuesto a dejarla ir muy lejos.
Santana sonrió.
—Espero que sí.
Brittany rió y tiró de Santana hacia la cocina.
—Vamos. Me esclavicé haciendo esto, así que espero que hagas los sonidos apropiados en gratitud.
—Teniendo en cuenta que es la primera comida que una mujer ha cocinado para mí, probablemente me pondré de rodillas en señal de agradecimiento.
Brittany arqueó una ceja.
—Eso podría ser interesante.
Santana se detuvo abruptamente y la tomó en sus brazos de nuevo. Rozó el borde de la oreja de Brittany con su lengua hasta que sintió el estremecimiento de la ojiazul.
—Ten cuidado. No te burles si quieres que vaya lento.
El aliento de Brittany le llegó entrecortado.
—¿Puedo tener las dos?
—Puedes tener lo que quieras—Santana murmuró, con la boca en el cuello de la rubia.
En alguna parte de su mente, más allá de la locura del deseo, temía que eso pudiera ser cierto.
Se sentó con las piernas rectas, con las manos en su regazo, la cabeza hacia atrás, los ojos cerrados.
Sus labios se estremecieron.
Su cara estaba caliente, las huellas térmicas de las manos de Brittany estaban marcadas en su piel.
Un respiro.
Dos.
Todavía no podía conseguir suficiente aire.
Su estómago estaba tenso, su pecho contraído.
Brittany la había tomado por sorpresa la noche anterior.
Santana sabía que había invitado al beso con ese abrazo inconsciente, pero no se había preparado para la intensidad de la reacción de Brittany, o a su propia respuesta.
La boca de Brittany, sus manos, habían sido insistentes, dulces y sin excusas.
Santana estaba acostumbrada a las mujeres que dejaban claras sus necesidades, y por lo general no tenía ningún problema dándoles lo que querían, obteniendo su propio placer en el proceso.
Ayer por la noche, su excitación instantánea e incontrolable la había desmoronado. Había anhelado el toque de Brittany con la desesperación de una mujer ahogándose, arañando su camino hacia la superficie del océano.
Sentía lo mismo ahora, y eso la asustó de una manera más de lo que podía contar.
Toda su vida había tenido un objetivo para satisfacer las expectativas de su papá.
Los requisitos de su papá no le habían sido explicados, porque nunca lo había necesitado. Desde el momento en que ella era consciente de sí misma en el mundo, había entendido su herencia y su destino.
En ninguna parte de todo eso había espacio que no fuera para la ambición y los logros.
Ni un anteproyecto para el amor, ni una ruta para una relación, sin entorno para otra vida que no fuera la profesional.
Tenía el modelo del matrimonio de sus padres, que al parecer había sido de mutua conveniencia y propiamente educada, ausente de la pasión o el compañerismo real.
Había aprendido bien sus lecciones.
Las relaciones superficiales le habían permitido satisfacer sus necesidades y nunca interfirieron con sus aspiraciones. En menos de cinco meses, ella sería la residente en jefe de cirugía de una de las instituciones de primera clase en el país y estaba en camino de lograr lo que buscaba.
Todo lo que se esperaba de ella.
Todo lo que ella quería.
El éxito estaba a la vista.
Abrió los ojos ante garaje vacío, en busca de algo familiar que le recordara quién era.
Pero todavía podía ver la cara de Brittany.
Aún podía oír su voz.
Aún podía sentirla.
Y eso no era parte del plan.
Sin condiciones.
Sin promesas.
Lo que fuera, esa era la manera en que tenía que ser, porque no había lugar en su vida para complicaciones o desvíos.
Y si dudaba de eso, sólo tenía que recordarse a sí misma que era muy probable despertar con Brittany una mañana y darse cuenta de que había dejado su cuerpo sobre sus sentidos.
Y después se habría ido.
—Vamos a jugar y no lo tomemos demasiado en serio—murmuró mientras se empujaba a sí misma sobre sus pies.
Satisfecha de tener las cosas bajo control, ignoró el repiqueteo de la emoción que se quedó en la boca del estómago.
La cena era sólo una cena.
Todo el mundo tenía que comer.
*************************************************************************************************************
El teléfono sonó justo cuando Brittany deslizaba la comida en el horno para asar.
Lo cogió al cuarto timbrazo.
—¿Hola?
—Hey, ¿Qué estás haciendo?
Sonrió ante el sonido de la voz de su hermana.
—Cocinar la cena.
—¿Qué está haciendo la princesita?
—Tú eres la única que la llama de ésa manera, lo que demuestra simplemente que no has hecho de niñera lo suficiente.
Hanna rió.
—Te escucho.
—En este momento, ella está tratando de empujar los spaghettios en sus dedos. Piensa que son anillos.
—Oh, eso suena tan lindo.
Brittany miró a Susan, que tenía la salsa de espagueti en su pelo, en su cara, y por toda la mesa de la cocina y hasta donde sus brazos pudieran alcanzar.
Sonrió.
—Casi. Oh, espera, debes decir hola—sostuvo el teléfono para Susan—Es la tía Hanna, cariño.
Susan trató de hacer una conversación emocionada durante sesenta segundos y luego se quedó en silencio.
Brittany tomó otra vez el teléfono.
—Entonces, ¿qué pasa?
—Por eso llamaba para preguntarte. ¿Qué está pasando con Santana?
—Ya hablamos.
—¿Y?
—Ella viene a cenar esta noche.
—¿Fue tu idea?
—Uh-huh.
—¿Tiene otros motivos?
Brittany dejó salir agua en el fregadero para lavar las patatas y las zanahorias.
—Como por ejemplo, ¿qué?
—Tú sabes qué. Ya la besaste. ¿Está pensando en hacer algo más?
—No sé. Quizás. Estuvimos de acuerdo para ver qué pasa.
Hanna soltó un bufido.
—Oh, por favor. Eso es lo que dice todo el mundo cuando lo que realmente quieren decir es, vamos a saltar a la cama en la primera oportunidad.
—¿Eso es cierto?
—Sí, lo es, y sólo estás con evasivas porque Santana no es hombre.
—Eso tiene sentido ¿no crees?
—No lo sé. ¿Lo tiene? Acabas de besarla. Eso anula un poco esa cosa de los hombres, ¿no te parece?
Brittany trasladó el plato vacío de Susan fuera de su alcance y con un paño de cocina húmedo cubrió las manos de su hija. Mientras limpiaba metódicamente cada dedo, dijo:
—Estoy atraída por ella. No sé lo que eso significa más allá de ese hecho. Quizás no pasará nada.
—¿Qué hay de la anoche, entonces?
—Yo no lo había planeado.... simplemente lo hice sin pensar.
—Por lo general no eres impulsiva.
—No, no lo soy. Nunca he tenido la oportunidad de serlo.
—¿Y si resulta que eres de las mías?
—¿Es esto realmente por lo que llamaste?—Brittany levantó a Susan, sosteniendo el teléfono portátil sobre su hombro—Vamos, cariño. Hora del baño.
—Supongo—dijo Hanna tras una pausa—Quiero decir, yo nunca sospeché... nunca dijiste nada cuando yo conté que me gustaban las mujeres o cuando empecé a salir con Em, ningún indicio, nada.
—Nunca he guardado secretos, Hanna—dijo Brittany, al oír el dolor en su voz—Yo te lo hubiera dicho.
—De verdad?
Brittany sonrió.
—De veras. Nunca pensé en ello. Yo estaba en la escuela, después me casé, luego comencé la residencia. Después todo se fue al infierno. Mi vida estaba demasiado ocupada o demasiado loca para pensar en nada de nada.
—Tu vida sigue siendo una locura, ya sabes.
—Lo sé. Ella sólo viene a cenar.
—Uh-huh. Sí. Claro.
—¿Te molestaría?—Brittany sentó a Susan en el asiento del inodoro cerrado, le entregó un juguete de baño para mantenerla ocupada, y se arrodilló para desatar sus zapatillas—¿Si resulta que tal vez lo soy?
—¿A ti te molestaría?
—No lo creo. Mamá y papá prácticamente nos enseñaron a creer que las vidas privadas de las personas son privadas. Es decir, acepto a los demás, ¿cómo no aceptarme a mi misma—Brittany le quitó el mono de pana a Susan—No soy tan ingenua como para pensar que será fácil, pero eso nunca me ha detenido. No has respondido a mi pregunta.
—Sabes, nunca llegamos a hablar mucho después de que te fuiste a la universidad, y yo sólo te veía a ti y a Sam un par de veces al año en los días festivos. Pero especialmente yo nunca te vi feliz.
—No toda la culpa fue suya—admitió Brittany, tirando de la camiseta de Susan por la cabeza—Él es un…—miró a Susan—Además, yo no prestaba mucha atención a lo que yo necesitaba o quería.
—Parecías más feliz ayer por la noche de lo que puedo recordar desde la escuela secundaria.
—Lo estaba.
—Entonces, ¿por qué crees que me molestaría que jugaras para mi equipo?
Brittany cerró los ojos y respiró hondo.
—Gracias.
—Te quiero. Tengo que ir a estudiar. Em tiene un concierto esta noche, y le prometí que iba a estar ahí.
—Diviértete.
—Me dirás cuando suceda algo, ¿no?
—Si algo pasa.
—Uh-huh.
—Yo también te quiero. Ve a estudiar—Brittany colgó el teléfono y lo hizo a un lado y abrazó a su hija—¿Lista para un baño con Ducky?
Susan asintió con la cabeza, acompañando con sonidos de pato para dar énfasis.
*************************************************************************************************************
Mientras Santana subía los escalones de la nueva casa de Brittany, se le ocurrió que ella nunca había tenido una invitación a cenar como esta antes.
Ella no tenía citas.
No tenía ni el tiempo ni la inclinación.
La mayor parte del tiempo se iba a la cama con alguien que conocía en el Bar O'Malley o con quien se cruzara en la mitad de la noche en el hospital.
No llevaba a las mujeres al cine, no iba con ellas a los conciertos, y no pasaba los sábados por la noche en sus casas.
Pero ahí estaba ella.
Negó con la cabeza, preguntándose exactamente cómo Brittany lograba llevarla a hacer cosas que nunca había hecho antes.
Decidiendo que no había razón para tratar de averiguar por qué todo siempre era diferente con Brittany, tocó el timbre.
Un minuto más tarde, Brittany abrió, con Susan en pijama en sus brazos.
—Hola, estaba a punto de ponerla en la cama. Vamos, entra sólo, sólo será un minuto.
—Hola—Santana notó que Brittany se veía tan bien en sus jeans casuales, zapatillas y camisa roja con cuello abierto, como se vería la noche anterior.
Al darse cuenta de que estaba mirando, Santana le tendió una botella de vino.
—Un regalo de inauguración de la casa.
—Gracias—Brittany sostuvo la puerta abierta—¿Recuerdas de dónde está la cocina?
Santana asintió, añadiendo un poco tímidamente:
—Y algo para Susan—puso la caja que contenía el hipódromo de Madera de Bob el Constructor en los brazos extendidos de Susan—Aquí tienes, chica.
—Oh—dijo Brittany con una carcajada—Estás en problemas ahora. Ella nunca se irá a la cama.
—Supongo que es demasiado tarde para recuperarlo.
—Muy, muy tarde—Brittany se inclinó y besó la mejilla de Santana—Eso fue muy dulce.
Santana se preguntó si Brittany podría decir que el más mínimo toque sobre ella la hacía vibrar como un tenedor contra el lateral de una mesa.
Estaba sorprendida de que el aire a su alrededor no se moviera.
—Es sólo un detalle.
—¿Te importaría subir a acomodarla mientras yo pongo los últimos toques a la cena?—Brittany sonrió tímidamente—Sé que probablemente no es lo que tenías en mente para la noche, pero…
—Va a ser divertido—dijo Santana rápidamente.
—Además, quiero ver cómo va—riendo, sintiéndose ridículamente feliz, dijo Brittany—Vamos arriba.
Quince minutos más tarde, Brittany caminó por el pasillo del segundo piso de la habitación de Susan, escuchando la risa encantada de su hija.
Se detuvo en la puerta del dormitorio para disfrutar de la escena. Una pista de carreras de madera en forma de ocho ocupaba el medio de la pista rodeada de casas a medio construir.
Santana estaba recostada por un lado de la pista con Susan en el otro. Cada una tenía un auto de carreras de madera que impulsaban más o menos alrededor de la pista.
Susan parecía deleitarse tratando de conducir el suyo en el de Santana. Después de un choque estrepitoso, Santana hizo sonidos que se asemejan a una explosión y cayó sobre su espalda.
Susan aplaudió.
Santana volvió la cabeza, vio a Brittany, y sonrió.
—Ella es fuerte.
—Debería haberte advertido.
Brittany se fijó inconscientemente en Santana mientras estaba tendida en el suelo. Llevaba las mismas botas negras que la noche anterior, esta vez con los pantalones vaqueros azules y una camiseta blanca.
Los pantalones vaqueros, ceñidos con un cinturón ancho de cuero negro, resbalaban a la altura de las caderas, y Brittany pudo imaginar un poco la forma de los muslos de Santana y el plano superficial de su estómago.
La mirada de Brittany viajó hasta el rostro de Santana, y cuando sus ojos se encontraron, tuvo que mirar hacia otro lado cuando una ola de calor pasó a través de ella.
—Deja llevarla a la cama.
Santana se puso de pie.
—¿Debo esperar abajo?
—Probablemente—murmuró Brittany mientras levantaba a Susan—Eres demasiada distracción.
—¿Ah, sí?—Santana pasó un dedo por la parte exterior del brazo de Brittany.
Había visto la mirada apreciable en los ojos de Brittany, y había conseguido agitarla.
No pasó nada más que eso.
Sólo una mirada.
Ni siquiera un toque.
Sintió un latido del pulso entre sus muslos.
—¿Eso es un problema?
—Sí—susurró Brittany—Vete ahora.
Santana se echó a reír y le tocó el pelo a Susan.
—Buenas noches, chica.
Susan sonrió.
—Buenas noches, chica.
Cuando Brittany bajó las escaleras, Santana estaba esperando en la sala. Apoyada en el sofá, con los tobillos y los brazos cruzados, y una perezosa sonrisa en su rostro.
—¿Todo bien?
—No—dijo Brittany, cruzando la habitación—Me olvidé de algo.
—¿Qué?—preguntó Santana con indiferencia, a pesar de que la calidez en los ojos de Brittany había encendido el fuego en su vientre, que siempre parecía encender Brittany estaba cerca.
Esta vez, estaba más que lista para Brittany.
—Esto—Brittany puso ambas manos en los brazos de Santana y los bajó a sus costados, luego se inclinó hacia ella y la besó.
Era tal como lo recordaba, sólo que mejor.
El cuerpo de Santana estaba caliente, al igual que la otra vez, pero ahora, la morena le devolvió el beso con una ferocidad que la dejó sin aliento.
Los brazos de Santana la rodeaban con fuerza, y Brittany sintió que acunaba su trasero, con una presión fuerte entre sus piernas.
Después ella estaba girando, y ya estaba en el sofá con la boca de Santana en su cuello.
Arqueó la espalda.
—Oh Dios.
—Me encanta la forma en que hueles—Santana gimió, lamiendo la superficie inferior de la mandíbula de Brittany—Y tu sabor—sacó la camisa de la parte posterior de los pantalones vaqueros de Brittany y deslizó la mano por debajo—Oh Dios, tu piel es tan caliente—tomó un lóbulo de la oreja con sus dientes y tiró—Te deseo tanto. Jesús, Britt—pasó los dientes por el cuello de la rubia, luego lamió la marca tenue y rojiza que había dejado atrás—Dime lo que quieres.
—San—Brittany la abrazó con fuerza, sintiéndola temblar, sabiendo que estaba conteniéndose—Santana—presionó su boca a la oreja de la morena—Yo también lo quiero. Si.
Retorció los dedos en el pelo de Santana y volvió la cabeza hasta que pudo encontrar a su boca. Pasó la lengua por los labios de Santana, la metió en su boca, mordisqueó su mandíbula.
Finalmente se apartó, jadeando.
—Oh, sí. ¿Podemos... esperar? ¿Ir un poco más despacio?
Santana presionó la frente contra el hombro de Brittany, obligándose a respirar, tratando de despejar su cabeza, tratando de aplacar el terrible anhelo.
—Está bien. Está bien—se estremeció—Está bien.
—Dios, eres tan sensual—Brittany gimió, todavía con Santana muy cerca.
Recostó su mejilla sobre el hombro de Santana.
—Realmente necesito una distracción. ¿Puedo interesarte en la cena?
Santana se rió con voz temblorosa.
—¿En vez de tener sexo apasionado contigo?
—Uh-huh.
Santana besó la frente de Brittany y le acarició la mejilla con dedos temblorosos.
—Por supuesto. Me gustaría eso.
Brittany se echó hacia atrás, con los ojos entrecerrados y brumosos con persistente excitación.
—¿No estás enojada?
—No—susurró Santana. Le cogió la barbilla, luego le besó los párpados y por último la boca—No. No hay prisa.
—No estoy tan segura. Me siento como si algo fuera a explotar—dijo Brittany mientras se alejaba.
Cogió la mano de Santana, poco dispuesto a dejarla ir muy lejos.
Santana sonrió.
—Espero que sí.
Brittany rió y tiró de Santana hacia la cocina.
—Vamos. Me esclavicé haciendo esto, así que espero que hagas los sonidos apropiados en gratitud.
—Teniendo en cuenta que es la primera comida que una mujer ha cocinado para mí, probablemente me pondré de rodillas en señal de agradecimiento.
Brittany arqueó una ceja.
—Eso podría ser interesante.
Santana se detuvo abruptamente y la tomó en sus brazos de nuevo. Rozó el borde de la oreja de Brittany con su lengua hasta que sintió el estremecimiento de la ojiazul.
—Ten cuidado. No te burles si quieres que vaya lento.
El aliento de Brittany le llegó entrecortado.
—¿Puedo tener las dos?
—Puedes tener lo que quieras—Santana murmuró, con la boca en el cuello de la rubia.
En alguna parte de su mente, más allá de la locura del deseo, temía que eso pudiera ser cierto.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Retroceder el Tiempo (Adaptada) Epílogo
Jajajajaja me encanta la relación de San con Susan, se entienden muy bien y tienen el mismo gusto por los autos :3
Y buenoooo las cosas iban a pasar al siguiente nivel pero decidieron esperar.... Sólo espero que no duren mucho así jajajajaja
Nos quedas a deber capítulos,e acostumbraste a dos diarios jajajajaja necesitó mas ( obvio el maratón del viernes es aparte ;) jajajajaja )
Y buenoooo las cosas iban a pasar al siguiente nivel pero decidieron esperar.... Sólo espero que no duren mucho así jajajajaja
Nos quedas a deber capítulos,e acostumbraste a dos diarios jajajajaja necesitó mas ( obvio el maratón del viernes es aparte ;) jajajajaja )
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Retroceder el Tiempo (Adaptada) Epílogo
Hola morra...
Ahí aja sin compromiso y ataduras.... A ver si se lo llegan a creer las dos...!!
La afición de san y su por los autos...jajaja me encanta cúando estan juntas..
Esa cena amm vamos a ver si se llega a terminar al van a si no llegan al postre jajajaja...
Nos vemos!
Ahí aja sin compromiso y ataduras.... A ver si se lo llegan a creer las dos...!!
La afición de san y su por los autos...jajaja me encanta cúando estan juntas..
Esa cena amm vamos a ver si se llega a terminar al van a si no llegan al postre jajajaja...
Nos vemos!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
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