[Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Travesura (Adaptada) Epílogo

Capitulo 25

Llego al hotel Imperial que da la bienvenida a los invitados con una alfombra roja.

Entro en el salón donde se lleva a cabo la recepción. Todo está elegantemente decorado con lámparas de lágrimas de cristal y arreglos de rosas blancas y rosadas.

Pasa un mesero y cojo una copa de champagne que, como era de esperar, es de la mejor del mercado. Veo que Brittany se ha ocupado de que todo sea lo mejor de lo mejor para nuestros invitados.

Miro de un lado a otro buscando a mi Diabla, no la veo porque hay demasiada gente pululando en este salón. Sigo buscándola, estoy en eso cuando huelo su perfume, giro mi cara y ahí, a mi lado, está ella.

Quedo pasmada ante la hermosa visión que tengo ante mí.

Brittany se ve preciosa enfundada en un largo y ajustado vestido negro, parece una sirena. Su cabello está tomado en un moño bajo y hoy lleva un maquillaje que, hace que sus claros ojos, se vean más hermosos y profundos aún.

No puedo evitar mirarla y recorrer su cuerpo sin disimulo.

―Buenas noches―dice en un ronroneo que hace que mi cuerpo se caliente de inmediato.

―Buenas noches Britt, te ves bellísima.

Ella se sonroja de inmediato. Un mesero pasa por nuestro lado y yo tomo una copa y se la entrego a Brittany.

―Gracias, tú tampoco estás mal―dice sonriendo burlona

―Veo que te esmeraste mucho para agradar a los árabes. A mí me rechazas una humilde propuesta de unos pocos dólares, claro tenías que ahorrar para darle lo mejor a este Jeque.

―¿Celosa señorita López?

Me está desafiando con la mirada, yo tomo un poco de champagne ante de contestar, pero cuando voy a hacerlo Will se acerca a nosotras.

―Brittany, Santana, qué bien que estén acá. La delegación árabe acaba de llegar y pronto harán ingreso. Brittany te felicito, todo está perfecto. Miren ahí viene el Jeque.

Will se aparta de nuestro lado y llega al encuentro del Jeque bin Zayed y su gran comitiva.

El Jeque es un hombre que debe rondar los cincuenta y algo, tras él está un hombre joven, alto de seguro que es su hijo. Más atrás otros hombres, entre ellos puedo ver varios guardaespaldas. Todos van vestidos con impecables smokings y en sus cabezas llevan puestos sus tradicionales turbantes.

Will le va presentando al Jeque a los distintos jefes de sección. Uno a uno va pasando hasta que llegan donde nos encontramos Brittany y yo.

―Señor Mohhamed, tengo el honor de presentarle a nuestra jefe de finanzas e inversiones la señorita Brittany Pierce. Brittany el señor es el Jeque Mohhamed Bin Zayed.

―Es un placer señor―dice Brittany estirando su mano la que es tomada por el hombre y se la besa.

―El placer es mío señorita Pierce. Déjeme presentarle a mi hijo Rashid.

Puedo notar que el heredero queda prendado de inmediato de Brittany. El hombre tiene una penetrante mirada verde, y ve a Brittany como un halcón mira a su presa.

Y de pronto me pregunto, ¿cuántos camellos estará dispuesto a dar este hombre por mi Diabla?

De seguro que muchos, yo daría muchos por ella.

―Un placer señorita Pierce―dice el muy jodido al cual tengo ganas de partirle la cara mientras besa la mano de Brittany.

Ella no dice nada solo asiente con la cabeza.

―Señor, le presento a nuestra jefa de marketing la señorita Santana López, ella estará encargada personalmente de su campaña publicitaria.

―Mucho gusto señorita López―me dice el hombre mientras hace el mismo gesto que ha Brittany. Luego me presenta al heredero, quien también hace el gesto que a la rubia y Will los lleva por el salón para seguir con las presentaciones.

Me quedo al lado de Brittany, pero me doy cuenta que el hijo del Jeque no ha dejado de mirar insistentemente a mi Diabla y claramente a mi también. Me gustaría tomar a Brittany de la mano y arrastrarla para sacarla de ahí.

―Veo que ya tienes un nuevo admirador.

―Qué dices―dice ella con una media sonrisa.

―El heredero, el hijo del Jeque, no me digas que no has notado cómo te está devorando con la mirada.

―No, ni cuenta me he dado.

Tomo otra copa de champange y trato de calmarme. De pronto veo que Will viene hacia nosotras.

―Brittany, acompáñame, el Jeque quiere hablar contigo.

Ella me da una mirada de disculpa y veo como Will la aparta de mi lado y llegan hasta donde están los árabes.

El halcón entra en acción y veo que habla con ella. Brittany sonríe a algo que él le dice y en mi corazón se instala una punzada de rabia.

¿Por qué hace eso?

¿No sabe que cuándo sonríe se ve aún más hermosa?

―Vaya, mira a Brittany. Creo que aparte de un buen negocio, se conseguirá un buen partido.

Sam hace su aparición con el peor de los comentarios.

No quiero mirar hacia donde está Brittany, pero mis ojos me traicionan y llegan hasta ella que conversa animadamente con Rashid. Me entra la tentación de cruzar el salón y tomar a este maldito por el cuello y golpearlo hasta que deje de respirar. Pero sé que no alcanzaría ni a llegar a su lado ya que sus guardaespaldas me matarían antes.

―¿Quieres un whisky?―pregunta Sam y yo muevo mi cabeza afirmativamente― Bien voy por uno.

Mi amigo sale en busca del licor que claramente necesito en este instante. Los celos me están carcomiendo por dentro, necesito sacar a Brittany de esa manada de lobos en la que se encuentra.

Tengo tanta rabia en este momento que, estoy pensando seriamente tomar un avión hasta Arabia Saudita, y prenderle fuego a cada uno de los pozos petroleros que de seguro tiene este cabrón.

No aguanto más, no puedo quedarme ahí parada viendo cómo este hombre mira descaradamente a mi Diabla. Aprieto los puños, tengo que calmarme, así que decido salir de ese salón.

Llego a un ventanal que se encuentra abierto y salgo al balcón. Tomo una honda respiración mientras mentalmente me repito que no pasa nada.

―Aquí estás morena. Toma acá está tu wishky―dice Sam se acerca con un vaso de licor.

Tomo el vaso y me lo bebo de un sorbo, Sam me mira extrañado, pero no me pregunta nada. En cambio él sigue haciendo desagradables comentarios sobre Brittany.

―Amiga te digo, nunca había visto a Brittany tan risueña. Mírala si parece otra mujer.

Yo giro mi cara curiosa y la veo sonreír, el halcón le acerca una copa y ella se la acepta gustosa. No sé qué me pasa, la sangre en mis venas se está comenzado a calentar.

―Debo reconocer que Brittany es mucho más inteligente de lo que pensé―Sam sigue con su discurso y quiero decirle que no siga por ahí.

―Por qué dices eso Sam.

―Claro, no se fija en ninguno de sus compañeros de trabajo. Pero a éste le presta toda su atención, como es hijo de un Jeque dueño de medio Arabia se asegura el futuro de inmediato.

―¡Cállate Sam!

―¿Por qué? Es verdad lo que te digo. Ella es una interesada de lo peor. Claro vio más dinero en ese tipo por eso está toda coqueta ahí a su lado.

Si Sam no se calla lo voy a golpear, juro que lo haré.

―Puedes cambiar el tema―pido para que deje de hablar de Brittany, pero al parecer hoy me quiere joder la noche.

―Pero mírala, tan seria que se ve en la oficina. De seguro que esta noche termina en la cama del heredero, tal vez él se la lleve a Arabia para que forme parte de su harem.

Mi vista se tiñe de rojo, de seguro por la rabia de la que estoy siendo presa en este instante. No soy yo en este momento, todo lo que ha dicho mi amigo resuena fuertemente en mi cabeza y de pronto mi mano derecha se levanta y se estrella fuertemente contra el rostro de Sam haciéndolo caer al suelo.

―¡Te dije que te callaras!

―¡Qué te pasa imbécil!―me dice Sam enojado.

―¡No hables de ella, no sabes nada de Brittany!

―Qué tiene que hable de ella. Digo lo que veo, no es nada más que una oportunista.

―¡Cállate cabrón!―y lo vuelvo a golpear en el rostro.

―¡Qué pasa contigo San! Es que acaso te gusta Brittany, es eso.

―Sí, es eso… yo... yo la amo… ¡yo amo a Brittany!

Sam me mira con los ojos abiertos como platos ante lo que le he dicho.

―¡San, Sam! ¿Qué es lo que pasa aquí?―la voz de Will interrumpe la pelea.

Yo me alejo de Sam y miro a mi jefe que está claramente enfadado y no entiende lo que ha pasado ahí entre su hijo y yo.

―¡Explíquenme qué mierda les pasa!

―Lo siento Will, de verdad lo siento. Perdóname―digo y salgo a toda velocidad de ese lugar.

Paso por el salón, pero no miro a nadie, solo quiero salir de ahí. Llego hasta mi auto y lo pongo en marcha con dirección a mi departamento.

Cuando llego a mi destino lo primero que hago es servirme el licor más fuerte que tengo en mi bar. Me tiro en un sillón y comienzo a pensar en todo lo que ha pasado esta noche y sobre todo pienso en lo que le acabo de decir a mi amigo… estoy enamorada de Brittany.

No sé qué haré ahora, de seguro Sam ya le contó a Will y él me odiará por haberle mentido sobre Brittany.

Estoy sumida en mis pensamientos cuando escucho el timbre de mi puerta. No tengo ganas de atender a nadie, pero ante la insistencia de quien aprieta el botón del timbre, decido levantarme y ver quién es.

Abro la puerta y me encuentro con Sam.

―¿Puedo pasar?―pregunta mi amigo y veo en su mirada que está arrepentido y que viene en son de paz.

―Claro pasa, ¿quieres un wishky?

―Un wishky me sentaría bien, gracias.

Le sirvo el vaso de licor y se lo entrego. Veo que, debido al golpe que le di, le partí el labio. Me siento mal, nunca habíamos peleado así.

―Debo reconocer que tienes un buen derechazo. Al parecer estuviste entrenando en Inglaterra.

―Lo siento Sam. Siento haberte golpeado.

―Por qué no me contaste San. Por qué no me dijiste lo de Brittany. Creí que era tu amigo.

―No podía contarle a nadie, solo Rachel lo sabe. Tu papá me advirtió que no intentara nada con Brittany, pero yo no puedo alejarme de ella, es más fuerte que yo.

―Sí que estás jodida amiga.

―No estoy jodida, estoy enamorada.

―¿Y cuál es la diferencia? Para mi es lo mismo.

―Cuando te enamores me vas a entender.

―Sabes que eso no pasará. Si voy a estar como tú no quiero enamorarme nunca.

―Nunca digas nunca amigo.

―Lo siento San, siento haber dicho esas cosas de Brittany, pero no sabía que estabas colada por ella. Mi papá aún está en estado de shock. No podía creer lo que le estaba contando.

―Me debe de estar odiando. Le mentí, le dije que entre ella y yo no pasaba nada.

―De seguro mañana lo tienes por acá. Hoy no vino porque estaba con el Jeque.

―Y para rematar le arruiné la recepción del Jeque.

―Creo que el Jeque no alcanzó a darse cuenta.

―Ojalá así sea y me perdone por haberle mentido.

―Lo hará, sabes que eres una hija para él. Te perdonará no lo dudes.


Me quedo conversando con Sam por unas horas. Luego él decide irse. Yo me voy a mi cuarto, me saco la chaqueta y el vestido y me meto a la cama.

Mañana de seguro será un largo día y me tocará enfrentar a un enfadado Will, así es que lo mejor será dormir.

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Capitulo 26

El sonido del timbre me saca de mi profundo sueño.

Abro un ojo y miro el reloj que está sobre la mesa de noche y veo que son las nueve de la mañana. El timbre vuelve a sonar y me obligo a levantarme para ver quién es.

Aunque ya me lo imagino no pensé que vendría tan temprano a buscar una explicación.

Llego a la puerta, tomo una honda respiración, porque sé que viene un gran regaño, abro y me encuentro con la verde mirada de Will.

―Buenos días―dice seriamente enojado y pasa delante de mí sin esperar a que lo invite.

No sé qué decirle, no sé cómo empezar a pedirle disculpas por lo de anoche.

―Buenos días Will. Yo quiero que…

―Nunca pensé que Sam y tú llegaran a este extremo―se calla por un segundo y luego dice―Me mentiste.

Puedo notar un poco de tristeza en su mirada:

―, ¿Por qué Santana? Cuando te pregunté por Brittany, me dijiste que no había pasado nada, ahora quiero que me expliques todo.

―Will, no sé qué decirte, solo que me enamoré de ella. No lo pude evitar, todo esto es más fuerte que yo.

―San, ¿te estás oyendo? ¿Entiendes lo que me acabas de decir?

―Sí Will. Amo a Brittany.

Él me mira como no creyendo en lo que le digo.

¿Tan difícil es creerme?

―Un día te pedí que te alejaras de ella. Brittany es una persona complicada y no sé si sabes por lo que ella ha pasado…

―Sí, lo sé. Y también sé que tiene una mamá que le ha cagado la vida haciéndola creer que todas las personas para posible pareja somos unas canallas. Que le ha llenado la cabeza de desconfianza.

―¿Te contó todo lo de su papá?

―Sí, todo.

―Vaya, nunca pensé que Brittany se abriría con alguien.

―Will, tienes una visión equivocada de Brittany. Aún la ves como la pequeña a la que ayudaste, pero ella es mucho más fuerte de lo que piensas. Tú temías que ella se enamorara de mí y fue todo lo contrario, soy yo la que barre el piso por Brittany desde el primer día en que la vi.

―Por qué dices eso, acaso esto no es mutuo. Ella no te ha dicho que te ama.

―No. Y creo que aunque lo sienta no me lo dirá. Aún está desconfiada de los sentimientos, pero voy a esperar, voy esperarla todo el tiempo que sea necesario solo para escucharla decir que me ama.

―Tienes claro que podrías quedarte esperando una eternidad, ¿verdad? Ya te lo dije, es dura.

―Más que claro. Pero me arriesgaré a esperar.

―Nunca pensé que te escucharía hablar así, que te vería enamorada alguna vez.

Yo le sonrío y él se acerca y me abraza como el papá que siempre ha sido para mí.

―Will―me separo de él porque ahora debo pedirle disculpas―, Quiero pedirte perdón por lo de anoche. No quise arruinar la recepción, no quería golpear a Sam, pero estaba celosa y él no me ayudaba mucho con sus comentarios.

―Demos gracias a Dios que casi nadie se dio cuenta y que el Jeque solo te vio salir casi corriendo. Tuve que inventarle una buena excusa.

―Lo siento Will, realmente lo siento. No me gusta decepcionarte.

―Y no lo has hecho. Has madurado mucho Santana, ojalá Sam madurara a tu ritmo. Pero ese hijo mío vino a este mundo a sacarme canas verdes.

Sonrío por lo que dice Will sobre Sam, pero sé que ya le llegará su hora. En este mundo tiene que existir la horma del zapato para mi amigo.

―Bueno ahora te dejo para que descanses. Creo que tienes mucho que pensar.

―¿Mucho que pensar? ¿Pensar en qué?

―En cómo vas a hacer para que Brittany se enamore de ti Tanita.

Ahora es él el que me sonríe y veo por su expresión que la idea de que Brittany y yo nos enamoremos no le disgusta del todo.

―Bueno, tiempo al tiempo Will. Sabes que por empeño no me voy a quedar.

Will ríe por lo que le digo y comienza a caminar a la puerta, yo lo sigo para despedirlo. Él se gira y me dice:

―Ah, solo una cosa más antes de irme. Si haces sufrir a la muchacha te corto en trocitos, ¿entendiste?

Yo trago el nudo que se formó en mi garganta al pensar en su amenaza. Will me aprieta un cachete y sale de mi departamento.

Siento cómo un gran alivio me recorre el cuerpo, no quiero que Will esté enfadado conmigo, él es una persona muy importante en mi vida.

Camino hasta la cocina para preparar café, necesito con urgencia que la cafeína corra por mis venas.

Luego de un rato ya está lista la cafetera y me dispongo a servirme una gran taza del brebaje caliente cuando escucho sonar el timbre.

¿Quién será a esta hora?

Voy hasta la puerta y de mala gana la abro, pero mi ánimo cambia de inmediato al ver quién está parada del otro lado… mi Diabla.

―Hola San… ¿Qué le pasó a tu cara?―me dice acercándose y tocando mi mejilla donde tengo la marca cuando Sam me empujo y choque con la muralla.

―No es nada―le digo mientras tomo su mano y se la beso.

―¿Quién te golpeó?

―Tuve una pequeña discusión con Sam.

—¿Fue capaz de golpearte?—dice alarmada.

—No, solo que al empujarme choque.

―Más bien una pelea o me equivoco.

―Bueno algo así.

No quiero hablar de la pelea con mi amigo, solo quiero tenerla entre mis brazos y besarla.

―¿Por eso te fuiste corriendo de la recepción?

―Ah, te fijaste que me fui de la recepción.

―Claro, que me fijé. ¿Por qué dices eso?

―Como solo tenías ojos para el hijo del Jeque, pensé que no habías notado que yo también estaba en ese salón.

Sus mejillas se sonrojan y me da una sonrisa sexy, pero no me dice nada.

Sabe que estoy celosa.

A cambio acerca su boca y me besa. La tomo por la cintura y la aprieto más a mi cuerpo. La sigo besando y tengo la tentación de contarle por qué fue la pelea, decirle que la amo y que Will lo sabe. Pero también sé, que si se lo digo, tal vez se asuste y me mande a la mierda.

―¿Quieres café? Está recién hecho.

―Está bien, tomaré una taza.

Caminamos tomadas de la mano hasta llegar a la cocina y le sirvo una taza de humeante café.

―¿Vamos a almorzar a alguna parte?

―No puedo, hoy quedé con mi mamá para almorzar.

Se me retuerce el estómago de solo pensar en esa mujer.

―Está bien, entonces no me quedará más remedio que almorzar sola―digo haciendo un puchero.

Ella me mira y me da una bella sonrisa. Toma un sorbo de café, yo solo soy capaz de mirar cada uno de sus movimientos, de verdad que estoy jodida.

―Bueno será mejor que me vaya, no quiero hacer esperar a mi mamá.

Se acerca, se cuelga de mi cuello y me besa con pasión. Estoy tomándome todo el tiempo para besarla, no quero que se vaya.

Estoy concentrada en la boca de Brittany cuando el timbre de mi departamento vuelve a sonar.

¿Es que no hay más gente en la ciudad que hoy todos me vienen a visitar?

Brittany se separa de golpe al escuchar el sonido.

Al que sea que está tras esa puerta lo voy a matar, juro que lo mato.

―Dame un segundo. Me desharé de quién sea que es.

Me mira asintiendo con la cabeza. Camino hasta la puerta y la abro con rabia y veo una cabellera negra pasar a toda prisa y tras ella a una cabellera rubia.

Rachel y Quinn hacen su entrada en mi departamento.

―¡¿Qué te pasó en la cara?!―dice Rachel dando un grito de horror cuando ve el golpe en mi rostro.

Luego gira la cara y ve a Brittany parada en la puerta de la cocina. Ella sonríe ampliamente y gira su cara ahora en mi dirección.

―San, lo siento. Le dije que llamara antes de venir, pero ya la conoces y cuando a ella se le mete algo en la cabeza no hay quien la pare―explica Quinn claramente incómoda por la situación.

―No te preocupes Quinn, sé cómo es Rachel.

Mi amiga se acerca a Brittany y le dice:

―Hola, soy Rachel, la mejor amiga de San. Tú eres Brittany, ¿verdad?

―Sí, soy Brittany, es un gusto conocerte Rachel.

―Hola soy Quinn, la esposa de Rachel―dice miss seria acercándose a mi Diabla.

―Hola Quinn―dice ella sonriéndole a la ojiverde.

―Disculpen la interrupción, será mejor que nos vayamos―dice Rachel mirando a Quinn.

―No, no lo hagan, yo ya me iba―dice Brittany y se acerca a mí―¿Me acompañas a la puerta San?

Yo solo muevo la cabeza afirmativamente, ella se despide de Quinn y de Rachel que aún no pueden creer que la ojiazul haya estado en mi departamento.

Llegamos a la puerta y yo salgo al pasillo con Brittany. No puedo descifrar la expresión de sus ojos, creo que nunca podré hacerlo.

―Adiós, San. Que pases un buen día.

―Adiós Britt.

Hundo mis manos en su cabello y la beso desesperadamente. Quiero que ese beso le transmita cuánto la necesito y cuánto la extrañaré.

Me da una última mirada y la veo caminar hasta el ascensor. Ella entra en el cubículo de acero y antes de que las puertas se cierren se despide con su mano.

Yo vuelvo a mi departamento y veo que las Fabray-Berry se han tomado mi cocina. Están preparando desayuno como si estuvieran en su casa.

―Tengo que reconocer que tienes un gusto excelente morena―me dice Quinn cuando me ve entrar en la cocina―Brittany es bellísima. Si no estuviera casada…

No alcanza a decir nada más ya que Rachel le ha dado un codazo en el estómago.

―Por si no te has dado cuenta estoy aquí amor, a tu lado y no soy sorda. Ahora tú Santana López, explícanos por qué tienes ese golpe en la cara y después nos cuentas qué hacía Brittany aquí.

Entorno los ojos porque sé que Rachel no se quedará tranquila a menos que le de una buena explicación.

―El golpe que tengo es porque me peleé con Sam y me empujo…

―¡¿Que tú qué?!

―Eso me peleé con Sam anoche en la recepción de los árabes.

―No puedo creer lo que estoy oyendo. Sam y tú a los golpes. Y se puede saber por qué exactamente fue la pelea.

―Por un comentario desafortunado de nuestro amigo. Yo no estaba de buen humor y él habló de más y le di un golpe.

Rachel me mira incrédula y con la boca abierta por lo que le estoy contando.

―Bueno, no hablemos de la pelea―interviene Quinn―Cuéntanos, qué hacía la bella Brittany en tu departamento.

―Brittany vino a verme. Solo eso.

―Solo eso, claro como no―dice Quinn riendo.

―Aunque no lo creas sí. Ayer me fui de la recepción sin despedirme de ella y quiso saber qué había pasado.

―Es decir que van en serio―dice Rachel con cara de felicidad.

―No sé, tal vez.

―Cómo que tal vez San. ¿Están o no están juntas?

―Bueno podría decirse que sí, pero a la vez no.

La pareja se mira entre sí como preguntándose de qué mierda habla este loco, yo sonrío al ver sus caras de pregunta.

―Puedes explicarte mejor amiga. Aquí mi esposa y yo no te hemos entendido ni media palabra.

―A ver, la relación que tengo con Brittany es complicada. Yo voy a su casa o ella viene a la mía, pero no estamos de novias o en algo serio. Aunque yo quisiera algo más no quiero apresurar nada con ella. Brittany tiene un carácter complicado y estoy haciendo todo con calma.

―Yo pienso que no deberías ir tan calmada San. Ella te gusta, ¿verdad?

Yo la miro y sé que con lo que le voy a decir se quedará más que pasmada,

―Ella me encanta Rachel, es más, estoy irremediablemente enamorada de ella. Amo a Brittany.

Rachel pestañea rápido un par de veces, Quinn ha quedado con el pan que se pensaba comer a medio camino.

Dos pares de ojos ahora están fijamente sobre mí.

La pareja se ha quedado muda por un instante, yo sonrío al ver su reacción.

Ahora me preparo para el interrogatorio y el discurso de mi amiga.

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Capitulo 27

―Repite una vez más y lentamente lo que acabas de decir―me dice mi amiga.

―Que amo a Brittany.

―Pensé que nunca llegaría a escucharte decir esto San. Estoy feliz por ti, ¿para cuándo es la boda?

Ah, Rachel y su manía de que todas las parejas se deben de casar de inmediato.

―Calma mujer, vamos despacio, ¿quieres? Aún ni siquiera es mi novia, ella no sabe nada de mis sentimientos.

―¿Cómo que no sabe nada?―dicen las dos a dúo como si lo hubieran planeado.

―No le he dicho a Brittany que la amo. Ella no lo sabe todavía.

―Y qué esperas tonta―dice mi amiga, dándome un golpecito en la frente.

―Ya te dije Rachel, ella es complicada. No quiero apresurar nada. Todo a su tiempo.

―No sé qué tan complicada sea Brittany, solo digo que no demores demasiado.

―Sí San―me dice Quinn―, No demores puede venir otro más rápido que tú y te la quita. Brittany es bella de seguro tiene una fila de pretendientes esperando una oportunidad con ella.

Siento como si un puño se hundiera en mi estómago al escuchar lo que acaba de decir Quinn. Mis celos están a flor de piel, no me gusta pensar que Brittany pueda estar en brazos de otra persona.

―Bueno, ya veré lo que hago―digo molesta por lo que escucho.

―No te enojes San, es solo un comentario para que actúes rápido―me dice Quinn viendo que tengo cara de pocos amigos.

―No pasa nada Quinn, no te preocupes.

―Bien chicas―dice Rachel―, Qué les parece si vamos a almorzar a la marina. Yo invito, aprovechen que esto no ocurre todos los días.

La ocurrencia de Rachel me hace sonreír.

Ir a almorzar a la marina, me parece un panorama genial. Estar cerca del mar me calmará un poco los sentimientos.

―Acepto tu invitación Rachel, me cambio de ropa y vamos.

Entro en mi habitación y me cambio de ropa, salgo y encuentro a la parejita besándose desaforadamente, yo aclaro mi garanta para que se separen, pero no me hacen caso. Al final decido hablar a ver si así se dignan a dejar de besarse.

―Estoy lista, ¿nos vamos?

―Claro aguafiestas―dice Rachel con una sonrisa pícara en su cara―, Vámonos de una vez.




Debo reconocer que pasé un día muy agradable con mis amigas y después de un rico almuerzo y un paseo en yate, vuelvo a mi departamento y caigo en mi cama cansada para dormir profundamente.






Trabajar estos días en el Holding Schuester ha sido de locos.

Todos corremos de un lado para otro, tenemos el tiempo encima para terminar la campaña de los árabes quienes han puesto una y mil condiciones.

No he podido estar con Brittany, no he logrado que nuestros horarios coincidan, y la verdad debo admitir que esta situación me está impacientando.

No podré sobrevivir esta semana solo con unos pocos besos a escondidas en el archivo. Necesito tenerla, necesito estar junto a ella, necesito su piel junto a mi piel.

Estoy en la sala de juntas en compañía de mi equipo de trabajo. Oigo sus ideas y me alegra ver que vamos bien encaminados.

Almuerzo en mi oficina, no puedo perder ni un solo minuto.

En este momento entiendo ese dicho de que «El tiempo es oro».

Vuelvo a mi departamento, sola como cada noche, me ducho y me meto en mi cama.

Estoy rendida así es que me duermo de un tirón.



Nuevo día y ya estoy de camino al Holding.

Hoy me toca entrevistar a la modelo que elegí para la campaña publicitaria y el comercial de televisión, creo que estará perfecta.

La chica es bella, ha trabajado como modelo de importantes marcas de ropa interior, pero al lado de Brittany no tiene comparación.

Guauuu, ¿yo dije eso?

Ahora entiendo cuando decían que el amor cambia las personas. Me doy cuenta de que necesito demasiado a Brittany, nunca pensé que me podría sentir así, necesito a Brittany ya.

Me levanto del escritorio y voy por un café, sé que la cafeína me pondrá más ansiosa, pero necesito beberlo.

Mi ansiedad solo la podría quitar Brittany, esto solo lo podríamos solucionar con un rapidito dónde sea.

Sé que ella también quiere.

Ella no es la mujer de hielo que aparenta ser ante todos, cuando estamos juntas es puro fuego en mis brazos.

Sacudo mi cabeza para aclarar mi mente, pensar en ella entre mis brazos hace que mí cuerpo se caliente de inmediato.

Camino por el pasillo, paso por su oficina, pero ella no está en el interior, así es que me voy directo a la sala de café.

Me sirvo una taza y estoy perdida en mis pensamientos de qué hacer con Brittany.

Tal vez ya sea bueno decirle que la amo y que la necesito a mi lado. Que sea mi novia, que todos sepan de una vez por todas cuánto quiero a esta mujer.

Debo estar volando lejos de este mundo por que no escucho que abren la puerta, pero una voz chillona conocida me devuelve a la tierra.

―¡¡¡San!!!―Kitty hace su aparición tan efusiva como siempre―¿Cómo estás?

―Muy bien, ¿y tú?―digo y ella se acerca a besarme la mejilla.

―Súper. Vine a ver a papá y aproveché para ver cómo estabas tú. Hace mucho que no nos visitas, ¿no nos echas de menos?―dice haciendo un puchero y dando un paso hacia mí.

Yo retrocedo un paso para alejarme de ella.

―No sé si sabes que hemos estado muy ocupados, no he tenido tiempo para nada.

―Pero por lo menos podrías llamar, no te cuesta nada. Yo te he extrañado mucho.

Vuelve a acercarse un paso y yo doy otro hacia atrás pero ya no tengo espacio donde escapar, la pared que está detrás de mí me lo impide.

―Kitty, voy a volver a mi trabajo…

―San, ¿te puedo preguntar algo?―posa su mano en mi pecho y yo delicadamente la quito.

―Claro, dime.

―¿Tú me encuentras atractiva?

Abro los ojos en sorpresa por lo que estoy escuchando y creo que ya es hora de dejarle algunas cosas claras a esta niña.

―Kitty…yo…

―San, dime, ¿yo podría llegar a gustarte? Porque tú me gustas mucho, ¿sabes?

No sé cómo reaccionar ante esta situación.

Aunque siempre he sospechado que le atraigo un poco a Kitty, pero nunca pensé que pasaría por esto y menos en este lugar.

―Kitty, eres una chica muy linda, pero…

No alcanzo a terminar la frase ya que ella se arroja a mis brazos y me besa. Se cuelga con fuerza de mi cuello y se pega fuertemente a mi boca. Trato de despegarme de ella, pero tendré que hacerlo bruscamente, porque esta chica se ha agarrado tan fuerte a mí, que me es imposible despegármela si no es usando la fuerza bruta. Con mis manos me saco las de ella de mi cuello y luego le doy un empujón para apartarla.

―Kitty, ¿qué crees que estás haciendo?

―Besarte San. Siempre he querido saber cómo saben tus labios. Me los he imaginado, dulces, suaves, tibios.

―¡¡¡Para ya!!!

―No puedo San, yo te amo. Siempre te he amado, desde que era una niña.

―Kitty no digas eso. Nosotras nos criamos como hermanas.

―Pero no lo somos.

―Pero yo no puedo verte de otra forma Kitty. Te quiero, sí, pero como si fueras mi hermana pequeña. Nunca te he visto de otra forma, y por favor, para de decir que me amas porque eso no es verdad.

―Sí es verdad, te amo y no puedo hacer nada para evitarlo.

Veo que en sus ojos comienzan a asomar lágrimas, no quiero que llore, no quiero hacerla sufrir, pero es mejor que entienda de una vez que yo no puedo verla de otra manera que no sea de forma fraternal.

Pienso en Will, me va a matar si sabe que yo soy el culpable de que su pequeña princesa esté llorando.

―Kitty, no llores por favor. Tienes que entender que ese amor que tú dices sentir por mí es una ilusión. De seguro conocerás a alguien y te vas a dar cuenta que lo que sientes por mí no es amor.

―No San, yo te amo ¿Por qué tú no puedes amarme? Dame la oportunidad, sé que llegarás a quererme como yo lo hago.

―No Kitty, para ya con esto.

―No puedo, es lo que siento, ¿por qué no puedes llegar a amarme?

Quiero que esto termine pronto, ni siquiera tendría que estar aquí dándole explicaciones de nada a esta niña mal criada, pero con tal de que le quede claro todo de una buena vez le digo:

―Porque estoy enamorada Kitty. Estoy tan total y completamente enamorada que no existen para mí más mujeres en el mundo, solo ella.

Kitty abre mucho los ojos, de seguro no esperaba escuchar lo que le estoy diciendo. Veo que ella va a llorar otra vez y doy un resoplido de exasperación.

Sinceramente no estoy para este tipo de espectáculo.

Acerco mi mano para secarle con mi pulgar una lágrima que corre por su mejilla, pero ella me da un manotazo.

―No me toques, te odio Santana. No sabes cuánto te odio.

Veo que se gira rápidamente y que sale por la puerta como alma que lleva el diablo.

Me quedo pensando en todo lo que acaba de pasar. En todo lo que he escuchado de la boca de Kitty no entiendo en que momento ella puedo creer que me amaba.

Nunca fui excesivamente cariñosa como para que ella malinterpretara mi actitud.

Sinceramente estoy anonadada con todo esto.

Solo espero que el regaño de Will no sea muy grande, porque sé que Kitty de seguro le irá con el cuento a su papi.

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Capitulo 28

Vuelvo a mi oficina y paso nuevamente por la de Brittany.

Miro y veo que sigue vacía.

¿Dónde se habrá metido mi Diabla?

Llego a mi despacho y me tiro en la silla pensando en todo lo que ha sucedido en este día.

Aún me encuentro turbada por la confesión de Kitty y no puedo dejar de sentirme culpable por haber despertado ese sentimiento en ella. Respiro hondo a ver si así logro sacar esta opresión que siento en mi pecho.



El día termina y no he tenido ni una sola noticia de Brittany.

Llego a mi auto, me meto en él y saco mi teléfono. Marco su número, necesito oír su voz, pero la puta grabación de que tiene el celular apagado me sale con el primer tono.

Pienso que tal vez no deba molestarla, debe estar muy ocupada con el asunto de los árabes. Ella es perfeccionista hasta el cansancio y de seguro no quiere que nada salga mal.


Me voy al gimnasio, quiero botar la tensión que me ha producido este caótico día.

En mi reproductor de música comienzan a sonar las guitarras de The Strokes, me subo a la trotadora y comienzo con mi rutina de ejercicios. Luego de trotar, pasar por el banco de ejercicios y la barra, decido que ya es hora de irme.


Cuando llego a mi departamento lo primero que hago es marcar nuevamente el número de Brittany, pero otra vez la grabación me vuelve a decir que ella tiene el teléfono apagado.

¿Por qué no prenderá el jodido teléfono?



Doy mil vueltas en la cama, la visita de Kitty y no ver a Brittany me han dejado nerviosa.

Pero solo mi Diabla podría calmarme por completo, solo con su presencia, y porque no decirlo, también con su cuerpo.

Y pensando en ella me quedo dormida.




Llego temprano al Holding para comenzar a trabajar en la campaña.

Tina me entrega mis mensajes y me informa que, en una hora más, Will citó a los jefes de sección a reunión.

Ahora si podré ver a mi Diabla.

La he extrañado tanto y estoy pensando seriamente en declararme de una vez, ya no tengo nada que ocultar.

Camino a mi oficina y vuelvo a encontrar el despacho de Brittany vacío, pero de seguro aún no llega, y la veré en la reunión y me escabulliré a su oficina luego.

Pongo al día mis asuntos pendientes, reviso unos informes y no me he dado cuenta cómo ha pasado la hora y ya debo ir a reunión.

Llego a la sala de juntas mirando de un lado a otro buscando a Brittany, pero no la encuentro, ella no está en este lugar.

Me comienzo a impacientar porque veo que Will y Sam hacen ingreso en la sala para comenzar la reunión y ni luces de ella.

Me siento en unos de los primeros lugares quedando muy cerca de Will y veo que Sam se sienta frente a mí.

―Buenos días señores y señorita. Los cité hoy para discutir unos puntos específicos con respecto al mercado árabe que hemos encontrado son una traba para nuestro propósito. Así es que les pido que pongamos todo nuestro esfuerzo para buscar una solución. Lamentablemente la señorita Pierce no nos acompañará el día de hoy ya que está con permiso médico por unos días.

Casi doy un salto de la silla cuando escucho a Will decir que Brittany está con permiso médico.

¿Qué le habrá sucedido?

¿Será algo grave?

Tal vez necesite que alguien la cuide.

Estoy tentada a pararme e irme de la reunión para correr a casa de Brittany.
Will habla del mercado árabe y de las inversiones realizadas por el Jeque. Escucho que habla de números, pero yo he estado pensando todo este rato en qué pudo haberle pasado a Brittany.

Mi corazón late rápido por la preocupación de no saber nada de ella.

Apenas termine esto voy a llamarla y a decirle que cuando salga del trabajo me voy a su departamento.


Por fin termina la reunión y me levanto para salir de la sala cuando escucho la voz de Will que me dice:

―Santana, quédate un segundo. Necesito hablar contigo.

Yo muevo mi cabeza en forma afirmativa.

¿Será que Kitty ya le contó lo que pasó ayer?

Y si así fue, ¿qué le habrá contado realmente?

Veo que todo el mundo sale, solo quedamos Will y yo en esta habitación.

―San, necesito saber si ha pasado algo con Brittany. Una discusión tal vez.

Mi estómago se aprieta por lo que me dice mi jefe, ¿discutir?

Pero apenas si he visto a la Diabla.

―No Will, no he visto a Brittany. Pero dime qué pasó, ¿está bien?

―No sé qué pasó, solo que ayer en la tarde, antes de irse, me dijo que se tomaría unos días. Estaba triste, le pregunté qué le pasaba, pero obviamente no me quiso decir nada.

―La llamé anoche, pero tiene el móvil apagado, ¿no dijo nada más?

―No, solo que se tomaría el resto de la semana y que el lunes sin falta estaría aquí a primera hora.

Me impaciento más de lo que ya estaba hace un rato atrás. No me imagino qué le ha pasado a Brittany, solo espero que no sea nada malo.

―No sé qué pudo pasar Will, de verdad que no lo sé.

―Si me estás mintiendo y ella está mal por algo que le hiciste olvídate de tener hijos o vida, ¿oíste? Te corto en trocitos tal como te lo prometí hace días.

―Will te digo la verdad, no sé nada de ella. No hemos hablado para nada.

―Está bien, solo quería saber si tenías algo que ver con su estado de ánimo. Ahora te dejo para que vuelvas a tu trabajo.

Claro, como si fuera tan fácil concentrarme en el trabajo después de lo que me acaba de decir.

Salgo de la sala de juntas y me dirijo a mi oficina casi corriendo ¿qué será lo que realmente le pasó a Brittany?

Tomo mi teléfono móvil y marco su número, pero, como era de esperar, me sale la grabación de que está apagado.

Le escribo un mensaje pidiéndole que se ponga en contacto conmigo y ojalá espero que lo haga.




Las horas pasan lento y yo sigo cada vez más preocupado por Brittany.

Apenas se cumpla mi horario voy a ir hasta su departamento a ver qué demonios es lo que pasa con ella.



La hora de salida llega, tomo mi maletín y salgo de mi oficina hasta llegar al ascensor. Veo que Sam también está esperándolo. Me mira y me pregunta:

―¿Estás bien?

―Sí, muy bien.

―Bueno podrías avisarle a tu cara que estás bien. Se nota de lejos que estás preocupada.

El ascensor llega a nuestro piso e ingreso en el, Sam me sigue. Una vez solos me confieso con mi amigo.

―Es verdad, estoy muy preocupada.

―¿Brittany?

―No sé qué pasa con ella. La he llamado muchas veces, pero tiene el teléfono apagado. Siento que algo anda mal, algo pasa y no saberlo me está matando.

―Vaya Santana, no sé cómo ayudarte con este problema. Supongo que ahora vas a su casa.

―Claro, ahora me dirijo para allá.

El ascensor se abre en el estacionamiento del edificio ambos nos bajamos y caminamos hasta nuestros autos.

―Suerte con Brittany―dice Sam mientras sube a su auto.

―Gracias―respondo subiendo al mío para salir de una vez por todas en dirección de domicilio de la Diabla.


Me estaciono frente al edificio donde se encuentra su departamento. Salgo del auto y cruzo la calle.

Toco el timbre del citófono, pero nadie responde. Vuelvo a tocar y nada. Tomo el teléfono, la llamo otra vez y no obtengo respuesta. Vuelvo al auto, me quedaré ahí a esperar a que ella se digne a aparecer.



He pasado más de tres horas sentada en mi auto y ni luces de ella.

Vuelvo una última vez a su edificio y toco insistentemente el citófono, pero nada, no hay repuesta alguna.

Es mejor que hoy me dé por vencida con esto, no sé qué hacer, no quiero llamarla otra vez a su teléfono porque sé que no me dirá nada nuevo.

Le dejo un último mensaje diciéndole que estuve en su edificio, que necesito con urgencia comunicarme con ella y que me llame apenas escuche el mensaje.

Me voy a mi departamento.

Tomo una ducha y luego de comer algo me meto a la cama. Me pongo a pensar si es que yo tengo algo que ver en la desaparición de Brittany.

Pienso en qué puedo haber hecho para que ella tuviera esta reacción, pero aparte de amarla y de desearla con locura, no he hecho nada más.




Los días que vienen siguen iguales.

Es como si a la Diabla se la hubiera tragado la tierra.

No ha aparecido por su departamento y gracias a un vecino que, se dignó a darme información, me enteré que hace días salió en su auto y que no ha regresado.

Ya no sé qué más hacer, no sé dónde más ir a buscarla ya que no sé la dirección de su mamá ni la de sus amigos. Le pregunté a Mercedes, pero me dijo que tampoco sabía nada de ella.

Esta situación me está sobrepasando, estoy muy preocupada.

Pero creo que debo hacer caso a lo que me dijo Will. Se supone que el lunes Brittany debería volver al trabajo, esperaré hasta ese día, aunque me cueste un mundo pasar todo este fin de semana sin saber de ella.

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