[Resuelto]FanFic Brittana: De Mis Sueños II (Adaptada) Epílogo

Capitulo 11

No puede ser.

¿Qué hace ella aquí?

Mi respiración se acelera tanto, que creo que el corazón se me va a salir del pecho.

¿Por qué Santana me ha hecho esto?

¿Cómo se atreve a traerla a este lugar sabiendo que yo estaría aquí?

—Respira—me pide Emily.

Yo trato de hacerle caso pero no lo consigo, en vez de calmarme me exalto más y siento como me corre una línea fría de sudor por la espalda.

Al abrir los ojos la veo en todo su esplendor: bellísima, castañísima, elegantísima, altísima y muchísimas ísimas más.

Todo lo que no me siento en estos momentos.

Verla hace que recuerde todas las razones por la que Santana no está conmigo y la detesto por ello, al mismo tiempo que me odio a mí misma por poseer esos sentimientos.

—Voy a pedirle a Santana que se marche y se lleve a su mujercita con ella—anuncia Rachel—Esta vez se lució, aunque…—mira a su alrededor y luego estira el cuello para mirar por encima de las personas hacia la puerta—, No la veo por ningún lado.

—No, espera—la detengo antes de que se vaya—, Si haces eso solo aumentarán los chismes, además este es un sitio público.

—Sí, pero es mi fiesta y además mi mamá es la dueña por lo que me puedo reservar el derecho de admisión.

—No seas boba—concuerda Emily—Brittany tiene razón, solo alentarías más el cotilleo, aparte de que ha venido con Marley y es obvio que a ella si la invitaste ¿O me equivoco?

—Claro que la invité, la conozco de toda una vida—expresa con irritación, Pero no para que viniera con la finuris ésta, a parte la gente siempre habla.

Tiene razón, en nuestra comunidad cualquier novedad es motivo de chisme, de todos modos cuando se me note la barriga harán un festín conmigo pero eso no importa, estoy preparada porque mi hijo no será motivo de vergüenza, no obstante, no quiero un escándalo en el cumpleaños de Rachel.

Yo soy la única culpable de esta situación, no es justo que su fiesta se vea arruinada y que el bar se vea involucrado en habladurías.


—Por favor déjalo estar—le suplico con un nudo en la garganta.

—Está bien pero solo porque tú me lo pides porque si no la sacaría yo misma aunque sea de los pelos.

—Parece que solo ha venido con Marley porque no veo a Santana por ningún lado—me informa Emily.

Saber eso hace que me sienta un poco mejor.

Pero entonces, ¿a qué ha venido?

Está claro que este no es su entorno.

«¿Será que se ha instalado finalmente y quiere hacer vida social?».

Sería muy acertado comenzar con Marley que es una de las mejores amigas de Santana.

¡Mierda!

Pero, ¿por qué diablos tuvo que venir aquí?

—Me ha arruinado la noche—dice Rachel. Al mirarla veo que tiene el ceño fruncido y los brazos cruzados—, No entiendo a qué ha venido, sobre todo sin Santana.

—¡Hey! De eso nada. Es tu cumpleaños así que vas a seguir disfrutando de tu fiesta sin importar quien esté o no presente, ¿De acuerdo?

Asiente de mala gana.

—Pero me tienes que prometer que te vas a mantener calmada y que no te vas a ir.

—Te lo prometo.

Pero como de costumbre, todo lo que tiene que ver con Santana puede más que yo y me cuesta mantener mis promesas.

Intento por todos los medios no mirarla, de controlar mi ansiedad… Miro a todas partes, las chicas intentan hacerme conversación para distraerme pero parece que mis ojos se mueven por voluntad propia porque siempre termino mirándola a ella, quien luce muy risueña y segura de sí.

Mientras pasan los minutos y más la miro, más va creciendo la opresión que tengo en el pecho por lo que le mando un mensaje de texto a Santana.


Tu mujer está aquí, ¿pq no me advertiste que vendría?


Pretendo lucir relajada pero me estoy muriendo de los nervios.

¿Dónde está Santana?

¿Por qué no me ha llamado?

¿Le habrá contando de mi embarazo?

¡Oh padre! Son demasiadas preguntas.

Me llevo las manos a la cabeza y entierro los dedos en mi cabello.

—¿Te encuentras bien? —me demanda Emily.

Le hago seña con la cabeza para decirle que sí, sin embargo no estoy bien, se me está formando un nudo en el estómago y siento que me asfixio.

«Tengo que salir de aquí… ¡Oh señor, tengo que salir ahora!».

En el instante que me levanto, la cabeza me da vueltas así que me sostengo de la silla.

—Britt, ¿te encuentras bien? —insiste Emily.

—Si—digo sin mucha convicción—, Solo necesito ir al baño.

—¿Quieres que te acompañe? —se ofrece Rachel.

—No gracias, enseguida regreso.

Entre el mareo y los nervios camino hacia los aseos tratando de mantener la compostura, respirando pausadamente para no caerme en el camino.

A penas estoy fuera de la vista del gentío me detengo y me recuesto contra la primera pared que encuentro mientras verifico mi teléfono pero no hay nada, ningún mensaje de su parte.

¡Maldición Santana!

¿Por qué no me respondes?

Tomo unos segundos para tratar de coordinar mis pensamientos y mis pies antes de retomar la marcha.

Llego al baño de las mujeres, apenas he girado el pomo de la puerta cuando escucho:

—Scusa Brittany... aspetta.

No, no, no.

Ahora no por favor, ¿por qué tuvo que coger este instante para venir al baño?

Sé que tengo que enfrentarla en algún momento pero no esta noche, no cuando estoy a punto de desmayarme.

No tengo idea de qué le voy a decir, ¿qué le dices a la esposa del amor de tu vida sin sentir asco por la situación?

¿Qué te enamoraste?

¿Que por más que sabías que estaba mal no pudiste evitarlo?

Me hago oídos sordos y entro en los lavados con la esperanza que de media vuelta y se marche.

Pero mi gozo es un pozo porque me sigue dentro.

Llenándome de valor respiro hondo, doy la vuelta y la enfrento.

—Buenas noches Elaine.

—Buona sera cara, no te quito mucho tiempo. Solo quería saber cómo estabas—dice entre su medio español e italiano observándome de los pies a la cabeza—Santy mi ha detto che eri malato pertanto ya no laboras con lui.

Asiento dándole gracias a Dios de vivir en un país multicultural que me ha ayudado a agudizar el oído y entender un poco de todo, eso; y también a que se me dan bien los idiomas porque si no, no hubiera entendido ni papa.

—Lo siento, espero que te sientas mejor—continúa con su acento bien marcado y una sonrisa más falsa que los billetes del monopolio.

—Muchas gracias.

—Por cierto, ¿no me felicitas per il mio matrimonio?—me demanda al tiempo que se lleva la mano a la oreja mostrándome la increíble roca que lleva en el dedo acompañada de una alianza dorada.

Ahí está mi respuesta.

A eso ha venido, a restregarme en la cara su feliz matrimonio.

Un momento, eso solo puede significar una cosa...

¡Ella lo sabe!

Pero, ¿desde cuándo lo sabe?

¿Acaso Santana se lo ha dicho y por eso está aquí, para demostrarme que ella ha ganado?

Entonces, ¿qué ha sido todo ese parlamento de antes?

El saludo, su supuesta preocupación, ¿ha sido todo fingido?

No puede ser, no puedo creer que sea tan hipócrita.

—¿Sabes qué? Olvídalo, no necesito que la puttana de mi esposa me felicite.

Abro los ojos como platos.

—¿Cómo dijiste?—balbuceo dando un paso atrás sin estar segura de haber escuchado bien.

—Como escuchaste, puttana de mierda—repite mostrando al fin su verdadero rostro—, Eso es precisamente lo que eres... Una puta. ¿Pensaste que no me daría cuenta que te estás acostando con mi esposa?

Mi ritmo cardíaco se acelera aún más si es posible.

—¿Desde cuándo lo sabes? —tartamudeo con nerviosismo.

—Desde que comenzaste a follártela.

Ahogo un grito.

—Una mujer se da cuenta de esas cosas—dice encogiéndose de hombros.

Me falta el aire.

Siempre supe que sus buenos modales eran tan falsos como ella.

—A pesar de que mi Santy nunca había hecho algo así, decidí no darle importancia—da un paso al frente y me desafía con la mirada—Al principio pensé que solo quería experimentar un poco antes de la boda, ya sabes, algo así como… Tirarse una zorra—continua mientras me lanza una mirada de desprecio—, Aunque no entiendo que vio en ti, reconozco que tienes lo tuyo pero está claro que no me llegas ni a los talones.

Todas mis alarmas se encienden y empiezo a sentir como el sudor recorre nuevamente mi espalda.

¿Qué clase de persona permite que su prometido la engañe durante meses mientras ella finge no saber nada?

«Una que está muy mal de la cabeza».

Mi teléfono empieza a sonar.

Despacio bajo la cabeza para verificar quién llama y descubro que es Santana. Al levantarla Elaine me está observando con los ojos inyectados de sangre.

No sé qué hacer, está claro que no le puedo responder en estos momentos.

¡Esta mujer está completamente loca!

Me siento acorralada.

Mi instinto me dice corre, es peligrosa.

—¿No piensas responder? Seguro que es alguno de tus amantes; porque las zorras como tú no se conforman solo con uno.

Estuvo bueno, entiendo sus motivos pero no pienso quedarme aquí y permitir que me siga insultando.

—Lo siento Elaine pero tú y yo no tenemos nada más de qué hablar—paso por su lado en dirección de la puerta.

Me agarra por el brazo.

—No tan deprisa cara—tira de mi hacia atrás con fuerza—, Tú y yo no hemos terminado.

En el instante que retrocedo me golpeó la espalda contra la pared y la punzada que siento en el vientre hace que me encorve. Aprieto la mandíbula y trato de incorporarme pero la habitación me da vueltas.

¡Dios santo! No permitas que me desmaye, no ahora.

Mi teléfono vuelve a sonar

Todo me da vueltas.

Cierro los ojos e intento respirar despacio mientras me apoyo en la pared, cuando los abro veo como su mano se levanta y aterriza en mi mejilla.

El corazón me late desbocado.

Veo todo borroso y ya no sólo por el mareo o por el golpe, sino por las lágrimas que se acumulan en mis ojos. Aunque me lo tenía merecido, no me lo esperaba.

Aprieto los puños con fuerzas y la miro directamente con los dientes apretados.

Me invade la furia.

En otra ocasión ya le hubiera arrancado su moño bien peinado y la hubiera sacado del baño a rastras pero me siento muy mal y sin fuerzas como para devolverle el golpe.

Me arde el rostro pero en vez de llevarme las manos a la cara, me la llevo al vientre. No sé si es por el dolor que siento o por el instinto de proteger lo que llevo dentro.

—Escúchame bien prostituta barata, aléjate de Santana o te juro que lo que vivieron los judíos en Auschwitz será como irse de paseo comparado con lo que pienso hacerle a tu miserable vida. Yo estoy aquí para quedarme, así que ya no es necesario que le abras las piernas, porque para calentarle la cama estoy yo.

—¡Madre mía! Pero, ¿Qué pasa aquí?—pregunta Emily empujando a Elaine para llegar a mí.

—Em, sácame de aquí, siento que me voy a desmayar—digo con un hilo de voz antes de que las fuerzas me abandonen y caiga en sus brazos.

—¡Santo Dios! Estás fría y empapada—dice en el instante que pone su mano en mí frente. Gira la cabeza y le grita a Elaine—¿Qué le hiciste?

—Em me duele... —me pesan los ojos

—Brittany por favor quédate conmigo—me pide antes de gritar hacia la puerta—, Llamen una ambulancia.

Cuando ladeo la cabeza veo a Rachel, Kitty, Marley y a Santana quien aparece detrás de ellas más pálida que una hoja en blanco, desde aquí percibo la tensión de su cuerpo, el susto en su cara y la mandíbula apretada.

—Elaine, ¿Qué diablos haces aquí?

Cierro los ojos.

Capitulo 12

Parpadeo varias veces. Al abrir los ojos me recibe una luz brillante que me ciega en el acto.

Desorientada trato de ubicar donde estoy. Giro la cabeza y encuentro a Santana sentada en un sillón. Al momento que se da cuenta que estoy despierta se acerca y me pone la mano en la frente.

—¿Cómo te sientes?—me pregunta con dulzura.

Tiene sombras negras debajo de los ojos y el pelo alborotado como si se hubiera pasado las manos muchas veces por él.

—Creo que estoy bien—digo y mi voz sale áspera.

De repente recuerdo la razón por la que estoy aquí: Elaine, el baño, la discusión, los insultos, el golpe, el dolor en el vientre...

—¿El bebé?—digo llevándome la mano al abdomen.

—Tranquila, han hecho una ecografía y está bien.

Cierro los ojos y respiro llena de alivio.

—¿Dónde están las...?

—Tus amigas están en la sala de espera—me interrumpe.

—¿Qué haces aquí?

—Britt-Britt, ¿Qué clase de pregunta es esa? ¿No recuerdas que te desmayaste en el baño del bar? ¿Dónde más podría estar sino es a tu lado?—dice mientras me acaricia el pelo.

—Claro que me acuerdo, sobretodo recuerdo la razón por la que estoy aquí—retiro la cabeza para que cese la caricia y su mano cae en la cama.

—Lo siento—dice con la voz apagada—, Nunca imaginé que ella sería capaz de hacer algo así.

—¿Por qué no me advertiste que vendría al Loft esta noche, ¿eh? No tienes idea de lo que ha sido para mí verla ahí.

—No lo sabía. Llegó esta tarde pero como tenía una reunión muy importante le dije que hablaríamos cuando llegara en la noche. Cuando vi tu mensaje di la reunión por terminada. En el camino hacia el bar traté de localizarte pero no respondías y me asusté—murmura con cansancio—Se lo iba a decir esta noche, te juro que pensaba contárselo.

—Bueno ya no es necesario que lo hagas, lo sabe todo.

Santana me mira con el ceño fruncido. Incrédula.

—No puede ser.

—Me confesó que lo sabe desde hace meses.

Santana cierra los ojos. Parece que su cerebro trata de procesar lo que acabo de decir. Luego los abre y se pasa la mano por la cara.

—Tú no tienes nada de qué preocuparte. Yo me voy a encargar de todo.

—San claro que me preocupo, ¡Está loca! No la quiero cerca de mí. Si supieras todo lo que me dijo...

—Nuestra bella durmiente se ha despertado.

Miro hacia la puerta por donde un hombre de tez morena, de algunos cuarenta y cinco años de edad entra.

—Soy el doctor Howell. He sido yo quien te ha atendido cuando llegaste a emergencia—me informa—¿Cómo te sientes?

—Mejor.

El doctor toma su tensiómetro y coloca la banda negra alrededor de mi brazo.

—Cuando llegaste estabas deshidratada y tenías la presión muy bajita, además una de tus amigas me dijo que te dolía el vientre, así que hemos hecho una sonografía pélvica para descartar un aborto o un desprendimiento de placenta, entre otras cosas—me explica a la vez que va inflando la banda.

Cuando esta se desinfla el doctor se queda escuchando unos segundos con su estetoscopio mientras mira en el indicador de presión que está conectado a la banda.

Santana parece notar que mi cuerpo entra en tensión porque me aprieta la mano con cariño.

—¿Puedes decirme qué recuerdas antes de tu desmayo?

—Estaba en el baño, recuerdo que todo me daba vueltas y el corazón me latía muy deprisa, sentía que me faltaba el aire—le voy explicando mientras hace anotaciones en una carpeta que supongo es mi historial.

Me hace algunos chequeos y una que otras preguntas de rutina.

—Por lo que has explicado puedo asegurar que tuviste un ataque de ansiedad; por tu estado y tu historial médico me preocupa que eso pueda volver a repetirse. Esta noche voy a dejarte en observación pero es bueno que vayas donde tu médico para que haga otros exámenes si es necesario.

—Pero ella y el bebé están bien, ¿verdad?


—Sí, están bien. Solo es por precaución—le asegura el médico a Santana—Trata de descansar, vengo a verte luego.

—¿Puedo ver a mis amigas?

Lo piensa unos instantes y luego asiente

—Pueden pasar, pero solo una a la vez y no quiero que te alteres—me advierte mientras intercambia una mirada con Santana que no logro entender.

Cuando el médico sale del cuarto miro a Santana y le pregunto.

—¿Qué fue eso?

—Nada importante, Kitty y yo tuvimos un pequeño desacuerdo—comenta con una sonrisa que no le llega a los ojos.

“Nada importante” como si yo fuera a tragarme algo así. Kitty y Santana en una misma habitación es sinónimo de choque de titanes.

—¿Estás cómoda? ¿Necesitas algo?

—Lo que necesita es que te alejes de ella bestia.

—¡Kitty!—le advierto.

—Kitty nada, entiendo que estés muy mal para decirle sus cuatro verdades pero ambas sabemos que ella no tiene nada que hacer aquí—afirma entrando en la habitación con pasos firmes.

—Te recuerdo que soy también soy la mamá—le dice sin titubeos manteniendo un tono de voz moderado.

—Bueno será lo único bueno que has hecho—le responde levantando la cabeza y proyectando la barbilla hacia adelante—Es la persona más fuerte que conozco y desde que llegaste le has roto el corazón, le has quebrantado el espíritu y le has arruinado la vida y todo en menos de un año—continúa
con el rostro enrojecido por la rabia—, Así que discúlpame por no ser tu mayor fan en este momento.

Santana aprieta la mandíbula.

—¡Mírala!—le ordena levantando la voz—, La loca de tu mujer la agredió y la Brittany que yo conozco nunca hubiera permitido algo así, pero lo hizo; ¿Sabes por qué?... Porque se siente culpable y avergonzada de todo esto.

—¿Crees que me hace feliz verla en ese estado?—grita dando un paso hacia ella con la mirada oscurecida.

—Me importa una mierda lo que te haga o no feliz—dice ella en el mismo tono sin dejarse intimidar—Cuándo te vas a comportar como una verdadera mujer y arreglar toda tu mierda, ¿eh?—demanda mientras le apunta el pecho con el dedo haciendo énfasis en sus palabras.

Santana cierra los puños con fuerza pero intenta mantener un tono de voz pausado.

—Estoy intentando arreglar las cosas, le pedí a Elaine que viniera para hablar con ella pero tuve un imprevisto y...

—Bueno mira dónde nos ha traído tu imprevisto—le corta cruzándose de brazos—, Pero te advierto una cosa, si tu querida mujercita vuelve a acercarse a ella, te juro que voy a patear su fino trasero de vuelta a Italia.

—¡¿Ustedes han perdido el juicio?! ¿Es que se les ha olvido donde se encuentran?—pregunta Emily cerrando rápidamente la puerta detrás de ella—, Sus gritos se escuchan desde el pasillo—camina con pasos apresurados hacia ellas y se interpone entre las dos—Kitty comprendo que estés molesta pero ya te dije que este no es el momento ni el lugar—ladea la cabeza y mira a Santana—Y tú, si no vas a comportarte es mejor que te marches—le dice señalando la puerta en el momento que Santana afloja los puños—se hace un silencio en el cuarto—Aquí no se trata de lo que ustedes sienta o quieran, se trata de ella, de su salud—continúa mirándolas a ambas con el ceño fruncido.

Ellas se giran en mi dirección como si tomaran conciencia de mi presencia.

—Lo siento—se disculpa Santana dejando caer los hombros. Mira a Kitty unos instantes y luego le dice con la voz apagada—El doctor ha dicho que debe quedarse esta noche en observación, si hay algún cambio quiero que me llames, no importa la hora que sea.

Ella asiente aún con los brazos cruzados.

—Muchas gracias—le responde Santana pasa por su lado y camina hasta la cabecera de la cama y me toma de la mano—Mañana estaré aquí a primera hora. Me quedaría contigo pero solo se puede quedar una persona y estoy segura que prefieres quedarte con Kitty—me dice y luego se inclina, me besa la frente y con voz entrecortada añade—Te amo con locura.

Se ve tan triste y perdida, me destroza verla así tan apagada.

—¿Podrías llevarme a mi casa? Me llevaría el auto de Kitty pero es mejor que se quede con él por si se llegara a necesitar algo—dice Emily.

—Claro, esperaré en el pasillo mientras te despides.

Santana me mira nuevamente. Quizás esperando que diga algo. No lo sé. Segundos después sale de la habitación con aire abatida.

—Britt, siento mucho lo que pasó, debí ir contigo. Si no te hubiera dejado sola nada de esto hubiera pasado.


—Tú no tienes nada por lo cual disculparte, esto iba a suceder en cualquier momento. Lo malo es que haya sido de una forma tan dramática y en el cumpleaños de Rachel. La pobre, el año pasado Kitty se agarró de las greñas y este año esto, si seguimos así vamos a crear un récord arruinando su cumpleaños.

Y yo que no quería alimentar el cotilleo, después de esto las víboras me van a acabar.

—Ya sabes que para nosotras lo tradicional es aburrido...—dice en tono de burla y su comentario me arranca una sonrisa—… Nos vemos mañana nena, trata de descansar, ¿De acuerdo?

—Mañana estaré como nueva, ya verás.

—Eso espero—me da un rápido beso en la mejilla y se despide de ambas.

—Siento mucho lo de antes—se disculpa Kitty desplomándose en el sillón que está al lado de la cama y que ocupaba Santana hace un rato—No tengo nada contra ella pero sabes que tiene que alejarse de ti hasta que solucione su mierda.

Tiene toda la razón.

Elaine es un peligro. Aún me cuesta creer lo que ocurrió en el baño y eso que todavía no sabe nada de mi embarazo.

Está llena de odio y la creo capaz de cualquier cosa.

—Estoy de acuerdo contigo, sin embargo sé que Santana no se alejará.

—¿Por qué estás tan segura?

—Porque aunque cueste creerlo estoy segura que Santana me quiere de verdad, además de que estoy esperando un hijo suyo.

—No me cuesta creerlo, vi lo desesperada que estaba cuando estabas inconsciente, parecía una loca gritando todo tipos de improperios contra la desquiciada esa y contra los paramédicos. De hecho es la única razón por la que la dejé quedarse contigo.

Nos quedamos en silencio unos segundos y yo aprovecho para analizar todo lo que pasó esta noche.

—Kitty... ¿Tú crees en el destino?

—Depende.

El silencio reina durante unos segundos en el cuarto, cuando creo que ya no va a agregar nada más y me dispongo a exponer mi punto me dice:

—Creo que tú y yo estábamos destinadas a conocernos. Nunca voy a olvidar cuando Sheila y Ronnie entraron en el baño del colegio dispuestas a darme la golpiza del siglo y tú sin conocerme interviniste en la pelea y juntas le dimos su merecido a ese par de arpías. Desde ese momento supe que te quería en mi vida para siempre.

Recuerdo muy bien ese día.

Sheila y Ronnie eran dos chicas de una pandilla Skanks que se creían el terror del curso.

Una mañana durante un curso de español el profesor anunció que haríamos un trabajo en equipo con otro curso que resultó ser el de Kitty, durante las presentaciones de los diferentes proyectos Sheila hizo un comentario malo, aunque nadie comprendió lo que dijo a todos nos quedó claro que hablaba de Kitty por la forma que se le quedó mirando y a juzgar por la risa estúpida de su amiga dimos por hecho que no era nada bueno.

Como a Kitty no hay que echarle mucha leña para que prenda el fuego, la enfrentó y la retó a que repitiera lo que había dicho en francés. El punto es que la cosa se salió de tono y el profesor tuvo que intervenir.

A la hora del receso Sheila y Ronnie esperaron a Kitty en el baño. Dos contra una, las muy cobardes. No puede quedarme con los brazos cruzados y desde ese día somos inseparables.

Aun el hecho de mudarse a Luxemburgo no ha podido distanciarnos, al contrario, nuestro lazo se ha hecho más fuerte.

—¿Por qué lo preguntas?

—San me dijo que soñó que yo le daba un hijo…

—¿Qué tiene que ver eso con el destino? —me interrumpe.

—Que lo soñó antes de conocerme.

Me mira sorprendida.

—No entiendo.

—¿Recuerdas la noche que salimos a celebrar mi entrada a la facultad?

Ella tuerce el gesto mientras hace memoria y luego asiente con la cabeza.

—Bueno esa noche ella estaba ahí y al verme se dio cuenta que yo era la muchacha con la cual había soñado semanas antes, la misma que daba a luz un hijo suyo.

Ella se queda con la misma cara que estoy segura tuve cuando Santana me lo contó.

Sorprendida. Incrédula.

—Pero, ¿por qué no te habló?

—No lo sé.

—Es una historia de locos.

—Entiendes ahora por qué estoy segura que San no me va a dejar. Ella está convencida que estamos destinadas a estar juntas y es por eso que la que debe alejarse soy yo—murmuro en un tono casi inaudible mirando el techo.

—Me parece perfecto, es mejor que… ¡Espera un momento! No me gusta ese tonito, ¿Qué estás tratando de decir?—demanda sentándose de pronto con la espalda erguida.

—Mi abuela me ha sugerido irme a vivir con ella y con mi mamá un tiempo…

—¡No estás hablando en serio!—me corta poniéndose de pie.

—Kitty tu misma acabas de decir que tengo que alejarme…

—Sí pero yo me refería a otro tipo de alejamiento—vuelve a interrumpirme mientras camina por la habitación gesticulando con las manos—, No a que te mudes a nueve mil kilómetros.

—Kitty, ¿Puedes dejarme terminar? Y por favor ya deja de dar vueltas que me vas a marear.

Se recuesta en la pared más cercana, se cruza de brazos y me hace seña con los ojos para que continúe.

—Tú sabes que ahora mismo estoy emocionalmente inestable y demasiado enamorada de Santana como para que todo esto no me afecte, además estoy esperando un hijo suyo por lo que no puedo mantenerla alejada de mí para siempre aunque así lo quisiera. Elaine me ha declarado la guerra abiertamente y ambas sabemos que no estoy en condiciones para enfrentar todo esto sin poner en peligro mi embarazo. No digo que me vaya a ir para siempre, solo el tiempo necesario para recuperarme y volver a ser yo.

Analiza mis palabras unos momentos, después se acerca y se sienta en la cama.

—Entonces, ¿Solo te irías una temporada?

Asiento con la cabeza.

—Necesito poner distancia, lo he estado pensado y con lo que pasó esta noche creo que es lo mejor—digo rozando su mano con mis dedos ya que la aguja que tengo clavada en el dorso de la mano para que baje el suero no me permite hacer más—, Me vendrá bien estar un tiempo con la familia, alejada de todo. Puede que sea cobardía de mi parte salir corriendo en estos momentos pero debo pensar en lo que es mejor para mí y el bebé.

—No eres cobarde. Solo haces lo que hacemos todos cuando nos vemos acorralados... Tratar de sobrevivir

Nos miramos unos instantes.

Lo bueno de llevar tanto tiempo conociéndonos, es que a veces las palabras sobran. Aunque no diga nada, ella sabe que tengo razón y que irme es la mejor opción.

—Ha sido un día largo, trata de descansar y ya hablaremos mañana con más calma.

Vuelvo a asentir.

Ella regresa al sillón y recuesta la cabeza en el respaldo de la silla.

“Es una historia de locos”. Es lo mínimo que se puede decir.

Ay Santana, mi vida es una locura desde que llegaste tú. Fue muy bonito mientras duró pero es hora de volver a la realidad.

Lo peor de todo, es que lo volvería a hacer, volvería a vivir cada momento que pasé contigo.

—Britt…

—Anja.

Ladeo la cabeza y la veo con los ojos cerrados.

—Te voy a extrañar.

—Yo también.

Capitulo 13

Salgo del auto.

Escucho el sonido de mi teléfono y por la hora que es inmediatamente mi primer pensamiento es que se trata del hospital y entro en pánico.

A pesar que Kitty dijo que me llamaría si llegara a ocurrir algo, no me puedo fiar de su palabra, de manera que dejé mis datos para que me avisaran.

Rápidamente busco el celular en el bolsillo y me vuelve el alma al cuerpo cuando veo de quien se trata.

—Te llamo para saber cómo sigue Brittany.

—Está mejor aunque la han dejado en observación—respondo y me recuesto contra el vehículo.

—Me imagino que te vas a quedar con ella esta noche.

—Qué más quisiera yo pero no, se ha quedado Kitty. Acabo de llegar a casa de Bree. Por cierto Marley quería darte las gracias por ocuparte de Elaine. Mañana en la mañana iré a su hotel para hablar con ella, necesito que me explique qué hacía en el Loft...

—Pero no la llevé al hotel.

—¿Ah, no?

—No, me pidió que la llevara a casa de Bree.

Me peino el cabello para atrás, luego me paso la mano por el rostro con fuerza y suspiro agotado.

—Joder, todavía no entiendo qué coño hacia ahí.

—Yo tampoco. Te juro que me quedé de piedra cuando llegué y me la encontré en la puerta. Pensé que si me quedaba con ella las cosas no se saldrían de control—se lamenta mi amiga—Siento mucho que no haya sido así.

—No te lamentes ni yo misma hubiera podido prevenir algo así.

Le doy nuevamente las gracias a Marley, quien me dice que pasará al otro día temprano a ver a mi Britt-Britt al hospital.

Al cortar la comunicación me quedo unos segundos mirando la casa. Todo parece estar tranquilo.

Miro mi reloj de mano que marca las cuatro y quince minutos.

Ya todos deben estar dormidos.

En silencio lo agradezco. Ha sido un día largo y una noche terrible, lo único que quiero es darme una ducha y acostarme un rato aun sabiendo que probablemente no logre conciliar el sueño.

Retomo la marcha y al llegar a la puerta de la casa, introduzco mi llave y giro. La abro y cuando entro en el gran salón todo está en penumbras.

Elaine debe estar en mi cuarto.

Pienso si quedarme en el salón o ir a dormir con mi sobrina. A penas doy un paso cuando escucho:

—Hasta que por fin te dignas en aparecer, por un momento pensé que te quedarías toda la noche con esa—deja caer con todo el desdén que siente.

Pensaba hablar con ella en la mañana pero aparentemente Elaine tiene otros planes. Sigo el sonido de su voz mas no la veo.

—Creí que estarías dormida—confieso con cierta dejadez en la voz.

Estoy agotada.

Hablo al aire ya que no sé exactamente dónde está. Al cabo de unos segundos escucho un clic. Es el bombillo de la lámpara. La sala se cubre de una luz tenue.

Elaine está sentada con las piernas cruzadas en el sillón donde mi hermana suele sentarse a leer por las noches.

—Más bien te convenía que así fuera para poder escapar de esta conversación—pese que su tono es neutro sé que está molesta y que su calma no durará mucho pero me rehúso a montar un espectáculo en el salón y correr el riesgo de despertar a mis sobrinos.

Así que continuo mis pasos y subo las escaleras en dirección a mi habitación ya que está situada en el fondo del pasillo, lejos de la de los niños.

Entro y me quito el saco, lo tiro en la cama antes de que Elaine envuelta en un albornoz blanco me siga por la puerta.

—¿Y ahora qué? ¿Piensas evadirme? ¡Te vas con esa mujer y me envías a casa con tu amiga como si yo fuera una fulana cualquiera en vez de tu mujer y encima tienes la desfachatez de ignorarme!—grita y me apresuro a cerrar la puerta.

—¿Quieres hablar? Bueno bien, lo haremos pero de una vez te digo que no me vas a montar una de tus escenas en casa de mi hermana. Aquí viven mis sobrinos y te pido respeto...

—¡Respeto! ¿Tú me hablas de respeto? ¡Tú que te andas revolcando con esa zorra!

—Te prohíbo que vuelvas a hablar de ella de esa forma—la corto con un tono de voz calmado pero con la suficiente fuerza y determinación.

Puede que esté molesta pero yo estoy que me lleva los mil demonios. Por su culpa Brittany está en el hospital y no pienso permitir una ofensa más en su contra.

—Esto es increíble—dice con sorna—, No puedo creer que la defiendas cuando ella es la causante de que estemos así.

Resoplo.

No tengo ningún deseo de discutir pero ella no me lo va a poner fácil.

—Brittany no tiene la culpa de nada. Nadie se mete dónde no lo dejan entrar, además yo fui quien la buscó.

—¿Y me lo dices así? ¡Con tanto descaro! ¡Por eso quisiste montar el negocio aquí para estar cerca de esa mujer y poder tirártela cada vez que te diera la gana!—continúa gritando fuera de sí.

La miro pero no digo nada.

Tiene toda la razón, pude quedarme sola con el negocio en Italia o abrir una sucursal en cualquier otra parte pero lo hice para poder estar cerca de ella, porque no podía sacármela de la cabeza y pensé que enloquecería sino la volvía a ver.

—Ya deja de mirarme y responde, ¿Desde cuándo te estás follando a esa mujerzuela?

—¡Elaine basta!

—¡Bueno respóndeme maldita sea!—grita a la vez que da un paso en mi dirección con la mirada enfurecida.

No puedo creer que se enfoque en eso cuando hay cosas más importantes de las que debemos hablar.

—¿Acaso importa?

—Tienes razón, no importa porque desde este momento te prohíbo volver a verla.

Miro a la mujer con la que durante tantos años he compartido mi vida.

Para ella todo lo que cuenta es triunfar en los negocios, los viajes, las fiestas entre riquillos que solo piensan en enriquecerse cada día más sin importar lo que tengan que hacer para que eso pase.

Puede que si no hubiera conocido a Brittany me haya conformado con eso, pero me niego a vivir una vida tan vacía.

No digo que Elaine no me quiera, pero estoy seguro que no me ama. Es más, estoy convencido que para ella soy solo un capricho. Desde el momento que le dije que no quería nada serio con nadie, me convertí en un reto más.

Durante todos estos años me he dejado mal influenciar por mi papá y me he dejado manillar por ella dejándome envolver en una vida llena de lujos pero que no me llena.

Eso se acabó.

—Entiendo que estás molesta, pero de entrada te digo que no voy a dejar de verla porque estoy enamorada de ella—confieso con toda la calma del mundo.

Ella ahoga un grito de sorpresa quizás porque no esperaba que fuera tan directo.

Lo último que quiero es herirla pero debo ser sincera.

No pienso seguir escondiéndome detrás de la voluntad de mi papá, ni del miedo a perderlo todo, como tampoco pienso esconder más mis sentimientos por Brittany.

Ella camina hasta donde estoy, levanta la mano y me gira la cara de un tortazo. Me llevo la mano a la mejilla y giro la cabeza lentamente. La miro y a pesar de mi sorpresa no la culpo.

Entiendo que me lo tengo merecido.

Desde el momento que descubrí la intensidad de mis sentimientos por Brittany debí terminar lo nuestro.

La miro mientras ella tiene el rostro enrojecido. Lleno de dolor. Ni si quiera sé si esta dolida porque la he engañado o porque lo haya hecho con una persona que considera inferior a ella.

Me disculpo en silencio con la mirada por ser tan brusco con mis palabras.

No quiero sonar como una desgraciada pero ella no me está dejando otra alternativa.

—No puedo creer que seas tan mal nacida como para decirme eso cuando hace apenas unas semanas que estamos casadas. Te juro que te desconozco Santana. ¿Pero qué es lo que te ha dado esa mujer?

—¡Amor Elaine! Me ha dado amor.

—¡Pero te casaste conmigo!

—¡Porque no me dejaste elección!—y esta vez soy yo quien eleva la voz—, Porque montaste todo ese circo, porque me dejé una vez más convencer por mi papá quien me dijo que dejarte no era una opción. Te dije que quería hablar contigo. Quería terminar nuestro compromiso pero no quisiste escucharme.

Ella me mira incrédula a la vez que se lleva las manos a la cabeza y entierra los dedos en su melena castaña.

—Elaine pero si ni siquiera te toqué esa noche—digo suavizando el tono—, Llevo meses sin tocarte y te pido que no pongas esa cara porque ya Brittany me confirmó que sabías de lo nuestro.

—¡Sí! Lo sabía y callé…—confiesa en medio de la rabia y la desesperación—Callé porque pensé que solo querías divertirte un poco antes de...

—Bueno te equivocaste—la corto—, Estoy enamorada de ella y por lo mismo no puedo seguir contigo.

—¿Qué estás queriendo decir?

—Que tenemos que divorciarnos—confieso al fin.

Siento que me he liberado de un gran peso.

Su cara es invadida por el horror.

—Tú no me puedes dejar—dice en voz baja como si no se creyera del todo lo que le acabo de decir.

Pero esa sensación de confusión no dura mucho y enseguida se recupera y vuelve a mirarme altiva.

—Te recuerdo que tienes una deuda moral conmigo y no te estoy hablando de lo económico porque eso también me lo debes a mí, si no hubiera sido por nuestro noviazgo mi papá nunca hubiera invertido en tu empresa.

A penas esas palabras han salido de su boca le lanzo una mirada glacial y ella se calla en el acto.

Está cabreada, llena de rabia pero sabe que ha tocado una cuerda sensible y estoy harto que siempre termine sacando la misma vaina una y otra vez.

¿Hasta cuándo cree que le va a funcionar?

Que use algo tan delicado y doloroso para mí es la punta del iceberg.

—Te equivocas, yo no te debo nada—respondo con los dientes apretados sintiendo como la sangre me arde por las venas.

Estoy demasiado molesta y cansada como para seguir con esta discusión.


—Voy a dormir con Jane—digo al cruzar por su lado—, Te recomiendo que pienses muy bien lo que vas a hacer porque ya tomé una decisión y no pienso dar marcha atrás.

Elaine me mira con la respiración acelerada pero no dice nada.

Ella sabe que ha tocado una tecla sensible y no le conviene tirar más, eso me haría explotar y no es ni el momento ni el lugar.

Capitulo 14

Estoy tirada en la cama cuando escucho el ruido de un mensaje entrante. Tiro la mano y busco a ciegas mi celular sobre la diminuta mesita que está al lado de la cama.

Lo primero que hago es mirar la hora: Las 6:00AM, ¡Mierda! Como me temía no he dormido nada. Me froto los ojos con el dorso de la mano para espabilarme.

Estoy agotada.

Deslizo el dedo sobre la pantalla de mi teléfono y abro la bandeja de SMS.


Aterrizaje en el vuelo IT430, a las 8 de la mañana. No te molestes en ir a recogerme.
Tomaré un taxi.


Bloqueo el teléfono y lo pongo de vuelta donde estaba. Cierro los ojos unos segundos y me vuelvo a acomodar en la cama de una plaza de mi sobrina.

Mi hermana que es una santa, después de mi conversación con Elaine vino a buscar a la niña y se lo llevó a dormir con ella.

Doy varias vueltas, trato de buscar una posición que me ayude a dormir pero nada, no lo consigo.

¡Mierda!

Mejor hago algo productivo y voy a buscar a Quinn al aeropuerto.

Me estiro y luego me siento en la cama. Pongo los codos sobre mis rodillas y entierro la cabeza entre las manos.

¡Cielos!

Llevo casi veinte y cuatro horas sin dormir.

Despacio me levanto de la cama y me encamino hacia el baño de Jane.



Media hora después, ya duchado y con el mismo pantalón negro porque no quiero entrar en mi habitación a buscar ropa para cambiarme, me dirijo al aérea de lavado donde por suerte encuentro una camisa a negra que ponerme.




Quince minutos más tarde estoy en mi auto con dirección al aeropuerto.


Llego antes de las ocho así que busco donde parquear, entro en el hall y me siento cerca de la salida de los pasajeros.

Mientras espero la llegada de mi abogada y amiga pienso en Elaine.

Estoy segura que no me lo va a poner fácil. Todavía me cuesta creer que haya usado la carta de su embarazo para obligarme a quedarme a su lado.

¿Qué clase de persona hace eso?

La verdad que cada día que pasa me doy cuenta de lo equivocada que he estado todos estos años con relación a ella y a lo nuestro.

Me pierdo en mis pensamientos, entre todo lo que aún me queda por hacer y lo que se me podría venir encima.

Por suerte he sabido mover algunas fichas a tiempo.

Puede que me quede sin nada pero Brittany estará siempre protegida.

—¡Hey! ¿Qué haces aquí?—me pregunta mi amiga sobresaltándome y sacándome así de mis pensamientos—, Te dije que tomaría un taxi hasta la casa de tu hermana.

Miro a mi casi hermana ya que nos conocemos desde la facultad y quien lleva los asuntos legales de López Consulting en sus vaqueros desgastados y su camiseta.

Quién diría que con esa cara de pícara y esa pose muy relajada que se gasta, a sus treinta años es uno de los mejores abogados que conozco.

—Sé que no puedes vivir sin mí y que te morías por verme pero aun así… comenta socarrona.

—Ya... pero tuve miedo que tú y tu gran sentido de la orientación se perdieran entre las cuatro calles que forman este país—digo a la vez que me levanto de la silla y la envuelvo en un abrazo.

A ella le gusta meterse conmigo casi tanto como le gustan las mujeres. Pero sabe que tengo razón, ella será muy buena con las leyes pero no reconocería una misma calle aunque pasara por enfrente más de cien veces.

Quinn finge una sonrisa a la vez que me enseña el dedo corazón.

—Muy madura—le digo con media sonrisa—, Vamos que tengo que ir al hospital.

No bien he terminado la frase que mi amiga me ametralla de preguntas.

En el trayecto al Centre Hospitalier le cuento todo lo sucedido. Al llegar ella todavía no sale del asombro.

Le cuesta creer que Elaine se esté comportando de esa forma, creo que hasta se siente mal dado que fue ella quien nos presentó.

Como era de esperar los pocos parqueos que posee el hospital están full por lo que tengo que buscar uno en los alrededores.

Es que primero me hago millonario antes de encontrar un parqueo decente en esta ciudad. Doy varias vueltas echando varios improperios pero no consigo nada.

Al cabo de quince minutos, cansado de girar en círculos como un trompo y loco por ver a mi Britt-Britt me doy por vencida y termino parqueándome a nueve esquinas del hospital.

Llegamos a la entrada y Quinn me va explicando cómo van las cosas que le he pedido que hiciera.

Al llegar a la puerta de entrada nos encontramos con Marley.

—¡Hola!—me saluda en el momento que estamos frente a ella.

—¿Hace rato que estás aquí?

—No, apenas voy llegando.

—Marley, ella es Quinn Fabray, Quinn esta es Marley Rose la amiga de quien tanto te he hablado—las presento.

Mis dos amigas se saludan e intercambian un rápido “Encantada de conocerte.”

—Me alegro haberme encontrado contigo, vine a ver a Brittany pero al llegar aquí me di cuenta que no te había preguntado el número de su habitación. Ahora iba a ir a la recepción a informarme.

—Vamos, aunque creo que es mejor preguntar si podemos pasar las tres ya que anoche solo permitían una persona a la vez.

Nos encaminamos hacia la recepcionista cuando veo que Quinn detiene sus pasos y pierde la vista en un pasillo. La miro con curiosidad al tiempo que me pregunto qué habrá llamado así su atención.

Mi querida amiga no se contenta con mirar sea lo sea que haya visto desde lejos porque inmediatamente gira en ese pasillo.

Yo miro a Marley y ambas nos devolvemos para seguirle los pasos. Al doblar en la esquina del pasillo entiendo mejor su actitud.
—Se te calló el papel—le dice Quinn en italiano a Kitty que está de pie enfrente a la máquina de café, esperando su bebida, vestida aún con el pequeño vestido negro que llevaba la noche anterior.

Esta se da la vuelta, mira a mi amiga y luego al piso buscando algo con el ceño fruncido.

—¿Cuál papel?—le pregunta en italiano también para mi sorpresa.

—El que te envuelve bombón—le responde Quinn en un tono de lo más meloso acompañado de una sonrisa pícara.

Quinn siempre habla en italiano para hacerse parecer más interesante.

En otras circunstancias puede que hasta me haya sacado una sonrisa con ese comentario pero conociendo el temperamento de Kitty y sabiendo que no soy su persona favorita en estos momentos prefiero mantener una postura seria.

Miro a Marley que tuerce el gesto con la mirada contraída. Es obvio que entendió el interés que este ha mostrado por la ojiverde más bajita.

Kitty mira a mi amiga como si no se creyera del todo lo que acaba de escuchar, luego levanta los ojos al cielo al mismo tiempo que niega lentamente con la cabeza.

Yo me acerco a ellas acortando así los pocos centímetros que nos separan y hago las presentaciones.

Kitty me mira durante unos segundos, después vuelve a dirigir su mirada hacia Quinn que la sigue mirando con sus ojos verdes muy interesado.

Sus ojos se mueven un poco hacia la derecha, como si tratara de recordar algo. Después de un instante la arruga de su frente se suaviza y sus ojos se iluminan como si cayera en la cuenta de algo.

—Ya me decía yo que tu cara me sonaba conocida—dice más para sí misma que para Quinn. Antes de girarse nuevamente hacia la máquina y tomar el vaso con su bebida caliente—¿Y esa palabrería barata de verdad le funciona con las mujeres?—pregunta mientras mueve con un palito plástico su café sin siquiera voltearse y yo finjo que no escucho su comentario.

—No sabía que hablabas italiano.

—Hice una licenciatura en bellas artes. Estudio italiano desde que tengo quince años, además participé en el programa de intercambio de estudiantes Erasmus de la academia de bellas artes en Milán.

—¿Cómo pasó la noche Britt?—le pregunto ignorando su tono chulesco y su cara de satisfacción.

Está más que claro que ha dicho lo de Milán para impresionar y aunque conmigo no lo consigue, con Marley parece haber cumplido su cometido porque la mira con un brillo en los ojos.

Parece un ciego que acaba de ver la luz del sol por primera vez. Por lo que me enfoco en lo que realmente me interesa.

Kitty abre la boca pero de pronto sus ojos se distraen con algo a mis espaldas y se detiene. Volteó la cabeza para ver qué la hizo callarse de repente pero no veo nada en particular.

Ella no me responde y empieza a caminar con pasos apresurados por el mismo pasillo que hemos llegado.

No entiendo su actitud pero eso no me impide seguirla. Cuando da la vuelta, toma dirección hacia la recepción casi a la carrera, yo la sigo muy de cerca imitando sus pasos y de pronto entiendo su reacción y me detengo en seco al ver al hermano de Brittany hablando o más bien gritándole a la recepcionista para que le dé información sobre ella.

Este levanta la cabeza con cara de agobio, al ver a Kitty se encamina rápidamente hacia ella y la encuentra a medio camino.

—¿Me puedes explicar cómo diablos es posible que mi hermana esté hospitalizada y que yo sea el último en saberlo cuando toda la maldita ciudad parece estar enterada?—le pregunta en un tono demasiado alto para el lugar donde nos encontramos.

—Se ha desmayado—responde esta con un hilo de voz a la vez que Marley y Quinn llegan a mi lado.

—¿Cómo que se ha desmayado? ¡¿Y por qué no me llamaste?!

Vuelve a gritar y por primera vez desde que la conozco veo que Kitty se queda sin palabras. Parece dudar entre si contarle o no los verdaderos motivos.

—Mike cálmate—le pide Marley al mismo tiempo que se acerca a ambos—, De nada sirve que le grites la pobre no tiene la culpa de lo que le pasó a Brittany.

—Tú también lo sabías y no me llamaste, ¡¿pero se puede saber qué está pasando aquí?!—continúa en el mismo tono ignorando la petición de Marley.

Mi amiga Quinn se acerca y se interesa en saber qué es lo que está pasando. Le dedico un “te lo explico luego”, porque ahora mismo no tengo cabeza para nada más que no sea Mike.

Tengo que decirle la razón por la que Brittany terminó aquí. Aunque no sé cómo se lo voy a explicar.

Antes de que la idea se materialice en mi cabeza mis pies se mueven por inercia hacia dónde están ellos, me paro en frente de él y busco su mirada.

—Yo puedo explicarte qué es lo que está pasando.


Kitty que intuye lo que voy a decir, me agarra por el brazo llamando así mi atención. Ladeo la cabeza y la miro.

—Es a Brittany a quien le corresponde contarle, no a ti.

—¿Qué es lo que me tiene que decir?—inquiere Mike exasperado obteniendo nuevamente mi atención—Además ¿qué hace usted aquí?

—Señores este es un hospital así que les recomiendo bajar la voz o tendré que pedirle a seguridad que los eche—nos dice en francés una enfermera de unos treinta y tantos al llegar hasta donde estamos.

—Disculpe, no volverá a pasar—le responde Kitty en francés a la pelinegra.

La mujer a pesar de tener el ceño fruncido asiente y se marcha.

—Vamos Mike, te llevo para que la veas.

Este asiente confundido y lo entiendo perfectamente. No debe ser fácil enterarte que tu hermana está en un hospital por terceros y no tener idea de lo que está pasando.

Kitty enreda su brazo al de él y lo conduce a la habitación del amor de mi vida.

No puedo permitir que enfrente esto ella sola.

Camino justo detrás de ellos seguido de cerca por mis dos mejores amigas.