[Resuelto]FanFic Brittana: Por Qué (Adaptada) Epílogo

Capitulo 5

El aire de la noche todavía está frío.

A pesar de que nuestro clima súper corto de primavera había casi desaparecido, las noches aún no comenzaban a calentarse. Tomé una profunda bocanada purificadora de aire marino y caminé en la arena blanca deseando no haberme puesto botas.

Podría habérmelas sacado con facilidad y sentir la arena entre los dedos de mis pies.

Mi teléfono sonó en mi bolso y lo saqué.

Era Sam.

—Hola—dije, sosteniendo el teléfono entre mi oreja y hombro, mientras caminaba por la playa hacia el apartamento.

—¿Dónde estás?

Imaginé que esta sería su pregunta.

Conociendo a Sam, se hallaba en medio de sexo y se dio cuenta de que no sabía dónde me encontraba esta noche y cogió el teléfono para llamarme a medio empuje.

Repugnante, mala imagen mental.

—Estoy fuera de Live Bay en la playa, tomando un poco de aire fresco. Jackdown está tocando esta noche.

—¿Quién está contigo?

—Bueno, estaba con Puck, pero se fue con una chica y Santana dijo que me llevaría a casa.

—¿Dónde está Santana?

—Dentro, bailando con una chica.

Se produjo una pausa.

—¿Estás lista para irte?

Lo estaba, pero no quería decirle a Sam que tenía que dejar a su cita y correr a mi lado.

Tenía un complejo de héroe cuando se trataba de mí.

A menudo me preguntaba si era porque nadie nos salvó cuando éramos niños. Porque nadie salvó a su mamá cuando su padrastro la golpeaba. No era más que un niño, pero sabía que se culpaba por no detenerlo.

—Estoy bien.

—No, no lo estás Britt. Lo oigo en tu voz. Algo está mal. Estaré ahí en cinco minutos.

—Sam, no…

Pero ya había colgado.

Oh, bueno.

Sin duda, la chica lo dejaría regresar.

Siempre lo hacían, lo que me desconcertaba.

Si un hombre se escapará para ir a ayudar a otra chica mientras permanecíamos en una cita, no lo dejaría solo regresar y saltar en mi cama.

Pero entonces no tendría sexo casual con un hombre extraño tampoco. Así que este era un punto discutible.


De vuelta en la calle, miré a las luces de Live Bay y me imaginé llamando y diciéndole a Santana que me iba en vez de entrar. Además de las miradas de la bomba rubia en sus brazos, probablemente no se daría cuenta de que me había ido por un tiempo.




Santana


Por fin logré soltarme de Dani.

Quería bailar con Brittany.

La observé brevemente cuando llegué y lo único que podía pensar era en estar cerca de ella y tocarla mientras se movía así.

Dani llegó y me retrasó.

Artie se sentó a la mesa con Kitty y Marley. Reían y hablaban, pero Brittany no se encontraba con ellas.

Miré hacia el bar, pero no pude ver entre la multitud de personas.

—¿Dónde está Brittany?

—¿Qué? ¿No hay amor para mí primero?—se burló Kitty mientras me sonreía.

Me volví hacia Artie. Se recostaba en su silla con una cerveza de cuello largo en sus manos mientras me miraba.

—¿Dónde está Brittany?—le pregunté específicamente esta vez.

Movió la barra de metal en su labio inferior e inclinó la cabeza hacia la puerta.

—Fue a tomar un poco de aire hace un rato.

Oh, no.

—¿Hace cuánto tiempo?

Artie parecía estar disfrutando de mi frustración. Puso un estúpido cigarrillo en sus labios y le dio una larga calada y luego se encogió de hombros:

—Desde que te fuiste con Dani.

Me giré para salir cuando mi teléfono sonó.

Esperaba que no fuera Bree con otra crisis relativa a mamá en este momento.

Eso era lo último que necesitaba.

Había estado haciendo algunos avances con Brittany. Hasta que Dani tuvo que arrastrarme a la pista de baile.

—Hola—dije, presionando el teléfono cerca de mi oreja mientras salía fuera.

—Tengo a mi chica. Me la llevo a casa. En caso de que recordarás que eras su transporte y no puedas encontrarla más tarde, quería que lo supieras.

Sam había venido a buscar a Brittany.

¡Diablos!

—¿Por qué? ¿Qué le pasa? ¿Está bien?

Llamó a Sam para que la recogiera y él vino a rescatarla.

¿Dónde había estado yo?

Bailando.

Perfecto.

Simplemente perfecto.

—Estaba cansada y lista para la cama. No quería molestarte a ti y a tu chica. La tengo. Todo está bien. Nos vemos más tarde, morena—la llamada terminó.

¿Mi chica?

Dani no era mi chica.

Quiero decir, salí un poco con ella en el pasado. Era la prima caliente de Kitty, pero nunca nada serio.

Me paré en el estacionamiento mirando los autos.

La había jodido.

Brittany tenía todo tipo de paredes construidas a su alrededor.

Quería deshacerme de ellas.

Quería que confiará en mí y me dejara entrar, pero la abandoné y se fue corriendo con Sam.

Hubo interés en sus ojos esta noche.

Lo había visto.

Quería gritar en voz alta el triunfo. Pero Dani se presentó y odiaba que la rechazaran.

Kitty dijo que pasaba por un mal momento ahora mismo. Todo había sido acerca de animar a una vieja amiga.

Nada más.

Pero a Brittany... le había parecido mucho más.

La había dejado.

Sam vino por ella.

¿Quién hubiera pensado que competir con Sam para ser el hombre más digno de confianza sería tan difícil?

—¿La encontraste?—preguntó Marley, cuando regresé a la mesa.

Necesitaba otra copa.

Esta vez dejé la Coca, sólo necesitaba whisky.

—Sam la llevó.

Artie se rió y le lancé una mirada de advertencia. No necesitaba oírlo de él en este momento.

Siempre veía demasiado.

Esta noche, quería que se guardara sus opiniones.

—Awww, diablos. Finn quería volver a verla después de este juego.

Cambié mi mirada furiosa hacia Marley que me sonreía como si conociera un secreto muy gracioso.

—Oye, López no mires a mi mujer así. Guarda tus gruñidos furiosos para alguien más—la advertencia de Kitty no era una broma.

Hablaba en serio.

Me pasé la mano por el pelo y gruñí mirando hacia la puerta, deseando desesperadamente salir.

—Ella te tiene toda embobada. Ya era malditamente hora. Rachel Berry te hizo una idiota. Me alegro de verte loca por otra chica—no había ninguna razón para negar la observación de Artie.

Estos eran mis mejores amigos.

Me conocían mejor que nadie y mentirles no tenía sentido.

—¿Por qué demonios corre hacia él todo el tiempo? ¡No lo entiendo!

Marley dejó su bebida y se inclinó hacia adelante mirándome directamente.

—Porque él es su refugio cuando mete la pata, considerando de quien estamos hablando. Sam se preocupa por una cosa en este mundo y esa es Britt. Ha estado luchando sus batallas y arreglando sus problemas desde que eran niños. Todos vivíamos en la misma calle. Recuerdo verlos. Siempre me fascinó cómo el chico malo Sam Evans actuaba como un enfermo enamorado adolescente cuando se trataba de ella. Ella caía, él corría. La quieres, entonces buena suerte. Porque cada vez que no estés ahí para recogerla te puedo asegurar que Sam lo estará. Ella sabe que lo puede llamar. Sabe que no importa, porque él la amará. Es difícil competir contra el amor incondicional.

Estiré la mano y tomé un largo trago de la cerveza de Artie.

Marley tenía razón.

¿Cómo podía competir con eso?

Y, ¿quería hacerlo?




Brittany


Sam cerró la puerta detrás de nosotros y tiró las llaves en la mesa.

—Conseguí más de tus Jarritos hoy, ve a buscar uno mientras me doy una ducha.

Sam era un paranoico respecto al olor de perfume, sexo y whiskey que siempre quedaba en él después de sus citas.

Quería decirle que no se preocupara por eso, que estaba bien, pero quería tiempo a solas.

Asentí y caminé a la nevera.

Sam beso mi frente en su camino al baño.

—Me restregaré bien, te lo prometo—dijo, mientras cerraba la puerta.

Me reí suavemente y comencé a caminar hacia su habitación cuando el sofá captó mi atención.

Recuerdos sobre acurrucarme contra Santana y despertar en su regazo me atraparon y me dirigí al sofá en su lugar.

Me gustaba aquí.

Se sentó ahí cuatro horas dejándome dormir en su regazo. Nadie, además de Sam había hecho algo así por mí.

Sonriendo tomé un sorbo de mi bebida.

Era un buen tipo, un tipo sexy y divertido con el que podía fantasear.

Mis mejillas se sonrojaron con el pensamiento de que Artie le hubiera dicho a Santana lo que sospechaba, y sospechaba correctamente.

Estaba celosa, me gustaba Santana más de lo que debería, pero que Santana supiera lo hacía vergonzoso.

Mi teléfono sonó alertándome de un mensaje de texto.

Era de Marley.

¿Llegaste bien a casa?

Rápidamente escribí.

Sí, gracias =)


Te perdiste—contestó.

Perdida, ¿para quién?

¿Santana?

O solo para ella, seguramente Artie no le había dicho nada sobre las palabras no pronunciadas cuando me fui.

Dios, esperaba que no.

Metí el teléfono dentro mi bolsillo trasero y me levanté. La ducha se detuvo y quería tomar una también. El humo del cigarro de Artie se había pegado a mi ropa y cabello.

Estaba cansada y lista para dejar esta noche atrás.



Desperté antes que todos y recogí la ropa sucia de Sam y mía, y me encaminé a la lavandería bajando las escaleras para empezar.

Sam se había deslizado en la cama junto a mí anoche, y nos dormimos sin decir nada, no se levantó o se fue en toda la noche lo que significaba que tenía una razón para estar descansando.

Debía ser un día de juego y su uniforme estaba sucio igual que mi ropa y la mayoría de sus vaqueros.

Añadí cloro al agua y puse en la maquina solo su sucio uniforme. Afortunadamente había tres lavadoras y secadoras aquí y todas se hallaban vacías.

Muchos de los departamentos tenían sus propias maquinas así que raramente venía y encontraba a alguien más usándolas, lo que hacía que todo fuera más rápido.

Una vez que llene todas las máquinas y las puse a lavar, mi teléfono sonó. Lo saqué de mi bolsillo y vi que era Alison. Nunca me llamaba y cuando lo hacía no era para nada bueno.

—Hola.

—¿Dónde estás?

—En lo de Sam.

—Lo imagine. Escucha, necesito una niñera para esta noche, tengo una cita, Emily está preguntando por ti. Si la cuidas puedes quedarte esta noche, probablemente no vuelva hasta en la mañana de todas formas.

—Tengo trabajo, Alison.

—Mierda, bien, si tengo que pagar por una niñera, entonces no vengas aquí esta semana.

—No lo había planeado.

—¿Finalmente te enredaste con Sam? Eres igual que mamá.

—No, Alison, ¡tú! eres igual que mamá. Yo sigo siendo virgen y tú tienes un hijo y sin marido, saca la cuenta hermana.

—Como sea, adiós.—terminó la llamada.

Me sentí enferma del estómago pensando en Emily sola con alguna niñera.

No hubo mención de a quién iba a escoger. Marqué su número de regreso.

—¿Qué?

—Después del trabajo voy a ir y cuidarla toda la noche, no consigas una niñera para la noche.

Hubo una breve pausa.

—De acuerdo, está bien ¿A qué hora le digo a la niñera que estarás aquí?

—Trabajo doble turno, pero conseguiré a alguien con quien turno así que me iré a las once, dile que estaré ahí a las once y media. Puede que tenga que caminar.

—De acuerdo—y colgó de nuevo.

Si no fuera por mi sobrina, dudo si quiera que le hablara a mi hermana. No había amor entre nosotras y no sabía porque.

Cuando era pequeña me esforzaba por ganar su aprobación, pero nada de lo que hacía la complació, era como si mi nacimiento le hubiese arruinado la vida.

A quien engañaba.

Mi mamá actuaba de la misma manera, mi nacimiento no había sido causa de celebración para nadie en mi familia. Algunos días me imaginé subiendo a un autobús y dejando esta ciudad atrás.

Los recuerdos no eran buenos, al menos no todos lo eran, mi vida podría caber en una sola maleta.

La única persona que me extrañaría sería Sam y también Emily hasta que se olvidara de mi completa existencia. La sola idea de empezar de nuevo en algún lugar era tentadora.

Eventualmente, Sam vería la sabiduría detrás de mi ida. Él sería libre de su necesidad de protegerme. Podría hacer nuevos amigos, encontrar un trabajo decente y terminar mi educación.

—¿Pensamientos profundos?—la voz de Santana me sorprendió y levanté la mirada del piso para mirar hacia sus soñolientos ojos oscuros.

—Oye, ¿qué haces aquí tan temprano?

Se encogió de hombros y se sentó en una canasta de ropa sucia en el suelo.

—Bueno, pensé en lavar mi ropa antes de preparar el desayuno, pero parece que todas las máquinas están ocupadas—su tono era burlón.

—Ups, lo siento por eso. No pensé que nadie las necesitaría tan temprano.

—Eso fue lo que pensé también.

Dejé salir una pequeña risa y empecé a jugar con mis pulgares, mis manos echas puño nerviosamente en mi regazo.

¿Sabía que salí corriendo como una idiota celosa anoche?

—Así que, me dejaste ayer—su tono no me dijo nada.

Metí el cabello que actuaba como pared entre nosotros detrás de mi oreja.

—Umm, sí, lo siento. Estaba cansada y necesitaba un poco de aire.

No respondió inmediatamente y rezaba porque mi respiración fuera normal, porque mi corazón hacia esta cosita de golpeteo extraño.

—Te hubiera llevado a casa si hubiese sabido que te querías ir.

Porque era una de las personas buenas.

—Te divertías. Tus amigos obviamente te extrañaban, no quería arruinar tu noche. Sam venía en camino así que funcionó bien.

Una pequeña mueca apareció en sus labios, y regresé la mirada a la pequeña grieta que había observaba antes de que llegara.

—Disfrutaba tu compañía también, te busqué por todos lados para llevarte a casa.

De acuerdo, el pequeño golpeteo que mi corazón era ahora como un remolino.

¿Había insinuado Santana López que estaba enojada por no traerme a casa?

—Oh—respondí.

¿Qué más podía decir?

La primera lavadora se detuvo y me lancé a eso para mantenerme ocupada, poniendo todo en la secadora.

—Lavadora desocupada—anuncié sonriéndole.

Se paró y en lugar de esperar a que me saliera de su camino, me arrinconó contra la lavadora y puso su cesto en la lavadora cerca de esa. Moví la mirada para decirle “Disculpa”, pero la mirada caliente en sus ojos oscuros me detuvo y un gemido se escapó de mi boca.

—No creo que me estés entendiendo, Britt—había bajado su voz y el efecto se sintió por todo mi cuerpo—Solo me interesaba una persona en el bar anoche, fui solo para ver a una persona—colocó un mechón de mi cabello en mi oreja mientras la acariciaba hasta trazar la línea de mi mandíbula—Estaba ahí por ti—el susurro ronco en su voz me hizo difícil respirar, en su lugar hice pequeños jadeos.

—Oh —susurré.

Sonrió y movió su cabeza hasta que sus labios rozaban los míos.

—¡Oh! Um, yo, lamento interrumpir—la sorprendida voz femenina rompió el hechizo y Santana cerró los ojos con fuerza y maldijo entre dientes.

Se enderezo y giró para enfrentar a quien sea que había entrado en la habitación.

No podía ver sobre sus hombros y la manera en la que me mantenía en la esquina me dio la impresión que no quería que el intruso me viera, o al menos no mi cara.

—¿Rachel?—pude escuchar la sorpresa y confusión en su voz.

—Uh, Santana, lo siento tanto. Me dirigía a tu departamento y vi la parte trasera de tu cabeza por la ventana y vine. No vi a nadie más.

—No, está bien. ¿Qué estás haciendo aquí?

El cuerpo de Santana se tensó como un arco, algo no se encontraba bien aquí.

¿Quién era Rachel?


—Es Bree, se quedó en mi casa anoche. La lleve a su casa esta mañana y tu mamá estaba bueno… como sea, ella está afuera en la Hummer y está molesta, no sabía que más hacer—el sonido de la voz musical de la chica no ayudaba a mi imaginación.

Tenía un extraño efecto en Santana.

—Tranquila, hiciste lo correcto. Ya voy.

Escuché el sonido de la puerta cerrándose y Santana dejó salir un suspiro aliviado.

—Tengo que ir a ver como esta.

—Claro que sí—me moví alrededor de ella y fui a la otra lavadora que se había detenido para vaciarla.

Me miró como si quisiera decir algo más pero en lugar de eso negó con su cabeza y dejó la habitación con su ropa sucia olvidada.

Puse mis otras dos cargas en la secadora y luego puse una carga de su ropa oscura en la lavadora.

De pie y sin Santana, la lavandería de pronto se sintió fría y solitaria.

Casi me besó.

Había venido a verme anoche, pero entonces Rachel apareció.

Ella le afectó.

¿Por qué?

Dani, Rachel... había muchas chicas en su vida, al igual que en la de Sam.

Negué con la cabeza y despejé mis pensamientos, necesitaba terminar y prepararme para ir a trabajar.

Capitulo 6

Rachel giraba un mechón de pelo castaño oscuro alrededor de su dedo.

Lo hacía mucho cuando estaba nerviosa.

—Siento haber entrado así Santana. Me siento como una idiota—comenzó a explicar tan pronto como llegué al Hummer de Quinn Fabray.

—No te preocupes—lo cual no era exactamente cierto.

Rachel entró y me encontró a punto de besar a Brittany, eso me preocupaba un poco.

Rachel me tuvo a sus pies no hace mucho tiempo, así que lo último que esperé cuando me di la vuelta fue verla ahí de pie con el cuerpo caliente de Brittany presionado contra mi espalda.

Pero no lo había hecho.

Nada.

No me pasó nada al verla.

Absolutamente nada.

Sólo ira ante mi papá y el infierno por el que estaba haciendo pasar a mi mamá y mi hermana, sí, había sentido eso.

Preocupación por Bree, sí, había sentido eso.

Pero nada por Rachel.

Mi respuesta inmediata fue proteger a Brittany. No estoy segura de que la protegía, pero no obstante, ese había sido mi objetivo.

Rachel abrió la puerta y Bree estaba acurrucada en la esquina sollozando como una niña pequeña.

Mi corazón se rompió.

Era como si hubiese retrocedido en el tiempo y la hermana pequeña que amaba y protegía, necesitaba que luchara contra los monstruos debajo de su cama.

Pero esta vez el maldito monstruo era nuestro papá.

Nos destrozaba por una puta de veinte años. O cuántos años sea que tenga.

Era joven.

Eso es todo lo que sabía.

—No vino a casa anoche y mamá no quiere salir de su habitación. Está llorando y empacando sus cosas. Está huyendo—un sollozo escapó de sus labios y enterró el rostro entre las manos.

Mi hermanita consentida y dulce no debería tener que lidiar con esta mierda de vida.

Ella había tenido todo lo que quería.

Su vida había sido pastel y helado, hasta ahora.

—Vamos, nena, hablaré con mamá y la tranquilizaré. No va a huir. Lo prometo.

—También puede quedarse conmigo si lo necesita. Ya hemos perdido una hora de clases. Bien, podría ser un día.

Miré a Rachel y asentí.

Eso era probablemente una buena idea. Lo que iba a decirle a mamá probablemente no tenía que ser escuchado por Bree.

—¿Quieres quedarte con Rachel mientras voy a ver a mamá?

Ella asintió lentamente, mirándome con su rostro manchado de lágrimas.

Me incliné hacia el interior y la abracé.

—Todo va a estar bien hermanita. Estoy aquí y no importa qué, voy a arreglar este lío.

—Está bien —murmuró contra mi pecho.

Sabía que le estaba haciendo una promesa que no podría ser capaz de mantener, pero lo dije de todos modos.

—Gracias Rachel—le dije soltando a Bree y dando un paso atrás para que ella pudiera entrar al Hummer.

Quinn suministraba un Hummer y un chofer para Rachel completo con ventanas polarizadas. Desde que el mundo se enteró que Rachel Berry era la novia de Quinn Fabray, ella se había convertido en una celebridad. Los paparazzi realmente venían a Alabama para obtener fotos de ella. La gente la trataba de manera diferente cuando salía en público.

A Quinn no le gustaba estar lejos de ella y la dejaba con muchas cosas que le hacían sentir que estaba a salvo.

El Hummer y el chofer-guardaespaldas eran sólo dos de ellos.

Por qué la chica simplemente no le conseguía un tutor privado y la llevaba con ella estaba más allá de mí.

Algo acerca de no querer quitarle su experiencia de instituto o alguna mierda loca.

Sólo alguien que nunca había pasado por el instituto se sentiría como si estuviera robándole a alguien esa experiencia.

Rachel lo dejaría en un segundo si la ojiverde se lo pedía.

—Me alegro de poder ayudar. Cualquier cosa que necesites de mí, estoy más que dispuesta a ayudar. No me gusta que esto esté pasando. Las lágrimas de Bree están rompiendo mi corazón.

Dulce y amable Rachel.

No esperaba menos.

Una de las razones por la que me enamoré perdidamente de ella después de sólo unos minutos en su presencia el pasado verano. Era hermosa, pero la chica era un amor.

Sin embargo, tenía que admitir que estar aquí hablando con ella y sólo sentir gratitud era muy, muy liberador.

—Eres una amiga increíble Rachel—le dije asintiendo y luego me fui mientras ella subía en el interior junto a mi hermana.

Yo tenía que ir a comprobar a mi mamá.



El Mercedes CLS63 que mi papá le había dado a mi mamá como regalo de aniversario hace cuatro meses seguía en el garaje.

Eso era una buena cosa.

No se había dado a la fuga aún.

Me dirigí hacia el interior de la casa de playa de tres pisos en la que había vivido toda mi vida.

—Mamá —grité mientras me dirigía hacia la escalera que conducía a su habitación.

—Tana—dijo en voz alta seguido de un fuerte gemido.

La niña en mí salió corriendo por las escaleras aterrada de lo que podría encontrar.

Era mi mamá.

No quería que sufriera.

Cuando mi pie tocó el último escalón, salió de su habitación y se arrojó a mis brazos.

—Estás aquí —sollozó.

Le acaricié el pelo suavemente, esperando calmarla.

¿Cuántas veces me había sostenido en sus brazos mientras yo lloraba?

Ni siquiera podía comenzar a contar.

Ahora, era yo el que la sostenía.

—No vino a casa anoche—dijo sollozando—, Ni siquiera llamó.

Lo odiaba.

En este momento con mi mamá sollozando lastimosamente en mis brazos, sabía que lo odiaba.

No odiaba sólo lo que estaba haciendo.

Realmente odiaba a mi papá.

—Lo sé. B me lo dijo. Ven conmigo. Déjame buscar una toalla húmeda para limpiarte un poco la cara.

Asintió en mi pecho y relajó el agarre de muerte que había tenido sobre mí.

—Ve a sentarte en el sofá mamá. Te daré un paño frío, entonces podemos hablar de esto y de lo que tenemos que hacer. Está bien—soltó otro sollozo—Estoy aquí, mamá. No te voy a dejar. Voy a arreglar todo. Sólo confía en mí.

Una pequeña sonrisa de alivio mezclada con tristeza tiró de sus labios. Pero el dolor en sus ojos no disminuyó.

Iba a matarlo.

Con mis propias manos.

Iba a matar a mi papá.

Y Dios me ayude si esa puta que trabaja para él se me acerca. Todavía puedo recordar esa sonrisa coqueta que me disparó cuando había ido a su oficina ese día.

Era una gran provocadora.

Y mi papá era un tonto.

Un tonto egoísta.

—Llamé a su celular esta mañana y me respondió. Dijo que estaba en el trabajo y se ocuparía de mí más tarde—soltó una risa ahogada—, Se ocuparía de mí Tana. Como si fuera un problema. Soy su esposa. Su esposa.

Me senté a su lado y utilicé el paño para limpiar su cara repleta de lágrimas.

—Simplemente no lo llames más. Voy a ir a hablar con él. Lo quiero fuera de esta casa de mamá.

Sorbió por la nariz aún sentada mientras yo limpiaba su cara como si fuera una niña.

—¿Crees que debería divorciarme?

—Sí mamá, lo creo. Está durmiendo con otra persona. No te merece. Eres mejor que eso.

Asintió y levantó la mano para agarrar mi muñeca y llevó mi mano hacia su boca y la besó.

—Te amo Santana López. Eres mi buena muchacha. Siempre cuidando de mí y de tu hermana. No eres como tu papá. Lo sabes ¿verdad?

Ahí estaba mi mamá.

Aunque fuera por un breve momento, yo necesitaba un poquito de cariño maternal.

Saber que todavía seguía ahí bajo todo este daño y dolor, alivió un poco mi temor.

—Lo sé—le aseguré, permitiéndole tomar la toalla de mi mano para que pudiera limpiarse la nariz.

—Dios Tana ¿cómo sucedió esto? ¿Cuándo empezó a ir todo mal?—preguntó en un tono derrotado dejando caer las manos en su regazo.

—El minuto en que papá se volvió loco, supongo. Voy a ir a hablar con él. No lo esperes esta noche mamá. Voy a decirle que llevaré su ropa, pero no lo quiero de vuelta en la propiedad.

—Oh, cariño, ¿es eso lo mejor? ¿Y si se da cuenta que esto fue un error? ¿Realmente voy a terminar veinticinco años de matrimonio por esto?

—¡Sí mamá! El hijo de puta te engañó. Está engañándote. Eres mucho mejor que eso. No dejes que gane. No lo hagas.

Odiaba verla así.

Realmente pensaba que papá iba a cambiar de idea y volver a ella. Tal vez lo haría cuando su pequeña novia lo deje, o empiece a sacarlo de quicio.

Pero entonces habría otra como ella en algún lugar esperando para tomar su lugar.

—Mamá, escucha—le supliqué tomando sus manos frías y suaves en las mías—Tienes que divorciarte de él. Toma todo lo que sea posible por la ley. Termina con él. ¿Me escuchas? Está usando su dinero en esa puta. Toma lo que te debe, y te debe todo mamá.

Ella se enderezó y asintió en acuerdo.

Gracias a Dios había logrado abrirle los ojos.

—Tienes razón, cariño. Tengo que hacerle pagar.

Bien.

Pude ver la venganza parpadeando en sus ojos.

Al menos no era dolor.

Iba a dejar que se sintiera furiosa.

Iba a permitir que lo dejara sin nada.

Esa es la mujer dura que me crió. Me incliné y le di un beso en la mejilla.

—Te quiero, mamá. Vamos a salir de esto. No estás sola. No alejes a B tampoco. Te necesita ahora mismo. Las dos necesitan comer un galón de helado Rock y Road y ver películas juntas. Estamos juntas en esto mamá. No le dejes ganar.

Poniéndose de pie, mamá extendió la mano y me apretó la mía.

—Tienes razón. Soy más fuerte que esto. Mis niñas necesitan a su mamá. Siempre y cuando te tenga a ti apoyándome, puedo hacer esto Tana.

—Bueno, me tienes. Ahora, por qué no te sacas tu pijama y vas a hacerme el desayuno porque me muero de hambre.

Oír su risa era música para mis oídos.



Brittany


Era temporada de vacaciones así que los turistas habían inundado Sea Brezee.

Lo que era una cosa buena porque las propinas estuvieron al doble de lo normal. Ya había hecho doscientos dólares y vinieron principalmente de la multitud del almuerzo.

La multitud de la tarde ya estaba empezando a llegar.

En las noches cuando el bar al lado de Live Bay tiene una banda relativamente conocida el restaurant sufre un poco.

Las familias en busca de una buena comida del mar se van al ver el estacionamiento lleno.

Ellos no se dan cuenta que es por el bar de al lado.

Esta noche de todas formas los inquilinos estuvieron fuera del bar así que el restaurante estaba esperando por turistas.

—Britt, ¿podrías tomar cuatro pedidos en la sección C por Becky? Ella dice que no puede manejar nada más en su sección. Esos doce pedidos están consumiéndola.

Asentí con la cabeza a Mercedes, la anfitriona de la tarde y fui a recoger algunas aguas y un plato de limones antes de dirigirme a su mesa.

—¿Oye, aun sigues buscando a alguien que cierre por ti?—me preguntó mientras me daba la vuelta para caminar lejos.

Regresé la vista hacia ella.

—Sí.

Apuntó a Kurt, un mesero que sabía que ella había atrapado llegando tarde. Debería quererlo para trabajar con ella esta noche. Dándole una conocedora sonrisa me dirigí a interceptar a Kurt en su camino a la cocina.

—Oye, ¿quieres cerrar esta noche? Tengo que cuidar a mi sobrina y necesito alguien que cierre por mí.

Kurt miró sobre su hombro en dirección de Mercedes. Aparentemente él estaba buscándola por su aprobación después de mi pregunta. Su cabeza regresó a mí y sonrió.

—Seguro. No hay problema—su obvio entusiasmo me hizo reprimir una risa.

No había duda de que él estaba planeando en estos momentos su noche a solas con Mercedes en el gran y vacio restaurant.

—Oye, ¿no es ese el cantante de Jackdown?—Kurt peguntó.

Miré por encima y efectivamente, sentados en la sección C estaban Finn, Marley, Kitty y Blaine.

—Síp y el bajista también.

—Cambia conmigo por favor— Kurt rogó.

Miré por encima de la mesa y Marley saludó. No podría hacerle eso a ella.

—Me gustaría Kurt, pero Marley y Kitty son mis amigos. No puedo.

Los ojos de Kurt se ampliaron.

—¿Conoces a Blaine entonces?

—Sí.

—Bueno, ¿podrías al menos presentarme? He estado esperando para hacer una audición para Jackdown por siempre pero ellos nunca están en busca de alguien nuevo… y se que Blaine es de los míos y me gusta mucho

Él estaba ayudándome a salir temprano esta noche así que realmente le debía eso. Aun cuando él no podía esperar para probar suerte atrás en el almacén con Mercedes.

—Seguro, espera a después que haya tomado sus órdenes y te presentaré.
Trayendo una bandeja llena de agua, me dirigí a mi nueva mesa.

—Oye chica, odio que te hayas ido temprano la otra noche. Te perdiste la última canción. Finn la escribió y fue increíble —dijo Marley sonriéndome.

—Lo siento. Pero una vez que estuve fuera en el aire limpio no me atreví a volver a esa multitud—por no mencionar que no quería ver a Santana bailando con Dani.

—Rompiste mi corazón. Estaba mirando alrededor al final de mi set así podía venir a encontrarte. Esas botas y la minifalda eran calientes Britt, estabas matándome.

—¿Ella estaba en una minifalda y botas? ¿Cómo exactamente me perdí eso?—Blaine preguntó mirando de mí a Finn.

Yo reí y saqué mi libreta de órdenes.

—¿Qué les puedo traer de beber? —pregunté, cambiando de tema.

—Cerveza de barril — Kitty contestó.

—Coca de dieta.

—Una bebida Miller Light.

—Té dulce.

Yo aún no tenía veintiuno por lo que no podía servir alcohol. Está podría ser la razón perfecta para traer a Kurt a la mesa.

—Traeré a Kurt para servirles a todos ustedes su cerveza dado que no soy lo suficiente mayor para hacerlo. Pero estén preparados él es un gran fan de Jackdown y realmente quería conocerlos.

Finn se inclinó hacia adelante y mordió su labio inferior mientras comenzaba a recorrerme con la mirada. Él realmente pensaba que su atractivo sexual funcionaba con todos.

—¿A qué hora termina tu turno Britt?—me preguntó en una voz ronca.

—Oh mierda, él está usando su voz de “fóllame” en ella. Corre Britt antes que él empiece con el parpadeo deslumbrante—advirtió Blaine, después le dio a Finn un puñetazo amistoso en el brazo cuando todos en la mesa comenzaron a reír.

—Iré a conseguir las otras bebidas—les dije sonriendo mientras regresaba a la cocina.

Kurt estaba en la fuente de sodas puliendo dos vasos.

—Está bien, necesito una cerveza de barril y un Miller entregados en la mesa. Disfruta.

—Increíble Britt, gracias—Kurt salió corriendo dejando los refrescos atrás.


El coqueteo de Finn procedió durante toda la comida pero yo sabía manejar a los clientes coquetos así que no me molestó.

Cuando supe que estaban llegando al final de su comida imprimí su cuenta y empecé a hacer mi camino hacía ellos. Pero antes de que pudiera dar otro paso la puerta principal se abrió y me detuve.

El pequeño jadeo audible que se me escapó afortunadamente fue lo suficientemente bajo para que nadie que estuviera cerca lo escuchara.

Caminando por la puerta estaba la muy hermosa y muy determinada Santana López.

Su negro cabello era lo suficientemente largo para necesitar de mucho peinado y aunque lo empujó fuera llevaba el estilo de salido de la cama con facilidad, esta noche su cabello había estado recibiendo atención.

Los negros rubios largos estaban perfectamente en su lugar. Los vaqueros le colgaban bajos en las caderas abrazando los lugares correctos y la camisa polo que tenía hacia que sus ojos se destacaran aun más debajo de sus pesadas pestañas.

Asintió en dirección de Mercedes pero mantuvo sus ojos en mí mientras se dirigía directamente a donde estaba congelada en mi lugar.

—Escuché que necesitabas un paseo esta noche—dijo con una expresión de satisfacción en el rostro.

—Lo necesito, um, pero ¿cómo lo supiste?

El brillo en sus ojos me hacía sentir caliente por todas partes.

—Tengo mis fuentes. No te quería caminando o siendo abandonada así que pensé venir a tomar una bebida y esperar hasta que estés lista para irte.

Yo había planeado caminar donde mi hermana. Sam tenía un juego esta noche y yo no había querido preguntarle a él para pedirle prestado su coche.

—Bueno, está bien, eh, gracias. Kitty está ahí—dije tratando de procesar el hecho de que Santana había aparecido para llevarme con mi hermana después del trabajo como si eso fuera una conducta normal.

Siguió mi mirada.

—Ya veo. Iré a decirles hola. Tomate tu tiempo. No tengo ningún lugar en el que estar. Tengo toda la noche.

Con una última mirada directa hacia mí, se giró y caminó a la mesa a la que había estado sirviendo antes de que llegara.

¿Cómo demonios pudo saber que necesitaba un aventón?

Y además, ¿por qué habría venido a ofrecerlo sin que se lo pidiera?

Sacudiendo mi cabeza en confusión lo seguí a la mesa.

—Santana, morena te perdiste la cena —se burló Kitty.

—Sí, puedo verlo, pero estoy aquí por Britt no por ti.

Finn miró más allá de Santana y centró sus ojos en mí. Sus cejas se levantaron en forma de pregunta al comentario de Santana.

—¿Estás llevando a Britt a algún lugar Santana?—preguntó Finn quitando su mirada de mí y mirando atrás a ver a Santana.

Esto podría ponerse más interesante de lo que era correcto.

Había estado esquivando los avances de Finn por casi un año. El chico no tomaba un “no” por respuesta.

—Sí, ¿tienes un problema con eso?—preguntó Santana empujando hacia arriba su silla y sentándose junto a Blaine.

—Creo que lo tengo. Había estado esperando convencerla de salir conmigo cuando estuviera fuera del trabajo esta noche. Lo que más o menos lo arruina si estás aquí por ella.

Yo no podía quitar la mirada del rostro de Santana para ver como reaccionaria a la explicación de Finn.

Él frunció el ceño y se recostó en la silla.

—No creo que eso sea una buena idea Finn. No eres el tipo de Britt.

—¿Y tú lo eres?

No podía hacerme a mí misma caminar lejos de la mesa. Eso fue tan vergonzoso como fascinante.

—Muy bien chicos, cálmense—los interrumpió Kitty y me hizo un gesto con la mano.

—Voy a pagar por esta comida y Finn tú te irás con nosotros. Britt tiene planeado irse con Santana en la noche. Ustedes dos pueden discutirlo o como sea en otro momento. Ahora mismo quiero irme a casa y pasar algún tiempo con mi chica, sola.

Santana se veía totalmente encantada con todo.

Si ella no fuera tan malditamente linda le recordaría que no soy alguna pieza de propiedad que ganó.

Diablos, ni siquiera habíamos estado en una cita y aquí estaba actuando como si tuviera un derecho sobre mí.

Sus ojos se levantaron y se encontraron con los míos y todas las razones que tenía para discutir con ella se evaporaron.

¿Cómo podía permanecer enfadada con ese rostro?

Capitulo 7

Brittany no comentó mucho en el viaje a casa de su hermana.

No estaba segura si estaría tranquila o cabreada conmigo por el enfrentamiento que había tenido con Finn.

No pretendía salir de los límites.

Sólo pensaren Finn aprovechándose o tratándola como sabía que trataba las mujeres, puso mi piel de gallina. Brittany era muy dulce para alguien como él.

Necesitaba alguien que se encargue de cuidarla.

—Mira, lamento lo que le dije a Finn. No es de mi incumbencia quién sea tu cita. Estuve fuera de lugar.

No es que no lo haría nuevamente si tenía que hacerlo, pero quería verla sonriéndome.

Estará saliendo de mi camioneta en unos pocos minutos y necesitaba el sonido de su risa para mantenerme excitado esta noche.

—Te pasaste de la raya. Pero tenías razón. Finn no es mi tipo. Lo he estado evitando por un tiempo.

Bueno.

Sabía que era un estúpido.

—Entonces, ¿me perdonas?—pregunté mirando por encima de ella.

Una pequeña sonrisa alzó la comisura de sus labios.

—Sí, supongo que sí.

Dejé escapar un dramático suspiro de alivio.

—Caramba, chica me hiciste sudar.

La risa que deseaba oír, llenó el camión.

Mi pecho se amplió y de repente quise dar golpes en él con mi puño. La muchacha me hacía todo una mujer de las cavernas.

—Lamento preocuparte. Sólo estoy cansada esta noche. Ha sido un día largo.

—¿Vas a ser capaz de ir directamente a la cama al llegar ahí?

No me gustaba la idea de dejarla en la casa de su hermana. Me acostumbré a saber que estaría sana y salva en el departamento por la noche.

—Primero voy a tomar una ducha pero entonces, sí, voy a ir derecho a la cama—se removió en su asiento y volvió la cabeza hacia mí—¿Todo bien con tu hermana?

El recuerdo de nuestro casi beso me puso desesperada por estacionar y terminar lo que fue interrumpido esta mañana.

—Está bien. Gracias.

—Bueno.

Esperé a que sacara a colación el beso, pero no lo hizo. En su lugar, estuvimos el resto del camino en silencio.

Cuando apuntó a la pequeña casa de bloques de hormigón, entré en la entrada de coches, deseando que hubiera alguna forma de mantenerla conmigo.

—Aquí es—dijo con un tono adormilado en su voz. Desabrochando su cinturón de seguridad, tomó el asa de la puerta y me miró de regreso—Gracias por el paseo de esta noche. No sé cómo sabías que lo necesitaba, pero agradezco mucho que aparecieras. Me siento exhausta y andar me hubiera succionado.

Escuché a Sam hablando con ella antes por teléfono.

Sabía por el final de su conversación que solicitaba un aventón esta noche, pero que iba a conseguir uno de un compañero de trabajo. Pensé que le mintió a Sam para calmarlo y necesitaba un aventón o tenía un aventón pero cedería y me dejaría llevarla a casa justamente cuando aparecí.

Caramba, había estado bastante decidida cuando entré al restaurante esta noche, que estaría saliendo con Brittany a mi lado.

—Sí, bueno tengo mis maneras. Pero sabes que sería más fácil para mis poderes sobrehumanos si me llamas la próxima vez. De esa forma no usaría mis habilidades de telepatía.

Se rió.

—Vale, voy a hacer eso. No quiero ser la causa de la sobreutilización de tus súper poderes.

—Exacto. Sería increíblemente útil.

Su risa se desvaneció y me sonrió, luego se volvió y salió de la camioneta.

Pensé en caminar juntas hacia la puerta, pero entonces la besaría y de pronto ese primer beso se convertiría en algo increíblemente importante.

No quería que sea fuera de la casa de su hermana.

En un lugar que odia.

Quería que fuese en algún lugar que recordaría con cariño. Así que en su lugar, la observé hasta que estuvo a salvo dentro, entonces retrocedí en mi coche y me dirigí a casa.



Brittany



Cuando pusiera mis manos sobre Alison iba a estrangularla.

No, estrangularla sería demasiado bueno.

Iba a sacar su cabello, pelo por pelo.

No, iba a sacarlo a grandes puñados a la vez.

¿Cómo éramos incluso parientes?

Si no fuera por el hecho de que compartíamos exactamente el mismo color de pelo como el de nuestra mamá, juraría que me cambiaron al nacer.

¿Qué mamá loca no llama o al menos llega a tiempo a casa para su bebé?

¡De verdad!

¿Quién hace eso?

Moví a Emily más arriba de mi cadera y llevé su bolsa de pañales en mi otro brazo. Su asiento para el coche se hallaba en el camino de grava junto a mis pies.

La pequeña necesitaba más cosas que tan sólo ir a cualquiera que sea el lugar que actualmente yo tenía.

Besando su dulce cabeza, la acurruqué cerca de mí.

Me rehusé a dejarla con la señora loca del gato cuando sabía de buena fuente que mi hermana no tenía trabajo hoy.

Sam se detuvo junto a mí antes de saltar fuera del coche y correr para ayudarme con Emily y su bolsa.

—Aquí, voy a abrochar el cinturón de seguridad en su asiento.

Sam se había convertido en un experto en la instalación de asientos de coche desde que Emily nació. Muchas veces había tenido que venir a nuestro rescate.

Se dio la vuelta y tomó a Emily de mis brazos.

—Hola, bebita—le susurró mientras la acunaba en sus brazos.

Amaba a Sam.

La niña era una embaucadora de personas.

Especialmente de personas atractivas.

Bendito su corazón, era igual a su mamá.

Su regordeta mano acarició su mejilla.

—Sammy—anunció en voz alta.

Recientemente había comenzado a llamarlo “Sammy”.

—Sí, Sam tiene su chica. Ahora vamos a ponerte el cinturón de seguridad—una vez segura, él se levantó y me tomó entre sus brazos—Mala mañana—dijo frotando mi espalda.

Simplemente asentí y dejé que me confortara.

Era tan bueno en eso.

—Está bien ahora. Te tengo. Llevaremos a la mocosa al departamento y después nos preocuparemos de localizar a su mamá. Alison está obligada a aparecer en algún momento.

—Sí, pero he perdido clases porque no se presentó a tiempo—me quejé.

—Es una perra egoísta. Sabes que esto no es nada nuevo.

Con un suspiro de derrota me hundí en el asiento del pasajero del mustang negro de Sam y apoyé mi cabeza en el asiento.

Seguía cansada.

Emily se había despertado a las cuatro con dolor de estómago y luego nuevamente a las seis.

Necesitaba dormir más que eso.

Probablemente hubiera sido inútil ir a clase hoy de todas formas. No me sentía segura de poder mantener mis ojos abiertos mientras estuviera escuchando una lectura.

—¿Te mantuvo despierta anoche?

Asentí bostezando.

—Me ofrecería a observarla por ti en el departamento, así dormirías pero no puedo faltar a clase o no podré participar del juego.

—Lo sé. Voy a descansar luego de encontrar a Alison. La buena noticia es que no trabajo esta noche.

Sam encendió la radio y condujimos de regreso al departamento en un confortable silencio.




Santana


Había estado despierta desde que oí a Sam irse.

Era demasiado pronto para que esté levantado, en especial desde que anoche llegó bastante tarde.

Así que sólo significaba una cosa.

Brittany lo había llamado. Luego de anoche, esperaba que me llamara a mí la próxima vez.

Al parecer no.


Acababa de hacer otra jarra de café cuando la puerta se abrió. Sam entró, una niña con rizos negros cortos rebotando alrededor de su cabeza se hallaba en sus brazos.

Grandes ojos marrones oscuros brillantes y emocionados escanearon el departamento antes de aterrizar sobre mí.

Brittany salió detrás de ellos con una bolsa grande de lunares rosados y la dejó caer en la silla junto a la puerta. Llevaba pequeños pantalones cortos que me recordó a los que usaban las porristas en la secundaria cuando practicaban.

La sudadera azul que tenía a los Huracanes del béisbol en el frente era totalmente gigante para ella.

Se la había visto a Sam más de una vez.

—Voy a sacar el asiento del coche y traerlo aquí, luego tengo que cambiarme e irme—le dijo Sam a Brittany.

Ella se tapó la boca para ahogar un bostezo. Anoche no debe haberle ido bien.

—Gracias Sam—respondió, luego cogió a la pequeña morena que se aferraba a la camimusa de Sam—Em vamos a buscar algo para desayunar. Sam tiene que ir a la escuela.

—Samy—dijo la pequeña morena en voz alta tocando el pecho de Sam.

—Sí, es Sam. Ahora dale un beso de despedida y ven conmigo.

Se dio la vuelta y le dio a Sam un beso húmedo muy fuerte en su cara que parecía haber involucrado pequeños lamidos.

Sam rió.

—Esta es la manera de empezar el día de un hombre, Em.

Extendiendo sus bracitos regordetes, fue a Brittany.

—Buenos días Santana—dijo Brittany mientras entraba en la cocina con Emily.

—¿Mala noche?

Se encogió de hombros y frunció el ceño.

—Supongo que sí.

—Emily, esta es mi amiga Santana. Ahora vive con Sam—miró de la niñita hacia mí—Santana esta es mi sobrina Em.

Dejé mi taza y extendí la mano para tomar su manito en la mía y sacudirla.

—Es un placer conocerte Emily.

Estalló en un ataque de risa aguda y aplaudió cuando solté su mano.

—Es una coqueta, así que ten cuidado—advirtió Brittany y se acercó a la mesa.

Vi como sentaba a Emily en una silla y a continuación se ponía en cuclillas para quedar al mismo nivel de ojos con la niña.

—Te puedo hacer panqueques o huevos o si deseas, apuesto que Sam te dejaría tomar algunos de sus cereales.

Emily asintió alegremente.

—Bueno, no te haré las tres cosas. Tendrás que elegir una. Panqueques, huevos o cereales.

Los ojos expresivos de Emily se encontraron con los míos y sonrió.

La niña era adorable.

—Cedeal de Sammy.

Asentí y me puse de pie.

—Cereal de Sam será—sus hombros se hundieron bajo la gran sudadera y existían círculos debajo de sus ojos.

No me gustaba que esté tan cansada.

—Yo me encargo. Te sientas con Emily y si eres realmente buena, te haré una tortilla francesa.

Se detuvo, ladeó la cabeza y me estudió.

Sostuve su mirada.

—¿Por qué?

Cerré la distancia entre nosotras y extendí la mano para frotar suavemente mi pulgar sobre los círculos bajo sus ojos cansados.

—Porque estás agotada. Porque quiero. Porque estoy intentando con mucho esfuerzo ganar tu confianza.

Su respiración se detuvo y en ese momento quería olvidar que Sam se encontraba en la otra habitación y había una pequeña muñeca morena sentada en la silla, que nos miraba.

Todo lo que deseaba era darle un beso.

En su lugar, dejé caer mi mano y di un paso atrás.

—De acuerdo—dijo en voz entrecortada.

—Bueno. Ahora ve, siéntate y deja que te prepare algo de café.

Asintió y obedientemente fue a sentarse junto a Emily.

—Tana—anunció Emily y luego procedió a aplaudir con fuerza.

Miré a la mesa mientras servía el café de Brittany.

Brittany me sonrió.

—Creo que has sido premiado con el honor de que Em haya añadido tu nombre a su limitado vocabulario.

Así que le gustaba a Emily.

Le guiñé un ojo y se rió otra vez, aplaudiendo con sus pequeñas manos regordetas.

Ojalá su tía fuera tan fácil de ganar.

Metiendo la mano en la nevera, agarré el galón de leche con chocolate que mi mamá envió a mi casa junto con algunas bolsas de las compras de ayer.

Saqué un termo del gabinete, serví un poco de leche con chocolate en la botella y lo ubiqué sobre la mesa junto a la taza de café de Brittany.

—Aquí tienen damas. Café para la hermosa rubia y leche con chocolate para la bella morenita.

—¡Chocotate! ¡Bitty Bitty! ¡Chocotate!—chilló Emily emocionada.

Brittany se rió entre dientes y me miró regalándome una gran sonrisa.

—Gracias.

Progresaba.

Asintiendo, me dirigí de vuelta a la nevera para preparar una taza de cereal y una tortilla.

—¿Britt, puedo tener mi sudadera o la necesitas? No encuentro mi chaqueta de cuero—Sam vino, saliendo de su habitación interrumpiendo mi tiempo con las chicas.

Casi olvidé que seguía ahí.

Brittany se puso de pie y se quitó la sudadera.

Casi se me cae las saliva.

Llevaba una camiseta negra sin mangas apretada que no llegaba a su ombligo.

—No, te la puedes llevar. Toda mi ropa limpia está aquí.

Sam se acercó a ella y la agarró, inclinándose y besándole en la mejilla y luego le dio la misma atención a Emily.

—Muy bien chicas, sean buenas. Em no le des muchas dificultades a Britt ¿bueno?

Emily se quedó mirando a Sam y le sonrió, aunque no coincidía con nada.

—Ten cuidado—gritó Brittany mientras Sam se dirigía a la puerta.

—Siempre—respondió y luego se fue.

No pude dejar de mirar a Brittany.

Ciertamente necesitaba ponerse una camiseta. Una que no muestre su vientre plano y su perfecto ombligo.

Su teléfono empezó a sonar y gruñó:

—Por fin—se puso de pie y caminó hacia la sala de estar antes de contestar—¿Dónde estás?... Tuve clases esta mañana Alison. Ni siquiera me llamaste…No, estoy donde Sam…Porque no había ni leche en tu casa. Emily moría de hambre…Está a punto de comer ahora…Bueno, ¿cuándo estarás aquí?... Estoy agotada Alison…Lo que sea… ¡NO!... Bien, bien. Sólo por favor busca algo de comida primero—gruñó antes de volver a la cocina.

—Aly.

—Sí, era tu mamá. Acuérdate de llamarla mamá no Alison.

—Mamá.

—Exacto. Mamá.

—Mierda.

Me atraganté con el café y lo arrojé sobre el mostrador.

—Emily, te dije que no digas esa palabra. Es una mala, mala palabra. Feo.

—Mamá mierda.

Brittany dejó escapar un fuerte suspiro de frustración y se cubrió la cara con las dos manos.

Llevé el plato de cereal a la mesa.

—Sí, mamá dijo esa palabra, pero no es agradable. Las niñas bonitas no dicen esa palabra—comenzó a explicar Brittany.

Coloqué el plato delante de Emily y me agaché para así mirarla a los ojos. Me sonrió, obviamente, disfrutando de la atención.

—Me gustan las princesas, Em. ¿Y a ti?

Asintió y aplaudió.

—Pincesas.

Perfecto.

—Sabes que las princesas no dicen malas palabras. Les gusta utilizar la palabra skittles en su lugar.

Emily estudió mi boca un momento, como si estuviera intentando asimilarlo, entonces sus grandes ojos marronres se alzaron de nuevo a los míos.

—Skiutles

—Sí, skittles. Es una palabra de princesas.

Emily sonrió y miró a Brittany.

—¡Skiutles!—anunció en voz alta.

Brittany se rió y asintió.

—Sip, skittles—contestó mirándola menos cansada. Sus ojos se dirigieron a los míos y articuló un—Gracias.

Asentí y le sonreí antes de voltear y regresar a la cocina para cocinar la mejor condenada tortilla imaginable.

Capitulo 8

Terminé con el último bocado de mi omelet.

Había estado delicioso.

Me había sentido un poco avergonzada de lo hambrienta que había actuado luego del primer bocado, pero Santana obviamente parecía satisfecha con que estuviese engullendo el omelet, así que pensé, qué demonios, y disfruté mi comida.

La chica sabía cocinar.

Hacía tiempo que Emily había terminado su cereal y leche con chocolate.

Ahora se encontraba sentada con Santana en el piso mientras ella apilaba bloques de juguete sólo para que Emily pudiese derribarlos otra vez.

Santana lloriqueaba y actuaba como sí que derribara los bloques fuese lo peor del mundo, haciendo que ella se riese aún más fuerte.

Era dulce, podía cocinar, era bueno con los niños, inteligente, tenía metas en la vida, era jodidamente perfecto.

Sin duda sería una muy buena esposa para alguna chica de sociedad.

Ese pensamiento se sintió como si me hubiese tragado un ladrillo.

Un toque en la puerta interrumpió mis oscuros pensamientos, así que me levanté para abrir.

Por supuesto, Alison no llegaría tan pronto.

Quería que fuera a comprar unas cosas primero, Emily necesitaba comida.


No era Alison.

Del otro lado de la puerta se encontraban dos chicas exactamente iguales a los miembros de clubs que me había imaginado serían como esposas perfectas para Santana López.

Ambas eran morenas, y lucían prendas que sabía no habían sido compradas en Target o alguna tienda de segunda mano.

Una era más alta que la otra.

La más baja tenía los largos cabellos castaños oscuros y ojos marrones enmarcados con gruesas pestañas negras.

Señor, por favor, que sea hermana de Santana.

—Hola, um, Brittany, ¿verdad?—dijo la chica más alta.

Forcé una sonrisa y asentí.

Quizás estaban aquí por Sam.

Eso tenía que ser.

—¿Se encuentra Santana?

Mi estómago cayó.

—Hola, B, ¿todo bien?—dijo Santana, apareciendo detrás de mí. Se detuvo lo suficientemente cerca que su pecho se encontraba presionado contra mi espalda.

La más alta nos dio una sonrisa triste y se encogió de hombros.

—Sí, tan bien como puedan estar.

Demonios, la más baja no era su hermana.

—¿Podemos pasar?—preguntó Bree cuando Santana no se echó hacia atrás para permitir que me moviese.

Santana se detuvo un segundo y comencé a percibir vibras extrañas aquí.

—Oh, bueno, um, supongo—se separó de mí e inmediatamente me retiré hacia el piso para encargarme del trabajo de entretener a Emily.

—Britt, ésta es mi hermana Bree—señaló a la chica que ya había adivinado era su hermana—B, ésta es Britt.

—Es un gusto conocerte, Britt—Bree me dio una sonrisa amable, luego sus ojos volaron hacia Emily y pude ver las preguntas en su mirada.

—Y la princesita que está derribando bloques ahí es Emily, la sobrina de Britt.

El alivio en el rostro de Bree fue muy obvio.

Casi quise reírme.

Había estado preocupada de que tuviese una hija.

—Britt, ésta es una amiga, Rachel.

Era la portadora de esa voz musical que escuché en el baño ayer por la mañana.

Fabuloso.

—Rachel, ésta es Britt.

Rachel se acercó y luego se agachó para sonreírme a mí y luego a Emily.

—Así que te gusta derribar bloques también, ¿no?—Emily asintió—Bueno, tengo un hermanito en casa que acaba de descubrir también lo entretenido que es todo eso.

Emily tumbó los bloques y se giró para sonreírle a Rachel, como si entendiera lo que la chica había dicho y quisiese presumir.

—Eres muy buena en eso—arrulló Rachel.

Iba a ser muy difícil que odiara a esta chica.

Santana se acercó y se sentó en el sofá directamente detrás de mí. Su pie tocaba mi cadera.

—¿Cómo ha estado Jake estos días? ¿Aún es lindo?

Rachel se rió y su voz en realidad me recordó al suave tintinear de las campanas.

¡Ugh!

—Jake es difícil de manejar, y sí, me temo que sólo se pone más lindo con el tiempo. Sin embargo, Quinn está empeñada en convertirlo en jugador de béisbol. El niño sólo tiene siete meses de nacido y tiene más pelotas de béisbol autografiadas y bates que un coleccionista de verdad.

Quinn… Rachel…

¿Por qué esos nombres se me hacían conocidos?

—No esperaría nada menos de Quinn Fabray como su futura cuñada.

Mi mandíbula cayó al piso.

Ésta era ella.

La chica.

De la que Quinn Fabray, la roquera más ardiente del jodido mundo, se había enamorado este verano.

Oh. Por. Dios.

—No quiere decir que tenga que malcriarlo—intervino Rachel como respuesta.

Santana comenzó a jugar con mi cabello y me olvidé por completo de estar deslumbrada por la estrella.

Comencé a apilar bloques otra vez esperando que nadie notara mis mejillas sonrojadas debido a la atención de Santana.

—Mamá hará un almuerzo hoy y quiere que comamos con ella. Tiene algunas cosas que quiere comentarnos. Rachel me trajo para acá para que así podamos irnos juntos. Ella va directo al aeropuerto.

La mano de Santana se detuvo un momento, luego comenzó de nuevo a envolver mechones de mi cabello alrededor de sus dedos.

—Sí, está bien.

Miré hacia Bree, quién se encontraba viendo a Santana con una sonrisa juguetona en su rostro.

Santana se aclaró la garganta.

—¿Vas a buscar o a irte, Rachel?

Vi como Rachel le sonrió a Santana.

Tenía que estar afectada por ella.

Ese pensamiento me molestaba.

Incluso aunque sonara estúpido, lo hacía.

—Me voy. Esta noche Quinn será juez invitada en American Idol. Luego volverá hasta acá para un concierto en Pensacola.

Santo Dios.

Santana rió y trazó un camino con su dedo hasta mi cuello, haciendo que mis muy desnudos brazos se llenaran de escalofríos.

—Te estás adaptando muy bien a su vida. ¿Ves? No tenías nada de qué preocuparte.

Rachel se encogió y luego sonrió.

—Ella hace que todo valga la pena.

—¡Gag! De acuerdo, paren con tanta cursilería—interrumpió Bree. Poniéndose de pie, señaló a Santana—Vamos, tengo que pasar por donde papá a recoger mi auto. Me va a dar uno nuevo, quién lo diría. Manipulador.

La mano de Santana se congeló y pude sentir como la tensión irradiaba en olas de su cuerpo.

Algo la había molestado.

¿Era que su papá le haya dado un auto a su hermana?

¿O que ella lo haya llamado manipulador?

Rachel se levantó.

—También debo irme. Le prometí a Ryder que estaría lista para el despegue a las 10. Fue un gusto conocerte, Britt.

—Pude ver la sinceridad en su rostro y demonios si no me caía bien la chica. Le lanzó una sonrisa de cien vatios a Emily.

—Y fue asombroso conocerte también, Emily. No tengo la oportunidad de conocer princesas muy seguido.

Emily aplaudió contenta ante la palabra princesa, sin duda.

—Buena suerte, chicas—dijo Rachel, mirando a Santana y Bree.

—Gracias—respondió Santana en tono tenso mientras se ponía de pie detrás de mí.

—Gracias por todo. Te extrañaré este fin de semana, pero voy a estar viendo Idol esta noche, así que salúdale a la cámara cuando se pose sobre ti—Bree abrazó a Rachel y esta la apretó con fuerza.

Algo definitivamente sucedía con la familia de Santana, y apostaría dinero a que su papá era la causa.


Bree acompañó a Rachel a la puerta y se giró hacia mí.

—Me encantó conocerte, Britt. En serio me encantó. Tenemos que pasar más tiempo juntas.

Simplemente asentí, sorprendida por el entusiasmo de la chica.

—Iré a acompañar a Rachel afuera y a buscar mis cosas en la Hummer. Nos encontramos en la camioneta—le dijo a Santana con una extraña expresión en su rostro.

Era como si estuviesen conversando sin palabras.

—De acuerdo—respondió Santana.

Una vez que la puerta se cerró detrás de ellas, estiré mis piernas y me levanté.

—Tana juar—demandó Emily.

—No, dulzura, Santana no puede jugar ahora. Tiene que irse, chao chao.

—Chao chao tamben—exigió, levantando los brazos como la reina del Sheba.

Santana rió, y pude sentir como la tensión de su cuerpo se aliviaba un poco.

—Haces que sea muy difícil irse, princesa, pero debo irme. Jugaremos de nuevo. Lo prometo.

Emily frunció el ceño, luego asintió como si estuviese bien con esto y se giró de nuevo a sus bloques.

—Gracias por el desayuno y por ayudarme con Em—digo.

—Disfruté cada momento.

Sentí como mi rostro se enrojecía de nuevo y mordí mi labio inferior para evitar sonreír como una idiota.

—Ven aquí, Britt—susurró estirando un brazo y tomando mi mano para halarme hasta que mi cuerpo se encontraba presionado contra el suyo.

Llevó mi mano hasta su hombro antes de soltarla para apretar mi cintura.
La boca de Santana estuvo sobre la mía antes de poder caer en cuenta de que la estaba tocando.

Sus labios eran carnosos, cálidos y suaves al juguetear gentilmente contra los míos. Mordió mi labio inferior y jadeé, abriendo mi boca lo suficiente como para que deslizara su lengua adentro y comenzara a acariciar lentamente la mía.

El gemido que se me escapó fue seguido de mi fuerte agarre sobre ella.

Ambas manos abandonaron mi cintura para poder tomar mi rostro y girarlo para explorar mi boca más profundamente.

Nunca nadie me había besado de esta manera.

El mentolado sabor de su crema de dientes era lo más delicioso que alguna vez había tocado mi lengua, lo juro.

Su mano derecha se deslizó por mi brazo y alrededor de mi espalda desnuda, apretándome aún con más fuerza contra ella, mientras continuaba acariciando y lamiendo cada centímetro de mi boca.

Su mano izquierda se deslizó lentamente por mi cuello en suaves caricias y se detuvo justo debajo de mi clavícula.

Lloriqueé.

No pude evitarlo.

Su mano se encontraba muy cerca de cubrir mi seno.

Rompiendo el beso, Santana tomó una gran bocanada de aire y movió su mano hasta mi brazo para poner un poco de distancia entre nosotros.

No podía evitar respirar erráticamente.

No tenía suficiente práctica con esto como para mantener mi reacción bajo control.

Sus ojos se encontraron con los míos, y nos miramos una a la otra. La excitación en su mirada hizo que el hecho de que me encontraba como un completo desastre fuese un poco más llevadero.

—Tana beso—llamó Emily lo suficientemente alto como para que recordáramos dónde estábamos y que no nos encontrábamos solas.

Una risa salió de mi boca y lancé la mirada hacia Emily, que se encontraba mirando a Santana expectante.

Santana soltó un suspiro dramático.

—Chicas, todas me quieren—bromeó y se agachó para besar a Emily en la cima de sus rulos color chocolate.

—Chao chao—dijo Emily aparentemente satisfecha con el beso.

—Chao chao, princesa. Te veré otra vez muy pronto—se levantó de nuevo y me examinó por un momento antes de estirar una mano y frotar mi labio inferior con su pulgar—No he terminado aquí. Apenas estoy comenzando, Britt. Pero no podía alejarme de nuevo sin ese beso.

Mis rodillas se sentían como gelatina.

¿Cuán dulce era eso?

Los chicos no me hablaban de esa manera, era los beneficios de las mujeres.

Santana López había salido disparada de una de esas novelas de romance que mi mamá solía leer, en versión femenina.

—Está bien—fue todo lo que pude decir.

Construir frases ahora se me hacía imposible.

Su mano cayó y una sexy sonrisa adornó sus labios, antes de girarse e irse.