[Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Travesura (Adaptada) Epílogo

Capitulo 18

Mi día de trabajo por fin termina.

He estado todo el tiempo encerrada en mi oficina, en parte para no toparme con Brittany y en parte para que la gente no me mire y comiencen a murmurar.

Tomo mi maletín y me dispongo a salir, llego al pasillo y veo que Brittany va caminando hasta el ascensor. Lleva su maletín lo que quiere decir que ella también se va a su casa.

Me quedo parada en medio del pasillo sin saber muy bien qué hacer, pero una fuerza inexplicable mueve mis pies y comienzo a caminar para seguirla.

Pero no tengo suerte, no alcanzo a llegar hasta el ascensor y ella comienza su descenso.

Mi cabeza no piensa nada mi cuerpo actúa como si estuviera poseído.

Sin pensarlo me encamino hasta las escaleras de emergencia, me saco los tacones y los llevo en la mano y comienzo a bajar todo lo rápido que puedo, saltando lo escalones de dos en dos y tratando de hacerlo de prisa.

Gracias a Dios que tengo un buen estado físico, porque de no ser así, ya hubiera desfallecido en el piso diez.

¿Qué locura estoy haciendo?

Bajar quince pisos para encarar a una mujer, eso nunca me había pasado antes.

Pero he tenido tanta rabia durante todo el día por culpa de Brittany que creo que debo hablar con ella para aclarar un par de cosas.

Me quedan solo dos pisos para llegar, ojalá el ascensor se haya detenido en todos los pisos, es hora de salida y de seguro es así.

Por fin llego al estacionamiento y estoy agitada por el esfuerzo realizado. Con la respiración entrecortada me detengo un poco, es como si hubiera corrido un maratón. Trato de respirar hondo para calmar los latidos de mi corazón cuando escucho el sonido de unos tacones resonando en el suelo de cemento.

Es Brittany que va caminando rápidamente hasta su auto.

Cautelosamente y sin colocarme los tacones aun voy detrás de ella, no quiero que note mi presencia, hasta que llega a su auto.

Parada en la puerta del conductor comienza a buscar las llaves dentro de su bolso. Está dándome la espalda lo que me facilitará darle la sorpresa.

―Hola Britt―susurro al oído mientras la aprieto contra el auto, al cual se le ha activado la alarma y comienza a sonar.

Aprieta el llavero y la desactiva, pero no se gira.

―¿Qué pasa Diabla, no quieres pelear conmigo ahora?

Pongo mis manos en sus caderas y me pego más a ella. Al estar sin tacones y ella con, son mucho más baja que ella, pero me pongo de puntitas y hundo mi nariz en su cuello y le doy un suave beso, estoy perdida de deseo por esta mujer.

Pienso en todo el sermón que me dio Will hace unas horas atrás y espero que algún día me perdone , pero no puedo alejarme de Brittany.

Siento que ella se estremece por el contacto de mi boca en su piel. Ahora le doy un suave tirón al lóbulo de su oreja. Suelta un jadeo y yo la giro para mirar a sus ojos azules que siempre me matan de deseo.

―Britt, ¿no quieres hablarme ahora?―pregunto con ironía, con una de mis manos la tomo por la barbilla y nos miramos fijamente a los ojos―Vamos Diabla, dime, ¿qué es lo que pretendías en la reunión?

No habla solo siento que su respiración se vuelve acelerada, su boca está entreabierta y ya no puedo aguantar más y la beso.

El apasionado beso hace que por mi mente pase la idea de tener sexo ahí mismo en el estacionamiento sobre el capot del auto de Brittany.

Me obligo a separarme de esa boca que me encanta, no sé muy bien qué estoy haciendo, solo sé que mi cuerpo me pide que posea a Brittany.

Apoyo mi frente sobre la suya y suelto un largo suspiro. De pronto tomo la mano en la que ella tiene las llaves del auto y se las quito.

―¡Santana! ¿Qué haces?

―Sube al auto―digo y ella abre los ojos sorprendida.

―¡No!―dice.

Yo la tomo por un brazo y comienzo a caminar con ella hasta la puerta del copiloto.

―No seas niña. Te subes o te subo―digo con voz firme y creo que funciona porque abre la puerta y sube al auto.

Yo me pongo los tacones y también me subo y pongo el auto en marcha para salir del estacionamiento del Holding.

―¿Se puede saber a dónde me llevas?

―Es una sorpresa.

―Santana, dime a dónde me llevas o te juro que me lanzo del auto aunque este en movimiento.

―Quiero hablar contigo, pero quiero hacerlo en un lugar tranquilo.

―Y ese lugar sería…

―Sorpresa, no te diré nada hasta que lleguemos.

Resopla y se cruza de brazos claramente enojada.


Llegamos al estacionamiento de mi edificio y detengo el auto, me mira enfadada y luego pregunta:

―¿Qué lugar es este?

―Aquí está mi departamento, vamos.

―¿Para qué?―pregunta con el ceño fruncido.

―Ya te dije, para que hablemos.

―Ahh, ahora quieres hablar conmigo, después de que me has ignorado todos estos días―dice con ironía e irritación en su voz.

―Es lo mínimo que te merecías después de haberme echado de tu casa en plena noche. Aún estoy un poco enfadada contigo por eso.

―Si querías hablar no era necesario que viniéramos hasta tu casa, podríamos haber ido a un restaurante o a un bar.

―Sí, pero acá podremos hablar tranquilas y estaremos más cómodas―digo subiendo y bajando mis cejas un par de veces divertida.

Me mira y entorna los ojos, sabe que no le queda otra salida más que subir a mi departamento y presiento que, aunque ponga uno y mil peros, ella también quiere estar más cómoda conmigo.

Tomo mi maletín y bajo del auto para caminar con rapidez hasta la puerta del copiloto. La abro y le estiro una mano a Brittany para ayudarla a salir, para luego juntas dirigirnos hasta el ascensor.

El trayecto hasta mi piso lo hacemos en silencio, sé que ella debe estar nerviosa porque yo lo estoy.

Nunca había tenido esta mezcla de sentimientos en mis veintinueve años de vida.

Juntar ansiedad, deseo, nervios y miedo a no saber qué va a pasar con Brittany, no es la mejor de las sensaciones.

Abro la puerta de mi departamento y hago que ella sea la primera en entrar en mi espacio. Dejo mi maletín en la mesa de arrimo que se encuentra en la entrada.

Brittany comienza a caminar dirigiéndose hasta la sala y a su paso mira todo con curiosidad, yo la sigo y me quedo a unos metros de ella observándola.

―Así que este es el lugar que vas a inaugurar con Sam y las modelos. Es bonito, ¿sabes?

Se me forma una sonrisa al notar un poco de celos en las palabras de la Diabla.

―¿Celosa Britt?―pregunto y ella me mira para responder y sé que vendrá una réplica.

―¿Celosa yo? De dónde sacas eso. Ya te gustaría a ti―dice con los brazos cruzados y su pose de superioridad―Y bien, de qué querías hablar, supongo que es algo muy importante.

Ha cambiado el tema, veo que no le ha gustado que le dijera que está celosa, pero, ¿podría ser verdad?

―Importantísimo. ¿Quieres algo de beber? Puedo pedir algo para cenar si lo deseas.

―No gracias. Solo agua por favor, no creo que sea muy largo lo que tienes que decirme.

Voy hasta la cocina y busco dos botellas de agua. Vuelvo a la sala y veo que ella mira detenidamente y con una sonrisa la fotografía que está sobre una mesa esquinada y en la que aparezco junto a mis padres.

―Son mis padres―digo mientras me voy acercando, ella levanta su mirada hacia mí.

―Me lo imaginé, te pareces mucho al hombre que aparece en la fotografía ¿Viven en la ciudad?

―No… Están muertos.

Brittany baja su mirada a sus manos como sintiendo culpa por haber preguntado por mis padres.

―Lo siento―murmura para luego fijar su mirada en la mía.

Le extiendo la botella de agua y trato de esbozar una sonrisa que la haga sentir mejor y digo trato porque el asunto de mis padres no es algo que me acomode hablar. Aunque ya han pasado quince años desde su muerte aún no logro sacar todo el dolor y la culpa que siente mi corazón.

―No tienes por qué sentirlo―digo poniendo así fin al tema.

―Bien, dime de una vez, de qué quieres hablar.

Con un gesto de la mano la invito a que se siente en el sofá, pero ella niega con la cabeza.

Bien tendremos que mantener esta conversación de pie en medio del salón.

―Bueno, te habrás dado cuenta que, después de la escena que hiciste en la reunión, Will me llamó a su oficina, y no precisamente para decirme lo guapa que soy, sino que para regañarme como hace mucho tiempo no lo hacia.

―Ah… y ahora yo tengo la culpa de eso―resopla.

―Tú comenzaste el ataque poniendo en duda mi capacidad para realizar la campaña de los árabes―digo y doy un paso para quedar un poco más cerca de ella.

Brittany no dice nada, sabe de sobra que fue ella la comenzó aquella discusión.

―Ahora Will piensa que entre las dos hay algo…

―¡¿Qué Will piensa qué?!

―Lo que acabas de escuchar. Will piensa que entre tú y yo hay algo. Yo se lo negué, pero no sé si me ha creído.

―No puedo creer que Will piense eso.

―Britt, en mi primer día de trabajo en el Holding, Will me advirtió que ni pensara en acercarme a ti.

―Qué estás diciendo, por qué Will haría algo así. Cuéntame todo lo que dijo
Will.

―No sé si debería, no quiero ser una chismosa y…

―¡Santana, te exijo que me digas cada palabra que salió de la boca de Will!

―Pero Britt no creo…

―No me importa lo que creas, dime qué fue lo que él te dijo.

Me doy por vencida, es mejor contarle todo lo que me ha dicho Will.

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Capitulo 19

―Está bien, te contaré, pero será mejor que nos sentemos.

Camino hasta el gran sofá beige que mi amiga Rachel escogió para mí en la tienda de decoración. Le dije que era enorme para una persona que vive sola como yo, pero fue imposible convencerla de lo contrario y me dijo que algún día se lo agradecería.

Brittany se sienta a mi lado y me mira levantando una de sus perfiladas cejas lo que quiere decir que comience a hablar pronto.

―En mi primer día de trabajo Will notó mi insistencia en mirarte. Yo estaba sorprendida de verte ahí, y cuando saliste de la sala de juntas, él me advirtió que ni se me ocurriera acercarme a ti. Que iba a salir perdiendo.

Brittany se sonroja y sé que es de rabia porque puedo verla en sus ojos.

―No creo que Will haya hecho algo así…

―Es verdad Britt. Después de que tuvimos la pequeña discusión en la reunión, me llevó a su oficina y me encaró diciéndome porqué te había seducido. Lo hubieras visto, parecía una fiera.

―Pero por qué él haría algo así, qué le importa a él con quién me meta yo, eso no es de su incumbencia.

―Bueno, él dice que te aprecia mucho, que tienes una historia y que no quiere que sufras en manos de una rufián como yo.

―¿Te dijo rufián?―pregunta preocupada.

―No, pero de la forma como se expresó de mí, fue como si lo hiciera.

―Pero no entiendo a Will. Sé que se preocupa por mí, pero ya no soy la niña que él conoció.

―Al parecer él aún lo sigue creyendo. Me volvió a advertir que ni te mirara.

―Gauuu, si que estoy sorprendida con esto, y aún no logro entender qué le pasa a Will.

―Yo le pregunté por qué y me dijo que piensa que yo puedo gustarte más de lo que quisieras y tal vez hasta podrías enamorarte de mí.

Abre los ojos sorprendida por lo que acaba de escuchar. Su cara sonrojada y sus ojos brillantes me dicen que esto la ha afectado.

Todo queda en silencio entre nosotras, después de lo que dije no me atrevo a volver a hablar. Solo quiero saber qué piensa ella de esto y de pronto la escucho reír… reír a carcajadas. Es como si le hubiera contado el mejor chiste del mundo.

La Diabla se está riendo de mí y en mi cara.

―¿Qué es lo tan gracioso Brittany?

―Lo que me acabas de contar―dice entre risas―Que Will crea que me puedo enamorar de ti. Se nota que no me conoce.

Siento como si alguien me hubiera golpeado en el estómago. Creo que las palabras de Brittany me están afectando.

―¿No es así?―pregunto un poco seria.

―Claro que no. Yo no podría enamorarme de alguien como tú.

―¿Cómo de alguien como yo? ¿A qué te refieres?

―Sí, como tú, como Sam. San seamos honestas, ustedes son unos mujeriegos de mierda uno en versión masculina y la otra en versión femenina, habría que estar loca para enamorarse de alguno de ustedes.

―Pero es que Sam y yo no somos iguales―digo un poco enrabiada.

¿Por qué todos piensan que soy una mujeriega sin remedio?

―¿Ah y no es así?―dice Brittany en tono irónico.

―¡Claro que no!

―Buenos yo creo que sí. Los dos son cortados por la misma tijera.

―¿Por qué dices eso Brittany? ¿Me has visto siguiendo a otra mujer que no seas tú?

No sé ni porqué le dije eso.

Confesarle que ha sido la única mujer en estos meses va a darle más poder del que ya tiene sobre mí. Pero quiero que ella sepa que no soy lo que ella piensa.

―Sí, te vi San.

―¿Me viste? Y se puede saber cuándo me viste.

―Hoy, con Kitty. Estabas claramente coqueteando con ella. Y debo admitir que eres inteligente, meterte con la hija del dueño del Holding te puede asegurar el futuro. Y el otro día en la tienda, estabas con una chica morena bajita, no me vas a decir que ella era tu hermana.

Yo sonrío de medio lado por todo lo que escucho salir de la boca de Brittany, ella está claramente celosa de Rachel y Kitty. Y aunque me gusta verla así por mí, tengo que aclararle que nada es lo que parece.

―Podría decirse que la chica bajita es casi mi hermana…

―¡Ja!―dice―Qué graciosa, casi tu hermana, pero no te preocupes no tienes nada que explicarme, es tu vida y nosotras no somos nada.

―Es verdad, pero quiero explicarte. Estoy cansada de que todos piensen que soy el terror de las mujeres.

―¿Y no lo eres?

―¡Qué no!―digo resoplando―La mujer con quien me viste en la tienda de decoración es mi mejor amiga, su nombre es Rachel, nos conocemos desde que teníamos cinco años. Ella me consiguió este lugar y me ayudó a decorarlo. Y en cuanto a Kitty, bueno es Kitty, no la puedo ver de otra forma.

Me mira con recelo, sé que dentro de ella debe estar pensando si creerme o no a lo que le he dicho.

―Bien por ti―veo que se quiere levantar del sofá, pero le tomo una mano y tiro de ella para volver a sentarla a mi lado―¿Qué, haces San?

―No sé Britt, te juro que no sé. Prometí a Will no molestarte, no acercarme a ti, pero siento tal atracción que ni yo me reconozco.

Me mira, no me dice nada, solo mira mis ojos que de seguro dicen más de lo que está diciendo mi boca.

―San, tal vez deberías hacer caso a las palabras de Will y no seguir con esto.

―Pero es que no puedo. Mira, trato de alejarme de ti, pero cada día que no te hablo o no te beso mi deseo por ti aumenta. Es algo inexplicable.

―Entiendes que esto no nos lleva a ninguna parte, ¿verdad? ¿Qué esto es solo una calentura? ¿Qué si Will se llega a enterar de que le mentiste es capaz de despedirte? O lo que es peor, capaz y me despide a mí.

―No creo que te despida. Sam dijo que Will prefería cortarse un brazo antes que perderte.

Brittany abre los ojos en asombro, claramente no sabe cuánta estima le tiene Will.

―Qué dices Santana, eso es una exageración de Sam.

―Creo que no.

―Bueno―dice tratando de levantarse otra vez, pero con mi mano vuelvo a impedir que se mueva de su lugar―, Si fueras tan amable de soltarme podría levantarme para irme.

―No quiero que te vayas Britt.

―San, es lo mejor.

―¿Para quién es lo mejor?

―Para las dos. Ahora deja que me vaya.

―No quiero, no puedo―digo, y tiro de ella para que quede sentada en mi regazo.

Con una de mis manos la tomo por la cintura mientras que la otra la hundo en su sedosa y larga cabellera. Me acerco a ella y la beso. No me rechaza, no sé por qué se hace la dura si me desea igual que yo lo hago.

Deseo, solo deseo es lo que nos une.

Un enorme deseo carnal que nos quema y nos vuelve locas.

Brittany se separa de mi boca y yo me siento huérfana. Esa boca tiene tal poder sobre mí, que me da miedo.

―San, ¿qué es lo que quieres?

―¿Qué es lo que quieres tú Britt?

―Nada, no quiero nada―dice con la boca entre abierta mientras que con mi pulgar voy delineando su mandíbula.

―¿Y qué podemos hacer en este caso? Yo te deseo ahora, aquí mismo. Y no me digas que tú no, porque veo en tus ojos que me deseas―pasa su mirada de mis ojos a mi boca―Te lo estás pensando demasiado Diabla, esto es lo que es.

―¿Y qué es esto San?¿ qué es esto para ti?― susurra.

―Es deseo puro y carnal. No le des más vueltas. Dejémonos llevar, no pienses en nada ni en nadie. Solo en lo que podemos hacer juntas.

―Solo deseo, ¿eh?

―Sí, como la primera vez que nos vimos. Solo eso.

―Solo eso―dice cerrando los ojos cuando mi pulgar roza sus labios.

―Britt, somos adultas y nos deseamos, ¿qué tiene de malo que de vez en cuando tengamos sexo?

―Nada―responde dudosa y yo bajo mi mano hasta una de sus piernas acariciándola y metiéndola bajo su falda.

―Entonces, ¿qué haremos?―pregunto.

―Lo que queremos hacer.

Dice eso y rápidamente se levanta, sube un poco su falda, para al instante sentarse a horcajadas sobre mí. Toma mi cara entre sus manos, las mías están en sus caderas, apretándola firmemente.

Se lanza a mi boca y me besa con pasión. Nos fundimos en un largo y caliente beso que hace que todas mis terminaciones nerviosas se activen. Nos separamos y comienza repartir suaves besos por mi rostro y llega hasta mi oído.

Puedo escuchar la excitación de la que es presa en su respiración. Y después dice que no quiere nada conmigo.

Ella ahora llega a mi cuello, mi punto débil, me besa y me da un ligero mordisco con sus dientes. Me estremezco y lo debe notar ya que siento que sonrie sobre mi piel.

Yo me dejo hacer.

Me entrego a ella y a las deliciosas sensaciones que provoca en mí. Ahora pone sus manos sobre mi pecho y mirándome fijamente comienza a desabrochar cada botón de mi blusa. Yo tiro de su blusa fuera de la falda y también me ocupo de sus botones.

Otro apasionado beso y ya estoy lista para ella.

Brittany mueve sus caderas matándome con el roce. Mi mente se nubla y solo quiero estar con de ella.

No puedo esperar más, así es que hago que ella se levante un poco para ocuparme de mi falda.

Voy a tener a Brittany sobre mí en este salón.

Mi amiga Rachel tenía razón, tendré que agradecerle la compra de este sofá.

Ya estamos casi desnudas, listas para matar el deseo que nos consume.

Esta es la mejor inauguración que podría hacerle a mi departamento.

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Capitulo 20

Estamos desnudas sobre el sofá.

Brittany yace sobre mi pecho con una de sus mejillas sobre el lado de mi corazón. Con mis dedos suavemente le acaricio la espalda, su piel es tan suave y es exquisitamente relajante acariciarla que podría estar toda la noche haciéndolo.

Nuestros latidos y respiraciones ya están volviendo a la normalidad.

Nunca imaginé que se pudiera estar tan a gusto con alguien.

¿Yo estoy pensando eso?

Brittany se mueve hasta que se incorpora y queda sentada en el sofá. La miro y veo que comienza a tomar su ropa que está desparramada en el piso y sobre el sofá. Yo me levanto y me apoyo en mis codos. Con curiosidad veo cómo se está vistiendo.

―¿Qué haces Britt?

―Me visto, tengo que irme.

―¿Por qué no te quedas esta noche?

―No San.

―¿Por qué no Britt?

―Porque como dijiste esto es lo que es. No tenemos que llegar más allá, ¿entendido?

―¿Y qué es más allá Diabla?

―Mira San, no te puedo negar que te deseo, que disfruto el sexo contigo, pero quedarme a pasar la noche contigo es ir más allá.

―¿Y cómo quieres que sea entonces?

―Bueno, si alguna vez volvemos a repetir, será solo eso, sexo.

―¿Qué me estás diciendo?―abro los ojos en sorpresa al escuchar lo que me está proponiendo Brittany.

Sexo sin más, sin presiones, sin reproches, el sueño de toda persona soltera.

―¿Estás segura de esto?

―Sí. Si queremos volver a repetir otro día será así. Solo sexo. No me quedo a pasar la noche en tu casa ni tú en la mía. Cada una sigue con su vida.

Se termina de vestir y me mira esperando mi reacción. Yo aún estoy asombrada, aunque debo admitir que la idea no me desagrada para nada.

Ella está dejando abierta la posibilidad de volver a tener uno o varios encuentros más.

Hoy debo de haber entrado a la dimensión desconocida, no puedo creer que Brittany esté diciendo esto con tanta soltura y que yo esté tan sorprendida por todo.

―Bien―digo, de pronto me he vuelto una verdadera idiota.

―Bien―dice y comienza a caminar hasta la puerta. La abre y antes de salir gira su rostro para mirarme una última vez―Adiós San.

Sale de mi departamento y yo quedo sola tirada en el sofá, pensando en todo lo ocurrido.

Pensar en que puedo tener otra oportunidad con Brittany hace que una sonrisa cubra mi cara.

Ella no quiere nada más que sexo conmigo y lo aceptaré de buena gana.






Los siguientes días han sido adrenalínicos para mí.

No me pude aguantar las ganas que provoca en mí la Diabla y la seguí nuevamente hasta el archivo.

Cada vez que podemos y no estamos a la vista de nadie, nos besamos y nos metemos mano. Aún no hemos llegado a tener sexo en la oficina, creo que no sería prudente hacerlo, aunque me muero de ganas de tenerla sobre mi escritorio, pero me debo controlar.

Hace dos días que no he visto a Brittany, dentro de unas semanas la delegación que viene desde Arabia Saudita llegará a la ciudad y ella ha estado muy ocupada preparándolo todo.

Me he tenido que aguantar las enormes ganas que tengo de besarla, ha sido una tortura terrible pensar en su boca y no poder tenerla.

Para tratar de alejar a esa mujer de mis pensamientos le pedí a Sam que me acompañara a ver autos, ya es tiempo de que me compre uno, no puedo seguir movilizándome en taxis todos los días.

Llegamos a la automotora y Sam camina rápido hasta un Lamborghini. Yo solo observo todos y cada una de las máquinas que ahí se encuentran, pero ninguno me ha hecho el click que necesito sentir.

―Ferrari, Lamborghini, Masseratti, elige cualquiera de esos amiga―dice Sam―, El Ferrari Testa Rossa es fábuloso.

―Pero es que los Ferraris están muy trillados.

―Y qué tiene San, un Ferrari te garantiza dos cosas: pase libre a los lugares de moda y a la chica que quieras.

Miro a mi amigo y recuerdo que no hace mucho yo también tenía aquel pensamiento, que un buen auto podía darte muchas posibilidades con mi mismo sexo, pero ahora siento que no.

¿En qué lugar del camino nos separamos Sam y yo?

―¿Y un Masseratti? mira este azul eléctrico de seguro agarras algo en el.

―No Sam, ese auto no es para mí. Tal vez es más de tu estilo.

―¿Y qué mierda es lo que quieres San, una suburbana para ti y los niños?―me lanza con ironía mi amigo.

―No imbécil, pero algo no tan visto. Quiero, quiero… ese―digo y veo lo que he estado buscando.

Un Ford Mustang GT en color negro.

Ese es el que quiero.

Me acerco a él y comienzo a mirar detenidamente cada parte de su carrocería. Si bien es un auto que podría llamarse deportivo, no lo es tanto como un Lamborghini o un Ferrari.

El vendedor debe de ver la cara que tengo, que de seguro es como la de un niño en una juguetería, y se acerca para mostrarme el interior del auto. Asomo mi cabeza y miro maravillada cada terminación. Entro al vehículo, me siento y con mis manos agarro con fuerza el volante.

Sí, ya está decidido, este será mi auto.

Solo quiero ver qué puede hacer esta máquina en carretera abierta, pero el vendedor se encarga de romper mi burbuja cuando me dice que, en una semana me lo tendrán listo para que me lo pueda llevar.

Yo no quiero, me disgusta esperar, y creo que estoy a punto de hacer un berrinche como los que le hacía a mis padres cuando era niña.

Sam debe notar que estoy a punto de explotar e interviene para buscar una solución.

Después de que mi amigo tuviera un intercambio de palabras con el vendedor, este accedió a que me llevara el que está en exhibición.

No sé que le habrá dicho Sam, pero creo que el imbécil tiene pasta para negociar.

De seguro lo está aprendiendo de Will.

Luego de firmar los papeles que, me acreditan como dueña de este auto, me subo en el y salgo feliz desde la automotora escuchando cómo el motor del Mustang ruge como un león.





Nuevo día de trabajo, pero hoy voy a llegar por mis propios medios.

Descubrí que el auto tiene un sistema de sonido espectacular. Pongo en marcha el auto y la música comienza a resonar en el interior de mi auto.

Escucho la voz de Jared Letto que canta sobre estar en el aire y algo de el fin de un amor y salgo en dirección a mi trabajo.

Todo el camino he pensado en Brittany, ¿la veré hoy?

Espero que sí, necesito un beso, solo un beso para calmar estas ansias que tengo de ella.

No sé si aguantaré hasta que ella decida tener un próximo encuentro en su casa o la mía. Tal vez debería secuestrarla y llevármela por ahí a la hora del almuerzo.

Estoy excitada de solo pensar en su cuerpo y en como gime cada vez que llega al climax. Sacudo la cabeza para apartar esa imagen, estoy por llegar al Holding y debo calmarme para que no noten mi excitación.


Cuando entro en mi piso veo que Brittany está hablando con Tina y mi corazón empieza a latir más rápido. Y es así como me doy cuenta que la he extrañado más de lo que pensaba. Aunque lo que tenemos no es nada, echo de menos tenerlo.

Yo camino hasta el escritorio de Tina para que me entregue mis mensajes. Brittany levanta la vista y me mira.

―Buenos días―digo mientras le guiño un ojo aprovechando que Tina está con la vista en unos papeles y no puede notar que estoy coqueteándole a la rubia.

―Buenos días―responde ella con cara de pócker.

Esa es mi Diabla, fuego de noche, nieve de día.

Toma unos papeles desde el escritorio de Tina y se gira para comenzar a caminar en dirección de su oficina. Yo fijo mis ojos en sus caderas que hoy son prisioneras de una ajustada falda de color negro.

No se cuánto tiempo he estado viendo irse a Brittany cuando soy interrumpida por un carraspeo que me obliga volver mis ojos a Tina. Ella con una sonrisa pícara me dice:

―Aquí están sus mensajes señorita López. Necesita algo más.

―No, gracias Tina―digo y le doy una sonrisa nerviosa porque sé que me ha pillado mirando a La Diabla.

Camino hasta mi oficina y me siento en mi silla para comenzar a revisar los mensajes que no son para nada importantes.



Creo que ya ha pasado más de una hora desde mi llegada cuando escucho que alguien golpea a mi puerta.

―Adelante―digo sin levantar la vista de los papeles que ocupan mi escritorio.

La puerta se abre y yo levanto mi cabeza de golpe. Veo que es Brittany la que está ahí de pie ante mí. Yo solo la observo, ella levanta una ceja y sonríe de una forma que se podría definir como la de una niña que está a punto de hacer una travesura.

Camina hasta mí, yo aún estoy sentada en mi silla, no se me ha movido ni un músculo y creo que estoy reteniendo la respiración.

Hace dos días que no veo a mi Diabla.

Cuarenta y ocho putas horas que no la he tenido cerca y ahora ella está ahí y tengo que decir muy a mi pesar y aunque suene patético que la extrañé y que la deseo más que a cualquier cosa en este momento.

―Hola Santana―dice mientras se sigue acercando hasta mí y se inclina para besarme suavemente.

―Hola Brittany― digo sonriéndole y recibiendo su beso que para mí ha sido muy poco.

Posa sus manos en mis hombros y hace que mi silla avance un poco hacia atrás. Nuestros ojos no se separan en ningún momento. Tengo la enorme tentación de tomar a Brittany, tirarla al suelo y comérmela a besos. Pero estamos en el trabajo, alguien puede venir a mi oficina y descubrirnos.

Brittany toma mi mentón con una de sus manos para luego darme un beso que, ahora sí, es apasionado. Ahora ella corta el beso, se gira y se sienta sobre mis piernas apoyando su espalda en mi pecho y echando la cabeza hacia atrás para dejar su cuello al alcance de mi boca.

Mis manos suben a sus pechos y los aprieto aunque la suave tela de la blusa que lleva puesta me molesta.

Esto se está volviendo demasiado para mí.

Esta Diabla viene a provocarme, sabe que no puedo hacer nada más que besarla y acariciarla en esta oficina, pero me las va a pagar.

―Britt, no me hagas esto por favor.

―Hacer qué San, yo no estoy haciendo nada―dice con una sonrisa burlona y se comienza a mover sobre mí.

Por lo visto la Diabla quiere guerra.

Trato de pensar qué hacer, pero si me sigue provocando que se atenga a las consecuencias.

―Diabla, para por favor. No me siguas provocando que no respondo de mí.

No me escucha y se sigue moviendo en mi regazo rotando sus caderas, yo no voy a aguantar mucho, sé que no lo haré. Meto unas de mis manos bajo su falda y comienzo a subir por una pierna.

Estoy loca, lo sé, pero solo quiero estar dentro de Brittany ahora.

Estoy demasiado excitada, Brittany está jugando con fuego, ella vino a provocar un incendio y eso es lo que va a suceder. Solo espero que el sistema contra estos no se active con tanto calor que está comenzando a hacer de repente en la oficina.

Voy a besar a la Diabla cuando tres golpes en la puerta me dejan paralizada y Brittany se separa bruscamente de mí.

¿Qué hago en este momento?

¿Quién será el maldito que me vino a joder el momento?

―Ven―le digo a Brittany tomándola por una mano―, Bajo el escritorio.

―¿Qué? ¿Estás loca?―dice ella abriendo sus ojos en sorpresa.

―Britt no discutas ahora―susurro―, Métete bajo el escritorio.

Y escucho nuevamente golpear.

Ella a regañadientes se mete bajo el escritorio de lustrosa madera negra que es un perfecto escondite en este momento. Yo me vuelvo a sentar y acerco más la silla al escritorio.

―Pase―digo y la puerta se abre mostrando la figura de quien menos esperaba se apareciera hoy en mi oficina.

Nunca lo hace.

¿Por qué justo hoy viene por aquí?

…

Will.

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Capitulo 21

Will entra en mi oficina y cierra la puerta tras de él.

―Hola Santana, ¿Cómo estás hoy?―me pregunta mientras toma asiento frente a mí y me escruta la cara con sus ojos.

Creo que me he puesto más blanca que Gasparin del miedo que tengo a que Will me descubra con Brittany.

―Muy bien Will, ¿a qué debo el honor de tu visita?―digo sonriendo un poco para calmar el nerviosismo que me invade.

―Solo vine a verte y a decirte que espero tengas algo pensado para mostrarle a los árabes.

«En estos momentos no me vengas a joder con los árabes Will» me dan ganas de decirle a mi jefe, pero le contesto lo que él quiere oir:

―No te preocupes Will, he estado estudiando el mercado y creo que podremos darle al cliente lo que necesita.

―¡Perfecto!―dice y veo que se acomoda en la silla , solo espero que no piense quedarse mucho rato a conversar.

De pronto siento que la mano de Brittany comienza a acariciarme la pierna de arriba a abajo. Yo doy un pequeño salto en mi silla cuando la descarada me da un leve mordisco en la pantorrilla y obvio que llamo la atención de mi jefe.

―¿Te pasa algo San?¿ estás bien? Tienes cara de enferma.

―Sí Will, estoy bien, solo fue un calambre en la pierna―espero haber sonado convincente.

Juro que Brittany me las paga.

―Bien, creo que mejor te dejo para que sigas en lo tuyo, luego hablamos.

«Si por favor, sal de aquí para darle una lección a la Diabla que tengo aquí escondida»

Will se levanta de su silla y yo también lo hago, lo acompaño hasta la puerta, él se despide y se va. A toda prisa pongo el seguro a la puerta y vuelvo a mi escritorio. Me agacho para ver a Brittany que sigue escondida bajo el escritorio y una bella y traviesa sonrisa adorna su cara.

―Ven―digo y le extiendo una mano para ayudarla a salir hasta tenerla parada frente a mí―¿Así es que quieres jugar? Entonces vamos a jugar.

Tomo la cara de Brittany entre mis manos y la beso como una loca, cuando veo que ella me responde de la misma manera corto el beso de golpe, me mira con sorpresa, no sabe lo que tengo pensado hacerle.

La tomo por la cintura y la giro para recostarla sobre el escritorio.

―San, ¿qué vas a hacer? Estamos en tu oficina.

―Eso debiste de pensarlo antes de venir aquí a calentarme ¡Ya no aguanto más, es aquí y ahora!

Sonrie, esa fue su intención desde el primer minuto en el que entro en mi oficina. Yo levanto su falda hasta la cintura, su trasero y su ropa interior quedan expuestas.

Definitivamente Brittany venía preparada para la acción.

Lleva puesto un tanga de encaje en color rosa, el color es inocente pero la pequeña prenda es muy sexy y además la complementa con liguero a tono.

Es la imagen más sensual que he visto nunca.

Me agacho un poco y muerdo suavemente una de sus nalgas, ella suelta un jadeo. Ya no puedo esperar más, con mis manos tomo el diminuto tanga y con fuerza lo rasgo haciéndolo añicos.

―¡Bruta!―grita haciéndose la enfadada, pero luego sonríe.

―Sí, pero a ti te gusta, ¿o me equivoco?

―Me encanta―susurra.

Ahora la que sonríe soy yo.

Muevo mi mano hasta su centro y entro en ella. Las dos gemimos de placer.

Esta es una enorme locura, pero en este instante no me importa nada, solo me importa la mujer que tengo sobre mi escritorio, solo ella.

Mi corazón da un brinco y es ahí, en este instante, que entiendo que Brittany se ha transformado en una necesidad para mí, es algo que no puedo explicar, ni yo sé con claridad lo que realmente es.







Los días pasan y todos en el Holding están de cabeza por la pronta llegada del jeque Mohammed bin Zayed y toda su comitiva que consta de unas veinte personas.

Hoy es viernes y todos han estado pensando en qué será lo mejor para agradar al Jeque árabe.

Todos menos yo.

Es once de Enero y esta fecha es muy triste para mí. Hace ya quince años, un once de Enero, mis padres murieron.

Es un día que no me gustaría recordar, pero aunque yo era una niña cuando sucedió, no puedo sacarme el dolor y la culpa que me invade cada año cuando llega esta fecha.

Es temprano, creo deben ser cerca de las nueve de la mañana.

Hoy no voy al trabajo, no creo que pueda estar concentrada en la oficina. Will lo entiende y me dio el día libre.




Entro en la cocina y pongo a funcionar la cafetera.

Miro a mi alrededor y la soledad me invade. Pero no quiero estar con nadie, quiero que me dejen sola con mi dolor.

El café ya está listo y me sirvo una gran taza. Mi teléfono comienza a sonar y de malas ganas lo tomo para contestar.

―Hola―digo con voz seria.

―Hola San, ¿cómo estás?

Es mi amiga Rachel que de seguro está preocupada por mí.

―Hola enanita. Estoy bien, ¿y tú?―digo tratando de poner un poco de entusiasmo en mi voz.

―Yo muy bien San. Te llamo porque quiero invitarte a almorzar a casa. Quinny dice que va preparar carne asada, tu favorita y…

―Rachel… no lo hagas.

―Pero San. No es bueno que estés sola. Si no quieres venir, Quinny y yo vamos a tu casa y te preparamos el almuerzo.

―Gracias Rachel, pero no. Quiero estar solo, entiende por favor.

―San, ya basta. Han pasado quince años, ya no te hagas esto.

―Rachel, voy a cortar la llamada.

―San…

―Adiós Rachel―y corto.

No quiero ver ni oir a nadie.

Solo quiero estar en mi casa haciendo nada.



Me doy una ducha y luego pido una pizza para almorzar. Enciendo el televisor, me siento frente al aparato, pero no veo nada.

Mi mente y mi corazón están en otra parte.

Rachel sigue llamando, Sam igual, pero no les contesto ni el móvil ni el teléfono de casa.

Me voy a la terraza y me recuesto en uno de los sofás que ahí se encuentran. Me quedo mirando la nada, no sé por cuánto tiempo, pero veo que ya comienza a atardecer.

Estoy ahí sumida en mis pensamientos cuando escucho el timbre de mi puerta. De seguro es Rachel que no se ha dado por vencida y quiere ver con sus propios ojos cómo estoy.

Dejo que el timbre suene, quiero que quien sea que está en la puerta se vaya y me deje en paz.

Pero no tengo suerte ya que el timbre vuelve a sonar.

Voy a matar a Rachel, ¿por qué no me deja tranquila si ella sabe que este no es mi día?

El molesto ruido vuelve a resonar en mi departamento y me levanto furiosa de mi sillón.

Voy preparada para decirle algo nada agradable a Rachel, que de seguro no le va a gustar, pero quiero que me deje sola.

El molesto ruido vuelve a sonar.

―¡Ya voy!―grito enojada y llego hasta la puerta, la abro y quedo de una pieza cuando veo quien está del otro lado.

―Hola San―dice Brittany.

Mi corazón late a prisa y estoy tan sorprendida con su presencia que no me salen las palabras.

―, ¿Puedo pasar?

Yo solo asiento con la cabeza y ella pasa al interior de mi hogar.

Ella es a la última persona a la cual esperaba este día.

Deja su bolso en el sofá de la sala y luego se gira para mirarme. Yo me acerco un poco más y acorto la distancia que me separa de ella. Nos quedamos una frente a la otra en silencio e intercambiando miradas. La de ella es cálida y me reconforta, la mía debe mostrar la tristeza que aprisiona mi pecho.

No quiero llorar, menos delante de ella, no quiero que me vea destrozada.

Brittany levanta una mano y con ella me acaricia la mejilla. Yo cierro mis ojos al sentir su piel sobre la mía y entonces ella me pregunta:

―¿Estás bien San?

Yo niego con la cabeza y entonces ella me abraza. Me siento tan bien entre sus brazos, solo quiero estar ahí, con ella, no quiero separarme de ese abrazo.

―¿Por qué estás aquí Britt?―pregunto sin romper el contacto.

―No fuiste a trabajar y Will dijo que te habías tomado el día porque no te sentías bien, pensé que algo malo había pasado.

Se separa un poco solo para mirar mi cara. Yo sigo tomado a su cintura.

―Britt… gracias por venir.

―¿Quieres hablar de lo que pasa?

La veo preocupada, pero no tengo ganas de contarle lo que me sucede.

―No, no quiero hablar.

―¿Quieres que me vaya?

Aunque he deseado estar sola todo el día, no quiero que ella se vaya, su presencia me reconforta y quiero seguir así con su cuerpo pegado al mío.

―Quédate esta noche Britt. Quédate a dormir conmigo.

―San… yo no…

―Solo a dormir Britt. Te necesito a mi lado esta noche.

Me mira y sé que está pensando que no es una buena idea. Luego de unos segundos me besa. Un beso lleno de dulzura, un beso para calmar mi corazón.

―Está bien, me quedaré contigo esta noche.

La abrazo más fuerte, como si con ese abrazo pudiera darle las gracias.

Tal vez deba hablar con ella y contarle lo que me pasa.

Tal vez así saque un poco la tristeza que me embarga.

Vamos a la cocina y comemos algo. Luego nos vamos a mi dormitorio, ella entra al baño, yo me cambio de ropa y solo quedo en pantalón de pijama. Al rato Brittany sale vestida con una de mis camisetas anchas, se ve tan bella vestida solo con una simple camiseta gris y su melena suelta, nunca he visto nada más hermoso.

Estoy sentada en la cama y ella llega a mi lado. Besa mi mejilla y gatea hasta llegar al que hoy será su lado de la cama. Yo la sigo y me acuesto a su lado. Está de espaldas y yo de lado, paso uno de mis brazos por su cintura y hundo mi nariz en su cabellera que huele de maravillas.

Este día ha sido un asco, ha sido un día triste, un día gris, pero gracias a Brittany terminará siendo un día glorioso.

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Capitulo 22

No sé muy bien lo que estoy haciendo aquí.

Solo sé que, cuando supe que Santana no había llegado a trabajar por que algo le había sucedido, quería saber qué le pasaba, quería saber cómo estaba.

Después de darle vueltas al asunto decidí llegar a su casa.

Y aquí estoy, acostada en la cama de Santana, con ella abrazando mi cintura. Está triste, no sé qué le pasa y no quiero ser curiosa, es algo doloroso lo que lo preocupa, pero si ella no quiere hablar, voy a respetar su silencio.

No soy quién para inmiscuirme en su vida.

Me giro para quedar de lado y ella se pega a mi espalda abrazándome fuertemente. Su nariz acaricia mi cuello, esto se siente tan bien. Solo estar así abrazadas hablándonos sin decir ni una sola palabra.

―En un día como hoy, hace quince años, mis padres murieron―dice y siento una punzada en mi corazón.

Por eso ella está así, por eso la tristeza que tiene.

―Lo siento―digo porque no sé que más decir en este caso―, Si no quieres hablar lo entiendo…

―Quiero contarte, quiero sacarme esto que me oprime el pecho.

No digo nada, solo paso mi mano por la suya acariciándola como tratando de darle consuelo.

―Mis padres murieron en un accidente aéreo. El avión que los llevaba a París cayó a tierra unos minutos después de despegar―la voz de Santana se quiebra, esto es muy doloroso para ella―Yo tenía quince años y desde ese día no puedo dejar de culparme.

―Por qué dices eso―me giro para mirar su rostro―, Los accidentes pasan, tú no tienes la culpa de nada.

―Ese día mis padres no podían llevarme con ellos a París. El viaje era de negocios, mi papá era banquero y esa era la fecha del encuentro anual de bancos en Francia. Yo quería ir, era una adolecente caprichosa he hice un berrinche porque mi papá me dijo que esa vez no viajaría con ellos. Les rogué mientras salían por la puerta, lloraba y les pedía que me llevaran. Mi papá se enfureció y me gritó para que volviera a mi habitación. Sentí tanta rabia que, les grité que no los quería como padres y que ojalá nunca más lo volviera a ver. Yo volví llorando a mi habitación para unas horas después caer rendido por el sueño. Al día siguiente Will llegó temprano a mi casa y me dio la noticia… Mis padres habían muerto.

―Pero no fue tu culpa San―digo mientras con una de mis manos seco las lágrimas que han comenzado a caer por sus mejillas.

―Pero no puedo dejar de sentir que si fue mi culpa. No he podido sacarme ese pensamiento en quince años. Si no les hubiera gritado a mis padres, si me hubiera despedido de ellos. Ni siquiera besé a mi mamá antes de que se fuera, eso no me lo voy a perdonar nunca.

No sé que decirle, no sé cómo consolar a esta mujer que se muestra vulnerable ante mí.

No sé cómo hacerlo, porque no soy una persona a la cual hayan consolado muchas veces. Solo puedo decirle que ella no tuvo la culpa de nada.

―San, debes sacarte eso de la cabeza. Sé que tal vez nada de lo que te diga hará que el sentimiento que tienes se vaya, pero creo que no debes seguir culpándote por algo en lo que no tuviste la culpa.

―Lo he intentado, he tratado, pero no puedo dejar de sentirme triste cada vez que llega esta fecha y a mi mente vuelve todo lo sucedido. Me siento impotente, me siento una egoísta de mierda porque ese día solo pensé en mí, solo quería que mis padres consintieran mi capricho de viajar con ellos, ya no era tan niña y debería haberme bastado con la explicación de mi papá.

Cierra los ojos, está confiándome su dolor, y yo no sé qué hacer.

Esta no es la Santana que estoy acostumbrada a ver en la oficina, no es la mujer segura que camina por los pasillos del Holding.

Le acaricio el rostro y el posa su mano sobre la mía. La miro y le doy un suave beso en la punta de la nariz. Ella suspira, como si mi solo roce fuera un calmante para su alma.

―San―abre sus hermosos ojos oscuros que ahora lucen vidriosos―, No sé qué hacer, no sé qué decirte para consolarte. No soy buena en esto.

―Britt, solo con que estés aquí hace que me sienta mejor. Solo tu presencia me basta. Gracias por estar conmigo.

Siento una extraña sensación que me recorre por completo y un calor se aloja en mi corazón al escuchar esas palabras.

Estamos ahí en su cama mirándonos fijamente, yo acerco mi boca a la suya y la beso tratando de reconfortarla.

Un beso con el que trato de entregarle tranquilidad, un beso en el trato de entregarle…¿amor?

Ella me abraza fuertemente contra su cuerpo, eso se siente tan bien, estar entre sus brazos es la mejor sensación que he tenido en mi vida. No sé qué pasa conmigo, todo esto es nuevo para mí y me asusta un poco.

Seguimos abrazadas y luego de un rato noto que la respiración de Santana es calmada y regular y así sé que se ha quedado dormida. Me muevo entre sus brazos para separarme un poco y observo su rostro.

Es tan bella, físicamente es todo lo que una persona podría desear y presiento que su alma debe ser igual de hermosa.

Sumida en esos pensamientos y mirándola caigo en un profundo sueño.




Cuando despierto a la mañana siguiente estoy sola en la cama y reconozco que eso me desilusiona un poco. Pero también debo confesar que hace mucho tiempo que no dormía tan bien, tan tranquila y relajada.

Me estiro en la cama y creo que debería levantarme y vestirme para marcharme a mi casa.

De seguro Santana salió y me dejó sola, así que creo que ya es hora de mi retirada.

Me vuelvo a estirar y paso una mano por mis ojos para sacarme la pereza, cuando veo que Santana entra a la habitación trayendo entre sus manos una bandeja llena de cosas para el desayuno.

Mi cara debe ser de sorpresa total.

A toda prisa me paso las manos por mi cabello que de seguro está todo alborotado. Ella me da una cálida sonrisa, camina hasta llegar a la cama y se sienta a mi lado.

Nunca ninguna persona, además de mi mamá, me había traído el desayuno a la cama. Bueno tampoco me he quedado a pasar la noche con ninguna persona hasta ayer.

Siempre pensé que eso de que te llevaran el desayuno al día siguiente era cursi, como de película romántica, pero en este momento me siento especial con este gesto de Santana.

―Buenos días―dice y me besa suavemente la mejilla.

Mi piel se eriza con ese simple contacto.

Qué me está pasando con esta mujer.

―Buenos días―respondo y miro la bandeja que está llena de cosas deliciosas.

―No sabía muy bien qué te gustaría de desayuno, así es que puse todo lo que encontré en la cocina ¿Prefieres té o café?

―Café por favor―digo mientras tomo un poco de jugo de naranja.

―¿Dormiste bien?―pregunta mientras me extiende una taza con café.

―Muy bien, ¿y tú?

―Maravillosamente―responde y en sus ojos puedo ver un brillo pícaro que el día anterior no estaba―Britt, quiero que me acompañes a un lugar.

Yo abro los ojos, se supone que esta relación se basa solo en sexo. Nada de salidas, nada de quedarse a dormir juntos, aunque ahora estoy en su cama, pero eso no cuenta, anoche fue una situación especial.

Nuestra relación es así, nada de compartir nuestras vidas.

―San, no creo que debamos…

―Por favor Britt, necesito ir a un sitio y no quiero ir sola. Por favor acompáñame.

Veo la súplica en su mirada, y sé que lo que me pide es importante para ella. Pero yo no quiero involucrarme más en su vida. Ya estoy demasiado confundida con haber pasado la noche con ella.

―San, es mejor que desayune y me vaya.

―Britt, necesito que me acompañes, ven conmigo por favor.

En sus ojos vuelve aparecer la tristeza de la noche anterior, no me gusta verla así.

Entonces algo en mi corazón se agita y de mi boca salen las palabras que no había pensado decir:

―Está bien, te acompañaré.

―Gracias―dice y me regala una sonrisa que expresa toda su gratitud.



Terminamos de desayunar y yo entro al baño para ducharme rápidamente.

Cuando me visto pienso a dónde querrá Santana que la acompañe y que de seguro la ropa de trabajo que llevo puesta me incomodará.

Salgo al salón donde Santana me espera y tengo que retener el suspiro que me atraviesa el pecho al verlo. La he visto vestida de impecable y siempre luce guapa, la he visto desnuda y luce mejor, pero hoy de ropa informal, solo de jeans y camiseta ceñidos a su cuerpo, es la mujer más guapa que mis ojos hayan visto.

―¿Lista para irnos?―dice acercándose a mí.

―Sí, pero antes quiero pasar por mi departamento y cambiarme ropa, ¿me llevas por favor?

―Claro, vamos.

Salimos de su departamento y bajamos en el ascensor hasta el estacionamiento. Nos subimos en su auto y salimos de ese edificio con rumbo a mi casa.

En el camino le pregunto a donde me llevará, pero lo único que consigo como respuesta es un «ya lo verás»



Llego a mi departamento, subo y me cambio de ropa a toda prisa.

Me pongo mis jeans oscuros favoritos, mis botas cortas negras y una simple camiseta blanca. Me hago una coleta alta en mi pelo y como único accesorio llevo un pañuelo con diseños en tono turquesa que ato a mi cuello, un poco de perfume, tomo mi bolso y salgo.

Llego al auto donde San me espera, entro y veo que me da la bienvenida con una sonrisa que ya estoy comenzando a amar, ¿yo dije eso?

Uf estoy peor de lo que pensaba.

Ella se acerca, con una mano me toma de la nuca y luego me besa. Yo recibo el beso con gusto, me encanta ser besada por Santana, y de pronto siento miedo, estoy dejando que ella traspase muchos de los muros que me he auto-impuesto y creo que no es bueno.

Ella se separa de mi boca y pone el auto en marcha para ir donde sea que quiera que vayamos.

―San, ¿me dirás a dónde me llevas?

―Lo sabrás cuando lleguemos, no es muy lejos ¿quieres escuchar algo de música?

―Está bien―respondo y hago un puchero de niña caprichosa porque no he logrado que satisfaga mi curiosidad.

Santana activa el sistema de sonido y el auto se llena de los acordes de la guitarra y con la voz de James Morrison, mi piel se eriza cuando comienza a cantar You give me something. Santana me mira y yo le doy una mirada rápida, la letra se cuela por mis oidos y llega a mi corazón.





No sé si ha sido buena idea poner música, esta canción desde ahora tendrá otro significado para mí cada vez que la vuelva a escuchar. Santana tararea la canción y yo sonrío al ver que se pierde en la letra, lo intenta, pero no lo logra y solo canta el coro a la perfección.




Por fin la canción termina y es extraño lo que siento, nunca ninguna canción me ha hecho pensar en alguien, pero definitivamente cada vez que escuche ésta, Santana aparecerá en mi mente.

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Capitulo 23

Ya nos hemos alejado de la ciudad y Santana conduce hacia las colinas.

Luego de unos veinte minutos diviso lo que a lo lejos parece ser una enorme casa, y no me equivoco, ya que al acercarnos más, confirmo que es una gran y hermosa casona.

Santana acerca el auto al portón de hierro negro que resguarda la casa, saca la mano por la ventana del conductor y, en un tablero que hay a un costado, ingresa una clave numérica, haciendo que la gran mole negra se abra ante nosotras.

Santana conduce el auto por un verde sendero y llegamos a la entrada de esa casa que está formada por dos blancos pilares.

Mi cara debe ser de verdadero asombro, ¿de quién será esta casa?

Salimos del auto, Santana me toma de la mano y caminamos juntas hasta la puerta de entrada. Saca desde uno de los bolsillos de su jeans una llave y con ella abre la puerta. Se queda parada mirando fijamente al frente.

Al verla así, entiendo todo, por eso no quería venir sola, de seguro hace muchos años que no pone un pie en este lugar.

Esta enorme mansión es la casa donde ella vivió con sus padres y donde los vio por última vez.

Viendo la tristeza en su cara le vuelvo a tomar la mano y doy un paso adelante dejando un pie dentro de la casa y otro fuera. La miro fijamente y encuentro el temor en su mirada.

―¿Quieres que nos vayamos San?―pregunto con voz suave y pausada.

―No―dice con voz temblorosa―, Tengo que afrontar esto, debo hacerlo.

―Vamos―digo y tiro suavemente de su mano hasta que logro que ponga sus dos pies dentro del que fuera su hogar.

Mira a su alrededor, y una lágrima corre por su mejilla, yo me acerco y pongo mi mano en su rostro y ella cierra sus ojos, luego tira de mí para abrazarme fuertemente.

No quiero verla así, no me gusta porque siento su angustia como si fuera la mía, y también por mis mejillas comienzan a caer lágrimas.

―Todo está igual a la última vez que estuve aquí―su voz resuena en su pecho donde yo tengo posado mi oído―Will se ha encargado de mantenerla en perfecto estado por mí todos estos años.

―Es una casa hermosa―digo separándome de su abrazo para mirarle la cara.

―Sí, es hermosa, pero yo no la quiero. Creo que tal vez debería venderla. Ven acompáñame a recorrerla.

Me toma fuertemente de la mano y recorrimos juntas cada habitación de este hermoso lugar. Salimos al jardín que es adornado por delicados rosales blancos y yo sigo a Santana que me guía por un camino hasta que llegamos a una piscina techada.

―Esta era mi parte favorita de esta casa. Cada tarde después del colegio venía aquí y pasaba horas con mi mamá jugando en el agua. Hace años que no vengo a este lugar, quince para ser más exacto. Cuando salí de esta casa para el funeral de mis padres ya no volví más. La casa de Will fue mi hogar hasta que cumplí los dieciocho y de ahí comencé a recorrer el mundo. Los extraño, ¿sabes?

―Sé que los extrañas, porque de seguro eran unos padres amorosos. Pero piensa qué suerte tuviste San. Sé que tal vez esto no es un consuelo, pero tú conociste el amor de tus padres, tú tienes recuerdos de ellos compartiendo contigo, no todos tenemos ese privilegio.

Las palabras salen de mi boca sin poderlas contener. Nadie salvo Will conoce mi pasado, pero tengo la necesidad de contarle todo a Santana.

―Britt, ¿quieres contarme? Hazlo solo si lo deseas―dice notando que esto no es un tema fácil para mí.

―Quiero contarte ¿Puedes hacer que la temperatura del agua suba un poco?―digo y me separo del agarre de su mano.

Me mira y asiente con la cabeza. Mientras se acerca al termostato me quito las botas y me arremango los jeans hasta las rodillas, me siento en la orilla de la piscina y meto mis pies.

El agua aún está fría, pero no me importa.

Santana se acerca hasta a mí y yo le hago una seña con mi mano para que se siente a mi lado. Se saca sus zapatillas y también se arremanga sus jeans y se coloca junto a mí.

―Antes de que me cuentes lo que para ti es doloroso, quiero agradecerte por venir conmigo. Gracias por estar aquí para mí.

Le sonrío y me acerco a su boca para besarla, necesito ese beso para reconfortarme.

―Bueno ya conoces a mi mamá. Y aprovecho para pedirte disculpas por su comportamiento en la tienda.

―No tienes por que disculparte.

―Sí creo que sí. Mi mamá es un persona compleja. Siempre ha querido manejar mi vida. Y la entiendo, ¿sabes? Ella ha sufrido mucho, pero no entiende que yo no soy igual que ella, que no soy tan ingenua como era ella a los veinte años. Mi mamá tuvo una relación con su jefe. Ella se enamoró mientras él solo pasaba el rato. De esa aventura nací yo. Mi mamá le contó lo de su embarazo y enseguida fue despedida por el amor de su vida. Nos quedamos solas con un poco de dinero que con el tiempo se acabó. Llegamos a vivir en un albergue hasta que conocimos a Will y a Emma Schuester. Ellos nos ayudaron y salimos adelante. Pero cuando pensamos que estábamos bien, descubren que mi mamá tiene cáncer de seno y eso nos volvió a desbastar.

―Vaya Britt, ahora puedo entender el carácter de tu mamá. Su vida no ha sido fácil.

―Y la mía tampoco. He estado toda mi vida escuchando lo malo que son los hombres y más de una mujer, que no tengo que fijarme en ninguna persona que trabaje conmigo. ¿Sabes que mi primer beso fue a los veinte años?

Ella abre los ojos en sorpresa, pero yo continuo:

―Sí, mi mamá me llevaba al colegio hasta que cumplí los dieciocho y comencé a revelarme. No tengo ni que decirte la batalla que fue para mi irme a la universidad, pero Will convenció a mi mamá. No entiende que no soy igual que ella. Que sé cuidarme sola y que no me voy a enamorar del primero que me diga palabras bonitas.

Me mira y noto algo extraño en sus ojos, pero no puedo descifrar muy bien qué es lo que veo.

―¿Y no conoces a tu papá? ¿Nunca te ha buscado? ¿No lo has buscado tú?

―No y no me interesa. No quiero saber nada de él. Nos abandonó, ya tengo veintisiete años, ya no necesito un papá en mi vida.

El silencio se apodera de ese enorme espacio.

Sé que ella no sabe qué decirme, pero solo me basta con que me haya escuchado. Yo me siento más liviana después de haberle contado mi historia a Santana. Aún no entiendo qué me llevó a contarle todo, pero no me arrepiento.

Estamos ahí, moviendo los pies en el agua de la piscina que ya ha tomado temperatura y es una delicia.

―Lástima que no tengamos trajes de baño―dice cambiando el tema y moviendo con más energía sus pies en el agua.

―¿Y para qué quieres traje de baño? Báñate desnuda―digo riendo traviesa.

Ella abre los ojos claramente sorprendida por lo ha escuchado.

―¿Y tú me acompañarías a bañarme desnuda?

―¡Claro!―digo y saco mis pies de la piscina para pararme y bajo la atónita mirada de Santana me comienzo a desnudar.

Me siento libre, como hace mucho no lo hacía, tal vez nunca me he sentido así. Ya me he quitado todo lo que me estorba y dando una pequeña carrera me lanzo a la piscina.

―¡Vamos cobarde! ¿O tienes miedo a que te vea desnuda?―grito y le salpico un poco de agua con la mano.

Sonrío cuando veo que Santana comienza a sacarse su ropa a toda prisa, yo nado hasta llegar al centro de la gran piscina. Se lanza y bucea hasta llegar a mí y me abraza para luego besarme. Me cuelgo a su cuello y nos besamos con más pasión. Nos separamos un poco para quedar mirándonos fijamente.

Un fuego comienza a quemar en mi interior, mi estómago se aprieta y mi corazón late desbocado.

Estoy cometiendo una enorme locura, pero con Santana siempre es así, primero en el almacén la noche de Halloween, luego en su oficina y ahora nadando desnuda en esta piscina.

Ella apoya su frente sobre la mía y suelta un largo suspiro.

―Diabla, estoy perdida contigo. Cada vez me sorprendes más, cada vez te necesito más.

Me quedo sin palabras por lo que me dice, realmente me ha dejado muda. Solo soy capaz de besarlo para expresar lo mucho que me ha gustado oírla decir eso.

Comenzamos a flotar y nos acercamos hasta la orilla de la piscina. Santana me aprieta contra la pared y me besa, pero esta vez lentamente, suavemente, tomándose todo el tiempo del mundo.

Mil sensaciones se apoderan de mi cuerpo, la sangre de mis venas corre a una velocidad desenfrenada.

Yo enrollo mis piernas en su cintura y ella aprieta fuertemente mis muslos con sus manos. Comienza a repartir besos en mi cuello y me alza un poco en al agua para poder besar mis senos.

Ya estoy perdida y me entrego a ella por completo.

Santana se acomoda para que nuestros centros se rocen y comienza a moverse sin prisa en una lenta tortura.

Esta vez es distinto, todo es diferente entre nosotras, esto no es sexo, no es un polvo más… esto es hacer el amor.


Todo ha sido maravilloso, me siento distinta, aún sigo en el agua abrazada a Santana que delicadamente muerde mi hombro jugueteando con el para luego besarlo, siempre hace eso y a mí me encanta.

Miro a mi alrededor este enorme espacio y le pregunto:

―¿De verdad piensas vender esta casa?

―Tal vez―dice ahora chupando mi mentón.

―No deberías, esta casa es hermosa, ¿no te gustaría vivir aquí cuando formes tu familia?

Abre sus ojos como platos, lo he tomado por sorpresa con mi pregunta.

―Nunca he pensado en formar un familia. Soy joven aún, hay tiempo para eso.

―Tienes razón― digo y siento que me desilusiona escuchar lo que dice Santana.

¿Pero qué demonios es esto que me pasa?

¿Qué estoy pensando?

―De momento no voy a hacer nada con esta casa, ya veré más adelante. Y ahora salgamos del agua. Voy por toallas.

Salimos de la piscina y Santana llega con una gran y esponjosa toalla blanca que ha sacado de un mueble. Me seco rápidamente y me vuelvo a poner mi ropa.

Una vez listas Santana me invita a almorzar y así pasamos todo el día juntas hablando de todo un poco y recorriendo nuestros lugares favoritos en la ciudad.



Cerca de las ocho de la tarde ella me lleva a mi casa, el día soñado que he pasado ha llegado a su fin.

Llegamos a mi departamento y le ofrezco algo para beber pero lo rechaza, veo que tiene prisa por irse y tengo que reconocer que me duele su apuro.

―Bueno Britt te dejo para que descanses. Hoy ha sido un día genial, gracias por pasarlo conmigo.

Se acerca más a mí y toma mi rostro entre sus manos para darme un profundo beso de despedida.

―Adiós Britt.

―Adiós San.

Sale de mi departamento y yo corro a mi dormitorio para dejarme caer sobre la cama. Tomo la almohada y la apreto contra mi pecho. Sonrío al pensar en las últimas maravillosas horas que pasé con Santana, nunca había estado tan feliz y despreocupada, tan segura.

Con mis manos toco mis labios donde hace unos minutos ella me ha besado y si cierro los ojos puedo ver su rostro frente a mí.

Mi corazón palpita fuertemente, casi desbocado al recordar a Santana y de pronto un escalofrío me recorre el cuerpo por completo y una idea pasa por mi mente.

Un pensamiento que pensé sería difícil de que me pasara a mí… creo que me estoy enamorando de Santana López.

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Capitulo 24

Llego a mi departamento después de haber dejado a Brittany en el suyo.

Aunque no quería dejarla tuve que obligarme a hacerlo. Pasó la noche conmigo y sé que ha sido un gran paso para ella. También me habló de su vida y yo le conté de mis padres.

Estar con ella estos días ha sido lo mejor.

No quiero que se sienta acosada y que salga huyendo. La Diabla tiene un carácter complejo, casi rosando en la bipolaridad y debo reconocer que, aunque suene loco, eso me encanta de ella.

Busco mi teléfono móvil que dejé olvidado en la mesa de noche y veo que está sin carga. Lo enchufo al cargador y lo dejo sobre la mesa mientras voy por un vaso de leche.

Cuando vuelvo a mi dormitorio enciendo el aparato y este comienza a sonar y a vibrar como poseído. Miro la pantalla y compruebo con asombro que tengo treinta llamadas perdidas, veinte mensajes de texto y diez mensajes de voz.

Primero reviso las llamadas perdidas y veo que veinticinco son de Rachel, dos de Sam y tres de Will.

Luego reviso algunos mensajes de texto. Como era de suponer la mayoría son de amiga y comienzan con un:

«Dónde estás»

Sigue con:

«Llámame por favor»

Y terminan con un:

«Dónde mierda te has metido».

Veo un mensaje de Will que me pide que lo llame cuando pueda. Lo hago de inmediato, de seguro Rachel lo ha alarmado y debe estar preocupado.

Lo llamo, él me pregunta si estoy bien y por dónde he estado metida todo el día. Le digo que estoy perfectamente y que anduve dando vueltas por ahí. Se queda tranquilo con lo que le he dicho y termino la llamada.

Ahora tengo que llamar a Rachel y de seguro voy a recibir un gran regaño de su parte. Marco el número de mi amiga y al segundo tono ella me contesta:

―¡¿Se puede saber dónde mierda te has metido todo el día?! Te he llamado cómo loca, pensé que te había pasado algo. Fui hasta tu casa y no estabas, ni te imaginas lo que ha pasado por mi mente…

―Rachel, si me dejaras hablar en algún minuto podría explicarte por qué no te he llamado hasta ahora.

―Primero dime si estás bien ¿Dónde estás ahora?

―Estoy perfectamente y estoy en mi departamento.

Escucho a través del teléfono que ella suelta un suspiro de alivio.

―Ahora dime, ¿por qué no has contestado mis llamadas?

―Dejé el teléfono en el departamento, recién vengo llegando y vi tus llamadas.

―¿Y dónde se supone que has estado todas estas horas?

―Fui a casa de mis padres.

El silencio por fin se hace al otro lado de teléfono. Mi amiga se ha quedado muda, de seguro no se cree lo que le estoy diciendo.

Sabe que ese es un mal recuerdo para mí.

―¿Me estás diciendo la verdad?―me pregunta incrédula.

―No tengo porque mentirte enanita, menos con algo así.

―Tienes razón, pero por qué no me llamaste para que te acompañara, no tenías que ir sola.

―Es que no fui sola Rachel.

Otra vez he dejado a mi amiga sin palabras y debo felicitarme ya que eso no pasa muy a menudo.

―No fuiste sola… ¿y me vas a contar con quién fuiste?

―No sé si debería decirte…―digo bromeando, porque sé que si no le cuento, ella sería capaz de venir volando y torturarme hasta que le diga todo.

―López cuéntame inmediatamente con quién fuiste a casa de tus padres si no quieres sentir mi furia

―Está bien, te contaré. Fui con Brittany.

Tercera vez que mi amiga enmudece.

Deberían darme un premio o algo así por haber logrado eso.

―Me estás diciendo que, Brittany, la chica que trabaja en el Holding, la chica por la que andas como tonta, te acompañó a casa de tus padres.

―Exactamente eso Rachel.

―No lo puedo creer, esto es más serio de lo que creía. Estás perdida, despídete de tus días de libertina.

Yo niego con la cabeza.

¿Por qué todos se empeñan en decir que soy una puta mujeriega cuando no es verdad?

Me gustan las mujeres, sí, no lo voy a negar y si una me gusta la consigo, pero no ando como Sam que cada semana se le ve por ahí con alguna mujer distinta. Pero claro es mi amigo y todos creen que somos de la misma calaña.

―Bueno, ya saciaste tu curiosidad, ahora te dejo porque estoy cansada y me voy a la cama.

―¿Sola?―dice con voz pícara.

―Sí, para mi desgracia sola.

―San, me debes una larga conversación. Espero que te dignes aparecer por mi casa y si quieres puedes traer a Brittany.

―Rachel no es así como crees.

―Cómo qué no. La llevas a un lugar que ni a mí me has pedido que te acompañe. Esta chica es muy importante para ti.

―Sí, pero es complicado. Ella es complicada y no quiero apresurar nada. Y no quiero seguir hablando de eso ahora, ¿está bien?

―Bien, te dejo para que descanses. Ya hablaremos con calma. Te quiero San.

―Yo también enanita. Adiós.

Una vez que corto la llamada me cambio de ropa y me pongo mi camisa ancha de pijama. Me meto en la cama y comienzo rememorar este día.

Todo ha sido perfecto.

Dormir con Brittany la noche anterior fue una delicia. Tenerla entre mis brazos fue lo mejor para olvidar todo lo malo de ese día.

Pienso que ya no quiero tener el tipo de relación que tenía con Brittany.

Quiero pasar toda una noche con ella, amándola, adorándola, sintiendo la tibieza de su cuerpo junto al mío.

Quiero despertar mirando su bello rostro que luce tan tranquilo cuando duerme.

Eso quiero con Brittany, ahora tendré que convencerla a ella y presiento que no será nada de fácil.






Es lunes y llego a mi trabajo más feliz que de costumbre.

Llego al escritorio de Tina que me entrega mis mensajes.

―Buenos días señorita López, veo que no le tengo que preguntar cómo está usted, si se ve que está de maravillas.

―Tienes razón Tina estoy realmente bien.

―Me alegro señorita. Le recuerdo que dentro de media hora hay reunión de todos los jefes de sección en la sala de juntas.

―Qué bien, gracias Tina―digo sonriéndole y guiñándole un ojo.

Camino hasta mi oficina y en el camino desvío mi vista a la de Brittany que está abierta pero ella no está ahí.

Llego a mi oficina y comienzo a ocuparme de todos mis asuntos.


No me doy cuenta cuando ya ha pasado media hora y tengo que ir a la sala de juntas para la reunión.

Entro en la sala y veo a Brittany, mi corazón se acelera, se ve hermosa.

Ella habla seria con uno de los jefes, pero cuando me ve, su mirada se dulcifica y me da una ligera sonrisa. Yo inclino mi cabeza a modo de saludo y camino hasta una de las sillas y me siento porque la reunión ya va a empezar.

Will y Brittany están de pie frente a nosotros, mis ojos son solo para ella.

La Diabla se sonroja porque mi mirada es intensa y recorro su cuerpo sin importarme a ser descubierto. Hoy lleva un vestido rojo y no puedo evitar recordar la primera noche en que la vi vestida de ese color.

Will habla, pero yo ni me entero de lo que ha dicho.

Ahora es el turno de Brittany y a ella si le prestaré toda mi atención.

Todos mis sentidos están alerta para ella.

―Buenos días―dice y su sensual voz hace que mi cuerpo se estremezca―, Como dijo Will, este viernes llega el Jeque Bin Zayed con su comitiva. Esa misma noche daremos una recepción en su honor en el hotel Imperial. No tengo que decirles que su asistencia es obligatoria. El Jeque viene con veinte personas más entre ellas su hijo Rashid, que es su heredero y que de seguro tendrá mucho que ver en las decisiones de su papá.

Mis ojos se fijan en cómo se mueven los labios de Brittany.

Escuché algo de una recepción y algo de un heredero, porque todo el rato en que Brittany ha estado hablando, yo me la he estado imaginando desnuda en mi cama.

Ella sigue explicando lo que se espera de la recepción y de nosotros.

Termina y ahora es Will el que vuelve a hablar.

―Bien, creo que Brittany ha explicado más que claro todo lo que nos espera el viernes. Solo deseo que no tengamos ningún contratiempo y que todos se comporten a la altura del evento. Ahora se pueden retirar.

Yo sigo sentada viendo salir a todos.

Me he quedado hipnotizada mirando a Brittany que sigue hablando con Will. Me gustaría ir hasta ella y besarla, necesito un beso suyo para seguir con mi día.

Me levanto de una vez y salgo de la sala de juntas de vuelta a mi oficina. Reviso unos papeles que tengo en mi escritorio y cuando termino se que tengo algo que hacer, algo le falta a mi día.

Me levanto y salgo de mi oficina sin pensar en nada más que en la mujer que deseo, llego a la puerta de su oficina y golpeo.

―Pase―escucho que dice y entro de inmediato cerrando la puerta tras de mí―Buenos días―dice risueña.

Yo me acerco a ella que está sentada tras su escritorio. Llego a su lado y con mi mano la tomo por un brazo y hago que se levante. La aprieto fuertemente contra mi cuerpo, la miro fijamente, hundo una de mis manos en su cabellera y la acerco a mi boca para besarla. Gime por la profundidad del beso, yo quisiera desnudarla ahí mismo, pero muy a mi pesar me tengo que contener.

Termino el beso dándole un suave tirón a su labio inferior.

―Ahora sí que son buenos días―digo sonriendo sobre su boca.

―¿Cómo estás hoy?

―Después de este beso, estupendamente, ¿y tú?

―Muy bien―dice mientras comienza a besar mi mandíbula.

―Será mejor que me vaya y te deje seguir con tu trabajo. De seguro estás muy ocupada pensando en cómo agradar a ese Jeque.

―La verdad es que sí, estoy muy ocupada. Tú sabes lo importante que es esto para Will, todo tiene que salir perfecto.

―Por lo mismo, yo me voy. Solo vine a saludar. Nos vemos luego―le doy otro beso apasionado que responde de igual manera y eso nos hace estremecer―Adiós Diabla.

Salgo de su oficina y vuelvo a la mía.

Ahora tengo que concentrarme en mi trabajo aunque me cueste la vida.





La semana pasa rápido y solo he podido estar una noche con Brittany.

No aguanté más y aparecí a mitad de la noche del miércoles en su casa para amarla como loca, pero no me permitió quedarme a pasar la noche con ella.

Siento que la necesito desesperadamente, siento que moriré si no puedo tenerla por completo para mí.

Quisiera que ella sintiera esa necesidad por mí también. Pero como dijo Will una vez, Brittany es un hueso duro de roer.




Ya es viernes y me estoy terminando de arreglar para ir a la recepción en honor a la comitiva árabe.

Me coloco la chaqueta que hace juego con mi vestido, me doy una última mirada en el espejo y salgo de mi departamento.

Espero que esta noche no sea tediosa, y si es así, espero poder terminarla en mi cama sobre el cuerpo de Brittany.

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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D