[Resuelto]FanFic Brittana: Compañeras II: Carretera Del Infierno (Adaptada) Cap 34 y 35 Fin

Capitulo 27

Brittany guió el camino hasta la parte rocosa del sendero Tower Ridge, el sol abrasador golpeaba la tierra ya seca.

Una ligera brisa ayudó a refrescar su piel y miró hacia arriba, un cuervo solitario seguía su progreso mientras aterrizaba encima de un enebro, sus ojos agudos nunca les dejaron.

—Érase una medianoche triste…—citó Santana, su mirada también persistente en el cuervo—Ya que el cuervo es un símbolo de muerte ¿crees que esto sea una señal?

Brittany sonrió y negó con la cabeza.

—Encontrarás un cuervo en cada sendero. Espero que no sea una señal.

—¿Crees que esto es una pérdida de tiempo?

—No lo sé ¿Quién sabe cómo funciona la mente de un asesino? Si tu programa dice que esta ruta es su próxima parada, entonces ¿quién soy yo para discutir?

Salieron de la sección del camino cubierta de arbustos y ahora caminaban sobre el suelo desnudo.

Había salientes de rocas y algunas antiguas formaciones en espiral, pero ya no había enebros, algarrobos o matorrales a la vista, sólo un puñado de cactus espinosos y los suaves bordes dentados de la roca roja que simbolizaba a Sedona…la roca roja que ahora se estaba cociendo en el sol del mediodía.

—Está caliente como el infierno aquí arriba—señaló Santana mientras hacía una pausa para tomar un sorbo de agua.

—Necesitas una gorra—dijo quitándose la suya para pasar los dedos por su cabello húmedo.

Santana le sonrió.

—Entonces mi cabello se vería como el tuyo.

—¿Sí? ¿A quién estás tratando de impresionar con tu cabello perfecto?

—Sólo a ti.

Divertida…y halagada… Brittany se volvió a poner su gorra, cubriendo su cabello otra vez. Sabía exactamente lo desordenado que lucía su cabello después de usar una gorra durante todo el día.

—Así que te arriesgarás con un golpe de calor solo para impresionarme ¿huh?

Santana se puso un paso detrás de ella mientras escalaban.

—Realmente nunca he sido del tipo que usa gorras. Ya sabes, una vaga de la playa, el viento soplando a través de mi cabello todo natural y todo lo demás.

La mente de Brittany evocó la imagen de una natural y desnuda Santana López mientras jugaba en la playa, su piel todavía húmeda con diminutos granos de arena aferrados a ella.

Y por supuesto, ese pensamiento evocó muchos, muchos otros y se detuvo, incapaz de negarse a sí misma lo que quería. Volteó a Santana con un toque rápido de su brazo, acercándose más a ella y besándola intensamente sorprendiendo a Santana.

—¿Qué fue eso?

Brittany siguió caminando.

—Tuve una urgencia—dijo por encima de su hombro.

—¿Una urgencia?—Santana le alcanzó, su voz divertida—¿Una urgencia de besarme?

—Fue parte de eso, sí.

Santana se echó a reír.

—Aquí afuera, con el sol cayendo sobre nosotras, calientes y sudorosas ¿y te dan ganas de darme un beso?

—Fue esa cosa de la vaga de la playa.

—¿Huh?

—No importa. Digamos que estabas mojada y desnuda—sonrió—O desnuda y mojada.

—Vaya asistente Pierce ¿que hay en su mente?

—Debe ser el calor, agente López.

—Debe ser.

Brittany no estuvo segura de quien lo vio primero, pero las dos se detuvieron. Como si sintiera la presencia de ambas, él se volteó y las dos se miraron entre sí con precaución a través de la extensión de rocas.

Su cabello era color marrón claro, no el negro azabache descrito por los detectives de Dallas. La mente de Brittany viajó a la foto que la detective O'Connor les había enviado por fax, la foto de John Doe.

Ese hombre…o su gemelo…estaba de pie delante de ellas.

Entonces, tan rápido como un rayo, él corrió. Ellas lo siguieron, Santana demostró sus habilidades de corredora dejando a Brittany varios pasos detrás de ella, luchando por alcanzarlo.

Patrick era rápido y ágil, por lo que Brittany pensó que conocía el camino mejor que ella mientras él maniobraba alrededor de las rocas y los cactus con facilidad, aparentemente no dejándose amilanar por la persecución.

El camino que él tomó llegó a su final, las rocas daban paso a un precipicio en el cañón. Él hizo una pausa, ofreciéndoles una sonrisa arrogante, luego se volteó y saltó.

Brittany se detuvo, jadeando y luego sus ojos se abrieron con incredulidad al ver como Santana le seguía por el precipicio sin perder el paso.

—Oh...Dios mío.

Corrió hasta el borde, patinando hasta detenerse mientras miraba por un lado, el miedo se mezcló con alivio cuando vio que la caída no iba al cañón en absoluto, sino a otra borde.

Sin embargo, su alivio duró poco cuando vio a Santana acostada sobre un montón de rocas, apenas a dos pies de distancia de un cactus espinoso.

—Oh, Dios, no—gimió.

Volvió sobre sus pasos, tratando de encontrar una ruta hacia el borde sin tener que saltar. Encontró una grieta, deslizándose sobre su culo mientras evitaba cuidadosamente los bordes afilados de las rocas.

—Es una idiota…—murmuró—…Está loca—saltó los últimos cinco pies, aterrizando de lleno y luego corrió hacia Santana, aliviada al ver movimiento.

Cayó de rodillas junto a la morena, tocando su hombro.

—No te muevas—dijo Brittany.

—¿Estoy muerta?—murmuró Santana, su rostro todavía enterrado en las rocas.

—No a menos que te dispare—dijo Brittany—Lo que todavía es una opción ¿Qué demonios estabas pensando?

Santana trató de darse la vuelta y Brittany se lo impidió.

—Te dije no te movieras. Algo puede estar roto.

—Tengo que moverme, Britt ¿O quieres llamar a una ambulancia y que me recojan en la esquina de la calle de allá?

Santana tenía razón.

Estaban a más de una hora de distancia del comienzo del sendero, casi dos. Brittany la ayudó a rodar sobre su espalda, viendo sangre en el rostro de Santana.

—Estás loca—susurró ella—Podrías haberte matado.

—Oh, solo fueron 20 pies.

—Son 25 casi 30—respondió mientras echaba agua en su mano para limpiar la sangre de la boca de Santana—Además, no sabías lo lejos que estaba. Jesús, Santana, podría haber sido uno de los acantilados que caen en el cañón

Se pensamiento le sacudió y se sentó, tratando de no imaginar el cuerpo destrozado de Santana después de una caída en el cañón Sycamore.

O peor aún…en el fondo rocoso del cañón Coyote.

La miró a los ojos.

—Por favor, no vuelvas a hacer eso.

—Sabía que no caería en el cañón—dijo Santana—Él nunca hubiera terminado las cosas de esa manera. Decepcionante.

—Oh ¿así que estabas confiando en que un asesino en serie enloquecido supiera que no era una caída hacia el cañón?

—Bueno, si lo pones de esa manera…—dijo Santana cuando se sentó, flexionando sus hombros—…Tal vez no fue una de mis mejores decisiones.

—¿Puedes mantenerte en pie?

—¿Qué alternativa tengo? ¿Un helicóptero de rescate?

Brittany se levantó, ayudando a Santana a ponerse en pie. Notó la mueca que Santana trató de ocultar.

—¿Qué te duele?

—Todo—miró más allá de Brittany y suspiró—Teníamos al bastardo ¿Por qué simplemente no le disparamos para acabar con todo de una vez?

—Oh, sí. Ese iba a ser nuestro plan ¿no?

—Así que el algoritmo estaba en lo correcto—Santana sonrió—¿Puedes creerlo?

—En realidad no. Nunca hubiese imaginado esta ruta.

—Pero tenías razón. Él hace una verificación. Supongo que por sorprenderlo, no va a utilizar esto como vertedero.

—Si él está explorando lugares…

—Entonces va a matar de nuevo—Santana terminó por ella—Vamos a salir de aquí. Tengo que llamar a Hudson y tenemos que hablar con Will y tener algún tipo de plan. No quiero quedarme sentada y esperar a que el próximo cuerpo sea encontrado.

—Te golpeaste en la cabeza. Podrías tener una conmoción cerebral o algo así—dijo Brittany—¿Seguro que quiere…?

—Estoy segura que no tengo una maldita conmoción cerebral.

—Por supuesto que no—dijo Brittany—¿Con esa cabeza dura? ¿Qué estaba pensando?

—Gracioso, asistente Pierce.

Brittany agarró el brazo de Santana, ayudándola, notando su cojera al caminar.

—Va a llevarnos un buen par de horas salir de aquí, agente López—dijo preguntándose si tal vez Santana no se había torcido el tobillo en la caída.

—Puedo hacerlo.

—Sólo quise decir que ya es después del mediodía ¿Por qué no vas al equipo y yo me encargo con Will?—ofreció.

—Sí. Está bien. Ve cómo se siente él acerca de vigilar algunos senderos esta noche.

—Él va a adherirse a tu decisión—dijo Brittany, guiando a Santana hacia la grieta en las rocas.

—Eso está bien, pero quiero su aporte. No quiero que sienta que simplemente vine aquí para asumir el control.

—Hemos invitado al FBI ¿recuerdas? ¿Puedes arreglártelas?

—No tengo elección.

—Tal vez haya otro camino.

—No hay tiempo, Britt. Pero iré primero. En caso que me caiga, podrás atraparme—dijo tratando de ocultar el dolor con su sonrisa.

—Sin caídas ¿de acuerdo? Porque las dos sabemos que no puedo atraparte.

Santana se acercó, haciendo una mueca cuando agarró el borde de la roca.

—¿Qué tan mal está?—preguntó Brittany.

—¿Qué?

—Tu hombro.

—Sólo se atasca un poco. Va a estar bien—hizo una pausa—¿Tal vez podrías darme un empujón?

Brittany sabía que no debía discutir.

La forma más rápida de salir era regresar por el sendero por el que habían llegado. Encontrar una ruta alternativa que no implicara que Santana tuviera que subir a través de una grieta podría tomar más tiempo que toda la caminata de regreso.

Así que tomó las caderas de Santana, dándole un impulso hacia arriba.

Fingió no escuchar el gemido de dolor mientras Santana se empujaba a sí misma a lo largo de las rocas.

Fiel a su palabra, Santana se las arregló, sin embargo fue insoportable para Brittany ver…y escuchar…mientras luchaba con su dolor.

Santana se acostó en las rocas planas, su mano derecha masajeando su hombro izquierdo lesionado.

—¿Está dislocado?—preguntó Brittany.

—No—volteó su cabeza con una sonrisa casi perezosa en su rostro—¿Sabes por qué me caí?

Brittany negó con la cabeza.

—Me estaba dirigiendo directamente hacia ese maldito cactus. Hice un giro en el aire muy elegante para evitarlo.

Brittany casi se echó a reír, imaginando a Santana envuelta alrededor del enorme y espinoso cactus. Un hombro dislocado hubiese sido el menor de sus preocupaciones.

Habrían pasado horas tratando de sacar las espinas de ella.

—Lo sé. Divertido ¿no?

—Podrías haber sido una yuca—dijo Brittany—Esas cosas podrían cortar como un cuchillo. Pero creo que es posible que hayas tomado la decisión correcta—se puso de pie ofreciendo su mano a Santana—Por supuesto, saltar en primer lugar me lleva a cuestionar tu cordura.

—A veces olvido lo vieja que soy.

Brittany hizo una pausa con las cejas levantadas. Nunca había especulado sobre la edad de Santana. Asumía que estaba cerca de la suya.

—33 años. Por unos cuantos meses más.

Brittany asintió.

—Me ganaste por un año.

Santana flexionó su hombro varias veces y luego hizo un gesto a Brittany para que guiara el camino.

—Puedo mantener el ritmo. No vayas lento por mí.

—¿Y el tobillo?

—Maldita sea ¿también te diste cuenta de eso?

—¿Es un esguince?

—Digamos que está torcido—dijo Santana.

Brittany rió.

—Digamos que es obstinado.

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Capitulo 28

—Dame un respiro, Finn. Estás soñando si crees que tu equipo podría haberlo hecho mejor—Santana abrió el armario en el cuarto de baño, revisando sus opciones—Ellos habrían aterrizado en el maldito cactus— murmuró, deseando haber podido tomar algo más fuerte que el ibuprofeno que encontró.

—¿Qué cactus?

—No importa. Sólo estoy diciendo que no había nada más que pudiéramos haber hecho.

—Voy a ir hasta allá.

—No. Al infierno que lo harás.

—¿No?

—No. No necesitamos tus trajes y corbatas aquí. Estamos cerca. Como le dije a Figgins, no quiero que él desaparezca por tener al FBI merodeando por todo el lugar.

—Bueno, es obvio que no puedes atraparlo, López.

Ella se echó a reír.

—Y tú también estás haciendo un tremendo trabajo con eso, Finn ¿Ya sabes dónde secuestraron a Collie? ¿Las cámaras de vigilancia? ¿Cualquier cosa?

—Tenemos las cintas del estacionamiento. Collie no estaba en el coche cuando éste fue abandonado. Y no podemos obtener un rostro. Sabía dónde estaba cada cámara y las evitó.

—¿Así que no tienes nada?

—Tengo lo que tú tienes.

—Yo, al menos, tuve una visual del bastardo—respondió ella.

—Sí. Tuviste algo demasiado bueno ¿no?

—Jesucristo, Finn ¿aprendiste tus modales con Collie o qué? Que yo sepa, estábamos en el mismo maldito equipo—dijo ella sintiéndose satisfecha al terminar primero la llamada.

Por alguna razón, no tuvo la misma gratificación que solía tener cuando le colgaba a Collie.

Colocó en la palma de su mano un puñado de píldoras de la botella, contando cuatro antes de regresar el resto. Las metió en su boca, bajándolas con un trago de agua.

Su tobillo le estaba matando, pero el dolor en su hombro se había calmado. La bolsa de hielo que había puesto en él anteriormente había ayudado.

Se sorprendió que no se hubiera dislocado.

Después de caer tan mal, torciéndose el tobillo, su hombro había soportado todo el peso de su cuerpo. No le había dicho a Brittany, pero en realidad se había desmayado por un momento cuando su cabeza golpeó contra las rocas.

Con todo, si tuviera que hacerlo de nuevo, le dispararía al bastardo.

No era exactamente seguir las reglas, pero en su línea de trabajo, las normas eran ambiguas, para no decir más.

Regresó nuevamente a la sala principal, sentándose en su sillón reclinable con cautela, aliviando la presión de su tobillo elevándolo. Lady Tubbington encontró su regazo y ella se echó hacia atrás, cerrando sus ojos mientras acariciaba al gatito.

El fuerte y constante ronroneo le arrulló hasta un estado de completa relajación. Si lo permitía, sabía que se quedaría dormida, pero no podía.

Tenía trabajo que hacer, nuevos datos que almacenar e introducir en el programa.

Y necesitaban un plan de juego.

Sólo podía mantener a Figgins alejado por un tiempo. Él ya estaba presionando para mover a Finn y al equipo.

Pero su instinto le decía que si dejaba caer esa cantidad de agentes en Sedona, Patrick desaparecería.

Y estaban tan cerca, podía sentirlo.

Si perdían esta oportunidad y él salía del radar nuevamente durante un año o más, entonces él habría ganado otra ronda y entonces ellos tendrían que esperar que comenzara la próxima ola de asesinatos.

A menos, por supuesto, que Finn pudiera desenterrar algo en Phoenix, y eso parecía ser poco probable.




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—¿Ella saltó del borde? ¿Acaso está loca?

Brittany le arqueó una ceja a Quinn.

—¿Tú crees?

—¿Así que lo tenían? Quiero decir ¿lo tenían y él simplemente saltó y ella le siguió?—sonrió—Ahora eso sí que es sexy, no mas que mi Rach, pero lo es.

—Eso es tan sexy—agregó Ryder—Dios, me hubiera gustado ver eso. Ella es increíble.

Brittany los fulminó con la mirada.

—Están perdiendo el punto. Ella saltó a ciegas por un precipicio, sin saber si se trataba de una caída de treinta metros o de 3 metros. Pudo haberse suicidado.

Will, que había estado escuchando en silencio, sacó el palillo de su boca, frunciendo su ceño pensativo.

—¿Estás segura que era él?

—Sí—dijo ella.

—Así que ¿cómo sabía él que no era una caída de treinta metros?

—Asumimos que hace un reconocimiento en los senderos. Al parecer, es muy cuidadoso en su investigación.

—O eso, o mucha suerte—se metió nuevamente el palillo de dientes—¿Y ahora qué?

—¿Cómo te sientes acerca de vigilar los senderos?

—¿De noche?—preguntó Quinn con sus ojos muy abiertos.

—Sí, de noche—dijo ella mirando a Will en busca de su aprobación.

—¿Es eso lo que Santana piensa deberíamos hacer?

Brittany asintió.

—Sí. Pero primero quería consultarlo contigo.

Will sonrió.

—Britt, podemos dejar de fingir que tengo algo que decir en todo esto. Perdimos esa oportunidad cuando invitamos al FBI.

Una vez más, Brittany sintió la necesidad de defender a Santana.

—Ella siempre ha pedido nuestra opinión sobre las cosas. No diría que hemos perdido nuestra voz. Al menos, ella no ha hecho que parezca de esa manera.

—No. Ella ha sido muy buena manteniéndonos informados e incluyéndote en esta búsqueda. Eso no fue lo que quise decir" él se dirigió hacia su oficina.

—Dile que haremos lo que ella piense sea mejor.

Brittany miró a Quinn.

—Tú y Ryder prepárense.

—¿Esta noche?

—Si.

Por supuesto sólo estaba especulando, pero asumía que Santana querría vigilar las rutas esta noche.

Eso si podía caminar.

—Pero...los pumas—dijo la ojiverde, su voz temblorosa—Y...y las serpientes de cascabel… y Rach tenía la cena preparada… ella quería… nosotras…

—Si ¿Y?

—Creo que tal vez eso no sea una buena idea.

—Has estado aquí años ¿Cuándo fue la última vez que escuchaste hablar de que alguien fuera atacado por un puma?

—Lo escuchas todo el tiempo—dijo Quinn.

—Pero aquí. Estoy hablando aquí en Sedona. Escuchas hablar de eso donde las ciudades traspasan el límite del desierto, sí ¿Pero aquí?

—Mira, soy una chica de ciudad, nacida y criada. Y estar en los senderos de noche no es mi idea de diversión.

—La mía tampoco—dijo Brittany—Pero es nuestro trabajo, así que aguántate. Te llamaré más tarde para decirte la hora y el lugar. Dile a Rachel que fue una orden, pero la recompensaras—se volteó para irse, pero Ryder se lo impidió.

—Espera. Casey O'Connor llamó—dijo él mirando un trozo de papel en su mano—De Dallas. Ella recibió tu correo electrónico y quería discutirlo contigo, pero dijo que simplemente te respondería por escrito.

—Está bien—Brittany miró la computadora en su escritorio, pero decidió esperar el email.

Estaba ansiosa por regresar con Santana.

Ella estaba cojeando notablemente cuando regresaron, a pesar de que había tratado de ocultar su malestar.

—Me pondré en contacto con ella más tarde. Tengo que ir a ver a Santana.

Quinn le guiñó un ojo.

—Verificando como está ¿huh?

—Sí, verificando cómo esta. Realmente ella debería ver a un médico—dijo la ojiazul haciendo caso omiso a su descarada insinuación—Y tenemos que decidir lo de esta noche—le señaló con el dedo—Prepárate. Si quieres yo hablo con tu morena.

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Capitulo 29

Brittany se detuvo en la puerta, esperando que la voz familiar de Santana le dijera que la seguridad estaba apagada, pero los altavoces se mantuvieron en silencio.

Se debatió si confiar en que estaba apagada o asegurarse y llamar. Se decidió por lo segundo.

Una voz soñolienta contestó su llamada.

—Lo siento. Estoy afuera. No sabía si era seguro entrar.

—Me quedé dormida—dijo Santana innecesariamente—Pero sí, entra.

Brittany abrió la puerta, encontrando a Santana despatarrada en su sillón reclinable, Lady Tubbington sentada en su pecho como si estuviera protegiéndola.

Sin pensarlo, Brittany sacó su teléfono y les tomó una fotografía. No que necesitara recuerdos de ellas cuando se fueran, pero la pose de Lady Tubbington y los ojos soñolientos de Santana había sido demasiado para resistirse.

—¿Una foto?

—Sí—Brittany guardó su teléfono—¿Cómo te sientes?

—Si alguien más que no fueras tú me preguntara eso, mentiría y diría que me sentía bien.

—Está bien ¿Y la verdad?

—Me siento como el infierno.

Brittany notó la bolsa de hielo atada a su tobillo.

—¿Inflamado?

—Un poco.

Brittany puso las manos en sus caderas.

—"Tienes que ver a un médico.

—No.

—Podríamos ir…

—No—dijo Santana—Ya he tenido suficiente de médicos. Sólo se torció un poco. Va a estar bien. Puedo vendarlo.

—¿Tomaste algo? ¿Tienes medicamentos para el dolor?

—Tomé ibuprofeno. Tengo medicinas para el dolor, pero me noquean. Tengo que estar centrada.

—Está bien. Tú sabes mejor que nadie—dijo sin querer presionarla—¿Tienes hambre?

—Me muero de hambre.

Brittany miró hacia la cocina.

—¿Tienes algo que pueda cocinar?

—En realidad no—Santana levantó las cejas—¿Pizza?

—¿Otra vez?

—Bueno, ellos hacen entregas. Y los tengo en la marcación rápida.

Brittany asintió.

—Pizza está bien—fue a ayudar cuando Santana trató de levantarse.

—Gracias. Tengo que actualizar los datos en el algoritmo. Tomará un poco de tiempo para que comience a funcionar.

—Está bien. La detective O'Connor me llamó mientras estábamos fuera. Me envió un e-mail, pero aún no lo he comprobado.

La cojera de Santana era notable mientras caminaba con sus pies descalzos hacia su oficina. Señaló su computadora portátil que estaba en el sofá de dos puestos.

—Puedes usarla, si lo deseas. Llamaré a la pizzería y actualizaré el programa. Me tomará unos minutos.

Brittany se dejó caer en el sofá de dos puestos, poniendo en funcionamiento la portátil.

Lady Tubbington saltó del sillón reclinable a su regazo en un gran salto, ronroneando con fuerza mientras miraba a Brittany.

—Sí, ya sabes que eres linda ¿verdad?—la arrulló rascándole bajo la barbilla cariñosamente.

Estaba a punto de abrir un navegador cuando vio dos carpetas en la esquina superior derecha del monitor.

Su nombre estaba vinculado a ambas.

Una se titulaba Departamento de Policía de los Ángeles. La otra, Personal. Las miró fijamente sabiendo que eran la verificación de antecedentes que

Santana había hecho de ella. Sabía lo que la LAPD contendría, eso no era ningún secreto.

¿Pero su archivo personal?

¿Qué podría haber encontrado el FBI que justificara su envío a Santana?

Quería ignorar los archivos.

Realmente quería hacerlo.

De hecho, abrió un navegador para comprobar su correo electrónico. Pero la curiosidad simplemente pudo más que ella. Rápidamente cerró el navegador y otra vez miró los dos archivos.

Se mordió el labio inferior echando un vistazo por el pasillo y Santana no estaba a la vista. Un rápido doble clic abrió el archivo y lo leyó, sus ojos se movieron rápidamente a través de las palabras.



—¿Qué demonios?—murmuró.

Sus ojos se abrieron mientras leía.

¿Jena Sommers?

¿Estaba durmiendo con Jena?

Su pecho se sentía apretado mientras su corazón se aceleraba, respiraba con dificultad mientras las palabras hacían efecto en ella.

Erin había estado saliendo con otras cuatro mujeres.

No sólo saliendo.

Estaba durmiendo con ellas.

Teniendo relaciones sexuales.

Cerró sus ojos con fuerza.

Estaba teniendo relaciones sexuales con otras cuatro mujeres…incluyendo a Jena Sommers, la mejor amiga de Brittany en la fuerza, además de Mark…aun así Erin juraba que amaba a Brittany.

Las últimas palabras de Erin volvieron a ella…Erin llorando, suplicándole que no terminara su relación, diciéndole a Brittany que le estaba matando, que estaba rompiendo su corazón.

Erin le había prometido amor y devoción, diciéndole que podrían resolver las cosas.

Y Brittany había cedido, diciéndole que hablarían de eso.

Y luego la culpa, porque nunca tuvieron esa oportunidad de hablar.

La culpa, porque Brittany sabía que no estaba enamorada de Erin.

Y más culpa, porque pensaba que debía haber estado enamorada de ella.

Después de todo, Erin había dicho que Brittany era su vida.

Una vida tan corta.

Brittany levantó la mirada cuando Santana salió de su oficina.

Santana levantó una ceja interrogante.

—¿Qué pasa?

—¿Lo sabías? ¿Todo este tiempo lo sabías?

—¿Saber qué?

Brittany tiró el ordenador portátil y a Lady Tubbington hacia un lado, poniéndose de pie con rapidez, paseándose por el pequeño espacio de la casa rodante.

—Erin. Sabías sobre Erin.

La mirada de Santana dejó su rostro, clavándose en el ordenador portátil.

—Los archivos—dijo Santana en voz baja—¿Los has leído?

—Leí uno de ellos, sí ¿Por qué demonios no me lo dijiste?

—Brittany…

—Sabías lo que estaba pasando, pero no me lo dijiste—Brittany se volteó rápidamente, apresurándose hacia la puerta.

Tenía que escapar.

Necesitaba un poco de tiempo, un poco de espacio, para absorber esto.

No sabía que le dolía más…Erin engañándola o Santana ocultándoselo.

—Brittany, espera…—Santana la llamó desde las escaleras de la casa rodante.

—No. Déjame en paz—dijo mientras se apresuraba hacia su Jeep.

—No leí los archivos, Britt. Te dije que no lo haría.

Brittany abrió de un tirón la puerta y luego se volteó viendo a Santana…sus pies aún desnudos…cojeando detrás de ella.

La visión de Santana luchando para llegar a ella hizo que su corazón se apretara, haciendo que se sintiera mareada.

—Por favor no te vayas, Britt.

Brittany se quedó ahí, con una mano sin soltar la puerta del Jeep, las palabras de Santana causaron todo tipo de emociones dentro de ella.

Sus ojos se encontraron y Brittany perdió su ira casi de inmediato.

—¿Pero lo sabías? ¿Sabías sobre Erin?

Santana asintió.

—Figgins me dio la versión corta, sí. Pero no leí el archivo.

—Luché con mi culpa por tanto tiempo—dijo Brittany—¿Por qué no me lo dijiste?

—Porque necesitabas dejar de lado tu sentimiento de culpa por ti misma. Necesitabas superarlo sin tener una muleta en la que apoyarte. Si te hubiera dicho la verdad, la culpa habría sido reemplazada por la ira. Y habría sido una ira que nunca hubieras podido superar porque ella no estaría aquí para enfrentarla.

Brittany sabía que esa era la verdad, pero aún le dolía que Santana lo hubiera escondido de ella.

—Ya has dejado ir tu culpa ¿no es así?

Brittany asintió.

—Así que ahora puedes estar enojada con ella, pero no será una ira que te consuma, como lo hizo el sentimiento de culpa.

—Sí. Sí, estoy enojada. No puedo creer que ella hiciera eso. Quiero decir, sabía que no estaban funcionando las cosas entre nosotras. Sabía que no estaba enamorada de ella. Así que traté de hacer lo correcto. Traté de ponerle fin. Y ella me rogó que no le dejara. Me rogó, Santana—Brittany cerró la puerta del Jeep, alejándose y paseando nuevamente—¿Por qué? ¿Por qué haría eso si ya estaba viendo a las otras? ¿Por qué me haría eso a mí?

—No lo sé. Quizás ego. Tal vez no podía soportar la idea de ser abandonada.

—Me he castigado a mí misma durante tres largos años. Quiero decir, ella dijo que me amaba. Ella dijo que yo le estaba matando. Esa mañana, ella dijo que yo le estaba matando por dejarla. Así que no lo hice. Y esa noche, creí que era verdad. Que la había matado.

—No, Britt. Tú no la mataste.

Brittany le miró intensamente, sus ojos conectados mientras su enojo se disipaba.

Finalmente había dejado ir su culpa. Había perdido demasiado tiempo y energía aferrada a ella. No iba a dejar que la ira ocupara su lugar, por lo que la dejó ir.

Suspiró, sus ojos viajando sobre el cuerpo de Santana y aterrizando sobre sus pies.

—Dios, Santana, no puedes salir al desierto sin zapatos ¿En qué estabas pensando?

—No quiero que te vayas.

Una vez más, esas palabras tocaron un punto muy profundo en ella, provocando que una oleada de afecto surgiera.

Fue hacia Santana, envolviendo sus brazos alrededor de ella y tirando de ella en un fuerte abrazo, sintiéndose completamente segura cuando los brazos de Santana se deslizaron alrededor de su cintura.

Permanecieron ahí durante un largo rato abrazándose en silencio. Las palabras no eran necesarias, lo sabía.

Se apartó un poco, rozando sus labios con los de Santana.

—Vamos, vamos a llevarte adentro. No quieres pisar un escorpión.

—¿Escorpión? ¿Hay escorpiones?

—Por supuesto. Dicen que la picadura podría hacerte caer de rodillas.

—Genial—murmuró Santana, apoyándose en Brittany mientras regresaban a la casa rodante.

En los escalones, Brittany se detuvo. Acarició el rostro de Santana, apartando suavemente el cabello de sus ojos.

—Siento haber leído el archivo. Era tu computadora portátil. Debí haber respetado tu privacidad y no abrirlo.

—Yo hubiera hecho lo mismo. Tenías derecho a saber.

Después que Brittany le ayudó a subir los escalones y a sentarse en el sillón reclinable, Lady Tubbington se unió a ellas, su ronroneo tan fuerte como siempre. Santana la acarició, sintiéndose reconfortada por el pequeño gato.


—¿Puedo ofrecerte algo?

—Me encantaría algo de beber. Algo con un poco de sustancia—dijo ella.

Brittany levantó una ceja.

—El gabinete encima de la despensa. Whisky.

Brittany lo encontró y se detuvo antes de servirlo.

—¿Hielo o en serio?

—En las rocas.

Santana observó mientras ella se servía una generosa cantidad en un vaso y luego, como debatiéndose consigo misma, Brittany consiguió un segundo vaso para ella.

Volvió al sofá de dos puestos, mirando el ordenador portátil que había dejado de lado anteriormente.

—Tal vez intentaré esto nuevamente—dijo Brittany, poniéndolo en su regazo.

Santana asintió mirándola.

—¿Qué dijo Will acerca de la vigilancia?

—Lo dejó en tus manos. Tengo a Quinn y a Ryder esperando. No pensé que necesitaríamos más que eso ya que tus programas sólo tienen un objetivo, tal vez dos, con altas probabilidades—Brittany la estudió—¿Vas a estar lista para eso? Quiero decir, tu tobillo…

—Estaré bien—dijo Santana.

Al menos esperaba que así fuera.

Para probar su punto, se levantó sin ayuda, aunque estaba segura que Brittany había visto la mirada de dolor en su rostro. Todavía le dolía poner mucho peso sobre él.

—Tengo que comprobar el algoritmo, veré si está listo para convertirlo. Aunque no puedo imaginar que él salga esta noche, no después de nuestra pequeña persecución de hoy.

—Es así de arrogante—dijo Brittany—¿Viste esa sonrisa en su rostro justo antes de saltar?

—Sí. Creo que…—pero el sonido de su teléfono le interrumpió—López—respondió, con sus ojos aun mirando a Brittany.

—Es Finn Hudson. Tengo un informe de personas desaparecidas. No oficial, solo ha sido desde esta mañana, pero es una estudiante universitaria. Levantó una bandera roja.

—¿De dónde?

—Flagstaff. Vista por última vez en una pequeña cafetería en el límite del campus

Santana se encontró con los ojos de Brittany.

—La cafetería.

—¿De qué estás hablando?—preguntó Finn Hudson.

—Nada. No importa ¿Qué otra cosa?

—No se presentó a ninguna de sus clases hoy. Su compañera de habitación llamó a la policía del campus cuando no se presentó a su grupo de estudio.

—Está bien ¿cómo se llama?—preguntó Santana mientras entraba en su oficina.

—Tiffany Eisenhower. 19

—¿Verificación de antecedentes? ¿Estamos seguros que no anda por ahí con un novio o algo así?

—Es demasiado pronto para etiquetarla como una persona desaparecida, lo sé López, pero con todo lo que está pasando…Pero sí, estamos haciendo una verificación.

—Está bien, Finn, saldremos a los senderos esta noche. Tal vez tengamos suerte y atrapemos al bastardo.

Terminó la llamada entonces comprobó el algoritmo.

No podía apresurarse y miraba el flujo de datos a través de la pantalla, el código no era nada más que incoherencias para ella.

—¿Qué pasa?—preguntó Brittany detrás de ella.

—Una chiquilla desaparecida. Vista por última vez en la cafetería que vigilé la otra semana.

—Así que Flagstaff ¿Crees que lo hará esta noche?

—Ese ha sido el patrón. Matarlas y luego esconderlas por un par de días.

Brittany hizo un gesto hacia la computadora.

—¿Cuánto tiempo más?

—No debe tardar mucho.

—Y luego la conversión?

—45 minutos más o menos. Tenemos tiempo. No creo que salga hasta después de la medianoche.

—Cierto. Debería informarle a Will y a los chicos—dijo Brittany—¿Debo decirles que nos veremos todos en la oficina?

—Sí. Primero tenemos que decidir un plan ¿Cuál es la fase de la luna? ¿Tendremos luz?

Brittany negó con la cabeza.

—No lo creo. Luna Nueva.

—Grandioso. No creo que tu departamento esté equipado con gafas de visión nocturna ¿huh?

—Cariño, tenemos suerte de saber qué son gafas de visión nocturna—levantó su teléfono—Voy a llamar a Will.

Santana asintió, sintiendo un extraño aleteo en el estómago por el uso casual del apodo cariñoso por parte de Brittany.

Cariño.

Cerró sus ojos por un segundo, preguntándose cuándo había sido la última vez que alguien le había llamado cariño.

Por supuesto, con la naturalidad con la que lo había dicho, seguramente para Brittany no había significado nada.

Sorprendentemente, quería que significara algo.

—No vayas ahí—susurró ella.

Se iría pronto.

Dejando a Sedona y a Brittany detrás.

Dejando a Brittany… aunque sabía que estaba enamorándose de ella, podría enamorarse de ella con todas las de la ley si se lo permitía a sí misma.

¡No!

Tenía un trabajo que hacer.

Cristo, no podía dejar que sus sentimientos se interpusieran en su trabajo.

Así que alejó cualquier pensamiento de Brittany, mirando el ordenador, dispuesta a terminar el recorrido.

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Capitulo 30

Santana escuchaba mientras Brittany repasaba el plan con los chicos.

El algoritmo había presentado un 88 por ciento de probabilidad de que su próximo golpe sería en el Mirador del Diablo.

La segunda más alta había sido el sendero de la catedral de la roca con un 52 por ciento, aunque Brittany no pensaba que esa sería probable.

Había dicho que la catedral de la roca estaba una milla y media más lejos, escalando directo hacia la roca. El sendero era un paraíso para un fotógrafo, era el único lugar donde había una vista de 360 grados del Valle Verde y Sedona.

Brittany pensaba que perderían su tiempo vigilándolo, pero Santana no quería dejar nada al azar. Pero algo le estaba molestando y no podía determinarlo.

Era casi como si hubiera olvidado algo.

—¿Agente López?

Se dio la vuelta, viendo la expresión expectante de Brittany.

—Lo siento ¿Qué?

—¿Comunicación?

—Sí.

Brittany levantó una ceja.

—Correcto ¿Radio de mano o confiamos en nuestros celulares?

—Oh. Lo siento ¿Qué piensas tú?

—Lleven los radios—dijo Will—El rango es bueno. De esa manera, puedo monitorizar lo que está pasando desde aquí.

Santana asintió.

—Está bien ¿Pero tienen auriculares? Tenemos que ser excepcionalmente silenciosos.

Will miró a Brittany, quien negó con la cabeza. Santana suspiró, pensando que no debería ser tan difícil formular un plan y ponerlo en acción.

—Llevaremos los radios, pero nuestra comunicación tiene que ser mínima. Sin radio a menos que tengan algo. Usen su celular para cualquier otra cosa—miró a los demás—Y no olviden ponerlo en vibrador, por favor.

—Así que, la catedral de la roca, quiero decir, está justo arriba—dijo Quinn—¿Nos escondemos al inicio del sendero o qué?

Santana miró a Brittany. No tenía ni idea de cómo lucía el sendero.

—La única protección que tienes son los primeros cien metros—dijo Brittany—Después de eso, no hay más que matorrales, por lo que no querrás ir demasiado lejos.

—¿Y el mirador del Diablo?—preguntó Santana.

—El inicio del sendero está antes del camino Bear Creek, así que la mayoría de la escalada se realizará en vehículo. Tendremos enebros y árboles de madera dura en una buena parte de ella, antes que se abra hacia el borde.

—¿Will? ¿Puedes llevarnos allá?

—Sip. Yo los llevo, luego regresaré aquí para esperar. Y llamar a Phoenix si es necesario.

—Sé que va a ser una noche muy larga, especialmente si él no se aparece, pero tenemos que esperar ahí hasta el amanecer.

—Estamos bien—dijo Ryder—A menos que escuchemos el rugido de un puma. Entonces supongo que Quinn regresará por el camino en una carrera rápida—dijo con una risa.

—Sí. Y tú irás justo detrás de mí, sin duda.

—¿Podrían olvidar los malditos pumas?—dijo Brittany—Apenas huelan su olorcillo y correrán hacia el lado contrario.

—Sin embargo, tendría cuidado con las serpientes de cascabel—dijo Will con una ligera sonrisa. Sacó el palillo de su boca y apuntó hacia Quinn—Les gusta la catedral de las rocas.

Santana casi rió cuando el color desapareció del rostro de Quinn.

—Sólo bromeo—dijo Will—Ese maldito pedazo de roca es demasiado caliente para las serpientes de cascabel. Van a estar bien.

—Muchas gracias—dijo Ryder—Seré yo quien estará con la rubia toda la noche y tendrá que dar explicaciones a Rachel.

Santana miró su reloj.

—Está bien, son casi las diez. Me gustaría salir y estar establecida antes de la medianoche. Recuerden, sin radio a menos que sea absolutamente necesario.

Los cinco de hacinaron en la camioneta de Will, Brittany y Santana compartieron el asiento trasero con Ryder.

Brittany notó la ligera tensión en la pierna de Santana y el golpeteo nervioso de sus dedos contra su muslo. Se acercó aún más.

—¿Qué pasa?—susurró.

—Esto no se siente bien.

Brittany levantó las cejas en una pregunta silenciosa.

—Tower Ridge.

—Pero…

—Ahora él podría asumir que nosotros descartamos ese sendero ¿no?

—Sí. Sin embargo, tu programa dice el mirador del Diablo.

—Eso es porque el programa cree que Tower Ridge fue el último vertedero…No lo fue.

Brittany miró por el espejo retrovisor, mirando los ojos de Will, preguntándose cuánto de su conversación podrían escuchar los demás.

No importaba.

Si Santana tenía dudas, tenían que hablar de ello.

—Dime lo que estás pensando—dijo en voz baja.

—Él podría asumir que nosotros no apuntaríamos hacia el mismo camino, tomando en cuenta que casi lo atrapamos ahí. Y eso es exactamente lo que estamos haciendo. Estamos asumiendo que va a elegir un lugar diferente. Es lo lógico. Eso es lo que nuestro programa nos dice—Santana golpeó ligeramente la pierna de Brittany, como si estuviera haciendo un punto—Pero ¿y si él está pensando lo mismo? Él sabe que no volveríamos a ese sendero ¿Por qué lo haríamos? Le pegamos un susto. Así que él hace lo contrario, pensando que estará seguro. Tomará el mismo sendero Tower Ridge, asumiendo que lo estaremos buscando en otro lugar.

Tenía mucho sentido pero Brittany se mostró reacia a seguir la corazonada de Santana contra lo que el algoritmo les estaba diciendo.

La camioneta disminuyó la velocidad y Brittany se encontró nuevamente con los ojos de Will. Él estaba deteniéndose a un lado de la carretera.

Al parecer, les estaba escuchando.

—Yo estaría de acuerdo con la agente López en esto—dijo él volteándose en su asiento—Así que, decídanse. El sendero catedral de la roca está justo delante.

Quinn también se volteó.

—¿De qué están hablando?

Santana miró a Brittany.

—¿Qué piensas?

Brittany respiró profundamente.

—Está bien. Hagamos como dices.

Santana rápidamente apretó su mano y luego se volteó hacia los chicos.

—Cambio de planes. Ustedes dos irán al mirador del Diablo. Nosotras regresaremos a Tower Ridge.

—Pero…

—Sólo una corazonada, Quinn, creo que él irá ahí nuevamente.

—Está bien. Pero si tu intestino es incorrecto, entonces Ryder y yo estaremos atrapados con 88 por ciento de probabilidad de que él atacará en el mirador del Diablo—dijo la ojiverde, su voz revelando su terror.

—Eres policía. Debes ser capaz de manejar la situación.

—Sí, pero…

—Quinn, te irá bien—dijo Brittany, sintiendo la necesidad de tranquilizarla—Has tenido la formación. Sigue tu instinto. Además Rachel no nos perdonaría si te pasara algo.

—No le dispares a nadie—añadió Will.

—Está bien. Sí. Entonces estaremos bien—dijo Quinn con una rápida mirada nerviosa a Ryder.

Brittany entendía su miedo.

No había estado tanto tiempo en la fuerza y todo ese tiempo lo había pasado aquí en la tranquila Sedona. Ahora le estaban pidiendo que aprehendiera a un posible asesino en serie. Eso, después de lidiar con nada más que campistas ruidosos ocasionales o llamadas de violencia doméstica durante toda su carrera.

—Sí, estarán bien—dijo la ojiazul nuevamente.

Todos permanecieron en silencio durante el resto del viaje hacia el mirador del Diablo.

Will entró en el inicio del sendero y luego se volteó en su asiento, lanzando una mirada inquieta hacia ella. Brittany asintió con la cabeza, con la esperanza de tranquilizarlo.

Como Santana había dicho, eran policías.

Ellos deberían ser capaces de manejar esto.

Ryder fue el primero en salir y Brittany notó cómo sus manos seguían tocando su arma como si estuviera comprobando dos veces…y hasta tres veces…que estaba armado.

La noche era fría y él se colocó una chaqueta ligera y luego metió botellas de agua en cada bolsillo. Quinn estaba junto a él, con una sonrisa incómoda en su rostro. Ella también tomó un par de botellas de agua.

—Recuerden, en silencio—dijo Santana—Si piensan que lo ven, llamen al celular de Britt. Si están seguros que es él, usen la radio. Entonces no necesitaremos preocuparnos de estar silenciosas de nuestro lado.

—Lo tengo.

—Este hombre usa cuchillos como arma de elección. Sin embargo, eso no significa que no estará armado—añadió Brittany, entregándoles una de las linternas de alta potencia.

—Estaremos bien—dijo Ryder—Nos vemos en la mañana.

—Ahora vigilen esos pumas, muchachos—dijo Will con un guiño, tratando de aligerar el ambiente.

Le arrojó a Quinn un pequeño mazo y Quinn rió.

—Si estoy lo suficientemente cerca para utilizar el mazo, estaré en grandes problemas—dijo pero obedientemente lo deslizó en su bolsillo.

—Cuiden su espalda—dijo Will, luego se alejó lentamente—Saben que van a mearse por completo si Patrick Doe aparece ¿no?

—Me imagino que sí—dijo Santana—Esperemos que tenga razón sobre Tower Ridge.

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Capitulo 31

Tan pronto como Will las dejó no perdieron tiempo escalando el sendero.

Santana quería estar encubierta por los arbustos antes de encender la linterna. Como Brittany había dicho, no había luz de luna y las condiciones eran terribles, especialmente para su tobillo torcido.

—Esto es lo suficientemente lejos—dijo la morena.

Brittany encendió inmediatamente la linterna, guiando el camino a través de la maleza y los árboles.

—Alumbra aquí—instruyó Santana cuando se quitó la mochila.

Rápidamente ensambló el micrófono digital. Era pequeño y compactó, no del rango que estaba acostumbrada a usar pero sería suficiente para su propósito. Agarró un pequeño auricular y lo levantó.

—Enciéndelo—dijo Santana.

Brittany lo hizo y la morena lo colocó en su oreja, entonces lo deslizó dentro de su propio oído. Le indicó a Brittany que se alejara.

—Prueba—dijo en voz baja, el micrófono colgando detrás de ella.

Brittany asintió.

Entonces Santana sacó un par de gafas de visión nocturna, que eran simplemente unos binoculares de visión nocturna y un equipo de cascos protectores. Los levantó.

—Sólo tengo un par.

—Tú guía, yo te sigo.

Agarró su cuaderno digital y su GPS localizador, marcando su posición. Rápidamente levantó el mapa de los senderos, volteándose hacia el norte para que pudieran establecer su rumbo.

—Quiero subir por el sendero mínimo tan lejos como lo hicimos esta mañana—dijo Santana.

Brittany negó con la cabeza.

—No habrá para escondernos. Además, no las mata al aire libre. Las esconde.

—Está bien, te dejaré decidir hasta donde llegamos—aseguró su paquete nuevamente, luego hizo un gesto hacia la luz—Apágala.

Con sus gafas de visión nocturna puestas, Santana fue capaz de seguir el camino con poca dificultad. Sin embargo, el micrófono estaba recogiendo sus pasos y algo más. Lo apagó, sabiendo que no les ayudaría mucho hasta que se hubieran detenido y estuvieran en silencio.

Durante treinta minutos seleccionaron el camino a lo largo del sendero, su tobillo latía constantemente con cada paso que daba. Pudo distinguir los acantilados más adelante y sintió que Brittany tiraba de su manga.

—Aquí.

Santana se detuvo, mirando a su alrededor y tratando de encontrar un escondite. Dos árboles de enebro muy juntos les ofrecían eso y ella cuidadosamente les guió fuera del sendero.

Una vez instaladas fuera de la vista, volvió a configurar el micrófono, manteniéndolo lejos de ellas y apuntando hacia abajo por el rastro que acababan de escalar.

Ambas guardaron silencio…escuchando…y Santana sonrió cuando el suave sonido de un búho hizo eco en su oído. Otros sonidos se filtraron, susurrando ruidos en las rocas, aves nocturnas.

Relegó todo eso como ruido de fondo y permitió que su entrenamiento se hiciera cargo, escuchando el sonido de una puerta de coche, pasos, ajustes de extremidades o conversación.


Después de 45 minutos empezó a inquietarse, mirando constantemente el reloj. Sintió que Brittany se movió cerca de ella y cerró sus ojos sintiendo el cálido aliento en su oreja.

—¿Por qué no nos sentamos? Sería más cómodo.

Asintió con la cabeza, encontrando un claro de roca sin cactus cercanos de que preocuparse. Se lo señaló a Brittany en silencio, luego se sentó a su lado. Estiró sus piernas, tratando de flexionar el tobillo. Lo tenía bien vendado, pero todavía le dolía.

Si encontraban a Patrick y había algún tipo de persecución, Brittany tendría que tomar la iniciativa.

Cuando pasó otra hora sin actividad, Santana comenzó a cuestionar todo su plan. Peor aún, temía que el algoritmo hubiera tenido razón y él hubiese elegido el mirador del Diablo, permitiendo que Quinn y Ryder fueran los que trataran de detenerlo.

Como si leyera su pensamiento, Brittany se acercó más.

—Es sólo medianoche.

—¿Y si me equivoqué?

—No es más que medianoche—dijo Brittany nuevamente.

Santana se acercó más, tocando la oreja de Brittany con su boca.

—La paciencia nunca ha sido mi fuerte.

La mano de Brittany apretó la de ella con fuerza.

—Mantente callada.

Santana trató de relajarse, pero treinta minutos más tarde, lució visiblemente nerviosa cuando sus dedos visiblemente comenzaron a tocar en su muslo una canción desconocida.

Finalmente se puso de pie, sus piernas sintiéndose acalambradas por estar sentada tanto tiempo. Hizo una mueca cuando probó su tobillo, el dolor extendiéndose por su pierna, lo que hizo que agarrara una rama para apoyarse.

De repente se detuvo cuando el micrófono recogió el sonido de un portazo, de la puerta de un coche y luego otro. Alcanzó a Brittany, tirando de ella a su lado. Una vez más, puso su boca directamente en el oído de Brittany.

—Tenemos que quedarnos extremadamente silenciosas—susurró la más baja.

Brittany asintió.

Santana ajustó sus gafas y luego extendió el micrófono lo más lejos que pudo de su cuerpo. Pudo distinguir los sonidos de pisadas en las rocas debajo de ellas. En poco tiempo, el débil resplandor de una linterna se pudo ver a través de los árboles y finalmente, una conversación apagada.

—Mantenla en movimiento.

—Se está moviendo ¿No es así, niña? No vamos a hacerte daño.

Escuchó dos voces masculinas confirmando lo que ya sabían…Patrick tenía un compañero. Pero escuchar el débil gemido de una chica trajo todo en perspectiva.

Patrick estaba llevando a su próxima víctima a Tower Ridge.

—Sí, Charles. Probablemente piensa que venimos aquí para una fiesta—dijo él con una sonrisa.

El gemido era más claro, pero amortiguado. Lo más probable es que estaría amordazada, pensó Santana.

Los pasos ahora eran más fuertes y los rayos de la linterna se vieron fácilmente mientras escalaban más arriba. Santana sintió como aumentaba su adrenalina, haciendo que su corazón latiera más rápido. Tomó respiraciones más profundas diciéndose a sí misma que había hecho esto cientos de veces.

Eso era cierto.

Sin embargo, nunca había hecho esto con Brittany. Si perseguían en silencio su objetivo, necesitaban completa simetría en sus movimientos, algo que normalmente se adquiría con meses de entrenamiento.

Su única esperanza era que el nivel de intimidad que habían establecido les guiara en un nivel diferente.

—Sigo pensando que debimos haber elegido un lugar diferente.

—Cállate.

Y no hubo más conversación, sólo los sonidos de los pasos y la laboriosa respiración que ahora podían escuchar.

Santana podía sentir lo tensa que estaba Brittany mientras el trio se acercaba a su posición. Extendió una mano, apretando firmemente el antebrazo de Brittany.

Como si sintiera su presencia, Patrick se detuvo y ladeó su cabeza, escuchando.

—¿Qué pasa?

—Pensé haber escuchado algo.

Santana sólo podía verlos a través de los árboles. Patrick estaba a la cabeza con la chica entre ellos. Al parecer, tenía las manos atadas a la espalda y de hecho estaba amordazada.

El hombre en la parte posterior…Charles…estaba armado. No que le sorprendiera, pero sí complicaba las cosas. Patrick barrió con su linterna hacia adelante y hacia atrás y luego continuó el sendero.

Una vez que el grupo estuvo frente a ellas, Santana nuevamente se acercó a Brittany.

—Vamos a seguirles, pero no demasiado cerca—susurró a su oído. Brittany asintió—El de la parte posterior tiene un arma—añadió.

Santana esperó hasta que estuvieron a treinta metros más o menos frente a ellas antes de salir de su escondite. Esperaba que los pasos del grupo amortiguaran el sonido de ella y Brittany.

Los miró, contando el ritmo de sus pasos antes de salir, su ritmo imitando el de ellos. El micrófono ahora era casi inútil, el sonido de sus pasos en las rocas era fuerte y distorsionado.

Pero lo mantuvo encendido.

Una vez que Patrick se detuviera, tendrían que estar preparadas para entrar en acción.

Temía que la chica tuviera poco equipo.

Saltó, como lo hicieron los otros, el fuerte gruñido agudo de un puma perforó la noche tranquila.

—¿Qué demonios fue eso?

—Tal vez un puma.

—Sonó cerca. Terminemos con esto.

—Hay un grupo de árboles más adelante. Es un buen lugar.

—¿Puedo hacerlo esta vez?

—No, Charles, no puedes hacerlo. Pero puedes jugar con ella después, si lo deseas.

Una vez más, el quejido amordazado de la chica fue ruidoso. Charles agarró sus manos por detrás, tirando de ellas cuando la chica trató de escapar.

—Ahora no te asustes por nosotros, niña. Terminará muy pronto.

—No demasiado pronto—añadió Patrick, la risa escalofriante hizo eco a través de las rocas—Vamos.

Santana sabía que no tenían mucho equipo, pero tenían que tener cuidado. Patrick, por supuesto, era quien manejaba el cuchillo. Charles, por otro lado, tenía un arma.

Cualquier arma podría matar a la chica.

Sacó su propia arma de la funda de cadera, siguiéndoles en silencio fuera del sendero. Se detenía cuando ellos lo hacían, nuevamente esperando que Brittany siguiera su ejemplo. No tenían manera de comunicarse y supuso que la visión de Brittany era limitada.

—Ahora, Tiffany… ¿ese es tu verdadero nombre? Fuiste escogida para unirte a una larga lista de mujeres hermosas—rió—Y a algunos hombres no tan bellos.

—Buena esa—dijo Charles con una sonrisa.

Santana vio que sostenía el arma con ligereza, su atención sobre Patrick y el ritual que estaba a punto de ocurrir. Podía distinguir los ojos de la chica, abiertos por el miedo…miedo que Santana casi podía oler.

—Al quitar tu vida, estoy añadiéndola a la mía. Me he vuelto invencible. Yo tengo el poder—dijo en voz alta mientras levantaba el cuchillo.

—Al infierno que lo tienes—gritó Santana.

Brittany se quedó congelada en el lugar, entrecerrando sus ojos en la oscuridad. La linterna que Charles sostenía giró hacia ella, pero Santana disparó su arma, dos disparos enviaron a Charles de espaldas sobre los arbustos, donde cayó al suelo. La chica cayó de rodillas, sus gritos ahogados en la noche oscura.

—Aléjate de ella o eres hombre muerto—instruyó Santana mientras se acercaba, su pistola apuntando a la cabeza de Patrick—Suelta el cuchillo.

—Agente López, finalmente nos encontramos—dijo él—Pensaba que su pequeña caída había sido suficiente para usted. Me ha sorprendido. Estaba seguro que usted pensaría que me había asustado de este sendero—miró su arma—No hay necesidad de amenazarme. Dudo que dispare.

Brittany luchó con su linterna, finalmente encendiéndola, la fuerte luz iluminando en la oscuridad. Santana se quitó las gafas de visión nocturna mientras Brittany alumbraba a Patrick, observando como él dejaba caer el cuchillo en las rocas.

—Eres un pedazo de mierda—dijo Santana—¿Cómo demonios secuestraste a Collie?

—Oh, sí, el agente Collie. Qué coño… soy el cerebro. Charles es la fuerza.
Él no tuvo oportunidad.

—Era la fuerza—corrigió Santana—Parece que te estás quedando sin hermanos—dijo obviamente conjeturando sobre su relación.

Por la mirada sorprendida de Patrick, la conjetura de Santana era correcta.

—John era prescindible, Charles no lo era.

—¿Prescindible porque era lento?

Patrick se rió.

—Él era retrasado mental, sí. Pero tenía sus habilidades. No, se convirtió en prescindible cuando desarrolló una debilidad por los detectives—se sentó en una roca y tranquilamente cruzó las piernas—Debí haberla matado cuando tuve la oportunidad.

—¿Por qué Collie?

Él se rió nuevamente.

—Me cansé de verlo en la televisión. El estúpido arrogante pensaba que podía acabar conmigo. Terminó suplicando por su vida y llorando como un bebé. Grande y duro agente del FBI mi culo. No era más que un cobarde.

Santana dio un paso más y Brittany vio el férreo control que tenía sobre su arma.

—Cierra la boca.

—¿O qué? ¿Vas a matarme?—él sonrió, mostrando incluso, sus dientes blancos—Tienes una pequeña y preciosa gatita en tu casa rodante. Te recomiendo que no la dejes sola. Quitarle la vida a las niñas bonitas, es mi pasión. Jugar con los animales es mi hobby.

Brittany sintió como subió la bilis en su estómago ante sus palabras. Echó un vistazo a Santana, esperando que no permitiera que Patrick entrara en su cabeza, esperando que no le permitiera hacer de esto algo personal.

Pensar que él hubiera estado cerca del equipo, lo suficientemente cerca para ver Lady Tubbington, hizo que quisiera dispararle ella misma.

Pero Santana no cayó en su trampa.

En cambio, le sonrió.

—No vas a tener la oportunidad de jugar con nada. Eres hombre muerto.

—Entonces dispárame—desafió él.

Santana sostuvo la pistola a sólo un palmo de su cabeza.

—¿Crees que no lo haría?

—No tienes las agallas.

—Tengo tantas muertes sobre mi conciencia, que una más no me hará daño.

—Entonces hazlo.

Brittany vio como el dedo de Santana apretaba el gatillo, vio sus ojos estrecharse y tuvo miedo que la morena enviara a este pequeño miserable al infierno en ese mismo momento.

Como le había dicho a Brittany, había hecho esto en innumerables ocasiones.

Estaba entrenada para hacerlo.

Pero esta vez, Brittany no iba a permitírselo. Santana ya no era esa persona, ya no era un francotirador de las fuerzas armadas.

Ya no era una asesina.

—Agente López, retírese—Santana no hizo nada más que parpadear—Agente López—dijo Brittany nuevamente.

Su voz severa pero calmada finalmente penetró los sentidos de Santana. La morena tomó una respiración profunda, relajando el agarre que tenía en su arma, pero Brittany sabía que la sonrisa en su rostro era forzada.

—No, no voy a dispararte—dijo Santana—Eso sería un final demasiado fácil para ti. Matar a un agente federal trae todo tipo de problemas. Por supuesto, podemos llevarte de regreso a Texas. Ellos pegan esa aguja en tu brazo. Inyección letal—dijo bajando lentamente su arma—Es una pena que el estado haya salido de la silla eléctrica. Ya que merecías freírte.

—Puedo garantizarte que no terminará de esa manera.

—¿No? ¿Vas a saltar por el precipicio otra vez?

—¿Me seguirías otra vez?

—No esta vez. Ahora levántate. Estoy cansada de hablar—miró a Brittany—¿Esposas?

Brittany las desenganchó de su funda, lanzándoselas. Mantuvo su arma preparada cuando Santana enfundó la suya.

—Ponte de pie.

Justo cuando Brittany estaba pensando que era demasiado fácil…demasiado fácil para aprehenderlo…vio la hoja brillante del cuchillo que sostenía. Él lo sacó desde la espalda rápidamente, dándole una experta puñalada a Santana. Brittany dejó caer la linterna disparando su arma tres veces, su entrenamiento se hizo cargo mientras su mente trataba desesperadamente de procesar lo que estaba pasando.

Como en un vacío, vagamente escuchó el grito de dolor de Santana. Su atención se centró totalmente en Patrick tropezando en las sombras, con una mano agarrando su pecho, la otra todavía en el cuchillo.

Se acercó a él, permaneciendo fuera del halo de luz. Él estaba sin aliento y…como si fuera en último momento…el cuchillo ensangrentado cayó de sus manos.

Sus ojos se encontraron, los suyos llenos de dolor e incredulidad. Su boca se movió como si tratara de hablar, pero no salió ningún sonido. Entonces se volteó, luchando por caminar. Bajó su arma cuando se dio cuenta de su intención.

No iba a detenerlo.

Le permitió tambalearse hacia el borde de las rocas, entonces su cuerpo cedió, colapsando y cayendo silenciosamente mientras desaparecía de su vista en el inmenso vacío de la oscuridad, la oscuridad del cañón…trescientos metros de profundidad.

Imaginó su progreso, su cuerpo ya sin vida flotando sin rumbo mientras continuaba su viaje hacia el fondo del cañón, esperando ser tragado por la oscuridad.

Santana.

Libre de su estupor, se volteó y corrió hacia ella.

La pelinegra también se aferraba a su pecho y Brittany entró en pánico al ver que su camisa se oscurecía por la sangre.

—Oh, Dios mío—susurró—¿Qué tan malo es?

Santana negó con la cabeza.

—Estoy bien.

—Estás sangrando.

—Es mi brazo, es todo. No es mi primera herida de cuchillo.

—Esperemos que sea la última—dijo Brittany, ahora viendo que Santana aferraba su brazo izquierdo contra su pecho, tratando de detener la hemorragia. Agarró la linterna descartada, jadeando por la cantidad de sangre—Cristo, San.

—Hay un equipo de primeros auxilios en la mochila. Tráemelo. Luego, verifica a la chica.

—Tenemos que detener la hemorragia.

—Verifique a la chica—dijo tercamente.

Brittany encontró la mochila y la lanzó a Santana. La chica estaba acurrucada en posición fetal, con las manos atadas a la espalda. Un pañuelo azul descolorido había sido utilizado como mordaza. La chica estaba temblando y trató de gritar cuando Brittany tocó su hombro.

—Está bien, Tiffany. FBI. Vas a estar bien—miró los ojos asustados de la muchacha y sonrió con gentileza—Está bien—dijo nuevamente aflojando el pañuelo.

—¿FBI?—preguntó la chica débilmente.

—Sí.

—¿Él...él se ha ido?

—Sí. Ambos se han ido—Brittany desató sus manos y luego se sorprendió cuando la muchacha saltó hacia sus brazos, apretándola con fuerza.

La abrazó con fuerza, sabiendo que la muchacha necesitaba sentirse segura y protegida.

—Él iba a matarme—dijo sollozando—Él iba a matarme.

—Estás a salvo. Él ahora no puede hacerte daño.

Brittany miró hacia atrás, viendo como Santana sostenía la envoltura de una gasa con sus dientes mientras trataba de vendarse a sí misma.

Se debatía entre consolar a la muchacha o hacer lo que su corazón le decía que hiciera…ir hacia Santana.

Decidió que haría ambas cosas.

Alejó a la muchacha de sus brazos encontrándose con sus ojos.

—Ahora ven conmigo. La agente López está herida y tengo que atenderla. ¿Me puedes ayudar?

Brittany sostuvo su mano mientras iba hacia Santana, alejando el haz de luz del cuerpo sin vida del hermano.

—Tiffany, ella es la agente López—dijo colocando a la muchacha en una roca junto a Santana. Ignoró el ceño fruncido de la morena cuando le quitó la gasa—Sé amable—susurró.

—Me estaba haciendo cargo.

—Eres tan terca—Brittany enrolló la camisa en el antebrazo, dejando al descubierto una profunda herida de quince centímetros—Y vas a necesitar un médico.

—Ya te dije…

—Necesitas puntos de sutura—dijo ya sin tratar de mantener la voz baja—No discutas conmigo—miró rápidamente a Tiffany—Lo siento. La agente López es un poco cascarrabias.

—¿Cómo te llamas?—preguntó la muchacha, su voz todavía temblorosa.

—Brittany. Brittany Pierce. ¿Puedes sostener esto por mí?

Tiffany se acercó, sosteniendo un extremo de la gasa mientras Brittany la envolvía con fuerza en el brazo de Santana.

—¿Tienes algún adhesivo?

—En el paquete—dijo Santana y miró a Tiffany—¿Estás bien?

La muchacha asintió con la cabeza, pero no dijo nada.

Brittany encontró el adhesivo y arrancó un trozo, cortándolo con sus dientes. Santana se estremeció cuando Brittany lo apretó contra su brazo.

—Lo siento—susurró.

—Tenemos que llamar a los chicos.

—Sí. Me sorprende que no se hayan comunicado por radio—dijo Brittany—Seguramente oyeron los disparos.

—Les dijimos que no llamaran a menos que tuvieran algo—dijo Santana—Están siguiendo las instrucciones.

—Voy a informar—dijo Brittany poniéndose de pie, tomando el radio de su cinturón—Estoy lista para salir pitando de aquí.

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Capitulo 32

La mañana empezó lentamente en el cañón Coyote, las sombras se aferraban a la noche, como si aún no estuvieran listas para esconderse y dormir durante el día.

La noche se fusionaba con el día, los búhos le daban paso a los halcones, los murciélagos a los pájaros cantores. Los sonidos de los cascos de los caballos pronto fueron relegados a un segundo plano cuando el dulce llamado de los pájaros, el grito de un halcón de cola roja y el familiar cacareo de cuervos ocupados llenaban el aire.

Estaban tomando el largo camino hacia el cañón en el sendero de la roca del diablo, la ruta normal era demasiado escarpada y rocosa para los caballos. El camino a través del extremo inferior del cañón Sycamore se cruzaba con él y llegarían a la roca del diablo desde el norte.

Brittany miró a Santana, quien después de mucho debate y algunas amenazas no tan sutiles, finalmente había cedido y había permitido que la rubia la llevara al centro menor de emergencias en Sedona.

El corte tomó veintitrés puntos de sutura para cerrar y Santana seguía usando obedientemente el cabestrillo que el médico le había proporcionado.

Su tobillo era otra historia.

Los rayos X no mostraron ninguna ruptura o fractura, pero el doctor había creado una bota para caminar para que la usara. Eso fue recibido con un "al demonio que voy a usarla" seguido de "simplemente vende la maldita cosa"

—¿Qué?

—¿Qué...qué?—preguntó Brittany.

Santana levantó una ceja.

—Estabas mirando a la nada.

—Estaba pensando.

—¿En qué estabas pensando?

—Estaba pensando en lo terca que eres.

—Fui al doctor ¿no?—señaló hacia su brazo—Y estoy usando este maldito tonto cabestrillo.

—Lo que me dice que realmente te duele o no estarías usando el maldito tonto cabestrillo.

Santana sonrió.

—Estás de mal humor esta mañana.

—Perder una noche de sueño tiende a hacer eso.

—Hemos perdido el sueño anteriormente—dijo Santana en voz baja y Brittany miró rápidamente detrás de ellas, con la esperanza de que Quinn y Ryder no pudieran escuchar su conversación.

—Al menos estábamos en una posición acostadas.

Santana se echó a reír.

—Sí, una forma mucho más agradable de perder una noche de sueño que lo que acabamos de hacer.

—¿Crees que esa chica estará bien?

Finn Hudson y su equipo habían descendido a Sedona y seguían interrogándola mientras ellos se disponían a encontrar el cuerpo de Patrick.

—Imagino que va a tomar algún tiempo. Depende de lo fuerte que sea.

—Estuvo tan cerca—dijo Brittany—Si no hubiéramos seguido tu corazonada y tus instintos en cuanto a qué camino tomar, estaría muerta.

—Sí, lo estaría.

Cabalgaron en silencio durante unos momentos y luego Brittany preguntó

—¿De verdad ibas a disparar?

—Sí. Si no hubieras estado ahí para detenerme, sí.

—Lamento haberte detenido. Si no lo hubiera hecho, no tendrías una herida de cuchillo. Él podría haberte matado muy fácilmente.

—Hiciste lo correcto. Esto no era una operación militar encubierta. No tengo licencia para matar. A pesar del monstruo que era, tenía derecho a un juez y a un jurado.

—¿Lo tenía?

Santana sostuvo su mirada.

—¿Te molesta haberlo matado?

—No. Y eso me molesta un poco—negó con la cabeza—Pero no, su muerte no estará en mi conciencia, si es eso lo que quieres decir. Él estaba tratando de matarte.

Santana asintió.

—Gracias por cuidar mi espalda.

—Bueno, eso es lo que hacen las compañeras ¿no?

Santana nuevamente arqueó una ceja.

—La última vez que me referí a nosotras como compañeras, te enojaste y no quisiste hablar conmigo por el resto del día—le recordó.

—Cierto…

Por supuesto, eso había sido cuando todavía estaba cubierta de culpa por Erin y mucho antes de que hubiese desarrollado un afecto por Santana.

—…Eras arrogante y engreída.

—Todavía lo soy.

—No tanto.

—¿Una rufiana?

Brittany rió en voz alta, sin importarle ya si Quinn y Ryder las escuchaban.

—Tratas de selo. Creo que puedo manejarte.

Sus ojos se encontraron durante largos segundos y Brittany vio que su afecto por Santana era correspondido.

Eso hacía que se sintiera feliz y triste.

Era bueno saber que alguien se preocupaba por ti como tú te preocupabas por ellos. Pero el fin del caso señalaba el fin de su relación.

Oh, podrían mantenerse en contacto a través del correo electrónico o llamadas telefónicas ocasional, pero la breve aventura que habían disfrutado llegaría a su fin.

Y eso le hacía sentir muy triste.

—¿Eso ahí?—preguntó Santana, mirando la enorme roca plana con un solitario y suave espiral subiendo desde su base a unos cincuenta metros de altura.

Brittany asintió.

—La roca del Diablo.

Santana comprobó su GPS nuevamente.

—La trayectoria desde el borde debería ubicarlo aquí.

Brittany dio un ligero golpe a su caballo, deteniéndose a metro y medio de la roca. Utilizó las rocas caídas como escalones, subiendo hacia la parte superior de la roca plana.

Santana quería seguirla, pero no creía que su tobillo podría hacerlo. Permaneció en la silla mientras Quinn y Ryder correteaban tras ella.

La roca plana era grande, pero no tan grande como para que no pudieras detectar un cuerpo. Comprobó nuevamente sus cálculos. Se inclinó hacia atrás, mirando la pared del acantilado hasta el borde muy por encima de ellos…Tower Ridge.

Había registrado las coordenadas GPS antes de abandonar la cima.

Estaban en el lugar correcto.

—Encontré sangre—dijo Brittany en voz alta, también, miró hacia el cielo—Él cayó aquí—sonrió—En la roca del diablo. Qué irónico.

—O apropiado—dijo Santana—Pero ¿dónde está su maldito cuerpo?

—¿Es esto un rastro de sangre?—preguntó Quinn.

Brittany inspeccionó donde la ojiverde estaba señalando y asintió con la cabeza.

—Si. Parece que fue arrastrado por aquí—dijo Brittany, caminando lentamente hacia el extremo opuesto de la roca plana.

—¿Quién demonios lo habría arrastrado? No hay nadie aquí—dijo Santana.

—¿Entonces piensas que pudo haberse levantado y caminado?

—No podría pasarlo por alto—dijo reconociendo el sarcasmo de Brittany.

Brittany hizo un gesto para que se reuniera con ellos al otro lado y Santana inició su ligera cabalgata, trotando hacia el lado posterior de la roca del diablo.

—Y es muy probable que algo lo hubiese arrastró, no quien—dijo Brittany.

—¿Animales?

Brittany asintió.

—No lo llaman cañón Coyote por nada. Los coyotes son carroñeros. O un puma pudo haberlo encontrado. Prefieren presa fresca, no la carroña.

—No me estás diciendo que podríamos no encontrar un cuerpo ¿verdad? Porque tengo que tener un cuerpo, Britt.

—Y creo que lo harás—señaló hacia una hilera de arbustos—Cuervos.

Santana tiró de las riendas de su caballo y cabalgó hacia los árboles donde estaban reunidos un grupo de cuervos, dejando a los otros aún de pie en la roca del diablo.

Lo que quedaba de Patrick Doe apenas parecía humano. Su caja torácica había sido expuesta, poca carne quedaba en los huesos. Había sido destripado, su torso en su mayoría ingerido, su ropa triturada por garras afiladas. Su rostro estaba deformado, sin duda por la caída, pero permanecía lo suficientemente como para confirmar su identidad.

En definitiva, era un final apropiado para la vida de este hombre.

Se dio la vuelta en la silla e hizo señas con la mano a los demás. La mula que había traído Quinn serviría para transportar el cadáver. Entonces Finn Hudson y su equipo se dirigirían de regreso a Phoenix para encargarse de todo.

Y con un poco de suerte identificar a Patrick y Charles Doe.

Alejó a su caballo del cuerpo, viendo como Brittany saltaba con gracia de la roca plana y volvía a subir en su caballo.

Se preguntaba cuánto tiempo tendrían juntas.

Sospechaba que un par de días, a lo sumo. Iba a ser difícil decirle adiós, pero eso era su maldita culpa. Sabía que no debía involucrarse tanto con ella.

Demonios, había transitado anteriormente ese camino.

Pero fue tan fácil con Brittany, tan fácil estar con ella...tan fácil enamorarse de ella.

Y tan difícil dejarla.

—¿Y bien?—preguntó Brittany mientras avanzaba—¿Dejaron algo?

—No mucho.

Quinn y Ryder se acercaron, entonces él se volteó rápidamente, con el rostro blanco como un papel.

—Oh, Dios mío, eso es asqueroso.

—Jesús—murmuró Quinn—Ha sido comido.

—Más o menos, sí—Santana estuvo de acuerdo.

—Un destino bien merecido—añadió Brittany. Entonces sonrió ampliamente—Está bien, chicos. Embólsenlo.

Quinn y Ryder la miraron con los ojos muy abiertos.

—¿Embolsarlo?—preguntó Quinn—¿Por qué nosotros?

—Porque la agente López está lesionada. Y yo le disparé. Creo que ustedes pueden participar un poco ¿no creen?

—Oh, vaya—murmuró Quinn mientras miraba nuevamente lo que quedaba de Patrick Doe—Esta parte del trabajo es una mierda.

Ryder siguió su mirada.

—Me alegra no haber comido nada.

Brittany miró a Santana, sonriendo cuando sus ojos se encontraron.

—¿Caso cerrado, agente López?

Santana asintió.

—Caso cerrado, asistente Pierce.

—¿Quieres llamar a Dallas y darles la buena noticia, o lo hago yo?

—Puedes tener el honor. Esa agente Hunter es un poco difícil de tratar. Un poco arrogante.

Brittany rió.

—Si lo sabrás tú.

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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D