[Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Travesura (Adaptada) Epílogo

Capitulo 6

Llego al restaurante y me la encuentro a ella, a Santana López en todo su esplendor.

Hago como que no la he visto y paso hasta la mesa que nos han asignado.

Digo nos, porque estoy acompañada de mi amigo Blaine, me ha invitado a almorzar y no pude negarme. Hace días que no nos vemos y tenemos mucho de qué hablar.

Nos sentamos bajo la atenta mirada de Santana.

Sé que me sonrojo porque siento que mi cara arde y eso no pasa desapercibido para mi amigo.

―No sé si te diste cuenta Britt, pero unas mesas más allá, hay una hermosa mujer que está mirando hacia acá. No tiene pinta que me está mirando a mí, a si es que creo que no es a mí a quien mira―dice Blaine, tratando de sonsacarme información―Pero como tú te has puesto más roja que un tomate, creo que ya la conoces, ¿verdad amiga?

Ahora sí que mi cara debe ser una oda al color rojo, y que Santana me mire insistentemente no me ayuda mucho.

―Sí Blaine, la conozco. Trabaja en el Holding, es la nueva jefe de marketing.

Él sonríe, sabe de quién se trata.

Hace unos días atrás le conté sobre la locura que cometí en la fiesta de Halloween.

Y después, la sorpresa que me llevé cuando Will me presentó a Santana y yo reconocí de inmediato su voz. Me quise morir ahí mismo, y cuando ella me dio la mano para saludarme, una corriente eléctrica me recorrió por completo.

Traté de disimular y creo que ese día dio resultado y tengo que seguir simulando por todo el tiempo que pueda.

―Vaya Britt, no me habías contado que la fantasma era tan guapa.

―Ya, no me digas nada más, no ves que me pongo roja.

―¿No te ha dicho nada? ¿No ha tratado de tirarte los cortes?

―No―respondo a mi amigo y la verdad es que yo también me he hecho esa pregunta.

Me ha sorprendido que Santana no haya sacado el tema de lo sucedido en la fiesta y la verdad es que se lo agradezco. Sé que ella puede reconocerme fácilmente, ya que mi rostro quedó al descubierto cuando me sacó el antifaz.

Pero ella llevaba una máscara que le cubría casi toda la cara, aun así cuando habló mi corazón se puso a mil, además de su perfume. Reconocí su perfume que se grabó en mí a fuego.

Pero no me ha dicho nada y creo que ha sido mejor así.

―Qué pena amiga, con lo buena que está. Yo querría repetir un revolcón con una muñeca así, sin importar que sea gay.

―Ya para Blaine, y pidamos algo de comer que yo tengo que volver a mi trabajo y tú al tuyo.

―Está bien. No hablo más, pero yo que tú me lanzo y me pierdo por ahí con esa bombón. No ha dejado de mirarte y eso quiere decir que le gustas.

No quiero seguir con esta conversación con Blaine. Solo quiero almorzar algo y volver pronto al trabajo.

Vuelvo a mirar de reojo a la mesa donde están Sam y Santana y vuelvo a encontrarme con sus lindos ojos oscuros. Levanta su copa en señal de saludo y yo trago en seco el nudo de mi garganta.

Sé que debe pensar que tengo algo con Blaine y eso me hace sentir extraña.

Mi amigo Blaine es fotógrafo, y antes de eso fue modelo, tiene un novio, Kurt, del cual está profundamente enamorado.

Nos conocimos hace más de dos años en el gimnasio que frecuento y desde entonces nos hicimos casi inseparables.

Santana sigue mirándome, eso me encanta y de pronto pienso que no quiero que crea que Blaine y yo tenemos algo, pero al instante siento que eso es lo mejor.

Ni yo entiendo qué me pasa.

Pero como dice mi mamá, sexo y trabajo no se mezclan y es eso lo que tengo que recordar.

Pido algo liviano para terminar rápido y largarme de ahí cuanto antes.

No voy a soportar ni un minuto más cruzarme con la mirada de Santana. Me pone nerviosa y las imágenes de la noche de Halloween pasan por mi mente.

Ella es tan sexy, hermosa más bien, pero no, debo sacarla de mis pensamientos. Pero ahora la tengo trabajando en mi piso y verla a diario sin pensar en ella se me ha vuelto una difícil tarea.




Luego de medio terminar mi almuerzo, le digo a Blaine que es hora de irnos.

Él a regañadientes acepta y le digo que se lo compensaré con una salida de noche al club que él elija. Lo que le he dicho le gusta, y una vez pagamos la cuenta, comenzamos a salir del restaurante.

Yo me cuelgo del brazo de mi amigo y lo saco casi corriendo del local.

Llegamos a mi edificio y nos despedimos. Blaine me abraza fuerte y yo le devuelvo el abrazo, lo quiero tanto. Es el único amigo verdadero que tengo, bueno también está Mercedes, pero ella es mi amiga del trabajo a ella no puedo contarle cosas como a Blaine que se ha vuelto mi amigo de la vida.

―Bien nena, te dejo sana y salva en la entrada de tu trabajo. No pienses que la conversación sobre la fantasma ha quedado hasta aquí. Me tienes que mantener informado de todo lo que pase. Te llamo a la noche―me besa suavemente la frente―Te quiero Britt.

―Yo también te quiero Blainy.

Nos damos un último abrazo y sigo mi camino hasta la entrada de mi edificio, es hora de volver a mi trabajo.

Llego a mi oficina, me siento en mi silla tirando la cabeza hacia atrás, y cierro mis ojos.

De inmediato la imagen de Santana se cuela en mi mente y me parece estar escuchando a mi mamá diciéndome:

―Nunca debes meterte con un compañero de trabajo, sea hombre o mujer, menos con un jefe. Los hombres son de lo peor, pero hay algunas mujeres que también lo son. Te endulzan el oído solo para conseguir una cosa y cuando la obtienen se olvidan de que te conocieron.

Yo entiendo el pensamiento de mi mamá aunque a veces no lo comparta.

Ella tiene razones para hablar de ese modo y desde que tengo uso de razón la he escuchado referirse del mismo modo de las personas y posible parejas.

Mi mamá era una hermosa joven de tan solo veintidós años cuando comenzó a trabajar como secretaria de gerencia en una multinacional. Ella se enamoró perdidamente de su jefe y comenzaron a tener un romance oculto fuera de la oficina.

Resultado de ese romance nací yo.

Cuando ella le contó a su amado que sería papá, él la desconoció, la despidió y le dio una indemnización para no verla más. El dinero se acabó, y ella con una niña a cuestas y sin familia que la ayudara, tuvo que trabajar en lo que fuera.

Sin casa, llegamos a vivir a un albergue.

Fue en ese lugar que conoció a Will Schuester, mi actual jefe y a su esposa Emma. Él se conmovió con el caso de mi mamá y le dio trabajo como secretaria en su empresa cuando esta aún no era el gran Holding que es hoy en día.

Pero como la vida de mi mamá no ha sido fácil, después de diez años de trabajo tuvo que jubilar por enfermedad, ya que le detectaron cáncer de seno.

Eso le provocó una profunda depresión, no pudo volver a trabajar y Will decidió brindarle una pensión por invalidez.

Yo estudié finanzas y negocios y me propuse ser la mejor de mi clase. Will me dio la oportunidad de entrar a trabajar al holding hace un poco más de tres años y creo que no he defraudado su confianza.

Soy la mejor en mi trabajo, se lo debo a Will por toda la ayuda que nos ha dado a mi mamá y a mí.



Sé que Santana debe estar por volver de su almuerzo y no quiero verla pasar por fuera de mi oficina.

Me descoloca cada da vez que la veo y tengo que hacer un gran esfuerzo para que nadie note que su sola presencia me altera por completo.

Pero no tengo suerte, ya que media hora después que yo entro en mi oficina, alguien toca a mi puerta.

―Pase―digo y cuando la puerta se abre siento que un calor comienza a subir por mis pies.

Es Santana que con sus bellos ojos me mira y creo por un momento que puede ver a través de mí.

―Disculpa que te moleste Brittany, pero necesito solo cinco minutos de tu tiempo—dice eso y en su cara se dibuja un sexy sonrisa.

Por Dios, no sé cómo voy a aguantar tenerla frente a mí sin lanzarme sobre ella y colgarme de su cuello.

―Bien―digo todo lo seria que puedo―, Solo cinco minutos, estoy muy ocupada.

Es una mentira porque ya he terminado todo lo que tenía pendiente.

―Brittany, yo quería agradecerte por haber revisado mi propuesta y haberle dado luz verde al presupuesto.

―No tienes nada que agradecer. Yo solo cumplí con mi trabajo. Espero que de ahora en adelante te rijas por un presupuesto. Si tu próxima campaña se sobrepasa, no dudaré en rechazarla. Ya estás advertid.

Ella me mira, quiere decir algo, pero veo que se contiene.

―Bueno, yo solo venía a decirte eso. Ahora me voy para que sigas con tu trabajo―se gira y sale de mi oficina.

Me intriga saber por qué aún no me ha dicho nada de que me conoce y de la forma en que me conoce.

Quizá quiere que sea yo la que de el primer paso, pero si es así, tendrá que esperar sentada hasta que le salgan raíces.

Un mal presentimiento me recorre de repente y caigo en cuenta que no es que ella no quiera decir que me conoce, es que en realidad no le interesa.

Lo que pasó en la fiesta fue solo un polvo más para ella y comienzo a sentirme estúpida pensando en Santana de otra manera.

¿Cómo no lo pensé antes?

Ella es amiga de Sam, es una mujeriega de mierda que anda por ahí a diestra y siniestra.

Aún no puedo entender qué me pasó esa noche, por qué rompí el juramento de no involucrarme con alguien del trabajo.

No puedo negar que me gustó y me gustó mucho.

Santana tiene un aire sexual que no deja a ninguna persona indiferente.

¡Qué tonta soy!

No debo seguir pensando en esa noche, pero cada vez que cierro mis ojos, se me eriza la piel al recordar su cuerpo pegado al mío y sus labios invadiéndome, eso hace que se activen en mí sensaciones que pensaba ya tenía olvidadas.

No puedo seguir así, no puedo permitir que Santana ocupe la mitad de mis pensamientos diarios.

Algo tengo que hacer.




El día se termina sin novedades.

Recojo mis cosas y salgo de mi oficina.

Cuando llego al pasillo me encuentro con Santana que está conversando animadamente con otro jefe de sección. Él me mira y hace una pequeña reverencia con su cabeza.

Me quedo pegada al suelo, no logro avanzar.

¡Pero qué boba!

Me vuelvo estúpida cuando miro a esta hermosa y sexy morena.

Tomo una honda respiración y ordeno a mí cuerpo a que se mueva, gracias al cielo el me hace caso a tiempo y salgo lo más rápido que puedo hasta llegar al ascensor.





Una hora después ya estoy en mi departamento.

Tiro mi maletín y mi bolso en un sofá y me quito los tacones. Llamo a mi amigo Blaine y le cuento cómo ha estado mi día y tengo que aguantarme todas las preguntas sobre Santana que se le ocurren hacerme en ese momento.

Como solo un yogurt, ya que no tengo nada de hambre, lo que si me apetece es una larga ducha.

Me meto al baño, coloco mi cabeza bajo el chorro de agua y comienzo a repetir mi mantra:

―No debo de pensar en Santana. Trabajo y sexo no se mezclan. No debo de pensar en Santana. Trabajo y sexo no se mezclan.

Termino la ducha, me seco el cabello y me pongo una camiseta para dormir. Me meto en la cama y luego de dar un par de vueltas en ella, tratando de sacarme la sensación de necesidad que tengo por una mujer, me voy quedando dormida mientras repito:

―No debo pensar en Santana. Sexo y trabajo no deben mezc…

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Capitulo 7

Estoy frente al espejo terminando de vestirme para ir a mi trabajo.

Hoy decido ponerme un vestido y me sorprendo por mi elección. Es un clásico vestido negro con manga tres cuartos y que me llega unos tres dedos sobre mis rodillas, lo complemento con unos tacones a juego, y hoy decido llevar mi cabello suelto.

La verdad es que no soy muy vanidosa, pero hoy me estoy arreglando más que de costumbre.

No me maquillo mucho, solo un poco de rímel y un labial suave, porque creo que ya del solo hecho de llevar vestido llamaré la atención más de la cuenta en la oficina.

Me coloco un poco de mi perfume favorito, 212 Sexy, me vuelvo a mirar al espejo, tomo mi cartera, mi maletín y salgo a enfrentar mi día laboral.

Entro en el piso de mi oficina y lo que me temía está ocurriendo.

Toda la gente que trabaja ahí me mira sorprendida. La verdad es que muy rara vez llevo vestido en el trabajo, siempre estoy usando pantalones, por eso es que entiendo que la gente me mire extrañada.

Camino rápido hasta llegar a mi oficina, me siento incómoda, tal vez debería volver a mi casa y cambiarme de ropa.

No alcanzo a entrar en mi despacho cuando la puerta se abre de golpe y Mercedes entra detrás de mí.

―Guau amiga. Qué bien te ves, ¿tienes una cita?―pregunta curiosa.

―No ¿Acaso no puedo usar vestido para venir a trabajar?

―Es que tú casi nunca llevas vestido. Y este que llevas puesto hoy te queda de infarto. Además llevas el cabello suelto. Suelta la sopa Brittany, ¿qué pasa?

―No pasa nada Mercedes, ya te lo dije. Hoy quería ponerme este vestido, pero por el modo en como todos han reaccionado, me dan ganas de quitármelo.

―¡No! Ni se te ocurra, te ves divina. Es solo que no estoy acostumbrada a verte así. Discúlpame quieres.

Miro a mi amiga y le doy una sonrisa. Sé que está sorprendida como yo de verme tan arreglada.

―Está bien. Ahora vamos a la salita de café. Necesito uno muy cargado, anoche no dormí muy bien.

Es verdad, anoche no dormí bien.

Toda la noche soñé con Santana, con su boca, y aunque trato de convencerme de que no debo de pensar en ella, se las arregla para colarse en mis pensamientos y en mis sueños sin que lo pueda evitar.

Con Mercedes nos encaminamos por el pasillo y llegamos a la salita donde está la máquina de café. Entramos en la habitación y en mi estómago comienzan a danzar mil mariposas por lo que veo.

Santana se encuentra ahí bebiendo una taza de café.

―Buenos días señoritas―dice con esa voz tan profunda y sensual que tiene y que hace que se me ponga la piel de gallina.

―Buenos días―contestamos las dos a dúo.

Mercedes se me adelanta y comienza a servirse su café. Yo me quedo parada esperado a que ella termine.

Santana está frente a mí bebiendo de su taza, pero con sus ojos recorre todo mi cuerpo. Yo de inmediato me sonrojo y noto que una sonrisita se asoma en sus labios.

―¿Todo bien Brittany?―me pregunta y yo tardo en reaccionar ya que me he quedado como tonta mirándola.

―Sí, todo muy bien Santana ¿Y tú? ¿Todo bien contigo?―digo elevando una ceja y cruzándome de brazos tratando de parecer lo más segura posible.

―De maravillas―dice y se muerde el labio inferior, lo que me hace jadear.

―Me alegro―le digo y comienzo a moverme hasta llegar a la máquina de café, porque si me quedo mirándola me voy a lanzar a su boca para besarla hasta perder la razón.

―Bien, las dejo. Debo volver a mi trabajo. Nos vemos―dice y sale de la salita.

Mi amiga comienza con su monólogo de lo linda que está Santana y me dan ganas de gritarle y decirle que se calle.

―Ay amiga, esta mujer está como quiere, hasta estoy dudando de mi sexualidad.

―¡Ya Mercedes! Cállate por favor―le digo un poco enojada y ella abre los ojos en sorpresa ante mis palabras.

―¿Qué pasa Brittany? Solo fue un comentario inocente, no es para que te ofusques así conmigo.

La verdad es que ella tiene razón, solo fue un comentario tonto, no debí actuar así con mi amiga.

―Tienes razón, disculpa, me voy a trabajar. Nos vemos luego.

Salgo de la salita dejando a Mercedes sola y de seguro preguntándose el porqué de mi raro comportamiento de hoy.

Vuelvo a mi oficina y comienzo a pensar en lo que me ha pasado con mi amiga, pero escuchar a Mercedes decir que desea a Santana me ha irritado en demasía.

Me siento en mi silla y comienzo a remover los papeles que están en mi escritorio, necesito ocupar mi mente en los números para dejar de pensar en Santana.

Pero me es imposible ya que, cada vez que he salido de mi oficina, me la encuentro en el pasillo o al lugar al que voy.

Nos miramos, sus ojos brillan cada vez que lo veo.

Creo que esto va a ser una gran tortura para mí.

Necesito un informe contable que está en el archivo así es que me dirijo hasta ahí. Entro en esa habitación y comienzo a pasear mi vista por los muebles que guardan alfabéticamente las carpetas con información. Abro la gaveta donde está la carpeta que necesito, la saco y me dispongo a salir cuando al girar veo que alguien está haciéndome compañía.

Yo debo tener una cara de terror ya que de verdad me ha asustado, y suelto la carpeta que cae al suelo.

―Lo siento, no quise asustarte―dice Santana mientras da otro paso hacia mí para estrechar la distancia que nos separa.

―No te preocupes, ¿necesitas algo?―le pregunto mientras ella se acerca cada vez más.

Noto que mi respiración es entrecortada, el tenerla tan cerca me pone a mil.

Ella me mira y me da una hermosa sonrisa y como arte de magia se le forman dos perfectos hoyuelo y pienso que ya estoy perdida.

―La verdad Brittany, sí necesito algo―dice y con sus ojos recorre mi cara y se detiene en mi boca.

Yo doy un paso hacia atrás tratando de alejarme de ella, pero me es imposible, ya que mi espalda choca con el mueble del archivo que está detrás de mí.

―¿Y eso sería?―pregunto tratando de mostrar una calma que ya hace mucho rato he perdido.

―Esto―me toma por la nuca para comenzar a besarme.

El beso es intenso y mis piernas flaquean al sentir el contacto de su boca con la mía. Me sorprendo al ver que este beso es lo que he estado deseando desde hace días.

La lengua de Santana comienza a buscar la mía y cuando se encuentran siento que mi piel arde de deseo por esta mujer.

Mi cuerpo la necesita, pero mi mente me dice que no, que no debo caer ahí, que me aleje antes de que sea demasiado tarde.

Pero ella me besa tan bien, tan sensualmente que, hace que mis pensamientos se vayan lejos de mi razón.

Santana se separa del beso, pero continúa sosteniendo mi cabeza, yo me sorprendo porque veo que mis manos le rodean la cintura y no sé en qué momento habrá pasado esto.

―Hola Diabla―me susurra mientras que con su pulgar comienza a delinear mis labios―¿Hasta cuándo vas a seguir fingiendo que no me conoces?

Yo no contesto nada, mi voz se niega a salir después de ese beso.

Ella sigue jugando con mi boca y sonríe al ver que estoy muda.

―Vamos Brittany, no sigamos haciendo como si no nos conociéramos, cuando las dos sabemos que ya nos conocemos íntimamente.

―¿Qué quieres Santana?―por fin mi voz logra salir.

Ella comienza a recorrer mi cuello con su nariz y me reparte pequeños besos en el mismo. Yo no me muevo ni un centímetro desde donde estoy, me gusta lo que me hace sentir.

Me gusta sentir su respiración excitada cerca de mi oído.

No sé qué pasa conmigo hoy, no reconozco a la Brittany que se ha aparecido a trabajar en el Holding este día.

―Quiero que me digas que me reconoces, quiero que me digas que aceptas salir conmigo, quiero que digas que me deseas como yo lo hago y que quieres repetir conmigo lo de la noche de Halloween.

No sé qué decir, mi mente y mi cuerpo están librando la tercera guerra mundial y estoy muy confundida.

Caigo en cuenta de que estamos en el archivo del piso. Que cualquier persona puede entrar ahí en cualquier momento y que sería el escándalo del siglo.

Es mejor que reaccione en este momento.

Santana me vuelve a besar y aunque me encanta su boca y podría estar todo un día besándola me obligo a separarme de ella aunque no quiera.

―A ver Santana, primero que todo suéltame.

Ella mueve la cabeza en forma negativa y yo me remuevo entre sus brazos.

―No tengo que recordarte cómo terminaste la última vez que no quisiste soltarme―digo eso y me suelta de inmediato.

―Claro que lo recuerdo. Créeme que es algo que aún no logro superar, pero podríamos conversar tranquilas sin necesidad de golpes, ¿no crees?

―Mira Santana, si quieres saber si te reconocí, claro que lo hice en el instante en que Will nos presentó. A lo de salir contigo te digo que no, no salgo con compañeros de trabajo. Ahora a si te deseo y a lo repetir, creo que no hay ninguna posibilidad.

Ella me mira con furia en los ojos, de seguro no se esperaba mi rechazo y ahora veo que abre su linda boca para replicar.

―No te creo ni media palabra de lo que me acabas de decir sobre que no me deseas.

―Me da lo mismo si me crees o no, es lo que siento.

―Sabes que no es así. Tu cuerpo se estremeció cuando te besé, tu cuerpo me desea, me invita, me necesita.

―No digas tonterías, ¿quieres? Ahora si me permites voy a salir de aquí para volver a trabajar y tú deberías pensar en hacer lo mismo.

Doy un paso a un costado tratando de esquivarla para salir de ahí, pero ella me corta el intento. Vuelvo a repetir el movimiento ahora al otro lado, a ver si así logro esquivarlo, pero ella me corta nuevamente el paso.

―Brittany, por qué tanta negativa. En la fiesta de Halloween no te lo pensaste tanto.

Me dan unas ganas enormes de cachetearla por lo que acabo de escuchar.

¿Qué se cree esta mujer?

Pero tiene razón, esa noche no pensé en nada.

―Santana, déjame salir por favor, no sigamos con esta conversación que no va a ninguna parte. Lo que pasó entre nosotras pasó solo esa noche y no se volverá a repetir, ¿lo entiendes?

Me mira con el deseo y la furia instalada en los ojos, como si no entendiera porqué rechazo su tentadora oferta.

Yo también la miro, mi cuerpo tiembla y siento que a mis pulmones les falta oxígeno para seguir respirando, mi corazón está a punto de salirse de mi pecho.

Ahora Ella se acerca nuevamente a mí y en un movimiento rápido me pasa una mano por la cintura y me pega a su cuerpo, la otra mano la coloca en mi nuca y con maestría me guía hasta su boca para volverme a besar con locura.

Yo solo soy capaz de dejarme hacer por ella.

Estoy volando a otro mundo cuando termina el beso y escucho lo que me susurra en el oído:

―¿Me deseas Brittany?―pregunta rozando con su nariz el lóbulo de mi oreja.

―No―digo, con lo ojos cerrados y soltando el suspiro que luchaba por salir desde mi pecho.

―Mentirosa―dice con voz divertida y me vuelve a besar.

Ya no doy más, cada contacto de sus labios hace que mi mente se nuble.

De pronto baja su mano hasta mi trasero y lo aprieta, yo doy un respingo de asombro. Ella sonríe sobre mi boca y vuelve a la carga con las preguntas:

―¿Vas a seguir mintiendo? ¿Vas a seguir negando que me deseas?

―No estoy mintiendo, no tengo por qué hacerlo. No me importa si me crees, yo no te deseo Santana.

Se aparta, me deja libre.

Nos quedamos mirando fijamente, cada cual tratando de ver el alma de la otra, tratando de leer nuestros pensamientos. Ninguna es capaz de hablar hasta que Santana rompe el silencio:

―Bien Brittany, creo que no insistiré más por hoy. Pero si te arrepientes, búscame, para mi será un placer darte lo que deseas. Estoy a tu entera disposición para cuando y como quieras—vuelve a besarme, pero esta vez es un beso rápido.

Se gira sobre sus talones, abre la puerta del archivo y sale del lugar. Yo me quedo ahí, pasmada por la situación que acabo de vivir.

Mi mente está aún bajo el hechizo de los besos de Santana.

Tomo una carpeta desde uno de los muebles y comienzo a darme aire con ella. Mi cara está caliente, mi cuerpo también, nunca pensé que una persona pudiera afectarme tanto.

Me agarro la cabeza con las manos y trato de pensar por qué no fui capaz de negarme a los besos de Santana.

Esto es una locura, esto debe terminar.

Me paseo de un lado al otro dentro del archivo, no quiero salir aún de esa habitación que se ha convertido en mi escondite en ese momento. A mi mente llegan las palabras dichas por ella y me da rabia pensar que tiene toda la razón… la deseo demasiado.

Después de lo que parecen horas salgo del archivo, camino con un temblor en las piernas y vuelvo a mi oficina.

Caigo desparramada en mi silla y comienzo a pensar en qué hacer para alejar a Santana de mí.

Pienso y pienso, pero no logro que nada llegue a mi mente, nada excepto lo bien que besa esta mujer.

Sacudo mi cabeza para quitarme esa imagen de ella, pero no tengo éxito ya que, así como se va, no demora en volver a mi mente.

Tengo que hablar con Blaine contarle qué es lo que me pasa y que me aconseje qué hacer. Pero antes iré al gimnasio a botar un poco de tensión, eso es lo que necesito.




Llego al gimnasio y me cambio mi ropa por la de entrenamiento.

Comienzo mi rutina en la trotadora y creo que estoy corriendo más que Forrest Gump.

Solo corro y corro tratando de no pensar en nada ni en nadie.

Eso está funcionando por el momento.

Quiero hacer todo el ejercicio que mi cuerpo aguante, así llegaré a casa cansada directo a dormir.


Luego de la trotadora comienzo con los abdominales, sentadillas y estocadas, para terminar con un poco de trabajo de brazos.

Cuando ya estoy agotada me voy a las duchas y me cambio de ropa para marcharme a mi casa.



Llego a mi departamento, me hago un té de hierbas para dormir mejor y llamo a mi amigo para ponerlo al tanto de lo sucedido. Él me dice que no sea tonta, que disfrute de lo que me está pasando, que no me lo piense tanto.

Yo no quiero, bueno Santana me encanta, pero no puedo arrojar por la borda mi convicción de que sexo y trabajo no es una buena combinación.


Me pongo mi camiseta de dormir, me meto en la cama, y como se ha vuelto mi costumbre hace unos días, repito mi mantra antes de dormir:

―No debo pensar en Santana (aunque sea malditamente sexy), sexo y trabajo no se mezclan. No debo pensar en Santana (aunque sea una tentación), sexo y trabajo no se mezclan. No debo pensar…

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Capitulo 8

Llego a mi oficina con una sonrisa de oreja a oreja.

No puedo creer en mi suerte.

Estoy en mi silla mirando por el ventanal el atardecer en la ciudad que hoy parece más glorioso que nunca.

Acabo de volver desde la sala de archivos donde hace un momento besé a Brittany.

Ella hoy apareció deslumbrante enfundada en un simple vestido negro, pero que se ajustaba a su exquisito cuerpo.

Traté de resistirme, pero cada vez que me la encontraba en el pasillo o en algún lugar del piso, algo en mí se estremecía y la necesidad de tenerla era mayor que cualquier cosa en el mundo.

No aguantaba verla caminar contoneándose, que los otros colegas la miraran y que ella, cada vez que nos encontramos en los pasillos, me mirara con esos ojos claros llenos de pasión y por eso no aguanté más.

Cuando la vi salir de su oficina la seguí casi como una espía y vi que entraba en el archivo del Holding y no dudé en entrar detrás de ella.

Al verme dentro de esa habitación se asustó y quiso salir de ahí, pero se lo impedí.

Quería hablar con ella, necesitaba besarla, mi cuerpo la pedía a gritos y luego de una pequeña batalla verbal la besé sin que me importara nada.

Me correspondió el beso con la misma necesidad que yo. Luego me dijo que si me reconocía y eso me alegró más de lo que ya estaba. Le propuse repetir lo que habíamos hecho en Halloween, pero ella se negó rotundamente.

Lo que más me confunde es su insistencia en decir que no me desea, cuando su cuerpo y su boca me dicen otra cosa. Sé el efecto que causo sobre ella, sé que ella me desea tanto o más que yo a ella, pero Brittany no da su brazo a torcer, es una cabeza dura y eso me calienta como el infierno.

Dejaré que se tome su tiempo aunque la espera me mate, le dije que me buscara cuando me necesite.

Sé que lo hará, sé que en algún momento me llamará porque ella siente lo mismo que yo.


Ahora me voy a casa, y creo que tendré muchos sueños húmedos por culpa de Brittany.






Llego a la oficina al día siguiente y Tina me recibe con mis recados en la mano.

Le sonrió, aún estoy de muy buen humor, y ella me devuelve la sonrisa. Camino hasta mi despacho y me encuentro con Brittany en el pasillo. Lleva puesto un vestido de color gris sin mangas que le queda a la perfección.

Claro que hoy su cabello está peinado en un moño alto, me dan ganas de acercarme y deshacerle tan elaborado peinado para que su hermosa cabellera caiga sobre sus hombros.

Además hoy lleva sus gafas puestas lo que la hace una sexy intelectual, es como mi sueño erótico hecho realidad.

―Buenos días―digo mirándola a los ojos y en mi boca se asoma sin querer una sonrisa.

―Bueno días―me contesta sonrojada y se ve encantadora.

Lo que daría yo porque me buscara pronto para tenerla en mi cama y ver cómo se sonroja de pasión bajo mi cuerpo.

Sacudo mi cabeza para apartar la imagen que se ha formado de Brittany desnuda en una cama y llego hasta mi oficina.

Lo primero que hago es ver mi agenda y leo que hay una reunión dentro de una hora.

Luego comienzo a revisar mis recados y me encuentro con uno que me alegra más el humor que ya traía.



Sonrió al ver que Rachel ha vuelto y de inmediato marco su número. Al tercer tono escucho su voz en mis oídos.

―Hola―dice ella con su dulce voz.

―Buenos días enanita, ¿cómo llegaste de tu viaje romántico?

―¡Santana! Qué bueno es escucharte latina ¿Cómo estás?

―Muy bien, solo un poco triste porque llegué a la ciudad y tú no estabas para recibirme.

―A ver Santana, comprenderás que entre recibirte a ti o ir de vacaciones al caribe con mi sexy esposa no tengo donde perderme, ¿verdad?

―Tienes razón, no puedo competir con Doña Belleza―le digo y ella me regala una carcajada que me contagia.

―Pero ya estoy aquí. Tenemos que ponernos al día. Me tienes que contar qué tal han estados tus días y cómo te ha ido trabajando con Will.

―Bueno Rachel, entonces qué te parece si hoy te invito a cenar. Tú eliges el restaurante.

―¿Qué te parece que yo te invite a cenar a mi casa?

―¿Estás segura de lo que estás diciendo? No quiero que Míss Belleza me golpee.

―Qué mala hablada eres, y Quinny que te aprecia tanto.

―Claro, pero ella apreciaría más que yo me mantuviera bien lejos de su esposa, ¿o me equivoco?

―Eso era antes San. Ella ha entendido nuestra relación. Sabe que nuestra amistad es indestructible y que tú no intentarás nada conmigo. Así es que tranquila. Ven esta noche y hablamos. Ahora te dejo porque mi esposa está en la ducha y me está llamando para que me una a ella.

―No era necesario que me dijeras eso Rach, con que me cortaras la llamada era más que suficiente.

―Ay Santana, cómo echaba de menos molestarte. Nos vemos en la noche, un beso.

―Está bien, esta noche nos vemos y yo te mando un beso, pero en la frente para no tener problemas con tu esposita.

―Adiós tonta―dice entre risas y corta la llamada.

Rachel es una parte importante de mi vida.

La conozco desde que ambas teníamos cinco años. Nuestros padres eran amigos y estudiamos las dos junto con Sam en el mismo colegio.

Éramos los tres mosqueteros.

Ella nos seguía en todos los juegos que inventábamos con Sam e incluso en algunos era mucho mejor que nosotros dos.

Debo confesar que ella fue mi primer amor, y a los doce años, nos dimos nuestro primer beso. Fue algo natural, nos conocíamos desde siempre y lo vimos como lo más normal.

Luego a los diecisiete años le pedí que fuera mi novia y eso nos condujo a nuestra primera vez.

Tuvimos un noviazgo de tres años y a los veinte ella se enamoró de otra chica, me lo contó y para sorpresa de las dos, yo no sentí nada. Entonces nos dimos cuenta que nuestro noviazgo era una tontería que, éramos mejores amigas que novias, y así seguimos hasta el día de hoy.

Nadie entiende nuestra relación.

Nadie entiende que dos ex puedan ser tan amigas.

Pero Rachel me conoce mejor que nadie, sabe cosas de mí que a nadie le he contado.

Aunque Sam es mi amigo del alma también hay cosas que no puedo hablar con él, cosas que necesitan del consejo femenino y ese consejo solo me lo puede dar Rachel.

Ahora la necesito para que me ayude a buscar un nuevo hogar.

Ella es agente inmobiliario y de seguro me encontrará lo mejor.

Me queda media hora para la reunión, a si es que decido tomar un café antes de que ésta empiece.


Voy caminando hasta la sala del café cuando escucho que una voz chillona me llama:

―¡San! Qué bueno encontrarte. Mira que vivimos en la misma casa, pero no te veo nunca.

Es la niña mal criada de Kitty la que me ha cortado el paso en el pasillo para saludarme.

―Hola Kitty ¿Qué haces aquí?―le pregunto un poco molesta.

―Vine a hablar con papá, y así aprovecho para verte―dice y con su mano recorre un mechón de mi cabello.

Yo con mi mano suavemente se la aparto y comienzo a mover un pie para caminar.

―Bien―digo―, Nos vemos al rato voy por un café y tengo una reunión.

―Te acompaño―dice y se cuelga de mi brazo en un rápido movimiento―, Yo también quiero tomar un café, ¿me invitas?

No puedo decir nada, ella se ha invitado sola. Quiero que me suelte, me siento incómodo con esta situación.

Llegamos hasta la máquina de café, yo sirvo dos tazas, ella habla y habla, y la verdad es que no presto atención a nada de lo que dice.

―San, podríamos salir a bailar este fin de semana, ¿qué te parece?

No he escuchado nada de lo que me ha preguntado, solo la última palabra.

―Perdón, ¿qué decías?

―No has escuchado lo que he dicho. Te preguntaba que, qué te parece que salgamos el fin de semana a bailar. Sé que Sam dirá sí de inmediato, ¿vamos?

―No sé, tal vez. Lo vemos después, ¿quieres?

Ya me tiene molesta estar con ella en esa habitación, es toda insinuación y coqueteo. Tal vez sea la hora de decirle que deje de hacer eso, que me molesta y que nunca pasará nada entre las dos.

Voy a abrir mi boca para decirle a Kitty lo que pienso cuando la puerta de la sala se abre y deja ante nosotras la figura de Brittany.

Ella mira que la mano de Kitty está en mi espalda y veo que sus ojos brillan, ¿de rabia tal vez?

Yo aparto la mano de la chica y me alejo de ella un poco. No quiero que Brittany crea que tengo algo con la hija del jefe.

―Disculpen, no quise interrumpir―dice y veo que trata de desandar sus pasos para salir de la salita lo que me hace actuar rápido.

―No Brittany, no interrumpes nada, aquí Kitty y yo nos tomábamos un café.

―Sí Brittany―dice Kitty que está claramente molesta por la interrupción―, Solo tomábamos un café. Ven acompáñanos.

Brittany nos mira y avanza hasta la máquina para preparase un café. Yo quedo a su lado y puedo oler su exquisito perfume que hace que mi corazón se acelere.

―¿Cómo estás Kitty?―pregunta Brittany.

―Muy bien. Vine a ver a papá, necesito que me haga un favor y aproveché para saludar a San. Aunque vivimos en la misma casa no nos vemos casi nunca.

―Bueno yo me voy, tengo una reunión que va a empezar dentro de poco. Nos vemos.

Veo salir a Brittany y creo que lo mejor será que yo también salga de aquí.

―Bien Kitty te dejo, yo también tengo que asistir a la reunión. Nos vemos pronto.

―Pero San, no me has di…―no la dejo terminar la frase porque salgo de esa habitación dejándola sola.

Es la hora de entrar en la reunión.

Tomo asiento y veo que Brittany se sienta en el otro extremo de la mesa, lo que me hará complicado mirarla ya que tendré que girar mi cabeza para hacerlo.


La reunión comienza y Will empieza a hablar sobre el mercado y lo que desea lograr como empresa en este trimestre.

Yo de vez en cuanto miro hacia Brittany y me encuentro con sus ojos. Esos ojos azules que me hacen perder la poca razón que me queda.

Vuelvo a imaginármela desnuda, esto no es bueno para mi salud y tengo claro que debo hacer algo para aplacar mi deseo por esta mujer, besarla ya no es suficiente, necesito tenerla y pronto.

Me muerdo el labio inferior al pensar en ella y en su boca y mi excitación comienza a aparecer. No pude ser, nunca me había pasado que, de solo pensar en una mujer, mi cuerpo reaccionara de inmediato.

La vuelvo a mirar y veo que ella se está tocando el lóbulo de su oreja y su mirada se vuelve a anclar en la mía.

No sé qué voy a hacer.

Tomo una honda respiración tratando de controlarme y lo único que quiero es que esta maldita reunión termine pronto y volver a esconderme en mi oficina.

Cierro los ojos y me presiono el tabique nasal tratando de encontrar el control que he perdido hasta que lo consigo.



Gracias al cielo la reunión termina pronto.

Yo me levanto de los primeros, como si tuviera un resorte, y salgo lo más rápido que puedo de la sala de juntas.

Llego a mi oficina y me encierro, me siento en mi sillón. Cierro los ojos y comienzo a respirar profundamente y pienso que no voy a ser capaz de esperar a que ella me busque y me diga que me desea.

Necesito tenerla ya, tengo que encontrar la forma de tenerla como sea.




Termina mi día de trabajo.

Dejo todo ordenado y salgo de mi oficina. Llego a la calle y tomo un taxi que me llevará a la casa de mi amiga Rachel.

Hablaré con ella y le contaré lo que sucede con Brittany para que me dé su punto de vista.

Necesito contarle a alguien y ella es la indicada, porque sé que, si le contara a Sam, la noticia de Brittany y yo saldría hasta en el periódico matutino.




Media hora más tarde ya estoy fuera de la casa de mi amiga.

Espero que ella me pueda guiar y decirme qué demonios es lo que realmente me pasa.

Toco el timbre de la casa y una sonriente Rachel me recibe con un fuerte abrazo.

―¡Hola San! ¿Cómo estás?

―¡Hola enanita!―digo en el oído y le beso la mejilla a mi querida amiga―Voy a aprovechar a decirte todas las palabras cariñosas aquí para que tu esposa no escuche.

Mi amiga sonríe y sus ojos marrones se achinan.

Rachel es una bella mujer.

Delgada, de cabello negro que hora luce en una melena que le llega a la clavícula y unos expresivos ojos marrones.

Uno puede saber de qué ánimo está solo con mirarla a los ojos.

―Pasa tonta―dice dándome una palmadita en el hombro―, Y tienes razón, es mejor que me digas palabras bonitas aquí porque Quinny está en la cocina terminado la cena y está manipulando un cuchillo muy afilado.

Yo trago en seco y tiemblo solo de pensar en la rubia de la esposa de mi amiga persiguiéndome con un cuchillo afilado.

―Pesándolo mejor, dejemos la cena para otro día―digo y retrocedo un paso como queriendo volver a la entrada.

Ella vuelve a reírse a carcajadas, me agarra del brazo, y me tira para que la siga hasta la cocina.

Es un juego entre las dos.

Sé que Quinn nunca haría eso, ¿o sí?

Caminamos hasta la cocina y veo a una rubia, de ojos verdes, de piel blanca, pero ahora bronceada mujer manipulando un gran cuchillo cocinero.

Cuando ve que entro detrás de su mujer, entierra el cuchillo en la tabla de picar que está sobre un mesón. Yo me lo imagino como si ella fuera la lanza cuchillos de un circo y estoy tentado a girarme y salir por donde vine.

―¡Santana!―me dice Quinn acercándose a mí y dándome un abrazo―Qué bueno verte, ¿cómo estás?

―Muy bien Quinn, estoy muy bien―digo y le devuelvo el abrazo.

―¿Quieres algo de beber?

―Una cerveza si tienes por favor.

Veo que la ojiverde se mueve por la cocina para llegar hasta el refrigerador y sacar unas botellas de cerveza.

No entiendo cómo mi amiga, que es una diminuta y parlanchina mujer, se ha fijado en esta rubia que parece más seria.

Pero como dicen por ahí el amor es ciego y Rachel se enamoró perdidamente de Quinn que, bajo esta dura fachada, parece ser buena gente.

En un principio la ojiverde no entendía mucho la amistad entre su mujer y yo, pero con el tiempo de compartir se fue dando cuenta que la amistad era verdadera y que yo no intentaría nada con mi amiga.

―Y bien San, cuéntanos, cómo te ha ido en el Holding―pregunta Rachel.

―La verdad es que me ha ido muy bien. Bueno igual ha sido poco el tiempo que llevo, aún me estoy aclimatando, pero no creo que vaya a tener ninguna dificultad.

―Supe que te estás quedando en la mansión Schuester, ¿por qué San?

―Porque cuando Will me llamó, me vine de inmediato, no pensé en nada, solo en venir porque me requería rápidamente en el Holding. Él me ofreció la mansión mientras yo me instalaba en algo a mi gusto, pero la verdad es que necesito ver algo ya, y ahí entras tú en juego Rachel.

―¿Yo?

―Sí tú, necesito que me encuentres algo donde vivir y ojalá para ya.

―¿Pero qué hay de tu casa San? Es tan grande y hermosa. Para qué quieres rentar algo si tienes una casa esperándote.

―Rachel, sabes que esa casa me trae malos recuerdos. Ni siquiera sé por qué aún la conservo, creo que debo de pensar seriamente en venderla.

―Yo creo que no deberías…

―No Rach, esa casa era de mis padres. Cada vez que entro en ella es como si entrara en un mausoleo. Además esa casa es demasiado grande para mí.

―¿Y qué es lo que buscas?

―Bueno, ojalá algo en el centro. Un departamento, tal vez algo en el último piso, nada muy grande, pero tampoco tan pequeño. Sé que tú encontrarás el indicado para mí.

―Bien, mañana mismo comenzaré la búsqueda y te avisaré para que vayamos a ver algunos departamentos y ver si son de tu gusto.

―Genial, espero que eso sea pronto.

―¿Por qué tanto apuro amiga?―dice Rachel―¿Acaso te tratan mal en la mansión?

―Amor, ¿no es obvio?―interviene Quinn―Santana quiere tener intimidad, y en casa de los Schuester no puede.

Yo miro a Quinn y luego a Rachel y sé que el interrogatorio comenzará, pero yo no quiero hablar, no delante de Quinn por lo menos.

―Pero qué tonta soy, es verdad. San no puede llevar a sus conquistas a la mansión de Will.

―Rachel…―le digo en tono de reprimenda.

―Claro amor, cómo se te ocurre que va a llegar con la fila de chicas a esa mansión ¿O es que ya tienes novia?―dice Quinn.

Vuelvo a sentir la mirada de la pareja sobre mí y no sé por qué no encuentro palabras para contestarles.

―Santana, ¿tienes novia?―pregunta Rachel con una enorme sonrisa que no le cabe en la cara.

―Rachel, la verdad ahora no quiero hablar de esto.

―Tienes novia y no me has contado, y yo que pensé que era tu amiga.

―No Rach, no es eso. No tengo novia.

―Pero te gusta alguien―interviene Quinn, que no sé desde cuándo se ha vuelto tan conversadora e interesado en mi vida.

―La verdad… yo… bueno…

―Ya San, deja de darle vueltas y cuéntame.

―Creo que no es el momento Rachel.

―Bueno, pero no creas que me voy a quedar así con la duda con la que me has dejado. Después de la cena Quinny nos dejará solas y podremos hablar tranquilas.

Veo que a Quinn eso no le ha hecho mucha gracia, ya que frunce un poco el ceño, pero al final le da un beso en la frente a Rachel y nos dice:

―Bien chicas, la cena esta lista. Pasemos al comedor.

Pasamos a la mesa y disfrutamos de una rica y agradable cena para tres.

Cada cierto tiempo la pareja me hace insinuaciones sobre si tengo o no novia y sé que, apenas termine el último bocado de mi plato y Quinn se levante la mesa, Rachel me tomará de una oreja y me sentará en algún sofá para que le cuente lo que ha pasado en mi vida en estas últimas semanas.

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Capitulo 9

―Bien San, dispara―dice Rachel mientras se sienta en un sofá para quedar frente a mí.

Como era de esperar, después de terminar la cena, ella le dijo a su esposa que nos dejara solos y la ojiverde accedió.

Ahora me encuentro en el salón de su casa para ser interrogada por mi amiga.

―Qué quieres que diga Rachel.

―¿Estás con alguien?

―No.

―Pero te gusta alguien, ¿no?

―La verdad es que no sé… bueno tal vez.

―Ya deja de evadirme y cuéntame de una vez qué pasa con esta mujer.

Doy un resoplido porque sé que no podré salir de ahí hasta que satisfaga la curiosidad de mi amiga. Si bien yo pensaba contarle a ella, ahora no sé si sea una buena idea.

―No sé si debería contarte…

―Cuéntame ahora San. Tan complicado es que no quieres contarme nada, a mí, a tu amiga de toda la vida. A la mujer que te conoce mejor que nadie en este mundo y que…

―Ya, está bien. No es necesario que me eches ese discurso, ¿sabes? Te contaré todo.

―Bien, estoy esperando.

―Bueno, conocí a alguien…

―¡Que alegría! La conozco, vamos dime quién es…

―Déjame hablar Rachel por favor, no es cómo crees.

―¿Cómo que no es como creo? ¿Qué pasa con ella?

―Escucha, la conocí en la fiesta que Will da para sus empleados en la noche de Halloween. La verdad es que yo no quería ir, pero en vista que estoy trabajando para Will tuve que asistir. Ahí la conocí. Al verla quede embobada y quise estar con ella de inmediato. Ni siquiera hablamos, solo nos mirábamos y cuando nos besamos nos dimos cuenta que las dos queríamos lo mismo. Ella me llevó hasta un almacén donde tuvimos sexo. Pero cuando le quise preguntar por su nombre he invitarla a un hotel me dijo que no.

―No lo puedo creer. Creo que es la primera mujer que se te resiste bella.

―Pero ahí no está el problema.

―¿Ah no?

―No. Cuando llegué a mi primer día de trabajo supe que ella también trabaja en el mismo piso que yo en el Holding Schuester, es jefa de finanzas.

―Guau. Lo que me estás contando es genial. Bien y qué pasa ahora. Supongo que hablaste con ella y ya quedaste en salir otra vez y…

―No.

―¿Cómo qué no?

―No, porque ella no quiere salir conmigo.

Rachel abre los ojos en asombro por lo que le estoy diciendo para luego soltar una enorme carcajada.

―¿Es verdad lo que me estás diciendo?

―Sí Rachel. No tengo por qué mentirte.

―Necesito que me la presentes. Tengo que conocer a la mujer que está logrando que mi amiga se desespere.

―Ya Rach. Mira no sé qué me pasa con ella, es muy extraño todo esto.

―A ver dime, ¿cómo es ella?

―Bueno, es bella. Con unos ojos azules que me matan y unos labios que…―de pronto caigo en cuenta que le estoy entregando demasiada información a mi amiga.

―Uf San, la chica te trae loquita. Y dime, ¿Cómo se llama?

―Brittany, Brittany Pierce.

―Bien, pero ya estuviste con ella. Qué te pasa San.

―No lo sé Rachel―digo y decido contarle lo que siento―No sé qué me pasa con ella.

Me dan escalofríos en todo el cuerpo cuando la veo y ayer la besé otra vez.

―Pero si me acabas de decir que ella no quiere nada contigo entonces, ¿Cómo que la besaste?

―Sí, eso, la besé. No aguanté más verla y no hacer nada. Esta mujer me calienta de tal modo que pierdo el razonamiento y hago locuras.

―Vaya amiga, no sé qué decirte, estás realmente mal. Pero tal vez a ella no le gustas.

―¿De verdad crees eso?

―No sé, ¿Qué es lo que crees tú?

―Ya no sé qué creer. Ayer cuando la besé, sentí cómo tiembla con mi cercanía, cuando me mira sus ojos brillan de deseo, su boca no me rechaza.

―Pero San entonces no sé qué pasara por su cabeza, no sé por qué actuará así.

―Ella me dijo que no salía con compañeros de trabajo, pero yo estoy desesperada, quiero estar con ella. Ni yo me reconozco.

Siento cómo la presión que hace unos días sentía en el pecho ha desaparecido. Contarle a alguien ha sido lo mejor.

―Bueno entonces tendrás que hacerla cambiar de opinión.

―Will me dijo que Brittany es un hueso duro de roer.

―San, siento no ser de mucha utilidad. Solo te puedo decir que si la chica te gusta luches, tú no eres de las que se rinde a la primera.

Rachel tiene razón, yo no soy de las que se dan por vencidos tan fácilmente.

Y creo que esta no es la ocasión para hacerlo.

―No Rach, has sido de mucha ayuda. Y ahora creo que ya es hora de irme―digo y me levanto del sofá en el cual estaba sentada y tomo mi teléfono para llamar un taxi.

Creo que además de buscar dónde vivir, también debería pensar en comprar un auto.

―Está bien. Te acompaño a la puerta.

Me despido de Quinn con un beso en la mejilla y a mi amiga le doy un abrazo, ese es el instante en que ella me dice:

―Buena suerte con Brittany. Te quiero San.

―Yo también te quiero enanita, nos vemos pronto.

Le beso la mejilla y salgo de su casa para esperar el taxi que se ha demorado quince minutos en llegar.




Una vez que entro en la mansión Schuester, subo corriendo a mi habitación.

Me doy una ducha y me meto en la cama. Trato de dormir, estoy realmente cansada, pero cuando cierro los ojos la imagen de Brittany se vuelve a colar en mi mente.

¿Qué me hizo esta mujer?


A las tantas de la madrugada logro caer en brazos de Morfeo para soñar con La Diabla.





Llego a mi piso en el Holding y me dirijo directo a mi oficina.

Tengo que preparar unos documentos y no quiero tener ningún contratiempo.


Veinte minutos después de mi entrada, la puerta de mi despacho se abre, como siempre es mi amigo Sam que no se molesta en golpear.

¿Nadie le habrá dicho que, cuando las puertas están cerradas, hay que golpearlas antes de entrar?

―Hola San.

―Hola Sam, ¿Cómo estás?

―Muy bien, ¿y tú?

―Bien, aquí con mucho trabajo.

―Kitty me contó que estuvo ayer hablando contigo sobre una salida para el fin de semana.

―Sí, pero la verdad no sé…

―¿Qué? No me vas a decir que no amiga.

―No sé Sam, es que…

―No San, tú te vienes conmigo este viernes aunque te tenga que llevar a rastras.

―No sé, tal vez salga con ustedes.

―¿A ti qué te hicieron en Inglaterra?―me dice en tono burlón.

―¿Por qué?

―Porque estás hecho una vieja de mierda. El fin de semana sales si o si con nosotros, ¿escuchaste?

Yo miro a Sam, la verdad es que sí quiero salir a divertirme por ahí con mi amigo. El problema que tengo es que no quiero ir con Kitty, no quiero que ella esté insinuándoseme toda la noche.

―Bueno, ya veremos―le digo dando el tema por zanjado.

―Ahora quiero que me acompañes al gimnasio después del trabajo. Me acabo de inscribir y pensé que te gustaría ir también.

Esa es una buena idea, ir al gimnasio a botar la tensión producida por el trabajo y por Brittany.

A ver si así logro sacarla de mi cabeza.

―Me parece genial, claro que te acompaño.

―Bien, ahora te dejo, voy a terminar lo que tengo pendiente en mi oficina, nos vemos―Sam sale de mi despacho y yo sigo con lo que estaba haciendo antes de que él llegara a interrumpirme.

Dentro de poco tendré que comenzar con la campaña publicitaria en la que estoy trabajando y debo tener todo listo.




El día pasa rápido, vi muy poco a Brittany y tengo que admitir que la eché un poco de menos.

Pero, ¿qué me pasa?

Debo estar enferma, si eso es.

Tengo una enfermedad que me está atacando el sistema inmunológico. No encuentro otra explicación, no puede ser que esta chica haga que mis defensas bajen y me tenga como un tonto pensando en ella casi todo el día.

Esta bruja debe haberme lanzado algún hechizo la noche de Halloween, eso debe ser.




Salgo del trabajo junto a Sam y nos encaminamos hasta el gimnasio, queda a pocas cuadras de nuestro trabajo y si quisiera podría ir caminando.

Entramos en el gimnasio y la verdad es que el lugar me gusta.

Sam y yo recorremos las instalaciones y vemos que todo es perfecto. Me anoto para comenzar al día siguiente. Me vendrá bien hacer algo de ejercicio, me mantendré en forma y aclararé la mente… eso espero.

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Capitulo 10

Mi día comienza movido, apenas si tengo tiempo de pensar en algo o en alguien.

Estoy dándole los últimos toques a la campaña publicitaria y siento una gran alegría de ver que está quedando perfecta.

Tina me ha comunicado que, Will ha citado a una reunión extraordinaria, y que debo estar en media hora en la sala de juntas.

Dejo todo ordenado en mi escritorio y salgo de mi oficina para ir hasta el lugar de la reunión.

Paso por el despacho de Brittany pero la puerta está cerrada, hoy no le he visto ni la punta de la nariz y eso me desespera un poco.

Llego a la sala donde ya hay varios de los jefes de sección y la veo.

Ahí está Brittany hablando con Will. Hoy viste un pantalón de tela negra de cintura alta y una blusa sin mangas de alguna tela que, creo yo debe ser suave, porque desde donde yo la estoy observando veo que la tela se pega deliciosamente a su piel.

Hoy lleva el cabello suelto y se ve hermosa.

Todos comienzan a ocupar su lugar en la gran mesa de vidrio, pero noto que Brittany se queda parada al lado de Will. Yo me giro para encontrar un lugar en el cual sentarme y solo queda uno que es el de la cabecera de la mesa.

―Bueno señores y señoritas―Will comienza a hablar y todo queda en silencio―, Los he citado a esta reunión porque nos han hecho una propuesta―lo escucho, pero mi vista busca a Brittany que sigue de pie tras él―Para que sepan de qué se trata voy a dejar a nuestra jefa de finanzas e inversiones que les explicará mejor de qué va todo. Brittany por favor.

Me remuevo inquieta en mi asiento cuando veo que Will se hace a un lado y es Brittany la que toma su lugar. Agradezco haber quedado a la cabeza de la mesa. Ella está al otro extremo, pero la tengo frente a mí.

Creo que esta ubicación es privilegiada.

―Bien señores y señorita―dice ella con esa voz sensual como de línea erótica.

Solo de escucharla pronunciar la primera palabra mi cuerpo comienza a palpitar.

Yo estoy mal, lo reconozco, esto no me puede estar pasando a mí.

―, Como ya les adelantó Will, hemos recibido una excelente propuesta. Nos han ofrecido expandir el Holding en Arabia Saudita. Seriamos el segundo Holding de telecomunicaciones más importante en ese país y con la visión de convertirnos en el primero.

Trato de prestar la mayor atención posible a la importante información que está dando Brittany, pero verla ahí, parada hablando con tanta seguridad de lo que dice, hace que en mi mente se formen imágenes de ella enfundada en alguna pieza de sexy lencería negra de látex.

Un calor se empieza a alojar en mí entre pierna y trato de controlar mi respiración que se ha desbocado un poco. Paso mi dedo índice el cuello de tratando de soltar un poco la tensión que me está dominando en ese momento.

―Mañana―continua ella―, Tendremos una reunión con los accionistas para informarles de la propuesta y ver si les interesa esta oportunidad. Si el caso fuera que sí, una delegación de Arabia nos visitará para ultimar los detalles y luego una delegación de este Holding viajará para cerrar el trato.

Creo que nunca los negocios habían sido tan sexys para mí. De pronto aparto mí vista de Brittany, miro de reojo a todos los demás jefes que comparten la mesa conmigo, y veo que más de alguno mira a La Diabla con ojos libidinosos.

Me entran unas enormes ganas de caerle a golpes a todos los malditos que osan poner sus ojos sobre el cuerpo de Brittany. No sé por qué tengo estos
pensamientos, la verdad es que debería tratar de sacarla de mi mente y seguir con mi vida como hasta antes de conocerla.

Seguir de fiesta y levantarme a cuanta mujer se me ponga por delante.

Si eso es lo que tengo que hacer.

Sé que tal vez sea difícil, porque olvidar a la mujer que tengo frente a mí será una tarea titánica.

Vuelvo a mirar al frente donde Brittany nos sigue explicando sobre la propuesta, cuando nuestras miradas se cruzan, veo que sus ojos brillan y los míos deben estar en el mismo estado.

Ella se sonroja y luego pasa su lengua por sus labios para mojarlos, yo suelto un suspiro que espero nadie haya notado y si antes pensaba que sería difícil olvidar a Brittany ahora temo pensar que me será imposible.

No sé cuánto tiempo pasó, pero al fin la reunión termina y yo salgo de la sala de juntas y me refugio en mi oficina.

Vuelvo a pensar en todo lo que me ha pasado desde la fiesta de Halloween hasta ahora y siento que he sido patética.

Brittany no tiene ni el más mínimo interés en mí y yo estoy ahí babeando por ella como un perro.

Tengo que hacer algo, y lo primero que haré será ir al gimnasio.

Tal vez ahí encuentre alguna distracción que vista apretada ropa de entrenamiento.



Termina mi jornada de trabajo y Sam pasa por mí para irnos juntos al gimnasio.

Llegamos y nos dirigimos a los casilleros, me cambio de ropa por la de entrenamiento. Me pongo unos leggins negros y una camiseta gris sin mangas y las zapatillas.

Tomo mi botella de agua, mi iPod y me voy hasta las trotadoras. En mi camino voy mirando a las chicas que ahí se encuentran, Sam se me une y va coqueteando a su paso.

Me subo a la trotadora, me pongo los audífonos del iPod y comienzo a trotar a un ritmo lento. Los acordes de Take me out de Franz Ferdinand comienzan a resonar en mis oídos y empiezo a aumentar el ritmo del trote.

Trato de olvidarme de todo en ese momento y creo que lo consigo, porque mi mente está en blanco, solo escucho la música y nada más.

Miro al frente y veo a unas chicas que me dedican una sonrisa, yo como todo una dama se las devuelvo, pero de inmediato mi mente que, hace un segundo no pensaba en nada, comienza a comparar a esas preciosas mujeres con Brittany.

No, esto es de locos, yo debería internarme en un psiquiátrico y hacerme una lobotomía para sacarme de una puta vez y para siempre a La Diabla de la cabeza.

Sigo trotando y tengo una extraña sensación.

Esa sensación de que una mirada está sobre mí. Giro un poco la cabeza a mi izquierda y ahí está ella.

¿Me estará siguiendo?

Brittany está sentada en una máquina ejercitando sus piernas. Yo la miro y cuando se ve pillada aparta la vista y sigue en lo suyo. Yo sonrió por lo bajo, de seguro me estaba mirando hace rato.

Yo continúo con mi trote, cuando de pronto la música que estoy escuchando desaparece. Sam me ha tirado de los audífonos y se para a un lado de la trotadora.

―San, ¿viste quién nos honra con su presencia?

―No, ¿quién?

―Brittany, está ahí en las máquinas. Guau se ve preciosa con esa ropa tan apretada.

Me entran unas enormes ganas de agarrar a Sam por el cuello y apretarlo hasta que su cara se ponga azul. Sacudo la cabeza para que ese pensamiento salga de mi.

Sam es uno de mis mejores amigos, pero hay veces en que quisiera matarlo para que cierre esa bocota de trucha que tiene.

―¿Y qué tiene Sam? ¿Acaso Brittany no puede venir al gimnasio?

Yo paro el trote y me voy a las banca de pesas. Mi amigo que, al parecer no ha entendido que el tema de Brittany no me interesa hablarlo con él, me sigue y continúa hablando.

―No es eso, es que nunca la había visto con ropa tan reveladora, es exquisita. Pero dejemos a Brittany y dime, ¿viste las preciosuras que están ahí?

Yo me siento en el banco y desvío mis ojos a las chicas que hace rato me miraban.

―Sí―digo sin mucho entusiasmo.

―Bien, voy a hablar con ella a ver si nos sale cita doble―Sam se aleja y por fin me deja sola.

Me estoy colocando los guantes de entrenamiento para las pesas cuando de reojo veo que Brittany se levanta de la máquina en la que estaba y cruza la habitación para dirigirse a las elípticas.

Tengo que reconocer que mi amigo tiene razón, se ve divina en ropa de entrenamiento. La lycra negra de la que está hecha la ropa se ajusta muy bien a cada parte de su cuerpo.

Yo trago en seco, la imagen que me muestra Brittany es demasiado sexy.

Me regaño mentalmente y decido no seguir mirándola, no quiero parecer más patética de lo que ya soy.

Sigo con la rutina de pesas y luego de un rato termino y me voy a las duchas.

No volví a mirar en dirección de La Diabla, no quiero seguir torturándome.



Una vez que me he duchado y cambiado de ropa me encuentro en la recepción con Sam que está conversando con las dos chicas de hace rato. Él me las presenta y la verdad es que son agradables. Yo hablo poco ya que Sam lo ha dicho todo por mí.

Aparto la vista de las chicas y de mi amigo y me encuentro con la cara de Brittany que está haciendo su retirada. Ella me mira fijamente, con su ceja levantada y su aire de reina. Yo le sonrió y le guiño un ojo a forma de saludo. Ella parpadea rápidamente un par de veces y sale a toda velocidad a la calle.


No sé qué pensar de todo esto.

Me gustaría meterme en la hermosa cabecita de Brittany para saber qué piensa sobre mí. Saber si tendrá los mismos pensamientos calenturientos que tengo yo cuando la veo.

Sam se despide de las chicas y yo hago lo propio y nos vamos a casa.

La verdad es que el primer día en el gimnasio me ha dejado muerta.



Llego a mi habitación me desvisto y caigo en mi cama como un tronco hasta el otro día.







Comienzo un nuevo día de trabajo.

Hoy almorzaré con la agencia encargada de la campaña publicitaria y estoy entusiasmada y ansiosa porque quiero que todo salga a la perfección.


Llego a mi despacho, dejo mi maletín y me siento en mi silla para comenzar a revisar los mensajes que Tina me ha entregado. Los miro rápido y veo que no hay nada que requiera de mi inmediata atención.

Así es que decido ir a buscar un café. Lo necesito para comenzar a trabajar, necesito sentir la cafeína correr por mis venas.

Me dirijo hasta la salita del café y a mi paso miro la oficina de Brittany, pero está vacía. Sigo hasta mi destino y abro la puerta, pero ésta no se abre de inmediato, escucho un grito y luego el sonido de algo estrellándose contra el piso.

Con cuidado deslizo la puerta y me encuentro con una furiosa Brittany. Cuando yo abría la puerta para entrar, ella venía saliendo y la golpeé sin querer, dando como resultado que, su taza de café se derramara sobre ella mojando su blusa de color blanco.

Bueno ahora no está ni tan blanca ya que luce un gran manchón café en frente.

Nos miramos y veo cómo ella echa fuego por los ojos. De pronto caigo en cuenta de que el café debe de haber estado caliente y que de seguro le ha quemado la piel, no es para menos que esté enojada conmigo.

No sé qué hago, pero mis manos se mandan solas y vuelan hasta el primer botón de la blusa de Brittany.

―¿Qué haces?―dice dándome un manotazo para que aparte mis manos.

―Sacándote la blusa. Si el café está caliente la tela se puede pegar a tu piel y provocarte una molesta quemadura.

Me mira con cara de que no se cree ni media palabra de lo que le estoy diciendo.

―Tú crees que, si el café me hubiera quemado, estaría aquí tan tranquila escuchándote.

Brittany tiene razón en lo que me dice. Se lleva las manos a las caderas y me vuelve a mirar furiosa, ahora me siento culpable por haber estropeado su ropa.

La miro nuevamente y me fijo que el líquido ha hecho que la fina tela de la blusa se pegue a su cuerpo, específicamente a sus senos y para mi alegría puedo ver su brasier a través de la tela.

Nota que ya no la miro a los ojos, debí de ser más disimulada, y con sus manos se cubre el pecho. Oh qué mala y yo que estaba disfrutando de la vista.

―Lo siento―es todo lo que logro decir.

Es lo único que sale de mi boca en ese momento, pero ella no se molesta en seguir escuchándome y sale de esa sala dejándome sola.

Miro la taza que está hecha añicos en el suelo. Con esa escena las ganas de tomarme un buen café se me han esfumado por lo que decido volver a mi despacho.




Ya es hora del almuerzo y voy saliendo al restaurante donde me voy a reunir con los de la agencia de publicidad.

Gracias al cielo todo sale de maravillas y logramos ponernos de acuerdo en la visión que tengo para la campaña. Eso me tranquiliza ya que quiero que Will vea que soy una verdadera profesional en lo que hago.

Dejo todo finiquitado y termino mi almuerzo.

Comienzo a caminar de vuelta al Holding, cuando siento que mi móvil vibra para luego empezar a sonar en mi cartera. Lo saco y veo que el nombre de Rachel ilumina la pantalla.

―Hola enanita―contesto alegremente.

La verdad es que estoy feliz, ni siquiera el accidente con Brittany ha logrado amargarme.

―Hola San, ¿estás ocupada?

―No, acabo de terminar una reunión y estoy caminando de vuelta al trabajo.

―Bien. Te llamo porque ya tengo lo que me pediste. Encontré dos departamentos y quisiera saber si tienes tiempo mañana para visitarlos. Uno es en pleno centro y el otro a unos quince minutos en auto.

―Genial. ¿Y a qué hora podemos ir a verlos?―digo entusiasmada.

―Bueno, yo estaba pensando que, si tienes tiempo a la hora de almuerzo, podría mostrártelos.

―Sí, me parece bien. Entonces, ¿dónde nos vemos?

―En el departamento que queda en el centro. Te mando un mensaje con la dirección ¿A las doce te parece bien?

―Me parece perfecto.

―Bien San, nos vemos mañana.

―Hasta mañana Rachel.

Corto la llamada y sigo caminando hasta llegar al Holding. Llego a mi piso y comienzo a avanzar para ir a mi oficina, pero algo llama mi atención.

Veo que Brittany entra en el archivo, y sin pensar en nada, voy detrás de ella.

Parece como si ella fuera un imán y yo soy atraída por esta mujer inexplicablemente.

Entro tratando de no hacer ruido al abrir la puerta. Veo a Brittany de espaldas a mí. Se ha cambiado la blusa que le arruiné por una de color rosa pastel y lleva una falda negra que se le ajusta deliciosamente donde tiene que ajustarse.

En un rápido movimiento pongo el cerrojo a la puerta, ahora estamos las dos encerradas en este pequeño espacio. Doy un paso y luego otro hasta quedar muy cerca de ella que, no se ha dado cuenta que estoy ahí.

―Hola diabla―le susurro en el oído y ella tensa los hombros ante lo que escucha y se gira para quedar frente a mí.

―¿Qué haces tú aquí?―me dice con los ojos muy abiertos y soltando un fuerte suspiro por el susto que le he causado.

―Lo mismo que tú―miento―, Vine por un informe.

―¿Ah sí?―dice con voz un poco irónica―¿Y qué informe sería ese que viniste a buscar?

―Uno del año pasado―digo tratando de sonar lo más segura posible.

―¿Y por qué en vez de estar parada aquí mirándome no lo estás buscando?

Yo sonrío, ya me pilló en la mentira.

Mejor hablar con la verdad, a La Diabla no la puedo engañar.

―Bien, me atrapaste, vi que venías hasta aquí y te seguí.

―¿Hasta cuándo vas a seguir con esto?

―Hasta que te decidas a repetir un encuentro como el que tuvimos en la fiesta de Halloween―digo y me voy acercando más a ella. Me fijo que entreabre la boca, es como si le costara respirar―Qué me dices, ¿quieres repetir conmigo?

Acerco mi cara a la de ella y con mi nariz acaricio la suya. Ella no se aleja, no dice nada, puedo sentir que desea lo mismo que yo aunque se haga la dura.

Nos quedamos en silencio, solo nuestras respiraciones se oyen en este lugar.

Cuando sucede lo impensable, ella se abalanza sobre mí y me besa.

Estoy en la gloria.

El beso es largo, sensual, cargado de deseo y pasión.

Quisiera tomarla en ese mismo lugar, pero debo contenerme. Es nuestro lugar de trabajo y de seguro se escucharían nuestros gemidos desde el otro lado de la puerta.

Me obligo a apartarme de ella, no quiero porque su boca es mi perdición, pero si seguimos con este beso de seguro terminaré en la oficina de Will dando explicaciones de mi comportamiento, cosa que no quiero.

―Vamos Brittany, sigamos con esto en otro lugar, en un hotel o tu casa. Anda di que sí

―Santana, yo… la verdad…―balbucea las palabras, quiere decir algo pero nada sale de su boca.

―Brittany, somos adultas, nos atraemos, nos deseamos, ¿qué tiene de malo que vayamos a alguna parte y tengamos sexo?

Ella me mira fijamente, no puedo distinguir que sentimiento aloja esa mirada. Toma una honda respiración, se cuadra de hombros y comienza a hablar:

―Mira San, lo que pasó en la noche de Halloween ya fue, es historia antigua, ¿entiendes? No quiero tener sexo contigo otra vez, y ya deja de seguirme y hacerme insinuaciones si no quieres que te acuse de acoso laboral.

Yo quedo pasmada por lo que acabo de escuchar, me siento la mujer más tonta del planeta, pero fue ella la que me besó, ella se acaba de lanzar a mi boca.

―No te creo ni media palabra de lo que me está diciendo Brittany. Tú me acabas de besar, quieres lo mismo que yo, ya no te hagas la dura y reconócelo.

Pestaña rápido un par de veces en clara actitud de nerviosismo, pero solo dura un segundo porque vuelve a la carga.

―Tienes razón, te besé pero fue un arrebato del momento, no significa que quiera salir de aquí contigo y llegar hasta un hotel.

Esta mujer me desquicia totalmente, mi sangre hierve de deseo y de rabia por su rechazo, pero la rabia se sobrepone y decido dejar de seguir haciendo el papel de idiota.

Ya no más.

―Está bien, será como tú quieras Diabla. No voy a insistir más. Que tengas una buena tarde.

Me giro y camino hasta la puerta. Puedo sentir sus ojos sobre mí en todo lo que dura mi corto trayecto. Abro el cerrojo, sin mirar hacia atrás, y salgo del archivo dando un portazo.

La verdad es que tengo rabia, no sé por qué me afecta tanto el rechazo de Brittany. Es una mujer guapa, sí pero hay miles de mujeres igual o más guapas que ella.

Me jode de sobre manera sentirme así.

Sentirme tan estúpidamente atraída hacia una mujer de la cual solo recibo negativas y más negativas.

Decido irme a casa, mi humor es de los mil demonios y no quiero descargar mi ira con alguien que no se lo merece.

Tomo mi maletín y despidiéndome de Tina que, al parecer es a la única mujer a la cual le intereso, me voy del edificio.





Una vez en mi cuarto, escucho música, quiero algo estridente, nada que hable de mujeres y noches de pasión, pero no estoy de suerte, ya que la primera canción que salta en el reproductor es Shot at the Night de The Killers.





Me tiro sobre la cama, cierro los ojos y sigo escuchando atentamente la canción y la bendita imagen de Brittany aparece en mi mente.

Estoy obsesionada, lo sé pero esto tiene que parar ya, me digo mientras sigo atentamente la canción que suena en mi cuarto.





¿Pero qué mierda estoy haciendo?

Yo escuchando una canción y relacionándola con alguien, esto nunca me había pasado.

¿Por qué Brittany me ha calado tan hondo?

Solo fue una noche, que digo una noche, fue un polvo rápido, una calentura.

Pero esto se termina aquí desde este instante Brittany Pierce, alias La Diabla, es historia para mí.

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Capitulo 11

Despierto antes de que suene la alarma del despertador.

Anoche después de dar un par de vueltas en la cama logré caer en un profundo sueño.

Hoy estoy entusiasmada, he quedado con Rachel para ver el que será mi nuevo hogar.

Quiero tener pronto mi espacio.

Aunque en casa de Will me han tratado más que bien, quiero un lugar solo para mí, donde pueda andar desnuda si se me pega la gana y no tener que rendirle cuentas a nadie.

Bajo a la cocina a tomar algo rápido de desayuno y en mi camino me encuentro con Kitty que ya está terminando el suyo.

―¡Hola San!―dice con voz de niña chillona.

―Buenos días Kitty, ¿qué haces levantada tan temprano?―le pregunto.

Son las ocho de la mañana y eso es madrugar para ella. De los días que llevo viviendo en esta mansión, jamás me había topado con ella a esta hora.

―Voy a la universidad, tengo que dar una exposición dentro de dos horas.

―Qué bien―digo y doy un sorbo a mi café.

Tomo una tostada y decido que ya es hora de marcharme a mi trabajo.

―¿Ya te vas? Si quieres puedo llevarte―dice, que se acerca a mí y comienza a jugar con mi cabello.

Doy un paso atrás claramente incómoda con la situación.

―No te molestes Kitty. Voy a esperar a que baje Sam para que nos vayamos juntos.

―Pero Sam sigue durmiendo. Yo creo que hoy no se aparece por el Holding.

Maldito sea el holgazán de mi amigo.

Claro, como él es el hijo del dueño, le importa una mierda llegar a la hora. Tendré que llamar a un taxi.

Juro que antes de que termine la semana me compro un auto.

―Vaya, bueno llamaré un taxi.

―Ni se te ocurra―señalándome con un dedo y frunciendo el ceño―, Tú te vienes conmigo y no aceptaré un no como respuesta. Ahora vamos si no quieres llegar tarde.

Kitty se gira, toma su bolso y sale de la cocina. Yo la sigo, ya es tarde y si no quiero llegar atrasado, tendré que aceptar su oferta.

Llegamos a su auto, tomo asiento en el lado del copiloto y me pongo el cinturón de seguridad.

La verdad es que nunca me he subido a un auto conducido por Kitty, solo espero que sea una buena piloto y llegar viva a mi destino.

Ella pone el motor en marcha y sale de la mansión con rumbo a la ciudad. Enciende el reproductor de música y me tengo que aguantar todo el camino su lista de canciones que va pasando desde Jennifer López, Beyoncé, hasta Shakira y lo peor de todo es que ella va cantando cada canción.

Nunca un viaje en auto se me había hecho tan largo.

De pronto ella baja la música, cosa que agradezco, y me habla:

―Y bien San, supongo que nos acompañas en la salida del viernes, ¿no?

―Creo que sí.

―¡Genial!―dice casi en un grito―Ya verás cómo nos divertiremos.

―Sí, ya veremos.

La verdad es que la idea de salir una noche de viernes con esta niña de papi no es lo que tenía planeado para mí. Pero pienso que esa salida me vendrá bien. De seguro esa noche tendré suerte y encontraré a alguna hermosa chica que esté dispuesta a pasar un grato momento junto a mí.


Llegamos al Holding,¡ por fin!

Me saco el cinturón de seguridad, le digo un rápido adiós a Kitty y salgo del auto para caminar de prisa hasta la entrada del edificio.

Entro en mi piso y una sonriente Tina me recibe. Me acerco a su escritorio para saludarla y para que me entregue mis mensajes.

―Buenos días Tina preciosa ¿Cómo amaneció hoy?

―Muy bien señorita López, ¿y usted?

―Podría estar mejor, pero no me voy a quejar―le digo en tono de broma sonriéndole y ella me devuelve la sonrisa.

―Bien, aquí tiene sus mensajes. La señora Rachel Fabray-Berry me pidió que le recordara que, al medio día, tiene una cita con ella y que por nada del mundo se le puede a usted olvidar.

―Gracias Tina―digo y ella me entrega mis mensajes.

Me despido y me comienzo a encaminar hasta mi oficina. Voy caminando cuando veo a Brittany y Mercedes que conversan animadamente y de seguro se dirigen a la sala del café.

Quedamos frente a frente y veo que Brittany se sonroja al verme.

―Buenos días señorita López―dice Mercedes deteniendo su andar.

Presiento que su intención es que me detenga para hablar con ellas, pero yo he decidido olvidarme de esa Diabla que está frente a mí, así es que solo les dedico un rápido saludo.

―Buenos días―digo y no me detengo, le doy una mirada de soslayo a Brittany y sigo caminando hasta llegar a mi oficina.

No me interesa que piensen que soy una mala educada, pero la verdad es que ya no pienso perseguir más a esta mujer y lo mejor es no prestarle ni la menor atención a ella.




Ya falta media hora para las doce de la tarde y decido salir de mi trabajo para encontrarme con Rachel.

Tomo un taxi y le doy la dirección al conductor quien, en diez minutos, me deja en el domicilio que le he pedido.

Es un edifico de ocho pisos, muy bien ubicado en el centro de la ciudad. Todo está cerca de ese lugar, veo que hay restaurantes y sé que cerca de ahí está el centro comercial.

Creo que si me gusta por dentro, este será mi próximo hogar.

Estoy esperando a mi amiga que aún no se ha dignado a aparecer y lleva diez minutos de retraso. Saco mi teléfono móvil desde la cartera y busco los contactos para llamar a Rachel. Estoy concentrada en la pantalla cuando siento que alguien me abraza la cintura por atrás y antes de que hable ya sé quién es.

―¿Qué hace una mujer tan guapa como tú tan sola en esta calle?―me pregunta Rachel y yo me giro para saludarla con un abrazo y un beso en la frente.

―La verdad es que estoy esperando a una mujer que me citó aquí a las doce, y ya lleva diez minutos de retraso. Pero mirándote a ti preciosa, ¿te gustaría acompañarme? ¿Quieres conocer mi departamento?―le digo guiñándole un ojo.

―San―dice sonriendo y dándome un codazo en un costado―, Como te oiga decir eso mi hermosa y sexy esposa ya puedes ir contratando el servicio funerario.

Las dos sonreímos por sus palabras y nos separamos.

―Bien, vamos a ver el departamento, ojalá te guste.

―¿En qué piso se encuentra?

―En el séptimo. Son cuatro departamentos por piso, pero no perdamos más tiempo y vamos―Rachel tira de mi brazo y nos encaminamos hasta la recepción del edificio.

Ella habla con el conserje y éste nos permite la entrada. Subimos al ascensor y en un minuto ya estamos en el séptimo piso.

Entramos en el departamento y quedo encantada con lo que veo.

Es espacioso, con dos habitaciones, baño con una gran tina, una sala de un buen tamaño para alguien sola como yo y cocina totalmente equipada, pero lo mejor de todo es que tiene una terraza con una espectacular vista de la ciudad.

Yo no pienso nada, quiero que ese espacio sea mío ya.

―Qué dices San, ¿te gusta?―pregunta mi amiga viendo que en todo el recorrido no he abierto la boca.

―¿Dónde firmo?

Abre los ojos sorprendida por lo que oye.

―¿Hablas enserio? Si pides mi opinión creo que deberíamos ir a ver el otro lugar y luego tomas una decisión.

―No, no es necesario. Quiero este departamento, ya lo decidí Rachel.

―¿Estás segura? Piénsalo bien. No es necesario que me respondas ahora. Te puedo esperar unos días si quieres y…

―Enanita, ya te dije, Me gusta este lugar. Es más, me gustó desde que puse un pie dentro. Quiero este departamento, ya sabes que si algo me gusta a primera vista no hay quien me haga cambiar de opinión.

―Está bien, comenzaré a preparar el papeleo y dentro de unos días y podrás mudarte.

―¡Genial!―digo con una gran sonrisa pegada en la cara―Y ahora, ya que no iremos a ver el otro lugar, que te parece si te invito a almorzar.

―¡Me parece estupendo!

―Bueno señorita, perdón, señora vamos a almorzar entonces.

Salimos del edificio y nos montamos en el auto de mi amiga, eso me recuerda que debo comenzar a buscar uno para mí.


Llegamos a un restaurante de cocina mediterránea.

El mesero se acerca y hacemos nuestro pedido. Nos decidimos por antipasto y un buen vino para acompañar nuestra comida.

―Y bien San, cuéntame qué has hecho en estos días―dice Rachel con una sonrisa pícara en la cara y presiento que quiere que le cuente sobre Brittany, pero yo no quiero hablar de ella y desvío la conversación hacia otro lado.

―Muy bien. Me inscribí en un gimnasio junto con Sam. Will nos ha comunicado de una propuesta para expandir el Holding en Arabia Saudita. La agencia de publicidad está realizando un trabajo genial en mi proyecto y…

―¡Ay, ya para Santana!―dice con el ceño fruncido―Sabes perfectamente que no me refería a que me contaras qué ha pasado con tu trabajo en estos días. Quiero que me cuentes qué ha pasado con Brittany.

―Rachel, la verdad es que no tengo ni las ganas ni el humor para hablar de ella ¿Podemos conversar de otra cosa por favor?

―No―dice y en ese instante la conversación es interrumpida por el mesero que deja nuestro pedido en la mesa. Luego él se retira y ella sigue con su discurso―La última vez que hablamos no sabías qué hacer con esta mujer, estabas desesperada, nunca te había visto así antes por nadie y las dos sabemos que tu prontuario ha sido más o menos largo. Ahora quiero que me cuentes qué ha pasado con ella, me mata la curiosidad y tú no te vas a mover de aquí hasta que me cuentes con lujo de detalles todo lo que ha sucedido en estos días.

Yo la miro asombrada, no sé cómo ella ha logrado decir esa cantidad de palabras sin siquiera detenerse a tomar aire.

―No quiero Rachel, no lo he pasado bien, ¿sabes?

―Con mayor razón me tienes que contar San. Habla conmigo, quizás yo pueda ayudarte. Sabes que puedes confiar en mí. Soy tu mejor amiga, cuéntame qué pasa con Brittany.

Yo entorno lo ojos por lo que dice mi amiga y sé que no tengo escapatoria, nunca la tendré con Rachel. Cuando ella quiere saber algo no hay quién le gane en las tácticas que usa para averiguarlo.

Creo que varios gobiernos pagarían millones por tenerla como una agente de inteligencia.

Al final, como era de esperar, me doy por vencida y le cuento lo que ha pasado con Brittany.

―A ver Rachel, como te lo digo… con Brittany no pasa nada.

―Cómo que no pasa nada―dice con cara de pregunta no creyéndose lo que le digo.

―Lo que escuchas, con Brittany no pasa nada. Me cansé de perseguirla, ya parezco un perro faldero tras ella, ¿y para qué? Solo para recibir su rechazo. No te puedo mentir, la mujer me gusta, pero ella no quiere nada conmigo, ya me lo dijo y creo que es mejor que me olvide de ella.

―¿Ella te dijo eso?

―Sí, primero me besa y luego me dice que no la busque más, que ella no quiere nada conmigo. No la entiendo y eso me saca de quicio.

―¿Ella te besó? ¿Cuándo? Vamos cuéntame―dice Rachel mientas veo que las comisuras de sus labios comienzan a formar una sonrisa.

―Bueno, ayer la seguí al archivo. No sé por qué, pero no me pude contener Rachel, es como que mi cabeza no piensa cuando la veo, mi cuerpo se manda solo y eso me jode. Una vez dentro me encaró por haber entrado tras ella y me preguntó hasta cuándo la iba a seguir. Le dije que hasta que repitiéramos lo de Halloween y me mando al diablo, pero de un segundo a otro se abalanza sobre mí y me besa.

―Le gustas San, apuesto lo que quieras que a ella le gustas.

―No Rachel, ella me dijo que me besó por arrebato, pero que no quiere nada conmigo y la verdad ya me cansé del tema, ¿podemos hablar de otra cosa? Preferiría que me hablaras hasta en qué poses te acuestas con tu esposa antes que seguir con esta conversación.

Rachel me da un puntapié bajo la mesa reprendiéndome por mi comentario sobre su vida sexual.

―No vamos a cambiar la conversación y tampoco vamos a hablar de las poses en las que mi sexy esposa y yo nos amamos porque para eso necesitaríamos largas horas. Ahora San, si yo te digo que a esa chica le gustas es porque le gustas.

―Entonces, ¿por qué me rechaza? No la entiendo.

―Nunca has escuchado la sabia frase que dice «A las mujeres no hay que entenderlas, sino que quererlas» Por Dios latina, si tu eres una y sabes que eso es muy cierto.

―Ya, pero te digo el que la inventó estaba viviendo una situación más jodida que la mía y no le quedó de otra que crear esa frasecita.

―San, escucha lo que te digo, tu sabes muy bien que a veces las mujeres decimos una cosa, pero pensamos otra, eso tu lo tienes más que claro.

―De verdad Rachel, no tengo ganas de seguir con esto, ya tomé una decisión, no la volveré a seguir, no le volveré a hacer insinuaciones ni nada. Ella no quiere saber de mí y yo lo asumo y ya basta de hablar de ella―digo ya cansada del tema Brittany.

―Necesito conocer a esta mujer―dice Rachel con una pícara sonrisa mientras yo con el tenedor he dado vuelta la comida en mi plato por quinta vez.

―¡Rachel!―le digo irritada.

―Está bien. No diré nada más, pero sabes que solo será por hoy, ¿verdad?

Yo asiento con la cabeza y me concentro en mi comida ya que debo volver a mi trabajo.

El resto del almuerzo transcurre en paz y derivamos hacia otros temas.

Terminamos y Rachel me da un aventón hasta el Holding Schuester. Luego de quedar de acuerdo para firmar el contrato del departamento y de juntarnos para que me ayude a comprar muebles para éste, nos despedimos.


Entro en el vestíbulo de mi piso y camino hasta mi oficina.

Paso por la puerta de la oficina de Brittany, pero está cerrada. Camino rápido para entrar en el despacho y me dejo caer en mi sillón.

Comienzo a revisar los pendientes de ese día.


Luego de un rato me dan ganas de un café, me levanto y me dirijo a la salita para prepararme uno. Llego a mi destino y con mucho cuidado abro la puerta, no quisiera tener otro accidente como el ocurrido con Brittany.

Entro y no hay nadie, busco una taza y me sirvo el café. Lo comienzo a beber cuando veo que la puerta se abre dejando la imagen de Brittany ante mí.

Ella se queda parada mirándome, yo no digo nada, solo la miro directo a sus claros ojos. Luego de un segundo ella da un paso y luego otro hasta llegar a mi lado.

―Buenas tardes―dice y toma una taza para servirse el brebaje caliente.

Me obligo a salir de ahí, me propuse no seguirla, no hablarle, no insinuarle nada. Pero soy una mujer de buenos modales, así es que antes de hacer mí salida solo le devuelvo el saludo:

―Buenas tardes―respondo y salgo de ese lugar.

Tengo que seguir así, tratarla con indiferencia es lo mejor, aunque me muera por arrojarme sobre ella, pero ya se me pasará.




El día termina sin novedades ni sobresaltos, me voy a casa, como algo liviano y le comunico a la familia Schuester que pronto me mudaré a un nuevo hogar.

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Capitulo 12

La semana sigue igual para mí.

No he vuelto a hablar con Brittany y aunque me muera de ganas de seguirla cada vez que la veo entrar en el archivo, me contengo. Nuestras conversaciones se han reducido solo al buen día o al buenas tardes.

En la sala de juntas trato de no mirarla demasiado porque esos ojos azules me enloquecen y me hacen dudar de la decisión de olvidarme de ella.

Rachel me ha enviado los papeles del departamento para que los lea y los firme. Todo está perfecto y dentro de poco podré mudarme.


Es viernes y estoy en el salón de la mansión Schuester bebiendo algo junto a mi amigo Sam. Esta noche saldremos a un club y estamos esperando a Kitty que ha demorado un siglo en arreglarse.

¡Si se demoró más que yo!

Hasta que por fin ella se digna a parecer.

Luce espectacular, no más que yo, claro está.

Aunque siempre digo que me irrita con sus actitudes infantiles, sería una hipócrita en no reconocer que Kitty se ve hermosa.

Lleva puesto un corto vestido en color azul eléctrico de un solo hombro. Su largo cabello rubio hoy luce extremadamente liso y su maquillaje es como el de las modelos de las revistas haciendo que sus ojos resalten sobre las demás facciones de su rostro.

Se ve muy bien y creo que llamará mucho la atención de las personas en el
club.

―Estoy lista, podemos irnos cuando quieran―dice ella sonriente.

―¡Por fin!―dice Sam divertido―Ya nos estábamos volviendo viejos de tanto esperar.

―No seas exagerado hermanito. Pero no me han dicho nada, ¿cómo me veo?―gira sobre si misma para mostrarnos todos los ángulos del vestido.

―Te vez preciosa―dice Sam inflando el pecho de orgullo por su hermana―Creo que hoy oficiare de guardaespaldas para ustedes dos.

Entorno los ojos ante lo que escucho. Yo quiero ir al club y ligarme a una bella mujer y no tener niñera.

―Y a ti San, ¿te gusta cómo me veo?

―Estás muy bella Kitty―digo y ella se sonroja.

―Bien―dice Sam―, Creo que es hora de irnos.

Los tres nos encaminamos hasta la puerta de salida de la mansión, dejo que Kitty salga primero para luego salir yo y ella se cuelga de mi brazo. Sam sale después y llegamos a su auto. Nos subimos, mi amigo pone en marcha el motor y nos vamos al club.


Llegamos al exclusivo club, me bajo del auto y le abro la puerta a Kitty que, como era de esperar, no desaprovecha la oportunidad y me toma del brazo.

Entramos y la música electrónica nos da la bienvenida. Calvin Harris suena en el ambiente y veo que la pista ya se está repletando de gente.

Sam se nos adelanta guiándonos hasta una sección del club donde se encuentran unos amplios y cómodos sofás de color blanco. Los tres nos sentamos y pedimos algo para beber.

Kitty me habla, pero la verdad es que no le presto ni la más mínima atención a sus palabras. Yo paseo mi vista por la pista mirando a cada chica guapa que se encuentra ahí bailando. Las observo con detención, pero ninguna me llama la atención al cien por ciento.

Doy un sorbo a mi trago y sigo observando el resto del club para ver si hay algo que me interese.

Sam hace lo propio y ya está intercambiando miradas con una chica, y por su actitud, sé que ella será su conquista de la noche.

El ritmo de la música electrónica sigue resonando en el lugar y Kitty que, es la más entusiasta fan de este ritmo, me pregunta:

―San, ¿quieres bailar?

La miro y estoy tentada a decirle que ni loca, pero es mi amiga, mi hermana pequeña, así es que me levanto, le tomo la mano y nos dirigimos a la pista.

Ella camina sonriente a mi lado hasta que entramos al tumulto de gente en el que se ha convertido la pista.

Kitty se comienza a mover de forma sensual y llama la atención de varias personas que están a nuestro alrededor. Yo me muevo apenas, solo estoy ahí acompañándola, pero verla rebotar en la pista elevando las manos, me causa gracia y no puedo evitar sonreir.

Miro a Sam que aún sigue en los sofás, pero ahora se encuentra muy bien acompañado de una bella mujer.

Mi amigo nunca cambiará, y de pronto me pregunto, ¿será Sam capaz de enamorarse alguna vez?

De inmediato me reprendo mentalmente porque las palabras Sam y amor no pueden estar juntas en la misa frase.

¿Pero qué hago yo pensando en amor?

Como si alguna vez me hubiera pasado eso a mí.

El único amor que he conocido es el de Rachel, pero eso era un amor infantil, una ilusión, casi un juego.

Sacudo la cabeza obligando a que todos estos pensamientos desaparezcan de una vez.

Sigo mirando a la gente a nuestro alrededor, mientras Kitty se sigue contoneando con el frenético ritmo de la música, cuando algo frente a mí llama mi atención.

Un tipo y de pelo negro y piel blanca, recuerdo como el hombre que acompañaba a Brittany en el restaurante hace unos días atrás, camina hasta el sector de los sofás seguido por otro tipo alto, de pelo castaño y casi tan blanco como un fantasma y tras él veo que va caminando mi Diabla, Brittany.

La sigo con la mirada todo lo que dura su trayecto hasta los sofás.

No es justo que se aparezca hoy aquí habiendo tantos otros clubes en esta ciudad. Yo hoy quería olvidarme de la maldita calentura que ella me provoca, quería ligarme a otra chica y así poder quitar de una puta vez a Brittany de mis pensamientos, pero viéndola aquí me será imposible.

La observo y veo que va vestida para matar.

Lleva un corto y ceñido vestido negro con una corta chaqueta de cuero en el mismo tono, lo que le da un aspecto rockero y sexy a la vez.

Va empinada sobre unos altos tacones negros, no sé cómo es capaz de caminar tan bien con ellos, pero agradezco que los lleve puestos, ya que hacen que sus piernas se vean larguísimas, más aun.

Ella se sienta junto a los dos hombres que la acompañan y creo que, de tanto verla, siente la intensidad de mi mirada sobre ella, porque de pronto, gira su cabeza y nuestros ojos se encuentran.

Mi cuerpo comienza a hormiguear, ese maldito hormigueo que me da cada vez que ella me mira directo a los ojos.

¿Qué voy a hacer ahora?

Ella viene acompañada con el que creo debe ser su novio, con él aquí no tengo ninguna oportunidad con ella.

Brittany conversa animadamente con sus acompañantes, rie y bebe champagne. De vez en cuando desvía su mirada en mi dirección, si me sigue mirando de ese modo voy a correr hasta el sofá y soy capaz de cogérmela ahí mismo.

Observo que entre ella y el tipo que pienso es su novio no hay mayor interacción que las risas y el choque de copas. Eso me parece un poco extraño ya que, si fuera yo el que estuviera sentada junto a ella, estaría besándola con desenfreno.

Brittany se levanta del sofá y comienza a caminar hasta donde creo yo están los baños. Va contoneándose sobre los altos tacones y veo que es víctima de más de una mirada lasciva.

De inmediato imágenes de ella vestida en una ajustado vestido rojo de diabla pasan por mi mente. Mi cuerpo me pide que vaya tras ella, que la siga, pero mi razón actúa a tiempo y me quedo parada donde estoy.

Kitty se ha dado cuenta de que no le estoy prestando atención y hace de todo para que se la dé. Baila y se acerca a mí sensualmente, pero yo no logro verla así.

Solo veo a mi hermana pequeña disfrazada de mujer.

Vuelvo a levantar la vista hacia donde están los acompañantes de Brittany y lo que veo me deja helada, pero a la misma vez siento que un alivio me recorre por entera.

El de pelo negro y apuesto acompañante de Brittany se besa apasionadamente con el otro tipo que está a su lado.

El que yo creía era el novio de La Diabla es gay y eso me pone contento. Ya no tengo competencia y debo actuar de inmediato.

De pronto siento que Kitty se acerca a mí y me susurra al oido:

―¿Qué pasa San?―pregunta y veo que ha puesto sus manos sobre mi pecho y yo me separo de golpe.

―Tengo que ir al baño―digo y salgo casi corriendo de la pista, dejando a Kitty sola y de seguro preguntándose qué mierda me pasa.

Me dirijo al pasillo por donde unos minutos atrás vi desaparecer a Brittany. Ella está saliendo del baño, viene caminando distraída, no se ha dado cuenta que yo voy hacia ella como un tren descarrilado, y abre los ojos asombrada cuando la tomo por un brazo y tiro de ella para pegarla a la pared.

No me importa nada ni nadie.

No me interesa que nos vean, solo quiero besar a esta mujer que hace que mi instinto primitivo aflore.

―¡Pero que…

Es todo lo que logra decir, porque en ese instante, me lanzo a su boca y nos fundimos en un intenso beso cargado de deseo.

La beso desesperada, no quiero apartarme de esta boca con la que he estado soñando todos estos días.

Nuestras lenguas se juntan lo que hace que una corriente eléctrica me recorra y que mi sangre hierva.

Estoy perdida y no tengo vergüenza en reconocerlo.

Quiero irme con ella a algún lugar y perderme en su cuerpo, la deseo, la necesito ya.

Ella se separa de mi boca y me dice:

―San, ¿qué crees que haces?

―¿Qué parece que hago?―contra pregunto y antes de que hable otra vez la beso nuevamente.

Con mis manos recorro sus espalda y ella se cuelga de mi cuello. Sé que quiere lo mismo que yo, puedo sentirlo, su cuerpo vibra por mi cercanía.

Ahora soy yo la que termina el beso.

Apoyo mi frente en la de ella y aunque la música es estridente puedo escuchar la agitación en nuestras respiraciones.

―San, es mejor que me dejes ir, termina con esto.

―No quiero Brittany, no te imaginas cómo te deseo. Larguémonos de aquí.

―No, esto no puede ser―dice mirándome a los ojos.

Yo no quiero escucharla, no quiero oír su negativa.

―¿Por qué no puede ser Brittany?―con mi nariz comienzo a recorrer su cuello, aspiro su perfume y veo cómo su piel se eriza.

No me puede decir que esto no puede ser cuando todo su cuerpo me invita a que lo posea.

―Déjame Santana, déjame por favor―dice con su boca, pero sus ojos dicen otra cosa―, ¿Hasta cuándo vas a seguir con esto?

―Hasta que pueda pasar otra noche contigo. Una noche, solo una noche y te dejaré en paz.

―Estás loca.

―Sí, creo que estoy un poco loca. Estoy loca por estar junto y dentro tuyo otra vez. Dame solo una noche y no hablaré nunca más del asunto.

Ella me mira dudosa y yo elevo una plegaria al cielo para que me diga que sí.

―Santana yo…

―Brittany, sé que me deseas tanto o más que yo a ti. Es una noche, vamos di que sí.

Veo que traga en seco y pasa su mirada desde mis ojos a mi boca. Sé que se debe estar librando una batalla dentro de ella. Hasta que al final abre la boca y dice:

―¿Estás segura de lo que me dices?

―Segurísima.

―¿Solo una noche más y te olvidarás de esto?

―Sí.

Nos miramos a los ojos por un segundo, ambas estamos muy nerviosas, pero por fin ella dice las palabras mágicas:

―Está bien, vamos. Pero recuerda que es solo esta noche.

Sé que una tonta sonrisa está cubriendo mi cara, es como si yo fuera una niña en el día de navidad recibiendo el regalo deseado.

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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D

Pd: pedir disculpas por la demora, pero la pagina no me cargaba hasta ahora =/ por eso les subo dos caps!