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[Resuelto]FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Epílogo
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monica.santander
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Tati.94
micky morales
23l1
9 participantes
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Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Epílogo
En verdad no se que decir, santana es una imbecil misteriosa y ya!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Epílogo
Ojalá Britt se aleje de San pero para darle una lección no puede tratarla así sin pensar en sus sentimientos ... Pero que luego se amisten ;) jajajajaja muy buen fic como siempre .
Saludos chica del efecto
Saludos chica del efecto
Lucy LP**** - Mensajes : 168
Fecha de inscripción : 01/07/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Epílogo
Lo olvidaba cuando harás maratón está buenísima la historia ... Saludos
Lucy LP**** - Mensajes : 168
Fecha de inscripción : 01/07/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Epílogo
micky morales escribió:En verdad no se que decir, santana es una imbecil misteriosa y ya!!!!
Hola, si, la vrdd esk si ¬¬ pide algo q ella misma no da ¬¬ Nose como lo puede solucionar ¬¬ Saludos =D
Lucy LP escribió:Ojalá Britt se aleje de San pero para darle una lección no puede tratarla así sin pensar en sus sentimientos ... Pero que luego se amisten ;) jajajajaja muy buen fic como siempre .
Saludos chica del efecto
Hola, eso esta haciendo la rubia, lo q es bueno para ella la vrdd. Jajajaja san tiene que hacer algo grande para q eso pase jajaajajaj. Vamos bn entonces jajaja. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Epílogo
Lucy LP escribió:Lo olvidaba cuando harás maratón está buenísima la historia ... Saludos
Hola nuevamente jjajaaja, mmm el viernes o mas, pero mas tardar el domingo jajajajajaja. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Cap 4
Capitulo 4
Punto Muerto.
Brittany
Pocos Días Después…
Me seguía doliendo el corazón —tambaleándose, y aunque le había dicho a Santana que nunca me volviera a llamar y que no quería saber nada de ella, no podía seguir adelante hasta recibir una disculpa.
La necesitaba.
Me sentí mal del estómago después de darle ese reloj, y tontamente esperaba que llamara y digiera, "yo también te amo" pero actuó como si eso no significara nada.
Sin llamar, abrí la puerta de su oficina y la cerré detrás de mí. Alzó una ceja mientras me acercaba a su mesa, pero no colgó el teléfono.
—Sí, eso estará bien—habló en el auricular.
—Necesito hablar contigo—solté—Ahora.
Hizo un gesto para que tomara asiento, pero siguió hablando.
—Sí. Eso funcionará también.
Me senté y cruce los brazos, intentando no mirarla demasiado duro.
Era la perfección absoluta hoy —luciendo más follable que de costumbre con un nuevo corte de cabello y un nuevo vestido gris de marca.
Sus ojos me observaron intensamente como siempre, y me di cuenta de que en realidad estaba usando el reloj que le di. Incluso lo combinó con una pulsera a juego.
Tal vez estoy exagerando después de todo…
—Correcto—se recostó en su asiento y escribió algunas cosas sobre su teclado—Te veré a las ocho en punto de esta noche, Sandra. Habitación 225.
Mi estómago cayó.
—¿Algo con lo que la pueda ayudar, señorita Pierce?—colgó el teléfono—¿Hay alguna razón por la cual irrumpió en mi oficina sin llamar?
—¿Te has follado a alguien ya?
—¿Es esa una pregunta sería?
—¿Te has follado a alguien ya? ¿Lo hiciste?
—¿Importaría eso?
—Sí, eso malditamente importaría—mi sangre hervía mientras me levantaba—¿Te has acostado con alguien más?
—Aún no—entrecerró los ojos y también se levantó, acercándose a mí—Sin embargo, realmente no veo cómo eso es asunto tuyo.
Miré su muñeca.
—¿Por qué llevas ese reloj si no sientes lo mismo que yo?
—Es el único reloj que combina con mi nueva pulsera.
—¿En serio eres tan ciega?—había lágrimas brotando de mis ojos—¿En serio?
—Te dije hace mucho tiempo que no hago eso de los sentimientos, que si alguna vez fallábamos, ese sería el final de nosotras—colocó un mechón de cabello detrás de mi oreja—Sin embargo, me doy cuenta de que al cruzar la línea contigo, personal y profesionalmente, un porcentaje de la culpa es mía.
—¿Un porcentaje?
—¿Te gustaría que traiga al contador de la empresa? Estoy segura de que él puede calcular la cifra exacta.
—Santana.
Estaba a punto de perderla.
—Ya que en realidad rompimos los límites, y éramos, de hecho, amigas antes, estoy dispuesta a volver a ese acuerdo.
Sacudí la cabeza cuando ella levantó mi barbilla y me miró a los ojos.
—Todavía podemos hablar por teléfono por la noche—dijo—Puedes hablarme acerca de tu ballet, tus padres, tu vida. Y, para ser considerada con tus sentimientos, voy a hablarte acerca de mi vida, pero voy a dejar fuera a mis ligues de una noche hasta que hayas superado por completo lo que sea que pienses que teníamos.
—Te dije que te que te amaba—las palabras se precipitaron de mi boca.
—Te dije que no deberías.
—Realmente no puedes ser una persona tan insensible y fría, Santana.
—¿Qué quieres que te diga, Brittany?—su tono cambió—¿Que tu coño era tan mágico que me abrió los ojos y me hizo querer cambiar todas mis maneras de ser por ti? ¿Que no puedo vivir ni respirar sin saber que estás a mi lado? ¿Es eso lo que estás esperando que diga?
—No—intenté no llorar—Una simple disculpa por…
—¿Echar tu curioso culo de mi departamento?—me miraba fijamente—¿Por tratar de evitar que te sientas como lo haces en este momento? Bien. Lo siento por no hacerlo antes.
Resistí el impulso de escupirle en la cara y di un paso atrás.
Oficialmente la despreciaba.
—No eres para nada la mujer que pensé que eras.
—Bien, porque estoy segura de que esa mujer es bastante patética—cerró los ojos brevemente y suspiró—Mira, Brittany…
—Es señorita Pierce—siseé mientras caminaba hacia la puerta—Señorita. Jodidamente. Pierce. Pero no te preocupes, nunca tendrás que preocuparte por usarlo, ya que no me verás otra vez.
Cerré la puerta con tanta fuerza que tembló la ventana al otro lado del pasillo.
Ignoré la sospechosa mirada de Quinn cuando irrumpí en el estacionamiento, y aceleré todo el camino hasta el banco.
Retiré cada dólar de mi cuenta de ahorros y llamé a la estación de autobuses del centro —preguntando cuál era la tarifa por un billete de ida a la ciudad de Nueva York.
[i]—Eso sería setenta y nueve con ochenta y seis—dijo la operadora—Es diez dólares más barato si compra un billete de ida y vuelta.
—No voy a necesitar un billete de ida y vuelta—dirigí mi coche hasta el estacionamiento de mi departamento—¿Puede decirme cuándo sale el próximo autobús?
—Esta noche. ¿Le gustaría que reservara ese para usted ahora?
—Ese mismo—recité la información de mi tarjeta de crédito de memoria, y escuché mientras ella me contaba acerca de que tenía que dar un paseo por el puente Brooklyn cada vez que tuviera la oportunidad.
Al segundo en qué colgué, conseguí un taxi y le envié un mensaje de texto rápido a mi compañera de cuarto:
Agarrando dos grandes maletas de mi armario, las llené con todo lo que pude encontrar, y coloqué la carta de recomendación del señor Smythe en mi bolso.
Mientras me escribía un recordatorio a mí misma ("Esa idiota aún tiene mis bragas… necesito comprar más."), llamó mi mamá.
—¿Sí?—contesté.
—¿Disculpa, Brittany?—dijo.
Rodé los ojos.
—¿Hola?
—Mucho mejor—había una sonrisa en su voz—¿A qué hora deberíamos esperarte en The Grove esta noche?
—Ninguna. No voy.
—Ahórrame de tus berrinches, Brittany. Hay un montón de dinero puesto en esta primera cena. ¿Te gustaría que tu padre y yo te recojamos?
—Dije que no voy. ¿No me oíste?
—Brittany—bajó la voz—He estado intentando reprimir las últimas semanas, pero ¿sabes qué? Estoy enferma y cansada de que seas tan desconsiderada y egoísta sobre las aspiraciones de tu padre. A ninguno de nosotros personalmente nos importa un comino tus pensamientos sobre la elección, pero ya que eres un miembro de esta familia, exijo que…
—Vete al demonio—colgué y continué empacando, incluso más rápido ahora.
Asunto: Taxi.
Señorita Brittany Pierce,
Su taxi ha llegado a la dirección especificada. Esperará exactamente cinco minutos. —Taxi Durham Co.
Corrí al baño y llené una bolsa de plástico con artículos de aseo, y luego los puse en mi maleta y me dirigí afuera.
—Estación de autobuses, ¿verdad?—el conductor del taxi, una mujer, sonrió mientras me acercaba.
—Sí, por favor.
Tomó mis maletas y las colocó en el maletero mientras me deslizaba en el asiento trasero.
Sentí mi corazón dolorido con cada segundo que pasaba, y por más que intenté bloquear los pensamientos sobre Santana, imágenes de su rostro se infiltraron en mi cerebro de todos modos.
Estaba imaginando la última noche completa que pasamos juntas, la noche antes de que me echara de su departamento, y sin importar lo duro que traté de darle sentido a lo que sucedió la noche siguiente, no pude.
Todo lo que pude hacer fue llorar.
Flashback
Mi teléfono vibró contra mi rodilla y lo volteé, esperando ver el nombre del señor Chang, pero era Santana.
—¿Hola?—contesté.
—¿Qué estás haciendo?
—Tengo practica de ballet los miércoles… ¿No deberías saber eso ya?
—Si estuvieras realmente en la práctica de ballet no contestarías tu teléfono.
Silencio.
—¿Brittany?—sobaba preocupada—¿Estás llorando?
—No—mentí, subiendo el volumen de la radio de mi coche.
—¿Qué está mal?
—Nada. Acabo de decir…
—Para jodidamente de mentirme, Brittany—dijo—¿Qué está mal contigo?
—Me enviaron a casa de la práctica de hoy.
—Está bien. ¿Y?
—No hay un "Y" en esto…—lágrimas brotaron de mis ojos—Nunca he sido enviada a casa antes. Me hizo sentir como una mierda hoy. Incluso le dijo a la suplente que se preparara para tomar mi lugar justo enfrente de mí, y luego me dijo que no volviera hasta la próxima semana…
—Te he dicho la razón por la cual él hace eso. ¿Por qué no me crees?
—Porque realmente estuve mal hoy—admití—Mis pies están hinchados y no los vendé correctamente, por lo que estuve fuera por un octavo de la cuenta la mayor parte del día…
Suspiró.
—Estoy segura de que estuviste diez veces mejor que todos los demás. ¿No crees?
—No…
—Confía en mí. Estoy bastante segura de que él solo…
—¿Puedo ir esta noche?—la interrumpí, esperando un sí, pero todo lo que oí fue silencio.
Sabía que empujé mi suerte el primer par de noches que pasamos juntas, pero no quería una cosa ocasional.
Quería más.
—¿Vas a darme una respuesta, Santana?
—Sí—dijo—Puedes venir. ¿Dónde estás?
—Afuera de tu puerta.
La abrió segundos después y me miró de arriba abajo, levantando su ceja.
—Te habría pasado a buscar.
—Casi te pedí…
Agarró mi mano y me llevó dentro, manteniendo sus ojos fijos en los míos. A medida que la puerta se cerró, me tomó en sus brazos y sacudió su cabeza hacia mí.
—¿Qué estás haciendo, Brittany?
—¿Qué quieres decir?
—¿Por qué sigues insistiendo en romper cada regla que tengo?
—¿Por qué sigues dejándome?
Sin decir una palabra más, sus labios estuvieron sobre los míos y sus manos se deslizaron alrededor de mi cintura —desabrochando hábilmente mi falda, empujándola rápidamente hacia el suelo.
Sus manos rozaron mi trasero, buscando mis bragas, pero no había ninguna.
—Recuérdame devolverte tu colección—se rio en voz baja y me llevó hasta el sofá.
Me soltó la mano y luego se sentó en el suelo, mirándome. Desabrochando su pantalón y bajándoselos junto con sus bragas.
Empecé a inclinarme para poder sentarme a su lado, pero agarró mis muslos.
—Detente—dijo—No quiero que te sientes en el suelo.
—Está bien—miré por encima de mi hombro—¿Quieres que me siente en la mesa de café?
—No…—arrastró sus dedos por mis piernas—En mi rostro.
—¿Qué?
—Pon tu coño en mi rostro.
Me detuve, muda —incapaz de procesar lo que acababa de pedirme que hiciera.
Sonriendo, me acercó y me dio un golpecito en la pierna izquierda.
—Levanta esta por encima del cojín que hay detrás de mí—me ordenó con los ojos, y lentamente levanté mi pie y lo puse en el cojín—Buena chica—pasó las manos a lo largo de la parte interna de mis muslos, colocando besos en mi piel—Agarra mi cabello…
Mis manos encontraron el camino hasta su cabeza cuando deslizó dos dedos dentro de mí, mientras lentamente los movía dentro y fuera.
Lanzó su lengua contra mi clítoris y gemí.
—¿De verdad vas a seguir mis instrucciones hoy?
—Sí…
—Necesito que estés lo más quieta posible—una de sus manos ahuecó mi culo, palmeándolo mientras continuaba estirando mi coño con sus dedos—¿Puedes hacer eso?
Asentí, dejando escapar un suave gemido de mi boca.
—¿Eso es un sí?
No me dio la oportunidad de responder.
Recorrió mi hinchado clítoris con su boca, haciendo que mis rodillas se doblaran instantáneamente por debajo de mí.
Cerrando los ojos, grité mientras agarraba mis caderas y me mecí ligeramente contra su boca —lamiendo cada parte de mí con su lengua, lamiendo cada gota.
—Santana…—apenas podía escuchar mi propia voz—Santana…
Mi pierna derecha perdió su agarre del suelo y casi cayó hacia adelante, pero me agarró y me mantuvo quieta —sin alejar su boca.
Tiré de su cabello con fuerza, rogándole que redujera la velocidad, que me dejara intentar controlar el ritmo, pero fue inútil.
Siguió follándome con su boca, ignorando todos mis gritos.
Mientras mis caderas se sacudían y los temblores comenzaban a atravesar mi cuerpo, envolvió sus brazos alrededor de mis piernas y lentamente me movió, bajándome y uniendo nuestros sexos.
—Ahhhh…—respiré—Yo… yo…
—Tú, ¿qué?—me besó la frente—¿No me quieres montar de esta manera? ¿Preferirías que me inclinara sobre ti?
Sacudí la cabeza, y ella cubrió uno de mis pezones con la boca, girando la lengua alrededor hasta que se endureció, mientras me seguía penetrando con sus dedos.
Sin que me lo dijera, envolví mis brazos alrededor de su cuello y me moví de arriba abajo sobre sus dedos y sexo.
—Más fuerte…—me mordió el cuello—Quiero que me folles tan duro como yo te follo…
Sacudí mis caderas contra las suyas una y otra vez, tan fuerte como pude, sin pensarlo más, la penetre también, me agarró y comenzó a empujar sus propias caderas hacia arriba desde el suelo.
—Santana, voy a co…—grité cuando se hizo cargo por completo—Voy a…
Golpeó mi culo cuando mi cuerpo finalmente cedió, mientras el suyo también lo hacía.
Sin aliento, me apoyé contra su pecho, pero no me dejó descansar mucho, pero no me dejo hacerlo mucho tiempo, me levantó en sus brazos y me llevó a su habitación, bajándome suavemente sobre las sábanas.
Rodé hacia el lado de la cama que prefería —el lado de la ventana, y esperé a que se acostara junto a mí, pero no lo hizo. Se sentó cerca del borde de la cama y puso mis pies en su regazo.
Estaba demasiado cansada para preguntarle qué hacía, y lo siguiente que sentí fue un cálido y relajante líquido goteando sobre mi piel. Entonces sentí sus manos extendiéndose lentamente alrededor de los lugares donde más me dolía la hinchazón.
Gemí cuando sus dedos masajearon mis talones, dije su nombre mientras sus dedos acariciaban cada punto sensible.
—Shhh—susurró, haciendo que me callara mientras seguía aliviándome.
Cada pocos minutos me miraba y preguntaba:
—¿Te gustaría que me detenga?
Meneé la cabeza y mantuve los ojos cerrados, disfrutando cada momento de esto.
Después de lo que se sintieron como horas de felicidad, después de que me había dado el mejor masaje de pies que jamás había tenido, se subió a la cama junto a mí y me tiró contra su pecho.
—Buenas noches, Brittany—susurró—Espero que te sientas mejor.
Eufórica, entrelacé los dedos por su cabello.
—¿No vas a insistir en llevarme a casa esta noche?
—No, a menos que sigas hablando—gruñó—Duérmete…
—Gracias por el masaje de pies… eso fue realmente…
—Deja de hablar, Brittany—me puso encima de ella—Duérmete.
—Solo estaba diciendo gracias. ¿No puedo decir gracias?
—No—presionó sus labios contra los míos y me besó hasta que no pude respirar, diciendo—No me hagas follarte hasta que te duermas—, en medio de respiraciones.
Intenté darme la vuelta, pero su agarre era demasiado fuerte.
Sonriendo, coloqué mi cabeza contra su corazón y susurré:
—¿Puedes oírme? ¿Estás durmiendo?
No hubo respuesta.
Solo profundas y somnolientas respiraciones.
Dudé por unos segundos.
—Te amo…
Fin Flashback
La necesitaba.
Me sentí mal del estómago después de darle ese reloj, y tontamente esperaba que llamara y digiera, "yo también te amo" pero actuó como si eso no significara nada.
Sin llamar, abrí la puerta de su oficina y la cerré detrás de mí. Alzó una ceja mientras me acercaba a su mesa, pero no colgó el teléfono.
—Sí, eso estará bien—habló en el auricular.
—Necesito hablar contigo—solté—Ahora.
Hizo un gesto para que tomara asiento, pero siguió hablando.
—Sí. Eso funcionará también.
Me senté y cruce los brazos, intentando no mirarla demasiado duro.
Era la perfección absoluta hoy —luciendo más follable que de costumbre con un nuevo corte de cabello y un nuevo vestido gris de marca.
Sus ojos me observaron intensamente como siempre, y me di cuenta de que en realidad estaba usando el reloj que le di. Incluso lo combinó con una pulsera a juego.
Tal vez estoy exagerando después de todo…
—Correcto—se recostó en su asiento y escribió algunas cosas sobre su teclado—Te veré a las ocho en punto de esta noche, Sandra. Habitación 225.
Mi estómago cayó.
—¿Algo con lo que la pueda ayudar, señorita Pierce?—colgó el teléfono—¿Hay alguna razón por la cual irrumpió en mi oficina sin llamar?
—¿Te has follado a alguien ya?
—¿Es esa una pregunta sería?
—¿Te has follado a alguien ya? ¿Lo hiciste?
—¿Importaría eso?
—Sí, eso malditamente importaría—mi sangre hervía mientras me levantaba—¿Te has acostado con alguien más?
—Aún no—entrecerró los ojos y también se levantó, acercándose a mí—Sin embargo, realmente no veo cómo eso es asunto tuyo.
Miré su muñeca.
—¿Por qué llevas ese reloj si no sientes lo mismo que yo?
—Es el único reloj que combina con mi nueva pulsera.
—¿En serio eres tan ciega?—había lágrimas brotando de mis ojos—¿En serio?
—Te dije hace mucho tiempo que no hago eso de los sentimientos, que si alguna vez fallábamos, ese sería el final de nosotras—colocó un mechón de cabello detrás de mi oreja—Sin embargo, me doy cuenta de que al cruzar la línea contigo, personal y profesionalmente, un porcentaje de la culpa es mía.
—¿Un porcentaje?
—¿Te gustaría que traiga al contador de la empresa? Estoy segura de que él puede calcular la cifra exacta.
—Santana.
Estaba a punto de perderla.
—Ya que en realidad rompimos los límites, y éramos, de hecho, amigas antes, estoy dispuesta a volver a ese acuerdo.
Sacudí la cabeza cuando ella levantó mi barbilla y me miró a los ojos.
—Todavía podemos hablar por teléfono por la noche—dijo—Puedes hablarme acerca de tu ballet, tus padres, tu vida. Y, para ser considerada con tus sentimientos, voy a hablarte acerca de mi vida, pero voy a dejar fuera a mis ligues de una noche hasta que hayas superado por completo lo que sea que pienses que teníamos.
—Te dije que te que te amaba—las palabras se precipitaron de mi boca.
—Te dije que no deberías.
—Realmente no puedes ser una persona tan insensible y fría, Santana.
—¿Qué quieres que te diga, Brittany?—su tono cambió—¿Que tu coño era tan mágico que me abrió los ojos y me hizo querer cambiar todas mis maneras de ser por ti? ¿Que no puedo vivir ni respirar sin saber que estás a mi lado? ¿Es eso lo que estás esperando que diga?
—No—intenté no llorar—Una simple disculpa por…
—¿Echar tu curioso culo de mi departamento?—me miraba fijamente—¿Por tratar de evitar que te sientas como lo haces en este momento? Bien. Lo siento por no hacerlo antes.
Resistí el impulso de escupirle en la cara y di un paso atrás.
Oficialmente la despreciaba.
—No eres para nada la mujer que pensé que eras.
—Bien, porque estoy segura de que esa mujer es bastante patética—cerró los ojos brevemente y suspiró—Mira, Brittany…
—Es señorita Pierce—siseé mientras caminaba hacia la puerta—Señorita. Jodidamente. Pierce. Pero no te preocupes, nunca tendrás que preocuparte por usarlo, ya que no me verás otra vez.
Cerré la puerta con tanta fuerza que tembló la ventana al otro lado del pasillo.
Ignoré la sospechosa mirada de Quinn cuando irrumpí en el estacionamiento, y aceleré todo el camino hasta el banco.
Retiré cada dólar de mi cuenta de ahorros y llamé a la estación de autobuses del centro —preguntando cuál era la tarifa por un billete de ida a la ciudad de Nueva York.
[i]—Eso sería setenta y nueve con ochenta y seis—dijo la operadora—Es diez dólares más barato si compra un billete de ida y vuelta.
—No voy a necesitar un billete de ida y vuelta—dirigí mi coche hasta el estacionamiento de mi departamento—¿Puede decirme cuándo sale el próximo autobús?
—Esta noche. ¿Le gustaría que reservara ese para usted ahora?
—Ese mismo—recité la información de mi tarjeta de crédito de memoria, y escuché mientras ella me contaba acerca de que tenía que dar un paseo por el puente Brooklyn cada vez que tuviera la oportunidad.
Al segundo en qué colgué, conseguí un taxi y le envié un mensaje de texto rápido a mi compañera de cuarto:
Algo ha surgido y tengo que irme lo más pronto posible… voy a dejarle mi mitad de la renta restante a nuestro casero y voy a encontrar una forma de hacer que me envíen mis pertenencias. Dejo mis llaves bajo esa planta rosa que hay en el cuarto de lavado—Brittany.
Agarrando dos grandes maletas de mi armario, las llené con todo lo que pude encontrar, y coloqué la carta de recomendación del señor Smythe en mi bolso.
Mientras me escribía un recordatorio a mí misma ("Esa idiota aún tiene mis bragas… necesito comprar más."), llamó mi mamá.
—¿Sí?—contesté.
—¿Disculpa, Brittany?—dijo.
Rodé los ojos.
—¿Hola?
—Mucho mejor—había una sonrisa en su voz—¿A qué hora deberíamos esperarte en The Grove esta noche?
—Ninguna. No voy.
—Ahórrame de tus berrinches, Brittany. Hay un montón de dinero puesto en esta primera cena. ¿Te gustaría que tu padre y yo te recojamos?
—Dije que no voy. ¿No me oíste?
—Brittany—bajó la voz—He estado intentando reprimir las últimas semanas, pero ¿sabes qué? Estoy enferma y cansada de que seas tan desconsiderada y egoísta sobre las aspiraciones de tu padre. A ninguno de nosotros personalmente nos importa un comino tus pensamientos sobre la elección, pero ya que eres un miembro de esta familia, exijo que…
—Vete al demonio—colgué y continué empacando, incluso más rápido ahora.
Asunto: Taxi.
Señorita Brittany Pierce,
Su taxi ha llegado a la dirección especificada. Esperará exactamente cinco minutos. —Taxi Durham Co.
Corrí al baño y llené una bolsa de plástico con artículos de aseo, y luego los puse en mi maleta y me dirigí afuera.
—Estación de autobuses, ¿verdad?—el conductor del taxi, una mujer, sonrió mientras me acercaba.
—Sí, por favor.
Tomó mis maletas y las colocó en el maletero mientras me deslizaba en el asiento trasero.
Sentí mi corazón dolorido con cada segundo que pasaba, y por más que intenté bloquear los pensamientos sobre Santana, imágenes de su rostro se infiltraron en mi cerebro de todos modos.
Estaba imaginando la última noche completa que pasamos juntas, la noche antes de que me echara de su departamento, y sin importar lo duro que traté de darle sentido a lo que sucedió la noche siguiente, no pude.
Todo lo que pude hacer fue llorar.
Flashback
Mi teléfono vibró contra mi rodilla y lo volteé, esperando ver el nombre del señor Chang, pero era Santana.
—¿Hola?—contesté.
—¿Qué estás haciendo?
—Tengo practica de ballet los miércoles… ¿No deberías saber eso ya?
—Si estuvieras realmente en la práctica de ballet no contestarías tu teléfono.
Silencio.
—¿Brittany?—sobaba preocupada—¿Estás llorando?
—No—mentí, subiendo el volumen de la radio de mi coche.
—¿Qué está mal?
—Nada. Acabo de decir…
—Para jodidamente de mentirme, Brittany—dijo—¿Qué está mal contigo?
—Me enviaron a casa de la práctica de hoy.
—Está bien. ¿Y?
—No hay un "Y" en esto…—lágrimas brotaron de mis ojos—Nunca he sido enviada a casa antes. Me hizo sentir como una mierda hoy. Incluso le dijo a la suplente que se preparara para tomar mi lugar justo enfrente de mí, y luego me dijo que no volviera hasta la próxima semana…
—Te he dicho la razón por la cual él hace eso. ¿Por qué no me crees?
—Porque realmente estuve mal hoy—admití—Mis pies están hinchados y no los vendé correctamente, por lo que estuve fuera por un octavo de la cuenta la mayor parte del día…
Suspiró.
—Estoy segura de que estuviste diez veces mejor que todos los demás. ¿No crees?
—No…
—Confía en mí. Estoy bastante segura de que él solo…
—¿Puedo ir esta noche?—la interrumpí, esperando un sí, pero todo lo que oí fue silencio.
Sabía que empujé mi suerte el primer par de noches que pasamos juntas, pero no quería una cosa ocasional.
Quería más.
—¿Vas a darme una respuesta, Santana?
—Sí—dijo—Puedes venir. ¿Dónde estás?
—Afuera de tu puerta.
La abrió segundos después y me miró de arriba abajo, levantando su ceja.
—Te habría pasado a buscar.
—Casi te pedí…
Agarró mi mano y me llevó dentro, manteniendo sus ojos fijos en los míos. A medida que la puerta se cerró, me tomó en sus brazos y sacudió su cabeza hacia mí.
—¿Qué estás haciendo, Brittany?
—¿Qué quieres decir?
—¿Por qué sigues insistiendo en romper cada regla que tengo?
—¿Por qué sigues dejándome?
Sin decir una palabra más, sus labios estuvieron sobre los míos y sus manos se deslizaron alrededor de mi cintura —desabrochando hábilmente mi falda, empujándola rápidamente hacia el suelo.
Sus manos rozaron mi trasero, buscando mis bragas, pero no había ninguna.
—Recuérdame devolverte tu colección—se rio en voz baja y me llevó hasta el sofá.
Me soltó la mano y luego se sentó en el suelo, mirándome. Desabrochando su pantalón y bajándoselos junto con sus bragas.
Empecé a inclinarme para poder sentarme a su lado, pero agarró mis muslos.
—Detente—dijo—No quiero que te sientes en el suelo.
—Está bien—miré por encima de mi hombro—¿Quieres que me siente en la mesa de café?
—No…—arrastró sus dedos por mis piernas—En mi rostro.
—¿Qué?
—Pon tu coño en mi rostro.
Me detuve, muda —incapaz de procesar lo que acababa de pedirme que hiciera.
Sonriendo, me acercó y me dio un golpecito en la pierna izquierda.
—Levanta esta por encima del cojín que hay detrás de mí—me ordenó con los ojos, y lentamente levanté mi pie y lo puse en el cojín—Buena chica—pasó las manos a lo largo de la parte interna de mis muslos, colocando besos en mi piel—Agarra mi cabello…
Mis manos encontraron el camino hasta su cabeza cuando deslizó dos dedos dentro de mí, mientras lentamente los movía dentro y fuera.
Lanzó su lengua contra mi clítoris y gemí.
—¿De verdad vas a seguir mis instrucciones hoy?
—Sí…
—Necesito que estés lo más quieta posible—una de sus manos ahuecó mi culo, palmeándolo mientras continuaba estirando mi coño con sus dedos—¿Puedes hacer eso?
Asentí, dejando escapar un suave gemido de mi boca.
—¿Eso es un sí?
No me dio la oportunidad de responder.
Recorrió mi hinchado clítoris con su boca, haciendo que mis rodillas se doblaran instantáneamente por debajo de mí.
Cerrando los ojos, grité mientras agarraba mis caderas y me mecí ligeramente contra su boca —lamiendo cada parte de mí con su lengua, lamiendo cada gota.
—Santana…—apenas podía escuchar mi propia voz—Santana…
Mi pierna derecha perdió su agarre del suelo y casi cayó hacia adelante, pero me agarró y me mantuvo quieta —sin alejar su boca.
Tiré de su cabello con fuerza, rogándole que redujera la velocidad, que me dejara intentar controlar el ritmo, pero fue inútil.
Siguió follándome con su boca, ignorando todos mis gritos.
Mientras mis caderas se sacudían y los temblores comenzaban a atravesar mi cuerpo, envolvió sus brazos alrededor de mis piernas y lentamente me movió, bajándome y uniendo nuestros sexos.
—Ahhhh…—respiré—Yo… yo…
—Tú, ¿qué?—me besó la frente—¿No me quieres montar de esta manera? ¿Preferirías que me inclinara sobre ti?
Sacudí la cabeza, y ella cubrió uno de mis pezones con la boca, girando la lengua alrededor hasta que se endureció, mientras me seguía penetrando con sus dedos.
Sin que me lo dijera, envolví mis brazos alrededor de su cuello y me moví de arriba abajo sobre sus dedos y sexo.
—Más fuerte…—me mordió el cuello—Quiero que me folles tan duro como yo te follo…
Sacudí mis caderas contra las suyas una y otra vez, tan fuerte como pude, sin pensarlo más, la penetre también, me agarró y comenzó a empujar sus propias caderas hacia arriba desde el suelo.
—Santana, voy a co…—grité cuando se hizo cargo por completo—Voy a…
Golpeó mi culo cuando mi cuerpo finalmente cedió, mientras el suyo también lo hacía.
Sin aliento, me apoyé contra su pecho, pero no me dejó descansar mucho, pero no me dejo hacerlo mucho tiempo, me levantó en sus brazos y me llevó a su habitación, bajándome suavemente sobre las sábanas.
Rodé hacia el lado de la cama que prefería —el lado de la ventana, y esperé a que se acostara junto a mí, pero no lo hizo. Se sentó cerca del borde de la cama y puso mis pies en su regazo.
Estaba demasiado cansada para preguntarle qué hacía, y lo siguiente que sentí fue un cálido y relajante líquido goteando sobre mi piel. Entonces sentí sus manos extendiéndose lentamente alrededor de los lugares donde más me dolía la hinchazón.
Gemí cuando sus dedos masajearon mis talones, dije su nombre mientras sus dedos acariciaban cada punto sensible.
—Shhh—susurró, haciendo que me callara mientras seguía aliviándome.
Cada pocos minutos me miraba y preguntaba:
—¿Te gustaría que me detenga?
Meneé la cabeza y mantuve los ojos cerrados, disfrutando cada momento de esto.
Después de lo que se sintieron como horas de felicidad, después de que me había dado el mejor masaje de pies que jamás había tenido, se subió a la cama junto a mí y me tiró contra su pecho.
—Buenas noches, Brittany—susurró—Espero que te sientas mejor.
Eufórica, entrelacé los dedos por su cabello.
—¿No vas a insistir en llevarme a casa esta noche?
—No, a menos que sigas hablando—gruñó—Duérmete…
—Gracias por el masaje de pies… eso fue realmente…
—Deja de hablar, Brittany—me puso encima de ella—Duérmete.
—Solo estaba diciendo gracias. ¿No puedo decir gracias?
—No—presionó sus labios contra los míos y me besó hasta que no pude respirar, diciendo—No me hagas follarte hasta que te duermas—, en medio de respiraciones.
Intenté darme la vuelta, pero su agarre era demasiado fuerte.
Sonriendo, coloqué mi cabeza contra su corazón y susurré:
—¿Puedes oírme? ¿Estás durmiendo?
No hubo respuesta.
Solo profundas y somnolientas respiraciones.
Dudé por unos segundos.
—Te amo…
Fin Flashback
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Epílogo
Pues Britt ya llego a su limite tanto con su familia como con San que sigue confundiéndola e ilusionandola para luego hacerla sufrir. Ale menos se arriesgo y le dijo a San que la ama, ahora haber como toma la noticia la morena de su ida.
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Epílogo
JVM escribió:Pues Britt ya llego a su limite tanto con su familia como con San que sigue confundiéndola e ilusionandola para luego hacerla sufrir. Ale menos se arriesgo y le dijo a San que la ama, ahora haber como toma la noticia la morena de su ida.
Hola, mmm si, la vrdd esk si =( y si que les dio oportunidades y exigió lo máximo su límite para ellos y recibir nada =/ Si, le dijo, pero la morena no escucha =/ Esperemos que esto la haga abrir los ojos y cambiar. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Cap 5
Capitulo 5
Riesgos Previsibles.
Santana
—¡Quinn!—miré la taza de café que parecía ligeramente normal en mi escritorio.
—¿Sí, señorita López?
—¿Podrías pedirle a la señorita Pierce que venga aquí, por favor?—necesitaba ver su rostro.
Había estado evitándome toda la semana, y si todo lo que tenía que decir era “lo siento” —sin importar si de verdad lo sentía o no, valía la pena.
Echaba de menos ver su boca seductora en las mañanas, recordar cómo se sentía presionada contra la mía.
—Lo haría—dijo Quinn—, Pero teniendo en cuenta que entregó su carta de renuncia la semana pasada, estoy segura de que eso será imposible.
—¿Renunció? ¿Sin decírmelo?
Quinn arqueó las cejas.
—Sí. También le di la carta que dejó. Era bastante interesante.
—Nunca recibí la carta.
Se acercó a mi escritorio y rebuscó en el desorden.
—Aquí está—dijo—Le dejó dos cartas. ¿Algo más?
—No.
Ladeó la cabeza y tocó su labio como si quisiera decir algo, pero sonrió y abandonó la habitación.
Asegurando la puerta, abrí la primera carta con prisa y la leí.
Suspiré y abrí la otra carta que iba dirigida directamente a mí.
—¿Sí, señorita López?
—¿Podrías pedirle a la señorita Pierce que venga aquí, por favor?—necesitaba ver su rostro.
Había estado evitándome toda la semana, y si todo lo que tenía que decir era “lo siento” —sin importar si de verdad lo sentía o no, valía la pena.
Echaba de menos ver su boca seductora en las mañanas, recordar cómo se sentía presionada contra la mía.
—Lo haría—dijo Quinn—, Pero teniendo en cuenta que entregó su carta de renuncia la semana pasada, estoy segura de que eso será imposible.
—¿Renunció? ¿Sin decírmelo?
Quinn arqueó las cejas.
—Sí. También le di la carta que dejó. Era bastante interesante.
—Nunca recibí la carta.
Se acercó a mi escritorio y rebuscó en el desorden.
—Aquí está—dijo—Le dejó dos cartas. ¿Algo más?
—No.
Ladeó la cabeza y tocó su labio como si quisiera decir algo, pero sonrió y abandonó la habitación.
Asegurando la puerta, abrí la primera carta con prisa y la leí.
Querido SHL, Muchas gracias por contratarme como pasante. Obtuve mucha experiencia trabajando para ustedes y estoy honrada por todo lo que aprendí. Sin embargo, debido a razones personales, me retiraré a partir de hoy.
Me disculpo por la poca anticipación, y deseo que su firma continúe teniendo éxitos en sus proyectos futuros.—Brittany Pierce.
Me disculpo por la poca anticipación, y deseo que su firma continúe teniendo éxitos en sus proyectos futuros.—Brittany Pierce.
Suspiré y abrí la otra carta que iba dirigida directamente a mí.
Querida señorita López, JÓ.DE.TE.—Brittany.
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Epílogo
Fue lo mejor que pudo hacer britt, ahora que hara santana?la buscara? Esta historia me hace revisar cada rato la pag aver si actualizas.
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Epílogo
Bien por Brittany, a la m.... todos aquellos que piensan que pden manejar su vida!!! espero le vaya bien en New York!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Epílogo
Tati.94 escribió:Fue lo mejor que pudo hacer britt, ahora que hara santana?la buscara? Esta historia me hace revisar cada rato la pag aver si actualizas.
Hola, si! xfin penso en ella! Minimo ir a buscarla, pero como se debe! JAjaajajaj osea q estamos mas q bn, no¿?jajaajaj, pero aquí te dejo otro cap! Saludos =D
micky morales escribió:Bien por Brittany, a la m.... todos aquellos que piensan que pden manejar su vida!!! espero le vaya bien en New York!!!!!
Hola, si! que piense en ella noma! TONTOS! Espero lo mismo! jajajjajaaj. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Cap 6
Capitulo 6
Denegar.
Brittany
La ciudad de Nueva York era un universo completamente diferente.
No era nada como lo esperaba, y a la vez todo lo que quería.
Las aceras se hallaban persistentemente abarrotadas de gente que iba apresurada a algún lado, las calles eran océanos de taxis, y la cacofonía de sonidos: los gritos de los vendedores de la calle, el retumbar del metro por debajo, las interminables conversaciones entre los ejecutivos, ocasionalmente se mezclaba en una melodía casi placentera.
De todas formas, no era como si tuviera demasiado tiempo para escucharlo.
Al segundo en que llegué a Nueva York la semana pasada, me registré en un hotel barato y me apresuré a registrarme en las audiciones del NYBC.
Cada día de la última semana, salía de la cama a las cuatro de la mañana y me dirigía al Lincoln Center para aprender la pieza de la audición requerida, la coreografía más difícil que había afrontado en mi vida.
Era más rápida, más variable, y los instructores se rehusaban a mostrarla más de dos veces al día. No había conversación más allá de los conteos del tiempo, tampoco se permitían preguntas.
Encima de todo, el pianista de la compañía solo elegía tocar la música de acompañamiento en velocidad acelerada, nunca ralentizando para hacer el proceso de aprender más sencillo.
Había cientos de chicas rivalizando por un lugar en la compañía, y de lo que reuní de conversaciones aquí y allá, la mayoría ya eran profesionales.
Pero no dejé que eso me disuadiera.
Cuando las agotadoras prácticas terminaban, tomaba la oportunidad de encontrar un nuevo lugar en la ciudad para bailar sola: Una terraza con vistas al Times Square, una tienda histórica abandonada en la parte más alta del lado este, o frente a la ventana de la librería en West End.
A pesar de mi inmediato amor por esta ciudad, no era suficiente para distraerme de mi corazón roto.
No era suficiente para distraerme del hecho de que hoy, el día de la audición oficial, iba tarde.
Sudando, salí del metro y corrí por la calle sesenta y seis —no prestando atención a mis pulmones ardientes.
Sigue adelante… Sigue adelante…
Un hombre a mi izquierda salió de un taxi e inmediatamente entré.
—¡A Lincoln Center, por favor! —grité.
—Está justo al final de la calle—el conductor me miró por el retrovisor, confundido.
—¿Por favor? Ya voy tarde.
Se encogió de hombros y se alejó mientras intentaba establecer mi respiración.
Sin querer desperdiciar el tiempo, saqué mi tutú negro de mi bolsa y me lo puse sobre los muslos. Saqué mi maquillaje y lo apliqué lo mejor que pude, mientras nos acercábamos al bordillo, lancé un billete de diez dólares al conductor y salí del auto.
Apresurándome dentro del edificio, me dirigí directamente al teatro, aliviada al ver que uno de los directores seguía afuera.
—¿Sí?—me miró de arriba abajo mientras me acercaba—¿Puedo ayudarla con algo?
—Estoy aquí para las audiciones.
—¿Para las audiciones de las nueve en punto?—miró su reloj—Son las nueve y cuarto.
—Lo siento, llamé hace una hora y dije…
—¿Su primer taxi se descompuso? ¿Era usted?
Asentí.
Me estudió otros segundos, frunciendo los labios. Luego abrió la puerta.
—Puede cambiarse a sus blancos en los vestidores. Apresúrese.
La puerta se cerró detrás de mí antes de que pudiera preguntar a qué se refería con “(mis) blancos,” pero mientras mis ojos estudiaban el escenario, me di cuenta de que cada bailarina se encontraba vestida con leotardos blancos y tutú a juego.
Mierda…
Mis mejillas se calentaron mientras buscaba mi atuendo. No tenía ropa blanca en mi bolsa.
Estaba en casa.
Acercándome al escenario, planté mi bolsa en una silla e intenté ignorar el pavor que se construía en el interior de mi pecho. Solo necesitaba enfocarme en darlo todo durante esta rutina.
Eso era todo.
Encontré un lugar vacío en el escenario y estiré los brazos, notando las risas y murmullos que eran lanzados en mi dirección.
Impávida, sonreí a todos los que hacían contacto visual y seguí mi rutina.
—¿Puedo tener su atención, por favor?—la voz de un hombre llegó a través del altavoz—¿Pueden dejar todas de estirarse y caminar hasta el borde del escenario, por favor?
Bajé mi bolsa y seguí a la multitud, encontrando un lugar al final.
El hombre que se dirigía a nosotros era un hombre alto de cabello castaño con ojos celestes, y era la definición de la palabra “leyenda”: Su nombre era Kurt B. Hummel, y le seguí a él y su coreografía durante años.
Era uno de los especialistas más buscados del mundo, pero cuando cayó en las clasificaciones, fue solo ante su rival: Sebastián Smythe.
—Estamos felices de ver un gran tumulto para esta sesión de audiciones—dijo—Como saben, debido a una serie de desafortunados eventos, estamos renovando todo nuestro personal. Dicho eso, vamos a mantener la actual agenda de producción como está, lo que significa que estaremos llenando los roles de los bailarines principales, solistas y miembros del cuerpo dentro de los siguientes catorce días. Los ensayos van a ser largos y duros, de cuatro a diez, media noche de ser necesario, y no habrá espacio para excusas o—me miró de arriba abajo, frunciendo el ceño ante mi atuendo—Errores. Esta es la primera de seis rondas. Serán informados de su estado una vez que la música termine, y si son enviados a casa, por favor, no duden en intentarlo de nuevo el próximo año. Veo un montón de fracasos del verano pasado, así que espero que hayan aprendido algo entre entonces y ahora p ara esta ronda, haremos una parte de la rutina Balachine en grupos de ocho. Pueden estirar unos minutos, luego comenzaremos.
Le ondeó la mano al hombre que tomaba asiento en el piano, y luego se giró y les dedicó un gesto de pulgares arriba a las tres personas que se hallaban en los asientos de los jueces.
Sonriendo, subió las escaleras del escenario y saludó algunos rostros familiares.
Caminé hacia él y toqué su hombro.
—¿Sí?—se giró.
—Eh—me marchité ante su intensa mirada—Buenos días, señor Hummel. Mi nombre es Brittany Pierce y yo…
—Llegaste tarde—me interrumpió—También eres la única artista que no usa el blanco obligatorio.
—Sí, bueno—balbuceé—Es la razón por la que quería hablar con usted.
—¿Oh?
—Quiero saber si me permitiría ir a casa y cambiarme.
—¿Y por qué permitiría eso, señorita Pierce?
—Para que pueda hacer la audición con el grupo de la tarde y ser juzgada de forma justa. Solo creo que ya he…
—Alto—presionó una pluma contra mis labios—Señoritas, ¿me prestan su atención?
Un silencio inmediato cayó en el teatro.
—Quiero que conozcan a Brittany Pierce—sonrió—Me acaba de informar de que debido al hecho de que llegó tarde y decidió utilizar el atuendo incorrecto para su audición de hoy, eso es una posibilidad de que se le juzgue injustamente.
La bailarina de enfrente cruzó los brazos.
—Ahora—dijo—Ya que el mundo del ballet es justo y siempre ha sido sobre abastecer las necesidades de los no preparados, ¿hay alguien que tenga un problema si le permito a la señorita Pierce ir a casa, cambiarse y regresar a las audiciones de las seis?
Cada bailarina en el escenario levantó la mano en el aire.
—Eso pensé—su tono fue frío—Si cree que un tutú de color incorrecto va a afectar a lo bien que actúa, debería irse ahora.
Tragué, deseando poder desaparecer.
—Puede bailar en el primer grupo—sacudió la cabeza hacia mí y se alejó.
Indiferente ante las suaves risas de las otras chicas, regresé a mi punto inicial en el escenario y estiré una vez más. Intenté bloquear todo lo que fue mal esta mañana y pretendí que me encontraba en Durham de nuevo, bailando para uno de los mejores directores del mundo.
—¿Señorita Pierce?—una mujer dijo mi nombre, sacándome de mis pensamientos.
—¿Sí?
—¿Va a tomar su lugar en el centro del escenario con todas las demás, o necesita más tiempo para encontrarlo?
Sonreí a la mesa de jueces y entré en la línea.
La mujer señaló al pianista y tocó la escala SI bemol antes de comenzar la pieza. Mientras sus dedos forzaban las notas, mis brazos se elevaron sobre mi cabeza y lentamente giré sobre los dedos de mis pies, haciendo una mueca cuando la punta de mi zapatilla derecha se rompió.
Ignoré el dolor y seguí la rutina.
Terriblemente.
Cada vez que intentaba un salto, caía sin balance y me deslizaba un octavo más de la cuenta detrás de todas las demás. Mis vueltas eran raras, desesperadamente veloces, y mi trabajo de punta era tan agitado que choqué con la chica que había a mi lado.
Avergonzada, murmuré una disculpa y me giré, pero perdí el balance y caí del escenario.
Con la cabeza por delante.
Ignoré el fuerte ataque de risas de las bailarinas de la audiencia y me levanté, intentando regresar a la rutina.
—¡Alto!—bramó el señor Hummel desde el lateral del escenario, haciendo terminar las notas.
Caminó frente a nuestra línea y se paró directamente delante de mí.
—Acabo de mirar su archivo, señorita Pierce—no parecía impresionado—¿Estudió recientemente con el señor Smythe?
Asentí.
—Use sus palabras, por favor.
—Sí—me aclaré la garganta—Sí, lo hice.
—¿Y realmente escribió una carta de recomendación a su favor?
—Sí, señor.
Me miró con total incredulidad.
Sorpresa.
—¿Espera que crea eso cuando baila así de rígida? ¿Cuándo se retrasa en cada uno de todos los pasos?
—Sí—mi voz era un susurro.
—Bueno. Al menos puede decir siempre que estudió con uno de los más grandes coreógrafos de todos los tiempos. Puede dejar mi teatro ahora.
Mi corazón se hundió.
—¿Qué?
—No creo que sea buena para nuestra compañía. Le enviaremos un correo electrónico esta tarde con un link para obtener descuento en entradas para los espectáculos de la temporada.
Una lágrima cayó por mi mejilla; como si pudiera ver que acababa de romperme el corazón, palmeó mi hombro.
—Puedo decir que ha estado entrenando—dijo—Muy bien. Y puedo ver que tiene potencial, pero no estamos interesados en el potencial aquí. Para el resto de ustedes, ¡felicidades! Se ganaron un espacio en la siguiente ronda de audiciones. Ahora, por favor, vacíen el escenario para que nuestro siguiente grupo de bailarinas pueda actuar.
Un ruidoso aplauso surgió de las aspirantes de la audiencia, y sentí que veía mi vida partirse frente a mis ojos.
Herida, seguí a las bailarinas a las escaleras laterales, insegura de qué hacer a continuación.
Agarrando mi bolsa, evité las miradas patéticas de las aspirantes y negué con la cabeza.
—Eso solo es para demostrarles—dijo el señor Hummel a los otros miembros del jurado, riendo—, Que incluso Smythe elige trapos a veces.
Me giré.
Enfadada, recorrí los escalones hacia el escenario y tomé asiento en la línea blanca. Me desabroché mi zapatilla derecha y preparé otra, doblándola hacia atrás y hacia adelante hasta que se sintió bien.
—Puede cambiarse los zapatos en el baño, señorita Pierce—me reprendió el señor Hummel— El escenario es para artistas reales. O ¿Smythe no le enseñó eso?
—Necesito otra oportunidad—dije—Solo porque no hice bien la pieza Balanchine, no me hace una mala bailarina.
—Por supuesto que no, querida—se burló de mí—Eso te hace una bailarina fracasada, que actualmente usa mi escenario y chupa tiempo de audiciones de esos que tal vez puedan entrar de verdad en mi compañía.
Caminé hacia el pianista.
—Tchaikovsky, El Lago de los Cisnes. Segundo acto, escena catorce. ¿Conoce esa pieza?
—Eh—parecía confundido.
—¿La conoce o no?
—Sí, pero—señaló a otro juez, que ahora se hallaba parado de brazos cruzados.
—¿Podría tocarla, por favor?—rogué con los ojos—Solo son tres minutos.
Dejó salir un suspiro y se enderezó, rasgueando las teclas del piano. Sin cuenta regresiva, tocó las primeras notas del concierto y los suaves sonidos hicieron eco en las paredes del teatro.
—Señorita Pierce, está desperdiciando el tiempo de todos—el rostro del señor Hummel se puso rojo mientras me colocaba en primera posición.
Podía escucharlo suspirar y chasquear, podía escuchar a los otros aspirantes murmurando, pero mientras giraba por el escenario y pasaba de un arabesque a un grand jete, sus charlas pararon.
Las notas se hicieron más largas, oscuras, mientras la canción progresaba, me aseguré de que cada movimiento de mis manos fuera suave y grácil.
Mientras giraba por el escenario y completaba una serie de piruetas perfectas, pude ver al señor Hummel frotarse la barbilla.
Antes de saberlo, me encontraba en un trance y bailaba en medio de Times Square, debajo de las luces, y una estrella llenaba el cielo.
Seguí bailando después de la última nota, moviéndome en el último estribillo que la mayoría de los pianistas ignoraban, y terminé inclinándome hacia adelante sobre mi pierna izquierda, sosteniendo la derecha en el aire detrás de mí.
Los jueces me miraron.
Sus rostros sin expresión.
—¿Terminó, señorita Pierce?—preguntó el señor Hummel.
—Sí.
—Bien. Ahora lárguese de mi escenario.
Me puse derecha y me mordí el labio para evitar quebrarme frente a ellos.
—Muchas gracias por la oportunidad—agarré mi bolsa y salí del escenario, corriendo por el pasillo hasta el exterior del edificio.
Me detuve frente a un bote de basura y me incliné, esperando el inevitable vómito.
En el fondo sabía que era una buena bailarina, que acababa de bailar con el corazón, y honestamente sentía que merecía una segunda oportunidad.
La idea de fracasar nunca cruzó mi mente cuando me inscribí en esta audición, y la opción de regresar a Durham era demasiado dolorosa de afrontar.
Palpitante y entre lágrimas, sopesé mis opciones: 1) Ir a casa y volver a unirme al programa de baile del señor Smythe. 2) Regresar dentro y decirle al jurado que eran todos unos jodidos idiotas, o…
—¿Señorita Pierce?—alguien palmeó mi hombro.
Me giré, encontrándome cara a cara con un estoico señor Hummel.
—¿Sí?—me sequé la cara con la manga y me forcé a sonreír.
—Lo que acaba de hacer en el escenario fue grosero, no profesional, y horrible. Fue la peor cosa que he visto hacer a una futura bailarina y no lo aprecié para nada, dicho eso, llegue a tiempo para la segunda ronda la próxima semana.
Mi mandíbula cayó y no tuve oportunidad de gritar o decir gracias.
Se había ido.
Saqué mi teléfono, ansiosa por contarle a alguien que logré llegar a la segunda ronda, pero no tenía nadie a quien llamar.
Todo lo que tenía eran mensajes enojados de mis padres, toneladas de llamadas perdidas, y sabía lo suficiente como para no buscarlos ahora.
Realmente no les importaba un bledo.
Busqué el número de Smythe —esperando haberlo guardado, pero un correo electrónico de Santana apareció en mi pantalla.
Asunto: Tu Renuncia.
Estuve tentada de abrirlo, pero mi corazón no me dejaría hacerlo.
Ella era la principal razón de que volara hasta aquí, no la necesitaba entrometiéndose en mi nueva vida.
Borré su mensaje y decidí que no iba a pensar más en ella.
Todo lo que importaba ahora era el ballet.
No era nada como lo esperaba, y a la vez todo lo que quería.
Las aceras se hallaban persistentemente abarrotadas de gente que iba apresurada a algún lado, las calles eran océanos de taxis, y la cacofonía de sonidos: los gritos de los vendedores de la calle, el retumbar del metro por debajo, las interminables conversaciones entre los ejecutivos, ocasionalmente se mezclaba en una melodía casi placentera.
De todas formas, no era como si tuviera demasiado tiempo para escucharlo.
Al segundo en que llegué a Nueva York la semana pasada, me registré en un hotel barato y me apresuré a registrarme en las audiciones del NYBC.
Cada día de la última semana, salía de la cama a las cuatro de la mañana y me dirigía al Lincoln Center para aprender la pieza de la audición requerida, la coreografía más difícil que había afrontado en mi vida.
Era más rápida, más variable, y los instructores se rehusaban a mostrarla más de dos veces al día. No había conversación más allá de los conteos del tiempo, tampoco se permitían preguntas.
Encima de todo, el pianista de la compañía solo elegía tocar la música de acompañamiento en velocidad acelerada, nunca ralentizando para hacer el proceso de aprender más sencillo.
Había cientos de chicas rivalizando por un lugar en la compañía, y de lo que reuní de conversaciones aquí y allá, la mayoría ya eran profesionales.
Pero no dejé que eso me disuadiera.
Cuando las agotadoras prácticas terminaban, tomaba la oportunidad de encontrar un nuevo lugar en la ciudad para bailar sola: Una terraza con vistas al Times Square, una tienda histórica abandonada en la parte más alta del lado este, o frente a la ventana de la librería en West End.
A pesar de mi inmediato amor por esta ciudad, no era suficiente para distraerme de mi corazón roto.
No era suficiente para distraerme del hecho de que hoy, el día de la audición oficial, iba tarde.
Sudando, salí del metro y corrí por la calle sesenta y seis —no prestando atención a mis pulmones ardientes.
Sigue adelante… Sigue adelante…
Un hombre a mi izquierda salió de un taxi e inmediatamente entré.
—¡A Lincoln Center, por favor! —grité.
—Está justo al final de la calle—el conductor me miró por el retrovisor, confundido.
—¿Por favor? Ya voy tarde.
Se encogió de hombros y se alejó mientras intentaba establecer mi respiración.
Sin querer desperdiciar el tiempo, saqué mi tutú negro de mi bolsa y me lo puse sobre los muslos. Saqué mi maquillaje y lo apliqué lo mejor que pude, mientras nos acercábamos al bordillo, lancé un billete de diez dólares al conductor y salí del auto.
Apresurándome dentro del edificio, me dirigí directamente al teatro, aliviada al ver que uno de los directores seguía afuera.
—¿Sí?—me miró de arriba abajo mientras me acercaba—¿Puedo ayudarla con algo?
—Estoy aquí para las audiciones.
—¿Para las audiciones de las nueve en punto?—miró su reloj—Son las nueve y cuarto.
—Lo siento, llamé hace una hora y dije…
—¿Su primer taxi se descompuso? ¿Era usted?
Asentí.
Me estudió otros segundos, frunciendo los labios. Luego abrió la puerta.
—Puede cambiarse a sus blancos en los vestidores. Apresúrese.
La puerta se cerró detrás de mí antes de que pudiera preguntar a qué se refería con “(mis) blancos,” pero mientras mis ojos estudiaban el escenario, me di cuenta de que cada bailarina se encontraba vestida con leotardos blancos y tutú a juego.
Mierda…
Mis mejillas se calentaron mientras buscaba mi atuendo. No tenía ropa blanca en mi bolsa.
Estaba en casa.
Acercándome al escenario, planté mi bolsa en una silla e intenté ignorar el pavor que se construía en el interior de mi pecho. Solo necesitaba enfocarme en darlo todo durante esta rutina.
Eso era todo.
Encontré un lugar vacío en el escenario y estiré los brazos, notando las risas y murmullos que eran lanzados en mi dirección.
Impávida, sonreí a todos los que hacían contacto visual y seguí mi rutina.
—¿Puedo tener su atención, por favor?—la voz de un hombre llegó a través del altavoz—¿Pueden dejar todas de estirarse y caminar hasta el borde del escenario, por favor?
Bajé mi bolsa y seguí a la multitud, encontrando un lugar al final.
El hombre que se dirigía a nosotros era un hombre alto de cabello castaño con ojos celestes, y era la definición de la palabra “leyenda”: Su nombre era Kurt B. Hummel, y le seguí a él y su coreografía durante años.
Era uno de los especialistas más buscados del mundo, pero cuando cayó en las clasificaciones, fue solo ante su rival: Sebastián Smythe.
—Estamos felices de ver un gran tumulto para esta sesión de audiciones—dijo—Como saben, debido a una serie de desafortunados eventos, estamos renovando todo nuestro personal. Dicho eso, vamos a mantener la actual agenda de producción como está, lo que significa que estaremos llenando los roles de los bailarines principales, solistas y miembros del cuerpo dentro de los siguientes catorce días. Los ensayos van a ser largos y duros, de cuatro a diez, media noche de ser necesario, y no habrá espacio para excusas o—me miró de arriba abajo, frunciendo el ceño ante mi atuendo—Errores. Esta es la primera de seis rondas. Serán informados de su estado una vez que la música termine, y si son enviados a casa, por favor, no duden en intentarlo de nuevo el próximo año. Veo un montón de fracasos del verano pasado, así que espero que hayan aprendido algo entre entonces y ahora p ara esta ronda, haremos una parte de la rutina Balachine en grupos de ocho. Pueden estirar unos minutos, luego comenzaremos.
Le ondeó la mano al hombre que tomaba asiento en el piano, y luego se giró y les dedicó un gesto de pulgares arriba a las tres personas que se hallaban en los asientos de los jueces.
Sonriendo, subió las escaleras del escenario y saludó algunos rostros familiares.
Caminé hacia él y toqué su hombro.
—¿Sí?—se giró.
—Eh—me marchité ante su intensa mirada—Buenos días, señor Hummel. Mi nombre es Brittany Pierce y yo…
—Llegaste tarde—me interrumpió—También eres la única artista que no usa el blanco obligatorio.
—Sí, bueno—balbuceé—Es la razón por la que quería hablar con usted.
—¿Oh?
—Quiero saber si me permitiría ir a casa y cambiarme.
—¿Y por qué permitiría eso, señorita Pierce?
—Para que pueda hacer la audición con el grupo de la tarde y ser juzgada de forma justa. Solo creo que ya he…
—Alto—presionó una pluma contra mis labios—Señoritas, ¿me prestan su atención?
Un silencio inmediato cayó en el teatro.
—Quiero que conozcan a Brittany Pierce—sonrió—Me acaba de informar de que debido al hecho de que llegó tarde y decidió utilizar el atuendo incorrecto para su audición de hoy, eso es una posibilidad de que se le juzgue injustamente.
La bailarina de enfrente cruzó los brazos.
—Ahora—dijo—Ya que el mundo del ballet es justo y siempre ha sido sobre abastecer las necesidades de los no preparados, ¿hay alguien que tenga un problema si le permito a la señorita Pierce ir a casa, cambiarse y regresar a las audiciones de las seis?
Cada bailarina en el escenario levantó la mano en el aire.
—Eso pensé—su tono fue frío—Si cree que un tutú de color incorrecto va a afectar a lo bien que actúa, debería irse ahora.
Tragué, deseando poder desaparecer.
—Puede bailar en el primer grupo—sacudió la cabeza hacia mí y se alejó.
Indiferente ante las suaves risas de las otras chicas, regresé a mi punto inicial en el escenario y estiré una vez más. Intenté bloquear todo lo que fue mal esta mañana y pretendí que me encontraba en Durham de nuevo, bailando para uno de los mejores directores del mundo.
—¿Señorita Pierce?—una mujer dijo mi nombre, sacándome de mis pensamientos.
—¿Sí?
—¿Va a tomar su lugar en el centro del escenario con todas las demás, o necesita más tiempo para encontrarlo?
Sonreí a la mesa de jueces y entré en la línea.
La mujer señaló al pianista y tocó la escala SI bemol antes de comenzar la pieza. Mientras sus dedos forzaban las notas, mis brazos se elevaron sobre mi cabeza y lentamente giré sobre los dedos de mis pies, haciendo una mueca cuando la punta de mi zapatilla derecha se rompió.
Ignoré el dolor y seguí la rutina.
Terriblemente.
Cada vez que intentaba un salto, caía sin balance y me deslizaba un octavo más de la cuenta detrás de todas las demás. Mis vueltas eran raras, desesperadamente veloces, y mi trabajo de punta era tan agitado que choqué con la chica que había a mi lado.
Avergonzada, murmuré una disculpa y me giré, pero perdí el balance y caí del escenario.
Con la cabeza por delante.
Ignoré el fuerte ataque de risas de las bailarinas de la audiencia y me levanté, intentando regresar a la rutina.
—¡Alto!—bramó el señor Hummel desde el lateral del escenario, haciendo terminar las notas.
Caminó frente a nuestra línea y se paró directamente delante de mí.
—Acabo de mirar su archivo, señorita Pierce—no parecía impresionado—¿Estudió recientemente con el señor Smythe?
Asentí.
—Use sus palabras, por favor.
—Sí—me aclaré la garganta—Sí, lo hice.
—¿Y realmente escribió una carta de recomendación a su favor?
—Sí, señor.
Me miró con total incredulidad.
Sorpresa.
—¿Espera que crea eso cuando baila así de rígida? ¿Cuándo se retrasa en cada uno de todos los pasos?
—Sí—mi voz era un susurro.
—Bueno. Al menos puede decir siempre que estudió con uno de los más grandes coreógrafos de todos los tiempos. Puede dejar mi teatro ahora.
Mi corazón se hundió.
—¿Qué?
—No creo que sea buena para nuestra compañía. Le enviaremos un correo electrónico esta tarde con un link para obtener descuento en entradas para los espectáculos de la temporada.
Una lágrima cayó por mi mejilla; como si pudiera ver que acababa de romperme el corazón, palmeó mi hombro.
—Puedo decir que ha estado entrenando—dijo—Muy bien. Y puedo ver que tiene potencial, pero no estamos interesados en el potencial aquí. Para el resto de ustedes, ¡felicidades! Se ganaron un espacio en la siguiente ronda de audiciones. Ahora, por favor, vacíen el escenario para que nuestro siguiente grupo de bailarinas pueda actuar.
Un ruidoso aplauso surgió de las aspirantes de la audiencia, y sentí que veía mi vida partirse frente a mis ojos.
Herida, seguí a las bailarinas a las escaleras laterales, insegura de qué hacer a continuación.
Agarrando mi bolsa, evité las miradas patéticas de las aspirantes y negué con la cabeza.
—Eso solo es para demostrarles—dijo el señor Hummel a los otros miembros del jurado, riendo—, Que incluso Smythe elige trapos a veces.
Me giré.
Enfadada, recorrí los escalones hacia el escenario y tomé asiento en la línea blanca. Me desabroché mi zapatilla derecha y preparé otra, doblándola hacia atrás y hacia adelante hasta que se sintió bien.
—Puede cambiarse los zapatos en el baño, señorita Pierce—me reprendió el señor Hummel— El escenario es para artistas reales. O ¿Smythe no le enseñó eso?
—Necesito otra oportunidad—dije—Solo porque no hice bien la pieza Balanchine, no me hace una mala bailarina.
—Por supuesto que no, querida—se burló de mí—Eso te hace una bailarina fracasada, que actualmente usa mi escenario y chupa tiempo de audiciones de esos que tal vez puedan entrar de verdad en mi compañía.
Caminé hacia el pianista.
—Tchaikovsky, El Lago de los Cisnes. Segundo acto, escena catorce. ¿Conoce esa pieza?
—Eh—parecía confundido.
—¿La conoce o no?
—Sí, pero—señaló a otro juez, que ahora se hallaba parado de brazos cruzados.
—¿Podría tocarla, por favor?—rogué con los ojos—Solo son tres minutos.
Dejó salir un suspiro y se enderezó, rasgueando las teclas del piano. Sin cuenta regresiva, tocó las primeras notas del concierto y los suaves sonidos hicieron eco en las paredes del teatro.
—Señorita Pierce, está desperdiciando el tiempo de todos—el rostro del señor Hummel se puso rojo mientras me colocaba en primera posición.
Podía escucharlo suspirar y chasquear, podía escuchar a los otros aspirantes murmurando, pero mientras giraba por el escenario y pasaba de un arabesque a un grand jete, sus charlas pararon.
Las notas se hicieron más largas, oscuras, mientras la canción progresaba, me aseguré de que cada movimiento de mis manos fuera suave y grácil.
Mientras giraba por el escenario y completaba una serie de piruetas perfectas, pude ver al señor Hummel frotarse la barbilla.
Antes de saberlo, me encontraba en un trance y bailaba en medio de Times Square, debajo de las luces, y una estrella llenaba el cielo.
Seguí bailando después de la última nota, moviéndome en el último estribillo que la mayoría de los pianistas ignoraban, y terminé inclinándome hacia adelante sobre mi pierna izquierda, sosteniendo la derecha en el aire detrás de mí.
Los jueces me miraron.
Sus rostros sin expresión.
—¿Terminó, señorita Pierce?—preguntó el señor Hummel.
—Sí.
—Bien. Ahora lárguese de mi escenario.
Me puse derecha y me mordí el labio para evitar quebrarme frente a ellos.
—Muchas gracias por la oportunidad—agarré mi bolsa y salí del escenario, corriendo por el pasillo hasta el exterior del edificio.
Me detuve frente a un bote de basura y me incliné, esperando el inevitable vómito.
En el fondo sabía que era una buena bailarina, que acababa de bailar con el corazón, y honestamente sentía que merecía una segunda oportunidad.
La idea de fracasar nunca cruzó mi mente cuando me inscribí en esta audición, y la opción de regresar a Durham era demasiado dolorosa de afrontar.
Palpitante y entre lágrimas, sopesé mis opciones: 1) Ir a casa y volver a unirme al programa de baile del señor Smythe. 2) Regresar dentro y decirle al jurado que eran todos unos jodidos idiotas, o…
—¿Señorita Pierce?—alguien palmeó mi hombro.
Me giré, encontrándome cara a cara con un estoico señor Hummel.
—¿Sí?—me sequé la cara con la manga y me forcé a sonreír.
—Lo que acaba de hacer en el escenario fue grosero, no profesional, y horrible. Fue la peor cosa que he visto hacer a una futura bailarina y no lo aprecié para nada, dicho eso, llegue a tiempo para la segunda ronda la próxima semana.
Mi mandíbula cayó y no tuve oportunidad de gritar o decir gracias.
Se había ido.
Saqué mi teléfono, ansiosa por contarle a alguien que logré llegar a la segunda ronda, pero no tenía nadie a quien llamar.
Todo lo que tenía eran mensajes enojados de mis padres, toneladas de llamadas perdidas, y sabía lo suficiente como para no buscarlos ahora.
Realmente no les importaba un bledo.
Busqué el número de Smythe —esperando haberlo guardado, pero un correo electrónico de Santana apareció en mi pantalla.
Asunto: Tu Renuncia.
Estuve tentada de abrirlo, pero mi corazón no me dejaría hacerlo.
Ella era la principal razón de que volara hasta aquí, no la necesitaba entrometiéndose en mi nueva vida.
Borré su mensaje y decidí que no iba a pensar más en ella.
Todo lo que importaba ahora era el ballet.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Epílogo
Esa es mi Britt!!!!!! Seguí adelante!!!! Santana jodete!!!Jaja!!
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Epílogo
Asi se hace Britt, todos los comienzos son duros, pero es admirable tu empeño, Santana a tomar por el c.....
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Epílogo
Pues si Britt se fue fue de ahí para seguir adelante y si sigue respondiendo los mensajes de San no lo hará. Y la morena se dio cuenta de que Britt se había ido una semana después!!! -.-
Espero que le vaya bien en su segunda ronda. Y a San le toca sufrir ahora por la rubia
Espero que le vaya bien en su segunda ronda. Y a San le toca sufrir ahora por la rubia
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Epílogo
Bien por britt, que haga sufrir un poquito a san, para que se despierta y vaya a buscarla!
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Epílogo
monica.santander escribió:Esa es mi Britt!!!!!! Seguí adelante!!!! Santana jodete!!!Jaja!!
Saludos
Hola, sii! jajajajaajajaj. Ella sola puede con todo! JAjajaaj alo siento morena! jajajaja. Saludos =D
micky morales escribió:Asi se hace Britt, todos los comienzos son duros, pero es admirable tu empeño, Santana a tomar por el c.....
Hola, si! bn por la rubia! Ella puede con esto! Jajaja lo siento, pero si morena, a tomar por el... tu sabes jajajaja. Saludos =D
JVM escribió:Pues si Britt se fue fue de ahí para seguir adelante y si sigue respondiendo los mensajes de San no lo hará. Y la morena se dio cuenta de que Britt se había ido una semana después!!! -.-
Espero que le vaya bien en su segunda ronda. Y a San le toca sufrir ahora por la rubia
Hola, se fue por su bn, como dices tu y por lo q se ve esta siendo fuerte con la morena y no cai, eso es bueno. ¬¬ san no esta siendo las cosas bn, pero para nada ¬¬ Espero lo mismo la vrdd. Si, si q se lo merece ¬¬ Saludos =D
Tati.94 escribió:Bien por britt, que haga sufrir un poquito a san, para que se despierta y vaya a buscarla!
Hola, si! vamos rubia! Un poquito es poco jajajaajajajajaj, la morena tiene que reaccionar ahora ya! no ai mas oportunidades! Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Cap 7
Capitulo 7
Impugnación.
Meses Después…
Santana
El otoño llegó y se fue, llevándose los cambios de las hojas y el atardecer ámbar con él.
Los nuevos internos llenaron las posiciones de SHL, nuevos casos y clientes abarrotaban las agendas, y mientras el invierno envolvía la cuidad, una cosa quedó clara: Durham se hallaba solo a un paso en la escala de mierda en comparación a la ciudad de Nueva York.
Por lo menos cuando se trataba del invierno, de todas formas.
Este era el invierno más frío que había experimentado la cuidad, y ya que era una ciudad sureña, no estaban preparados.
En la sala del juzgado en la que me encontraba actualmente, se exhibían mantas contra las ventanas en vez del aislamiento adecuado, y de cada enchufe sobresalían calentadores de ambiente.
Había pocos camiones de sal disponibles para controlar las calles heladas, e incluso menos personas que sabían cómo conducir con ese tipo de clima, y por alguna razón, no había disponibles muchas mujeres apropiadas.
—¿Santana?—el señor Howell me tocó el hombro—La fiscalía ha acabado con la testigo. ¿Vas a redirigir el interrogatorio?
Esa última frase podría haber influido en el jurado.
—Permiso para redirigir, Su Señoría—me levanté de la mesa.
La jueza asintió y miré a la mujer que había en el estrado. Estuvo mintiendo entre dientes desde que comenzó el juicio y yo ya había tenido suficiente.
—Señorita Pierce—me aclaré la garganta—Quiero decir, señorita Everly, ¿cree usted que dejar a su marido en un momento de necesidad fue lo mejor para su empresa?
—Sí—dijo ella—Y se lo dije durante nuestro primer encuentro.
—No—negué—Me dijo que lo amaba y que su único motivo para dejarlo era que pensaba que no la ama. ¿No es cierto?
—Lo es, pero…
—Así que, debido a que él no dijo que la amaba bajo sus términos, porque le dijo que era realmente incapaz de amarla de esa manera, decidió dejarlo. ¿No es así?
—No. Lo dejé porque gastaba el dinero de la compañía en cosas innecesarias y me engañaba.
—¿Alguna vez pensó en sus sentimientos?—le pregunté—¿Pensó en preguntarse simplemente si su abandono lo afectaría, ya sea que estuvieran en buenos términos o no?
—Estaba—ella se estaba viniendo abajo—Estaba engañándome.
—¿Lo estaba? ¿O simplemente usted quería más de lo que él estaba dispuesto a darle emocionalmente, señorita Everly?
—Por favor, pare.
—¿Es posible que usted pudiera haber inventado todo esto?
—No, nunca. Nunca haría.
—¿Es posible que sea una jodida mentirosa?
—¡Orden! ¡Orden!—la jueza golpeó con su mazo y el jurado jadeó—Abogada, a mí despacho. ¡AHORA!
Observé caer las lágrimas falsas por el rostro de la señorita Everly.
Este caso se encontraba terminado.
Entré en el despacho de la jueza y cerré la puerta.
—¿Sí, Su Señoría?
—¿Está jodidamente loca?
—¿Disculpe?
—Acaba de llamar a su propia testigo jodida mentirosa.
Miré por la ventana, viendo que el alguacil le entregaba una caja de Kleenex.
—¿Tiene una receta nueva?—preguntó—¿Está bebiendo? ¿Fumando algo más que puros?
—¿Debido a que tengo un mal día en la corte?
—Debido a que ha tenido varios días malos en la corte.
—No recuerdo llamar a ninguno de mis otros testigos jodidos mentirosos.
—Gritó objeción durante la lectura de un veredicto.
—Tal vez no me gustó cómo sonaba.
—Tal vez, pero nunca causó un lío en mi corte—hizo una pausa—¿Alguna vez? Por favor, vaya a examinarse, señorita López. Realmente odiaría ser la jueza que presida su primera derrota.
Hizo señas para que la siguiera fuera de su despacho. Se sentó en su silla y anunció que el juicio actual se posponía debido a una regla rara sacada a relucir por la defensa, y que seríamos reconvocados en dos semanas.
Aliviada, cerré mi maletín e ignoré el rosto enrojecido de la señorita.
—Señor Howell—dijo ella, mirándome—, Realmente me gustaría que ganemos este caso, así que podría, por favor…
—Ya está atendido—dijo, interrumpiéndola—No se preocupe—le dedicó una sonrisa tranquilizadora y le pidió al señor Schuester que la acompañara a su coche.
Luego se volvió y me miró.
—Santana, Santana, Santana—suspiró—Creo que necesitas algo de descanso. Me ocuparé de este caso ¿Está bien? El señor Schuester y yo estaremos en contacto con todos tus clientes que tengan casos en las próximas semanas.
—Exageras—dije—Es un jodido caso.
—Un jodido caso que te encuentras a punto de perder.
—Yo nunca pierdo.
—Lo sé—me palmeó el hombro—Ve a casa. Nunca te has tomado unas vacaciones, de todos modos. Quizá es lo que necesitas ahora.
—No—agarré mi maletín—Te veré en la asesoría, mañana en la mañana.
Me llamó, pero lo ignoré.
Volví rápido a SHL, preparada para sumergirme en más trabajo.
Últimamente evitaba mi departamento tanto como era posible; apenas podía soportar estar ahí.
Un recordatorio de cuánto tiempo había pasado desde que tuve un coño, botellas de licor vacías ocupaban todos los marcos de mis ventanas, y mi colección de puros cubanos se había terminado hace tiempo.
—¿Se encuentra bien, señorita López?—me preguntó la secretaria principal, mientas atravesaba las puertas de la firma.
La ignoré.
Demasiadas personas me hacían esa pregunta últimamente y me encontraba cansada de oírla.
Me encerré en mi oficina y arranqué el cable del teléfono de la pared.
No necesitaba ninguna distracción.
Por el resto de la mañana, revisé mis archivos en absoluto silencio, ni siquiera contesté los correos electrónicos de mis propios clientes.
—¡Quinn!—la llamé una vez que el reloj marcó el mediodía—¡Quinn!
—¿Sí, señorita López?—entró inmediatamente.
—¿Hay alguna razón por la que decidiste repentinamente dejar de organizar los archivos de mis casos por fecha?—deslicé una carpeta sobre el escritorio—¿Alguna razón por la que decidiste dejar de hacer tu maldito trabajo?
—¿Realmente cree que tengo tiempo para organizar todos los archivos de sus casos por fecha? ¿Sabe cuánto tiempo toma?—alzó la ceja—Eso fue idea de la señorita Pierce. Le dije que era una pérdida de tiempo, pero supongo que no. Si tengo algunas horas libres entre el caso Doherty la semana que viene trataré de hacerlo.
—Gracias—ignoré el hecho de que mi corazón dio un vuelco cuando dijo señorita Pierce—Puedes salir de mi oficina ahora.
Saqué los papeles del archivo y comencé a reorganizarlos. Mientras juntaba todas las declaraciones de los testigos, Quinn se aclaró la garganta.
—La extraña ¿no?—preguntó.
—¿Disculpa?—mi cabeza se levantó de golpe.
—Brittany—dijo, sonriendo—La extraña, ¿no?
No dije nada.
Simplemente observé cómo caminaba hacia mí, levantando lentamente los lados de su falda para mostrar que no llevaba nada debajo.
Sonriendo, cogió mi taza de café y tomó un largo y dramático sorbo.
—Quinn—gruñí.
—No tiene que admitirlo—dejó caer su culo desnudo sobre mi escritorio—Pero está claro que no ha sido la misma por bastante tiempo.
—¿Tus nalgas están tocando mi escritorio ahora mismo?
—Ni siquiera me insulta como solía hacerlo normalmente—dijo ella—De hecho, extraño eso.
Saqué una caja de toallitas desinfectantes.
—Ya no se queda en su antiguo departamento, ya sabe. Creo que se mudó.
—¿Qué te hace creer que me importa dónde vive una ex empleada?
—Porque la dirección que me dio para enviar el sobre y la caja roja era la de ella.
—Eso era para un viejo amigo.
—Sí, bueno—se bajó de mi escritorio—Su viejo amigo debe compartir la dirección con Brittany Pierce porque saqué su expediente de recursos humanos y definitivamente se alojaba ahí.
Silencio.
—Eso pensé—sonrió—Así que, como usted y yo somos tan cercanas…
—No somos cercanas.
—Es mi deber como amiga dejarle saber que está realmente descuidándose—realmente se veía triste—No se peina, viene a trabajar todas las mañanas apestando a alcohol, y apenas le grita a los internos. No he tenido un sueño erótico sobre usted en un tiempo muy largo.
Rodé los ojos y me levanté, limpiando la parte de mi escritorio donde había estado su culo.
—Pero, ya que ahora conozco su secreto sobre Brittany, puede saber uno de los míos—dijo, bajando la voz—Algunas veces, en las mañanas, cuando ella le traía el café y cerraba la puerta, me paraba fuera y escuchaba—sus ojos se iluminaron—Y yo fingía que era…
—¿Qué fingías que eras?
—Brittany—dijo—Claramente era lo suficientemente buena para que rompieras la regla de “no follo a mis empleadas”—caminó hacia la puerta—Supe en el segundo que empezó a trabajar aquí que te gustaba.
—No tienes ni idea de lo que hablas.
—Por supuesto que no—me miró por encima de su hombro—Pero sé que desde el segundo en que renunció, usted ha sido una sobra de lo que solía ser. Ya tiene que darse cuenta de que ha usado la misma falda traje azul durante dos semanas seguidas.
Tomé un gran trago de whisky de la botella, mirando aturdidamente las imágenes que aparecían en la pantalla de mi televisión.
Una pequeña morenita jugaba en la lluvia, pisoteando con sus botas color rojo cada charco que podía encontrar.
—Es hora de irse, Emma.
Hice un gesto de dolor al escuchar el sonido de mi vieja voz, pero continué mirando la escena.
—¡Cinco minutos más!—rogó con una sonrisa.
—Ni siquiera sabes lo que significa eso. Simplemente me escucharte decir.
—¡Cinco minutos más!—riendo, saltó a otro charco—¡Cinco minutos más, mami!
—Va a llover toda la semana. ¿No quieres ir a casa y…?
—¡No!—pisoteó un charco, otra vez, salpicándome.
Y luego sonrió inocentemente a la cámara antes de alejarse, pidiendo que la persiguiera.
No pude soportar ver más.
Apagué la televisión y lancé el reproductor de DVD al suelo.
Joder…
Caminando por el pasillo, enderecé los marcos “E” y “B” que colgaban en la pared, esforzándome mucho para no mirar.
No necesitaba prepararme otra bebida esta noche.
Necesitaba alguien con quien hablar.
Agarré el teléfono de la mesita de noche, desplazándome por mis contactos, buscando a la única persona que una vez mantuvo las pesadillas bajo control.
Brittany.
Sonó cuatro veces y fue al correo de voz.
—Hola. Te has comunicado con Brittany Pierce—dijo—No puedo tomar tu llamada en estos momentos, pero si dejas tu nombre y número, te devolveré la llamada tan rápido como pueda.
El segundo tono sonó y colgué.
Luego volví a llamar, solo para escuchar ese pequeño fragmente de su voz.
Me dije que no estaba siendo patética por llamarla cinco veces, sabiendo perfectamente bien que no se encontraba ahí, pero cuando llamé por sexta vez, contestó.
—¿Hola?—preguntó—¿Santana?
—Hola, Brittany.
—¿Qué quieres?—su voz era fría.
—¿Cómo estás?
—¿Qué quieres, Santana?—preguntó, incluso más fría—Estoy ocupada.
—¿Entonces por qué contestaste?
—Fue un error—terminó la llamada.
Respiré bruscamente, sorprendida de que me colgara.
Empecé a escribir un correo electrónico, castigándola por ser tan grosera, pero me di cuenta de que no había respondido a mis últimos tres correos en meses:
Asunto: Tu Renuncia.
Incluso aunque las últimas tres palabras de tu carta de renuncia eran ridículas y nada profesionales, me gustaría aceptar tu oferta para follarte.
Sólo di cuando.—Santana.
Asunto: Mi Vestimenta.
Ya que todavía no has recogido tu último pago, ¿debo asumir que es tu forma de hacerme saber que me lo quede y reemplace la falda que arruinaste?—Santana.
Asunto: BALLET.
Pasé por tu salón de baile. No te encontrabas ahí.
¿También dejaste eso?—Santana.
Decidí que tenía que reemplazarla.
Rápido.
Agarré mi ordenador portátil de mi mesita de noche y me conecté al LawyerChat, buscando a otra del tipo de Alyssa.
Pasé toda la noche vagando por las salas del chat, contestando preguntas a diestra y siniestra, evaluando las personalidades de las interrogadoras, pero ninguna llamó mi atención.
Sin embargo, una mujer que se encontraba registrada como una abogada de alto nivel, con diez años de experiencia parecía prometedora, así que hice clic en su ventana del chat.
—Si tienes diez años de experiencia, ¿por qué necesitas ayuda de este sitio?—le escribí.
—Nunca se es demasiado viejo para aprender cosas nuevas. ¿Por qué estás aquí?
—Busco un remplazo.
—¿Buscas un empelado?
—No, sólo a alguien con quien pueda hablar y a quien hacer venirse ocasionalmente.
Me bloqueó.
Traté de hablar con algunas otras mujeres, dejando mis verdaderas palabras para mí, pero básicamente sólo querían utilizarme para obtener información.
No estaban abiertas para conversar sobre nada más, y ya que LawyerChat había expandido su sitio recientemente, parecía que había una afluencia de estudiantes de derecho usándolo como un tablero de queja sobre sus profesores.
Cerré el portátil y tomé otro trago de mi botella, dándome cuenta de inmediato de que solo había una “del tipo de Alyssa”: Brittany.
Quizá cometí un error…
Por el rabillo del ojo, divisé un sobre bajo la rendija de mi puerta.
No se encontraba ahí cuando llegué a casa, y no se encontraba ahí hace un par de horas cuando pedí la cena.
Confundida, me acerqué y lo recogí.
Era una citación judicial oficial para atestiguar en una audiencia de Nueva York, pero no estaba dirigida a mi nuevo nombre.
Estaba dirigida a Blanca Álvarez.
Los nuevos internos llenaron las posiciones de SHL, nuevos casos y clientes abarrotaban las agendas, y mientras el invierno envolvía la cuidad, una cosa quedó clara: Durham se hallaba solo a un paso en la escala de mierda en comparación a la ciudad de Nueva York.
Por lo menos cuando se trataba del invierno, de todas formas.
Este era el invierno más frío que había experimentado la cuidad, y ya que era una ciudad sureña, no estaban preparados.
En la sala del juzgado en la que me encontraba actualmente, se exhibían mantas contra las ventanas en vez del aislamiento adecuado, y de cada enchufe sobresalían calentadores de ambiente.
Había pocos camiones de sal disponibles para controlar las calles heladas, e incluso menos personas que sabían cómo conducir con ese tipo de clima, y por alguna razón, no había disponibles muchas mujeres apropiadas.
—¿Santana?—el señor Howell me tocó el hombro—La fiscalía ha acabado con la testigo. ¿Vas a redirigir el interrogatorio?
Esa última frase podría haber influido en el jurado.
—Permiso para redirigir, Su Señoría—me levanté de la mesa.
La jueza asintió y miré a la mujer que había en el estrado. Estuvo mintiendo entre dientes desde que comenzó el juicio y yo ya había tenido suficiente.
—Señorita Pierce—me aclaré la garganta—Quiero decir, señorita Everly, ¿cree usted que dejar a su marido en un momento de necesidad fue lo mejor para su empresa?
—Sí—dijo ella—Y se lo dije durante nuestro primer encuentro.
—No—negué—Me dijo que lo amaba y que su único motivo para dejarlo era que pensaba que no la ama. ¿No es cierto?
—Lo es, pero…
—Así que, debido a que él no dijo que la amaba bajo sus términos, porque le dijo que era realmente incapaz de amarla de esa manera, decidió dejarlo. ¿No es así?
—No. Lo dejé porque gastaba el dinero de la compañía en cosas innecesarias y me engañaba.
—¿Alguna vez pensó en sus sentimientos?—le pregunté—¿Pensó en preguntarse simplemente si su abandono lo afectaría, ya sea que estuvieran en buenos términos o no?
—Estaba—ella se estaba viniendo abajo—Estaba engañándome.
—¿Lo estaba? ¿O simplemente usted quería más de lo que él estaba dispuesto a darle emocionalmente, señorita Everly?
—Por favor, pare.
—¿Es posible que usted pudiera haber inventado todo esto?
—No, nunca. Nunca haría.
—¿Es posible que sea una jodida mentirosa?
—¡Orden! ¡Orden!—la jueza golpeó con su mazo y el jurado jadeó—Abogada, a mí despacho. ¡AHORA!
Observé caer las lágrimas falsas por el rostro de la señorita Everly.
Este caso se encontraba terminado.
Entré en el despacho de la jueza y cerré la puerta.
—¿Sí, Su Señoría?
—¿Está jodidamente loca?
—¿Disculpe?
—Acaba de llamar a su propia testigo jodida mentirosa.
Miré por la ventana, viendo que el alguacil le entregaba una caja de Kleenex.
—¿Tiene una receta nueva?—preguntó—¿Está bebiendo? ¿Fumando algo más que puros?
—¿Debido a que tengo un mal día en la corte?
—Debido a que ha tenido varios días malos en la corte.
—No recuerdo llamar a ninguno de mis otros testigos jodidos mentirosos.
—Gritó objeción durante la lectura de un veredicto.
—Tal vez no me gustó cómo sonaba.
—Tal vez, pero nunca causó un lío en mi corte—hizo una pausa—¿Alguna vez? Por favor, vaya a examinarse, señorita López. Realmente odiaría ser la jueza que presida su primera derrota.
Hizo señas para que la siguiera fuera de su despacho. Se sentó en su silla y anunció que el juicio actual se posponía debido a una regla rara sacada a relucir por la defensa, y que seríamos reconvocados en dos semanas.
Aliviada, cerré mi maletín e ignoré el rosto enrojecido de la señorita.
—Señor Howell—dijo ella, mirándome—, Realmente me gustaría que ganemos este caso, así que podría, por favor…
—Ya está atendido—dijo, interrumpiéndola—No se preocupe—le dedicó una sonrisa tranquilizadora y le pidió al señor Schuester que la acompañara a su coche.
Luego se volvió y me miró.
—Santana, Santana, Santana—suspiró—Creo que necesitas algo de descanso. Me ocuparé de este caso ¿Está bien? El señor Schuester y yo estaremos en contacto con todos tus clientes que tengan casos en las próximas semanas.
—Exageras—dije—Es un jodido caso.
—Un jodido caso que te encuentras a punto de perder.
—Yo nunca pierdo.
—Lo sé—me palmeó el hombro—Ve a casa. Nunca te has tomado unas vacaciones, de todos modos. Quizá es lo que necesitas ahora.
—No—agarré mi maletín—Te veré en la asesoría, mañana en la mañana.
Me llamó, pero lo ignoré.
Volví rápido a SHL, preparada para sumergirme en más trabajo.
Últimamente evitaba mi departamento tanto como era posible; apenas podía soportar estar ahí.
Un recordatorio de cuánto tiempo había pasado desde que tuve un coño, botellas de licor vacías ocupaban todos los marcos de mis ventanas, y mi colección de puros cubanos se había terminado hace tiempo.
—¿Se encuentra bien, señorita López?—me preguntó la secretaria principal, mientas atravesaba las puertas de la firma.
La ignoré.
Demasiadas personas me hacían esa pregunta últimamente y me encontraba cansada de oírla.
Me encerré en mi oficina y arranqué el cable del teléfono de la pared.
No necesitaba ninguna distracción.
Por el resto de la mañana, revisé mis archivos en absoluto silencio, ni siquiera contesté los correos electrónicos de mis propios clientes.
—¡Quinn!—la llamé una vez que el reloj marcó el mediodía—¡Quinn!
—¿Sí, señorita López?—entró inmediatamente.
—¿Hay alguna razón por la que decidiste repentinamente dejar de organizar los archivos de mis casos por fecha?—deslicé una carpeta sobre el escritorio—¿Alguna razón por la que decidiste dejar de hacer tu maldito trabajo?
—¿Realmente cree que tengo tiempo para organizar todos los archivos de sus casos por fecha? ¿Sabe cuánto tiempo toma?—alzó la ceja—Eso fue idea de la señorita Pierce. Le dije que era una pérdida de tiempo, pero supongo que no. Si tengo algunas horas libres entre el caso Doherty la semana que viene trataré de hacerlo.
—Gracias—ignoré el hecho de que mi corazón dio un vuelco cuando dijo señorita Pierce—Puedes salir de mi oficina ahora.
Saqué los papeles del archivo y comencé a reorganizarlos. Mientras juntaba todas las declaraciones de los testigos, Quinn se aclaró la garganta.
—La extraña ¿no?—preguntó.
—¿Disculpa?—mi cabeza se levantó de golpe.
—Brittany—dijo, sonriendo—La extraña, ¿no?
No dije nada.
Simplemente observé cómo caminaba hacia mí, levantando lentamente los lados de su falda para mostrar que no llevaba nada debajo.
Sonriendo, cogió mi taza de café y tomó un largo y dramático sorbo.
—Quinn—gruñí.
—No tiene que admitirlo—dejó caer su culo desnudo sobre mi escritorio—Pero está claro que no ha sido la misma por bastante tiempo.
—¿Tus nalgas están tocando mi escritorio ahora mismo?
—Ni siquiera me insulta como solía hacerlo normalmente—dijo ella—De hecho, extraño eso.
Saqué una caja de toallitas desinfectantes.
—Ya no se queda en su antiguo departamento, ya sabe. Creo que se mudó.
—¿Qué te hace creer que me importa dónde vive una ex empleada?
—Porque la dirección que me dio para enviar el sobre y la caja roja era la de ella.
—Eso era para un viejo amigo.
—Sí, bueno—se bajó de mi escritorio—Su viejo amigo debe compartir la dirección con Brittany Pierce porque saqué su expediente de recursos humanos y definitivamente se alojaba ahí.
Silencio.
—Eso pensé—sonrió—Así que, como usted y yo somos tan cercanas…
—No somos cercanas.
—Es mi deber como amiga dejarle saber que está realmente descuidándose—realmente se veía triste—No se peina, viene a trabajar todas las mañanas apestando a alcohol, y apenas le grita a los internos. No he tenido un sueño erótico sobre usted en un tiempo muy largo.
Rodé los ojos y me levanté, limpiando la parte de mi escritorio donde había estado su culo.
—Pero, ya que ahora conozco su secreto sobre Brittany, puede saber uno de los míos—dijo, bajando la voz—Algunas veces, en las mañanas, cuando ella le traía el café y cerraba la puerta, me paraba fuera y escuchaba—sus ojos se iluminaron—Y yo fingía que era…
—¿Qué fingías que eras?
—Brittany—dijo—Claramente era lo suficientemente buena para que rompieras la regla de “no follo a mis empleadas”—caminó hacia la puerta—Supe en el segundo que empezó a trabajar aquí que te gustaba.
—No tienes ni idea de lo que hablas.
—Por supuesto que no—me miró por encima de su hombro—Pero sé que desde el segundo en que renunció, usted ha sido una sobra de lo que solía ser. Ya tiene que darse cuenta de que ha usado la misma falda traje azul durante dos semanas seguidas.
Tomé un gran trago de whisky de la botella, mirando aturdidamente las imágenes que aparecían en la pantalla de mi televisión.
Una pequeña morenita jugaba en la lluvia, pisoteando con sus botas color rojo cada charco que podía encontrar.
—Es hora de irse, Emma.
Hice un gesto de dolor al escuchar el sonido de mi vieja voz, pero continué mirando la escena.
—¡Cinco minutos más!—rogó con una sonrisa.
—Ni siquiera sabes lo que significa eso. Simplemente me escucharte decir.
—¡Cinco minutos más!—riendo, saltó a otro charco—¡Cinco minutos más, mami!
—Va a llover toda la semana. ¿No quieres ir a casa y…?
—¡No!—pisoteó un charco, otra vez, salpicándome.
Y luego sonrió inocentemente a la cámara antes de alejarse, pidiendo que la persiguiera.
No pude soportar ver más.
Apagué la televisión y lancé el reproductor de DVD al suelo.
Joder…
Caminando por el pasillo, enderecé los marcos “E” y “B” que colgaban en la pared, esforzándome mucho para no mirar.
No necesitaba prepararme otra bebida esta noche.
Necesitaba alguien con quien hablar.
Agarré el teléfono de la mesita de noche, desplazándome por mis contactos, buscando a la única persona que una vez mantuvo las pesadillas bajo control.
Brittany.
Sonó cuatro veces y fue al correo de voz.
—Hola. Te has comunicado con Brittany Pierce—dijo—No puedo tomar tu llamada en estos momentos, pero si dejas tu nombre y número, te devolveré la llamada tan rápido como pueda.
El segundo tono sonó y colgué.
Luego volví a llamar, solo para escuchar ese pequeño fragmente de su voz.
Me dije que no estaba siendo patética por llamarla cinco veces, sabiendo perfectamente bien que no se encontraba ahí, pero cuando llamé por sexta vez, contestó.
—¿Hola?—preguntó—¿Santana?
—Hola, Brittany.
—¿Qué quieres?—su voz era fría.
—¿Cómo estás?
—¿Qué quieres, Santana?—preguntó, incluso más fría—Estoy ocupada.
—¿Entonces por qué contestaste?
—Fue un error—terminó la llamada.
Respiré bruscamente, sorprendida de que me colgara.
Empecé a escribir un correo electrónico, castigándola por ser tan grosera, pero me di cuenta de que no había respondido a mis últimos tres correos en meses:
Asunto: Tu Renuncia.
Incluso aunque las últimas tres palabras de tu carta de renuncia eran ridículas y nada profesionales, me gustaría aceptar tu oferta para follarte.
Sólo di cuando.—Santana.
Asunto: Mi Vestimenta.
Ya que todavía no has recogido tu último pago, ¿debo asumir que es tu forma de hacerme saber que me lo quede y reemplace la falda que arruinaste?—Santana.
Asunto: BALLET.
Pasé por tu salón de baile. No te encontrabas ahí.
¿También dejaste eso?—Santana.
Decidí que tenía que reemplazarla.
Rápido.
Agarré mi ordenador portátil de mi mesita de noche y me conecté al LawyerChat, buscando a otra del tipo de Alyssa.
Pasé toda la noche vagando por las salas del chat, contestando preguntas a diestra y siniestra, evaluando las personalidades de las interrogadoras, pero ninguna llamó mi atención.
Sin embargo, una mujer que se encontraba registrada como una abogada de alto nivel, con diez años de experiencia parecía prometedora, así que hice clic en su ventana del chat.
—Si tienes diez años de experiencia, ¿por qué necesitas ayuda de este sitio?—le escribí.
—Nunca se es demasiado viejo para aprender cosas nuevas. ¿Por qué estás aquí?
—Busco un remplazo.
—¿Buscas un empelado?
—No, sólo a alguien con quien pueda hablar y a quien hacer venirse ocasionalmente.
Me bloqueó.
Traté de hablar con algunas otras mujeres, dejando mis verdaderas palabras para mí, pero básicamente sólo querían utilizarme para obtener información.
No estaban abiertas para conversar sobre nada más, y ya que LawyerChat había expandido su sitio recientemente, parecía que había una afluencia de estudiantes de derecho usándolo como un tablero de queja sobre sus profesores.
Cerré el portátil y tomé otro trago de mi botella, dándome cuenta de inmediato de que solo había una “del tipo de Alyssa”: Brittany.
Quizá cometí un error…
Por el rabillo del ojo, divisé un sobre bajo la rendija de mi puerta.
No se encontraba ahí cuando llegué a casa, y no se encontraba ahí hace un par de horas cuando pedí la cena.
Confundida, me acerqué y lo recogí.
Era una citación judicial oficial para atestiguar en una audiencia de Nueva York, pero no estaba dirigida a mi nuevo nombre.
Estaba dirigida a Blanca Álvarez.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Epílogo
Bueno esto era lo que tenia que pasar santana para que pensara un poco sobre su situacion con britt. Y ahorq va a new york!!
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Epílogo
Tati.94 escribió:Bueno esto era lo que tenia que pasar santana para que pensara un poco sobre su situacion con britt. Y ahorq va a new york!!
Hola, mmm si, una lastima, pero x lo menos se dio cuenta, no¿? A solucionar las cosas!!!!! espero jaajjaj. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Cap 8
Capitulo 8
Brittany
El pájaro de fuego.
Joyas.
El Lago de los Cisnes.
Joyas.
El Lago de los Cisnes.
Escribí los roles para los que quería hacer audición en mi agenda, sonriendo mientras pasaba mis manos a través de mi carta de admisión por enésima vez.
Tenía diez copias de ella, dos de ellas estaban enmarcadas, siete eran para tener inspiración cuando me sintiera deprimida y una fue para mis padres.
(Simplemente no tuve ni el tiempo ni la energía para redactar una carta de “jodidamente te lo dije” para enviarla con ella).
Miré el reloj en mi pared y revisé mi teléfono, tratando de suprimir las mariposas que volaban por mi estómago.
El chico con el que salía ahora, Artie, un compañero de baile en la compañía, se suponía que me llamaría por algo importante de lo que quería hablar.
Desde que lo conocí, había hecho su mejor intento por enamorarme, llevándome a citas entre ensayos, uniéndose a mí cuando bailaba en azoteas y en frías bancas de parques. Era amable, dulce, gracioso y el perfecto ejemplo de lo que significaba ser caballeroso.
Era como el chico lindo en las películas del Viejo Hollywood, del tipo que sostienen tu mano sin ninguna razón aparente, del tipo que te acompaña hasta tu puerta y espera a que estés totalmente dentro antes de irse. Era del tipo que te besa suave y tiernamente, susurrando que le gustan tus labios, pero sin llevar las cosas más lejos.
En otras palabras, no era nada parecido a Santana.
Nada parecido.
Y no lo digo por ser de distinto sexo.
Aunque sus besos nunca me dejaban jadeando y húmeda, y sus caricias nunca ponían mis nervios en llamas, nunca me hizo sentir como una mierda.
Mi teléfono vibró y miré la pantalla.
Artie.
—¿Recibiste las rosas que te envié hoy?
Sonreí, mirando hacia los brotes rojos y blancos sobre mi chimenea.
—Sí—envié un mensaje de vuelta—Muchas gracias. Las amo.
—También coloqué algo más en el jarrón para ti, deberías usarlo para relajarte esta noche. Voy a llamarte cuando salga del ensayo.
—Lo espero con ansias—añadí una carita feliz al final de mi mensaje y caminé hacia el jarrón, levantando las flores por el tallo.
Había un gran paquete de perlas para el baño y pétalos de rosas con una nota escrita a mano atravesando el frente.
Mi corazón revoloteó y no pude evitar el querer seguir inmediatamente su idea.
Me quité la ropa y me dirigí al baño, lanzando las perlas debajo del torrente de agua.
Mientras me soltaba el cabello, subí el volumen del timbre de mi teléfono al máximo y antes de dejarlo, noté un nuevo correo electrónico.
Santana.
Mi corazón casi se salió de mi pecho.
Como siempre lo hacía cuando uno de sus esporádicos correos o llamadas adornaban mi pantalla.
Todo en mí me decía que no debía abrirlo, que continuara ignorándola y la dejara sentir lo sola y poco apreciada que me sentí hace meses, pero no pude evitarlo.
Asunto: Thoreau & Alyssa.
Alguna vez dijiste que extrañabas cuando éramos Thoreau y Alyssa porque supuestamente te trataba mejor. No creo que te haya tratado diferente. Solo tenía muchas ganas de follarte. Pero cuando nos conocimos en persona, desafortunadamente quise follarte mucho más.
Personalmente nos prefiero como “ Santana y Brittany” porque en una noche como esta, cuando preferiría follarte contra mi balcón hasta que te vinieras, por lo menos puedo visualizar cómo se siente tu coño y ya no tener que imaginármelo.
Contesta el teléfono…—Santana.
Sacudí la cabeza y dejé el teléfono, borrando mentalmente ese mensaje y entrando a la bañera.
Me recosté y dejé que el agua llegara hasta mi pecho, exhalando cuando calentó mi piel.
Se hacía cada vez más fácil evitar pensar en Santana ahora que hablaba con Artie, pero era difícil tratar de forzarme a olvidar.
Aun pensaba en ella entrada la noche cuando me encontraba en mi cama, muchas veces deseando que estuviera dentro y junto a mí.
Sin embargo, no iba a volver a ella y sus estúpidas costumbres y nunca le permitiría volver conmigo.
Nunca.
Me lavé hasta quedar limpia con una esponja suave, haciendo mi mejor esfuerzo para ignorar el pulso intenso entre mis piernas que siempre venía cuando pensaba en Santana.
Llené una vasija con agua y la vertí sobre mi cabeza, incapaz de dejar de pensar en Santana lavando mi cabello en la bañera, diciéndome que me colocase debajo del torrente de agua y me agarrase a la pared mientras me sujeta de la cintura y me follaba por detrás.
Mis dedos hicieron su camino hacia mi clítoris mientras la recordaba inclinándose sobre mí encima del tocador de su baño, diciendo:
—Necesito que jodidamente me tomes—mientras palmeaba mis pechos y hacia su camino hacia abajo besando mi columna.
Froté mi clítoris en círculos, cerrando los ojos mientras visualizaba sus labios sobre los míos, gimiendo mientras se hinchaba con cada caricia.
—Ahhhh—sentí que mis pezones se endurecían mientras el agua se enfriaba y estaba cerca, tan cerca de venirme, pero mi teléfono sonó.
¿Santana?
Inmediatamente me levanté y me envolví en una bata, corriendo a responder, diciéndome que podía tomar su llamada “solo esta vez”.
—¿Hola?—sostuve el teléfono contra mi oído sin mirar la pantalla.
—¿Brittany?
Era Artie.
—Hola—suspiré, tratando de enmascaras mi descontento—¿Cómo estás?
—¿Es un mal momento? Suenas un poco molesta.
—No estoy molesta. Solo estaba saliendo de la bañera.
—Oh, muy bien—dijo—¿Usaste el kit de relajación que te compré?
—Lo hice.
—¿También pensaste en mí?
—Si—mentí, sintiéndome un poco culpable—¿Cómo estuvo el ensayo?
Caminé hasta mi vestidor y me puse una camiseta, escuchándolo relatar las muchas maneras en las que en señor Hummel era el diablo personificado.
—Es peor que el señor Smythe—me recogí el cabello en una cola de caballo.
—¿Peor que Sebastián Smythe?—se rio—No te creo. He visto el documental de ese hombre, lo he visto hacer llorar a un hombre adulto.
—Bueno, tal vez hace algunos años. No me entiendas mal, aun es grosero y autoritario, pero tiene una capa de dulzura de la cual carece el señor Hummel.
—Voy a tomar tu palabra respecto a ello—se aclaró la garganta—¿Cómo de cansada estás en este momento?
—No tan cansada, asombrosamente.
—Bien, quise hablar contigo esta noche porque necesitaba saber si quisieras intentar algo nuevo en nuestra relación.
—Claro—me subí a la cama—¿Qué es?
—Sexo telefónico—su voz se volvió grave—¿Alguna vez has hecho eso antes?
Contuve la risa y rápidamente me quité la camiseta, arrojándola al suelo.
—Sí.
—¿Quisieras hacerlo conmigo?¿Como en este momento?
—Sí—agarré mi vibrador de una caja y me metí debajo de las sábanas, contenta de que ya no tuviera que pensar en Santana para tener un orgasmo—Sí, me gustaría mucho.
—Bien—dijo—Bueno…
Silencio.
—Bueno, ¿Qué? ¿Artie, estas ahí?
—Lo siento, me estaba quitando los pantalones cortos—titubeó—Así que, ¿qué llevas puesto?
—Nada, estoy desnuda.
—¿Estas desnuda, Brittany?—sonaba como si no me creyera—¿Estás segura de que has tenido sexo telefónico antes? Esta es la parte en la que se supone que me dices que tienes lencería puesta. Trabaja conmigo, por favor.
—Está bien, estoy usando una tanga negroa y…
—No, negro no. No me gusta el negro. Intenta con azul, azul marino.
—Está bien, es una tanga azul marino y un sostén azul.
—Sí, eso me gusta más. Ahora, quítate el tanga con una mano.[/i}
Me quedé ahí sin hacer nada, sin estar segura de si debía encender mi vibrador o no.
[i]—Ahora, imagíname—gruñó—, Imagíname empalándote con mi polla, tan profundo en tu interior, tan profundo.
Suspiré.
—¿Puedes visualizarlo?—su voz se volvió ronca—Necesito que lo visualices y toca tu vagina.
—¿Qué?
—Tu vagina. Tócala.
Me levante y me puse unos pantalones de pijama.
—¿Estás tocándola, nena?
—Ohhh sí—tiré un suéter sobre mi cabeza—Estás siendo muy bueno.
—Voy a acariciarte abajo muy bien con mi lengua, nena. Luego voy a embestirte con mi polla una y otra vez, sin detenerme ni siquiera si dices que no. No puedes decir que no.
Agarré una hoja de papel y la arrugue junto al teléfono.
—Ya no puedo escucharte, Artie la recepción en mi cuarto está fallando—colgué en medio de sus jadeos y me desplacé a través de mis correos antiguos, dándome por vencida y leyendo los viejos mensajes de Santana, la única persona que me ha hecho venirme con palabras.
Sin importar si la odiaba o no, necesitaba venirme y sabía que esta era la única manera.
Tenía diez copias de ella, dos de ellas estaban enmarcadas, siete eran para tener inspiración cuando me sintiera deprimida y una fue para mis padres.
(Simplemente no tuve ni el tiempo ni la energía para redactar una carta de “jodidamente te lo dije” para enviarla con ella).
Miré el reloj en mi pared y revisé mi teléfono, tratando de suprimir las mariposas que volaban por mi estómago.
El chico con el que salía ahora, Artie, un compañero de baile en la compañía, se suponía que me llamaría por algo importante de lo que quería hablar.
Desde que lo conocí, había hecho su mejor intento por enamorarme, llevándome a citas entre ensayos, uniéndose a mí cuando bailaba en azoteas y en frías bancas de parques. Era amable, dulce, gracioso y el perfecto ejemplo de lo que significaba ser caballeroso.
Era como el chico lindo en las películas del Viejo Hollywood, del tipo que sostienen tu mano sin ninguna razón aparente, del tipo que te acompaña hasta tu puerta y espera a que estés totalmente dentro antes de irse. Era del tipo que te besa suave y tiernamente, susurrando que le gustan tus labios, pero sin llevar las cosas más lejos.
En otras palabras, no era nada parecido a Santana.
Nada parecido.
Y no lo digo por ser de distinto sexo.
Aunque sus besos nunca me dejaban jadeando y húmeda, y sus caricias nunca ponían mis nervios en llamas, nunca me hizo sentir como una mierda.
Mi teléfono vibró y miré la pantalla.
Artie.
—¿Recibiste las rosas que te envié hoy?
Sonreí, mirando hacia los brotes rojos y blancos sobre mi chimenea.
—Sí—envié un mensaje de vuelta—Muchas gracias. Las amo.
—También coloqué algo más en el jarrón para ti, deberías usarlo para relajarte esta noche. Voy a llamarte cuando salga del ensayo.
—Lo espero con ansias—añadí una carita feliz al final de mi mensaje y caminé hacia el jarrón, levantando las flores por el tallo.
Había un gran paquete de perlas para el baño y pétalos de rosas con una nota escrita a mano atravesando el frente.
La próxima vez que tomes un baño… piensa en mí…—Artie.
Mi corazón revoloteó y no pude evitar el querer seguir inmediatamente su idea.
Me quité la ropa y me dirigí al baño, lanzando las perlas debajo del torrente de agua.
Mientras me soltaba el cabello, subí el volumen del timbre de mi teléfono al máximo y antes de dejarlo, noté un nuevo correo electrónico.
Santana.
Mi corazón casi se salió de mi pecho.
Como siempre lo hacía cuando uno de sus esporádicos correos o llamadas adornaban mi pantalla.
Todo en mí me decía que no debía abrirlo, que continuara ignorándola y la dejara sentir lo sola y poco apreciada que me sentí hace meses, pero no pude evitarlo.
Asunto: Thoreau & Alyssa.
Alguna vez dijiste que extrañabas cuando éramos Thoreau y Alyssa porque supuestamente te trataba mejor. No creo que te haya tratado diferente. Solo tenía muchas ganas de follarte. Pero cuando nos conocimos en persona, desafortunadamente quise follarte mucho más.
Personalmente nos prefiero como “ Santana y Brittany” porque en una noche como esta, cuando preferiría follarte contra mi balcón hasta que te vinieras, por lo menos puedo visualizar cómo se siente tu coño y ya no tener que imaginármelo.
Contesta el teléfono…—Santana.
Sacudí la cabeza y dejé el teléfono, borrando mentalmente ese mensaje y entrando a la bañera.
Me recosté y dejé que el agua llegara hasta mi pecho, exhalando cuando calentó mi piel.
Se hacía cada vez más fácil evitar pensar en Santana ahora que hablaba con Artie, pero era difícil tratar de forzarme a olvidar.
Aun pensaba en ella entrada la noche cuando me encontraba en mi cama, muchas veces deseando que estuviera dentro y junto a mí.
Sin embargo, no iba a volver a ella y sus estúpidas costumbres y nunca le permitiría volver conmigo.
Nunca.
Me lavé hasta quedar limpia con una esponja suave, haciendo mi mejor esfuerzo para ignorar el pulso intenso entre mis piernas que siempre venía cuando pensaba en Santana.
Llené una vasija con agua y la vertí sobre mi cabeza, incapaz de dejar de pensar en Santana lavando mi cabello en la bañera, diciéndome que me colocase debajo del torrente de agua y me agarrase a la pared mientras me sujeta de la cintura y me follaba por detrás.
Mis dedos hicieron su camino hacia mi clítoris mientras la recordaba inclinándose sobre mí encima del tocador de su baño, diciendo:
—Necesito que jodidamente me tomes—mientras palmeaba mis pechos y hacia su camino hacia abajo besando mi columna.
Froté mi clítoris en círculos, cerrando los ojos mientras visualizaba sus labios sobre los míos, gimiendo mientras se hinchaba con cada caricia.
—Ahhhh—sentí que mis pezones se endurecían mientras el agua se enfriaba y estaba cerca, tan cerca de venirme, pero mi teléfono sonó.
¿Santana?
Inmediatamente me levanté y me envolví en una bata, corriendo a responder, diciéndome que podía tomar su llamada “solo esta vez”.
—¿Hola?—sostuve el teléfono contra mi oído sin mirar la pantalla.
—¿Brittany?
Era Artie.
—Hola—suspiré, tratando de enmascaras mi descontento—¿Cómo estás?
—¿Es un mal momento? Suenas un poco molesta.
—No estoy molesta. Solo estaba saliendo de la bañera.
—Oh, muy bien—dijo—¿Usaste el kit de relajación que te compré?
—Lo hice.
—¿También pensaste en mí?
—Si—mentí, sintiéndome un poco culpable—¿Cómo estuvo el ensayo?
Caminé hasta mi vestidor y me puse una camiseta, escuchándolo relatar las muchas maneras en las que en señor Hummel era el diablo personificado.
—Es peor que el señor Smythe—me recogí el cabello en una cola de caballo.
—¿Peor que Sebastián Smythe?—se rio—No te creo. He visto el documental de ese hombre, lo he visto hacer llorar a un hombre adulto.
—Bueno, tal vez hace algunos años. No me entiendas mal, aun es grosero y autoritario, pero tiene una capa de dulzura de la cual carece el señor Hummel.
—Voy a tomar tu palabra respecto a ello—se aclaró la garganta—¿Cómo de cansada estás en este momento?
—No tan cansada, asombrosamente.
—Bien, quise hablar contigo esta noche porque necesitaba saber si quisieras intentar algo nuevo en nuestra relación.
—Claro—me subí a la cama—¿Qué es?
—Sexo telefónico—su voz se volvió grave—¿Alguna vez has hecho eso antes?
Contuve la risa y rápidamente me quité la camiseta, arrojándola al suelo.
—Sí.
—¿Quisieras hacerlo conmigo?¿Como en este momento?
—Sí—agarré mi vibrador de una caja y me metí debajo de las sábanas, contenta de que ya no tuviera que pensar en Santana para tener un orgasmo—Sí, me gustaría mucho.
—Bien—dijo—Bueno…
Silencio.
—Bueno, ¿Qué? ¿Artie, estas ahí?
—Lo siento, me estaba quitando los pantalones cortos—titubeó—Así que, ¿qué llevas puesto?
—Nada, estoy desnuda.
—¿Estas desnuda, Brittany?—sonaba como si no me creyera—¿Estás segura de que has tenido sexo telefónico antes? Esta es la parte en la que se supone que me dices que tienes lencería puesta. Trabaja conmigo, por favor.
—Está bien, estoy usando una tanga negroa y…
—No, negro no. No me gusta el negro. Intenta con azul, azul marino.
—Está bien, es una tanga azul marino y un sostén azul.
—Sí, eso me gusta más. Ahora, quítate el tanga con una mano.[/i}
Me quedé ahí sin hacer nada, sin estar segura de si debía encender mi vibrador o no.
[i]—Ahora, imagíname—gruñó—, Imagíname empalándote con mi polla, tan profundo en tu interior, tan profundo.
Suspiré.
—¿Puedes visualizarlo?—su voz se volvió ronca—Necesito que lo visualices y toca tu vagina.
—¿Qué?
—Tu vagina. Tócala.
Me levante y me puse unos pantalones de pijama.
—¿Estás tocándola, nena?
—Ohhh sí—tiré un suéter sobre mi cabeza—Estás siendo muy bueno.
—Voy a acariciarte abajo muy bien con mi lengua, nena. Luego voy a embestirte con mi polla una y otra vez, sin detenerme ni siquiera si dices que no. No puedes decir que no.
Agarré una hoja de papel y la arrugue junto al teléfono.
—Ya no puedo escucharte, Artie la recepción en mi cuarto está fallando—colgué en medio de sus jadeos y me desplacé a través de mis correos antiguos, dándome por vencida y leyendo los viejos mensajes de Santana, la única persona que me ha hecho venirme con palabras.
Sin importar si la odiaba o no, necesitaba venirme y sabía que esta era la única manera.
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Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Epílogo
Pues vaya que ahora si le toco sufrir a San, pero al final ella fue la que orilló a Britt a irse de su lado, porque ella le estaba dando todo y no recibía nada a cambio.
Y Britt medio avanzando con Artie, que es totalmente lo contrario a San, lo bueno es que aun tiene los mensajes de ella sino pobre no se que haría jajaja.
Y San ira a N.Y..... Reencuentro ¿?
Y Britt medio avanzando con Artie, que es totalmente lo contrario a San, lo bueno es que aun tiene los mensajes de ella sino pobre no se que haría jajaja.
Y San ira a N.Y..... Reencuentro ¿?
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Epílogo
Que se joda San...... insisto!!!!
Todavía no tengo claro lo del pasado de San o Blanca o como se llame!!!
Saludos
Todavía no tengo claro lo del pasado de San o Blanca o como se llame!!!
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Razonable III (Adaptada) Epílogo
Estoy aburrida de la actitud de Santana, espero que algo cambie con este viaje y se despejen esas dudas sobre blanca y en cuanto a Artie, ni sueños eroticos provoca de lo soso que es!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
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