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[Resuelto]FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Epílogo
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micky morales
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FanFic Brittana: Razonable I (Adaptada) Cap 5
Capitulo 5
Contrainterrogatorio.
Brittany
No podía dejar de pensar en la manera en que la señorita López me besó el otro día, la forma en que me atrajo hacia su pecho y folló mis labios con su boca.
Pensamientos de besarla estuvieron invadiendo mi mente todo el día, e incluso ahora, cuando fui a dejarle su última taza de café, tuve la tentación de rodear su escritorio y retarla a besarme otra vez.
Desde que me convertí en su interna, había sido bastante mala conmigo, imprudente, pero pensé que era una técnica de entrenamiento, una manera de ver si me quebraba bajo presión.
Hasta que me besó ese día.
Hubo algo intangible en su beso; palabras no dichas, un deseo reprimido.
Me hizo pensar que las miradas arrojadas a menudo en mi dirección, esas miradas de desprecio que se entremezclaban con deseo, significaban un poco más.
Puse una tapa de plástico en su taza y me aclaré la garganta.
—¿Necesita algo más, señorita López?
No hubo respuesta.
Me mantuve firme y esperé a que me mirase; quería ver su cara.
El vestido ceñido que llevaba puesto hoy —uno gris oscuro, le hacía parecer aún más devastadoramente hermosa de lo que era normalmente.
—¿Hay algún problema, señorita Pierce?—apretó los puños sobre el escritorio, haciendo todo lo posible para actuar como si mi presencia no le molestaba.
Pero sí lo hacía, me di cuenta.
Sabía que iba a levantar la mirada en cualquier momento, así que di un paso atrás, asegurándome de que el vestido azul claro que me puse específicamente para ella estuviera a plena vista, pero mantuvo la mirada baja.
—No, señorita.
—Entonces, salga de mi oficina. Necesitaré su informe de Brownstein con mi próxima taza de café. A las cuatro en punto.
—Acaba de darme ese informe ayer. Dijo que podía tomarme todo el tiempo que necesitara.
—Usted me debe de haber oído mal. Puede tomarse todo el tiempo que necesite hoy. Las cosas cambian instantáneamente por aquí, y esa es la razón exacta por la que algunos de nosotros nunca salimos temprano. Cuatro en punto.
Me quedé sin habla.
De ninguna manera sería capaz de leer y resumir un informe de trescientas páginas para el final del día.
—¿Perdió algo de su capacidad auditiva entre ayer y hoy?
Ella finalmente alzó la vista, su perfecto rostro inexpresivo.
—Necesito completo silencio cuando trabajo y no me puedo concentrar con su pesada respiración—me entrecerró los ojos—Retírese, termine el informe, y tráigamelo de vuelta con mi café. Si no lo hace, está despedida.
Rápidamente decidí que era bipolar, y que nuestro beso aparentemente de conexión fue solo un error.
Me di la vuelta y salí de su oficina, corriendo directamente a la sala de descanso.
No había manera de que fuera a terminar ese informe de Brownstein hoy.
Saqué mi teléfono y me desplacé a través de mis mensajes —dándome cuenta de que Thoreau no respondió a mis mensajes de texto de la mañana.
Suspirando, decidí llamarla.
Necesitaba que alguien me dijera que mi vida no iba a terminar hoy cuando me despidieran.
Sonó una vez.
Sonó dos veces.
Se fue al buzón de voz.
¡¿Presionó la opción de ignorar?!
Le envié un mensaje.
¿Qué demonios te pasa últimamente? ¿Tu falta de sexo te obliga a actuar como una idiota conmigo? ¿La abstinencia es tan mala? Háblame.
Esperé una respuesta, pero no llegó ninguna, así que me dejé caer en el sofá.
Ni siquiera tenía sentido intentar terminar ese informe.
Solo iba a sentarme aquí, relajarme, y cuando dieran las cinco de la tarde iba a recoger todas mis cosas y a salir.
Podría encontrar otra pasantía en dos semanas, o en el peor de los casos, pedirle al jefe de departamento si podía hacer de sombra de mi mamá y mi papá en torno a su firma.
Uf… Dios…
Cerré los ojos y me recosté contra el cojín, deseando poder conciliar el sueño.
—¿Brittany?—alguien sacudió mi hombro justo cuando empezaba a ir a la deriva.
—¿Sí?—abrí los ojos.
Era Quinn.
—He estado buscándote durante una eternidad. La señorita López quiere hablar contigo.
Alcé la ceja.
—¿Más café?
—Probablemente—se encogió de hombros—Ha estado un poco rara últimamente. Solo ve, no quieres hacerla enojar—abrió la puerta y me puse de pie, pasando por delante de ella.
Me debatí respecto si debía ir siquiera a su oficina. Por otra parte, ver la expresión de su rostro cuando le dijera: “Vete a la mierda. Renuncio”, sería una experiencia demasiado buena como para dejarla pasar.
Forcé una sonrisa y llamé a su puerta.
—Adelante—su voz era severa.
Me deslicé dentro, esperando verla sostener una taza de café vacía, pero se hallaba sentada en su escritorio, mirándome.
—Tome asiento—dijo.
Me senté frente a su escritorio, esperando que me regañara por algo y diera rienda suelta a más de sus tendencias aparentemente bipolares, pero no lo hizo.
Siguió mirándome.
Odiaba el efecto que tenía en mi cuerpo ahora mismo, y tanto como tenía ganas de preguntarle qué demonios quería, no pude obligar a mi boca a decir nada.
Sin dirigirse a mí, de repente se puso de pie y rodeó su escritorio, sentándose en el borde del mismo y dejando que sus rodillas tocaran las mías.
—Los abogados, se supone, son personas con integridad, ¿no?—susurró.
—Sí.
—¿Cree que usted tiene integridad, señorita Pierce?—hizo hincapié en cada sílaba de mi nombre.
—Sí.
—Mmm—se inclinó hacia delante—Así que, ¿alguna vez, voluntariamente, le ocultaría la verdad a alguien que supuestamente le importa?
—Depende…—mi respiración se quedó atascada en mi garganta; mi corazón latía a mil por hora.
—¿Depende?—se echó hacia atrás un poco—¿Depende de qué?
—De si la verdad dañaría o heriría a alguien innecesariamente, entonces creo que tengo derecho a no revelarla.
—¿Pero qué pasa si alguien le pidiera expresamente la verdad, varias veces? ¿Y si le dijera: quiero que me digas la verdad, no importa lo mucho que duela, o cuánto me haga enojar?
¿A dónde va con esto?
—¿Se refiere a un testigo potencial cambiando su testimonio en el estrado, señorita López?
—No…—arrastró sus dedos a través de mi clavícula, encendiendo mis nervios—Esta es una investigación personal. Necesito una opinión externa.
Responda a la pregunta.
—Bueno, creo…—aspiré una bocanada de aire mientras colocaba su mano sobre mi muslo y pasaba sus dedos sobre mi falda—Creo que ciertas mentiras tienen que ser dichas, y ciertas verdades tienen que ser retenidas. La condena final recae en los que pueden discernir cuál es cuál.
—Así que, ¿usted cree en la duda razonable?
—En algunos casos, sí…
—¿Qué pasa en nuestro caso?—su mano se deslizó lentamente por debajo de mi falda, ascendiendo más y más por mi muslo.
—¿Nuestro caso?
—Sí—dijo—Creo que justo ahora ambas nos encontramos en una desafortunada red de engaños.
—No…—le dije, sin aliento y confundida—No estamos en una red de engaños…
—Definitivamente lo estamos, Alyssa…—me atrajo hacia delante por el collar de perlas que llevaba alrededor del cuello—Es el caso de una mujer que se hizo amiga mía online, pero resultó ser alguien completamente diferente de quien me dijo que era. Así que, en este caso, nuestro caso, ¿cómo te sientes acerca de la duda razonable?
Jadeando, pude sentir todo el color drenándose de mi cara. Mi corazón no latía más; se agitaba alrededor, salvajemente listo para saltar de mi pecho, y mis ojos estaban tan abiertos como podían estar.
—Has sido muy buena en cubrir tus pistas durante mucho tiempo, así que te voy a conceder eso—dijo—Pero pensé que discutimos a fondo cómo me sentía respecto a los mentirosos. ¿O no?—aumentó la presión sobre mis perlas, mientras tiraba de mí acercándome tanto que estábamos boca a boca—¿Planeas contestarme, Brittany? ¿Estás cansada de esta maldita farsa?
—Nunca pensé que…—tartamudeé, tratando de apartar la mirada, pero su agarre me impidió moverme—Lo siento mucho…
No dijo nada más.
Me miró a los ojos, en busca de algo que no se encontraba ahí. Luego bajó la voz, y se echó hacia atrás.
—Alguien que me miente una vez, está muerto para mí para siempre. ¿Recuerdas que dije eso?
—Sí…
—Por lo tanto, ¿siempre has estado dispuesta a perder nuestra amistad por mentiras?
—Nunca quise conocerte en persona…
—Puedo ver eso—susurró.
—Si hubiera sabido quién eras en realidad…—me estaba rompiendo enfrente de ella y esto era demasiado para un día—Yo nunca habría…
—Guárdatelo—me cortó—He escuchado suficiente acerca de tus pensamientos sobre mentir. Viendo que no compartimos los mismos puntos de vista, no eres digna de ser mi interna. Le estarás sirviendo como ayudante a mi secretaria hasta nuevo aviso.
—¿Me estás degradando?
—No es una degradación. Es una manera de mantenerte fuera de mi vista.
Mi corazón se cayó.
—Nuestra relación online, o lo que demonios fuera de todos modos—dijo—, Ha terminado. No quiero saber nada de ti fuera de estas paredes de nuevo.
—Thoreau…
—Es señorita López, señorita Pierce—me miró—Jodidamente señorita López.
—Tienes que creer que lo siento… Nunca pensé que esto fuera a pasar.
—Tómese el tiempo que necesite con el informe de Brownstein—hizo caso omiso de mi disculpa y soltó su agarre de mi collar—Tiene hasta el final de la próxima semana. Y a partir de ahora, solo puede poner mi café en mi estantería. No necesito que esté en cualquier lugar cerca de mi escritorio.
—Santana…
—Definitivamente no tenemos la confianza para tutearnos. No vuelva a llamarme así.
—Solo déjame explicarte…
—No hay nada que explicar. Me mentiste y ya no existes. Vete. Ahora.
Sentí las lágrimas en mis ojos.
—Hablaba en serio acerca de que tú eras mi única amiga… Los amigos se suponen que les dan oportunidades a los otros para enmendar las cosas. Solo déjame decirte por qué tuve que mentirte…
—No trato con mentirosos. Nunca. Y viendo que eso es exactamente lo que eres, no me importa por qué sentiste la necesidad de engañarme. Fuera de mi oficina, permanece fuera de mi vista lo máximo posible, y haz tu maldito trabajo.
Me puse de pie y miré sus ojos, rogando para que simplemente me escuchara, para que me dejase explicarle, pero se alejó de mí. Luego cogió su teléfono.
—¿Quinn?—dijo—¿Podría ayudar a la señorita Pierce a encontrar su camino fuera de mi oficina? ¿Y podrías, por favor, hacer que el conserje compruebe si hay ese jodido súper pegamento derramado por mi suelo?
Me puse de pie debajo de la corriente caliente de mi ducha, llorando.
Justo después de que dejé la oficina de Santana, dije en recursos humanos que no me sentía bien y que tenía que salir durante el resto del día.
Conduje directamente hasta el salón de baile —encerrándome en una habitación privada y bailando hasta que ya no pude sentir mis pies.
Sabía que debía parecer una loca frente a mis compañeros de clase, sollozando entre cada giro, pero no me importaba; necesitaba despejar mi mente de todos los pensamientos sobre Santana, Thoreau y Alyssa.
A medida que el agua continuaba arremetiendo contra mi piel, cerré mis ojos y murmuré: ¿Cuánto tiempo lo has sabido? Pensé en las últimas dos semanas, cómo "Thoreau" había sido menos hablador de lo normal, la forma en que me ignoró, y luego me di cuenta.
Mí entrevista…
Todavía la recordaba, porque ver a Santana en persona me hizo darme cuenta de que ninguna imagen alguna vez podría capturar con precisión lo sexy que se veía realmente, y me sonrojé en el segundo en que sus ojos se encontraron con los míos.
No pareció actuar de forma diferente a lo largo de la entrevista, pero luego me acordé de esa llamada telefónica al azar…
No me encontraba segura de por qué me acordaba de eso ahora, pero mientras el señor Howell y el señor Schuester simplemente se rieron de esa entrometida llamada telefónica, Santana me había mirado como si hubiese estado en una total y absoluta conmoción.
Y al final de la entrevista, cuando extendí mi mano para estrechar la suya, su mirada ya no era intrigada, era intensa.
Secándome las lágrimas, apagué el agua y salí.
Me envolví en una toalla e hice lo que siempre hacía cuando me sentía triste: pedí un sándwich y me hice un par de martinis.
Justo cuando me terminaba el primero, alguien llamó a mi puerta. Noté las rosadas llaves de Barbie en el mostrador, cortesía de mi olvidadiza y "nunca
paro aquí" compañera de cuarto, y supe que era ella.
Siempre se le olvida algo…
—¿Te mataría comprobar dos veces si llevas estas antes de que…?—me detuve cuando abrí la puerta.
Era Santana, y la expresión en su rostro era de pura ira.
No iba vestida con un vestido formal ahora, solo una simple camiseta fina blanca, que se aferraba ligeramente a sus pechos, y un par de desteñidos pantalones vaqueros azules.
Intenté cerrar la puerta en su rostro, pero la mantuvo abierta y se metió a la fuerza en mi departamento. Comencé a caminar hacia atrás y ella me igualó paso a paso, arrinconándome contra la pared de mi sala de estar.
—Necesitamos hablar—su voz era plana, sin emociones.
—No, no lo hacemos. Dijiste suficiente antes—baje la mirada al suelo—No te preocupes, renunciaré por la mañana. Por favor, vete.
Me miró a los ojos.
—No vas a renunciar.
—Mírame—tragué saliva—Quiero que te vayas…
—Me gustaría creer eso, pero dices cosas que en realidad no quieres decir
todo el tiempo.
La tensión entre nosotras se encontraba malditamente cerca de lo palpable, y pude sentir mi sangre calentarse cada segundo que se quedó ahí observándome.
Intenté moverme, pero se apoderó de mis caderas.
—Me dijiste que eras una abogada, Brittany…—dijo, su voz llena de malicia—Me dijiste que tenías veintisiete años.
—Nunca dije que tuviera veintisiete. Lo asumiste.
—¡Estaba en tu puto perfil!—empujó mi espalda contra la pared—Nunca pensaste en corregirme cuando dije que era solo un año mayor que tú… soy seis años mayor que tú.
—Nunca pensé que alguna vez te conocería en persona—apenas me las arreglé para decir mientras presionaba su pecho contra el mío.
—¿Eso justifica tus mentiras?
—Dije que lo sentía, y claramente fue un gran error hacerme amiga tuya. Ni siquiera me diste la oportunidad de explicarme completamente.
—¿No entiendes lo jodida que es esta situación?
—No…—murmuré mientras nuestros labios se tocaban.
—He estado deseando follar a la mujer que me provocó cada noche durante casi seis meses—susurró, deslizando sus dedos por debajo de mi toalla—Quería sus dedos dentro de mí—arrastró su mano hasta mi muslo y frotó su pulgar contra mi clítoris—Mi dedos, mi boca mi coño. Y quería enseñarle cómo sentirme… ¿No crees que esta mujer jodió todo eso?
Negué en respuesta; no podía manejar la forma en que me miraba.
—Dijiste que no eras mi tipo cuando te pregunte qué aspecto tenías—se apartó de mi boca, pero mantuvo su pulgar contra mi clítoris—Pero claramente lo eres. ¿Por qué mentiste sobre algo tan simple como eso?
—No me dijiste qué aspecto tenías, así que…
—Deja de desviarte—siseó, y dio un paso atrás—Dime el razonamiento. Ya he averiguado tu lógica para las otras mentiras de mierda. Por cierto, ningún abogado que se respeta jamás dejaría que otro abogado hiciera su trabajo por él.
—Solo una idiota egocéntrica que quiere parecer más seria de lo que es realmente se llamaría a sí misma Thoreau.
—Es bueno ver por fin la versión de ti que recuerdo—dio otro paso atrás y cruzó los brazos—Responde mi pregunta.
—Jódete—me burlé—Te dije que lo sentía, te rogué que me escucharas, y ahora cuando tú tienes ganas de hablar, ¿crees que puedes irrumpir en mi
departamento y obligarme?
—No te he obligado a hacer nada—sonrío—Aún.
Silencio.
Se apoyó contra la pared, esperando a que yo hablara, pero no pude hacer salir ni una palabra.
Aparta la mirada de ella… Aparta la mirada de ella…
Como si supiera el poder que su mirada tenía sobre mí, sonrió y cogió uno de mis martinis improvisados. Levantando una de las cerezas del licor, la colocó contra sus labios.
—¿Piensas estar ahí de pie toda la noche mirándome, o vas a responder mi
pregunta?
—No—dije, apartando por fin la mirada de ella—Después de la forma en que me trataste hoy en tu oficina, no te debo absolutamente nada. Puedes permanecer ahí toda la noche, no me importa en absoluto—caminé hacia mi
habitación—Incluso hay una entrega de sándwich en camino si decides…
Mi aliento se atascó en mi garganta cuando me agarró por detrás y me tiró contra su pecho. Rápidamente me dio la vuelta, de manera que quedamos cara a cara, y luego arrancó la toalla de mi cuerpo, dejándola caer al suelo.
La cereza que levantó se encontraba en su boca, y estaba presionándola sobre mis labios —ordenándome silenciosamente que abriera y me la comiera. Saqué la lengua para tomarla, pero antes de deslizarla hacia mí, susurró:
—No mastiques… Quiero ver cuánto eres capaz de tragar.
Mi jadeo hizo que me la tragara.
—Buena chica—dijo, aflojando su agarre alrededor de mi cintura—Ahora, retrocede y sostente a la pared.
—¿Qué?
Me empujó contra la pared antes de que pudiera tomar otro aliento, agarrando mis manos y elevándolas por encima de mi cabeza.
—Sostente a la pared…
Asentí, presionando mis manos contra la fría superficie.
Con una mirada de "no-jodas-conmigo" en su rostro, chupó mi labio inferior en su boca, y habló suavemente:
—Voy a hacer que te arrepientas si te sueltas.
—Sí…
—Eso no era una pregunta—la expresión en su rostro se suavizó, y estaba segura de que podía oír el ruidoso latido en mi pecho.
Cerré los ojos mientras ella pasaba sus manos arriba y abajo por mis costados.
Sus besos hasta mis pechos y hacía girar su lengua alrededor de mis pezones. Su boca bajó por mi estómago, y sus manos acariciaron cada centímetro de mí mientras se abría camino hacia abajo.
—Thoreau… —jadeé cuando su lengua rozó el interior de mis muslos.
—Mi nombre es Santana—se puso de rodillas—Hemos terminado de jugar ese juego—atrapó mis piernas con sus manos y apretó su boca contra mi coño.
Lamiéndome suavemente, masajeó mi clítoris con su pulgar. Traté de no gemir demasiado alto, traté de reprimirlo todo, pero cada vez que giraba su lengua, mi boca dejaba escapar otro sonido.
—Estás tan jodidamente mojada…—gimió—Tan jodidamente mojada…—deslizó dos dedos en mi interior, empujándolos tan lejos como llegaban.
Mis ojos se abrieron cuando añadió un tercer dedo mientras susurraba:
—Tan apretada…
—Ahhh… Santana…—me di por vencida de intentar estar en silencio.
—¿Sí?—lentamente sacó sus dedos de mí y levantó la mirada, esperando a que yo dijera algo, pero no podía concentrarme cuando me miraba de esa manera.
Sin iniciativas de besos en absoluto, enterró su cabeza en mi coño y malditamente me devoró.
—Ohhh…—grité en indescriptible placer—Ohhh, Diooosss, Santanaaa… Esperaaaa… despacio…
Me ignoró, hundiendo su lengua cada vez más y más profundo.
No pude evitar soltarme de la pared. Dejé caer mis manos en su cabeza, agarrando puñados de su cabello para mantener el equilibrio.
Cuanto más fuerte tiraba de su cabello, más arremetía su lengua contra mí sin piedad.
De repente hubo un fuerte golpe en la puerta, pero Santana no se molestó en parar. En su lugar, levantó mi pierna derecha y la puso sobre su hombro. Agarró mi muslo para que no pudiera moverme, y luego deslizó su lengua dentro de mí un poco más profundo —lamiendo cada rincón de mis paredes.
A punto de venirme, agarré sus hombros mientras mi coño palpitaba contra su boca.
Pero se detuvo abruptamente.
Movió mi pierna y besó su camino de regreso por mi cuerpo, deteniéndose al llegar a mis pechos. Los cogió con una mano y torció bruscamente mis pezones.
—Te dije que no te soltaras de la pared—dijo, bajando la mirada hacia mí mientras desabrochaba y bajaba sus pantalones.
Miré de nuevo sus ojos, casi sin aliento.
—Te lo dije, ¿verdad?—agarró mi mano y la presionó contra su pecho, moviéndola lentamente más y más abajo.
Cuando mi mano finalmente alcanzó su húmedo sexo, bajé la mirada en total
conmoción.
Estaba muy húmeda y perfectamente depilada y mi mandíbula colgaba totalmente abierta.
—¿No te gusta?—levantó mi barbilla y sonrió.
Me encontraba completamente sin habla, pero no podía negar lo caliente que me sentía justo ahora. Recordando lo que había dicho por teléfono, bajé la cabeza para probarla, pero me detuvo.
—No esta noche—mantuvo sus ojos en mí mientras me conducía hasta el sofá, se sentó y me llevó a su regazo.
Me incliné para besar sus labios, pero rápidamente me reposicionó, de forma que me hallaba de espaldas a ella. Entonces se burló de mí con la punta de sus dedos—frotándolos contra mi hendidura.
Una y otra vez.
—¿Recuerdas cómo dijiste que querías montarme hasta que me viniera?—susurró en mi oído—¿Cómo querías frotarte contra mí hasta que te rogara que pararas?
—Sí…—gemí.
Me empujó por los hombros y me sentó en sus dedos, enterrándose hasta el final, centímetro a centímetro. Cuanto más me deslizaba sobre ella, más gemía.
Más decía mi nombre.
Cuando estuvo completamente dentro de mí, me mantuvo inmóvil y apretó sus labios contra la parte trasera de mi cuello, luego se acomodó para que su sexo se rozara con mis nalgas.
La sensación de ella era como nada que hubiera sentido nunca antes.
Era intenso, potente y adictivo.
—Móntame, Brittany…—me empujó hacia adelante—Jodidamente móntame…
Tomé una profunda respiración y me moví contra ella, lentamente, estirando mi interior más y más. Apenas podía mantener el ritmo; su plenitud era casi demasiado, y ella estaba frotando mi clítoris con su pulgar, volviéndome loca.
—Te sientes tan malditamente bien en este momento…—me tiró hacia atrás por mi cabello—No pares, maldita sea.
Me aferré a sus piernas para no perder el equilibrio, levantando mi cuerpo ligeramente arriba y abajo. Traté de establecer por fin un ritmo, para finalmente tomar el control.
—Santanaaaa…—no podía manejar sus dedos más—Estoy… estoy a punto de venirme…
—No—agarró con su mano libre mi cadera más fuerte que nunca—Aún no.
De repente, se puso de pie y me dobló.
—Coge esa mesa y no la sueltes.
Mis dedos se aferraron al borde de la mesa de centro y ella arremetió contra mí una y otra vez, golpeando mi culo cada vez que gritaba.
—Te dije que iba a tener tu coño—susurró con dureza—No te vengas hasta que yo diga que jodidamente te vengas…—mis músculos se apretaban con cada golpe.
—Joder… ¡Jodeeer!—mis piernas comenzaban a fallar mientras una intensa presión se construía dentro de mí, mientras me follaba sin descanso—Santanaaaa…
—No te dejes ir—advirtió, pero no pude evitarlo.
Mi orgasmo tomó el control de mí en un apuro y me derrumbé. Antes de que pudiera aterrizar de bruces sobre la mesa de centro, me dio vuelta y acomodo nuestros sexos para que se rozaran y continuó golpeando contra mí hasta que llegó a su propia liberación.
Cerré los ojos y me recosté contra ella, jadeando pesadamente mientras tratábamos de recuperar el aliento.
Varios minutos después, Santana levantó suavemente mi cadera y salió de mí. Se puso de pie y la miré mientras se subía las bragas junto a los pantalones y caminaba hasta que levantó mi toalla del suelo y caminó de regreso a mí.
No hice ademán de levantarme, pero volví a envolver la toalla a mí alrededor.
—¿Hay algo sobre lo que no me hayas mentido?—su voz fue un susurro.
—Sí…
—¿Y qué seria eso?
—Te eché de menos…
Levantó una ceja, manteniendo el resto de su rostro estoico.
Inexpresivo.
Comenzó a abrocharse los pantalones, sin apartar sus ojos de los míos.
Tenía la esperanza de que dijera algo, cualquier cosa, pero no lo hizo.
Se alisó la camisa con las manos y se dirigió hacia la puerta. De repente, se detuvo y miró por encima de su hombro. Entonces se acercó a mí y besó suavemente mis labios —rozando su pulgar contra mi mejilla.
Quería hablar, preguntar lo que pensaba, pero se apartó y se fue.
Esta vez ella se fue.
Pensamientos de besarla estuvieron invadiendo mi mente todo el día, e incluso ahora, cuando fui a dejarle su última taza de café, tuve la tentación de rodear su escritorio y retarla a besarme otra vez.
Desde que me convertí en su interna, había sido bastante mala conmigo, imprudente, pero pensé que era una técnica de entrenamiento, una manera de ver si me quebraba bajo presión.
Hasta que me besó ese día.
Hubo algo intangible en su beso; palabras no dichas, un deseo reprimido.
Me hizo pensar que las miradas arrojadas a menudo en mi dirección, esas miradas de desprecio que se entremezclaban con deseo, significaban un poco más.
Puse una tapa de plástico en su taza y me aclaré la garganta.
—¿Necesita algo más, señorita López?
No hubo respuesta.
Me mantuve firme y esperé a que me mirase; quería ver su cara.
El vestido ceñido que llevaba puesto hoy —uno gris oscuro, le hacía parecer aún más devastadoramente hermosa de lo que era normalmente.
—¿Hay algún problema, señorita Pierce?—apretó los puños sobre el escritorio, haciendo todo lo posible para actuar como si mi presencia no le molestaba.
Pero sí lo hacía, me di cuenta.
Sabía que iba a levantar la mirada en cualquier momento, así que di un paso atrás, asegurándome de que el vestido azul claro que me puse específicamente para ella estuviera a plena vista, pero mantuvo la mirada baja.
—No, señorita.
—Entonces, salga de mi oficina. Necesitaré su informe de Brownstein con mi próxima taza de café. A las cuatro en punto.
—Acaba de darme ese informe ayer. Dijo que podía tomarme todo el tiempo que necesitara.
—Usted me debe de haber oído mal. Puede tomarse todo el tiempo que necesite hoy. Las cosas cambian instantáneamente por aquí, y esa es la razón exacta por la que algunos de nosotros nunca salimos temprano. Cuatro en punto.
Me quedé sin habla.
De ninguna manera sería capaz de leer y resumir un informe de trescientas páginas para el final del día.
—¿Perdió algo de su capacidad auditiva entre ayer y hoy?
Ella finalmente alzó la vista, su perfecto rostro inexpresivo.
—Necesito completo silencio cuando trabajo y no me puedo concentrar con su pesada respiración—me entrecerró los ojos—Retírese, termine el informe, y tráigamelo de vuelta con mi café. Si no lo hace, está despedida.
Rápidamente decidí que era bipolar, y que nuestro beso aparentemente de conexión fue solo un error.
Me di la vuelta y salí de su oficina, corriendo directamente a la sala de descanso.
No había manera de que fuera a terminar ese informe de Brownstein hoy.
Saqué mi teléfono y me desplacé a través de mis mensajes —dándome cuenta de que Thoreau no respondió a mis mensajes de texto de la mañana.
Suspirando, decidí llamarla.
Necesitaba que alguien me dijera que mi vida no iba a terminar hoy cuando me despidieran.
Sonó una vez.
Sonó dos veces.
Se fue al buzón de voz.
¡¿Presionó la opción de ignorar?!
Le envié un mensaje.
¿Qué demonios te pasa últimamente? ¿Tu falta de sexo te obliga a actuar como una idiota conmigo? ¿La abstinencia es tan mala? Háblame.
Esperé una respuesta, pero no llegó ninguna, así que me dejé caer en el sofá.
Ni siquiera tenía sentido intentar terminar ese informe.
Solo iba a sentarme aquí, relajarme, y cuando dieran las cinco de la tarde iba a recoger todas mis cosas y a salir.
Podría encontrar otra pasantía en dos semanas, o en el peor de los casos, pedirle al jefe de departamento si podía hacer de sombra de mi mamá y mi papá en torno a su firma.
Uf… Dios…
Cerré los ojos y me recosté contra el cojín, deseando poder conciliar el sueño.
—¿Brittany?—alguien sacudió mi hombro justo cuando empezaba a ir a la deriva.
—¿Sí?—abrí los ojos.
Era Quinn.
—He estado buscándote durante una eternidad. La señorita López quiere hablar contigo.
Alcé la ceja.
—¿Más café?
—Probablemente—se encogió de hombros—Ha estado un poco rara últimamente. Solo ve, no quieres hacerla enojar—abrió la puerta y me puse de pie, pasando por delante de ella.
Me debatí respecto si debía ir siquiera a su oficina. Por otra parte, ver la expresión de su rostro cuando le dijera: “Vete a la mierda. Renuncio”, sería una experiencia demasiado buena como para dejarla pasar.
Forcé una sonrisa y llamé a su puerta.
—Adelante—su voz era severa.
Me deslicé dentro, esperando verla sostener una taza de café vacía, pero se hallaba sentada en su escritorio, mirándome.
—Tome asiento—dijo.
Me senté frente a su escritorio, esperando que me regañara por algo y diera rienda suelta a más de sus tendencias aparentemente bipolares, pero no lo hizo.
Siguió mirándome.
Odiaba el efecto que tenía en mi cuerpo ahora mismo, y tanto como tenía ganas de preguntarle qué demonios quería, no pude obligar a mi boca a decir nada.
Sin dirigirse a mí, de repente se puso de pie y rodeó su escritorio, sentándose en el borde del mismo y dejando que sus rodillas tocaran las mías.
—Los abogados, se supone, son personas con integridad, ¿no?—susurró.
—Sí.
—¿Cree que usted tiene integridad, señorita Pierce?—hizo hincapié en cada sílaba de mi nombre.
—Sí.
—Mmm—se inclinó hacia delante—Así que, ¿alguna vez, voluntariamente, le ocultaría la verdad a alguien que supuestamente le importa?
—Depende…—mi respiración se quedó atascada en mi garganta; mi corazón latía a mil por hora.
—¿Depende?—se echó hacia atrás un poco—¿Depende de qué?
—De si la verdad dañaría o heriría a alguien innecesariamente, entonces creo que tengo derecho a no revelarla.
—¿Pero qué pasa si alguien le pidiera expresamente la verdad, varias veces? ¿Y si le dijera: quiero que me digas la verdad, no importa lo mucho que duela, o cuánto me haga enojar?
¿A dónde va con esto?
—¿Se refiere a un testigo potencial cambiando su testimonio en el estrado, señorita López?
—No…—arrastró sus dedos a través de mi clavícula, encendiendo mis nervios—Esta es una investigación personal. Necesito una opinión externa.
Responda a la pregunta.
—Bueno, creo…—aspiré una bocanada de aire mientras colocaba su mano sobre mi muslo y pasaba sus dedos sobre mi falda—Creo que ciertas mentiras tienen que ser dichas, y ciertas verdades tienen que ser retenidas. La condena final recae en los que pueden discernir cuál es cuál.
—Así que, ¿usted cree en la duda razonable?
—En algunos casos, sí…
—¿Qué pasa en nuestro caso?—su mano se deslizó lentamente por debajo de mi falda, ascendiendo más y más por mi muslo.
—¿Nuestro caso?
—Sí—dijo—Creo que justo ahora ambas nos encontramos en una desafortunada red de engaños.
—No…—le dije, sin aliento y confundida—No estamos en una red de engaños…
—Definitivamente lo estamos, Alyssa…—me atrajo hacia delante por el collar de perlas que llevaba alrededor del cuello—Es el caso de una mujer que se hizo amiga mía online, pero resultó ser alguien completamente diferente de quien me dijo que era. Así que, en este caso, nuestro caso, ¿cómo te sientes acerca de la duda razonable?
Jadeando, pude sentir todo el color drenándose de mi cara. Mi corazón no latía más; se agitaba alrededor, salvajemente listo para saltar de mi pecho, y mis ojos estaban tan abiertos como podían estar.
—Has sido muy buena en cubrir tus pistas durante mucho tiempo, así que te voy a conceder eso—dijo—Pero pensé que discutimos a fondo cómo me sentía respecto a los mentirosos. ¿O no?—aumentó la presión sobre mis perlas, mientras tiraba de mí acercándome tanto que estábamos boca a boca—¿Planeas contestarme, Brittany? ¿Estás cansada de esta maldita farsa?
—Nunca pensé que…—tartamudeé, tratando de apartar la mirada, pero su agarre me impidió moverme—Lo siento mucho…
No dijo nada más.
Me miró a los ojos, en busca de algo que no se encontraba ahí. Luego bajó la voz, y se echó hacia atrás.
—Alguien que me miente una vez, está muerto para mí para siempre. ¿Recuerdas que dije eso?
—Sí…
—Por lo tanto, ¿siempre has estado dispuesta a perder nuestra amistad por mentiras?
—Nunca quise conocerte en persona…
—Puedo ver eso—susurró.
—Si hubiera sabido quién eras en realidad…—me estaba rompiendo enfrente de ella y esto era demasiado para un día—Yo nunca habría…
—Guárdatelo—me cortó—He escuchado suficiente acerca de tus pensamientos sobre mentir. Viendo que no compartimos los mismos puntos de vista, no eres digna de ser mi interna. Le estarás sirviendo como ayudante a mi secretaria hasta nuevo aviso.
—¿Me estás degradando?
—No es una degradación. Es una manera de mantenerte fuera de mi vista.
Mi corazón se cayó.
—Nuestra relación online, o lo que demonios fuera de todos modos—dijo—, Ha terminado. No quiero saber nada de ti fuera de estas paredes de nuevo.
—Thoreau…
—Es señorita López, señorita Pierce—me miró—Jodidamente señorita López.
—Tienes que creer que lo siento… Nunca pensé que esto fuera a pasar.
—Tómese el tiempo que necesite con el informe de Brownstein—hizo caso omiso de mi disculpa y soltó su agarre de mi collar—Tiene hasta el final de la próxima semana. Y a partir de ahora, solo puede poner mi café en mi estantería. No necesito que esté en cualquier lugar cerca de mi escritorio.
—Santana…
—Definitivamente no tenemos la confianza para tutearnos. No vuelva a llamarme así.
—Solo déjame explicarte…
—No hay nada que explicar. Me mentiste y ya no existes. Vete. Ahora.
Sentí las lágrimas en mis ojos.
—Hablaba en serio acerca de que tú eras mi única amiga… Los amigos se suponen que les dan oportunidades a los otros para enmendar las cosas. Solo déjame decirte por qué tuve que mentirte…
—No trato con mentirosos. Nunca. Y viendo que eso es exactamente lo que eres, no me importa por qué sentiste la necesidad de engañarme. Fuera de mi oficina, permanece fuera de mi vista lo máximo posible, y haz tu maldito trabajo.
Me puse de pie y miré sus ojos, rogando para que simplemente me escuchara, para que me dejase explicarle, pero se alejó de mí. Luego cogió su teléfono.
—¿Quinn?—dijo—¿Podría ayudar a la señorita Pierce a encontrar su camino fuera de mi oficina? ¿Y podrías, por favor, hacer que el conserje compruebe si hay ese jodido súper pegamento derramado por mi suelo?
Me puse de pie debajo de la corriente caliente de mi ducha, llorando.
Justo después de que dejé la oficina de Santana, dije en recursos humanos que no me sentía bien y que tenía que salir durante el resto del día.
Conduje directamente hasta el salón de baile —encerrándome en una habitación privada y bailando hasta que ya no pude sentir mis pies.
Sabía que debía parecer una loca frente a mis compañeros de clase, sollozando entre cada giro, pero no me importaba; necesitaba despejar mi mente de todos los pensamientos sobre Santana, Thoreau y Alyssa.
A medida que el agua continuaba arremetiendo contra mi piel, cerré mis ojos y murmuré: ¿Cuánto tiempo lo has sabido? Pensé en las últimas dos semanas, cómo "Thoreau" había sido menos hablador de lo normal, la forma en que me ignoró, y luego me di cuenta.
Mí entrevista…
Todavía la recordaba, porque ver a Santana en persona me hizo darme cuenta de que ninguna imagen alguna vez podría capturar con precisión lo sexy que se veía realmente, y me sonrojé en el segundo en que sus ojos se encontraron con los míos.
No pareció actuar de forma diferente a lo largo de la entrevista, pero luego me acordé de esa llamada telefónica al azar…
No me encontraba segura de por qué me acordaba de eso ahora, pero mientras el señor Howell y el señor Schuester simplemente se rieron de esa entrometida llamada telefónica, Santana me había mirado como si hubiese estado en una total y absoluta conmoción.
Y al final de la entrevista, cuando extendí mi mano para estrechar la suya, su mirada ya no era intrigada, era intensa.
Secándome las lágrimas, apagué el agua y salí.
Me envolví en una toalla e hice lo que siempre hacía cuando me sentía triste: pedí un sándwich y me hice un par de martinis.
Justo cuando me terminaba el primero, alguien llamó a mi puerta. Noté las rosadas llaves de Barbie en el mostrador, cortesía de mi olvidadiza y "nunca
paro aquí" compañera de cuarto, y supe que era ella.
Siempre se le olvida algo…
—¿Te mataría comprobar dos veces si llevas estas antes de que…?—me detuve cuando abrí la puerta.
Era Santana, y la expresión en su rostro era de pura ira.
No iba vestida con un vestido formal ahora, solo una simple camiseta fina blanca, que se aferraba ligeramente a sus pechos, y un par de desteñidos pantalones vaqueros azules.
Intenté cerrar la puerta en su rostro, pero la mantuvo abierta y se metió a la fuerza en mi departamento. Comencé a caminar hacia atrás y ella me igualó paso a paso, arrinconándome contra la pared de mi sala de estar.
—Necesitamos hablar—su voz era plana, sin emociones.
—No, no lo hacemos. Dijiste suficiente antes—baje la mirada al suelo—No te preocupes, renunciaré por la mañana. Por favor, vete.
Me miró a los ojos.
—No vas a renunciar.
—Mírame—tragué saliva—Quiero que te vayas…
—Me gustaría creer eso, pero dices cosas que en realidad no quieres decir
todo el tiempo.
La tensión entre nosotras se encontraba malditamente cerca de lo palpable, y pude sentir mi sangre calentarse cada segundo que se quedó ahí observándome.
Intenté moverme, pero se apoderó de mis caderas.
—Me dijiste que eras una abogada, Brittany…—dijo, su voz llena de malicia—Me dijiste que tenías veintisiete años.
—Nunca dije que tuviera veintisiete. Lo asumiste.
—¡Estaba en tu puto perfil!—empujó mi espalda contra la pared—Nunca pensaste en corregirme cuando dije que era solo un año mayor que tú… soy seis años mayor que tú.
—Nunca pensé que alguna vez te conocería en persona—apenas me las arreglé para decir mientras presionaba su pecho contra el mío.
—¿Eso justifica tus mentiras?
—Dije que lo sentía, y claramente fue un gran error hacerme amiga tuya. Ni siquiera me diste la oportunidad de explicarme completamente.
—¿No entiendes lo jodida que es esta situación?
—No…—murmuré mientras nuestros labios se tocaban.
—He estado deseando follar a la mujer que me provocó cada noche durante casi seis meses—susurró, deslizando sus dedos por debajo de mi toalla—Quería sus dedos dentro de mí—arrastró su mano hasta mi muslo y frotó su pulgar contra mi clítoris—Mi dedos, mi boca mi coño. Y quería enseñarle cómo sentirme… ¿No crees que esta mujer jodió todo eso?
Negué en respuesta; no podía manejar la forma en que me miraba.
—Dijiste que no eras mi tipo cuando te pregunte qué aspecto tenías—se apartó de mi boca, pero mantuvo su pulgar contra mi clítoris—Pero claramente lo eres. ¿Por qué mentiste sobre algo tan simple como eso?
—No me dijiste qué aspecto tenías, así que…
—Deja de desviarte—siseó, y dio un paso atrás—Dime el razonamiento. Ya he averiguado tu lógica para las otras mentiras de mierda. Por cierto, ningún abogado que se respeta jamás dejaría que otro abogado hiciera su trabajo por él.
—Solo una idiota egocéntrica que quiere parecer más seria de lo que es realmente se llamaría a sí misma Thoreau.
—Es bueno ver por fin la versión de ti que recuerdo—dio otro paso atrás y cruzó los brazos—Responde mi pregunta.
—Jódete—me burlé—Te dije que lo sentía, te rogué que me escucharas, y ahora cuando tú tienes ganas de hablar, ¿crees que puedes irrumpir en mi
departamento y obligarme?
—No te he obligado a hacer nada—sonrío—Aún.
Silencio.
Se apoyó contra la pared, esperando a que yo hablara, pero no pude hacer salir ni una palabra.
Aparta la mirada de ella… Aparta la mirada de ella…
Como si supiera el poder que su mirada tenía sobre mí, sonrió y cogió uno de mis martinis improvisados. Levantando una de las cerezas del licor, la colocó contra sus labios.
—¿Piensas estar ahí de pie toda la noche mirándome, o vas a responder mi
pregunta?
—No—dije, apartando por fin la mirada de ella—Después de la forma en que me trataste hoy en tu oficina, no te debo absolutamente nada. Puedes permanecer ahí toda la noche, no me importa en absoluto—caminé hacia mi
habitación—Incluso hay una entrega de sándwich en camino si decides…
Mi aliento se atascó en mi garganta cuando me agarró por detrás y me tiró contra su pecho. Rápidamente me dio la vuelta, de manera que quedamos cara a cara, y luego arrancó la toalla de mi cuerpo, dejándola caer al suelo.
La cereza que levantó se encontraba en su boca, y estaba presionándola sobre mis labios —ordenándome silenciosamente que abriera y me la comiera. Saqué la lengua para tomarla, pero antes de deslizarla hacia mí, susurró:
—No mastiques… Quiero ver cuánto eres capaz de tragar.
Mi jadeo hizo que me la tragara.
—Buena chica—dijo, aflojando su agarre alrededor de mi cintura—Ahora, retrocede y sostente a la pared.
—¿Qué?
Me empujó contra la pared antes de que pudiera tomar otro aliento, agarrando mis manos y elevándolas por encima de mi cabeza.
—Sostente a la pared…
Asentí, presionando mis manos contra la fría superficie.
Con una mirada de "no-jodas-conmigo" en su rostro, chupó mi labio inferior en su boca, y habló suavemente:
—Voy a hacer que te arrepientas si te sueltas.
—Sí…
—Eso no era una pregunta—la expresión en su rostro se suavizó, y estaba segura de que podía oír el ruidoso latido en mi pecho.
Cerré los ojos mientras ella pasaba sus manos arriba y abajo por mis costados.
Sus besos hasta mis pechos y hacía girar su lengua alrededor de mis pezones. Su boca bajó por mi estómago, y sus manos acariciaron cada centímetro de mí mientras se abría camino hacia abajo.
—Thoreau… —jadeé cuando su lengua rozó el interior de mis muslos.
—Mi nombre es Santana—se puso de rodillas—Hemos terminado de jugar ese juego—atrapó mis piernas con sus manos y apretó su boca contra mi coño.
Lamiéndome suavemente, masajeó mi clítoris con su pulgar. Traté de no gemir demasiado alto, traté de reprimirlo todo, pero cada vez que giraba su lengua, mi boca dejaba escapar otro sonido.
—Estás tan jodidamente mojada…—gimió—Tan jodidamente mojada…—deslizó dos dedos en mi interior, empujándolos tan lejos como llegaban.
Mis ojos se abrieron cuando añadió un tercer dedo mientras susurraba:
—Tan apretada…
—Ahhh… Santana…—me di por vencida de intentar estar en silencio.
—¿Sí?—lentamente sacó sus dedos de mí y levantó la mirada, esperando a que yo dijera algo, pero no podía concentrarme cuando me miraba de esa manera.
Sin iniciativas de besos en absoluto, enterró su cabeza en mi coño y malditamente me devoró.
—Ohhh…—grité en indescriptible placer—Ohhh, Diooosss, Santanaaa… Esperaaaa… despacio…
Me ignoró, hundiendo su lengua cada vez más y más profundo.
No pude evitar soltarme de la pared. Dejé caer mis manos en su cabeza, agarrando puñados de su cabello para mantener el equilibrio.
Cuanto más fuerte tiraba de su cabello, más arremetía su lengua contra mí sin piedad.
De repente hubo un fuerte golpe en la puerta, pero Santana no se molestó en parar. En su lugar, levantó mi pierna derecha y la puso sobre su hombro. Agarró mi muslo para que no pudiera moverme, y luego deslizó su lengua dentro de mí un poco más profundo —lamiendo cada rincón de mis paredes.
A punto de venirme, agarré sus hombros mientras mi coño palpitaba contra su boca.
Pero se detuvo abruptamente.
Movió mi pierna y besó su camino de regreso por mi cuerpo, deteniéndose al llegar a mis pechos. Los cogió con una mano y torció bruscamente mis pezones.
—Te dije que no te soltaras de la pared—dijo, bajando la mirada hacia mí mientras desabrochaba y bajaba sus pantalones.
Miré de nuevo sus ojos, casi sin aliento.
—Te lo dije, ¿verdad?—agarró mi mano y la presionó contra su pecho, moviéndola lentamente más y más abajo.
Cuando mi mano finalmente alcanzó su húmedo sexo, bajé la mirada en total
conmoción.
Estaba muy húmeda y perfectamente depilada y mi mandíbula colgaba totalmente abierta.
—¿No te gusta?—levantó mi barbilla y sonrió.
Me encontraba completamente sin habla, pero no podía negar lo caliente que me sentía justo ahora. Recordando lo que había dicho por teléfono, bajé la cabeza para probarla, pero me detuvo.
—No esta noche—mantuvo sus ojos en mí mientras me conducía hasta el sofá, se sentó y me llevó a su regazo.
Me incliné para besar sus labios, pero rápidamente me reposicionó, de forma que me hallaba de espaldas a ella. Entonces se burló de mí con la punta de sus dedos—frotándolos contra mi hendidura.
Una y otra vez.
—¿Recuerdas cómo dijiste que querías montarme hasta que me viniera?—susurró en mi oído—¿Cómo querías frotarte contra mí hasta que te rogara que pararas?
—Sí…—gemí.
Me empujó por los hombros y me sentó en sus dedos, enterrándose hasta el final, centímetro a centímetro. Cuanto más me deslizaba sobre ella, más gemía.
Más decía mi nombre.
Cuando estuvo completamente dentro de mí, me mantuvo inmóvil y apretó sus labios contra la parte trasera de mi cuello, luego se acomodó para que su sexo se rozara con mis nalgas.
La sensación de ella era como nada que hubiera sentido nunca antes.
Era intenso, potente y adictivo.
—Móntame, Brittany…—me empujó hacia adelante—Jodidamente móntame…
Tomé una profunda respiración y me moví contra ella, lentamente, estirando mi interior más y más. Apenas podía mantener el ritmo; su plenitud era casi demasiado, y ella estaba frotando mi clítoris con su pulgar, volviéndome loca.
—Te sientes tan malditamente bien en este momento…—me tiró hacia atrás por mi cabello—No pares, maldita sea.
Me aferré a sus piernas para no perder el equilibrio, levantando mi cuerpo ligeramente arriba y abajo. Traté de establecer por fin un ritmo, para finalmente tomar el control.
—Santanaaaa…—no podía manejar sus dedos más—Estoy… estoy a punto de venirme…
—No—agarró con su mano libre mi cadera más fuerte que nunca—Aún no.
De repente, se puso de pie y me dobló.
—Coge esa mesa y no la sueltes.
Mis dedos se aferraron al borde de la mesa de centro y ella arremetió contra mí una y otra vez, golpeando mi culo cada vez que gritaba.
—Te dije que iba a tener tu coño—susurró con dureza—No te vengas hasta que yo diga que jodidamente te vengas…—mis músculos se apretaban con cada golpe.
—Joder… ¡Jodeeer!—mis piernas comenzaban a fallar mientras una intensa presión se construía dentro de mí, mientras me follaba sin descanso—Santanaaaa…
—No te dejes ir—advirtió, pero no pude evitarlo.
Mi orgasmo tomó el control de mí en un apuro y me derrumbé. Antes de que pudiera aterrizar de bruces sobre la mesa de centro, me dio vuelta y acomodo nuestros sexos para que se rozaran y continuó golpeando contra mí hasta que llegó a su propia liberación.
Cerré los ojos y me recosté contra ella, jadeando pesadamente mientras tratábamos de recuperar el aliento.
Varios minutos después, Santana levantó suavemente mi cadera y salió de mí. Se puso de pie y la miré mientras se subía las bragas junto a los pantalones y caminaba hasta que levantó mi toalla del suelo y caminó de regreso a mí.
No hice ademán de levantarme, pero volví a envolver la toalla a mí alrededor.
—¿Hay algo sobre lo que no me hayas mentido?—su voz fue un susurro.
—Sí…
—¿Y qué seria eso?
—Te eché de menos…
Levantó una ceja, manteniendo el resto de su rostro estoico.
Inexpresivo.
Comenzó a abrocharse los pantalones, sin apartar sus ojos de los míos.
Tenía la esperanza de que dijera algo, cualquier cosa, pero no lo hizo.
Se alisó la camisa con las manos y se dirigió hacia la puerta. De repente, se detuvo y miró por encima de su hombro. Entonces se acercó a mí y besó suavemente mis labios —rozando su pulgar contra mi mejilla.
Quería hablar, preguntar lo que pensaba, pero se apartó y se fue.
Esta vez ella se fue.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Epílogo
Eso estuvo intenso, jajaj san ya se descontrolo total,y creo qe lo va a seguir haciendo.
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Epílogo
Tati.94 escribió:Eso estuvo intenso, jajaj san ya se descontrolo total,y creo qe lo va a seguir haciendo.
Hola, si que lo estuvo jajaajajajajajajajajaj. Esk como contenerse¿? jajajajajaja, y yo tmbn jajajaajajajajaj. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Razonable I (Adaptada) Cap 6
Capitulo 6
Receso.
Santana
Rompí muchas normas en mi vida, pero dormir con una interna probablemente era una de las peores.
No había precedentes para esto, y eso me aterrorizaba.
Al segundo en que dejé el departamento de Brittany, hice lo que hacía normalmente cuando follaba a alguien que conocí online: fui a casa, me duché, me serví un vaso de mi whiskey escocés favorito y saqué mi ordenador portátil —preparándome para buscar a la siguiente.
Excepto que esta vez, no quería buscar a la siguiente.
Quería follar a Brittany, otra y otra vez.
Quería oírla gritar un poco más fuerte, sentir su cuerpo envuelto contra el mío, y ver su rostro mientras me enterraba profundamente en su interior.
Maldición…
No podía creer esto.
Podía contar con una mano el número de mujeres en las que pensé después de dejar un hotel, y no era debido a que ninguna de esas mujeres fuera memorable en una buena forma.
Y las que eran buenas, eran solo “buenas” —nunca asombrosas, como Brittany.
Una parte de mí se sentía mal por dejarla justo después de que termináramos, por no decir ni una palabra, pero tenía que marcharme.
No era de los que mantenía conversaciones íntimas después del sexo.
Nunca.
Incluso aunque estaba más que tentada de conducir de regreso ahí justo ahora y reclamarla otra vez, tenía que obligarme a aceptar un hecho muy duro: nunca iba a dormir con ella de nuevo.
Iba contra las normas.
—¿Dónde está mi café, Quinn?—la llamé a su escritorio—¿Por qué no me lo ha traído la señorita Pierce todavía? ¿Llega tarde hoy?
—No, señorita—sonaba confundida—Son solo las siete y media…
Miré el reloj de mi pared y suspiré antes de terminar la llamada. Me encontraba en el borde por alguna razón, y no me gustaba.
No fui capaz de dormir la noche anterior e ignoré a propósito el mensaje que Brittany me envió a media noche.
Decía: “No puedo dormir… ¿Podemos hablar sobre lo que acaba de ocurrir entre nosotros?”
La respuesta era no.
Nuestras conversaciones se acabaron.
No había nada más que discutir.
Hablamos.
Follamos.
Ese fue el final de nosotras.
Abrí la página web de Dating-Match, determinado a sacarla de mi mente. Todo lo que necesitaba era encontrar a otra persona, y ella se convertiría en una gota en un mar sin fin de otras mujeres —un recuerdo fugaz que medio
recordaría cada vez que viera su hermoso rostro.
Había cientos de mujeres nuevas en la página ahora, pero muy pocas de ellas captaron mi atención. Las que lo hicieron parecían demasiado buenas para ser verdad, así que no me molesté en abrir sus perfiles completos.
Justo cuando estaba leyendo sobre una profesora de matemáticas, una taza de café fue colocada sobre mi escritorio.
—Buenos días—susurró Brittany.
No respondí.
Continué desplazándome a través de los perfiles online; ella lo captaría en algún momento.
Suspiró.
—Santana…
—Es señorita López—alcé la mirada, deseando inmediatamente no haberlo hecho.
Hoy venía aún más impresionante que ayer.
Llevaba el mismo vestido gris que llevó en la entrevista, y hoy era más estrecho de lo que era ese día. Su cabello caía en suaves que pasaban sus hombros, y sus ojos azules eran brillantes, esperanzados.
—¿Puedo hablar contigo un segundo? —preguntó.
—¿Es sobre tu trabajo?
—No…
—¿Es sobre mi trabajo?
—No…
—Entonces no. Vete.
—Es sobre ayer—permaneció inmóvil, haciendo que mi cuerpo se pusiera rígido cuando se mordió el labio.
—Ayer fue un error, un momento lamentable para nuestras carreras, y te aseguro que no sucederá de nuevo.
—Eso no es lo que iba a decir.
—Señorita Pierce—dije, levantándome de mi escritorio y caminando hacia ella—, Usted y yo trabajamos juntas profesionalmente. Si hubiera sabido la verdad detrás de todas sus ridículas mentiras antes, habría dejado de hablarle inmediatamente. Y luego la habría denunciado por robar la información de otra persona y usarla como propia. El hecho de que es una mentirosa permanece, y lamentablemente dadas las circunstancias y el hecho de que ya la he follado, no queda nada por decir entre nosotras.
Abrió la boca para decir algo, pero presioné mi dedo contra sus labios.
—Nada más—susurré, acercando mi cara a la suya—¿Entiende?
—Eres…—su labio inferior tembló mientras se apartaba de mí con brusquedad—¡Eres tan gilipollas! ¡No puedo creer que me acosté contigo!
—Créelo. Estoy segura de que será un buen recuerdo para ti, dado que apenas tienes sexo.
Ella sacudió la cabeza.
—¿También estabas fingiendo en el teléfono? No eres para nada como la mujer con la que hablaba por la noche, para nada como…
—Por favor, ahórreme la mierda de la súplica emocional, Señorita Pierce. Tomaré mi próxima taza de café al mediodía. Gracias.
—Estarás esperando—ella rodó los ojos—La traeré cuando me apetezca.
—¿Vas a hacer que te despida por una taza de café?
—Para ser honesta, usted podría no querer que prepare su café, señorita López—estrechó los ojos en mi dirección—Quién sabe lo que pondré en él.
—Jodidamente te desafío…—me acerqué un paso.
—¿Es eso una amenaza?—se encogió de hombros.
—Es una jodida promesa—la empujé contra la pared y presioné mis labios contra los suyos, levantando su pierna alrededor de mi cintura.
Mordiendo sus suaves labios, burlándome de su lengua con la mía. Si pudiera, follaría su boca todo el día.
Mientras ella subía mi falda y bajaba mis bragas, deslicé una mano por debajo de su vestido y tiré de sus bragas hacia abajo, gimiendo una vez que sentí lo húmeda que estaba.
—Santana…
Me acomode de forma que nuestros sexos se rozaran mordiendo sus labios para que no gritara. Agarré sus manos y las coloqué alrededor de mi cuelo.
—Siempre húmeda…—la sentí intentando quitar su pierna de alrededor de mi cintura, pero la mantuve inmóvil—Di mi nombre otra vez…
—Sí…—jadeó mientras envestía en su interior, una y otra y otra vez—Sí…
—Dilo—apreté su trasero.
Sus murmullos eran cada vez más y más fuertes.
—Mi nombre, Brittany...—besé su boca—Di mi nombre...
Sus uñas arañaban mi cuello.
—Estoy… estoy a punto…
Inmediatamente me detuve a media envestida y susurré ásperamente en su oído.
—Di mi jodido nombre, Brittany…
Sus uñas se hundieron en mi piel.
—Santana…
Ante el sonido de mi nombre en sus labios, me moví y ella se vino, tan perfectamente. Sentí mi propia liberación segundos después, y pude sentirla enterrar la cabeza en mi pecho para ahogar sus gemidos, pero alcé su cabeza.
—Detén eso…
Jadeando, ella mantuvo sus ojos en mí.
—¿Detener el qué?
—El esconder tu voz de mí…—besé sus labio otra vez, sin hacer ningún movimiento para alejarme de ella, y nos quedamos ahí de pie entrelazadas la una con la otra por lo que se sintió como una eternidad.
Tanto como quería decirle que se marchara y se largara de mi oficina, no era capaz de hacerlo. En cambio, la besé en la frente y reajustando nuestros vestidos.
Recogí uno de sus tacones, que se le cayó. Sus rizos se encontraban revueltos por toda su cabeza, así que los coloqué en su lugar. Como si estuviera devolviéndome el favor, me acomodo mis cabellos.
Luego las dos nos quedamos paradas mirándonos la una a la otra.
No tenía ni idea de qué demonios acababa de suceder, y solo a una parte de mí le gustó.
La otra mitad lo amó.
—Tienes que volver a trabajar—tiré del colgante de una zapatilla de ballet que llevaba alrededor del cuello—Todavía me debes ese informe de Brownsteins, descenso de categoría o no.
—Me dijiste que no era un descenso.
—Saqué una página de tu libro y mentí—rodé los ojos y retrocedí un paso—Vuelve al trabajo.
—Está bien, señorita López—sonrió y se dirigió a la puerta.
—Y cuando vuelvas—añadí—, Simplemente deja mi taza de café de la tarde en esa estantería y sal. No te acerques para nada a mí y no me digas nada.
—¿Por qué no?
—Porque te follaré otra vez si lo haces.
Se sonrojó y salió de la habitación.
Al segundo en que se fue, caí en mi silla y sacudí la cabeza.
¿Dos veces en menos de veinticuatro horas?
Jesús…
Saqué el archivo de mi último caso, pero no podía obligarme a leerlo.
Todo en lo que podía pensar era en Brittany.
Había sentido algo como esto antes, y sabía que no llevaría a nada excepto a desesperación.
Lo que sentía no era nada profundo, nada que lo alcanzara todo —todavía, pero era real, y no había nada que yo pudiera hacer para detenerlo.
Construí los últimos seis años de mi vida separándome a mí misma de cualquier posibilidad de tener sentimientos por otra persona, negándome a construir ninguna amistad, pero Brittany logró colarse por mis impenetrables
puertas de algún modo.
Y no solo se coló, lo hizo con mentiras, algo que nunca permitiría de nadie más.
Algo que habría hecho que la descartara inmediatamente y nunca pensara en ella otra vez.
No tenía la menor idea de cómo manejar esto.
Esto era territorio desconocido y no tenía ni idea de por dónde navegar después.
Suspirando, recogí el archivo de mi caso y me obligué a leer las primeras páginas, así podría obtener control sobre mí mismo.
Antes de que lo supiera, me encontraba perdida en mi trabajo, y la única cosa en mi mente era cómo iba a convencer a un jurado para que creyera la mierda de mi último cliente.
Antes de que pudiera llamar al fiscal jefe y preguntarle qué iba a ofrecer a cambio de un acuerdo con la fiscalía, sentí algo caliente salpicar mi regazo.
Mi maldito café.
—¿Qué demonios crees que estás haciendo?—dejé caer mis papeles en el escritorio, mirando ferozmente el rostro enrojecido de Brittany—¿Acabas de
tirar eso en mi regazo a propósito?
—Sí—asintió, y me di cuenta de que había lágrimas en sus ojos—Traer tu café es mi trabajo, ¿verdad?
—¿Eres jodidamente bipolar?
—No, solo soy una mentirosa, como tú dijiste. En realidad soy justo igual que tú, pero al menos yo puedo admitir cuando no te he dicho la verdad, al menos yo tengo una razón.
—¿Perdona?
Las lágrimas descendieron por sus mejillas.
—Tiene un visitante en recepción.
—¿Es tu reemplazo?—pregunté con sequedad—Porque lo juro por Dios, si estas manchas no salen de mi vestido…
—Es tu esposa.
No había precedentes para esto, y eso me aterrorizaba.
Al segundo en que dejé el departamento de Brittany, hice lo que hacía normalmente cuando follaba a alguien que conocí online: fui a casa, me duché, me serví un vaso de mi whiskey escocés favorito y saqué mi ordenador portátil —preparándome para buscar a la siguiente.
Excepto que esta vez, no quería buscar a la siguiente.
Quería follar a Brittany, otra y otra vez.
Quería oírla gritar un poco más fuerte, sentir su cuerpo envuelto contra el mío, y ver su rostro mientras me enterraba profundamente en su interior.
Maldición…
No podía creer esto.
Podía contar con una mano el número de mujeres en las que pensé después de dejar un hotel, y no era debido a que ninguna de esas mujeres fuera memorable en una buena forma.
Y las que eran buenas, eran solo “buenas” —nunca asombrosas, como Brittany.
Una parte de mí se sentía mal por dejarla justo después de que termináramos, por no decir ni una palabra, pero tenía que marcharme.
No era de los que mantenía conversaciones íntimas después del sexo.
Nunca.
Incluso aunque estaba más que tentada de conducir de regreso ahí justo ahora y reclamarla otra vez, tenía que obligarme a aceptar un hecho muy duro: nunca iba a dormir con ella de nuevo.
Iba contra las normas.
—¿Dónde está mi café, Quinn?—la llamé a su escritorio—¿Por qué no me lo ha traído la señorita Pierce todavía? ¿Llega tarde hoy?
—No, señorita—sonaba confundida—Son solo las siete y media…
Miré el reloj de mi pared y suspiré antes de terminar la llamada. Me encontraba en el borde por alguna razón, y no me gustaba.
No fui capaz de dormir la noche anterior e ignoré a propósito el mensaje que Brittany me envió a media noche.
Decía: “No puedo dormir… ¿Podemos hablar sobre lo que acaba de ocurrir entre nosotros?”
La respuesta era no.
Nuestras conversaciones se acabaron.
No había nada más que discutir.
Hablamos.
Follamos.
Ese fue el final de nosotras.
Abrí la página web de Dating-Match, determinado a sacarla de mi mente. Todo lo que necesitaba era encontrar a otra persona, y ella se convertiría en una gota en un mar sin fin de otras mujeres —un recuerdo fugaz que medio
recordaría cada vez que viera su hermoso rostro.
Había cientos de mujeres nuevas en la página ahora, pero muy pocas de ellas captaron mi atención. Las que lo hicieron parecían demasiado buenas para ser verdad, así que no me molesté en abrir sus perfiles completos.
Justo cuando estaba leyendo sobre una profesora de matemáticas, una taza de café fue colocada sobre mi escritorio.
—Buenos días—susurró Brittany.
No respondí.
Continué desplazándome a través de los perfiles online; ella lo captaría en algún momento.
Suspiró.
—Santana…
—Es señorita López—alcé la mirada, deseando inmediatamente no haberlo hecho.
Hoy venía aún más impresionante que ayer.
Llevaba el mismo vestido gris que llevó en la entrevista, y hoy era más estrecho de lo que era ese día. Su cabello caía en suaves que pasaban sus hombros, y sus ojos azules eran brillantes, esperanzados.
—¿Puedo hablar contigo un segundo? —preguntó.
—¿Es sobre tu trabajo?
—No…
—¿Es sobre mi trabajo?
—No…
—Entonces no. Vete.
—Es sobre ayer—permaneció inmóvil, haciendo que mi cuerpo se pusiera rígido cuando se mordió el labio.
—Ayer fue un error, un momento lamentable para nuestras carreras, y te aseguro que no sucederá de nuevo.
—Eso no es lo que iba a decir.
—Señorita Pierce—dije, levantándome de mi escritorio y caminando hacia ella—, Usted y yo trabajamos juntas profesionalmente. Si hubiera sabido la verdad detrás de todas sus ridículas mentiras antes, habría dejado de hablarle inmediatamente. Y luego la habría denunciado por robar la información de otra persona y usarla como propia. El hecho de que es una mentirosa permanece, y lamentablemente dadas las circunstancias y el hecho de que ya la he follado, no queda nada por decir entre nosotras.
Abrió la boca para decir algo, pero presioné mi dedo contra sus labios.
—Nada más—susurré, acercando mi cara a la suya—¿Entiende?
—Eres…—su labio inferior tembló mientras se apartaba de mí con brusquedad—¡Eres tan gilipollas! ¡No puedo creer que me acosté contigo!
—Créelo. Estoy segura de que será un buen recuerdo para ti, dado que apenas tienes sexo.
Ella sacudió la cabeza.
—¿También estabas fingiendo en el teléfono? No eres para nada como la mujer con la que hablaba por la noche, para nada como…
—Por favor, ahórreme la mierda de la súplica emocional, Señorita Pierce. Tomaré mi próxima taza de café al mediodía. Gracias.
—Estarás esperando—ella rodó los ojos—La traeré cuando me apetezca.
—¿Vas a hacer que te despida por una taza de café?
—Para ser honesta, usted podría no querer que prepare su café, señorita López—estrechó los ojos en mi dirección—Quién sabe lo que pondré en él.
—Jodidamente te desafío…—me acerqué un paso.
—¿Es eso una amenaza?—se encogió de hombros.
—Es una jodida promesa—la empujé contra la pared y presioné mis labios contra los suyos, levantando su pierna alrededor de mi cintura.
Mordiendo sus suaves labios, burlándome de su lengua con la mía. Si pudiera, follaría su boca todo el día.
Mientras ella subía mi falda y bajaba mis bragas, deslicé una mano por debajo de su vestido y tiré de sus bragas hacia abajo, gimiendo una vez que sentí lo húmeda que estaba.
—Santana…
Me acomode de forma que nuestros sexos se rozaran mordiendo sus labios para que no gritara. Agarré sus manos y las coloqué alrededor de mi cuelo.
—Siempre húmeda…—la sentí intentando quitar su pierna de alrededor de mi cintura, pero la mantuve inmóvil—Di mi nombre otra vez…
—Sí…—jadeó mientras envestía en su interior, una y otra y otra vez—Sí…
—Dilo—apreté su trasero.
Sus murmullos eran cada vez más y más fuertes.
—Mi nombre, Brittany...—besé su boca—Di mi nombre...
Sus uñas arañaban mi cuello.
—Estoy… estoy a punto…
Inmediatamente me detuve a media envestida y susurré ásperamente en su oído.
—Di mi jodido nombre, Brittany…
Sus uñas se hundieron en mi piel.
—Santana…
Ante el sonido de mi nombre en sus labios, me moví y ella se vino, tan perfectamente. Sentí mi propia liberación segundos después, y pude sentirla enterrar la cabeza en mi pecho para ahogar sus gemidos, pero alcé su cabeza.
—Detén eso…
Jadeando, ella mantuvo sus ojos en mí.
—¿Detener el qué?
—El esconder tu voz de mí…—besé sus labio otra vez, sin hacer ningún movimiento para alejarme de ella, y nos quedamos ahí de pie entrelazadas la una con la otra por lo que se sintió como una eternidad.
Tanto como quería decirle que se marchara y se largara de mi oficina, no era capaz de hacerlo. En cambio, la besé en la frente y reajustando nuestros vestidos.
Recogí uno de sus tacones, que se le cayó. Sus rizos se encontraban revueltos por toda su cabeza, así que los coloqué en su lugar. Como si estuviera devolviéndome el favor, me acomodo mis cabellos.
Luego las dos nos quedamos paradas mirándonos la una a la otra.
No tenía ni idea de qué demonios acababa de suceder, y solo a una parte de mí le gustó.
La otra mitad lo amó.
—Tienes que volver a trabajar—tiré del colgante de una zapatilla de ballet que llevaba alrededor del cuello—Todavía me debes ese informe de Brownsteins, descenso de categoría o no.
—Me dijiste que no era un descenso.
—Saqué una página de tu libro y mentí—rodé los ojos y retrocedí un paso—Vuelve al trabajo.
—Está bien, señorita López—sonrió y se dirigió a la puerta.
—Y cuando vuelvas—añadí—, Simplemente deja mi taza de café de la tarde en esa estantería y sal. No te acerques para nada a mí y no me digas nada.
—¿Por qué no?
—Porque te follaré otra vez si lo haces.
Se sonrojó y salió de la habitación.
Al segundo en que se fue, caí en mi silla y sacudí la cabeza.
¿Dos veces en menos de veinticuatro horas?
Jesús…
Saqué el archivo de mi último caso, pero no podía obligarme a leerlo.
Todo en lo que podía pensar era en Brittany.
Había sentido algo como esto antes, y sabía que no llevaría a nada excepto a desesperación.
Lo que sentía no era nada profundo, nada que lo alcanzara todo —todavía, pero era real, y no había nada que yo pudiera hacer para detenerlo.
Construí los últimos seis años de mi vida separándome a mí misma de cualquier posibilidad de tener sentimientos por otra persona, negándome a construir ninguna amistad, pero Brittany logró colarse por mis impenetrables
puertas de algún modo.
Y no solo se coló, lo hizo con mentiras, algo que nunca permitiría de nadie más.
Algo que habría hecho que la descartara inmediatamente y nunca pensara en ella otra vez.
No tenía la menor idea de cómo manejar esto.
Esto era territorio desconocido y no tenía ni idea de por dónde navegar después.
Suspirando, recogí el archivo de mi caso y me obligué a leer las primeras páginas, así podría obtener control sobre mí mismo.
Antes de que lo supiera, me encontraba perdida en mi trabajo, y la única cosa en mi mente era cómo iba a convencer a un jurado para que creyera la mierda de mi último cliente.
Antes de que pudiera llamar al fiscal jefe y preguntarle qué iba a ofrecer a cambio de un acuerdo con la fiscalía, sentí algo caliente salpicar mi regazo.
Mi maldito café.
—¿Qué demonios crees que estás haciendo?—dejé caer mis papeles en el escritorio, mirando ferozmente el rostro enrojecido de Brittany—¿Acabas de
tirar eso en mi regazo a propósito?
—Sí—asintió, y me di cuenta de que había lágrimas en sus ojos—Traer tu café es mi trabajo, ¿verdad?
—¿Eres jodidamente bipolar?
—No, solo soy una mentirosa, como tú dijiste. En realidad soy justo igual que tú, pero al menos yo puedo admitir cuando no te he dicho la verdad, al menos yo tengo una razón.
—¿Perdona?
Las lágrimas descendieron por sus mejillas.
—Tiene un visitante en recepción.
—¿Es tu reemplazo?—pregunté con sequedad—Porque lo juro por Dios, si estas manchas no salen de mi vestido…
—Es tu esposa.
Continuara…
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Epílogo
:o !!!!!
Como nos dejas ahí!!!!
Pues las cosas iban mejorando un poco, San estaba escuchando por partes a Britt, sin embargo ahora quien no querrá saber nada es la rubia... El matrimonio nadie lo veía venir, fue una sorpresa total.
Haber como siguen las cosas
Como nos dejas ahí!!!!
Pues las cosas iban mejorando un poco, San estaba escuchando por partes a Britt, sin embargo ahora quien no querrá saber nada es la rubia... El matrimonio nadie lo veía venir, fue una sorpresa total.
Haber como siguen las cosas
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Epílogo
Esposa? Ahora que? Pero san no aguanta las mentiras,entonces sera una ex esposa, o de verdad mintio?
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Epílogo
esposa????? que m... es esta que alguien me explique!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Epílogo
JVM escribió::o !!!!!
Como nos dejas ahí!!!!
Pues las cosas iban mejorando un poco, San estaba escuchando por partes a Britt, sin embargo ahora quien no querrá saber nada es la rubia... El matrimonio nadie lo veía venir, fue una sorpresa total.
Haber como siguen las cosas
Hola, nonono yo no, el cap! libre de toda cual! jaajajjajaaj. Esk cuando las cosas van mejorando algo tenia que pasar, no¿? ¬¬ No, la vrdd esk no =/ Aquí dejo el siguiente cap para saber mas! Saludos =D
Tati.94 escribió:Esposa? Ahora que? Pero san no aguanta las mentiras,entonces sera una ex esposa, o de verdad mintio?
Hola, sip =/ mmm nadie lo sabe, pero dejo el siguiente cap para saber jajajajaja. Mmmmmm buen punto... si es ex no mintio, pero si tanto acuso a britt no creo que mintiera ¬¬ Saludos =D
micky morales escribió:esposa????? que m... es esta que alguien me explique!!!!!
Hola, mm eso parece =/ jajajaaja y no y todas tmbn jajaajajajaj, pero aquí dejo el siguiente cap para saber mas! Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Razonable II (Adaptada) Sinopsis
Sinopsis
Ella me mintió…
Traicionó la única normal respecto a la que soy más firme: Honestidad.
Total y absoluta jodida honestidad.
De verdad deseo que ella fuera otra persona —alguien que no tenga la habilidad de hacerme sentir, alguien a quien podría descartar fácilmente como a las cientos de mujeres antes que ella.
Me siento atraída por ella como no me he sentido atraída por una mujer antes.
Completamente cautivada por su mera visión.
Pero desafortunadamente, con mi pasado volviendo a la superficie lentamente para que todo el mundo lo vea, tendré que encontrar una manera de dejarla ir.
Ella nunca podrá ser mía.
Traicionó la única normal respecto a la que soy más firme: Honestidad.
Total y absoluta jodida honestidad.
De verdad deseo que ella fuera otra persona —alguien que no tenga la habilidad de hacerme sentir, alguien a quien podría descartar fácilmente como a las cientos de mujeres antes que ella.
Me siento atraída por ella como no me he sentido atraída por una mujer antes.
Completamente cautivada por su mera visión.
Pero desafortunadamente, con mi pasado volviendo a la superficie lentamente para que todo el mundo lo vea, tendré que encontrar una manera de dejarla ir.
Ella nunca podrá ser mía.
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Razonable II (Adaptada) Prólogo
Prólogo
Santana
Ciudad de Nueva York.
Hace seis años…
Por tercera semana consecutiva, me desperté con una lluvia incesante que caía sobre esta ciudad repulsiva.
Arriba, las nubes estaban recubiertas con un feo tono de gris, y los rayos de los relámpagos que parpadeaban en el cielo cada pocos segundos ya no eran maravillas, sino que eran previsibles.
Sosteniendo mi paraguas, entré en un quiosco y cogí el New York Times —preparándome para lo que había entre sus páginas.
—¿Cuántas mujeres crees que podría follarse un hombre en su vida?—el vendedor me dio el cambio.
Maldito pervertido
—No lo sé—dije—Yo he dejado de contar con cuantas me he acostado.
—¿Tú.. usted..?
—Nosotras las mujeres nos sabemos entender—dije con aire de superioridad—Nunca se quejan de mi
—Parado de contar, ¿eh? ¿Qué hiciste, llegar a diez y decidir que era suficiente antes de sentar la cabeza?—señaló el anillo de oro en mi mano izquierda.
—No, senté la cabeza primero, luego empecé a follar.
Alzó la ceja con aspecto aturdido, y luego se dio la vuelta para organizar su expositor de puros.
Hace un par de meses, me habría entretenido con su intento de entablar conversación, habría contestado a su pregunta con una risa alegre y un “Más de lo que nunca vamos a admitir”, pero ya no tenía la capacidad de reír.
Mi vida era ahora un deprimente carrete de fotogramas repetidos—noches de hotel, sudores fríos, recuerdos podridos; y la lluvia.
Maldita lluvia.
Metí el diario debajo de mi brazo y me alejé, mirando el anillo en mi mano No lo había usado en mucho tiempo, y no tenía ni idea de lo que me poseyó para ponérmelo hoy.
Desenroscándolo de mi dedo, lo miré por última vez, sacudiendo la cabeza por su inutilidad.
Por una fracción de segundo, consideré mantenerlo, tal vez conservarlo como un recordatorio de la mujer que solía ser. Pero esa versión de mí era patética —ingenua, y quería olvidarla lo más rápido que pude.
Crucé la calle cuando el semáforo se puso en verde, y cuando me acerqué a la acera, lancé el anillo donde debería haberlo lanzado hace meses.
Por el desagüe.
Arriba, las nubes estaban recubiertas con un feo tono de gris, y los rayos de los relámpagos que parpadeaban en el cielo cada pocos segundos ya no eran maravillas, sino que eran previsibles.
Sosteniendo mi paraguas, entré en un quiosco y cogí el New York Times —preparándome para lo que había entre sus páginas.
—¿Cuántas mujeres crees que podría follarse un hombre en su vida?—el vendedor me dio el cambio.
Maldito pervertido
—No lo sé—dije—Yo he dejado de contar con cuantas me he acostado.
—¿Tú.. usted..?
—Nosotras las mujeres nos sabemos entender—dije con aire de superioridad—Nunca se quejan de mi
—Parado de contar, ¿eh? ¿Qué hiciste, llegar a diez y decidir que era suficiente antes de sentar la cabeza?—señaló el anillo de oro en mi mano izquierda.
—No, senté la cabeza primero, luego empecé a follar.
Alzó la ceja con aspecto aturdido, y luego se dio la vuelta para organizar su expositor de puros.
Hace un par de meses, me habría entretenido con su intento de entablar conversación, habría contestado a su pregunta con una risa alegre y un “Más de lo que nunca vamos a admitir”, pero ya no tenía la capacidad de reír.
Mi vida era ahora un deprimente carrete de fotogramas repetidos—noches de hotel, sudores fríos, recuerdos podridos; y la lluvia.
Maldita lluvia.
Metí el diario debajo de mi brazo y me alejé, mirando el anillo en mi mano No lo había usado en mucho tiempo, y no tenía ni idea de lo que me poseyó para ponérmelo hoy.
Desenroscándolo de mi dedo, lo miré por última vez, sacudiendo la cabeza por su inutilidad.
Por una fracción de segundo, consideré mantenerlo, tal vez conservarlo como un recordatorio de la mujer que solía ser. Pero esa versión de mí era patética —ingenua, y quería olvidarla lo más rápido que pude.
Crucé la calle cuando el semáforo se puso en verde, y cuando me acerqué a la acera, lancé el anillo donde debería haberlo lanzado hace meses.
Por el desagüe.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Epílogo
Pues supongo que falta ver el pasado completo de San, su esposa la habrá engañado???? Y porque no se divorcio y a que volvió??
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Epílogo
Hola , vengo leyendo hace tiempo tus historias y me encantan
Me parece injusto que Santana pida que le digan siempre la verdad y si no se enoja y ella no contó que tiene esposa
Actualiza pronto por favor , quiero saber que va a pasar
Me parece injusto que Santana pida que le digan siempre la verdad y si no se enoja y ella no contó que tiene esposa
Actualiza pronto por favor , quiero saber que va a pasar
sofi_LM* - Mensajes : 6
Fecha de inscripción : 11/11/2016
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Epílogo
Que le hiso esa tipa a san,para que sea asi??
Y ahora britt piensa que la engaño friamente!! Jaja no encontre otra palabra para eso
Y ahora britt piensa que la engaño friamente!! Jaja no encontre otra palabra para eso
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Epílogo
JVM escribió:Pues supongo que falta ver el pasado completo de San, su esposa la habrá engañado???? Y porque no se divorcio y a que volvió??
Hola, mm si, la vrdd esk si, no¿? =/ Lo mas probable y es como lo menos doloroso de todo lo que pudo hacerle para que la morena ahora sea así =/ Mmm nose, pero son buenas preguntas, espero y este cap nos responda al menos una xD jajajaja. Saludos =D
sofi_LM escribió:Hola , vengo leyendo hace tiempo tus historias y me encantan
Me parece injusto que Santana pida que le digan siempre la verdad y si no se enoja y ella no contó que tiene esposa
Actualiza pronto por favor , quiero saber que va a pasar
Hola, bienvenida entonces! Eso es bueno y espero y siga así! jajaajajajaajajja. Mmmm si, tienes un muy buen punto ai, osea pide sinceridad y ella no lo es tampoco ¬¬ Aquí dejo el siguiente cap! Saludos =D
Tati.94 escribió:Que le hiso esa tipa a san,para que sea asi??
Y ahora britt piensa que la engaño friamente!! Jaja no encontre otra palabra para eso
Hola, mmmm minímo que la engaño ¬¬ Jajajajaj esk cualquiera lo pensaría, no¿? jajajajaajajajjaajjaja, pero estuvo bn jajajaajaj. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Razonable II (Adaptada) Cap 1
Capitulo 1
Pruebas Exculpatorias.
Santana
Día Presente
El café caliente que se filtraba en ese momento a través de mi falda y aguijoneaba mi piel era la razón exacta por la que nunca follaba a la misma
mujer dos veces.
Haciendo una mueca, tomé una respiración profunda.
—Brittany …
—Estás jodidamente casada.
Ignoré su comentario y me recliné en mi silla.
—En el interés de tu mediocre y futura corta vida en la carrera de leyes, voy a hacerte dos enormes favores: uno, voy a disculparme por follarte una segunda vez y dejarte saber que eso nunca sucederá otra vez. Dos, voy a fingir que no acabas de asaltarme con un maldito café.
—No lo hagas—lanzó mi taza de café al suelo, haciéndola pedazos—Definitivamente lo hice, y me siento tentada de hacerlo de nuevo.
—Señorita Pierce…
—Vete a la mierda—estrechó sus ojos mirándome, añadiendo—Espero que se te caigan las tetas—mientras salía en tromba de mi oficina.
—¡Quinn!—me levanté rápidamente y agarré un rollo de toallas de papel—¿ Quinn?
Ninguna respuesta.
Cogí mi teléfono para llamar a su escritorio, pero de repente entró en mi oficina.
—¿Sí, señorita López?
—Llama al servicio de tintorería de lujo y haz que entreguen uno de mis vestidos en la oficina. También necesito una nueva taza de café, el archivo de la señorita Pierce de recursos humanos, y tienes que decirle al señor Howell que hoy llegaré tarde a esa reunión de las 16.
Esperé a oír su habitual, “Ahora mismo, señorita” o “Estoy en ello, señorita López”, pero no dijo nada.
Se quedó en silencio —sonrojándose, y sus ojos estaban pegados a la entrepierna de mi falda.
—¿No necesita algo de ayuda para limpiar eso?—sus labios se curvaron en una sonrisa—Tengo una toalla realmente gruesa en el cajón de mi escritorio. Es muy suave y… delicada.
—Quinn…
—Es linda y depilada, ¿verdad?—sus ojos finalmente se encontraron con los míos—De verdad no se lo diría ni a un alma. Sería nuestro pequeño secreto.
—Mi jodido vestido limpio, una nueva taza de café, el archivo de la señorita Pierce, y un mensaje para el señor Howell acerca de que llegaré tarde. Ahora.
—En realidad me encanta la forma en que te resistes…—robó otra mirada en dirección a mi falda húmeda antes de dejar la habitación.
Suspiré y empecé a secar tanto café como pude. Debería haber sabido que Brittany era del tipo emocional, debería haber sabido que era inestable e incapaz de comportarse de forma normal al segundo en que me di cuenta de que había creado una identidad falsa para LawyerChat.
Me arrepentí de decirle que quería poseer su coño, y me maldecí por conducir ayer hasta su departamento.
Nunca más…
Justo cuando estaba arrancando otra toalla de papel, una voz familiar despejó el aire.
—Bueno, hola… es bueno verte otra vez—dijo.
Alcé la cabeza, esperando que esto fuera una alucinación —que la mujer que se encontraba en mi puerta en realidad no estuviera ahí sonriendo.
Que no estuviera avanzando con su mano extendida como si no fuera la razón por la que mi vida se alteró cruelmente hace seis años.
—¿Va a estrecharme la mano, señorita López?—alzó una ceja—Ese es el nombre que usas estos días, ¿verdad?
La miré fijamente mucho rato y con dureza —notando que su una vez sedoso cabello negro ahora estaba en un corte más largo y castaño. Sus ojos verde claro todavía eran tan suaves y seductores como los recordaba, pero no tenían el mismo efecto.
Todos los recuerdos que intenté suprimir durante los últimos años se presentaban de repente justo enfrente de mí, y la sangre bajo mi piel empezaba a hervir.
—¿Señorita López? —preguntó otra vez.
Cogí mi teléfono.
[i]—¿Seguridad?
—¿Estás jodidamente bromeando?—colgó el teléfono de un golpe—¿No vas a preguntar por qué estoy aquí? ¿Por qué vine a verte?
—Hacerlo implicaría que me importa.
—¿Sabías que cuando la mayoría de la gente es sentenciada a prisión, reciben paquetes de ayuda, órdenes de pago, incluso una llamada de teléfono en su primer día?—apretó la mandíbula—Yo recibí los papeles del divorcio.
—Te dije que escribiría.
—Me dijiste que te quedarías. Me dijiste que me perdonabas, me dijiste que podríamos empezar de cero cuando saliera, que estarías justo ahí…
—Jodidamente me arruinaste, Elaine—le lancé una mirada feroz—Me arruinaste, y la única razón por la que dije esas estúpidas cosas fue porque mi abogado me dijo que lo hiciera.
—Así que, ¿ya no me amas?
—No contesto preguntas retóricas—dije—Y no soy una experta en geografía, pero sé malditamente bien que Carolina del Norte se encuentra fuera de Nueva York y es una violación directa de tu libertad condicional. ¿Qué piensas qué sucederá cuando descubran que estás aquí? ¿Crees que te harán completar la sentencia que más que jodidamente te mereces?
Jadeó.
—¿Me delatarías?
—Pasaría mi auto sobre ti.
Abrió la boca para decir algo más, pero mi puerta se abrió y el equipo de seguridad entró.
—¿Señorita?—el jefe de seguridad, Finn, se aclaró la garganta—Vamos a necesitar que desaloje la propiedad ahora.
Elaine me frunció el ceño, sacudiendo la cabeza.
—¿De verdad? ¿En serio vas a permitir que me echen como a alguna clase de animal?
—Una vez más, retórica—me senté en mi silla, haciéndole un gesto a Finn para que se librara de ella.
Dijo algo más, pero desconecté.
Ella no significaba una mierda para mí, y necesitaba encontrar a alguien online esta noche, así podía sacar su maldita aparición repentina e indeseada de mi mente.
mujer dos veces.
Haciendo una mueca, tomé una respiración profunda.
—Brittany …
—Estás jodidamente casada.
Ignoré su comentario y me recliné en mi silla.
—En el interés de tu mediocre y futura corta vida en la carrera de leyes, voy a hacerte dos enormes favores: uno, voy a disculparme por follarte una segunda vez y dejarte saber que eso nunca sucederá otra vez. Dos, voy a fingir que no acabas de asaltarme con un maldito café.
—No lo hagas—lanzó mi taza de café al suelo, haciéndola pedazos—Definitivamente lo hice, y me siento tentada de hacerlo de nuevo.
—Señorita Pierce…
—Vete a la mierda—estrechó sus ojos mirándome, añadiendo—Espero que se te caigan las tetas—mientras salía en tromba de mi oficina.
—¡Quinn!—me levanté rápidamente y agarré un rollo de toallas de papel—¿ Quinn?
Ninguna respuesta.
Cogí mi teléfono para llamar a su escritorio, pero de repente entró en mi oficina.
—¿Sí, señorita López?
—Llama al servicio de tintorería de lujo y haz que entreguen uno de mis vestidos en la oficina. También necesito una nueva taza de café, el archivo de la señorita Pierce de recursos humanos, y tienes que decirle al señor Howell que hoy llegaré tarde a esa reunión de las 16.
Esperé a oír su habitual, “Ahora mismo, señorita” o “Estoy en ello, señorita López”, pero no dijo nada.
Se quedó en silencio —sonrojándose, y sus ojos estaban pegados a la entrepierna de mi falda.
—¿No necesita algo de ayuda para limpiar eso?—sus labios se curvaron en una sonrisa—Tengo una toalla realmente gruesa en el cajón de mi escritorio. Es muy suave y… delicada.
—Quinn…
—Es linda y depilada, ¿verdad?—sus ojos finalmente se encontraron con los míos—De verdad no se lo diría ni a un alma. Sería nuestro pequeño secreto.
—Mi jodido vestido limpio, una nueva taza de café, el archivo de la señorita Pierce, y un mensaje para el señor Howell acerca de que llegaré tarde. Ahora.
—En realidad me encanta la forma en que te resistes…—robó otra mirada en dirección a mi falda húmeda antes de dejar la habitación.
Suspiré y empecé a secar tanto café como pude. Debería haber sabido que Brittany era del tipo emocional, debería haber sabido que era inestable e incapaz de comportarse de forma normal al segundo en que me di cuenta de que había creado una identidad falsa para LawyerChat.
Me arrepentí de decirle que quería poseer su coño, y me maldecí por conducir ayer hasta su departamento.
Nunca más…
Justo cuando estaba arrancando otra toalla de papel, una voz familiar despejó el aire.
—Bueno, hola… es bueno verte otra vez—dijo.
Alcé la cabeza, esperando que esto fuera una alucinación —que la mujer que se encontraba en mi puerta en realidad no estuviera ahí sonriendo.
Que no estuviera avanzando con su mano extendida como si no fuera la razón por la que mi vida se alteró cruelmente hace seis años.
—¿Va a estrecharme la mano, señorita López?—alzó una ceja—Ese es el nombre que usas estos días, ¿verdad?
La miré fijamente mucho rato y con dureza —notando que su una vez sedoso cabello negro ahora estaba en un corte más largo y castaño. Sus ojos verde claro todavía eran tan suaves y seductores como los recordaba, pero no tenían el mismo efecto.
Todos los recuerdos que intenté suprimir durante los últimos años se presentaban de repente justo enfrente de mí, y la sangre bajo mi piel empezaba a hervir.
—¿Señorita López? —preguntó otra vez.
Cogí mi teléfono.
[i]—¿Seguridad?
—¿Estás jodidamente bromeando?—colgó el teléfono de un golpe—¿No vas a preguntar por qué estoy aquí? ¿Por qué vine a verte?
—Hacerlo implicaría que me importa.
—¿Sabías que cuando la mayoría de la gente es sentenciada a prisión, reciben paquetes de ayuda, órdenes de pago, incluso una llamada de teléfono en su primer día?—apretó la mandíbula—Yo recibí los papeles del divorcio.
—Te dije que escribiría.
—Me dijiste que te quedarías. Me dijiste que me perdonabas, me dijiste que podríamos empezar de cero cuando saliera, que estarías justo ahí…
—Jodidamente me arruinaste, Elaine—le lancé una mirada feroz—Me arruinaste, y la única razón por la que dije esas estúpidas cosas fue porque mi abogado me dijo que lo hiciera.
—Así que, ¿ya no me amas?
—No contesto preguntas retóricas—dije—Y no soy una experta en geografía, pero sé malditamente bien que Carolina del Norte se encuentra fuera de Nueva York y es una violación directa de tu libertad condicional. ¿Qué piensas qué sucederá cuando descubran que estás aquí? ¿Crees que te harán completar la sentencia que más que jodidamente te mereces?
Jadeó.
—¿Me delatarías?
—Pasaría mi auto sobre ti.
Abrió la boca para decir algo más, pero mi puerta se abrió y el equipo de seguridad entró.
—¿Señorita?—el jefe de seguridad, Finn, se aclaró la garganta—Vamos a necesitar que desaloje la propiedad ahora.
Elaine me frunció el ceño, sacudiendo la cabeza.
—¿De verdad? ¿En serio vas a permitir que me echen como a alguna clase de animal?
—Una vez más, retórica—me senté en mi silla, haciéndole un gesto a Finn para que se librara de ella.
Dijo algo más, pero desconecté.
Ella no significaba una mierda para mí, y necesitaba encontrar a alguien online esta noche, así podía sacar su maldita aparición repentina e indeseada de mi mente.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Epílogo
la histerica de santana es divorciada de una loca, me gustaria saber mas de esa historia, pero supongo sera mas adelante, esta santana "no me gusta"
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
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Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Epílogo
micky morales escribió:la histerica de santana es divorciada de una loca, me gustaria saber mas de esa historia, pero supongo sera mas adelante, esta santana "no me gusta"
Hola, jajajajaaj esk se juntaron las mmm jajajaajjaaj. Aquí dejo otro cap para saber mas! Mmm no, la vrdd esk no =/ Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Razonable II (Adaptada) Cap 2
Capitulo 2
Evasión.
Brittany
Santana era la epítome de lo que significaba ser una imbécil, un ejemplo brillante de lo que esa palabra significaba, pero sin importar lo enfadada que
me sentía, no podía dejar de pensar en ella.
En los seis meses que habíamos hablado, nunca mencionó una esposa. Y la única vez que le pregunté si alguna vez había hecho algo más que “Una cena. Una noche. Sin repeticiones”, dijo que “una vez”, y rápidamente cambió de tema.
Había estado reproduciendo esa conversación en mi mente toda la noche, diciéndome que aceptara que era una mentirosa, y que tenía que seguir adelante.
—Señoras y señores de la Galería de Arte La Monte…—habló de repente mi profesor de ballet por un micrófono, interrumpiendo mis pensamientos—¿Puedo tener su atención, por favor?
Negué con la cabeza y miré a la audiencia completa.
Esta noche se suponía que fuera uno de los mejores momentos de mi carrera de danza. Era una exhibición de bailarines universitarios de la ciudad.
Se suponía que todos los intérpretes principales para las producciones de primavera debían bailar un solo de dos minutos en honor a su escuela, en celebración de lo que vendría meses después.
—Esta próxima intérprete que están a punto de ver es la señorita Brittany Pierce—había orgullo en su voz—Va a interpretar el papel de Odette/Odile de El Lago de los Cisnes en la producción de Duke, y cuando les digo que es una de las bailarinas más talentosas que he visto jamás…—hizo una pausa mientras la charla de la multitud se disolvía hasta el silencio—, Tengo
que dar mi palabra por ello.
Uno de los fotógrafos que había en la primera fila me tomó una foto, cegándome temporalmente por el flash.
—Como la mayoría de ustedes saben—continuó—, He trabajado con lo mejor de lo mejor, pasé incontables años en Rusia estudiando bajo los grandes, y después de una larga e ilustre carrera en la Compañía de Ballet de Nueva York, me retiré a enseñar a aquellos con potencial todavía sin explotar.
Hubo un fuerte aplauso.
Todos en la sala sabían quién era Sebastián Smythe, y aunque la mayoría en el campo se encontraba confundido en cuanto al por qué él querría enseñar en Durham, nadie se atrevió a cuestionar su decisión.
—Espero que vengan y vean la primera transformación del programa de ballet de Duke en la primavera—dijo mientras caminaba lentamente hacia el
otro lado del escenario—¡Pero por ahora, la señorita Pierce llevará a cabo el dueto “Serenade” de Balanchine, con su compañero Mike Chang!
El público aplaudió de nuevo, y las luces sobre ellos se atenuaron. Un suave foco brilló sobre Mike y yo, y los violinistas comenzaron a tocar. Las notas suaves y cortas llenaron la sala, y me puse de puntillas, tratando de bailar tan delicadamente como exigía la música.
Sin embargo, con cada paso, todo lo que podía imaginar era a Santana besándome, follándome, y por último, mintiéndome.
—Nunca te he mentido, Brittany. Confío en ti por alguna extraña razón…
Me alejé de Mike cuando extendió las manos, y giré por el escenario hasta que vino detrás de mí. Sostuvo mi cara entre sus manos, como si me estuviera pidiendo que me quedara, pero me aparté de nuevo, lanzándome en un conjunto de ininterrumpidas piruetas.
Me sentía enojada, herida, y no me guardé nada mientras mostraba lo bien que podía bailar en pointe.
Al segundo en que los violinistas tocaron la última nota, el público dejó escapar una exclamación colectiva y aplaudieron con más fuerza de lo que lo habían hecho en toda la noche.
—Guau…—susurró Mike mientras hacía una reverencia junto a mí—No creo que nadie hable mierda sobre que hayas conseguido el papel del cisne, después de eso…
—¿La gente ha hablado mierda sobre mí?—levanté la ceja, pero ya sabía la respuesta a eso.
Que una estudiante de tercer año lograra el papel protagonista sobre todas los estudiantes de último año era algo inaudito.
—Bravo, señorita Pierce—el Sr. Smythe se acercó a mí—¡Ella nos va a deslumbrar en la primavera, estoy seguro de eso!
Otra ronda de aplausos comenzó a formarse y alejó el micrófono de su boca.
—¿Dónde están tus padres? Me gustaría que vinieran para una foto.
—Están fuera de la ciudad—mentí.
No perdí mi tiempo intentando invitarlos.
—¡Bueno, eso está muy mal!—dijo—Estoy seguro de que están muy orgullosos de ti. Ya puedes salir del escenario.
—Gracias—me dirigí al vestidor y me puse un corto vestido de seda blanco y una diadema de plumas color gris.
Mientras me miraba en el espejo, sonreí. No había manera de que alguien pudiera decir que era una ruina emocional por dentro.
Saqué mi teléfono y noté un nuevo mensaje de voz de SHL. Sabía que se trataba de mi falta a la pasantía por cuarto día consecutivo, así que lo borré.
Entonces algo se apoderó de mí y busqué en Google “Santana López” por enésima vez esta semana, esperando que apareciera algo.
Nada.
Una vez más.
Con la excepción de su perfecta foto publicada en la página web de SHL y la pobre biografía, no había información acerca de él en ningún lugar.
Lo intenté con “Santana López: Nueva York, abogada”, pero los resultados fueron igual de deprimentes.
Era como si no hubiera llegado a existir hasta empezar en SHL.
—Gran interpretación, Brittany…—Jennifer, una de las estudiantes de último año en Duke, entró de repente en el cuarto de baño—Realmente es un honor ver a alguien tan joven e inmadura obtener un crédito innecesario.
Rodé los ojos y cerré la cremallera de mi bolso.
—Dime algo—dijo—¿De verdad crees que vas a durar hasta la presentación de primavera?
—¿De verdad crees que voy a quedarme aquí y continuar esta estúpida conversación?
—Deberías—sonrió—Porque entre tú y yo, hace cuatro años, antes de tu momento… había cierta bailarina elegida para ser la principal en la Bella Durmiente, con el doble de tu carrera. Tenía bastante talento, uno muy natural, pero se derrumbó bajo presión porque no podía dedicar tantas horas a desarrollar la destreza como los bailarines que sólo querían bailar.
—¿Hay un punto en esta historia?
—Tomé su lugar y sólo era una estudiante de primer año—sonrió—Ahora soy una estudiante de último año, y alguien está bailando en el papel que me pertenece. Así que, al igual que en ese entonces, haré todo lo que esté a mi alcance para asegurarme de obtener lo que es mío por derecho.
Negué con la cabeza y pasé más allá de ella, ignorando el hecho de que susurró: “perra estúpida” en voz baja.
Se suponía que debía volver a la sala de la galería y ver a los otros intérpretes, pero necesitaba un descanso.
Me deslicé por las puertas correderas hasta el otro lado de la habitación y entré en el restaurante de la galería. Se estaba mucho más tranquilo en este lado, y las personas sentadas en las mesas parecían estar preocupadas por sus conversaciones, no centradas en el ballet.
—¿Señorita?—un camarero con esmoquin se detuvo delante de mí con una bandeja—¿Estaría interesada en una copa de champán?
—Dos, por favor.
Él levantó una ceja, pero me entregó dos copas de todos modos.
Sin gracia alguna, me tomé una, luego la otra, chupando el borde para asegurarme de que no me dejaba ni una gota.
—¿Dónde está su bar?—le pregunté.
—¿Nuestro bar? No creo que los clientes de la galería de arte tengan permitido…
—Por favor, no me haga preguntar de nuevo.
Señaló al otro lado de la habitación, en donde se hallaban sentados unos pocos fumadores, y me dirigí hacia ellos.
—¿Qué puedo hacer por usted esta noche, señorita?—el camarero sonrió mientras me acercaba—¿Querría probar una de nuestras especialidades de la casa?
—¿Puede alguna de esas ayudarme a olvidar que dormí con una mujer casada?
La sonrisa en su rostro se desvaneció y puso tres vasos de chupito, llenándolos con lo que sólo podía esperar fuera el licor más fuerte de la casa.
Deslicé mi tarjeta de crédito a través del mostrador y me bebí el primero en segundos, cerrando los ojos mientras la sensación de ardor se arrastraba por mi garganta.
Sostuve el siguiente contra mis labios, pero de repente oí una risa familiar.
Era baja y ronca, y la había oído un millón de veces antes.
Me di la vuelta y vi a Santana sentada en una mesa con una mujer que no era su esposa.
No quería admitirlo, pero era bonita.
Muy, muy bonita: cabello castaño con mechas rubias, profundos ojos castaños, y pechos turgentes que eran demasiado perfectos.
Ella le frotaba el hombro y reía cada diez segundos.
Santana parecía impávida ante su afecto, y mientras pedía la cuenta, sólo podía suponer cómo terminaría su noche.
Traté de darle la espalda, actuando como si verla con otra persona no me afectara, pero no pude evitarlo.
Su cita ahora se inclinaba sobre la mesa, poniendo, deliberadamente, más de su escote en exhibición y susurrando palabras que eran difíciles de leer. Mientras se lamía los labios juguetonamente y le acariciaba la barbilla con los dedos, me di cuenta de que no podía soportarlo más.
Asunto: ¡¿EN SERIO?!
¡¿De verdad estás en una cita en este momento con alguien que no es tu esposa?! Ya es bastante malo que seas una infiel y mujeriega mentirosa, pero ¿eres una adicta al sexo?—Brittany
Su respuesta llegó en cuestión de segundos.
Asunto: Re: ¡¿EN SERIO?!
De verdad, estoy en una cita en este momento con alguien que no dejará quemaduras de tercer grado en mi coño. Y no soy una adicta al sexo, soy una adicto al coño. Hay una diferencia.—Santana[b]
[b]Asunto: Re: Re: ¡¿EN SERIO?!
Eres una idiota repugnante y vil, y, sinceramente, me arrepiento de haber dormido contigo.—Brittany
No hubo respuesta.
Vi como miró su teléfono y levantó una ceja. Se giró en su silla, escaneando lentamente la sala hasta que me encontró.
Sus ojos se ampliaron al segundo en que se encontraron con los míos, y sus labios se abrieron lentamente. Su mirada recorrió mi cuerpo, y casi podía sentirlo desvistiéndome.
De repente, no había nadie más en la habitación, solo nosotras dos y me di cuenta de que quería que fuera hacia ella, aquí mismo, ahora mismo.
Sentí que mi cuerpo respondía a sus miradas, sentí mis pezones endurecerse cuando arrastró su lengua contra sus labios.
Tragué saliva al mirarla, dándome cuenta de que me imaginé su cabello completamente mal en mis sueños esta semana. Me follé con el dedo durante horas ayer por la noche utilizando su rostro y el recuerdo de su voz a modo de inspiración, y verla en persona sólo me hizo querer sentir sus dedos dentro de mí otra vez.
Me incliné hacia delante, queriendo ir a verla, pero mi visión de túnel empezó a despejarse y vi que no estábamos solas en esta habitación.
Lejos de ello.
La mano perfectamente arreglada de su cita se abrió camino hasta su barbilla, y le giró la cabeza.
Hice lo mismo y pedí dos tragos más.
Me bebí los dos y cuando miré por encima de mi hombro, vi que Santana se encontraba mirando en mi dirección con deseo innegable en sus ojos.
Forcé una sonrisa y abrí la boca muy lentamente, pronunciando: “Vete a la mierda” antes de salir. Tomé un puñado de caramelos de menta de la bandeja de un camarero y corrí de vuelta hacia la galería.
Estaba a mitad de camino cuando sentí mi teléfono vibrar.
Un correo electrónico.
Asunto: Nos vemos en el baño.
AHORA.—Santana
Apagué el teléfono y seguí caminando hacia las puertas de la galería, malditamente cerca de correr.
Llegué al vestíbulo, pero alguien me agarró del brazo y me llevó al otro lado de la habitación.
Santana.
Traté de zafarme, pero apretó su agarre y me devolvió la mirada, dándome una mirada de “No jodas conmigo” mientras las personas que nos rodeaban susurraban.
Me llevó a un cuarto de baño y cerró la puerta, entrecerrando los ojos en mi dirección.
—¿Crees que soy repugnante?
—Extremadamente—di un paso atrás—He perdido el poco respeto que tenía por ti y si intentas poner tus manos sobre mí, gritaré.
—No dudo eso—rastro de una sonrisa rozó sus labios, pero no se quedó—No te has presentado a trabajar durante cuatro días seguidos. ¿Crees que sólo porque te follé no te despediré?
—¡No me importa una mierda si me despides o no! ¿Alguna vez has pensado por qué no he aparecido a trabajar?
—¿Incompetencia?
—¡Estás jodidamente casada! ¡Casada! Cómo pudiste…—negué con la cabeza mientras cerraba la brecha entre nosotras—¿Cómo pudiste omitir esa parte?
—No lo hice—dijo—Y para que conste… técnicamente no estoy casada, Brittany.
—Técnicamente no soy estúpida, Santana.
—Estás haciendo que sea muy difícil hablar contigo en este momento…—sus labios casi rozaban los míos.
—Eso es porque no estás teniendo ningún maldito sentido—me liberé de su agarre y me dirigí a la puerta, pero me agarró por los hombros y me estrelló contra la pared.
—Es un divorcio contencioso—dijo entre dientes—Si fueras una verdadera abogada estoy segura de que no tendría que explicar qué diablos significa ese término, pero ya que no lo eres…
—Eso significa que sigues legalmente casada. Significa que si mueres antes de que los papeles se aprueben, tu esposa, que aún lo es, tendrá derecho a todo lo que alguna vez poseíste. ¡Significa que eres una MENTIROSA! ¡Una jodida mentirosa, que aparentemente está exenta de sus propias reglas estúpidas e ineficaces!
—Lo presenté—dijo entre dientes—Ella se negó a firmar, y hay un montón de mierda complicada que nunca consideraré discutir, pero hemos estado separadas y fuera de contacto durante más de seis años. Seis. Años.
Me encogí de hombros y traté de poner mi mejor cara de póker, ignorando el hecho de que mi corazón saltaba con cada latido mientras ella secaba mis lágrimas con su pulgar.
—Nunca te he mentido, Brittany—dijo con severidad—Me preguntaste antes si te había mentida alguna vez y la respuesta sigue siendo la misma. No hablo de mi vida antes de Durham con nadie, pero sí, una vez tuve una esposa y se presentó en mi oficina por su cuenta. No la llamé, nunca lo haré, y no la he llamado desde que dejé Nueva York. Nuestro caso es extremadamente complicado y prefiero no pensar en ello.
—No me importa—le dije—Sigues equivocada. Aun así olvidaste hablarme sobre ella durante seis meses. Seis. ¡Meses!
—¿En qué momento se suponía que dijera esa mierda?—su cara se puso roja—¿En medio de follarte por teléfono? ¿Cuándo rogaba conocer tu culo mentiroso en persona? ¿Cuándo sin saberlo, te ayudaba con tu maldita tarea?
—¿Qué tal antes de que me follaras?
Odiaba que estar cerca de ella sacara mis emociones.
No podía pretender actuar inafectada aunque quisiera.
—¿Qué tal entonces?
Ella apretó la mandíbula, pero no dijo ni una palabra.
—Eso es lo que pensé—dije, sabiendo que gané esto—Ahora, estoy segura de que tú y tu encantadora cita copa D tienen una habitación reservada al otro lado de la calle, así que si no te importa…
—No hay nada entre mi futura ex-esposa y yo—dijo con dureza—Nada. Y sí, tengo una habitación reservada al otro lado de la calle. He tenido la misma
reservada durante las últimas cuatro noches con cuatro mujeres diferentes, pero he sido incapaz de follar con ninguna de ellas porque parece que no puedo dejar de pensar en mi incompetente interna y en cómo sólo quiero follarla a ella.
Silencio.
—Tú…—sacudí la cabeza—¿De verdad crees que decir mierda como esa es excitante?
—Sí…—arrastró sus dedos por debajo de mi vestido, rozando ligeramente su pulgar contra la entrepierna de mis bragas húmedas—Y al parecer tú también…
—El que esté húmeda sólo significa que no puedo controlar la reacción de mi cuerpo por ti. Esto no quiere decir que quiera tener sexo contigo. Te odio.
—Estoy bastante segura de que no lo haces—deslizó su mano alrededor de mi cintura y me acercó, cortándome la respiración.
—Quita tus manos de mí…
—Dilo de forma más convincente y lo haré—esperó mi petición, levantando una ceja, pero no me atrevía a decir esas palabras.
Nos quedamos mirando la una a la otra durante varios minutos, dejando que esa cruda y palpable tensión se construyera entre nosotras antes de que finalmente rompiera el silencio.
—Creo que deberías volver con tu cita…—mi voz era un susurro—Has dicho todo lo que tenías que decir, así que… ¿qué más podrías querer de mí?
—¿En este momento?—arrastró su dedo contra mi clavícula.
—En general…—moví mi mejilla antes de que me pudiera besar—Nunca volveré a dormir contigo, voy a renunciar formalmente a fines de esta semana, y creo que tenemos que terminar nuestra supuesta amistad para siempre.
—¿Hablas en serio?—susurró.
—Sí, hablo en serio—ignoré la sensación de su mano apretando mi culo—Quiero ser amiga de alguien que esté interesado en más que mi coño.
—También estoy interesada en tu boca.
No tenía respuesta para eso, y ella debió intuirlo porque apretó su agarre en mi cintura.
—Sé lo difícil que es para ti decir la verdad—dijo en voz baja—, Así que necesito que seas completamente honesta cuando te haga la próxima pregunta. ¿Puedes hacer eso?
Asentí, sin aliento, y se inclinó más cerca de mis labios.
—¿No disfrutas follar conmigo?
—Ese no es el asunto.
—Esa no es la respuesta. Dime.
Ignoré el fuerte golpeteo en mi pecho.
—Lo disfruto…
—¿De verdad vas a renunciar?—me besó.
—No… yo sólo…—inhalé una bocanada de aire mientras su mano ahuecaba mi seno derecho y apretaba.
Con fuerza.
—¿Tú solo qué?
—Quiero ser reasignada a otro abogado, y no quiero verte más de lo que tengo que…
Me miró a los ojos durante un largo tiempo, sin decir ni una palabra cuando finalmente me soltó.
—¿Así es como te sientes realmente?
—En vista de que soy la única de nosotras que realmente siente algo, sí. Sí, eso es lo que siento por ti.
Parpadeó.
Entonces, de repente, me atrajo a sus brazos y apretó sus labios contra los míos.
—¿Por qué eres tan malditamente mentirosa, Brittany?—siseó.
Empujándome contra el tocador, mordió mi labio inferior y me arrebató la diadema de plumas del pelo.
Manteniendo sus labios sobre los míos, empujó mi vestido hasta mi cintura, arrancándome las bragas de un tirón.
—Santana…—traté de recuperar el aliento mientras me levantaba y me ponía sobre el lavabo—Santana, espera…
—¿Por qué?—agarró mi mano y la colocó en el borde de su vestido, diciéndome que lo subiera.
No le respondí.
Deslicé mis dedos tomando el dobladillo y subiéndolo presionaba su boca en mi cuello. Arrastrando su lengua contra mi piel, susurró:
—¿No has extrañado follar conmigo?
—Solo fueron dos veces—inhalé una bocanada de aire mientras sus manos acariciaban mis muslos—No es suficiente para extrañarte…
Me mordió con dureza y se echó hacia atrás, mirándome. Mi aliento se atascó en mi garganta cuando deslizó dos dedos dentro de mi coño, provocándome mientras entraba y salía.
—Se siente como si hubieras extrañado follar conmigo…—empujó sus dedos tan profundo como pudo, haciéndome gemir en voz baja.
Arqueé la espalda mientras acariciaba mi clítoris con su pulgar. De repente, sacó sus dedos de mí y los llevó a sus labios, lamiendo lentamente.
—También sabes como si hubieras extrañado follar conmigo—apretó otro dedo contra mi húmedo clítoris palpitante y luego lo llevó hasta mi cara, colocándolo contra mis labios—Abre la boca.
Separé lentamente los labios, y entrecerró los ojos mientras deslizaba su dedo contra mi lengua. Sentí su centro rozar mi muslo, la sentí usar su otra mano para envolver mi pierna alrededor de su cintura.
—Dime que no quieres follar conmigo—dijo—Que no quieres que entierre mis dedos mientras uno nuestros sexos ahora mismo.
Me agarró la cara y apretó sus labios contra los míos, tirando de mi labio
inferior con sus dientes.
Me deslicé por el borde del mostrador, a punto de caer, pero de repente me presionó contra el espejo.
Mantuve los ojos fijos en ella miraba con la misma expresión de enojo que había llevado durante toda la noche.
Se sacó las bragas y agarró mis tobillos y me tiró hacia adelante, uniendo nuestros centros cuando mis piernas envolvieron su cintura.
Mis manos arañaron su cuello mientras envestía una y otra vez.
—He extrañado follarte—dijo con voz ronca, enredando sus dedos en mi pelo y tirando de mi cabeza hacia atrás—¿Pero tú no has pensado en mí en
absoluto?
—¡Ahhh!—grité cuando aceleró sus embestidas. Apreté mis piernas a su alrededor con más fuerza, haciendo mi mejor esfuerzo para no ceder.
Cerré los ojos y la escuché decir mi nombre, jadeando:
—Joder, Brittany … Joder… »Pon tus manos sobre el mostrador…—demandó, pero no le hice caso y apreté mi agarre alrededor de su cuello—Brittany…—me mordió el hombro de nuevo; seguía follándome más duro que nunca—Pon tus manos sobre el mostrador. Ahora.
Poco a poco desenganché mis manos de su alrededor y las bajé a mis costados, agarrando el frío mostrador. Lo siguiente que sentí fue su lengua
girando alrededor de mis pezones, chupando mis pechos con fuerza.
Agarré la baldosa con más fuerza y sus besos se hicieron más voraces, más posesivos, y cuando me folló más y más duro me sentí a punto de perder el
control.
—Santana…—gemí—Santana…
Soltó mi pezón de su boca y deslizó sus manos por debajo de mis muslos, levantándome y fijando mi espalda contra la pared.
—Sé que te encanta la manera en que te follo, Brittany…—me miró a los ojos, metiendo sus dedos profundamente en mi coño—Y sé que te has tocado todas las noches de esta semana, deseando mis dedos dentro de ti en lugar de los tuyos.
Mi clítoris palpitaba con cada palabra suya, y me humedecí más de lo que jamás había estado en mi vida.
—Dime que es verdad…—presionó sus labios contra los míos y deslizó su lengua en mi boca, ahogando mis gemidos con un beso implacable y enojado—Finalmente dime algo que sea jodidamente cierto…
Los temblores viajaban arriba y abajo por mi columna, y estaba a segundos de venirme, pero ella no soltó mi boca. Seguía besándome, mirándome, rogándome que le dijera la verdad.
Asentí, esperando que pudiera leer mis ojos y viera que tenía que dejarme ir, necesitaba ser capaz de respirar.
Se estrelló contra mí una última vez, golpeando ese punto, y me las arreglé para alejar mi boca de la suya.
—¡Siiiiiii!—mi cabeza cayó sobre su hombro y jadeé en busca de aire.
—Brittany…—agarró mi cintura hasta que dejó de temblar.
Cuando las dos nos bajamos, hubo algunos golpes al azar en la puerta, unos pocos:
—¿Hay alguien ahí?
Pero ambas nos quedamos en silencio y sin aliento.
Minutos más tarde, cuando su respiración parecía estar bajo control, se alejó de mí, mirándome a los ojos y se subió las bragas bajándose el vestido.
Vi cómo se arreglaba en el espejo, mientras alisaba todo tan bien que nadie sabría nunca que acababa de follarme hasta la inconsciencia.
Me deslicé fuera del lavabo y miré mi propia cara —mejillas enrojecidas, pelo salvaje, rímel corrido— y acomodé los tirantes de mi sujetador por encima del hombro.
Antes de que pudiera subir los tirantes de mi vestido, Santana alejó mi mano y los acomodó por mí.
Nuestros ojos se encontraron en el espejo mientras alisaba mi pelo, y por una fracción de segundo, se dio la vuelta para recoger mi diadema. La sostuvo suavemente sobre mi cabeza y la deslizó en su lugar, luego se alejó.
—Sabes, es grosero dejar a alguien después de tener sexo sin decir nada—murmuré.
—¿Qué?—su mano estaba sobre el picaporte.
—Nada.
—¿Qué dijiste?—ladeó la cabeza—No soy una lectora de mentes.
—Dije que es grosero simplemente irte después de follarme. Al menos podrías decir algo, cualquier cosa.
—No hago la conversación post-sexo.
—No es una conversación post-sexo—bufé—Es parte de ser educada.
—Nunca dije que fuera educada.
Suspiré y me di la vuelta. Esperé oír la puerta cerrarse, pero sus manos estuvieron de repente en mi cintura y me dieron la vuelta para que la mirara.
—¿Qué se supone que tengo que decir después de follarte, Brittany?
—Podrías preguntar si fue bueno para mí o no…
—No me gusta hacer preguntas sin sentido—miró su reloj—¿Cuánto tiempo tienes que quedarte aquí?
—Otra hora más o menos.
—Hmmm—se quedó en silencio—Y mientras nos acechabas a mi cita y a mí, ¿cuántos chupitos tomaste?
—No las acechaba. Te he estado evitando toda la semana, ¿o no te has dado cuenta?
—¿Cuántos?
—Cinco.
—Está bien—colocó un mechón de pelo detrás de mi oreja—Te voy a llevar a casa cuando estés lista y haré que alguien deje tu auto en tu departamento por la mañana—me dio un beso en la frente antes de dirigirse a la puerta—Sólo llámame.
—Espera—le dije mientras la abría—¿Qué pasa con tu cita?
—¿Qué pasa con ella?
Una hora más tarde, me deslicé en el interior del auto de Santana, un elegante Jaguar negro.
Mantuvo la puerta abierta hasta que estuve cómoda, y esperó hasta que me puse el cinturón de seguridad antes de cerrarla.
En su salpicadero, vi una carpeta roja con un sello del estado de Nueva York en el centro. La recogí, pero Santana inmediatamente me la quitó y la metió en la guantera.
Parecía ofendida por que la hubiera tocado, pero rápidamente se giró y aceleró el auto.
—¿Puedo preguntarte algo, Santana?
—Depende de lo que sea.
—Te he buscado en Google esta semana y no obtuve resultados…
—Esa no es una pregunta.
—¿Por qué no aparece nada?—la miré.
—Porque tengo veinte y ocho y no pierdo mi tiempo en Facebook y Twitter.
Suspiré.
—¿Y realmente no has hablado con ella en seis años?
—¿Disculpa?—me miró cuando nos acercamos a un semáforo en rojo—Pensé que solucionamos esto en el baño.
—Lo hicimos, pero…—me aclaré la garganta—Presentaste una demanda de divorcio, ¿y no se pudo procesar?
—Se necesitan dos personas para completar un divorcio, Brittany. Seguramente sabes eso.
—Sí, pero…—ignoré el hecho de que apretaba la mandíbula—¿No sería más fácil para alguien como tú hacer que se completara? Seis años es un tiempo bastante largo para estar casada con alguien que afirmas no amar, así que…
—Te sorprenderías de lo bien que algunas personas pueden hacer girar una maldita mentira para conseguir lo que quieren—dijo, su voz fría—Mi pasado no está en discusión.
—¿Nunca?
—Nunca. No tiene nada que ver contigo.
Me recosté en mi asiento, cruzando los brazos.
—¿Alguna vez me vas a decir la razón por la que te fuiste de Nueva York y te mudaste a Durham?
—No.
—¿Por qué no?
—Porque no quiero—condujo el auto hasta mi complejo de departamentos—Porque como te dije hace una hora, esa parte de mi vida nunca sucedió.
—No voy a decírselo a nadie. Sólo…
—Basta—me miró cuando detuvo el auto, y pude ver un mundo de dolor en sus ojos.
Fue lo más vulnerable que la había visto alguna vez.
—Perdí algo muy especial en Nueva York hace seis años—había pesar en su voz—Algo que jodidamente nunca recuperaré, algo que he pasado los últimos seis años tratando de olvidar, y si te parece bien, me gustaría llegar al séptimo año.
Abrí la boca para decir que lo sentía, pero ella siguió hablando.
—No estoy segura de si he dejado esto claro en los últimos seis meses o no—dijo—, Pero no soy del tipo de “sentarme y hablar de mis sentimientos”. No estoy interesada en conversaciones profundas y sólo porque te he follado más de una vez y parece que no puedo olvidarme de ti o de tu boca, no te da derecho a saber cosas que no le he dicho a nadie más.
Inmediatamente me desabroché el cinturón de seguridad y abrí mi puerta de golpe, pero me agarró de la muñeca antes de que pudiera salir.
—Quise decir lo que dije hace unos meses, Brittany…—ahuecó mi barbilla e inclinó mi cabeza hacia ella—Eres mi única amiga en esta ciudad, pero tienes que entender que no estoy acostumbrada a tener amigas. No estoy acostumbrada a hablar de mierda personal, y no voy a empezar ahora.
Silencio.
—Si no te vas a abrir conmigo, ¿qué incentivo tengo para seguir siendo tu supuesta amiga?
No dijo nada durante unos segundos, pero luego sonrió.
—Ponte en mi regazo y deja que te lo muestre.
—¿Es una broma?
—¿Me estoy riendo?
—¿Realmente crees que simplemente puedes exigirme tener sexo contigo siempre que lo desees?—levanté una ceja—¿Especialmente cuando acabas de decir que nunca compartirás tu vida personal?
—Sí—se desabrochó el cinturón de seguridad—Ponte en mi regazo.
—Sabes…—bajé la mirada, notando sus pezones ponerse rígidos lentamente a través de su vestido—, He dejado pasar algunas cosas las últimas veces que hemos tenido sexo, pero tengo que decírtelo…—me mordí el labio cuando salí del auto—, Realmente no me gusta la mierda de cavernícola posesiva.
Entrecerró los ojos hacia mí cuando tomé mi bolso y retrocedí.
—Creo que tenemos que darle un descanso a tus dedos y cintura, ¿no te parece?—me crucé de brazos—Tienes una audiencia bastante grande la próxima semana. ¿No necesitas guardar toda tu energía para que puedas estar mejor preparada?
—Vuelve al maldito auto, Brittany…—su voz era tensa.
—¿Me estás rogando?
—Te lo estoy ordenando.
—¿No escuchaste lo que acabo de decir?
No respondió.
Estiró la mano en busca de la mía, pero cerré la puerta.
—La veré mañana, Srta. López—sonreí y me alejé.
me sentía, no podía dejar de pensar en ella.
En los seis meses que habíamos hablado, nunca mencionó una esposa. Y la única vez que le pregunté si alguna vez había hecho algo más que “Una cena. Una noche. Sin repeticiones”, dijo que “una vez”, y rápidamente cambió de tema.
Había estado reproduciendo esa conversación en mi mente toda la noche, diciéndome que aceptara que era una mentirosa, y que tenía que seguir adelante.
—Señoras y señores de la Galería de Arte La Monte…—habló de repente mi profesor de ballet por un micrófono, interrumpiendo mis pensamientos—¿Puedo tener su atención, por favor?
Negué con la cabeza y miré a la audiencia completa.
Esta noche se suponía que fuera uno de los mejores momentos de mi carrera de danza. Era una exhibición de bailarines universitarios de la ciudad.
Se suponía que todos los intérpretes principales para las producciones de primavera debían bailar un solo de dos minutos en honor a su escuela, en celebración de lo que vendría meses después.
—Esta próxima intérprete que están a punto de ver es la señorita Brittany Pierce—había orgullo en su voz—Va a interpretar el papel de Odette/Odile de El Lago de los Cisnes en la producción de Duke, y cuando les digo que es una de las bailarinas más talentosas que he visto jamás…—hizo una pausa mientras la charla de la multitud se disolvía hasta el silencio—, Tengo
que dar mi palabra por ello.
Uno de los fotógrafos que había en la primera fila me tomó una foto, cegándome temporalmente por el flash.
—Como la mayoría de ustedes saben—continuó—, He trabajado con lo mejor de lo mejor, pasé incontables años en Rusia estudiando bajo los grandes, y después de una larga e ilustre carrera en la Compañía de Ballet de Nueva York, me retiré a enseñar a aquellos con potencial todavía sin explotar.
Hubo un fuerte aplauso.
Todos en la sala sabían quién era Sebastián Smythe, y aunque la mayoría en el campo se encontraba confundido en cuanto al por qué él querría enseñar en Durham, nadie se atrevió a cuestionar su decisión.
—Espero que vengan y vean la primera transformación del programa de ballet de Duke en la primavera—dijo mientras caminaba lentamente hacia el
otro lado del escenario—¡Pero por ahora, la señorita Pierce llevará a cabo el dueto “Serenade” de Balanchine, con su compañero Mike Chang!
El público aplaudió de nuevo, y las luces sobre ellos se atenuaron. Un suave foco brilló sobre Mike y yo, y los violinistas comenzaron a tocar. Las notas suaves y cortas llenaron la sala, y me puse de puntillas, tratando de bailar tan delicadamente como exigía la música.
Sin embargo, con cada paso, todo lo que podía imaginar era a Santana besándome, follándome, y por último, mintiéndome.
—Nunca te he mentido, Brittany. Confío en ti por alguna extraña razón…
Me alejé de Mike cuando extendió las manos, y giré por el escenario hasta que vino detrás de mí. Sostuvo mi cara entre sus manos, como si me estuviera pidiendo que me quedara, pero me aparté de nuevo, lanzándome en un conjunto de ininterrumpidas piruetas.
Me sentía enojada, herida, y no me guardé nada mientras mostraba lo bien que podía bailar en pointe.
Al segundo en que los violinistas tocaron la última nota, el público dejó escapar una exclamación colectiva y aplaudieron con más fuerza de lo que lo habían hecho en toda la noche.
—Guau…—susurró Mike mientras hacía una reverencia junto a mí—No creo que nadie hable mierda sobre que hayas conseguido el papel del cisne, después de eso…
—¿La gente ha hablado mierda sobre mí?—levanté la ceja, pero ya sabía la respuesta a eso.
Que una estudiante de tercer año lograra el papel protagonista sobre todas los estudiantes de último año era algo inaudito.
—Bravo, señorita Pierce—el Sr. Smythe se acercó a mí—¡Ella nos va a deslumbrar en la primavera, estoy seguro de eso!
Otra ronda de aplausos comenzó a formarse y alejó el micrófono de su boca.
—¿Dónde están tus padres? Me gustaría que vinieran para una foto.
—Están fuera de la ciudad—mentí.
No perdí mi tiempo intentando invitarlos.
—¡Bueno, eso está muy mal!—dijo—Estoy seguro de que están muy orgullosos de ti. Ya puedes salir del escenario.
—Gracias—me dirigí al vestidor y me puse un corto vestido de seda blanco y una diadema de plumas color gris.
Mientras me miraba en el espejo, sonreí. No había manera de que alguien pudiera decir que era una ruina emocional por dentro.
Saqué mi teléfono y noté un nuevo mensaje de voz de SHL. Sabía que se trataba de mi falta a la pasantía por cuarto día consecutivo, así que lo borré.
Entonces algo se apoderó de mí y busqué en Google “Santana López” por enésima vez esta semana, esperando que apareciera algo.
Nada.
Una vez más.
Con la excepción de su perfecta foto publicada en la página web de SHL y la pobre biografía, no había información acerca de él en ningún lugar.
Lo intenté con “Santana López: Nueva York, abogada”, pero los resultados fueron igual de deprimentes.
Era como si no hubiera llegado a existir hasta empezar en SHL.
—Gran interpretación, Brittany…—Jennifer, una de las estudiantes de último año en Duke, entró de repente en el cuarto de baño—Realmente es un honor ver a alguien tan joven e inmadura obtener un crédito innecesario.
Rodé los ojos y cerré la cremallera de mi bolso.
—Dime algo—dijo—¿De verdad crees que vas a durar hasta la presentación de primavera?
—¿De verdad crees que voy a quedarme aquí y continuar esta estúpida conversación?
—Deberías—sonrió—Porque entre tú y yo, hace cuatro años, antes de tu momento… había cierta bailarina elegida para ser la principal en la Bella Durmiente, con el doble de tu carrera. Tenía bastante talento, uno muy natural, pero se derrumbó bajo presión porque no podía dedicar tantas horas a desarrollar la destreza como los bailarines que sólo querían bailar.
—¿Hay un punto en esta historia?
—Tomé su lugar y sólo era una estudiante de primer año—sonrió—Ahora soy una estudiante de último año, y alguien está bailando en el papel que me pertenece. Así que, al igual que en ese entonces, haré todo lo que esté a mi alcance para asegurarme de obtener lo que es mío por derecho.
Negué con la cabeza y pasé más allá de ella, ignorando el hecho de que susurró: “perra estúpida” en voz baja.
Se suponía que debía volver a la sala de la galería y ver a los otros intérpretes, pero necesitaba un descanso.
Me deslicé por las puertas correderas hasta el otro lado de la habitación y entré en el restaurante de la galería. Se estaba mucho más tranquilo en este lado, y las personas sentadas en las mesas parecían estar preocupadas por sus conversaciones, no centradas en el ballet.
—¿Señorita?—un camarero con esmoquin se detuvo delante de mí con una bandeja—¿Estaría interesada en una copa de champán?
—Dos, por favor.
Él levantó una ceja, pero me entregó dos copas de todos modos.
Sin gracia alguna, me tomé una, luego la otra, chupando el borde para asegurarme de que no me dejaba ni una gota.
—¿Dónde está su bar?—le pregunté.
—¿Nuestro bar? No creo que los clientes de la galería de arte tengan permitido…
—Por favor, no me haga preguntar de nuevo.
Señaló al otro lado de la habitación, en donde se hallaban sentados unos pocos fumadores, y me dirigí hacia ellos.
—¿Qué puedo hacer por usted esta noche, señorita?—el camarero sonrió mientras me acercaba—¿Querría probar una de nuestras especialidades de la casa?
—¿Puede alguna de esas ayudarme a olvidar que dormí con una mujer casada?
La sonrisa en su rostro se desvaneció y puso tres vasos de chupito, llenándolos con lo que sólo podía esperar fuera el licor más fuerte de la casa.
Deslicé mi tarjeta de crédito a través del mostrador y me bebí el primero en segundos, cerrando los ojos mientras la sensación de ardor se arrastraba por mi garganta.
Sostuve el siguiente contra mis labios, pero de repente oí una risa familiar.
Era baja y ronca, y la había oído un millón de veces antes.
Me di la vuelta y vi a Santana sentada en una mesa con una mujer que no era su esposa.
No quería admitirlo, pero era bonita.
Muy, muy bonita: cabello castaño con mechas rubias, profundos ojos castaños, y pechos turgentes que eran demasiado perfectos.
Ella le frotaba el hombro y reía cada diez segundos.
Santana parecía impávida ante su afecto, y mientras pedía la cuenta, sólo podía suponer cómo terminaría su noche.
Traté de darle la espalda, actuando como si verla con otra persona no me afectara, pero no pude evitarlo.
Su cita ahora se inclinaba sobre la mesa, poniendo, deliberadamente, más de su escote en exhibición y susurrando palabras que eran difíciles de leer. Mientras se lamía los labios juguetonamente y le acariciaba la barbilla con los dedos, me di cuenta de que no podía soportarlo más.
Asunto: ¡¿EN SERIO?!
¡¿De verdad estás en una cita en este momento con alguien que no es tu esposa?! Ya es bastante malo que seas una infiel y mujeriega mentirosa, pero ¿eres una adicta al sexo?—Brittany
Su respuesta llegó en cuestión de segundos.
Asunto: Re: ¡¿EN SERIO?!
De verdad, estoy en una cita en este momento con alguien que no dejará quemaduras de tercer grado en mi coño. Y no soy una adicta al sexo, soy una adicto al coño. Hay una diferencia.—Santana[b]
[b]Asunto: Re: Re: ¡¿EN SERIO?!
Eres una idiota repugnante y vil, y, sinceramente, me arrepiento de haber dormido contigo.—Brittany
No hubo respuesta.
Vi como miró su teléfono y levantó una ceja. Se giró en su silla, escaneando lentamente la sala hasta que me encontró.
Sus ojos se ampliaron al segundo en que se encontraron con los míos, y sus labios se abrieron lentamente. Su mirada recorrió mi cuerpo, y casi podía sentirlo desvistiéndome.
De repente, no había nadie más en la habitación, solo nosotras dos y me di cuenta de que quería que fuera hacia ella, aquí mismo, ahora mismo.
Sentí que mi cuerpo respondía a sus miradas, sentí mis pezones endurecerse cuando arrastró su lengua contra sus labios.
Tragué saliva al mirarla, dándome cuenta de que me imaginé su cabello completamente mal en mis sueños esta semana. Me follé con el dedo durante horas ayer por la noche utilizando su rostro y el recuerdo de su voz a modo de inspiración, y verla en persona sólo me hizo querer sentir sus dedos dentro de mí otra vez.
Me incliné hacia delante, queriendo ir a verla, pero mi visión de túnel empezó a despejarse y vi que no estábamos solas en esta habitación.
Lejos de ello.
La mano perfectamente arreglada de su cita se abrió camino hasta su barbilla, y le giró la cabeza.
Hice lo mismo y pedí dos tragos más.
Me bebí los dos y cuando miré por encima de mi hombro, vi que Santana se encontraba mirando en mi dirección con deseo innegable en sus ojos.
Forcé una sonrisa y abrí la boca muy lentamente, pronunciando: “Vete a la mierda” antes de salir. Tomé un puñado de caramelos de menta de la bandeja de un camarero y corrí de vuelta hacia la galería.
Estaba a mitad de camino cuando sentí mi teléfono vibrar.
Un correo electrónico.
Asunto: Nos vemos en el baño.
AHORA.—Santana
Apagué el teléfono y seguí caminando hacia las puertas de la galería, malditamente cerca de correr.
Llegué al vestíbulo, pero alguien me agarró del brazo y me llevó al otro lado de la habitación.
Santana.
Traté de zafarme, pero apretó su agarre y me devolvió la mirada, dándome una mirada de “No jodas conmigo” mientras las personas que nos rodeaban susurraban.
Me llevó a un cuarto de baño y cerró la puerta, entrecerrando los ojos en mi dirección.
—¿Crees que soy repugnante?
—Extremadamente—di un paso atrás—He perdido el poco respeto que tenía por ti y si intentas poner tus manos sobre mí, gritaré.
—No dudo eso—rastro de una sonrisa rozó sus labios, pero no se quedó—No te has presentado a trabajar durante cuatro días seguidos. ¿Crees que sólo porque te follé no te despediré?
—¡No me importa una mierda si me despides o no! ¿Alguna vez has pensado por qué no he aparecido a trabajar?
—¿Incompetencia?
—¡Estás jodidamente casada! ¡Casada! Cómo pudiste…—negué con la cabeza mientras cerraba la brecha entre nosotras—¿Cómo pudiste omitir esa parte?
—No lo hice—dijo—Y para que conste… técnicamente no estoy casada, Brittany.
—Técnicamente no soy estúpida, Santana.
—Estás haciendo que sea muy difícil hablar contigo en este momento…—sus labios casi rozaban los míos.
—Eso es porque no estás teniendo ningún maldito sentido—me liberé de su agarre y me dirigí a la puerta, pero me agarró por los hombros y me estrelló contra la pared.
—Es un divorcio contencioso—dijo entre dientes—Si fueras una verdadera abogada estoy segura de que no tendría que explicar qué diablos significa ese término, pero ya que no lo eres…
—Eso significa que sigues legalmente casada. Significa que si mueres antes de que los papeles se aprueben, tu esposa, que aún lo es, tendrá derecho a todo lo que alguna vez poseíste. ¡Significa que eres una MENTIROSA! ¡Una jodida mentirosa, que aparentemente está exenta de sus propias reglas estúpidas e ineficaces!
—Lo presenté—dijo entre dientes—Ella se negó a firmar, y hay un montón de mierda complicada que nunca consideraré discutir, pero hemos estado separadas y fuera de contacto durante más de seis años. Seis. Años.
Me encogí de hombros y traté de poner mi mejor cara de póker, ignorando el hecho de que mi corazón saltaba con cada latido mientras ella secaba mis lágrimas con su pulgar.
—Nunca te he mentido, Brittany—dijo con severidad—Me preguntaste antes si te había mentida alguna vez y la respuesta sigue siendo la misma. No hablo de mi vida antes de Durham con nadie, pero sí, una vez tuve una esposa y se presentó en mi oficina por su cuenta. No la llamé, nunca lo haré, y no la he llamado desde que dejé Nueva York. Nuestro caso es extremadamente complicado y prefiero no pensar en ello.
—No me importa—le dije—Sigues equivocada. Aun así olvidaste hablarme sobre ella durante seis meses. Seis. ¡Meses!
—¿En qué momento se suponía que dijera esa mierda?—su cara se puso roja—¿En medio de follarte por teléfono? ¿Cuándo rogaba conocer tu culo mentiroso en persona? ¿Cuándo sin saberlo, te ayudaba con tu maldita tarea?
—¿Qué tal antes de que me follaras?
Odiaba que estar cerca de ella sacara mis emociones.
No podía pretender actuar inafectada aunque quisiera.
—¿Qué tal entonces?
Ella apretó la mandíbula, pero no dijo ni una palabra.
—Eso es lo que pensé—dije, sabiendo que gané esto—Ahora, estoy segura de que tú y tu encantadora cita copa D tienen una habitación reservada al otro lado de la calle, así que si no te importa…
—No hay nada entre mi futura ex-esposa y yo—dijo con dureza—Nada. Y sí, tengo una habitación reservada al otro lado de la calle. He tenido la misma
reservada durante las últimas cuatro noches con cuatro mujeres diferentes, pero he sido incapaz de follar con ninguna de ellas porque parece que no puedo dejar de pensar en mi incompetente interna y en cómo sólo quiero follarla a ella.
Silencio.
—Tú…—sacudí la cabeza—¿De verdad crees que decir mierda como esa es excitante?
—Sí…—arrastró sus dedos por debajo de mi vestido, rozando ligeramente su pulgar contra la entrepierna de mis bragas húmedas—Y al parecer tú también…
—El que esté húmeda sólo significa que no puedo controlar la reacción de mi cuerpo por ti. Esto no quiere decir que quiera tener sexo contigo. Te odio.
—Estoy bastante segura de que no lo haces—deslizó su mano alrededor de mi cintura y me acercó, cortándome la respiración.
—Quita tus manos de mí…
—Dilo de forma más convincente y lo haré—esperó mi petición, levantando una ceja, pero no me atrevía a decir esas palabras.
Nos quedamos mirando la una a la otra durante varios minutos, dejando que esa cruda y palpable tensión se construyera entre nosotras antes de que finalmente rompiera el silencio.
—Creo que deberías volver con tu cita…—mi voz era un susurro—Has dicho todo lo que tenías que decir, así que… ¿qué más podrías querer de mí?
—¿En este momento?—arrastró su dedo contra mi clavícula.
—En general…—moví mi mejilla antes de que me pudiera besar—Nunca volveré a dormir contigo, voy a renunciar formalmente a fines de esta semana, y creo que tenemos que terminar nuestra supuesta amistad para siempre.
—¿Hablas en serio?—susurró.
—Sí, hablo en serio—ignoré la sensación de su mano apretando mi culo—Quiero ser amiga de alguien que esté interesado en más que mi coño.
—También estoy interesada en tu boca.
No tenía respuesta para eso, y ella debió intuirlo porque apretó su agarre en mi cintura.
—Sé lo difícil que es para ti decir la verdad—dijo en voz baja—, Así que necesito que seas completamente honesta cuando te haga la próxima pregunta. ¿Puedes hacer eso?
Asentí, sin aliento, y se inclinó más cerca de mis labios.
—¿No disfrutas follar conmigo?
—Ese no es el asunto.
—Esa no es la respuesta. Dime.
Ignoré el fuerte golpeteo en mi pecho.
—Lo disfruto…
—¿De verdad vas a renunciar?—me besó.
—No… yo sólo…—inhalé una bocanada de aire mientras su mano ahuecaba mi seno derecho y apretaba.
Con fuerza.
—¿Tú solo qué?
—Quiero ser reasignada a otro abogado, y no quiero verte más de lo que tengo que…
Me miró a los ojos durante un largo tiempo, sin decir ni una palabra cuando finalmente me soltó.
—¿Así es como te sientes realmente?
—En vista de que soy la única de nosotras que realmente siente algo, sí. Sí, eso es lo que siento por ti.
Parpadeó.
Entonces, de repente, me atrajo a sus brazos y apretó sus labios contra los míos.
—¿Por qué eres tan malditamente mentirosa, Brittany?—siseó.
Empujándome contra el tocador, mordió mi labio inferior y me arrebató la diadema de plumas del pelo.
Manteniendo sus labios sobre los míos, empujó mi vestido hasta mi cintura, arrancándome las bragas de un tirón.
—Santana…—traté de recuperar el aliento mientras me levantaba y me ponía sobre el lavabo—Santana, espera…
—¿Por qué?—agarró mi mano y la colocó en el borde de su vestido, diciéndome que lo subiera.
No le respondí.
Deslicé mis dedos tomando el dobladillo y subiéndolo presionaba su boca en mi cuello. Arrastrando su lengua contra mi piel, susurró:
—¿No has extrañado follar conmigo?
—Solo fueron dos veces—inhalé una bocanada de aire mientras sus manos acariciaban mis muslos—No es suficiente para extrañarte…
Me mordió con dureza y se echó hacia atrás, mirándome. Mi aliento se atascó en mi garganta cuando deslizó dos dedos dentro de mi coño, provocándome mientras entraba y salía.
—Se siente como si hubieras extrañado follar conmigo…—empujó sus dedos tan profundo como pudo, haciéndome gemir en voz baja.
Arqueé la espalda mientras acariciaba mi clítoris con su pulgar. De repente, sacó sus dedos de mí y los llevó a sus labios, lamiendo lentamente.
—También sabes como si hubieras extrañado follar conmigo—apretó otro dedo contra mi húmedo clítoris palpitante y luego lo llevó hasta mi cara, colocándolo contra mis labios—Abre la boca.
Separé lentamente los labios, y entrecerró los ojos mientras deslizaba su dedo contra mi lengua. Sentí su centro rozar mi muslo, la sentí usar su otra mano para envolver mi pierna alrededor de su cintura.
—Dime que no quieres follar conmigo—dijo—Que no quieres que entierre mis dedos mientras uno nuestros sexos ahora mismo.
Me agarró la cara y apretó sus labios contra los míos, tirando de mi labio
inferior con sus dientes.
Me deslicé por el borde del mostrador, a punto de caer, pero de repente me presionó contra el espejo.
Mantuve los ojos fijos en ella miraba con la misma expresión de enojo que había llevado durante toda la noche.
Se sacó las bragas y agarró mis tobillos y me tiró hacia adelante, uniendo nuestros centros cuando mis piernas envolvieron su cintura.
Mis manos arañaron su cuello mientras envestía una y otra vez.
—He extrañado follarte—dijo con voz ronca, enredando sus dedos en mi pelo y tirando de mi cabeza hacia atrás—¿Pero tú no has pensado en mí en
absoluto?
—¡Ahhh!—grité cuando aceleró sus embestidas. Apreté mis piernas a su alrededor con más fuerza, haciendo mi mejor esfuerzo para no ceder.
Cerré los ojos y la escuché decir mi nombre, jadeando:
—Joder, Brittany … Joder… »Pon tus manos sobre el mostrador…—demandó, pero no le hice caso y apreté mi agarre alrededor de su cuello—Brittany…—me mordió el hombro de nuevo; seguía follándome más duro que nunca—Pon tus manos sobre el mostrador. Ahora.
Poco a poco desenganché mis manos de su alrededor y las bajé a mis costados, agarrando el frío mostrador. Lo siguiente que sentí fue su lengua
girando alrededor de mis pezones, chupando mis pechos con fuerza.
Agarré la baldosa con más fuerza y sus besos se hicieron más voraces, más posesivos, y cuando me folló más y más duro me sentí a punto de perder el
control.
—Santana…—gemí—Santana…
Soltó mi pezón de su boca y deslizó sus manos por debajo de mis muslos, levantándome y fijando mi espalda contra la pared.
—Sé que te encanta la manera en que te follo, Brittany…—me miró a los ojos, metiendo sus dedos profundamente en mi coño—Y sé que te has tocado todas las noches de esta semana, deseando mis dedos dentro de ti en lugar de los tuyos.
Mi clítoris palpitaba con cada palabra suya, y me humedecí más de lo que jamás había estado en mi vida.
—Dime que es verdad…—presionó sus labios contra los míos y deslizó su lengua en mi boca, ahogando mis gemidos con un beso implacable y enojado—Finalmente dime algo que sea jodidamente cierto…
Los temblores viajaban arriba y abajo por mi columna, y estaba a segundos de venirme, pero ella no soltó mi boca. Seguía besándome, mirándome, rogándome que le dijera la verdad.
Asentí, esperando que pudiera leer mis ojos y viera que tenía que dejarme ir, necesitaba ser capaz de respirar.
Se estrelló contra mí una última vez, golpeando ese punto, y me las arreglé para alejar mi boca de la suya.
—¡Siiiiiii!—mi cabeza cayó sobre su hombro y jadeé en busca de aire.
—Brittany…—agarró mi cintura hasta que dejó de temblar.
Cuando las dos nos bajamos, hubo algunos golpes al azar en la puerta, unos pocos:
—¿Hay alguien ahí?
Pero ambas nos quedamos en silencio y sin aliento.
Minutos más tarde, cuando su respiración parecía estar bajo control, se alejó de mí, mirándome a los ojos y se subió las bragas bajándose el vestido.
Vi cómo se arreglaba en el espejo, mientras alisaba todo tan bien que nadie sabría nunca que acababa de follarme hasta la inconsciencia.
Me deslicé fuera del lavabo y miré mi propia cara —mejillas enrojecidas, pelo salvaje, rímel corrido— y acomodé los tirantes de mi sujetador por encima del hombro.
Antes de que pudiera subir los tirantes de mi vestido, Santana alejó mi mano y los acomodó por mí.
Nuestros ojos se encontraron en el espejo mientras alisaba mi pelo, y por una fracción de segundo, se dio la vuelta para recoger mi diadema. La sostuvo suavemente sobre mi cabeza y la deslizó en su lugar, luego se alejó.
—Sabes, es grosero dejar a alguien después de tener sexo sin decir nada—murmuré.
—¿Qué?—su mano estaba sobre el picaporte.
—Nada.
—¿Qué dijiste?—ladeó la cabeza—No soy una lectora de mentes.
—Dije que es grosero simplemente irte después de follarme. Al menos podrías decir algo, cualquier cosa.
—No hago la conversación post-sexo.
—No es una conversación post-sexo—bufé—Es parte de ser educada.
—Nunca dije que fuera educada.
Suspiré y me di la vuelta. Esperé oír la puerta cerrarse, pero sus manos estuvieron de repente en mi cintura y me dieron la vuelta para que la mirara.
—¿Qué se supone que tengo que decir después de follarte, Brittany?
—Podrías preguntar si fue bueno para mí o no…
—No me gusta hacer preguntas sin sentido—miró su reloj—¿Cuánto tiempo tienes que quedarte aquí?
—Otra hora más o menos.
—Hmmm—se quedó en silencio—Y mientras nos acechabas a mi cita y a mí, ¿cuántos chupitos tomaste?
—No las acechaba. Te he estado evitando toda la semana, ¿o no te has dado cuenta?
—¿Cuántos?
—Cinco.
—Está bien—colocó un mechón de pelo detrás de mi oreja—Te voy a llevar a casa cuando estés lista y haré que alguien deje tu auto en tu departamento por la mañana—me dio un beso en la frente antes de dirigirse a la puerta—Sólo llámame.
—Espera—le dije mientras la abría—¿Qué pasa con tu cita?
—¿Qué pasa con ella?
Una hora más tarde, me deslicé en el interior del auto de Santana, un elegante Jaguar negro.
Mantuvo la puerta abierta hasta que estuve cómoda, y esperó hasta que me puse el cinturón de seguridad antes de cerrarla.
En su salpicadero, vi una carpeta roja con un sello del estado de Nueva York en el centro. La recogí, pero Santana inmediatamente me la quitó y la metió en la guantera.
Parecía ofendida por que la hubiera tocado, pero rápidamente se giró y aceleró el auto.
—¿Puedo preguntarte algo, Santana?
—Depende de lo que sea.
—Te he buscado en Google esta semana y no obtuve resultados…
—Esa no es una pregunta.
—¿Por qué no aparece nada?—la miré.
—Porque tengo veinte y ocho y no pierdo mi tiempo en Facebook y Twitter.
Suspiré.
—¿Y realmente no has hablado con ella en seis años?
—¿Disculpa?—me miró cuando nos acercamos a un semáforo en rojo—Pensé que solucionamos esto en el baño.
—Lo hicimos, pero…—me aclaré la garganta—Presentaste una demanda de divorcio, ¿y no se pudo procesar?
—Se necesitan dos personas para completar un divorcio, Brittany. Seguramente sabes eso.
—Sí, pero…—ignoré el hecho de que apretaba la mandíbula—¿No sería más fácil para alguien como tú hacer que se completara? Seis años es un tiempo bastante largo para estar casada con alguien que afirmas no amar, así que…
—Te sorprenderías de lo bien que algunas personas pueden hacer girar una maldita mentira para conseguir lo que quieren—dijo, su voz fría—Mi pasado no está en discusión.
—¿Nunca?
—Nunca. No tiene nada que ver contigo.
Me recosté en mi asiento, cruzando los brazos.
—¿Alguna vez me vas a decir la razón por la que te fuiste de Nueva York y te mudaste a Durham?
—No.
—¿Por qué no?
—Porque no quiero—condujo el auto hasta mi complejo de departamentos—Porque como te dije hace una hora, esa parte de mi vida nunca sucedió.
—No voy a decírselo a nadie. Sólo…
—Basta—me miró cuando detuvo el auto, y pude ver un mundo de dolor en sus ojos.
Fue lo más vulnerable que la había visto alguna vez.
—Perdí algo muy especial en Nueva York hace seis años—había pesar en su voz—Algo que jodidamente nunca recuperaré, algo que he pasado los últimos seis años tratando de olvidar, y si te parece bien, me gustaría llegar al séptimo año.
Abrí la boca para decir que lo sentía, pero ella siguió hablando.
—No estoy segura de si he dejado esto claro en los últimos seis meses o no—dijo—, Pero no soy del tipo de “sentarme y hablar de mis sentimientos”. No estoy interesada en conversaciones profundas y sólo porque te he follado más de una vez y parece que no puedo olvidarme de ti o de tu boca, no te da derecho a saber cosas que no le he dicho a nadie más.
Inmediatamente me desabroché el cinturón de seguridad y abrí mi puerta de golpe, pero me agarró de la muñeca antes de que pudiera salir.
—Quise decir lo que dije hace unos meses, Brittany…—ahuecó mi barbilla e inclinó mi cabeza hacia ella—Eres mi única amiga en esta ciudad, pero tienes que entender que no estoy acostumbrada a tener amigas. No estoy acostumbrada a hablar de mierda personal, y no voy a empezar ahora.
Silencio.
—Si no te vas a abrir conmigo, ¿qué incentivo tengo para seguir siendo tu supuesta amiga?
No dijo nada durante unos segundos, pero luego sonrió.
—Ponte en mi regazo y deja que te lo muestre.
—¿Es una broma?
—¿Me estoy riendo?
—¿Realmente crees que simplemente puedes exigirme tener sexo contigo siempre que lo desees?—levanté una ceja—¿Especialmente cuando acabas de decir que nunca compartirás tu vida personal?
—Sí—se desabrochó el cinturón de seguridad—Ponte en mi regazo.
—Sabes…—bajé la mirada, notando sus pezones ponerse rígidos lentamente a través de su vestido—, He dejado pasar algunas cosas las últimas veces que hemos tenido sexo, pero tengo que decírtelo…—me mordí el labio cuando salí del auto—, Realmente no me gusta la mierda de cavernícola posesiva.
Entrecerró los ojos hacia mí cuando tomé mi bolso y retrocedí.
—Creo que tenemos que darle un descanso a tus dedos y cintura, ¿no te parece?—me crucé de brazos—Tienes una audiencia bastante grande la próxima semana. ¿No necesitas guardar toda tu energía para que puedas estar mejor preparada?
—Vuelve al maldito auto, Brittany…—su voz era tensa.
—¿Me estás rogando?
—Te lo estoy ordenando.
—¿No escuchaste lo que acabo de decir?
No respondió.
Estiró la mano en busca de la mía, pero cerré la puerta.
—La veré mañana, Srta. López—sonreí y me alejé.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Epílogo
Me gusta como va la historia, san con su caracter,yo se qe britt la va a saber manejar ajaj.
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Epílogo
Jajajajaja Britt haciéndole ver su suerte a San.... Pero esta bien que se haga del rogar!!!
JVM- - Mensajes : 1170
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Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Epílogo
Tati.94 escribió:Me gusta como va la historia, san con su caracter,yo se qe britt la va a saber manejar ajaj.
Hola, si¿? osea que vamos bn¿? jajajaajajajaj. San siempre con su caracter jajajaja. Jajajjaja eso tmbn, britt puede con al morena ajajajjajaja. Saludos =D
JVM escribió:Jajajajaja Britt haciéndole ver su suerte a San.... Pero esta bien que se haga del rogar!!!
Hola, jajajajaaj britt sabe como manejar sus cartas, no¿? Si, si q lo esta jajaja. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
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FanFic Brittana: Razonable II (Adaptada) Cap 3
Capitulo 3
Responsabilidad.
Santana
Una Semana Después…
Solo había una cosa en Durham que no albergaba comparación con Nueva York: La corte.
Los abogados en Nueva York en realidad tomaban en serio sus trabajos.
Estudiaban minuciosamente su investigación toda la noche, pulían sus defensas a la perfección, y presentaban sus casos con orgullo.
En Durham, los “abogados” no hacían esa mierda, y en un momento como este, cuando estaba escuchando a una joven e inexperta fiscal avergonzarse a sí misma, casi extrañé esos días.
Por otra parte, no estaba prestando demasiada atención a los procedimientos de hoy.
Me encontraba demasiado ocupada pensando en Brittany y en cuantas veces habíamos follado en mi oficina esta mañana.
Nos dijimos nuestros habituales saludos de “Buenos días señorita López”, “Hola señorita Pierce”, y nos miramos a los ojos mientras ella dejaba mi café.
Había abierto su seductora boca para decir algo más, pero lo siguiente que supe fue que mis manos se encontraban en su cabello y estaba empujando su sexy culo contra mi escritorio.
Estábamos envistiendo sin piedad dentro de la otra mientras masajeábamos nuestros clítoris, y cuando colapso sobre mi alfombra, extendí sus piernas
y devoré su coño.
Era completamente insaciable cuando se trataba de Brittany, y estar a su alrededor durante más de cinco segundos era suficiente para enviarme sobre el borde.
No tiene sentido ni siquiera contar cuantas veces hemos follado…
—Como pueden ver…—la voz de la fiscal entró repentinamente a través de mis pensamientos—Señoras y señores del jurado, toda la evidencia que he presentado demostrará…
—¡Protesto!—había tenido suficiente de esta mierda—Su Señoría, la última vez que verifique, esto era una audiencia probatoria, no un juicio. ¿Por qué se le está permitiendo a la señorita Dani dirigirse a un jurado inexistente?
La jueza se quitó sus lentes y sacudió la cabeza.
—Señorita Dani, tan indecisa como estoy de concordar con la Srta. López, tiene un punto. ¿Ha concluido con la presentación de evidencias? ¿A no ser que tenga una declaración final para el jurado?
—La tengo, su Señoría—dijo ella, hinchando su pecho como si acabara de presentar el caso del siglo.
—Señorita López…—la jueza se volvió hacia donde me encontraba—¿Le importaría sorprenderme hoy por objetar algo de las evidencias presentadas?
—No, su Señoría.
Esta audiencia fue una pérdida de tiempo, y ella lo sabía tan bien como yo.
—Ya veo—se puso sus lentes de nuevo—Se deja constancia de que, si bien la fiscalía ha presentado una convincente y bastante grande colección de evidencias, es el fallo de esta corte que no es suficiente para ordenar un juicio—dio un golpe con su mazo y se puso de pie.
La señorita Dani se acercó a mí y me tendió la mano.
—Entonces voy a presentar una apelación, conseguir más evidencias, y lo veré acerca de este asunto de nuevo pronto, ¿verdad?
—¿Me está preguntando o me lo está diciendo?
—Su cliente cometió el más alto grado de fraude, señorita López—cruzó los brazos—Alguien tiene que pagar por ello.
—Nadie lo hará nunca si usted está en control de ello, ¿verdad?—metí mis archivos en mi maletín—Voy a estar esperando su próximo movimiento. Y sí, debería conseguir más evidencias, ya que la juez dictaminó claramente que lo que tenía no es suficiente.
—Por lo tanto, ¿eso significa que debo apelar? ¿Cree que podría ganar esta cosa?
—Creo que podría volver a la escuela de leyes y malditamente prestar atención—me burlé—Eso, o hacerles un favor a sus clientes y encontrarles un mejor abogado.
—¿Quiere decir alguien como usted?
—No hay nadie como yo—deslicé un par de lentes de sol sobre mis ojos—Pero cualquiera sería mejor que usted.
—¿Es siempre así de grosera con sus oponentes, señorita López?—esbozó una sonrisa—Quiero decir, he escuchado historias, pero usted es realmente…
—Realmente, ¿qué?
—Intrigante—se acercó un paso más—Es realmente intrigante.
Parpadeé y la miré.
Si la hubiera conocido en Date-Match podría haber sido digna de una noche, pero nunca mezclo negocios con placer.
Por lo menos, no solía hacerlo.
—No estoy segura de si está viendo a alguien o no—dijo, bajando la voz—, Pero creo que usted y yo tenemos mucho en común, y…
—¿Qué es exactamente lo que tenemos en común, señorita Dani?
—Bueno…—dio otro paso aún más cerca y frotó mi hombro—Las dos nos estuvimos mirando la una a la otra durante la audiencia, las dos tenemos carreras importantes, y las dos tenemos una pasión por la ley, una pasión que podría ser claramente transferida a otros ámbitos—se lamio los labios—¿Verdad?
Di un paso atrás.
—Señorita Dani, la estuve mirando durante la audiencia porque intentaba comprender cómo alguien puede presentarse en la corte y estar tan poco preparada, ser tan poco profesional y odiosa. Las dos tenemos carreras importantes, pero si continua presentando casos como el que presentó hoy, estaré entrevistándola para un puesto de secretaria en mi firma en los próximos seis meses—ignoré su jadeo—Y si su pasión por la ley se parece en algo a la manera en que folla, entonces usted y yo no tenemos absolutamente nada en común.
—¿De verdad…—sacudió la cabeza, dando un paso atrás mientras su rostro enrojecía—De verdad me acaba de decir eso?
—¿De verdad acaba de proponerme tener sexo?
—Simplemente estaba probando; viendo si estaba interesado en salir.
—No lo estoy—dije, notando que no me encontraba ni en lo más mínimo un poco excitada—¿Soy libre de abandonar la sala ahora o le gustaría probarme para algo más?
—¡Es usted una idiota!—se dio la vuelta y agarró su maletín del suelo—Sabe, por el bien de sus clientes, espero que sea mucho más amable—escupió mientras dejaba la sala.
Quería decirle que en realidad no era más amable con mis clientes.
No aguantaba la mierda de nadie, y ya que no había perdido un solo caso desde que me mudé a Durham, no tenía que hacerlo.
Mirando mi reloj, me imaginé que tendría que esperar unos minutos antes de salir.
No quería encontrarme con ella en el estacionamiento, y puesto que los demás tribunales fueron aplazados por el almuerzo, pensé que tendría que esperar un rato.
Metí las manos en mis bolsillos y sonreí por la tela de encaje que rozó mi mano izquierda. Sacándola, sonreí hacia el tanga negro de Brittany de esta mañana.
Saqué mi teléfono de mi maletín para escribirle sobre eso, pero ella me había escrito primero.
Asunto: Fetiche de Bragas Mojadas.
No estoy segura si te has dado cuenta todavía de que dejé mi tanga en tu bolsillo, pero quiero que sepas que lo hice por tu propio bien, y que tu secreto está a salvo conmigo.
Desde que me follaste en el baño en la galería de arte, me he dado cuenta de que tienes una tendencia de mirar mi ropa interior antes de
quitármela.
Pasas tus dedos a través de ellas, las quitas con los dientes, y luego me miras fijamente de nuevo. No tengo ningún problema en seguir apaciguando tu fetiche por las bragas. Estoy segura de que las colocas sobre tu rostro por la noche, y si alguna vez necesitas más, no dudes en hacérmelo saber.—Brittany
Asunto: Re: Fetiche de Bragas Mojadas.
Me di cuenta de que deslizaste tu tanga en mi bolsillo esta mañana. Me he dado cuenta de que has hecho esto toda la semana.
Contrario a tus infundadas y absurdas suposiciones, no tengo un fetiche por las bragas y no duermo con ellas sobre mi rostro por la noche. Sin embargo, tengo un nuevo fetiche por tu coño, y si estás interesada en dejarme dormir con ESO sobre mi rostro por las noches, siéntete libre de decírmelo.—Santana
Esperé por una respuesta —observando mi pantalla durante varios minutos, pero luego me di cuenta de que era miércoles y ella no vería mi correo hasta más tarde.
Salí y me deslicé dentro de mi auto.
No me sentía con ganas de volver a la firma —mis expedientes estaban todos actualizados, y era demasiado temprano para ir a casa.
Acelerando mi auto, fui en punto muerto por la calle en busca de un bar decente. Mientras pasaba más allá de la escuela de leyes, vi el salón de baile de Duke cruzando la calle.
No estaba segura de qué se apodero de mí, pero hice un giro a la derecha y entré en el estacionamiento. Seguí los letreros que decían “Estudio de Baile” y estacioné delante.
Había un cartel en las puertas dobles del auditorio que decía “Ensayo Privado: Solo Bailarines”, pero lo ignoré. Seguí el débil sonido de las teclas del piano y las cuerdas de violín y abrí la puerta hacia un teatro colosal.
Brillantes luces iluminaban el escenario, donde giraban bailarines vestidos completamente de blanco. Antes de que pudiera entrar en razón e irme, vi a Brittany en el frente.
Usando la misma diadema con plumas que llevaba en la galería de arte, sonreía más de lo que jamás la había visto sonreír antes —bailaba como si no hubiera nadie más en la sala. Había un brillo en sus ojos que nunca vi cuando estaba en SHL, y aunque no sabía una mierda de ballet, estaba muy claro que ella era la mejor bailarina en el escenario.
—¡Estire, señorita Pierce! ¡Estire!—un hombre entro en el escenario, gritando—¡Más! ¡Más!
Ella continúo bailando —estirando más sus brazos, extendiendo las manos.
—¡No! ¡No! ¡NO!—el hombre dio un golpe con su pie—¡Paren la música!
El pianista inmediatamente se detuvo y el director se puso delante de Brittany.
—¿Conoce cuáles son las características del cisne blanco, señorita Pierce?—preguntó.
—Sí.
—¿Sí?—lucia ofendido.
—Sí, señor Smythe—se quedó quieta.
—Si eso es así, ¿por qué no nos ilumina a todos con cuáles son esas características…?
—Luminoso, liviano, elegante…
—¡Elegante!—dio un golpe con su pie de nuevo—El cisne blanco es todo acerca de movimientos suaves y delicados… Sus brazos están bien posicionados, agraciados—agarró su codo y la sacó al frente—Sus brazos son erráticos, bruscos, y ¡está bailando como una paloma drogada!
Sus mejillas se enrojecieron, pero él continúo:
—Quiero un cisne, señorita Pierce, y si usted no cumple esa parte; si su corazón está en otra parte, como en esa otra carrera que tiene, hágame un favor y déjeme saberle, así puedo preparar a alguien más para el papel.
Silencio.
—¡Vamos a intentar esto de nuevo!—dio un paso atrás—A mi cuenta, comiencen la canción desde la segunda estrofa…
Me recosté contra la pared, observando a Brittany bailar fácilmente otra vez, haciendo que todos los demás parecieran aficionados.
Observé hasta que no pude ver más, hasta que su joven director vio mi sombra y gritó que “la maldita intrusa” se fuera.
Más tarde esa noche, entré en la cocina y saqué una botella de bourbon, sirviéndome un trago.
Eran las dos de la mañana y estaba más allá de inquieta.
No había podido dormir desde que llegué a casa y vi una nota de Elaine en mi puerta:
Hice una bola con ella y la arrojé a la basura, preguntándome qué persona el SHL había sido lo suficientemente estúpida como para darle mi dirección.
Mientras me bebía todo mi trago de una vez, mi teléfono sonó.
—Son las dos de la mañana—siseé, sosteniéndolo contra mi oído.
—Em…—hubo una pequeña pausa—¿Puedo hablar con la… la señorita López, por favor?
—Es ella. ¿No me oyó decir la hora que es?
—Lo siento, señorita López—se aclaró la garganta—Soy Emma Pillsbury de la comisión de libertad condicional de Nueva York. Siento llamarle tan tarde, pero no quiero entregar algo hasta que no comprueba su petición de la semana pasada—dijo—La prisionera por la que llamó ya no es una interna. Fue puesta en libertar recientemente y ahora está en libertad condicional.
—Soy consciente de que ella está en libertad condicional—me serví otro trago—Sin embargo, estoy bastante segura de que salir del estado es una violación directa de esos términos. ¿Nueva York es blando con el crimen ahora? ¿Dejan que los delincuentes vaguen por el mundo como les plazca?
—No, señorita, pero ella se puso en contacto con su oficial esta mañana. También verificamos su monitor al segundo en que recibimos su llamada telefónica, por lo que todavía sigue en el estado… Debo advertirle que no nos tomamos muy bien las denuncias falsas, señorita López. Si esto se trataba algún tipo de…
—Sé qué mierda vi—estaba enardecida—Ella se encontraba aquí—colgué.
No me importaba lo suficiente como para pensar en Elaine ahora mismo.
Me dirigí a mi habitación y me extendí sobre las sábanas, esperando que esta segunda ronda de alcohol funcionara mejor que la primera.
Me quedé ahí durante una hora, observando pasar los segundos en mi reloj, pero aun así el sueño no llegó y los pensamientos sobre Brittany comenzaron a llenar mi mente.
Estaba pensando en las cosas que me había dicho cuando nos conocimos por primera vez, las cosas que me había dicho sobre su vida sexual, y tuve la repentina urgencia de escuchar su voz.
Me di la vuelta y me desplacé hasta su nombre.
—¿Hola?—respondió al primer timbrazo—¿Santana?
—¿Por qué no has chupado mi coño polla antes?
—¿Qué?—jadeó—¿Qué hay de “Buenos noches, Brittany”? ¿”Estás despierta”? ¿Qué tal preguntar esas cosas primero?
—Hola, Brittany—hice rodar los ojos—Estás claramente despierta, así que voy a pasar por alto esa pregunta innecesaria. ¿Por qué no has chupado un coño antes?
Se quedó en silencio.
—¿Necesito conducir hasta tu departamento y obligarte a responder la pregunta en persona?
—¿De verdad necesitas esta información a las tres de la mañana?
—Desesperadamente—dije—Responde a la pregunta.
—Simplemente es algo que nunca quise hacer—sonaron papeles revolviéndose en el fondo—Una de las chicas con las que salí me pedía que se lo hiciera de vez en cuando—para corresponder, pero tan solo… ella no me gustaba lo suficiente para hacerlo.
—Humm.
Silencio.
No habíamos tenido una conversación telefónica desde la última vez que tuvimos sexo telefónico, justo antes de que me enterara de que su nombre real era Brittany y no Alyssa.
—¿Estabas pensando en mí?—preguntó de repente.
—¿Qué?
—¿Estabas pensando en mí?—repitió—Nunca me has llamado tan tarde antes. ¿Estás sola?
—Estoy caliente.
Soltó una suave risa.
—¿Quieres que te diga lo que llevo puesto?
—Ya sé lo que llevas puesto.
—Oh, ¿en serio?
—Sí, en serio—puse una mano detrás de mi cabeza—Es miércoles, lo que significa que tenías práctica hasta medianoche, lo que significa que fuiste a casa y te duchaste e inmediatamente pusiste tus pies en un cubo de hielo sin ponerte ningún pijama.
Contuvo el aliento.
—Y por la forma en que estás respirando ahora mismo lo tomaré como que aún te encuentras desnuda, y la razón por la cual contestaste mi llamada al primer timbrazo es porque quieres tocarte con el sonido de mi voz.
Otro intervalo silencioso.
—¿Estoy equivocada?—pregunté.
—No…—su voz fue baja—Sin embargo, no creo que estés caliente ahora mismo.
—Confía en mí. Lo estoy.
—Tal vez, pero creo que llamaste porque te gusto; porque querías escuchar mi voz ya que no hemos hablado por teléfono en mucho tiempo.
—Te llamé porque mi sexo esta húmedo y quiero hacer que te corras a través del teléfono.
Se rio de nuevo.
—Entonces, ¿no te gusto?
—Me gusta tu coño.
—Por lo tanto, las rosas blancas y la nota que decía “Solo te está gritando porque sabe que eres la mejor. No dejes que él te afecte” que encontré sobre el capó de mi coche hoy ¿no fueron tuyas?
Colgué.
Los abogados en Nueva York en realidad tomaban en serio sus trabajos.
Estudiaban minuciosamente su investigación toda la noche, pulían sus defensas a la perfección, y presentaban sus casos con orgullo.
En Durham, los “abogados” no hacían esa mierda, y en un momento como este, cuando estaba escuchando a una joven e inexperta fiscal avergonzarse a sí misma, casi extrañé esos días.
Por otra parte, no estaba prestando demasiada atención a los procedimientos de hoy.
Me encontraba demasiado ocupada pensando en Brittany y en cuantas veces habíamos follado en mi oficina esta mañana.
Nos dijimos nuestros habituales saludos de “Buenos días señorita López”, “Hola señorita Pierce”, y nos miramos a los ojos mientras ella dejaba mi café.
Había abierto su seductora boca para decir algo más, pero lo siguiente que supe fue que mis manos se encontraban en su cabello y estaba empujando su sexy culo contra mi escritorio.
Estábamos envistiendo sin piedad dentro de la otra mientras masajeábamos nuestros clítoris, y cuando colapso sobre mi alfombra, extendí sus piernas
y devoré su coño.
Era completamente insaciable cuando se trataba de Brittany, y estar a su alrededor durante más de cinco segundos era suficiente para enviarme sobre el borde.
No tiene sentido ni siquiera contar cuantas veces hemos follado…
—Como pueden ver…—la voz de la fiscal entró repentinamente a través de mis pensamientos—Señoras y señores del jurado, toda la evidencia que he presentado demostrará…
—¡Protesto!—había tenido suficiente de esta mierda—Su Señoría, la última vez que verifique, esto era una audiencia probatoria, no un juicio. ¿Por qué se le está permitiendo a la señorita Dani dirigirse a un jurado inexistente?
La jueza se quitó sus lentes y sacudió la cabeza.
—Señorita Dani, tan indecisa como estoy de concordar con la Srta. López, tiene un punto. ¿Ha concluido con la presentación de evidencias? ¿A no ser que tenga una declaración final para el jurado?
—La tengo, su Señoría—dijo ella, hinchando su pecho como si acabara de presentar el caso del siglo.
—Señorita López…—la jueza se volvió hacia donde me encontraba—¿Le importaría sorprenderme hoy por objetar algo de las evidencias presentadas?
—No, su Señoría.
Esta audiencia fue una pérdida de tiempo, y ella lo sabía tan bien como yo.
—Ya veo—se puso sus lentes de nuevo—Se deja constancia de que, si bien la fiscalía ha presentado una convincente y bastante grande colección de evidencias, es el fallo de esta corte que no es suficiente para ordenar un juicio—dio un golpe con su mazo y se puso de pie.
La señorita Dani se acercó a mí y me tendió la mano.
—Entonces voy a presentar una apelación, conseguir más evidencias, y lo veré acerca de este asunto de nuevo pronto, ¿verdad?
—¿Me está preguntando o me lo está diciendo?
—Su cliente cometió el más alto grado de fraude, señorita López—cruzó los brazos—Alguien tiene que pagar por ello.
—Nadie lo hará nunca si usted está en control de ello, ¿verdad?—metí mis archivos en mi maletín—Voy a estar esperando su próximo movimiento. Y sí, debería conseguir más evidencias, ya que la juez dictaminó claramente que lo que tenía no es suficiente.
—Por lo tanto, ¿eso significa que debo apelar? ¿Cree que podría ganar esta cosa?
—Creo que podría volver a la escuela de leyes y malditamente prestar atención—me burlé—Eso, o hacerles un favor a sus clientes y encontrarles un mejor abogado.
—¿Quiere decir alguien como usted?
—No hay nadie como yo—deslicé un par de lentes de sol sobre mis ojos—Pero cualquiera sería mejor que usted.
—¿Es siempre así de grosera con sus oponentes, señorita López?—esbozó una sonrisa—Quiero decir, he escuchado historias, pero usted es realmente…
—Realmente, ¿qué?
—Intrigante—se acercó un paso más—Es realmente intrigante.
Parpadeé y la miré.
Si la hubiera conocido en Date-Match podría haber sido digna de una noche, pero nunca mezclo negocios con placer.
Por lo menos, no solía hacerlo.
—No estoy segura de si está viendo a alguien o no—dijo, bajando la voz—, Pero creo que usted y yo tenemos mucho en común, y…
—¿Qué es exactamente lo que tenemos en común, señorita Dani?
—Bueno…—dio otro paso aún más cerca y frotó mi hombro—Las dos nos estuvimos mirando la una a la otra durante la audiencia, las dos tenemos carreras importantes, y las dos tenemos una pasión por la ley, una pasión que podría ser claramente transferida a otros ámbitos—se lamio los labios—¿Verdad?
Di un paso atrás.
—Señorita Dani, la estuve mirando durante la audiencia porque intentaba comprender cómo alguien puede presentarse en la corte y estar tan poco preparada, ser tan poco profesional y odiosa. Las dos tenemos carreras importantes, pero si continua presentando casos como el que presentó hoy, estaré entrevistándola para un puesto de secretaria en mi firma en los próximos seis meses—ignoré su jadeo—Y si su pasión por la ley se parece en algo a la manera en que folla, entonces usted y yo no tenemos absolutamente nada en común.
—¿De verdad…—sacudió la cabeza, dando un paso atrás mientras su rostro enrojecía—De verdad me acaba de decir eso?
—¿De verdad acaba de proponerme tener sexo?
—Simplemente estaba probando; viendo si estaba interesado en salir.
—No lo estoy—dije, notando que no me encontraba ni en lo más mínimo un poco excitada—¿Soy libre de abandonar la sala ahora o le gustaría probarme para algo más?
—¡Es usted una idiota!—se dio la vuelta y agarró su maletín del suelo—Sabe, por el bien de sus clientes, espero que sea mucho más amable—escupió mientras dejaba la sala.
Quería decirle que en realidad no era más amable con mis clientes.
No aguantaba la mierda de nadie, y ya que no había perdido un solo caso desde que me mudé a Durham, no tenía que hacerlo.
Mirando mi reloj, me imaginé que tendría que esperar unos minutos antes de salir.
No quería encontrarme con ella en el estacionamiento, y puesto que los demás tribunales fueron aplazados por el almuerzo, pensé que tendría que esperar un rato.
Metí las manos en mis bolsillos y sonreí por la tela de encaje que rozó mi mano izquierda. Sacándola, sonreí hacia el tanga negro de Brittany de esta mañana.
Saqué mi teléfono de mi maletín para escribirle sobre eso, pero ella me había escrito primero.
Asunto: Fetiche de Bragas Mojadas.
No estoy segura si te has dado cuenta todavía de que dejé mi tanga en tu bolsillo, pero quiero que sepas que lo hice por tu propio bien, y que tu secreto está a salvo conmigo.
Desde que me follaste en el baño en la galería de arte, me he dado cuenta de que tienes una tendencia de mirar mi ropa interior antes de
quitármela.
Pasas tus dedos a través de ellas, las quitas con los dientes, y luego me miras fijamente de nuevo. No tengo ningún problema en seguir apaciguando tu fetiche por las bragas. Estoy segura de que las colocas sobre tu rostro por la noche, y si alguna vez necesitas más, no dudes en hacérmelo saber.—Brittany
Asunto: Re: Fetiche de Bragas Mojadas.
Me di cuenta de que deslizaste tu tanga en mi bolsillo esta mañana. Me he dado cuenta de que has hecho esto toda la semana.
Contrario a tus infundadas y absurdas suposiciones, no tengo un fetiche por las bragas y no duermo con ellas sobre mi rostro por la noche. Sin embargo, tengo un nuevo fetiche por tu coño, y si estás interesada en dejarme dormir con ESO sobre mi rostro por las noches, siéntete libre de decírmelo.—Santana
Esperé por una respuesta —observando mi pantalla durante varios minutos, pero luego me di cuenta de que era miércoles y ella no vería mi correo hasta más tarde.
Salí y me deslicé dentro de mi auto.
No me sentía con ganas de volver a la firma —mis expedientes estaban todos actualizados, y era demasiado temprano para ir a casa.
Acelerando mi auto, fui en punto muerto por la calle en busca de un bar decente. Mientras pasaba más allá de la escuela de leyes, vi el salón de baile de Duke cruzando la calle.
No estaba segura de qué se apodero de mí, pero hice un giro a la derecha y entré en el estacionamiento. Seguí los letreros que decían “Estudio de Baile” y estacioné delante.
Había un cartel en las puertas dobles del auditorio que decía “Ensayo Privado: Solo Bailarines”, pero lo ignoré. Seguí el débil sonido de las teclas del piano y las cuerdas de violín y abrí la puerta hacia un teatro colosal.
Brillantes luces iluminaban el escenario, donde giraban bailarines vestidos completamente de blanco. Antes de que pudiera entrar en razón e irme, vi a Brittany en el frente.
Usando la misma diadema con plumas que llevaba en la galería de arte, sonreía más de lo que jamás la había visto sonreír antes —bailaba como si no hubiera nadie más en la sala. Había un brillo en sus ojos que nunca vi cuando estaba en SHL, y aunque no sabía una mierda de ballet, estaba muy claro que ella era la mejor bailarina en el escenario.
—¡Estire, señorita Pierce! ¡Estire!—un hombre entro en el escenario, gritando—¡Más! ¡Más!
Ella continúo bailando —estirando más sus brazos, extendiendo las manos.
—¡No! ¡No! ¡NO!—el hombre dio un golpe con su pie—¡Paren la música!
El pianista inmediatamente se detuvo y el director se puso delante de Brittany.
—¿Conoce cuáles son las características del cisne blanco, señorita Pierce?—preguntó.
—Sí.
—¿Sí?—lucia ofendido.
—Sí, señor Smythe—se quedó quieta.
—Si eso es así, ¿por qué no nos ilumina a todos con cuáles son esas características…?
—Luminoso, liviano, elegante…
—¡Elegante!—dio un golpe con su pie de nuevo—El cisne blanco es todo acerca de movimientos suaves y delicados… Sus brazos están bien posicionados, agraciados—agarró su codo y la sacó al frente—Sus brazos son erráticos, bruscos, y ¡está bailando como una paloma drogada!
Sus mejillas se enrojecieron, pero él continúo:
—Quiero un cisne, señorita Pierce, y si usted no cumple esa parte; si su corazón está en otra parte, como en esa otra carrera que tiene, hágame un favor y déjeme saberle, así puedo preparar a alguien más para el papel.
Silencio.
—¡Vamos a intentar esto de nuevo!—dio un paso atrás—A mi cuenta, comiencen la canción desde la segunda estrofa…
Me recosté contra la pared, observando a Brittany bailar fácilmente otra vez, haciendo que todos los demás parecieran aficionados.
Observé hasta que no pude ver más, hasta que su joven director vio mi sombra y gritó que “la maldita intrusa” se fuera.
Más tarde esa noche, entré en la cocina y saqué una botella de bourbon, sirviéndome un trago.
Eran las dos de la mañana y estaba más allá de inquieta.
No había podido dormir desde que llegué a casa y vi una nota de Elaine en mi puerta:
“No me iré hasta que hablemos—Elaine”.
Hice una bola con ella y la arrojé a la basura, preguntándome qué persona el SHL había sido lo suficientemente estúpida como para darle mi dirección.
Mientras me bebía todo mi trago de una vez, mi teléfono sonó.
—Son las dos de la mañana—siseé, sosteniéndolo contra mi oído.
—Em…—hubo una pequeña pausa—¿Puedo hablar con la… la señorita López, por favor?
—Es ella. ¿No me oyó decir la hora que es?
—Lo siento, señorita López—se aclaró la garganta—Soy Emma Pillsbury de la comisión de libertad condicional de Nueva York. Siento llamarle tan tarde, pero no quiero entregar algo hasta que no comprueba su petición de la semana pasada—dijo—La prisionera por la que llamó ya no es una interna. Fue puesta en libertar recientemente y ahora está en libertad condicional.
—Soy consciente de que ella está en libertad condicional—me serví otro trago—Sin embargo, estoy bastante segura de que salir del estado es una violación directa de esos términos. ¿Nueva York es blando con el crimen ahora? ¿Dejan que los delincuentes vaguen por el mundo como les plazca?
—No, señorita, pero ella se puso en contacto con su oficial esta mañana. También verificamos su monitor al segundo en que recibimos su llamada telefónica, por lo que todavía sigue en el estado… Debo advertirle que no nos tomamos muy bien las denuncias falsas, señorita López. Si esto se trataba algún tipo de…
—Sé qué mierda vi—estaba enardecida—Ella se encontraba aquí—colgué.
No me importaba lo suficiente como para pensar en Elaine ahora mismo.
Me dirigí a mi habitación y me extendí sobre las sábanas, esperando que esta segunda ronda de alcohol funcionara mejor que la primera.
Me quedé ahí durante una hora, observando pasar los segundos en mi reloj, pero aun así el sueño no llegó y los pensamientos sobre Brittany comenzaron a llenar mi mente.
Estaba pensando en las cosas que me había dicho cuando nos conocimos por primera vez, las cosas que me había dicho sobre su vida sexual, y tuve la repentina urgencia de escuchar su voz.
Me di la vuelta y me desplacé hasta su nombre.
—¿Hola?—respondió al primer timbrazo—¿Santana?
—¿Por qué no has chupado mi coño polla antes?
—¿Qué?—jadeó—¿Qué hay de “Buenos noches, Brittany”? ¿”Estás despierta”? ¿Qué tal preguntar esas cosas primero?
—Hola, Brittany—hice rodar los ojos—Estás claramente despierta, así que voy a pasar por alto esa pregunta innecesaria. ¿Por qué no has chupado un coño antes?
Se quedó en silencio.
—¿Necesito conducir hasta tu departamento y obligarte a responder la pregunta en persona?
—¿De verdad necesitas esta información a las tres de la mañana?
—Desesperadamente—dije—Responde a la pregunta.
—Simplemente es algo que nunca quise hacer—sonaron papeles revolviéndose en el fondo—Una de las chicas con las que salí me pedía que se lo hiciera de vez en cuando—para corresponder, pero tan solo… ella no me gustaba lo suficiente para hacerlo.
—Humm.
Silencio.
No habíamos tenido una conversación telefónica desde la última vez que tuvimos sexo telefónico, justo antes de que me enterara de que su nombre real era Brittany y no Alyssa.
—¿Estabas pensando en mí?—preguntó de repente.
—¿Qué?
—¿Estabas pensando en mí?—repitió—Nunca me has llamado tan tarde antes. ¿Estás sola?
—Estoy caliente.
Soltó una suave risa.
—¿Quieres que te diga lo que llevo puesto?
—Ya sé lo que llevas puesto.
—Oh, ¿en serio?
—Sí, en serio—puse una mano detrás de mi cabeza—Es miércoles, lo que significa que tenías práctica hasta medianoche, lo que significa que fuiste a casa y te duchaste e inmediatamente pusiste tus pies en un cubo de hielo sin ponerte ningún pijama.
Contuvo el aliento.
—Y por la forma en que estás respirando ahora mismo lo tomaré como que aún te encuentras desnuda, y la razón por la cual contestaste mi llamada al primer timbrazo es porque quieres tocarte con el sonido de mi voz.
Otro intervalo silencioso.
—¿Estoy equivocada?—pregunté.
—No…—su voz fue baja—Sin embargo, no creo que estés caliente ahora mismo.
—Confía en mí. Lo estoy.
—Tal vez, pero creo que llamaste porque te gusto; porque querías escuchar mi voz ya que no hemos hablado por teléfono en mucho tiempo.
—Te llamé porque mi sexo esta húmedo y quiero hacer que te corras a través del teléfono.
Se rio de nuevo.
—Entonces, ¿no te gusto?
—Me gusta tu coño.
—Por lo tanto, las rosas blancas y la nota que decía “Solo te está gritando porque sabe que eres la mejor. No dejes que él te afecte” que encontré sobre el capó de mi coche hoy ¿no fueron tuyas?
Colgué.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
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Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Epílogo
jajajajajajajajaja rosas blancas????? hay santana, que mal te veo!!!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
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Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Epílogo
Ay santy ya caiste no?,,jajaj solo britt derrite ese corazon de hielo.
Tati.94******* - Mensajes : 442
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Edad : 30
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Epílogo
micky morales escribió:jajajajajajajajaja rosas blancas????? hay santana, que mal te veo!!!!!!!
Hola, sip jaajajajajaj la morena no sabe que hacer, pero termina siendo una tierna y luego se hace la loca jajajaajaj. Saludos =D
Tati.94 escribió:Ay santy ya caiste no?,,jajaj solo britt derrite ese corazon de hielo.
Hola, jajajaaja yo creo q si! ajjaajajajajaj. Jajajajajaajaj si, siempre sera así la vrdd jajaajajaj. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
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