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[Resuelto]FanFic Brittana: Agárrate (Adaptada) Epílogo
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Isabella28
micky morales
23l1
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Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Agárrate (Adaptada) Epílogo
Isabella28 escribió:Tan corto!! Comprobado...santana la amaba.
Hola, jajajaj dices tu¿?, no la vrdd esk si, lo lamento jajaajaj. SI q si! ambas! mis brittana!!! jajaja. Saludos =D
3:) escribió:Hola morra...
A san le faltaba poco para poner el grito en el cielo jajajaja
Eso no era un cariño de "cuñada"...
Nos vemos!!!
Hola lu, jajaajja ajaajaja la vrdd esk si ajajajajjajaajjaaj. JAjaajajajajaj nonesss, eso va por el lado del a..Saludos =D
micky morales escribió:Hay san ahi habia historia y por dartelas de buena hermana no se concreto!!!!!
Hola, si que si... y por parte de ambas..., pero tmbn un 3 q no las dejo ¬¬...el cual ya no esta...Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Agárrate (Adaptada) Cap 3 - P II
Capitulo 3 - Parte II
En la Actualidad…
Brittany
Para el viernes ya habíamos encontrado nuestro ritmo.
Santiago se levantó y se vistió mientras hacía el desayuno, el que consistía tortitas y un vaso de leche.
Eso no me haría ganar el premio a Mamá del Año, pero a él le gustaban las tortitas de chispas y crema y a mí me gustaba llevarlo a la escuela a tiempo.
Sí comimos el desayuno juntos.
Me comí mi barra de granola y bebí algo de café mientras Santiago hablaba dichoso.
No era una persona a la que le gustaran las mañanas. No podía siquiera formar palabras hasta que al menos transcurrieran treinta minutos desde despertar y dos tazas de café.
Santiago, por otro lado, despertaba cantando.
Esta mañana me enumeró sus predicciones para la próxima temporada de básquetbol. No tenía idea de qué decía, pero asentí y bebí sorbos de mi cafeína.
Vestirme tomaba más tiempo, pero le daba a Santiago tiempo para jugar con sus juguetes y elegir que quería que le empacara para su almuerzo.
Le gustaba tener opciones.
La mayoría de los días no teníamos muchas opciones, pero igual quería elegir.
No llegó tarde ni una vez en toda la semana, tampoco yo. Mi nuevo trabajo era de martes a sábado.
Santiago iba a una guardería después de la escuela hasta las cinco de la tarde cada día.
El consejero de su escuela me lo recomendó. El costo era determinado por mi ingreso, así que era mucho más rentable que una guardería todo el día.
Un beneficio extra era que varios niños de su clase iban también a esa guardería. Así que él disfrutaba jugar con sus nuevos amigos.
Si no fuera por el hecho que tenía que ver la casa de los López todos los días, entonces todo esto sería perfecto. Pero ver la casa de Alfonso continuamente me recordaba el rechazo que Santiago no merecía de la gente con la que compartía sangre.
—¿Brittany…Pierce?—dijo una voz familiar, sacándome de mis pensamientos mientras me barría el cabello de mi última cita.
Levantando la cabeza, me recordé que estaba preparada para esto. La gente me reconocería. Solo porque transcurrió una semana sin que fuera reconocida (aparte de Santana) no significaba que eventualmente no iba a suceder.
Marley Marin Rose me sonrió mientras metía su castaño cabello largo y brillante tras su oreja. Sus ojos brillaron con verdadero placer de verme.
Pero bueno, esa era Marley.
Iba un año detrás de mí en la escuela, pero su hermana mayor, Hanna, era una amiga cercana de Santana y la conocía a través de ella.
Siempre fue bonita, pero ahora era hermosa.
No la había visto desde que ella tenía quince años. Imaginaba que las personas de por aquí habían estado golpeando su puerta; bueno, si lograban superar Hanna.
Recosté la escoba contra mi puesto de trabajo y caminé hacia donde se encontraba de pie en el escritorio de recepción.
—Hola, Marley—dije.
Acomodó su bolso de diseñador sobre el hombro y siguió sonriéndome como si fuera el arca perdida y me hubiera encontrado.
En mi cabeza pasé a través de los chicos adinerados de por aquí que pudieron haberse dado el lujo de poner un anillo en su dedo.
Ella era dulce, pero también una princesa. Siempre lo fue.
—No sabía que regresaste a la ciudad. ¿Y trabajas aquí? No puedo creerlo. Simplemente te fuiste…—se detuvo y la tristeza en sus ojos me recordó que fue lo suficientemente cercana a los López por su relación con Hanna que recordaba lo doloroso que había sido.
—Mi mamá se retiró y se mudó a Florida. Me dio la casa. Pensé que era hora de volver a casa—expliqué.
No tenía idea de qué le dijeron mis padres a la gente. Sabía que no contaron la verdad.
Al menos, asumía que no lo hicieron.
Temía que le dijeran a otras personas lo que escuché que mi mamá le dijo a Santana.
Esperaba que no.
Su lindo ceño se frunció, y la lástima en sus ojos apagó su antiguo brillo.
—Escuché de tu papá. Lo siento.
Asentí. No sabía qué más decir.
Mi ira hacia él aún permanecía ahí. Alejó a la familia de mi hijo de él. El amor que Santiago merecía le fue robado debido a mi papá.
—Mar, ¿cuánto tiempo dijiste que…?—el distinguido cabello rubio que pertenecía a nadie más que Kitty Wilde fue la primera cosa que noté.
Sus ojos fueron desde Marley hacia mí, y se ampliaron de sorpresa.
Kitty también fue una vez una de las amigas más cercanos de Santana. Ese grupo de cuatro chicas fueron dueñas de la Secundaria Sea Breeze en su último año.
La mayoría de las personas babeaban por Kitty, fue la rompecorazones.
Pero no yo.
Mi fascinación fue con Santana. Kitty nunca me gustó.
—¡Mierda! ¿Eres tú, Brittany?—preguntó Kitty a medida que entró y caminó hacia nosotras.
Al parecer, Santana no le mencionó a nadie que me vio. No aceptaría que eso dolía. Ya había probado lo mucho que no le importaba.
No sé por qué me sorprendía.
—Sí, soy yo—contesté justo cuando el brazo de Kitty se envolvió alrededor de la cintura de Marley y la haló contra sí, entonces besó su sien.
De ninguna manera.
De ninguna jodida manera.
Hanna la mataría.
¿Cierto?
Kitty durmió con la mayoría de Sea Breeze, y Hanna sabía eso mejor que nadie.
¿Cómo caminaba por ahí, besando a la hermanita menor de Hanna?
Marley rio y la sonrisa de Kitty creció.
—¿Cómo estás viva?—le pregunté a medida que ambas lucían divertidas por el asombro en mi rostro.
—Oh, golpeó mi cara. Pero entonces lo superó y lo aceptó. No le dimos otra opción—respondió Kitty.
Simplemente asentí, luego miré a Marley.
—Así que ese anillo es…
—Kitty Wilde se casará. Difícil de creer, ¿eh?—dijo en un tono de broma, entonces pellizcó a Kitty en la cintura.
—Cuidado, sexy—dijo mirándola como si fuera la cosa más preciosa en la tierra.
¿Alguna vez alguien me miró así?
No.
Ninguna.
El único amor que había conocido fue el de un chico. Él nunca tuvo la oportunidad de convertirse en un hombre. No tenía ni idea de cómo se sentía ser amada por un hombre o una mujer.
Y hasta este momento habría dicho que no me importaba, pero viendo a estos dos, me preguntaba si alguna vez conocería ese sentimiento.
—Es bueno verte. Me alegra que hayas regresado al pueblo—dijo Kitty, entonces movió su atención a Marley—Llama cuando hayas terminado. Vendré y te recogeré, ¿sí?
Asintió. La besó rápido, duro y luego se dirigió a la puerta.
La risa de tonta en el rostro de Marley mientras la observó irse sola me hizo rememorar que no conocía esa clase de amor y tal vez nunca lo haría.
Sin embargo, no importaba.
Tenía a Santiago.
Él era mucho más.
—Lo siento. Está un poco pegajosa hoy porque no he estado en dos días, fui a comprar mi vestido de novia en Manhattan con Emily, una amiga.
Asentí como que entendía, pero “ir de compras” y “Manhattan” eran palabras extrañas para mí. Compraba las cosas en el Walmart local.
—¿Tienes una cita con alguien?—pregunté.
No quería ser grosera, pero aún no había tomado mi descanso para el almuerzo y ya eran las tres de la tarde.
—Sí, con Sue a las tres y quince —contestó.
Sue era la dueña.
Se había entrenado en Nueva York, Los Ángeles y París. Que me hubiera contratado era un milagro. Era buena en lo que hacía, lo sabía, pero no tenía su entrenamiento.
—Aquí estoy—llamó Sue mientras llegaba desde el cuarto trasero.
Su corto cabello rubio no era natural para nada, pero era exótico. Sumado a eso; los ojos color azul cristal, las extensiones de pestañas y luego colágeno en los labios, en verdad hacía que la gente volteara a mirarla.
Marley la saludó luego me sonrió.
—Me alegra tanto que hayas regresado. Tenemos que reunirnos. Quizás salir una noche.
No saldría en la noche. Dejar a Santiago no era una opción.
Asentí en su lugar porque no tenía ganas de hablarle aún de Santiago. Haría preguntas que todavía no quería responder.
Además, cualquiera que conociera a Alfonso y mirara a Santiago lo descubriría.
Santana
Los condominios serían terminados a tiempo.
Una preocupación menos en mi mente. Después de la tormenta tropical que vino en Julio, temía que nos atrasáramos un mes o más. Los inversionistas se ponían nerviosos, y todo eso recaía sobre mis hombros.
Malditos idiotas deberían haber considerado que el clima retrasaba las mierdas antes de prometerles a los compradores que el sitio se encontraría listo antes de Navidad.
Idiotas.
Quitándome el casco de seguridad, salí al estacionamiento desde el edificio y me dirigí a mi camioneta.
Había terminado por el día.
El equipo trabajaba y no me necesitaban. Estuve aquí desde las cinco de la mañana.
Entrecerrando los ojos hacia el sol, fui capaz de notar a Kitty inclinada contra mi camioneta con una sonrisa de suficiencia en su rostro.
¿Por qué se encontraba aquí?
Nunca se aparecía en mis sitios de trabajo.
—Acabo de dejar a Mar para que se arregle el cabello—dijo Kitty mirando con agudeza.
No tenía ni puta idea de qué se trataba esto, así que me quedé de pie en silencio y esperé que dijera el punto de esto.
Noté el momento en que por fin entendió que no tenía ni idea de qué hablaba.
Presionó sus labios luego negó con la cabeza.
—Quizás quieras pasar. Decir hola—agregó—Brittany regresó.
Debería haberlo sabido.
Cada día que pasaba sin que mi mamá me llamara para gritarme por no decirle que la nueva vecina era Brittany, exhalaba de alivio. Pero era cuestión de tiempo antes que la gente en el pueblo la viera.
¿Y qué demonios hacía en el salón de Sue?
Ese sitio era costoso, y por como lucía el auto de Brittany, no debería pagar precios altos por su puto cabello.
¿Qué hay del niño?
—¿Tenía a su hijo con ella?—pregunté, intentando hacer que el disgusto en mi voz no fuera demasiado obvio.
—¿Hijo? ¡Mierda! ¿Tiene uno? ¿Se casó?
No tenía a su hijo con ella. Jodidamente fantástico. Dejó al pequeño en casa solo.
¿Qué tipo de mamá era?
—¿Y sabías que había regresado? ¿Con un hijo? ¿Por qué no mencionaste nada?
—Se mudó a la casa de sus padres. Conocí a su hijo cuando fui a ver a los vecinos por mis padres. No pensé que fuera importante que volviera. Fue parte de la vida de Alfonso, no de la mía—contesté, luego abrí la puerta de la camioneta.
—Mentirosa. Eres una mentirosa llena de mierda. Cuidaste a esa chica por años. Demonios, cuando era estudiante de primer año actuaste como si fueras su maldito perro guardián. Cuando fue enviada lejos, jodió tu cabeza. Estabas en duelo por Alfonso, y entonces ella se había ido y también estuviste de duelo por ella. Pensaba que te importaría si ella volvía. A menos que esté casada y por eso estás enojada.
Pretender que no me importaba Brittany y su felicidad en se entonces no tenía sentido.
Mis amigas sabían la verdad, aun cuando mi hermano no lo había notado.
—No está casada—respondí, y me monté en la camioneta—Pero la chica que me importaba se ha ido. Una perra fría ocupó su lugar. Y si se está arreglando el cabello donde Sue, entonces es una perra egoísta. El automóvil de mierda que conduce no es seguro para que su niño vaya ahí.
Empecé a cerrar la puerta, pero Kitty la agarró.
—Vaya, morena ¿qué te pasa para actuar como una imbécil que no eres? Brittany está trabajando en el salón de Sue, no arreglándose el cabello.
Quizás sí era una imbécil.
—Oh—contesté, deseando no haber enloquecido frente a Kitty.
—Sí, oh. Brittany no parecía una perra en absoluto. Parecía amable… era Brittany.
No, no lo era. Era una mamá, y joder, escondía algo.
Y si estaba trabajando, ¿dónde demonios se hallaba Santiago?
—Estoy cansada. Necesito una cerveza y luego mi cama. Te veré después— le dije.
—¿Live Bay mañana en la noche? —preguntó.
Live Bay era el club del pueblo donde todos solíamos beber y seducir. Ahora era solo yo lo hacía. El resto de esas idiotas estaban casadas o casi.
—Sí, te veré ahí—le dije mientras cerré la puerta. Luego me dirigí a casa de mis padres.
Podía decirme a mí misma que iba a visitar a mi mamá, pero la verdad era que iba a asegurarme que Santiago no se encontrara solo en casa.
Algo en la forma en que Brittany lo alejó de mí y se puso a la defensiva me molestaba.
No estaba convencida de que la mujer era estable mentalmente.
Cuando llegué a casa de mis padres estacioné al lado del camioneta de mi papá y caminé hacia la calle del frente antes que él se diera cuenta que me hallaba aquí.
No quería una puta audiencia, ni sus comentarios.
El auto de Brittany no estaba, así que aún no había llegado a casa.
Más vale que ese niño no esté aquí.
Subí los escalones y golpeé la puerta. Esperé un minuto completo y nada. Así que golpeé de nuevo. Por qué me sentía jodidamente convencida que dejó a su hijo en casa no lo sabía con certeza.
No conocía a Brittany. De hecho no tenía pruebas de que hubiera enloquecido.
—Santiago, ¿estás ahí dentro? Soy Santana. Pensé en pasar y ver que te encontraras bien—llamé, pero solo hubo silencio.
No se hallaba ahí dentro.
Exageraba.
¿Por qué?
No tenía ni puta idea.
Me di la vuelta y caminé de nuevo por las escaleras justo a tiempo para que el Honda todo golpeado se estacionara en la entrada.
Genial. Ahora tendría que explicar.
La puerta de su auto se abrió y ella salió. Los lentes de sol colocados en su nariz cubrían esos ojos suyos, así que no tenía idea de qué pensaba.
Se inclinó y volvió a erguirse. Pude ver la pequeña cabeza saliendo del asiento trasero y entonces oí sus pies en el pavimento.
—¡Santana!—gritó a medida que corría alrededor del frente del auto con una sonrisa de emoción.
Pero entonces se detuvo. Su sonrisa se desvaneció, se tensó y miró hacia atrás a su mamá.
Brittany cerró la puerta del auto y caminó hacia Santiago. Descansó la mano sobre su hombro, se inclinó para susurrarle en su oído y luego le entregó las llaves.
Asintió.
—De acuerdo—dijo sombríamente, entonces se dirigió hacia la casa, sin mirarme de nuevo. Cuando llegó a la puerta, la abrió y entró.
—¿Qué haces aquí?—preguntó en su tono muy displicente.
Al parecer, la sonrisa amigable que le brindó a Kitty no me la dedicaría a mí.
Ahora podía mentir o decirle la verdad. No era una mentirosa.
—Escuché que estabas trabajando. Me preocupó que el niño se encontrara solo en casa.
La expresión en su rostro fue de asombrada a completamente enojada.
—¿Solo? Tú… ¿piensas que dejaría a mi hijo solo?—preguntó en una voz horrorizada—No soy idiota. Y si no los has notado, soy la única familia que tiene. Soy la única que lo quería y lo ha amado. Así que no—me señaló con su dedo, su voz subiendo a medida que la furia hervía a fuego lento en sus ojos—, No actúes como que te importa él una mierda ahora. NO TIENES derecho. Aléjate de aquí. Vuelve a esa casa. Olvídate de lo que tu hermano hubiera querido. Finge que abandonarnos a mí y a su hijo era lo correcto cuando necesitábamos a ALGUIEN—su respiración era tan agitada que su pecho jadeaba y las lágrimas inundaron sus ojos. Luego me superó corriendo y sin que pudiera detenerla.
No podía moverme.
Demonios… no podía jodidamente respirar.
—¿Mami?—llamó la voz de Santiago y entonces me moví.
Me giré y lo miré.
Brittany limpió su rostro y se dobló para presionar un beso en su cabeza y susurrarle algo. Envolvió sus pequeños brazos a su alrededor y luego giró la cabeza y me fulminó con la mirada.
En verdad me miró así de mal.
Mi pecho explotó en millones de pedazos a medida que me quedé ahí de pie y miré a los ojos al hijo de mi hermano.
¿Cómo no lo vi?
Sus ojos eran justo como los de Alfonso.
—No vuelvas aquí. ¡Hiciste llorar a mi mamá!—me gritó.
Brittany se inclinó de nuevo, sostuvo los pequeños brazos con gentileza y empezó a hablarle de nuevo. Asintió y se volteó para regresar adentro. Ella se levantó y me miró.
El dolor en sus ojos me confundió. Sus palabras me confundieron.
¿Por qué pensaba que sabíamos al respecto?
¿Por qué nos culpaba por no ser parte de la vida de él?
No sabíamos. Ella se fue y nunca volvió.
—Es hijo de Alfonso—dije a medida que entendí por fin la realidad.
Frunció el ceño y entonces asintió con lentitud.
Dejé caer la cabeza entre mis manos y respiré profundamente varias veces.
Mierda, tenía que controlarme.
Una emoción tras otra golpearon en mi pecho, quitándome el aliento. Dolor, culpa, ira, incredulidad; pero más que nada, felicidad pura.
Aplastaba todas las otras emociones.
Por seis años lloré a mi hermano. Cambió la forma en la que vivía mi vida. Solo quedaron los recuerdos y la culpa abrumadora de no haberle prestado atención a sus malas decisiones… empecé una puta pelea con él y se fue corriendo tras el volante en estado de ebriedad.
Si tan solo le hubiera prestado atención, podría estar vivo ahora mismo.
Era un peso sólido en mi pecho, que impedía que pudiera encontrar cualquier felicidad en la vida.
Pero ahora…
Dejé caer las manos y levanté la mirada de vuelta a Brittany.
Su pequeño niño era una parte de Alfonso. Mi hermano no se había ido por completo.
Dejó algo atrás…a alguien.
Esto no lo traía de vuelta, pero por primera vez en seis años mi corazón se sintió más aliviado.
No solo por mí, sino por mi familia.
Santiago se levantó y se vistió mientras hacía el desayuno, el que consistía tortitas y un vaso de leche.
Eso no me haría ganar el premio a Mamá del Año, pero a él le gustaban las tortitas de chispas y crema y a mí me gustaba llevarlo a la escuela a tiempo.
Sí comimos el desayuno juntos.
Me comí mi barra de granola y bebí algo de café mientras Santiago hablaba dichoso.
No era una persona a la que le gustaran las mañanas. No podía siquiera formar palabras hasta que al menos transcurrieran treinta minutos desde despertar y dos tazas de café.
Santiago, por otro lado, despertaba cantando.
Esta mañana me enumeró sus predicciones para la próxima temporada de básquetbol. No tenía idea de qué decía, pero asentí y bebí sorbos de mi cafeína.
Vestirme tomaba más tiempo, pero le daba a Santiago tiempo para jugar con sus juguetes y elegir que quería que le empacara para su almuerzo.
Le gustaba tener opciones.
La mayoría de los días no teníamos muchas opciones, pero igual quería elegir.
No llegó tarde ni una vez en toda la semana, tampoco yo. Mi nuevo trabajo era de martes a sábado.
Santiago iba a una guardería después de la escuela hasta las cinco de la tarde cada día.
El consejero de su escuela me lo recomendó. El costo era determinado por mi ingreso, así que era mucho más rentable que una guardería todo el día.
Un beneficio extra era que varios niños de su clase iban también a esa guardería. Así que él disfrutaba jugar con sus nuevos amigos.
Si no fuera por el hecho que tenía que ver la casa de los López todos los días, entonces todo esto sería perfecto. Pero ver la casa de Alfonso continuamente me recordaba el rechazo que Santiago no merecía de la gente con la que compartía sangre.
—¿Brittany…Pierce?—dijo una voz familiar, sacándome de mis pensamientos mientras me barría el cabello de mi última cita.
Levantando la cabeza, me recordé que estaba preparada para esto. La gente me reconocería. Solo porque transcurrió una semana sin que fuera reconocida (aparte de Santana) no significaba que eventualmente no iba a suceder.
Marley Marin Rose me sonrió mientras metía su castaño cabello largo y brillante tras su oreja. Sus ojos brillaron con verdadero placer de verme.
Pero bueno, esa era Marley.
Iba un año detrás de mí en la escuela, pero su hermana mayor, Hanna, era una amiga cercana de Santana y la conocía a través de ella.
Siempre fue bonita, pero ahora era hermosa.
No la había visto desde que ella tenía quince años. Imaginaba que las personas de por aquí habían estado golpeando su puerta; bueno, si lograban superar Hanna.
Recosté la escoba contra mi puesto de trabajo y caminé hacia donde se encontraba de pie en el escritorio de recepción.
—Hola, Marley—dije.
Acomodó su bolso de diseñador sobre el hombro y siguió sonriéndome como si fuera el arca perdida y me hubiera encontrado.
En mi cabeza pasé a través de los chicos adinerados de por aquí que pudieron haberse dado el lujo de poner un anillo en su dedo.
Ella era dulce, pero también una princesa. Siempre lo fue.
—No sabía que regresaste a la ciudad. ¿Y trabajas aquí? No puedo creerlo. Simplemente te fuiste…—se detuvo y la tristeza en sus ojos me recordó que fue lo suficientemente cercana a los López por su relación con Hanna que recordaba lo doloroso que había sido.
—Mi mamá se retiró y se mudó a Florida. Me dio la casa. Pensé que era hora de volver a casa—expliqué.
No tenía idea de qué le dijeron mis padres a la gente. Sabía que no contaron la verdad.
Al menos, asumía que no lo hicieron.
Temía que le dijeran a otras personas lo que escuché que mi mamá le dijo a Santana.
Esperaba que no.
Su lindo ceño se frunció, y la lástima en sus ojos apagó su antiguo brillo.
—Escuché de tu papá. Lo siento.
Asentí. No sabía qué más decir.
Mi ira hacia él aún permanecía ahí. Alejó a la familia de mi hijo de él. El amor que Santiago merecía le fue robado debido a mi papá.
—Mar, ¿cuánto tiempo dijiste que…?—el distinguido cabello rubio que pertenecía a nadie más que Kitty Wilde fue la primera cosa que noté.
Sus ojos fueron desde Marley hacia mí, y se ampliaron de sorpresa.
Kitty también fue una vez una de las amigas más cercanos de Santana. Ese grupo de cuatro chicas fueron dueñas de la Secundaria Sea Breeze en su último año.
La mayoría de las personas babeaban por Kitty, fue la rompecorazones.
Pero no yo.
Mi fascinación fue con Santana. Kitty nunca me gustó.
—¡Mierda! ¿Eres tú, Brittany?—preguntó Kitty a medida que entró y caminó hacia nosotras.
Al parecer, Santana no le mencionó a nadie que me vio. No aceptaría que eso dolía. Ya había probado lo mucho que no le importaba.
No sé por qué me sorprendía.
—Sí, soy yo—contesté justo cuando el brazo de Kitty se envolvió alrededor de la cintura de Marley y la haló contra sí, entonces besó su sien.
De ninguna manera.
De ninguna jodida manera.
Hanna la mataría.
¿Cierto?
Kitty durmió con la mayoría de Sea Breeze, y Hanna sabía eso mejor que nadie.
¿Cómo caminaba por ahí, besando a la hermanita menor de Hanna?
Marley rio y la sonrisa de Kitty creció.
—¿Cómo estás viva?—le pregunté a medida que ambas lucían divertidas por el asombro en mi rostro.
—Oh, golpeó mi cara. Pero entonces lo superó y lo aceptó. No le dimos otra opción—respondió Kitty.
Simplemente asentí, luego miré a Marley.
—Así que ese anillo es…
—Kitty Wilde se casará. Difícil de creer, ¿eh?—dijo en un tono de broma, entonces pellizcó a Kitty en la cintura.
—Cuidado, sexy—dijo mirándola como si fuera la cosa más preciosa en la tierra.
¿Alguna vez alguien me miró así?
No.
Ninguna.
El único amor que había conocido fue el de un chico. Él nunca tuvo la oportunidad de convertirse en un hombre. No tenía ni idea de cómo se sentía ser amada por un hombre o una mujer.
Y hasta este momento habría dicho que no me importaba, pero viendo a estos dos, me preguntaba si alguna vez conocería ese sentimiento.
—Es bueno verte. Me alegra que hayas regresado al pueblo—dijo Kitty, entonces movió su atención a Marley—Llama cuando hayas terminado. Vendré y te recogeré, ¿sí?
Asintió. La besó rápido, duro y luego se dirigió a la puerta.
La risa de tonta en el rostro de Marley mientras la observó irse sola me hizo rememorar que no conocía esa clase de amor y tal vez nunca lo haría.
Sin embargo, no importaba.
Tenía a Santiago.
Él era mucho más.
—Lo siento. Está un poco pegajosa hoy porque no he estado en dos días, fui a comprar mi vestido de novia en Manhattan con Emily, una amiga.
Asentí como que entendía, pero “ir de compras” y “Manhattan” eran palabras extrañas para mí. Compraba las cosas en el Walmart local.
—¿Tienes una cita con alguien?—pregunté.
No quería ser grosera, pero aún no había tomado mi descanso para el almuerzo y ya eran las tres de la tarde.
—Sí, con Sue a las tres y quince —contestó.
Sue era la dueña.
Se había entrenado en Nueva York, Los Ángeles y París. Que me hubiera contratado era un milagro. Era buena en lo que hacía, lo sabía, pero no tenía su entrenamiento.
—Aquí estoy—llamó Sue mientras llegaba desde el cuarto trasero.
Su corto cabello rubio no era natural para nada, pero era exótico. Sumado a eso; los ojos color azul cristal, las extensiones de pestañas y luego colágeno en los labios, en verdad hacía que la gente volteara a mirarla.
Marley la saludó luego me sonrió.
—Me alegra tanto que hayas regresado. Tenemos que reunirnos. Quizás salir una noche.
No saldría en la noche. Dejar a Santiago no era una opción.
Asentí en su lugar porque no tenía ganas de hablarle aún de Santiago. Haría preguntas que todavía no quería responder.
Además, cualquiera que conociera a Alfonso y mirara a Santiago lo descubriría.
Santana
Los condominios serían terminados a tiempo.
Una preocupación menos en mi mente. Después de la tormenta tropical que vino en Julio, temía que nos atrasáramos un mes o más. Los inversionistas se ponían nerviosos, y todo eso recaía sobre mis hombros.
Malditos idiotas deberían haber considerado que el clima retrasaba las mierdas antes de prometerles a los compradores que el sitio se encontraría listo antes de Navidad.
Idiotas.
Quitándome el casco de seguridad, salí al estacionamiento desde el edificio y me dirigí a mi camioneta.
Había terminado por el día.
El equipo trabajaba y no me necesitaban. Estuve aquí desde las cinco de la mañana.
Entrecerrando los ojos hacia el sol, fui capaz de notar a Kitty inclinada contra mi camioneta con una sonrisa de suficiencia en su rostro.
¿Por qué se encontraba aquí?
Nunca se aparecía en mis sitios de trabajo.
—Acabo de dejar a Mar para que se arregle el cabello—dijo Kitty mirando con agudeza.
No tenía ni puta idea de qué se trataba esto, así que me quedé de pie en silencio y esperé que dijera el punto de esto.
Noté el momento en que por fin entendió que no tenía ni idea de qué hablaba.
Presionó sus labios luego negó con la cabeza.
—Quizás quieras pasar. Decir hola—agregó—Brittany regresó.
Debería haberlo sabido.
Cada día que pasaba sin que mi mamá me llamara para gritarme por no decirle que la nueva vecina era Brittany, exhalaba de alivio. Pero era cuestión de tiempo antes que la gente en el pueblo la viera.
¿Y qué demonios hacía en el salón de Sue?
Ese sitio era costoso, y por como lucía el auto de Brittany, no debería pagar precios altos por su puto cabello.
¿Qué hay del niño?
—¿Tenía a su hijo con ella?—pregunté, intentando hacer que el disgusto en mi voz no fuera demasiado obvio.
—¿Hijo? ¡Mierda! ¿Tiene uno? ¿Se casó?
No tenía a su hijo con ella. Jodidamente fantástico. Dejó al pequeño en casa solo.
¿Qué tipo de mamá era?
—¿Y sabías que había regresado? ¿Con un hijo? ¿Por qué no mencionaste nada?
—Se mudó a la casa de sus padres. Conocí a su hijo cuando fui a ver a los vecinos por mis padres. No pensé que fuera importante que volviera. Fue parte de la vida de Alfonso, no de la mía—contesté, luego abrí la puerta de la camioneta.
—Mentirosa. Eres una mentirosa llena de mierda. Cuidaste a esa chica por años. Demonios, cuando era estudiante de primer año actuaste como si fueras su maldito perro guardián. Cuando fue enviada lejos, jodió tu cabeza. Estabas en duelo por Alfonso, y entonces ella se había ido y también estuviste de duelo por ella. Pensaba que te importaría si ella volvía. A menos que esté casada y por eso estás enojada.
Pretender que no me importaba Brittany y su felicidad en se entonces no tenía sentido.
Mis amigas sabían la verdad, aun cuando mi hermano no lo había notado.
—No está casada—respondí, y me monté en la camioneta—Pero la chica que me importaba se ha ido. Una perra fría ocupó su lugar. Y si se está arreglando el cabello donde Sue, entonces es una perra egoísta. El automóvil de mierda que conduce no es seguro para que su niño vaya ahí.
Empecé a cerrar la puerta, pero Kitty la agarró.
—Vaya, morena ¿qué te pasa para actuar como una imbécil que no eres? Brittany está trabajando en el salón de Sue, no arreglándose el cabello.
Quizás sí era una imbécil.
—Oh—contesté, deseando no haber enloquecido frente a Kitty.
—Sí, oh. Brittany no parecía una perra en absoluto. Parecía amable… era Brittany.
No, no lo era. Era una mamá, y joder, escondía algo.
Y si estaba trabajando, ¿dónde demonios se hallaba Santiago?
—Estoy cansada. Necesito una cerveza y luego mi cama. Te veré después— le dije.
—¿Live Bay mañana en la noche? —preguntó.
Live Bay era el club del pueblo donde todos solíamos beber y seducir. Ahora era solo yo lo hacía. El resto de esas idiotas estaban casadas o casi.
—Sí, te veré ahí—le dije mientras cerré la puerta. Luego me dirigí a casa de mis padres.
Podía decirme a mí misma que iba a visitar a mi mamá, pero la verdad era que iba a asegurarme que Santiago no se encontrara solo en casa.
Algo en la forma en que Brittany lo alejó de mí y se puso a la defensiva me molestaba.
No estaba convencida de que la mujer era estable mentalmente.
Cuando llegué a casa de mis padres estacioné al lado del camioneta de mi papá y caminé hacia la calle del frente antes que él se diera cuenta que me hallaba aquí.
No quería una puta audiencia, ni sus comentarios.
El auto de Brittany no estaba, así que aún no había llegado a casa.
Más vale que ese niño no esté aquí.
Subí los escalones y golpeé la puerta. Esperé un minuto completo y nada. Así que golpeé de nuevo. Por qué me sentía jodidamente convencida que dejó a su hijo en casa no lo sabía con certeza.
No conocía a Brittany. De hecho no tenía pruebas de que hubiera enloquecido.
—Santiago, ¿estás ahí dentro? Soy Santana. Pensé en pasar y ver que te encontraras bien—llamé, pero solo hubo silencio.
No se hallaba ahí dentro.
Exageraba.
¿Por qué?
No tenía ni puta idea.
Me di la vuelta y caminé de nuevo por las escaleras justo a tiempo para que el Honda todo golpeado se estacionara en la entrada.
Genial. Ahora tendría que explicar.
La puerta de su auto se abrió y ella salió. Los lentes de sol colocados en su nariz cubrían esos ojos suyos, así que no tenía idea de qué pensaba.
Se inclinó y volvió a erguirse. Pude ver la pequeña cabeza saliendo del asiento trasero y entonces oí sus pies en el pavimento.
—¡Santana!—gritó a medida que corría alrededor del frente del auto con una sonrisa de emoción.
Pero entonces se detuvo. Su sonrisa se desvaneció, se tensó y miró hacia atrás a su mamá.
Brittany cerró la puerta del auto y caminó hacia Santiago. Descansó la mano sobre su hombro, se inclinó para susurrarle en su oído y luego le entregó las llaves.
Asintió.
—De acuerdo—dijo sombríamente, entonces se dirigió hacia la casa, sin mirarme de nuevo. Cuando llegó a la puerta, la abrió y entró.
—¿Qué haces aquí?—preguntó en su tono muy displicente.
Al parecer, la sonrisa amigable que le brindó a Kitty no me la dedicaría a mí.
Ahora podía mentir o decirle la verdad. No era una mentirosa.
—Escuché que estabas trabajando. Me preocupó que el niño se encontrara solo en casa.
La expresión en su rostro fue de asombrada a completamente enojada.
—¿Solo? Tú… ¿piensas que dejaría a mi hijo solo?—preguntó en una voz horrorizada—No soy idiota. Y si no los has notado, soy la única familia que tiene. Soy la única que lo quería y lo ha amado. Así que no—me señaló con su dedo, su voz subiendo a medida que la furia hervía a fuego lento en sus ojos—, No actúes como que te importa él una mierda ahora. NO TIENES derecho. Aléjate de aquí. Vuelve a esa casa. Olvídate de lo que tu hermano hubiera querido. Finge que abandonarnos a mí y a su hijo era lo correcto cuando necesitábamos a ALGUIEN—su respiración era tan agitada que su pecho jadeaba y las lágrimas inundaron sus ojos. Luego me superó corriendo y sin que pudiera detenerla.
No podía moverme.
Demonios… no podía jodidamente respirar.
—¿Mami?—llamó la voz de Santiago y entonces me moví.
Me giré y lo miré.
Brittany limpió su rostro y se dobló para presionar un beso en su cabeza y susurrarle algo. Envolvió sus pequeños brazos a su alrededor y luego giró la cabeza y me fulminó con la mirada.
En verdad me miró así de mal.
Mi pecho explotó en millones de pedazos a medida que me quedé ahí de pie y miré a los ojos al hijo de mi hermano.
¿Cómo no lo vi?
Sus ojos eran justo como los de Alfonso.
—No vuelvas aquí. ¡Hiciste llorar a mi mamá!—me gritó.
Brittany se inclinó de nuevo, sostuvo los pequeños brazos con gentileza y empezó a hablarle de nuevo. Asintió y se volteó para regresar adentro. Ella se levantó y me miró.
El dolor en sus ojos me confundió. Sus palabras me confundieron.
¿Por qué pensaba que sabíamos al respecto?
¿Por qué nos culpaba por no ser parte de la vida de él?
No sabíamos. Ella se fue y nunca volvió.
—Es hijo de Alfonso—dije a medida que entendí por fin la realidad.
Frunció el ceño y entonces asintió con lentitud.
Dejé caer la cabeza entre mis manos y respiré profundamente varias veces.
Mierda, tenía que controlarme.
Una emoción tras otra golpearon en mi pecho, quitándome el aliento. Dolor, culpa, ira, incredulidad; pero más que nada, felicidad pura.
Aplastaba todas las otras emociones.
Por seis años lloré a mi hermano. Cambió la forma en la que vivía mi vida. Solo quedaron los recuerdos y la culpa abrumadora de no haberle prestado atención a sus malas decisiones… empecé una puta pelea con él y se fue corriendo tras el volante en estado de ebriedad.
Si tan solo le hubiera prestado atención, podría estar vivo ahora mismo.
Era un peso sólido en mi pecho, que impedía que pudiera encontrar cualquier felicidad en la vida.
Pero ahora…
Dejé caer las manos y levanté la mirada de vuelta a Brittany.
Su pequeño niño era una parte de Alfonso. Mi hermano no se había ido por completo.
Dejó algo atrás…a alguien.
Esto no lo traía de vuelta, pero por primera vez en seis años mi corazón se sintió más aliviado.
No solo por mí, sino por mi familia.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Agárrate (Adaptada) Epílogo
Se entero!!! Quiero mas, se me hacen cortos los capitulos.
Isabella28****** - Mensajes : 378
Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Agárrate (Adaptada) Epílogo
Que dira la mama de Santana ahora????
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Agárrate (Adaptada) Epílogo
Que desesperacion no solo se me hacen cortos los capitulos sino minimos, se que no es asi pero es tan buena la historia que esperar los capitulos es un suplicio!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Agárrate (Adaptada) Epílogo
Hola morra...
Bueno iba a llegar la hora de cruzarse con todos... Era inevitable!!!
Me parece que britt ataca a san sin justificación.... Y la mete en la bolsa, que para mi solamente están los padres de britt que quizás no les dijeron nada... Por eso en perdón
Nos vemos!!!
Bueno iba a llegar la hora de cruzarse con todos... Era inevitable!!!
Me parece que britt ataca a san sin justificación.... Y la mete en la bolsa, que para mi solamente están los padres de britt que quizás no les dijeron nada... Por eso en perdón
Nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Agárrate (Adaptada) Epílogo
Isabella28 escribió:Se entero!!! Quiero mas, se me hacen cortos los capitulos.
Hola, uffff si =/ Jajjajaja suele pasar, pero aquí te dejo otro! Saludos =D
monica.santander escribió:Que dira la mama de Santana ahora????
Saludos
Hola, mmm esperemos y no lo tome contra britt la vrdd =/ Saludos =D
micky morales escribió:Que desesperacion no solo se me hacen cortos los capitulos sino minimos, se que no es asi pero es tan buena la historia que esperar los capitulos es un suplicio!!!!!
Hola, jajaajaj suele pasar y más aun cuando son brittana jajajaajaja. Pero aquí te dejo otro cap! Saludos =D
3:) escribió:Hola morra...
Bueno iba a llegar la hora de cruzarse con todos... Era inevitable!!!
Me parece que britt ataca a san sin justificación.... Y la mete en la bolsa, que para mi solamente están los padres de britt que quizás no les dijeron nada... Por eso en perdón
Nos vemos!!!
Hola lu, si que si...mejor temprano q tarde, no¿? Mmm esk por lo q ella cree no lo es, no¿? =/ Nose xq te encuentro toda la razón ¬¬ Espero y sea así...y si no...=/ Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Agárrate (Adaptada) Cap 4
Capitulo 4
Brittany
Ella no sabía de Santiago.
No tuvo que decírmelo. Se mostraba en su rostro.
Sólo una vez en mi vida vi a esta intimidante mujer luciendo a punto de desmoronarse, y eso fue en el funeral de Alfonso.
¿Cómo es que no lo sabía?
¿Su mamá no se lo dijo?
—¿Mamá? ¿Vas a entrar?—preguntó Santiago, sonando preocupado.
Tenía que entrar con él. Este no era el lugar para esto. Santiago era mi primera preocupación, siempre.
—No puedo hacer esto aquí—le dije a Santana—Él no necesita escucharlo.
La mirada de Santana se dirigió a la puerta, pero Santiago se encontraba de regreso en el interior. Santana no podía verlo.
Vi mientras tragaba duro. Luego asintió y volvió a mirarme.
—Está bien, pero tengo preguntas. Él es... él es... Quiero conocerlo, Brittany.
Esa declaración significaba más para mí de lo que Santana podría jamás saber.
—Entonces lo harás—respondí—Pero no ahora. Esta no es la forma de manejar la situación.
Santana inclinó la cabeza hacia atrás, cerró los ojos y dejó escapar un profundo suspiro.
No podía imaginar lo que pensaba.
Todo el tiempo creí que ella sabía sobre Santiago. Esto tenía que ser una conmoción mayor para ella.
Cuando volvió a mirarme, vi la humedad en sus ojos, y eso solo le ganó a esta mujer un lugar en mi corazón.
Durante mucho tiempo quise que alguien amara y quisiera a Santiago tan ferozmente como yo lo hacía.
—¿Cuándo podemos hablar? —preguntó.
—Sólo trabajo medio día los sábados. Podría dejar a Santi en la guardería un poco más, aunque realmente odio esa idea. Tal vez sería mejor esperar hasta que se va a la cama mañana por la noche.
Santana frunció el ceño.
—¿Guardería?
—Sí—respondí a la defensiva, no me gustó el tono de su voz.
¿Qué esperaba que hiciera, llevarlo al trabajo conmigo?
—¿Puedo verlo? No voy a decir nada. Lo juro. Solo... quiero quedarme con él mientras trabajas. Podemos hablar después de que llegues a casa. Tal vez enviarlo a jugar afuera, y podemos sentarnos en el porche.
Mi instinto de protección quiso rechazar su petición.
No estaba segura de lo mucho que confiaba en que Santana no le dijera algo a Santiago sobre Alfonso.
Pero quería ser parte de su vida. Y sabía que Santiago quería más familia.
Ya no preguntaba, pero la quería. Últimamente hablaba mucho sobre su papá.
—Tengo que salir a las ocho de mañana—dije antes de que pudiera cambiar de opinión.
Una sonrisa de alivio se formó en sus labios.
—Estaré aquí—respondió. Luego se volvió y se dirigió al otro lado de la calle.
No esperé para ver si entraría en casa de sus padres. Rápidamente entré y cerré la puerta detrás de mí.
—¿Dejarás que me quede con ella mañana?—preguntó Santiago, con ojos muy abiertos.
Suspirando, tomé su mano. Caminamos hacia el sofá y me senté.
Mis piernas estaban demasiado cansadas de estar de pie todo el día como para ponerme de cuclillas.
Cuando estuve al nivel de sus ojos, le sostuve ambas manos y lo miré directamente a los ojos.
—Sé que he actuado rara alrededor de Santana. Eso te asusta, y lo entiendo. Pero la verdad es que la conozco desde que era niña. Es una buena persona. Hay cosas en nuestro pasado que me ponen triste, pero Santana nunca hizo nada malo. No te dejaría con alguien en el que no confío. Creo...creo que te gustará. Pasar tiempo con ella será divertido. Mucho mejor que estar atrapado en la guardería un sábado.
Santiago se mordió el labio inferior mientras sus cejas se juntaron.
Esta era su cara de pensar.
Dejé que asimilara lo que dije. Siempre le tomó un minuto tomar una decisión acerca de las cosas.
Finalmente se encogió de hombros y sonrió.
—Bueno. Si confías en ella, entonces creo que puede ser divertido tener a otro adulto con la cual pasar el rato.
Intenté no sonreír.
Santiago ya se consideraba un adulto, pero en un cuerpo de niño. Había sido el hombre de la casa desde hacía tiempo.
Miró hacia la cocina.
—¿Crees que podrías darme unos macarrones con queso?
Lo abracé y le di un beso en la mejilla.
—Te amo. Eres mi mundo—dije.
Le decía eso desde que lo tuve en mis brazos por primera vez. Era verdad, y nunca quería que él lo olvidara.
—También te quiero, mamá—gruñó en mi apretado abrazo—Pero me aplastas—riendo, lo solté y señaló a la cocina—Me encantaría un poco de macarrones con queso—me recordó.
Me puse de pie y le hice el saludo militar, haciéndole reír.
—Macarrones con queso, viniendo en un instante —contesté.
Santiago cantaba “Eye of the Tiger” en voz alta y fuera de tono, mientras que se paraba sobre una silla y tomaba su Pop-Tart.
Vertí mi café en una taza de viaje y traté de ignorar el nudo de nervios en el estómago.
No le mentí a Santiago, confiaba en Santana. Simplemente no estaba segura de que dejarlo con una persona que no sabía que tenía fuera una buena idea.
No hasta que estuviera lista para hablar con Santiago sobre Santana y quienes eran los López para él.
Entristecer el mundo de Santiago era algo que no quería hacer.
Él lidiaba con los golpes desde que tenía la edad suficiente para comprender que nuestra vida siempre cambiaba. Nunca sabíamos dónde estaríamos después.
Ahora que teníamos casa, le quería dar algo de seguridad. Admitiéndole que tenía una familia sobre la que no conocía, era algo necesitaba manejar con delicadeza.
—¿Crees que debería hacer un Pop-Tart?—preguntó, mirando hacia mí por encima del hombro.
—Hmm... Tal vez deberías esperar y asegurarte de que come Pop-Tarts—respondí mientras bebía mi café y miraba el reloj de gato en la pared.
Mi mamá amaba los gatos. Yo también, en realidad, y deshacerme de ese reloj, no era algo que estuviera lista para hacer. Me recordó tiempos más felices.
Un golpe en la puerta hizo a un lado esos pensamientos, y mi nudo de nervios regresó.
Me dirigí a la puerta, pero Santiago saltó de la silla y salió corriendo. Lo dejé ir. Pronto estaría llamando “tía” a Santana... tal vez.
Si eso era algo que quería Santana.
Sabía que yo lo quería por Santiago. Sin embargo, aprender a compartirlo no sería exactamente fácil.
Santiago abrió la puerta, y Santana se encontraba ahí llenando el espacio con su perforada gloria.
Incluso a las siete cuarenta y cinco de la mañana, la mujer era impresionante.
Su camiseta azul marino, que decía CONSTRUCCIONES LÓPEZ en el frente, abrazaba su cuerpo con fuerza.
Sus brazos hacía que fantaseara con envolver sus manos alrededor de ellos y saltar a ellos.
¡No!
¡Caray!, ¿qué estaba haciendo?
Alejé la mirada del cuerpo de Santana y ni siquiera me permití echar un vistazo a sus piernas en esos pantalones.
¿Y por qué esas pulseras de cuero en el brazo eran sexy?
La mujer podía hacer cualquier cosa sexy.
—Hice un Pop-Tart—anunció Santiago—¿Quieres uno?
Santana sonrió brillantemente, y si esperaban que yo hablara, no habría sido capaz de hacerlo.
No veía esa sonrisa desde hacía años.
El efecto devastador que tuvo en mí seguía siendo igual de potente.
—Nunca rechazo un Pop-Tart—respondió Santana, y Santiago la agarró de la mano.
—Entonces vamos a la cocina. Te prepararé uno—dijo, tirando de Santana detrás de él.
La expresión asombrada de Santana mientras miraba a Santiago hizo que mi corazón se tensara. Sus ojos marrón oscuro se elevaron para encontrar mi mirada, y me las arreglé para sonreírle. Pero no me permití ponerme emocional y llorosa por la visión de ella con Santiago.
Me controlé.
—Llegaste antes de tiempo. Llegaste temprano—dije, tratando de aligerar el ambiente.
Este era un gran momento para Santana. También para Santiago, él simplemente no lo sabía aún.
Después de hoy no tenía duda alguna de que Santana adoraría a Santiago.
—No quería hacer que te fueras tarde. Trato de ganar el trabajo de niñera sabatina—dijo con una sonrisa torcida.
La idea de que Santana quería ver a Santiago todos los sábados casi hace que me ahogue con mi café.
No esperaba eso.
—¿No trabajas para tu papá?—pregunté, mirando hacia la camiseta, y luego regresé la mirada hacia ella.
Tal vez asumía demasiado por la camiseta. Por lo que sabía ella podría ser abogada.
Realmente dudaba eso, con sus fobias a las oficinas, pero no sabía mucho sobre Santana.
Ya no.
—No, me encargo de la compañía ahora. Es mía. Papá tuvo que renunciar—respondió—No trabajo los sábados.
Asintiendo, llevé la taza a mis labios para darme una barrera. No es que fuera mucha barrera, pero no sabía qué pensar de Santana.
—Puedes tener este Pop-Tart que acabo de hacer. Haré otro para mí—le dijo Santiago mientras se paraba en la silla, sosteniendo un plato de papel con un Pop-Tart en él—La leche está en la nevera. De la buena. Mamá no compra de esas con agua.
Sonriendo, alcancé mi bolso, luego me acerqué a darle un beso de despedida a Santiago.
—Te veré después del almuerzo. Pórtate bien con Santana, ¿de acuerdo? Te amo—le dije.
—¡Espera!—gritó, dándose la vuelta en la silla y levantando el puño para que lo golpeara.
Su gran sonrisa calentó todo dentro de mí. Puse la taza en la mesa y golpeé su puño con el mío.
—Dúo dinámico—dijimos al unísono.
—Te amo, mamá—dijo, y luego se giró de nuevo a la tostadora.
—Te amo más —contesté.
Recogí la taza, luego volví a mirar a Santana. Me observaba con atención.
No estaba segura de lo que ella pensaba, pero pensaba en eso profundamente.
—Necesito irme. Ustedes dos diviértanse. Dejé el número telefónico de mi trabajo y el de mi celular en la nevera por si me necesitas—le dije, y luego me dirigí a la puerta.
No fue fácil alejarme, pero sabía que Santiago necesita esto. Y también lo necesitaba Santana.
Santana
Anoche me quedé despierta toda la noche dejando que un miedo tras otro me mantuvieran despierta.
Mi mayor temor era por la felicidad de Santiago.
Después de ver a Brittany con él esta mañana, comprendí que lo que pensé que ella estando loca, en realidad fue ella siendo una mamá sobre protectora.
Ella amaba a este niño. Y él la amaba.
Eso era muy evidente.
Sin embargo, aún no explicaba por qué no me habló de Santiago. Por qué no contactó a mis padres. Esa era otra cosa: aún no se los decía a mis padres.
Verían mi camioneta aquí hoy, y puede que mamá venga a llamar a la puerta, o yo necesitaría llevar a Santiago allá.
El problema era que temía que mamá vería lo que me perdí la primera vez que lo miré.
Alfonso había sido su bebé, por lo que sería más hacer la conexión cuando viera sus ojos y sonrisa en Santiago.
Ella lo sabría.
Inmediatamente, ella lo sabría.
Si le dijera él era el hijo de Brittany, lo sabría.
Pero también sabía que no le diría nada a Santiago. Me recriminaría más tarde por no decirle tan pronto como lo descubrí.
Pero no alteraría al niño.
Probablemente era mejor ir hacia allá y tratar con mi mamá antes de que ella viniera aquí.
—Mamá normalmente hace rollos de canela los sábados, pero ahora trabaja los sábados. No solía trabajar los sábados, cuando vivíamos en Fort Worth. Pero nuestro departamento allá era muy pequeño. Me gusta más aquí. Sólo desearía que ella no tuviera que trabajar—dijo Santiago mientras saltaba de la silla y la colocaba detrás de él de regreso en la mesa.
Tenía la sensación de que hoy descubriría mucho acerca de su vida sin siquiera hacer preguntas o ser entrometido. El chico sencillamente compartía todo lo que estaba en su mente.
Ningún filtro en absoluto.
—Ella sólo tiene que trabajar medio día. Eso no es tan malo—dije, tomando asiento al otro lado de la mesa, frente a él, después de servir dos vasos de leche entera.
Esto debía ser lo que el niño entendía “de la buena”. Alfonso siempre dijo que la leche entera es “de la buena”. Se quejaba de que toda la demás tenía agua.
Me gustó que Brittany le pasó eso al hijo de él.
Incapaz de detenerme, llevé la conversación hacia su papá. Tenía curiosidad en cuanto a lo que sabía de Alfonso.
—Así que, tu papá era un buen jugador de baloncesto, ¿eh?
Santiago tragó su bocado de Pop-Tart, y sus ojos se agrandaron cuando se sentó de rodillas en la silla.
—Era el mejor del mundo—dijo con toda seriedad—Nadie podía ganarle. Apuesto a que incluso LeBron James no podría vencer a papá. Mamá dijo que era una estrella—se detuvo y tomó un sorbo de leche, y luego su mirada regresó a mí—Creo que es por eso que Dios lo quería. Mamá dijo que Dios se lo llevó porque era un buen tipo y lo quería cerca de él. Creo que quería hacer de él una estrella real. Ya sabes, los que están en el cielo. Hay una realmente grande que podía ver desde la casa de tía Holly en Fort Worth. Creo que esa es papá.
Maldición.
No podía tomar una respiración profunda. Sentía una opresión en el pecho tan fuerte que era dolorosa.
Yo no hablo de Alfonso.
Puse su recuerdo en una caja y sólo lo tocaba cuando me encontraba demasiado borracha como para mantenerlo oculto.
Después, siempre dejaba que el enojo se hiciera cargo.
Pero este chico... mantenía vivo el recuerdo de Alfonso.
No hubiera sabido que necesitaba escuchar a alguien hablar de mi hermano de esta manera, pero escuchar a Santiago aliviaba el dolor que nunca se fue.
El dolor que la muerte de Alfonso dejó atrás.
—Tendrás que mostrarme esa estrella alguna noche—dije.
Si había un Dios, entonces estaba muy segura de que después de escuchar las palabras de este niño se aseguraría de que mi hermano fuera una estrella.
Santiago asintió y se sacudió las manos. Se las arregló para terminar su Pop-Tart en tan sólo unos pocos bocados.
—Lo haré. Ven por la noche e iremos al patio trasero y la buscamos. Mamá dijo que me ayudaría a encontrarla, pero no hemos tenido oportunidad esta semana. Estuvimos ocupados consiguiendo instalarnos—explicó.
El chico hablaba como si tuviera cuarenta. Era muy lindo.
—¿Quieres ir y conocer a mis padres?—pregunté.
Se levantó y asintió con entusiasmo.
Era mejor entrar en esto preparada, a que mi mamá viniera hasta aquí y comprendiera quién era Santiago por ella misma.
Me puse de pie y extendí la mano para que Santiago la tomara.
—Vamos—dije.
Deslizó su pequeña mano en la mía. Estaba cien por ciento segura de que Brittany no estaría de acuerdo con esto, pero me sentí tan condenadamente ansiosa por pasar tiempo con Santiago que no pensé en el hecho de que mis padres verían mi camioneta aquí.
Cuando estacioné esta mañana, sabía que tenía un problema.
Señalárselo a Brittany habría significado que cancelaría nuestros planes, y se llevaría a Santiago a la guardería.
Así que mantuve la boca cerrada.
Toqué a la puerta y decidí dejar que papá la abriera en lugar de simplemente entrar con Santiago. Papá me ayudaría a ocuparme de mamá si ella no reaccionaba con tanta calma como pensaba.
Papá abrió la puerta y empezó a decirme algo sarcástico, pero su mirada se dirigió a Santiago.
El reconocimiento no se mostró en su rostro.
Por lo menos no fui sólo yo quien se perdió hasta qué punto el niño se parecía a Alfonso.
—¿Él es el señor de la droga?—preguntó papá con una sonrisa.
Mierda.
El hombre no tenía fronteras. Eso no fue gracioso.
—¿Qué es un señor de la droga?—preguntó Santiago, mirándome.
—Nada de lo que tengas que preocuparte. No hagas caso al viejo. Cree que es gracioso. No lo es.
Santiago asintió, luego dirigió su mirada hacia mi papá.
—Soy Santiago. Vivo ahí—dijo, señalando a la casa de enfrente.
Papá le sonrió.
—¿En serio? Bueno, ya era hora de que vinieras y te presentaras.
—Él y su mamá, Brittany Pierce, viven ahí ahora. Lo estoy cuidando mientras Brittany trabaja esta mañana, y pensé que le gustaría conocerlos a ustedes. ¿Crees que puedan manejar eso...? ¿Qué mamá pueda manejar eso?—informé, con la esperanza de que entendería lo que trataba de decir.
La mirada de papá regresó a Santiago para examinarlo, y observé cuando la comprensión lentamente empezó a filtrarse. Su mano se tensó sobre el pomo de la puerta, y se quedó ahí en silencio, incapaz de hablar o dejar de mirar a Santiago.
Me aclaré la garganta.
—¿Podemos entrar ahora?—pregunté, esperando que él entendiera la advertencia en mi tono.
Le tomó un momento, pero luego dio un paso atrás y nos dejó entrar. Su mirada no se alejó de Santiago.
Tal vez esto fue una mala idea después de todo.
Demonios, yo casi colapsé de rodillas en el jardín delantero de Brittany cuando me lo dijo.
¿Esto era bueno para el corazón de papá?
Mierda.
—¿Quién está aquí?—gritó Mamá justo antes de aparecer por la esquina, entrando al vestíbulo. Una sonrisa iluminó su rostro cuando vio que era yo—No esperaba verte hoy—dijo. Entonces Santiago se movió a mi lado y su mirada cayó sobre él—Y trajiste compañía—su sonrisa vaciló entonces.
Tal como imaginé. Mamá vio a su bebé en la carita de Santiago.
—Mamá, él es Santiago. Vive en frente.
No me atreví a decirle aún quién era.
Incluso si veía el parecido, sabía que no adivinaría correctamente a menos que ella supiera el nombre de la mamá.
No apartó la mirada de Santiago mientras entraba en la habitación. Una gama de emociones se mostraron en su rostro, siendo la última completo asombro.
Deteniéndose frente a él, le tendió la mano, y su sonrisa era más brillante de lo que la había visto en mucho tiempo.
—Hola, Santiago. Soy Maribel López, pero me puedes llamarme mamá M, tal como el resto de los chicos de por aquí.
Santiago levantó su pequeña mano y la deslizó en la de ella.
—Me gusta el nombre de mamá M. ¿Y dónde están los otros chicos?
Mi mamá parecía estar absorbiendo todo lo que decía y hacía.
—Bueno, esos chicos ahora son todos grandes, al igual que lo es mi chica—dijo, señalándome—Por lo que ya todos se fueron.
Santiago volvió a mirarme.
—Oh, bueno, está bien. Me gusta Santana. Excepto cuando hizo llorar a mamá. No me gustó entonces, pero mamá dijo que era un malentendido y que no debería estar enfadada con ella. Así que no lo estoy.
¡Mierda!
El chico solo dice lo que sea que...
—¿Tana? ¿Hiciste llorar a su mamá?—me preguntó mamá, sus cejas levantadas.
Tenía un aspecto muy interesado en su rostro.
—Como él dijo, fue un malentendido—le aseguré, con la esperanza de que el chico no dijera nada más acerca de su mamá.
Miré a papá, quien observaba a Santiago con la misma expresión de asombro que sentí cuando comprendí quién era.
Mamá no lo sabía aún, y decidí que si papá no le decía, entonces tal vez debería esperar hasta más tarde, cuando Santiago no estuviera cerca.
—Tengo galletas de chocolate y un pie de manzana en mi cocina, recién salidos del horno. ¿Quieres un poco?—le preguntó a Santiago, apretando su mano entre las de ella.
Él asintió vigorosamente.
—Sí, señora, si quiero. Me gustan mucho ambas cosas.
Mamá ni siquiera nos miró a papá o a mí. Santiago tenía toda su atención.
—Bueno, es algo bueno que te mudaste en frente, entonces. Porque necesito a alguien que coma todos estos dulces que horneo.
Santiago se alejó, sin soltar su mano.
—Me gustan los dulces. Los comeré —aseguró.
Esperé hasta que estuvieron en la cocina y escuché a Santiago parlotear sobre que los superhéroes necesitaban un montón de galletas antes de mirar a papá.
Él sacudió la cabeza y dejó escapar un profundo suspiro.
—Guau. Luce igual que él. Igual que él—dijo, antes de dirigir su mirada hacia mí.
Vi la esperanza ahí. La sensación de que había algo de Alfonso a lo cual aferrarse.
Lo entendí porque también sentía lo mismo.
—No estuve segura de decirle a mamá frente a él fuera una buena idea una vez que llegué aquí. Cambié de idea.
Papá asintió.
—Sí. Ella ve a Alfonso en él. No comprende exactamente lo mucho que ve de Alfonso. Piensa que es sólo un parecido casual, y ya está enamorada del niño. Él será bueno para ella. Sólo…—se detuvo y miró hacia la casa de enfrente—…No puedo entender por qué lo ocultó de nosotros. Amábamos a esa chica. Ella era como nuestra. ¿Por qué no nos dejaría ser parte de la vida de él?
No estaba completamente segura, pero sabía que ella pensaba que no lo queríamos y que no nos importaba conocerlo.
Eso era algo que averiguaría hoy.
—Hablaré con ella más tarde. Ella creía que yo sabía quién era Santiago y creía que opté no ser parte de su vida. No estoy segura de cómo funciona, ya que no sabía en dónde mierda estaba todos estos años. Nadie lo sabía.
Papá se frotó la mandíbula sin afeitar y sacudió la cabeza.
—Tu mamá querrá respuestas. Así que esperaremos hasta que los obtengas antes de decirle.
Asentí.
Estaba totalmente de acuerdo.
No tuvo que decírmelo. Se mostraba en su rostro.
Sólo una vez en mi vida vi a esta intimidante mujer luciendo a punto de desmoronarse, y eso fue en el funeral de Alfonso.
¿Cómo es que no lo sabía?
¿Su mamá no se lo dijo?
—¿Mamá? ¿Vas a entrar?—preguntó Santiago, sonando preocupado.
Tenía que entrar con él. Este no era el lugar para esto. Santiago era mi primera preocupación, siempre.
—No puedo hacer esto aquí—le dije a Santana—Él no necesita escucharlo.
La mirada de Santana se dirigió a la puerta, pero Santiago se encontraba de regreso en el interior. Santana no podía verlo.
Vi mientras tragaba duro. Luego asintió y volvió a mirarme.
—Está bien, pero tengo preguntas. Él es... él es... Quiero conocerlo, Brittany.
Esa declaración significaba más para mí de lo que Santana podría jamás saber.
—Entonces lo harás—respondí—Pero no ahora. Esta no es la forma de manejar la situación.
Santana inclinó la cabeza hacia atrás, cerró los ojos y dejó escapar un profundo suspiro.
No podía imaginar lo que pensaba.
Todo el tiempo creí que ella sabía sobre Santiago. Esto tenía que ser una conmoción mayor para ella.
Cuando volvió a mirarme, vi la humedad en sus ojos, y eso solo le ganó a esta mujer un lugar en mi corazón.
Durante mucho tiempo quise que alguien amara y quisiera a Santiago tan ferozmente como yo lo hacía.
—¿Cuándo podemos hablar? —preguntó.
—Sólo trabajo medio día los sábados. Podría dejar a Santi en la guardería un poco más, aunque realmente odio esa idea. Tal vez sería mejor esperar hasta que se va a la cama mañana por la noche.
Santana frunció el ceño.
—¿Guardería?
—Sí—respondí a la defensiva, no me gustó el tono de su voz.
¿Qué esperaba que hiciera, llevarlo al trabajo conmigo?
—¿Puedo verlo? No voy a decir nada. Lo juro. Solo... quiero quedarme con él mientras trabajas. Podemos hablar después de que llegues a casa. Tal vez enviarlo a jugar afuera, y podemos sentarnos en el porche.
Mi instinto de protección quiso rechazar su petición.
No estaba segura de lo mucho que confiaba en que Santana no le dijera algo a Santiago sobre Alfonso.
Pero quería ser parte de su vida. Y sabía que Santiago quería más familia.
Ya no preguntaba, pero la quería. Últimamente hablaba mucho sobre su papá.
—Tengo que salir a las ocho de mañana—dije antes de que pudiera cambiar de opinión.
Una sonrisa de alivio se formó en sus labios.
—Estaré aquí—respondió. Luego se volvió y se dirigió al otro lado de la calle.
No esperé para ver si entraría en casa de sus padres. Rápidamente entré y cerré la puerta detrás de mí.
—¿Dejarás que me quede con ella mañana?—preguntó Santiago, con ojos muy abiertos.
Suspirando, tomé su mano. Caminamos hacia el sofá y me senté.
Mis piernas estaban demasiado cansadas de estar de pie todo el día como para ponerme de cuclillas.
Cuando estuve al nivel de sus ojos, le sostuve ambas manos y lo miré directamente a los ojos.
—Sé que he actuado rara alrededor de Santana. Eso te asusta, y lo entiendo. Pero la verdad es que la conozco desde que era niña. Es una buena persona. Hay cosas en nuestro pasado que me ponen triste, pero Santana nunca hizo nada malo. No te dejaría con alguien en el que no confío. Creo...creo que te gustará. Pasar tiempo con ella será divertido. Mucho mejor que estar atrapado en la guardería un sábado.
Santiago se mordió el labio inferior mientras sus cejas se juntaron.
Esta era su cara de pensar.
Dejé que asimilara lo que dije. Siempre le tomó un minuto tomar una decisión acerca de las cosas.
Finalmente se encogió de hombros y sonrió.
—Bueno. Si confías en ella, entonces creo que puede ser divertido tener a otro adulto con la cual pasar el rato.
Intenté no sonreír.
Santiago ya se consideraba un adulto, pero en un cuerpo de niño. Había sido el hombre de la casa desde hacía tiempo.
Miró hacia la cocina.
—¿Crees que podrías darme unos macarrones con queso?
Lo abracé y le di un beso en la mejilla.
—Te amo. Eres mi mundo—dije.
Le decía eso desde que lo tuve en mis brazos por primera vez. Era verdad, y nunca quería que él lo olvidara.
—También te quiero, mamá—gruñó en mi apretado abrazo—Pero me aplastas—riendo, lo solté y señaló a la cocina—Me encantaría un poco de macarrones con queso—me recordó.
Me puse de pie y le hice el saludo militar, haciéndole reír.
—Macarrones con queso, viniendo en un instante —contesté.
Santiago cantaba “Eye of the Tiger” en voz alta y fuera de tono, mientras que se paraba sobre una silla y tomaba su Pop-Tart.
Vertí mi café en una taza de viaje y traté de ignorar el nudo de nervios en el estómago.
No le mentí a Santiago, confiaba en Santana. Simplemente no estaba segura de que dejarlo con una persona que no sabía que tenía fuera una buena idea.
No hasta que estuviera lista para hablar con Santiago sobre Santana y quienes eran los López para él.
Entristecer el mundo de Santiago era algo que no quería hacer.
Él lidiaba con los golpes desde que tenía la edad suficiente para comprender que nuestra vida siempre cambiaba. Nunca sabíamos dónde estaríamos después.
Ahora que teníamos casa, le quería dar algo de seguridad. Admitiéndole que tenía una familia sobre la que no conocía, era algo necesitaba manejar con delicadeza.
—¿Crees que debería hacer un Pop-Tart?—preguntó, mirando hacia mí por encima del hombro.
—Hmm... Tal vez deberías esperar y asegurarte de que come Pop-Tarts—respondí mientras bebía mi café y miraba el reloj de gato en la pared.
Mi mamá amaba los gatos. Yo también, en realidad, y deshacerme de ese reloj, no era algo que estuviera lista para hacer. Me recordó tiempos más felices.
Un golpe en la puerta hizo a un lado esos pensamientos, y mi nudo de nervios regresó.
Me dirigí a la puerta, pero Santiago saltó de la silla y salió corriendo. Lo dejé ir. Pronto estaría llamando “tía” a Santana... tal vez.
Si eso era algo que quería Santana.
Sabía que yo lo quería por Santiago. Sin embargo, aprender a compartirlo no sería exactamente fácil.
Santiago abrió la puerta, y Santana se encontraba ahí llenando el espacio con su perforada gloria.
Incluso a las siete cuarenta y cinco de la mañana, la mujer era impresionante.
Su camiseta azul marino, que decía CONSTRUCCIONES LÓPEZ en el frente, abrazaba su cuerpo con fuerza.
Sus brazos hacía que fantaseara con envolver sus manos alrededor de ellos y saltar a ellos.
¡No!
¡Caray!, ¿qué estaba haciendo?
Alejé la mirada del cuerpo de Santana y ni siquiera me permití echar un vistazo a sus piernas en esos pantalones.
¿Y por qué esas pulseras de cuero en el brazo eran sexy?
La mujer podía hacer cualquier cosa sexy.
—Hice un Pop-Tart—anunció Santiago—¿Quieres uno?
Santana sonrió brillantemente, y si esperaban que yo hablara, no habría sido capaz de hacerlo.
No veía esa sonrisa desde hacía años.
El efecto devastador que tuvo en mí seguía siendo igual de potente.
—Nunca rechazo un Pop-Tart—respondió Santana, y Santiago la agarró de la mano.
—Entonces vamos a la cocina. Te prepararé uno—dijo, tirando de Santana detrás de él.
La expresión asombrada de Santana mientras miraba a Santiago hizo que mi corazón se tensara. Sus ojos marrón oscuro se elevaron para encontrar mi mirada, y me las arreglé para sonreírle. Pero no me permití ponerme emocional y llorosa por la visión de ella con Santiago.
Me controlé.
—Llegaste antes de tiempo. Llegaste temprano—dije, tratando de aligerar el ambiente.
Este era un gran momento para Santana. También para Santiago, él simplemente no lo sabía aún.
Después de hoy no tenía duda alguna de que Santana adoraría a Santiago.
—No quería hacer que te fueras tarde. Trato de ganar el trabajo de niñera sabatina—dijo con una sonrisa torcida.
La idea de que Santana quería ver a Santiago todos los sábados casi hace que me ahogue con mi café.
No esperaba eso.
—¿No trabajas para tu papá?—pregunté, mirando hacia la camiseta, y luego regresé la mirada hacia ella.
Tal vez asumía demasiado por la camiseta. Por lo que sabía ella podría ser abogada.
Realmente dudaba eso, con sus fobias a las oficinas, pero no sabía mucho sobre Santana.
Ya no.
—No, me encargo de la compañía ahora. Es mía. Papá tuvo que renunciar—respondió—No trabajo los sábados.
Asintiendo, llevé la taza a mis labios para darme una barrera. No es que fuera mucha barrera, pero no sabía qué pensar de Santana.
—Puedes tener este Pop-Tart que acabo de hacer. Haré otro para mí—le dijo Santiago mientras se paraba en la silla, sosteniendo un plato de papel con un Pop-Tart en él—La leche está en la nevera. De la buena. Mamá no compra de esas con agua.
Sonriendo, alcancé mi bolso, luego me acerqué a darle un beso de despedida a Santiago.
—Te veré después del almuerzo. Pórtate bien con Santana, ¿de acuerdo? Te amo—le dije.
—¡Espera!—gritó, dándose la vuelta en la silla y levantando el puño para que lo golpeara.
Su gran sonrisa calentó todo dentro de mí. Puse la taza en la mesa y golpeé su puño con el mío.
—Dúo dinámico—dijimos al unísono.
—Te amo, mamá—dijo, y luego se giró de nuevo a la tostadora.
—Te amo más —contesté.
Recogí la taza, luego volví a mirar a Santana. Me observaba con atención.
No estaba segura de lo que ella pensaba, pero pensaba en eso profundamente.
—Necesito irme. Ustedes dos diviértanse. Dejé el número telefónico de mi trabajo y el de mi celular en la nevera por si me necesitas—le dije, y luego me dirigí a la puerta.
No fue fácil alejarme, pero sabía que Santiago necesita esto. Y también lo necesitaba Santana.
Santana
Anoche me quedé despierta toda la noche dejando que un miedo tras otro me mantuvieran despierta.
Mi mayor temor era por la felicidad de Santiago.
Después de ver a Brittany con él esta mañana, comprendí que lo que pensé que ella estando loca, en realidad fue ella siendo una mamá sobre protectora.
Ella amaba a este niño. Y él la amaba.
Eso era muy evidente.
Sin embargo, aún no explicaba por qué no me habló de Santiago. Por qué no contactó a mis padres. Esa era otra cosa: aún no se los decía a mis padres.
Verían mi camioneta aquí hoy, y puede que mamá venga a llamar a la puerta, o yo necesitaría llevar a Santiago allá.
El problema era que temía que mamá vería lo que me perdí la primera vez que lo miré.
Alfonso había sido su bebé, por lo que sería más hacer la conexión cuando viera sus ojos y sonrisa en Santiago.
Ella lo sabría.
Inmediatamente, ella lo sabría.
Si le dijera él era el hijo de Brittany, lo sabría.
Pero también sabía que no le diría nada a Santiago. Me recriminaría más tarde por no decirle tan pronto como lo descubrí.
Pero no alteraría al niño.
Probablemente era mejor ir hacia allá y tratar con mi mamá antes de que ella viniera aquí.
—Mamá normalmente hace rollos de canela los sábados, pero ahora trabaja los sábados. No solía trabajar los sábados, cuando vivíamos en Fort Worth. Pero nuestro departamento allá era muy pequeño. Me gusta más aquí. Sólo desearía que ella no tuviera que trabajar—dijo Santiago mientras saltaba de la silla y la colocaba detrás de él de regreso en la mesa.
Tenía la sensación de que hoy descubriría mucho acerca de su vida sin siquiera hacer preguntas o ser entrometido. El chico sencillamente compartía todo lo que estaba en su mente.
Ningún filtro en absoluto.
—Ella sólo tiene que trabajar medio día. Eso no es tan malo—dije, tomando asiento al otro lado de la mesa, frente a él, después de servir dos vasos de leche entera.
Esto debía ser lo que el niño entendía “de la buena”. Alfonso siempre dijo que la leche entera es “de la buena”. Se quejaba de que toda la demás tenía agua.
Me gustó que Brittany le pasó eso al hijo de él.
Incapaz de detenerme, llevé la conversación hacia su papá. Tenía curiosidad en cuanto a lo que sabía de Alfonso.
—Así que, tu papá era un buen jugador de baloncesto, ¿eh?
Santiago tragó su bocado de Pop-Tart, y sus ojos se agrandaron cuando se sentó de rodillas en la silla.
—Era el mejor del mundo—dijo con toda seriedad—Nadie podía ganarle. Apuesto a que incluso LeBron James no podría vencer a papá. Mamá dijo que era una estrella—se detuvo y tomó un sorbo de leche, y luego su mirada regresó a mí—Creo que es por eso que Dios lo quería. Mamá dijo que Dios se lo llevó porque era un buen tipo y lo quería cerca de él. Creo que quería hacer de él una estrella real. Ya sabes, los que están en el cielo. Hay una realmente grande que podía ver desde la casa de tía Holly en Fort Worth. Creo que esa es papá.
Maldición.
No podía tomar una respiración profunda. Sentía una opresión en el pecho tan fuerte que era dolorosa.
Yo no hablo de Alfonso.
Puse su recuerdo en una caja y sólo lo tocaba cuando me encontraba demasiado borracha como para mantenerlo oculto.
Después, siempre dejaba que el enojo se hiciera cargo.
Pero este chico... mantenía vivo el recuerdo de Alfonso.
No hubiera sabido que necesitaba escuchar a alguien hablar de mi hermano de esta manera, pero escuchar a Santiago aliviaba el dolor que nunca se fue.
El dolor que la muerte de Alfonso dejó atrás.
—Tendrás que mostrarme esa estrella alguna noche—dije.
Si había un Dios, entonces estaba muy segura de que después de escuchar las palabras de este niño se aseguraría de que mi hermano fuera una estrella.
Santiago asintió y se sacudió las manos. Se las arregló para terminar su Pop-Tart en tan sólo unos pocos bocados.
—Lo haré. Ven por la noche e iremos al patio trasero y la buscamos. Mamá dijo que me ayudaría a encontrarla, pero no hemos tenido oportunidad esta semana. Estuvimos ocupados consiguiendo instalarnos—explicó.
El chico hablaba como si tuviera cuarenta. Era muy lindo.
—¿Quieres ir y conocer a mis padres?—pregunté.
Se levantó y asintió con entusiasmo.
Era mejor entrar en esto preparada, a que mi mamá viniera hasta aquí y comprendiera quién era Santiago por ella misma.
Me puse de pie y extendí la mano para que Santiago la tomara.
—Vamos—dije.
Deslizó su pequeña mano en la mía. Estaba cien por ciento segura de que Brittany no estaría de acuerdo con esto, pero me sentí tan condenadamente ansiosa por pasar tiempo con Santiago que no pensé en el hecho de que mis padres verían mi camioneta aquí.
Cuando estacioné esta mañana, sabía que tenía un problema.
Señalárselo a Brittany habría significado que cancelaría nuestros planes, y se llevaría a Santiago a la guardería.
Así que mantuve la boca cerrada.
Toqué a la puerta y decidí dejar que papá la abriera en lugar de simplemente entrar con Santiago. Papá me ayudaría a ocuparme de mamá si ella no reaccionaba con tanta calma como pensaba.
Papá abrió la puerta y empezó a decirme algo sarcástico, pero su mirada se dirigió a Santiago.
El reconocimiento no se mostró en su rostro.
Por lo menos no fui sólo yo quien se perdió hasta qué punto el niño se parecía a Alfonso.
—¿Él es el señor de la droga?—preguntó papá con una sonrisa.
Mierda.
El hombre no tenía fronteras. Eso no fue gracioso.
—¿Qué es un señor de la droga?—preguntó Santiago, mirándome.
—Nada de lo que tengas que preocuparte. No hagas caso al viejo. Cree que es gracioso. No lo es.
Santiago asintió, luego dirigió su mirada hacia mi papá.
—Soy Santiago. Vivo ahí—dijo, señalando a la casa de enfrente.
Papá le sonrió.
—¿En serio? Bueno, ya era hora de que vinieras y te presentaras.
—Él y su mamá, Brittany Pierce, viven ahí ahora. Lo estoy cuidando mientras Brittany trabaja esta mañana, y pensé que le gustaría conocerlos a ustedes. ¿Crees que puedan manejar eso...? ¿Qué mamá pueda manejar eso?—informé, con la esperanza de que entendería lo que trataba de decir.
La mirada de papá regresó a Santiago para examinarlo, y observé cuando la comprensión lentamente empezó a filtrarse. Su mano se tensó sobre el pomo de la puerta, y se quedó ahí en silencio, incapaz de hablar o dejar de mirar a Santiago.
Me aclaré la garganta.
—¿Podemos entrar ahora?—pregunté, esperando que él entendiera la advertencia en mi tono.
Le tomó un momento, pero luego dio un paso atrás y nos dejó entrar. Su mirada no se alejó de Santiago.
Tal vez esto fue una mala idea después de todo.
Demonios, yo casi colapsé de rodillas en el jardín delantero de Brittany cuando me lo dijo.
¿Esto era bueno para el corazón de papá?
Mierda.
—¿Quién está aquí?—gritó Mamá justo antes de aparecer por la esquina, entrando al vestíbulo. Una sonrisa iluminó su rostro cuando vio que era yo—No esperaba verte hoy—dijo. Entonces Santiago se movió a mi lado y su mirada cayó sobre él—Y trajiste compañía—su sonrisa vaciló entonces.
Tal como imaginé. Mamá vio a su bebé en la carita de Santiago.
—Mamá, él es Santiago. Vive en frente.
No me atreví a decirle aún quién era.
Incluso si veía el parecido, sabía que no adivinaría correctamente a menos que ella supiera el nombre de la mamá.
No apartó la mirada de Santiago mientras entraba en la habitación. Una gama de emociones se mostraron en su rostro, siendo la última completo asombro.
Deteniéndose frente a él, le tendió la mano, y su sonrisa era más brillante de lo que la había visto en mucho tiempo.
—Hola, Santiago. Soy Maribel López, pero me puedes llamarme mamá M, tal como el resto de los chicos de por aquí.
Santiago levantó su pequeña mano y la deslizó en la de ella.
—Me gusta el nombre de mamá M. ¿Y dónde están los otros chicos?
Mi mamá parecía estar absorbiendo todo lo que decía y hacía.
—Bueno, esos chicos ahora son todos grandes, al igual que lo es mi chica—dijo, señalándome—Por lo que ya todos se fueron.
Santiago volvió a mirarme.
—Oh, bueno, está bien. Me gusta Santana. Excepto cuando hizo llorar a mamá. No me gustó entonces, pero mamá dijo que era un malentendido y que no debería estar enfadada con ella. Así que no lo estoy.
¡Mierda!
El chico solo dice lo que sea que...
—¿Tana? ¿Hiciste llorar a su mamá?—me preguntó mamá, sus cejas levantadas.
Tenía un aspecto muy interesado en su rostro.
—Como él dijo, fue un malentendido—le aseguré, con la esperanza de que el chico no dijera nada más acerca de su mamá.
Miré a papá, quien observaba a Santiago con la misma expresión de asombro que sentí cuando comprendí quién era.
Mamá no lo sabía aún, y decidí que si papá no le decía, entonces tal vez debería esperar hasta más tarde, cuando Santiago no estuviera cerca.
—Tengo galletas de chocolate y un pie de manzana en mi cocina, recién salidos del horno. ¿Quieres un poco?—le preguntó a Santiago, apretando su mano entre las de ella.
Él asintió vigorosamente.
—Sí, señora, si quiero. Me gustan mucho ambas cosas.
Mamá ni siquiera nos miró a papá o a mí. Santiago tenía toda su atención.
—Bueno, es algo bueno que te mudaste en frente, entonces. Porque necesito a alguien que coma todos estos dulces que horneo.
Santiago se alejó, sin soltar su mano.
—Me gustan los dulces. Los comeré —aseguró.
Esperé hasta que estuvieron en la cocina y escuché a Santiago parlotear sobre que los superhéroes necesitaban un montón de galletas antes de mirar a papá.
Él sacudió la cabeza y dejó escapar un profundo suspiro.
—Guau. Luce igual que él. Igual que él—dijo, antes de dirigir su mirada hacia mí.
Vi la esperanza ahí. La sensación de que había algo de Alfonso a lo cual aferrarse.
Lo entendí porque también sentía lo mismo.
—No estuve segura de decirle a mamá frente a él fuera una buena idea una vez que llegué aquí. Cambié de idea.
Papá asintió.
—Sí. Ella ve a Alfonso en él. No comprende exactamente lo mucho que ve de Alfonso. Piensa que es sólo un parecido casual, y ya está enamorada del niño. Él será bueno para ella. Sólo…—se detuvo y miró hacia la casa de enfrente—…No puedo entender por qué lo ocultó de nosotros. Amábamos a esa chica. Ella era como nuestra. ¿Por qué no nos dejaría ser parte de la vida de él?
No estaba completamente segura, pero sabía que ella pensaba que no lo queríamos y que no nos importaba conocerlo.
Eso era algo que averiguaría hoy.
—Hablaré con ella más tarde. Ella creía que yo sabía quién era Santiago y creía que opté no ser parte de su vida. No estoy segura de cómo funciona, ya que no sabía en dónde mierda estaba todos estos años. Nadie lo sabía.
Papá se frotó la mandíbula sin afeitar y sacudió la cabeza.
—Tu mamá querrá respuestas. Así que esperaremos hasta que los obtengas antes de decirle.
Asentí.
Estaba totalmente de acuerdo.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Agárrate (Adaptada) Epílogo
Que paso con las cartas? Esta historia me tiene muy atrapada.
Isabella28****** - Mensajes : 378
Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Agárrate (Adaptada) Epílogo
Que mano negra habra impedido que esas condenadas cartas llegaran a manos de la familia lopez??????
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Agárrate (Adaptada) Epílogo
Hola morra...
La culpa cae en un solo lugar.... Y no esta para justificar el por que??
Me gusta que britt este cediendo con que san vea a santy..
Quiero leer la dichosa charla... A vr cuantas verdades salen!!??
Nos vemos!!
La culpa cae en un solo lugar.... Y no esta para justificar el por que??
Me gusta que britt este cediendo con que san vea a santy..
Quiero leer la dichosa charla... A vr cuantas verdades salen!!??
Nos vemos!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Agárrate (Adaptada) Epílogo
Isabella28 escribió:Que paso con las cartas? Esta historia me tiene muy atrapada.
Hola, esa es la pregunta del millón! Q alguien diga q paso! Si¿? Eso es bueno y espero siga siendo así la vrdd! Saludos =D
micky morales escribió:Que mano negra habra impedido que esas condenadas cartas llegaran a manos de la familia lopez??????
Hola, mmm siempre ai una mano negra por ai ¬¬ espero se sepa q paso ¬¬ Saludos =D
3:) escribió:Hola morra...
La culpa cae en un solo lugar.... Y no esta para justificar el por que??
Me gusta que britt este cediendo con que san vea a santy..
Quiero leer la dichosa charla... A vr cuantas verdades salen!!??
Nos vemos!!
Hola lu, la vrdd esk si... osea dos, pero sigo pensando q mas en una ¬¬ Nones =/ Y ami tmbn la vrdd..., pero como no ceder con esa morena¿? Esperemos y llegue ya entonces...esperemos y todas así ya estan juntas..., no¿? jajajaja. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Agárrate (Adaptada) Cap 5
Capitulo 5
Brittany
Mi mañana se pasó rápido.
Tres cortadas y peinadas, unos reflejos, y unos retoques en las raíces. Todos clientes sin reserva de último minuto que no pudieron conseguir una cita con su estilista regular.
En este momento tenía que trabajar con esto, y eso me parecía bien.
Sue incluso le dijo a la gente que aceptábamos clientes sin cita, por mi beneficio.
La única empleada, a excepción de Sue, que trabajaba hoy era Dani. Era la segunda vez que trabajaba con ella, y era muy ruidosa y parlanchina. Y también se reía mucho.
Y tenía un montón de clientes masculinos.
Los pantalones de cuero ajustados que tanto le gustaban parecían ser muy populares con los hombres.
—Te oí hablar con tu hijo hace un rato en el teléfono. Mencionaste a Santana—dijo Sue cuando se paseó de nuevo por la habitación en tacones de punta.
No tenía idea de cómo esa mujer llevaba esos tacones y se mantenía todo el día de pie.
Asentí, sin saber por qué trajo a colación la breve conversación que tuve con Santiago hace una hora para asegurarme de que todo iba bien. Salió a jugar fútbol con Santana y estuvo a punto de colgar la llamada y regresar a divertirse.
—¿Era de López de la que hablabas? Como conocías a Marley Marin Rose cuando entró, y luego oí el nombre de Santana, y ya que ella es amiga de Kitty, pensé que tal vez también conocías a Santana.
Todavía no sabía por qué eso importaba.
—Sí, era Santana López. Hoy está cuidando a Santiago por mí.
Sue me estudió un momento, y luego una sonrisita tiró de sus labios.
—No estás metiéndote con Santana, ¿verdad? No es el tipo de chica que se queda. Es más del tipo que se mete con varias chicas a la semana.
Ya lo sabía.
Santana siempre había sido una mujeriega. Sin embargo, no tenía más interés en ella que el que fuera parte de la vida de Santiago.
Santiago necesitaba otra persona en su vida, y su tía sería la oportunidad que tendría.
—¿Estás viendo a Santana López?—preguntó Dani, sacudiendo la cabeza y haciendo que sus rizos se balancearan—Esa chica puede... hacerlo bien. Sabes a lo que me refiero. Maldición, casi que me arruinó para cualquier otra persona. Tuve que esforzarme para sacarla de mi sistema.
Sue me dio una mirada significativa, como diciendo: ¿Ves a lo que me refiero?
Intentaba sacarme de la cabeza los pensamientos de Santana y Dani haciéndolo bien. No era una imagen mental que necesitaba, aunque estaba segura que el culo desnudo de Santana era algo agradable de ver.
—Juro que si merodea por aquí de nuevo, más luego iré a encargarme de ella. Es así de buena.
De acuerdo, ya tenía suficiente del festín de sexo de Dani con Santana.
—Es una vieja amiga. Era la hermana mayor de mi novio de la secundaria. Nada más. Simplemente me ayuda a cuidar de Santiago—terminaba de limpiar mi puesto mientras hablaba.
No quería ninguna de sus miradas indiscretas sobre mí, pero podía sentirlas perforándome la cabeza.
—¿Saliste con su hermano menor? ¿El que estuvo en el accidente?
Mierda. No quería hablar de eso.
Simplemente asentí y seguí ocupada. No permitiría que Alfonso se convirtiera en un tema de conversación.
Dani pareció entenderlo, así que no curioseó y se calló. Aliviada, alejé la escoba y agarré el teléfono para ver si tenía un mensaje de Santiago.
Normalmente, me enviaba mensajes varias veces cuando se hallaba en casa de alguien. No me envió mensajes de texto en todo el día. Santana debió haberlo entretenido.
Dani cambió el tema a su necesidad de una pedicura y la cita que tenía esta noche con una mujer llamada Green. Cualquier persona que se llamara Green sonaba inestable, pero no dije nada.
Dani tenía a una chica diferente cada fin de semana, la mayoría eran sus clientes del salón.
—Mañana por la noche es noche de chicas. ¿Cuándo saldrás con nosotras, Brittany?—preguntó Sue mientras me miraba en el espejo delante del que se paraba para arreglarse el cabello.
—No puedo dejar a Santiago en la noche—dije a modo de explicación.
Nunca saldría con ellas. Estaba segura de que sus salidas incluían emborracharse y posible conquistas. No tenía tiempo para nada de ello.
—¿No puedes conseguir una niñera?—preguntó Dani.
Era extraño cómo Dani era dos años mayor que yo, pero actuaba como si fuera mucho más joven. Parecía que nunca tenía ninguna clase de preocupación real y siempre salía y se iba de fiesta.
Negué con la cabeza.
—No conozco a nadie que pueda dejar con Santiago, y que se sienta cómodo. No creo que a Santana le interese mucho cuidarlo en una noche de fin de semana. Tiene su propia vida social por la que velar.
—Mi hermana menor es niñera. Ha tomado clases y todo lo necesario para aprender RCP y manejar todas esas situaciones de emergencia. Solo tiene diecisiete años, pero es buena en eso. Tiene un buen precio y tiene varios clientes habituales que han llegado a confiar en ella y recurrir a ella.
La hermana de diecisiete años de Sue tenía la misma edad que yo cuando tuve que crecer rápido. No dudaba de ello por su edad, pero no me sentía segura de estar preparada para dejar a Santiago con una extraña.
—Voy a pensarlo—dije, sin querer insultar a Sue.
Asintió.
—Entiendo. Pero con mucho gusto ella iría a pasar algún tiempo contigo y con Santiago para que puedas llegar a conocerla. Aprendió que era mejor para los niños y sus padres si hacía eso primero, antes de ser contratada.
La hermana de Sue también requeriría dinero. Por cómo sonaba su profesionalismo con todo el asunto de ser contratada, probablemente cobraba más de lo que podía pagar.
No quería gastar nuestro dinero para que yo saliera, cuando Santiago necesitaba tantas cosas.
Tenía que pensar en su futuro.
—Tengo poco dinero en este momento. Tal vez cuando no esté tan justo, le llamaré—dije, esperando que esto fuera suficiente para evitar que Sue siguiera presionando el tema.
Se encogió de hombros.
—Solo dime cuando piensas que estás lista. Te pondré en contacto.
Le di las gracias y revisé de nuevo el teléfono por si había un mensaje.
Aún nada.
Santana
El chico podía lanzar una pelota de fútbol. Para tener cinco años, tenía un brazo impresionante.
Se encontraba obsesionado con el baloncesto, pero tenía un talento no aprovechado.
Cogí la siguiente pelota que me lanzó y vi cómo sonrió y se sopló los dedos como si estuvieran ardiendo. Era algo que mi hermano habría hecho.
En vez de tener el pecho herido ante el recuerdo de un niño pequeño muy parecido a éste, pavoneándose por la cancha de baloncesto como si fuera un rey, sentí que un lugar vacío en mi interior se llenó.
Santiago se parecía tanto a Alfonso que me había enamorado de él en menos de seis horas.
Mi papá tampoco habría sido capaz de apartar los ojos de Santiago.
Una vez que la conmoción se disipó, se sentó junto a su nieto y le preguntó muchas cosas. Y cuando Santiago le dijo que era fan del baloncesto y que iba a ser el mejor, papá se transportó como no le había visto hacerlo en seis años.
Santiago también mencionó que su papá era el mejor jugador de baloncesto del mundo. Fue pura suerte que mamá volviera a entrar en la cocina justo cuando mencionó a su papá.
Pero mi papá lo oyó. Ver sus ojos empañarse de lágrimas agridulces me afectó.
Necesité sacar al niño de ahí.
A mamá se le tenía que decir suavemente, y cuando Santiago no estuviera cerca para ver su reacción.
Dije que teníamos algunas cosas que hacer, y nos despedimos. Mamá hizo que Santiago le prometiera volver de visita pronto, y mi papá le besó la cima de la cabeza.
No fue capaz de evitarlo.
—¡Mamá está en casa!—Santiago aplaudió y dejó caer la pelota que acababa de atrapar, entonces se echó a correr para encontrarse con Brittany mientras salía de su coche destartalado.
El niño amaba a su mamá.
Debió criarlo sin la ayuda de sus padres, porque Santiago dijo que no tenía abuelos. Dijo que tenía una tía Holly con la que solían vivir en Fort Worth.
Eso fue todo. No tenía nadie más de quien hablar.
—Hola, campeón—la voz de Brittany me llamó la atención, y quité los ojos de Santiago para ver a la mujer hacia la que se lanzó y se aferró.
Su largo cabello no se hallaba recogido como hace unas horas. Se lo soltó, y le colgaba por la espalda.
Todo ese cabello rubio.
Maldición. Tenía que recordar quién era y cuán fuera de los límites se encontraba.
La forma en que miraba no era algo en lo que me pudiera centrar. Enrollarme para un polvo casual con Brittany Pierce nunca iba a suceder.
Era la mamá de mi sobrino.
Y yo no hacía nada más que un polvo casual. Nunca.
Brittany era responsabilidad.
Y ya era mía, incluso si todavía no lo sabía. Ayudaría a cuidar de ella y de Santiago, pero añadir sexo a esa mezcla se hallaba completamente en contra de las reglas.
Jodería todo.
Yo tenía que ser una parte de la vida de Santiago. Eso era lo importante. No el hecho de que su mamá tuviera unas piernas infinitas, y una cara…maldita sea, esa cara.
Aquellos malditos ojos magníficos, y sus labios.
Jesús, tenía que olvidar esta mierda.
Era la mamá de Santiago. Eso era todo.
—¿Tuvieron una buena mañana?—preguntó Brittany, mirando entre los dos.
Aparté la vista de ella y toda esa perfección y miré a Santiago. Necesitaba reagruparme. Tratar con esta mujer no iba a ser fácil si no dejaba de imaginármela desnuda y en mi cama.
No ponía mujeres en mi cama. Nunca. Al diablo.
—¡Fue increíble! Mamá M me dio galletas de chocolate y tarta de manzana. Y tenía leche de verdad, como nosotros, y dijo que podía ir a comer siempre que quisiera.
El color se drenó de la cara de Brittany mientras miraba entre su hijo y yo.
Tenía que explicar por qué lo había llevado ahí. No fue para afectarla, sino para tratar con ello antes de que mi mamá viniera aquí y lo averiguara de la manera equivocada.
Además, Santiago no tenía idea de quienes eran mis padres para él.
—Conoció a mis padres. Eso es todo—dije, esperando que leyera las palabras no dichas de la mirada significativa en mi cara.
Tragó y respiró hondo y luego volvió la mirada hacia su hijo.
—Bueno, ahora es mi turno de hablar con Santana sobre algunas cosas. Necesito que vayas a jugar en tu habitación con todos esos juguetes que tienes mientras hablamos, ¿de acuerdo?—dijo, con un temblor en la voz que no pasó desapercibido por el niño.
Él frunció el ceño, y su sonrisa feliz cambió a una mirada de advertencia mientras me miraba.
Era algo pequeño, pero nadie se lo había dicho. Se hallaba más que listo para cuidar de su mamá si tenía que hacerlo.
Alfonso habría estado tan malditamente orgulloso de ese niño.
—No hagas llorar a mi mamá—fue su única reclamación.
—Todo está bien, bebé. Lo prometo. Solo tenemos que hablar de cosas buenas, como que Santana te vea de nuevo y tal vez que visites a Mari... a Mamá M de nuevo. ¿Bien?
Santiago le devolvió la mirada y estudió su cara antes de asentir, pero no parecía muy seguro. Luego envolvió los brazos alrededor de su cuello y apretó con fuerza antes de liberarla. Entonces se giró y corrió hacia la puerta.
Cuando la contrapuerta se cerró tras él, Brittany se volvió para mirarme.
—Lo llevaste ahí sin preguntarme.
Me encontraba preparada para que aquellas fueran las primeras palabras que salieran de su boca.
—Se perdieron los primeros cinco años de su vida, Brittany. Alfonso era su bebé. Su chico dorado. Le han llorado durante los últimos seis años. No era justo que todo este tiempo podrían haber tenido una parte de Alfonso que ni siquiera conocían.
La espalda de Brittany se tensó, y levantó la barbilla en una pose defensiva.
Maldición, era incluso más hermosa cuando el fuego iluminaba su mirada.
—Les envié fotos de él por dos años. Le rogué a tu mamá que me ayudara cuando me di cuenta de que mis padres me renegarían si me quedaba con el bebé. Nada—dijo—Nada. No recibí nada por parte de tu mamá. Ni siquiera respondió. Crecí en esa casa—señaló a la casa de mis padres—Era mi segundo hogar. Amaba a esa gente, y luego, cuando más los necesité, cuando el hijo de Alfonso los necesitó, también me dieron la espalda. No tienes ni idea de lo que se siente eso. Ni idea.
Oí las palabras que decía, pero sabía a ciencia cierta que mis padres no sabían nada de Santiago.
Mi mamá habría estado en Fort Worth, al lado de Brittany, si lo hubiera sabido.
Algo andaba mal aquí.
—Conoces a mamá, Brittany. Habría estado ahí si lo supiera. Habría estado ahí cada jodido paso del camino. Mamá amaba a Alfonso, y a ti también. Santiago habría sido el centro de su mundo.
Brittany sacudía la cabeza.
—No, no es así, porque no lo hizo. Veo que aún vive en la misma dirección, Santana. No se ha mudado. Le envié cartas. Más de las que puedo contar. Ni una sola vez respondió. Ni una sola vez.
Esto no estaba bien.
No tenía una respuesta más que mi mamá no sabía nada de Santiago.
No podía.
Habría querido a ese bebé.
Se habría asegurado de que Brittany tuviera todo lo que necesitaba.
—Tenemos que hablar con mamá. Algo no anda bien. No lo sabe, Brittany. Demonios, mi papá casi se desmayó cuando lo averiguó. Mamá todavía no sabe quién es, pero cuando le dije a papá quien era la mamá de Santiago, vio a Alfonso en el niño inmediatamente. No se movió de su lado desde ese momento. Le preguntó muchas cosas y lo observó con fascinación completa. Cuando nos fuimos, le besó la cabeza. Mi papá besó la cabeza de Santiago. Mi papá no es cariñoso. Lo sabes. Así que dime si crees que sabían de Santiago y lo ignoraron.
Brittany se quedó ahí, y luego, en vez de discutir, se echó a llorar.
¡Mierda!
Santiago iba a estar tan condenadamente molesto conmigo.
Tres cortadas y peinadas, unos reflejos, y unos retoques en las raíces. Todos clientes sin reserva de último minuto que no pudieron conseguir una cita con su estilista regular.
En este momento tenía que trabajar con esto, y eso me parecía bien.
Sue incluso le dijo a la gente que aceptábamos clientes sin cita, por mi beneficio.
La única empleada, a excepción de Sue, que trabajaba hoy era Dani. Era la segunda vez que trabajaba con ella, y era muy ruidosa y parlanchina. Y también se reía mucho.
Y tenía un montón de clientes masculinos.
Los pantalones de cuero ajustados que tanto le gustaban parecían ser muy populares con los hombres.
—Te oí hablar con tu hijo hace un rato en el teléfono. Mencionaste a Santana—dijo Sue cuando se paseó de nuevo por la habitación en tacones de punta.
No tenía idea de cómo esa mujer llevaba esos tacones y se mantenía todo el día de pie.
Asentí, sin saber por qué trajo a colación la breve conversación que tuve con Santiago hace una hora para asegurarme de que todo iba bien. Salió a jugar fútbol con Santana y estuvo a punto de colgar la llamada y regresar a divertirse.
—¿Era de López de la que hablabas? Como conocías a Marley Marin Rose cuando entró, y luego oí el nombre de Santana, y ya que ella es amiga de Kitty, pensé que tal vez también conocías a Santana.
Todavía no sabía por qué eso importaba.
—Sí, era Santana López. Hoy está cuidando a Santiago por mí.
Sue me estudió un momento, y luego una sonrisita tiró de sus labios.
—No estás metiéndote con Santana, ¿verdad? No es el tipo de chica que se queda. Es más del tipo que se mete con varias chicas a la semana.
Ya lo sabía.
Santana siempre había sido una mujeriega. Sin embargo, no tenía más interés en ella que el que fuera parte de la vida de Santiago.
Santiago necesitaba otra persona en su vida, y su tía sería la oportunidad que tendría.
—¿Estás viendo a Santana López?—preguntó Dani, sacudiendo la cabeza y haciendo que sus rizos se balancearan—Esa chica puede... hacerlo bien. Sabes a lo que me refiero. Maldición, casi que me arruinó para cualquier otra persona. Tuve que esforzarme para sacarla de mi sistema.
Sue me dio una mirada significativa, como diciendo: ¿Ves a lo que me refiero?
Intentaba sacarme de la cabeza los pensamientos de Santana y Dani haciéndolo bien. No era una imagen mental que necesitaba, aunque estaba segura que el culo desnudo de Santana era algo agradable de ver.
—Juro que si merodea por aquí de nuevo, más luego iré a encargarme de ella. Es así de buena.
De acuerdo, ya tenía suficiente del festín de sexo de Dani con Santana.
—Es una vieja amiga. Era la hermana mayor de mi novio de la secundaria. Nada más. Simplemente me ayuda a cuidar de Santiago—terminaba de limpiar mi puesto mientras hablaba.
No quería ninguna de sus miradas indiscretas sobre mí, pero podía sentirlas perforándome la cabeza.
—¿Saliste con su hermano menor? ¿El que estuvo en el accidente?
Mierda. No quería hablar de eso.
Simplemente asentí y seguí ocupada. No permitiría que Alfonso se convirtiera en un tema de conversación.
Dani pareció entenderlo, así que no curioseó y se calló. Aliviada, alejé la escoba y agarré el teléfono para ver si tenía un mensaje de Santiago.
Normalmente, me enviaba mensajes varias veces cuando se hallaba en casa de alguien. No me envió mensajes de texto en todo el día. Santana debió haberlo entretenido.
Dani cambió el tema a su necesidad de una pedicura y la cita que tenía esta noche con una mujer llamada Green. Cualquier persona que se llamara Green sonaba inestable, pero no dije nada.
Dani tenía a una chica diferente cada fin de semana, la mayoría eran sus clientes del salón.
—Mañana por la noche es noche de chicas. ¿Cuándo saldrás con nosotras, Brittany?—preguntó Sue mientras me miraba en el espejo delante del que se paraba para arreglarse el cabello.
—No puedo dejar a Santiago en la noche—dije a modo de explicación.
Nunca saldría con ellas. Estaba segura de que sus salidas incluían emborracharse y posible conquistas. No tenía tiempo para nada de ello.
—¿No puedes conseguir una niñera?—preguntó Dani.
Era extraño cómo Dani era dos años mayor que yo, pero actuaba como si fuera mucho más joven. Parecía que nunca tenía ninguna clase de preocupación real y siempre salía y se iba de fiesta.
Negué con la cabeza.
—No conozco a nadie que pueda dejar con Santiago, y que se sienta cómodo. No creo que a Santana le interese mucho cuidarlo en una noche de fin de semana. Tiene su propia vida social por la que velar.
—Mi hermana menor es niñera. Ha tomado clases y todo lo necesario para aprender RCP y manejar todas esas situaciones de emergencia. Solo tiene diecisiete años, pero es buena en eso. Tiene un buen precio y tiene varios clientes habituales que han llegado a confiar en ella y recurrir a ella.
La hermana de diecisiete años de Sue tenía la misma edad que yo cuando tuve que crecer rápido. No dudaba de ello por su edad, pero no me sentía segura de estar preparada para dejar a Santiago con una extraña.
—Voy a pensarlo—dije, sin querer insultar a Sue.
Asintió.
—Entiendo. Pero con mucho gusto ella iría a pasar algún tiempo contigo y con Santiago para que puedas llegar a conocerla. Aprendió que era mejor para los niños y sus padres si hacía eso primero, antes de ser contratada.
La hermana de Sue también requeriría dinero. Por cómo sonaba su profesionalismo con todo el asunto de ser contratada, probablemente cobraba más de lo que podía pagar.
No quería gastar nuestro dinero para que yo saliera, cuando Santiago necesitaba tantas cosas.
Tenía que pensar en su futuro.
—Tengo poco dinero en este momento. Tal vez cuando no esté tan justo, le llamaré—dije, esperando que esto fuera suficiente para evitar que Sue siguiera presionando el tema.
Se encogió de hombros.
—Solo dime cuando piensas que estás lista. Te pondré en contacto.
Le di las gracias y revisé de nuevo el teléfono por si había un mensaje.
Aún nada.
Santana
El chico podía lanzar una pelota de fútbol. Para tener cinco años, tenía un brazo impresionante.
Se encontraba obsesionado con el baloncesto, pero tenía un talento no aprovechado.
Cogí la siguiente pelota que me lanzó y vi cómo sonrió y se sopló los dedos como si estuvieran ardiendo. Era algo que mi hermano habría hecho.
En vez de tener el pecho herido ante el recuerdo de un niño pequeño muy parecido a éste, pavoneándose por la cancha de baloncesto como si fuera un rey, sentí que un lugar vacío en mi interior se llenó.
Santiago se parecía tanto a Alfonso que me había enamorado de él en menos de seis horas.
Mi papá tampoco habría sido capaz de apartar los ojos de Santiago.
Una vez que la conmoción se disipó, se sentó junto a su nieto y le preguntó muchas cosas. Y cuando Santiago le dijo que era fan del baloncesto y que iba a ser el mejor, papá se transportó como no le había visto hacerlo en seis años.
Santiago también mencionó que su papá era el mejor jugador de baloncesto del mundo. Fue pura suerte que mamá volviera a entrar en la cocina justo cuando mencionó a su papá.
Pero mi papá lo oyó. Ver sus ojos empañarse de lágrimas agridulces me afectó.
Necesité sacar al niño de ahí.
A mamá se le tenía que decir suavemente, y cuando Santiago no estuviera cerca para ver su reacción.
Dije que teníamos algunas cosas que hacer, y nos despedimos. Mamá hizo que Santiago le prometiera volver de visita pronto, y mi papá le besó la cima de la cabeza.
No fue capaz de evitarlo.
—¡Mamá está en casa!—Santiago aplaudió y dejó caer la pelota que acababa de atrapar, entonces se echó a correr para encontrarse con Brittany mientras salía de su coche destartalado.
El niño amaba a su mamá.
Debió criarlo sin la ayuda de sus padres, porque Santiago dijo que no tenía abuelos. Dijo que tenía una tía Holly con la que solían vivir en Fort Worth.
Eso fue todo. No tenía nadie más de quien hablar.
—Hola, campeón—la voz de Brittany me llamó la atención, y quité los ojos de Santiago para ver a la mujer hacia la que se lanzó y se aferró.
Su largo cabello no se hallaba recogido como hace unas horas. Se lo soltó, y le colgaba por la espalda.
Todo ese cabello rubio.
Maldición. Tenía que recordar quién era y cuán fuera de los límites se encontraba.
La forma en que miraba no era algo en lo que me pudiera centrar. Enrollarme para un polvo casual con Brittany Pierce nunca iba a suceder.
Era la mamá de mi sobrino.
Y yo no hacía nada más que un polvo casual. Nunca.
Brittany era responsabilidad.
Y ya era mía, incluso si todavía no lo sabía. Ayudaría a cuidar de ella y de Santiago, pero añadir sexo a esa mezcla se hallaba completamente en contra de las reglas.
Jodería todo.
Yo tenía que ser una parte de la vida de Santiago. Eso era lo importante. No el hecho de que su mamá tuviera unas piernas infinitas, y una cara…maldita sea, esa cara.
Aquellos malditos ojos magníficos, y sus labios.
Jesús, tenía que olvidar esta mierda.
Era la mamá de Santiago. Eso era todo.
—¿Tuvieron una buena mañana?—preguntó Brittany, mirando entre los dos.
Aparté la vista de ella y toda esa perfección y miré a Santiago. Necesitaba reagruparme. Tratar con esta mujer no iba a ser fácil si no dejaba de imaginármela desnuda y en mi cama.
No ponía mujeres en mi cama. Nunca. Al diablo.
—¡Fue increíble! Mamá M me dio galletas de chocolate y tarta de manzana. Y tenía leche de verdad, como nosotros, y dijo que podía ir a comer siempre que quisiera.
El color se drenó de la cara de Brittany mientras miraba entre su hijo y yo.
Tenía que explicar por qué lo había llevado ahí. No fue para afectarla, sino para tratar con ello antes de que mi mamá viniera aquí y lo averiguara de la manera equivocada.
Además, Santiago no tenía idea de quienes eran mis padres para él.
—Conoció a mis padres. Eso es todo—dije, esperando que leyera las palabras no dichas de la mirada significativa en mi cara.
Tragó y respiró hondo y luego volvió la mirada hacia su hijo.
—Bueno, ahora es mi turno de hablar con Santana sobre algunas cosas. Necesito que vayas a jugar en tu habitación con todos esos juguetes que tienes mientras hablamos, ¿de acuerdo?—dijo, con un temblor en la voz que no pasó desapercibido por el niño.
Él frunció el ceño, y su sonrisa feliz cambió a una mirada de advertencia mientras me miraba.
Era algo pequeño, pero nadie se lo había dicho. Se hallaba más que listo para cuidar de su mamá si tenía que hacerlo.
Alfonso habría estado tan malditamente orgulloso de ese niño.
—No hagas llorar a mi mamá—fue su única reclamación.
—Todo está bien, bebé. Lo prometo. Solo tenemos que hablar de cosas buenas, como que Santana te vea de nuevo y tal vez que visites a Mari... a Mamá M de nuevo. ¿Bien?
Santiago le devolvió la mirada y estudió su cara antes de asentir, pero no parecía muy seguro. Luego envolvió los brazos alrededor de su cuello y apretó con fuerza antes de liberarla. Entonces se giró y corrió hacia la puerta.
Cuando la contrapuerta se cerró tras él, Brittany se volvió para mirarme.
—Lo llevaste ahí sin preguntarme.
Me encontraba preparada para que aquellas fueran las primeras palabras que salieran de su boca.
—Se perdieron los primeros cinco años de su vida, Brittany. Alfonso era su bebé. Su chico dorado. Le han llorado durante los últimos seis años. No era justo que todo este tiempo podrían haber tenido una parte de Alfonso que ni siquiera conocían.
La espalda de Brittany se tensó, y levantó la barbilla en una pose defensiva.
Maldición, era incluso más hermosa cuando el fuego iluminaba su mirada.
—Les envié fotos de él por dos años. Le rogué a tu mamá que me ayudara cuando me di cuenta de que mis padres me renegarían si me quedaba con el bebé. Nada—dijo—Nada. No recibí nada por parte de tu mamá. Ni siquiera respondió. Crecí en esa casa—señaló a la casa de mis padres—Era mi segundo hogar. Amaba a esa gente, y luego, cuando más los necesité, cuando el hijo de Alfonso los necesitó, también me dieron la espalda. No tienes ni idea de lo que se siente eso. Ni idea.
Oí las palabras que decía, pero sabía a ciencia cierta que mis padres no sabían nada de Santiago.
Mi mamá habría estado en Fort Worth, al lado de Brittany, si lo hubiera sabido.
Algo andaba mal aquí.
—Conoces a mamá, Brittany. Habría estado ahí si lo supiera. Habría estado ahí cada jodido paso del camino. Mamá amaba a Alfonso, y a ti también. Santiago habría sido el centro de su mundo.
Brittany sacudía la cabeza.
—No, no es así, porque no lo hizo. Veo que aún vive en la misma dirección, Santana. No se ha mudado. Le envié cartas. Más de las que puedo contar. Ni una sola vez respondió. Ni una sola vez.
Esto no estaba bien.
No tenía una respuesta más que mi mamá no sabía nada de Santiago.
No podía.
Habría querido a ese bebé.
Se habría asegurado de que Brittany tuviera todo lo que necesitaba.
—Tenemos que hablar con mamá. Algo no anda bien. No lo sabe, Brittany. Demonios, mi papá casi se desmayó cuando lo averiguó. Mamá todavía no sabe quién es, pero cuando le dije a papá quien era la mamá de Santiago, vio a Alfonso en el niño inmediatamente. No se movió de su lado desde ese momento. Le preguntó muchas cosas y lo observó con fascinación completa. Cuando nos fuimos, le besó la cabeza. Mi papá besó la cabeza de Santiago. Mi papá no es cariñoso. Lo sabes. Así que dime si crees que sabían de Santiago y lo ignoraron.
Brittany se quedó ahí, y luego, en vez de discutir, se echó a llorar.
¡Mierda!
Santiago iba a estar tan condenadamente molesto conmigo.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Agárrate (Adaptada) Epílogo
Ese niño parese hijo de Santana, yo tengo un sospechoso del robo de las cartas.
Pd: pero igual me tiro mis piqueros :-D aunque despues me tengo que remojar como una hora para que no me salgan ronchas jajajaja....eres de la serena verdad.
Pd: pero igual me tiro mis piqueros :-D aunque despues me tengo que remojar como una hora para que no me salgan ronchas jajajaja....eres de la serena verdad.
Isabella28****** - Mensajes : 378
Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Agárrate (Adaptada) Epílogo
Desconcierto total!!!!!!!
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Agárrate (Adaptada) Epílogo
Vaya yo si no tengo la menor idea de quien pudo haber interceptado esas cartas, y las llamadas????? bueno, santiago si que la va a armar grande si ve a Britt llorar!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Agárrate (Adaptada) Epílogo
Hola morra...
Teoria loca para mi fueron loa padres de britt y el de san.... Para que lo reconosca muy rápido cuando le dijo de quien era santy!!!
San va a morir si santy ve a britt llorar por culpa de ella de nuevo... Bueno de a poco va salie la verdad!! Ahora menos que nunca san se separa de ellos dos!
Nos vemos!
Teoria loca para mi fueron loa padres de britt y el de san.... Para que lo reconosca muy rápido cuando le dijo de quien era santy!!!
San va a morir si santy ve a britt llorar por culpa de ella de nuevo... Bueno de a poco va salie la verdad!! Ahora menos que nunca san se separa de ellos dos!
Nos vemos!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Agárrate (Adaptada) Epílogo
jajajaaja lo que mas le preocupa a San es enojar al pequeño Santiago jajaja..... pues es obvio que algo paso con esas cartas y nunca llegaron a donde deberian, pero que habra pasado o quien lo evito?....
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Agárrate (Adaptada) Epílogo
Isabella28 escribió:Ese niño parese hijo de Santana, yo tengo un sospechoso del robo de las cartas.
Pd: pero igual me tiro mis piqueros :-D aunque despues me tengo que remojar como una hora para que no me salgan ronchas jajajaja....eres de la serena verdad.
Hola, jaajajajajajaja los genes estan ai! jajajaajaj. SI¿? a verssss! iluminame...quizas y son l@s mismos q @s mios. Saludos =D
Pd: jaajajajajajajaj, pero lo bueno esk igual se puede! MM cerca, cerca...falta.
monica.santander escribió:Desconcierto total!!!!!!!
Saludos
Hola, si que si...y viene más...o no¿? jajajajaaj. Aquí dejo otro cap para saber más! Saludos =D
micky morales escribió:Vaya yo si no tengo la menor idea de quien pudo haber interceptado esas cartas, y las llamadas????? bueno, santiago si que la va a armar grande si ve a Britt llorar!!!!!
Hola, yo tengo dos personas ¬¬ pero espero equivocarme =/ UFf si que si... más les vale ir con cuidado xq britt tiene quien la proteja! Saludos =D
3:) escribió:Hola morra...
Teoria loca para mi fueron loa padres de britt y el de san.... Para que lo reconosca muy rápido cuando le dijo de quien era santy!!!
San va a morir si santy ve a britt llorar por culpa de ella de nuevo... Bueno de a poco va salie la verdad!! Ahora menos que nunca san se separa de ellos dos!
Nos vemos!
Hola lu, mmmm yo voy por los padres de britt y la tia xq por lo q se dice santy es igual a alfondo...muy dificil seria identificar, no¿? espero y no equivocarme =/ Uff q se esconda xq nadie la defendera la vrdd! Si que si! lo cual es bueno la vrdd. Tiene que... ya q tiene q ser mamá de ai tmbn..., no¿? jajajaja. Saludos =D
JVM escribió:jajajaaja lo que mas le preocupa a San es enojar al pequeño Santiago jajaja..... pues es obvio que algo paso con esas cartas y nunca llegaron a donde deberian, pero que habra pasado o quien lo evito?....
Hola, jajajajajajaj es una loquilla y temerosa...ademas como no¿? es santy ajajajaja. Si q si ¬¬ Nose, pero sospecho q es por parte de la familia de la rubia =/ SAludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Agárrate (Adaptada) Cap 6
Capitulo 6
Brittany
Lo querían.
Su papá besó la cabeza de Santiago.
Durante años anhelaba que Santiago tuviera una familia. Unos abuelos que lo amaran. Alguien que no fuera solo yo y la tía Holly.
Todo esto era demasiado.
Les había enviado esas cartas a Maribel.
¿Era posible que no las hubiera recibido?
¿Tantas?
—Joder, Britt. Por favor, no llores. Santiago me culpará—dijo, sonando asustado.
El hecho de que Santana López estuviera preocupada por que un niño de cinco años estuviera molesto con ella y que me volviera a decir “Britt” me hizo llorar más fuerte.
Quería gustarle a Santiago. También quería ser parte de su vida.
No esperaba esto en absoluto.
Volver a Sea Breeze me aterrorizaba. Pero esto... No había necesidad de tener miedo de esto.
Me preocupó que Santiago fuera herido. Pero en vez de eso, recibió otros que lo amaban y querían ser parte de su vida.
El miedo a lo que le sucedería si yo moría ya no era tan pesado. Siempre viví con ese terror constante.
Santiago iba a tener una familia. Una más grande que solo yo. Un grupo de personas que podía confiar en que estarían ahí para él.
—Envié cartas... imágenes—dije, sobre todo para mi beneficio, para recordarme que había intentado decirle a ella…a ellos.
Santana asintió.
—Te creo. De verdad. Solo sé que mi mamá no las recibió.
Esa era la Maribel López que recordaba.
La que Santana insistía que habría estado ahí si lo hubiera sabido.
La que no me habría dejado vivir en Fort Worth, en una casa con una tía que no aprobaba que fuera una adolescente embarazada, pero que no iba a obligarme a renunciar a mi bebé.
Me dio un techo bajo el que vivir y un transporte cuando lo necesitaba, pero no fue especialmente cálida y amable.
Me limpié la cara húmeda y respiré hondo para calmarme.
Santana tenía razón.
Santiago no entendería mis lágrimas, y estaría molesto. No le gustaba verme llorar.
Creo que le daba miedo.
—Si quieren ser parte de la vida de Santi, también quiero eso para él. Necesita una familia. La quiere—tragué y me concentré en no llorar de nuevo cuando le dije esto a Santana—Siempre se ha preguntado donde se encontraban sus abuelos. Otros niños los tenían, y no entendía por qué todo lo que tenía era una mamá y una tía a la que no era muy cercano. Ella fue más como una arrendataria.
Parecía afligida.
—Van a adorar al niño. Tendrá los mejores abuelos de la tierra. Solo dales una oportunidad. Si puedes hacer eso, puede que salves a ambos. Santiago es lo que necesitan. Va a traer de vuelta la alegría que Alfonso se llevó con él.
Santiago y yo teníamos que hablar primero.
—Dame tiempo para ayudarle a entender. Y entonces te llamaré y te haré saber que estamos listos. Pero necesito asegurarme de que tu mamá no recibió esas cartas. Porque las envié…y si las recibió…—mi voz se apagó.
Odiaba decirle a su hija que ella pudo haber tenido conocimiento de Santiago y lo escondió de Santana y su papá.
Había enviado esas cartas. No pudieron simplemente desaparecer.
—No las recibió. ¿Cómo se las enviaste? ¿Las enviaste desde el correo de tu tía?
Asentí. Las puse en el buzón en las mañanas.
—¿Podría haberlas cogido tu tía?
No.
¿Por qué la tía Holly lo haría?
No nos quería ahí con ella. Nos aceptó porque no nos quería en las calles.
Negué con la cabeza.
—No puedo imaginármela haciendo eso.
Santana frunció el ceño. No parecía muy convencida.
—Mamá no las recibió. Algo les debió haber pasado. Es posible que alguien las interceptara.
Esperaba que tuviera razón. Porque más que nada, quería que los López fueran parte de la vida de Santiago.
Quería que conociera a las personas que formaron parte de la vida de su papá.
Quería que viera las fotografías de su papá mientras crecía.
Todas esas cosas. Las quería para él.
—Averigua si alguna vez recibió esas cartas, y entonces hablaré con Santi. Primero necesito saber que quieren ser parte de su vida.
Santana asintió y metió las manos en los bolsillos delanteros.
—Voy a hablar con mamá y te avisaré tan pronto como sea posible. Pero, ¿podemos seguir adelante y confirmar que voy a salir con Santiago el sábado por la mañana mientras trabajas? Quiero ese tiempo.
Santiago necesitaba eso, y me ahorraría dinero.
Asentí.
—Sí. Eso es bueno. Si no es posible el sábado, avísame al menos con una semana de antelación para que pueda tomar otras medidas.
Santana sonrió.
—Cuando le digas a esas personas de esta cuadra que Santiago es el hijo de Alfonso, tendrás niñeras gratis siempre que lo desees.
Otra cosa a la que no estaba acostumbrada.
Nos dijimos adiós, y vi como Santana se volvió y se dirigió a su camioneta. Puede que haya visto su culo mientras se abría camino hacia el camión, pero ese era mi secreto.
—¿Qué es lo que quiere?—me preguntó Santiago al momento en que entré.
Se hallaba sentado en el sofá, con los brazos cruzados sobre el pecho y los pies colgando porque todavía no podían tocar el suelo.
—Se suponía que estarías jugando en tu habitación—le recordé cuando caminé para sentarme al lado de mi hombrecito.
—Estaba esperándote —dijo simplemente.
Estiré la mano, y tire de él contra mi costado, y lo abracé a mí.
Habíamos sido solo nosotros durante tanto tiempo.
El año pasado empezó a actuar como si fuera el que me protegía en lugar de al revés.
Hace un mes que me preguntó quién me mantiene segura si yo no tenía un marido para hacerlo. Primero, le informe que las mujeres no era necesario necesitar de un hombre, sino que también de una mujer. Al igual que los hombres podían estar con otros hombres. Luego le informé que yo nos mantenía a salvo.
Le aseguré que era muy buena en eso.
Cambió ese día.
Lo veía más y más cada día. Era como si se dio cuenta de que necesitaba a alguien que cuide de mí, y él hacía ese trabajo.
Mi dulce niñito.
Besé su cabeza y respiré su olor al aire libre.
—¿Disfrutaste el día? —le pregunté.
Asintió lentamente.
—Sí, pero si Santana es mala contigo, entonces yo no quiero que venga de nuevo.
Un nuevo mundo iba a abrirse para él. Uno que cambiaría su vida.
Lo apreté.
—Santana no fue mala conmigo. Quiere lo mismo que yo. Que estés seguro y feliz.
Santiago se echó hacia atrás y me miró. Pude ver la confusión en su carita. No estaba seguro de lo que decía, y un poco de esperanza en esos ojos casi me deshizo.
No quería demostrarme lo mucho que desea a otra persona su vida, pero yo lo sabía y entendía.
No era el momento para decirle lo mucho que quería a Santana en su vida y por qué.
Todavía tenía que saber que Maribel López no recibió esas cartas.
Tenía que estar segura de que ella no estaba al tanto de Santiago. Debido a que tanto como Santana creía que su mamá nunca haría esto, supe que envié las cartas.
Tenían que haber ido a alguna parte.
—¿Puede Santana volver a venir un día para jugar?
Él quería que Santana volviera. Lo sabía por su expresión de esperanza. Me alegré de que disfrutara de su tiempo juntos.
—Sí. Todos los sábados por la mañana Santana quiere salir contigo mientras trabajo.
Una brillante sonrisa iluminó su rostro.
—¿Lo hará?
Asentí, y Santiago lanzo un puñetazo en el aire con alegría y saltó del sofá. Vi cómo se fue corriendo a su habitación.
Nuestra conversación se acabó.
Sonriendo, me puse de pie y fui a prepararme un sándwich.
—¿Quieres comer? —le pregunté.
—Macarrones con queso —contestó.
—Te convertirás en un macarrón con queso —le contesté.
—¡Bueno! Después, voy a comerme a mí mismo.
Sacudiendo la cabeza, me reí y le hice a mi hijo su macarrón con queso.
Santana
Si me fuese a casa esta noche, solo pensaría en idioteces.
Así que fui a Live Bay, donde sabía que tendría amigos. Gente para distraerme.
Fue donde algunos siempre nos presentábamos los fines de semana.
Incluso mis amigos casados con niños.
Me senté con una cerveza y vi como cantó Finn Hudson, mientras que tenía un ojo en su novia.
Era como un extraño giro en el universo.
Cuando Kitty Wilde se enamoró de la hermanita de nuestra mejor amiga, pensé que se había vuelto loca.
Ahora el mujeriego de Sea Breeze y cantante de Jackdown se hallaba jodido por completo por una chica.
El mundo se iba a la mierda.
—Me encanta verlo observarla—dijo Rachel, la hermana mayor de Finn y la esposa de Quinn.
Quinn también fue una de mis mejores amigas desde la escuela primaria. Rachel era una parte de nuestras vidas desde que Quinn se pegó a su alrededor cuando teníamos diecisiete años.
Una vez cometí el error de preguntar si tenía un coño mágico. Quinn me ubicó con un puñetazo.
Ni siquiera lo vi venir.
Yo no hablé del coño de Rachel de nuevo. Lección aprendida.
—Es un jodido dominado—dije antes de tomar otro trago de cerveza.
Sabía que siendo una mujer los hombres no intentarían golpearme o algo por el estilo, sin embargo, Finn, lo vi volverse loco cuando pensó que Alison le había dejado.
Así que no iba a hablar de su coño delante de él. El tipo perdería los nervios, y yo no tenía ese tipo de energía.
—Eres tan agotadora—dijo Rachel, que estaba sentada en el regazo de su esposa.
—Honesta, amor; solo soy brutalmente honesta.
Rachel rodó los ojos.
—Un día, Santana López, vas a caer, y cuando lo hagas, voy a disfrutar mucho al verlo.
Se equivocaba acerca de eso, pero no quería discutir. Trataba de no fumar.
Si esa mierda puede matar a la gente, entonces debía ahorrar unos cuantos años.
Tenía un sobrino que me necesitaba. Antes no lo tenía. Pero, maldición, quería un cigarrillo.
—¡Estamos aquí! Siento llegar tarde. Bliss no estaba de humor para quedarse con una niñera esta noche. Artie tuvo que hacer un gran esfuerzo para dormirla—dijo Sugar Abrams Motta mientras sentaba su hermoso culo en un taburete a mi lado. Me dio una palmada en la rodilla—Hola—dijo con la sonrisa que había sido la caída de Artie.
Le echó un vistazo a Sugar, y el jugador una vez conocido como Artie Abrams se transformó.
Sugar tenía que tener un coño mágico también. Esa es la puta explicación para esta mierda.
Artie era papá, y él era feliz por ello. Le preguntas acerca de su bebé y su rostro se volvía todo suave y soñador.
Mierda loca.
Todos.
Me incliné hacia Sugar y guiñé un ojo.
—Esperando a que aparezcas, dulzura—le dije en voz baja, solo para joder a Artie.
El tipo era gracioso cuando se ponía territorial con Sugar.
—Que te jodan, Santana—gruñó Artie y jaló a Sugar sobre su pierna, luego acarició su cuello como si estuvieran saliendo, en lugar de ser casados y padres.
—Marley llamó y dijo que tenía a los niños—dijo Sugar, riéndose tontamente de la atención de Artie.
Rachel asintió.
—Sí. Kitty quiso a los niños esta noche, por lo tanto los dejamos ahí y vinimos para oír a Finn. Creía que podría ir de visita con Alison, también, pero él no la dejará irse. La retiene atrás, ahí con él. Es por eso que sigue cantando a alguien fuera del escenario. Raramente aparta sus ojos de ella—el sonido complaciente en la voz de Rachel era difícil de pasar por alto.
—Me encanta. Son adorables—dijo Sugar, mirando hacia el escenario y a Finn Hudson cantando a la mujer que nadie podía ver fuera del escenario.
Artie deslizó su mano sobre el estómago de Sugar, y ella se rió y trató de alejarse de su tanteo.
Lo estaba llevando un poco lejos, pero era normal.
—Estoy a favor de observar, pero no sé si eso es legal. Puede ser que desee verter un poco de agua fría sobre él—dije con una sonrisa.
Artie me lanzó una mirada molesta.
—¿Celosa, López?
Miré a la rubia que me envió señales coquetos toda la noche. No llevaba mucha ropa, y ella tenía esa mirada en sus ojos. Se encontraba en la fiesta de la playa.
Curvé mi dedo hacia ella, y eso fue todo lo que hizo falta. Vino con su culito alegre a mí.
—Oye, dulzura, estás tratando de llamar mi atención—dije, deslizando una mano alrededor de su cintura.
Se acurrucó contra mí, y yo podía oler la cerveza en su aliento. Era agradable y lubricada.
Cerré mis ojos en los de Artie.
—Nuevo coño cada maldita noche—le dije al oído sobre la parte superior de la cabeza de ella, luego acerqué su cara con la mía y tomé una probada.
—Un día, Santana. Un día—dijo Rachel, pero ignoré su burla y disfruté de la joven rubia dispuesta en mis brazos.
Sus curvas eran agradables, y su culo no era tan gordo como me gustaba, pero sería suficiente.
—¿Cuántos años tienes?—le pregunté antes de tomar un bocado de su cuello.
—Diecinueve—respiró.
Lucía y se sentía de diecinueve. Requería de una identificación antes de hacer algo más con ella, pero le creí.
Eso fue suficiente por ahora.
—¿Eres buena con esa boca?—le pregunté, deslizando la mano más sobre su culo hasta que mis dedos tocaron su entrepierna.
El silbido de aliento que se le escapó me dijo que estaba lista.
—Puedo ser buena en lo que quieras que sea—dijo sin aliento.
Me gustó eso.
—Entonces sienta ese dulce culo en mi pierna y déjame hablar con mis amigos—le dije.
Cuando agarré mi cerveza, hizo exactamente lo que le dije. Era como todas ellas, las bellezas que llegaban a la playa en busca de un buen momento.
Un buen momento que podrían dejar atrás aquí en Sea Breeze, una vez que regresen a sus vidas.
Yo estaba más que feliz de darles un recuerdo para llevarse.
Solo tenía dos reglas. Nunca en mi casa. No las follo ahí. Y nunca durante toda la noche. Follábamos, y si era bueno la cogía un par de veces.
Entonces me iba. Se terminó. Ni siquiera necesitaba sus nombres.
Las relaciones tomaban demasiado esfuerzo.
Tiempo.
Un montón de cosas que no quería dar. Claro, lo sé por qué cada uno de mis amigos habían caído bajo el hechizo de su mujer.
Cada uno de ellos eligió bellezas con algo más que un buen par de tetas. Tenían todo el paquete, y yo estaba feliz por ellos.
Simplemente no quería unírmeles.
—¿Escuchaste eso, Santana? Me esperaba un comentario sarcástico—dijo Quinn, interrumpiendo mis pensamientos.
Mi mano se abrió paso entre las piernas de la rubia, y yo estaba ocupada trabajándola mientras la hice sentarse aquí.
—Tina está embarazada—dijo Rachel con una mirada de orgullo.
Tina es la prima de Quinn, y una vez estuvo muy buena. Luego se fugó con el hermano de una estrella de rock. Se había enamorado de ella y la sacó de su vida aquí y cambió todo.
No lo admitiría, pero me alegraba por ella.
Tenía un buen corazón, y solía preocuparme que cediera a Finn, quien nunca le sería fiel.
Pero él no era propiedad de ella, y no creía que pudiera ser fiel, hasta que conoció a Alison.
—Tina como mamá—dije, luego me reí.
Eso es difícil de imaginar.
La niña tenía el cuerpo de una estrella porno, y antes de que Mike Chang hubiese entrado en su vida, usaba ese organismo para poner a los hombres de rodillas.
La chica en mi regazo dejó escapar un suave gemido, y me acordé que tenía mi mano bajo su falda.
Era mejor que la lleve a la camioneta. Eso es lo más lejos que llegaremos.
No estaba de humor para llevar esto a su habitación de hotel.
—Parece que tengo que ir a apagar un incendio. Los veré más tarde—dije, poniéndome de pie. Tomé a la chica por las caderas y la moví a través de la multitud—¿Estás húmeda, dulzura?—pregunté mientras la guiaba por la puerta y al aire fresco de la noche.
Asintió y me miró con los ojos entornados.
El problema era que yo no estaba de humor para follar. No había follado en dos semanas.
Desde que fui informado que tenía un sobrino.
Se metió en mi cabeza, y no podía concentrarme en otra cosa. Ni siquiera en la mujer muy dispuesta en mis brazos.
La había llevado hasta la cima, sin embargo, y tenía que arreglar esto.
—Mi camioneta—le dije, la llevé hasta ahí y la empujé contra él, luego deslicé mis manos por la pequeña falda y toqué su coño muy húmedo y caliente mientras se resistía contra mi mano.
Esto debería excitarme. Tenerme dispuesta a tomarla.
Pero no era así. De ninguna manera.
Me sentía como si estuviera haciendo un trabajo. Necesitaba verla correrse, para poder ir a casa y tomar una ducha.
—Vente para mí, dulzura. Vente en mi mano—dije en su oído, sabiendo que las palabras podían llevar a una mujer caliente sobre el borde.
Efectivamente, eso fue todo. Ella tembló y gritó mientras se aferraba a mis brazos.
Cuando estaba segura de que se acabó, saqué mi mano, luego los sequé casualmente en su falda.
No quería su olor en mí.
Necesitaba el maldito desinfectante de manos de mi camioneta.
Me miró con ojos soñadores.
Al menos ella había conseguido un poco de placer. Yo, sin embargo, había acabado por la noche.
—Anda, dulzura. Te observo desde aquí para asegurarme que llegues a salvo.
Su sonrisa de satisfacción se volvió lentamente en un ceño mientras miraba hacia mí.
—¿Que pasa contigo?
¿Qué hay de mí?
Le di un puto orgasmo y la dejé correrse en mi maldita mano. Me iba a casa.
Eso era todo lo que tenía esta noche.
—Me dirijo a casa. Ve al interior y encuentra a tus amigos—le dije, luego le di un suave empujón hacia la puerta. Tropezó, y luego me miró con el ceño fruncido—No te prometí un polvo, nena. Tú estabas caliente y mojada, y te di una liberación. No estoy interesada en algo más. Vete, ahora—le dije.
Eso pareció ser un fuerte un golpe a su ego. Su espalda se puso recta, y giró la cabeza y se alejó.
Bueno.
Ahora podía ir a casa a darme una ducha.
Su papá besó la cabeza de Santiago.
Durante años anhelaba que Santiago tuviera una familia. Unos abuelos que lo amaran. Alguien que no fuera solo yo y la tía Holly.
Todo esto era demasiado.
Les había enviado esas cartas a Maribel.
¿Era posible que no las hubiera recibido?
¿Tantas?
—Joder, Britt. Por favor, no llores. Santiago me culpará—dijo, sonando asustado.
El hecho de que Santana López estuviera preocupada por que un niño de cinco años estuviera molesto con ella y que me volviera a decir “Britt” me hizo llorar más fuerte.
Quería gustarle a Santiago. También quería ser parte de su vida.
No esperaba esto en absoluto.
Volver a Sea Breeze me aterrorizaba. Pero esto... No había necesidad de tener miedo de esto.
Me preocupó que Santiago fuera herido. Pero en vez de eso, recibió otros que lo amaban y querían ser parte de su vida.
El miedo a lo que le sucedería si yo moría ya no era tan pesado. Siempre viví con ese terror constante.
Santiago iba a tener una familia. Una más grande que solo yo. Un grupo de personas que podía confiar en que estarían ahí para él.
—Envié cartas... imágenes—dije, sobre todo para mi beneficio, para recordarme que había intentado decirle a ella…a ellos.
Santana asintió.
—Te creo. De verdad. Solo sé que mi mamá no las recibió.
Esa era la Maribel López que recordaba.
La que Santana insistía que habría estado ahí si lo hubiera sabido.
La que no me habría dejado vivir en Fort Worth, en una casa con una tía que no aprobaba que fuera una adolescente embarazada, pero que no iba a obligarme a renunciar a mi bebé.
Me dio un techo bajo el que vivir y un transporte cuando lo necesitaba, pero no fue especialmente cálida y amable.
Me limpié la cara húmeda y respiré hondo para calmarme.
Santana tenía razón.
Santiago no entendería mis lágrimas, y estaría molesto. No le gustaba verme llorar.
Creo que le daba miedo.
—Si quieren ser parte de la vida de Santi, también quiero eso para él. Necesita una familia. La quiere—tragué y me concentré en no llorar de nuevo cuando le dije esto a Santana—Siempre se ha preguntado donde se encontraban sus abuelos. Otros niños los tenían, y no entendía por qué todo lo que tenía era una mamá y una tía a la que no era muy cercano. Ella fue más como una arrendataria.
Parecía afligida.
—Van a adorar al niño. Tendrá los mejores abuelos de la tierra. Solo dales una oportunidad. Si puedes hacer eso, puede que salves a ambos. Santiago es lo que necesitan. Va a traer de vuelta la alegría que Alfonso se llevó con él.
Santiago y yo teníamos que hablar primero.
—Dame tiempo para ayudarle a entender. Y entonces te llamaré y te haré saber que estamos listos. Pero necesito asegurarme de que tu mamá no recibió esas cartas. Porque las envié…y si las recibió…—mi voz se apagó.
Odiaba decirle a su hija que ella pudo haber tenido conocimiento de Santiago y lo escondió de Santana y su papá.
Había enviado esas cartas. No pudieron simplemente desaparecer.
—No las recibió. ¿Cómo se las enviaste? ¿Las enviaste desde el correo de tu tía?
Asentí. Las puse en el buzón en las mañanas.
—¿Podría haberlas cogido tu tía?
No.
¿Por qué la tía Holly lo haría?
No nos quería ahí con ella. Nos aceptó porque no nos quería en las calles.
Negué con la cabeza.
—No puedo imaginármela haciendo eso.
Santana frunció el ceño. No parecía muy convencida.
—Mamá no las recibió. Algo les debió haber pasado. Es posible que alguien las interceptara.
Esperaba que tuviera razón. Porque más que nada, quería que los López fueran parte de la vida de Santiago.
Quería que conociera a las personas que formaron parte de la vida de su papá.
Quería que viera las fotografías de su papá mientras crecía.
Todas esas cosas. Las quería para él.
—Averigua si alguna vez recibió esas cartas, y entonces hablaré con Santi. Primero necesito saber que quieren ser parte de su vida.
Santana asintió y metió las manos en los bolsillos delanteros.
—Voy a hablar con mamá y te avisaré tan pronto como sea posible. Pero, ¿podemos seguir adelante y confirmar que voy a salir con Santiago el sábado por la mañana mientras trabajas? Quiero ese tiempo.
Santiago necesitaba eso, y me ahorraría dinero.
Asentí.
—Sí. Eso es bueno. Si no es posible el sábado, avísame al menos con una semana de antelación para que pueda tomar otras medidas.
Santana sonrió.
—Cuando le digas a esas personas de esta cuadra que Santiago es el hijo de Alfonso, tendrás niñeras gratis siempre que lo desees.
Otra cosa a la que no estaba acostumbrada.
Nos dijimos adiós, y vi como Santana se volvió y se dirigió a su camioneta. Puede que haya visto su culo mientras se abría camino hacia el camión, pero ese era mi secreto.
—¿Qué es lo que quiere?—me preguntó Santiago al momento en que entré.
Se hallaba sentado en el sofá, con los brazos cruzados sobre el pecho y los pies colgando porque todavía no podían tocar el suelo.
—Se suponía que estarías jugando en tu habitación—le recordé cuando caminé para sentarme al lado de mi hombrecito.
—Estaba esperándote —dijo simplemente.
Estiré la mano, y tire de él contra mi costado, y lo abracé a mí.
Habíamos sido solo nosotros durante tanto tiempo.
El año pasado empezó a actuar como si fuera el que me protegía en lugar de al revés.
Hace un mes que me preguntó quién me mantiene segura si yo no tenía un marido para hacerlo. Primero, le informe que las mujeres no era necesario necesitar de un hombre, sino que también de una mujer. Al igual que los hombres podían estar con otros hombres. Luego le informé que yo nos mantenía a salvo.
Le aseguré que era muy buena en eso.
Cambió ese día.
Lo veía más y más cada día. Era como si se dio cuenta de que necesitaba a alguien que cuide de mí, y él hacía ese trabajo.
Mi dulce niñito.
Besé su cabeza y respiré su olor al aire libre.
—¿Disfrutaste el día? —le pregunté.
Asintió lentamente.
—Sí, pero si Santana es mala contigo, entonces yo no quiero que venga de nuevo.
Un nuevo mundo iba a abrirse para él. Uno que cambiaría su vida.
Lo apreté.
—Santana no fue mala conmigo. Quiere lo mismo que yo. Que estés seguro y feliz.
Santiago se echó hacia atrás y me miró. Pude ver la confusión en su carita. No estaba seguro de lo que decía, y un poco de esperanza en esos ojos casi me deshizo.
No quería demostrarme lo mucho que desea a otra persona su vida, pero yo lo sabía y entendía.
No era el momento para decirle lo mucho que quería a Santana en su vida y por qué.
Todavía tenía que saber que Maribel López no recibió esas cartas.
Tenía que estar segura de que ella no estaba al tanto de Santiago. Debido a que tanto como Santana creía que su mamá nunca haría esto, supe que envié las cartas.
Tenían que haber ido a alguna parte.
—¿Puede Santana volver a venir un día para jugar?
Él quería que Santana volviera. Lo sabía por su expresión de esperanza. Me alegré de que disfrutara de su tiempo juntos.
—Sí. Todos los sábados por la mañana Santana quiere salir contigo mientras trabajo.
Una brillante sonrisa iluminó su rostro.
—¿Lo hará?
Asentí, y Santiago lanzo un puñetazo en el aire con alegría y saltó del sofá. Vi cómo se fue corriendo a su habitación.
Nuestra conversación se acabó.
Sonriendo, me puse de pie y fui a prepararme un sándwich.
—¿Quieres comer? —le pregunté.
—Macarrones con queso —contestó.
—Te convertirás en un macarrón con queso —le contesté.
—¡Bueno! Después, voy a comerme a mí mismo.
Sacudiendo la cabeza, me reí y le hice a mi hijo su macarrón con queso.
Santana
Si me fuese a casa esta noche, solo pensaría en idioteces.
Así que fui a Live Bay, donde sabía que tendría amigos. Gente para distraerme.
Fue donde algunos siempre nos presentábamos los fines de semana.
Incluso mis amigos casados con niños.
Me senté con una cerveza y vi como cantó Finn Hudson, mientras que tenía un ojo en su novia.
Era como un extraño giro en el universo.
Cuando Kitty Wilde se enamoró de la hermanita de nuestra mejor amiga, pensé que se había vuelto loca.
Ahora el mujeriego de Sea Breeze y cantante de Jackdown se hallaba jodido por completo por una chica.
El mundo se iba a la mierda.
—Me encanta verlo observarla—dijo Rachel, la hermana mayor de Finn y la esposa de Quinn.
Quinn también fue una de mis mejores amigas desde la escuela primaria. Rachel era una parte de nuestras vidas desde que Quinn se pegó a su alrededor cuando teníamos diecisiete años.
Una vez cometí el error de preguntar si tenía un coño mágico. Quinn me ubicó con un puñetazo.
Ni siquiera lo vi venir.
Yo no hablé del coño de Rachel de nuevo. Lección aprendida.
—Es un jodido dominado—dije antes de tomar otro trago de cerveza.
Sabía que siendo una mujer los hombres no intentarían golpearme o algo por el estilo, sin embargo, Finn, lo vi volverse loco cuando pensó que Alison le había dejado.
Así que no iba a hablar de su coño delante de él. El tipo perdería los nervios, y yo no tenía ese tipo de energía.
—Eres tan agotadora—dijo Rachel, que estaba sentada en el regazo de su esposa.
—Honesta, amor; solo soy brutalmente honesta.
Rachel rodó los ojos.
—Un día, Santana López, vas a caer, y cuando lo hagas, voy a disfrutar mucho al verlo.
Se equivocaba acerca de eso, pero no quería discutir. Trataba de no fumar.
Si esa mierda puede matar a la gente, entonces debía ahorrar unos cuantos años.
Tenía un sobrino que me necesitaba. Antes no lo tenía. Pero, maldición, quería un cigarrillo.
—¡Estamos aquí! Siento llegar tarde. Bliss no estaba de humor para quedarse con una niñera esta noche. Artie tuvo que hacer un gran esfuerzo para dormirla—dijo Sugar Abrams Motta mientras sentaba su hermoso culo en un taburete a mi lado. Me dio una palmada en la rodilla—Hola—dijo con la sonrisa que había sido la caída de Artie.
Le echó un vistazo a Sugar, y el jugador una vez conocido como Artie Abrams se transformó.
Sugar tenía que tener un coño mágico también. Esa es la puta explicación para esta mierda.
Artie era papá, y él era feliz por ello. Le preguntas acerca de su bebé y su rostro se volvía todo suave y soñador.
Mierda loca.
Todos.
Me incliné hacia Sugar y guiñé un ojo.
—Esperando a que aparezcas, dulzura—le dije en voz baja, solo para joder a Artie.
El tipo era gracioso cuando se ponía territorial con Sugar.
—Que te jodan, Santana—gruñó Artie y jaló a Sugar sobre su pierna, luego acarició su cuello como si estuvieran saliendo, en lugar de ser casados y padres.
—Marley llamó y dijo que tenía a los niños—dijo Sugar, riéndose tontamente de la atención de Artie.
Rachel asintió.
—Sí. Kitty quiso a los niños esta noche, por lo tanto los dejamos ahí y vinimos para oír a Finn. Creía que podría ir de visita con Alison, también, pero él no la dejará irse. La retiene atrás, ahí con él. Es por eso que sigue cantando a alguien fuera del escenario. Raramente aparta sus ojos de ella—el sonido complaciente en la voz de Rachel era difícil de pasar por alto.
—Me encanta. Son adorables—dijo Sugar, mirando hacia el escenario y a Finn Hudson cantando a la mujer que nadie podía ver fuera del escenario.
Artie deslizó su mano sobre el estómago de Sugar, y ella se rió y trató de alejarse de su tanteo.
Lo estaba llevando un poco lejos, pero era normal.
—Estoy a favor de observar, pero no sé si eso es legal. Puede ser que desee verter un poco de agua fría sobre él—dije con una sonrisa.
Artie me lanzó una mirada molesta.
—¿Celosa, López?
Miré a la rubia que me envió señales coquetos toda la noche. No llevaba mucha ropa, y ella tenía esa mirada en sus ojos. Se encontraba en la fiesta de la playa.
Curvé mi dedo hacia ella, y eso fue todo lo que hizo falta. Vino con su culito alegre a mí.
—Oye, dulzura, estás tratando de llamar mi atención—dije, deslizando una mano alrededor de su cintura.
Se acurrucó contra mí, y yo podía oler la cerveza en su aliento. Era agradable y lubricada.
Cerré mis ojos en los de Artie.
—Nuevo coño cada maldita noche—le dije al oído sobre la parte superior de la cabeza de ella, luego acerqué su cara con la mía y tomé una probada.
—Un día, Santana. Un día—dijo Rachel, pero ignoré su burla y disfruté de la joven rubia dispuesta en mis brazos.
Sus curvas eran agradables, y su culo no era tan gordo como me gustaba, pero sería suficiente.
—¿Cuántos años tienes?—le pregunté antes de tomar un bocado de su cuello.
—Diecinueve—respiró.
Lucía y se sentía de diecinueve. Requería de una identificación antes de hacer algo más con ella, pero le creí.
Eso fue suficiente por ahora.
—¿Eres buena con esa boca?—le pregunté, deslizando la mano más sobre su culo hasta que mis dedos tocaron su entrepierna.
El silbido de aliento que se le escapó me dijo que estaba lista.
—Puedo ser buena en lo que quieras que sea—dijo sin aliento.
Me gustó eso.
—Entonces sienta ese dulce culo en mi pierna y déjame hablar con mis amigos—le dije.
Cuando agarré mi cerveza, hizo exactamente lo que le dije. Era como todas ellas, las bellezas que llegaban a la playa en busca de un buen momento.
Un buen momento que podrían dejar atrás aquí en Sea Breeze, una vez que regresen a sus vidas.
Yo estaba más que feliz de darles un recuerdo para llevarse.
Solo tenía dos reglas. Nunca en mi casa. No las follo ahí. Y nunca durante toda la noche. Follábamos, y si era bueno la cogía un par de veces.
Entonces me iba. Se terminó. Ni siquiera necesitaba sus nombres.
Las relaciones tomaban demasiado esfuerzo.
Tiempo.
Un montón de cosas que no quería dar. Claro, lo sé por qué cada uno de mis amigos habían caído bajo el hechizo de su mujer.
Cada uno de ellos eligió bellezas con algo más que un buen par de tetas. Tenían todo el paquete, y yo estaba feliz por ellos.
Simplemente no quería unírmeles.
—¿Escuchaste eso, Santana? Me esperaba un comentario sarcástico—dijo Quinn, interrumpiendo mis pensamientos.
Mi mano se abrió paso entre las piernas de la rubia, y yo estaba ocupada trabajándola mientras la hice sentarse aquí.
—Tina está embarazada—dijo Rachel con una mirada de orgullo.
Tina es la prima de Quinn, y una vez estuvo muy buena. Luego se fugó con el hermano de una estrella de rock. Se había enamorado de ella y la sacó de su vida aquí y cambió todo.
No lo admitiría, pero me alegraba por ella.
Tenía un buen corazón, y solía preocuparme que cediera a Finn, quien nunca le sería fiel.
Pero él no era propiedad de ella, y no creía que pudiera ser fiel, hasta que conoció a Alison.
—Tina como mamá—dije, luego me reí.
Eso es difícil de imaginar.
La niña tenía el cuerpo de una estrella porno, y antes de que Mike Chang hubiese entrado en su vida, usaba ese organismo para poner a los hombres de rodillas.
La chica en mi regazo dejó escapar un suave gemido, y me acordé que tenía mi mano bajo su falda.
Era mejor que la lleve a la camioneta. Eso es lo más lejos que llegaremos.
No estaba de humor para llevar esto a su habitación de hotel.
—Parece que tengo que ir a apagar un incendio. Los veré más tarde—dije, poniéndome de pie. Tomé a la chica por las caderas y la moví a través de la multitud—¿Estás húmeda, dulzura?—pregunté mientras la guiaba por la puerta y al aire fresco de la noche.
Asintió y me miró con los ojos entornados.
El problema era que yo no estaba de humor para follar. No había follado en dos semanas.
Desde que fui informado que tenía un sobrino.
Se metió en mi cabeza, y no podía concentrarme en otra cosa. Ni siquiera en la mujer muy dispuesta en mis brazos.
La había llevado hasta la cima, sin embargo, y tenía que arreglar esto.
—Mi camioneta—le dije, la llevé hasta ahí y la empujé contra él, luego deslicé mis manos por la pequeña falda y toqué su coño muy húmedo y caliente mientras se resistía contra mi mano.
Esto debería excitarme. Tenerme dispuesta a tomarla.
Pero no era así. De ninguna manera.
Me sentía como si estuviera haciendo un trabajo. Necesitaba verla correrse, para poder ir a casa y tomar una ducha.
—Vente para mí, dulzura. Vente en mi mano—dije en su oído, sabiendo que las palabras podían llevar a una mujer caliente sobre el borde.
Efectivamente, eso fue todo. Ella tembló y gritó mientras se aferraba a mis brazos.
Cuando estaba segura de que se acabó, saqué mi mano, luego los sequé casualmente en su falda.
No quería su olor en mí.
Necesitaba el maldito desinfectante de manos de mi camioneta.
Me miró con ojos soñadores.
Al menos ella había conseguido un poco de placer. Yo, sin embargo, había acabado por la noche.
—Anda, dulzura. Te observo desde aquí para asegurarme que llegues a salvo.
Su sonrisa de satisfacción se volvió lentamente en un ceño mientras miraba hacia mí.
—¿Que pasa contigo?
¿Qué hay de mí?
Le di un puto orgasmo y la dejé correrse en mi maldita mano. Me iba a casa.
Eso era todo lo que tenía esta noche.
—Me dirijo a casa. Ve al interior y encuentra a tus amigos—le dije, luego le di un suave empujón hacia la puerta. Tropezó, y luego me miró con el ceño fruncido—No te prometí un polvo, nena. Tú estabas caliente y mojada, y te di una liberación. No estoy interesada en algo más. Vete, ahora—le dije.
Eso pareció ser un fuerte un golpe a su ego. Su espalda se puso recta, y giró la cabeza y se alejó.
Bueno.
Ahora podía ir a casa a darme una ducha.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Agárrate (Adaptada) Epílogo
Dejar a una mujer asi santana es pecado. Yo creo que el papá de britt escondió las cartas.
Pd: si se puede, pero te encargo la picazón en el cuerpo...mmm valparaiso?
Pd: si se puede, pero te encargo la picazón en el cuerpo...mmm valparaiso?
Isabella28****** - Mensajes : 378
Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Agárrate (Adaptada) Epílogo
Si fue el papa de Britt se mereceria un par de golpes, no queria ser abuelo pero pudo dejar que otro lo fuera!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Agárrate (Adaptada) Epílogo
Hola morra...
San ya cumplio la cuota de buena samaritana al foy
ar se a la niña jajajaj
Es bueno que britt deje que santy tenga vinculo con la familia de san....
Nos vemos!
San ya cumplio la cuota de buena samaritana al foy
ar se a la niña jajajaj
Es bueno que britt deje que santy tenga vinculo con la familia de san....
Nos vemos!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Agárrate (Adaptada) Epílogo
Isabella28 escribió:Dejar a una mujer asi santana es pecado. Yo creo que el papá de britt escondió las cartas.
Pd: si se puede, pero te encargo la picazón en el cuerpo...mmm valparaiso?
Hola, XD pero si la "ayudo" po XD jaajajaja o no¿? xD ¬¬ yo tmbn ¬¬ :@ Saludos =D
Pd: toda la razón, lo siento =/ mmmm te alejas, te alejas.
micky morales escribió:Si fue el papa de Britt se mereceria un par de golpes, no queria ser abuelo pero pudo dejar que otro lo fuera!!!!
Hola, pienso igual, osea si es dificil q a esa edad tengan un bb, pero no por eso la alejas de la fmilia ¬¬ Saludos =D
3:) escribió:Hola morra...
San ya cumplio la cuota de buena samaritana al foy
ar se a la niña jajajaj
Es bueno que britt deje que santy tenga vinculo con la familia de san....
Nos vemos!
Hola lu, jajaajaj pienso igual ajajajaj. No entendi xD jajajaajaj. Si que si, ella hace todo bn la vrdd jajaaj. Saludos=D
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FanFic Brittana: Agárrate (Adaptada) Cap 7
Capitulo 7
Brittany
No le había dicho acerca de los López a Santiago esta noche.
Todavía necesitaba asegurarme que Maribel López no recibió esas cartas. Miramos Star Wars: Episodio III (que es mi favorito) y comimos dos bolsas de palomitas de maíz.
Cuando lo metí en la cama, ni siquiera se había movido. Tuvo un día largo.
Después de mi largo baño en la bañera me metí en la cama. Era bueno estar de vuelta en mi cama.
Tenía un buen recuerdo de su casa.
Antes de… antes de perder a Alfonso.
No me permitía pensar en lo malo.
No dejaba de preguntarme por qué Alfonso se había emborrachado y conducido su coche contra un árbol solo unas horas después de haber tenido relaciones sexuales en ese mismo coche.
Cada vez que conducía, era tan cuidadoso.
Él siempre cuidaba de mí. Protegiéndome.
Mi teléfono comenzó a sonar. Lo agarré para ver el nombre de Santana en la pantalla.
¿Por qué me llamaba a la medianoche un sábado?
—¿Hola?—dije, casi esperando que fuera una llamada errónea.
—Hola—se oyó la voz profunda de Santana, y mis partes femeninas se despertaron con esa palabra.
¡Mierda!
¿Qué andaba mal conmigo?
No había tenido relaciones sexuales en… bien… desde Alfonso. Y lo que recordaba del sexo no era bueno. El placer que podía darme en la cama yo sola no era una sensación que había experimentado con Alfonso.
—Quiero hablar con mi mamá mañana de las cartas. ¿Le dijiste a Santy?
Me llamaba a la media noche de un sábado para preguntar acerca de Santiago…y ya le decía Santy.
¿Santana no tenía una cita?
Siempre llevaba a una chica en sus brazos.
—No. No hablaré con él hasta que sepa lo que pasó con esas cartas. Necesito saber que tu mamá quiere ser parte de su vida. No quiero que él sepa de ustedes a menos que lo acepten. Es demasiado pequeño para entender cualquier otra cosa.
Dejó escapar un suspiro.
—Mi mamá no recibió esas cartas. Pero incluso si fue así, quiero a Santy en mi vida. Es el hijo de mi hermano pequeño. Lo quiero.
Por tanto quiere que Santiago sepa quién era.
¿Podría contar esto sin explicar sobre el resto de los López?
—Primero necesito saber cómo se siente tu mamá. Santy es mi principal preocupación. No voy a dejar que lo lastimen.
[i]—Yo tampoco—respondió.
Bueno.
Por lo menos ella no estaba dispuesta a jugar con las emociones de Santiago.
—Te veré mañana. Probablemente estaré justo detrás de mi mamá mientras está llamando a tu puerta, o posiblemente irrumpiendo. Una vez que lo sepa, no serás capaz de mantenerla alejada de él.
No tenía idea de lo mucho que me esperaba fuera cierto.
—Habla con ella. Yo voy a esperar—fue mi única respuesta.
Santana estuvo en silencio por un momento, y no estaba segura de si había colgado o no.
—Buenas noches, Brittany—dijo finalmente, y la forma en que su atractiva y cálida voz se enroscó alrededor de esa palabra me hizo temblar.
Maldita sea.
—Buenas noches—le contesté, y luego colgué.
Puse el teléfono a mi lado, y deslicé una mano bajo las sábanas, hacia la parte delantera de mis bragas de encaje. Todo lo que necesitaba era el recuerdo de la voz profunda de Santana mientras aliviaba el dolor que inspiró ella.
No era la primera vez que fantaseé con Santana.
Durante tanto tiempo tendía a sentirme culpable de que fuera ella y no Alfonso lo que utilizaba como fuente de inspiración. Pero finalmente me resigné al hecho de que nunca había sentido ningún placer con Alfonso.
Santana era una fantasía, y eso era todo. Algo que no era real.
Deslicé mis dedos dentro, cerré los ojos, y dejé que el cuerpo de Santana tomara forma en mi mente.
Su sonrisa atractiva y esos brazos. Señor, esos brazos eran increíbles. Envolví mis manos alrededor de ellos, mientras se flexionaban y se movía junto a mí… Mi cuerpo tembló por la idea.
Lo bonito de usar a Santana para satisfacer mi necesidad era que la idea de que me tocara y estuviera dentro de mí puso mi cuerpo en llamas.
Era tan fácil olvidar que no se encontraba ahí. Que no me tocaba.
El brillo en sus ojos cuando me miraba a veces me hacía creer que pensaba eso también.
Pero no podría suceder nunca.
Me lastimaría. Lo sabía.
Aun así, la idea de tenerla sobre mí, balanceando sus caderas mientras sus dedos se movían dentro y fuera de mi cuerpo con abandono, me hacía sentir adolorida.
Por una vez quería saber que se sentía ser amada por Santana López.
—¿Mamá? ¡Despiértate!—la voz de Santiago irrumpió en mis sueños, y abrí los ojos, solo para cerrarlos de nuevo de inmediato.
La luz del sol entraba en la habitación y me cegaba.
—Sé que te gusta dormir hasta tarde los domingos, pero alguien está golpeando la puerta.
Asimilé las palabras de Santiago, me senté en la cama y froté mis ojos antes de abrirlos lentamente y bajar la mirada hacia él.
—Parece que Santana y mamá M discuten afuera, pero me dijiste que no abriera la puerta sin ti, así que no lo hice. Vine a levantarte.
¡Oh mierda!
Lancé mis piernas fuera de la cama y tomé la bata de seda Janell que me regalé para Navidad el año pasado.
Tenía que vestirme, pero los golpes y las voces se hacían más fuertes.
Tenía que salir y tratar con ellos.
Ahora. Antes de que Santiago escuchara algo que no necesitaba oír.
Até el cinturón alrededor de mi cintura y pasé una mano por mi cabello, luego me incliné para mirar a Santiago a los ojos.
—Tú y yo tenemos que hablar más tarde. Se trata de algo bueno. Pero primero tengo que salir y hablar con ellos, y necesito que te quedes en tu habitación y juegues como lo hacías antes de que ellos golpearan, ¿de acuerdo?
Asintió, pero el ceño fruncido en su rostro me dijo que no le gustaba no ir conmigo.
Besé su frente, luego corrí a la puerta antes de que Maribel López la rompiera.
Mirando hacia atrás, vi a Santiago entrar en su habitación, y tomé ese instante para abrir la puerta y salir al porche donde se encontraba una Maribel López con los ojos rojos; su esposo, Pedro; y por supuesto Santana.
No me permití pensar en la mirada en los ojos de Santana mientras miraba mi apariencia. Era un desastre, con mi cabeza de cama y sin maquillaje.
Pero no me hallaba ahí para impresionar a Santana. No pensaría en eso.
—¡Nunca recibí una carta, ni una sola carta, Brittany Susan Pierce! ¡Si hubiera recibido una carta, te habría seguido a ti y a mi nieto! ¿Qué pensaban tus padres? ¡Eras una niña! ¡Un bebé teniendo a otro bebé, y ¿te abandonaron?! No lo entiendo. Y ese precioso niño que se parece tanto a mi Alfonso—se quedó sin habla, cubriendo su boca, y sollozando.
Pedro la apretó contra su pecho.
—Por favor, sé que esto es demasiado. Y sé que estás molesta, puedo verlo. Y tan agradecida como estoy de que quieras formar parte de la vida de Santiago, no quiero que escuche esto. Necesita que le explique y hable con él primero. Esto sería demasiado traumático para él.
—Ella tiene razón, mamá. Tienes que calmarte—agregó Santana.
No la miraría. No podía. Mantuve mi enfoque en Maribel.
Ella asintió y luego dejó caer la mano de su boca y me miró.
—Mírate—dijo en un susurro—, Estás adulta y hermosa—la sonrisa sincera en su rostro hizo que mis ojos se aguaran, y parpadeé para contener las lágrimas que quemaban mis ojos.
No lloraría.
Tenía que pensar en Santiago.
Miró de nuevo a Santana:
—¡Ella es mucho más que el promedio, Santana Maria López! ¿Estás ciega?
Eso dolió mucho más de lo debido.
Santana
Jodido infierno.
Mi mamá no tenía un maldito filtro en la boca. Tal vez era de donde lo obtuvo el niño.
El color en las mejillas de Brittany ante las palabras de mi mamá me dijo que mamá la había avergonzado.
¡Mierda!
Brittany salió de su casa en nada que esa corta bata de seda y su cabello lucía como si hubiera sido follada adecuadamente, y mi imaginación fue a eso.
En lo que sería tener esas piernas envueltas a mi alrededor y ese hermoso rostro en medio de un orgasmo.
La idea de que alguien más la viera así me molestó.
Me moví hacia un lado así su aspecto estaba bloqueado de cualquiera que condujera por la carretera o mirara por las ventanas.
¿No se daba cuenta que parecía una fantasía andante?
Entonces mi mamá le dijo que yo había dicho que era promedio. Maldita sea, eso era una mierda.
No quería que pensara que estaba atraída por ella, porque eso complicaría las cosas, pero tampoco quería que pensara que hablaba mal de ella.
Quería gustarle.
Quería estar cerca de Santiago tanto como sea posible.
—Es absolutamente preciosa. Tienes que alejar a los hombres y más de una mujer con un palo, ¿verdad, cariño?—mi mamá continuó elogiando a Brittany.
Tenía razón, por supuesto, pero, ¿qué se suponía que dijera ahora?
Ya parecía una imbécil.
Mantuve la boca cerrada.
—Yo, eh, yo…gracias—dijo con una sonrisa insegura y forzada.
—¿Cómo sigues sola? Deberías tener una persona que cuide de ti—dijo mi mamá.
El color rosa en las hermosas mejillas de Brittany se hizo más brillante.
—No tengo citas. Tengo que pensar en Santy en primer lugar.
Mierda.
Era buena mamá.
Había conocido a una gran cantidad de madres solteras y ninguna de ellas sacrificaba su vida social por su hijo.
—Pero eres joven y Santy necesita alguien más. No te preocupes por eso. Va a tener a su tita Tanitaa y su abuelo Pedro ahí para él. Tal vez puedes pensar en pasar algo de tiempo con una pareja pronto. Es una vergüenza que una belleza como tú viva la vida sola. Alfonso no hubiera querido eso.
Brittany tragó saliva con nerviosismo.
—Está bien. Soy feliz con que seamos solo Santy y yo.
Mamá agitó la mano.
—Tonterías. Nos tienes ahora, y nos aseguraremos de que tengas una vida también. Ser mamá es el trabajo más importante que puedes tener, pero tienes que pensar en ti, también. Basta de eso por ahora—se acercó, atrajo a Brittany dentro de sus brazos y la sostuvo con fuerza—Estás aquí. Y tienes un niño de Alfonso—dijo mamá, con un nudo en la garganta de nuevo—Estoy tan feliz. Simplemente tan feliz.
Los ojos de Brittany se empañaron mientras me miró brevemente, luego a mi papá, y sonrió.
—Envié cartas—dijo, sintiendo la necesidad de defenderse.
Mamá asintió y retrocedió.
—Creo que lo hiciste. Pero no las recibimos. Es posible que desees darle a esa tía tuya una llamada. Esa es la única explicación que tengo. Pero esas cartas nunca llegaron a mí.
Brittany asintió.
—Bueno. Yo, eh…Necesito tiempo con Santy. Cuando esté listo, iremos a visitarlos. Se divirtió en su última visita ahí. Es un fan de las galletas—dijo, sonriendo dulcemente.
Mi mamá siempre había amado a Brittany Pierce, y alentaba la relación de Alfonso con ella, pero en ese momento me di cuenta que el amor que tenía por Brittany acababa de multiplicarse por mil, porque Brittany trajo al hijo de Alfonso al mundo.
Le dio a mi mamá una parte de su hijo.
Lo cual era algo que nunca fui capaz de hacer.
Papá finalmente habló, tirando del brazo de mi mamá.
—Volvamos a la casa y dejémoslos hablar—asintió, pero miró con añoranza a la puerta de la casa, sabiendo que su nieto se encontraba ahí.
—Nuestra puerta siempre está abierta, Britt—le dijo mi papá.
Sorbió y sonrió.
—Gracias—la mirada en su rostro me dijo lo sola que estuvo todo este tiempo.
Quería estrangular a su papá. Era una pena que no tendría la oportunidad.
¿Cómo mierda le había hecho eso?
Mis padres caminaron por las escaleras y esperé.
Quería decirle algo, pero no estaba seguro de qué. Explicarle mi comentario “promedio” no sonaría sincero ahora.
—Lo llevaré cuando esté listo—me dijo, luego abrió la puerta y entró antes de que pudiera decir algo más.
—Vamos, hija. Déjalos—dijo mi papá detrás de mí.
Frustrada, me di la vuelta y seguí a mis padres a casa.
Cuando llegamos a la casa, mi mamá me miró y frunció el ceño.
—No sé lo que piensas que es atractivo, pero al parecer Alfonso era el único que tenía buen gusto sobre las mujeres, lo cual es malo, siendo tu muje deberías saber mejor que nadie lo bella que es Britt. Esa chica es una belleza. Incluso acabando de salir de la cama es impresionante. No hay nada falso en ella. Es real. Va a ser una buena esposa para alguien algún día. Es una pena que no puedas ver la joya que es—luego se giró y entró.
Papá se rió y lo miré.
—¿Qué?—le espeté.
Solo se rió más fuerte.
—Opino que ese comentario tuyo fue la mierda más estúpida que he oído en mi vida. Puede que sea un anciano, pero no soy ciego. Demonios, Tanita, es una hermosura. Dejó el promedio hace mucho tiempo. Pero entonces, ya lo sabes. Cuidado con lo que dices, porque tu mamá se asegurará de que todo el mundo lo sepa—continuó riéndose mientras entraba.
Miré hacia atrás a su casa y recordé a la joven que corría a través de la calle con los pies descalzos, un par de pantalones vaqueros y una camisa atada por encima de su ombligo. Todo ese cabello rubio volando, su sonrisa grande y brillante.
Alfonso la encontraría al frente, ella se arrojaría a sus brazos y él le daría vueltas.
Creo que fue cuando cumplió dieciséis años que decidí que permanecer alejada de ella era jodidamente importante.
Porque la vi correr a los brazos de mi hermano, y me sentí celosa.
La emoción me sobresaltó, y me tomó un momento entenderlo. Nunca me sentí celosa antes o después.
Porque supe en ese momento que de alguna manera perdí una parte de mi alma con una chica que nunca sería mía.
Pasé los siguientes siete años demostrando lo mucho que no necesitaba el amor.
Solo necesitaba un coño, y podía conseguirlo fácil.
Había sacado a Brittany Pierce de mi sistema con cada rubia que no era ella.
Con cada chica que me acosté, me sentí más y más lejos de cualquier emoción.
Cuando Brittany se fue, llevó un parte de mí con ella.
Sufrí, y estuve tan destrozado por meses que ni siquiera podía recordar la mitad de la mierda que hice.
La quise, y ella era de mi hermano.
También había sido demasiado joven.
Era un desastre y nunca sería lo suficientemente buena para los gustos de ella.
Mi hermano era el que la merecía. Alguien como él aún era lo que merecía.
No yo. Nunca yo.
No era lo suficientemente buena.
No era una chica de oro.
No podía hacerla feliz.
Pero que me condenen si dejaba que algo la lastimara de nuevo.
Podía protegerla. Y a Santiago.
Ellos no eran míos, pero en mi corazón sí.
Todavía necesitaba asegurarme que Maribel López no recibió esas cartas. Miramos Star Wars: Episodio III (que es mi favorito) y comimos dos bolsas de palomitas de maíz.
Cuando lo metí en la cama, ni siquiera se había movido. Tuvo un día largo.
Después de mi largo baño en la bañera me metí en la cama. Era bueno estar de vuelta en mi cama.
Tenía un buen recuerdo de su casa.
Antes de… antes de perder a Alfonso.
No me permitía pensar en lo malo.
No dejaba de preguntarme por qué Alfonso se había emborrachado y conducido su coche contra un árbol solo unas horas después de haber tenido relaciones sexuales en ese mismo coche.
Cada vez que conducía, era tan cuidadoso.
Él siempre cuidaba de mí. Protegiéndome.
Mi teléfono comenzó a sonar. Lo agarré para ver el nombre de Santana en la pantalla.
¿Por qué me llamaba a la medianoche un sábado?
—¿Hola?—dije, casi esperando que fuera una llamada errónea.
—Hola—se oyó la voz profunda de Santana, y mis partes femeninas se despertaron con esa palabra.
¡Mierda!
¿Qué andaba mal conmigo?
No había tenido relaciones sexuales en… bien… desde Alfonso. Y lo que recordaba del sexo no era bueno. El placer que podía darme en la cama yo sola no era una sensación que había experimentado con Alfonso.
—Quiero hablar con mi mamá mañana de las cartas. ¿Le dijiste a Santy?
Me llamaba a la media noche de un sábado para preguntar acerca de Santiago…y ya le decía Santy.
¿Santana no tenía una cita?
Siempre llevaba a una chica en sus brazos.
—No. No hablaré con él hasta que sepa lo que pasó con esas cartas. Necesito saber que tu mamá quiere ser parte de su vida. No quiero que él sepa de ustedes a menos que lo acepten. Es demasiado pequeño para entender cualquier otra cosa.
Dejó escapar un suspiro.
—Mi mamá no recibió esas cartas. Pero incluso si fue así, quiero a Santy en mi vida. Es el hijo de mi hermano pequeño. Lo quiero.
Por tanto quiere que Santiago sepa quién era.
¿Podría contar esto sin explicar sobre el resto de los López?
—Primero necesito saber cómo se siente tu mamá. Santy es mi principal preocupación. No voy a dejar que lo lastimen.
[i]—Yo tampoco—respondió.
Bueno.
Por lo menos ella no estaba dispuesta a jugar con las emociones de Santiago.
—Te veré mañana. Probablemente estaré justo detrás de mi mamá mientras está llamando a tu puerta, o posiblemente irrumpiendo. Una vez que lo sepa, no serás capaz de mantenerla alejada de él.
No tenía idea de lo mucho que me esperaba fuera cierto.
—Habla con ella. Yo voy a esperar—fue mi única respuesta.
Santana estuvo en silencio por un momento, y no estaba segura de si había colgado o no.
—Buenas noches, Brittany—dijo finalmente, y la forma en que su atractiva y cálida voz se enroscó alrededor de esa palabra me hizo temblar.
Maldita sea.
—Buenas noches—le contesté, y luego colgué.
Puse el teléfono a mi lado, y deslicé una mano bajo las sábanas, hacia la parte delantera de mis bragas de encaje. Todo lo que necesitaba era el recuerdo de la voz profunda de Santana mientras aliviaba el dolor que inspiró ella.
No era la primera vez que fantaseé con Santana.
Durante tanto tiempo tendía a sentirme culpable de que fuera ella y no Alfonso lo que utilizaba como fuente de inspiración. Pero finalmente me resigné al hecho de que nunca había sentido ningún placer con Alfonso.
Santana era una fantasía, y eso era todo. Algo que no era real.
Deslicé mis dedos dentro, cerré los ojos, y dejé que el cuerpo de Santana tomara forma en mi mente.
Su sonrisa atractiva y esos brazos. Señor, esos brazos eran increíbles. Envolví mis manos alrededor de ellos, mientras se flexionaban y se movía junto a mí… Mi cuerpo tembló por la idea.
Lo bonito de usar a Santana para satisfacer mi necesidad era que la idea de que me tocara y estuviera dentro de mí puso mi cuerpo en llamas.
Era tan fácil olvidar que no se encontraba ahí. Que no me tocaba.
El brillo en sus ojos cuando me miraba a veces me hacía creer que pensaba eso también.
Pero no podría suceder nunca.
Me lastimaría. Lo sabía.
Aun así, la idea de tenerla sobre mí, balanceando sus caderas mientras sus dedos se movían dentro y fuera de mi cuerpo con abandono, me hacía sentir adolorida.
Por una vez quería saber que se sentía ser amada por Santana López.
—¿Mamá? ¡Despiértate!—la voz de Santiago irrumpió en mis sueños, y abrí los ojos, solo para cerrarlos de nuevo de inmediato.
La luz del sol entraba en la habitación y me cegaba.
—Sé que te gusta dormir hasta tarde los domingos, pero alguien está golpeando la puerta.
Asimilé las palabras de Santiago, me senté en la cama y froté mis ojos antes de abrirlos lentamente y bajar la mirada hacia él.
—Parece que Santana y mamá M discuten afuera, pero me dijiste que no abriera la puerta sin ti, así que no lo hice. Vine a levantarte.
¡Oh mierda!
Lancé mis piernas fuera de la cama y tomé la bata de seda Janell que me regalé para Navidad el año pasado.
Tenía que vestirme, pero los golpes y las voces se hacían más fuertes.
Tenía que salir y tratar con ellos.
Ahora. Antes de que Santiago escuchara algo que no necesitaba oír.
Até el cinturón alrededor de mi cintura y pasé una mano por mi cabello, luego me incliné para mirar a Santiago a los ojos.
—Tú y yo tenemos que hablar más tarde. Se trata de algo bueno. Pero primero tengo que salir y hablar con ellos, y necesito que te quedes en tu habitación y juegues como lo hacías antes de que ellos golpearan, ¿de acuerdo?
Asintió, pero el ceño fruncido en su rostro me dijo que no le gustaba no ir conmigo.
Besé su frente, luego corrí a la puerta antes de que Maribel López la rompiera.
Mirando hacia atrás, vi a Santiago entrar en su habitación, y tomé ese instante para abrir la puerta y salir al porche donde se encontraba una Maribel López con los ojos rojos; su esposo, Pedro; y por supuesto Santana.
No me permití pensar en la mirada en los ojos de Santana mientras miraba mi apariencia. Era un desastre, con mi cabeza de cama y sin maquillaje.
Pero no me hallaba ahí para impresionar a Santana. No pensaría en eso.
—¡Nunca recibí una carta, ni una sola carta, Brittany Susan Pierce! ¡Si hubiera recibido una carta, te habría seguido a ti y a mi nieto! ¿Qué pensaban tus padres? ¡Eras una niña! ¡Un bebé teniendo a otro bebé, y ¿te abandonaron?! No lo entiendo. Y ese precioso niño que se parece tanto a mi Alfonso—se quedó sin habla, cubriendo su boca, y sollozando.
Pedro la apretó contra su pecho.
—Por favor, sé que esto es demasiado. Y sé que estás molesta, puedo verlo. Y tan agradecida como estoy de que quieras formar parte de la vida de Santiago, no quiero que escuche esto. Necesita que le explique y hable con él primero. Esto sería demasiado traumático para él.
—Ella tiene razón, mamá. Tienes que calmarte—agregó Santana.
No la miraría. No podía. Mantuve mi enfoque en Maribel.
Ella asintió y luego dejó caer la mano de su boca y me miró.
—Mírate—dijo en un susurro—, Estás adulta y hermosa—la sonrisa sincera en su rostro hizo que mis ojos se aguaran, y parpadeé para contener las lágrimas que quemaban mis ojos.
No lloraría.
Tenía que pensar en Santiago.
Miró de nuevo a Santana:
—¡Ella es mucho más que el promedio, Santana Maria López! ¿Estás ciega?
Eso dolió mucho más de lo debido.
Santana
Jodido infierno.
Mi mamá no tenía un maldito filtro en la boca. Tal vez era de donde lo obtuvo el niño.
El color en las mejillas de Brittany ante las palabras de mi mamá me dijo que mamá la había avergonzado.
¡Mierda!
Brittany salió de su casa en nada que esa corta bata de seda y su cabello lucía como si hubiera sido follada adecuadamente, y mi imaginación fue a eso.
En lo que sería tener esas piernas envueltas a mi alrededor y ese hermoso rostro en medio de un orgasmo.
La idea de que alguien más la viera así me molestó.
Me moví hacia un lado así su aspecto estaba bloqueado de cualquiera que condujera por la carretera o mirara por las ventanas.
¿No se daba cuenta que parecía una fantasía andante?
Entonces mi mamá le dijo que yo había dicho que era promedio. Maldita sea, eso era una mierda.
No quería que pensara que estaba atraída por ella, porque eso complicaría las cosas, pero tampoco quería que pensara que hablaba mal de ella.
Quería gustarle.
Quería estar cerca de Santiago tanto como sea posible.
—Es absolutamente preciosa. Tienes que alejar a los hombres y más de una mujer con un palo, ¿verdad, cariño?—mi mamá continuó elogiando a Brittany.
Tenía razón, por supuesto, pero, ¿qué se suponía que dijera ahora?
Ya parecía una imbécil.
Mantuve la boca cerrada.
—Yo, eh, yo…gracias—dijo con una sonrisa insegura y forzada.
—¿Cómo sigues sola? Deberías tener una persona que cuide de ti—dijo mi mamá.
El color rosa en las hermosas mejillas de Brittany se hizo más brillante.
—No tengo citas. Tengo que pensar en Santy en primer lugar.
Mierda.
Era buena mamá.
Había conocido a una gran cantidad de madres solteras y ninguna de ellas sacrificaba su vida social por su hijo.
—Pero eres joven y Santy necesita alguien más. No te preocupes por eso. Va a tener a su tita Tanitaa y su abuelo Pedro ahí para él. Tal vez puedes pensar en pasar algo de tiempo con una pareja pronto. Es una vergüenza que una belleza como tú viva la vida sola. Alfonso no hubiera querido eso.
Brittany tragó saliva con nerviosismo.
—Está bien. Soy feliz con que seamos solo Santy y yo.
Mamá agitó la mano.
—Tonterías. Nos tienes ahora, y nos aseguraremos de que tengas una vida también. Ser mamá es el trabajo más importante que puedes tener, pero tienes que pensar en ti, también. Basta de eso por ahora—se acercó, atrajo a Brittany dentro de sus brazos y la sostuvo con fuerza—Estás aquí. Y tienes un niño de Alfonso—dijo mamá, con un nudo en la garganta de nuevo—Estoy tan feliz. Simplemente tan feliz.
Los ojos de Brittany se empañaron mientras me miró brevemente, luego a mi papá, y sonrió.
—Envié cartas—dijo, sintiendo la necesidad de defenderse.
Mamá asintió y retrocedió.
—Creo que lo hiciste. Pero no las recibimos. Es posible que desees darle a esa tía tuya una llamada. Esa es la única explicación que tengo. Pero esas cartas nunca llegaron a mí.
Brittany asintió.
—Bueno. Yo, eh…Necesito tiempo con Santy. Cuando esté listo, iremos a visitarlos. Se divirtió en su última visita ahí. Es un fan de las galletas—dijo, sonriendo dulcemente.
Mi mamá siempre había amado a Brittany Pierce, y alentaba la relación de Alfonso con ella, pero en ese momento me di cuenta que el amor que tenía por Brittany acababa de multiplicarse por mil, porque Brittany trajo al hijo de Alfonso al mundo.
Le dio a mi mamá una parte de su hijo.
Lo cual era algo que nunca fui capaz de hacer.
Papá finalmente habló, tirando del brazo de mi mamá.
—Volvamos a la casa y dejémoslos hablar—asintió, pero miró con añoranza a la puerta de la casa, sabiendo que su nieto se encontraba ahí.
—Nuestra puerta siempre está abierta, Britt—le dijo mi papá.
Sorbió y sonrió.
—Gracias—la mirada en su rostro me dijo lo sola que estuvo todo este tiempo.
Quería estrangular a su papá. Era una pena que no tendría la oportunidad.
¿Cómo mierda le había hecho eso?
Mis padres caminaron por las escaleras y esperé.
Quería decirle algo, pero no estaba seguro de qué. Explicarle mi comentario “promedio” no sonaría sincero ahora.
—Lo llevaré cuando esté listo—me dijo, luego abrió la puerta y entró antes de que pudiera decir algo más.
—Vamos, hija. Déjalos—dijo mi papá detrás de mí.
Frustrada, me di la vuelta y seguí a mis padres a casa.
Cuando llegamos a la casa, mi mamá me miró y frunció el ceño.
—No sé lo que piensas que es atractivo, pero al parecer Alfonso era el único que tenía buen gusto sobre las mujeres, lo cual es malo, siendo tu muje deberías saber mejor que nadie lo bella que es Britt. Esa chica es una belleza. Incluso acabando de salir de la cama es impresionante. No hay nada falso en ella. Es real. Va a ser una buena esposa para alguien algún día. Es una pena que no puedas ver la joya que es—luego se giró y entró.
Papá se rió y lo miré.
—¿Qué?—le espeté.
Solo se rió más fuerte.
—Opino que ese comentario tuyo fue la mierda más estúpida que he oído en mi vida. Puede que sea un anciano, pero no soy ciego. Demonios, Tanita, es una hermosura. Dejó el promedio hace mucho tiempo. Pero entonces, ya lo sabes. Cuidado con lo que dices, porque tu mamá se asegurará de que todo el mundo lo sepa—continuó riéndose mientras entraba.
Miré hacia atrás a su casa y recordé a la joven que corría a través de la calle con los pies descalzos, un par de pantalones vaqueros y una camisa atada por encima de su ombligo. Todo ese cabello rubio volando, su sonrisa grande y brillante.
Alfonso la encontraría al frente, ella se arrojaría a sus brazos y él le daría vueltas.
Creo que fue cuando cumplió dieciséis años que decidí que permanecer alejada de ella era jodidamente importante.
Porque la vi correr a los brazos de mi hermano, y me sentí celosa.
La emoción me sobresaltó, y me tomó un momento entenderlo. Nunca me sentí celosa antes o después.
Porque supe en ese momento que de alguna manera perdí una parte de mi alma con una chica que nunca sería mía.
Pasé los siguientes siete años demostrando lo mucho que no necesitaba el amor.
Solo necesitaba un coño, y podía conseguirlo fácil.
Había sacado a Brittany Pierce de mi sistema con cada rubia que no era ella.
Con cada chica que me acosté, me sentí más y más lejos de cualquier emoción.
Cuando Brittany se fue, llevó un parte de mí con ella.
Sufrí, y estuve tan destrozado por meses que ni siquiera podía recordar la mitad de la mierda que hice.
La quise, y ella era de mi hermano.
También había sido demasiado joven.
Era un desastre y nunca sería lo suficientemente buena para los gustos de ella.
Mi hermano era el que la merecía. Alguien como él aún era lo que merecía.
No yo. Nunca yo.
No era lo suficientemente buena.
No era una chica de oro.
No podía hacerla feliz.
Pero que me condenen si dejaba que algo la lastimara de nuevo.
Podía protegerla. Y a Santiago.
Ellos no eran míos, pero en mi corazón sí.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
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Lun Mar 14, 2022 3:20 pm por Laidy T
» Busco fanfic brittana
Lun Feb 28, 2022 10:01 pm por lana66
» Busco fanfic
Sáb Nov 21, 2020 2:14 pm por LaChicken
» [Resuelto]Brittana: (Adaptación) El Oscuro Juego de SATANÁS... (Gp Santana) Cap. 7 Cont. Cap. 8
Jue Sep 17, 2020 12:07 am por gaby1604
» [Resuelto]FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Epílogo
Mar Sep 08, 2020 9:19 am por Isabella28
» Brittana: Destino o Accidente (GP Santana) Actualizado 17-07-2017
Dom Sep 06, 2020 10:27 am por Isabella28
» [Resuelto]Mándame al Infierno pero Besame (adaptación) Gp Santana Cap. 18 y Epilogo
Vie Sep 04, 2020 12:54 am por gaby1604
» Fic Brittana----Más aya de lo normal----(segunda parte)
Mar Ago 25, 2020 7:50 pm por atrizz1
» [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Lun Ago 03, 2020 5:10 pm por marthagr81@yahoo.es
» Que pasó con Naya?
Miér Jul 22, 2020 6:54 pm por marthagr81@yahoo.es
» [Resuelto]FanFic Brittana: Medianoche V (Adaptada) Cap 31
Jue Jul 16, 2020 7:16 am por marthagr81@yahoo.es
» No abandonen
Miér Jun 17, 2020 3:17 pm por Faith2303
» FanFic Brittana: " Glimpse " Epilogo
Vie Abr 17, 2020 12:26 am por Faith2303
» FanFic Brittana: Pídeme lo que Quieras 4: Y Yo te lo Daré (Adaptada) Epílogo
Lun Ene 20, 2020 1:47 pm por thalia danyeli
» Brittana, cafe para dos- Capitulo 16
Dom Oct 06, 2019 8:40 am por mystic
» brittana. amor y hierro capitulo 10
Miér Sep 25, 2019 9:29 am por mystic
» holaaa,he vuelto
Jue Ago 08, 2019 4:33 am por monica.santander
» [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Miér Mayo 08, 2019 9:25 pm por 23l1
» [Resuelto]FanFic Brittana: Comportamiento (Adaptada) Epílogo
Miér Abr 10, 2019 9:29 pm por 23l1
» [Resuelto]FanFic Brittana: Justicia V (Adaptada) Epílogo
Lun Abr 08, 2019 8:29 pm por 23l1